Yo estuve allí cuando partió el Apolo 11

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“Yo estuve allí cuando partió el Apolo 11...”
Por Angel Meynet, Miembro Fundador y Presidente del CODE
Introducción
Si algunos de los lectores de este relato fué testigo de la épica hazaña del 20 de Julio de 1969, al
igual que yo, estará recordando y viviendo aquellos momentos inolvidables e imborrables en
nuestra memoria. Para quiénes no han tenido esa oportunidad, va especialmente este relato,
invitándolos a acompañarme al mismo escenario de los acontecimientos.
Hace cerca de 5 décadas Cabo Cañaveral era un triángulo de unas 7000 desoladas hectáreas
vírgenes, dueño de una magnífica y exuberante vegetación. En una maraña fantástica
compuesta de palmeras, palmitos, helechos, mirtos, tomillos y casuarinas, se agitaba una fauna
donde pululaban los caimanes y ofidios, además de una infinita variedad de aves e insectos. El
Cabo está ubicado en la mitad de las costa atlántica de la Florida, y dista unos 350 kms. al norte
de Miami.
Enclavado en el Distrito Brevard, sin acceso pavimentado en los años de la década de los 50,
para llegar al lugar había que viajar por una antigua, angosta y casi pantanosa ruta, convertida
hoy en una hermosa autopista de varios carriles. Los pantanos, las ciénagas y la escasez de agua
potable, eran otras de las características de la región.
En épocas de grandes lluvias algunos cazadores de superficie se aventuraban hasta el Cabo,
buscando la variada caza y pesca. Viejos almacenes alumbrados con pálidas lámparas
alimentadas a combustible, expedían algunas bebidas y camarones del Cabo. Ninguno de los
pobladores habría de imaginar ni remotamente, que pocos años más tarde todo aquello se
convirtiría en un Puerto Espacial...
Un día de 1950, una Comisión altamente especializada llegó al lugar. Integrada por militares y
civiles, probó el agua de la región, se internó en la espesura por tramos impenetrables, y visitó
la antigua Base Aérea Patrick, abandonada y descascarada, donde un par de aviones estaban
amarrados a caídos postes, invadidos por la maleza. Vegetación, alimañas y tortugas gigantes,
eran los únicos testigos de todo aquello.
La misión científica consideraba convertir el agreste Cabo, en el campo de lanzamiento de
proyectiles más grande del mundo. En síntesis, Cabo Cañaveral se convirtió de pronto en un
inmenso laboratorio con un campo de tiro de 8000 kms cuadrados de longitud. Un desfile
constante de extraños aparatos, jamás vistos antes por la gente del lugar, comenzó entonces.
Científicos y obreros de diversas especialidades, llegaban diariamente a Cañaveral.
La entonces adormilada comunidad de Cocoa Beach, surgió rápidamente a la luz. La gran
aventura del espacio asomaba en el horizonte. Cuando en 1965 estuve en Cabo Cañaveral por
primera vez para reportar el lanzamiento y vuelo de la “Gemini 6”, quedé deslumbrado por
aquel lugar y el mundo de la ciencia espacial, y me formulé entonces la fiel promesa de regresar
cuando el Hombre se lanzara en pos de la Luna.
Apolo 11: Primer vuelo tripulado a la Luna
La noche del 8 e Julio de 1969 salí del aeropuerto internacional de Ezeiza en Buenos Aires. Por
la mañana del dÍa 9 llegaba a Miami. Ocho meses antes había solicitado permiso en la NASA
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para reportar la misión, acompañado por 3 miembros más del CODE. Por la tarde alquilamos
un flamante Ford Galaxie 69 y el día 10 muy temprano emprendimos el inolvidable viaje.
Hermosa mañana soleada através de una ancha autopista. Pasamos por las localidades de
Hollywood; Fort Lauderlade; Pompano Beach; Boca Ratón; Delray Beach; Palm Beach; Jupiter;
Fort Pierce; Vero Beach, empalmando aquí con un camino que nos llevó a la antes mencionada
ruta junto al Mar, la autopista A. 1 A. y de allí a Cocoa Beach. Esta última es cercana al Centro
Espacial, llamado desde la muerte el Presidente Kennedy, “Centro Espacial John F. Kennedy”.
En la Oficina de Protocolo de la NASA en el JFK, nos entregaron las credenciales
correspondientes que aseguraban nuestra permanencia sin inconvenientes y el permiso sin
restricciones para efectuar entrevistas; reportajes; tomar fotos; grabar; filmar; asistir a
conferencias; etc. Al atardecer del día 10, cruzamos Río Banana através del puente, y nos
dirigimos al corazón del Centro Espacial.
Allí, emergiendo del arenoso terreno, estaba el “templo” del Apolo. Es el “VAB” o Edificio de
Ensamblaje Vertical (Very Assembly Building). En aquellos tiempos era el edificio más
voluminoso del mundo. Sus dimensiones son 180 m. de altura por 217 m de largo, asentado
sobre cimientos de concreto en base a columnas de 48 m. de profundidad. En su interior podían
armarse 4 gigantescos cohetes Saturno 5 con sus respectivas naves Apolo.
El Saturno 5, de 3 etapas, con los 3 módulos de la nave espacial Apolo alcanzaban los 111
metros de altura. La nave lunar Apolo estaba compuesta del Módulo de Mando; Módulo de
Servicio y Módulo Lunar. Todo este complejo de cohete y nave espacial era extraído del interior
del VAB por medio de una “oruga” mecánica, cuyas dimensiones equivalen (aún se usa para los
Trasbordadores) a 1/3 de un campo de fútbol. Se mueve a razón de 1 km/hora, hasta la
plataforma de lanzamiento ubicada a 5 kms. de distancia desde el VAB. La gigantesca máquina
se desplaza sobre un camino especial de concreto de casi 3 metros de espesor.
El día 11 en la mañana estuve en el interior del VAB. Estaban ensamblando las etapas del Apolo
12. Los módulos, a escasos metros nuestros, no se parecían a ningún vehículo volador fabricado
antes por el Hombre. Pude contemplar el fantástico interior del Módulo de Mando.
Esa misma tarde nos deslizamos por el camino desde el VAB hasta la plataforma de
lanzamiento. Allí se erguía blanco y esbelto el Apolo 11 - Saturno 5 “al alcance de la mano”. Lo
filmamos en 16mm. y lo fotografiamos desde todos los ángulos.
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La plataforma de lanzamiento es una mole de cemento sepultada a 10 m. bajo tierra, que emerge
15 sobre el suelo y aún se usa para los Trasbordadores. La “oruga” transportadora con el cohete
y una torre de sostén, hacían un peso de 8000 toneladas, lo que justifica la fortaleza del camino y
de la plataforma, pues esta debe soportar el embate del lanzamiento. Esa zona está rodeada de
areniscas y el lanzamiento ocurre a algunas decenas de metros del Atlántico.
La mañana del día 14, fué de cielo cubierto con nubes que presagiaban lluvia. Ese día a las 11
asistí a la primera Conferencia del célebre Dr. Wherner von Braun. Más tarde me concedió una
entrevista especial, durante la cual departimos sobre tareas inherentes a la misión lunar.
Hoy, a 35 años de aquella entrevista, cuando evoco ese momento, me parece estar de nuevo
frente a tan grande científico espacial, toda una celebridad. Cuántas veces he leído sobre él, en
especial cuando se lo asociaba a las tristemente recordadas bombas voladoras V1 y V2 de la
Segunda Guerra Mundial. Pero allí estaba, y asistí a otras dos conferencias, esta vez junto a
otros responsables de la misión y del Centro Espacial. Ello fué a mediamañana del día 15, el Dr.
von Braun me pidió mi dirección particular, prometiéndome enviarme un recuerdo.
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El día 15 de Julio era el último día del Apolo 11-Saturno 5 sobre la Tierra. Lo visitamos por
última vez a la tarde, pues por la noche comenzaba la peligrosa tarea de colmar sus etapas con
combustible. Por la noche miles de luces iluminaban al gran “pájaro blanco”. como vulgarmente
lo llamaban los técnicos.
Febrilmente cientos de técnicos y operarios se agitaban junto al cohete realizando constantes
chequeos. Una tormenta a la media noche, nos llenó de desaliento, pues podía posponerse la
prueba. Felizmente en el Cabo las tormentas, aunque suelen ser violentas, son efímeras en la
mayoría de los casos. Cabe señalar que mis acompañantes vivían de sorpresa en sorpresa por
cuanto se mostraba a cada paso. En realidad yo era un “veterano” entre ellos, debido a mi
anterior visita de hacía 4 años.
Un hecho importantísimo y favorable ocurrió cuando en la Oficina Protocolar nos fueron
entregadas las credenciales. Al oirnos hablar en momentos en que pasaba a nuestro lado, un
científico de la NASA me preguntó en español...¿De donde eres...? De Argentina, le respondí. Al
momento se presentó diciéndome que era cubano de orígen y que si necesitaba de él algo en
que pudiera ser útil. Le dije que buscábamos un hotel, pues el más cercano disponible estaba a
unos 100 kms. de distancia...Entonces, como si desde siempre fuéramos amigos, nos ofreció su
casa. Carlos Díaz era su nombre. La buena suerte quiso que Carlos se convirtiera en el eslabón
através del cual llegué a conocer tantos pormenores de la misión.
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El lanzamiento
Cuando Carlos se despidió de nosotros el día 14, ya que hasta después del lanzamiento estaría
en el Centro de Control del Lanzamiento que se halla contiguo al VAB, nos entregó una carta de
presentación para estar, entre otras cosas, junto a la misma puerta donde a las 06:00 de la
mañana del día 16, saldrían los astronautas camino al vehículo lanzador. Allí nos apostamos
junto a un reducido grupo de personas de la NASA. A las 06:15 pasaron frente a nosotros a
escasos 2 metros y ataviados con sus trajes espaciales, Neil Armstrong; Michael Collins y Edwin
Aldrin.
Los astronautas nos saludaron con las manos en alto antes de subir al móvil que los trasladaría
a 5 kms. de allí, dónde el Apolo 11 montado sobre el cohete Saturno 5 los esperaban. El cielo
estaba tachonado de estrellas. La “W” de Casiopea estaba allí, invisible desde nuestras latitudes
argentinas, la estrella Polar y las circunspolares del norte, eran objetos “nuevos” para nosotros...
Amanecía en Cabo Kennedy. La mañana se presentaba calurosa. Por las arenosas playas se
advertía una movilidad constante. Fuera del Centro Espacial, entre este y Cocoa Beach, había
unos 15 kms. de casas rodantes; carpas y observadores apostados algunos de ellos varios días
antes. Una tarde en Cocoa, un canadiense me preguntó como hacía para entrar al campo de tiro
y poder estar tan cerca del punto de lanzamiento. Quizás el buen hombre no sabía que mis
trámites habían empezado un año antes...y desde Argentina.
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Ubicados en tribunas emplazadas para tal fin, gente de todo el Mundo se hallaba allí. El
lanzamiento se podía observar desde 5 kms. como distancia mÍnima. Las tribunas se hallaban
junto al VAB, a 50 metros adelante hay un lago que limita el paso y para el lanzamiento allí
aguardábamos. Aunque mínimo, esos 50 metros nos parecía estar aún más cerca del vehículo
lunar. Después comprendimos que las tribunas eran el mejor lugar por muchas razones. Una de
ellas era que hacían de pantalla contra el Sol fuerte del verano. El Dr. Wherner von Braun junto
a otros científicos estaba en el Centro de Control junto al VAB. Frente al sofisticado
instrumental controlaban el lanzamiento. Inmediatamente después él y su equipo volaron hacia
Houton, Texas, donde está situado el Centro de Control de Vuelos Tripulados de la NASA.
Horas antes del lanzamiento se advierte en torno al cohete una nubecilla blanca que lo
envuelve. Son los vapores de oxígeno líquido a 180 grados bajo cero, que pugnan por volver a
su estado gaseoso. Todo estaba preparado. Eran las 09:00 de la mañana. El equipo fotográfico
nuestro constaba de una filmadora de 16mm. marca Bolex; 3 cámaras de 35mm. Leika; Praktica
y Voitglander, todas cargadas con película para diapositivas color.
Un gran reloj digital marcaba el paso de la cuenta maestra regresiva. Faltando 3 minutos, un
silencio total envolvió al ambiente, hasta entonces ocupado por miles de voces...Los últimos 60
segundos parecían irreales. Creo que a todos nos asaltó el mismo pensamiento...”y si fallara el
disparo...o sucediera una explosión general del gran vector...”
Cuando la cuenta regresiva llegó al segundo 8 y descendiendo, el gran proyectil se puso en
funcionamiento con el encendido de un verdadero ramillete de los 5 cohetes principales de la
primera etapa. Cuando llegó el momento CERO, debieron trasncurrir aún 3 segundos más (-3”),
entonces las amarras metálicas que sostenían al Apolo-Saturno lo dejaron libre...En el momento
de la salida la primera etapa consumía 14 toneladas de combustible por segundo...!
Asciende ahora la nave Apolo sobre el cohete Saturno con los 3 astronautas abordo. Un minuto
después del lanzamiento, el blanco cohete es apenas un puntito en el cielo del Cabo. El
lanzamiento se produjo a las 09:32 (hora Este). Sobre la plataforma lanzadora de cemento
quedaba la torre de servicio, aún envuelta en una humadera gris de la combustión. A 500 m. de
allí estaba otra torre de servicio que había sido retirada, para su resguardo de la intensa
temperatura que emanaba de los gases incandescentes, en el momento del disparo. Esta torre es
una verdadera obra de ingeniería con una altura de 122 m.
Al cumplir la tercera órbita alrededor de la Tierra, una nueva cuenta maestra puso en
funcionamiento a la 3ra. etapa del Saturno 5. Hasta entonces el Apolo viajaba a 8 kms/seg. de
velocidad y esta 3ra. etapa le imprimió una velocidad de 11.2 kms/seg., que es la velocidad de
escape. dirigiendo a la nave hacia una trayectoria lunar. Comenzaba así el verdadero viaje a la
Luna.
Durante el vuelo libre de 3 días, nuestra misión en el Centro Espacial fué recabar la mayor
cantidad de informes sobre temas espaciales. En el Centro de Control en Texas, se seguía la
travesía paso a paso. Pudimos ver por TV, cómo los médicos de los astronautas controlaban las
funciones vitales de los 3 hombres en el espacio y hasta vimos un cardiograma de Armstrong
por las pantallas.
Describir las visitas realizadas a las casamatas de control, a los museos espaciales y laboratorios
de la NASA, sería una prolongada tarea. Por ejemplo, estuvimos en el interior del laboratorio de
pruebas en donde en Enero de 1967 murieron los astronautas White; Grisson y Chaffee, en un
vuelo simulado dentro del Módulo de Mando del Apolo 1. Existe un Observatorio con un
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telescopio de gran ángulo, capaz de seguir la trayectoria de un cohete hasta el límite superior de
la trayectoria.
Llegada a la Luna
Llegó finalmente el día esperado: 20 de Julio. Los astronautas Armstrong y Aldrin, pasaron al
Módulo Lunar, quedando Collins en el Módulo de Mando. Se inició un descenso en un ángulo
pronunciado, hacia la Luna. Mientras tanto Collins, sólo frente al Universo cuando volaba sobre
el lado oculto de la Luna (las comunicaciones radiales se interrumpían) , giraba en torno de esta
en una órbita de aparcamiento a 100 kms. sobre la superficie.
Mis compañeros del CODE y yo estabamos en la Sala Principal del Control de Vuelo contigua al
VAB. Através de la TV nos hacíamos eco del momento de tensión que cundía entre los
responsables de la misión.
La quietud y el silencio fueron totales cuando Armstrong dijo hallarse a 40 m. sobre el suelo
lunar. Buscó el mejor sitio, para luego decidirse a descender en un punto relativamente “liso”.
Minutos después anunció: “Aquí, la Base de la Tranquilidad...el Aguila ha alunizado...”
Allí estaban...300 años de ciencia les habían abierto el camino a las estrellas. En Cabo Kennedy
las sirenas sonaron largo tiempo. El momento no se puede descriir con palabras. Nunca
olvidaré los rostros de los padres de los astronautas. Por TV se los veía, al igual que a las
esposas e hijos de los intrépidos “lunautas”. En ese momento recuerdo que observé a lo lejos la
plataforma de lanzamiento...todo había comenzado allí, a 5 kms...El momento me pareció irreal
por un instante...
El resto de la aventura del Apolo 11 es por todos conocida, por lo que no abundaré en detalles.
Eso sí, el Mundo no volverá a ser como antes. En el horizonte una nueva Era comenzaba. La Era
de la exploración del Sistema Solar por el Hombre.
El 22 de Julio, cuando los astronautas iniciaban el regreso a su planeta natal, nosotros también
salíamos de Cabo Kennedy. Emoción y nostalgia envolvían nuestras mentes mientras nos
deslizábamos por la autopista A.1 A. observando las ya lejanas torres. El último en desaparecer
de nuestra vista fué el VAB. Cabo Kennedy quedaba atrás...pero regresábamos con un hermoso
material y el recuerdo imborrable de los días vividos en aquel lugar.
Epílogo
Como epílogo a este sintetizado relato, tengo que decir que una semana después de llegar a mi
Santa Fe, una encomienda me fué entregada. Tenía el famoso emblema de la NASA. Al abrir la
caja hallé un hermoso Globo Lunar de 35 cm. de diámetro, con los accidentes lunares en relieve.
Era un obsequio del mismísimo Wherner von Braun, tal como lo había prometido. Este Globo
Lunar es un verdadero símbolo que se exhibe en una vitrina en la “Expoespacio” del
Observatorio del CODE junto a numerosas maquetas de naves espaciales y módulos lunares.
No he dejado de pensar en volver algún día nuevamente al Centro Espacial JFK, pero desde
aquel inolvidable mes de Julio de 1969, recuerdo aquella aventura como si hubiera ocurrido
ayer...y desde entonces he recorrido miles de kms. relatando en lo que ya han superado las 1000
charlas con diapositivas...cada hora transcurrida en las soleadas arenas de Cabo Kennedy en
donde...”yo estuve allí cuando partió el Apolo 11 rumbo a la Luna...”
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