SEGUIMIENTO A PRENSA SARA ENY CURIEL OCHOA saraeny@aol.com Roberto Newell / Pobreza y productividad Para que la economía vuelva a crecer a ritmos aceptables no basta esperar que Estados Unidos se recupere. Cuando ese país vuelva a crecer jalará algo a nuestra economía, pero el impulso será débil y muy inferior al que requerimos para que se recuperen los empleos perdidos y los ingresos de las personas físicas crezcan al ritmo requerido para abatir la pobreza en un plazo razonablemente corto. La Encuesta Ingreso-Gasto más reciente de INEGI revela que entre 2006 y 2008 los ingresos de las familias mexicanas decrecieron. La caída es atribuible a la crisis económica, pero eso no le quita que sus efectos sean devastadores, sobre todo para los más pobres. Los ingresos mensuales de las familias de los cinco deciles más bajos cayeron 5.2 por ciento, y la peor caída la sufrieron las familias de más bajos ingresos; sus ingresos cayeron 8.0 por ciento. A las familias de los cinco deciles más altos les fue menos mal; perdieron sólo 0.7 por ciento de sus ingresos. Pero tampoco ellos están prosperando. Un efecto derivado de todo lo anterior es que la distribución de ingresos se deterioró. Para bien o para mal, los ingresos y el empleo de las familias pobres son los más sensibles a las condiciones de crecimiento económico. Por ello, aun cuando el crecimiento de la última década fue menor al deseado, estas familias pudieron colocarse en el mercado laboral, sobre todo durante el periodo de 1997-2001, cuando la economía creció más rápidamente. Estas familias también se favorecieron del crecimiento que tuvo el país vecino antes de la debacle de 2008, puesto que muchas tienen parientes en Estados Unidos que les envían remesas. Durante la última década, la mayoría de las familias pobres también se benefició de transferencias gubernamentales, en algunos casos muy significativamente. El programa sobresaliente fue Oportunidades, pero varios otros programas de apoyo también contribuyeron a su bienestar. Actualmente, casi la mitad de los ingresos de las familias más pobres provienen de transferencias. De cara al futuro es importante reconocer que varias de estas fuentes de ingresos están amenazadas, tanto por los efectos de largo plazo de la crisis, como por el problema fiscal que enfrenta el gobierno. A menos de que la economía vuelva a crecer, los ingresos de estas familias seguirán siendo bajos. Observatorio de Política Social y Derechos Humanos Hilario Pérez de León No. 80, Col. Niños Héroes de Chapultepec, Benito Juárez, México D.F., 03440 Tel. 55 90 87 54 / 55 79 74 13 www.observatoriopoliticasocial.org Por ello, conviene cuestionar, ¿qué tiene que suceder para que los ingresos de estas familias vuelvan a crecer? La respuesta es sencilla: se tienen que revertir las condiciones que causaron que se cayeran sus ingresos. Sobre los flujos de remesas hay poco que podamos hacer, puesto que las remesas dependen del nivel de actividad económica en Estados Unidos. En cambio, hay mucho que los poderes ejecutivo y legislativo pueden hacer para causar que los ingresos de las personas físicas vuelvan a crecer sobre bases sostenibles. El secreto está en crear condiciones que hagan crecer la productividad de los trabajadores. En México, tenemos cientos de oportunidades de mejora. Por ejemplo: La productividad de un trabajador promedio del campo mexicano es solo seis por ciento de su par en Estados Unidos. Esta diferencia no es atribuible a la calidad de los trabajadores, puesto que muchas de las personas que trabajan el campo americano son mexicanos recientemente emigrados a ese país. No, la diferencia de productividad no tiene que ver con los trabajadores, sino con las condiciones en que trabajan. En Estados Unidos trabajan vastas extensiones con equipo mecanizado. Cada hora de trabajo rinde extraordinariamente. En México los suelos están fragmentados y se trabajan con equipo rudimentario. Allá utilizan semillas mejoradas desde hace años; aquí estas apenas se empiezan a utilizar. En Estados Unidos el alto costo de oportunidad del agua incentiva su aprovechamiento; en México la malgastamos como si el problema fuera que sobra. En suma, un sinfín de pequeñas grandes diferencias hace que la productividad del campo en México sea mucho menor que la americana. Como estos, hay ejemplos en toda la economía. Si queremos que el país avance y que no haya pobres, tenemos que atender las condiciones que hacen que la productividad de los trabajadores sea tan baja. No hay otra solución a este problema; quién diga lo contrario, miente. *** Con la publicación de los resultados de la Encuesta Ingreso-Gasto, INEGI refrendó el vital papel que juega en la compilación, análisis y publicación de información para el diseño de de políticas públicas que sirvan al país. “Pobreza y productividad” Newell Roberto, 23 de julio del 2009. En Reforma www.reforma.com Palabras claves – ingresos, familias, empleo Observatorio de Política Social y Derechos Humanos Hilario Pérez de León No. 80, Col. Niños Héroes de Chapultepec, Benito Juárez, México D.F., 03440 Tel. 55 90 87 54 / 55 79 74 13 www.observatoriopoliticasocial.org