EL VALLE DE PIEDRAS ENCIMADAS INTRODUCCIÓN Por la carretera 119 que atraviesa la Sierra Norte del Estado de Puebla (19º.56’ de latitud norte y 97º57’ de longitud oeste ) que comunica a la ciudad de Huauchinango con la Capital del Estado en el kilómetro 129, se encuentra la Ciudad de Zacatlán, bello lugar turístico enclavado en un relieve montañoso; esta población cuenta con importantes vías de comunicación, como la carretera Zacatlán- Chignahuapan -Apizaco-, que enlaza a la ciudad de Puebla, y la carretera Zacatlán-.Tejocotal que da acceso a la vía México-Tuxpan Saliendo al poniente de la ciudad, a diez kilómetros a la derecha se encuentra una desviación donde parte un campo de terracería de diez kilómetros; al final de éste aparece de pronto una gigantesca mole de piedras de configuración irregular, que se eleva imponente casi sobre el sendero, recortándose contra el cielo. Una cuidadosa mirada perfila sin dificultad la silueta de un centinela, inmóvil, petrificado por el tiempo. Un poco más allá una formación similar, pero de menor tamaño, evoca la figura de un feroz perro guardián que acompaña a su dueño en la vigilancia. Nos encontramos en “El Valle de las Piedras Encimadas” frente a algunas de las enormes formaciones de extrañas figuras, cuya maravillosa presencia ha convertido a la región en un centro de atracción para estudiosos y visitantes. Y estas imágenes son tan sólo el principio. A medida que se prosigue la marcha, aparecen nuevas y extrañas esculturas que salpican desordenadamente el paisaje. Cuando se penetra en el Valle es impresionante ver las siguientes figuras y formaciones de piedras colocadas unas sobre otras reuniendo más de un centenar de figuras rocosas compuestas de piedras y peñascos que por su aspecto y posición evocan las siluetas de monstruos, animales inexistentes, gigantescas torres, pedestales y otras fantasmagóricas, semejantes a piedras esculpidas. configuraciones Bajo la luz del sol, estas piedras parecen cobrar vida, animarse, surgiendo del suelo como largos cuerpos petrificados, pero a la vez latentes. Cuando está uno en ese lugar, uno no sabe hacia dónde mirar, en qué punto concentrar la atención, el espectáculo es demasiado vasto para tratar de abarcarlo visualmente. Conforme se recobra el valle predominan las esculturas de animales acuáticos, como ranas, patos, sapos, patos y lagartos. Al caminar en este lugar le invade a uno la sensación de que todo se encuentra en perfecto equilibrio, y más adelante sorprende una especie de Buda en meditación, con las manos juntas en actitud de plegaria. Es quizá una de las imágenes más impresionantes, por su delineación precisa y porque parece ser el resultado de un equilibrio de fuerza en el interior de la piedra misma. El Valle conserva el secreto de la existencia de extraños gigantes, aun cuando la abundancia de enigmáticas formaciones ha hecho acudir a la mente de lugareños y visitantes todo tipo de relatos para aclarar el fenómeno. Hay quienes consideran las esculturas como un legado arcaico de civilizaciones primitivas; algunos tienen para ellas explicaciones más fantásticas: Prueba de la visita de seres de otros mundos o bien obra de un arquitecto de colosales dimensiones. Sin que por ello disminuya en nada su carácter asombroso, su origen tiene una explicación más sencilla, pero también más científica, que no excluye por supuesto la intervención de la mano del hombre. EDAD DE FORMACIÓN La carencia de arena o fósiles marinos, en el valle que comprobaron los investigadores del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM.) derrumbó definitivamente la hipótesis sobre su procedencia marina. Los datos que resultan de una investigación conjunta de geógrafos y geólogos, conducen a demostrar que el fenómeno de las Piedra Encimadas está más relacionado con la historia de la tierra que con las leyendas misteriosas. Los resultados del análisis mineralógico de los científicos de la UNAM, indican que la superficie rocosa del valle surgió en el periodo terciario, hace 60 millones de años, su aparición sobre la superficie del planeta en la época actual constituye, entonces desde el punto de vista geológico, claro indicio de que las estructuras que habían desaparecido milenios antes, vuelven a surgir para formar parte del entorno del hombre contemporáneo. Para los geólogos no entraña misterio alguno la aparición de estos cambios, puesto que la tierra se haya en transformación continua. Por un lado la presencia de agentes atmosféricos externos (lluvias, viento , hielo, etc. desgasta sus estructuras superficiales; por el otro, los procesos físicos, químicos y biológicos descomponen y reorganizan las rocas y, finalmente la intensa actividad orgánica (formación de montañas ) y tectónica ( conformación de la corteza terrestre), generada en el interior del planeta produce modificaciones de gran magnitud. La gran diversidad de rocas de la superficie terrestre comienza experimentar desde su aparición una serie de transformaciones esenciales. La rapidez del enfriamiento, en primer término, y las reacciones químicas que sufren los materiales que la componen, entre otras cosas, da origen a rocas de tipo distinto. Al ocurrir la fragmentación rocosa, trozos de piedras, grandes y pequeños, así como minerales sueltos tienden a hacerse cada vez más finos para formar la capa de material de desecho que con frecuencia permanece largo tiempo en el lugar donde se ha formado. Ahí la sustancias superficiales se mezclan con la vegetación. La materia descompuesta y otras materias orgánicas producen un extenso manto de detritos (masa sólida en particulares) y material cuya textura y composición difieren de la roca original y constituyen el suelo esencial para la existencia del hombre en la tierra, una capa fértil capaz de producir las formas de vida vegetal sin las cuales no sería posible la vida humana. A su vez los procesos químicos que alteran la roca primitiva dependen en forma determinante de la modalidad climática existente. No puede hablarse, advierten los científicos, de un proceso erosivo sin tomar en cuenta este elemento decisivo en la descomposición de los materiales, que se basa en la resistencia específica de estos a un grado mayor o menor de humedad, a cambios externos de temperatura, a la velocidad y frecuencia del viento, a la presencia de hielo etc. De tal manera la exhibición escultórica de Zacatlán, que maravilla al hombre contemporáneo constituye, una obra de millones y millones de años, de reacciones químicas entre sus elementos y de la lenta y continua acción de factores atmosféricos sobre la capa rocosa del planeta. Son numerosos los componentes que intervienen en el tallado del perfil temporal de los restos rocosos. La heterogeneidad de la composición química, su colocación según la dirección de los vientos y el conjunto climático a que están expuestas son algunas de las causas de su desgaste irregular, de su belleza y originalidad. La existencia sobre la superficie terrestre de estas formaciones rocosas, después de haber estado sepultadas `por la fecunda capa originaria de los bosques que pueblan la zona, constituye una severa advertencia para el hombre contemporáneo. Por lo general no suele comprenderse plenamente la importancia de la tala de árboles, de la contaminación y de la explotación de las vetas minerales en el empobrecimiento de la capa fértil. La riqueza de ésta, en cambio, determina la presencia de bosques y pastizales que a su vez actúan como una protección natural del suelo contra la erosión. Es así como la presencia de ganado que consume en forma espontánea los recursos del valle representa, junto a la tala inmoderada de los bosques, uno de los factores que han contribuido a eliminar el suelo y a la aparición sobre la superficie terrestre de la capa rocosa desintegrada en su mayor parte -que había sido sepultada durante millones de años por la acción benéfica de la naturaleza. ESCULTURAS DE ROCA Aun cuando actualmente los restos rocosos aparecen como islas en un plano de menor elevación, todavía cubierto de verdor, el fenómeno tiende a multiplicarse en los alrededores, impulsado por las mismas causas que produjeron el impresionante escenario del “Valle de la Piedras Encimadas”. La composición terrestre de la zona es un factor determinado para la presencia de este fenómeno ya que el grano grotesco de las rocas llamadas riolitas y asedias se desintegran fácilmente ante la acción de los agentes atmosféricos. A lo anterior hay que añadir el alto porcentaje de humedad que prevalece en la zona, donde con frecuencia llueve. Sin que de hecho se presenten cambios extremos de temperatura, el viento y la lluvia cargados de partículas pulverizadas de material rocoso, actúan a manera de soplete de arena que socava rápidamente los materiales expuestos a la intemperie. A los biólogos les ha llamado la atención el hecho de que en un futuro cercano la belleza del bosque de pinos que enmarca los extraños gigantes podrá desaparecer y dejar al descubierto una corteza terrestre de extraño relieve, áspera y pelada, de millones y millones de años de antigüedad. Pero, como es frecuente, pocos son por desgracia quienes atienden sus llamados. Los visitantes ajenos a las explicaciones científicas y carentes de interés por la conservación de los recursos bióticos, se deleitan con la contemplación del majestuoso espectáculo pétreo, semejante a una inmensa exposición de esculturas al aire libre. Suman legiones quienes cada fin de semana acuden al Valle, provistos de tiendas de campaña, cargados con el equipo necesario para la excursión.