Capítulo 3 Fundamentos de las alteraciones estéticas en la región periocular Capítulo 3 Fundamentos de las alteraciones estéticas en la región periocular Gonzalo Blanco Mateos Es indudable que los ojos aparecen como una de las zonas fundamentales cuando se pregunta sobre los elementos de belleza de una cara, y en sentido más global a la hora de evaluar el atractivo de una determinada persona. Aunque como oftalmólogos podemos distinguir la «belleza» de una córnea compacta y transparente, o de una conjuntiva tranquila sin signos de inyección o inflamación, es evidente que el valor que aportan los «ojos» a un rostro armonioso y estéticamente agradable viene determinado fundamentalmente por las características que confieren a esta zona los párpados y en un sentido más amplio las estructuras anatómicas que constituyen la región periocular o periorbitaria. A la hora de entender las motivaciones de una persona para realizar un tratamiento estético es importante profundizar un poco más en la importancia de esta región. El área periocular transmite información e impresiones sobre el estado general de salud del individuo, su grado de fatiga, interés o emoción. Este hecho queda reflejado incluso en expresiones muy utilizadas de forma coloquial tales como ojos de «listo», «vivo», «alegres», «de susto», «de dormido», «de cansado» y otras más que utilizamos de forma muy común. Esta capacidad de comunicación de la expresión facial en general y de la periocular en concreto, puede considerarse un aspecto banal, vanidoso o simplemente estético, pero en cuanto que se trata de un hecho universal extendido en todas las culturas, innato e instintivo no debería considerarse de forma superficial. De hecho la expresión y el reconocimiento facial son lo suficientemente críticos para la especie humana, a juicio de sociólogos y biólogos, como para que las bases de este comporta- miento y los circuitos neurológicos que controlan la musculatura y mímica facial estén codificados en nuestro genoma. En este sentido la cara es considerada biológicamente como un órgano de expresión. La importancia de la región periocular en este órgano de expresión es evidente en estudios de seguimiento de los movimientos sacádicos que demuestran que los ojos, la nariz y la boca son las estructuras más «fovealizadas» al reconocer una determinada cara. Desde un punto de vista cultural y social la expresión facial y más concretamente esta región tiene un papel decisivo, ya que el contacto visual se da en más del 80% de todas las interacciones sociales. La función de comunicación de emociones, estados de ánimo o necesidades en el desarrollo cultural y social del individuo es primordial, pero existen otros aspectos que también son de gran importancia. Uno de los elementos imprescindibles en la maduración del individuo y de su adaptación al entorno es la creación de una autoconciencia dentro de la cual tiene una importancia capital la construcción de nuestra propia auto-representación o propia imagen. Esta propia imagen está formada por múltiples elementos, dentro de los cuales el aspecto facial es muy importante. De alguna forma durante el proceso de envejecimiento existe una constante confrontación entre esa «auto-imagen» elaborada y el reflejo que el propio individuo tiene de su imagen en fotografías, espejos o incluso en las reacciones de aprobación o desaprobación que se obtienen de terceros. Un comentario relativamente frecuente de las personas que se deciden por un tratamiento estético es la de «no me reconozco en una fotografía» o «al mirarme en un espejo me veo más viejo de lo que soy». 32 3. Fundamentos de las alteraciones estéticas en la región periocular Un hecho que sin duda condiciona estas percepciones individuales es la relativamente reciente «cultura de la juventud» instaurada en al menos la mayoría de las sociedades occidentales. El uso de modelos jóvenes en los medios de comunicación, la exaltación de la juventud como valor absoluto y su explotación casi universal en las campañas de marketing han hecho que la perpetuación o la recuperación de un aspecto juvenil sea algo deseable. Junto a esto es evidente que el envejecimiento implica la pérdida progresiva de una serie de capacidades y oportunidades, de tal forma que el intento de mantener o recuperarlas puede ser una fuerte motivación para tratar de conseguir un aspecto más joven. Es comprensible el desarrollo y la popularización de las técnicas de «rejuvenecimiento» en escenarios en los que coinciden poblaciones cada vez más longevas con excedentes económicos considerables y grandes expectativas de calidad de vida en un entorno en el que el mito de la «eterna juventud» es considerado cada vez más como una meta alcanzable. Tampoco se debe olvidar que existen muchas posibles razones beneficiosas de tipo cultural y social que pueden motivar al individuo para someterse a un tratamiento de tipo estético tales como mantener un aspecto físico congruente con su «rol» social, el valor económico de poder optar a mejores puestos de trabajo u oportunidades laborales, factores psicológicos personales beneficiosos derivados de un aspecto rejuvenecido, una autoimagen recuperada o mejorada, aumentar el atractivo, mantener la competitividad económica, social y de relaciones interpersonales en una sociedad «joven», conservar una expresión facial más congruente con las propias emociones o mostrar una imagen más conforme con las normas contemporáneas sociales, económicas y culturales. Todos estos aspectos deben ser considerados para poder entender el importante desarrollo que los tratamientos rejuvenecedores y estéticos han experimentado internacionalmente y en nuestro entorno más próximo. Un altísimo porcentaje de estos tratamientos se realizan en la cara y muchos de ellos en la región periocular. La gran importancia en la expresión de la región de los ojos explica este intento incesante en mantener y mejorar su aspecto. El oftalmólogo es el especialista que mejor conoce esta región y por lo tanto está implicado de forma necesaria en estos tratamientos quirúrgicos o médicos. Este progreso de las técnicas estéticas y de rejuvenecimiento facial y periorbitario no solo se produce por un aumento en la demanda social, sino también por un mejor entendimiento del proceso de envejecimiento en esta región y por el gran progreso de recursos tecnológicos y farmacéuticos con finalidad estética y reconstructiva que permite ofrecer tratamientos cada vez más sofisticados y personalizados. El reconocimiento de los diferentes grados de envejecimiento cutáneo en la región periocular y de los cambios que sufren las diferentes estructuras y unidades anatómicas que componen la región periorbitaria es de importancia capital para hacer un adecuado diagnóstico de la magnitud de las modificaciones que se producen por el paso del tiempo y para seleccionar la mejor opción rehabilitadora para cada paciente. Las alteraciones cutáneas más comunes asociadas al envejecimiento son el desarrollo de arrugas y los cambios pigmentarios de la piel. Estas alteraciones están íntimamente relacionadas con los daños producidos por la exposición solar y los rayos ultravioleta (UV), pero también con influencias mecánicas de la gravedad y la contracción muscular mantenida, y con los fenómenos degenerativos intrínsecos de la piel que ocurren con el paso del tiempo. Algunos autores creen que el daño cutáneo foto-inducido por exposición solar es responsable de más del 90% de los cambios cutáneos asociados a la edad. Así mismo parece claro que éstos son secundarios a la exposición solar sufrida por el individuo en las primeras dos décadas de su vida. A nivel ultraestructural tienen lugar en dos niveles: la epidermis y la dermis. En la epidermis se produce una reducción en el número de capas epiteliales (atrofia) asociado a atipia celular, sin embargo el estrato córneo, el más superficial y queratinizado, se engruesa confiriendo a la piel su aspecto rugoso. El número de melanocitos disminuye con el tiempo ya que son células que no 3. Fundamentos de las alteraciones estéticas en la región periocular se regeneran, y los restantes sufren proceso degenerativos que producen el aspecto moteado de la piel envejecida y otras alteraciones pigmentarias. Así mismo se produce una disminución de las células de Langerhans presentadoras de antígenos y un aplanamiento de las papilas en la unión dermo-epidérmica lo que disminuye su resistencia y capacidad de regeneración. En la dermis la mayoría de cambios tiene que ver con los daños relacionados con la exposición a rayos UV. Como consecuencia de esta exposición las células epiteliales liberan mediadores a la dermis, fundamentalmente colagenasas y metaloproteinasas, que son las responsables de la degeneración del colágeno consistente en su engrosamiento y desestructuración acompañado de la aparición de un material amorfo que contiene elastina (degeneración elastótica) y de la disminución de glicosaminoglucanos de la matriz extracelular que tienen un papel primordial en la hidratación de la dermis. El tratamiento de este tipo de alteraciones cutáneas es fundamentalmente físico y farmacológico. Es evidente que la prevención del daño actínico por rayos UV pasa por evitar la exposición solar excesiva usando métodos de pantalla y filtros solares, particularmente en individuos de piel más clara. Las técnicas de «peeling» químico o mecánico producen una erosión del epitelio y tratan de conseguir una renovación epitelial con desaparición de los cambios pigmentarios, asociado a un cierto grado de regeneración de la dermis. Las diferentes técnicas ablativas y no ablativas con distintos modos de láser o luz pulsada buscan conseguir efectos similares según sus características y propiedades específicas de un modo más controlado. Con algunas modalidades físicas tales como la radiofrecuencia se busca más el efecto de tensado de la dermis y de renovación del colágeno dérmico. Por su parte los nuevos rellenos inyectables (ácido hialurónico, colágeno y otros) tratan de sustituir a la matriz fibrilar y de tejido extracelular dérmico que se degenera con el paso del tiempo. Las fuerzas mecánicas a las que la piel de la cara y la región periocular están sometidas de forma permanente tienen también una gran importancia en el proceso de envejecimiento 33 cutáneo. El stress gravitacional constante junto con la contracción persistente y, en algunos casos forzada, de la musculatura de expresión facial, actúan como expansores naturales produciendo un estiramiento progresivo y reduciendo su elasticidad. La consecuencia final es el aspecto característico de piel laxa y redundante tan típica por ejemplo en párpados superiores. Desde el punto de vista terapéutico el tratamiento con toxina botulínica se ha desarrollado para atenuar la contracción mantenida de la musculatura superficial mímica facial, corregir las arrugas dinámicas de expresión y evitar los efectos degenerativos que produce la contracción muscular mantenida. Las alteraciones ultraestructurales combinadas con las particularidades anatómicas y estructurales de la región periorbitaria nos permiten entender las alteraciones que ocurren con el paso de los años (fig. 1). La contracción mantenida del músculo frontal es responsable de las líneas transversales que aparecen en la frente, en ocasiones éstas se producen como consecuencia de hábito, sin embargo muchas veces son la respuesta a una alteración palpebral (blefaroptosis, dermatochalasis, ptosis de ceja) que obstruye el eje visual (fig. 2). A la acción del músculo frontal se contrapone la contracción de Fig. 1: Alteraciones secundarias al envejecimiento. 1. Arrugas frontales. 2 Ptosis de ceja. 3 Bolsas mediales de grasa. 4. Atenuación del pliegue palpebral superior. 5 Bolsa en párpado inferior. 6. Arrugas de expresión (patas de gallo). 7 Deformidad en el surco lagrimal. 34 3. Fundamentos de las alteraciones estéticas en la región periocular Fig. 2: Hiperfunción del músculo frontal para compensar ptosis palpebral superior bilateral. Se observa una pseudohernia de grasa («bolsas») en párpados superiores e inferiores. Fig. 3: Marcada dermatochalasis de párpado superior asociada a leve ptosis de ceja predominantemente en ojo derecho. Nótese la pérdida de pliegue palpebral superior característica de la dermatochalasis en párpado superior. Fig. 4: Dermatochalasis en párpado superior asociada a un descenso del ROOF que origina el aspecto típico de párpado pesado. Se detectan también pliegues verticales entre las dos cejas características de la hiper-función del músculo corrugador. los músculos protractores (procerus, corrugador, depresor y orbicular). El diferente balance de fuerzas de estos músculos origina arrugas inicialmente dinámicas (que desaparecen con la relajación muscular) y finalmente permanentes (cuando se asocian a cambios en la dermis subyacente) típicas de la región periorbitaria. La combinación de estas fuerzas contrapuestas con la laxitud cutánea, y el descenso de la grasa retro-orbicular (ROOF) como consecuencia de las fuerzas gravitacionales, originan las diferentes formas de ptosis y malposición de cejas. En párpados superiores los cambios cutáneos ya mencionados y la contracción mantenida del músculo orbicular producen una laxitud cutánea marcada conocida como dermatochalasis (fig. 3). Este hecho se combina con un pliegue palpebral más sutil como consecuencia de la atenuación de la inserción cutánea de la aponeurosis del elevador, lo que permite un mayor descenso de esta piel laxa. Estas alteraciones se asocian a un proceso degenerativo del septo orbitario que tiene un efecto barrera impidiendo el desplazamiento hacia delante de la grasa orbitaria. Cuando este efecto se pierde se originan las características «bolsas» de predominio medial y que se combinan con el descenso del ROOF a nivel lateral produciendo el efecto característico de párpado superior «pesado» o grueso (fig. 4). Muchas veces todos estos cambios se asocian con la franca desinserción de la aponeurosis del elevador que produce una ptosis palpebral involutiva o degenerativa. Las alteraciones involutivas del párpado inferior son sustancialmente diferentes del párpado superior. En este párpado y en general en el tercio medio facial el efecto gravitacional es mucho mayor ya que no existen elevadores francos tales como el músculo frontal o el elevador del párpado superior. La posición del párpado inferior se mantiene fundamentalmente por la tensión de los ligamentos cantales mediales y laterales, por el tono del músculo orbicular y por el soporte pasivo que proporciona el marco óseo fundamentalmente la proyección anterior del hueso zigomático o «pómulo». La pérdida progresiva de tono del orbicular y la laxitud del tendón cantal medial y fundamentalmente del lateral se traducen en un 3. Fundamentos de las alteraciones estéticas en la región periocular aumento de la laxitud del párpado inferior. Ésta se manifiesta clínicamente con un descenso de la posición del canto externo, una franca caída o descenso, que produce la conocida exposición escleral (scleral show), y en ocasiones con una tendencia al ectropión o al entropión. También en párpados inferiores la debilidad del septo orbitario favorece el prolapso de la grasa orbitaria lo que produce la formación de bolsas características de localización medial, central y lateral. En el tercio medio facial los cambios gravitacionales en la musculatura superficial (sistema músculo aponeurótico superficial o SMAS) y de la grasa suborbicular (SOOF) y del paquete graso malar, asociado al descenso del ligamento malar y del prolapso de la grasa orbitaria, producen una alteración característica de doble convexidad (fig. 5). Algunos cambios incipientes se empiezan a observar en individuos entre la tercera y cuarta década de la vida en forma de una depresión más o menos marcada en la zona más medial conocida como surco lagrimal o «tear trough deformity» (fig. 6). La pérdida de una mejilla turgente y convexa que forma un continuo desde el párpado inferior a las proximidades del surco nasolabial (o nasojugal) se convierte en un área descendida con depresiones y elevaciones características. Los cambios en la región periocular y más concretamente en párpados inferiores no se explican del todo por los efectos degenerativos actínicos, de distensión de tejidos o gravitacionales. Existe una pérdida localizada de tejido subcutáneo y grasa conocida como «deflación» de los tejidos. Este concepto ha supuesto un cambio de tendencia en las técnicas de rejuvenecimiento periocular. Es evidente que las técnicas quirúrgicas son las que de forma más eficaz pueden conseguir revertir los efectos del paso de los años en los tejidos perioculares y reparar los defectos estructurales descritos. Las diferentes formas de blefaroplastia en párpados superiores e inferiores, la corrección de la ptosis palpebral y de cejas, la recolocación del canto externo (cantoplastia) y otras muchas técnicas que se revisarán a continuación tienen este objetivo. Sin embargo los conceptos fisiopatológicos sobre el envejecimiento han hecho que se revisen y modifiquen estos procedimientos quirúrgicos. En 35 Fig. 5: Laxitud de párpado inferior con «scleral show» inferior. Se observan bolsas marcadas en párpado inferior mediales y laterales y la presencia de un surco debajo de estas bolsas correspondiente al ligamento orbitomalar. Por debajo de este surco se aprecia una nueva convexidad correspondiente al descenso del sistema musculo aponeurótico superficial (SMAS) y al paquete graso malar. la actualidad la cirugía que se realiza es mucho más conservadora en la «escisión» de tejidos o en el levantamiento o estiramiento de los mismos («lifting») y alternativamente se persigue más el reposicionamiento de los tejidos o los procedimientos de «reflación» mediante implantes, rellenos o injertos. Parece claro que la importancia que en nuestra sociedad tiene el aspecto físico, fundamentalmente el de la cara y más en concreto el de la región periocular, es cada vez mayor y esto ha motivado un gran desarrollo de las técnicas y Fig. 6: Deformidad tipo «tear trough» en la zona de transición entre el párpado y la región malar. 36 3. Fundamentos de las alteraciones estéticas en la región periocular procedimientos de rehabilitación estética en esta región. Esta tendencia social no solo ha hecho que estas técnicas se desarrollen, sino que también marca y define tendencias y preferencias. La popularización de estos procedimientos y su aplicación en personas cada vez más jóvenes y por tanto activas social y laboralmente, condiciona el tipo de tratamiento a realizar y nos obliga a buscar procedimientos progresivos, poco invasivos, ambulatorios, altamente eficaces, con poco tiempo de recuperación, escasos riesgos y resultados percibidos por el paciente y su entorno. Este panorama tan dinámico y cambiante no puede ser ajeno al oftalmólogo y es preciso que como especialistas en esta región entendamos a este tipo de pacientes, conozcamos las causas del proceso de envejecimiento y estemos al día sobre las diferentes opciones para tratar a una creciente población demandante de este tipo de cuidados y soluciones. BIBLIOGRAFÍA — — — — — — — — Hamra ST. The role of orbital fat preservation in facial aesthetic surgery. A new concept. Clin Plast Surg 1996; 23: 17-28. Heinz GW, Kikkawa DO. The aging upper and middle face: an overview for the aesthetic surgeon. Int Ophthalmol Clin 1997; 37: 1-10. Hoenig JA, Shorr N, Shorr J. The suborbicularis oculi fat in aesthetic and reconstructive surgery. Int Ophthalmol Clin 1997; 37: 179-91. Khan JA. Aesthetic surgery: diagnosing and healing the miscues of human facial expression. Ophthal Plast Reconstr Surg 2001; 17: 4-6. Kurban RS, Bhawan J. Histologic changes in skin associated with aging. J Dermatol Surg Oncol 1990; 16: 908-14. Mohadjer Y, Holds JB. Cosmetic lower eyelid blepharoplasty with fat repositioning via intra-SOOF dissection: surgical technique and initial outcomes. Ophthal Plast Reconstr Surg 2006; 22: 409-13. Roy D, Sadick NS. Ablative facial resurfacing. Ophthalmol Clin North Am. 2005; 18: 259-70. Zdinak LA, Summerfield ME. Nonablative skin therapies. Ophthalmol Clin North Am 2005; 18: 237-48.