la época tokugawa

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LA ÉPOCA
TOKUGAWA: LA
CREACIÓN DE LA
ESTAMPA
JAPONESA
Natalia González Zaragoza
ngzaragoza@yahoo.es
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TELF: 600745169
INTRODUCCIÓN
El arte de la pintura china tiene sus mejores interpretaciones y ejemplos en la
época Ming, pero su dura disciplina le impidió evolucionar, creándose así un
conformismo inmutable. Sin embargo, en Japón, país admirador de su arte,
durante las etapas Mumorachi y después Momoyama, acabo aportando una
fusión entre ambas culturas a las que empezaron a añadirse algunas
influencias occidentales. Estas influencias, primero se debieron al
descubrimiento de los portugueses de la ruta marítima de la las indias, lo que
les permitió conocer nuevas temáticas y coloridos; enriqueciéndose de este
modo su carácter decorativo, que siempre le ha caracterizado. Estas dos
etapas fueron fundamentales para el desarrollo del arte japonés pero, existía la
amenaza de implantarse un único estilo oficial inmutable, ligado todavía a
temas y estilos tradicionales. La época Tukugawa, fue una etapa generadora
de nuevos tratamientos estéticos y, trajo consigo una nueva generación de
artistas cuya, manifestación más popular y más conocida en el extranjero fue la
estampa.
Este artículo trata de valorar a las distintas transiciones artísticas que se
desarrollaron durante la etapa Tukugawa y su repercusión en la evolución del
arte japonés. También se exponen algunas aportaciones del arte japonés en el
occidental, como fue la utilización de colores planos sin matizaciones y el valor
de la línea y, viceversa, del estilo occidental en el japonés, como fue la
perspectiva renacentista y la utilización del claroscuro.
LA ÉPOCA TOKUGAWA: LA CREACIÓN DE LA ESTAMPA.
Con el período Tokugawa (1603-1868), se inició un periodo en el que el país
vivió una relativa paz y prosperidad. En Kioto se vivía una situación precaria
que afectaba a toda la sociedad incluyendo a su emperador y su corte a
diferencia de Edo (actual Tokio) donde se encontraba el gobernador shogun,
que regía un gobierno dictatorial fundado en una sociedad duramente
jerarquizada. Los shagun cerraron sus puertas al extranjero, excepto a los
navíos holandeses y a los chinos que entraban a través del puerto de
Nagasaki. Fue un período que permitió desarrollarse en varios ámbitos como la
agricultura, la artesanía; y la burguesía fue el estrato social que alcanzó un
mayor poder cultural y financiero frente a la arruinada aristocracia.
Toda la corte del emperador, como los shogunes y los daimyo (señores
feudales) de Edo, era ajena a este contexto mercantil y enriquecedor y se
mantuvieron en un ambiente artístico y cultural tradicional. Mientras tanto con el
desarrollo de la imprenta, los comerciantes vieron nuevos modos de renovar la
cultura japonesa. Sus gustos eran más modernos que los de la aristocracia, al
verse afectados por el influjo del arte holandés y el chino que aportaba a la
ciudad un movimiento artístico enriquecedor y desconocido hasta el momento.
Durante aquellos momentos se escribieron las novelas de Bakin, y Chikamatsu
renovó su teatro de muñecas, y floreció el teatro kabuki; eran momentos
propicios para los artesanos que ante el influjo de nuevas culturas multiplicaron
sus creaciones.
En Kioto, la antigua escuela oficial de arte decayó, pero el arte Momoyama
seguía despertando interés en la creatividad de nuevos artistas. A pesar de su
privación de vida política, Kioto siguió siendo un gran foco artístico. La corte no
dirigía un papel dirigente, pero la aristocracia, aunque estaba arruinada era la
poseía los valores de la cultura nacional que influían en los artistas e
intelectuales.
A pesar de la férrea tradición de la aristocracia por la tradición del arte japonés
y chino en su corte destacó el pintor Towaraya Sotatsu, el cual conocía algunas
tendencias europeas y provenía de una familia de clase mercantil. Este autor
realizó magnificas obras decorativas para la familia Yamato-e. Se inició en el
ambiente artístico como ilustrador de temas literarios de la época Heian. A este
artista de origen humilde, no le interesaba en sus representaciones los
tradicionales estilos de carácter narrativo y en la insistente valoración de la
línea. Su interés fue el color, y por ello creo juegos tonales nunca antes
expresados en su cultura y destacaron sus sabias distribuciones del color y los
espacios vacíos que daban énfasis a las escenas.
En la época Geroku (1688-1701) destaca otro pintor innovador Ogata Korin.
Siente menos interés en la ilustración de obras literarias y se muestra más
cercano a la representación de la naturaleza. En sus obras se ve una clara
intención realista pero también se esfuerza en sintetizarla para ofrecer un
lenguaje más expresivo. Para ello utiliza pinceles anchos y ligeros. Al igual que
Tawaraya, no tuvo discípulos inmediatos, pero fue valorado en el s.XIX por
Sakai-Ho-itsu (1761-1828).
Mientras tanto, fuera del entorno aristocrático surgió una nueva ola de pintores
más naturalistas que desarrollaron la pintura de estampa, con escenas de
figuras y animales nunca antes tratados con tanto naturalismo como hasta
ahora.
La estampa tuvo un gran auge por su poco coste. Al principio se realizó en
blanco y negro y se realzaba con colores dados a mano. Sin embargo la
técnica mejoró notablemente durante el s. XVIII y destacan los pintores
Haronobu, Utamaro y Kiyonaga, que se interesaron en representar a la mujer
japonesa, también Sharaku que sintió especial interés en representar actores
de teatro japonés, y Shunsho especializado en las representaciones de
luchadores, Hokusai y Hiroshige crearon paisajes que simbolizaban al Japón
de la época.
A comienzos del s. XIX, por mediación de los holandeses establecidos en
Nagasaki, se iniciaron los nuevos artistas japoneses en la pintura occidental de
un modo más contundente, después de la apertura de Japón al mundo exterior
las influencias entre los países extranjeros y el archipiélago fueron
aumentando.
El Ukiyo-e, define al arte japonés más popular, cuyas raíces son muy antiguas.
Esta tendencia fue una de las más influyentes en el arte vanguardista europeo.
Este estilo se relacionaba con el artista Iwasa Matahei, del s.XVI, que fue uno
de los últimos exponentes de la pintura narrativa de la corte imperial. En estas
representaciones los temas lograron tener una gran variedad, además de la
literaria, pues coincidió con la época dorada del arte japonés, el cual se vio bajo
las influencias de la cultura europea, conocidas a través de los portugueses, a
los que llamaron Namban (bárbaros del sur).Fue una época en la que Japón
empezó a borrar ciertas distinciones sociales y en la que creció
económicamente.
Con la llegada al poder de los Tokogawa ésta siguió permaneciendo como
estilo fiel entre algunos artistas, aunque no fuese declarado un estilo oficial por
ninguna escuela.
Con el desarrollo de la técnica del grabado, durante el s. XVIII y s.XIX, varios
artistas que luego fueron muy influyentes en Europa, añadieron al Ukiyo-e
nuevos temas, aumentando así el repertorio popular: escenas de teatro,
retratos de artistas, luchadores, bijin (prostitutas de fama) escenas cotidianas y
paisajes.
Los artistas europeos ante la curiosidad de la novedad, lo exótico y lo
pintoresco renovaron su arte, a partir de sus nuevas relaciones con Oriente.
Mientras en Oriente, que en un principio se sintió receloso de su arte,
progresivamente fue cada vez alejándose de sus tradiciones para adoptar los
progresos de occidente, especialmente los artísticos.
Las relaciones comerciales entre Occidente y Extremo Oriente ya existían
desde los tiempos de la Roma Imperial, pero la cantidad de importaciones
creció de repente con la llegada de los portugueses a Japón, que descubrieron
la ruta marítima de las Indias. Durante los s. XVI y XVII, los europeos empiezan
a abastecerse de las nuevas riquezas exóticas de estos países y crean
factorías y asentamientos en varias zonas.
Muchas de estas riquezas artísticas eran muy costosas, por lo que no se tardo
en imitarlas en Occidente, en especial, las cerámicas realizadas en porcelana.
La mayoría de los países europeos sintieron una gran fascinación por la cultura
japonesa, sus técnicas y sus conceptos estéticos. El francés Bracquemand fue
uno de los descubridores de la estampa japonesa al igual que Baudelaire. A
comienzos del impresionismo artistas como Manet y Whistler, Degas y Gauguin
y más tarde los nabis, valoraron la sencillez de aquellas estampas y se
inspiraron en su estética, alejada de los conceptos europeos, que vivían sujetos
a la disciplina de la perspectiva y el claroscuro. La estampa japonesa también
inspiró al estilo artístico llamado Modernismo en España, que valoró a la línea,
el movimiento y a las formas orgánicas en todo tipo de ejecuciones artísticas.
A partir de la Exposición Universal de 1867 el arte japonés alcanzó una gran
valoración y éxito, la sociedad europea se vio impregnada de su estética,
influyendo hasta en la moda femenina como fue el peinado.
En 1890, en Londres hubo una exposición de Hokusai (1760-1849), cuyos
trabajos son los mejores exponentes del estilo popular Ukiyo-e, el cual se
difundió al mismo tiempo que el de Utamaro.
Sin embargo, es necesario aclarar que las influencias japonesas en Europa son
el fruto, en general, de un arte enriquecido por tendencias europeístas. Las
tierras japonesas estaban bajo el dominio europeo, sus frecuentes
intervenciones hacen que Japón, bajo la dirección de su emperador, reforme la
sociedad y la cultura.
Las influencias de Occidente, hacen que cada vez el arte japonés, se parezca
más al realista europeo. Mientras los artistas europeos empezaban a desdeñar
sus tendencias artísticas, ligadas a los patrones renacentistas, para admirar y
adoptar recursos de la estampa japonesa popular.
En Occidente se desarrollan dos tendencias artísticas que lideran las primeras
vanguardias, el impresionismo y el simbolismo que están impregnadas de
características y novedades estéticas japonesas como es, la utilización de dos
planos de profundidad, revaloración del trazo y la línea, sintetización de las
formas, etc.
La influencia del realismo en Japón, tampoco supuso la negación absoluta de
su cultura, sino una nueva libertad de medios y técnicas.
El realismo occidental impresionó a los artistas japoneses que elaboraron obras
parecidas al realismo de Millet, Manet, Corot, o al estilo simbolista.
Tradicionalmente el arte japonés no reprodujo la realidad, pues su intención era
más abstracta y se reducía al juego de líneas y trazos. Para él, fue toda una
novedad el sistema científico de representación de la perspectiva, el claroscuro
y el colorido a través de técnicas tan desconocidas como el óleo.
En Japón, el gobierno fomentó el estudio del arte occidental y se organizaron
estudios académicos por Fontaulsi(1818-1882), paisajista italiano influido por
Turner y Constable. Muchos de sus discípulos realizaron obras introduciendo la
técnica impresionista a través del óleo, como Chu Asai (1856-1907) y Shotaro
Koyama (1857-1916) que destacan por sus paisajes campestres y colores
terrosos.
A partir de 1880 surge una reacción ante aquellas pinturas a la moda occidental
y el gobierno prohíbe que los artistas que fomentan esa pintura expongan sus
obras. Sin embargo, los artistas vuelven a retomar en 1889 las técnicas
europeas y su estilo naturalista y se funda la Academia de Meiji.
A partir de 1890, surgen nuevos artistas que intentan mostrar los valores
tradicionales y los temas populares a través de técnicas europeas.
En la Exposición Universal de 1890 Yamamoto, Shiichi Kamei y Naojiro Harada
ofrecen una mirada profunda del arte oriental con técnicas y estilos europeos
dominados magistralmente.
La idea de la pintura al aire libre fue llevada a Japón por Kiyotera Koroda
(1866-1924).La técnica difería del impresionismo y se asentaba en principios
academicistas, al estilo de Rafael Collin.
En 1896 se admite la pintura occidental en la Escuela de Bellas Artes de Tokio,
siendo sus profesores seguidores del academicismo europeo.
Sin embargo, la tradición japonesa también imponía en menor escala una
posición merecida de su estilo en el mundo artístico. Se siguieron manteniendo
escuelas tradicionales como las de Kano, pintores oficiales del gobierno de
Tokio. De modo que diversas escuelas retoman su actividad tradicional a pesar
de la hegemonía del arte occidental. Su técnica se basaba en la disciplina
tradicional, utilizando materiales como la seda y el papel, que se empleaban en
forma de rollo vertical para colgarse en la pared, “kakemono”, o en rollo
horizontal,”makimono”, en forma de abanico o de biombo. Los temas son
clásicos como son sus paisajes soñados con montañas y ríos, se representan
flores y pájaros, animales, temas históricos. Los temas más inusuales son el
retrato y la escena cotidiana, pero estos si encuentran su difusión en la
estampa.
En estas escuelas se recuperan todas las tradiciones del arte japonés como la
de añadir texto en algunos dibujos, la superficie vuelve a ser plana, sin ningún
rastro del claroscuro…La idea de la pintura volvió a ser subjetiva, imaginaria y
próxima a la abstracción.
Conviven así dos tendencias opuestas: la nihou-ga que significa, pintura
japonesa y yo-ga, pintura occidental.
Surge en 1885 un movimiento que mezclaba ambas tendencias. Este
movimiento se basaba en el pensamiento del filósofo Kakuzo Okakura. Según
este pensador, el arte japonés debía basarse en valores tradicionales pero,
debía desarrollarlos utilizando las técnicas occidentales.
Un ejemplo de este arte fue la obra de Gaho Hashimoto (1835-1908) que
introdujo en algunos paisajes tradicionales efectos de claroscuro y perspectiva
lineal.
El centro de este movimiento fue la Escuela Nacional de Bellas Artes de Tokio,
fundada en 1889 y que se regía ahora por los preceptos de Ukakura, su
director. Una nueva generación de pintores como Taikan Yokoyama(18681958) y Shunso Hishida (1874-1911) exigen la renovación de la pintura nihouga. Hacia principios del s. XX, Yokoyama emprende un nuevo estilo que el
mismo denominó “embrollado”, que consistía en toques de color borrosos en
los que no se utilizaba la línea tradicional. Su inspiración más directa es
Delacroix y los pintores venecianos, pero sus nuevas representaciones no
fueron comprendidas por sus contemporáneos, al negar este artista el valor de
la línea tradicional.
Hishida también realizó de manera particular sus propias investigaciones
utilizando el puntillismo con los colores saturados tradicionales.
Estos estilos supusieron un progreso del arte japonés pues se basaban en
nuevas técnicas para reafirmar valores y temas tradicionales japoneses ligados
a la naturaleza, las estaciones, y en definitiva al paisaje, tema favorito de la
cultura oriental.
En Kioto, también surgieron de manera renovada artistas que aportaron
iniciativas revitalizadoras del arte tradicional. El naturalismo había influido a
todos los artistas que habían ido surgiendo, pero algunos mantuvieron reglas y
motivos tradicionales como Bairei Kono(1844-1895) y su discípulo SuhoKakeuchi(1864-1942).
Gyokudo Kawai fue el artista que se encargó de fusionar ambas escuelas, la de
Kioto y Tokio y creó un efecto ecléctico. Esta pintura se realizaba del natural
con agregaciones del claroscuro y de perspectiva área, junto a la utilización de
la línea, según el método tradicional de la escuela de Kano.
El eclecticismo artístico tuvo una mejor acogida que el estilo “embrollado”, que
perduró, junto al estilo denominado “bujin-ga”, que se traduce como pintura de
intelectuales. La pintura era considerada como una de las maestrías esenciales
para el verdadero intelectual. Es extraño que en una cultura se apreciase una
pintura o arte no profesional, como un género especial y valorado, al menos
durante un tiempo, pues acabo desapareciendo, siendo el último representante
Tessai Tamioka (1836-1924).Para él, la pintura era uno de los medios en los
que se representaba la personalidad.
También poco a poco, fue desapareciendo la estampa tradicional Ukiyo-e,
debido a la peor calidad de sus obras. Con los nuevos procedimientos de
reproducción de la imprenta y del fotograbado, la estampa fue desapareciendo
y, con ella las representaciones antiguas sobre las costumbres y modas
japonesas.
BIBLIOGRAFÍA:
El arte y el mundo moderno, de René Huyghe. Editorial Planeta.
Summa Pictorica. Historia Universal de la Pintura. Joan Sureda. Editorial
Planeta.
El Manual de Dibujo. Estrategias de su enseñanza en el s. XX. Juan José
Gómez Molina. Lino Cabezas. Juan Bordes. Editorial Cátedra.
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