la novela española en las tres décadas posteriores a la guerra civil

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LA NOVELA ESPAÑOLA EN LAS TRES DÉCADAS POSTERIORES A LA GUERRA
CIVIL: CELA, DELIBES Y MARTÍN SANTOS
Rasgo esencial de la novela en la década de los 40 es la total desorientación, por falta de unidad
generacional. Hasta 1945 hay una serie de narradores que cultivan una novela histórica, de exaltación, que
evolucionó posteriormente hacia una justificación ideológica y moral del régimen (Gironella en Los cipreses
creen en Dios). Al mismo tiempo, dieron un primer paso hacia el realismo crítico autores como Carmen
Laforet y Miguel Delibes. Realmente, la historia de la novela española de posguerra se inicia en 1942 a partir
de la obra de dos escritores: Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte, que inaugura una nueva
corriente, el Tremendismo y Carmen Laforet con Nada (1945), dentro de lo que se considera el
Neorrealismo. Las características principales de estas novelas son:
. reflejo de la vida de posguerra desde una perspectiva pesimista
. los temas giran en torno a la amargura de la vida cotidiana
. los personajes están desorientados, frustrados...
. falta de crítica directa o de denuncia
. técnicamente, destacan por su sencillez y tradicionalidad
Con la publicación de La colmena de Cela 1951, se abrió un nuevo rumbo: el Realismo social,
movimiento literario que se desarrolló a lo largo de esta década. Es una literatura de corte realista, atenta a los
condicionamientos histórico-sociales del individuo que, en 1956, con la aparición de El Jarama de Rafael
Sánchez Ferlosio se considera consolidada. Entre las principales características de la narrativa del
Realismo social están:
- estructura aparentemente sencilla y preferencia por la narración lineal
- relato objetivista basado en técnicas cinematográficas (sustitución de la mirada omnisciente del narrador por
la frialdad de la cámara fotográfica)
- los personajes no narran situaciones, más bien presentan estados, conflictos...
- número elevado de personajes y preferencia por el protagonista colectivo
- concentración espacio temporal
- predominio del diálogo y empeño en recoger con total fidelidad el habla de las distintas clases sociales
- en cuanto a la temática, se desplaza el interés individual para testimoniar la situación por la que atraviesa el
pueblo
A partir de 1960 comienzan a manifestarse síntomas de cansancio hacia el realismo social,
nuestros autores tienen cada vez más en cuenta las aportaciones de los grandes novelistas extranjeros,
y pronto causará un fuerte impacto la nueva novela hispanoamericana. En 1962 surge Tiempo de silencio
de Luis Martín-Santos, la crítica coincide en considerarla obra inaugural de la nueva etapa de nuestra
narrativa. El mérito de esta obra no está en los temas ni en el análisis social de la época; sino en el
lenguaje y la explotación de las innovadoras técnicas narrativas. A lo largo de esta década, se suceden
aportaciones decisivas en la línea de la renovación, incluso por parte de novelistas de la primera generación
de la guerra: Cela, Delibes, Torrente Ballester que marca un hito fundamental en la trayectoria de nuestra
novela con La saga/fuga de J.B. Pero hay otros escritores que se dan a conocer en esta década: Juan Benet
con Volverás a Región y Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa.
CAMILO JOSÉ CELA: (premio Nobel de Literatura en 1989)
La familia de Pascual Duarte supuso el reconocimiento público de Cela como escritor. Se
narra en ella la historia de un campesino extremeño quien, condenado a muerte, recoge por escrito su sórdida
vida, llena de acontecimientos truculentos, asesinatos, violencia y horrores diversos. Se advierten en ella
variadas influencias: la novela picaresca, los romances de ciego, las novelas naturalistas… Pero todo ello
unido da como resultado una obra que, al seleccionar los aspectos más desagradables de la realidad y
recrearse a veces en ellos, propone una nueva estética que, como ya se ha mencionado se denominó
Tremendismo.
Pabellón de reposo es completamente diferente: se reproducen los monólogos de varios enfermos
internos en un sanatorio para tuberculosos. Hay cierto carácter autobiográfico, porque el propio Cela estuvo
un tiempo ingresado en un centro hospitalario, además de ser una circunstancia muy común en la España de
la época.
De 1951 es La colmena, probablemente su mejor obra. En ella reafirma Cela algo que será
característico de toda su trayectoria: el deseo de experimentar con nuevas fórmulas y moldes narrativos. Otra
vez utiliza un protagonista colectivo, pero ahora no se trata de una novela psicológica sino de la vida de más
de trescientos personajes, cuyas peripecias se van desgranado en la obra de un modo peculiar: la narración se
estructura en múltiple secuencias o viñetas de longitud variable, y en ellas se salta de unos personajes a otros
y de unos sitios a otros, de forma que se asiste a unos hechos que suceden a veces de modo simultáneo en
lugares distintos. Este ir y venir de personajes que se cruzan y se entrecruzan (técnica caleidoscópica) aspira
a ofrecer un panorama de la vida de Madrid de los primeros años de la posguerra. La unidad de la novela
vienen dada por la concentración espacio-temporal: toda ella transcurre en poco más de dos días y los
espacios, aunque variados, se reiteran y son siempre los centros típicos de relaciones sociales de la época
(cafés, casas, burdeles, calles…). Esta reiteración refleja la monotonía, la rutina; el eterno presente implica
que no hay futuro y, por tanto, no hay salida posible para los personajes.
Otras obras destacables: Mrs Caldwell habla con su hijo, La catira, San Camilo, 1936 que reitera
temas obsesivos en Cela (la Guerra Civil, el sexo, la violencia…), Oficio de tinieblas 5, Mazurca para dos
muertos (que regresa a los años de la Guerra Civil pero en el ámbito de la Galicia rural), etc.
MIGUEL DELIBES:
Delibes cuenta con una obra narrativa amplia, continuada, que se inicia, en 1947 con La sombra
del ciprés es alargada y termina en 1999 con El hereje. En este importante conjunto novelesco se
aprecia una notable evolución que va de un relato de concepción tradicional a otro de técnica más
novedosa. Esta evolución permite señalar en su producción varios períodos diferentes:
- Una época inicial guiada por un fuerte subjetivismo y caracterizada formalmente por la
abundancia de descripciones y por una concepción tradicional de la trama novelesca (estilo realista). A
esta etapa se suelen adscribir La sombra del ciprés es alargada, Aún es de día y Mi idolatrado hijo Sisí .
- La siguiente etapa se abre con un libro de 1950, El camino, novela sobre el despertar a la
existencia de un niño, Daniel el Mochuelo. La obra supone una metamorfosis en la obra de Delibes y
entre sus logros destacan la expresión de la ingenuidad del mundo infantil y la acertada narración del
paulatino descubrimiento de la vida. Sigue con Diario de un cazador, Diario de un emigrante, La hoja
roja, Las ratas: una de las obras más significativas del llamado “realismo social”, denuncia la
subsistencia y las desigualdades sociales en un pueblo agrícola de la Meseta, sujeto al caciquismo y a la
tiranía de las condiciones meteorológicas, retratando la supervivencia casi animal en un medio hostil.
- La tercera y última etapa arranca con Cinco horas con Mario (1966) su obra maestra, consiste
en el diálogo/ monólogo interior de Carmen, una mujer de clase media que está velando el cadáver de su
esposo. El contraste entre Mario, un profesor solidario y progresista, y Carmen, de mentalidad cerrada y
convencional, refleja el de la España tradicional y el de la progresista. Dos rasgos notables distinguen
este último período de los anteriores una mayor conciencia, desarrollando temas como la
deshumanización del hombre contemporáneo, y un notable interés por las vivencias íntimas y las
experiencias personales del escritor. Otras obras: Parábola para un náufrago, El príncipe destronado,
La guerra de nuestros antepasados, El disputado voto del señor Cayo, Los santos inocentes…
Su última novela, la única novela de carácter histórico de Delibes, es, a su vez, una de sus mejores
obras: El hereje, novela estructurada sobre la historia del Valladolid del siglo XVI, de la que nos va
presentando los cambios económicos, sociales, urbanos, de costumbres, etc., aunque tomando como eje la
vida de Cipriano Salcedo que entrará en contacto con las corrientes protestantes que clandestinamente
empezaban a introducirse en la Península. La obra es sobre todo un canto apasionado por la tolerancia y
la libertad de conciencia, una novela inolvidable sobre las pasiones humanas y los resortes que las
mueven.
LUIS MARTÍN SANTOS:
La publicación de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, marcó un hito en la novela
española contemporánea, no tanto por su argumento, vinculado al realismo, como por la búsqueda de
nuevas formas narrativas. En esta novela se ve la influencia de diversos novelistas extranjeros como
Kafka, Faulkner y, especialmente, James Joyce.
El asunto de la obra, si se reduce a su puro esqueleto, tiene mucho de relato folletinesco, con
ribetes de novela negra. Lo que sucede es que su tratamiento da a la anécdota un alcance existencial. El
tema de la novela es la frustración existencial de un investigador médico cuyo fracaso humano es
consecuencia de la miseria social, del atraso científico que le rodea y de su propia debilidad para llevar a
cabo su proyecto. Todo esto lo realiza el autor desde la óptica del intelectual que pretende comprender y
explicar las causas profundas de aquella sociedad vacía y empobrecida y del fracaso existencial de
quienes la habitan.
En cuanto a su estructura externa, se organiza en una sucesión de secuencias. Atendiendo a la
estructura interna o desarrollo del argumento, pueden distinguirse episodios compuestos por varias
secuencias. Su gran novedad es la forma, el estilo, que supone una ruptura radical y definitiva con el
realismo convencional: en esta novela los diálogos no abundan, pero en cambio se explota el monólogo
interior cuya función principal es caracterizar a los personajes; hay un constante cambio de narrador (1ª,2ª
y 3ª persona); se acude a digresiones para ironizar o criticar sucesos y situaciones; se modifica el
lenguaje, a veces metafórico, o técnico – científico; se ofrecen diversos registros lingüísticos, etc.
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