de la sociedad oftalmológica hispano-americana

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ARCHIVOS
DE LA SOCIEDAD OFTALMOLÓGICA
HISPANO-AMERICANA
1932 – Junio
Nuestro método original de extracción total de la catarata senil: la electrodiafaquia
J. L. Lacarrère293
Consideraciones sobre la patogenia del glaucoma
Francisco Caballero303
Sobre los resultados inmediatos de la iridencleísis en el glaucoma
Diego Díaz Domínguez319
La gonoscopia en la clínica
Rafael Mendoza333
Mi conducta en los cuerpos extraños intraoculares magnéticos
Manuel Marín Amat336
T omo X X X I I
J un io
dk
1932
N ú m . 378
ARCHIVOS DE OFTALMOLOGÍA
HISPANO - AMERICANOS
T omo
V II
SEG U N D A
1. — T R A B A J O S
S E R IE
N ú m . 78
O R IG IN A L E S
NUESTRO MÉTODO ORIGINAL DE EXTRACCIÓN
TOTAL DE LA CATARATA SENIL:
LA ELECTRODIAFAQUIA
P
rim eros
P o r el D
r
. J.
ensayos
L. L
acarreri:
Desde hace años, diríase que se hubieran agotado los recur­
sos nuevos encaminados a resolver el problema de la extracción
total de la catarata, cuyos partidarios, cada vez más numerosos,
multiplicando el instrumental y las técnicas quirúrgicas, no lo­
graron un gran avance en la conquista justamente apetecida,
porque aquéllas carecen del valor de la originalidad. Sobre la
idea primera de aprehender el cristalino por medio de pinzas o
de instrumentos neumáticos, se acumularon, en un tercio de si­
glo, profusión de variantes personales que, dejando intacto el
principio fundamental del antiguo sistema, no hicieron otra cosa
que contribuir a su perfeccionamiento con mayor o menor fortu­
na, pero sin modificar su esencia. E l asunto ha atraído la aten­
ción. de nuestros grandes maestros ; forman legión los autores
que aplicaron a él sus profundos conocimientos v aptitudes es­
peciales para que podamos esperar todavía de las técnicas actua­
les mucho más de lo que ya nos han ofrecido.
A R C H IV O S D E O F T A L M O L O G ÍA .
33
294
LA E L E C T U O D !A F A O U IA
La extracción total de la catarata signe constituyendo un
problema de cápsula y zónula ; de la resistencia recíproca de di­
chos elementos dependen el éxito o el fracaso de la intervención.
Por mucho que la depuración de las técnicas hasta hoy conoci­
das nos permitiera lograr el asimiento infalible de la cápsula,
mientras ésta no fuera modificada en su resistencia nada se ha­
bría adelantado. Debilitación de la zónula, fortalecimiento de la
cápsula : ésta es la condición que habría que crear en el cristali­
no para que los métodos quirúrgicos actuales tuvieran mayor
eficacia. Mientras lo primero sea insoluble, lo segundo no sufri­
rá más que el vaivén inútil de las. innovaciones superfluas.
Tampoco otros procedimientos esporádicos de extracción
total, que se encuentran en la literatura oftalmológica, distintos
de los primeramente mencionados, v que consisten en la extrac­
ción del cristalino recogiéndolo con ganchos, agujas o cucharas,
pueden ofrecernos positivas esperanzas, puesto que han fracasado
al nacer, v en los largos años de remoción de técnicas que han
pasado, ni siquiera tuvieron un momento de esplendor, o la aten­
ción efímera de algún investigador curioso.
Nos abstenemos, en esta breve nota, de dar otra introduc­
ción histórica que el comentario sucinto que antecede : mención
fugaz del estado quirúrgico de la extracción total de la catarata,
que nos sirve para destacar el carácter peculiar del procedimiento
operatorio que proponemos a continuación.
Sólo puede excluirse el problema de cápsula y zónula, asien­
do el cristalino en su totalidad. Como éste es únicamente abor­
dable, sin riesgos, por su cara anterior, no existe otro medio de
adueñarse seguramente de él que penetrando su masa sin des­
truir su envoltura, transformando a la vez la consistencia del
-contenido y del continente en algo sólido y adherente al instru­
mento que opera la penetración. Ejercida de este modo, siempre
será mucho mavor la fuerza aprehensora que la resistencia de la
zónula. Orientados por esta concepción teórica, hemos aprove­
chado las cualidades perforantes y coagulantes a un tiempo, de
las corrientes de alta frecuencia, que nos permitieron llevar a
una realidad muv satisfactoria nuestra idea. Después de múlti­
ples experiencias hechas en cristalinos normales, en el animal
LÓPEZ LACARRERE
295
y en cristalinos humanos recién extraídos y afectos de los diver­
sos grados y tipos de opacidad, hemos llegado a puntualizar las
condiciones óptimas de la corriente v el tipo de instrumento que
conviene mejor a la operación, alcanzando posteriormente, en los
diez primeros casos intervenidos en la clínica, siete éxitos.
Nos es imposible, por el momento, ofrecer datos numéricos
acerca de la intensidad de la corriente que utilizamos, mientras
la casa Siemens Reiniger Veifa, S. A ., de Madrid, encargada
de hacer el «electrodiafaco», no hava terminado su construcción.
Por ahora, operamos con el instrumento de ensavo, v obtenemos
el óptimo de intensidad colocando el reostato en la cifra relativa
hallada al hacer las experiencias in vitro. En cuanto al instru­
mento aprehensor, consiste en un mango terminado por un tubo
capilar de cristal, en cuyo interior se deslizan dos alambres de
acero de 0,14 mm. de sección. listos hilos metálicos, impulsados
por un muelle, asoman 2 mm., en forma bífida, por el extremo
del tubo de cristal cuando se suelta un botón que se halla en el
mango. El «electrodiafaco» tiene un interruptor de pie y el man­
go extractor, conectados ambos a él mediante dos cables aislados.
La técnica operatoria que empleamos con el «electrodiafaco»
no difiere esencialmente de la que siempre hemos utilizado. El
tiempo de la extracción consiste en descubrir la cara anterior del
cristalino, a la que se aolica el extremo del instrumento, mien­
tras simultáneamente se da paso a la corriente con el pedal, sol­
tando entonces el botón del mango. Esto último da lugar a la
salida rápida de los hilos de acero, que penetran en el cristalino
2 mm., provocando al mismo tiempo una coagulación de los te­
jidos centrales y de la cápsula, que queda adherida a las agujas
en el punto de penetración. L as agujas no penetran por sí mis­
mas, sino que es la chispa eléctrica la que va por delante abrién­
doles camino, de modo que el cristalino no sufre la menor pre­
sión. Esto lo hemos comprobado — además de que el tacto ya
nos lo indicaba — asiendo, mediante el «electrodiafaco», un cris­
talino duro, flotante en un recipiente lleno de clara de huevo, en
el que hicimos presa, sin que se hundiera ni desplazara mayor­
mente de la superficie.
Cuando las agujas han penetrado en el cristalino, se forman
296
LA ELECTRODIAFAQUIA
F ig . 1 . — F o to g ra fía del m ango « E le ctro d iafaco » , y a la parte derecha, corte
esquemático del mismo en su estuche. L o s tres esquem as adjuntos muestran
el detalle: (De abajo a a rrib a ): 1.°, del casquillo de conexión del mango con el
cable conductor; 2 .° (al centro), del modo de sujetar los hilos, y 3 .°, sección del
extrem o del m ango con los hilos de acero de forma bífida.
LÓPEZ LACARRÉRE
297
alrededor de ellas, superficialmente y en pleno núcleo cristaliniano, dos grandes coágulos muy adherentes. Hemos llegado a
medir esta adherencia mediante un rosario de pesos suspendido
del cristalino extraído, alcanzando a levantar de esta manera
F ig .
2.
— R epresentación esquem ática del coágulo cristalin ian o producido por los
hilos del « E le ctro d iafaco » .
hasta ¡ yo gramos ! En el mismo cristalino, cogido con la pinza
de Kalt, la adherencia fué de ¡ 5 gramos ! Nos abstenemos ahora
de hacer los comentarios favorables al método que sugieren estos
dos factores : penetración sin presiones, adherencia potente. De
todo ello nos ocuparemos con mayor extensión en el trabajo que
298
LA ELECTRODIAFAOl lA
preparamos. No obstante, podemos adelantar que utilizando un
electrodo unifilar y limitándonos a tocar la cápsula, sin penetrar-
F ig . 3 . — F o to g ra fía (con la cám ara de D rüm er)de un cristalin o transparente de
conejo, m ostrando el coágulo producido por el « E lectro d iafaco » . (V ista lateral.)
la casi, hemos obtenido, en la primera operación efectuada ¡n
vivo, la adherencia suficiente para extraer in toto una catarata
senil nuclear semiblanda. Esto, y otras experiencias hechas, nos
indica que es también eficaz, en algún caso, contentarse con tocar
LÓ PEZ
L A C A R R F .R E
293
la superficie del cristalino con un electrodo puntiagudo o más o
menos ancho ; la adherencia resultante puede ser, también así,
bastante grande. Hemos ensayado electrodos de múltiples iipos :
Fig'. 4 . — C ristalino humano extraído con el « E lectro d iafaco » . O bsérvese cómo la
v a r illa de crista l queda incluida en el coágulo como formando un solo cuerpo
con la m asa del cristalin o .
entre otros, uno de forma tubular, metálicos, que producen en
el cristalino una placa de coagulación superficial a la vez que
contienen las agujas penetrantes para provocar la coagulación
profunda. También hemos empleado electrodos de la forma de
las pinzas capsulares y otros.
300
LA ELECTRODIAFAOUIA
IEn el mango se puede medir la fuerza de penetración de las
-igujas por la que tiene el muelle que las impulsa. También al
F ig . 5 . — E xp erien cia del rosario. Cada bola pesa 5 gram os. E ste dispositivo per­
mite m edir, en gram os, la adherencia del cristalin o a l « E le ctro d iafaco » , por
suspensión gradual (sin sacudidas) y sucesiva de las bolas. En un caso hemos lle ­
gado a le van tar la totalidad del ro sario (70 gram os).
mango, que es cilindrico, le estamos haciendo un dispositivo
dinamométrico que nos permitirá medir la fuerza de tracción :
resistencia de ia zónula in vivo, más la de las fuerzas que se
oponen a la salida del cristalino, cosa que hasta ahora no se
había hecho.
301
LÓPEZ LACARRERE
Los tiempos de la operación, aquí explicados someramente,
en la práctica se reducen, a una maniobra casi instantánea. Til
F ig . 6. — Esquem as dem ostrativos del sistem a suspensor del rosario mediante el
cristalin o adherido al « E lectro d iafaco »
del fino tallo de cristal que se introduce en el ojo, favorecen y
gran poder de aprehensión del instrumento, la forma y tamaño
A R C H IV O S DE OFTALM O LOGÍA.
34
302
LA ELECTRODIAFAQU1A
aseguran de tal modo las maniobras ulteriores de tracción, rota­
ción, o las que conviniera emplear, que el método resulta sor­
prendentemente sencillo, y desde luego, no exige ni el tacto ni
la habilidad manual a que obliga el empleo de las pinzas. Esta
afirmación, que pudiera atribuirse a una sugestión nuestra, se
encuentra apoyada por el hecho de haber obtenido 7 éxitos en las
10 primeras intervenciones hechas, apenas iniciada la práctica del
procedimiento. En nuestras propias manos, es decir, con el mis­
mo coeficiente de habilidad, las pinzas y otros instrumentos nos
dieron peores resultados después de larga práctica.
En resumen : El núcleo adherido a las agujas forma cuerpo
con ellas y con el coágulo albuminoideo constituido en todo el
trayecto de penetración. Este coágulo alcanza, pues, al núcleo,
cortical y cápsula, extendiéndose, de fuera adentro, en forma
cuneiforme ; y lateralmente, en una extensión de dos a tres mi­
límetros en el extremo de los hilos metálicos. Es, pues, sobre
la totalidad de la masa del cristalino — unida al núcleo, cápsula
y cortical por el coágulo y la continuidad de sus te jid o s— que
se ejerce la tracción de la catarata mediante el «electrodiáfaco»,
palabra que significa : electropenetración y separación del cris­
talino. Pudiera decirse también que nuestro método provoca una
electromaduración parcial instantánea de la catarata alrededor del
vástago tractor, con lo cual él tipo y consistencia del cristalino
(naturaleza y grado de madurez de la catarata) no influyen en la
eficacia de la extracción, desapareciendo así otro de los obstácu­
los legendarios que aun preocupan al cirujano. En la catarata
intumescente hemos comprobado que por los puntos de penetra­
ción de las agujas puede la perforación capsular dar lugar a sa­
lida de masas semilíquidas, pero simultáneamente, la chispa que
primero perfora coagula en seguida la cápsula alrededor de cada
aguja, dando lugar al cierre del saco capsular, que se adhiere a
las agujas y al coágulo firmemente. ¡En estos casos, el cristalino,
reducido de volumen, es extraído in toto con m ayor facilidad.
Posteriormente procuraremos dar la confirmación práctica
de cuanto hemos adelantado ahora, apoyándonos en la exposición
más detallada de las experiencias y hechos clínicos aquí men­
cionados. Y a hemos conseguido establecer en cifras, más o me­
CABALLERO
303
nos exactas la fuerza de penetración de las a g u j a s ; hallare­
mos, asimismo, la de tracción y otros datos concretos que nos
permitan sostener nuestros argumentos de un modo más seguro
que se ha hecho hasta ahora en este asunto, demasiado abun­
dante en conceptos no comprobados. Por el momento, nuestro
método, además de habernos dado éxitos inmediatos, apenas
descubierto (en proprción mayor que los demás procedimientos
en sus comienzos), abre a la experimentación nuevas y vírgenes
vías, apartándonos del monótono insistir sobre viejos temas,
harto revisados para que pudieran todavía ofrecernos algo defi­
nitivo.
Hemos de agregar, por último, que, habiendo tenido oca­
sión de extraer dos cataratas luxadas en el c. vitreo mediante el
«electrodiáfaco», nuestra impresión primera es de que el método
se presta como ninguno para este tipo de extracciones por la
sencillez de la técnica y el menor riesgo de las pérdidas de vitreo.
Y a trataremos de este asunto, en detalle, oportunamente.
CONSIDERACIONES SOBRE LA PATOGENIA
DEL GLAUCOMA
Por F r a n c i s c o C a b a l l e r o (Málaga)
Apenas hay una cuestión en oftalmología que haya preocu­
pado tanto y dado lugar a una tan abundante literatura, como
la de la génesis del llamado glaucoma primario, glaucoma simplex (Graefe), glaucoma compensatum (Elschnig).
Muchas hipótesis se han emitido, sin que ninguna de ellas,
al menos totalmente, haya resistido a la prueba del tiempo, y
aun parece que hoy día estamos bastante alejados de la solución
del problema, solución tanto más deseable cuanto que sería como
CONSIDF.KACIOXES SOBRE LA PATOGENIA DEL GLAUCOMA
■304
lina base sólida de nuestros procedimientos terapéuticos contra
esta nefasta enfermedad.
No podemos echar una ojeada en la cuestión de la génesis
del glaucoma, o, mejor dicho, en la de su síntoma dominante,
la hipertensión ocular, sin un conocimiento previo de la fisio­
logía de la circulación infraocular.
E s imposible, en los límites de un artículo, abordar este pro­
blema en toda su amplitud. Trataré de estudiarlo parcialmente
v de obtener algunas deducciones a la luz de las recientes adqui­
siciones en el dominio de la fisiología ocular. A este respecto,
me ocuparé primero de la determinación de la presión en los
vasos del ojo, después del origen, curso v eliminación del humor
acuoso v, finalmente, de las hipótesis referentes al mecanismo
íntimo de la hipertonía.
L
a
U liT E R U I N ACIÓ N D E I.A P R E S IÓ N E X L O S V A SO S D E L O JO . —
L a medida de la presión de las arterias relinianas fué llevada a
cabo primero e x p e r im e n t a Im e n e n el conejo, por v. Sclmlten
(1884), pero merecen especial mención las más recientes expe­
riencias de Duke Eider (1) en el gato, empleando un complica­
do mecanismo que se reduce esencialmente a lo siguiente : Se
dispone un manómetro unido a una aguja, que se introduce en
el interior del globo ; por otra parte, con una micropipeta, ma­
nejada por un micromanipulador especial, se penetra en el vi­
treo, y después, en una de las ramas de la arteria central de la
retina, esta pipeta va unida a un recipiente, conteniendo una so­
lución de azul de metileno ; además, está dispuesto, y sólida­
mente fijado, un oftalmoscopio eléctrico para observar la circu­
lación en el fondo del ojo.
En el sistema así creado, se eleva la presión por medio de
una jeringa, de manera que el azul de metileno pase constante­
mente en la arteria ; se baja la presión lentamente, hasta que se
obtenga una detención intermitente de la columna sanguínea
(presión sistólica), se continúa bajando la presión hasta que llega
un momento en el cual las dos corrientes se mezclan, v la co­
lumna sanguínea penetra en la pipeta (presión diastólica).
L as cifras obtenidas por Duke Eider son : para la sistólica,
CABALLERO
305
ele S3 a y!j mni. de Hg' ; para la diastólica, de 51; mm. H g. Xo
se puede deducir de esto que la presión en el hombre sea tan
elevada, porque Aiagitot y Bailliart han obtenido en el gato,
con el método de Bailliart, valores de 100 para la sistólica y
45 para la diastólica, en tanto que en el hombre la media nor­
mal sistólica es de 70 y la diastólica de 35. H av que admirar,
sin reservas, la habilidad de un experimentador como Duke E i­
der, que ha conseguido medir directamente la tensión en arierioIas de un diámetro de 0,1 de mm. No puede afirmarse, sin em­
bargo, que las cifras de presión, obtenidas sean rigurosamente
exactas : de una parte el complicado mecanismo, de otra las
manipulaciones de introducción de una aguja en el vitreo es
posible que se produzcan por excitación variaciones en la pre­
sión de los vasos intraoculares ; además, en animales como el
gato, de 120-150 pulsaciones por minuto, se pueden producir
pequeñas variaciones en el flujo de la solución coloreada, difí­
ciles de observar y que pueden, por consiguiente, falsear los re­
sultados.
El problema de la medida de la tensión en las arterias del
ojo humano se ha resuelto por diversos procedimintos. Bail­
liart (2) ha ideado el oftalmodinamómetro para determinar la
presión de los vasos centrales de la retina. Al procedimiento se
ha llamado por Terson «tonoscopia», término excelente, según
Bailliart. No me detendré en su descripción por ser sobradamen­
te conocido. ¡Menos, conocida, aunque más de laboratorio, es la
técnica de Bliedung (3). Consiste en colocar delante del ojo una
cápsula cilindrica, provista por delante de un vidrio transparen­
te, para hacer el examen oftalmoscópico ; se eleva la presión en
esta cámara hasta hacer aparecer y desaparecer la pulsación en
las arterias retinianas ; en este momento un ayudante lee las ci­
fras en el manómetro. No está exento de dificultades este proce­
dimiento, pero el autor ha llegado a evitar en lo posible la pér­
dida de aire entre la cápsula orbitaria y la piel clonde se aplica.
l Tn método para la determinación de la presión en las arte­
rias ciliares anteriores ha sido empleado por el Prof. Seidel (4)
de Heidelberg : es el «Pelottenmethode», o método de la pelota.
Consia de una pequeña pelota de vidrio, cuya pared, en la por-
306
CONSIDERACIONES SOBRE LA PATOGENIA DEL GLAUCOMA
dón destinada a ejercer presión sobre el vaso, está substituida
por una finísima membrana transparente (de intestino de oveja) ;
la pelota comunica por medio de un tubo de goma con un ma­
nómetro de agua ; todo el sistema está lleno de solución R inger
caliente para producir la menor excitación en la pared vascular ;
por medio de un frasco lleno de esta solución, un ayudante pue­
de elevar o hacer descender la columna manométrica.
Para la medida de la presión en las ciliares anteriores, se
procede de la siguiente manera : estando el paciente sentado,
con la cabeza fija y haciéndole mirar hacia arriba, se aplica (sin
anestesia previa) la pelota, sin ejercer presión en una de las ra­
mificaciones de las ciliares anteriores, lo más cerca posible de
su entrada en el bulbo ; procuremos que la superficie de pre­
sión sea la menor posible ; hacemos elevar por un ayudante la
columna de presión hasta que se produzca la primera pulsación
neta del vaso (presión diastólica) ; seguimos aumentando la pre­
sión hasta conseguir la desaparición de la columna sanguínea,
se disminuye ahora la presión hasta que aparezca la primera pul­
sación de retorno y anotamos esta cifra (presión sistólica) : no
tenemos más que reducir los valores obtenidos en c. c. de agua
a mm. de H g .
Puede haber errores en la determinación de la presión por
este método ; las cifras que se obtienen en las primeras medidas
son algo más elevadas ; debe repetirse la determinación varias
veces y controlarla ; además, la compresión lenta (6o segundos)
de un tronco de las ciliares anteriores nos da valores de 15 a
20 mm. más altos que la compresión ráoida (10 segundos) ; cuan­
do se trata de una de las finas, ramificaciones, esta diferencia
es mínima, apenas 5 mm. de H g (Samojloff) (5).
Duke Eider ha criticado a Bailliart diciendo que la presión
obtenida por este autor como correspondiente a la arteria cen­
tral es, en realidad, la presión de la arteria oftálmica. En efecto,
la presión obtenida introduciendo una cánula en la carótida es
la presión de la aorta, la presión obtenida en la humeral co­
rresponde a la de la subclavia, pero seguiremos llamando por
comodidad, presión humeral la obtenida en el brazo, v presión’
de la arteria central la obtenida en el globo ocular.
CABALLERO
307
He aquí algunas de las cifras medias de la presión en Jas
arterias oculares del hombre según los métodos citados:
Y o (6) he tenido ocasión de practicar, bajo la dirección del
Prof. Seidel, su método en 35 pacientes glaucomatosos, obte­
niendo un promedio de 36 mm. H g para la presión diastólica,
v 72 mm. H g para la presión sistólica ; estas cifras, considera­
das como normales, corresponden a un promedio de presión
braquial sistólica de 130 (método de Riva-Rocci-Recklinghausen).
L a presión venosa se ha medido directamente en las vorticosas del conejo por Hiroishi (7) : oscila entre 18 a- 20 mm. H g.
Para W eis y Lullies (8), la presión venosa en el interior del glo­
bo es más alta que la tensión ocular ; la de las vorticosas sería
de 33 a 60 mm. Hg, mientras que el tono ocular permanece
normal. En el hombre la presión de la vena central por el mé­
todo de Bailliart, se aproxima a la cifra de la tensión ocular ;
■cuando ésta es superior, aparece el síntoma del pulso venoso es­
pontáneo, que se puede hacer desaparecer cuando se aumenta
la presión en el interior del vaso, por ejemplo, comprimiendo la
vugular en el cuello. L a presión de las venas ciliares anteriores
del hombre es, según Seidel (9), de 11 a 15 mm. de H g, ljt cual
nos explica la excreción del acuoso por las venas del plexo y
canal de Schlemm a favor de una diferencia de presión hidrostática.
L a presión capilar es, en realidad, la que más nos interesa
para contestar con seguridad a la pregunta, de si la tensión ocu­
lar es una consecuencia directa de la presión de los capilares
infraoculares como supone Dieter (10). E s muy difícil la deter­
minación de la presión capilar porque no es directamente apr^oiable, disponemos de procedimientos subjetivos, observando los
308
CONSIDERACIONES SOBRE LA PATOGENIA DEL GLAUCOMA
fenómenos entópticos de circulación foveal, ya sea por medio del
aparato de Fortin ( n ) o por el procedimiento siguiente, tal como
lo ha determinado Dieter. Por medio de una fuente radiación
violeta, por ejemplo, aparato de Birch Hirchsfeld, se ilumina
una pantalla de cristal esmerilado colocada a un metro cincuenta
de distancia ; el paciente, sentado a 30 cm. de la pantalla, fija
con el ojo a determinar, mientras que otro permanece vendado,
primero observará una serie de puntos negros, de corpúsculos que
corren en la misma dirección y a cierta velocidad, son los gló­
bulos sanguíneos circulando vistos subjetivamente. Ahora ejer­
cemos sobre el globo una presión gradual con el oftalmodinamómetro, hasta detener la circulación, o sea hasta que la corriente
vista subjetivamente se para. Así obtiene Dieter una presión capi­
lar que oscila entre 55 y 56 mm. H g, Ahora bien, la presión así
obtenida no debe corresponder en realidad a la presión en los
capilares, pues esta cifra es justamente la de la presión sistólica
en las pequeñas arteriolas. El trabajo mencionado de Dieter ha
merecido la dura crítica de Serr (12), estima este autor que la ver­
dadera presión capilar es aquella en la que se inicia una dismi­
nución de la velocidad de la corriente sanguínea.
Podemos deducir el valor de la presión capilar, pues tiene
que ser menor que la presión arterial diastólica de las ciliares an­
teriores a su entrada en el bulbo, si fuese mayor sería imposible
una corriente sanguínea regular en los capilares intraoculares,
se produciría, además, durante el diástole un reflujo sanguíneo
de los capilares a las arteriolas ; necesita, pues, ser inferior a
35 mm. H g. Por otra parte, la presión de los capilares necesita
ser un poco mayor que la tensión ocular, pues la presión en el
interior del globo haría imposible la corriente en los capilares
superficiales ; debe tener, por consiguiente, la presión capilar
aproximadamente 30 mm. Hg. (Seidel, Bailliart).
O r i g e n , c u r s o y e l i m i n a c i ó n d e l h u m o r a c u o s o . — Para
Leber, el Ihumor ocuoso es el resultado de la filtración directa de
la sangre a través de la pared capilar, dada la composicin normal
del acuoso y su riqueza en cloruros (7’ u °/0„), mayor, por lo tanto,
que la de la sangre, no se puede pensar en una simple filtración
CABALLERO
309
en la cual el producto sería más rico en sales que la solución
madre.
Wessely (13) decía, el humor acuoso no es un simple filtrado
como supone Leber, no es tampoco propiamente hablando una
secreción, sino un trasudado, producto de especiales propiedades
vitales del endotelio de los vasos nutricios del ojo, también según
él, el epitelio del ciliar puede llenar idéntico papel.
Para otros autores, el humor acuoso es segregado por el
epitelio ciliar. Esta teoría es muy antigua, puesto que Mery hace
mención, en 1797, y Bucheron y Nicatti describen la llamada
glándula del humor acuoso. Recientemente Seidel (14) sostiene
que el ciliar debe considerarse como una «glándula primitiva».
Apoya su hipótesis en la presencia de mitocondrias en el epitelio
ciliar la formación de vacuolas, característico comportamiento del
epitelio ciliar en los procedimientos de coloración vital, variacio­
nes de la estructura protoplasmática por la pilocarpina, demostra­
ción de una corriente eléctrica con el galvanómetro ; además,
cuando experimentalmente determina una hipotonía por la inyec­
ción en el vitreo de soluciones muy diluidas de cianuro potásico,
cree Seidel que se trata de una acción tóxica sobre el epitelio
ciliar.
Recientemente, Duke Eider (15) opina que el humor acuoso
procede de los capilares y se forma por vía de diálisis. Magitot
(16) es un defensor de esta teoría. Influido por las ideas de Mestrezat, supone un mismo proceso para la formación del acuoso y
del líquido céfalorracjuídeo. Ambos son para él dos dializados
equilibrados con la sangre de los capilares. El humor acuoso se
produce en todos los capilares del ojo, iris, coroides. El papel del
ciliar, como el de los plexos coroideos, quedaría reducido a la
producción de cierta substancia necesaria a lá actividad de los
centros nerviosos. Para Magitot el humor acuoso representa el
verdadero medio interno en el cual viven los tejidos y la cámara
anterior forma parte de lo que el Prof. Achard (17) ha llamado
«sistema lacunar». L as experiencias de Morax y Chiazzaro (18),
comparando la rapidez de absorción del magnesio en la cámara
anterior y en los tejidos, muestra grandes diferencias, es unas
diez veces más rápida en aquélla ; esto habla, pues, en contra de
A R C H IV O S DE OFTALM O LOGÍA.
35
310
CONSIDERACIONES SOBRE LA PATOGENIA DEL GLAUCOMA
la hipótesis que identifica el humor acuoso con el medio interno
de los tejidos.
Criticando Seidel (19) el trabajo de Duke 'Eider, dice que
para que sea posible hablar de una ultrafiltración en el humor
acuoso, es necesario que la presión en los capilares infraocula­
res sea mayor de 50 a 55 mm. H g, es decir, sobrepase de
30 mm. H g a la tensión ocular, para equilibrar a la tensión os­
mótica de proteína descubierta por Starling, y que es la tenden­
cia de las proteínas a absorber una cierta cantidad de agua. Como
la presión diastólica de las arteriolas es de 35 y la capilar no
puede ser mayor, resulta físicamente imposible hablar de un pro­
ceso de ultrafiltración.
Se ha discutido si el humor acuoso está animado de una
corriente «Stromungtheorie» de Leber, según el cual es tan len­
ta que no merece tal nombre. Para Magitot, el humor acuoso
es un líquido inerte, que se renovaría como el agua de un pozo ;
existe, desde luego, una corriente convección en la cámara an­
terior, corriente continua que asciende por la cara anterior del
iris, desciende por la posterior de la córnea y puede comprobar­
se por medio de una lámpara de hendidura. Proviene esta corrien­
te de la diferencia de temperatura que existe entre la córnea con­
tinuamente enfriada y el iris, en el que la temperatura es casi
igual a la del resto del organismo. Calentando la córnea se ha
conseguido disminuir y aun paralizar la corriente ; también cesa
cuando el humor acuoso contiene más de 2 por 100 de albúmina.
L a excreción del humor acuoso se hace principalmente por
el ángulo iridocorneano. Las pruebas anatómicas son las foto­
grafías microscópicas del ángulo iridocorneano, que nos mues­
tran la disposición en «grillage» del ligamento pectíneo v las re­
laciones del canal de Schlemm con los espacios de este ligamen­
to. L as pruebas fisiológicas son, por ejemplo, las experiencias
de Nuel y Benoit (20) inyectando una gota de tinta china en el
vitreo, ya de animales, va de ojos humanos que se enuclean ; se
demuestra el paso de las partículas en el ligamento pectíneo y ve­
nas epiesclerales. También se encuentran partículas que pasando
por las criptas indianas se depositan alrededor de las venas del
iris. L a ausencia de coloración del ciliar nos demuestra que la
CABALLERO
311
presión en el interior de los vasos del ciliar está compensada por
la presión de la cámara posterior y es al mismo tiempo un apoyo
de la teoría de la función secretoria del ciliar. La acumulación
de corpúsculos de tinta china en el ángulo camerular demuestra
la gran importancia de esta región en la excreción fisiológica
del humor acuoso.
Un método para demostrar la existencia de una corriente
de 'humor acuoso en los ojos de glaucomatosos trepanados es la
prueba de la fluoresceína de Seide! (21). Se practica de la si­
guiente manera : Se instilan en la conjuntiva, cerca del borde
corneal, un par de gotas de fluoresceína sódica al 2 por 100, se
observa, además de un color amarillento, otra zona de color ver­
doso exactamente sobre la abertura de la trepanación : esta colo­
ración aparece espontáneamente en unos siete .segundos.
En los casos en que no aparece espontáneamente, se provo­
ca fácilmente ejerciendo una ligera presión con el dedo o con
una varilla de vidrio sobre el bulbo ; por este sencillo procedi­
miento se puede saber inmediatamente si la cicatriz cistoidea es
filtrante ; los casos en los cuales la prueba es positiva, son aque­
llos en los que se ha rebajado definitivamente la tensión por la
trepanación escleral. Si se instila eserina al 1 por 100, miosis, y a
los quince minutos verificamos la prueba de la fluoresceína,
ésta aparece más pronto y la zona coloreada es más ancha ; al
contrario, instilando atropina al 1 por 100, y a las dos horas ha­
cemos la prueba, veremos la zona estrechada y un retardo de su
aparición.
Se desprende de las experiencias de Seidel, que en un ojo
de tensión normal 15 mm. H g se filtran aproximadamente 2 mg.
de humor acuoso por minuto, con la eserina se aumenta al doble
la velocidad, y con la atropina se reduce a la tercera parte.
La eliminación del humor acuoso se hace por ultrafiltración.
Seidel compara los poros del canal de Schlemm con los de una
membrana de colodión al 3 por 100, admite accesoriamente la
eliminación por las venas del iris. Su porosidad sería igual a la
de una membrana de colodión al 4 por 100. Esto para explicar
la desaparición de las moléculas de albúmina en el humor acuo­
so segundo. Para otros autores, la albúmina desaparecería de la
CONSIDERACIONES SOBK1Í LA PATOGENIA DEL GLAUCOMA
312
cámara anterior por un proceso de autolisis, gracias a los fer­
mentos proteolíticos, descubiertos por Hayano (22) en el humor
acuoso de los animales y por Jasinski (23) en el ojo humano.
M
ec a n ism o
de
la
h ip e r t o n ía
o cular
.
— W essely (24) ha
comparado el ojo a un pletismógrafo, en el cual el aumento de
humor acuoso, de la repleción sanguínea o bien hinchazón del
vitreo, aumentando el contenido del bulbo, conducen a la hiper­
tonía.
¿ Cuál de estos factores es la causa de la 'hipertonía en el ojo
glaucomatoso ? L as experiencias de M. H. Fischer (25) introdu­
ciendo ojos de carnero en solución de ácido clorhídrico, el ojo se
endurece como una piedra. Creía que era debida la hipertensión
a la hinchazón del vitreo ; después se dijo que era la esclerótica
la que experimentaba una tumefacción con la acidez. Estas ex­
periencias son el punto de partida de las más recientes sobre
la concentración iónica del vitreo representada por el símbolo
pH. Mawas y Vincent (26), Hudelo (27), Kub ik (28), encontra­
ban en los casos de glaucoma acidosis, mientras que Meesmann (29), Redslob y Reiss (30), Díaz Domínguez (31), obser­
vaban una alcalosis en la hipertensión. Schmelzer (32), provo­
cando en el hombre una alcalosis experimental, no observa v a­
riaciones apreciables ; por otra parte, este autor determinando
el pH en la sangre de glaucomatosos y de un número igual de
no glaucomatosos, obtenía cifras idénticas. Como se ve, estas ex­
periencias arrojan poca luz en el complicado problema de la
hipertensión.
Otro factor es el estado de repleción de los vasos infraocula­
res ; el aumento produciría una hipertensión ; sin duda, es fre­
cuente que en la hipertensión general o por influjos vasomoto­
res se aumente el contenido sanguíneo en los vasos del ojo, sin
que observemos por esto un aumento apreciable, duradero de la
tensión ocular.
En los ojos preglaucomatosos se produce por medios vaso­
dilatadores como la cafeína, un aumento mayor en la tensión que
en los ojos normales. L a s variaciones diurnas de la curva de la
tensión bien estudiadas por Koller (33) son también mayores en
CABALLERO
313
el ojo preg'laucomatoso ; se puede explicar esta diferencia si,
como Wessely, comparamos el ojo sano a un pletismógrafo, y
el preglaucomatoso seria un pletismógrafo de paredes más o
menos impermeaDles.
jacobson y Leber habían observado que los ojos glaucomatosos enucleados conservan algún tiempo una cierta tensión res­
tante en contraste con los sanos, en los cuales en veinticuatro
horas baja a o. Esto es una prueba de la disminución de per­
meabilidad en el glaucoma. Otra prueba son las experiencias de
Mailing (34), que cargando con peso o presionando los ojos
glaucomatosos observaba una disminución de tono ocular menor
que la que corresponde a ojos normales.
Hace tiempo que Kniess y Weber (1876) veían la causa de
la hipertensión en la obliteración del ángulo iridocorneano, en
contra de la teoría dominante de la hipersecreción de Donders
(1863). Experimentalmente Bentzen (35) obturaba el ángulo iri­
docorneano rascando la membrana de Descemet y el endotelio
de la córnea : producía por este medio el Buftalmus en conejos
jóvenes. El mismo efecto consigue W essely (36) practicando
una discisión cristaliniana periférica ; después hacía una iridectomía periférica y el ojo recobraba sus dimensiones normales.
Schreiber y W engler (37) provocan una hipertensión introdu­
ciendo hierro electrolítico en la cámara anterior; Hamburger (38), tras inyección de nigrosina en la cámara anterior ; Seidel (39), inyectando en ésta tinta china de gruesos granos en
solución coloidal.
Si bien estas experiencias tienen algún valor, es muy inte­
resante la prueba de la obscuridad de Seidel (40), llevada a cabo
en ojos glaucomatosos con cámara anterior poco profunda y sin
signos de irritación local. Tras de una hora de permanencia en
la obscuridad, comprobaba este autor un aumento de la tensión
oscilando entre 30 y 60 mm. de H g ,
Mucho antes Dufour (41) había observado los perniciosos
efectos de la obscuridad en ciertos glaucomatosos; Grónholm (42) observaba las variaciones de tensión en la obscuridad
y había tomado medidas tonométricas. Kóllner, por su parte, se
muestra algo escéptico, pues mantuvo a un glaucomatoso vein­
314
CONSIDERACIONES SOBRE LA PATOGENIA DEL GLAUCOMA
ticuatro horas en la obscuridad sin observar una gran variación
en la tensión ; lo mismo opina Magitot (43), quien cree que se
trata de observaciones falsas. E s que en realidad la experiencia
solamente es positiva en los casos de cámara anterior poco pro­
funda, en los cuales bastaría la midriasis para obturar la vía de
eliminación normal del humor acuoso.
He aquí algunas de las condiciones en las cuales es positi­
va la prueba, siempre en relación con el diámetro pupilar.
L a caída de la presión en la iluminación sucesiva a la es­
tancia en la obscuridad ocurre cuando el ojo a experimentar per­
manece vendado y se expone el otro a la acción de la luz, pues
se produce miosis por reacción consensual.
También fijando la vista de cerca, como en la lectura, dis­
minuye la tensión, pues se produce reflejo de convergencia y
miosis.
La prueba es sólo positiva estando el paciente despierto,
pues durante el sueño (miosis), la tensión no varía.
L a tensión aumenta en estos pacientes bajo la acción de
medicamentos que dilatan la pupila, bien sean substancias que
produzcan hiperemia de los vasos infraoculares, como la homatropina, o vasoconstrictoras, como la cocaína.
He practicado la prueba de obscuridad de Seidel, en seis
casos, cuyas, curvas se hallan en el trabajo arriba citado (6), en
la más demostrativa de ellas la tensión se elevó hasta 83 mm. H g
(Schiotz), se produjeron vómitos, en una palabra, se provocó
un verdadero ataque agudo de glaucoma.
L as variaciones de tensión están en relación con el diámetro
pupilar, a partir de cierto tamaño de la pupila comprendido entre
3 y 4 mm., el llamado «Schewellenwert» de Serr (44), la dilata­
ción más allá de este límite produce una dificultad en la excre­
ción del acuoso e hipertensión. Según Feingenbaum (45), el
diámetro pupilar no tiene influencia sobre la tensión ocular, las
variaciones del tono ocular serían debidas a una labilidad espe­
cial de los vasos de la úvea. En un trabajo más reciente Feigenbaum (46) cita esta experiencia en tres pacientes de glaucoma
en los cuales en un ojo había seccionado el nervio óptico, reac­
cionaba no obstante este ojo tras iluminación del congénere con
CABALLERO
315
hipotonía, él explica la experiencia por un reflejo vasomotor
infraocular por los vasos de la coroides, además opina que el
diámetro pupilar y tono ocular no tienen una inmediata y casual
relación, sino que están; simplemente coordinados.
En los casos de cámara anterior profunda, no bastando la
midríasis a dificultar la excreción del humor acuoso, y habiendo
observado Levinsohn (47) la frecuencia de corpúsculos pigmen­
tarios que procedentes del epitelio posterior del iris se depositan
en el ángulo iridocorneano, cree que la obturación de éste por
los precipitados sería la causa de la hipertensión. Merece men­
ción el hecho de que no rara vez se encuentre un depósito pig­
mentario en los espacios de Fontana en ojos no glaucomatosos.
Hansen (48) dice haberlo observado en ojos muy pigmentados.
Yosida (49) opina que se trata de una alteración senil y que
ésta comienza, según él, antes en los japoneses que en los euro­
peos ; sin embargo, el número de glaucomatosos no es mayor en
aquéllos que en éstos. Concluye que invocar como causa última
de glaucoma primario este mecanismo de obliteración del ángulo
iridocorneano es imposible.
En un trabajo reciente Fortin (50) afirma que cada contrac­
ción del músculo ciliar determina, además de la acomodación,
un movimiento del 'humor acuoso hacia la región que él llama
filtre pectiné (que corresponde al ligamento pectíneo de los
anatómicos). No existen canalículos dirigidos hacia el canal de
Schlemm, sino que se forman lagunas según el estado de tensión
muscular, por los cuales circula el humor acuoso ; cree que hay
una pectinitis aguda y otra crónica, las que determinarían, se­
gún los casos, la hipertensión.
C
o n c lu sio n e s
Del conjunto de experiencias sobre la tensión de los vasos
intraoculares, ya de ojos sanos ya de glaucomatosos, no puede
deducirse que la tensión ocular varía solamente con la presión
sanguínea, pues se obtienen promedios de presión idénticos.
Respecto al curso de los líquidos intraoculares, la teoría de
Deber se mantiene todavía en pie, pues si bien es cierto que el
316
CONSIDERACIONES SOBRE LA PATOGENIA DEL GLAUCOMA
antiguo profesor de Heidelberg no menciona la fuerza aspira­
tiva de la tensión osmótica de proteina, al menos en lo que se
refiere al curso y eliminación del humor acuoso conserva todo
su valor.
Con relación al mecanismo íntimo de la hipertensión falta
esclarecer qué procesos son los que determinan la impermeabi­
lidad del ojo glaucomatoso, ya sea un proceso degenerativo de
los tejidos o bien depósito de partículas, sean o no pigmentarias,
que dificulten la excreción del humor acuoso, o las variaciones
de permeabilidad de las paredes del canal de Schlemm y venas
epiesclerales. Cuál de estos puntos de vista perdurará será se­
guramente el fruto de nuevas experiencias.
B
ib l io g r a fía
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CABALLERO
317
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36
318
CONSIDERACIONES SOBRE LA PATOGENIA DEL GLAUCOMA
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DÍAZ DOMÍNGUEZ
31 9
SOBRE LOS RESULTADOS INMEDIATOS DE
LA IRIDENCLEÍSIS EN EL GLAUCOMA
Por el
D r.
D ie g o
D íaz
D o m ín g u e z
(Sevilla)
El problema del tratamiento del glaucoma crónico está muy
lejos de poderse considerar como resuelto. Respecto al trata­
miento médico, existe casi unanimidad en afirmar que es sólo
paliativo y únicamente en casos excepcionales logrará mantener
al enfermo en buenas condiciones de tensión y agudeza visual ;
mas en cuanto al tratamiento quirúrgico, existe franca dispari­
dad respecto a la operación que debe practicarse.
L a esclerectomía de Lagran ge y sus derivados, sobre todo la
trepanación de Elliot, son las preferidas por la mayoría de los
oculistas, así W essely (i), que piensa se puede alcanzar con ellas
un 70 a un 85 por 100 de éxitos duraderos, o Duverger y Velter (2), que hacen su'bir la proporción de éxitos a un 93 por 100.
En franca contradicción con éstos, Elschnig y sus discípulos,
Salus (3) y Stein (4), consideran la ciclodiálisis como la mejor
operación contra el glaucoma crónico, con un porcentaje de
éxitos duraderos de un 72 por 100 en el glaucoma compensado
y de un 70 por 100 en el glaucoma incompensado. De la misma
opinión, son De Grósz (5), quien ha abandonado la trepanación
por la ciclodiálisis, con la cual consigue un 78 por 100 de éxitos
en el glaucoma crónico inflamatorio, un 88 por too en el glau­
coma simple y un 46 por 100 en el glaucoma absoluto, y Oradle,
de Chicago (6), quien cree se puede alcanzar un 80 por 100 de
curaciones empleándola oportunamente ; representando un cri­
terio ecléctico von Szily (7), que considera de igual valor el
Elliot y la ciclodiálisis, y Axenfeld (8), que aunque se inclina por
la trepanación, considera que no se debe ser exclusivista y, que
en múltiples casos, ésta fracasará y en cambio una ciclodiálisis,
e incluso una esclerotomía posterior, normalizarán la tensión.
Tampoco faltan clínicos y operadores, de primera fila como por
ejemplo, Poulard (9) v Stock (10), que piensan que la iridecto-
320
RESULTADOS INMEDIATOS DE LA IR1DENCLEÍSIS EN' EL GLAUCOMA
mía es aún la mejor operación de que disponemos contra el glaucoma crónico.
Menos practicada que las citadas operaciones es la iriden■cleísis de Holth. El principio de esta intervención, o sea la pro­
ducción de un prolapso de iris subconjuntival con la idea de
combatir la hipertensión, fué debido a C . Bader ( u ) en 1881 ;
nadie ensayó este procedimiento por considerarlo peligroso hasta
que en 1903 Herbert y, sobre todo, Holth, en 1906, introdujeron
de nuevo esta operación sistematizando la técnica del enclavamiento del iris.
E l iris puede ser enclavado en la herida, bien por el pro­
cedimiento de Borthen (12), iridotasis, o por el de Holh, iridencleísis propiamente dicha, con iridolomía lobular o meridional,
esta última usada casi exclusivamente.
L a iridotasis de Borthen, de mal resultado cosmético, h.:t
sido ejecutada principalmente por algunos autores norteamerica­
nos, tales como Harrower (13), Wilder (14), Verhoeff (15), Dunn
(16), Stieren (17), Goldenburg (18) y Huston Bell (19), y entre
nosotros Poyales (20), cuyas conclusiones son las siguientes :
1.a L a iridotasis es la operación menos traumática de las em­
pleadas en el glaucoma crónico ; permite siempre, en caso de
un resultado mediano, poder practicar cualquiera otra operación ;
2.a En muchos casos da un resultado excelente y evita siempre
la hemorragia al cortar el iris y las infecciones tardías de las
operaciones fistulizantes ; 3.a Puede ser operación preparatoria
-en los casos de tensión muy elevada sin peligros en su técnica ;
4.a La iridotasis no tiene valor v está contraindicada en el glau­
coma agudo.
Más empleada, y en general con mejor éxito, ha sido la iridencleísis con iridotomía meridional de Holth, cuya técnica, se­
gún la ha vuelto a describir recientemente (21), es la que sigue :
El cirujano se coloca frente al paciente, y a su izquierda, sea cual
sea el ojo que se opere, el campo operatorio es iluminado por la
derecha. Aquinesia de Van Lint, y anestesia retrobulbar, con
2 centímetros cúbicos de una solución al 2 por 100 de clorhidrato
de procaína. Con la mano izquierda el operador toma una pinza
especial de fijación, incurvada hacia atrás, con. la que dirige el
DÍAZ DOMÍNGUEZ
321
ojo fuertemente hacia abajo, mientras con la derecha sostiene
Lina lanza incurvada, con un tope lineal, con cuya punta incinde
la conjuntiva a S mm. del borde corneal, siendo despegada la
conjuntiva de la esclerótica por breves movimientos transver­
sales de zig-zag de la lanza. Si la cámara anterior es de profun­
didad normal, la incisión escleral se hace de i *5 a 2 mm. del limbo
V la hoja de la lanza se introduce paralelamente al plano del
iris hasta que es detenida por el tope ; en este momento la longi­
tud de ambas incisiones, conjuntival y límbica, es exactamente
de 6 mm., que es la anchura del túnel conjuntiva! que une ambas
incisiones. Si la cámara anterior es muy superficial, como ocurre
en el glaucoma agudo, la incisión escleral se hace a o ’5 mm. del
limbo, y la lanza sólo se introduce 4 mm. Para retirar la lanza
se baja el mango, y se dirige la punta hacia un lado para evitar
herir el cristalino. l Tna vez hecho esto, el cirujano pasa al lado
derecho (aun cuando el ojo operado sea el izquierdo) y el campo
es iluminado por la izquierda ; el ayudante, situado en este mis­
mo lado, dirige hacia abajo la conjuntiva, por medio del doble
gancho romo de Holth, mientras el operador toma en su mano
izquierda una pinza especial de iris con un tornillo regulador
que sólo deja abrir 2 mm., con la que coge el iris muv cerca de!
borde pupilar y lo saca hacia afuera, de tal modo que la parte
superior de la pupila se encuentra justamente por encima de la
herida escleral ; entonces, con unas tijeras de De Wecker en la
derecha, corta el iris hasta cerca de su base que no es seccionada ;
se retira en seguida el doble gancho v la herida de conjuntiva es
suturada, quitándose los puntos al tercer día después de la ope­
ración.
1 Una técnica análoga es la seguida por P¡Hat (22) y Blaickner (23), diferenciándose tan sólo en que ambos autores incinden
con las tijeras la conjuntiva, a unos 8 ó 10 mm. del limbo Pillat,
y a 15 mm. Blaickner, disecándola hacia abajo como en el Elliotr
procurando que el colgajo conjuntival resulte lo más grueso po­
sible. Blaickner, además, secciona el iris meridionalmente en
toda su anchura (in ihrer gansen Breite), no respetando por con­
súm ente la base de éste, como Holth.
Herbert (24) procede de distinta manera. L a incisión con-
522
RESULTADOS INMEDIATOS DE LA IRIDENCLEÍSIS EN EL GLAUCOMA
juntival es practicada lateralmente, a unos 6 a 7 mm. del limbo,
sirviéndose de la lanza con la que también se abre la esclerótica ;
las pinzas de iris se introducen en la eámara anterior a través
del túnel conjuntival, y una vez pellizcado el iris, se tira de él
lentamente hacia la pupila, hasta que se desgarra su base local­
ícente ; entonces se saca a través de la herida esclerocorneal,
siendo cortado radialmente bajo la conjuntiva. Este autor no
considera esencial que el corte deba alcanzar el borde pupilar.
Lundsgaard (25), en los casos de gran hipertensión, prac­
tica un colgajo conjuntival a lo Dupuy-Dutemps y abre la cá­
mara anterior de afuera adentro, utilizando un cuchíllete romo.
De análoga manera inciden la esclerótica Weekers y Hubin (26),
sirviéndose de un cuchillete de catarata cuyo filo se aplica sobre
la esclerótica, la cual es incindida en todo su espesor por uno o
dos movimientos del cuchillo (prudemment víais franchement) y
en una longitud de 6 a 7 mm. Estos autores disecan la conjun­
tiva de arriba abajo, como en el Elliot, v en los casos en que
el iris no muestra tendencia a volver a la cámara anterior se
abstienen de incindirlo.
Alien Greenwood, de Boston (27), practica un esclerectomía
de Lagrange y, una vez seccionada la esclerótica, pellizca el iris
cerca del borde pupilar y lleva el esfínter fuera de la herida incindiendo el iris, hasta cerca de su base, a uno y otro lado de la
pinza ; la porción que queda cogida por ésta, con su cara pos­
terior hacia adelante, es dejada por debajo de la conjuntiva ; es
decir, que asocia a la operación de Lagrange, la iridotomía lo­
bular de Holth. Denig, de Nueva Y o rk (28), practica también
una esclerectomía, divide después el iris como si fuese a prac­
ticar una iridectomía antiglaucomatosa, reponiendo el brazo de­
recho del coloboma en la cámara anterior, mientras que el otro
brazo es arrollado al rededor de una sonda fina, que se retira en
seguida, v el iris, retorcido en tirabuzón, queda colocado por
bajo de la conjuntiva, que es suturada.
!■ Los resultados obtenidos con ía operación de Holth y sus dis­
tintas modificaciones, que brevemente acabamos de describir,
son bastante alentadores; así Holth (29), en 1921, refiere sobre
130 operaciones con 85 por 100 de buenos resultados, y en
DÍAZ DOMÍNGUEZ
323
1927 (30) publica un trabajo sobre la iridencleísis en glauco­
ma agudo, habiendo operado cuatro casos con cuatro éxitos
duraderos; posteriormente operó dos casos más (el glaucoma
agudo es muy poco frecuente en Noruega) también con el mismo
éxito (21). Gunnufsen, de la clínica de Schiótz (31), considera
la iridencleísis como la mejor operación del glaucoma simple.
Gjessing, que ha dedicado a esta cuestión numerosos trabajos,
en una primera comunicación (32), sobre 30 casos dice obte­
ner un 73 por 100 de éxitos duraderos, es decir, observados
más de un año, mientras que en su último trabajo (33), sobre 122
casos, señala un 83’5 por 100 de éxitos en lo que se refiere n
visión, tensión ocular y campo visual ; normalizándose la ten­
sión en un {->7’7 por 100 de los. casos reexaminados. Ikonomopoulos, de la clínica Dimmer (34), obtiene un 64 por 100 de éxi­
tos duraderos.
Pillat (32) considera que la iridencleísis obra como una
operación fistulizante, teniendo todas las ventajas v ninguno de
sus inconvenientes, encontrándose indicada en todas las formas
de glaucoma crónico primario, particularmente en las no infla­
matorias, siendo notable su buena acción sobre el glaucoma ab­
soluto. Se halla contraindicada en los casos de glaucoma con
iridociclitis y en general en todos los glaucomas secundarios,
debiéndose ser muy precavido en los casos de muy gran hiper­
tensión }• obteniendo con ella un 87 por 100 de éxitos, en un
total de 100 operaciones.
Blaickner (23), refiere sobre 54 operaciones, siendo norma­
lizada la tensión primariamente en 44 casos ; de 42 casos, dura­
deramente observados, 38 tenían una tensión normal, lo que da
un 90 por 100 de éxitos.
Weckers y Hubin (26) han practicado el enclavamiento de
iris 43 veces, 15 veces, por glaucoma agudo v 18 por glaucoma
crónico, con éxito respecto a la tensión en todos estos 33 casos ;
y 10 veces por glaucoma absoluto con una sola normalización de
tensión.
Herbert (24) no da cifras, pero afirma que con su operación
puede obtenerse un roo por 100 de éxitos permanentes.
Recientemente Harrison Rxitler (35), refiere haber practicado
324
RESULTADOS INMEDIATOS DE LA IRIDENCLEÍS1S EN EL GLAUCOMA
25 iridencleísis por glaucoma crónico con un 82 por 100 de éxi­
tos, y 10 por glaucoma agudo con un 100 por 100 de éxitos.
También se muestran satisfechos con esta operación, Greenwood (27), Denig (28) y Crisp (36), aunque sin expresar en cifras
los resultados que han obtenido ; mientras que Galetski-Olin
(37) sólo obtiene un 43 por 100 de buenos éxitos, lo que posi­
blemente es debido al corto número de casos en que la ha prac­
ticado.
Conviene hacer resaltar la casi ausencia de complicaciones,
sobre todo de la infección tardía, tan amenazadora en el lElliot,
ya que tan sólo Holth ha observado un caso dos años después
de la operación, en un enfermo con glaucoma absoluto doloroso
t¡ue había rehusado la enucleación.
Estos alentadores resultados me animaron a intentar la iri­
dencleísis, ya que las otras operaciones por mí ensayadas, iri­
dectomía con esclerotomía externa anterior de Zirm, Elliot, ciclodiálisis, e incluso operación de Mauksch (38), que recientemente
ha sido muy encomiada por Stiker (39), apenas si me permitían
normalizar la tensión en un 50 por too de mis casos, habiendo
tenido, adeipás, dos casos de infección tardía después del Elliot.
L a técnica empleada por mí, difiere sin embargo bastante de
la de Holth, ya que para abrir la cámara anterior decidí seguir
el procedimiento descrito por Zirm (40) que, desde 1929, venía
empleando, con gran satisfacción, en la iridectomía antiglaucomatosa.
He aquí mi manera de proceder: Aquinesia de Van Lint
y en algunos casos cantotomía que era preferida por Axenfeld
(41) ; anestesia retrobulbar con 1*5-2 centímetros cúbicos de una
S o lu c ió n de novocaína al 2 por 100, e inyección subconjüntival
de algunas gotas de la misma solución por encima de la córnea ;
fijación del recto superior. Colgajo conjuntival como en el Elliot,
empezando a unos 8 mm. del limbo. A un r ’5 mm. del limbo,
incisión de la esclerótica con un cuchíllete de catarata, lenta­
mente capa por capa y procurando que la incisión resulte v o ­
luntariamente irregular, para lo cual se retira el cuchíllete de la
línea primitiva de incisión, y se comienza una segunda inme­
diatamente por detrás, volviendo en seguida a la primera, y de
DÍAZ DOMÍNGUEZ
325
mievo a la otra, hasta que el ojo se perfora ; la incisión así
practicada debe tener una longitud de unos 6 mm. El iris se prolapsa espontáneamente, casi siempre, o bajo una ligera presión
(sólo excepcionalmente he tenido que introducir la pinza en la
cámara anterior) ; una vez prolapsado, se hace una tracción sobre
él con la pinza, de tal modo que el borde superior de la pupila
quede inmediatamente por encima de la herida escleral, se le incinde entonces hasta su base, y los dos brazos del iris quedan
colocados por bajo de la conjuntiva que es suturada ; la pupila
presenta el mismo aspecto que si se hubiese hecho una iridec­
tomía.
Al levantar el vendaje el ojo está muy blando, por regla
general, debiendo instilarse atropina ; sólo excepcionalmente la
caída de tensión no es inmediata y hay que acudir a la pilocarpina, ya que en todos los operados al final de la primera semana
la tensión es normal, e incluso baja, aunque luego no se man­
tenga a este nivel.
Una vez dado de alta, no hay que prescribir pilocarpina,
contrariamente a la operación de Holth, va que la tensión en los
‘ casos de éxito se normaliza siempre en los primeros quince días,
estacionándose en algunos a un nivel muy bajo, 10 ó 12 mm.,
sin que hayamos observado ninguna consecuencia desfavorable
de ésta hipotonía, que no creemos pueda ser perjudicial, va que
no es debida a ningún traumatismo del cuerpo ciliar como tan
fácilmente ocurre en la trepanación, y sí solamente a la existen­
cia de una abundante filtración, que en bastantes casos se mani­
fiesta por la formación de una ampolla análoga a la que se pro­
duce en los esclerectomizados.
Siguiendo esta técnica hemos practicado, del 10 de abril de
1931 al 10 de setiembre del mismo año, 22 operaciones en quin­
ce enfermos distintos, en dos de los cuales repetí la opera­
ción en el mismo ojo. He aquí una relación de esto.s quince
casos, en que para mayor brevedad me limito a indicar la varie­
dad de glaucoma, agudeza visual y tensión.
C a s o p r i m e r o . — M aría G ., de cuarenta y cinco años. O. D . = G la u ­
com a absoluto ; am aurosis. T . = 1 3 0 m m . O. I. = G laucom a crónico in­
flam atorio ; cuenta los dedos juntos al ojo. T . = 1 3 0 m m . O peración en eT
A R CH IVO S DE OFTALMOLOGÍA.
37
326
RESULTADOS INMEDIATOS DE LA IRIDENCLEÍSIS EN' EL GLAUCOMA
ojo izquierdo el 10 de abril de 1 9 3 1 . E l 5 de m ayo últim o exam en, han
desaparecido los dolores ; la visión y el cam po visual no han variado.
T . O . I. = 12 m m . D uración de la observación, veinticinco días.
C a s o s e g u n d o . — M aría A l., de sesenta y ocho años. V . O. ü . = 2/10.
V . O. I. = 0 . O . D . = G lau com a sim ple en tratam ien to por pilocarpina.
T . = 3 0 m m . O.. I. = G lau com a absoluto nuuv doloroso. T . = 9 5 m m .
O peración en el ojo izquierdo el 2 0 de abril, desapareciendo los dolores
y
norm alizándose la tensión.
E l día 1 .° de m ayo , ataq u e agudo de glau com a en ojo derecho, después
de in stilarse atropina equivocadam ente ; este ataque no cede a los m iósicos ;
el día 2 de m ayo la tensión es de 6 5 m m ., v el ojo derecho es operado se­
g ú n nuestra técnica con éxito inm ediato.
U ltim o exam en el 2 4 de agosto de 1 9 3 1 . Agudeza visual en am bos ojos
com o en el prim er reconocim iento. T . O. D. = 17 m m . T . O. I. = 25
m ilím etros. Tiem po de observación en ojo derecho 1 1 4 d ías, y en ojo iz­
quierdo 1 2 6 días.
C a s o t e r c e r o . — M anuel M a r., de cincuenta v ocho años. V . O. D . = 0 .
V . O. I. = 2/50. O . D . = G lau com a absoluto, operado de E lliot sin re­
sultado. T . = 8 0 m m . O. I. = G lau com a crónico in flam atorio, catarata,
operado de ciclodiálisis. T . = 7 5 m m.
Iridencleísis en ojo izquierdo el 2 0 de abril de 1 9 3 1 . L a tensión se nor­
m aliza al principio, el 1 8 de m ayo es de 22 m m . ; sin em bargo, el 2 6 de
m a y o sube de nuevo h asta 50 m m. T an to el tratam iento médico com o dos
esclerotom ías posteriores son im potentes para b a ja r de nuevo la tensión,
por lo que decido h ace r una segund a iridencleísis que es practicada, el día
•6 de ju lio, hacia abajo.
U ltim o exam en el 9 de noviem bre de 1 9 3 1 . L a catarata del ojo izquier­
do h a avanzado, quedando la visión reducida a m e ra percepción lum inosa
■con m uy buena proyección.
T . O. I. =
ción = 1 2 6 días.
20
m m . T iem po de observación, desde la segunda opera­
C a s o c u a r t o . — Jo s e fa M ac., de sesenta y cinco años. V . O. I. =
lo/10. V . O. I. = D edos a m etro y m edio. O. D . = N orm al. T . = 1 3 m m.
O . I. = G lau co m a secundario a trom bosis de la ven a central de la retina.
T . = 5 5 mim. Presión arterial = 2 3 M ax. v l l ’o M n.
O peración el 2 3 de abril. U ltim o exam en el 9 de ju lio de 1 9 3 1 . V . O. I.
1 /10 - E n el fondo de
ojo las h em o rragias h an dism inuido notablem ente.
T . = 2 5 m m . D uración de la observación = 77 días.
C a s o q u i n t o . — Jo sé G i., de sesenta y tres años. D iabético v antiguo
sifilítico. V . O. 'D. = Percepción lum inosa. V . O. I. = 1 10. O. D. = G la u ­
com a secundario a iritis an tigu a. T . = 75 m m . O . I. = C a ta ra ta incipien­
te, fondo norm al. T . = 2 0 mm.
O peración en el ojo derecho el 1 .° de m ayo de 1 9 3 1 .
U ltim o exam en, el 7 de septiem bre, T . O. D . = 14 mm. T iem po de
observación = 1 2 9 d ías.
C a s o s e x t o . — C ata lin a P in ., de sesenta y siete años. O. -D. = G la u ­
com a sim ple, c atarata, buena percepción y proyección lum inosas. T . = 8 0
m ilím etros. O. I. = G lau com a absoluto, am au rosis. T . = 1 0 0 mm.
D ÍA Z
D O M ÍN G U E Z
327
O peración en el ojo derecho el 7 de m ayo ; en el ojo izquierdo el 22 de
m ayo.
E xtracción in toto, al asa de Snellen, de la c a ta ra ta del ojo derecho el
6 de agosto de 1 9 3 1 .
U ltim o exam en el 2 6 de septiem bre. V . O . D. = s/lu con + 1 2 diop­
trías. C am po v isu a l estrechado del lado n asal h asta 1 5 °. T . O. D . = 1 0 m m .
0 . I. = A m aurosis. T . = 2 2 m m . D uración de la observación en ojo dere­
cho 1 4 2 días, y en ojo izquierdo 1 2 7 días.
C a s o s é p t i m o . — M an uela S a n ., de treinta años. O. D . = G lau com a
sim ple, sólo percibe los m ovim ientos de la m ano. T . = 3 0 m m. O. I. =
G lau co m a sim ple, cuenta los dedos junto al ojo. T . = 6 0 m m .
Iridencleísis en ojo izquierdo el 2 5 de m avo de 1 9 3 1 .
U ltim o exam en el 5 de noviem bre. T . O . I. - 13 m m . Agudeza visu al
in variab le. D uración de la observación 1 6 4 días.
C a s o o c t a v o . — D o lo res C a ., de sesenta años. V . O. D . = s/l s . V . O .
1. = D ed os a 1 m etro. O. D . = G lau com a sim ple, cam po visu al m uy es­
trechado nasal y arrib a. T . = 3 0 m m . O. I. = G lau com a crónico in flam a­
torio, en el cam po falta toda la imitad n asal. T . = 9 0 m m .
Intervención en ojo izquierdo el 3 de m avo de 1 9 3 1 v en ojo derecho
el 1 7 de junio.
U ltim o exam en el 1 2 de noviem bre. V . O. D . = 5/l0. V . O. I. = 5/30.
C am po visual norm al en el ojo derecho y en el izquierdo ensanchado del
lado nasal h asta los 3 0 °. T . O. D . = 1 4 m m . T . O. I. = 1 0 m m . D u ra ­
ción de la observación 1 6 2 días en el ojo derecho y 1 4 8 días en el izquierdo.
C a s o n o v e n o . — ¡R osa N u ., de cincuenta años. 'L ú es an tigu a. E n
tra­
tam iento por pilocarpina V . O. D . = x/10. V . O. 1 . = */10. O. D. = G lau coma sim ple. T . = 4 0 m m . O. I. = G lau com a sim ple. T . = 2 2 m m .
Intervención en ojo derecho el 3 de ju lio de 1 9 3 1 .
U ltim o exam en el 2 6 de octubre. V . O. D . = 3/10. T . = 1 5 m m . D u ­
ración de la observación 1 1 5 días.
C a s o d é c i m o . — E n riq u eta G o ., de cu arenta y cuatro años. Y . O. D.
= D edos a 2 m etros. V . O. I. = 0 . O. D . = G lau co m a sim ple. T . = 4 5
m ilím etros. O. 1 . = G lau co m a absoluto, estafilom a escleral. T . = 1 2 0 m m .
Intervención en ojo derecho el 2 0 de julio, en ojo izquierdo el 5 de
agosto.
U ltim o exam en el 1 0 de noviem bre, V . O. D . = 2/10. T . O. D. = 9 m m .
T . O. I. = 2 5 m m . D uración de la observación en ojo derecho 1 1 3 d ía s,
en ojo izquierdo 9 7 días.
C a s o u n d é c i m o . — P ila r F e r ., de cincuenta años. V . O. D. = 0 . V .
O . I. = 1/10. O . D . -- O perado h a ce cinco años de iridectom ía por g la u ­
com a agudo, am aurosis. T . = 4 0 mim. O. I. = G lau com a crónico, in fla­
m atorio, operado hace un año de ciclodiálisis y en tratam iento continuo
por pilocarpina. T . = 8 0 m m .
O peración el 31 de julio en ojo izquierdo, la tensión b aja, pero p asa­
dos quince días sube nuevam ente, no obstante la pilocarpina. E l 8 de sep­
tiem bre de 1 93 1 la tensión es de 6 5 m m.
Segu n da iridencleísis, el 10 de septiem bre.
U ltim o exam en el 9 de noviem bre. V . O. I . = 5/10. T . = 2 3 m m .
323
RESU LT A D O S
IN M E D IA T O S D E LA I R I D E N C L E Í S I S E N
E L G LA U C O M A
D uración de la observación, 6 0 días.
a s o d u o d é c i m o . — Antonio T e r, de cincuenta y ocho años. O. D .=
G lau com a agudo, cuenta los dedos a 1 m etro. T . = 6 5 m m . O. I. = G la u ­
com a absoluto, am au rosis. T . = 7 5 mm.
Iridencleísis en ojo derecho el 1 de agosto, v en ojo izquierdo el 2 0 de
.agosto.
U ltim o exam en el 5 de noviem bre. V . O. O . =
con + 4 dioptrías.
T . = 11 m m . T . O. I. = 2 5 m m .
D uración de la observación en ojo derecho 9 7 días, y en ojo izquierdo
7 7 días.
C a s o d e c i m o t e r c e r o . — Isabel V a ., de setenta v cinco años. V . . O.
D . = 0 . V . O. I. = 3/10. O. D . = G lau com a absoluto, operado de Elliot.
T . = 5 5 m m . O. I. = G lau com a sim ple operado de E lliot y en tratam ien ­
to por p ilocarpina. T . = 2 5 m m .
Iridencleísis en ojo derecho el 13 de agosto de 1 9 3 1 .
E l 2 0 de agosto es dada de alta con una tensión de 18 m m . No se pre­
se n ta a un nuevo exam en ; duración de la observación sólo 7 días..
C a s o d e c i m o c u a r t o . — D olores S a ., de setenta años. O. D . = G la u ­
com a crónico in fla m a to rio ; cuenta los dedos junto al ojo. '1'. = 8 0 m m.
O. I. = P tisis bulbi.
Intervención el 2 5 de agosto de 1 9 3 1 .
E l 7 de septiem bre se m arch a a su pueblo sin m ejo rar la visión. T .
O. D. = 1 4 m m .
iD uración de la observación 1 3 días.
C a s o d é c i m o o u i n t o . — L u is A l., de cincuenta v cuatro años. V . O.
D . - J /10. V . O. I. = D edos a 1 ’ 5 0 imetro. O. D . = G lau co m a sim ple, ope­
rado de Elliot. T . = 1 4 mm. O. 1 . = G lau com a crónico in flam atorio ope­
rado de iridectom ía. T . = 6 0 m m .
Intervención el 8 de septiem bre. Incisión escleral en e! lado n asal, y
en clavam ien to en la herida del lado in terno del colobom a resultante de la
operación anterior.
U ltim o exam en el 2 4 de septiem bre. V . O. i. = 1 /10. T . O. I . = 2 4 mm.
D uración de la observación 1 6 d ías.
C
En resumen, de estas veintidós iridencleísis, dos han sido he­
chas por glaucoma agudo con dos éxitos ; ocho por glaucoma cró­
nico inflamatorio, en seis ojos, con seis éxitos ; cinco por glauco­
ma absoluto con otros cinco éxitos ; y dos por glaucoma secun­
dario a trombosis de la vena central de la retina en un caso, y a
iritis'insidiosa en otro, con dos éxitos también. Es decir que sólo
-dos operaciones han fracasado ; y aun en estos dos enfermos, que
por cierto habían sufrido ya otras intervenciones, con una se­
gunda iridencleísis se ha conseguido normalizar la tensión.
E s bien cierto que el tiempo de observación es aún muy cor­
to, 164 días en el de mayor duración y 7 días en el de menos
D ÍA Z
D O M ÍN G U E Z
329
con una media de 97 días ; y que por consiguiente es muy nota­
ble que al transcurrir más meses los resultados no serán tan sa­
tisfactorios y el porcentaje de 1 0 0 por 100, que encontramos en
el glaucoma simple y en el absoluto, bajará sensiblemente. En
cambio, en el glaucoma agudo creemos que este porcentaje, apro­
ximadamente, podrá mantenerse, va que existe una absoluta
coincidencia entre estadísticas procedentes de países tan distin­
tos como Noruega, Austria, Bélgica e Inglaterra, donde Holth
(de Oslo), practica 6 operaciones, con seis éxitos ; Pillat (de Viena), 11 operaciones con diez éxitos (y aun el caso considerado
como fracaso, con un criterio un poco menos rígido, puede muy
bien apuntarse como éxito) ; Weelters (de Lieja), 15 con quince
éxitos y H arrison Butler (de Birminghan), 10 operaciones con
diez éxitos.
En compensación al corto número de casos y al escaso
tiempo transcurrido después de la operación, está el hecho de la
particular gravedad de nuestros enfermos, y el avanzado estado
en que se encontraban, ya que sólo tres ojos de los 20 operados
poseían una agudeza visual superior a 1/10. Por nuestra parte,
con ninguna otra operación hemos logrado mantener un seme­
jante porcentaje de éxitos ni siquiera durante un par de meses.
' Los resultados inmediatos sen, pues, mejores en la iridencleísis con esclerotomía de Zirm que en las otras operaciones, al
menos en nuestro material particularmente grave ; lógicamente,
pues, los resultados tardíos también deben ser mejores, ya que
precisamente en la esclerectomía, como ha probado Holth (42),
la fístula escleral tiende a irse cerrando con el tiempo ; y las ex­
periencias. de Maggiore (43) en el conejo, prueban también que
las fístulas esclerales que de otro modo se cierran inevitablemen­
te, pueden conservarse permeables si se introduce, a través de
ellas, un trozo de iris, deteniéndose el proceso de cicatrización
con tanta más seguridad cuanto más. pigmento contenga el iris
incluido.
Otra circunstancia favorable a la iridencleísis, es la ausen­
cia de complicaciones de importancia, sobre todo de esa infec­
ción tardía que pende como espada de Damocles sobre los ojos
330
RESU LT A D O S
IN M E D IA T O S D E
LA IR ID E N C L E ÍS IS EN
E L G LA U C O M A
esclerectomizados, y de cuyo peligro también adolecen las téc­
nicas de Greenwood y Denig, arriba expuestas.
Para terminar señalaremos las indicaciones y contraindica­
ciones de la iridencleísis según nuestra experiencia :
1 . a Se encuentra indicada la iridencleísis en las formas cró­
nicas de glaucoma, tanto compensadas como incompensadas, te­
rreno este principal de indicación de las operaciones fistulizantes.
S u s resultados inmediatos son superiores al Elliot, al menos en
los casos tan avanzados como los que forman el material del pre­
sente trabajo, teniendo ademas la ventaja de ser más inocua y
más fácil de ejecutar. IEn cuanto a sus resultados tardíos, las
experiencias de Maggiore ya citadas nos hacen esperar que tam­
bién serán mejores que en la esclerectomía.
2.“ También se encuentra indicada la iridencleísis en el
glaucoma agudo. En este tipo la iridectomía de De Graefe dá
resultados inmejorables ; pero hay que tener en cuenta, no obs­
tante, que probablemente mucho más frecuente que el glaucoma.
agudo verdadero, o sea el ojo con tensión normal entre las crisis,
es el glaucoma simple con ataques, que transcurre insidiosa­
mente entre dos de ellos, tal como el caso de nuestra observación
segunda. Este hecho nos explica como la iridectomía cortando
definitivamente los accesos, no logra impedir en muchos casos
que la agudeza visual siga bajando, y la tensión vuelva a subir
aunque sin aparecer fenómenos de descompensación ; la iriden­
cleísis, que corta el ataque tan seguramente como la iridectomía
y que además en su calidad de fistulizante impide el estableci­
miento insiduoso de una nueva hipertensión, logrará éxitos du­
raderos, precisamente en aquellos casos en que la operación de
De Graefe sería impotente, para evitar la ruina definitiva de la
visión.
3.a En el glaucoma absoluto, la iridencleísis evitará en mu­
chos casos la enucleación , siendo la única intervención con la
que hemos conseguido descender la tensión por bajo de 30 mm.
En cuanto a contraindicaciones, juzgamos casi la única la
existencia de una irídociclitis, pues la opinión de Pillat de queestá contraindicada en todos los glaucomas secundarios nos pa­
rece bastante exagerada ; los dos casos de nuestra estadística y
D ÍA Z
D O M ÍN G U E Z
331
el 57 por too de éxitos del propio Pillat nos hacen pensar así.
L a coexistencia de una catarata no contraindica en modo
alguno esta intervención, contra la opinión de Baickner, como lo
prueba la enferma de nuestra observación sexta, operada más
tarde con feliz éxito. Lo mismo podemos decir de los casos con
cámara anterior muy superficial, que para Harrison Butler cons­
tituyen una contraindicación ; en estos casos podrá estarlo tal
vez la técnica de Holth, pero de ningún modo la nuestra.
Tampoco contraindican esta operación, los casos de hiper­
tensión muy elevada, como lo prueban cinco de nuestras inter­
venciones (casos i, 2, 6, 8, io), seguidas las cinco de buen éxito,
no obstante oscilar la tensión entre go y 130 mm.
No-dudamos, pues, en recomendar nuestra técnica que tiene
sobre la de Holth la ventaja de una mayor facilidad, y .cuyos
resultados inmediatos son tan satisfactorios, esperando poder
entretener a nuestros lectores en año próximo tanto sobre un
mayor número de casos, como sobre los resultados tardíos de la
operación.
B iblio g r a fía
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332
RESU LTA D O S
11.
IN M E D IA T O S D E L A I R I D E N C L E Í S I S E N
E L G LA U C O M A
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M EN D O ZA
333
3 3 . G je ssin g : H o lth ‘s 1ridencleísis antiglaucom atosa : F o llo w -u p exam ination o f otie hundr&d ¡and Iw en ty-tw o t>v«ls fro in six to one h un dred an d
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chives of O phthalm ology, agosto 1 9 3 1 , pág. 1 5 1 .
43.
M aggiore : C on tribu ción experim en tal sobre el m ecanism o de ci­
catrización después de esclerectw nía perforan te an terior. Annali di O ttam ologia referata en K lein ische M onatsblátter fü r A u genheilku nde, ju n io
1 9 3 0 , pág. 8 5 9 ,
LA GONOSCOPIA EN LA CLÍNICA
Por
el D
r
. R
afael
M
endoza
La gonoscopia en la clínica es un procedimiento de gran
valor para saber si la pilocarpina o la eserina obran eficazmente
en el glaucoma o si, por el contrario, no obran y se necesita
practicar una operación ; además, nos puede indicar si ésta debe
ser iridectomía o una esclerectomía, puntos todos éstos de la
mayor importancia. También en los casos de diagnóstico dudoso
A R C H IV O S DE O F T A L M O L O G ÍA .
38
334
LA G O N O S C O P IA E N LA C L ÍN IC A
de glaucoma nos puede servir la gonoscopia para sentar un
diagnóstico, si antes instilamos un miótico. Podríamos citar otras
muchas aplicaciones de la gonoscopia, pero su aplicación más
importante es en el glaucoma. En la exploración del ángulo lo
que buscamos como guía es la región que corresponde al canal
de Sdilemm, que está precisamente entre la parte obscura de la
uvea y la parte blanca del limbo escleral, región escleral, región
que no se ve a la gonoscopia cuando la raíz del iris se adhiere
a la córnea y oculta esta región, entonces se forma un nuevo
ángulo más adelante y más irregular que el que existe al estado
normal, por las adherencias.
Para esta exploración se han recomendado los cristales de
contacto combinados con el oftalmoscopio provisto de una lente
de aumento y otros aparatos más complicados, lo que es un in­
conveniente si se tiene en cuenta el gran número de aparatos
que ya debe tener un oculista, motivo por lo cual creemos no
se ha generalizado la gonoscopia a pesar de sus ventajas.
Nosotros, por otra parte, creemos que no se necesitan apara­
tos especiales en la clínica y que podemos hacer la exploración del
ángulo corneano con un oftalmoscopio cualquiera y una lente
de más de 20 dioptrías, recordando que la parte que no podemos
ver es el rincón del ángulo corneano cubierto por la opacidad
del limbo. Pues bien ; si la lente, en vez de usarla por el centro,
M EN D O ZA
335
como haríamos para ver la región pupilar del iris, la desplaza­
mos para ver por ,su periferia, tendremos no sólo el efecto del
aumento, sino un efecto prismático que permitirá ver el rincón
del ángulo corneano cubierto por el limbo escleral.
Procedemos del modo siguiente. Nos sentamos frente al en­
fermo en un cuarto obscuro, con una lámpara como para hacer
la exploración del fondo del ojo. Ahora le decimos al enfermo
que mire fuertemente hacia arriba si queremos hacer la gonos­
copia de la parte superior del ángulo corneano, iluminamos el
ojo con el espejo y ponemos la lente enfocándola sobre el iris, v
después la desalojamos hacia arriba, para ver a través de la
parte inferior. La lente, por la posición forzada del ojo, debe
quedar perpendicular a la superficie del iris y perpendicular a la
dirección: de los rayos luminosos que emite el espejo, los que a
su vez son paralelos a la superficie del iris. Si esto no basta para
que aparezca la zona blanca del limbo escleral, entonces in­
clinamos el borde superior de la lente hacia atrás para aumentar
el poder prismático de la parte inferior de la lente, con lo que
aparece la zona blanca que buscamos (si no hav adherencias del
iris) y así podemos estudiar todo lo que está cubierto por el limbo
sin necesidad de lente de contacto ni aparatos especiales. Si
queremos ver la parte externa del ángulo, hacemos que el en­
fermo se siente de lado y le decimos que mire hacia el lado con­
trario adonde está el que examina v le iluminamos con el espejo,
de manera que los rayos vayan paralelos a la córnea y a la su­
perficie del iris, y luego intercalamos la lente por su periferia,
cuidando de que esté perpedicular a la superficie del iris, y si no
basta la inclinamos de manera de aumentar su efecto prismático.
Para la parte inferior necesitamos ponernos de pie detrás del
enfermo o acostar a éste y procedemos como en los. casos anterio­
res. Si queremos mayor aumento en la imagen del ángulo pone­
mos una lente de aumento al oftalmoscopio, recordando que para
tener aumento necesitamos estar dentro de su foco. Si queremos
tener visión binocular usaremos la lente de Berger con foco lu­
minoso. Así podemos explorar a nuestros enfermos en la clí­
nica, sin necesidad de aparatos especiales, con lo que creemos
336
N O T A S C L ÍN IC A S
se generalizará la gonoscopia. La interpretación de las imá­
genes gonoscópicas es conocida de todos para que se necesite
insistir y sólo,recordaremos que la gonoscopia es más fácil en
el joven que en el viejo.
II. — N O T A S C L Í N I C A S
Mi CONDUCTA EN LOS CUERPOS EXTRAÑOS
INTRAOCULARES MAGNÉTICOS
P o r el D r . M a n u e l M a r í n A m a t ( M a d r i d )
La conducta que yo sigo en los casos de cuerpos extraños
intraoculares magnéticos es la siguiente :
Con relación al diagnóstico. — Entiendo que deben hacerse
siempre radiografías, por lo menos las dos clásicas, de frente
y lateral ; sin embargo, en los casos en que son negativas y si
los antecedentes son positivos y disponemos de un electroimán
gigante, debemos hacer la exploración con este aparato, por si
existiera alguna pequeña partícula, que la radiografía no pu­
diera denunciar.
Técnica de la extracción. — Hacemos la exploración con el
electroimán gigante hasta conseguir llevar el cuerpo extraño a
la cámara anterior, valiéndonos solamente de la anestesia super­
ficial que nos proporciona la instilación de unas cuantas gotas
de adrenalina-cocaína. De este modo la sensibilidad profunda
ocular conservada nos servirá de poderoso auxiliar en la orien­
tación que hayamos de tomar. Una vez el cuerpo extraño en la
cámara anterior, ponemos una inyección retroocular de novo­
caína al 4 por too, en la cantidad de 2 cm3, al objeto de obtener
una anestesia completa y profunda y poder practicar, con per­
fecta tranquilidad, la incisión corneal, la extracción del cuerpo
extraño y la excisión de algún trozo de iris, si fuere preciso.
N O T A S C L ÍN IC A S
337
A mi juicio, conviene respetar en lo posible la membrana in ­
diana.
El empleo de midriásicos o de cualquier otra medicación
ocular la empleamos, únicamente, cuando hay indicación. En
caso de necesidad, tampoco empleamos apósito. Ahora bien, po­
nemos siempre una inyección subcutánea de leche o de cualquier
otra proteína, como preventivo, en lo posible, de infección.
Y o jamás empleo la pinza imantada, ni cualquier otro ins­
trumento dentro del ojo, incluso el pequeño electroimán. Todas
las maniobras las realizo con el grande y exteriormente. Cuando
el cuerpo extraño está enquistado y adherido a la coroides, por
ser antigua la fecha de.su penetración e incrustado en aquella
membrana, entonces, también, fracasa el electroimán gigante. •
Prefiero siempre la vía anterior (la de la cámara anterior)
para extraer los cuerpos extraños magnéticos intraoculares, y
únicamente cuando no se dispone de un electroimán gigante, y
siempre orientados por la radiografía, podrá emplearse la vía
posterior (la escleral), para utilizar entonces uno de tantos pe­
queños electroimanes que circulan en el comercio. Antes de dis­
poner del electroimán gigante de Wolfman, seguíamos esta con­
ducta en nuestro Servicio de la Compañía de F . C. del Norte
v con buen resultado : son algunos los obreros operados por este
procedimiento que siguen prestando sus servicios a la Com­
pañía.
Pronóstico. — Se refiere en los libros y en todos los traba­
jos sobre el particular, que el pronóstico de los cuerpos extra­
ños intraoculares asépticos depende en primer lugar de la natu­
raleza química del cuerpo, v así se señala una escala de los más
a los menos tolerados, por este orden:: cristal, porcelana, oro,
plata, plomo, hierro y cobre. Esto es verdaderamente c ierto ;
pero, además, mi experiencia personal me ha enseñado que a
medida que aumenta el volumen de los cuerpos extraños de
acero, su intolerancia se acrecienta, de tal manera que, a pesar
de haber sido traído en seguida del accidente, han determinado
una inflamación tan extraordinariamente violenta, que ha termi­
nado por la iridociclitis atrófica v ha habido que nuclear. Eso de
que la siderosis es mayor en las partículas pequeñas que en las
338
S O C IE D A D E S C IE N T ÍF I C A S
grandes, puede admitirse con la reserva de que la siderosis es una
intoxicación compatible con la vida del ojo, mientras que la in­
toxicación masiva, brutal, de una gran cantidad de productos
férricos, es incompatible no sólo con la función, como de ordi­
nario lo es la siderosis, sino con el mismo órgano.
Además, de esta violenta inflamación química, hay que
tener en cuenta los enormes destrozos que un grueso cuerpo
extraño produce, tanto al entrar como al salir, en los delicados
tejidos celulares.
Claro está que cuando se trata de trozos de hierro un tan­
to voluminosos, como en un caso del Dr. Mansilla y mío, en­
tonces hay que ir sin pérdida de tiempo a la enucleación del
ojo ; así como cuando existan heridas a colgajo con verdadero
arrugamiento de la esclerótica, por pérdidas considerables del
vitreo.
III . — S O C I E D A D E S
C IE N T IF IC A S
SOCIEDAD OFTALMOLÓGICA DE VIENA
S e s ió n
del
18
de
enero
de
1932
. 1 . L o e f f l e r : U n c a s o d e d e s p r e n d im ie n t o d e ¡a r e t in a c u r a d o
e le c t r o c o a g u ¡a c ió n . — Una mujer de treinta años, muy m iope
(20 dioptrías), se presentó en la clínica en octubre de 1930, con una hem o­
rragia reciente en el cuerpo vitreo y en la retina y un gran desgarro nasal
hacia abajo de la retina. Al principio, la retina estaba adherida. A'l cabo de
dos días se com probó un desprendimiento, que fué operado dos veces por el
procedimiento de Gonin. En la segunda operación se tocó la punta del des­
garro. El desgarro era tan grande, que filé imposible cerrarlo por completo.
La retina se readhirió, pero al cabo de pocas semanas presentóse una re­
caída grave. Esta vez fué tratada después de haber denudado el cuadrante
nasal inferior de la esclerótica:, por diatermocoagulación, según el procedi­
miento de iLarsson v por punción en un punto de la esclerótica con un termocauterio. En la región tratada se desarrollaron densas capas coroideas,
la retina se adhirió por completo, manteniéndose así durante todo el año
que estuvo en observación. Más tarde sobrevinieron insignificantes alterado-
por
S O C IE D A D E S C IE N T ÍF I C A S
339
m iópicas e n la mácula y también alteraciones coriodíticas que podrían
calificarse de efectos a distanciar.
La visión actual es de 6/21, Jaeg'er i.
lie s
D is c u s ió n :
S a fa r : Recuerda que, si las aplicaciones del cáustico frío no están cui­
dadosam ente dosificadas, van a veces seguidas de graves alteraciones del
fondo del ojo, de lo cual ha podido él convencerse por ensayos de diatermo■coagulación realizados en conejos.
K. S a fa r : C a s o grave d e b / e fa r o e s p a s m o t r a ta d o c o n é x it o p o r
e le c t r o c o a g u la c ió n . — Safar aplicó con éxito el método descrito por él
recientemente, de destruir las raimas faciales superiores en el lugar indicado
por O ’ Brien. |La enferma estaba afectada de un blefaroespasmo esencial.
Los exámenes practicados durante un tratamiento ulterior de tres meses han
mostrado que el o jo derecho parece estar liberado de los estados espásticos,
mientras que en el ojo izquierdo el éxito no lia sido completo, pero bien
satisfactorio. No hay duda que por este m étodo se obtiene una mejoría du­
radera. Una vez perfeccionada la técnica, es probable que este método sea
adoptado a perpetuidad para los casos de blefaroespasmo esencial de carác­
ter grave. J al vez con este procedimiento se llegue también a poder dom i­
nar los desprendimientos de la retina, obteniendo buenos resultados en los
desprendimiento con desgarros periféricos, pudiendo entonces evitarse mu­
chas aberturas con el trépano, lo cual resulta muy pesado. L as experiencias
hechas por Lindner sobre animales, con diversos medios químicos han pro­
bado que, hasta el presente, la solución de potasa cáustica líquida es la que
da mejores ¡resultados. El riesgo de este medio consiste en la posibilidad de
perforación hasta el interior del ojo. El farm acólogo Prof. Pick ha reco­
mendado a Lindner la electrocoagulación para esta operación. Independien­
temente, ha h ed ió Salí man n la m ism a proposición. Discutiendo las dificul­
tades de diagnóstico do los desgarros retínales, Lindner menciona el empleo
del oftalm oscopio de Simón. Fijando la retina con el hilo incandescente de
este oftalm oscopio, se distinguen fácilmente los verdaderos desgarros de los
aparentes ; por lo que atañe a los verdaderos, la. reflexión del hilo se ve in­
terrumpida distintamente.
D is c u s ió n :
M eller : La primera parte de la operación descrita por Lindner corres­
ponde a la coriodiálisis propuesta por Meller hace va bastantes años. Desde
entonces, Meller ha separado la coroides de la esclerótica ; después ha hora­
dado la coroides por medio de una espátula para tratar de readherir la re­
tina mediante una ruptura artificial de la coroides. Siempre es una cosa
satisfactoria el provocar, según parece, una soldadura circunscrita de retina
v'coroides por la operación de Lindner. En las electrocoagulaoiones, los fo­
cos suelen ser muv extensos v resulta con frecuencia que la transudación
consecutiva al tratamiento parece impedir la readhesión de la retina.
Sachs : Ha ensayado también la coriodiálisis de Meller, pero no ha visto
que dé buenos resultados.
040
S O C IE D A D E S C IE N T ÍF I C A S
S a llm a n n : Investigaciones por experiencias sobre anim ales,
respecto a la aplicación de e/ectrocoagu/ación en el procedim iento
minatorio de L in dn er. — En esta aplicación especial de la electrocoagu-
■n
lación, Sallmann, después de algunos ensayos que fracasaron a causa de la
forma de los electrodos, ha hecho construir un electrodo en forma dé aguja
ligeramente curvada y recubierta de una delgada capa de esmalte. Esta
aguja tiene Cerca de la punta, que está igualmente aislada, un trozo des­
nudo que puede ser del largo, que se desee, según el objeto que se persiga.
El modelo actual del electrodo se presta muv bien a los ensavos sobre ani­
males ; pero resulta aún muy basto para las operaciones humanas. En cuan­
to es posible juzgar por los ensayos sobre animales, este método sería útil i—
zable en los casos de desgarros localizados muy atrás del ojo. ILa cuestión
de la dosis presenta más dificultades, porque es imposible ver el lugar de
la aplicación. En los casos especiales es, pues, preciso encontrar la dosis
conveniente mediante un ensayo preliminar correspondiente (aplicación del
electrodo a la conjuntiva).
D is c u s ió n :
K. Safar : H ace construir para el tratamiento por la electrocoagulació.i
un electrodo en forma de cepillo, v compuesto de un haz de agujas muy
finas, cuyas puntas se hacen entrar por lá esclerótica.
] . Boeck : Caso de hem ianopsia bitem poral aparecida durante
el embarazo. — U na enferm a, de treinta y siete, años, observó un empeo­
ramiento de la visión en el cuarto mes de su embarazo. Aplicado el oftalm oscopio, pudo comprobarse una atrofia precoz del nervio óptico d e l. ojo
derecho. El examen general de la enferma dió resultado negativo. En febre­
ro d e '19 3 1 el alumbramiento fué normal v el niño fué amamantado durante
dos meses. Al tercer mes presentóse de nuevo 'la menstruación, para ser
después cada vez más débil. Después del alumbramiento fueron aumentando
los trastornos visuales, y ahora (once meses después del nacimiento del niño)
se ve una atrofia del nervio óptico de ambos ojos, aunque más pronunciada
en el derecho que en el izquierdo, habiendo también una hemianopsia tem­
poral. Visión O. D. = cu;nta los dedos; visión O . I. 6
Resultado del
examen interno: pelos anormalmente mezquinos en las axilas v en la re­
gión genital ; desarrollo débil de los pelos de las pestañas en la mitad tem­
poral. Los resultados de los demás exámenes : clínico, ravos X , ginecoló­
gico, el del cráneo1 por los rayos X , el W assermann del suero y del líquido
céfalorraquídeo, fueron negativos. La causa de la enfermedad podría ser,
ante todo, el agrandamiento patológico de la hipófisis, toda, vez que los
trastornos visuales aumentaron después del parto. iLa disminución de la
menstruación en estos últimos tiempos es también un testimonio en favor
de una alteración de la hipófisis, que excede de los límites de una hipófisis
dé gravidez ordinaria. Las anomalías en e'1 crecimiento de los pelos del
cuerpo, com o se comprueban en esta enferma, han sido va descritas muchas
veces com o signo de degeneración de las glándulas internas. Podría, por lo
tanto, suponerse en la enferma úna insuficiencia congénita de la hipófisis
que se confirmaba por la repetida prueba de las gravideces, por su agran-
S O C IE D A D E S C IE N T ÍF I C A S
341
lamiento patológico. C om o tratamiento se harán irradiaciones por los ra­
yos X y, más tarde, se establecerá una terapia de sustitución ovárica.
tíach ste z : Caso d e . tenonitis serosa bilateral con trastornos
m usculares particulares. — Un individuo de cincuenta y cinco años ve­
nía sufriendo más de veinte años de ataques de tenonitis serosa bilateral.
•Todas las investigaciones etiológicas dieron resultados negativos ; pero al
enfermo le aquejaban de tiempo en tiempo violentas tonsilitis ; la última
de ellas com o consecuencia inmediata de una angina séptica grave. Las
crisis fueron observadas por Meller hace va bastantes años, habiéndolas
observado también E. Fuchs y iBergmeister, Todos ellos, lo imismo que
Bachstez (-que ha tratado la última crisis), el aspecto de una parálisis ais­
lada de los músculos ópticos hacia el fin del ataque. Com o el fondo del
ojo y el virus son normales, hay que deducir que los focos primarios se
furmarían, sin duda, en la región ecuatorial del globo en la región de la
inserción de los músculos oculares. Los aumentos de tensión que se
manifiestan algunas veces en estos casos y que Seefelder explica por la
compresión de las venas vorticosas parecen estar también en favor de
la localización ecuatorial de los focos principales. En el caso de Bachstez,
la tensión normal tomada a la palpación digital parecía nonmal.
D is c u s ió n :
U n d tie r : No considera com o irrefutable la explicación
relativa al origen de los trastornos musculares.
de Bachstez
Sajar : Sobre la iridectom ía periférica en el glaucoma prim a­
rio. — Safar trata de casos de glaucom a inflamatorio avanzado, en los
cuales practicó la excisión periférica del iris en lugar de la iridectomía
total recomendada por él hace cuatro años. En los dos enfermos, la ope­
ración fué coronada de éxito completo : en uno de los casos había sido
practicada en el otro ojo una iridectomía total, pero la tensión es algo
menor en el ojo en que fué excindido el iris en la periferia. Otras de las
ventajas de este procedimiento consisten en la conservación de la pupila
redonda v en ser menor e! peligro operatorio. En el segundo caso usó
Safar com o anestésico la pantocaína, quedando muy satisfecho, tanto del
efecto de la pantocaína com o anestésico, com o por la influencia de la mis­
ma sobre los vasos. Además, este medio no produce la dilatación de las
pupilas.
D is c u s ió n :
S a llm a n n : Las experiencias en la segunda clínica oculística parecen
probar que. la iridectomía periférica no es inferior a la total en su efecto,
haciendo desde luego esta afirmación sin contar con datos estadísticos.
C om o anestésico se hace una inyección subconjuntival de una solución de
alipina al 5 por too mezclada con pilocarpina y adrenalina.
Boech : En la primera clínica oculística se emplea con éxito desde hace
un año la pantocaína com o anestésico para las superficies.
A R C H IV O S DE o m L M O L O G f A .
342
PREN SA
IV. — P R E N S A
O F T A L M O L Ó G IC A
OFTALMOLÓGICA
¡K L IN IS C H E M O N A T S B L A E T T E R F. A U G E N H E IL K U N D E
R esum en
de
H . O roz
M ayo
de
1931
R etinitis e x u d a tiv a con a lteracion es v a s c u la r e s
P
ro f.
D
r
. P. J
u n iu s
(Bona)
La exposición de un caso clínico, de las características mencionadas, le
■da pie para revisar las diversas modalidades clínicas de retinitis exudativa
que se vienen describiendo (r. de Coats,. r. circinada, degeneracicni discoi­
dea de la porción central de la retina), y opina que todas estas variedades
tienen com o probable rasgo común una alteración vascular. Hasta ahora
ni ha sido posible dar con la causa primaria de tales afecciones, ni tam­
poco .precisar si son los vasos, el parénquima o los nervios vasculares los
primitivaimente afectados. H oy se sabe, sin embargo, que la perturbación
del equilibrio horm onal de los tejidos puede actuar com o veneno de los ca­
pilares, alterando su permeabilidad.
Distrofia corneal
en remolino. —
D r.
A.
V o g fx s
(Münster)
En ambas córneas de una mujer anciana, turbidez vorticiforme de
centro periférico, formada por multitud de finísimos gránulos repartidos en
todas las capas, pero abundando sobre todo en las superficies. Se trata de
una degeneración glicogénica de escasa tendencia progresiva.
Desprendim iento de retina y coroides
D
r
. H.
H.
E
l s c h n ig
(Z n a im )
i Creyéndolo determinado por equinococo o cisticerco, se hizo una am ­
plia escleirotomía que curó el proceso. El curso de la afección v los hallaz­
gos operatorios hicieron admitir coimo primitivo el desprendimiento de la
coroides, por acúmulo subcoroidiano de un líquido transparente. No se pudo
precisar la etiología.
N eu ro fib rilitis tu berculo sa de la retina
'D r.
J.
P
allares
(Valencia)
Describe un caso de retinitis, observado desde'su iniciación, en el que
manchas blancas yuxtapapilares; de aspecto de copos de algodón, le hicie-'
ron localizar el proceso en la capa de fibras ópticas de la retina, cuyos ha­
ces estarían tumefactos, sinuosos v turbios.
PREN SA
L eí tuberculina,
empleada
345
O F T A L M O L Ó G IC A
precozmente,
condujo
a
la curación
hecho que apova la naturaleza tuberculosa de esta enferm edad.
total,
N o hubo
atrofia consecutiva.
Tu rb id eces del c rista lin o por contusión directa
P
ro f.
D
r
. D.
M
ic h a il
(Cluj)
Son frecuentes y pueden ser producidas por los más variados cuerpos
extraños penetrantes, al rozar la lente tangencialmente. Se presentan en
forma de turbideces capsulares, siempre de mayor extensión que la super­
ficie herida, y de aspecto parecido a las que se producen por el masaje de
la lente ; constan de una porción más opaca y huimogénea, de la misma for­
ma que el cuerpo extraño, y de otra que la circunda o no, translúcida y
estriada. Estas turbideces son definitivas ; se deben a alteraciones del epi­
telio capsular por el microtrauma v sólo se descubren con el auxilio de la
lámpara de hendidura.
E x tr a c c ió n in t ra c a p su la r de la c a t a r a t a en el queriitocono
P
ro f.
D
r
. R
u bert
(Riga, Letonia)
Se trata de una enferma con queratocono unilateral muy acentuado
que fué operada de catarata sin ninguna complicación.
Sob re el método m ás segu ro de re a liz a r operaciones in fra o cu ­
lares en caso s de saco con ju n tiv a l s é p t i c o : la ap ertu ra transpalpebral de la c á m a r a anterior, seg ú n S a c h s . — D o c t o r
M.
P
ro ck sch
(Viena).
(Próximamente a 8 mm. por debajo del borde del párpado inferior y pa­
ralela al mismo, incisión cutánea de 2-3 cim. de longitud, que después se
profundiza hasta cortar la fascia tarsoorbitaria a nivel del reborde orbita­
rio ; una vez hecho esto, se prosigue hasta la esclerótica, y una vez sobre
ella, disección roma de la conjuntiva hasta el limbo. El método es sencillo
v sólo exige tiempo y paciencia. Han operado 26 casos, entre ellos cuatro
enfermos de glaucom a agudo, en los que una dilatación de la iridectomía
por el mal estado de la conjuntiva hubiera tenido desagradables conse­
cuencias.
E x p e rie n c ia s obtenidas en la p rá ctica de 5 1 7 operaciones
d a criocistorrin ostom ía. — D r . G A m e z - M á r q u e z ( B a r c e l o n a )
de
Tan interesante trabajo puede verse en extenso en el número de marzo
de 1931 de estos A r c h i v o s .
E l tonómetro-X de S c h ió tz con extrem o inferior convexo
D
r
.
B.
F le is c h e r
(Erlangen)
Lo cree preferible al cóncavo usual, pues en las tensiones medias da
cifras semejantes a éste y le lleva la ventaja de que permite medir grados
344
FREN SA
O F T A L M O L Ó G IC A
mayores de dureza ; además, con él, es menor el peligro de erosionar e1
epitelio.
¿C ó m o se p r i v a a la h ista m in a (am ingiaucosán) de sus
propiedades ind eseables? — D r. C. H a m b u r g e r (Berlín)
Sus estudios en este sentido le hacen recomendar la iontoforesis con
una mezcla a parte iguales de histamina al 1 : 500 y eserina al 1/1 por 100.
Electrodos tan pequeños com o se pueda, colocados en el limbo o mejor ya
en la esclera, y corriente de 1 ‘ /2 M-A. de 10-30". En pocos minutos queda
vencida la midríasis de la atropina y glaucosán, sin efectos desagradables.
Si el electrodo se aplica en córnea, se produce una mancha bastante per­
sistente.
U nas o bservacio nes a ce r ca del valor de la lá m p a ra de cobalto
de R o ssler en la m edida de la refracció n. — D r . K . ,\i> in (Riga,
Letonia).
El autor prosigue en este trabajo la crítica experimental del m étodo
de Rossler, y estima que sólo puede dar resultados aceptables en ojos cuya
acom odación esté paralizada por la atropina, circunstancia que, lejos de
facilitar el examen de la refracción, lo dificulta, va que en ojos atri.pinizados la medición es fácil y disponem os de medios objetivos en los que para
nada necesita intervenir la apreciación del paciente.
L a reacción de precipitación de los glóbulos rojos en
oftalm ología. — D r . W a c h f . n d o r f f
Sirve con frecuencia para fijar el pronóstico de las afecciones tubercu­
losas, así com o para evitar las dosis excesivas en el tratamiento por la tu­
berculina. Una reacción acelerada, en afecciones no purulentas, deberá
hacernos pensar en la lúes, aun en las iritis.
A c e r c a de los c rista le s de contacto coloreados en el albinism o
D
r
.
R.
F
r if . d e
(Jágerndorf)
Estos cristales, propuestos por Ascher, los juzga muv poco prácticos,
pues, aparte de que su elevado coste les haría inasequibles a muchos, limi­
tarían mucho el campo visual, serían muv incóm odos, pues habría que qui­
társelos por lo menos diariamente, toda la vida, v expondrían a infecciones.
Cree preferible proseguir por la vía quirúrgica.
A l g u n a s observaciones a la com un icación de R a b in o w itsch sobre
operaciones en el tra co m a. — P r o f . D r . II.. v. L i e r e r m a n n (Bu­
dapest).
Sale por los fueros de la inversión dei tarso según y. Blasltovics, que
d a buena cuenta del entropión y triquiasis tracom atosos en la in m en sa'm a­
yoría de los casos. Aboga asimismo por una mavor insistencia en l a expre­
V A R IA
3.45
sión v raspado de los folículos, procedimiento conservador no suficiente­
mente atendido por Rabinowitsch.
O b se rva cio n es al trabajo de M. R a b in o w itsch « A c e r c a de alg u n o s
n u evo s p ro ced im ien to s o p e ra to rio s co n tra la s co m p lica cio n es
del tracom a». — D r. R . v. G f . r n e t (Lituania).
■Se ha descubierto realm ente un nuevo cam ino en el tratam iento
del tr a co m a ? — D r . B. M a i . k i n (Saratow, U. de R R . S.S.)
Com enta un artículo de Stasnik, va resumido, acerca de las inveccio­
nes intravenosas de sales cúpricas. Se muestra bastante escéptico v cree
que el descubrimiento del agente traerá probablemente consigo un cambio
radical en las orientaciones terapéuticas actuales.
V. — V A R I A
N oticias
En el plebiscito celebrado por la «Sociedad O ftalm ológica HispanoA m ericana» para enviar representante de la misma al cincuentenario de la
«Sooiété Frangaise d'O phtalm ologie», lia resultado elegido nuestro codirector el Prof. D. Manuel Márquez, que asistirá com o invitado de honor
de nuestros colegas de dicha Sociedad. — M. M.
Rectificando el inform e que hace algunos meses fu é publicado en las
revistas de oftalm ología, se ruega a quienes deseen presentar alguna co­
municación al próxim o C ongreso, tomen nota de que ha habido un cambio
por lo que toca al envío de los breves resúmenes du los artículos que los
oradores quieran leer al auditorio. Estos breves relatos no deben estar en
manos del secretario del Consejo Internacional O ftalm ológico el primero de
diciembre de 1932, com o se había dicho primero, sino que deben enviarse
antes del i.° de noviembre de iq j? al secretario del Comité nacional de M a­
drid. El secretario de este Com ité nacional español es el Dr. F. Poyales,
Olazag'a, 3, Madrid.
El Director de la «Casa de Salud Valdecilla», fundación debida a la
munificencia del gran filántropo santanderino ei Marqués de Valdecilla, nos
ruega la publicación de las noticias relativas a los cursillos del verano pró­
ximo, a lo que accedemos gustosos, para colaborar a tan elevados pro­
pósitos.
346
V A R IA
C a s a d e S a l u d d e V a i . d e c i l l a , Instituto Médico de Postgraduados, San­
tander. — Cursos de verano 11) 3 2 . De! 18 de judio al 3 de septiembre :
Prof. del Río H ortega : Cursillo sobre Anatomía patológica de los tu­
mores.
Dr. Sánchez Lucas, del 15 al 27 de agosto : Cursillo de Anatomía pa­
tológica.
Dr. Alonso de Celada, del 18 al 30 de julio : Cursillo de ¡Bacteriología
e Infecciones, en el que colaborarán los Dres. Ruiz Falcó v M. Tapia.
D.r. Navarro Martín, del 1 al 27 de agosto : Cursillo de Dermosifilografía. 'Del 1 al 13 de agosto : C ursillo sobre Histopatología cutánea, y del
15 al 27 de agosto : Cursillo práctico sobre el diagnóstico de la sífilis por el
laboratorio.
Dr. SaráChaga, del 10 al 30 de julio : Cursillo de Exploración funcional
de los órganos digestivos.
Dr. Barón, del 1 al 20 de agosto : Cursillo sobre Abdomen agudo.
Dr. iLamelas, del 18 de julio al 6 de agosto : Cursillo sobre Enferme­
dades del metabolismo v de las glándulas de secreción interna. Del 8 al 27
de agosto : Cursillo de iniciación sobre Enfermedades del aparato cardio­
vascular.
iDr. Tellez Plasencia, del 15 al 27 de agosto : Cursillo de iniciación a
la Radioterapia. Del 29 de agosto al 3 de septiembre : Cursillo de Examen
eléctrico del sistema neuromuscular.
'Dr. Usandizaga, del 18 al 30 de julio : Cursillo de iniciación en G i­
necología.
D r. González Aguilar,
con la colaboración de los ayudantes doctores
H. Blanco y H. F. Busto,del 1 al 31 de agosto : Cursillo teórieopráctico
de fracturas.
)Dr. Aldama, del 18 al 23 de julio : Cursillo sobre diagnóstico topográ­
fico del sistema nervioso. Del 25 al 30 de julio : Cursillo sobre diagnóstico
psiquiátrico.
’Dr. Díaz Caneja : Cursillo de Exploración ofta lm ológ ica .— 1. Examen
de la refracción. — 2. Fisiopatología de la visión binocular. — 3. Examen
biomioroscópico : a) T é cn ica ; b) Examen del polo anterior; c) Examen del
polo p osterior.— 4. O ftalm oscopia. Técnica. — 5. Imagen recta y luz
aneritra. — 6. Presión arterial retiniana. — 7. Fotografía de! fondo del ojo.
8 . -Algunos problemas de la moderna O ftalm ología : íi) Tuberculosis o cu la r;
b) Sífilis ocular ; c) Desprendimiento de retina ; d) Tratamiento quirúrgicode las dacriocistitis.
Nota : iLos señores que deseen tomar parte en este cursillo pueden diri­
girse directamente al Dr. D íaz C aneja, solicitando fecha y detalles.
Dr. Pascual de Juan, del 1 al 13 de agosto : Cursillo elemental teóricopráctico de O torrinolaringología. Del 21 al 31 de agosto : Cursillo sobre
dietética y trastornos nutritivos de la primera infancia.
Dr. Collazo, con la colaboración de los ayudantes Dres. Villanueva v
Jerez, del 18 al 23 de julio : Cursillo de Fisiología experimental. En cola­
boración con la Srta. Torres, del 22 al 27 de agosto : Cursillo experimental
sobre vitaminas. Del 22 al 27 de agosto : Cursillo teórico sobre vitaminas,
vitaminopatías y vitaminoterapia experimental con aplicación a la Medicina
infantil.
S U M A R IO S
D E R E V IS T A S
D E O F T A L M O L O G ÍA
347
Dr. Puval, del 1 al 13 de agosto : Cursillo teórico de Química clínica.
Del 1 al 13 de agosto : Cursillo práctico de análisis quím icoclínicos (micrométodos).
Dr. García Alonso, del 18 de julio al 13 de agosto : Cursillo de Enfer­
medades del aparato respiratorio.
Dr. Picatoste, del 8 de agosto al 3 de septiembre : Cursillo práctico de
Urología.
La matrícula es gratuita. Podrán asistir médicos y alumnos de los úl­
timos cursos de Medicina, que lo soliciten del Director, quien facilitará
■cuantos detalles interesen.
V I. — SUMARIOS DE REVISTAS
DE OFTALMOLOGIA
(P ub licado! por acuerdo de la Conferencia Internacional de L a H a y a , julio 192T)
Liettura O ftalm ológica
S u m a r io
d e i.
núm
. 2.
F
ebrero
db
19 3 2
ü o tt. M . B a q u is : Corpi estranei magnetici del cristallino.
Prof. V V. P. F i la t o w : L a seborrea delle ghiandolc d'el M eibonio e le
sue conseguenze.
Dott. S . C o c u z z u : Sopra un caso di cisticercosi riscontrata sulla palpebra superiore di un uomo adulto.
Bollettino d’O culistica
S
u m a r io
del
núm
.. 2 .
F
ebrero
d f.
19 3 2
N icolato : Contributo alia conoscenza del valore etiopatogenico dei
grasst confenuti nel sebo meibomiano, nei riguardi dell’ insorgenza e dello
sviluppo dei calazion.
A la ju w e Sa la : L o spesore del cristallino vivente in rapporto all’ cta
•ed alio stato di refrazione oculare.
P etrag n an i : Sugli anticorpi nell’ácqueo di prúrlia e secondá formazione.
Biett-i : Sopra u n ’interessante forma di «epitelioma iniziale» della cornea
(nove figure nel testo).
GaJlenga : Pigmentazione fusiforme eccentríca della faccia posteriore
della cornea (tipo Krukenberg).
Cordero : Su di un caso di l'eucosarcoma juxta-papillare.
Vittadini : Un caso di rabdomioma m aligno del muscolo retto esterno
in un vecchio.
348
S U M A R IO S
D E R E V IS T A S
D E O F T A L M O L O G ÍA
A n n a le s d ’Oculistique
S u m a r io
del
núm
. 2.
F
ebrero
de
19 3 2
T-. M o ra s : L'infection diplobncillaire.
S v e n L arrso n : ¡Les vaisseaux intraocul aires du segment antérieur et
¡eur influence sur la presión oculaire.
I). Micha'i] : Adéno-cancer métastatique choroidien d'origine probablement intestinale.
Jc a u Sed a n : De l’ emploi de l ’iodure d ’argent naissant en oculistique.
R a s s e g n a Ita lia n a d ’Ottalmolog'ia
S
u m a r io
d el
núm
. 1-2 . E
n e r o -f e b r e r o
de
19 3 2
C . G á lle n la : II tessuto elástico del tarso nell’argirosi generalizzata.
G. Ovio : 11 disaccordo nei due occhi nella lettura.
G. F a valo ro : Ricerché batteriologiche e sperimentali nel tracoma, con
oaiticolare riguardo al Bacterium granulosis (Noguchi).
G. TirelH : Sulle ifistole congenite del sacco lacrímale.
A . V ita : Sull’ eififetto'prismático da decentrazione di'lle lenti a menisco.
I\. G allen ga : Contributo alio studio em briológico, descrittrvo e topo­
gráfico del muscolo lacrimale di Duverney-Horner.
A m e r ic a n Jo u r n a l of O ph th alm ology
S
u m a r io
del
núm
. 3. M
arzo
de
19 3 2
Jo ñ a s S. F rie d en w a ld : Same factors concerned in the success of operations for glaucoma.
1Villiaiu F . M u n crieff, Jo h n S . C o u ler y H. J . H o ln iq n e s t : Experimen­
tal studies in diathermy applied to the eye and orbit.
F. 1. Proctor, H\ C. F in n o ff v P. T h vg eso n : Negative inoculation
with bacterium, granulosis.
F red eric k A llison D a vis : Tribrom ethanol (avertin) as an anesthetic in
eye surgery.
Louis Jiathm an : Double puncta and double canaliculi of the upper lid.
C o n tad B eren s y Elizabeth K . S ta rk : Studies in ocular fatigue.
Dt. Jiilin s F e j e r : The fate of iforeign bodies which remain inside
the eve.
S y d n ey W alker : L egal phases of industrial ophtalmology.
D r. R a ú l A rgañ araz : A practica! device for radiographic examination
of the optic foramen.
Im phgnta
LA NKOTÍPIA
Rbla.
d e
Cataluña. lie. Tel.
78701
BARCELONA
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