Limpieza y remedios para tratar las heridas Sana, Sana si no se cura hoy... Los remedios tradicionales para curar las heridas, como la aplicación de unas gotas de mercromina o de agua oxigenada no son las más adecuadas, lo más conveniente es utilizar suero fisiológico para limpiar la zona afectada Nuestro organismo es sabio. Ante cualquier herida, ya sea quirúrgica, por quemadura o crónica, se desencadena un elaborado proceso fisiológico que, además de controlar la hemorragia y evitar la infección, va encaminado a la reparación del tejido dañado. Entonces, ¿para qué sirven los antisépticos y medicamentos? Su utilidad es ayudar al organismo a que este proceso de curación avance de forma más rápida. Con este fin se han utilizado tradicionalmente remedios como el ácido acético, el agua oxigenada y la mercromina, que no siempre son eficaces porque se aplican sin valorar el grado de infección de la herida -aguda o crónica- y además de escocer, retrasan el proceso de cicatrización. Una herida aguda sigue un proceso de curación predecible en el tiempo: debe cerrarse antes de 10 días, con la restitución anatómica y funcional del tejido. Si pasado este tiempo, por alguna razón, la cicatrización se ralentiza, la herida pasa a considerarse crónica. Una herida aguda, por su parte, se caracteriza por el inicio, en el mismo momento en que se produce, de procesos celulares y vasculares que tienen como objetivo promover la coagulación y la migración de células para favorecer la curación. Así, la propia herida actúa como responsable primera del estímulo de curación y hace que aumente la formación de nuevas células para la recuperación del tejido dañado. Este proceso de curación es ordenado y continuo. Sin embargo, cuando las células encargadas de la limpieza (granulocitos y macrófagos) son incapaces de dar una respuesta adecuada, aumentan los microorganos y se descontrola el nivel bacteriano. Esta reacción se manifiesta mediante inflamación de la herida, enrojecimiento de los bordes y dolor. A causa de la infección local que hace que la curación se retrase la herida exuda un fluido transparente y amarillento que puede llegar a ser purulento. Aunque, ante determinadas patologías, como la diabetes, estos signos de infección pueden pasar desapercibidos. La limpieza de la lesión Cualquier tipo de herida está contaminada por los microorganismos de nuestra piel. La vía para que éstos no proliferen dependerá en parte de nuestro sistema inmunológico, encargado de las defensas del organismo pero la limpieza y protección de la herida son determinantes para mantener el control bacteriano. Por tanto, es importante retirar los residuos o cuerpos extraños, como restos de tierra o de células muertas que se encuentran en el lecho de la herida y favorecen el crecimiento bacteriano. Lo más conveniente es aplicar una solución fisiológica a una temperatura próxima a los 32- 35ºC, ya que provee 1 un medio húmedo y promueve la granulación y la formación del tejido, causando mínimos intercambios de líquido en células sanas. El uso de agua potable también es adecuado en estos casos. Sin embargo, las soluciones antisépticas utilizadas "desde siempre", como el ácido acético, el agua oxigenada, la solución de hipoclorito sodio y las soluciones a base de povidona, conllevan una serie de riesgos para nuestro organismo que no siempre se tienen en cuenta. El uso de la povidona yodada (una solución yodo molecular y povidona que se comercializa como antiséptico y desinfectante) es una buena alternativa para tratar heridas sucias o con riesgo importante de infección, pero no en pieles sanas o heridas limpias, puesto que aplicar estos productos puede provocar irritaciones, reacciones alérgicas e, incluso, llegar a anular el efecto del control de la infección del propio organismo. Los antisépticos, con propiedades y mecanismos de acción muy diferenciados entre ellos, se han de aplicar en diluciones normales, respetando las medidas de conservación. Antes de su aplicación, es necesario revisar la fecha de caducidad del producto y evitar su uso prolongado por su potencial de toxicidad celular. Finalmente, a pesar de que los llamados apósitos de cura en ambiente húmedo se utilizan en heridas crónicas -úlceras-, su uso no está reñido con las heridas agudas. Estos apósitos favorecen que el proceso de cicatrización sea mucho más rápido, además de proteger de traumatismos la herida y evitar la propagación de gérmenes. Ante heridas leves • Antes de empezar a curar, hay que lavarse muy bien las manos. • No tocar con los dedos la sangre ni el lecho de la herida. • Lavar la herida con agua o solución salina. Si está muy sucia, se puede lavar con jabón siempre que se aclare muy bien para que no queden restos de suciedad en la herida. • Utilizar un antiséptico efectivo ante un gran número de gérmenes, por ejemplo, una solución de clorhexidina, de acuerdo a las indicaciones terapéuticas. • Cubrir con un apósito no adherente, un hidrocoloide o una espuma de poliuretano. Conviene evitar el algodón, que se adhiere a los tejidos y puede provocar dolor y sangrado cuando se retira. Es posible que deje restos de fibras en las heridas y provoque infecciones. • Acudir al centro de asistencia sanitaria si en la herida hay objetos incrustados, ante una hemorragia difícil de controlar, si precisa de puntos de sutura por su profundidad, está provocada por la mordedura de un animal o por un objeto susceptible de estar contaminado por hongos o bacterias, incluso tétanos, lo que requerirá de asesoramiento para el uso de antibióticos y otros fármacos. 2 La limpieza y drenaje son fundamentales para lograr la curación de una herida infectada Resulta menos importante qué antibiótico se utilice para combatir la presencia de bacterias • La limpieza y drenaje de una herida infectada resultan determinantes para conseguir su curación, con independencia del antibiótico que se utilice para combatir la presencia de bacterias, tal como indica un estudio en niños llevado a cabo por investigadores del Centro Infantil Johns Hopkins. Esta investigación, en la que participaron casi 200 niños, estaba inicialmente enfocada a comparar la eficacia de dos antibióticos utilizados de forma habitual para tratar infecciones en la piel, la cefalexina y la clindamicina, que han demostrado funcionar bien contra las bacterias más resistentes a fármacos. Sin embargo, los autores del estudio observaron que la clave de la curación estaba en el cuidado de las heridas más que en la selección de uno u otro antibiótico. "No importó el antibiótico utilizado", ya que con ambos fármacos las infecciones se superaron en una semana. En cambio, "cuando se limpiaba bien la zona afectada, se realizaba un drenaje y se vendaba bien, la curación era más rápida". El cuidado de las heridas infectadas en la piel era suficiente en la mayoría de casos, si bien en los últimos años "hay médicos que comienzan a prescribir antibióticos de forma preventiva". El uso de antibióticos "puede tener efectos secundarios graves", al tiempo que "aumenta el coste asistencial" en estos casos. En concreto, los 191 niños que participaron en este estudio tenían entre seis meses de edad a 18 años, de los cuales 133 se habían infectado con el "staphylococcus aureus" resistente a la meticilina (SARM), mientras que el resto mostraban una infección por otras bacterias no resistentes. Limpiar heridas crónicas Retirar el tejido no viable del lecho es clave para promover su curación La limpieza de todo tejido que entorpezca el proceso de curación de una lesión es de suma importancia. Además, es la manera más fácil y sencilla de evitar la multiplicación de microorganismos patógenos que pueden llegar a provocar infección. Cuanto menos tejido desvitalizado haya en el lecho de la herida, más se facilita la tarea a las células que forman parte de todo proceso de curación. Hay diversos tipos de desbridamiento y todos combinables entre sí. Su elección en las heridas crónicas depende del paciente, de su lesión y del nivel asistencial donde se halle. Por primera vez en España, se estudia la posibilidad de recurrir al método biológico, de larga historia en Reino Unido, que consiste en la utilización de larvas de un tipo específico de mosca que tiene afinidad, exclusivamente, por los restos orgánicos e inorgánicos que resultan de la destrucción de los tejidos. 3 • Al proceso de retirada del tejido necrótico, exudado, secreciones o cuerpos extraños, es decir, todos los restos no viables, se le llama desbridamiento. Este tejido desvitalizado contiene células muertas y restos celulares debido a la destrucción de tejido sano. Su nomenclatura concreta depende de diversas características (escara, esfacelos o tejido necrótico), pero en todos los casos son un obstáculo mecánico en el proceso de curación, además de favorecer el crecimiento bacteriano, con la consiguiente infección, y aumentar el riesgo de afectación a tejidos circundantes, entre otras consecuencias. El desbridamiento biológico se fundamenta en el uso de larvas de la mosca "Lucilia sericata", que sólo se alimentan de tejido no viable y estimulan la cicatrización. El Colegio de Cirujanos del Reino Unido recomienda este método en heridas de larga evolución, que no cicatrizan a pesar de seguir el tratamiento habitual y que desarrollan gran cantidad de tejido necrótico. Son heridas, a su vez, frecuentes en atención primaria. 4