LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA Los Trastornos de la Conducta Alimentaria son enfermedades mentales que han incrementado su incidencia en los últimos años Prueba de ello es el aumento en el número de casos atendidos por las Unidades de tratamiento especializadas. Esta situación ha supuesto una complicación para los servicios sanitarios de salud pública, al tratarse de trastornos muy complejos que requieren una intervención clínica multidisciplinar. Estamos ante una patología de extrema gravedad, que no sólo tiene que ver con el deseo excesivo de adelgazar y la preocupación obsesiva por el aspecto físico. Otros síntomas característicos de los TCA son los desequilibrios emocionales, desórdenes de la personalidad, conductas autolesivas, distorsiones perceptivas, pensamientos obsesivos, autovaloraciones negativas y perfeccionismo. Por esta razón, el abordaje terapéutico de este tipo de trastornos suele ser muy complicado y costoso en tiempo y esfuerzo. Clasificación y características clínicas de los TCA Los TCA tienden a identificarse con dos síndromes muy específicos: anorexia nerviosa y bulimia nerviosa. Sin embargo, esto no es del todo correcto puesto que, al menos, un tercio de los trastornos alimentarios descritos en la literatura no cumplen los criterios diagnósticos propuestos para la anorexia y bulimia nerviosas. Existen tres grandes categorías de TCA: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y TCA no especificado. Sin embargo, autores como Fairburn y Walsh (1995) proponen definir el TCA como “un trastorno persistente en la conducta de alimentarse, que da lugar a una alteración en el consumo o absorción de los alimentos y que trae consigo un deterioro del bienestar físico y psicosocial de la persona modificando, por tanto, su calidad de vida”. Esta definición proporciona claramente una visión más amplia del TCA y permite tener en cuenta otros trastornos de la conducta alimentaria incluida la obesidad. Según los datos de prevalencia de estos trastornos en nuestra sociedad, entre el 0`5 y el 3% de la población sufre alguno tipo de trastornos del comportamiento alimentario. Son más frecuentes en mujeres que en hombres, con una proporción de 10 a 1, aunque actualmente está aumentando la incidencia en los hombres. Suele manifestarse por primera vez en la pubertad o la adolescencia, aunque preocupa el hecho de que cada vez son más los trastornos de inicio en la edad infantil y adulta. Aunque tradicionalmente se han identificado algunas poblaciones de riesgo (bailarinas, modelos, gimnastas, deportistas…) lo cierto es que hoy en día estos trastornos afectan a todos los segmentos de la sociedad y muy especialmente a las mujeres jóvenes. Anorexia nerviosa En el caso de la anorexia nerviosa, aunque existen casos descritos desde la Edad Media de pacientes con síntomas muy similares a los actuales, lo cierto es que hasta la década de los 70 no existieron criterios específicos para su diagnóstico en la literatura especializada. Tanto es así que, en la mayoría de las ocasiones, era considerada como la enfermedad resultante de un estado de desnutrición provocado voluntariamente, sin causa orgánica de base. Tal como la entendemos actualmente, la anorexia nerviosa (AN) presenta cuatro grandes características (la tabla 1 muestra los criterios diagnósticos del DSM-IV para la anorexia nerviosa). En primer lugar, una reducción notable del peso corporal de acuerdo con la edad y la altura de la persona y un rechazo a mantener un peso adecuado. Esta circunstancia lleva, en la mayoría de los casos, a la existencia de un marcado bajo peso. Cabe destacar que en la AN puede ser más importante la obsesión por perder peso que la cantidad de peso perdido, como señal indiscutible de la existencia del trastorno. De hecho, es posible encontrar personas que, no hallándose en situaciones de extrema delgadez, en realidad han experimentado una brusca y notoria reducción del peso corporal de forma voluntaria y en poco tiempo. Si esta situación se produce junto con otros síntomas del trastorno podría ser suficiente para realizar el diagnóstico de AN. Desde el punto de vista clínico es especialmente importante tener en cuenta esta situación, dado que podría darse el caso de que una persona no fuera diagnosticada de AN por el mero hecho de no tener un peso corporal por debajo del esperado en función de su altura (aunque estuviera adelgazando muy rápidamente y presentara el resto de los síntomas del trastorno). En segundo lugar, la AN se caracteriza por un miedo intenso a engordar, a pesar de presentar un peso por debajo del ideal. Este hecho impide a las pacientes alimentarse correctamente debido al gran temor que experimentan ante la posibilidad de aumentar de peso, aunque sea tan solo unos gramos, dando lugar a la práctica de dietas restrictivas que acaban provocando una pérdida de peso aún mayor. Normalmente, las pacientes tienen la sensación de que si no mantienen una alimentación tan estricta, podrían perder el control sobre su peso y llegar a convertirse en obesas. En un momento del desarrollo del trastorno, especialmente cuando ya se ha perdido mucho peso, es este miedo a la obesidad -más que el propio deseo de perder peso- lo que perpetúa la práctica de restricciones alimentarias. En tercer lugar, la mayoría de las pacientes presentan importantes alteraciones en imagen corporal. Éste es uno de los síntomas más resistentes al cambio y más difícil de modificar. Las disfunciones con la imagene corporal se caracterizan por una preocupación excesiva por el aspecto físico, llegando a provocar una auténtica obsesión, insatisfacción por las dimensiones corporales (estimadas, no reales) y actitudes negativas hacia el propio cuerpo, con especial énfasis en determinadas zonas especialmente sensibles (caderas, abdomen, etc.). Así, la mayoría de las pacientes se quejan de sentirse gordas o deformes, a pesar de estar en estado caquéctico. El cuarto síntoma característico de la AN, en el caso de las mujeres, es la existencia de amenorrea o pérdida de la menstruación durante, al menos, tres ciclos. Sin embargo, este criterio resulta controvertido porque algunas pacientes siguen menstruando a pesar de haber perdido mucho peso y de encontrarse en un estado de desnutrición severa. Esta circunstancia ha hecho que se cuestione la importancia de la amenorrea como criterio diagnóstico de la anorexia nerviosa. La pérdida de la menstruación parece ser más la consecuencia de otros síntomas (por ejemplo, la pérdida de un elevado porcentaje de grasa corporal) que un criterio diagnóstico en sí mismo identificador del trastorno. Además, hay que tener en cuenta que muchas mujeres no tienen una menstruación muy regular - especialmente a edades muy tempranas- y que muchas mujeres desarrollan el trastorno en la adolescencia. Finalmente, como puede verse en la tabla 1, la AN se subdivide en dos categorías diagnósticas: anorexia nerviosa de tipo restrictivo y anorexia nerviosa de tipo purgativo. En el primer grupo, las pacientes se limitan a la práctica de fuertes restricciones alimentarias, sin recurrir a conductas purgativas. En el segundo grupo, pueden presentar atracones y/o conductas purgativas destinadas a compensar la cantidad de calorías ingeridas. Tabla 1. Criterios diagnósticos del DSM-IV para la anorexia nerviosa Criterios diagnósticos del DSM-IV para la anorexia nerviosa A. El rechazo a mantener un peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal, teniendo en cuenta la edad y la talla de la persona. Por ejemplo, pérdida de peso que da lugar a un peso inferior al 85% del esperable o fracaso en conseguir el aumento del peso normal durante el período de crecimiento, dando como resultado un peso corporal inferior al 85% del peso esperable. B. El miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando la persona por debajo del peso normal. C. La alteración de la percepción del peso o la silueta corporales, la exageración de su importancia en la autoevaluación personal, o la negación del peligro que comporta el bajo peso corporal. D. En las mujeres pospuberales, presencia de amenorrea. Por ejemplo, ausencia de, al menos, tres ciclos menstruales consecutivos. Se considera que una mujer presenta amenorrea cuando sus menstruaciones aparecen únicamente con tratamientos hormonales como la administración de estrógenos. Subtipos de anorexia nerviosa: a) La anorexia nerviosa de tipo restrictivo, en la que la persona reduce considerablemente su ingesta pero no recurre regularmente a atracones o a purgas. b) La anorexia nerviosa de tipo atracón/purga, en la que la persona, además de reducir la ingesta, recurre regularmente a atracones y/o purgas (p.e. provocándose el vómito o haciendo un uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas). Además de estas características básicas, muchas personas con AN manifiestan síntomas depresivos tales como estado de ánimo deprimido, retraimiento social, irritabilidad, insomnio y un menor interés por el sexo, especialmente cuando tienen un peso considerablemente inferior al esperado. Resaltan también en muchos casos los síntomas obsesivo-compulsivos, tanto relacionados como no-relacionados con la comida. Suelen tener igualmente preocupaciones con respecto a comer en público, una sensación de ineficacia, una acusada necesidad de controlar el propio ambiente, un pensamiento inflexible, una espontaneidad social limitada, una tendencia al perfeccionismo y una expresión emocional restringida. En la Tabla 2 se incluyen los síntomas característicos de la AN extraídos del Protocolo de los Trastornos del Comportamiento Alimentario del Ministerio de Sanidad y Consumo (1995), aunque no necesariamente todos ellos están presentes en las personas diagnosticadas de AN. Tabla 2. Síntomas de la anorexia nerviosa Síntomas conductuales -Restricción voluntaria de alimentos de contenido calórico elevado, con la intención de bajar peso -Preparación de los alimentos mediante cocción o a la plancha -Disminución o ingesta excesiva de agua o líquidos -Conducta alimentaria extraña (p.e. come de pie, corta el alimento en pequeños trozos, los estruja o lava y al terminar de comer, con cualquier pretexto, se pone en movimiento, etc.) -Aumento de la actividad física para aumentar el gasto energético. En ocasiones, ejercicio compulsivo Síntomas cognitivos -Preocupación obsesiva por el peso Síntomas fisiológicos -Anemia moderada -Leukopenia -Trastorno grave de la imagen corporal -Niveles altos de urea en sangre -Terror a subir de peso -Hipercolesterolemia -Negación total o parcial de la enfermedad -Alcalosis metabólica -Negación de sensaciones de hambre, sed, fatiga y sueño -Hipocloremia -Dificultad de concentración y aprendizaje -Acidosis metabólica -Hipopotasemia -Desinterés sexual -Niveles séricos bajos de estrógenos (mujeres) -Desinterés por actividades lúdicas o recreativas -Niveles bajos de testosterona (hombres) -Dificultad en reconocer sus emociones -Bradicardia sinusal -Aumento de las horas de estudio y de actividades supuestamente útiles -Temor a perder el control -Sintomatología obsesiva -Uso de laxantes, diuréticos y autoprovocación de vómitos (formas purgantes) -Irritabilidad -Sintomatología depresiva -Anormalidades difusas en el electroencefalograma -Aumento del cociente ventrículo/cerebro. -Amenorrea (mujeres) -Estreñimiento y dolor abdominal -Emaciación -Hipotensión e hipotermia Bulimia nerviosa Aunque la BN comparte algunos rasgos con la anorexia nerviosa, la característica central de este trastorno es la presencia de grandes atracones de comida durante un intervalo relativamente corto de tiempo, que se produce acompañado de pérdida de control sobre la ingesta alimentaria y fuertes sentimientos de culpabilidad posteriores al atracón. En la mayoría de los casos, el atracón va seguido de conductas purgativas destinadas a compensar las calorías ingeridas que suelen ser vómitos inducidos, abuso de laxantes y/o diuréticos o práctica masiva de ejercicio físico. Resulta algo complicado determinar qué cantidad de comida constituye un atracón. Por esta razón, además del criterio diagnóstico de ingerir grandes cantidades de alimentos en poco tiempo con sensación de pérdida de control sobre la ingesta voraz, existen otros aspectos para identificar los episodios de atracones. Entre ellos cabe destacar los siguientes: a) que los atracones se realicen por lo general a escondidas; b) que los alimentos consumidos sean dulces o comidas de alto contenido calórico; c) que los atracones se prolonguen hasta que la persona ya no puede más o, d) que los estados de ánimo disfóricos puedan desencadenar todas estas conductas. Las ingestas de un episodio bulímico suele oscilar entre 1.000 y 10.000 Kcal. ó más. Sin embargo, también es importante diferenciar entre atracones objetivos -situaciones en las que la persona realmente ingiere una gran cantidad de alimento- y atracones subjetivos situaciones en las que la persona cree haber comido excesivamente, aun cuando haya ingerido una cantidad pequeña o moderada de alimentos-. El atracón subjetivo suele ser más característico de pacientes con anorexia nerviosa del subtipo purgativo. Las personas con BN se encuentran habitualmente dentro del rango de peso considerado normal. Entre atracón y atracón generalmente restringen su ingesta calórica total y seleccionan alimentos bajos en calorías, a la vez que evitan comer alimentos que perciben como altos en grasas o que puedan desencadenar un atracón. Otra característica importante de la BN es la preocupación excesiva por la propia imagen corporal y el peso. Como ocurría con la AN, en la BN también existe distorsión de la imagen corporal y, aunque en este caso la persona puede tener un peso normal de acuerdo al esperado, igualmente se quejará de estar gorda y deforme, y eso será desencadenante del desprecio hacia su cuerpo y persona. Finalmente, la BN se subdivide también en dos subcategorías diagnósticas dependiendo de si la persona emplea regularmente métodos de purga. En la bulimia nerviosa de tipo purgativo, la paciente se provoca el vómito y/o emplea de forma inadecuada laxantes, diuréticos y enemas, generalmente tras un episodio bulímico. En la bulimia nerviosa de tipo no purgativo, la persona emplea otras técnicas compensatorias del atracón, en concreto, la práctica de ayunos o el ejercicio físico intenso. Tabla 3. Criterios diagnósticos del DSM-IV para la bulimia nerviosa Criterios diagnósticos del DSM-IV para la Bulimia Nerviosa A. La presencia de atracones recurrentes caracterizados por: a) La ingesta de alimentos en un corto espacio de tiempo (p.e. en un período de 2 horas) en cantidad superior a la que comería la mayoría de la gente. b) La sensación de pérdida de control sobre la conducta de comer durante el episodio de ingesta voraz (p.e. sensación de no poder parar de comer o no poder controlar el tipo o la cantidad de comida que se está ingiriendo). B. La presencia de conductas compensatorias inapropiadas realizadas de manera recurrente, con el objeto de evitar la ganancia de peso (p.e., la provocación del vómito, el uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas u otros fármacos, el ayuno y la práctica excesiva de ejercicio). C. Los atracones y las conductas compensatorias inapropiadas tienen lugar, al menos, dos veces a la semana durante un período de 3 meses. D. La autoevaluación personal está exageradamente influida por el peso y la silueta corporales. Subtipos de Bulimia Nerviosa: a. La Bulimia Nerviosa de tipo purgativo, en la que la persona se provoca regularmente el vómito o utiliza laxantes, diuréticos o enemas en exceso. b. La Bulimia Nerviosa de tipo no purgativo, en la que la persona emplea conductas compensatorias inapropiadas -como son, el ayuno o el ejercicio excesivo- pero no recurre regularmente a provocarse el vómito, ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso. Como en el caso de la anorexia nerviosa, más del 90% de los casos de bulimia nerviosa son mujeres, con una proporción de 10 mujeres afectadas por cada hombre. Sin embargo, la prevalencia de la BN entre las mujeres es superior a la de la anorexia nerviosa. Se estima que entre un 1% y un 3% de la población femenina padece este trastorno. Resulta llamativo el hecho de que mientras que el número de casos diagnosticados de AN se ha mantenido estable en los últimos años, los casos de BN se han incrementando notablemente. Una de las complicaciones que plantea la BN es la dificultad para diagnosticarla. En la mayoría de los casos, al no existir un síntoma evidente como un marcado bajo peso, el trastorno puede pasar totalmente desapercibido durante años. Por otro lado, es frecuente que las pacientes con BN se avergüencen de su propio comportamiento, llegando a realizar notables esfuerzos para mantener oculto el trastorno. Estas circunstancias hacen que sea muy complicado obtener datos fiables de prevalencia que reflejen la magnitud real de este trastorno alimentario. En la Tabla 4 se incluyen algunos de los síntomas característicos de la BN, extraídos igualmente del Protocolo de los Trastornos del Comportamiento Alimentario del Ministerio de Sanidad y Consumo (1995), aunque no necesariamente están presentes todos ellos en las personas diagnosticadas de BN. Tabla 4. Síntomas de la bulimia nerviosa Síntomas conductuales -Atracones de comida a escondidas. -Restricción dietética en comidas normales. -Almacenamiento de comida en diversos lugares de la casa. -Ingestión de comidas de otros, sin preocupación aparente y negando la Síntomas cognitivos Síntomas fisiológicos -Terror a subir de peso y/o deseo compulsivo de perderlo. -Hipopotasemia -Trastorno grave de la imagen corporal. -Hipocloremia. -Hiponatremia. -Alcalosis metabólica. -Negación total o parcial de la enfermedad. -Diarreas. -Persistente sensación de apetito voraz (ansiedad por la -Pérdida del esmalte dental. evidencia. -Consumo impulsivo de alimentos congelados, desechados de la basura o de los destinados a animales de compañía. -Rechazo de las comidas sociales. -Vómitos autoprovocados. -Rechazo a tragar la comida escupiéndola. -Uso masivo de diuréticos, anorexígenos, laxantes y a veces enemas. -Aumento del ejercicio físico para aumentar el gasto energético. -Aumento aparente de las horas de actividades útiles y de estudio. -Disminución del rendimiento escolar o laboral. -Rechazo a compartir la vida familiar -Sucesivos cambios y/o problemas con amistades. -Consumo de sustancias tóxicas en ocasiones sin medida. -Aumento en el consumo de tabaco y/o alcohol comida). -Sueños sobre atracones. -Dificultad de concentración y aprendizaje. -Razonamiento empobrecido, por su elección de todo o nada. -Temor al descontrol y a dejarse llevar por sus impulsos. -Sensación de ansiedad difusa y envolvente. -Sentimientos e ideaciones depresivas con fuerte componente autolítico. -Sensación constante de culpa Baja autoestima personal, física y, a veces, moral. -Fijación de metas por encima de su capacidad actual. -Confusión de sensaciones, emociones y sentimientos. -Oscilaciones rápidas del humor y estado de ánimo -Aumento de las glándulas salivares, especialmente de la glándula parótida. -Callos o cicatrices en la superficie dorsal da la mano. -Irregularidades menstruales (mujeres). -Amenorrea (mujeres). -Dependencia de laxantes (quienes los usan a menudo) Trastorno por ingesta compulsiva El trastorno por ingesta compulsiva presenta como característica fundamental el hecho de comer compulsivamente. Las personas con este tipo de trastorno sufren episodios de ingesta compulsiva en repetidas ocasiones, pero no toman medidas extremas para controlar su peso, medidas que sí adoptan las personas afectadas de bulimia nerviosa. Es decir, no recurren a los vómitos, al uso de laxantes o a la práctica de ejercicio masiva. Aunque no existen experiencias idénticas entre estos pacientes, se ha observado que las ingestas compulsivas, en general, tienen dos rasgos comunes: la gran cantidad de alimentos ingeridos durante la ingesta y la sensación de pérdida de control sobre la propia conducta alimentaria. Otras características de las ingestas compulsivas son las siguientes: aumento en la velocidad de la ingesta, aparición de estados de agitación general y desesperación, sensación de conciencia alterada durante la ingesta compulsiva, necesidad de mantener oculto este tipo de conductas y pérdida de control total sobre la ingesta. Obesidad La obesidad es una enfermedad crónica que se produce cuando hay un exceso de grasa en el cuerpo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es la epidemia del siglo XXI por el espectacular aumento de la tasa de prevalencia y su enorme impacto sobre la calidad de vida. Es un factor de riesgo de enfermedades tan graves como los trastornos cardiovasculares, diabetes, hipertensión y algunas formas de cáncer. Se estima que la prevalencia de la obesidad infantil y juvenil es de 13´9% y la del sobrepeso 12´4%. Esto significa que la población española entre 2 y 24 años presenta una sobrecarga ponderal. En la población adulta española de entre 25 y 64 años la prevalencia de la obesidad es de 15´5%, siendo más elevada en el caso de las mujeres. Estos datos nos sitúan en un punto intermedio entre los paises del Norte de Europa y Australia, con los porcentajes de obesidad más bajos, y EE.UU. y los paises del este de Europa, que tienen en la actualidad las tasas de obesidad más elevadas. Entre las causas de la obesidad se suelen mencionar los factores genéticos y orgánicos como facilitadores de su aparición. Existe la obesidad endógena, provocada por alteraciones metabólicas como las disfunciones en la glándula tiroidea. Pero también existe la obesidad exógena que es debida fundamentalmente a una alimentación excesiva. Es decir, entre las causas de la obesidad se encuentran los malos hábitos de vida, en concreto, una incorrecta alimentación y una falta de ejercicio físico. Puesto que la alimentación de una persona es el resultado de un comportamiento voluntario y consciente, no sería exagerado afirmar que la obesidad es un tipo de Trastorno de la Conducta Alimentaria.