Prof. Dr. JOSE ENRIQUE PONS Director de la Clínica Ginecotocológica “A” Facultad de Medicina (Centro Hospitalario “Pereira Rossell”) Universidad de la República Montevideo - URUGUAY Montevideo, 27 de mayo de 2005 Honorable Corte Constitucional At. Magistrado ALVARO TAFUR Bogotá, Colombia Ref: COADYUVANCIA A LA DEMANDA DE CONSTITUCIONALIDAD D5764 He tomado conocimiento de la presentación de esta demanda. En virtud de mi condición de Profesor Titular de Ginecología y Obstetricia de la Facultad de Medicina (Universidad de la República, Montevideo, Uruguay) y Director de un Servicio Hospitalario Universitario en el Centro Hospitalario Pereira-Rossell (Montevideo), he acumulado experiencia que me impulsa a hacer llegar a esa Honorable Corte algunas reflexiones. El hospital en el que asienta el Servicio que dirijo asiste a la población de nivel socioeconómico bajo y marginal de la ciudad de Montevideo y poblaciones dentro del radio de influencia de la Capital. Asimismo, por ser un Hospital de Referencia, recibe casos severos remitidos de otros centros asistenciales públicos prácticamente de todo el país. Uruguay es suficientemente pequeño como para que un traslado por tierra desde el sitio más distante a la capital tome apenas 5 a 6 horas de viaje. En los últimos 5 años, mi hospital se ha visto sacudido por una verdadera epidemia de muertes de mujeres embarazadas. Este hecho es particular de centro que dirijo, no extendiéndose al circuito privado o semiprivado, donde el número de muertes maternas no ha variado. La causa de este fenómeno sanitario es el incremento de abortos provocados en condiciones de riesgo (realizados por personal no médico, en pésimas condiciones de higiene, o por la propia mujer recurriendo a la transmisión verbal de información incorrecta acerca de medidas presuntamente abortivas. Afecta actualmente sólo al nivel económico bajo por el impacto de la crisis económica que desde comienzos del presente siglo ha golpeado al Uruguay. El aborto está penalizado en Uruguay. Recientemente el parlamento nacional discutió una nueva ley de Salud Sexual y Reproductiva, que liberalizaba parcialmente la práctica del aborto, pero la misma sólo recibió media sanción en la Cámara Diputados y no fue aprobada en la de Senadores, por lo cual la situación legal no ha variado. El personal sanitario que trabaja en el Hospital Pereira Rossell, experimentó la angustia de ver que las muertes podían haber sido evitadas, sin necesidad de medidas al margen de la ley. Ello llevó a desarrollar una Iniciativa Sanitaria Contra el Aborto Provocado en Condiciones de Riesgo, que mereció apoyo del Consejo de la Facultad de Medicina (único centro de enseñanza de la medicina en el Uruguay), del Sindicato Médico del Uruguay y de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia del Uruguay. Las gestiones posteriores, realizadas a nivel del Ministerio de Salud Pública de mi país, condujeron a la aprobación de la Normativa, como obligatoria en todo el territorio nacional (Ordenanza 369/04 del Ministerio de Salud Pública). A punto de cumplir cuatro años de desarrollo de la iniciativa en mi hospital y un año de la institucionalización como norma en todo el país, la experiencia nos ha convencido de que el aborto es un mal. Que son medidas tales como la educación sexual universal y la anticoncepción accesible a toda la población, las que logran evitar que se recurra al aborto. Ninguno de quienes trabajamos en este marco estamos a favor del aborto. Pero también hemos aprendido que la condena a la mujer que aborta no soluciona el problema. Las mujeres que deciden abortar lo hacen con enorme angustia, con miedo a morir, a dejar solos a sus hijos previos, abortan con culpabilidad y arrastran el peso psicológico de su decisión a veces por el resto de sus vidas. Ninguna mujer decide abortar con desapasionamiento o con displicencia. Hemos aprendido que solamente la mujer enfrentada a la terrible decisión de tener que abortar sabe lo que siente. Especialmente los varones, somos incapaces de entender la conmoción íntima y también el dolor que esa decisión provoca. Pese a ello, muchas mujeres llevan adelante su decisión. Y varias de ellas sufren, como consecuencia de complicaciones, mutilaciones importantes, pérdida de funciones, o la muerte. Trabajo asimismo desde hace muchos años en Comisiones nacionales e internacionales de protección y prevención en salud de la mujer. Esto me ha llevado a entender que pese al progreso de la medicina, siguen existiendo en todo el mundo, incluso en los países económica y socialmente desarrollados, condiciones propias del embarazo que ponen en gran riesgo de muerte a las embarazadas. Esto es particularmente notorio en países como Uruguay, y también Colombia, donde las condiciones socioeconómicas hacen más frecuente la dificultad para corregir problemas de salud concomitantes con el embarazo, que conducen a que alrededor del 30% de las muertes de mujeres embarazadas obedezcan a lo que técnicamente se llaman “muertes indirectas” (es decir, debidas a agravamiento de enfermedades preexistentes). Este hecho obliga a reconocer que hay situaciones en las que el aborto es una necesidad médica, que ofrece menos riesgo de enfermedad o muerte que la prosecución del embarazo. La situación de apremio económico, la violencia sexual llegando al grado de violación (un problema mucho mayor de lo que las estadísticas suelen traducir), la presencia de malformaciones incompatibles con la vida, son todas situaciones que empujan a las mujeres a recurrir a abortos, sea cual sea la condición en el que el mismo será realizado. La condena de las mujeres que han abortado, no logra disminuir las cifras de interrupción del embarazo en estas condiciones. Así lo ha demostrado la experiencia en todo el mundo, ya sea en países donde el aborto se ha despenalizado, como en aquellos donde continúa siendo delito. Pero además, existe evidencia de que la práctica se realiza en forma tal que se constituye una verdadera injusticia social por razones económicas. Es un hecho bien documentado, prácticamente en toda América Latina, que las mujeres que mueren por aborto son exclusivamente las pobres, ya que no consiguen los medios para realizar las maniobras clandestinas en condiciones sanitarias adecuadas. Es asimismo un hecho que quienes son condenadas, son asimismo las mujeres pobres, que son las únicas denunciadas por el personal sanitario de los sistemas asistenciales públicos El drama del aborto sigue siendo grave en Uruguay, y también en Colombia, así como en el resto de Latinoamérica. Ese drama no puede ser únicamente un tema de estudio técnico. Es fundamentalmente un drama humano, que afecta directamente a las mujeres, e indirectamente a sus esposos, sus hijos, sus familias, así como al resto de la sociedad que ante la muerte de una embarazada pierde una persona joven, socialmente necesaria. La demanda presentada por la Dra. Roa atiende, a mi juicio, a situaciones que requieren sensibilidad y decisión para evitar muertes y daños innecesarios e injustos. Con el mayor respeto a la probidad, que la alta investidura que los Miembros de la Honorable Corte Constitucional garantiza, a vuestra independencia de criterio que jamás se me ocurriría atropellar, así como a la función rectora que vuestro juicio y calificada opinión tienen para la mejor garantía de los derechos de colombianos y colombianas, dirijo con humildad estas consideraciones, esperando contribuir al acervo de información que permita la mejor solución, que el pueblo de la hermana República de Colombia merece. Respetuosamente Prof. Dr. José Enrique Pons Profesor Titular de Ginecología y Obstetricia, Facultad de Medicina, Universidad de la República. Director de la Clínica Ginecotocológica “A”, Centro Hospitalario Pereira Rossell, Montevideo. Coordinador de la Región Cono Sur del Comité de Derechos Sexuales y Reproductivos de la Federación Latinoamericana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología (FLASOG). Presidente de la Sociedad Uruguaya de Salud Sexual y Reproductiva. Presidente del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM). inisterio de Salud Pública de mi país, condujeron a la aprobación Vázquez Ledesma 2889 Ap. 401 11300 Montevideo – URUGUAY (Sud América) Tel/Fax (+598)(2)7115264 - e-mail: jeqpons@adinet.com.uy