La comunicación médico-paciente en la consulta

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LA COMUNICACIÓN MÉDICO-PACIENTE
EN LA CONSULTA MÉDICA
Un modelo de consulta y algunas técnicas
para una buena entrevista.
Syllabus
Dra. Inge Debrouwere
Herramientas para la calidad Nº 2
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CAPITULO SIETE
¿Cómo COMUNICAR BIEN UNA MALA NOTICIA?
Comunicar una mala noticia siempre es difícil. Sin embargo, no se dedica mucho tiempo a este
aspecto de la atención durante el proceso de enseñanza en Medicina u otras profesiones del
sector salud. Esto lo hace aun más difícil y estresa mucho a los médicos. Puede generar mucha
frustración, tanto a nivel personal como a nivel profesional, cuando el médico no logra
comunicar de manera adecuada o con buen tino la mala noticia. Las victimas de esta mala
comunicación, los pacientes y/o sus familiares, a su vez viven procesos de incorporación y
aceptación mucho más dificultosos y/o largos que las personas a quienes se logró comunicar
de manera adecuada una noticia similar.
No todas las situaciones relacionadas a malas noticias tienen el mismo grado drástico o radical.
Los contenidos de las malas noticias son muy diversos: El anuncio de una muerte súbita, del
diagnostico de una enfermedad crónica, de una afección con un pronóstico malo, de la
necesidad de un ingreso al hospital. La noticia puede referirse a la persona en cuestión o a un
familiar u otra persona cercana. Puede tratar de una situación que de cierto modo se veía
llegar y por ende a cuyo anuncio se podía preparar o de una situación súbita y totalmente
inesperada. Por otro lado puede ser que el médico conoce muy bien a la persona a quien se
comunica la mala noticia, o a su vez no conocerla. Cada una de estas situaciones es muy
diferente y surgen problemas de diferente índole. Lo único que tienen en común es que
comunicar una mala noticia es una cuestión difícil a la cual nos debemos acercar con la
sensibilidad pertinente.
1. Casos concretos
Es miércoles en la tarde. Un médico de familia recibe una llamada telefónica de la fabrica
donde uno de sus pacientes trabaja. El paciente, Lucas, es ingeniero civil, trabaja en la planta
química de la fábrica, tiene 30 años y es papa de tres niños pequeños de los cuales el menor
tiene apenas 4 semanas de edad. Ocurrió una explosión en la fábrica por la cual falleció Lucas.
Se pide al médico de familia avisar a su familia lo ocurrido.
La señora Anita Rodríguez, 45 años de edad y madre de cuatro hijos, fue llevado por
emergencia al hospital ayer en la tarde debido a un dolor de cabeza intenso y continuo. Al
realizar los exámenes se diagnostica un aneurisma en el cerebro. Unas horas después de su
llegada al hospital sufre una hemorragia intracerebral y poco a poco pierde la conciencia. El
médico tratante debe comunicar a su esposo e hijos lo que está sucediendo. El pronóstico es
muy malo.
El señor Pedro Jurado, 73 años de edad, viene a la consulta ya que hace poco tiempo esta
estreñido. Después de la anamnesis y el examen clínico, el médico propone pedir una
interconsulta con el cirujano. El señor Jurado pregunta si se trata de algo preocupante. El
médico dice que en este momento no vale preocuparse ya que primero hay que investigar
porque esta estreñido… El señor Jurado se somete a los exámenes en el hospital donde se le
comunica que es necesario realizar una operación para extirpar un “tumor” en el intestino
grueso. Si se interviene a tiempo, se podría sacar todo el tumor y luego no tendría ninguna
molestia mas… El señor Jurado se somete a dos operaciones seguidas en pocas semanas y todo
sale muy bien. Para él, ahora todo está bien… Sin embargo, el médico de familia recibe una
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carta con la contrarreferencia del cirujano en la cual se menciona que existen varias metástasis
en el hígado. Aun no se ha informado ni al paciente ni a sus familiares al respecto… Por
coincidencia, el señor Jurado se acerca este día de nuevo donde el médico de familia para
realizar un control postoperatorio y para ver si todo sigue bien…
2. Tipos de “malas noticias”
En estos tres casos se trata de tres diferentes tipos de malas noticias, desde el punto de vista
del acontecimiento de la noticia. En el primer caso se trata de un hecho “terminado” ya que el
paciente falleció. En el segundo caso estamos en el “momento ahora”, el momento en que
está ocurriendo de manera irreversible la mala noticia. En el tercer caso se trata más bien de
una situación negativa cuyas consecuencias solo se sentirán a mediano o largo plazo. En la
vivencia del paciente al momento todo está muy bien ya que ni sospecha la existencia de las
metástasis y por ende tampoco el pronóstico malo.
Por lo tanto, la comunicación adecuada de cada una de estas malas noticias será diferente.
Cuando se trata de un hecho terminado o de un hecho que está ocurriendo es mejor
comunicar la mala noticia de manera directa. Cuando las consecuencias solamente serán
sentidas a mediano o largo plazo es mejor buscar el momento más propicio para comunicar
esta noticia, dependiendo de la capacidad de sobrellevar del paciente en si, de la gravedad de
la noticia y del tiempo estimado durante el cual se deberá vivir con esta mala noticia. En este
caso es aconsejable crear un ambiente que brinda apoyo mediante la presencia de personas
cercanas y/o la generación de las características pertinentes a esta situación respecto a
privacidad, seguridad, etc. En los primeros dos casos es imposible tomar en cuenta la
capacidad de sobrellevar de las personas involucradas o la conveniencia del momento.
En lo que viene a continuación se describe primero un marco referencial para la comunicación
de una mala noticia ya ocurrido o que está ocurriendo (punto 3.). En el capitulo siguiente
(punto 4.) se profundiza el tema de la “verdad” en la comunicación de un pronóstico malo para
la cual en cierto modo se puede escoger el momento más adecuado.
3. Un modelo de referencia para una consulta en la cual se comunica una mala noticia
El modelo en si consiste de tres etapas: 1. El informar la mala noticia; 2. El dar tiempo para el
desahogo; y 3. Cuando el paciente retoma el control. En el segundo paso se profundiza como
el médico puede acompañar para sobrellevar emocionalmente esta etapa mientras que en el
tercer paso se trata más del quehacer en relación a las actitudes más adecuadas en esta
situación. No se trata de un esquema rígido sino de algunas directrices e indicaciones que
pueden ayudar en la práctica.
Es muy importante respetar estas tres etapas en el orden indicado. Debido a la gran
preocupación y la compasión por el que recibe la mala noticia ocurre que ya venimos con
consejos prácticos y soluciones antes de haber informado de manera definitiva respecto a la
noticia en sí. Se habla p.ej. de la posibilidad de adoptar a un niño antes de comunicar que
existe una esterilidad definitiva en la pareja. Una segunda falta que ocurre a menudo es no dar
tiempo para la segunda etapa, el desahogo, y saltar de una a la etapa de buscar soluciones y
actuar. No obstante, las personas que acaban de recibir una mala noticia ocurrida o que está
ocurriendo no están en la capacidad de asimilar esta información cuando primero no tienen la
oportunidad de desahogarse emocionalmente.
a. Primer paso: el informar la mala noticia
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La comunicación de una mala noticia inicia con la información en si del hecho. A lo mucho
debe haber una introducción de una o dos frases, como p.ej.: “Acabo de recibir una llamada
telefónica de la empresa donde su esposo trabajo. Ha ocurrido una explosión y su esposo no
ha sobrevivido”. Se informa de manera rápida pero a la vez empática una mala noticia,
limitándose a los hechos. Es mejor postergar la explicación de los hechos o cualquier otra
información complementaria para otro momento.
Es importante que durante este paso se mantenga continuamente el contacto visual con el
que recibe la mala noticia, ya que esto expresa empatía. Sin embargo, la situación a veces es
tan dura emocionalmente, también para el médico, que este mas está ocupado con sus
propias emociones y que por lo tanto se tiene menos atención para lo que ocurre con el que
recibe la mala noticia. Es importante que el médico en algún momento se analiza a si mismo
respecto a sus reacciones en situaciones muy emotivas. Entender su propio reaccionar es el
primer paso para poder cambiar su propia actitud y manejar de manera adecuada la situación
en caso de tener que comunicar una mala noticia.
Existen cinco trampas o reacciones inadecuadas que se debería evitar:

La primera es “postergar el momento en que se da la información” en sí:
El médico cuenta muchos detalles sobre el accidente antes que le cuenta a la señora
que ha fallecido su esposo: “Hoy tarde recibimos una llamada telefónica de la empresa
donde trabaja su esposo. El tenía que hacer la inspección de algunos tanques de
combustible. Este es un trabajo que se hace de manera muy cuidadosa según un
reglamento muy estricto. Solamente encomiendan este trabaja a personas muy
responsables como su esposo. Ellos saben que tan peligroso puede ser esta tarea, pero
generalmente se tiene estos peligros bajo control. Sin embargo, hoy ha ocurrido algo
inesperado, algo que no se podía prevenir. Su esposo estaba trabajando con dos
compañeros cuando de repente se dio una mezcla equivocada de los combustibles. El
querría solucionar de manera inmediata el problema cuando empezó a calentarse esta
mezcla equivocada. Luego ocurrió una explosión. El se cayó de la plataforma. Su
situación es grave. El no sobrevivió el accidente”.
Un niño muere de manera súbita a los dos días de haber nacido. El día anterior se
había dicho a la mamá que no se preocupara demasiado… que la situación estaba bajo
control. El ginecólogo debe dar la mala noticia a la mama: “Señora, ayer hemos
conversado respecto a la situación de su hijo y sobre todas las posibilidades de cuidado
de los cuales dispone el servicio de neonatología de este hospital. Los pediatras se han
preocupado mucho de su hijo y en el servicio disponemos las 24 horas de un
neonatólogo. Sin embargo, debemos tomar en cuenta que siempre pueden ocurrir
cosas imprevistas. Repentinamente su bebe se puso mal. Hicimos todo lo que
pudimos… pero él no resistió”.
En este momento no son relevantes estas introducciones largas. Aumentan la ansiedad
y mientras más intensa, más difícil es asimilar la mala noticia para el que la recibe.

Una segunda reacción inadecuada es “insinuar la mala noticia” sin decirla de manera
clara y directa (“hang-yourself-método”). El médico hace preguntas que insinúan el
hecho con el objetivo que el que recibe la noticia la adivine.
“El dolor de cabeza de su esposa ya dura algún tiempo y no ha mejorado aun. Nos
podemos imaginar que usted también ha estado preocupado al respecto. El hecho que
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hemos transferido tan rápido su esposa desde el servicio de emergencia a cuidados
intensivos no es una buena señal. Dígame ¿Que es lo que usted mismo ha pensado al
respecto y que es lo que usted piensa hacer ahora?”

La tercera reacción inadecuada es “dorar la píldora”. El médico minimaliza los hechos o
informa la noticia en términos eufemísticos. También puede dar alternativas las cuales
en este momento no le sirven al que recibe la noticia. En estos casos se utiliza a
menudo diminutivos para debilitar la fuerza del mensaje.
“Ocurrió un pequeño problema en la empresa donde trabaja su esposo y tenemos una
noticia no tan buena para usted”.
Una mujer intentó durante varios años tener un bebe y por fin se embarazó. Todo va
bien hasta la última semana del embarazo cuando el niño muere en el útero. El médico
dice: “Esto sí es mala suerte. Todos sabemos que esto ocurre. Pero bueno, usted es
joven aun y puede todavía intentar de nuevo”.

La cuarta reacción inadecuada es “justificar el hecho”. En este caso se menciona una
serie de razones mediante las cuales se busca convencer al que recibe la noticia es
mejor que ocurrió así.
Un niño prematuro falleció. El médico dice a los padres: “Estos niños siempre tienen
muchos problemas en su desarrollo y llegan a tener varios discapacidades graves.
Nunca hubiese sido un niño normal. Solo hubiese sido un vegetal. Cuidar a un niño así
les hubiese cambiado totalmente la vida y solamente hubiese traído sufrimiento y
muchos gastos. Es mejor que ni él ni ustedes sufran. Tienen que conformarse así”.
Después de informar respecto a la muerte del señor Lucas por la explosión en la
fábrica, el médico dice: “Quizás es mejor que no sobrevivió la explosión. Si hubiese
sobrevivido, hubiese quedado inválido y totalmente dependiente de usted. Usted sabe
que tanto para él como para usted vivir así hubiese sido insoportable”.

La quinta reacción inadecuada es “hablar de sí mismo”. En vez de dedicarse a los
sentimientos, pensamientos y reacciones del que recibe la noticia, el médico está
ocupado con su propia impotencia y preocupación: “Señora, debo contarle algo que
me cuesta muchísimo. Preferiría poder darle otras noticias. Quisiera no tener que
hacer lo que ahora tengo que hacer. No me gusta para nada tener que confrontarle
con esta noticia. Para mí tampoco es fácil lo que ahora le vengo a contar”.
b. Segundo paso: el dar tiempo para el desahogo
Después de informar la mala noticia es indispensable dar tiempo a quien recibió esta
información para desahogarse. Caso contrario luego no habrá espacio para buscar y encontrar
posibles soluciones o actitudes que permiten continuar. El que recibió la información puede
desahogarse mejor cuando se crea un ambiente en el cual él se siente comprendido por el
médico.
Algunas personas eligen en este momento no decir nada y encerrarse totalmente. En este caso
no vale la pena decir algo. Lo mejor que se puede hacer es acompañar en silencio, escucharle y
mantener el contacto visual. Es mejor no quedarse detrás del escritorio o al pie de la cama.
Una presencia que busca apoyar pide “cercanía”, claro que si siempre respetando la distancia
(física) que el que recibió la noticia desea mantener. En este momento puede ser útil dar mas
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información explicativa de manera corta y según el receptor de la noticia la solicita. Se debe
postergar el dar explicaciones más largas o información de índole médico hasta cuando pueda
ser asimilada en su totalidad. Expresiones “baratas” de ánimo o aliento tampoco son útiles y
pueden ser percibidas como un juicio negativo sobre los sentimientos propios. Cuando una
persona se siente aceptada en relación a sus sentimientos, estará en mejor capacidad de
movilizar sus propias estrategias para sobrellevar la situación.
Es muy importante estimular la verbalización de los sentimientos para que la persona pueda
desahogarse. La persona que recibió la noticia debe sentir que su pena profunda, su
agresividad y su ira son reacciones normales para el médico. Es mejor que esta agresividad se
dirige hacia el médico que hacia la persona en si ya que esta puede llevar hacia la
autodestrucción. Sin embargo, en muchas ocasiones los médicos sienten que siempre son ellos
el blanco de las agresiones. Mediante una actitud paciente y empática se puede a su vez evitar
que la agresión se dirija de manera exagerada hacia el que comunica la noticia o hacia la
unidad de salud en sí.
Escuchar atentamente y activamente es mucho más importante en este momento que dirigir
la conversación. Una actitud no-directiva permite que surjan las emociones. A veces se puede
sintetizar lo que el otro dice o hacer espejo para expresar su apoyo y soporte. Cuando la
persona que recibió la noticia no dice nada, puede ayudar la frase: “Se quedó en silencio…”.
Reacciones inadecuadas son: seguir hablando luego de dar la información, iniciar demasiado
temprano con explicaciones, entrar en discusión con la persona involucrada. Tampoco es
adecuado romper demasiado rápido la negación del hecho con un enunciado como: “Como
sea tendrá que conformarse”.
Lo más difícil para los médicos es enfrentarse a las reacciones agresivas y a menudo se intenta
suprimirlas con enunciados como: “Tampoco es nuestra culpa. No va a cambiar nada con una
reacción tan enojada como la suya”. Una actitud contra-agresiva como la siguiente tampoco
ayuda para estimular el desahogo:
El esposo de la señora con la hemorragia intracerebral reacciona de manera muy agresiva
hacia el médico que da la información: “Ahora ella está en uno de los hospitales
supuestamente más especializados y al parecer no pueden hacer nada más que lo que se hizo
en la casa. Solo esperan y esperan mientras mi mujer se empeora cada vez más”. El médico
replica: “Usted no puede esperar de nosotros que aquí hagamos un montón de intervenciones
muy caras que no ayudarán en nada. Tampoco es nuestra culpa que ella vino tan tarde al
hospital. No le ayuda nada insultarnos a nosotros, justamente nosotros quienes día y noche
nos sacrificamos por los pacientes”.
Esta actitud contra-agresiva no aporta en nada. Es mejor reaccionar de manera empática en el
sentido de: “Es normal que usted ahora lo ve así. En su lugar yo también quizás reaccionaria
tan enojado y sin saber que hacer”.
c. Tercer paso: cuando el paciente retoma el control…
Después de algún tiempo llega el momento en que la persona que recibió la noticia dirá algo
en el sentido de: “¿Qué tengo que hacer ahora?”. Cuando se ha dado suficiente tiempo para el
desahogo, llega ahora el momento del “y ahora que”, lo cual no significa que debemos llegar
con una serie de soluciones y sugerencias.
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Las reacciones adecuadas en esta etapa son: escuchar las ideas de las personas involucradas,
sintetizar de manera estimulante, hacer preguntas abiertas respecto a cómo esta persona
ahora lo piensa, lo siente y quiere que se haga algo. Por último se puede ofrecer ciertas
sugerencias, aceptando que estas pueden ser rechazadas y permitiendo siempre que de nuevo
surjan sentimientos que necesitan tiempo para ser desahogados. En este caso también es
necesario estar pendiente de no defender demasiado estas sugerencias. Siempre hay que dar
la oportunidad a la persona que recibió el mensaje de aceptar o rechazar, aunque de manera
temporal, toda sugerencia, tan bien intencionado que sea.
No es eficiente iniciar muy pronto con esta etapa. Cuando alguien todavía está lleno de
emociones, no ha llegado aun el momento para buscar soluciones. A veces tan solo se puede
llegar a esta etapa en una conversación posterior, luego de algunas horas o días.
Reacciones a la noticia
La pregunta principal es cómo la persona que recibe la noticia puede reaccionar. Al no
(re)conocer siempre la respuesta a esta pregunta, los profesionales de la salud reaccionen a
menudo no de manera adecuada. Su inseguridad es muy grande ya que piensan que las
personas pueden reaccionar de mil formas diferentes. Sin embargo, esto no es correcto. En
realidad se puede esperar cuatro diferentes formas de reacción a la noticia mala: negación,
agresión, pérdida del autocontrol y una actitud estereotípica. Al saber que la persona que
recibe la noticia reaccionará de una de las cuatro formas mencionadas, el médico está mejor
preparado para recibir una actitud supuestamente “irracional” frente a su propio esfuerzo y
empatía, sin percibir esta reacción como un ataque hacia su persona o como menosprecio
hacia su esfuerzo. En este caso una reacción adversa o defensiva por parte del médico es muy
irrelevante.
La primera forma de reaccionar es la negación, la cual es un mecanismo natural de defensa. Se
trata de una negación temporal de la realidad ya que esta está demasiado duro para soportar.
Lo importante es no romper esta situación de una manera demasiado brusca, sin que a su vez
se estimule la negación. Una negación fuerte a menudo es un signo de un miedo inmenso. Al
utilizar técnicas empáticas de comunicación, se invita a la persona verbalizar sus sentimientos.
P.ej.: “Siento que para usted es imposible aceptar que eso le pasó a su esposo”. Luego es
mejor mantener el silencio y escuchar su reacción.
La segunda forma de reacción es mediante rebeldía y agresión. Una mala noticia derrumba un
futuro lleno de expectativas y es normal que esta frustración genera agresión. La agresión
puede dirigirse hacia la mala noticia en si, hacia la persona que la comunica, hacia algún
instituto o servicio, pero también hacia la persona en si. Al hacer sentir que la reacción de la
persona es normal en este caso y que quizás uno mismo también reaccionaria de la misma
manera, se da reconocimiento a la persona.
La tercera forma de reaccionar es perdiendo el autocontrol. La persona es totalmente
sorprendida y se ahoga en la pena y pierde toda forma de control sobre la situación. No sabe
que hacer, ni se acuerda nada. En este caso es mejor dar un poco de tiempo y no forzar nada.
La cuarta forma de reaccionar es mediante una actitud estereotípica. La persona repite todo el
tiempo la misma actitud (p.ej. caminar de arriba hacia abajo, mover la cabeza,…) o pronuncia
todo el tiempo las mismas palabras (p.ej. no puede ser, nunca sobreviviré esto,…). Es como
que la persona entra en una situación estática y congelada.
Dar una mala noticia vía telefónica
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A veces ocurre que por circunstancias se debe llamar por teléfono a la persona para dar la
mala noticia. A medida de lo posible hay que evitar esta situación ya que la persona pueda
desmayarse o perder toda forma de autocontrol, lo cual es peligroso sobre todo cuando esta
persona está sola en casa. Sin embargo, a su vez es mejor dar toda la noticia antes que dejar a
la persona en duda. Esta duda genera demasiado miedo y tensión, lo cual puede ser peligroso
p.ej. cuando la persona luego maneje el carro. Es mejor perder la conciencia y el autocontrol al
teléfono que en pleno tráfico. Cuando una persona no logra concentrarse o cuando sube toda
la agresión, el carro se convierte fácilmente en un arma peligroso.
Lo que se puede hacer de antemano es averiguar si la persona está sola en la casa o preguntar
a que una persona de la vecindad se acerque. También se puede primero llamar a algún
familiar a que este esté en la casa cuando se da la mala noticia a la persona en cuestión vía
telefónica.
También siempre es muy importante primero saber con seguridad con quien se está hablando.
Es importante hablar de manera clara y lenta, sobre todo cuando el médico no conoce bien a
la persona a quien se da la noticia. También es importante presentarse y decir cómo se
relaciona con el paciente con quien sucedió el hecho trágico y/o la persona a quien se está
llamando.
4. La verdad en la comunicación de un pronóstico malo
a. La actitud base
Los médicos, pero también la población en general no siempre han pensado lo mismo en
relación a la comunicación de un pronóstico malo. Hace treinta – cuarenta años solo una
minoría estaba de acuerdo con comunicar a un paciente su pronóstico, también cuando iba a
morir en poco tiempo. Actualmente toma fuerza la tendencia de comunicar este pronóstico. La
forma como tanto los profesionales del sector salud como también los pacientes y sus
familiares tengan la capacidad de enfrentarse a la realidad de una afección terminal se
relaciona con la forma como están en la capacidad de aceptar la finalidad y los límites de la
vida. No se trata solamente de los límites de la vida en sí pero también de los límites de la
capacidad técnica y del conocimiento. Tratar los límites, también los límites de la vida, es una
tarea fundamental que es propia de la vida de cada ser humano. Esto significa que estemos en
la capacidad de ponernos en las manos de algo o alguien que esta fuera de nuestro poder y
que reconozcamos nuestra impotencia. La muerte es parte de la vida. Sin embargo, tanto en la
medicina como en la sociedad, la muerte se ha convertido en tabú, algo en lo cual es mejor no
pensar. A menudo no permitimos pensar en ella. Cuando tomamos esta actitud como punto de
partido, tanto el comunicar un pronóstico malo como también escuchar esta noticia es una
tarea muy dura.
b. Tratar la verdad es más que hablar
Sin embargo, mucha pena tanto del enfermo como de la familia surge desde el bloqueo de la
comunicación, lo cual es mucho más que tan solo hablar. También implica la comunicación no
verbal, el contacto visual o hasta el contacto en general. La verdad no se expresa solamente
mediante palabras. La mayoría de la información respecto al estado emocional se transmite
mediante la comunicación no verbal, en especial mediante la expresión de la cara y el tono de
la voz. El otro recibe todo estas señales y la naturalidad o acto forzoso con la cual son
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transmitidos. Por lo general, los pacientes son muy atentos para los señales no verbales del
médico.
La comunicación con personas que ya no pueden curarse debe ser más amplia que la
comunicación de un simple diagnostico. Se trata de mucho más que palabras. Se trata de la
comunicación del “cuidar” (“Estaremos aquí para cuidarle”), del entender, del respeto y apoyo,
de la comunicación de una disponibilidad continua y de un involucramiento, tanto con el
paciente como con la familia. Esto a su vez significa que es necesario organizarse y ponerse de
acuerdo en caso que el médico no está disponible todo el tiempo.
Contrario a las situaciones en las cuales de manera obligatoria se debe comunicar la mala
noticia de inmediato y de manera directa, a menudo se puede tomar (un poco de) tiempo para
preparar esta conversación. Generalmente se puede escoger el momento y el lugar, y también
quien estará presente o no.
Sin embargo, es muy importante estar consciente que, aunque se haya preparado bien esta
conversación, no se puede suavizar la noticia en si. Una mala noticia sigue siendo una mala
noticia, sin importar que tan bien haya sido comunicado. No obstante podemos “tomarnos el
tiempo” para que el paciente haga de manera gradual el traspaso desde una persona sano
hacia una persona que sufre una enfermedad terminal. Por lo tanto, en vez de decir “Pienso
que usted sufre de una enfermedad terminal”, se puede avisar al paciente que hay que
comunicarle una noticia grave, y continuar con una frase abierta como “Temo que se trata de
algo mucho más grave que una ulcera en el estomago”. Luego se puede esperar la reacción del
paciente y continuar la conversación según esta reacción.
Escuchar activamente a lo que el paciente pregunta o dice a menudo es mucho más
importante que hablar. Existe la tentación de dar toda la atención al hecho de comunicar la
verdad. Sin embargo, nos parece mucho más relevante concentrarse en la pregunta: ¿Cómo
puede el médico ayudar al paciente y sus familiares sobrellevar esta verdad, aunque no haya
sido verbalizada aun? Esta pregunta surge desde una base mucho más amplia que tan solo
comunicar la verdad: se trata del cuidado y del estar cerca. Sobrellevar juntos esta verdad es
una función para todos quienes como seres humanos trabajan en el sector salud. “Comunicar
la verdad” y “sobrellevar juntos el problema” no es lo mismo. Lo último es una actitud básica
ya que se trata de una atención continua para lo que el otro está viviendo y de una respuesta
atenta a aquello. “Hay que decir la verdad” surge desde el mundo de los médicos, mientras
que con la pregunta ¿Como sobrellevar esta verdad? se concentra la preocupación en la
persona enferma y sus familiares.
En muchas ocasiones los pacientes mismos sienten lo que está pasando, sin que sea necesario
informarles de manera explícita al respecto. En este caso se trata de fijarnos en sus propias
expresiones respecto a lo que está pasando: afirmar y no negar; verificar como sobrellevar
esta realidad y que significa esta realidad para él; asegurar que estamos ahí para ayudarle en
todo lo que le pasa; hacerle sentir que no le vamos a dejar solo. Es muy importante “nunca
mentir” y no evitar las oportunidades que el propio paciente nos da para hablar respecto a su
situación sino aprovecharlas. A menudo desaprovechamos sus preguntas y palabras como se
ilustra con el siguiente ejemplo: Un señor mayor contesta la pregunta del médico respecto a
¿Cómo se siente hoy? de la siguiente manera:
”Poco a poco voy para atrás, cada día un poco más para atrás. Siento que ya no tengo fuerzas.
Ya no puedo hacer nada. Ha sido suficiente”. El médico contesta: “La medicina hoy en día
puede mucho. Se puede curar muchas enfermedades. Ya verás que todo estará bien”. El
paciente dice: “Siento que no voy para adelante. Yo sé lo que significa eso”. El médico dice:
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“Mientras hay vida, hay esperanza”. Finalmente el paciente tan solo repite esta frase con un
suspiro y cambia el tema de la conversación hacia cosas irrelevantes.
Una reacción adecuada por parte del médico hubiese sido: “Dígame como quisiera usted que
ahora le ayudemos. ¿Qué es lo que alegraría su día hoy?”.
c. Estimar la capacidad de sobrellevar (coping)
¿Cómo sabemos si el enfermo podrá soportar el peso de la mala noticia? A menudo pensamos
que de antemano no podemos saber aquello, mientras que la vivencia actual de la enfermedad
y la historia de vida del paciente puede darnos indicaciones claras al respecto. Para estimar la
capacidad para sobrellevar la mala noticia debemos tomar en cuenta los siguientes tres
aspectos al escuchar atentamente al paciente y sus familiares:



La vivencia actual de la enfermedad: ¿Cómo vive actualmente el paciente su
enfermedad, su salud, sus perspectivas…? ¿Qué preguntas hace al respecto? ¿Hasta
qué punto llega con sus preguntas?
Su forma de sobrellevar otras experiencias de pérdida a lo largo de su vida: ¿Cuáles
son estas experiencias y cuál ha sido su actitud frente a ellas? ¿Cómo vivió la muerte
de sus propios padres, un divorcio en caso de haber sucedido, la salida de los hijos de
la casa, la terminación de su vida laboral y jubilación, el cambio de su propio casa hacia
un casa hogar para adultos mayores, …? ¿El paciente realmente vivió estas
experiencias en su interior para luego sobrellevarlas o ha reaccionado mediante
negación? ¿Puede integrar una perdida en su vida y darla sentido para su vida? Sin
embargo, alguien quien nunca ha tenido dificultades con una pérdida no siempre es
una persona que sobrelleva con facilidad estas situaciones. En este caso hay que ser
cuidadoso ya que está pérdida actual, la de su propia vida, difícilmente puede ser
negado y una confrontación muy explícita puede ser fuente de mucho miedo y
angustia.
Apoyo y seguridad: ¿Quiénes son las personas de real apoyo: familiares, amigos,
personal de los servicios de salud,…? ¿Hasta qué punto es posible conversar sobre la
noticia en la familia? ¿Cuál es su religión o cual es su orientación de vida que le pueda
apoyar y que significa esta para él: una forma de vivir más libre o más bien el
seguimiento obstinado de reglas y mandamientos?
En base a estos tres aspectos se puede evaluar la capacidad de sobrellevar del paciente. No
son la inteligencia o el nivel de estudios que definen esta capacidad. A su vez depende del
tiempo hasta cuando fallece el paciente. Ni el enfermo ni la familia pueden vivir mucho tiempo
con una seguridad fatal absoluta. La empatía emocional puede desvanecerse. El proceso de
duelo puede iniciar de manera anticipada, mediante el cual los familiares y/o amigos ya se
despiden emocionalmente mucho antes del momento de morir. De esta manera, algunas
personas mueren una muerte social mucho tiempo antes de su muerte real. Esto no significa
que hay que esperar lo más posible para conversar respecto al diagnostico y pronostico. Sin
embargo, esto implica dar suficiente atención a los sentimientos del paciente y de los
familiares, en cada momento de nuevo. Implica una actitud con la cual no se quita la
esperanza, aunque ya no hay esperanza para curar. Se puede mantener la esperanza en aun
algunos días sin dolor y buscar cómo se puede encontrar alegría en estos últimos días,
semanas, meses o años, aunque se sabe que son los últimos.
d. La capacidad de sobrellevar de la familia y/o de las personas cercanas
No hablar solamente con la familia
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Respecto a la capacidad de sobrellevar de la familia y de las personas cercanas existen muchos
malos entendidos. A menudo pensamos que es mejor conversar respecto a la noticia mala con
la familia y no con el paciente. Y a veces se les aconseja no comunicar nada al enfermo. En este
caso prescindimos del hecho que el paciente por su propia cuenta siente lo que esta pasando:
porque sus fuerzas disminuyen día a día, porque surgen otros síntomas,… Además el siente
muy rápido los cambios en la actitud de los familiares: hay más… o a veces menos… visitas,
alguien demuestra mayor preocupación, alguien llora u otra persona no le mira a los ojos. Los
familiares cercanos no pueden esconder su preocupación. Y al mantener un silencio, se puede
desvanecer la posibilidad de una conversación, en la cual ambos lados podrían ser un apoyo el
uno para el otro.
Solamente en ciertas circunstancias puede ser mejor conversar en primera instancia solo con
la familia. En estos casos se puede buscar junto con la familia la forma como se comunicara la
mala noticia y como se va a sobrellevar esta situación juntos. En muy pocas ocasiones se
debería dar el consejo de no comunicar nada al paciente respecto a la mala noticia. En el caso
que la propia familia propone no comunicar nada al enfermo, se puede explicar que la mayoría
de las personas que están enfermas sienten muy rápido que algo está mal, que ellos son las
personas que conocen mejor al paciente y que por ende son su mejor apoyo. Es importante
buscar cual es la propia razón de no querer comunicarle al paciente lo que está pasando. Se
puede decir que la experiencia nos ha enseñado que silenciar alguna situación solamente trae
problemas. Luego se puede buscar junto como sobrellevar y vivir la verdad y como se puede
poner más énfasis en las cosas positivas, sin callar el resto. De esta manera ayudamos a que el
paciente y su familia se acerquen más y que vivan este último periodo juntos y de manera muy
intensa. La solicitud o exigencia de la familia de callar un diagnostico y pronostico a menudo es
una señal de amor, y no la negación de la gravedad de la situación. Sin embargo, es mejor vivir
de otra manera este hecho.
Respeto por la cultura de la familia
No siempre es necesario que en un contexto familiar se conversa de manera explicita una
realidad terminal. En algunas familias algunas cosas a menudo no son “conversadas” pero son
“sentidas” sin palabras. Con una actitud de evitar el tema en si se puede sentir el dolor y la
pena del otro y en ciertas familias es su costumbre de no exteriorizar estos sentimientos
mediante palabras. Es importante respetar estas reglas propias del sistema y de la historia
familiar.
La familia no siempre es el mejor apoyo
Generalmente pensamos que la familia es el mejor apoyo para el paciente. A menudo eso es
verdad. Sin embargo, en ciertas circunstancias la pena de los familiares cercanos es tan grande
que no logran dar la atención oportuna a la persona enferma. La pena les envuelve
totalmente1. Por lo tanto es indispensable que el médico también de las suficientes
oportunidades a los familiares para expresar su pena y conversar al respecto, lo cual permite
oxigenar la situación y libera espacio y energía que permite girarse de nuevo hacia el paciente.
La pena de los familiares y su actitud egocéntrica que esta pena conlleva, a menudo
injustamente es vista como indiferencia hacia el paciente.
“La familia” ya no es la misma
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“Ya que quien ama, también absorbe la pena que se anido en la vida, la vida tan amada, del otro, como una sombra
al lado de la luz del sol… como un solo tejido…” (Bertus Aafjes, poeta flamenco)
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Cuando hablamos de la familia del enfermo debemos tomar en cuenta que esta familia ya no
existe como tal. En una familia hay diferentes personas quienes cada uno se ha relacionado de
su manera con el paciente: La situación es muy diferente para un esposo quien pierde su
esposa luego de cuarenta años de matrimonio que para los hijos ya casados quienes cada uno
ya construyeron su propia vida. La hija que nunca se casó y vivió todo el tiempo con su madre
vivirá de manera muy diferente está pérdida que sus hermanos casados. Escuchar esta mala
noticia a veces es mucho más difícil para el uno que para el otro, dependiendo de su relación
con el enfermo, de la magnitud de la perdida, de las experiencias vividas juntas y de los
conflictos que puedan existir. Por lo tanto debemos brindar atención individual a cada
persona, sin que esto signifique que debemos, como profesionales de la salud, cargarnos de
todo el cuidado y la atención integral de toda la familia. Generalmente, la mayoría de los
familiares encuentran juntos la suficiente energía para con el paciente todavía vivir algún
tiempo lindo cuando a cada uno le damos el tiempo suficiente en momentos de pena y dolor,
cuando reaccionamos con un poco de comprensión y animo y cuando les dejamos expresar
todo su dolor. Los recuerdos a aquellos momentos tan intensos son muy importantes para
luego, durante el proceso de duelo.
5. Consejos prácticos
a. El paciente es quien indica el camino
La estrategia principal que se aconseja utilizar en conversaciones sobre un pronóstico malo es
“dejarse guiar por las propias respuestas del paciente”. No siempre está claro cual respuesta
busca el paciente cuando formula la pregunta si ¿Se trata de cáncer? Puede querer escuchar la
verdad como también puede querer escuchar con seguridad que no se trata de cáncer ya que
busca negar la realidad. Es solo el paciente quien nos puede guiar al respecto y podemos
buscar la respuesta mediante reacciones como ¿Cómo así hace esta pregunta? Puede ser que
ya esta sospechando un diagnostico malo y busca la confirmación de su duda. Introducir
momentos de silencio es muy importante en una conversación que trata una mala noticia. A
menudo hablamos demasiado y también demasiado rápido. Sin embargo, nos ayuda mucho
mas escuchar y observar de manera adecuada las señales del que recibe la noticia, respetar el
silencio y mantenerse presente en este silencio. Continuar una conversación tal como la
habíamos preparado, seguir hablando cuando la otra persona quiere decir algo o utilizar
palabras muy técnicas o dar información muy ampliada en este momento no es eficiente.
Comunicar una mala noticia tiene mucho más que ver con compartir el sentimiento de no
saber qué hacer.
b. La negación por parte del paciente y su familia
A menudo pensamos que los pacientes quienes niegan la realidad, no saben lo que les esta
pasando. Sin embargo, no se puede negar algo que no se sospecha o teme. La negación
generalmente surge del miedo de esta realidad. Cuando rompemos esta negación,
confrontamos al paciente con su miedo. Antes de hacer eso, debemos evaluar muy bien la
capacidad de sobrellevar del paciente y analizar hasta qué punto esta confrontación le sirva.
También vemos que esta actitud de negación en cada momento regresa en los familiares. A
veces van a consultar a otros especialistas, en nombre del paciente. Algunos padres quitan su
hijo de todo tratamiento que aun pueda servir, aunque sea de manera paliativa.
En una ocasión un padre decía de su hijo de 10 meses de edad: “El médico nos ha dicho que
nuestro hijo ya no puede curarse, que se va a morir, que nosotros debemos dejarlo ir”. Cuando
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el niño se murió luego de dos meses, el papa dice sobre el mismo médico: “Porque el nunca nos
dijo que mi hijo estaba tan grave, que no se iba a curar. Nos ha mentido siempre y se
comportaba como que nada estaba pasando”
A veces podemos prevenir estas reacciones al averiguar a menudo si el paciente y/o su familia
han entendido lo que se ha conversado.
La mayoría de las reacciones de negación en los profesionales de la salud no son reacciones
saludables. Sin embargo, en los pacientes a menudo no es así. Un paciente quien se está
muriendo tiene el derecho de saberlo… como también tiene el derecho de no saberlo. Una
reacción de negación puede dar la oportunidad mantener alguna esperanza y de esta manera
interiorizar de a poco la mala noticia. A veces, esta reacción no es más que una señal que no
logran soportar de manera continua esta realidad. Negar es huir, pero si esto es algo positivo o
negativo depende de lo que le lleva a la negación. Se podría comparar esta situación con una
persona en periodo de exámenes de la universidad, cuyo primer examen fue tan malo que ya
no existe ninguna posibilidad de pasar el año. Si todos los días el se hunde totalmente en esta
realidad, casi sería imposible de seguir estudiando. Cuando logra negar la gravedad de la
situación, quizás encuentre de nuevo algo de esperanza para seguir estudiando. De esta
manera se hace más soportable todo este episodio y de esta manera se convierte la negación
en un instrumento constructivo.
c. La negación por parte de los profesionales de salud
También ocurre la negación en los profesionales de salud. Puede ser una primera reacción a un
diagnostico: “No puede ser. ¿No nos habríamos equivocado?” Esta negación a veces ayuda a
los profesionales y los protege de la decepción y del desanimo. A veces se muestra esta
negación mediante la solicitud de mas exámenes y mediante el continuar tratamientos que ya
no tienen ningún sentido. Otros profesionales se sienten, de manera inconsciente,
omnipotentes y piensan que lo pueden curar todo. Consideran que la muerte de un paciente
es una forma inaceptable de terminar su trabajo. Cuando finalmente ya no pueden negar la
situación, pueden llegar a negar o rechazar al paciente, p.ej. al ya no visitarlo. De esta manera
se exteriorizan los sentimientos que el médico siente para sobrellevar la realidad de la muerte.
Mediante supervisión o intervisión se puede trabajar de manera positiva el propio miedo de la
muerte del médico.
d. Tratar la negación
El acercamiento adecuado a la negación por parte del paciente no es romper la negación sino
más bien buscar sus inquietudes y necesidades. Se puede hacer eso mediante la pregunta:
¿Qué quiere que yo hago para usted? En este momento debemos escuchar de manera muy
activa la(s) necesidad(es) subliminar(es). Muchos médicos no se atreven hacer esta pregunta,
como se puede ver en el siguiente ejemplo:
Un paciente terminal dice: “Tengo miedo”. Nadie le pregunta “de que” tiene miedo” sino
“porque” tiene miedo. Cuando hacemos la pregunta “porque” buscamos a menudo una razón
racional mientras que “tener miedo” generalmente no tiene razones racionales. Cuando le
preguntaríamos al paciente “de que” tiene miedo, tememos que la respuesta sea: “De la
muerte”.
Es muy importante averiguar si la negación es un problema para el médico y/o si esta es una
necesidad del paciente. A menudo pensamos que es el paciente quien niega la realidad,
mientras que en realidad este siente que son el médico y/o los familiares quienes no logran
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confrontarse con el pronóstico malo. El médico da este mensaje cuando al encontrarse con el
paciente comienza inmediatamente a hablar de “cosas de todos los días”. En este caso, el
paciente no va hacer preguntas difíciles… ya que ya sabe que el médico no va a entrar en la
conversación.
Cuando se trata de una negación real por parte del paciente, debemos tomar en cuenta que
nuestra información a veces no llega totalmente. A veces pensamos que hemos dicho todo al
paciente o a su familia. Sin embargo, esto no siempre significa que ellos también han
escuchado todo. Es mejor asegurar al paciente o a la familia que siempre estamos a las
órdenes para contestar todas sus preguntas. Cuando el paciente o su familia llegan al
momento de querer salir de esta negación, se acordarán de esta apertura y posibilidad y
comenzarán hacer preguntas.
Cuando un paciente y/o sus familiares no quiere(n) hablar, debemos concederle esta negación.
Nadie puede ser obligado de hablar sobre su muerte. A menudo, el paciente empezará a
hablar sobre la gravedad de su situación de manera simbólica, como en el siguiente ejemplo:
Un chofer de transporte pesado de 55 años con un linfosarcoma en estado avanzado, hablaba
sobre cómo se sentía cuando durante la noche manejaba su camión por algún camino
interprovincial. Describía con detalle la oscuridad y el miedo porque la gasolina ya se acababa,
y de que tan solo se sentía cuando parecía que no iba a llegar a la siguiente gasolinera.
Hablaba de la soledad, de la falta de contacto humano y de su miedo por la situación insegura.
El médico entró en el simbolismo del chofer… y habló durante media hora en “idioma de
chóferes y camiones” cuando en algún momento el paciente le miraba directo a los ojos:
“Espero que usted se ha dado cuenta que no he hablado sobre los camiones y el camino”. El
médico le dejo ver que había entendido de que se trataba y le agradecía al paciente que le
haya compartido todos sus pensares y sentimientos…
Al entrar de esta manera en lo que cuenta el paciente, se logra contacto con su verdadero
mundo de pensamientos y sentimientos. Nunca debemos pensar que el paciente no busca
contacto o apoyo porque niega la realidad. Su negación puede ser un llamado de “no-podersobrellevar-la-situación” o un grito en busca de compañía y apoyo.
Cuando no existe la necesidad de romper la negación, no debemos estimular esto. A menudo
ocurre que el médico estimula romper esta negación desde su propia necesidad.
Sin embargo, puede ocurrir al revés cuando el médico siguió demasiado al paciente en su
negación, la cual puede tornarse dañina como p.ej. cuando no se realiza un tratamiento
necesario o cuando no se sigue una dieta prescrita.
e. El lenguaje de la comunicación
Los pacientes terminales buscan ellos mismos comunicarse de diferentes maneras mediante la
conversación común y corriente, mediante la comunicación no verbal (simbólica o directa) y
también mediante la comunicación verbal simbólica. En el primer caso, el paciente formula su
mensaje de manera directa desde un nivel consciente y racional. Mediante la comunicación no
verbal el paciente exterioriza sus preocupaciones y necesidades mediante su actitud, ya que
temen que no van a recibir una respuesta cuando las demuestran de manera directa y verbal.
De esta manera van a pedir ayuda de los médicos o de las personas que le cuidan de manera
constante, en vez de decirles de manera directa de sentarse un rato y conversar. La tercera
forma de buscar comunicación es mediante la comunicación verbal simbólica en la cual se dice
el mensaje en palabras, pero son símbolos o imágenes. De esta manera el paciente p.ej. habla
de un árbol que está perdiendo todas sus hojas y que busca contra viento y lluvia mantenerse
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vivo… En realidad está hablando de su vida. Con estos símbolos el paciente esta explorando
hasta donde llega la disposición de escuchar del otro.
f.
La importancia de la comunicación no-verbal
La comunicación no verbal juego un rol muy importante al comunicar una mala noticia. No se
trae una mala noticia con una sonrisa en la cara. La mirada, el contacto visual directo, el tono
de la voz, el lugar donde se siente,… todo eso es muy importante. El paciente siente que el
médico que está sentado se siente mucho más relacionado con el paciente que cuando el
mismo médico con las mismas palabras y con la misma disponibilidad de tiempo se queda
parado. También es mejor sentarse en un ángulo de 90 grados ya que de esta manera el
médico y el paciente pueden verse sin mirarse todo el tiempo de manera directa a los ojos. Así
también están más cerca y pueden tocarse o apoyarse en caso de ser necesario.
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LA COMUNICACIÓN DE UNA MALA NOTICIA
Puntos de atención en la práctica diaria
Etapas de la conversación
1. Informar la noticia
2. Dar tiempo para el desahogo
Reacciones adecuadas
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
Informar enseguida
De manera corta
Con un tono empático y calido
Manteniendo contacto visual
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
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

Postergar el anuncio de la noticia
Insinuar la noticia en vez de comunicarla de
manera directa
Dorar la píldora
Justificar
Hablar de si mismo
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Actitud de escucha activa, contacto visual y
mantener silencio
Estimular la verbalización de los sentimientos
No mantener una actitud direccionalista
Dar apoyo
Dar información corta que aclara la situación
Sintetizar y hacer espejo
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

Seguir hablando luego del anuncio de la noticia
Reaccionar de manera contra-agresiva
Suprimir la agresión
Romper la negación demasiado pronto
Entrar en discusión
Iniciar demasiado pronto con explicaciones
Escuchar el aporte del que recibió la noticia
Sintetizar de manera estimulante
Profundizar la conversación mediante preguntas
abiertas
Ofrecer ciertos consejos sin imponerlos
Profundizar sentimientos subliminares
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Iniciar demasiado pronto esta etapa
Buscar arduamente soluciones
Escuchar con enfoque hacia soluciones
Vender consejos
Y no aceptar su rechazo
Defenderse
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3. Cuando la persona retoma el
control
Las trampas
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Esquema dos: Puntos de atención para la comunicación de un pronóstico malo
1. Preparar la conversación lo mejor posible al revisar todos los resultados y toda la
información posible de antemano.
2. Planificar la conversación en un lugar adecuado y ubicando las sillas de antemano.
3. Reflexionar un momento respecto a sus propios sentimientos antes de recibir al
paciente y/o sus familiares.
4. Proveer suficiente tiempo y evitar interrupciones.
5. Tomar en cuenta que lo que para uno todavía puede significar esperanza, para el
paciente puede ser mala noticia y al revés, según las circunstancias.
6. No suponer que otra persona ya haya comunicado información importante.
7. No dar falsa esperanza pero tampoco quitarla del todo. Poner énfasis en la
disponibilidad y el apoyo practico y positivo, para que el paciente se sienta menos
solo.
8. Dejar suficiente tiempo para que el paciente asimile la información.
9. Verificar lo que el paciente ha entendido de la información antes de cerrar la
conversación.
10. Repetir la información dada en otro momento ya que mucha información no llega al
paciente en momentos muy emotivos.
11. Evitar que los padres de un niño se informan el uno al otro: Es indispensable informar
a ambos padres juntos. De esta manera se evita malos entendidos y mas aun
agresiones dirigidos hacia la pareja que da la mala noticia. Estimular que ambos padres
exterioricen y comparten sus emociones.
12. No hacer predicciones respecto al “tiempo que queda”. La pregunta referente al
“tiempo que queda” a menudo más bien significa “que pueda aun suceder”.
13. Hacer enseguida una cita para una siguiente conversación, preferiblemente a corto
plazo. Dar un teléfono donde las personas se pueden comunicar con usted o dar las
direcciones de los servicios donde el paciente y su familia pueden acudir en caso de
crisis o emergencia.
14. Asegurarse del hecho que la persona que recibe la mala noticia se encuentre en la
capacidad de llegar a su casa. Eventualmente se puede buscar otra persona que lo
lleve.
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