Infecciones sistémicas Sepsis y shock séptico Terapia precoz dirigida en el tratamiento de la sepsis y del shock séptico. La terapia precoz dirigida se utiliza en el tratamiento de la sepsis y del shock séptico en las unidades de cuidados intensivos. Este tratamiento implica un reajuste de la precarga y postarga cardíaca y del balance del gasto de oxígeno y la demanda. El propósito de este estudio es evaluar la eficacia del tratamiento precoz dirigido antes de la admisión del paciente en la unidad de cuidados intensivos. El síndrome de respuesta inflamatoria sistémica puede ser autolimitado o puede progresar a sepsis severa y a shock séptico. Un indicador de severidad de la enfermedad, es la hipoxia tisular generalizada que puede llegar a desencadenar un fallo multiorgánico y la muerte. La hipoxia tisular contribuye a la activación endotelial y al trastorno del balance hemodinámico, de la coagulación, de la permeabilidad vascular y del tono vascular. Estos son los mecanismos que permiten el fallo microcirculatorio, la hipoxia tisular refractaria y la disfunción orgánica. Esta transición hacia la severidad ocurre durante las llamadas horas críticas doradas "Golden Hours", que es cuando definitivamente se diagnostica la enfermedad y el tratamiento provee un máximo beneficio en términos de resultado. Estas horas críticas pueden transcurrir en un centro de emergencias, en la unidad de cuidados intensivos o en una sala de hospital. La valoración hemodinámica precoz, consiste en la exploración de signos vitales, presión central venosa, valoración de la orina, etc. El fallo radica en que no se detecta la hipoxia persistente tisular. Una estrategia más completa de resucitación incluye manipulación orientada a la precarga cardíaca, postcarga, balance entre la entrega sistémica de oxígeno y la demanda. En este estudio se examina si la terapia precoz, antes de la admisión en la unidad de cuidados intensivos, reduce la incidencia de la disfunción multiorgánica, la mortalidad y el uso de recursos sanitarios en pacientes con sepsis severa o shock séptico. Se hizo un estudio prospectivo aleatorizado, formado por dos grupos de pacientes que presentaban una característica común: Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica con presión sistólica 90 mm Hg o concentración de lactato 4 mmol/litro. Se repartieron los pacientes en un grupo control, al cuál se le aplicó la terapia estándar en un centro de emergencias (número de pacientes 133) y un grupo estudio los cuales recibieron terapia precoz dirigida ( número de pacientes 130). En total se evaluaron 288 pacientes. El 8.7% se excluyeron posteriormente, permaneciendo al final 263 pacientes. Los pacientes con terapia estándar fueron tratados de acuerdo a un protocolo de soporte hemodinámico, mientras que a los pacientes que pertenecían al grupo estudio se les monitorizó de un modo continuo la saturación de oxígeno venoso central. Estos pacientes fueron tratados en un departamento de urgencias durante al menos 6 horas para posteriormente ser trasladados a la unidad de cuidados intensivos como pacientes internos, siendo la monitorización de oxígeno central entonces, discontínua. Los intensivistas asumieron el cuidado por igual de todos los pacientes desconociendo a que grupo pertenecían. La duración del estudio fue de 60 días o en su defecto hasta el fallecimiento. Durante las primeras 6 horas del comienzo de la terapia no hubo diferencias significativas en los valores medios cardíacos o presión central venosa, entre los dos grupos. Los pacientes asignados a la terapia estándar tuvieron una disminución significativa de la saturación central de oxígeno venoso comparados con aquellos que recibieron terapia precoz dirigida; Los dos grupos tuvieron una concentración similar de lactosa y similares valores de Ph. Durante este período los pacientes en estudio, recibieron significativamente más fluido que los de la terapia estándar. Mientras que un porcentaje similar de los pacientes en ambos grupos requirieron la administración de vasopresores y ventilación mecánica. En el período siguiente de 7 a 72 horas de duración, los controles recibieron más fluidos y también recibieron más transfusiones de hematíes, más cantidad de vasopresores y necesitaron más la ventilación mecánica y la cateterización pulmonar. La tasa del uso de agentes inotrópicos fue similar en ambos grupos. La mortalidad intrahospitalaria a causa de colapso repentino cardiovascular fue significativamente mayor (aproximadamente el doble) en la terapia estándar que en la directa. Sin embargo, la muerte intrahospitalaria debida a fallo multiorgánico fue también algo mayor con la terapia estándar (21,8% frente a 16,2%), aunque esta diferencia no fue estadísticamente significativa. Estos datos parecen sugerir que la transición brusca de la enfermedad hacia la severidad, es una importante causa de muerte temprana. Los beneficios de la terapia directa en términos de resultados son multifactoriales. La identificación de la enfermedad en sus primeros estadios ( cuando existe hipoxia tisular pero con signos vitales estables) hace posible la implantación precoz de la terapia dirigida, lo que hace disminuir la necesidad de vasopresores, ventilación mecánica y cateterización pumónarterial y sus riesgos asociados. Los autores concluyen diciendo que la terapia precoz tiene unos significativos beneficios a corto y largo plazo. Estos beneficios comienzan desde el mismo momento que se acelera el proceso de identificación de los pacientes con mayor riesgo de colapso cardiovascular. Rivers E, MD, MPH, Nguyen B, et al. Early goal-directed therapy in the treatment of severe sepsis and septic shock. N Engl J Med 2001; 345; 1368-77.