EDUARDO LOPEZ AZPITARTE INTERSEXUALIDAD Y TRANSEXUALIDAD: HACIA UNA VALORACIÓN ÉTICA La existencia de personas con desajustes en su propia diferenciación sexual (intersexuales) o con contrastes entre su sexo y cómo se sienten internamente, o sea, su propia identidad sexual (transexuales) plantea problemas no sólo a la biología, la medicina y la psicología, sino también a la conciencia ética. ¿Hasta qué punto y en qué condiciones resulta ético intervenir de distintas formas -terapias farmacológicas, psicológicas o quirúrgicas- para corregir unas anomalías que afectan profundamente a la persona? El estado actual de la genética ha permitido avanzar en el conocimiento de las causas que influyen en la intersexualidad y en la transexualidad, pero -deja todavía zonas oscuras o en penumbra. Por esto, en espera de que la ciencia vaya desvelando el enigma de estos fenómenos, se impone mantener una postura de equilibrio, que sepa juntar la prudencia con la apertura. Sólo así se puede contribuir a la solución de unos problemas en los que la naturaleza, jugando una mala pasada, pone a la persona en situaciones-límite, sin que esto sea en menoscabo de la dignidad y del respeto que se le debe, a la persona humana, como totalidad. Esa línea de prudencia y apertura es característica del autor del presente artículo. Sobre el tema puede consultarse también el art. "Intersexualidad y transexualidad" de J. Gafo, publicado en Razón y Fe 225 (1992) 403418. Estados intersexuales y cambio de sexo: aspectos éticos, Proyección 38 (1991) 131-141 No se trata de fenómenos frecuentes. Existen ambigüedades anatómico- fisiológicas que tienen que ver con la genética (intersexualidad) y que, con ser algo menos infrecuentes, apenas encuentran eco en el gran público. Otros casos, menos frecuentes todavía, son aireados por la prensa, sobre todo cuando afectan a los "famosos". Se trata del travestismo (cambio de indumentaria) y la transexualidad (cambio de sexo). Pero en el fondo de unos y otros hay un cierto desajuste entre el punto de partida genético y la evolución posterior que debería desembocar en la identidad sexual de la persona. Es lógico que se tienda a echar mano de las terapias más eficaces, recurriendo incluso a la cirugía plástica, para reajustar esas anomalías y evitar así situaciones difíciles e incluso dramá ticas. Pero ¿cómo valorar esas terapias desde un punto de vista ético? Para responder mejor a esta pregunta, veamos primero cómo se realiza el proceso hacia la plena identidad sexual. I. El proceso de diferenciacion sexual Del sexo cromosómico al hormonal Uno de los 23 pares de cromosomas es el responsable del sexo de la persona. El par XX dará origen a una mujer y el par XY hará lo propio con el hombre. Como en los cromosomas del cigoto (óvulo fecundado) radican los genes, que dirigen la formación del nuevo ser, esa diferencia cromosómica o sexo cromosómico es el responsable último del sexo. EDUARDO LOPEZ AZPITARTE Desde aquí se enviará a las gónadas (células sexuales), todavía indiferenciadas, la información suficiente para la elaboración de los órganos productores de las hormonas sexuales (sexo gonádico). Una vez constituidos dichos órganos - los ovarios y los testículos- y puesto en marcha su funcionamiento las respectivas hormonas testosterona en el hombre y estrógenos en la mujer- juegan un papel decisivo en el proceso de diferenciación sexual. Nos hallamos ya ante el sexo hormonal. Del sexo morfológico a la alteridad sexual El sexo hormonal es el que posibilita el sexo morfológico que distingue al hombre de la mujer. La diversidad morfológica constituye el criterio para la adjudicación dula identidad sexual. La diferenciación sexual alcanza al cerebro en el área del neocórtex relacionada con la actividad cognoscitiva y consciente. El cerebro masculino y el femenino son dos variantes biológicas (sexo cerebral). Sobre esta base genético-biológica, el ambiente y la educación contribuyen a la formación del sexo psicológico: la vocación de todo ser humano a vivir su existencia con las características propias de la sexualidad masculina o femenina. Implica la aceptación de su naturaleza específica y la respuesta adecuada a sus exigencias concretas. Y lleva normalmente a la reciprocidad y complementariedad de los dos sexos. II. Anomalias y disfunciones A lo largo de este proceso largo y complejo pueden darse fallos y desajustes, cuya etiología, a pesar de los progresos de la genética y la biología, resulta a veces desconocida. Intersexualidad Hay anomalías genéticas del cromosoma sexual, como el síndrome de Turner (X4), en el que la falta del segundo cromosoma imposibilita la formación de los ovarios o testículos y la correspondiente disfunción en la producción de hormonas. El resultado es una mujer, de ordinario estéril, que requiere un tratamiento con estrógenos para su desarrollo fisiológico. Por el contrario, en el síndrome de Klinefelter (XXY), la presencia de un segundo cromosoma X impide la acción masculinizante del Y El resultado es un hombre normalmente estéril, con órganos rudimentarios y ciertas apariencias femeninas. Se da una inversión del sexo cuando en individuos morfológicamente masculinos, sin grandes diferencias con el varón normal, se encuentra un cromosoma XX o, viceversa, cuando en personas con apariencia y genitales femeninos existe un cromosoma XY, propio del hombre. Se da una contradicción entre el sexo cromosómico y el gonádico, que orienta la evolución posterior en sentido puesto. En otros casos, incluso con una constitución genética normal, la persona es portadora juntamente de tejido ovárico y testicular, en una gónada o en dos separadas. Este EDUARDO LOPEZ AZPITARTE hermafroditismo es muy raro en la especie humana y provoca una disfunción parecida a la anterior, ya que los órganos externos pueden pertenecer a un sexo, pero con manifestaciones características del contrario. En cambio, en el pseudohermafroditismo las gónadas pertenecen a un solo sexo, pero los órganos externos son una mezcla de ambos. Existen deficiencias hormonales debidas a otras causas que dan como resultado. hombres con algunas características femeninas o viceversa. Aunque no responda al tipo ideal de hombre o mujer y pueda tener alguna repercusión psicológica, esa disfunción no reviste, a veces, mayor importancia. Transexualidad Los transexuales son individuos, sobre todo de sexo masculino, que psicológicamente se sienten del sexo contrario. Existe contradicción entre el sexo morfológico y el psicológico, que genera una tensión permanente. Es .el caso de mujeres que se creen prisioneras en un cuerpo de hombre -o viceversa- y que desean ser liberadas de los atributos biológicos que les impiden vivir de acuerdo con sus deseos más profundos. En algunas. formas más leves, la terapia psicofarmacológica es suficiente. En otras: más severas, la cirugía se presenta como la única alternativa para adecuar el. cuerpo a la identidad sexual psicológica y conseguir así un equilibrio. El transexual está convencido de ser un error de la naturaleza, que quiere superar a toda costa. La técnica posibilita hoy la formación de órganos artificiales que suplan, de alguna forma, la ablación de los órganos masculinos o femeninos. Otra anomalía es el rechazo del propio sexo. Aquí la persona es consciente de su identidad sexual, aunque le hubiera gustado pertenecer al otro sexo. En el travestismo el sujeto utiliza la ropa y él aderezo que no le corresponde, sin que esto signifique necesariamente una verdadera disfunción. Se ha convertido más bien en un espectáculo y en, una forma original de ganarse la vida. Y finalmente la homosexualidad, de la que aquí no tratamos, es la inclinación erótica al propio sexo, sin que esto conlleve el rechazo de la propia identidad sexual. No se ha desarrollado la apertura heterosexual y el individuo no busca en ella su propia complementariedad. III. Hacia una valoracion ética La normalidad implica una adecuación para que todo se desarrolle en coherencia con el destino marcado ya en los cromosomas sexuales. El ideal de toda terapia es contribuir a esa adecuación ¿Cómo valorar, pues, las intervenciones que pretenden corregir las anomalías y disfunciones reseñadas? Intersexualidad Hay acuerdo en la licitud de las ayudas psicológicas, farmacológicas e incluso quirúrgicas que -pretendan configurar a la persona en función de su sexo genético. Las circunstancias de cada persona y el buen sentido seleccionarán el medio más adecuado, para no comenzar con los más agresivos. EDUARDO LOPEZ AZPITARTE Cuando la configuración externa está suficientemente definida y el sexo psicológico ha sido educado de acuerdo con ella, sin que haya existido mayor problema, en la hipótesis de alguna ambigüedad y aunque se descubriera que el sexo cromosómico o gonádico es distinto, parece lícito insistir en el sexo morfológico aceptado. Si se pretendiera un cambio radical, la adecuación resultaría demasiado traumática sobre todo si la persona no tuviera ni idea de la anomalía. En casos de esterilidad, la anomalía se ha descubierto después del matrimonio. Evitar conflictos mayores justificaría el mantenimiento de una situación anómala que no ha comportado especiales problemas. Transexualidad 1. doble explicación etiológica. fundamentalmente se dan dos explicaciones: a) Para unos los factores hormonales y biológicos son los más importantes. Algunos hechos significativos avalan esta opinión. En los gemelos monocigóticos (procedentes de un solo óvulo fecundado y, por consiguiente, con el mismo patrimonio genético), si uno es transexual, el otro lo es también en un 50%. En cambio, en los dicigóticos (procedentes de dos óvulos fecundados distintos), en el mismo caso, la proporción es sólo del 8,3%. Asimismo sujetos educados como mujeres y que habían vivido como tales, con un tratamiento de testosterona, modificaron su identidad sexual: el sexo biológico acaba por predominar sobre el psicológico. b) Otros insisten en la importancia de los factores psicológicos y ambientales Algunos hechos parecen confirmar esta hipótesis. Así -entre otros- hermafroditas, análogos cromosómica y gonádicamente, han desarrollado el sexo psicológico -masculino o femenino- en el que han sido educados: En éste y otros casos aparece clara la influencia de los elementos culturales y ambientales. 2. Recurso a la cirugía: planteamiento . Sea cual fuere la explicación, el caso es que individuos, a los que no se puede considerar perversos sexuales, sufren un desajuste profundo que les provoca un fuerte malestar. Cuando el fenómeno se presenta de forma superficia l basta con un tratamiento psico- farmacológico. Pero en otros casos, el recurso a la cirugía resulta la única alternativa válida o complementaria a otros tratamientos. ¿Qué pensar sobre este cambio o adecuación del sexo? En el fondo el problema se reduce a dilucidar qué elemento -el biológico o el psicológico- constituye el criterio primario de la identidad sexual de la persona. 3. doble postura ética. la postura ética responde a la doble explicación. a) Primacía de lo biológico. Para los primeros, hay que respetar siempre el dato biológico. Si la psicología no se ajusta a esa realidad básica, la terapia ha de consistir en, adecuar la tendencia psicológica a la constitución irrenunciable del propio organismo biológico. Una cirugía que transforme el cuerpo en función del deseo psicológico, será siempre inaceptable. Se trata de una mutilación que no tiene nada de terapéutica, ya que se extirpan unos órganos sanos, para ser sustituidos por otros artificiales; incapaces de cumplir con su función específica. Además, por perfecta que sea la operación de cirugía plástica, el aparente cambio de sexo resulta frustrante. La disociación anterior entre soma y psique se cambia ahora por un nuevo contraste entre los elementos artificiales externos y la propia constitución sexual. EDUARDO LOPEZ AZPITARTE No queda, pues, sino la terapia psicológica. Porque la masculinidad o la feminidad no son simples dinamismos psíquicos, sino que están ancladas en la corporeidad, que, como substrato inalienable, nadie tiene derecho a modificar. La libertad y el dominio de la persona están limitados por el respeto al hecho de haber nacido hombre o mujer. En definitiva: la intervención quirúrgica es, en este caso, ilícita. b) Primacía de lo psicológico. La otra explicación aboga por la licitud de la intervención. Es evidente que primero hay que echar mano de otro tipo de terapias. Pero si éstas no dan resultado, cabe recurrir a la cirugía, como remedio extremo. A fin de cuentas, la identidad sexual es atribuible más a la psicología que a los datos biológicos. Si la persona se siente extraña y prisionera de un sexo que no responde a su psicología, vivirá siempre en un conflicto permanente e irreversible. Es el caso de un transexual auténtico y profundo. La búsqueda de un equilibrio es lícita y deseable. Cuando la tendencia psicológica es constatada como definitiva e irreversible, la única alternativa es adecuar, en la medida de lo posible, el sexo morfológico a la identidad psicológica. La mutilación de órganos sanos estaría justificada por el principio de totalidad, como una intervención necesaria para superar la situación angustiosa y dramática de quien se siente patológico por la presencia de algo que le destruye por dentro. Aunque, en el estado actual de la ciencia no pueda darse un auténtico cambio de sexo, se busca la curación de un síndrome personal dramático, mediante unas transformaciones que, aunque sean artificiales, revisten una significación que, en ocasiones, llega a ser definitiva. Si en los casos de intersexualidad se acepta un tratamiento acorde con la identidad en la que la persona ha sido educada, aunque el sexo gonádico sea distinto y existan manifestaciones del contrario ¿por qué resulta inadmisible la intervención quirúrgica, cuando el desajuste alcanza sólo los niveles psicológicos? 4. Condición necesaria: el análisis y diagnóstico en cada caso. Sin duda el estado actual de la ciencia no permite, hoy por hoy, dar una respuesta definitiva al interrogante que hemos formulado. Tal como hoy está planteado, el problema se reduce a la cuestión de qué es más importante para la identidad sexual: si los datos provenientes de la naturaleza biológica o los que proporciona la psicología del ser humano. Por esto, si la decisión se toma después de una valoración diagnóstica y estructural de la personalidad del paciente, en la que la adecuación quirúrgica del sexo aparezca como la única viable y eficaz, no me atrevería a negar su licitud ética. El simple deseo de cambiar la morfología corporal, no fundamentado en un análisis serio y científico, sería insuficiente para su tolerancia moral. Se trata, en definitiva, de una opción extrema para situaciones irreversibles, que podrían encontrar de esta forma la solución, aunque no fuera completa, a un problema dramático. Condensó: JORDI CASTILLERO