Balzac, Honoré de ``Le père Goriot`

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Balzac’s Goriot
[Le] père Goriot
[Document électronique] /
H. de Balzac ;
[éd. par Pierre-Georges Castex,...]
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
El Tío Goriot
de Honoré de Balzac
tr. de Marisa Gutiérrez
Cátedra, Madrid, 1998 (2ª Ed.)
Au grand et illustre Geoffroy SaintHilaire Comme un témoignage d’admiration de ses travaux et de son génie. DE BALZAC.
tr. Ellen Marriage
Papa Goriot
de Honoré de Balzac
tr. de Joaquín Zuazagoitia
Espasa Calpe, Madrid, 2000
Father Goriot
by Honore de Balzac
Al ilustre, al gran Geoffroy SaintHilaire, como testimonio de admiración a sus obras y a su genio.
DE BALZAC
To the great and illustrious Geoffroy
Saint-Hilaire, a token of admiration for
his works and genius. DE BALZAC.
Translated by Ellen Marriage
I. Une pension bourgeoise
Madame Vauquer, née de
Conflans, est une vieille femme qui,
depuis quarante ans, tient à Paris une
pension bourgeoise établie rue
Neuve-Sainte-Geneviève, entre le
quartier latin et le faubourg SaintMarceau. Cette pension, connue sous
le nom de la Maison-Vauquer, admet
également des hommes et des femmes, des jeunes gens et des vieillards,
sans que jamais la médisance ait attaqué les moeurs de ce respectable établissement. Mais aussi depuis trente ans ne s’y était-il jamais vu de jeune personne, et pour
qu’un jeune homme y demeure, sa
famille doit-elle lui faire une bien
maigre pension. Néanmoins, en
1819, époque à laquelle ce drame
commence, il s’y trouvait une pauvre jeune fille. En quelque discrédit que soit tombé le mot drame par
la manière abusive et tortionnaire
dont il a été prodigué dans ces
temps de douloureuse littérature, il
est nécessaire de l’employer ici:
non que cette histoire soit dramatique dans le sens vrai du mot;
mais, l’oeuvre accomplie, peut-être
aura-t-on versé quelques larmes
intra muros et extra.
Sera-t-elle comprise au-delà de Paris? le doute est permis. Les particularités de cette scène pleine d’observations et de couleurs locales ne
peuvent être appréciées qu’entre les
buttes de Montmartre et les hauteurs de Montrouge, dans cette illustre vallée de plâtras incessamment près de tomber et de ruisseaux
noirs de boue; vallée remplie de
souffrances réelles, de joies souvent
fausses, et si terriblement agitée
qu’il faut je ne sais quoi d’exorbitant pour y produire une sensation
de quelque durée. Cependant il s’y
rencontre çà et là des douleurs que
l’agglomération des vices et des
vertus rend grandes et solennelles: à leur aspect, les égoïsmes, les intérêts, s’arrêtent
et s’apitoient; mais l’impression qu’ils en reçoivent est
comme un fruit savoureux
[309]
La señora Vauquer, de la familia
de los Conflans, es una anciana que
desde hace cuarenta años tiene en París una casa de huéspedes en la calle
Neuve-Sainte-Geneviève, entre el Barrio Latino y el arrabal de SaintMarceau. Esta casa de huéspedes, conocida con el nombre de la Casa Vauquer, admite lo mismo hombres que
mujeres, jóvenes que viejos, sin que, a
pesar de esto, jamás la maledicencia
haya podido atacar las costumbres de
este respetable establecimiento. Bien
es cierto que desde hace treinta años
no ha vivido en ella ninguna joven, y
si viven algunos muchachos es, seguramente, porque sus familias les
pasan pensiones muy exiguas. Sin
embargo, en 1819, época en que comienza este drama, vivía una pobre
chica. Sea cual fuere el descrédito
en que ha caído la palabra drama,
por la manera abusiva y torcida con
que ha sido prodigada en estos tiempos de dolorosa literatura, es necesario emplearla aquí, no porque esta
historia sea dramática en el sentido
verdadero de la palabra, sino porque,
una vez terminada la obra, acaso se
hayan derramado algunas lágrimas
intra y extramuros.
¿Será comprendida [310] fuera de
París? Permítaseme la duda. Los
detalles de este cuadro, lleno de
observación y color local, no pueden ser apreciados más que entre
las colinas de Montmartre y las alturas de Montrouge, en este ilustre
valle de cascotes que constantemente amenazan derrumbarse y de arroyos negros de barro; valle lleno de
sufrimientos reales, de alegrías a
menudo falsas, y tan terriblemente
agitado, que hace falta algo exorbitante para que se produzcan en él sensaciones medianamente duraderas.
Sin embargo, se encuentran diseminados aquí y allí dolores que la aglomeración de vicios y virtudes hace
grandes y solemnes, y ante los cuales los egoísmos y los intereses se
aquietan y se apiadan un momento.
Esta impresión es pasajera como la
de un fruto sabroso devorado rápi-
La señora Vauquer, de soltera
Conflans, es una vieja que desde
hace cuarenta años, tiene en París
una pensión burguesa, instalada en
la calle nueva de Sainte Geneviève,
entre el barrio Latino y el faubourg
de San Marcelo. Esta pensión, conocida con el nombre de Casa
Vauquer, admite tanto hombres
como mujeres, jóvenes y viejos, sin
que, jamás, la maledicencia haya
atacado las costumbres de este respetable establecimiento. Pero también es cierto que desde hace treinta años no se había visto por allí
ninguna persona joven, y para que
un chico joven, se quede en esta
casa, muy exigua debe ser la pensión que le pase su familia. Sin embargo, en 1819, época en que da comienzo este drama, vivía en ella una
joven pobre. Por muy desacreditada
que esté la palabra drama, por la forma abusiva y equívoca con que ha
sido utilizada, en estos tiempos de
dolorosa literatura, hay que emplearla
aquí, no porque esta historia sea dramática, en el más puro sentido de la
palabra, sino porque al acabar la obra,
quizás se hayan vertido algunas lágrimas intra y extramuros.
¿Será comprendida fuera de París? Cabe la duda. Los detalles de
este escenario, lleno de observaciones y de colores locales, no
pueden ser apreciados, mas que
entre las colinas de Montmartre y
las alturas de Montrouge, en ese ilustre valle de escombros, siempre a punto de derrumbarse, y de arroyos negros de limo; valle lleno de sufrimientos reales, de alegrías, a menudo, falsas y tan terriblemente agitado, que
hace falta algo, un no sé qué exorbitante, para que pueda producirse en él
una sensación de cierta permanencia.
Sin embargo, se encuentran diseminados por doquier, dolores que la aglomeración de vicios y virtudes hace
grandes y solemnes; ante su aparición
los intereses y los egoísmos se calman
y se hacen más piadosos, pero la impresión que de ellos reciben al encontrárselos, es como un fruto sabroso,
2
Mme. Vauquer (nee de Conflans) is
an elderly person, who for the past forty
years has kept a lodging-house in the
Rue Nueve-Sainte-Genevieve, in the
district that lies between the Latin
Quarter and the Faubourg SaintMarcel. Her house (known in the
neighborhood as the Maison Vauquer)
receives men and women, old and
young, and no word has ever been
breathed against her respectable establishment; but, at the same time, it must
be said that as a matter of fact no young
woman has been under her roof for
thirty years, and that if a young man
stays there for any length of time it is a
sure sign that his allowance must be of
the slenderest. In 1819, however, the
time when this drama opens, there was
an almost penniless young girl among
Mme. Vauquer’s boarders.
That word drama has been
somewhat discredited of late; it has
been overworked and twisted to
strange uses in these days of dolorous literature; but it must do
service again here, not because this
story is dramatic in the restricted
sense of the word, but becaus e
some tears may perhaps be shed
intra et extra muros before it is over.
Will any one without the walls of Paris
understand it? It is open to doubt. The only
audience who could appreciate the results of
close observation, the careful reproduction of
minute detail and local color, are dwellers
between the heights of Montrouge
and Montmartre, in a vale of
crumbling stucco watered by
streams of black mud, a vale of
sorrows which are real and joys
too often hollow; but this audience is so accustomed to terrible
sensations, that only some unimaginable and well-neigh impossible
woe could produce any lasting impression there. Now and again there
are tragedies so awful and so grand
by reason of the complication of
virtues and vices that bring them
about, that egotism and selfishness
are forced to pause and are moved
to pity; but the impression that they
receive is like a luscious fruit, soon
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
promptement dévoré. Le char de
la civilisation, semblable à celui de
l’idole de Jaggernat, à peine retardé
par un coeur moins facile à broyer
que les autres et qui enraie sa roue,
l’a brisé bientôt et continue sa marche glorieuse. Ainsi ferez-vous,
vous qui tenez ce livre d’une main
blanche, vous qui vous enfoncez
dans un moelleux fauteuil en vous
disant: Peut-être ceci va-t-il
m’amuser. Après avoir lu les secrètes infortunes du père Goriot, vous
dînerez avec appétit en mettant
votre insensibilité sur le compte de
l’auteur, en le taxant d’exagération,
en l’accusant de poésie. A h !
sachez-le: ce drame n’est ni une
fiction, ni un roman. All is true, il
est si véritable, que chacun peut en
reconnaître les éléments chez soi,
dans son coeur peut-être.
devorado con avidez. El carro de la ci- damente. La marcha del carro de la
vilización, semejante al del ídolo de [73] civilización solamente es entorpeciJaggernat (1), retrasado apenas por un da alguna vez por un corazón menos
corazón menos fácil de aplastar que fácil a ser aplastado que los demás,
los demás y que entorpece su rueda, X aunque ______________ pronto tamenseguida lo rompe y sigue su mar- bién lo tritura y continúa su marcha
cha triunfal. Así harán ustedes. Us- gloriosa, como el carro del ídolo de
ted, que sostiene este libro en [74] Jaggernat. Lo mismo haréis vosotros,
sus manos blancas, usted que se los que sostenéis este libro en vuestras
arrellana en un mullido sillón dicién- blancas manos, arrellanándoos en una
dose: «A lo mejor este libro me di- muelle butaca y diciendo: «Acaso esta
vierte.» Después de haber leído los novela me divierta.» Después de hasecretos infortunios del tío Goriot, ber leído los secretos infortunios de
cenarán con apetito, echándole la papá Goriot, comeréis con apetito,
culpa al autor de su falta de sensibi- inculpando al autor vuestra insenlidad, tachándole de exagerado y sibilidad, tachándole de exagerado
acusándole de sensiblero . Sépanlo to- X y _________s e n t i m e n t a l . P e r o
dos: este drama no es ni una ficción, sabedlo, este drama no es ni una ficni una novela. All is true (2), es tan ción ni una novela. All is true, es t a n
verdadero, que cada uno puede encon- v e r d a d e r o q u e s u s e l e m e n t o s
trar sus elementos en su propia casa, p u e d e r e c o n o c e r q u i z á c a d a
tal vez en su propio corazón.
cual en su propio corazón.
consumed. Civilization, like the car of
Juggernaut, is scarcely stayed perceptibly in its progress by a heart
less easy to break than the others that
lie in its course; this also is broken, and
Civilization continues on her course
triumphant. And you, too, will do the
like; you who with this book in your
white hand will sink back among the
cushions of your armchair, and say
to yourself, “Perhaps this may amuse
me.” You will read the story of Father Goriot’s secret woes, and, dining
thereafter with an unspoiled appetite,
will lay the blame of your insensibility
upon the writer, and accuse him of exaggeration, of writing romances. Ah! once
for all, this drama is neither a fiction nor
a romance! ALL IS TRUE,—so true, that
every one can discern the elements of the
tragedy in his own house, perhaps in his
own heart.
La maison où s’exploite la pension bourgeoise appartient à madame
Vauquer. Elle est située dans le bas
de la rue Neuve-Sainte-Geneviève,
à l’endroit où le terrain s’abaisse vers
la rue de l’Arbalète par une pente si
brusque et si rude que les chevaux
la montent ou la descendent rarement. Cette circonstance est favorable au silence qui règne dans
ces rues serrées entre le dôme du
Val-de-Grâce et le dôme du Panthéon, deux monuments qui changent
les conditions de l’atmosphère en y
jetant des tons jaunes, en y assombrissant tout par les teintes sévères que
projettent leurs coupoles.
Là, les pavés sont secs, les ruisseaux n’ont ni boue ni eau,
l’herbe croit le long des murs.
L’homme le plus insouciant s’y
attriste comme tous les passants,
le bruit d’une voiture y devient
un événement, les maisons y sont
mornes, les murailles y sentent la
prison. Un Parisien égaré ne verrait là que des pensions bourgeoises ou des institutions, de la misère ou de l’ennui, de la vieillesse
qui meurt, de la joyeuse jeunesse
contrainte à travailler. Nul quartier de Paris n’est plus horrible,
ni, disons-le, plus inconnu. La
rue Neuve-Sainte-Geneviève surtout est comme un cadre de
bronze, le seul qui convienne à ce
récit, auquel on ne saurait trop préparer l’intelligence par des couleurs
brunes, par des idées graves; ainsi
que, de marche en marche, le jour
diminue et le chant du conducteur
se creuse, alors que le voyageur descend aux Catacombes. Comparaison
vraie! Qui décidera de ce qui est plus
horrible à voir, ou des coeurs desséchés, ou des crânes vides?
La casa donde se explota el negocio de la pensión burguesa pertenece
a la señora Vauquer. Está situada en
la parte baja de la calle nueva de Sainte Geneviève, en un lugar en que
el terreno desciende hacia la calle
Arbalete, con una pendiente tan brusca y escarpada, que rara vez los caballos suben o bajan por allí. Esta circunstancia favorece el silencio que
reina en esas calles apretadas entre
la cúpula de Val-de-Grâce y la del
panteón, dos monumentos que cambian las condiciones de la atmósfera,
vertiendo en ella tonos amarillentos
y oscureciéndolo todo con los tintes
severos que proyectan sus cúpulas.
Allí los pavimentos están secos, los
arroyos no llevan agua ni barro, la
hierba crece en las paredes. El hombre más despreocupado se ensombrece allí como todos los que pasan; el ruido de un coche por aquí
es un acontecimiento; las casas son
sombrías, tristes, los muros huelen a cárcel. Un parisino despistado no vería en esta zona más que
pensiones, colegios, instituciones
(3), miseria, aburrimiento; vejez
que muere, alegre juventud forzada a trabajar. Ningún barrio de París es más horrible, ni, todo hay que
decirlo, más desconocido. La calle
nueva de Sainte Geneviève es, sobre todo, como un marco de bronce,
el único que le va bien a este relato,
y al cual no estará demasiado bien preparada la inteligencia por medio de
ideas graves, de colores oscuros, del
mismo modo que de escalón en escalón, la luz disminuye y el canto del
cochero se ahueca, cuando el viajero desciende a las Catacumbas.
Comparación certera. ¿Quién decidirá qué es más horrible de ver, corazones secos o cráneos vacíos? (4)
The lodging-house is Mme.
Vauquer’s own property. It is still
standing in the lower end of the Rue
Nueve-Sainte-Genevieve, just where
the road slopes so sharply down to
the Rue de l’Arbalete, that wheeled
traffic seldom passes that way, because it is so stony and steep. This
position is sufficient to account for
the silence prevalent in the streets
shut in between the dome of the Pantheon and the dome of the Val-deGrace, two conspicuous public buildings which give a yellowish tone to
the landscape and darken the whole
district that lies beneath the shadow
of their leaden-hued cupolas.
In that district the pavements are clean
and dry, there is neither mud nor water
in the gutters, grass grows in the chinks
of the walls. The most heedless passerby feels the depressing influences
of a place where the sound of
wheels creates a sensation; there is
a grim look about the houses, a suggestion of a jail about those high garden walls.
A Parisian straying into a suburb apparently
composed of lodging-houses and public
institutions would see poverty and dullness, old age lying down to die, and
joyo u s y o u t h c o n d e m n e d t o
drudgery. It is the ugliest quarter of Paris, and, it may be
added, the least known. But, before all things, the Rue NueveSainte-Genevieve is like a
bronze frame for a picture for
which the mind cannot be too well prepared by the contemplation of sad hues and
sober images. Even so, step by step the daylight decreases, and the cicerone’s droning
voice grows hollower as the traveler descends into the Catacombs. The comparison holds good! Who shall say which is
more ghastly, the sight of the bleached
skulls or of dried-up human hearts?
La casa en que está la posada
pertenece a la señora Vauquer.
Está situada en la parte baja de
la calle Neuve-Sainte-Geneviève,
en el lugar en que el terreno desciende hacia la calle de Albalète,
en una pendiente tan brusca que los
caballos la suben o descienden en
rarísimas ocasiones. Esta circunstancia favorece al silencio que reina en las calles comprendidas entre la iglesia de Val-de-Grâce [311]
y la del Panteón, dos monumentos
que cambian las condiciones de la
atmósfera con sus tonos amarillos
y la sombrean con los tintes oscuros que proyectan sus cúpulas.
Allí el pavimento está seco, los
canelillos no tienen ni agua ni barro, la hierba crece a lo largo de
los muros. El hombre más indiferente se entristece al pasar por tales lugares. El ruido de un coche
se convierte en un acontecimiento, las casas son sombrías, las paredes huelen a cárcel. Un
parisiense extraviado no vería allí
más que casas de huéspedes e instituciones, miseria y aburrimiento,
vejez decrépita, alegre juventud
que se ve obligada a trabajar. Ningún barrio de París es más horrible
ni, digámoslo, más desconocido. La
calle Neuve-Sainte-Geneviève, sobre
todo, es como un marco de bronce,
único que conviene a este relato, para
el cual nunca estará suficientemente preparada la imaginación, por mucho que la
entenebrezcamos con colores sombríos,
con ideas graves, tal como de escalón en
escalón la claridad disminuye y el canto
del guía se ahueca cuando el viajero desciende a las Catacumbas. ¡Comparación
exacta! ¿Quién es capaz de decir qué espectáculo es más horrible: si el de unos corazones
secos o el de unos cerebros vacíos?
3
Balzac’s Goriot
La façade de la pension donne sur
un jardinet, en sorte que la maison
tombe à angle droit sur la rue
Neuve-Sainte-Geneviève, où vous
la voyez coupée dans sa profondeur. Le long de cette façade, entre la maison et le jardinet, règne
un cailloutis en cuvette, large
d’une toise, devant lequel est une
allée sablée, bordée de géraniums,
de lauriers-roses et de grenadiers plantés dans de grands vases en faïence bleue et blanche.
On entre dans cette allée par une
porte bâtarde, surmontée d’un écriteau sur lequel est écrit: MAISONVAUQUER, et dessous: Pension bourgeoise des deux sexes et autres.
Pendant le jour, une porte à claire-voie,
armée d’une sonnette criarde,
laisse apercevoir au bout du petit
pavé, sur le mur opposé à la rue,
une arcade peinte en marbre vert
par un artiste du quartier. Sous le
renfoncement que simule cette
peinture, s’élève une statue représentant l’Amour. A voir le vernis
écaillé qui la couvre, les amateurs
de symboles y découvriraient
peut-être un mythe de l’amour parisien qu’on guérit à quelques pas
de là. Sous le socle, cette inscription à demi effacée rappelle le
temps auquel remonte cet ornement par l’enthousiasme dont il
témoigne pour Voltaire, rentré
dans Paris en 1777:
Qui que tu sois, voici ton maître:
Il l’est, le fut, ou le doit être.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
La fachada de la casa da sobre
The front of the lodging-house is at
La fachada de la pensión da a un
jardín pequeño, de forma que ésta un jardincito, formando un ángu- right angles to the road, and looks out
cae en ángulo recto sobre la calle lo recto con la calle Neuve-Sain- upon a little garden, so that you see the
nueva de Sainte Geneviève, desde te-Geneviève, desde donde se la side of the house in section, as it were,
donde se ve en toda su profundidad. ve en el sentido de su profundi- from the Rue Nueve-Sainte-Genevieve.
A lo largo de toda esta fachada, en- dad. A lo largo de esta fachada, Beneath the wall of the house front
tre el jardín y la casa, reina un entre la casa y el jardincito, hay there lies a channel, a fathom wide,
empedrado en forma [75] de cubeta, un empedrado acanalado, ancho paved with cobble-st o n e s , a n d
de unos dos metros de ancho (5), ante el que como de siete pies, delante del cual b e s i d e i t r u n s a g r a v e l e d w a l k
se extiende un paseo de arena bordea- se extiende un paseo enarenado, b o r d e r e d b y g e r a n i u m s a n d
do de geranios, de adelfas y granados, bor deado de geranios, a d e l f a s y oleanders and pomegranates set
glazed glazed : lustroso, bruñido, vidriado (surface) acristalado, satinado (paper), vidrioso (eye) dull, fixed , velado, glaseado (food), acaramelada, barnizado (picture).
plantados en grandes macetones g r a n a d o s p l a n t a d o s e n g r a n d e s in great blue and white glazed
d e c e r á m i c a a z u l y b l a n c a . S e tiest o s d e l o z a a z u l y b l a n c a . earthenware pots. Access into the
a c c e d e a e s t e s e n d e r o p o r u n S e e n t r a e n e l p a s e o p o r u n graveled walk is afforded by a
portalón coronado por un letrero en X p o s t i g o , e n c i m a d e l c u a l s e d o o r , a b o v e w h i c h t h e w o r d s
el que está escrito: Casa Vauquer, y l e e : C A S A VA U Q U E R , y d e b a - MAISON VAUQUER may be read, and
debajo, Pensión burguesa de ambos j o : P O S A D A PA R A A M B O S beneath, in rather smaller letters,
“Lodgings for both sexes, etc./”
SEXOS Y OTROS.
sexos y otros.
During the day a glimpse into the garden
Durante el día una puerta vidriera, Durante el día, una puerta enrejada, ararmada con una campanilla chillona, mada de una campanilla penetrante, is easily obtained through a wicket to which
deja entrever, al final del pequeño deja ver al fin del pequeño empe- a bell is attached. On the opposite wall, at
empedrado, en la pared de enfrente drado, sobre la pared opuesta a la the further end of the graveled walk, a
de la calle, un arco pintado por un [312 ] calle, un arco imitando már- g r e e n m a r b l e a r c h w a s p a i n t e d
pintor de barrio, imitando mármol mol verde, pintado por un artista o n c e u p o n a t i m e b y a l o c a l a r t verde. Bajo la arcada simulada por del barrio. Bajo este arco simulado i s t , a n d i n t h is semblance of a
esta pintura, se yergue una estatua se levanta una estatua representan- shrine a statue representing Cupid
representando al Amor. Viendo el d o e l A m o r. A j u z g a r p o r e l is installed; a Parisian Cupid, so
descascarillado barniz que la cubre, descascarillado barniz que la cu- blistered and disfigured that he looks
los aficionados a los símbolos ve- bre, los aficionados a símbolos des- like a candidate for one of the adjacent
rían tal vez en ella, un mito del amor cubrirían, quizá, en ella un mito del hospitals, and might suggest an allegory
parisino que se cura a pocos pasos amor parisiense que cura sus lacras a to lovers of symbolism. The half-oblitde allí (6). Bajo el zócalo, esta ins- pocos pasos de allí. Bajo el zócalo erated inscription on the p e d e s t a l
cripción medio borrada recuerda el una inscripción, medio borrada, re- b e n e a t h d e t e r m i n e s t h e d a t e o f
tiempo al que se remonta este orna- cuerda el tiempo a que se remonta this work of art, for it bears witmento, por el entusiasmo que de- este adorno por el entusiasmo que n e s s t o t h e w i d e s p r e a d e n t h u s i muestra por Voltaire, que volvió a descubre hacia Voltaire, cuando asm felt for Voltaire on his reParís en 1777:
entró en París en 1777:
turn to Paris in 1777:
Quienquiera que seas, he aquí tu
dueño: lo es, lo fue, o debe serlo.
Sea quien fuere, he aquí tu maestro.
Es, lo fue, o debe serlo.
Al caer la noche la puerta vidriera
A la nuit tombante, la porte à claire-voie
Al oscurecer, la puerta enrejada
est remplacée par une porte pleine. se cambia por una puerta maciza. El es sustituida por una puerta maciza.
Le jardinet, aussi large que la fa- jardincito, tan ancho cuán larga es la El jardincito, del mismo ancho que la
çade est longue, se trouve encaissé fachada, se encuentra encajado por longitud de la fachada, está cerrado
par le mur de la rue et par le mur la pared de la calle y por el muro por la pared de la calle y por la pamitoyen de la maison voisine, le medianero de la casa vecina, a lo red medianera de la casa vecina, a
long de laquelle pend un manteau largo de la cual pende un manto de lo largo de la cual pende un manto
de lierre qui la cache entièrement, yedra que la oculta por completo y de hiedra que la cubre completamente
et attire les yeux des passants par atrae las miradas de los transeúntes y atrae la mirada de los paseantes, que
un effet pittoresque dans Paris. por un efecto pintoresco en París. encuentran aquello pintoresco dentro
Chacun de ces murs est tapissé Cada uno de estos muros está cubierto de París. Cada una de estas paredes
d’espaliers* et de vignes dont por un entramado de frutales y de pa- X está tapizada de espalderas* y viles f r u c t i f i c a t i o n s grêles ** e t X rras, cuyas fructificaciones frágiles y ñ a s , c u y o s f r u t o s r a q u í t i c o s y
p o u d r e u s e s s o n t l ’ o b j e t d e s polvorientas son objeto de los temo- polvorientos son el objeto de los
craintes annuelles de madame res anuales de la señora Vauquer y t e m o r e s a n u a l e s d e l a s e ñ o r a
Vauquer et de ses conversations de sus conversaciones con sus hués- Va u q u e r y d e s u s c o n v e r s a c i o pedes pensionistas.
n e s c o n l o s h u é s p e des.
avec les pensionnaires.
Le long de chaque muraille, rè- A lo largo de cada pared, hay una es- A lo largo de cada pared existe un estregne une étroite allée qui mène à trecha vereda que lleva a una zona cho paseo que conduce a una cubierta de
un couvert de tilleuls, mot que plantada de tilos, palabra que la seño- tilos, palabra que la señora Vauquer, a pemadame Vauquer, quoique née de ra Vauquer, aunque de soltera fue De sar de pertenecer a la familia de los
Conflans, prononce obstinément Conflans, se empeña en pronunciar X Conflans, pronuncia obstinadamente mal,
tieuille, malgré les observations «tiilios», a pesar de las observaciones sin hacer caso de las observaciones
gramaticales de sus huéspedes.
grammaticales de ses hôtes.
X ______ ______ de sus huéspedes.
E n t r e l e s d e u x a l l é e s l a t é r a - Entre los dos senderos laterales, hay un E n t r e l o s d o s p a s e o s l a t e r a l e s
l e s e s t u n c a r r é d ’ a r t i c h a u t s cuadrado plantado de alcachofas, h a y u n c u a d r o d e a l c a c h o f a s ,
f lanqué d’arbres fruitiers en que- flanqueado por árboles frutales cortados f l a n q u e a d o d e á r b o l e s f r u t a l e s
* ESPALIER - 1. Mur, palissade le long duquel on plante des arbres fruitiers.
** Canijos, delgaduchos. Gâter, dévaster* par la grêle(granizao)
tr. Ellen Marriage
4
“Whoe’er thou art, thy master see;
He is, or was, or ought to be.”
At night the wicket gate i s r e placed by a solid door. T h e
l i t t le garden is no wider than the front
of the house; it is shut in between t h e w a l l o f t h e s t r e e t
a n d t h e partition w a l l o f t h e
neighboring house. A m a n t l e o f
i v y conce a l s t h e b r i c k s a n d a t t r a c t s t h e e y e s o f p a s se r s - b y t o
an effect which is picturesque in
Paris, for each of the walls is covered with trellised _______ vines
that yield a scanty dusty crop of
fruit, and furnish besides a subject
of conversation for Mme. Vauquer
and her lodgers; every year the
widow trembles for her vintage.
A straight path beneath the walls on
either side of the garden leads to a clump
of lime-trees at the further end of it; linetrees, as Mme. Vauquer persists in calling them, in spite of the fact that she
was a de Conflans, and regardless of repeated corrections from her lodgers.
The central space between the
walls is filled with artichokes and
rows of pyramid fruit-trees, and sur-
* espaldera 1. f. Espaldar para ciertas plantas. 2. Pared con que se resguardan y protegen las plantas arrimadas a ella. 3. pl. Barras de madera fijas a una pared a
distintas alturas para realizar ejercicios gimnásticos. A espaldera: árboles que se podan y guían de manera que extiendan sus ramas al abrigo de una pared.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
nouille, et bordé d’oseille, de en forma de huso y bordeado de acederas, y b o r d e a d o d e a c e d e r a s ,
laitue ou de persil. Sous le couvert de lechuga o perejil. Al abrigo de los lechugas o perejil. Bajo la cubierde tilleuls est plantée une table tilos, está plantada una mesa redon- ta de los tilos hay una mesa redonronde peinte en vert, et entourée de da, pintada de verde y rodeada de da pintada de verde y rodeada de
sièges. Là, durant les jours cani- asientos. Allí en los días caniculares, X sillas. Aquí, durante los días canicuculaires, les convives assez riches [76] los pensionistas suficientemente lares, los huéspedes que son bastante
pour se permettre de prendre du café ricos como para permitirse tomar café, ricos para permitirse el lujo de tomar
viennent le savourer par une chaleur vienen a saborearlo, con un calor capaz café, vienen a saborearlo con [313] un
de incubar los huevos hasta abrirlos.
calor como para incubar huevos.
capable de faire éclore des oeufs.
La façade, élevée de trois étages et La fachada de tres pisos de altura y La fachada, de tres pisos, y rematasurmontée de mansardes, est bâtie rematada por buhardillas está cons- da en mansarda, está construida
en moellons, et badigeonnée avec truida en piedras sillares y encalada con morrillos y embadurnada con
cette couleur jaune qui donne un ca- de ese color amarillento que da un as- ese color amarillo que da un aire inractère ignoble à presque toutes les pecto innoble a casi todas las casas de noble a casi todas las casas de París.
maisons de Paris. Les cinq croisées París’. Las cinco ventanas abiertas en Las cinco ventanas de cada piso son
percées à chaque étage ont de petits cada piso tienen cristales pequeños de vidrios pequeños, y están guarnecarreaux et sont garnies de jalousies cuadrados y están dotadas de celosías cidas de celosías, ninguna de las cuadont aucune n’est relevée de la même que se abren, cada una, de manera di- les está levantada a la misma altura que
manière, en sorte que toutes leurs li- ferente, de forma que todas sus cuer- las demás, de manera que todas
gnes jurent entre elles. La profondeur das se pelean entre ellas. La profun- sus líneas están en desconcierto. El
de cette maison comporte deux croisées didad de esta casa comprende dos ven- fondo de esta casa tiene dos huequi, au rez-de-chaussée, ont pour tanas, que en la planta baja están c o s q u e e n e l e n t r e s u e l o e s t á n
ornement des barreaux en fer, grillagés.
adornadas con verjas de hierro forjado. X provistos de rejas_____________.
Derrière le bâtiment est une cour Detrás del edificio hay un patio de D e t r á s d e l e d i f i c i o h a y u n c o large d’environ vingt pieds, où vi- unos veinte pies de ancho (8) donde r r a l d e u n o s v e i n t e p i e s , e n e l
vent en bonne intelligence des co- viven en buena armonía cerdos, galli- cual viven, en perfecta amistad,
chons, des poules, des lapins, et au nas y conejos. Al fondo de este patio c e r d o s , g a l l i n a s y c o n e j o s , y a l
fond de laquelle s’élève un hangar se levanta un cobertizo para guardar f o n d o s e l e v a n t a u n c o b e r t i z o
mettre à l’abri chose près les unes des autres
à serrer le bois. Entre ce hangar et X y serrar madera. Entre este coberti- para guardar la leña. Entre este cola fenêtre de la cuisine se suspend zo y la ventana de la cocina, está col- bertizo y la ventana de la cocina, cuelle garde-manger, au-dessous du- gada la fresquera, bajo la cual vier- ga la fresquera, debajo de la cual caen
quel tombent les eaux grasses de ten las aguas sucias del lavadero. Este las aguas sucias de la fregadera. Este
l’évier. Cette cour a sur la rue patio tiene una puerta estrecha, que da corral tiene sobre la calle Neuve-SainNeuve-Sainte-Geneviève une porte a la calle nueva de Sainte Geneviève, te-Geneviève una puerta estrecha, por
étroite par où la cuisinière chasse por donde la cocinera echa las basu- donde la cocinera echa la basura de
les ordures de la maison en net- ras de la casa, limpiando después esta la casa, teniendo que limpiar aquella
Lieu sale et humide
Lugar destinado en las casas para verter las inmundicias y expeler los excrementos
Lugar lleno de inmundicias y mal olor
toyant cette sentine à grand renfort sentina con gran cantidad de agua so letrina con gran cantidad de agua, so
pena de pestilencia.
pena de pestilencia.
d’eau, sous peine de pestilence.
rounded by a border of lettuce,
pot-herbs, and p a r s l e y. U n d e r
the lime-trees there are a
few green-painted garden
s e a t s and a wooden table, and hither, during the dog-days, such of the lodgers as are
rich enough to indulge in a cup of coffee
come to take their pleasure, though it is hot
enough to roast eggs even in the shade.
The house itself is three stories high,
without counting the attics under the roof.
It is built of rough stone, and covered
with the yellowish stucco that gives a
mean appearance to almost every house
in Paris. There are five windows in
each story in the front of the
house; all the blinds visible
through the small square panes
are drawn up awry, so that the
lines are all at cross purposes. At the
side of the house there are but two windows on each floor, and the lowest of all
are adorned with a heavy iron grating.
Behind the house a yard extends
for some twenty feet, a space inhabited by a happy family of pigs,
poultry, and rabbits; the wood-shed
is situated on the further side, and
on the wall between the wood-shed
and the kitchen window hangs the
meat-safe, just above the place where
the sink discharges its greasy streams.
The cook sweeps all the refuse out
through a little door into the Rue
Nueve-Sainte-Genevieve, and frequently cleanses the yard with copious supplies of water, under pain
of pestilence.
Naturellement destiné à l’exploiNaturalmente destinada a la exploEl piso bajo, destinado a la extation de la pension bourgeoise, le X tación de la pensión _______, la plan- X plotación de la posada______, s e
rez-de-chaussée se compose d’une ta baja se compone de una primera c o m p o n e d e u n a p r i m e r a p i e z a
première pièce éclairée par les deux habitación iluminada por las dos i l u m i n a d a p o r d o s v e n t a croisées de la rue, et où l’on entre ventanas de la calle, y a la que se X nas________ que dan a la calle, y donde
par une porte-fenêtre. Ce salon entra por una puerta ventana. Este se entra por una puerta vidriera. Este
communique à une salle à man- salón se comunica con un comedor, departamento comunica con un coger qui est séparée de la cuisine que está separado de la cocina por medor que está separado de la cocipar la cage d’un escalier dont les el hueco de una escalera con esca- na por la caja de una escalera, cumarches sont en bois et en car- lones de madera y losetas pintadas yos peldaños son de madera y ladrireaux mis en couleur et frottés. y abrillantadas. Nada resulta más llos descoloridos y desgastados. Nada
Rien n’est plus triste à voir que tr i s t e d e v e r q u e e s t e s a l ó n más triste que este salón adornace salon meublé de fauteuils et de a m u e b l a d o c o n s i l l o n e s y s i l l as do con butacas y sillas tapizadas
chaises en étoffe de crin à raies e n tejido de crín, con rayas con una tela de rayas alternativaalternativement mates et luisan- alternantes mates y brillantes. En el m e n t e m a t e s y r e l u c i e n t e s . E n
tes. Au milieu se trouve une ta- centro se halla una mesa redonda con m e d i o h a y u n v e l a d o r d e m á r ble ronde à dessus de marbre encimera de mármol Santa Ana, de- m o l c o n u n a b a n d e j a d e p o r c e Sainte-Anne, décorée de ce caba- corada con esa bandeja porta-bebidas l a n a b l a n c a c o n f i l e t e s d e o r o
ret en porcelaine blanche ornée de de porcelana blanca, adornada con fi- m e d i o b o r r a d o s , d e e s a s q u e
filets d’or effacés à demi, que l’on letes de oro medio borrados, que hoy h o y s e e n c u e n t r a n p o r t o d a s
rencontre partout aujourd’hui. día nos encontramos en todas partes. p a r t e s . E s t a p i e z a , b a s t a n t e
Cette pièce, assez mal planchéiée, Esta habitación, mal entarimada, tie- ma l e n t a r i m a d a , t i e n e u n p e est lambrissée à hauteur d’ap- ne un zócalo como de un metro de q u e ñ o z ó c a l o . E l r e s t o d e l a
pui. Le surplus des parois est altura. El resto de las paredes está p a r e d e s t á e m p a p e l a d o . E n
tendu d’un papier verni repré- tapizado de papel pintado barniza- e s t e p a p e l s e r e p r e s e n t a n l a s
escenas
del
sentant les principales scènes de do, que representa las principales es- p r i n c i p a l e s
_______
Télémaque, et dont les classiques cenas del Telémaco (9), cuyos clásicos T e l é m a c o ________
personnages sont coloriés. Le pan- personajes están sobrepintados. El X ___________ __ ____________. E l testeneau d’entre les croisées grillagées panel entre las ventanas enrejadas, ro de entre las dos ventanas enrejadas
offre aux pensionnaires le tableau presenta a los pensionistas [77] el ofrece a los huéspedes el cuadro del
The house might have been built on
purpose for its present uses. Access is
given by a French window to the first room
on the ground floor, a sitting-room which
looks out upon the street through the two
barred windows already mentioned. Another door opens out of it into the diningroom, which is separated from the kitchen
by the well of the staircase, the steps being constructed partly of wood, partly of
tiles, which are colored and beeswaxed.
Nothing can be more depressing than
the sight of that sitting-room. The furniture is covered with horse hair
woven in alternate dull and glossy
stripes. There is a round table in the
middle, with a purplish-red marble
top, on which there stands, by way
of ornament, the inevitable white
china tea-service, covered with a
half-effaced gil t n e t w o r k . T h e
floor is sufficiently uneven, the
wainscot rises to elbow height, and
the rest of the wall space is decorated
with a v a r n i s h e d p a p e r, o n w h i c h
the principal scenes from Telema q u e
a r e d e p i c t e d , t h e v a r i o u s classical perso n a g e s b e i n g c o l o r e d . The
subject be t w e e n t h e t w o w i n d o w s i s t h e b a n q u e t g i v en b y
GRILLAGER Munir d'un grillage (Treillis (le plus souvent métallique), à mailles*
plus ou moins serrées, qu'on met aux fenêtres, aux portes à jour, etc.)
5
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
du festin donné au fils d’Ulysse par cuadro del festín que Calipso dio al festín dado al hijo de [314] Ulises por
Calypso. Depuis quarante ans, hijo de Ulises. Desde hace cuaren- C a l i p s o . D e s d e h a c e c u a r e n t a
cette peinture excite les plaisan- ta años, esta pintura provoca las años esta figura provoca las broteries des jeunes pensionnaires, bromas de los huéspedes jóvenes, m a s d e l o s h u é s p e d e s j ó v e n e s
qui se croient supérieurs à leur que se sienten superiores burlándo- que se creen superiores a su poposition en se moquant du dîner se de la cena a la que la miseria les sición, burlándose de la comida
auquel la misère les condamne. condena. La chimenea de piedra, que la miseria les depara. La chiLa cheminée en pierre, dont le cuyo hogar, siempre limpio, da fe m e n e a d e p i e d r a , c u y o h o g a r
f o y e r t o u j o u r s p r o p r e a t t e s t e de que allí no se enciende fuego s i e m p r e l i m p i o a t e s t i g u a q u e
qu’il ne s’y fait de feu que dans les más que en las grandes ocasiones, solamente se enciende en ocasiones
grandes occasions, est ornée de está adornada con dos búcaros lle- solemnes, está adornada por dos flodeux vases pleins de fleurs artificiel- nos de flores artificiales, reviejas y reros con flores artificiales envejeciles, vieillies et encagées, qui accom- aprisionadas por el marco de la chimenea, que das, metidos en sendos fanales, q u e
pagnent une pendule en marbre acompañan a un reloj de péndulo, de a c o m p a ñ a n a u n r e l o j d e m á r mármol azuloso, del peor gusto.
mol azulado del peor gusto.
bleuâtre du plus mauvais goût.
Cette première pièce exhale une Esta primera habitación exhala un Este primer departamento exhala
odeur sans nom dans la langue, olor que no tiene nombre en nues- un olor sin nombre conocido, y que
et qu’il faudrait appeler l’odeur tra lengua y al que habría que lla- se podría llamar olor de posada.
d e p e n s i o n . E l l e s e n t l e r e n - mar olor de pensión. Huele a cerra- Huele a c e r r a d o , a e n m o h e c i d o,
fermé, le moisi, le rance; elle do, a enmohecido, a ran c i o ; d a a r a n c i o . D a f r í o , h u m e d e c e
donne froid, elle est humide au f r í o , r e s u l t a h ú m e d o p a r a l a n a - l a n a r i z , p e n e t r a l o s v e s t i nez, elle pénètre les vêtements; r i z ; p e n e t r a l o s v e s t i d o s ; t i e n e d o s ; t i e n e e l g u s t o d e u n a h a elle a le goût d’une salle où el regusto de una sala donde b i t a c i ó n e n l a q u e s e h a c o l’on a dîné; elle pue le service, acaban de comer. Apesta a ser- m i d o ; a p e s t a a l u g a r d e s e r Pièce, ordinairement attenante à la cuisine, où se prépare le service de la table
* trascocina pieza que está detrás de la cocina y para desahogo de ella.
l ’o f f i c e , l ’ h o s p i c e . P e u t - ê t r e X v i c i o , ___________* a h o s p i c i o . X v i c i o , _________ a h o s p i c i o .
pourrait-elle se décrire si l’on Tal vez podría ser descrita, si se A c a s o s e l a p u d i e s e d e s c r i b i r s i
inventait un procédé pour éva- inventara el procedimiento para s e i n v e n t a r a u n p r o c e d i m i e n t o
l ue r l e s q u a n t i t é s é l é m e n t a i - evaluar las cantidades elementa- p a r a v a l o r a r l a s c a n t i d a d e s e le r e s e t n a u s é a b o n d e s q u ’ y j e t - les y nauseabundas, que en ella m e n t a l e s y n a u s e a b u n d a s
t e n t les atmosphères catarrhales d e s c a r g a n , l a s a t m ó s f e r a s q u e d e s p i d e n l a s a t m ó s f e et sui generis de chaque pension- catarrales y sui génesis de cada r a s c a t a r r a l e s y sui generis de
naire, jeune ou vieux. Eh bien! mal- huésped, joven o viejo. Bueno, cada huésped, joven o viejo. Pues
gré ces plates horreurs, si vous le pues a pesar de esos horrores, si bien: a pesar de estos horrores, si
compariez à la salle à manger, qui l a c o m p a r a s e n c o n e l c o m e d o r se le compara con el comedor,
lui est contiguë, vous trouveriez ce contiguo, esta sala les parecería que está contiguo, se encuentra
salon élégant et parfumé comme elegante y perfumada, como debe este salón elegante y perfumado
como un tocador * de mujer.
doit l’être un boudoir.
X ser un vestidor de señora.
C e t t e s a l l e , e n t i è r e m e n t Esta otra sala, de paredes completa- Este comedor, completamente cub o i sée, fut jadis peinte en une mente cubiertas de madera, estuvo bierto de madera, estuvo algún
couleur indistincte aujourd’hui, antaño pintada de un color, indesci- tiempo pintado de un color ya hoy
qui forme un fond sur lequel la frable hogaño, que forma un fondo imposible de precisar, sobre el
crasse a imprimé ses couches de sobre el que la grasa ha imprimido sus cual las manchas de grasa d i b u manière à y dessiner des figures capas, de modo que éstas dibujan so- j a n c a p r i c h o s a s f i g u r a s . S o bizarres. Elle est plaquée de buf- bre la madera extrañas figuras. Está b r e l o s g r a s i e n t o s a p a r a d o fets gluants sur lesquels sont des provista de aparadores pringosos r e s , a d o s a d o s a l a s p a r e d e s ,
carafes échancrées, ternies, des adosados a las paredes, sobre los que s e v e n g a r r a f a s c o n b o r d e s
ronds de moiré métallique, des hay jarras desportilladas, empañadas, m e t á l i c o s , p i l a s d e p l a t o s d e
piles d’assiettes en porcelaine fuentes de porcelana metálica y pilas p o r c e l a n a o r d i n a r i a c o n b o r é p a i s s e , à b o r d s b l e u s , f a b r i - de platos de porcelana dura con bor- d e s a z u l e s , f a b r i c a d o s e n
quées à Tournai. Dans un angle des azules, fabricados en Tournai. En To u r n a i . En uno de los rincones
est placée une boite à cases nu- una esquina hay una caja con casi- está colocada una caja con deparmérotées qui sert à garder les lleros numerados que sirve para tamentos numerados, que sirve
serviettes, ou tachées ou vineu- guardar las servilletas sucias o para guardar las servilletas sucias
ses, de chaque pensionnaire. Il vinosas de cada pensionista. Allí se y vinosas de cada huésped. Hay,
s ’ y r e n c o n t r e d e c e s m e u b l e s encuentran esos muebles indestruc- además de esos muebles indesindestructibles, proscrits par- tibles, rechazados ya en todas par- tructibles, proscritos de todas partout, mais placés là comme le tes, pero colocados aquí como los tes, colocados aquí como los dessont les débris de la civilisation despojos de la civilización están en pojos de la civilización en los
aux Incurables. Vous y verriez los Incurables (10). Allí verán un Incurables. Veríais un barómetro
un baromètre à capucin qui sort barómetro de capuchino que sale con un capuchino que sale cuanq u a n d i l p l e u t , d e s g r a v u r e s cuando llueve, grabados horrorosos do llueve; grabados execrables
exécrables qui ôtent l’appétit, que quitan el apetito, todos enmarcados que quitan el apetito, todos con
toutes encadrées en bois verni en madera negra barnizada con bordes marcos de madera negra y filetes
à f i l e t s d o r é s ; u n c a r t e l * e n dorados: un reloj de pared, de concha [315] dorados; un reloj de concha
écaille incrustée de cuivre; un con incrustaciones de cobre, una con incrustaciones de cobre; una
p o ê l e v e r t , d e s q u i n q u e t s estufa verde, quinqués de Argand, estufa pintada de verde; quinqués
d ’ A r g a n d o ù l a p o u s s i è r e s e donde el polvo se combina con el de Argand, en los que el polvo se
combine avec l’huile, une longue aceite, una larga mesa cubierta combina con el aceite; una gran mesa
table couverte en toile cirée as- por un hule bas t a n t e g r a s i e n t o cubierta con un tapete de hule lo suficientemen* - 4. [a] (XVIIIe). Cartouche* ornemental qui entoure certaines pendules.“[b]
Ornement dans les bordures (de tableaux, de cheminées).“
scullery: back kitchen where dishes are washed
trascocina Pieza que está detrás de la cocina y
para desahogo de ella.
6
* 2. Mueble, por lo común en forma de mesa, con espejo y otros utensilios, para
el peinado y aseo de una persona. 3. Aposento destinado a este fin. 4. Caja
o estuche para guardar alhajas, objetos de tocado1 o de costura, etc.
tr. Ellen Marriage
Calypso to the son of Ulysses,
d isplayed thereon for the admiration of
the boarders, and has furnished jokes
these forty years to the young men who
show themselves superior to their position by making fun of the dinners to
which poverty condemns them. The
hearth is always so clean and neat that
it is evident that a fire is only kindled
there on great occasions; the stone chimney-piece is adorned by a couple of
vases filled with faded artificial flowers imprisoned under glass shades, on
either side of a bluish marble
clock in the very worst taste.
The first room exhales an odor for which
there is no name in the language, and which
should be called the odeur de pension. The
damp atmosphere sends a chill through you as
you breathe it; it has a stuffy, musty, and rancid
qu a l i t y ; i t p e r m e a t e s y o u r
clothing; after-dinner scents
seem to be mingled in it with
smells from the k i t c h e n a n d
a small kitchen or room at the back of a house for washing dishes etc.
scullery and the reek of a hospital. It might be possible to describe
it if some one should discover a
process by which to distil from the
atmosphere all the nauseating elements with which it is charged by
the catarrhal exhalations of every
individual lodger, young or old.
Yet, in spite of these stale horrors,
the sitting-room is as charming
and as delicately perfumed as a
boudoir, when compared with the
adjoining dining-room.
The paneled walls of that apartment were once painted some
color, now a matter of conjecture,
for the surface is incrusted with
accumulated layers of g r i m y depo s i t , w h i c h c o v e r i t w i t h
fantastic outlines. A collection of dim-ribbed glass decanters, metal discs with a
satin sheen on them, and
piles of blue-edged earthenw a r e p l a t e s o f To u r a i n e w a r e
c o v e r t h e sticky surfaces of the sideboards that line the room. In a corner stands
a box containing a set of numbered pigeonholes, in which the lodgers’ table napkins,
more or less soiled and stained with wine,
are kept. Here you see that indestructible furniture never met with elsewhere, which finds
its way into lodging-houses much as the
wrecks of our civilization drift into hospitals
for incurables. You expect in such places as these to
find the weather-house whence a Capuchin issues on
wet days; you look to find the execrable engravings which spoil your appetite, framed every one
in a black varnished frame, with a gilt beading
round it; you know the sort of tortoise-shell clockcase, i n l a i d w i t h b r a s s ; t h e
g r e e n s t o v e , t h e A r gand
lamps, covered with oil and dust,
ha v e m e t y o u r e y e s b e f o r e . T h e
oilcloth which covers the long table
Balzac’s Goriot
sez grasse pour qu’un facétieux externe y
écrive son nom en se servant de
son doigt comme de style, des
chaises estropiées, de petits
paillassons piteux en sparterie
qui se déroule toujours sans se
perdre jamais, puis des chaufferettes misérables à trous cassés,
à charnières défaites, dont le
bois se carbonise. Pour expliquer
combien ce mobilier est vieux,
crevassé, pourri, tremblant,
rongé, manchot, borgne, invalide, expirant, il faudrait en faire
une description qui retarderait
trop l’intérêt de cette histoire, et
que les gens pressés ne pardonneraient pas. Le carreau rouge
est plein de vallées produites par
le frottement ou par les mises en
couleur. Enfin, là règne la misère sans poésie; une misère économe, concentrée, râpée. Si elle
n’a pas de fange encore, elle a
des taches; si elle n’a ni trous ni
h a il l o n s , e l l e v a t o m b e r e n
pourriture*.
*
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
c o m o p a r a q u e u n g r a c i o s o X te grasiento para que algu i e n se pudiera is so greasy that a waggish externe will
e x t e r n o e s c r i b a e n é l s u n o m - d i v e r t i r e n e s c r i b i r s u n o m b r e write his name on the surface, usb r e , u s a n d o s u d e d o c o m o s i r v i é n d o s e d e l d e d o c o m o d e ing his thumb-nail as a style. The
p l u m a , s i l l a s d e s v e n c i j a d a s , un estilo; sillas estropeadas; chairs are broken-down invalids;
lastimosas esterillas de espart o p e q u e ñ a s e s t e r a s q u e s e t h e w r e t c h e d l i t t l e h e m p e n m a t s
deshilachándose continuamente deshilachan constantemente sin slip away from under your feet withsin terminar de deshacerse nunca, deshacerse nunca del todo; mi- out slipping away for good; and finally,
además de unos míseros calentado- s e r a b l e s r e j u e l a s c o n l o s the foot-warmers are miserable wrecks,
res rotos, con bisagras destrozadas, enrejillados rotos y con la made- hingeless, charred, broken away about
cuya madera se carboniza. Para ra carbonizada. Para explic a r l o the holes. It would be impossible to
[78] explicar hasta qué punto este v i e j o , d e t e r i o r a d o , p o d r i d o , give an idea of the old, rotten, shaky,
cranky 1 colloq. eccentric, esp. obsessed with a particular theory (cranky ideas about women). 2 working badly; shaky. 3 esp. US ill-tempered or crotchety, peevish, irritable.
mobiliario está viejo, reventado, temblón, roído, manco, tuerto, in- cranky, worm-eaten, halt, maimed,
podrido, tembloroso, roído, man- válido, expirante que es este mobi- one-eyed, rickety, and ramshackle conco, tuerto, inválido y agonizante liario, sería necesario hacer una des- dition of the furniture without an exharía falta una descripción que re- cripción que retardaría demasiado haustive description, which would detrasaría demasiado el interés de el interés de esta historia, y las lay the progress of the story to an exesta historia, y que los impacien- gentes impacientes no lo perdona- tent that impatient people would not
tes no me perdonarían. El suelo de rían. El pavimento de ladrillos ro- pardon. The red tiles of the floor are
loseta roja está lleno de valles pro- jos está lleno de huecos produci- full of depressions brought about by
ducidos por el desgaste o por las dos por el rozamiento ____ ____ ___ scouring and periodical renewings
capas de pintura. En fin: allí reina X ___ ___ . En fin, allí reina la mi- of color. In short, there is no illusory grace
la miseria sin poesía; una miseria seria sin poesía; una miseria eco- left to the poverty that reigns here; it is dire,
ahorrativa, reconcentrada, raída. Si X nómica, concentrada, rapada. Si parsimonious, concentrated, threadbare povt o d a v í a n o t i e n e f a n g o , t i e n e no se ha convertido aún en barro, tie- erty; as yet it has not sunk into the
manchas, si no tiene agujeros ni ne ya sus baches; s i n o t i e n e n i mire, it is only splashed by it, and
* va a convertirse en friable
harapos va a caer apolillada* de agujeros ni a n d r a j os, va a caer though not in rags as yet, its clothing
un momento a otro.
de podredumbre**.
is ready to drop to pieces.
POURRITURE - 1. Altération profonde, décomposition des tissus organiques (- Putréfaction); état de ce qui est pourri (- Corruption, décomposition).“- 2. (V. 1190). Par ext. (Une, des pourritures). Ce qui est complètement pourri.“- 3. Par ext. (Avec un compl. de n.). Se dit de maladies qui
attaquent et détruisent les tissus.“- 4. (1789). Abstrait. État de grande corruption morale.“- 5. (Une, des pourritures). Personne corrompue.FRIABLE :Qui peut facilement se réduire en menus fragments, en poudre, en poussière.
PODREDUMBRE 1. f. Putrefacción o corrupción material
de las cosas. [Mejor DESCOMPOSICIÓN , DESINTEGRACIÓN, DESMENUZAMIENTO que no tienen conotaciones olfativas desagradables o friable que se desmenuza fácilmente friable 1. n. easily broken into small fragments or reduced to powder; easily crumbled or pulverized <friable soil> 2 ad.light, sandy, crumbling
Cette pièce est dans tout son lustre au
moment où, vers sept heures du matin, le
chat de madame Vauquer précède sa maîtresse, saute sur les buffets, y flaire le lait
que contiennent plusieurs jattes couvertes
d’assiettes, et fait entendre son rourou matinal. Bientôt la veuve se montre, attifée de
son bonnet de tulle sous lequel pend un tour
de faux cheveux mal mis; elle marche en traînassant ses pantoufles grimacées. Sa face
vieillotte, grassouillette, du milieu de laquelle
sort un nez à bec de perroquet; ses petites
mains potelées, sa personne dodue comme
un rat d’église, son corsage trop plein et qui
flotte, sont en harmonie avec cette salle où
suinte le malheur, où s’est blottie la spéculation et dont madame Vauquer respire l’air
chaudement fétide sans en être écoeurée.
Sa figure fraîche comme une première gelée d’automne, ses yeux ridés, dont l’expression passe du sourire prescrit aux
danseuses à l’amer renfrognement de
l’escompteur, enfin toute sa personne explique la pension, comme la pension implique sa personne. Le bagne ne va pas
sans l’argousin, vous n’imagineriez pas
État d'un corps bien en chair, un peu gras
l’un sans l’autre. L’embonpoint blafard
de cette petite femme est le produit de cette
vie, comme le typhus est la conséquence des
exhalaisons d’un hôpital. Son jupon de laine
tricotée, qui dépasse sa première jupe faite
avec une vieille robe, et dont la ouate
s’échappe par les fentes de l’étoffe lézardée, résume le salon, la salle à manger, le
jardinet, annonce la cuisine et fait pressentir les pensionnaires. Quand elle est là,
ce spectacle est complet.
Agée d’environ cinquante ans, madame
Vauquer ressemble à toutes les femmes qui
ont eu des malheurs. Elle a l’oeil vitreux,
l’air innocent d’une entremetteuse
**
Este lugar está en todo su apogeo a eso
de las siete de la mañana, cuando el gato de
la señora Vauquer, precediendo a su dueña,
salta sobre los aparadores, olfatea la leche
que contienen varias jarras cubiertas con
platos, dejando oír su rezongueo matinal.
Pronto aparece la viuda tocada con su
cofia de tul, bajo la cual pende un moño
postizo mal colocado, arrastrando sus
agujereadas zapatillas. Su faz, vieja y
regordeta, del medio de la cual sale una
nariz en forma de pico de loro; sus
manecitas gordezuelas, su cuerpo rollizo
co m o e l d e u n a r a t a d e i g l e s i a ,
armonizan con esta sala que
destila desgracia, en la que se agazapa
la especulación, y en la que la señora Vauquer respira, sin sentir náuseas, el aire caliente y fétido. Su cara fresca como una primera helada de otoño; sus ojos arrugados,
cuya expresión pasa de la sonrisa convencional [316] de las bailarinas al amargo ceño del
usurero; toda su persona, en fin, explica
la posada, como la posada explica su persona. El presidio no marcha sin el carcelero, y no es posible imaginarse al uno sin
el otro. La gordura fofa de esta mujercita
es el producto de esta vida, como el tifus
es la consecuencia de las emanaciones de
un hospital. Su refajo de punto, que sale
por debajo de su falda, hecha con un vestido viejo, y en la cual el forro se escapa
por los agujeros del tejido deshilachado,
resume el salón, el comedor, el jardincito,
anuncia la cocina y hace presentir los huéspedes. Cuando ella está allí, el espectáculo es completo.
La señora Vauquer, que frisa en los cincuenta, se parece a todas las mujeres
que han tenido desgracias. Tiene la
mirada vidriosa, el aire inocente de
Esta habitación se muestra en todo su esplendor en el momento en que, sobre las siete
de la mañana, el gato de la señora Vauquet precediendo a su ama, salta sobre los aparadores,
olfatea la leche que contienen varias jarras cubiertas con platos y deja oír su ronroneo matinal. Enseguida aparece la viuda adornada
con su gorrito de tul del que pende un rodete
de pelo artificial mal colocado; camina arrastrando las zapatillas deformadas. Su rostro
envejecido, gordezuelo, de cuyo centro arranca una nariz de pico de loro: sus manos pequeñitas, regordetas, su cuerpo gordito como
una rata de iglesia, su busto demasiado grande que
se bambolea, están en armonía con esta sala, que
destila desgracia, donde se agazapa la especulación y cuyo aire dulcemente fétido respira la señora Vauquer sin sentirse por ello descorazonada. Su
cara fría como la primera helada otoñal: sus
ojos arrugados, cuya expresión pasa
de la sonrisa tímida de las bailarin a s a l a m a rg o e n f u r r u ñ a r s e d e l
p restamista, en fin toda su persona explica la pensión, como la pensión implica su persona. La cárcel no existe sin
carcelero, no se puede imaginar la una sin
el otro. La gordura blancuzca de esta mujeruca es el producto de esta vida, como el tifus
es la consecuencia de las exhalaciones de un
hospital. Su saya de lana tejida con agujas,
que sobresale por debajo de la falda confeccionada con un vestido viejo y cuyo forro se
escapa por los rotos del tejido desgastado,
resume el salón, el comedor, el jardincito,
anuncia la cocina y hace presentir sus huéspedes. Cuando la dueña está allí, el espectáculo es completo.
De cincuenta años de edad, aproximadamente, la señora Vauquer se parece a todas
las mujeres que han parado calamidades.
Tiene los ojos vidriosos y el aire inocente
7
This apartment is in all its glory at seven
o’clock in the morning, when Mme. Vauquer’s
cat appears, announcing the near approach of
his mistress, and jumps upon the sideboards to
sniff at the milk in the bowls, each protected by
a plate, while he purrs his morning greeting to
the world. A moment later the widow shows
her face; she is tricked out in a net cap attached
to a false front set on awry, and shuffles into the
room in her slipshod fashion. She is an oldish
woman, with a bloated countenance, and a nose
like a parrot’s beak set in the middle of it;
looking well-fed and comfortable
her fat little hands (she is as sleek as a
church rat) and her shapeless, slouching figure are in keeping with the room
that reeks of misfortune, where hope is reduced to speculateforthemeaneststakes.Mme.Vauqueralonecan breathe
that tainted air without being disheartened by it. Her face
is as fresh as a frosty morning in autumn; there are
wrinkles about the eyes that vary in their expression from
the set smile of a ballet-dancer to the dark, suspicious
scowl of a discounter of bills; in short, she is at once the
embodiment and interpretation of her lodging-house, as
surely as her lodging-house implies the existence of its
mistress. You can no more imagine the one without the
other, than you can think of a jail without a turnkey. The
unwholesome corpulence of the little woman is
produced by the life she leads, just as typhus fever is bred in the tainted air of a hospital. The
very knitted woolen petticoat that she wears beneath a skirt made of an old gown, with the
wadding protruding through the rents in the
material, is a sort of epitome of the sitting-room,
the dining-room, and the little garden; it discovers the cook, it foreshadows the lodgers—the
picture of the house is completed by the portrait
of its mistress.
Mme. Vauquer at the age of fifty is like all women who “have
seen a deal of trouble.” She has the glassy eyes and innocent air of a
trafficker in flesh and blood, who will wax virtuously indignant to
obtain a higher price for her services, but who is quite ready to be-
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
qui va se gendarmer pour se faire payer
plus cher, mais d’ailleurs prête à tout
pour adoucir son sort, à livrer Georges
ou Pichegru, si Georges ou Pichegru
étaient encore à livrer. Néanmoins, elle
est bonne femme au fond, disent les pensionnaires, qui la croient sans fortune en
l’entendant geindre et tousser comme eux.
Qu’avait été monsieur Vauquer? Elle ne
s’expliquait jamais sur le défunt. Comment
avait-il perdu sa fortune? Dans les malheurs, répondait-elle. Il s’était mal conduit
envers elle, ne lui avait laissé que les yeux
pour pleurer, cette maison pour vivre, et le
droit de ne compatir à aucune infortune,
parce que, disait-elle, elle avait souffert tout
ce qu’il est possible de souffrir. En entendant trottiner sa maîtresse, la grosse Sylvie,
la cuisinière, s’empressait de servir le déjeuner des pensionnaires internes.
de una celestina que se hace la digna para
cobrar más, pero dispuesta a todo sin embargo, con tal de mejorar su suerte, a entregar a
Jorge o a Pichegru si aún no hubieran sido
entregados (11). A pesar de todo, en el fondo
es una buena mujer, [79] dicen los clientes
de la pensión, que la consideran una pobre
desgraciada, al oírla gemir y toser como ellos
mismos. ¿Quién había sido la señora Vauquer? No hablaba nunca de su difunto esposo. ¿Cómo había perdido sus bienes? Por
malas rachas, respondía ella. Se había portado muy mal con ella, no le había dejado más
que los ojos para llorar, esta casa para vivir,
y el derecho de no compadecerse de ningún
infortunio, porque, según decía ella, había sufrido ya todo lo que se puede sufrir. Al oír el
trotecillo de su ama, la gorda Silvia, la cocinera, se apresuraba a servir el desayuno de
los huéspedes internos.
una alcahueta que se enfurruña para
hacerse pagar mejor, pero por lo demás, dispuesta a cualquier cosa con
tal de dulcificar su suerte. A pesar de
todo, es buena en el fondo dicen los huéspedes, que la creen sin fortuna al oírla
gemir y toser como ellos. ¿Qué habrá
sido la señora Vauquer? Jamás se la
oye hablar del difunto. ¿Cómo había
perdido su fortuna? «En las desgracias», respondía. Su marido se había
conducido mal con ella, no habiéndole dejado otra cosa más que los ojos
para llorar, esta casa para vivir, y el
derecho de no compartir ningún infortunio, porque según ella, había sufrido todo cuanto es posible sufrir. Al oír
trajinar a su dueña, Sylvie, la cocinera, con
toda su gordura, se apresuraba a servir el
desayuno a los huéspedes internos.
tray a Georges or a Pichegru, if a Georges or a Pichegru were in
hiding and still to be betrayed, or for any other expedient that may
alleviate her lot. Still, “she is a good woman at bottom,” said
the lodgers who believed that the widow was wholly dependent upon the money that they paid her, and sympathized when
they heard her cough and groan like one of themselves.
W h a t h a d M . Va u q u e r b e e n ? T h e
lady was never very explicit on this
head. How had she lost her money?
“ T h r o u g h t r o u b l e , ” w a s h e r a n s w e r.
H e h a d t r e a t e d h e r b a d l y, h a d l e f t h e r
nothing but her eyes to cry over his
c r u e l t y, t h e h o u s e s h e l i v e d i n , a n d
t h e p r i v i l e g e o f p i t y i n g n o b o d y, b e c a u s e , s o s h e w a s w o n t t o s a y, s h e
herself had been through every possible misfortune.
Sylvie, the stout cook, hearing her mistress’ shuffling footsteps, hastened to
serve the lodgers’ breakfasts.
Généralement les pensionnaires externes ne s’abonnaient
q u ’ a u d î n e r, q u i c o û t a i t t r e n t e
francs par mois.
A l’époque où cette histoire commence, les internes étaient au nombre de sept. Le premier étage contenait les deux meilleurs appartements
de la maison. Madame Vauquer habitait le moins c o n s i d é r a b l e, e t
l’autre appartenait à madame Couture, veuve d’un Commissaire-Ordonnateur de la République française. Elle avait avec elle une très
jeune personne, nommée Victorine
Taillefer, à qui elle servait de mère.
La pension de ces deux dames montait à dix-huit cents francs.
Les deux appartements du second étaient occupés, l’un par
un vieillard nommé Poiret;
l’autre, par un homme âgé
d’environ quarante ans, qui
portait une perruque noire, se
teignait les favoris, se disait
ancien négociant, et s’appelait
m o n s i e u r Va u t r i n .
Le troisième étage se composait
de quatre chambres, dont deux
étaient louées, l’une par une
vieille fille nommée mademoiselle
Michonneau, l’autre par un ancien
fabricant de vermicelles, de pâtes
d’Italie et d’amidon, qui se laissait
nommer le père Goriot.
Le s d e u x a u t r e s c h a m b r e s
étaient destinées aux oiseaux
de passage, à ces infortunés
étudiants qui, comme le père
Goriot et mademoiselle
M i c h o n n e a u , ne pouvaient mettre que quarante-cinq francs par
mois à leur nourriture et à leur
logement; mais madame Vauquer
souhaitait peu leur présence et
ne les prenait que quand elle ne
trouvait pas mieux: ils mangeaient trop de pain.
Por lo general, los clientes
externos sólo se abonaban a las
comidas, que costaban 30 francos al mes.
En la época en que comienza esta
his t o r i a , l o s i n t e r n o s e r a n s i e t e .
En el primer piso se encontraban las dos mejores habitacion e s d e l a c a s a . L a s e ñ o r a Va u quer ocupaba la menos grande ,
y la otra pertenecía a la señora
Couture, viuda de un comisario
ordenador de la República Francesa. Vivía con una chica muy joven llamada Victorine Taillefer,
quien hacía las veces de madre. La
pensión de estas dos señoras ascendía a 1.800 francos.
Las dos habitaciones del segundo piso estaban ocupadas,
una por un viejo llamado
Poiret, otra por un hombre de
unos cuarenta años con peluca negra, que se teñía el bigote, y decía que era hombre
de negocios retirado, y se llam a b a Va u t r i n .
El tercer piso se componía de
cuatro habitaciones, dos de las
cuales estaban alquiladas, una
por una vieja solterona llamada Michonneau; otra, por un
antiguo fabricante de pasta
italiana y de almidón y que se
dejaba llamar tío Goriot.
Las otras dos habitaciones estaban destinadas a las aves de
paso, a esos desafortunados estudiantes que, como el tío
Goriot
y
la
señorita
Michonneau no podían gastarse más que cuarenta y cinco
francos al mes, en alojamiento
y c o m i d a ; p e r o l a s e ñ o r a Va u quer no deseaba mucho su presencia y sólo los admitía cuando no le quedaba más remedio:
comían demasiado pan.
Generalmente, los huéspedes
externos no se abonaban más que
a la cena, que costaba treinta francos al mes.
En la época en que comienza esta
historia los huéspedes internos
eran siete. En el primer piso estaban los dos mejores cuartos de la
casa. La señora Vauquer ocupaba
el menos importante, y el otro
pertenecía a la señora Couture,
viuda de un comisario ordenador
de la República franceses. [317]
Vivía con ella una joven llamada
Victorine Taillefer, de quien hacía
de madre. El hospedaje de estas
dos señoras ascendía a mil ochocientos francos.
De las dos habitaciones del
segundo piso, la una estaba
ocupada por un viejo llamado
Poiret; la otra, por un hombre
de unos cuarenta años, que
llevaba una peluca negra y se
teñía las patillas, antiguo negociante, según él, y que se
l l a m a b a e l s e ñ o r Va u t r in.
El tercer piso se componía de cuatro habitaciones, de las cuales dos
estaban alquiladas, una por una
solterona llamada la señorita
Michonneau y la otra por un antiguo fabricante de fideos, de pastas de Italia y de almidón, que se
dejaba llamar papá Goriot.
Los otros dos cuartos estaban
destinados a los pájaros de
paso, a infortunados estudiantes que, como papá Goriot y la
señorita Michonneau, no podían pagar más que cuarenta y
cinco francos mensuales por
alimentación y vivienda; pero
l a s e ñ o r a Va u q u e r d e s e a b a
poco su presencia y solamente
los tomaba cuando no encontraba cosa mejor: según ella,
comían demasiado pan.
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At the time when this story begins, the lodging-house c o n t a i n e d
seven inmates. The best rooms in
t h e h o u s e w e r e o n t h e f i r s t s t o r y,
M m e . Va u q u e r h e r s e l f o c c u p y i n g
the least i m p o r t a n t, while the rest
were let to a Mme. Couture, the
widow of a commissary-general in
t h e s e r v i c e o f t h e R e p u b l i c . Wi t h
h e r l i v e d Vi c t o r i n e Ta i l l e f e r, a
schoolgirl, to whom she filled the
p l a c e o f m o t h e r. T h e s e t w o l a d i e s
paid eighteen hundred francs a
year.
The two sets of rooms on the
second floor were respectively
occupied by an old man named
Poiret and a man of forty or
thereabouts, the wearer of a
black wig and dyed whiskers,
who gave out that he was a retired merchant, and was add r e s s e d a s M . Va u t r i n .
Tw o o f t h e f o u r r o o m s o n t h e
third floor were also let—one
t o a n e l d e r l y s p i n s t e r, a M l l e .
Michonneau, and the other to
a retired manufacturer of
vermicelli, Italian paste and starch,
who allowed the others to address
him as “Father Goriot.”
The remaining rooms were allotted to various birds of passage, to impecunious students,
who like “Father Goriot” and
Mlle. Michonneau, could only
muster forty-five francs a
month to pay for their
board and lodging. Mme.
Va u q u e r h a d l i t t l e d e s i r e
for lodgers of this sort;
they ate too much bread,
and she only took them in
default of better.
8
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
En ce moment, l’une de ces deux
chambres appartenait à un jeune
homme venu des environs d’Angoulême à Paris pour y faire son
Droit, et dont la nombreuse famille se soumettait aux plus dures privations afin de lui envoyer
douze cents francs par an.
Eugène de Rastignac, ainsi se
nommait-il, était un de ces jeunes gens f a ç o n n é s a u t r a v a i l p a r
le malheur, qui comprennent dès
le jeune âge les espérances que
leurs parents placent en eux, et
qui se préparent une belle destinée en calculant déjà la portée
de leurs études, et, les adaptant
p a r a v a n c e a u m o u v e m e n t f u t ur
de la société, pour être les premiers à la pressurer. Sans ses
observations curieuses et
l’adresse avec laquelle il sut se
produire dans les salons de Paris, ce récit n’eût pas été coloré
des tons vrais qu’il devra sans
doute à son esprit sagace et à son
désir de pénétrer les mystères
d’une situation épouvantable,
aussi soigneusement cachée par
ceux qui l’avaient créée que par
celui qui la subissait.
En este momento, una de esas
dos habitaciones correspondía a
un joven, llegado de cerca de
Angoulema a París, para estudiar
Derecho, y cuya numerosa familia se sometía a las más duras
privaciones con el fin de enviarle 1.200 francos al año. Eugenio
de Rastignac, así se llamaba, era
uno de esos jóvenes, obligados a
trabajar por la desgracia, que
comprenden, desde muy jóvenes,
las esperanzas que sus padres depositan en ellos y se preparan un
porvenir brillante, calculando desde el primer momento la importancia de sus estudios y adaptándolos de antemano, a los cambios futuros de la sociedad, para ser los
primeros en exprimirla. Sin sus
sorprendentes observaciones y la
habilidad con la que supo
introducirse en los salones [80] de
París, est e r e l ato no habría estado matizado con tonos tan veraces,
que deberá, sin duda, a su mente
sagaz y a su deseo de penetrar los
misterios de una situación espantosa, tan cuidadosamente ocultada
por los que la habían creado, como
por el que la sufría.
En este momento, una de estas
dos habitaciones pertenecía a un
joven de Angulema que había
venido a París a cursar Leyes,
cuya numerosa familia se sometía a las más duras privaciones
para poderle enviar mil doscientos francos anuales. Eu g é n e d e
Rastignac, así se llamaba este joven, era uno de esos muchachos
a quienes la desgracia acostumbra al trabajo, que comprenden
desde chicos las esperanzas que
en ellos ponen sus padres y que
se preparan para un buen porvenir, calculando de antemano el
alcance de sus estudios y su
adaptación al movimiento futuro de la sociedad para ser los primeros en dominarla. Sin sus curiosas observaciones y la destreza con
que supo manejarse en los salones
de París, este relato no hubiera estado coloreado con tintes tan verdaderos, que los debemos, sin
duda, a su espíritu sagaz y a su deseo de penetrar los misterios de
una [318] situación espantosa
ocultada tan cuidadosamente por
los que la habían creado como por
aquellos otros que la sufrían.
At that time one of the rooms
was tenanted by a law student, a
young man from the neighborhood
of Angouleme, one of a large family who pinched and starved themselves to spare twelve hundred
francs a year for him. Misfortune
had accustomed Eu gene de
Rastignac, for that was his name, to
work. He belonged to the number of
young men who know as children that
their parents’ hopes are centered on
them, and deliberately prepare themselves for a great career, subordinating their studies from the first to this
end, carefully watching the indications of the course of events, calculating the probable turn that affairs
will take, that they may be the first
to profit by them. But for his observant curiosity, and the skill with which
he managed to introduce himself into
the salons of Paris, this story would
not have been colored by the tones of
truth which it certainly owes to him,
for they are entirely due to his penetrating sagacity and desire to fathom
the mysteries of an appalling condition of things, which was concealed as
carefully by the victim as by those
who had brought it to pass.
Au-dessus de ce troisième étage
étaient un grenier à étendre le linge
et deux mansardes où couchaient
un garçon de peine, nommé Christophe, et la grosse Sylvie, la cuisinière. Outre les sept pensionnaires
internes, madame Vauquer avait,
bon an, mal an, huit étudiants en
Droit ou en Médecine, et deux ou
trois habitués qui demeuraient
dans le quartier, abonnés tous pour
le dîner seulement. La salle contenait à dîner dix-huit personnes et
pouvait en admettre une vingtaine;
mais le matin, il ne s’y trouvait que
sept locataires dont la réunion offrait pendant le déjeuner l’aspect
d’un repas de famille. Chacun descendait en pantoufles, se permettait des observations confidentielles sur la mise ou sur l’air des externes, et sur les événements de la
soirée précédente, en s’exprimant
avec la confiance de l’intimité.
Ces sept pensionnaires étaient
les enfants gâtés de madame
Va u q u e r, q u i l e u r m e s u r a i t a v e c
une précision d’astronome les
soins et les égards, d’après le
c h i ff r e d e l e u r s p e n s i o n s .
U n e m ê m e c o n s i d é r a t i o n a ff e c tait ces êtres rassemblés par le
hasard. Les deux locataires du
second ne payaient que
soixante-douze francs par
mois. Ce bon marché, qui ne se
r e n c o n t r e q u e d a n s l e f a u b o u rg
Por encima de este tercer piso,
estaban; un granero para secar la
ropa y dos buhardillas, donde dormían un mozo, llamado Cristóbal y
la gruesa Silvia, la cocinera. Además de los siete huéspedes fijos, la
señora Vauquer tenía cada año otros
ocho estudiantes de derecho, o de
medicina y dos o tres clientes más,
que vivían en el barrio y que estaban abonados sólo a las comidas. La
sala era ocupada, a la hora de comer, por dieciocho personas y podía admitir hasta veinte; pero, por
la mañana, no había allí más que
siete clientes, cuya reunión tenía el
aspecto, durante el desayuno, de
una comida familiar. Bajaban todos
en zapatillas, se permitían observaciones confidenciales sobre el
modo de vestir o el aspecto de los
externos y sobre los incidentes de la
noche anterior, expresándose con
esa confianza que da la intimidad.
Aquellos siete huéspedes eran los
niños mimados de la señora Vauquer, que les medía, con precisión
de astrólogo, los cuidados y atenciones que les prodigaba, según el precio de sus pensiones.
Una misma consideración
afectaba a estos seres, reunid o s p o r e l a z a r. L o s d o s i n q u i linos del segundo, sólo pagaban setenta y dos francos al
mes. Este precio, tan barato,
que sólo se encuentra en el
Encima de este tercer piso había un desván para tender ropa y
dos buhardillas en las que dormían un criado, llamado
Christophe, y Sylvie, la cocinera
gorda. Además de los siete huéspedes, la señora Vauquer tenía,
un año con otro, ocho estudiante s e n D e r e c h o o M e d i c i n a , y
dos o tres clientes del barrio,
abonados todos únicamente a la
cena. El comedor contenía a esta
hora dieciocho personas y podía
admitir hasta una veintena; mas
p o r la m a ñ a n a n o h a b ía m á s q u e
siete, cuya reunión ofrecía el aspecto de una comida en familia.
Bajaban en zapatillas, y cada
cual se permitía hacer observaciones confidenciales sobre la
facha o sobre la indumentaria de
los externos y sobre los sucesos de
la noche anterior, expresándose
con la confianza de la intimidad.
Estos siete huéspedes eran los niños mimados de la señora
Vauquer, para quienes medía, con
una precisión de astrónomo, los
cuidados y las atenciones según
el precio que pagaban.
Una misma consideración se hacía ante cada uno de aquellos seres reunidos por la casualidad.
Los dos huéspedes del segundo
no pagaban más que setenta y dos
francos por mes. Esta baratura,
que no se encuentra más que en
Above the third story there was a
garret where the linen was hung to
dry, and a couple of attics.
Christophe, the man-of-all-work,
slept in one, and Sylvie, the stout
cook, in the other. Beside the seven
inmates thus enumerated, taking one
year with another, some eight law or
medical students dined in the house,
as well as two or three regular comers who lived in the neighborhood.
There were usually eighteen people
at dinner, and there was room, if need
be, for twenty at Mme. Vauquer’s
table; at breakfast, however, only the
seven lodgers appeared. It was almost
like a family party. Every one came
down in dressing-gown and slippers,
and the conversation usually turned
on anything that had happened the
evening before; comments on the
dress or appearance of the dinner
contingent were exchanged in
friendly confidence.
These seven lodgers were Mme.
Va u q u e r ’s s p o i l e d c h i l d r e n .
Among them she distributed, with
astronomical precision, the exact
proportion of respect and attention
due to the varying amounts they
paid for their board. One single
consideration influenced all these
human beings thrown together by
chance. The two second-floor
lodgers only paid seventy-two
francs a month. Such prices as
these are confined to the Faubourg
9
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
S a i n t - M a r c e l , e n t r e l a B o u r b e f a u b o u rg S a n M a r c e l o , e n t r e l a el arrabal de Saint-Marceau, ene t l a S a l p ê t r i è r e , e t a u q u e l m a - B o u r b e y l a S a l p e t r i è r e , y c u y a tre la Bourbe y la Salpêtrière, y
d a m e C o u t u r e f a i s a i t s e u l e e x - ú n i c a e x c e p c i ó n e r a l a s e ñ o r a de la cual únicamente se excepc e p t i o n , a n n o n c e q u e c e s p e n - C o u t u r e , i n d i c a q u e e s t o s tuaba la señora Couture, anunciasionnaires devaient être sous huéspedes debían estar bajo el ba que estos huéspedes debían
l e p o i d s d e m a l h e u r s p l u s o u p e s o d e d e s g r a c i a s , m á s o m e - estar bajo el peso de desgracias
nos aparentes.
moins apparents.
más o menos aparentes.
Aussi le spectacle désolant que pré- Además el espectáculo desolador El espectáculo desolador que presentait l’intérieur de cette maison que presentaba esta casa, se repetía sentaba el interior de esta casa se
se répétait-il dans le costume de ses en la vestimenta de sus parroquia- repetía en los trajes, igualmente
habitués, également délabrés. Les nos, igual de gastada. Los hombres deteriorados, de los clientes. Los
hommes portaient des redingotes dont llevaban levitas, de color indesci- hombres llevaban levitas de cola couleur était devenue problémati- frable, calzados, como los que se lor problemático, calzado como
que, des chaussures comme il s’en tiran en las esquinas de las calles el que se echa en los rincones de
jette au coin des bornes dans les quar- en los barrios elegantes, ropa in- los barrios elegantes, ropa blantiers élégants, du linge élimé, des vê- terior desgastada, trajes que no ca gastada, trajes a los que no
tements qui n’avaient plus que tenían ya más que el alma. Las quedaba sino el alma. Las mujeres tenían
l’âme. Les femmes avaient des ro- mujeres llevaban vestidos p a s a - vestidos pasados de moda, teñidos,
bes passées reteintes, déteintes, de d o s d e m o d a , r e t e ñ i d o s , d e s - [319] desteñidos y vueltos a reteñir;
vieilles dentelles raccommodées, t e ñ i d o s , v i e j a s p u n t i l l a s z u r c i - viejos encajes re m e n d a d o s ,
des gants glacés par l’usage, des X das, guantes endurecidos* por el X g u a n t e s g a s t a d o s p o r e l
collerettes toujours rousses et des u s o , c u e l l o s s i e m p r e r o j i z o s y u s o , r i b e t e s r o j o s e n e l c u e fichus éraillés. Si tels étaient les m a n t i l l a s c o n e n g a n c h o n e s . l l o y m a n t e l e t a s r o z a d a s . Si
ha b i t s , p r e s q u e t o u s m o n t r a i e n t Pero, si esa era su indumentaria, tales eran las indumentarias, en
d e s c o r p s s o l i d e m e n t c h a r p e n - casi todos tenían cuerpos sólida- cambio, casi todos ellos tenían
t é s , d e s c o n s t i t u t i o n s q u i mente construidos, constituciones c u e r p o s b i e n c o n s t i t u i d o s , q u e
a v a i e n t r é s i s t é a u x t e m p ê t e s d e que habían resistido las tempestades habían resistido las tempestades
l a v i e , d e s f a c e s f r o i d e s , d u r e s , de la vida, rostros fríos, duros, de ras- de la vida. Las caras eran frías,
e ff a c é e s c o m m e c e l l e s d e s é c u s gos borrosos, como los de las mo- duras, gastadas como las de las
d é m o n é t i s é s. L e s b o u c h e s f l é - nedas gastadas. Las bocas marchi- monedas viejas. Las bocas mart r i e s é t a i e n t a r m é e s d e d e n t s tas estaban armadas de dientes ávi- chitas estaban armadas de diena v i d e s . C e s p e n s i o n n a i r e s f a i - dos. Estos pensionistas hacían adi- tes ávidos. Estos huéspedes hasaient pressentir des drames ac- vinar dramas consumados o que es- cían presentir el drama, ya prec o m p l i s o u e n action; non pas de taban sucediendo, no de esos dra- térito, ya en acción; no esos draces drames joués à la lueur des mas que se representan a la luz d e mas representados a la luz de las
rampes, entre des toiles peintes l as c a n d i l e j a s , e n t r e d e c o r a d o s c a n d i l e j a s , e n t r e b a m b a l i n a s ,
mais des drames vivants et muets, p i n t a d o s , s i n o d r a m a s v i v o s y sino esos dramas vivos y mudos,
des drames glacés qui remuaient X m u d o s______ _______ q u e r e m o - e s o s d r a m a s h e l a d o s q u e c o n chaudement le coeur, des drames v í a n c á l i d a m e n t e e l c o r a z ó n , m u e v e n v i v a m e n t e e l c o r a z ó n ,
dramas continuos. [82]
dramas continuos.
continus.
tr. Ellen Marriage
Saint-Marcel and the district between La Bourbe and the
Salpetriere; and, as might be expected, poverty, more or less apparent, weighed upon them all,
Mme. Couture being the sole exception to the rule.
The dreary surroundings were reflected in the costumes of the inmates of the house; all were alike
threadbare. The color of the men’s
coats were problematical; such
shoes, in more fashionable quarters,
are only to be seen lying in the gutter; the cuffs and collars were worn
and frayed at the edges; every limp
article of clothing looked like the ghost
of its former self. The women’s dresses
were faded, o l d - f a s h i o n e d , d y e d
and re-dyed; they wore gloves
that were glazed with hard
wear, much-mended lace, dingy
ruffles, crumpled muslin fichus.
So much for their clothing; but, for
the most part, their frames were
solid enough; their constitutions
had weathered the storms of
l i f e ; t h e i r c o l d , h a r d f a c e s w e re
worn like coins that have been
withdrawn from circulation, but
there were greedy teeth behind the
withered lips. Dramas brought to a
close or still in progress are foreshadowed by the sight of such actors as
these, not the dramas that are played
before the footlights and against a
background of painted canvas, but
dumb dramas of life, frost-bound dramas that sere hearts like fire, dramas
that do not end with the actors’ lives.
* no está bien visualizado la costra abrillantada de la suciedad
La vieille demoiselle Michonneau
gardait sur ses yeux fatigués un crasseux
abat - j o u r e n t a ff e t a s v e r t , c e rclé par du fil d’archal qui aurait
effarouché l’ange de la Pitié. Son
châle à franges maigres et pleurardes
semblait couvrir un squelette, tant
les formes qu’il cachait étaient anguleuses. Quel acide avait dépouillé
cette créature de ses formes féminines? elle devait avoir été jolie et bien
faite: était-ce le vice, le chagrin, la
cupidité? avait-elle trop aimé, avaitelle été marchande à la toilette, ou
seulement courtisane? Expiait-elle
les triomphes d’une jeunesse insolente au-devant de laquelle s’étaient
rués les plaisirs par une vieillesse que
fuyaient les passants? Son regard
blanc donnait froid, sa figure rabougrie
menaçait. Elle avait la voix clairette
d’une cigale criant dans son buisson
aux approches de l’hiver. Elle disait
avoir pris soin d’un vieux monsieur
affecté d’un catarrhe à la vessie et
abandonné par ses enfants, qui
l’avaient cru sans ressource. Ce
vieillard lui avait légué mille francs
La vieja señorita Michonneau,
llevaba sobre los ojos, una astrosa
visera d e t a f e t á n v e r d e , a r m a da con alambre , que habría
espantado al ángel de la Piedad. Su
chal de rayas estrechas y lloronas,
parecía cubrir un esqueleto, de tan
angulosas que eran las formas que
cubría. ¿Qué ácido había despojado
a esta criatura de sus formas femeninas? Debía de haber sido bonita y
bien hecha. ¿Había sido el vicio, la
pena o la avaricia? ¿Había amado
con exceso? ¿Había sido ramera o
sólo cortesana? ¿Expiaba los triunfos de una juventud insolente, ante
la que se habían atropellado los placeres, con una vejez, de la que huían
los transeúntes? Su mirada blanca
daba miedo, su rostro descarnado
amenazaba. Tenía la voz aguda de
una cigarra gritando en su matorral
al aproximarse el invierno. Decía
haber estado cuidando a un señor,
aquejado de catarro en la vejiga y
al que sus hijos habían abandonado,
por creerle sin recursos económicos.
Este viejo le había legado una renta
X La ______ solterona Michonneau llevaX ba sobre sus ojos cansados una _____
visera de tafetán verde ribeteada por un alambre, capaz de
asustar al ángel de la piedad.
X S u c h a l , d e s h i l achado, parecía
cubrir un esqueleto: de tal manera
eran angulosas las formas que cubría. ¿Qué ácido había corroído
X ________ sus formas femeninas?
Debía, sin embargo, haber sido
bonita y bien hecha. ¿Era el vicio,
los desengaños, la avaricia? ¿Había amado demasiado? ¿Había sido
cortesana? ¿Expiaba los triunfos
de una juve n t u d i n s o l e n t e , d a d a
a l p l a c e r, c o n u n a v e j e z q u e
ahuyentaba a los transeúntes?
S u m i r a d a d e s c o l o rida daba frío;
su cara arrugada amenazaba. Tenía
la voz chillona de una cigarra que
canta en su breña al aproximarse
el invierno. Según ella, había cuidado a un viejo señor que padecía
un catarro a la vejiga, y a quien habían abandonado s u s h i j o s
creyéndole sin recursos. Este anciano le había legado mil francos de
10
Mlle. Michonneau, that elderly young
lady, screened her weak eyes from the
daylight by a soiled green silk shade
with a rim of brass, an object fit to
scare away the Angel of Pity himself. Her
shawl, with its scanty, draggled fringe, might
have covered a skeleton, so meagre and angular was the form beneath it. Yet she must
have been pretty and shapely once. What corrosive had destroyed the feminine outlines?
Was it trouble, or vice, or greed? Had she
loved too well? Had she been a secondhand clothes dealer, a frequenter of the
backstairs of great houses, or had she been
merely a courtesan? Was she expiating
the flaunting triumphs of a youth overcrowded with pleasures by an old age in
which she was shunned by every passer-by?
Her vacant gaze sent a chill through you;
her shriveled face seemed like a menace.
Her voice was like the shrill, thin note of the
grasshopper sounding from the thicket
when winter is at hand. She said that
she had nursed an old gentleman, ill of
catarrh of the bladder, and left to die
by his children, who thought that he
had nothing left. His bequest to her, a
life annuity of a thousand francs, was
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
de rente viagère, périodiquement disputés
par les héritiers, aux calomnies desquels
elle était en butte. Quoique le jeu des passions eût ravagé sa figure, il s’y trouvait
encore certains vestiges d’une blancheur et
d’une finesse dans le tissu qui permettaient
de supposer que le corps conservait quelques restes de beauté.
vitalicia de 1.000 francos, que, periódica- renta vital i c i a. _____ ___ _____
mente le disputaban los herederos, hacién- X _____ _________ ________ ___ ____
dola objeto de sus calumnias. Aunque el jue- ____ ______ Aunque las pasiones hago de las pasiones hubiera estragado su ros- bían dejado huellas en su cara, tetro se veían en él, todavía, ciertos vestigios nía todavía vestigios de una blande una blancura y una finura de piel que per- cura y finura de tez que permitían supomitían suponer que el cuerpo conservaba aún ner que el cuerpo conservaba aún algualgunos restos de belleza.
nos restos de belleza.
p er i o d i c a l l y d i s p u t e d b y h i s
h e i r s , w h o m ingled slander with
their persecutions. In spite of the ravages of conflicting passions, her face
retained some traces of its former fairness and fineness of tissue, some vestiges of the physical charms of her
youth still survived.
Monsieur Poiret était une espèce de
mécanique. En l’apercevant s’étendre
comme une ombre grise le long d’une
allée au Jardin des Plantes, la tête couverte d’une vieille casquette flasque,
te n a n t à p e i n e s a c a n n e à
pomme d’ivoire jauni dans sa
main, laissant flotter les pans
f l é t r i s d e sa redingote qui cachait mal une culotte presque
vide, et des jambes en bas bleus qui
flageolaient comme celles d’un homme
ivre, montrant son gilet blanc sale et son
jabot de grosse mousseline recroquevillée qui s’unissait imparfaitement à sa
cravate cordée autour de son cou de
dindon, bien des gens se demandaient
si cette ombre chinoise appartenait à la
race audacieuse des fils de Japhet qui
papillonnent sur le boulevard Italien.
Quel travail avait pu le ratatiner
ainsi? quelle passion avait bistré sa
face bulbeuse, qui, dessinée en caricature, aurait paru hors du vrai? Ce qu’il
avait été? mais peut-être avait-il été employé au Ministère de la Justice, dans le
bureau où les exécuteurs des hautes
oeuvres envoient leurs mémoires de frais,
le compte des fournitures de voiles noirs
pour les parricides, de son pour les paniers, de ficelle pour les couteaux.
Peut-être avait-il été receveur à la
porte d’un abattoir, ou sous-inspecteur
de salubrité. Enfin, cet homme semblait avoir été l’un des ânes de notre
grand moulin social, l’un de ces Ratons parisiens qui ne connaissent
même pas leurs Bertrands, quelque
pivot sur lequel avaient tourné les infortunes ou les saletés publiques, enfin l’un de ces hommes dont nous disons, en les voyant: Il en faut pourtant comme ça. Le beau Paris ignore
ces figures blêmes de souffrances
morales ou physiques.
Mais Paris est un véritable océan. Jetez-y la sonde, vous n’en connaîtrez
jamais la profondeur. Parcourez-le,
décrivez-le! quelque soin que vous
mettiez à le parcourir, à le décrire; quelque nombreux et intéressés que soient
les explorateurs de cette mer, il s’y rencontrera toujours un lieu vierge, un antre inconnu, des fleurs, des perles, des
monstres, quelque chose d’inouï,
oublié par les plongeurs littéraires.
La Maison-Vauquer est une de ces
monstruosités curieuses.
El señor Poiret era una especie de
mecánico. Al verlo derramarse como una
sombra gris a lo largo de una vereda
del Jardín-de-las-Plantas, con la cabeza cubierta por una vieja boina raída,
sosteniendo en la mano, trabajosamente, su bastón con empuñadura de marfil amarillento, dejando flotar los
faldones marchitos de su levita, que
mal cubría un pantalón casi vacío y
unas piernas con medias azules, que
temblequeaban como las de un beodo, mostrando su chaleco blanco sucio y su gorguera de gruesa muselina
rizada, que se unía imperfectamente a
su corbata atada, como una cuerda, a
su cuello de pavo. Mucha gente, se
preguntaba si esta sombra chinesca pertenecía a la raza audaz de los hijos de Jafet (12),
[83] que mariposean por el bulevar italiano.
¿Qué trabajo habría podido acartonarlo
así? ¿Qué pasión había abrillantado su
rostro que habría parecido inverosímil,
si se hubiera hecho de él una caricatura?
¿Qué había sido? Tal vez había estado
empleado en el ministerio de justicia,
en el despacho donde los ejecutores
de las penas capitales, mandan sus facturas, la cuenta de los velos negros
para los parricidas, salvado para los
cestos, la cuerda para las cuchillas
(13). Tal vez había sido cobrador a la
puerta de un matadero o subinspector
de sanidad. En una palabra, este hombre, parecía uno de los burros de nuestro gran molino social, uno de esos Ratones parisinos que ni siquiera conocen
a sus Bertrandt (14) algún pivote, alrededor del cual, habían girado las desgracias o las suciedades públicas, en
fin, uno de esos hombres de los que decimos al verlos: sin embargo, hace falta
gente como ésta. El buen París ignora esos
rostros, pálidos de sufrimientos morales
o físicos.
Pero París es un verdadero océano,
echad la sonda en él, jamás conoceréis su profundidad. Recórranlo, descríbanlo. Por mucho cuidado que tengan en recorrerlo o en describirlo; por
muy numerosos e interesados que sean
los exploradores de este mar, siempre
se hallará en él, un lugar virgen, un
antro desconocido, flores, perlas,
monstruos, algo inaudito, olvidado
por los submarinistas literarios.
La casa Vauquer es una de esas
monstruosidades curiosas.
El señor Poiret era una especie de
mecánico. Viéndole deslizarse como
una sombra gris a lo largo de un paseo
[320] del jardín de plantas, la cabeza
cubierta con una gorra vieja y raída,
sosteniendo apenas su bastón de
mango de marfil, que la mano había
amarilleado; dejando flotar los
faldones arrugados de su levita, que
ocultaba mal unos pantalones, casi
vacíos, y las piernas con medias azules que titubeaban como las de un
borracho; mostrando su chaleco blanco, sucio, su cuello arrugado, que se
unía imperfectamente a su corbata
arrollada alrededor de su cuello de
pavo, muchas gentes se preguntaban
si esta sombra chinesca pertenecía a
la raza audaz de los hijos de Jafet que
pululan por el boulevard Italiano. ¿Qué
trabajo había podido acartonarle
así? ¿Qué pasión había desfigurado su
faz bulbosa que, dibujada en caricatura, hubiera parecido inverosímil?
¿Qué había sido? Quizá empleado
en el ministerio de Justicia, en la
oficina a la que envían sus minutas
los magistrados, las cuentas de provisiones de velos negros para los
parricidas, de salvados para los cestos, de cuerdas para las cuchillas.
Acaso había sido recaudador a la
puerta de algún matadero, o
subinspector de salubridad. En fin,
este hombre parecía haber sido un
asno de nuestro gran molino social,
uno de esos ratones parisienses que
ni siquiera conocen sus Bertranes,
algún eje sobre el que habían girado las desgracias o las porquerías
públicas; en fin, uno de esos hombres a quienes decimos al verlos:
El todo París ignora estas figuras
lívidas de sufrimientos morales o
físicos.
Pero París es un verdadero océano.
Ya podéis echar la sonda: nunca encontraréis fondo. Recorredlo,
describidlo. Por mucho cuidado que
en esto pongáis, por numerosos y
tenaces que sean los exploradores
de este mar, siempre se encontrará
un lugar virgen, un antro desconocido que descubra flores, perlas,
monstruos, algo extraordinario olvidado por los bazos literarios.
La casa Vauquer es una de esas
monstruosidades curiosas. [321]
M. Poiret was a sort of automaton.
He might be seen any day sailing like
a gray shadow along the walks of the
Jardin des Plantes, on his head a
shabby c a p , a c a n e w i t h a n o l d
yellow ivory handle in the tips of
his thin fingers; the outspread
skirts of his threadbare overcoat
failed to conceal his meagre figure; hisbreecheshunglooselyonhisshrunken
limbs; the thin, blue-stockinged legs
trembled like those of a drunken man;
there was a notable breach of continuity between the dingy white waistcoat
and crumpled shirt frills and the cravat twisted about a throat like a
turkey gobbler’s; altogether, his appearance set
people wondering whether this outlandish ghost belonged to the audacious race of the sons of Japhet
who flutter about on the Boulevard Italien. What
devouring kind of toil could have so shriveled
him? What devouring passions had darkened that bulbous countenance, which would
have seemed outrageous as a caricature?
What had he been? Well, perhaps he
had been part of the machinery of justice, a clerk in the office to which the
executioner sends in his accounts,—
so much for providing black veils for
parricides, so much for sawdust, so
much for pulleys and cord for the knife.
Or he might have been a receiver at
the door of a public slaughter-house,
or a sub-inspector of nuisances. Indeed, the man appeared to have been
one of the beasts of burden in our great
social mill; one of those Parisian
Ratons whom their Bertrands do not
even know by sight; a pivot in the
obscure machinery that disposes of
misery and things unclean; one of
those men, in short, at sight of whom
we are prompted to remark that, “After
all, we cannot do without them.”
Stately Paris ignores the existence
of these faces bleached by moral or
physical suffering; but, then, Paris is
in truth an ocean that no line can
plumb. You may survey its surface and
describe it; but no matter how numerous and painstaking the toilers in this
sea, there will always be lonely and
unexplored regions in its depths, caverns unknown, flowers and pearls and
monsters of the deep overlooked or
forgotten by the divers of literature.
The Maison Vauquer is one of these
curious monstrosities.
Deux figures y formaient un contraste
Dos figuras formaban allí un contraste
Dos figuras contrastaban fuerte-
Two, however, of Mme. Vauquer’s board-
8
11
Balzac’s Goriot
frappant avec la masse des pensionnaires et des habitués. Quoique mademoiselle Victorine Taillefer eût une blancheur maladive semblable à celle des
jeunes filles attaquées de chlorose, et
qu’elle se rattachât à la souffrance générale qui faisait le fond de ce tableau
par une tristesse habituelle, par une contenance gênée, par un air pauvre et grêle,
néanmoins son visage n’était pas vieux,
ses mouvements et sa voix étaient agiles. Ce jeune malheur ressemblait à un
arbuste aux feuilles jaunies, franchement planté dans un terrain contraire.
Sa physionomie roussâtre, ses cheveux d’un blond fauve, sa taille trop
mince, exprimaient cette grâce que les
poètes modernes trouvaient aux statuettes du Moyen Age. Ses yeux gris
mélangés de noir exprimaient une
douceur, une résignation chrétiennes.
Ses vêtements simples, peu coûteux,
trahissaient des formes jeunes. Elle
était jolie par juxtaposition. Heureuse,
elle eût été ravissante: le bonheur est
la poésie des femmes, comme la toilette en est le fard. Si la joie d’un bal
eût reflété ses teintes rosées sur ce
visage pâle; si les douceurs d’une
vie élégante eussent rempli,
eussent vermillonné ces joues
déjà légèrement creusées; si l’amour
eût ranimé ces yeux tristes, Victorine
aurait pu lutter avec les plus belles
jeunes filles. Il lui manquait ce qui
crée une seconde fois la femme, les
chiffons et les billets doux.
Son histoire eût fourni le sujet d’un
livre. Son père croyait avoir des raisons pour ne pas la reconnaître, refusait de la garder près de lui, ne lui
accordait que six cents francs par an,
et avait dénaturé sa fortune, afin de
pouvoir la transmettre en entier à son
fils. Parente éloignée de la mère de
Victorine, qui jadis était venue mourir de désespoir chez elle, madame
Couture prenait soin de l’orpheline
comme de son enfant. Malheureusement la veuve du Commissaire-Ordonnateur des armées de la République ne possédait rien au monde que
son douaire et sa pension; elle pouvait laisser un jour cette pauvre fille,
sans expérience et sans ressources, à
la merci du monde. La bonne femme
menait Victorine à la messe tous les
dimanches, à confesse tous les quinze
jours, afin d’en faire à tout hasard
une fille pieuse. Elle avait raison. Les
sentiments religieux offraient un avenir à cet enfant désavoué, qui aimait
son père, qui tous les ans s’acheminait chez lui pour y apporter le pardon de sa mère; mais qui, tous les
ans, se cognait contre la porte de la
maison paternelle, inexorablement
fermée. Son frère, son unique médiateur, n’était pas venu la voir une seule
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
sorprendente, con la masa de los pensio- mente con la masa de huéspedes y
nistas y de los clientes. Aunque la seño- de abonados. Victorine Taillefer,
rita Victorina Taillefer tuviera una blan- que aunque de una blancura enfercura enfermiza, semejante a las de las miza, parecida a la de esas muchajóvenes aquejadas de clorosis, y que chas atacadas de clorosis, y aunque
estuviese unida al sufrimiento general, por su tristeza habitual, por su aire
que formaba el fondo de aquel cuadro, tímido, pobre y raquítico, armonipor una tristeza habitual, por un aspecto zara con el sufrimiento general que
cohibido, por un aire pobre y frágil, sin formaba el fondo del cuadro, tenía,
embargo su rostro no era viejo, sus sin embargo, una faz juvenil, voz
movimientos y su voz eran ágiles. Esta agradable y movimientos ágiles.
desgraciada joven parecía un árbol de Parecía uno de esos arbustos de hohojas amarillas, recién plantado en un jas amarillentas, prematuramente
terreno poco propicio. Su rostro son- plantado en un terreno inadecuado.
rosado, sus cabellos de un rubio leo- Su tez rojiza, sus cabellos de un runado, su cintura demasiado [84] es- bio pálido, su talle demasiado delgatrecha, expresaban esa gracia que los do, tenían esa gracia que los poetas
poetas modernos veían en las modernos encuentran a las estatuas
estatuillas medievales. Sus ojos gri- de la Edad Media. Sus ojos, entre
ses moteados de negro expresaban una grises y negros, tenían dulzura y redulzura, una resignación cristianas. Su signación cristianas. Sus vestidos,
ropa sencilla, barata, traicionaba for- simples y baratos, dibujaban sus formas jóvenes. Era bonita por yuxtapo- mas juveniles. Parecía bonita por
sición. Feliz, hubiera resultado des- yuxtaposición. Feliz, hubiera sido
lumbrante: la felicidad es la poesía de encantadora: la felicidad es la poelas mujeres, así como el vestido es su sía de las mujeres como el atavío es
maquillaje. Si la alegría de un baile su adorno. Si la alegría de un baile
hubiese reflejado sus tonos rosados en hubiera reflejado sus tintes rosados
aquel rostro pálido; si las mieles de sobre aquella faz pálida; si las duluna vida elegante hubieran llenado y zuras de una vida elegante hubieran
hubieran coloreado aquellas mejillas llenado y coloreado aquellas mejillas,
ya ligeramente hundidas; si el amor un tanto hundidas; si el amor hubiera
hubiera reanimado aquellos ojos tristes, reanimado aquellos ojos tristes,
Victorina habría podido competir con Victorine hubiera podido competir con
las jóvenes más bellas. Le faltaba las muchachas más bonitas. Le faltaba
aquello que crea por segunda vez a la aquello que crea por segunda vez a la muX jer: los afeites y las cartas amorosas.
mujer: trapos y cartas de amor.
Su historia habría sido materia para Su historia podía ser el motivo de un
un libro. Su padre creía tener razo- libro. Su padre creía tener razones
nes para no reconocerla. No quería para no reconocerla y rehusaba tenertenerla junto a él. No le concedía la consigo. No le pasaba más que
más que seiscientos francos al año seiscientos francos por año, y había
y había ocultado su fortuna, para desnaturalizado su fortuna con el fin
poder legársela entera a su hijo. Pa- de poderla dejar íntegra a su hijo. Par i e n t e l e j a n a d e l a m a d r e d e riente lejana de la madre de
Victorina, que había ido a morir de Victorine, que vino a morir de desdesesperación a su casa, la señora esperación a su casa, la señora de
Couture cuidaba de la huérfana Couture cuidaba de la huérfana como
como de una hija. Por desgracia la si fuera su propia hija. Desgraciadaviuda del comisario ordenador de mente, la viuda del comisario ordepagos, de los ejércitos de la Repú- nador de los ejércitos de la Repúbliblica, no poseía en este mundo nada ca no poseía en el mundo más que su
más que su viudedad y su pensión; viudez y su pensión. Un día podía
podía dejar un día a esta pobre chi- dejar a la ventura a [322] esta pobre
ca, sin experiencia y sin recursos, a muchacha sin experiencia y sin recurla merced del mundo. La buena mujer sos. La buena mujer llevaba a
llevaba a Victorina a misa todos los do- Victorine todos los domingos a misa,
mingos, a confesarse cada quince días, y cada quince días a confesar, con el
para hacer de ella, en cualquier caso, X fin de hacerla _________ una muchauna chica piadosa. Tenía razón. Los cha piadosa. Tenía razón. Los sentisentimientos religiosos ofrecían un mientos religiosos ofrecían un porveporvenir a esa hija postergada, que nir a esta criatura abandonada que
amaba a su padre y que todos los años amaba a su padre, y que todos los años
iba a verlo para llevarle el perdón de se encaminaba a casa de éste para imsu madre; pero que, todos los años, plorarle el perdón de su madre; pero
se estampaba contra la puerta de la encontraba la puerta de la casa pacasa paterna, inexorablemente cerra- terna inexorablemente cerrada. Su
da. Su hermano, su único mediador, hermano, su único mediador, no hano había venido a verla ni una sola vez bía venido a verla ni una vez en cua12
tr. Ellen Marriage
ers formed a striking contrast to the rest. There
was a sickly pallor, such as is often seen in
anaemic girls, in Mlle. Victorine Taillefer’s
face; and her unvarying expression of sadness, like her embarrassed manner and
pinched look, was in keeping with the general wretchedness of the establishment in
the Rue Nueve-Saint-Genevieve, which
forms a background to this picture; but her
face was young, there was youthfulness in
her voice and elasticity in her movements.
This young misfortune was not unlike a shrub,
newly planted in an uncongenial soil, where
its leaves have already begun to wither.
The outlines of her figure, revealed
by her dress of the simplest and
cheapest materials, were also youthful. There was the same kind of
charm about her too slender form,
her faintly colored face and lightbrown hair, that modern poets find
in mediaeval statuettes; and a sweet
expression, a look of Christian resignation in the dark gray eyes. She
was pretty by force of contrast; if she
had been happy, she would have
been charming. Happiness is the poetry of
woman, as the toilette is her tinsel. If the delightful excitement of a ball had made the pale face
glow with color; if the delights of a luxurious life
had brought the color to the wan cheeks that were
slightly hollowed already; if love had put
light into the sad eyes, then
Victorine might have ranked among the
fairest; but she lacked the two things
which create woman a second time—
pretty dresses and love-letters.
A book might have been made of her
story. Her father was persuaded that he
had sufficient reason for declining to acknowledge her, and allowed her a bare six
hundred francs a year; he had further taken
measures to disinherit his daughter, and
had converted all his real estate into personalty, that he might leave it undivided
to his son. Victorine’s mother had died
broken-hearted in Mme. Couture’s house;
and the latter, who was a near relation,
had taken charge of the little orphan. Unluckily, the widow of the commissarygeneral to the armies of the Republic had
nothing in the world but her jointure and
her widow’s pension, and some day she
might be obliged to leave the helpless,
inexperienced girl to the mercy of the
world. The good soul, therefore, took
Victorine to mass every Sunday, and to
confession once a fortnight, thinking that,
in any case, she would bring up her ward to
be devout. She was right; religion offered a
solution of the problem of the young girl’s
future. The poor child loved the father who
refused to acknowledge her. Once every
year she tried to see him to deliver her
mother’s message of forgiveness, but every year hitherto she had knocked at that door
in vain; her father was inexorable. Her
brother, her only means of communication, had not come to see her for four
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tr. de J. Zuazagpoitia
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fois en quatre ans, et ne lui envoyait
aucun secours. Elle suppliait Dieu de
dessiller les yeux de son père, d’attendrir le coeur de son frère, et priait
pour eux sans les accuser. Madame
Couture et madame Vauquer ne trouvaient pas assez de mots dans le dictionnaire des injures pour qualifier
cette conduite barbare. Quand elles
maudissaient ce millionnaire infâme,
Victorine faisait entendre de douces
paroles, semblables au chant du
gros pigeon sauvage
ramier blessé, dont le cri de douleur
exprime encore l’amour.
en cuatro años, y no le enviaba tampoco ninguna ayuda. Ella suplicaba a
Dios que abriera los ojos de su padre,
que enterneciera el corazón de su hermano y rogaba por ellos sin acusarlos.
La señora Couture y la señora Vauquer
no encontraban bastantes palabras, en
el diccionario de los insultos, para calificar aquel comportamiento bárbaro.
Cuando ellas maldecían a aquel infame millonario, Victorina dejaba oír
dulces palabras, semejantes al canto de
la paloma herida, cuyo grito de dolor
sigue expresando amor.
tro años, y no la enviaba ningún socorro. Ella suplicaba a Dios que abriera los ojos a su padre, que enterneciese el corazón de su hermano, y rogaba por ellos sin acusarlos. En cambio
la señora Couture y la señora Vauquer
no encontraban en el diccionario de
las injurias palabras bastantes para calificar tan bárbara conducta. Cuando
estas dos señoras maldecían a aquel
millonario infame, Victorine dejaba
oír dulces palabras parecidas al canto
de la torcaz herida cuyo grito doloroso expresa todavía el amor.
years, and had sent her no assistance;
yet she prayed to God to unseal her
father ’s eyes and to soften her
brother’s heart, and no accusations
mingled with her prayers. Mme. Couture and Mme. Vauquer exhausted the
vocabulary of abuse, and failed to
find words that did justice to the
banker ’s iniquitous conduct; but
while they heaped execrations on the
millionaire, Victorine’s words were
as gentle as the moan of the wounded
dove, and affection found expression even in
the cry drawn from her by pain.
Eugène de Rastignac avait un visage tout méridional, le teint blanc,
des cheveux noirs, des yeux bleus. Sa
tournure, ses manières, sa pose habituelle dénotaient le fils d’une famille
noble, où l’éducation première
n’avait comporté que des traditions
de bon goût. S’il était ménager de ses
habits, si les jours ordinaires il achevait d’user les vêtements de l’an
passé, néanmoins il pouvait sortir
quelquefois mis comme l’est un jeune
homme élégant. Ordinairement il
portait une vieille redingote, un
mauvais gilet, la méchante cravate
noire, flétrie, mal nouée de l’Etudiant, un pantalon à l’avenant et
garnir de semelles neuves
des bottes ressemelées.
Eugenio de Rastignac tenía un
Eugéne de Rastignac tenía una carostro completamente meridional, beza completamente meridional: tez
piel blanca, cabello negro, ojos blanca, pelo negro y ojos azules. Su
azules. Su talante, sus modales, su apostura, sus maneras, su actitud haactitud habitual, denotaban al hijo bitual descubrían al hijo de una fade una familia noble, cuya prime- milia noble, cuya primera educación
ra educación no comprendía más estaba colmada de tradiciones de
que tradiciones de buen gusto. Si buen gusto. Aunque le fuera necesacuidaba su ropa, si los días de dia- rio cuidar extremadamente su ropa,
rio, acababa de [85] gastar los tra- y los días laborables tenía que acajes del año anterior, sin embargo, bar de usar las ropas del año anterior,
podía salir a veces, tan arreglado, algunas veces podía salir vestido a la
como un joven elegante. Normal- manera de un joven elegante. Ordinamente, llevaba una vieja levita, un riamente llevaba una vieja levita, un mal
mal chaleco, la mala corbata ne- chaleco, la ____ corbata negra, raída y
gra marchita, mal anudada, del estu- X estropeada ______ ____ del estudiante, un pantalón de acuerdo con el X diante, botas re m e n d a d a s y u n
pantalón a juego con el todo.
resto y botas con medias suelas.
Eugene de Rastignac was a thoroughly southern type; he had a fair
complexion, blue eyes, black hair.
I n h i s f i g u r e , m a n n e r, a n d h i s
whole bearing it was easy to see
that he had either come of a noble
family, or that, from his earliest
childhood, he had been gently
bred. If he was careful of his wardr o b e , o n l y t a k i n g l a s t y e a r ’s
clothes into daily wear, still upon
occasion he could issue forth as a
young man of fashion. Ordinarily he
wore a shabby coat and w a i s t c o a t , t h e l i m p b l a c k c r a v at,
untidily knotted, that students affect, trousers that matched the rest of his costume,
and boots that had been resoled.
Entre ces deux personnages et les
autres, Vautrin, l’homme de quarante
ans, à favoris peints, servait de transition. Il était un de ces gens dont le peuple dit: Voilà un fameux gaillard! Il avait
les épaules larges, le buste bien développé, les muscles apparents, des mains
épaisses, carrées et fortement marquées
aux phalanges par des bouquets de poils
touffus et d’un roux ardent. Sa figure,
rayée par des rides prématurées, offrait des signes de dureté que démentaient ses manières souples et liantes.
Sa voix de basse-taille, en harmonie
avec sa grosse gaieté, ne déplaisait
point. Il était obligeant et rieur. Si
quelque serrure allait mal, il l’avait
bientôt démontée, rafistolée, huilée, limée, remontée, en disant: Ça
me connaît. « Il connaissait tout
d’ailleurs, les vaisseaux, la mer, la
France, l’étranger, les affaires, les
hommes, les événements, les lois, les
hôtels et les prisons. Si quelqu’un se
plaignait par trop, il lui offrait aussitôt ses services. Il avait prêté plusieurs
fois de l’argent à madame Vauquer et
à quelques pensionnaires; mais ses
obligés seraient morts plutôt que de
ne pas le lui rendre, tant, malgré son
air bonhomme, il imprimait de
crainte par un certain regard profond
et plein de résolution. A la manière
dont il lançait un jet de salive, il annonçait un sang-froid imperturbable
Entre esos dos personajes y los demás, Vautrin el cuarentón, con sus bigotes teñidos, servía de transición. Era
uno de esos tipos de los que el pueblo
decía: «¡ahí va un buen tipo!». Tenía
los hombros anchos, el tórax bien desarrollado, músculos aparentes, manos
grandes, cuadradas y muy marcadas en
las falanges por matas de pelo espeso
y de un rojo ardiente. Su rostro, rayado por arrugas prematuras, ofrecía signos de dureza, que desmentían sus maneras suaves y afables. Su voz de bajo,
en armonía con su basta alegría, no resulta antipática. Era servicial y risueño. Si alguna cerradura funcionaba
mal, ya estaba él desmontándola inmediatamente, arreglándola, engrasándola, limándola y volviéndola a montar,
diciendo: «¡Esto es lo mío!» Por lo
demás, sabía de codo: de barcos, de
mar, de Francia, del extranjero, de negocios, de hombres, de acontecimientos, de leyes, de hoteles y de cárceles.
Si alguien se quejaba demasiado, le
ofrecía enseguida sus servicios. Había
prestado dinero, varias veces, a la señora Vauquer y a algunos huéspedes.
Pero sus deudores habrían muerto, antes que dejar de devolverle lo prestado, tanto miedo inspiraba a pesar de
su aire bonachón, con una mirada profunda y llena de resolución. Por la forma en que lanzaba un chorro de saliva,
anunciaba una sangre fría imperturba-
Vautrin (the man of forty with the dyed
whiskers) marked a transition stage between these two young people and the
others. He was the kind of man that calls
forth the remark: “He looks a jovial sort!”
He had broad shoulders, a well-developed
chest, muscular arms, and strong squarefisted hands; the joints of his fingers were
covered with tufts of fiery red hair. His
face was furrowed by premature
wrinkles; there was a certain hardness
about it in spite of his bland and insinuating manner. His bass voice was by
no means unpleasant, and was in keeping
with his boisterous laughter. He was always obliging, always in good spirits; if
anything went wrong with one of the
locks, he would soon unscrew it, take it
to pieces, file it, oil and clean and set it in
order, and put it back in its place again; “I
am an old hand at it,” he used to say. Not
only so, he knew all about ships, the sea,
France, foreign countries, men, business,
law, great houses and prisons,—there was
nothing that he did not know. If any one
complained rather more than usual, he
would offer his services at once. He had
several times lent money to Mme.
Vauquer, or to the boarders; but, somehow,
those whom he obliged felt that they would
sooner face death than fail to repay him; a
certain resolute look, sometimes seen on his
face, inspired fear of him, for all his appearance of easy good-nature. In the way he spat
there was an imperturbable coolness which
9
Vautrin, el hombre de cuarenta años, era el tipo de transición
entre éstos y los demás personajes. Era uno de esos hombres de
los que dice el pueblo: «¡Vaya un
tío!» Era [323] ancho de espaldas,
el torso bien desarrollado, músculos fuertes, manos gruesas,
cuadradas, con un vello es p e s o y
rojizo en las falanges de los dedos. Su cara,
surcada de arrugas prematuras, ofrecía rasgos
de una dureza que contrastaban con sus modales ligeros y graciosos. Su voz grave, que
armonizaba con su gran alegría, tenía
un timbre agradable. Era atento y risueño. Si alguna cerradura se descomponía, en seguida la desmontaba, la componía, la daba aceite y la
volvía a montar, diciendo: «Esto es
cosa mía.» Además era entendido en
todo: los barcos, el mar, Francia, el
extranjero, los negocios, los hombres, los acontecimientos, las leyes,
los palacios y las cárceles. Si alguien se quejaba de algo, le ofrecía
inmediatamente sus servicios. Había
prestado varias veces dinero a la señora Vauquer y a algunos huéspedes;
pero sus deudores hubieran muerto
antes que no devolvérselo: de tal manera les atemorizaba con su mirada
profunda y llena de resolución, a pesar
de su aire de buen hombre. Por la manera que tenía de escupir, se veían que
tenía una serenidad imperturbable que
13
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qui ne devait pas le faire reculer devant un crime pour sortir d’une position équivoque.
Comme un juge sévère, son oeil
semblait aller au fond de toutes les
questions, de toutes les consciences, de tous les sentiments. Ses
moeurs consistaient à sortir après le
déjeuner, à revenir pour dîner, à décamper pour toute la soirée, et à
rentrer vers minuit, à l’aide d’un
passe-partout que lui avait confié
madame Vauquer. Lui seul jouissait
de cette faveur. Mais aussi était-il
au mieux avec la veuve, qu’il appelait maman en la saisissant par la
taille, flatterie peu comprise! La
bonne femme croyait la chose encore facile, tandis que Vautrin seul
avait les bras assez longs pour presser cette pesante circonférence.
Un trait de son caractère était de
payer généreusement quinze francs
par mois pour le gloria qu’il prenait
au dessert. Des gens moins superficiels que ne l’étaient ces jeunes gens
emportés par les tourbillons de la vie
parisienne, ou ces vieillards indifférents à ce qui ne les touchait pas directement, ne se seraient pas arrêtés
à l’impression douteuse que leur causait Vautrin. Il savait ou devinait les
affaires de ceux qui l’entouraient,
tandis que nul ne pouvait pénétrer ni
ses pensées ni ses occupations. Quoiqu’il eût jeté son apparente bonhomie, sa constante complaisance et sa
gaieté comme une barrière entre les
autres et lui, souvent il laissait percer
l’épouvantable profondeur de son caractère. Souvent une boutade digne de
Juvénal, et par laquelle il semblait se
complaire à bafouer les lois, à fouetter la haute société, à la convaincre
d’inconséquence avec elle-même,
devait faire supposer qu’il gardait
rancune à l’état social, et qu’il y
avait au fond de sa vie un mystère
soigneusement enfoui.
ble, que no debía hacerle retroceder no debía hacerle recular ni ante un criante un crimen, para salir de una posi- men con tal de salir de una situación
ción equívoca.
equívoca.
Como un juez severo, su mirada pareSu mirada, como la de un juez secía ir hasta el fondo de todas las cues- vero, parecía llegar al fondo de todas
tiones, de todas las conciencias, de to- las cuestiones, de todas las conciencias,
dos los sentimientos. Sus costumbres de todos los sentimientos. Sus costumconsistían en salir después del desayu- bres consistían en salir después de la
no, volver para comer, largarse para comida, volver para cenar, vuelta a satoda la tarde y volver hacia media no- lir y retirarse a eso de media noche,
che, entrando con un llavín, que le ha- abriendo con un llavín que la señora
bía dado la señora Vauquer. Era el úni- Vauquer le había confiado. Era el único que disfrutaba de tal privilegio. Pero co que tenía este privilegio. Para eso
también era el que mejor se llevaba con era quien gozaba de más predicamenla viuda, a la que llamaba mamá, co- to con la viuda, a quien llamaba mamá,
giéndola por la cintura, ¡adulación mal cogiéndola por la cintura. Halago, en
comprendida! La buena mujer creía verdad, poco comprensible. La buena
aquello aún fácil, mientras que única- mujer creía que aquello era fácil, cuanmente Vautrin tenía los brazos lo do sólo los brazos de Vautrin eran lo
bastante largos para estrechar aque- suficientemente largos para poder abraX zar tal ______ circunferencia.
lla pesada circunferencia.
Un rasgo de su carácter era pagar ge- Un rasgo de su carácter era el de panerosamente quince francos al mes por gar generosamente cinco francos
el carajillo que tomaba con el postre. [324] al mes por el café con aguardienPersonas menos superficiales, de lo que te que tomaba después de comer. Generan aquellos jóvenes arrastrados por tes menos superficiales que aquellos
los torbellinos de la vida parisina, o jóvenes arrastrados por el torbellino de
aquellos viejos indiferentes para lo que la vida parisiense, o que aquellos vieno les afectaba directamente, no se jos indiferentes a todo cuanto no les
habrían quedado con la impresión du- atañera directamente, no se hubiedosa que les causaba Vautrin. Él sabía ran contentado con la impresión duo adivinaba [86] los asuntos de los que dosa que les daba Vautrin. Mientras
le rodeaban, mientras que nadie podía él conocía o adivinaba los negocios
penetrar, ni sus pensamientos, ni sus de los que le rodeaban, nadie podía
ocupaciones. Aunque hubiera inter- conocer ni sus pensamientos ni sus
puesto su aparente campechanía, su ocupaciones. Aunque vivía atrincheconstante complacencia y su alegría, rado detrás de su aparente honradez,
como una barrera, entre los demás y de su constante amabilidad y alegría,
él, a menudo, dejaba entrever la espan- alguna vez se adivinaba la enorme
tosa profundidad de su carácter. A me- profundidad de su carácter. A menunudo, una salida digna de Juvenal (15), do una salida digna de Juvenal, con
y con la que parecía complacerse en l a q u e p a r e c í a c o m p l a c e r s e e n
escarnecer las leyes, en hostigar a escarnecer las leyes o fustigar la
la alta sociedad, en convencerla de alta sociedad y en acusarla de ininconsecuencia con ella misma, de- c o n s e c u e n c i a c o n s i g o m i s m a ,
bía hacer suponer que le tenía odio a hacía suponer que odiaba el esla sociedad establecida, y que había, tado social y que había en el fonen el fondo de su vida, un misterio d o d e s u v i d a a l g ú n m i s t e r i o
celosamente guardado.
cuidadosamente guardado.
seemed to indicate that this was a man who
would not stick at a crime to extricate himself from a false position.
His eyes, like those of a pitiless judge,
seemed to go to the very bottom of all
questions, to read all natures, all feelings
and thoughts. His habit of life was very
regular; he usually went out after breakfast, returning in time for dinner, and disappeared for the rest of the evening, letting himself in about midnight with a
latch key, a privilege that Mme. Vauquer
accorded to no other boarder. But then
he was on very good terms with the
widow; he used to call her “mamma,”
and put his arm round her waist, a piece
of flattery perhaps not appreciated to the
full! The worthy woman might imagine
this to be an easy feat; but, as a matter of
fact, no arm but Vautrin’s was long
enough to encircle her.
It was a characteristic trait of his generously to pay fifteen francs a month for
the cup of coffee with a dash of brandy
in it, which he took after dinner. Less superficial observers than young men
engulfed by the whirlpool of Parisian life,
or old men, who took no interest in anything that did not directly concern them,
would not have stopped short at the
vaguely unsatisfactory impression that
Vautrin made upon them. He knew or
guessed the concerns of every one about
him; but none of them had been able to
penetrate his thoughts, or to discover his
occupation. He had deliberately made his
apparent good-nature, his unfailing readiness to oblige, and his high spirits into a
barrier between himself and the rest of
them, but not seldom he gave glimpses of
appalling depths of character. He seemed
to delight in scourging the upper classes
of society with the lash of his tongue,
to take pleasure in convicting it of inconsistency, in mocking at law and order
with some grim jest worthy of Juvenal, as
if some grudge against the social system
rankled in him, as if there were some mystery
carefully hidden away in his life.
Attirée, peut-être à son insu, par la
force de l’un ou par la beauté de l’autre,
mademoiselle Taillefer partageait ses regards furtifs, ses pensées secrètes, entre ce quadragénaire et le jeune étudiant; mais aucun d’eux ne paraissait
songer à elle, quoique d’un jour à
l’autre le hasard pût changer sa position et la rendre un riche parti.
D’ailleurs aucune de ces personnes
ne se donnait la peine de vérifier si
les malheurs allégués par l’une d’elles étaient faux ou véritables. Toutes
avaient les unes pour les autres une
indifférence mêlée de défiance qui
résultait de leurs situations respectives. Elles se savaient impuissantes à
soulager leurs peines, et toutes
avaient en se les contant épuisé la
Atraída, quizás sin darse cuenta, por
la fuerza del uno, o por la belleza del
otro, la señorita Taillefer, repartía sus
miradas furtivas, _____ _____entre
este cuarentón y el joven estudiante;
pero ninguno de los dos, parecía fijarse en ella, a pesar de que un día u
otro, el azar pudiera cambiar su posición y convertirla en un buen partido.
Además, ninguna de aquellas personas se tomaba la molestia de comprobar, si las desgracias alegadas por una
de ellas eran falsas o verdaderas. Todas tenían, unas hacia otras, una indiferencia, mezclada con desconfianza,
que era el resultado de sus respectivas situaciones personales. Se sabían
impotentes para remediar sus penas y
todos habían agotado al contárselas la
Mlle. Taillefer felt attracted, perhaps unconsciously, by the strength of the one man,
and the good looks of the other; her stolen
glances and secret thoughts were divided
between them; but neither of them seemed
to take any notice of her, although some day
a chance might alter her position, and she
would be a wealthy heiress. For that matter,
there was not a soul in the house who took
any trouble to investigate the various
chronicles of misfortunes, real or imaginary,
related by the rest. Each one regarded the
others with indifference, tempered by suspicion; it was a natural result of their relative positions. Practical assistance not one
could give, this they all knew, and they had
long since exhausted their stock of condolence over previous discussions of their
grievances. They were in something the
10
Atraída, tal vez sin saberlo, por la
fuerza del uno y por la hermosura del
otro, la señorita Taillefer repartía sus
miradas furtivas _____ ____ entre este
cuarentón y el joven estudiante; pero
ninguno de los dos parecían pensar en
ella, aunque algún día el azar podía hacerla cambiar de posición y convertirla
en un buen partido. Además, ninguno
de estos personajes se molestaba en
averiguar si las desgracias alegadas por los demás eran falsas o verdaderas. Tenían los unos por los
otros una indiferencia, mezclada
de desconfianza, que nacía de sus
situaciones respectivas. Se reconocían impotentes para aliviar sus penas
y habían apurado la copa de las lamentaciones al relatárselas. Parecidos a los
14
Balzac’s Goriot
coupe des condoléances. Semblables
à de vieux époux, elles n’avaient plus
rien à se dire. Il ne restait donc entre
elles que les rapports d’une vie mécanique, le jeu de rouages sans huile.
Toutes devaient passer droit dans la
rue devant un aveugle, écouter sans
émotion le récit d’une infortune, et
voir dans une mort la solution d’un
problème de misère qui les rendait
froides à la plus terrible agonie.
La plus heureuse de ces âmes désolées était madame Vauquer, qui trônait dans cet hospice libre. Pour elle
seule ce petit jardin, que le silence
et le froid, le sec et l’humide faisaient vaste comme un steppe, était
un riant bocage. Pour elle seule cette
maison jaune et morne, qui sentait
le vert-de-gris du comptoir, avait des
délices. Ces cabanons* lui appartenaient. Elle nourrissait ces forçats
acquis à des peines perpétuelles, en
exerçant sur eux une autorité respectée. Où ces pauvres êtres auraientils trouvé dans Paris, au prix où elle
les donnait, des aliments sains, suffisants, et un appartement qu’ils
étaient maîtres de rendre, sinon élégant ou commode, du moins propre
et salubre? Se fût-elle permis une
injustice criante, la victime l’aurait
supportée sans se plaindre.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
copa de su compasión. Como viejos matrimonios viejos, nada se tenían
esposos, no tenían ya nada que decir- que contar. No quedaban entre ellos
se. No quedaban entre ellos, más que más que las relaciones de una vida
relaciones de tipo mecánico. El juego mecánica, un juego de engranajes
de unos engranajes faltos de aceite. sin aceite. Todos debían pasar imTodos tenían que pasar de largo en la perturbables en la calle delante de
calle ante un ciego, escuchar, sin emo- un ciego, oír sin emoción el relato
ción, el relato de una desgracia, y ver, de un infortunio y ver en una mueren una muerte, la solución de un pro- te la solución de un problema de
blema de miseria, que los dejaba fríos, miseria, haciéndoles insensibles
ante la más terrible agonía.
[325] a la más espantosa agonía.
La más feliz de esas almas desoladas La más feliz de estas almas desoladas
era la señora Vauquer, que reinaba en era la señora Vauquer que reinaba en
este asilo, con libertad de salir o en- X aquella especie de hospicio libre.
trar. Para ella sola el pequeño jardín, Aquel jardincito que el silencio y el
que el silencio y el frío, la sequía y la frío, la humedad y la sequía, converhumedad hacían vasto como una este- tían en una estepa, era para ella un
pa, era un vergel risueño. Para ella sonriente bosquecillo. Solamente
sola, esta casa amarilla y triste, que para ella la casa amarilla y taciturna,
olía a cardenillo de mostrador, resul- que olía a cardenillo del mostrador, potaba deliciosa. Aquellas jaulas le per- día tener encantos. Aquellos calabozos
tenecían. Alimentaba a aquellos prisio- le pertenecían y alimentaba a aquellos
neros, condenados a penas perpetuas, condenados a penas perpetuas, ejerejerciendo sobre ellos una autoridad ciendo sobre ellos una respetada autorespetada. ¿Dónde iban a encontrar ridad. ¿Dónde hubieran podido enconesos pobres, en París y al precio que trar los infelices, por el precio que ella
ella se los daba, alimentos sanos, sufi- les daba, una alimentación sana y sucientes y una habitación que ellos eran ficiente y una habitación que podían
dueños de hacer, si no elegante o có- poner, si no elegante y cómoda, por
moda, por lo menos limpia y salubre? lo menos limpia y saludable? AunSi se hubiera cometido una injusticia que se hubiera permitido una manique clamase al cielo, la víctima la ha- fiesta injusticia, la víctima la hubiebría soportado sin decir nada. [88]
ra soportado sin quejarse.
tr. Ellen Marriage
same position as an elderly couple who have
nothing left to say to each other. The routine
of existence kept them in contact, but they
were parts of a mechanism which wanted
oil. There was not one of them but would
have passed a blind man begging in the
street, not one that felt moved to pity by a
tale of misfortune, not one who did not see
in death the solution of the all-absorbing
problem of misery which left them cold to
the most terrible anguish in others.
The happiest of these hapless beings was
certainly Mme. Vauquer, who reigned supreme over this hospital supported by voluntary contributions. For her, the little garden,
which silence, and cold, and rain, and drought
combined to make as dreary as an Asian
steppe, was a pleasant shaded nook;
t h e g a u n t y e l l o w h ouse, the
musty odors of a back shop had charms
for her, and for her alone. Those cells belonged to her. She fed those convicts
condemned to penal servitude for life,
and her authority was recognized among
them. Where else in Paris would they
have found wholesome food in sufficient quantity at the prices she charged
them, and rooms which they were at liberty to make, if not exactly elegant or
comfortable, at any rate clean and
healthy? If she had committed some flagrant act of injustice, the victim would
have borne it in silence.
* CABANON 1. Petite cabane.“- 2. Anciennt. Cachot obscur où l'on enfermait les criminels dangereux.“
Une réunion semblable devait offrir et offrait en petit les éléments
d’une société complète. Parmi les
dix-huit convives il se rencontrait,
comme dans les collèges, comme
dans le monde, une pauvre créature
rebutée, un souffre-douleur sur qui
pleuvaient les plaisanteries. Au commencement de la seconde année,
cette figure devint pour Eugène de
Rastignac la plus saillante de toutes celles au milieu desquelles il
était condamné à vivre encore pendant deux ans. Ce Patiras était l’ancien vermicellier, le père Goriot,
sur la tête duquel un peintre aurait,
comme l’historien, fait tomber
toute la lumière du tableau.
Par quel hasard ce mépris à demi
haineux, cette persécution mélangée de pitié, ce non-respect du malheur avaient-ils frappé le plus ancien pensionnaire? Y avait-il donné
lieu par quelques-uns de ces ridicules ou de ces bizarreries que l’on
pardonne moins qu’on ne pardonne
des vices? Ces questions tiennent
de près à bien des injustices sociales. Peut-être est-il dans la nature
humaine de tout faire supporter à
qui souffre tout par humilité vraie,
par faiblesse ou par indifférence.
N’aimons-nous pas tous à prouver
notre force aux dépens de quelqu’un ou de quelque chose? L’être
Semejante reunión, debía ofrecer y ofrecía, al detalle, los elementos de una sociedad completa. Entre los dieciocho comensales había, como en los colegios,
como en el mundo, una pobre criatura rechazada por todos, un crucificado, que era el blanco de todas
las bromas. Al principio del segundo año, esta figura llegó a ser para
Rastignac la más sobresaliente de
todas aquellas, entre las que se veía
obligado a vivir, durante otros dos
años más. Aquel Pupas era el antiguo fabricante de fideos, el tío
Goriot, sobre cuya cabeza un pintor,
igual que un historiador, habría hecho caer toda la luz del cuadro.
¿Por qué casualidad ese desprecio,
medio odio, esa persecución mezclada de piedad, esa falta de respeto por
la desgracia, se habían abatido sobre el huésped más anciano? ¿Había dado él pie para ello, por alguna
de esas ridiculeces o rarezas que se
perdonan menos que si fueran vicios? Estas preguntas atañen a muchas de las injusticias sociales. Quizás esté en la naturaleza humana
hacer sufrir todo a quien lo hace con
verdadera humildad, por debilidad o
por indiferencia. ¿No nos gusta a
todos hacer demostraciones de fuerza, a costa de alguien o de algo? El
ser más débil, el rapazuelo de la ca-
Una reunión así tenía que ofrecer
en pequeño, y ofrecía, los elementos de una sociedad completa. Entre los dieciocho comensales se encontraba, como en los colegios,
como en el mundo, una pobre criatura desdichada, un sufrelotodo sobre quien llovían las bromas, quien
al comienzo del segundo año se
convirtió para Eugéne de Rastignac
en la más saliente de todas aquellas
figuras entre las cuales tenía que vivir aún durante dos años. Aquel
hazmerreír era el fabricante de fideos, papá Goriot, sobre cuya cabeza, un pintor, lo mismo que tiene que
hacer el historiador, hubiera concentrado toda la luz del cuadro.
¿Qué adversa casualidad había hecho que aquel desprecio medio rencoroso, aquella persecución medio
compasiva, aquella falta de respeto
para la desgracia, recayeran sobre el
más anciano de los huéspedes? ¿Lo
había provocado él con alguna de esas
ridiculeces o rarezas que se perdonan
menos que los vicios? Estas preguntas tienen estrecha relación con muchas injusticias sociales. Quizá el
hombre tienda por naturaleza a hacer
soportarlo todo a [326] aquel que todo
lo sufre por verdadera humildad, por
debilidad o por indiferencia. ¿No nos
gusta a todos probar nuestras fuerzas
a costa de alguien o de alguna cosa?
15
Such a gathering contained, as might
have been expected, the elements out of
which a complete society might be constructed. And, as in a school, as in the world
itself, there was among the eighteen men and
women who met round the dinner table a
poor creature, despised by all the others,
condemned to be the butt of all their jokes. At
the beginning of Eugene de Rastignac’s second twelvemonth, this figure suddenly started
out into bold relief against the background of
human forms and faces among which the law
student was yet to live for another two years to
come. This laughing-stock was the retired
vermicelli-merchant, Father Goriot, upon
whose f a c e a p a i n t e r, l i k e t h e h i s torian, would have concentrated
all the light in his picture.
How had it come about that the boarders regarded him with a half-malignant
contempt? Why did they subject the oldest among their number to a kind of persecution, in which there was mingled some
pity, but no respect for his misfortunes?
Had he brought it on himself by some eccentricity or absurdity, which is less easily forgiven or forgotten than more serious defects? The question strikes at the
root of many a social injustice. Perhaps it
is only human nature to inflict suffering on
anything that will endure suffering, whether
by reason of its genuine humility, or indifference, or sheer helplessness. Do we not, one
and all, like to feel our strength even at the expense of some one or of something? The poor-
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
le plus débile, le gamin sonne à toutes les portes quand il gèle, ou se
glisse pour écrire son nom sur un
monument vierge.
lle, llama a todas las puertas cuando
está helando, o se encarama para
escribir su nombre en un monumento inmaculado.
Le père Goriot, vieillard de
soixante-neuf ans environ, s’était retiré chez madame Vauquer, en 1813,
après avoir quitté les affaires. Il y
avait d’abord pris l’appartement occupé par madame Couture, et donnait
alors douze cents francs de pension,
en homme pour qui cinq louis de plus
ou de moins étaient une bagatelle.
Madame Vauquer avait rafraîchi les
trois chambres de cet appartement
moyennant une indemnité préalable
qui paya, dit-on, la valeur d’un méchant ameublement composé de rideaux en calicot jaune, de fauteuils
en bois verni couverts en velours
d’Utrecht, de quelques peintures à la
colle, et de papiers que refusaient les
cabarets de la banlieue. Peut-être
l’insouciante générosité que mit à se
laisser attraper le père Goriot, qui vers
cette époque était respectueusement
nommé monsieur Goriot, le fit-elle
considérer comme un imbécile qui ne
connaissait rien aux affaires.
Goriot vint muni d’une garde-robe bien
fournie, le trousseau magnifique du
négociant qui ne se refuse rien en se
retirant du commerce. Madame
Vauquer avait admiré dix-huit chemises de demi-hollande, dont la finesse
était d’autant plus remarquable que le
vermicellier portait sur son jabot dormant deux épingles unies par une chaînette, et dont chacune était montée d’un
gros diamant. Habituellement vêtu
d’un habit bleu-barbeau, il prenait chaque jour un gilet de piqué blanc, sous
lequel fluctuait son ventre piriforme et
proéminent, qui faisait rebondir une
lourde chaîne d’or garnie de breloques.
Sa tabatière, également en or, contenait un médaillon plein de cheveux qui
le rendaient en apparence coupable de
quelques bonnes fortunes. Lorsque son
hôtesse l’accusa d’être un galantine il
laissa errer sur ses lèvres le gai sourire
du bourgeois dont on a flatté le dada.
Ses ormoires (il prononçait ce mot à
la manière du menu peuple) furent
remplies par la nombreuse argenterie
de son ménage. Les yeux de la veuve
s’allumèrent quand elle l’aida complaisamment à déballer et ranger les
louches, les cuillers à ragoût, les couverts, les huiliers, les saucières, plusieurs plats, des déjeuners en vermeil,
enfin des pièces plus ou moins belles,
pesant un certain nombre de marcs, et
dont il ne voulait pas se défaire. Ces
cadeaux lui rappelaient les solennités
de sa vie domestique.
Ceci, dit-il à madame Vauquer en serrant un plat et une petite écuelle dont
El tío Goriot, anciano de unos sesenta
Papá Goriot, anciano de unos seIn the year 1813, at the age of sixtyy nueve años, se había retirado a la casa senta y nueve años, se había retira- nine or thereabouts, “Father Goriot” had
de la señora Vauquer en 1813, después de do a casa de la señora Vauquer en sold his business and retired—to Mme.
haber abandonado los negocios. Al prin- 1813, después de haber abandonado Vauquer’s boarding house. When he first
cipio, había cogido la parte de la casa, ocu- los negocios. Primeramente tomó la came there he had taken the rooms now
pada ahora por la señora Couture, y paga- habitación ocupada por la señora occupied by Mme. Couture; he had paid
ba entonces, 1.200 francos de pensión, Couture y pagaba entonces mil dos- twelve hundred francs a year like a man
como un hombre, para el que cinco luises cientos francos de hospedaje, como to whom five louis more or less was a mere
de más o de menos carecían de impor- hombre para quien cinco luises de trifle. For him Mme. Vauquer had made
tancia. La señora Vauquer, había más o de menos son una bagatela. various improvements in the three rooms
remozado las tres habitaciones de este La señora Vauquer había arreglado destined for his use, in consideration of a
apartamento, mediante una indemniza- los tres cuartos de este piso mediante certain sum paid in advance, so it was said,
ción previa, que pagó según dicen, el una previa indemnización con la que for the miserable furniture, that is to say,
valor de un mal moblaje, formado por pagó, según se decía, el valor de un for some yellow cotton curtains, a few chairs
cortinas de algodón indiano amarillo, si- mal amueblamiento compuesto de of stained wood covered with Utrecht velllones de madera barnizada, tapizados en cortinas de algodón amarillo, buta- vet, several wretched colored prints in
terciopelo de Utrech, algunas pinturas al cas de madera barnizada y tapizadas frames, and wall papers that a little suburpastel y papeles pintados rechazados en de terciopelo de Utrecht, algunas ban tavern would have disdained. Possibly
las tabernas de las afueras. Tal vez, la pinturas a la cola y papeles que no it was the careless generosity with which
despreocupada generosidad, con que se hubieran admitido en las tabernas Father Goriot allowed himself to be overhabía dejado timar el tío Goriot, que, del barrio. Acaso la indiferente ge- reached at this period of his life (they called
en aquella época, era respetuosamente nerosidad con que se dejó atrapar him Monsieur Goriot very respectfully then)
llamado señor Goriot, le hubiera hecho papá Goriot hizo que ella lo consi- that gave Mme. Vauquer the meanest opinion
ser considerado como un imbécil, que no derara como un imbécil a quien se of his business abilities; she looked on him as
sabía nada de negocios.
podía fácilmente engañar.
an imbecile where money was concerned.
Goriot vino provisto de un gran guarda- Goriot llegó muy bien provisto de
Goriot had brought with him a conrropa, bien repleto, ese magnífico ajuar ropa; era el magnífico ajuar del nego- siderable wardrobe, the gorgeous outfit
del negociante que no renuncia a nada ciante que no se desprende de nada al of a retired tradesman who denies himal abandonar el comercio. La señora retirarse del comercio. La señora self nothing. Mme. Vauquer’s astonVauquer había admirado hasta dieciocho Vauquer había admirado dieciocho ca- ished eyes beheld no less than eighteen
camisas de media-holanda, cuya finura misas de Holanda, cuya finura resal- cambric-fronted shirts, the splendor of
e r a t a n t o m á s n o t a b l e , p o r q u e e l taba todavía más cuando se las ponía, their fineness being enhanced by a pair
macarronero llevaba en la pechera, dos ______________________________
of pins each bearing a large diamond,
X
broches unidos por una cadenita, cada ______________________________
and connected by a short chain, an oruno de los cuales, tenía engastado un por los dos grandes brillantes con que nament which adorned the vermicelligrueso diamante. Vestido normalmen- cerraba la pechera. Vestido habitual- maker’s shirt front. He usually wore a coat
te con un traje azul barbo, [89] cada día mente de levita azul, se ponía a diario of corn-flower blue; his rotund and
se ponía un chaleco blanco bajo el que un chaleco de piqué blanco, bajo el portly person was still further set
fluctuaba su vientre piriforme y promi- cual fluctuaba su vientre piriforme y off by a clean white w a i s t c o a t ,
nente, que hacía saltar una gruesa ca- prominente que hacía resaltar una a n d a g o l d c h a i n a n d s e a l s
dena de oro, adornada con colgantes. gruesa cadena de oro llena de dijes. w h i c h d a n g l e d o v e r t h a t
Su tabaquera, también de oro, conte- Su petaca, también de oro, tenía un b r o a d e x p a n s e .
nía un medallón lleno de cabellos, que medallón con una mecha de pelo que le
le hacían, en apariencia, culpable de hacía culpable, en apariencia, de algunas X
algunas conquistas. Cuando su patro- conquistas. Cuando su patrona le acusó ________ _______ When his hostess
na lo acusó de ser un Don Juan, dejó errar de galanteador, dejó vagar por los labios a c c u s e d h i m o f b e i n g “ a b i t o f
por sus labios la sonrisa alegre del bur- [327] esa alegre sonrisa del burgués a b e a u , ” h e s m i l e d w i t h t h e
gués, al que alaban su debilidad. Sus a quien se ha halagado en su debili- v a n i t y o f a c i t i z e n w h o s e
almarios (pronunciaba esa palabra como X dad ______ _________ _____ ____ ___ f o i b l e i s g r a t i f i e d . His cupla gente inculta) estuvieron llenos con la ______ __. Los armarios se llenaron de b o a r d s (ormoires, a s h e c a l l e d
abundante plata de su casa. Los ojos de los cubiertos de plata de su casa. Los them in the popular dialect) were filled with
la viuda se iluminaron de gozo, cuan- ojos de la viuda se alegraron guando a quantity of plate that he brought with him. The
do le ayudó, complacientemente, a le ayudó complacientemente a des- widow’s eyes gleamed as she obligingly
desembalar y a ordenar los cucharo- embalar y colocar los cucharo n e s , helped him to unpack the soup ladles, tablenes, las palas de carne, los cubiertos, las l a s c u c h a r a s , l o s c u b i e r t o s , l as spoons, forks, cruet-stands, tureens, dishes,
vinagreras, las salseras, varias fuentes, alcuzas, las salseras, varios platos, and breakfast services—all of silver, which
las vajillas de plata bañada en oro, en las bandejas de plata sobredorada, were duly arranged upon shelves, besides
fin, piezas más o menos bellas, que en fin, toda clase de utensilios más a few more or less handsome pieces of
valían un buen montón de marcos y o menos bellos que valían algunos plate, all weighing no inconsiderable numde las que no quería desprenderse. francos y de los que no quería desha- ber of ounces; he could not bring himself
Esos regalos, le recordaban las so- cerse. Estos regalos le recordaban las to part with these gifts that reminded him
lemnidades de su vida doméstica:
solemnidades de su vida doméstica.
of past domestic festivals.
«Esto —dijo a la señora Vauquer, es—Esto —dijo a la señora Vauquer
“This was my wife’s present to me
trechando una bandeja y una escudi- cogiendo un plato y una esc udilla, on the first anniversary of our wedding
El ser más débil, el chiquillo, llama a
todas las puertas cuando hiela o se
encarama para escribir su nombre sobre un monumento virgen.
16
est sample of humanity, the street arab, will
pull the bell handle at every street door in bitter weather, and scramble up to write his name
on the unsullied marble of a monument.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
le couvercle représentait deux tour- lla, cuya tapa representaba dos tórtoterelles qui se becquetaient, est le las besándose—, es el primer regalo
premier présent que m’a fait ma que me hizo mi mujer, el día de nuesfemme, le jour de notre anniversaire. tro aniversario. ¡Pobrecita mía, tan
Pauvre bonne! elle y avait consacré ses buena! En esto, se gastó ella todos sus
économies de demoiselle. Voyez-vous, ahorros de soltera. Ve usted señora.
madame? j’aimerais mieux gratter la Preferiría arañar la tierra con mis proterre avec mes ongles que de me sépa- pias manos, antes que desprenderme
rer de cela. Dieu merci! je pourrai pren- de esto. Gracias a Dios, podré tomar
dre dans cette écuelle mon café tous les en esta escudilla mi café, todas las
matins durant le reste de mes jours. Je mañanas, hasta el fin de mis días. No
ne suis pas à plaindre, j’ai sur la plan- me puedo quejar. Tengo pan en el horche du pain de cuit pour longtemps.
no para mucho tiempo.»
« E n f i n , m a d a m e Va u q u e r a v a i t En fin, la señora Vauquer había visto,
bien vu, de son oeil de pie, quelques c o n s u s o j o s d e u r r a c a , a l g u n a s
inscriptions sur le Grand Livre qui, inscripciones en el gran libro, que,
vaguement additionnées, pouvaient vagamente sumadas, podrían darle a
faire à cet excellent Goriot un re- este excelente Goriot una renta anual
venu d’environ huit à dix mille de ocho a diez mil francos. Desde ese
f r a n c s . D è s c e j o u r, m a d a m e día, la señora Vauquer, nacida De
Vauquer, née de Conflans, qui avait Conflans, que tenía entonces cuarenta
alors quarante-huit ans effectifs et y ocho años y que no admitía tener más
n’en acceptait que trente-neuf, eut de treinta y nueve, tuvo algunas ideas
des idées. Quoique le larmier des ilusionadas. Aunque el lagrimal de los
yeux de Goriot fût retourné, gon- ojos del señor Goriot estuviera vuelflé, pendant, ce qui l’obligeait à les to, hinchado y colgante, ____ lo que le
essuyer assez fréquemment, elle obligaba a secárselo con bastante frecuenlui trouva l’air agréable et comme cia, a ella le pareció de aspecto agradable
i l f a u t . D ’ a i l l e u r s s o n m o l l e t y como es debido. Además, sus pantocharnu, saillant , pronostiquait, rrillas carnosas, abultadas, pronostiautant que son long nez carré, des caban tanto como su nariz cuadrada,
qualités morales auxquelles parais- cualidades morales que parecían de
sait tenir la veuve, et que confir- gran importancia para la viuda, y que
Face lunaire, qui ressemble à la Lune, soit par son teint blafard (macilento, pálido), soit par sa forme ronde et rebondie.“
mait la face lunaire et naïvement X confirmaba, el rostro lunar e inocenniaise du bonhomme. Ce devait temente ñoño del buen hombre. Debía
être une bête solidement bâtie, ca- de ser una buena bestia sólidamente
pable de dépenser tout son esprit formada, capaz de gastar toda su inteen sentiment. Ses cheveux en ailes ligencia en sentimiento. Sus cabellos,
d e p i g e o n , q u e l e c o i f f e u r d e peinados en alas de pichón, que el pel’Ecole Polytechnique vint lui pou- luquero de la escuela politécnica vedrer tous les matins, dessinaient nía a empolvarle todas las mañanas,
cinq pointes sur son front bas, et dibujaban cinco puntas sobre su frente
décoraient bien sa figure. Quoique estrecha y decoraban bastante bien su
un peu rustaud, il était si bien tiré rostro. Aunque era un poco palurdo,
à quatre épingles, il prenait si ri- iba tan arreglado, tomaba tan bien su
chement en tabac, il le humait en tabaco, lo fumaba con tal aspecto de
homme si sûr de toujours avoir hombre seguro de tener siempre su tasa tabatière pleine de macouba, baquera [90] repleta de macouba (16)
que le jour où monsieur Goriot que el día en que el señor Goriot
s’installa chez elle, madame se instaló en su casa, la señora
Vauquer se coucha le soir en rôtis- Va u q u e r, s e a c o s t ó p o r l a n o c h e
sant, comme une perdrix dans sa a s á n d o se como una perdiz entre su
barde, au feu du désir qui la saisit guarnición, quemándose en el fuego
de quitter le suaire de Vauquer del deseo por abandonar el sudario del
pour renaître en Goriot. Se marier, Vauquer para renacer como Goriot.
vendre sa pension, donner le bras Casarse, vender la pensión, dar el braà cette fine fleur de bourgeoisie, zo a esta fina flor de la burguesía,
devenir une dame notable dans le convertirse en una señora importante
quartier, y quêter pour les indi- en el barrio, hacer cuestaciones para
gents, faire de petites parties le los pobres, salir los domingos de
dimanche à Choisy, Soissy, Gen- e x c u r s i ó n a C ho i s y, S o i s s y,
tilly; aller au spectacle à sa guise, Gentilly; ir al teatro cuando quisieen loge, sans attendre les billets ra, en palco, sin esperar las entrad’auteur que lui donnaient quel- das de autor que le regalaban alguques-uns de ses pensionnaires, au nos de sus pensionistas en el mes
mois de juillet: elle rêva tout l’El- de julio; soñó todo Eldorado con que
dorado des petits ménages pari- s u e ñ a n l o s m o d e s t o s h o g a r e s
siens. Elle n’avait avoué à per- parisinos. No le había dicho a nadie
sonne qu’elle possédait quarante que tenía cuarenta mil francos, ama-
tr. de J. Zuazagpoitia
cuya tapadera representaba dos tórtolas picoteándose acariciadoramente— es el primer regalo que me hizo mi mujer el día de nuestro aniversario. ¡La pobre, qué buena!,
a esto consagró todas sus economías
de s o l t e r a . Ya v e u s t e d , s e ñ o r a :
yo preferiría escarbar la tierra
con las uñas que separarme de esto.
Gracias a Dios, yo podré seguir tomando
mi café en esta escudilla todas las mañanas durante el resto de mi vida ____
X ______ ______________ __________
___________ .
Finalmente, la señora Vauquer había
visto con el rabillo del ojo algunas anotaciones que, vagamente sumadas, hacían suponer que este excelente Goriot
tenía de ocho a diez mil francos de
renta. Desde este mismo día, la señora Vauquer, de la familia de los
Conflans, que tenía cuarenta años
efectivos, aunque decía tener treinta
y nueve, concibió sus esperanzas. A
pesar de que los lagrimales de los ojos
de Goriot estaban irritados y abultados, _________ lo que le obligaba a
secárselos con bastante frecuencia, la
señora Vauquer le encontró agradable
y hasta distinguido. Además, sus pantorrillas, carnosas y abultadas, pronosticaban, lo mismo que su nariz,
larga y cuadrada, cualidades morales que agradaban a la viuda, y que
su faz redonda y su expresión cándidamente bobalicona parecían confirmar. Era un animal sólidamente constituido, capaz [328] de entregarse por
entero a un sentimiento. Sus cabellos,
en forma de ala de pichón, que el peluquero de la Escuela Politécnica venía a empolvárselos todas las mañanas, dibujaban cinco puntas sobre su
estrecha frente y decoraban con gracia su rostro. Aunque un poco paleto,
ib a t a n p e r i p u e s t o , s a c a b a c o n
tanta gracia su tabaco, y lo quemaba con tan segura confianza de que
X nunca le había de falt a r ______,
que el día en que el señor Goriot
se insta l ó e n c a s a d e l a s e ñ o r a
Vauquer ésta se acostó calentand o ___ _____ _____ ___ _________
X
____con el fuego de su deseo la esperanza de abandonar su nombre Vauquer, que le parecía un sudario, para renacer con el nombre de la señora Goriot.
Casarse, vender su casa de huéspedes, dar el brazo a aquella flor escogida de la burguesía que
era el señor Goriot, hacerse una señora notable
X en el barrio, proteger a los indigentes, hacer los
domingos pequeñas escapatorias a Choisy, a
Gentelly; asistir al teatro a su capricho, sin esperar los billetes de favor
que le daban algunos de sus huéspedes durante el mes de julio. Soñó, en
fin, con todo Eldorado de los modestos hogares parisienses. Jamás había
confesado a nadie la señora Vauquer
que poseía cuarenta mil francos, ahorrados céntimo a céntimo. Por lo que
17
tr. Ellen Marriage
day,” he said to Mme. Vauquer, as he
put away a little silver posset dish, with
two turtle-doves billing on the cover.
“Poor dear! she spent on it all the money
she had saved before we were married.
Do you know, I would sooner scratch
the earth with my nails for a living,
madame, than part with that. But I shall
be able to take my coffee out of it every
morning for the rest of my days, thank
the Lord! I am not to be pitied. There’s
not much fear of my starving for some
time to come.”
F i n a l l y, M m e . Va u q u e r ’s
magpie’s eye had discovered and read certain entries in the list of shareholders in the funds,
and, after a rough calculation, was disposed to
credit Goriot (worthy man) with something like
ten thousand francs a year. From that day forward Mme. Vauquer (nee de Conflans), who,
as a matter of fact, had seen forty-eight summers, though she would only own to thirty-nine
of them—Mme. Vauquer had her own ideas.
Though Goriot’s eyes seemed to have shrunk in
their sockets, though they were weak and watery, owing to some glandular affection which
compelled him to wipe them continually, she
considered him to be a very gentlemanly and
pleasant-looking man. Moreover, the widow
saw favorable indications of character in
the well-developed calves of his legs and
in his square-shaped nose, indications still
further borne out by the worthy man’s
full-moon countenance and look of stupid good-nature. This, in all probability, was a strongly-build animal, whose
brains mostly consisted in a capacity for
affection. His hair, worn in ailes de pigeon, and duly powdered every morning
by the barber from the Ecole
Polytechnique, described five points on
his low forehead, and made an elegant
setting to his face. Though his manners
were somewhat boorish, he was always
as neat as a new pin and he took his
snuff in a lordly way, like a man who
knows that his snuff-box is always
likely to be filled with maccaboy, so that
when Mme. Vauquer lay down to rest on the day
of M. Goriot’s installation, her heart, like
a larded partridge, sweltered before the
fire of a burning desire to shake off the
shroud of Vauquer and rise again as
Goriot. She would marry again, sell her
boarding-house, give her hand to this
fine flower of citizenship, become a
lady of consequence in the quarter, and
ask for subscriptions for charitable purposes; she would make little Sunday
excursions to Choisy, Soissy, Gentilly; she
would have a box at the theatre when she
liked, instead of waiting for the author’s
tickets that one of her boarders sometimes gave her, in July; the whole
Eldorado of a little Parisian household rose up before Mme. Vauquer
in her dreams. Nobody knew that
she herself possessed forty thousand francs, accumulated sou by sou,
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
mille francs amassés sou à sou. Certes elle se croyait, sous le rapport de
la fortune, un parti sortable.
« Quant au reste, je vaux bien le
bonhomme! « se dit-elle ne se retournant dans son lit, comme pour
s’attester à elle-même des charmes
que la grosse Sylvie trouvait chaque matin moulés en creux.
sados céntimo a céntimo. Ciertamente
se consideraba en lo tocante a la fortuna un buen partido.
«En cuanto a lo demás, ¡valgo tanto
como el buen hombre!», se dijo revolviéndose en su cama, como para asegurarse de los encantos que la gruesa
Silvia encontraba cada mañana moldeados en los huecos del colchón.
tocaba a la fortuna, ella se creía, sin
ningún género de duda, un partido
aceptable.
—Por lo demás —se dijo—, no valgo menos que él —y se revolvió en su
cama como para cerciorarse a sí misma de aquellos encantos que Sylvie,
la cocinera, encontraba por la mañana modelados en el colchón.
that was her secret; surely as far as
money was concerned she was a very
tolerable match.
“And in other respects, I am quite
his equal,” she said to herself, turning as if to assure herself of the
charms of a form that the portly
Sylvie found moulded in down
feathers every morning.
Dès ce jour, pendant environ trois
mois, la veuve Vauquer profita du
coiffeur de monsieur Goriot, et fit
quelques frais de toilette, excusés
par la nécessité de donner à sa maison un certain décorum en harmonie avec les personnes honorables
qui la fréquentaient. Elle s’intrigua
beaucoup pour changer le personnel
de ses pensionnaires, en affichant la
prétention de n’accepter désormais
que les gens les plus distingués sous
tous les rapports. Un étranger se présentait-il, elle lui vantait la préférence que monsieur Goriot, un des
négociants les plus notables et les
plus respectables de Paris, lui avait
accordée. Elle distribua des prospectus en tête desquels se lisait: MAISON-VAUQUER. « C’était, disaitelle, une des plus anciennes et des
plus estimées pensions bourgeoises
du pays latin. Il y existait une vue
des plus agréables sur la vallée des
Gobelins (on l’apercevait du troisième
étage), et un joli jardin, au bout duquel
S’ETENDAIT une ALLEE de tilleuls.
« Elle y parlait du bon air et de la solitude. Ce prospectus lui amena madame
la comtesse de l’Ambermesnil, femme
de trente-six ans, qui attendait la fin
de la liquidation et le règlement d’une
pension qui lui était due, en qualité de
veuve d’un général mort sur les champs
de bataille.
Madame Vauquer soigna sa table, fit
du feu dans les salons pendant près
de six mois, et tint si bien les promesses de son prospectus, qu’elle y
mit du sien.
Aussi la comtesse disait-elle à
madame Vauquer, en l’appelant
chère amie, qu’elle lui procurerait
la baronne de Vaumerland et la
veuve
du
colonel
comte
Picquoiseau, deux de ses amies,
qui achevaient au Marais leur
terme dans une pension plus coûteuse que ne l’était la MaisonVauquer. Ces dames seraient d’ailleurs
fort à leur aise quand les Bureaux de
la Guerre auraient fini leur travail.
« Mais, disait-elle, les Bureaux ne
terminent rien.
« Les deux veuves montaient ensemble après le dîner dans la chambre de
madame Vauquer, et y faisaient de
petites causettes en buvant du cassis
et mangeant des friandises réservées
Desde ese día, durante cerca de tres
meses, la señora Vauquer aprovechó
el peluquero del señor Goriot, e hizo
algunos gastos de embellecimiento,
excusados por la necesidad de darle
a su casa un cierto decoro en armonía con las personas honorables que
la frecuentaban. Se rompió la cabeza para cambiar el tipo de huéspedes
que tenía declarando públicamente la
pretensión de no admitir en adelante
más que personas de lo más distinguido en todos los aspectos. Cuando
se presentaba allí algún extraño,
ponderábale la preferencia que el señor Goriot, uno de los más notables
y respetables comerciantes de París,
le había otorgado. Repartió prospectos cuyo encabezamiento rezaba:
Casa Vauquer. «Era», decía ella «una
de las más antiguas y acreditadas
pensiones burguesas del barrio Latino. Tenía una de las vistas más agradables sobre el valle de los Gobelins
(se veía desde el tercer piso) y un
bonito jardín, al final del cual se
extendía una alameda de tilos.» Mencionaba en esos prospectos el aire puro
y la soledad. Gracias a ellos, acudió allí
la señora condesa de l’Ambermesnil,
mujer de treinta y seis años que esperaba el fin de la liquidación y el arreglo
de una pensión que le debían, en su calidad de viuda de un general, muerto en
el campo de batalla.
Cuidó la señora Vauquer su mesa, tuvo
el fuego encendido en el salón, durante cerca de seis meses y cumplió tan a
conciencia las promesas de sus prospectos que le costó dinero.
Así que [91] la condesa decía a la señora Vauquer, llamándola «querida
amiga», que iba a llevarle a la baronesa de Vaumerland y a la viuda del
coronel conde Picquoiseau, dos amigas suyas que estaban terminando en
el Marais su contrato en una pensión
mucho más costosa que la Casa Vauquer. Dichas señoras se encontrarían
por lo demás, en muy buena situación
cuando los negociados de guerra hubiesen terminado su trabajo. «Lo malo
es», decía ella, «que esos negociados
de guerra, no acaban nunca.»
Ambas viudas subían juntas, después de la cena, al cuarto de la señora Vauquer y allí se entretenían
charlando, bebiendo cassis y comiendo golosinas reservadas para
Desde este día, durante unos tres meses, la viuda de Vauquer se aprovechaba
del peluquero del señor Goriot para que
la peinara, e hizo algunos gastos superfluos en su indumentaria, justificándolos por la necesidad de dar a su casa un
cierto decoro en armonía con las personas respetables que la frecuentaban. Se
ingenió mucho para [329] cambiar el
personal de sus huéspedes, teniendo
la pretensión de no aceptar en adelante más que gentes distinguidas por
todo concepto. Si se presentaba algún
huésped nuevo le hacía saber que el
señor Goriot, uno de los negociantes
más notables y más distinguidos de
París, la había honrado viviendo en su
casa. Distribuyó algunos prospectos
en cuyo encabezamiento se leía:
CASA VAUQUER. Era, según ella,
una de las hospederías burguesas más
antiguas y estimadas del Barrio Latino. Tenía una de las mejores vistas sobre el valle de los Gobelinos
—este valle se veía desde el tercer
piso— y un bonito jardín, al cabo del
cual SE EXTENDÍA un PASEO de
tilos. Ponderaba también el buen
aire y la soledad. Gracias a este prospecto la condesa de Ambermesnil, mujer de treinta y seis años, que esperaba el
fin de la liquidación y una pensión a que
tenía derecho en calidad de viuda de un
general muerto en el campo de batalla,
vino a vivir a la Casa Vauquer.
La señora Vauquer cuidó desde entonces de la mesa, hizo fuego en los salones durante seis meses, y sostuvo
con tanto rigor las promesas de su
anuncio, que le costó dinero.
En vista de esto, la condesa decía a
la señora Vauquer, llamándola querida amiga, que haría venir a dos amigas suyas: la baronesa Vaumerland y
la viuda del conde Picquoseau, coronel que fue del ejército, que terminaban en Marais el plazo que tenían pagado de una casa mucho más cara que
la de Vauquer. Estas señoras, además,
tendrían muy buena posición cuando en
las oficinas del Ministerio de la Guerra
hubieran despachado sus expedientes.
—Pero en los ministerios no terminan nunca nada —añadía.
Las dos viudas subían juntas, después de cenar, al cuarto de la señora
Vauquer, y sostenían pequeñas charlas, bebiendo casis y comiendo golosinas reservadas para [330] la boca de
For three months from that day Mme.
Veuve Vauquer availed herself of the services of M. Goriot’s coiffeur, and went to
some expense over her toilette, expense
justifiable on the ground that she owed it
to herself and her establishment to pay
some attention to appearances when such
highly-respectable persons honored her
house with their presence. She expended
no small amount of ingenuity in a sort of
weeding process of her lodgers, announcing her intention of receiving henceforward
none but people who were in every way
select. If a stranger presented himself, she
let him know that M. Goriot, one of the best
known and most highly-respected merchants in Paris, had singled out her boarding-house for a residence. She drew up a
prospectus headed MAISON VAUQUER,
in which it was asserted that hers was “one of
the oldest and most highly recommended
boarding-houses in the Latin Quarter.” “From
the windows of the house,” thus ran the prospectus, “there is a charming view of the Vallee
des Gobelins (so there is—from the third floor),
and a beautiful garden, extending down to
an avenue of lindens at the further end.”
Mention was made of the bracing air of the
place and its quiet situation.
It was this prospectus that attracted Mme. la
Comtesse de l’Ambermesnil, a widow of six and
thirty, who was awaiting the final settlement of
her husband’s affairs, and of another matter regarding a pension due to her as the wife of a
general who had died “on the field of battle.”
On this Mme. Vauquer saw to her
table, lighted a fire daily in the sittingroom for nearly six months, and kept
the promise of her prospectus, even
going to some expense to do so.
And the Countess, on her side, addressed Mme. Vauquer as “my dear,”
and promised her two more boarders,
the Baronne de Vaumerland and the
widow of a colonel, the late Comte de
Picquoisie, who were about to leave a
boarding-house in the Marais, where the
terms were higher than at the Maison
Vauquer. Both these ladies, moreover,
would be very well to do when the
people at the War Office had come to
an end of their formalities.
“But Government departments are always so dilatory,” the lady added.
After dinner the two widows went
together up to Mme. Vauquer’s room,
and had a snug little chat over some
cordial and various delicacies reserved for the mistress of the house.
12
18
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
pour la bouche de la maîtresse. Madame de l’Ambermesnil approuva
beaucoup les vues de son hôtesse
sur le Goriot, vues excellentes,
qu’elle avait d’ailleurs devinées dès
le premier jour; elle le trouvait un
homme parfait.
la boca de la patrona. La señora de
l’Ambermesnil aprobó entusiasmada los planes de la patrona respecto a Goriot, planes excelentes que,
por lo demás, había adivinado desde el primer día, pues le parecía un
hombre de una pieza.
la patrona. La señora de Ambermesnil
aprobó con calor los puntos de vista
de su patrona sobre el señor Goriot,
puntos de vista excelentes, que ella
había, además, adivinado desde el primer día. Le parecía un hombre perfecto.
Mme. Vauquer’s ideas as to Goriot
were cordially approved by Mme. de
l’Ambermesnil; it was a capital notion, which for that matter she had
guessed from the very first; in her
opinion the vermicelli maker was an
excellent man.
— Ah! ma chère dame, un homme
sain comme mon oeil, lui disait la
veuve, un homme parfaitement conservé, et qui peut donner encore bien
de l’agrément à une femme.
—¡Ah mi querida señora!, un
hombre sano como mis ojos —decía
la viuda—, un hombre perfectamente conservado y que puede dar todavía mucho gusto a una mujer.
—¡Ah!, señora, un hombre
sano como el que más, un hombre perfectamente conservado y
que puede todavía dar muchas satisfacciones a una mujer.
“ A h ! m y d e a r l a d y, s u c h a
well-preserved man of his age,
as sound as my eyesight—a man
who might make a woman
h a p p y ! ” s a i d t h e w i d o w.
La comtesse fit généreusement
des observations à madame
Vauquer sur sa mise, qui n’était
pas en harmonie avec ses prétentions. « Il faut vous mettre sur le
pied de guerre «, lui dit-elle.
Après bien des calculs, les deux veuves allèrent ensemble au PalaisRoyal, où elles achetèrent, aux Galeries de Bois, un chapeau à plumes et
un bonnet. La comtesse entraîna son
amie au magasin de La Petite Jeannette, où elles choisirent une robe et
une écharpe. Quand ces munitions
furent employées, et que la veuve fut
sous les armes, elle ressembla parfaitement à l’enseigne du Boeuf à la
mode. Néanmoins elle se trouva si
changée à son avantage, qu’elle se
crut l’obligée de la comtesse, et,
quoique peu donnante, elle la pria
d’accepter un chapeau de vingt
francs. Elle comptait, à la vérité, lui
demander le service de sonder Goriot
et de la faire valoir auprès de lui.
Madame de l’Ambermesnil se prêta
fort amicalement à ce manège, et
cerna le vieux vermicellier avec lequel elle réussit à avoir une conférence; mais après l’avoir trouvé pudibond, pour ne pas dire réfractaire
aux tentatives que lui suggéra son
désir particulier de le séduire pour
son propre compte, elle sortit révoltée de sa grossièreté.
La Condesa hizo generosament e o b s e r v a c i o n e s a l a s e ñ o r a Va u quer sobre su atuendo, que no estaba de acuerdo con sus pretens i o n e s . « Ti e n e u s t e d q u e p o n e r s e
en pie de guerra», le dijo.
Después de muchos cálculos, las dos
viudas se fueron juntas al PalaisRoyal, donde compraron en las Galerías de Bois, un sombrero de plumas y un gorrito. La condesa, arrastró a su amiga al almacén de La
Petite Janette, donde eligieron un
vestido y una toquilla. Cuando esas
municiones fueron empleadas y la
viuda se armó con tales armas, parecía exactamente la insignia del Buey
a la moda. Sin embargo, ella se encontró tan favorecida, que se creyó
en deuda con la condesa y aunque
fuera poco dadivosa, l e r o g ó q u e
aceptase un sombrero de veinte francos. Bien es verdad, que pensaba pedirle el favor de que explorase el ánimo de Goriot y que la alabara ante
él. La señora de L’Ambermesnil se
prestó muy amistosamente a ese trajín y asedió al viejo fabricante de fideos con el que consiguió celebrar
una conferencia; pero después de
haberle encontrado pudibundo, por
no decir refractario, a las tentativas
que le sugirió su propio deseo de seducirlo para ella misma, salió irritada por su grosería.
La condesa hizo generosamente algunas observaciones a la señora
Vauquer sobre su indumentaria, que no
estaba a la altura de las circunstancias.
—Tiene usted que ponerse en pie
de guerra —le decía.
Después de muchos cálculos, las
dos viudas fueron juntas al PalaisRoyal, donde compraron, en los almacenes de Bois, un sombrero con
plumas y una capota. La condesa
condujo a su amiga a la Petite
Jeannette, donde compraron un
vestido y un chal. Cuando estos preparativos de guerra fueron empleados y la viuda se puso en armas,
parecía el anuncio de El buey a la
moda. Sin embargo, se encontró tan
mejorada, que se creyó en el deber
de agradecérselo a la condesa y,
aunque poco pudiente, le rogó que
le aceptara un sombrero de veinte
francos. En realidad, lo que deseaba era que la condesa sondeara a
Goriot y sirviera de casamentera. La
señora de Ambermesnil se prestó
muy amistosamente a este menester,
y cercó al antiguo fabricante de fideos,
con quien llegó a tener una conferencia, pero después de haberle encontrado excesivamente pudibundo, por no
decir refractario a las tentativas que
le sugirió su deseo particular de seducirle por propia cuenta, salió indignada de su grosería.
The good-natured Countess
turned to the subject of Mme.
Vauquer ’s dress, which was not
in harmony with her projects.
“You must put yourself on a war
footing,” said she.
After much serious consideration the
two widows went shopping together—
they purchased a hat adorned with ostrich
feathers and a cap at the Palais Royal, and
the Countess took her friend to the
Magasin de la Petite Jeannette, where they
chose a dress and a scarf. Thus equipped
for the campaign, the widow looked exactly like the prize animal hung out for a
sign above an a la mode beef shop; but
she herself was so much pleased with the
improvement, as she considered it, in her
appearance, that she felt that she lay under some obligation to the Countess; and,
though by no means open-handed, she begged
that lady to accept a hat that cost twenty francs.
The fact was that she needed the Countess’
services on the delicate mission of sounding Goriot; the countess must sing her
praises in his ears. Mme. de l’Ambermesnil
lent herself very good-naturedly to this
manoeuvre, began her operations, and
succeeded in obtaining a private
interview; but the overtures that
she made, with a view to securing
h i m for herself, were received with
embarrassment, not to say a repulse. She left him, revolted by his
coarseness.
— Mon ange, dit-elle à sa chère
amie, vous ne tirerez rien de cet hommelà! il est ridiculement défiant, c’est un
grippe-sou, une bête, un sot, qui ne vous
causera que du désagrément.
—¡Angelito! —dijo a su querida
amiga—. No sacará usted nada de ese
hombre. Es ridículamente inseguro;
es un tacaño, un bestia, un tonto que
sólo le causará disgustos.
“My angel,” said she to her dear friend,
“you will make nothing of that man yonder. He is absurdly suspicious, and he is a
mean curmudgeon, an idiot, a fool; you
would never be happy with him.”
Il y eut entre monsieur Goriot et
madame de l’Ambermesnil des choses telles que la comtesse ne voulut
même plus se trouver avec lui. Le
lendemain, elle partit en oubliant de
payer six mois de pension, et en laissant une défroque prisée cinq francs.
Quelque âpreté que madame Vauquer
mît à ses recherches, elle ne put obtenir aucun renseignement dans Paris sur la comtesse de l’Ambermesnil.
Elle parlait souvent de cette déplorable affaire, en se plaignant de son trop
Pasaron entre el señor Goriot y la
señora de L’Ambermesnil cales cosas, que la condesa no quiso siquiera volver a verlo. Al día siguiente,
se marchó olvidándose de pagar seis
meses de pensión y dejando unos harapos que valdrían unos cinco francos. Por más [92] empeño que la señora Vauquer puso en sus pesquisas,
no pudo obtener ninguna información
en París, sobre la condesa de
L’Ambermesnil. Hablaba a menudo
de este deplorable asunto quejándo-
—Ángel mío —dijo a su querida amiga—, no sacará usted nada de ese hombre. Es ridículamente desconfiado, es un
usurero, un bestia, un idiota que no le
dará a usted más que disgustos.
[331]
Hubo tales palabras entre el señor Goriot y la condesa que ésta no
quiso ni siquiera volverlo a ver. Al
día siguiente se marchó sin acordarse de pagar seis meses de hospedaje y dejando unas ropas que valdrían cinco francos. Por mucho interés que la señora Vauquer puso en
sus indagaciones, no pudo obtener
en París ningún informe sobre la
condesa de Ambermesnil. La señora Vauquer hablaba a menudo lamentándose de ser tan confiada,
19
After what had passed between M.
Goriot and Mme. de l’Ambermesnil,
the Countess would no longer live under the same roof. She left the next day,
forgot to pay for six months’ board, and
left behind her wardrobe, cast-off
clothing to the value of five francs.
Eagerly and persistently as Mme.
Vauquer sought her quondam lodger,
the Comtesse de l’Ambermesnil was
never heard of again in Paris. The widow
often talked of this deplorable business,
and regretted her own too confiding dis-
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
de confiance, quoiqu’elle fût plus
méfiante que ne l’est une chatte; mais
elle ressemblait à beaucoup de personnes qui se défient de leurs proches, et se livrent au premier venu.
Fait moral, bizarre, mais vrai, dont
la racine est facile à trouver dans le
coeur humain.
Peut-être certaines gens n’ont-ils plus
rien à gagner auprès des personnes avec
lesquelles ils vivent; après leur avoir
montré le vide de leur âme, ils se sentent secrètement jugés par elles avec
une sévérité méritée; mais, éprouvant
un invincible besoin de flatteries qui
leur manquent, ou dévorés par l’envie
de paraître posséder les qualités qu’ils
n’ont pas, ils espèrent surprendre l’estime ou le coeur de ceux qui leur sont
étrangers, au risque d’en déchoir un
jour. Enfin il est des individus nés mercenaires qui ne font aucun bien à leurs
amis ou à leurs proches, parce qu’ils
le doivent; tandis qu’en rendant service à des inconnus, ils en recueillent
un gain d’amour-propre: plus le cercle de leurs affections est près d’eux,
moins ils aiment; plus il s’étend, plus
serviables ils sont. Madame Vauquer
tenait sans doute de ces deux natures,
essentiellement mesquines, fausses,
exécrables.
se de su exceso de confianza, aunque
en realidad fuese más desconfiada
que una gata; pero se parecía a muchas personas, que desconfían de sus
allegados y se confían al primero que
llega, hecho moral extraño, pero verdadero, cuya raíz es fácil de encontrar en el corazón humano.
Tal vez, ciertas personas no tienen ya
nada que ganar, ante las personas con
las que viven; después de haberles mostrado el vacío de su alma, se sienten
secretamente juzgadas por ellas, con
una severidad merecida; pero, sintiendo una inenarrable necesidad de halagos que les faltan, o devorados por el
deseo de aparentar poseer las cualidades que no tienen, esperan sorprender
la estima o el corazón de quienes le son
extraños, a riesgo de verse decepcionados un día. En fin hay individuos que
son mercenarios desde la cuna, que no
hacen ningún bien a sus amigos o allegados, aunque sea su deber; mientras
que haciendo favor a desconocidos sacan de ello una ganancia de amor propio; cuanto más cerca está de ellos el
círculo de sus afectos, menos lo aman;
cuanto más lejos, son más serviciales.
La señora Vauquer tenía, sin duda, algo
de estas dos naturalezas esencialmente
mezquinas, falsas, execrables.
aunque en realidad fuera más desconfiada que una gata; sólo que se
parecía a muchas personas que desconfían de las gentes que les rodean
y confían en el primer advenedizo.
Hecho moral extraño y verdadero,
cuyas raíces se encuentran fácilmente en el corazón humano.
Quizá ciertas gentes no tienen nada
que ganar de las personas con quienes viven; después de haberlas mostrado su vanidad, se sienten secretamente juzgados con severidad merecida, pero sintiendo una invencible
necesidad de la adulación que les falta, o devorados por la envidia de poseer cualidades que no tienen, esperan sorprender la estima o el corazón
de los que no los conocen, aun a riesgo de recibir algún día un desengaño.
En fin, hay individuos mercenarios
que no hacen ningún favor a sus amigos o parientes, porque se lo deben,
en tanto que, haciéndolos a los desconocidos se sienten halagados en su
amor propio. Cuanto más próximo es
el círculo de sus afectos, menos aman;
cuanto más extendido es, se hacen más
serviciales. La señora Vauquer participaba, sin duda, de estas dos naturalezas, esencialmente mezquinas, falsas, execrables.
position. As a matter of fact, she was as
suspicious as a cat; but she was like many
other people, who cannot trust their own
kin and put themselves at the mercy of
the next chance comer—an odd but common phenomenon, whose causes may
readily be traced to the depths of the human heart.
Perhaps there are people who know that
they have nothing more to look for from those
with whom they live; they have shown the
emptiness of their hearts to their housemates,
and in their secret selves they are conscious
that they are severely judged, and that they
deserve to be judged severely; but still they
feel an unconquerable craving for praises that
they do not hear, or they are consumed by a
desire to appear to possess, in the eyes of a
new audience, the qualities which they have
not, hoping to win the admiration or affection of strangers at the risk of forfeiting it again
some day. Or, once more, there are other mercenary natures who never do a kindness to a
friend or a relation simply because these have
a claim upon them, while a service done to a
stranger brings its reward to self-love. Such
natures feel but little affection for those who
are nearest to them; they keep their kindness
for remoter circles of acquaintance, and show
most to those who dwell on its utmost limits.
Mme. Vauquer belonged to both these essentially mean, false, and execrable classes.
— Si j’avais été ici, lui disait alors
Vautrin, ce malheur ne vous serait pas
arrivé! je vous aurais joliment dévisagé cette farceuse-là. Je connais
leurs frimousses.
—Si yo hubiese estado aquí —le
decía entonces Vautrin— esa desgracia no hubiese ocurrido. ¡Yo habría
desenmascarado lindamente a esa
farsante. Conozco sus arrumacos!
—¡Si yo hubiera estado aquí
— l e d e c í a Va u t r i n — n o l e h u biera ocurrido esa desgracia! De
sobra
conozco
yo
las
m a r t i n g a l a s de esas gentes.
“If I had been there at the time,”
Vautrin would say at the end of the story,
“I would have shown her up, and that
misfortune would not have befallen you.
I know that kind of phiz!”
Comme tous les esprits rétrécis,
madame Vauquer avait l’habitude de
ne pas sortir du cercle des événements, et de ne pas juger leurs causes. Elle aimait à s’en prendre à
autrui de ses propres fautes. Quand
cette perte eut lieu, elle considéra
l’honnête vermicellier comme le
principe de son infortune, et commença dès lors, disait-elle, à se dégriser sur son compte. Lorsqu’elle eut
reconnu l’inutilité de ses agaceries et
de ses frais de représentation, elle ne
tarda pas à en deviner la raison. Elle
s’aperçut alors que son pensionnaire
avait déjà, selon son expression, ses
allures. Enfin il lui fut prouvé que
son espoir si mignonnement
caressé reposait sur une base
chimérique, et qu’elle ne tirerait
jamais rien de cet homme-là,
s u i v a n t l e mot énergique de la
comtesse, qui paraissait être une
connaisseuse. Elle alla nécessairement plus loin en aversion qu’elle
n’était allée dans son amitié. Sa haine
ne fut pas en raison de son amour,
mais de ses espérances trompées. Si
le coeur humain trouve des repos en
montant les hauteurs de l’affection,
Como todos los espíritus estrechos,
la señora Vauquer tenía la costumbre
de no salir del círculo de los acontecimientos, ni juzgar sus causas. Le
gustaba echar la culpa a los demás de
sus propias faltas. Cuando esta pérdida tuvo lugar, consideró al honesto
fabricante de fideos, como el causante de su desgracia, y comenzó, según decía, a pasársele la embriaguez
que sentía por él. Cuando reconoció
la inutilidad de sus zalamerías y de
sus gastos de representación, no tardó en adivinar la causa. Se dio cuenta entonces de que su pensionista tenía ya, según su expresión, sus propias mañas. Por fin, estuvo claro para
ella, que sus ilusiones tan tiernamente acariciadas se apoyaban en una
base quimérica, y que no sacaría nunca nada de aquel hombre, según la
enérgica palabra de la condesa, que
parecía una entendida en el tema. Su
aversión fue necesariamente más allá
de donde había ido su amistad. Su
odio no fue por causa de su amor, sino
por sus esperanzas burladas. Si el corazón humano se toma descansos al
ascender a las cimas del afecto, es
muy raro que se detenga, en la rápida
Como todo espíritu estrecho, la
señora Vauquer tenía la costumbre
de no preocuparse más que de los
hechos, sin averiguar jamás sus
causas. Le gustaba echar a los demás [332] la culpa de sus propias
faltas. Cuando tuvo esta pérdida,
consideró al honrado fabricante de
fideos como el principio de su infortunio, y comenzó desde entonces, según ella, a desengañarse de
él. Cuando reconoció la inutilidad
de sus arrumacos y de sus gastos extraordinarios y comenzó a estar razonable, se dio cuenta de que su
huésped, según su propia expresión,
tenía sus resabios. En fin, comprobó que su esperanza, tan
mimosamente acariciada, se sostenía
sobre una base quimérica, y que ella
no sacaría jamás nada de aquel hombre, según la frase enérgica de la condesa, que parecía mujer experta. Su
aversión fue necesariamente más lejos de lo que había ido su amistad. Su
odio no estaba en razón de su amor,
sino de sus esperanzas frustradas. Si
el corazón humano encuentra un límite al subir la cuesta de los afectos, es
muy difícil que se detenga en la pen-
Like all narrow natures, Mme.
Vauquer was wont to confine her attention to events, and did not go very deeply
into the causes that brought them about;
she likewise preferred to throw the blame
of her own mistakes on other people, so
she chose to consider that the honest
vermicelli maker was responsible for her
misfortune. It had opened her eyes, so
she said, with regard to him. As soon as
she saw that her blandishments were in
vain, and that her outlay on her toilette
was money thrown away, she was not
slow to discover the reason of his indifference. It became plain to her at once
that there was some other attraction, to
use her own expression. In short, it was
evident that the hope she had so fondly
cherished was a baseless delusion, and
that she would “never make anything out
of that man yonder,” in the Countess’
forcible phrase. The Countess seemed
to have been a judge of character. Mme.
Vauquer’s aversion was naturally more
energetic than her friendship, for her hatred was not in proportion to her love,
but to her disappointed expectations. The
human heart may find here and there a
resting-place short of the highest height
of affection, but we seldom stop in the
20
Balzac’s Goriot
il s’arrête rarement sur la pente rapide des sentiments haineux. Mais
monsieur Goriot était son pensionnaire,
la veuve fut donc obligée de réprimer
les explosions de son amour-propre
blessé, d’enterrer les soupirs que lui
causa cette déception, et de dévorer ses
désirs de vengeance, comme un moine
vexé par son prieur. Les petits esprits
satisfont leurs sentiments, bons ou
mauvais, par des petitesses incessantes.
La veuve employa sa malice de femme
à inventer de sourdes persécutions
contre sa victime. Elle commença par
retrancher les superfluités introduites
dans sa pension.
«Plus de cornichons, plus d’anchois:
c’est des duperies! « dit-elle à
Sylvie, le matin où elle rentra dans
son ancien programme.
Monsieur Goriot était un homme
frugal, chez qui la parcimonie nécessaire aux gens qui font eux-mêmes leur fortune était dégénérée en
habitude. La soupe, le bouilli, un
plat de légumes, avaient été, devaient toujours être son dîner de prédilection. Il fut donc bien difficile
à madame Vauquer de tourmenter
son pensionnaire, de qui elle ne
pouvait en rien froisser les goûts.
Désespérée de rencontrer un
homme inattaquable, elle se mit à
le déconsidérer, et fit ainsi partager
son aversion pour Goriot par ses
pensionnaires, qui, par amusement,
servirent ses vengeances.
Vers la fin de la première année, la veuve
en était venue à un tel degré de méfiance,
qu’elle se demandait pourquoi ce négociant, riche de sept à huit mille livres de
rente, qui possédait une argenterie superbe
et des bijoux aussi beaux que ceux d’une
fille entretenue, demeurait chez elle, en lui
payant une pension si modique relativement à sa fortune. Pendant la plus grande
partie de cette première année, Goriot avait
souvent dîné dehors une ou deux fois par
semaine; puis, insensiblement, il en était
arrivé à ne plus dîner en ville que deux
fois par mois. Les petites parties fines du sieur Goriot convenaient trop
bien aux intérêts de madame Vauquer
pour quelle ne fût pas mécontente de
l’exactitude progressive avec laquelle son pensionnaire prenait ses
repas chez elle. Ces changements furent attribués autant à une lente diminution de fortune qu’au désir de
contrarier son hôtesse. Une des
plus détestables habitudes de ces
esprits lilliputiens est de supposer
leurs petitesses chez les autres.
Malheureusement, à la fin de la
deuxième année, monsieur Goriot
justifia les bavardages dont il était
l’objet, en demandant à madame
Vauquer de passer au second étage, et
de réduire sa pension à neuf cents francs.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
pendiente de los sentimientos de odio. diente rápida de los sentimientos de steep, downward slope of hatred. Still,
Pero el señor Goriot era su [93] hués- odio. Pero como el señor Goriot era M. Goriot was a lodger, and the widow’s
ped, la viuda, se vio obligada por tan- su huésped, la viuda se vio obligada a wounded self-love could not vent itself
to, a reprimir las explosiones de su reprimir las explosiones de su herido in an explosion of wrath; like a monk
amor propio herido, a enterrar los sus- amor propio, de enterrar los suspiros harassed by the prior of his convent, she
piros que le causó esta decepción, y a que le costó esta decepción y de de- was forced to stifle her sighs of disapt r a g a r s e s u s d e s e o s d e v e n g a n z a , vorar sus deseos de venganza como pointment, and to gulp down her cravcomo un fraile humillado por su prior. se reprime un fraile vejado por su ing for revenge. Little minds find gratiLas almas ruines satisfacen sus senti- prior. Los espíritus mezquinos satis- fication for their feelings, benevolent or
mientos buenos o malos, por medio de facen sus sentimientos, malos o bue- otherwise, by a constant exercise of petty
pequeñeces incesantes. La viuda em- nos, por medio de incesantes pequeñe- ingenuity. The widow employed her
pleó su malicia de hembra en inven- ces. La viuda empleó su malicia de woman’s malice to devise a system of
tar sordas persecuciones contra su mujer en inventar sordas persecuciones covert persecution. She began by a course
retrenchment 1 the act of reducing expenditure in order to improve financial stability 2 an extra interior fortification to reinforce outer walls
víctima. Comenzó por recortar las contra su víctima. Empezó por reducir of retrenchment—various luxuries
cosas superfluas introducidas en su las mejoras superfluas que había intro- which had found their way to the table
appeared there no more.
ducido en la casa.
pensión.
“No more gherkins, no more ancho—Nada de pepinillos, nada de an—Nada de pepinos, nada de anchoas: son engañabobos —dijo a choas; ésas son primadas —decía a vies; they have made a fool of me!” she
Silvia, la mañana que volvió a su Sylvie la mañana en que volvió a su said to Sylvie one morning, and they
returned to the old bill of fare.
antiguo programa.
antiguo programa.
The thrifty frugality necessary
El señor Goriot era un hombre fruEl señor Goriot era un hombre
frugal, en quien la parsimonia ne- gal, en quien la economía de las gen- to those who mean to make their
cesaria, para la gente que ha hecho tes que han creado su fortuna por pro- way in the world had become an
su fortuna por sí misma, había de- pio esfuerzo había degenerado en cos- inveterate habit of life with M.
g e n e r a d o e n h á b i t o . L a s o p a , e l tumbre. La sopa, el cocido y un plato Goriot. Soup, boiled beef, and a
caldo, el plato de verdura habían de legumbres había sido siempre, y dish of vegetables had been, and
sido y serían siempre sus comidas debía continuar siendo, su cena pre- always would be, the dinner he
favoritas. Así que fue muy difícil dilecta. Fue, por tanto, muy [333] di- l i k e d b e s t , s o M m e . Va u q u e r
para la señora Vauquer atormentar fícil para la señora Vauquer atormen- found it very difficult to annoy a
a su huésped, cuyos gustos no po- tar a su huésped, a quien no podía he- b o a r d e r w h o s e t a s t e s w e r e s o
día lastimar en nada. Desesperada rir en sus gustos. Desesperada por no simple. He was proof against her
p o r h a b e r e n c o n t r a d o u n h o m b r e poder encontrar el lado vulnerable de malice, and in desperation she
hombre,
comenzó
a spoke to him and of him slightinatacable, se puso a desacreditar- aquel
l o , e h i z o c o m p a r t i r s u a v e r s i ó n desprestigiarle y consiguió comunicar ingly before the other lodgers,
por Goriot a los otros huéspedes, a los huéspedes su aversión por who began to amuse themselves
q u i e n e s , p o r d i v e r s i ó n , l a a y u d a - Goriot. Los huéspedes, por divertir- at his expense, and so gratified
her desire for revenge.
se, contribuyeron a las venganzas.
ron en sus venganzas.
Towards the end of the first year the
Al final del primer año la viuda había Hacia el fin del primer año, la viuda
llegado a tal grado de desconfianza, que había llegado a tal grado de descon- widow’s suspicions had reached such a
se preguntaba por qué ese negociante fianza, que se preguntaba por qué este pitch that she began to wonder how it
rico, de siete a ocho mil libras de renta, negociante, con siete u ocho mil fran- was that a retired merchant with a secure
que poseía unos servicios de plata sober- cos de renta, cubiertos soberbios de income of seven or eight thousand livres,
bios y joyas tan bellas como las de una plata y alhajas tan hermosas como las the owner of such magnificent plate and
querida, paraba en su casa, pagándole de una mujer galante, vivía en su casa jewelry handsome enough for a kept misuna pensión tan módica en relación a su pagándole una pensión tan módica en tress, should be living in her house. Why
fortuna. Durante la mayor parte de este relación con su fortuna. Durante casi should he devote so small a proportion
primer año, Goriot había comido fuera, todo el primer año Goriot había cena- of his money to his expenses? Until the
a menudo una o dos veces por semana; do fuera una o dos veces por semana; first year was nearly at an end, Goriot
después, insensiblemente, había llegado después, insensiblemente, habían dis- had dined out once or twice every week,
a no comer en la ciudad más que dos ve- minuido estas cenas hasta dos men- but these occasions came less frequently,
ces al mes. Las pequeñas escapadas del suales. Las pequeñas escapatorias del and at last he was scarcely absent from
señor Goriot, convenían muy bien a señor Goriot eran tan convenientes the dinner-table twice a month. It was
los intereses de la señora Vauquer para los intereses de la señora hardly expected that Mme. Vauquer
para que no estuviera descontenta de Vauquer, que la exactitud progresiva should regard the increased regularity of
la exactitud progresiva, con que su con que su huésped se quedaba a ce- her boarder’s habits with complacency,
huésped hacía sus comidas en su casa. nar en casa no podía menos de des- when those little excursions of his had
Estos cambios, fueron atribuidos, tan- agradarle. Estos cambios fueron atri- been so much to her interest. She attribto a una lenta disminución de su for- buidos, tanto a una lenta disminución uted the change not so much to a gradual
tuna, como al deseo de contrariar a su de fortuna como a los deseos de mor- diminution of fortune as to a spiteful wish
patrona. Una de las más detestables tificar a la patrona. Una de las más to annoy his hostess. It is one of the most
c o s t u m b r e s d e e s t o s e s p í r i t u s detestables costumbres de estos espí- detestable habits of a Liliputian mind to
liliputienses, es la de suponer a los ritus liliputienses es la de suponer en credit other people with its own malignant pettiness.
los demás las propias ruindades.
demás, sus propios defectos.
Desgraciadamente, al final del segun- Desgraciadamente, al fin del segunUnluckily, towards the end of the
do año, el señor Goriot justificó las ha- do año el señor Goriot justificó las second year, M. Goriot’s conduct gave
bladurías de que era objeto, solicitan- habladurías de que era víctima pi- some color to the idle talk about him.
do a la señora Vauquer pasar al segun- diendo a la señora Vauquer pasar al He asked Mme. Vauquer to give him a
do piso y reducir su pensión a novecien- segundo piso y el que le redujera el room on the second floor, and to make
tos francos. Necesitó hacer un ahorro hospedaje a novecientos francos. a corresponding reduction in her
21
Balzac’s Goriot
Il eut besoin d’une si stricte économie qu’il ne fit plus de feu chez lui
pendant l’hiver. La veuve Vauquer
voulut être payée d’avance; à quoi
consentit monsieur Goriot, que dès
lors elle nomma le père Goriot. Ce
fut à qui devinerait les causes de cette
décadence. Exploration difficile!
Comme l’avait dit la fausse comtesse,
le père Goriot était un sournois, un
taciturne. Suivant la logique des gens
à tête vide, tous indiscrets parce
qu’ils n’ont que des riens à dire, ceux
qui ne parlent pas de leurs affaires
en doivent faire de mauvaises. Ce
négociant si distingué devint donc un
fripon, ce galantin fut un vieux drôle.
Tantôt, selon Vautrin, qui vint vers
cette époque habiter la MaisonVauquer, le père Goriot était un
homme qui allait à la Bourse et qui,
suivant une expression assez énergique de la langue financière, carottait
sur les rentes après s’y être ruiné.
Ta n t ô t c ’ é t a i t u n d e c e s p e t i t s
joueurs qui vont hasarder et gagner tous les soirs dix francs au
jeu. Tantôt on en faisait un espion
attaché à la haute police; mais
Vautrin prétendait qu’il n’était pas
assez rusé pour en être. Le père
Goriot était encore un avare qui
prêtait à la petite semaine, un
homme qui nourrissait des numéros
à la loterie. On en faisait tout ce que
le vice, la honte, l’impuissance engendrent de plus mystérieux. Seulement, quelque ignobles que fussent sa conduite ou ses vices,
l’aversion qu’il inspirait n’allait
pas jusqu’à le faire bannir: il payait
sa pension. Puis il était utile, chacun essayait sur lui sa bonne ou mauvaise humeur par des plaisanteries ou
par des bourrades. L’opinion qui paraissait plus probable, et qui fut généralement adoptée, était celle de madame
Vauquer. À l’entendre, cet homme si
bien conservé, sain comme son oeil et
avec lequel on pourrait avoir encore
beaucoup d’agrément, était un libertin
qui avait des goûts étranges. Voici sur
quels faits la veuve Vauquer appuyait
ses calomnies.
Quelques mois après le départ de cette
désastreuse comtesse qui avait su vivre pendant six mois à ses dépens,
un matin, avant de se lever, elle entendit dans son escalier le froufrou
d’une robe de soie et le pas mignon
d’une femme jeune et légère qui filait chez Goriot, dont la porte s’était
intelligemment ouverte. Aussitôt la
grosse Sylvie vint dire à sa maîtresse
qu’une fille trop jolie pour être honnête, mise comme une divinité, chaussée en brodequins de prunelle qui
n’étaient pas crottés, avait glissé
comme une anguille de la rue jusqu’à
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tan estricto, que no encendió fuego en
su apartamento durante todo el invierno. La viuda Vauquer le exigió que le
pagara por adelantado; a lo que consintió el señor Goriot a quien desde entonces llamó ella el tío Goriot. Entonces,
todos intentaron adivinar las causas de
esta decadencia. ¡Difícil investigación! Según había dicho la falsa condesa, el tío Goriot era [94] un cazurro,
un taciturno. Según la lógica de la gente de cabeza vacía, todos indiscretos porque no tienen más que naderías que contar, los que no hablan de sus cosas es
porque deben hacerlas malas. Este negociante, tan distinguido, se transformó
pues en un bribón, ese don Juan, en un
viejo verde. Tan pronto, según Vautrin,
que vino hacia esta época a vivir en casa
de la señora Vauquer, el tío Goriot era
un hombre que iba a la Bolsa y que,
según una expresión bastante enérgica
de la lengua financiera, iba tirando de
sus rentas después de haberse arruinado. Tan pronto era uno de esos jugadores de poca monta que iba a apostar
y ganar todas las noches diez francos
en el juego. Otras veces lo convertían
en un confidente de la policía secreta;
pero Vautrin pretendía que no era bastante astuto como para ser uno de
ellos. El tío Goriot era también un
avaro que prestaba con intereses semanales, un hombre que jugaba a la
lotería. Hacían de él todo lo que el
vicio, la vergüenza y la impotencia
engendran a partir de lo misterioso.
Sólo que, por muy innoble que fueran su comportamiento 0 sus vicios,
la aversión que inspiraba no llegaba
al punto de hacer que lo echaran:
pagaba su pensión. Además era útil,
todos descargaban sobre él su buen
o mal humor, con bromas o burradas.
La opinión que parecía más probable
y que fue aceptada por la mayoría, era
la de la señora Vauquer. Escuchándola, este hombre tan bien conservado;
sano como una lechuga y con el que
se lo podía pasar uno muy bien todavía, era un libertino que tenía gustos
raros. Sobre estos hechos basaba la
viuda Vauquer sus calumnias:
Unos meses después de la marcha de
la desastrosa condesa, que se las había apañado para vivir seis meses a
costa de ella, una mañana, antes de levantarse oyó en su escalera el frufru
de un vestido de seda y el pasito menudo de una mujer joven y ligera que
entraba en los aposentos de Goriot,
cuya puerta se había abierto sigilosamente. Inmediatamente, la gorda
Silvia, vino a decir a su ama, que una
joven demasiado guapa para ser honesta, vestida como una diosa, calzando
escarpines de raso bordados, sin una
mota de polvo, se había deslizado como
una anguila, desde la calle hasta la co-
Necesitó ajustarse a una tan estricta
economía, que no encendió ya fuego
durante el invierno. La señora Vauquer
quería que le pagara por adelantado,
a lo que accedió el señor Goriot, a
quien desde entonces ella llamaba
papá Goriot. Todos trataban de adivinar, cada cual antes que los demás,
cuáles eran las causas de esta decadencia. ¡Difícil investigación! Como
había dicho la falsa condesa, papá
Goriot era un solitario reservón. [334]
Para las gentes de poca cabeza, indiscretas, porque no tienen más que tonterías que decir, todos los que callan
sus asuntos es porque les va mal.
Aquel negociante tan distinguido se
convirtió, así, en un bellaco; aquel
galanteador, en viejo raro. Tan pronto, según Vautrin, que vino hacia esta
época a vivir a la casa Vauquer, papá
Goriot era un hombre que frecuentaba la Bolsa y que especulaba activamente con sus rentas después de haberse arruinado; tan pronto era uno de
esos pequeños puntos que van a exponer y ganar todas las noches diez
francos al juego. Otras veces se le
creía un espía al servicio de la alta política, aunque Vautrin no le suponía
lo suficientemente avisado para esto.
Papá Goriot podía ser también un avaro
que prestaba y cobraba usureramente intereses semanales, o un jugador de
lotería. Se le hacía todo cuanto el vicio, la vergüenza y la impotencia engendran de más misterioso. Ahora
que, por muy innobles que fueran su
conducta y sus vicios no llegaban hasta la decisión de despedirle porque, al
fin y al cabo, pagaba su hospedaje.
Además les servía para que cada uno
descargara sobre él sus buenos o malos humores con bromas o con groserías. La opinión que parecía más probable, y que fue más generalmente
aceptada, fue la de la señora Vauquer.
Según ella, este hombre, tan bien conservado, sano como una manzana y que
todavía podía agradar a una mujer, era
un libertino de gustos extraviados. He
aquí los hechos sobre los cuales apoyaba sus calumnias:
algunos meses después de la huida
de la desastrosa condesa, que había
sabido vivir seis meses a cuenta
suya, una mañana, antes de levantarse, oyó en la escalera el crujido
de un vestido de seda y el paso menudo de una mujer, joven y ligera,
que se dirigía a la habitación de
Goriot, que había dejado la puerta
sagazmente abierta. Además, Sylvie
vino a decir a su dueña que una chica,
demasiado bonita para ser honrada,
[335] vestida como una divinidad,
calzada con gran coquetería, se había deslizado, como una anguila,
hasta la cocina y le había pregunta22
tr. Ellen Marriage
charges. Apparently, such strict
economy was called for, that he did
without a fire all through the winter.
Mme. Vauquer asked to be paid in advance, an arrangement to which M.
Goriot consented, and thenceforward
she spoke of him as “Father Goriot.”
What had brought about this decline and
fall? Conjecture was keen, but investigation
was difficult. Father Goriot was not communicative; in the sham countess’ phrase he
was “a curmudgeon.” Empty-headed people
who babble about their own affairs because
they have nothing else to occupy them, naturally conclude that if people say nothing of
their doings it is because their doings will
not bear being talked about; so the highly
respectable merchant became a scoundrel,
and the late beau was an old rogue. Opinion
fluctuated. Sometimes, according to Vautrin,
who came about this time to live in the
Maison Vauquer, Father Goriot was a man
who went on ‘Change and dabbled (to use
the sufficiently expressive language of the
Stock Exchange) in stocks and shares after
he had ruined himself by heavy speculation.
Sometimes it was held that he was one of
those petty gamblers who nightly play for
small stakes until they win a few francs. A
theory that he was a detective in the employ
of the Home Office found favor at one time,
but Vautrin urged that “Goriot was not sharp
enough for one of that sort.” There were yet
other solutions; Father Goriot was a skinflint, a shark of a money-lender, a man who
lived by selling lottery tickets. He was by
turns all the most mysterious brood of vice
and shame and misery; yet, however vile his
life might be, the feeling of repulsion which
he aroused in others was not so strong that
he must be banished from their society—he
paid his way. Besides, Goriot had his uses,
every one vented his spleen or sharpened
his wit on him; he was pelted with jokes and
belabored with hard words. The general consensus of opinion was in favor of a theory
which seemed the most likely; this was
Mme. Vauquer’s view. According to her, the
man so well preserved at his time of life, as
sound as her eyesight, with whom a woman
might be very happy, was a libertine who had
strange tastes. These are the facts upon which
Mme. Vauquer’s slanders were based.
Early one morning, some few
months after the departure of the unlucky Countess who had managed to
live for six months at the widow’s expense, Mme. Vauquer (not yet dressed)
heard the rustle of a silk dress and a
young woman’s light footstep on the
stair; some one was going to Goriot’s
room. He seemed to expect the visit,
for his door stood ajar. The portly
Sylvie presently came up to tell her
mistress that a girl too pretty to be honest, “dressed like a goddess,” and
not a speck of mud on her laced
cashmere boots, had glided in
from the street like a snake, had
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
la cuisine, et lui avait demandé l’appartement de monsieur Goriot. Madame Vauquer et sa cuisinière se mirent aux écoutes, et surprirent plusieurs
mots tendrement prononcés pendant la
visite, qui dura quelque temps. Quand
monsieur Goriot reconduisit sa dame,
la grosse Sylvie prit aussitôt son panier, et feignit d’aller au marché, pour
suivre le couple amoureux.
cina, y le había preguntado, cual era el
aposento del señor Goriot. La señora
Vauquer y su cocinera se pusieron a escuchar y sorprendieron varias palabras
pronunciadas con ternura, durante la
visita, que duró algún tiempo. Cuando
el señor Goriot despidió a su dama, la
gruesa Silvia cogió inmediatamente su
cesto y fingió que iba al mercado, para
seguir a la pareja enamorada.
do p o r l a h a b i t a c i ó n d e l s e ñ o r
Goriot. La señora Vauquer y la cocinera se pusieron a escuchar, y
sorprendieron durante la visita,
que duró cierto tiempo, algunas palabras dichas con ternura. Cuando
el señor Goriot salió acompañando
a su dama, Sylvie cogió su cesto y,
simulando ir a la compra, siguió a
la amorosa pareja.
found the kitchen, and asked for
M. Goriot’s room. Mme. Vauquer and
the cook, listening, overheard several
words affectionately spoken during the
visit, which lasted for some time. When
M. Goriot went downstairs with the
lady, the stout Sylvie forthwith took her
basket and followed the lover-like
couple, under pretext of going to do her
marketing.
— Madame, dit-elle à sa maîtresse
en revenant, il faut que monsieur
Goriot soit diantrement riche tout de
même, pour les mettre sur ce piedlà. Figurez-vous qu’il y avait au coin
de l’estrapade un superbe équipage
dans lequel elle est montée.
—Señora —dijo a su ama al volver—, el señor Goirot tiene que ser
endiabladamente rico, a pesar de
todo, para tenerlas con [95] ese tren
de vida. Imagínese que en la esquina
de la Estrapade había un soberbio
carruaje al que se subió ella.
—Señora —dijo a la vuelta a su
dueña—, el señor Goriot tiene que
ser fenomenalmente rico para sostenerlas así. Figúrese usted que
había en la esquina de la calle esperando un coche soberbio al que
ella ha subido.
“M. Goriot must be awfully rich,
all the same, madame,” she reported
on her return, “to keep her in such
style. Just imagine it! There was a
splendid carriage waiting at the corner of the Place de l’Estrapade, and
she got into it.”
Pendant le dîner, madame Vauquer
alla tirer un rideau pour empêcher que
Goriot ne fût incommodé par le soleil
dont un rayon lui tombait sur les yeux.
Durante la comida la señora Vauquer
fue a cerrar una cortina para impedir
que Goriot fuera molestado por un rayo
de sol que le daba en los ojos.
Durante la comida la señora
Vauquer bajó una cortina para evitar un rayo de sol molesto que daba
a Goriot sobre los ojos.
While they were at dinner that
evening, Mme. Vauquer went to the
window and drew the curtain, as the
sun was shining into Goriot’s eyes.
— Vous êtes aimé des belles, monsieur Goriot, le soleil vous cherche,
dit-elle en faisant allusion à la visite
qu’il avait reçue. Peste! vous avez
bon goût, elle était bien jolie.
—Es usted el amado de las bellas,
señor Goriot. El sol le busca a usted —
le dijo haciendo alusión a la visita que
había recibido—. ¡Demonio! Tiene usted buen gusto, era muy bonita.
—Ya se conoce que le aman a usted las bellas, señor Goriot, el sol le
busca —dijo haciendo alusión a la visita—. ¡Diablo! Tiene usted buen gusto, era estupendamente bonita.
“You are beloved of fair ladies,
M. Goriot—the sun seeks you
out,” she said, alluding to his
v i s i t o r. “ P e s t e ! y o u h a v e g o o d
taste; she was very pretty.”
— C’était ma fille, dit-il avec
une sorte d’orgueil dans lequel
les pensionnaires voulurent voir
la fatuité d’un vieillard qui garde
les apparences.
—Era mi hija —dijo con una
e s p e c i e d e o rg u l l o , e n e l q u e l o s
huéspedes quisieron apreciar la
presunción de un viejo que guarda las apariencias.
—Era mi hija —respondió
Goriot con una especie de orgullo
en el que los huéspedes quisieron
adivinar la fatuidad del viejo que
guarda las apariencias.
“That was my daughter,” he said,
with a kind of pride in his voice, and
the rest chose to consider this as the
fatuity of an old man who wishes to
save appearances.
Un mois après cette visite, monsieur Goriot en reçut une autre. Sa fille
qui, la première fois, était venue en
toilette du matin, vint après le dîner
et habillée comme pour aller dans le
monde! Les pensionnaires, occupés à
causer dans le salon, purent voir en
elle une jolie blonde, mince de taille,
gracieuse, et beaucoup trop distinguée
pour être la fille d’un père Goriot.
Un mes después de esta visita, el señor Goriot recibió otra. Su hija, que
había venido la primera vez en traje de
mañana, vino después de la comida y
vestida como para salir en sociedad. Los
pensionistas, ocupados charlando en el
salón pudieron ver en ella una preciosa
rubia de cintura delgada, graciosa, y con
mucho, demasiado distinguida para ser
la hija de un tío Goriot.
Un mes después de esta visita,
el señor Goriot recibió otra. Su
hija, que la primera vez había venido en traje de mañana, vino después de comer, en traje de visita.
Los huéspedes, que charlaban en
el salón, pudieron ver que se trataba de una joven rubia, esbelta,
graciosa y demasiado distinguida
para ser hija de papá Goriot.
A month after this visit M. Goriot
received another. The same daughter
who had come to see him that morning came again after dinner, this time
in evening dress. The boarders, in
deep discussion in the dining-room,
caught a glimpse of a lovely, fairhaired woman, slender, graceful, and
much too distinguished-looking to be
a daughter of Father Goriot’s.
— Et de deux! dit la grosse Sylvie,
qui ne la reconnut pas.
—¡Ya van dos! —dijo la gorda
Silvia, que no la reconoció.
—¡Y van dos! —dijo Sylvie, que
no la reconoció.
Quelques jours après, une autre
fille, grande et bien faite, brune, à
cheveux noirs et à l’oeil vif, demanda
monsieur Goriot.
Algunos días después, otra chica
alta y bien formada, morena, de cabellos negros y ojos vivos, preguntó
por el señor Goriot.
Algunos días después, otra muchacha, alta y bien hecha, de cabellos negros y ojos vivos preguntó por el señor Goriot.
“Two of them!” cried the portly
Sylvie, who did not recognize the lady
of the first visit.
A few days later, and another young
lady—a tall, well-moulded brunette,
with dark hair and bright eyes—came
to ask for M. Goriot.
Cette seconde fille, qui la première fois était aussi venue voir son
père le matin, vint quelques jours
après, le soir, en toilette de bal et
en voiture.
Esta segunda chica, que la primera vez había venido también a ver a
su padre por la mañana, vino unos
días después, por la noche, en traje
de baile y en coche.
—¡Y va la tercera! —dijo Sylvie.
[336]
Esta segunda hija, que la primera vez vino también por la mañana, llegó algunos días después
por la noche en traje de baile y
en coche.
— Et de quatre! dirent madame
Vauquer et la grosse Sylvie, qui ne
reconnurent dans cette grande dame
aucun vestige de la fille simplement
mise le matin où elle fit sa première
visite.
—¡Y cuatro! —dijeron la señora
Vauquer y la gorda Silvia, que no reconocieron en esta señora alta, ningún vestigio de la chica vestida sencillamente, la mañana que hizo su
primera visita.
—¡Y va la cuarta! —dijeron la
señora Vauquer y Sylvie, que no
reconocieron en esta gran señora
el menor vestigio de la muchacha
simplemente vestida de la primera visita.
— Et de trois! dit Sylvie.
—¡Y tres! —dijo Silvia.
23
“Three of them!” said Sylvie.
Then the second daughter, who had
first come in the morning to see her father, came shortly afterwards in the
evening. She wore a ball dress, and
came in a carriage.
“Four of them!” commented Mme.
Vauquer and her plump handmaid. Sylvie saw
not a trace of resemblance between this great
lady and the girl in her simple morning dress
who had entered her kitchen on the occasion
of her first visit.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Goriot payait encore douze cents
francs de pension. Madame Vauquer
trouva tout naturel qu’un homme riche eût quatre ou cinq maîtresses, et
le trouva même fort adroit de les faire
passer pour ses filles. Elle ne se formalisa point de ce qu’il les mandait
dans la Maison-Vauquer. Seulement,
comme ces visites lui expliquaient
l’indifférence de son pensionnaire à
son égard, elle se permit, au commencement de la deuxième année, de
l’appeler vieux matou. Enfin, quand
son pensionnaire tomba dans les
neuf cents francs, elle lui demanda
fort insolemment ce qu’il comptait
faire de sa maison, en voyant descendre une de ces dames. Le père
Goriot lui répondit que cette dame
était sa fille; aînée.
Goriot pagaba todavía mil doscientos francos de pensión. La señora Vauquer creyó muy natural, que
un hombre rico tuviera cuatro o cinco amantes, y le pareció incluso muy
hábil por hacerlas pasar por sus hijas. No se molestó en absoluto, de
que las hiciera venir a la Casa Vauquer. Únicamente como estas visitas
le explicaban la indiferencia de su
pensionista con relación a ella, se
permitió, al principio del segundo
año, llamarle viejo barbón. E n f i n
cuando su huésped cayó en los
novecientos francos, le preguntó muy insolente qué pretendía
hacer con su casa, al ver bajar
una de esas damas. El tío Goriot
le respondió que esa señora era
s u h i j a m a y o r.
Goriot pagaba todavía mil doscientos francos de hospedaje. La señora
Vauquer encontraba completamente
natural que un hombre rico tuviera
cuatro o cinco queridas, y encontró
muy sagaz que las hiciera pasar por
hijas suyas. Tampoco se escandalizó
porque las trajera a la casa Vauquer.
Únicamente, como estas visitas le daban la explicación de la indiferencia
de su huésped para con ella, se permitió al comienzo del segundo año el
llamarle viejo garañón. En fin, cuando su huésped llegó a no pagar más
que novecientos francos, le preguntó,
insólitamente, al ver un día llegar a
una de aquellas damas, que a ver en
qué pretendía convertir su casa. Papá
Goriot le respondió que aquella señora era su hija mayor.
At that time Goriot was paying twelve
hundred francs a year to his landlady, and
Mme. Vauquer saw nothing out of the common in the fact that a rich man had four or
five mistresses; nay, she thought it very
knowing of him to pass them off as his
daughters. She was not at all inclined to draw
a hard-and-fast line, or to take umbrage at
his sending for them to the Maison Vauquer;
yet, inasmuch as these visits explained her
boarder’s indifference to her, she went so far
(at the end of the second year) as to speak of
him as an “ugly old wretch.” When at
length her boarder declined to nine
hundred francs a year, she asked him
very insolently what he took her
house to be, after meeting one of
these ladies on the stairs. Father
Goriot answered that the lady was
his eldest daughter.
— Vous en avez donc trente-six,
des filles? dit aigrement madame
Vauquer.
—¡Entonces tiene usted treinta y
seis hijas! —dijo agriamente la señora Vauquer.
—Entonces, ¿usted tiene treinta y
seis hijas? —preguntó agriamente la
señora Vauquer.
“So you have two or three dozen
daughters, have you?” said Mme.
Vauquer sharply.
— Je n’en ai que deux, répliqua le
pensionnaire avec la douceur d’un
homme ruiné qui arrive à toutes les
docilités de la misère.
—No tengo más que dos —replicó
el pensionista, con la dulzura de un
hombre arruinado, que llega a todas
las docilidades de la miseria. [96]
—No tengo más que dos —respondió el huésped con la amabilidad de
un hombre arruinado que ha llegado a
todas las docilidades de la miseria.
“I have only two,” her boarder answered meekly, like a ruined man who
is broken in to all the cruel usage of
misfortune.
Vers la fin de la troisième année,
le père Goriot réduisit encore ses dépenses, en montant au troisième étage et en
se mettant à quarante-cinq francs de
pension par mois. Il se passa de tabac,
congédia son perruquier et ne mit plus
de poudre. Quand le père Goriot parut
pour la première fois sans être poudré,
son hôtesse laissa échapper une exclamation de surprise en apercevant la couleur de ses cheveux, ils étaient d’un gris
sale et verdâtre. Sa physionomie, que
des chagrins secrets avaient insensiblement rendue plus triste de jour en
jour, semblait la plus désolée de toutes celles qui garnissaient la table. Il
n’y eut alors plus aucun doute. Le
père Goriot était un vieux libertin
dont les yeux n’avaient été préservés
de la maligne influence des remèdes
nécessités par ses maladies que par
l’habileté d’un médecin. La couleur
dégoûtante de ses cheveux provenait
de ses excès et des drogues qu’il avait
prises pour les continuer. L’état physique et moral du bonhomme donnait raison à ces radotages. Quand
son trousseau fut usé, il acheta du
calicot à quatorze sous l’aune pour
remplacer son beau linge. Ses diamants, sa tabatière d’or, sa chaîne,
ses bijoux, disparurent un à un. Il
avait quitté l’habit bleu-barbeau,
tout son costume cossu, pour porter,
été comme hiver, une redingote de
drap marron grossier, un gilet en poil
de chèvre, et un pantalon gris en cuir
de laine. Il devint progressivement
Hacia el final del tercer año, el tío
Goriot redujo aún más sus gastos, subiendo al tercer piso y poniéndose a
cuarenta y cinco francos de pensión
al mes. Se privó del tabaco, despidió
a su peluquero y ya no se puso polvos. Cuando el tío Goriot apareció,
por primera vez, sin empolvar, su patrona dejó escapar una exclamación
de sorpresa, al ver el color de sus cabellos, que eran de un gris sucio y
verdoso. Su rostro, al que secretas
penas habían insensiblemente vuelto
más triste cada día, parecía el más
desolado de todos los que adornaban
la mesa. Ya no quedó entonces ninguna duda. El tío Goriot era un viejo libertino, cuyos ojos no habían sido
preservados de la maligna influencia,
de los remedios necesarios para esas
enfermedades, más que por la habilidad de un médico. El color asqueroso
de su cabello, procedía de sus excesos y de las drogas que había tomado
para poder seguir son ellos. El estado
físico y moral del buen hombre, daba
la razón, a aquellas habladurías sin
sentido. Cuando su ajuar se gastó,
compró algodón de indiana de catorce
céntimos la vara, para sustituir su preciosa ropa interior. Sus diamantes, su
tabaquera de oro, su cadena, sus joyas,
desaparecieron uno a uno. Había abandonado el frac azul-barbo, todo su traje
de lujo, para llevar tanto en verano como
en invierno, una levita de paño marrón
basto, un chaleco de pelo de cabra y pantalón gris de lanilla. Se quedó cada vez
Hacia el fin del tercer año papá
Goriot redujo sus gastos: subió al
tercer piso, pagando cuarenta y
cinco francos mensuales. Suprimió
el tabaco, despidió al peluquero y
no se empolvó más los cabellos.
Cuando papá Goriot apareció por
primera vez con los pelos sin empolvar, su patrona dejó escapar una
exclamación de sorpresa al verlos
de su verdadero color, un gris verdoso y sucio. Su fisonomía, que
secretos pesares habían insensiblemente entristecido de día en día,
parecía la más desolada de todas
las [337] de la mesa. Entonces ya
no hubo ninguna duda: papá Goriot era un viejo libertino a quien
la habilidad de un médico había
preservado los ojos de la nefasta
influencia de los remedios exigidos por sus enfermedades. El
asqueroso color de sus cabellos
provenía de sus excesos y de las drogas que había tomado para poder continuarlos. Su estado físico y moral
originaba sus chocheces. Cuando se
gastó su ajuar, se hizo ropa interior
de algodón, a setenta céntimos la
vara, para reemplazar sus antiguos
lujos. Sus diamantes, su petaca de
oro, sus joyas desaparecieron paulatinamente. Había sustituido su antigua levita azul y demás prendas por
una mala levita de color marrón, un
chaleco de piel de cabra y un pantalón gris de lana, que llevaba tanto en verano como en invierno. Enflaqueció, se
Towards the end of the third year
Father Goriot reduced his expenses still
further; he went up to the third story,
and now paid forty-five francs a month.
He did without snuff, told his hairdresser that he no longer required his
services, and gave up wearing powder.
When Goriot appeared for the first time
in this condition, an exclamation of astonishment broke from his hostess at
the color of his hair—a dingy olive
gray. He had grown sadder day by day
under the influence of some hidden
trouble; among all the faces round the
table, his was the most woe-begone.
There was no longer any doubt. Goriot
was an elderly libertine, whose eyes
had only been preserved by the skill of
the physician from the malign influence of the remedies necessitated by
the state of his health. The disgusting
color of his hair was a result of his excesses and of the drugs which he had
taken that he might continue his career.
The poor old man’s mental and physical condition afforded some grounds
for the absurd rubbish talked about
him. When his outfit was worn out, he
replaced the fine linen by calico at fourteen sous the ell. His diamonds, his gold
snuff-box, watch-chain and trinkets, disappeared one by one. He had left off
wearing the corn-flower blue coat, and
was sumptuously arrayed, summer as
well as winter, in a coarse chestnutbrown coat, a plush waistcoat, and doeskin breeches. He grew thinner and thinner; his legs were shrunken, his cheeks,
15
24
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
maigre; ses mollets tombèrent; sa figure, bouffie par le contentement
d’un bonheur bourgeois, se vida démesurément; son front se plissa, sa
mâchoire se dessina. Durant la quatrième année de son établissement
rue Neuve-Sainte-Geneviève, il ne
se ressemblait plus. Le bon
vermicellier de soixante-deux ans qui
ne paraissait pas en avoir quarante,
le bourgeois gros et gras, frais de bêtise, dont la tenue égrillarde réjouissait les passants, qui avait quelque
chose de jeune dans le sourire, semblait être un septuagénaire hébété,
vacillant, blafard.
Ses yeux bleus si vivaces prirent des
teintes ternes et gris-de-fer, ils
avaient pâli, ne larmoyaient plus, et
leur bordure rouge semblait pleurer
du sang. Aux uns, il faisait horreur;
aux autres, il faisait pitié. De jeunes
étudiants en Médecine, ayant remarqué l’abaissement de sa lèvre inférieure et mesuré le sommet de son
angle facial, le déclarèrent atteint de
crétinisme, après l’avoir longtemps
houspillé sans en rien tirer. Un soir, après
le dîner, madame Vauquer lui ayant dit
en manière de raillerie:
« Eh bien! elles ne viennent donc
plus vous voir, vos filles? « en
mettant en doute sa paternité, le père
Goriot tressaillit comme si son hôtesse
l’eût piqué avec un fer.
más delgado sus pantorrillas se
ablandaron; su rostro inflado por una
felicidad burguesa, se arrugó desmesuradamente; su frente se llenó de
pliegues, y su mandíbula se marcó.
Durante el cuarto año de su estancia
en la calle nueva de Sainte Geneviève,
no parecía el mismo. El buen fabricante de fideos de sesenta y dos años,
que no representaba ni cuarenta, el
burgués gordo y reluciente, lozano de
pura estupidez, cuyo atuendo alegre
regocijaba a los transeúntes, que tenía algo de joven en la sonrisa, parecía ahora un septuagenario atontado,
vacilante y lívido.
Sus ojos azules, tan vivos, tomaron tintes apagados y grises acerados, habían
palidecido, ya no lagrimeaban, y su borde rojo parecía llorar sangre. A unos les
daba horror, otros le tenían piedad.
Unos jóvenes estudiantes de medicina
habiendo notado la caída de su labio
inferior y medido la parte más alca de
su ángulo facial, lo declararon aquejado de cretinismo, después de haberle
hostigado durante mucho tiempo sin sacar nada en limpio. Una noche, después
de la cena, la señora Vauquer le dijo
como por broma:
—Qué, ¿ya no vienen sus hijas a verle?
Poniendo en duda su
p a t e r n i d a d . E l t ío Goriot
saltó como si su patrona le hubier a p i n c h a d o c o n u n a l f i l e r.
le aflojaron las pantorrillas. Su cara,
antes radiante de satisfacción burguesa, se arrugó desmesuradamente, lo mismo que su frente, y se
acentuaron sus mandíbulas. Al
cuarto año de vida en la calle
Neuve-Sainte-Geneviève, no parecía el mismo. El buen fabricante de
fideos, de sesenta y dos años, que
no parecía tener cuarenta; el burgués gordo y rozagante, c u y a i n dumentaria pulcra y un poco
chocante regocijaba a los transeúntes; de sonrisa casi juvenil,
parecía un setentón alelado,
vacilante y macilento.
Sus ojos azules y vivaces se amortiguaron y se hicieron borrosos; ni
siquiera lagrimearon más. Únicamente su ribete rojo parecía llorar
sangre. A los unos les daba horror;
a los otros, piedad. Los estudiantes de Medicina, habiendo observado la caída de su labio inferior y
medido su ángulo facial, le declaraban atacado de cretinismo, después de haberle molestado sin resultado. Una noche, acabada la
cena, la señora Vauquer le dijo por
burla:
«¿Y q u é , y a n o v i e n e n s u s h i jas a verle?», poniendo en duda
su paternidad. Papá Goriot
tembló como si su patrona le hubiera pinchado. [338]
once so puffed out by contented bourgeois
prosperity, were covered with wrinkles,
and the outlines of the jawbones were distinctly visible; there were deep furrows in
his forehead. In the fourth year of his residence in the Rue Neuve-Sainte-Genevieve
he was no longer like his former self. The
hale vermicelli manufacturer, sixty-two
years of age, who had looked scarce forty,
the stout, comfortable, prosperous tradesman, with an almost bucolic air, and such
a brisk demeanor that it did you good to
look at him; the man with something boyish in his smile, had suddenly sunk into
his dotage, and had become a feeble, vacillating septuagenarian.
The keen, bright blue eyes had grown
dull, and faded to a steel-gray color; the
red inflamed rims looked as though they
had shed tears of blood. He excited feelings of repulsion in some, and of pity in
others. The young medical students who
came to the house noticed the drooping
of his lower lip and the conformation
of the facial angle; and, after teasing him
for some time to no purpose, they declared that cretinism was setting in.
One evening after dinner
Mme. Vauquer said half banteringly to him,
“So those daughters of yours don’t come to
see you any more, eh?” meaning to imply
her doubts as to his paternity; but Father
Goriot shrank as if his hostess had touched
him with a sword-point.
— Elles viennent quelquefois, répondit-il d’une voix émue.
—Vienen a veces —respondió con
voz conmovida. [97]
—Vienen algunas veces —respondió con voz trémula.
“They come sometimes,” he said in
a tremulous voice.
— Ah! ah! vous les voyez encore
quelquefois! s’écrièrent les étudiants.
Bravo, père Goriot!
—¡Ah! ¡Ah! ¡Conque todavía las
ve algunas veces! —gritaron los estudiantes—. ¡Bravo tío Goriot!
—¡Ah! ¡Ah! ¿De manera que todavía las ve usted? —gritaron los estudiantes—. Bravo, papá Goriot.
“Aha! you still see them sometimes?” cried the students. “Bravo, Father Goriot!”
Mais le vieillard n’entendit pas les
plaisanteries que sa réponse lui attirait, il était retombé dans un état
méditatif que ceux qui l’observaient
superficiellement prenaient pour un
engourdissement sénile dû à son défaut d’intelligence. S’ils l’avaient bien
connu, peut-être auraient-ils été vivement intéressés par le problème que
présentait sa situation physique et
morale; mais rien n’était plus difficile.
Quoiqu’il fût aisé de savoir si Goriot
avait réellement été vermicelier, et
quel était le chiffre de sa fortune, les
vieilles gens dont la curiosité s’éveilla
sur son compte ne sortaient pas du
quartier et vivaient dans la pension
comme des huîtres sur un rocher.
Quant aux autres personnes, l’entraînement particulier de la vie parisienne leur faisait oublier, en sortant
de la rue Neuve-Sainte-Geneviève,
le pauvre vieillard dont ils se moquaient. Pour ces esprits étroits,
comme pour ces jeunes gens insouciants, la sèche misère du père Goriot
Pero el viejo no comprendió las
guasas que sus respuestas le echaban
encima. Había vuelto a caer en un estado meditabundo, que los que le observaban superficialmente, tomaban
por un embrutecimiento senil, debido a su falta de inteligencia. Si le hubieran conocido bien, quizás se hubieran sentido vivamente interesados, por el problema que presentaba
su situación física y moral; pero nada
era más difícil que eso. Aunque hubiera sido fácil saber si Goriot había
sido verdaderamente fabricante de
fideos, y cuál era la cifra de su patrimonio, las viejas personas cuya
curiosidad se había atraído no salían
nunca del barrio y vivían en la pensión como ostras en una roca. En
cuanto a los demás, tan pronto como
salían de la calle nueva de Sainte
Geneviève, la particular vorágine de la vida
parisina, les hacía olvidarse del pobre viejo
del que se reían. Para aquellos espíritus estrechos, como para aquellos jóvenes despreocupados, la árida miseria del tío
Pero el viejo no oyó las bromas que provocó su respuesta.
Cayó en un estado meditativo,
que quien le observara superficialmente lo tomaría por un
abotagamiento senil, debido a su falta de inteligencia. Si los demás huéspedes hubieran acertado la causa, quizá se hubieran interesado vivamente
por el problema que presentaba su situación física y moral. Pero nada tan
difícil como adivinarlo. Aunque hubiera sido fácil averiguar si Goriot había
sido en realidad fabricante de fideos y
a cuánto ascendía su fortuna, no lo averiguaron, porque los viejos, a quienes
interesaba este punto, no salían del barrio y vivían en la posada como ostras
pegadas a su roca. En cuanto a las demás personas, el torbellino de la vida
parisién les hacía olvidar, al salir de la
calle Neuve-Sainte-Geneviève, al pobre viejo de quien se burlaban. Para
aquellos espíritus estrechos, como
para aquellos jóvenes despreocupados, la triste miseria de papá Goriot
The old man scarcely seemed to
hear the witticisms at his expense that
followed on the words; he had relapsed into the dreamy state of mind
that these superficial observers took
for senile torpor, due to his lack of intelligence. If they had only known, they
might have been deeply interested by the
problem of his condition; but few problems were more obscure. It was easy, of
course, to find out whether Goriot had
really been a vermicelli manufacturer;
the amount of his fortune was readily
discoverable; but the old people, who
were most inquisitive as to his concerns,
never went beyond the limits of the
Quarter, and lived in the lodginghouse much as oysters cling to a rock.
As for the rest, the current of life in
Paris daily awaited them, and swept
them away with it; so soon as they left
the Rue Neuve-Sainte-Genevieve,
they forgot the existence of the old
man, their butt at dinner. For those
narrow souls, or for careless youth,
the _____ misery in Father Goriot’s
25
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
et sa stupide attitude étaient incompatibles avec une fortune et une capacité quelconques. Quant aux femmes
qu’il nommait ses filles, chacun partageait l’opinion de madame Vauquer,
qui disait, avec la logique sévère que
l’habitude de tout supposer donne aux
vieilles femmes occupées à bavarder
pendant leurs soirées:
« Si le père Goriot avait des filles aussi
riches que paraissaient l’être toutes les
dames qui sont venues le voir, il ne serait pas dans ma maison, au troisième,
à quarante-cinq francs par mois, et
n’irait pas vêtu comme un pauvre.
«Rien ne pouvait démentir ces
inductions. Aussi, vers la fin du mois
de novembre 1819, époque à laquelle
éclata ce drame, chacun dans la pension avait-il des idées arrêtées sur le
pauvre vieillard. Il n’avait jamais eu
ni fille ni femme; l’abus des plaisirs
en faisait un colimaçon, un mollusque anthropomorphe à classer dans
les Casquettiferes, disait un employé
au Muséum, un des habitués à cachet.
Poiret était un aigle, un gentleman
auprès de Goriot. Poiret parlait, raisonnait, répondait, il ne disait rien,
à la vérité, en parlant, raisonnant ou
répondant, car il avait l’habitude de
répéter en d’autres termes ce que
les autres disaient; mais il contribuait à la conversation, il était vivant, il paraissait sensible; tandis
que le père Goriot, disait encore
l’employé au Muséum, était constamment à zéro de Réaumur.
Goriot y su estúpida actitud eran incompatibles con cualquier tipo de capacidad o de fortuna. En cuanto a las
mujeres, que él llamaba hijas, todos
compartían la opinión de la señora
Vauquer, que decía, con la lógica
aplastante que la costumbre de suponerlo todo da a las mujeres viejas, que
ocupan sus veladas charlando:
«Si el tío Goriot tuviera hijas, tan
ricas, como parecen las señoras
que han venido a verle, no estaría
en mi casa, en el tercer piso, por
cuarenta y cinco francos al mes, y
no iría vestido como un pobre.»
Nada podía desmentir aquellas
deducciones. Además, hacia el mes de
noviembre de 1919, época en la que estalló este drama, en la pensión, cada
cual tenía las ideas bien claras, con relación al pobre viejo. No habían existido nunca hija ni esposa; el abuso de los
placeres, le había convertido en un caracol, en un molusco antropomorfo, que
se podía clasificar en el género de los
carguetíferor (17), decía un empleado
del Museo, uno de los abonados a la
comida. Poiret era un águila, un caballero, al lado de Goriot. Poiret hablaba,
razonaba, respondía. Bien es verdad que
no decía nada al hablar, razonar o responder, puesto que tenía la costumbre
de repetir, con otras palabras, lo mismo
que decían los demás, pero contribuía
a la conversación. Estaba vivo, parecía
sensible, mientras [98] que el tío Goriot,
según el empleado del Museo, estaba
siempre a cero grados centígrados.
y su estúpida actitud eran incompatibles con una fortuna y una capacidad cualquiera. En cuanto a las mujeres que decía eran sus hijas, todos
compartían la opinión de la señora
Vauquer, que aseguraba, con la lógica
severa que la costumbre de suponerlo
todo da a las viejas ocupadas durante
las noches al chismorreo:
—Si papá Goriot hubiera tenido hijas tan ricas como parecían ser las señoras que habían venido a verle, no
estaría en mi casa, en el tercero, a cuarenta y cinco francos mensuales, y no
iría vestido como un mendigo.
Nada podía desmentir estas
inducciones. Así, hacia el fin del mes
de noviembre de 1819, época en que
estalló este drama, tenía cada cual en
la posada formado su juicio sobre el
pobre viejo: jamás había tenido mujer ni hijas. [339] El abuso de los placeres le había convertido en un caracol, un molusco antropomorfo de la
clase de los casquetíferos, decía un
empleado del Museo. Poiret era uN
águila, un gentleman, al lado de
Goriot. Poiret hablaba, razonaba,
respondía, aunque en verdad no decía nada al hablar, razonar o responder, porque tenía la costumbre de
repetir en otros términos lo que decían los demás; pero de todos modos, contribuía a la conversación.
Siquiera vivía, parecía sensible. En
cambio, papá Goriot, decía también
el empleado del Museo, estaba constantemente a cero de Réamur.
withered face and its dull apathy were quite
incompatible with wealth or any sort of intelligence. As for the creatures whom he
called his daughters, all Mme. Vauquer’s
boarders were of her opinion. With the faculty
for severe logic sedulously cultivated by elderly women during long evenings of gossip till
they can always find an hypothesis to fit all
circumstances, she was wont to reason thus:
“If Father Goriot had daughters of his
own as rich as those ladies who came
here seemed to be, he would not be lodging in my house, on the third floor, at
forty-five francs a month; and he would
not go about dressed like a poor man.”
No objection could be raised to these
inferences. So by the end of the month of
November 1819, at the time when the curtain rises on this drama, every one in the
house had come to have a very decided
opinion as to the poor old man. He had
never had either wife or daughter; excesses
had reduced him to this sluggish condition;
he was a sort of human mollusk who should
be classed among the capulidoe, so one of
the dinner contingent, an employe at the
Museum, who had a pretty wit of his own.
Poiret was an eagle, a gentleman, compared
with Goriot. Poiret would join the talk, argue, answer when he was spoken to; as a
matter of fact, his talk, arguments, and responses contributed nothing to the conversation, for Poiret had a habit of repeating what
the others said in different words; still, he did
join in the talk; he was alive, and seemed capable of feeling; while Father Goriot (to quote
the Museum official again) was invariably at
zero degrees—Reaumur.
Eugène de Rastignac était revenu dans une disposition d’esprit
que doivent avoir connue les jeunes gens supérieurs, ou ceux auxquels une position difficile communique momentanément les qualités des hommes d’élite.
Pendant sa première année de séjour à Paris, le peu de travail que
veulent les premiers grades à
prendre dans la Faculté l’avait
laissé libre de goûter les délices
visibles du Paris matériel. Un étudiant n’a pas trop de temps s’il
veut connaître le répertoire de
chaque théâtre, étudier les issues
du labyrinthe parisien, savoir les
usages, apprendre la langue et
s’habituer aux plaisirs particuliers
de la capitale; fouiller les bons et
les mauvais endroits, suivre les
cours qui amusent, inventorier les
richesses des musées.
Un étudiant se passionne alors pour
des niaiseries qui lui paraissent grandioses. Il a son grand homme, un professeur du Collège de France, payé
pour se tenir à la hauteur de son auditoire. Il rehausse sa cravate et se pose
pour la femme des premières galeries
Eugenio de Rastignac había
vuelto en una disposición de ánimo, que deben haber conocido los
jóvenes superiores, o aquellos a
los que, una situación difícil, comunica momentáneamente las
cualidades de los elegidos.
Durante su primer año de estancia
en París, el poco trabajo que exigen
los primeros estudios en la Facultad,
le había dejado libre para probar las
delicias visibles del París material.
Un estudiante, no tiene nunca demasiado tiempo, si quiere conocer el
repertorio de cada teatro, estudiar
las salidas del laberinto parisino,
saber las costumbres, aprender el
lenguaje y acostumbrarse a los p l a ceres particulares de la capital;
rebuscar los sitios buenos y los malos; asistir a las clases divertidas,
hacer inventario de las riquezas de
los museos.
Un estudiante se apasiona entonces
por fruslerías, que le parecen grandiosas. Tiene su ídolo: un profesor
del Colegio de Francia pagado para
mantenerse a la altura de su auditorio. Se ahueca la corbata y se pavonea ante las mujeres de las prime-
Eugéne de Rastignac había
llegado a una disposición de espíritu que deben conocer las gentes superiores o aquellas a quienes una posición difícil comunica momentáneamente las cualidades de un hombre selecto.
Durante su primer año de estancia
en París, el poco trabajo que requieren las primeras asignaturas en
las Facultades le había dejado
tiempo para gozar las delicias visibles del París material. A un estudiante, si quiere conocer el repertorio de cada teatro, estudiar
las salidas del laberinto parisiense,
conocer las costumbres, aprender
la lengua y habituarse a los placere s p a r t i c u l a r e s d e l a c a p i t a l ,
escudriñar los buenos y malos lugares, seguir las lecciones de algún curso divertido e
inventariar las riquezas de los Museos, no le
queda, en realidad, tiempo para más.
Un estudiante se apasiona entonces
por naderías que le parecen grandiosas. Tiene su gran hombre, un profesor del Colegio de Francia, pagado
para mantenerse a la altura de su auditorio. Cuida esmeradamente su corbata y va al anfiteatro de la ópera Có-
Eugene de Rastignac had just returned to Paris in a state of mind not
unknown to young men who are conscious of unusual powers, and to those
whose faculties are so stimulated by a
difficult position, that for the time being they rise above the ordinary level.
Rastignac’s first year of study for
the preliminary examinations in law
had left him free to see the sights of
Paris and to enjoy some of its amusements. A student has not much time
on his hands if he sets himself to
learn the repertory of every theatre,
and to study the ins and outs of the
labyrinth of Paris. To know its customs; to learn the language, and become familiar with the amusements
of the capital, he must explore its recesses, good and bad, follow the studies that please him best, and form
some idea of the treasures contained
in galleries and museums.
At this stage of his career a student grows
eager and excited about all sorts of follies that
seem to him to be of immense importance. He
has his hero, his great man, a professor at the
College de France, paid to talk down to the level
of his audience. He adjusts his cravat, and strikes
various attitudes for the benefit of the women in
26
Balzac’s Goriot
de l’Opéra-Comique. Dans ces initiations successives, il se dépouille de
son aubier*, agrandit l’horizon de
sa vie, et finit par concevoir la superposition des couches humaines
qui composent la société.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
ras galerías de la ópera Cómica. Con
estas iniciaciones sucesivas, sale
del cascarón*, ensancha el horizonte de su vida y termina por asumir
la superposición de capas humanas
que componen la sociedad.
mica a ver a las mujeres. En estas
iniciaciones sucesivas va dejando el
pelo de la dehesa, aumentando el horizonte de su vida, y acaba por concebir la superposición de capas humanas que componen la sociedad.
tr. Ellen Marriage
the first galleries at the Opera-Comique. As he
passes through all these successive initiations,
and breaks out of his sheath, the horizons of
life widen around him, and at length he grasps
the plan of society with the different human
strata of which it is composed.
* . Partie tendre et blanchâtre qui se forme chaque année entre le bois dur
(coeur) et l'écorce d'un arbre, et où circule la sève.
* Bot. Capa blanda, de color blanquecino, que se halla inmediatamente debajo de la corteza en los tallos leñosos o troncos de los vegetales gimnospermos y angiospermos dicotiledóneos, formada por los anillos anuales más jóvenes.
S’il a commencé par admirer les voitures au défilé des Champs-Elysées
par un beau soleil, il arrive bientôt à
les envier. Eugène avait subi cet apprentissage à son insu, quand il partit en vacances, après avoir été reçu
bachelier en Lettres et bachelier en
Droit. Ses illusions d’enfance, ses
idées de province avaient disparu.
Son intelligence modifiée, son ambition exaltée lui firent voir juste au
milieu du manoir paternel, au sein de
la famille. Son père, sa mère, ses
deux frères, ses deux soeurs, et une
tante dont la fortune consistait en
pensions, vivaient sur la petite terre
de Rastignac.
Ce domaine d’un revenu d’environ
trois mille francs était soumis à
l’incertitude qui régit le produit
tout industriel de la vigne, et néanmoins il fallait en extraire chaque
année douze cents francs pour lui.
L’aspect de cette constante détresse
qui lui était généreusement cachée,
la comparaison qu’il fut forcé d’établir entre ses soeurs, qui lui semblaient si belles dans son enfance,
et les femmes de Paris, qui lui
avaient réalisé le type d’une beauté
rêvée, l’avenir incertain de cette
nombreuse famille qui reposait sur
lui, la parcimonieuse attention avec
laquelle il vit serrer les plus minces
productions, la boisson faite pour sa
famille avec les marcs de pressoir,
enfin une foule de circonstances inutiles à consigner ici, décuplèrent
son désir de parvenir et lui donnèrent soif des distinctions.
Comme il arrive aux âmes grandes, il
voulut ne rien devoir qu’à son mérite.
Mais son esprit était éminemment méridional; à l’exécution, ses déterminations devaient donc être frappées de ces
hésitations qui saisissent les jeunes
gens quand ils se trouvent en pleine
mer, sans savoir ni de quel côté diriger
leurs forces, ni sous quel angle enfler
leurs voiles. Si d’abord il voulut se jeter à corps perdu dans le travail, séduit
bientôt par la nécessité de se créer des
relations, il remarqua combien les femmes ont d’influence sur la vie sociale,
et avisa soudain à se lancer dans le
monde, afin d’y conquérir des protectrices: devaient-elles manquer à un
jeune homme ardent et spirituel dont
l’esprit et l’ardeur étaient rehaussés par
une tournure élégante et par une sorte
de beauté nerveuse à laquelle les femmes se laissent prendre volontiers? Ces
Si ha empezado admirando los coches,
en el desfile de los Campos Elíseos,
con buen sol, termina enseguida por
desearlos. Eugenio había sufrido este
aprendizaje, sin darse cuenta, cuando
se fue de vacaciones, después de haber aprobado como bachiller en letras
y bachiller en Derecho. Sus ilusiones
infantiles, sus ideas provincianas habían desaparecido. Su inteligencia
modificada, su ambición exacerbada,
le hicieron ver claro, en la mansión
paterna, en el seno de su familia. Su
padre, su madre, sus dos hermanos, sus
dos hermanas y una tía cuya fortuna
consistía en pensiones, vivían en el pequeño terruño de Rastignac.
Este predio, de unos tres mil francos
de renta, estaba sometido a las incertidumbres que rigen el producto completamente industrial de la viña, y,
sin embargo, había que sacar de allí
mil doscientos francos cada año, para
él. La vista de aquella penuria que tan
generosamente le ocultaban, la comparación que forzosamente tuvo que
hacer entre sus hermanas, que le parecían tan guapas de niñas, y las mujeres de París, que le habían hecho
real el tipo de una belleza soñada, el
porvenir incierto de esta familia que
tenía puestas en él sus esperanzas, la
parsimoniosa atención, con que vio
almacenar las exiguas producciones, le
bebida que destilaban para la familia
con los residuos del lagar, y en fin,
multitud de circunstancias que sería
inútil consignar aquí, multiplicaron
su deseo de triunfar y le dieron sed
de honores. [99]
Como sucede con las personas de gran corazón, no quería deber nada a nadie, más
que a sus propios méritos. Pero su genio
era eminentemente meridional, por lo tanto, al ir a poner en práctica sus decisiones, esas decisiones, iban a verse atacadas por las dudas que asaltan a veces a
los jóvenes cuando se hallan en alta mar,
sin saber hacia dónde dirigir sus fuerzas,
ni bajo qué ángulo hinchar sus velas. Si,
en un primer momento, se propuso enfrascarse en el trabajo hasta partirse el alma,
seducido enseguida por la necesidad de
hacer amigos, notó cuánta influencia tienen las mujeres, sobre la vida social y decidió lanzarse a ese mundo, con el fin de
conseguir en él protectoras: ¿Le iban a
faltar a un joven ardiente e ingenioso cuyo
espíritu y ardor estaban realzados por un
aspecto elegante y por una especie de belleza nerviosa, ante la que las mujeres
sucumben de mil amores? Estas ideas le
Si empieza por admirar los coches en
un desfile [340] en los Campos
Elíseos un día de sol, acaba por
envidiarlos. Eugéne había ya sufrido
este aprendizaje cuando se fue de vacaciones después de haber obtenido
los títulos de bachiller en Letras y en
Derecho. Sus ilusiones infantiles, sus
ideas de provinciano habían desaparecido. Su modificada inteligencia, su
exaltada ambición, le hicieron ver claro en el hogar paterno, en el seno de
la familia. Su padre, su madre, sus dos
hermanos, sus dos hermanas y una tía
suya, cuya fortuna consistía en algunas pensiones, vivían en la pequeña
tierra de Rastignac.
Esta propiedad daba una renta aproximada de unos tres mil francos, que
estaba sometida a la incertidumbre
que rige el producto de orden completamente industrial de la viña y, sin
embargo, era necesario sacar para él
cada año mil doscientos francos. El aspecto de esta constante habilidad que
le ocultaban generosamente; la comparación que se vio obligado a establecer entre sus hermanas, que le parecían
tan bellas durante su niñez, y las mujeres de París, que le habían realzado
el tipo de una soñada belleza; el porvenir incierto de esta numerosa familia que fiaba en él; el cuidado con que
vio guardar los más nimios productos;
la bebida hecha por la misma familia
con los residuos del mosto; y, en fin,
una serie de circunstancias inútiles de
consignar aquí, le espolearon su deseo de llegar y le dieron sed de distinción.
Como sucede a las grandes almas, no
quería deber nada sino a su mérito.
Pero su espíritu era eminentemente
meridional, y así, cuando llegaba el
momento de obrar, sus determinaciones estaban agitadas por esas dudas que
se apoderan de los jóvenes cuando se
encuentran en alta mar, sin saber hacia
qué lado dirigir sus esfuerzos ni a qué
viento inflar sus velas. Si primeramente
quiso entregarse por completo al trabajo, le sedujo después la necesidad de
crearse relaciones, y observó la gran
influencia que tienen las mujeres en la
vida social, y [341] se dispuso a lanzarse al mundo con el fin de encontrar
protectoras. ¿Podían faltarle a un joven ardiente e ingenioso, cuyo talento
y ardor estaban realzados por un aire
elegante y por una especie de belleza
nerviosa que seduce mucho a las mujeres? Estas ideas le asaltaron en medio
27
If he begins by admiring the procession
of carriages on sunny afternoons in the
Champs-Elysees, he soon reaches the further
stage of envying their owners. Unconsciously,
Eugene had served his apprenticeship before
he went back to Angouleme for the long vacation after taking his degrees as bachelor of
arts and bachelor of law. The illusions of
childhood had vanished, so also had the ideas
he brought with him from the provinces; he
had returned thither with an intelligence developed, with loftier ambitions, and saw
things as they were at home in the old manor
house. His father and mother, his two brothers and two sisters, with an aged aunt, whose
whole fortune consisted in annuities, lived on
the little estate of Rastignac.
The whole property brought in about
three thousand francs; and though the
amount varied with the season (as must
always be the case in a vine-growing
district), they were obliged to spare an
unvarying twelve hundred francs out of
their income for him. He saw how constantly the poverty, which they had generously hidden from him, weighed upon
them; he could not help comparing the
sisters, who had seemed so beautiful to
his boyish eyes, with women in Paris,
who had realized the beauty of his
dreams. The uncertain future of the
whole family depended upon him. It did
not escape his eyes that not a crumb was
wasted in the house, nor that the wine
they drank was made from the second
pressing; a multitude of small things,
which it is useless to speak of in detail
here, made him burn to distinguish
himself, and his ambition to succeed increased tenfold.
He meant, like all great souls, that his
success should be owing entirely to his
merits; but his was pre-eminently a
southern temperament, the execution of
his plans was sure to be marred by the
vertigo that seizes on youth when youth
sees itself alone in a wide sea, uncertain
how to spend its energies, whither to
steer its course, how to adapt its sails to
the winds. At first he determined to fling
himself heart and soul into his work, but
he was diverted from this purpose by the
need of society and connections; then he
saw how great an influence women exert
in social life, and suddenly made up his
mind to go out into this world to seek a
protectress there. Surely a clever and
high-spirited young man, whose wit and
courage were set off to advantage by a
graceful figure and the vigorous kind of
beauty that readily strikes a woman’s
imagination, need not despair of finding
Balzac’s Goriot
2CD1
idées l’assaillirent au milieu des
champs, pendant les promenades que
jadis il faisait gaiement avec ses soeurs,
qui le trouvèrent bien changé.
Sa tante, madame de Marcillac, autrefois présentée à la Cour, y avait connu
les sommités aristocratiques. Tout à
coup le jeune ambitieux reconnut,
dans les souvenirs dont sa tante
l’avait si souvent bercé, les éléments
de plusieurs conquêtes sociales, au
moins aussi importantes que celles
qu’il entreprenait à l’Ecole de Droit;
il la questionna sur les liens de parenté
qui pouvaient encore se renouer. Après
avoir secoué les branches de l’arbre
généalogique, la vieille dame estima
que, de toutes les personnes qui pouvaient servir son neveu parmi la gent
égoïste des parents riches, madame la vicomtesse de Beauséant serait la moins récalcitrante. Elle écrivit à cette jeune
femme une lettre dans l’ancien style, et la
remit à Eugène, en lui disant que, s’il réussissait auprès de la vicomtesse, elle lui ferait retrouver ses autres parents. Quelques
jours après son arrivée, Rastignac envoya
la lettre de sa tante à madame de
Beauséant. La vicomtesse répondit par une
invitation de bal pour le lendemain.
Telle était la situation générale de la pension
bourgeoise à la fin du mois de novembre 1819.
Quelques jours plus tard, Eugène,
après être allé au bal de madame de
Beauséant, rentra vers deux heures
dans la nuit. Afin de regagner le
temps perdu, le courageux étudiant
s’était promis, en dansant, de travailler jusqu’au matin. Il allait passer la nuit pour la première fois au
milieu de ce silencieux quartier, car
il s’était mis sous le charme d’une
fausse énergie en voyant les splendeurs du monde. Il n’avait pas dîné
chez madame Vauquer.
Les pensionnaires purent donc croire
qu’il ne reviendrait du bal que le lendemain matin au petit jour, comme il était
quelquefois rentré des fêtes du Prado ou
des bals de l’Odéon, en crottant ses bas
de soie et gauchissant ses escarpins.
Avant de mettre les verrous à la porte,
Christophe l’avait ouverte pour regarder dans la rue. Rastignac se présenta
dans ce moment, et put monter à sa
chambre sans faire de bruit, suivi de
Christophe qui en faisait beaucoup.
Eugène se déshabilla, se mit en pantoufles, prit une méchante redingote,
alluma son feu de mottes, et se prépara lestement au travail, en sorte que
Christophe couvrit encore par le tapage de ses gros souliers les apprêts
peu bruyants du jeune homme.
Eugène resta pensif pendant quelques
moments avant de se plonger dans
ses livres de Droit. Il venait de reconnaître en madame la vicomtesse de
Beauséant l’une des reines de la mode
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
asaltaron en medio de los campos, durante los paseos que antaño daba alegremente con sus hermanas, que le encontraron
muy cambiado.
Su tía, señora de Marcillac, en otros
tiempos presentada en la corte, había conocido allí a las máximas figuras de la
aristocracia. De repente el joven ambicioso, reconoció, en los recuerdos con que
su tía le había mecido tan a menudo, los
elementos de varias conquistas sociales,
tan importantes, por lo menos, como las
que se proponía en la Facultad de Derecho; la interrogó sobre los lazos de parentesco que se podían reanudar todavía.
Después de haber sacudido todas las ramas del árbol genealógico, la anciana señora, creyó que, de todas las personas que
podían servir a su sobrino, entre la gente
egoísta de los parientes ricos, la señora
vizcondesa de Beauseant, sería la menos
recalcitrante. Escribió a aquella mujer
una carta a la vieja usanza y se la dio a
Eugenio, diciéndole, que si tenía éxito
con la vizcondesa, ella le presentaría a
los demás parientes. Pocos días después
de su llegada, Rastignac envió la carta
de su tía a la señora de Beauseant. La
vizcondesa le respondió con una invitación para el baile del día siguiente.
Tal era la situación general de la pensión burguesa, a fines del mes de noviembre de 1819.
Unos días más tarde, Eugenio, después de ir al baile de la señora de
Beauseant, volvió sobre las dos de la
madrugada. Para recuperar el tiempo
perdido, el animoso estudiante, se
había prometido a sí mismo, mientras
bailaba, trabajar hasta por la mañana.
Iba a pasar la noche, por primera vez,
en medio de ese silencioso barrio,
pues estaba encantado, por una falsa
energía, al contemplar los esplendores del mundo. No había cenado en
casa de la señora Vauquer.
Por lo tanto, los pensionistas pudieron creer que no
volvería del baile hasta el día siguiente por la mañana, con el alba, como había vuelto algunas veces
de las fiestas del Prado, o de los bailes del Odeón,
con las medias de seda manchadas de barro y
los zapatos torcidos.
Antes de echar el cerrojo a la puerta,
Cristóbal la abrió para mirar a la calle. Rastignac se presentó en ese momento, y pudo subir a su habitación sin
hacer ruido, seguido de Cristóbal que,
por el contrario, hacía mucho.
Eugenio se desnudó, se puso en zapatillas, se puso una levita vieja, encendió su fuego de turba y se preparó con
presteza para trabajar, de modo que
Cristóbal cubrió también con el ruido
de sus zapatones los preparativos poco
ruidosos del joven.
Eugenio, se quedó pensativo durante
unos momentos, antes de enfrascarse
en sus libros de Derecho. Acababa de
reconocer en la condesa de Beauseant,
a una de las reinas de la moda en Pa-
del campo durante los paseos, paseos
que daba otras veces alegremente con
sus hermanas, quienes le encontraron
muy cambiado.
Su tía, la señora de Marsillac, que
había en su tiempo asistido a la
corte, conocía las cimas aristocráticas. De repente el joven ambicioso sorprendió, en los recuerdos con
que su tía le había criado, los elementos de varias conquistas, por lo
menos tan importantes como las
que había emprendido en la Facultad de Derecho, y la interrogó sobre los parientes cuyo trato podía
reanudar. Después de haber sacudido las ramas del árbol
genealógico, la anciana señora esbando, facción
timó que, de entre la taifa de par ientes ricos, la señora vizcondesa de
Beauséant sería la menos recalcitrante. La
tía escribió a esta señora, que era mujer joven, una carta a la antigua usanza, y se la
remitió a Eugéne, diciéndole que si la condesa le acogía bien, ella misma le presentaría a los demás parientes. Algunos días después de haberla recibido, Rastignac envió
la carta de su tía a la señora de Beauséant.
La vizcondesa respondió con una invitación
para el baile del día siguiente.
Tal era la situación de la casa de huéspedes a
fines del mes de noviembre de 1819.
Algunos días después Eugéne entró, a
eso de las dos de la mañana, después de
haber asistido al baile de la señora de
Beauséant. Con el fin de ganar el tiempo perdido, nuestro valeroso estudiante
se había prometido, mientras bailaba,
estudiar hasta el amanecer. Por primera
vez iba a pasar la noche en claro en
medio de aquel silencioso barrio gracias
al calor de una falsa energía que había
adquirido alucinado con los esplendores del [342] mundo. No había cenado
en casa de la señora Vauquer.
Los huéspedes creyeron, por tanto, que
no volvería hasta el amanecer, como algunas veces que había ido a las fiestas del
Prado o a los bailes del Odeón, y que había
vuelto a esa hora con las medias de seda ______ y
los zapatos enlodados.
Antes de echar el cerrojo a la puerta,
Christophe la había abierto para mirar la calle. Rastignac se presentó en
este momento y pudo subir, sin hacer
ruido, seguido de Christophe, que lo
hacía estrepitoso.
Eugéne se mudó; se puso una
mala levita y zapatillas, encendió
fuego ________ y se preparó con calma
para el trabajo. Como Christophe siguió
metiendo ruido con sus zapatazos, impidió que se oyeran los preparativos poco
ruidosos del estudiante.
Eugéne permaneció pensativo algunos
instantes antes de enfrascarse en sus
libros de Derecho. Acababa de conocer a una de las reinas de la moda de
París en la vizcondesa de Beauséant,
28
tr. Ellen Marriage
a protectress. These ideas occurred to
him in his country walks with his sisters,
whom he had once joined so gaily. The
girls thought him very much changed.
His aunt, Mme. de Marcillac, had been
presented at court, and had moved among
the brightest heights of that lofty region.
Suddenly the young man’s ambition discerned in those recollections of hers, which
had been like nursery fairy tales to her nephews and nieces, the elements of a social success at least as important as the success
which he had achieved at the Ecole de Droit.
He began to ask his aunt about those relations; some of the old ties might still hold
good. After much shaking of the branches of
the family tree, the old lady came to the conclusion that of all persons who could be useful to her nephew among the selfish genus
of rich relations, the Vicomtesse de
Beauseant was the least likely to refuse. To
this lady, therefore, she wrote in the old-fashioned style, recommending Eugene to her;
pointing out to her nephew that if he succeeded
in pleasing Mme. de Beauseant, the Vicomtesse
would introduce him to other relations. A few
days after his return to Paris, therefore,
Rastignac sent his aunt’s letter to Mme. de
Beauseant. The Vicomtesse replied by an invitation to a ball for the following evening.
This was the position of affairs at the Maison
Vauquer at the end of November 1819.
A f e w d a y s l a t e r, a f t e r M m e . d e
B e a u s e a n t ’s b a l l , E u g e n e c a m e i n
at two o’clock in the morning.
The persevering student meant to
make up for the lost time by
working until daylight. It was the
first time that he had attempted to
spend the night in this way in that
s i l e n t q u a r t e r. T h e s p e l l o f a f a c t i t i o u s e n e rg y w a s u p o n h i m ; h e
had beheld the pomp and splendor of the world. He had not
d i n e d a t t h e M a i s o n Va u q u e r ;
the boarders probably would think that he
would walk home at daybreak from the
dance, as he had done sometimes on former
occasions, after a fete at the Prado, or a ball
at the Odeon, splashing his silk stockings
thereby, and ruining his pumps.
It so happened that Christophe took a
look into the street before drawing the
bolts of the door; and Rastignac, coming
in at that moment, could go up to his room
without making any noise, followed by
Christophe, who made a great deal.
Eugene exchanged his dress suit for a
shabby overcoat and slippers, kindled a fire
with some blocks of patent fuel, and prepared
for his night’s work in such a sort
that the faint sounds he made were
d r o w n e d b y C h r i s t o p h e ’s h e a v y
tramp on the stairs.
Eugene sat absorbed in thought for a few
moments before plunging into his law
books. He had just become aware of
the fact that the Vicomtesse de
Beauseant was one of the queens of
Balzac’s Goriot
à Paris, et dont la maison passait pour
être la plus agréable du faubourg SaintGermain. Elle était d’ailleurs, et par
son nom et par sa fortune, l’une des
sommités du monde aristocratique.
Grâce à sa tante de Marcillac, le pauvre étudiant avait été bien reçu dans
cette maison, sans connaître l’étendue de cette faveur. Etre admis dans
ces salons dorés équivalait à un brevet de haute noblesse. En se montrant dans cette société, la plus exclusive de toutes, il avait conquis le
droit d’aller partout. Ebloui par cette
brillante assemblée, ayant à peine
échangé quelques paroles avec la vicomtesse, Eugène s’était contenté de
distinguer, parmi la foule des déités
parisiennes qui se pressaient dans ce
raout, une de ces femmes que doit adorer tout d’abord un jeune homme.
La comtesse Anastasie de Restaud,
grande et bien faite, passait pour avoir
l’une des plus jolies tailles de Paris.
Figurez-vous de grands yeux noirs, une
main magnifique, un pied bien découpé,
du feu dans les mouvements, une
femme que le marquis de Ronquerolles
nommait un cheval de pur sang. Cette
finesse de nerfs ne lui ôtait aucun avantage; elle avait les formes pleines et
rondes, sans qu’elle pût être accusée
de trop d’embonpoint. Cheval de pur
sang, femme de race, ces locutions
commençaient à remplacer les anges
du ciel, les figures ossianiques, toute
l’ancienne mythologie amoureuse
repoussée par le dandysme. Mais pour
Rastignac, madame Anastasie de
Restaud fut la femme désirable. Il
s’était ménagé deux tours dans la
liste des cavaliers écrite sur l’éventail, et avait pu lui parler pendant
la première contredanse.
- Où vous rencontrer désormais,
madame? lui avait-il dit brusquement avec cette force de passion qui plaît tant aux femmes.
- Mais, dit-elle, au Bois,
aux Bouffons, chez moi,
partout.
Et l’aventureux Méridional s’était
empressé de se lier avec cette délicieuse comtesse, autant qu’un jeune
homme peut se lier avec une femme
pendant une contredanse et une valse.
En se disant cousin de madame de
Beauséant, il fut invité par cette
femme, qu’il prit pour une grande
dame, et eut ses entrées chez elle. Au
dernier sourire qu’elle lui jeta,
Rastignac crut sa visite nécessaire. Il
avait eu le bonheur de rencontrer un
homme qui ne s’était pas moqué de
son ignorance, défaut mortel au milieu des illustres impertinents de
l’époque, les Maulincourt, les
Ronquerolles, les Maxime de
Trailles, les de Marsay, les Ajuda-
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
rís, cuya casa pasaba por ser la más
a g r a d a b l e d e l F a u b o u rg S a i n t Germain. Era además, tanto por su nombre como por su fortuna, una de las más
importantes figuras de la aristocracia.
Gracias a su tía de Marcillac, el pobre
estudiante había sido bien recibido en
esta casa, sin darse cuenta del alcance
de este favor. Ser admitido en aquellos
salones dorados, equivalía a un certificado de alta nobleza. Al aparecer en esta
sociedad, la más exclusiva de todas, había conquistado el derecho de entrar en
todas partes. Deslumbrado por aquella
brillante reunión, habiendo cambiado
apenas unas palabras con la vizcondesa,
Eugenio se había contentado con distinguir, entre la multitud de deidades parisinas
que se apiñaban en aquella reunión, una
de esas mujeres que un hombre joven tiene que adorar para empezar.
La condesa Anastasia de Restaud, alta
y bien formada, pasaba por haber sido
uno de los mejores tipos de París.
Imagínense grandes ojos negros, manos magníficas, pies bien cincelados,
fuego en los movimientos, una mujer
que el marqués de Ronquerolles llamaba un caballo pura sangre. Esta finura
de nervios no le quitaba ni una ventaja; tenía las formas llenas y redondas
sin que pudiera ser acusada de exceso
de gordura. Caballo pura sangre, mujer racial, esas locuciones comenzaban
a sustituir a los ángeles del cielo, a las
figuras osiánicas (18) y a toda la [101]
antigua mitología amorosa rechazada
por el dandismo. Pero para Rastignac,
la señora Anastasia de Restaud fue la
mujer deseable. Había conseguido
apuntarse dos veces en la lista de caballeros escrita en su abanico, y había
podido hablarle durante la primera
contradanza.
—¿Dónde podría encontrarla
otra vez señora? —le dijo
bruscamente, con esa fuerza de
pasión que tanto gusta a las
mujeres. —Pues —dijo ella—,
en el Bois, en los Bouffons, en
mi casa, en todas partes —
y el aventurero meridional se había
apresurado a comprometerse con esta
deliciosa condesa, tanto como un hombre joven puede comprometerse con
una mujer durante una contradanza y
un vals. Al decir que era primo de la
señora de Beauseant, fue invitado por
esta mujer, a la que tomó por una gran
señora, y tuvo entrada en su casa. Por
la última sonrisa que ella le brindó,
Rastignac creyó que su visita era necesaria. Había tenido [102] la dicha de
encontrar un hombre que no se había
burlado de su ignorancia defecto mortal entre los ilustres impertinentes de
la época: los Maulincourt, los
Ronquerolles, los Máximo Trailles, los
D e M a r s a y, l o s A j u d a - P i n t o , l o s
cuya casa pasaba por ser la más
agradable del arrabal de S aintGermain. Esta dama era además, por su
nombre y su fortuna, una de las más salientes figuras del mundo aristocrático.
Gracias a su tía De Marsillac, el pobre
estudiante había sido bien recibido en
aquella casa, sin darse cuenta del alcance
de este favor. Ser admitido en aquellos dorados salones equivalía a un título de la
más linajuda nobleza. Con presentarse en
aquella sociedad, la más cerrada de todas,
había conquistado el derecho de entrar en
todas partes. Deslumbrado por aquella brillante reunión, habiendo cambiado apenas
algunas palabras con la vizcondesa,
Eugéne se había contentado con obsequiar, entre todas aquellas deidades
parisienses, a una solamente. Una de esas
mujeres a quienes un hombre joven debe
adorar en sus comienzos.
La condesa Anastasie de Restaud,
alta y bien hecha, pasaba por tener
uno de los cuerpos mejores de París. Tenía grandes ojos negros, manos magníficas, lindos pies y movimientos de ardo [343] rosa viveza. El marqués de Ronquerolles
la llamaba «el caballo de raza». Su
finura nerviosa no le quitaba ningún encanto; tenía las formas redondas y armoniosas, sin el menor asomo de gordura. Caballo de
pura sangre, mujer de raza, tales eran
las locuciones que comenzaban a sustituir a las de ángeles del cielo, a las comparaciones ossiánicas, a toda la antigua
mitología amorosa, rechazada por el
dandismo. Pero para Rastignac, la mujer deseable fue Anastasie de Restaud.
Había logrado inscribirse para dos bailes en la lista de caballeros anotada en
su abanico, y había podido hablarle durante la primera contradanza.
—¿Dónde podré encontrarla en
adelante, señora? —le preguntó bruscamente con esa fuerza pasional que
tanto gusta a las mujeres.
—¿Dónde? —dijo ella—. En el
Bosque, en los Bufos, en mi casa, en
todas partes.
El aventurero meridional se había
apresurado a intimar con esta deliciosa condesa hasta donde un joven puede intimar con una mujer durante una
contradanza y un vals. Cuando dijo
que era primo de la señora de
Beauséant, la condesa, a quien él tomó
por una gran dama, le invitó a ir a su
casa. Cuando Rastignac se apercibió
de la última sonrisa que ella le lanzó,
creyó que su visita era necesaria.
Tuvo, además, la suerte de encontrar
un hombre que no se burló de su ignorancia, defecto mortal en medio de
los ilustres impertinentes de la época:
los
Maulincourt,
los
Ronquerolles, los Maxime de
Trailles, los de Marsay, los Ajuda-Pin29
tr. Ellen Marriage
fashion, that her house was thought to be
the pleasantest in the Faubourg Saint-Germain.
And not only so, she was, by right of her fortune, and the name she bore, one of the most
conspicuous figures in that aristocratic world.
Thanks to the aunt, thanks to Mme. de Marcillac’s
letter of introduction, the poor student had
been kindly received in that house before
he knew the extent of the favor thus
shown to him. It was almost like a patent
of _____ nobility to be admitted to those
gilded salons; he had appeared in the most
exclusive circle in Paris, and now all doors
were open for him. Eugene had been
dazzled at first by the brilliant assembly,
and had scarcely exchanged a few words
with the Vicomtesse; he had been content to single out a goddess among this
throng of Parisian divinities, one of
those women who are sure to attract a
young man’s fancy.
The Comtesse Anastasie de Restaud was
tall and gracefully made; she had one of the
prettiest figures in Paris. Imagine a pair
of great dark eyes, a magnificently moulded hand, a shapely foot. There was a
fiery energy in her movements; the Marquis de Ronquerolles had called her “a
thoroughbred,”
“a pure pedigree,” these figures of speech
have replaced the “heavenly angel” and
Ossianic nomenclature; the old mythology
of love is extinct, doomed to perish by modern dandyism. But for Rastignac, Mme.
Anastasie de Restaud was the woman for
whom he had sighed. He had contrived to
write his name twice upon the list of partners
upon her fan, and had snatched a few words
a square dance containing usu. five figures
with her during the first quadrille.
“Where shall I meet you again, Madame?” he asked abruptly, and the tones
of his voice were full of the vehement
energy that women like so well.
“Oh, everywhere!” said she,
“in the Bois, at the Bouffons, in
my own house.”
With the impetuosity of his adventurous southern
temper, he did all he could to cultivate an acquaintance
with this lovely countess, making the best of his
opportunities in the quadrille and during a
waltz that she gave him. When he told her
that he was a cousin of Mme. de
Beauseant’s, the Countess, whom he took
for a great lady, asked him to call at her
house, and after her parting s m i l e ,
Rastignac felt convinced that he must
make this visit. He was so lucky as to
light upon some one who did not
laugh at his ignorance, a fatal defec t a m o n g t h e g i l d e d a n d i n s o lent youth of that period; the cot e r i e o f M a u l i n c o u r t s , M a x imes
de
Tr a i l l es ,
de
M a rsays,
Ronquerolles, Ajuda-Pintos, and
Balzac’s Goriot
2
Pinto, les Vandenesse, qui étaient là
dans la gloire de leurs fatuités et
mêlés aux femmes les plus élégantes, lady Grandon, la duchesse de
Langeais, la comtesse de Kergarouët,
madame de Sérisy, la duchesse de
Carigliano, la comtesse Ferraud, madame de Lanty, la marquise
d’Aiglemont, madame Firmiani, la
marquise de Listomère et la marquise
d’Espard,
la
duchesse
de
Maufrigneuse et les Grandlieu. Heureusement donc, le naïf étudiant
tomba sur le marquis de Montriveau,
l’amant de la duchesse de Langeais,
un général simple comme un enfant,
qui lui apprit que la comtesse de
Restaud demeurait rue du Helder.
Etre jeune, avoir soif du monde,
avoir faim d’une femme, et voir
s’ouvrir pour soi deux maisons!
mettre le pied au faubourg SaintGermain chez la vicomtesse de
Beauséant, le genou dans la Chaussée-d’Antin chez la comtesse de
Restaud plonger d’un regard dans les
salons de Paris en enfilade, et se
croire assez joli garçon pour y trouver aide et protection dans un coeur
de femme! se sentir assez ambitieux
pour donner un superbe coup de pied
à la corde roide sur laquelle il faut
marcher avec l’assurance du sauteur
qui ne tombera pas, et avoir trouvé
dans une charmante femme le
meilleur des balanciers!
Avec ces pensées et devant cette
femme qui se dressait sublime auprès
d’un feu de mottes, entre le Code et
la misère, qui n’aurait comme Eugène
sondé l’avenir par une méditation,
qui ne l’aurait meublé de succès? Sa
pensée vagabonde escomptait si
drûment ses joies futures qu’il se
croyait auprès de madame de Restaud
quand un soupir s e m b l a b l e à u n
ban de saint joseph troubla le silence de la nuit, retentit au coeur du
jeune homme de manière à le lui faire
prendre pour le râle d’un moribond.
Il ouvrit doucement la porte, et quand
il fut dans le corridor, il aperçut une
ligne de lumière tracée au bas de la
porte du père Goriot. Eugène craignit que son voisin ne se trouvât indisposé, il approcha son oeil de la
serrure, regarda dans la chambre, et
vit le vieillard occupé de travaux
qui lui parurent trop criminels pour
qu’il ne crût pas rendre service à la
société en examinant bien ce que
machinait nuitamment le soi-disant*
vermicellier.
Le père Goriot, qui sans doute avait
attaché sur la barre d’une table renversée un plat et une espèce de soupière en vermeil, tournait une espèce de câble autour de ces objets
richement sculptés, en les serrant
* Qui dit, qui prétend être telle ou telle chose - 2. Personnes et choses.
Qui n'est pas ce qu'il semble être, qui n'est pas vraiment.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
Vandenesse, que estaban allí, en el
apogeo de su vanidad y mezclados
con las más elegantes mujeres:
lady Brandon la duquesa de
Langeais, la condesa de Kergarouët
la señora de Sérizy, la duquesa de
Carigliano, la condesa Féraud, la señ o r a d e L a n t y, l a m a r q u e s a
d’Aiglemont, la señora Dirmiani la
marquesa de Listomère y la marquesa
d’Espard, la duquesa de Maufrigneuse
y las Grandlieu. Así que, para suerte
suya, el ingenuo estudiante tropezó
con el marqués de Montriveau, el
amante de la duquesa de Langeais, un
general simplote como un niño, que
le dijo que la condesa de Restaud vivía en la calle de Helder.
¡Ser joven tener hambre de mundo, tener hambre de una mujer y ver abrirse
para él dos casas! ¡Entrar en el
Faubourg Saint-Germain, en casa de la
vizcondesa de Beauseant, poner la rodilla en la Chaussé—d’Antin en casa
de la condesa de Restaud! ¡Hundirse
con una mirada en todos los salones de
París, uno tras otro, y creerse un chico
tan guapo, como para hallar en ellos
ayuda y protección en el corazón de
una mujer! ¡Sentirse lo bastante ambicioso como para pegarle una patada a
la cuerda floja en la que hay que andar, con la seguridad del equilibrista
que sabe que no se va a caer, y haber
encontrado en una mujer bella el mejor de los contrapesos!
Con estos pensamientos y ante esa
mujer que se erguía sublime ante un
fuego de turba, entre el Código y la
miseria, ¿quién no habría, como
Rastignac, sondeado el porvenir, por
medio de una meditación? ¿Quién no
lo habría llenado de éxitos? Su pensamiento errante, daba tan por sentados los goces que iba a disfrutar, que
se creía al lado de la señora de
Restaud, cuando un ¡ay! de san José
turbó el silencio de la noche, retembló
en el corazón del joven, de forma que
le pareció como el estertor de un moribundo. Abrió la puerta con suavidad, y cuando estuvo en el pasillo, vio
un hilo de luz, bajo la puerta del tío
Goriot. Eugenio temió que su vecino
se encontrara enfermo, acercó su ojo
a la cerradura, miró a la habitación y
vio al viejo, ocupado, en trabajos que
le parecieron demasiado criminales,
como para que no considerase estar
haciéndo un servicio a la sociedad, al
examinar bien lo que tramaba, con
nocturnidad, el que se decía fabricante de fideos.
El tío Goriot había atado a una
mesa volcada una bandeja y una
especie de sopera de plata
sobredorada, con una especie de cable enroscado alrededor de estos
objetos cincelados con primor, apre30
tr. Ellen Marriage
to, los Vandenesse, que se encontraban
allí en la gloria de sus fatuidades y
mezclados a las mujeres más elegantes: lady Brandon, la duquesa de
Langeais, la condesa de Kergarouët, la
señora de Sérizy, la duquesa de
Carigliano, la condesa de Ferrand, la
señora de Lanty, la marquesa de
Aiglemont, la señora Firmiani, la
marquesa de Listomère y la marquesa de Espard, la duquesa de [344]
Maufrigneuse y las Grandlieu. Felizmente, pues, el ingenuo estudiante tropezó con el marqués de Montriveau,
el amante de la duquesa de Langeais,
un general simple como un niño, que
le dijo que la señora de Restaud vivía
en la calle de Helder.
¡Ser joven, tener sed de mundo y
hambre de una mujer y ver que se le
abrían dos casas elegantes! Poner los
pies en el arrabal de Saint-Germain,
e n c a s a de la vizcondesa de
Beauséant, y algo más que los pies
en la Calzada de Antin, en casa de la
condesa de Restaud! ¡Sumirse de
pronto en los salones de París y
creerse lo bastante guapo para encontrar ayuda y protección en el corazón de una mujer! ¡Sentirse lo bastante ambicioso para dar un puntapié a la maroma rígida sobre la que
hay que andar con la seguridad de un
buen saltador que no teme caerse, y
encontrar en una encantadora mujer
el mejor de los balancines!
Con estos pensamientos y delante de
la imagen de aquella mujer que se levantaba magnífica cerca del fuego,
entre el Código y la miseria, ¿quién
no hubiera, como Eugéne sondeado el
porvenir con una meditación, llenándolo de felices acontecimientos? Su
pensamiento vagabundo gozaba con
tal ardor los placeres futuros, que se
creía ya al lado de la señora de
Restaud, cuando un suspiro turbó el
silencio de la noche y resonó en el
corazón del joven de tal manera, que
lo tomó por el estertor de un moribundo. Abrió cuidadosamente la puerta de su cuarto, y cuando estuvo en el
pasillo percibió una línea luminosa
bajo la puerta de papá Goriot. Eugéne
temía que su vecino estuviera indispuesto. Miró por el agujero de la cerradura y vio al viejo ocupado en trabajos que le parecieron demasiado criminales para no ser observados y hacer un servicio a la sociedad al examinar con atención lo que maquinaba
nocturnamente el sedicente * fabricante de fideos.
Papá Goriot, que había atado a la pata
de una mesa, puesta patas arriba, un
plato y una sopera de plata
sobredorada, arrollaba en torno de estos [345] objetos, tan ricamente esculpidos, una especie de cable, apretán-
Va n d e n e s s e s w h o sh o n e t h e r e i n
all the glory of coxcombry among
t h e b e s t - d r e ssed women of fashion in
Paris—Lady Brandon, the Duchesse de
Langeais, the Comtesse de Kergarouet,
Mme. de Serizy, the Duchesse de
Carigliano, the Comtesse Ferraud, Mme.
de Lanty, the Marquise d’Aiglemont,
Mme. Firmiani, the Marquise de
Listomere and the Marquise d’Espard,
the Duchesse de Maufrigneuse and the
Grandlieus. Luckily, therefore, for him,
the novice happened upon the Marquis
de Montriveau, the lover of the
Duchesse de Langeais, a general as
simple as a child; from him Rastignac
learned that the Comtesse lived in the
Rue du Helder.
Ah, what it is to be young, eager to see
the world, greedily on the watch for any
chance that brings you nearer the woman of
your dreams, and behold two houses open
their doors to you! To set foot in the
Vicomtesse de Beauseant’s house in the
Faubourg Saint-Germain; to fall on your
knees before a Comtesse de Restaud in the
Chaussee d’Antin; to look at one glance
across a vista of Paris drawing-rooms,
conscious that, possessing sufficient good
looks, you may hope to find aid and protection there in a feminine heart! To feel
ambitious enough to spurn the tight-rope on
which you must walk with the steady head
of an acrobat for whom a fall is impossible,
and to find in a charming woman the best of
all balancing poles.
He sat there with his thoughts for a
while, Law on the one hand, and Poverty
on the other, beholding a radiant vision of
a woman rise above the dull, smouldering
fire. Who would not have paused and questioned the future as Eugene was doing? who
would not have pictured it full of success?
His wondering thoughts took wings; he was
transported out of the present into that blissful future; he was sitting by Mme. de
Restaud’s side, when a sort of sigh, like
the grunt of an overburdened St. Joseph, broke the silence of the night. It
vibrated through the student, who took
the sound for a death groan. He opened
his door noiselessly, went out upon the
landing, and saw a thin streak of light
under Father Goriot’s door. Eugene
feared that his neighbor had been taken
ill; he went over and looked through
the keyhole; the old man was busily
engaged in an occupation so singular
and so suspicious that Rastignac
thought he was only doing a piece of
necessary service to society to watch
the self-styled* vermicelli maker’s
nocturnal industries.
The table was upturned, and Goriot
had doubtless in some way secured a
silver plate and cup to the bar before
knotting a thick rope round them; he
was pulling at this rope with such enormous force that they were being
* Se aplica irónicamente a la persona que se da a sí misma tal o cual nombre, sin
convenirle el título o condición que se atribuye. Los SEDICENTES filósofos.
* called so by oneself; would-be; pretended (a self-styled artist)
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
avec une si grande force qu’il les
tordait vraisemblablement pour les
convertir en lingots.
- Peste! quel homme! se dit
Rastignac en voyant le bras nerveux du vieillard qui, à l’aide de
cette corde, pétrissait sans bruit
l’argent doré, comme une pâte.
Mais serait-ce donc un voleur ou
un receleur qui, pour se livrer plus
sûrement à son commerce, affecterait la bêtise, l’impuissance, et
vivrait en mendiant? se dit Eugène
en se relevant un moment.
L’étudiant appliqua de nouveau son oeil
à la serrure. Le père Goriot, qui avait
déroulé son câble, prit la masse d’argent,
la mit sur la table après y avoir étendu sa
couverture, et l’y roula pour l’arrondir
en barre, opération dont il s’acquitta avec
une facilité merveilleuse.
tándolos, con tan gran fuerza, que los
retorcía verdaderamente, para convertirlos en lingotes.
«¡Diablos! [103] ¡Qué hombre!», se
dijo Rastignac, al ver el brazo nervioso del viejo, que, con ayuda de
aquella cuerda, retorcía sin hacer ruido, la plata dorada, como una masa
de harina. «¿Pero sería, pues, un ladrón, o un encubridor que, para dedicarse con más seguridad a su tráfico, se fingía idiota, impotente y vivía como un mendigo?», se dijo
Eugenio levantándose un momento.
El estudiante aplicó de nuevo su ojo a la cerradura. El tío Goriot, que había desenroscado
el cable, cogió de nuevo la masa de plata, la
puso encima de la mesa después de haber colocado allí su manta, y le dio vueltas, para
redondearla en forma de barra, operación que
terminó con una facilidad pasmosa.
dolos con tal fuerza, que verdaderamente los retorcía hasta convertirlos
en una especie de lingotes.
—¡Diablo! ¡Qué hombre! —se dijo
Rastignac al ver los brazos nervudos
del viejo, que con la ayuda de esta
cuerda amasaba silenciosamente la
plata dorada como una pasta—. ¿Sería acaso un ladrón o un encubridor
que para entregarse más libremente a
su comercio simularía la estupidez y
la impotencia y el vivir con aparente
pobreza? —se preguntó Eugéne, irguiéndose un momento.
El estudiante volvió a mirar por el
ojo de la cerradura. Papá Goriot, que
había desenrollado su cable, tomó la
masa de plata, la puso sobre la mesa,
después de haberla cubierto, y la arrolló para darle forma de barra, lo que
hizo con maravillosa facilidad.
crushed and twisted out of shape; to all
appearance he meant to convert the
richly wrought metal into ingots.
“Peste!what a man!” said Rastignac, as
he watched Goriot’s muscular arms; there
was not a sound in the room while the
old man, with the aid of the rope, was
kneading the silver like dough. “Was he
then, indeed, a thief, or a receiver of
stolen goods, who affected imbecility
and decrepitude, and lived like a beggar that he might carry on his pursuits
the more securely?” Eugene stood for
a moment revolving these questions,
then he looked again through the keyhole.
Father Goriot had unwound his coil
of rope; he had covered the table with a
blanket, and was now employed in rolling the flattened mass of silver into a bar,
an operation which he performed with
marvelous dexterity.
- Il serait donc aussi fort que l’était
Auguste, roi de Pologne? se dit
Eugène quand la barre ronde fut à peu
près façonnée.
Le père Goriot regarda tristement son
ouvrage, des larmes sortirent de ses
yeux, il souffla le rat-de-cave à la
lueur duquel il avait tordu ce vermeil,
et Eugène l’entendit se coucher en
poussant un soupir.
- Il est fou, pensa l’étudiant.
«¿Sería pues tan fuerte como el rey
Augusto de Polonia?», se dijo
Eugenio cuando la barra redonda
estuvo casi terminada.
El tío Goriot miró tristemente
su obra, con lágrimas en los
ojos, sopló el candil, a cuya
luz había retorcido la plata y
Eugenio lo oyó acostarse
exalando un suspiro.
«Está loco», pensó el estudiante.
—¿Será este hombre tan fuerte
como el rey Augusto de Polonia? —
se dijo Eugéne cuando la barra estaba
ya casi hecha.
Papá Goriot miró su obra con
aire triste; algunas lágrimas asomaron a sus ojos, sopló para apagar la vela a cuya luz había trabajado, y Eugéne le sintió acostarse
dando un suspiro.
—Está loco —pensó el estudiante.
“Why, he must be as strong as
Augustus, King of Poland!” said Eugene to himself when the bar was
nearly finished.
Father Goriot looked sadly at his
handiwork, tears fell from his eyes,
he blew out the dip which had served
him for a light while he manipulated
t h e s i l v e r, a n d E u g e n e h e a r d h i m
sigh as he lay down again.
“He is mad,” thought the student.
— Pauvre enfant! dit à haute voix
le père Goriot.
A cette parole, Rastignac jugea
prudent de garder le silence sur cet
événement, et de ne pas inconsidérément condamner son voisin. Il
allait rentrer quand il distingua soudain un bruit assez difficile à exprimer, et qui devait être produit par
des hommes en chaussons de lisière
montant l’escalier. Eugène prêta
l’oreille, et reconnut en effet le son
alternatif de la respiration de deux
hommes. Sans avoir entendu ni le
cri de la porte ni les pas des hommes, il vit tout à coup une faible
lueur au second étage, chez monsieur Vautrin.
- Voilà bien des mystères dans une
pension bourgeoise! se dit-il.
Il descendit quelques marches, se mit
à écouter, et le son de l’or frappa son
oreille. Bientôt la lumière fut éteinte,
les deux respirations se firent entendre derechef sans que la porte eût
crié. Puis, à mesure que les deux
hommes descendirent, le bruit alla
s’affaiblissant.
—¡Pobre niña! —dijo en voz alta
el tío Goriot.
Ante estas palabras, Rastignac, creyó prudente guardar silencio sobre tal
acontecimiento y no condenar
desconsideradamente a su vecino. Iba
a entrar en su habitación cuando distinguió de repente un ruido bastante
difícil de expresar, y que debía ser producido por unos hombres andando en
chancletas de pasamanería, subiendo
por la escalera. Eugenio aguzó el oído
y reconoció claramente, el jadeo de la
respiración de dos hombres. Sin haber
oído ni el chirrido de la puerta, ni los
pasos de los hombres, vio, de repente,
una tenue claridad en el segundo piso,
en el aposento del señor Vautrin.
«¡Cuántos misterios en una pensión
burguesa!», se dijo.
Bajó unos peldaños y se puso a escuchar, el sonido del oro sacudió sus
oídos. Inmediatamente la luz se apagó, las dos respiraciones se hicieron
oír de nuevo, sin que la puerta hubiera sonado. Después, a medida que
los dos hombres fueron bajando, el
ruido se fue debilitando.
—¡Pobre hija! —dijo en alta voz
papá Goriot.
Al oír estas palabras, Rastignac
juzgó prudente guardar silencio sobre lo ocurrido y no condenar
desconsideradamente a su vecino. Iba
a entrar en su cuarto, cuando apercibió de pronto un ruido bastante difícil de expresar y que debían producirlo algunos hombres en zapatillas
que subían la escalera. Eugéne prestó atención, y reconoció, efectivamente, la respiración alternativa de
dos hombres. Sin haber oído ni el
chirrido de la puerta ni los pasos de
los hombres; vio de pronto una débil
claridad en el segundo piso, en el
cuarto del señor Vautrin. [346]
—¡Pues no hay pocos misterios en una
casa de huéspedes! —se dijo el estudiante.
Descendió algunos peldaños, se
puso a escuchar y apercibió sonido
de monedas. Al poco se apagó la luz,
se volvieron a oír las dos respiraciones, sin que hubiera chirriado la
puerta. Después, a medida que descendían los dos hombres, el ruido
iba extinguiéndose.
“Poor child!” Father Goriot
said aloud.
Rastignac, hearing those words,
concluded to keep silence; he would
not hastily condemn his neighbor.
He was just in the doorway of his
room when a strange sound from the
staircase below reached his ears; it
might have been made by two men
coming up in list slippers. Eugene
listened; two men there certainly
were, he could hear their breathing.
Ye t t h e r e h a d b e e n n o s o u n d o f
o p e n i n g t h e s t r e e t d o o r, n o f o o t steps in the passage. Suddenly, too,
he saw a faint gleam of light on the
second story; it came from M.
Vautrin’s room.
“There are a good many mysteries here
for a lodging-house!” he said to himself.
He went part of the way downstairs
and listened again. The rattle of gold
reached his ears. In another moment the
light was put out, and again he distinctly
heard the breathing of two men, but no
sound of a door being opened or shut.
The two men went downstairs, the faint
sounds growing fainter as they went.
— Qui va là? cria madame Vauquer
en ouvrant la fenêtre de sa chambre.
—¿Quién va ahí? —gritó la señora Vauquer abriendo la ventana de su habitación.
—¿Quién anda ahí? —gritó la señora
Vauquer, abriendo la ventana de su cuarto.
“Who is there?” cried Mme. Vauquer
out of her bedroom window.
— C’est moi qui rentre, maman Vauquer,
dit Vautrin de sa grosse voix.
—Soy yo que vuelvo, mamá —dijo
Vautrin con su vozarrón.
—Soy yo, que entro, señora —dijo
Vautrin con su voz fuerte.
“I, Mme. Vauquer,” answered Vautrin’s
deep bass voice. “I am coming in.”
DERECHEF ou littér. Une seconde fois; encore une fois, once more
31
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— C’est singulier! Christophe
avait mis le verrou, se dit Eugène en
rentrant dans sa chambre. Il faut
veiller pour bien savoir ce qui se
passe autour de soi, dans Paris.
Détourné par ces petits événements de
sa méditation ambitieusement amoureuse, il se mit au travail. Distrait par
les soupçons qui lui venaient sur le
compte du père Goriot plus distrait encore par la figure de madame de
Restaud, qui de moments en moments
se posait devant lui comme la messagère d’une brillante destinée, il finit
par se coucher et par dormir à poings
fermés. Sur dix nuits promises au travail par les jeunes gens, ils en donnent
sept au sommeil. Il faut avoir plus de
vingt ans pour veiller.
«¡Qué raro! Cristóbal había echado
el cerrojo», se dijo Eugenio al entrar
en su habitación. «Hay que estar bien
despierto, para saber lo que pasa alrededor de uno mismo en París.»
Desviado por esos pequeños acontecimientos,
de
su
meditación,
ambiciosamente amorosa, se puso a trabajar. Distraído por las sospechas que
se le ocurrían con relación al tío Goriot,
más distraído aún, por la figura de la
señora Restaud, que, de minuto en minuto, se alzaba ante él como la mensajera de un destino brillante, terminó
[104] por acostarse y por dormir a pierna suelta. De cada diez noches que los
jóvenes prometen al trabajo, entregan
siete al sueño. Hay que tener más de
veinte años para velar.
—¡Es raro! Christophe había
echado el cerrojo —dijo Eugéne,
volviéndose a su cuarto—. Es preciso velar para saber lo que pasa en
París alrededor de uno.
Distraído por estos pequeños acontecimientos de su meditación
ambiciosamente amorosa, se puso a
estudiar. Distraído por las sospechas
que le había inspirado papá Goriot,
más distraído todavía por la figura de
la señora de Restaud, que a cada momento se le aparecía como la mensajera de un porvenir brillante, acabó por
acostarse y dormir a pierna suelta. De
cada diez noches que los jóvenes prometen dedicarse al trabajo, se duermen siete. Hay que tener más de veinte
años para poder velar.
“That is odd! Christophe drew the
bolts,” said Eugene, going back to his
room. “You have to sit up at night, it
seems, if you really mean to know all that
is going on about you in Paris.”
These incidents turned his thought
from his ambitious dreams; he betook
himself to his work, but his thought
wandered back to Father Goriot’s suspicious occupation; Mme. de Restaud’s
face swam again and again before his
eyes like a vision of a brilliant future;
and at last he lay down and slept with
clenched fists. When a young man
makes up his mind that he will work
all night, the chances are that seven
times out of ten he will sleep till morning. Such vigils do not begin before we
are turned twenty.
Le lendemain matin régnait à Paris un de ces épais brouillards qui
l’enveloppent et l’embrument si bien
que les gens les plus exacts sont
trompés par le temps. Les rendezvous d’affaires se manquent. Chacun
se croit à huit heures quand midi
sonne. Il était neuf heures et demie,
madame Vauquer n’avait pas encore
bougé de son lit. Christophe et la
grosse Sylvie, attardés aussi, prenaient
tranquillement leur café, préparé avec
les couches supérieures du lait destiné
aux pensionnaires, et que Sylvie faisait longtemps bouillir, afin que madame Vauquer ne s’aperçût pas de
cette dîme illégalement levée.
Al día siguiente por la mañana reinaba en París una de esas espesas nieblas que lo envuelven y lo oscurecen de
tal manera, que las gentes más exactas
se equivocan en relación al tiempo. Las
citas de negocios fallan. Todos creen
que son las seis de la mañana, cuando
suena el mediodía. Eran las nueve y
media y la señora Vauquer no se había
movido aún de la cama. Cristóbal y la
gruesa Silvia, retrasados también tomaban tranquilamente su café, preparado
con la nata de la leche destinada a los
huéspedes, y que Silvia hacía hervir
durante mucho rato, para que la señora
Vauquer no se diera cuenta de ese diezmo, ilegalmente cobrado.
The next morning Paris was wrapped
in one of the dense fogs that throw the
most punctual people out in their calculations as to the time; even the most business-like folk fail to keep their appointments in such weather, and ordinary mortals wake up at noon and fancy it is eight
o’clock. On this morning it was half-past
nine, and Mme. Vauquer still lay abed.
Christophe was late, Sylvie was late, but
the two sat comfortably taking their coffee as usual. It was Sylvie’s custom to take
the cream off the milk destined for the
boarders’ breakfast for her own, and to
boil the remainder for some time, so that
madame should not discover this illegal
exaction.
— Sylvie, dit Christophe en
mouillant sa première rôtie,
monsieur Vautrin, qu’est un bon
homme tout de même, a encore
vu deux personnes cette nuit. Si
m a d a m e s ’e n i nq u i é t a i t , n e f a u drait rien lui dire.
—Silvia —dijo Cristóbal, mojando su primera t o s t a d a—, el señor Vautrin, que sin embargo es un
buen hombre, ha recibido otras dos
personas esta noche. Si la señora
Va u q u e r t e p r e g u n t a p o r e s o , n o
hay que decirle nada.
A la mañana siguiente París
amaneció con una de esas brumas
que lo envuelven y lo oscurecen de
tal modo, que hasta las gentes más
exactas se equivocan de hora y faltan a las citas comerciales. Cuando se cree que son las ocho dan las
doce. Eran ya las nueve y media y
la señora Vauquer no se había aún
movido de la cama. Christophe y
Sylvie, también retrasados, tomaban tranquilamente su café con leche, de la que se apropiaban la nata
destinada a los huéspedes. Sylvie hervía durante mucho tiempo la leche que
dejaban para que no se notara el fraude______________ __.
[347]
—Sylvie —dijo Christophe, mojando su primera tostada—, el señor Vautrin, que es, a pesar de todo,
un buen hombre, ha tenido también
esta noche la visita de dos personas. Si la señora sospechara algo,
no hay que decirle nada.
3
— Vous a-t-il donné quelque chose?
—¿Le ha dado algo a usted?
—¿Le ha dado a usted algo?
“Sylvie,” said Christophe, as he
dipped a piece of toast into the coffee, “M. Vautrin, who is not such a
bad sort, all the same, had two
people come to see him again last
night. If madame says anything,
mind you say nothing about it.”
“Has he given you something?”
— Il m’a donné cent sous pour
son mois, une manière de me dire:
« Tais-toi.»
—Me dio cien sueldos de propina
para el mes; una forma de decirme:
¡cállate!
—Me ha dado un duro como propina del mes, que es lo mismo que decirme: a callar.
“He gave me a five-franc piece this
month, which is as good as saying, ‘Hold
your tongue.’ ”
— Sauf lui et madame Couture, qui
ne sont pas regardants, les autres voudraient nous retirer de la main gauche
ce qu’ils nous donnent de la main
droite au jour de l’an, dit Sylvie.
—Aparte de él y la señora Couture
que no son tan mirados con su dinero,
los otros querrían quitarnos con la mano
izquierda lo que nos dan con la derecha
el día de año nuevo —dijo Silvia.
—Aparte de él y la señora
Couture, que no son mirados, los
demás nos quitarían con la mano
izquierda lo que nos dan por Reyes con la derecha.
“Except him and Mme. Couture, who
doesn’t look twice at every penny, there’s
no one in the house that doesn’t try to get
back with the left hand all that they give with
the right at New Year,” said Sylvie.
— Encore, qu’est-ce qu’ils donnent! fit Christophe, une méchante
pièce et de cent sous. Voilà depuis
deux ans le père Goriot qui fait ses
souliers lui-même. Ce grigou de Poiret se passe de cirage, et le boirait
plutôt que de le mettre à ses savates.
Quant au gringalet d’étudiant, il me
donne quarante sous. Quarante sous
ne payent pas mes brosses, et il vend
ses vieux habits, par-dessus le mar-
—¡Y para lo que nos dan! —dijo
Cristóbal—, una maldita moneda y de
cien sueldos. Ahí tienes al tío Goriot,
que desde hace dos años se hace sus
propios zapatos. O ese r a s p a d e
Poiret que prescinde del betún, y
que se lo bebería, antes que usarlo
en sus zapatos. En cuanto a ese
rascamiajas de estudiante, me da
cuarenta céntimos. Con eso no se
pagan ni los cepillos, y encima ven-
—¡Y como dan tanto! —saltó
Christophe—. Un triste duro. Ya
va para dos años que papá
Goriot se limpia él mismo los
zapatos. Ese roñoso de Poiret se
pasa sin betún; antes se lo bebe
que gastarlo en limpiar las botas.
Y no digamos nada del estudiante, que me da tan sólo dos pesetas. Con dos pesetas no saco ni para
cepillos. Y vende la ropa vieja en vez
“And, after all,” said Christophe, “what
do they give you? A miserable five-franc
piece. There is Father Goriot, who has
cleaned his shoes himself these two years
past. There is that old beggar Poiret, who
goes without blacking altogether; he would
sooner drink it than put it on his boots. Then
there is that whipper-snapper of a student,
who gives me a couple of francs. Two francs
will not pay for my brushes, and he sells his
old clothes, and gets more for them than they
32
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
ché. Qué baraque!
de su ropa. ¡Vaya barraca!
de regalármela. ¡Valiente caterva!
are worth. Oh! they’re a shabby lot!”
— Bah! fit Sylvie en buvant de
petites gorgées de café, nos places
sont encore les meilleures du quartier: on y vit bien. Mais, à propos de
gros papa Vautrin, Christophe, vous
a-t-on dit quelque chose?
—¡Bah! —dijo Silvia bebiendo a
pequeños sorbos su caféAún así, nuestros puestos de trabajo son los mejores
del barrio. Aquí se vive bien. Pero, a
propósito del gordo tío Vautrin, Cristóbal, ¿te ha dicho alguien algo?
—Bah —exclamó Sylvie, bebiendo a sorbitos el café—, así y todo tenemos las mejores colocaciones del
barrio. Se vive bien. Pero a propósito del gran Vautrin, Christophe, ¿no
le han dicho a usted nada?
“Pooh!” said Sylvie, sipping her
cof fee, “our places are the best in
the Quarter, that I know. But about
t h a t g r e a t b i g c h a p Va u t r i n ,
Christophe; has any one told you
anything about him?”
— Oui, j’ai rencontré il y a quelques jours un monsieur dans la rue, qui
m’a dit:- N’est-ce pas chez vous que
demeure un gros monsieur qui a des
favoris qu’il teint? Moi j’ai dit: « Non,
monsieur, il ne les teint pas. Un homme
gai comme lui, il n’en a pas le temps. «
J’ai donc dit ça à monsieur Vautrin, qui
m’a répondu: « Tu as bien fait, mon
garçon! Réponds toujours comme ça.
Rien n’est plus désagréable que de laisser connaître nos infirmités. Ça peut
faire manquer des mariages.»
—Sí. Hace unos días, me encontré
con un señor en la calle, que me dijo:
«¿es verdad que en su casa vive un
señor gordo, con patillas teñidas?».
Yo le dije: «No señor, no se las tiñe.
Un hombre tan alegre como él, no tiene tiempo para esas cosas.» Pues bien,
le dije eso al señor Vautrin, que me
dijo: «¡Bien hecho chico! Contesta
siempre así. Nada resulta más desagradable que dejar que se sepan
nuestros puntos flacos. Eso puede estropear muchas bodas.»
—Sí. Encontré hace algunos días
en la calle a un señor que me dijo:
«¿No vive en su casa un señor gordo que lleva las patillas teñidas?»
Yo dije: «No señor; no se las tiñe.
A un hombre tan alegre como él no
le queda tiempo para eso.» Le conté esto al señor Vautrin, que me
dijo: «Has hecho bien, muchacho.
Responde siempre así. Nada más
desagradable que dejarse conocer
las debilidades. Por cosas así fracasan algunas bodas.»
“Yes. I met a gentleman in the
street a few days ago; he said to me,
‘There’s a gentleman in your place,
isn’t there? a tall man that dyes his
whiskers?’ I told him, ‘No, sir; they
aren’t dyed. A gay fellow like him
hasn’t the time to do it.’ And when I
told M. Vautrin about it afterwards, he
said, ‘Quite right, my boy. That is the
way to answer them. There is nothing
more unpleasant than to have your
little weaknesses known; it might
spoil many a match.’ ”
— Eh bien! à moi, au marché, on
a voulu m’englauder aussi pour me
faire dire si je lui voyais passer sa
chemise. C’te farce! Tiens, dit-elle en
s’interrompant, voilà dix heures quart
moins qui sonnent au Val-de-Grâce,
et personne ne bouge.
—Pues bien, a mí, en el mercado,
me quisieron enredar también, para
que les dijera si le había visto ponerse la camisa. ¡No te fastidia! Vaya, —
dijo interrumpiéndose—, están sonando las diez menos cuarto en la iglesia
de Val-de-Grâce y nadie respira.
“Well, and for my part,” said Sylvie,
“a man tried to humbug me at the market wanting to know if I had seen him
put on his shirt. Such bosh! There,” she
cried, interrupting herself, “that’s a
quarter to ten striking at the Val-deGrace, and not a soul stirring!”
— Ah bah! ils sont tous sortis.
Madame Couture et sa jeune personne sont allées manger le bon Dieu
à Saint-Etienne dès huit heures. Le
père Goriot est sorti avec un paquet.
L’étudiant ne reviendra qu’après son
cours, à dix heures. Je les ai vus partir en faisant mes escaliers; que le
père Goriot m’a donné un coup avec
ce qu’il portait qu’était dur comme
du fer. Qué qui fait donc, ce bonhomme-là? Les autres le font aller
comme une toupie, mais c’est un
brave homme tout de même, et qui
vaut mieux qu’eux tous. Il ne donne
pas grand-chose; mais les dames chez
lesquelles il m’envoie quelquefois
allongent de fameux pourboires, et
sont joliment ficelées.
—¡Ah! ¡Bueno!, han salido todos.
La señora Couture y su niña se han
ido a comerse los santos en San Esteban desde las ocho de la mañana.
El tío Goriot ha salido con un paquete. El estudiante no volverá hasta después de la clase, a las diez.
Los he visto salir mientras limpiaba
la escalera; el tío Goriot me ha dado
un golpe con lo que llevaba, que era
duro como hierro. ¿Qué se traerá
entre manos ese buen hombre? Los
demás le hacen girar como una
peonza, pero es un buen hombre a
pesar de todo y vale más que todos
los demás juntos. No da gran cosa,
pero las señoras a cuya casa me
manda me largan buenas propinas y
visten de maravilla.
—Pues bien: a mí, en el mercado, me quisieron sacar si le veía
ponerse la camisa. ¡Vaya una broma!... ¡Atiza! —dijo interrumpiéndose—, están dando las diez
menos cuarto en Val-de-Grâce, y
nadie se mueve.
[348]
—Pero ¡qué, si han salido todos!
La señora Couture y su hija se han
ido a tragar santos a San Esteban.
Papa Goriot ha salido con un paquete. El estudiante no vendrá hasta las diez, después de su clase. Le
he visto salir cuando limpiaba las
escaleras, y por cierto que papá
Goriot me ha dado un golpe con lo
que llevaba, que era más duro que
el hierro. Pero ¿qué es lo que hace
este buen hombre? Los otros hacen
de él lo que quieren; pero así y
todo, es un buen hombre que vale
más que todos ellos. No es que dé
gran cosa; mas las señoras a cuyas
casas me envía algunas veces, se
estiran y sueltan buenas propinas
y gastan lujo de veras.
— Celles qu’il appelle ses filles,
hein? Elles sont une douzaine.
—¿Las que dice que son hijas suyas, eh? Son una docena.
—¿Esas que dice que son sus hijas? Lo menos son una docena.
“His daughters, as he calls them, eh?
There are a dozen of them.”
— Je ne suis jamais allé que chez
deux, les mêmes qui sont venues ici.
—Yo no he ido nunca más que a casa de
dos, las mismas que han venido aquí.
—Yo no he ido más que a casa de
dos: las que han venido aquí.
“I have never been to more than two—
the two who came here.”
— Voilà madame qui se remue;
elle va faire son sabbat: faut que j’y
aille. Vous veillerez au lait, Christophe, rapport au chat.
—Vaya, la señora empieza a moverse; ahora armará el cisco. Tengo
que ir enseguida. Cuida la leche Cristóbal. Cuidado con el gato.
— Ya s e m u e v e l a s e ñ o r a .
_________________ . Tengo que ir a
ayudarla. Tenga usted cuidado que el gato
no vaya a la leche, Christophe.
“There is madame moving overhead; I shall
have to go, or she will raise a fine racket. Just
keep an eye on the milk, Christophe;
don’t let the cat get at it.”
___________________________
— Comment, Sylvie, voilà dix
heures quart moins, vous m’avez laissée dormir comme une marmotte! jamais pareille chose n’est arrivée.
Silvia subió a la habitación de la dueña.
—Pero bueno Silvia, son las diez
menos cuarto, me has dejado dormir
como una marmota. ¡Nunca había
ocurrido nada semejante!
Sylvie subió al cuarto de su dueña.
—Pero cómo, Sylvie, ¿son ya las
diez menos cuarto? ¡Me ha dejado usted como una marmota! No me ha sucedido jamás esto.
Sylvie went up to her mistress’ room.
“Sylvie! How is this? It’s nearly
ten o’clock, and you let me sleep like
a dormouse! Such a thing has never
happened before.”
— C’est le brouillard, qu’est à
—Es la niebla, que se puede cor-
—Es la culpa de la niebla, que se
“It’s the fog; it is that thick, you could
33
“Pooh! they are all gone out. Mme.
Couture and the girl went out at eight
o’clock to take the wafer at SaintEtienne. Father Goriot started off
somewhere with a parcel, and the student won’t be back from his lecture till
ten o’clock. I saw them go while I was
sweeping the stairs; Father Goriot
knocked up against me, and his parcel
was as hard as iron. What is the old fellow up to, I wonder? He is as good as a
plaything for the rest of them; they can
never let him alone; but he is a good
man, all the same, and worth more than
all of them put together. He doesn’t
give you much himself, but he sometimes sends you with a message to ladies who fork out famous tips; they are
dressed grandly, too.”
Balzac’s Goriot
couper au couteau.
— Mais le déjeuner?
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tar con un cuchillo.
puede cortar con cuchillo.
—Pero, ¿y el desayuno?
—Pero ¿y el desayuno?
tr. Ellen Marriage
cut it with a knife.”
“But how about breakfast?”
— Bah! vos pensionnaires avaient
bien le diable au corps; ils ont tous
décanillé dès le patron-jacquette.
—¡Bah! Sus pupilos tenían todos
el diablo en el cuerpo; «se las han
piran» todos con las gallinas.
—¡Bah! Los huéspedes tenían
el diablo en el cuerpo, y se han
piran a la madrugada.
“Bah! the boarders are possessed, I’m
sure. They all cleared out before there was a
wink of daylight.”
— Parle donc bien, Sylvie, reprit madame Vauquer on dit le patron-minette.
—Habla bien, Sylvie; no dig a s p i r a r.
“Do speak properly, Sylvie,” Mme.
Vauquer retorted; “say a blink of daylight.”
— Ah! madame, je dirai comme vous
voudrez. Tant y a que vous pouvez déjeuner à dix heures. La Michonnette et le
Poireau n’ont pas bougé. Il n’y a qu’eux
qui soient dans la maison, et ils dorment
comme des souches qui sont.
—Habla bien Silvia —dijo la señora Vauquer—, se dice: «Se han
marchado muy temprano.»
—¡Ah! señora, diré lo que usted
quiera. El caso es que puede desayunar a las diez. La Michonita y el Puerro, no se han movido. No quedan más
que dos en la casa y duermen como
dos ladrillos, que es lo que son.
—No lo diré más, señora. Puede
usted desayunar ahora. La
Michonnette y Poiret no se han movido todavía. Sólo ellos dos están
en casa y duermen como unos troncos, como lo que son, vamos.
“Ah, well, madame, whichever you
please. Anyhow, you can have breakfast at ten o’clock. La Michonnette
and Poiret have neither of them stirred.
There are only those two upstairs, and they
are sleeping like the logs they are.”
— Mais, Sylvie, tu les mets tous
les deux ensemble, comme si...
—Pero Silvia, los pones a los dos
juncos como si...
“But, Sylvie, you put their names together as if—”
— Comme si, quoi? reprit Sylvie
en laissant échapper un gros rire bête.
Les deux font la paire.
—¿Como si qué? —dijo Silvia soltando una estúpida risotada—. Son
tal para cual.
—Pero Sylvie, hablas de los dos a
una como si...
[349]
—¿Cómo si qué? —respondió
Sylvie, dejando escapar una carcajada idiota—. Los dos hacen pareja.
— C’est singulier, Sylvie: comment monsieur Vautrin est-il donc
rentré cette nuit après que Christophe a eu mis les verrous?
—Es extraño Silvia: ¿Cómo ha
podido entrar el señor Vautrin, después de que Cristóbal hubiera echado el cerrojo?
—Es raro, Sylvie. ¿Cómo ha
entrado esta noche el señor
Vautrin después que Christophe
había echado el cerrojo?
“It is a strange thing, isn’t it,
S y l v i e , h o w M . Va u t r i n g o t i n
last night after Christophe had
bolted the door?”
— Bien au contraire, madame. Il
a entendu monsieur Vautrin, et est
descendu pour lui ouvrir la porte. Et
voilà ce que vous avez cru...
—Nada de eso señora. Él oyó
l l e g a r a l s e ñ o r Va u t r i n y b a j ó p a r a
abrirle la puerta. Y usted había
creído...
—No ha sido eso, señora. Es que
Christophe ha esperado al señor
Vautrin y ha bajado a abrirle. Por eso
ha creído usted...
“Not at all, madame. Christophe
heard M. Vautrin, and went down
and undid the door. And here are you
imagining that—?”
— Donne-moi ma camisole, et va
vite voir au déjeuner. Arrange le reste
du mouton avec des pommes de terre,
et donne des poires cuites, de celles
qui coûtent deux liards la pièce.
—Dame la bata enseguida y
ve a hacer por el almuerzo.
Prepara el cordero con patatas
y trae peras cocidas, de las
más baratas. [107]
—Dame mi camisa y vete a
poner el almuerzo. Arregla lo
que quedó del cordero con patatas, y pon, cocidas, peras de
las baratas.
“Give me my bodice, and be quick and
get breakfast ready. Dish up the rest of
the mutton with the potatoes, and you can
put the stewed pears on the table, those
at five a penny.”
Quelques instants après, madame
Vauquer descendit au moment où son
chat venait de renverser d’un coup de
patte l’assiette qui couvrait un bol de
lait, et le lapait en toute hâte.
Minutos después la señora Vauquer
bajó en el preciso instante en que el
gato acababa de volcar de una patada
el plato que cubría un tazón de leche,
y se lo lamía, a toda prisa.
Algunos instantes después bajó la
señora Vauquer en el mismo momento en que el gato tiraba de un zarpazo
el plato que cubría la jarra de la leche, y se la bebía a toda prisa.
A few moments later Mme.
Vauquer came down, just in time
to see the cat knock down a plate
that covered a bowl of milk, and
begin to lap in all haste.
— Mistigris, s’écria-telle. Le chat se sauva, puis
revint se frotter à ses ja m b e s .
Oui, oui, fais ton ca p o n , v i e u x
lâche! lui dit-elle. Sylvie! Sylvie!
—¡Mistigris! —gritó. El gato se escapó y después volvió para
restregarse en sus piernas—. Sí, sí,
ahora vienen las zalamerías , viejo cobard e —le dijo—. ¡Silvia! ¡Silvia!
—¡Mistigris! —gritó la Vauquer.
El gato se escapó y vino después a
frotarse contra sus piernas.
—Sí, sí; ahora ven con zalamerías,
viejo marrullero. ¡Sylvie! ¡Sylvie!
“Mistigris!” she cried.
The cat fled, but promptly returned to rub
against her ankles.
“Oh! yes, you can wheedle, you old
hypocrite!” she said. “Sylvie! Sylvie!”
“As if what?” said Sylvie,
bursting into a guffaw. “The two
of them make a pair. ”
wheedle 1 coax by flattery or endearments. engatusar, dar coba, embaucar, 2 (foll. by out) a get (a thing) out of a person by wheedling. b cheat (a
person) out of a thing by wheedling. Sonsacar algo a alguien dandole coba o halagándole. Lagotería, zalamería, marrullería
— Eh bien! quoi, madame?
—¿Qué quiere señora?
—¿Qué pasa, señora?
“Yes, madame; what is it?”
— Voyez donc ce qu’a bu le chat.
—¡Mire lo que se ha bebido el gato!
—Vea usted lo que ha hecho el gato.
“Just see what the cat has done!”
— C’est la faute de cet animal de
Christophe, à qui j’avais dit de mettre le couvert. Où est-il passé? Ne
vous inquiétez pas, madame; ce sera
le café du père Goriot. Je mettrai de
l’eau dedans, il ne s’en apercevra pas.
Il ne fait attention à rien, pas même à
ce qu’il mange.
—Por culpa del animal de Cristóbal al que le había dicho que pusiera los cubiertos. ¿Dónde se ha
metido? No se preocupe señora;
ese era el café del tío Goriot. Le
añadiré agua y no se dará ni cuenta. No se fija en nada, ni siquiera
en lo que come.
—La culpa es de ese animal de
Christophe, a quien había encargado que
tuviera cuidado. Pero ¿dónde ha ido?
—No se inquiete usted, señora; el
café de papá Goriot lo pagará. Le
echaré agua, y no hay cuidado que lo
note. No se da cuenta de nada, ni siquiera de lo que come.
“It is all that stupid Christophe’s
fault. I told him to stop and lay the
table. What has become of him?
Don’t you worry, madame; Father
Goriot shall have it. I will fill it up
with water, and he won’t know the
difference; he never notices anything,
not even what he eats.”
— Où donc est-il allé, ce chinoislà? dit madame Vauquer en plaçant
les assiettes.
—Y, ¿por dónde anda ese coreano?
—dijo la señora Vauquer colocando
los platos.
—¿Y adónde ha podido ir el chino
ése? —dijo la señora Vauquer, mientras colocaba los platos.
“I wonder where the old heathen
can have gone?” said Mme. Vauquer, setting the plates round the table.
34
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— Est-ce qu’on sait? Il fait des
trafics des cinq cents diables.
—¿Quién puede saberlo? Se lleva
unos trajines de todos los diablos.
—¡Cualquiera lo sabe! Se trae unos
jaleos de mil demonios.
“Who knows? He is up to all sorts of
tricks.”
— J’ai trop dormi, dit madame
Vauquer.
—He dormido demasiado —dijo la
señora Vauquer.
—He dormido demasiado —dijo la
señora Vauquer.
“I have overslept myself,” said Mme.
Vauquer.
— Mais aussi madame est-elle
fraîche comme une rose...
—Pero, por eso mismo, la señora
está hoy fresca como una rosa...
—Pero así está la señora fresca
como una rosa...
“But madame looks as fresh as a rose,
all the same.”
En ce moment la sonnette se fit
entendre, et Vautrin entra dans le salon en chantant de sa grosse voix
En ese momento sonó el timb r e , y Va u t r i n e n t r ó c a n t a n d o
con su vozarrón:
The door bell rang at that moment, and
Vautrin came through the sitting-room, singing loudly:
J’ai longtemps parcouru le monde,
Et l’on m’a vu de toute part...
Largo tiempo he recorrido el mundo
Y en todas partes me han visto... (19)
En este momento se oyó la campanilla y entró Vautrin en el salón cantando con su voz grave:
[350]
He corrido el mundo entero,
se me ha visto en todas partes...
— Oh! oh! bonjour, madame
Vauquer, dit-il en apercevant l’hôtesse,
qu’il prit galamment dans ses bras.
—¡Oh! ¡Oh! Buenos días, mamá Vauquer —dijo al ver a la hostelera, a la que
tomó galantemente entre sus brazos.
—¡Oh! ¡Oh! Buenos días, señora
Vauquer —dijo al percibir a la patrona, a quien abrazó galantemente.
“Oh! Mamma Vauquer! good-morning!”
he cried at the sight of his hostess, and he
put his arm gaily round her waist.
— Allons, finissez donc.
—Vamos, termine ya.
—Vamos, no sea usted...
“’Tis the same old story everywhere,
A roving heart and a roving glance . .
“There! have done—”
— Dites impertinent, reprit-il. Allons,
dites-le. Voulez-vous bien le dire? Tenez,
je vais mettre le couvert avec vous. Ah!
je suis gentil, n’est-ce pas?
—Diga impertinente —continuó—.
Venga, dígalo. ¿Quiere decirlo de una vez?
Mire, voy a ayudarle a poner los cubiertos. ¡Ah! Qué amable soy. ¿Verdad?
—Dígalo: —respondió él—. Vamos, dígalo usted. ¿No quiere usted
decirlo? Le voy a ayudar a poner la
mesa. ¿Verdad que soy amable?
“‘Impertinence!’ Say it!” he answered.
“Come, say it! Now, isn’t that what you really mean? Stop a bit, I will help you to set
the table. Ah! I am a nice man, am I not?
Courtiser la brune et la blonde,
Aimer, soupirer...
Cortejar a la morena y a la rubia
Amar, suspirar...
Festejar a la morena y a la rubia;
amar, suspirar...
“For the locks of brown and the golden
hair. A sighing lover . . .
— je viens de voir quelque chose
de singulier.
—...Acabo de ver algo
raro.
Acabo de ver una cosa
rara...
“Oh! I have just seen something so
funny—
... au hasard.
— Quoi? dit la veuve.
— Le père Goriot était à huit heures
et demie rue Dauphine, chez l’orfèvre
qui achète de vieux couverts et des galons. Il lui a vendu pour une bonne
somme un ustensile de ménage, en vermeil, assez joliment tortillé pour un
homme qui n’est pas de la manique.
— Bah! vraiment?
... a la ventura!
—¿Qué? —dijo la viuda.
—El tío Goriot estaba a las ocho y
media en la calle Daufine, en casa del
orfebre que compra cubiertos viejos
y galones. Le ha vendido, por una buena cantidad, una pieza de vajilla de
plata sobredorada, muy bien retorcida para no ser del oficio (20).
... al azar.
....led by chance.”
—¿Qué? —dijo la viuda.
“What?” asked the widow.
—Papá Goriot estaba a las ocho y
media en la calle Dauphine, en casa
del platero que compra cubiertos viejos y galones. Le ha vendido a buen
precio un utensilio de plata dorada,
bastante bien retorcido para no estar
hecho por uno del oficio.
—¡Bah! ¿De veras?
—¿De veras?
“Father Goriot in the goldsmith’s shop
in the Rue Dauphine at half-past eight this
morning. They buy old spoons and forks and
gold lace there, and Goriot sold a piece of
silver plate for a good round sum. It had been
twisted out of shape very neatly for a man
that’s not used to the trade.”
“Really? You don’t say so?”
— Oui. Je revenais ici après avoir
conduit un de mes amis qui s’expatrie par les Messageries royales; j’ai
attendu le père Goriot pour voir: histoire de rire. Il a remonté dans ce quartier-ci, rue des Grès, où il est entré
dans la maison d’un usurier connu,
nommé Gobseck, un fier drôle, capable de faire des dominos avec les os
de son père; un juif, un arabe, un grec,
un bohémien, un homme qu’on serait
bien embarrassé de dévaliser, il met
ses écus la Banque.
—Sí. Yo volvía a casa, después de
haber despedido a un amigo mío que se
va al extranjero por el Correo Real; he
esperado al tío Goriot para ver, con la
intención de reírme un poco. Pues bien,
subió por este barrio, a la calle de Grès
(21), y allí entró en casa de un usurero
llamado Gobseck, un ladrón de mucho
cuidado, capaz de hacer dominós con los
huesos de su padre; un judío, un griego,
un árabe, un gitano, un hombre al que
sería prácticamente imposible desvalijar.
Guarda sus escudos en el banco.
—Sí. Yo volvía hacia aquí después de haber acompañado a un amigo que emigra, y cuando vi a papá
Goriot, esperé para ver lo que hacía:
cosa de risa. Subió a este barrio, a
la calle de Gres, y entró en casa de
un usurero muy conocido llamado
Gobseck, un bribón capaz de hacer
fichas de dominó con los huesos de
su padre; un judío, un árabe, un griego, un bohemio, un hombre a quien
no sería fácil robar porque coloca su
dinero en el Banco.
“Yes. One of my friends is expatriating
himself; I had been to see him off on board
the Royal Mail steamer, and was coming
back here. I waited after that to see what
Father Goriot would do; it is a comical affair. He came back to this quarter of the
world, to the Rue des Gres, and went into a
money-lender’s house; everybody knows
him, Gobseck, a stuck-up rascal, that would
make dominoes out of his father’s bones, a
Turk, a heathen, an old Jew, a Greek; it
would be a difficult matter to rob him, for
he puts all his coin into the Bank.”
— Qu’est-ce que fait donc ce père
Goriot?
—¿Pero qué es lo que hace allí ese
tío Goriot?
—Pero ¿qué es lo que hace el tal
papá Goriot?
“Then what was Father Goriot doing
there?”
— Il ne fait rien, dit Vautrin, il défait. C’est un imbécile assez bête pour
se ruiner à aimer les filles qui...
—No hace nada —dijo Vautrin—, deshace. Es un imbécil lo bastante estúpido
como para amar a unas hijas que...
—No hace nada —dijo Vautrin—;
lo deshace. Es un imbécil capaz de
arruinarse por esas mujeres que...
[351]
“Doing?” said Vautrin. “Nothing; he was bent
on his own undoing. He is a simpleton, stupid
enough to ruin himself by running after—”
35
Balzac’s Goriot
— Le voilà! dit Sylvie.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
—¡Ahí está! —dijo Silvia.
— Christophe, cria le père Goriot,
monte avec moi.
—Cristóbal —llamó
Goriot—, sube conmigo.
Christophe suivit le père Goriot, et
redescendit bientôt.
el
tr. Ellen Marriage
—¡Que viene ahí! —dijo Sylvie.
tío
—Christophe —gritó
Goriot—, sube conmigo.
“There he is!” cried Sylvie.
papá
“Christophe,” cried Father Goriot’s
voice, “come upstairs with me.”
Cristóbal siguió al tío Goriot y
volvió a bajar enseguida.
Christophe siguió a papá Goriot y
bajó en seguida.
Christophe went up, and shortly afterwards came down again.
— Où vas-tu? dit madame Vauquer
à son domestique.
—¿Dónde vas tú? —dijo la señora Vauquer a su criado.
—¿Dónde vas? —dijo la señora
Vauquer a su criado.
“Where are you going?” Mme. Vauquer
asked of her servant.
— Faire une commission pour
monsieur Goriot.
—A hacer un recado para el tío
Goriot.
—Voy a hacer un recado que me ha
dado el señor Goriot.
“Out on an errand for M.
Goriot.”
Qu’est-ce que c’est que ça? dit
Vautrin en arrachant des mains de
Christophe une lettre sur laquelle il
lut: A madame la comtesse Anastasie
de Restaud. Et tu vas? reprit-il en tendant la lettre à Christophe.
—¿Qué es esto? —dijo Vautrin
arrancando de las manos de Cristóbal una carta en la que estaba escrito—: A la señora condesa de
Restaud. ¿Y vas...? —continuó, devolviéndole la carta a Cristóbal.
—¿De qué se trata? —dijo Vautrin,
arrancando de la mano a Christophe
una carta en la que leyó: «A la señora
condesa Anastasie de Restaud»—. ¿Y
vas? —continuó, devolviendo la carta a Christophe.
“What may that be?” said Vautrin,
pouncing on a letter in Christophe’s
hand. “Mme. la Comtesse Anastasie de
Restaud,” he read. “Where are you going with it?” he added, as he gave the
letter back to Christophe.
— Rue du Helder. J’ai ordre de
ne remettre ceci qu’à madame la
comtesse.
—A la calle del Helder. Tengo orden de no entregar esto a nadie sino
a la señora condesa, en persona.
—Ala calle de Helder. Tengo orden
de no entregarla a nadie como no sea
a la misma condesa.
“ To t h e R u e d u H e l d e r. I h a v e
orders to give this into her hands
myself.”
— Qu’est-ce qu’il y a là-dedans?
dit Vautrin en mettant la lettre au jour;
un billet de banque? non. Il entrouvrit l’enveloppe.- Un billet acquitté,
s’écria-t-il. Fourche! il est galant, le
roquentin. Va, vieux lascar, dit-il en
coiffant de sa large main Christophe,
qu’il fit tourner sur lui-même comme
un dé, tu auras un bon pourboire.
—¿Qué hay ahí dentro? —preguntó
Vautrin poniendo la carta al trasluz—, ¿un
billete de banco, no? —entreabrió la carta—. Un pagaré pagado —gritó—. ¡Diantre!
Si que es galante el carcamal. Vete, viejo
Lascar (22) —dijo, dándole un manotazo
en la cabeza con su manaza a Cristóbal, al
que hizo girar en redondo, como un dado—
. Te van a dar una señora propina.
—¿Qué va dentro? —dijo Vautrin,
mirando la carta al trasluz—. ¿Un billete de Banco? No —entreabrió el
sobre—. Una letra pagada —exclamó—. ¡Diablo! El vejete es galante.
Anda ya, granuja, que tendrás buena propina —dijo, cogiendo a
Christophe por la espalda y haciéndole girar sobre sí mismo.
“What is there inside it?” said Vautrin,
holding the letter up to the light. “A
banknote? No.” He peered into the envelope. “A receipted account!” he cried.
“My word! ’tis a gallant old dotard. Off
with you, old chap,” he said, bringing
down a hand on Christophe’s head, and
spinning the man round like a thimble;
“you will have a famous tip.”
lascar a sailor from the East Indies
Le couvert était mis. Sylvie faisait
bouillir le lait. Madame Vauquer allumait le poêle, aidée par Vautrin, qui
fredonnait toujours:
La mesa estaba puesta, Silvia hacía hervir la leche. La señora Vauquer encendía la estufa, ayudada por
Vautrin, que seguía tarareando:
La mesa estaba puesta. Sylvie hervía la leche. La señora Vauquer encendía la estufa ayudada por Vautrin, que
tarareaba siempre:
By this time the table was set. Sylvie was
boiling the milk, Mme. Vauquer was lighting a
fire in the stove with some assistance from
Vautrin, who kept humming to himself:
J’ai longtemps parcouru le monde
Et l’on m’a vu de toute part...
Largo tiempo he recorrido el mundo. Y me han visto en todas partes...
He corrido el mundo entero
se me ha visto en todas partes...
“The same old story everywhere,
A roving heart and a roving glance.”
Quand tout fut prêt, madame Couture et mademoiselle Taillefer rentrèrent.
Cuando todo estuvo listo, la señora Couture y la señorita Taillefer volvieron. [109]
Cuando todo estuvo preparado entraron la señora Couture y la señorita
Taillefer.
W h e n e v e r y t h i n g w a s r e a d y,
Mme. Couture and Mlle.
Ta i l l e f e r c a m e i n .
— D’où venez-vous donc si matin,
ma belle dame? dit madame Vauquer
à madame Couture.
—¿De dónde vienen ustedes tan de
mañana, mi buena señora? —dijo la
señora Vauquer a la señora Couture.
—¿De dónde viene usted tan madrugadora, querida señora? —dijo la
señora Vauquer a la señora Couture.
“Where have you been this morning, fair lady?” said Mme. Vauquer,
turning to Mme. Couture.
— Nous venons de faire nos dévotions à Saint-Etienne-du-Mont, ne
devons-nous pas aller aujourd’hui
chez monsieur Taillefer? Pauvre petite, elle tremble comme la feuille,
reprit madame Couture en s’asseyant
devant le poêle à la bouche duquel elle
présenta ses souliers qui fumèrent.
—Venimos de rezar nuestras devociones en Saint-Etienne-du-Mont, pues
¿acaso no tenemos que ir hoy a ver al
señor Taillefer? Pobrecita mía, está
temblando como una hoja —prosiguió
la señora Couture sentándose delante de
la estufa, a cuya boca acercó sus zapatos que empezaron a echar humo.
“ We h a v e j u s t b e e n t o s a y o u r
prayers at Saint-Etienne du Mont. Today is the day when we must go to see
M. Taillefer. Poor little thing! She is
trembling like a leaf,” Mme. Couture
went on, as she seated herself before
the fire and held the steaming soles
of her boots to the blaze.
— Chauffez-vous donc, Victorine,
dit madame Vauquer.
—Caliéntese usted, Victorina —
dijo la señora Vauquer.
—Venimos de hacer nuestros rezos en San Esteban porque hoy tenemos que ir a casa del señor
Ta i l l e f e r. P o b r e c h i c a , t i e m b l a
como una hoja —dijo la señora
Couture, sentándose delante de la
estufa, a la que aproximó los pies. Los
zapatos comenzaron a humear.
[352]
—Caliéntese usted, Victorine —dijo
la señora Vauquer.
— C’est bien, mademoiselle, de
prier le bon Dieu d’attendrir le coeur
de votre père, dit Vautrin en avançant
une chaise à l’orpheline. Mais ça ne
suffit pas. Il vous faudrait un ami qui
se chargeât de dire son fait à ce mar-
—Está bien, señorita, eso de rogar
a Dios para que ablande el corazón de
su padre —dijo Vautrin ofreciendo una
silla a la huérfana—. Pero no es suficiente. Necesitaría usted un amigo, que
se encargara de cantarle las cuarenta a
—Está bien señorita, que ruegue usted a Dios para que ablande el corazón
de su padre; pero eso no basta —dijo
Vautrin, aproximando una silla a la
huérfana—. Tendría usted necesidad de
un amigo que le dijera cuatro verdades
“It is quite right and proper, mademoiselle, to pray to Heaven to soften
your father’s heart,” said Vautrin, as he
drew a chair nearer to the orphan girl;
“but that is not enough. What you want
is a friend who will give the monster a
36
“Warm yourself, Victorine,” said Mme.
Vauquer.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
souin-là, un sauvage qui a, dit-on,
trois millions, et qui ne vous donne
pas de dot. Une belle fille a besoin de
dot dans ce temps-ci.
semejante cerdo, un salvaje que tiene,
según dicen, tres millones, y que no le
da a usted su dote. Una chica guapa necesita una dote en estos tiempos.
a ese marrano, a ese salvaje que, según
dicen, tiene tres millones y que no le da
a usted la dote. Una mujer bonita necesita dote en estos tiempos.
piece of his mind; a barbarian that has
three millions (so they say), and will not
give you a dowry; and a pretty girl needs
a dowry nowadays.”
— Pauvre enfant, dit madame
Vauquer. Allez, mon chou, votre
monstre de père attire le malheur à
plaisir sur lui.
—Pobre niña —dijo la señora Vauquer—. Vamos, mi vida, que el monstruo de su padre hace todo lo que puede para acarrearse una desgracia.
—¡Pobre chica! —dijo la señora
Vauquer—. Pero no se apure, monada, que el monstruo de su padre se está
labrando la propia desgracia.
“Poor child!” said Mme. Vauquer.
“Never mind, my pet, your wretch of a
father is going just the way to bring
trouble upon himself.”
A ces mots, les yeux de Victorine
se mouillèrent de larmes, et la veuve
s’arrêta sur un signe que lui fit madame Couture.
Al oír tales palabras, los ojos de
Victorina se anegaron en llanto, y la
viuda se paró ante una seña que le
hizo la señora Couture.
Cuando oyó estas palabras, los ojos
de Victorine se llenaron de lágrimas,
y la viuda se calló ante una seña que
le hizo la señora Couture.
Vi c t o r i n e ’ s e y e s f i l l e d w i t h
tears at the words, and the
widow checked herself at a sign
from Mme. Couture.
— Si nous pouvions seulement le
voir, si je pouvais lui parler, lui remettre la dernière lettre de sa femme, reprit la veuve du Commissaire-Ordonnateur. Je n’ai jamais osé la risquer
par la poste; il connaît mon écriture...
—Si por lo menos pudiéramos verle, si pudiera hablar con él, entregarle
la última carta de su esposa —prosiguió la viudad del comisario ordenador—. Nunca me he atrevido a echarla
al correo; como conoce mi letra...
—Si pudiéramos siquiera verle, si
yo pudiera siquiera hablarle, entregarle la última carta de su mujer —repuso la viuda del comisario—. No me
he atrevido nunca a mandársela por
correo porque conoce mi letra.
“If we could only see him!” said the
Commissary-General’s widow; “if I
could speak to him myself and give him
his wife’s last letter! I have never dared
to run the risk of sending it by post; he
knew my handwriting—”
— O femmes innocentes, malheure u s e s e t p e r s é c u t é e s, s ’ é c r i a
Vautrin en interrompant, voilà donc
où vous en êtes? D’ici à quelques
jours je me mêlerai de vos affaires,
et tout ira bien.
—¡Oh! Mujeres inocentes; desgraciadas y perseguidas —gritó
Vautrin interrumpiéndola—. ¡A dónde habéis venido a parar! Pero dentro de unos días me meteré en sus
asuntos y todo funcionará.
—¡Oh mujeres inocentes, desgraciadas y perseguidas! —interrumpió
gritando Vautrin—. ¿Todavía están ustedes en eso? Dentro de algunos días
yo intervendré en estos asuntos y todo
se arreglará.
“ ‘Oh woman, persecuted and injured innocent!’ “ exclaimed Vautrin,
breaking in upon her. “So that is how
you are, is it? In a few days’ time I will
look into your affairs, and it will be all
right, you shall see.”
— Oh! monsieur, dit Victorine en
jetant un regard à la fois humide et
brûlant à Vautrin, qui ne s’en émut
pas, si vous saviez un moyen d’arriver à mon père, dites-lui bien que son
affection et l’honneur de ma mère me
sont plus précieux que toutes les richesses du monde. Si vous obteniez
suavizamiento, alivio
quelque adoucissement à sa rigueur,
je prierais Dieu pour vous. Soyez sûr
d’une reconnaissance.
—¡Oh!, señor —dijo Victorina lanzando una mirada fría y ardiente al mismo tiempo a Vautrin, que no se conmovió lo más mínimo por ello—, ¡si usted
supiera un medio de llegar a mi padre!
Dígale que su amor y el honor de mi
madre son para mí, más preciados que
todas las riquezas de este mundo. Si
consiguiera que cediera un poco en su
rigor, yo rezaría mucho por usted. Cuente con mi agradecimiento...
—¡Oh, señor! —dijo Victorine,
lanzando una mirada a la vez húmeda y ardiente a Vautrin, quien no se
inmutó—. Si encuentra usted medio
de hablar con mi padre, dígale que
su afecto y el honor de mi madre me
importan más que todas las riquezas
del mundo. Si usted lograra
apiadarle un poco, yo le encomendaría a usted a Dios. Podía estar seguro
de un agradecimiento...
“Oh! sir,” said Victorine, with a tearful but eager glance at Vautrin, who
showed no sign of being touched by it,
“if you know of any way of communicating with my father, please be sure and
tell him that his affection and my
mother’s honor are more to me than all
the money in the world. If you can induce him to relent a little towards me,
I will pray to God for you. You may be
sure of my gratitude—”
— J’ai longtemps parcouru le monde,
chanta Vautrin d’une voix ironique.
—Durante mucho tiempo he recorrido el
mundo... —cantó Vautrin con voz irónica.
—He recorrido el mundo entero —
cantó Vautrin con aire irónico.
“The same old story everywhere,” sang
Vautrin, with a satirical intonation.
En ce moment, Goriot, mademoiselle
Michonneau, Poiret descendirent, attirés peut-être par l’odeur du roux que
faisait Sylvie pour accommoder les
restes du mouton. A l’instant où les
sept convives s’attablèrent en se
souhaitant le bonjour, dix heures
sonnèrent, l’on entendit dans la rue
le pas de l’étudiant..
En ese momento Goriot, la señorita Michonneau y Poiret bajaron, atraídos por el olorcillo de la salsa roja
que hacía Silvia para condimentar las
sobras del cordero. En el momento
que los siete comensales se sentaron
a la mesa, deseándose buenos días
dieron las diez. Se oyeron en la calle
los pasos del estudiante.
En este momento bajaron Goriot,
la señorita Michonneau y Poiret atraídos, quizá, por el olor de la salsa que
preparaba Sylvie para arreglar los restos del cordero. En [353] el momento
en que se sentaron los siete comensales, dándose los buenos días, sonaban
las diez. En la calle se oyó el paso del
estudiante.
At this juncture, Goriot, Mlle. Michonneau,
and Poiret came downstairs together; possibly the scent of the gravy which Sylvie was
making to serve with the mutton had announced breakfast. The seven people thus
assembled bade each other good-morning,
and took their places at the table; the clock
struck ten, and the student’s footstep was
heard outside.
— Ah! bien, monsieur Eugène, dit
Sylvie, aujourd’hui vous allez déjeuner avec tout le monde.
—¡Ah bien!, señor Eugenio
Rastignac —dijo Silvia—, hoy va a
desayunar con codo el mundo.
—De modo, señorito Eugéne —
dijo Sylvie—, que hoy va usted a almorzar con todo el mundo.
“Ah! here you are, M. Eugene,” said
Sylvie; “every one is breakfasting at home
to-day.”
L’étudiant salua les pensionnaires,
et s’assit auprès du père Goriot.
El estudiante saludó a los huéspedes
y se sentó al lado del tío Goriot.
El estudiante saludó y se sentó al
lado de papá Goriot.
The student exchanged greetings with the
lodgers, and sat down beside Goriot.
— Il vient de m’arriver une singulière aventure, dit-il en se servant
abondamment du mouton et se coupant un morceau de pain que madame
Vauquer mesurait toujours de l’oeil.
—Acaba de ocurrirme una singular aventura —dijo—, sirviéndose
cordero en abundancia y cortándose
un trozo de pan que la señora Vauquer medía siempre con los ojos.
—Acaba de sucederme una extraña aventura —dijo mientras se
servía el carnero y cortaba un pedazo de pan, que la señora Vauquer medía con la mirada.
“I have just met with a queer adventure,” he said, as he helped himself abundantly to the mutton, and cut
a slice of bread, which Mme.
Vauquer’s eyes gauged as usual.
relent - give in, as to influence or pressure soften, yield truckle
- yield to out of weakness, become mollified, ablandarse
— Une aventure! dit Poiret.
—¿Una aventura? —dijo Poiret.
—¡Una aventura! —exclamó Poiret.
37
“An adventure?” queried Poiret.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— Eh bien! pourquoi vous en étonneriez-vous, vieux chapeau? dit
Vautrin à Poiret. Monsieur est bien fait
pour en avoir.
—Bueno, ¿por qué se asombra usted tanto, viejo vaina? —dijo Vautrin
a Poiret—. El caballero está bien
para tenerlas.
—¿Por qué se asusta usted, vejete? —dijo Vautrin a Poiret—.
Este señor es lo bastante guapo
para tenerlas.
“Well, and what is there to astonish
you in that, old boy?” Vautrin asked of
Poiret. “M. Eugene is cut out for that kind
of thing.”
Mademoiselle Taillefer coula timidement un regard sur le jeune étudiant.
La señorita Taillefer dejó resbalar una
mirada tímida sobre el estudiante.
La señorita Taillefer deslizó tímidamente su mirada sobre el estudiante.
Mlle. Taillefer stole a timid glance at the
young student.
— Dites-nous votre aventure demanda madame Vauquer.
—Cuéntenos su aventura —pidió
la señora Vauquer.
—Cuéntenos usted su aventura dijo
la señora Vauquer.
“Tell us about your adventure!” demanded M. Vautrin.
— Hier j’étais au bal chez madame la
vicomtesse de Beauséant, une cousine à
moi, qui possède une maison magnifique,
des appartements habillés de soie, enfin
qui nous a donné une fête superbe, où je
me suis amusé comme un roi...
—Ayer, estaba en el baile en casa de
la señora vizcondesa de Beauseant, una
prima mía que tiene una casa magnífica,
habitaciones forradas de seda, en fin, que
nos ha dado una fiesta soberbia, donde
me he divertido como un rey...
— Ay e r f u i a l b a i l e d e l a
vizcondesa de Beauséant, una prima
mía que tiene una casa magnífica con
las habitaciones cubiertas de seda.
__________ __ __________ _ ______
M e d i v e r t í c o m o u n r e y. . .
“Yesterday evening I went to a ball
given by a cousin of mine, the Vicomtesse
de Beauseant. She has a magnificent
house; the rooms are hung with silk—in
short, it was a splendid affair, and I was
as happy as a king—”
— Telet, dit Vautrin en interrompant net.
—Yezuelo —exclamó Vautrin cortándole en seco.
—Ezuelo —dijo Vautrin, interrumpiéndole en seco.
“ F i s h e r, ” p u t i n Va u t r i n , i n t e r rupting.
— Monsieur, reprit vivement
Eugène, que voulez-vous dire?
—Diga señor, ¿qué quiere decir?
—replicó vivamente Eugenio.
—¿Qué quiere usted decir? —preguntó vivamente Eugéne.
“What do you mean, sir?” said Eugene
sharply.
— Je dis telet, parce que les roitelets s’amusent beaucoup plus que les
rois.
—Digo yezuelo, porque los
reyezuelos se divierten mucho más que
los reyes.
—He dicho ezuelo porque los
reyezuelos se divierten más que los reyes.
“I said ‘fisher,’ because kingfishers see a good deal more fun than
kings.”
— C’est vrai: j’aimerais mieux être
ce petit oiseau sans souci que roi,
parce... fit Poiret l’idémiste.
—Es cierto: yo preferiría ser un
pajarillo sin preocupaciones, mejor que rey,
porque... —dijo Poiret, el idemirta (23).
—Es verdad. Preferiría ser ese descuidado pajarilla que rey, porque... —
dijo Poiret, el idemista.
“Quite true; I would much rather be the
little careless bird than a king,” said Poiret
the ditto-ist, “because—”
— Enfin, reprit l’étudiant en lui
coupant la parole, je danse avec une
des plus belles femmes du bal, une
comtesse ravissante, la plus délicieuse
créature que j’aie jamais vue.
Elle était coiffée avec des fleurs de
pêcher, elle avait au côté le plus beau
bouquet de fleurs, des fleurs naturelles qui embaumaient; mais, bah! il
faudrait que vous l’eussiez vue, il est
impossible de peindre une femme animée par la danse. Eh bien! ce matin
j’ai rencontré cette divine comtesse,
sur les neuf heures, à pied, rue des
Grès. Oh! le coeur m’a battu, je me
figurais...
—En fin —prosiguió el estudiante,
cortándole la palabra—, estaba bailando
con una de las mujeres más bellas del baile, una condesa encantadora, la más deliciosa criatura que haya visto jamás.
Ll e v a b a u n t o c a d o d e f l o r e s de
melocotonero, llevaba en el costado el
más hermoso ramillete de flores, de flores naturales que embalsamaban; pero,
¡bah! ¡Tendrían que haberla visto! Es
imposible describir a una mujer animada por el baile. Pues bien, esta mañana,
me he encontrado a esa condesa divina,
a eso de las nueve, en la calle de Grés.
¡Oh!, el corazón se me iba a saltar del
pecho, yo me imaginaba...
—En fin —continuó el estudiante,
cortándole la palabra—, bailé con una
de las mujeres más hermosas del baile,
una condesa maravillosa, la criatura más
deliciosa que he visto en mi vida.
»Llevaba en la cabeza flores de
durazno, y a un lado un bellísimo
ramo de flores, de flores naturales que
perfumaban; pero ¡bah!, sería menester que la hubieran ustedes visto: es
imposible describir una mujer animada por la danza. Pues bien: esta mañana he encontrado a esta divina [354]
condesa, a eso de las nueve, a pie, por
la calle de Gres. ¡Oh! El corazón me
ha dado un brinco; yo creía...
“In fact”—the law-student cut
him short—“I danced with one of the
handsomest women in the room, a
charming countess, the most exquisite creature I have ever seen.
There was peach blossom in her
hair, and she had the loveliest bouquet of flowers—real flowers, that
scented the air—but there! it is no
use trying to describe a woman
glowing with the dance. You ought
t o h a v e s e e n h e r ! We l l , a n d t h i s
morning I met this divine countess
about nine o’clock, on foot in the
Rue de Gres. Oh! how my heart
beat! I began to think—”
— Qu’elle venait ici, dit Vautrin
en jetant un regard profond à l’étudiant. Elle allait sans doute chez
le papa Gobseck, un usurier. Si jamais vous fouillez des coeurs de
femmes à Paris, vous y trouverez
l’usurier avant l’amant. Votre comtesse se nomme Anastasie de Restaud,
et demeure rue du Helder.
—Que ella venía aquí —dijo
Va u t r i n , l a n z á n d o l e u n a m i r a d a
escudriñadora—. Iba, sin duda, a casa
del tío Gobseck, el usurero. Si alguna
vez rebusca usted en el corazón de una
mujer de París, encontrará en él antes
al usurero que al propio amante. Su
condesa se llama Anastasia de Restaud,
y vive en la calle del Helder.
—Que venía aquí —dijo Vautrin,
lanzando una mirada profunda al estudiante—.Iba, sin duda, a casa de
Gobseck, un usurero. Si alguna vez escudriña usted en París el corazón de
las mujeres, encontrará siempre al
usurero antes que al amante. Su condesa se llama Anastasie de Restaud y
vive en la calle de Helder.
“That she was coming here,” said
Vautrin, with a keen look at the student.
“I expect that she was going to call on
old Gobseck, a money-lender. If ever
you explore a Parisian woman’s heart,
you will find the money-lender first, and
the lover afterwards. Your countess is
called Anastasie de Restaud, and she
lives in the Rue du Helder.”
A ce nom, l’étudiant regarda fixement Vautrin. Le père Goriot leva
brusquement la tête, il jeta sur les
deux interlocuteurs un regard lumineux et plein d’inquiétude qui surprit les pensionnaires.
Al oír aquel nombre, el estudiante
miró fijamente a Vautrin. El tío Goriot
levantó bruscamente la cabeza. Echó
sobre los dos [111] interlocutores una
mirada luminosa y llena de inquietud,
que sorprendió a los pensionistas.
Cuando oyó este nombre, el estudiante miró fijamente a Vautrin. Papá
Goriot levantó bruscamente la cabeza y lanzó sobre los dos interlocutores
una mirada luminosa y llena de inquietud que sorprendió a los huéspedes.
The student stared hard at Vautrin.
Father Goriot raised his head at the
words, and gave the two speakers a
glance so full of intelligence and uneasiness that the lodgers beheld him
with astonishment.
— Christophe arrivera trop tard,
elle y sera donc allée, s’écria douloureusement Goriot.
—Cristóbal llegará demasiado tarde, entonces ella ya habrá ido allí...
—exclamó dolorosamente Goriot.
—Christophe llegará entonces demasiado tarde si ella ha ido ya —exclamó desaladamente Goriot.
“Then Christophe was too late, and she
must have gone to him!” cried Goriot, with
anguish in his voice.
38
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— J’ai deviné, dit Vautrin en se penchant à l’oreille de madame Vauquer.
—Acerté —dijo Vautrin inclinándose al oído de la señora Vauquer.
—He adivinado —dijo Vautrin a la
oreja de la señora Vauquer.
“It is just as I guessed,” said Vautrin, leaning over to whisper in Mme. Vauquer’s ear.
Goriot mangeait machinalement et
sans savoir ce qu’il mangeait. Jamais
il n’avait semblé plus stupide et plus
absorbé qu’il l’était en ce moment.
Goriot comía maquinalmente y sin
saber lo que comía. Nunca había parecido más estúpido, ni más absorto
de lo que estaba en ese momento.
Goriot comía maquinalmente,
sin saber siquiera lo que comía.
Nunca había estado más estúpid o y a b s o r to q u e a h o r a .
Goriot went on with his breakfast, but seemed
unconscious of what he was doing. He had never
looked more stupid nor more taken up with his
own thoughts than he did at that moment.
— Qui diable, monsieur Vautrin, a
pu vous dire son nom? demanda
Eugène.
—¿Quién diablos ha podido decirle a usted su nombre? —preguntó
Eugenio.
—¿Quién diablo, señor Vautrin, ha
podido decirle su nombre? —preguntó Eugéne.
“Who the devil could have told
you her name, M. Vautrin?” asked
Eugene.
— Ah! ah! voilà, répondit Vautrin.
Le père Goriot le savait bien, lui!
pourquoi ne le saurais-je pas?
—¡Ah!, ¡Ah! Esa es la cuestión —
respondió Vautrin— El tío Goriot lo
sabía ¿Por qué no iba a saberlo yo?
—¡Ah, ah! Ahí está la cosa. Sabiéndolo como lo sabe papá Goriot, ¿por
qué no iba a saberlo yo?
“Aha! there you are!” answered Vautrin.
“Old Father Goriot there knew it quite well!
and why should I not know it too?”
— Monsieur Goriot, s’écria l’étudiant.
— Quoi! dit le pauvre
vieillard. Elle était donc bien
belle hier?
—¿Señor Goriot? —gritó el estudiante.
—Señor Goriot —llamó el estudiante.
—¡Qué! —dijo el pobre viejo—. Entonces, ¿estaba muy guapa ayer?
—¡Qué! —dijo el pobre viejo—.
¿De manera que ayer estaba muy hermosa, eh?
“M. Goriot?” the student cried.
“What is it?” asked the old man. “So she
was very beautiful, was she, yesterday
night?”
— Qui?
—¿Quién?
—¿Quién?
“Who?”
— Madame de Restaud.
—La señora de Restaud.
—La señora de Restaud.
“Mme. de Restaud.”
— Voyez-vous le vieux grigou, dit
madame Vauquer a Vautrin, comme
ses yeux s’allument.
—¡Miren el viejo verde! —dijo la
señora Vauquer a Vautrin—. ¡Cómo
se le encienden los ojillos!
—¡Mire usted al viejo verde —dijo
la señora Vauquer— cómo se le encandilan los ojos!
“Look at the old wretch,” said Mme.
Vauquer, speaking to Vautrin; “how his eyes
light up!”
Il l’entretiendrait donc? dit à voix
basse mademoiselle Michonneau à
l’étudiant.
—¿Será su querida entonces? —
cuchicheó la señorita Michonneau al
estudiante.
—¿Será él quien la sostiene? —
dijo la señorita Michonneau al estudiante.
“Then does he really keep her?” said
Mlle. Michonneau, in a whisper to the student.
— Oh! oui, elle était furieusement
belle, reprit Eugène, que le père
Goriot regardait avidement. Si madame de Beauséant n’avait pas été là,
ma divine comtesse eût été la reine
du bal, les jeunes gens n’avaient
d’yeux que pour elle, j’étais le douzième inscrit sur la liste, elle dansait
toutes les contredanses. Les
autres femmes enrageaient. Si une
créature a été heureuse hier, c’était
bien elle. On a bien raison de dire
qu’il n’y a rien de plus beau que
frégate à la voile, cheval au galop
et femme qui danse.
—¡Oh! ¡Sí! Estaba rabiosamente
guapa —continuó Eugenio, a quien el
tío Goriot miraba con avidez—. Si la
señora de Beauseant no hubiera estado allí, mi divina condesa habría
sido la reina del baile. Los jóvenes no
tenían ojos más que para ella, yo era
el duodécimo apuntado en su lista,
ella bailaba todas las contradanzas.
Las otras mujeres rabiaban. Si una
mujer fue feliz ayer, esa fue ella.
Razón tienen quienes dicen, que no
hay nada más bello que una fragata
con las velas al viento, un caballo al
galope, o una mujer bailando.
—¡Oh, sí! Estaba tremendamente
hermosa continuó Eugéne, a quien
papá Goriot miraba ávidamente—. Si
la [355] señora de Beauséant no hubiera
estado allí, mi divina condesa hubiera
sido la reina del baile. A los jóvenes les
faltaban ojos para mirarla. Yo era el número doce de los inscritos para bailar con
ella. No dejó ni una sola contradanza.
Las otras mujeres se morían de envidia. Si alguien ha sido ayer feliz, ha
sido ella, seguramente. Con mucha
razón se dice que no hay nada más
bello que fragata a la vela, caballo
al galope y mujer que baila.
“Oh! yes, she was tremendously
pretty,” Eugene answered. Father
Goriot watched him with eager eyes.
“If Mme. de Beauseant had not been
there, my divine countess would
have been the queen of the ball; none
of the younger men had eyes for any
one else. I was the twelfth on her list,
and she danced every quadrille. The
other women were furious. She must
have enjoyed herself, if ever creature did! It is a true saying that there
is no more beautiful sight than a frigate in full sail, a galloping horse, or
a woman dancing.”
— Hier en haut de la roue, chez une
duchesse, dit Vautrin; ce matin en bas
de l’échelle chez un escompteur: voilà
les Parisiennes. Si leurs maris ne peuvent entretenir leur luxe effréné, elles
se vendent. Si elles ne savent pas se
vendre, elles éventreraient leurs mères pour y chercher de quoi briller.
Enfin elles font les cent mille coups.
Connu, connu!
—Ayer en lo más alto de la rueda (de la fortuna) en casa de una duquesa —dijo Vautrin—;
y esta mañana en el último peldaño de la escalera, en casa de un prestamista usurero. Así son
las parisinas. Si sus maridos no pueden mantener su lujo desenfrenado, ellas se venden. Si no
son capaces de venderse, serían capaces de sacarle las tripas a su madre, para buscar en ellas,
algo con qué brillar. En fin, hacen las cienmil
perrerías. Eso está sabido y requetesabido.
—Ayer, en lo más alto, en casa de
una duquesa; hoy, en lo más bajo,
en casa de una prestamista: he ahí
las parisienses —dijo Vautrin—. Si
sus maridos no pueden pagarles el
lujo desenfrenado, se venden. Si no
saben venderse, serían capaces de
matar a su madre con tal de brillar.
Tienen cien mil martingalas. Ya se
sabe, ya se sabe.
“So the wheel turns,” said Vautrin; “yesterday night at a duchess’ ball, this morning in a
money-lender’s office, on the lowest rung of the
ladder—just like a Parisienne! If their husbands
cannot afford to pay for their frantic extravagance, they will sell themselves. Or if they cannot do that, they will tear out their mothers’ hearts
to find something to pay for their splendor. They
will turn the world upside down. Just a Parisienne
through and through!”
Le visage du père Goriot, qui s’était
allumé comme le soleil d’un beau jour en
entendant l’étudiant, devint sombre à cette
cruelle observation de Vautrin.
El rostro del tío Goriot, que se
había iluminado como el sol de un
día claro, se ensombreció ante esta
cruel observación de Vautrin.
El rostro de papá Goriot, que se había iluminado como un día de sol al
oír al estudiante, se entenebreció al oír
esta cruel observación de Vautrin.
Father Goriot’s face, which had shone at
the student’s words like the sun on a bright
day, clouded over all at once at this cruel
speech of Vautrin’s.
— Eh bien! dit madame Vauquer,
où donc est votre aventure? Lui avez-
—Pero bueno —dijo la señora Vauquer—, ¿dónde está entonces su aven-
—¿Y vuestra aventura? —dijo la
señora Vauquer—. ¿La ha hablado
“Well,” said Mme. Vauquer, “but
where is your adventure? Did you
6
39
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
vous parlé? lui avez-vous demandé si
elle voulait apprendre le Droit?
tura? ¿Le habló usted? ¿Le preguntó si
venía ella a estudiar Derecho?
usted? ¿Le ha preguntado si quería
estudiar Derecho?
speak to her? Did you ask her if she
wanted to study law?”
— Elle ne m’a pas vu, dit Eugène.
Mais rencontrer une des plus jolies
femmes de Paris rue des Grès, à neuf
heures, une femme qui a dû rentrer du
bal à deux heures du matin, n’est-ce
pas singulier? Il n’y a que Paris pour
ces aventures-là.
—Ella no me vio —dijo Eugenio—. Pero
encontrarse a una de las más bellas mujeres
de París, en la calle de Grès, a las nueve de
la mañana, una mujer que ha debido volver
a casa desde el baile sobre las dos de la madrugada, ¿no es extraño? Sólo en París pueden ocurrir semejantes aventuras.
—No me ha visto —dijo Eugéne—
. Pero encontrar una de las mujeres
más bonitas de París en la calle de
Gres, a las nueve de la mañana, después que ha vuelto del baile a las dos
de la madrugada, ¿no es raro? No hay
otro París para estas aventuras.
“She did not see me,” said Eugene. “But
only think of meeting one of the prettiest
women in Paris in the Rue des Gres at nine
o’clock! She could not have reached home
after the ball till two o’clock this morning.
Wasn’t it queer? There is no place like Paris
for this sort of adventures.”
— Bah! il y en a de bien plus drôles, s’écria Vautrin.
—¡Bah! Las hay mucho más chistosas —exclamó Vautrin.
—¡Bah! Hay otras más divertidas
—saltó Vautrin.
“Pshaw! much funnier things than that
happen here!” exclaimed Vautrin.
Mademoiselle Taillefer avait à
peine écouté, tant elle était préoccupée par la tentative qu’elle allait
faire. Madame Couture lui fit signe
de se lever pour aller s’habiller.
Quand les deux dames sortirent, le
père Goriot les imita.
La señorita Taillefer apenas había
escuchado, de tan preocupada como estaba por la tentativa que iba a realizar.
La señora Couture le hizo seña de que
se levantara para ir a vestirse. Cuando
las dos señoras hubieron salido, el tío
Goriot las imitó.
La señorita Taillefer apenas había
oído nada: de tal manera estaba preocupada por la tentativa que iba a realizar. La señora Couture le hizo seña
para que se levantara y fuera a vestirse. Cuando las dos mujeres salieron,
papá Goriot les imitó.
Mlle. Taillefer had scarcely heeded
the talk, she was so absorbed by the
thought of the new attempt that she was
about to make. Mme. Couture made a
sign that it was time to go upstairs and
dress; the two ladies went out, and Father Goriot followed their example.
— Eh bien! l’avez-vous vu? dit
madame Vauquer à Vautrin et à ses
autres pensionnaires. Il est clair qu’il
s’est ruiné pour ces femmes-là.
—Y bien, ¿lo han visto ustedes? —
dijo la señora Vauquer a Vautrin y a
los otros pupilos—. Está claro que se
ha arruinado por esas mujeres.
“Well, did you see?” said Mme. Vauquer,
addressing Vautrin and the rest of the circle.
“He is ruining himself for those women, that
is plain.”
Jamais on ne me fera croire, s’écria
l’étudiant, que la belle comtesse de
Restaud appartienne au père Goriot.
- Mais, lui dit Vautrin en l’interrompant, nous ne tenons pas a vous le
faire croire. Vous êtes encore trop
jeune pour bien connaître Paris, vous
saurez plus tard qu’il s’y rencontre ce
que nous nommons des hommes à passions... (A ces mots, mademoiselle
M i c h o n n e a u r e g a r d a Va u t r i n
d’un air intelligent. Vous eussiez
dit un cheval de régiment entendant le son de la trompette.)
A h ! a h ! f i t Va u t r i n e n s ’ i n t e rrompant pour lui jeter un regard profond, que nous
n’avons néu nos petites
p a s s i o n s , n o u s ? (La vieille fille
baissa les yeux comme une religieuse qui voit des statues.)
—Nadie me hará creer nunca, que la
bella condesa de Restaud tenga nada que ver
con el tío Goriot —gritó el estudiante.
—Pero —le dijo Vautrin, interrumpiéndole—, nosotros no tenemos el más
mínimo interés en hacérselo creer. Es usted demasiado joven para conocer bien
París. Ya se enterará, cuando pasen los
años, de que hay en París lo que nosotros
llamamos hombres de pasiones... —al oír
estas palabras la señora Michonneau miró
a Vautrin, con aire de inteligencia. La
hubieran tomado por el caballo de un regimiento al oír la trompeta.
— ¡ A h ! ¡ A h ! — d i j o Va u t r i n i n terrumpiéndose para lanzarle una
mirada profunda—. ¿Acaso no hemos tenido todos, nuestras pequeñas pasiones? —la solterona bajó
los ojos como una monja que ve
estaturas desnudas—.
—¿Lo han visto ustedes? —dijo la
señora Vauquer a Vautrin y demás
huéspedes—. Está claro que le han
arruinado las mujeres.
[356]
—No podré creer nunca —gritó el estudiante—que la bella condesa de
Restaud pertenece a papá Goriot.
—Pero —dijo Vautrin interrumpiéndole—si no tenemos ningún interés en hacérselo creer. Es usted aún
demasiado joven para poder conocer
bien París. Cuando pase el tiempo sabrá usted que hay lo que nosotros llamamos hombres de pasiones...
Al oír estas palabras, la señorita
Michonneau miró a Vautrin con aire
comprensivo. Parecía un caballo de
tropa que oye los clarines militares.
—¡Ah, ah! —saltó Vautrin interrumpiéndose para dirigirle una mirada profunda—. ¿Qué cree usted, que
nosotros no tenemos también nuestras
pequeñas pasiones?
La solterona bajó los ojos como una
religiosa que ve una estatua desnuda.
- Eh bien! reprit-il, ces gens-là chaussent une idée et n’en démordent pas.
Ils n’ont soif que d’une certaine eau
prise à une certaine fontaine, et souvent croupie; pour en boire, ils vendraient leurs femmes, leurs enfants;
ils vendraient leur âme au diable.
Pour les uns, cette fontaine est le jeu,
la Bourse, une collection de tableaux
ou d’insectes, la musique; pour
d’autres, c’est une femme qui sait
leur cuisiner des friandises. A ceuxlà, vous leur offririez toutes les
femmes de la terre, ils s’en moquent, ils ne veulent que celle qui
satisfait leur passion. Souvent
cette femme ne les aime pas du
tout, vous les rudoie, leur vend fort
cher des bribes de satisfaction; eh
bien! mes farceurs ne se lassent pas,
Pues bueno —prosiguió—,esa gente,
se forja una idea y ya no la suelta jamás. Sólo tienen sed de determinada
agua bebida en determinada fuente y
a menudo corrompida. Por beber de
ese agua, venderían a sus mujeres, a
sus hijos; venderían su alma al diablo. Para unos, esa fuente es el juego,
la Bol s a , u n a c o l e c c i ó n d e i n sectos, de cuadros, la música;
p a r a o t r o s , e s u n a m u j e r que
sabe prepararles golosinas. A esos,
les ofrecería usted todas las mujeres
de la tierra y se reirían de ellas. No
quieren más que aquella que satisface su pasión. Muchas veces, esa mujer no les quiere lo más mínimo, les
hace rodar, les vende bien caro unas
migajas de satisfacción; pues bien,
esos farsantes no se cansan, y lle-
—Pues bien —continuó—: estos
hombres se aferran a una idea y no la
sueltan. No tienen sed más que de un
agua determinada, de una determinada fuente (a menudo encharcada), y
con tal de beberla, venderían a su
mujer y a sus hijos; venderían su alma
al diablo. Para unos, esa fuente que
digo es el juego, la Bolsa, una colección de cuadros o de insectos, la música; para otros es una mujer que les
sorbe el seso. A éstos ya se les puede
ofrecer todas las mujeres de la Tierra;
lo mismo les da; sólo quieren aquella
de quien están apasionados. A menudo, a esta mujer le importa un bledo
de ellos, les desprecia, todo lo más les
vende, lo más caro posible, algunas
migajas de placer; a pesar de esto, tales mentecatos no las dejan, y empe-
“Well,” he went on, “when folk of
that kind get a notion into their heads,
they cannot drop it. They must drink the
water from some particular spring—it is
stagnant as often as not; but they will
sell their wives and families, they will
sell their own souls to the devil to get
it. For some this spring is play, or the
stock-exchange, or music, or a collection of pictures or insects; for others it
is some woman who can give them the
dainties they like. You might offer
these last all the women on earth—they
would turn up their noses; they will have
the only one who can gratify their passion. It often happens that the woman
does not care for them at all, and treats
them cruelly; they buy their morsels of
satisfaction very dear; but no matter, the
fools are never tired of it; they will take
40
“Nothing will ever make me believe that
that beautiful Comtesse de Restaud is anything to Father Goriot,” cried the student.
“ We l l , a n d i f y o u d o n ’ t , ”
b r o k e i n Va u t r i n , “ w e a r e n o t
s e t o n c o n v i n c i n g y o u . Yo u a r e
too young to know Paris thoroughly yet; later on you will
find out that there are what we
call men with a passion—”
M l l e . M i c h o n n e a u g a v e Va u t r i n
a quick glance at these words.
They seemed to be like the sound
o f a t r u m p e t t o a t r o o p e r ’s h o r s e .
“ A h a ! ” s a i d Va u t r i n , s t o p ping in his speech to give her
a searching glance, “so we
have had our little experiences, have we?”
The old maid lowered her eyes like a nun
who sees a statue.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
et mettraient leur dernière couverture
au Mont-de-Piété pour lui apporter
leur dernier écu. Le père Goriot est
un de ces gens-là. La comtesse l’exploite parce qu’il est discret, et voilà
le beau monde! Le pauvre bonhomme
ne pense qu’à elle. Hors de sa passion, vous le voyez, c’est une bête
brute. Mettez-le sur ce chapitre-là,
son visage étincelle comme un diamant. Il n’est pas difficile de deviner
ce secret-là. Il a porté ce matin du
vermeil à la fonte, et je l’ai vu entrant chez le papa Gobseck, rue des
Grès. Suivez bien! En revenant, il a
envoyé chez la comtesse de Restaud
ce niais de Christophe qui nous a
montré l’adresse de la lettre dans laquelle était un billet acquitté. Il est
clair que si la comtesse allait aussi
chez le vieil escompteur, il y avait
urgence. Le père Goriot a galamment
financé pour elle. Il ne faut pas coudre deux idées pour voir clair là-dedans. Cela vous prouve, mon jeune
étudiant, que, pendant que votre
com t e s s e r i a i t , d a n s a i t , f a i s a i t
ses singeries, balançait ses fleurs
de pêcher, et pinçait sa robe, elle était
dans ses petits souliers, comme on dit,
en pensant à ses lettres de change protestées, ou à celles de son amant.
varían su última manta al Monte de
Piedad, para llevarle su último escudo. El tío Goriot es uno de esos tipos.
La condesa lo explota porque él es
discreto. ¡Ese es el gran mundo! El
pobre buen hombre no piensa más que
en ella. Aparte de su pasión, ya ve usted, es un pedazo de bestia. Pero, háblele [113] de ese particular, su rostro resplandece como un diamante. No
es difícil adivinar ese secreto. Ha
llevado esta mañana plata dorada a
la fundición, y yo lo vi entrar en
casa del tío Gobseck, en la calle de
Grès. Escuche atentamente. Al volver, ha mandado a casa de la condesa a ese atontado de Cristóbal, que
nos enseñó la dirección de la carta,
dentro de la cual, había un pagaré pagado. Está claro que si la condesa iba
también a casa del usurero, es porque era urgente. El tío Goriot ha pagado galantemente por ella. No hay
que devanarse los sesos para entenderlo. Eso le demuestra, mi joven estudiante, que, mientras su condesa
reía, bailaba, hacía sus monerías,
balanceaba sus flores de melocotonero, y se alisaba el vestido, no le llegaba el alma al cuerpo, como decimos,
pensando en sus letras protestadas, o
en las de su amante.
ñarían hasta la última sábana de la
cama por darles el último duro. Papá
Goriot es uno de éstos. La condesa lo
explota, porque es discreto. ¡Ése es el
gran mundo! El pobre hombre no
piensa más que en ella. Fuera de su
pasión, ya le ve usted, es una mala
bestia. Háblele de lo suyo, y su rostro
resplandece como un diamante. No es
difícil adivinar [357] este secreto.
Papá Goriot ha llevado esta mañana
a casa del usurero Gobseck, de la calle de Gres, plata para vender. ¡Entérese usted! Al volver ha enviado a
casa de la condesa de Restaud con
una carta a ese cretino de
Christophe, que nos la ha enseñado
y hemos podido ver la dirección y
una letra pagada que iba dentro. Si
la condesa iba también a casa del
viejo usurero era, bien claro está,
cosa de gran apuro. Papá Goriot ha pagado por ella galantemente. No hace falta
devanarse los sesos para comprenderlo.
Esto le prueba, amigo mío, que mientras
su condesa reía, bailaba, hacía monadas,
coqueteaba recogiendo graciosamente su
falda, inclinaba la cabeza, adornada de flores __________ , e s t a b a , c o m o s u e l e
decirse, sobre alfileres, pensando
en sus letras protestadas o en las
de su amante.
their last blanket to the pawnbroker’s to
give their last five-franc piece to her.
Father Goriot here is one of that sort.
He is discreet, so the Countess exploits
him—just the way of the gay world. The
poor old fellow thinks of her and of
nothing else. In all other respects you
see he is a stupid animal; but get him
on that subject, and his eyes sparkle like
diamonds. That secret is not difficult to
guess. He took some plate himself this
morning to the melting-pot, and I saw
him at Daddy Gobseck’s in the Rue des
Gres. And now, mark what follows—he
came back here, and gave a letter for the
Comtesse de Restaud to that noodle of
a Christophe, who showed us the address; there was a receipted bill inside
it. It is clear that it was an urgent matter if the Countess also went herself
to the old money lender. Father Goriot
has financed her handsomely. There is
no need to tack a tale together; the
thing is self-evident. So that shows
you, sir student, that all the time your
Countess was smiling, dancing, flirting, swaying her peach-flower
crowned head, with her gown gathered
into her hand, her slippers were pinching her, as they say; she was thinking
of her protested bills, or her lover’s
protested bills.”
— Vous me donnez une furieuse
envie de savoir la vérité. J’irai demain
chez madame de Restaud, s’écria
Eugène.
—Me hace usted sentir unas ganas
locas de saber la verdad. Iré mañana
a casa de la señora de Restaud —gritó Eugenio.
—Me está usted dando unas ganas
atroces de saber la verdad. Mañana iré
a casa de la señora de Restaud —dijo
Eugéne.
“ Yo u h a v e m a d e m e w i l d t o
know the truth,” cried Eugene; “I
will go to call on Mme. de Restaud
to-morrow.”
— Oui, dit Poiret, il faut aller demain chez madame de Restaud.
—Sí —dijo Poiret—, hay que ir mañana a casa de la señora de Restaud.
—Sí —dijo Poiret—; es preciso ir
a casa de la señora de Restaud.
“Yes,” echoed Poiret; “you must go and
call on Mme. de Restaud.”
— Vous y trouverez peut-être le
bonhomme Goriot qui viendra toucher
le montant de ses galanteries.
—Quizás se encuentre allí al bueno de Goriot que haya ido a cobrar
la cuenta de sus galanterías.
—Acaso encuentre usted al
buen Goriot que vaya a cobrar
sus galanterías.
“And perhaps you will find Father Goriot
there, who will take payment for the assistance he politely rendered.”
— Mais, dit Eugène avec un air de dégoût, votre Paris est donc un bourbier.
—Pero —dijo Eugenio con disgusto—,entonces su París no es más que un barrizal.
—¿Pero este París es un
lodazal? —dijo Eugéne.
Eugene looked disgusted. “Why, then,
this Paris of yours is a slough.”
BOURBIER 1. Lieu creux plein de bourbe. Barrizal 2. Par métaphore ou fig. Affaire, situation difficile, inextricable. Lío, aprieto. 3. Littér. Lieu impur.
— Et un drôle de bourbier, reprit
Vautrin. Ceux qui s’y crottent en voiture sont d’honnêtes gens, ceux qui s’y
crottent à pied sont des fripons. Ayez
le malheur d’y décrocher n’importe
quoi, vous êtes montré sur la place du
Palais-de-Justice comme une curiosité. Volez un million, vous êtes marqué dans les salons comme une vertu.
Vous payez trente millions à la Gendarmerie et à la justice pour maintenir cette morale-là. joli!
—¡Y un extravagente barrizal! —asintió Vautrin— Los que se manchan yendo a pie son unos bribones. Si tiene
la desgracia de afanar cualquier cosilla, será usted exhibido en la plaza
del palacio de justicia como un bicho raro. Robe un millón y será considerado en los salones como una
excelente persona. Usted paga treinta millones a la justicia y a la
gendarmería para mantener esa moral. ¡Precioso!
—Es un pintoresco lodazal —repuso Vautrin—. Los que se enlodan en
coche son gentes honradas; los que se
enlodan a pie son unos pillos. Tenga
usted la desgracia de timar cualquier
tontería: le exponen en la Plaza de Justicia como una curiosidad. Robe usted un millón, lo señalan a usted en
los salones como un hombre modelo.
¡Pague usted treinta millones a la
guardia civil y a la justicia por mantener esta moral! ¡Muy bonito!
“And an uncommonly queer slough, too,” replied Vautrin. “The mud splashes you as you drive
through it in your carriage—you are a respectable person; you go afoot and are splashed—you
are a scoundrel. You are so unlucky as to walk off
with something or other belonging to somebody
else, and they exhibit you as a curiosity in the Place
du Palais-de-Justice; you steal a million, and you
are pointed out in every salon as a model of virtue. And you pay thirty millions for the police and
the courts of justice, for the maintenance of law
and order! A pretty slate of things it is!”
— Comment, s’écria madame
Vauquer, le père Goriot aurait fondu
son déjeuner de vermeil?
—¡Cómo! —chilló la señora Vauquer—, ¿el tío Goriot ha vendido su
servicio de plata?
—¡Cómo! —exclamó la señora
Vauquer—. ¿Papá Goriot ha vendido
su juego de plata?
“What,” cried Mme. Vauquer, “has
Father Goriot really melted down his
silver posset-dish?”
— N’y avait-il pas deux tourterelles sur le couvercle? dit Eugène.
—¿No tenía dos palomas en la tapa?
—preguntó Eugeni.
—¿Tenía dos tortolitos en la tapa?
—dijo Eugéne.
“There were two turtle-doves on the lid,
were there not?” asked Eugene.
— C’est bien cela.
—Eso es.
—Eso es.
41
“Yes, that there were.”
17
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— Il y tenait donc beaucoup, il a
pleuré quand il a eu pétri l’écuelle et le
plat. je l’ai vu par hasard, dit Eugène.
—Pues él le tenía muchísimo cariño.
Lloró cuando tuvo retorcidos la escudilla y el plato. Lo vi por casualidad.
[358]
—Pues tenía gran cariño a esos enseres, porque lloró al fundirlos. Le vi
por casualidad —dijo Eugéne.
“Then, was he fond of it?” said Eugene. “He
cried while he was breaking up the cup and
plate. I happened to see him by accident.”
— Il y tenait comme à sa vie, répondit la veuve.
—Lo quería más que a su vida —respondió la viuda.
—Los quería como a su propia vida
—respondió la viuda.
“It was dear to him as his own life,” answered the widow.
— Voyez-vous le bonhomme, combien
il est passionné, s’écria Vautrin. Cette
femme-là sait lui chatouiller l’âme.
—Para que vea hasta donde llega la pasión
de ese pobre hombre —exclamó Vautrin—
Esa mujer sabe halagarle el alma.
—¡Ya ve usted si es apasionado el
hombre! —exclamó Vautrin—. Esa mujer le conoce la aguja de marear.
“There! you see how infatuated the old
fellow is!” cried Vautrin. “The woman yonder can coax the soul out of him”
L’étudiant remonta chez lui. Vautrin sortit.
Quelques instants après, madame Couture et
Victorine montèrent dans un fiacre que Sylvie
alla leur chercher. Poiret offrit son bras à mademoiselle Michonneau, et tous deux allèrent
se promener au Jardin des Plantes, pendant les
deux belles heures de la journée.
El estudiante volvió a su habitación. Vautrin
salió. Minutos depués, la señora Couture y
Victorina subieron a un carruaje de quiler que
Silvia fue a buscar para ellas. Poiret ofreció su
brazo a la señorita Michonneau y se fueron los
dos a pasear al Jardín de las plantas, durante
las dos mejores horas del día.
El estudiante subió a su cuarto. Vautrin salió. Algunos instantes después la señora
Couture y Victorine tomaron un coche que
Sylvie fue a buscar. Poiret ofreció su brazo a
la señorita Michonneau y los dos fueron a pasearse al Jardín de Plantas _______ _____
_____ _ _______.
The student went up to his room. Vautrin
went out, and a few moments later Mme.
Couture and Victorine drove away in a cab
which Sylvie had called for them. Poiret gave
his arm to Mlle. Michonneau, and they went
together to spend the two sunniest hours of
the day in the Jardin des Plantes.
— Eh bien! les voilà donc quasiment mariés, dit la grosse Sylvie. Ils
sortent ensemble aujourd’hui pour la
première fois. Ils sont tous deux si
secs que, s’ils se cognent, ils feront
feu comme un briquet.
—Pues qué bien, ya están medio
casados —dijo la gorda Silvia—
. [ 11 4 ] S a l e n h o y j u n t o s p o r p r i mera vez. Son tan secos los dos,
que si se chocan, sacarán chispas como un mechero.
—Ahí los tiene usted casi
casados —dijo Sylvie—. Hoy
salen juntos por primera vez.
Son los dos tan secos, que si
se rozan van a sacar chispas
como un eslabón.
“Well, those two are as good as married,”
was the portly Sylvie’s comment. “They are
going out together to-day for the first time.
They are such a couple of dry sticks that if
they happen to strike against each other
they will draw sparks like flint and steel.”
— Gare au châle de mademoiselle
Michonneau, dit en riant madame Vauquer,
il prendra comme de l’amadou*.
—Que tenga cuidado con el chal la
señorita Michonneau —rió la señora
Vauquer—. Arderá como la yesca.
—Y el chal de la señorita
Michonneau ardería como
yesca —dijo riendo la señora Vauquer.
“Keep clear of Mlle. Michonneau’s
shawl, then, said Mme. Vauquer, laughing;
“it would flare up like tinder.”
* 1. Substance spongieuse provenant de plusieurs champignons, en particulier de l'amadouvier.“- 2. Cette substance préparée (séchée) pour divers usages.“- 3. Loc. fig. être d'amadou, prendre feu
comme de l'amadou : être prompt à s'emporter, à s'enflammer.“- 4. (Av. 1850, Chateaubriand). Pharm., chir. Amadou traité pour arrêter les hémorragies.“
A quatre heures du soir, quand
Goriot rentra, il vit, à la lueur de deux
lampes fumeuses, Victorine dont les
yeux étaient rouges. Madame Vauquer
écoutait le récit de la visite infructueuse faite à monsieur Taillefer pendant la matinée. Ennuyé de recevoir
sa fille et cette vieille femme, Taillefer
les avait laissé parvenir jusqu’à lui
pour s’expliquer avec elles.
A las cuatro de la tarde, cuando volvía el tío Goriot, vio, a la luz de dos
lámparas humeantes, a Victorina con los
ojos rojos. La señora Vauquer escuchaba el relato, de la visita infructuosa, que
habían hecho al señor Taillefer, durante la mañana. Fastidiado por recibir a
su hija y a la vieja, Taillefer les había
permitido llegar hasta él para tener una
explicación con ellas.
A las cuatro de la tarde, al entrar,
vio Goriot, a la luz de dos lámparas
humeantes, a Victorine con los ojos
enrojecidos. La señora Vauquer oía
el relato de la infructuosa visita que
habían hecho al señor Taillefer por
la mañana. Taillefer, cansado de la
insistencia de su hija y de la vieja,
consintió la visita con el fin de poderse explicar.
At four o’clock that evening, when
Goriot came in, he saw, by the light of two
smoky lamps, that Victorine’s eyes were red.
Mme. Vauquer was listening to the history
of the visit made that morning to M.
Taillefer; it had been made in vain. Taillefer
was tired of the annual application made by
his daughter and her elderly friend; he gave
them a personal interview in order to arrive
at an understanding with them.
— Ma chère dame, disait madame
Couture à madame Vauquer, figurezvous qu’il n’a pas même fait asseoir
Victorine, qu’est restée constamment
debout. A moi, il m’a dit, sans se mettre en colère, tout froidement, de nous
épargner la peine de venir chez lui;
que mademoiselle, sans dire sa fille,
se nuisait dans son esprit en l’importunant (une fois par an, le monstre!);
que la mère de Victorine ayant été
épousée sans fortune, elle n’avait rien
à prétendre; enfin les choses les plus
dures, qui ont fait fondre en larmes
cette pauvre petite. La petite s’est jetée alors aux pieds de son père, et lui
a dit avec courage qu’elle n’insistait
autant que pour sa mère, qu’elle obéirait à ses volontés sans murmure, mais
qu’elle le suppliait de lire le testament
de la pauvre défunte; elle a pris la lettre et la lui a présentée en disant les
plus belles choses du monde et les
mieux senties, je ne sais pas où elle
les a prises, Dieu les lui dictait, car la
pauvre enfant était si bien inspirée
qu’en l’entendant, moi, je pleurais
—Mi querida señora —le decía la
señora Couture a la señora Vauquer—;
figúrese que ni siquiera invitó a sentarse a Victorina, que estuvo de pie
todo el rato. A mí, me dijo muy fríamente, sin enfadarse, que nos ahorrásemos las molestias de ir a verle; que
la señorita, sin llamarla hija, perdía
mucho a sus ojos importunándole así
(una vez al año, ¡qué monstruo!). Que
la madre de Victorina había sido una
esposa sin fortuna. Que ella no podía pretender nada. En fin, las cosas más duras, que hicieron deshacerse en lágrimas a la pobre chica.
La pequeña, se arrojó entonces a los
pies de su padre y le dijo, valerosamente, que si insistía canto, era sólo
por su madre, que ella obedecería
sus órdenes sin rechistar; pero que
le suplicaba, que leyera el testamento de la pobre difunta. Cogió la carta y se la entregó diciéndole las cosas más bonitas del mundo y las
mejor sentidas. No sé de dónde las
ha sacado. Dios se las inspiró tan
bien, que, al oírla, yo lloraba como
—Señora —decía la Couture a la
viuda—, figúrese usted que ni siquiera le ha dicho a Victorine que se siente. Todo el tiempo la ha tenido de pie.
A mí me ha dicho, sin encolerizarse,
fríamente, que nos ahorráramos el
trabajo de volver a su casa; que la señorita, no decía su hija, se perjudicaba al importunarle —por una vez al
año que va—. ¡Ah, monstruo!, que
como la madre de Victorine se había
casado sin ningún dinero, Victorine
no podía pedir nada. En fin, las cosas más horribles, hasta que esta infeliz se ha deshecho en lloros. La
chica se ha echado entonces a sus
pies y le ha dicho valientemente que
si insistía era por su madre, y que le
obedecería cuanto le mandara; [359]
pero que le rogaba leyera el testamento de la pobre difunta. Le ha querido
entregar la carta, diciéndole las cosas más hermosas y mejor sentidas
del mundo; no sé de dónde las ha sacado; se las debía de dictar Dios
puesto que la niña estaba tan inspirada que, oyéndola, yo lloraba como
“My dear lady,” said Mme. Couture,
addressing Mme. Vauquer, “just imagine
it; he did not even ask Victorine to sit
down, she was standing the whole time.
He said to me quite coolly, without putting himself in a passion, that we might
spare ourselves the trouble of going there;
that the young lady (he would not call her
his daughter) was injuring her cause by
importuning him (importuning!once a
year, the wretch!); that as Victorine’s
mother had nothing when he married her,
Victorine ought not to expect anything
from him; in fact, he said the most cruel
things, that made the poor child burst out
crying. The little thing threw herself at her
father’s feet and spoke up bravely; she said
that she only persevered in her visits for
her mother’s sake; that she would obey
him without a murmur, but that she begged
him to read her poor dead mother’s farewell letter. She took it up and gave it to
him, saying the most beautiful things in
the world, most beautifully expressed; I
do not know where she learned them; God
must have put them into her head, for the
poor child was inspired to speak so nicely
42
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
comme une bête. Savez-vous ce que
faisait cet horreur d’homme, il se coupait les ongles, il a pris cette lettre que
la pauvre madame Taillefer avait trempée de larmes, et l’a jetée sur la cheminée en disant: « C’est bon! « Il a
voulu relever sa fille qui lui prenait les mains pour les lui baiser,
mais il les a retirées. Est-ce pas une
scélératesse? Son grand dadais de fils
est entré sans saluer sa soeur.
una tonta. ¿Sabe lo que hacía
mientras tanto ese horror de hombre? Se cortaba las uñas. Cogió la
carta que la pobre señorita había
regado con su llanto y la tiró a la
chimenea diciendo: «¡Está bien!»
Intentó levantar a su hija, que le
cogió las manos para besárselas,
pero él, se l as retiró. ¿No es eso un
crimen? El papanatas de su hijo entró, sin saludar a su hermana.
una tonta. Y ¿sabe usted lo que hacía
ese canalla de hombre? ¡Se cortaba
las uñas! Y luego ha cogido la carta
que su pobre mujer escribió con lágrimas y la ha arrojado al fuego,
diciendo: «¡Está bien!» Ha querido levantar a su hija, que le cogía
las manos para besarlas, pero entonces las ha retirado. ¿No es eso
una infamia? El papanatas de su hijo
entró sin saludar a su hermana.
that it made me cry like a fool to hear
her talk. And what do you think the monster was doing all the time? Cutting his
nails! He took the letter that poor Mme.
Taillefer had soaked with tears, and flung
it on to the chimney-piece. ‘That is all
right,’ he said. He held out his hands to
raise his daughter, but she covered them
with kisses, and he drew them away again.
Scandalous, isn’t it? And his great booby of a son
came in and took no notice of his sister.”
— C’est donc des monstres? dit le
père Goriot.
—Pero, ¡son unos monstruos! —
dijo el tío Goriot.
—¡Esos hombres son unos monstruos! —dijo papá Goriot.
“What inhuman wretches they must be!”
said Father Goriot.
— Et puis, dit madame Couture
sans faire attention à l’exclamation du
bonhomme, le père et le fils s’en sont
allés en me saluant et en me priant de
les excuser, ils avaient des affaires
pressantes. Voilà notre visite. Au
moins, il a vu sa fille. Je ne sais pas
comment il peut la renier, elle lui ressemble comme deux gouttes d’eau.
—Y después —prosiguió la señora Couture, sin hacer caso de la exclamación del viejo—. El padre y el
hijo se fueron, rogándome que los
excusara, tenían negocios urgentes
que atender. Así fue nuestra visita.
Por lo menos ha visto a su hija. No
sé cómo puede renegar de ella: se
parecen como dos gotas de agua.
—Y después —continuó la señora
Couture sin hacer caso de la exclamación del buen hombre —el padre y el
hijo se han ido, rogándome que les
dispensara, porque tenían ocupaciones
urgentes. Ésa ha sido nuestra visita.
Por lo menos ha visto a su hija. No sé
cómo puede renegar de ella; se parecen como dos gotas de agua.
“And then they both went out of the
room,” Mme. Couture went on, without
heeding the worthy vermicelli maker’s exclamation; “father and son bowed to me, and
asked me to excuse them on account of urgent business! That is the history of our call.
Well, he has seen his daughter at any rate.
How he can refuse to acknowledge her I cannot think, for they are as alike as two peas.”
Les pensionnaires, internes et externes, arrivèrent les uns après les autres,
en se souhaitant mutuellement le bonjour,
et se disant de ces riens qui constituent,
chez certaines classes parisiennes, un
esprit drolatique dans lequel la bêtise
entre comme élément principal, et dont
le mérite consiste particulièrement dans
le geste ou la prononciation. Cette espèce
d’argot varie continuellement. La plaisanterie qui en est le principe n’a jamais un
mois d’existence. Un événement politique,
un procès en cour d’assises, une chanson
des rues, les farces d’un acteur, tout sert à
entretenir ce jeu d’esprit qui consiste surtout à prendre les idées et les mots comme
des volants, et à se les renvoyer sur des
raquettes. La récente invention du Diorama,
qui portait l’illusion de l’optique à un plus
haut degré que dans les Panoramas, avait
amené dans quelques ateliers de peinture
la plaisanterie de parler en rama, espèce de
charge qu’un jeune peintre, habitué de la
pension Vauquer, y avait inoculée.
Los pupilos internos y externos fueron
llegando unos tras otros, deseándose mutuamente buenos días, y diciéndose esas
naderías, que constituyen, en ciertas clases
parisinas, un espíritu chistoso, en el que, la
estupidez, figura como principal componente y cuyo mérito consiste particularmente, en
el gesto o en la pronunciación. Esta especie
de jerga, varía continuamente. La cuchufleta [115] que le sirve de origen nunca tiene
más de un mes de existencia. Un acontecimiento político, un proceso en el palacio de
justicia, una canción de la calle, los chistes
de un actor. Todo sirve para mantener ese
juego de ingenio que consiste, sobre todo, en
coger las palabras y las ideas como pelotas y
lanzárselas unos a otros como con raquetas.
La reciente invención del diorama, que llevaba la ilusión óptica, a un grado superior que
en los Panoramas, había introducido, en algunos estudios de pintura, la humorada de hablar en –rama (24), especie de enfermedad que
un pintor joven que comía en la pensión Vauquer había contagiado a los demás.
Los huéspedes internos y externos
fueron llegando unos después de
otros, dándose las buenas noches, y diciéndose esas naderías que forman en
ciertas clases parisienses un espíritu
malicioso, en el cual entra la tontería
como elemento principal, y cuya intención está mayormente en el gesto
o la pronunciación. Esta especie de
jerga cambia constantemente, y la
broma a que debe su origen nunca tiene más de un mes de existencia. Un
acontecimiento político, un proceso, una
canción callejera, los chistes de un actor, todo sirve para ejercitar este juego,
que consiste, principalmente, en lanzarse unos a otros las ideas, como si fueran volantes. La reciente invención del
diorama, que produce una ilusión óptica superior al panorama, hizo q u e e n
ciertos talleres ______ se hablara todo en [360] rama, virus que
inoculó en la posada de Vauquer
u n j o v e n p i n t o r.
The boarders d r o p p e d i n o n e a f t e r a n o t h e r, i n t e r c h a n g i n g g r e e t ings and empty jokes that certain
classes of Parisians regard as hum o r o u s a n d w i t t y. D u l n e s s i s
their prevailing ingredient, and
t he whole point consists in mispronouncing a word or a gesture. This
kind of argot is always changing.
The essence of the jest consists in
some catchword suggested by a political event, an incident in the
police courts, a street song, or a bit
of burlesque at some theatre, and
forgotten in a month. Anything and
everything serves to keep up a game
of battledore a n d shuttlecock with
words and ideas. The diorama, a recent
invention, which carried an optical illusion
a degree further than panoramas, had given
rise to a mania among art students for ending every word with RAMA. The Maison
Vauquer had caught the infection from a
young artist among the boarders.
— E h b i e n ! m o n s i e u rre P o i ret, dit l’employé au Muséum,
comment va cette petite
s a n t é r a m a ? Puis, sans attendre la
réponse: Mesdames, vous avez du
chagrin, dit-il à madame Couture
et à Victorine.
—Bien, señorrr Poiret —dijo
el empleado del museo—. ¿Qué
tal va de saludrama? —Después, sin esperar la respuesta—
Señoras, están ustedes tristes
—dijo a la señora Couture y a
Vi c t o r i n a .
—Y bien, señor Poiret —dijo
el empleado del Museo—,
¿cómo va esa saludrama?
Y después, sin esperar la respuesta:
—¿Les pasa a ustedes alguna desgracia, señoras? —preguntó a la señora Couture y a Victorine.
“ We l l , M o n s i e u r - r - r P o i r e t , ”
said the employe from the Museum,
“how is your health-orama?” Then,
without waiting for an answer, he
turned to Mme. Couture and
Victorine with a “Ladies, you seem
melancholy.”
— Allons-nous dinaire? s’écria Horace
Bianchon, un étudiant en médecine, ami
de Rastignac, ma petite estomac est descendue osque ad talones.
—¿Vamos a comaire? —chilló Horacio
Bianchon, un estudiante de medicina, amigo de Rastignac— Mi estomaguillo se me
ha bajado usque ad taloneras (25).
—¿Cenamos? —dijo Horacio
Bianchon, un estudiante de Medicina,
amigo de Rastignac—. Tengo la comida en los pies.
“Is dinner ready?” cried Horace
Bianchon, a medical student, and a friend of
Rastignac’s; “my stomach is sinking usque
ad talones.”
— Il fait un fameux
f roitorama! dit Vautrin. Dérangez-vous donc, père Goriot! Que
diable! votre pied prend toute la
gueule du poêle.
—Hace un frigorama te—¡Hace un formidable
r r i b l e . ¡ C ó r r a s e u n p o c o X f r í o r a m a ! — d i j o Va u t r i n .
tío Goriot! ¡Qué diablos!
—Deje usted sitio, papá Goriot.
S u p i e o c u p a t o d a l a b o c a ¡Demonio!, que con sus pies ocupa
de la estufa.
usted toda la estufa.
“There is an uncommon
f ro z e r a m a o u t s i d e , ” s a i d Va u t r i n .
“Make room there, Father Goriot! Confound it, your foot covers the whole front
of the stove.”
43
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— Illustre monsieur Vautrin,
dit Bianchon, pourquoi ditesv o u s f ro i t o r a m a ? i l y a u n e
faute, c’est f roidorama.
— I l u s t r e s e ñ o r Va u t r i n — d i j o
Bianchon—, por qué dice
frigorama y no friorama? Eso es
una falta.
“Illustrious M. Vautrin,” put in
Bianchon, “why do you say
frozerama? It is incorrect; it should
be frozenrama.”
— Non, dit l’employé au Muséum,
c’est froitorama, par la règle: j’ai froid
aux pieds.
— Ah! ah!
—No —dijo el empleado del museo—, es frigorama, según todas las
reglas. Yo tengo los pies frígidos.
—¿Ja, ja, ja!
— Voici son excellence le marquis
de Rastignac, docteur en droit-travers,
s’écria Bianchon en saisissant Eugène
par le cou et le serrant de manière à
l’étouffer. Ohé! les autres, ohé!
—Aquí viene su excelencia el marqués
de Rastignac, doctor en derecho—torcido
—exclamó Bianchon cogiendo a Eugenio
por el cuello y apretujándolo como para
ahogarlo—. ¡Atención todos, atención!
X
—He aquí a su excelencia el marqués
de Rastignac, doctor en Derecho torcido —
gritó Bianchon, cogiendo a Eugéne por
el cuello y apretándoselo casi hasta
ahogarlo. _________ _______
“Here is his Excellency the Marquis de
Rastignac, Doctor of the Law of Contraries,”
cried Bianchon, seizing Eugene by the throat,
and almost throttling him.
“Hallo there! hallo!”
Mademoiselle Michonneau entra
doucement, salua les convives sans
rien dire, et s’alla placer près des trois
femmes.
La señorita Michonneau entró despacito, saludó a los comensales, sin
decir nada y fue a sentarse junto a las
tres mujeres.
La señorita Michonneau
entró despacio, saludó y se
fue a colocar cerca de las
tres mujeres.
Mlle. Michonneau came noiselessly in,
bowed to the rest of the party, and took her
place beside the three women without saying a word.
— Elle me fait toujours grelotter,
cette vieille chauve-souris, dit à voix
basse Bianchon à Vautrin en montrant
mademoiselle Michonneau. Moi qui
étudie le système de Gall, je lui trouve
les bosses de judas.
—¡Siempre me hace tiritar, esa vieja murciélaga! —dijo Bianchon en voz
baja a Vautrin, señalando a la señorita
Michonneau—. Yo, que estoy estudiando el sistema de Gall (26), creo que tiene las protuberancias de judas. [116]
—Esta especie de viejo murciélago me da escalofríos —dijo Bianchon
en voz baja a Vautrin, mostrándole la
señorita Michonneau—. Yo, que estudio el sistema de Gall, le encuentro
las protuberancias de Judas.
“That old bat always makes me
shudder,” said Bianchon in a low
voice, indicating Mlle. Michonneau
to Vautrin. “I have studied Gall’s
system, and I am sure she has the
bump of Judas.”
— Monsieur l’a connu? dit
Vautrin.
—¿La conocía usted? —dijo
Vautrin.
—¿Le conoció usted? —dijo
Vautrin.
“Then you have seen a case before?” said
Vautrin.
— Qui ne l’a pas rencontré! répondit Bianchon. Ma parole d’honneur,
cette vieille fille blanche me fait l’effet de ces longs vers qui finissent par
ronger une poutre.
—¿Quién no se la ha encontrado
alguna vez? —respondió Bianchon—
. Esa vieja, me hace el efecto de un
enorme gusano que acabará por devorar una viga.
—¡Quién no lo ha encontrado! —
respondió Bianchon—. Palabra de
honor, esta solterona me hace el
efecto de esos gusanos que acaban
por roer una viga.
“Who has not?” answered
Bianchon. “Upon my word, that
ghastly old maid looks just like one
of the long worms tha t w i l l gnaw a
beam through, give them time enough.”
— Voilà ce que c’est, jeune
homme, dit le quadragénaire en peignant ses favoris.
—Eso es lo que es, jovencito —
dijo Vautrin, peinándose las patillas.
—Así es la vida, pollo —
dijo el cuarentón peinándose
sus patillas.
“That is the way, young man,” returned he of the forty years and the dyed
whiskers:
Y Rosa ha vivido lo que viven las rosas:
tan sólo una mañana.
“The rose has lived the life of a rose—
A morning’s space.”
“Aha! here is a magnificent
soupe-au-rama,” cried Poiret as
Christophe came in bearing the soup
with cautious heed.
All the young men roared with
laughter.
X
“No, it shouldn’t,” said the official from
the Museum; “frozerama is right by the same
rule that you say ‘My feet are froze.’ ”
“Ah! ah!”
Et rose, elle a vécu ce que vivent les roses,
L’espace d’un matin.
Y como rosa, vivió lo que viven
las rosas por espacio de una mañana
(27).
— Ah! ah! voici une fameuse
soupeaurama, dit Poiret en voyant
Christophe qui entrait en tenant respectueusement le potage.
—¡Ah! ¡Ah! Aquí está la estupenda soparama —dijo Poiret al ver a
Cristóbal que entraba, sosteniendo
respetuosamente el cocido.
— Pardonnez-moi, monsieur, dit madame
Vauquer, c’est une soupe aux choux.
—Perdone usted señor: es una sopa
de coles —dijo la señora Vauquer.
—¡Ah! ¡Ah!, aquí está la famosa
cenorama —dijo Poiret, viendo entrar
a Christophe sosteniendo respetuosamente la sopera.
[361]
—Perdone —dijo la señora
Vauquer—, es una sopa de coles.
Tous les jeunes gens éclatèrent de
rire.
Todos los jóvenes se echaron a
reír.
Todos los jóvenes soltaron una gran
carcajada.
“I beg your pardon, sir,” said Mme.
Vauquer; “it is soupe aux choux.”
— Enfoncé, Poiret!
—¡Hundido, Poiret!
—¡Apabullado, Poiret!
“Had you there, Poiret!”
— Poirrrrrette enfoncé!
—¡Poirrrrete hundido!
________________________
“Poir-r-r-rette! she had you there!”
— Marquez deux points à maman
Vauquer, dit Vautrin.
—Apúntenle un ocho a la señora
Vauquer —dijo Vautrin.
—Apúntele dos tantos a la señora
Vauquer —dijo Vautrin.
“Score two points to Mamma Vauquer,”
said Vautrin.
— Quelqu’un a-t-il fait attention au
brouillard de ce matin? dit l’employé.
—¿Se han fijado en la niebla de
esta mañana? —dijo el empleado.
—¿Se ha fijado alguien en la niebla
de esta mañana? —dijo el empleado.
“Did any of you notice the fog this
morning?” asked the official.
— C’était, dit Bianchon, un
brouillard frénétique et sans exemple,
un brouillard lugubre, mélancolique,
vert, poussif, un brouillard Goriot.
—Era —dijo Bianchon— una niebla frenética, sin parangón, una niebla lúgubre, melancólica, verde,
aplastante, una niebla Goriot.
—Era u n a n i e b l a f r e n é t i c a y
sin ejemplo; una niebla lúgubre,
melancólica, verde, pesada; una
niebla Goriot —dijo Bianchon.
“It was a frantic fog,” said
Bianchon, “a fog unparalleled, doleful,
m e l a n c h o l y,
sea-green,
asthmatical—a Goriot of a fog!”
44
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
8
— Goriorama, dit le peintre, parce
qu’on n’y voyait goutte.
—Goriorama —dijo el pintor—
porque no se veía nada.
—Goriorama —dijo el pintor—,
porque no se veía ni gota.
“A Goriorama,” said the art student, “because you couldn’t see a thing in it.”
— Hé, milord Gâôriotte, il être
questiônne dé véaus.
—¡Eh! Milord Gauriote, de vosss
estarrr hablando.
—¡Eh!, milord Goriot, aquí hablan
de usted.
“Hey! Milord Gaoriotte, they air talking
about yoo-o-ou!”
Assis au bas-bout de la table, près
de la porte par laquelle on servait, le père
Goriot leva la tête en flairant un morceau de pain qu’il avait sous sa serviette,
par une vieille habitude commerciale
qui reparaissait quelquefois.
Sentado al final de la mesa, junto a
la puerta de entrada del servicio, el tío
Goriot levantó la cabeza, olisqueando
un trozo de pan que tenía debajo de la
servilleta, por una antigua costumbre
comercial, que a veces reaparecía.
Sentado en un extremo de la mesa,
cerca de la puerta de servicio, papá
Goriot levantó la cabeza, olfateando
un pedazo de pan, siguiendo una antigua costumbre comercial que le reaparecía algunas veces.
Father Goriot, seated at the lower end of
the table, close to the door through which the
servant entered, raised his face; he had smelt
at a scrap of bread that lay under his table napkin, an old trick acquired in his commercial
capacity, that still showed itself at times.
— Eh bien! lui cria
a i g r e m e n t m a d a m e Va u q u e r
d’une voix qui domina le bruit
des cuillers, des assiettes et des
voix, est-ce que vous ne trouvez pas le pain bon?
—Bueno —le gritó agriam e n t e l a s e ñ o r a Va u q u e r , c o n
una voz que dominó el ruido de
las cucharas, de los platos y de
las voces—. ¿Es que no le parece bien el pan?
—¿Qué pasa? —le preguntó agriamente la señora Vauquer, con una voz
que dominó el ruido de las cucharas,
de los platos y de las conversaciones—: ¿es que no encuentra usted
bueno el pan?
“ We l l , ” M a d a m e Va u q u e r c r i e d
in sharp tones, that rang above
the rattle of spoons and plates
and the sound of other voices,
“and is there anything the matter
with the bread?”
— Au contraire, madame, répondit-il, il est fait avec de la farine
d’Etampes, première qualité.
—Al contrario, señora, está
hecho con harina de Estampes,
de primera calidad.
—Al contrario, señora: está
hecho con harina de Étampes
de primera calidad.
“Nothing whatever, madame,” he answered; “on the contrary, it is made of the
best quality of corn; flour from Etampes.”
— A quoi voyez-vous cela? lui dit
Eugène.
—¿En qué lo nota? —le dijo
Eugenio.
—¿Cómo lo conoce usted? —le
preguntó Eugéne.
“How could you tell?” asked
Eugene.
— A la blancheur, au goût.
—En la blancura, en el gusto.
—En la blancura, en el sabor.
“By the color, by the flavor.”
— Au goût du nez puisque vous le
sentez, dit madame Vauquer. Vous
devenez si économe que vous finirez
par trouver le moyen de vous nourrir
en humant l’air de la cuisine.
—En el sabor de la nariz puesto que lo
huele —dijo la señora Vauquer—. Se está
volviendo usted tan ahorrador que acabará por encontrar la manera de alimentarse,
sólo con oler el aire de la cocina.
—En el gusto de la nariz, puesto que usted lo huele —dijo la señora Vauquer—. Se
está usted haciendo tan económico que acabara por encontrar el medio de alimentarse
olfateando el aire de la cocina.
“You knew the flavor by the smell,
I suppose,” said Mme. Vauquer. “You
have grown so economical, you will
find out how to live on the smell of
cooking at last.”
— Prenez alors un brevet d’invention, cria l’employé au Muséum, vous
ferez une belle fortune.
—Pues entonces paténtelo —
chilló el empleo del museo—. Hará
usted una fortuna.
—En ese caso saque usted patente de invención —saltó el empleado del Museo—. Hará
usted una bonita fortuna.
“Take out a patent for it, then,” cried the
Museum official; “you would make a handsome fortune.”
— Laissez donc, il fait ça pour
nous persuader qu’il a été
vermicellier, dit le peintre.
—Dejadlo en paz; hace eso para
convencernos de que ha sido fabricante de fideos —dijo el pintor.
“Never mind him,” said the artist; “he
does that sort of thing to delude us into thinking that he was a vermicelli maker.”
— Votre nez est donc une cornue,
demanda encore l’employé du Muséum.
—¿Así que su nariz es una retorta?
—preguntó otra vez el empleado del
museo.
—No le hagan caso; hace todo eso
para hacernos ver que ha sido fabricante de fideos —dijo el pintor.
[362]
—¿De modo que su nariz es una retoma?
—preguntó aún el empleado del
Museo.
“Your nose is a corn-sampler,
it appears?” inquired the official.
— Cor quoi? fit Bianchon.
—Re qué? —inquirió Bianchon.
—¿Re qué? —dijo Bianchon.
“Corn what?” asked Bianchon.
— Cor-nouille.
—Re-tórica.
—Re-diez.
“Corn-el.”
— Cor-nemuse.
—Re-truécanos.
—Re-cuerno.
“Corn-et.”
— Cor-naline.
—Re-pámpanos.
—Re-truécano.
“Corn-elian.”
— Cor-niche.
—Re-pipi.
—Re-domado.
“Corn-ice.”
—Cor-nichon.
—Re-petición.
—Re-doma.
“Corn-ucopia.”
—Cor-beau.
—Re-posición.
—Re-diablo.
“Corn-crake.”
—Cor-nac.
—Re-pera.
—Re-coveco.
“Corn-cockle.”
—Cor-norama.
—Re-perama.
—Re-contrarama.
“Corn-orama.”
Ces huit réponses partirent de tous
les côtés de la salle avec la rapidité
d’un feu de file, et prêtèrent d’autant
Las ocho respuestas, brotaron de todas direcciones en la sala, con la velocidad de un fuego graneado, y movie-
Estas ocho respuestas partieron de
todos los lados del comedor con la rapidez de un tiroteo, y dieron más risa
45
The eight responses came like a rolling fire
from every part of the room, and the laughter
that followed was the more uproarious because
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
plus à rire, que le pauvre père Goriot
regardait les convives d’un air niais,
comme un homme qui tâche de comprendre une langue étrangère.
ron a risa tanto más cuanto que, el pobre tío Goriot miraba a los comensales
con un aire atontado, como quien trata
de entender un idioma extranjero.
al ver al pobre papá Goriot mirar a los
comensales con un aire estúpido,
como el de quien trata de comprender
una lengua extranjera.
poor Father Goriot stared at the others with a
puzzled look, like a foreigner trying to catch
the meaning of words in a language which he
does not understand.
— Cor? dit-il à Vautrin qui se trouvait près de lui.
—¿Re? —le dijo a Vautrin que estaba a su lado.
—¿Re...? —preguntó a Vautrin,
que se hallaba a su lado.
“Corn? . . .” he said, turning to Vautrin,
his next neighbor.
— Cor aux pieds, mon vieux! dit Vautrin
en enfonçant le chapeau du père Goriot par une
tape qu’il lui appliqua sur la tête et qui le fit
descendre jusque sur les yeux.
— R e -p o r r a s , h o m b r e — s o l t ó
Vautrin hundiéndole el sombrero de
un manotazo en la cabeza y
calándoselo hasta los ojos.
—Re... chifla, hombre —
d i j o Va u t r i n , d á n d o l e u n g o l p e
en el sombrero y metiéndoselo
hasta las orejas.
“Corn on your foot, old man!”
said Vautrin, and he drove Father
Goriot’s cap down over his eyes by
a blow on the crown.
Le pauvre vieillard, stupéfait
de cette brusque attaque, resta
pendant un moment immobile.
Christophe emporta l’assiette du
bonhomme, croyant qu’il avait
fini sa soupe; en sorte que quand
Goriot, après avoir relevé son
chapeau, prit sa cuiller, il frappa
la table. Tous les convives éclatèrent de rire.
El pobre viejo, estupefacto por
este brusco ataque, se quedó inmóvil un momento. Cristóbal se llevó
el plato del buen hombre, creyendo
que ya había terminado su comida,
de modo que, cuando Goriot, después de levantar su sombrero, cogió la cuchara, dio con ella en la
m e s a . To d o s l o s c o m e n s a l e s s e
echaron a reír.
El pobre viejo, estupefacto ante
este brusco ataque, permaneció un
momento inmóvil. Entretanto,
Christophe se llevó su plato creyendo
que había terminado la sopa, de manera que cuando Goriot, después de
haberse sacado el sombrero, cogió de
nuevo su cuchara, dio con ella contra
la mesa. Todos se echaron a reír a carcajadas.
The poor old man thus suddenly attacked was for a moment too bewildered
to do anything. Christophe carried off his
plate, thinking that he had finished his
soup, so that when Goriot had pushed back
his cap from his eyes his spoon encountered the table. Every one burst out laughing. “You are a disagreeable joker, sir,”
said the old man, “and if you take any further liberties with me—”
— Monsieur, dit le vieillard, vous
êtes un mauvais plaisant, et si vous
vous permettez encore de me donner
de pareils renfoncements...
—Señor, gasta usted unas
bromas muy pesadas, si se
vuelve a permitir darme semejante sopapo...
—Caballero —dijo el viejo—, es usted un bromista pesado, y si se permite usted
darme otro golpe...
— Eh bien, quoi, papa? dit Vautrin
en l’interrompant.
— ¿ Q u é v a a p a s a r, t í o ? — d i j o
Vautrin interrumpiéndole.
—¿Qué pasa, papá? —dijo Vautrin
interrumpiéndole.
“ We l l , w h a t t h e n , o l d b o y ? ”
Vautrin interrupted.
— Eh bien! vous payerez cela bien
cher quelque jour...
—¡Lo pagará muy caro, algún
día!...
—Que lo pagará usted caro algún
día...
“Well, then, you shall pay dearly for it
some day—”
— En enfer, pas vrai? dit le peintre, dans ce petit coin noir où l’on met
les enfants méchants!
—En el infierno, ¿verdad? —dijo el
pintor—. En el cuarto de los ratones,
donde meten a los chicos malos.
—En el Infierno, ¿verdad? —dijo
el pintor—. En el Guamo oscuro donde se encierra a los niños traviesos.
“Down below, eh?” said the artist,
“in the little dark corner where they put
naughty boys.”
— Eh bien! mademoiselle, dit
Vautrin à Victorine, vous ne mangez pas. Le papa s’est donc montré
récalcitrant?
— P e r o , s e ñ o r i t a — d i j o Va u t r i n
a Vi c t o r i n a — , n o e s t á c o m i e n d o
nada. ¿Su papá se ha mostrado
recalcitrante?
“ We l l , m a d e m o i s e l l e , ” Va u t r i n
s a i d , t u r n i n g t o Vi c t o r i n e , “ y o u
are eating nothing. So papa was
r e f r a c t o r y, w a s h e ? ”
— Une horreur, dit madame Couture.
—Algo horroroso —dijo la señora Couture.
—¿Qué es eso? Señorita —dijo
Vautrin a Victorine—, no come usted
nada. ¿De manera que papá ha estado
recalcitrante?
[363]
—¡Un horror! —dijo la señora
Couture.
— Il faut le mettre à la raison, dit
Vautrin.
—Hay que hacerle entrar en razón
—dijo Vautrin.
—Hay que meterle en razón —dijo
Vautrin.
__________________ ____ ____ __ __
__ ______
— Mais, dit Rastignac, qui se trouvait assez près de Bianchon, mademoiselle pourrait intenter un procès
sur la question des aliments, puisqu’elle ne mange pas. Eh! eh! voyez
donc comme le père Goriot examine
mademoiselle Victorine.
—Pero —dijo Rastignac que se
encontraba al lado de Bianchon—
. La señorita podría plantearle un
pleito por el asunto de los alimentos, puesto que no come.
Pero, vaya. ¡Miren cómo la contempla el tío Goriot!
—Pero —dijo Rastignac, que se encontraba bastante cerca de
Bianchon—, la señorita podía intentar un pleito sobre la cuestión de los
alimentos, ya que no come. ¡Eh! ¡Eh!
Miren ustedes cómo papá Goriot examina a Victorine.
“Mademoiselle might make application for aliment pending her
suit; she is not eating anything. Eh!
eh! just see how Father Goriot is
staring at Mlle. Victorine.”
Le vieillard oubliait de manger
pour contempler la pauvre jeune fille
dans les traits de laquelle éclatait une
douleur vraie, la douleur de l’enfant
méconnu qui aime son père.
El viejo, se olvidaba de comer, por
contemplar a la pobre chica, [118] en
cuyos rasgos, estallaba un dolor verdadero. El dolor del hijo rechazado,
que quiere a su padre.
El anciano se olvidaba de comer
por contemplar a la pobre chica, en
cuya expresión se reflejaba un verdadero dolor, el dolor de una hija despreciada que ama a su padre.
The old man had forgotten his dinner, he was so absorbed in gazing at the
poor girl; the sorrow in her face was unmistakable,—the slighted love of a child
whose father would not recognize her.
— Mon cher, dit Eugène à voix
basse, nous nous sommes trompés sur
le père Goriot. Ce n’est ni un imbécile ni un homme sans nerfs. Applique-lui ton système de Gall, et dis-moi
—Querido —dijo Eugenio en voz
baja—, nos hemos equivocado con
el tío Goriot. No es ni un imbécil
ni un hombre sin nervios. Aplícale
tu sistema Gall y dime lo que pien-
—Querido —dijo Eugéne en voz
baja—, nos hemos equivocado acerca
de papá Goriot. No es ni un imbécil,
ni un hombre sin nervios. Aplícale tu
sistema de Gall, y dime lo que resul-
“We are mistaken about Father
Goriot, my dear boy,” said Eugene
in a low voice. “He is not an idiot,
nor wanting in energy. Try your
Gall system on him, and let me
“A monster!” said Mme.
Couture.
9
46
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
ce que tu en penseras. Je lui ai vu cette
nuit tordre un plat de vermeil, comme
si c’eût été de la cire, et dans ce moment l’air de son visage trahit des
sentiments extraordinaires. Sa vie me
parait être trop mystérieuse pour ne
pas valoir la peine d’être étudiée. Oui,
Bianchon, tu as beau rire, je ne plaisante pas.
sas. Esta noche le he visto retorcer
una bandeja de plata, como si hubiera sido de cera, y ahora mismo,
su rostro traiciona los sentimientos más extraordinarios. Su vida me
parece demasiado misteriosa, para
no valer la pena de ser estudiada.
Sí, Bianchon. No te rías, no estoy
bromeando.
ta. Le he visto la noche pasada retorcer un plato de plata dorada como si
hubiera sido cera, y en aquel momento su expresión delataba sentimientos extraordinarios. Me parece su vida
demasiado misteriosa para que no merezca la pena de ser estudiada. Sí, querido Bianchon, tú puedes reírte, pero
yo no bromeo.
know what you think. I saw him
crush a silver dish last night as if it
had been made of wax; there seems
to be something extraordinary going on in his mind just now, to judge
by his face. His life is so mysterious that it must be worth studying.
Oh! you may laugh, Bianchon; I am
not joking.”
— Cet homme est un fait médical,
dit Bianchon, d’accord; s’il veut, je le
dissèque.
—Este hombre es un caso clínico
—dijo Bianchon—. Conforme. Si él
quiere, lo diseco.
—Que es un caso patológico, de acuerdo. Si él quiere
lo diseco.
“The man is a subject, is he?” said
Bianchon; “all right! I will dissect him, if he
will give me the chance.”
— Non, tâte-lui la tête.
—No; examínale la cabeza.
—No, pálpale la cabeza (28).
“No; feel his bumps.”
— Ah! bien, sa bêtise est peut-être
contagieuse.
—¡Ah! Bueno. Su estupidez puede ser contagiosa.
—Hombre, acaso su tontería sea
contagiosa.
“Hm!—his stupidity might perhaps be
contagious.”
Le lendemain Rastignac s’habilla
fort élégamment, et alla, vers trois
heures de l’après-midi, chez madame de Restaud, en se livrant pendant la route à ces espérances étourdiment folles qui rendent la vie des
jeunes gens si belle d’émotions: ils
ne calculent alors ni les obstacles ni
les dangers, ils voient en tout le succès, poétisent leur existence par le
seul jeu de leur imagination, et se
font malheureux ou tristes par le renversement de projets qui ne vivaient
encore que dans leurs désirs effrénés; s’ils n’étaient pas ignorants et
timides, le monde social serait impossible.
Eugène marchait avec mille précautions pour ne se point crotter, mais
il marchait en pensant à ce qu’il dirait à madame de Restaud, il s’approvisionnait d’esprit, il inventait
les reparties d’une conversation
imaginaire, il préparait ses mots
fins, ses phrases à la Talleyrand, en
supposant de petites circonstances
favorables à la déclaration sur laquelle il fondait son avenir. Il se
crotta, l’étudiant, il fut forcé de faire
cirer ses bottes et brosser son pantalon au Palais-Royal.
« Si j’étais riche, se dit-il en changeant
un e p i è c e d e t r e n t e s o u s q u ’ i l
avait prise en cas de malheur, je
serais allé en voiture, j’aurais pu
penser à mon aise.»
Enfin il arriva rue du Helder et demanda la comtesse de Restaud.
Avec la rage froide d’un homme
sûr de triompher un jour, il reçut
le coup d’oeil méprisant des gens
qui l’avaient vu traversant la cour
à pied, sans avoir entendu le bruit
d’une voiture à la porte. Ce coup
d’oeil lui fut d’autant plus sensible qu’il avait déjà compris son
infériorité en entrant dans cette
cour, où piaffait un beau cheval richement attelé à l’un de ces cabriolets pimpants qui affichent le
Al día siguiente Rastignac se vistió con gran elegancia y fue, a eso de
las tres de la tarde, a casa de la señora de Restaud entregándose, por el
camino a esas esperanzas, rematadamente locas, que hacen la vida de los
jóvenes, tan llena de emociones. No
calculan entonces, ni los obstáculos,
ni los peligros. En codo ven el éxito
poetizan su existencia sólo con el
juego de su imaginación y se hacen
desgraciados o tristes cuando se derrumban proyectos, que no vivían
aún, más que en sus deseos desenfrenados. Si no fuera porque son ignorantes y tímidos, el mundo social,
sería imposible.
Eugenio andaba con mil precauciones, para no mancharse de barro los
zapatos, pero caminaba pensando lo
que le iba a decir a la señora de
Restaud. Hacía acopio de ingenio, se
inventaba las respuestas de una conversación imaginaria, preparaba sus
agudezas, sus frases a la Taillerand
(29), suponiendo pequeñas circunstancias favorables a la declaración, sobre
la cual, basaba su porvenir. Se manchó
de barro y tuvo que ir a que le limpiaran los zapatos y le cepillaran el pantalón, en el Palais-Royal.
«Si fuera rico —se dijo—, cambiando una moneda de treinta sueldos,
que había cogido por si acaso, habría
ido en coche y habría podido pensar
a mis anchas.»
Llegó por fin, a la calle de Helder y
preguntó por la condesa de Restaud.
Con la rabia fría, de un hombre seguro de [119] triunfar un día, recibió la mirada despectiva de las personas que lo habían visto atravesar
la calle a pie, sin haber oído el ruido
de un coche en la puerta. Esa mirada, fue tanto más sensible, cuanto
que él había comprendido ya su inferioridad al entrar en aquel patio
donde piafaba un precioso caballo
ricamente enjaezado, enganchado a
uno de esos pimpantes cabriolés que
Al día siguiente Rastignac se puso
muy elegante, y a eso de las tres de la
tarde se fue a casa de la señora de
Restaud, entregándose en el camino a
esas atolondradas y locas esperanzas
que hacen la vida del joven tan rica
de emociones. A esa edad no se piensa ni en los obstáculos ni en los peligros; por todas partes se espera el éxito. Se poetiza la existencia con los
juegos de la imaginación, y se pasan
tristezas y amarguras por el fracaso de
proyectos que vivían únicamente en
los propios vehementes deseos. Si las
gentes a esa edad no fueran ignorantes y tímidas, la vida social sería imposible.
Eugéne andaba con mil precauciones
[364] para no embarrarse; pero al mismo tiempo iba pensando en lo que diría a la señora de Restaud: aguzaba el
ingenio, inventaba agudas respuestas
a una conversación imaginaria, preparaba sus palabras delicadas, sus frases a lo Talleyrand, suponiendo que
se presentarían circunstancias favorables a la declaración sobre la que fundaba su porvenir. A pesar de su cuidado se embarró, y tuvo que entrar en el
Palais-Royal a que le lustraran las botas y le cepillaran el pantalón.
—¡Si yo fuera rico! —se dijo al
cambiar una pieza de veinte francos
que había cogido por si acaso—, hubiera ido en coche y hubiera podido
pensar a mi gusto.
Por fin llegó a la calle de Helder
y preguntó por la condesa de
Restaud. Con el orgullo frío del
hombre seguro de triunfar algún
día, resistió las miradas despectivas
de los criados que le habían visto
atravesar el patio a pie, sin oír el
ruido del coche en la puerta. Sintió
con más fuerza el desprecio de
aquellas miradas, porque al entrar
en el patio había comprendido su
inferioridad al ver un hermoso caballo que piafaba enganchado a uno
de esos elegantes cabriolés que
The next day Rastignac dressed himself very elegantly, and about three
o’clock in the afternoon went to call
on Mme. de Restaud. On the way
thither he indulged in the wild intoxicating dreams which fill a young head
so full of delicious excitement. Young
men at his age take no account of obstacles nor of dangers; they see success
in every direction; imagination has free
play, and turns their lives into a romance; they are saddened or discouraged by the collapse of one of the visionary schemes that have no existence
save in their heated fancy. If youth were
not ignorant and timid, civilization
would be impossible.
Eugene took unheard-of pains to keep himself in a spotless condition, but on his way
through the streets he began to think about
Mme. de Restaud and what he should say to
her. He equipped himself with wit, rehearsed
repartees in the course of an imaginary conversation, and prepared certain neat speeches
a la Talleyrand, conjuring up a series of small
events which should prepare the way for the
declaration on which he had based his future;
and during these musings the law student was
bespattered with mud, and by the time he
reached the Palais Royal he was obliged to have
his boots blacked and his trousers brushed.
“If I were rich,” he said, as he
changed the five-franc piece he had
brought with him in case anything
might happen, “I would take a cab,
then I could think at my ease.”
At last he reached the Rue du Helder,
and asked for the Comtesse de Restaud.
He bore the contemptuous glances of the
servants, who had seen him cross the
court on foot, with the cold fury of a
man who knows that he will succeed
some day. He understood the meaning of
their glances at once, for he had felt his
inferiority as soon as he entered the
court, where a smart cab was waiting.
All the delights of life in Paris seemed
to be implied by this visible and manifest sign of luxury and extravagance. A
fine horse, in magnificent harness, was
47
Balzac’s Goriot
luxe d’une existence dissipatrice, et sousentendent l’habitude de toutes les félicités parisiennes. Il se mit, à lui tout seul,
de mauvaise humeur. Les tiroirs ouverts
dans son cerveau et qu’il comptait trouver pleins d’esprit se fermèrent, il devint
stupide. En attendant la réponse de la
comtesse, à laquelle un valet de chambre allait dire les noms du visiteur,
Eugène se posa sur un seul pied devant
une croisée de l’antichambre, s’appuya
le coude sur une espagnolette*, et regarda machinalement dans la cour. Il
trouvait le temps long, il s’en serait allé
s’il n’avait pas été doué de cette ténacité
méridionale qui enfante des prodiges
quand elle va en ligne droite.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
pregonan el lujo de una existencia disi- delatan el lujo de una existencia
pada, y sobreentienden el hábito de todas derrochadora y acostumbrada a
las delicias parisinas. Se puso, él solo, de t o d o s l o s p l a c e r e s p a r i s i e n s e s .
pésimo humor. Los cajones abiertos en su Se puso él solo de mal humor.
cerebro, que pensaba encontrar llenos de Las reservas de ingenio que haingenio, se cerraron y se quedó atontado. bía hecho se le fueron de pronMientras esperaba la respuesta de la con- to. Se encontró verdaderamente
desa, a la que un ayuda de cámara había estúpido. Esperaba la respuesta
ido a decir el nombre del visitante, de la condesa, a quien un criado
Eugenio se colocó apoyado en un solo pie fue a decir el nombre del visitanante una ventana de la antecámara, se apo- te. Eugéne apoyó el codo en la
yó con el codo en la falleba* y miró ma- X fallaba de una ventana, cruzó gallardamente
quinalmente el patio. Se le hacía el tiem- los pies y miró maquinalmente al patio. El
po largo, y se habría ido, de no haber es- tiempo le parecía largo. Si no hubiera estatado dotado, de esa tenacidad meridio- do dotado de esa tenacidad meridional que
nal que hace prodigios, cuando va en lí- inventa prodigios cuando se propone algo,
nea recta.
se hubiera marchado.
tr. Ellen Marriage
pawing the ground, and all at once
the law student felt out of humor
with himself. Every compartment in
his brain which he had thought to
find so full of wit was bolted fast;
he grew positively stupid. He sent
up his name to the Countess, and
waited in the ante-chamber, standing on one foot before a window that
looked out upon the court; mechanically he leaned his elbow against
the sash*, and stared before him.
The time seemed long; he would
have left the house but for the
southern tenacity of purpose
which works miracles when it is
single-minded.
* Ferrure à poignée tournante servant à fermer et à ouvrir les châssis d'une fenêtre * Varilla de hierro acodillada en sus extremos, sujeta en varios anillos y que sirve para asegurar puertas o ventanas
* a frame (marco, bastidor) holding the glass in a sash-window and usu.
made to slide up and down in the grooves of a window aperture
— Monsieur, dit le valet de chambre, madame est dans son boudoir et
fort occupée, elle ne m’a pas répondu;
mais si monsieur veut passer au salon, il y a déjà quelqu’un.
“Madame is in her boudoir, and cannot
see any one at present, sir,” said the servant. “She gave me no answer; but if you
will go into the dining-room, there is some
one already there.”
Tout en admirant l’épouvantable
pouvoir de ces gens qui, d’un seul
mot, accusent ou jugent leurs maîtres,
Rastignac ouvrit délibérément la porte
par laquelle était sorti le valet de
chambre, afin sans doute de faire
croire à ces insolents valets qu’il connaissait les êtres de la maison; mais
déboucha fort étourdiment dans une
pièce où se trouvaient des lampes, des
buffets, un appareil à chauffer des serviettes pour le bain, et qui menait à la
fois dans un corridor obscur et dans
un escalier dérobé*. Les rires étouffés qu’il entendit dans l’antichambre
mirent le comble à sa confusion.
—Señor —dijo el criado—, la señora está ocupada en su tocador y no
me ha respondido; pero si el señor
quiere pasar al salón puede hacerlo.
Alguien más espera ya.
[365]
Al mismo tiempo que admiraba el
Sin dejar de admirar el tremendo
poder de esa gente que, con una sola tremendo poder de estos criados, que
palabra, acusan o juzgan a sus amos, con una sola palabra acusan o juzgan a
Rastignac abrió deliberadamente la sus dueños, Rastignac abrió deliberadapuerta por la que había salido el ayu- mente la puerta por donde había salido
d a d e c á m a r a , p a r a h a c e r c r e e r a el ayuda de cámara, con el fin de hacer
aquellos insolentes criados, que co- ver, sin duda, a aquellos insolentes crianocía a las personas de la casa, pero dos que conocía a las gentes de la casa;
desembocó, aturdidamente en una pero se encontró muy azorado en una
habitación donde había lámparas, pieza llena de lámparas, aparadores y
aparadores, un aparato para calentar un aparato para calentar las toallas
toallas para el baño, y que conducía para el baño, y que conducía a la vez
también a un corredor oscuro y a una a un corredor oscuro y a una escalera
escalera secreta. Las risas ahogadas X excusada*. Las risas ahogadas que
que oyó en la antecámara lo llevaron oyó en la antecámara aumentaron enoral colmo de la confusión.
memente su confusión.
—Señor —dijo el ayuda de cámara —, la señora está en su vestidor y
muy ocupada, no me ha respondido,
pero si el señor quiere pasar al salón, hay otro más esperando.
Rastignac was impressed with a
sense of the formidable power of the
lackey who can accuse or condemn his
masters by a word; he coolly opened the
door by which the man had just entered
the ante-chamber, meaning, no doubt,
to show these insolent flunkeys that he
was familiar with the house; but he
found that he had thoughtlessly precipitated himself into a small room full of
dressers, where lamps were standing,
and hot-water pipes, on which towels
were being dried; a dark passage and a
back staircase lay beyond it. Stifled
laughter from the ante-chamber added
to his confusion.
* escusada con «s», es decir, escondida; 1. adj. Reservado, preservado o
separado del uso común.
* Escalier dérobé, porte dérobée, qui permet de sortir d'une maison ou d'y
entrer sans être vu
— Monsieur, le salon est par ici,
lui dit le valet de chambre avec ce faux
respect qui semble être une raillerie
de plus.
—Señor, el salón es por aquí —
le dijo el ayuda de cámara, con ese
falso respeto, que parece una burla más.
—Señor, el salón está por aquí —
le dijo el ayuda de cámara con ese
falso respeto que parece una burla
más.
“This way to the drawing-room, sir,” said
the servant, with the exaggerated respect
which seemed to be one more jest at his expense.
Eugène revint sur ses pas avec une
telle précipitation qu’il se heurta contre une baignoire, mais il retint assez
heureusement son chapeau pour l’empêcher de tomber dans le bain. En ce
moment, une porte s’ouvrit au fond du
long corridor éclairé par une petite
lampe, Rastignac y entendit à la fois
la voix de madame de Restaud, celle
du père Goriot, et le bruit d’un baiser.
Il entra dans la salle à manger, la traversa, suivit le valet de chambre, et
rentra dans un premier salon où il resta
posé devant la fenêtre, en s’apercevant
qu’elle avait vue sur la cour. Il voulait voir si ce père Goriot était bien
réellement son père Goriot. Le coeur
lui battait étrangement, il se souvenait
des épouvantables réflexions de
Vautrin. Le valet de chambre attendait
Eugène à la porte du salon, mais il en
sortit tout à coup un élégant jeune
homme, qui dit impatiemment
Eugenio, volvió sobre sus pasos,
con tal precipitación, que chocó con
una bañera, pero por suerte sujetó su
sombrero para impedir que se cayera
en el baño. En ese momento se abrió
una puerta al fondo del largo corredor iluminado por una lamparilla.
Rastignac oyó allí la voz de la señora
De Restaud, la del tío Goriot y el sonido de un beso. Entró en el comedor,
lo atravesó, siguió al ayuda de cámara, y volvió a entrar en el primer salón donde se quedó plantado delante
de la ventana, dándose cuenta que desde allí se veía el patio. Quería ver si
aquel tío Goriot, era realmente, era verdaderamente, el que él conocía. El corazón le palpitaba extrañamente, se acordaba de las espantosas reflexiones de
Vautrin. El ayuda de cámara, esperaba a
Eugenio, a la puerta del salón, pero, de
repente, salió de allí un elegante joven,
que dijo [120] con impaciencia:
Eugéne se volvió con tal precipitación, que tropezó contra una bañera, y consiguió milagrosamente
que su sombrero no cayera al agua.
En este momento se abrió una puerta en el fondo del corredor, débilmente alumbrado por una lámpara,
y Rastignac oyó, a la vez, la voz de
la señora de Restaud y la de papá
Goriot y el chasquido de un beso.
Entró en el comedor, lo atravesó,
siguió al criado y entró en un primer salón, en el que se detuvo frente a una ventana percibiendo que
daba sobre el patio. Quería cerciorarse si aquel papá Goriot era realmente su papá Goriot. El corazón
le latía con fuerza; se acordaba de
las espantosas reflexiones de
Va u t r i n . E l c r i a d o e s p e r a b a a
Eugéne en la puerta del salón; pero
en esto salió de pronto un joven
elegante que dijo impaciente:
Eugene turned so quickly that he
stumbled against a bath. By good luck,
he managed to keep his hat on his
head, and saved it from immersion in
the water; but just as he turned, a door
opened at the further end of the dark
passage, dimly lighted by a small
lamp. Rastignac heard voices and the
sound of a kiss; one of the speakers
was Mme. de Restaud, the other was
Father Goriot. Eugene followed the
servant through the dining-room into
the drawing-room; he went to a window that looked out into the courtyard, and stood there for a while. He
meant to know whether this Goriot
was really the Goriot that he knew. His
heart beat unwontedly fast; he remembered Vautrin’s hideous insinuations.
A well-dressed young man suddenly
emerged from the room almost as Eugene entered it, saying impatiently to
the servant who stood at the door:
48
Balzac’s Goriot
«je m’en vais, Maurice. Vous direz à
madame la comtesse que je l’ai attendue plus d’une demi-heure.
« Cet impertinent, qui sans doute avait
le droit de l’être, chantonna quelque
roulade italienne en se dirigeant vers
la fenêtre où stationnait Eugène,
autant pour voir la figure de l’étudiant
que pour regarder dans la cour.
— Mais monsieur le comte ferait
mieux d’attendre encore un instant,
Madame a fini, dit Maurice en retournant à l’antichambre.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
«Me voy Mauricio. Dígale a la se—Me voy, Maurice. Dirá usted a
ñora que la he esperado más de me- la señora condesa que la he esperado
dia hora.»
más de media hora.
Ese impertinente, que, sin duda, se
Este impertinente que, sin duda,
creía con derecho a serlo, canturreó tenía derecho a serlo, tarareó una
una tonadilla italiana dirigiéndose canción italiana, dirigiéndose hahacia la ventana donde estaba coloca- c i a l a v e n t a n a d o n d e e s t a b a
do Eugenio, tanto por verle la cara al Eugéne, tanto por verle __ ___ _ ___
estudiante, como para mirar al patio. X ___ __ como por mirar al patio.
[366]
—Pero señor conde, haría usted
—El señor conde acertaría si espem e j o r, e s p e r a n d o a q u e l a s e ñ o r a rara un instante; la señora ha terminahaya terminado —dijo Mauricio, vol- do sus ocupaciones —dijo Maurice
volviendo a la antecámara.
viendo a la antecámara.
tr. Ellen Marriage
“I am going, Maurice. Tell Madame la
Comtesse that I waited more than half
an hour for her.”
Whereupon this insolent being, who, doubtless, had a right to be insolent, sang an Italian
trill, and went towards the window where Eugene was standing, moved thereto quite as
much by a desire to see the student’s face as by
a wish to look out into the courtyard.
“But M. le Comte had better wait
a moment longer; madame is disengaged,” said Maurice, as he returned to the ante-chamber.
* porte dont les dimensions permettent l'entrée d'une voiture dans la cour d'une maison
En ce moment, le père Goriot débouchait près de la porte cochère* par
la sortie du petit escalier. Le bonhomme tirait son parapluie et se disposait à le déployer, sans faire attention que la grande porte était ouverte
pour donner passage à un jeune
homme décoré qui conduisait un tilbury. Le père Goriot n’eut que le
temps de se jeter en arrière pour n’être
pas écrasé. Le taffetas du parapluie
avait effrayé le cheval, qui fit un léger écart en se précipitant vers le perron. Ce jeune homme détourna la tête
d’un air de colère, regarda le père
Goriot, et lui fit, avant qu’il ne sortit,
un salut qui peignait la considération
forcée que l’on accorde aux usuriers
dont on a besoin, ou ce respect nécessaire exigé par un homme taré, mais
dont on rougit plus tard. Le père
Goriot répondit par un petit salut amical, plein de bonhomie. Ces événements se passèrent avec la rapidité de l’éclair. Trop attentif pour
s’apercevoir qu’il n’était pas
seul, Eugène entendit tout à coup
la voix de la comtesse.
— Ah! Maxime, vous vous en alliez, dit-elle avec un ton de reproche
où se mêlait un peu de dépit.
La comtesse n’avait pas fait attention à l’entrée du tilbury. Rastignac
se retourna brusquement et vit la
comtesse coquettement vêtue d’un
peignoir en cachemire blanc, à
noeuds roses, coiffée négligemment,
comme le sont les femmes de Paris au
matin; elle embaumait, elle avait sans
doute pris un bain, et sa beauté, pour
ainsi dire assouplie, semblait plus voluptueuse; ses yeux étaient humides.
L’oeil des jeunes gens sait tout voir:
leurs esprits s’unissent aux rayonnements de la femme comme une plante
aspire dans l’air des substances qui
lui sont propres. Eugène sentit donc
la fraîcheur épanouie des mains de
cette femme sans avoir besoin d’y
toucher. Il voyait, à travers le cachemire, les teintes rosées du corsage
que le peignoir, légèrement entrouvert, laissait parfois à nu, et
sur lequel son regard s’étalait. Les
En este momento papá Goriot asomaba
En ese momento, el tío Goriot,
salía cerca de la puerta cochera, por por la puerta de la escalera excusada,
la salida de la escalera secreta. El cerca de la puerta cochera. El
buen hombre sacaba su paraguas y se buen hombre se disponía a abrir
disponía a abrirlo, sin darse cuenta, su paraguas sin fijarse en que la
que la puerta grande estaba abierta, p u e r t a p r i n c i p a l e s t a b a a b i e r t a
para dar paso a un joven engalana- para dejar pasar un tílburi, guiado, que conducía un tílburi. El tío d o p o r u n j o v e n c o n d e c o r a d o .
Goriot, sólo tuvo tiempo de echarse Papá Goriot apenas tuvo tiempo
hacia atrás, para que no le aplastara. de echarse atrás para no ser aplasEl tejido del paraguas había asusta- tado. La tela del paraguas asustó al
do al caballo, que dio un salto, pre- caballo, que dio un salto hacia la escipitándose hacia la escalera. El jo- calera de entrada. El joven del tílburi
ven volvió la cabeza, con aspecto volvió la cabeza con aire iracundo,
furioso, miró al tío Goriot, y, antes miró a papá Goriot y le hizo, antes que
de que saliera, le hizo un saludo que saliera, un saludo de esos que se haindicaba esa obligada consideración cen con forzada consideración a los
que se les otorga a los usureros que usureros de quienes se necesita, o ese
son necesarios, o ese respeto nece- respeto necesario que se debe a un
sario exigido por un hombre tarado, hombre desacreditado, del que nos
pero del que después nos avergonza- a v e r g o n z a m o s d e s p u é s . P a p á
mos. El tío Goriot le respondió con Goriot correspondió con un amisun saludo amistoso, lleno de bondad. toso saludo, lleno de hombría de
Todos estos hechos ocurrieron con la bien. Todo esto pasó con la rapidez
velocidad del rayo. Demasiado em- de un relámpago. Demasiado atento
bebido para darse cuenta de que no para percibir que no estaba solo,
estaba solo, Eugenio oyó, de repen- Eugéne oyó de pronto la voz de la
te, la voz de la condesa.
condesa
—Ah, Máximo, ya se iba —dijo la que decía con aire de reproche y no
c o n d e s a c o n u n d e j e d e r e p r o c h e sin cierto despecho:
mezclado de un poco de despecho.
—Pero cómo, Maxime, ¿se iba usted?
La condesa no se había fijado en
La condesa no se había fijado en
la entrada del tílburi. Rastignac, se la entrada del tílburi. Rastignac se
volvió bruscamente y vio a la con- volvió con rapidez y vio a la cond e s a , c o q u e t a m e n t e v e s t i d a , c o n desa coquetamente cubierta por un
salto de cama de cachemira blanca, peinador de cachemira blanco con lacon lazos rosas, peinada negligente- zos rosa, y peinada descuidadamente,
mente, como todas las parisinas por como están por la mañana las mujeres
la mañana; olía a gloria, sin duda aca- X de París. Su llegada perfumó la sala;
baba de tomar un baño, y su belleza, había, sin duda, tomado un baño, y
suavizada, por decirlo así, parecía su belleza parecía más ligera y vomás voluptuosa. Tenía los ojos húme- luptuosa. Sus ojos estaban húmedos.
dos . L a m i r a d a d e l o s j ó v e n e s l o La mirada de los jóvenes se aperciaprecia todo, su espíritu, se une a las be de todo. Su espíritu recoge los
emanaciones de la mujer, como una efluvios de una mujer como una
planta aspira en el aire las sustancias planta aspira en el aire las sustanque le son propias. Eugenio sintió la cias que le son propias. Eugéne sinfrescura emanada de las manos de tió la frescura agradable de las maaquella mujer sin necesidad de to- nos de aquella mujer sin necesidad de
carlas. Veía, a través de la cachemi- tocarlas. Veía, a través del peinador
ra abierta, los tonos rosados del pe- de cachemira, [367] los tintes rosados
cho, que la bata, ligeramente entre- del busto, que a veces quedaba desabierta, dejaba a veces desnudo, y nudo al entreabrirse el peinador, s u sobre el que se extendía su mirada. j e t á n d o l e l a m i r a d a . S i n n e c e 49
Just at that moment Father Goriot appeared close to the gate; he had emerged
from a door at the foot of the back staircase.
The worthy soul was preparing to open
his umbrella regardless of the fact that
the great gate had opened to admit a
tilbury, in which a young man with a ribbon at his button-hole was seated. Father Goriot had scarcely time to start back
and save himself. The horse took fright
at the umbrella, swerved, and dashed forward towards the flight of steps. The
young man looked round in annoyance,
saw Father Goriot, and greeted him as he
went out with constrained courtesy, such
as people usually show to a money-lender
so long as they require his services, or
the sort of respect they feel it necessary
to show for some one whose reputation
has been blown upon, so t h a t t h e y
blush to acknowledge his acquaintance. Father Goriot gave him a little
friendly nod and a good-natured
smile. All this happened with lightning speed. Eugene was so deeply
interested that he forgot that he was
not alone till he suddenly heard the
Countess’ voice.
“Oh! Maxime, were you going
away?” she said reproachfully, with
a shade of pique in her manner.
The Countess had not seen the incident nor
the entrance of the tilbury. Rastignac turned
abruptly and saw her standing before him, coquettishly dressed in a loose white cashmere
gown with knots of rose-colored ribbon here and
there; her hair was carelessly coiled about her
head, as is the wont of Parisian women in the
morning; there was a soft fragrance about her—
doubtless she was fresh from a bath;—
her graceful form seemed more
flexible, her beauty more luxuriant. Her eyes glistened. A young
man can see everything at a glance;
he feels the radiant influence of
woman as a plant discerns and absorbs its nutriment from the air; he
did not need to touch her hands to
feel their cool freshness. He saw
faint rose tints through the cashmere of the dressing gown; it had
fallen slightly open, giving
glimpses of a bare throat, on which
t h e s t u d e n t ’s e y e s r e s t e d . The
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
ressources du busc étaient inutiles à la comtesse, la ceinture marquait seule sa taille flexible, son
cou invitait à l’amour, ses pieds
étaient jolis dans les pantoufles.
Quand Maxime prit cette main pour la
baiser, Eugène aperçut alors Maxime, et
la comtesse aperçut Eugène.
No necesitaba la condesa acudir al
recurso del corsé. El cinturón marcaba, por sí solo, su talle flexible, su
cuello invitaba al amor, sus pies eran
pequeños, bonitos en zapatillas.
Cuando Máximo tomó esa mano para
besarla, Eugenio vio a Máximo y la
condesa vio a Eugenio.
s idad de corsé se delineaba
espléndidamente su talle flexib l e . S u c u e l l o i n v i t a b a a l a m o r.
Sus pies breves estaban calzados con coquetonas pantuflas.
Cuando Maxime le tomó la mano
para besarla, Eugéne vio a Maxime
y la condesa vio a Eugéne.
Countess had no need of the adventitious aid of corsets; her girdle defined
the outlines of her slender waist; her
throat was a challenge to love; her feet,
thrust into slippers, were daintily small.
As Maxime took her hand and kissed it,
Eugene became aware of Maxime’s existence, and the Countess saw Eugene.
— Ah! c’est vous, monsieur de
Rastignac, je suis bien aise de vous
voir, dit-elle d’un air auquel savent
obéir les gens d’esprit.
—;Ah! ¡Es usted señor Rastignac!
Me alegro mucho de verle— [121]
dijo con expresión que saben captar
las personas de ingenio.
—¡Ah, es usted, señor Rastignac!
¡Cuánto me alegra verle! —dijo con
un aire que saben comprender las gentes duchas en estas cosas.
“Oh! is that you M. de Rastignac? I
am very glad to see you,” she said, but there
was something in her manner that a shrewd observer would have taken as a hint to depart.
Maxime regardait alternativement
Eugène et la comtesse d’une manière
assez significative pour faire décamper l’intrus.
«Ah çà, ma chère, j’espère que tu vas
me mettre ce petit drôle à la porte!»
Cette phrase était une traduction
claire et intelligible des regards du
jeune homme impertinemment fier
que la comtesse Anastasie avait
nommé Maxime, et dont elle consultait le visage de cette intention soumise qui dit tous les secrets d’une
femme sans qu’elle s’en doute.
Rastignac se sentit une haine violente
pour ce jeune homme. D’abord les
beaux cheveux blonds et bien frisés
de Maxime lui apprirent combien les
siens étaient horribles. Puis Maxime
avait des bottes fines et propres, tandis que les siennes, malgré le soin
qu’il avait pris en marchant, s’étaient
empreintes d’une légère teinte de
boue. Enfin Maxime portait une redingote qui lui serait élégamment la
taille et le faisait ressembler à une
jolie femme, tandis qu’Eugène avait
à deux heures et demie un habit noir.
Le spirituel enfant de la Charente sentit la supériorité que la mise donnait à
ce dandy, mince et grand, à l’oeil clair,
au teint pâle, un de ces hommes capables de ruiner des orphelins. Sans attendre la réponse d’Eugène, madame
de Restaud se sauva comme à tired’aile dans l’autre salon, en laissant
flotter les pans de son peignoir qui se
roulaient et se déroulaient de manière
à lui donner l’apparence d’un papillon;
et Maxime la suivit. Eugène furieux
suivit Maxime et la comtesse. Ces trois
personnages se trouvèrent donc en
présence, à la hauteur de la cheminée, au milieu du grand salon. L’étudiant savait bien qu’il allait gêner
cet odieux Maxime; mais, au risque
de déplaire à madame de Restaud, il
voulut gêner le dandy. Tout à coup,
en se souvenant d’avoir vu ce jeune
homme au bal de madame de
Beauséant, il devina ce qu’était
Maxime pour madame de Restaud, et
avec cette audace juvénile qui fait
commettre de grandes sottises ou obtenir de grand succès, il se dit:
Máximo, miraba alternativamente a Eugenio y a la condesa, de modo
bastante significativo, para expulsar
al intruso.
«¡Ah querida, espero que echarás a
la calle a ese mequetrefe!»
Esta frase, era una traducción clara
e inteligible de la mirada del joven
impertinentemente soberbio a quien
la condesa Anastasia había llamado
Máximo, y cuyo rostro consultaba
con la intención sumisa, que dice todos los secretos de una mujer, sin
que ella se dé cuenta. Rastignac, experimentó un odio violento hacia
aquel joven. Primero, los bellos cabellos rubios, bien rizados de Máximo, le hicieron ver, qué horribles
eran los suyos. Después, Máximo
tenía botas finas y limpias, mientras
que las suyas, a pesar del cuidado
que había tenido al andar, habían
cogido un ligero color de barro.
Para terminar, Máximo llevaba una
levita, que le ceñía el talle con elegancia y le hacía parecer una bella
mujer, mientras que Eugenio, a las
dos y media de la tarde llevaba un
frac negro. El inteligente hijo de la
Charente (30) sintió la superioridad
que el atuendo otorgaba a ese dandy, delgado y alto, de ojos claros, y
tez pálida, uno de esos hombres capaces de arruinar huérfanas. Sin esperar la respuesta de Eugenio la señora de Restaud, escapó como en
volandas, al otro salón, dejando flotar los faldones de su peinador, que
se enroscaban y se extendían de forma que parecía una mariposa y Máximo la siguió. Eugenio, furioso, siguió
a Máximo y a la condesa. Los tres personajes, se encontraron pues, frente a
frente, a la altura de la chimenea, en
medio del gran salón. El estudiante,
sabía bien que iba a fastidiar a aquel
odioso Máximo; pero aun a riesgo de
disgustar a la condesa, quiso fastidiar
al dandy. De repente, recordando haber visto a aquel hombre, en el baile
de la señora de Beauseant, adivinó lo
que había entre él y la señora Restaud;
y con esa audacia juvenil, que hace cometer las mayores tontadas, u obtener
los mayores éxitos, se dijo:
Maxime miraba alternativamente a
Eugéne y a la condesa, de manera suficientemente significativa como para
que el intruso tuviera que largarse.
—Me figuro, querida, que vas a poner
de patitas en la calle a este tío ridículo.
Esta frase era una traducción clara
e inteligible de las miradas de aquel joven impertinentemente orgulloso a
quien la condesa había llamado
Maxime y a quien miraba a la cara
como interrogándole con esa atención
sumisa que delata todos los secretos de
una mujer sin que ella se dé cuenta.
Rastignac sintió un odio violento por
aquel hombre. Primero los hermosos
cabellos rubios y rizados de Maxime
le hicieron comprender lo horribles que
eran los suyos; después observó que
Maxime calzaba unas botas finas y limpias, en tanto que las suyas, a pesar del
cuidado que había tenido, estaban cubiertas de una ligera capa de barro; y,
por último, vestía una casaca que le ceñía elegantemente la cintura y le daba
una cierta semejanza con una mujer,
mientras que Eugéne vestía, a las dos
y media de la tarde, un traje negro.
El despejado hijo de la Charente sintió la superioridad que la indumentaria concedía a este dandy, delgado y alto, de ojos claros y color pálido; era uno de esos hombres capaces de enloquecer a las mujeres.
Sin esperar la respuesta de
Eugéne, la [368] señora de
Restaud se escabulló al otro salón,
dejando flotar los vuelos de su
peinador como las alas de una mariposa. Maxime la siguió. Eugéne,
furioso, siguió a Maxime y a la condesa. Los tres se encontraron, por
tanto, en medio del gran salón frente a la chimenea. El estudiante sabía que iba a molestar a este odioso Maxime, y aun a riesgo de molestar también a la señora de
Restaud, quería hacerlo. De pronto
se acordó de haber visto al joven
aquel en el baile de la señora de
Beauséant y se figuró lo que pasaba entre Maxime y la señora de
Restaud, y con esa audacia juvenil
que hace cometer grandes tonterías
u obtener grandes, éxitos, se dijo:
Maxime, as the Countess Anastasie had
called the young man with the haughty insolence of bearing, looked from Eugene
to the lady, and from the lady to Eugene;
it was sufficiently evident that he wished
to be rid of the latter. An exact and faithful rendering of the glance might be given
in the words: “Look here, my dear; I hope
you intend to send this little whipper-snapper about his business.”
The Countess consulted the young
man’s face with an intent submissiveness that betrays all the secrets of a
woman’s heart, and Rastignac all at
once began to hate him violently. To
begin with, the sight of the fair
carefully arranged curls on the
other ’s comely head had convinced
him that his own crop was hideous;
M a x i m e ’s b o o t s , m o r e o v e r, w e r e
elegant and spotless, while his
own, in spite of all his care, bore
some traces of his recent walk;
a n d , f i n a l l y, M a x i m e ’s o v e r c o a t
fitted the outline of his figure
gracefully, he looked like a pretty
woman, while Eugene was wearing
a black coat at half-past two. The
quick-witte d child of the Charente
felt the disadvantage at which he was
placed beside this tall, slender dandy,
with the clear gaze and the pale
f a c e , o ne of those men who would
ruin orphan children without scruple. Mme.
de Restaud fled into the next room
without waiting for Eugene to speak;
shaking out the skirts of her dressinggown in her flight, so that she looked
like a white butterfly, and Maxime hurried after her. Eugene, in a fury, followed Maxime and the Countess, and
the three stood once more face to face
by the hearth in the large drawingroom. The law student felt quite sure
that the odious Maxime found him in
the way, and even at the risk of displeasing Mme. de Restaud, he meant
to annoy the dandy. It had struck him
all at once that he had seen the young
man before at Mme. de Beauseant’s
ball; he guessed the relation between
Maxime and Mme. de Restaud; and with
the youthful audacity that commits
prodigious blunders or achieves signal success, he said to himself,
50
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
«Voilà mon rival, je veux triompher
de lui.» L’imprudent! il ignorait que
le comte Maxime de Trailles se laissait insulter, tirait le premier et tuait
son homme. Eugène était un adroit
chasseur, mais il n’avait pas encore
abattu vingt poupées sur vingt-deux
dans un tir. Le jeune comte se jeta dans
une bergère au coin du feu, prit les
pincettes et fouilla le foyer par un
mouvement si violent, si grimaud, que
le beau visage d’Anastasie se chagrina
soudain. La jeune femme se tourna
vers Eugène, et lui lança un de ces
regards froidement interrogatifs qui
disent si bien: Pourquoi ne vous en
allez-vous pas? que les gens bien élevés savent aussitôt faire de ces phrases qu’il faudrait appeler des phrases
de sortie.
«Este es mi rival. Quiero triunfar sobre
él.» ¡Qué imprudente! No sabía que
el conde Máximo de Trailles se dejaba insultar, tiraba primero y mataba a su hombre. Eugenio era un
hábil cazador pero todavía no había
tirado veinte muñecos sobre veintidós en el tiro al blanco. El joven
conde se tumbó en una poltrona al
lado del fuego, cogió las tenazas y
atizó el fuego, con un movimiento tan
violento y tan ceñudo, que el bello
rostro de Anastasia, se entristeció de
repente. La joven se volvió hacia
Eugenio y le lanzó una [122] de esas
miradas fríamente interrogantes que
quieren decir bien claro: «¿Por qué no
se larga usted?», que la gente bien
educada sabe convertir enseguida en
una de esas frases de despedida.
—He ahí mi rival; tengo que vencerle.
¡Imprudente! No sabía que el conde Maxime de Trailles tenía la costumbre de dejarse insultar para tirar
así el primero y matar a su rival.
Eugéne, aunque era buen cazador, no
había hecho aún veinte blancos de
veintidós tiros. El conde se echó en
una mecedora al lado del fuego, cogió las tenazas y lo atizó con un movimiento tan brusco y malhumorado,
que el hermoso rostro de Anastasie se
entristeció de pronto, y volviéndose
hacia Eugéne le lanzó una de esas
miradas fríamente interrogadoras que
dicen a las claras: «¿Se puede saber
por qué no se va usted?», y que las
gentes bien educadas saben recoger en
esas frases que se pueden llamar de
marcha.
“This is my rival; I mean to cut him out.”
Rash resolve! He did not know
that M. le Comte Maxime de Trailles
would wait till he was insulted, so as
to fire first and kill his man. Eugene
was a sportsman and a good shot, but
he had not yet hit the bulls’s eye
twenty times out of twenty-two. The
young Count dropped into a low
chair by the hearth, took up the
tongs, and made up the fire so
v i o l e n t l y a n d s o s u l k i l y, t h a t
A n a s t a s i e ’s f a i r f a c e s u d d e n l y
clouded over. She turned to Eugene, with a cool, questioning
glance that asked plainly, “Why
do you not go?” a glance
which well-bred people regard as a cue to make their
exit.
Eugène prit un air agréable et dit
Madame, j’avais hâte de vous voir
pour...
Eugenio adoptó una expresión
amable y dijo:
—Señora, tenía prisa por verla a usted por...
Eugéne, en cambio, dijo con un aire amable:
—Señora, tenía verdadero deseo de
verla para...
Eugene assumed an amiable expression.
“Madame,” he began, “I hastened to call
upon you—”
Il s’arrêta tout court. Une porte
s’ouvrit. Le monsieur qui conduisait le
tilbury se montra soudain, sans chapeau, ne salua pas la comtesse, regarda
soucieusement Eugène, et tendit la
main à Maxime, en lui disant: « Bonjour « avec une expression fraternelle
qui surprit singulièrement Eugène. Les
jeunes gens de province ignorent combien est douce la vie à trois.
Se paró en seco. El señor que conducía el tílburi, apareció de repente,
sin sombrero, no saludó a la condesa,
miró con desconfianza a Eugenio y le
tendió la mano a Máximo, diciéndole:
«¡Buenos días!», con una expresión
fraternal, que sorprendió singularmente a Eugenio. Los jóvenes provincianos no saben cuán dulce resulta la vida
de triángulo amoroso.
He stopped short. The door opened,
and the owner of the tilbury suddenly
appeared. He had left his hat outside,
and did not greet the Countess; he
looked meditatively at Rastignac, and
held out his hand to Maxime with a cordial “Good morning,” that astonished
Eugene not a little. The young provincial did not understand the amenities of
a triple alliance.
— Monsieur de Restaud, dit la
comtesse à l’étudiant en lui montrant
son mari.
—El señor de Restaud —dijo la
condesa al estudiante mostrándole a
su marido.
Se abrió una puerta y paró en seco.
El señor que conducía el tílburi apareció de pronto sin sombrero, y sin saludar a la condesa, miró
recelosamente a Eugéne y tendió la
mano a Maxime diciéndole: «Buenos
días» , con una expresión paternal que
sorprendió a Eugéne. Los jóvenes de
provincia ignoran lo dulce que es un
matrimonio de tres.
[369]
—El señor de Restaud —dijo la
condesa al estudiante mostrándole a
su marido.
Eugène s’inclina profondément.
Eugenio se inclinó profundamente. X
Eugéne se inclinó reverentemente.
“M. de Restaud,” said the Countess, introducing her husband to the
law student.
Eugene bowed profoundly.
— Monsieur, dit-elle en continuant et
en présentant Eugène au comte de Restaud,
est monsieur de Rastignac, parent de madame la vicomtesse de Beauséant par les
Marcillac, et que j’ai eu le plaisir de rencontrer à son dernier bal.
—El señor —dijo ella continuando y presentado a Eugenio al conde de Restaud—,
es el señor de Rastignac, pariente de la señora vizcondesa de Beauseant, por los de
Marillac y al que tuve el placer de conocer
en su último baile.
—El caballero —dijo ella, continuando la presentación— es el señor
de Rastignac, pariente, por los
Marsillac, de la vizcondesa de
Beauséant, y a quien tuve el placer de
conocer en su último baile.
“This gentleman,” she continued, presenting Eugene to her husband, “is M. de
Rastignac; he is related to Mme. la
Vicomtesse de Beauseant through the
Marcillacs; I had the pleasure of meeting him at her last ball.”
Parent de madame la vicomtesse de
Beauséant par les Marcillac! ces
mots, que la comtesse prononça presque emphatiquement, par suite de l’espace d’orgueil qu’éprouve une maîtresse de maison à prouver qu’elle n’a
chez elle que des gens de distinction,
furent d’un effet magique, le comte
quitta son air froidement cérémonieux
et salua l’étudiant.
¡Pariente de la señora vizcondesa de
Beauseant por los MariIlac!; esas palabras, pronunciadas casi enfáticamente
por la condesa, por una especie de orgullo que experimenta una ama de casa
demostrando que no recibe en su casa
más que personas de categoría, fueron
de un efecto magnífico, el conde abandonó su aire fríamente ceremonioso y
saludó al estudiante.
¡Pariente, por los Marsillac, de la
vizcondesa de Beauséant!
Estas palabras que la condesa pronunció casi enfáticamente, con esa especie de orgullo que sienten las damas al demostrar que en sus casas no
entran sino gentes distinguidas, hicieron un efecto mágico; el conde abandonó su aire fríamente ceremonioso y
saludó al estudiante:
Related to Mme. la Vicomtesse de
Beauseant through the Marcillacs!
These words, on which the countess threw
ever so slight an emphasis, by reason of
the pride that the mistress of a house takes
in showing that she only receives people
of distinction as visitors in her house, produced a magical effect. The Count’s stiff
manner relaxed at once as he returned the
student’s bow.
— Enchanté, dit-il, monsieur, de
pouvoir faire votre connaissance.
—Encantado de conocerle
señor —dijo.
—Me alegro mucho de
conocerle.
“Delighted to have an opportunity of
making your acquaintance,” he said.
Le comte Maxime de Trailles luimême jeta sur Eugène un regard inquiet et quitta tout à coup son air impertinent. Ce coup de baguette, dû à
la puissante intervention d’un nom,
ouvrit trente cases dans le cerveau du
El propio conde Máximo de
Trailles, lanzó sobre Eugenio una mirada inquieta y dejó, de repente, su aire
impertinente. Aquel coque de varita
mágica, debido al poder de un nombre,
abrió treinta casilleros en el cerebro del
Hasta el conde Maxime de Trailles
lanzó a Eugéne una mirada inquieta
y depuso de pronto su actitud impertinente. Aquel golpe de varita mágica, debido a la intervención poderosa de su nombre, devolvió al meri-
Maxime de Trailles himself gave Eugene an uneasy glance, and suddenly
dropped his insolent manner. The mighty
name had all the power of a fairy’s wand;
those closed compartments in the southern brain flew open again; Rastignac’s
51
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Méridional, et lui rendit l’esprit qu’il
avait préparé. Une soudaine lumière
lui fit voir clair dans l’atmosphère de
la haute société parisienne, encore ténébreuse pour lui. La Maison Vauquer,
le père Goriot étaient alors bien loin
de sa pensée.
meridional y le devolvió el ingenio que dional el ingenio que traía almacehabía preparado. Una repentina luz, X nado. Una luz inesperada le hizo ver
le hizo ver claro en la alta socie- claro en la atmósfera de la alta sodad parisina, aún tenebrosa para él. ciedad parisiense, oscura todavía
La casa Vauquer, el tío Goriot es- para él. La casa Vauquer y papá
t a b a n e n t o n c e s b i e n l e j o s d e s u Goriot estaban entonces muy lejos de
pensamiento.
sus pensamientos.
carefully drilled faculties returned. It was
as if a sudden light had pierced the obscurity of this upper world of Paris, and
he began to see, though everything was
indistinct as yet. Mme. Vauquer’s lodging-house and Father Goriot were very far
remote from his thoughts.
— Je croyais les Marcillac
éteints? dit le comte de
Restaud à Eugène.
—Creía que los Marillac se habían
extinguido —dijo el conde de
Restaud a Eugenio.
—Yo creía que la rama de los
Marsillac se había extinguido —dijo
el conde de Restaud a Eugéne.
“I thought that the Marcillacs were
extinct,” the Comte de Restaud said,
addressing Eugene.
— Oui, monsieur, répondit-il. Mon
grand-oncle, le chevalier de
Rastignac, a épousé l’héritière de la
famille de Marcillac. Il n’a eu qu’une
fille, qui a épousé le maréchal de
Clarimbault, aïeul maternel de madame de Beauséant. Nous sommes la
branche cadette, branche d’autant
plus pauvre que mon grand-oncle,
vice-amiral, a tout perdu au service du
Roi. Le gouvernement révolutionnaire
n’a pas voulu admettre nos créances
dans la liquidation qu’il a faite de la
Compagnie des Indes.
—Sí, señor —respondió—. Mi tío
abuelo, el Caballero de Rastignac,
desposó con la heredera de la familia de Marillac. No tuvo más que una
hija que se casó con el mariscal de
Clarimbault, abuelo materno de la
señora de Beauseant. Nosotros somos
la rama segunda, rama mucho más
pobre por cuanto mi tío abuelo,
vicealmirante, lo perdió todo al servicio del rey. El gobierno revolucionario no quiso admitir nuestros créditos en la liquidación de la Compañía de Indias. [123]
“Yes, they are extinct,” answered the
law student. “My great-uncle, the Chevalier de Rastignac, married the heiress of the
Marcillac family. They had only one daughter, who married the Marechal de
Clarimbault, Mme. de Beauseant’s grandfather on the mother’s side. We are the
younger branch of the family, and the
younger branch is all the poorer because
my great-uncle, the Vice-Admiral, lost all
that he had in the King’s service. The Government during the Revolution refused to
admit our claims when the Compagnie des
Indes was liquidated.”
— Monsieur votre grand-oncle ne
commandait-il pas le Vengeur avant 1789?
—Señor, ¿su tío abuelo no capitaneaba el Vengeur (31) antes de 1789?
—Así es —respondió éste—. Mi
tío abuelo, el caballero Rastignac,
casó con la heredera de la familia de
los Marsillac. No tuvo más que una
hija, que casó con el mariscal
Clarimbault, abuelo materno de la señora de Beauséant. Nosotros somos
los segundones, rama tanto más pobre puesto que mi tío abuelo,
vicealmirante, perdió todo por servir
al rey. El Gobierno revolucionario no
quiso admitir nuestros créditos en la
liquidación que hizo de la Compañía
de las Indias.
[370]
—¿Su señor tío abuelo no mandaba El Vengador antes de 1789?
—Precisamente.
— Précisément.
—Precisamente.
“Was not your great-uncle in command
of the Vengeur before 1789?”
“Yes.”
— Alors, il a connu mon grandpère, qui commandait le Warwick.
—Entonces, él conoció a mi abuelo que capitaneaba el Warwick.
—Entonces conoció a mi abuelo,
que mandaba El Warwick.
“Then he would be acquainted with my
grandfather, who commanded the Warwick.”
Maxime haussa légèrement les
épaules en regardant madame de
Restaud, et eut l’air de lui dire: « S’il
se met à causer marine avec celui-là
nous sommes perdus. « Anastasie
comprit le regard de monsieur de
Trailles. Avec cette admirable puissance que possèdent les femmes, elle
se mit à sourire en disant:
«Venez, Maxime; j’ai quelque chose
à vous demander. Messieurs, nous
vous laisserons naviguer de conserve
sur le Warwick et sur le Vengeur.»
El l e s e l e v a e t f i t u n s i g n e
plein de traîtrise railleuse à
Maxime, qui prit avec elle la
r o ute du boudoir. A peine ce coup l e
m organatique*, jolie expression
allemande qui n’a pas son équivalent en français, avait-il atteint la
porte que le comte interrompit sa
conversation avec Eugène.
Máximo levantó suavemente los
hombros mirando a la señora de
Restaud y pareció decirle: «Como se
ponga a hablar de marina con éste,
estamos perdidos.» Anastasia comprendió la mirada del señor de
Trailles, y con esa admirable facultad que tienen las mujeres se puso a
sonreír diciendo:
—Venga conmigo Máximo, tengo
algo que preguntarle. Señores, les
dejamos navegar en el recuerdo del
Warwick y del Vengeur.
Se levantó, e hizo un gesto lleno
de burlona complicidad a Máximo,
que tomó con ella la dirección del
vestidor. Apenas, este matrimonio
morganático, preciosa expresión
alemana que no tiene equivalente en
francés, hubo alcanzado la puerta,
cuando el conde interrumpió su conversación con Eugenio.
Maxime levantó levemente los
hombros y miró a la señora de
Restaud como diciéndole: «Si se
pone ahora a charlar de marina con
ése, estamos perdidos.» Anastasie
comprendió la mirada del señor de
Trailles. Con esa admirable entereza que tienen las mujeres, dijo
sonriendo:
—Venga usted, Maxime; tengo
que preguntarle una cosa. A ustedes,
señores, les dejaremos navegar juntos en El Warwick y El Vengador.
Diciendo esto se levantó e
hizo a Maxime, que se fue con
ella hacia el tocador, un gesto de burlona malicia. Apenas
esta pa r e j a m o r g a n á t i c a h a bía traspasado la puerta,
cuando el conde interrumpió su conversación con
Eugén e y gritó:
Maxime looked at Mme. de
Restaud and shrugged his shoulders, as who should say, “If he is
going to discuss nautical matters
with that fellow, it is all over with
us.” Anastasie understood the
glance that M. de Trailles gave her.
With a woman’s admirable tact, she
began to smile and said:
“Come with me, Maxime; I have
something to say to you. We will leave
you two gentlemen to sail in company on
board the Warwick and the Vengeur.”
She rose to her feet and signed to
Maxime to follow her, mirth and mischief in her whole attitude, and the two
went in the direction of the boudoir.
The morganatic couple (to use a convenient German expression which has
no exact equivalent) had reached the
door, when the Count interrupted himself in his talk with Eugene.
* Se dit de l'union contractée par un prince et une femme de condition inférieure, et de la
femme ainsi épousée, qui ne bénéficie pas de tous les droits accordés à l'épouse.“
morganático o de la mano izquierda. 1. El contraído entre un príncipe y una mujer de linaje inferior, o viceversa, en el cual cada cónyuge
conservaba su condición anterior. Llámase así porque en la ceremonia nupcial el esposo daba a la esposa la mano izquierda.
morganatic adj.(of a marriage) between a person of high rank and another of lower rank, the
spouse and children having no claim to the possessions or title of the person of higher rank.
— Anastasie! restez donc, ma chère, s’écriat-il avec humeur, vous savez bien que...
—¡Anastasia!, quédate, querida —exclamó de mal humor—, sabes bien que...
—Anastasie, querida mía, quédese, porque ya sabe que...
“Anastasie!” he cried pettishly, “just stay
a moment, dear; you know very well that—”
— Je reviens, je reviens, dit-elle en
l’interrompant, il ne me faut qu’un
moment pour dire à Maxime ce dont
je veux le charger.
—Enseguida vuelvo —dijo ella
interrumpiéndole—, sólo necesito un
minuto, para decirle a Máximo lo que
le quiero encargar.
—Vuelvo, vuelvo —dijo ella interrumpiéndole —. No necesito más que
un momento para dar un encargo a
Maxime.
“I am coming back in a minute,”
she interrupted; “I have a commission
for Maxime to execute, and I want to
tell him about it.”
Elle revint promptement.
Comme toutes les femmes qui, forcées d’observer le caractère de leurs
Vo l v i ó e n s e g u i d a . C o m o t o d a s
las mujeres que, obligadas a estudiar el carácter de sus maridos para
Efectivamente, volvió al poco
rato. Todas las mujeres caprichosas están obligadas, para poder
She came back almost immediately. She had noticed the inflection
in her husband’s voice, and knew
52
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
maris pour pouvoir se conduire à
leur fantaisie, savent reconnaître
jusqu’où elles peuvent aller afin de
ne pas perdre une confiance précieuse, et qui alors ne les choquent
jamais dans les petites choses de la
vie, la comtesse avait vu d’après les
inflexions de la voix du comte qu’il
n’y aurait aucune sécurité à rester
dans le boudoir. Ces contretemps
étaient dus à Eugène. A u s s i l a
comtesse montra-t-elle l’étudiant
d’un air et par un geste pleins de
d é p i t à M a x i m e , q u i d i t fort
épigrammatiquement au comte, à sa
femme et à Eugène:
- Ecoutez, vous êtes en affaires, je ne
veux pas vous gêner; adieu. Il se
sauva.
poder obrar a su capricho, saben
hasta donde pueden llegar para no
perder una confianza preciosa, y
que, por lo tanto, no les llevan la
contraria nunca, en las pequeñas
cosas de la vida. La condesa había
notado, por las inflexiones de voz
del conde, que no habría ninguna
seguridad si se quedaba en el
vestidor. Tales contratiempos eran
debidos a Eugenio, así que la condesa señaló a Máximo el estudiante con un aire y con un gesto lleno
de
despecho,
quien,
muy
epigramáticamente, dijo al conde, a
su mujer y a Eugenio:
—Escuchen, ustedes tienen que
h a b l a r, n o q u i e r o m o l e s t a r l e s ;
adiós,— y se fue.
— Restez donc, Maxime! cria le
comte.
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
that it would not be safe to retire to
the boudoir; like all women who are
compelled to study their husbands’
characters in order to have their
own way, and whose business it is
to know exactly how far they can
go without endangering a good understanding, she was very careful to
avoid petty collisions in domestic
life. It was Eugene who had brought
about this untoward incident; so the
Countess looked at Maxime and indicated the law student with an air
of exasperation. M. de Trailles addressed the Count, the Countess, and
Eugene with the pointed remark,
“Yo u a r e b u s y , I d o n o t w a n t
t o i n t e r r u p t y o u ; g o o d - d a y, ”
and he went.
—¡Quédese, Máximo! —gritó el
conde.
realizar sus antojos, a observar
el carácter de sus maridos, y saben hasta dónde pueden llegar
sin perder su confianza, tan necesaria, y jamás les molestan en
los pequeños actos de la vida.
Por esto la condesa comprendió
en las inflexiones de voz de su
marido que no tenía ninguna seguridad para poder permanecer
en el tocador. La condesa, irritada, señaló el estudiante a
Maxime con un gesto lleno de
enojo. Maxime dijo en tono muy
epigramático al conde, a su mujer y a Eugéne. [371]
—Bueno, señores, ustedes están en
sus negocios; así que no quiero molestarles. Adiós.
Y se fue.
—Quédese usted, Maxime —gritó
el conde.
— Venez dîner, dit la comtesse
qui, laissant encore une fois
Eugène et le comte, suivit Maxime
dans le premier salon où ils restèrent assez de temps ensemble pour
croire que monsieur de Restaud
congédierait Eugène.
—Venga a cenar —dijo la condesa, que dejando otra vez al conde y a
Eugenio, siguió a Máximo al primer
salón, donde permanecieron bastante tiempo juntos, como para creer que
el señor de Restaud despediría a
Eugenio.
—Venga usted a cenar —dijo la
condesa que, dejando una vez más a
Eugéne y al conde, siguió a Maxime
al salón próximo, donde permanecieron juntos el tiempo suficiente para
creer que el señor de Restaud despediría a Eugéne.
“Come and dine with us,” said the
Countess, leaving Eugene and her husband together once more. She followed Maxime into the little drawingroom, where they sat together sufficiently long to feel sure that Rastignac
had taken his leave.
Rastignac les entendait tour à tour
éclatant de rire, causant, se taisant; mais
le malicieux étudiant faisait de l’esprit
avec monsieur de Restaud, le flattait ou
l’embarquait dans des discussions, afin
de revoir la comtesse et de savoir quelles étaient ses relations avec le père
Goriot. Cette femme, évidemment
amoureuse de Maxime; cette femme,
maîtresse de son mari, liée secrètement
au vieux vermicellier, lui semblait
tout un mystère. Il voulait pénétrer
ce mystère, espérant ainsi pouvoir
régner en souverain sur cette femme
si éminemment Parisienne.
Rastignac les oía de tiempo en
Rastignac los oyó, unas veces estallando en risas, otras hablando, otras callán- tiempo reír, hablar, callar. Pero el madose; pero el malicioso estudiante derro- licioso estudiante conversaba agudachaba ingenio con el señor de Restaud, lo mente con el señor de Restaud, le haadulaba o lo embarcaba en discusiones, lagaba o le metía en una discusión,
[124] con el fin de volver a ver a la con- con el fin de volver a ver a la condedesa y de saber, cuáles eran sus relacio- sa, y de saber qué clase de relaciones
nes con el tío Goriot. Aquella mujer, evi- tenía con papá Goriot. Esta mujer, evidentemente enamorada de Máximo; aque- dentemente enamorada de Maxime,
lla mujer dueña de su marido, unida se- X dueña de su marido y liada con el viecretamente al viejo fabricante de fideos, jo fabricante de fideos, le parele parecía todo un misterio. Quería pene- cía un misterio, y quería descitrar aquel misterio, esperando así poder frarlo, esperando así poder domireinar, como único soberano, sobre aque- nar, como un rey, a esta mujer tan
lla mujer, tan eminentemente parisina.
eminentemente parisiense.
The law student heard their laughter,
and their voices, and the pauses in their
talk; he grew malicious, exerted his conversational powers for M. de Restaud, flattered him, and drew him into discussions,
to the end that he might see the Countess
again and discover the nature of her relations with Father Goriot. This Countess
with a husband and a lover, for Maxime
clearly was her lover, was a mystery.
What was the secret tie that bound her
to the old tradesman? This mystery he
meant to penetrate, hoping by its means
to gain a sovereign ascendency over
this fair typical Parisian.
— Anastasie, dit le comte appelant
de nouveau sa femme.
—Anastasia —dijo el conde—,llamando de nuevo a su mujer.
—¡Anastasie! —volvió a llamar
nuevamente el conde.
“Anastasie!” the Count called again
to his wife.
— Allons, mon pauvre Maxime,
dit-elle au jeune homme, il faut se résigner. A ce soir...
—Va m o s , m i p o b r e M á x i m o —
díjole al joven—, hay que resignarse. Hasta la noche...
—No hay más remedio que resignarse, querido Maxime —dijo entonces ella al joven—. Hasta la noche...
“Poor Maxime!” she said, addressing the
young man. “Come, we must resign ourselves. This evening—”
— J’espère, Nasie, lui dit-il à
l’oreille, que vous consignerez ce petit homme dont les yeux s’allumaient
comme des charbons quand votre peignoir s’entrouvrait. Il vous ferait des
déclarations, vous compromettrait, et
vous me forceriez à le tuer.
— E s p e r o , N a s i a — l e d i j o é l a l X —Espero, Tasi —le respondió él al
o í d o — q u e m a n d a r á s a p a s e o a oído—, que mandará usted a paseo a ese
e s e j o v e n z u e l o , c u y o s o j o s s e e n - jovenzuelo, que se le encendían los ojos
c e n d í a n c o m o b r a s a s , c u a n d o s e como carbones cuando se le entreabría
t e a b r í a l a b a t a . Te h a r í a p r o p o - a usted el peinador. Si no seguramente
s i c i o n e s , t e c o m p r o m e t e r í a y m e se le declararía, la comprometería a usobligarías a matarlo.
ted y me obligaría a matarlo.
“I hope, Nasie,” he said in her ear,
“that you will give orders not to admit that youngster, whose eyes light
up like live coals when he looks at
you. He will make you a declaration,
and compromise you, and then you
will compel me to kill him.”
— Etes-vous fou, Maxime? ditelle. Ces petits étudiants ne sont-ils
pas, au contraire, d’excellents paratonnerres? je le ferai, certes, prendre
en grippe à Restaud.
—Estás loco Máximo —dijo
ella—. Esos estudiantinos son,
por el contrario, excelentes parar r a y o s . Yo c o n s e g u i r é q u e R e s t a u d
le coja antipatía.
—¿Está usted loco, Maxime? ¿Estos estudiantinos no sirven, al contrario, de excelentes pararrayos? Ya verá
usted qué pronto hago que Restaud le
coja tirria.
“Are you mad, Maxime?” she said. “A
young lad of a student is, on the contrary, a
capital lightning-conductor; is not that so?
Of course, I mean to make Restaud furiously
jealous of him.”
Maxime éclata de rire et sortit suivi
Máximo se echó a reír y salió segui-
Maxime se echó a reír y salió se-
Maxime burst out laughing, and went out,
53
“Just wait a moment, Maxime!” the
Count called after him.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
de la comtesse, qui se mit à la fenêtre
pour le voir montant en voiture, faire
piaffer son cheval, et agitant son fouet.
Elle ne revint que quand la grande
porte fut fermée.
do por la condesa, que se asomó a la
ventana para verle subir al coche, haciendo piafar a su caballo y agitando el
látigo. No volvió hasta que la puerta de
carruajes estuvo cerrada.
— Dites donc, lui cria le comte
quand elle rentra, ma chère, la terre
où demeure la famille de monsieur
n’est pas loin de Verteuil, sur la Charente. Le grand-oncle de monsieur et
mon grand-père se connaissaient.
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
followed by the Countess, who stood at the
window to watch him into his carriage; he
shook his whip, and made his horse prance.
She only returned when the great gate had
been closed after him.
—Pero, fíjate, querida —le dijo
el conde cuando volvió—. La tierra donde vive la familia del señ o r, n o e s t á l e j o s d e Ve r t e u i l , e n
la Charente. El tío abuelo del señor y mi abuelo se conocían.
guido de la condesa, que se asomó a
la ventana para verle montar al coche,
hacer piafar al caballo y agitar su fusta. No volvió hasta que desapareció y
cerraron la puerta.
[372]
—Sabe usted, querida mía, que
la tierra en que vive la familia
de este señor no está lejos de
Ve r t e u i l , e n l a C h a r e n t e . E l t í o
abuelo de este señor y mi abuelo se conocieron.
— Enchantée d’être en
pays de connaissance, dit la
comtesse distraite.
—Encantada de estar en tierra conocida —dijo la condesa distraída.
—Encantada de estar entre
gente conocida —dijo distraída
la condesa.
“Delighted to find that we have acquaintances in common,” said the Countess, with
a preoccupied manner.
— Plus que vous ne le croyez, dit à
voix basse Eugène.
—Y más de lo que usted cree —
dijo Eugenio en voz baja.
—Más de lo que usted se figura —
dijo Eugéne en voz baja.
“More than you think,” said Eugene, in a
low voice.
— Comment? dit-elle vivement.
—¿Cómo? —dijo ella vivamente.
—¿Cómo? —repuso ella con viveza.
“What do you think, dear?”
cried the Count, her husband,
“ t h i s g e n t l e m a n ’s f a m i l y e s t a t e i s
n o t f a r f r o m Ve r t e u i l , o n t h e
Charente; his great-uncle and my
grandfather were acquainted.”
“What do you mean?” she asked quickly.
— Mais, reprit l’étudiant, je viens de
voir sortir de chez vous un monsieur avec
lequel je suis porte à porte dans la même
pension, le père Goriot.
—Pues porque, acabo de ver salir de su casa un señor, con el cual
estoy puerta con puerta en la misma pensión, el tío Goriot.
—Acabo de ver salir a un señor —
dijo el estudiante— que vive en mi
misma posada, en el cuarto de enfrente
al mío. Papá Goriot.
“Why, only just now,” said the student,
“I saw a gentleman go out at the gate, Father Goriot, my next door neighbor in the
house where I am lodging.”
A ce nom enjolivé du mot père, le
comte, qui tisonnait, jeta les pincettes dans le feu, comme si elles lui eussent brûlé les mains, et se leva.
Al oír aquel nombre adornado con la
palabra «tío», el conde, que estaba atizando
el fuego, soltó las tenazas como si le hubieran quemado la mano, y se levantó.
Al oír este nombre con el aditamento
de la palabra papá, el conde, que atizaba el
fuego, tiró las tenazas, como si le hubieran
quemado las manos, y se levantó.
At the sound of this name, and the prefix
that embellished it, the Count, who was stirring the fire, let the tongs fall as though they
had burned his fingers, and rose to his feet.
— Monsieur, vous auriez pu dire
monsieur Goriot! s’écria-t-il.
—Señor, por lo menos podría usted
haber dicho, señor Goriot —gritó.
—Caballero, podía usted haber dicho el señor Goriot —exclamó.
“Sir,” he cried, “you might have called
him ‘Monsieur Goriot’!”
La comtesse pâlit d’abord en
voyant l’impatience de son mari, puis
elle rougit, et fut évidemment embarrassée; elle répondit d’une voix
qu’elle voulut rendre naturelle, et d’un
air faussement dégagé:
«Il est impossible de connaître quelqu’un que
nous aimions mieux... « Elle s’interrompit, regarda son piano, comme s’il se réveillait en elle
quelque fantaisie, et dit Aimez-vous la musique, monsieur.
La condesa palideció primero, observando la impaciencia de su marido, después enrojeció y pareció visiblemente incómoda. Respondió, con una voz a la que
pretendió dar un tono natural, y en un tono
artificialmente despreocupado.
—Es imposible conocer a nadie, a
quien queramos más —se interrumpió,
miró su piano, como si de repente se le
ocurriera alguna fantástica idea y dijo.
—¿Le gusta la música, señor? [125]
La condesa palideció primero al ver
que su marido se había impacientado;
después se puso colorada. Verdaderamente azorada, respondió con una voz
que quería ser natural, y con un aire
falsamente desembarazado:
—No podía usted conocer a nadie
a quien tengamos un afecto mayor...
Calló, miró al piano, y como si de
pronto hubiera tenido un capricho, dijo:
—¿Le gusta a usted la música?
The Countess turned pale at first at the
sight of her husband’s vexation, then she
reddened; clearly she was embarrassed, her
answer was made in a tone that she tried to
make natural, and with an air of assumed
carelessness:
“You could not know any one who is
dearer to us both . . .”
She broke off, glanced at the piano as if
some fancy had crossed her mind, and asked,
“Are you fond of music, M. de Rastignac?”
— Beaucoup, répondit Eugène devenu rouge et bêtifié par l’idée confuse qu’il eut d’avoir commis quelque
lourde sottise.
—Mucho —respondió Eugenio
rojo como un tomate y alelado por la
idea confusa de haber cometido alguna grave torpeza.
—Mucho —respondió Eugéne,
todo encarnado y entontecido por la
vaga idea de que se había tirado una
buena plancha.
“Exceedingly,” answered Eugene, flushing, and disconcerted by a dim suspicion that
he had somehow been guilty of a clumsy
piece of folly.
— Chantez-vous? s’écria-t-elle en s’en allant à son piano dont elle attaqua vivement toutes les touches en les remuant depuis l’ut d’en
bas jusqu’au fa d’en haut. Rrrrah!
—¿Canta usted? —exclamó, dirigiéndose a su piano, cuyas teclas pulsó con rapidez,
recorriendo toda la escala desde el do de los
graves hasta el fa de los agudos. ¡Rrraah!
—¿Canta usted? —dijo ella, sentándose al piano y recorriendo rápidamente todas las teclas, desde el de
un extremo hasta el fa del otro. Brrrrr.
“Do you sing?” she cried, going to the
piano, and, sitting down before it, she swept
her fingers over the keyboard from end to
end. R-r-r-rah!
— Non, madame.
—No, señora.
—No, señora.
“No, madame.”
The Comte de Restaud walked
to and fro.
—Es una lástima, se ha privado de
un gran elemento de éxito.
—Ca-a-r-ro, ca-a a-ro, Ca-a-a-ro,
non dubitare (32) —cantó la condesa.
El conde de Restaud se paseaba a
grandes pasos.
[373]
—Es lástima, porque se ha privado
usted de un gran medio para tener éxitos. Ca-a-ro, ca-a-a-ro, ca-a-a-a-ro, non
du-bi-ta-re —cantó la condesa.
Al pronunciar el nombre del tío
Goriot, Eugenio había cocado con la
Al pronunciar el nombre de papá
Goriot, Eugéne había dado también un
Eugene had a second time waved a
magic wand when he uttered Goriot’s
Le comte de Restaud se promenait
de long en large.
El conde de Restaud se paseaba de
un extremo a otro de la habitación.
— C’est dommage, vous êtes
privé d’un grand moyen de succès.
- Ca-a-ro, ca-a-ro, ca-a-a-a-ro, non
dubita-re, chanta la comtesse.
En prononçant le nom du père
Goriot, Eugène avait donné un coup
54
“That is a pity; you are without one great means of success.—
Ca-ro, ca-a-ro, ca-a-a-ro, non
d u - b i - t a - re , ” s a n g t h e C o u n t e s s .
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
golpe de varita mágica, pero cuyo
efecto era inverso al que habían producido las palabras «Pariente de la
señora de Beauséant». Se encontraba
en la misma situación que, quien introducido por favor en casa de un aficionado a las antigüedades y que inadvertidamente tropieza con un armario lleno de estatuillas, hace caer tres
o cuatro cabezas mal pegadas. Hubiera preferido que le tragara la tierra. La
expresión de la señora de Restaud se
había vuelto seca, fría, y su mirada,
indiferente, huía de la del aciago estudiante.
tr. Ellen Marriage
de baguette magique, mais dont
l ’ e ff e t é t a i t i n v e r s e d e c e l u i
qu’avaient frappé ces mots: parent
de madame de Beauséant. Il se trouvait dans la situation d’un homme
introduit par faveur chez un amateur de curiosités, et qui, touchant
par mégarde une armoire pleine de
figures sculptées, fait tomber trois
ou quatre têtes mal collées. Il aurait
voulu se jeter dans un gouffre. Le
visage de madame de Restaud était
sec, froid, et ses yeux devenus indifférents fuyaient ceux du malencontreux étudiant.
varita mágica otra vez, pero ahora había producido el efecto contrario que el
que habían producido estas palabras:
«Pariente de la señora de Beauseant».
Se encontraba en la situación de un
hombre, introducido por favor, en casa
de un aficionado a las curiosidades, y
que tocando, en un descuido, un armario lleno de pequeñas esculturas, hace
caer tres o cuatro cabezas, mal pegadas.
Hubiera querido lanzarse a un precipicio. El rostro de la señora de Restaud
estaba seco, frío, y sus ojos, que se habían vuelto indiferentes, rehuían los del
desafortunado estudiante.
name, but the effect seemed to be entirely
opposite to that produced by the formula
“related to Mme. de Beauseant.” His position was not unlike that of some visitor
permitted as a favor to inspect a private
collection of curiosities, when by inadvertence he comes into collision with a
glass case full of sculptured figures, and
three or four heads, imperfectly secured,
fall at the shock. He wished the earth
would open and swallow him. Mme. de
Restaud’s expression was reserved and
chilly, her eyes had grown indifferent, and
sedulously avoided meeting those of the
unlucky student of law.
— Madame, dit-il, vous avez à causer avec monsieur de Restaud,
veuillez agréer mes hommages, et me
permettre...
—Señora, tendrá usted que
hablar con el señor de
Restaud. A sus pies señora,
permítame...
—Señora, tiene usted que
hablar con el señor de
Restaud. Beso a usted los pies
y permítame...
“Madame,” he said, “you
wish to talk with M. de
Restaud; permit me to wish
you good-day—”
— Toutes les fois que vous viendrez, dit précipitamment la comtesse
en arrêtant Eugène par un geste, vous
êtes sûr de nous faire, à monsieur de
Restaud comme à moi, le plus vif
plaisir.
—Siempre que venga usted
por aquí, esté seguro de que nos
proporcionará el mayor placer,
al señor de Restaud y a mí misma —dijo precipitadamente la
condesa.
—Siempre que quiera usted venir
—dijo precipitadamente la condesa
interrumpiendo a Eugéne con un gesto—, ya sabe que nos producirá, tanto
a mi marido como a mí, un verdadero
placer.
The Countess interrupted
him by a gesture, saying
h a s t i l y, “ W h e n e v e r y o u c o m e
to see us, both M. de Restaud
and I shall be delighted to
see you.”
Eugène salua profondément le couple et sortit suivi de monsieur de Restaud,
qui, malgré ses instances, l’accompagna
jusque dans l’antichambre.
Eugenio, saludó profundamente a la
pareja y salió seguido del señor de
Restaud, que, a pesar de sus protestas,
le acompañó hasta la antecámara.
Eugéne hizo un profundo saludo al
matrimonio y salió acompañado del
señor de Restaud, que se empeñó en
acompañarle hasta la antecámara.
Eugene made a profound bow and took
his leave, followed by M. de Restaud, who
insisted, in spite of his remonstrances, on
accompanying him into the hall.
— Toutes les fois que monsieur se
présentera, dit le comte à Maurice, ni
madame ni moi nous n’y serons.
—Todas las veces que venga ese señor —dijo el conde a Mauricio—, ni la
señora ni yo, estaremos en casa.
—Siempre que venga este señor —
dijo el conde a Maurice—, ni la señora ni yo estaremos en casa.
“Neither your mistress nor I are at
home to that gentleman when he calls,”
the Count said to Maurice.
Quand Eugène mit pied sur le perron, il s’aperçut qu’il pleuvait.
- Allons, se dit-il, je suis venu faire
une gaucherie dont j’ignore la cause
et la portée, je gâterai par-dessus le
marché mon habit et mon chapeau.
je devrais rester dans un coin à piocher le Droit, ne penser qu’à devenir un rude magistrat. Puis-je aller
dans le monde quand, pour y manoeuvrer convenablement, il faut un
tas de cabriolets, de bottes cirées,
d’agrès indispensables, de chaînes
d’or, dès le matin des gants de daim
blancs qui coûtent six francs, et toujours des gants jaunes le soir? Vieux
drôle de père Goriot, va!
Cuando Eugéne puso el pie en la
Cuando Eugenio puso el pie en la escalecalle notó que llovía.
ra de entrada, se dio cuenta de que llovía.
—Me he divertido; he venido para co«Vamos —se dijo—, he venido a cometer
una torpeza, cuya causa y cuyo alcance meter una plancha, cuya causa y alcance
ignoro, y para postre, me voy a estropear ignoro, y además, para colmo de desgrala levita y el sombrero. Tendría que que- cias, voy a estropear mi traje y mi sombredarme en un rincón, machacando mi de- ro. Yo debía quedarme en mi rincón esturecho, no pensar más que en llegar a ser diando Derecho, sin pensar más que en
un severo magistrado. ¿Puedo salir al gran hacerme un simple magistrado. ¿Puedo yo,
mundo, cuando para maniobrar en él con- acaso, presentarme en sociedad cuando
venientemente, hacen falta un montón de para maniobrar convenientemente hace falcabriolés, de botas bien brillantes, de ta toda una serie de cabriolés, botas lustraarreos indispensables, cadenas [126] de das, cadenas de oro, guantes blancos [374]
oro desde por la mañana, guantes de ante de ante por la mañana, que cuestan seis
blanco, que cuestan seis francos y siem- francos, y guantes amarillos todas las tarpre guantes amarillos por la noche? ¡Vie- X des y otra porción de chirimbolos? ¡Valiente viejo ridículo papá Goriot, bah!
jo tunante de tío Goriot, vamos!»
As Eugene set foot on the steps, he saw
that it was raining.
“Come,” said he to himself, “somehow I have just made a mess of it, I
do not know how. And now I am going to spoil my hat and coat into the
bargain. I ought to stop in my corner,
grind away at law, and never look to
be anything but a boorish country magistrate. How can I go into society, when
to manage properly you want a lot of
cabs, varnished boots, gold watch
chains, and all sorts of things; you have
to wear white doeskin gloves that cost
six francs in the morning, and primrose
kid gloves every evening? A fig for that
old humbug of a Goriot!”
Quand il se trouva sous la porte de
la rue, le cocher d’une voiture de
louage, qui venait sans doute de remiser de nouveaux mariés et qui ne
demandait pas mieux que de voler à
son maître quelques courses de contrebande, fit à Eugène un signe en le
voyant sans parapluie, en habit noir,
gilet blanc, gants jaunes et bottes cirées. Eugène était sous l’empire de ces
rages sourdes qui poussent un jeune
homme à s’enfoncer de plus en plus
dans l’abîme où il est entré, comme
s’il espérait y trouver une heureuse
Cuando se encontró en la puerta de
la calle, el cochero de un coche de alquiler, que venía, sin duda, de llevar a
unos recién casados y que no pedía
nada mejor, que robarle a su amo unas
cuantas carreras, de contrabando, hizo
un gesto a Eugenio, al verlo sin paraguas, con traje negro chaleco blanco,
guantes amarillos y botas limpias.
Eugenio estaba dominado por una de
esas rabias sordas que empujan a un
hombre joven, a hundirse más y más,
en el abismo en que ha caído, como si
esperara encontrar una salida feliz.
Cuando estaba en la puerta de la
calle, el cochero de un coche de alquiler, que venía, sin duda, de conducir a algunos recién casados, y que le
parecía de perlas el sacarle a su amo
alguna carrera de contrabando, hizo a
Eugéne una seña al verle sin paraguas
y vestido con traje negro, chaleco
blanco, guantes amarillos y botas lustradas. Eugéne estaba bajo el dominio de una de esas rabias sordas que
empujan a un joven a hundirse más y
más en el abismo en que ha entrado,
como si esperara encontrar una feliz
When he reached the street door,
the driver of a hackney coach, who
had probably just deposited a wedding
party at their door, and asked nothing
better than a chance of making a little
money for himself without his
employer ’s knowledge, saw that Eugene had no umbrella, remarked his
black coat, white waistcoat, yellow
gloves, and varnished boots, and
stopped and looked at him inquiringly.
Eugene, in the blind desperation that
drives a young man to plunge deeper
and deeper into an abyss, as if he
sedulous constant or persistent in use or attention; assiduous; diligent 1: involving or accomplished with careful perseverance <sedulous craftsmanship> 2 :
diligent in application or pursuit <a sedulous student>
13
55
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
issue. Il consentit par un mouvement
de tête à la demande du cocher. Sans
avoir plus de vingt-deux sous dans sa
poche, il monta dans la voiture où
quelques grains de fleurs d’oranger
et des brins de cannetille attestaient
le passage des mariés.
Consintió con un movimiento de cabeza a la demanda del cochero. Sin llevar en el bolsillo más que 22 sueldos, subió al coche, donde, unas
cuantas bolitas de flores de azahar
y trozos de papelillos, atestiguaban
el paso de los recién casados.
salida. Asintió con un movimiento
de cabeza al gesto interrogativo del
cochero. Montó en el coche, en el
que algunos pétalos de flores de
azahar y algunos hilos plateados atestiguaban que había servido para conducir a unos recién casados.
might hope to find a fortunate issue
in its lowest depths, nodded in rep l y t o t h e d r i v e r ’s s i g n a l , a n d
stepped into the cab; a few stray petals of orange blossom and scraps of
wire bore witness to its recent occupation by a wedding party.
— Où monsieur va-t-il? demanda
le cocher, qui n’avait déjà plus ses
gants blancs.
—¿A dónde va el señor? —dijo el
cochero, que ya se había quitado los
guantes blancos.
—¿Dónde va el señor? —preguntó
el cochero, que se había despojado ya
de sus guantes blancos.
“Where am I to drive, sir?” demanded
the man, who, by this time, had taken off
his white gloves.
— Parbleu! se dit Eugène, puisque je
m’enfonce, il faut au moins que cela me
serve à quelque chose! Allez à l’hôtel de
Beauséant, ajouta-t-il à haute voix.
—¡Demontre! —se dijo Eugenio—, ya
que me estoy hundiendo, por lo menos,
que me sirva para algo. Vaya usted al hotel de Beauseant —añadió en voz alta.
—Ya que me meto, por lo menos que
me sirva el coche para algo, ¡qué diablo! —se dijo Eugéne, y añadió en voz
alta—: Al palacio de Beauséant.
“Confound it!” Eugene said to himself,
“I am in for it now, and at least I will not
spend cab-hire for nothing!—Drive to the
Hotel Beauseant,” he said aloud.
— Lequel? dit le cocher
Mot sublime qui confondit Eugène. Cet
élégant inédit ne savait pas qu’il y avait
deux hôtels de Beauséant, il ne connaissait pas combien il était riche en parents
qui ne se souciaient pas de lui.
—¿Cuál de ellos? —dijo el cochero.
—¿A cuál? —dijo el cochero.
Palabras sublimes, que confundieron
Palabras sublimes que confundiea Eugenio. Aquel inédito elegante no sa- ron a Eugéne. Este elegante inédito
bía que había dos hoteles de Beauseant, no sabía ____ __ ___ __ _____________
no sabía lo rico que era en parientes que X ______ _______ lo bien que andaba de
no se preocupaban por él.
parientes que no se ocupaban de él.
“Which?” asked the man, a portentous
word that reduced Eugene to confusion. This
young man of fashion, species incerta, did
not know that there were two Hotels
Beauseant; he was not aware how rich he
was in relations who did not care about him.
— Le vicomte de Beauséant, rue...
—El del vizconde de Beauseant en la calle...
—El vizconde de Beauséant, calle de...
“The Vicomte de Beauseant, Rue—”
— De Grenelle, dit le cocher
en hochant la tête et l’interromp a n t . Vo y e z - v o u s , i l y a e n c o r e
l’hôtel du comte et du marquis
de Beauséant, rue Saint-Dominique, ajouta-t-il en relevant le
marchepied.
—De Grenelle —dijo el cochero, moviendo la cabeza, e interrumpiéndole—. Mire, hay
además el del conde y el del
marqués de Beauseant, en la calle Saint-Dominique —añadió
levantando el estribo.
—De Grenelle —dijo el cochero,
interrumpiéndole y moviendo
significativamente la cabeza—. Sabe
usted, hay, además, el palacio del conde y marqués de Beauséant, calle de
Santo Domingo —añadió al tiempo
que levantaba el estribo.
“De Grenelle,” interrupted
t h e d r i v e r, w i t h a j e r k o f h i s
h e a d . “ Yo u s e e , t h e r e a r e t h e
hotels of the Marquis and
Comte de Beauseant in the Rue
Saint-Dominique,” he added,
drawing up the step.
— Je le sais bien, répondit Eugène
d’un air sec. Tout le monde
aujourd’hui se moque donc de moi!
dit-il en jetant son chapeau sur les
coussins de devant. Voilà une escapade qui va me coûter la rançon d’un
roi. Mais au moins je vais faire ma
visite à ma soi-disant cousine d’une
manière solidement aristocratique. Le
père Goriot me coûte déjà au moins
dix francs, le vieux scélérat! Ma foi,
je vais raconter mon aventure à madame de Beauséant, peut-être la feraisje rire. Elle saura sans doute le mystère des liaisons criminelles de ce
vieux rat sans queue et de cette belle
femme. Il vaut mieux plaire à ma cousine que de me cogner contre cette
femme immorale, qui me fait l’effet
d’être bien coûteuse. Si le nom de la
belle vicomtesse est si puissant, de
quel poids doit donc être sa personne?
Adressons-nous en haut. Quand on
s’attaque à quelque chose dans le ciel,
il faut viser Dieu!
—Ya lo sé —respondió Eugenio
con aire seco—. Hoy todo el mundo
se ríe de mí —dijo lanzando su sombrero sobre los cojines de la parte
delantera—. Esta escapada me va a
costar el rescate de un rey. Pero, por
lo menos, voy a hacerle una visita a
mi sediciente prima, de manera verdaderamente aristocrática. El viejo
Goriot me cuesta ya por lo menos
diez francos, ¡el muy canalla! A fe
mía, que le he de contar mi aventura
a la señora de Beauseant. Tal vez la
haga reír. Ella sabrá, sin duda, el
misterio de las relaciones criminales
de ese viejo rata rabón y de esa bella
mujer. Vale más agradar a mi prima,
que estamparme contra esa mujer inmoral, que me hace el efecto de ser
muy cara. Si el nombre de la bella
vizcondesa es tan poderoso, ¿qué
peso no tendrá su persona? Apuntemos bien alto. ¡Cuando se quiere
conseguir algo en el cielo, hay que
apuntarle a Dios! [127]
—Ya lo sé —respondió secamente Eugéne—. ¡Todo el mundo
se burla hoy de mí! —se dijo
echando su sombrero [375] sobre
el asiento delantero—. Esta escapatoria me va a costar un Perú.
Pero por lo menos voy a visitar a
mi sedicente prima de una manera
sólidamente aristocrática. Papá
Goriot me ha costado ya lo menos
diez francos. ¡Maldito viejo! Por
cierto que voy a contar mi aventura
a la señora de Beauséant; acaso la
haga reír. Ella conocerá, seguramente, el misterio de las criminales relaciones de ese viejo mochuelo y de
esa hermosa mujer. Mejor será agradar a mi prima que estrellarme contra esa mujer inmoral, que me parece, además, bastante difícil. Si el
nombre de la vizcondesa es tan poderoso, ¿cuál no será el poder de su
persona? Apuntemos a la cabeza.
¡Cuando se quiere forzar el Cielo,
hay que apuntar a Dios!
“I know all about that,” said Eugene,
severely.—“Everybody is laughing at
me to-day, it seems!” he said to himself,
as he deposited his hat on the opposite
seat. “This escapade will cost me a
king’s ransom, but, at any rate, I shall
call on my so-called cousin in a thoroughly aristocratic fashion. Goriot has
cost me ten francs already, the old
scoundrel. My word! I will tell Mme. de
Beauseant about my adventure; perhaps
it may amuse her. Doubtless she will
know the secret of the criminal relation
between that handsome woman and the
old rat without a tail. It would be better
to find favor in my cousin’s eyes than
to come in contact with that shameless
woman, who seems to me to have very
expensive tastes. Surely the beautiful
Vicomtesse’s personal interest would
turn the scale for me, when the mere
mention of her name produces such an
effect. Let us look higher. If you set
yourself to carry the heights of heaven,
you must face God.”
Ces paroles sont la formule brève
des mille et une pensées entre lesquelles il flottait. Il reprit un peu de calme
et d’assurance en voyant tomber la
pluie. Il se dit que s’il allait dissiper
deux des précieuses pièces de cent
sous qui lui restaient, elles seraient
heureusement employées à la conservation de son habit, de ses bottes et
Estas palabras son la fórmula breve de los mil y un pensamientos entre los que flotaba. Recobró algo de
calma y de seguridad, mirando caer
la lluvia. Se dijo, que si iba a gastarse dos de las preciosas monedas de
cien sueldos, que le quedaban, serían
felizmente empleadas, en la conservación de su traje, de sus botas y de
Estas palabras son como la fórmula breve de los mil y pico pensamientos que le llenaban la cabeza.
Recobró un poco de calma y serenidad viendo caer la lluvia y se dijo
que, aunque iba a gastar dos duros
de los pocos que le quedaban, en
cambio no estropearía su traje, sus
zapatos y su sombrero. Iba en estas
The innumerable thoughts that
surged through his brain might be
summed up in these phrases. He grew
calmer, and recovered something of his
assurance as he watched the falling rain.
He told himself that though he was
about to squander two of the precious
five-franc pieces that remained to him,
the money was well laid out in preserv-
56
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
de son chapeau. Il n’entendit pas sans su sombrero. No sin un movimiento
un mouvement d’hilarité son cocher de hilaridad, oyó a su cochero que
criant: La porte, s’il vous plaît?
decía: «¡La puerta, por favor!»
Un suisse rouge et doré fit grogner sur
Un suizo rojo y dorado hizo chirriar
ses gonds la porte de l’hôtel, et los goznes de la puerta del hotel y
Rastignac vit avec une douce satisfac- Rastignac vio, con una dulce satisfaction sa voiture passant sous le porche, ción como su coche pasaba bajo el portournant dans la cour, et s’arrêtant che, giraba en el patio y se paraba bajo
sous la marquise du perron. Le cocher la marquesina de la escalinata. El coà grosse houppelande* bleue bordée X chero, con gruesa holapanda azul,
de rouge vint déplier le marchepied. bordada en rojo, vino a bajar el estriEn descendant de sa voiture, Eugène bo. Al bajar del coche, Eugenio oyó
entendit des rires étouffés qui par- risas ahogadas que salían del peristitaient sous le péristyle. Trois ou qua- lo. Tres o cua t r o c r i a d o s , h a b í a n
tre valets avaient déjà plaisanté sur cet bromeado ya, a propósito de ese coéquipage de mariée vulgaire. Leur rire che de novia vulgar. Su risa ilumiéclaira l’étudiant au moment où il nó al estudiante, en el momento en
compara cette voiture à l’un des plus que comparó ese coche, a uno de los
élégants coupés de Paris, attelé de más elegantes coupés de París, tirado
deux cheveux fringants qui avaient por rozagantes corceles, que llevaban rodes roses à l’oreille, qui mordaient leur sas en las orejas, que mordían el freno y a
frein, et qu’un cocher poudré, bien cra- los que un cochero con corbata, con el cavaté, tenait en bride comme s’ils eus- bello empolvado sujetaba por las bridas
sent voulu s’échapper. A la Chaussée- como si hubieran querido escaparse. En la
d’Antin, madame de Restaud avait Chausée d’Antin, la señora de Restaud,
dans sa cour le fin cabriolet de tenía en su patio, el fino cabriolé de un
l’homme de vingt-six ans. Au faubourg hombre de 26 años. En el Fauboug SaintSaint-Germain, attendait le luxe d’un Germain aguardaba el lujo de un gran segrand seigneur, un équipage que trente ñor, un carruaje que no habría costado
mille francs n’auraient pas payé.
menos de treinta mil francos.
maquinaciones cuando oyó, no sin
cierta hilaridad, a su cochero que
gritaba: «Abran la puerta.»
Un criado con librea roja y dorada hizo
chirriar sobre sus goznes la puerta del palacio, y Rastignac vio con una dulce satisfacción cómo su coche atravesaba el
porche, daba la vuelta al patio y se paraba bajo la marquesina de la entrada. El
cochero, con su gran hopalanda* azul,
bordada de rojo, desplegó el estribo.
Al bajar del coche Eugéne oyó risas
contenidas que salían de debajo del
peristilo. Tres o cuatro criados bromeaban sobre aquel atalaje de boda
vulgar. Estas risas dieron motivo al
estudiante para comparar su coche
con uno de los más elegantes cupés
de París, tirado por dos caballos
piafantes, adornados con rosas en las
anteojeras, que mordían nerviosamente
sus bocados, y que un cochero de peluca
empolvada y magnífica corbata sostenía
de las bridas como [376] para que no escaparan. En la calzada de Antin, la señora de Restaud tenía en su patio el fino
cabriolé del hombre de veintiséis años.
En el arrabal de Saint-Germain un atalaje de más de treinta mil francos esperaba
a un lujoso gran señor.
ing his coat, boots, and hat; and his
cabman’s cry of “Gate, if you please,”
almost put him in spirits.
A Swiss, in scarlet and gold, appeared,
the great door groaned on its hinges,
and Rastignac, with sweet satisfaction, beheld his equipage pass under
the archway and stop before the flight
of steps beneath the awning. The
driver, in a blue-and-red greatcoat,
dismounted and let down the step. As
Eugene stepped out of the cab, he
heard smothered laughter from the
peristyle. Three or four lackeys were
making merry over the festal appearance
of the vehicle. In another moment the law
student was enlightened as to the cause
of their hilarity; he felt the full force of
the contrast between his equipage and one
of the smartest broughams in Paris; a coachman, with powdered hair, seemed to find it
difficult to hold a pair of spirited horses,
who stood chafing the bit. In Mme. de
Restaud’s courtyard, in the Chaussee
d’Antin, he had seen the neat turnout of
a young man of six-and-twenty; in the
Faubourg Saint-Germain he found the
luxurious equipage of a man of rank;
thirty thousand francs would not have
purchased it.
* Long vêtement de dessus, très ample et ouvert par devant, souvent ouaté et
fourré, à col plat, à larges manches flottantes très évasées.“
1. f. Vestidura grande y pomposa, particularmente la que vestían los estudiantes que iban a las
universidades. Ú. m. en pl. 2. Por ext., vestidura de corte amplio, abundante y llamativo
— Qui donc est là? se dit Eugène
en comprenant un peu tardivement
qu’il devait se rencontrer à Paris
bien peu de femmes qui ne fussent
occupées, et que la conquête d’une
de ces reines coûtait plus que du
sang. Diantre! ma cousine aura sans
doute aussi son Maxime.
«¿Quién estará ahí?», se dijo
Eugenio comprendiendo un poco tarde, que debían quedar en París muy
pocas mujeres que no estuvieran comprometidas, y que, la conquista de una
de esas reinas costaba más cara que la
sangre. ¡Diantre! Seguro que mi prima
tendrá también su Máximo.
—¿Quién estará aquí? —se dijo
Eugéne, comprendiendo un poco tardíamente que en París es difícil encontrar mujeres que no estén ocupadas, y que la conquista de una de estas mujeres cuesta más que la de una
fortaleza. ¡Diantre! Mi prima tiene
también, sin duda, su Maxime.
“Who can be here?” said Eugene to himself. He began to understand, though somewhat tardily, that he must not expect to find
many women in Paris who were not already
appropriated, and that the capture of one of
these queens would be likely to cost something more than bloodshed. “Confound it all!
I expect my cousin also has her Maxime.”
Il monta le perron la mort dans
l’âme. A son aspect la porte vitrée
s’ouvrit; il trouva les valets sérieux
comme des ânes qu’on étrille. La fête
à laquelle il avait assisté s’était donnée dans les grands appartements de
réception, situés au rez-de-chaussée
de l’hôtel de Beauséant. N’ayant pas
eu le temps, entre l’invitation et le bal,
de faire une visite à sa cousine, il
n’avait donc pas encore pénétré dans
les appartements de madame de
Beauséant; il allait donc voir pour la
première fois les merveilles de cette
élégance personnelle qui trahit l’âme
et les moeurs d’une femme de distinction. Etude d’autant plus curieuse que
le salon de madame de Restaud lui
fournissait un terme de comparaison.
A quatre heures et demie la vicomtesse était visible. Cinq minutes plus
tôt, elle n’eût pas reçu son cousin.
Eugène, qui ne savait rien des diverses étiquettes parisiennes, fut conduit
par un grand escalier plein de fleurs,
blanc de ton, à rampe dorée, à tapis
rouge, chez madame de Beauséant,
dont il ignorait la biographie verbale,
une de ces changeantes histoires qui
Subió las escaleras, con la muerte
en el alma. A su presencia, la puerta
vidriera se abrió y encontró los serios
criados, serios como asnos apaleados.
La fiesta, a la que había asistido, se
había dado en los grandes salones de
recepción, situados en la planta baja
del hotel de Beauseant. No habiendo
tenido tiempo entre la invitación y el
baile, de hacer una visita a su prima,
todavía no había entrado en las habitaciones de la señora de Beauseant;
iba pues a ver, por primera vez, las
maravillas de esa elegancia personal,
que trasluce el alma y las costumbres
de una mujer distinguida. Estudio tanto más curioso, cuanto que el salón de
la señora de Restaud le servía de punto de comparación.
A las cuatro y media, la vizcondesa estaba visible. Cinco minutos antes, no
habría recibido a su primo, que no sabía
nada de las diferentes etiquetas parisinas.
Fue conducido por una gran escalera llena de flores, de peldaños blancos, de
balaustrada dorada y con una alfombra
roja, [128] a los aposentos de la señora
de Beauseant, cuya biografía verbal ignoraba, una de esas cambiantes historias,
Subió la escalera exterior aterrado.
La puerta vidriera se abrió ante su presencia y se encontró con los criados,
serios como asnos a quienes se
almohaza. La fiesta a que él había asistido se había dado en los grandes salones de recepciones, situados en el
piso bajo del palacio de Beauséant.
Como no tuvo tiempo entre la invitación y el baile para hacer una visita a
su prima, no conocía las habitaciones
de la señora de Beauséant. Iba, por
tanto, a ver por primera vez las maravillas de esa elegancia personal que
delata el alma y las costumbres de una
mujer distinguida. Estudio tanto más
curioso puesto que el salón de la señora de Restaud le proporcionaba un
medio de comparación.
A las cuatro y media estaba visible la
vizcondesa. Cinco minutos antes su primo
no hubiera podido ser recibido. Eugéne, que
no sabía nada de estas diversas fórmulas
de la etiqueta parisiense, fue conducido por
una gran escalera pintada de blanco, llena
de flores, con barandilla dorada y alfombra roja, hasta la estancia de la señora de
Beauséant, de quien ignoraba la biografía
verbal, una de esas historias cambiantes que
He went up the steps, feeling that
he was a blighted being. The glass
door was opened for him; the servants
were as solemn as jackasses under the
curry comb. So far, Eugene had only
been in the ballroom on the ground
floor of the Hotel Beauseant; the fete
had followed so closely on the invitation, that he had not had time to call
on his cousin, and had therefore never
seen Mme. de Beauseant’s apartments; he was about to behold for the
first time a great lady among the wonderful and elegant surroundings that
reveal her character and reflect her
daily life. He was the more curious,
because Mme. de Restaud’s drawingroom had provided him with a standard of comparison.
At half-past four the Vicomtesse de
Beauseant was visible. Five minutes earlier she
would not have received her cousin, but Eugene knew nothing of the recognized routine
of various houses in Paris. He was conducted
up the wide, white-painted, crimson-carpeted
staircase, between the gilded balusters and
masses of flowering plants, to Mme. de
Beauseant’s apartments. He did not know the
rumor current about Mme. de Beauseant, one
blighted arruinada, agostada, deteriorated
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Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
se content tous les soirs d’oreille à
oreille dans les salons de Paris.
que se cuentan todas las noches de boca
en boca, en los salones de París.
corren de boca en boca todas las noches
por los salones de París.
of the biographies told, with variations, in whispers, every evening in the salons of Paris.
La vicomtesse était liée depuis trois
ans avec un des plus célèbres et des
plus riches seigneurs portugais, le
marquis d’Ajuda-Pinto. C’était une de
ces liaisons innocentes qui ont tant
d’attraits pour les personnes ainsi
liées, qu’elles ne peuvent supporter
personne en tiers. Aussi le vicomte de
Beauséant avait-il donné lui-même
l’exemple au public en respectant, bon
gré, mal gré, cette union morganatique. Les personnes qui, dans les premiers jours de cette amitié, vinrent
voir la vicomtesse à deux heures, y
trouvaient le marquis d’Ajuda-Pinto.
Madame de Beauséant, incapable de
fermer sa porte, ce qui eût été fort inconvenant, recevait si froidement les
gens et contemplait si studieusement
sa corniche, que chacun comprenait
combien il la gênait. Quand on sut
dans Paris qu’on gênait madame de
Beauséant en venant la voir entre deux
et quatre heures, elle se trouva dans
la solitude la plus complète. Elle allait aux Bouffons ou à l’Opéra en compagnie de monsieur de Beauséant et
de monsieur d’Ajuda-Pinto; mais en
homme qui sait vivre, monsieur de
Beauséant quittait toujours sa femme
et le Portugais après les y avoir installés. Monsieur d’Ajuda devait se
marier. Il épousait une demoiselle de
Rochefide. Dans toute la haute société
une seule personne ignorait encore ce
mariage, cette personne était madame
de Beauséant. Quelques-unes de ses
amies lui en avaient bien parlé vaguement; elle en avait ri, croyant que ses
amies voulaient troubler un bonheur
jalousé. Cependant les bans allaient se
publier. Quoiqu’il fût venu pour notifier ce mariage à la vicomtesse, le
beau Portugais n’avait pas encore osé
dire un traître mot. Pourquoi? rien
sans doute n’est plus difficile que de
notifier à une femme un semblable
ultimatum. Certains hommes se trouvent plus à l’aise sur le terrain, devant
un homme qui leur menace le coeur
avec une épée, que devant une femme
qui, après avoir débité ses élégies pendant deux heures, fait la morte et demande des sels. En ce moment donc
monsieur d’Ajuda-Pinto était sur les
épines, et voulait sortir, en se disant
que madame de Beauséant apprendrait cette nouvelle, il lui écrirait, il
serait plus commode de traiter ce galant assassinat par correspondance
que de vive voix.
Quand le valet de chambre de la vicomtesse annonça monsieur Eugène
de Rastignac, il fit tressaillir de joie
le marquis d’Ajuda-Pinto. Sachez-le
bien, une femme aimante est encore
La vizcondesa estaba unida desde
hacía tres años, a uno de los más célebres y más ricos señores portugueses: el marqués d’Adjuda-Pinto. Era
una de esas relaciones inocentes, que
tienen tanto atractivo para las personas unidas de esa manera, que no
pueden soportar una tercera persona.
Incluso el vizconde de Beauseant,
había dado ejemplo al público, respetando, de buena o mala gana, esta
u n i ó n m o rg a n á t i c a . L a s e ñ o r a d e
Beauseant, incapaz de cerrar su puerta, lo que hubiera resultado muy inconveniente, recibía a las personas
tan fríamente y contemplaba tan estúpidamente la cornisa de su salón,
que todo el mundo se daba cuenta de
hasta qué punto la molestaban. Cuando en París se supo, que la señora de
Beauseant, se sentía molesta, si venían a verla de dos a cuatro, se encontró en la más completa soledad.
Iba a los Bouffons, o a la ópera en
compañía del señor de Beauseant y
del señor d’Ajuda-Pinto. Pero, como
hombre que sabe vivir, el señor de
Beauseant abandonaba a su esposa y
al señor d’Ajuda-Pinto, después de
haberlos dejado instalados allí. El
señor de Adjuda tenía que casarse. Se
casaba con una señorita de
Rochefide. En toda la sociedad, tan
sólo una persona ignoraba aún esa
boda futura. Esa persona, era la señora de Beauseant. Algunas de sus
amigas, le habían hablado de ello vagamente; ella se había reído, creyendo que sus amigas querían turbar su
envidiada felicidad. Sin embargo, las
amonestaciones iban a publicarse. A
pesar de que había venido para notificar esa boda a la vizcondesa el bello portugués no se había atrevido todavía a soltar una traidora palabra.
¿Por qué? Nada es, sin duda, más difícil que comunicar a una mujer semejante ultimátum. Algunos hombres, se encuentran más a gusto ante
un hombre que amenza su corazón
con una espada, que ante una mujer,
que, después de estarse dos horas
soltando elegías, se hace la muerta y
pide las sales. Así que, en aquel momento, el señor d’Adjuda-Pinto estaba sobre ascuas y deseaba retirarse,
diciéndose que la señora de
Beauseant se enteraría, que él le escribiría. Sería mucho más cómodo,
realizar este galante asesinato por
carta, que de viva voz.
Cuando el ayuda de cámara de la
vizcondesa, anunció al señor
Eugenio de Rastignac, hizo saltar de
alegría al marqués d’Adjuda-Pinto.
Sabedlo bien: una mujer enamorada,
La vizcondesa estaba enredada desde hacía tres años con uno de los más
célebres y ricos señores portugueses,
el marqués de Ajuda-Pinto. Eran unas
de esas inocentes [377] relaciones que
tienen tantos atractivos para las dos
personas liadas, que no pueden jamás
soportar a un tercero. Así, el vizconde
de Beauséant había dado el ejemplo al
público por sí mismo, respetando, de
bueno o mal grado, esta unión
morganática. Las personas que durante
los primeros días de esta amistad vinieron a ver a las dos a la marquesa, se encontraron con el marqués de Ajuda-Pinto. La señora de Beauséant, incapaz de
cerrar las puertas de su casa, lo que hubiera sido muy inconveniente, recibía
con tal frialdad a las gentes y contemplaba tan estudiadamente la cornisa de
su salón, que todos llegaron a comprender que molestaban. Cuando se supo en
París que se molestaba a la señora de
Beauséant cuando se la visitaba entre
dos y cuatro, la dejaron en la más completa soledad. La vizcondesa iba a los
Bufos o a la Ópera en compañía de su
marido y del señor de Ajuda-Pinto; pero
como hombre que sabe vivir, el señor
Beauséant dejaba siempre solos a su
mujer y al portugués apenas los había
instalado. El señor de Ajuda iba a casarse. La prometida era la señorita
Rochefide. Entre la alta sociedad una
sola persona ignoraba este casamiento:
era la señora de Beauséant. Algunas de
sus amigas le habían hablado vagamente. Ella lo tomaba a risa, creyendo que
la querían turbar, celosas, su felicidad.
Sin embargo, iban a ir pronto las amonestaciones. Aunque había venido a
notificar a la vizcondesa este matrimonio, el guapo del portugués no había
osado todavía decir una palabra. ¿Por
qué? Nada es más difícil, sin duda, que
notificar a una mujer un ultimátum parecido. Algunos hombres se encuentran más tranquilos en el terreno del
honor, delante de un hombre que les
apunta al corazón con una espada,
que delante de una mujer que, después de haber plañido sus elegías
durante dos horas, se desvanece y
pide sales a oler. El señor de AjudaPinto estaba, por tanto, en este momento sobre alfileres y sólo [378]
deseaba irse, diciéndose que la señora
de Beauséant llegaría a saberlo y que la
escribiría porque siempre sería más cómodo tratar por escrito sobre aquel asesinato galante que de palabra.
Así que cuando el criado anunció
al señor Eugéne de Rastignac, hizo
estremecerse de gozo al marqués de
Ajuda-Pinto. Porque, sabedlo, una
mujer enamorada es mas ingeniosa
For three years past her name had been
spoken of in connection with that of one of
the most wealthy and distinguished Portuguese nobles, the Marquis d’Ajuda-Pinto.
It was one of those innocent liaisons which
possess so much charm for the two thus
attached to each other that they find the
presence of a third person intolerable. The
Vicomte de Beauseant, therefore, had himself set an example to the rest of the world
by respecting, with as good a grace as might
be, this morganatic union. Any one who
came to call on the Vicomtesse in the early
days of this friendship was sure to find the
Marquis d’Ajuda-Pinto there. As, under
the circumstances, Mme. de Beauseant
could not very well shut her door against
these visitors, she gave them such a cold
reception, and showed so much interest in
the study of the ceiling, that no one could
fail to understand how much he bored her;
and when it became known in Paris that
Mme. de Beauseant was bored by callers
between two and four o’clock, she was left
in perfect solitude during that interval. She
went to the Bouffons or to the Opera with
M. de Beauseant and M. d’Ajuda-Pinto;
and M. de Beauseant, like a well-bred man
of the world, always left his wife and the
Portuguese as soon as he had installed
them. But M. d’Ajuda-Pinto must marry,
and a Mlle. de Rochefide was the young
lady. In the whole fashionable world there
was but one person who as yet knew nothing of the arrangement, and that was Mme.
de Beauseant. Some of her friends had
hinted at the possibility, and she had
laughed at them, believing that envy had
prompted those ladies to try to make mischief. And now, though the bans were about
to be published, and although the handsome Portuguese had come that day to
break the news to the Vicomtesse, he had
not found courage as yet to say one word
about his treachery. How was it? Nothing
is doubtless more difficult than the notification of an ultimatum of this kind.
There are men who feel more at their ease
when they stand up before another man
who threatens their lives with sword or
pistol than in the presence of a woman
who, after two hours of lamentations and
reproaches, falls into a dead swoon and
requires salts. At this moment, therefore,
M. d’Ajuda-Pinto was on thorns, and anxious to take his leave. He told himself that
in some way or other the news would reach
Mme. de Beauseant; he would write, it
would be much better to do it by letter,
and not to utter the words that should stab
her to the heart.
So when the servant announced M.
Eugene de Rastignac, the Marquis
d’Ajuda-Pinto trembled with joy. To be
sure, a loving woman shows even more
ingenuity in inventing doubts of her lover
58
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
plus ingénieuse à se créer des doutes
qu’elle n’est habile à varier le plaisir.
Quand elle est sur le point d’être quittée, elle devine plus rapidement le
sens d’un geste que le coursier de Virgile ne flaire les lointains corpuscules qui lui annoncent l’amour. Aussi
comptez que madame de Beauséant surprit ce tressaillement involontaire, léger,
mais naïvement épouvantable.
Eugène ignorait qu’on ne doit jamais
se présenter chez qui que ce soit à Paris
sans s’être fait conter par les amis de la
maison l’histoire du mari, celle de la
femme ou des enfants, afin de n’y
commettre aucune de ces balourdises
dont on dit pittoresquement en Pologne: Attelez cinq boeufs à votre char!
sans doute pour vous tirer du mauvais
pas où vous vous embourbez. Si ces
malheurs de la conversation n’ont encore aucun nom en France, on les y
suppose sans doute impossibles, par
suite de l’énorme publicité qu’y obtiennent les médisances. Après s’être
embourbé chez madame de Restaud,
qui ne lui avait pas même laissé le
temps d’atteler les cinq boeufs à son
char, Eugène seul était capable de recommencer son métier de bouvier, en
se présentant chez madame de
Beauséant. Mais s’il avait horriblement
gêné madame de Restaud et monsieur
de Trailles, il tirait d’embarras monsieur d’Ajuda.
es aún más ingeniosa para crearse du- para crearse dudas que hábil para camdas, que para variar el placer. Cuando biar de placer. Cuando está a punto de
va a ser abandonada, adivina más rá- ser abandonada adivina con mayor rapidamente el sentido de un gesto de lo pidez el sentido de un gesto que con
que el corcel de Virgilio huele los le- la que el corcel de Virgilio venteaba
janos corpúsculos que le anuncian el los lejanos corpúsculos que le anunamor. Así pues, tengan por [129] segu- ciaban el amor. Así la señora de
ro, que la señora de Beauseant sorpren- Beauséant sorprendió aquel estremedió ese respingo involuntario, ligero, cimiento involuntario, ligero, pero
X inocentemente espantoso.
pero inocentemente espantoso.
Eugenio ignoraba, que uno no se pue- Eugéne ignoraba que nadie debe jamás
de plantar en casa de nadie, en París, presentarse en ninguna casa, en París,
sin hacer que los amigos le cuenten pri- sin haberse antes informado por los amimero, la historia del marido, la de la gos de la casa de la historia del marido,
mujer y la de los hijos, para no come- la de la mujer y los hijos, con el fin de
ter allí, ninguna de esas meteduras, de no cometer ninguna de esas patochadas
las que dicen pintorescamente el Po- de las que se dice pintorescamente en
lonia: ¡Enganche cinco bueyes a su ca- Polonia: ¡Enganche usted cinco buerreta!, sin duda para sacarle del mal paso yes a su carro!; sin duda, para que os
en que se ha empantanado. Si esos con- saque del atolladero. Si esas desgratratiempos de la conversación, no tienen cias de la conversación no tienen totodavía nombre en Francia, seguro que es davía en Francia un nombre, es que,
porque los suponen imposibles allí, debi- sin duda, se las supone imposibles
do a la enorme publicidad que encuentran, por la enorme publicidad que tiene
enseguida, las maledicencias. Después de la maledicencia. Después de haberse
haberse empantanado en casa de la se- atascado en casa de la señora de
ñora de Restaud, que ni siquiera le había Restaud, sin que ni siquiera le hudado tiempo para enganchar cinco bue- biera dado tiempo para enganchar
yes a su carro, sólo Eugenio era capaz de los cinco bueyes a su carro, solavolver a las andadas con su oficio de bo- mente Eugéne era capaz de volver
yero, presentándose en casa de la señora a las andadas. Pero si había molesde Beauseant. Pero, si había molestado tado horriblemente a la señora de
horriblemente a la señora dé Restaud, y Restaud y al señor de Trailles, en
al señor de Trailles, sacaba del atolladero cambio aquí sacaba de un apuro al
al señor d’Adjuda.
señor de Ajuda.
than in varying the monotony of his happiness; and when she is about to be forsaken, she instinctively interprets every
gesture as rapidly as Virgil’s courser detected the presence of his companion by
snuffing the breeze. It was impossible,
therefore, that Mme. de Beauseant should
not detect that involuntary thrill of satisfaction; slight though it was, it was appalling in its artlessness.
Eugene had yet to learn that no one in
Paris should present himself in any house
without first making himself acquainted
with the whole history of its owner, and of
its owner’s wife and family, so that he may
avoid making any of the terrible blunders
which in Poland draw forth the picturesque exclamation, “Harness five bullocks to your cart!” probably because
you will need them all to pull you out
of the quagmire* into which a false
step has plunged you. If, down to the
present day, our language has no name
for these conversational disasters, it is
probably because they are believed to
be impossible, the publicity given in
Paris to every scandal is so prodigious.
After the awkward incident at Mme.
de Restaud’s, no one but Eugene could
have reappeared in his character of bullock-driver in Mme. de Beauseant’s
drawing-room. But if Mme. de Restaud
and M. de Trailles had found him horribly in the way, M. d’Ajuda hailed his
coming with relief.
— Adieu, dit le Portugais en s’empressant de gagner la porte quand
Eugène entra dans un petit salon coquet, gris et rose, où le luxe semblait
n’être que de l’élégance.
—Adiós —dijo el portugués, apresurándose a ganar la puerta, cuando
Eugenio entró, en un coqueto
saloncito, gris y rosa, donde el lujo
no parecía sino elegancia.
—Adiós —dijo el portugués, apresurándose a ganar la puerta, cuando
Eugéne entró en un saloncito
coquetón, gris y rosa, en el que el lujo
era sencillamente elegancia.
“Good-bye,” said the Portuguese, hurrying to the door, as Eugene made his entrance
into a dainty little pink-and-gray drawingroom, where luxury seemed nothing more
than good taste.
— Mais à ce soir, dit madame de
Beauséant en retournant la tête et jetant un regard au marquis. N’allonsnous pas aux Bouffons?
—Bueno, pero hasta la noche —dijo la
señora de Beauseant volviendo la cabeza
y lanzando una mirada al marqués—. ¿No
vamos a ir a los Bouffons?
“Until this evening,” said Mme. de
Beauseant, turning her head to give the Marquis a glance. “We are going to the Bouffons,
are we not?”
— Je ne le puis, dit-il en prenant le
bouton de la porte.
—¡No puedo! —dijo cogiendo el
pomo de la puerta.
—Pero qué —dijo la señora
de Beauséant, volviendo la cabeza—, ¿no vamos esta noche a
los Bufos?
[379]
—No puedo —respondió él, cogiendo el pestillo de la puerta.
Madame de Beauséant se leva, le
rappela près d’elle, sans faire la
moindre attention à Eugène, qui, debout, étourdi par les scintillements
d’une richesse merveilleuse, croyait
à la réalité des contes arabes, et ne
savait où se fourrer en se trouvant en
présence de cette femme sans être
remarqué par elle. La vicomtesse
avait levé l’index de sa main droite,
et par un joli mouvement désignait au
marquis une place devant elle. Il y eut
dans ce geste un si violent despotisme
de passion que le marquis laissa le
bouton de la porte et vint. Eugène le
regarda non sans envie.
La señora de Beauseant, se levantó y
lo llamó junto a ella, sin hacerle el
menor caso a Eugenio, quien, de pie,
aturdido por los destellos de una riqueza maravillosa, creía en la realidad de los cuentos árabes y no sabía
donde meterse, al verse en la presencia de aquella mujer, sin que ella notase la suya. La vizcondesa había levantado el índice de la mano derecha
y, con un lindo gesto, señalaba al marqués un sitio delante de ella. Hubo en
aquel gesto, un despotismo tan violento de pasión, que el marqués, soltó el
pomo de la puerta y acudió. Eugenio
lo miró con envidia.
La señora de Beauséant se levantó, le llamó a su lado sin hacer el menor caso de Eugéne que, de pie, deslumbrado por el centelleo de tan maravillosa riqueza, creía en la realidad
de los cuentos árabes, no sabía dónde
meterse, al encontrarse en presencia
de esta mujer, para no ser visto por
ella. La vizcondesa había levantado el
índice de su mano derecha, y con un
gracioso movimiento designaba al
marqués un sitio frente a ella. Hubo
en aquel gesto un tan violento despotismo pasional, que el marqués dejó
el picaporte y volvió. Eugéne le miró,
no sin envidia.
Mme. de Beauseant rose and beckoned
to him to return. She did not pay the slightest attention to Eugene, who stood there
dazzled by the sparkling marvels around
him; he began to think that this was some
story out of the Arabian Nights made real,
and did not know where to hide himself,
when the woman before him seemed to be
unconscious of his existence. The
Vicomtesse had raised the forefinger of
her right hand, and gracefully signed to
the Marquis to seat himself beside her. The
Marquis felt the imperious sway of passion in her gesture; he came back towards
her. Eugene watched him, not without a
feeling of envy.
— Voilà, se dit-il, l’homme au
coupé! Mais il faut donc avoir des
«¡Con que éste es el hombre del
cupé! Pero, ¿habrá que tener caba-
—Éste es —se dijo— el hombre del
cupé. ¿De modo que es indispensable te-
“That is the owner of the brougham!” he
said to himself. “But is it necessary to have
* quagmire n.1 a soft boggy or marshy area that gives way underfoot. 2 a
hazardous or awkward situation.
59
“I cannot go,” he said, with his fingers
on the door handle.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
chevaux fringants, des livrées et de
l’or à flots pour obtenir le regard
d’une femme de Paris?
Le démon du luxe le mordit au
coeur, la fièvre du gain le prit, la
soif de l’or lui sécha la gorge.
Il avait cent trente francs pour son
trimestre. Son père, sa mère, ses
frères, ses soeurs, sa tante, ne dépensaient pas deux cents francs par
mois, à eux tous. Cette rapide comparaison entre sa situation présente
et le but auquel il fallait parvenir
contribuèrent à le stupéfier.
llos briosos, libreas y oro a raudales, para ganarse, en París, la mirada de una mujer?»
El demonio del lujo le mordió el corazón, la fiebre del lucro, la sed de
oro, le secaron la garganta.
Tenía ciento treinta francos para cada
trimestre. Su padre, su madre, sus hermanos, sus hermanas, su tía, no gastaban, ni doscientos francos al mes,
entre todos. Esta rápida comparación
entre su situación presente y la meta
a la que tenía que llegar, contribuyó a
dejarle estupefacto. [130]
ner briosos caballos, cocheros de flamantes libreas y el dinero a chorros para obtener, en París, la mirada de una mujer?
El demonio del lujo le había mordido
en el corazón, y la liebre de la ganancia,
la sed de oro le secó la garganta.
Tenía ciento treinta francos por trimestre. Su padre, su madre, sus hermanos, sus hermanas, su tía no gastaban doscientos francos por mes entre
todos. Esta rápida comparación entre
su situación presente y el fin a que se
proponía llegar contribuyó a aumentar su estupefacción.
a pair of spirited horses, servants in livery,
and torrents of gold to draw a glance from a
woman here in Paris?”
The demon of luxury gnawed at his
heart, greed burned in his veins, his throat
was parched with the thirst of gold.
He had a hundred and thirty francs
every quarter. His father, mother,
brothers, sisters, and aunt did not
spend two hundred francs a month
among them. This swift comparison
between his present condition and the
aims he had in view helped to benumb his faculties.
— Pourquoi, dit la vicomtesse en riant, ne pouvez-vous
pas venir aux Italiens?
—Por
qué
—dijo
la
vizcondesa riendo— no puede
usted venir a los Italianos?
—¿Por qué no puede usted venir
esta noche a los Italianos? —preguntó
riendo la vizcondesa al portugués.
“Why not?” the Vicomtesse was saying,
as she smiled at the Portuguese. “Why cannot you come to the Italiens?”
— Des affaires! je dîne chez l’ambassadeur d’Angleterre.
—¡Negocios! Esta noche ceno en
casa del embajador de Inglaterra.
—Asuntos... Ceno en casa del embajador de Inglaterra.
“Affairs! I am to dine with the English
Ambassador.”
— Vous les quitterez.
Quand un homme trompe, il est
invinciblement forcé d’entasser
mensonges sur mensonges. Monsieur d’A j u d a d i t a l o r s e n r i a n t :
« Vous l’exigez?»
— Oui, certes.
—Puede usted dejarle después.
—Pues, déjelos.
Cuando un hombre engaña se ve
invenciblemente obligado a amontonar mentiras sobre mentiras. El señor
de Ajuda-Pinto dijo sonriente:
—Si usted lo exige...
Cuando un hombre miente, está
irremediablemente obligado a amontonar mentiras y mentiras. El señor
d’Adjuda dijo entonces riendo:
—¿Me lo exige usted?
—Sí, por supuesto.
“Throw him over.”
When a man once enters on a
course of deception, he is compelled to add lie to lie. M.
d’Ajuda therefore said, smiling,
“Do you lay your commands on me?”
“Yes, certainly.”
— Voilà ce que je voulais me faire
dire, répondit-il en jetant un de ces
fins regards qui auraient rassuré toute
autre femme.
Il prit la main de la vicomtesse, la
baisa et partit.
—Eso es lo que yo quería oír —respondió él lanzándole una de esas miradas de inteligencia, que habría dado
confianza a cualquier otra mujer.
Tomó la mano de la vizcondesa, la
besó y se fue.
—Claro que sí.
[380]
—Era eso lo que yo quería oír —
respondió Ajuda, mirándola de tal
modo que cualquier otra mujer se hubiera tranquilizado.
Tomó la mano de la vizcondesa, la
besó y partió.
Eugène passa la main dans ses cheveux et se tortilla pour saluer en
croyant que madame de Beauséant allait penser à lui; tout à coup elle
s’élance, se précipite dans la galerie,
accourt à la fenêtre et regarde monsieur
d’Ajuda pendant qu’il montait en voiture; elle prête l’oreille à l’ordre, et
entend le chasseur répétant au cocher:
«Chez monsieur de Rochefide.»
Ces mots, et la manière dont d’Ajuda
se plongea dans sa voiture, furent
l’éclair et la foudre pour cette femme,
qui revint en proie à de mortelles appréhensions. Les plus horribles catastrophes ne sont que cela dans le grand
monde. La vicomtesse rentra dans sa
chambre à coucher, se mit à sa table,
et prit un joli papier.
Eugenio se pasó la mano por los
cabellos y se inclinó para saludar, creyendo que la señora de Beauseant se
iba a acordar de él. De repente, ella
echó a correr, se precipitó a la galería,
se acercó a la ventana y miró al señor
d’Adjuda mientras montaba en el coche; prestó atención a la orden y oyó
al lacayo repitiendo al cochero: «A
casa del señor de Rochefide.» Esas
palabras y la manera con que d’Adjuda
se hundió en el coche, fueron como el
relámpago y el rayo para aquella mujer, que volvió, presa de mortales
aprensiones. Las más horribles catástrofes, no son más que eso en el mundo. La vizcondesa volvió a entrar en
su dormitorio, se sentó a la mesa y cogió un hermoso papel.
Eugéne se pasó la mano por los cabellos y se dispuso a saludar, creyendo que la señora de Beauséant se acordaría de él, cuando vio que ella se lanzaba rápidamente a la galería, se asomaba a la ventana y miraba al señor
de Ajuda mientras subía al coche.
Después escuchó la orden y oyó al
criado que decía al cochero:
—A casa del señor de Rochefide.
Estas palabras y la manera con que
el señor de Ajuda se metió en el coche cayeron como un rayo sobre aquella mujer, llenándola de mortales angustias. Las mayores catástrofes son
siempre así en el gran mundo. La
vizcondesa entró en su habitación, se
sentó frente a una mesa y escribió sobre un elegante papel:
Eugene ran his fingers through his
hair, and constrained himself to bow. He
thought that now Mme. de Beauseant
would give him her attention; but suddenly she sprang forward, rushed to a
window in the gallery, and watched M.
d’Ajuda step into his carriage; she listened to the order that he gave, and heard
the Swiss repeat it to the coachman:
“To M. de Rochefide’s house.”
Those words, and the way in which M.
d’Ajuda flung himself back in the carriage,
were like a lightning flash and a thunderbolt for her; she walked back again with a
deadly fear gnawing at her heart. The most
terrible catastrophes only happen among
the heights. The Vicomtesse went to her
own room, sat down at a table, and took up
a sheet of dainty notepaper.
Du moment, écrivait-elle, où vous
dînez chez les Rochefide, et non à
l’ambassade anglaise, vous ne devez
une explication, je vous attends.
«Desde el momento —escribía ella—
en que cena en casa de los Rochefide y
no del embajador inglés me debe usted
una explicación. Le espero.»
«Puesto que cena usted en casa de
los Rochefide, y no en la Embajada
inglesa, me debe usted una explicación. Le espero.»
“When, instead of dining with the English Ambassador,” she wrote, “you go to
the Rochefides, you owe me an explanation,
which I am waiting to hear.”
Après avoir redressé quelques lettre s d é f i g u r é e s p a r l e t r e m b l e ment convulsif de sa main, elle
mit un C qui voulait dire Claire
de Bourgogne, et sonna.
Después de haber corregido algunas letras, desfiguradas por el
temblor convulsivo de su mano,
puso una C, que significaba: Clara
de Borgoña, y llamó.
Después de haber raspado algunas
letras, desfiguradas por el temblor
convulsivo de la mano, firmó C.,
que quería decir «Claire de
Borgoña», y llamó:
She retraced several of the letters,
for her hand was trembling so that they
were indistinct; then she signed the
note with an initial C for “Claire de
Bourgogne,” and rang the bell.
“That was what I wanted to have you say
to me,” he answered, dissembling his feelings in a glance which would have reassured
any other woman.
He took the Vicomtesse’s hand, kissed
it, and went.
3CD1
60
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
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tr. Ellen Marriage
— Jacques, dit-elle à son valet de
chambre qui vint aussitôt, vous irez à
sept heures et demie chez monsieur de
Rochefide, vous y demanderez le marquis
d’Ajuda. Si monsieur le marquis y est,
vous lui ferez parvenir ce billet sans demander de réponse; s’il n’y est pas, vous
reviendrez et me rapporterez ma lettre.
—Santiago —dijo a su ayuda de
cámara que vino inmediatamente—.
A las siete y media vaya a casa del
señor de Rochefide. Pregunte allí por
el señor d’Adjuda. Si el marqués está
allí le hará usted llegar esta nota, sin
esperar respuesta. Si no está, volverá y me devolverá mi carta.
—Jacques —dijo a su ayuda de cámara, que vino inmediatamente—; irá
usted a las siete y media a casa del
señor Rochefide, y preguntará usted
por el marqués de Ajuda. Si está el
señor marqués le entregará usted esta
carta, sin esperar respuesta, y si no
está vuelve usted a traer la carta.
“Jacques,” she said to the servant,
w h o a p p e a r e d i m m e d i a t e l y, “ t a k e
this note to M. de Rochefide’s house
at half-past seven and ask for the
Marquis d’Ajuda. If M. d’Ajuda is
there, leave the note without waiting for an answer; if he is not there,
bring the note back to me.”
— Madame la vicomtesse a quelqu’un dans son salon.
—Señora vizcondesa, tiene una
persona en el salón.
—Ala señora vizcondesa la espera
un caballero en el salón.
“Madame la Vicomtess, there is a visitor
in the drawing-room.”
— Ah! c’est vrai, dit-elle en poussant la porte.
—¡Ah!, es verdad —dijo empujando la puerta.
—¡Es verdad! —exclamó abriendo
la puerta.
“Ah! yes, of course,” she said, opening
the door.
Eugène commençait à se trouver très
mal à l’aise, il aperçut enfin la vicomtesse qui lui dit d’un ton dont l’émotion
lui remua les fibres du coeur:
« P a r d o n , m o n s i e u r, j ’ a v a i s
un mot à écrire, je suis
maintenant tout à vous.»
Elle ne savait ce qu’elle disait, car
voici ce qu’elle pensait: « Ah! il veut
épouser mademoiselle de Rochefide.
Mais est-il donc libre? Ce soir ce mariage sera brisé, ou je... Mais il n’en
sera plus question demain.»
Eugenio, comenzaba a sentirse
Eugéne empezaba a estar molesto.
muy mal, vio por fin a la vizcondesa, En esto percibió a la condesa, que le
que le dijo, con un tono de emoción dijo en un tono capaz de emocionar a
que le removió las fibras del corazón: X cualquiera _______________: [381]
—Perdón señor, tenía que
—Perdóneme, caballero. Tenía que
e s c r i b i r u n a s p a l a b r a s , a h o r a escribir dos palabras. Ahora estoy
soy toda suya.
completamente a su disposición.
No sabía lo que decía, pero lo que penNo sabía lo que decía porque lo que
estaba pensando era esto: [132] « ¡Ah!, saba era esto: «¡Ah, de manera que quiere
quiere casarse con la señorita de casar con la señorita Rochefide! Pero ¿es
Rochefide. ¿Pero es que está libre? Esta que se cree libre? Esta misma noche se
noche esa boda estará rota, o yo... Pero romperá ese matrimonio, o yo... Mañana no
habrá ya nada de eso.»
mañana ya no se hablará de ello.»
Eugene was beginning to feel very uncomfortable, but at last the Vicomtesse appeared; she spoke to him, and the tremulous
tones of her voice vibrated through his heart.
“ P a r d o n m e , m o n s i e u r, ” s h e
said; “I had a letter to write.
N o w I a m q u i t e a t l i b e r t y. ”
She scarcely knew what she was saying,
for even as she spoke she thought, “Ah! he
means to marry Mlle. de Rochefide? But is
he still free? This evening the marriage shall
be broken off, or else . . . But before to-morrow I shall know.”
— Ma cousine... répondit Eugène.
—Prima... —respondió Eugenio.
—Prima... —respondió Eugéne.
“Cousin . . .” the student replied.
— Hein? fit la vicomtesse en lui
jetant un regard dont l’impertinence
glaça l’étudiant.
Eugène comprit ce hein. Depuis
trois heures il avait appris tant de choses, qu’il s’était mis sur le qui-vive.
—¿Cómo? —dijo la vizcondesa,
lanzándole una mirada cuya impertinencia dejó helado al estudiante.
Eugenio comprendió ese «cómo». Desde hacía tres horas, había aprendido tantas
cosas, que se había puesto en guardia.
—¿Hein?
—carraspeó
la
vizcondesa, lanzando una mirada al
estudiante que le dejó helado.
Eugéne comprendió aquel hein?
Había aprendido tantas cosas desde hacía tres horas, que estaba sobre aviso.
“Eh?” said the Countess, with an
insolent glance that sent a cold shudder through Eugene; he understood
what that “Eh?” meant; he had learned
a great deal in three hours, and his wits
were on the alert. He reddened:
— Madame, reprit-il en rougissant. Il hésita, puis il dit en
continuant: Pardonnez-moi;
j’ai besoin de tant de protection qu’un bout de parenté
n’aurait rien gâté.
—Señora —volvió a hablar enrojeciendo. Dudó, y después continuó diciendo—: Perdóneme;
tengo tanta necesidad de protecc i ó n, que un poquito de parentesco,
no me habría venido mal.
—Señora... —respondió ruborizado.
Dudó un momento, pero continuó así:
—Perdone usted, señora; pero
tengo una tal necesidad de protección, que un cabo de parentesco
no hubiera venido mal.
“Madame . . .” he began; he
hesitated a moment, and then
went on. “Pardon me; I am in
such need of protection that the
nearest scrap of relationship
could do me no harm .”
Madame de Beauséant sourit,
mais tristement: elle sentait
déjà le malheur qui grondait
dans son atmosphère.
La señora de Beauseant sonrió, pero tristemente. Sentía
la desgracia que se cernía en
su ambiente.
La señora de Beauséant
sonrió, pero tristemente.
Sentía ya rondarle la
desgracia.
Mme. de Beauseant smiled but there was sadness in her smile; even now she felt forebodings
of the coming pain, the air she breathed was
heavy with the storm that was about to burst.
— Si vous connaissiez la situation dans laquelle se trouve ma famille, dit-il en continuant, vous
aimeriez à jouer le rôle d’une de ces
fées fabuleuses qui se plaisaient à
dissiper les obstacles autour de leurs
filleuls.
—Si conociera usted la situación
en que se encuentra mi familia —
continuó diciendo— le gustaría hacer el papel de una de esas hadas fabulosas, que se complacían en eliminar los obstáculos, alrededor de sus
ahijados.
—Si usted supiera la situación
en que se encuentra mi familia —
continuó—, usted sentiría un gran
placer en hacer de una de esas hadas
bienhechoras que se complacen en disipar los obstáculos en torno a sus
protegidos.
“If you knew how my family
are situated,” he went on,
“you would love to play the
part of a beneficent fairy godm o t her who graciously clears the
obstacles from the path of her
protege.”
— Eh bien! mon cousin, dit-elle en X —Y bien, primio mío —dijo ella
riant, à quoi puis-je vous être bonne?
riendo—. ¿En qué puedo servirle?
—Pues bien, querido primo —dijo
riendo—, ¿en qué puedo serle útil?
“Well, cousin,” she said, laughing, “and
how can I be of service to you?”
— Mais le sais-je? Vous appartenir
par un lien de parenté qui se perd dans
l’ombre est déjà toute une fortune. Vous
m’avez troublé, je ne sais plus ce que je
venais vous dire. Vous êtes la seule personne que je connaisse à Paris. Ah! je
voulais vous consulter en vous deman-
—¿Lo sé acaso? Sólo estar unido
a usted por un lazo de parentesco,
que se pierde ya en las sombras, es
una fortuna. Me ha turbado usted; ya
no sé a qué venía. Usted es la única persona que conozco en París.
¡Ah! Yo quería ofrecerme a us-
“But do I know even that? I am distantly
related to you, and this obscure and remote
relationship is even now a perfect godsend
to me. You have confused my ideas; I cannot remember the things that I meant to say
to you. I know no one else here in Paris. . . .
Ah! if I could only ask you to counsel me,
—¿Acaso lo sé yo? Pertenecerle
por un vínculo de parentesco que se
pierde en la sombra, es ya toda una
suerte. Me ha turbado usted. Ya no
sé qué más decirle. Es la única persona que conozco en París. ¡Ah!, yo
quería consultarle y pedirle que me
61
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
dant de m’accepter comme un pauvre
enfant qui désire se coudre à votre jupe,
et qui saurait mourir pour vous.
aceptase, como un pobre niño que
desea coserse a sus faldas, y que sabría morir por vos.
ted como un pobre niño que desea coserse a su falda y que sabrá morir por usted.
— Vous tueriez quelqu’un pour moi?
—¿Sería capaz de matar una persona por mí?
—¿Usted mataría a uno por mí?
tr. Ellen Marriage
ask you to look upon me as a poor child who
would fain cling to the hem of your dress, who
would lay down his life for you.”
“Would you kill a man for me?”
—No a uno, a dos—saltó Eugéne.
[382]
—¡Niño! Sí, usted es un niño —
dijo ella, reprimiendo algunas lágrimas—. ¡Usted amaría sinceramente,
muy sinceramente!
“You, child. Yes, you are a child,”
she said, keeping back the tears that
came to her eyes; “you would love
sincerely.”
—¡Oh! —exclamó Eugéne, bajando la cabeza.
“Oh!” he cried, flinging up his head.
La vizcondesa se interesó vivaLa vicomtesse s’intéressa vivement à l’étudiant pour une réponse mente por el estudiante, por su resd ’ a m b i t i e u x . L e m é r i d i o n a l e n puesta de ambicioso. El meridional
était à son premier calcul. Entre estaba echando sus primeras cuenle boudoir bleu de madame de X tas. Entre el vestidor azul de la seRestaud et le salon rose de ma- ñora de Restaud y el salón rosa de
dame de Beauséant, il avait fait la señora de Beauseant, había hetrois années de ce Droit parisien c h o t r e s a ñ o s d e e s e d e r e c h o
dont on ne parle pas, quoiqu’il parisino del que no se habla, aunconstitue une haute jurisprudence q u e c o n s t i t u y e u n a a l t a j u r i s p r u sociale qui, bien apprise et bien dencia social que, bien aprendida y
pratiquée, mène à tout.
X bien practicada, lleva a todo.
La vizcondesa se interesó vivamente por el estudiante por una respuesta de ambicioso que le dio. El
meridional comenzaba sus cálculos
ambiciosos. Entre el tocador azul de
la señora de Restaud y el salón rosa
de la señora de Beauséant había cursado tres años de ese derecho
parisiense, del que no se habla, aunque constituye una alta jurisprudencia que, bien aprendida y bien practicada, todo lo consigue.
The audacity of the student’s answer
interested the Vicomtesse in him. The
southern brain was beginning to
scheme for the first time. Between
Mme. de Restaud’s blue boudoir and
Mme. de Beauseant’s rose-colored
drawing-room he had made a three
years’ advance in a kind of law which
is not a recognized study in Paris, although it is a sort of higher jurisprudence, and, when well understood, is a
highroad to success of every kind.
Ah! j’y suis, dit Eugène. J’avais
remarqué madame de Restaud à votre
bal, je suis allé ce matin chez elle.
—¡Ah!, ya recuerdo —dijo Eugenio—, me
había fijado en la señora de Restaud en el baile
de usted, esta mañana he ido a verla.
—¡Ah!, comprendo —dijo Eugéne—. Yo me
había fijado en la señora de Restaud en vuestro
baile. He ido esta mañana a su casa.
“Ah! that is what I meant to say!” said
Eugene. “I met Mme. de Restaud at your ball,
and this morning I went to see her.
— Vous avez dû bien la gêner, dit
en souriant madame de Beauséant.
—Le habrá molestado mucho —dijo
sonriendo la señora de Beauseant.
—La ha debido usted fastidiar de lo lindo
—dijo sonriendo la señora de Beauséant.
“You must have been very much in the way,”
said Mme. de Beauseant, smiling as she spoke.
—¡Oh, sí! Soy un ignorante,
— Eh! oui, je suis un ignorant
qui mettra contre lui tout le monde, q u e s e v a a p o n e r a t o d o s e n
si vous me refusez votre secours. c o n t r a , s i u s t e d m e n i e g a s u
Je crois qu’il est fort difficile d e a y u d a . C r e o q u e e s m u y d i f í c i l ,
rencontrer à Paris une femme e n P a r í s , e n c o n t r a r u n a m u j e r
j e u n e , b e l l e , r i c h e , é l é g a n t e X j o v e n , g u a p a , ______ e l e g a n t e ,
qui soit inoccupée, et il m’en faut que no esté ya comprometida, [133]
une qui m’apprenne ce que, vous y yo necesito una, que me enseñe lo
autres femmes, vous savez si bien que ustedes las mujeres saben expliexpliquer: la vie. Je trouverai par- car tan bien: la vida. En todas partes
tout un monsieur de Trailles. je ve- me encontraré un Máximo de Trailles.
nais donc à vous pour vous deman- Yo v e n í a p u e s , a p e d i r l e q u e m e
der le mot d’une énigme, et vous d e s e n t r a ñ a r a u n e n i g m a , y r o g a r prier de me dire de quelle nature l e q u e m e d i j e r a q u é c l a s e d e
est la sottise que j’y ai faite. J’ai t o n t e r í a h e h e c h o , a l h a b l a r d e
parlé d’un père...
un tío...
—¡Eh!, sí; soy un pobre ignorante, que conseguirá malquistarse con todo el mundo si usted me
rehúsa su apoyo. Me parece muy
difícil encontrar en París una mujer joven, hermosa, rica, elegante,
que no sea cortejada, y me hace falta una que me enseñe lo que ustedes las mujeres saben tan bien explicar: la vida. En todas partes tropezaré con un señor de Trailles. Por
eso acudo a usted a preguntarle la palabra mágica que descifre un enigma,
y que me diga de qué naturaleza es la
tontería que he cometido. He hablado
de un papá...
“Yes, indeed. I am a novice, and
my blunders will set every one
against me, if you do not give me
your counsel. I believe that in
Paris it is very difficult to meet
with a young, beautiful, and
wealthy woman of fashion who
would be willing to teach me,
what you women can explain so
well—life. I shall find a M. de
Trailles everywhere. So I have
come to you to ask you to give me
a key to a puzzle, to entreat you
to tell me what sort of blunder I
made this morning. I mentioned
an old man—”
— Madame la duchesse de Langeais, dit Jacques en coupant la parole à l’étudiant, qui fit le geste d’un
homme violemment contrarié.
—La señora duquesa de Langeais —
dijo Santiago, cortándole la palabra al
estudiante, que hizo un gesto de hombre violentamente contrariado.
—La señora duquesa de Langeais
—dijo Jacques cortando la palabra al
estudiante, que hizo un gesto de hombre vivamente contrariado.
“Madame la Duchess de Langeais,”
Jacques cut the student short; Eugene
gave expression to his intense annoyance by a gesture.
— Si vous voulez réussir, dit la vicomtesse à voix basse, d’abord ne
soyez pas aussi démonstratif.
—Si quiere usted triunfar —dijo
la vizcondesa, en voz baja—, lo primero: no sea tan demostrativo.
—Lo primero, si quiere usted triunfar
—dijo la condesa en voz baja—, no haga
usted esas demostraciones delatoras.
“If you mean to succeed,” said the
Vicomtesse in a low voice, “in the first place
you must not be so demonstrative.”
— Eh! bonjour, ma chère, repritelle en se levant et allant au-devant
de la duchesse dont elle pressa les
mains avec l’effusion caressante
qu’elle aurait pu montrer pour une
soeur et à laquelle la duchesse répondit par les plus jolies câlineries.
—¡Hola! Buenos días querida —
dijo levantándose y yendo al encuentro de la duquesa, cuyas manos estrechó, con la efusión cariñosa que hubiera podido mostrar por una hermana y a la que la duquesa respondió,
con los más deliciosos mimos.
—¡Eh! Buenos días, querida —continuó la condesa levantándose y dirigiéndose hacia la duquesa, a quien cogió
[383] ambas manos con la afección
acariciadora que hubiera podido mostrar
a una hermana, a lo que respondió la duquesa con los más amables mimos.
“Ah! good morning, dear,” she
continued, and rising and crossing the room, she grasped the
Duchess’ hands as affectionately
as if they had been sisters; the
Duchess responded in the prettiest and most gracious way.
— J’en tuerais deux, dit Eugène.
— Enfant! Oui, vous êtes un
enfant, dit-elle en réprimant quelques larmes; vous aimeriez sincèrement, vous!
— Oh! fit-il en hochant la tête.
—Mataría incluso dos —dijo
Eugenio.
—¡Chiquillo! Sí, es un niño; usted amaría sinceramente.
—¡Oh! —dijo bajando la cabeza.
62
“Two,” said Eugene.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— Voilà deux bonnes amies, se dit
Rastignac. J’aurai dès lors deux protectrices; ces deux femmes doivent
avoir les mêmes affections, et celleci s’intéressera sans doute à moi.
«Estas son dos amigas —se dijo
Rastignac— Desde ahora tendré dos
protectoras; estas dos mujeres deben
tener los mismos afectos, y esta otra
se interesará, sin duda, por mí.»
—Son dos buenas amigas —se dijo
Rastignac—. Tendré, por tanto, dos
protectoras. Estas mujeres deben tener los mismos afectos, y esta otra se
interesará, seguramente, por mí.
“Two intimate friends!” said Rastignac to
himself. “Henceforward I shall have two protectresses; those two women are great friends,
no doubt, and this newcomer will doubtless
interest herself in her friend’s cousin.”
— A quelle heureuse pensée doisje le bonheur de te voir, ma chère
Antoinette? dit madame de
Beauséant.
—¿A qué feliz pensamiento
debo la dicha de verte, querida
Antonieta? —dijo la señora de
Beauseant.
—¿A qué feliz casualidad debo el
placer de verla, mi querida
Antoinette? —dijo la señora de
Beauséant.
“To what happy inspiration do I
owe this piece of good fortune, dear
Antoinette?” asked Mme. de
Beauseant.
— Mais j’ai vu monsieur
d’Ajuda-Pinto entrant chez monsieur de Rochefide, et j’ai pensé
qu’alors vous étiez seule.
—Pues, he visto al señor
d’ Adjuda-Pinto, entrando en casa
del señor de Rochefide y creí que
estarías sola.
—Como he visto entrar al señor
de Ajuda-Pinto en casa del señor
de Rochefide, he supuesto que estaría usted sola.
“Well, I saw M. d’Ajuda-Pinto at
M. de Rochefide’s door, so I thought
that if I came I should find you
alone.”
Madame de Beauséant ne se pinça
point les lèvres, elle ne rougit pas, son
regard resta le même, son front parut
s’éclaircir pendant que la duchesse
prononçait ces fatales paroles.
La señora de Beauseant no se mordió los labios, no se puso colorada,
su mirada siguió igual, su frente pareció iluminarse, mientras la duquesa pronunciaba las fatalas palabras.
La señora de Beauséant no se mordió los labios ni se ruborizó. Su mirada
permaneció imperturbable. Su frente
pareció aclararse mientras la duquesa
pronunciaba esas fatídicas palabras.
Mme. de Beauseant’s mouth did
not tighten, her color did not rise, her
expression did not alter, or rather, her
brow seemed to clear as the Duchess
uttered those deadly words.
— Si j’avais su que vous fussiez
occupée... ajouta la duchesse en se
tournant vers Eugène.
—Si hubiera sabido que estaba
usted ocupada... —añadió la duquesa, volviéndose hacia Eugenio.
—Si hubiera sabido que estaba usted ocupada... —añadió la duquesa
volviéndose hacia Eugéne.
“If I had known that you were
engaged—” the speaker added,
glancing at Eugene.
— Monsieur est monsieur Eugène
de Rastignac, un de mes cousins, dit
la vicomtesse. Avez-vous des nouvelles du général Montriveau? fit-elle.
Sérisy m’a dit hier qu’on ne le voyait
plus, l’avez-vous eu chez vous
aujourd’hui?
—El caballero es el señor de
Rastignac, uno de mis primos —
d i j o l a v i z c o n d e s a — . ¿ Ti e n e u s ted
noticias
del
General
Montriveau? Serizy me dijo ayer
que no se le ve, ¿lo ha tenido
hoy en su casa?
—Este caballero es el señor
Eugéne de Rastignac, primo mío —
dijo la vizcondesa—. ¿Tiene usted
noticias del general de Montriveau?
—preguntó—. Sérizy me dijo ayer
que ya no se le veía. ¿Ha estado hoy
en su casa?
“This gentleman is M. Eugene de
Rastignac, one of my cousins,” said the
Vicomtesse. “Have you any news of
General de Montriveau?” she continued.
“Serizy told me yesterday that he never
goes anywhere now; has he been to see
you to-day?”
La duchesse, qui passait pour être
abandonnée par monsieur de
Montriveau, de qui elle était éperdument éprise, sentit au coeur la
pointe de cette question, et rougit
en répondant:
La duquesa, que pasaba por estar
abandonada por el general de
Montriveau, de quien estaba perdidamente enamorada, sintió clavársele
en el corazón aquella pregunta y respondió enrojeciendo:
La duquesa, que según se decía, había sido abandonada por el señor de
Montriveau, de quien estaba perdidamente enamorada, sintió en el corazón el pinchazo de esta pregunta y se
ruborizó al responder:
It was believed that the Duchess
was desperately in love with M. de
Montriveau, and that he was a faithless lover; she felt the question in
her very heart, and her face flushed
as she answered:
- Il était hier à l’Elysée.
—Ayer estaba en el Elíseo.
—Ayer estaba en el Elíseo.
“He was at the Elysee yesterday.”
— De service, dit madame de
Beauséant.
—De servicio —dijo la señora de
Beauseant.
— Clara, vous savez sans doute,
reprit la duchesse en jetant des flots
de malignité par ses regards, que demain les bans de monsieur d’AjudaPinto et de mademoiselle de
Rochefide se publient?
—Clara, sin duda sabe usted —
—Claire, ¿sabe usted que mañana
prosiguió la condesa, lanzando olea- se anunciará oficialmente el casadas de malevolencia—, que mañana miento del señor del señor Ajuda-Pinse publican las amonestaciones del X to y de la señorita Rochefide? —reseñor d’Adjuda-Pinto y la señorita de puso, aunque hablara en tono interrogativo, la duquesa.*
Rochefide.
* sintaxis muy cambiada
X
“Claire,” returned the Duchess, and
hatred overflowed in the glances she
threw at Mme. de Beauseant; “of course
you know that M. d’Ajuda-Pinto is going to marry Mlle. de Rochefide; the
bans will be published to-morrow.”
Ce coup était trop violent, la vicomtesse pâlit et répondit en riant:Un de ces bruits dont s’amusent
les sots. Pourquoi monsieur
d’Ajuda porterait-il chez les
Rochefide un des plus beaux
noms du Portugal? Les Rochefide
sont des gens anoblis d’hier.
El golpe era demasiado violento, la
vizcondesa palideció y respondió riendo:
—Uno de esos rumores absurdos con
que se divierten los tontos. Por qué iba a
llevar el señor d’Adjuda uno de los más
grandes [134] nombres de Portugal a casa
del señor de Rochefide? Los Rochefide
hace cuatro días que son nobles.
¡El golpe fue demasiado violento! La
vizcondesa palideció y respondió riendo; [384]
—Un simple runruneo para que se diviertan los tontos. ¿Qué razón hay para
que el señor de Ajuda-Pinto dé su nombre, uno de los más nobles de Portugal, a la familia de los Rochefide? Los
Rochefide son nobles de ayer.
This thrust was too cruel; the
Vicomtesse’s face grew white, but she
answered, laughing, “One of those rumors that fools amuse themselves with.
What should induce M. d’Ajuda to take
one of the noblest names in Portugal to
the Rochefides? The Rochefides were
only ennobled yesterday.”
— Mais Berthe réunira, dit-on,
deux cent mille livres de rente.
—Pero Berta reunirá —según dicen— doscientas mil libras de renta.
—Pero, Berthe tiene, según dicen,
doscientas mil libras de renta.
“But Bertha will have two hundred
thousand livres a year, they say.”
— Monsieur d’Ajuda est trop riche
pour faire de ces calculs.
—El señor d’Adjuda es demasiado
rico para hacer semejantes cálculos.
—El señor de Ajuda es demasiado
rico para hacer esos cálculos.
“M. d’Ajuda is too wealthy to marry
for money.”
— Mais, ma chère, mademoiselle
—Pero, querida, la señorita de
—Pero, querida mía, la señorita
“But, my dear, Mlle. de Rochefide is
—¿De servicio? —preguntó la señora de Beauséant.
63
“In attendance?”
Balzac’s Goriot
de Rochefide est charmante.
— Ah!
tr. de M. Gutiérrez
Rochefide es encantadora.
—¡Ah!
tr. de J. Zuazagpoitia
X Rochefide es encantadora. ¡Ah!
X
______________
tr. Ellen Marriage
a charming girl.”
“Indeed?”
— Enfin il y dîne aujourd’hui, les
conditions sont arrêtées. Vous m’étonnez étrangement d’être si peu instruite.
—En fin, él come en su casa hoy.
Las condiciones han sido pactadas.
Me asombra mucho que esté tan mal
enterada.
—En fin: él come en su casa hoy.
Las condiciones están ultimadas. Me
extraña mucho que esté usted tan mal
informada.
“And, as a matter of fact, he is dining with them to-day; the thing is settled.
It is very surprising to me that you
should know so little about it.”
Quelle sottise avez-vous donc faite,
monsieur? dit madame de Beauséant.
Ce pauvre enfant est si nouvellement
jeté dans le monde, qu’il ne comprend
rien, ma chère Antoinette, à ce que
nous disons. Soyez bonne pour lui,
remettons à causer de cela demain.
Demain, voyez-vous, tout sera sans
doute officiel, et vous pourrez être
officieuse à coup sûr.
—Pero, ¿qué tontería ha cometido usted señor? —dijo la señora
de Beauseant—. Este joven es tan
recién llegado a este mundo, que
no comprende nada de lo que decimos, querida Antonieta. Sea
buena con él, hablaremos de esto
m a ñ a n a . M a ñ a n a . Ya v e , t o d o
será, sin duda, oficial y podrá ser
oficiosa sobre seguro.
—¿Qué disparate es el que ha cometido usted? —dijo la señora de
Beauséant a Eugéne—. Este pobre chico hace tan poco que ha entrado en el
mundo, que no comprende nada, querida Antoinette, de lo que decimos. Sea
buena para él. Mañana volveremos a
hablar de eso. Mañana, ya ve usted, todo
será oficial, y usted podrá ser oficiosa
para conmigo con datos seguros.
Mme. de Beauseant turned to Rastignac.
“What was the blunder that you made, monsieur?” she asked. “The poor boy is only just
launched into the world, Antoinette, so that
he understands nothing of all this that we are
speaking of. Be merciful to him, and let us
finish our talk to-morrow. Everything will be
announced to-morrow, you know, and your
kind informal communication can be accompanied by official confirmation.”
La duchesse tourna sur Eugène
un de ces regards impertinents qui
enveloppent un homme des pieds à
la tête, l’aplatissent, et le mettent à
l’état de zéro.
La duquesa volvió sobre Eugenio
una de esas miradas impertinentes,
que envuelven a un hombre de los
pies a la cabeza, lo aplastan y lo dejan reducido a un cero total.
La duquesa volvió la vista hacia
Eugéne y le lanzó una de esas miradas que envuelven a un hombre de
los pies a la cabeza, le aplastan y le
anonadan.
The Duchess gave Eugene
one of those insolent glances
that measure a man from head
to foot, and leave him crushed
and annihilated.
— Madame, j’ai, sans le savoir,
plongé un poignard dans le coeur de
madame de Restaud. Sans le savoir,
voilà ma faute, dit l’étudiant que son
génie avait assez bien servi et qui avait
découvert les mordantes épigrammes
cachées sous les phrases affectueuses
de ces deux femmes. Vous continuez
à voir, et vous craignez peut-être les
gens qui sont dans le secret du mal
qu’ils vous font, tandis que celui qui
blesse en ignorant la profondeur de sa
blessure est regardé comme un sot, un
maladroit qui ne sait profiter de rien,
et chacun le méprise.
—Señora, sin darme cuenta, he
clavado un puñal en el corazón de la
señora de Restaud. Sin saber, ésa es
mi falta —dijo el estudiante, cuyo
ingenio había sido bien servido y que
había sabido descubrir los mordaces
epigramas, ocultos bajo las frases
afectuosas de las dos mujeres—. Todos miran y acaso temen a los que les
hacen daño a sabiendas, mientras que
el que hiere, sin querer, sin conocer
la profundidad de la herida, es mirado como un idiota, como un torpe,
que no sabe aprovecharse de nada.
Todos lo desprecian.
X
—Señora: he hundido, sin saberlo,
un puñal en el corazón de la señora de Restaud. Sin saberlo, y
ésta es la falta —dijo el estudiante, cuya agudeza había descubierto los mordaces epigramas ocultos bajo las frases afectuosas de aquellas dos mujeres—. Porque si se teme a las
gentes que hieren a sabiendas,
al que hiere sin conocer el alcance de lo que hace se le mira
como a un tonto, un desgraciado que no se aprovecha de nada,
y ______ s e l e d e s p r e c i a .
“Madame, I have unwittingly
plunged a dagger into Mme. de
Restaud’s heart; unwittingly—therein
lies my offence,” said the student of law,
whose keen brain had served him sufficiently well, for he had detected the biting epigrams that lurked beneath this
friendly talk. “You continue to receive,
possibly you fear, those who know the
amount of pain that they deliberately
inflict; but a clumsy blunderer who has
no idea how deeply he wounds is looked
upon as a fool who does not know how
to make use of his opportunities, and
every one despises him.”
Madame de Beauséant jeta
s u r l ’ é t u d i a n t u n d e c e s r e g a r ds
fondants où les grandes âmes savent mettre tout à la fois de la reconnaissance et de la dignité. Ce
regard fut comme un baume qui
calma la plaie que venait de faire
au coeur de l’étudiant le coup
d’oeil d’huissier-priseur par lequel la duchesse l’avait évalué.
La señora de Beauseant, proyectó
sobre el estudiante, una de esas miradas fundentes, en las que, las grandes almas, saben poner juntamente,
agradecimiento y dignidad. Esa mirada fue como un bálsamo que calmó la llaga que acababa de abrir en
el corazón del estudiante, la ojeada
de ave de presa, con la que la duquesa, le había evaluado.
La señora de Beauséant lanzó sobre el estudiante una de esas miradas definitivas en las que las grandes almas [385] saben poner, a la
vez, reconocimiento y dignidad.
Esta mirada fue como un bálsamo
que curó la llaga que acababa de producir en el corazón del estudiante la
mirada de usurero con que le había
valorado la duquesa.
Mme. de Beauseant gave the
student a glance, one of those
glances in which a great soul can
mingle dignity and gratitude. It
was like balm to the law student,
who was still smarting under the
Duchess’ insolent scrutiny; she
had looked at him as an auctioneer might look at some article to
appraise its value.
— Figurez-vous que je venais, dit
Eugène en continuant, de capter la
bienveillance du comte de Restaud; car,
dit-il en se tournant vers la duchesse
d’un air à la fois humble et malicieux,
il faut vous dire, madame, que je ne
suis encore qu’un pauvre diable d’étudiant, bien seul, bien pauvre...
—Figúrense ustedes, que acababa
de conquistar la benevolencia del
conde de Restaud; pues, tengo que
deciros, señora —dijo, volviéndose a
la duquesa con gesto humilde y a la
vez malicioso— que no soy todavía
más que un pobre diablo de estudiante. Muy solo y muy pobre...
—Figúrese usted —continuó
Eugéne— que acababa de captarme la
benevolencia del conde de Restaud,
porque debo advertirle —dijo volviéndose hacia la duquesa con aire a la vez
humilde y malicioso— que todavía no
soy más que un infeliz estudiante muy
solo, muy pobre...
“Imagine, too, that I had just made
some progress with the Comte de
Restaud; for I should tell you, madame,”
he went on, turning to the Duchess with
a mixture of humility and malice in his
manner, “that as yet I am only a poor
devil of a student, very much alone in
the world, and very poor—”
— Ne dites pas cela, monsieur de Rastignac.
Nous autres femmes, nous ne voulons jamais de ce dont personne ne veut.
—¡No diga eso señor de Rastignac!
Nosotras las mujeres no deseamos
nunca lo que no quiere nadie.
—No diga usted eso, señor de
Rastignac. Las mujeres no queremos
nunca a aquel a quien nadie quiere.
“You should not tell us that, M. de
Rastignac. We women never care about
anything that no one else will take.”
— Bah! fit Eugène, je n’ai que
vingt-deux ans, il faut savoir supporter les malheurs de son âge.
—¡Bah! —dijo Eugenio—, yo no
tengo más que veintidós años, hay que
saber soportar los inconvenientes de
—¡Bah! —exclamó Eugéne—. No
tengo más que veintidós años; hay que
saber soportar las desgracias de la
“Bah!” said Eugene. “I am only twoand-twenty, and I must make up my
mind to the drawbacks of my time of
64
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
D’ailleurs, je suis à confesse; et il
est impossible de se mettre à genoux dans un plus joli confessionnal: on y fait les péchés dont on
s’accuse dans l’autre.
la edad. Además estoy confesando, y
es imposible ponerse de rodillas en un
confesionario [135] más bonito que
éste; aquí se cometen pecados de los
que nos acusamos en el otro.
edad. Además estoy confesándome y,
la verdad, que es imposible arrodillarse delante de mejor confesonario. Se
someten aquí los mismos pecados de
que uno viene a acusarse.
life. Besides, I am confessing my sins,
and it would be impossible to kneel in a
more charming confessional; you commit your sins in one drawing-room, and
receive absolution for them in another.”
La duchesse prit un air froid
à ce discours anti-religieux,
d o n t e l l e p ro s c r i v i t l e m a u v a i s
goût en disant à la vicomtesse
Monsieur arrive...
La duquesa adoptó un aire frío,
ante estas palabras antirreligiosas,
cuyo mal gusto condenaba, diciéndole a la vizcondesa:
—El caballero acaba de llegar...
La duquesa adoptó un aire frío
ante este discurso antirreligioso,
del que proscribió el mal gusto
diciendo a la vizcondesa:
—Este señor acaba de llegar...
The Duchess’ expression grew colder, she
did not like the flippant tone of these remarks,
and showed that she considered them to be in
bad taste by turning to the Vicomtesse with—
“This gentleman has only just come—”
Madame de Beauséant se prit à rire
franchement et de son cousin et de la
duchesse.
La señora de Beauseant se echó a
reír francamente y se rió de su primo
y de la duquesa.
La señora de Beauséant se echó a
reír francamente de su primo y de la
duquesa.
Mme. de Beauseant began to laugh
outright at her cousin and at the Duchess both.
— Il arrive, ma chère, et cherche
une institutrice qui lui enseigne le bon
goût.
—Acaba de llegar, querida, y busca una institutriz que le enseñe el
buen gusto.
—Acaba de llegar, querida mía, y
busca una maestra que le enseñe el
buen tono.
“He has only just come to Paris, dear,
and is in search of some one who will
give him lessons in good taste.”
— Madame la duchesse, reprit
Eugène, n’est-il pas naturel de vouloir s’initier aux secrets de ce qui nous
charme? (Allons, se dit-il en luimême, je suis sûr que je leur fais des
phrases de coiffeur.)
—Señora duquesa, ¿no es natural querer iniciarse en los secretos de lo que nos encanta?
Va m o s — s e d i j o p a r a s í — , e s t o y
seguro de que les estoy haciendo frases de peluquero.
—¿No es natural —replicó
Eugéne—, señora duquesa, querer iniciarse en aquello que nos
c a u t i v a ? Va m o s — s e d i j o a s í
mismo—,les estoy haciendo frases de peluquero.
“Mme. la Duchesse,” said Eugene,
“is it not natural to wish to be initiated into the mysteries which charm
us?” (“Come, now,” he said to himself, “my language is superfinely elegant, I’m sure.”)
— Mais madame de Restaud est,
je crois, l’écolière de monsieur de
Trailles, dit la duchesse.
—Pero la señora de Restaud es la
alumna del señor de TraiIles, según
creo —dijo la duquesa.
—Pero la señora de Restaud es, según creo, discípula del señor de
Trailles —dijo la duquesa.
“But Mme. de Restaud is herself,
I believe, M. de Trailles’ pupil,”
said the Duchess.
— Je n’en savais rien, madame,
—Yo no sabía nada de eso —rereprit l’étudiant. Aussi me suis-je puso el estudiante—. Además, me
étourdiment jeté entre eux. Enfin, je planté, alocadamente, entre ellos. En
m’étais assez bien entendu avec le fin, me había entendido bastante bien
mari, je me voyais souffert pour un con el marido, me hacía soportar temtemps par la femme, lorsque je me poralmente por la mujer, cuando se me
suis avisé de leur dire que je con- ocurrió decirles que yo conocía a un
naissais un homme que je venais de hombre que había visto salir de su
voir sortant par un escalier dérobé, X casa, por la escalera de servicio* y a
et qui avait au fond d’un couloir quien había visto besar a la condesa,
embrassé la comtesse.
al fondo del corredor.
—No sabía nada, señora —repuso el
estudiante—. Así que me he metido
aturdidamente entre los dos. En fin: me
había entendido bastante bien con el
marido, y aún veía que iba a ser soportado durante algún tiempo por la mujer,
[386] cuando se me ha ocurrido decirles
que conocía a un hombre que acababa
de salir por una escalera de servicio y
que había besado a la condesa al foral
de un pasillo.
“Of that I had no idea, madame,”
answered the law student, “so I
rashly came between them. In fact, I
got on very well with the lady’s husband, and his wife tolerated me for
a time until I took it into my head to
tell them that I knew some one of
whom I had just caught a glimpse as
he went out by a back staircase, a
man who had given the Countess a
kiss at the end of a passage.”
* antes no se la llamado así
X
— Qui est-ce? dirent les deux femmes.
—Quién es? —dijeron las dos
mujeres.
—¿Quién? —preguntaron las dos
mujeres.
“Who was it?” both women asked together.
— Un vieillard qui vit à raison de
deux louis par mois, au fond du faubourg Saint-Marceau, comme moi,
pauvre étudiant; un véritable malheureux dont tout le monde se moque, et
que nous appelons le père Goriot.
—Un viejo que vive por dos
luises (33) al mes, en el fondo del
Faubourg Saint-Marceau, como yo,
pobre estudiante. Un verdadero desgraciado, de quien todos se ríen y al
que llamamos el tío Goriot.
—Un viejo que vive por dos luises
al mes en lo más alejado del barrio de
Saint-Marceau, como yo, pobre estudiante. Un verdadero desgraciado de
quien se burla todo el mundo y a quien
llamamos papá Goriot.
“An old man who lives at the rate of
two louis a month in the Faubourg SaintMarceau, where I, a poor student, lodge
likewise. He is a truly unfortunate creature, everybody laughs at him—we all
call him ‘Father Goriot.’ ”
— Mais, enfant que vous êtes,
s’écria la vicomtesse, madame de
Restaud est une demoiselle Goriot.
—Pero, ¡qué criatura es usted! —ex—Pero ¡cuidado que es usted chiquillo! __
clamó la vizcondesa—. La señora de X ____ _____ _______ Si la señora de Restaud
Restaud es una de las hijas de Goriot.
se apellida Goriot por su familia.
“Why, child that you are,” cried the
Vicomtesse, “Mme. de Restaud was a
Mlle. Goriot!”
— La fille d’un vermicellier, reprit
la duchesse, une petite femme qui
s’est fait présenter le même jour
qu’une fille de pâtissier. Ne vous en
souvenez-vous pas, Clara? Le Roi
s’est mis à rire et a dit en latin un bon
mot sur la farine. Des gens, comment
donc? des gens...
—La hija de un fabricante de fideos X Es hija de un fabricante de fideos —
—prosiguió la duquesa—. Una mujer- repuso la duquesa—; una pobre mucita que se hizo presentar en sociedad, jer que se hizo presentar en sociedad
el mismo día que la hija de un pastele- el mismo día que la hija de un confiro. ¿No lo recuerda usted, Clara? El rey tero. ¿No se acuerda usted, Claire? El
se echó a reír, y dijo en latín un chiste rey se echó a reír y dijo en latín algo
sobre la harina. Dijo que eran gente... oportuno sobre la harina. Gentes...,
¿Cómo era? Gente...
¿cómo dijo?, gentes...
“The daughter of a vermicelli manufacturer,” the Duchess added; “and
when the little creature went to Court,
the daughter of a pastry-cook was presented on the same day. Do you remember, Claire? The King began to laugh,
and made some joke in Latin about flour.
People—what was it?—people—”
— Ejusdem farinae, dit Eugène.
—Ejusdem farinae —dijo Eugenio (34).
—Ejusdem farinae dijo Eugéne.
“Ejusdem farinae,” said Eugene.
— C’est cela, dit la duchesse.
—Eso es —dijo la duquesa.
—Eso mismo —dijo la duquesa.
“Yes, that was it,” said the Duchess.
65
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— Ah! c’est son père, reprit l’étudiant en faisant un geste d’horreur.
—¡Ah! Es su padre —prosiguió el
estudiante, con un gesto de horror.
—¡Ah! ¡De modo que es su padre! —repuso el estudiante haciendo un gesto de horror.
“Oh! is that her father?” the law student continued, aghast.
— Mais oui; ce bonhomme avait
deux filles dont il est quasi fou, quoique l’une et l’autre l’aient à peu près
renié.
—Pues claro que sí. El buen hombre
tenía dos hijas, a las que quería con locura, aunque la una y la otra hayan, poco
menos que renegado de él. [136]
—Efectivamente. Ese buen
hombre tenía dos hijas, por quienes está loco, a pesar de que ellas
han renegado casi de él.
“Yes, certainly; the old man had two
daughters; he dotes on them, so to speak,
though they will scarcely acknowledge
him.”
— La seconde n’est-elle pas, dit la
vicomtesse en regardant madame de
Langeais, mariée à un banquier dont
le nom est allemand, un baron de
Nucingen? Ne se nomme-t-elle pas
Delphine? N’est-ce pas une blonde qui
a une loge de côté à l’Opéra, qui vient
aussi aux Bouffons, et rit très haut
pour se faire remarquer?
—La segunda, ¿no se casó —dijo
la vizcondesa mirando a la señora
de Langeais— con un banquero de
nombre alemán, un barón de
Nucingen? ¿No se llama Delfina?
¿No es rubia, tiene un palco lateral
en la ópera, asiste también a los
Bouffons y se ríe muy alto para hacerse notar?
—La segunda, ¿no está casada —
preguntó la vizcondesa mirando a la
señora de Langeais— con un banquero de nombre alemán, el barón de
Nucingen? ¿No se llama Delphine?
¿No es una rubia que tiene a nuestro
lado su platea en la ópera, que va también a los Bufos y que ríe alto para
hacerse notar?
“Didn’t the second daughter marry a
banker with a German name?” the
Vicomtesse asked, turning to Mme. de
Langeais, “a Baron de Nucingen? And
her name is Delphine, is it not? Isn’t she
a fair-haired woman who has a side-box
at the Opera? She comes sometimes to
the Bouffons, and laughs loudly to attract attention.”
La duchesse sourit en disant Mais,
ma chère, je vous admire. Pourquoi
vous occupez-vous donc tant de ces
gens-là? Il a fallu être amoureux fou,
comme l’était Restaud, pour s’être
enfariné de mademoiselle Anastasie.
Oh! il n’en sera pas le bon marchand!
Elle est entre les mains de monsieur
de Trailles, qui la perdra.
La duquesa sonrió diciendo:
—Querida mía, la admiro. ¿Por qué
se ocupa usted de semejantes personas? Había que estar locamente enamorado, como estaba Restaud, para meterse en harina con la señorita Anastasia.
¡No le arriendo la ganancia! Ella está
en manos del señor de TraiIles, que
será su perdición.
The Duchess smiled and said:
“I wonder at you, dear. Why do you
take so much interest in people of that
kind? One must have been as madly in
love as Restaud was, to be infatuated with
Mlle. Anastasie and her flour sacks.
Oh! he will not find her a good bargain!
She is in M. de Trailles’ hands, and he
will ruin her.”
— Elles ont renié leur père, répétait Eugène.
—Han renegado de su padre —repitió Eugenio.
La duquesa sonrió y dijo:
—Pero, querida, la admiro a usted.
¿Por qué se ocupa usted de esas gentes? Hay que estar locamente enamorado, como lo estaba Restaud, para haberse enharinado con la señorita Anastasie.
¡Oh! No le arriendo el negocio.
Anastasie ha caído entre las manos de
Trailles, que la perderá.
[387]
—¡Han renegado de su padre! —
repetía Eugéne.
— Eh bien! oui, leur père, le père,
un père, reprit la vicomtesse, un bon
père qui leur a donné, dit-on, à chacune cinq ou six cent mille francs pour
faire leur bonheur en les mariant bien,
et qui ne s’était réservé que huit à dix
mille livres de rente pour lui, croyant
que ses filles resteraient ses filles,
qu’il s’était créé chez elles deux existences, deux maisons où il serait
adoré, choyé. En deux ans, ses gendres l’ont banni de leur société comme
le dernier des misérables.
—Pues sí, de su padre —dijo la
vizcondesa—; un buen padre que les
ha dado, según dicen, cincomil o
seiscientos mil francos a cada una,
para hacerlas felices casándolas bien,
y que no se había reservado para él,
más que ocho o diez mil libras, creyendo, que sus hijas seguirían
siéndolo, y que había creado en ellas
dos casas, donde sería adorado, mimado. En dos años, sus yernos lo han
barrido de su sociedad, como al último de los miserables...
—Sí, su padre, el padre, un
padre
—repuso
la
vizcondesa—, un buen padre
que les dio a cada una, según
dicen, quinientos o seiscientos
mil francos creyendo que sus
hijas seguirían siendo sus hijas, que así se creaba dos existencias, dos casas en las que
sería adorado, mimado. Pero
en dos años sus yernos le han
desterrado de su lado como al
último de los miserables...
“Oh! well, yes, their father, the father, a father,”
replied the Vicomtesse, “a kind father who gave
them each five or six hundred thousand francs, it is
said, to secure their happiness by marrying them
well; while he only kept eight or ten thousand livres
a year for himself, thinking that his daughters
would always be his daughters, thinking that in
them he would live his life twice over again, that
in their houses he should find two homes, where
he would be loved and looked up to, and made
much of. And in two years’ time both his sons-inlaw had turned him out of their houses as if he
were one of the lowest outcasts.”
Quelques larmes roulèrent dans
les yeux d’Eugène, récemment rafraîchi par les pures et saintes émotions de la famille, encore sous le
charme des croyances jeunes, et qui
n’en était qu’à sa première journée
sur le champ de bataille de la civilisation parisienne. Les émotions véritables sont si communicatives, que
pendant un moment ces trois personnes se regardèrent en silence.
Unas lágrimas rodaron de los
ojos de Eugenio, recién refrescado
por las puras y santas emociones de
la familia, aún bajo el encanto de
las creencias jóvenes, y que no estaba, sino en su primera jornada,
sobre el campo de batalla de la civilización parisina. Las emociones
verdaderas son tan contagiosas,
que, por un momento, las tres personas se miraron en silencio.
Algunas lágrimas se derramaron por
los ojos de Eugéne, a quien se le habían refrescado las puras y santas emociones de la familia, porque todavía
estaba bajo el encanto de las creencias
juveniles y no había pasado de su primera jornada en el campo de batalla
de la civilización parisiense. Las emociones
verdaderas
son
tan
comunicativas, que durante un momento los tres se miraron en silencio.
Te a r s c a m e i n t o E u g e n e ’ s
eyes. He was still under the
spell of youthful beliefs, he had
just left home, pure and sacred
feelings had been stirred within
him, and this was his first day
on the battlefield of civilization in Paris. Genuine feeling is
so infectious that for a moment
the three looked at each other
in silence.
— Eh! mon Dieu, dit madame de
Langeais, oui, cela semble bien horrible, et nous voyons cependant cela
tous les jours. N’y a-t-il pas une
cause à cela? Dites-moi, ma chère,
avez-vous pensé jamais à ce qu’est
u n g e n d re ? U n g e n d r e e s t u n
homme pour qui nous élèverons,
vous ou moi, une chère petite créature à laquelle nous tiendrons par
mille liens, qui sera pendant dix-
—Dios mío —dijo la señora de
Langeais—. Sí. Eso parece horrible
y sin embargo, es el pan nuestro de
cada día. ¿No hay un motivo para
eso? ¿Dígame, querida, ha pensado
alguna vez en lo que es un yerno?
Un yerno es un hombre para quien
nosotros educaremos, usted o yo,
una querida criaturita, a quien nos
sentiremos unidos por mil lazos y
que será, durante diecisiete años,
—¡Ay, Dios mío! —dijo la señora
de Langeais—. Sí; efectivamente, eso
parece espantoso y, sin embargo, lo
vemos todos los días. ¿No tendrá eso
alguna causa? Dígame, querida amiga: ¿ha pensado usted alguna vez en
lo que es un yerno? Un yerno es un
hombre para el cual nosotras criaremos una criatura encantadora, a la que
estaremos unidas por mil tiernos lazos, que será durante diecisiete años
“Eh, mon Dieu!” said Mme. de
Langeais; “yes, it seems very horrible, and yet we see such things every day. Is there not a reason for it?
Tell me, dear, have you ever really
thought what a son-in-law is? A
son-in-law is the man for whom we
bring up, you and I, a dear little one,
bound to us very closely in innumerable ways; for seventeen years she will
be the joy of her family, its ‘white soul,’
“And they do not acknowledge their
father!” Eugene repeated.
3
66
Balzac’s Goriot
sept ans la joie de la famille, qui
en est l’âme blanche, dirait Lamartine, et qui en deviendra la peste.
Quand cet homme nous l’aura prise,
il commencera par saisir son amour
comme une hache, afin de couper
dans le coeur et au vif de cet ange
tous les sentiments par lesquels elle
s’attachait à sa famille. Hier, notre
fille était tout pour nous, nous
étions tout pour elle; le lendemain
elle se fait notre ennemie. Ne
voyons-nous pas cette tragédie
s’accomplissant tous les jours? Ici,
la belle-fille est de la dernière impertinence avec le beau-père, qui a
tout sacrifié pour son fils. Plus loin,
un gendre met sa belle-mère à la
porte. J’entends demander ce qu’il
y a de dramatique aujourd’hui dans
la société; mais le drame du gendre
est effrayant, sans compter nos mariages qui sont devenus de fort sottes choses. Je me rends parfaitement compte de ce qui est arrivé à
ce vieux vermicellier. Je crois me
rappeler que ce Foriot...
— Goriot, madame.
— Oui, ce Moriot a été président
de sa section pendant la Révolution;
il a été dans le secret de la fameuse
disette, et a commencé sa fortune par
vendre dans ce temps-là des farines
dix fois plus qu’elles ne lui coûtaient. Il en a eu tant qu’il en a voulu.
L’intendant de ma grand-mère lui en
a vendu pour des sommes immenses.
Ce Goriot partageait sans doute,
comme tous ces gens-là, avec le Comité de Salut Public. Je me souviens
que l’intendant disait à ma grandmère qu’elle pouvait rester en toute
sûreté à Grandvilliers, parce que ses
blés étaient une excellente carte civique. Eh bien! ce Loriot, qui vendait du blé aux coupeurs de têtes, n’a
eu qu’une passion. Il adore, dit-on,
se poser, se percher en un lieu élevé pour dormi
ses filles. Il a juché l’aînée dans la
maison de Restaud, et greffé l’autre
sur le baron de Nucingen, un riche
banquier qui fait le royaliste. Vous
comprenez bien que, sous l’Empire,
les deux gendres ne se sont pas trop
formalisés d’avoir ce vieux Quatrevingt-treize chez eux; ça pouvait encore aller avec Buonaparte. Mais
quand les Bourbons sont revenus, le
bonhomme a gêné monsieur de
Restaud, et plus encore le banquier. Les filles, qui aimaient peutêtre toujours leur père, ont voulu
ménager la chèvre et le chou, le
père et le mari; elles ont reçu le
Goriot quand elles n’avaient personne; elles ont imaginé des prétextes de tendresse. « Papa, venez,
nous serons mieux, parce que nous
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
la alegría de la familia, que es el
alma del hogar, como diría
Lamartine... Y después será su pest e . Cuando un hombre nos la haya
quitado, comenzará por usar su amor
como un hacha, para cortar en el corazón de este ángel y, a lo vivo, todos
los sentimientos, por los que ella se
sentía unida a su familia. Ayer, nuestra hija era todo para nosotros, nosotros éramos todo para ella; al día siguiente se convierte en nuestra enemiga. ¿Acaso no vemos esa tragedia
consumándose todos los días? La nuera es de una impertinencia extraordinaria, para con el suegro que ha sacrificado todo por su hijo; el yerno
pone a su suegra de patitas en la calle. Oigo a veces preguntar, qué hay
hoy de dramático en la sociedad. Pero
el drama del yerno, es espantoso, sin
hablar de nuestros matrimonios, [137]
que se han convertido en situaciones
bastante estúpidas. Me doy perfecta
cuenta, de lo que le ha pasado a ese
viejo fabricante de fideos. Creo recordar que ese Foriot...
la felicidad de la familia, y que siendo un alma blanca, como diría
Lamartine, se convertirá en la peste.
Cuando este hombre nos la haya arrebatado comenzará a usar de su amor
como de un hacha, con el fin de cortar en el corazón de este ángel todos
los sentimientos que le unían a su familia. Ayer nuestra hija era todo para
nosotras; nosotras éramos todo para
ellas; al día siguiente se convierte en
nuestra enemiga. ¿No presenciamos a
diario esta tragedia? Aquí se trata de
una nuera que comete las mayores
impertinencias con el suegro, quien lo
ha sacrificado todo por su hijo; más
allá un yerno pone de patitas [388] en
la calle a su suegra. Oigo a menudo
preguntar qué hay hoy de dramático
en la sociedad: pues ahí está el drama
del yerno, que es espantoso, sin contar con nuestros matrimonios, que se
han convertido en una cosa bien idiota. Me doy perfecta cuenta de lo que
le ha sucedido a ese viejo fabricante
en fideos. Me parece recordar que ese
Foriot...
—Goriot, señora.
—Goriot, señora.
—Sí; ese Moriot fue presidente de
su sección durante la Revolución. Estuvo en el secreto de la famosa escasez
de víveres y comenzó a hacer fortuna
vendiendo durante aquel tiempo harinas a un precio diez veces mayor que el
de coste. Ganó tanto como quiso. El intendente de mi abuela le vendió cantidades inmensas. Ese Noriot estaba sin
duda, como todas esas gentes, en combinación con el Comité de Higiene Pública. Me acuerdo que el intendente decía a mi abuela que podía permanecer sin ningún temor, en plena seguridad, en Grandvilliers, porque sus
trigos eran una excelente garantía.
Pues bien: ese Loriot, que vendía trigo a los decapitadores, no ha tenido
más que una pasión. Adora, según dicen, a sus hijas. Ha colocado la mayor en casa de los Restaud, y ha encajado la otra al barón de Nucingen,
un rico banquero que se las echa de
realista. Usted comprende bien que,
bajo el Imperio, los dos yernos no están demasiado contentos de tener en
su casa a ese viejo noventa y tres. Eso
aún podía pasar con Bonaparte; pero
con la vuelta de los Borbones el
buen hombre molesta al señor de
Restaud, y todavía más al banquero. Las hijas, que amaban quizá todavía a su padre, querían contemporizar y estar a bien con él y con sus
maridos. Recibían a Toriot cuando
estaban solas, imaginando pretextos de ternura. «Papá, venga usted;
estaremos mejor solos, etc.» Yo,
amiga mía, yo creo que los senti-
—Sí, ese Moriot fue presidente de
su sección durante la revolución. Estuvo en el secreto de la famosa hambre y empezó su fortuna en aquel
tiempo, vendiendo harinas diez veces
más caras de lo que le costaban. Tuvo
tanto como quiso. El intendente de
mi abuela, le vendió harina, por sumas inmensas. Ese Goriot repartía,
sin duda, como toda aquella gente,
con el Comité de Salud Pública. Recuerdo, que el intendente, decía a mi
abuela que se podía quedar con toda
tranquilidad en Grandvilliers, porque
sus trigos, eran un excelente certificado de ciudadanía. Pues bien, ese
Loriot, que vendía trigo a los cortadores de cabezas, sólo ha tenido una
obsesión. Adora, según dicen, a sus
hijas. Aupó a la mayor a la casa de
Restaud. Y a la otra, la injertó sobre
el barón de Nucingen, un rico banquero, que se finge monárquico. Usted, comprenderá que, bajo el Imperio, los dos yernos no se plantearon
muchos problemas por tener a ese
viejo noventa y tres (35) en su casa.
Con Bonaparte podía pasar. Pero,
cuando los Borbones volvieron, el
buen hombre, fastidiaba ya al señor
de Restaud y, más aún, al banquero.
Las hijas, que quizá seguían amando
a su padre, intentaron nadar y guardar la ropa. Quisieron conjugar la
cabra con la col, el padre con el marido; recibían a Goriot, cuando no
tenían a nadie en casa; se inventaron
pretextos de ternura. «¡Papá ven,
papá ven, estaremos mejor, porque
67
tr. Ellen Marriage
as Lamartine says, and suddenly she
will become its scourge. When HE
comes and takes her from us, his love
from the very beginning is like an axe
laid to the root of all the old affection
in our darling’s heart, and all the ties
that bound her to her family are severed. But yesterday our little daughter
thought of no one but her mother and
father, as we had no thought that was
not for her; by to-morrow she will have
become a hostile stranger. The tragedy
is always going on under our eyes. On
the one hand you see a father who has
sacrificed himself to his son, and his
daughter-in-law shows him the last degree of insolence. On the other hand, it
is the son-in-law who turns his wife’s
mother out of the house. I sometimes
hear it said that there is nothing dramatic
about society in these days; but the
Drama of the Son-in-law is appalling,
to say nothing of our marriages, which
have come to be very poor farces. I can
explain how it all came about in the old
vermicelli maker’s case. I think I recollect that Foriot—”
“Goriot, madame.”
“Yes, that Moriot was once President of his Section during the Revolution. He was in the secret of the famous
scarcity of grain, and laid the foundation of his fortune in those days by selling flour for ten times its cost. He had
as much flour as he wanted. My
grandmother’s steward sold him immense quantities. No doubt Noriot
shared the plunder with the Committee of Public Salvation, as that sort of
person always did. I recollect the steward telling my grandmother that she
might live at Grandvilliers in complete
security, because her corn was as good
as a certificate of civism. Well, then,
this Loriot, who sold corn to those
butchers, has never had but one passion, they say—he idolizes his daughters. He settled one of them under
Restaud’s roof, and grafted the other
into the Nucingen family tree, the
Baron de Nucingen being a rich banker
who had turned Royalist. You can quite
understand that so long as Bonaparte
was Emperor, the two sons-in-law
could manage to put up with the old
Ninety-three; but after the restoration
of the Bourbons, M. de Restaud felt
bored by the old man’s society, and the
banker was still more tired of it. His
daughters were still fond of him; they
wanted ‘to keep the goat and the cabbage,’ so they used to see Joriot whenever there was no one there, under pretence of affection. ‘Come to-day, papa,
we shall have you all to ourselves, and that will be much
nicer!’ and all that sort of thing.
Balzac’s Goriot
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
estaremos solos!», etc. Yo, querida,
creo que los sentimientos verdaderos
tienen ojos e inteligencia. El corazón
de ese pobre noventa y tres sangró
entonces. Vio que sus hijas se avergonzaban de él; que, si bien ellas
querían a sus maridos, en cambio él,
era un estorbo para sus yernos. Tenía pues que sacrificarse. Y se sacrificó, porque era padre: se fue por su
propia cuenta. Al ver a sus hijas contentas, comprendió que había hecho
bien. El padre y las hijas, han sido
cómplices, en este pequeño crimen.
Eso lo vemos en todas partes. Ese tío
Doriot, ¿no habría sido una mancha
de mugre en el salón de sus hijas? Se
habría sentido molesto, se habría
aburrido. Lo que le pasa a ese padre
puede ocurrirle a la mujer más bonita con el hombre que más quiera. Si
ella lo aburre con su amor, él se va.
Hace cobardías para huir de ella. Todos los sentimientos son así. [138]
Nuestro corazón es un tesoro, vacíenlo de golpe, y estarán arruinados.
No perdonamos a un sentimiento el haberse mostrado por entero, más de lo
que perdonamos a un hombre, por no
tener un céntimo suyo. Ese padre lo había dado todo. Durante veinte años, había estado dando, sus entrañas, su amor.
Había dado toda su fortuna en un día.
Y una vez exprimido el limón, sus hijas tiraron los restos a la basura.
mi e n t o s v e r d a d e r o s t i e n e n o j o s
e in t e l i g e nc ia; así [389] que el
corazón de ese pobre noventa y tres
ha debido de sangrar. Ha comprendido que sus hijas tenían vergüenza
de él; que si ellas amaban a sus maridos, él perjudicaba a sus yernos.
Por tanto, no tuvo más remedio que
sacrificarse, y se sacrificó, porque
era padre, desterrándose a sí mismo.
Al ver a sus hijas contentas comprendió que había hecho bien. El
padre y las hijas han sido cómplices de este pequeño crimen. Eso se
ve por todas partes. Ese papá
Doriot, ¿no hubiera sido una mancha negra en el salón de sus hijas?
Hubiera estado molesto y se hubiera aburrido. Lo que le sucede a ese
padre puede sucederle a la mujer más
bonita con el hombre a quien ama.
Si el hombre se aburre, se va; hace
verdaderas cobardías por dejarla.
Todos los sentimientos son así.
Nuestro corazón es un tesoro; si lo
vaciamos de un golpe quedamos arruinados. No perdonamos a nadie que
muestre un sentimiento en su completa desnudez, como no perdonamos al
hombre que no tiene un ochavo. Este
padre había dado todo: había dado
durante veinte años sus entrañas, su
amor. Dio un día su fortuna. Una vez
bien exprimido el limón, sus hijas han
dejado las sobras en el arroyo.
A s f o r m e , d e a r, I b e l i e v e t h a t
love has second-sight: poor
Ninety-three; his heart must have
bled. He saw that his daughters were
ashamed of him, that if they loved
their husbands his visits must make
mischief. So he immolated himself.
He made the sacrifice because he
was a father; he went into voluntary
exile. His daughters were satisfied, so he
thought that he had done the best thing he
could; but it was a family crime, and father and daughters were accomplices. You
see this sort of thing everywhere. What could
this old Doriot have been but a splash of mud
in his daughters’ drawing-rooms? He would
only have been in the way, and bored other
people, besides being bored himself. And
this that happened between father and
daughters may happen to the prettiest woman
in Paris and the man she loves the best; if
her love grows tiresome, he will go; he will
descend to the basest trickery to leave her. It
is the same with all love and friendship.
Our heart is a treasury; if you pour out
all its wealth at once, you are bankrupt.
We show no more mercy to the affection that reveals its utmost extent than
we do to another kind of prodigal who
has not a penny left. Their father had
given them all he had. For twenty years
he had given his whole heart to them;
then, one day, he gave them all his fortune too. The lemon was squeezed; the
girls left the rest in the gutter.”
— Le monde est infâme, dit la
—Este mundo es infame —dijo la
vicomtesse en effilant son châle et X condesa, alisando los flecos de su chal
sans lever les yeux, par elle était at- y sin alzar la vista, pues la habían heteinte au vif par les mots que madame rido en lo vivo, las palabras que la sede Langeais avait dits, pour elle, en ñora de Langeais intercalara para ella,
racontant cette histoire.
al contar aquella historia.
—El mundo es infame —dijo la
vizcondesa acariciando los flecos de su
chal y sin levantar los ojos, porque las
palabras que la señora de Langeais había dicho para ella durante este relato
le habían llegado a lo más hondo.
“The world is very base,” said the
Vicomtesse, plucking at the threads of
her shawl. She did not raise her head as
she spoke; the words that Mme. de
Langeais had meant for her in the course
of her story had cut her to the quick.
— Infâme! non, reprit la duchesse;
il va son train, voilà tout. Si je vous
en parle ainsi, c’est pour montrer que
je ne suis pas la dupe du monde. Je
pense comme vous, dit-elle en pressant la main de la vicomtesse. Le
monde est un bourbier, tâchons de
rester sur les hauteurs. Elle se
leva, embrassa madame de
Beauséant au front en lui disant:
«Vous êtes bien belle en ce moment,
ma chère. Vous avez les plus jolies
couleurs que j’aie vues jamais.» Puis
elle sortit après avoir légèrement incliné la tête en regardant le cousin.
—¡Infame! No —dijo la duquesa—, sigue su camino y eso es todo.
Si te hablo así, es para demostrarte
que a mí, no me la da el mundo. Yo
pienso como tú —añadió, apretándole la mano a la vizcondesa—. El
mundo es un lodazal; tratemos,
pues, de mantenernos en las alturas
—se levantó, besó a la señora de
Beauseant en la frente y le dijo—:
Estás muy guapa en este momento,
querida. Tienes los más lindos colores que... —luego salió, después
de inclinar levemente la cabeza,
mirando al primo.
—¿Infame? No —repuso la duquesa—. Sigue su camino; eso es
todo. Si yo hablo así es para demostrar que el mundo no me engaña.
Pienso como usted —dijo estrechando la mano a la vizcondesa—.
El mundo es un lodazal; procuremos permanecer en las alturas.
Se levantó, besó en la frente a la
señora de Beauséant y le dijo:
—Está usted hermosísima en este
momento. Tiene usted el color más
bonito que he visto en mi vida. [390]
Hizo una ligera inclinación de cabeza al primo y salió.
“Base? Oh, no,” answered the
Duchess; “the world goes its own
way, that is all. If I speak in this way,
it is only to show that I am not duped
by it. I think as you do,” she said,
pressing the Vicomtesse’s hand.
“The world is a slough; let us try to
live on the heights above it.”
She rose to her feet and kissed Mme.
de Beauseant on the forehead as she said:
“You look very charming to-day, dear. I
have never seen such a lovely color in
your cheeks before.”
Then she went out with a slight inclination of the head to the cousin.
— Le père Goriot est sublime! dit Eugène en se souvenant de l’avoir vu tordant son
vermeil la nuit.
—¡Ese tío Goriot es sublime!
—dijo Eugenio, recordando
haberlo visto retorcer su plata,
aquella noche.
—¡Papá Goriot es sublime! —
exclamó Eugéne, acordándose
de cómo le había visto retorcer
l a p l a t a l a n o c h e a n t e r i o r.
“Father Goriot is sublime!” said Eugene
to himself, as he remembered how he had
watched his neighbor work the silver vessel
into a shapeless mass that night.
Madame de Beauséant n’entendit
pas, elle était pensive. Quelques moments de silence s’écoulèrent, et le
pauvre étudiant, par une sorte de stupeur honteuse, n’osait ni s’en aller, ni
No lo oyó la señora de Beauseant,
porque estaba pensativa. Hubo unos
instantes de silencio y el pobre estudiante, por una suerte de abochornado estupor, no se atrevía a irse, ni a
La señora de Beauséant no oyó;
estaba pensativa. Pasaron algunos
momentos en silencio, y el pobre
estudiante, por una especie de estupor vergonzoso, no osaba irse,
Mme. de Beauseant did not hear him; she
was absorbed in her own thoughts. For several minutes the silence remained unbroken
till the law student became almost paralyzed
with embarrassment, and was equally afraid
serons seuls! « etc. Moi, ma chère,
je crois que les sentiments vrais ont
des yeux et une intelligence: le
coeur de ce pauvre Quatre-vingttreize a donc saigné. Il a vu que ses
filles avaient honte de lui; que, si
elles aimaient leurs maris, il nuisait à ses gendres. Il fallait donc
se sacrifier. Il s’est sacrifié, parce
qu’il était père: il s’est banni de luimême. En voyant ses filles contentes, il comprit qu’il avait bien fait.
Le père et les enfants ont été complices de ce petit crime. Nous
voyons cela partout. Ce père Doriot n’aurait-il pas été une tache de
cambouis dans le salon de ses filles?
il y aurait été gêné, il se serait ennuyé. Ce qui arrive à ce père peut
arriver à la plus jolie femme avec
l’homme qu’elle aimera le mieux: si
elle l’ennuie de son amour, il s’en
va, il fait des lâchetés pour la fuir.
Tous les sentiments en sont là.
Notre coeur est un trésor, videz-le
d’un coup, vous êtes ruinés. Nous ne
pardonnons pas plus à un sentiment
de s’être montré tout entier qu’à un
homme de ne pas avoir un sou à lui.
Ce père avait tout donné. Il avait
donné, pendant vingt ans, ses entrailles, son amour; il avait donné sa
fortune en un jour. Le citron bien
pressé, ses filles ont laissé le zeste
au coin des rues.
4
tr. de M. Gutiérrez
68
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
rester, ni parler.
quedarse, ni a hablar.
ni quedarse, ni hablar.
to go or stay or speak a word.
— Le monde est infâme et méchant,
dit enfin la vicomtesse. Aussitôt qu’un
malheur nous arrive, il se rencontre
toujours un ami prêt à venir nous le
dire, et à nous fouiller le coeur avec
un poignard en nous en faisant admirer le manche. Déjà le sarcasme, déjà
les railleries! Ah! je me défendrai. Elle
releva la tête comme une grande dame
qu’elle était, et des éclairs sortirent de
ses yeux fiers.
—El mundo es infame y malo —dijo,
por fin, la vizcondesa—. En cuanto nos
sucede algún contratiempo, siempre hay
un amigo que se da prisa en venir a decírnoslo y a hurgarnos en el corazón
con un puñal, haciéndonos admirar el
puño. Enseguida, el sarcasmo, las burlas. ¡Ah! Pero yo me defenderé. —Volvió a alzar la frente, como una gran
dama que era, y salieron relámpagos de
sus ojos altivos.
—El mundo es infame —dijo al fin
la vizcondesa—. En cuanto nos sucede una desgracia hay siempre algún
amigo dispuesto a venir a contárnosla
y a escarbarnos el corazón con un puñal, haciéndonos además admirar su mango recamado. ¡Ahora es un sarcasmo; después una burla! ¡Ah, me defenderé!
Levantó la cabeza con un aire de
gran dama, como lo que era, con sus
ojos chispeantes de altanería.
“The world is basely ungrateful and
ill-natured,” said the Vicomtesse at last.
“No sooner does a trouble befall you than
a friend is ready to bring the tidings and
to probe your heart with the point of a
dagger while calling on you to admire
the handle. Epigrams and sarcasms already! Ah! I will defend myself!”
She raised her head like the great lady
that she was, and lightnings flashed
from her proud eyes.
- Ah! fit-elle en voyant
Eugène, vous êtes là!
—¡Ah! —exclamó, reparando en
Eugenio—. ¡Esta usted ahí!
—¡Ah! —exclamó al ver a
Eugéne—. ¿Está usted ahí?
“Ah!” she said, as she saw Eugene,
“are you there?”
— Encore, dit-il piteusement.
—Todavía —dijo él, de un modo
lamentable.
—Todavía —respondió el estudiante con tono lastimero.
— Eh bien! monsieur de Rastignac,
traitez ce monde comme il mérite de
l’être. Vous voulez parvenir, je vous
aiderai. Vous sonderez combien est
profonde la corruption féminine, vous
toiserez la largeur de la misérable vanité des hommes. Quoique j’aie bien
lu dans ce livre du monde, il y avait
des pages qui cependant m’étaient inconnues. Maintenant je sais tout. Plus
froidement vous calculerez, plus avant
vous irez. Frappez sans pitié, vous
serez craint. N’acceptez les hommes
et les femmes que comme les chevaux
de poste que vous laisserez crever à
chaque relais, vous arriverez ainsi au
faite de vos désirs. Voyez-vous, vous
ne serez rien ici si vous n’avez pas une
femme qui s’intéresse à vous. Il vous
la faut jeune, riche, élégante. Mais si
vous avez un sentiment vrai, cachezle comme un trésor; ne le laissez jamais soupçonner, vous seriez perdu.
Vous ne seriez plus le bourreau, vous
deviendriez la victime. Si jamais vous
aimiez, gardez bien votre secret! ne
le livrez pas avant d’avoir bien su à
qui vous ouvrirez votre coeur. Pour
préserver par avance cet amour qui
n’existe pas encore, apprenez à vous
méfier de ce monde-ci. Ecoutez-moi,
Miguel... (Elle se trompait naïvement
de nom sans s’en apercevoir.) Il existe
quelque chose de plus épouvantable
que ne l’est l’abandon du père par ses
deux filles, qui le voudraient mort.
C’est la rivalité des deux soeurs entre
elles. Restaud a de la naissance, sa
femme a été adoptée, elle a été présentée; mais sa soeur, sa riche soeur,
la belle madame Delphine de
Nucingen, femme d’un homme d’argent, meurt de chagrin; la jalousie la
dévore, elle est à cent lieues de sa
soeur; sa soeur n’est plus sa soeur; ces
deux femmes se renient entre elles
comme elles renient leur père. Aussi,
madame de Nucingen laperait-elle
toute la boue qu’il y a entre la rue
—Pues bien, señor de Rastignac:
trate a ese mundo como merece que
lo traten. ¿Quiere usted llegar? Pues
yo le ayudaré. Sondeará hasta donde llega la corrupción femenina,
medirá la amplitud de la miserable vanidad de los hombres. Por mucho que
hubiese yo leído en ese libro del mundo, aún había en él, páginas que me
eran desconocidas. Ahora ya lo sé todo.
Cuanto más fríamente haga usted sus
cálculos, tanto más avanzará. Hiera sin
piedad y será temido. No tome a hombres y mujeres sino por caballos de
posta, que dejará reventar en cada relevo, y así, llegará a [139] la cima de
sus ambiciones. Mire: aquí no será usted nada como no tenga una mujer que
se interese por usted. La necesita joven, rica, elegante. Pero si tiene usted un sentimiento verdadero, ocúltelo como un tesoro; no deje que sospechen siquiera su existencia: estaría
usted perdido. Ya no sería el verdugo, se convertiría en la víctima. Si
alguna vez llega a amar, guarde bien
su secreto. No lo descubra antes de
tener bien seguro, a quien abre su corazón. Para preservar por adelantado
e s e a m o r, q u e t o d a v í a n o e x i s t e ,
aprenda a desconfiar de este mundo.
Escúcheme Miguel... (se equivocaba
ingenuamente de nombre sin darse
cuenta). Existe algo más espantoso
que el abandono de un padre por sus
dos hijas, que querrían verlo muerto.
Es la rivalidad de dos hermanas entre
ellas. Restaud es de noble cuna, su
mujer ha sido adoptada, ha sido presentada; pero su hermana, su riquísima hermana, la bella señora Delfina
de Nucingen, esposa de un hombre de
dinero, se muere de pena; los celos la
devoran, está a mil millas de su hermana; su hermana ya no es su hermana; estas dos mujeres reniegan, la una
de la otra, como reniegan de su padre. Además, la señora de Nucingen,
lamería todo el barro que hay entre la
—Pues bien: señor de Rastignac,
trate usted a este mundo como lo merece. Quiere usted llegar, yo le ayudaré. Usted sondeará las profundidades de la corrupción femenina y
sabrá hasta dónde alcanza la miserable vanidad de los hombres. Aunque había leído ya bastante en el libro del mundo, desconocía, sin embargo, algunas páginas. Ahora ya sé
todo. Cuanto más fríamente calcule,
tanto más lejos llegará. Pegue usted
sin piedad: así será temido. Tome a
los hombres y a las mujeres como
caballos de posta, a los que relevará
cuando estén ya reventados. No será
nada aquí si no tiene una mujer que
se interese por usted. Necesita una
que sea joven, rica, elegante. Pero
si se enamorara usted de veras no
deje adivinar sus sentimientos, ocúltelos como un tesoro, porque de verdugo se convertiría usted, lo aseguro, en víctima. Si [391] alguna vez
llega usted a amar, ¡guarde el secreto! y no lo diga antes de saber con
toda certeza a quien abre su corazón.
Y, para preservarse de antemano de
ese amor que no existe todavía,
aprenda a desconfiar del mundo. Escúcheme usted, Michel... —se equivocó de nombre ingenuamente, sin
percibirlo—. Existe algo más espantoso que el abandono del padre por
sus dos hijas, que le desean la muerte: es la rivalidad de dos hermanas.
Restaud es hombre de abolengo, así
que su mujer ha sido admitida en sociedad; pero su hermana tan rica, la
hermosa señora Delphine de
Nucingen, mujer de un hombre de
dinero, se muere de pena, la envidia la devora, está a cien leguas de
su hermana. Su hermana no es ya
su hermana. Esas dos hermanas se
odian entre sí tanto como odian a
su padre. Así que la señ ora de
Nucingen lamería todo el barro
que hay entre la calle de San Lo69
“Still,” he said piteously.
“Well, then, M. de Rastignac, deal
with the world as it deserves. You are
determined to succeed? I will help
you. You shall sound the depths of
corruption in woman; you shall
measure the extent of man’s pitiful
vanity. Deeply as I am versed in such
learning, there were pages in the book
of life that I had not read. Now I know
all. The more cold-blooded your calculations, the further you will go.
Strike ruthlessly; you will be feared. Men
and women for you must be nothing more
than post-horses; take a fresh relay, and
leave the last to drop by the roadside; in
this way you will reach the goal of your
ambition. You will be nothing here, you
see, unless a woman interests herself in
you; and she must be young and wealthy,
and a woman of the world. Yet, if you
have a heart, lock it carefully away like a
treasure; do not let any one suspect it, or
you will be lost; you would cease to be
the executioner, you would take the
victim’s place. And if ever you should
love, never let your secret escape you!
Trust no one until you are very sure of
the heart to which you open your heart.
Learn to mistrust every one; take every
precaution for the sake of the love which
does not exist as yet. Listen, Miguel”—
the name slipped from her so naturally that
she did not notice her mistake—“there is
something still more appalling than the
ingratitude of daughters who have cast off
their old father and wish that he were dead,
and that is a rivalry between two sisters.
Restaud comes of a good family, his wife
has been received into their circle; she has
been presented at court; and her sister, her
wealthy sister, Mme. Delphine de
Nucingen, the wife of a great capitalist, is
consumed with envy, and ready to die of
spleen. There is gulf set between the sisters—indeed, they are sisters no longer—
the two women who refuse to acknowledge their father do not acknowledge each
other. So Mme. de Nucingen would lap
up all the mud that lies between the Rue
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Saint-Lazare et la rue de Grenelle pour
entrer dans mon salon. Elle a cru que
de Marsay la ferait arriver à son but,
et elle s’est faite l’esclave de de
Marsay, elle assomme de Marsay. De
Marsay se soucie fort peu d’elle. Si
vous me la présentez, vous serez son
Benjamin, elle vous adorera.
Aimez-la si vous pouvez après,
sinon servez-vous d’elle. Je la verrai une ou deux fois, en grande soirée, quand il y aura cohue; mais
je ne la recevrai jamais le matin.
Je la saluerai, cela suffira. Vous
vous êtes fermé la porte de la
comtesse pour avoir prononcé le
nom du père Goriot. Oui, mon
cher, vous iriez vingt fois chez
madame de Restaud, vingt fois
vous la trouveriez absente. Vous
avez été consigné. Eh bien! que le
père Goriot vos introduise près de
madame Delphine de Nucingen.
La belle madame de Nucingen
sera pour vous une enseigne.
Soyez l’homme qu’elle distingue,
les femmes raffoleront de vous.
Ses rivales, ses amies, ses
meilleures amies voudront vous
enlever à elle. Il y a des femmes
qui aiment l’homme déjà choisi
par une autre, comme il y a de
pauvres bourgeoises qui, en prenant nos chapeaux, espèrent
avoir nos manières. Vous aurez
des succès. A Paris, le succès est
tout, c’est la clef du pouvoir. Si
les femmes vous trouvent de
l’esprit, du talent, les hommes le
croiront, si vous ne les détrompez pas. Vous pourrez alors tout
vouloir, vous aurez le pied partout. Vous saurez alors ce qu’est
le monde, une réunion de dupes et
de fripons. Ne soyez ni parmi les uns
ni parmi les autres. Je vous donne mon
nom comme un fil d’Ariane pour entrer dans ce labyrinthe. Ne le compromettez pas, dit-elle en recourbant son
cou et jetant un regard de reine à
l’étudiant, rendez-le-moi blanc.
Allez, laissez-moi. Nous autres
femmes, nous avons aussi nos batailles à livrer.
calle San Lázaro y la de Grenelle (36),
por entrar en mi salón. Ella creyó, que
De Marsay la haría llegar a alcanzar su
meta y se ha hecho esclava de De
Marsay. Tiene abrumado a De Marsay.
De Marsay se ocupa muy poco de ella.
Si un día me la presentan, usted será su
Benjamín, ella le adorará.
Ámela, si puede, después, si no,
sírvase de ella. La veré una o dos
veces, en el gran baile, cuando
hay a mucha gente; pero nunca la
recibiré por la mañana. La saludaré, eso será suficiente. Se ha cerrado usted la puerta de la condesa por
haber pronunciado el nombre del tío
Goriot. Sí, querido mío, si fuera
veinte veces a casa de la señora de
Restaud, veinte veces que la encontraría ausente. Han dado esa consigna para cuando vaya usted. Muy
bien, que el tío Goriot le introduzca
en casa de la señora Delfina de
Nucingen. La bella señora de
Nucingen será como un reclamo. Sea
el hombre que ella distinga y las
mujeres se volverán locas por usted. Sus rivales, sus amigas, sus
mejores amigas, querrán quitárselo. Hay mujeres que quieren al
hombre, que ya ha sido escogido
por otra. Hay pobres burguesas que
creen, que por ponerse nuestros
sombreros, van a tener ya, nuestras
m a n e r a s . Te n d r á u s t e d é x i t o . E n
París, el éxito lo es todo, es la llave del porvenir. Si las mujeres opinan que tiene ingenio, talento, los
hombres creerán que es cierto.
Siempre que usted no les demuestre lo contrario. Podrá entonces
desearlo todo, [140] podrá poner
los pies en todas partes. Entonces,
sabrá lo que es el mundo, una reunión de bobos y de b r i b o n e s. Le
doy mi nombre, como un hilo de
Ariadna, para entrar en ese laberinto. No lo comprometa —dijo arqueando el cuello y dirigiendo una
mirada de reina al estudiante—.
Devuélvamelo limpio. Ahora váyase, déjeme. Nosotras las mujeres,
tenemos también nuestras batallas
que librar.
renzo y la calle de Grenelle por entrar
en mi salón. Ha creído que De Marsey le
haría conseguir su propósito y se ha hecho la esclava de De Marsey, y le tiene
verdaderamente abrumado. De Marsey,
en cambio, se ocupa muy poco de
ella. Si me la presenta será usted su
Benjamín, le adorará a usted.
Si después puede amarla, la ama; si
no, se sirve de ella. La recibiré una o
dos veces los días de reunión en que
haya algún barullo de gentes; pero
nunca por la mañana. La saludaré, y
eso bastará. Se ha cerrado usted la
puerta de la condesa por haber pronunciado el nombre de papá Goriot.
Sí, amigo mío, usted puede ir veinte
veces a casa de la señora de Restaud;
las veinte le dirán, con toda seguridad, que no está en casa. Ésta es la
consigna. Pues bien, papá Goriot
puede presentarle a la señora
Delphine de Nucingen. La bella señora de Nucingen puede ser para
usted una bandera de combate. Si
consigue ser el hombre a quien ella
distinga, las demás mujeres estarán locas por usted. Sus rivales, sus amigas,
sus mejores amigas, tratarán [392]
de birlárselo. Porque hay mujeres
que aman al hombre escogido por
otra mujer, como hay infelices burgueses que, poniéndose nuestros
sombreros, esperan tener nuestros
modales. Tendrá usted éxito, y en
París el éxito es todo, es la llave del
poder. Si las mujeres encuentran
que es usted un hombre simpático
y de talento, los hombres se ‘lo
creerán, como usted no se lo desmienta. Y ya podrá osar cualquier
cosa, podrá poner el pie en todas
partes. Y entonces comprenderá lo
que es el mundo: una reunión de
primos y de bribones. Procure usted no
ser ni de los unos ni de los otros. Yo le presto mi nombre, como un hilo de Ariadna, para
entrar en ese laberinto. No me lo comprometa usted —le dijo doblando
graciosamente la cabeza y echando al estudiante una mirada de reina—; devuélvamelo usted inmaculado. Y ahora déjeme, porque nosotras, las mujeres, tenemos que librar también nuestras batallas.
Saint-Lazare and the Rue de Grenelle to
gain admittance to my salon. She fancied that she should gain her end through
de Marsay; she has made herself de
Marsay’s slave, and she bores him. De
Marsay cares very little about her. If you
will introduce her to me, you will be her
darling, her Benjamin;
she will idolize you. If, after that, you
can love her, do so; if not, make her useful. I will ask her to come once or twice
to one of my great crushes, but I will never
receive her here in the morning. I will bow
to her when I see her, and that will be quite
sufficient. You have shut the Comtesse de
Restaud’s door against you by mentioning
Father Goriot’s name. Yes, my good friend,
you may call at her house twenty times, and
every time out of the twenty you will find
that she is not at home. The servants have
their orders, and will not admit you. Very
well, then, now let Father Goriot gain the
right of entry into her sister’s house for you.
The beautiful Mme. de Nucingen will give
the signal for a battle. As soon as she
singles you out, other women will begin to lose their heads about you, and
her enemies and rivals and intimate
friends will all try to take you from her.
There are women who will fall in
love with a man because another
woman has chosen him; like the city
madams, poor things, who copy our
millinery, and hope thereby to acquire our manners. You will have a
success, and in Paris success is everything; it is the key of power. If
the women credit you with wit and
talent, the men will follow suit so
long as you do not undeceive them
yourself. There will be nothing you
may not aspire to; you will go everywhere, and you will find out
what the world is—an assemblage
of fools and knaves. But you must
be neither the one nor the other. I am
giving you my name like Ariadne’s
clue of thread to take with you into
the labyrinth; make no unworthy use
of it,” she said, with a queenly
glance and curve of her throat; “give
it back to me unsullied. And now,
go; leave me. We women also have
our battles to fight.”
— S’il vous fallait un homme de
bonne volonté pour aller mettre le feu
à une mine? dit Eugène en l’interrompant.
—Si necesitara usted un hombre
de buena voluntad, que le prenda fuego a una mina... —dijo Eugenio interrumpiéndola.
—Si necesita usted un hombre de
buena voluntad que vaya a poner fuego a una mecha... —dijo Eugéne interrumpiéndola.
“And if you should ever
need some one who would
gladly set a match to a t r a i n f o r
y o u — ” ________________ .
— Eh bien? dit-elle.
—Sí, ¿qué? —dijo ella.
—¿Qué? —preguntó ella.
“Well?” she asked.
5
Il se frappa le coeur, sourit au
sourire de sa cousine, et sortit. Il
était cinq heures. Eugène avait
faim, il craignit de ne pas arriver
à temps pour l’heure du dîner.
Cette crainte lui fit sentir le bonheur d’être rapidement emporté
Él, se golpeó el pecho, sonrió,
ante la sonrisa de su prima y salió.
Eran las cinco. Eugenio tenía hambre, tenía miedo de no llegar a tiempo, para la hora de la cena. Este temor, le hizo sentir la dicha, de verse
conducido, rápidamente, por París.
Se dio un golpe en el pecho, sobre
el corazón, sonrió a la sonrisa de su
prima, y salió. Eran las cinco. Eugéne
tenía hambre y temió no llegar a la
hora de la comida. Este temor le hizo
comprender el placer que debe ser el
poder hacerse conducir rápidamente
70
He tapped his heart, smiled in answer
to his cousin’s smile, and went.
It was five o’clock, and Eugene
was hungry; he was afraid lest he
should not be in time for dinner, a
misgiving which made him feel that
it was pleasant to be borne so
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
dans Paris. Ce plaisir purement
machinal le laissa tout entier aux
pensées qui l’assaillaient. Lorsqu’un jeune homme de son âge est
atteint par le mépris, il s’emporte,
il enrage, il menace du poing la
société entière, il veut se venger
et doute aussi de lui-même.
Rastignac était en ce moment accablé par ces mots: Vous vous êtes
fermé la porte de la comtesse.
- J’irai! se dit-il, et si madame de
Beauséant a raison, si je suis consigné... je... Madame de Restaud
me trouvera dans tous les salons où
elle va. J’apprendrai à faire des
armes, à tirer le pistolet, je lui tuerai son Maxime!
Ese placer puramente maquinal, lo
dejó entregado por completo, a los
pensamientos que le asaltaron. Cuando un hombre de su edad, es alcanzado por el desprecio, se arrebata, se
enfurece, amenaza con el puño a toda
la sociedad, quiere vengarse y también duda de sí mismo. Rastignac,
estaba, en aquellos momentos, abrumado por estas palabras: «Usted se ha
cerrado la puerta de la condesa.»
«¡Iré allí! —se decía— y si la señora
de Beauseant tiene razón, si no me
d e j a n e n t r a r. . . y o . . . L a s e ñ o r a d e
Restaud, me encontrará en todos los
salones a donde vaya. Aprenderé esgrima, a tirar con pistola y le mataré
a su Máximo.
por París. Este placer, puramente maquinal, le dejó en completa libertad
para entregarse por completo a los
pensamientos que le asaltaban. Cuando un joven de su edad se ve despreciado, se encorajina, rabia y amenaza
a la sociedad entera, quiere vengarse
y, al propio tiempo, duda de sí mismo.
Rastignac estaba en este momento bajo
el peso de estas palabras: Te has cerrado la puerta de la condesa.
—¡Iré! —se dijo—. Y si la señora
de Beauséant tiene razón, si hay una
consigna contra mí... yo... la señora de
[393] Restaud me encontrará en todos
los salones a los que vaya. Aprenderé
a manejar las armas, a tirar a pistola, y
mataré a su Maxime.
quickly across Paris. This sensation
of physical comfort left his mind
free to grapple with the thoughts that
assailed him. A mortification usually sends a young man of his age
into a furious rage; he shakes his fist
at society, and vows vengeance when
his belief in himself is shaken. Just
then Rastignac was overwhelmed by
the words, “You have shut the Countess’ door against you.”
“I shall call!” he said to himself,
“and if Mme. de Beauseant is right, if
I never find her at home—I . . . well,
Mme. de Restaud shall meet me in every salon in Paris. I will learn to fence
and have some pistol practice, and
kill that Maxime of hers!”
- Et de l’argent! lui criait sa conscience, où donc en prendras-tu? Tout
à coup la richesse étalée chez la
comtesse de Restaud brilla devant
ses yeux. Il avait vu là le luxe dont
une demoiselle Goriot devait être
amoureuse, des dorures, des objets
de prix en évidence le luxe inintelligent du parvenu, le gaspillage de
la femme entretenue. Cette fascinante image fut soudainement écrasée par le grandiose hôtel de
Beauséant. Son imagination, transportée dans les hautes régions de la
société parisienne, lui inspira mille
pensées mauvaises au coeur, en lui
élargissant la tête et la conscience.
Il vit le monde comme il est: les lois
et la morale impuissantes chez les
riches, et vit dans la fortune l’ultime
ratio mundi.
« Vautrin a raison, la fortune est la
vertu! « se dit-il.
¡Y el dinero! ¿De dónde lo vas a sacar?» De repente, la riqueza
ostentada en casa de la señora de
Restaud, brilló ante sus ojos. Había visto allí, el lujo del que una señorita Goriot debía estar enamorada: dorados, objetos de precio en
evidencia, el lujo, poco inteligente, del advenedizo, el despilfarro de
la mujer que tiene un amante. Esta
fascinante imagen, se vio, de repente, aplastada por el grandioso hotel de Beauseant. Su imaginac i ó n ,
transportada a las altas esferas de
la sociedad parisina, le inspiró
mil malos pensamientos, ensanchándole la cabeza y la concienc i a . Vi o e l m u n d o c o m o e s : l a s
leyes y la moral impotentes entre
los ricos, y vio en la fortuna, la
última ratio mundi.
« Va u t r i n t i e n e r a z ó n , l a f o r t u n a e s
la virtud», se dijo.
—¡Y el dinero! —le gritaba su conciencia—. ¿De dónde vas a sacarlo?
De pronto, la riqueza ostentosa de
casa de la condesa de Restaud brilló
delante de sus ojos. Era el lujo el que
debía seducir a una señorita Goriot,
dorados objetos de precio ostensible; el lujo ininteligente del rico de
nuevo cuño; el derroche de la mujer
sostenida. Esta imagen fascinante
fue repentinamente aplastada por el
grandioso palacio de Beauséant. Su
imaginación, transportada a las altas
regiones de la sociedad parisiense, le
inspiró mil pensamientos de los que
pervierten el corazón, dejando manga ancha a la cabeza y a la conciencia. Vio el mundo tal como es: las
leyes y la moral impotentes frente a
los ricos; la fortuna como última
ratio mundi.
—Tiene razón Vautrin: la virtud es
la fortuna —se dijo.
“And money?” cried an inward monitor. “How about money, where is that to
come from?” And all at once the wealth
displayed in the Countess de Restaud’s
drawing-room rose before his eyes. That
was the luxury which Goriot’s daughter
had loved too well, the gilding, the ostentatious splendor, the unintelligent luxury
of the parvenu, the riotous extravagance
of a courtesan. Then the attractive vision
suddenly went under an eclipse as he remembered the stately grandeur of the
Hotel de Beauseant. As his fancy wandered among these lofty regions in the
great world of Paris, innumerable dark
thoughts gathered in his heart; his ideas
widened, and his conscience grew more
elastic. He saw the world as it is; saw how
the rich lived beyond the jurisdiction of
law and public opinion, and found in success the ultima ratio mundi.
“Vautrin is right, success is virtue!”
he said to himself.
Arrivé rue Neuve-Sainte-Geneviève, il monta rapidement chez
lui, descendit pour donner dix
francs au cocher, et vint dans cette
salle à manger nauséabonde où il
aperçut, comme des animaux à un
râtelier, les dix-huit convives en
train de se repaître. Le spectacle de
ces misères et l’aspect de cette salle
lui furent horribles. La transition était
trop brusque, le contraste trop complet, pour ne pas développer outre
mesure chez lui le sentiment de l’ambition. D’un côté, les fraîches et charmantes images de la nature sociale la
plus élégante, des figures jeunes, vives, encadrées par les merveilles de
l’art et du luxe, des têtes passionnées
pleines de poésie; de l’autre, de sinistres tableaux bordés de fange, et des
faces où les passions n’avaient laissé
que leurs cordes et leur mécanisme.
Les enseignements que la colère d’une
femme abandonnée avaient arrachés
à madame de Beauséant, ses offres
captieuses revinrent dans sa mémoire,
Una vez llegado a la calle nueva
de Sainte Geneviéve, subió rápidamente a su habitación, bajó para darle diez francos al cochero, y fue a
aquel comedor nauseabundo, donde
vislumbró, como animales en un pesebre, a los dieciocho comensales
paciendo. El espectáculo de aquellas
miserias y el aspecto de aquella sala, le
resultaron horribles. La transición era,
demasiado brusca, el contraste demasiado completo, para no desarrollar,
desmedidamente en él, el sentimiento de
la ambición. Por una parte, las frescas y
[141] encantadores imágenes de la naturaleza social más elegante: figuras jóvenes, vivas, enmarcadas por las maravillas del arte y del lujo, cabezas apasionadas, llenas de poesía. Por otra, siniestros cuadros bordeados de fango, y rostros en los que las pasiones no habían
dejado más que las cuerdas y el mecanismo. Las enseñanzas, que la cólera
de una mujer abandonada había arrancado a la señora de Beauseant, sus
ofrecimientos capciosos, volvieron a
Había llegado a la calle Neuve-Sainte-Geneviève; subió rápidamente a
su cuarto, descendió para dar diez
francos al cochero y entró en aquel
nauseabundo comedor, donde percibió
a los dieciocho huéspedes que, como
animales en su pesebre, se disponían
a engullir. El espectáculo de aquella miseria y el aspecto del comedor le parecieron horribles. La transición había sido
demasiado brusca, el contraste demasiado violento para que no sintiera
desarrollársele desmesuradamente su
ambición. De un lado, las frescas y
encantadoras imágenes de la naturaleza social más elegante; figuras jóvenes vivas, rodeadas de maravillas
de arte y de lujo, cabezas apasionadas llenas de poesía; del otro, cuadros siniestros de ignominia, rostros
en que las pasiones no habían dejado
más que las huellas de su mecanismo.
Las enseñanzas que la cólera de una
mujer abandonada había arrancado a la
señora de Beauséant [394] y sus ofrecimientos capciosos volvieron a su me-
Arrived in the Rue Neuve-SainteGenevieve, he rushed up to his room
for ten francs wherewith to satisfy the
demands of the cabman, and went in
to dinner. He glanced round the squalid
room, saw the eighteen povertystricken creatures about to feed like
cattle in their stalls, and the sight filled
him with loathing. The transition was
too sudden, and the contrast was so
violent that it could not but act as a
powerful stimulant; his ambition developed and grew beyond all social
bounds. On the one hand, he beheld a
vision of social life in its most charming and refined forms, of quick-pulsed
youth, of fair, impassioned faces invested with all the charm of poetry,
framed in a marvelous setting of luxury
or art; and, on the other hand, he saw a
sombre picture, the miry verge beyond
these faces, in which passion was extinct and nothing was left of the drama
but the cords and pulleys and bare
mechanism. Mme. de Beauseant’s counsels, the words uttered in anger by the
71
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
et la misère les commente. Rastignac
résolut d’ouvrir deux tranchées parallèles pour arriver à la fortune, de s’appuyer sur la science et sur l’amour,
d’être un savant docteur et un homme
à la mode. Il était encore bien enfant!
Ces deux lignes sont des asymptotes
qui ne peuvent jamais se rejoindre.
su memoria, y la miseria los comentó.
Rastignac resolvió abrir dos trincheras
paralelas para llegar a la fortuna: apoyarse en la ciencia y en el amor, ser un
sabio doctor y un hombre a la moda.
¡Todavía era muy niño! Esas dos líneas
son asíntotas (37) que no pueden encontrarse jamás.
moria y la miseria los comentó.
Rastignac decidió abrir dos vías paralelas para llegar a la fortuna, apoyarse
en la ciencia y en el amor, ser un docto
sabio y un hombre a la moda. Era todavía demasiado niño para saber que
estas dos líneas son dos asíntotas que
no pueden encontrarse jamás.
forsaken lady, her petulant offer, came
to his mind, and poverty was a ready
expositor. Rastignac determined to open
two parallel trenches so as to insure success; he would be a learned doctor of
law and a man of fashion. Clearly he
was still a child! Those two lines are
asymptotes, and will never meet.
_- Vous êtes bien sombre, monsieur
le marquis, lui dit Vautrin, qui lui jeta
un de ces regards par lesquels cet
homme semblait s’initier aux secrets
les plus cachés du coeur.
—Esta usted muy sombrío, señor
marqués —le dijo Vautrin, echándole una de esas miradas, con las que,
este hombre, parecía enterarse de los
secretos más ocultos del corazón.
—Está usted muy sombrío, señor marqués —le dijo Vautrin echándole una de
sus miradas, miradas con las que este hombre parecía iniciarse en los secretos más
ocultos de su corazón.
“ Yo u a r e v e r y d u l l , m y l o r d
M a r q u i s , ” s a i d Va u t r i n , w i t h
one of the shrewd glances that
seem to read the i n n e r m o s t
secrets of another mind.
— Je ne suis pas disposé à souffrir les plaisanteries de ceux qui
m’appellent monsieur le marquis, répondit-il. Ici, pour être vraiment marquis, il faut avoir cent mille livres de
rente, et quand on vit dans la Maison
Vauquer on n’est pas précisément le
favori de la Fortune.
—No estoy dispuesto a sufrir más
bromas de los que me llaman señor
marqués —respondió—. Aquí, para
ser verdaderamente marqués, hay
que tener cien mil libras de renta y
cuando se vive en la casa Vauquer,
uno no es precisamente el favorito
de la fortuna.
—No estoy dispuesto a soportar
las bromas de quienes me llaman
«señor marqués» —respondió—.
Aquí para ser marqués de verdad
hay que tener cien mil francos de
renta, y cuando se vive en la casa
Vauquer, no se es precisamente un
favorecido de la fortuna.
“I am not in the humor to stand
jokes from people who call me ‘my
lord Marquis,’ “ answered Eugene. “A
marquis here in Paris, if he is not the
veriest sham, ought to have a hundred
thousand livres a year at least; and a
lodger in the Maison Vauquer is not
exactly Fortune’s favorite.”
Va u t r i n r e g a r d a R a s t i g n a c
d’un air paternel et méprisant,
comme s’il eût dit: « Marmot !
dont je ne ferais qu’une bouchée! « Puis il répondit:
- Vous êtes de mauvaise humeur, parce que
vous n’avez peut-être pas réussi auprès de
la belle comtesse de Restaud.
Va u t r i n m i r ó a R a s t i g n a c c o n
aire paternal y despectivo, como si
le hubiera dicho: «¡Monigote , contigo no tengo ni para un diente!»
Después respondió:
—Está de mal humor porque quizá no ha tenido éxito con la bella
condesa de Restaud.
Vautrin miró a Rastignac con un
aire paternal y despreciativo, como
si le hubiera dicho: «¡desgraciado!,
contigo no tengo yo ni para empezar». Después le respondió:
—Está usted de mal humor
porque no ha triunfado usted
con la condesa de Restaud.
Va u t r i n ’s g l a n c e a t R a s t i g n a c
was half-paternal, half-contemptuous. “Puppy!” it seemed to
say; “I should make one mouthful
of him!” Then he answered:
“You are in a bad humor; perhaps
your visit to the beautiful Comtesse de
Restaud was not a success.”
— Elle m’a fermé sa porte pour lui
avoir dit que son père mangeait à notre table, s’écria Rastignac.
—Me ha cerrado la puerta de su casa,
por haberle dicho que su padre comía en
nuestra mesa —exclamó Rastignac.
—Me ha dado con la puerta en las narices por haberle dicho que su padre comía
en nuestra mesa —saltó Rastignac.
“She has shut her door against me
because I told her that her father dined
at our table,” cried Rastignac.
Tous les convives s’entre-regardèrent. Le père Goriot baissa les yeux,
et se retourna pour les essuyer.
Todos los comensales se miraron
entre ellos. El tío Goriot bajó los
ojos y se volvió para secárselos.
Todos los huéspedes se miraron.
Papá Goriot bajó los ojos y se volvió para enjugárselos.
Glances were exchanged all
round the room; Father Goriot
looked down.
— Vous m’avez jeté du tabac dans
l’oeil, dit-il à son voisin.
—Me ha echado usted tabaco en
el ojo —dijo a su vecino.
—Me ha echado usted tabaco a un
ojo —dijo a su vecino.
— Qui vexera le père Goriot
s’attaquera désormais à moi,
répondit Eugène en regardant le
voisin de l’ancien vermicellier;
il vaut mieux que nous tous. Je
ne parle pas des dames, dit-il
en se retournant vers mademois e l l e Ta i l l e f e r.
—Cualquiera que ofenda al tío
Goriot, de ahora en adelante, tendrá
que vérselas conmigo —respondió
Eugenio, mirando al vecino del antiguo fabricante de fideos—. Él vale
más que todos nosotros juntos. Sin
contar las señoras —dijo, volviéndose hacia la señorita Taillefer.
—Quien fastidie a papá Goriot se
las entenderá conmigo de aquí en adelante —respondió Eugéne mirando al
huésped próximo al antiguo fabricante de fideos—. Papá Goriot vale más
que todos nosotros. No hablo de las
señoras —dijo volviéndose hacia la
señorita Taillefer.
“You have sent some snuff into my
eye,” he said to his neighbor, turning a
little aside to rub his hand over his face.
“Any one who molests Father
Goriot will have henceforward to
reckon with me,” said Eugene, looking at the old man’s neighbor; “he
is worth all the rest of us put together.—I am not speaking of the
ladies,” he added, turning in the direction of Mlle. Taillefer.
Cette phrase fut un dénouement,
Eugène l’avait prononcée d’un air
qui imposa silence aux convives.
Va u t r i n
seul
lui
dit
en
goguenardant:
- Pour prendre le père Goriot à votre
compte, et vous établir son éditeur responsable, il faut savoir bien tenir une
épée et bien tirer le pistolet.
Aquella frase fue un punto final,
Eugenio la había pronunciado, con
un aire, que impuso silencio a los comensales. Únicamente Vautrin le dijo
bromeando:
—Para tomar a su cargo al tío Goriot
y, erigirse en su editor [142] responsable, hay que saber manejar bien la espada y tirar muy bien con pistola.
Esta frase inesperada la pronunció Eugéne con un aire tal,
que impuso silencio. Únicam e n t e Va u t r i n l e d i j o c o n t o n o
c h o c a r re ro: [ 3 9 5 ]
—Para que tome usted a papá
Goriot bajo su protección y se haga
su editor responsable, hay que saber
manejar la espada y tirar a pistola.
E u g e n e ’s r e m a r k s p r o d u c e d
a sensation, and his tone silenced the dinner-table.
Va u t r i n a l o n e s p o k e . He said,
banteringly .
“If you are going to champion Father
Goriot, and set up for his responsible editor
into the bargain, you had need be a crack
shot and know how to handle the foils.”
— Ainsi ferai-je, dit Eugène.
—Así lo haré —dijo Eugenio.
—Así lo haré —dijo Eugéne.
“So I intend,” said Eugene.
— Vous êtes donc entré en campagne aujourd’hui?
—Así pues, ha entrado en campaña hoy.
—¿De modo que entra usted en
campaña desde hoy?
“Then you are taking the field today?”
— Peut-être, répondit Rastignac.
—Quizás —respondió Rastignac—,
—Quizá —respondió Rastignac—
“Perhaps,” Rastignac an-
72
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Mais je ne dois compte de mes
a ff a i r e s à p e r s o n n e , a t t e n d u q u e j e
ne cherche pas à deviner celles
que les autres font la nuit.
Va u t r i n r e g a r d a R a s t i g n a c d e
travers.
pero yo no tengo porque dar cuenta de mis asuntos a nadie, ya que
yo no intento averiguar lo que los
demás hacen por la noche.
Va u t r i n m i r ó a R a s t i g n a c d e
soslayo.
. Pero no tengo por qué dar cuenta de
mis asuntos a nadie; sobre todo cuando no trato de saber lo que los demás
hacen durante la noche.
Vautrin miró a Rastignac con una
mirada oblicua.
swered. “But I owe no account of
myself to any one, especially as
I do not try to find out what other
people do of a night.”
Va u t r i n l o o k e d a s k a n c e a t
Rastignac.
— Mon petit, quand on ne veut pas
être dupe des marionnettes, il faut entrer tout à fait dans la baraque, et ne
pas se contenter de regarder par les
trous de la tapisserie. Assez causé,
ajouta-t-il en voyant Eugène près de
se gendarmer. Nous aurons ensemble un petit bout de conversation
quand vous le voudrez.
—Pequeño, cuando uno no quiere
las marionetas que se burlen de uno,
tiene que entrar de lleno en la barraca, y no contentarse con mirar por los
agujeros de la lona. Ya hemos hablado bastante —añadió, viendo a
Eugenio a punto de acalorarse— .
Tendremos unas palabritas cuando
usted quiera.
—Pequeño, cuando se
quiere saber lo que verdaderamente pasa en el teatro,
hay que estar entre bastidores. Hemos hablado bastante
—añadió viendo que Eugéne
estaba a punto de irritarse—
. Cuando usted quiera podemos hablar a solas.
“If you do not mean to be deceived by the puppets, my boy, you
must go behind and see the whole
show, and not peep through holes
in the curtain. That is enough,” he
added, seei n g t h a t E u g e n e w a s
a b o u t t o f l y i n t o a p a s s i o n.
“We can have a little talk whenever you like.”
Le dîner devint sombre et froid. Le
père Goriot, absorbé par la profonde
douleur que lui avait causée la phrase
de l’étudiant, ne comprit pas que les
dispositions des esprits étaient changées à son égard, et qu’un jeune
homme en état d’imposer silence à la
persécution avait pris sa défense.
La cena se hizo sombría y fría. El tío
Goriot absorto por el profundo dolor que
le había causado la frase del estudiante,
no comprendió, que la actitud de los ánimos, había cambiado con relación a él,
y que, un hombre joven, en condiciones
de imponer silencio a sus perseguidores,
había tomado su defensa.
La comida tomó un aire sombrío
y frío. Papá Goriot, absorbido por
el profundo dolor que le había causado la frase del estudiante, no
comprendió que había cambiado la
disposición de espíritu hacia él y
que un joven capaz de imponer silencio había tomado su defensa.
There was a general feeling of
gloom and constraint. Father Goriot
was so deeply dejected by the
student’s remark that he did not notice the change in the disposition of
his fellow-lodgers, nor know that he
had met with a champion capable of
putting an end to the persecution.
— Monsieur Goriot, dit madame
Vauquer à voix basse, serait donc le
père d’une comtesse à c’t’heure?
—Así que el señor Goriot —dijo la
señora Vauquer en voz baja—, ¿es padre
de una condesa, en estos momentos?
—¿El señor Goriot —dijo la señora Vauquer en voz baja— es, por
tanto, el padre de una condesa?
“Then, M. Goriot sitting there is the
father of a countess,” said Mme.
Vauquer in a low voice.
Et d’une baronne, lui répliqua
Rastignac.
—Y de una baronesa —le replicó
Rastignac.
—Y de una baronesa —le replicó
Rastignac.
“And of a baroness,” answered
Rastignac.
Il n’a que ça à faire, dit
Bianchon à Rastignac, je lui ai
pris la tête: il n’y a qu’une
b o s s e, celle de la paternité, ce
sera un Père Eternel.
—Es lo único que puede hacer —
dijo Bianchon a Rastignac—. Le he
palpado la cabeza: no tiene más que
una protuberancia, la de la paternidad. Será un padre eterno.
—Efectivamente
—dijo
Bianchon a Rastignac—, le he examinado el cráneo y no tiene más que
una protuberancia, la de la paternidad. Será un padre eterno.
“That is about all he is capable of,”
said Bianchon to Rastignac; “I have
taken a look at his head; there is only
one bump—the bump of Paternity; he
must be an ETERNAL FATHER.”
Eugène était trop sérieux pour que
la plaisanterie de Bianchon le fit rire.
Il voulait profiter des conseils de madame de Beauséant, et se demandait
où et comment il se procurerait de l’argent. Il devint soucieux en voyant les
savanes du monde qui se déroulaient
à ses yeux à la fois vides et pleines;
chacun le laissa seul dans la salle à
manger quand le dîner fut fini.
Eugenio estaba demasiado serio para
que la broma de Bianchon, le hiciera
reír. Quería aprovechar los consejos de
la señora de Beauseant, y se preguntaba, dónde y cómo, se procuraría dinero. Se quedó preocupado al ver las sabanas del mundo, que se extendían ante
sus ojos, a la vez vacías y llenas. Todos
le dejaron sólo en el comedor, cuando
la cena hubo terminado.
Eugéne estaba demasiado serio
para que la broma de Bianchon le hiciera reír. Quería aprovechar los consejos de la señora de Beauséant y se
preguntaba cómo podía agenciarse
dinero. Estaba inquieto al ver desfilar ante sus ojos el mundo como un
panorama, a la vez vacío y lleno.
Cuando terminó la cena le fueron dejando solo en el comedor.
Eugene was too intent on his thoughts
to laugh at Bianchon’s joke. He determined to profit by Mme. de Beauseant’s
counsels, and was asking himself how
he could obtain the necessary money. He
grew grave. The wide savannas of the
world stretched before his eyes; all things
lay before him, nothing was his. Dinner
came to an end, the others went, and he
was left in the dining-room.
— Vous avez donc vu ma fille? lui
dit Goriot d’une voix émue.
Réveillé de sa méditation par le
bonhomme, Eugène lui prit la main,
et le contemplant avec une sorte d’attendrissement:
- Vous êtes un brave et digne homme,
répondit-il. Nous causerons de vos
filles plus tard.
Il se leva sans vouloir écouter le
père Goriot, et se retira dans sa
chambre, où il écrivit à sa mère la
lettre suivante:
—Entonces, ¿ha visto usted a mi hija?
—le dijo Goriot con voz conmovida.
Despertado de su meditación por
el buen hombre, Eugenio le cogió la
mano, y mirándole con una especie
de enternecimiento:
—Es usted un hombre digno y
bueno —respondió—. Hablaremos de
sus hijas más tarde.
Se levantó sin querer escuchar al
tío Goriot, y se retiró a su habitación,
donde escribió a su madre la carta
siguiente:
—¿Así que ha visto usted a mi hija?
—le preguntó con voz trémula Goriot.
[396] Despertado de su meditación
por el buen hombre, Eugéne le cogió
la mano y le dijo contemplándole con
una especie de ternura:
—Es usted un hombre bueno
y digno. Después hablaremos
de sus hijas.
Se levantó sin querer escuchar
a papá Goriot y se retiró a su
cuarto, donde escribió a su madre
la siguiente carta:
“So you have seen my daughter?”
Goriot spoke tremulously, and the sound
of his voice broke in upon Eugene’s
dreams. The young man took the elder’s
hand, and looked at him with something
like kindness in his eyes.
“You are a good and noble man,” he
said. “We will have some talk about
your daughters by and by.”
He rose without waiting for
Goriot’s answer, and went to his
room. There he wrote the following letter to his mother:—
« Ma chère mère, vois si tu n’as
pas une troisième mamelle à t’ouvrir
pour moi. je suis dans une situation
à faire promptement fortune. J’ai
besoin de douze cents francs, et il
Mi querida madre: mírate a ver si
no tienen una tercera teta para mí.
Estoy en una situación como para
hacer fortuna rápidamente. Necesito
mil doscientos francos, y los necesito
«Mi querida madre: Mira si puedes
aún hacer un sacrificio más por mí.
Estoy en una situación en la que puedo hacer fortuna rápidamente. Tengo
necesidad de mil doscientos francos
“My Dear Mother,—Can you nourish your child from your breast again?
I am in a position to make a rapid fortune, but I want twelve hundred
francs—I must have them at all costs.
73
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
me les faut à tout prix. Ne dis rien
de ma demande à mon Père, il s’y
opposerait peut-être, et si je n’avais
pas cet argent, je serais en proie à
un désespoir qui me conduirait à me
brûler la cervelle. je t’expliquerai
mes motifs aussitôt que je te verrai,
car il faudrait t’écrire des volumes
pour te faire comprendre la situation
dans laquelle je suis. Je n’ai pas
joué, ma bonne mère, je ne dois rien;
mais si tu tiens à me conserver la vie
que tu m’as donnée, il faut me trouver cette somme. Enfin, je vais chez
la vicomtesse de Beauséant, qui m’a
pris sous sa protection. Je dois aller
dans le monde, et n’ai pas un sou
pour avoir des gants propres. Je saurai ne manger que du pain, ne boire
que de l’eau, je jeûnerai au besoin;
mais je ne puis me passer des outils
avec «lesquels on pioche la vigne
dans ce pays-ci. Il s’agit pour moi de
faire mon chemin ou de rester dans
la boue. Je sais toutes les espérances
que vous avez mises en moi, et veux
les réaliser promptement. Ma bonne
mère, vends quelques-uns de tes anciens bijoux, je les remplacerai bientôt. Je connais assez la situation de
notre famille pour savoir apprécier de
tels sacrifices, et tu dois croire que
je ne te demande pas de les faire en
vain, sinon je serais un monstre. Ne
vois dans ma prière que le cri d’une
impérieuse nécessité. Notre avenir
est tout entier dans ce subside, avec
lequel je dois ouvrir la campagne; car
cette vie de Paris est un combat perpétuel. Si, pour compléter la somme,
il n’y a pas d’autres ressources que
de vendre les dentelles de ma tante,
dis-lui que je lui en enverrai de plus
belles. « Etc.
a cualquier precio. No digas nada de
mi petición a mi padre. Tal vez se
opondría a ella, y, si yo no tuviera ese
dinero, sería presa de una [143] desesperación, que me conduciría a saltarme la tapa de los sesos. Te explicaré mis motivos tan pronto como te
vea, pues tendría que escribirte volúmenes, para hacerte comprender la
situación en que estoy. No he jugado,
madre buena, no debo nada. Pero, si
tienes interés en conservarme la vida
que me has dado, tienes que encontrarme esa cantidad. En fin. Voy a
casa de la vizcondesa de Beauseant
que me ha tomado bajo su protección. Debo salir al mundo, y no tengo un céntimo, para tener guantes
limpios. Sabré no comer más que
pan, no beber más que agua, ayunaré si es preciso; pero no puedo prescindir de las herramientas, con las
que se cava la viña, en este país. Se
trata para mí, de seguir mi camino,
o de quedarme en el barro. Yo sé,
todas las esperanzas que habéis depositado en mí y quiero realizarlas
rápidamente. Mi buena mamá, vende
alguna de tus antiguas joyas, yo te
proporcionaré otras, enseguida. Conozco bastante bien la situación de
nuestra familia para saber apreciar
tales sacrificios, y debes creer, que
no te pido que los hagas en vano, si
no, sería un monstruo. No veas en mi
petición más que el grito de una imperiosa necesidad. Nuestro porvenir
entero está en este subsidio, con el
cual debo abrir la campaña; porque
esta vida de París, es un perpetuo
combate. Si, para completar la suma,
no hay otra solución, que vender los
encajes de mi tía, dile que yo le mandaré otros más bonitos. Etcétera.
y los necesito sea como sea. No digas
nada a mi padre de esta petición; acaso se opusiera, y si no consigo ese dinero, sería presa de tal desesperación
que me llevaría a levantarme la tapa
de los sesos. Te explicaré lo que me
pasa en cuanto te vea, puesto que necesitaría escribir volúmenes enteros
para hacerte comprender cuál es mi
situación. No he jugado, querida madre; tampoco debo nada, pero si quieres conservarme esta vida que me has
dado, es imprescindible que encuentres ese dinero. En fin, entro en casa
de la vizcondesa de Beauséant, que me
ha tomado bajo su protección. Debo
alternar en sociedad y no tengo una
peseta para poder llevar unos guantes limpios. Podría pasar sin comer
más que pan, no beber más que agua,
y hasta ayunar si fuera preciso, pero
no puedo prescindir de aquellas cosas que son el reclamo con que aquí
se caza. Se trata de poder hacer carrera o de seguir sumido en el fango.
Yo sé todas las esperanzas que habéis
puesto en mí y quiero realizarlas rápidamente. Madre querida, vende algunas de tus antiguas alhajas; yo te
las compraré pronto nuevas. Conozco lo bastante la situación de mi familia para saber apreciar tales sacrificios, y tú debes creer que no te los
pido en vano. Si tal hiciera, sería un
monstruo. No veas en mí más que el
grito de una necesidad imperiosa. Nuestro porvenir depende completameme
[397] de este subsidio, con el cual
debo comenzar mi campaña, puesto
que esta vida de París es un perpetuo
combate. Si para completar la suma
no hay otro recurso que el de vender
los encajes de mi tía, dile que se los
enviaré mejores, etc.»
Say nothing about this to my father;
perhaps he might make objections,
and unless I have the money, I may be
led to put an end to myself, and so
escape the clutches of despair. I will
tell you everything when I see you. I
will not begin to try to describe my
present situation; it would take volumes to put the whole story clearly
and fully. I have not been gambling,
my kind mother, I owe no one a penny;
but if you would preserve the life that
you gave me, you must send me the
sum I mention. As a matter of fact, I
go to see the Vicomtesse de
Beauseant; she is using her influence
for me; I am obliged to go into society, and I have not a penny to lay out
on clean gloves. I can manage to exist on bread and water, or go without
food, if need be, but I cannot do without the tools with which they cultivate
the vineyards in this country. I must
resolutely make up my mind at once to
make my way, or stick in the mire for
the rest of my days. I know that all your
hopes are set on me, and I want to realize them quickly. Sell some of your old
jewelry, my kind mother; I will give you
other jewels very soon. I know enough
of our affairs at home to know all that
such a sacrifice means, and you must
not think that I would lightly ask you
to make it; I should be a monster if I
could. You must think of my entreaty
as a cry forced from me by imperative
necessity. Our whole future lies in the
subsidy with which I must begin my
first campaign, for life in Paris is one
continual battle. If you cannot otherwise procure the whole of the money,
and are forced to sell our aunt’s lace,
tell her that I will send her some still
handsomer,” and so forth.
Il écrivit à chacune de ses soeurs en
leur demandant leurs économies, et,
pour les leur arracher sans qu’elles parlassent en famille du sacrifice qu’elles
ne manqueraient pas de lui faire avec
bonheur, il intéressa leur délicatesse en
attaquant les cordes de l’honneur qui
sont si bien tendues et résonnent si fort
dans de jeunes coeurs.
Quand il eut écrit ces lettres, il
éprouva néanmoins une trépidation involontaire: il palpitait, il
tressaillait. Ce jeune ambitieux connaissait la noblesse immaculée de ces
âmes ensevelies dans la solitude, il
savait quelles peines il causerait à ses
deux soeurs, et aussi quelles seraient
leurs joies avec quel plaisir elles s’entretiendraient en secret de ce frère
bien-aimé, au fond du clos. Sa conscience se dressa lumineuse, et les lui
montra comptant en secret leur petit trésor: il les vit, déployant le génie malicieux des jeunes filles pour
Escribió a cada de sus hermanas,
p i d i é n d o l e s s u s a h o r r o s , y, p a r a
arrancárselos sin que hablasen en familia, del sacrificio que no iban a
dejar de hacer por él con alegría, solicitó su delicadeza, atacando las
cuerdas del honor, que están tan bien
tensadas y resuenan tan fuerte, en los
corazones jóvenes.
Cuando hubo terminado esas cartas,
experimentó sin embargo una trepidación involuntaria: estaba palpitante, y
se estremecía. Ese joven ambicioso,
conocía la pureza inmaculada de las
almas sepultadas en la soledad. Sabía
qué penas iba a causar a sus dos hermanas, y también cuáles serían sus
alegrías. Con qué placer hablarían en
secreto, de ese hermano bien amado,
en el fondo del cercado. Su conciencia se levantó luminosa, y se las
mostró, contando en secreto su pequeño tesoro. Las vio, desplegando
el genio malicioso de las chicas jó-
Escribió también a cada una de sus
hermanas pidiéndoles sus economías,
y para arrancárselas sin que nada dijeran en familia del sacrificio que no
dejarían de hacer por él hasta con alegría, les habló a su discreción, tocán doles las cuerdas del honor que
son tan sensibles y vibrantes en
l o s c o r a z o n e s jóvenes.
Cuando terminó de escribir estas
cartas experimentó, sin embargo,
un temblor involuntario; palpitaba,
se estremecía. Este joven ambicioso
conocía la nobleza de aquellas almas
humanas sumidas en la soledad, sabía la pena que causaría a sus dos hermanas, y también la alegría que experimentarían, el placer con que conversarían en secreto de su querido hermano en el fondo de la huerta. Su
conciencia se alzó luminosa, y pudo
contemplarlas contando en secreto su pequeño tesoro; las vio desplegar su ingenio malicioso de mu-
He wrote to ask each of his sisters for
their savings—would they despoil themselves for him, and keep the sacrifice a
secret from the family? To his request he
knew that they would not fail to respond
gladly, and he added to it an appeal to
their delicacy by touching the chord of
honor t h a t v i b r a t e s s o l o u d l y i n
young and high-strung natures.
Yet when he had written the letters, he
could not help feeling misgivings in spite
of his youthful ambition; his heart beat
fast, and he trembled. He knew the
spotless nobleness of the lives buried away in the lonely manor
house; he knew what trouble and
what joy his request would cause his
sisters, and how happy they would be
as they talked at t h e b o t t o m o f t h e
o r c h a r d of that dear brother of theirs
in Paris. Visions rose before his eyes; a sudden
strong light revealed his sisters secretly counting over their little store, devising some girlish
stratagem by which the money could be sent to
74
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
lui envoyer incognito cet argent,
essayant une première tromperie
pour être sublimes.
«Le coeur d’une soeur est un diamant de pureté, un abîme de tendresse! « se dit-il.
Il avait honte d’avoir écrit. Combien
seraient puissants leurs voeux, combien pur serait l’élan de leurs âmes
vers le ciel! Avec quelle volupté ne se
sacrifieraient-elles pas! De quelle
douleur serait atteinte sa mère, si elle
ne pouvait envoyer toute la somme!
Ces beaux sentiments, ces effroyables
sacrifices allaient lui servir d’échelon
pour arriver à Delphine de Nucingen.
Quelques larmes, derniers grains d’encens jetés sur l’autel sacré de la famille, lui sortirent des yeux. Il se promena dans une agitation pleine de désespoir. Le père Goriot, le voyant ainsi
par sa porte qui était restée entrebâillée, entra et lui dit:
- Qu’avez-vous, monsieur?
v e n e s , p a r a e n v i a r, d e i n c ó g n i t o ,
aquel dinero, intentando una primera mentira para ser sublimes.
«El corazón de una hermana es un
diamente de pureza, un abismo de ternura», se dijo.
Tenía vergüenza de haber escrito. Qué
poderosos serían sus deseos. ¡Cuán
puro sería el impulso de sus almas hacia el cielo! ¡Con qué voluptuosidad no
se sacrificarían ellas! De qué dolor se
vería aquejada su madre, si no podía
enviar toda la suma. Aquellos bellos
[144] sentimientos, aquellos espantosos sacrificios, le iban a servir de escalón para llegar a Delfina Nucingen.
Unas lágrimas, últimos granos de incienso quemados sobre el altar sagrado de la familia, brotaron de sus ojos.
Se paseó con una agitación llena de
desesperanza. El tío Goriot, viéndole
así por su puerta que se había quedado
entreabierta, entró y le dijo:
—¿Qué le pasa señor?
chachas para enviarle de incógnito
el dinero, inventando una primera
trampa para ser sublimes.
—El corazón de una hermana es
un diamante de pureza, un abismo
de ternura —se dijo.
Tuvo vergüenza de haber escrito.
¡Qué poderosos serían sus deseos, qué
puro el impulso de sus almas hacia el
Cielo! ¡Con qué voluptuosidad cumplirían el sacrificio! ¡Qué dolor tan
grande el de su madre si no pudiera
enviar la suma! Estos hermosos sentimientos, estos espantosos sacrificios,
iban a servirle de escalones para llegar
hasta Delphine de Nucingen. Algunas
lágrimas, últimos granos de incienso
quemados ante el altar sagrado de la
familia, le asomaron a los ojos. Se paseó por el cuarto, agitado, desesperado. Papá Goriot, al verle de esta [398]
manera por la puerta que había quedado entreabierta, entró y le dijo:
—¿Qué le pasa a usted?
him incognito, essaying, for the first time in their
lives, a piece of deceit that reached the sublime in its unselfishness.
“ A s i s t e r ’s h e a r t i s a d i a m o n d
f o r p u r i t y, a d e e p s e a o f t e n d e rness!” he said to himself.
He felt ashamed of those letters.
What power there must be in the petitions put up by such hearts; how pure the
fervor that bears their souls to Heaven in
prayer! What exquisite joy they would find
in self-sacrifice! What a pang for his
mother’s heart if she could not send him all
that he asked for! And this noble affection,
these sacrifices made at such terrible cost, were
to serve as the ladder by which he meant to
climb to Delphine de Nucingen. A few tears,
like the last grains of incense flung upon the
sacred alter fire of the hearth, fell from his eyes.
He walked up and down, and despair mingled
with his emotion. Father Goriot saw him
through the half-open door.
“What is the matter, sir?” he asked
from the threshold.
— Ah! mon bon voisin, je suis
encore fils et frère comme vous êtes
père. Vous avez raison de trembler
pour la comtesse Anastasie, e l l e
est à un monsieur Maxime de
Trailles qui la perdra.
—¡Ah!, mi buen vecino, yo soy
todavía hijo y hermano como ust e d e s p a d r e . Ti e n e r a z ó n a l t e m blar por la condesa Anastasia.
Está con un tal Máximo de
Tr a i l l e s q u e l a p e r d e r á .
—¡Ah!, vecino mío, yo soy todavía hijo y hermano, como usted es
padre. Tiene usted razón de temblar
por la suerte de la condesa Anastasie:
está entregada a un Maxime de
Trailles, que la perderá.
“Ah! my good neighbor, I am
as much a son and brother as you
are a father. You do well to fear
for the Comtesse Anastasie;
there is one M. Maxime de
Trailles, who will be her ruin.”
Le père Goriot se retira en balbutiant quelques paroles dont Eugène ne
saisit pas le sens.
Le lendemain, Rastignac alla jeter ses
lettres à la poste. Il hésita jusqu’au
dernier moment, mais il les lança
dans la boite en disant: « je réussirai! « Le mot du joueur, du grand capitaine, mot fataliste qui perd plus
d’hommes qu’il n’en sauve.
Quelques jours après, Eugène alla
chez madame de Restaud et ne fut
pas reçu. Trois fois, il y retourna,
trois fois encore il trouva la porte
close, quoiqu’il se présentât à des
heures où le comte Maxime de
Trailles n’y était pas. La vicomtesse avait eu raison.
L’étudiant n’étudia plus. Il allait aux
cours pour y répondre à l’appel, et
quand il avait attesté sa présence, il
décampait. Il s’était fait le raisonnement que se font la plupart des
étudiants. Il réservait ses études pour
le moment où il s’agirait de passer
ses examens; il avait résolu d’entasser ses inscriptions de seconde et de
troisième année, puis d’apprendre le
Droit sérieusement et d’un seul coup
au dernier moment. Il avait ainsi
quinze mois de loisirs pour naviguer
sur l’océan de Paris, pour s’y livrer
à la traite des femmes, ou y pêcher
la fortune. Pendant cette semaine, il
vit deux fois madame de Beauséant,
chez laquelle il n’allait qu’au moment où sortait la voiture du mar-
El tío Goriot se retiró balbuceando unas palabras, cuyo sentido, no
comprendió Eugenio.
Al día siguiente, Rastignac fue a echar
sus cartas al correo. Estuvo dudando
hasta el último momento, pero las soltó
en el buzón diciendo: —«¡Triunfaré!»—
Las palabras del jugador, del gran Capitán, palabra fatalista que pierde a más
hombres que los que salva.
Unos días después, Eugenio fue a
casa de la señora de Restaud y no
fue recibido. Volvió otras tres veces y encontró la puerta cerrada, a
pesar de presentarse en horas en
q u e e l c o n d e M á x i m o d e Tr a i l l e s
no estaba allí. La vizcondesa había tenido razón.
El estudiante no estudió más. Iba a las
clases para responder a pasar lista y
cuando había atestiguado su presencia,
se marchaba. Se había hecho el razonamiento que se hacen la mayor parte de
los estudiantes. Él reservaba sus estudios, para el momento en que se tratase
de pasar sus exámenes. Había decidido
matricularse simultáneamente de segundo y tercer curso, y después, estudiar
Derecho seriamente y de una sola vez,
en el último momento. Tenía así quince
meses de tiempo libre, para navegar por
el océano de París, para dedicarse allí a
tratar mujeres, o pescar en él la fortuna. Durante esta semana, vio dos veces a la señora de Beauseant, a casa
de la cual, no iba, más que en el momento en que salía el coche del mar-
Papá Goriot se retiró balbuciendo
algunas palabras, cuyo sentido Eugéne
no comprendió...
Al día siguiente Rastignac fue a
echar sus cartas al correo. Dudó
hasta el último momento, pero al
fin las echó diciendo: «¡Triunfaré!» Palabra de jugador, de gran
capitán; palabra fatalista que pierde más hombres que salva.
Algunos días después Eugéne
fue a casa de la señora de Restaud
y no fue recibido. Volvió tres veces más, y las tres volvió a encontrar cerrada la puerta, aunque
se presentó a horas en que no estaba el conde Maxime de Trailles.
La vizcondesa tenía razón.
El estudiante no estudió más. Iba
a las clases para responder a la
lista, y en cuanto había justificad o s u p r e s e n c i a s e l a rg a b a . S e
había hecho el razonamiento que
se hacen la mayor parte de los estudiantes. Estudiaría cuando llegaran los exámenes; decidió pasar de una vez el segundo y tercer año, y luego estudiar seriamente el Derecho de un golpe en
los últimos momentos. Le quedaban así quince meses para navegar por el océano de París, para
entregarse a la caza de mujeres,
para hacer fortuna. Durante esta
semana vio dos veces a la señora
de Beauséant, a cuya casa no iba
hasta que salía el coche del mar-
Father Goriot withdrew, stammering
some words, but Eugene failed to catch
their meaning.
The next morning Rastignac went out to post
his letters. Up to the last moment he wavered and
doubted, but he ended by flinging them into the
box. “I shall succeed!” he said to himself. So says
the gambler; so says the great captain; but the three
words that have been the salvation of some few,
have been the ruin of many more.
A few days after this Eugene called
at Mme. de Restaud’s house; she was
not at home. Three times he tried the
experiment, and three times he found
her doors closed against him, though he
was careful to choose an hour when M.
de Trailles was not there. The
Vicomtesse was right.
The student studied no longer. He put
in an appearance at lectures simply to answer to his name, and after thus attesting
his presence, departed forthwith. He had
been through a reasoning process familiar
to most students. He had seen the advisability of deferring his studies to the last
moment before going up for his examinations; he made up his mind to cram his second and third years’ work into the third
year, when he meant to begin to work in
earnest, and to complete his studies in law
with one great effort. In the meantime he
had fifteen months in which to navigate the
ocean of Paris, to spread the nets and set
the lines that would bring him a protectress
and a fortune. Twice during that week he
saw Mme. de Beauseant; he did not go to
her house until he had seen the Marquis
75
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
quis d’Ajuda.
Pour quelques jours encore cette
illustre femme, la plus poétique figure
du faubourg Saint-Germain, resta victorieuse, et fit suspendre le mariage
de mademoiselle de Rochefide avec
le marquis d’Ajuda-Pinto. Mais ces
derniers jours, que la crainte de
perdre son bonheur rendit les plus
ardents de tous, devaient précipiter la catastrophe. Le marquis
d’Ajuda, de concert avec les
Rochefide, avait regardé cette
brouille et ce raccommodement
comme une circonstance heureuse:
ils espéraient que madame de
Beauséant s’accoutumerait à l’idée
de ce mariage et finirait par sacrifier ses matinées à un avenir prévu
dans la vie des hommes. Malgré les
plus saintes promesses renouvelées
chaque jour, monsieur d’Ajuda
jouait donc la comédie, la vicomtesse aimait à être trompée. « Au
lieu de s a u t e r n o b l e m e n t p a r l a
fenêtre, elle se laissait rouler
dans les escaliers «, disait la duchesse de Langeais, sa meilleure
amie. Néanmoins, ces dernières
lueurs brillèrent assez longtemps pour que la vicomtesse
restât à Paris et y servît son
j eune parent auquel elle portait
une so r t e d ’ a ff e c t i o n s u p e r s t i tieuse. Eugène s’était montré
pour elle plein de dévouement et
de sensibilité dans une circonstance où les femmes ne voient de
pitié, de consolation vraie dans
aucun regard. Si un homme leur
dit alors de douces paroles, il les
dit par spéculation.
qués de Adjuda.
Durante unos días, esta ilustre muj e r, l a m á s p o é t i c a f i g u r a d e l
Faubourg Saint-Germain, permaneció victoriosa e hizo suspender la
boda de la señorita de Rochefide
con el marqués d’Adjuda-Pinto,
pero aquellos últimos días, que el
temor de perder su felicidad, convirtió en los más ardientes de todos, iban a precipitar la catástrofe.
El marqués d’Adjuda, de acuerdo
con los Rochefide, había considerado aquella pelea, seguida de reconciliación, como un feliz acontecimiento: esperaban que la señora
de Beauseant se acostumbrara a la
idea de la boda y acabara por sacrificar sus mañanas a un porvenir
previsto para cualquier hombre. A
pesar de la más santas promesas,
renovadas a diario, el señor
d’Adjuda representaba una comedia
y la señora vizcondesa quería ser
engañada. [145] «En vez de saltar
noblemente por la ventana, se tiraba rodando por las escaleras», decía la duquesa de Langeais, su mej o r a m i g a . S i n e m b a rg o , a q u ellos
postreros fulgores, brillaron el tiempo suficiente para que la vizcondesa
se quedara en París y sirviera a su
joven pariente, por el que sentía una
especie de afecto superst icioso.
Eugenio, se había mostrado para con
ella, lleno de devoción y de sensibilidad, en una circunst a n c i a , e n l a
que, las mujeres, no ven piedad, ni
consideración verdadera, en ning u n a m i r a d a . S i u n h o m b r e , l es
dice entonces tiernas palabras, lo
hace por especulación.
qués de Ajuda.
Durante algunos días más esta ilustre mujer, la figura más poética del
arrabal de Saint-Germain, quedó
victoriosa e hizo suspender el casamiento de la señorita Rochefide
con el marqués de Ajuda-Pinto.
Pero aquellos últimos días, que el
temor de perder su felicidad hizo
los más ardientes de todos, de bían
[399] precipitar la catástrofe. El
marqués de Ajuda, de acuerdo con
los Rochefide, habían considerado
aquella desavenencia y aquella reconciliación como una circunstancia feliz; esperaba que la señora de
Beauséant se acostumbrara a la idea
del casamiento y acabaría por sacrificar sus mañanas por un porvenir previsto en la vida de los hombres. A pesar de las mejores promesas, diariamente repetidas, el señor
de Ajuda representaba una farsa, y
la vizcondesa se complacía en ser
engañada. «En lugar de tirar noblemente por el camino derecho, se ha
dejado meter por los vericuetos»,
decía la duquesa de Langeais, su
mejor amiga. Con todo, aquellos
últimos resplandores duraron lo
bastante para que la vizcondesa se
quedara en París, lo que sirvió a
su joven pariente, a quien ella tenía una especie de afecto supersticioso. Eugéne se había mostrado lleno de desinterés y sensibilidad en una circunstancia en que
las mujeres no encuentran piedad
ni verdadero consuelo en ninguna
mirada. Si un hombre les dice entonces palabras agradables, se las
dice por especulación.
d’Ajuda drive away.
Vi c t o r y f o r y e t a f e w m o r e
d a y s w a s w i t h t h e g r e a t l a d y, t h e
most poetic figure in the
F a u b o u rg S a i n t - G e r m a i n ; a n d t h e
marriage of the Marquis
d ’ A j u d a - Pinto with Mlle. de
Ro c h e f i d e w a s p o s t p o n e d . T h e
dread of losing her happiness filled
those days with a fever of joy unknown before, but the end was only
so much the nearer. The Marquis
d’Ajuda and the Rochefides agreed
that this quarrel and reconciliation
was a very fortunate thing; Mme. de
Beauseant (so they hoped) would
gradually become reconciled to the
idea of the marriage, and in the end
would be brought to sacrifice
d’Ajuda’s morning visits to the exigencies of a man’s career, exigencies
which she must have foreseen. In spite
of the most solemn promises, daily renewed, M. d’Ajuda was playing a part,
and the Vicomtesse was eager to be
deceived. “Instead of taking a leap heroically from the window, she is falling headlong down the staircase,” said
her most intimate friend, the Duchesse
de Langeais. Ye t t h i s a f t e r- g l o w
of happiness lasted long enough
f o r t h e Vi c o m t e s s e t o b e o f s e rvice to her young cousin. She
had a half-superstitious affection for him. Eugene had shown
her sympathy and devotion at
a crisis when a woman sees no
p i t y, n o r e a l c o m f o r t i n a n y
eyes; when if a man is ready
with soothing flatteries, it is
because he has an interested
motive.
Dans le désir de parfaitement bien
connaître son échiquier avant de tenter l’abordage de la maison de
Nucingen, Rastignac voulut se mettre
au fait de la vie antérieure du père
Goriot, et recueillit des renseignements certains, qui peuvent se réduire
à ceci.
Con el deseo de conocer, perfectamente, el terreno en el que iba a
meterse, antes de intentar el abordaje de la casa de Nucingen, Rastignac
quiso ponerse al corriente de la vida
anterior del tío Goriot y recoger informaciones certeras, que pueden reducirse a esto:
Para no volver a cometer
otra indiscreción, antes de intentar entrar en la casa de
N u c i n g e n , Rastignac quiso ponerse al corriente de la vida anterior de papá Goriot, y recogió
datos fidedignos, que se pueden
reducir a éstos:
Rastignac made up his mind
that he must learn the whole of
G o r i o t ’s p r e v i o u s h i s t o r y ; h e
would come to his bearings before attempting to board the
Maison de Nucingen. The results
of his inquiries may be given
briefly as follows:—
Jean-Joachim Goriot était, avant
la Révolution, un simple ouvrier
vermicellier, habile, économe, et
assez entreprenant pour avoir
acheté le fonds de son maître, que
le hasard rendit victime du premier
soulèvement de 1789. Il s’était établi rue de la jussienne, près de la
Halle-aux-Blés, et avait eu le gros
bon sens d’accepter la présidence
de sa section, afin de faire protéger son commerce par les personnages les plus influents de cette
dangereuse époque. Cette sagesse
avait été l’origine de sa fortune qui
commença dans la disette, fausse
ou vraie, par suite de laquelle les
Juan-Joaquín Goriot era, antes de la
República, un simple obrero de una
fábrica de fideos, hábil, ahorrador y lo
bastante emprendedor, como para haber
comprado el establecimiento de su jefe,
a quien, el azar, hizo caer víctima del
primer levantamiento en 1789. Se había
establecido en la calle de la Jussienne,
cerca del mercado de los trigos, y había
tenido el gran sentido común de aceptar
la presidencia de su sección, con el fin
de hacer proteger su establecimiento, por
los personajes más influyentes de aquella peligrosa época. Esta prudencia había sido el origen de su fortuna, que comenzó con la escasez de víveres, por
causa de la cual, los cereales, adqui-
Jean Joachim Goriot era, antes de
la Revolución, un simple obrero de
una fábrica de pastas, hábil, económico y lo bastante emprendedor como para
comprar el establecimiento de su dueño, a quien la casualidad hizo víctima
del primer levantamiento de 1789. Se
estableció en la calle de la Jussienne,
cerca del mercado de trigos, y tuvo el
buen sentido de aceptar la presidencia de su sección, con el fin de que su
comercio estuviese protegido por los
personajes más influyentes de aquella peligrosa época. Esta prudente
medida fue el origen de su fortuna, que
comenzó con la escasez de víveres,
verdadera o falsa, a causa de la [400]
In the days before the Revolution,
Jean-Joachim Goriot was simply a
workman in the employ of a vermicelli
maker. He was a skilful, thrifty workman, sufficiently enterprising to buy his
master’s business when the latter fell a
chance victim to the disturbances of
1789. Goriot established himself in the
Rue de la Jussienne, close to the Corn
Exchange. His plain good sense led him
to accept the position of President of the
Section, so as to secure for his business
the protection of those in power at that
dangerous epoch. This prudent step had
led to success; the foundations of his fortune were laid in the time of the Scarcity
(real or artificial), when the price of
76
Balzac’s Goriot
grains acquirent un prix énorme à
Paris. Le peuple se tuait à la porte
des boulangers, tandis que certaines personnes allaient chercher
sans émeute des pâtes d’Italie chez
les épiciers.
Pendant cette année, le citoyen Goriot
amassa les capitaux qui plus tard lui
servirent à faire son commerce avec
toute la supériorité que donne une
grande masse d’argent à celui qui la
possède. Il lui arriva ce qui arrive à
tous les hommes qui n’ont qu’une capacité relative. Sa médiocrité le sauva.
D’ailleurs, sa fortune n’étant connue
qu’au moment où il n’y avait plus de
danger à être riche, il n’excita l’envie
de personne. Le commerce des grains
semblait avoir absorbé toute son intelligence. S’agissait-il de blés, de farines, de grenailles, de reconnaître
leurs qualités, les provenances, de
veiller à leur conservation, de prévoir
les cours, de prophétiser l’abondance
ou la pénurie des récoltes, de se procurer les céréales à bon marché, de
s’en approvisionner en Sicile, en
Ukraine, Goriot n’avait pas son second. A lui voir conduire ses affaires,
expliquer les lois sur l’exportation, sur
l’importation des grains, étudier leur
esprit, saisir leurs défauts, un homme
l’eût jugé capable d’être ministre
d’Etat. Patient, actif, énergique, constant, rapide dans ses expéditions, il
avait un coup d’oeil d’aigle, il devançait tout, prévoyait tout, savait tout,
cachait tout; diplomate pour concevoir, soldat pour marcher. Sorti de sa
spécialité, de sa simple et obscure
boutique sur le pas de laquelle il demeurait pendant ses heures d’oisiveté,
l’épaule appuyée au montant de la
porte, il redevenait l’ouvrier stupide
et grossier, l’homme incapable de
comprendre un raisonnement, insensible à tous les plaisirs de l’esprit,
l’homme qui s’endormait au spectacle, un de ces Dolibans parisiens, forts
seulement en bêtise.
Ces natures se ressemblent presque toutes. A presque toutes, vous trouveriez
un sentiment sublime au coeur. Deux
sentiments exclusifs avaient rempli le
coeur du vermicellier, en avaient absorbé l’humide, comme le commerce
des grains employait toute l’intelligence
de sa cervelle. Sa femme, fille unique
d’un riche fermier de la Brie, fut pour
lui l’objet d’une admiration religieuse,
d’un amour sans bornes. Goriot avait
admiré en elle une nature frêle et forte,
sensible et jolie, qui contrastait vigoureusement avec la sienne. S’il est un
sentiment inné dans le coeur de
l’homme, n’est-ce pas l’orgueil de la
protection exercée à tout moment en
faveur d’un être faible? joignez-y
l’amour, cette reconnaissance vive de
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
rieron un precio desorbitado en París.
El pueblo se mataba a la puerta de las
panaderías, mientras que, algunas personas, iban a buscar, sin alboroto, pastas de Italia, en las tiendas de ultramarinos.
Durante aquel año, el ciudadano Goriot
amasó los capitales que, más tarde, le
sirvieron para hacer su comercio, con
toda la superioridad que da una gran
masa de dinero, al que la posee. Le ocurrió lo que suele ocurrirles a los hombres que no tienen más que una capacidad relativa. Su mediocridad le salvó.
Por otra parte, su fortuna no fue conocida, hasta el momento en que ya no era
peligroso ser rico. No despertó la envidia de nadie. ___________ ___ ______
___ ____ ______ ________ _______
_____ __ Cuando se trataba de trigos,
de harinas, de granos, de reconocer
sus calidades, su procedencia, velar
por su conservación, prever su cotización, profetizar la abundancia o penuria de las cosechas, conseguir cereales a buen precio, abastecerse en
Sicilia, en Ukrania, entonces Goriot
no tenía rival. Al verle gobernar sus
negocios, explicar las leyes de importación y exportación de granos, estudiar su espíritu, captar sus defectos,
cualquiera le habría creído capaz de
ser ministro de Estado. Paciente, activo, enérgico, constante, rápido en sus
expediciones, tenía una vista de águila, [146] se adelantaba a todo, lo preveía todo, lo sabía todo, lo ocultaba
todo; diplomático para concebir, soldado para avanzar. Una vez sacado de
su especialidad, de su sencilla y oscura tienda, ante cuyos umbrales, pasaba
todo su tiempo libre, con el hombro
apoyado sobre el montante de la puerta, volvía a ser el obrero estúpido y
grosero, el hombre incapaz de entender un razonamiento, insensible a todos los placeres del espíritu, el hombre que se dormía en el teatro, uno de
esos Dolibans (38) parisinos, que sólo
descuellan por su estupidez.
Esas naturalezas que se parecen casi
todas y en las que encontraríamos un
sentimiento sublime en su pecho. Dos
sentimientos exclusivos habían llenado el corazón del fabricante de fideos
y habían absorbido su humedad, de la
misma manera que, el comercio de granos, absorbía la inteligencia de su cerebro. Su mujer, hija única de un granjero de la Brie (39), fue para él objeto
de una admiración religiosa, de un
amor sin límites. Goriot había admirado en ella una naturaleza frágil y fuerte, sensible y bonita, que contrastaba
vigorosamente con la suya. Si existe un
sentimiento innato en el corazón de un
hombre. ¿No es éste el orgullo, que la
protección de un ser débil produce?
Añádanle el amor, ese agradecimiento
cual los granos adquirieron en París
un precio enorme. El pueblo se mataba en las puertas de los panaderos,
mientras algunos encontraban tranquilamente pastas de Italia en las
abacerías.
Durante aquel año el ciudadano
Goriot reunió el dinero que, más tarde, le sirvió para comerciar con las
ventajas de un gran capital. Le sucedió lo que sucede a todos los hombres que no tienen más que una capacidad relativa: su mediocridad le
salvó. Además, no se conoció su
fortuna hasta el momento en que ya
no había peligro de ser rico; no excitó la e n v i d i a d e n a d i e . E l c o mercio de granos parecía haber absorbido toda su inteligencia. Si se trataba de trigos,
de harinas, de granos, de reconocer
su calidad, su origen, de la manera
de conservarlos, de prever sus cotizaciones, de aprovecharse de la abundancia o escasez de las cosechas, de
procurarse cereales a precio bajo, de
proveerse en Sicilia, en Ucrania,
Goriot no tenía rival. Viéndole dirigir sus negocios, explicar las leyes de
la exportación y la importación de
granos, estudiar el espíritu de ellas y
darse cuenta de sus defectos, cualquiera le hubiera juzgado capaz de
ser ministro de Estado. Constante, activo, enérgico, rápido en sus expediciones, tenía una mirada de águila; se
anticipaba a todo, preveía todo, sabía
todo, lo ocultaba todo, concebía como
un diplomático y ejecutaba como un
soldado. Fuera de su especialidad, de
su tienda simple y oscura, en cuyo
umbral pasaba las horas ociosas,
apoyado en el quicio de la puerta,
se convertía en el obrero estúpido y
grosero, en un hombre incapaz de
comprender un razonamiento, insensible a todos los placeres del espíritu; el hombre que se duerme en el
teatro; uno de esos Dolibanes
parisienses, sabios en estupidez.
Casi todos los caracteres así se parecen.
En casi todos ellos encontraréis un sentimiento sublime en su corazón. Dos
sentimientos exclusivos habían llenado
el [401] corazón del fabricante de pastas, absorbiéndole toda su ternura, como
el comercio de granos había absorbido
toda su sesera. Su mujer, hija única de
un rico labrador de la Brie, fue para él
el objeto de una admiración religiosa,
de un amor sin limites. Goriot admiraba en ella una naturaleza delicada y
fuerte, sensible y bonita, que contrastaba vigorosamente con la suya. Si hay
algún sentimiento nato en el corazón
del hombre, ¿no es el del orgullo de
proteger en cualquier momento a un
ser débil? Añadid a esto el amor, ese
vivo reconocimiento de todas las al77
tr. Ellen Marriage
grain of all kinds rose enormously in
Paris. People used to fight for bread at
the bakers’ doors; while other persons
went to the grocers’ shops and bought
Italian paste foods without brawling
over it.
It was during this year that Goriot
made the money, which, at a later
time, was to give him all the advantage of the great capitalist over the
small buyer; he had, moreover, the
usual luck of average ability; his mediocrity was the salvation of him. He
excited no one’s envy, it was not even
suspected that he was rich till the peril
of being rich was over, and all his intelligence was concentrated, not on
political, but on commercial speculations. Goriot was an authority second
to none on all questions relating to
corn, flour, and “middlings”; and the
production, storage, and quality of
grain. He could estimate the yield of the
harvest, and foresee market prices; he
bought his cereals in Sicily, and imported
Russian wheat. Any one who had heard him
hold forth on the regulations that control the
importation and exportation of grain, who
had seen his grasp of the subject, his clear
insight into the principles involved, his appreciation of weak points in the way that the
system worked, would have thought that
here was the stuff of which a minister is
made. Patient, active, and persevering, energetic and
prompt in action, he surveyed his business horizon
with an eagle eye. Nothing there took him by surprise; he foresaw all things, knew all that was happening, and kept his own counsel; he was a
diplomatist in his quick comprehension of a situation; and in the routine of business he was as patient
and plodding as a soldier on the march. But beyond
this business horizon he could not see. He used to
spend his hours of leisure on the threshold of his shop,
leaning against the framework of the door. Take him
from his dark little counting-house, and he became
once more the rough, slow-witted workman, a man
who cannot understand a piece of reasoning, who is
indifferent to all intellectual pleasures, and falls asleep
at the play, a Parisian Dolibom in short, against whose
stupidity other minds are powerless.
Natures of this kind are nearly all alike;
in almost all of them you will find some hidden depth of sublime affection. Two all-absorbing affections filled the vermicelli
maker’s heart to the exclusion of every other
feeling; into them he seemed to put all the
forces of his nature, as he put the whole power
of his brain into the corn trade. He had regarded his wife, the only daughter of a rich
farmer of La Brie, with a devout admiration;
his love for her had been boundless. Goriot
had felt the charm of a lovely and sensitive
nature, which, in its delicate strength, was the
very opposite of his own. Is there any instinct
more deeply implanted in the heart of man
than the pride of protection, a protection
which is constantly exerted for a fragile and
defenceless creature? Join love thereto, the
warmth of gratitude that all generous souls
Balzac’s Goriot
toutes les âmes franches pour le principe de leurs plaisirs, et vous comprendrez une foule de bizarreries morales.
Après sept ans de bonheur sans nuages, Goriot, malheureusement pour
lui, perdit sa femme; elle commençait à prendre de l’empire sur lui, en
dehors de la sphère des sentiments.
Peut-être eût-elle cultivé cette nature
inerte, peut-être y eût-elle jeté l’intelligence des choses du monde et de
la vie. Dans cette situation, le sentiment de la paternité se développa
chez Goriot jusqu’à la déraison. Il
reporta ses affections trompées par la
mort sur ses deux filles, qui d’abord
satisfirent pleinement tous ses sentiments. Quelque brillantes que fussent
les propositions qui lui furent faites
par des négociants ou des fermiers
jaloux de lui donner leurs filles, il
voulut rester veuf. Son beau-père, le
seul homme pour lequel il avait eu
du penchant, prétendait savoir pertinemment que Goriot avait juré de ne
pas faire d’infidélité à sa femme,
quoique morte. Les gens de la Halle,
incapables de comprendre cette sublime folie, en plaisantèrent, et donnèrent à Goriot quelque grotesque
sobriquet. Le premier d’entre eux qui,
en buvant le vin d’un marché, s’avisa
de le prononcer, reçut du vermicellier
un coup de poing sur l’épaule qui
l’envoya, la tête la première, sur une
borne de la rue Oblin. Le dévouement
irréfléchi, l’amour ombrageux et délicat que portait Goriot à ses filles
était si connu, qu’un jour un de ses
concurrents, voulant le faire partir du
marché pour rester maître du cours,
lui dit que Delphine venait d’être renversée par un cabriolet. Le
vermicellier, pâle et blême, quitta
aussitôt la Halle. Il fut malade pendant plusieurs jours par suite de la
réaction des sentiments contraires
auxquels le livra cette fausse alarme.
S’il n’appliqua pas sa tape meurtrière
sur l’épaule de cet homme, il le
chassa de la Halle en le forçant, dans
une circonstance critique, à faire
faillite.
L’éducation de ses deux filles fut naturellement déraisonnable. Riche de
plus de soixante mille livres de rente,
et ne dépensant pas douze cents francs
pour lui, le bonheur de Goriot était de
satisfaire les fantaisies de ses filles: les
plus excellents maîtres furent chargés
de les douer des talents qui signalent
une bonne éducation; elle eurent une
demoiselle de compagnie; heureusement pour elles, ce fut une femme d’esprit et de goût; elles allaient à cheval,
elles avaient une voiture, elles vivaient
comme auraient vécu les maîtresses
d’un vieux seigneur riche; il leur suffisait d’exprimer les plus coûteux désirs
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
sincero de todas las almas hacia el
principio de sus placeres y comprenderán una multitud de rarezas morales.
Después de siete años de felicidad sin
nubes, Goriot, por desgracia para él,
perdió a su mujer: ya empezaba a dominarle más allá de la esfera de los
sentimientos. Tal vez hubiera conservado aquella naturaleza inerte, tal vez
hubiera introducido en ella, la inteligencia de las cosas del mundo y de la
vida. En esta situación, el sentimiento
de paternidad, se desarrolló en Goriot,
hasta la sinrazón. Transfirió sus afectos, defraudados por la muerte, a sus
dos hijas, que, al principio, dieron plena satisfacción a todos sus sentimientos. Por muy brillantes que fueran las
proposiciones que le hicieran negociantes, o granjeros, deseosos de concederle sus hijas como esposas, se quedó viudo. Su suegro, el único hombre
por el que sentía inclinación, pretendía saber, con toda seguridad, que
Goriot había jurado ser fiel a su mujer, incluso después de muerta. Los de
la Halle, incapaces de comprender esa
sublime locura, se rieron de ella, y le
pusieron a Goriot [147] algún grotesco apodo. El primero que tuvo la ocurrencia de pronunciarlo, tomándose
unos vinos, recibió del fabricante de
fideos un puñetazo en el hombro, que
lo mandó, con la cabeza por delante,
contra el mojón de la calle Oblin. La
devoción irreflexiva, el amor sombrío
y delicado, que Goriot les tenía a sus
hijas, era tan conocido, que, un día,
uno de sus competidores, queriendo
alejarlo del mercado, para quedarse él
dueño de los precios le dijo que
Delfina había sido atropellada por un
cabriolé. El fabricante de fideos, pálido y lívido, abandonó inmediatamente
el mercado. Estuvo enfermo durante
varios días, de resultas de la reacción
que le produjeron los sentimientos
contrarios que le causó aquella falsa
alarma. Y, si no le propinó un tortazo
mortal a aquel hombre, lo expulsó de
la Halle (mercado), obligándole a declararse en quiebra, en una situación
crítica.
La educación de sus dos hijas fue,
naturalmente, poco razonable. Poseedor de más de sesenta mil libras de renta y no gastándose en sí mismo más de
1.200 francos, toda la felicidad de
Goriot, consistía, en satisfacer los caprichos de sus hijas. Los mejores profesores fueron encargados de dotarlas
de todos los conocimientos que demuestran una buena educación. Tuvieron una
señorita de compañía; por suerte para
ellas, ésta era una mujer ingeniosa y de
buen gusto; montaban a caballo, tenían
coche. Vivían, como lo habrían hecho
las queridas de un viejo señor rico; les
bastaba con expresar los más costosos
mas francas hacia el principio de sus
placeres y comprenderéis una gran
cantidad de sus rarezas morales.
Después de siete años de felicidad sin
una sola nube de tristeza, Goriot tuvo
la desgracia de la muerte de su mujer,
cuando empezaba a ejercer algún imperio sobre él, fuera ya de la esfera de
los sentimientos. Acaso hubiera podido aquella mujer cultivar esta naturaleza inerte, hacerle comprender las
cosas del mundo y de la vida. En esta
situación el sentimiento paternal se
desarrolló en Goriot hasta el delirio.
Todos los afectos que quedaron sin
objeto con la muerte de su mujer los
puso en sus hijas, quienes, al principio, satisficieron todos sus sentimientos, hasta el punto de que prefirió continuar viudo por ellas que aceptar las
brillantes proposiciones que le fueron
hechas por negociantes y colonos deseosos de darle sus hijas. Su suegro,
el único hombre a quien tenía algún
afecto, pretendía saber pertinentemente que Goriot había jurado no ser infiel a la memoria de su mujer. Las
gentes del mercado, incapaces de
comprender esta sublime locura, bromearon y dieron a Goriot algún apodo grotesco. El primero que se atrevió a pronunciarlo delante del fabricante —fue mientras celebraban con
unas copas un contrato— recibió tal
puñetazo en la espalda, que le envió
de cabeza contra un mojón de la calle
de Oblin. El desinterés irreflexivo, el
amor suspicaz [402] y delicado que
tenía Goriot por sus hijas eran tan conocidos, que un día uno de sus competidores, queriendo hacerle marchar
del mercado para quedar dueño del
cotarro, le dijo que Delphine acababa
de ser atropellada por un coche. El fabricante, pálido, lívido salió disparado. Estuvo enfermo varios días a causa de la serie de alternativos sentimientos que le causó aquella falsa
alarma. Si no le arreó después a este
hombre un puñetazo de los que solía
dar, le hizo ahuecar del mercado obligándole, en una circunstancia crítica,
a declararse en quiebra.
La educación de sus dos hijas fue, naturalmente, absurda. Con 60.000 francos de renta y no empleando en sus
gastos más de 1.200 francos, la felicidad de Goriot consistía en satisfacer
todos los caprichos de sus hijas. Los
mejores maestros estuvieron encargados de enseñarlas todo aquello que
completa una buena educación; tuvieron una señorita de compañía que, felizmente para ellas, era una mujer inteligente y de gusto; montaban a caballo, paseaban en coche, vivían como
puede vivir la querida de un viejo rico;
les bastaba solamente indicar el más
costoso deseo para que su padre se lo
78
tr. Ellen Marriage
feel for the source of their pleasures, and you
have the explanation of many strange incongruities in human nature.
After seven years of unclouded
happiness, Goriot lost his wife. It was
very unfortunate for him. She was beginning to gain an ascendency over
him in other ways; possibly she might
have brought that barren soil under
cultivation, she might have widened
his ideas and given other directions to
his thoughts. But when she was dead,
the instinct of fatherhood developed
in him till it almost became a mania.
All the affection balked by death
seemed to turn to his daughters, and
he found full satisfaction for his heart
in loving them. More or less brilliant
proposals were made to him from time
to time; wealthy merchants or farmers
with daughters vied with each other in
offering inducements to him to marry
again; but he determined to remain a
widower. His father-in-law, the only
man for whom he felt a decided friendship, gave out that Goriot had made a
vow to be faithful to his wife’s memory.
The frequenters of the Corn Exchange,
who could not comprehend this sublime
piece of folly, joked about it among themselves, and found a ridiculous nickname
for him. One of them ventured (after a
glass over a bargain) to call him by it, and
a blow from the vermicelli maker’s fist
sent him headlong into a gutter in the Rue
Oblin. He could think of nothing else
when his children were concerned; his
love for them made him fidgety and anxious; and this was so well known, that one
day a competitor, who wished to get rid
of him to secure the field to himself, told
Goriot that Delphine had just been
knocked down by a cab. The vermicelli
maker turned ghastly pale, left the Exchange at once, and did not return for several days afterwards; he was ill in consequence of the shock and the subsequent
relief on discovering that it was a false
alarm. This time, however, the offender did
not escape with a bruised shoulder; at a critical moment in the man’s affairs, Goriot
drove him into bankruptcy, and forced him
to disappear from the Corn Exchange.
As might have been expected, the
two girls were spoiled. With an income
of sixty thousand francs, Goriot scarcely
spent twelve hundred on himself, and
found all his happiness in satisfying the
whims of the two girls. The best masters were engaged, that Anastasie and
Delphine might be endowed with all the
accomplishments which distinguish a
good education. They had a chaperon—
luckily for them, she was a woman who
had good sense and good taste;—they
learned to ride; they had a carriage for
their use; they lived as the mistress of a
rich old lord might live; they had only
to express a wish, their father would
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
pour voir leur père s’empressant de les
combler; il ne demandait qu’une caresse
en retour de ses offrandes. Goriot mettait ses filles au rang des anges, et nécessairement au-dessus de lui, le pauvre homme! il aimait jusqu’au mal
qu’elles lui faisaient.
Quand ses filles furent en âge d’être
mariées, elles purent choisir leurs
maris suivant leurs goûts: chacune
d’elles devait avoir en dot la moitié de la fortune de son père. Courtisée pour sa beauté par le comte de
Restaud, Anastasie avait des penchants aristocratiques qui la portèrent à quitter la maison paternelle
pour s’élancer dans les hautes sphères sociales. Delphine aimait l’argent: elle épousa Nucingen, banquier d’origine allemande qui devint baron du Saint-Empire. Goriot
resta vermicellier. Ses filles et gendres se choquèrent bientôt de lui
voir continuer ce commerce, quoique ce fût toute sa vie. Après avoir
subi pendant cinq ans leurs instances, il consentit à se retirer avec le
produit de son fonds, et les bénéfices de ces dernières années; capital que madame Vauquer, chez laquelle il était venu s’établir, avait
estimé rapporter de huit à dix mille
livres de rente. Il se jeta dans cette
pension par suite du désespoir qui
l’avait saisi en voyant ses deux
filles obligées par leurs maris de
refuser non seulement de le prendre chez elles, mais encore de l’y
recevoir ostensiblement.
deseos, para ver a su padre apresurarse
a satisfacerlos; él, no pedía más que una
caricia, a cambio de sus ofrendas.
Goriot consideraba a sus hijas como
ángeles y necesariamente, por encima
de él. ¡Pobre hombre! Quería, hasta el
mal que ellas le hacían.
Cuando sus hijas estuvieron en edad
de casarse, pudieron escoger sus maridos según sus gustos. Cada una de
ellas, debía tener, como dote, la mitad de la fortuna de su padre. Cortejada por su belleza por el conde de
Restaud, Anastasia, tenía inclinaciones aristocráticas, que la llevaron a
abandonar la casa paterna, para lanzarse a las altas esferas sociales. A
Delfina le gustaba el dinero: se casó
con Nucingen, banquero de origen
alemán, que llegó a ser barón del Santo Imperio. Goriot, se quedó en fabricante de fideos. Sus hijas y sus
yernos, vieron enseguida con malos
ojos, el que continuara con ese comercio, aunque fuera toda su vida.
Después de haber soportado sus instancias durante cinco años, consintió
en retirarse con el producto de la venta de su establecimiento y las ganancias de aquellos últimos años; capital
que la señora Vauquer, en cuya casa
había ido a vivir, había estimado reportar, de ocho a diez mil libras de renta.
Se lanzó a aquella pensión, por la desesperación que se había apoderado de
él, al ver a sus hijas, obligadas [148]
por sus maridos, no sólo a negarse a tenerlo en su casa, sino también a recibirlo en ella ostensiblemente.
satisficiera inmediatamente. El padre
no pedía más que una caricia en pago
de sus regalos. Goriot ponía a sus hijas a la altura de los ángeles y, claro
está, muy por encima de él, que se
consideraba un pobre hombre. Gozaba hasta en el mal que le hacían.
Cuando sus hijas llegaron a ser casaderas, pudieron escoger marido
según su gusto: cada una tendría de
dote la mitad de la fortuna de su padre. La belleza de Anastasie cautivó al conde de Restaud, y los pufos
aristocráticos que este matrimonio
despertó en Anastasie hicieron que
abandonara su casa paterna para
lanzarse a las altas esferas sociales.
A Delphine le atraía el dinero. Casó
con Nucingen, banquero, de origen
alemán, a quien dieron el título de barón del Santo Imperio. Goriot continuó siendo [403] fabricante de pastas. Sus hijas y sus yernos desearon
que abandonara su comercio, aunque
su comercio era toda su vida. Después de haber soportado cinco años
de insistencias, consintió en retirarse con el producto de sus fondos y el
beneficio de estos últimos años, capital que la señora Vauquer, a cuya
casa fue entonces a vivir Goriot, estimó que consistía en 8.000 o 10.000
francos de renta. Se ocultó en esta
casa de huéspedes a causa de la desesperación que le produjo el ver que
sus dos hijas, obligadas por sus maridos, le negaban, no solamente que
viviera con ellas sino hasta el recibirle ostensiblemente.
hasten to give them their most extravagant desires, and asked nothing of them
in return but a kiss. Goriot had raised
the two girls to the level of the angels;
and, quite naturally, he himself was left
beneath them. Poor man! he loved them
even for the pain that they gave him.
When the girls were old
enough to be married, they were
left free to choose for themselves. Each had half her father ’s
fortune as her dowry; and when
the Comte de Restaud came to
w o o A n a s t a s i e f o r h e r b e a u t y,
her social aspirations led her to
l e a v e h e r f a t h e r ’s h o u s e f o r a
more exalted sphere. Delphine
wished for money; she married
Nucingen, a banker of German
extraction, who became a Baron
of the Holy Roman Empire. Goriot
remained a vermicelli maker as before. His
daughters and his sons-in-law began to demur; they did not like to see him still engaged in trade, though his whole life was
bound up with his business. For five years
he stood out against their entreaties, then he
yielded, and consented to retire on the
amount realized by the sale of his business
and the savings of the last few years. It was
this capital that Mme. Vauquer, in the early
days of his residence with her, had calculated would bring in eight or ten thousand
livres in a year. He had taken refuge in her
lodging-house, driven there by despair when
he knew that his daughters were compelled
by their husbands not only to refuse to receive him as an inmate in their houses, but
even to see him no more except in private.
Ces renseignements étaient tout ce
que savait un monsieur Muret sur le
comte du père Goriot, dont il avait
acheté le fonds. Les suppositions que
Rastignac avait entendu faire par la
duchesse de Langeais se trouvaient
ainsi confirmées. Ici se termine l’exposition de cette obscure, mais effroyable tragédie parisienne.
Esas informaciones eran todo lo
que sabía un tal señor Muret, con relación al tío Goriot, cuyo establecimiento había comprado. Las suposiciones que Rastignac había oído hacer a la duquesa de Langeais, se
veían así confirmadas. Así se termina la exposición de esta oscura, pero
espantosa tragedia parisina.
Esto era todo lo que sabía un tal
Muret, quien se había quedado con
el negocio de pastas de papá
Goriot. Las suposiciones que
Rastignac había oído a la duquesa
de Langeais se confirmaban con
estas noticias. Aquí termina la exposición de esta oscura pero espantosa tragedia parisiense.
This was all the information
which Rastignac gained from a M.
Muret who had purchased Goriot’s
business, information which confirmed the Duchesse de Langeais’
suppositions, and herewith the
preliminary explanation of this
obscure but terrible Parisian tragedy comes to an end.
79
Balzac’s Goriot
10
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
II. L’entrée dans le monde
Vers la fin de cette première semaine du mois de décembre,
Rastignac reçut deux lettres, l’une de
sa mère, l’autre de sa soeur aînée. Ces
écritures si connues le firent à la fois
palpiter d’aise et trembler de terreur.
Ces deux frêles papiers contenaient
un arrêt de vie ou de mort sur ses
espérances. S’il concevait quelque
terreur en se rappelant la détresse
de ses parents, il avait trop bien
éprouvé leur prédilection pour ne
pas craindre d’avoir aspiré leurs dernières gouttes de sang. La lettre de
sa mère était ainsi conçue.
Hacia final de esta primera semana,
del mes de diciembre, Rastignac recibió dos cartas, una de su madre, la otra
de su hermana mayor. Estas escrituras
tan conocidas, le hicieron a la vez, palpitar de gusto y temblar de terror.
Aquellos dos frágiles papeles contenían una sentencia de vida o muerte
para sus esperanzas. Si concebía algún
terror, recordando la penuria de sus
padres, había experimentado demasiado bien su predilección, para no temer haber sorbido, las últimas gotas
de su sangre. La carta de su madre, estaba concebida de la siguiente manera:
Hacia el fin de esta primera semana de diciembre, Rastignac recibió dos
cartas, una de su madre y otra de su
hermana mayor. Las escrituras de ambas, tan conocidas para él, le hicieron,
a la vez, palpitar de gozo y temblar de
terror. En aquellos dos simples papeles
venía la sentencia de vida o muerte de
sus esperanzas. Si sentía algún terror al
recordar la apurada situación de los
suyos, conocía de sobra la predilección que por él tenían para no temer el haberles exprimido las últimas gotas de sangre. L a c a r t a d e
su madre decía así:
To w a r d s t h e e n d o f t h e f i r s t
week in December Rastignac received two letters—one from his
m o t h e r, a n d o n e f r o m h i s e l d e s t
sister. His heart beat fast, half with
h a p p i n e s s, half with fear, at the sight
of the familiar handwriting. Those two
little scraps of paper contained life or
death for his hopes. But while he felt a
shiver of dread as he remembered their
dire poverty at home, he knew their
love for him so well that he could not
help fearing that he was draining
their very life-blood. His mother ’s
letter ran as follows:—
«Mon cher enfant, je t’envoie ce
que tu m’as demandé. Fais un bon
emploi de cet argent, je ne pourrais,
quand il s’agirait de te sauver la vie,
trouver une seconde fois une somme
si considérable sans que ton père en
fût instruit, ce qui troublerait l’harmonie de notre ménage. Pour nous la procurer, nous serions obligés de donner
des garanties sur notre terre. Il m’est
impossible de juger le mérite de projets que je ne connais pas; mais de
quelle nature sont-ils donc pour te
faire craindre de me les confier? Cette
explication ne demandait pas des volumes, il ne nous faut qu’un mot à
nous autres mères, et ce mot m’aurait
évité les angoisses de l’incertitude. Je
ne saurais te cacher l’impression douloureuse que ta lettre m’a causée. Mon
cher fils, quel est donc le sentiment
qui t’a contraint à jeter un tel effroi
dans mon coeur? tu as dû bien souffrir en m’écrivant, car j’ai bien souffert en te lisant. Dans quelle carrière
t’engages-tu donc? Ta vie, ton bonheur seraient attachés à paraître ce que
tu n’es pas, à voir un monde où tu ne
saurais aller sans faire des dépenses
d’argent que tu ne peux soutenir, sans
perdre un temps précieux pour tes études? Mon bon Eugène, crois-en le
coeur de ta mère, les voies tortueuses
ne mènent à rien de grand. La patience
et la résignation doivent être les vertus des jeunes gens qui sont dans ta
position. Je ne te gronde pas, je ne
voudrais communiquer à notre offrande aucune amertume. Mes paroles sont celles d’une mère aussi confiante que prévoyante. Si tu sais quelles sont tes obligations, je sais, moi,
combien ton coeur est pur, combien
tes intentions sont excellentes. Aussi
puis-je te dire sans crainte: Va, mon
bien-aimé, marche! Je tremble parce
que je suis mère; mais chacun de tes
pas sera tendrement accompagné de
nos voeux et de nos bénédictions.
Sois prudent, cher enfant. Tu dois
être sage comme un homme, les des-
Mi querido hijo: te envío lo que me
pedirte. Haz buen uso de este dinero,
yo no podría, aunque se tratara de
salvarte la vida, encontrar, otra vez,
una suma tan considerable, sin que tu
padre se enterara, lo que turbaría la
armonía de nuestro matrimonio. Para
conseguirla, nos veríamos obligados
a hipotecar nuestra tierra. Me es imposible juzgar el mérito, de proyector que no conozco; pero, ¿de qué
naturaleza son, para que te dé miedo
confiármelos? Esa explicación no necesitaba volúmenes, nosotras, las
madres, no necesitamos más que una
palabra y esa palabra, me habría evitado las angustias de la incertidumbre. No podría ocultarte, la impresión
dolorosa que tu carta me ha causado.
Querido hijo, qué sentimiento es, el
que te ha obligado a echar semejante
espanto en mi corazón? Has tenido
que sufrir mucho al escribirme, porque yo, he sufrido mucho leyéndote.
¿Qué camino vas a emprender? ¿Tu
vida, tu felicidad, estarán dedicadas
a parecer lo que no eres, a ver un
mundo, por el que no sabrás andar,
sin hacer unos gastos de dinero que
no pueden sostener, sin perder un
tiempo precioso para tus estudios? Mi
buen Eugenio, haz caro al corazón de
tu madre: Las vías tortuosas no llevan a nada grande. La paciencia y la
resignación, deben ser las virtudes de
los jóvenes, que se encuentran en tu
posición. No te estoy riñendo, no querría comunicarle a nuestra ofrenda,
ninguna amargura. Mis palabras, son
las de una madre tan confiada, como
previsora. Si tú sabes cuáles son tus
obligaciones, yo sé, qué puro es tu
corazón, cuán excelentes son tus intenciones. Así puedo decirte sin temor: ¡Adelante querido mío, en marcha! Tiemblo porque soy madre; pero
cada uno de tus pasos verá tiernamente acompañado por [149] nuestros
deseos y por nuestras bendiciones. Sé
prudente, querido hijo. Tienes que ser
remato como un hombre, los destinos
«Mi querido hijo: Te envío lo que
me has pedido. Haz un buen uso de este
dinero. Me sería imposible, aunque se
tratara de salvar tu vida, encontrar por
segunda vez sin que tu padre se enterara, una suma tan considerable, lo que
perturbaría la armonía de nuestro hogar. Para procurárnosla tendríamos que
hipotecar nuestras tierras. Me es imposible juzgar el mérito de proyectos
que no conozco; [404] pero ¿qué clase
de proyectos son esos que no te atreves a confiármelos? Para esta explicación no se necesita llenar volúmenes,
seguramente. A las madres nos basta
con una palabra, y esta palabra me hubiera evitado las angustias de la incertidumbre. No puedo ocultarte la dolorosa impresión que me ha causado tu
carta. Mi querido hijo, ¿qué clase de
sentimientos son los que te han impulsado a inquietar, de manera tan espantosa, mi corazón? Has debido sufrir
mucho al escribirme, puesto que yo he
sufrido mucho al leerte. ¿Qué camino
es el que emprendes? ¿Crees que tu
vida y tu felicidad pueden ir unidas a
que aparentes lo que no eres, a un mundo en el que no puedes entrar sin hacer
gastos que no puedes sostener, sin perder un tiempo precioso para tus estudios? Mi buen Eugéne, cree en el corazón de tu madre: los caminos tortuosos no conducen a nada grande. La paciencia y la resignación deben ser las
virtudes de los jóvenes de tu posición.
Todo esto no tiene la intención de una
riña; de ningún modo quisiera comunicar a nuestra ofrenda la menor amargura. Mis palabras son las de una madre tan confiada como previsora. Si tú
sabes cuáles son tus obligaciones, yo
sé hasta qué punto es puro tu corazón,
lo buenas que son tus intenciones. Así,
puedo decirte sin temor: ¡Adelante,
querido mío! Tiemblo porque soy madre; pero cada uno de tus pasos irá tiernamente acompañado de nuestros mejores deseos y de nuestras bendiciones.
Sé prudente, hijo querido. Debes ser
juicioso como un hombre; el desti-
“My Dear Child,—I am sending
you the money that you asked for.
Make a good use of it. Even to save
your life I could not raise so large a
sum a second time without your
father’s knowledge, and there would
be trouble about it. We should be
obliged to mortgage the land. It is
impossible to judge of the merits of
schemes of which I am ignorant; but
what sort of schemes can they be, that
you should fear to tell me about them?
Volumes of explanation would not
have been needed; we mothers can understand at a word, and that word
would have spared me the anguish of
uncertainty. I do not know how to hide
the painful impression that your letter has made upon me, my dear son.
What can you have felt when you were
moved to send this chill of dread
through my heart? It must have been
very painful to you to write the letter
that gave me so much pain as I read
it. To what courses are you committed? You are going to appear to be
something that you are not, and your
whole life and success depends upon
this? You are about to see a society
into which you cannot enter without
rushing into expense that you cannot
afford, without losing precious time
that is needed for your studies. Ah!
my dear Eugene, believe your mother,
crooked ways cannot lead to great
ends. Patience and endurance are the
two qualities most needed in your position. I am not scolding you; I do not
want any tinge of bitterness to spoil
our offering. I am only talking like a
mother whose trust in you is as great
as her foresight for you. You know the
steps that you must take, and I, for my
part, know the purity of heart, and how
good your intentions are; so I can say
to you without a doubt, ‘Go forward,
beloved!’ If I tremble, it is because I
am a mother, but my prayers and blessings will be with you at every step.
Be very careful, dear boy. You must have
a man’s prudence, for it lies with you to
80
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
tinées de cinq personnes qui te sont
chères reposent sur ta tête. Oui, toutes nos fortunes sont en toi, comme
ton bonheur est le nôtre.
de cinco personar que te son queridas reposan sobre tu cabeza. Sí, todas nuestras riquezas están en ti,
como tu felicidad es la nuestra.
no de cinco personas a quienes
amas depende de ti. Sí; toda nuestra fortuna eres tú, como tu felicidad es la nuestra.
shape the destinies of five others who are
dear to you, and must look to you. Yes,
our fortunes depend upon you, and your
success is ours.
Nous prions tous Dieu de te seconder dans tes entreprises. Ta tante
Marcillac a été, dans cette circonstance, d’une bonté inouïe: elle allait jusqu’à concevoir ce que tu me
dis de tes gants. Mais elle a un faible pour l’aîné, disait-elle gaiement. Mon Eugène, aime bien ta
tante, je ne te dirai ce qu’elle a fait
pour toi que quand tu auras réussi;
autrement, son argent te brûlerait
les doigts. Vous ne savez pas, enfants, ce que c’est que de sacrifier
des souvenirs! Mais que ne vous
sacrifierait-on pas? Elle me charge
de te dire qu’elle te baise au front,
et voudrait te communiquer par ce
baiser la force d’être souvent heureux. Cette bonne et excellente
femme t’aurait écrit si elle n’avait
pas la goutte aux doigts. Ton père
va bien. La récolte de 1819 passe
nos espérances.
Adieu, cher enfant. Je ne dirai rien
de tes soeurs: Laure t’écrit. Je lui
laisse le plaisir de babiller sur les petits événements de la famille. Fasse
le ciel que tu réussisses!
«Oh! oui, réussis, mon Eugène,
tu m’as fait connaître une douleur
trop vive pour que je puisse la
supporter une seconde fois. J’ai
su ce que c’était d’être pauvre, en
désirant la fortune pour la donner à mon enfant. Allons, adieu.
Ne nous laisse pas sans nouvelles, et prends ici le baiser que ta
mère t’envoie.»
Rogamos a Dios que te ayude en
t u s p r o p ó s i t o s . Tu t í a M a rc i l l a c
ha sido, en esta ocasión, de una
b o n d a d i n a u d i t a : L l e g ó h a st a e l
e x t re m o d e c o m p re n d e r, l o q u e m e
d i c e n d e t u s g u a n t e s . P e ro t e n í a
d e b i l i d a d p o r e l m a y o r, d e c í a e l l a
a l e g re m e n t e . E u g e n i o m í o , q u i e re
mucho a tu tía, no te diré lo que
ha hecho por ti, hasta que no hayas triunfado; de otra manera, su
d i n e ro , t e q u e m a r í a l a s m a n o s .
Vo s o t ro s n o s a b é i s , h i j o s , l o q u e
e s s a c r i f i c a r s u s re c u e rd o s .
Pero ¿qué es lo que no os sacrificaríamos? Ella me encarga que te
diga, que te besa la frente, y querría
comunicarte con ese beso la fuerza
para ser feliz a menudo. Esta buena
y excelente mujer te habría escrito
si no tuviese la gota en los dedos. Tu
padre va bien. La cosecha de 1819
sobrepasa nuestras esperanzas.
Adiós, querido hijo. No te diré
nada de tus hermanas: Laura te
e s c r i b e . L e d e j o e l p l a c e r d e re latarte los pequeños acontecimientos de la familia.
Quiera el cielo que triunfes. ¡Oh,
s í ! Tr i u n f a , E u g e n i o m í o . M e h a s
hecho sentir un dolor demasiado
vivo para que pueda soportarlo
por segunda vez. He sabido lo
q u e e r a s e r p o b re , d e s e a n d o l a
fortuna para dársela a mi hijo.
Va m o s , a d i ó s . N o n o s d e j e s s i n
n o t i c i a s y re c i b e e l b e s o q u e t e
m a n d a t u m a d re .
Todos rogamos a Dios para que te ayude en tus empresas. Tu tía Marsillac
se ha portado en esta circunstancia con
una bondad inaudita; hasta concebía
lo que me decías de los guantes. Pero
es que tengo una gran debilidad por
el primogénito, decía alegremente
para justificarse. Eugéne [405] mío,
quiere a tu tía de todo corazón; no te
diré lo que ha hecho por ti hasta que
hayas conseguido tus aspiraciones; lo
demás, su dinero te quemaría las manos. ¡Vosotros los jóvenes no sabéis
lo que es el sacrificar los recuerdos!
Pero ¿qué no sacrificaríamos por vosotros? Me encarga tu tía que te diga
que te envía un beso en la frente, y
quisiera comunicarte con ese beso el
poder de ser siempre feliz. Tu buena,
excelente tía te hubiera escrito si no
tuviera gota en los dedos. Tu padre
sigue bien. La cosecha de 1819 es superior a nuestras esperanzas.
______________________________
________ ______ L a u r e t e e s c r i be. Le dejo el placer de comunicarte los pequeños acontecimientos familiares.
¡Quiera el Cielo que venzas!
Sí; vence, Eugéne; me has producido un dolor demasiado vivo
para que pueda soportarlo una
segunda vez. He sabido lo que
es ser pobre al desear la fortun a p a r a d á r s e l a a m i h i j o . Va mos, adiós. No nos tengas sin
noticias, y recibe el beso que te
envía tu madre.»
We all pray to God to be with you in
all that you do. Your aunt Marcillac
has been most generous beyond words
in this matter; she saw at once how it
was, even down to your gloves. ‘But I
have a weakness for the eldest!’ she
said gaily. You must love your aunt
very much, dear Eugene. I shall wait
till you have succeeded before telling
you all that she has done for you, or
her money would burn your fingers.
You, who are young, do not know
what it is to part with something that
is a piece of your past!
But what would we not sacrifice for your
sakes? Your aunt says that I am to send you
a kiss on the forehead from her, and that kiss
is to bring you luck again and again, she
says. She would have written you herself,
the dear kind-hearted woman, but she is
troubled with the gout in her fingers just now.
Your father is very well. The vintage of 1819
has turned out better than we expected.
Good-bye, dear boy; I will say nothing about your sisters, because
Laure is writing to you, and I must
let her have the pleasure of giving
you all the home news.
Heaven send that you may succeed! Oh!
yes, dear Eugene, you must succeed. I
have come, through you, to a knowledge
of a pain so sharp that I do not think I
could endure it a second time. I have
come to know what it is to be poor, and
to long for money for my children’s
sake. There, good-bye! Do not leave us
for long without news of you; and here,
at the last, take a kiss from your mother.”
Quand Eugène eut achevé cette lettre, il était en pleurs, il pensait au père
Goriot tordant son vermeil et le vendant pour aller payer la lettre de
change de sa fille.
«Ta mère a tordu ses bijoux! se disait-il. Ta tante a pleuré sans doute
en vendant quelques-unes de ses reliques! De quel droit maudirais-tu
Anastasie? Tu viens d’imiter pour
l’égoïsme de ton avenir ce qu’elle a
fait pour son amant! Qui, d’elle ou
de toi, vaut mieux?»
L’étudiant se sentit les entrailles rongées
par une sensation de chaleur intolérable. Il voulait renoncer au monde, il
voulait ne pas prendre cet argent. Il
éprouva ces nobles et beaux remords
secrets dont le mérite est rarement apprécié par les hommes quand ils jugent
leurs semblables, et qui font souvent
absoudre par les anges du ciel le criminel condamné par les juristes de la terre.
Rastignac ouvrit la lettre de sa soeur,
dont les expressions innocemment gra-
Cuando Eugenio hubo terminado de
leer esta carta, estaba llorando, pensaba
en el tío Goriot retorciendo su plata y
yendo a venderla para ir a pagar la
letra de cambio de su hija.
«Tu madre ha vendido sus joyas», se
decía. «Tu tía ha llorado, sin duda,
al vendes algunas de sus reliquias.
¿Con qué derecho puedes tú maldecir a Anastasia? Tú acabas de imitar,
por el egoísmo de tu porvenir, lo que
ella ha hecho por su amante. ¿Quién
es mejor entre ella y tú?»
El estudiante se sintió corroídas las entrañas, por una sensación de calor intolerable. Quería renunciar al mundo. Quería
no coger ese dinero. Experimentó esos
nobles y bellos remordimientos secretos,
cuyo mérito, es difícilmente apreciado por
los hombres, cuando juzgan a sus semejantes, y que hacen, a menudo, ser absuelto por los ángeles del cielo, al criminal
condenado por los juristas de la tierra.
Rastignac abrió la carta de su hermana,
cuyas expresiones, inocentemente gracio-
Cuando Eugéne terminó de leer esta
carta, lloraba, pensaba en papá Goriot,
retorciendo sus objetos de plata para
venderlos y pagar las letras de
cambio de su hija.
—¡Tu madre ha vendido sus joyas!
—se decía—. ¡Tu tía ha llorado, sin
duda, al vender algunas de sus reliquias! ¿Con qué derecho maldices a
Anastasie? Acabas de hacer egoístamente por tu porvenir lo que ella ha
hecho por su amante. ¿Quién de los
dos, ella o tú, es mejor?
El estudiante sentía una sensación
de calor intolerable que le roía las entrañas. Quería renunciar al mundo, no
tomar aquel dinero. Sintió esos nobles
y bellos remordimientos secretos cuyo
mérito rara vez aprecian los hombres
al juzgar a sus semejantes, y que hacen a menudo que los ángeles del Cielo absuelvan al criminal condenado
por los jueces de la Tierra. Rastiguac
abrió la carta de su hermana, cuyas expresiones, inocentemente graciosas,
By the time Eugene had finished the
letter he was in tears. He thought of Father Goriot crushing his silver keepsake
into a shapeless mass before he sold it to
meet his daughter’s bill of exchange.
“Your mother has broken up her jewels for
you,” he said to himself; “your aunt shed tears
over those relics of hers before she sold them for
your sake. What right have you to heap execrations on Anastasie? You have followed her example; you have selfishly sacrificed others to your
own future, and she sacrifices her father to her
lover; and of you two, which is the worse?”
He was ready to renounce his attempts; he could not bear to take that
money. The fires of remorse burned
in his heart, and gave him intolerable pain, the generous secret remorse which men seldom take into
account when they sit in judgment
upon their fellow-men; but perhaps
the angels in heaven, beholding it,
pardon the criminal whom our justice condemns. Rastignac opened his
sister ’s letter; its simplicity and
81
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
cieuses lui rafraîchirent le coeur.
sas le refrescaron el corazón:
« Ta lettre est venue bien à propos,
cher frère. Agathe et moi nous voulions employer notre argent de tant de
manières différentes, que nous ne savions plus à quel achat nous résoudre.
Tu as fait comme le domestique du roi
d’Espagne quand il a renversé les
montres de son maître, tu nous as mises d’accord. Vraiment, nous étions
constamment en querelle pour celui de
nos désirs « auquel nous donnerions
la préférence, et nous n’avions pas
deviné, mon bon Eugène, l’emploi qui
comprenait tous nos désirs. Agathe a
sauté de joie. Enfin, nous avons été
comme deux folles pendant toute la
journée, à telles enseignes (style de
tante) que ma mère nous disait de son
air sévère: Mais qu’avez-vous donc,
mes demoiselles? Si nous avions été
grondées un brin, nous en aurions été,
je crois, encore plus contentes. Une
femme doit trouver bien du plaisir à
souffrir pour celui qu’elle aime! Moi
seule étais rêveuse et chagrine au milieu de ma joie. Je ferai sans doute une
mauvaise femme, je suis trop dépensière. Je m’étais acheté deux ceintures, un joli poinçon pour percer les
oeillets de mes corsets, des niaiseries,
en sorte que j’avais moins d’argent que
cette grosse Agathe, qui est économe,
et entasse ses écus comme une pie. Elle
avait deux cents francs! Moi, mon
pauvre ami, je n’ai que cinquante
écus. Je suis bien punie, je voudrais
jeter ma ceinture dans le puits, il me
sera toujours pénible de la porter. Je
t’ai volé. Agathe a été charmante. Elle
m’a dit: Envoyons les trois cent cinquante francs, à nous deux! Mais je
n’ai pas tenu à te raconter les choses
comme elles se sont passées.
Sais-tu comment nous avons fait pour
obéir à tes commandements, nous
avons pris notre glorieux argent, nous
sommes allées nous promener toutes
deux, et quand une fois nous avons
eu gagné la grande route, nous avons
couru à Ruffec, où nous avons tout
bonnement donné la somme à monsieur Grimbert, qui tient le bureau des
Messageries royales! Nous étions légères comme des hirondelles en revenant. «Est-ce que le bonheur nous
allégerait? « me dit Agathe. Nous
nous sommes dit mille choses que je
ne vous répéterai pas, monsieur le
Parisien, il était trop question de
vous. Oh! cher frère, nous t’aimons
bien, voilà tout en deux mots. Quant
au secret, selon ma tante, de petites
masques comme nous sont capables
de tout, même de se taire. Ma mère
est allée mystérieuse ment à Angoulême avec ma tante, et toutes deux
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
kindness revived his heart.
Tu carta llegó muy a tiempo, querido hermano. Ágata y yo, queríamos
emplear nuestro dinero, de tantas maneras diferentes, que no sabíamos por
qué compra decidirnos. Tú has hecho
como el criado del Rey de España,
cuando derribó los relojes de su dueño, [150] nos has puesto de acuerdo.
Verdaderamente, estábamos en continua pelea, por cual de nuestros deseos
tendría preferencia y no habíamos adivinado, mi buen Eugenio, el empleo
que comprendía todos nuestros deseos.
Ágata ha saltado de alegría. Por fin
hemos estado durante todo el día como
dos locas, con tales alborotos (al estilo de la tía) que mi madre nos decía
con su aire severo: apero, ¿qué les
pasa a ustedes señoritas?» Si nos hubiera reñido un poquito por eso, habríamos estado, según creo, todavía
más contentas. Una mujer debe encontrar mucho placer en sufrir por aquel
a quien ama. Únicamente yo estaba soñadora, pensativa y tristona en medio
de mi alegría. Sin duda seré mala como
mujer, soy demasiado gastadora. Me
había comprado dos cinturones y un
lindo punzón para hacer los ojetes de
mis corsés. Tonterías, de manera que
tenía menos dinero que la gorda Ágata, que es ahorradora y amontona sus
escudos como una urraca. Ella tenía
doscientos francos, yo, pobre amigo
mío, no tengo más que 50 escudos.
En el pecado llevo la penitencia,
querría echar mi cinturón al pozo,
siempre me será penoso llevarlo. Te
he robado. Ágata ha estado encantadora. me ha dicho: «¡Enviémosle los
350 francos entre las dos!» Pero no
he podido quedarme, sin contarte las
cosas, tal como han pasado.
refrescaron su corazón.
[406]
«Tu carta ha llegado con gran oportunidad, querido hermano. Agathe y yo
queríamos comprar con nuestro dinero tantas cosas, que no sabíamos por
cuál decidirnos. Así que has hecho
como el criado del rey de España cuando derribó los relojes de su amo: nos
has puesto de acuerdo. Verdaderamente
estábamos en perpetua discusión por
no saber a cuál de nuestros deseos debíamos dar preferencia, y no habíamos
podido adivinar, querido Eugéne, el
empleo mejor, el que colmaba todos
nuestros deseos. Agathe saltaba de alegría. En fin, las dos hemos estado como
dos locas durante todo el día; ante talas extremos —estilo de la tía—, nuestra madre nos decía: «Pero ¿qué les
pasa a ustedes, señoritas?» Si no nos
hubieran reñido una pizca hubiéramos
estado todavía, así lo creo, más contentas. ¡Una mujer debe sentir gran placer en sufrir por aquel a quien ama! Yo,
sin embargo, estaba pensativa y triste
en medio de mi alegría. No serviría,
seguramente, para ser una buena mujer de casa: soy demasiado gastadora.
Me había comprado dos cinturones, un
bonito prendedor para ponerme claveles en el pecho, bagatelas; en suma, que
tenía menos dinero que esa tranquila de
Agathe, que es económica y amontona
las monedas como una urraca. ¡Tenía
doscientos francos! Yo, amigo mío, no
tenía más que cincuenta. Pero ya estoy
castigada; arrojaría mi cinturón a un
pozo; de aquí en adelante llevarlo será
como un reproche. Te he robado.
Agathe ha estado encantadora. Me ha
dicho: «Vamos a enviar entre las dos
los trescientos cincuenta francos.» Pero
yo no puedo menos de contarte las cosas tal como han pasado.
“Your letter came just at the right
time, dear brother. Agathe and I had
thought of so many different ways of
spending our money, that we did not
know what to buy with it; and now you
have come in, and, like the servant who
upset all the watches that belonged to
the King of Spain, you have restored
harmony; for, really and truly, we did
not know which of all the things we
wanted we wanted most, and we were
always quarreling about it, never thinking, dear Eugene, of a way of spending
our money which would satisfy us completely. Agathe jumped for you. Indeed,
we have been like two mad things all
day, ‘to such a prodigious degree’ (as
aunt would say), that mother said, with
her severe expression, ‘Whatever can be
the matter with you, mesdemoiselles?’
I think if we had been scolded a little,
we should have been still better pleased.
A woman ought to be very glad to suffer for one she loves! I, however, in my
inmost soul, was doleful and cross in
the midst of all my joy. I shall make a
bad wife, I am afraid, I am too fond of
spending. I had bought two sashes and
a nice little stiletto for piercing eyeletholes in my stays, trifles that I really did
not want, so that I have less than that slowcoach Agathe, who is so economical, and
hoards her money like a magpie. She had
two hundred francs! And I have only one
hundred and fifty! I am nicely punished;
I could throw my sash down the well; it
will be painful to me to wear it now.
Poor dear, I have robbed you. And
Agathe was so nice about it. She said,
‘Let us send the three hundred and
fifty francs in our two names!’ But I
could not help telling you everything
just as it happened.
No sabes cómo hemos hecho para
obedecer tus órdenes, hemos cogido nuestro glorioso dinero, hemos
salido a pasearnos las dos y una vez
llegadas a la carretera principal,
hemos corrido a Ruffet donde hemos
entregado, por las buenas, el dinero al señor Grimbert, que regenta la
administración de correos. Al venir
íbamos ligeras como golondrinas.
¿La felicidad nos hará más ligeras?
—me dijo Ágata. Nos dijimos mil cosas que no le repetiré a usted, señor parisino, le atañían demasiado
directamente. ¡Oh! querido hermano, te queremos mucho, eso es todo
en tres palabras. En cuanto al secreto, según mi tía unas pequeñas
máscaras como nosotras, son capaces de todo, incluso de callarse. Mi
m a d re h a i d o m i s t e r i o s a m e n t e a
Angulema con mi tía, y las dos han
guardado en secreto la alta política
¿Sabes lo que hemos hecho para cumplir tus recomendaciones? Hemos cogido nuestro dichoso dinero y hemos
ido las dos a pasear, y en cuanto hemos llegado a la carretera, hemos corrido a Ruffec, donde hemos entregado la suma al señor Grimbert, que
es el encargado de las mensajerías
[407] reales. A la vuelta estábamos
ligeras como golondrinas. ¿Es que la
felicidad nos da alas?, me decía
Agathe. Nos hemos dicho mil cosas
que no quiero repetírtelas, señor
parisiense, porque se referían demasiado a ti. Te queremos mucho,
Eugéne. He ahí todo en dos palabras.
En cuanto al secreto, según mi tía,
muchachas tan disimuladas como nosotras son capaces de todo; hasta de
callar. Mamá ha ido misteriosamente a Angulema con mi tía, y las dos
han guardado silencio sobre la alta
misión de su viaje, el cual no se ha
“Do you know how we managed to
keep your commandments? We took
our glittering hoard, we went out for
a walk, and when once fairly on the
highway we ran all the way to Ruffec,
where we handed over the coin, without more ado, to M. Grimbert of the
Messageries Royales. We came back
again like swallows on the wing.
‘Don’t you think that happiness has
made us lighter?’ Agathe said. We
said all sorts of things, which I shall
not tell you, Monsieur le Parisien,
because they were all about you. Oh,
we love you dearly, dear brother; it
was all summed up in those few
words. As for keeping the secret, little
masqueraders like us are capable of
anything (according to our aunt), even
of holding our tongues. Our mother
has been on a mysterious journey to
Angouleme, and the aunt went with
her, not without solemn councils, from
82
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
ont gardé le silence sur la haute politique de leur voyage, qui n’a pas eu lieu
sans de longues conférences d’où nous
avons été bannies, ainsi que monsieur le
baron. De grandes conjectures occupent
les esprits dans l’Etat de Rastignac. La
robe de mousseline semée de fleurs
à jour que brodent les infantes pour
sa majesté la reine avance dans le
plus profond secret. Il n’y a plus que
deux laizes à faire. Il a été décidé
qu’on ne ferait pas de mur du côté
de Verteuil, il y aura une haie.
Le menu peuple y perdra des
fruits, des espaliers , mais on y
gagnera une belle vue pour les
étrangers. Si l’héritier présomptif avait besoin de mouchoirs, il
est prévenu que la douairière de
Marcillac, en fouillant dans ses trésors et ses malles, désignées sous le
nom de Pompéia et d’Herculanum, a
découvert une pièce de belle toile de
Hollande, qu’elle ne se connaissait
pas; les princesses Agathe et Laure
mettent à ses ordres leur fil, leur
aiguille, et des mains toujours un peu
trop rouges. Les deux jeunes princes
don Henri et don Gabriel ont conservé
la funeste habitude de se gorger de raisiné, de faire enrager leurs soeurs, de
ne vouloir rien apprendre, de s’amuser à dénicher les oiseaux, de tapager
et de couper, malgré les lois de
l’Etat, des osiers pour se faire des
badines. Le nonce du pape, vulgairement appelé monsieur le curé,
menace de les excommunier s’ils
continuent à laisser les saints canons de la grammaire pour les canons du sureau belliqueux.
Adieu, cher frère, jamais lettre n’a
porté tant de voeux faits pour ton
bonheur, ni tant d’amour satisfait. Tu
auras donc bien des choses à nous
dire quand tu viendras! Tu me diras
tout, à moi, je suis aînée. Ma tante
nous a laissé soupçonner que tu avais
des succès dans le monde.
de su viaje, que no ha tenido lugar
sin largas conferencias, de las cuales, nosotras hemos sido expulsadas, así como el señor barón. Grandes conjeturas ocupan los espíritus
en el Estado de Rastignac. El vestido de muselina bordado de flores
c a l a d a s , q u e b o rd a n l a s i n f a n t a s
para su majestad la reina, avanza en
el más profundo secreto. No quedan
más que dos anchos por hacer. Decidimos que no haríamos el muro
por la parte de Verteuil, allí habrá
un seto. La gente menuda estropeará allí frutas y emparrados, pero
saldremos ganando una bella vista
para los extraños. Si el presunto heredero tuviera necesidad de pañuelos, queda advertido, de que ]151]
l a v i u d a d M a rc i l l a c , re b u s c a n d o
entre sus tesoros, designados con el
nombre de Pompeya y Herculano, ha
descubierto una pieza de bella tela de
Holanda, que no sabía que tenía; las
princesas Ágata y Laura ponen a sus
órdenes su hilo, su aguja y unas manos,
siempre un poco demasiado coloradas.
Los dos jóvenes príncipes don Enrique
y don Gabriel han conservado la funesta costumbre de hincharse de arrope, de
hacer rabiar a sus hermanas, de no querer aprender nada, de divertirse cogiendo nidos de pájaros, de armar barullo
y cortar, pese o en contra de las leyes del Estado, mimbres para hacerse junquillos. El nuncio del
Papa, vulgarmente llamado, señor
cura, amenaza con excomulgarlos,
si continúan abandonando los santos cánones de la gramática, por los
cánones del sauco belicoso.
Adiós, querido hermano. Jamás una
carta, ha llevado tantos votos hechos
por tu felicidad, ni tanto amor satisfecho. Vas a tener muchas cosas que
contarnos cuando vengas. Me dirás
todo a mí, yo soy la mayor. Mi tía nos
ha dejado entrever que estás teniendo éxito en el mundo.
verificado sin previas y prolongadas which we were shut out, and M. le
conferencias, que nos han sido pro- Baron likewise. They are silent as to
hibidas, así como al señor barón. the weighty political considerations
Conjeturas importantes ocupan la that prompted their mission, and
atención de las gentes en el Esta- conjectures are rife in the State of
do de Rastignac. El vestido de mu- Rastignac. The Infantas are embrois e l i n a , s e m b r a d o d e f l o r e s dering a muslin robe with open-work
caladas, que bordan las infantas sprigs for her Majesty the Queen; the
para su majestad la reina, avanza work progresses in the most proen el más profundo secreto. Sólo found secrecy. There be but two more
quedan dos anchos por terminar. Es breadths to finish. A decree has gone forth
ya cosa decidida que no se levantará that no wall shall be built on the side of
pared por el lado de Verteuil, que se Verteuil, but that a hedge shall be planted inpondrá un seto. La gente menuda sal- stead thereof. Our subjects may sustain some
drá perdiendo frutas y espaldares, disappointment of fruit and espaliers, but
pero en cambio se ganará una hermo- strangers will enjoy a fair prospect. Should
sa vista para los forasteros. Si el pre- the heir-presumptive lack pocket-handsunto heredero necesitara pañuelos kerchiefs, be it known unto him that the
de bolsillo, queda prevenido que la dowager Lady of Marcillac, exploring
importante viuda de Marsillac, es- the recesses of her drawers and boxes
cudriñando en sus tesoros y sus ma- (known respectively as Pompeii and
letas, designadas con los nombres de Herculaneum), having brought to light
Pompeya y Herculano, ha descubier- a fair piece of cambric whereof she
to una fina tela de Holanda, que no wotted not, the Princesses Agathe and
conocía. Las princesas Agathe y Laure place at their brother’s disposal
Laure ponen a sus órdenes su hilo, their thread, their needles, and hands
su aguja y sus manos, un poco dema- somewhat of the reddest. The two young
siado rojas siempre. Los dos jóvenes Princes, Don Henri and Don Gabriel,
príncipes, don Henri y don Gabrielle, retain their fatal habits of stuffing themhan conservado la mala costumbre selves with grape-jelly, of teasing their
de atracarse de arrope, de hacer sisters, of taking their pleasure by gorabiar a sus hermanas, de no que- ing a-bird-nesting, and of cutting
rer aprender nada, de meter ruido, switches for themselves from the osierill will, spite
de cortar mimbres, a pesar de las beds, maugre the laws of the realm. Morel e y e s d e l E s t a d o , p a r a h a c e r over, they list not to learn naught, wherefore
varitas. El Nuncio del Papa, llama- the Papal Nuncio (called of the commonalty,
do vulgarmente el señor cura, ame- M. le Cure) threateneth them with excomnaza con excomulgarlos si conti- munication, since that they neglect the sanúan abandonando los santos cáno- cred canons of grammatical construction for
nes de la gramática por los [408] X the construction of other canon _____, deadly
cánones del belicoso saúco.
engines made of the stems of elder.
Adiós, querido hermano; jamás car“Farewell, dear brother, never did letta alguna ha llevado tantos buenos ter carry so many wishes for your sucdeseos de que seas feliz, ni tanto ca- cess, so much love fully satisfied. You
riño satisfecho. Cuando vuelvas ten- will have a great deal to tell us when you
drás muchas cosas que contarnos. Me come home! You will tell me everything,
dirás todo a mí; a mí, que soy la ma- won’t you? I am the oldest. From someyor. Mi tía nos ha dejado entrever que thing the aunt let fall, we think you must
tienes éxito en sociedad.
have had some success.
L’on parle d’une dame et l’on
se tait du reste.
Hablan de una dama y se cal l a n d e l re s t o .
Se habla de una dama y lo demás se calla...
“Something was said of a lady, but
nothing more was said . . .
«Avec nous s’entend! Dis donc
¡C o n n o s o t r o s , s e e n t i e n d e !
Eugène, si tu voulais, nous pour- P e ro m i r a , E u g e n i o , s i q u i s i e r a s ,
rions nous passer de mouchoirs, et p o d r í a m o s p re s c i n d i r d e p a ñ u e l o s
nous te ferions des chemises. Ré- y t e h a r í a m o s c a m i s a s . C o n t é s t a ponds-moi vite à ce sujet. S’il te m e e n s e g u i d a a l re s p e c t o . S i n e fallait promptement de belles che- c e s i t a s e s r á p i d a m e n t e b u e n a s c a mises bien cousues, nous serions m i s a s , b i e n c o s i d a s , t e n d r í a m o s
obligées de nous y mettre tout de q u e p o n e r n o s m a n o s a l a o b r a , i n suite; et s’il y avait à Paris des fa- m e d i a t a m e n t e y s i h u b i e r a e n P a çons que nous ne connussions pas, X r í s m o d a s , q u e n o c o n c i é r a m o s
tu nous enverrais un modèle, sur- n o s o t r a s , t ú n o s m a n d a r í a s u n
t o u t p o u r l e s p o i g n e t s . A d i e u , m o d e l o , s o b re t o d o p a r a l o s p u adieu! je t’embrasse au front du ñ os. Adiós, adiós. Te beso en el lado
c ô t é g a u c h e , s u r l a t e m p e q u i X izquierdo de la frente, en la sién que
m’appartient exclusivement.
me pertenece exclusivamente.
Je laisse l’autre feuillet pour D e j o l a o t r a c a r i l l a p a r a Á g a t a ,
»Con nosotras, se entiende.
Oye, Eugéne: si tú quisieras podríamos dejar de hacernos los
pañuelos y hacerte camisas. Resp ó n d e m e e n s e g u id a a e s to . S i
necesitas pronto buenas camisas,
bien cosidas, tenemos que empezar a trabajar inmediatamente, y
si en París se llevan de alguna
forma que no conocemos, podrías enviarnos un modelo sobre
todo para los puños. Adiós,
adiós. Te beso en la frente, sobre la sien izquierda, que sabes
me pertenece exclusivamente.
Dejo la otra hoja para Agathe,
“Of course not, in our family!
Oh, by-the-by, Eugene, would you
rather that we made that piece of
cambric into shirts for you instead
of pocket-handkerchiefs? If you
want some really nice shirts at
once, we ought to lose no time in
beginning upon them; and if the
fashion is different now in Paris,
send us one for a pattern; we want
more particularly to know about the
cuffs. Good-bye! Good-bye! Take
my kiss on the left side of your forehead, on the temple that belongs to
me, and to no one else in the world.
I am leaving the other side of the sheet for
83
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Agathe, qui m’a promis de ne rien
lire de ce que je te dis. Mais, pour
en être plus sûre, je resterai près
d’elle pendant qu’elle t’écrira. Ta
soeur qui t’aime.»
«LAURE DE RASTIGNAC».
q u e m e h a p ro m e t i d o n o l e e r n a d a
d e l o q u e t e e s c r i b o . P e ro , p a r a
estar segura, me quedaré a su
l a d o , m i e n t r a s t e e s c r i b a . Tu h e rm a n a q u e t e q u i e re .
LAURA DE RASTIGNAC
que me ha prometido no leer
nada de lo que te digo. Pero para
que no me engañe, voy a estar a
su lado mientras te escribe. Tu
hermana, que te quiere,
LAURE DE RASTIGNAC.»
Agathe, who has solemnly promised not
to read a word that I have written; but, all
the same, I mean to sit by her side while
she writes, so as to be quite sure that she
keeps her word.—Your loving sister,
“Laure de Rastignac.”
— Oh! oui, se dit Eugène, oui,
la fortune à tout prix! Des trésors
ne payeraient pas ce dévouement. Je
voudrais leur apporter tous les bonheurs ensemble. Quinze cent cinquante francs! se dit-il après une
pause. Il faut que chaque pièce
porte coup! Laure a raison. Nom
d’une femme! je n’ai que des chemises de grosse toile. Pour le bonheur d’un autre, une jeune fille devient rusée autant qu’un voleur. Innocente pour elle et prévoyante
pour moi, elle est comme l’ange du
ciel qui pardonne les fautes de la
terre sans les comprendre.
—¡Oh sí! —se dijo Eugenio—.
Sí, la fortuna a cualquier precio.
Esta devoción, no se paga con todos los tesoros del mundo. Querría
ofrecerles todas las dichas juntas.
¡Mil quinientos francos! —se dijo,
después de una pausa—. Es preciso
que cada moneda dé en el blanco.
Laura tiene razón. ¡Mujer! No tengo más que camisas de tela basta.
Por la felicidad de otro, una chica
joven se vuelve tan astuta como un
ladrón. Inocente para ella y previsora para mí, es como un ángel del
cielo que perdona las culpas de la
tierra sin comprenderlas. [152]
“Yes!” said Eugene to himself.
“Yes! Success at all costs now!
Riches could not repay such devotion as this. I wish I could give them
every sort of happiness! Fifteen
hundred and fifty francs,” he went
on after a pause. “Every shot must
go to the mark! Laure is right. Trust
a woman! I have only calico shirts.
Where some one else’s welfare is
concerned, a young girl becomes as
ingenious as a thief. Guileless where
she herself is in question, and full of
foresight for me,—she is like a heavenly angel forgiving the strange incomprehensible sins of earth.”
¡El mundo era suyo! Ya había llaLe monde était à lui! Déjà son
tailleur avait été convoqué, sondé, X mado a su sastre. Lo había sondeado
conquis. En voyant monsieur de y conquistado. Al ver al señor de
Trailles, Rastignac avait compris Trailles, Rastignac había comprendil ’ i n f l u e n c e q u ’ e x e r c e n t l e s do la influencia que ejercen los sast a i l l e u r s s u r l a v i e d e s j e u n e s tres sobre la vida de las personas jógens. Hélas! il n’existe pas de venes. ¡Ay! No existe término medio
moyenne entre ces deux termes: entre estos dos extremos: un sastre,
un tailleur est ou un ennemi mor- o un enemigo mortal, o un amigo retel, ou un ami donné par la fac- galado por la factura. Eugenio enconture. Eugène rencontra dans le sien un tró en el suyo, un hombre que había
homme qui avait compris la paternité comprendido la paternidad de su ofide son commerce, et qui se considérait cio, y que lo consideraba como un
comme un trait d’union entre le pré- nexo de unión, entre el presente y el
sent et l’avenir des jeunes gens. Aussi porvenir de las personas jóvenes.
Rastignac reconnaissant a-t-il fait la Pero también, Rastignac, agradecido,
fortune de cet homme par un de ces hizo la fortuna de aquel hombre, con
mots auxquels il excella plus tard.
una de aquellas frases en las que, más
- J e l u i c o n n a i s , d i s a i t - i l , d e u x tarde, sobresalió. «Se de dos pantap a n t a l o n s q u i o n t f a i t f a i r e d e s lones —decía— confeccionados por
mariages de vingt mille livres él, que han conseguido bodas de
de rente.
veintemil libras de renta.»
—¡Oh, sí —se dijo Eugéne—, sí,
la fortuna a cualquier precio! Esta abnegación no se paga con nada, no hay
tesoros para pagarla. Quisiera llevarles todas las dichas juntas. ¡Mil quinientos francos! —se dijo, después de
una pausa—. No hay que desperdiciar ni
uno, cada moneda tiene que hacer lo suyo.
Laure tiene razón. No tengo más
que camisas ordinarias. ¡Demonio!
Por conseguir la felicidad ajena una
chica se vuelve tan astuta como un
ladrón. Inocente para ella y previsora para mí. Es como un ángel del
Cielo que perdona las faltas de la
Tierra sin comprenderlas.
[409]
¡El mundo era suyo! El sastre
había sido ya convocado, sondeado, conquistado. Al ver al señor
de Trailles, Rastignac había comprendido la influencia del sastre
en la vida de los jóvenes. Desgraciadamente no hay término medio
entre estos dos extremos: el sastre es un enemigo mortal o un
amigo conquistado por el pago de
la cuenta. E u g é n e e n c o n t r ó e n
el suyo un hombre que había
comprendido la paternidad de
su comercio, y que se consideraba como un lazo de unión
entre el presente y el porvenir
de los jóvenes. Así que
Eugéne, agradecido, decía:
—Conozco dos pantalones hechos
por él que han valido a sus dueños sendos matrimonios de veinte mil francos de renta.
Quinze cents francs et des habits à X ¡Mil quinientos francos y trajes a
discrétion! En ce moment le pauvre d i s c r e c i ó n ! E n e s t e m o m e n t o ,
Méridional ne douta plus de rien, et el_____ meridional no dudó ya de
descendit au déjeuner avec cet air in- nada, y bajó a la comida, con ese aire
définissable que donne à un jeune indefinible que da a un hombre joven
homme la possession d’une somme la posesión de una suma cualquiera. En
quelconque. A l’instant où l’argent se el momento en que el dinero entra en
glisse dans la poche d’un étudiant, il el bolsillo de un estudiante, se alza en
se dresse en lui-même une colonne él mismo, un pilar fantástico, sobre el
fantastique sur laquelle il s’appuie. Il que se apoya. Camina mejor que antes.
marche mieux qu’auparavant, il se Nota como un punto de apoyo para su
sent un point d’appui pour son levier, palanca, tiene la mirada llena, directa,
il a le regard plein, direct, il a les mou- tiene los movimientos ágiles. La vísvements agiles; la veille, humble et pera, humilde y tímido, habría tolerado
timide, il aurait reçu des coups; le len- golpes; al día siguiente, se los daría a un
demain, il en donnerait à un premier primer ministro. Ocurren en él fenómeministre. Il se passe en lui des phéno- nos inauditos: Lo quiere todo, y lo puemènes inouïs: il veut tout et peut tout, de todo. Desea, con razón y sin ella. Es
il désire à tort et à travers, il est gai, alegre, generoso, expansivo. En fin, el
généreux, expansif. Enfin, l’oiseau pájaro, hasta hace poco sin alas, ha alnaguère sans ailes a retrouvé son en- canzado su envergadura ideal. El estuvergure. L’étudiant sans argent happe diante sin dinero, engulle una brizna de
¡Mil quinientos francos y trajes a
discreción! En este momento el pobre
meridional no dudaba de nada y bajó a
almorzar con ese aire inconfundible
que da a un muchacho el disponer de
una suma cualquiera. En el instante en
que un estudiante tiene dinero en el
bolsillo siente que una nueva fuerza,
segura y optimista, le invade. Anda
mejor que antes, seguro de encontrar
un punto de apoyo para mover su palanca; tiene la mirada franca, directa, movimientos ágiles. La víspera,
humilde y tímido, se hubiera dejado dar
de golpes; al día siguiente se los daría
al presidente del Consejo de ministros.
Se verifican en él fenómenos inauditos: todo lo quiere y todo lo puede;
desea las cosas sea como sea; está alegre, generoso, expansivo. En fin, el
pájaro sin alas recobra su vuelo. El estudiante sin dinero acecha una brizna
Fifteen hundred francs, and as many suits of
clothes as he chose to order! At that moment the
poor child of the South felt no more doubts of
any kind. The young man went down to breakfast
with the indefinable air which the consciousness
of the possession of money gives to youth. No
sooner are the coins slipped into a student’s pocket
than his wealth, in imagination at least, is piled into
a fantastic column, which affords him a moral support. He begins to hold up his head as he walks; he
is conscious that he has a means of bringing his
powers to bear on a given point; he looks you
straight in the face; his gestures are quick and decided; only yesterday he was diffident and
shy, any one might have pushed him aside;
to-morrow, he will take the wall of a prime
minister. A miracle has been wrought in
him. Nothing is beyond the reach of his ambition, and his ambition soars at random;
he is light-hearted, generous, and enthusiastic; in short, the fledgling bird has discovered that he has wings. A poor student
84
The world lay before him. His tailor
had been summoned and sounded, and
had finally surrendered. When Rastignac
met M. de Trailles, he had seen at once
how great a part the tailor plays in a
young man’s career; a tailor is either a
deadly enemy or a staunch friend, with
an invoice for a bond of friendship; between these two extremes there is, alack!
no middle term. In this representative of
his craft Eugene discovered a man who understood that his was a sort of paternal function
for young men at their entrance into life,
who regarded himself as a stepping-stone
between a young man’s present and future.
And Rastignac in gratitude made the man’s
fortune by an epigram of a kind in which
he excelled at a later period of his life.
“I have twice known a pair of
trousers turned out by him make
a match of twenty thousand
livres a year!”
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
un brin de plaisir comme un chien qui
dérobe un os à travers mille périls, il
le casse, en suce la moelle, et court
encore; mais le jeune homme qui fait
mouvoir dans son gousset quelques
fugitives pièces d’or déguste ses jouissances, il les détaille, il s’y complaît,
il se balance dans le ciel, il ne sait plus
ce que signifie le mot misère. Paris lui
appartient tout entier. Age où tout est
luisant, où tout scintille et flambe!
âge de force joyeuse dont personne
ne profite, ni l’homme, ni la
femme! âge des dettes et des vives
craintes qui décuplent tous les plaisirs! Qui n’a pas pratiqué la rive
gauche de la Seine, entre la rue SaintJacques et la rue des Saints-Pères, ne
connaît rien à la vie humaine!
- « Ah! si les femmes de Paris
savaient! se disait Rastignac en
dévorant les poires cuites, à un
liard la pièce, servies par madame Vauquer, elles viendraient
se faire aimer ici.»
En ce moment un facteur des Messageries royales se présenta dans la salle
à manger, après avoir fait sonner la
porte à claire-voie. Il demanda monsieur Eugène de Rastignac, auquel il
tendit deux sacs à prendre, et un registre à émarger. Rastignac fut alors
sanglé comme d’un coup de fouet par
le regard profond que lui lança
Vautrin.
placer como un perro que roba un hueso
a través de mil peligros, lo rompe, sorbe
la médula, y vuelve a correr; pero el joven que puede mover en su faltriquera
unas fugitivas monedas de oro, saborea
sus placeres, los detalla, y se complace
en ellos, se columpia en el cielo, ya no
sabe lo que significa la palabra miseria.
París le pertenece por completo. ¡Edad
en la que todo es brillante, en la que todo
reluce, en la que todo centellea y flamea!
¡Edad de fuerza feliz de la que nadie saca
provecho, ni el hombre ni la mujer!
¡Edad de las deudas y de los vivos temores que multiplican todos los placeres! Quien no ha practicado la orilla izquierda del Sena, entre la calle SaintJacques, la calle de los Saint-Pères, no conoce nada de la vida humana.
«¡Ah! Si las mujeres de París supieran», se decía Rastignac devorando las peras cocidas, a un liar
40 cada una, servidas por la señora Va u q u e r, « v e n d r í a n a q u í a h a cerse querer». [153]
En aquel momento se presentó
u n c a r t e r o e n e l c o m e d o r, d e s p u é s
de haber llamado a la puerta vidriera. Preguntó por el señor
Eugenio de Rastignac, al que tendió dos saquitos y un registro para
firmar. Rastignac fue entonces
fustigado, como por un látigo, por
la mirada profunda que le lanzó
Va u t r i n .
de placer, como el perro que atrapa un
hueso a través de mil peligros lo rompe, chupa el tuétano y corre después;
pero el joven que hace tintinear en su
bolsillo algunas fugitivas monedas de
oro, paladea sus placeres, los detalla,
se complace en ellos, se balancea en
una especie de paraíso y olvida lo que
significa la palabra miseria. París entero le pertenece. ¡Edad [410] en la que
todo es brillante, en la que todo chisporrotea y llamea! ¡Edad de fuerza satisfecha, de la que nadie se aprovecha,
ni el hombre ni la mujer! ¡Edad de deudas y de temores, que cortan los placeres! ¡Quien no ha frecuentado la orilla
izquierda del Sena, entre la calle de
Jacques y la calle de San Pedro, no conoce nada de la vida humana!
—¡Ah, si lo supieran las mujeres
de París! —se decía Rastignac mientras devoraba las peras cocidas, a dos
ochavos la pieza, servidas por la señora Vauquer—, vendrían aquí a hacerse amar.
En este momento un empleado de
las mensajerías reales se presentó en
el comedor, después de haber llamado a la puerta vidriera. Preguntó por
el señor Eugéne de Rastignac, a quien
entregó dos sacos con dinero y un recibo para que lo firmara. Rastignac
sintió entonces la mirada que le lanzó
Vautrin como un latigazo, mientras le
decía:
snatches at every chance pleasure much as
a dog runs all sorts of risks to steal a bone,
cracking it and sucking the marrow as he
flies from pursuit; but a young man who can
rattle a few runaway gold coins in his
pocket can take his pleasure deliberately,
can taste the whole of the sweets of secure
possession; he soars far above earth; he has
forgotten what the word poverty means; all
Paris is his. Those are days when the whole
world shines radiant with light, when everything glows and sparkles before the eyes
of youth, days that bring joyous energy that
is never brought into harness, days of debts
and of painful fears that go hand in hand
with every delight. Those who do not know
the left bank of the Seine between the Rue
Saint-Jacques and the Rue des Saints-Peres
know nothing of life.
“Ah! if the women of Paris
but knew,” said Rastignac, as he
d e v o u r e d M m e . Va u q u e r ’ s
stewed pears (at five for a
penny), “they would come here
i n s e a r c h o f a l o v e r. ”
Just then a porter from the
Messageries Royales appeared at the
door of the room; they had previously heard the bell ring as the
wicket opened to admit him. The
man asked for M. Eugene de
Rastignac, holding out two bags for
him to take, and a form of receipt
for his signature. Vautrin’s keen
glance cut Eugene like a lash.
— Vous aurez de quoi payer des
leçons d’armes et des séances au tir,
lui dit cet homme.
—Va a tener con qué pagar las lecciones de esgrima y las sesiones de
tiro —le dijo el hombre.
—Ahora ya tendrá usted con qué
pagar sus lecciones de esgrima y sus
sesiones de tiro.
“Now you will be able to pay for
those fencing lessons and go to the
shooting gallery,” he said.
— Les galions sont arrivés, lui dit madame Vauquer en regardant les sacs.
—Llegaron los galeones —dijo la
señora Vauquer, mirando los sacos.
—Han llegado los galeones —se dijo
la señora Vauquer mirando los sacos.
“Your ship has come in,” said Mme.
Vauquer, eyeing the bags.
Mademoiselle Michonneau craignait de jeter les yeux sur l’argent, de
peur de montrer sa convoitise.
La señorita Michonneau temía poner los ojos en el dinero, por miedo
a demostrar su codicia.
La señorita Michonneau temía mirar a los sacos, de miedo a que se le
conociera la codicia.
Mlle. Michonneau did not dare to
look at the money, for fear her eyes
should betray her cupidity.
— Vous avez une bonne mère, dit
madame Couture.
—Tiene usted una buena madre —
dijo la señora Couture.
—Tiene usted una madre muy buena —le dijo la señora Couture.
“You have a kind mother,” said
Mme. Couture.
— Monsieur a une bonne mère, répéta Poiret.
—El señor tiene una buena madre
—repitió Poiret.
—Este señor tiene una madre muy
buena —repitió Poiret.
“You have a kind mother, sir,” echoed Poiret.
— Oui, la maman s’est saignée, dit
Vautrin. Vous pourrez maintenant
faire vos farces, aller dans le monde,
y pêcher des dots, et danser avec des
comtesses qui ont des fleurs de pêcher
sur la tête. Mais croyez-moi, jeune
homme, fréquentez le tir.
—Sí, la mamá se ha sangrado —
dijo Vautrin— Ahora podrá usted representar sus comedias, ir al gran
mundo, pescar dotes, y bailar con
condesas que llevan flores de melocotonero en la cabeza. Pero créame
joven, aprenda a tirar.
—Sí; mamá se ha dado una sangría
—dijo Vautrin—. Ahora podrá usted
divertirse, presentarse en sociedad y
pescar alguna dote y danzar con
condesas que llevan flores de durazno prendidas en la cabeza. Pero créame usted, joven: frecuente el tiro.
“Yes, mamma has been drained dry,”
said Vautrin, “and now you can have
your fling, go into society, and fish for
heiresses, and dance with countesses
who have peach blossom in their hair.
But take my advice, young man, and
don’t neglect your pistol practice.”
Vautrin fit le geste d’un homme qui
vise son adversaire. Rastignac voulut
donner pour boire au facteur, et ne
trouva rien dans sa poche. Vautrin
fouilla dans la sienne, et jeta vingt
sous à l’homme.
Vautrin hizo el gesto de apuntar
a un adversario. Rastignac quiso
darle propina al cartero y no encontró nada en su bolsillo. Vautrin rebuscó en el suyo y le dio veinte
sueldos al hombre.
Y Vautrin hizo como que apuntaba
a un adversario. Rastignac quiso dar
una propina al empleado, pero no
[411] encontró nada en sus bolsillos.
Vautrin examinó los suyos y echó un
franco al hombre.
Vautrin struck an attitude, as if
he were facing an antagonist.
Rastignac, meaning to give the
porter a tip, felt in his pockets and
found nothing. Vautrin flung down
a franc piece on the table.
— Vous avez bon crédit, reprit-il
—Tiene usted crédito —prosiguió,
—Tiene usted crédito —dijo mi-
“Your credit is good,” he remarked,
85
Balzac’s Goriot
en regardant l’étudiant.
Rastignac fut forcé de le remerc i e r, q u o i q u e d e p u i s l e s m o t s
aigrement échangés, le jour où il
était revenu de chez madame de
Beauséant, cet homme lui fût insupportable. Pendant ces huit jours
Eugène et Vautrin étaient restés silencieusement en présence, et s’observaient l’un l’autre. L’étudiant se demandait vainement pourquoi.
Sans doute les idées se projettent en raison directe de la force avec laquelle elles se conçoivent, et vont frapper là où le
cerveau les envoie, par une loi mathématique comparable à celle qui dirige les
bombes au sortir du mortier. Divers en
sont les effets. S’il est des natures tendres où les idées se logent et qu’elles ravagent, il est aussi des natures vigoureusement munies, des crânes à remparts
d’airain sur lesquels les volontés des
autres s’aplatissent et tombent comme les
balles devant une muraille; puis il est
encore des natures flasques et cotonneuses où les idées d’autrui viennent mourir
comme des boulets s’amortissent dans
la terre molle des redoutes. Rastignac
avait une de ces têtes pleines de poudre
qui sautent au moindre choc. Il était trop
vivacement jeune pour ne pas être accessible à cette projection des idées, à cette
contagion des sentiments dont tant de
bizarres phénomènes nous frappent à
notre insu. Sa vue morale avait la portée
lucide de ses yeux de lynx. Chacun de
ses doubles sens avait cette longueur mystérieuse, cette flexibilité
d’aller et de retour qui nous émerveille chez les gens supérieurs,
bretteurs habiles à saisir le défaut
de toutes les cuirasses.
Depuis un mois il s’était d’ailleurs
développé chez Eugène autant de
qualités que de défauts. Ses défauts,
le monde et l’accomplissement de ses
croissants désirs les lui avaient demandés. Parmi ses qualités se trouvait
cette vivacité méridionale qui fait
marcher droit à la difficulté pour la
résoudre, et qui ne permet pas à un
homme d’outre-L o i r e d e r e s t e r
dans une incertitude quelconque; qualité que les gens du
Nord nomment un défaut: pour
e u x , si ce fut l’origine de la fortune
de Murat, ce fut aussi la cause de
sa mort. Il faudrait conclure de là
que quand un Méridional sait unir
la fourberie du Nord à l’audace
d’outre-Loire, il est complet et reste
roi de Suède.
Rastignac ne pouvait donc pas demeurer longtemps sous le feu des
batteries de Vautrin sans savoir si cet
homme était son ami ou son ennemi.
De moment en moment, il lui semblait que ce singulier personnage pénétrait ses passions et lisait dans son
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
mirando al estudiante.
Rastignac se vio obligado a darle las
gracias, a pesar de que, después de las
palabras, agriamente intercambiadas,
el día en que volvió de casa de la señora de Beauseant, ese hombre le resultaba insoportable. Durante aquellos
ocho días Eugenio y Vautrin no se habían hablado y se observaban el uno al
otro. El estudiante se preguntaba en
vano por qué.
Sin duda las ideas se proyectan en proporción directa a la fuerza con la que son
concebidas y van a golpear aquel punto
donde son enviadas por el cerebro, por
una ley matemática comparable a la que
dirige las balas al salir del mortero. Sus
efectos son diversos. Si existen naturalezas tiernas, en las que las ideas se alojan,
destrozándolas, existen también naturalezas vigorosamente fortificadas, cráneos
con baluartes de bronce sobre los cuales,
la voluntad de los demás se estrella y cae
como las balas ante una muralla; después
existen también naturalezas blandas y
algodonosas, en las que las ideas de otros
vienen a morir como proyectiles, amortiguándose en la tierra blanda de los reductos. Rastignac tenía una de esas cabezas
llenas de pólvora que saltan al menor choque. Era demasiado vivazmente joven
para no ser accesible a esa proyección de
ideas, a ese contagio de los sentimientos,
de los cuales, tantos extraños fenómenos
nos alcanzan, sin que nos demos cuenta.
Su vista moral, tenía el alcance lúcido de
sus ojos de lince. Cada uno de sus dobles
sentidos [154] tenía esa longitud misteriosa, esa flexibilidad de ida y vuelta que
nos maravilla en las personas superiores,
espadachines hábiles en captar el defecto
de todas las corazas.
Por otra parte, desde hacía un mes, se
habían desarrollado en Eugenio tantas cualidades como defectos. Sus defectos, se los habían exigido el mundo y el cumplimiento de sus crecientes deseos. Entre las cualidades se encontraba esa vivacidad meridional
que hace caminar derecho hacia la dificultad, para resolverla, y que no permite a un hombre de más abajo del
Loira quedarse con ninguna duda;
cualidad que las personas del norte
llaman defecto: para ellos, si éste fue
el origen de la fortuna de Murat, fue
también la causa de su muerte. Habría
que sacar en conclusión de todo esto
que cuando un meridional acierta a
conjugar la zorrería del norte con la
audacia de más allá del Loira, está
completo y es rey de Suecia.
Rastignac no podía pues permanecer
largo tiempo bajo el fuego de las baterías de Vautrin, sin saber si ese
hombre era amigo o enemigo. Por
momentos, le parecía que este singular personaje penetraba en sus pasiones y leía en su corazón, mientras
rando al estudiante.
Rastignac se vio obligado a darle
las gracias, aunque desde las agrias
palabras que se cruzaron el día que
volvía de casa de la señora de
Beauséant este hombre le era insoportable. Durante estos ocho días habían
permanecido en silencio cuando estaban frente a frente y observándose
mutuamente. El estudiante se preguntó en vano el porqué.
Sin duda, las ideas se proyectan en
razón directa de la fuerza con que se
conciben y van a dar allí donde las
envía el cerebro por una ley matemática comparable a la que dirige las
bombas al salir del mortero. Ahora,
que los efectos son diversos. Si existen naturalezas tiernas, hay también
naturalezas fuertes, cráneos de bronce, sobre los cuales tropiezan y caen
las voluntades ajenas como las balas
frente a una muralla. Hay también
naturalezas blandas y algodonosas,
donde las ideas de los otros mueren
como las balas se amortiguan en la
tierra blanda de las trincheras.
Rastignac tenía una de esas cabezas
de pólvora que saltan al menor choque. Tenía demasiada vivacidad juvenil para no ser accesible a esa proyección de las ideas, a ese contagio
de sentimientos que dan origen a tan
extraños fenómenos. Su vida moral
tenía la misma penetración lúcida
que sus ojos de lince. Cada uno de
sus dobles sentidos tenía ese alcance misterioso, esa flexibilidad de ida
y vuelta que nos maravilla en los
hombres superiores, hábiles tiradores, capaces de encontrar siempre el
punto débil de cualquier coraza.
Desde hacía un mes se habían, además, desarrollado en Eugéne toda
una cantidad de cualidades y de defectos. El mundo y el cumplimiento de sus crecientes deseos le habían desarrollado esa vivacidad meridional que hace caminar recto hacia la dificultad para resolverla y
que no permite [412] a un hombre
del otro lado del Loira permanecer
en una incertidumbre cualquiera,
cualidad a la que llaman defecto las
gentes del Norte, y así, para ello, si
tal cualidad fue el origen del éxito
de Murat, fue también la causa de
su muerte. De aquí podríamos deducir que cuando un meridional
sabe unir la doblez del Norte—a la
audacia de más allá del Loira, es un
hombre completo.
Rastignac no podía, por tanto, permanecer mucho tiempo bajo el fuego de las baterías de Vautrin sin saber con certeza si era amigo o enemigo. Por momentos le parecía que
aquel singular personaje ahondaba
en sus pasiones y leía en su corazón,
86
tr. Ellen Marriage
eyeing the student,
and Rastignac was forced to thank him,
though, since the sharp encounter of wits
at dinner that day, after Eugene came in
from calling on Mme. de Beauseant, he
had made up his mind that Vautrin was
insufferable. For a week, in fact, they had
both kept silence in each other’s presence, and watched each other. The student tried in vain to account to himself
for this attitude.
An idea, of course, gains in force by the
energy with which it is expressed; it strikes
where the brain sends it, by a law as mathematically exact as the law that determines
the course of a shell from a mortar. The
amount of impression it makes is not to be
determined so exactly. Sometimes, in an
impressible nature, the idea works havoc,
but there are, no less, natures so robustly
protected, that this sort of projectile falls
flat and harmless on skulls of triple brass,
as cannon-shot against solid masonry; then
there are flaccid and spongy-fibred natures
into which ideas from without sink like
spent bullets into the earthworks of a redoubt. Rastignac’s head was something of
the powder-magazine order; the least shock
sufficed to bring about an explosion. He
was too quick, too young, not to be readily
accessible to ideas; and open to that subtle
influence of thought and feeling in others
which causes so many strange phenomena
that make an impression upon us of which
we are all unconscious at the time. Nothing escaped his mental vision; he was lynxeyed; in him the mental powers of perception, which seem like duplicates of the
senses, had the mysterious power of swift
projection that astonishes us in intellects
of a high order—slingers who are quick to
detect the weak spot in any armor.
In the past month Eugene’s good qualities and defects had rapidly developed
with his character. Intercourse with the
world and the endeavor to satisfy his
growing desires had brought out his defects. But Rastignac came from the South
side of the Loire, and had the good qualities of his countrymen. He had the impetuous courage of the South, that rushes to
the attack of a difficulty, as well as the
southern impatience of delay or suspense.
These traits are held to be defects in the
North; they made the fortune of Murat, but
they likewise cut short his career. The
moral would appear to be that when the
dash and boldness of the South side of the
Loire meets, in a southern temperament,
with the guile of the North, the character is
complete, and such a man will gain (and
keep) the crown of Sweden.
Rastignac, therefore, could not stand
the fire from Vautrin’s batteries for long
without discovering whether this was a
friend or a foe. He felt as if this strange
being was reading his inmost soul, and
dissecting his feelings, while Vautrin himself was so close and secretive that he
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
coeur, tandis que chez lui tout était si
bien clos qu’il semblait avoir la profondeur immobile d’un sphinx qui sait,
voit tout, et ne dit rien. En se sentant
le gousset plein, Eugène se mutina.
que en él todo estaba bien cerrado,
que parecía tener la profundidad inmóvil de una esfinge que sabe, ve
todo y no dice nada. Sintiéndose con el
bolsillo lleno, Eugenio se sublevó.
en tanto que él era tan hermético que
parecía tener la profundidad inmóvil de una esfinge que lo ve y sabe
todo, y no dice nada. Al sentir el
bolsillo lleno, Eugéne se sublevó.
seemed to have something of the profound
and unmoved serenity of a sphinx, seeing
and hearing all things and saying nothing.
Eugene, conscious of that money in his
pocket, grew rebellious.
— Faites-moi le plaisir d’attendre,
dit-il à Vautrin qui se levait pour sortir après avoir savouré les dernières
gorgées de son café.
—Hágame el favor de esperar —
dijo a Vautrin que se levantaba para
salir, después de haber saboreado los
últimos sorbos de su café.
—Tenga la bondad de esperarme —
dijo a Vautrin, que se levantaba para
salir, después de haber saboreado los
últimos sorbo de café.
“Be so good as to wait a moment,” he said to Vautrin, as the latter rose, after slowly emptying his
coffee-cup, sip by sip.
— Pourquoi? répondit le quadragénaire en mettant son chapeau à larges
bords et prenant une canne en fer avec
laquelle il faisait souvent des moulinets en homme qui n’aurait pas craint
d’être assailli par quatre voleurs.
—¿Por qué? —respondió el cuarentón poniéndose su sombrero de ala ancha y cogiendo su bastón de hierro con
el que solía hacer molinetes como un
hombre que no hubiera temido ser asaltado por cuatro ladrones.
—¿Para qué? —respondió el cuarentón, poniéndose su sombrero de alas
anchas y cogiendo un bastón de hierro
con el cual hacía a menudo tales
molinetes que parecía no temer a que
le asaltaran cuatro ladrones a una.
“What for?” inquired the older
man, as he put on his largebrimmed hat and took up the swordcane that he was wont to twirl like
a man who will face three or four
footpads without flinching.
— Je vais vous rendre, reprit
Rastignac qui défit promptement un
sac et compta cent quarante francs
à madame Vauquer. Les bons comptes font les bons amis, dit-il à la
veuve. Nous sommes quittes jusqu’à la Saint-Sylvestre. Changezmoi ces cent sous.
—Voy a devolverle su dinero —
respondió Rastignac que desató rápidamente un saquito y contó ciento
cuarenta francos para la señora Vauquer—. Las cuentas claras hacen
buenos amigos —le dijo a la viuda—
. Estamos en paz hasta Nochevieja.
Cámbieme usted cien sueldos.
—Voy a devolverle su dinero —
reposo Rastignac, abriendo rápidamente un saco y entregando ciento
cuarenta francos a la señora Vauquer—. Cuentas claras, amigos viejos —dijo a la viuda—. Estamos en
paz hasta el día de San Silvestre.
Cámbieme este duro...
“I will repay you in a minute,” returned
Eugene. He unsealed one of the bags as he
spoke, counted out a hundred and forty francs,
and pushed them towards Mme. Vauquer.
“Short reckonings make good friends” he
added, turning to the widow; “that clears our
accounts till the end of the year. Can you
give me change for a five-franc piece?”
— Les bons amis font les bons
comptes, répéta Poiret en regardant
Vautrin.
—Los buenos amigos hacen las
cuentas claras —repitió Poiret mirando a Vautrin.
—Cierto, cierto: cuentas claras,
amigos viejos —repitió Poiret mirando a Vautrin.
“Good friends make short reckonings,” echoed Poiret, with a glance at
Vautrin.
— Vo i c i v i n g t s o u s , d i t
Rastignac en tendant une pièce au
sphinx en perruque.
—Aquí tiene veinte sueldos —dijo
Rastignac tendiéndole una moneda a
la esfinge con peluca.
—Ahí tiene usted su franco —dijo
Rastignac al entregárselo a la esfinge
con peluca.
“Here is your franc,” said Rastignac,
holding out the coin to the sphinx in the
black wig.
— On dirait que vous avez peur
de me devoir quelque chose? s’écria
Vautrin en plongeant un regard divinateur dans l’âme du jeune
homme auquel il jeta un de ces sourires goguenards et diogéniques desquels Eugène avait été sur le point de
se fâcher cent fois.
—Se diría que tiene miedo de
deberme cualquier cosa —exclam ó Va u t r i n c l a v a n d o u n a m i r a d a
adivina en el alma del joven, al
que dirigió una de esas miradas
z u m b o n a s y d iogénicas (41), por las
[155] que Rastignac, había estado a
punto de enfadarse cien veces.
—¡Cualquiera diría que tiene usted
miedo de deberme algo! —exclamó
Vautrin hundiendo una mirada
inspeccionadora en el alma del joven
a quien lanzó al mismo [413] tiempo
una de esas sonrisas burlescas y cínicas que tantas veces habían estado a
punto de enfadar a Eugéne.
“Any one might think that you
were afraid to owe me a trifle,” exclaimed this latter, with a searching
glance that seemed to read the young
man’s inmost thoughts; there was a
satirical and cynical smile on Vautrin’s face such as
Eugene had seen scores of times already; every time he
saw it, it exasperated him almost beyond endurance.
— Mais... oui, répondit l’étudiant qui tenait ses deux sacs à
la main et s’était levé pour monter chez lui.
—Pues claro que sí —respondió el
estudiante que tenía los dos saquetes
en la mano y que se había levantado
para subir a su habitación.
—Naturalmente —respondió el estudiante, que llevaba los dos sacos en
la mano y que se había levantado para
subir a su habitación.
“ We l l . . . s o I a m , ” h e a n swered. He held both the bags in
his hand, and had risen to go up
to his room.
Vautrin sortait par la porte qui donnait dans le salon et l’étudiant se disposait à s’en aller par celle qui menait sur le carré de l’escalier.
Vautrin salió por la puerta que
daba al salón y el estudiante se disponía a irse por la que conducía al
rellano de la escalera.
Vautrin salía por la puerta que daba
al salón y el estudiante se disponía a
marchar por la que daba al descansillo de la escalera.
Vautrin made as if he were going out through
the sitting-room, and the student turned to go
through the second door that opened into the
square lobby at the foot of the staircase.
— Savez-vous, monsieur le marquis de Rastignacorama, que ce que
vous me dites n’est pas exactement
poli, dit alors Vautrin en fouettant la
porte du salon et venant à l’étudiant
qui le regarda froidement.
—Sepa usted, señor marqués de
Rastignarama, que lo que me dice, no
es muy amable exactamente —dijo
entonces Vautrin, empujando la puerta del salón y dirigiéndose hacia el
estudiante, que lo miró fríamente.
—¿Sabe usted, señor marqués de
Rastignacorama, que lo que acaba usted de decirme no es del todo cortés?
—dijo Vautrin dando un portazo y volviéndose hacia el estudiante, que lo
miró fríamente.
“Do you know, Monsieur le Marquis de
Rastignacorama, that what you were saying
just now was not exactly polite?” Vautrin
remarked, as he rattled his sword-cane across
the panels of the sitting-room door, and came
up to the student.
Rastignac ferma la porte de la salle
à manger, en emmenant avec lui
Vautrin au bas de l’escalier, dans le
carré qui séparait la salle à manger
de la cuisine, où se trouvait une porte
pleine donnant sur le jardin, et surmontée d’un long carreau garni de
barreaux en fer. Là, l’étudiant dit de-
Rastignac cerró la puerta de la
s a l a , l l e v á n d o s e c o n é l a Va u t r i n
a l b a j o d e l a c o c i n a , _____
________________ ____ _________
_______ d o n d e s e e n c o n t r a b a u n a
puerta maciza que daba al jardín, remontada por un gran cuadrado protegido con barrotes de hierro. Allí el
Rastignac cerró la puerta del comedor, llevándose con él a Vautrin
escaleras abajo hasta el descansillo
que estaba entre el comedor y la cocina, donde había una puerta que
daba sobre el jardín y en cuya parte
superior había un tragaluz cerrado
con barrotes de hierro. El estudian-
Rastignac looked coolly at Vautrin,
drew him to the foot of the staircase,
and shut the dining-room door. They
were standing in the little square lobby
between the kitchen and the diningroom; the place was lighted by an ironbarred fanlight above a door that gave
access into the garden. Sylvie came out
87
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vant Sylvie qui déboucha de sa cuisine:
estudiante dijo, delante de Silvia ___
____ ___________:
te dijo delante de Sylvie que salía
de la cocina:
of her kitchen, and Eugene chose that
moment to say:
— Monsieur Vautrin, je ne suis pas
marquis, et je ne m’appelle pas
Rastignacorama.
— S e ñ o r Va u t r i n , y o n o
soy marqués y no me llamo
Rastignacorama.
— S e ñ o r Va u t r i n , y o n o s o y
marqués
ni
me
llamo
Rastignacorama.
“Monsieur Vautrin, I am not a marquis, and my name is not
Rastignacorama.”
— Ils vont se battre, dit mademoiselle
Michonneau d’un air indifférent.
—Se van a pegar —dijo la señora
Michonneau con un aire indiferente.
—Van a batirse —dijo la señorita
Michonneau con aire indiferente.
“They will fight,” said Mlle.
Michonneau, in an indifferent tone.
— Se battre! répéta Poiret.
—¡Pegarse! —replicó Poiret.
—¡Batirse! —repitió Poiret.
“Fight!” echoed Poiret.
— Que non, répondit madame
Vauquer en caressant sa pile d’écus.
—¡Que no! —respondió la señora
Vauquer, acariciando sus escudos.
—¡Ca! —repuso la señora Vauquer
acariciando su dinero.
“Not they,” replied Mme. Vauquer,
lovingly fingering her pile of coins.
— Mais les voilà qui vont sous les
tilleuls, cria mademoiselle Victorine
en se levant pour regarder dans le jardin. Ce pauvre jeune homme a pourtant raison.
—Pero mírelos. Se van a los til o s — g r i t ó l a s e ñ o r i t a Vi c t o r i n a ,
levantándose para mirar al jardín—. Pero ese pobre joven tiene razón.
—¡Pero si se van debajo de los
tilos! —gritó la señorita
Victorine, levantándose para mirar al jardín—. Ese pobre chico
tiene, sin embargo, razón.
“But there they are under the limetrees,” cried Mlle. Victorine, who had
risen so that she might see out into the
garden. “Poor young man! he was in the
right, after all.”
— Remontons, ma chère petite, dit
madame Couture, ces affaires-là ne
nous regardent pas.
—Subamos, querida pequeña —
dijo la señora Couture—. Esos asuntos no nos conciernen.
—Subamos, querida mía —dijo la
señora Couture—; estas historias no
son de nuestra incumbencia.
“We must go upstairs, my pet,”
said Mme. Couture; “it is no business of ours.”
Quand madame Couture et
Victorine se levèrent, elles rencontrèrent, à la porte, la grosse Sylvie qui
leur barra le passage.
Cuando la señora Couture y
Victorina se levantaron, se encontraron en la puerta a la gorda Silvia, que
les impedía el paso.
Cuando la señora Couture y
Victorine se levantaron, tropezaron en
la puerta con Sylvie, que les entorpeció el paso.
At the door, however, Mme. Cout u r e a n d Vi c t o r i n e f o u n d t h e i r
progress barred by the portly form
of Sylvie the cook.
— Quoi qui n’y a donc? dite l l e . M o n s i e u r Va u t r i n a d i t à
monsieur Eugène: « Expliquonsnous! « Puis il l’a pris par le bras,
et les voilà qui marchent dans nos
artichauts.
—Pero, ¿qué es lo que
pasa? —dijo—. El señor
Va u t r i n l e h a c o g i d o
del brazo y ahí están
andando entre nuestras
alcachofas.
—¿Qué es lo que sucede? —preguntó Sylvie—. El señor Vautrin ha
dicho a Eugéne: ¡Expliquémonos!
Después [414] lo ha cogido por un
brazo y se han ido donde tenemos las
alcachofas.
“What ever can have happened?” she said. “M. Vautrin said
to M. Eugene, ‘Let us have an explanation!’ then he took him by the
arm, and there they are, out among
the artichokes.”
En ce moment Vautrin parut.
- Maman Vauquer, dit-il en souriant,
ne vous effrayez de rien, je vais essayer mes pistolets sous les tilleuls.
En ese momento apareció Vautrin:
—Mamá Vauquer —dijo sonriendo—, no se asusten de nada, voy a
probar mis pistolas bajo los tilos.
En este momento apareció Vautrin.
—Señora —dijo a la patrona sonriendo—, no se asuste usted. Voy a
probar mis pistolas bajo los tilos.
Vautrin came in while she was speaking.
“Mamma Vauquer,” he said smiling, “don’t
frighten yourself at all. I am only going to
try my pistols under the lime-trees.”
— Oh! monsieur, dit Victorine en
joignant les mains, pourquoi voulezvous tuer monsieur Eugène?
— ¡ O h ! , s e ñ o r — d i j o Vi c t o r i n a
juntando las manos—. ¿Por qué quiere matar al señor Eugenio?
—¡Oh! —dijo Victorine juntando
las manos—. ¿Por qué quiere usted
matar a Eugéne?
“Oh! monsieur,” cried Victorine,
clasping her hands as she spoke, “why
do you want to kill M. Eugene?”
Vautrin fit deux pas en arrière et
contempla Victorine.
Vautrin dio dos pasos hacia atrás
y contempló a Victorina.
Vautrin dio dos pasos hacia atrás y
contempló a Victorine.
Vautrin stepped back a pace or two,
and gazed at Victorine.
— Autre histoire, s’écria-t-il d’une
voix railleuse qui fit rougir la pauvre
fille. Il est bien gentil, n’est-ce pas,
ce jeune homme-là? reprit-il. Vous me
donnez une idée. Je ferai votre bonheur à tous deux, ma belle enfant.
—¡Cuénteme usted otra historia! —
le dijo con una voz burlona, que hizo
enrojecer a la pobre chica—. ¿Es guapo,
verdad, ese chico? —prosiguió—. Acaba usted de darme una idea. Voy a hacerles felices a los dos, preciosa niña.
—¿Otra historia? —pregunt ó Va u t r i n c o n a i r e z u m b ó n — .
¿Es muy agradable ese joven,
verdad? Me da usted una
i d e a . Yo l e s h a r é a u s t e d e s
felices, hija mía.
“Oh! this is something fresh!” he exclaimed
in a bantering tone, that brought the color into
the poor girl’s face. “That young fellow yonder
is very nice, isn’t he?” he went on. “You have
given me a notion, my pretty child; I will make
you both happy.”
Madame Couture avait pris sa
pupille par le bras et l’avait entraînée en lui disant à l’oreille
Mais, Victorine, vous êtes inconcevable ce matin.
La señora Couture había cogido a
su protegida del brazo y se la había
llevado, diciéndole al oído:
—Pero, Victorina, está usted incomprensible esta mañana. [156]
La señora Couture cogió a su protegida del brazo y se la llevó diciéndole al oído:
—Victorine, está usted inconcebible esta mañana.
Mme. Couture laid her hand on the
arm of her ward, and drew the girl away,
as she said in her ear:
“Why, Victorine, I cannot imagine
what has come over you this morning.”
— Je ne veux pas qu’on tire des
coups de pistolet chez moi, dit madame Vauquer. N’allez-vous pas
effrayer tout le voisinage et amener
la police, à c’t’heure!
—No quiero que nadie dispare
e n m i c a s a — d i j o l a s e ñ o r a Va u quer—. No vayan a asustar a los
vecinos y traerme aquí a la polic í a a ho r a .
—No quiero que en mi casa se disparen pistolas —dijo la señora
Vauquer—. Va usted a asustar a todo
el vecindario a esta hora, y hacer, además, que acuda la policía.
“I don’t want any shots fired in
my garden,” said Mme. Vauquer.
“You will frighten the neighborhood and bring the police up here
all in a moment.”
Allons, du calme, maman
—¡Vamos! Un poco de calma, mamá
—Haya calma, señora —res-
“Come, keep cool, Mamma Vauquer,”
88
Balzac’s Goriot
4CD
Va u q u e r, r é p o n d i t Va u t r i n . L à ,
là, tout beau, nous irons au tir.
Il rejoignit Rastignac, qu’il prit
familièrement par le bras:
- Quand je vous aurais prouvé qu’à
trente-cinq pas je mets cinq fois de
suite ma balle dans un as de pique, lui
dit-il, cela ne vous ôterait pas votre
courage. Vous m’avez l’air d’être un
peu rageur, et vous vous feriez tuer
comme un imbécile.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Vauquer —respondió Vautrin— ¡Vale,
vale! Nos iremos al campo de tiro.
Se reunió con Rastignac al que
cogió del brazo con familiaridad:
—Aunque le hubiera demostrado que, a treinta y cinco pasos coloco mi bala dentro de un
as de picas —le dijo— no perder í a u s t e d s u v a l o r. M e p a r e c e q u e
está un poco furioso y se dejaría matar como un imbécil.
p o n d i ó Va u t r i n — . ¡ B a h ! ¡ B a h ! ,
iremos a una sala de tiro.
Volvió a unirse con Rastignac, a
quien cogió familiarmente del brazo.
—Aunque le probara que a
treinta y cinco pasos acierto cinco veces seguidas a dar en un as
de pique, usted no perdería su valor. Me parece que es usted un
poco rencoroso y se dejaría usted matar como un imbécil.
—Se echa usted atrás —dijo Eugenio.
—Se echa usted para atrás —dijo Eugéne.
— Ne m’échauffez pas la bile, répondit Vautrin. Il ne fait pas froid ce
matin, venez nous asseoir là-bas, ditil en montrant les sièges peints en vert.
Là, personne ne nous entendra. J’ai à
causer avec vous. Vous êtes un bon
petit jeune homme auquel je ne veux
pas de mal. Je vous aime, foi de
Tromp... (mille tonnerres!), foi de
Vautrin. Pourquoi vous aimé-je, je
vous le dirai. En attendant, je vous
connais comme si je vous avait fait,
et vais vous le prouver. Mettez vos
sacs là, reprit-il en lui montrant la table ronde.
—No me revuelva la bilis —respondió Vautrin— Esta mañana no
hace frío, venga a sentarse allí —le
dijo, señalándole los asientos pintados de verde—. Nadie nos oirá allí.
Tengo que hablar con usted. Es usted un buen jovencito al que no deseo ningún mal, palabra de Burla...
(¡por cien mil rayos!), palabra de
Vautrin. ¿Por qué le quiero? Se lo
diré. Mientras tanto, sepa que le conozco como si le hubiera parido, y
voy a demostrárselo. Deje sus sacos
ahí —prosiguió señalándole la mesa
redonda.
“Don’t try to raise my temperature,”
answered Vautrin, “it is not cold this
morning. Let us go and sit over there,”
he added, pointing to the green-painted
garden seats; “no one can overhear us. I
want a little talk with you. You are not a
bad sort of youngster, and I have no quarrel with you. I like you, take Trump—
(confound it!)—take Vautrin’s word for
it. What makes me like you? I will tell
you by-and-by. Meantime, I can tell you
that I know you as well as if I had made
you myself, as I will prove to you in a
minute. Put down your bags,” he continued, pointing to the round table.
Rastignac posa son argent sur
la table et s’assit en proie à une
curiosité que développa chez lui
au plus haut degré le changement
soudain opéré dans les manières
de cet homme, qui, après avoir
parlé de le tuer, se posait comme
son protecteur.
Rastignac depositó su dinero encima de la mesa y se sentó, presa de una
curiosidad que había desarrollado en
él hasta el más alto grado el cambio
social repentino que se había producido en los modales de aquel hombre
que, después de haber hablado de matarle se erigía como su protector.
—No me caliente la sangre.
Esta mañana no hace frío y
vamos a sentarnos allí erijo
señalando los bancos pintados de verde—. Usted es un
buen muchacho a quien no
tengo por qué desear mal. Le
quiero, por Escap... —¡mil
r a y o s ! — , p o r Va u t r i n . Ya l e
diré por qué le quiero. Entretanto, le conozco como si le
hubiera parido y voy a probárselo. Ponga usted ahí sus
sacos elijo señalándole la
mesa circular.
[415]
Rastignac puso su dinero sobre la mesa y se sentó lleno de
curiosidad, desarrollada por el
repentino cambio que se había
operado en las maneras de este
hombre que, después de haberle
hablado de matarle, se declaraba su protector.
Vous voudriez bien savoir qui je
suis, ce que j’ai fait, ou ce que je
fais, reprit Vautrin. Vous êtes trop
curieux, mon petit. Allons, du
calme. Vous allez en entendre bien
d’autres! J’ai eu des malheurs.
Ecoutez-moi d’abord, vous me répondrez après. Voilà ma vie antérieure en trois mots. Qui suis-je?
Vautrin. Que fais-je? Ce qui me plaît.
Passons. Voulez-vous connaître mon
caractère? Je suis bon avec ceux qui
me font du bien ou dont le coeur parle
au mien. A ceux-là tout est permis,
ils peuvent me donner des coups de
pied dans les os des jambes sans que
je leur dise: Prends garde! Mais, nom
d’une pipe! je suis méchant comme
le diable avec ceux qui me tracassent,
ou qui ne me reviennent pas. Et il
est bon de vous apprendre que je
me soucie de tuer un homme
comme de ça! dit-il en lançant un
jet de salive. Seulement je m’efforce de le tuer proprement,
quand il le faut absolument. je
suis ce que vous appelez un artiste. J’ai lu les Mémoires de
Benvenuto Cellini, tel que vous
me voyez, et en italien encore! J’ai
— L e g u s t a r í a s a b e r q u i é n s o y,
lo que he hecho, o lo que hago —
p r o s i g u i ó Va u t r i n — E s u s t e d d e m a s i a d o c u r i o s o , p e q u e ñ o . ¡ Va m o s ! T r a n q u i l o . Va u s t e d a o í r
muchas otras cosas. He tenido
desgracias. Escúcheme primero y
después me responderá. Esta es mi
vida anterior en pocas palabras.
¿Q u i é n s o y ? Va u t r i n . ¿ Q u é h a g o ?
Lo que me da la gana. Prosigamos.
¿Quiere conocer mi carácter? Soy
bueno con los que me hacen bien
o cuyo corazón habla al mío. A
esos se les permite todo, pueden
darme patadas en la espinilla sin
q u e l e s d i g a : ¡ Te n c u i d a d o ! P e r o ,
por todos los diablos, soy malo
como el demonio con los que me
fastidian o no me caen en gracia.
Y no está de más que sepa, que me
preocupa matar un hombre tanto
como esto —dijo lanzando un chorro de saliva—. Únicamente me
esfuerzo en macarlo limpiamente,
cuando es absolutamente necesario. Soy lo que usted llamaría un
artista. He leído las memorias de
Benvenuto Cellini, aquí donde me
ve, y además en italiano. He
—Usted quisiera saber quién soy,
lo que he hecho o lo que hago —repuso Vautrin—. Es usted demasiado joven, pequeño Calma, calma.
Todavía tiene usted que oír muchas
cosas. Yo he tenido desgracias. Primero escúcheme, después me responderá. Le voy a contar en tres palabras mi vida pasada. ¿Quién soy
yo? Vautrin. ¿Qué hago? Lo que me
da la gana. Bueno, pasemos. ¿Quiere usted conocer mi carácter? Soy
bueno con quienes me hacen bien o
con aquellos cuyo corazón habla al
mío. A ésos les permito todo, pueden darme patadas en la espinilla sin
que siquiera les diga: ¡Cuidado! Pero
¡centella! Soy malo como el demonio
con aquellos que me juegan una mala
pasada o no me son simpáticos. Y
debo advertirle que a mí el matar un
hombre me importa esto —dijo
echando un escupitajo—. Ahora, que
me esfuerzo por matarle con limpieza; cuando, estrictamente, ya no hay
otro remedio. Soy lo que llaman ustedes u n a r t i s t a . H e l e í d o , a q u í
donde usted me ve, las Memorias de Benvenuto Cellini, ¡y
en italiano! He aprendido de est e
“You would like to know who I really
am, what I was, and what I do now,”
Vautrin went on. “You want to know too
much, youngster. Come! come! keep
cool! You will hear more astonishing
things than that. I have had my misfortunes. Just hear me out first, and you shall
have your turn afterwards. Here is my
past in three words. Who am I? Vautrin.
What do I do? Just what I please. Let us
change the subject. You want to know
my character. I am good-natured to those
who do me a good turn, or to those whose
hearts speak to mine. These last may do
anything they like with me; they may
bruise my shins, and I shall not tell
them to ‘mind what they are about’;
but, nom d’une pipe, the devil himself is not an uglier customer than I
can be if people annoy me, or if I don’t
happen to take to them; and you may
just as well know at once that I think
no more of killing a man than of that,”
and he spat before him as he spoke.
“Only when it is absolutely necessary
to do so, I do my best to kill him properly. I am what you call an artist. I
h a v e r e a d B e n v e n u t o C e l l i n i ’s
Memoirs, such as you see me;
and, what is more, in Italian: A
— Vous reculez, dit Eugène.
89
answered Vautrin. “There, there; it’s all right;
we will go to the shooting-gallery.”
He went back to Rastignac, laying his
hand familiarly on the young man’s arm.
“When I have given you ocular demonstration
of the fact that I can put a bullet through the ace on
a card five times running at thirty-five paces,” he
said, “that won’t take away your appetite, I suppose? You look to me to be inclined to be a trifle
quarrelsome this morning, and as if you would rush
on your death like a blockhead.”
“Do you draw back?” asked Eugene.
Rastignac deposited his money on the
table, and sat down. He was consumed
with curiosity, which the sudden change
in the manner of the man before him had
excited to the highest pitch. Here was a
strange being who, a moment ago, had
talked of killing him, and now posed as
his protector.
Balzac’s Goriot
appris de cet homme-là, qui était
un fier luron, à imiter la Providence qui nous tue à tort et à travers, et à aimer le beau partout où
il se trouve. N’est-ce pas
d’ailleurs une belle partie à jouer
que d’être seul contre tous les
hommes et d’avoir la chance? J’ai
bien réfléchi à la constitution actuelle de votre désordre social.
Mon petit, le duel est un jeu d’enfant, une sottise. Quand de deux
hommes vivants l’un doit disparaître, il faut être imbécile pour
s’en remettre au hasard. Le duel?
croix ou pile! voilà. Je mets cinq
balles de suite dans un as de pique en enfonçant chaque nouvelle
balle sur l’autre, et à trente-cinq
pas encore! quand on est doué de
ce petit talent-là, l’on peut se
croire sûr d’abattre son homme.
Eh bien! j’ai tiré sur un homme à
vingt pas, je l’ai manqué. Le drôle
n’avait jamais manié de sa vie un
pistolet. Tenez! dit cet homme extraordinaire en défaisant son gilet
et montrant sa poitrine velue
comme le dos d’un ours, mais garnie d’un crin fauve qui causait
une sorte de dégoût mêlé d’effro i ,
c e b l a n c - b e c m ’ a roussi le poil,
ajouta-t-il en mettant le doigt de
Rastigna c s u r u n t r o u q u ’ i l
a v a i t a u s e i n . Mais dans ce
temps-là j’étais un enfant, j’avais
votre âge, vingt et un ans. Je
croyais encore à quelque chose, à
l’amour d’une femme, un tas de
bêtises dans lesquelles vous allez
vous embarbouiller. Nous nous
s e r i o n s b a t t u s , p a s v r a i ? Vo u s
auriez pu me tuer. Supposez que je
sois en terre, où seriez-vous? Il
faudrait décamper, aller en Suisse,
manger l’argent de papa, qui n’en
a guère. Je vais vous éclairer, moi,
la position dans laquelle vous êtes;
mais je vais le faire avec la supériorité d’un homme qui, après
avoir examiné les choses d’ici-bas,
a vu qu’il n’y avait que deux partis à prendre: ou une stupide obéissance ou la révolte. Je n’obéis à
rien, est-ce clair? Savez-vous ce
qu’il vous faut, à vous, au train dont
vous allez? un million, et promptement; sans quoi, avec notre petite
tête, nous pourrions aller flâner dans
les filets de Saint-Cloud, pour voir
s’il y a un Etre Suprême. Ce million, je vais vous le donner.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
aprendido de ese hombre, que era
u n o rg u l l o s o h u r ó n, a i m i t a r a l a
Providencia que nos mata, con razón o sin ella, y a amar la belleza, allí donde se encuentre. ¿No
es una [157] buena partida a jug a r, e n c o n t r a r s e s o l o c o n t r a t o d o s
los hombres y tener suerte? He reflexionado sobre la constitución
actual de su desorden social.
¡Criatura! El duelo es una chiquillada y una estupidez. Cuando de
dos seres vivos uno debe desapar e c e r, h a y q u e s e r i d i o t a p a r a d e j a r l o a l a z a r. ¿ D u e l o ? C a r a o c r u z .
Ya e s t á . Yo m e t o c i n c o b a l a s e n u n
a s d e picas, hundiendo cada una la
anterior y además a treinta y cinco
pasos. Cuando uno posee ese pequeño talento, uno puede estar seguro de matar a un hombre. Pues
bien, yo le he tirado a un hombre,
a veinte pasos y he fallado. El majadero no había manejado nunca
una pistola. ¡Mire! —dijo aquel
hombre extraordinario desabrochándose el chaleco y mostrándole
su pecho, velludo como la espalda de
un oso, pero provisto de un mechón
leonado que producía una especie de
asco mezclado de espanto—. Pues
bien, aquel pichón me quemó el pelo
—añ a d i ó p o n i e n d o e l d e d o d e
Rastignac en un hoyo que tenía
en el pecho—. Pero, por entonc e s , y o e r a u n c r í o t o d a v í a . Te n í a s u e d a d , v e i n t i ú n a ñ o s . To davía creía en algo, en el amor
de una mujer, un montón de bobadas con las que va usted a
pringarse. Nos habríamos batido, ¿verdad? Habría podido matarme. Suponga que yo estoy enterrado. ¿Dónde estaría usted?
Te n d r í a q u e m a r c h a r s e . I r s e a
Suiza, comerse el dinero de papá,
n o t i e n e m u c h o . Vo y a a c l a r a r l e
la situación en la que se encuentra; pero voy a hacerlo con la superioridad de un hombre que,
después de haber analizado las
cosas aquí abajo, ha visto que no
había más que dos posibles caminos: O una estúpida obediencia, o
l a r e b e l i ó n . Yo n o o b e d e z c o a
nada. ¿Está claro? ¿Sabe lo que
necesita al paso que lleva? Pues un
millón y rápido. Sin eso, tendríamos que ir con nuestra cabecita de
paseo por las redes de Saint-Cloud
para ver si hay allí un Ser Supremo. Yo voy a darle ese millón.
Il fit une pause en regardant
Eugène.
- Ah! ah! vous faites meilleure mine à
votre petit papa Vautrin. En entendant
ce mot-là, vous êtes comme une jeune
¡Ah! ¡Vaya! Ya le pone mejor cara a
su papaíto Vautrin. Al oír esas palabras está usted como una jovencita a
90
tr. Ellen Marriage
hombre, que era un buen chico, ___ ____
____ __________ a imitar a la Providencia, que nos mata a diestra y siniestra, y a amar lo bello allí donde
se encuentre. ¿No es, además, hermoso jugar una partida uno solo contra
los demás hombres y tener suerte? He
reflexionado ampliamente acerca de
la constitución actual de vuestro desorden social. Mire, muchacho: el
duelo es un juego de niños, una tontería. Cuando de dos hombres vivos,
uno debe desaparecer, hay que ser un
imbécil para someterse al azar. ¿El
duelo? ¡Cara o cruz! Ésa es la cosa.
Yo coloco cinco balas seguidas en un
as de pique, y meto cada bala [416]
por donde han pasado las anteriores,
y a treinta y cinco pasos. Así que
cuando se tiene esta pequeña maña
se puede uno creer seguro de poder
tumbar un hombre. Pues bien: he tirado contra un hombre a veinte pasos, y he fallado, y aquel pillastre que
no había manejado en su vida una
pistola, mire usted —dijo este hombre extraordinario desabrochándose el
chaleco y enseñando su pecho peludo
como el de un oso, pero de un color
leonado que causaba una especie de
asco y espanto—,aquel mocoso me
agujereó la piel —añadió poniendo el dedo de Rastignac sobre un
agujero que tenía en la tetilla—.
Pero en aquel tiempo yo era un
niño, tenía la edad de usted, veinte o veintidós años. Todavía creía
en algo: en el amor de una mujer,
en una porción de majaderías en
las cuales usted está próximo a
enfrascarse. Hubiéramos podido
batirnos, ¿no es eso? Usted me hubiera podido matar. Supóngase que ya
estoy muerto. ¿Dónde estaría usted?
Tendría que escapar, ir a Suiza, comerse el dinero de papá, que no tiene demasiado. Le voy a aclarar la
posición en que usted se encuentra, pero voy a hacerlo con la superioridad de un hombre que, después de haber examinado las cosas
de aquí abajo, ha comprendido que
no se puede toman más que dos
partidos: una estúpida obediencia
o la rebeldía. Yo no obedezco a nadie, ¿está claro? ¿Sabe usted lo que
le hace falta para seguir el camino
emprendido? Un millón, y pronto.
Sin eso, con su cabeza ligera podría
caer en las redes de Saint-Cloud,
para ver si existe un Ser Supremo.
Ese millón se lo voy a dar yo.
fine-spirited fellow he was! From him I
learned to follow the example set us by
Providence, who strikes us down at random, and to admire the beautiful whenever
and wherever it is found. And, setting other
questions aside, is it not a glorious part to
play, when you pit yourself against mankind,
and the luck is on your side? I have thought
a good deal about the constitution of your
present social Dis-order. A duel is downright childish, my boy! utter nonsense and
folly! When one of two living men must be
got out of the way, none but an idiot would
leave chance to decide which it is to be; and
in a duel it is a toss-up—heads or tails—
and there you are! Now I, for instance, can
hit the ace in the middle of a card five times
running, send one bullet after another
through the same hole, and at thirty-five
paces, moreover! With that little accomplishment you might think yourself certain of
killing your man, mightn’t you. Well,
I have fired, at twenty paces, and
missed, and the rogue who had never
handled a pistol in his life—look
here!”—(he unbuttoned his waistcoat and exposed his chest, covered,
like a bear’s back, with a shaggy fell;
the student gave a startled shudder)—“he was a raw lad, but he
made his mark on me,” the extraordinary man went on, drawing
Rastignac’s fingers over a deep
scar on his breast. But that happened
when I myself was a mere boy; I was
one-and-twenty then (your age), and I
had some beliefs left—in a woman’s
love, and in a pack of rubbish that you
will be over head and ears in directly.
You and I were to have fought just now,
weren’t we? You might have killed me.
Suppose that I were put under the earth,
where would you be? You would have
to clear out of this, go to Switzerland,
draw on papa’s purse—and he has
none too much in it as it is. I mean
to open your eyes to your real position, that is what I am going to
do: but I shall do it from the point
of view of a man who, after
studying the world very closely,
sees that there are but two alternatives—stupid obedience or revolt.
I obey nobody; is that clear? Now, do
you know how much you will want at
the pace you are going? A million; and
promptly, too, or that little head of ours
will be swaying to and fro in the dragnets at Saint-Cloud, while we are gone
to find out whether or no there is a Supreme
Being. I will put you in the way of that million.”
Hizo una pausa mirando a
Eugéne.
He stopped for a moment and looked
at Eugene.
—¡Ah! ¡Ah! Pone usted mejor
cara a su viejo amigo Vautrin. Pone
usted la cara como una muchacha a
“Aha! you do not look so sourly at papa
Vautrin now! At the mention of the million
you look like a young girl when somebody
Balzac’s Goriot
fille à qui l’on dit: « A ce soir «, et qui
se toilette en se pourléchant comme
un chat qui boit du lait. A la bonne
heure. Allons donc! A nous deux!
Voici votre compte, jeune homme.
Nous avons, là-bas, papa, maman,
grand-tante, deux soeurs (dix-huit et
dix-sept ans), deux petits frères
(quinze et dix ans), voilà le contrôle
de l’équipage. La tante élève vos
soeurs. Le curé vient apprendre le latin aux deux frères. La famille mange
plus de bouillie de marrons que de
pain blanc, le papa ménage ses culottes, maman se donne à peine une robe
d’hiver et une robe d’été, nos soeurs
font comme elles peuvent. Je sais tout,
j’ai été dans le Midi.
Les choses sont comme cela chez
vous, si l’on vous envoie douze cents
francs par an, et que votre terrine ne
rapporte que trois mille francs. Nous
avons une cuisinière et un domestique,
il faut garder le décorum, papa est
baron. Quant à nous, nous avons de
l’ambition, nous avons les Beauséant
pour alliés et nous allons à pied, nous
voulons la fortune et nous n’avons pas
le sou, nous mangeons les ratatouilles
de maman Vauquer et nous aimons
les beaux dîners du faubourg SaintGermain, nous couchons sur un
grabat et nous voulons un hôtel! Je
ne blâme pas vos vouloirs. Avoir de
l’ambition, mon petit coeur, ce n’est
pas donné à tout le monde.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
la que dicen: «hasta la noche» y que
se prepara relamiéndose como un gato
que bebe buena leche. ¡Enhorabuena!
Vamos pues. Ahora nos toca a nosotros dos. Esta es su cuenta, joven. Tenemos allí abajo papá, mamá, tía
abuela, dos hermanas (dieciocho y
diecisiete años), dos hermanos (quince y diez años). Esta es la ficha del
equipo. La tía educa a sus hermanas.
El cura viene a enseñarles latín a sus
hermanos. La familia come más puré
de castañas que pan blanco. El papá
recose sus pantalones, la mamá se
permite apenas un vestido de verano
y uno de invierno, nuestras hermanas
se las arreglan como pueden. Yo lo sé
todo, he estado en el Sur.
Las cosas son así en su casa, si le
mandan 1.200 francos y su
tierruca no da más de 3.000 al
a ñ o . [ 1 5 8 ] Te n e m o s u n a c o c i n e r a
y un criado, hay que guardar el
decoro, papá es barón. En cuanto
a nosotros, nosotros tenemos amb i c i ó n , ____ ______ ______ _____
_ ____________ ____ _______ ____queremos la fortuna y no tenemos un céntimo,
nos comemos las fritangas de la señora Vauquer y nos gustan las buenas cenas del
Faubourg Saint-Germain, tenemos a los
Beauseant por amigos y vamos a pie, dormimos en un camastro y queremos un hotel.
No censuro sus ambiciones. Tener
ambición, corazoncito mío, no le es
concedido a todo el mundo.
quien se le dice: «Hasta la noche»,
y que se acicala, relamiéndose de
gusto, como un gato que bebe leche.
¡Tanto mejor! Aquí, entre nosotros,
le voy a decir su situación. Allí [417]
están papá, mamá, la tía, dos hermanas —dieciocho y diecisiete años—
, dos hermanitos —quince y diez
años—. ¿no es eso? La tía educa a
sus dos hermanas. El cura enseña latín a los dos hermanos. La familia
come más olla que carnero; papá lleva los pantalones remendados;
mamá apenas se permite el lujo de
un vestido de invierno y uno de verano; las hermanas se las arreglan
como pueden. Lo sé todo; he estado
en el Mediodía.
Así están las cosas en su casa. Y si le envían solamente mil doscientos francos por
año, es porque las tierras no dan más que
tres mil. Eso sí, tenemos una cocinera y
un criado; como papá es barón, hay que
guardar el decoro. En cuanto a nosotros,
tenemos nuestras ambiciones; a pesar del
parentesco con los Beauséant, somos
gentes de a pie; queremos conquistar la
fortuna, y no tenemos ni un cuarto; comemos la bazofia de la señora Vauquer,
y nos gustan las suculentas comidas del
arrabal de Saint-Germain; nos acostamos
en un mal catre, y quisiéramos dormir en
una buena cama de un palacio. No es que
me parezcan mal sus aspiraciones.
No todo el mundo puede tener ambiciones, amigo mío.
has said, ‘I will come for you this evening!’
and she betakes herself to her toilette as a
cat licks its whiskers over a saucer of milk.
All right. Come, now, let us go into the question, young man; all between ourselves, you
know. We have a papa and mamma down
yonder, a great-aunt, two sisters (aged eighteen and seventeen), two young brothers
(one fifteen, and the other ten), that is about
the roll-call of the crew. The aunt brings up
the two sisters; the cure comes and teaches
the boys Latin. Boiled chestnuts are oftener
on the table than white bread. Papa makes a
suit of clothes last a long while; if mamma
has a different dress winter and summer, it
is about as much as she has; the sisters manage as best they can. I know all about it; I
have lived in the south.
“That is how things are at home.
They send you twelve hundred
francs a year, and the whole property only brings in three thousand
francs all told. We have a cook and
a manservant; papa is a baron, and
we must keep up appearances. Then
we have our ambitions; we are connected with the Beauseants, and we
go afoot through the streets; we want
to be rich, and we have not a penny;
we eat Mme. Vauquer’s messes, and
we like grand dinners in the
Faubourg Saint-Germain; we sleep
on a truckle-bed, and dream of a mansion! I do not blame you for wanting
these things. What sort of men do
the women run after?
Demandez aux femmes quels hom- Pregunten a las mujeres qué hommes elles recherchent, les ambitieux. bres prefieren: los ambiciosos.
Les ambitieux ont les reins plus forts, _______________________________
le sang plus riche en fer, le coeur plus _______________________________
X
chaud que ceux des autres hommes. Et ______________________________:
la femme se trouve si heureuse et si belle Y la mujer se siente tan feliz y tan
aux heures où elle est forte, qu’elle pré- bella cuando es fuerte, que prefiere,
féré à tous les hommes celui dont la entre todos los hombres, a aquel cuya
force est énorme, fût-elle en danger fuerza es enorme, aunque estuviera
d’être brisée par lui. Je fais l’inventaire en peligro de ser destrozada por él.
de vos désirs afin de vous poser la ques- Hago el inventario de sus deseos para
tion. Cette question, la voici.
plantearle la pregunta siguiente:
Nous avons une faim de loup, nos Tenemos un hambre de lobo, nuestros
quenottes sont incisives, comment dientes son incisivos. ¿Cómo nos las
nous y prendrons-nous pour approvi- arreglaremos para llenar la cazuela?
sionner la marmite? Nous avons
En primer lugar comernos el Cód’abord le Code à manger, ce n’est pas digo, no es divertido y no enseña
amusant, et ça n’apprend rien; mais il nada, pero es preciso. Sea. Nos hale faut. Soit. Nous nous faisons avo- cemos abogado, para llegar a ser precat pour devenir président d’une cour sidente de un tribunal, enviar pobres
d’assises, envoyer les pauvres diables diablos, que valen más que nosotros,
qui valent mieux que nous avec T.F. con «T.F.» (42) grabado en la espalsur l’épaule, afin de prouver aux ri- da, para demostrar a los ricos que
ches qu’ils peuvent dormir tranquil- pueden dormir tranquilos. Eso no tielement. Ce n’est pas drôle, et puis ne ninguna gracia y además resulta
c’est long. D’abord, deux années à muy largo. Primero dos años de pridroguer dans Paris, à regarder, sans y vaciones en París, mirando, sin totoucher, les nanans dont nous som- carlas, esas golosinas que nos encanmes friands. C’est fatigant de désirer tan. Es agotador estar deseando siemtoujours sans jamais se satisfaire.
pre, sin poder jamás verse satisfecho.
Si vous étiez pâle et de la nature des
Si fuera usted pálido, del color de
mollusques, vous n’auriez rien à los moluscos, no tendría nada que
Los ambiciosos tienen los riñones
más fuertes, la sangre más rica en
hierro, el corazón más ardiente
que los demás hombres.Y la mujer
se encuentra tan hermosa y tan bella
en los momentos en que se siente fuerte, que prefiere a todos los hombres a
aquel cuya fuerza es enorme, aunque corra el peligro de que su vida quede rota
por él. Hago el inventario de sus deseos
con el fin de proponerle el asunto.
Tenemos un hambre de lobo, amigo,
y dientes afilados: ¿cómo nos las arreglamos para aprovisionarnos? Primeramente tenemos que tragarnos el
Código, lo cual no es divertido ni enseña nada, pero es necesario. Sea.
Nos haremos abogados para llegar a
ser presidente de Audiencia, para
enviar a presidio a unos pobres diablos que son mejores que nosotros,
con el fin de probar a los ricos [418]
que pueden dormir tranquilos. Y esto
no es divertido y, además, es largo.
Primeramente dos años en París mirando, sin poderlas echar mano, las
golosinas que tanto apetecemos. Es
fatigoso estar siempre deseando, sin
poder satisfacerse jamás.
Si fuera usted cobarde y tuviera naturaleza de molusco, nada tendría que
Men of ambition. Men of ambition have
stronger frames, their blood is richer in
iron, their hearts are warmer than those
of ordinary men. Women feel that when
their power is greatest, they look their
best, and that those are their happiest
hours; they like power in men, and prefer the strongest even if it is a power
that may be their own destruction. I am
going to make an inventory of your desires in order to put the question at issue before you. Here it is:—
“We are as hungry as a wolf, and those
newly-cut teeth of ours are sharp; what are
we to do to keep the pot boiling? In the first
place, we have the Code to browse upon; it
is not amusing, and we are none the wiser
for it, but that cannot be helped. So far so
good. We mean to make an advocate of ourselves with a prospect of one day being made
President of a Court of Assize, when we shall
send poor devils, our betters, to the galleys
with a T.F.[*] on their shoulders, so that the
rich may be convinced that they can sleep in
peace. There is no fun in that; and you are a
long while coming to it; for, to begin with,
there are two years of nauseous drudgery in
Paris, we see all the lollipops that we long
for out of our reach. It is tiresome to want
things and never to have them.
If you were a pallid creature of the mollusk order, you would have nothing to
91
[*] Travaux forcés, forced labour.
Balzac’s Goriot
3
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
craindre; mais nous avons le sang temer, pero tenemos la sangre febril
fiévreux des lions et un appétit à de los leones y un apetito como para
faire vingt sottises par jour. Vous cometer veinte burradas al día. Susuccomberez donc à ce supplice, le cumbirá a ese suplicio, el más horriplus horrible que nous ayons aperçu ble que hayamos visto en el infierno
dans l’enfer du bon Dieu. Admettons del buen Dios. Admitamos que sea
que vous soyez sage, que vous bu- usted sensato, que beba leche y que
viez du lait et que vous fassiez des se dedique a hacer elegías; tendrá
élégies; il faudra, généreux comme que empezar, siendo tan generoso
vous l’êtes, commencer, après bien como es, después de muchas molesdes ennuis et des privations à rendre tias y privaciones, como para poner
un chien enragé, par devenir le subs- rabioso a un perro, por ser el sustititut de quelque drôle, dans un trou tuto de algún desgraciado, en algún
de ville où le gouvernement vous agujero de ciudad, donde, el gobierjettera mille francs d’appointe- no le largará mil francos de sueldo,
ments, comme on jette une soupe à como se le echan los desperdicios al
un dogue de boucher. Aboie après les perro de un carnicero. Ládreles a los
voleurs, plaide pour le riche, fais ladrones, defienda a los ricos, manguillotiner des gens de coeur. Bien de a la guillotina a personas valeroobligé! Si vous n’avez pas de protec- sas. ¡Muy agradecido! Si no tiene
tions, vous pourrirez dans votre tri- protectores, se pudrirá en su tribunal
bunal de province. Vers trente ans, de provincia. Hacia los treinta años,
vous serez juge à douze cents francs será juez por mil doscientos francos
par an, si vous n’avez pas encore jeté al año, si para entonces no ha manla robe aux orties.
dado a paseo la toga. [159]
Quand vous aurez atteint la quaranCuando haya alcanzado la cuarentaine, vous épouserez quelque fille de tena, se casará con la hija de algún
meunier, riche d’environ six mille li- molinero, que tenga unas seis mil livres de rente. Merci. Ayez des pro- bras de renta. ¡No, gracias! Pero tentections, vous serez procureur du roi ga padrinos, será usted procurador
à trente ans, avec mille écus d’ap- del rey a los treinta años, con mil
pointements, et vous épouserez la escudos de sueldo, y se casará con la
fille du maire. Si vous faites quel- hija del alcalde. Si hace alguna de
ques-unes de ces petites bassesses esas bajezas políticas, como leer en
politiques, comme de lire sur un bul- un boletín Villèle (43) en lugar de
letin Villèle au lieu de Manuel (ça Manuel (eso rima y tranquiliza la
rime, ça met la conscience en repos), conciencia), será a los cuarenta años
vous serez, à quarante ans, procureur procurador general y podrá salir digénéral, et pourrez devenir député. X putado. Dese cuenta, querido hijo,
Remarquez, mon cher enfant, que que le habremos ido dando pequenous aurons fait des accrocs à notre ños rasgones a nuestra pequeña conpetite conscience, que nous aurons ciencia, que habremos tenido veineu vingt ans d’ennuis, de misères se- te años de molestias, de miserias
crètes, et que nos soeurs auront secretas, y que nuestras hermanas
coiffé sainte Catherine. J’ai l’hon- estarán vistiendo santos. Tengo el
neur de vous faire observer de plus honor de hacerle observar además,
qu’il n’y a que vingt procureurs gé- que no hay más que veinte procuranéraux en France, et que vous êtes dores generales de Francia y que sois
vingt mille aspirants au grade, parmi veinte mil aspirantes al puesto, enlesquels il se rencontre des farceurs tre los que se hallan farsantes, que
qui vendraient leur famille pour mon- venderían a su familia por subir una
ter d’un cran. Si le métier vous dé- sola muesca. Si el oficio le disgusgoûte, voyons autre chose. Le baron ta, veamos otra cosa. ¿El barón de
de Rastignac veut-il être avocat? Oh! Rastignac quiere ser abogado? ¡Oh,
joli. Il faut pâtir pendant dix ans, dé- bonita idea! Habrá que sufrir duranpenser mille francs par mois, avoir te diez años, gastar mil francos al
une bibliothèque, un cabinet, aller mes, tener una biblioteca, un gabinedans le monde, baiser la robe d’un te, salir en sociedad. Besar la toga de
avoué pour avoir des causes, balayer un abogado para tener causas, barrer
le palais avec sa langue. Si ce métier el palacio con la lengua. Si ese ofivous menait à bien, je ne dirais pas cio le llevara a buen puerto, yo no
non; mais trouvez-moi dans Paris diría que no; pero encuéntreme cincinq avocats qui, à cinquante ans, co abogados en París que, a los cingagnent plus de cinquante mille cuenta años, ganen más de cincuenta
francs par an? Bah! plutôt que de mil francos al año. ¡Bah!, antes que
m’amoindrir ainsi l’âme, j’aimerais se me encogiera el alma de esa mamieux me faire corsaire. D’ailleurs, nera yo preferiría hacerme corsario.
où prendre des écus? Tout ça n’est Por otra parte, ¿dónde conseguir dipas gai. Nous avons une ressource nero? Todo esto no es muy alegre. Te-
temer; pero tenemos la sangre ardiente como un león y un apetito capaz de
hacer cometer veinte tonterías por día.
Este suplicio acabaría con usted, porque es el más horrible del Infierno. Supongamos que fuera usted juicioso, que
no bebiera más que leche y que se entregara a hacer elegías; tendría usted
que empezar, después de un sin número de disgustos y privaciones, capaces
de hacer perder la paciencia a un santo, siendo, como es usted, un joven generoso, por sustituir a un pillastre en
algún apartado rincón. El Gobierno
le daría mil francos de sueldo, como
quien echa un pedazo de pan a un
perro. Persigue a los ladrones, aboga
en favor del rico, haz guillotinar a gentes de buen corazón. Todo eso está
bien, pero si carece de protectores se
pudrirá usted en un Tribunal de provincia. A eso de los treinta años sería
usted juez con mil doscientos francos
anuales de sueldo, si no había mandado antes su toga a paseo.
Cuando llegara usted a los cuenta, se
casaría con la hija de algún molinero
con una dote de seis mil francos de
renta. ¡Valiente cosa! Si tuviera protectores, sería usted procurador del rey
a los treinta años, con mil escudos de
sueldo, y se casaría con la hija del alcalde. Si cometiera alguna pequeña
bajeza política, como leer en el Boletín: Villel en lugar de Emmanuel —la
rima basta para tranquilizar la conciencia—,sería procurador general a
los cuarenta, y acaso llegara usted a
diputado. Tenga en cuenta, amigo mío,
que habremos sufrido algunos
desgarrones en nuestra conciencia;
que habremos pasado veinte años de
aburrimiento, de miserias secretas y
que nuestras [419] hermanas se habrán
quedado para vestir santos. Debo
advertirle, además, que en Francia
no hay más que veinte procuradores generales, y que hay veinte mil
aspirantes, entre los cuales se encuentran algunos truhanes capaces
de vender a su familia por obtener
la más mínima ventaja. Si el oficio
le desagrada, vamos a ver otra cosa.
¿Quiere ser abogado el barón de
Rastignac? Muy bonito. Hay que pasar
diez años de malos ratos, gastar mil francos mensuales, tener una biblioteca y
un bufete, meterse en sociedad, agarrarse a la toga de un procurador para
tener causas, poco menos que lamer
el suelo de la Audiencia. Si todo eso
le condujera a usted al éxito, yo no
diría que no; pero encuéntreme en París cinco abogados que, a los cincuenta
años, ganen más de cincuenta mil
francos anuales. ¡Bah! Antes hacerse
corsario que empequeñecer así el
alma. Y, por otro lado, ¿cómo se hace
dinero? Todo esto tiene maldita la gra92
tr. Ellen Marriage
fear, but it is different when you have
the hot blood of a lion and are ready to
get into a score of scrapes every day
of your life. This is the ghastliest form
of torture known in this inferno of
God’s making, and you will give in to
it. Or suppose that you are a good boy,
drink nothing stronger than milk, and
bemoan your hard lot; you, with your
generous nature, will endure hardships that would drive a dog mad, and
make a start, after long waiting, as
deputy to some rascal or other in a
hole of a place where the Government
will fling you a thousand francs a year
like the scraps that are thrown to the
butcher’s dog. Bark at thieves, plead
the cause of the rich, send men of
heart to the guillotine, that is your
work! Many thanks! If you have no influence, you may rot in your provincial tribunal. At thirty you will be a
Justice with twelve hundred francs a
year (if you have not flung off the
gown for good before then).
By the time you are forty you may look
to marry a miller’s daughter, an heiress with some six thousand livres a
year. Much obliged! If you have influence, you may possibly be a Public
Prosecutor by the time you are thirty;
with a salary of a thousand crowns, you
could look to marry the mayor’s daughter. Some petty piece of political trickery, such as mist aking Villele for
Manuel in a bulletin (the names rhyme,
and that quiets your conscience), and you
will probably be a Procureur General by
the time you are forty, with a chance of
becoming a deputy. Please to observe, my
dear boy, that our conscience will have
been a little damaged in the process, and
that we shall endure twenty years of drudgery and hidden poverty, and that our sisters
are wearing Dian’s livery. I have the honor to
call your attention to another fact: to wit, that
there are but twenty Procureurs Generaux at a
time in all France, while there are some twenty
thousand of you young men who aspire to that
elevated position; that there are some mountebanks among you who would sell their family
to screw their fortunes a peg higher. If this sort
of thing sickens you, try another course. The Baron
de Rastignac thinks of becoming an advocate,
does he? There’s a nice prospect for you! Ten
years of drudgery straight away. You are
obliged to live at the rate of a thousand francs
a month; you must have a library of law books,
live in chambers, go into society, go down on
your knees to ask a solicitor for briefs, lick
the dust off the floor of the Palais de Justice.
If this kind of business led to anything, I
should not say no; but just give me the names
of five advocates here in Paris who by the
time that they are fifty are making fifty thousand francs a year! Bah! I would sooner
turn pirate on the high seas than have
my soul shrivel up inside me like that.
How will you find the capital? There
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
dans la dot d’une femme. Voulez-vous nemos un recurso en la dote de una
vous marier? ce sera vous mettre une mujer. ¿Quiere casarse? Será echarse
pierre au cou; puis, si vous vous ma- una piedra al cuello; además si se casa
riez pour de l’argent, que deviennent usted por dinero, ¿en qué se conviernos sentiments d’honneur, notre no- ten nuestros sentimientos de honor y
blesse! Autant commencer aujourd’hui de nobleza? Para eso, mejor empezar
votre révolte contre les conventions desde hoy la rebelión contra las convenhumaines. Ce ne serait rien que se ciones humanas. No sería nada arrascoucher comme un serpent devant trarse como una serpiente ante una muune femme, lécher les pieds de la jer, lamer los pies de su madre, hacer
mère, faire des bassesses à dégoûter bajezas como para asquear a una cerda.
une truie, pouah! si vous trouviez au ¡Puaf! Si por lo menos encontrara la femoins le bonheur. Mais vous serez licidad. Pero será tan desgraciado como
malheureux comme les pierres d’égout las piedras de una alcantarilla, con una
avec une femme que vous aurez épou- mujer con la que se haya casado de
sée ainsi. Vaut encore mieux guer- semejante manera. Vale más guerrear
royer avec les hommes que de lutter con los hombres que luchar con su
avec sa femme. Voilà le carrefour de mujer. Esta es la encrucijada de la
vida, joven. ¡Escoja!
la vie, jeune homme, choisissez.
Vous avez déjà choisi: vous êtes allé Usted ha escogido ya, usted ha ido a
chez notre cousin de Beauséant, et casa de nuestro primo Beauseant, y
vous y avez flairé le luxe. Vous êtes allí ha olfateado el lujo. Ha ido a
allé chez madame de Restaud, la fille casa de la señora de Restaud, ______
du père Goriot, et vous y avez flairé X ______ [160] y ha olfateado la mujer
la Parisienne. Ce jour-là vous êtes re- parisina. Ese día, volvió usted con
venu avec un mot sur votre front, et una palabra escrita en la frente, que
que j’ai bien su lire: Parvenir! parve- yo he sabido leer: ¡Triunfar! Triunnir à tout prix. Bravo! ai-je dit, voilà far a cualquier precio. ¡Bravo!, me
un gaillard qui me va. Il vous a fallu dije, he aquí un chico que me cae
de l’argent. Où en prendre? Vous avez bien. Necesitó dinero. ¿De dónde
saigné vos soeurs. Tous les frères sacarlo? Sangró a sus hermanas. Todos
flouent plus ou moins leurs soeurs. los hermanos abusan más o menos de
Vos quinze cents francs arrachés, Dieu sus hermanas. Sus mil quinientos fransait comme! dans un pays où l’on cos arrancados, Dios sabe cómo, en un
trouve plus de châtaignes que de piè- país donde hay más castañas que moces de cent sous, vont filer comme des nedas de cien sueldos, van a desfilar
soldats à la maraude. Après, que fe- como soldados en desbandada. Desrez-vous? vous travaillerez? Le tra- pués, ¿qué hará? ¿trabajará? El trabavail, compris comme vous le compre- jo, tal como usted lo entiende en este
nez en ce moment, donne, dans les momento, produce para los días de la
vieux jours, un appartement chez ma- vejez, una habitación en casa de la
man Vauquer à des gars de la force de señora Vauquer, a tipos de la fuerza
Poiret. Une rapide fortune est le pro- de Poiret. Una fortuna rápida es el
blème que se proposent de résoudre problema que se plantean resolver en
en ce moment cinquante mille jeunes este momento cincuenta mil jóvenes
gens qui se trouvent tous dans votre que se encuentran en su misma situaposition. Vous êtes une unité de ce ción. No es usted más que uno de tannombre-là. Jugez des efforts que vous tos. Juzgue los esfuerzos que tendrá
avez à faire et de l’acharnement du que hacer y el encarnizamiento del
combat. Il faut vous manger les uns combate. Tendrán que devorarse unos
les autres comme des araignées dans a otros como arañas en un bote, puesun pot, attendu qu’il n’y a pas cin- to que no existen cincuenta mil plaquante mille bonnes places. Savez- zas buenas. ¿Sabe usted como se abre
vous comment on fait son chemin ici? uno camino aquí? Por el brillo del inpar l’éclat du génie ou par l’adresse genio o por la habilidad de la corrupde la corruption. Il faut entrer dans ción. Habrá que entrar entre esa masa
cette masse d’hommes comme un de hombres como una bala de cañón,
boulet de canon, ou s’y glisser o deslizarse en ella, como una peste.
comme une peste. L’honnêteté ne sert La honestidad no vale para nada. Si
à rien. L’on plie sous le pouvoir du uno se repliega ante el poder del ingénie, on le hait, on tâche de le ca- genio, lo odia, intenta calumniarlo
lomnier, parce qu’il prend sans par- porque éste, coge sin repartir; pero
tager; mais on plie s’il persiste; en uno acaba cediendo si aquel persisun mot, on l’adore à genoux quand te; en una palabra, se le adora de roon n’a pas pu l’enterrer sous la boue. dillas cuando no se le ha podido enLa corruption est en force, le talent t e r r a r e n e l b a r r o . L a c o r r u p c i ó n
est rare. Ainsi, la corruption est abunda, el talento es raro. Así, la
l’arme de la médiocrité qui abonde, corrupción es el arma de la medioet vous en sentirez partout la pointe. cridad copiosa y cuya punta notará
cia. Nos queda el recurso de una mujer
de dote. ¿Quiere usted casarse? Eso es
ponerse el dogal al cuello. Y si se casa
por dinero, ¿dónde quedan nuestros sentimientos del honor, nuestra nobleza?
Más vale que ya desde hoy se ponga usted
frente a frente de los convencionalismos
humanos. Poco importaría el arrastrarse como una serpiente delante de una
mujer, lamer los pies a su madre, cometer más marranadas que un cerdo,
si con eso encontrara usted por lo menos la dicha. Pero sería usted completamente desgraciado con una mujer con
quien se hubiera usted casado de este
modo. Es preferible guerrear con los
hombres que luchar con una mujer.
Está usted en la encrucijada de la
vida; escoja el camino, joven.
Usted lo ha escogido ya. Ha ido a casa
de su prima de Beauséant y ha venteado el lujo. Ha ido a casa de la señora de Restaud, la hija de papá
Goriot, y ha olfateado a la parisiense.
Ese día volvió usted con esta palabra
escrita sobre la frente, y que yo supe
leer: Llegar, llegar [420] sea como sea.
¡Bravo! —me dije—. Éste es un valiente que me place. Le hacía a usted
falta dinero. ¿De dónde sacarlo? Ha
dado una sangría a sus hermanas. Todos los hermanos explotan más o menos a sus hermanas. Sus mil quinientos francos conseguidos, ¡Dios sabe
cómo!, en un país en que mas abundan las castañas que el dinero, se van
a ir al galope. ¿Qué hará usted después? ¿Trabajar? El trabajo, entendido tal como lo entiende usted ahora,
sólo da de sí para pasarse los últimos
días en una habitación de casa de la
señora Vauquer, como le pasa a
Poiret. Ganar rápidamente una fortuna es el problema que se proponen
resolver en este instante cincuenta
mil jóvenes que se encuentran en su
posición. Usted es una unidad de ese
número. Calcule los esfuerzos que
tiene que realizar y lo encarnizado del
combate. Tienen que comerse unos a
otros como iteras, porque no hay cincuenta mil buenas plazas. ¿Sabe usted cómo hay que hacerse aquí el camino? Con el resplandor del genio o
con la habilidad de la corrupción.
Hay que entrar en esa masa de hombres como una bala de cañón o deslizarse como una peste. La honradez no
sirve para nada. Todos se inclinan bajo
el poder del genio; se le odia, se trata
de calumniarle porque hace presa en
las cosas sin repartírselas con nadie;
pero al fin, si persiste, se cede ante él.
En una palabra: se le adora de rodillas si no se ha podido enterrarle entre el lodo. La corrupción es lo que
priva; el talento es cosa rara. Así la
corrupción es el arma de la mediocridad, que abunda, y por todos lados
93
tr. Ellen Marriage
is but one way, marry a woman who
has money. There is no fun in it. Have
you a mind to marry? You hang a
stone around your neck; for if you
marry for money, what becomes of
our exalted notions of honor and so
forth? You might as well fly in the
face of social conventions at once. Is
it nothing to crawl like a serpent before your wife, to lick her mother ’s
feet, to descend to dirty actions that
would sicken swine—faugh!—never
mind if you at least make your fortune.
But you will be as doleful as a dripstone if you marry for money. It is better to wrestle with men than to
wrangle at home with your wife. You
are at the crossway of the roads of life,
my boy; choose your way.
“But you have chosen already. You have
gone to see your cousin of Beauseant, and
you have had an inkling of luxury; you have
been to Mme. de Restaud’s house, and in
Father Goriot’s daughter you have seen a
glimpse of the Parisienne for the first time.
That day you came back with a word written on your forehead. I knew it, I could read
it—‘SUCCESS!’ Yes, success at any price.
‘Bravo,’ said I to myself, ‘here is the sort of
fellow for me.’ You wanted money. Where
was it all to come from? You have drained
your sisters’ little hoard (all brothers sponge
more or less on their sisters). Those fifteen
hundred francs of yours (got together, God
knows how! in a country where there are more
chestnuts than five-franc pieces) will slip away
like soldiers after pillage. And, then, what
will you do? Shall you begin to work?
Work, or what you understand by work
at this moment, means, for a man of
Poiret’s calibre, an old age in Mamma
Vauquer’s lodging-house. There are
fifty thousand young men in your position at this moment, all bent as you
are on solving one and the same problem—how to acquire a fortune rapidly.
You are but a unit in that aggregate.
You can guess, therefore, what efforts
you must make, how desperate the
struggle is. There are not fifty thousand
good positions for you; you must fight
and devour one another like spiders in
a pot. Do you know how a man makes
his way here? By brilliant genius or by
skilful corruption. You must either cut
your way through these masses of men
like a cannon ball, or steal among
them like a plague. Honesty is nothing
to the purpose. Men bow before the
power of genius; they hate it, and try to
slander it, because genius does not divide the spoil; but if genius persists, they
bow before it. To sum it all up in a
phrase, if they fail to smother genius in
the mud, they fall on their knees and
worship it. Corruption is a great power
in the world, and talent is scarce. So corruption is the weapon of superfluous
mediocrity; you will be made to feel the
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
Vous verrez des femmes dont les usted en todas partes. Verá mujeres
maris ont six mille francs d’appoin- cuyos maridos tienen seis mil frantements pour tout potage, et qui dé- cos de ingresos para todo, que se
pensent plus de dix mille francs à gastan más de diez mil francos en
leur toilette. Vous verrez des em- vestuario. Verá em p l e a d o s d e m i l
ployés à douze cents francs acheter doscientos francos comprando tiedes terres. Vous verrez des femmes rras. Verá mujeres prostituirse, para
se prostituer pour aller dans la voi- ir en el coche de un par de Francia,
ture du fils d’un pair de France, qui que puede correr en Longchamp por
peut courir à Longchamp sur la la pista central. Ha visto a ese pobre
chaussée du milieu. Vous avez vu le bestia de tío Goriot obligado a pagar
pauvre bêta de père Goriot obligé de la letra de cambio aceptada por su
payer la lettre de change endossée hija, cuyo marido tiene cincuenta mil
par sa fille, dont le mari a cinquante libras de renta. Le desafío a dar dos
mille livres de rente. Je vous défie de pasos por París, sin encontrarse mafaire deux pas dans Paris sans rencon- quinaciones infernales. Yo apostatrer des manigances infernales. je parie- ría mi cabeza contra una de estas lerais ma tête contre un pied de cette sa- chugas a que caerá usted en un avislade que vous donnerez dans un guêpier pero con la primera mujer que le guschez la première femme qui vous plaira, te, aunque fuera rica, en guerra con
fût-elle riche, belle et jeune. Toutes sont sus maridos, por todo. __ __ _____ _
bricolées par les lois, en guerre avec leurs X _ __ _________ _____ _____ _____ __
maris à propos de tout. Je n’en finirais ___ _______ ______ No acabaría nunpas s’il fallait vous expliquer les trafics ca si tuviera que explicarle los traqui se font pour des amants, pour des picheos que se forman por amantes,
chiffons, pour des enfants, pour le mé- por niños, por trapos, por la casa, o
nage ou pour la vanité, rarement par por la vanidad, raramente por virtud,
vertu, soyez-en sûr. Aussi l’honnête esté seguro. De modo que el hombre
homme est-il l’ennemi commun.
honesto es el enemigo común.
Mais que croyez-vous que soit Pero, ¿qué cree usted que es un homl’honnête homme? A Paris, l’hon- bre honesto? En París, el hombre honête homme est celui qui se tait, nesto es el que se calla y rehusa comet refuse de partager. Je ne vous X partir. No le hablo de esos [161] poparle pas de ces pauvres ilotes qui bres ilotas (44) que por todas partes
partout font la besogne sans être hacen el trabajo más duro sin ser jajamais récompensés de leurs tra- más recompensados por sus trabajos
vaux, et que je nomme la confré- y a los que llamo la Cofradía de los
rie des savates du bon Dieu. Cer- desmañados del buen Dios. Ciertates, là est la vertu dans toute la mente allí está la virtud en toda la
fleur de sa bêtise, mais là est la flor de su estupidez, pero allí está
misère. Je vois d’ici la grimace de también la miseria. Veo desde aquí
ces braves gens si Dieu nous fai- la mueca de esas buenas gentes si
sait la mauvaise plaisanterie de Dios nos gastara la broma pesada de
s’absenter au jugement dernier.
estar ausente en el juicio final.
Si donc vous voulez promptement Así pues, si quiere rápidamente la
la fortune, il faut être déjà riche ou f o r t u n a , h a y q u e s e r r i c o y a , o
le paraître. Pour s’enrichir, il s’agit parecerlo. Para enriquecerse aquí,
ici de jouer de grands coups; autre- hay que dar golpes maestros; de otra
ment on carotte, et votre serviteur! manera v a t i r a n d o , y s e r v i d o r d e
Si, dans les cent professions que u s t e d . S i e n l a s c i e n p r o f e s i o n e s
vous pouvez embrasser, il se ren- q u e p u e d e a b r a z a r u s t e d , e x i s t e n
contre dix hommes qui réussissent diez hombres que triunfan rápidavite, le public les appelle des vo- mente, la gente les llama ladrones.
leurs. Tirez vos conclusions. Voilà S a q u e c o n c l u s i o n e s . E s t o e s l a
la vie telle qu’elle est. Ça n’est pas vida tal cual. No es más bonita que
plus beau que la cuisine, ça pue tout la cocina, apesta lo mismo, y hay
autant, et il faut se salir les mains q u e m a n c h a r s e l a s m a n o s s i s e
si l’on veut fricoter; sachez seule- q u i e r e g u i s o t e a r ; sepa únicamenment vous bien débarbouiller: là te limpiarse bien: Ahí está toda la
est toute la morale de notre époque. moral de nuestra época. Si le hablo
Si je vous parle ainsi du monde, il así del mundo, él me ha dado derem’en a donné le droit, je le connais. cho para hacerlo, lo conozco bien.
Croyez-vous que je blâme? du tout. ¿Cree usted que lo censuro? De ninIl a toujours été ainsi. Les moralis- guna manera. Siempre ha sido así.
t e s n e l e c h a n g e r o n t j a m a i s . Los moralistas no lo cambiarán jaL’homme est imparfait. Il est par- más. El hombre es imperfecto. Es,
fois plus ou moins hypocrite, et les una veces más y otras menos, hipóniais disent alors qu’il a ou n’a pas crita, y los ingenuos dicen entonces
de moeurs. Je n’accuse pas les ri- que no tiene moral. No acuso a los
sentirá usted sus pinchazos. Verá usted mujeres cuyos maridos tienen seis
mil francos de sueldo por todo capital
y que gastan más de seis mil francos
en vestirse. Verá empleados de mil
doscientos francos que compran tierras. Verá mujeres que se prostituyen
por ir en el coche del hijo de un par
de Francia, que puede correr en
Longchamp por el paseo principal.
Usted [421] ha visto al pobre animal de papá Goriot obligado a pagar la letra de cambio endosada por
su hija, cuyo marido tiene cincuenta mil libras de renta. Le emplazo a
que no da dos pasos en París sin encontrar infernales intrigas. Apostaría la cabeza a que cae usted en un
avispero con la primera mujer de
quien se enamore, aunque sea rica,
bella y joven. Todas están sujetas por
las leyes, en guerra por todo con sus
maridos. No acabaría si quisiera explicarle los tráficos que hacen por los
amantes, por los trapos, por los hijos, por el hogar o por la vanidad; rara
vez por la virtud, esté usted seguro.
De manera que el hombre honrado es
el enemigo común.
Pero ¿qué cree usted que es el hombre honrado? El hombre honrado es
en París el que se calla y rehúsa ciertas participaciones. No le hablo de
esos pobres idiotas que en todas partes cumplen sus obligaciones sin hallar jamás la recompensa de su trabajo, y a los que yo llamo la cofradía de
los chancletas de Dios. Ciertamente
que entre ellos está la virtud en todo
el apogeo de su tontería, pero también
está la miseria. Ya me figuro el gesto
de estas buenas gentes, si Dios nos
gastara la broma pesada de ausentarse del juicio final.
Si usted quiere conquistar rápidamente la fortuna, hay que ser ya rico
o parecerlo. Para enriquecerse hay
que dar los grandes golpes; lo demás es perder el tiempo. Si en las
cien profesiones que puede usted
abrazar hay diez hombres que se
enriquecen pronto, el público les
llama ladrones. Establezca usted
sus conclusiones. He ahí la vida tal
como es. Es cosa tan pringosa
como la cocina, y no hay más remedio que mancharse las manos
para sacar tajada. Aprenda usted a
desembarazarse bien; ésa es toda la
moral de nuestra época. Si le hablo así
del mundo, es porque me ha dado motivos para esto; lo conozco. ¿Cree usted que lo repruebo? De ninguna manera. Siempre ha sucedido lo mismo.
Los moralistas no podrán cambiarlo jamás. El [422] hombre es imperfecto.
Lo que pasa es que a veces es más o
menos hipócrita, y los tontos dicen
entonces si es o no hombre de bue94
tr. Ellen Marriage
point of it everywhere. You will see women
who spend more than ten thousand francs
a year on dress, while their husband’s salary (his whole income) is six thousand
francs. You will see officials buying estates
on twelve thousand francs a year. You will
see women who sell themselves body and
soul to drive in a carriage belonging to the
son of a peer of France, who has a right to
drive in the middle rank at Longchamp.
You have seen that poor simpleton of a
Goriot obliged to meet a bill with his
daughter’s name at the back of it, though
her husband has fifty thousand francs a year.
I defy you to walk a couple of yards anywhere in Paris without stumbling on some
infernal complication. I’ll bet my head
to a head of that salad that you will stir
up a hornet’s nest by taking a fancy to
the first young, rich, and pretty woman
you meet. They are all dodging the law,
all at loggerheads with their husbands.
If I were to begin to tell you all that vanity or necessity (virtue is not often mixed
up in it, you may be sure), all that vanity
and necessity drive them to do for lovers,
finery, housekeeping, or children, I should
never come to an end. So an honest man
is the common enemy.
“But do you know what an honest man
is? Here, in Paris, an honest man is the man
who keeps his own counsel, and will not
divide the plunder. I am not speaking
now of those poor b o n d - s l a v e s
who do the work of the
world without a reward for
t h e i r t o i l — G o d A l m i g h t y ’s
outcasts, I call them. Among them, I
grant you, is virtue in all the flower of its
stupidity, but poverty is no less their portion. At this moment, I think I see the long
faces those good folk would pull if God
played a practical joke on them and stayed
away at the Last Judgment.
“Well, then, if you mean to make a
fortune quickly, you must either be rich
to begin with, or make people believe that
you are rich. It is no use playing here
except for high stakes; once take to low
play, it is all up with you. If in the scores
of professions that are open to you, there
are ten men who rise very rapidly, people
are sure to call them thieves. You can
draw your own conclusions. Such is life.
It is no cleaner than a kitchen; it reeks
like a kitchen; and if you mean to cook
your dinner, you must expect to soil your
hands; the real art is in getting them
clean again, and therein lies the whole
morality of our epoch. If I take this tone
in speaking of the world to you, I have
the right to do so; I know it well. Do you
think that I am blaming it? Far from it;
the world has always been as it is now.
Moralists’ strictures will never change
it. Mankind are not perfect, but one age
is more or less hypocritical than another,
and then simpletons say that its morality is high or low. I do not think that
Balzac’s Goriot
ches en faveur du peuple:
l’homme est le même en haut, en
bas, au milieu. Il se rencontre par
chaque million de ce haut bétail
dix lurons qui se mettent au-dessus de tout, même des lois; j’en
suis. Vous, si vous êtes un homme
supérieur, allez en droite ligne et
la tête haute. Mais il faudra lutter contre l’envie, la calomnie, la
médiocrité, contre tout le monde.
Napoléon a rencontré un ministre
de la guerre qui s’appelait Aubry,
et qui a failli l’envoyer aux colonies.
Tâtez-vous! Voyez si vous pourrez vous
lever tous les matins avec plus de volonté que vous n’en aviez la veille. Dans
ces conjonctures, je vais vous faire une
proposition que personne ne refuserait.
Ecoutez bien. Moi, voyez-vous, j’ai une
idée. Mon idée est d’aller vivre de la
vie patriarcale au milieu d’un grand
domaine, cent mille arpents, par exemple, aux Etats-Unis, dans le Sud. Je
veux m’y faire planteur, avoir des esclaves, gagner quelques bons petits
millions à vendre mes boeufs, mon
tabac, mes bois, en vivant comme un
souverain, en faisant mes volontés, en
menant une vie qu’on ne conçoit pas
ici, où l’on se tapit dans un terrier de
plâtre. Je suis un grand poète. Mes
poésies, je ne les écris pas: elles consistent en actions et en sentiments. Je
possède en ce moment cinquante mille
francs qui me donnerait à peine quarante nègres. J’ai besoin de deux cent
mille francs, parce que je veux deux
cents nègres, afin de satisfaire mon
goût pour la vie patriarcale. Des nègres, voyez-vous? c’est des enfants
tout venus dont on fait ce qu’on veut,
sans qu’un curieux procureur du roi
arrive vous en demander compte.
Avec ce capital noir, en dix ans j’aurai
trois ou quatre millions. Si je réussis,
personne ne me demandera: « Qui estu? « je serai monsieur Quatre-Millions, citoyen des Etats-Unis. J’aurai
cinquante ans, je ne serai pas encore
pourri, je m’amuserai à ma façon. En
deux mots, si je vous procure une dot
d’un million, me donnerez-vous deux
cent mille francs? Vingt pour cent de
commission, hein! est-ce trop cher?
Vous vous ferez aimer de votre petite
femme. Une fois marié, vous manifesterez des inquiétudes, des remords,
vous ferez le triste pendant quinze
jours. Une nuit, après quelques singeries, vous déclarerez, entre deux baisers, deux cent mille francs de dettes
à votre femme, en lui disant: « Mon
amour! « Ce vaudeville est joué tous
les jours par les jeunes gens les plus
distingués. Une jeune femme ne refuse pas sa bourse à celui qui lui prend
le coeur. Croyez-vous que vous y per-
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
ricos en favor del pueblo: El hombre es el mismo arriba, abajo, en el
medio. Por cada millón de ese ganado, se encuentran diez intrépidos,
que se ponen por encima de todo,
incluso de las leyes: Yo soy uno de
ellos. Si usted es un hombre superior, vaya en línea recta con la cabeza alta. Pero tendrá que luchar
contra la envidia, la calumnia, la
mediocridad, contra todo el mundo.
Napoleón se topó una vez con un
ministro de la guerra que se llamaba Aubry que por poco lo manda a
las colonias.
¡Póngase a prueba! Vea si será capaz de levantarse cada día con más
voluntad que la que tenía el día anterior. En estas conjeturas voy a hacerle una proposición que nadie rechazaría. Escúcheme bien. Yo, tengo una idea, ¿sabe? Mi idea es ir a
vivir una vida patriarcal, en un gran
dominio de cien mil arpens (45),
por ejemplo, en los Estados Unidos,
en el sur. Quiero hacerme plantador
allí, tener esclavos, ganar unos
buenos millones vendiendo mis vacas, mi tabaco, mis maderas, viviendo como un rey, haciendo mi
voluntad, llevando una vida que no
se puede concebir aquí, donde uno
vive agazapado en su madriguera de
y e s o . Yo s o y u n g r a n p o e t a : m i s
poesías no las escribo, consisten en
acciones y [162] en sentimientos.
Poseo en este momento cincuenta
mil francos. Necesito doscientos
mil francos, porque quiero doscientos negros para satisfacer mi gusto
por la vida patriarcal. Los negros,
vea usted, son como niños comprados con los que se hace lo que se
quiere, sin que ningún curioso procurador del rey, venga a pedirle cuentas. Con este capital negro, en diez
años, tendré tres o cuatro millones. Si
tengo éxito, nadie me preguntará:
¿Quién eres? Seré el señor cuatro millones, ciudadano de los Estados Unidos. Tendré cincuenta años, no estaré
todavía estropeado, me divertiré a mi
gusto. En dos palabras, ¿si le procuro
una dote de un millón me daría usted
doscientos mil francos? Veinte por
ciento de comisión, ¡eh! ¿Es demasiado caro? Usted se hará querer por su
mujercita. Una vez casado, manifestará inquietudes, remordimientos, se
hará el triste durante quince días. Una
noche, después de algunas monerías,
le dirá a su mujer, entre dos besos, que
tiene una deuda de doscientos mil
francos, diciéndole: «¡Amor mío!»
Este vodevil lo representan a diario los jóvenes más distinguidos.
Una recién casada no le niega su
bolsa, al que le ha robado el corazón. ¿Cree usted que perderá algo
nas costumbres. No acuso a los ricos
en contra de los pobres. El hombre
es el mismo arriba, abajo y en medio. Por cada millón de estos bestias
se encuentra un bravo que se pone por
encima de todo, hasta de las leyes.
Yo soy uno de éstos. Si es usted un
hombre superior, vaya en línea recta
y con la cabeza alta. Pero tendrá que
luchar contra la envidia, la calumnia,
la mediocridad, contra todo el mundo. Napoleón encontró un ministro de
la Guerra que se llamaba Aubry, que
estuvo a punto de mandarle a las colonias.
Mucho cuidado, pues. Vea usted si cada
mañana puede levantarse con más voluntad que la que tenía la víspera. Dadas estas suposiciones, voy a hacerle una proposición, que no rehusaría nadie. Escúcheme bien. Yo, donde usted me ve, tengo una idea. Mi idea es la de ir a vivir
una vida patriarcal en medio de una gran
propiedad de cien mil fanegas, por
ejemplo, en los Estados Unidos del
Sur. Quiero hacerme agricultor, tener
esclavos, ganar algunos millones vendiendo bueyes, tabaco, maderas; vivir
como un soberano, haciendo únicamente mi voluntad, haciendo una vida
que aquí no se concibe, agazapados
como estamos en nuestras madrigueras. Yo soy un gran poeta. Mis poesías no necesito escribirlas; son mis
acciones, mis sentimientos. Tengo en
este momento cincuenta mil francos,
con los que apenas podría comprar
cuarenta negros. Necesito doscientos
mil francos, porque quiero tener doscientos negros con el fin de satisfacer
mis deseos de vida patriarcal. Los negros son como criaturas encontradas,
de las que se hace lo que se quiere,
sin que ningún curioso procurador del
rey venga a pediros cuentas. Con ese
capital negro, en diez años tendré tres
o cuatro millones. Si triunfo, nadie me
preguntará: ¿quién eres tú? Seré el señor Cuatro—Millones, ciudadano
[423] de los Estados Unidos. Tendré
entonces cincuenta años; aún me quedará lo mío y me divertiré a mi manera. En dos palabras: si le procuro a usted una dote de un millón, ¿me dará
usted doscientos mil francos? Veinte
por ciento de comisión. ¡Hein! ¿Le parece demasiado caro? Usted se hará
querer de su mujercita. Una vez casado, manifestará algunas inquietudes,
remordimientos; se hará el triste durante quince días. Una noche, después
de algunas monadas, entre dos besos,
le confesará que tiene doscientos mil
francos de deudas, diciéndole: «¡Amor
mío!» Este sainete lo presentan a diario los jóvenes más distinguidos. Una
mujer joven no rehúsa su bolsa a
quien le ha tocado el corazón.
¿Cree usted que perderá? No. En95
tr. Ellen Marriage
the rich are any worse than the poor;
man is much the same, high or low,
or wherever he is. In a million of
these human cattle there may be half
a score of bold spirits who rise above
the rest, above the laws; I am one of
them. And you, if you are cleverer
than your fellows, make straight to
your end, and hold your head high.
But you must lay your account with
envy and slander and mediocrity, and
every man’s hand will be against
you. Napoleon met with a Minister of War, Aubry by name, who all
but sent him to the colonies.
“Feel your pulse. Think whether
you can get up morning after morning, strengthened in yesterday’s purpose. In that case I will make you an
offer that no one would decline. Listen attentively. You see, I have an idea
of my own. My idea is to live a patriarchal life on a vast estate, say a hundred thousand acres, somewhere in
the Southern States of America. I
mean to be a planter, to have slaves,
to make a few snug millions by selling my cattle, timber, and tobacco; I
want to live an absolute monarch, and
to do just as I please; to lead such a
life as no one here in these squalid
dens of lath and plaster ever imagines.
I am a great poet; I do not write my
poems, I feel them, and act them. At
this moment I have fifty thousand
francs, which might possibly buy forty
negroes. I want two hundred thousand
francs, because I want to have two
hundred negroes to carry out my notions of the patriarachal life properly.
Negroes, you see, are like a sort of
family ready grown, and there are no
inquisitive public prosecutors out
there to interfere with you. That investment in ebony ought to mean three
or four million francs in ten years’
time. If I am successful, no one will
ask me who I am. I shall be Mr. Four
Millions, an American citizen. I shall
be fifty years old by then, and sound
and hearty still; I shall enjoy life after
my own fashion. In two words, if I find
you an heiress with a million, will you
give me two hundred thousand francs?
Twenty per cent commission, eh? Is
that too much? Your little wife will
be very much in love with you. Once
married, you will show signs of uneasiness and remorse; for a couple of
weeks you will be depressed. Then,
some night after sundry grimacings,
comes the confession, between two
kisses, ‘Two hundred thousand francs
of debts, my darling!’ This sort of farce
is played every day in Paris, and by
young men of the highest fashion. When
a young wife has given her heart, she
will not refuse her purse. Perhaps you
are thinking that you will lose the money
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
drez? Non. Vous trouverez le moyen
de regagner vos deux cent mille francs
dans une affaire. Avec votre argent et
votre esprit, vous amasserez une fortune aussi considérable que vous pourrez la souhaiter. Ergo vous aurez fait,
en six mois de temps, votre bonheur,
celui d’une femme aimable et celui de
votre papa Vautrin, sans compter celui de votre famille qui souffle dans
ses doigts, l’hiver, faute de bois. Ne
vous étonnez ni de ce que je vous propose, ni de ce que je vous demande!
Sur soixante beaux mariages qui ont
lieu dans Paris, il y en a quarante-sept
qui donnent lieu à des marchés semblables. La Chambre des Notaires a
forcé monsieur...
con ello? Al contrario, hallará el
medio de recuperar sus doscientos
mil francos en algún negocio. Con
su dinero y su talento juntará unos
caudales tan cuantiosos como pudiera desear. Ergo, habrá usted hecho en seis meses su felicidad, la
de una mujer simpática y la de su
tío Vautrin, sin contar la de su familia, que, por falta de lumbre, se
sopla los dedos en invierno. No se
asombre usted, ni de lo que le propongo, ni de lo que le pido. De sesenta buenos matrimonios que se
celebran en París, cuarenta y siete
son objeto de tratos como éste. La
cámara de los Notarios ha obligado al señor...
contrará en seguida el medio de
resarcirse en un ne gocio sus doscientos mil francos. Con su dinero
y con su talento llegará a tener una
fortuna tan considerable como la
desee. Ergo habrá usted hecho en
seis meses su felicidad, la de una
mujer amable y la de su protector
Vautrin, sin contar la de su familia, que en inviern o , a f a l t a d e
leña, se sopla los dedos. No se
asombre ni de lo que le propongo ni de lo que le pido. De sesenta buenos matrimonios que
se verifican en París, cuarenta y
siete procuran negocios parecidos. La cámara de notarios ha
tenido que...
for good? Not you. You will make two
hundred thousand francs again by some
stroke of business. With your capital and
your brains you should be able to accumulate as large a fortune as you could
wish. ERGO, in six months you will
have made your own fortune, and our
old friend Vautrin’s, and made an amiable woman very happy, to say nothing
of your people at home, who must blow
on their fingers to warm them, in the
winter, for lack of firewood. You need
not be surprised at my proposal, nor at
the demand I make. Forty-seven out of
every sixty great matches here in Paris
are made after just such a bargain as this.
The Chamber of Notaries compels my
gentleman to—”
— Que faut-il que je fasse? dit avidement Rastignac en interrompant
Vautrin.
—Qué tengo que hacer? —preguntó ansiosamente Rastignac, cortándole la palabra a Vautrin.
—¿Qué debo hacer? —preguntó
ávidamente Rastignac, interrumpiendo a Vautrin.
“What must I do?” said
Rastignac, eagerly interrupting
Vautrin’s speech.
— Presque rien, répondit cet
homme en laissant échapper un mouvement de joie semblable à la sourde
expression d’un pêcheur qui sent un
poisson au bout de sa ligne. Ecoutezmoi bien! Le coeur d’une pauvre fille
malheureuse et misérable est l’éponge
la plus avide à se remplir d’amour, une
éponge sèche qui se dilate aussitôt
qu’il y tombe une goutte de sentiment.
Faire la cour à une jeune personne qui
se rencontre dans des conditions de
solitude, de désespoir et de pauvreté
sans qu’elle se doute de sa fortune à
venir! dam! c’est quinte et quatorze
en main, c’est connaître les numéros
à la loterie, et c’est jouer sur les rentes en sachant les nouvelles. Vous
construisez sur pilotis un mariage indestructible. Viennent des millions à
cette jeune fille, elle vous les jettera
aux pieds, comme si c’était des
cailloux. « Prends, mon bien-aimé!
Prends, Adolphe! Alfred! Prends,
Eugène! « dira-t-elle si Adolphe, Alfred ou Eugène ont eu le bon esprit de
se sacrifier pour elle. Ce que j’entends
par des sacrifices, c’est vendre un vieil
habit afin d’aller au Cadran-Bleu manger ensemble des croûtes aux champignons; de là, le soir, à l’AmbiguComique; c’est mettre sa montre au
Mont-de-Piété pour lui donner un
châle. je ne vous parle pas du gribouillage de l’amour ni des fariboles
auxquelles tiennent tant les femmes,
comme, par exemple, de répandre des
gouttes d’eau sur le papier à lettre en
manière de larmes quand on est loin
d’elles: vous m’avez l’air de connaître parfaitement l’argot du coeur. Paris, voyez-vous, est comme une forêt
du Nouveau-Monde, où s’agitent
vingt espèces de peuplades sauvages,
les Illinois, les Hurons, qui vivent du
produit que donnent les différentes
—Pues, casi nada —respondió
aquel hombre, dejando escapar un gesto de alegría semejante a la sorda expresión de un pescador, que siente al
pez picar en el anzuelo—. ¡Dígame
bien! El corazón de una pobre muchacha desgraciada y mísera es la esponja
más ansiosa por henchirse de amor, una
esponja seca que se dilata en cuanto le
cae encima una gota de sentimiento.
Hacerle el amor a una joven que se
encuentra en una situación de soledad,
desesperación y pobreza, sin que sospeche, en ningún momento, la fortuna
que le aguarda, ¡caray!, es como tener
los triunfos en la mano, saber los números de la lotería que van a tocar, o
jugar a la bolsa, estando al tanto de las
noticias. Construirá usted sobre sólidos pilares un matrimonio indestructible. Que vengan los millones a esta joven y se los pondrá a usted a los pies
como si fueran [163] guijarros. ¡Toma,
mi bien amado! ¡Toma, Adolfo! ¡Toma,
Alfredo! ¡Toma, Eugenio! Dirá, como
Adolfo, Alfredo o Eugenio hayan tenido el buen sentido de sacrificarse por
ella. Lo que yo entiendo por sacrificio
es, vender un traje viejo para poder ir
a l C a d r a n-B l e u , a c o m e r j u n t o s
pastelillos de champiñones; desde allí
por la noche, al Ambigu-Cómico; es
empeñar el reloj en el monte de piedad para regalarle un chal. No le hablo de esa mamarrachada del amor, ni
de las memeces que tanto les gustan a
las mujeres, como, por ejemplo, echar
gotas de agua sobre el papel de cartas,
a modo de lágrimas cuando uno está
lejos de ellas. Usted parece conocer
perfectamente el argot del corazón.
París, ya ve usted, es como una selva
del Nuevo Mundo, donde se agitan
veinte especies de pueblos salvajes.
Como los Illinois, los Hurones que viven del producto que dan las diferen-
—Casi nada —respondió éste, dejando escapar un movimiento de satisfacción, parecido a la sorda expresión de un pescador que siente el tirón de un pez en el anzuelo—. Óigame bien: El corazón de una pobre
muchacha desgraciada y miserable es
la esponja más ávida que se puede
encontrar para el amor, una esponja
seca que se hincha en cuanto le cae
una gota de sentimiento. Hacer el
amor a una joven que se encuentra en
esas condiciones de soledad, de desesperación y de pobreza, sin que ella
sospeche [424] su futura fortuna, es
jugar a cartas vistas, es conocer los
números de la lotería, es jugar a la
Bolsa estando en el secreto de las cosas. Con estos cimientos construirá
usted un matrimonio indestructible.
Un día esta joven se encuentra con que
le llegan algunos millones; se los
echará a usted a los pies como si fueran guijarros. «Toma, querido mío.
Toma, Adolphe. Toma, Alfred. Toma,
Eugéne», dirá, si Adolphe, Alfred o
Eugéne han tenido el buen acuerdo de
sacrificarse por ella. Yo entiendo por
sacrificios vender un traje viejo para
poder ir a comer juntos a un mal restaurante y después al Ambigú Cómico; el empeñar el reloj para comprarle un chal. No le hablo a usted de la
monserga del amor ni de las paparruchas de que tanto se pagan las mujeres como, por ejemplo, la de repartir
algunas gotas de agua como si fueran
lágrimas sobre el papel de la carta
cuando se está alejado de ellas, porque tiene usted aspecto de conocer
perfectamente la jerga del corazón.
París, sabe usted, es como un bosque
del Nuevo Mundo, donde se agitan
veinte especies de pueblos salvajes:
los Illinois, los Hurones, que viven
del producto que dejan las diferen-
“Next to nothing,” returned the
other, with a slight involuntary movement, the suppressed exultation of
the angler when he feels a bite at the
end of his line. “Follow me carefully!
The heart of a girl whose life is
wretched and unhappy is a sponge
that will thirstily absorb love; a dry
sponge that swells at the first drop
of sentiment. If you pay court to a
young girl whose existence is a compound of loneliness, despair, and
poverty, and who has no suspicion
that she will come into a fortune,
good Lord! it is quint and quatorze
at piquet; it is knowing the numbers
of the lottery before-hand; it is speculating in the funds when you have
news from a sure source; it is building up a marriage on an indestructible
foundation. The girl may come in for
millions, and she will fling them, as
if they were so many pebbles, at your
feet. ‘Take it, my beloved! Take it,
Alfred, Adolphe, Eugene!’ or whoever
it was that showed his sense by sacrificing himself for her. And as for sacrificing himself, this is how I understand it. You sell a coat that is getting
shabby, so that you can take her to the
Cadran bleu, treat her to mushrooms
on toast, and then go to the AmbiguComique in the evening; you pawn
your watch to buy her a shawl. I need
not remind you of the fiddle-faddle sentimentality that goes down so well with
all women; you spill a few drops of
water on your stationery, for instance;
those are the tears you shed while far
away from her. You look to me as if
you were perfectly acquainted with the
argot of the heart. Paris, you see, is like
a forest in the New World, where you
have to deal with a score of varieties
of savages—Illinois and Hurons, who
live on the proceed of their social
96
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
chasses sociales; vous êtes un chasseur de millions. Pour les prendre,
vous usez de pièges, de pipeaux, d’appeaux. Il y a plusieurs manières de
chasser. Les uns chassent à la dot les
autres chassent à la liquidation; ceuxci pêchent des consciences ceux-là
vendent leurs abonnés pieds et poings
liés. Celui qui revient avec sa gibecière
bien garnie est salué, fêté, reçu dans
la bonne société. Rendons justice à
ce sol hospitalier, vous avez affaire
à la ville la plus complaisante qui soit
dans le monde. Si les fières aristocraties de toutes les capitales de
l’Europe refusent d’admettre
dans leurs rangs un millionnaire
infâme, Paris lui tend les bras,
court à ses fêtes, mange ses dîners
et trinque avec son infamie.
tes cazas sociales; usted es un cazador tes clases sociales; usted es un cade millones. Para atraparlos emplea zador de millones. Para cazarlos
usted trampas, ligas y reclamos. Hay usa lazos, varetas de liga, reclamos.
muchas maneras de cazar. Unos ca- Hay varias maneras de cazar. Unos
zan dotes, otros liquidaciones. Los cazan a la dote, otros a la liquidahay que pescan conciencias y los hay ción, éstos pescan conciencias,
también que venden a sus abonados aquéllos venden a sus abonados ataatados de pies y manos. Al que vuel- dos de pies y manos. El que vuelve
ve con el morral bien lleno lo salu- con su bujarca llena es saludado,
dan y le hacen zalemas, y lo reciben X ________ recibido, festejado por la
en la buena sociedad. Hagamos jus- buena sociedad. Hagamos justicia a
ticia a este suelo hospitalario, usted esta tierra hospitalaria: tiene usted
se las tiene que ver con la ciudad más que habérselas en la ciudad más
complaciente que existe en el mun- complaciente del mundo. Si las ordo. Si las orgullosas aristocracias de gullosas aristocracias de las capitodas las capitales de Europa, rehu- tales de Europa rehúsan el admitir
san admitir en sus filas a un millo- en sus filas a un millonario infame,
nario infame, París le abre los bra- París le abre los brazos, acude presuzos, corre a sus fiestas, come sus co- roso a sus fiestas, come en sus cenas
y brinda con su infamia.
midas y bebe con su infamia.
hunting. You are a hunter of millions; you set your snares; you use
lures and nets; there are many ways
of hunting. Some hunt heiresses,
others a legacy; some fish for souls,
yet others sell their clients, bound
hand and foot. Every one who
comes back from the chase with his
game-bag well filled meets with a
warm welcome in good society. In
justice to this hospitable part of the
world, it must be said that you have
to do with the most easy and goodnatured of great cities. If the proud
aristocracies of the rest of Europe
refuse admittance among their ranks
to a disreputable millionaire, Paris
stretches out a hand to him, goes to
his banquets, eats his dinners, and
hobnobs with his infamy.”
— Mais où trouver une fille?
dit Eugène.
—Pero, ¿dónde encontrar una chica así? —dijo Eugenio.
—Pero ¿dónde encuentro una chica así? —dijo Eugéne.
[425]
—La tiene usted delante.
“But where is such a girl to be
found?” asked Eugene.
— Elle est à vous, devant vous!
—¡Es toda suya, la tiene delante de usted!
“Under your eyes; she is yours already.”
— Mademoiselle Victorine?
—¿La señorita Victorina?
—¿La señorita Victorine?
“Mlle. Victorine?”
— Juste!
—Precisamente.
—Cabal.
“Precisely.”
— Eh! comment?
—Y, ¿cómo?
—Y ¿cómo?
“And what was that you said?”
— Elle vous aime déjà, votre petite baronne de Rastignac!
—¡Ella le ama ya, su pequeña baronesa de Rastignac!
—Su baronesita de Rastignac le
ama ya.
“She is in love with you already, your
little Baronne de Rastignac!”
— Elle n’a pas un sou, reprit
Eugène étonné.
—¡Pero si no tiene un céntimo! —
replicó Eugenio asombrado.
—Pero si no tiene un perro chico
—respondió Eugéne, asombrado.
“She has not a penny,” Eugene continued, much mystified.
— Ah! nous y voilà. Encore deux
mots, dit Vautrin, et tout s’éclaircira.
Le père Taillefer est un vieux coquin
qui passe pour avoir assassiné l’un de
ses amis pendant la Révolution. C’est
un de ces gaillards qui ont de l’indépendance dans les opinions. Il est banquier, principal associé de la maison
Frédéric Taillefer et compagnie. Il a un
fils unique, auquel il veut laisser son
bien, au détriment de Victorine. Moi,
je n’aime pas ces injustices-là. Je suis
comme don Quichotte, j’aime à prendre la défense du faible contre le fort.
Si la volonté de Dieu était de lui retirer son fils, Taillefer reprendrait sa fille;
il voudrait un héritier quelconque, une
bêtise qui est dans la nature et il ne peut
plus avoir d’enfants, je le sais.
Victorine est douce et gentille, elle aura
bientôt entortillé son père, et le fera
tourner comme une toupie d’Allemagne avec le fouet du sentiment! Elle
sera trop sensible à votre amour pour
vous oublier, vous l’épouserez. Moi, je
me charge du rôle de la Providence, je
ferai vouloir le bon Dieu. J’ai un ami
pour qui je me suis dévoué, un colonel
de l’armée de la Loire qui vient d’être
employé dans la garde royale. Il écoute
mes avis, et s’est fait ultra-royaliste:
—¡Ah! En eso estamos. Un par de
—¡Ahí está la cosa! Dos palabras
palabras más —dijo Vautrin— y todo se más —dijo Vautrin— y todo estará
aclarará. El tío Taillefer (46) es un vie- claro. Taillefer, el padre, es un viejo
jo bandido que pasa por haber asesina- truhán que pasa por haber asesinado
do a uno de sus amigos, durante la re- a uno de sus amigos durante la Revovolución. Es uno de esos tipos que tie- lución. Es uno de mis bravos que tienen opiniones independientes. [164] Es nen plena independencia en sus opibanquero y socio principal de la razón niones. Es banquero, socio principal
Federico Taillefer y Compañía. Tiene un de la casa Frédéric Taillefer y Comhijo único, al que quiere dejar codo su pañía. Tiene un hijo único a quien
dinero, en detrimento de Victorina. A quiere dejar sus bienes, con perjuicio
mí no me gustan esas injusticias. Yo soy de Victorine. A mí no me gustan escomo Don Quijote, me gusta tomar la de- tas injusticias. Soy como Don Quijofensa del débil contra el poderoso. Si la te: me gusta defender al débil contra
voluntad de Dios fuera quitarle a su hijo, el fuerte. Si la voluntad de Dios le
Taillefer aceptaría a su hija; querría tener arrebatara su hijo, Taillefer recogería
un heredero cualquiera una estupidez que a su hija, porque él quiere un heredeestá en la naturaleza humana, y él ya no ro: es una tontería de la naturaleza
puede tener más hijos. Lo sé, Victorina humana, y yo sé que no puede tener
es dulce, sencilla, amable, enseguida ha- hijos. Victorine es dulce y gentil y
brá engatusado a su padre, le hará girar engatusará pronto a su padre y le hará
como una peonza de Alemania con la dar vueltas como a una peonza ______
cuerda del sentimiento. Será demasiado X _______ ______. Como estará demasiasensible a su amor, como para olvidarle, do enamorada para olvidarle, se casará usse casará usted con ella. Yo me encargo ted con ella. En cuanto a mí, yo me encardel papel de la Providencia, yo haré que- go de hacer el papel de Providencia, de
rer al buen Dios. Tengo un amigo que me que Dios se encargue del hijo. Tengo un
debe favores, un coronel del ejército del amigo por quien me he sacrificado, un coLoira, que acaba de ser empleado en la ronel del ejército del Loira que acaba de obguardia real. Él atiende a mis opiniones, tener plaza en la Guardia real. Atiende mis
y se ha hecho ultrarrealista: no es uno de advertencias y se ha hecho ultrarrealista;
“Ah! now we are coming to it! Just another word or two, and it will all be clear
enough. Her father, Taillefer, is an old
scoundrel; it is said that he murdered one
of his friends at the time of the Revolution.
He is one of your comedians that sets up to
have opinions of his own. He is a banker—
senior partner in the house of Frederic
Taillefer and Company. He has one son, and
means to leave all he has to the boy, to the
prejudice of Victorine. For my part, I don’t
like to see injustice of this sort. I am like
Don Quixote, I have a fancy for defending
the weak against the strong. If it should
please God to take that youth away from
him, Taillefer would have only his daughter left; he would want to leave his money
to some one or other; an absurd notion, but
it is only human nature, and he is not likely
to have any more children, as I know.
Victorine is gentle and amiable; she will
soon twist her father round her fingers, and
set his head spinning like a German top by
plying him with sentiment! She will be too
much touched by your devotion to forget
you; you will marry her. I mean to play
Providence for you, and Providence is to
do my will. I have a friend whom I have
attached closely to myself, a colonel in the
Army of the Loire, who has just been transferred into the garde royale. He has taken
97
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
ce n’est pas un de ces imbéciles qui
tiennent à leurs opinions. Si j’ai encore
un conseil à vous donner, mon ange,
c’est de ne pas plus tenir à vos opinions
qu’à vos paroles. Quand on vous les
demandera, vendez-les. Un homme
qui se vante de ne jamais changer
d’opinion est un homme qui se
charge d’aller toujours en ligne
droite, un niais qui croit à l’infaillibilité. Il n’y a pas de principes, il n’y a que
des événements; il n’y a pas de lois, il n’y
a que des circonstances: l’homme supérieur épouse les événements et les circonstances pour les conduire. S’il y avait des
principes et des lois fixes, les peuples n’en
changeraient pas comme nous changeons
de chemises. L’homme n’est pas tenu
d’être plus sage que toute une nation.
L’homme qui a rendu le moins de services à la France est un fétiche vénéré
pour avoir toujours vu en rouge, il est
tout au plus bon à mettre au Conservatoire, parmi les machines, en l’étiquetant la Fayette; tandis que le prince
auquel chacun lance sa pierre, et qui
méprise assez l’humanité pour lui cracher au visage autant de serments
qu’elle en demande, a empêché le partage de la France au congrès de Vienne:
on lui doit des couronnes, on lui jette
de la boue. Oh! je connais les affaires,
moi! j’ai les secrets de bien des hommes! Suffit. J’aurai une opinion inébranlable le jour où j’aurai rencontré
trois têtes d’accord sur l’emploi d’un
principe et j’attendrai longtemps! L’on
ne trouve pas dans les tribunaux trois
juges qui aient le même avis sur un
article de la loi. Je reviens à mon
homme. Il remettrait Jésus-Christ en
croix si je le lui disais. Sur un seul
mot de son papa Vautrin, il cherchera
querelle à ce drôle qui n’envoie pas seulement cent sous à sa pauvre soeur, et...
I c i Va u t r i n s e l e v a , s e m i t e n
garde, et fit le mouvement
d’un maître d’armes qui se
f e n d . - Et, à l’ombre! ajouta-t-il.
esos imbéciles que se aferran a sus opiniones. Si tengo todavía otro consejo que
darle, angelito, es, no aferrarse a sus opiniones más de lo que se aferra a sus palabras. Cuando se lo pidan véndalas. Un
hombre que se jacta de no cambiar nunca de opinión es un hombre que se preocupa de ir siempre en línea recta, un
ingenuo que cree en la infalibilidad. No
hay principios, no hay más que acontecimientos. No hay leyes, no hay más que
circunstancias. El hombre superior, se
casa con los acontecimientos y con las
circunstancias, para poder mandar en
ellos. Si existieran principios y leyes fijas, los pueblos no cambiarían de ellos
como cambiamos de camisa. El hombre
no está obligado a ser más sensato que
toda una nación. El hombre que ha hecho menos servicios a Francia, sólo por
habérselas visto moradas, es un fetiche
venerado, que para lo más que vale es
para ponerlo en el Conservatorio, entre
las máquinas con una etiqueta: «La
Fayette» (47), mientras que el príncipe
al que codos tiran piedras y que desprecia a la humanidad lo suficiente como
para escupirle en la cara tantos juramentos como se merece, ha impedido la división de Francia en el congreso de Viena
(48): le deben coronas, y le arrojan fango. ¡Oh! Yo conozco bien los negocios.
Yo conozco los secretos de muchos hombres. Basta, tendrá una opinión inquebrantable el día en que haya encontrado
tres cabezas de acuerdo sobre [165] el
empleo de un principio, y tendré que esperar mucho tiempo. No se encuentran
en los tribunales, tres jueces que tengan
la misma opinión, sobre un artículo de
la Ley. Pero vuelvo a mi hombre. Volvería a crucificar a Cristo si yo se lo pidiera. Con una sola palabra de su papá
Vautrin le buscará camorra a ese tunante
que no le manda ni cien sueldos a su
pobre hermana y... —aquí Vautrin se levantó, se puso en guardia, e hizo el movimiento de un maestro de esgrima que
tira a matar—. Y, a la sombra —añadió.
no es uno de esos imbéciles que se aferran a sus opiniones. Es éste el consejo que me queda por darle: que no sea
fiel ni a sus opiniones ni a sus palabras. Cuando alguien se las pida, véndalas. Un hombre que se jacta de no
cambiar nunca de opinión, es un hombre que tiene la molestia de tener que
ir siempre en línea recta, un imbécil
que cree en la infalibilidad. No hay
[426] principios, no hay sino circunstancias; el hombre superior acepta los
acontecimientos y las circunstancias
para conducirlos. Si hubiera principios y leyes fijas, los pueblos no cambiarían como nosotros cambiamos de
camisa. Y no se sabe que el hombre
sea más razonable que toda una nación. El hombre que ha rendido el
menor de los servicios a Francia es un
fetiche venerado por haber visto siempre del mismo color, bueno todo lo
más para ponerlo en el Conservatorio
entre las máquinas, rotulándolo La
Fayette; mientras que el príncipe a
quien todos lanzan piedras y que desprecia tanto a la humanidad como para
escupirle a la cara tantos juramentos
como pida, ha impedido la repartición
de Francia en el congreso de Viena;
se le deben coronas y se le echa barro. ¡Oh! ¡Conozco los asuntos y el
secreto de muchos hombres! B a sta.
Tendré una opinión inquebrantable el día en que encuentre tres
cabezas de acuerdo sobre el empleo de un principio, ¡y’ tengo
para rato! No se encuentran en
los tribunales tres jueces que tengan la misma opinión sobre un artículo de la ley. Vuelvo a mi hombre. Una sola palabra de Vautrin
y le buscará camorra a ese truhán,
que no envía ni siquiera un duro
a su hermana, y...
Al llegar aquí Vautrin se levantó, se puso
en guardia y haciendo el movimiento de maestro de armas que se tira a fondo, añadió:
—Y al otro barrio.
my advice and turned ultra-royalist; he is
not one of those fools who never change
their opinions. Of all pieces of advice, my
cherub, I would give you this—don’t stick
to your opinions any more than to your
words. If any one asks you for them, let him
have them—at a price. A man who prides
himself on going in a straight line through
life is an idiot who believes in infallibility.
There are no such things as principles; there
are only events, and there are no laws but
those of expediency: a man of talent accepts
events and the circumstances in which he
finds himself, and turns everything to his
own ends. If laws and principles were fixed
and invariable, nations would not change
them as readily as we change our shirts. The
individual is not obliged to be more particular than the nation. A man whose services to France have been of the very slightest is a fetich looked on with superstitious
awe because he has always seen everything
in red; but he is good, at the most, to be put
into the Museum of Arts and Crafts, among
the automatic machines, and labeled La
Fayette; while the prince at whom everybody flings a stone, the man who despises
humanity so much that he spits as many
oaths as he is asked for in the face of humanity, saved France from being torn in
pieces at the Congress of Vienna; and they
who should have given him laurels fling
mud at him. Oh! I know something of affairs, I can tell you; I have the secrets of
many men! Enough. When I find three
minds in agreement as to the application
of a principle, I shall have a fixed and immovable opinion—I shall have to wait a
long while first. In the Tribunals you will
not find three judges of the same opinion
on a single point of law. To return to the
man I was telling you of. He would crucify
Jesus Christ again, if I bade him. At a word
from his old chum Vautrin he will pick a
quarrel with a scamp that will not send so
much as five francs to his sister, poor girl,
and” (here Vautrin rose to his feet and stood
like a fencing-master about to lunge)—
“turn him off into the dark!” he added.
— Quelle horreur! dit Eugène.
Vous voulez plaisanter, monsieur
Vautrin?
—¡Qué
horror!
—dijo
Eugenio—. ¿Está usted de broma,
señor Vautrin?
—¡Qué
horror!
—dijo
Eugéne—. Usted bromea, señor
Va u t r i n .
“How frightful!” said Eugene. “You
do not really mean it? M. Vautrin, you
are joking!”
— Là, là, là, du calme, reprit cet
homme. Ne faites pas l’enfant: cependant, si cela peut vous amuser,
courroucez-vous! emportez-vous!
Dites que je suis un infâme, un scélérat, un coquin, un bandit, mais ne
m’appelez ni escroc, ni espion! Allez, dites, lâchez votre bordée! Je
vous pardonne, c’est si naturel à votre âge! J’ai été comme ça, moi! Seulement, réfléchissez. Vous ferez pis
quelque jour. Vous irez coqueter chez
quelque jolie femme et vous recevrez
de l’argent. Vous y avez pensé! dit
Vautrin; car, comment réussirez-
—¡Bueno, bueno, bueno, calma!
—replicó el hombre—. No se haga
el niño: sin embargo, si eso le divierte enfádese, sulfúrese. Diga que
soy un infame, un criminal, un bellaco, un bandido, pero no me llame
ni estafador, ni espía. Vamos, ande,
suelte su andanada. Le perdono, es
tan natural a su edad. Yo también he
sido así. Sólo que reflexione. Hará
usted cosas peores algún día. Irá a
coquetear a casa de alguna bella
mujer y ella le dará dinero. Ya ha
p e n s a d o e n e s o — d i j o Va u t r i n —
Porque, ¿cómo iba usted a triunfar,
—¡Bah, bah, bah! Calma—repuso Vautrin—. No haga usted el niño;
sin embargo, si eso le divierte, puede enfadarse, enfurézcase. Diga que
soy un infame, un malvado, un pillo, un bandido; pero no me llame
petardista ni espía. Vaya, diga usted, suelte usted su andanada. Se la
perdono; es tan natural a su edad.
También yo he sido así. [427] Solamente reflexione. Algún día hará
usted algo peor: irá a coquetear a
casa de alguna mujer bonita y recibirá dinero. ¡Lo ha pensado ya! —
dijo Vautrin—, puesto que ¿cómo
“There! there! Keep cool!” said
the other. “Don’t behave like a
baby. But if you find any amusement in it, be indignant, flare up!
Say that I am a scoundrel, a rascal,
a rogue, a bandit; but do not call me
a blackleg nor a spy! There, out with
it, fire away! I forgive you; it is quite
natural at your age. I was like that
myself once. Only remember this,
you will do worse things yourself
some day. You will flirt with some
pretty woman and take her money.
You have thought of that, of course,”
said Vautrin, “for how are you to suc-
98
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
vous, si vous n’escomptez pas votre
amour? La vertu, mon cher étudiant,
ne se scinde pas: elle est ou n’est pas.
On nous parle de faire pénitence de
nos fautes. Encore un joli système
que celui en vertu duquel on est quitte
d’un crime avec un acte de contrition!
Séduire une femme pour arriver à
vous poser sur tel bâton de l’échelle
sociale, jeter la zizanie entre les enfants d’une famille, enfin toutes les
infamies qui se pratiquent sous le
manteau d’une cheminée ou autrement dans un but de plaisir ou d’intérêt personnel, croyez-vous que ce
soient des actes de foi, d’espérance
et de charité? Pourquoi deux mois de
prison au dandy qui, dans une nuit,
ôte à un enfant la moitié de sa fortune, et pourquoi le bagne au pauvre
diable qui vole un billet de mille
francs avec les circonstances aggravantes? Voilà vos lois. Il n’y a pas
un article qui n’arrive à l’absurde.
L’homme en gants et à paroles jaunes
a commis des assassinats où l’on ne
verse pas de sang, mais où l’on en
donne; l’assassin a ouvert une porte
avec un monseigneur: deux choses
nocturnes! Entre ce que je vous propose et ce que vous ferez un jour, il
n’y a que le sang de moins. Vous
croyez à quelque chose de fixe dans
ce monde-là! Méprisez donc les hommes, et voyez les mailles par où l’on
peut passer à travers le réseau du
Code. Le secret des grandes fortunes
sans cause apparente est un crime
oublié, parce qu’il a été proprement
fait.
si no se echara cuentas sobre su
amor? La virtud, mi querido estudiante, no se escinde: o es, o no es.
Nos dicen que hagamos penitencia
por nuestras faltas. Otro bonito sistema, aquel por medio del cual, somos perdonados de un crimen por un
acto de contricción. Seducir a una
mujer para llegar a plantarnos en tal
peldaño de la escala social, sembrar
la cizaña entre los hijos de una familia, en fin, todas esas infamias que se
practican bajo la cornisa de una chimenea, o de otra manera, para conseguir un placer o un interés personal,
¿cree usted que eso son actos de fe, de
esperanza y de caridad? ¿Por qué dos
meses de cárcel al dandi, que en una
sola noche, le roba a un chico la mitad
de su fortuna, y por qué el penal para
un pobre diablo que roba un billete de
mil francos con las circunstancias
agravantes? Esas son sus leyes. No hay
un solo artículo que no llegue al absurdo. El hombre de palabras y guantes
amarillos (49) ha cometido asesinatos
en los que no se derrama sangre, pero
algo se pierde. El asesino ha abierto
una puerta con una ganzúa: dos cosas
nocturnas. Entre lo que yo le propongo y lo que hará usted un día, la única
diferencia es la falta de sangre. ¡Cree
usted en algo fijo en semejante mundo! Pues, desprecie a los hombres, y
vea los agujeros por donde uno puede
colarse a través de la red del Código.
El secreto de las grandes [166] fortunas sin causa aparente, es un crimen
olvidado, porque ha sido cometido
limpiamente.
puede triunfar si no negocia su
amor? La virtud, querido estudiante, no se divide: es o no es. Se nos
habla de hacer penitencia por nuestros pecados. ¡Bonito sistema por
medio del cual nos lavamos de un
crimen con un acto de contrición!
Seducir a una mujer para colocarse
en tal peldaño de la escala social,
sembrar la cizaña entre los hijos de
una familia; en fin, todas las infamias que se practican bajo un techo
familiar o fuera de él con una finalidad de placer o de interés personal, ¿cree usted que son actos de fe,
esperanza y caridad? ¿Por qué dos
meses de cárcel al elegante que en
una noche estafa a una niña la mitad de su fortuna, y por qué el presidio al pobre diablo que roba un
billete de mil francos con circunstancias agravantes? Ésas son las
leyes de ustedes. No hay artículo
que no lleve al absurdo. El hombre enguantado y fino ha cometido
asesinatos en los que no se vierte
sangre; pero en los que la sangre se
da, el asesino ha abierto una puerta
con ganzúa: total, dos cosas nocturnas. Entre lo que le propongo y lo
que hará algún día no media más
que la sangre. Usted cree que hay
algo lijo en este mundo. Desprecie
a los hombres y observe las mallas
a través de las cuales se pueda escapar de la red del Código. El secreto de las grandes fortunas sin
causa aparente es un crimen olvidado porque ha sido efectuado con
limpieza.
ceed unless love is laid under contribution? There are no two ways about virtue, my dear student; it either is, or it is
not. Talk of doing penance for your sins!
It is a nice system of business, when you
pay for your crime by an act of contrition! You seduce a woman that you may
set your foot on such and such a rung of
the social ladder; you sow dissension
among the children of a family; you
descend, in short, to every base action
that can be committed at home or
abroad, to gain your own ends for your
own pleasure or your profit; and can you
imagine that these are acts of faith, hope,
or charity? How is it that a dandy, who
in a night has robbed a boy of half his
fortune, gets only a couple of months in
prison; while a poor devil who steals a
banknote for a thousand francs, with
aggravating circumstances, is condemned to penal servitude? Those are
your laws. Not a single provision but
lands you in some absurdity. That man
with yellow gloves and a golden tongue
commits many a murder; he sheds no
blood, but he drains his victim’s veins
as surely; a desperado forces open a door
with a crowbar, dark deeds both of
them! You yourself will do every one
of those things that I suggest to you today, bar the bloodshed. Do you believe
that there is any absolute standard in this
world? Despise mankind and find out
the meshes that you can slip through in
the net of the Code. The secret of a great
success for which you are at a loss to
account is a crime that has never been
found out, because it was properly executed.”
— Silence, monsieur, je ne veux pas
en entendre davantage, vous me ferez
douter de moi-même. En ce moment le
sentiment est toute ma science.
—Silencio, señor, no quiero oír
nada más; me haría usted dudar de mí
mismo. En estos momentos el sentimiento es toda mi ciencia.
—Silencio, señor. No quiero escucharle más tiempo; me haría usted dudar de mí mismo. Por ahora el sentimiento es toda mi ciencia.
“Silence, sir! I will not hear
any more; you make me doubt
myself. At this moment my sentiments are all my science.”
— A votre aise, bel enfant. Je
vous croyais plus fort, dit Vautrin,
je ne vous dirai plus rien. Un dernier mot, cependant. Il regarda
f i x e m e n t l ’ é t ud i a nt : Vo u s a v e z
mon secret, lui dit-il.
—Como quiera buen chico. Le
creía más fuerte —dijo Vautrin—. Ya
no le diré nada más. Una palabra más
sin embargo —miró fijamente al estudiante—: Ahora sabe usted mi secreto —le dijo.
—Seguiré su deseo. Le creía
más fuerte —dijo Vautrin—; no le
diré ni una palabra más. Sin embargo, una última palabra.
Miró fijamente al estudiante. [428]
—Tiene usted mi secreto —le dijo.
“Just as you please, my fine fellow;
I did think you were so weak-minded,”
said Vautrin, “I shall say no more
about it. One last word, however,” and
he looked hard at the student—“you
have my secret,” he said.
— Un jeune homme qui vous refuse saura bien l’oublier.
—Un joven que le rechaza, bien
sabrá olvidarlo.
—Un joven que le rehúsa, sabrá,
seguramente, olvidarlo.
“A young man who refuses your offer knows that he must forget it.”
— Vous avez bien dit cela, ça me
fait plaisir. Un autre, voyez-vous,
sera moins scrupuleux. Souvenezvous de ce que je veux faire pour
vous. Je vous donne quinze jours.
C’est à prendre ou à laisser.
—¡Bien dicho! Así me gusta. Otro, ya ve, sería menos escrupuloso. Recuerde lo que
quiero hacer por usted. Le doy
un plazo de quince días. Lo
toma o lo deja.
—Eso está bien dicho, me place. Otro, mire usted, sería menos
escrupuloso. Acuérdese de lo que
quiero hacer por usted. Le doy
quince días para reflexionar. Se
decide o lo deja.
“Quite right, quite right; I am glad
to hear you say so. Somebody else
might not be so scrupulous, you see.
Keep in mind what I want to do for
you. I will give you a fortnight. The
offer is still open.”
— Quelle tête de fer a donc cet
homme! se dit Rastignac en voyant
Vautrin s’en aller tranquillement, sa
canne sous le bras. Il m’a dit crûment ce que madame de Beauséant
me disait en y mettant des formes.
—Pero qué cabeza de hierro tiene este
hombre —se dijo Rastignac viéndole marcharse tranquilamente con el bastón bajo
el brazo.— Me ha dicho, crudamente, lo
que la señora de Beauseant me decía ayer
con mejores maneras. Me estaba desga-
—¡Es un hombre de hierro! —se
dijo Rastignac, viendo alejarse a
Vautrin con su bastón bajo el brazo—
. Me ha dicho crudamente lo que la
señora de Beauséant me decía guardando las formas. Me ha desgarrado
“What a head of iron the man has!”
said Eugene to himself, as he watched
Vautrin walk unconcernedly away with
his cane under his arm. “Yet Mme. de
Beauseant said as much more gracefully; he has only stated the case in
99
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Il me déchirait le coeur avec des
griffes d’acier. Pourquoi veux-je aller chez madame de Nucingen? Il a
deviné mes motifs aussitôt que je les
ai conçus. En deux mots, ce brigand
m’a dit plus de choses sur la vertu
que ne m’en ont dit les hommes
et les livres. Si la vertu ne souffre pas de capitulation, j’ai donc
volé mes soeurs? dit-il en jetant
le sac sur la table.
Il s’assit, et resta là plongé dans
une étourdissante méditation.
- Etre fidèle à la vertu, martyre
sublime! Bah! tout le monde croit
à la vertu; mais qui est vertueux?
Les peuples ont la liberté pour
idole; mais où est sur la terre un
peuple libre? Ma jeunesse est encore bleue comme un ciel sans
nuage: vouloir être grand ou riche,
n’est-ce pas se résoudre à mentir,
plier, ramper, se redresser, flatter,
dissimuler? n’est-ce pas consentir
à se faire le valet de ceux qui ont
menti, plié, rampé? Avant d’être
leur complice, il faut les servir. Eh
bien! non. Je veux travailler noblement, saintement; je veux travailler jour et nuit, ne devoir ma
fortune qu’à mon labeur. Ce sera
la plus lente des fortunes, mais
chaque jour ma tête reposera sur
mon oreiller sans une pensée mauvaise. Qu’y a-t-il de plus beau que
de contempler sa vie et de la trouver pure comme un lis? Moi et la
vie, nous sommes comme un jeune
homme et sa fiancée. Vautrin m’a
fait voir ce qui arrive après dix ans
de mariage. Diable! ma tête se
perd. Je ne veux penser à rien, le
coeur est un bon guide.
rrando el corazón con garfios de acero.
¿Por qué quiero yo ir a casa de la señora
de Nucingen? Él ha adivinado los motivos, tan pronto como los he pensado. En
cuatro palabras, ese bergante, me ha dicho sobre la virtud más de lo que me habían dicho hasta ahora, los hombres y los
libros juntos. Si la virtud no tolera capitulaciones entonces, ¿les he robado a mis
hermanas? —se dijo echando el saquete
sobre la mesa.
Se sentó y se quedó inmerso en una
turbadora meditación—.
Ser fiel a la virtud, ¡sublime martirio! ¡Bah!, todo el mundo cree en
la virtud, pero, ¿quién es virtuoso? Los pueblos tienen la libertad
como ídolo, pero, ¿dónde hay en la
tierra un pueblo libre? Mi juventud es aún azul como un cielo sin
nubes: querer ser grande o rico,
¿no es decidirse a mentir, a plegarse, a reptar, a levantarse a adular,
a disimular? ¿No es consentir en
hacerse el criado de los que han
mentido, plegado, reptado? Antes
de ser su cómplice hay que servirl e s . P u e s n o . Yo q u i e r o t r a b a j a r
noblemente, santamente; quiero
trabajar día y noche, no deber mi
fortuna más que a mi trabajo. Será
la fortuna más lenta de todas, pero
cada día apoyaré la cabeza en mi
almohadón sin un mal pensamiento. ¿Qué hay más bonito que contemplar tu vida y encontrarla pura
como un lirio? Yo y la vida somos
como un joven y su prometida.
Va u t r i n m e h a h e c h o v e r l o q u e
ocurre después de diez años de matrimonio. ¡Demonio! Se me va la
cabeza. No quiero pensar en nada.
El corazón es un buen guía.
el corazón con garras de acero. ¿Por
qué quiero ir a casa de la señora de
Nucingen? Ha comprendido mis móviles tan pronto como los he concebido. En resumen, este bribón me ha
dicho más cosas sobre la virtud que
todas las que pueden decirme los hombres y los libros. Si es verdad que la
virtud no admite capitulaciones, yo he
robado a mis hermanas —dijo echando los sacos sobre la mesa.
Se sentó y permaneció sumido en
una perturbadora meditación.
—¡Ser fiel a la virtud, martirio sublime! Bah... todo el mundo cree en
la virtud; pero ¿quién es virtuoso? Los
pueblos tienen por ídolo a la libertad;
pero ¿en qué lugar de la Tierra hay un
pueblo libre? Mi juventud es todavía
limpia y azul como un cielo sin nubes: querer ser grande o rico, ¿no es
ya resolverse a mentir, a someterse, a
arrastrarse, a presumir, a adular, a disimular? ¿No es consentir en ser criado de los que han mentido, se han sometido, se han arrastrado? Para llegar
a ser su cómplice hay que servirles
primero. Pues bien; no. Quiero trabajar noblemente, santamente; quiero
trabajar noche y día, no deber mi fortuna más que a mi trabajo. Será la más
lenta de las fortunas, pero todos los
días podré recostar mi cabeza sobre
la almohada sin un mal pensamiento.
¿Qué puede haber de más [429] bello
que contemplar la propia vida y encontrarla pura como un lirio? Yo y la
vida somos como un joven y su novia. Pero Vautrin me ha hecho ver lo
que pasa después de diez años de matrimonio. ¡Diablo! Pierdo la cabeza.
No quiero pensar en nada; el corazón
es un buen guía.
cruder language. He would tear my heart
with claws of steel. What made me think
of going to Mme. de Nucingen? He
guessed my motives before I knew them
myself. To sum it up, that outlaw has
told me more about virtue than all
I have learned from men and
books. If virtue admits of no compromises, I have certainly robbed
my sisters,” he said, throwing
down the bags on the table.
He sat down again and fell, unconscious
of his surroundings, into deep thought.
“To be faithful to an ideal of virtue!
A heroic martyrdom! Pshaw! every one
believes in virtue, but who is virtuous?
Nations have made an idol of Liberty,
but what nation on the face of the earth
is free? My youth is still like a blue and
cloudless sky. If I set myself to obtain
wealth or power, does it mean that I
must make up my mind to lie, and fawn,
and cringe, and swagger, and flatter, and
dissemble? To consent to be the servant
of others who have likewise fawned, and
lied, and flattered? Must I cringe to them
before I can hope to be their accomplice? Well, then, I decline. I mean to
work nobly and with a single heart. I
will work day and night; I will owe my
fortune to nothing but my own exertions. It may be the slowest of all roads
to success, but I shall lay my head on
the pillow at night untroubled by evil
thoughts. Is there a greater thing than
this—to look back over your life and
know that it is stainless as a lily? I and
my life are like a young man and his
betrothed. Vautrin has put before me all
that comes after ten years of marriage.
The devil! my head is swimming. I do
not want to think at all; the heart is a
sure guide.”
Eugène fut tiré de sa rêverie par la
voix de la grosse Sylvie, qui lui annonça son tailleur, devant lequel il se
présenta, tenant à la main ses deux
sacs d’argent, et il ne fut pas lâché de
cette circonstance. Quand il eut essayé
ses habits du soir, il remit sa nouvelle
toilette du matin qui le métamorphosait complètement.
- Je vaux bien monsieur de
Trailles, se dit-il. Enfin j’ai l’air
d’un gentilhomme!
Eugenio fue arrancado de su ensoñación por la voz de la gorda Silvia, que le
anunció a su sastre, ante el cual se presentó, llevando en la mano sus sacos de
dinero, y no se sintió molesto por [167]
esta circunstancia. Cuando se hubo probado sus trajes de noche, se volvió a
poner su nuevo atuendo de la mañana,
que lo metamorfoseaba por completo.
—Valgo tanto como el señor de
Trailles —se dijo—. ¡Por fin parezco un gentilhombre!
Eugéne fue sacado de su sueño por
la voz de Sylvie que le anunció la llegada del sastre, delante de quien se
presentó con sus dos sacos de dinero
en la mano, circunstancia que no molestó a éste. Después de haberse probado sus trajes de tarde se volvió a
poner su traje de mañana, que le
metamorfoseaba completamente.
—Valgo tanto como el señor de
Trailles —se dijo—. Por fin tengo el
aire de un gentilhombre.
Eugene was roused from his musings
by the voice of the stout Sylvie, who announced that the tailor had come, and
Eugene therefore made his appearance
before the man with the two money bags,
and was not ill pleased that it should be
so. When he had tried on his dress suit, he
put on his new morning costume, which
completely metamorphosed him.
“I am quite equal to M. de Trailles,”
he said to himself. “In short, I look like
a gentleman.”
— Monsieur, dit le père Goriot
en entrant chez Eugène, vous
m’avez demandé si je connaissais
les maisons où va madame de
Nucingen?
— Oui!
—Señor —dijo el tío Goriot, entrando a la habitación de Eugenio—.
¿Me ha preguntado usted si conozco
las casas donde va la señora de
Nucingen?
—¡Sí!
—Señor —dijo papá Goriot, entrando en el cuarto de Eugéne—, ¿no
me había preguntado usted si yo sabía las casas que frecuenta la señora
de Nucingen?
—Sí.
“You asked me, sir, if I knew
the houses where Mme. de
Nucingen goes,” Father Goriot’s
voice spoke from the doorway of
Eugene’s room.”
“Yes.”
— Eh bien! elle va lundi prochain
au bal du maréchal Carigliano. Si vous
pouvez y être, vous me direz si mes
deux filles se sont bien amusées, comment elles seront mises, enfin tout.
—Pues bien, el lunes que viene,
irá al baile del mariscal Carigliano.
Si puede usted asistir, me contará si
mis hijas se han divertido mucho,
cómo iban vestidas, en fin, todo.
—Pues bien: el lunes próximo va
al baile del mariscal Carigliano. Si
puede usted ir, me contará si mis dos
hijas se han divertido, cómo iban vestidas; en fin, todo.
“Very well then, she is going to the Marechale
Carigliano’s ball on Monday. If you can manage
to be there, I shall hear from you whether my two
girls enjoyed themselves, and how they were
dressed, and all about it in fact.”
100
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— Comment avez-vous su cela,
mon bon père Goriot? dit Eugène en
le faisant asseoir à son feu.
—¿Cómo ha sabido eso, mi buen
tío Goriot? —dijo Eugenio haciéndole sentar junto al fuego.
—¿Cómo ha sabido eso, mi buen
papá Goriot? —dijo Eugéne haciéndole sentarse al lado del fuego.
“How did you find that out, my good
Goriot?” said Eugene, putting a chair
by the fire for his visitor.
— Sa femme de chambre me l’a dit.
Je sais tout ce qu’elles font par Thérèse et par Constance, reprit-il d’un
air joyeux.
Le vieillard ressemblait à un amant
encore assez jeune pour être heureux
d’un stratagème qui le met en communication avec sa maîtresse sans
qu’elle puisse s’en douter.
- Vous les verrez, vous! dit-il en exprimant avec naïveté une douloureuse
envie.
—Su camarera me lo ha dicho. Yo
sé todo lo que ellas hacen, por Teresa y por Constanza —respondió con
aire alegre.
El viejo parecía un amante todavía lo
bastante joven como para ser feliz
por una estratagema que lo ponía en
contacto con su querida, sin que ella
pudiera sospecharlo—.
Usted va a verlas —dijo expresando con ingenuidad un doloroso deseo.
—Me lo ha dicho su camarera. Sé todo lo que hacen por
Thérèse y Constance —repuso
c o n aire satisfecho.
El viejo parecía un amante lo suficientemente joven para ser feliz con
una estratagema que le pusiera en comunicación con su amada sin que ella
se enterase.
—¡Usted las verá! —dijo, expresando ingenuamente una dolorosa envidia.
“Her maid told me. I hear
all about their doings from
Therese and Constance,” he
a d d e d g l e e f u l l y.
The old man looked like a lover who
is still young enough to be made happy
by the discovery of some little stratagem which brings him information of
his lady-love without her knowledge.
“YOU will see them both!” he said,
giving artless expression to a pang of
jealousy.
— Je ne sais pas, répondit Eugène.
je vais aller chez madame de
Beauséant lui demander si elle peut
me présenter à la maréchale.
—¡No sé! —respondió Eugenio—.
Vo y a i r a c a s a d e l a s e ñ o r a d e
Beauseant a preguntarle si me puede
presentar a la esposa del Mariscal.
—No lo sé —respondió Eugéne—
. Voy a ir a casa de la señora de
Beauséant para preguntarle si puede
presentarme a la maríscala.
“I do not know,” answered Eugene.
“I will go to Mme. de Beauseant and
ask her for an introduction to the
Marechale.”
Eugène pensait avec une sorte de
joie intérieure à se montrer chez la
vicomtesse mis comme il le serait
désormais. Ce que les moralistes
nomment les abîmes du coeur humain sont uniquement les décevantes pensées, les involontaires mouvements de l’intérêt personnel. Ces
péripéties, le sujet de tant de réclamations, ces retours soudains sont
des calculs faits au profit de nos
jouissances. En se voyant bien mis,
bien ganté, bien botté, Rastignac
oublia sa vertueuse résolution. La
jeunesse n’ose pas se regarder au
miroir de la conscience quand elle
verse du côté de l’injustice, tandis
que l’âge mûr s’y est vu: là ait toute
la différence entre ces deux phases
de la vie.
Depuis quelques jours, les deux voisins, Eugène et le père Goriot, étaient
devenus bons amis. Leur secrète amitié tenait aux raisons psychologiques
qui avaient engendré des sentiments
contraires entre Vautrin et l’étudiant.
Le hardi philosophe qui voudra constater les effets de nos sentiments dans
le monde physique trouvera sans
doute plus d’une preuve de leur effective matérialité dans les rapports
qu’ils créent entre nous et les animaux. Quel physiognomoniste est
plus prompt à deviner un caractère
qu’un chien l’est à savoir si un inconnu l’aime ou ne l’aime pas? Les
atomes crochus, expression proverbiale dont chacun se sert, sont un de
ces faits qui restent dans les langages pour démentir les niaiseries philosophiques dont s’occupent ceux qui
aiment à vanner les épluchures des
mots primitifs. On se sent aimé. Le
sentiment s’empreint en toutes choses et traverse les espaces. Une lettre est une âme, elle est un si fidèle
Eugenio pensaba, con una especie de
alegría interior, en presentarse en casa
de la vizcondesa, vestido como iba a
estarlo de ahora en adelante. Lo que los
moralistas llaman los abismos del alma
humana, son solamente los pensamientos decepcionantes, los involuntarios
movimientos de interés personal. Esas
peripecias, tema de tantas declamaciones, esos retornos repentinos, son cálculos realizados en provecho de nuestros placeres. Al verse bien vestido y
bien calzado, Rastignac olvidó su virtuosa resolución. La juventud no se
atreve a mirarse en el espejo de la conciencia, cuando se inclina del costado
de la injusticia, mientras que la edad
madura, ya se ha visto allí: ahí radica
toda la diferencia entre esas dos fases
de la vida.
Desde hacía unos días, los dos vecinos, Eugenio y el tío Goriot, se habían hecho buenos amigos. Su secreta amistad se derivaba de las razones
psicológicas que habían engendrado
sentimientos contrarios entre Vautrin
y el estudiante. El atrevido filósofo
que quiera comprobar los efectos de
los sentimientos en el mundo físico,
encontrará, sin duda, más de una
prueba de su efectiva materialidad en
las relaciones que se establecen entre nosotros y los animales. ¿Qué
fisionomista es más rápido en adivinar un carácter, que un perro, adivinando si un desconocido [168] lo
quiere o no? Los genes, expresión
proverbial de que se sirven todos,
son una de esas cosas que permanecen en las lenguas, para desmentir
esas ingenuidades filosóficas, que se
ocupan en ventear la paja de las palabras primitivas. Cuando uno se
siente amado, el sentimiento se imprime en todas las cosas y atraviesa
todos los paisajes. Una carta es un
Eugéne pensaba con fruición en
presentarse en casa de la vizcondesa
vestido como estaría ya en lo sucesivo. Lo [430] que los moralistas llaman los abismos del corazón humano
no son más que los pensamientos falaces, los involuntarios movimientos
del interés personal. Esas peripecias,
objeto de tantas declamaciones; esas
vueltas rápidas, son cálculos hechos
en provecho de nuestros goces. Al
verse bien vestido, bien enguantado,
bien calzado, Rastignac olvidó su virtuosa resolución. La juventud no se
atreve a mirarse en el espejo de la conciencia cuando se inclina del lado de
la injusticia, mientras que la madurez
se ha mirado ya en él. En esto estriba
toda la diferencia entre esas dos fases
de la vida.
Desde hace algunos días, Eugéne y
papá Goriot se habían hecho buenos
amigos. El secreto de su amistad tenía los mismos motivos psicológicos
que habían engendrado el sentimiento contrario entre Vautrin y el estudiante. El audaz filósofo que quisiera
comprobar los efectos de nuestros sentimientos en el mundo físico, encontraría, sin duda, más de una prueba de
su efectiva materialidad en las relaciones que se crean entre nosotros y
los animales. ¿Qué fisonomista adivina un carácter tan rápidamente como
un perro sabe si un desconocido le es
favorable o adverso? Los átomos
ganchudos, expresión proverbial de la
que todos nos servimos, es uno de esos
hechos que quedan en los idiomas
para desmentir las naderías filosóficas de las que se ocupan los que gustan de aventar la paja de las palabras
primitivas. Se siente uno amado. El
sentimiento se graba en todas las cosas y atraviesa los espacios. Una carta es un alma, es un eco fiel de la voz
Eugene felt a thrill of pleasure at the
thought of appearing before the
Vicomtesse, dressed as henceforward he
always meant to be. The “abysses of the
human heart,” in the moralists’ phrase,
are only insidious thoughts, involuntary
promptings of personal interest. The
instinct of enjoyment turns the scale;
those rapid changes of purpose which
have furnished the text for so much
rhetoric are calculations prompted by
the hope of pleasure. Rastignac beholding himself well dressed and impeccable
as to gloves and boots, forgot his virtuous resolutions. Youth, moreover, when
bent upon wrongdoing does not dare to
behold himself in the mirror of consciousness; mature age has seen itself;
and therein lies the whole difference
between these two phases of life.
A friendship between Eugene and
his neighbor, Father Goriot, had been
growing up for several days past.
This secret friendship and the antipathy that the student had begun to entertain for Vautrin arose from the
same psychological causes. The bold
philosopher who shall investigate the
effects of mental action upon the
physical world will doubtless find
more than one proof of the material
nature of our sentiments in other animals. What physiognomist is as quick
to discern character as a dog is to discover from a stranger’s face whether
this is a friend or no? Those bywords—“atoms,” “affinities”—are
facts surviving in modern languages
for the confusion of philosophic
wiseacres who amuse themselves by
winnowing the chaff of language to
find its grammatical roots. We feel
that we are loved. Our sentiments
make themselves felt in everything,
even at a great distance. A letter is a
living soul, and so faithful an echo
101
Balzac’s Goriot
écho de la voix qui parle que les esprits délicats la comptent parmi les
plus riches trésors de l’amour. Le
père Goriot, que son sentiment irréfléchi élevait jusqu’au sublime de la
nature canine, avait flairé la compassion, l’admirative bonté, les sympathies juvéniles qui s’étaient émues
pour lui dans le coeur de l’étudiant.
Cependant cette union naissante
n’avait encore amené aucune confidence. Si Eugène avait manifesté de
voir madame de Nucingen, ce
n’était pas qu’il comptât sur le
vieillard pour être introduit par
lui chez elle; mais il espérait
qu’une indiscrétion pourrait le
bien servir. Le père Goriot ne lui
avait parlé de ses filles qu’à propos
de ce qu’il s’était permis d’en dire
publiquement le jour de ses deux
visites.
- Mon cher monsieur, lui avait-il dit
le lendemain, comment avez-vous pu
croire que madame de Restaud vous
en ait voulu d’avoir prononcé mon
nom? Mes deux filles m’aiment bien.
Je suis heureux père. Seulement, mes
deux gendres se sont mal conduits
envers moi. je n’ai pas voulu faire
souffrir ces chères créatures de mes
dissensions avec leurs maris, et j’ai
préféré les voir en secret. Ce mystère
me donne mille jouissances que ne
comprennent pas les autres pères qui
peuvent voir leurs filles quand ils
veulent. Moi, je ne le peux pas, comprenez-vous? Alors je vais, quand il
fait beau, dans les Champs-Elysées,
après avoir demandé aux femmes de
chambre si mes filles sortent. Je les
attends au passage, le coeur me bat
quand les voitures arrivent, je les
admire dans leur toilette, elles me
jettent en passant un petit rire qui me
dore la nature comme s’il y tombait
un rayon de quelque beau soleil. Et
je reste, elles doivent revenir. Je les
vois encore! l’air leur a fait du bien,
elles sont roses. J’entends dire autour
de moi: Voilà une belle femme! Ça
me réjouit le coeur.
N’est-ce pas mon sang? J’aime les
chevaux qui les traînent, et je voudrais
être le petit chien qu’elles ont sur leurs
genoux. Je vis de leurs plaisirs. Chacun a sa façon d’aimer, la mienne ne
fait pourtant de mal à personne, pourquoi le monde s’occupe-t-il de moi?
Je suis heureux à ma manière. Est-ce
contre les lois que j’aille voir mes
filles, le soir, au moment où elles sortent de leurs maisons pour se rendre
au bal? Quel chagrin pour moi si j’arrive trop tard, et qu’on me dise: Madame est sortie. Un soir j’ai attendu
jusqu’à trois heures du matin pour voir
Nasie, que je n’avais pas vue depuis
deux jours. J’ai manqué crever d’aise!
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
alma, es tan fiel eco de la voz que
habla, que los espíritus delicados la
cuentan entre los más ricos tesoros
del amor. El tío Goriot a quien su
sentimiento irreflexivo elevaba a las
alturas de lo sublime de su naturaleza canina, había olfateado la compasión, la admirativa bondad, las simpatías juveniles que se habían conmovido hacia él, en el estudiante. Sin
embargo, esta incipiente unión no
había llevado aún a ninguna confidencia. Si Eugenio había manifestado el deseo de ver a la señora de
Nucingen, no era porque contara con
el viejo, para que le introdujera en
su casa; pero esperaba que una indiscreción podría serle de utilidad. El
tío Goriot no le había hablado de sus
hijas más que lo que se había permitido decir en público el día de sus dos
visitas.
— M i q u e r i d o s e ñ o r, ¿ c ó m o h a
podido pensar que la señora de
Restaud le guarda rencor por haber
pronunciado mi nombre? Mis dos
hijas me quieren mucho. Soy un padre feliz. Únicamente mis dos yernos se han portado mal conmigo.
No he querido hacer sufrir a esas
queridas criaturas, por mis diferencias con sus maridos. He preferido
verlas en secreto. Este misterio, me
da mil gozos, que no pueden comprender los otros padres, que pueden ver a sus hijas cuando quieren.
Yo no puedo hacerlo. ¿Comprende?
E n t o n c e s v o y, c u a n d o h a c e b u e n
tiempo, a los Champs Elisées, después de haber preguntado a las camareras si mis hijas van a salir. Les
salgo al paso, con el corazón palpitante, cuando llegan los coches,
las admiro en su atuendo, y ellas me
lanzan al pasar una risita que me
dora la naturaleza, como si cayera
en ella un rayo de algún hermoso
sol. Y además, tienen que volver.
Yo las sigo viendo. El aire les hace
bien, son como rosas. Oigo decir a
mi alrededor: «¡Qué mujer más guapa!» Eso me alegra el corazón.
¿Acaso no es mi sangre? Amo hasta
los caballos que las llevan y querría
ser el perrito que llevan en sus rodillas. Vivo de sus placeres. Cada
uno tiene su manera de amar, pero
la mía no le hace daño a nadie. ¿Por
qué la gente tiene que ocuparse de
mí? Yo soy feliz a mi manera. ¿Va
acaso contra la ley que vaya a ver a
mis hijas por la noche, cuando salen para ir al baile? ¡Qué pena para
mí, si llego demasiado tarde y me
dicen: «¡La señora ha salido!» Un
día esperé hasta las tres de la madrugada para ver a Nasia, a quien no
había visto desde hacía dos días.
¡Por poco reviento [169] de gusto!
que habla, que los espíritus delicados
cuentan entre los más ricos tesoros del
amor. Papá Goriot, a quien su sentimiento irreflexivo elevaba hasta lo
sublime de la naturaleza canina, había venteado la compasión, la
admirativa bondad, las simpatías juveniles que se habían despertado hacia él en el corazón del estudiante. Sin
embargo, esta unión naciente no había toda [431] vía provocado ninguna
confidencia. Si Eugéne había manifestado el deseo de ver a la señora de
Nucingen no era porque contara con
la influencia del anciano para ser introducido en su casa; pero esperaba
que cualquier indiscreción podía servirle. Papá Goriot no le había hablado de sus hijas sino a propósito de lo
que se había permitido decir públicamente de ellas el día de sus dos visitas.
—Mi querido señor—le dijo al
día siguiente—, ¿cómo ha podido
usted creer que la señora de Restaud
le cogiera ojeriza por haber pronunciado mi nombre? Mis dos hijas me
quieren mucho. Soy un padre feliz.
Únicamente mis dos yernos se han
conducido mal conmigo. Yo no he
querido hacer sufrir a esas dos criaturas queridas por mis discrepancias
con sus maridos, y he preferido verlas en secreto. Ese misterio me proporciona mil placeres que no comprenden los padres que pueden ver
a sus hijas cuando quieren. Yo no
puedo hacerlo, ¿comprende usted?
Así que voy, cuando hace buen tiempo, a los Campos Elíseos, después
de preguntar a las camareras si mis
hijas salen. Las espero a que pasen,
el corazón me late cuando llegan los
coches, admiro su elegancia y ellas
me lanzan al pasar una sonrisa que
me dora la naturaleza como un rayo
de sol. Y me quedo, porque tienen
que volver. ¡Y las veo de nuevo! El
aire les ha probado: están
sonrosadas. Oigo decir a mi alrededor: «¡Vaya una hermosa mujer!»
Esto me regocija el corazón.
¡No son, acaso, mi sangre! Llego
hasta querer a los caballos que las
conducen y quisiera ser el perrito
que llevan sobre las rodillas. Vivo
de sus placeres. Cada cual tiene su
manera de querer, la mía no hace
daño a nadie: ¿por qué las gentes se
ocupan entonces de mí? Soy feliz a
mi manera. ¿Es que no tengo derecho de ir por las noches a ver a mis
hijas cuando salen de sus casas para
ir al baile? ¡Qué disgusto para mí si
llego tarde y me dicen: «La señora
ha salido»! Una vez esperé [432]
hasta las tres de la madrugada por
ver a Nasia, a quien había dejado de
ver dos días. ¡Estuve a punto de
102
tr. Ellen Marriage
of the voice that speaks in it, that
finer natures look upon a letter as one
of love’s most precious treasures. Father Goriot’s affection was of the instinctive order, a canine affection
raised to a sublime pitch; he had
scented compassion in the air, and the
kindly respect and youthful sympathy in the student’s heart. This friendship had, however, scarcely reached
the stage at which confidences are
made. Though Eugene had spoken of
his wish to meet Mme. de Nucingen,
it was not because he counted on the
old man to introduce him to her
house, for he hoped that his own audacity might stand him in good stead.
All that Father Goriot had said as yet
about his daughters had referred to
the remarks that the student had made
so freely in public on that day of the
two visits.
“How could you think that Mme. de
Restaud bore you a grudge for mentioning my name?” he had said on the day
following that scene at dinner. “My
daughters are very fond of me; I am a
happy father; but my sons-in-law have
behaved badly to me, and rather than
make trouble between my darlings and
their husbands, I choose to see my
daughters secretly. Fathers who can see
their daughters at any time have no idea
of all the pleasure that all this mystery
gives me; I cannot always see mine
when I wish, do you understand? So
when it is fine I walk out in the ChampsElysees, after finding out from their
waiting-maids whether my daughters
mean to go out. I wait near the entrance;
my heart beats fast when the carriages
begin to come; I admire them in their
dresses, and as they pass they give me a
little smile, and it seems as if everything
was lighted up for me by a ray of bright
sunlight. I wait, for they always go back
the same way, and then I see them again;
the fresh air has done them good and
brought color into their cheeks; all about
me people say, ‘What a beautiful woman
that is!’ and it does my heart good to
hear them.
“Are they not my own flesh and
blood? I love the very horses that draw
them; I envy the little lap-dog on their
knees. Their happiness is my life. Every one loves after his own fashion, and
mine does no one any harm; why
should people trouble their heads about
me? I am happy in my own way. Is there
any law against going to see my girls
in the evening when they are going out
to a ball? And what a disappointment
it is when I get there too late, and am
told that ‘Madame has gone out!’ Once
I waited till three o’clock in the morning for Nasie; I had not seen her for
two whole days. I was so pleased, that
it was almost too much for me! Please
Balzac’s Goriot
9
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Je vous en prie, ne parlez de moi que
pour dire combien mes filles sont bonnes. Elles veulent me combler de toutes sortes de cadeaux; je les en empêche, je leur dis: « Gardez donc votre
argent! Que voulez-vous que j’en
fasse! Il ne me faut rien. « En effet,
mon cher monsieur, que suis-je? un
méchant cadavre dont l’âme est partout où sont mes filles. Quand vous
aurez vu madame de Nucingen, vous
me direz celle des deux que vous préférez, dit le bonhomme après un moment de silence en voyant Eugène qui
se disposait à partir pour aller se promener aux Tuileries en attendant
l’heure de se présenter chez madame
de Beauséant.
Se lo ruego: no hable de mí más que
para decir lo buenas que son mis hijas. Quieren colmarme de toda suerte de regalos, pero yo se lo impido.
Yo les digo: «¡Guardaos vuestro dinero! ¿Qué queréis que haga con él?
No necesito nada.» En efecto, querido señor, ¿qué soy yo? Un ruin
cadáver, cuya alma está en cualquier
sitio donde estén sus hijas. Cuando
haya visto a la señora de Nucingen,
ya me dirá cual de las dos le gusta
más —dijo el buen hombre, tras un
momento de silencio, viendo que
Eugenio se proponía salir a pasear
a l a s Tu l l e r í a s p a r a h a c e r t i e m p o
antes de presentarse en casa de la
señora de Beauseant.
morir de contento! Le ruego que no
hable de mí, sino para decir lo buenas que son mis hijas. Me quieren
colmar de toda clase de regalos; yo
se lo impido diciéndoles: «Guardad
vuestro dinero. ¿Qué queréis que yo
haga con él, si no necesito nada?, En
efecto, señor mío, ¿qué soy yo? Un
pobre cadáver cuya alma está allí
donde están sus hijas. Cuando haya
visto usted a la señora de Nucingen
me dirá cuál le parece mejor —dijo
el buen hombre, después de un momento de silencio, viendo a Eugéne
que se disponía a partir para ir a pasearse a las Tunerías mientras llegaba la hora de presentarse en casa de
la señora de Beauséant.
do not speak of me unless it is to say
how good my daughters are to me.
They are always wanting to heap presents upon me, but I will not have it.
‘Just keep your money,’ I tell them.
‘What should I do with it? I want nothing.’ And what am I, sir, after all? An
old carcase, whose soul is always
where my daughters are. When you
have seen Mme. de Nucingen, tell me
which you like the most,” said the old
man after a moment’s pause, while
Eugene put the last touches to his toilette. The student was about to go out
to walk in the Garden of the Tuileries
until the hour when he could venture
to appear in Mme. de Beauseant’s
drawing-room.
Cette promenade fut fatale à
l’étudiant. Quelques femmes le remarquèrent. Il était si beau, si
jeune, et d’une élégance de si bon
goût! En se voyant l’objet d’une
attention presque admirative, il ne
pensa plus à ses soeurs ni à sa tante
dépouillées, ni à ses vertueuses répugnances. Il avait vu passer audessus de sa tête ce démon qu’il est
si facile de prendre pour un ange,
ce Satan aux ailes diaprées, qui
sème des rubis, qui jette ses flèches
d’or au front des palais, empourpre
les femmes, revêt d’un sot éclat les
trônes, si simples dans leur origine;
il avait écouté le dieu de cette vanité crépitante dont le clinquant
nous semble être un symbole de
puissance. La parole de Vautrin,
quelque cynique qu’elle fût, s’était
logée dans son coeur comme dans
le souvenir d’une vierge se grave le
profil ignoble d’une vieille marchande à la toilette, qui lui a dit: «
Or et amour à flots! « Après avoir
indolemment flâné, vers cinq heures Eugène se présenta chez madame de Beauséant, et il y reçut un
de ces coups terribles contre lesquels les coeurs jeunes sont sans
armes. Il avait jusqu’alors trouvé la
vicomtesse pleine de cette aménité
polie, de cette grâce melliflue donnée par l’éducation aristocratique,
et qui n’est complète que si elle
vient du coeur.
Aquel paseo resultó fatal para el estudiante. Algunas mujeres se fijaron
en él. ¡Estaba tan guapo, tan joven
y de una elegancia de tan buen gusto! Al verse objeto de la atención,
casi admirativa, no volvió a pensar
más en su tía, ni en sus hermanas
despojadas, ni en sus virtuosas repugnancias. Había visto pasar, por
encima de su cabeza, ese demonio,
que es tan fácil tomar por un ángel,
ese Satán de alas de colores, que arroja rubíes, que lanza sus flechas de oro
al frontis de los palacios, matiza de
púrpura a las mujeres, reviste con un
estúpido fulgor los tronos, tan sencillos en su origen; había escuchado al
dios de esa vanidad crepitante, cuyo
tintineo se nos antoja un símbolo de
poder. Las palabras de Vautrin, por
cínicas que hubieran sido, se habían
alojado en su corazón, como en el recuerdo de una virgen se graba el perfil innoble de una celestina, que le ha
dicho: «¡Oro y amor a raudales!» Después
de
haber
merodeado
indolentemente, a eso de las cinco,
Eugenio se presentó en casa de la señora de Beauseant, y recibió allí uno
de esos terribles golpes, ante los cuales, los jóvenes se encuentran desarmados. Hasta entonces, había encontrado a la vizcondesa, llena de esa
amenidad educada, de esa gracia
meliflua que da la educación aristocrática y que no es completa más que
si sale del corazón.
Este paseo fue fatal para el estudiante. Algunas mujeres se fijaron en él.
¡Estaba tan guapo, tan joven y de una
elegancia de tan buen gusto! Viendo que
era el objeto de una atención casi
admirativa, no pensó más en que había
desplumado a sus hermanas y a su tía,
ni las virtuosas repugnancias que le habían embargado. Vio pasar por encima
de su cabeza ese demonio a quien tan
fácilmente se toma por un ángel, ese
Satanás de alas vistosas que esparce los
rubíes, que lanza sus flechas de oro a
las fachadas de los palacios, hace lujosas a las mujeres, reviste de un esplendor estúpido a los tronos, tan simples
en su origen; había escuchado al dios
de esa vanidad crepitante, que nos parece, con su vistoso oropel, un símbolo
del Poder. Las palabras de Vautrin, por
muy cínicas que fueran, se habían alojado en el corazón, como en el recuerdo de una virgen se graba el innoble
perfil de una vieja vendedora de joyas
que le ha dicho: «¡Oro y amor, a mares!» Después de haber deambulado
indolentemente, a eso de las cinco
Eugéne se presentó en casa de la señora
de Beauséant y recibió uno de esos golpes terribles para los que se encuentran
desarmados los corazones jóvenes. Hasta [433] entonces había encontrado a la
vizcondesa llena de esa amable amenidad, de esa gracia meliflua que da la
educación aristocrática, y que únicamente es completa cuando viene del
corazón.
That walk was a turning-point in
Eugene’s career. Several women noticed
him; he looked so handsome, so young,
and so well dressed. This almost admiring attention gave a new turn to his
thoughts. He forgot his sisters and the
aunt who had robbed herself for him;
he no longer remembered his own virtuous scruples. He had seen hovering
above his head the fiend so easy to mistake for an angel, the Devil with rainbow wings, who scatters rubies, and
aims his golden shafts at palace fronts,
who invests women with purple, and
thrones with a glory that dazzles the eyes
of fools till they forget the simple origins of royal dominion; he had heard
the rustle of that Vanity whose tinsel
seems to us to be the symbol of power.
However cynical Vautrin’s words had
been, they had made an impression on
his mind, as the sordid features of the
old crone who whispers, “A lover, and
gold in torrents,” remain engraven on a
young girl’s memory.
Eugene lounged about the
walks till it was nearly five
o’clock, then he went to Mme. de
Beauseant, and received one of the
terrible blows against which
young hearts are defenceless.
Hitherto the Vicomtesse had received him with the kindly urbanity, the bland grace of manner that
is the result of fine breeding, but
is only complete when it comes
from the heart.
Quand il entra, madame de Beauséant fit
un geste sec, et lui dit d’une voix brève:
- Monsieur de Rastignac, il m’est impossible de vous voir, en ce moment
du moins! je suis en affaire...
Cuando entró, la señora de Beauseant le
hizo un gesto seco, y le dijo con voz breve:
—Señor de Rastignac, me es imposible recibirle, por lo menos en
este momento. Estoy ocupada...
Cuando entró la señora de Beauséant,
hizo un gesto seco, diciéndole _____:
—Señor de Rastignac, me es imposible verle, por lo menos en este instante; tengo un asunto...
Today Mme. de Beauseant bowed
constrainedly, and spoke curtly:
“M. de Rastignac, I cannot possibly
see you, at least not at this moment. I
am engaged . . .”
P o u r u n o b s e r v a t e u r, e t
Rastignac l’était devenu promptement, cette phrase, le geste, le regard, l’inflexion de voix, étaient
l’histoire du caractère et des habitudes de la caste. Il aperçut la main
Para un observador, y Rastignac
lo había llegado a ser rápidamente,
esta frase, el gesto, la mirada, la inflexión de voz, eran la historia del
carácter y de las costumbres de la
raza. Percibió la mano de hierro en
Para un observador, y Rastignac
se había vuelto de pronto un observador, esta frase, el gesto, la mirada, la inflexión de la voz, era la historia del carácter y de las costumbres de la casta. Notó la mano de
An observer, and Rastignac instantly
became an observer, could read the
whole history, the character and customs
of caste, in the phrase, in the tones of
her voice, in her glance and bearing. He
caught a glimpse of the iron hand beneath
103
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
de fer sous le gant de velours; la
personnalité, l’égoïsme, sous les
manières; le bois, sous le vernis. Il
entendit enfin le MOI LE ROI qui
commence sous les panaches du
trône et finit sous le cimier du dernier gentilhomme.
Eugène s’était trop facilement abandonné sur sa parole à croire aux noblesses de la femme. Comme tous
les malheureux, il avait signé de
bonne foi le pacte délicieux qui doit
lier le bienfaiteur à l’obligé, et dont
le premier article consacre entre les
grands coeurs une complète égalité.
La bienfaisance, qui réunit deux
êtres en un seul, est une passion céleste aussi incomprise, aussi rare que
l’est le véritable amour. L’un et
l’autre est la prodigalité des belles
âmes. Rastignac voulait arriver au
bal de la duchesse de Carigliano, il
dévora cette bourrasque.
guante de terciopelo; la personalidad, el egoísmo, bajo los buenos
modales. La madera, bajo el barniz.
Por fin oyó el: «Yo, el rey», que comienza bajo los penachos del trono
y termina bajo la cimera del último gentilhombre.
Eugenio se había abandonado demasiado fácilmente, por sus palabras, a creer
[170] en la nobleza de la mujer. Como
todos los desgraciados, había firmado,
de buena fe, el pacto delicioso, que debe
unir al bienhechor con el deudor favorecido, y cuyo primer artículo, consagra entre los grandes corazones una
completa igualdad. La beneficencia, que
une en uno solo dos corazones, es una
pasión celeste, tan incomprendida, tan
rara, como lo es el verdadero amor.
Uno y otra, son la prodigalidad de
las grandes almas. Rastignac quería
llegar al baile de la duquesa de
Carigliano y capeó aquel temporal.
hierro bajo el guante finísimo; la
personalidad, el egoísmo, bajo los
modales; la madera bajo el barniz.
Oyó, por fin, el yo EL REY, que comienza bajo los penachos del trono, y acaba bajo la cimera del último gentilhombre.
Eugéne se había abandonado con demasiada facilidad a la creencia en las
noblezas de la mujer. Como todo desgraciado, había firmado con demasiada buena fe el delicioso pacto que
debe ligar al bienhechor y al favorecido, y cuyo primer artículo consagra
entre los grandes corazones una completa igualdad. La beneficencia que reúne dos seres en uno solo es una pasión celeste, tan incomprendida, tan
rara como el amor verdadero. El uno
y la otra son la prodigalidad de las almas hermosas. Rastignac quería conseguir el ir al baile de la duquesa de
Carigliano, y se tragó la borrasca.
the velvet glove—the personality, the egoism beneath the manner, the wood beneath
the varnish. In short, he heard that unmistakable I THE KING that issues from the
plumed canopy of the throne, and finds its
last echo under the crest of the simplest
gentleman.
Eugene had trusted too implicitly to
the generosity of a woman; he could not
believe in her haughtiness. Like all the
unfortunate, he had subscribed, in all
good faith, the generous compact which
should bind the benefactor to the recipient, and the first article in that bond,
between two large-hearted natures, is a
perfect equality. The kindness which
knits two souls together is as rare, as
divine, and as little understood as the
passion of love, for both love and kindness are the lavish generosity of noble
natures. Rastignac was set upon going
to the Duchesse de Carigliano’s ball, so
he swallowed down this rebuff.
— Madame, dit-il d’une voix
émue, s’il ne s’agissait pas d’une
chose importante, je ne serais pas venu
vous importuner; soyez assez gracieuse pour me permettre de vous voir
plus tard, j’attendrai.
—Señora —dijo con voz conmovida—, si no se tratase de una
cosa importante, no habría venido a molestarla. Sea tan buena de
p e r m i t i r m e v e r l a m á s t a r d e . Yo
esperaré.
—Señora —dijo con voz conmovida—, no se trata de nada importante; de ninguna manera hubiera venido
a importunarla, sea usted tan amable
que me permita el verla más tarde. Esperaré.
“Madame,” he faltered out,
“I would not have come to
trouble you about a trifling
matter; be so kind as to permit me to see you later, I can
wait.”
— Eh bien! venez dîner avec moi,
dit-elle un peu confuse de la dureté
qu’elle avait mise dans ses paroles; car
cette femme était vraiment aussi
bonne que grande.
—Muy bien, venga a cenar conmigo
—dijo ella, un poco confusa, por la dureza que había puesto en sus palabras,
pues esta gran mujer era verdaderamente tan buena como grande.
—Pues bien, venga a comer conmigo —dijo ella un poco confusa por
la dureza que había puesto en sus palabras, puesto que esta mujer era tan
buena como grande.
[434]
Aunque agradecido a este cambio
repentino, Eugéne se dijo al marchar:
—Arrástrate, sopórtalo todo.
¿Qué serán los demás cuando, en
un momento, la mejor de las mujeres borra las promesas de su
amistad y te abandona como a un
zapato viejo? Es verdad que su
casa no es una tienda, y que la culpa es mía, que la necesito. Hay
que hacerse, como dice Vautrin,
bala de cañón.
Las amargas reflexiones del estudiante fueron pronto disipadas pensando en el placer de comer en casa
de la condesa. Así, por una especie
de fatalidad, los menores acontecimientos de su vida conspiraban a
empujarle hacia la carrera en la que,
según las observaciones de la terrible esfinge de la casa Vauquer debía,
como sobre un campo de batalla,
matar para no ser muerto, engañar
para no ser engañado; dejar a la entrada su conciencia, su corazón, ponerse careta, burlarse sin piedad de
los hombres y, como en
Lacedemonia, coger la fortuna sin ser
visto para merecer la corona.
Cuando volvió a casa de la vizcondesa
la encontró llena de aquella bondad
graciosa que siempre le había mostra-
“Very well, come and dine with me,”
she said, a little confused by the harsh
way in which she had spoken, for this
lady was as genuinely kind-hearted as
she was high-born.
Quoique touché de ce retour souAunque impresionado por aquel
dain, Eugène se dit en s’en allant: cambio repentino, Eugenio se dijo al
«Rampe, supporte tout. Que doi- marcharse: «Arrástrate, sopórtalo
vent être les autres, si, dans un todo. ¿Qué serán las otras, si en un
moment, la meilleure des femmes momento, la mejor de las mujeres,
efface les promesses de son amitié, XXolvida sus promesas dé amitad y te
te laisse là comme un vieux soulier? trata como un zapato viejo? ¿Cada
Chacun pour soi, donc? Il est vrai uno para sí, entonces? Es cierto que
que sa maison n’est pas une bouti- su casa no es una tienda y que estoy
que, et que j’ai tort d’avoir besoin equivocado teniendo necesidad de
d’elle. Il faut, comme dit Vautrin, ella. Hay que —como dice Vautrin—
se faire boulet de canon.»
convertirse en bala de cañón.»
Les amères réflexions de l’étudiant Las amargas reflexiones del estudianfurent bientôt dissipées par le plaisir te se disiparon enseguida, por el plaqu’il se promettait en dînant chez la cer que se prometía, cenando en casa
vicomtesse. Ainsi, par une sorte de de la vizcondesa. Así, por una especie
fatalité, les moindres événements de de fatalidad, los más pequeños aconsa vie conspiraient à le pousser dans tecimientos de su vida conspiraron
la carrière où, suivant les observations para ponerle en la ruta, en la que, sedu terrible sphinx de la Maison gún las observaciones de la terrible
Vauquer, il devait, comme sur un esfinge de la casa Vauquer, tenía, como
champ de bataille, tuer pour ne pas en un campo de batalla, que matar para
être tué, tromper pour ne pas être no ser muerto, engañar para no ser entrompé; où il devait déposer à la bar- gañado; donde tendría que depositar en
rière sa conscience, son coeur, mettre la barrera su conciencia, su corazón,
un masque, se jouer sans pitié des ponerse una máscara, burlarse sin piehommes, et, comme à Lacédémone, d a d d e l o s h o m b r e s , y c o m o ,
saisir sa fortune sans être vu, pour Lacedemon (50) coger su fortuna, sin
mériter la couronne.
ser visto, para merecer la corona.
Quand il revint chez la vicomtesse, C u a n d o v o l v i ó a c a s a d e l a
il la trouva pleine de cette bonté gra- vizcondesa, la encontró llena de aquecieuse qu’elle lui avait toujours té- lla bondad graciosa, que le había testi-
104
Eugene was touched by this sudden relenting,
but none the less he said to himself as he went
away, “Crawl in the dust, put up with every
kind of treatment. What must the rest of the
world be like when one of the kindest of
women forgets all her promises of befriending me in a moment, and tosses me aside like
an old shoe? So it is every one for himself?
It is true that her house is not a shop, and I
have put myself in the wrong by needing her
help. You should cut your way through the
world like a cannon ball, as Vautrin said.”
But the student’s bitter thoughts
were soon dissipated by the pleasure
which he promised himself in this dinner with the Vicomtesse. Fate seemed
to determine that the smallest accidents
in his life should combine to urge him
into a career, which the terrible sphinx
of the Maison Vauquer had described
as a field of battle where you must either slay or be slain, and cheat to avoid
being cheated. You leave your conscience and your heart at the barriers,
and wear a mask on entering into this
game of grim earnest, where, as in ancient Sparta, you must snatch your
prize without being detected if you
would deserve the crown.
On his return he found the
Vicomtesse gracious and kindly, as
she had always been to him. They
Balzac’s Goriot
10
moignée. Tous deux allèrent dans une
salle à manger où le vicomte attendait
sa femme, et où resplendissait ce luxe
de table qui sous la Restauration fut
poussé, comme chacun le sait, au plus
haut degré. Monsieur de Beauséant,
semblable à beaucoup de gens blasés,
n’avait plus guère d’autres plaisirs
que ceux de la bonne chère; il était
en fait de gourmandise de l’école de
Louis XVIII et du duc d’Escars. Sa
table offrait donc un double luxe,
celui du contenant et celui du contenu. Jamais semblable spectacle
n’avait frappé les yeux d’Eugène,
qui dînait pour la première fois dans
une de ces maisons où les grandeurs
sociales sont héréditaires. La mode
venait de supprimer les soupers qui
terminaient autrefois les bals de
l’Empire, où les militaires avaient
besoin de prendre des forces pour
se préparer à tous les combats qui
les attendaient au dedans comme
au-dehors. Eugène n’avait encore
assisté qu’à des bals. L’aplomb qui
le distingua plus tard si éminemment, et qu’il commençait à prendre, l’empêcha de s’ébahir niaisement. Mais en voyant cette argenterie sculptée, et les mille recherches
d’une table somptueuse, en admirant
pour la première fois un service fait
sans bruit, il était difficile à un
homme d’ardente imagination de ne
pas préférer cette vie constamment
élégante à la vie de privations qu’il
voulait embrasser le matin.
Sa pensée le rejeta pendant un moment
dans sa pension bourgeoise; il en eut
une si profonde horreur qu’il se jura
de la quitter au mois de janvier, autant
pour se mettre dans une maison propre
que pour fuir Vautrin, dont il sentait la
large main sur son épaule. Si l’on vient
à songer aux mille formes que prend à
Paris la corruption, parlante ou muette,
un homme de bon sens se demande par
quelle aberration l’Etat y met des écoles, y assemble des jeunes gens, comment les jolies femmes y sont respectées, comment l’or étalé par les changeurs ne s’envole pas magiquement de
leurs sébiles. Mais si l’on vient à songer qu’il est peu d’exemples de crimes,
voire même de délits commis par les
jeunes gens, de quel respect ne doit-on
pas être pris pour ces patients Tantales
qui se combattent eux-mêmes, et sont
presque toujours victorieux!
S’il était bien peint dans sa lutte avec
Paris, le pauvre étudiant fournirait un
des sujets les plus dramatiques de notre civilisation moderne.
Madame de Beauséant regardait vainement Eugène pour le convier à parler, il ne voulut rien dire en présence
du vicomte.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
moniado siempre. Se fueron los dos al
comedor, donde el vizconde esperaba a
su mujer y donde refulgía aquel lujo de
mesa que, en la Restauración, como todos saben, fue llevado hasta el más alto
grado. [171] El señor de Beauseant, semejante a muchas personas cansadas,
no disfrutaba casi de otros placeres
que los de la buena mesa. En lo de la
golosina, era de la escuela de Luis
XVI y del duque de Estarse. Su mesa
ofrecía pues un lujo doble: el del continente, y el del contenido. Jamás espectáculo semejante se había presentado ante los ojos de Eugenio, que
comía, por primera vez en su vida, en
una de esas casas, en las que, las grandezas sociales son hereditarias. La
moda acababa de terminar con las cenas que remataban, a veces, los bailes del Imperio, en que los militares
tenían necesidad de reponer fuerzas
para prepararse a todos los combates
que les esperaban, tanto dentro como
fuera. Eugenio no había asistido todavía más que a bailes. El aplomo que
le distinguió más tarde, tan eminentemente y que comenzaba a adquirir,
le impidió quedarse embobado estúpidamente. Pero al ver aquella vajilla de plata labrada, y los mil hallazgos de una mesa suntuosa, admirando, por primera vez, un servicio realizado sin ruido, resultaba difícil
para un hombre de imaginación, no
preferir esta vida, siempre elegante,
a la vida de privaciones que quería
abrazar por la mañana.
Su pensamiento lo proyectó, por un momento, a la pensión burguesa. Sintió tal
horror de ella, que se juró abandonarla
en el mes de enero, tanto para meterse
en una casa limpia, como para librarse
de Vautrin, cuya ancha mano sentía en
su hombro. Si uno viene a pensar, en las
mil formas que toma en París la corrupción, parlante o muda, un hombre con
sentido común se pregunta, por qué razón o aberración el Estado pone allí escuelas, reúne personas jóvenes. Cómo las
mujeres hermosas son allí respetadas y
cómo el oro, exhibido por los que hacen
cambios, no se evapora mágicamente de
sus esportillas. Pero si uno se aviene a
pensar que existen pocos crímenes, incluso pocos delitos, cometidos por personas
jóvenes, ¿de qué repesto no se verá uno
sobrecogido hacia esos pacientes tántalos
(51), que luchan [172] contra sí mismos
y son, casi siempre victoriosos?
Si fuera bien pintado en su lucha contra
París, el joven estudiante procuraría uno
de los temas más dramáticos de nuestra
civilización moderna.
La señora de Beauseant miraba, en
vano, al joven, para invitarle a hablar. Él no quiso decir nada, en presencia del vizconde.
do. Los dos pasaron a un comedor en
el que el vizconde esperaba a su mujer, y en el que resplandecía ese lujo
de mesa que alcanzó durante la Restauración, como todos saben, su más
alto grado. El señor de Beauséant,
como muchos hombres gastados, no
tenía otros placeres que los de la comida, y se había dado a la gula, escuela de Luis XVIII y del duque de
Escars. Su mesa ofrecía, por tanto, un
doble lujo: el del continente y el del
contenido. Jamás los ojos de Eugéne,
que cenaba por vez primera en una de
esas casas en que las grandezas sociales son hereditarias, habían contemplado un espectáculo semejante. La
moda había suprimido las cenas con
que terminaban antaño los bailes del
Imperio, en los que los militares tenían necesidad de coger fuerzas para
prepararse [435] para los combates
que les esperaban, tanto fuera como
dentro. Eugéne no había asistido
hasta entonces más que a los bailes.
El aplomo que le distinguió tan eminentemente más tarde, y que comenzaba ya a tener, le permitió no quedar
pasmado como un tonto. Pero viendo
aquel servicio de plata esmaltada, y
los mil refinamientos de una mesa
suntuosa, admirando por primera vez
un servicio verificado sin meter ruido, era difícil, para un hombre de imaginación ardiente, el no preferir esta
vida constantemente elegante a la vida
de privaciones que por la mañana había querido abrazar.
Su pensamiento lo llevó durante un
momento a su casa de huéspedes, y le
produjo tal horror que se juró abandonarla para el mes de enero, tanto por
ir a vivir a una casa limpia como para
huir de Vautrin, cuya mano poderosa
sentía sobre sus hombros. Si se piensa en las mil formas que toma en París la corrupción, parlante o moda, un
hombre de buen sentido se pregunta
por qué aberración el Estado establece escuelas donde reúne a la gente joven, cómo se respeta a las mujeres bonitas, cómo el oro expuesto por los
agentes de cambio no se escapa
mágicamente de sus cestillas. Pero si,
en cambio, se piensa que hay pocos
ejemplos de crímenes y hasta delitos
cometidos por jóvenes, ¡qué respeto
no se debe sentir hacia esos pacientes
Tántalos que se combaten a sí mismos
y salen casi siempre victoriosos!
Si se acertara a pintar la lucha del
pobre estudiante con París, se acertaría
con uno de los motivos más dramáticos
de nuestra moderna civilización.
La señora de Beauséant miraba en
vano a Eugéne para invitarle a hablar;
pero éste nada quiso decir en presencia del vizconde.
105
tr. Ellen Marriage
went together to the dining-room,
where the Vicomte was waiting for
his wife. In the time of the Restoration the luxury of the table was carried, as is well known, to the highest
degree, and M. de Beauseant, like
many jaded men of the world, had few
pleasures left but those of good cheer;
in this matter, in fact, he was a gourmand of the schools of Louis XVIII.
and of the Duc d’Escars, and luxury
was supplemented by splendor. Eugene, dining for the first time in a house
where the traditions of grandeur had
descended through many generations,
had never seen any spectacle like this
that now met his eyes. In the time of the
Empire, balls had always ended with a
supper, because the officers who took part
in them must be fortified for immediate
service, and even in Paris might be called
upon to leave the ballroom for the battlefield. This arrangement had gone out
of fashion under the Monarchy, and
Eugene had so far only been asked to
dances. The self-possession which
pre-eminently distinguished him in
later life already stood him in good
stead, and he did not betray his
amazement. Yet as he saw for the first
time the finely wrought silver plate,
the completeness of every detail, the
sumptuous dinner, noiselessly served,
it was difficult for such an ardent
imagination not to prefer this life of
studied and refined luxury to the hardships of the life which he had chosen
only that morning.
His thoughts went back for a moment to the
lodging-house, and with a feeling of profound
loathing, he vowed to himself that at New Year
he would go; prompted at least as much by a desire to live among cleaner surroundings as by a
wish to shake off Vautrin, whose huge hand he
seemed to feel on his shoulder at that moment.
When you consider the numberless forms, clamorous or mute, that corruption takes in Paris, common-sense begins to wonder what mental aberration prompted the State to establish great colleges
and schools there, and assemble young men in
the capital; how it is that pretty women are respected, or that the gold coin displayed in the
money-changer’s wooden saucers does not take
to itself wings in the twinkling of an eye; and when
you come to think further, how comparatively few
cases of crime there are, and to count up the misdemeanors committed by youth, is there not a certain amount of respect due to these patient
Tantaluses who wrestle with themselves and
nearly always come off victorious?
The struggles of the poor student in Paris, if skilfully drawn,
would furnish a most dramatic
picture of modern civilization.
In vain Mme. de Beauseant looked
at Eugene as if asking him to speak; the
student was tongue-tied in the Vicomte’s
presence.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— Me menez-vous ce soir
aux Italiens? demanda la vicomtesse à son mari.
—¿Me llevas a los Italianos? —preguntó la vizcondesa
a su marido.
—¿Me lleváis esta noche a
los Italianos? —preguntó la
vizcondesa a su marido.
“Are you going to take me to the
Italiens this evening?” the Vicomtesse
asked her husband.
— Vous ne pouvez douter du
plaisir que j’aurais à vous obéir,
répondit-il avec une galanterie moqueuse dont l’étudiant fut la dupe,
mais je dois aller rejoindre quelqu’un aux Variétés.
—No puede dudar del placer que
me causaría obedecerla —respondió, con una galantería burlona, que
hizo mella en el estudiante—. Pero,
tengo que ir a encontrarme con alguien, en las Varietés.
—No se puede dudar del placer
que tendría en obedecerla —respondió él con una burlona galantería, de la que [436] no se enteró
el estudiante—; pero tengo una
cita en Variedades.
“You cannot doubt that I should
obey you with pleasure,” he answered, and there was a sarcastic
tinge in his politeness which Eugene
did not detect, “but I ought to go to
meet some one at the Varietes.”
— Sa maîtresse, se dit-elle.
— Vo u s n ’ a v e z d o n c p a s
d’Ajuda ce soir? demanda le
vicomte.
— Non, répondit-elle avec humeur.
—Su querida —se dijo ella.
“His mistress,” said she to herself.
—Su querida —se dijo ella.
—¿Es que no tiene usted a
d’Adjuda esta noche? —preguntó el
vizconde.
—¿De manera que esta noche no
hay de Ajuda? —preguntó el
vizconde.
“Then, is not Ajuda coming for
you this evening?” inquired the
Vicomte.
—No —respondió ella malhumorada.
“No,” she answered, petulantly.
—¡No! —contestó ella, de mal humor.
— Eh bien! s’il vous faut absolument un bras, prenez celui de monsieur de Rastignac.
—Bueno pues, si le es absolutamente imprescindible un brazo, tome
el del señor de Rastignac.
—Pues bien: si le es absolutamente indispensable un brazo, coja usted
el del señor de Rastignac.
“Very well, then, if you really must
have an arm, take that of M. de
Rastignac.”
La vicomtesse regarda Eugène en
souriant.
La vizcondesa miró a Eugenio
sonriendo:
La vizcondesa miró a Eugéne sonriente y dijo:
The Vicomtess turned to Eugene
with a smile.
— Ce sera bien compromettant
pour vous, dit-elle.
—Le ha puesto en un compromiso.
—Para usted
compromiso.
un
“That would be a very compromising step for you,” she said.
— Le Français aime le péril, parce
qu’il y trouve la gloire, a dit monsieur
de Chateaubriand, répondit Rastignac
en s’inclinant.
—El francés ama el peligro porque en él encuentra la gloria, dice el
señor de Chateaubriand —respondió
Eugenio, inclinándose.
—El francés ama el peligro porque encuentra en él la gloria, ha dicho Chateaubriand —respondió
Rastignac inclinándose.
“ ‘A Frenchman loves danger, because in danger there is glory,’ to quote
M. de Chateaubriand,” said Rastignac,
with a bow.
Quelques moments après, il fut
emporté près de madame de
Beauséant, dans un coupé rapide, au
théâtre à la mode, et crut à quelque
féerie lorsqu’il entra dans une loge de
face, et qu’il se vit le but de toutes les
lorgnettes concurremment avec la vicomtesse, dont la toilette était délicieuse. Il marchait d’enchantements
en enchantements.
Momentos después, fue conducido, junto a la señora de
Beauseant, en un cupé rápido, al
teatro de moda. Creyó en hechizos
y encantamientos, cuando se vio
en un palco central y se sintió el
b l a n c o d e t o d o s l o s impertinentes,
junto a la vizcondesa, cuyo atuendo era delicioso. Iba de maravilla
en maravilla.
Algunos momentos después un cupé
conducía a la vizcondesa y al estudiante rápidamente al teatro de moda.
Cuando Rastignac entró en su
palco y vio que, en unión de la
vizcondesa, cuya toilette era deliciosa, era el blanco de los anteojos,
le pareció aquello cosa de magia.
Caminaba de encantamiento en encantamiento.
A few moments later he was sitting beside Mme. de Beauseant in a brougham, that
whirled them through the streets of Paris
to a fashionable theatre. It seemed to him
that some fairy magic had suddenly transported him into a box facing the stage. All
the lorgnettes of the house were pointed at
him as he entered, and at the Vicomtesse in
her charming toilette. He went from enchantment to enchantment.
— Vous avez à me parler, lui dit
madame de Beauséant. Ah! tenez,
voici madame de Nucingen à trois loges de la nôtre. Sa soeur et monsieur
de Trailles sont de l’autre côté.
—Usted tenía algo que decirme —le
dijo la señora de Beauseant—. ¡Ah! Mire.
La señora de Nucingen, a tres palcos del
nuestro. Su hermana y el señor de Trailles,
están en dirección contraria.
—Usted tenía que hablarme. ¡Ah!
¡Qué casualidad! Ahí tiene a la señora de Nucingen, tres palcos más allá
del nuestro. Su hermana y el señor de
Trailles están al otro lado.
“You must talk to me, you know,”
said Mme. de Beauseant. “Ah! look!
There is Mme. de Nucingen in the third
box from ours. Her sister and M. de
Trailles are on the other side.”
En disant ces mots, la vicomtesse
regardait la loge où devait être mademoiselle de Rochefide, et, n’y voyant
pas monsieur d’Ajuda, sa figure prit
un éclat extraordinaire.
Diciendo estas palabras la vizcondesa
miraba hacia el palco, donde debía encontrarse la señorita de Rochefide y, no
viendo allí al señor d’Adjuda, su rostro
adquirió un brillo extraordinario.
Mientras decía esto, la vizcondesa
miraba al palco en que debía estar la
señorita Rochefide y, al no ver al señor de Ajuda, su fisonomía se animó
extraordinariamente.
The Vicomtesse glanced as she spoke
at the box where Mlle. de Rochefide
should have been; M. d’Ajuda was not
there, and Mme. de Beauseant’s face
lighted up in a marvelous way.
— Elle est charmante, dit Eugène
après avoir regardé madame de
Nucingen.
—Es encantadora —dijo Eugenio,
después de haber mirado a la señora
de Nucingen. [173]
—Es encantadora —dijo Eugéne,
después de haber mirado a la señora
de Nucingen.
“She is charming,” said Eugene, after looking at Mme. de
Nucingen.
— Elle a les cils blancs.
— Oui, mais quelle jolie taille
mince!
es
—Tiene las pestañas blancas.
—Tiene las pestañas blancas.
—Sí. ¡Pero qué maravilloso talle
delgado!
—Sí; pero ¡qué talle tan bonito, tan
esbelto!
“She has white eyelashes.”
“Yes, but she has such a pretty slender figure!”
— Elle a de grosses mains.
—Tiene las manos grandes.
—Tiene las manos grandes.
“Her hands are large.”
— Les beaux yeux!
—Y unos ojos preciosos.
—Pero ¡qué hermosos ojos!
“Such beautiful eyes!”
106
Balzac’s Goriot
— Elle a le visage en long.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
—Tiene la cara muy larga.
—Tiene la cara alargada.
tr. Ellen Marriage
“Her face is long.”
— Mais la forme longue a de la distinction.
— Cela est heureux pour elle qu’il
y en ait là. Voyez comment elle prend
et quitte son lorgnon! Le Goriot perce
dans tous ses mouvements, dit la vicomtesse au grand étonnement
d’Eugène.
—Pero la forma alar gada tiene
mucha distinción.
—Pues vaya suerte que tiene entonces. Fíjese cómo coge y cómo se
quita su impertinente. Lo Goriot rezuma en todos sus movimientos —
dijo la vizondesa con gran asombro
de Eugenio.
—Eso mismo le da distinción.
[437]
—¡Tanto mejor para ella! Porque
mire usted cómo coge el monóculo
para quitárselo. Los Goriot aparecen
en todos sus movimientos —dijo la
vizcondesa con gran asombro de
Eugéne.
“ Ye s , b u t l e n g t h g i v e s d i s tinction.”
“It is lucky for her that she has some
distinction in her face. Just see how she
fidgets with her opera-glass! The Goriot
blood shows itself in every movement,”
said the Vicomtesse, much to Eugene’s
astonishment.
En effet, madame de Beauséant
lorgnait la salle et semblait ne pas
faire attention à madame de
Nucingen, dont elle ne perdait cependant pas un geste. L’assemblée
était exquisément belle. Delphine
de Nucingen n’était pas peu flattée
d’occuper exclusivement le jeune,
le beau, l’élégant cousin de madame
de Beauséant, il ne regardait
qu’elle.
En efecto, la señora de Beauseant
escudriñaba la sala con sus prismáticos y parecía no prestar atención a
la señora de Nucingen de la que no
se perdía ni un gesto. La concurrencia era exquisitamente bella. Delfina
de Nucingen, no estaba poco halagada por ocupar, exclusivamente, al
joven y elegante primo de la de
Beauseant, no la miraba más que a
ella.
En efecto: la señora de Beauséant
examinaba la sala con sus anteojos y,
aunque parecía que no se fijaba en la
señora de Nucingen, no la perdía, sin
embargo, un solo gesto. El público era
verdaderamente escogido. Delphine
de Nucingen estaba satisfechísima de
ocupar exclusivamente la atención del
joven, guapo y elegante primo de la
señora de Beauséant, que no miraba a
ninguna otra.
Indeed, Mme. de Beauseant seemed to be
engaged in making a survey of the house, and
to be unconscious of Mme. Nucingen’s existence; but no movement made by the latter was
lost upon the Vicomtesse. The house was full
of the loveliest women in Paris, so that
Delphine de Nucingen was not a little flattered
to receive the undivided attention of Mme. de
Beauseant’s young, handsome, and welldressed cousin, who seemed to have no eyes
for any one else.
— Si vous continuez à la couvrir
de vos regards, vous allez faire scandale, monsieur de Rastignac. Vous ne
réussirez à rien, si vous vous jetez
ainsi à la tête des gens.
—Si sigue cubriéndola con sus
miradas, va a dar un escándalo,
señor de Rastignac. No logrará
nada si se lanza así contra la cara
de la gente.
—Si continúa usted mirándola
así va usted a escandalizar a la gente, señor de Rastignac. No triunfará nunca si se echa de ese modo
sobre las gentes.
“If you look at her so persistently, you will make people talk,
M. de Rastignac. You will never
succeed if you fling yourself at any
one’s head like that.”
— Ma chère cousine, dit Eugène,
vous m’avez déjà bien protégé; si
vous voulez achever votre ouvrage,
je ne vous demande plus que de me
rendre un service qui vous donnera
peu de peine et me fera grand bien.
Me voilà pris.
—Mi querida prima —dijo
Eugenio—. Usted me ha protegido mucho ya; si quiere terminar
su obra, no le pido más que me
haga un favor que le costará muy
poco y me hará un gran bien. Estoy prendado.
—Mi querida prima —dijo
Eugéne—, usted me ha protegido ya;
si quiere dar cima a su obra, no le
pido más que un pequeño servicio,
que a usted no le costará gran cosa y
que a mí me hará un gran bien. Estoy
enamorado.
“My dear cousin,” said Eugene,
“you have protected me indeed so
far, and now if you would complete
your work, I only ask of you a favor
which will cost you but little, and
be of very great service to me. I have
lost my heart.”
— Déjà?
—¿Ya?
—¿Ya?
“Already!”
— Oui.
—Sí.
—Sí.
“Yes.”
— Et de cette femme?
—¿Y por esa mujer?
—¿Y de esa mujer?
“And to that woman!”
— Mes prétentions seraient-elles
donc écoutées ailleurs? dit-il en
lançant un regard pénétrant à sa
cousine. Madame la duchesse de
Carigliano est attachée à madame la
duchesse de Berry, reprit-il après
une pause, vous devez la voir, ayez
la bonté de me présenter chez elle
et de m’amener au bal qu’elle donne
lundi. J’y rencontrerai madame de
Nucingen, et je livrerai ma première
escarmouche.
—¿Serían mis pretensiones oídas
en otra parte? —dijo, echándole
una mirada penetrante a su prima—
. La señora duquesa de Carigliano
es pariente de la señora duquesa de
Barry —prosiguió, después de una
pausa—,usted debe verla. Tenga la
bondad de presentármela y de llevarme al baile que da, el lunes que
viene, en su casa. Allí veré a la de
Nucingen y libraré mi primera escaramuza.
—¿Habría, acaso, alguna otra que
escuchase mis pretensiones? —dijo
Eugéne, lanzando una mirada penetrante a su prima—. La señora duquesa de Carigliano es parienta de la señora duquesa de Berri —repuso, después de una pausa—, y como usted
tiene que verla, tenga la bondad de
presentármela y de llevarme al baile
que da el lunes. Allí encontraré a la
señora de Nucingen y libraré la primera escaramuza.
“How could I aspire to find any
one else to listen to me?” he asked,
with a keen glance at his cousin.
“Her Grace the Duchesse de
Carigliano is a friend of the
Duchesse de Berri,” he went on, after a pause; “you are sure to see her,
will you be so kind as to present me
to her, and to take me to her ball on
Monday? I shall meet Mme. de
Nucingen there, and enter into my
first skirmish.”
— Volontiers, dit-elle. Si vous
vous sentez déjà du goût pour
elle, vos affaires de coeur vont
très bien. Voici de Marsay dans
la loge de la princesse
Galathionne.
Madame
de
Nucingen est au supplice, elle se
dépite. Il n’y a pas de meilleur
moment pour aborder une femme,
surtout une femme de banquier.
Ces dames de la Chaussée-d’Antin aiment toutes la vengeance.
—De mil amores —dijo ella—.
Si siente usted ya agrado por ella,
sus asuntos de amor van viento en
popa. Mire a de Marsay en el palco de la señora princesa
Galathionne. La señora de
Nucingen está sufriendo, está
despechada. No hay mejor momento para abordar a una mujer, sobre
todo a una mujer de banquero. A
esas señoras de la Chaussée d’Antin
les gusta la venganza, a todas.
—Con mucho gusto —dijo la
vizcondesa—. Si se siente usted ya inclinado hacia ella, sus asuntos sentimentales van muy bien. De Marsey
está en el palco de la princesa
Galathionne. La señora de Nucingen
está pasando un verdadero suplicio,
está despechada. No hay momento
[438] mejor para abordar a una mujer, sobre todo a una mujer de banquero. A esas damas de la Calzada de
Antin les gusta mucho la venganza.
“Willingly,” she said. “If you
have a liking for her already, your
a ff a i r s o f t h e h e a r t a r e l i k e t o
prosper. That is de Marsay over
there
in
the
Princesse
G a l a t h i o n n e ’s b o x . M m e . d e
Nucingen is racked with jealousy.
There is no better time for approaching a woman, especially if
she happens to be a banker ’s wife.
All those ladies of the Chausseed’Antin love revenge.”
107
Balzac’s Goriot
— Que feriez-vous donc, vous, en
pareil cas?
— Moi, je souffrirais en silence.
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
—¿Qué haría usted en similar circunstancia?
—Usted ¿qué haría en un caso parecido?
—Yo sufriría en silencio.
—Sufriría en silencio.
tr. Ellen Marriage
“Then, what would you do yourself
in such a case?”
“I should suffer in silence.”
En ce moment le marquis d’Ajuda
se présenta dans la loge de madame
de Beauséant.
En aquel momento el marqués
d’Adjuda se presentó en el palco de
la señora de Beauseant. [174-5]
En este momento el marqués de
Ajuda se presentó en el palco de la señora de Beauséant.
At this point the Marquis
d’Ajuda appeared in Mme. de
Beauseant’s box.
— J’ai mal fait mes affaires afin
de venir vous retrouver, dit-il, et je
vous en instruis pour que ce ne soit
pas un sacrifice.
—He dejado mis asuntos
abandonados para venir a verla, y se lo digo para que eso
no sea un sacrificio.
—He hecho mis asuntos de mala
manera por venir a encontrarla —
dijo— y se lo comunico para que eso
no constituya un sacrificio.
“I have made a muddle of my affairs to come to you,” he said, “and
I am telling you about it, so that it
may not be a sacrifice.”
Les rayonnements du visage de la vicomtesse apprirent à Eugène à reconnaître les expressions d’un véritable amour,
et à ne pas les confondre avec les simagrées de la coquetterie parisienne. Il admira sa cousine, devint muet et céda sa
place à monsieur d’Ajuda en soupirant.
«Quelle noble, quelle sublime créature est une femme qui aime ainsi!
se dit-il. Et cet homme la trahirait
pour une poupée! comment peut-on
la trahir?»
La irradiación del rostro de la
vizcondesa enseñó a Eugenio a reconocer las expresiones de un amor verdadero y a no confundirlo con las muecas de la coquetería parisina. Admiró
a su prima, enmudeció y le cedió el sitio al señor d’Adjuda suspirando «¡Qué
noble, qué sublime criatura es una
mujer, que ama de esta manera!», se
dijo. «Y este hombre será capaz de
traicionarla por una muñequita. ¿Cómo
puede uno traicionarla?»
El rostro radiante de la vizcondesa
enseñó a Eugéne a reconocer las expresiones de un verdadero amor y a
no confundirlas con las monadas de
la coquetería parisiense. Admiró a su
prima, se quedó mudo, y cedió su sitio al señor de Ajuda, suspirando.
—¡Qué noble, qué sublime criatura es una mujer que ama así! —se
dijo—. ¡Y este hombre la abandonará
por esa muñeca! ¿Cómo puede hacer
tal cosa?
Eugene saw the glow of joy on the
Vicomtesse’s face, and knew that this
was love, and learned the difference
between love and the affectations of
Parisian coquetry. He admired his
cousin, grew mute, and yielded his
place to M. d’Ajuda with a sigh.
“How noble, how sublime a woman
is when she loves like that!” he said to
himself. “And HE could forsake her for
a doll! Oh! how could any one forsake
her?”
Il se sentit au coeur une rage d’enfant.
Il aurait voulu se rouler aux pieds de
madame de Beauséant, il souhaitait le
pouvoir des démons afin de l’emporter dans son coeur, comme un aigle
enlève de la plaine dans son aire une
jeune chèvre blanche qui tette encore.
Il était humilié d’être dans ce grand
Musée de la beauté sans son tableau,
sans une maîtresse à lui.
Sintió en su corazón la furia de un
niño. Hubiera querido echarse a los
pies, de la señora de Beauseant, deseaba tener el poder de los demonios para
poder triunfar en su corazón, como un
águila se lleva, de la llanura hasta su
nido, un cabritillo que todavía mama.
Estaba humillado por estar en aquel
museo de la belleza sin tener su cuadro, sin una querida para él.
Sintió una rabia de niño. Hubiera
querido echarse a los pies de la señora de Beauséant, y hubiera querido
tener el poder de los demonios para
lograr apoderarse de su corazón como
un águila se remonta en los aires con
un corderillo blanco, todavía mamón.
Estaba humillado de estar en aquel
gran museo de la belleza sin tener su
cuadro propio, su querida.
There was a boy’s passionate indignation in his heart. He could have flung himself at Mme. de Beauseant’s feet; he
longed for the power of the devil if he
could snatch her away and hide her in his
heart, as an eagle snatches up some white
yeanling from the plains and bears it to its
eyrie. It was humiliating to him to think
that in all this gallery of fair pictures he
had not one picture of his own.
« Avoir une maîtresse et une position quasi
royale, se disait-il, c’est le signe de la puissance!»
Et il regarda madame de Nucingen comme
un homme insulté regarde son adversaire.
La vicomtesse se retourna vers lui pour
lui adresser sur sa discrétion raille remerciements dans un clignement d’yeux. Le
premier acte était fini.
«Tener una querida es una posición
casi real», se decía. «Es el signo del
poder.»
Y miró a la señora de Nucingen,
como un hombre insultado mira a su
adversario. La vizcondesa se volvió
hacia él para darle mil gracias por su
discreción, con un guiño. El primer
acto había terminado.
—Tener una querida y una posición
casi regia —se decía— es el signo del
poderío.
Y miró a la señora de Nucingen
como un hombre ofendido mira a su
adversario. La vizcondesa se volvió
hacia él para mostrarle, con un guiño,
el agradecimiento por su discreción.
El primer acto había terminado.
“To have a mistress and an almost royal
position is a sign of power,” he said to
himself.
And he looked at Mme. de Nucingen as
a man measures another who has insulted
him. The Vicomtesse turned to him, and
the expression of her eyes thanked him a
thousand times for his discretion. The
first act came to an end just then.
— Vous connaissez assez madame
de Nucingen pour lui présenter monsieur de Rastignac? dit-elle au marquis d’Ajuda.
—¿Conoce bastante a la señora de
Nucingen como para presentarle al
señor de Rastignac? —le dijo al marqués d’Adjuda.
—¿Conoce usted lo bastante
a la señora de Nucingen para
presentarle al señor de
Rastignac?
“Do you know Mme. de Nucingen
well enough to present M. de Rastignac
to her?” she asked of the Marquis
d’Ajuda.
— Mais elle sera charmée de voir
monsieur, dit le marquis.
—¡Pues claro! Ella estará encantada
de conocer al señor —dijo el marqués.
“She will be delighted,” said the
Marquis.
Le beau Portugais se leva, prit le
bras de l’étudiant, qui en un clin d’oeil
se trouva auprès de madame de
Nucingen.
El bello portugués se levantó,
tomó el brazo del estudiante, que, en
un abrir y cerrar de ojos se encontró
junto a la señora de Nucingen.
—¡Cómo! Y estará encantada de
conocerle.
[439]
El guapo portugués se levantó y cogió el brazo del estudiante, quien en un
abrir y cerrar de ojos, se encontró en presencia de la señora de Nucingen.
— Madame la baronne, dit le marquis, j’ai l’honneur de vous présenter
le chevalier Eugène de Rastignac, un
cousin de la vicomtesse de Beauséant.
Vous faites une si vive impression sur
lui, que j’ai voulu compléter son bonheur en le rapprochant de son idole.
—Señora baronesa —dijo el marqués—,tengo el honor de presentarle
al caballero Eugenio de Rastignac,
primo de la vizcondesa de Beauseant.
Le habéis causado una impresión tan
grande, que he querido completar su
dicha acercándole a su ídolo.
—Señora baronesa —dijo el marqués—,tengo el honor de presentarle
al caballero Eugéne de Rastignac, primo de la vizcondesa de Beauséant. Le
ha causado usted tan viva impresión
que he querido completar su felicidad
acercándolo a su ídolo.
“Madame,” said the Marquis, “I
have the honor of presenting to you the
Chevalier Eugene de Rastignac; he is a cousin of
Mme. de Beauseant’s. You have made so deep an
impression upon him, that I thought I would fill
up the measure of his happiness by bringing him
nearer to his divinity.”
11
108
The handsome Portuguese rose as he
spoke and took the student’s arm, and
in another moment Eugene found himself in Mme. de Nucingen’s box.
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Ces mots furent dits avec un certain accent de raillerie qui en faisait
passer la pensée un peu brutale, mais
qui, bien sauvée, ne déplaît jamais à
une femme. Madame de Nucingen
sourit, et offrit à Eugène la place de
son mari, qui venait de sortir.
Esas palabras fueron dichas con
cierto acento de guasa que hacía aceptar mejor la idea un poco brutal, pero
que, bien expresada, no desagrada nunca a una mujer. La señora de Nucingen
sonrió y ofreció a Eugenio la plaza de
su marido, que acababa de salir.
Estas palabras fueron dichas con un
cierto acento de burla, que disimulaba
el pensamiento un tanto brutal; pero
que, bien sorteado, nunca desagrada a
una mujer. La señora de Nucingen sonrió y ofreció a Eugéne el lugar de su
marido, que acababa de salir.
Words spoken half jestingly to
cover their somewhat disrespectful
import; but such an implication, if
carefully disguised, never gives offence to a woman. Mme. de Nucingen
smiled, and offered Eugene the place
which her husband had just left.
— Je n’ose pas vous proposer de
rester près de moi, monsieur, lui ditelle. Quand on a le bonheur d’être
auprès de madame de Beauséant,
on y reste.
—No me atrevo a rogarle que
se quede conmigo. Cuando uno
tiene la dicha de estar junto a la
señora de Beauseant, uno permanece allí.
—No me atrevo a decirle que se quede
a mi lado, caballero —dijo ella—, porque
cuando se tiene la dicha de estar al lado
de la señora de Beauséant, se debe permanecer junto a ella.
“I do not venture to suggest that you
should stay with me, monsieur,” she
said. “Those who are so fortunate as to
be in Mme. de Beauseant’s company do
not desire to leave it.”
— Mais, lui dit à voix basse
Eugène, il me semble, madame, que si
je veux plaire à ma cousine, je demeurerai près de vous. Avant l’arrivée de
monsieur le marquis, nous parlions de
vous et de la distinction de toute votre
personne, dit-il à haute voix.
—Pero —le dijo Eugenio en voz
baja—, me parece que si quiero darle gusto a mi prima, me quedaré aquí
a su lado. Antes de la llegada del señor marqués hablábamos de usted, de
la distinción de toda su persona —
dijo en voz alta.
—Pero me parece —le dijo Eugéne
en voz baja—, me parece, señora, que
si quiero agradar a mi prima debo permanecer a su lado. Antes de que llegara el marqués hablábamos de usted
y de su extraordinaria distinción —
dijo ya en voz alta.
“Madame,” Eugene said, lowering his voice, “I think that to please
my cousin I should remain with you.
Before my lord Marquis came we
were speaking of you and of your exceedingly distinguished appearance,” he added aloud.
Monsieur d’Ajuda se retira.
El señor d’Adjuda se retiró.
El señor de Ajuda se retiró.
M. d’Ajuda turned and left them.
— Vraiment, monsieur, dit la baronne, vous allez me rester? Nous ferons donc connaissance, madame de
Restaud m’avait déjà donné le plus vif
désir de vous voir.
—¿De verdad se va a quedar conmigo, señor? —dijo la baronesa—, [176]
entonces trabaremos amistad. La señora de Restaud me había inspirado ya el
más vivo deseo de conocerle.
—¿Es de veras, caballero, que
se va usted a quedar? Trabaremos
así amistad. La señora de Restaud
me ha hablado de usted y tenía
grandes ganas de verle.
“Are you really going to stay with me, monsieur?” asked the Baroness. “Then we shall make
each other’s acquaintance. Mme. de Restaud
told m e a b o u t y o u , a n d h a s m a d e m e
anxio u s t o m e e t y o u . ”
— Elle est donc bien fausse, elle
m’a fait consigner à sa porte.
—Pues es bien falsa. Me ha cerrado su puerta.
—¡Qué falsa!, después de haberme
cerrado la puerta de su casa.
“She must be very insincere, then, for
she has shut her door on me.”
— Comment?
— Madame, j’aurai la conscience
de vous en dire la raison; mais je réclame toute votre indulgence en vous
confiant un pareil secret. Je suis le
voisin de monsieur votre père. J’ignorais que madame de Restaud fût sa
fille. J’ai eu l’imprudence d’en parler
fort innocemment, et j’ai fâché madame votre soeur et son mari. Vous ne
sauriez croire combien madame la
duchesse de Langeais et ma cousine
ont trouvé cette apostasie filiale de
mauvais goût. Je leur ai raconté la
scène, elles en ont ri comme des folles. Ce fut alors qu’en faisant un parallèle entre vous et votre soeur, madame de Beauséant me parla en fort
bons termes, et me dit combien vous
étiez excellente pour mon voisin,
monsieur Goriot. Comment, en effet,
ne l’aimeriez-vous pas? il vous adore
si passionnément que j’en suis déjà
jaloux. Nous avons parlé de vous ce
matin pendant deux heures. Puis, tout
plein de ce que votre père m’a raconté,
ce soir en dînant avec ma cousine, je
lui disais que vous ne pouviez pas être
aussi belle que vous étiez aimante.
Voulant sans doute favoriser une si
chaude admiration, madame de
Beauséant m’a amené ici, en me disant avec sa grâce habituelle que je
vous y verrais.
—¿Cómo?
—¿Cómo?
—Señora, tendré la franqueza de
decirle la razón; pero reclamo toda
su indulgencia al confiarle semejante secreto. Soy el vecino de su señor padre. Ignoraba que la señora de
Restaud fuera su hija. Cometí la imprudencia de hablar de él muy inocentemente, y he enojado a vuestra
señora hermana y a su marido. No
podría usted creer de qué mal gusto
les ha parecido esta apostaría filial
a la señora duquesa de Langeais y a
mi prima. Les conté la escena y se
rieron como locas. Fue entonces
cuando haciendo un paralelo entre
usted y su hermana, la señora de
Beauseant me dijo de usted cosas
inmejorables y me dijo cuán excelente era para mi vecino, el señor
Goriot. Pero, ¿cómo no iba a quererle? La adora tan apasionadamente, que ya me siento celoso. Esta
mañana hemos hablado de usted durante dos horas. Después, todo lleno de lo que él me ha contado, esta
noche, cenando en casa de mi prima, le decía yo, que no podía ser
usted tan bella como cariñosa. Queriendo, sin duda, favorecer una admiración tan cálida, la señora de
Beauseant me ha traído aquí, diciéndome con su gracia habitual que la
vería a usted.
—Señora, voy a tener la sinceridad
de contarle la causa; pero reclamo toda
su indulgencia al confiarle un secreto
así. Soy vecino de su señor padre. Ignoraba que la señora de Restaud fuera su hija. Cometí la imprudencia de
hablarle de él, con completa inocencia, y provoqué el [440] enojo de su
hermana de usted y de su marido. No
se puede usted figurar del mal gusto
que la duquesa de Langeais y mi prima han encontrado esta apostasía filial. Les conté la escena y se echaron
a reír como locas. Y fue entonces
cuando, haciendo un paralelo entre
usted y su hermana, la señora de
Beauséant me habló. de usted en términos altamente elogiosos y me dijo
lo buena que era con mi vecino, el
señor Goriot. ¿Cómo, en efecto, podría usted no amarle? El la adora a
usted tan apasionadamente, que yo estoy ya celoso. Hemos hablado dos horas esta mañana de usted. Después, henchido de las cosas que su padre me había contado, esta noche, comiendo en
casa de mi prima, le he dicho que no
podía usted ser tan bella como buena.
Queriendo, sin duda, favorecer tan
ardiente admiración, la señora de
Beauséant me ha traído al teatro, diciéndome, con su gracia habitual,
que la vería.
109
“What?”
“Madame, I will tell you honestly
the reason why; but I must crave
your indulgence before confiding
such a secret to you. I am your
father ’s neighbor; I had no idea that
Mme. de Restaud was his daughter.
I was rash enough to mention his
name; I meant no harm, but I annoyed your sister and her husband
very much. You cannot think how
severely the Duchesse de Langeais
and my cousin blamed this apostasy on
a daughter’s part, as a piece of bad
taste. I told them all about it, and they
both burst out laughing. Then Mme. de
Beauseant made some comparison between you and your sister, speaking
in high terms of you, and saying how
very fond you were of my neighbor,
M. Goriot. And, indeed, how could you
help loving him? He adores you so
passionately that I am jealous already. We talked about you this morning for two hours. So this evening I
was quite full of all that your father
had told me, and while I was dining
with my cousin I said that you could
not be as beautiful as affectionate.
Mme. de Beauseant meant to
gratify such warm admiration, I
think, when she brought me here,
telling me, in her gracious way, that
I should see you.”
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
— Comment, monsieur, dit la
femme du banquier, je vous dois déjà
de la reconnaissance? Encore un peu,
nous allons être de vieux amis.
—¿Cómo señor? —dijo la mujer
del banquero—. ¿Tengo ya motivos
para estarle agradecida? Dentro de
nada seremos grandes amigos.
—¿De modo, caballero dijo la mujer
del banquero—, que ya le tengo motivos
de agradecimiento? Un poco más y
seremos como antiguos amigos.
“Then, even now, I owe you a debt
of gratitude, monsieur,” said the
banker’s wife. “We shall be quite old
friends in a little while.”
— Quoique l’amitié doive être
près de vous un sentiment peu vulgaire, dit Rastignac, je ne veux jamais être votre amie.
—Aunque la amistad debe a su
lado un sentimiento poco vulgar —
dijo Rastignac— No quiero, por nada
del mundo, ser sólo su amigo.
—Aunque la amistad en usted
debe de ser un sentimiento poco
vulgar —dijo Rastignac— no quiero jamás ser su amigo.
“Although a friendship with you
could not be like an ordinary friendship,” said Rastignac; “I should never
wish to be your friend.”
Ces sottises stéréotypées à
l’usage des débutants paraissent
toujours charmantes aux femmes,
et ne sont pauvres que lues à froid.
Le geste, l’accent, le regard d’un
jeune homme, leur donnent d’incalculables valeurs. Madame de
Nucingen trouva Rastignac charmant. Puis, comme toutes les femmes, ne pouvant rien dire à des
questions aussi drûment posées
que l’était celle de l’étudiant, elle
répondit à une autre chose.
Estas majaderías estereotipadas,
al uso de los debutantes, parecen
siempre encantadoras a las mujeres
y sólo resultan pobres leídas en frío.
El gesto, la mirada, el acento de un
hombre joven les dan un valor incalculable. Rastignac le pareció encantador a la señora de Nucingen. Después, no pudiendo, como todas las
mujeres, responder nada a cuestiones
formuladas tan crudamente como lo
había sido la del estudiante, se salió
por la tangente.
Estas tonterías estereotipadas para
el uso de los principiantes parecen
siempre encantadoras a las mujeres, y
solamente leídas con frialdad pueden
parecer pobres de ingenio. El gesto,
el acento, la mirada de un joven les
da valores incalculables. La señora de
Nucingen encontró a Rastignac adorable, y no sabiendo cómo responder
a cuestiones tan claramente planteadas como las del estudiante, hacía lo
que se hace siempre en estos casos:
hablar de otra cosa.
Such stereotyped phrases as
these, in the mouths of beginners,
possess an unfailing charm for
women, and are insipid only when
read coldly; for a young man’s tone,
glance and attitude give a surpassing eloquence to the banal phrases.
Mme. de Nucingen thought that
Rastignac was adorable. Then,
woman-like, being at a loss how to
reply to the student’s outspoken admiration, she answered a previous
remark.
— Oui, ma soeur se fait tort
par la manière dont elle se conduit avec ce pauvre père, qui
vraiment a été pour nous un dieu.
Il a fallu que monsieur de
Nucingen m’ordonnât positivement de ne voir mon père que le
matin, pour que je cédasse sur ce
point. Mais j’en ai longtemps été
b i e n m a l h e u r e u s e . J e p l e u r a i s.
Ces violences, venues après les brutalités du mariage, ont été l’une des
raisons qui troublèrent le plus mon
ménage. Je suis certes la femme de
Paris la plus heureuse aux yeux du
monde, la plus malheureuse en réalité. Vous allez me trouver folle de
vous parler ainsi. Mais vous connaissez mon père, et, à ce titre, vous
ne pouvez pas m’être étranger.
—Sí, mi hermana se perjudica por
la manera de comportarse con ese pobre padre, que verdaderamente ha sido
para nosotras como un dios. Ha sido
preciso que el señor de Nucingen me
ordenara sin ambages, que no viera a
mi padre más que por la mañana, para
que yo cediese sobre ese particular.
Pero me he sentido desgraciada por
ello durante mucho tiempo. Lloraba.
Esas violencias, venidas después de
las brutalidades del matrimonio, han
sido una de las razones que más han
turbado mi hogar. Soy, [177] ciertamente, la mujer más feliz de París, a
los ojos del mundo, la más desgraciada en realidad. Va a creer que estoy
loca por hablarle así. Pero usted conoce a mi padre, y, a ese título, no
puede ser un extraño para mí.
—Sí, efectivamente, mi hermana
no tiene razón para conducirse de la
manera que se conduce con nuestro
pobre padre, que para nosotras ha sido
verdaderamente un [441] dios. Fue necesario que el señor de Nucingen me
ordenara terminantemente que viniera mi padre a verme tan sólo por las
mañanas, para que yo cediera. Pero he
estado triste mucho tiempo. Lloraba.
Esas violencias que vinieron después
de las brutalidades del matrimonio han
sido una de las causas que más han
turbado mi hogar. Soy, seguramente,
a los ojos de las gentes, la mujer más
feliz de París; en realidad soy la más
desgraciada. A usted le parecerá que
estoy loca porque le hablo así. Pero
usted conoce a mi padre, y solamente
por eso le hablo con toda confianza.
“Yes, it is very wrong of my
sister to treat our poor father as
she does,” she said; “he has been
a Providence to us. It was not
until M. de Nucingen positively
ordered me only to receive him
in the mornings that I yielded the
point. But I have been u n h a p p y
about it for a long while; I
have shed many tears over it.
This violence to my feelings, with my
husband’s brutal treatment, have been
two causes of my unhappy married life.
There is certainly no woman in Paris
whose lot seems more enviable than
mine, and yet, in reality, there is not one
so much to be pitied. You will think I
must be out of my senses to talk to you
like this; but you know my father, and I
cannot regard you as a stranger.”
— Vous n’avez jamais rencontré
personne, lui dit Eugène, qui soit
animé d’un plus vif désir de vous
appartenir. Que cherchez-vous toutes? le bonheur, reprit-il d’une voix
qui allait à l’âme. Eh bien! si, pour
une femme, le bonheur est d’être
aimée, adorée, d’avoir un ami à qui
elle puisse confier ses désirs, ses fantaisies, ses chagrins, ses joies; se
montrer dans la nudité de son âme,
avec ses jolis défauts et ses belles
qualités, sans craindre d’être trahie;
croyez-moi, ce coeur dévoué, toujours ardent, ne peut se rencontrer
que chez un homme jeune, plein d’illusions, qui peut mourir sur un seul
de vos signes, qui ne sait rien encore
du monde et n’en veut rien savoir,
parce que vous devenez le monde
pour lui. Moi, voyez-vous, vous allez rire de ma naïveté, j’arrive du
fond d’une province, entièrement
—Usted no habrá encontrado jamás
una persona —le dijo Eugenio— que
se encuentre animada por un mayor
deseo de pertenecerle. ¿Qué buscan
todas ustedes? La felicidad —prosiguió él, con una voz que llegaba al
alma—. Pues bien, sí, para una mujer, la felicidad consiste en ser amada, adorada, tener un amigo a quien
ella pueda confiarle todos sus deseos,
sus caprichos, sus penas, sus alegrías;
mostrársele con el alma desnuda, con
sus encantadores defectos, y sus buenas cualidades, sin miedo a ser traicionada. Créame, ese corazón devoto, siempre ardiente, no puede encontrarse más que en un hombre joven,
lleno de ilusiones que puede morir a
una señal vuestra, que todavía no sabe
nada del mundo y que no quiere saber
nada de él, porque usted es todo el
mundo para él. Yo, se va a reír de mi
ingenuidad, acabo de llegar del fon-
—Jamás habrá encontrado usted
nadie con un deseo más firme de ser
suyo. ¿Qué es lo que todas las mujeres buscan? La felicidad —repuso
Eugéne con una voz que llegaba al
alma—. Pues bien: si para una mujer
la felicidad consiste en ser amada,
adorada, tener un amigo a quien poder confiar sus deseos, sus fantasías,
sus penas, sus alegrías; mostrarse con
el alma completamente desnuda, con
sus encantadores defectos y sus hermosas cualidades, sin temor de ser
traicionada, créame usted, ese corazón
desinteresado, siempre ardiente, no
puede encontrarse más que en un hombre joven, lleno de ilusiones capaz de
morir por un solo gesto de ella; en un
joven que no sepa nada del mundo, y
que nada quiera saber porque usted
será para él el mundo entero. Yo, ya
ve usted, se va usted a reír de mi ingenuidad: llego del fondo de una pro-
“You will find no one,” said Eugene,
“who longs as eagerly as I do to be
yours. What do all women seek? Happiness.” (He answered his own question in low, vibrating tones.) “And if
happiness for a woman means that she
is to be loved and adored, to have a
friend to whom she can pour out her
wishes, her fancies, her sorrows and
joys; to whom she can lay bare her heart
and soul, and all her fair defects and
her gracious virtues, without fear of a
betrayal; believe me, the devotion and
the warmth that never fails can only be
found in the heart of a young man who,
at a bare sign from you, would go to
his death, who neither knows nor cares
to know anything as yet of the world,
because you will be all the world to
him. I myself, you see (you will laugh
at my simplicity), have just come from
a remote country district; I am quite
new to this world of Paris; I have only
110
Balzac’s Goriot
12
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
neuf, n’ayant connu que de belles
âmes, et je comptais rester sans
amour. Il m’est arrivé de voir ma cousine, qui m’a mis trop près de son
coeur; elle m’a fait deviner les mille
trésors de la passion, je suis, comme
Chérubin, l’amant de toutes les femmes, en attendant que je puisse me
dévouer à quelqu’une d’entre elles.
En vous voyant, quand je suis entré,
je me suis senti porté vers vous
comme par un courant. J’avais déjà
tant pensé à vous! Mais je ne vous
avais pas rêvée aussi belle que vous
l’êtes en réalité. Madame de
Beauséant m’a ordonné de ne pas vous
tant regarder. Elle ne sait pas ce qu’il y
a d’attrayant à voir vos jolies lèvres
rouges, votre teint blanc, vos yeux si
doux. Moi aussi, je vous dis des folies,
mais laissez-les-moi dire.
do de una provincia, y pecando de
novato, no habiendo conocido más
que bellísimas personas, creía que me
iba a quedar sin amor. Pero sucedió
que vi a mi prima, que me puso demasiado cerca de su corazón; ella me
ha hecho adivinar los mil tesoros de
la pasión. Soy como Querubín (52), el
amante de todas las mujeres, mientras
no encuentre a la que me pueda dedicar por entero. Al verla cuando entré,
me he sentido atraído hacia usted
como por una corriente. Había pensado ya tanto en usted. Pero yo no la
había soñado tan bella como es en la
realidad. La señora de Beauseant me
ha ordenado no mirarla a usted tanto.
No sabe lo que hay de atractivo en sus
labios rojos, su tez blanca, sus ojos
tan dulces. Yo también le digo a usted locuras, pero déjeme decírselas.
vincia, completamente limpio, habiendo conocido únicamente almas
nobles, y creía poder permanecer sin
amor. Pero va a mi prima, que dio
pruebas de tanto cariño que me ha
hecho adivinar los mil tesoros de la
pasión. Soy, como Querubín, el amante de todas las mujeres, mientras espero poder ser únicamente de una.
Cuando la he visto, al entrar, me he
sentido atraído hacia usted como un
imán. ¡Había pensado ya tanto en usted! Pero no me la había [442] imaginado tan hermosa como es usted en
realidad. La señora de Beauséant me
ha ordenado que no la mirara tanto.
Es que no sabe el enorme atractivo que
hay en contemplar sus bonitos labios
rojos, su tez blanca, sus ojos tan dulces... También yo le digo locuras, pero
déjeme usted que se las diga.
known true and loving hearts; and I
made up my mind that here I should
find no love. Then I chanced to meet
my cousin, and to see my cousin’s heart
from very near; I have divined the inexhaustible treasures of passion, and,
like Cherubino, I am the lover of all
women, until the day comes when I
find THE woman to whom I may devote myself. As soon as I saw you, as
soon as I came into the theatre this
evening, I felt myself borne towards
you as if by the current of a stream. I
had so often thought of you already, but
I had never dreamed that you would be
so beautiful! Mme. de Beauseant told
me that I must not look so much at you.
She does not know the charm of your
red lips, your fair face, nor see how soft
your eyes are. . . . I also am beginning
to talk nonsense; but let me talk.”
Rien ne plaît plus aux femmes que
de s’entendre débiter ces douces paroles. La plus sévère dévote les écoute,
même quand elle ne doit pas y répondre. Après avoir ainsi commencé,
Rastignac défila son chapelet d’une
voix coquettement sourde; et madame
de Nucingen encourageait Eugène par
des sourires en regardant de temps en
temps de Marsay, qui ne quittait pas la
loge de la princesse Galathionne.
Rastignac resta près de madame de
Nucingen jusqu’au moment où son mari
vint la chercher pour l’emmener.
Nada agrada tanto a una mujer como
oír que le digan lindas palabras. La más
severa devota las escucha, aunque no vaya
a responder a ellas. Después de haber comenzado de este modo, Rastignac fue desgranando su rosario, con la voz
coquetamente ronca. La señora de
Nucingen le animaba con sonrisas, mirando, de vez en cuando, al señor de Marsay,
que no abandonaba el palco de la señora
princesa de Galathionne. Rastignac se
quedó junto a [178] la señora de Nucingen
hasta el momento en que su marido vino
a buscarla para llevársela a casa.
Nada agrada tanto a las mujeres
como dejarse acariciar por esas cariñosas palabras. La más honesta las escucha, aunque no deba responderlas.
Después de este comienzo, Rastignac
continuó su rosario con una voz
coquetonamente apagada, y la señora
de Nucingen le animaba con sus sonrisas, mirando de tiempo en tiempo a
De Marsey, que no abandonaba el palco de la princesa Galathionne.
Rastignac permaneció junto a la señora de Nucingen hasta que su marido vino a buscarla para salir.
Nothing pleases a woman better
than to listen to such whispered words
as these; the most puritanical among
them listens even when she ought not
to reply to them; and Rastignac, having once begun, continued to pour out
his story, dropping his voice, that she
might lean and listen; and Mme. de
Nucingen, smiling, glanced from time
to time at de Marsay, who still sat in
the Princesse Galathionne’s box.
Rastignac did not leave Mme. de
Nucingen till her husband came to
take her home.
— Madame, lui dit Eugène, j’aurai
le plaisir de vous aller voir avant le
bal de la duchesse de Carigliano.
—Señora —le dijo Eugenio—,
tendré el placer de verla, antes del
baile de la duquesa de Carigliano.
—Señora —le dijo Eugéne—, tendré el placer de ir a verla antes del baile de la duquesa de Carigliano.
“Madame,” Eugene said, “I shall have
the pleasure of calling upon you before
the Duchesse de Carigliano’s ball.”
— Puisqui matame fous
encache, dit le baron, épais Alsacien dont la figure ronde annonçait une dangereuse finesse,
fous êtes sir d’être pien essi.
—Buesto que la señora le infita
(53) —dijo el barón, grueso
alsaciano, cuyo rostro anunciaba una
sagacidad peligrosa— buede esdar
securo de ser pien resipido.
—Puesto que le invita la señoga —
dijo el barón, un alsaciano cerrado,
cuya faz redonda anunciaba una peligrosa sagacidad—, puede estag
segurro de seg bien gecibido.
“If Matame infites you to come,” said
the Baron, a thickset Alsatian, with indications of a sinister cunning in his fullmoon countenance, “you are quide sure
of being well receifed.”
— Mes affaires sont en bon train,
car elle ne s’est pas bien effarouchée
en m’entendant lui dire: « M’aimerez-vous bien? « Le mors est mis à
ma bête, sautons dessus et gouvernons-la, se dit Eugène en allant saluer madame de Beauséant qui se levait et se retirait avec l’Ajuda.
Le pauvre étudiant ne savait pas
que la baronne était distraite, et
attendait de de Marsay une de ces
lettres décisives qui déchirent
l’âme. Tout heureux de son faux
succès, Eugène accompagna la vicomtesse jusqu’au péristyle, où
chacun attend sa voiture.
«Mis negocios van que vuelan,
puesto que ella no se ha asustado al
oírme decirle: ¿me querrá usted? Mi
caballo ya tiene el bocado puesto.
Saltemos encima y manejémoslo» se
dijo Eugenio, dirigiéndose a saludar
a la señora de Beauseant, que se levantaba y se retiraba con d’Adjuda.
El p o b r e e s t u d i a n t e , n o s a b í a q u e
la baronesa estaba distraída y que
e s p e r a b a d e d e M a r s a y, u n a d e
esas cartas definitivas que desgarran el alma. Muy feliz por su falso éxito, Eugenio acompañó a la
vizcondesa hasta el peristilo, donde cada uno espera su coche.
—Esto va bien, puesto que no se
me ha enfadado cuando le he dicho:
«¿Me amaría usted de veras?» El caballo tiene puesto el bocado; saltemos
sobre él, y sepamos dirigirlo—se dijo
Eugéne mientras iba a saludar a la señora de Beauséant, que en aquel momento
se levantaba y se iba con Ajuda.
El pobre estudiante no sabía que
la baronesa estaba distraída, que esperaba de De Marsey una de esas
cartas decisivas que desgarran el
corazón. Satisfecho de su falso éxito, Eugéne acompañó a la
vizcondesa hasta el peristilo, donde cada cual esperaba su coche.
“My affairs seem to be in a promising way,” said Eugene to himself.—”
‘Can you love me?’ I asked her, and she
did not resent it. The bit is in the horse’s
mouth, and I have only to mount and
ride;” and with that he went to pay his
respects to Mme. de Beauseant, who was
leaving the theatre on d’Ajuda’s arm.
The student did not know that the Baroness’ thoughts had been wandering; that she
was even then expecting a letter from de
Marsay, one of those letters that bring about
a rupture that rends the soul; so, happy in his
delusion, Eugene went with the Vicomtesse
to the peristyle, where people were waiting
till their carriages were announced.
— Votre cousin ne se ressemble
plus à lui-même, dit le Portugais
en riant à la vicomtesse quand
Eugène les eut quittés.
Il va faire sauter la banque. Il est
—Su primo no parece la misma persona —dijo el portugués
riendo a la vizcondesa, cuando
Eugenio los dejó solos.
—Va a hacer saltar la banca. Es ágil
—Su primo no parece el
mismo—dijo el portugués
a la vizcondesa cuando
Eugéne se fue—.
Va a hacer quebrar [443] el Banco. Es
“That cousin of yours is hardly recognizable for the same man,” said the Portuguese laughingly to the Vicomtesse,
when Eugene had taken leave of them.
“He will break the bank. He is as supple
111
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
souple comme une anguille, et je crois
qu’il ira loin. Vous seule avez pu lui
trier sur le volet une femme au
moment où il faut la consoler.
como una anguila, y creo que llegará
lejos. Sólo usted le ha podido poner a
tiro una mujer en el momento en que
precisa que la consuelen.
flexible como una anguila y me parece
que irá lejos. Solamente usted ha podido
encontrarle una mujer en el momento que
ésta necesitaba consuelo.
as an eel; he will go a long way, of that I
am sure. Who else could have picked out
a woman for him, as you did, just when
she needed consolation?”
— Mais, dit madame de
Beauséant, il faut savoir si elle aime
encore celui qui l’abandonne.
—Pero —dijo la señora de
Beauseant—, habría que saber si ella
no ama todavía al que la abandona.
—Pero hay que saber
si ella ama todavía al
que la abandona.
“But it is not certain that she does
not still love the faithless lover,” said
Mme. de Beauseant.
L’étudiant revint à pied du Théâtre-Italien à la rue Neuve-Sainte-Geneviève, en faisant les plus doux projets. Il avait bien remarqué l’attention
avec laquelle madame de Restaud
l’avait examiné, soit dans la loge de
la vicomtesse, soit dans celle de madame de Nucingen, et il présuma que
la porte de la comtesse ne lui serait
plus fermée. Ainsi déjà quatre relations majeures, car il comptait bien
plaire à la maréchale, allaient lui être
acquises au coeur de la haute société
parisienne. Sans trop s’expliquer les
moyens, il devinait par avance que,
dans le jeu compliqué des intérêts de
ce monde, il devait s’accrocher à un
rouage pour se trouver en haut de la
machine, et il se sentait la force d’en
enrayer la roue.
«Si madame de Nucingen s’intéresse
à moi, je lui apprendrai à gouverner
son mari. Ce mari fait des affaires
d’or, il pourra m’aider à ramasser tout
d’un coup une fortune.»
El estudiante volvió a pie del Teatro Italiano hasta la calle nueva de Sainte-Geneviève, haciendo los más dulces proyectos. Había notado muy bien
la atención con la que le había examinado la señora de Restaud, tanto en el
palco de la vizcondesa, como en el de
la señora de Nucingen, y presumió que
la puerta de la condesa ya no iba a
permanecer cerrada para él. Así, que
ya tenía cuatro relaciones mayores
(pues él estaba seguro de gustarle a la
maríscala) adquiridas en el corazón de
la alta sociedad parisina. Sin explicarse muy bien por qué, adivinaba de antemano que, en el juego complicado de
aquel mundo, tenía que agarrarse a un
engranaje para encontrarse en la parte
alta de la máquina, y se sentía capaz
de entorpecer la rueda.
«Si la señora de Nucingen se interesa por mí, le enseñaré a gobernar a
su marido. Ese marido hace pingües
negocios. Él podrá ayudarme a amasar de golpe una fortuna.»
El estudiante volvió a pie del Teatro Italiano a la calle Neuve-SainteGeneviève, imaginando los proyectos
más halagadores. Había notado la atención con que la señora de Restaud le
había examinado, lo mismo en el palco de la vizcondesa que en el de la señora de Nucingen, y presumió que la
puerta de la condesa no continuaría
cerrada para él. Así que iba a tener cuatro grandes relaciones, puesto que contaba con agradar a la maríscala, en el
corazón de la alta sociedad parisiense.
Adivinaba, sin explicarse demasiado
los medios con que podía en el complicado enredo de los intereses de este
mundo, que debía agarrarse a una de
sus ruedas para encontrarse en lo más
elevado de la máquina, y se sentía con
fuerzas suficientes.
—Si la señora de Nucingen se interesa por mí, yo le enseñaré a gobernar a su marido, y como éste es banquero podrá ayudarme a reunir rápidamente una fortuna.
The student meanwhile walked back
from the Theatre-Italien to the Rue NeuveSainte-Genevieve, making the most delightful plans as he went. He had noticed
how closely Mme. de Restaud had scrutinized him when he sat beside Mme. de
Nucingen, and inferred that the Countess’
doors would not be closed in the future.
Four important houses were now open to
him—for he meant to stand well with the
Marechale; he had four supporters in the
inmost circle of society in Paris. Even now
it was clear to him that, once involved in
this intricate social machinery, he must
attach himself to a spoke of the wheel that
was to turn and raise his fortunes; he
would not examine himself too curiously
as to the methods, but he was certain of
the end, and conscious of the power to
gain and keep his hold.
“If Mme. de Nucingen takes an interest
in me, I will teach her how to manage her
husband. That husband of hers is a great
speculator; he might put me in the way of
making a fortune by a single stroke.”
Il ne se disait pas cela crûment, il
n’était pas encore assez politique
pour chiffrer une situation, l’apprécier et la calculer; ces idées flottaient
à l’horizon sous la forme de légers
nuages, et, quoiqu’elles n’eussent pas
l’âpreté de celles de Vautrin, si elles
avaient été soumises au creuset de la
conscience, elles n’auraient rien
donné de bien pur. Les hommes arrivent, par une suite de transactions de
ce genre, à cette morale relâchée que
professe l’époque actuelle, où se rencontrent plus rarement que dans
aucun temps ces hommes rectangulaires, ces belles volontés qui ne se
plient jamais au mal, à qui la moindre déviation de la ligne droite semble être un crime: magnifiques images de la probité qui nous ont valu
deux chefs-d’oeuvre, Alceste de
Molière, puis récemment Jenny
Deans et son père, dans l’oeuvre de
Walter Scott. Peut-être l’oeuvre opposée, la peinture des sinuosités dans
lesquelles un homme du monde, un
ambitieux fait rouler sa conscience,
en essayant de côtoyer le mal, afin
d’arriver à son but en gardant les apparences, ne serait-elle ni moins
belle, ni moins dramatique.
En atteignant au seuil de sa pension,
Rastignac s’était épris de madame de
Nucingen, elle lui avait paru svelte,
Esto no se lo decía crudamente, no
era todavía lo bastante [179] político como para evaluar una situación,
apreciarla y calcularla; esas ideas
flotaban en el horizonte en forma de
ligeras nubes, y, aunque no tuvieran
la aspereza de las de Vautrin, si hubieran sido sometidas al examen de
la conciencia, no habrían dado nada
demasiado limpio. Por una serie de
transacciones semejantes, llegan los
hombres a esa moral relajada, que
profesa la época actual, donde se encuentran con más dificultad que en
ninguna otra época hombres rectos,
voluntades que no se pliegan jamás
ante el mal, para quienes la más mínima desviación de la línea recta, es
un crimen: magníficas imágenes de
la probidad, que nos han valido dos
obras maestras: Alceste de Molière
y, más recientemente, Jenny Deans
y su padre en la obra de Walter Scott
(54). Quizás la obra opuesta, la pintura de las sinuosidades en las que,
un hombre de mundo hace rodar su
conciencia, intentando bordear el
mal, para llegar a su meta guardando las apariencias, no sería ni menos bella, ni menos dramática. Al
llegar al umbral de su pensión,
Rastignac se había enamorado ya, de
la señora de Nucingen, ella le había
parecido esbelta, fina como una go-
Todo esto no se lo decía con tanta
crudeza, porque aún no era lo suficientemente político para cifrar una situación, apreciarla y calcularla. Sus ideas
flotaban en el horizonte bajo la forma
de ligeras nubes, y aunque no tenían
la aspereza de las de Vautrin, si hubieran estado sometidas al crisol de
la conciencia no hubieran dado nada
puro. Los hombres llegan por una serie de transacciones de este género
a esa moral relajada que profesa la
época actual, en la que se encuentran, con más dificultad que en ninguna otra, esos hombres rectilíneos,
esas voluntades firmes que no se
doblegan jamás al mal, y para quienes la menor desviación de la línea
recta es un crimen: ejemplos magníficos de probidad que nos han dado
algunas obras [444] maestras, tal como
el Alceste de Molière, y más recientemente Jenny Deans y su padre en la
obra de Walter Scott. Quizá la obra
contraria, la pintura de las sinuosidades
por las cuales un hombre de mundo,
un ambicioso hace rodar a su conciencia, ensayando el modo de sortear el
mal, con el fin de llegar al mismo guardando las formas, no sería menos bella ni menos dramática.
Al llegar a la puerta de la posada,
Rastignac se había enamorado de la
señora de Nucingen; le parecía esbel-
He did not say this bluntly in so many
words; as yet, indeed, he was not sufficient
of a diplomatist to sum up a situation, to
see its possibilities at a glance, and calculate the chances in his favor. These were
nothing but hazy ideas that floated over his
mental horizon; they were less cynical than
Vautrin’s notions; but if they had been tried
in the crucible of conscience, no very pure
result would have issued from the test. It is
by a succession of such like transactions
that men sink at last to the level of the relaxed morality of this epoch, when there
have never been so few of those who square
their courses with their theories, so few of
those noble characters who do not yield
to temptation, for whom the slightest
deviation from the line of rectitude is
a crime. To these magnificent types of
uncompromising Right we owe two
masterpieces—the Alceste of Moliere, and,
in our own day, the characters of Jeanie Deans
and her father in Sir Walter Scott’s novel.
Perhaps a work which should chronicle the
opposite course, which should trace out all
the devious courses through which a man of
the world, a man of ambitions, drags his conscience, just steering clear of crime that he
may gain his end and yet save appearances,
such a chronicle would be no less edifying
and no less dramatic.
Rastignac went home. He was fascinated by Mme. de Nucingen; he seemed to
see her before him, slender and graceful as
112
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
fine comme une hirondelle. L’enivrante douceur de ses yeux, le tissu
délicat et soyeux de sa peau sous laquelle il avait cru voir couler le sang,
le son enchanteur de sa voix, ses
blonds cheveux, il se rappelait tout;
et peut-être la marche, en mettant son
sang en mouvement, aidait-elle à cette
fascination. L’étudiant frappa rudement à la porte du père Goriot.
londrina. La embriagadora dulzura
de sus ojos, el tejido delicado y sedoso de su piel, bajo la cual había
creído ver correr la sangre, el sonido encantador de su voz, sus cabellos rubios, lo recordaba todo, y quizás la marcha, al poner su sangre en
movimiento, ayudara a aquella fascinación. El estudiante llamó con
fuerza a la puerta del tío Goriot.
ta, fina como una golondrina. La
embriagadora dulzura de sus ojos, su
tez delicada y sedosa, bajo la cual le
había parecido ver correr la sangre; el
encantador timbre de su voz, sus cabellos rubios, todo lo recordaba; y
acaso la caminata, al poner su sangre
en movimiento, contribuía a esta fascinación. El estudiante llamó con fuerza en la puerta de papá Goriot.
a swallow. He recalled the intoxicating
sweetness of her eyes, her fair hair, the delicate silken tissue of the skin, beneath which
it almost seemed to him that he could see
the blood coursing; the tones of her voice
still exerted a spell over him; he had forgotten nothing; his walk perhaps heated his
imagination by sending a glow of warmth
through his veins. He knocked unceremoniously at Goriot’s door.
— Mon voisin, dit-il, j’ai vu madame Delphine.
— Ve c i n o — d i j o E u g e n i o — , h e
visto a la señora Delfina.
—Vecino —dijo—, he visto a
Delphine.
“I have seen Mme. Delphine, neighbor,” said he.
— Où?
—¿Dónde?
—¿Dónde?
“Where?”
— Aux Italiens.
—En los Italianos.
—En los Italianos.
“At the Italiens.”
— S’amusait-elle bien? Entrez
donc. Et le bonhomme, qui s’était levé
en chemise, ouvrit sa porte et se recoucha promptement.
— Parlez-moi donc d’elle, demanda-t-il.
—¿Se estaba divirtiendo? Pero, entre —y el buen hombre que se había
levantado en camisón abrió la puerta
y volvió a acostarse rápidamente—.
Hábleme de ella —le rogó.
—¿Estaba contenta?... Entre usted.
Y el buen hombre, que se había levantado en camisa abrió la puerta y
se volvió a la cama con rapidez.
—Hábleme de ella —dijo.
“Did she enjoy it?. . . . Just come
inside,” and the old man left his bed,
unlocked the door, and promptly returned again.
________________
Eugène, qui se trouvait pour la première fois chez le père Goriot, ne fut
pas maître d’un mouvement de stupéfaction en voyant le bouge où vivait le
père, après avoir admiré la toilette de
la fille. La fenêtre était sans rideaux;
le papier de tenture collé sur les murailles s’en détachait en plusieurs endroits par l’effet de l’humidité, et se
recroquevillait en laissant apercevoir
le plâtre jauni par la fumée. Le bonhomme gisait sur un mauvais lit,
n’avait qu’une maigre couverture et un
couvre-pied ouaté fait avec les bons
morceaux des vieilles robes de madame Vauquer. Le carreau était humide
et plein de poussière. En face de la croisée se voyait une de ces vieilles commodes en bois de rose à ventre renflé,
qui ont des mains en cuivre tordu en
façon de sarments décorés de feuilles
ou de fleurs; un vieux meuble à tablette
de bois sur lequel était un pot à eau
dans sa cuvette et tous les ustensiles
nécessaires pour se faire la barbe.
Dans un coin, les souliers; à la tête du
lit, une table de nuit sans porte ni
marbre; au coin de la cheminée, où il
n’y avait pas trace de feu, se trouvait
la table carrée, en bois de noyer, dont
la barre avait servi au père Goriot à
dénaturer son écuelle en vermeil. Un
méchant secrétaire sur lequel était
le chapeau du bonhomme, un fauteuil
foncé de paille et deux chaises complétaient ce mobilier misérable. La
flèche du lit, attachée au plancher par
une loque, soutenait une mauvaise
bande d’étoffe à carreaux rouges et
blancs. Le plus pauvre commissionnaire était certes moins mal meublé
dans son grenier, que ne l’était le père
Goriot chez madame Vauquer. L’aspect de cette chambre donnait froid et
serrait le coeur, elle ressemblait au plus
Eugenio, que entraba por primera
vez en la habitación del tío Goriot, no
pudo dominar un movimiento de estupefacción al ver el cuchitril donde vivía el padre, después de haber admirado el atuendo de la hija. La ventana no
tenía cortinas. El papel pintado encolado a las paredes, estaba despegado en
muchos sitios, por efecto de la humedad y se retorcía, dejando ver el yeso
amarillento por el humo. El buen hombre yacía en una cama mala, no tenía [180]
más que una manta delgada y un cubrepies guateado, confeccionado con los
mejores trozos, de los vestidos viejos de
la señora Vauquer. El suelo estaba húmedo y lleno de suciedad. Frente a la ventana, se veía una de esas viejas cómodas de
palo rosa, de vientre inflado, que tienen
tiradores de cobre retorcido, como si fueran sarmientos decoradas con hojas y con
flores, un viejo mueble mesita de madera, sobre el cual estaba una jarra de agua,
la palancana y todos los utensilios necesarios para afeitarse.
En un rincón, los zapatos, en la cabecera de la cama una mesilla sin puerta, ni mármol. En la esquina de la chimenea, donde no había ni rastro de
fuego, estaba la mesa cuadrada, cuya
barra, había servido a Goriot para deformar la escudilla de plata. Un ruin
secreter, sobre el que se encontraba el
sombrero del buen hombre, un sillón
hundido, de paja y dos sillas completaban aquel mobiliario miserable. El
dosel de la cama, unido al techo por
medio de un andrajo, sostenía una lamentable banda de tela de cuadros
rojos y blancos, el más pobre cosario,
estaría ciertamente mejor amueblado
en su granero, de lo que lo estaba el
tío Goriot en casa de la señora Vauquer. El aspecto de aquella habitación
daba frío y encogía el corazón, pare-
Eugéne, que no había entrado hasta entonces en el cuarto de papá
Goriot, dejó escapar un movimiento
de estupor al ver el cuchitril en que
vivía el padre después de haber admirado la toilette de la hija. La ventana
no tenía cortinas, el papel se desprendía de la pared en varios sitios a causa de la humedad, y se retorcía dejando ver la pared que el humo había
amarilleado. El pobre hombre, acostado sobre una mala cama, no tenía
más que una mala sábana y un
cubrepiés, hecho con retazos de ropas
viejas de la señora Vauquer. El suelo
estaba húmedo y lleno de polvo. Frente a la ventana se veía una de esas cómodas de madera rosa con el vientre
hinchado, que tienen las patas [448]
de cobre retorcidas en forma de sarmientos, decorados con hojas o flores; un mueble viejo de madera, sobre el que había una jarra de agua en
su platillo y todos los utensilios necesarios para afeitarse.
En un rincón, los zapatos, junto a la
cabecera de la cama, una mesilla de
noche, sin puerta ni mármol; en el rincón de la chimenea, en la que no había ni rastro de fuego, se encontraba
la mesa cuadrada, de madera de nogal, una de cuyas patas había servido
a papá Goriot para desnaturalizar su
sopera de plata dorada. Un mal escritorio, sobre el cual estaba el sombrero del pobre hombre; una butaca de
paja con el asiento hundido, y dos sillas completaban aquel miserable
mobiliario.. El dosel era de una mala
tela a cuadros rojos y blancos. El criado más pobre no está, seguramente,
tan mal alojado en su desván como
estaba papá Goriot en casa de la señora Vauquer. El aspecto del cuarto
daba frío y oprimía el corazón; pare-
It was the first time that Eugene
had been in Father Goriot’s room, and
he could not control his feeling of
amazement at the contrast between
the den in which the father lived and
the costume of the daughter whom he
had just beheld. The window was
curtainless, the walls were damp, in
places the varnished wall-paper had
come away and gave glimpses of the
grimy yellow plaster beneath. The
wretched bed on which the old man
lay boasted but one thin blanket, and
a wadded quilt made out of large
pieces of Mme. Vauquer ’s old
dresses. The floor was damp and
gritty. Opposite the window stood a
chest of drawers made of rosewood,
one of the old-fashioned kind with a
curving front and brass handles,
shaped like rings of twisted vine stems
covered with flowers and leaves. On
a venerable piece of furniture with a
wooden shelf stood a ewer and basin
and shaving apparatus.
A pair of shoes stood in one corner; a
night-table by the bed had neither a
door nor marble slab. There was not a
trace of a fire in the empty grate; the
square walnut table with the crossbar
against which Father Goriot had
crushed and twisted his posset-dish
stood near the hearth. The old man’s
hat was lying on a broken-down bureau. An armchair stuffed with straw
and a couple of chairs completed the
list of ramshackle furniture. From the
tester of the bed, tied to the ceiling by
a piece of rag, hung a strip of some
cheap material in large red and black
checks. No poor drudge in a garret
could be worse lodged than Father
Goriot in Mme. Vauquer’s lodginghouse. The mere sight of the room sent
a chill through you and a sense of op-
113
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
triste logement d’une prison. Heureusement Goriot ne vit pas l’expression
qui se peignit sur la physionomie
d’Eugène quand celui-ci posa sa chandelle sur la table de nuit. Le bonhomme
se tourna de son côté en restant couvert jusqu’au menton.
cía el más triste calabozo de una prisión. Por suerte, Goriot no vio la expresión que se dibujó en el rostro de
Eugenio, cuando éste dejó la vela encima de la mesilla. El buen hombre,
se volvió hacia él permaneciendo tapado hasta la barbilla.
cía la triste celda de una cárcel. Goriot
no vio, felizmente, la expresión que
se dibujaba en la fisonomía de Eugéne
cuando éste colocó su candelero sobre la mesilla de noche. El pobre hombre se volvió, permaneciendo cubierto hasta el mentón.
pression; it was like the worst cell in
a prison. Luckily, Goriot could not see
the effect that his surroundings produced on Eugene as the latter deposited his candle on the night-table. The
old man turned round, keeping the
bedclothes huddled up to his chin.
— Eh bien! qui aimez-vous mieux
de madame de Restaud ou de madame
de Nucingen?
—Y bien, ¿quién le gusta más, la
señora de Restaud o la señora de
Nucingen?
—Y qué, cuál de las dos le parece
mejor, ¿la señora de Restaud o la señora de Nucingen?
“Well,” he said, “and which do you
like the best, Mme. de Restaud or Mme.
de Nucingen?”
— Je préfère madame Delphine, répondit
l’étudiant, parce qu’elle vous aime mieux.
—Prefiero a la señora Delfina —respondió
el estudiante—, porque ella le quiere más.
—Prefiero a Delphine, porque
es la que más le quiere a usted.
“I like Mme. Delphine the best,” said the law
student, “because she loves you the best.”
A cette parole chaudement dite,
le bonhomme sortit son bras du lit
et serra la main d’Eugène.
Ante estas palabras pronunciadas con
afecto, el buen hombre sacó su brazo de la
cama y estrechó la mano de Eugenio.
Al oír estas palabras, dichas con calor, el buen hombre sacó un brazo de la
cama y estrechó la mano de Eugéne.
At the words so heartily spoken the
old man’s hand slipped out from under
the bedclothes and grasped Eugene’s.
— Merci, merci, répondit le
vieillard ému. Que vous a-t-elle donc
dit de moi?
—Gracias, gracias —respondió el
viejo conmovido—. ¿Qué le ha dicho
entonces de mí?
—Gracias, gracias —respondió
el anciano emocionado—. ¿Qué le
ha dicho de mí?
“Thank you, thank you,” he
said, gratefully. “Then what did
she say about me?”
L’étudiant répéta les paroles de la
baronne en les embellissant, et le
vieillard l’écouta comme s’il eut entendu la parole de Dieu.
El estudiante repitió las palabras
de la baronesa embelleciéndolas, y el
viejo lo escuchó como hubiera oído
la palabra de Dios.
El estudiante repitió las palabras
de la baronesa, embelleciéndolas,
y el anciano las escuchó como si
fueran la palabra de Dios.
The student repeated the Baroness’ remarks with some embellishments of his own,
the old man listening the while as though he
heard a voice from Heaven.
— Chère enfant! oui, oui, elle
m’aime bien. Mais ne la croyez pas
dans ce qu’elle vous a dit
d’Anastasie. Les deux soeurs se jalousent, voyez-vous? c’est encore
une preuve de leur tendresse. Madame de Restaud m’aime bien
aussi. Je le sais. Un père est avec
ses enfants comme Dieu est avec
nous, il va jusqu’au fond des
coeurs, et juge les intentions. Elles
sont toutes deux aussi aimantes.
Oh! si j’avais eu de bons gendres,
j’aurais été trop heureux. Il n’est
sans doute pas de bonheur complet
ici-bas. Si j’avais vécu chez elles,
mais rien que d’entendre leurs voix,
de les savoir là, de les voir aller,
sortir, comme quand je les avais
chez moi, ça m’eût fait cabrioler le
coeur. Etaient-elles bien mises?
—¡Querida hija! Sí, sí, ella me
quiere mucho. Pero no la crea usted en lo que le ha dicho de
Anastasia. Las dos hermanas se tienen celos, ¿ve usted? Es otra prueba más de su ternura. La señora de
Restaud, me quiere mucho también.
Yo lo sé. Un padre es con sus hijos
como Dios es con nosotros, va hasta el fondo de los corazones y juzga
las intenciones. Ellas son las dos
igual de afectuosas. ¡Oh!, si yo hubiera tenido buenos yernos, habría
sido demasiado feliz. No existe, sin
duda, felicidad completa aquí abajo.
Si hubiera vivido en su casa, nada
más con oír sus voces, saberlas allí,
verlas ir, salir, como cuando las tenía en mi casa, eso [181] me habría
hecho brincar el corazón de alegría.
¿Estaban bien arregladas?
—¡Hija querida! Sí, sí, efectivamente, me quiere mucho. Pero no le
crea usted eso que ha dicho de
Anastasie. [446] Las dos hermanas se
envidian, ¡ya ve usted!, es una prueba
más de su ternura. La señora de
Restaud me quiere mucho también.
Un padre es para sus hijos lo mismo
que Dios para nosotros: llega hasta el
fondo del corazón y juzga las intenciones. Las dos son igualmente cariñosas. ¡Ah!, si hubiera tenido buenos
yernos hubiera sido un hombre demasiado feliz. Indudablemente es que
aquí abajo no se puede encontrar la
dicha completa. ¡Si hubiera vivido con
ellas! Nada más que con oír su voz,
saber que estaban siempre próximas,
verlas ir y venir, como cuando las tenía en mi casa, me hubiera alegrado
el corazón... ¿Estaban bien vestidas?
“Dear child!” he said. “Yes, yes,
she is very fond of me. But you must
not believe all that she tells you about
Anastasie. The two sisters are jealous
of each other, you see, another proof
of their affection. Mme. de Restaud
is very fond of me too. I know she is.
A father sees his children as God sees
all of us; he looks into the very depths
of their hearts; he knows their intentions; and both of them are so loving.
Oh! if I only had good sons-in-law,
I should be too happy, and I dare
say there is no perfect happiness
here below. If I might live with
them—simply hear their voices,
know that they are there, see them
go and come as I used to do at home
when they were still with me; why,
my heart bounds at the thought. . . .
Were they nicely dressed?”
— Oui, dit Eugène. Mais, monsieur Goriot,
comment, en ayant des filles aussi richement
établies que sont les vôtres, pouvez-vous demeurer dans un taudis pareil?
—Sí —dijo Eugenio—. Pero, señor Goriot, ¿cómo, teniendo hijas tan
ricas como son las suyas, puede usted vivir en semejante cuchitril?
—Sí —dijo Eugéne—. Pero
¿cómo, señor Goriot, teniendo unas
hijas tan ricas puede usted vivir en un
zaquizamí parecido?
“Yes,” said Eugene. “But, M.
Goriot, how is it that your daughters have such fine houses, while
you live in such a den as this?”
— Ma foi, dit-il d’un air en appa—Por Dios —dijo con un aire aparenrence insouciant, à quoi cela me ser- temente despreocupado—, ¿para qué me
virait-il d’être mieux? je ne puis guère serviría estar mejor? Yo no puedo casi
vous expliquer ces choses-là; je ne sais explicarle estas cosas; yo no sé decir dos
pas dire deux paroles de suite comme il palabras seguidas como es debido. Todo
faut. Tout est là, ajouta-t-il en se frap- está aquí —añadió golpeándose el corapant le coeur. Ma vie, à moi, est dans zón—. Mi vida, está en mis dos hijas. Si
mes deux filles. Si elles s’amusent, si ellas se divierten, si ellas son felices, van
avec bravoure, d'une manière décidée, sans hésitation
elles sont heureuses, bravement mises, X vestidas elegantemente, si caminan sosi elles marchent sur des tapis, qu’im- bre alfombras, ¿qué importa de qué
porte de quel drap je sois vêtu, et com- paño estoy vestido yo, ni cómo es el
ment est l’endroit où je me couche? sitio donde me acuesto? No tengo frío,
je n’ai point froid si elles ont chaud, si ellas tienen calor; no me aburro jaje ne m’ennuie jamais si elles rient. más, si ellas ríen. No tengo más penas
—Francamente —respondió con
aire aparentemente indiferente—,
¿qué sacaría con estar mejor? No puedo explicarle estas cosas; no sé decir
dos palabras seguidas. Aquí, aquí está
todo —dijo golpeándose el pecho sobre el corazón—. Mi vida es la de mis
dos hijas. Si ellas se divierten, si son
felices, si van elegantemente puestas,
si andan sobre ricas alfombras, ¿qué
me importa la calidad de mi traje ni el
lugar en que me acuesto? Yo no tengo
frío mientras ellas tengan calor, ni me
aburro mientras ellas rían. No tengo
“Dear me, why should I want anything better?” he replied, with seeming carelessness. “I can’t quite explain
to you how it is; I am not used to
stringing words together properly, but
it all lies there—” he said, tapping his
heart. “My real life is in my two girls,
you see; and so long as they are happy,
briskly, quickly
and smartly dressed, and have soft carpets under their feet, what does it matter
what clothes I wear or where I lie down
of a night? I shall never feel cold so long
as they are warm; I shall never feel dull
if they are laughing. I have no troubles
114
Balzac’s Goriot
tr. de M. Gutiérrez
tr. de J. Zuazagpoitia
tr. Ellen Marriage
Je n’ai de chagrins que les leurs.
Quand vous serez père, quand vous
vous direz, en voyant gazouiller vos
enfants: « C’est sorti de moi! «, que
vous sentirez ces petites créatures tenir à chaque goutte de votre sang, dont
elles ont été la fine fleur, car c’est ça!
vous vous croirez attaché à leur peau,
vous croirez être agité vous-même par
leur marche. Leur voix me répond
partout. Un regard d’elles, quand il est
triste, me fige le sang. Un jour vous
saurez que l’on est bien plus heureux
de leur bonheur que du sien propre.
Je ne peux pas vous expliquer ça: c’est
des mouvements intérieurs qui répandent l’aise partout. Enfin, je vis trois
fois.
Voulez-vous que je vous dise une
drôle de chose? Eh bien! quand j’ai
été père, j’ai compris Dieu. Il est
tout entier partout, puisque la création est sortie de lui. Monsieur, je
suis ainsi avec mes filles. Seulement
j’aime mieux mes filles que Dieu
n’aime le monde, parce que le
monde n’est pas si beau que Dieu,
et que mes filles sont plus belles que
moi. Elles me tiennent si bien à
l’âme, que j’avais idée que vous les
v e r r i e z c e s o i r. M o n D i e u ! u n
homme qui rendrait ma petite
Delphine aussi heureuse qu’une
femme l’est quand elle est bien
aimée; mais je lui cirerais ses bottes, je lui ferais ses commissions.
J’ai su par sa femme de chambre que
ce petit monsieur de Marsay est un
mauvais chien. Il m’a pris des envies de lui tordre le cou. Ne pas
aimer un bijou de femme, une voix
de rossignol, et faite comme un modèle! Où a-t-elle eu les yeux d’épouser cette grosse souche d’Alsacien?
Il leur fallait à toutes deux de jolis
jeunes gens bien aimables. Enfin,
elles ont fait à leur fantaisie.
que las suyas. Cuando sea usted padre, cuando usted se diga, al oír gorjear a sus hijos: «¡Esto ha salido de
mí!» Cuando usted sienta a esas pequeñas criaturas unidas a cada gota de
su sangre, de la cual ellas han sido la
flor y nata, porque eso son; se sentirá
usted atado a su piel, creerá estar usted mismo agitado cuando ellos andan. Su voz me responde en todas partes. Una mirada de ellas, cuando es
triste, me hiela la sangre. Un día sabrá usted que uno es mucho más feliz
con su felicidad, que con la de uno
mismo. No puedo explicarle esto: son
movimientos interiores que expanden
bienestar por doquier. En fin, yo vivo
tres veces.
¿Quiere usted que le diga una cosa
curiosa? Pues bien, cuando he sido
padre, he comprendido a Dios. Él
está todo entero en todas partes,
puesto que la creación ha salido de
Él. Señor, yo soy así con mis hijas. Sólo que yo amo más a mis hijas que lo que Dios ama al mundo,
porque el mundo no es tan bello
como Dios, y mis hijas son más
bellas que yo. Ellas están tan unidas a mí, que yo tenía la idea de
que usted iba a verlas esta noche.
Dios mío, a un hombre que hiciera
a mi pequeña Delfina tan feliz
como lo es una mujer cuando es
bien amada, yo le limpiaría las botas, le haría los recados. He sabido por su camarera que ese mequetrefe de señor de Marsay es un mal
bicho. Me dieron ganas de
retorcele el cuello. ¡No amar a una
joya de mujer, una voz de ruiseñor
y con tipo de modelo! ¿Dónde ha
tenido ella los ojos para casarse
con ese gran mastuerzo de
alsaciano? Las dos necesitaban dos
jóvenes guapos y amables. En fin,
ellas han obrado a su capricho.
más penas que las suyas. Cuando sea
usted padre, cuando, diga usted, al
oír balbucear a sus hijos: «Son carne de mi carne»; cuando sienta que
son sangre de su sangre, que son lo
mejor de su persona, ¡puesto que así
es!, se sentirá usted como pegado a
la piel de sus hijos, agitado por sus
pasos como si fueran propios. Su
voz me responde por todas partes.
Una mirada de ellas me basta para
encenderme la sangre cuando estoy triste.
Algún día sabrá usted que es uno más feliz
con la felicidad de sus hijos que con la suya
propia. No puedo explicarle [447] esto; son
movimientos interiores que extienden su
contento por todo nuestro ser. En fin, vivo
una vida triple.
¿Quiere usted que le diga una cosa
chocante? Cuando he sido padre he
comprendido a Dios. Está todo su ser
en todas partes, porque la creación ha
salido de Él. Así me pasa a mí con
mis hijas. Ahora, que yo quiero a mis
hijas más de lo que Dios quiere al
mundo, porque el mundo no es tan
hermoso como Dios, y mis hijas son
más hermosas que yo. De tal manera
las llevo dentro del alma, que tenía
el presentimiento de que las vería
usted esta noche. ¡Dios mío!, un
hombre que hiciera feliz a mi
Delphine, como es feliz siempre una
mujer cuando se siente amada. ¿Qué
no haría yo por él?: le limpiaría las
botas, le haría sus recados. He sabido por su camarera que ese señoritín
de De Marsey es una mala bestia. Me
han dado ganas de retorcerle el cuello. No querer a esa perla de mujer,
con una voz como un ruiseñor y un
cuerpo hermoso como el de una estatua. ¿Dónde tuvo los ojos para casarse con ese adefesio de alsaciano?
Lo que necesitaban las dos eran dos
jóvenes cariñosos. En fin, se han casado según su capricho.
but theirs. When you, too, are a father,
and you hear your children’s little voices,
you will say to yourself, ‘That has all
come from me.’ You will feel that those
little ones are akin to every drop in your
veins, that they are the very flower of
your life (and what else are they?); you
will cleave so closely to them that you
seem to feel every movement that they
make. Everywhere I hear their voices
sounding in my ears. If they are sad, the
look in their eyes freezes my blood. Some
day you will find out that there is far more
happiness in another’s happiness than in
your own. It is something that I cannot
explain, something within that sends a
glow of warmth all through you. In
short, I live my life three times over.
Shall I tell you something funny? Well,
then, since I have been a father, I have
come to understand God. He is everywhere in the world, because the whole
world comes from Him. And it is just
the same with my children, monsieur.
Only, I love my daughters better than
God loves the world, for the world is
not so beautiful as God Himself is, but
my children are more beautiful than I
am. Their lives are so bound up with
mine that I felt somehow that you would
see them this evening. Great Heaven!
If any man would make my little
Delphine as happy as a wife is
when she is loved, I would black
his boots and run on his errands.
That miserable M. de Marsay is a
cur; I know all about him from her
maid. A longing to wring his neck
comes over me now and then. He
does not love her! does not love a
pearl of a woman, with a voice like
a nightingale and shaped like a
model. Where can her eyes have been
when she married that great lump of an
Alsatian? They ought both of them to have married young men, good-looking and good-tempered—but, after all, they had their own way.”
Le père Goriot était sublime. Jamais Eugène ne l’avait pu voir illuminé par les feux de sa passion paternelle. Une chose digne de remarque
est la puissance d’infusion que possèdent les sentiments. Quelque grossière que soit une créature, dès qu’elle
exprime une affection forte et vraie,
elle exhale un fluide particulier qui
modifie la physionomie, anime le
geste, colore la voix. Souvent l’être
le plus stupide arrive, sous l’effort de
la passion, à la plus haute éloquence
dans l’idée, si ce n’est dans le langage,
et semble se mouvoir dans une sphère
lumineuse. Il y avait en ce moment
dans la voix, dans le geste de ce bon
homme, la puissance communicative
qui signale le grand acteur. Mais nos
beaux sentiments ne sont-ils pas les
poésies de la volonté?
El tío Goriot estaba sublime. Jamás
Eugenio había podido verlo iluminado
por los resplandores de su pasión paternal. Es algo digno de resaltar la potencia de infusión que poseen los sentimientos. Por grosera que sea una criatura, desde el momento en [182] que
expresa un afecto fuerte y verdadero,
exhala un fluido muy particular que
modifica su fisionomía, anima el gesto, da color a la voz. A menudo el ser
más estúpido alcanza, bajo el efecto de
la pasión, la más alta elocuencia no
sólo en la idea, sino también en el lenguaje, y parece moverse en una esfera
luminosa. Había en ese momento, en
el gesto, en la voz de aquel buen hombre, la potencia comunicativa que señala al gran actor. Pero nuestros buenos sentimientos, ¿no son las poesías
de la voluntad?
Papá Goriot estaba sublime.
Eugéne no había podido verle nunca
iluminado por el fuego de su pasión
paternal. Una cosa digna de consideración es el poder de penetración que
tienen los sentimientos. Por muy grosera que sea una persona, cuando expresa una pasión fuerte y verdadera,
exhala un fluido particular que modifica la fisonomía, anima el gesto, entona la voz. A menudo el ser más estúpido llega, bajo el esfuerzo de la
pasión, a la más alta elocuencia de la
idea, aunque no llegue a la del lenguaje, y parece moverse en una esfera
luminosa. Había en aquel momento en
la voz, en el gesto del buen hombre,
el poder de comunicación que caracteriza a los buenos actores. Pero ¿no
son, acaso, nuestros buenos sentimientos la po
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