SERIE POLÍTICAS PARA EL DESARROLLO TERRITORIAL Noviembre 2011 Centre latino-américain pour le développement rural GRANDES PROYECTOS DE INVERSIÓN PRIVADA EN LOS TERRITORIOS CAMINOS PARA MITIGAR CONFLICTOS Y POTENCIAR SUS IMPACTOS EN EL DESARROLLO • Las grandes inversiones privadas de actores externos al territorio pueden tener impactos muy disímiles en diferentes territorios, y casi nunca están libres de conflictos. Una condición central para que estas inversiones conduzcan a resultados favorables en crecimiento económico, inclusión social y sustentabilidad ambiental, es que se inserten en estrategias de desarrollo territorial que compatibilicen los intereses de las empresas con los de la población local. Para ello, no hay otro camino que el construir acuerdos en torno a estas estrategias de desarrollo, lo que no se puede reemplazar por acciones puntuales de responsabilidad social por parte de las empresas. • Las grandes empresas pueden encontrar oportunidades de negocio y de gestión de riesgos en una articulación más amplia con proveedores locales. • El Estado debe aportar reglas que normen el acceso y uso de los recursos naturales con criterios de equidad y sustentabilidad, a fin de regular los espacios de conflicto entre los proyectos de inversión privada y las comunidades locales. También podrá poner a disposición sistemas de información de amplio acceso sobre los cambios en reglas referidas a recursos naturales, e invertir en el desarrollo de capacidades de los actores locales para hacer efectiva su participación en la toma de decisiones en el territorio. • Los gobiernos locales deben fortalecerse y ser dotados de mayores atribuciones y competencias –así como de capacidades técnicas, políticas y de gestión– para transformarse en actor clave de la gobernanza de los recursos naturales y el desarrollo territorial. Así se potencia su capacidad de diálogo y negociación con las grandes empresas de fuera del territorio. Inversión extraterritorial: oportunidades y conflictos Las grandes inversiones privadas de actores externos al territorio suelen determinar las dinámicas de estos espacios. Ejemplos destacados en América Latina son las grandes inversiones en minería, hidrocarburos, hidroeléctricas, forestales, turísticas y acuícolas, y de agricultura en gran escala, que por diversas condiciones llegan a las zonas rurales (ver recuadro 1). Estas grandes empresas, cuyos centros de decisión casi siempre están fuera del territorio, son de hecho un actor decisivo en el proceso de trasformación de los territorios rurales. Muchas veces corresponden a industrias intensivas en capital, y siempre están vinculadas a mercados dinámicos nacionales o internacionales. Las inversiones que realizan casi siempre escapan a las posibilidades de las empresas locales, y transforman fuertemente la economía del territorio y las reglas de acceso y uso de los recursos naturales. A veces es tal su peso, que cambian en 1 forma significativa las dinámicas de desarrollo del territorio y afectan muchas dimensiones de la vida pública y privada de los habitantes locales, entre los cuales casi nunca están incluidos los gerentes o los accionistas de estas empresas. Los efectos que estas inversiones extraterritoriales tienen en el territorio no son unívocos. Existen casos donde ellas han impulsado únicamente dinámicas de extracción de excedentes económicos, limitando la integración de los emprendedores locales al desarrollo territorial. Esto sucede en las denominadas economías de enclave donde grandes inversiones, dependientes de economías de escala y poca capacidad de encadenamientos productivos en los territorios, conllevan procesos de exclusión para otro tipo de actividades económicas locales, dominando los recursos naturales y capturando también los espacios institucionales en una dinámica que se auto-refuerza en el tiempo (Pack y Saggi, 2006). Hoy en día, muchas de estas inversiones de enclave son además muy poco intensivas en el uso de mano de obra local (excepto en las etapas iniciales de instalación). Por lo tanto, el territorio y sus habitantes prácticamente no tienen forma de beneficiarse con estas inversiones, aunque deben sobrellevar los costos ambientales, sociales y económicos. En algunos países se han creado leyes que redistribuyen un porcentaje de los ingresos de este tipo de inversiones hacia los territorios, como sucede con el canon minero en el Perú (Hernández y Trivelli, 2011). Una situación distinta es cuando estas inversiones establecen relaciones fuertes con otras empresas locales a las que compran bienes o servicios, o cuando se trata de actividades productivas en el uso de mano de obra relativamente bien remunerada. Bajo ciertas condiciones, estas relaciones pueden dar origen a los clústeres, que implican una articulación amplia de actores (como productores, proveedores, instituciones g u b e r n a m e n t a l e s, u n i ve r s i d a d e s, a g e n cias reguladoras, o asociaciones de comercio) que interactúan en lógicas de competencia y colaboración. La proximidad de las empresas e instituciones, y los intercambios repetidos entre ellas, fomentan una mejor coordinación y confianza, generando ventajas en eficiencia, eficacia y flexibilidad. Todo esto se traduce en aumento de la productividad de las empresas de la zona, y fuertes incentivos para la innovación y formación de nuevas empresas (Porter, 1998). Los efectos económicos y sociales de estos clústeres muchas veces son positivos, especialmente cuando los actores del territorio, incluyendo los gobiernos locales, tienen suficiente poder y capacidad para representar los intereses locales ante los inversionistas externos. Los proyectos de inversión privados de naturaleza extraterritorial plantean entonces una disyuntiva de política, que surge de las oportunidades de articulación económica local, pero también de los posibles espacios de conflicto con las dinámicas sociales pre-existentes. Si bien son potenciales factores de dinamismo económico local, también pueden ser fuente de desigualdad y exclusión, sin mayor impacto en la reducción de la pobreza. Frente a esto, la pregunta es cuáles son las condiciones para que las inversiones extraterritoriales conduzcan a resultados favorables, tanto en crecimiento económico como en inclusión social y sustentabilidad ambiental en los territorios. En la práctica, en los territorios rurales se observan dos grandes formas de abordar los proyectos de inversión privada extraterritorial. La primera, pone en marcha sistemas territorialmente indiferenciados de incentivos y estímulos a este tipo inversiones, y dejan sus resultados e impactos en manos de la capacidad de autorregulación del sector privado, mientras el Estado adopta un rol subsidiario. Una segunda alternativa incorpora a estas inversiones dentro de un marco de desarrollo territorial con carácter integral y sostenible, que contiene en su diseño criterios explícitos de equidad, superación de la pobreza y sustentabilidad ambiental. 2 Recuadro 1 Tres condiciones para las dinámicas de inversión extraterritorial De los casos estudiados, se deduce que las dinámicas de inversión extraterritorial en zonas rurales se generan a partir de tres condiciones clave: • Territorios con ventajas respecto a dotación y calidad de recursos naturales. • Inversión pública en bienes públicos (y en ocasiones en subsidios privados, también) que permiten mejoras en la productividad de las empresas. • Marco institucional favorable para la gestión privada de los recursos naturales. Encadenamiento, marcos institucionales y coaliciones Los estudios del programa Dinámicas Territoriales Rurales (DTR) indagaron en los procesos que surgen a partir de grandes proyectos de inversión privada. Incluyeron los casos de los hidrocarburos en Tarija, Bolivia, las inversiones agroalimentarias en la Región de O’Higgins, Chile, y la acuicultura de salmón en Chiloé, Chile. Los casos observados plantean cuatro puntos centrales para el logro de condiciones de mayor inclusión social a partir de grandes inversiones extraterritoriales. El primero, es que las inversiones generen encadenamientos productivos verticales (a lo largo de una cadena de valor, por ejemplo, empresas proveedoras locales de insumos - agroindustrias) y horizontales (entre cadenas, por ejemplo, industria del vino e industria del turismo) que posibiliten la participación de empresas locales, utilizando bienes y servicios de pequeños y medianos proveedores de la zona, generándose oportunidades económicas y estimulando nuevos emprendimientos locales. Esto puede conllevar importantes efectos multiplicadores en la economía territorial. Para las grandes empresas, estas condiciones ofrecen mayores oportunidades productivas y nuevas estrategias para la gestión de los riesgos asociados a mercados que les exigen una mejor relación con la sociedad local y el medio ambiente. El caso de la Isla de Chiloé refleja la relevancia que tiene la articulación entre proyectos de inversión privada y las empresas locales. La industria salmonera de esta zona (de capitales internacionales y nacionales de fuera del territorio) contó desde sus inicios con el respaldo amplio de múltiples actores Tarija, Bolivia - Foto: © Flickr - Columbus GV Team 3 locales, tanto públicos como privados, dando un gran soporte a los objetivos de este sector económico. Esta industria abrió un nuevo mercado laboral y generó negocios para empresas prestadoras de servicios (como transporte, limpia y confección de redes). Sin embargo, a partir de la crisis producida por el virus ISA en la salmonicultura, que generó despidos masivos y evidenció los problemas ambientales de la producción intensiva de salmones, la industria se ha visto obligada a repensar su relación con el territorio para poder sostener su base de apoyo local y nacional (Ramírez et al. 2011). Una segunda condición es que estas empresas otorguen nuevas oportunidades de trabajo decente para los habitantes del sector, lo que incide favorablemente en los ingresos de los hogares. Donde esto ocurre, se observan impactos significativos en sectores tradicionalmente con menos acceso al mercado laboral, como mujeres y jóvenes de territorios rurales. En la presencia de esta condición, las inversiones extraterritoriales pueden revertir la tendencia general a la emigración desde zonas rurales, e incluso incentivar la llegada de nuevos habitantes. Sin embargo, las investigaciones sugieren que las condiciones laborales en estas industrias muchas veces distan de los estándares vigentes en mercados exigentes, y el desafío es impulsar marcos regulatorios efectivos que promuevan la generación de conciencia y el cambio de comportamiento en este tipo de empresas. Esta situación fue observada, por ejemplo, en la agroindustria en el Secano Interior de la Región de O’Higgins en Chile (Modrego et al. 2011). Un tercer punto se refiere a la construcción de marcos institucionales para el acceso y uso equitativo de los activos naturales. Se requiere de arreglos institucionales que faciliten la presencia de grandes proyectos de inversión extraterritoriales, pero que a su vez no coarten las posibilidades de las comunidades locales de acceder y usar de forma sostenible los activos existentes en su territorio (Hinojosa, et al. 2011). En el caso de la extracción minera en Tarija, las grandes inversiones redefinen el acceso, uso y gestión de otros recursos naturales, como el agua, del cual depende el desarrollo de otras actividades productivas en el medio rural (Hinojosa et al., 2010). Políticas que promuevan un balance y complementariedades entre actividades alternativas, pueden evitar dinámicas económicas de tipo enclave, y las trampas institucionales que retroalimentan su expansión y excluyen modos alternativos de producción para la pequeña y mediana empresa. Por último, los estudios territoriales plantean la necesidad de contar con coaliciones sociales que incluyan a gobiernos locales, organizaciones sociales, medianos y pequeños empresarios, representantes de los servicios, entre otros. Cuando estas coaliciones existen y cuentan con una visión y un proyecto de desarrollo para su territorio, suelen ser un factor decisivo para que las grandes inversiones aporten positivamente a los procesos de desarrollo territorial. En este sentido, se plantea como condición la configuración de un marco institucional donde estos actores estén presentes en espacios de diálogo y decisión público-privada, y desarrollen capacidades para liderar cambios con mirada territorial, y no netamente de apropiación de las rentas otorgadas por las inversiones. El sector público puede y debe jugar un rol activo en este sentido (un ejemplo de esto se incluye en el recuadro 2). 4 Recuadro 2 Acción del Estado para garantizar acceso equitativo a los recursos naturales: dos ejemplos contrapuestos en Chile La Isla de Chiloé, territorio tradicionalmente conformado por campesinos y pescadores, experimentó profundas transformaciones estructurales desde la década de 1990 con el establecimiento de una gran industria salmonera. El acceso a uno de sus principales activos productivos, el borde costero, estuvo condicionado por un marco normativo que otorga a los solicitantes de concesiones marinas derechos de uso y goce para realizar acuicultura, indefinidos y transferibles a través del mercado. Este proceso implicó importantes barreras para las comunidades y empresarios locales con menores recursos, ya que el acceso a las concesiones requería de información, apoyo legal y financiero, con lo cual no contaban. En este nuevo escenario, no existieron mecanismos de apoyo público para el acceso al recurso por parte de los campesinos, pescadores y mariscadores, que aún hoy en día se encuentran en conflicto por las zonas de uso exclusivo para la salmonicultura. La industria, por su parte, experimentó un rápido proceso de concentración favorecido por la legislación de concesiones acuícolas. En el Secano Interior de la Región de O’Higgins se observó un problema similar, pero con distinto desenlace. Debido a condiciones climáticas y geográficas, esta zona cuenta con escasos cursos de agua superficiales, por lo que las fuentes subterráneas son un factor clave tanto para las actividades económicas como para la vida cotidiana de sus habitantes. A partir del descubrimiento de un gran acuífero en la zona, la industria frutícola y vitivinícola invirtió en el territorio y acaparó un gran número derechos de aprovechamiento de aguas subterráneas, e inició una extracción intensiva del recurso para riego. Esto causó una fuerte disminución de la disponibilidad de agua, imponiendo límites a la entrega de nuevos derechos. Afortunadamente, aquí el Estado actuó en forma deliberada y oportuna a través del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), el cual implementó un activo plan para apoyar a los pequeños productores agrícolas a inscribir legalmente sus pozos de agua, lo que hoy les permite contar con seguridad jurídica en su acceso al recurso (Ramírez et al., 2011; Modrego et al., 2011). Conclusiones Las investigaciones del Programa de Dinámicas Territoriales Rurales permiten concluir que la acción pública tiene un rol fundamental en potenciar y mitigar los potenciales conflictos de los proyectos de inversión privada de naturaleza extraterritorial. Condición fundamental es enmarcar estas inversiones dentro de una estrategia de desarrollo territorial, que compatibilice criterios de eficiencia económica con objetivos de equidad, cohesión social y sustentabilidad ambiental. Esto implica el desarrollo institucional necesario para la construcción de reglas que normen el acceso a los activos territoriales, así como la configuración de actores y coaliciones que lideren los procesos de desarrollo, incorporando los intereses de los sectores pobres y tradicionalmente excluidos. 5 Las propuestas de acción para generar las condiciones de crecimiento económico, inclusión social y sustentabilidad ambiental a partir de la presencia de grandes proyectos de inversión privada en los territorios, son: • Fortalecer los marcos institucionales que regulan el acceso y uso de los recursos naturales. Es esencial invertir en sistemas de información de acceso universal para autoridades locales y regionales, empresas y otros actores sociales. Estos no solo deben incorporar información oportuna, actualizada y de buena calidad sobre el mercado, sino también sobre legislación que regule el acceso y uso de activos esenciales (p. ej. recursos naturales), de proyectos de inversión pública y privada en los territorios, y que den cuenta de las necesidades diferenciadas de distintos actores y grupos de interés. • Afianzar los derechos de propiedad de las comunidades locales sobre los recursos naturales, y proveer de asesoría y apoyo técnico y financiero que les permita tomar decisiones informadas sobre las consecuencias sociales y privadas vinculadas al uso de los recursos bajo su custodia. • Las grandes empresas pueden orientar sus estrategias de inversión económica y social en el territorio para generar una mayor vinculación con la sociedad local. Las acciones tradicionales de responsabilidad social empresarial no pueden reemplazar acuerdos más globales para fortalecer los aspectos positivos de sus inversiones en el desarrollo económico, social y ambiental del territorio. Los planes de desarrollo territoriales deben considerar instrumentos que estimulen y potencien las oportunidades de encadenamiento productivo de las grandes inversiones extraterritoriales con empresas y servicios locales. • Fortalecer a los gobiernos locales en atribuciones y capacidades para implementar estrategias de gestión territorial, que enmarquen las inversiones extraterritoriales dentro de planes de desarrollo amplios, construidos bajo condiciones de mayor consenso social. • A través de programas de fortalecimiento de capacidades, potenciar a actores sociales, como pequeños empresarios y organizaciones sociales, para participar en los debates y procesos de decisión respecto a la operación de las inversiones extraterritoriales y el uso que éstas hacen de los recursos naturales. Fomentar también un rol activo de los actores sociales en la vigilancia de los procesos de transformación de los recursos naturales, lo que implica generar conciencia, capacitación y provisión de herramientas que faciliten su rol fiscalizador. Lecturas sugeridas • Berdegué, J.A y Schejtman, A. 2004. “Desarrollo Territorial Rural”. Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, Santiago. • Hernández, R. y Trivelli, C. 2011. “Crecimiento económico, cohesión social y trayectorias divergentes Valle Sur - Ocongate (Cuzco – Perú)”. Documento de Trabajo N° 65. Programa Dinámicas Territoriales Rurales. Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, Santiago, Chile. • Hinojosa, L.; Chumacero, J.; Cortez, G.; Bebbington, A. 2011. “Dinámicas territoriales y formación de territorios en contextos de expansión de industrias extractivas. Tarija, Bolivia”. Documento de Trabajo N° 89. Programa Dinámicas Territoriales Rurales. Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, Santiago, Chile. 6 • Hinojosa, L.; Chumacero, J.P.; Cortez, G.; Bebbington, A.; Humphreys, D. 2010. Territorial dynamics and formation of territories in contexts of extractive industries expansion: a case study on hydrocarbons in Bolivia. Ponencia presentada en la Conferencia 2010 AAG, Washington DC. • Modrego, F.; Ramírez, E.; Yánez, R.; Acuña, D.; Ramírez, M.; Jara, E. 2011. “Dinámicas territoriales del Secano Interior de la Región de O’Higgins: Las fronteras de la transformación agroindustrial”. Documento de Trabajo N° 80. Programa Dinámicas Territoriales Rurales. Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, Santiago, Chile. • Ramírez, E.; Modrego, F.; Yáñez, R.; Mace, J. 2011. “Dinámicas Territoriales de Chiloé. Del Crecimiento Económico al Desarrollo Sostenible”. Documento de Trabajo N° 86. Programa Dinámicas Territoriales Rurales. Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, Santiago, Chile. • Pack, H. y Saggi, K. 2006. “Is There a Case for Industrial Policy? A Critical Survey”. World Bank Research Observer, 21(2), pp 267-297. • Porter, M. 1998. “Clusters and the new economics of competition”, en Harvard Business Review. Noviembre 1998, pp 77 – 90. Esta publicación es un resultado de la serie Políticas para el Desarrollo Territorial del programa Dinámicas Territoriales Rurales. El Programa de Dinámicas Territoriales Rurales coordinado por Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (www.rimisp.org/dtr) es un esfuerzo colaborativo de investigación aplicada, fortalecimiento de capacidades e incidencia en políticas que se lleva a cabo en 11 países de América Latina, a través de una red de 52 socios y 150 colaboradores. El programa busca determinar cuáles son los factores que explican dinámicas territoriales caracterizadas por procesos simultáneos de crecimiento económico, inclusión social y sostenibilidad ambiental, y a partir de ello informar políticas y estrategias de acción pública que promuevan cambios en esta dirección. The Rural Territorial Dynamics Program, coordinated by Rimisp- Latin American Centre for Rural Development (www.rimisp.org/dtr) is a colaborative effort of applied research, capacity building and public policy incidence in 11 latinamerican countries, through a network of 50 associates and 150 collaborators. The program tries to determinate the factors that explain territorial dynamics in the form of simultaneous processes of economic groth, social inclusion and environmental sustainability, thereby informing public policies and strategies that promote changes in this direction. Cita / Citation: Serie Políticas para el Desarrollo Territorial - Grandes proyectos de inversión privada en los Territorios. Caminos para mitigar conflictos y potenciar sus impactos en el desarrollo. Programa Dinámicas Territoriales Rurales. Rimisp, Santiago, Chile. Noviembre - 2011 Para mayor información: Mónica Maureira Coordinadora de Comunicaciones mmaureira@rimisp.org © Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural Programa Dinámicas Territoriales Rurales Casilla 228-22 Santiago, Chile Tel + (56-2) 236 45 57 dtr@rimisp.org www.rimisp.org/dtr 7