Arquitectura teórica para un golpe de Estado

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Diagonal // Del 16 de febrero al 1 de marzo de 2006
38 // DEBATE
// EL PESO DE
NUESTRO PASADO
A partir de enero, entramos en el 75º aniversario de la II República
española, y el 70º aniversario de la resistencia popular al golpe de
Estado y de la revolución española. Las fricciones en torno a la apertura de fosas comunes fruto de la represión contra los derrotados,
en torno al Archivo Histórico de Salamanca, o la aparición de textos
revisionistas avalados por la ‘derechona’, nos indican que la memoria es también un espacio de confrontación política. Con el fin de
fomentar la reflexión colectiva, iniciamos este debate.
DEBATE@DIAGONALPERIODICO.NET
Arquitectura teórica para un golpe de Estado
HUGO MARTÍNEZ ABARCA
Miembro de 13M.org
l parecer, en las viejas
cartillas militares de los
hombres que tenían que
hacer la mili se evaluaban una serie de factores. Como el
valor, afortunadamente, no había
tenido que ser demostrado en la
mayoría de los casos, se generó la
coletilla: “Valor: se le supone”. En
las últimas semanas han sido varios los militares que han hecho
discursos o escritos a periódicos
en los que más o menos explícitamente se amenazaba con un golpe de Estado (eufemísticamente
llamado por Mena “intervención
de los Ejércitos”) si se llevara a
buen puerto el Estatut de Catalunya. Concurre en todos estos militares de ánimos golpistas la condición de estar en la reserva o a
pocos meses de ingresar en ella.
Así, el valor que se les había supuesto se concreta en que no son
capaces siquiera de jugarse los
cuartos por su idea de España.
Suponíamos que darían “todo por
la patria”, como rezan las puertas
de muchos cuarteles, pero hemos
constatado en estas semanas que,
al menos, el vil metal (acaso más
valioso que la propia vida) es una
dificultad insalvable para quienes
sienten la tentación de “tirar por la
calle de en medio”. Por ello, probablemente, no debamos tener
ningún miedo a que estas amenazas vayan a concretarse de momento.
De todas formas, puede resultar
interesante revisar la construcción
que la extrema derecha ha ido tejiendo para entender los cimientos sobre los que se están colocando los
discursos/pronunciamientos que escuchamos. Desde hace unos años, la
Iglesia, a través de su emisora de radio, ha generado un movimiento de
revisionismo neofranquista. Este
movimiento fue, si no impulsado, sí
al menos apoyado por José María
Aznar al anunciar, en verano de
2003, que su lectura de vacaciones
iba a ser Los mitos de la Guerra
Civil, de Luis Pío Moa. La publicidad ya estaba hecha. A partir de ahí,
el revisionismo, cuya punta de lanza
han sido Luis Pío Moa y César Vidal
ha ido sacando un libro a la semana
y éstos se han convertido en best sellers. La visión de la Historia reciente
que estos hombres difunden es la siguiente: Los mayores defensores de
la legalidad republicana y de la democracia eran las derechas. En
A
1934, cuando éstas entraron en el
Gobierno republicano de la mano de
Lerroux, se produjo un golpe de Estado izquierdista mediante dos hechos que iniciaron la Guerra Civil
El revisionismo
trataba de iniciar
un paralelismo entre
la situación que obligó
al alzamiento
nacional y la actual
(año y medio antes de lo que siempre habíamos pensado): una declaración de independencia de Lluís
Companys (presidente del Gobierno
autónomo catalán de Esquerra Republicana de Catalunya) y la revolución de octubre de Asturias, que habría sido obra del PSOE (en realidad
Lluís Companys declaró “el Estado
catalán dentro de la República
Federal Española” y a las 24 horas el
Ejército consiguió su rendición; la
revolución de Asturias fue una re-
vuelta social en la que participaron
socialistas, comunistas, ugetistas y
anarquistas contra la inclusión en el
Gobierno de una derecha claramente autoritaria y fue duramente reprimida: duró apenas dos semanas). A
partir de ahí, siguen diciendo los
moas, se daría una persecución de
la Iglesia y una tensión social que haría ver a España en Guerra Civil desde esa fecha y por insurrección de
PSOE y ERC. El golpe de Estado de
Franco no sería más que una reacción límite ante la traición a la
República hecha por las izquierdas
(aunque, lejos de ser provisional, la
dictadura duró 36 años)… Para comprender el calado que esta propaganda ha tenido en la derecha, es suficiente ver que el senador derechista que comparó a Zapatero con golpistas, citó a Tejero, a Pavía… y olvidó a Francisco Franco.
Silogismo implícito
Al centrar la atención en ERC y
PSOE, el revisionismo, claramente
trataba de iniciar un paralelismo
entre la situación que obligó al alzamiento nacional y la actual, con
Gobierno del PSOE apoyado por
ERC (y por la siempre olvidada
Izquierda Unida) en España y de
esos tres partidos (o sus equivalentes) en Catalunya. A partir de ahí,
Son varios los
periodistas y tertulianos
derechistas que
explican que se está
produciendo un ilegítimo
cambio de régimen
todos los inventos que se aplicaron
al alzamiento militar de 1936 se replican en estos años. Al perder las
elecciones, Luis Pío Moa escribió
que las manifestaciones del 13 de
marzo de 2004 fueron “un golpe de
Estado como el de 1934”: ya tendríamos el factor desencadenante.
El reconocimiento de Catalunya
como nación supondría la independencia de Catalunya pues, como
no se han cansado de repetir, es
evidente que toda nación tiene de-
recho a constituir un Estado independiente. Tampoco se han cansado de repetir que se persigue a la
Iglesia católica y que se pretende
censurar a la cadena de emisoras
que ésta posee. No sólo esta emisora: son varios los periodistas, diputados y tertulianos derechistas
que explican en cuanto pueden
que se está produciendo un ilegítimo cambio de régimen.
Así se ha construido un silogismo implícito según el cual en 1934
la República fue derogada por las
izquierdas y el Ejército no tuvo
más remedio que poner las cosas
en orden; y, desde el año 2004, la
Constitución ha sido derogada por
las izquierdas... por lo que a un puñado de militares les ha sido fácil encontrar la conclusión: “No nos quedaría más remedio que poner las cosas en orden si el Estatuto consuma
el cambio de Régimen”. Afortunadamente conocemos algunos de los
límites de la derecha: en su carta al
periódico Melilla Hoy, el capitán
Roberto González Calderón, jefe de
la 1ª Compañía de la I Bandera ‘Comandante Franco’ (¡cómo no!) del
Tercio Gran Capitán 1º de la Legión,
explica que no se ha plantado en
Madrid con su compañía porque
“tengo una familia que mantener y
la sana intención de llegar a mi edad
de retiro no de forma prematura”.
El último en salir al ruedo golpista
ha terminado por dilapidar el miedo
a que el ruido de sables se concretara en algo real. El tosco Antonio
Tejero Molina ha añadido a su legendario “se sienten, coño” una pieza
escrita de similar valor literario y político. Lo hizo en el mismo diario que
el capitán legionario: en el Melilla
Hoy, editado en la ciudad donde se
inició el golpe de Estado del 17 de julio de 1936. Parece que salvo Tejero,
que desmiente el supuesto carácter
rehabilitador de la cárcel, no hay
ningún ademán que no parara ante
la posibilidad de perder dinero. En
todo caso, la izquierda debe estar
alerta. Incluso el New York Times
advirtió en su editorial de la errática
senda golpista de la que la derecha
española no se ha bajado en un siglo; y, desde que perdió las elecciones, no ha sabido dejar de escalar
hacia alguna cumbre que, esperemos, nunca alcance. Por lo menos,
todos estos movimientos nos habrán
permitido conocer que seguimos pagando una Compañía de la Legión
llamada Comandante Franco.
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