“Madrid no es la ciudad más bella del mundo ni falta que le hace” El profesor Nicolás Grijalba, del Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual, nos descubre el Madrid de los poetas y el chocolate con churros, una ciudad abierta y acogedora que han retratado directores como Eloy de la Iglesia y Pedro Almodóvar. Define Madrid Madrid es mi ciudad, mi lugar de nacimiento, donde respiro, lloro, río, vomito y otras lindezas verbales que suelen hacer los seres humanos. Madrid no es la ciudad más bella del mundo ni falta que le hace; las ciudades más bellas suelen ser mausoleos donde la gente sonríe constantemente delante de una cámara de fotos. Madrid no son los fastos estos horteras de los 100 años de la Gran Vía; la Gran Vía respira por sus bocacalles y se muestra mocetona centenaria al amanecer. Me gusta mucho recordar aquello que dijo Ramón (Gómez de la Serna) sobre que Madrid tiene siempre alma mora. Madrid es vanguardia de doce segundos y, al final, chocolate con churros. Nací en Chamberí, viví en Lavapiés y Embajadores… como para preferir Londres. (Aunque soy muy urbanita). ¿Es Madrid un referente de la cultura española? ¿Hoy? No lo sé, tampoco sé si me importa. Supongo que en tiempos de Velázquez sí, por supuesto. O con Lope, Quevedo y Góngora lanzándose pullazos entre soneto y soneto. Madrid siempre ha sido lugar de reunión de creadores. Es una ciudad que trata con amargor al creador: te lo da todo pero también sus ‘mentideros’ enseguida funcionan como una apisonadora. Bueno, que me lío… No sé muy bien cómo definir la cultura. Lo que conozco es que en los sótanos de cada calle se juntan poetas y pintores, creadores, ilusionistas, músicos y macarras e intentan ser referentes de algo o de alguien, aunque sea de ellos mismos. Para mí son referentes, por ejemplo, los hermanos Alcázar, una pareja de hermanos punkis que se ponen cada día delante de lo que eran los almacenes de discos Madrid Rock, en la Gran Vía. Con su sola presencia, haga frío o calor, reivindican lo que se ha perdido. (Esos almacenes son ahora una ‘excitante’ tienda de ropa para la muchachada, un rollo, vamos). ¿Qué tiene esta ciudad para que le dediques una tesis? ¡Ay, mi tesis! Pues… mi tesis trata sobre la imagen de Madrid en el cine español. Vamos, cómo ha cambiado la imagen icónica de la ciudad a lo largo de más de un siglo y cómo el cine nos lo ha enseñado. Aunque me fijo en diversos directores y en decenas de películas, sobre todo me centro en cuatro realizadores; cuatro que me sirven para desarrollar el siglo XX: Edgar Neville, Pedro Lazaga, Eloy de la Iglesia y Pedro Almodóvar. Me resulta muy interesante la fuerza de las imágenes para generar grandes espejismos icónicos. Seguramente aunque uno no haya estado en la ciudad de Nueva York es capaz de “conocer” y “descubrir” esa urbe a través de las películas, por ejemplo, de Woody Allen. Madrid no es Nueva York, evidentemente, pero visionando filmes como ‘Frente de Madrid’, ‘El pisito’, ‘Las chicas de la Cruz Roja’ o ‘La flor de mi secreto’ podemos descubrir nuestros lugares comunes, revelar el carácter invisible de la ciudad. Es un trabajo bonito, aunque no muy grato, a los españoles nos ha costado entender el valor de nuestro patrimonio cinematográfico. Su mayor virtud y su peor defecto son… Creo que su mayor virtud radica en ser una ciudad acogedora, de carácter abierto, formada por millones de ciudadanos que vienen de aquí y de allá. Además, este título de Villa y Corte espero que nunca se pierda: me gusta la mezcla de los rascacielos, es un decir, con las ovejas pasando una vez al año por la calle de Alcalá. Su peor defecto proviene de una clase política que en ocasiones hace prevalecer lo puramente especulativo sobre el desarrollo normal de la ciudad. Madrid debe ser capital del siglo XXI pero no por eso sacrificar el respeto de la armonía arquitectónica. Tengo la impresión de que en ocasiones se improvisan mucho las políticas urbanas y no soporto ciertos chirimbolos ‘publicitarios’ que no respetan el paisaje. Como buen conocedor del circuito underground madrileño, ¿qué característica difiere a la capital del resto de ciudades españolas? Cada ciudad tiene su movida, su forma de divertirse, cada noche en cada sitio es distinta. Yo me lo he pasado muy bien en ciudades como Barcelona o Bilbao. Depende de las modas y del momento, y de que haya gente con iniciativas y nuevas ideas. Acabo de venir de Sevilla y allí se vive mucho en la calle, con un vasito de vino de naranja y tacos de queso, o descubriendo un sitio coplero y barroco que me ha fascinado que se llama Garlochí. Madrid lo que tiene es que está continuamente mutando, tiene temporadas más aburridas que otras, pero al final los cuatro gatos de siempre nos conocemos. Participaste en el 25 aniversario de La Movida, celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. ¿Ha cambiado mucho la forma de expresarse de los que vivieron aquella época a los artistas actuales? Estuvieron bien esos fastos, aunque demasiado institucionales. El gran error, por otra parte inevitable, de la movida fue pasar a denominarse La Movida, con mayúsculas. Cuando el poder, sea el que sea, se suma al carro de lo que nace en la calle por deseo propio o por necesidad, échate a temblar. No obstante, me encanta leer o ver cosas de aquella época, en cierta manera en mi adolescencia copié algunos clichés, pero lo que me interesa hoy en día mucho más son aquellos años finales de los setenta, donde se originó la semilla del underground, o de los raritos… Un grupo que hoy en día empiece a ensayar en un garaje, berreando y tropezando con los acordes de una guitarra y un bajo, en poco se diferencian a los inicios de grupos como Kaka de Luxe, Aviador Dro o Derribos Arias. Las ganas son las mismas, lo que pasa que hoy cuentan con el poder de la Red y la presión de la fama inmediata, entre otras cosas. Ahora se llevan mucho los bares literarios: allí se presentan libros, combates de perfo-poesía, etcétera. Hay más canales de difusión, aparentemente más público. ¿Qué artista sería el representante de la movida madrileña? ¿y del panorama actual? Es una pregunta difícil. Si cogemos cualquier medio de comunicación veremos que los embajadores de aquella época principalmente son dos: Alaska y Pedro Almodóvar. Bien, está muy bien. Evidentemente son personajes muy importantes para comprender la cultura pop de nuestro país en las últimas décadas, a su alrededor generaron satélites con cierto prestigio o directamente morro. Sin embargo quiero recalcar la figura de Fabio Mcnamara: un auténtico superviviente, dominador de las palabras como nadie, arquitectura efímera de si mismo, hoy en día profundamente cristiano y de comunión diaria. Sus cuadros hechos con brillantina de vírgenes y santos son una delicia. Del panorama actual el tiempo dirá. Conozco a muchos, algunos con talento, otros bellas imágenes, personajes de una noche de discoteca o promotores de algún club. Me gusta el descaro y el talento de gente como Elvisrythmics, Teto Les Ole, el artista Pablo Pérez Sanmartín, Los Autócratas, Putirecords, el actor Jorge Calvo con sus fiestas ¡Qué Maravilla!... En Madrid quien se aburre es porque quiere.