La construcción de la corporeidad y acciones performáticas en el proceso educativo. Desde las voces y narrativas no hegemónicas Sara Victoria Carrasco Segovia, Universidad de Barcelona, s_carrasco_s@msn.com. Resumen. En la educación tradicional aún se pueden observar discursos que ofrecen conceptos privilegiados del cuerpo y prácticas pedagógicas que podrían estar sometiendo a los estudiantes bajo diversas técnicas de control corporal tanto en instituciones escolares como universitarias. A partir de aquí, surge la necesidad de conocer de qué manera un grupo de profesores de artes visuales en formación, va construyendo sus corporeidades y acciones performativas a partir de las diversas prácticas y discursos pedagógicos en torno al cuerpo que se emplean en su proceso formativo universitario. Para esto, se realizó un estudio de caso colectivo, que constó con la presencia de ocho estudiantes entre 20-27 años. A partir de aquí, esta investigación propone la idea de abrir espacios a la voz del alumnado, a las narrativas no hegemónicas y a la experiencia, para construir desde ahí, conocimientos en relación que ayuden a repensar la presencia del cuerpo dentro de la educación formal y las prácticas educativas, proponiendo otros territorios y modos de entender las prácticas pedagógicas. Y, a su vez, hacer visible prácticas que pueden estar actuando desde el ocultamiento en detrimento del cuerpo y la libertad de los sujetos. Palabras clave. Cuerpo/corporeidad. Acciones performáticas. Educación formal. Experiencia. Voz alumnado. Narrativas no hegemónicas. Resumo. Na educação tradicional ainda se podem observar discursos que oferecem conceitos privilegiados do corpo e práticas pedagógicas que podem estar a submeter os estudantes a diversas técnicas de controlo corporal, tanto em instituições escolares básicas e secundárias como em instituições universitárias. A partir daqui, surge a necessidade de conhecer de que maneira um grupo de professores de artes visuais em formação vai construindo as suas "corporeidades" e acções performativas, a partir das diversas 1 práticas e discursos pedagógicos sobre o corpo que se empregam no seu processo formativo universitário. Por esta razão, realizou-se um estudo de caso colectivo, que contou com a presença de oito estudantes entre os 20 e os 27 anos. Esta investigação propõe a ideia de abrir espaços à voz do alunado, às narrativas não hegemónicas e à experiência, para construir, a partir daí, conhecimentos que ajudem a repensar a presença do corpo na educação formal e nas práticas educativas, propondo outros territórios e modos de entender as práticas pedagógicas. Ao mesmo tempo, propõe-se que se tornem visíveis determinadas práticas que podem estar a actuar pela ocultação, em detrimento do corpo e da liberdade dos sujeitos. Palavras chaves. Corpo/corporeidade. Acções performáticas. Educação formal. Experiência. Voz do alunado. Narrativas não hegemónicas. Abstract. In traditional education still can be observed speeches that offer privileged concepts of the body and pedagogical practices that could be subjecting students under various techniques of body control both in school institutions such as University. From here arises the need of know how a group of teachers of visual arts in training, are building their corporalities and performative actions from the various practices and educational speeches around the body used in the University learning process.This is a study of collective case, which consisted in the presence of eight students between 20-27 years. From here, this research proposes the idea to open spaces to the voice of the students, to the non-hegemonic narratives and experience, to build from there, knowledge in relation to help rethink the presence of the body within the formal education and educational practices, proposing other territories and ways to understand the pedagogical practices. And, make visible practices that may be acting from concealment to the detriment of the body and the freedom of subjects. Keywords. Body/corporality. Performative actions. Formal education. Experience. Student voice. Non-hegemonic narratives. 2 1. Antecedentes de la investigación 1.1 Territorios y posicionamientos Mis experiencias corporales y educativas, tanto como profesora de artes como estudiante, se han ido configurando por elementos claves que establecen los relatos hegemónicos de la educación tradicional chilena. Por un lado, la herencia patriarcal, androcéntrica y heteronormativa aún presentes tanto en la sociedad como dentro de la formación y, por otro lado, las fisuras y legados que dejaron diecisiete años de dictadura militar sobre la educación y las prácticas pedagógicas, tanto sobre el control corporal como en implantar un sistema que se caracteriza por ser segregador, siguiendo una lógica mercantil y un excesivo lucro en la educación. Estos antecedentes marcan rasgos que aún ofrecen concepciones privilegiadas del cuerpo donde la presencia del cuerpo aparece muy relegada dentro de los discursos y currículos educativos actuales y, junto con esto, repiten el uso de múltiples prácticas pedagógicas que someten a los cuerpos de los estudiantes desde el ocultamiento. Desde estos territorios nace la necesidad de repensar la educación en base a las nuevas necesidades de los estudiantes como cuerpos que están en acción, que se resisten y que construyen conocimientos, pues tal como proponen Juana Sancho y Fernando Hernández, “frente a los relatos hegemónicos de la educación, se hace necesario contar otras historias que muestren cómo la educación puede ser llevada cabo desde otros valores y con otra finalidad, cómo los docentes pueden ejercer su papel desde otras posiciones y escenarios para aprender, que no pasen por el adiestramiento y la repetición” (2014: 24). Siguiendo la invitación de Sancho y Hernández, propongo una investigación cuyo problema se centra en conocer, mediante un proceso de reflexión permanente y desde las propias experiencias de los sujetos, de qué manera un grupo de profesores de arte en formación, van construyendo sus corporeidades y acciones performáticas a partir de las prácticas y discursos en torno al cuerpo que se emplean dentro de su proceso formativo. Discursos y prácticas que, de algún modo, agencian sobre su concepción de cuerpo/corporeidad y van dando forma a sus múltiples identidades y subjetividades como futuros profesores de artes visuales. Para hablar del cuerpo en la educación y escribir desde mi perspectiva como profesora frente a las múltiples posibilidades que pueden desprenderse de ahí, me posiciono desde 3 un enfoque ontológico y epistemológico construccionista, como un modo de ser, estar, entender y conocer, que no es predeterminado, que se construye y se articula en la relación. El construccionismo entendido como un talante (Iñíguez, 2003) y no como un dogma o una etiqueta, simplemente, como un modo de acercamiento que me permite aproximarme a la realidad y al conocimiento como construcciones sociales que emergen a partir de la relación con el otro y que dependen de un contexto sociocultural (Gergen, 1985; Berger y Luckmann, 1986; Burr, 1995; Ibañez, 1990). Y, que a su vez, permite acercarnos a las experiencias de los otros sin cosificarlas ni acomodarlas a nuestros intereses. Un enfoque ontológico y epistemológico de mi investigación, entendido, tal como proponen Juana Sancho y Fernando Hernández (2014), como un modo de conocer que no es predeterminado sino que se articula en la relación con los otros, un modo de indagar que no es preestablecido, que está abierto a lo nuevo, lo incierto y que nos coloca en una posición de no saber, y como una posición política ya que nos ofrece otros puntos de vista de la realidad, otros lugares y otras estrategias, para cuestionar des ahí, los relatos naturalizados y hegemónicos. A partir de aquí, cuando hablo de la noción de cuerpo y corporeidad, lo hago desde la teoría social, ya que el cuerpo es visto como algo que va mas allá de la dimensión propiamente física o Körper (Husserl, 1963) que alude sólo a la parte biológica del cuerpo desde un dualismo carteciano que divide al cuerpo en dos partes inconexas: cuerpo y alma. Una noción social del cuerpo que lo concibe como parte esencial y constitutivamente subjetiva de la persona y que necesariamente debe venir dada a través de la relación con los otros en un tiempo y espacio determinado. Se pone el énfasis en la construcción y en relación social con los demás, pues es precisamente en esta relación con el otro cuerpo, que escucha y que permite escucharse, donde se genera el conocimiento. El cuerpo de estas nuevas teorías sociales, tal como plantea Mari Luz Esteban (2004), es un cuerpo como objeto de estudio priorizado, como una nueva manera acceder a los diversos análisis en torno a las relaciones entre sujetos, cuerpo y sociedad, entre naturaleza y cultura, entre lo orgánico y lo cultural. Y es justamente desde esta órbita de lo subjetivo, vivencial y experimental, donde surge el concepto corporeidad que permite entender al sujeto desde una categoría subjetivada. Por otro lado, los discursos feministas han posibilitado establecer nexos vitales entre la política, el cuerpo y la experiencia personal como ejes principales de preocupación en 4 análisis e investigaciones. No obstante, a pesar de las diversas posiciones feministas que se han conformado a lo largo de la historia como derivación de situaciones sociales y políticas imperantes de cada época, las aportaciones de la teoría feminista postestructuralista, me ha ayudado a conformar algunas discusiones articuladoras dentro de mi investigación, ya que sigue la línea de la construcción corporal e identitaria como un producto social e inacabado pero con grandes influencia de autores como Derrida y Foucault en torno a la reconceptualización y reinterpretación de las nociones de discurso, relaciones de poder, producción de subjetividad y género. En el ámbito de la educación y las relaciones de poder-saber dentro del proceso de enseñanza aprendizaje, se destacan autores/as como Cleo Cherryholmes, Elizabeth Ellsworth, Jennifer Gore y Carmen Luke. Es justamente desde estos otros modos de aproximarse a la realidad, al conocimiento y al cuerpo como construcción social, al funcionamiento de los mecanismos del poder en la escuela, la redefinición de la subjetividad y la experiencia, desde donde podemos pensar nuestras prácticas pedagógicas y generar resistencias o formas de contestación frente a las narrativas hegemónicas y las prácticas dominantes. 1.2 El cuerpo en la educación tradicional A lo largo de mi experiencia como estudiante y como profesora, he visto como la pedagogía se ha constituido como formadora de cuerpos normativos a través de diversas prácticas y técnicas de control pedagógico 1 (Gore, 2000), tan comúnmente aceptadas y naturalizadas. Estas prácticas revelan una clara intervención sobre los cuerpos, no sólo de los estudiantes sino de todos los agentes que conforman el proceso educativo. Con el único fin de uniformar y controlar el cuerpo mediante fuerzas ajenas que actúan en contra de nuestra condición corporal humana. La pedagogía tradicional se ha constituido como formadora de cuerpos heteronormativos mediante acciones que no sólo conforman el proceso educativo, sino que además, las tenemos naturalizadas al punto de invisibilizarlas haciéndolas parte de nuestra cotidianidad con total familiaridad. Este hecho nos sitúa en un estado de realidad paralela detenida en el tiempo, como si aún 1 La autora Jennifer Gore, establece 8 técnicas de poder pedagógico, que se llevan a cabo en la educación como modo de control corporal: vigilancia, normalización, exclusión, clasificación, distribución, individualización, totalización y regulación. 5 permaneciéramos bajo ese alero de la norma militar y dictatorial, que durante años, se convirtió en el objeto negativo de la pedagogía silenciando los cuerpos, las diferencias y la heterogeneidad de los pueblos. Aparentemente, hablar de la corporeidad de los estudiantes en la educación, posiciona al cuerpo desde su pasividad, como objeto de sumisión, imposición, docilización, y anulación frente a las prácticas de control corporal que utiliza la pedagogía. Sin embargo, al mismo tiempo, el cuerpo actúa como un espacio de resistencia y de lucha (Foucault, 1978, 1980; Gore, 2000; Ellsworth, 2005; Planella, 2006) que se enfrenta, de manera conciente o inconciente, a las técnicas de poder y sometimiento. Es por esto, que surge la necesidad de repensar y revisar el cuerpo dentro de los diversos espacios sociales y educativos, donde tanto los estudiantes como profesores, se entiendan como cuerpos de acción y resistencia, dejando de lado el discurso dualista que reduce y simplifica su complejidad. Lewis por su parte, analiza los modos en que los estudiantes contestan o se resisten frente a los conflictos que se generan entre sus experiencias previas y los discurso en el aula, mientras que Zygmunt Bauman (1999), habla de la noción de tentativas de subversión a través de las cuales los jóvenes buscan el deseo de un nuevo orden a través de diversos ritos, produciendo fracturas frente a lo cotidiano, a la rutina y, sobre todo, restaurando los vínculos sociales preexistentes, pues tal como propone Berthoff (1987) “no necesitamos nuevas informaciones, si no nuevas formas de pensar la información que ya tenemos”. Como sea, estos ritos pasan a ser nuevos modos de lenguaje, que buscan romper con las estructuras y narrativas hegemónicas, con los discursos binarios, la normalización y la naturalización corporal. No obstante, no podemos olvidar lo que plantea Néstor García Canclini (2013) desde Michel Foucault y otros autores. Canclini va más allá de una noción simplificada del concepto de resistencia, proponiendo que actualmente el poder está distribuido de manera multidireccional y que, por tanto, ya no puede ser pensado como una pirámide que opera jerárquicamente, sino como algo diseminado. Ya sea en la economía, el arte, la política o la educación, nos encontramos con una distribución compleja e inestable de focos desde donde se ejerce el poder 2.Metodología 2.1 Investigar desde la experiencia y los relatos no hegemónicos 6 Cuando la experiencia de los sujetos se sitúa como el centro de la investigación y damos valor a recuperar los otros relatos y narrativas no hegemónicas que han permanecido en los márgenes de la educación, entonces el rol de los profesores en formación, aparece de una forma muy distinta a la pensada tradicionalmente frente a las narrativas dominantes que subyugan los modelos educativos, curriculums, conocimientos que se le ha de entregar a los estudiantes, modos de evaluación, relaciones educativas, roles, etc. Desde estos territorios, la enseñanza de las artes, se posiciona en un lugar marginal, enseñada a través de modelo productivo en vez de pensarse como un lugar desde donde interrogar los espacios de aprendizaje, los conocimientos artísticos y poner en juego las prácticas de enseñanza establecidas. El rescate de la experiencias y los relatos no hegemónicos puede actuar como una forma poderosa para que estos futuros profesores de arte, se vuelvan agentes activos dentro de la investigación y de su propia formación. Adoptar una posición protagónica como sujetos corporeizados, frente a cómo se construyen y reconstruyen sus propias prácticas y la de sus profesores, puedan identificar las discrepancias y/o similitudes entre los discursos y las prácticas y, también, puedan observar, comparar y analizar los tránsitos existentes entre lo que se les enseña en la universidad, los supuestos de lo que “debe ser una clase de educación artística” y lo que sucede luego en la prácticas profesional. Una herramienta muy poderosa para crear conocimiento local dentro de su propia formación y futuras prácticas, pues han de ser ellos mismos, los que interroguen los modelos y supuestos educativos y, los que decidan a futuro, sobre las acciones más apropiadas para sus contextos locales. Stenhouse (1985) afirmaba rotundamente que la investigación es el camino para la emancipación. Como la práctica de abrir espacios a la voz del alumnado y a los relatos no hegemónicos que ellos mismos construyen, puede ayudar a irrumpir los supuestos tradicionales y hegemónicos sobre los que se produce el conocimiento y la enseñanza, entonces no podemos obviar que son primordiales al momento de generar nuevas miradas y posibilidades dentro de la educación. Es por esto que esta investigación busca hablar de lo que no se suele hablar, expresar lo que no se suele decir, hacer visible lo sutil de la relación educativa, abrirnos a lo que nos cuestiona y explorar lo que no es fácilmente explorable. 7 Para llevar a cabo esta investigación, decidí utilizar una metodología que pusiera el énfasis en la experiencia y los relatos de los sujetos, por esto, realicé un estudio de caso colectivo (Stake, 1995) que contó con la presencia de un grupo de profesores de artes visuales en formación dentro de una universidad pública y estatal en Santiago de Chile. Este grupo contó con la presencia de cinco mujeres y tres hombres entre 20-27 años, que ayudaron a comprender un problema que no sólo puede estar afectando a estos casos seleccionados, sino también a muchos otros profesores de arte en formación. Entré a la universidad para acompañarles en su formación día a día y luego dialogar sobre ello, con el fin de poder mostrar la situación de estos estudiantes en torno a su formación como futuros profesores. En relación a la recogida de datos, utilicé diversos métodos como lo fueron: observaciones directas, diarios de campo, fotografías, videos, las entrevistas, recogida de documentación, relatos y focus group. Muchos de éstos, herramientas de la metodología etnográfica. La participación y observación directa se realizó durante seis meses seguidos e ininterrumpidos, lo cual me ayudó a revelar la profundidad y la complejidad de las estructuras y la relaciones sociales (Jeffrey y Troman, 2004). Pues tal como propone Lowe (2012), una prolongada estancia en el campo, ayuda a comprender de la manera más próxima posible, el mundo social de los integrantes de una cultura tanto a nivel micro (estudiantes y profesores), como meso (procesos y relaciones educativas dentro del aula y del departamento) y macro (a nivel institucional). Tres niveles que se encuentran interrelacionados dentro de esta investigación. Para esto, ha sido necesario identificar, tanto lo común como lo particular de cada caso estudiado, considerar su historia y tomar en cuenta cada contexto social, cultural, político, religioso y socio-económico, a fin de no caer en la representatividad ni generalizaciones con respecto a estos casos. La investigación no sólo está dirigida a dar cuenta de las realidades educativas que conforman a estos sujetos, sino también, de suscitar la cuestión pedagógica que hay en ellas. Es por esto, la necesidad de adentrarse en los mundos subjetivos en primera persona y de adoptar un punto de vista para entender la educación, como algo que se mueve entre lo interior y exterior, que va y viene entre lo micro de las experiencias y lo macro de la institución educativa y sus aspectos curriculares, estructurales e ideológicos, sin olvidar lo que sucede en ese tránsito intermedio o meso. 8 Es por esto que, aunque las estrategias de recogida de datos fueron las tradicionales, todas ellas se enfocaron en rescatar las subjetividades y en prestar atención a las construcciones singulares de cada estudiante, con el objetivo central de buscar comprender qué significados se construyen y cómo se construyen mediante la experiencia de cada uno de ellos. Para esto, durante los encuentros se discutió el problema de estudio desde las relaciones con la infancia, la escuela y la universidad, desde los contextos específicos que enmarcan su desarrollo personal y educativo y desde las experiencias que han agenciado sobre su corporalidad y acciones performativas. A partir de estos relatos, los sujetos se mostraron como actores activos que generan y comparten conocimiento desde sus experiencias educativas para visibilizar aquello que, normalmente, se esconde o yace en los márgenes dentro de las instituciones educativas, para no mantener enfrascadas las experiencias de aprendizaje en un espacio íntimo o de resguardo institucional, para interrogar los espacios de aprendizaje y el conocimiento y, para crear nuevos espacios para compartir y construir con y desde los otros. Como esta investigación aún se encuentra en desarrollo, explicaré brevemente que, actualmente, me encuentro en la etapa de codificación y análisis de evidencia. Para esto, estoy utilizando el método de análisis de evidencia de la Grounded Theory o Teoría Fundamentada, determinada a través de un marco teórico -configurado por el talante construccionista, la teoría social y la teoría feminista postestructuralista-, el problema de estudio y las preguntas de investigación que la enmarcan. Hablo de método de analisis y no de metodología, ya que no utilicé la Grounded Theory desde los inicios como una metodología de acercamiento al campo ni tampoco dentro de la etapa de recolección de evidencias, simplemente, la estoy utilizando para hacer un ordenamiento de los datos, poder comenzar a establecer relaciones entre ellos y generar teoría. La Grounded Theory se centra en el análisis de datos, en el método comparativo constante de la información y en generar teoría inductiva 2 para explicar los diferentes procesos sociales que se están estudiando (Glaser y Strauss, 1967). Es por esta razón que es muy importante ir estableciendo nexos a lo largo de todo el proceso que conlleva el análisis de datos: la codificación abierta, encontrar y etiquetar categorías, trasformar categorías descriptivas en categorías analíticas, comparar y analizar datos y, finalmente, entretejer la literatura durante todo el proceso como otra voz que contribuye a la 2 Teoría que emerge directamente de los datos y no está previamente establecida por el investigador/a. 9 reconstrucción teórica (Strauss y Corbin, 1998; McCann y Clark, 2003), para luego, ir generando teoría o los primeros acercamientos a una teoría ya existente. Por esta razón, la idea del espiral dentro de este proceso es esencial, es necesario ir y venir cuantas veces sea necesario a los datos, al texto, a los códigos y a las categorías que se vayan estableciendo. Ampliar y contrastar continuamente lo que vaya emergiendo de las entrevistas, con el análisis de evidencia y el proceso de escritura que vendrá. Al igual que en la etapa de acercamiento al campo, en esta etapa de análisis de evidencia, también es muy importante hacer explícita la importancia de la experiencia y los relatos de los sujetos dentro de la investigación, la necesidad y pertinencia de partir de cada historia personal para entender la mía y la de los otros. Es por esto que, la escritura y la narración de la tesis, buscará hacer dialogar y conectar de manera explícita lo personal de estos relatos con las dimensiones y fuerzas culturales y sociales que se hacen presentes y con cada contexto específico donde se desenvuelven. Ponerlas en relación con las diversas interrogantes y la literatura que enmarca la investigación, a fin de producir conocimientos y significados que es el sentido primero de la investigación (Hernández, 2013)3. 3.Implicaciones/conclusiones El sistema educativo tradicional, cargado de prejuicios, miradas y voces que buscan encajar a los estudiantes en un molde ignorando sus historias y experiencias personales, se ha basado durante mucho tiempo, en la universalidad y naturalización de los procesos de construcción de conocimientos y comprensión de la realidad y, en la constante disposición de “privilegiar los factores ideológicos y los procesos de inculcación simbólica, olvidando o relegando (…) el poder que incardina los cuerpos” (Varela, 1991:229), ubicándolo en un segundo plano dentro de la formación y la construcción de conocimientos. Es por esto que el interés de acompañar a estos futuros profesores, radica en la necesidad de comprender cómo ellos están dialogando con los relato hegemónicos que predominan en la educación formal y en las instituciones tradicionales y, en qué medida se apropian o distancian de él. Relatos cuyos principios se basan en la acumulación y 3 Referencia de seminario de Investigación Basada en las Artes. Dotorado en Artes y Educación. 2013. 10 memorización de conocimientos enciclopédicos, la imagen del profesor como mero transmisor de éstos y el alumno como un recipiente que hay que llenar, relatos que determinan el éxito de la educación y de sus métodos mediante evaluaciones y pruebas estandarizadas, mientras que el aprendizaje y la educación sólo tienen lugar dentro de un aula. A través del intercambio de experiencias, se busca comprender hasta qué punto sus actuaciones y experiencias de formación, les posibilita (o limita) a transitar entre esa concepción tradicional de la escuela del s. XX (Sancho y Hernández, 2014) a otra que gire en torno a una educación transversal y no jerárquica, donde los estudiantes sean constructores de conocimientos y no simples recipientes vacíos y puedan actuar como protagonistas de su proyecto dirigiendo sus energías hacia donde más lo deseen. Una educación donde exista la participación y los espacios para la voz del alumnado, para que sean actores de sus propias experiencias, se autoricen y se resistan de una manera argumentada y critica, y existan iniciativas democráticas que estén dirigidas a aumentar el protagonismo tanto del alumnado como del profesorado en la toma de decisiones sobre el diseño, la gestión y la evaluación de cualquier aspecto de su vida educativa (Susinos, 2012). Prácticas que actúen como actos de resistencia simbólicos y como estrategias de visibilidad de las relaciones de poder que puedan estar viviendo los estudiantes dentro del proceso educativo (Vidiella, 2010), un espacio que desarrolle en los jóvenes el sentido de libertad de sí mismos y puedan llevar a cabo su propio proyecto corporal interiorizando el orden subjetivo del cuerpo, en vez de generar practicas normativas y hegemónicas en torno a éste. Se busca visibilizar las formas tradicionales de ver y hacer las cosas en el aula, cuestionar lo naturalizado y buscar estrategias alternativas para aprender y desaprender la enseñanza artística a través de la experiencia corporeizada y “los silencios y los invisibles pedagógicos” (Correa y Aberasturi, 2013:16). Pues, como plantea Fernando Hernández (2011), es necesario prestar atención a la relación pedagógica en la universidad, si se quiere quebrar con posiciones naturalizadas como el aprendizaje como repetición, el profesor como trasmisor de conocimientos y el estudiante como reproductor subordinado. Dewey (1904) insistía en la importancia de la reflexión de los profesores y de los estudiantes sobre sus propias prácticas, para que de esta forma, pudieran integrar sus 11 observaciones en teorías o modos de enseñanza y aprendizaje, como productores de conocimientos y de la vida del aula. La necesidad de reflexionar y cuestionar lo que está naturalizado e invisibilizado dentro del sistema educativo. Es por esto que, investigar a partir de la experiencia de los estudiantes, no sólo ayuda a comprender su formación, su universidad y sus contextos tanto educativos, como sociales y políticos, sino también, podría tener implicaciones y consecuencias muy importante para la investigación educativa y para la formación tanto inicial como permanente del profesorado. De aquí que la investigación se dirija a la necesidad de narrar y documentar los procesos educativos basados en dichas evidencias recogidas, para poner en juego las relaciones pedagógicas en las instituciones educativas y visibilizarlas. No obstante, tal como propone Fernando Hernández (2013), la documentación y la narración deben vehicular la reflexión, es decir, deben ir más allá de la mera descripción de una situación o relación pedagógica, a través de la contextualización de las evidencias que documentamos y narramos, sin olvidar jamás, de dar cuenta de cada una de las decisiones que tomamos. “La documentación y la narración de una investigación, tienen un propósito político, en la medida en que la autoría y su visibilización se convierten en una práctica de ciudadanía. En este sentido narramos y documentamos para que las cosas, los modos de relación -dentro y fuera de la universidad- cambien” (Hernández, 2013: 39). Para finalizar estas conclusiones me gustaría dejar abierta la discusión proponiendo un análisis en torno a las posibilidades que pueden desprenderse de la educación y del rol del cuerpo dentro de ésta si las prácticas pedagógicas se entendieran como un acto performativo. Esta noción es un aporte de la feminista postestructuralista crítica Elizabeth Ellsworth (2005), quien propone que la educación es un proceso que no es preestablecido, que nunca es lo mismo dos veces y que está en continuo movimiento, evidenciando que las prácticas educativas nunca son neutrales pues recogen las experiencias personales de quienes participan en el proceso y le otorgan un carácter edificativo a la educación. Esta noción nos abre un posible camino para comprender otros modo de hacer y de entender la pedagogía, ya que rechaza las principales suposiciones estructuralistas, fijadas, trascendentales, aseguradas y constituidas del pensamiento tradicional, entendiendo la educación desde terrenos de conflicto e inestabilidad, basándose en “prestar mayor atención a lo local, parcial y múltiple” (Riffà, 2003:78). 12 Este rasgo performativo de la educación, exige una metodología participativa que tenga en cuenta la sensibilidad y la presencia de los cuerpos de los sujetos en su acción, donde tanto los estudiantes como profesores se conviertan en constructores de sus corporeidades. Por otro lado, el sentido de prohibición y obligación deben quedar fuera desplazando la idea tradicional del profesor como dueño de verdades absolutas mientras el alumno se encuentra en un estado subordinado, y finalmente, requiere tener en cuenta la propia historia y experiencias de los sujetos pedagógicos. Es importante recordar que toda experiencia, es experiencia de un cuerpo y experiencia del cuerpo, por tanto, “experiencia y subjetividad son inseparables y suponen, entre otras cosas, la irrupción constante de nuevos modos de mirar y de situarse en el mundo desde la diferencia y desde la singularidad” (Contreras y Pérez de Lara, 2010:25). Es aquí donde el rescate de la experiencia y los relatos se une con mi problema de investigación. Desde sus inicios como modo de conocer y de relacionarme con un grupo de profesores de arte en formación para ver de qué manera construyen sus corporeidades y acciones performáticas dentro de su proceso formativo, hasta los posibles caminos que este tipo de investigación podría abrir al poner el foco en la deconstrucción de las nociones hegemónicas y patriarcales que dominan los discursos educativos tradicionales que aún están presentes, se enseñan y se repiten tanto dentro como fuera del aula, muchas veces, sin ser si quiera cuestionadas. Y, por otro lado, invitando también, a recuperar lo propio, lo local y lo parcial para resignificarlo y reposicionarlo dentro de la educación y la formación docente. Entender la investigación como un modo de generar espacios de conocimiento, de relación y de subjetividad desde un posicionamiento político, pues tal como plantean Fernando Hernández y Juana Sancho, “no hay ciencia libre de valores (…) por eso es necesario mostrar los meandros del trayecto que hemos recorrido, las dudas y dilemas a los que nos hemos enfrentado, las decisiones que hemos ido tomando, la finalidad, el lugar a donde hemos llegado y los restos que han quedado en el camino” (2014:31). 4. Bibliografía Bauman, Z. (1999). La società dell’incertezza. Bologna: Il Mulino. 13 Berger, P. y Luckmann, T. (1986). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu. Berthoff, A. (1987). The teacher as researcher. En D. Goswami y P. Stillman (eds.) Reclaiming the classroom: Teacher research as agency for change. 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