ESPEJOS No hay una sola realidad. No hay una sola visión. No hay una sola opinión. Hay percepciones diferentes. El diálogo siempre es saludable. La verdadera discusión es, siempre, sanadora. A veces, la realidad es como un espejo triturado donde existen múltiples miradas. Si siempre me miro en el mismo espejo creeré que soy el dueño de una sola verdad: la mía. Debemos adiestrar el cambio de nuestra propia mirada. Ampliar el foco: mirar hacia adelante y hacia los costados... mirar para adentro. Practiquemos mirar con los ojos. Practiquemos mirar con el alma. No hay verdades absolutas. Si camino en círculo, creeré que hay un solo camino: el mío. A veces, no es sólo lo que se ve. A veces, corremos el riesgo de percibir, sólo la punta del iceberg. Por tal razón, si no entiendo el accionar de otros, siempre es positivo preguntar. Aprendamos a preguntar. Aprendamos a preguntarnos. Aprendamos a dialogar. No callemos nuestras convicciones; pero digámoslas con la firmeza cimentada en la calma. En la agresión siempre hay una pizca de incredulidad. Vociferar no permite escuchar. Si no estamos seguros de lo que decimos: callemos. El silencio también sabe de respuestas. Cuidemos nuestras palabras... A veces, duelen, hieren, muerden y desgarran. Es necesario que la verdadera comunicación fluya en tiempos y espacios adecuados. Estamos en el mudo para compartir nuestra experiencia con otros seres... con muchos seres. De nada sirve accionar si no estamos dispuestos a "compartir". El egoísmo es una enfermedad. La calumnia nada tiene que ver con la crítica constructiva. La primera, daña como una puñalada por la espalda que desangra energía; la segunda apuntala el desarrollo individual y colectivo. La suposición no es una verdad. La suposición crea incertumbre, primer escalón hacia la duda. La mentira es sombra y tiene peso; por lo tanto se arrastra. La luz es la única que eleva. Como seres humanos tenemos que internalizar el imperioso ejercicio del respeto: uno con uno; uno con el otro. Aprendamos a respetar. Aprendamos a respetarnos. La buena predisposición y la capacidad de situarme en el lugar del otro, siempre abre caminos de construcción. Por más edad que tengamos, siempre existe la posibilidad de crecer: aprendiendo de mí, aprendiendo de otros. Nadie se equivoca a propósito. Aprender de los errores enseña y fortalece. En nuestro interior se agita, a diario, la balanza de nuestras fortalezas y debilidades. Potenciemos lo positivo. Todos estamos acompañados... y todos, en más de una ocasión, nos hemos sentido solos. Abrámonos al mundo. Aprendamos a perdonar. Aprendamos a perdonarnos. Potenciemos el "encuentro": primero con nosotros, luego con los demás. Salgamos de nuestro pequeño universo personal con las manos extendidas y el corazón abierto. Hagamos de la vida un verdadero canto de hermandad... si no lo hacemos, ninguna acción humana tendrá valor... tendrá sentido. Carlos Alberto Boaglio