PROBLEMÁTICA SOCIOCULTURAL I LA OPCIÓN FUNDAMENTAL ¿Qué es la opción fundamental? Comenzaremos refiriéndonos al significado de la palabra opción. Optar es escoger una alternativa entre varias posibles. Por ejemplo, para comenzar a practicar un deporte, se debe escoger entre los deportes que se conocen y que se disfrutan al practicarlos. Además, siempre que se escoge también se renuncia. Volviendo al ejemplo anterior, si se elige empezar jugar al fútbol, por diferentes motivos, al escoger dicho deporte, se descartará jugar a otros deportes. Esto último a lo que nos referimos es una condición de la naturaleza de la libertad humana. Naturalmente, toda persona puede elegir. Y, al hacerlo, se queda con una alternativa y renuncia a las demás. La opción fundamental es la elección básica y principal para toda la vida. Optar de este modo, es, nada más y nada menos que, elegir para qué vivir. Esta opción incluye a todas las demás que luego se realizarán. Es decir, cualquier otra opción que se realice, quedará sujeta y determinada por ésta. Por este motivo, el nombre que le damos es la opción fundamental. Que estas opciones sean posibles para cualquier persona, indica que es algo propio o natural del ser humano. Es decir, cualquier persona que se encuentre en una situación interior madura y en un contexto social adecuado, podrá escoger para qué vivir. Dicho de otro modo, todas las personas, por ser seres humanos, estamos naturalmente capacitados e inclinados a realizar dicha opción. Pero, nadie podría plantearse que hacer 1 con su vida si, por ejemplo, está en un lugar cuya cultura o nivel económico impiden cuestionarse este tipo de cosas. Entonces, todas las personas pueden plantearse para qué vivir o con qué finalidad encarar y vivir el día a día. Pero lo podrán hacer siempre y cuando se encuentren en una situación interior y social que se los permita. La finalidad con la que se encara y se vive el día a día determina la intención con la que esto se hace. La intención que se tiene en el obrar lo carga a este de sentido. Por ejemplo, una persona que está a cargo de una empresa, puede decidir aumentar el sueldo de todos los empleados de la misma y luego llevarlo a la práctica. Esta acción puede estar bien o mal intencionada. Es decir, tener una finalidad u otra. Continuando con el ejemplo, que aumente los sueldos para que sean más justos y proporcionados entre sí los salarios de todos los que trabajan en la empresa o para que los demás comiencen a confiar más en él y, en el futuro, pueda abusarse de su confianza y los utilice y así sólo el beneficiarse. A continuación, para seguir en el tema, veremos cuáles son las posibles opciones fundamentales que naturalmente toda persona puede escoger. ¿Cuáles son las opciones fundamentales? En cuanto a la opción fundamental, las alternativas posibles para elegir son solamente dos. Como previamente dijimos, veremos que no hay una tercera, y que, éstas dos son imposibles de combinar entre sí porque son distintas y opuestas. 2 La primera de las dos alternativas tiene siempre presente a la gratuidad en la entrega de uno mismo. El amor se comporta como motor para el obrar cotidiano. La segunda posibilidad carece de esta donación de uno mismo a los demás. El amor no está presente. Podríamos entonces decir que, la opción fundamental es escoger entre vivir compartiendo todo lo que uno es y tiene con las demás personas o vivir solamente preocupado y encerrado en uno mismo y en los propios intereses. La primera de las dos posibilidades contiene de modo fundamental a la generosidad y esto se vive en la total donación de uno mismo por amor a los demás. En la segunda, todo lo contrario. Por no amar, la soledad es algo que se padece profundamente. Cabría hacerse la siguiente pregunta, ¿qué es lo que produce que una persona elija compartir todo lo que es y todo lo que tiene? La causa de esto es que la persona descubrió gracias al amor que tiene hacia los demás, que su felicidad vale tanto como la de los demás. Si descubro que mi felicidad es igual de importante que la de todas las personas con las que comparto mi vida, lo que haga va a estar determinado no solo por mí deseo de plenitud sino también por el de los demás. Por lo tanto, la intención que yo tenga para obrar cotidianamente va a considerar siempre a quienes estén presentes en mi vida. Quiero y deseo profundamente tanto mi bien como el de los demás. El buen obrar se fundamenta en la naturaleza del hombre. Es decir, en lo que todas las personas naturalmente son: animales racionales. Y, según el Evangelio, hijos de Dios creados por Él a su imagen y según su semejanza. Regresemos a los la distinción que comenzamos a hacer con respecto a las dos posibles alternativas. En la primera, gracias al amor, se considera como norma de vida tanto la búsqueda de la felicidad de uno 3 mismo, como la de todas las personas con las que se comparta el día a día. Se descubre y se sabe con verdad y seguridad que la felicidad solamente se obtiene si las personas involucradas comparten todo lo que son y todo lo que tienen. En la segunda, solamente se miran los propios intereses. En esta forma de vivir, los demás son sólo medios para alcanzar los propios intereses. De ninguna manera se considera o se tiene en cuenta la felicidad de las demás personas ni la verdadera propia felicidad. ¿Todas las personas pueden realizar la opción fundamental? Respondiendo esta pregunta diremos que, por un lado, todos. Pero por otro, sólo algunos. Según lo que naturalmente somos, todos. Según la situación en la que nos encontremos, sólo algunos. Todos estamos naturalmente capacitados para realizar la opción fundamental, pero no todos estamos en una situación que nos permita vivir según lo que somos. “Según lo que somos, todos.” Comencemos por el principio. Habíamos dicho que esta opción se desprende de la esencia humana. El ser humano, por la naturaleza que tiene, es decir, por lo que es, está capacitado e inclinado a realizar dicha elección. Según esta concepción antropológica - filosófica, todos, desde el momento en el que empezamos a existir en el vientre materno, poseemos ciertas facultades que nos son propias y exclusivas. Las principales y esenciales son la inteligencia y la voluntad. De las cuales se desprende la libertad. 4 La inteligencia nos permite comprender. Podríamos decir que cuando una persona conoce algo, se apropia de eso. Y cuanto más lo conoce, más su dueño se convierte. Al comprender mejor el sentido que todo tiene, profundizamos nuestra mirada. Esto nos permite tener más criterio para desenvolvernos bien y adecuadamente en nuestra vida. La segunda capacidad a la que nos referimos es la voluntad. Esta facultad nuestra, nos posibilita sentirnos atraídos por lo bueno; por lo edificante para nosotros. El adjetivo edificante puede parecernos una palabra muy antigua o desgastada, y quizás por ello, con poco sentido. A pesar de esto, significa mucho. Algo edificante es algo que construye. Es algo que tomando lo que esté disponible para la construcción, la edifica, la realiza; hace realidad la posibilidad. Permite que nos realicemos como personas. Vamos a ejemplificar para poder comprender más aún. Consideremos el caso de un músico. Supongamos que dicha persona se dedicó y se dedica de lleno a la música. Es claro que esto lo hace porque captó en la música, tanto creándola, como componiéndola, como interpretándola, algo más que placer. Descubrió que es músico. La música, para esta persona, es también, más que un pasatiempo. En cuanto a su vocación profesional, haciendo música, se realiza; vive de acuerdo a lo que él es. El gusto que siente por la música se enraíza en lo que él es. Si teniendo la posibilidad de hacerlo, no se dedicase a la música, se sentiría en deuda consigo mismo porque indudable y claramente estaría en deuda consigo mismo. Entonces, la voluntad es la facultad humana que nos permite captar lo bueno, lo provechoso, lo edificante, lo que nos realiza. Lo percibimos sintiéndonos atraídos por todo aquello que objetivamente sea bueno. Para continuar, responderemos la siguiente pregunta, ¿qué hace que algo sea objetivamente bueno? Lo bueno es todo aquello que poseyéndolo 5 nos enriquece. ¿Por qué decimos que lo bueno es objetivamente bueno? Esto lo afirmamos debido a que lo bueno no es relativo a cada persona. Según esta concepción, todas las personas somos lo mismo; compartimos la misma naturaleza. Y por ser todos lo mismo, las capacidades que tenemos, en cuanto a lo que son, son las mismas. Es decir, todos tenemos inteligencia, voluntad y podemos libremente elegir. Por lo tanto, lo verdadero y lo bueno, será común para todos. Y esto es así porque todos podemos comprender con verdad gracias a tener inteligencia. También podemos sentirnos atraídos e interesados por lo bueno o edificante, por medio de la voluntad. Y por último, gracias a la libertad, de todo lo que conocemos y queremos, podemos elegir con qué quedarnos. Agreguemos algo para desarrollar más lo que es la libertad. Habíamos dicho que de la inteligencia y de la voluntad se desprendía la libertad. Si bien captamos lo que tiene sentido y lo que realmente nos beneficia, no estamos obligados a ir tras eso. Podemos elegir qué hacer, para qué hacerlo, e incluso, no hacerlo. Por ejemplo, alguien que descubre que compartir su buen sentido del humor, es edificante para sí y para los demás que estén en su vida, puede elegir, por algún otro motivo, no hacerlo. Si bien siente un reclamo desde su interior por hacerlo, puede ir en contra de este deseo. “Según la situación en la que estamos, sólo algunos.” Esta sería la segunda parte de la respuesta a la pregunta “¿Todas las personas pueden realizar la opción fundamental?” Como vimos, naturalmente hablando, todos podemos optar fundamentalmente porque todos tenemos la misma naturaleza dentro de la cual se incluyen las capacidades antes mencionadas. Pero, no es lo mismo poseerlas que saber usarlas del modo adecuado. Hacerlo no es sencillo. Que nazcamos 6 con la posibilidad de vivir toda nuestra vida según la opción que realicemos, no significa que lo hagamos realmente. En primer lugar, puede ser un impedimento al planteo personal acerca de la opción fundamental, la situación social en la que se encuentren las personas. Esto les impediría realizar su opción de vida fundamental porque ni siquiera se podrían detener a pensar en el tema. Es decir, por estar en una sociedad en la que, por diferentes motivos de los cuáles no son responsables, puedan plantearse para qué vivir. Como vemos la sociedad es algo importantísimo para el ser humano. Puede permitirle o impedirle plantearse para qué vivir. Como consecuencia de esto, puede permitirle o impedirle optar para qué vivir. En segundo lugar, puede ser que la persona se encuentre en una sociedad que le brinde enorme cantidad de medios para realizar su opción fundamental, y, a pesar de esto, no plantearse ni escoger para qué vivir. Hay dos maneras de considerar esto recién nombrado: • La primera es que la persona evite voluntariamente, por algún otro motivo, preguntarse y, por lo tanto, optar. En este caso, estaría de algún modo optando por algo. Quizás no sea esta su opción fundamental, pero, al evitarla, está tomando partido en la cuestión. En esta alternativa, la persona no está siendo generosa. Más bien, con otros intereses, está evadiendo concientemente su opción fundamental. • La segunda manera es opuesta a la primera. En ésta, la persona no evade ni esquiva conciente y libremente su opción fundamental, sino que aún no se encuentra en la situación en la que pueda hacerla. Quizás, la causa sea que todavía no es 7 conciente de lo fundamental que es este tema. Por lo tanto, no está siendo egocéntrico en su actitud. Simplemente no está al tanto. Por supuesto que esto no es un defecto. Cada persona tiene sus tiempos. Los tiempos personales no determinan, sino que condicionan. Para ir concluyendo con esta parte del tema diremos lo siguiente, naturalmente, todos podemos en algún momento de nuestra vida realizar la opción fundamental, pero es posible que, o estemos imposibilitados por el contexto social, o estando posibilitados por el mismo, no hayamos llegado a la situación personal para hacernos el planteo, o también, evitar y esquivar la pregunta fundamental pudiendo hacérnosla y respondérnosla. Una idea más para referirnos a este tema es que esta opción es personal e individual. Sólo uno la puede tomar. Escoger para qué vivir es hacerse cargo de la propia vida. Dicho de otro modo, al realizar la opción fundamental, uno se hace responsable de la propia vida. Hacerse responsable de algo significa responder libremente a favor de algo. Muchas veces suele entenderse, que cuando una persona se responsabiliza de algo, es menos libre, está más atada; es menos dueña de su vida. Justamente, ser dueño de uno mismo, permite asumir una responsabilidad; permite responder libre, concreta y correctamente a un determinado compromiso. Por este motivo, es también condición para realizar la opción fundamental de la vida el ser responsable; estar capacitado para responder al compromiso que uno tome al escoger para qué vivir. Por último, que sea personal e individual, no significa que esta opción sea algo que no se pueda compartir. De hecho, para elegir compartir todo lo que uno es y todo lo que uno tiene, es necesario poner en común los propios y ajenos intereses, objetivos, deseos, anhelos, etc. 8