José Antonio Escudero, presidente de la Real Academia de

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EN CURSO LEGAL
JOSÉ ANTONIO ESCUDERO, presidente de la Real
Academia de Jurisprudencia y Legislación (RAJYL)
primeros de año José Antonio Escudero fue elegido presidente de la Real Academia de
Jurisprudencia y Legislación en sustitución de Luis Díez-Picazo. El jurista aragonés repasa para
En curso legal su dilatada trayectoria académica y profesional y expone las líneas maestras de esta
centenaria institución que ha contado entre sus presidentes con lo más granado de la Historia del
Derecho español: Castán, Cánovas, Canalejas, Maura, Alcalá-Zamora, Silvela, Dato, Lavilla, Albaladejo,
JOSE MARTÍNEZ CARRASCOSA
Vallet….
A
«Sin los notarios no hay seguridad
jurídica y sin seguridad jurídica no hay
Estado de Derecho»
–¿Qué supone para usted presidir esta institución? ¿Cómo ha cambiado la RAJYL
desde su fundación en 1730?
–Supone un gran honor por la
dignidad del cargo y la significación
de quienes lo han desempeñado. Y,
por supuesto, un motivo de agradecimiento a los compañeros que
han confiado en mí. Los cambios
en la Real Academia a lo largo de
casi tres siglos han sido muchos en
lo organizativo y funcional, pero se
ha mantenido siempre un nivel de
alta cualificación profesional y un
sentido de responsabilidad social.
JULIO / AGOSTO 2015
–Entre sus fines se encuentra el “perfeccionamiento de la legislación”. En un país
en el que el año pasado se dictaron 706
normas, ¿es posible alcanzar la excelencia en la redacción de los textos legales?
–Vivimos un tiempo de profusión normativa y reglamentaria, lo
que tiene por lo menos dos consecuencias: la minusvaloración de las
leyes, porque siempre se deprecia
lo que abunda, y la rebaja de su calidad material y formal. Convendría
practicar la austeridad normativa y
cuidar más el fondo y la forma de lo
que se hace. Cuando uno recuerda
la excelencia literaria del viejo Código Civil francés, no puede por menos de sonreír.
32 Escritura PÚBLICA
«Convendría practicar
la austeridad
normativa y cuidar
más el fondo y la
forma de lo que se
hace»
– Desde su experiencia docente –como catedrático de Historia del Derecho–, ¿cómo
valora el nivel de enseñanza de los futuros
juristas en nuestro país? ¿Cree que se podría incorporar el conocimiento práctico
de algunas leyes básicas en la enseñanza
preuniversitaria?
–La Universidad ha sufrido un
proceso de vulgarización y de
igualitarismo corrosivo (de igualitarismo por abajo, se entiende), lo
que ha ido en detrimento de las escuelas científicas, de la investigación y de la enseñanza de los grandes maestros. Hoy día todos son
“enseñantes”, los que saben mucho y los que saben menos.
En todo caso creo que es difícil
llevar a cabo la alta investigación en
la Universidad de hoy, pendiente de
carguitos, minucias extravagancias
para acreditar a los profesores. Hay
que buscar otras instituciones: Institutos de Estudios Avanzados, Reales Academias, etc.
–En Estados Unidos –país donde ha impartido clases como profesor asociado en
Wisconsin y Dallas– la crisis está produciendo una migración de los licenciados
en Derecho a otras profesiones “paralegales”, como lobbista, detective privado,
consultor…, ¿qué salidas profesionales
tienen hoy día los estudiantes que salen
de la facultad?
–Yo estuve un año en Estados
Unidos invitado por la Fundación
Ford, estudiando el régimen de gobierno de las universidades. Allí la
Universidad, como la sociedad, es
muy abierta y está lejos de la titulitis
imperante en el sur de Europa y en
España. El que sabe de algo es contratado y enseña lo que sabe. Y el titulado universitario se proyecta a veces a otras tareas distintas según las
leyes de la oferta y demanda social.
Yo conocí en la Universidad Metodista de Dallas a un licenciado en
Lenguas Clásicas que, al tiempo
que enseñaba griego, actuaba como gerente de compañías petrolíferas. Aquí, en el Derecho, vivimos un
mundo más atado a las oposiciones, aunque en los últimos años se
ha abierto algo el panorama.
glés de common law (basado más en la
jurisprudencia que en las leyes, al contrario que el sistema proveniente del Derecho
Romano)?
–Las mayores diferencias que
encontré fueron la complementariedad en la enseñanza a base de seminarios, y la asistencia personal
de tutores para quienes se iniciaban en la investigación. Eso era
compatible con la asistencia masiva de estudiantes de cualquier procedencia a las clases de los grandes maestros. Recuerdo –por ejemplo– haber asistido en Múnich,
sentado en el suelo junto a estudiantes de otras facultades, a algunas clases, siempre abarrotadas,
del gran teólogo Karl Rahner. Y es
que es prefiero oír a un genio sentado en el suelo que oír a un don
nadie sentado en una butaca.
–No estoy seguro de que ningún sistema (el continental, el del
common law, etc.) sea de por sí
preferible a otro. El del common law
es más pragmático que los otros
basados en Códigos, y los jueces
desempeñan un papel más importante. Yo pasé largas temporadas
en Inglaterra trabajando en los manuscritos del British Museum, que
ahora están en la British Library, pero al tiempo me matriculé en un
curso en la London School para estudiar Historia del Derecho inglés,
algo que aquí no era conocido. En
Historia del Derecho, los poquísimos españoles que habían salido a
formarse a Europa lo habían hecho
a Alemania. Entonces de Inglaterra
nadie sabía nada.
–A continuación pasó a la London School
of Economics. ¿Qué ventajas e inconvenientes encuentra en el modelo legal in-
–Fundador del Instituto de Historia de la
Inquisición; su discurso de ingreso en la
RAJYL versó acerca de la abolición de es-
ta institución. ¿Por qué le interesa tanto
difundir esa etapa tan “oscura” de nuestro pasado?
–Platón enseñó en el Fedón que
las cosas proceden de sus contrarios. La tolerancia se aprende de lo
que ha sido y es la intolerancia, y
de sus consecuencias. Por otra
parte, la Inquisición fue un fenómeno histórico de primera magnitud
(en España duró tres siglos y medio). Nosotros pusimos en marcha
un Instituto de Historia de la Inquisición, ahora ampliado a Instituto
de Historia de la Intolerancia e integrado en la RAJYL, tanto para fomentar una convivencia cívica y
democrática, respetuosa con los
derechos humanos, como para investigar lo que la Inquisición exactamente fue. Porque sobre la Inquisición se dicen muchos lugares comunes y muchas tonterías. La
Inquisición fue una desdicha, pero
no la mayor ni la única. Cada país
ha tenido sus desdichas particulares, y la intolerancia religiosa se ha
hecho presente en casi todos los
JULIO / AGOSTO 2015
–Tras obtener el doctorado en la Complutense con premio extraordinario amplió
sus estudios en Colonia y Bonn. ¿Qué diferencias encontró por aquel entonces en
la enseñanza del Derecho de Alemania y
España?
Escritura PÚBLICA 33
EN CURSO LEGAL
sitios y en casi todos los tiempos.
Basta leer el periódico ahora.
–Académico de Número de la Real Academia de la Historia y premio nacional de
Historia en tres ocasiones, ¿cómo prefiere definirse: jurista o historiador?
–Los historiadores del Derecho
vivimos el curioso drama de que los
juristas nos consideran historiadores y los historiadores nos consideran juristas. Como decía un profesor alemán, Hans Thieme, parece
que somos apátridas, gente que en
ocasiones no sabe bien cuál es su
patria científica. Yo vitalmente me
considero más jurista: estudié en
una facultad de Derecho; mi padre
era abogado; mi abuelo, registrador; mi bisabuelo, magistrado; mi
suegro, notario, etc. Pero tengo la
pupila histórica, y no puedo dejar
de ver, en cualquier problema jurídico, qué ha sido antes y por qué ha
llegado a ser lo que es. Es algo así
como llevar gafas: uno ve lo que
ven todos, pero de otra manera.
JULIO / AGOSTO 2015
–Fue senador con UCD en la primera legislatura democrática y eurodiputado.
¿Cómo modificó jurídicamente la transición el régimen franquista? ¿Sigue teniendo validez la Constitución o debería
–como afirman algunas voces– renovar
algunos de sus artículos?
–Sí, fui senador constituyente,
formando parte de la Comisión
Constitucional, y luego eurodiputado una docena de años. En cuanto
a la Transición, como tantas veces
se ha dicho, modificó el régimen
franquista de ley a ley, sin saltos en
el vacío. Y, por supuesto, la Constitución sigue siendo válida, lo que
no significa que sea inmutable. Se
pueden y deben hacer los cambios
necesarios, pero en mi opinión
cuantos menos, mejor. Hay gente
que habla de cambiar, pero sin precisar qué y por qué. Si se conociera
nuestra crispada historia constitucional (y ya me he puesto las gafas
de que hablaba antes) se tendría
más cuidado en repetir la cantinela
de los cambios. Hay que ser prudentes y pedir que se cambie solo
34 Escritura PÚBLICA
«Una buena parte de la historia reciente de
la Real Academia de Jurisprudencia
y Legislación ha estado marcada por la figura
del notario Juan Vallet de Goytisolo»
lo que sea necesario, y tener la seguridad además de que el recambio es mejor que la pieza original..
–Es experto en la obra de su paisano, el
notario Joaquín Costa. ¿Qué papel han jugado los notarios en la construcción del
Estado de Derecho actual? ¿Cuál es la
aportación de este colectivo a la RAJYL?
–Yo no me considero un experto
en Costa, aunque lo he estudiado y
publicado algo. Costa era una personalidad poderosa y polifacética:
notario, pero además otras muchas
cosas. En cuanto al papel de los fedatarios públicos, es sencillamente
fundamental. Sin ellos no hay seguridad jurídica, y sin seguridad jurídica no hay Estado de Derecho. En
nuestra Academia hemos tenido la
suerte de contar con notarios ilustres. Una buena parte de la historia
reciente de la Academia ha estado
marcada por la figura de Juan Vallet
de Goytisolo, y en la actualidad tenemos varios compañeros notarios,
de reconocido prestigio, que desempeñan un papel importante en
la Corporación y responden dignamente a esa doble condición, propia del notario, de funcionario público y profesional del Derecho. 
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