Retrospectiva histórica del Cine Cubano doc

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RETROSPECTIVA HISTÓRICA DEL CINE CUBANO: NACIÓN E IDENTIDAD
Dra. Dagneris Batista de los Ríos
Correo: dagnerisbr@ult.edu.cu
Directora de Extensión Universitaria
Universidad de Las Tunas
Cuba
Resumen
Intentar contar la historia del cine cubano tomando en cuenta solo sus grandes
momentos, sería relatar apenas una parte de esa historia, esa a la cual el poder
cultural ya nos ha habituado a pensar que es solo la única que vale la pena
promover, olvidando el resto. Más que una relación de las mejores películas del cine
cubano, proponemos un panorama de lo que ha sido el devenir cubano visto desde
el punto de vista de los más disímiles cineastas, sin importar la época en que
ejercieron el oficio, pero sin darse cuenta estaban contribuyendo a contar la historia
de nuestro país que quedó evidenciado documentalmente.
El estudio del cine cubano tiene que partir del análisis que estamos ante un
acontecimiento socio-artístico que teniendo en cuenta el momento histórico en que
se desarrolla aporta valores estéticos y reflexiones acertadas, se trata de encontrar
los nexos que cada película consigue establecer con la época y como cada una
desde sus características aporta valores y expone problemáticas sociales como
punto de partida al tratamiento de estos temas medulares en la construcción de la
identidad del cubano.
Palabras claves: cine cubano, cultura, historia, identidad, valores
Summary
Trying to tell the story of Cuban cinema taking into account only its great moments,
would tell only part of the story, that to which cultural power and has accustomed us
to think it's just the only one that is worth promoting, forgetting the rest. More than
just a list of the best films of Cuban cinema, we propose an overview of what has
been the fate Cuban seen from the point of view of the most diverse filmmakers,
regardless of the time exercised the office, but were unwittingly helping to tell the
story of our country that was proven documented.
The study of Cuban cinema from the analysis is that we are facing a socio-artistic
event considering the historical moment in which it develops aesthetic values and
provides accurate reflections, trying to find the links to each film gets set to the time
and as each brings features from its values and exposes social problems as a
starting point to addressing these core issues in the construction of Cuban identity.
Keywords: Cuban cinema, culture, history, identity, values
Introducción
A lo largo de la historia muchos han sido los seguidores del celuloide. Inventado en
1895 por los hermanos Louis Jean y Auguste Marie Lumiére, el cinematógrafo se
paseó por varias capitales americanas antes de llegar a La Habana, acontecimiento
que ocurrió el 24 de enero de 1897, cuando desde México el francés Gabriel Veyre
representante de la Casa Lumiere trajo a esta ciudad el maravilloso portento, donde
niños y adultos contemplaron con grato desconcierto un programa sencillo, en esa
fecha, sobre una modesta sábana, desfilaron por vez primera en la nación caribeña
un puñado de imágenes robadas a la realidad. Aquel día, quizás, el cine pareció un
divertimento sorprendente y pasajero, no un huésped que llegaba para una larga
estancia en el país.
En esa primera función, ofrecida en el número 126 del Paseo del Prado, colindante
con el entonces Teatro Tacón, hoy Gran Teatro de La Habana, se proyectaron los
cortos "Partida de cartas", "El tren", "El regador y el muchacho" y "El sombrero
cómico", a un precio de entrada de 50 centavos para mayores y 20 centavos para
niños y militares. Poco después, el 7 de febrero, Veyre era también protagonista del
primer rodaje en esta isla, Simulacro de incendio, centrado en una maniobra de los
bomberos habaneros y de corte documental como la mayoría de las producciones
durante una larga etapa.
En esa primera fase de introducción y vida itinerante, hubo varios locales dedicados
al Séptimo Arte, entre los que podemos mencionar Panorama Soler, Salón de
variedades o Ilusiones ópticas, Paseo del Prado # 118, Panorama, Vitascopio de
Edison (en la famosa Acera del Louvre), entre otros.
El Teatro Irijoa (Martí en la actualidad) fue el primero que en esta capital presentó
cine entre sus atracciones. La primera de una larga estirpe de salas habaneras de
cine la estableció José A. Casasús, actor, productor y empresario ambulante, bajo el
nombre de "Floradora", luego "Alaska". Más tarde, Casarés convertiría en parlante la
cinta Los modernos galeotes, con la estrella Mary Pickford.
En los seis o siete años anteriores a la Primera Guerra Mundial, el cine conoce una
expansión y estabilización como negocio en las principales urbes de Latinoamérica.
En La Habana, el símbolo de esta época es el Polyteams. Cuba, como los demás
países del continente, atravesó en aquellos años primigenios por las etapas de la
producción y la exhibición ambulante y esporádica, el cambio de proveedores
europeos a norteamericanos, la dependencia de las grandes compañías
hollywoodenses, la discontinuidad y la atomización en las creaciones nacionales.
A partir de la Primera Guerra Mundial, el continente cambia progresivamente de
metrópoli, se modifican los términos de dependencia: la dominación hasta entonces
ejercida por Londres y París (la bolsa y la moda) cede ante Wall Street Hollywood. Si
la producción silente empieza en América Latina como un remedo de la Belle
Epoque, al llegar el sonoro el mercado está completamente dominado por los films
estadounidenses.
En Cuba, de esta vertiente, se recuerdan El Capitán Mambí y Libertadores o
guerrilleros (1914), de Enrique Díaz Quesada y con el apoyo del general Mario
García Menocal. El propio Díaz Quesada hace una adaptación del dramaturgo y
novelista español Joaquín Dicenta en 1910, en una de las tendencias en uso por
entonces, la apropiación de obras literarias para el film d'art, junto a las imitaciones
de Chaplin o los franceses en las comedias o de los cowboys en el género de
aventuras. La etapa silente en la producción nacional se extendería hasta 1937,
cuando se realizó el primer largometraje de ficción sonoro.
Desarrollo
1.1 Evolución histórica, desde sus orígenes hasta la actualidad.
Durante las seis primeras décadas del siglo XX, las pantallas cubanas reprodujeron
largometrajes de Argentina, Francia, Italia, México y Estados Unidos. Los artistas y
realizadores cubanos llegaban al mundo del celuloide con proyectos pobres y
esporádicos en el marco de las industrias de estos dos últimos países. No fue hasta
mediados de la década de los años 50 que surgió en Cuba un grupo con
empecinada vocación de lograr un cine verdaderamente nacional.
Los precursores de esa voluntad fueron Tomás Gutiérrez Alea, Julio García
Espinosa, Alfredo Guevara y otros jóvenes intelectuales, vinculados a la Sociedad
Cultural Nuestro Tiempo. Algunos de ellos marcharon a Italia para adiestrarse en el
Centro Sperimentale de Roma, donde tuvieron como amigo de aprendizaje al
colombiano Gabriel García Márquez.
La nueva realidad de un país en transformación, sus contradicciones, la
materialización de la justicia y las virtudes y vivencias del pueblo cubano fueron
llevados al celuloide. Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás, Pastor Vega y
Santiago Álvarez, entre otros, abrieron su talento y sentaron las bases del cine
cubano que pronto conquistó un lugar de preferencia en la arena internacional.
Antes de la Revolución cubana de 1959 el total de películas filmadas fue de
aproximadamente 80 películas completas. Se destacaron, La Virgen de la Caridad
protagonizada por Miguel Santos, dirigido por Enrique Díaz Quesada, pionero del
cine cubano, cuyo aporte es fundamental en la industria fílmica, y una de las
mejores películas realizadas en Cuba.
Además de El parque de Palatino, este director tiene el mérito de haber hecho,
Manuel García, Rey de los campos de Cuba, el primer largometraje silente, basado
en una novela de Federico Villoch, lo que coloca a Díaz Quesada también
vanguardista por llevar una obra literaria al cine. Sin embargo, la falta de
infraestructura industrial era absoluta y los pocos que como Ramón Peón intentaron
levantar una producción autóctona se vieron obligados a emigrar (en su caso a
México).
Se destaca en este periodo además Romance del Palmar por Ramón Peón, sin
dejar de mencionar que a La Habana venían famosos del cine continental a filmar y
muchos actores cubanos también hicieron presencia en México y Argentina. Músicos
como Ernesto Lecuona, Bola de Nieve o Rita Montaner también actuaron o
participaron en la banda sonora de películas de de diferentes países.
En los años siguientes destacaron los pioneros Enrique Díaz Quesada, En 1930 se
rodó la última producción muda, El caballero del mar, de Jaime Gallardo, y la
primera sonora, La serpiente roja, de Ernesto Caparrós. En los años siguientes, se
consiguió estabilizar la producción en unos cinco largometrajes anuales, la mayoría
musicales o melodramas sin demasiado valor artístico.
La crisis de la década de 1940 hizo que el gobierno liberal de Carlos Prío Socarrás
dictara una serie de medidas de apoyo, y en los años siguientes se intentó mejorar
el bajo nivel de la producción anterior a la revolución (Manuel Alonso hizo Siete
muertes a plazo fijo y Casta de roble, y el mexicano Emilio Fernández La rosa
blanca, 1954).
1.2 El cine cubano a partir del triunfo revolucionario.
En los primeros días de 1959, se creó un departamento cinematográfico dentro de la
Dirección de Cultura del Ejército Rebelde, la cual produjo documental como "Esta
tierra nuestra" de Tomás Gutiérrez Alea, y "La Vivienda" de Julio García Espinosa.
Éste departamento fue el antecesor de lo que se convertiría en el ICAIC (Instituto
Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos), fundado el 24 de marzo de 1959,
cuando, en medio del estremecimiento político y social que dominaba al país
caribeño se anunció como primera ley en el terreno cultural la creación del mismo
presidido por Alfredo Guevara. Esta decisión marcó la consolidación de una
cinematografía nacional.
En la ley que fundó el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos,
ICAIC, se afirmaba: “el cine es un arte”, así se materializaba el sueño, tantas veces
frustrado, de crear una verdadera cinematografía nacional, cuyos antecedentes se
encuentran en aquellos primeros documentales, dirigidos por Tomás Gutiérrez Alea,
Julio García Espinosa y Manuel Octavio Gómez, gracias al apoyo del Departamento
de Cultura del Ejercito Rebelde, impulsado por el comandante Camilo Cienfuegos.
Como lo subraya el director de la Cinemateca de Cuba, el realizador Manuel
Herrera, con esta “retrospectiva, década por década, lo más amplia posible del cine
que produjo aquella ley enunciadora de su carácter artístico y lo hace exhibiendo
las flores y la hojarasca, como tributo a un camino espinoso que requirió formar
gentes que amaban el cine pero nunca habían visto una cámara y a las que fue
necesario lanzar al ruedo para apropiarse de una profesión nueva”.
Jóvenes que al impulso de los tiempos se unieron a técnicos del cine anterior,
amantes del cine, que contribuyeron decididamente al despegue de la nave,
consciente que, como dijera Edison al justificar sus reiterados fracasos para lograr
la bombilla incandescente: “Esto ha sido un experimento de 2000 pasos”, validación
desde la obra de 50 años de cine cubano.
Una de las iniciativas más originales nacidas del Instituto Cubano del Arte e Industria
Cinematográficos (ICAIC) fue la creación, a inicios de la década de 1960, de los
llamados cine móviles, que lleva el cine a regiones apartadas de las urbes, uno de
cuyos grandes animadores fue José Manuel Pardo, responsable de la exhibición de
películas. La experiencia permitió la llegada del séptimo arte a zonas muy apartadas
de nuestra geografía y quedó plasmada en el documental Por primera vez, de
Octavio Cortázar, que nos revela el descubrimiento del cine por habitantes de las
montañas de Baracoa, en el extremo oriental de la Isla.
La película fue premiada en el Festival de Leipzig en 1968. El ICAIC ayudó a
promocionar el Grupo de Experimentación Sonora, entre 1969 y 1977, el cual
influenció y patrocinó la música de Cuba, en especial la Nueva Trova. Figuras como
Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Leo Brouwer, fueron algunos de los artistas que se
beneficiaron con el programa.
Desde el ICAIC se promovió la autenticidad y la reflexión, con una actitud realista
(filmar lo que pasaba en la calle) y documentalista que permitió mostrar Cuba al
mundo y a ellos mismos. Llegaron maestros del documental, como Agnès Varda o
Joris Ivens (El pueblo en armas, 1960; A Valparaíso, 1962), y se formó una escuela
entre 1962 y 1963 en la que aprendieron las posteriores figuras del cine cubano:
Tomás Gutiérrez Alea, Julio García Espinosa (Cuba baila, 1961; El joven rebelde,
1962), Santiago Álvarez (Ciclón, 1963; Now, 1965; Cerro Pelado, 1966; Hanoi,
martes 13, 1967), Humberto Solás (Manuela, 1966), Miguel García Ascot (Historias
de la revolución, 1960), Óscar Torres (Realengo 18, 1963), Manuel Octavio Gómez,
José Masot o Alberto Roldán.
Al período comprendido entre 1959 y 1969, muchos críticos cinematográficos lo
bautizaron como la época de oro del cine cubano, generalmente por la producción
de Lucía (1969) por Humberto Solás y Memorias del subdesarrollo (1968) por Tomás
Gutiérrez Alea. Éstos dos directores son general catalogados como los dos mejores
directores que ha tenido Cuba. La película Memorias del subdesarrollo fue
seleccionada entre las 100 mejores películas de todos los tiempos por la Federación
Internacional de Clubes de Cine, y la más notable de la última década del siglo XX.
La documentalística cubana se afianzó con la obra del maestro Santiago Álvarez en
obras antológicas como "Now" (1965) considerado por algunos críticos como el
primer video clip en la historia.
Otras obras marcaron el nacimiento del verdadero documental revolucionario entre
las cuales podemos mencionar, "Hanoi martes 13", Ciclón, de 1963 (sobre los
sucesos trágicos del ciclón Flora), Hasta la victoria siempre, de 1967, La guerra
olvidada, de 1967, 79 primaveras, de 1969, ¿Cómo, por qué y para qué se asesina
a un general, de 1971, El nuevo tango, de 1973, Abril de Viet-Nam en el año del
gato, de 1975, Mi hermano Fidel, de 1977 entre otros.
Se cuentan dentro de archivo los documentales del desaparecido Nicolás Guillén
Landrián, Retornar a Baracoa, 1966, Cpffea Arábiga, 1968, Desde La Habana,
1972, Taller de Línea y 18, de 1971, Un reportaje al puerto pesquero y Para
construir una casa, ambos de 1972.
Entre los fundadores del ICAIC, se destaca José A. Sarol, precursor en la realización
de documentales, tales como El cabo de San Antonio o Jocuma, de de 1955.
Entre los títulos de ficción y documentales de diferentes cineastas tenemos la
película Cuba Baila, primer largo de ficción de Julio García Espinosa, de 1960, su
documental Sexto aniversario de 1959, el documental El agua, de Manuel Octavio
Gómez, de 1960,
Los tiempos del joven Martí, de José Massip, de 1960, el documental de Titón,
Asamblea general, de 1960, largo coproducido con Francia, el Realengo 18, de
Oscar Torres con la colaboración de Eduardo Manet, 961, el largo Cuba’58, de
José Miguel García Ascot y Jorge Fraga, de 1962,
Un clásico del documental y primer premio recibido por el nuevo cine cubano lo es
Historia de un ballet (Suite Yoruba), de José Massip, el largo de Titón Las doce
sillas, de 1962, el documental de Manuel Octavio: Historia de una batalla, de 1962,
sobre la alfabetización, Preluido 11, coproducida con la RDA, y dirigida por el
alemán Kurt Maetzig, en 1963, la película de ficción de Ugo Ulive, Crónica cubana,
de 1963, El otro Cristóbal, dirigido por el galo Armand Gatti, en 1963.
Dentro de la historia, no puede faltar el primer largometraje de ficción de Tomás
Gutiérrez Alea y del nuevo cine cubano: Historias de la Revolución, de 1960, así
como el documental de 1955, dirigido por García Espinosa, precursor de la estética
del cine nacional “El Mégano”.
Se destacan dentro del género de documentales realizados en esta primera etapa,
de Rogelio París, Nosotros, la música, de 1964, el documental Ellas, de 1964, sobre
la mujer cubana y Tránsito de Eduardo Manet, de 1964. Nace un bosque de Miguel
Fleitas, 1966. David, dedicado a Frank País por Enrique Pineda Barnet, en 1967, de
José Massip Nuestra olimpiada en La Habana, de 1968, y un clásico, el documental
Giselle, e Enrique Pineda Barnet, con Alicia Alonso, así como del danés Theodor
Christensen,
También de Pineda Barnet el documental Cosmorama, de 1964 en colaboración con
el pintor de origen rumano Ñandú Darié, autor de los documentales Caminos del
saber y de El gran viaje, de 1966, así como una película hoy de culto, el largo
cubano-soviético
Soy Cuba, dirigido por Mijaíl Kalatozov, en 1964, de Fausto Canel, Desarraigo,
película de 1965, el corto El acoso, de Humberto Solás, de 1965, el musical Un día
en el solar, de Eduardo Manet, de 1965, el documental Y…, de Manuel Herrera en
1968, y el mediometraje Manuela también de Solás, en 1966, así como en
antológico documental de Oscar Valdés, Vaqueros del Cauto, de 1965. Uno de los
grandes documentales cubanos, Por primera vez, de Octavio Cortázar, 1967, la
película de ficción Tulipa, de Manuel Octavio Gómez, 1967, así como el documental
de Bernabé Hernández, Salón de Mayo, de 1968.
La película El bautizo de Roberto Fandiño, 1967, el documental De pie, de Miguel
Fleitas, 1968, el filme La ausencia, de Alberto Roldán, 1968, y De la guerra
americana, de Pastor Vega, 1969, así como ese clásico del cine iberoamericano que
es la Lucía de Humberto Solás, de 1968, y una de las cien mejores películas de la
historia del cine a escala mundial, el largo de Titón, Memorias del subdesarrollo, de
1968.
El documental Color de Cuba, de Bernabé Hernández, de 1968 y otro largo de Titón,
Una pelea cubana contra los demonios, de 1971, así como el documental Arte del
pueblo, de Oscar Valdés, 1974, la película Los días del agua, de Manuel Octavio
Gómez, 1971, el documental Sobre un primer combate, de Octavio Cortázar, 1971,
el filme Páginas del diario de José Martí, de José Massip, 1971, y ese clásico que es
el documental Muerte y vida en el Morrillo, sobre Antonio Guiteras, de Oscar Valdés,
1971, así como el documental con elementos de ficción, Girón, de Manuel Herrera,
1972 y de Pastor Vega, ¡Viva la república!, de 1972, el documental 1868-1968 de
Bernabé Hernández, 1970, sobre los cien años de lucha.
El hombre de Maisinicú, de Manuel Pérez, 1973, el documental De América soy
hijo… y a ella me debo, de Santiago Álvarez, 1972, la película Ustedes tienen la
palabra, de Manuel Octavio Gómez, 1973, el documental Mima Makeba, de Juan
Carlos Tabío, 1973, la película de la realizadora Sara Gómez, De cierta manera, de
1974, y el documental Hablando del punto cubano, de Octavio Cortázar, 1972.
Dirigido por Humberto Solás, el documental Simparalé, de 1974, así como el de
Santiago Álvarez, El primer delegado, 1975, y la película Mella de Enrique Pineda
Barnet, 1975 y el animado La silla, de Juan Padrón, 1974, así como el documental
Hombres de mar, de Manuel Herrera, 1975 y el documental Puerto Rico de los
realizadores Jesús Díaz y Fernando Pérez, 1975, y de Bernabé Hernández, El
Hurón azul, 1976.
El largo de Humberto Solás Cantata de Chile, 1975, y de Titón La última cena, 1976,
así como el documental Litografía, de Santiago Villafuerte, 1976, la película El
brigadista, de Octavio Cortázar, 1977, la película coproducida con México y Francia,
El recurso del Método, dirigida por el chileno Miguel Littín, en 1978.
En esta primera etapa se incluyen como parte de la historia la realización de los
dibujos animados para el público infantil, los de Jesús de Armas como El Maná, de
1960. La prensa seria, del mismo realizador, de 1960, La quema de la caña, de
1961, El realengo, de 1961, El tiburón y las sardinas,de 1961, Remembeer Girón,
1961, Seiou, 1961 y El cowboy, de 1961. Así como Los indocubanos de Modesto
García, 1964 y La cosa, de Harry Reade, de 1962.
Otra serie de animados, para el público adulto, se encuentran Un sueño en el
parque, del poeta Luis Rogelio Nogueras, de 1965, Cuba sí, yanquis no, de Jesús de
Armas, 1963, Ogû, de Enrique González Nicanor, 1964, autor también de El gusano,
1963, Niños, de Hernán Henríquez, 1964, La pieza, de Jesús de Armas, 1965,
Ciclano y fulano, de Tulio Raggi, 1965 y de este realizador también Macrote: un Noe
cubano, 1965, así como Vecinos y amigos, de José Reyes, 1965, Pantomima Amor
no. de Jesús de Armas, 1965 y La saladomaquia, de Enrique González Nicanor,
1965, El profesor Bluff, de Tulio Raggi, 1964 entre otros.
A finales de la década de 1960 gracias a la propia producción cubana, en la que el
dinamismo social generado por la revolución logró alcanzar un alto nivel artístico, se
logró consolidar alrededor de 1968 una producción excepcional: La muerte de un
burócrata, de Titón, de 1966, Las aventuras de Juan Quinquín (1967), de Julio
García Espinosa, Lucía (1968), de Humberto Solás, Memorias del subdesarrollo
(1968), de Tomás Gutiérrez Alea, La primera carga al machete (1969), de Manuel
Octavio Gómez, y L. B. J. (1968), de Santiago Álvarez, todas ellas ampliamente
premiadas en concursos internacionales.
En este periodo hay otros títulos importantes tales como De cierta manera (1974),
única película de Sara Gómez, la primera mujer que hace un largometraje en Cuba,
realizada desde un sentido crítico hacia la revolución que compartía el mismo
Gutiérrez Alea en Muerte de un burócrata (1966). Santiago Álvarez hace De América
soy hijo y a ella me debo (1972) o Abril de Vietnam en el año del gato (1975); Julio
García Espinosa, Tercer mundo, tercera guerra mundial (1970) o La sexta parte del
mundo (1977); Sergio Giral, El otro Francisco (1974) o El rancheador (1976); y
Humberto Solás, Cantata de Chile (1976), todas ellas de marcada militancia política.
El dibujo infantil, que se inicia en 1974, encontró con las películas de Elpidio Valdés,
un personaje que representa a un guerrero mambí batallando por la independencia
cubana de la ocupación española en el Siglo XIX, un cauce en la formación de
valores y principios en los pequeños cubanos, y diseñó un verdadero y enriquecedor
cine para ellos, que ha contrarrestado en gran medida, los disímiles filmes
norteamericanos que tradicionalmente han invadido el universo audiovisual del niño
cubano. Fue popularizada entre los niños cubanos. Otro filme de animación
destacado fue Vampiros en La Habana (1983), también de Juan Padrón.
Otro ícono del cine cubano fue el Noticiero ICAIC Latinoamericano, dirigido por
Alfredo Guevara, actual presidente de la ICAIC. Años después fue dirigido por el
director Santiago Álvarez y el mexicano Rodolfo Espino, productor de documentales.
Otro evento importante fue el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano,
el cual se celebra cada año en La Habana desde 1979, de los más importantes en
América Latina.
Producciones como "Lucía", "Memorias del subdesarrollo", "Retrato de Teresa", "La
bella del Alhambra" y "Fresa y Chocolate" han alcanzado importantes premios en
festivales internacionales de cine, sobre todo esta última que, codirigida por Tomás
Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, estuvo nominada al Oscar en Hollywood.
La realización en Cuba del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana,
a partir de 1979, inauguró un espacio decisivo para la filmografía del Tercer Mundo y
fundamentalmente de América Latina. Cada diciembre las pantallas de la capital
cubana y de otras subsedes del país, con la avalancha de filmes que las ocupan,
hablan por sí solas del afianzamiento de un cine que traduce verdades y realidades
de los pueblos de Latinoamérica. La década de los 90 abrió una etapa difícil para la
producción del cine cubano.
1.3 Las décadas de 1980 y 1990
En la década de 1980 hay un retraso real frente a la realidad cubana, fruto del menor
dinamismo social y del agotamiento de los directores de la década de 1960, que
sienten la necesidad de una labor crítica, a la que les empujan también la nueva
generación de realizadores: Enrique Colina en los documentales o Gerardo Chijona
y Juan Carlos Tabío en la ficción.
Pese a la creciente crisis económica, desde 1980 se han producido algunas de las
películas más interesantes del cine cubano: Gutiérrez Alea hizo en 1983 una crítica
al machismo y al aburguesamiento de su generación en Hasta cierto punto, Fresa y
chocolate (1993) y Guantanamera (1995), coproducidas por España y codirigidas
con Juan Carlos Tabío, documentalista y profesor en la escuela de San Antonio de
los Baños, quien por su parte realizó Se permuta (1983), una hábil comedia, Plaffdemasiado miedo a la vida (1988), irónica reflexión social que es un gran éxito de
crítica y público, y El elefante y la bicicleta (1992).
Fresa y chocolate, (1993) por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, trata
sobre la intolerancia y presenta la amistad entre un homosexual y un joven
revolucionario militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, es un canto a la
comunicación y al respeto a las diferencias, acaparó la atención de la crítica y el
público en los escenarios más disímiles y alcanzó, entre otros reconocimientos, una
nominación a los Premios Oscar, de la Academia norteamericana de Cine, en la
categoría de mejor película extranjera, fue la primera película cubana nominada a
estos premios.
De la nueva generación, Gerardo Chijona hace Adorables mentiras (1991) y Orlando
Rojas, antes crítico, ayudante de dirección y documentalista, Una novia para David
(1985) y Papeles secundarios (1989). De la generación de la década de 1960
destacan Santiago Álvarez con Bras Cuba (1989) y Julio García Espinosa con La
inútil muerte de mi socio Manolo (1990) y Reina y Rey (1995). En el año 1993, una
película de Titón, esta vez en colaboración con un director de otra generación, Juan
Carlos Tabío (Se permuta y Plaff), aportó nuevos aires no solo al cine cubano sino a
la percepción que de él existía fuera de las fronteras de la Isla.
Hoy coexisten varias generaciones en la cinematografía cubana. Obras de jóvenes
realizadores han figurado entre los premiados en eventos internacionales. Tres
veces dos (2004), cinta ganadora del Zenith de Plata a la mejor ópera prima en el
28° Festival de Filmes del Mundo de Montreal, hizo evidente –al agrupar tres
cortometrajes de Pavel Giroud, Lester Hamlet y Esteban Insausti– la diversidad
estilística y de intereses que prima hoy entre los novísimos, formados junto a los
maestros de nuestro cine, y que llegan con energía y confianza en la originalidad de
sus propuestas y el atrevimiento formal que ha hecho de la cinematografía nacional
un ingrediente insoslayable de nuestra cultura.
El séptimo arte no escapó al impacto de la crisis económica del país, no obstante, se
desarrollaron varios proyectos nacionales y otros en alianza con importantes
cinematografías. Así se rodaron filmes como "Las profecías de Amanda", "La vida es
silbar", "Un paraíso bajo las estrellas" y "Hacerse el sueco".
Este cine ha seguido obteniendo éxitos a nivel internacional, sobre todo en América
Latina, tanto en premios para sus actores como para los realizadores.
La Escuela Internacional de Cine, Televisión y Video de San Antonio de los Baños
localizada en San Antonio de los Baños en inmediaciones de La Habana, financiada
por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y Gabriel García Márquez, fue
creada también para que estudiantes latinoamericanos fueran a Cuba a estudiar
dirección, libretismo, fotografía y edición.
El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana tuvo su
primera edición del 3 al 10 de diciembre de 1979. Más de 600 realizadores
latinoamericanos fueron recibidos en aquella ocasión en que se celebraban los 20
años del nuevo cine cubano. El evento tenía como antecedente al Festival de Viña
del Mar (1967), que permitió la conformación de un movimiento caracterizado por la
unidad de la vanguardia política con la artística del momento.
Los mayores éxitos de Cuba en el Festival de La Habana han estado en el
documental y la animación, aunque en la ficción se destaca la cinta Fresa y
chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, que en la 15ª edición del
evento mereció el Gran Coral y otros premios. El director cubano de ficción que
mejores resultados ha obtenido en el Festival de La Habana es Fernando Pérez,
con premios para Clandestinos (1987), Hello Hemingway (1990), Madagascar
(1994), La vida es silbar (2001) y Suite Habana
Algunas películas del siglo XXI son extremadamente llamativas y profundas. Viva
Cuba, por ejemplo, es la primera película infantil cubana, donde se va mucho más
allá de una aventura de dos niños, hasta la política y las relaciones en el hogar. La
Edad de la Peseta, fue otro filme de gran repercusión donde se narra una historia en
la sociedad cubana a fines de 1958.En octubre de 2008 se estrena Kangamba, una
producción dramática y bélica de gran envergadura, que rememora las acciones de
las tropas cubanas que colaboraron en Angola en esa decisiva batalla. En los
últimos años el país se ha convertido en una importante plaza en Latinoamérica para
asumir la producción de filmes por los servicios que brinda en este sentido la Casa
Productora del Instituto Cubano de Arte e Industria.
Directores que han marcado la historia del cine cubano
Eduardo Manet
Luis Felipe
Bernaza
Juan Padrón
Juan Carlos Tabío
Juan
Carlos Jorge Molina
Cremata
Jorge
Luis Humberto Solás
Sánchez
Enrique Colina
Nicolás Guillén
Landrián
Miguel Coyula
Mario Rivas
Enrique
Pineda Orlando J. Leal
Barnet
Fausto Canel
Miguel Torres
Fernando Pérez
Pastor Vega
Fernando
Tomás Gutiérrez
Villaverde
Alea
Humberto Padrón
Santiago Álvarez
Roberto Fandiño
Ramon F. Suarez
Manuel
Octavio
Gómez
Sergio Giral
Rolando Díaz
Raul Molina
Octavio Cortázar
Cronología de filmes cubanos
• LA VIRGEN DE LA CARIDAD (1930) de Ramón Peón
• CASTA DE ROBLE (1953) de Manolo Alonso
• LA ROSA BLANCA (1954) de Emilio (El Indio) Fernández
• EL MÉGANO (1956) de Julio García Espinosa
• HISTORIAS DE LA REVOLUCIÓN (1960) de Tomás Gutiérrez Alea
• PM (1961) de Sabá Cabrera Infante, Orlando Jiménez Leal
• LAS DOCES SILLAS (1962) de Tomás Gutiérrez Alea
• CICLÓN (1963) de Santiago Álvarez
• SOY CUBA (1964) de Mijail Kalatozov
• DESARRAIGO (1965) de Fausto Canel
• MANUELA (1966) de Humberto Solás
• LA MUERTE DE UN BURÓCRATA (1966) de Tomás Gutiérrez Alea
• AVENTURAS DE JUAN QUIN QUIN (1967) de Julio García Espinosa
• LUCÍA (1968) de Humberto Solás
• MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO (1968) de Tomás Gutiérrez Alea
• COFFEA ARABIGA (1968) de Nicolás Guillén Landrián
• LA PRIMERA CARGA AL MACHETE (1969) de Manuel Octavio Gómez
• ESCENAS DE LOS MUELLES (1970) de Oscar Valdés
• LOS DÍAS DEL AGUA (1971) de Manuel Octavio Gómez
• UNA PELEA CUBANA CONTRA LOS DEMONIOS (1971) Tomás Gutiérrez Alea
• UN DÍA DE NOVIEMBRE (1972) de Humberto Solás
• DE CIERTA MANERA (1974) de Sara Gómez
• LA ÚLTIMA CENA (1976) de Tomás Gutiérrez Alea
• LOS SOBREVIVIENTES (1978) de Tomás Gutiérrez Alea
• GUAGUASÍ (1978) de Jorge Ulla
• EL SUPER (1979) de León Ichaso y Orlando Jiménez Leal.
• RETRATO DE TERESA (1979) de Pastor Vega
• CECILIA (1981) de Humberto Solás
• SE PERMUTA (1983) de Juan Carlos Tabío
• CONDUCTA IMPROPIA (1984) de Néstor Almendros, Orlando Jiménez Leal.
• LEJANÍA (1985) de Jesús Díaz
• AMIGOS (1985) de Iván Acosta
• UNA NOVIA PARA DAVID (1985) de Orlando Rojas
• PLAFF O DEMASIADO MIEDO A LA VIDA (1988) de Juan Carlos Tabío
• EL ENCANTO DEL REGRESO (1988) de Emilio Oscar Alcalde.
• LA BELLA DEL ALHAMBRA (1989) de Enrique Pineda Barnet
• PAPELES SECUNDARIOS (1989) de Orlando Rojas
• EL FANGUITO (1990) de Jorge Luis Sánchez
• ALICIA EN EL PUEBLO DE MARAVILLAS (1990) de Daniel Díaz Torres
• MARÍA ANTONIA (1990) de Sergio Giral
• MUJER TRANSPARENTE (1990) de Héctor Veitía, Mayra Segura, Mayra Vilasís,
Mario Crespo, Ana Rodríguez.
• OSCUROS RINOCERONTES ENJAULADOS (1991) de Juan Carlos Cremata
• FRESA Y CHOCOLATE (1993) de Tomás Gutiérrez Alea, Juan Carlos Tabío
• MADAGASCAR (1994) de Fernando Pérez
• MELODRAMA (1994) de Rolando Díaz
• PON TU PENSAMIENTO EN MÍ (1995) de Arturo Sotto
• GUANTANAMERA (1995) de Tomás Gutiérrez Alea
• LA VIDA ES SILBAR (1998) de Fernando Pérez
• VIDEO DE FAMILIA (2000) de Humberto Padrón
• SUITE HABANA (2003) de Fernando Pérez
• NADA (2003) de Juan Carlos Cremata
• VIVA CUBA (2005) de Juan Carlos Cremata
• FRUTAS DEL CAFÉ (2005) de Humberto Padrón
Bibliografía especializada
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