CAZADORES DE PIRATAS - Ingenio de Comunicación

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CAZADORES DE PIRATAS
A LA BÚSQUEDA DE UN BARCO LEGENDARIO
ROBERT KURSON
A la venta el 31 de mayo
«Acción y aventura por tierra y por mar.
Kurson irradia misterio e imprime vida a
los protagonistas de una historia que se
dilata a lo largo de cuatro siglos. Una
gran y gozosa lectura.»
— Michael Connelly
«Un libro fantástico. Es una Isla del
Tesoro con intrépidos personajes reales
navegando por las aguas del Caribe. Una
historia que no se olvidará jamás.»
— Douglas Preston
«Cuenta con unos personajes propios de
la saga de Piratas del Caribe y sus
protagonistas son la encarnación de los
héroes descritos por Hemingway en sus
novelas.» —The Wall Street Journal
La fascinante historia de dos cazadores de tesoros a la búsqueda
del más legendario de los barcos piratas en la costa del Caribe.
La piratería fue un negocio lucrativo en el siglo XVII.
Ahora vuelve a serlo gracias al rescate de sus tesoros.
«Una aventura alocada y fascinante. El entusiasmo de Kurson por la historia y su
abundante trabajo de documentación la convierten en una de las historias de piratas
más extraordinarias de los últimos tiempos.» —Publishers Weekly
«Desgrana de forma detallada la Edad de Oro de la piratería y que da cuenta detallada
de lo que significa ir a la caza, no ya de oro y plata, sino de historia.» —Booklist
«Un thriller estupendo lleno de tipos duros apostando fuerte con todo en contra… Y es
todo real.» — Lee Child
La historia de dos hombres que en el
año 2009 se lanzaron a surcar los
mares en busca de un barco pirata
legendario, el Golden Fleece, dispuestos
a arriesgarlo todo —tiempo, dinero y
vida sentimental—, a sortear todo tipo
de dificultades y a enfrentarse a rivales
en duelos dignos de la época de los
corsarios.
Dos cazadores de tesoros empecinados
en encontrar en las profundidades del
Mar Caribe un navío capitaneado por el
mítico Joseph Bannister, famoso en su
época por haber derrotado a la
mismísima Royal Navy, y emblema de la
que fue la Edad Dorada de la piratería
en el siglo XVII. Esta es la historia de
esa hazaña no exenta de locura y
heroicidad, con dos personajes quijotescos que se acaban convirtiendo en
versiones modernas de los piratas que tanto les han obsesionado y en la que se
da cuenta también de la vida del corsario Joseph Bannister y de su buque, en
un momento y un lugar en el que piratería fue un lucrativo negocio alrededor
del cual funcionaba toda la vida económica y social del momento. Fascinante y
adictiva, una original combinación de personajes en la línea Ocean´s Eleven,
reportaje periodístico, y las novelas marinas de Patrick O’Brian.
Un libro que sumerge al lector en las cálidas aguas caribeñas y lo traslada a los
tiempos turbulentos de la piratería, relatando esos cuatro años consagrados a
una hazaña sólo comparable a lo que supuso hallar los restos del Titanic o
alcanzar la cima del Everest por primera vez.
Robert Kurson saltó a la fama en Estados Unidos en 2004 gracias a su libro
Tras la sombra de un submarino, un gran éxito internacional que narraba el
hallazgo de un submarino alemán en la costa de Nueva Jersey. Aunque cursó
los estudios de derecho en Harvard y en sus primeros años trabajó en un
despacho de abogados, pronto se decantó por la labor de escritura, primero
como periodista deportivo y después como articulista para revistas como
Esquire o Rolling Stone.
Algunos extractos de la obra
«Una mañana de enero de 2012, temprano, recibí una llamada internacional de
un número desconocido. Venía de la República Dominicana, pero yo no conocía
a nadie de aquel país ni había estado en él en mi vida. Sin embargo, la voz que
me hablaba era inconfundible.
—Si te gustan los piratas, te veo en Nueva Jersey.
El que llamaba era John Chatterton, uno de los protagonistas de mi libro Tras la
sombra de un submarino, la historia real de dos submarinistas aficionados que
descubrieron un submarino alemán de la segunda guerra mundial, hundido
cerca de la costa de Nueva Jersey, y su investigación obsesiva para identificar
aquellos restos. Hacía más de un año que no hablaba con Chatterton, pero
reconocí inmediatamente su voz de barítono y su acento neoyorkino.
—¿Qué clase de piratas? —pregunté.
—Siglo XVII. Caribeños. Los auténticos.
[…] Esa misma noche me presentó a su amigo John Mattera, un cincuentón de
amplia sonrisa y acento de Staten Island. Le había conocido años atrás y
recordé que trabajaba como guardaespaldas de ejecutivos. Sus músculos aún le
delataban.
—¿Qué sabes sobre la Edad de Oro de la piratería? —me preguntó.
[…] estos piratas vivían de acuerdo a un código de conducta y honor tan
adelantado a su tiempo que los hizo prácticamente invencibles. No dejaron
ninguna huella tras de sí. En los siglos transcurridos desde que los bucaneros
aterraron los mares solo se ha descubierto e identificado positivamente un
barco pirata: el Whydah, que se encontró en las proximidades de Cabo Cod en
1984. No había nada más difícil de hallar bajo el agua que un barco pirata. Era
como si se hubiese borrado hasta la más mínima huella de los bucaneros.
Durante las tres horas siguientes ambos me contaron las investigaciones que
habían llevado a cabo para encontrar un gran barco pirata: una aventura llena
de peligros, submarinismo y misterio. Hablaron de explorar la historia de los
piratas en bibliotecas y archivos de todo el mundo. Describieron el uso de las
modernas tecnologías de detección submarina y la búsqueda de antiguos
mapas y manuscritos. Relataron historias sobre cómo aprender de sabios
ancianos y batallar con rivales despiadados. Y me revelaron su investigación
acerca de un capitán pirata más infame que Barbanegra y más temerario que
William Kidd, un Jack Sparrow auténtico, un hombre que había sido leyenda
pero cuya historia se perdió en el tiempo: el pirata Joseph Bannister.
[…] Dos semanas más tarde me reuní con Chatterton y Mattera en la Zona
Colonial de Santo Domingo, el asentamiento permanente más antiguo del
Nuevo Mundo.
[…] Esa noche mis amigos me llevaron a la costa norte del país, donde habían
comenzado su búsqueda del Golden Fleece, el barco pirata más grande que
navegó jamás. En Nueva Jersey me habían dado alguna idea de la historia.
Aquí, en una noche cálida y pegajosa en que hasta la luna parecía sudar, me
enteré de más cosas: de las dificultades a que se habían enfrentado Chatterton
y Mattera, los riesgos que habían corrido al emprender la investigación, cómo
todavía estaban pagando el precio de atreverse a perseguir la historia y
meterse en la mente del gran líder y aventurero Joseph Bannister, capitán
pirata. Y yo sentí, por detrás de este relato de aventuras, que los dos, en
realidad, habían estado buscando algo más que un barco pirata.»
Los personajes
John Chatterton
«En solo diez años John Chatterton había pasado de trabajar en construcciones
submarinas a convertirse en, quizá, el más famoso submarinista vivo del
mundo. Esto no se debía a que fuese un gran nadador ni a que explorase
hermosos arrecifes de coral: se debía a que comenzó a meterse dentro de los
pecios más peligrosos, incluso mortales, del planeta. Los pecios eran laberintos
de acero, barcos hundidos que el capricho de la naturaleza había retorcido
como a aquellos animales hechos con globos, y que el tiempo había
desfigurado. Muchos estaban situados a profundidades imposibles de acceder
por los seres humanos, donde la presión del agua es capaz de destruir órganos
vitales y la acumulación de nitrógeno desorienta la mente y convierte la sangre
en espuma.
[…] Los exploraba porque creía, como había creído desde que fue voluntario
para combatir en Vietnam, que la única forma de ver lo que realmente importa
en la vida es ir a los lugares a los que es más difícil acceder. Después de la
guerra, descubrió que esos sitios estaban hechos de acero y hundidos a cientos
de metros bajo el agua.
Durante la década siguiente, Chatterton exploró docenas de los pecios más
peligrosos y muchas veces penetró en lugares que se consideraban demasiado
difíciles, e incluso mortales, para el ser humano. Cuando llegó a los treinta y
cinco años, muchos veteranos de ese deporte ya le consideraban el
submarinista de naufragios más grande que habían conocido.»
John Mattera
«La vida de Mattera ya era excepcional antes de que tuviera edad para
conducir. Hijo de un carnicero de Staten Island, de adolescente comenzó a
realizar actividades de riesgo que le reportaron cientos de miles de dólares y
compró clubs nocturnos y tabernas en las que las leyes le prohibían entrar por
su edad. […] A los treinta había llegado a ser un guardaespaldas personal
magníficamente pagado y se dedicaba a proteger a famosos y magnates de los
negocios.
Durante todo ese tiempo, la historia y el submarinismo fueron su salvación.
Siendo muy joven, cuando su vida podría haber derivado hacia cualquier
dirección, se centró en los libros de historia, que devoraba por docenas, y en
las bibliotecas donde acampaba días enteros. Para Mattera la historia era más
que una mera colección de cuentos antiguos: era su perspectiva para conocer
la naturaleza humana, la bola de cristal que le explicaba los entresijos del
pasado y del futuro. Aprendió submarinismo no para contemplar peces de
colores en los mares tropicales, sino para hundirse en los fríos océanos donde
podía nadar dentro de los pecios y tocar la Historia con sus propias manos.
[…] Mattera abrió Pirate’s Cove (La Cala del Pirata), una empresa de
submarinismo en la costa sur del país, y comenzó a llevar clientes dispuestos a
pagar por ver los barcos hundidos siglos atrás en aquella zona. Sin embargo,
eran pocos los turistas interesados en aquellos testigos de la Historia. Por la
noche se refugiaba en los libros. Esta vez había comenzado a leer un tipo
diferente de Historia: papas y reyes, exploradores y conquistadores y capitanes
sin miedo que habían muerto en el mar. Eran las historias de los galeones, los
legendarios barcos españoles de los siglos XVI y XVII que llevaban enormes
fortunas desde el Nuevo Mundo a España. La República Dominicana —isla
entonces llamada La Hispaniola— era el cruce de caminos de todo aquel
tráfico.»
Heiko Kretschmer
«El primero en salir de la cabina fue Heiko Kretschmer, un profesor de
submarinismo de treinta y ocho años y principal “manitas” de la nave; era un
alemán del este que a los dieciocho años arriesgó la vida para escapar del
comunismo y marchó al oeste en busca de aventuras y una vida mejor.
Motores, reguladores, transmisores, bombas: no existía nada que Kretschmer
no pudiese reparar con un rollo de cinta adhesiva y un par de pinzas. Por ese
motivo, además de su estricta ética de trabajo, Mattera lo consideraba el
hombre más valioso que había tenido nunca como empleado.»
Howard Ehrenberg
«Después salió de la cabina Howard Ehrenberg, también de treinta y ocho años,
nativo de Long Island y cerebro informático que en el pasado había sido
seguidor de los Grateful Dead, propietario de una head shop y técnico de
sonido. Había conocido a Chatterton en una fiesta en beneficio de los
submarinistas y ambos congeniaron. Cautivado por la idea de buscar un tesoro
en un país remoto, Ehrenberg preguntó a Chatterton si necesitaba a alguien
que sabía bucear.
—¿Alguna vez has trabajado con sonares de barrido lateral,
magnetómetros o caracterizadores del subsuelo marino? —preguntó Chatterton.
—Jamás —respondió Ehrenberg.
—Muy bien: eres perfecto para nosotros —dijo Chatterton, y Ehrenberg pasó a
ser miembro de la tripulación.»
Tracy Bowden
«Un cazatesoros de sesenta y nueve años que había llegado a convertirse en
leyenda. […] Era un gran contador de historias y por lo que se refiere a
búsquedas de tesoros, lo mejor después del oro era una buena historia.
Este no se parecía en nada a ningún otro buscador de tesoros que ellos
conocieran. Parecía trabajar en las sombras, rehuía toda publicidad y casi nunca
formaba equipo con otros cazatesoros. No se jactaba de sus expediciones ni
presentaba reclamaciones absurdas. Y utilizaba muy poco la tecnología
moderna que había revolucionado los rescates submarinos. Para encontrar
barcos hundidos cargados de oro y plata se fiaba de dibujos antiguos, equipos
viejos y sus propias notas, que tenían décadas.
En el curso de su carrera, Bowden no había descubierto uno, sino dos galeones
españoles, y había realizado trabajos productivos en un tercero,
[…] Todo lo que tenía lo había conseguido en más de treinta años de carrera:
trabajó en tres galeones, un barco esclavista y una mítica nave de guerra de la
revolución estadounidense. Fue entrevistado dos veces por la revista National
Geographic.
Recuperó de los pecios tesoros cuantiosos y artefactos de valor incalculable.
Pero ahora quería algo diferente de todo aquello, algo cuya rareza sobrepasaba
la imaginación: un premio detrás del que iba hacía décadas.
Bowden aspiraba a algo más importante que un tesoro: quería a Bannister, el
pirata más grande de todos los tiempos.»
Joseph Bannister
«Bowden explicó que Bannister era un respetable capitán mercante inglés del
siglo XVII, que transportaba todo tipo de cargamentos entre Londres y Jamaica.
Un día, sin motivo aparente, robó el barco que mandaba, el Golden Fleece, y se
dedicó a arrasar y destruir como hacían los piratas; fue un verdadero tipo legal
que se volvió malvado durante la década de 1680, en la Edad de Oro de la
Piratería. En pocos años se convirtió en uno de los hombres más buscados del
Caribe. Cuanto más se empeñaban los ingleses en detenerlo, con más ingenio
los desafiaba él. No tardó en convertirse en un proscrito a escala internacional y
los británicos juraron que no pararían hasta darle caza y colgarlo.
—Es la historia de piratas más grandiosa que existe —dijo Bowden— y nadie la
conoce. Quiero el Golden Fleece. Y creo que vosotros dos podéis ayudarme a
encontrarlo.»
Índice
Nota del autor………………………………………………..11
La mayor historia de piratas jamás contada………………..21
La isla de Bannister…………………………………………37
Nada de esto tiene sentido…………………………………51
Un inglés muy respetado……………………………………67
La sabiduría de los viejos pescadores………………………91
Ya no quedan sitios dónde ir………………………………105
John Chatterton……………………………………………117
El sitio es el hombre……………………………………….143
John Mattera……………………………………………...155
Los oráculos………………….......................................179
La Edad de Oro…………………………………………..195
El pecio del azúcar………………………………………...215
Espero que sigamos siendo amigos…………………...229
A la deriva………………………………………………….239
Ahogados…………………………………………………251
La batalla……………………………………………………263
Otra manera……………………………………………...281
El Golden Fleece…………………………………………289
Epílogo………………………………………………………309
Agradecimientos…………………………………………319
Nota sobre las fuentes…………………………………..325
Índice temático…………………………………………..335
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