48 nº 187 / 2008 Terremoto en el sur La reconstrucción de la reconstrucción (alcaldes, ONG, funcionarios públicos), pues tampoco hay un ente que articule todas las acciones. E n algunos lugares del país se ha producido el milagro del tiempo: el calendario ha permanecido detenido en el 15 de agosto. Pero la población no sale a rezar por tal prodigio; sus oraciones están más bien dirigidas a que por fin cese la maldición y que la normalidad deje de parecerse tanto a una congelada estatua de sal. Una estatua en escombros, aclarando. Cuando se empieza a indagar por el estado de la reconstrucción en el país, lo primero que uno se encuentra es que no existe información ordenada y centralizada. Solo a mediados de julio, Forsur inauguró una página web en la que intenta poner alguna información, pero sumamente incompleta. La indagación sobre el estado actual de la reconstrucción tuvimos que recopilarla por partes y cucharitas, de los distintos actores A un año del terremoto que arrasó gran parte de Pisco, Ica, Chincha y Huancavelica, el sur parece no encontrar norte, cual signo de un país en terremoto constante: un Forsur que aún no despega, inexistente asesoría técnica en el levantamiento de casas, y un cúmulo de acciones dispersas que no terminan de cuajar, a pesar de la buena voluntad del ministro de Vivienda, Enrique Cornejo. Existen tres etapas en una reconstrucción: la emergencia, la transición y la reconstrucción propiamente dicha. Después de doce meses, el sector urbano se encuentra en la etapa de transición, con muy pocas obras avanzadas. En el sector rural existe aún mucha gente durmiendo entre carpas y escombros. Lo más eficaz parece haber sido las promesas. Balance Un fondo sin fondos Una de las primeras acciones del gobierno, a un mes de ocurrido el sismo, fue formar una institución especialmente encargada de la reconstrucción, el famoso Forsur (Fondo para la Reconstrucción del Sur), que tan bien funcionó en Colombia. El primer tropezón de los múltiples que tempranamente afrontó fue el no tener facultad ejecutoria. En la práctica, no podía reconstruir nada. Así, el Fondo nació desfondado: su función se limitaba a aprobar la realización de algunas obras. La historia del Forsur puede interpretarse como una serie sucesiva de repiques del terremoto. Apenas anunciada su creación por el presidente, fueron renunciando sus diferentes miembros. Eduardo Figari, un empresario que integró el primer directorio de Forsur, explica sus desacuerdos: “El problema es que en el país las relaciones interpersonales e interinstitucionales están basadas en la desconfianza, lo cual bloquea cualquier hecho”. Figari dice que durante su gestión en Forsur hicieron todo lo que se pudo a pesar de un marco legal sumamente restrictivo. Pero la percepción de los alcaldes es otra: “Nosotros no sabíamos lo que hacía Fravre, no teníamos reuniones ni coordinación”, se queja Gabriel Gallego, alcalde de Parcona y presidente de la Federación de Alcaldes de Ica. Quizá el Forsur nació con el pie izquierdo y hay quienes piensan que la designación del empresario Julio Favre no fue la idea más feliz, no por sus indiscutibles cualidades de gerencia, sino porque justamente la gerencia no lo es todo. Casas listas (para caerse) Uno de los problemas graves que están detectando diversas instituciones que trabajan en las zonas siniestradas es que la gente, en su desesperación por retomar la normalidad, está construyendo sus casas de la misma manera. “Al no poder pagar la asesoría técnica se está construyendo igual que antes del terremoto, sin estudiar el suelo, con poca cimentación, sin columnas”, señala Roberto Medina, de PREDES. Tal como marchan las cosas, el próximo año podremos tener algunas casas listas. Listas para caerse en el próximo terremoto. Apenas el 31 de marzo de este año se terminó el plan de reconstrucción elaborado por Forsur. Los encargados Kafka en el sur “Una vez que el directorio del Forsur aprueba alguno de nuestros proyectos, se pasa al sector correspondiente para que dé su conformidad; de ahí se deriva a la PCM y de ahí pasa al MEF, donde duerme por lo menos tres meses. De ahí hay que estar insistiendo para que regrese a la PCM, para la firma del decreto supremo. De ahí se devuelve al sector y de ahí recién nos llaman a nosotros. Hasta el momento no entra ni un sol del Estado a la provincia de Castrovirreyna, salvo unas bolsas de cemento y calaminas” (Mario López, alcalde de Castrovirreyna, provincia de Huancavelica). Este ajetreo tramitario ha hecho que desde el Forsur se sugiera prescindir de la PCM y así agilizar los proyectos. Pero también hay otras voces que hablan de prescindir del Forsur. De lo que se está prescindiendo, en verdad, es de la reconstrucción. Y los afectados hace más de un año que prescinden de una vida digna. critican las trabas del Congreso: se habla de tres meses perdidos en los que se tuvo que rectificar y reformular las atribuciones de la institución. Uno de los principales puntos que contempla dicho plan es la entrega del Bono 6.000 para los damnificados que han perdido su vivienda y cuya situación económica les impida recuperarse. Pero los 6 mil soles ni siquiera alcanzan para salir de la urgencia-urgencia y cada vez menos, con una inflación a paso ligero que se multiplica en las zonas afectadas sin que el gobierno pueda hacer nada para controlar el alza. Además de ser insuficiente, el bono se entrega sin ningún discernimiento a población rural o urbana y sin tener en cuenta las especificaciones indicadas en los documentos. (Paréntesis: el documento es impecable; si algo no falta en nuestro país son buenos documentos, incluidas las leyes. Fallamos en todo lo demás.) Por otro lado, el bono no puede otorgarse a ninguna persona que tenga un negocio, con lo cual se perjudican muchas personas humildes. Alcides Vilela, de ITDG, cuenta la experiencia de Sunanpe: “Allí la mayoría de gente se dedica a la cachina, por lo que se les considera microempresarios, pero ellos no pueden acceder al crédito de un banco porque su única garantía es una casa que está derrumbada”. 49 50 nº 187 / 2008 El estilo Cornejo En febrero de este año, tras la renuncia de Favre, se designó como presidente del Forsur al ministro de Vivienda, Enrique Cornejo, quien implementó un sistema de reuniones con todos los alcaldes de las provincias y distritos afectados. Hasta el momento el Forsur ha aceptado 599 proyectos. Cornejo no se hace mucho problema a la hora de aprobar los proyectos, pero esa es solo una parte del proceso. El comentario de Luis Triveño, el presidente regional de Ica y uno de los principales críticos del Ejecutivo y del Forsur durante todo este proceso, es elocuente: “No veo voluntad política del gobierno; el Ministro tiene toda la voluntad, pero el problema es el MEF. Yo creo que hasta el momento solo se ha avanzado el 8%. A este paso, vamos a necesitar más de diez años”. Un hecho que dibuja la gestión de Cornejo es lo que ocurrió en la reunión del directorio del Forsur y los alcaldes realizada en Cañete. Unos manifestantes provenientes de San Vicente se quejaban, muy molestos, de que hasta el momento no les había llegado ninguna ayuda. Se sentían abandonados por el Gobierno. El momento más airado de la protesta coincidió con la llegada del ministro Cornejo, y cuando la Policía se aprestaba a reprimir a los manifestantes, Cornejo se bajó y preguntó con un grito: “¿Con quién debo hablar?”. El dirigente de San Vicente respondió con un grito más potente. Y así, empatados en gritos, bajaron la voz y comenzaron a conversar. Sálvese quien pueda La política que parece imperar en el imperio de la reconstrucción es “a la buena de Dios” como estrategia general y el “sálvese quien pueda” como salida particular. El panorama que José Manuel Miranda, de CODEHICA, mira en Ica, es preocupante: “Sigue existiendo una desorganización, no hay nadie que lidere este proceso, hay mucha dispersión. Desde el Estado piensan que su deber es solo hacer colegios y hospitales, y se han desentendido de la construcción de viviendas. Al principio hubo mucho despliegue mediático y campañas para justificar lo que no se estaba haciendo”. Pero también hay gente contenta, como el alcalde de Pisco, Juan Mendoza, para quien la reconstrucción, si bien no marcha a las mil maravillas, se le parece bastante: “Hemos entregado diez mil bonos a nivel de los ocho distritos, de los cuales se están operativizando 6 mil en autoconstrucción. Tenemos entregados 4.500 títulos de propiedad y aproximadamente 6 mil certificados de posesión”. Al costado de Pisco, en la ciudad de Cañete, la percepción es distinta. Luyo Salhuana, dirigente de San Vicente, dice que de las 4.500 viviendas afectadas apenas les han otorgado 180 bonos, que hasta el momento resultan unos cheques sin fondos, porque no los pueden hacer efectivos, ni en dinero ni en materiales. Por si fuera poco, también denuncia el cobro ilegal por parte del la Municipalidad de Cañete”. El problema no es solo con el gobierno central: entre ellos también existen puyas. La disconformidad campea y la sobrevivencia continúa. A pesar de esta perspectiva, la vida después del terremoto se reactivó con prontitud. Al menos en Ica hay trabajo y hasta pleno empleo algunos meses del año. Si la desgracia hubiera ocurrido en otras provincias más pobres del país, otro hubiera sido el cantar. Mejor dicho, el llorar. Cuando sucedió la tragedia, en medio de los lamentos y la impotencia surgió la convicción de convertir la desgracia en oportunidad, y hasta podemos decir que los peruanos se pusieron la camiseta. Ahora, a un año de la tragedia, estamos intentando reconstruir la reconstrucción de la reconstrucción. El tiempo pasa pero, en algunas zonas, el 15 de agosto continúa incólume.