Humillada y ofendida

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LATERCERA Jueves 19 de noviembre de 2015
Sociedad
Cultura
R Hoy se estrena Laberinto de
Película retrata la oscura
relación de la Alemania de
posguerra con los ex nazis
Rodrigo González
En el año 1958, a más de
una década de los juicios de
Nuremberg, el pueblo alemán no quería mirar por el
espejo retrovisor un pasado
infernal y poco apetitoso.
Por el contrario, liderados
con energía por el carismático canciller Konrad Adenauer, los germanos preferían disfrutar del “milagro
económico” y sembrar las
semillas de un futuro esplendor. “El es el capitán
del barco y él sabe adónde
nos lleva” era la expresión
que los ciudadanos repetían sobre Adenauer.
En ese clima de bienestar y
confianza ilimitada es donde comienza la película Laberinto de mentiras (2014),
filme que se estrena hoy en
Chile y que escarba en una
realidad poco conocida fuera de de su país: hasta bien
avanzados los años 60, el
pueblo alemán sabía poco
sobre los campos de concentración. Sólo fue después del
llamado Segundo Juicio de
Auschwitz, que se desarrolló entre 1963 y 1965, que la
realidad miserable del terror nazi en los centros de
tortura comenzó a salir a flote. Es más, aquel proceso fue
el primero que enfrentó a
fiscales alemanes con criminales de guerra de su propio
país. En Nuremberg los enjuiciadores habían sido aliados y en el conocido proceso contra Adolf Eichmann
todo se llevó a cabo en Israel.
La cinta dirigida por el realizador ítalo-alemán Giulio
Ricciarelli fue nominada por
su país para un cupo al Oscar y desde su estreno en el
CRITICA
HUMILLADA
Y OFENDIDA
Pablo Marín
Festival de Toronto ha ido
acumulando críticas bastante positivas. Considerando
que sus derechos de distribución son de Sony Classics
(la compañía que posee más
Oscar extranjeros) y que el
tópico del Holocausto suele
ganar defensores en la temporada de los Oscar, Laberinto de mentiras se asoma
como un largometraje bien
aspectado para los galardones futuros.
La historia parte en Frankfurt, el centro financiero
de Alemania, donde el joven fiscal Johann Radmann
(Alexander Fehling) languidece en su despacho con casos de rutinas, desde infracciones de tránsito a borracheras en la vía pública. En
un día que cambiará su vida,
llega a sus manos el caso de
un profesor que hace clases
regularmente a niños y que
fue reconocido en la calle
por un carcelero de
Auschwitz. ¿Es posible que
muchos de los miles de ex
funcionarios de los campos
de concentración caminen
por las calles alemanas con
absoluta impunidad? ¿Es
acaso factible que trabajen
en cargos de confianza pública? De acuerdo a las evidencias que recoge día a día
el fiscal Radmann, aquello es
totalmente plausible y, en
el peor de los casos, muchos
altos funcionarios del gobierno hacen la vista gorda.
La cinta de Ricciarelli va
informando con lujo de detalles los esfuerzos de Radmann, que adquieren características casi kafkianas
cuando uno de sus propios
superiores le dice que procesar a los mandos medios
D
mentiras, el filme nominado por
su país para el Oscar extranjero.
R Inspirada en hechos reales,
muestra los esfuerzos de un fiscal
por procesar criminales de guerra.
RR El fiscal Johann Radmann (Alexander Fehling) investiga a ex funcionarios de Auschwitz en el filme
Laberinto de mentiras. FOTO: OUTNOW.
de Auschwitz es engorroso
e inconducente. En la película, el personaje de Radmann se creó a partir de las
vidas de tres abogados de la
época, mientras que el del
fiscal general Fritz Bauer
(Gert Voss) es totalmente
real: se trata de un sobreviviente de los campos de concentración que entre 1963
y 1965 dirigió el mencionado Segundo Proceso de
Auschwitz.
Contra viento y marea, el
infatigable Radmann finalmente construye un caso
errotada, cansada,
frustrada, la actriz
Olivia Seguel (Loreto
Aravena) hace frente a
mortificaciones varias: su madre (Paulina García) está mentalmente deteriorada, ella prepara una obra cuyo director es
su ex pareja y ahora resulta que
el retail cruzó sus datos con los
de una tal Lorena Ruiz. Ahora la
bombardean con mensajería
amenazante y hasta pueden llegar a embargar su departamento. La ópera prima de Isidora
Marras, que integró en 2013 la
delegación chilena al Festival de
Locarno, propone un relato que
tiende puentes entre los labe-
jurídico que pretende enjuiciar a las ocho mil personas que trabajaron al servicio de la muerte en
Auschwitz. No se trataba de
altos jerarcas ni de doctores
de la muerte, sino que de
enfermeros, escribanos,
guardias y sepultureros.
Funcionarios del exterminio con un sueldo mensual
que después de la Segunda
Guerra siguieron trabajando en salas de clases u oficinas de correos sin que nadie
sospechara que había pasado por sus manos.b
rintos del sistema de cobranzas,
los meandros del oficio teatral y
la idiosincrasia de las relaciones
madre-hija, todo con la efervescencia estudiantil como mar de
fondo. Expedita y movediza, la
cinta “apaña” a su protagonista,
que parece descender a un abismo. Al mismo tiempo, sin embargo, su rictus sufriente y desolado no encuentra un correlato emocional consistente a lo
largo de la cinta, tal como las
aristas argumentales del filme
no llegan a cuajar del todo, por
más que converjan. Mejor rinden, de hecho, los momentos en
que Olivia se divorcia de sí misma. En que es otra.
Europa en las salas
RR Esta semana entran dos
películas europeas a los cines
nacionales. Se trata de la danesa Una segunda oportunidad y la ucraniana La tribu.
Esta última fue dirigida por
Miroslav Slaboshpitsky y
ganó el Gran Premio de la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes 2014. Se trata de todo un “tour de force”:
Slaboshpitsky filma la historia de un grupo de mucha-
chos pandilleros en un colegio de sordomudos utilizando sólo el lenguaje en que
ellos se comunican. La cinta
danesa es de Susanne Bier,
una directora que nació al
alero del Dogma y que ganó
el Oscar extranjero por En
un mundo mejor. Acá cuenta la historia de dos hermanos
cuyas vidas aparentemente
disímiles coinciden en un trágico momento.
NO SOY LORENA
Dir.: Isidora Marras. Con Loreto Aravena, Paulina García, Matías Oviedo. Chile/Argentina, 2014. 82 minutos. TE+7
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