Presentación Día del trabajador social En primer lugar

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Presentación Día del trabajador social
En primer lugar reciban un afectuoso saludo a nombre del colectivo
de la Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano. Bienvenidos y
Bienvenidas a conmemorar el día del Trabajador Social.
“Compartiendo conocimientos, diferencias y posiciones es como la
profesión o disciplina continua su crecimiento y reafirmación de
identidad”, de ahí que hoy compartamos con ustedes los
conocimientos y las diferencias que a partir de un ejercicio
investigativo se evidencian.
Nuestra presentación se fundamenta en un proceso investigativo
desarrollado por el grupo de investigación Sujetos y Acciones
Colectivas de la Escuela de Trabajo Social. De esta experiencia
queremos compartir con ustedes más que los resultados de
investigación el proceso, las reflexiones y las construcciones a las
que llegamos; lo hacemos de esta manera por dos razones:
1. Porque consideramos que esos procesos y reflexiones en
alguna medida muestran los debates que actualmente se
instauran en la Escuela.
2. Porque fue el proceso el que nos permitió poner en dialogo
reflexivo critico y político a la academia con las organizaciones
comunitarias/populares de Cali.
Es así como con estas aclaraciones nos referiremos a aspectos
que desarrollaremos a partir de combinar nuestra exposición
con parte del video documental que se construyó a partir del
proceso investigativo.
1. El proceso de la investigación: encuentro y construcción con
las organizaciones.
2. Los actores participantes y su interacción en la construcción de
conocimiento.
3. Construcción de conocimiento: entre la práctica y la academia:
Cuestionamiento de categorías y conceptos
4. Una metodología de encuentro
5. El horizonte.
1. Con relación al proceso y el encuentro con las
organizaciones: El punto de partida del estudio
realizado
lo constituyó la búsqueda de producir
conocimiento sobre las prácticas de intervención social que
2
han incorporado o creado las organizaciones comunitarias de
la zona de Ladera y del Distrito de Aguablanca en Cali en el
periodo (2000-2010). A partir de este propósito entramos en
dialogo con organizaciones que por su trayectoria contaran
con cierto grado de autonomía y que se asumieran, ya no como
las receptoras y beneficiarias de la ayuda, sino como ejecutoras
y constructoras de propuestas directas sobre su propio
entorno.
El equipo de investigación identificó en la ciudad de Cali trece
organizaciones de las cuales teníamos alguna referencia o
relación directa; 1 sin embargo, solo cinco organizaciones
aceptaron la propuesta de participar en el proyecto: la
Asociación Centro Cultural la Red –ACCR– y la Casa Cultural
Tejiendo Sororidades, de la zona de ladera, y la Casa Cultural
el Chontaduro, la biblioteca comunitaria Amauta y el Centro
Comunitario Yira Castro por el distrito de Aguablanca. Así
iniciamos presentando el proyecto a los colectivos. De este
proceso y encuentro inicial con las organizaciones, nos parece
importante destacar tres aspectos:
a) El primero las organizaciones plantearon como condición
que la academia realizara un tipo de aporte distinto a
estudiarlas y analizarlas. De esta manera los colectivos
indagaban y reclamaban acerca de la naturaleza extractiva
de las investigaciones tradicionales sean estas cualitativas o
cuantitativas, porque obtienen información de las
comunidades, de los grupos sociales, para producir libros
que benefician solo a los académicos y a las carreras
académicas universitarias sin devolver nada, o casi nada, a
las comunidades.2 Reclamaron el derecho a no ser tratados
como “objetos de estudio”, el derecho a tener voz en la
investigación y, sobre todo, a tener productos de la
investigación que contribuyeran a los procesos
organizativos.
1
Fueron ellas: Equipo comunitario de ladera por la salud y por la vida (Ecolprovys), Casa Cultural
Tejiendo Sororidades, Asociación de Jóvenes Mediadores, Asociación Centro Cultural la Red (ACCR),
Casa Cultural el Chontaduro, Biblioteca Comunitaria Yira Castro, Biblioteca Comunitaria Amauta,
Centro de Desarrollo Comunitario de Charco Azul, Asociación Lila Mujer, Fundación Telar Estratégico,
Colectivo Mejoda, Centro Cultural Comunitario las Colinas –Cecucol– y Asociación Arco Iris.
2
Al respecto se puede leer la crítica radical de Andrés Aubry, quien afirma: “En el campo, la peor tarjeta
para escribir su tesis, y si le va bien su libro, regresa un rato para entregar puro papel si tiene un tanto de
formalidad y desaparece para siempre sin dejar otra devolución a la comunidad que su literatura ilegible
para campesinos. A las otras disciplinas de las ciencias sociales no les va mejor…” (2007: 2).
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b) El otro aspecto a resaltar del encuentro con las
organizaciones fue el supuesto que las organizaciones
comunitarias venían haciendo intervención social, el cual
estaba fundado en el lugar de visibilidad que en las últimas
décadas las organizaciones han venido ocupando en la
implementación de políticas, programas y proyectos
sociales y en la cooperación para el desarrollo mediante la
figura de las contrataciones para la financiación de sus
procesos, de tal manera que se les ha otorgado un lugar de
mediación no solo para la entrega de recursos directos, sino
también al considerar que contribuyen a aliviar la pobreza;
en otras palabras, entrar a hacer parte de las lógicas de la
contratación por la vía del diseño de proyectos y de la
construcción de indicadores era leído por el equipo de
investigación como intervención social. Sin embargo, la
respuesta que encontramos de las personas que hacen parte
de las organizaciones fue que no realizan intervención
social, sino procesos de construcción con otros,
acompañamiento de procesos en las comunidades en las
cuales están insertas. De acuerdo con sus expresiones la
intervención es realizada por las instituciones que se
encargan de la atención e integración de las personas
excluidas, y para los colectivos esto no tiene relación con su
hacer, fundamentalmente porque no pretenden integrar ni
mantener el statu quo de la sociedad; por el contrario, su
propósito es la transformación de la sociedad existente.
c) El tercer aspecto fue la denominación de las organizaciones:
en el proyecto y durante el primer acercamiento las
llamabamos organizaciones comunitarias y al final del
proceso organizaciones comunitarias /populares.
Estos tres aspectos marcaron el desarrollo del proceso investigativo:
1.
En cuanto al primer aspecto, nos permitió la reflexividad
crítica, también
pensar sobre la investigación misma y la
producción de conocimiento en Trabajo Social, frente a
problemáticas en las cuales los sectores populares, las comunidades
de base y las personas comunes y corrientes son protagonistas y
poseen un saber valioso sobre las mismas. Con respecto al tema que
nos convoca, la pregunta fue si construíamos conocimiento sobre,
para o con las organizaciones; cuestión que no se limita a un asunto
gramatical, sino político y epistémico.
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Por un lado, nos plantea el problema de los juegos de representación
que se dan en la práctica investigativa y de la cual se han
cuestionado
los
estudios
subalternos
(Beverly,
1999).
Representación en los dos sentidos del término: representación
política (del pueblo) y representación como conocimiento (de la
realidad). En las prácticas investigativas convencionales, los
expertos ni siquiera se cuestionan que se abroguen la representación
de los otros, porque parten del supuesto de que ellos tienen la razón
(llámese ciencia, método científico, teoría, disciplina), mientras que
la gente común y corriente, en nuestro caso, los sectores subalternos,
“no la tienen”, “no saben”; por ello, son incorporados en las
investigaciones como “objetos” o cuando mucho, como “fuentes”,
sobre las cuales actúa la razón analítica y teórica del investigador.
En este proceso la relación entre investigador e investigado se puso
de entrada en sospecha y la lógica se cambio totalmente, así
iniciamos con un proceso significativamente diferente al de una
investigación cualitativa tradicional – como inicialmente se había
establecido– y le dimos comienzo a un proceso de “formación”, en
sistematización de experiencias dirigido a las organizaciones, que se
dio por las demandas que los colectivos participantes le hicieron al
grupo de investigación o, en sus palabras, “por la necesidad de que la
academia aporte a lo que vienen realizando, más allá de estudiarlas,
investigarlas y analizarlas”, concertamos un espacio de encuentro y
formación colectivo entre las organizaciones y el grupo de
investigación, que permitió compartir vivencias, saberes y haceres.
Posibilitó, además de la formación en el tema de sistematización (un
claro resultado para las organizaciones), la ocasión de reflexionar
sobre sus prácticas cotidianas y lo que ello implica en términos de la
cualificación de su quehacer, la reflexión sobre sí mismas y la
posibilidad de dejar a un lado ―por lo menos por un momento― el
activismo en el que, dicen, suelen fundarse.
Nosotros dejamos de lado los procesos pre-establecidos por el
método científico, las categorías preconcebidas y nos sumergimos en
los saberes fundados en la práctica, en la experiencia. Así, en el
diálogo y acción conjunta, el objeto de la investigación viró de la
“intervención” al “quehacer de las organizaciones” y las estrategias
de construcción de las informaciones y significados sobre las mismas
fue una labor conjunta, así como la escritura de las narraciones,
descripciones y análisis de las mismas. En este nuevo contexto
colaborativo, basado en el encuentro, la confianza y en criterios
éticos y metodológicos compartidos, fluyeron las diferentes
estrategias y dispositivos para activar la memoria de las
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organizaciones, para reconstruir sus historias, para ahondar en sus
problemáticas y vislumbrar sus potencialidades.
2. De la intervención social al quehacer de las
organizaciones.
Las personas que conforman las organizaciones cuestionaron el
concepto de intervención del cual partimos, consideraron que su
trabajo colectivo no se interpreta, ni es posible comprenderlo,
piensan que la intervención es realizada por agentes externos que
llegan a un lugar que les es extraño, su presencia es puntual y
tangencial, derivada de contrataciones; las organizaciones por el
contrario estiman que lo que hacen se relaciona con un tipo de
trabajo comunitario que propicia el encuentro de gente de la misma
comunidad para pensar y construir una mejor sociedad.
Asumir una posición reflexiva, incluyente y reconocedora de los
sujetos como portadores de saberes, llevó a que categorías
construidas desde la academía necesariamente se transformaran, así
transitamos de preguntarnos por los procesos de intervención de las
organizaciones a interrogarnos por el hacer de las organizaciones y
lo que dicen sobre su hacer, cuestiones bien diferentes al punto de
partida. Este nuevo interrogante nos permitió comprender que la
intervención social fundada en la institucionalidad se ocupa de un
tipo de trabajo para otros, caracterizado por la disociación entre lo
que hace el agente y su vida misma, es decir, lo que hace el agente no
le pertenece ―en coherencia con la lógica del capitalismo, donde el
trabajo no le pertenece a su productor―, en el quehacer de las
organizaciones comunitarias tal disociación no existe. El trabajo con
otros, no solo le pertenece al agente, sino que se trata de un trabajo
para otros, con otros y para sí mismo, en tanto quienes hacen parte
de las organizaciones comparten el mismo entorno de aquellos con
los cuales trabajan, no son externos a su propia comunidad.
Además, plantearon que sus prácticas sociales son alternativas al
sistema, a la lógica patriarcal y a la lógica capitalista que impone el
mercado, y en todos los casos expresan que su hacer no se inscribe
en la lógica medios-fines, sino que se trata de actividades pensadas a
partir de los saberes de la gente, que posteriormente se convierten
en expresión de la capacidad de agencia y de historicidad de los
sujetos que conforman las organizaciones.
Las organizaciones comunitarias intentan construir procesos en los
que se reconfiguren los lazos sociales, en los que se construya
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sociedad a partir de potenciar la acción, y por tanto en sus prácticas
sociales privilegian “lo cultural” (teatro, danzas, música) con el fin
de fortalecer la condición humana en espacios en donde ésta es
opacada por la necesidad y la inequidad.
La comunidad no se encuentra disociada de los agentes, porque
estos son la misma comunidad. Este eje de análisis nos ha llevado a
reflexionar sobre los procesos de intervención del trabajador
social, en la medida que pertenecen e intervienen la propia
sociedad a la que pertenecen, aspecto de importancia de primer
orden para ahondar en los procesos de intervención realizados por
los profesionales. De igual manera permitió ampliar el horizonte de
conocimiento sobre los procesos de intervención social y profesional
que se han venido ampliando a partir de multiples debates, que
asumiendo el riesgo de la simplicidad podemos sintetizar a partir de
algunos vectores de análisis que actualmente se evidencian como
son: mantenimiento del orden social vs. procesos de transformación
social y resistencias; institucionalidad vs. no institucionalidad;
homogeneidad vs diversidad. Después del recorrido realizado le
adicionamos: saberes disciplinares vs. saberes indisciplinares y la
construcción de entramados sociales con diversos actores. Así,
nuevamente el debate sobre la noción de intervención está ampliado
y servido y el coro nuevamente se revela.
3. El tercer aspecto que queremos destacar de este proceso
investigativo esta referido a una pregunta que también nos hicimos y
que se constituyó en uno de los propósitos de la investigación a la
que nos estamos refiriendo: ¿cuáles son los presupuestos
ontologicos, epistemológicos y teóricos que subyacen al hacer de las
organizaciones? Este interrogante también se transformó en el
proceso, porque nuevamente tratabamos de comprender a partir de
categorías que han sido diseñadas para la producción de
conocimiento y no para la construcción de conocimientos, aspecto
que tampoco es solamente gramatical, sino epistemológico y
político.
En este sentido producir conocimiento implica que éste se genera a
partir de un proceso inscrito en los cánones disciplinares e
institucionales, se considera acabado, conseguido a través del
método científico creado en la institucionalidad académica y por
tanto definitivo, en pocas palabras un producto. Por el contrario
construir conocimiento implica interacción, reconocimiento de
sujetos portadores y constructores de saberes, esto no quiere decir
que no exista o se niegue lo ontologico, epistemologico y teórico,
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sino que estos se construyen en la cotidianidad en la práctica en la
experiencia, no son escindidos del mundo de la vida y no solo tienen
como función el conocimiento o la fundamentación de la acción,
sino que se convierten en verdadera práxis porque son ideas fuerza
que que proporcionan identidad a las organizaciones y a sus
integrantes. Más que sus programas y proyectos, o su discurso
institucional, es a través de las acciones cotidianas, de sus vínculos
afectivos, de las solidaridades y complicidades diarias, de sus
conversaciones y de los criterios compartidos – la mayoría de las
veces implícitos- como se van hilando y tejiendo los significados en
torno a los cuales, las organizaciones comunitarias/populares “se
distinguen” frente a otras que hacen presencia en la ciudad y son
reconocidas por los habitantes de los barrios donde actúan.
De acuerdo con el prólogo realizado por Alfonso Torres al libro que
surge de esta investigación y en el que las organizaciones tambien
son autoras es en estos modos de hacer, en la perspectiva de Michel
De Certeau (2000), en donde los colectivos subalternos definen sus
tácticas de resistencia y de elaboración de alternativas a las
estructuras de poder que los mantienen en dicha condición de
dominación y exclusión. Cuando se dan dentro de las
organizaciones, su potencia emancipadora es mayor, dado que van
configurando nuevas institucionalidades, nuevos modos de
relacionarse y de actuar, y finalmente, nuevas subjetividades y
agentes con mayor capacidad de transformación.
4. Estos aspectos que hemos escogido para señalar del proceso
realizado por la Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano con
las organizaciones comunitarias/populares nos lleva a sugerir
algunos horizontes de debate y reflexión en un día de
conmemoración como el que hoy nos convoca en primer lugar:
- Asumimos que la intervención debe ser un campo de conocimiento
y no solamente un campo de aplicación del conocimiento, y por
tanto no está escindida de la investigación. Con esta premisa se
establece una ruptura con algunos planteamientos tradicionales que
han ubicado a la intervención como un paso posterior a la
producción de conocimiento o como una tecnología que se aplica indiferencialmente con el loable y lineal propósito de “mejorar la vida
cotidiana de los excluidos sociales”.
- -La pregunta por el cómo se da en los procesos que agenciamos
desde el trabajo social la representación de los otros: o bien como
“objetos” o cuando mucho, como “fuentes” de información, sobre las
cuales actúa la razón analítica y teórica del investigador y/o
profesional. Es un asunto que se debe continuar explorando.
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-Creemos, al igual que lo que se plantea en las prácticas
investigativas alternativas o críticas, que la relación entre
representantes y representados debe ponerse en sospecha; no se
trata de “hablar por los que no tiene voz” o “dejar hablar” al pueblo,
sino de cuestionar y transformar la relación misma entre
investigador profesional y los sujetos de las prácticas que se
pretende estudiar.
Finalmente queremos presentar en este espacio para el
debate Desde mi punto de vista el trabajo social se ubica como un
saber
liminar o de borde que se fundamenta en saberes
tradicionalmente enmarcados como científicos y disciplinares, es
decir en aquellos campos del saber que tienen un objeto y un método
de conocimiento delimitado (Sociología, Antropología, etc.) y por
tanto se fundamentan en epistemologías que establecen claramente
sobre qué y cómo se produce el conocimiento; y en saberes no
convencionales, no científicos, sino saberes construidos en el hacer
en
múltiples escenarios (comunidades, colectivos sociales,
organizaciones) y por diferentes actores. Son saberes construidos en
la cotidianidad, en el hacer o en la práctica no tienen un método
delimitado, o reconocido científicamente por las instituciones
académicas. Por tanto su fundamentación no obedece solamente a
epistemologías tradicionales, son saberes que se construyen por
fuera de los cánones disciplinares y se tornan indisciplinares3. Es en
esta diada de lo disciplinar e indisciplinar en la que me atrevería a
plantear que radica la especificidad del trabajo social, tan buscada
en su interior y entre pares cuando desde su nacimiento y desarrollo
se han construido con otras disciplinas y también al margen de
éstas. El Trabajo Social deberá construir su especificidad en esa
mixtura de saberes disciplinares y no disciplinares y no pasar por
alto esta condición epistemológica, es decir la producción de
conocimiento se ubica en ese lugar intersticial de las disciplinas, los
saberes y las prácticas.
3
El concepto de indisciplinar lo entendemos como: “la posibilidad de desatar las fronteras de las ciencias
sociales que cercan la producción y distribución del conocimiento y las regiones ontológicas de lo social,
lo político y lo económico (Lander, 2000). Implica el reconocimiento de otras formas de conocimiento,
particularmente los conocimientos locales, producidos desde la diferencia colonial , y los entrecruces y
flujos dialógicos que pueden ocurrir entre ellos y los conocimientos disciplinares. Además propone romper
con las tendencias modernistas de las ciencias sociales que dividen y distancian el sujeto y el objeto de
conocimiento, para, así replantear la relación dialéctica entre sujeto y estructura (Castro Gómez, Shiwy y
Walsh Ed. (2002:15). Nosotros agregaríamos y todas sus mediaciones.
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