60-98 SALA DE LO CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, San Salvador a las ocho horas del día cuatro de enero de dos mil. El presente proceso de amparo constitucional ha sido promovido por el abogado Arturo Ramiro Méndez Azahar, de cincuenta y tres años de edad, al inicio de este proceso y de este domicilio, en su carácter de apoderado general judicial de la sociedad "MARS SOCIEDAD ANÓNIMA DE CAPITAL VARIABLE", de esta plaza, contra providencias del Juez de lo Civil de La Unión, que estima violatorias básicamente de lo que él denomina debido proceso legal con base en los artículos 2, 8 y 11 de la Constitución. I) Consta en autos que el pretensor fundamenta su demanda de amparo en el hecho que el Juez de lo Civil de La Unión le declaró sin lugar la admisión de una demanda de tercería de dominio excluyente, presentada e instada por la sociedad que él representa, al interior de las diligencias de cumplimiento de sentencia promovidas por PROCEMI S.A. de C.V., contra MAREX S.A., ya que de conformidad al artículo 450 del Código de Procedimientos Civiles, en dichas diligencias se embargaron bienes propiedad de su representada y no de la ejecutada. Asimismo y por si fuera poco -continúa- , la ilegalidad del acto que no permitió la intervención, como quedó dicho, tiene como origen o antecedente el embargo ilegal de los bienes, pues se realizó a sabiendas que no eran de la deudora, sino de la sociedad que representa. Como consecuencia -dice- de no haberse podido discutir lo que se quería con la pretendida intervención, que fue denegada, la autoridad demandada siguió con el trámite y ordenó la venta en pública subasta de los bienes, privándose a la sociedad peticionaria de su derecho de propiedad sin proceso previo. Por resolución interlocutoria de folios 37, pronunciada el veintitrés de febrero del año recién pasado, se admitió la demanda y se ordenó la inmediata y provisional suspensión del acto reclamado. Además se pidió informe a la autoridad demandada, quien expresó que no eran ciertos los hechos que le atribuían e incluyó en su informe una relación sucinta de lo acaecido al interior de las diligencias citadas. En este estado intervino el licenciado Guillermo Alfonso Imendia Flores, como apoderado de la sociedad PROCEMI S.A. de C.V., en su calidad de tercero beneficiado con el acto reclamado. Solicitó de este Tribunal se sobreseyera en el presente proceso, por discutirse un asunto de mera legalidad; cuestión que se declaró sin lugar, por no considerarse procedente en tal estadio procesal. II) Sobre la base de tales consideraciones es conveniente, a fin de resolver este proceso con plena sujeción a la normativa constitucional, precisar con claridad el objeto sobre el cual gira la presente controversia. De la demanda presentada y del informe de la autoridad demandada se colige que la queja en el caso subjúdice es: la declaratoria de inadmisibilidad de la demanda de tercería de dominio excluyente, promovida por la actora de este amparo, al interior de las diligencias de cumplimiento de sentencia instruidas ante el Juez de lo Civil de la Unión y donde se embargaron bienes de su propiedad y no de la ejecutada. Además, y para el mismo efecto de comprensión, es preciso ordenar el componente fáctico de la pretensión del actor. Sólo así podrá evaluarse si procede o no su conocimiento de fondo. Todo empezó cuando la sociedad PROCEMI S.A. de C.V., promovió un proceso civil ordinario de resolución de contrato, en contra de la sociedad MAREX S.A. , en el Juzgado de lo Civil de la Unión. Ahí se discutía un contrato de arrendamiento de ciertos bienes, que fue incumplido por la demandada en su calidad de arrendataria y que daba derecho a la arrendante a solicitar su inmediata resolución. Como consecuencia, al final se pronunció sentencia estimativa a la pretensión de la actora, con fecha diez de noviembre de mil novecientos noventa y siete, se declaró resuelto el referido contrato y se condenó a pagar, a la sociedad demandada, determinada suma de dinero. Habiéndose pronunciado la sentencia definitiva condenando a la sociedad demandada y en virtud de no haber cumplido ésta lo establecido ahí, la actora solicitó se librara la ejecutoria correspondiente a efecto de verificar el cumplimiento coactivo de la misma. Por ello, con fecha veinte de noviembre de mil novecientos noventa y siete, el apoderado de PROCEMI S.A. de C.V., inició diligencias de cumplimiento de sentencia ante el mismo tribunal que la pronunció -Juzgado de lo Civil de la Unión-. Fundó su petición en el artículo 450 del Código de Procedimientos Civiles. Se decretó embargo en bienes de la sociedad ejecutada MAREX S.A.- y se siguió con el procedimiento respectivo. Se comisionó a un ejecutor y se trabó formal embargo. En tal estado compareció la sociedad MARS S.A. de C.V., por medio de su apoderada, manifestando que los bienes embargados eran de su propiedad y por lo tanto se le tuviera como tercero de dominio excluyente. Entre los argumentos esgrimidos por ésta en la motivación de su pedido, expresó que ella era y es la legítima propietaria de los bienes, aun y cuando existan supuestos traspasos de dominio, pues estos, en todo caso, eran y son nulos. Es así como el día diez de febrero del año recién pasado el licenciado Guillermo Alfonso Imendia Flores, en su carácter de apoderado general judicial de PROCEMI S.A. de C.V., inicia , ante el mismo Juez de lo Civil de la Unión, proceso civil ordinario de nulidad de hecho (sic), a efecto que se declararan nulos los instrumentos públicos donde consta precisamente la transferencia de dominio de los bienes en discusión. Proceso que aún, de lo que consta en autos, no ha terminado ni normal ni anormalmente. III) Establecido con precisión el acto reclamado, así como la base fáctica que lo soporta, procede analizar si es viable su enjuiciamiento constitucional. A este respecto y como labor omnímoda, prima facie, deben señalarse las dos grandes vertientes que determinan los límites de competencia de este Tribunal. Por un lado, como es sabido, se encuentran todas aquellas reclamaciones originadas por violación directa a cualquiera de las categorías jurídicas subjetivas protegibles que prevé la Constitución, originarias de un perjuicio real del sujeto pasivo; y, por otro lado, todas aquellas reclamaciones originadas por la simple inconformidad del perdidoso con la sentencia o decisión pronunciada; por violación de la normativa infraconstitucional -o aun a la misma Constitución-, pero con posibilidad de subsanar, ya sea con carácter ulterior o con carácter actual, el eventual daño a causar; o, por constituir el reclamo un asunto de mera legalidad. Los asuntos de mera legalidad son todos aquellos que por no ser propios de la materia constitucional, quedan circunscritos en cuanto a su regulación y determinación a la normativa de la legislación secundaria. Típicos casos de estos y así lo dice la ley, lo constituyen el planteamiento de asuntos puramente judiciales, ya sea civiles, mercantiles, familiares, laborales, de inquilinato o administrativos. Claro está que ello no implica el divorcio absoluto y desatinado de estas materias con la constitucional. Se trata más bien de garantizar y respetar, frente a la jurisdicción constitucional que ejerce este Tribunal, la ordinaria que ejercen los jueces. Es reiterada la insuficiencia de la doctrina y aun de la jurisprudencia, en la conformación clara e indubitable de los límites entre la legalidad y la constitucionalidad; sin embargo y abstracción hecha de cualquier justificación al respecto, es objetivamente claro que la una, cualquiera de ellas, existe a partir de la otra. Por todo ello y gestando el supuesto hipotético del artículo 13 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, ha de entenderse que son asuntos de mera legalidad aquellos que corresponde juzgar con exclusividad al juez ordinario y que por lo tanto no pertenecen a la jurisdicción constitucional. Aquellos que no obstante estar vinculados con la normativa constitucional, por estarlo todo el ordenamiento jurídico del país, deben juzgarse por y ante juez natural. Este, a diferencia de uno constitucional, tendrá la facultad no sólo de juzgar y conocer el fondo de lo reclamado, sino de realizar un control difuso respecto a la constitucionalidad de las normas. Sucede entonces que cuando el legislador excluye del conocimiento de este Tribunal los asuntos de mera legalidad, está consolidando y salvaguardando la competencia que tienen los jueces ordinarios, pues de no ser así éste se convertiría o en un tribunal de casación, o, peor aún, en una tercera instancia en el proceso o procedimiento respectivo. IV) A partir de esto debe analizarse ahora el caso subjúdice. Consta en antecedentes que se cumplieron las distintas etapas y traslados previstos por la Ley de Procedimientos Constitucionales, a efecto de incorporar los elementos de hecho y de derecho necesarios para el juicio de constitucionalidad que debe realizarse en el presente proceso de amparo. Al respecto, ha quedado establecido que la sociedad demandante aduce que el juez de la causa le ha privado de su derecho de propiedad, en la medida que éste no le ha permitido intervenir eficazmente al interior del proceso de cumplimiento de sentencia, en aras de defenderlo y conservarlo. De ello se colige una sola conclusión bifurcada así: la supuesta violación al derecho de propiedad aliada o yuxtapuesta a la resolución del juez que le impidió supuestamente defenderlo. Respecto al derecho de propiedad, si bien es cierto en El Salvador, por constituir una categoría subjetiva protegible, es tutelable por la vía del proceso de amparo constitucional y por lo tanto competencia de este Tribunal, es igualmente cierto que para la obtención de una sentencia estimativa, como resultado consecuente del mismo, por su objetiva y subjetiva vulneración, con exclusión obvia de simples invocaciones por creencias subjetivas supuestamente vulnerativas de derechos, o, al decir del legislador, por simple inconformidad, sea necesario el que haya sido discutida en sede ordinaria, ya sea a través de un proceso o de una tercería. Para el caso de autos aparece que el pretensor ha tenido una actitud pasiva frente a la discusión de su derecho de propiedad en sede ordinaria. Ello, porque no es cierto que la inadmisión de la demanda de tercería constituya un rechazo de plano sin el cual pueda válidamente volverse a presentar, y, por lo tanto, perfectamente discutir. Además, como anverso y reverso, una cosa lleva a la otra, pues el que haya tomado una actitud pasiva y negativa frente al rechazo de la demanda de tercería que hizo el juez de la causa, conlleva per se al incumplimiento del requisito indispensable citado en el párrafo anterior, el cual es determinante para el conocimiento y pronunciamiento de fondo que debería realizar este tribunal, por la supuesta violación del derecho de propiedad alegada como tal. Por otra parte y como complemento resolutivo y confirmatorio de lo anterior, consta en autos que actualmente existe un proceso civil ordinario, seguido ante el Juez de lo Civil de La Unión, donde se está discutiendo precisamente la propiedad que aquí se invoca como limitada y vulnerada. Esto lleva de manera semejante a este Tribunal, a la obtención indubitable de un resultado decisivo idéntico pero por otro camino, esto es, que por la necesidad de eliminar la existencia de vías alternas tramitadas simultáneamente con la constitucional -como el caso- debiese sobreseerse por tal motivo, con inhibición clara y obvia para conocer sobre el fondo de lo reclamado. En síntesis, el acto reclamado se encuentra limitado a un hecho de carácter puramente civil que corresponde decidir a los jueces de instancia. Dicho de otra manera la pretensión de la actora se encuentra limitada fácticamente a un hecho de naturaleza civil que no corresponde conocer a esta Sala, pues ello implicaría que deba pronunciarse sobre la admisibilidad o no de la tercería, cuando es de exclusividad del juez la valoración formal y de fondo de las distintas pretensiones que se llevan a los estrados judiciales. Además, para el caso, la actora tiene todas las posibilidades de volver a presentar la misma demanda o solicitud con los debidos requisitos formales supuestamente incumplidos y así discutir, como debe ser, la propiedad. Por si ello no bastara, sería incluso atentatorio y de injerencia anticipada y sugestiva por parte de este Tribunal, pronunciarse sobre determinado derecho de propiedad cuando, ante algún juez ordinario en específico, se esté discutiendo su titularidad. En ese contexto y conforme a las razones expuestas por los contendientes, ha quedado establecido que la incoación de la pretensión se centra sobre una inconformidad de trascendencia infraconstitucional como es el hecho de habérsele inhibido de participar en un proceso como tercerista de dominio y que según la autoridad demandada hubo razones fundadas para ello, conforme a la legislación ordinaria. Cuestión que impide ahora a esta Sala para pronunciarse satisfactivamente. Del mismo modo debe señalarse que, respecto a la invocación del actor sobre la ilegitimidad del poder con el que actúa en el presente proceso el apoderado de la sociedad tercera beneficiada, y ya que no puede esta Sala conocer sobre el fondo de lo reclamado, resulta impropio entrar a su valoración, pues de cualquier forma los efectos a discurrirse con el presente pronunciamiento son sustancialmente semejantes de una u otra manera. Además, ello en el entendido que la previsión legislativa referente a la posibilidad de redargüir de falso un documento, es para efectos probatorios al interior de un proceso. Tan es así que él mismo ha señalado la obligación, respecto del juzgador, de valorarlo y resolverlo en sentencia definitiva, pronunciamiento que no es justamente éste. Habiéndose comprobado entonces que, en el fondo, la demandante reclama contra un asunto de mera legalidad, este proceso debe terminar anormalmente mediante sobreseimiento, por encajar dicho supuesto en el artículo 31 ordinal 3° de la Ley de Procedimientos Constitucionales, debiendo pronunciarse en ese sentido. En consecuencia, esta Sala, con base en los artículos 13 y 31 ordinal 3° de la Ley de Procedimientos Constitucionales, resuelve: (a) Sobreséese en el presente proceso de amparo; (b) cesen los efectos de la suspensión del acto reclamado decretada por resolución de folios 37, pronunciada a las diez horas del día veintitrés de febrero de mil novecientos noventa y ocho y confirmada en el inciso primero del auto dictado a las diez horas del día ocho de junio del mismo año; y (c) notifíquese. ---HERNANDEZ VALIENTE---MARIO SOLANO---O. BAÑOS.---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN.---A. CADER CAMILOT.---RUBRICADAS.---