PAGINA 26 Ramón Silva (1890-1929) Un olvidado héroe trágico de la modernidad local Por Raúl J. Fernández ste artículo pretende rescatar del olvido a Ramón Silva, malogrado artista que a pesar de ser un pionero en la apertura de caminos para el arte que vendría luego, allá por la década del 10, resulta hoy por demás difícil acercarse a su obra, prácticamente no hay nada colgado en los museos de Buenos Aires, del acervo del MNBA, hasta antes de la Bienal solo Bosque de 1912 se exhibía y como dato curioso algunas de las restantes están en préstamo permanente en museos del interior del país. Propongo un breve repaso al ambiente en el que le tocó moverse al artista ensayando una posible hipótesis para entender sus infortunios. Buenos Aires, década del 10, en torno a los festejos del Centenario ve agigantarse el nacionalismo en el medio local. Desde fines del siglo XIX, propiciado por las políticas de la Generación del 80, Buenos Aires es receptora de un elevado número de inmigrantes que terminaría por amenazar la identidad y los ideales “criollos”. Y es en estos años 10 -tal como sostiene Diana Wechsler en “Las ideas estéticas en Buenos Aires: entre Nacionalismo y cosmopolitismo” – cuando se empiezan a intensificar los esfuerzos para concretar espacios que contengan la producción plástica y políticas que definan a la “cultura nacional”. En este contexto aparece la figura del artista que, en virtud de su proyección distanciada de los postulados que esgrimían las corrientes de cuño nacional, como el grupo Nexus (con Fader y Bernaldo de Quirós), paso a la historia ganándose el mote de artista “maldito”. Había nacido en 1890, llevó una vida marcada por la indiferencia, la resistencia por la crítica local y el rechazo a varias exposiciones a las que se presenta (por ej. los salones de acuarelistas de 1916 y 1917). Silva vive rápido y muere rápido a la edad de 29 años en 1919, convirtiéndose en un héroe trágico de la naciente modernidad local. En 1911, año de la muerte de Malharro, con quien compartía la misma pasión “antiacadémica”, viaja a Europa con una beca obtenida pese a su E falta de estudios y “méritos”. Regresa en 1915 cargado de la bohemia parisina que lo acompañará en su corta vida y que a decir de Ricardo Gutiérrez, con quien compartiera noches de bohemia en la calle Corrientes al son de alguna orquesta, el artista “ rememorando a París, se entregaba a sus éxtasis habituales” . Realiza con la prisa de lo moderno óleos, acuarelas, dibujos, xilografías y aguafuertes, en donde introduce un lenguaje opuesto al hegemónico legitimado por la Academia y sustentado por aquellos que decían preservar las reglas del lenguaje plástico para la creación de un arte “auténticamente nacional” no dando lugar a las propuestas renovadoras que impulsaba su maestro Martín Malharro y grupo de seguidores apodados “Los Mocosos” entre los que se encontraban Thibón de Libian, De Navazio y el propio Silva, quienes estaban introduciendo los planteos “cosmopolitas” de un ya envejecido impresionismo tamizado por la cultura de la “einfühlung” ante el desagrado de Fader quien afirmaba que “La visión y la idea pictórica substituída por la innovación de una técnica. La justeza y conciencia artística por grotescas experiencias y burdas pretensiones de mártires incomprendidos - (por Silva y Malharro)-. Raras veces se ha visto un espectáculo tan vulgar”. Tratamiento exaltado del color (el crítico Atalaya comparó su cromatismo alucinado con Rimbaud), pincelada cargada y pastosa dos caracteres fundamentales del lenguaje del artista que se conjugan con el impacto que causaron en él el impresionismo de Monet (apreciable en Las parvas, Cultivos o Impresiones) y más especialmente Alfred Sisley “el pintor de la nieve, de los viejos puentes y de las calles de París” (en El Puente, Tarde de Invierno o Paisaje). ¿Es posible hablar de influencias en Silva? se preguntaba Romero Brest ante una obra que “ revela una personalidad tan pujante, una concepción de la vida y de la pintura tan alejada de toda receta, de toda enseñanza técnica...,”reparando en Van Gogh (Cfr. Parva de 1913 Col. Museo Sívori con cualquier obra del holandés), más alguna influencia de Gauguín y los intimistas franceses de quie- nes tomó su simbolismo y ciertos planteos de Cézanne pero sin la proyección mental de éste ( obsérvese Retrato de mi Hermana). En su catálogo de la exposición en Galeria Witcomb de 1917 Silva escribe: “Autodidacta como la mayoría de los que hemos estudiado en esta época individualista, guié no obstante mis esfuerzos al encuentro de un espíritu colectivo, y convencido de que la naturaleza es el mejor maestro, he tenido este precepto fundamental: exaltar una emoción, un sentimiento, o simplemente un conjunto armónico de color, con la realidad como punto de partida y en los medios plásticos de expresión una entera independencia”. Su obra, para decirlo con Wittgenstein, viene a convertirse en un agente “desalienador”, de un lenguaje ya naturalizado, instituyéndose como una “ tercera voz” en un proceso de introducción de una nueva concepción del arte ligado a los postulados de las vanguardias europeas. ¿ Quién se atrevería a aceptar un arte tan “ primario”, como el que Silva estaba introduciendo, en medio de los ideales positivistas de “civilidad” que se cruzaban en los discursos desde la consolidación del Estado Nacional? Por otro lado, las políticas en torno a las imágenes son claras, Silva no solo no se atiene a reglas de convención, sino que rompe con ellas. Así puede entenderse el por qué de su rechazo, como sostiene Eco en Obra Abierta, “el significado de un mensaje, se establece en relación al orden, a lo convencional y por lo tanto a la redundancia de la estructura. El significado es más claro e inequívoco cuanto más me atengo a reglas de probabilidad, a reglas de organización prefijadas y reiteradas a través de la repetición de elementos previsibles”; las condiciones receptoras instituidas por obviedad, orden y persistencia de un “background” adquirido por práctica les impidió acceder al lenguaje plástico del artista enrolado en los caminos de las primeras vanguardias. Hoy las condiciones de accesibilidad son otras, sin embargo seguimos privados de acceder a su legado maes tro.