1997-año del bicentenario del natalicio de juan crisóstomo lafinur.

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1997-AÑO DEL BICENTENARIO DEL
NATALICIO DE JUAN CRISÓSTOMO
LAFINUR.
(Discurso pronunciado por el Dr. Alberto Rodríguez Saá el 31 de
octubre de 1997 en La Carolina)
DISCURSO EN HOMENAJE A JUAN
CRISOSTOMO LAFINUR
JUAN CRISOSTOMO LAFINUR
¿Por qué elegimos este día?
Cuando pregunté cuál era el motivo que nos convocaba el día de hoy, qué
efemérides, qué conmemoración teníamos hoy para reunirnos acá en La
Carolina, en realidad me dijeron que ninguna, que era un día que veníamos a
reflexionar sobre el hijo de la Carolina, don Juan Crisóstomo Lafinur. Me
pareció excepcional detener un día el trabajo, un día de esparcimiento, de
meditaciones, para pensar sobre este prócer que realmente merece tener un
lugar mucho más grande en la historia de nuestra provincia.
Quiero primero ubicarme en el año 1824.
En Chile.
En Santiago de Chile.
Ahí se encontraba exiliado “el Hijo de La Carolina”.
El más grande poeta que dio esta tierra puntana en el siglo XIX.
Expulsado por el Cabildo de Mendoza.
Obligado a vivir lejos de su Patria por la cual tanto él había hecho.
El Teniente del Ejército del Norte.
Juan Crisóstomo Lafinur, el patriota que vivió la gloria de Suipacha, Salta y
Tucumán.
El soldado puntano que sufrió las derrotas de Vilcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe.
El Catedrático.
El primer argentino que desafiara el autoritarismo religioso y cultural.
El triunfador del concurso abierto por la cátedra de filosofía.
El Soldado, el Poeta, el Filósofo.
Viviendo lejos de su Argentina, lejos del San Luis que lo vió nacer, de Córdoba
que le enseñó los secretos del pensamiento, del Norte argentino que le enseñó
los misterios de las matemáticas, de las tácticas y las estrategias del guerrero,
del Buenos Aires que lo vio brillar en la cátedra de filosofía en el colegio Unión
del Sud, viviendo lejos de San Luis, la que había visitado antes de llegar a
Chile para reconocer las sierras y los arroyos, de Mendoza que le dio horas de
gloria y de amargura, de San Juan en el último saludo a sus amigos y alumnos.
En 1824 vivía en Santiago de Chile Juan Crisóstomo Lafinur.
El destierro encontraba a un Lafinur inquebrantable.
Con solamente 27 años estaba viviendo la plenitud de la vida.
Los mejores años.
En julio de 1823 se había casado con Eulogia Nieto, una hermosa mujer
chilena, fuente de inspiración de sus poemas más sentidos.
No bien había llegado a Chile en enero de 1823, rindió examen en la
Universidad de San Felipe, obteniendo el título de abogado.
Este examen le deparó una doble satisfacción. Por una parte la seguridad
económica que nunca había tenido y por otra parte la admiración de los
círculos intelectuales chilenos que quedaron deslumbrados por su talento.
Eran los años del polemista reconocido, publicando sus ideas en El Mercurio,
El Liberal, El Tizón Republicano, El Observador, El Interrogante y
Respondente, El Despertador Araucano.
Había logrado Juan Crisóstomo Lafinur una madurez intelectual admirable.
Su espíritu crítico lo había llevado a investigar acerca del himno nacional
chileno. Disconforme con él, realizó otra obra que, en definitiva, la presenta en
el teatro.
La composición es interpretada en Santiago logrando un éxito fantástico.
Para evitar competir con su amigo el Doctor Bernardo Vera, autor de la letra del
himno nacional chileno, esa misma noche del éxito retira su obra, sobre la cual
no se encuentra copia hasta hoy.
Ese Lafinur poeta enamorado, intelectual exitoso, joven abogado, polemista
innovador, revolucionario, es “el Hijo de La Carolina” (como insiste con ternura
en llamarlo nuestro historiador Juan W. Gez) “el Hijo de La Carolina” viviendo
en Chile.
Así lo encontramos en 1824, a caballo.
Como andaba en su niñez por estas tierras.
Como se enseñoreaba en el Ejército del Norte junto a Manuel Belgrano.
A caballo muy cerca de Santiago, en las proximidades de los campos de
Maipú.
Allí mismo donde se celebrara la batalla en la que San Martín coronara la
independencia de Chile.
Iba a caballo Juan Crisóstomo Lafinur, a buscar a su esposa.
Con la distracción propia de un poeta.
Sintiendo tal vez el ruido de los sables, de la inmortal batalla.
Las voces del mando del padre de la patria.
Imaginando la bravura del General Las Heras.
Viendo el corazón ardiente de O’Higgins.
En ese paisaje tan parecido a este paisaje.
Entre montañas y arroyos como los de Carolina.
Repasando poemas de esposo enamorado.
Imaginando éxitos en juicios aún no iniciados.
En un segundo, que nunca debió suceder, el caballo se espanta, cae Lafinur y
se golpea contra unas piedras.
El destino quiso terminar con su vida.
Los golpes sobre el hígado son incurables.
Después de un prolongado sufrimiento, finalmente fallece el 13 de agosto de
1824, a la corta edad de veintisiete años.
No hay un personaje de la historia argentina con tantos contrastes.
La plenitud de la vida y la ráfaga de la muerte.
El amor a la libertad y el permanente asedio del fanatismo.
El corazón insuflado de patriotismo de Lafinur y su expulsión del país.
Ganar por concurso la cátedra de filosofía en Buenos Aires y ser expulsado por
la intolerancia.
Una trayectoria tan vasta y una vida tan efímera.
No hay un personaje con tantos contrastes.
Juan Crisóstomo Lafinur patriota, poeta, filósofo, publicista.
Datos Biográficos.
Su más encumbrado biógrafo, el profesor Juan W. Gez, sentencia: “Lafinur
nació en el valle de La Carolina, provincia de San Luis de Loyola, el día 27 de
enero de 1797”.
Han reiterado este dato biográfico con absoluto consenso todos quienes han
escrito sobre la personalidad de Juan Crisóstomo Lafinur.
Fué su padre el Oficial Ayudante español don Luis de Lafinur, y su madre, la
criolla nacida en Córdoba, Doña Bibiana Pinedo y Montenegro.
Del matrimonio nacieron además Juana, Carmen, Eduardo y Florencia.
Dice Gez, “…la primera se casó con un señor Amézaga, Carmen fué madre del
bravo Coronel Francisco Borges, muerto gloriosamente en La Verde en 1874;
Eduardo murió sin sucesión y Florencia es madre del distinguido literato
Uruguayo Don Luis Melián Lafinur,…”.
Hay que agregar que es descendiente de Carmen Lafinur, nada menos el más
grande poeta y escritor de las letras argentinas, Don Jorge Luis Borges, quien
la ha dedicado a Juan Crisóstomo Lafinur tres conferencias, una dada en la
Biblioteca Nacional en el año 1969, las otras dos en la década del 70, una de
ellas aquí en la provincia de San Luis.
Hay que adjudicarle a esta fuerte y definida geografía de valles, arroyos,
quebradas, sierras, fauna y flora agreste, y al misterio mineral de la tierra, una
especial influencia espiritual para la formación del subconsciente poético y en
la estructuración del pensamiento filosófico de Lafinur.
A los trece años de edad, Lafinur ingresa al célebre colegio de Monserrat en
Córdoba en donde alcanza en solamente tres años el título de Maestro en
Artes.
Esta formación en plena edad de adolescente, será muy importante en su vida.
En Monserrat estudia también Juan Cruz Varela, el poeta argentino que fuera
secretario del Congreso constituyente de 1826, quien se destacara al igual que
Lafinur en la poesía elegíaca y épica.
Lafinur y Juan Cruz Varela alcanzan una fraterna amistad que perdurará en el
tiempo.
No puede Lafinur doctorarse en Monserrat, de donde es expulsado acusado
injustamente de “corromper a la juventud, por salir sin permiso del colegio”.
En 1814 se incorpora al Ejército del Norte donde revista bajo el mando del
general Manuel Belgrano hasta 1817.
Disuelto de hecho el Ejercito del Norte, el Teniente de Infantería Don Juan
Crisóstomo Lafinur, pide y obtiene la baja sin goce de fueros y uniformes.
Desde 1817 se encuentra radicado en Buenos Aires.
Trabaja junto a intelectuales vanguardistas en la asociación llamada del “Buen
Gusto en el Teatro”.
La asociación representa obras de repudio a la inquisición, al fanatismo, a la
anarquía, a la corrupción y al despotismo.
El clero pide la censura previa y el repudio a este grupo.
Lafinur ya es conocido en los círculos intelectuales de Buenos Aires en donde
es mencionado como “el Hijo de la Carolina”.
En marzo de 1819 se produce el hecho más trascendente de su vida.
El Colegio de la Unión del Sud fundado por el Director Supremo Juan Martín de
Pueyrredón, llama a concurso abierto y público para cubrir la cátedra de
“ideologías”, Lafinur gana el concurso después de una brillante exposición
acerca de la historia de la filosofía, demostrando un conocimiento profundo
especialmente en las corrientes de avanzada.
En el concurso participaron para disputarlo los doctores Luis J. De La Peña y
Bernardo Vélez, reconocidos intelectuales de la época.
La cátedra en definitiva le es adjudicada a Lafinur.
El nuevo profesor acude a la cátedra vistiendo ropa común, rompiendo con la
tradición que establecía que cualquier cátedra de filosofía debería dictarse con
sotana, símbolo que definía a la escolástica.
Lafinur reniega de la escolástica, que es la enseñanza de la filosofía ligada a la
teología e interpretada por los teólogos.
Se produce una fuerte lucha entre el atraso y el oscurantismo contra la ciencia
y la filosofía.
La ciencia y la filosofía terminan derrotadas y Lafinur debe abandonar la
cátedra renunciando a ella a fines de 1821.
A empezar de nuevo, ahora en Mendoza.
En la provincia cuyana es recibido por los personajes más progresistas.
Se encarga de dictar las cátedras de filosofía, literatura, música y francés en el
colegio de la Santísima Trinidad.
Funda “El verdadero amigo del país”, periódico de avanzada que sostiene el
credo de la Revolución de Mayo.
Participa en la sociedad lancasteriana, que sostiene las ideas pedagógicas del
sistema educativo creado por Lancaster.
Celebra en 1822 una brillante fiesta patria en conmemoración del 25 de mayo.
Nuevamente las intrigas clericales y esta vez con la ayuda del cabildo de
Mendoza, atacan al puntano ilustre.
Lafinur es expulsado de Mendoza.
Por el Cabildo de Mendoza.
La Cámara de Representantes no se anima a convalidar la expulsión pero
tampoco la anula.
Después de un breve paso por San Juan, se dirige a Chile, para vivir el
destierro.
El destierro en Chile, adonde encontrara serenidad intelectual, el título de
abogado, la felicidad del amor y el accidente que lo llevó a la muerte.
En ese entonces la Argentina tenía el sistema constitucional confederativo.
Entonces la decisión de un cabildo con la anuencia de la Cámara de
Representantes era lo mismo que si fuera la decisión del estado argentino.
Como las demás provincias estaban obligadas a respetar, Lafinur no tenía otra
chance que irse a vivir fuera del país. De ahí su destierro en Chile.
Descripción de Juan Crisóstomo Lafinur.
El trabajo biográfico realizado por nuestro comprovinciano profesor Juan
Wenceslao Gez, es un monumento intelectual que merece nuestro
reconocimiento.
Es un trabajo enjundioso.
Profundo y serio.
Ha consultado todas las fuentes posibles de su época.
Si peca en algo, es la admiración y ternura que, evidentemente Gez sentía por
Lafinur.
Es Gez quien sostiene que a Lafinur lo llamaban sus amigos en la intimidad “el
Hijo de La Carolina”, de esta Carolina y de esta provincia que muchas veces no
ha correspondido ese amor filial.
Es Gez quien se preocupó en componer con vocación de artista el retrato y la
fisonomía del prócer puntano.
Leamos a Gez en esa admirable descripción:
“Era el doctor Lafinur alto de estatura, delgado, bien proporcionado, pero
musculoso y algo rígido. Su cabeza mediana, bien formada, cubríala un pelo
negro, lacio y abundante que peinaba con cierto estudiado descuido, dejando
caer sus quedejas sobre la alta y espaciosa frente del pensador. Ojos azules,
grandes, rasgados, vivos, escudriñadores, sombreados por largas pestañas;
nariz bien perfilada aunque algo larga, boca pequeña y labios delgados y
francos.
El color de su rostro muy blanco, aunque ligeramente pálido. Usaba el bigote
afeitado según la moda de la época y patillas a lo San Martín, tal como lo ha
retratado el pintor Gil después de Chacabuco”.
“En fin” –concluye Gez- “el conjunto era hermoso a la vez que varonil”.
A la reconstrucción de la fisonomía de Lafinur, Gez la realiza a partir de una
miniatura en marfil que poseía el Señor Luis Montt, en esa época director de la
Biblioteca Nacional de Chile.
Con la miniatura y el aporte del literario Luis Melián Lafinur sobrino del prócer,
Gez reconstruye los datos para la descripción.
Copia de esa miniatura fue remitida por Gez al Museo Histórico y a la
Legislatura de San Luis.
Era una miniatura hecha sobre soporte de marfil por un pintor inglés. Es
increíble y muy tierno leer, las cartas que Gez manda al literato Melián Lafinur
quien toma todos los recuerdos familiares y entre los dos reconstruye a través
de las cartas, el retrato de nuestro querido prócer.
La miniatura de Lafinur fue rematada después, en el año 1971 en Buenos Aires
y la Provincia de San Luis, en ese momento con la gobernación del doctor
Vivas, mandó a comprarla, pero se presentó un coleccionista inglés y
realmente arrancó con una oferta en libras esterlinas tan alta que San Luis no
pudo adquirirla. Se encuentra actualmente en el exterior.
Esa miniatura a su vez, es el retrato que nosotros conocemos de Lafinur, en él
se inspiro el pintor Giúdice cuando realizó el cuadro fantástico al que nos
vamos a referir después, en el cual coloca a Lafinur en un primer plano junto
con Pueyrredón, el General San Martín, el General Belgrano en el Congreso
Argentino en 1818.
El Poeta.
La obra poética de Lafinur fué recopilada por el profesor Juan W. Gez en la
obra cumbre que se escribiera sobre el prócer.
Gracias a la señora Eulogia Nieto de Lafinur, la viuda del poeta, se conocieron
también las odas “A la gloriosa jornada de Maipo” y “A la libertad de Lima”.
Se conocen otras composiciones inéditas que recogiera de la viuda Juan María
Gutiérrez y que se encuentran en la biblioteca del Congreso de la Nación en los
llamados “papeles de Gutiérrez”.
La obra poética recopilada por Gez, fué publicada en Junio de 1994 por el
ICCED y que, con orgullo lo digo, tuve el honor de prolongar.
La obra poética ha sido analizada por intelectuales del nivel de Ricardo Rojas
en su “Historia de la Literatura Argentina”, por el poeta y amigo Juan Cruz
Varela, quien sostuvo en admirable síntesis: “Es muy sensible que no exista
una colección de muchas y bellas poesías: ello haría un grande honor al
Parnaso Argentino”.
También en la historia de la literatura de Arrieta se refieren a él. Nada menos
que el señor Jorge Luis Borges, quien diera tres conferencias sobre el tema y
dedicara a Lafinur dos poemas memorables.
Creo sintetizar la crítica literaria, expresando que podemos clasificar sus
poemas.
Tendremos un primer grupo de poemas, sentimentalistas, amatorios, sobre los
cuales debemos decir que Juan Crisóstomo Lafinur fue un precursor del
romanticismo, entre otras, nos referimos a “La amistad”, “el amor”, “Las
violetas”, “los ojos”, “A una señorita”, “A ella”.
Sobre el poema “El amor” voy a decir un hecho también particular:
El cantante y autor puntano Yaco Monti que tuvo una gran relevancia en la
década del ’70, tuvo en sus manos el poema “El amor”.
Me llamo por teléfono y me comentó que le había puesto música y con mucha
emoción quería cantarlo aquí en la Provincia de San Luis, quería estrenar la
música al poema “El Amor”.
El segundo grupo serían los poemas elegíacos, las odas y cantos fúnebres, en
los que citamos El canto elegíaco “A la muerte del General Manuel Belgrano”,
cuyos primeros cuatro versos son los más citados y conocidos en todo trabajo
que se haga sobre Lafinur y dice:
-“¿Por qué tiembla el sepulcro, y desquiciadas
sus sempiternas losas de repente,
al pálido brillar de las antorchas
los justos y la tierra se conmueven?”.
El canto fúnebre “A la muerte del general Belgrano”, y la Oda que fuera leída
por el doctor Valentín Gómez en las exequias al general Manuel Belgrano.
Este género es de cuño neoclásico, considerado por los especialistas como de
gran valor patriótico y con desniveles literarios.
Finalmente, sus poemas combativos, cargados de ironías y de circunstanciales
luchas, poesías de combate, de acción, de aporte revolucionario, la poesía de
las ideas de la revolución de Mayo, contra los dogmas, entre las que citamos:
“Los pelucones”, “El fanatismo”, “Lenguaje de ciertos patriotas del día”.
Esta poesía se justifica por sí misma, en un excelente artículo publicado en el
Diario La Prensa el 26 de Marzo de 1967, “Lafinur contra los pelucones”.
El autor de la nota, Antonio Requeni, realiza un excepcional elogio a la poesía
de Lafinur y compara estos poemas con la hoy llamada poesía “social”.
Juan Crisóstomo Lafinur, poeta.
Poeta, precursor del romanticismo.
Poeta, el de las odas y cantos patrióticos de estilo neoclásico.
Poeta, el de la poesía social, revolucionario de la Argentina de los días
primeros, el de la poesía social.
Desde tu cuna, aquí en Carolina te recordamos, poeta.
Lafinur y la filosofía.
Lafinur es el primer profesor laico que gana por concurso una cátedra de
filosofía.
Es el primer profesor que seculariza el aula.
El primero que se despoja de la sotana del oscurantismo clerical para soñar
con la ciencia.
Es el reformador de los métodos de la enseñanza.
Es el que separa la enseñanza de la filosofía de la enseñanza de la teología.
Es el primero que supera en el aula la escolástica.
Lafinur es el predicador de la libertad.
Sobre su pensamiento y acción en el campo de la historia de la filosofía en la
Argentina, escribieron entre otros:
-Alejandro Korn, el filósofo argentino, célebre por sus estudios sobre la libertad
humana. En su obra “Las influencias filosóficas en la evolución nacional” se
refiere a Lafinur atribuyendo gran importancia a la formación complementaria
que recibe el prócer en la academia de matemáticas fundada por Belgrano,
para la formación de sus oficiales.
Hermana a Lafinur con el doctor Cosme Argerich.
Describe Korn a Lafinur como seguidor de las doctrinas sensualistas en el
campo de la filosofía, el sensualismo de Condillac, preferentemente, y las
influencias de Mably, Cabanís, Bacon y Locke.
La autoridad de Korn, nos releva de comentarios.
-El médico, escritor y filósofo José Ingenieros, dedica en su obra “La evolución
de las ideas humanas”, una especial referencia a Lafinur: destaca la
secularización de la cátedra de ideología que el puntano dicta en el colegio
Unión del Sud.
“De temperamento exquisito y carácter ardoroso”.
“Desde siempre mostró su advección a la escolástica colonial”.
Dice Ingenieros: “…habiendo vivido intensamente sus veintisiete años,
resobrándose de ilustración, de fantasías y de luchas, cosechando las
amarguras que todo innovador provoca y acepta…”
Una descripción excelente del prócer puntano.
Sobre el pensamiento Filosófico de Lafinur, he dejado para el último, dos
formidables trabajos realizados por comprovincianos nuestros.
Destaco el realizado por el profesor Plácido Alberto Horas, que titulara: “La
personalidad intelectual de Juan Crisóstomo Lafinur”, de donde extraigo el
siguiente párrafo:
“…Lafinur tiene el mérito y la audacia del innovador, dentro de un clima de
transformación total como el que aspiraban a imponer los hombres de la
revolución en Buenos Aires…”.
Lafinur, sigue Horas “…establece a la libertad como el más alto de los valores
humanos”.
Finalmente se destaca la tesis doctoral que realizara la doctora Delfina
Domínguez Varela de Ghioldi, mujer nacida en Mercedes a fines del siglo
pasado, que escribiera en 1934 “Juan Crisóstomo Lafinur. Una cátedra de
filosofía”.
Tiene el excepcional mérito de haber rescatado los apuntes de algunas de las
clases que dictara Lafinur y que fueron en principio editadas en forma
incompleta por José María Gutiérrez.
De los archivos de la Facultad de Filosofía, la doctora Ghioldi rescata los
apuntes tomados por los alumnos de Lafinur, entre los que se destaca el
sanjuanino Ruperto Godoy. Con la fuente de esos apuntes se realiza la tesis
doctoral que hoy es consultada por cuantos anhelan conocer el pensamiento
del “Hijo de La Carolina”.
Lafinur Patriota
Sobre Lafinur quiero recordar una anécdota personal. Estando en el Congreso
de la Nación, en algunas reuniones había que esperar, y yo solía mirar un
cuadro muy grande, más o menos de dos metros por uno, que estaba en el
Salón del Presidente del Bloque del Senado de la Nación.
De tanto mirarlo, un día pregunté de qué se trataba el cuadro, me trajeron un
especialista y me explicaron. El cuadro había sido pintado por el pintor
Reynaldo Giúdice y me dijeron que estaba la presencia de San Martín en el
Congreso Argentino en 1818 en Buenos Aires. Acompañado por Pueyrredón,
Manuel Belgrano aparecía un hombre importante, alto, que era Juan
Crisóstomo Lafinur.
Puntano yo, y habiendo recibido tan poca educación, conocimientos y
formación acerca de Lafinur, quedé tan asombrado y me sentí tan mal que
inmediatamente me preocupe por conocer la vida de Lafinur. Y reconstruir por
qué se había colocado a Lafinur en ese cuadro.
Estudiando lo que han escrito los historiadores de San Luis, veo
lamentablemente que hay una especie de vacío premeditado sobre la vida de
Lafinur. Tal vez por su enfrentamiento con la Iglesia de la época, con el clero,
postura que se puede compartir o no, pero sin perder de vista o dejar de
reconocer, fué un precursor, un innovador y luchó con las armas del
pensamiento.
Pero también se ha querido manchar un poco la actitud patriótica de Lafinur. El
rescate de la actitud patriótica de Lafinur está en ese cuadro de Giúdice.
Lafinur se incorpora en Córdoba al Ejército del Norte. Los puntanos tenemos
una gran tradición Sanmartiniana porque nuestros mejores hombres participan
de la Gesta Sanmartiniana, no tanto en el Ejército del Norte.
El Ejército Sanmartiniano es un ejército impecable en táctica y estrategia y en
los objetivos de poder. Con poquísimas batallas logra nada menos que
consolidar la libertad de Argentina, la de Chile y luego la de Perú. Apenas la
Batalla de San Lorenzo en campo argentino, Chacabuco, la derrota en Cancha
Rayada y Maipú. Luego prácticamente con la estrategia toma Lima sin batallas.
Pero el Ejército del Norte es un ejército lleno de todas las contradicciones, las
luchas y las pasiones de los argentinos. Es un Ejército que tenía grandes
triunfos, y también espectaculares derrotas.
Y ahí estaba Lafinur, cuando en el año 1817 ya está clara la estrategia
Sanmartiniana, y está claro el cruce de los Andes. Prácticamente el Ejército del
Norte se desintegra y cae. Se disuelve por sí mismo. Ahí Lafinur pide la baja, y
se vuelve a Buenos Aires.
Giúdice rescata ese momento, en esa obra, a los grandes patriotas de la
escena nacional. A Pueyrredón el talentoso dirigente político que supo
entender la estrategia Sanmartiniana y luchó, contra el poder porteño. Ahí esta
también el General San Martín, el Padre de la Patria. Manuel Belgrano, el gran
jefe del Ejército del Norte.
Y en un primer plano, a la derecha del cuadro, aparece un hombre de una
altura destacada, yo diría hoy, un hombre de un metro ochenta, formidable. Ese
era Juan Crisóstomo Lafinur, que está colocado en ese cuadro, como una
reivindicación a su patriotismo. Porque Juan Crisóstomo Lafinur no fué sólo un
guerrero impecable sino que fué el patriota y el hombre que impulso la Gesta
Sanmartiniana y el espíritu Revolucionario de Mayo.
Quiero con esto dejar sentado un especial reconocimiento al patriotismo de
nuestro prócer.
Finalmente quiero referirme a la repatriación de sus restos. Se han realizado
intentos gubernamentales, sobre todo cuando se cumplió el centenario del
nacimiento de Lafinur allá a fines del siglo pasado. Creo que no se ha hecho un
trabajo con gran intensidad y afán de búsqueda. Creo que ha habido
mezquindad para traer sus restos.
Pero mucho más importante que traer los restos de Lafinur, porque también
debemos meditar, qué hubiera pensado el prócer, dónde quería él que
descansaran sus restos.
Creo que lo que nosotros tenemos que repatriar de Chile es “la memoria moral
de Lafinur”, el nivel intelectual de Lafinur, el innovador, el poeta pre romántico,
el patriota.
En 1924 la ciudad de Buenos Aires inaugura una calle en conmemoración a
Lafinur. Le rinde el más grande homenaje que un porteño rinde a sus hombres.
Le pone el nombre a una calle. La placa en la calle Lafinur y Las Heras, de
apenas dos metros de altura, dice simplemente “Juan Crisóstomo Lafinur.
1797-1824. Patriota, poeta, filósofo y publicista”.
Yo diría además, para terminar, que aquél día que venía a caballo cerca de los
campos de Maipú, buscando a su esposa, con los pensamientos del hombre
enamorado, venía en una geografía muy similar a La Carolina. Con el
pensamiento, tal vez pensando en nosotros, en estos momentos tan especiales
que él vivía.
Por eso si él nos llevaba en el pensamiento, creo que ha sido buena la reflexión
de hoy de recuperarlo nosotros también a Lafinur.
Cierro esto diciendo las palabras que la viuda de Lafinur. Eulogia Nieto sabía
decir siempre: “Dicen que Chile ha tenido hombres muy inteligentes y hábiles,
pero ninguno como Juan Crisóstomo Lafinur”. Y yo debo decir hoy que “Dicen
que La Carolina ha tenido hombres inteligentes y hábiles, pero ninguno como
Juan Crisóstomo Lafinur”. “Dicen que la Provincia de San Luis ha tenido
hombres inteligentes y hábiles, pero ninguno como Juan Crisóstomo Lafinur”.
Y “Dicen que en América ha habido hombres inteligentes y hábiles, y yo creo
que entre estos hombres también debe estar Juan Crisóstomo Lafinur”.
Muchas Gracias. (aplausos).
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