E n cierta ocasión escuché a un predicador describir magistralmente y con la mejor intención del mundo, las peculiaridades de nuestra vida futura al “llegar a la otra vida”: “reinará la alegría, todos seremos iguales, una eterna manifestación del amor entre hermanos…”, hasta aquí no hay dudas; pero, sobrepasando lo apeteciblemente espiritual, llegó a prometer además, una situación de excedentes en bienes materiales, decía así: “nada de “colas” para adquirir los artículos de primera necesidad, por supuesto la abundancia tocaría a nuestras puertas…” Ante lo sucedido les confieso mi asombro por dos razones, primero al contemplar la candidez en el rostro de muchos de los oyentes y, en segundo lugar, la disparidad teológica de aquella predica con las promesas del Reino. Abril-junio 2010 Por JULIÁN RIGAU También sorprende el asalto del mundo imaginario, allende los mares, por muchísimas personas que, con la mejor intención como en el caso anterior, sueñan realidades donde se anuncia igual mesianismo, a usanza del judaico, que bien se sintetiza en la abundancia de bienes, el imperio del poder y la realización triunfalista; es como si nuestra civilización no pudiera ofrecer modelos centrados en un porvenir, que se logra a partir de la entrega amorosa de lo mejor de cada uno, del compartir fraterno teniendo en cuenta la diversidad y la actitud reconciliadora a través del diálogo respetuoso en la toma de decisiones. Tanto en una situación como en la otra, las propuestas apuntan a “tener que partir del lugar donde nos encontramos para ser acogidos en otro donde las cosas están resueltas” y así, alcanzar lo que con tanta necesidad queremos para nuestras vidas. Des- graciadamente, todo parte de actitudes alienantes con la pérdida de sentido y reconocimiento de lo que puede representar la práctica responsable de la Justicia Social en la Libertad. Esta práctica responsable de la justicia social no es patrimonio absoluto de los políticos, quienes indebidamente pueden considerarse exclusivos decisores en la interpretación casuística, mientras ejecutan su mandato en el período del ejercicio soberano de sus electores. La justicia social compete a todas y todos, su práctica se entreteje en el amasijo de los derechos y deberes que les competen como ejercicio a los ciudadanos, que por supuesto son realizables sí, en primer lugar se tiene en cuenta una justa distribución de bienes, lo primario es lo primario, y lo primario resulta para los seres humanos imprescindible para la sobrevivencia, y es cierto que no “sólo de pan vive el hombre”, pero éste re- 6 sulta vital y perentorio, de ahí que nunca ha de entregarse maquiavélicamente para manipular al pueblo. Sigue siendo un desafío la conjugación armoniosa entre desarrollo económico y justicia social, el flagelo de la pobreza prosigue lesionando la convivencia humana, ésta se acentúa en la actualidad, producto de la crisis y se agrava en la situación familiar y comunitaria que conlleva a su desintegración total. La mayoría, empujados por la desesperanza, agobiados por la escasez… no encuentran otra forma de respuesta y buscan el mercado del trabajo en realidades distantes de las propias. Por tal motivo resulta impostergable resolver la situación doméstica de las naciones, en las esferas: social, económica y política para que las personas, inclusive en la espera tangible de proyectos realizables a corto y mediano plazo lleguen a alcanzar lo necesario y suficiente; o sea, lo real constructivo alejado de los espejismos del modelo consumista neoliberal que está matando a la persona humana y al planeta, modelo que desconoce las fronteras, pues se anida lo mismo en las superpotencias, oponentes históricas en el Abril-junio 2010 diferendo ideológico de la guerra fría, como en cualquier nación de mayor o menor desarrollo, aquí podemos parafrasear: “todos los caminos conducen al consumismo”, porque para eso se ha instalado en la cultura mundial un “ideal de vida” que se resume en las tres “ele”: lucro, lujo y libertinaje. Según estimo, “migración y justicia social” se comportan como elementos inversamente proporcionales de una fórmula. Al lograr un cambio estructural fundamentado en más justicia social, se aminorar las causas que provocan el excesivo movimiento migratorio que alcanza cifras alarmantes. A mayor justicia social, menor desplazamiento forzoso producto de los conflictos bélicos, de la no observancia de los derechos humanos y de la extrema pobreza. La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe celebrada en Aparecida, Brasil en el año 2007, nos ofrece puntos de referencias que pueden orientar la búsquedas de soluciones a la problemática global y particular. desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los demás ciudadanos e instituciones en bien del ser humano. El amor de misericordia para con todos los que ven vulnerada su vida en cualquiera de sus dimensiones, como bien lo muestra el Señor en todos sus gestos de misericordia, requiere que socorramos las necesidades urgentes, al mismo tiempo que colaboremos con otros organismos o instituciones para organizar estructuras más justas en los ámbitos nacionales e internacionales. Urge crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya iniquidad y donde haya posibilidades para todos. Igualmente, se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo constructivo para los necesarios consensos sociales. (Aparecida No. 384) Ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida, nos lleva a asumir evangélicamente y 7