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Instituto Oscar Masotta – Del. B. BlancaSeminario: “Vicisitudes sobre la Transferencia en la Obra de
Freud”. Horacio Wild
2007
Algunas cuestiones preliminares
En la conferencia 27 titulada “La Transferencia” Freud se plantea qué es lo que
hace que el método Psicoanalítico sea distinto a las demás “terapias” de la época. En
las conferencias anteriores había planteado un derrotero que se iniciaba con una
Introducción general, los actos fallidlos el sueño, el síntoma, lo inconciente, el
desarrollo libidinal y la organización sexual, la etiología de las neurosis , la angustia, la
teoría de la libido y del narcisismo para preguntarse en la Conferencia que tomamos
como referencia ¿Dónde hay espacio para la intervención terapéutica?
Tomando el concepto de series complementarias, nos habla sobre la
disposición heredada, aquella que se refiere al cuerpo como organismo, que no es
menospreciada por Freud en la que el Psicoanálisis no tiene nada nuevo para decir.
Podremos informarnos, analizar los presupuestos teóricos y participar en los debates
actuales, pues nos toca vivir una época en la que el sujeto se forcluye de distintas
maneras: a partir de la promesa que mediante el desciframiento del código genético el
día de mañana logrará su felicidad; de las distintas clasificaciones y “neuros” (ciencias,
psicología, biología) en donde lo importante para el tratamiento médico pasa a ser la
prescripción farmacológica de las viejas y nuevas moléculas que se ofrecen al consumo
como forma de reducción del malestar en la cultura, o como chaleco químico del
padecimiento subjetivo
Nos habla también, de las vivencias infantiles tempranas, que solemos poner
en un primer plano en el Psicoanálisis. Este punto es importante, ya que dichas
vivencias nos dicen de la singularidad y de la significación que un sujeto les ha dado, de
cómo ha construido su vida; pero definitivamente no podemos cambiar el pasado, es
imposible decretar su inexistencia, pero tampoco es posible una profilaxis anamnésica.
En “Análisis terminable e interminable” Freud muy claramente plantea que si el
conflicto no es actual es muy difícil operar sobre él, si es el médico el que inserta la
problemática lo que encontramos es que “El paciente escucha, sí, pero no hay eco
alguno. Acaso piense entre sí ‘Esto es muy interesante, pero no registro nada de eso’.
Uno ha aumentado el saber del paciente, sin alterar nada más en él”.
Respecto de la “frustración real” ¿qué decir?. Las desventuras de la vida son
muchas y por demás variadas: falta de amor, la pobreza, conflictos familiares, los
avatares y el sufrimiento producidos en la vida de pareja, los rigurosos reclamos éticos
bajo cuya presión se encuentra una persona. Bastaría “la intervención benéfica de un
poderoso ante cuya voluntad los hombres se inclinan y las dificultades desaparecen.
Ahora bien ¿quiénes somos nosotros, que podríamos adoptar esa beneficencia como
recurso de nuestra terapia?. Unos hombres pobres e impotentes en el campo social,
forzados a ganarnos el sustento con nuestra actividad médica”
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Freud nos dice, que puede ser algunos se aferren a uno de estos factores
nombrados para realizar su trabajo Terapéutico. Pensemos por ejemplo en aquellos
que si de restricción moral del sujeto se trata por la privaciones que se le imponen,
prescriben a sus pacientes la transgresión de estas barreras por medio del
“afrontamiento” e incluso han recomendado tener determinadas relaciones sexuales
para eliminar sus miedos ¿Quién no ha escuchado alguna vez que un profesional de la
“salud” haya prescripto cosas similares a su paciente?... de allí la suposición de que
“uno se curaría si ‘gozara de la vida sexualmente’”. Y en verdad, sobre el tratamiento
analítico cae la sombra de una sospecha: no estaría al servicio de la moralidad general”
Difícilmente los inconvenientes que tiene alguien que nos consulta – que a veces son
una primer solución en sí - encuentren tramitación a través del “afrontamiento” o sin
perderse ningún capítulo de “Alessandra” para aprender sobre el sexo. De hecho
muchas veces, por ejemplo, prescribir una relación sexual puede provocar el
desencadenamiento de una Psicosis.
En este punto Freud es muy claro, directamente nos dice “¿quién les ha
informado tan falsamente? Ni por asomo el consejo de gozar de la vida sexualmente
cumple un papel en la terapia analítica..” Si se plantea que en el paciente existe un
conflicto entre la orientación sensual y la ascética “ Ese conflicto no se cancela por más
que se ayude a una de esas orientaciones para que triunfe sobre su contraria. Y aun
vemos que en el neurótico ha prevalecido el ascetismo, como consecuencia de lo cual,
justamente la aspiración sexual sofocada se abre paso en los síntomas. Si ahora por el
contrario procurásemos el triunfo de la sensualidad, la represión sexual arrojada a un
lado se sustituiría por síntomas. Ninguna de ambas decisiones puede poner término al
conflicto interior; en cualquier caso, una parte quedaría insatisfecha… Cuando un joven
abstinente se decide a un comercio sexual ilegítimo, o una mujer insatisfecha busca
resarcimiento con otro hombre por lo general no han aguardado el permiso de un
médico ni del analista”…“Puedo asegurarles que están mal informados si suponen que
el consejo y guía en los asuntos de la vida sería una parte integrante de la influencia
analítica, Al contrario, evitamos dentro de lo posible semejante papel de mentores”.
Revisemos un poco lo que venimos conversando y pongámoslo en tensión con
lo que se ofrece como “terapia” actualmente en el mercado.
 La psiquiatría, devenida en neurobiología, mediante un sistema clasificatorio
cognitivo- conductual (DSM IV) ofrece los fármacos como “solución” a la
disposición heredada
 La Terapia cognitivo conductual es ofrecida al mercado en alianza con la
psiquiatría, como aquello que puede solucionar los problemas “actuales” de las
personas, y lo que no puede solucionar en el tiempo pautado, pasa a formar
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parte del “resto mórbido” que generalmente será abordado
farmacológicamente
 La psicología bajo la creencia popular de que el psicoanálisis aplicado a la
terapéutica lleva mucho tiempo, promueve y establece convenios con
efectores de salud en los que se ofrecen una gama de variedades terapéuticas,
en donde el punto central del debate no es la discusión sobre el sujeto y el
síntoma, sino la duración del tratamiento. Mediante convenios generalmente
se normativiza el establecimiento de alianzas entre el paciente y el psicólogo en
función de determinados “objetivos” a lograr en determinado tiempo, lo que
implica a su vez una clara orientación conductual.
Volvamos a preguntarnos con Freud… ¿en dónde el psicoanálisis encuentra su
espacio para la intervención terapéutica?. Y nos contestamos con él… Con la
disposición heredada nada podemos hacer, las vivencias infantiles tempranas
difícilmente podamos cambiarlas, no somos poderosos para solucionar problemas a
través de la beneficencia; y los “consejos apropiados” de cómo vivir enfrentando los
avatares y desventuras que padecen las personas muy lejos está de nuestro trabajo.
Eso sí, estamos advertidos que las soluciones que se proponen en el mercado bajo el
nombre de “terapias breves”, en aquellas son las verdaderamente interminables, por
más que prometan grandes logros en poco tiempo.
Freud nos dice que “Por consiguiente si no pueden ustedes explicar el efecto
terapéutico del psicoanálisis refiriéndose al permiso que este dará para gozar
sexualmente de la vida. Pero busquen en torno a otra cosa”… “Al hacer que lo
inconciente prosiga hasta lo conciente, cancelamos las represiones, eliminamos las
condiciones para la formación de síntoma y mudamos el conflicto patógeno en un
conflicto normal que tiene que hallar de alguna manera su solución. No otra cosa que
esta transformación psíquica, provocamos en el enfermo: hasta donde ella alcanza,
hasta allí llega nuestro auxilio. Donde no hay ninguna represión ni otro proceso
psíquico análogo que pueda ser deshecho, tampoco nuestra terapia tiene nada que
buscar.”.
Respecto del saber del inconciente, Freud es muy claro en su exposición, nos dice
que no se trata de darle explicaciones del inconciente como si fuera una especie de
homúnculo que maneja desde la profundidad la vida de una persona. Se trata de de
remover las resistencias ¿pero cómo entiende Freud a la resistencia?. “La resistencia
brota de la represión; de la misma que procuramos solucionar, o de una anterior. La
resistencia es producida por la contrainvestidura que se erigió para reprimir la moción
chocante”. Merece la pena recordar que Freud expresa con claridad en “Lo
inconciente” que “La contrainvestidura es el único mecanismo de la represión
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primordial; en la represión propiamente dicha se suma la sustracción de la investidura
preconciente –representación palabra- y es muy posible que la investidura sustraída de
la representación se aplique a la contrainvestidura”. Se trata de palabras, de
significantes
A esta altura de la Conferencia, luego de diferenciar el tratamiento analítico de
otros posibles, Freud nota que en un análisis que una diferencia entre los paranoicos,
melancólicos y esquizofrénicos con las diferentes formas de neurosis: histeria, estados
de angustia y neurosis obsesiva; es que los primeros permanecen incólumes a la
terapia analítica mientras que con los segundos “pasado un tiempo, no podemos dejar
de notar que … se comportan hacia nosotros de una manera muy particular… Notamos
que el paciente, al que no le interesaría sino encontrar una salida para sus conflictos
patológico, desarrolla un interés particular hacia la persona del medico. Todo lo que
tiene que ver con esa persona le parece mucho más importante que sus propios
asuntos y lo distrae de su condición de enfermo. Por eso el trato con el paciente resulta
durante un tiempo muy agradable; es particularmente obsequioso, procura mostrarse
agradecido en cuánta ocasión se le presenta, exhibe finezas y rasgos meritorios de su
carácter que quizás no hubiéramos esperado hallar en él… En su casa el paciente no
cesa de alabar al médico, de ponderarle nuevos y nuevos méritos ‘Está entusiasmado
con usted, confía en usted ciegamente; todo lo que usted dice para él es como una
revelación’ cuentan los parientes… en estas condiciones el análisis hace brillantes
progresos; el paciente comprende lo que se le apunta, profundiza en las tarea que la
cura le plantea, el material de recuerdos y ocurrencias afluye en abundancia, sorprende
al médico por la seguridad y el acierto de las interpretaciones que hace, y este no
puede menos que comprobar complacido cuán prestamente asimila el enfermo todas
las novedades psicológicas que ahí fuera, en el mundo, suelen despertar la mas
enconada oposición entre los sanos”.
En “Sobre la iniciación del Tratamiento” planteará de forma muy clara que “El
motor más directo de la terapia es el padecer del paciente y el deseo, que ahí se
engendra, de sanar… pero esta fuerza pulsional, de la cual cada mejoría trae aparejada
su disminución, debe conservarse hasta el final… La transferencia a menudo basta por
sí sola para eliminar los síntomas del padecer, pero de manera sólo provisional,
mientras ella subsista. Así sería sólo un tratamiento sugestivo, no un psicoanálisis.”
Estas apreciaciones Freudianas son valiosísimas, de hecho se ha comparado este
tiempo inicial como una especie de “luna de miel”, pero como el mismo Freud nos
advierte “un tiempo tan bueno no puede durar para siempre”. Germán García en las I
Jornadas del Instituto Oscar Masotta nos comentaba que generalmente los
tratamientos breves terminan antes de que la “luna de miel” de paso a otra cosa. Este
período del cual hacen uso las llamadas “terapias breves”, también puede provocar
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extravíos en los practicantes de psicoanálisis que trabajan en dispositivos
institucionales con tiempos acotados, ya que estos “logros” producidos en este tiempo
implica un claro riesgo de infatuación (suficiencia) del analista; en el que los practicantes
se identifiquen en el lugar del Sabio rechazando al Otro del Saber como autoridad e
identificándose al Otro del poder como autoridad. Ir más allá de la “luna de miel” implica que
el analista ponga en juego su deseo como analista y renuncie a la sugestión.
Debemos recordar lo que Freud decía “un tiempo tan bueno no puede durar para siempre.
Un buen día se estropea. Aparecen dificultades en el tratamiento; el paciente asevera que nada
más se le ocurre. Se tiene la definida impresión de que ya no se interesa en el trabajo y de que
pasa por alto, a la ligera, la prescripción que se dio: la de decir todo cuanto se le pase por la
cabeza y abstenerse de toda crítica. Se comporta como lo hace fuera de la cura, como si nunca
hubiera establecido aquel pacto con el médico; es evidente que le preocupa algo, pero quiere
reservárselo. He ahí una peligrosa situación para el tratamiento. Se está frente a una violenta
resistencia, a no dudarlo. Pero ¿qué ha ocurrido?... el paciente ha transferido sobre el médico
intensos sentimientos de ternura que ni la conducta de este ni la relación nacida de la cura
justifican… siempre habrían sabido que solo por el amor podrían sanar, y desde el comienzo del
tratamiento esperaron que ese lazo les deparase como regalo lo que la vida hasta entonces les
había negado… ¿qué ocurre con los pacientes masculinos?... el mismo vínculo con el médico, la
misma sobrestimación de su cualidades, el mismo abandono al interés de él, y los mismos celos
hacia todo cuando lo rodea en la vida. Las formas sublimadas de la transferencia son más
frecuentes entre hombre y hombre… en los pacientes masculinos, el médico observa más a
menudo que en el caso de las mujeres una forma de manifestación de la transferencia que, a
primera vista, puede contradecir lo descrito hasta aquí: la transferencia hostil o negativa.”
Plantea de forma general dos momentos de la transferencia; el primero surgiría al inicio
del tratamiento constituyéndose en resorte impulsor del trabajo, y el segundo que se mudaría
en resistencia de dos formas distintas: cuando la transferencia tierna se convierte en erótica,
cuando consiste mociones hostiles en vez de tiernas. Como indicación nos dirá que “Queda
excluido ceder a las demandas del paciente derivadas de su transferencia, y sería absurdo
rechazarlas inamistosamente o con indignación; superamos la transferencia cuando
demostramos al enfermo que sus sentimientos no provienen de la situación presente y no valen
para la persona del médico, sino que repiten lo que a él le ocurrió una vez, con anterioridad. De
tal manera que lo forzamos a mudar su repetición en recuerdo. Y entonces la transferencia,
tierna u hostil, en cualquier caso parecía significar la mas poderosa amenaza para la cura, se
convierte en el mejor instrumento para ella, con ayuda puede desplegarse los más cerrados
abanicos de la vida anímica…”
Este “inesperado fenómeno” no pone fin a la cura analítica, todo lo contrario, podríamos
decir que la inaugura. “cuando la cura se ha apoderado del enfermo, sucede que toda la
producción nueva de la enfermedad se concentra en un único lugar, a saber, la relación con el
médico… Todos los síntomas del enfermo han abandonado su significado originario y se han
incorporado a un sentido nuevo, que consiste en un vínculo con la transferencia. O de estos
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síntomas subsistieron sólo algunos, que admitieron esta remodelación. Ahora bien, el
domeñamiento de esta nueva neurosis artificial coincide con la finiquitación de la enfermedad
que se trajo a la cura, con la solución de nuestra tarea terpéutia”. En “Análisis terminable e
interminable” nos dirá que “El analizado mismo no puede colocar todos sus conflictos dentro
de la transferencia; y tampoco el analista puede, desde la situación transferencial, despertar
todos los conflictos”; no se trata de una anamnesis, o de una técnica en la que se eligen los
objetivos de trabajo que se van a trabajar dejando de lado aquello que no tiene que ver con lo
que se supone es “el tratamiento”. Si los síntomas no entran dentro de la transferencia, no se
dirigen al analista, difícilmente puedan ser tramitados.
Finalmente Freud se plantea que la transferencia se produce en la neurosis, en la psicosis
nada encontramos de ella, en ésta última sale al paso de la relación terapéutica la indiferencia,
el rechazo o la hostilidad; por ello no es posible ninguna influencia siendo imposible que se
establezca el mecanismo de curación.
Hagamos un pequeño recorrido histórico sobre algunos conceptos que pueden
aparecérsenos como útiles, profundizando sobre algunos aspectos.
La Transferencia como “Falso Enlace” o “Falsa asociación”:
En el apartado IV de “Estudios sobre la Histeria” titulado “Sobre la Psicoterapia
de la Histeria”, Freud se dedicará realizar distintas puntualizaciones sobre el método
Psicoterapéutico que utilizaba.
Encontramos en este texto distintas apreciaciones valiosas, por ejemplo una
clasificación de distintos ordenamientos y encadenamientos del material que producía
el paciente en relación al “núcleo patógeno” del Síntoma: Lineal cronológico,
concéntrico, ilaciones lógicas según el contenido del pensamiento; señalando en dicho
texto la infructuosidad de avanzar directamente hacia el núcleo patógeno. En relación
al método catártico, hace referencia a que el mismo puede fallar por varios motivos:
1) Que no promueva reminiscencia alguna
2) Que en el lugar que se investiga no haya nada por recoger, o bien se haya
tropezado con una resistencia que se podrá vencer más tarde
3) Por lo que llama un “obstáculo externo” que “sobreviene cuando el vínculo
del enfermo con el médico se ve perturbado, y significa el más enojoso
obstáculo con que se pueda tropezar”
“En no pocos casos, en particular en mujeres y donde se trata de aclarar
algunas ilaciones de pensamiento eróticas, la colaboración de las paciente pasa a ser
un sacrificio personal que tiene que ser recompensado mediante algún subrogado del
amor. Las fatigas y la amistosa tolerancia del médico tienen que bastar como tal
subrogado. Si esta relación con el médico es perturbada, también se deniega su buena
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disposición; cuando el médico quiera averiguar la siguiente idea patógena, a la
enferma se le cruzará la conciencia de los cargos que se han acumulado contra aquel.
Hasta donde llega mi experiencia, ese obstáculo sobreviene en tres casos principales
a) La enferma se cree relegada, menospreciada, afrentada, o ha escuchado
cosas desfavorables sobre el médico y el método de tratamiento
b) Cuando la enferma es presa del miedo de acostumbrarse demasiado a la
persona del médico, perder su autonomía frente a él y hasta caer en
dependencia sexual de él
c) Cuando la enferma se espanta por trasferir a la persona del médico, las
representaciones penosas que afloran desde el contenido del análisis. Ello es
frecuente, y aún de recurrencia regular en muchos análisis. La trasferencia
sobre el médico acontece por Falsche Verknüpfung,“ que fue traducido de
distintas formas, como falsa asociación, falso enlace.
Es muy interesante la forma que Freud lo ejemplifica, ya que puede darnos una
pista importante para ir delineando de qué se trata cuando hablamos de
Transferencia.
“Aquí me veo precisado a dar un ejemplo: Origen de un cierto síntoma histérico
era, en una de mis pacientes, el deseo que acariciara muchos años atrás, y enseguida
remitiera a lo inconciente, de que el hombre con quien estaba conversando en ese
momento se aprovechara osadamente y le estampara un beso. Pues bien, cierta vez, al
término de una sesión, afloró en la enferma ese deseo con relación a mi persona; ello le
causa espanto, pasa una noche insomne y en la sesión siguiente, si bien no se rehúsa al
tratamiento, está por completo incapacitada para el trabajo. Tras entérame yo del
obstáculo y removerlo, el trabajo vuelve a progresar, y hete aquí que el deseo que
tanto espanta a la enferma aparece como el recuerdo siguiente, el recuerdo patógeno
exigido ahora por el nexo lógico. Las cosas habían ocurrido, pues, del siguiente modo:
Primero había aflorado en la conciencia de la enferma el contenido del deseo, pero sin
los recuerdos de la circunstancias colaterales que podrían haberlo resituado en el
pasado; y en virtud de la compulsión a asociar, dominante en la conciencia, el deseo
ahora presente fue enlazado con mi persona, de quien era lícito de que la enferma se
preocupara; a raíz de esta mesalliance –yo la llamo enlace falso- despierta el mismo
afecto que en su momento esforzó a la enferma a proscribir ese deseo prohibido. Desde
que tengo averiguado esto, puedo presuponer, frente a cualquier parecido
requerimiento a mi persona, que se han vuelto a producir una trasferencia y un enlace
falso. Curiosamente, la enferma volvería a caer víctima del espejismo a cada nueva
ocasión.”
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La transferencia es una especie de “espejismo” muy particular. El analista pasa
a formar parte de lo que Freud denomina serie psíquica de la paciente enlazándose a la
cadena de representaciones. Si la transferencia funciona como resistencia, lo que se
encuentra lógicamente en primer lugar es la cadena asociativa; como dirá Eric Laurent
“en primer lugar la cadena, luego el amor, y no en primer lugar la cadena amorosa;
luego, a continuación, el recuerdo.” Se produce un salto, una falta, allí en donde
debiera advenir una representación –o de un significante como diríamos con Lacan- y
se pasa a la persona del analista que es convocado a ese lugar, en el que se esperaba la
representación… luego se facilita la idea siguiente y se manifiesta bajo la forma de una
resistencia, de una detención de las asociaciones.
Podemos notar que el amor hace su entrada desde la dimensión del engaño,
pero gracias a este “engaño” se tiene acceso a lo que no puede decirse.
La transferencia en el caso Dora
¿Qué son las trasferencias? – se pregunta Freud. “Son reediciones de las
mociones y fantasías que a medida que el análisis avanza no pueden menos que
despertarse y hacerse concientes: pero lo característico de todo el género es la
sustitución de una persona anterior por la persona del médico”; en una nota de 1924
agrega que “destinada a ser el máximo escollo para el psicoanálisis, se convierte en su
auxiliar más poderoso cuando se logra colegirla en cada caso y traducírsela al
enfermo”… “He tenido que hablar de la transferencia porque sólo teniéndola en cuenta
resulta posible explicar las singularidades del análisis de Dora”.
Desde una definición más universal convierte a la Transferencia en algo más
que un obstáculo, la hace el más poderoso auxiliar de la cura. Luego se dirige a la
singularidad del caso para establecer el cómo se desarrolla la transferencia. En Dora
Freud muestra cómo el analista pasa a ser el portador de distintas máscaras de
acuerdo al personaje que se encuentre en juego: el padre, el sr K … y se detuvo allí,
debajo del sr K estaba la sra K. En una nota de 1923 dice que “No atiné a colegir en el
momento oportuno y comunicárselo a la enferma, que la moción de amor homosexual
(ginecófila) hacia la Sra K, era la más fuerte de las corrientes inconcientes de su vida
anímica. Habría debido conjeturar que ninguna otra persona que la Sra K, podría ser la
fuente principal del conocimiento que Dora tenía de cosas sexuales: la misma persona
que la acusó por el interés que tenía en tales asuntos”. En la máscara de la Sra K se
ocultaba el misterio de la femineidad. Las máscaras pueden ser diversas, pero siempre
detrás de ellas existirá la presencia subterránea de la pulsión, de un objeto que
atraviesa todo el análisis.
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Sobre la dinámica de la Transferencia / Puntualizaciones osbre el amor de
trabsferencia
Este texto se encuentra dentro de los llamados “Escritos Técnicos”, y en él
Freud.
Nos dirá que “Es entonces del todo normal e inteligible que la investidura
libidinal aprontada en la expectativa del alguien que está parcialmente insatisfecho se
vuelva hacia el médico. De acuerdo con nuestra premisa, se anudará a uno de los clisés
preexistentes en la persona en cuestión o, como también podemos decirlo, insertará al
médico en una de las ‘series psíquicas’ que el paciente ha formado hasta el momento.
Responde a los vínculos reales con el médico que para semejante seriación se vuelva
decisiva la ‘imago paterna’, Empero la trasferencia no está atada a ese modelo,
también puede producirse siguiendo la imago materna o de un hermano varón.”
El término Imago, es aportado a Freud por Carl Gustav Jung, y permite una
conexión entre lo simbólico y lo imaginario, constituyéndose en un antecedente de la
noción de semblante, tal como lo plantea Miller en su curso “De la Naturaleza de los
Semblantes”
Retomando lo que veníamos diciendo respecto del punto donde Freud ubica el
inicio de la transferencia, en este texto dirá que “ Si se persigue un complejo patógeno
desde su subrogación en lo conciente (llamativa como síntoma, o bien totalmente
inadvertida) hasta su raíz en lo inconciente, enseguida se entrará en una región donde
la resistencia se hace valer con tanta nitidez que la ocurrencia siguiente no puede
menos que dar razón de ella y aparecer como un compromiso entre sus requerimientos
y los del trabajo de investigación. En este punto, según lo atestigua la experiencia,
sobreviene la transferencia. Si algo del material del complejo (o sea su contenido) es
apropiado para ser transferido a la persona del médico, esta transferencia se produce,
da por resultado la ocurrencia inmediata y se anuncia mediante los indicios de una
resistencia… Siempre que uno se aproxima a un complejo patógeno, primero se
adelanta hasta la conciencia la parte del complejo susceptible de ser trasferida y es
defendida con la máxima tenacidad”.
“Nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie” hace referencia la cuestión
se resuelve en el terreno de la transferencia, no en otro lugar; y esto no es decir poco,
en especial en algunos casos en los que la complicación puede ser importante, como
cuando en la transferencia aparece el amor en un primer plano. Nos dice que “la
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paciente, aún la más dócil hasta entonces, ha perdido de pronto toda inteligencia del
tratamiento, y todo interés por él, demanda que le sea correspondido: ha resignado sus
síntomas o los desprecia, y hasta se declara sana. Sobreviene un total cambio de vía de
la escena, como un juego dramático que fuera desbaratado por una realidad que
irrumpe súbitamente. El médico que lo vivencie por primera vez no hallará fácil
mantener la situación analítica y sustraerse del espejismo de que el tratamiento ha
legado efectivamente a su término… exhortar a la paciente tan pronto como ella ha
confesado su transferencia de amor, a sofocar lo pulsional, a la renuncia y a la
sublimación, no sería para mí un obrar analítico, sino un obrar sin sentido… es bien
sabido que contra las pasiones de poco valen unos sublimes discursos. La paciente sólo
sentirá el desaire, y no dejará de vengarse”.
Freud, luego de debatirse sobre si era amor verdadero o no lo era, nos dice que
de este amor se vale la resistencia pero “No hay ningún derecho a negar el carácter de
‘amor genuino’ al enamoramiento que sobreviene dentro del tratamiento analítico. Si
parece tan poco normal, ello se explica suficientemente por la circunstancia de que
todo enamoramiento, aún fuera de la cura analítica, recuerda más a los fenómenos
anímicos anormales que a los normales. De cualquier modo, se singulariza por algunos
rasgos que le aseguran una particular posición 1) es provocado por la situación
analítica 2) es empujado hacia arriba por la resistencia que gobierna a esta situación, y
3) carece en alto grado del miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente,
menos cuidadoso de sus consecuencias, más ciego en la apreciación de la persona
amada de lo que querríamos concederle a un enamoramiento normal.”
En el manejo del amor de transferencia con Freud podemos ubicar dos peligros
importantes, por el lado del hombre y por el lado de la mujer. Por el lado del analista
hombre cuando al ser tentados pasan a los hechos, lo que sería la instauración de una
posición perversa. Por el lado de la analista mujer, ubicarse y creerse efectivamente la
Dama del amor Cortés y tentarse de ubicarse como una madre (transferencia
maternizante) o tomarse por una mujer, la que no existe, ocupando la posición del
amor cortés.
Bibliografía
Sigmund Freud, “Estudios sobre la Histeria” – “Sobre la psicoterapia de la Histeria” “Lo
inconciente“, “Conferencia 26”, “Análisis terminable e interminable”
Eric Laurent “Entre Transferencia y Repetición”
Jacques Alain Miller “De la naturaleza de los semblantes”
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