Resonancia magnética ¿Qué es? La resonancia magnética (RM) es un procedimiento no invasivo que emplea imanes potentes y ondas de radio para producir imágenes del cuerpo. Es una de las técnicas diagnósticas más efectivas ya que con ella se pueden detectar afecciones coronarias, neurológicas, problemas en la médula ósea, en la columna vertebral o las extremidades inferiores. Esta técnica se usa con frecuencia en traumatología, ortopedia o neurología, ya que permite ver con gran definición las partes blandas del cuerpo (por ejemplo, el cerebro, los tendones o los músculos), algo que no ocurre cuando se emplean otras técnicas de diagnóstico por imagen. Aunque es una de las técnicas más caras, se trata de una exploración totalmente inofensiva ya que no emite rayos X y no es dañino para las células. Por lo tanto, no existe un riesgo comprobado ni para el paciente ni para el radiólogo. Frente a otras exploraciones, la resonancia magnética consigue un alto contraste entre los tejidos blandos, permite un mayor conocimiento de los cambios patológicos, la obtención de cortes sin mover al paciente, no emplea radiación ionizante y aporta datos tanto anatómicos como fisiológicos. Asimismo, el análisis de las imágenes se realiza en tiempo real. ¿En qué consiste? El equipo de resonancia magnética lo constituye un tubo, que hace las funciones de imán, y aumenta su campo magnético de atracción a través de radiofrecuencias que se programan desde un ordenador que se encuentra fuera de la sala donde está el tubo. Las radiofrecuencias mueven los protones de los átomos de hidrógeno (agua) que se encuentran en el organismo humano. Las diferencias en la señal de respuesta de estos átomos posibilitan diferenciar entre órganos y localizar tejidos malignos o alterados. Cuando ya se ha realizado el examen, las imágenes pueden verse en la pantalla. El radiólogo es quien las valorará y hará el diagnóstico debido. Preparación para el examen A diferencia de otras pruebas diagnósticas, no se requiere una preparación especial en forma de dieta o evaluaciones previas. Sólo algunos casos necesitan realizar un ayuno de 4 o 6 horas anterior a la prueba. Sin embargo, al estar basada en las propiedades magnéticas de los átomos, la presencia de metal en la realización de la resonancia magnética puede interaccionar con los imanes provocando ciertas reacciones negativas. Por ello habrá que tener una serie de precauciones: • No se permite la posesión de ciertos objetos de metal por diversos motivos. Relojes, tarjetas de crédito o billetes de transporte pueden dañarse debido al magnetismo de la prueba. Otros objetos metálicos, tales como cremalleras, joyas o prótesis dentales pueden provocar distorsiones en los resultados. Además, el imán del equipo de resonancia magnética puede convertir a algunos objetos en “peligrosos proyectiles”. • Los campos magnéticos pueden dañar ciertos objetos implantados en algunos pacientes. Por ello, la resonancia magnética está contraindicada en pacientes que tengan implantado un marcapasos, un desfibrilador o articulaciones artificiales. Sin embargo, las placas de titanio no presentan ningún problema. Tampoco se recomienda la prueba a mujeres embarazadas. Durante el examen El paciente debe entrar en la sala en la que se realiza la resonancia simplemente con una bata de hospital o con una prenda de ropa que no posea fragmentos metálicos como cremalleras. Allí se le tumbará en una camilla y se le introducirá en un tubo en el que se encuentra un micrófono con el que podrá hablar con el operador, que le estará observando en todo momento desde un cuarto adyacente. Durante la exploración el paciente deberá permanecer acostado y quieto. El campo magnético y las ondas de radio no se sienten, por ello la resonancia magnética no causa dolor. Las posibles molestias están causadas por las características del aparato y por el tiempo de exploración. Para algunos pacientes, sobre todo aquellos que sufren claustrofobia u obesidad , el tubo donde se realiza la prueba puede ser agobiante. Por este motivo existen equipos modernos de resonancias abiertas en las que no hay que introducirse en el tubo. Además, el tiempo que es necesario estar en la mesa de exploración puede resultar excesivo para algunos pacientes, más aun teniendo en cuenta que hay que permanecer quieto ya que el movimiento puede distorsionar las imágenes. Algunos aparatos de resonancia magnética intentan contrarrestar esta molestia mediante televisores y audífonos especiales. Otra medida es la administración de sedantes orales o intravenosos. Los fuertes sonidos emitidos son a veces otra molestia para el paciente. Para evitar esto se utilizan protectores de oídos. A veces se colocan dispositivos alrededor de las zonas que se van a explorar del paciente, encargados de mejorar las imágenes mediante envío y recepción de ondas. Otra situación especial es la colocación de una pequeña sonda intravenosa en aquellos casos en los que se va a administrar un medio de contraste. El tiempo de exploración oscila entre 20 minutos y una hora, puesto que lo normal es que se necesiten varias series de imágenes, las cuales requieren de 2 a 15 minutos. Posibles riesgos La resonancia magnética no requiere procesos de recuperación ni dieta posterior. En cuanto la prueba termina el paciente puede marcharse con total tranquilidad. Además, los imanes y las ondas de radio no son perjudiciales para el cuerpo humano. Los problemas pueden surgir únicamente por incumplir las exigencias relativas a los objetos metálicos o por requerimientos adicionales. La administración de sedantes conlleva un riesgo de exceso de sedación. En el caso del contraste intravenoso, en raras ocasiones se producen reacciones alérgicas.