ZEBERIO

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SIMPOSIO: EL ESTADO DE LA CUESTIÓN AGRARIA EN EL RÍO DE LA PLATA
Coordinadoras: María Inés Moraes, Andrea Reguera, Blanca Zeberio
La historiografía rural pampeana en los '90. Problemas de investigación y modelos
explicativos.
(VERSION PRELIMINAR)
Blanca ZEBERIO (IEHS-UNCPBA-CONICET)
e-mail:ozebe@fch.unicen.edu.ar
Tandil, junio de 1999
La historia rural pampeana ha experimentado en los últimos veinte años un importante
desarrollo constituyendo uno de los campos de investigación en los que se verifica una
prolífica producción. Empero y aun a riesgo de avanzar una conclusión apresurada, esta
historiografía parece haber entrado1 en los últimos años en una etapa de cierto languidecimiento
producido tanto por una cierta standarización de las explicaciones y de las discusiones, como por
la seducción ejercida en los historiadores por la renovación de enfoques y metodologías
producidas en la nueva historia cultural, política o, en la historia urbana.
En este ensayo, en el que nos limitaremos al análisis de la historiografía rural del
período de la expansión agraria (1850-1950) nos proponemos analizar las siguientes cuestiones
principales: los aportes de los años '80 y la influencia de sus modelos explicativos y
metodológicos sobre las investigaciones de la siguiente década. Además, nos detendremos en las
líneas de investigación abiertas durante los '90 por una nueva "generación" de historiadores,
quiénes comenzaron su experiencia en un contexto de creciente profesionalización. Estas
investigaciones inspiradas en gran parte en las principales hipótesis del período anterior
"construyen" una historia con fuerte contenido empírico centrada -en la mayoría de los casosen análisis regionales y estudios de caso2. Con el objeto de rastrear con mayor detalle las
tendencias de esta producción historiográfica, analizaremos los desarrollos producidos en los
principales centros universitarios agentinos con tradición en historia rural, tales como: Buenos
Aires, La Plata, Tandil y Mar del Plata.
La historiografía rural pampeana y la llamada visión tradicional.
Un balance apresurado de la producción historiográfica sobre el mundo rural pampeano en los
años '1880, deja sin duda un saldo altamente favorable3. Fueron publicadas obras trascendentes
para entender los procesos de transformación económica, social y cultural de la Pampa Húmeda principalmente- en el tránsito y consolidación de una economía capitalista (R.Cortés Conde,
1978, E. Gallo, 1983, E. Míguez, 1985 H. Sábato, 1989, J. F. Sábato) a fines del siglo XIX.
Este desarrollo historiográfico no estuvo separado de los cambios políticos y sociales
experimentados por la sociedad argentina durante la transición a la democracia. Fueron
precisamente las contradictorias y duras experiencias de los años de la dictadura
Este comentario se refiere principalmente a las
investigaciones orientadas sobre el período del "boom" económico.
1
Hemos realizado un primer abordaje de esta cuestión en Zeberio
(1998).
2
Existen varios balances historiográficos que se ocupan de
los diferentes períodos de la historioa rural pampeana: Barsky 1986,
Malgesini 1990, Míguez 1986, Sábato, 1993, Garavaglia, Gelman 1995.
3
(que en relación al mundo académico significaron fuertes discontinuidades en la investigación y
vida universitaria) las que motivaron y condicionaron la revisión del pasado histórico. La nueva
realidad nos condujo hacia una toma de conciencia sobre los límites de nuestra sociedad, hecho
que conllevó a un optimismo resignado y realista tanto en el análisis de nuestro pasado como en
el diágnostico sobre las posibilidades del presente. A partir de entonces, la proyección del
futuro ya no incluiría los sueños de rápido progreso que aun de manera residual pervivían en las
esperanzas de la gente. Esta dura experiencia social se reflejó en el campo históriográfico a través
de una producción que mostraba el paulatino abandono de los ambiciosos modelos teóricos y se
proponía avances puntuales en el análisis del pasado. Así, la generación de historiadores que
coadyuvó a la renovación de los estudios historiográficos - y de la que son en gran parte
tributarios aquellos que iniciaron su formación de historiadores por estos años - comenzó a
repensar los procesos históricos pampeanos a la luz de metodologías más puntuales que
priorizaban los estudios empíricos sobre el exceso de teorización que había caracterizado la
producción de la década de los setenta 4 . Acompañando los pasos de esta dinámica, la
renovación de los estudios rurales ha permitido un significativo avance en el conocimiento de la
evolución y funcionamiento del sector agrario pampeano en sus diferentes etapas históricas,
hecho que posibilitó el paulatino reemplazo y resignificación de la llamada "visión
tradicional".
Una parte de esta generación de historiadores que inició la
renovación de los estudios históricos debieron madurar y reelaborar
la crítica de los esquemas interpretativos en las diferentes formas
de exilio que las dictadura militar les impuso entre 1976-83.
4
) A qué realidad o realidades - material, simbólica o discursiva- nos estamos
refiriendo cuando hablamos de visiones tradicionales? Sin duda, esta denominación encierra
diferentes imágenes de la realidad agraria, las que, a su vez, esconden las interpretaciones,
diagnósticos y reflexiones elaboradas a lo largo del siglo XX por sucesivas generaciones de
técnicos, funcionarios, ensayistas, representantes de sectores corporativos, observadores 5 , etc.
Poco a poco, estas disímiles imágenes fueron pasando de los discursos políticos o corporativos a
los discursos académicos tomando incluso, en las diferentes resignificaciones formas
desprovistas de ideología. Así, determinados supuestos - como el papel negativo del latifundioeran aceptados con igual fuerza por autores pertenencientes a posiciones político-ideológicas o
teóricas antagónicas. En efecto, estas imágenes cuyo orígen se encontraba en la defensa de
determinados intereses o en la interpretación de coyunturas puntuales, terminaron siendo una
"superestructura" interpretativa creada al ritmo de las diferentes preocupaciones políticas
económicas y sociales, las que a través de distintos estereotipos según las épocas ( tales como el
chacarero arruinado, el gringo trabajador explotado, el estanciero paternalista, etc) se
incorporaron al sentido común 6.
Hemos rastreado los supuestos interpretativos en un conjunto
de estudios y publicaciones, entre los principales consultados:
Boglich J. El problema agrario y la crisis actual, Bs.As., Ed
Aras,1933.; R. Campolietti La chacra Argentina, Bs.As, 1914. M. A.
Cárcano Evolución Histórica del Régimen de la tierra Pública, Bs.As.
EUDEBA, 1972; H. Miatello El Hogar Rural, M. de Agricultura,1916.
J.L. Tenembaum Orientación Económica de la Agricultura Argentina,
Bs.AS. 1946. Losada; V. Zubiaga Nuestro Agro y sus problemas, Bs.As.
1944.
5
Al respecto es muy interesante detectar algunas de los ejes
interpretativos de la visión tradicional, a través de una cierta
literatura popular sobre el mundo rural de los años 1920 a 1940.
Estos relatos novelados como los de Wernicke, Nari, Siri, Viana (ver
listado bibliográfico (II)), que eligieron como escenarios el mundo
rural y en los que los personajes reproducían parte de los
estereotipos señalados, tuvieron una masiva difusión a través de
la red de Bibliotecas Populares de los pueblos del interior de la
Provincia, durante las décadas de 1930, 1940. Asimismo, se ha podido
constatar que esta literatura poular tenía una fuerte difusión en
los hogares de chacareros y pequeños productores rurales.
6
Este conjunto de imágenes - a veces antagónicas- nutridas de diferentes fuentes , tienen en común
la utopía de una sociedad constituída por pequeños propietarios, punto de partida para la
construcción de una sociedad más justa e igualitaria. La no concreción de tal utopía se
transformó, entonces, en una de las explicaciones principales de los desencuentros y frustraciones
acaecidos en la sociedad argentina 7 . En torno a éstas y otras interpretaciones se elaboraron
diferentes respuestas, que se fueron yuxtaponiendo y combinando, con las modas intelectuales de
cada generación8.
Uno de los presupuestos centrales de esta imagen tradicional en relación a la producción
académica parte de considerar la subordinación de la agricultura a la ganadería, subordinación
que se originó en las modalidades de utilización o explotación de la tierra. La forma espacial
económica y social adoptada por esta relación de subordinación se encontraba condicionada, a
su vez, por la existencia de un patrón de distribución de la tierra fuertemente concentrada (O.
Barsky y A. Puciarelli, 1991). La supervivencia de un sistema de distribución rígida que
articulaba a la vez las chacras agricolas (minifundios) y las estancias ganaderas dió origen a una
economía agraria de grandes propiedades rurales basadas en la renta como mecanismo de
apropiación de los excedentes económicos. En sus efectos sociales generó, una estructura social
fuertemente dualizada, en la que chacareros arrendatarios y estancieros rentistas fueron sus
antagonistas principales.
Un ejemplo emblemático de estas consideraciones está presente
en las difundidas interpretaciones de los intelectuales del Partido
Socialista. J. Adelman (1990) esboza una sugestiva explicación al
respecto: considera que el programa rural del socialismo propuso
una estructura alternativa de relaciones de propiedad, asociada a
una racionalidad, que nunca habían experimentado los actores que
componían ese mundo rural, " el error de los socialistas fue de
imputarles intereses apriori a estos arrendatarios y jornaleros
rurales, como si los primeros quisieran convertirse en propietarios,
como si los trabajadores estacionales demandasen las concesiones
normalmente otorgadas a los empleados permanentes..."
7
En tal sentido merece un comentario especial ciertos estudios
de los años 1950, 1960 que calificaban la produción extensiva y la
existencia de grandes propiedades en la agricultura pampeana con
parámetros semejantes a los de otras áreas latinoamericanas en las
cuales convivía la gran hacienda con el minifundio improductivo.
Por ejemplo, los estudios del Comité Interamericano de Desarrollo
Agrícola ( CIDA ) en la década del '60 definieron un contexto de
pensamiento organizado por la visión de la gran unidad como de muy
baja productividad, presentando como alternativa el acceso a tierra
de las pequeñas unidades fundamentalmente a través de procesos de
reforma agraria. Se podría hablar de una etapa crítica que a la vez
que revalorizaba la importanacia de la agricultura en el proceso
de desarrollo planteaba como obstáculo fundamental para la expansión
agrícola el predominio de la gran explotación (O. Barsky y M. Murmis,
1986)
8
La subordinación de la agricultura a la ganadería conllevaría a la instauración de un régimen
desigual desde el punto de vista jurídico y económico: el arrendamiento y la aparcería. Estas
modalidades de acceso a la producción - que más tarde serían consideradas como una de las
bases de la rentabilidad pampeana (J.F. Sábato, 1988)- obligaban al agricultor a pagar precios
arbitrarios por la tierra y a desplazarse constantemente, sin poseer mayores espranzas de llegar
algún día a la propiedad de la tierra. Esta doble combinación de situaciones povocaba serias
consecuencias para estos sacrificados hombres (en su mayor parte inmigrantes europeos)
condenados a una vida miserable, ya que la imposibilidad de arraigo y de integración social eran,
entonces, consecuencia directa de las constantes zozobras e inestabilidades económicas que el
sistema de arrendamiento generaba. En pocas palabras, el propietario detentaba de manera
permanente el control de factor tierra y el caracter de la producción. La agricultura cerealera fue
de acuerdo a esta visión, sinónimo de monocultivo, de inserción precaria del agricultor extranjero
y de entera subordinación al propietario de la tierra.
En la misma dirección algunos estudios sucumbieron ante la tentadora explicación, de separar el
funcionamiento del circuito financiero y comercial internacional en manos del capital extranjero,
del circuito de producción y de comercialización interna en manos de productores y estancieros
locales. No existía entre ambos niveles lazos de unión o interconección de intererses, sino una
simplificada relación de dependencia; los estancieros aparecen ligados en una relación de cierta
subordinación a los financistas y comerciantes del exterior que pertenecían a los centros mundiales del capitalismo. Relación de dependencia que luego trasladarían a la periferia de su propio
mundo social9.
A partir de este esquema básico se fueron elaborando los diferentes niveles explicativos
concernientes a los actores y a las distintas realidades socio-económicas, cuyos principales ejes
explicativos podemos intentar resumir en los siguientes pares de opuestos:latifundio vs.
pequeña propiedad; arrrendatarios vs. estancieros; agricultura vs. ganadería.
Ver A. Pucciarelli (1987), para una opinión contraria, donde
se muestra la diversidad de intereses e inversiones de los estancieros
pampeanos. J. F. Sábato (1987).
9
Pero esta visión, cabe recordarlo, ahondaba en una interpretación más global de la sociedad
argentina que se fundaba en la oposición entre Sociedad Tradicional- Sociedad Moderna. Solía
considerarse que los espectaculares cambios operados hacia fines de siglo XIX en la estructura
productiva pampeana y la formación de un mercado de trabajo de tierra y capitales fueron los
componentes fundamentales de la llamada Argentina Moderna, a la que se contraponía una
Argentina atrasada, definida como un mundo de vacas, estancieros (de comportamientos quasi
feudales) y gauchos, esta sociedad tradicional se extendía sin demasiados cambios del período
colonial a la segunda mitad del XIX. Pero de pronto, a partir de esta fecha, este mismo
estanciero conservador se transformaba ipso facto en un burgués moderno y dinámico, con
capacidad empresarial para llevar a cabo la modernización de sus estancias y apoyando un proyecto político que propugnaba la entrada de capitales y mano de obra extranjera. Una mágico
salto sin transiciones se había producido entre aquel estanciero apegado a las tradiciones, a su
tierra y a su religión y este "nuevo hombre" empresario europeizado y liberal. No había en tal
interpretación una clara explicación del cambio en las conductas políticas o económicas, que
llevaron a este mismo grupo, a sentar las bases de una Argentina plenamente capitalista e
integrada al mercado mundial10.
Los ruralistas de los años de la transición democrática
Como señalábamos más arriba a partir de los años 1980 (y como parte de un proceso que se
iniciaba en la década anterior) se produjo una importante renovación de enfoques y metodologías
en los estudios rurales. La etapa iniciada en la segunda mitad del s. XIX fue la que mayor interés
despertó entre los historiadores, centrándose en este periódo buena parte de los avances
alcanzados. R. Cortés Conde (1979), por ejemplo, demostró la falacia de la tradicional tesis del
control monopólico de la tierra, verificando que desde fines del S. XIX se desarrolló un mercado
de tierras cada vez más transparente y fluido. E. Gallo (1983), por su parte mostró las
peculiaridades del proceso de colonización santafesina, donde se combinaron diferentes formas
de acceso a la producción. Proceso que incluyó la subdivisión de la estancia tradicional,
originando núcleos de colonos propietarios y arrendatarios . Hilda Sábato (1989) y E. Míguez
(1985) para diferentes realidades y momentos históricos demostraron el dinamismo y la
capacidad empresarial de los productores ganaderos muy alejadas de aquella descripción de una
clase conservadora que buscaba en la propiedad de la tierra solo el prestigio social y político.
Asimismo, H. Sábato, mostró las posibilidades de mejoramiento económico que ofrecían la
aparcería y el arriendo durante el ciclo del lanar (1840-1870).
Esta interpretación ha sido en gran parte dejada de lado
gracias a los avances producidos en el estudio del mundo rural
rioplatense durante la etapa colonial e independiente teprano. Al
respecto caben señalar los estudios de Juan Carlos Garavaglia, Jorge
Gelman, Raúl Fradkin, Mariel Infesta, Marta Valencia, etc. Un balance
de la producción del período puede encontrarse en el ANUARIO IEHS,
N11, 1997.
10
Este proceso de renovación fue posible -como consideraba E. Míguez en un estudio
historigráfico de hace ya una década-, gracias al vuelco interpretativo que habían experimentado
los estudios sobre el período del "Boom", al pasar de las visiones institucionalistas a la
búsqueda de explicaciones centradas en la racionalidad económica. Este abandono de viejos
esquemas atravesó tanto a la tradición marxista como a la neoclásica y permitió superar las
visiones institucionales de la gran propiedad. La renta del suelo y el desrrollo agrario
argentino (1977) de G. Flichman, la Formación de la clase dominante de J. Federico Sábato
(1979) y Ensayos de Historia Económica (1975) del cubano-americano Carlos Díaz Alejandro
son sin duda tres ejemplos emblemáticos del creciente "aggiornamiento" de los esquemas
interpretativos. Estos trabajos inspirados en fuentes teóricas y tradicones académicas disímiles -y
más allá del grado de evidencias empíricas que alcanzaron11- sirvieron de inspiración y reflexión
a buena parte de la producción posterior. Así, la hipótesis de J. F. Sábato sobre la clase
dominante argentina (J. M. Palacio 1996), que mostraba el comportamiento versátil y racional de
los terratenientes a partir de la diversidad de inversiones e intereses que solían tener influenció
marcadamente sobre buena parte de la producción de mediados de los años 1980, reemplazando,
al menos en el plano económico la imagen de una oligarquía terrateniente cerrada, tradicionalista
y conservadora.
A partir de esta literatura se pudo incluso repensar la cronología de la historia rural del s. XX en
tres grandes períodos 1880/90-1914: la Gran Expansión, 1915-1940: dinamismo,
fluctuaciones y crisis y 1940-1960: el estancamiento agrícola (Hilda Sábato, 1993). Más allá
de esta fecha son pocos los historiadores que han incursionado. El tercer período ha sido
analizado, al abrigo de las discusiones del papel jugado por el Estado peronista12 o de los efectos
que sobre el agro tuvieron las diferentes coyunturas por las que atravesaba la siempre
convulsionada economía argentina. Esta necesidad de explicar el presente llevó a priorizar
Empero, luego de los análisis de Flichman y Sábato el abordaje
de problemas como la eficiencia del sector agrario, los niveles de
inversión, la diversificación productiva o la racionalidad de los
actores ha sido muy diferente.
11
Una de las tradiciones interpretativas más conocidas,
proveniente en su mayor parte de esquemas neoclásicos, consideraba
que la clave del atraso pampeano se encontraba en las políticas
económicas instauradas después de 1940 (gobiernos peronistas) y en
los precios de los insumos agropecuarios. Las respuestas de los
productores estaban en relación directamente proporcional a los estímulos positivos o negativos que recibían de las políticas de precios
y subsidios de los gobiernos. Dentro de esta corriente una mención
especial merece el estudio de Carlos Díaz Alejandro, cuyas ideas
abrieron nuevas rutas interpretativas, el autor consideraba que la
problemática de la tenencia de la tierra era importante, pero no
en el contexto del latifundio latinoamericano, sino como muestra
de los efectos negativos que tuvieron las políticas instauradas de
congelamiento de los precios de los arriendos, viniendo a "destruir"
las reglas de mercado instauradas desde hacía décadas.
12
interrogantes provenientes del campo económico. Como es bien sabido, la llamada etapa del
"estancamiento" entre 1940-960
fue estudiada más detenidamente por sociólogos y
economistas, para los que el pasado es, en ciertos casos, un referente para explicar y planificar el
presente. La Gran Expansión, en cambio, ha sido de interés central para los historiadores, el
período esel más conocido y sobre el que se desarrollaron los aportes e hipótesis más
significativos.
El período (1915-1940) dejado en parte de lado por historiadores y economistas, solía,
considerárselo como una continuidad del proceso anterior en el que comenzaban a percibirse los
indicios de la desaceleración y de las limitaciones del modelo, debido principalmente al fin de la
expansión de la frontera de tierras 13 . Profundizar en las características de este período es
imprescindible, tanto por que en estos años se acentuaron las diversidades regionales en el
interior de la Región Pampeana, como por que a partir de esta diversidad de situaciones
comenzaron a elaborarse y resignificarse los principales argumentos que dieron lugar a la
llamada visión tradicional del mundo rural. Diferentes actores (las asociaciones sectoriales, los
Si bien esta imagen ha sido en parte superada (Sábato, 1993,
Barsky 1986, Balsa 1994, Zeberio,1994). Las especificidades del
período de afianzamiento y madurez del modelo son en gran parte
ignoradas. En estos años se acrecentaron las diferencias regionales
en el interior de la Pampa, orientándose hacia diferentes
combinaciones productivas. Mientras la crisis y el conflicto social
afectaron durante algunos años a la zona maicera o a los productores
ganaderos, el sur cerealero experimentó los momentos de mayor
acumulación. Los cambios en la demanda internacional y las
fluctuaciones de precios incidieron de manera muy diferente en las
distintas regiones, aunque se desconocen prácticamente los efectos
y las respuestas esbozadas para neutralizarlos. Además, los gobiernos radicales (1916-1930) inauguraron una etapa caracterizada por
la creciente intervención en los conflictos sociales y en la economía,
introduciendo una nueva variable a tener en cuenta para comprender
las transformaciones o continuidades producidas.
Entre las medidas de orden intervencionista podemos destacar la
participación del Estado como mediador entre estancieros y
chacareros y la política crediticia dirigida a los pequeños y medianos
productores. Respecto de la intervención del estado en política agraria, existen un buen número de estudios para la década del '30, en
razón que en esos años la intervención
estatal constituye el rasgo definitorio dela política financiera,
de regulación de la producción y de comercialización. Sin embargo,
no existen trabajos espécificos que analicen los efectos de la política económica crecientemente intervencionista de los gobiernos
radicales. Por último, al considerarse estas décadas como una continuidad de las anteriores, no se ha profundizado sobre los cambios
en las estrategias productivas, las innovaciones tecnológicas o la
evolución del sistema de tenencia, lo que ayudaría a explicar con
mayor claridad y precisión los procesos posteriores al '30.
13
funcionarios, incluso la literatura popular) comenzaron a expresar sus voces de alarma respecto
del fin de la expansión (Halperín Donghi, 1985) y de los efectos "perversos" de un desarrollo
agrario que no permitió el acceso a la propiedad de la tierra a quiénes la trabajaban. En este
contexto se terminó de construir la imagen de un chacarero monoproductor por imposición y
sujeto pasivo de las injusticias del sistema. Esta visión, que responde en su origen al pequeño
chacarero del norte de la provincia (que a lo largo de estos años será protagonista de sucesivos
conflictos), se hará luego extensiva al conjunto de la pampa14.
Si tuvieramos que hacer un rápido balance de las investigaciones de los años 1980 podría
afirmarse que la renovación interpretativa y heurístico- metodológica experimentada significó la
aparición de textos fundamentales para el conocimiento del mundo pampeano de fines del s.XIX
y XX. Los mayores aportes se refiern a las características y evolución de la estructura agraria, el
funcionamiento global de los mercados, los procesos de colonización y ocupación de tierras, la
microeconomía de las empresas, la racionalidad de lo actores,etc.
Pero estas interpretaciones que priorizaban una lectura en clave económica, le otorgaron una
menor incidencia a otros factores o planos de análisis que también ayudaban a explicar las
características que adquirieron las transformaciones económicas de fines del s. XIX. Así, el
impacto de las políticas públicas o del marco normativo fue tomado - ceteris paribus- como un
factor externo y referencial pero que mo influía estrictamente en las decisiones de los actores
(Noemí Girbal, 1980,1982). Tampoco son conocidos aquellos aspectos relacionados con la
diversidad y dinámica de la estructura social, las formas de la conflicitividad o de la sociabilidad,
las prácticas familiares, la vida cotidiana, etc. Aspectos cuya profundización permitiría, tal vez,
mostrar la antigüedad de ciertas prácticas en la campaña pampeana y por tanto relativizar la
ruptura de la segunda mitad del siglo XIX15.
Los departamentos maiceros atravesaron en la primera década
del siglo una crisis debido a la baja de los precios internacionales
del maíz; mientras que durante esos mismos años (y superada la
coyuntura de la Primer Guerra Mundial) las exportaciones del trigo
alcanzaron niveles récords, favoreciendo sobre todo aquellas zonas
donde sus costos de producción eran menores, como en los partidos
del sur.
14
El tema de las continuidades y rupturas en relación a la
consolidación de un modelo de capitalismo agrario en el Río de la
Plata es una de las diferencias entre esta tradición historiográfica
centrada sobre el período de la consolidación del capitalismo agrario
y las investigaciones de los ruralistas del período colonial. Cabe
señalar que los colonialistas - que comenzaron la renovación de
sus interpretaciones justo en el momento que la discusión sobre el
"boom" alcanzaba su producción más representativa - proponen un
análisis más integrador del mundo rural rioplatense, al que analizan
en sus diferentes dimensiones (que incluyen aspectos demográficos,
sociales, culturales o políticas) y no sólo como un aparato productivo
15
en transformación. Este conjunto de intereses más generales los ha
llevado desde la lectura del mundo colonial, a interesarse por los
años transicionales de mediados de siglo XIX, comenzando a
cuestionar, incluso, algunas de las interpretaciones más aceptadas
sobre la expansión de la frontera, los procesos de colonización y
el papel de la innmigración en esta etapa (J.C. Garavaglia, R.
Fradkin, et al, 1997).
Por último, otro efecto no menos importante de esta mirada en parte unívoca, fue la
consolidación de una imagen optimista -y excenta de conflicto- sobre las posibilidades abiertas
por la expansión; imagen que presuponía que una única racionalidad estatégica atravesaba al
conjunto de actores que habitaban aquel mundo social, más allá de la proclamada diversidad de
orígenes y tradiciones culturales.
Las visiones "hiperracionales" y la historiografía rural en los '90.
Este conjunto de cuestiones e interrogantes que acabamos de señalar, fueron inspiración de las
investigaciones desarrollados durantes los años 1990, etapa en la que una nueva generación de
historiadores (parte de la cual se formó en la Universidad durante los años del proceso y de la
transición y que tienen hoy como una de sus mayores preocupaciones mantenerse en el sistema)
comenzó sus investigaciones sobre el mundo rural. Estos historiadores retomaron gran parte de
las hipótesis y problemas abordados anteriormente (este comentario no pretende ser una
evaluación de la producción sino que se consideran principalmente los paradigmas explicativos
utilizados), desplegando sus investigaciones bajo la forma de estudios de caso y a partir de la
recuperación de archivos regionales y privados hasta el momento prácticamente desconocidos16.
Una nueva camada de historiadores comenzaron a desarrollar
sus investigaciones principalmente en tres ámbitos institucionales
(Universidades de La Plata, Buenos Aires y Tandil) en los que existía
o se construyó una tradición de estudios rurales. Por citar algunas
de estas investigaciones que, cabe aclarar presentan diversidad de
enfoques e interpretaciones, podemos señalar los trabajos de J.
Balsa (1993), M Bjerg (1994), M Blanco (1997 ), G. Colombo (1995),
R. Hora (1995), J. M. Palacio (1996), A. Reguera (1997), E. Sartelli
(1995), G. Zarrilli (1997), B. Zeberio (1994), etc.
16
Una importante innovación heurístico-metodológica (utilización exahustiva de contabilidades de
empresas, de fuentes judiciales, de cédulas censales, de relevamientos de explotaciones hasta el
momento no trabajados, etc ), así como la incorporación -en ciertos casos- de discusiones
histórico-teóricas de otras historiografías (como la anglosajona o francesa) constituyen, sin duda,
el aporte principal de este conjunto de estudios cuyos resultados en su mayor parte son tesis de
doctorado realizadas (o en curso de elaboración) en Argentina y en el exterior17. Asimismo, estos
trabajos muestran, aunque de manera incipiente la relativa desprovincialización de la
historiografía argentina, proceso que deberá necesariamente profundizarse integrándose los
debates locales cada vez con mayor profundidad en las discusiones de los mundos académicos
"centrales". Pero, dicha integración deberá implicar un proceso más rico y complejo que una
simple importación de modas temáticas o de categorías analíticas.
Este proceso es reflejo tanto de la relativa estabilidad
político-institucional alcanzada por la sociedad argentina como de
las nuevas exigencias de la Universidad.
17
Empero, esta producción - aún a riesgo de adoptar una postura muy crítica- si bien significó un
importante avance permitiendo un conocimiento más detallado de los procesos económicosociales en el espacio y en el tiempo, así como la verificación empírica de ciertas hipótesis que
mantenían un status especulativo, tal vez presenta como principal limitación o desafío -para
decirlo en términos más optimistas- su excesiva subsunción a los esquemas explicativos de la
generación anterior. Tal vez, nos hemos limitado a matizar aquellos esquemas e interpretaciones
y a desarrollar una historia regional 18 entendida casi exclusivamente, como el análisis de las
relaciones económicas.
Creemos importante detenernos un momento en las críticas
efectuadas a la Historia regional. El concepto de región ha demostrado
límites teóricos confusos que reducen su operatividad en la
aplicación histórica. Van Young, por ejemplo, considera que la
historia regional es un intento por demostrar la hipótesis de una
región y la región es la resultante de una relacion económica. Es
un espacio geográfico con frontera determinada por el alcance de
un sistema cuyas partes interactuan entre sí en mayor grado que en
los sistemas externos. De este modo se suma el concepto de sistema
al de región reconociendo que en el interior del sistema bajo estudio
hay partes que interactuan aparentemente por algún tipo de dinámica
interna anterior a la definición metodológica de región. Esta
definición de región es bastante cercana de las que nos propone la
tradición de la staple theory, en ambas la inspirición
estructuralista tendiente a priorizar un analisis sincrónico está
presente (D.Santamaría, 1995). Este conjunto de presupuestos subyace
en buena parte de la producción de historia regional.
18
Daniel Santamaría - fuertemente influenciado por la lectura de G.
Balandier y la teoría del caos- propone reconsiderar el concepto
de región a la luz del paradigma de la complejidad inspirado en
recientes discusiones provenientes de la fisica y de la biología.
Las sociedades humanas no son caóticas tienen reglas de conducta
normas juridicas costumbres rituales sistemas de parentesco etc.
Las sociedades se alejan del caos mediante la organización social
pero su propia historicidad su búsqueda del equilibrio las alejan
de un orden inmovilizado. Por debajo de la aparente homogeneidadconsidera Santamaría- se descubre la complejidad, la diversidad y
la heterogeneidad, por lo tanto es necesario analizar los espacios
sociales sin apelar a una categoría como la de región.
Desde una perspectiva menos crítica R. Fradkin también cuestiona
una utilización rígida y exclusivamente económico-administrativa
del concepto de región para el caso de camapaña bonaerense
tardo-colonial. Nos propone pensar la región como un conjunto de
redes socio-espaciales que se superponen e intersectan. La
conformación de una estrucutra regional, considera Fradkin, supone
un proceso de estructuración social, es decir, la concentración y
rutinización en un espacio de prácticas y relaciones sociales
(Fradkin, 1995:241-2).
Si bien existen un conjunto de problemas o cuestiones aun no desveladas - como por
ejemplo, el efecto sobre las prácticas de los agricultores de las políticas peronistas19, los
desarrollos de mercados regionales de trabajo y de tierra, el papel de las redes (sociales,
familiares y étnicas) de comercialización y financiamiento, entre otors-, al menos a partir
de los estudios de los ochenta y de los noventa se posee una visión de conjunto de la
evolución histórica que muestra más las continuidades del proceso que una refundación a
partir de la llegada de la inmigración.
Dos paradigmas interpretativos para los estudios sobre el "nuevo sur".
Tomando en consideración un conjunto de investigaciones recientes realizadas para los
partidos del sur bonaerense tal vez puedan quedar más evidenciadas las caracterísitcas de la
producción que hemos un poco genéricamente denominado de los '90. Estos estudios centrados
sobre varios partidos del sur de la Provincia de Buenos Aires (Tandil, Juárez, Tres Arroyos,
Necochea, Coronel Dorrego etc) abordan el estudio de diversas problemáticas tales como: la
integración económica de los inmigrantes (Bjerg 1994, Iriani, 1997), las características y
evolución de la estructura agraria, las formas y posibilidades de acceso a la tierra, la economía de
las estancias (Balsa 1994, Reguera 1997, Palacio 1996, Zeberio, 1994), las políticas públicas y
sus efectos sobre las prácticas (M. Blanco, 1997). Estos trabajos muestran con diferentes matices
la imagen de una sociedad rural que a principios del s. XX se consolidó a partir de las
posibilidades abiertas a los inmigrantes quiénes a través de la agricultura y sus efectos
multiplicadores obtuvieron posibilidades de ascenso económico y social, transformándose en
parte de la burguesía de esta sociedad rural en transformación. Así, la imagen recreada - en gran
medida resultado de la rica documentación recuperada en los archivos regionales y localestiende a estar imbuída de un optimismo sobre las posibilidades de crecimiento que el capitalismo
agrario generó. La exclusión, la conflictividad que dicho proceso pudo haber generado es, tal vez,
la mayor deuda que este conjunto de trabajos presente.
Respecto del perído peronista cabe señalar una serie de
trabajos que se están realizando, y que abordan el período tanto
a partir de variables macroestrucutrales (Neomí Girbal de Blacha)
como de estudios de caso (Mónica Blanco,1997, Silvia Lázzaro,)
19
Con la intención de llamar la atención sobre esta visión demasiado optimista Juan M. Palacio
(1996) 20 , remarca la influencia decisiva del pensamiento de J.F. Sábato sobre esta nueva
generación de investigadores. Remarcando el innegable impacto de su obra, considera - tal vez de
manera excesiva- que la historia rural comenzó a pensarse en clave sabatina en un fenómeno
similar a la adopción de un nuevo paradigma. Como aspectos no deseados de esta fuerte
influencia intelectual Palacio, y llevando agua para su molino interpretativo, considera que el
"paradigma sabatino" dió lugar a una visión demasiado optimista21 sobre las posibilidades que
los chacareros tuvieron durante la expansión agropecuaria, hipótesis -que como señaláramosatraviesa las explicaciones de los trabajos sobre el sur bonaerense.
Sin duda la influencia de J. F. Sábato fue esencial en la manera que esta generación comenzó a
pensar el funcionamiento del agro pampeano. Empero, estos estudios responden a un conjunto
mucho más amplio, híbrido y ecléctico de influencias teórico-metodológicas (que van desde
posturas filo-marxistas a interpretaciones cercanas a las institucionalistas) que las propuestas por
el citado autor. Estas investigaciones abordan desde diferentes interrogantes y démarches
metodológicas el estudio de la realidad regional seleccionada.
En relación a la visión optimista, derivada del "paradigma" sabatino, que puede encontrarse en
algunos de estos trabajos, es necesario señalar que tales consideraciones se vinculan también a un
Juan M. Palacio en sus trabajos plantea una interpretción
"extremadamente" contraria a la visión optimista que se desprende
de los estudios de caso señalados. Esta lectura en negativo que
Palacio presenta de la sociedad rural del sur bonaerensese se vincula
con la utilización casi exclusiva de fuentes judiciales que muestran
primordialmente el conflicto y la exclusión por sobre las
posibilidades de ascenso económico- social que permitían constatar
el análisis de la información de una ríquisima fuente como es el
Relevamiento de Chacras y estancias de 1930, que permite realizar
un seguimiento de cada una de las explotaciones de los partidos de
Tandil y Tres Arroyos.
20
J.F. Sábato consideraba que las posibilidades que se
sustentaban en parte en el hecho de que el chacarero copiaba en su
propia escala los comportamientos de la gran Burguesía agraria. De
esta transferencia de conductas se derivaba su propensión a
desarrollar una agricultura especulativa, con bajo nivel de inversión
y poca propensión al riesgo empresario. El acuerdo tácito de intereses
entre agricultores y terratenientes se derivaba, según la
interpretación de Sábato, del hecho de que en esta sociedad rural
el bajo nivel de conflicitividad era un aspecto diferencial de los
procesos ocurridos en el mundo urbano. J. M. Palacio atribuye al
paradigma sabatino la extensión de una interpretación que prioriza
una visión optimista y consensual del mundo rural. Por cierto, J.
F. Sábato no es el único en proponer una concepcón de este tipo;
este esquema interpretativo esta ampliamente presente desde mediados
de 1970, en buena parte de la producción que recibe diferente grado
de influencia de la staple theory.
21
detallado y minuciosos trabajo de reconstrucción de la evolución y funcionamiento de la
estructura agraria que se ha realizado en dichas investigaciones. Para recuperar una imagen
menos optimista que tome en cuenta el conflicto y la exclusión no pareciera que la vía más
adecuada sea la de volver a la tradicional visión Scobiana, que como señaláramos esconde una
concepción superada de la sociedad rural. El desafío sería repensar nuestros presupuestos - que
sin duda presentan limitaciones- a partir de los avances ya alcanzados y continuar la búsqueda
con nuevos enfoques teórico- metodológicos que faciliten la construcción de una Historia rural
más social y menos apegada a los modelos interpretativos de la economía.
Una de las vías sería, tal vez, la de repensar las perspectivas de análisis y los marcos
interpretativos utilizados hasta el momento, superando una historia regional que nos conduce
riesgosamente a explicaciones circulares. Es decir, intentar aprehender los procesos sociales, los
actores y sus experiencias sin dejar, por cierto de lado, los contextos (incluídos los institucionales
y políticos) como forma de analizar con mayor complejidad los procesos históricos del mundo
rural. Seguramente así nuestro relato recuperará historicidad y belleza.
El esfuerzo no es fácil dado que implica un cambio de perspectiva y de interrogantes y )por qué
no de escala?. Lógicamente en esta búsqueda las respuestas no están dadas y los caminos pueden
ser varios22. Por debajo de la estrucutra se encuentran los hombres y esta búsqueda permitirá
descubrir, seguramente, un mundo más rico y cercano al que transitaban los hombres de pasado.
A partir de esta lectura con nuevas claves y de la diversificación de fuentes judiciales y orales
podremos lentamente superar esta imagen de mundo armónico y sin conflicto que hemos
tácitamente inventado. Pero esto no significa volver a la viejas imágenes tanto de Scobie como
del conflicto de clase tradicional. Creo que debemos desentrañar un mundo cultural que es
mucho mejor conocido en los contextos urbanos.
En un trabajo reciente sobre el mercado de tierras en el sur
de la Provincia de Buenos Aires que realizamos conjuntamente con
María Bjerg (Bjerg, Zeberio, 1997) hemos dejado de lado la escala
regional "clásica" con el objeto de intentar aprehender las práctica
de los actores. El resultado de la experiencia fue el descubrimiento
de un mundo de relaciones sociales que hasta el momento permanecían
ocultas.
Este acceso estuvo mediatizado, por un lado, por un cambio de escala
que involucró el paso de una démarche centrada en los partidos,
a otra donde el ejido y especialmente las estancias se transformaron
en las unidades de análisis desde donde escribir y describir las
prácticas. Descubriendo en este proceso una nueva dimensión social
que intuíamos pero que no podíamos aprehender. El mercado de tierras
en el s. XX y en la escala regional se presentaba, ahora, como un
fascinante entramado de relaciones de parentela, vecindad y
matrimonio que reforzaba la circulación de la tierra a través de
mecanismos informales que se entremezclaban aceitadamente con las
reglas del "mercado". Un panorama semejante comienza a desvelarse
si se estudian las prácticas de herencia familiar, o se lee el mundo
rural en clave étnica o si se rastrea el movimiento de la frontera
a partir de las historias familiares.
22
En definitiva y tal vez debido a la excesiva preocupación por responder a las preguntas e
hipótesis provenientes de otras situaciones históricas, hemos dejado en buena medida de lado el
estudio de las prácticas en pos de iluminar una estructura y unos actores que reflejan sólo un
negativo en blanco y negro. A la imagen sincrónica alcanzada es imprescindible otorgarle
historicidad.
Algunas reflexiones finales:
Si bien una larga tarea de reflexión y enriquecimiento se nos impone para evitar el
languidecimiento de los estudios rurales por la repetición y la standarización de explicaciones,
sin duda, importantes avances se han producido - no señalarlo sería arbitrario- en el conocimiento
de la región pampeana durante las dos últimas décadas. Las imágenes pre-existentes sobre el
mundo rural han sido en gran parte reelaboradas, los esquemas dualistas han dado paso a
imágenes mas ricas en las que la diversidad de situaciones llega incluso a imponerse
riesgosmente por sobre las posibles síntesis.
La profundización de las miradas regionales y de los estudios de caso junto con la innovación de
enfoques, problemas y metodologías (redes sociales, sociabilidad, cuestiones étnicas, estudios de
familias) reforzarán sin duda esta imagen de diversidad que ha comenzado a desarrollarse en los
últimos años. Si bien el balance es en buena medida positivo, un largo camino queda por
transitar, camino que permita renovar problemas, enfoques y metodologías y que definitivamente
posibilite pasar de una historia de la estructuras a otras centrada en los hombres y sus relaciones
sociales. Parafraseando a Bernard Lepetit, contra una historia cuantificada de las estructuras
sociales se trata de oponer, la idea de que los hombres no son a las categorías sociales como
bolitas en cajas, y por otro lado, las cajas, no pueden tener otra existencia que aquellas que los
hombres en los disitintos contextos le dan" (B. Le pettit, 1995). Debemos ir a la búsqueda de los
intersticios para explicar los procesos y sus sutilezas: abandonar el individuo por la familia,
incorporar una visión más rica de la frontera, de la ley y la justicia y por tanto del conflicto
social.
Para poder pensar esta nueva y necesaria renovación de los estudios rurales del s. XX, creo que
debemos tomar como referente a nuestros "vecinos" los historidores colonialistas, que fueron
capaces de pensar los problemas en una perspectiva más amplia, incoporando no sólo las
discusiones de la economía, sino también las de la antropología, la historia social, la demografía,
etc. Estas diferentes miradas les permitieron aprehender con mayor riqueza los procesos sociales.
Asimismo, los acalorados debates que se generaron les permitieron avanzar nuevas hipótesis e
interpretaciones, debates, que por otra parte, fueron casi inexistentes para el período que nos
ocupa y que sería muy enriquecidor poder realizar.
Por último, sería imprescindible recuperar desde la mirada que brindan los procesos de fines del
s. XIX y principios del XX una reflexión de más larga duración, que permita, visualizar los
procesos de conformación y transformación de la pampa en perspectiva histórica. Esta visión del
pasado por compartimentos estancos ha conllevado en algunos casos, a la consideración de
etapas refundacionales, es decir a señalar cambios violentos allí donde sólo existían
modificaciones y readaptaciones paulatinas. En efecto, esta lectura a veces rápida y
compartimentada del pasado que los historiadores del XX hemos realizado, ha generado no
pocos equívocos al definir ciertos procesos como novedosos o propios del periódo iniciado con el
"boom" sin mirar para atrás e integrarlos a un pasado más lejano.
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