Sábado, 9 de mayo de 2015 3 Zonas erógenas: ¿cenicientas o princesas? Por Liena María Nieves Portal Unos culpan a la serpiente y otros a Darwin; algunos lo veneran como el evento creativo más literal y espontáneo, mientras que muchos lo asumen desnudos de ternura. La intimidad del acto sexual y, ante todo, la impaciencia por recibir tanto o más placer que el proporcionable, constituye un anhelo natural bajo cualquier circunstancia. Es más, sería de necios negarlo, pues la relevancia de este tema es reconocida desde el 26 de agosto de1999 por la Declaración Universal de los Derechos Sexuales, aprobada en la Asamblea General de la Asociación Mundial de Sexología, en Hong Kong. No es de extrañar que un asunto de tal índole crease su propia aureola, reforzada en este caso por algunos medios audiovisuales que imponen a las audiencias una carrera sin pausas contra el fracaso. ¿La fórmula?: obvia, machista y altamente apetecible. De la suma de la bella ingenua y el «potro» de 1,80 de estatura y mirada de forajido, solo se deduce una ecuación: sexo memorable con tres orgasmos por minuto, que, ¡claro está!, culminará con la marcha nupcial y bebés perfectos. Hoy, el placer vende más que la Pepsi y los límites se quiebran en nombre de la libertad sexual. ¿Cibersexo?, ordinario desde Roma hasta la Patagonia. ¿Parejas abiertas?, cosa de estos tiempos. ¿Fetichismo y sex toys?, como agua para chocolate… Si habitamos un planeta donde la gente comparte la cama con su teléfono móvil, y en demasiados casos se considera incapaz de congeniar con otro ser de carne y hueso, el resultado lógico de esta suerte de desnaturalización radica en el exasperante apuro con que tantos consumen sus vidas. Ni siquiera el sexo escapa del maratón social, así que en nombre de la autonomía y la «madurez», el romance se engaveta y la penetración se concibe como la reina del baile. ¿Flirteo y preludio? Quizás en el mundo de Corín Tellado, así que imaginen qué quedará para las zonas erógenas, anónimas casi siempre y asociadas a la experiencia de unos pocos conocedores. De los jóvenes encuestados para el presente trabajo, solo una chica pudo nombrar tres de los puntos erógenos del cuerpo humano, cuya acertada estimulación provoca la excitación sexual. De hecho, varios suponen que se trata de una nueva «técnica» o postura, y fuera de los órganos genitales, desconocen la existencia de otras alternativas. Maydenia, de 19 años, sonrió con timidez ante mis preguntas y reconoció algunas de sus novatadas sexuales. «Un día descubrí cuánto me gustaba que me masajearan el pelo y el cuello, y fue literalmente por accidente, tras caerme de una barra fija mientras hacía Educación Física. Un muchacho del aula intentaba aliviarme el dolor de esa zona, y yo no quería que parara…, me dio mucha pena porque no lo pude disimular y mis amigas me mortificaron durante un buen tiempo, pero bueno, dicen que los mayores descubrimientos llegan así, por casualidad. «Luego compartí lo mismo con mi novio, y todo fue muy lindo y romántico. Si el sexo se Foto: Internet vuelve aburrido es por culpa de una misma, ya que se pueden encontrar maravillas con un poquito de paciencia». Rubén Abraham no coincide con este criterio: una vez que se desabrocha la camisa, su único objetivo apunta al orgasmo. «No sé hacerlo de otra manera, aunque estoy convencido de que soy perfectamente capaz de complacer a mi pareja. Según lo veo, el placer definitivo para ambos llega con la penetración. Con entrenamiento, uno puede alargar el momento de la eyaculación; no obstante, ahí está la mejor parte. No es cosa de cinco minutos, pero tampoco de toda la noche: eso solo se ve en las películas». Nombrar causas y responsables supondría un examen retrospectivo en el cual se han de enjuiciar desde los métodos más tradicionales de Educación Sexual hasta los prejuicios familiares y sociales que asocian la manipulación de las zonas erógenas al desarrollo de parafilias y prácticas reprochables como el exhibicionismo público. El condón lidera entre las elecciones ideales para evitar enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados, mientras la masturbación en ocasiones se impone como opción primaria del llamado sexo seguro. ¿Acaso los jóvenes van demasiado aprisa? Creo que la respuesta resulta evidente; basta con un vistazo o con escuchar la conversación de un grupo de adolescentes para vaticinar el futuro de estas relaciones express: de un par de besos a la intimidad más cruda, y luego, ¡con mucha suerte!, la promesa vacía de reencontrarse alguna vez. Pero, ¿qué son y dónde se localizan las zonas erógenas?, esas que se ven como un misterio descifrable solo por expertos, y no como un regalo del cuerpo que no siempre sabemos develar. LAS RUTAS DEL PLACER La literatura describe tres tipos de zonas erógenas que se despliegan desde formas básicas y estrictamente físicas hasta dimensiones que exploran la sensualidad y psiquis de los individuos. Subdivididas entre zonas primarias, se- cundarias y potenciales, abarcan los órganos que deben ser excitados para alcanzar el orgasmo —que en las mujeres se refiere al clítoris y la vagina, mientras que en los hombres se limitan al nivel del glande y el pene—, las mucosas y porciones de piel cuya estimulación activa la libido y excitación de las partes primarias, así como las sensaciones placenteras que se precipitan de una conversación íntima, un masaje erótico u otras caricias en superficies que no son específicas ni limitadas. La impericia y desconocimiento mutilan las potencialidades del cuerpo, y el limitado concepto del coito como meca del disfrute, arrincona actitudes inherentes al ser humano, como la inventiva y la curiosidad. Por supuesto, las zonas erógenas no constituyen una regla aplicable al 100 %, pues cada persona cuenta con preferencias y motivaciones especiales. Sin embargo, los labios, el cuello, la espalda, el vientre, los glúteos e, incluso, los dedos de los pies, conforman un team de lujo en la mayoría de los casos. ¿Secreto? Ninguno: las áreas donde abundan terminaciones nerviosas resultan deliciosamente vulnerables a los besos y roces. Los esposos Saily y Tomás comparten dicho criterio, lo cual, según opinaron, fortalece en gran medida su matrimonio. «Si uno se pone a pensar, el sexo va en declive a partir de la penetración…, es cuestión de minutos para que todo termine, aunque ambos busquemos el orgasmo. Te lo digo con sinceridad, yo mido el éxito de la relación por la cantidad de placer que experimento en el preámbulo, porque sin ese momento no me siento plena. Una no tiene que aprenderse el Kamasutra para volver loco a su pareja; los recursos están al alcance de la mano y solo necesitan de un poco de imaginación y conocimiento». El desarrollo de las zonas erógenas equilibra por igual la parte innata y la madurez. O sea, difícilmente nos podamos sustraer del deleite de un beso en el lugar indicado, o del susurro tibio de la persona amada. No obstante, está demostrado que la sensibilización de determinados puntos depende de la historia íntima y familiar de las personas. Por ejemplo, el contacto físico de las madres con los bebés y el cariño que se nos prodiga desde las etapas iniciales de la vida, resultarán decisivos durante la adultez. El cerebro «archiva» impresiones y memorias, y el hecho de que el machismo cuantifique las caricias y mimos dedicados a los varones, justifica de alguna forma que las zonas erógenas de las mujeres casi dupliquen a las de los hombres. Entonces, ¿por qué tanta ignorancia? Definitivamente me inclino por la mayor culpable de nuestros descalabros amorosos: la deficiente comunicación de las parejas. El silencio posee muy poco de timidez y mucho de desconocimiento, así que la norma se restringe a los pasos clásicos del coito y amputan momentos inolvidables. Tal parece que algunos idean el sexo como una producción en serie de orgasmos y abrazos de un segundo, obviando que el interés por descubrir las «sorpresas» del otro, también denota amor y sincera afinidad. El asunto trasciende a la mera intención de complacer, y se me antoja un derecho de toda persona; el conocimiento es el único remedio que nos exime de errores y decepciones y, a la par, constituye un acto de responsabilidad y madurez. Me despido por hoy con las palabras de la poetisa y novelista norteamericana Marge Piercy: «No es el sexo lo que nos da placer, sino el amante». Sin embargo, apuesto por algo más arriesgado y de cosecha propia: no hay que aguardar por Romeos o princesas cuando el amante más fiel habita en uno mismo. El Tantra hoy Una de las tendencias eróticas con mayor auge durante los últimos años —amén del nivel de conocimiento, paciencia y preparación psíquica que exige— radica en el llamado sexo tántrico, cuyos beneficios y delicias irrumpieron en el mundo tras las confesiones de famosos como los actores Scarlett Johansson, Jessica Simpson y Sean Penn, la top model Naomi Campbell y el vocalista Sting. ¿En qué consiste el Tantra? Según la tradición hindú, ello se define como un camino de sanación integral del ser humano, donde priman el estímulo tanto al aspecto físico como a las emociones y sensaciones de los amantes. Por tanto, el cuerpo se concibe como el sagrado templo de hombres y mujeres, digno de cuidado y sensibilidad. La percepción del erotismo y el placer en sus más intensas dimensiones, constituye el eje decisivo del sexo tántrico, el cual propone la postergación del coito mediante las caricias, la relajación y el estímulo sutil de las zonas erógenas potenciales. ¿Resultado? Una experiencia placentera y segura, que logra sobredimensionar la persistencia e impacto del orgasmo, y puede extender la relación íntima durante varias horas. SEXEANDO DE JUNIO No creo que algún adolescente tenga idea de lo que son las zonas erógenas, aunque tal conocimiento les haría mucho bien. Y si nadie se lo explica cuando comienzan sus inclinaciones sexuales, lo más probable será que lleguen insatisfechos a la adultez. Loly Echevarría La solución es facilita: si las familias dejan de lado los tabúes y no ven como algo vicioso que los adolescentes de ambos sexos exploren sus cuerpos, podrían evitar muchísimos problemas. Ni embarazos ni enfermedades, todo es beneficio. La masturbación y la curiosidad sobre el placer son más viejos que Cleopatra, así que voto por el conocimiento y la comunicación. Heyni Moya Me quito el sombrero frente a las zonas erógenas, y lo digo porque tuve la suerte de que en mi primera experiencia sexual —que fue con alguien un poco mayor que yo— me mostrara algunas de las maravillas de esos punticos mágicos. Ni siquiera tuve molestias y me relajé totalmente. ¡100 % recomendables! La Mimi de Camacho Mi novio es un desesperado y no me da tiempo a nada. Yo sí sé lo que quiero y me gusta, y él no me da chance para conocerlo mejor en ese sentido. Si yo fuera corredora de 100 metros planos, me sentiría conforme, pero prefiero las distancias largas…, ¿Cómo se lo digo? La Musa Le tengo mucho temor al ridículo, y si es en la cama, peor. Por eso es que no siento vergüenza al interrogar a mi pareja sobre las caricias que prefiere. No me gusta alardear; sin embargo, no creo que alguien tenga quejas de mí en cuanto a las relaciones sexuales. Yo creo que esa es una manera de conocer a las personas y demostrarles que se les quiere y nos interesa su satisfacción tanto como la propia. Gracias por sugerir el tema, nunca he leído algo así en la prensa cubana. Mandy Ramírez ¿Cuántos mitos manejan las abuelas y la filosofía popular respecto a temas tan universales como el puerperio, el sexo y la lactancia? Riesgos y beneficios —supuestos o no— y decisiones típicas de las parejas más jóvenes o desinformadas, conforman una compleja mezcla en la que abundan las dudas sobre asuntos tan elementales como la anticoncepción tras el parto, los cuidados de la madre y las relaciones sexuales durante la etapa de amamantamiento. Esperamos sus mensajes en el correo liena@vanguardia.cu, donde recibimos las sugerencias e interrogantes. Recuerden siempre que el mayor aliento de nuestro trabajo reside en el apoyo de los lectores. Hasta el segundo sábado de junio… ¡Salud, amor y buena suerte!