Vivimos en la Unión Europea, a comienzos de un nuevo milenio, gastando dinero para desarrollar todo tipo de nuevos inventos que nos ofrecen una vida más cómoda, y sin embargo, no nos molestamos en evolucionar en el modo de pensar. se sigue considerando al hombre y a la mujer diferentes, y por ello no se les dan las mismas oportunidades. Muchos consideran que vivimos en una sociedad moderna, en la que, casi no hay desigualdades; pero si esto fuera cierto, ¿por qué se sigue mirando mal a las mujeres que trabajan en trabajos que han sido considerados masculinos a lo largo de la historia? Sencillo, porque no hay igualdad en ningún campo de la vida cotidiana ya sea: política, deporte, religión, empleo... Que hay grandes desigualdades en la forma de trato dependiendo de si una persona es hombre o mujer es evidente, sólo hace falta fijarse en, por ejemplo, los medios de comunicación o la publicidad. A la mujer se la trata en muchas ocasiones, en los anuncios publicitarios, como un mero objeto para vender productos a los hombres. Pero un ejemplo aún más claro es nuestro propio idioma, en el que existen cantidad de expresiones sexistas que infravaloran a la mujer. Esto se debe a que nuestro idioma se ha formado en una sociedad que discriminaba a la mujer, no dejándole libertad. Otra consecuencia de esa falta de libertad es que en la historia aparezcan tan pocos personajes conocidos femeninos. Pero la desigualdad entre hombres y mujeres es un problema difícil de solucionar, ya que viene dado desde tiempos remotos. Es verdad que se ha logrado avanzar, pero no lo suficiente. Para poder solucionar un problema de esta magnitud hay que empezar desde el principio, desde la educación a los niños, ya que cuando éstos sean mayores serán los que puedan solucionarlo. Ya no se trata de si a los niños se les regala balones y a las niñas muñecas, se trata de que comprendan que todos pueden lograr lo mismo sean hombres o mujeres, y no darles a entender que la mujer es débil y pasiva y en cambio el hombre debe estar preparado para tomar decisiones, para afrontar riesgos y ser el dominador de la situación. Para una buena educación los niños tienen que poder ver buenos ejemplos, y no sólo que se lo digan de palabra. Hay una cosa clara y evidente, que nadie puede negar: el hombre y la mujer son biológicamente diferentes. el hombre es, en general, más fuerte que la mujer, lo cual no significa que los trabajos que impliquen fuerza sólo los puedan realizar los hombres, ya que siempre hay excepciones, hay mujeres que son más fuertes que los hombres. Estas diferencias biológicas son las que han llevado a algunas discriminaciones, como por ejemplo en el caso del deporte. Los hombres están más dotados para algunos deportes que las mujeres, y viceversa, pero no por ello se les debe dar más reconocimientos a los hombres que a las mujeres. Un ejemplo son muchos equipos femeninos, como los de fútbol, que no tienen prácticamente reconocimiento, mientras que los masculinos tienen un gran reconocimiento y salen en todos los medios de comunicación. Y, por supuesto, en ninguno de los casos se puede quitar el derecho a practicar un deporte a la mujer, sea de manera oficial o no, como ocurre en la actualidad en algunos países. Para poder solucionarlo hay que hacer comprender lo que realmente significa igualdad de oportunidades y no quedarnos simplemente con la idea de que todos, hombres y mujeres, somos iguales, sin llegar a aplicarla nunca. Otra faceta de la vida en el que existe claramente discriminación contra la mujer es en la política. Es cierto que se ha avanzado en este campo, ya que antes era impensable que una mujer pudiera presentarse a un cargo político y mucho menos llegar a conseguirlo, y si retrocedemos un poco más en la historia observamos la gran lucha que se obró para lograr que la mujer tuviera derecho al voto. En la actualidad, y en España, sin ir más lejos, tenemos alcaldesas, diputadas y ministras por ejemplo, pero no es suficiente, no nos podemos conformar con la idea de que porque haya unas cuantas mujeres desempeñando cargos públicos ya esta solucionado el problema. Si éste estuviera solucionado no nos debería parecer raro que una mujer fuera presidenta del gobierno. Salió una ley en dos comunidades autónomas (Castilla la Mancha y Baleares), según la cual cada partido estaba obligado a presentar a las listas electorales al cincuenta por ciento de hombres y al cincuenta por ciento de mujeres, pero esto tampoco soluciona el problema, y se puede cometer una discriminación aún mayor, ya que no se eligen a los candidatos, hombres o mujeres, por su capacidad sino que se eligen porque hay que rellenar un cupo del cincuenta por ciento. 1 La mujer también es discriminada por algunas religiones. La religión cristiana puede ser un ejemplo de ello, sin embargo un ejemplo más claro es la religión islámica. En ella las mujeres están privadas de libertad, depende del padre hasta que se casan que pasan a depender del marido, por no hablar del hecho de que en algunos países están obligadas a llevar burca o a llevar un pañuelo cubriéndoles la cabeza, es decir, que ni siquiera tiene derecho a mostrar su rostro. Pero sin duda alguna el campo de la vida social en que esta discriminación es más evidente es el trabajo. Para empezar, se piensa que la mujer es la que debe limpiar la casa y cuidar de los niños, por eso cuando la mujer ha salido al mundo laboral, ha tenido dos trabajos, su propia casa y el trabajo que desempeña fuera de ella. Además muchos trabajos han estado, hasta hace muy poco, vetados para las mujeres, y otros eran desempeñados en exclusiva por mujeres como por ejemplo azafata, secretaria, servicio de limpieza,...; es decir, que se creía que unos determinados trabajos eran propios de los hombres y otros de la mujer, y eso es discriminar al hombre y a la mujer y no mirar mas que en su sexo sin reparar en sus aptitudes. Por otra parte, si un hombre puede realizar un determinado trabajo también lo puede realizar la mujer, ambos son seres humanos y en general tienen las mismas aptitudes. Sin embargo poco a poco se empiezan a abrir las puertas de la mayoría de los trabajos. No obstante, el nivel de desempleo entre las mujeres es mayor que entre los hombres, y esto es debido al modo de pensar de la mayoría de la población, aunque admiten la igualdad entre sexos, no aplican esta idea a al realidad. Existen datos que confirman que existen más mujeres desempleadas dentro de los jóvenes que los hombres teniendo los mismos estudios y la misma experiencia. Esta desigualdad existe en todo el mundo pero donde es más patente es en los países subdesarrollados. Ejemplo de ello son las niñas que se abandonan en algunos países de Asia por el mero echo de ser niñas. Otro sitio donde dicha discriminación resulta alarmante es en África, de donde nos llegan noticias como la de Amina Lawal, condenada a morir a pedradas por adulterio, a la que, en lo que ellos llamaron un acto de generosidad, concedieron ocho meses para poder dar el pecho a su hija recién nacida. Esta noticia dio la vuelta al mundo y se recogieron firmas para poder cambiar la sentencia, sin embargo hay muchas más mujeres en África que sufren este tipo de situaciones y no tienen ningún modo de defenderse. Esta situación tiene que cambiar, pero no serán esos países los que cambien por sí mismos, hará falta la cooperación internacional para poder hallar la solución y que se respeten los derechos humanos. Ha quedado más que demostrado que la mujer está discriminada en nuestra sociedad, la pregunta que debemos responder es por qué ocurre esto. Está reconocido jurídicamente que el hombre y la mujer son iguales, o lo que es lo mismo, tienen los mismos derechos. Sin embargo, esto no se aplica a la realidad. La cuestión es ¿por qué la mitad de la humanidad discrimina a la otra media? Pero para poder solucionar un problema de tal magnitud hay que empezar por el principio, por la educación. Si las próximas generaciones se conciencian de que todos somos iguales dejara de existir discriminación. Por ello, imponer leyes como intento de solución es nulo, lo importante es concienciar a todos de que todos somos iguales. Y darnos cuenta que discriminar a una persona por su sexo es tan ridículo como discriminarle a causa de su color de ojos o de pelo. Y esto se tiene que llevar a cabo por todos los ciudadanos que formamos nuestra sociedad. 2