CUADERNOS HISPANOAMERICANOS DE PSICOLOGÍA, Vol. 11 No. 2, 7-23 Papel del psicólogo en los equipos interdisciplinarios de trasplantes de órganos Gloria María Berrío-Acosta, Viviana Angélica Burgos-Camacho Universidad El Bosque Recibido: Junio 2 de 2011. Aceptado: Agosto 5 de 2011 Nota del Autor Esta investigación se realizó en la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque, Bogotá D.C., Colombia. Gloria María Berrío-Acosta, Directora de trabajo de grado. Psicóloga, Especialista en Psicología de la Salud, Master en Bioética. Docente, Universidad El Bosque. Viviana Angélica Burgos-Camacho, Psicólogas, Especialistas en Psicología Clínica y de la Salud, Universidad El Bosque. Personas de contacto: gmberrio@gmail.com; vibuca81@yahoo.es Gloria María Berrío-Acosta, Viviana Angélica Burgos-Camacho Resumen El objetivo del artículo es describir el papel de los psicólogos en grupos interdisciplinarios de trasplante de órganos. Se revisan los conceptos de enfermedad crónica, aspectos psicológicos, epidemiología y normatividad legal vigente en Colombia sobre trasplante de órganos. Además, se resalta el papel que desempeña el psicólogo en el proceso que implica un trasplante, el cual se relaciona principalmente con la valoración de los candidatos al mismo, ya que identifica aspectos psicológicos, adherencia previa a los tratamientos, calidad y disponibilidad de redes de apoyo, entre otras. Palabras clave: trasplante de órganos, enfermedad crónica, psicología de la salud. Abstract The article aims to describe the role of psychologists in interdisciplinary groups of organ transplant. The concepts of chronic diseases, psychological aspects, epidemiology and legal regulations in force in Colombia on organ transplantation are reviewed. Besides, it is highlighted the role of psychologists in the organ transplant process. This role is mainly related to the evaluation of candidates for transplant since it is the psychologist who identifies psychological aspects, previous adherence to treatments, quality and availability of support networks, among others. Although studies mention the importance of psychological intervention in other stages of transplantation, this review found no empirical work performed. Key Words: Organ Transplant, Chronic Disease, Health Psychology. 8 Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología PAPEL DEL PSICÓLOGO EN EQUIPOS INTERDISCIPLINARIOS El objetivo central de este artículo es describir el papel que tiene el psicólogo en los grupos interdisciplinarios en instituciones prestadoras de salud que atienden la problemática de trasplante de órganos. Aquí, se debe entender esta práctica como la única opción de aquellos pacientes que padecen enfermedades crónicas, cuya supervivencia implica el remplazo de un órgano o tejido que presenta una falla terminal. El trasplante de órganos es un fenómeno médico que desde hace varias décadas se viene incrementando de manera considerable debido al aumento de enfermos crónicos que lo requieren. Dicho fenómeno debe ser observado más allá de la perspectiva médica, para centrarse en un modelo multidisciplinar que incluye una perspectiva biopsicosocial (Burgos, Amador y Ballesteros, 2007). La necesidad de describir las funciones del psicólogo en una situación de enfermedad crónica se relaciona con los objetivos principales de los tratamientos médicos que pretenden no sólo la prolongación, sino la mejora de la calidad de vida de un paciente que se ve aquejado por una enfermedad que está empobreciendo el desarrollo de sus actividades diarias y las habilidades propias. Esta situación disminuye el auto concepto y afecta el sentido de la vida, lo cual finalmente puede terminar provocando estados de depresión (Moreno y Ximénez, 1996). Las enfermedades crónicas se han ido incrementando de forma importante durante las últimas décadas, convirtiéndose en un problema de salud pública. Son muchos los recursos económicos que anualmente los gobiernos, desde el sistema de salud, deben destinar para la atención a los pacientes que padecen alguna de estas patologías. Esto se debe a que las enfermedades crónicas incluyen el uso de tecnología más avanzada, la construcción de nuevos hospitales con altos niveles de atención y un recurso humano más especializado, lo cual ha llevado a que la acción asistencial se abra a los equipos interdisciplinarios que con sus diferentes Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología saberes contribuyen al manejo terapéutico integral y al bienestar de estos pacientes (Brannon y Feist, 2000). En las últimas dos décadas, el trasplante ha sido considerado uno de los mayores avances de la medicina en la búsqueda no sólo de la recuperación de la salud, sino también para mejorar la calidad de vida de aquellas personas con enfermedades crónicas y/o terminales que incluyen la falla de algún órgano (Engle, 2001). Según la Organización de Trasplantes de Estados Unidos, en el año 2009, el número de personas que esperaban un órgano era 106.816; y en el mismo año se hicieron 28.465 trasplantes (United Network for Organ Sharing, UNOS, 2009). En Colombia, según el informe publicado por la Coordinación Nacional de la Red de Donación y Trasplantes, el número de trasplantes realizados ha crecido de manera progresiva durante los últimos tres años; en el año 2009 se llevaron a cabo 1165, y la lista de espera nacional al 31 de diciembre de 2009 era de 855 pacientes. Sin embargo, la cantidad de trasplantes es baja, en relación con el número de pacientes crónicos que podrían beneficiarse de dicho tratamiento (Red de Donación y Trasplantes, 2009). El papel de los psicólogos puede ser, en parte, ayudar en la preparación de los pacientes que son candidatos a cirugía de trasplante y el apoyo psicosocial después de ésta. Una descripción de los procedimientos específicos usados en la evaluación y el tratamiento psicológico de los pacientes de trasplante de órganos, incluye el análisis de los aspectos biopsicosociales involucrados en este procedimiento, que cada vez es más frecuente dentro de las alternativas que ofrecen los sistemas sociales de salud para la preservación de la vida de las personas (Collins y Labott, 2007). Visualizar el papel relevante que puede desempeñar el psicólogo de la salud con este tipo de pacientes y sus familias abre espacios de acción para estos profesionales. Además, sus intervenciones permiten aumentar la calidad de vida y la adherencia al tratamiento de los 9 Gloria María Berrío-Acosta, Viviana Angélica Burgos-Camacho pacientes que están en el proceso de trasplante, así como hacer un mejor uso de los escasos recursos económicos, del recurso humano, e incluso de los relacionados con los escasos donantes de órganos y tejidos en Colombia. Lo anterior permite la elección de los receptores y donantes más idóneos para este procedimiento, para quienes el trasplante será la mejor opción terapéutica a nivel médico y psicosocial. Aspectos médicos, psicológicos y legislación sobre la donación y el trasplante de órganos y tejidos Las enfermedades crónicas van más allá de la patología médica en sí misma debido a su impacto en esferas como la psicológica y social. Quienes se enfrentan a una enfermedad crónica con frecuencia se encuentran atrapados entre una muerte segura y una vida que depende de tratamientos médicos para mantenerse biológicamente estables; sin embargo, se sienten temerosos ante la muerte y ante una vida que no pueden llevar de manera normal, puesto que a pesar de una apariencia sana, se perciben enfermos. Estos pacientes deben enfrentarse a un proceso psicológico fuerte derivado de la evidencia de que el tratamiento médico no curará la enfermedad de fondo, lo que conlleva a aceptar sus propias limitaciones funcionales y seguir adelante con su vida (Alarcón, 2004). Usualmente, el curso de la enfermedad crónica afecta en gran medida la calidad de vida tanto del paciente como de sus cuidadores. La adaptación a la enfermedad depende de múltiples factores como el género, la edad, las variables socioeconómicas, el nivel de escolaridad, el estado civil, el tiempo de diagnóstico, el tipo de tratamiento médico, la religión, el apoyo social, la personalidad y los estilos de afrontamiento, entre otros. De igual forma, el curso clínico de la enfermedad crónica depende de si esta enfermedad es vista más allá de la perspectiva biológica y se tienen en cuenta factores 10 psicosociales y culturales, para lo que es necesario el apoyo de la psicología como ciencia que estudia el comportamiento humano (Vinaccia, 2005). Una alternativa médica a muchas enfermedades crónicas terminales, que hasta hace algunas décadas eran mortales porque quienes las padecían no tenían ninguna opción distinta a morir, es el trasplante de órganos. Si bien las enfermedades crónicas son multicausales, es un hecho que el comportamiento y los estilos de vida tienen una alta correlación en su desarrollo; su génesis depende, en gran parte, del comportamiento individual de las personas y; por esto, la psicología, como ciencia del comportamiento, se ha visto involucrada en los estudios e intervenciones en el ámbito sanitario (Brannon y Feist, 2000). A pesar de la enfermedad, el dolor, los medicamentos, los procedimientos y las citas médicas, el paciente crónico debe continuar con su vida normal. Así mismo, debe someterse a situaciones deshumanizantes durante su valoración e intervención médica tales como la inestabilidad del personal, la complejidad y sobrecarga laboral, el desequilibrio en la formación académica de los profesionales de la salud, la despersonalización del enfermo, o las fallas en la interacción entre los profesionales de la salud, el paciente y su familia. Todo esto genera estrés psicológico adicional (Correa y Arrivillaga, 2007). Trasplante de órganos y tejidos El trasplante de órganos y tejidos ha demostrado ser el mejor tratamiento médico para algunas enfermedades crónicas terminales, puesto que no solamente da una nueva oportunidad de vida a quienes la padecen, sino que también mejora la calidad de la misma (Burgos, Amador y Balleteros, 2007; Vinaccia, 2005; Alarcón, 2004). Para Dienstag (2001), el trasplante es un procedimiento médico complejo, que consiste en remplazar un órgano o tejido enfermo, por uno normal, que Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología PAPEL DEL PSICÓLOGO EN EQUIPOS INTERDISCIPLINARIOS es recuperado de un donante. Otra alternativa es la división del injerto, donde el órgano del donante es dividido e insertado en dos o más receptores; en este procedimiento, que se realiza con donante vivo, se toma un órgano par (riñón o pulmón), ó parte de un órgano (hígado, páncreas ó intestino) del donante vivo para colocarlo en el receptor. Con el fin de superar la escasez de donantes de órganos, también se asumen procedimientos como el xenotrasplante; éste implica modificaciones genéticas de órganos de origen no humano; sin embargo, en Colombia, esta alternativa se encuentra en fase de investigación. No todas las personas cumplen los criterios para ser receptores de un órgano donado. Dentro de las contraindicaciones absolutas para no aceptar a un paciente como candidato de trasplante, Dienstag (2001) incluye: enfermedades que impliquen amenaza de vida, infecciones por bacterias o por hongos, enfermedad pulmonar o coronaria preexistente o avanzada, múltiples anomalías congénitas incorregibles que amenacen la vida, abuso activo de drogas o alcohol, cualquier desorden psiquiátrico serio que no esté controlado, factores psicosociales adversos, daño cerebral irreversible e infección por VIH. En este punto, cabe anotar que la edad (pacientes entre 60 e incluso 70 años, que resistan un suceso como el trasplante) es una contraindicación relativa. De hecho, en pacientes ancianos se debe poner especial esmero en la evaluación pre-quirúrgica para excluir una enfermedad cardíaca isquémica. Después de que es sometido a todas las pruebas que le permitirán ser candidato para el trasplante de un órgano y haber vivido con el estrés propio de este proceso, el paciente es inscrito en la lista de espera para ser receptor del órgano a transplantar. Luego, debe regresar a su rutina habitual con los respectivos cuidados para mantener el estado actual de salud. De este modo, no empeorará; de lo contrario, puede ser retirado de la lista de candidatos, cuya espera puede ser de días, meses, e incluso años (Alarcón, 2004). Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología Como el procedimiento del trasplante implica el implante de un órgano que no pertenece al cuerpo, éste suele protegerse a sí mismo por medio de su sistema inmunológico. Para evitar el rechazo del órgano trasplantado, el paciente es sometido de por vida a terapia inmunosupresora. El rechazo hacia el órgano trasplantado es la complicación más temida en el trasplante, ya que cuando se presenta de forma crónica, existe un alto riesgo de perder el órgano, y hasta la vida (Abreu, Niño, Rodríguez, Girón, Bohórquez y Aparicio, s.f; Collins, 2001; Bohórquez, Varón y Caicedo, 2006). El desarrollo en la terapia inmunosupresora ha implicado un impacto significativo en la supervivencia del órgano y del paciente trasplantado. La introducción en el año 1980 de la Ciclosporina fue un evento que hizo que el trasplante de órganos fuese una opción clínica razonable; este medicamento inhibe la activación temprana de las células T, que son las responsables, en la mayoría de casos, de estos episodios de rechazo (Dienstag, 2001; Muir, 2001). Sin embargo, en la actualidad, más del 70% de los pacientes aún presentan rechazo celular agudo. Además, entre el 5 y el 10% de estos pacientes desarrollan rechazo crónico y repetidos episodios de rechazo celular agudo. Normalmente, la inmunosupresión es una terapia combinada con diferentes agentes que tienen diversos mecanismos, para ayudar a minimizar los efectos adversos de cualquier droga individual. A pesar de esto, el manejo de efectos secundarios permanece todavía como un componente importante en la terapia inmunosupresora. En este orden de ideas, Muir (2001) hace una descripción de cada uno de estos medicamentos, cómo actúan y sus efectos adversos: Corticoides: son un componente clave en la terapia de inmunosupresión en la etapa inicial del pos-trasplante; además, sirven para contrarrestar la presencia de un rechazo celular agudo. Debido a los efectos secundarios de los cortico-esteroides, se 11 Gloria María Berrío-Acosta, Viviana Angélica Burgos-Camacho han realizado importantes esfuerzos en disminuir o eliminar su uso dentro de los regímenes de inmunosupresión. En un episodio agudo de rechazo, por el uso prolongado de estos componentes, es probable que ocurran sucesos como la hiperglicemia y el deterioro neurológico (que puede ir desde el insomnio a la psicosis). Además, el estímulo del apetito es bastante común, lo que conlleva a que los pacientes aumenten de peso de forma considerable. Así mismo, el uso prolongado de esteroides conlleva dolencias tales como: la osteoporosis, las cataratas, la miopatía, la acumulación de grasa en cara y cuello, el acné, dificultad para dormir, aumento de vello en brazos y cara, sensibilidad al sol, dolor en las articulaciones, etc. La rápida disminución o la repentina eliminación de los esteroides pueden resultar en insuficiencia suprarrenal aguda, con síntomas como: hipotensión, letargo, náuseas, vómito, anorexia, dolor de cabeza, fiebre y dermatitis, entre otras. Ciclosporina (Neoral y Sandimmun): con este medicamento se busca bloquear, en parte, las reacciones de defensa del sistema inmune que se pueden presentar ante el órgano extraño en un trasplante. El rechazo de un órgano se puede generar incluso después de años de tratamiento, por lo que éste jamás se debe interrumpir (Novartis, 1996). Para prevenir alteraciones en los niveles de esta droga, el paciente debe tomarla en el mismo intervalo, después de cada comida. La variabilidad asociada con la Ciclosporina requiere un frecuente monitoreo de los niveles completos del medicamento pues puede producir hipertensión, hipomagnesemia, nefrotoxicidad, aumento de vello en brazos y cara, dolor de cabeza, náuseas, diarrea y disminución del apetito, pérdida de la memoria, inflamación de las encías, etc. Si estos síntomas persisten, se debe disminuir la dosis o cambiar el medicamento. Otros efectos secundarios pueden ser la neurotoxicidad, que incluye síntomas como alteración del estado mental, polineuropatía motora, disartria, alucinaciones, ataques, ceguera cortical, entre otras. También, se 12 encuentra la hepatoxicidad, la cual se asocia con altos niveles de Ciclosporina en el cuerpo. Tracolimus (Prograf): este inmunosupresor es más potente que la Ciclosporina; por lo tanto, puede causar mayores efectos adversos como: nefrotoxicidad, neurotoxicidad, hiperkalemia, hipomagnesemia y diabetes, dolor de cabeza, temblor, estreñimiento, hipertensión, anemia, disminución de plaquetas y aumento de glóbulos blancos, además de cardiomiopatía reportada en niños. Algunos efectos adversos, como la hiperplasia gingival, tienen menor prevalencia con este medicamento. Micofelonato Mofetil (CellCept): este medicamento se ha utilizado como una alternativa al uso de la Azatioprina en el trasplante de hígado, ya que el Micofelonato Mofetil disminuye la producción de glóbulos blancos de una forma más selectiva que la Azatioprina. Este fármaco no debe ser usado en conjunto con Azatioprina ya que pueden inducir depresión en la médula ósea. Cabe anotar que a los pacientes que incluyen este medicamento en su tratamiento se les debe realizar hemogramas completos una vez por semana. Como efectos secundarios del Micofelonato Mofetil, se conocen los siguientes: posible desarrollo de gastritis, hemorragia gastrointestinal, náuseas, anorexia, diarrea, anemia, temblor, ansiedad, depresión, insomnio, mareos y edema pulmonar. Epidemiología sobre donación y trasplante de órganos y tejidos En el año 2009, Colombia tuvo una tasa de donación de 12.3 donantes por cada millón de habitantes; para Bogotá, en ese mismo año, esta cifra fue de 201 donantes por cada millón de habitantes, superando la obtenida en el 2008, la cual fue de 182 donantes. En este punto, vale la pena mencionar que la media mundial la encabeza España con 35 donantes por cada millón de población. Durante el año 2009 se realizaron en Bogotá 350 trasplantes renales, 97 trasplantes hepáticos, 12 Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología PAPEL DEL PSICÓLOGO EN EQUIPOS INTERDISCIPLINARIOS trasplantes de corazón y 7 trasplantes combinados hígado-riñón, para un total de 466 trasplantados; así mismo, se debe señalar que, en los últimos 9 años, 3398 personas han sobrevivido gracias a los trasplantes de órganos y tejidos. En Colombia, el número de trasplantes de corazón, para el año 2007, fue de 18, mientras que, en el año 2009, 12 pacientes se beneficiaron con esta alternativa (Red de Donación y Trasplantes, 2009). En Bogotá, se incrementó el número de trasplantes de riñón de 121 en el 2005 a 350 en el 2009, y en cuanto al número de trasplantes de hígado, se pasó de 20 en el año 2005 a un total de 97 en el 2009 (Secretaría Distrital de Salud, 2008). A diciembre 31 de 2009, la lista de espera nacional tenía un total de 855 pacientes, de los cuales 472 se encontraban en Bogotá (Red de Donación y Trasplantes, 2009). Aspectos psicológicos del trasplante de órganos y tejidos La intervención de los psicólogos en el proceso de trasplante de órganos no debe limitarse exclusivamente a las acciones de evaluación, pues una vez son detectados los problemas de tipo conductual, cognoscitivo, actitudinal y/o relacional que han sido interpretados como riesgos para la evolución satisfactoria del trasplante, se debe realizar intervención con la persona enferma o con la familia, tanto en la valoración pre-trasplante, como durante el período de espera del órgano y la etapa posterior al trasplante (Gómez, 2007). Según Remur, Aranz y Ulla (2003), la intervención del psicólogo en el proceso de trasplante se puede dividir en 4 momentos. El primero es la evaluación psicosocial para la inclusión en la lista de espera, el segundo es el período de acompañamiento y seguimiento en el tiempo pre quirúrgico. Los dos últimos son el post-trasplante inmediato y el tardío, respectivamente. El hecho de que la intervención psicológica se haga en diferentes momentos permite describir las Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología acciones propias del psicólogo de la salud en cada fase. Algunas de estas acciones son de tipo general; entre éstas se destacan: la evaluación, la psicoterapia para el manejo de respuestas emocionales (ansiedad, ira y depresión, entre otras) y el acompañamiento al paciente, según el tipo de trasplante (corazón, hígado, riñón, etc.). El objetivo de la valoración psicológica realizada en el período de evaluación a los pacientes que son candidatos a trasplante, es identificar el grado de tolerancia al manejo de las condiciones posteriores al trasplante. En este sentido, se evalúa la adherencia a los medicamentos, al autocuidado, a los controles médicos y a la capacidad de afrontar y solucionar eventos que puedan ocurrir en relación con el trasplante como por ejemplo, las infecciones oportunistas. Otro objetivo importante es la evaluación, tanto de la existencia como de la capacidad y calidad de apoyo de la red familiar y social, las cuales permitan que la probabilidad de éxito del trasplante sea mayor (Remur, Aranz y Ulla, 2003). Respecto a la intervención con la familia del paciente, ésta se ha limitado al proceso de evaluación e intervención del paciente; sin embargo, es importante que se evalúen, en el grupo familiar, aspectos tales como: el sistema de creencias, las actitudes y las atribuciones que tienen hacia el paciente, su enfermedad, el proceso de hospitalización, el equipo médico y las conductas saludables. También, es relevante estudiar los estilos de afrontamiento del grupo familiar, los roles que desempeñan en éste, los modelos de comunicación y; por último, detectar otros aspectos que sean de riesgo psicológico para el mantenimiento de la enfermedad o factores protectores, puesto que las redes de apoyo familiar o social juegan un papel fundamental en la recuperación de la funcionalidad, la autonomía, la autoeficacia y la autoestima del paciente (Gómez, 2007). El hecho de ingresar al período de espera del órgano implica una inmensa tensión emocional, tanto para el paciente receptor como para su familia. De hecho, ésta constituye la razón más importante para justificar 13 Gloria María Berrío-Acosta, Viviana Angélica Burgos-Camacho la continuidad en el proceso de acompañamiento psicoterapéutico, donde se busca el fortalecimiento de los procesos de autocontrol. En esta etapa, el seguimiento por parte del psicólogo se realiza en forma alterna al seguimiento realizado por el cuerpo médico. Así bien, el acompañamiento psicológico es una estrategia para verificar el mantenimiento de los estilos de vida saludables para que no se ponga en riesgo la permanencia de los pacientes en lista de espera y la posibilidad de acceder al trasplante de forma oportuna (Gómez, 2007). Durante la espera, es común que se presenten algunas respuestas y conductas como: depresión, ansiedad e irritabilidad, conductas hostiles, falta de cooperación y dependencia excesiva; no obstante, también se puede presentar una conducta de negación de la gravedad de la enfermedad al momento de ingresar a la lista de espera para evitar el estrés de dicho proceso. Esto genera incumplimiento de los regímenes médicos, amenazas de abandono de la lista de espera y negación a aceptar la posibilidad de complicaciones potenciales o de malos resultados. Los pacientes suelen abatirse emocionalmente, razón por la cual pierden el optimismo y la esperanza y se generan en ellos expresiones de disgusto, rabia e insatisfacción hacia sus cuidadores y apoyos sociales (Alarcón, 2004). Además, el individuo debe adaptarse a un nuevo estado y; por ende, debe tomar conciencia y asumir el rol de paciente. Debe acomodarse a los regímenes médicos y, en especial, al tratamiento inmunosupresor y sus efectos secundarios. Estos terminan repercutiendo en la autoimagen del sujeto, quien debe apropiarse de los mismos y entender que hacen parte de un proceso que le sirve para poder llevar una nueva vida. Aquí, vale la pena mencionar que es muy importante que el paciente tenga autocontrol y maneje por sí mismo los regímenes de su tratamiento en la etapa post-trasplante. De esta forma, se incrementa el sentido de la responsabilidad en el cuidado de la salud y en la evolución adecuada del trasplante (Abreu et al., s.f). 14 Ahora bien, la evaluación de la habilidad funcional en la enfermedad se divide en dos aspectos fundamentales: la capacidad de autocuidado personal y la capacidad de movimiento y desplazamiento del individuo; ambos contribuyen a que la persona se perciba a sí misma, no sólo como un organismo enfermo, sino como una persona en interacción, como un agente social que se pregunta constantemente por las repercusiones de los cuidados médicos y por sus necesidades sociales (Moreno y Ximénez, 1996). Respecto a esta etapa post-trasplante, Alarcón (2004) señala los siguientes aspectos: 1.Es una etapa que se puede dividir en dos momentos: el post trasplante inmediato y el post trasplante tardío. El primero comprende desde el momento del trasplante hasta el cumplimiento del primer mes; es la época más difícil a nivel médico, inmunológico y quirúrgico ya que el paciente está realizando un constante esfuerzo emocional para afrontar las angustias que supone un trasplante. Además, debe enfrentarse al inicio de la terapia inmunosuporesora y al dolor post-operatorio que, si no es manejado de forma adecuada, puede causar otro tipo de malestar, como ansiedad e insomnio. En este punto, cabe mencionar que, en esta etapa, la mejor forma de ayudar al paciente es con una buena educación sobre los medicamentos y sus efectos secundarios; le puede generar alivio llegar a entender que aunque muchos de estos son esperables, irán disminuyendo de forma gradual. Otra forma de apoyo es la visita de pacientes que ya han sido sometidos y han superado exitosamente el proceso de trasplante. El momento de post-trasplante tardío es definido como el período comprendido desde el primer mes posterior al trasplante en adelante. Aquí, resulta importante que el sujeto asimile que tiene el órgano de otra persona y su respuesta cognitiva y emocional se movilice para hacerle frente a las situaciones nuevas que debe afrontar en el ámbito físico, funcional y psicosocial. Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología PAPEL DEL PSICÓLOGO EN EQUIPOS INTERDISCIPLINARIOS 2.A medida que va transcurriendo esta etapa del post-trasplante se presentan otras dificultades. Por ejemplo, puede citarse el choque que se da entre el paciente y las personas que lo rodean; lo anterior puede darse porque el primero se va adaptando nuevamente a su independencia y adopta el estilo de vida correspondiente, mientras que los demás pueden seguir tratándolo como una persona enferma y dependiente. 3.Además de la angustia y el estrés que los pacientes y sus familias deben afrontar ante la expectativa de los resultados de la cirugía y el posterior manejo del impacto de los efectos secundarios del tratamiento, muchas veces les cuesta reconocer la posibilidad de nuevas adversidades, como nuevas cirugías u hospitalizaciones; también, deben asumir un cambio en los roles con el fin de cumplir obligaciones de diversos tipos, entre ellas las económicas, lo que genera una tensión adicional en las relaciones familiares. Adicionalmente, el paciente debe enfrentar diversas exigencias. Por ejemplo, puede tener que permanecer en un ambiente médico complicado por largos períodos, o someterse a un seguimiento frecuente. Así mismo, existe la posibilidad de que tenga que enfrentarse a un rechazo del injerto. Además, tiene que comprender que está sometido a un constante riesgo de infecciones a causa de la terapia inmunosupresora. Por último, tiene que modificar sus conductas con respecto a la dieta o a la actividad física con el fin de cuidarse a sí mismo y, obviamente, al órgano trasplantado. La calidad de vida en el período del post trasplante mejora considerablemente, sobre todo cuando, después de un tiempo, los pacientes descubren que pueden regresar al trabajo y desarrollar actividades de su interés. Sin embargo, el mejoramiento de la calidad de vida es relativo, ya que este tratamiento médico introduce al paciente en un nuevo problema: debe enfrentarse a la terapia inmunosupresora y sus efectos secundarios (alteraciones metabólicas, procesos infecciosos y cambios en la apariencia Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología física, que son ocasionados por el aumento de peso, el acné y las heridas). Dentro de este período post-trasplante, también es común que el paciente presente algunas reacciones de tipo emocional (angustia, ansiedad, depresión e irritabilidad) que pueden ser displacenteras para él y para quienes lo rodean (Alarcón, 2004). Legislación en donación y trasplante de órganos y tejidos En Colombia, la donación de órganos y tejidos con fines de trasplante es libre, voluntaria y solidaria. Y, en esencia, es un acto altruista y gratuito, puesto que los componentes anatómicos no se comercializan y los procedimientos médicos quirúrgicos relacionados con el trasplante están cubiertos por el Plan Obligatorio de Salud –POS-. Cualquier persona viva, o después de su fallecimiento, puede ser donante, sin importar la edad, el sexo, la etnia o la religión (Instituto Nacional de Salud, 2004). Con la Ley 9 de 1979 (Título IX, Artículos del 540 al 543), se establecen las primeras determinaciones del Ministerio de Salud para el proceso de donación de Órganos y Tejidos con fines de Trasplantes. En la Ley 73 de 1988 se adicionan y se dan nuevas disposiciones a la anterior ley. Lo más relevante al respecto es la presunción legal de la donación, el proceso para ser donante de órganos y tejidos, el orden consanguíneo de los deudos para el consentimiento a la donación y la prohibición al lucro con la donación de los órganos y/o tejidos (Instituto Nacional de Salud, 1979, 1988). En lo que atañe a la comercialización de componentes anatómicos humanos para trasplante, la Ley 919 de 2004 prohíbe dicha práctica y el tráfico de órganos se tipifica como delito. Una de las legislaciones más importantes es el Decreto 2493 de 2004, el cual “regula la obtención, donación, preservación, almacenamiento, transporte, destino y disposición final de componentes anatómicos y los procedimientos de trasplante o implante de los mismos en seres humanos”. Otro de los hitos 15 Gloria María Berrío-Acosta, Viviana Angélica Burgos-Camacho importantes que marca esta Ley es la creación y puesta en marcha de la Red de Donación y Trasplante (Instituto Nacional de Salud, 2004). El Decreto 2493 de 2004 establece que es posible donar antes o después de la muerte y que la decisión de ser donante se puede tomar en cualquier momento. Hay dos tipos de donantes: el donante vivo, que es aquella persona que efectúa la donación en vida de órganos (un riñón o segmentos de hígado, páncreas ó intestino) y de tejidos, para ayudar a algún familiar (donante vivo relacionado), previo consentimiento informado de los riesgos para su estado de salud. El otro tipo de donante es el ser humano que ha fallecido, bien sea por el cese de las funciones cardio-respiratorias o por muerte encefálica; a estos donantes se les denomina donantes cadavéricos. En este orden de ideas, vale la pena mencionar que después de confirmarse la muerte encefálica del donante, y con el fin de hacer la debida utilización de los órganos para el trasplante, se deben seguir dos parámetros, según los Artículos 16 y 17 del decreto mencionado. Primero, el trasplante se puede realizar sólo si se ha garantizado y asegurado el proceso de consentimiento informado del donante, a través de instrumento notarial, documento privado, o carné único nacional de donación de componentes anatómicos. A falta de dichos documentos, se debe contar con la autorización de los deudos responsables de la donación, quienes deben ser mayores de edad y civilmente capaces (donante y deudos) al momento de expresar su voluntad. Segundo, se obra de acuerdo con la presunción legal de donación, de conformidad con el artículo 2° de la Ley 73 de 1988 (Instituto Nacional de Salud, 1988, 2004). Ahora bien, a pesar de que se presume que todos los ciudadanos colombianos son donantes, es muy importante que esta decisión sea conocida por la familia para que se pueda respetar la voluntad del donante cuando fallezca. Salvo los casos en los que la donación se puede hacer en vida, como los trasplantes de riñón o de segmentos de hígado o páncreas, la donación de órganos y tejidos se cumple 16 sólo después de la muerte. Se pueden donar órganos como el corazón, los pulmones, el hígado, los riñones, el páncreas y el intestino; y tejidos como las córneas, la piel, los huesos, los vasos sanguíneos, las válvulas cardíacas, los cartílagos, los tendones y los nervios. Cabe anotar que por cada donante de órganos y tejidos se pueden beneficiar hasta 55 pacientes. Todo aquel que quiera manifestar en vida su deseo de ser donante voluntario de órganos y tejidos, puede hacerlo obteniendo el Carnet Único Nacional de Donante de Componentes Anatómicos. Es necesario señalar que los datos suministrados al momento de solicitar la inscripción a la Red de Donación y Trasplantes, son resguardados en una base de datos confidencial y no se realiza ningún tipo de exámenes. Lo más importante es que la familia conozca el deseo de ser donante, ya que son ellos quienes, finalmente, se encargan de hacer cumplir la voluntad del donante al momento de fallecer (Red de Donación y Trasplantes, 2009). Papel del psicólogo en programas de trasplante de órganos El incremento de trasplantes de órganos en el mundo ha motivado el desarrollo de investigaciones cuyo objetivo es evaluar, describir y comprender algunos aspectos psicológicos relacionados con ese procedimiento médico. Investigaciones referenciadas por Saks (1987), Collins y Labott (2007), han demostrado que el psicólogo es un apoyo durante la valoración de los candidatos a trasplantes. No obstante, éste también juega un papel crucial en el acompañamiento del paciente y sus familiares durante la espera del trasplante y en el post-trasplante inmediato y tardío. Por otra parte, y teniendo en cuenta el contexto conocido sobre la historia natural de la enfermedad y los factores clínicos de la misma que impactan la expectativa y la calidad de vida, la selección de los pacientes más apropiados para este procedimiento constituye el mayor desafío en lo que respecta a los Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología PAPEL DEL PSICÓLOGO EN EQUIPOS INTERDISCIPLINARIOS trasplantes. La evaluación de estos problemas son el paso más crítico para remitir a un paciente a un programa de trasplante (Rockey, 2001). Según Brannon y Feist (2000), dentro de la labor que realizan los psicólogos de la salud en los centros hospitalarios, se encuentra el trabajo alternativo a tratamientos farmacológicos, tratamientos primarios a trastornos físicos, que responden a intervenciones conductuales, así como tratamientos psicológicos auxiliares, como las intervenciones, a pacientes hospitalizados, intervenciones para mejorar las tasas de adherencia a los regímenes médicos y proveer elementos de evaluación con la aplicación de test psicológicos y neuropsicológicos. Uno de los campos específicos de intervención de los psicólogos de la salud en el ámbito sanitario, es el acompañamiento y valoración psicosocial a pacientes que son candidatos a cirugía y, específicamente, a aquellos que son candidatos a una cirugía mayor, como el trasplante de órganos. Estas acciones son fundamentales debido a la escasez de donantes y a los altos costos de este procedimiento médico, tanto a nivel quirúrgico, como por los medicamentos e intervenciones que deben seguir de por vida los pacientes que se benefician del trasplante. Entonces, la valoración debe garantizar que se seleccionen los mejores candidatos; es decir, aquellos que presenten determinadas características para pronosticar que van a tener los cuidados propios en el post-operatorio, lo que garantiza el éxito del trasplante (Remur, Aranz y Ulla, 2003). En estos casos, la labor del psicólogo de la salud es evaluar características de personalidad del paciente (presencia o ausencia de rasgos psicopatológicos relevantes), para tener en cuenta el manejo de posibles complicaciones por enfermedad mental. También, se busca evaluar las estrategias de afrontamiento e historial de adherencia a tratamientos médicos de los pacientes que son candidatos a trasplantes, su estilo de vida, aspectos cognoscitivos (nivel de razonamiento lógico y de comprensión) y la relación con otros riesgos de carácter emocional Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología o psicopatológico. Lo anterior porque todos son factores asociados al cumplimiento inadecuado o al incumplimiento absoluto de indicaciones terapéuticas que permitan garantizar el éxito del trasplante (Gómez, 2007; Remur, Aranz y Ulla, 2003). En lo que respecta a los requisitos de habilitación de los hospitales de cuarto nivel, que son los que cuentan con servicios de trasplante de órganos, la legislación no contempla que se cuente con un profesional de la psicología. Sin embargo, experiencias en otros países han demostrado el amplio campo de intervención que tiene esta ciencia del comportamiento en el seguimiento, evaluación y acompañamiento de los pacientes crónicos que son candidatos a este tipo de procedimiento médico. En este punto, debe hacerse alusión al estudio realizado por Goetzmann et al. (2006), cuyo fin era evaluar el bienestar psicosocial de los pacientes candidatos a trasplante de hígado y su necesidad de acompañamiento psicosocial. Se encontró que se necesita asesoría psicosocial durante el proceso de evaluación de trasplante de hígado, que se asocia con la personalidad y la edad, así como con los parámetros somáticos. Por otra parte, hay replanteamiento de la visión del paciente durante el período de espera, puesto debe manejar su vida cotidiana y la ansiedad, centrando sus esfuerzos en mantener una visión positiva y vivir un día a la vez. Aunque el bienestar psicosocial de los pacientes es relativamente estable, no debe dejarse de lado el hecho de que la tensión continúa después del ingreso a la lista de espera; alrededor de un 16% de quienes esperan un trasplante de hígado expresan que necesitan asesoría, lo cual implica que es necesario desarrollar una intervención psicosocial (Goetzmann et al., 2006). En la investigación realizada por Engle (2001), se describe el estado actual y las limitaciones del proceso de trasplante de órganos. Se anota que éste se ha vuelto un procedimiento médico rutinario, que si bien no es una cura en la fase terminal de una enfermedad crónica que requiere el cambio 17 Gloria María Berrío-Acosta, Viviana Angélica Burgos-Camacho del órgano afectado, sí es una alternativa para el tratamiento de problemas médicos y psicosociales. El autor señala que tanto los candidatos a trasplante, como los receptores del mismo, presentan problemas psicosociales. Entre éstos se incluyen: diagnósticos psiquiátricos de psicopatología, dificultades en el ajuste individual y familiar, disfunción sexual, bajas tasas de retorno al trabajo y fallas en la adherencia a los tratamientos y los regímenes médicos. La investigación muestra la necesidad de intervenciones, en cada una de estas áreas problema. No obstante, esto se establece de forma empírica, puesto que hay muy pocos estudios que identifiquen este tipo de problemas de tipo psicosocial. Probablemente, lo anterior se debe a que estos problemas, tanto en candidatos como en trasplantados, no se reportan de forma sistemática. El artículo concluye con una recomendación acerca de la necesidad de aumentar los esfuerzos encaminados a realizar investigaciones dirigidas a la intervención en las áreas del problema. Además, los estudios realizados por Mary Ellen Olbrisch, psicóloga PhD del Colegio Público Médico Universitario de Virginia (Olbrisch, Levenson y Hamer, 1998; Olbrisch y Levenson, 1991), señalan que la labor de los psicólogos en los grupos multidisciplinarios de trasplantes es determinar cuáles pacientes son buenos candidatos para recibir un nuevo órgano. Se tienen en cuenta lo que implican las decisiones de vida o muerte a las que estos, por su enfermedad crónica, se ven enfrentados. Por otro lado, un estudio realizado por una Institución Prestadora de Servicios de Salud – I.P.S – de cuarto nivel de atención en la ciudad de Bogotá, Colombia, que cuenta con servicio de trasplante de órganos, señala que, en una unidad de trasplantes de órganos, el psicólogo de la salud debe evaluar las características de personalidad de los pacientes candidatos a trasplante, sus estrategias de afrontamiento, la historia previa de adherencia a los procesos de autocuidado, el estilo de vida y los riesgos por eventos críticos, anteriores o actuales, a nivel emocional y psicopatológico. Así, el psicólogo podrá 18 identificar la mayor probabilidad de tolerancia al manejo de las circunstancias posteriores al trasplante (la adherencia a los medicamentos, las conductas de autocuidado, el cumplimiento de los controles médicos y la capacidad de afrontar y solucionar situaciones adversas asociadas al trasplante). En conclusión, la evaluación clínica del candidato a trasplante debe proporcionar información con respecto al nivel previo y actual de la adaptación psicológica, la evaluación de psicopatologías clínicamente significativas, la identificación de la estabilidad y el nivel de satisfacción, así como la disponibilidad del apoyo social y; por último, evaluar la valoración del candidato y sus familiares, tanto de los acontecimientos como de los requerimientos del trasplante y sus cuidados posteriores (Gómez, 2007). Así mismo, la investigación desarrollada por Burgos, Amador y Ballesteros (2007) pone de manifiesto la necesidad de crear estrategias de prevención tendientes a lograr el regreso de los pacientes al trabajo. Lo anterior porque estudios anteriores han señalado que son pocos los pacientes que regresan al trabajo, o algunos lo retoman, pero manifiestan poco interés en él. Estos autores también recomiendan profundizar en el impacto que el trasplante tiene en la calidad y el estilo de vida de los familiares y/o cuidadores del paciente, ya que observaron que estas personas tienen la necesidad de contar su experiencia y la forma como el trasplante hepático ha modificado sus relaciones familiares y la calidad de vida. Por último, señalan que es importante dar a conocer la importancia del soporte psicológico en las etapas pre y post trasplante en los centros de trasplante, ya que de esto depende que el aparato psíquico asuma la nueva condición. De este modo, y a pesar de los sacrificios y las condiciones propias del trasplante, los pacientes pueden tener una calidad de vida adecuada. En la última década, ha habido un mayor interés en definir y medir el concepto de calidad de vida en salud. De ahí que se hayan realizado investigaciones, específicamente en relación con un trata- Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología PAPEL DEL PSICÓLOGO EN EQUIPOS INTERDISCIPLINARIOS miento como el trasplante, con el fin de analizar el impacto de este procedimiento en la calidad de vida. Cabe mencionar que dichos estudios se han desarrollado en varios centros de trasplante de Norte América y Europa (Insensé, Vilardell, Aranzabal y Lago, 1999). Uno de estos estudios es el realizado por Kizilisik et al. (2001), quienes hicieron un seguimiento de 30 pacientes con 10 años de posttrasplante hepático y terapia inmunosupresora. Los investigadores encontraron que, en gran parte, la calidad de vida de estos pacientes se relaciona con la presencia o ausencia de complicaciones físicas asociadas con la terapia inmunosupresora. Entre dichas complicaciones se encuentran la hipertensión, la osteoporosis, la diabetes, la neurotoxicidad, la toxicidad y la falla renal, que declinan después del primer año de post-trasplante; la exposición al sol fue otro factor importante, ya que estos pacientes pueden desarrollar cáncer de piel. Sin embargo, a pesar de estos efectos adversos, el trasplante no sólo mejora la supervivencia, sino que implica un mejoramiento en la calidad de vida. Es importante resaltar que, además de estos efectos secundarios propios de la inmunosupresión, los pacientes con trasplante de hígado deben someterse al temor que generan otras complicaciones a largo plazo (después de 5 o más años de post-trasplante) por causa de esta terapia y de cómo estos afectarán la calidad de vida y el cumplimiento de los regímenes médicos. Estas complicaciones son: falla renal y hepática aguda, enfermedades gastrointestinales, diferentes tipos de cáncer como leucemia, linfoma o tumores en el sistema endocrino, cáncer de piel, enfermedades músculo esqueléticas como tendinitis, ruptura de los tendones, dolor de huesos, fractura y complicaciones oftalmológicas como cataratas, miopía o glaucoma (Rao, 1998). Las anteriores complicaciones y los efectos secundarios, como temblor, aumento de vello, acumulación de grasa, hipertensión, osteoporosis, desarrollo de gastritis, nausea, anorexia, diarrea, anemia, ansiedad, depresión, insomnio, inflamación Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología de las encías, entre otros, y la forma como éstas interfieren en la calidad de vida percibida, constituyen una de las mayores inquietudes a la hora de tomar la decisión de realizar o no el trasplante. Entonces, se debe evaluar si la idea de tener una vida nueva es suficientemente fuerte para aceptar este tipo de complicaciones, con las que el paciente tendrá que convivir de por vida. Por otro lado, Belle et al. (1997) realizaron un estudio sobre los cambios en la calidad de vida después del trasplante de hígado en 364 adultos de 3 centros de trasplantes de Norte América, antes y 1 año después de la cirugía. Evaluaron 5 dominios (medidas de enfermedad, aflicción psicológica, funcionamiento del bienestar personal, rol y función social, y percepción general de salud) mediante un cuestionario estandarizado. Los resultados permitieron ver una disminución de los síntomas relacionados con la enfermedad y bajos niveles de malestar general. Todas las medidas del funcionamiento personal mejoraron significativamente, al igual que las de rol y función social; el 58% de los pacientes regresaron al trabajo y al colegio, y la percepción de la salud mejoró notoriamente. Con respecto a la calidad de vida, relacionada con el pronóstico para el trasplante, Küchler (1999) realizó un estudio longitudinal por espacio de 10 años. 248 pacientes que fueron monitoreados por un mínimo de 1 año y un máximo de 10 años de pos-trasplante. De este estudio, cuyo objetivo era definir cómo el pronóstico influía en la calidad de vida, se reportan importantes resultados como: 1.La calidad de vida en los primeros años de supervivencia va de buena a excelente. 2.El momento de la enfermedad en el cual se decide realizar el trasplante es el criterio más válido para una larga supervivencia en el post-trasplante. 3.El apoyo psicosocial mejora la calidad de vida y es el segundo criterio más significativo para el buen pronóstico no médico. 4.En la evaluación de la calidad de vida, aún se discute la relevancia de la evaluación subjetiva 19 Gloria María Berrío-Acosta, Viviana Angélica Burgos-Camacho del paciente sobre la evaluación objetiva, así como la importancia que tiene la situación de la enfermedad y el trasplante en su vida, sus expectativas y sus ansiedades, puesto que el objeto de la evaluación de la calidad de vida es, específicamente, sobre la necesidad de un soporte social, emocional y físico. 5.Es necesario evaluar la calidad de vida más allá de las tasas de supervivencia de los programas de trasplante. Con respecto a las diferencias de género, Cowling et al. (2004) realizaron un estudio sobre las diferencias entre 61 mujeres y 86 hombres receptores de trasplante de hígado; para ello, utilizaron una prueba que mide calidad de vida. Los hombres mostraron un mayor grado de calidad de vida general, con respecto a lo reportado por las mujeres. La influencia del nivel educativo fue otro hallazgo importante; se mostró que si el nivel de educación era menor o igual a 12 años, los hombres y las mujeres puntuaban igual; pero si este nivel de educación es mayor, los hombres puntúan más que las mujeres. Se encontró que un alto porcentaje de los hombres trabaja antes y 1 año después del trasplante, y este porcentaje es mucho más bajo en las mujeres; sin embargo, dos años después del postrasplante, ambos, hombres y mujeres, revelan las mismas tasas de empleo. También, en el ámbito de la percepción de salud global, que además incluye dolor corporal y funcionamiento físico, la puntuación fue similar en ambos en el primer año de post-trasplante, pero aumentó de forma positiva en los hombres después del segundo año. El hecho de que los hombres reporten una mejor calidad de vida que las mujeres, se debe a que, en esa sociedad, las mujeres demuestran altas tasas de aflicción psicológica y enfermedad física, como resultado de los roles que ocupan (roles de crianza). Dichos roles se asocian con un alto nivel de demanda social y escasez de privacidad. En cambio, los hombres ocupan roles más estructurados que, a su vez, se asocian con una buena salud mental y bajas tasas de morbilidad mental. 20 Conclusiones Está ampliamente descrito que el trasplante de órganos y tejidos es un procedimiento médico que ha ido en aumento durante los últimos años. Esto se debe al incremento de pacientes con enfermedad crónica que, con esa intervención quirúrgica, no sólo tienen una segunda oportunidad de vida, sino que logran que ésta sea de calidad. Por lo anterior, es necesario que el trasplante de componentes anatómicos no sólo se vea desde los aspectos biológico y técnico; éste debe centrarse en un modelo multidisciplinar que incluya una perspectiva biopsicosocial (Moreno y Ximénez, 1996; Engle, 2001; Alarcón, 2004, Vinaccia, 2005; Burgos, Amador y Ballesteros, 2007; Collins y Labott, 2007; Gómez, 2007). Las intervenciones desde la disciplina de la psicología en este procedimiento médico están relacionadas con la selección de los pacientes que son más idóneos para el procedimiento quirúrgico; se debe tener en cuenta el origen y las consecuencias de la enfermedad crónica de base que genera el daño irreversible del órgano o tejido, y cómo estos factores han impactado la calidad de vida del individuo enfermo. Así mismo, se deben evaluar los recursos físicos, sociales, económicos y psicológicos con los que éste cuenta para asumir de forma apropiada los tratamientos postoperatorios, propios del trasplante, y las consecuencias negativas del mismo. La entrevista de valoración pre trasplante está direccionada e influenciada por la selección del mejor candidato, no sólo por la escasez y disponibilidad de donantes, sino por los altos recursos económicos, técnicos y sociales que implica el procedimiento (Saks, 1987; Olbrisch, Levenson y Hamer, 1998; Olbrisch y Levenson, 1991; Rockey, 2001; Engle, 2001; Remur et al., 2003; Alarcón, 2004; Goetzmann et al., 2006; Gómez, 2007; Collins y Labott, 2007). En la bibliografía, es evidente que el acompañamiento que se lleva a cabo con los candidatos para el trasplante es el mismo que el psicólogo de la Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología PAPEL DEL PSICÓLOGO EN EQUIPOS INTERDISCIPLINARIOS salud realiza en el proceso médico de las cirugías en general, bajo el supuesto que todos los hallazgos pueden repercutir en el incumplimiento parcial o absoluto de indicaciones terapéuticas de por vida, que permitan garantizar el éxito del trasplante (Saks, 1987; Brannon y Feist, 2000; Remur, Aranz y Ulla, 2003; Alarcón, 2004; Gómez, 2007; Collins y Labott, 2007). A pesar de que algunos autores consideran que la intervención del psicólogo en el proceso de trasplante se divide en 4 momentos (evaluación psicosocial, período de acompañamiento y seguimiento en el tiempo pre quirúrgico, y post trasplante inmediato y tardío) son pocos los estudios que incluyen la intervención psicológica más allá del período de valoración pretrasplante (Remur, Aranz y Ulla, 2003; Gómez, 2007; Burgos, Amador y Ballesteros, 2007). A pesar de que la Psicología de la salud, como área de la disciplina de la psicología, tiene un amplio campo de acción en el ámbito hospitalario y en la relación de éste con el manejo de las enfermedades crónicas, la intervención psicológica en procedimientos médicos como el trasplante de órganos y tejidos, se sigue limitando a la valoración psicosocial inicial de los candidatos a este proceso. A pesar de que las consecuencias propias del trasplante están bien descritas por los regímenes médicos y vicisitudes a los que se ven enfrentados los pacientes trasplantados y sus familiares, hay muy poca literatura que documente y justifique las intervenciones psicológicas que se deben hacer en los cuatro momentos del trasplante. Debido a esta carencia de información, se deben hacer ciertas recomendaciones a los psicólogos tratantes. La primera es que en la intervención (desde la psicología de la salud) se tengan en cuenta diversos aspectos. Uno de ellos es la incertidumbre que deben manejar el paciente y su familia, tanto en el período de espera como en el post-operatorio. La segunda recomendación es el diseño y validación de guías de intervención que sirvan de apoyo para trabajar en estos aspectos. Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología Ninguno de los documentos revisados puso en evidencia la existencia de legislación que reglamente el ejercicio del psicólogo de la salud en el proceso del trasplante de órganos. Sin duda, esto es una limitante para que los profesionales de esta disciplina respondan de manera concreta a las necesidades psicológicas del paciente en las diversas etapas del trasplante. Por último, es necesario hacer investigaciones en Colombia que permitan describir y documentar de manera más amplia y precisa las funciones, acciones y responsabilidades que, en la actualidad, llevan a cabo los psicólogos que hacen parte de equipos interdisciplinarios; por lo general, estos profesionales trabajan en IPSs en la atención y manejo del paciente en todas las fases que constituyen el proceso de trasplante de órganos y tejidos. Referencias Abreu, C., Niño, A., Rodríguez, J., Girón, F., Bohórquez, H. y Aparicio, C. (s.f.). Trasplante: Un regalo de Vida. 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