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EXPANSIÓN
Opinión
Versión online. Jurídico
Viernes, 11 de julio de 2008
¿Subir o bajar películas de Internet?
Cuando las barbas de tu vecino galo veas
pelar…
Publicado el 11/07/2008, por Blanca Cortés Fernández, Abogada de CMS Albiñana &
Suárez Lezo
Que la utilización de programas peer to peer (P2P) o, lo que es lo mismo, redes de
intercambio de archivos de persona a persona -entre las que se encuentran, por citar sólo
algunas de las más conocidas, Kazaa y Emule- se ha convertido en una práctica de lo más
habitual, es algo que está fuera de toda duda.
Y también lo está que son ilegítimos los actos de reproducción y puesta a disposición llevados
a cabo por los operadores peer to peer, la ulterior descarga masiva y gratuita de archivos que
contienen obras protegidas por propiedad intelectual realizada por el usuario, así como la
conversión de su ordenador en un servidor al que tienen libre acceso todas aquellas personas
que se encuentren conectadas al sistema.
Pues bien, esta semana ha sido noticia la aprobación por el Gobierno francés de un proyecto
de ley, de nombre “Creación e Internet”, destinado a combatir la piratería en tal medio. Tal
proyecto legislativo, que supuestamente se pondrá en marcha el próximo enero, pretende dar
solución en su territorio a este trueque universal en el que se ignoran los legítimos derechos
de quienes crearon, interpretaron o produjeron las obras objeto de tráfico.
Así, si el proyecto de ley acaba convenciendo -el Consejo de Estado considera, con cierto
criterio, que se violaría la privacidad de acceso en las comunicaciones-, con la colaboración
de las operadoras de red, el ejecutivo francés procederá a avisar a los usuarios hasta un total
de tres veces cuando se detecte por un organismo creado al efecto -Hadopi- que se están
realizando descargas masivas de material protegido por los derechos de autor. En caso de
ignorarse tales avisos, el internauta podrá sufrir, nada más y nada menos, que un corte en su
conexión a Internet de tres meses a un año.
Estas medidas se suman a otras ya existentes en la nación franca, por las que puede imponerse
una sanción de 38 euros por descarga de ficheros para uso privado, y de 150 euros en aquellos
casos de puesta a disposición de obras protegidas por el derecho de autor a otros internautas.
Ejemplar fue, al respecto, la sentencia del Tribunal de Vannes de 29 de abril de 2004,
consecuencia del registro de un ordenador personal en el que se encontraron un número
significativo de películas ofrecidas en la carpeta compartida del sistema Kazaa. El oferente
fue condenado a pena de prisión y los usuarios favorecidos por el intercambio fueron
obligados al pago de multas cuya cuantía, en uno de los casos, se aproximó a los 6.000 euros.
Con todo, el camino hasta la aprobación de este proyecto legislativo no ha estado exento de
controversia. Así, en el año 2005 -lo cierto es que a consecuencia de una votación a altas
horas de la madrugada con escasa asistencia de diputados-, se aprobaban enmiendas
defensoras de la legalización de los intercambios de ficheros en Internet mediante el sistema
"peer to peer" a cambio del pago de una licencia global, poniendo en peligro el proyecto de
ley defendido por el entonces Ministro de Cultura Renaud Donnedieu de Vabres.
Mientras nuestros vecinos galos tratan de asentar unas bases sólidas para la defensa de la
propiedad intelectual de sus artistas, España sigue encontrándose entre los Estados con
mayores índices de piratería -en sus más variadas versiones- del continente europeo,
ignorando las herramientas otorgadas al efecto por la Directiva Antipiratería de 2004. Llama
la atención, al respecto, que el legislador no haya realizado un uso efectivo del contenido de
su artículo 3, el cual permite a los Estados miembros la posibilidad de establecer medidas
justas, equitativas, efectivas, proporcionadas y disuasorias. Medidas estas últimas que sí han
sido adoptadas por el ejecutivo francés.
Tampoco ayuda a mejorar la situación el contenido de la sentencia del pasado 29 de enero del
TJCE –Promusicae vs Telefónica- la cual estableció, sin fisuras, que "el derecho comunitario
no obliga a los Estados miembros a divulgar datos personales con objeto de garantizar la
protección efectiva de los derechos de autor, en el marco de un procedimiento civil",
liberando así a Telefónica de la obligación de entregar datos personales de sus clientes.
En definitiva, habrá que ver cómo se aplica esta medida en la práctica y si la misma resulta
realmente efectiva. Si así fuera, sería lógico presenciar en breve a las diversas entidades de
gestión reclamando al gobierno medidas similares. Hasta entonces, parece que los internautas
españoles pueden dormir tranquilos. Nadie les está observando.
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