Cuidando nuestra salvacion - Toda la Escritura es inspirada por Dios

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Cuidando nuestra salvación
Hebreos 2:1-4
Introducción.
U
no de los errores comunes que casi todos los seres humanos cometemos es el de descuidar
aquellos o aquellas cosas a las que deberíamos ponerles atención. Lo hacemos ya sea por las
muchas ocupaciones, por costumbre, por indiferencia o por negligencia y no les ponemos
atención. Por ejemplo: A veces descuidamos nuestro coche. No le hacemos las revisiones periódicas
que necesita (Cambio de aceite, bujías, filtros, agua etc.) lo vamos dejando poco a poco hasta que el
coche ya no quiere caminar. A veces descuidamos nuestra casa. No tapamos la gotera que tiene hasta
que se llueve mas adentro que afuera. Veces descuidamos a nuestra esposa (o) porque no hacemos el
tiempo necesario para estar con ella hasta que vienen problemas fuertes y andamos asustados. A veces
también descuidamos a nuestros hijos y cuando queremos darnos cuenta, nuestros hijos han crecido y
ya se van de la casa. Y como tenemos esta tendencia a ser descuidados, el escritor a los hebreos nos
advierte a no descuidar. Pero a no descuidar una salvación tan grande. Por eso quiero hablarle de
cuidar nuestra salvación.
I) ¿Cómo podemos cuidarla?
A. Estando despiertos o alertas.
Pablo escribió: “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque
ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”. (Romanos 13:11) Ya es
el momento y la hora de despertar del sueño de la indiferencia por las cosas eternas. Del sueño de
la negligencia, del sueño de la inactividad y falta de preparación espiritual. El tiempo de decidir
obedecer a Cristo es ahora, porque la consumación final de la salvación se acerca. Si la iglesia
hubiera estado activa, el apóstol no les habría escrito que se levanten del sueño. Pablo se dio cuenta
que estaban viviendo un tiempo especial que no habría que desperdiciar, y que las condiciones eran
propicias para que la iglesia comience a trabajar porque ya estaba por amanecer. El mismo dijo:
“Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo”
(Efesios 5:14)
B. No distrayéndonos.
El escritor a los hebreos escribió: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…”
(Hebreos 12:2) Obviamente poner lo ojos en Jesús no son los ojos físicos, sino los ojos internos del
corazón. Es decir, que en Jesús deben estar enfocados nuestros pensamientos y anhelos. El atleta
como el cristiano sabe que en la carrera no debe dejarse distraer ni con aplausos ni con las críticas
de la gente que le rodea. A veces es fácil distraerse y dejar de poner atención a lo que realmente
vale la pena. Nos distraen los chismes, la televisión, el Facebook, el deporte, el trabajo, etc.
Algunas de estas cosas pueden ser buenas. Sin embargo, pueden hacer que vivamos distraídos, con
la mente en cosas vanas. “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas
que hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2 Porque si la palabra dicha por medio de los
ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3 ¿cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?...” (Hebreos 2:1-3)
C. Ocupándose en ella.
Pablo escribió: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi
presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con
temor y temblor” (respeto y devoción) (Filipenses 2:12) Estar ocupado en la salvación es muy
distinto a estar ocupados para lograr la salvación. La salvación ya la tenemos. Ahora lo que
debemos hacer es ocuparnos en ella. Ocuparse habla de trabajo, actividad y de esfuerzo. O sea que
nuestro trabajo primordial debe ser nuestra salvación. No el negocio, no la empresa. Todos
sabemos que un cantante no puede descansar en los éxitos del pasado, debe dedicar horas en
ensayar diariamente y permanecer ocupado en lo suyo. A fin de poder dar un buen concierto. Así
también el cristiano, debe dedicarse a lo que ya sabe. Se requiere no un esfuerzo mediocre. Sino el
mejor, uno con todo nuestro vigor, de una entrega incondicional, no se trata de solo desear, sino de
ocuparse.
II) ¿Por qué debemos cuidarla?
A. Porque es un don de Dios.
Pablo escribió: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es
don de Dios” (Efesios 2:8) Como Dios vio que no podíamos salvarnos a nosotros mismos, nos
salvo por la fe a través en Jesucristo. La salvación no es un logro nuestro, sino que es un acto de la
bondad de Dios. Por tanto, no es el dinero, el poder, el prestigio, las armas lo que le dan seguridad
al cristiano, sino el don de la salvación de Dios. Dios fue el que nos tiró el salvavidas mientras nos
hundíamos en las aguas del pecado. Hoy en día estamos agarrados a ese salvavidas que mantiene
nuestra vida espiritual flotando. Pero no significa que por estar agarrados no podamos soltarnos en
algún momento. Por eso debemos cuidar nuestra salivación. La salvación es divina porque viene de
Dios y por tal motivo debemos cuidarla.
B. Porque costo mucho.
El hecho de que la salvación no nos haya costado nada a nosotros, pues se nos dio, no significa que
no tiene un costo. Pedro dice: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir,
la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:1819) el oro y la plata, metales preciosos no podían pagar la salvación que necesitábamos. La
salvación solo se podía pagar con sangre y Dios estuvo dispuesto hacerlo y Jesús también.
A veces no entendemos el costo de la salvación y por eso a veces no la cuidamos. Pero piense en
esto: ¿Cuánto le ha costado ser padre o madre? ¿Cuánto le ha costado al estudiante haber
terminado su carrera? ¿Cuanto le cuesta al predicador iniciar y mantener una iglesia? ¿Cuándo le
costaría al padre aceptar que su hijo se fuera como misionero a las tribus del Amazonas en el
Ecuador? La gente cuida mucho lo que considera valioso por ejemplo: El dinero en el banco, las
joyas en las cajas fuertes y hay quienes aseguran alguna parte de su cuerpo por millones de dólares.
Eso pasa cuando algo es muy valioso para ellos. Entender el valor de la salvación hará que la
cuidemos más que al dinero o a las joyas incluso más que a nosotros mismos.
C. Porque la podemos perder.
Hay quien no cuida su salvación porque piensa que será salvo haga lo que haga. Había un hombre
que en prisión que asistía a los cultos que nosotros íbamos hacer allí que me dijo que el aunque no
andaba haciendo cosas buenas de todas maneras seria salvos porque cuando era joven se había
entregado a Jesucristo. A lo que yo le dije que eso pensaba el, pero la realidad era otra cosa.
Por ejemplo: “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por
el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su
postrer estado viene a ser peor que el primero. 21 Porque mejor les hubiera sido no haber
conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo
mandamiento que les fue dado. 22 Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro
vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2:20-22)
A demás Pablo escribe: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual
también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2 por el cual asimismo, si retenéis la palabra
que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano” (1 Corintios 15:1-2) Este texto nos dice
que muchos se condenaras no porque no creyeron, sino porque no retuvieron la palabra para ser
salvo.
D. Porque después poder ser demasiado tarde.
El rico de Lucas 16:19-31 quería que Abraham mandara a alguien entre los muertos para que les
advirtiera a sus hermanos en la tierra para que no fueran a mismo lugar de tormentos en el que él
estaba. El rico estaba insinuando que el no tuvo la suficiente advertencia de lo que le esperaba
cuando muriera y no quiere que su familia tenga la mismo destino que él. Se estaba preocupando de
su familia demasiando tarde. Quería proveerles lo que en vida no les proveyó, dirección espiritual. Quizás
hasta eran compañeros de parranda.
El inventa un nuevo medio de gracia para sus hermanos, uno que Dios debió haber usado para él.
El creía que el plan de Dios no servía, que sería mejor enviar mensajeros de entre los muertos para
asustar a los perdidos contándoles los horrores del tormento de los perdidos. A lo que Abraham le
dijo: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos” es decir, a las escrituras de Moisés y los
profetas. Estaba indicando con esto que se les estaba advirtiendo pero que ellos tenían que oírlos,
es decir, obedecerlos.
El oír para obedecer la palabra de Dios determina la salvación o la condenación de uno. El pobre
fue salvo no por ser pobre, sino por oír y obedecer la palabra de Dios (Juan 5:24, Efesios 1:13). El
rico se condeno no por ser rico, sino por rechazar la palabra de Dios (Hechos 13:46) Y cuando
quería ya era demasiado tarde.
III) ¿Para que debemos cuidarla?
A. Para tener seguridad.
No hay peor cosa que vivir en la zozobra de la inseguridad de la salvación. Es muy feo vivir
inseguro de su salvación. A veces los hermanos aun preguntan si son salvos. ¿Saben porque?
Porque el pecado produce inseguridad, la infidelidad produce inseguridad y la inactividad produce
inseguridad. La conciencia no les deja estar en paz. El predicador no da seguridad. El asistir a la
iglesia por si solo no da seguridad. Leer la Biblia por si solo no da seguridad. Hay que hacer lo que
debemos hacer. Es la fidelidad y el servicio a Dios es lo que da seguridad.
Por ejemplo Pablo habla de la seguridad de los diáconos diciendo: “Porque los que ejerzan bien el
diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús” (1
Timoteo 3:13) La confianza se las dio el hacer lo que Dios les dijo que hicieran. Esta misma
confianza la podemos tener en la medida que seamos fieles a Dios. Juan dice: “Y ahora, hijitos,
permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no
nos alejemos de él avergonzados”. (1 Juan 2:28) La idea de Juan es que si caminamos en la
comunión con Dios ahora, no nos avergonzaremos cuando nos encontremos con él en cualquier
momento de nuestras vidas.
B. Para influenciar a los demás.
Pablo le dijo al joven Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues
haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:16) Según Pablo no solo
se debe cuidar como nos comportamos, sino también lo que enseñamos. Por de ello depende de que
mucha gente se salve o se condene. La buena conducta y la buena enseñanza son inseparables.
Porque no se puede tratar de hacer cambiar a otros, si primero no cambias tú.
Muchos son inducidos a responder ante la invitación del Evangelio al ver la nuestra buena
conducta y enseñanza. Pero también muchos son inducidos a rechazar la invitación del evangelio
debido al mal comportamiento de algunos hermanos o de la falsa enseñanza. La pregunta es: ¿Eres
tu un salvavidas o una piedra de tropiezo?
C. Para entrar a la vida eterna.
En Mateo 25:1-13 hay la parábola de las diez vírgenes. Que bien ilustra lo que la iglesia hace,
mientras unos se preparan otros son descuidados. Jesús hablo de 5 vírgenes prudentes y 5
insensatas. Las prudentes tomar aceite demás previendo que quizás lo necesitarían. Las insensatas
no tomaron aceite demás. No fueron previsoras. Nótese Jesús no las califica como malas a las que
no tomaron aceite de más, sino como descuidadas, despreocupadas. Ellas no pensaron en el futuro.
No les faltó oportunidad. No les fue imposible, sino que simplemente lo descuidaron.
Esta parábola nos esta enseñando que hay muchos hermanos que no se están preparando
adecuadamente para su encuentro con Jesús. No son malos, pero son descuidados despreocupados
de las cosas de Dios. Se van empobreciendo gradualmente hasta que la mecha se apaga. Tienen la
oportunidad pero no les parece tan importante, no piensan en el futuro. Pero el cristiano prudente
se prepara cada día pensando que quizás el Señor llegue en ese momento. Logra las oportunidades
que Dios les da y esta listo para recibir al novio.
Esta es una advertencia que muchos serán desconocidos por Cristo en aquel día. Nadie mas tendrá
la culpa solo ellos, porque fueron irresponsables. Su preparación fue superficial e inadecuada.
Porque se descubrió que realmente no les importaba realmente acompañar a los novios a su fiesta.
Jesús le dice a la iglesia “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu
corona” (Apocalipsis 3:11) que no se diga de ti como dice el comentarista de futbol: “Era suya, la
tenia pero la dejo ir”
Conclusión.
Hemos dicho como, porque y para debemos cuidar nuestra salvación. Así que la pregunta es: ¿Es
usted salvo? Si la respuesta es si, entonces viva como salvo, piense como salvo, hable como salvo,
actué como salvo y no como uno que esta condenado. Ahora si usted no es salvo aun, le invitamos
a que lo sea. Jesús dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado” (Marcos 16:16) La oferta de salvación esta hecha pero uno tiene que tomarla. Uno
tiene que hacerse de ella. Uno es salvo automáticamente por derecho de nacimiento físico, sino por
aceptar tener una relación con Jesucristo. Así que le invitamos a que lo haga y que Dios le bendiga.
Juan Ramón Chávez Torres
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