La Propuesta de Jesús real e histórico, 2

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LA PROPUESTA DE JESÚS
REAL E HISTÓRICO, 2
Proyecto de Jesús para el
tercer milenio. Volumen 26
PROYECTO DE JESÚS PARA EL TERCER MILENIO
Volumen 1º Ciclo 1
Volumen 2º Ciclo 2
Volumen 3º Ciclo 3
Volumen 4º Ciclo 4
Volumen 5º Ciclo 5
Básica primaria
Práctica comunitaria con niños
Básica secundaria
Ciclo 6 Práctica comunitaria con jóvenes y adultos
Ciclo 7
Ciclo 8
Ciclo 9
Básica media
Volumen 10º Ciclo 10
Volumen 11º Ciclo 11
Volumen 1º a 11º Discípulos que dan la vida por los amigos, 1, Vocación
Volumen 1º a 11º 2, Eclesía
Volumen 1º a 11º 3, Servicios y misión
Volumen 1º a 11º 4, El Concilio Vaticano II, hacia la comunión
Universidad
Una Introducción (Vol. 12) y siete períodos de teología genético transcultural (Vols. 13 a 19), como
Volumen 6º
Volumen 7º
Volumen 8º
Volumen 9º
proceso fundamental de comprensión
Volumen 12: Discípulos de Jesús apasionados, hoy, en la Iglesia.
general.
Volumen 13 1er Período: El mundo, sacramento de Dios
Volumen 14. 2º Período: ¿Cómo se hace el hombre?
Volumen 15 3er Período: Y la palabra se hizo historia.
Volumen 16 4º Período: Jesús y sus eclesías.
Volumen 17 5º Período: Las eclesías postapostólicas.
Volumen 18 6º Período: La Cristiandad.
Volumen 19 7º Período: La Iglesia hacia el futuro.
Formación integral
Volumen 20 En búsqueda del Dios que existe.
Volumen 21. El discípulo amigo y los amigos de Jesús.
Volumen 22. El sermón de la montaña.
Volumen 23. Liturgia de nuestra amistad en Jesús.
Volumen 24. La comunidad, proyecto de Pablo en Corinto.
Volumen 25. La Propuesta de Jesús real e histórico, 1
Volumen 26. La Propuesta de Jesús real e histórico, 2
Panoramas. Introducción
LA PROPUESTA DE JESÚS
REAL E HISTÓRICO
2
Según la fe de los Apóstoles,
antes del año setenta;
para las pequeñas comunidades eclesiales,
al comenzar el tercer milenio;
en la parroquia, red de comunidades
Fraternidad Misionera
Medellín
2008
Título de la obra:
La Propuesta de Jesús real e histórico, 2
Autor, César Herrera S. C.Ss.R.
© «Fraternidad Misionera del Redentor y la Palabra»
Medellín, 2008
Impresión: Textos y útiles, Calle 50Nº 81A-51 Medellín
Derechos reservados. Hecho el depósito que marca la ley
ISBN 978-958-44-3122-6
Fraternidad Misionera del Redentor y la Palabra:
Medellín
E-mail: cesarhs2@hotmail.com
CONTENIDO
Nota: Este numeración de páginas corresponde al libro impreso en papel.
PRIMERA PARTE
7
Jesús real e histórico, respuesta global a los retos no resueltos por la cristiandad
1. Retos para Jesús y sus discípulos y para los discípulos del tercer milenio en un mundo
globalizado
9
2. Nuevos paradigmas de Jesús y sus discípulos para responder a los retos sin volver a los
paradigmas judíos.
14
3. Líneas maestras de la Propuesta de Jesús real e histórico
25
4. Cristologías que obstaculizan la llegada a Jesús real e histórico. Cinco Cristologías teocéntricas
católicas y protestantes
30
5. Cuatro paradigmas o estructuras teológicas revisadas por el Concilio Vaticano II
42
6 Dos paradigmas cristológicos, eclesiológicos y pastorales. El de las cristiandades católica y
protestante y el que se inspira en el Concilio Vaticano II y en Jesús real e histórico
47
7 Propuesta práctica para la organización de una parroquia
58
Notas
63
SEGUNDA PARTE
65
Algunos textos fundamentales para comprender la propuesta de Jesús real e histórico
1. Filipenses 2
67
2 Romanos 12
99
Diez aspectos característicos de la propuesta de Jesús real e histórico, en Filipenses 2 y Romanos
12.
113
3 El sacrificio personal de Jesús según Pablo:
119
3.1 El sufrimiento
3.2 La solidaridad
3.3 El choque de mentalidades
3.4. Dar o entregar la vida
3.5. El sacrificio
3.6. El Espíritu Santo
3.7. La eucaristía
Los diez aspectos de la Propuesta de Jesús
4 Diez textos decisivos para la propuesta de Jesús
4.1 El prólogo del evangelio de san Juan
4.2. Primera carta de Juan
4.3. Hebreos
4.4. Efesios-Colosenses
4.5. El Buen Pastor
4.6. La parábola del buen samaritano
4.7. El discurso del pan de vida
4.8. Las parábolas del Reino
4.9. Las bienaventuranzas
4.10. La oración.
Los diez aspectos de la propuesta de Jesús
a la luz de los diez textos que hemos recordado
Notas
TERCERA PARTE
Significado pastoral, en el tercer milenio, de la Propuesta de Jesús real e histórico
Diez aspectos en la propuesta de Jesús real e histórico
1. Jesús, ser humano
2. Jesús Hijo de Dios
3. Relación con otros
4. Decisión libre ante Jesús como ser humano
5. Dar la existencia por los hermanos
6. La fe en Jesús como cumplimiento del mandato de imitación y seguimiento
7. El conflicto con los valores salvíficos
8. El criterio del juicio divino
9. Vida eterna: exaltación, resurrección y ascensión
10. Comida eucarística y vida sacramental
Epílogo
Notas
Postscriptu
153
158
189
193
197
199
201
201
209
226
236
238
243
250
251
262
265
299
305
PRIMERA PARTE
JESUS REAL E HISTÓRICO,
RESPUESTA GLOBAL A LOS RETOS
NO RESUELTOS POR LA CRISTIANDAD
Retos para Jesús y sus discípulos y para los discípulos del tercer milenio en un mundo globalizado
Paradigmas de Jesús y sus discípulos, para responder a los retos, sin volver a los paradigmas judíos.
Líneas maestras de la Propuesta de Jesús real e histórico
Cristologías que obstaculizan la llegada a Jesús real e histórico. Cinco Cristologías teocéntricas católicas y
protestantes
Cuatro paradigmas o estructuras teológicas revisadas por el Concilio Vaticano II
Dos paradigmas cristológicos, eclesiológicos y pastorales. El de las cristiandades católica y protestante y el
que se inspira en el Concilio Vaticano II y en Jesús real e histórico
Propuesta práctica para la organización de una parroquia
1. RETOS PARA JESÚS Y SUS DISCÍPULOS Y PARA LOS DISCÍPULOS DEL TERCER
MILENIO EN UN MUNDO GLOBALIZADO
Este libro es para compartirlo con unos amigos, discípulos de Jesús y asociados en
grupo de reflexión. Y somos discípulos de verdad porque Jesús es significativo
para nosotros, y decidimos compartir esta buena nueva con personas de hoy. Como
católicos disponemos de tesoros en la Iglesia, que nos ayudan y guían en esta tarea
de comunicar el evangelio, pero nadie nos sustituye en nuestra responsabilidad
personal de discípulos y misioneros. Y deseamos estar acompañados con amigos en Jesús de
grupos libres cristianos, hijos de la reforma protestante.
Para empezar, insinuamos el diagnóstico poniendo delante algunos retos que
afrontamos los discípulos de Jesús en el mundo de hoy. Marcamos estos retos como
incapacidades o fracasos de las cristiandades católicas y protestantes 1 Jesús nos
envió y no hemos podido cumplir.
1. En el mundo de las religiones
Las religiones son un inmenso reto, primero porque todos los seres humanos
necesitan de Jesús, y porque no habrá la anhelada paz en la tierra si no hay diálogo
entre las religiones del mundo.
El continente asiático, donde vive más de la mitad de la humanidad, nos lanza el
reto del budismo, del zen, del Tao, del Shinto, del hinduismo, del Señor Krishna.
Ahí está el desafío de las religiones místicas, pendiente duran-te quince centurias de
cristiandad, las cuales se avecindan a nosotros discretamente como Nueva Era. 2
Los monoteístas, de las religiones proféticas que tienen revelación divina, están
seguros de que Dios es uno solo, y hay un mesías o un profeta como Mahoma, pero
el Dios universal y soberano es uno solo. 3
Toda el Asia, que algunos llaman panteísta, ha sido impermeable al mensaje presentado por
la cristiandad. Sin contar Filipinas, en Asia, católicos y protestantes, no somos sino el 2%
o el 3%, a pesar de un impresionante es-fuerzo misionero de Europa cristiana a lo largo de
siglos.4 Si somos discípulos responsables y diligentes debemos analizar estos hechos que
están ahí y exigen respuesta.
Millones de católicos se van pasando a los grupos de la nueva era o a las corrientes
de las religiones del Asia. Se cansan de la religiosidad del Dios personal y
totalmente otro, creador, que permite tantos males, y de la disciplina de las iglesias
cristianas, y buscan a un Dios más cercano por la integración en todas las energías
del universo. Otros se cansan del símbolo central de la cristiandad, el crucifijo
ensangrentado, que agrada a Dios por su dolorosísima pasión, e intuyen que traerá
más felicidad un Buda bien alimentado, sonriente y satisfecho.
Otro reto, que supera todas nuestras fuerzas, nos viene del islam, de la ley y de
los sumisos a Dios: Mil quinientos millones de seres humanos, monoteístas, que
reconocen a un solo Dios universal, e insignes profetas, y con un gran profeta,
Mahoma, cuya palabra en el divino Corán nadie modifica.
El mundo judío, religión profética como la anterior, con la luz indefectible de la
Torah, ha creado el monoteísmo originario difundido en Asía a través del islamismo
y en occidente a través del cristianismo. El mundo judío es el de la ley y de los
preceptos e instituciones salvíficos, de la autoridad y la obediencia. Cristianos,
judíos y musulmanes constituimos las tres grandes religiones proféticas nacidas de
la fe de Abrahán Y hemos estado peleando durante quince siglos.
2. En el mundo cristiano
En los cristianos tenemos también inmensos retos. Hemos vivido en estos decenios
un ecumenismo al revés. Hace un siglo los grupos cristianos libres eran el 2% de
la población en la mayoría de los países de América Latina; hoy ya son más del
20%. Con calculadas estrategias han llegado a arrebatar a la Iglesia católica más de
cien millones de adeptos. Más de cien millones de católicos en América Latina se
han apartado de la disciplina eclesiástica.
Estos católicos están rechazando las prácticas religiosas católicas y la disciplina de
la Iglesia. Antes en los países católicos había rebeldes que se peleaban con las
autoridades eclesiásticas, párrocos, obispos, papas, ahora no les pelean, las ignoran,
y van a vivir su cristianismo a otra parte4 La cuarta parte de los católicos se nos han
escapado a los grupos cristianos libres.
La pastoral católica resolvió, después del Concilio, acoger cuatro formas
fundamentales de la pastoral de los grupos cristianos libres: 1º El inmenso
movimiento pentecostal de renovación en el Espíritu; 2ª La gran teología
kerigmática; 3º La avalancha admirable de música religiosa; 4º el uso intensivo de
la Biblia. Así se hizo una amplia reforma litúrgica popular, una inmensa
renovación teológica, una increíble revitalización de toda la música religiosa, a pesar
de quince siglos de canto gregoriano, y se renovó la pastoral bíblica. Los católicos
se preguntan: Si prácticas y teologías protestantes se usan en la Iglesia católica,
¿por qué no podemos ir a un grupo religioso libre, donde nos sentimos como
personas importantes, y donde encontramos esas cuatro cosas comunes?. Y lo
notable es que los católicos pasivos en nuestras parroquias se vuelven misioneros en los
grupos cristianos libres.
El espíritu misionero protestante está pidiendo a Dios tener de su lado, en un plazo
prudencial, la mitad de los católicos.
3. En el mundo de los católicos
Talvez el reto pastoral más grande es la increíble pasividad de los católicos. Todos
los planes pastorales, inspirados en la mejor voluntad de pastores y sacerdotes, se
estrellan contra la pasmosa pasividad de los fieles. Estos creen en la Iglesia como
una organización que les enseña lo que deben creer para salvarse, los sacramentos
que deben recibir, los mandamientos que deben cumplir y las oraciones para
salvarse. Legalismo recalentado.
Y de los mil millones de católicos que permanecen disciplinados, la mayor parte
padece de una pasividad crónica de verdad aterradora. Un obispo protestante habla
de los fieles a las iglesias como “alumnos de la asociación muy organizada que se
llama iglesia”, que cumplen con el reglamento elemental.5 No esperemos que esos
alumnos obedientes sean misioneros.
El otro inmenso reto es la ciencia, el lenguaje, la cultura, la secularización. La
teología, la catequesis y la pastoral todavía usan el lenguaje religioso del primer
siglo axial de la historia, antes de Cristo. Hoy toda la humanidad cambió de
habitación. Vivimos un mundo diverso. Los niños se inician en la ciencia, en la
evolución del espacio-tiempo en expansión. Los insecticidas arrasaron con los
gusanos pero también con la fe en los santos patronos de los campesinos medievales.
Lo sagrado tiene otro significado para el hombre de hoy. Y se desocupan los
templos y los jóvenes se fatigan de las prácticas piadosas y se proclama la ineficacia
de la oración:¡cien años rezando rosarios por la paz de Colombia, y....! 6
Millones y millones de católicos se han cansado de las prácticas religiosas, de las
celebraciones, y de las devociones, y las han abandonado. Ese cansancio con lo
religioso se llama secularización. Al hombre moderno le interesa el hombre, y no
encuentra que las prácticas religiosas sean significativas y tengan sentido para
resolver el problema del ser humano. Son innumerables los templos que se han
cerrado, en la Europa católica y protestante. En muchas iglesias particulares hace
decenas de años que no se ordenan sacerdotes o que no ingresan novicios a los
conventos.
Y este abandono de las prácticas religiosas se va dando en todas partes ante la
globalización de la técnica y el reemplazo de las fuerzas divinas por las capacidades
de la naturaleza y del hombre. 7
Nuestra cosmovisión, cultura y religión, en los dogmas y las liturgias, emplearon
el lenguaje del primer siglo axial de la historia, de tiempos anteriores a Jesús. El
lenguaje catequístico sigue fiel, pero la ciencia ha cambiado este mundo, y nos
hemos mudado de habitación y, en consecuencia, cambia la fuente misma del
lenguaje filosófico, teológico y religioso. El desfase es impresionante. Y esto motiva el
alejamiento de la gente estudiosa.
La filosofía desde el siglo de las luces y de la ilustración, ha hecho un análisis
clarísimo de las nociones elementales sobre Dios y las verdades eternas. El Dios
relojero, el Dios creador del cielo y de la tierra y el de los artículos del credo
desconcierta a la mentalidad moderna. El Dios del teísmo se hace poco creíble y
genera huestes de ateos prácticos. 8
Los católicos y protestantes antes creían al pie de la letra la sagrada Escritura y la
llamaban la palabra de Dios. Se creó la convicción de que la historia bíblica es
sagrada porque dice las cosas exactamente como sucedieron. Y con esa lectura los
protestantes atrajeron millones y millones a los templos. Ahora, por esa lectura
fundamentalista de la Biblia, se alejan y abandonan los templos protestantes hasta niños
que empiezan a estudiar el sexto grado.9
Los centenares de millones de monoteístas y de los llamados panteístas no han
querido aceptar a Jesucristo presentado por la cristiandad de la Edad Media.
Al hombre moderno se le hace muy difícil el ejercicio de la autoridad y de la
sumisión. Necesitamos la libertad para la que nos liberó Cristo. Es muy difícil
entender esta libertad en medio de una multitud infinita de normas y de leyes que
rigen la vida cristiana en todas sus dimensiones. Por otra parte la multiplicidad y
confusión de corrientes teológicas y pastorales nos tensionan. 10
La Conferencia del episcopado latinoamericano y de El Caribe, en Aparecida,
exige a todos ser discípulos y misioneros; y el Papa escribe un libro “Jesús de
Nazaret,” para que volvamos al Jesús de la historia. ¡Ese es el camino!; pero nos
podemos preguntar ¿si persistimos en los mismos paradigmas no seguimos
formando cristianos individualistas y pasivos centrados en Dios y en obtener la
salvación para cada uno con leyes?
2 NUEVOS PARADIGMAS DE JESÚS Y SUS DISCÍPULOS PARA RESPONDER A LOS
RETOS, SIN VOLVER A LOS PARADIGMAS JUDÍOS.
En tiempo del Nuevo Testamento y en los dos siglos siguientes los problemas
para comunicar la buena nueva eran equivalentes a los que hemos mencionado para
hoy. Había monoteístas refinados, panteístas y politeístas devotísimos, religiones
sistematizadas tanto y más que las cristiandades, había militantes férreos de una
disciplina divina; y existía también el problema del lenguaje religioso consagrado y
tradicional, y de un mundo explicado de manera nueva por los filósofos griegos.
Los retos de entonces eran equivalentes a los que afrontan los discípulos de Jesús
hoy. Y los discípulos de Jesús no se arredraron ante ninguno de estos retos y
lograron hacer eclesías en todos esos ambientes, que para nosotros hoy son adversos
e impenetrables.
¿Cuáles fueron las estrategias de Jesús y sus discípulos? Jesús predicó el Reino y
lo puso en marcha convocando los discípulos y discípulas. Lo único que hicieron
los discípulos fue predicar a Jesús real e histórico, de la manera más genuina
posible. Jesús valía la pena para todo ese tipo de personas y era significativo y
descubrimiento gozoso.11 Preguntémonos cuáles fueron esos grandes aciertos de
Jesús real e histórico, y de sus discípulos, que los sacaron airosos en la obra
misionera.
1. No una religión ni una teología ni un rito sino una persona, Jesús real e
histórico, y una eclesía de amigos
Al comenzar el tercer milenio podemos acercarnos, con argumentos históricos y
conciencia crítica, a Jesús mismo como fuente literaria de la formulación de la fe de
los apóstoles. Para los católicos esta nueva realidad teológica es fruto maduro de
las orientaciones del Concilio Vaticano II, y sobre todo de la “Dei Verbum”. Pero
esta novedad es resultado del esfuerzo científico de los exégetas cristianos, de
diversas confesiones, soportados sobre los cinco siglos de modernidad, y lo mejor
de las antiguas tradiciones.
Con los estudios bíblicos y teológicos del siglo veinte, reconocemos el Nuevo
Testamento como obra de las eclesías domésticas plurifamiliares del primer siglo, en
comunión entrañable y divina con Jesús y su Espíritu.
Los escritos
neotestamentarios son la formulación lingüística parcial de una experiencia, y son
como una biografía de las eclesías, y no elaboración divina propia del Espíritu
Santo a través de hagiógrafos, a la cual se adaptaron los cristianos en el esfuerzo de
cada día. 12
En este horizonte nuestras Escrituras no se asemejan ni a los presupuestos de Mani, padre
del maniqueísmo, que quiso asegurarse el futuro escribiendo su doctrina, ni al divino
Corán que para los musulmanes no ha sido contaminado por los hombres sino dictado en
árabe desde el cielo.
2. No un Dios definido y unas verdades sino encuentro interpersonal con
Jesús y sus discípulos
La infinita novedad de la propuesta de Jesús parte de un presupuesto inamovible.
Según el primer evangelista, Marcos, antes del año 70 no se aparece un ángel, no
hay una revelación celestial, ni una zarza ardiente, no llega de fuera un ser divino
que interviene en el mundo para ofrecer una salvación que viene del cielo de las
estrellas o del mundo sobrenatural. No hay Sagrada Escritura cristiana. No se dan
misterios o celebraciones esotéricas. No hay ninguna invitación a salirse de la
condición humana o de salvar el alma, sino a realizarse exhaustivamente como ser
humano. Este acierto infinito es que un hombre sea significativo para otro hombre,
sin salirse de la autonomía de los seres humanos y del mundo. Es el reino que Jesús
puso en marcha aquí en la tierra. Jesús es un hombre que nos interpela y nos invita
a ser hombres de verdad. Hoy también el cristianismo será fascinante y atractivo si
se ubica en la realidad más radical del ser humano. Esta propuesta y respuesta es un
encuentro de Jesús como persona libre frente a otras personas humanas, y no ante la
presión autoritativa de una ley de Dios.
Por eso el núcleo de la fe cristiana original no depende sólo de Jesús sino también
de la comprensión y respuesta de los discípulos. No hay forma de aislar a Jesús en
una cristología. El punto de partida absoluto de la fe apostólica es la realidad de un
ser humano, Jesús de Nazaret, que, como persona humana real e histórica, escoge
y prefiere unos amigos y amigas. Jesús es persona humana por sus relaciones. Y los
discípulos lo aceptan a él de corazón como presencia de Dios, y lo van
comprendiendo y verbalizando desde dos perspectivas: el pasado histórico judío y el
futuro experimentado en las eclesías. Las eclesías, según diversos contextos
sociales, van expresando en los textos del Nuevo Testamento el contenido que es
Jesús de Nazaret y el modo como lo experimentan con los hermanos en la eclesía.
Jesús no se puede entender como salvador sin la respuesta de los discípulos, la
cual es parte integrante y esencial, pues sin la respuesta positiva no existiría la
Buena Nueva ni el Reino. No habría evangelio. No es pues posible una cristología
sin la eclesiología. Pero tampoco sería inteligible el evangelio sin las relaciones
con otros hombres que lo rechazan. Más aún, no se puede comprender a Jesús sin
la respuesta que dan las diversas generaciones en la época apostólica, hasta el año
sesentaicinco, en la época subapostólica hasta el año ciento, y sin la respuesta que
han dado las generaciones postapostólicas de los tiempos de las iglesias, y sin
nuestra respuesta. Esto es lo que llamamos la cristología.
3. Ni leyes, ni transgresión ni castigos sino reino de amor y de intensa alegría:
votos perpetuos de ágape.
Ni Jesús ni los discípulos proclaman una religión o prácticas religiosas, ni una
teología, ni una disciplina de una asociación seria. No dicen: he aquí todas las
normas, lo que debes creer, lo que debes practicar y lo que debes orar para obtener
la salvación No sustituyen el sistema legalista judío por un nueva edición del
mismo. Jesús pone en marcha y proclama el reino, y los discípulos establecen las
eclesías como práctica del reino de amor fraterno.
Jesús no es un profeta de calamidades y amenazador de castigos divinos por las
transgresiones a la ley. Él viene a provocar una decisión libre, como se ve en la
parábola, que se remonta a Jesús, de los muchachos que juegan en la plaza.. (Mt
11.16-19; Lucas 7,31-35: de la Q.). Jesús denominó su nueva propuesta como Reino
de Dios. El reino de Dios implica la alegría de Dios, el gozo de Jesús y la dicha
cumplida del discípulo, y es la acción de Dios arrolladora que quiere salvarnos
comprometiéndonos con hombre, su Hijo amado.
Podemos leer la propuesta de Jesús como Reino de Dios en cinco bloques de
tradición. No tenemos duda de estar escuchando a Jesús. (Q/Mc/Mt fuente
propia/Lucas fuente propia/Juan: 3,3.5). Ha llegado la vehemente voluntad divina
de salvación para quien acepte ingresar en el grupo de discípulos de Jesús, como
donación a los hermanos, para experimentar y expresar la misericordia del Padre.
El reino es soberanía amorosa y definitiva de Dios, no como territorio o espacio
aparte, ni como rito, sino como acontecer en la historia, de conciencia y libertad, de
un grupo de personas alrededor de Jesús. Dios reina a través de los hermanos del
grupo de amigos en Jesús y miembros de la eclesía. Es el poder de Dios que actúa
soberana-mente a través de la conciencia, libertad y creatividad de los seres
humanos; de Jesús en primer lugar y de los discípulos que lo acogen. El Reino se
expresó como eclesía.
4. No una invitación a amar el sufrimiento y la cruz sino a amar a los hermanos
Los judíos brindan con cuatro copas de vino, cada año, en el Séder o fiesta de
pascua, por las cuatro palabras que presiden la historia de Israel en el Antiguo
Testamento:
1ª“He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, 2ª he oído su clamor por sus
opresores injustos, 3ª he conocido sus sufrimientos. 4ª Y he bajado a liberar del
sufrimiento a mi pueblo”. Ex 3,7-10.
La clave teológica del Primer Pacto es la voluntad de dicha y de beatitud para
los miembros del pueblo, es la más absoluta benevolencia de un Dios
misericordioso dichosamente gratuito con celo amoroso.
¿Cómo podemos aceptar que ese mismo Dios se complazca con víctimas, sangre y
sufrimientos y se amanse viendo dolor y sangre de su Hijo? ¿Y que nuestra
respuesta de santos sea amar sufriendo y sufrir amando? Jesús fulgura en la historia
de la humanidad con una decisión de alegría salvífica en el Reino proclamado, y
convertido luego en praxis en las eclesías. En Jesús ha aparecido la bondad y el
amor de Dios a los hombres (Tito 3,4). Dios es el amor gratuito a los hombres.
Dios es totalmente fiel al hombre.
Dios no está de acuerdo con el sufrimiento de su pueblo, el cual ha sido provocado
por los faraones. La decisión salvífica de Jesús, ofrecida a los seres humanos en el
reino, se traduce en un juicio radical sobre la historia humana, puesto que Jesús
está en contra de todo poder que se opone a su mensaje sobre el reino de Dios. No
es al aceptar el sufrimiento del Crucificado y el nuestro, que proviene de las
injusticias del poder, sino al vencer la in-justicia por el amor como somos la gloria
y el reino de Dios.
5. No oferta religiosa en rivalidad con otras ofertas sino nueva propuesta de
amor válida para todos.
Todos aceptamos que es justo delante de Dios, y es recto y puro, quien cumple la voluntad
divina expresada en leyes y mandamientos, en la Torá, luz del mundo. Por eso es normal,
como lo fue en el judaísmo, que se formen sectas con el criterio de la fidelidad a las
normas y leyes. Los hombres se dividían en dos clases: los hijos de la luz y los hijos de las
tinieblas. Tinieblas eran los paganos pero también los judíos que no eran del propio grupo.
Unos grupos se segregaban más para formar grupos aun más puros, y se creían los
legítimos herederos del pueblo de Israel. Así los fariseos, “perusim en arameo Perisayya”
segregados del pueblo común, “`am ha aaretz”, esenios, los piadosos, o los asideos. Estos
grupos suelen mantener el principio de amar a los que Dios ama, y odiar a los que Dios
rechaza.
“Odiar a los hijos de las tinieblas, a cada uno en la medida de su iniquidad, en
la venganza de Dios”.
Los publicanos y pecadores son odiados como la peste.
Jesús no crea otro grupo religioso para rivalizar con los mejores. Sigue otros
criterios de juicio. Jesús no selecciona a los puros y santos. Si la ley judía, según su
radicalidad, es principio de discriminación, el amor de hermanos en la praxis del
Reino se goza en el amor gratuito. El reino supera la relación de poder y de
sumisión. Su reino es de servicio mutuo. El paradigma divinizado de autoridad y
obediencia es obsoleto para el reino de Jesús. El hermano es el nuevo paradigma. 13
6. No promoción de la oración para forzar a Dios a actuar sino invitación a la
acción de cada uno, en Dios
El reino desencadena conflictos y luchas, y se convierte en fuerza transformadora
de la historia. El reino es combatido con violencia. “Los envío como ovejas en
medio de lobos”. Los egoístas se oponen. 14 La lucha contra la “basileia” o reino
de Dios, y contra los enviados cristianos ha comenzado con la actividad de Jesús. El
verbo “biasestai” está relacionado siempre con los enemigos del reino de Dios. El
texto primario es el de Mateo no el de Lucas. Jesús vino a traer división. Lucas
12,49-53. Como todos los seres humanos, los hebreos experimentaron los
sufrimientos y las esclavitudes, y encontraron a Dios en una experiencia
religiosa. El se presenta para liberar y salvar. Y continúa el ciclo de liberaciones,
de infidelidad, de culpa o transgresión y de castigos, para recomenzar con la
misericordia de Dios, según el Deuteronomio. Los profetas recuerdan las promesas
pero amenazan con los castigos y exigen conversión. La repetición de este ciclo
fatiga y desconcierta, y al final genera el desencanto de la historia misma, e impulsa
a la búsqueda de una nueva solución al problema del hombre en la tierra, abrumado
de leyes y amenazado de castigos.
La apocalíptica intuye un futuro con un mundo nuevo. Dios debe intervenir y
hacer una nueva creación. En los movimientos apocalípticos se hablaba de eón presente y
eón futuro, para expresar el cambio escatológico que se espera.
En este ambiente aparece Jesús que propone una nueva manera de salvación, que
es el reino de Dios. Es aceptado por unos pero rechazado por otros. Los judíos
consideran que Jesús se aparta de la ley y de la fe judía. El rechazo de Israel contra
Jesús se expresa, por el año 80, en la duodécima bendición de las dieciocho
bendiciones judías:
“Perezcan al instante los nazarenos y los herejes. “Sean borrados del libro de
la vida y no sean contados entre los justos.” cf. K.G.Kuhn 117.
Los rabinos invitan a cargar con el yugo del reino de Dios, es decir, confesar al
único Dios verdadero, y según ellos el reino de Dios se manifiesta al final de los
tiempos con el triunfo de la Torá que es la sabiduría y ciencia de Dios. Los rabinos
no esperan tanto el reino de Dios cuanto la llegada del Mesías, que ha de venir a
implantar el reino de la Torá. Nunca habla Jesús del eón presente y el eón futuro,
porque no espera una transformación de estructuras históricas, al estilo apocalíptico,
milenarista o mesiánico. No funda una asociación para cumplir la ley, pero tampoco
unos testigos de Jehová, ni tampoco una cristiandad para prometer la civilización del
amor fraterno, ni una teología de la liberación para cambiar las estructuras de la
sociedad imperial y opresiva del pobre. Pero tampoco emprendió una campaña por los
valores del reino.
Ni en la literatura apocalíptica ni en Qumrán tiene relieve el tema del reino. Solo
es central entre los combatientes y luchadores de la resistencia judía en favor de la
independencia de Israel. Con su resistencia quieren acelerar el reino de Dios. En
Qumrán se menciona el reino con la ortopraxis del reino y la fidelidad a la ley.
Jesús, en cambio, para implantar el reino desencadena el amor mutuo que impulsa a
dar la vida por los hermanos.
7. Evangelio y evangelizar: no predicar o anunciar o regir, sino experiencia y testimonio de
amistad y servicio.
Si Jesús real e histórico pone en marcha el reino, los discípulos ponen en marcha
innumerables eclesías, que son la praxis del reino. En los sinópticos, para los judíos
familiarizados con el reino de Israel y el mesías, la palabra central sobre la obra de
Jesús es el Reino. En cambio, para las eclesías de discípulos, con gente de origen
pagano, el mismo contenido salvífico se encierra en la Palabra evangelio o
evangelizar, y en la praxis de las eclesías. Esta es la buena nueva de Jesús vivida en
la fe de las eclesías, las cuales actúan por el amor de ágape o amistad en Cristo. El
vivir el evangelio como eclesía era significativo para cada uno de los que
ingresaban. Era el éxito de su vida, pues daba sentido a la vida humana y real, de
manera individual. Cada uno era alguien importante en el grupo de discípulos. Y
esto continuó hasta el cuarto siglo como se lee en la “Tradición Apostólica:” el
domingo el obispo de la eclesía, nombrado por la misma, debía distribuir la
comunión eucarística a todos sus miembros con su propia mano, y debía visitar a los
enfermos y cuidar de los pobres. Esto es apenas una huella de la atención personal a
cada uno.
El Evangelio es el encuentro de personas que son buena noticia mutuamente: Jesús
es buena noticia para el discípulo fascinado, pero el discípulo es buena noticia para
Jesús. Es una atracción divina, de Dios hacia Dios. Y cada uno es buena noticia para
los demás discípulos. Es la buena noticia que es Jesús, que son las discípulas y los
discípulos, y que es la eclesía.
En las eclesías que utilizaban la “Quelle” se habla de evangelizar, 14 no del
sustantivo, en el contexto del profeta escatológico que lleva la buena nueva a los
pobres (Isaías 61,1-3; 42,1-4; 49,1-2, 51,16; 52,7;59,21). La Q y Lucas al hablar de
evangelizar piensan en los mensajeros de Dios que llevan la buena nueva a los
pobres, en el Deuteroisaías y en el Tritoisaías.
Evangelizar no es anunciar es ser buen nueva unos para otros. Los cristianos son
buena nueva para los nuevos discípulos. Ese evangelio, como es evidente en
Marcos, incluye el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús, lo cual constituye
la segunda parte del texto marcano, con los tres anuncios de la pasión. La
sepultura se incluye en el anuncio del kerigma, con el perfume de amistad que
envuelve la escena de Betania. (Mc 14,9) 15
Se ha dicho que Pablo concentra su evangelio en la muerte y resurrección de Cristo, y que
no incluye la vida terrena como lo hace Marcos, Lucas, Mateo o Juan. De ninguna manera;
Pablo incluye toda la vida terrena de Jesús como donación y entrega en el servicio, en la
puesta en común de dones y carismas de los hermanos de eclesía. Ellos tienen los mismos
sentimientos del Jesús real e histórico. Esos sentimientos de Jesús real e histórico son el
sacrificio personal de los discípulos y la vivencia del bautismo. Por eso es tan rotundo
cuando exige que se predique el crucificado porque los cristianos deben estar unidos a la
entrega de Jesús a lo largo de su vida como misericordia y compasión y como sacrificio
personal, y no limitarse con adorar el poder de Dios en la resurrección. Hay dos tareas:
muerte y resurrección. La muerte es la tarea del cristiano que se asocia a la entrega
cotidiana de Jesús por sus hermanos; la resurrección es tarea de Dios.
Cuando se entiende la redención y kerigma como el sacrificio de la víctima divina
en la cruz, que con su sangre y dolor complace al Padre, caemos en el dilema de
escoger la cruz o la vida terrena de Jesús. En cambio este sería un falso dilema de
los teólogos si se entiende el sacrificio de Cristo como personal a lo largo de toda su
vida de servicio y complacencia del Padre.
8. No seres divinos ni ritos sino vivencia de entrega mutua, sacramento de Dios e
impulso divino. El Espíritu y la eclesía.
Esta doble referencia: la fascinación ejercida por Jesús y la experiencia gozosa de
vida comunitaria hace que el kerigma no se convierta en un mito. Ustedes mismos
son el evangelio, el reino, la buena noticia, la carta de Jesús: (2Cor 3,2-3), el
kerigma como lo predicó Jesús.
El espíritu santo no es una tercera persona divina que baja a consolar a los
cristianos unidos a Cristo que sufre, para que soporten los padecimientos.
El Espíritu mueve al Mesías que hace la propuesta y mueve al discípulo que la
acoge, y anima los discípulos que se comprometen en la eclesía, y es gozo, puesta
en común de carismas, compartir los bienes, entrega generosa de los unos a los
otros, un servirse y un lavarse los pies entre amigos.
La acción del Jesús con sus discípulos continúa por obra el Espíritu Santo. Según
Juan la experiencia del Espíritu acontece en pascua cuando se suprime el pecado, el
cual se opone a la entrega de cada uno en favor de los demás; según Lucas; en
Hechos, el don del Espíritu acontece cuarenta días después de la resurrección en
pentecostés, en las eclesías diseminadas por el imperio romano. Son dos
interpretaciones de la presencia de Jesús terreno, que sigue presente en la
experiencia de las comunidades. El Espíritu ya vino, pero vendrá, dice Juan, y les
recordará todo (Juan 14 26; 15,26; 161,13-14), en la experiencia misma de la
eclesía.
Esta experiencia de Jesús terreno se dio y se sigue dando en la eclesía del último
decenio del primer siglo, como lo atestigua la Primera de Juan. La experiencia de
los discípulos que respondieron se sigue recordando y reviviendo. Jesús no dejó
unas palabras sino una respuesta de unos hombres y mujeres, que decidieron vivir
como él vivía con sus discípulos. No en una celebración litúrgica sino en la vida
cotidiana que culminaba en el gozo de al fiesta.
3. LÍNEAS MAESTRAS DE LA PROPUESTA DE JESÚS REAL E HISTÓRICO
Al comprobar la posibilidad creciente de acercarnos, de manera crítica, a Jesús
real e histórico, nació nuestro grupo de admiradores apasionados suyos. Y como
primera tarea nos propusimos entrevistar a Jesús en vivo y en directo, para oír de
sus labios las convicciones más íntimas sobre la realización de los hombres y
mujeres en comunión de amistad con él.
Este reportaje a Jesús de Nazaret fue el intento del primer volumen de “La
Propuesta de Jesús real e histórico,1” Este se puede resumir en diez proposiciones,
que corresponden a diez aspectos centrales de la propuesta de Jesús y de la fe de los
apóstoles.
1. Jesús, un hombre
Jesús es hombre, nacido de una mujer, con sus genealogías definidas, como las de
Pablo, oriundo de una nación, los hebreos, de una tribu, la de Judá, con madre
indudable, con padre legal, criado en Nazaret con primos y amigos y con numerosa
parentela, apasionadamente defendido como persona humana completa por todos
los cristianos de los tres primeros siglos. Jesús es imagen de Dios, como todos los
humanos, pero es imagen cabal.
Este hombre desde su autonomía humana se dirige a otros hombres con su propia
personalidad. No les habla ni como un ángel ni como un Dios, desde fuera de la
humanidad, sino desde dentro, en la inmanencia y autonomía de la condición
mundana, parte de este cosmos como todos los seres visibles. Para Pilatos o
Herodes, para Caifás o Pedro o María Magdalena es una persona humana.
2. Jesús, Hijo de Dios
Este hombre es Hijo de Dios, “es mi hijo muy amado en quien tengo mis
complacencias”: según las escenas sinópticas del bautismo y de la transfiguración.
Jesús es el Hijo unigénito de Dios.
3. Jesús, hombre que se rodea de varones y mujeres: hace amigos y amigas
Ese hombre, Jesús, con personalidad humana total y plena, ofrece su amistad y su
amor y toda su bondad a otros hombres y mujeres, los discípulos y discípulas.
Jesús está autorizado para comunicar su condición de Hijo y complacencia del
Padre a las personas que se decidan a creerle a él. La redención, la salvación, la
reconciliación, el perdón de los pecados y la nueva alianza acontecen en esa oferta
de amistad que Jesús hace a sus discípulos y en la respuesta de estos, porque ahí está
el Padre complacido.
4. Jesús, hombre, ante quien se deciden libremente hombres y mujeres. No ante
sistemas de leyes divinas y normas rituales para obtener salvación.
El discípulo, en ejercicio pleno de su libertad, de su conciencia, de su autonomía
de persona y de su capacidad de amistad con otro hombre, debe decidirse frente a
Jesús. A ninguno le pasa por la cabeza que Jesús sea Dios y que la decisión sea de
un hombre frente a Dios o frente a la aparición de un ángel o un ser divino.
Frente a Dios el hombre no puede sino obedecer si es sensato. Lo dicen mil
quinientos millones de musulmanes, y todos los judíos y todos los hijos fieles de la
cristiandad, y lo reafirma el sentido común en todas las religiones. Hay que cumplir
la voluntad de Dios manifestada, si el ser humano quiere llegar a la dicha imaginable
y deseable, que depende de Dios.
En cambio, el hombre o mujer, discípulos, debe decidir-se ante un hombre, Jesús,
en plenitud de autonomía. Ahí está en germen el misterio de las eclesías que son
mediadoras de la salvación en Jesús. Cuando Jesús invita a la amistad con él está
creando las eclesías.
5. Jesús es el hombre que vuelca su compasión y su servicio sobre otros
hombres
Jesús como persona humana vuelca su bondad, su ternura y su compasión sobre
otros hombres. Con su actitud permanente de servicio, Jesús hace lo que complace al
Padre, lo cual es rehacer la alianza, destruir todo pecado, redimir, salvar, atraer,
fascinar. Es el sacrificio de agradable olor, que reemplaza todas las víctimas de
sacrificios antiguos. Pero los sacrificios antiguos no son el modelo de interpretación
de la vida de Cristo como salvación.
Jesús no le dice al discípulo: “Te voy a dar los verdaderos preceptos para que te
salves o te los dará la iglesia,” como mi propia ley sacada de la Biblia. Y tampoco
le anuncia: “Yo te voy a salvar, yo voy a morir por ti en el sacrificio de la cruz; el
Padre te va a salvar.” Jesús no se presenta, como quiso san Anselmo mil años
después, como una víctima a la manera de las víctimas que necesitaban los dioses
para satisfacer la cólera provocada por los pecados de los hombres. Jesús no quiere amenazar
con el día de la ira: “Dies irae, dies illa.”
6. La fe en Jesús como cumplimiento del mandato amoroso de imitación y
seguimiento
Jesús insiste: Eres tú, varón o mujer, frente a otro hombre, quien debe decidirse, y
en esa decisión libre se juegan las tres cosas: 1ª la amistad con Jesús, 2ª la
benevolencia del Padre y 3ª el tener vida eterna.
Cada uno debe dar la existencia por amor a los hermanos, en sacrificio. Jesús
invita al discípulo, que ha optado por seguirlo a él, y amarlo como amigo, a que
haga lo mismo que él hace. También el discípulo debe dar la existencia, entregar
lo que es y lo que tiene, en favor de otros hermanos escogidos, seleccionados,
adquiridos como amigos y prójimos. Ahí el discípulo es gratuito y es libre.
El discípulo debe creerle a Jesús como persona humana y realizar lo mismo que él
hace, en amorosa relación. Solo así se consuma la vinculación con Jesús y se
asegura la vida en Dios Padre. Así el discípulo participa de la actitud de Jesús y es
objeto de la complacencia del Padre, y está salvo, rescatado, redimido. La salvación
está en el sacrificio personal o donación cotidiana de Jesús y del discípulo, el cual
se simboliza en la cruz levantada por los enemigos contra el maestro y el discípulo.
Hay que creerle a Jesús como ser humano, Hijo querido de Dios, y ese acto de
creerle se da cuando el discípulo entrega su vida, derrama su sangre que es la
existencia, por amor a los amigos. Esa es la práctica de la fe cristiana.
Es de la esencia de la fe cristiana el acto de entrega del discípulo en seguimiento
del maestro, el hacer lo mismo que él hizo, en memoria suya.
7. La práctica de Jesús desencadena conflictos en la historia humana, la cual
se guía por los originales principios de la rivalidad y los egoísmos. Se yergue la
amenaza de la cruz erigida por los adversarios.
Jesús sabe que la historia humana, en la familia, la tribu, la nación, se guía por
leyes y por rituales aprobados u ordenados por Dios. Esta estructura normal de la
historia humana se pone en crisis dolorosa ante el nuevo proyecto de Jesús. Y esta
decisión suya se traduce en sus conflictos con la ley, con el templo, con la familia y
con todas las estructuras edificadas sobre la autoridad y la obediencia debida. Estos
conflictos llevan a la cruz.
8. Hombre ante quien son juzgados los humanos
Este criterio establecido durante la vida de Jesús permanecerá como criterio de juicio. Solo
quien acepte la propuesta de Jesús tiene garantizada vida eterna en Dios. Se entiende que el
juicio empieza desde ahora, porque el criterio de salvación y de condenación comienza a
aplicarse en Jesús, que más tarde es reconocido como juez en nombre de Dios. Este criterio
de juicio no se cambiará nunca. Dios no revelará otro criterio nuevo.
El que se avergüence de las palabras de entrega, será rechazado también por
Jesús en el juicio. Se avergüenza el que no se decide a cumplir las exigencias de
Jesús, y retiene para sí su propia existencia.
9 .Hombre que garantiza, en nombre del Padre, la vida eterna al discípulo
El discípulo que tome en serio cada día la propuesta de Jesús tendrá asegurada la
vida con él en Dios su Padre. Jesús, el Hijo amado de Dios, tiene asegurada la vida
porque realiza la voluntad amorosa del Padre aunque ve que se le vienen encima
todas las cruces, las pedradas, flagelaciones y deshonras, levantadas por los
egoísmos humanos. No le teme ni al conflicto ni a la muerte; más bien, los acoge
como algo normal. Esa vida eterna, certeza de vida en Dios, que perdura para
siempre, se expresa para Jesús con términos como exaltación, como resurrección o
como ascensión.
10. Jesús, hombre que come y celebra con sus discípulos y es sacramento de
Dios
Jesús se compromete, con sus amigos y amigas humanos, cuando Él llegue a ser asesinado,
a reunirse con ellos en el reino y a comer juntos. El no faltará a la cita de los amigos y
hermanos. Jesús lo garantiza porque el Padre está con él. De aquí recibe el sentido real e
histórico toda la vida sacramental de los discípulos de Jesús con su maestro. El sacramento
fundante es la eclesía cuya cabeza es Cristo, y todos los miembros adquieren carácter
sacramental. 16
4.
CRISTOLOGÍAS QUE OBSTACULIZAN LA LLEGADA A JESÚS REAL E
HISTÓRICO.
CINCO CRISTOLOGÍAS TEOCÉNTRICAS CATÓLICAS Y
PROTESTANTES
Preguntémonos el por qué de algunos fracasos pastorales de infinitas
0dimensiones. Por ejemplo: ¿Por qué la cristiandad no ha logrado fascinar con
Cristo al Asia, donde no somos los católicos más del dos por ciento, si pensamos en
el asombroso éxito de la pastoral neotestamentaria entre los paganos, panteístas y
politeístas, del siglo primero? ¿Por qué la pastoral de los primeros siglos
transformó el imperio romano, y en cambio, la pastoral de la cristiandad generó
tantas violencias, divisiones e injusticias, y la pastoral de la Edad moderna ha
generado un mundo tan alejado de Dios, tan dividido por los bienes y la rapiña, tan
insolidario, individualista y egoísta?
No nos dejemos agobiar con respuestas y justificaciones, y hagámosle caso al
Concilio Vaticano II que nos invita a volver a la norma suprema de la fe cristiana
que es el Nuevo Testamento. La intención de la “Dei Verbum” es volver con
honestidad a Jesús real e histórico y a sus primeros amigos.
La respuesta creativa a las preguntas es convertir a los católicos en discípulos y
misioneros, y las cristologías más comunes han producido un alto porcentaje de
católicos legalistas y pasivos; y estos nunca serán misioneros. Luego, el primer paso
es detectar las cristologías y las pastorales que forman cristianos pasivos porque
impiden el acceso a Jesús real e histórico.
*Primer mundo real, del hombre; segundo mundo real, de Dios. Dos aspectos
totales de la misma realidad
Proponemos lo siguiente como hipótesis de trabajo y esquema pedagógico, para evitar el
fundamentalismo, y apreciar el abismo proceloso que hay entre realidad y lenguaje. Existen
dos mundos reales: El primer mundo real es el que está ante nuestros sentidos, la
naturaleza, la historia, lo que somos y decimos. El segundo mundo real es el de Dios, que
está allí donde está el primer mundo real. Son dos mundos cuya existencia no se prueba,
porque son evidentes.
Como el hombre es un ser simbólico y creativo, construye un mundo intermedio
donde hace inteligibles para sí los mundos reales de los hombres y de Dios. El
hombre se crea a sí mismo al construir símbolos, y necesita el mundo de los
lenguajes, de las culturas y de las religiones con sus universos simbólicos. 17
Los hombres tienen la maravillosa capacidad para crear y embellecer de manera
embrujadora el mundo intermedio: Es fabricante incansable también de nuevas
imágenes divinas, a partir del mundo real del hombre y de Dios. Cada cultura o
religión va añadiendo nuevos rasgos a la imagen de Dios, los cuales se vuelven bien
común de todas las culturas, hasta devenir arquetipos en el inconsciente colectivo.
Eso manifiesta un crecimiento y progreso arrollador.
Pero nos damos cuenta de que, al mismo tiempo, tenemos una sed insaciable de
fabricar ídolos. Por consiguiente así como el hombre se llena de júbilo creando los
ídolos. Queda extasiado ante Dios creado a imagen y semejanza del hombre. Pero
también el hombre se siente realizado destruyendo los ídolos. Es idólatra
empedernido, pero con sed de destruir ídolos. Ambas son tareas de los seres
humanos, de las religiones y de las culturas. A través de imágenes de Dios busca al
Dios que de verdad existe. 18
De otra parte, el hombre y sus culturas van proyectando en el mundo intermedio
las imágenes del hombre, en metafísicas, mitos, ideologías, ciencias, andragogías,
rituales minuciosos y arte. Más, para crear imágenes de los hombres, debe aceptar
otras tantas alienaciones, porque toda proyección del hombre en la cultura y religión
es proyección parcial, incompleta, que no trasmite toda la realidad del ser humano.
Me alieno al crear mi imagen.
Por eso, así como el mundo intermedio contiene los ídolos de dioses, así también
establece las alienaciones de los hombres y mujeres. Y así como después de fabricar
los ídolos, el hombre debe emprender la tarea de destruirlos, con la crítica de su
inteligencia, así también, debe asumir la tarea correlativa de hacer la crítica
liberadora de las alienaciones del hombre, a fin de conseguir la salvación como
autorrealización exhaustiva.
Con estos criterios examinemos la validez y las
fragilidades de algunas cristologías.
1. La cristología con el apoyo de la metafísica y el milagro griego
La cultura del primer siglo axial de la historia, siglos quinto a tercero a.C., con los
mitos, creó el esquema general de un mundo intermedio cultural y virtual, que fue
perfeccionado luego por los filósofos con el mundo de las verdades universales,
obtenidas por abstracción. Esas verdades y esencias llamadas metafísicas están por
encima de los avatares de la historia y más allá de la naturaleza, y forman un
mundo fijo en el cual se da la verdad y la verdadera vida del espíritu humano. Hay
que vivir en el esplendor de la verdad. Lo que cuentan son las verdades necesarias,
inmutables, pues la historia es accidental. En ese mundo intermedio, con inspiración
escrituraria, acontece también la revelación divina. Navegamos en el mundo
intermedio.
Según este mundo metafísico, Jesús posee dos naturalezas, la divina y la humana.
Todo está dicho cuando confesamos a Jesús como Señor y Dios. Si posee la
naturaleza divina lo sabe todo y lo puede todo, y como hombre tiene ciencia infusa y
visión beatífica. Prueba de continuo su divinidad mediante los milagros. No posee
persona humana porque el sujeto de atribución y responsable de los actos es el
Verbo divino, segunda persona de la santísima Trinidad, hijo eterno de Dios. Por ser
Dios puede salvarnos.
En el primer milenio predominó la concepción de Cristo como el pantocrator, el
Jesús Dios poderoso vencedor del dragón infernal, de cuyas garras arrebató a los
cristianos en la cruz. Esa cristología ya se ve clara en el triunfo de Constantino: «Por
este signo vencerás,» («Touto nika»), y en el modo de persignarnos: «Por la señal
de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro». En el segundo
milenio predominó la concepción de Cristo como víctima expiatoria y satisfactoria
por nuestros pecados, para aplacar la cólera divina. La imagen característica es el
crucifijo. Jesús real e histórico pasa a segundo plano. 19
Lo esencial es Dios que crea, Dios que redime en la cruz y Dios que es nuestra
salvación eterna: «Dios creó al hombre para conocer, amar y servir a Dios, y
después verle y gozarte en el cielo». Con este objetivo, Jesús real e histórico carece
de importancia. Nos recuerda verdades divinas y nos da ejemplo de vida divina..
La consideración de los misterios de Cristo no nació como parte de la teología sino
más bien como fruto de la vivencia piadosa. Por ejemplo, de san Ignacio de Loyola.
Esa teología tampoco tuvo un tratado del Primer Pacto. Esta cristología no solo hace
pasivo al hombre, que recibe la gracia, sino también a Jesús, que en la cruz es
víctima.
2 Cristología de la modernidad, con la Ilustración o la razón iluminada.
Cristología del existencialismo contemporáneo, con la teología kerigmática
La ilustración, con G. W. Leibniz y Ch. Wolf distinguió entre verdades de hecho
y verdades necesarias o verdades de razón. Solo estas últimas califican para el
hombre emancipado y libre. Las verdades de razón, innatas, tienen importancia
trascendente frente a las experiencias cambiantes y inciertas de la historia.
Gotthold Ephaim Lessing replanteó el tema al defender la importancia de las
verdades de experiencia vividas por mí aquí y ahora. La experiencia mía y de mis
contemporáneos crea en mí una evidencia interna. Pero afirma: «Unas verdades
históricas, contingentes,
jamás pueden probar unas verdades de razón,
necesarias.» Lo que me cuentan, narran o trasmiten no me puede proporcionar una
evidencia interna, no me dice nada. “Yo soy lo que he vivido.” Por eso las
verdades históricas no nos sirven hoy a nosotros, porque son verdades para los que
vivieron los hechos, pero no más.
Ahora bien, todas las religiones positivas narran hechos o vivencias que orientan
a los interesados pero no tienen un significado autónomo. Por eso el Antiguo
Testamento es superfluo como verdad necesaria. Sirvió para orientar al pueblo
hacia las verdades eternas, propias o de la metafísica o de la ilustración. Para unos,
Dios nos conduce hacia la verdad metafísica plena, y para Lessing, Dios conduce a
los hombres hacia la ilustración, y quiere hacer superflua toda religión que no se
base en un conocimiento racional, evidente. La evidencia interna, la razón, es el
criterio último. El Jesús real e histórico carece de importancia. La ilustración
también goza en el esplendor de la verdad.
La religión positiva en lugar de obstaculizar debe favorecer la verdad interna, el
ideal ético religioso de una humanidad emancipada. Una religión positiva tiene
sentido en su actitud de servicio a la verdad. La tendencia fundamental es la de I.
Kant en «La religión dentro de los límites de la mera razón». Así la razón humana
se convierte, en los sucesores de Lessing, en una magnitud ahistórica, desligada de
toda tradición histórica. Esta atemporalidad se convertirá en Hegel en la base para
decir que el presente es un «esjaton», el tiempo de la verdad.20.
*Jesús no tiene valor universal porque es una persona ubicada en su tiempo
De estas premisas de la modernidad, unos teólogos actuales sacan la conclusión
siguiente: Jesús fue un inspirador, catalizador y animador de valores religiosos, y
ejemplo de experiencia religiosa. Es un hombre religioso modelo, y aunque tal
mediación religiosa auténtica no puede universalizarse, los sucesores han edificado
sobre los nuevos valores que él introdujo, pero viven cosas nuevas. La historia
religiosa concreta no se detiene. Así pasó con David, Moisés, Abrahán.
*Cualquiera puede tener experiencias religiosas y referirlas a Jesús, con
conciencia recta.
Las experiencias religiosas de los cristianos son nuevas pero son las que tienen
valor salvífico, aunque están edificadas a partir de las de Jesús. Los discípulos de
hoy proyectan sus nuevas experiencias religiosas sobre las experiencias religiosas
de Jesús original. No son lo de Jesús sino algo nuevo que se proyecta en él, a la
manera como se atribuyó a Moisés cuanta legislación se produjo con el correr de los
siglos en Israel. Las experiencias nuevas se articulan con las de Jesús, como
narraciones antiguas fundantes, pero las nuevas imágenes de Jesús pueden ser
concepciones míticas, cuyo contenido real, no mítico, es la nueva experiencia
Afirmar el significado universal de Jesús de Nazaret sería un planteamiento
precrítico. Un hombre no puede absolutizarse; puede ofrecer planteamientos
universales pero él mismo no puede absolutizarse. Con ello se niega el nexo que
pueda tener la persona de Jesús con el mensaje sobre nuestra práctica de la vida
cristiana o reino de Dios en la tierra. 20
Esta cristología desvaloriza el encuentro con Jesús real e histórico, y pone las
bases para proyectar en Jesús la salvación buscada en todas las religiones. Y llega a
poner al cristianismo al nivel de las demás religiones. Por otro lado esta visión de
la modernidad pone las bases para una cristología existencial y kerigmática, como
interpelación de Dios que exige fe y obediencia ante el kerigma de Cristo muerto y
resucitado.
*Universal reversibilidad del conocimiento histórico: la existencia auténtica y la
teología kerigmática
Otra forma de racionalismo es la universal reversibilidad de todo conocimiento
histórico, de donde se concluye que el juicio de la fe debe desligarse de los juicios
históricos. Dios me interpela en Jesús a mí, aquí y ahora, y yo respondo por la fe
existencial. De ahí se desarrolla una teología kerigmática como la de Rudolf
Bultmann, Karl Barth o Paul Tillich.21.
Una forma de quitarle importancia al Jesús real e histórico es, pues, la cristología
kerigmática que ofrece la salvación a quien confiese el poder salvífico de Dios en
Cristo Jesús, muerto y resucitado, lo cual es el kerigma que se desarrolla en el
encuentro personal con Jesús.
Esta corriente ha influido arrolladoramente en América Latina, hasta configurar
una de las dos corrientes que predominan entre nuestros fieles. Ampliaremos este
informe un poco más adelante, al tratar los dos paradigmas cristológicos que
manejamos a diario. .
3
Cristología de la religiosidad universal y de Jesús como profeta o líder
religioso. Cristología del pluralismo religioso.
*La experiencia religiosa universal
Como la metafísica y la razón iluminada, también la religión sirve para la
elaboración del mundo intermedio semiótico, en el que se va unificando la
experiencia religiosa, y se crea una religión universal abstracta e inexistente.
La cristología kerigmática se apoya más en la filosofía existencialista, y la presente
se apoya más en el sentimiento religioso, aunque el resultado es semejante.
«A partir de la configuración de la existencia personal, se puede definir
razonablemente un sistema de símbolos que tiende a crear en los hombres estados
de ánimo y motivaciones fuertes, profundas y duraderas, hasta formular
el
proyecto general de la existencia y rodear ese proyecto de tal aura de facticidad
que los estados de ánimo y las motivaciones se presentan como singularmente
reales.» 22
Con esta definición de la religión se puede depurar un núcleo común a todas. En
cambio lo histórico de las religiones sería intercambiable.
Con los ideales racionalistas, la ilustración pretendió definir lo humano, que es
universal y común, mientras las diferencias entre los hombres se deben a
instituciones positivas de carácter histórico. El ideal es suprimir todas las barreras en
nombre de una humanidad precultural. De ahí canta Schiller: “Los abrazo a todos
ustedes los hombres; los abrazo a miles,” mientras la novena sinfonía de
Bethoven, canta con melodía embrujadora “escucha, hermano, la canción de la
alegría...” todos esos hombres serán hermanos. Este es una especie de mesianismo
del amor que quiere llegar por igual a todos, pero no llega a nadie, sobre todo a los
marginados. El que ama a todos quizá no ame a ninguno. Algo parecido se puede
decir de la aspiración al orbe cristiano, a la implantación de una civilización del
amor, o a un cambio de estructuras políticas generales inspiradas en la opción por
los pobres, según cierta teología de la liberación. Benedicto XVI la llamó
milenarismo.
Quizá se deba hacer un juicio semejante para proyectos evolucionísticos, como el
de Teilhar de Chardin o la teología del proceso, si no se acepta un quiebre o
metánoia en el amor personal con Jesús que hoy nos ofrece su proyecto de hombre
real e histórico, con el cual nos unimos por actos libres de amistad. 23 La mediación
para el reino, querida por Jesús, que no podemos eliminar, es la eclesía.
Para el marxismo las diferencias entre los hombres se deben a actos libres de los
hombres frente a la naturaleza. A través de la fraternidad limitada del partido se
llega a la fraternidad universal. Aquí encontramos el sano principio de la mediación
histórica particular hacia la universalidad. Jesús y sus discípulos reclaman la
mediación de las eclesías para la transformación de la historia.
En teología, catequesis y pastoral a veces centramos nuestra atención, no en la
realidad concreta, del prójimo que está esperando un samaritano que encuentre en
el servicio el sentido de la vida, y nos levantamos a la realidad del mundo
intermedio, creación mental de ritos, ideales religiosos, teología, culto o arte. Nos
autocomplacemos de nuevo en el mundo intermedio creado por nosotros.
Y a veces decimos que ahí vivimos en el esplendor de la verdad, o confundimos al
Dios revelado en Jesús con el “todo” como universal metafísico. El mundo
intermedio nos aleja de nosotros mismos y nos aleja del Dios vivo que de verdad
existe, para contentarnos con la imagen idolátrica del Dios que nos creamos y con
nuestra propia alienación de humanos.
En otra forma de llegar al Todo, en el budismo zen la meta del camino espiritual
no es el contacto con Dios sino la eliminación del sufrimiento, en el Nirvana, y la
entrada en dimensiones sutiles de la psique que conduce e nuevas formas de ser en
el mundo. He ahí el mundo intermedio del Buda, el Tao o el zen. Pero algunos
cristianos quieren hacer una síntesis entre estos dos mundos intermedios. Está
ausente el Jesús real e histórico, y en su lugar se pone la Nueva Era.
En este ambiente, Jesucristo puede convertirse no en el símbolo de Dios, título de
un libro, sino de los anhelos religiosos de la humanidad entera, y en ese sentido
ofrece salvación a todos los hombres. También aquí el Jesús real e histórico carece
de importancia.
Ante los sufrimientos y alienaciones, los hombres, según ley general, van
edificando nuevas utopías salvíficas, y algunos proyectan en Jesús sus esperanzas
de salvación.
Personas no religiosas, que ven en la religión un impedimento, y que luchan,
organizando los pobres, por una humanidad mejor, más justa y mas fraterna,
vislumbran en Jesús un líder a seguir. Roger Garaudy dijo a las iglesias cristianas
«Rendez-le nous.» devuélvannos a Jesús. Restitúyanlo sin tantos aditamentos.
Los ateos que encuentran la motivación para vivir en hacer el bien a la
humanidad, en la causa del hombre, descubren un atractivo en Jesús como profeta en la
historia..
También algunos judíos aceptan a Jesús, incluso creen en la glorificación por Dios
de un justo judío tan sublime.
«Desde mi juventud Jesús ha sido para mí un hermano mayor. El hecho de que el
cristianismo lo haya considerado y lo siga considerando como Dios y redentor siempre ha
sido para mí algo muy serio que debo intentar comprender por amor a Jesús y a mí mismo.»
(Martín Buber: Zwei Glaubensweisen, prefacio).24
Otros, organizados en movimientos, se declaran judíos mesiánicos, que confiesan a Jesús
como mesías de Israel, pero no aceptan la formulación mesiánica de la Iglesia católica.
Al final citemos a Gandhi: «Sin necesidad de ser cristiano puedo testimoniar lo que Jesús
significa para mi vida.»
4 Cristología de la víctima divina y del catolicismo popular, y los sacramentos
Una cristología muy católica y también muy protestante pone el énfasis en la
muerte, y no en la vida de Jesús. Si Cristo nos ganó la salvación con sus méritos en
el sacrificio de la cruz, lo que importa es la muerte de Cristo que aplaca la cólera
divina, nos arrebata al poder del Dragón infernal y nos merece todo lo que
necesitamos para salvarnos. Esto quedó insinuado incluso en el credo: «Jesucristo
nació de santa María virgen, padeció y fue sepultado». El credo omite al Jesús
real e histórico; lo que él dijo e hizo se silencia. 24 Se destaca lo que le pasó a Jesús: lo mataron
unos malvados y el Padre lo resucitó.
En esta lógica, el cristiano católico se encuentra con Cristo en los sacramentos,
como signos visibles, o en ceremonias como experiencias y manifestaciones
religiosas de contacto con Cristo. Varias devociones muy populares se centran en la
cruz o en el corazón traspasado o en la sangre. La respuesta del cristiano es el amor
a Dios, víctima divina de méritos infinitos.. La convicción es que la gracia de Cristo
se me comunica en la celebración de los sacramentos y en la práctica de las
devociones. No me es necesaria la historia concreta de Jesús, porque Él, como Dios
omnipotente, nos liberó del poder del diablo y expió nuestros pecados con la muerte
de víctima en la cruz. El protestante lo encuentra en la Biblia. Pero ambos lo
esperan todo de la oración.
«Jesús está en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar,» decía el
catecismo. Si quieres encontrarte con Jesús búscalo en cada Hostia consagrada.
Pero lo hallas mejor en la solemnidad de la santa Misa, que se celebró por siglos en
latín. Por eso no era necesario leer la Biblia, más aun, su lectura se consideró
peligrosa para los fieles. En efecto, durante buena parte del primer milenio no se
leía la Biblia por el pueblo fiel, porque la gente ni sabía leer ni entendía latín ni tenía
con qué comprar una Biblia. Y en buena parte del segundo milenio, a partir de la
invención de la imprenta, se apartó a los fieles de la lectura de la Biblia como
defensa contra la reforma protestante. En cambio, la Eucaristía como presencia real
y como ceremonia de sacrificio se agigantó.
El Sagrado Corazón lo invocamos: «en vos confío,» o últimamente, «el amigo que nunca falla.» Hoy nos
puede sonar casi como una invitación a no confiar en nadie más sino en Dios, como Jeremías:
«Maldito el hombre que confía en otro hombre.» Pero Jesús dice todo lo contrario de
Jeremías.
Estas cristologías de las devociones se desinteresaron casi por completo del Jesús
real e histórico.
5 Cristología pneumática
Los grupos pentecostales evangélicos y el movimiento carismático católico
tienden a mirar toda la obra de Cristo a través de la acción actual del Espíritu Santo,
el cual realiza todo lo que otros cristianos atribuyen a Jesús como Dios, o al Padre.
El Espíritu santo hace la obra creadora, infunde todos los dones divinos, da el
triunfo sobre el demonio, es el que sana, libera, cura y salva. El Jesús histórico
queda desplazado por el Espíritu Santo, a cuyas inspiraciones todos debemos ser
dóciles.
Una cristología así no tiene referencia inmediata y decisiva con Jesús real e
histórico.
5 CUATRO PARADIGMAS O ESTRUCTURAS TEOLÓGICAS REVISADAS POR EL
CONCILIO VATICANO II
Estos cinco tipos de cristologías se hicieron posibles en las cristiandades
protestantes y católicas por muchísimas causas, pero de modo especial recibieron
apoyo por cuatro poderosas corrientes de pensamiento que pretendían imponerse
en las Iglesias, cuatro grandes paradigmas o estructuras mentales que predominaron
durante siglos. Los discípulos de Cristo en la Iglesia católica, o los protestantes,
tienen en el fondo unas opciones claves y no negociables. Para un diálogo sobre
cristología y pastoral, conviene llegar a un acuerdo sobre estos cuatro aspectos
fundamentales. Los cuatro tienden a formar cristianos pasivos y a desviar de Jesús
real e histórico.
1. Fundamentalismo
El fundamentalismo de los siglos pasados asume los textos de los evangelios
como salidos de la boca de Jesús, recordados por los apóstoles por gracia divina, y
puestos por escrito bajo la inspiración del Espíritu santo, de modo que los
hagiógrafos escribieran todo al detalle como había sucedido. El fundamentalismo
literalista en Sagrada Escritura, como el de los musulmanes con el Corán, lleva a
veces al peligro de caer en el fundamentalismo histórico con que hemos
escandalizado al mundo
El fundamentalismo asume la Biblia como una obra directa de Dios, venida de
fuera del mundo, que debe interpretarse de manera factual y literal, y presupone que
la revelación es ante todo de doctrinas y de modelos de comportamiento moral que
nos muestran todo lo que hay que hacer para salvarse.
El Concilio Vaticano II, en cambio, nos dice que Dios se revela a través de
hombres en la historia y a través de la existencia humana de Jesús.
2. Alegorismo
El alegorismo a veces desbordado llevaba a adaptar la Sagrada Escritura a la teología
elaborada en la cristiandad y a numerosas ideologías. Ni el gnosticismo, ni la metafísica, ni
las ideologías, ni las teologías pueden manipular los hechos reveladores que nos interpelan
a nosotros hoy, y nos salvan.
Según el Concilio se debe superar la alegorización permanente de las Escrituras para
hacerles decir lo que había definido la teología creada desde el siglo quinto por los padres
griegos y latinos. De ahí la preferencia por el sentido literal de la “Divino afflante” y de la
“Dei Verbum”. Ya san Anselmo, al comenzar el segundo milenio, reaccionaba contra el
excesivo alegorismo de la “lectio divina”, y abogaba por un uso más crítico de la mente
reflexiva. La cristiandad nos acostumbró a la tentación de establecer las doctrinas y luego
espigar en la Biblia todos los textos que se acomodaran a lo predeterminado.
3. Dos fuentes de revelación
Antes del Concilio Vaticano II se presentaba la Tradición como fuente de
revelación al lado de la Sagrada Escritura: «De Duplici fonte revelationis: De las
dos fuentes de la revelación», se llamaba el documento preparado para la aprobación
del Concilio. Nuestra teología de la cristiandad llegó a auto convencerse de ese
presupuesto y se sentía iluminada, con dos soles, la Escritura y la Tradición, como
dos fuentes de revelación. Por eso al comienzo del Concilio no se sentía por todos
los obispos la falta de Escritura, y se buscaba confirmar la teología posterior y todas
las devociones creadas a través de las edades con textos acomodados de la Biblia.
Frente a la convicción teológica convencional según la cual, al lado de la sagrada
Escritura, la Tradición es una segunda fuente de revelación, el Concilio enseña que
«La norma suprema de la fe cristiana es la Sagrada Escritura, unida a la
tradición.» Y nos acercamos a la Escritura como una sola fuente de revelación, que
continúa en la Tradición de la Iglesia.
Hoy nos emociona y asombra ver a los grandes teólogos dogmáticos, como
Edward Schillebeekxs, estudiando las Sagradas Escrituras para replantear toda la
teología. Y los resultados de prolijos estudios bíblicos se asimilan con valentía,
por ejemplo, en el catecismo para adultos, de la Conferencia episcopal francesa. La
norma es una, que se continúa en la Tradición; y, por eso todos los cristianos deben
tener “fácil acceso” a las sagradas Escrituras, y eso es responsabilidad grave de los
obispos. Y los fieles tienen derecho a una buena formación bíblica. Estas son
afirmaciones de los papas.
4. Confusión de lenguajes y creación de un mundo virtual religioso, y la justa
autonomía del orden creado
La convicción teológica convencional de que Dios se revela por las escrituras
sagradas, que la inspiración es escrituraria, que la gracia se nos comunica mediante
lo sagrado y lo santo y los ministros sagrados, mediante el lenguaje religioso de la
“lectio divina”, las celebraciones y los símbolos santos, y no mediante lo no sagrado
o secular, fue creando un mundo de Dios y de las verdades divinas separado del
mundo real y científico y distante de la historia profana. Por eso se dice en la
predicación ordinaria de no pocos que Dios llega a nosotros por dos medios: 1º La
sagrada Escritura, la “lectio divina”, y 2º Los sacramentos. Nos encontramos con
Dios por la Sagrada Escritura, con lenguaje religioso, y por las celebraciones
cultuales o litúrgicas, y no por lo profano. Los protestantes lo reciben por la Biblia.
Todas las religiones usan un lenguaje evocativo para hablar de Dios, el lenguaje
religioso, y, antes de Jesús, en la Biblia, es normal usar un lenguaje simbólico y
religioso también para decir algo sobre Dios.
En cambio, en Jesucristo como ser humano se da el lenguaje real, de persona
humana, que es al mismo tiempo comunicación directa de Dios en su Hijo, ubicado
dentro de la autonomía de la historia humana y del cosmos real. Por consiguiente el
lenguaje de Jesús supera de manera radical y paradigmática todo lenguaje religioso
y sacro. En los lenguajes religiosos hay dos realidades, la real y la virtual religiosa.
En Jesucristo solo hay una realidad y todo su lenguaje se refiere a esa realidad
humana y única. Y en ella la trascendencia de Dios se hace inmanencia. Si en la
realidad de Jesús nos encontramos con la realidad de Dios, se sigue que se
desvaloriza la división entre lenguaje religioso y lenguaje científico o profano.
El lenguaje religioso, creado en el tiempo del mito y de la metafísica, se
desmitificó y reemplazó en la teología kerigmática, por un lenguaje existencial y
actual, pero se olvidó la realidad histórica de Jesús de Nazaret, y se redujo el mensaje al
kerigma como interpelación existencial.
Los cristianos católicos agradecemos que la Iglesia nos enseñe, en el Concilio
Vaticano II, a superar esas cuatro inmensas corrientes teológicas.
*La Buena noticia, el nuevo sol
En el nuevo ambiente del Concilio, con alegría nos podemos acercar a Jesús y
preguntarle sobre sus convicciones. Esta es la buena nueva que nos dan los estudios
bíblicos modernos. Y de nuevo podemos conversar con Jesús, no de manera
ingenua como antes, sino de manera crítica. Este podría llamarse el nuevo sol que
nos ilumina en teología, al lado de la Biblia y la Tradición como única fuente de
revelación.
En particular, nos estamos convenciendo de que los mejores teólogos no son
Platón y Aristóteles y los que nos definen a Dios con términos filosóficos griegos.
Hoy no entendemos una metafísica estática porque estamos en el horizonte de la
evolución general, y por otra parte graduamos a Jesús real e histórico como el
mejor teólogo, el único que puede hablarnos con autoridad soberana sobre el Dios
que de verdad existe y está activo, hoy, en los días de la creación.
Al sentarnos alrededor de Jesús, nos asaltan legítimos reparos a los filósofosteólogos, muy respetables como científicos, y asumimos la tarea de ir superando las
imágenes de Dios, creadas en la sucesión de los siglos y culturas, para abrazarnos
con Jesús al Dios que de verdad existe.
Para contrarrestar tanto las cinco cristologías, como los cuatro paradigmas
poderosos, que forman cristianos pasivos y desplazan a Jesús real e histórico,
proponemos volver a estos dos criterios universales, que están en el punto de
partida literario como revelación de Dios: 1º Jesús que se expresa en calidad de
persona humana, a juicio de todos los interlocutores. 2º Grupos de hombres reales,
en relaciones interpersonales, que responden como amigos a la propuesta de Jesús, y
escriben sus vivencias en las eclesías, en el Nuevo Testamento.
Con esta revalorización de la historia humana de las comunidades y de la persona
de Jesús de Nazaret, buscamos un mejor acercamiento a Jesús hoy y esperamos
cristianos discípulos y misioneros.
6. DOS PARADIGMAS CRISTOLÓGICOS, ECLESIOLÓGICOS Y PASTORALES. El
paradigma teológico de las cristiandades católicas y protestante, y el
antropológico-teológico que se inspira en el Concilio Vaticano II y en Jesús real e
histórico
Las cristologías que hemos evocado, en la práctica pastoral católica y protestante
me parece que se presentan en dos formas generales La primera cristología y
pastoral tiene como eje a Jesús Dios, la víctima divina y Cristo resucitado. Entre
católicos con facilidad se unen en el dinamismo del catolicismo popular y de la
renovación en el Espíritu. La segunda es la que siguen, hoy, los discípulos de Jesús
real histórico e Hijo de Dios.
6.1 Cristologías y pastorales dogmáticas o kerigmáticas. Cristología teocéntrica.
Las parroquias que se destacan por el éxito suelen distinguirse o por el catolicismo
popular con devociones o por la renovación en el Espíritu y el ministerio de la
música.
Entre los protestantes, la teología kerigmática ha dado gran impulso misionero con
el pentecostalismo, el cual ha crecido vertiginosamente en las diversas iglesias.
Entre los católicos con frecuencia se mezclan ambas tendencias, las devociones
con la teología kerigmática y el ministerio de la música en el Espíritu. . Por ejemplo,
hay parroquias centradas en una devoción tradicional de Cristo o de María, pero las
animan con gran despliegue de cantos y formas pentecostales o carismáticas
católicas. En otras parroquias se promueven las comunidades o koinonías, pero sin
cambiar los paradigmas fundamentales. Ese asunto merece un estudio detenido.
El paradigma cristocéntrico reinante tiene sus raíces desde el siglo tercero, cuando
fue separando poco a poco a Cristo, de la experiencia de la eclesía vivencial y
participativa. En el primer milenio predominó una cristología del triunfo de Cristo,
como vencedor del demonio y redentor del hombre mediante el sacrificio de la cruz,
como acto de poder de Dios. La resurrección de Cristo sella el triunfo de Cristo, el cual es
el Pantocrator.
En el segundo milenio predominó una cristología de la pasión, del dolor, del
crucificado, no en el sentido paulino, sino como víctima satisfactoria en la cruz.
Después de la Edad Media y en la modernidad hubo dos cristiandades, la católica y
la protestante, y dos maneras de responder a los retos de la razón del siglo de las
luces y de la ilustración. Los católicos se esforzaron por mantener el contacto con
Jesús mediante la experiencia de Iglesia en los sacramentos, y los protestantes
mediante la Biblia. Esas dos maneras fueron antagónicas y en guerra santa.
Después del Concilio Vaticano II se han reconciliado en muchos aspectos. Y, en
nuestro continente, ya se han pasado a grupos cristianos libres, cien millones de
católicos, cerca de una cuarta parte de los bautizados. ¿Qué ha ocurrido en nuestro
continente?, ¿proclamamos el ecumenismo para buscar la unidad alrededor del Papa,
y resultan cien millones de católicos que se pasan a los grupos cristianos libres?
*Versión de la cristiandad católica
Llamamos dogmática la cristología que de manera casi excluyente proclama la fe
en un Dios hecho hombre que nos salva con su poder divino, manifestado con los
milagros o con el máximo milagro que es la resurrección. El punto de partida es el
poder de Dios manifestado en la encarnación de Dios a fin de morir en la cruz, para
nuestra salud y remedio.
Según esta visión, la Iglesia nace por un acto de poder de Dios que resucita a
Jesús, que instituye la Iglesia como sistema de mando y sumisión, y que distribuye
los tesoros de la gracia por los sacramentos, en manos del clero.
El Espíritu Santo fue inspirando las estructuras de la Iglesia con sus ministerios y
la disciplina de los sacramentos, instituidos por Jesús para comunicar la gracia.
Esta experiencia de Jesús resucitado y del Espíritu por el anuncio kerigmático se
vive en las celebraciones sacramentales de la Iglesia minuciosamente determinadas
en los rituales.
A partir de esta experiencia de los sacramentos y de las ceremonias religiosas, se
elabora el encuentro personal con Jesús, que va madurando por la consideración de
los misterios de Cristo contemplados en este contexto personal y místico.
El Nuevo Testamento se lee de manera alegórica para que en nada contradiga el
dogma y las celebraciones establecidas. Se deben seleccionar los textos bíblicos que
confirmen la determinación dogmática. Esta contemplación se hace así como «lectio
divina» para contemplar a Dios actuando en Jesús y mostrándonos todo su amor hasta el
extremo de la cruz. El Jesús histórico como ser huma-no no es necesario, más aun, Jesús
no tiene persona humana.
Cuando la razón iluminada suscitó el problema de la historicidad de Jesús y de los
evangelios, y vino la respuesta existencialista de los protestantes con Bultmann y
Barth, entre los católicos se habló del Dato Revelado y de los hechos dogmáticos.
La teología desarrollaba el kerigma o los datos revelados. 26
*Versión protestante
Bultmann, después de la primera guerra mundial, apoyado en la filosofía del
primer Heidegger, y Karl Barth, con otras consideraciones, en continuidad con la
cristología de la modernidad protestante, propusieron una teología que puede
llamarse kerigmática, pues parte de la Biblia como proclamación de Jesús muerto y
resucitado, a quien debemos aceptar en la fe. En la misma línea renovadora se sitúa
Paul Tillich.
Esta teología ha tenido un éxito espectacular, pues ha conquistado a católicos y
protestantes y ha generado toda una visión del cristianismo y de la pastoral. Los
católicos, centrados en la pasión del Señor y en las devociones, encontraron el
camino moderno de ser bíblicos, sobre todo después del Concilio Vaticano II. Esta
teología se vio muy apoyada por la renovación teológica católica que redescubrió la
importancia de la resurrección y la acción carismática del Espíritu. 27
En la práctica, la cristología se sintetiza en cuatro verdades, que se llaman el
kerigma. “¡Cree en Jesús, muerto y resucitado, como única dispensación provista
por Dios para nuestra salvación!. Conviértete a la fe y se te borrarán los pecados, y
serás salvo, y ¡Aleluya.” Esta forma kerigmática ha tenido éxito arrollador en la
predicación protestante, con el pentecostalismo y los medios de comunicación, y
también en la católica a través de varios movimientos.
Los católicos matizan esta cristología con las prácticas católicas pero conservando
intacta la mentalidad, y complementan el kerigma con la devoción a María
Santísima y al Santísimo Sacramento del altar. Pero se están utilizando los mismos
sermones y sobre todo una proliferación de cantos con melodías impregnadas de
devoción y la misma
mentalidad que llaman Cristocéntrica, pero que, en
28
definitiva, es teocéntrica.
Otra corriente, de J. Jeremías, buscó los “ipsíssima verba” de Jesús. En el
renombrado “Jesus Semminar,” en Estados Unidos, se catalogaron las palabras de
los evangelios de acuerdo con la distancia que tomaron respecto de Jesús, y se les
asignaron colores.
Es imposible separar las concepciones protestantes y católicas en este punto de cristología y
pastoral. Las teorías de la Edad Media sobre justificación y redención, la concepción de la
Escritura como dictado del Espíritu Santo, el triunfo de Cristo en la cruz contra el dragón
infernal, y otros muchos aspectos fundamentales se intercambiaban entre católicos y
protestantes.
A su vez los protestantes aplaudieron muchas enseñanzas del Concilio
Vaticano II. 29
El protestante acepta la sacramentalidad de la Palabra de Dios escrita en la
Sagrada Escritura, y quiere someterse sólo a ella: “Sola Scriptura,” pero reconocen
también la sacramentalidad de Jesús.
En cambio los católicos ponen el énfasis en los sacramentos de la Iglesia,
“instituidos por nuestro Señor Jesucristo”, pero acogen también la fuerza
transformadora de la Palabra, y reconocen la acción del Espíritu Santo.
Para la publicidad en la prensa mundial se destacan algunos “dogmas” que caracterizan
este paradigma cristológico en sectores protestantes y católicos. He ahí algunas banderas:
Jesús es Dios, el es el único salvador, María es virgen, la tumba vacía, la sumisión de la
mujer, la actitud rígida contra gays y lesbianas, la autoridad y obediencia en la Iglesia.
6.2 Cristologías y pastorales históricas, antropocéntricas y cristocéntricas.
El cambio general acerca del cosmos, la razón iluminada de la modernidad, el
fracaso político de las ideologías, el cambio cultural de la internet, el pluralismo
religioso que afecta a todos y les interesa, son cambios globales tan radicales que
nosotros como discípulos de Jesús nos sentimos en un mundo nuevo en el cual
queremos evangelizar.
Ante ese mundo adveniente recordemos grandes afirmaciones del Concilio
Vaticano II sobre la divina revelación, que ya hemos destacado: 1ª No hay dos
fuentes de revelación sino una norma suprema de la fe cristiana que es la Sagrada
Escritura unida a la tradición. 2ª Toda la realidad que analiza la ciencia es
testimonio de Dios. 3ª Dios se revela en los hechos históricos y no solo en la
literatura sagrada. 4ª Dios no usa lenguaje divino sino que toda la revelación hasta la
última palabra es lenguaje humano. 5ª Todo lo que Dios quiere decirnos nos lo dice
a través de Jesús de Nazaret.
Estas afirmaciones dogmáticas implican una nueva cristología y una nueva
pastoral y nos remiten a un foco, a Jesús real e histórico. Si repasamos los
paradigmas que hemos desarrollado en el número 1.2 podremos suscribir las
siguientes convicciones. .
Primera convicción: para vivir la fe cristiana necesitamos con quién: la eclesía
Jesús real e histórico nos impide formular una cristología y una propuesta de Jesús
para que la acepte el que pueda y quiera. El nos muestra unidos los dos elementos:
la propuesta de él y la comprensión de sus discípulos con su lenguaje y con su
bagaje cultural. El judío, el helenista, el samaritano que no enfatizaba a David sino a
Moisés, el gnóstico posterior, cada uno matiza la respuesta a la oferta Pero la oferta
no se conoce sino a través de la respuesta, es decir, la propuesta de Jesús y la
respuesta de los discípulos en comunión amorosa constituyen las eclesías del nuevo
testamento y de los siglos siguientes, y la puesta por escrito del Nuevo Testamento.
La primera convicción es que para vivir el evangelio necesitamos la eclesía.
Segunda convicción: La norma suprema de la fe cristiana es una. No dos. El
Nuevo Testamento
La norma de la fe cristiana está en el Nuevo Testamento. Por eso las afirmaciones
de la Iglesia deben ser comprendidas de acuerdo con la norma suprema de la fe que
es la sagrada Escritura. Por eso la Tradición debe entenderse como continuación
vital
de la Escritura. El Magisterio eclesiástico tiene el pesado encargo de
confrontarse a sí mismo con la fe de los apóstoles, para garantizarnos la fidelidad a
Jesús real e histórico con sus discípulos.
Solo así por nuestra comunión con la Iglesia, nos acercamos a Jesús real e
histórico, para escucharlo a él como lo hicieron los discípulos. 30 Debemos, pues,
volver a la norma suprema. Pablo VI se recordaba a sí mismo y a los obispos:
«El Concilio Vaticano II dijo, como nunca antes se había hecho, que nos y nuestros
hermanos los obispos del mundo entero tenemos la grave obligación de hacer cuanto esté a
nuestro alcance para proporcionar a los fieles fácil acceso a la Sagrada Escritura».31
Esta que se puede llamar la única gran orden que el Concilio dio a los obispos
sigue vigente para todos los apóstoles de Jesús. Y debe ser nuestra tarea
primordial..
Pero ni siquiera las formulaciones bíblicas se pueden absolutizar puesto que una
eclesía modifica las formulaciones creadas por otras. Mateo y Lucas utilizan con
libertad y completan los textos de Marcos.
Pero tampoco en el Nuevo Testamento podemos seleccionar lo que favorezca
nuestras propias opciones porque la selección es subjetiva, y la experiencia nos
dice que todas las ideas teológicas que se han lanzado se apoyan en el Nuevo
Testamento. Cada pastor impone su tesis.
Ni un evangelio dentro del evangelio, ni la más antigua imagen reconstruible de
Jesús, ni la conciencia que Jesús tenía de sí mismo. Como tampoco las “ipsíssima
verba Christi”, ni
las diversas confesiones de fe, ni las técnicas de “Jesus
semminar.”
Jesús real e histórico como fue acogido por los discípulos nos defiende de las
arbitrariedades, de las divisiones por las interpretaciones a lo largo de los siglos, de
las formulaciones teológicas fundadas en metafísicas o ideologías, y de las
devociones y las revelaciones adicionales de la religiosidad popular. La Iglesia solo
nos unirá alrededor de Jesús. Ver el “postscriptum.”
Tercera convicción: Dios en todo lo que hace ama.
La tercera inmensa convicción es que la voluntad de Dios es de amor, que se
desborda en nosotros. Ya recordamos que el gran propósito de Dios en el Primer
Pacto es «Voy a liberar a mi pueblo de sus aflicciones y opresiones injustas». Este
es el primer acto pastoral de Dios y la primera teología. Y Jesús sintetiza el mismo
amor en estas palabras: «Crean en el amor de Dios Padre; y crean en mí» . Crean en
el mundo real de los hombres y en mí que estoy personalmente con ustedes, y crean
en Dios. Con ustedes se pone en marcha el reinado del amor del Padre en una
historia real de seres humanos.
En Jesús real e histórico se supera el que llamamos mundo intermedio, y se
encuentra el primer mundo real de los seres humanos y el segundo mundo real de
Dios.
Esta fe clave en Dios y en el hombre, que se encuentran en Jesús, como los dos
mundos reales sin un mundo intermedio, es la misma fe que las eclesías opusieron,
como una roca, durante el siglo segundo y tercero, contra el gnosticismo, como
mundo intermedio.
Y es la misma fe que debe oponerse contra todo intento de reducir a Dios y al
hombre a los límites del mundo intermedio, donde está el dominio del hombre, la
creación admirable de su inteligencia y el ambiente necesario de todas las
manipulaciones. Tercera convicción: debemos ser críticos del mundo intermedio
para no adorar ídolos creados por los hombres más inteligentes.
Cuarta convicción: lo sagrado es camino hacia Dios
La cuarta convicción es que debemos amar y respetar la religiosidad popular, como el
lenguaje religioso disponible. El mundo intermedio siempre será necesario, como creación
continua de la cultura y de la historia humana. Por lo mismo hoy también volvemos a
comprender la oferta de Jesús con nuestro bagaje cultural. En cada época tenemos un
lenguaje religioso para expresar nuestra relación con Dios. Esto lo ha llamado Paul Ricoeur
“Le croyable disponible.” «Lo creíble que tenemos a disposición.» Cada eclesía en el
mundo grecorromano, con todas las avalanchas culturales que confluyeron, comprendió la
fe cristiana con matices muy distintos. Y también nosotros hoy debemos dar respuestas
dentro de nuestras culturas.
Por eso nuestra religiosidad popular, aunque es nece-saria, no es comprensión
normativa de la fe. La comprensión normativa es la del Nuevo Testamento o de las
eclesías apostólicas, y nuestra religiosidad popular debería vehicular la verdadera
comprensión del misterio cristiano para nuestro tiempo. En este sentido deberían
renovarse todas las devociones al Señor y a la Virgen María y a los santos. Y esto
ha pedido el Concilio.
Quinta convicción: El mundo es sacramento de Dios, con lenguaje religioso o con
lenguaje profano
La quinta convicción se refiere al lenguaje moderno de la ciencia de la evolución
y del espacio-tiempo en expansión, y de la cultural actual..
Meditemos las siguientes definiciones. «Dios al crear y conservar el universo
ofrece a los hombres un testimonio perenne de sí mismo;» «Dios se revela en la
historia y en lenguaje humano;» «la fe cristiana respeta la justa autonomía de las
realidades terrenas,» y preguntémonos, cuál es lenguaje de los discípulos para
trasmitir la amistad con Jesús, a fin de que hoy suceda lo que sucedía a los
discípulos galileos de Jesús, los cuales al encontrarse con un ser humano, Yeshúa de
Nazaret, se encontraban con Dios, sin necesidad de cambiar el lenguaje. ¿Cómo
aprender a expresar nuestra fe y a realizar nuestra pastoral con el lenguaje cultural
de nuestros hermanos contemporáneos?. La quinta convicción es que, en Jesús, somos fieles a
Dios y fieles al hombre
Jesús, para ayudarnos a llegar a Dios, nos invita a encontrarnos con él y a no hacer
ídolos. Hacer un ídolo es dar existencia a una imagen de Dios. La imagen que
hacemos de Dios es como una alienación de Dios, puesto que ninguna imagen es
Dios. Miremos a Jesús con los ojos de los discípulos y autores del Nuevo
Testamento, para no caer en idolatrías de imágenes..
Y el mismo Jesús, para ayudarnos en nuestra plena realización humana, quiere
liberarnos de todas las alienaciones. Su acción pastoral consiste en quitarnos todas
las alienaciones para que seamos totalmente nosotros; hombres y mujeres a
cabalidad.
Pues bien, esta obra pastoral fundamental, contra la idolatría y contra todas las alienaciones
humanas, es la que realiza Jesús real e histórico: En el tenemos la revelación del mundo
real de Dios y la revelación del mundo real de los hombres. Jesús nos da el ideal del ser
humano masculino o femenino y nos libera de todas las alienaciones. En Jesús, verdadero
hombre sin alienaciones, me encuentro con Dios, sin alienaciones ni imágenes idolátricas.
Evitamos así la cristología de un «theios aner», un hombre dios, un Dios terreno
disfrazado de hombre, eliminamos de raíz el mundo intermedio creado por los
hombres, en metafísicas, gnosticismos, ideologías y simbolizaciones religiosas. La
persona de Jesús de Nazaret es la afirmación deslumbrante y fascinante de los dos
mundos reales, el de Dios y el de los seres humanos, y la negación del mundo
intermedio de idolatrías y alienaciones.
Jesús es persona humana pero al ser
persona divina, del Hijo querido del Padre. No podría ser un hombre sin ser
persona.
Sexta convicción: los modos de ser cristianos pueden ser muy variados, pues cada
uno lo es en su propia cultura, pero siempre en dinámica comunitaria.
Una conclusión final de gran importancia es que los modos de ser cristianos son
muy variados en los veinte siglos de historia de las eclesías y de las grandes
Iglesias.. Y no digamos que solo ahí hay una respuesta correcta a Jesús sino que son
diferentes. Y que muchísimas diferencias son legítimas incluso dentro de una
determinada confesión cristiana y ortodoxa. La diversidad es querida por Jesús. El
mundo intermedio se descarta pero solo en la raíz, para evitar las alienaciones. Las
de Dios que son las idolatrías, y las alienaciones del hombre que prosperan en el
mundo intermedio para manipularlo.
Los amigos del paradigma tradicional como los que defienden el paradigma
emergente estamos de acuerdo en puntos centrales como estos: La afirmación de la
presencia y acción de Dios en todo, la centralidad de la Biblia y, sobre todo, del
Nuevo Testamento, la centralidad de Jesús y del conocimiento de Dios a través de
él, la necesidad absoluta de la comunidad o
iglesia y la urgencia de
transformaciones históricas. Y estos puntos son promovidos por católicos y
protestantes.
El Espíritu santo ha estado siempre presente alimentando a las generaciones
pasadas de santos y devotos, pero siempre ha actuado a través de sus inteligencias y
su comprensión inadecuada de la propuesta de Jesús. Lo que vivieron en los siglos
pasados hombres santos con sus modos culturales, que atraían multitudes, hoy puede
ser un obstáculo. Y esto debemos analizarlo los discípulos responsables de Jesús.
Las seis convicciones ayudan a formar cristianos responsables y misioneros.
7. PROPUESTA PRÁCTICA PARA LA ORGANIZACIÓN DE UNA PARROQUIA, A FIN
DE MADURAR CADA DÍA
*El verdadero mundo intermedio pero real
Para Jesús el mundo intermedio genuino es su grupo de amigos y amigas, y las
eclesías que continuaron su experiencia. Jesús al morir dejó un grupo de amigos y
amigas fieles. Los discípulos crearon innumerables eclesías por todo el imperio
romano, mediante la vida fraterna de personas reales unidas en Cristo como un
cuerpo. Esto no es ni una metafísica, ni una ideología, ni un gnosticismo, ni una
celebración ritual, es el reino o la eclesía, mundo intermedio creado por Jesús. Ahí
está como el que sirve, y ahí da vida eterna. En este ambiente se gestan cristianos
libres y activos.
Pero no perdamos de vista que el Jesús real e histórico que reconstruyamos será
una reproducción inexacta y deficiente, y siempre se podrá perfeccionar. Con todo,
es nuestra primera defensa contra las deformaciones interesadas, creadas por los
hombres y las iglesias. Llegar al Jesús real e histórico será una tarea inacabada.
La otra defensa es el Jesús real e histórico que cada generación de cristianos
deberá reasumir, y que cada eclesía de hoy deberá reproducir vitalmente, pues cada
uno deberá encontrarse con Jesús en la realidad de sus relaciones interpersonales y
de su entorno. El mundo intermedio es la comunidad, es el hombre nuevo.
Estamos serenos con nuestra experiencia de fe por la seguridad de estar en
contacto con Jesús real e histórico en el amor fraterno, porque el amor con que Jesús
amó a sus discípulos, a través de ellos, llega hasta nosotros, y eso nadie nos lo podrá arrebatar. La
Iglesia católica es garante.
Pero nuestra inteligencia exige respeto y no se satisface con verdades
incomprensibles que se llaman misterios para justificarlas. La Iglesia católica nos
guía en esta búsqueda con sus veinte siglos de praxis cristiana.
*La parroquia, gran comunidad de fieles
La experiencia de encuentro con Jesús en el amor fraterno de la eclesía se da
donde hay amor mutuo verdadero. La parroquia está ahí como estructura
indispensable, donde deben florecer múltiples eclesías como experiencia de
evangelio.
Para la masa del pueblo, y con la estructura parroquial vigente, se debe
intensificar la vivencia cristiana con los tres grandes impulsos que provienen del
catolicismo popular, de los movimientos carismáticos que entusiasmen, y de los
planes pastorales que por fortuna existen ya en cada diócesis. Para la masa de la
parroquia predomina la cristología y pastoral dogmática y kerigmática. En la
parroquia debería poderse desarrollar toda la disciplina de la parroquia, descrita en
el derecho canónico, con todas sus actividades y dimensiones, que realice la unidad
de todos en comunión con el obispo y con la Iglesia universal.
*La parroquia, red de pequeñas comunidades
Y para la vivencia plena del evangelio, en cada parroquia, se forman las pequeñas
comunidades que continúen el grupo de amigos que formó Jesús y las eclesías
plurifamiliares que formaron los apóstoles. En estas comunidades se da más fielmente el
segundo paradigma de contacto con Jesús real e histórico.
En ellas los fieles católicos llegan a vivir los sacramentos como una continuación gozosa
y liberadora del encuentro con Jesús real e histórico. Queremos ayudar a los fieles a
encontrarse con Jesús de Nazaret real e histórico para asimilar en toda su riqueza al Cristo
que les comunica la Iglesia católica en su vida sacramental.
Que la eucaristía sea lo que era para cada eclesía en los siglos primeros, más aun que sea
continuación de la experiencia eucarística de Jesús terreno. Este reto de lograr que los
sacramentos sitúen a los fieles ante Jesús real e histórico, es quizá el reto más grande para
los pastores de la Iglesia católica. Que no nos distancien sino que nos acerquen a él. Para
los otros cristianos el reto es que la Biblia nos acerque a Jesús real e histórico.
Sin duda un reto colosal es lograr que los hombres secularizados y científicos, con el
lenguaje de nuestra cultura moderna, se encuentren con Jesús real e histórico.
La Iglesia católica ha ido descubriendo este camino de las comunidades a partir del
Concilio Vaticano II, de modo especial en América Latina. Existirá una dialéctica
enriquecedora y vital entre las eclesías y la gran comunidad parroquial. De modo especial
se ha de dar la unidad en la eucaristía presidida por el presbítero ordenado. Las
comunidades en todos los sectores de la parroquia pueden ser la clave pastoral para llegar a
todos, incluidos los alejados.
Más aun, esta pastoral de pequeñas comunidades podrá avanzar mucho más hacia el
ecumenismo que los caminos de la dogmática y de las estructuras de poder eclesiástico. Se
pueden dar pasos hacia un ecumenismo en las pequeñas comunidades, alrededor de Jesús
real e histórico, con cristianos católicos y de grupos cristianos libres. El testimonio de
amor fraterno romperá barreras y llevará a la unidad.
Queremos ayudar con un granito de arena al encuentro de judíos y cristianos, deseamos llevar a
hombres y mujeres de todas las religiones para presentárselos a Jesús salvador, como se encontraron
en las pequeñas comunidades de los discípulos a lo largo de varios siglos iniciales.
En otras palabras, la ambición pastoral de nuestras reflexiones cristológicas, es ayudar a vivir
intensamente a Cristo en la Iglesia pero a través del encuentro con Jesús real e histórico. Esta
experiencia no puede ser mesiánica, ni por ley, sino que se realizará en las pequeñas comunidades
del ágape. De otra manera todos los cristianos dicen que se encontraron con Jesús personalmente, y
que él les cambió la vida, y unos son pentecostales de muchas denominaciones evangélicas, otros
carismáticos, otros son católicos, otros son protestantes, o luteranos, o anglicanos, o presbiterianos,
y otros pertenecen a uno de los cincuenta mil grupos cristianos libres.
Una explicación más amplia está en volumen 12, quinta parte.
*Los discípulos encontraron a Dios al encontrarse con Jesús real e histórico
Imaginemos a María, a Pedro o Andrés, o al discípulo amado. Al estar ante Jesús saben que se
encuentran con el Hijo amado de Dios. Y después de la muerte de Jesús, tampoco necesitan el
mundo intermedio porque se encuentran con él al encontrarse con sus hermanos en comunión de
amor, y experimentan al hombre Jesús como Dios y, unido a los otros hermanos, como camino,
verdad y vida.
De nuevo, solo tendrá la capacidad hermenéutica total quien vive la experiencia de eclesía, hoy,
en comunión con la Iglesia. “Si viven en comunidad de contraste, separada del contexto
sociológico, y se aman, van a saber lo que es bueno, verdadero y agradable a Dios”. Romanos
12,3. Pero la referencia primaria es siempre Jesús. Tenemos así como criterios: Jesús y la eclesía
vivencial en comunión con la Iglesia universal. Esta doble referencia, la fascinación ejercida por
Jesús y la experiencia de vida comunitaria de hermanos, hace que el kerigma no se convierta en un
mito, en una ideología o en una religión que satisface las aspiraciones religiosas de los seres
humanos, en el pluralismo religioso. Les falta, la clave nueva:“Ustedes mismos son la carta de
Jesús” (2Cor 3,2-3).32
Como grupo de reflexión deseamos que la cristología que estamos vivenciando se encarne en las
pequeñas comunidades y sea fuerza renovadora para muchas parroquias en América Latina. Es lo
que esperamos de nuestra sintonía consciente con Jesús de Nazaret y sus discípulos, y de nuestro
propósito de comunión con la Iglesia católica que en Aparecida nos invita a ser discípulos y
misioneros.
Notas
1. Una descripción sucinta de los desafíos de la modernidad a las cristiandades se halla
en “Discípulos apasionados de Jesús, hoy, en la Iglesia”, pg.75 a 107
2. Si el islamismo debe evolucionar para responder al hombre moderno, talvez el gran
competidor del cristianismo va a ser el budismo, y por eso reviste tanta importancia la
Nueva Era. .
3. Es de extraordinaria importancia el diálogo de cristianos y judíos y musulmanes para
el futuro de la paz mundial. Solo la paz religiosa permite pensar en una paz mundial. Los
discípulos de Jesús debemos dar los pasos para encontrarnos con los miembros de las
religiones monoteístas, descendencia de Abrahán. Ver Concilium Nº 311 (Junio 2005)
¿Cristianismo en crisis?. Todo.
4.
En Tailandia, si contamos católicos y protestantes, no llegamos a ser el 1% de la
población.
5. John Shelby Spong, Why Christianity Must Change or Die, Harper San Francisco,
1998.
6. En 1963 una encuesta demostraba que el 65% de los norteamericanos pensaba que la
Biblia era palabra de Dios literalmente, y en el 2001, lo cree solo el 27%. No es un
producto divino sino un producto humano. Antes se aceptaba en bloque lo que mandaban
las iglesias; hoy son cristianos “de cafetería”, que escogen lo que quieren consumir.
7. Antes había santos protectores para cada mal del hombre; hoy los insecticidas y demás
fuerzas de la naturaleza dejaron vacantes, y olvidados, a todos esos santos patronos.
8. En el centro de la modernidad está Kant, “La religión dentro de los límites de la
mera razón”.
9. Sobre este tema se recomienda el libro de Florencio Galindo: “El fenómeno de las
sectas fundamentalistas”, Verbo Divino 2ª Ed.
10. Todavía hay catequistas que explican la creación y el pecado original de Adán y Eva
según la Biblia cuando los niños de quinto grado ya están iniciados en la ciencia moderna
del espacio-tiempo
11. Habría que seguir preguntando: ¿Qué hace que el anuncio de Cristo por las iglesias
no sea significativo para muchas personas de hoy?
12. Son innumerables los libros que se han escrito sobre el movimiento iniciado por
Jesús; he aquí unos ejemplos: Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, de John
Meier, varios tomos. Estella: Verbo Divino, desde 1997. Del Movimiento de Jesús a la
Iglesia cristiana, Ensayo de exégesis sociológica del cristianismo primitivo, de Rafael
Aguirre, Estella: Verbo Divino, 2001. En estos libros hay bibliografía a gusto de todos.
13. El concepto que muchos manejan de iglesia es la de una institución que tiene una
serie de normas necesarias para salvarse: Así se presentaba en el catecismo del Padre Astete
que guió las conciencias y la pastoral durante cinco siglos.
14. Evangelizar se ha traducido por anunciar el evangelio, y quedamos con la idea de que
el evangelio es un escrito, o un sermón, o una homilía acerca del evangelio que Jesús
enseñó. Incluso se ha publicado el catecismo del Padre Astete con citas bíblicas y se llama
nueva evangelización. Una pista para aclarar todo esto es ver a Pablo que evangeliza
construyendo o edificando eclesías de amor fraterno como hecho evangélico.
15. Kerigma de Cristo muerto y resucitado.
16. Estos diez aspectos son el resumen de “La propuesta de Jesús real se histórico,1”.
La lectura del primer volumen es necesaria para entender el segundo.
17. Un tratamiento más amplio de esta imagen de dos mundos reales y el mundo
intermedio puede verse en el volumen 13, “El mundo, sacramento de Dios”.
18. Ver ampliación en el Volumen 20, “En búsqueda del Dios que existe”
19. Ver volumen 12. “Discípulos de Jesús apasionados, hoy, en la Iglesia”, sobre la
cristiandad. El hombre es más perfecto mientras más cercano está a su meta que es Dios;
luego el hombre está hecho para conocer, amar y servir a Dios, en esta vida, y después verle
y gozarle en el cielo. Y por este ideal debe luchar cada día.
20. Ver Schillebeeckx, Historia de un Viviente, pg. 549-551
21. Ver Volumen 12 lo referente a Bultmann, páginas 124-127
22. “Homo religiosus”, Volumen 14.
23. Es tendencia natural construir un mundo totalmente nuevo, transformándolo todo:
milenarismo, apocalipsis, pero también hasta cierto punto la teología de la liberación, la
cristiandad, el islamismo, si no se distingue la religión de la política. Pueden terminar en
mesianismos que se proponen construir un mundo nuevo según ideologías religiosas o
cristianas. .
24. Los judíos con conciencia a través de su propio holocausto, del holocausto de Jesús
de Nazaret. Ver Schillebeeckx, ib. pg 26
25. Ver resumen de san Anselmo, Cur Deus Homo, y Meditatio redemptionis humanae.
Volumen 12, páginas. 42-46
26. Le donnée revelé, de A. Gardeil
27. Es inmensa la literatura sobre la resurrección.
28. Teología kerigmática, centrada en Cristo, individualista, sin iglesia, pero con
devoción al Santísimo Sacramento y a María Santísima.
29. Algunos fueron invitados al Concilio
30. “Dei Verbum” 10
31. Pablo VI a la Federación Bíblica católica.
32.. Leer volumen 12, quinta parte. Walter Kasper: “Los problemas eclesiológicos aun
sin solución solo pueden obtenerla en el contexto de una cristología renovada”. Sobre
todo, el problema fundamental de la ruptura entre la fe y la vida. La solución está en la
encarnación pero como reconciliación entre Dios y el mundo. Jesús El Cristo. Salamanca:
Sígueme, 1976
SEGUNDA PARTE
ALGUNOS TEXTOS FUNDAMENTALES
PARA COMPRENDER
LA PROPUESTA
DE JESÚS REAL E HISTÓRICO
Filipenses 2-3
Romanos 12
El sacrificio personal de Jesús según Pablo:
·El sufrimiento
·La solidaridad
·El choque de mentalidades
·Dar o entregar la vida
·El sacrificio
·El Espíritu Santo
·La eucaristía
Diez textos decisivos para la propuesta de Jesús
·El prólogo del evangelio de san Juan
·Comienzo de la primera carta de Juan
·La carta a los Hebreos
·Himno de Efesios-Colosenses
·El Buen Pastor
·La parábola del buen samaritano
·Discurso del pan de vida
·Las parábolas del Reino
·Las bienaventuranzas
·La oración
Diez aspectos de la propuesta de Jesús a la luz de estos diez textos
1. FILIPENSES 2-3. LA VIDA DE SERVICIO MUTUO COMO SACRIFICIO DE CRISTO
EL HIMNO DE FILIPENSES 2, 5-11, LEÍDO EN LA CRISTIANDAD
Estudiamos estos textos como grupo de amigos que celebran el encuentro con
Jesús.
Animador: Este himno, llamado de la “kénosis,” es el texto bíblico más
trascendental y decisivo para la formulación de la teología en la época de la
cristiandad, desde el Concilio de Nicea. He aquí el texto como suele entenderse:33
“El cual, siendo de condición divina, “cum in forma Dei esset,” no consideró
robo el ser igual a Dios, (non rapinan arbitratus est esse se aequalem Deo.), se
anonadó a sí mismo (“ekénosen”), tomando la forma del siervo, asemejándose a los
hombres. y fue considerado como un hombre cualquiera. se humilló a sí mismo y se
hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz.”
Entendido en esta forma contiene ya explícita la formulación teológica que se va
a imponer en la Iglesia a partir del siglo IV, y verbaliza de modo espectacular los
paradigmas centrales de la teología de la cristiandad. Y esto a solo pocos años de la
muerte de Cristo. No andaría uno muy desacertado si dice que este texto es la clave
de toda la teología de la cristiandad.
1. La santísima Trinidad
Participante 1: Este texto establece la comprensión del misterio de la Santísima
Trinidad porque muestra que alguien que es Dios se hizo hombre: “Cum in forma
Dei esset”. morfh tou qeou, se entendió “siendo Dios, o de condición divina,”
Jesucristo es Dios, desde toda la eternidad, y, en el tiempo se despoja de su
condición divina y nace como hombre. Luego es una persona de la Santísima
Trinidad, o sea de substancia divina, que se reviste de carne humana y aparece como
hombre. Se trata del Hijo eterno de Dios, en el contexto del teísmo elemental.
De ahí se concluye que la naturaleza divina está en las tres personas, que son
iguales. La persona divina del Verbo se reviste de carne humana, y dirige las
actividades de la naturaleza humana de Jesús, la cual carece de persona humana.
Dios es el autor inmediato de todo lo que hace Jesús. Con esta formulación de la fe
cristiana hemos sido formados todos nosotros en nuestra religiosidad popular. Con
ese presupuesto leímos los evangelios. Esa es la fe del catecismo. Esa ha sido la
presentación corriente de la teología de la cristiandad vigente desde el siglo V.
Participante 2: Ya san Máximo el confesor confiesa lo que talvez muchos no se
atrevían a decir: Que nadie puede entender cómo una persona divina pueda portarse
como hombre, pero se prohíbe toda pregunta inteligente porque se trata de un
misterio que ningún ser humano puede comprender. Hay que creer sin entender. 34
Así fue formado nuestro pueblo y se popularizaron las imágenes de la santísima
Trinidad tan comunes en América. Con todo sabemos que un papa que descuella
como el más sabio, Benedicto XIV, prohibió las imágenes de la Santísima Trinidad.
Como contraste, notemos que ni Jesús, ni Pablo, ni Juan nos hablan de cosas que no
podemos entender como seres humanos. Ningún autor del Nuevo Testamento, judíos
monoteístas insobornables, expresa incomodidad en comprender la presencia de
Dios en Jesús.
2. La Encarnación
Participante 3: Esta visión nos ha llevado a una especie de cristología filosófica
que ha tenido gran vigencia y se ha remontado artificiosamente al himno citado por
Pablo, como si él insinuara las dos naturalezas en Jesús y la ausencia de persona
humana.
Los filósofos Schelling y Kierkegaard meditaron este texto de Pablo asombrados
ante Dios que se anonada al revestirse de la naturaleza humana. Ellos usan
expresiones como estas: «La forma de Dios ha sido trocada por la forma de
esclavo. La forma de esclavo es la forma de un hombre insignificante: Dios ha sido
desfigurado, ha venido de incógnito».35
Participante 5: El punto destacable y original de la teoría de Schelling sobre la
encarnación es que la adecúa con la kénosis de Dios Hijo. «Cristo se hizo hombre al
despojarse de la forma de Dios, no mediante una obra accidental sino por una
necesidad intrínseca. El hombre Jesús nació pura y llanamente del acto de
exinanición. En otras palabras, si la kénosis no es más que la suspensión de las
prerrogativas divinas, pierde su carácter propio». 36
He aquí lo que decía el catecismo francés quince años antes del Vaticano II.
«Un Dios envuelto en pañales, es la paradoja de la fe. Es la contradicción a la
que tiene que hacer frente el discípulo, la situación que resuelve «la feliz pasión
de la fe», despidiendo la inteligencia y acogiendo la paradoja».
3. La redención
Participante 6: La teoría sacrificial se ha confirmado con este himno de la kénosis,
porque dice que Jesús obedeció al Padre hasta la muerte y muerte de Cruz. El Padre
le dio la orden de morir por nosotros, para que nos fueran perdonados los pecados.
Es el centro de la teología de la cruz y de la víctima divina. Nuestro pueblo vive la
semana santa con esta idea. Estudiemos esta cristología popular en el canto de
semana santa de las regiones paisas, en Colombia.
Animador. 37Cada participante comenta una estrofa
1. «Por mí, Señor, inclinas el cuello a la sentencia, que a tanto la clemencia pudo
llegar de Dios. Oye el pregón, Oh Madre, llevado por el viento, y al doloroso acento
ven del amado en pos.»
El asunto de la redención se resuelve entre las personas divinas. Dios da una
sentencia. El Hijo la obedece: así se equilibran la justicia que exige castigo y la
misericordia que exige perdón. María, la iglesia, escucha la sentencia y adora en
silencio enamorada.
2. «Esconde, justo Padre, la espada de tu ira, y al monte humilde mira subir al
dulce bien. Y tú, Señora, gime cual tórtola inocente que tu gemir clemente le
amansará también.»
La ira desatada de Dios por el pecado se transforma en espada vengadora. Solo se
aplaca al ver a Jesús sufrir. Lo que amansa a Dios es el sufrimiento. María, la
iglesia, amansan a Dios si sufren con Jesús.
3. «¡Oh pecador ingrato! Ves a tu Dios caído; ven a llorar, herido, de
contrición aquí. Levántame a tus brazos, oh bondadoso Padre, ves de la tierna
Madre llanto correr por mí.»
La tarea del pecador es contemplar a Dios caído, compadecer, sufrir, llorar, como
María. María es corredentora al compadecer a Jesús agobiado de dolores, al sufrir
con él y al llorar y al ver tanta sangre.
4. «Cercadla, Serafines, no acabe el desaliento, no muera en el tormento la
rosa virginal, ¡Oh acero riguroso! deja su pecho amante, vuélvete a mí cortante
que soy el criminal.»
Lo que agrada y aplaca a Dios es ver el sufrimiento. La pasión en el Hijo, la espada
en el corazón de la Madre, la espada debe pasarse al pecador, nosotros.
5. «Toma la cruz preciosa, me está el deber clamando, sé generoso cuando
delante va el Señor. Voy a seguir constante las huellas de mi Dueño;
manténgame el empeño Señora, tu favor.»
La misión del cristiano es tomar la cruz del dolor. Es preciosa. No un patíbulo
donde los enemigos colgaron a Jesús, sino el altar donde se ofrece la víctima divina.
Si Dios ama el sufrimiento, el cristiano debe amarlo también y buscarlo. ¡Suframos,
que es lo que agrada a Dios!
6. «Tu imagen, Padre mío, ensangrentada y viva, mi corazón reciba sellada
con la fe. Oh Reina, de tu mano, imprímela en mi alma y a la gloriosa palma
contigo subiré».
Nuestra religión es del sufrimiento. Por eso la imagen del doliente Jesús debe
imprimirse en el cristiano. Lo que me dice la fe es que debo sufrir como Jesús y con
él..
7. «Yace el Divino Dueño, segunda vez postrado, deteste yo el pecado,
deshecho en contrición. Oh Virgen, pide amante que borre tanta ofensa
misericordia inmensa pródiga de perdón.»
La fe ve a Dios que la estrofa anterior llama Padre, y ahora Divino Dueño. La
obligación del cristiano es detestar el pecado, concebido como transgresión a la ley,
la cual exige castigo de Dios, que debe ser justo.
8. «Matronas doloridas que al justo lamentáis, por qué os lastimáis la causa no
llorar?. Y pues la cruz le dimos todos los delincuentes broten mis ojos fuentes de
angustia y de pesar.»
Jesús sufre lo que nosotros los delincuentes debíamos padecer. Compensamos con
la angustia y el pesar.
9. «Al suelo derribado tercera vez el Fuerte nos alza de la muerte a la
inmortal salud. Mortales, ¿qué otro exceso pedimos de clemencia? No más
indiferencia, no más ingratitud.»
El Fuerte es el que muere. Su dolor no es como el nuestro. Jesús, por su poder
divino, nos gana la salvación inmortal. Es un acto del poder de Dios, y
demostración de su divina clemencia. Nuestro deber es compadecer y agradecer,
pasivos llorando de amor, que se nos comuniquen los tesoros de la cruz.
10. «Tú bañas, Rey de gloria, los cielos de dulzura; ¿quién te afligió,
hermosura, dándote amarga hiel? Retorno a tal fineza la ingratitud pedía, cese
ya, Madre mía, de ser mi pecho infiel.»
Los hombres hacen sufrir a Cristo, dulzura divina. Sufre los dolores merecidos por
nuestros pecados.
11. «El manantial divino de sangre está corriendo, ven pecador, gimiendo, ven
a lavarte aquí. Misericordia imploro al pie del Leño Santo; Virgen, mi ruego y
llanto acepte Dios por ti.»
La sangre divina, que le arrancan los verdugos y sayones a Jesús, es la que nos
redime como manantial de gracia. El leño es santo como un altar. El Padre se aplaca
al ver correr a raudales la sangre de su Hijo. Lo que Jesús quiere del cristiano y de
la Iglesia es el llanto y la compasión.
12. «Muere la vida nuestra pendiente del madero, y yo ¿cómo no muero de
amor y de dolor? Ay, casi no respira la triste Madre yerta; del cielo abrir la
puerta, bien puedes ya, Señor.»
Este canto quiere ver a toda la cristiandad muriendo de amor y de dolor. Sufrir
amando y amar sufriendo es consigna de los santos. Este morir de dolor y de amor
contemplando la cruz es la respuesta a la redención de Cristo.
13. «Dispón, Señora, el pecho para mayor tormento; la Víctima sangrienta
viene a tus brazos ya. Con su preciosa sangre juntas materno llanto; ¿quién,
Madre, tu quebranto sin lágrimas verá?.»
El ideal del cristiano es sufrir, soportar tormentos, mezclar sangre de Jesús y
lágrimas del fiel. La sangre es la que brota por la brutalidad humana. Y esto es
lógico si lo que agrada a Dios es el sufrimiento, y si lo que el Padre necesita para
amansarse es una víctima que sufra hasta lo máximo soportable por un Dios hecho
hombre. Así se justifican las películas sobre la pasión. Así se explica la
espiritualidad de la pasión, de la sangre, del crucifijo que se ha practicado en la
cristiandad.
14. «Al Rey de las virtudes pesada losa encierra, pero feliz la tierra, ya canta
salvación. Sufre un momento, Madre, la ausencia del Amado, presto de ti
abrazado tendrasle al corazón.»
Con la muerte se canta la salvación. Parece que concibe la resurrección como la
reanimación del cadáver que puede de nuevo abrazarse al corazón de la Madre.
4. El legalismo teológico y ético
Participante 1: Nuestro himno de Filipenses 2,5-11 ha tenido el mérito de avalar
todo el legalismo judío y el derecho romano, para entronizarse de nuevo en el
corazón del evangelio que predicó la cristiandad. “Se hizo obediente hasta la muerte
y muerte de cruz.” El amor se mide por la obediencia. Mientras más obedeces más
amas. Así queda sacralizada la obediencia como la virtud maestra de la vida
cristiana: obedecer a la voluntad de Dios hasta la muerte, y muerte de cruz. Esto se
predicaba en todos los ámbitos de la religión cristiana, y se confirmaba con votos
religiosos.
Al amparo de este texto, el judaísmo y el derecho romano siguieron imperando
en la cristiandad, y el amor que caracteriza a Cristo se convirtió en obediencia. Si
el amor exige obediencia a las leyes, el amor se traduce en obediencia: tanto amas
cuanto obedeces. Si se quitan las leyes judías y se colocan otras el paradigma
legalista queda intacto, y Pablo perdió el tiempo escribiendo las cartas a los gálatas y
a los romanos. La cristiandad predicó la obediencia hasta la muerte como Jesús.
Nadie podrá medir las consecuencias de esta estructura de pensamiento y de estos
paradigmas campeando sin freno.38
Si ese texto, como ha sido entendido con base en la Vulgata y la metafísica griega,
reflejara la convicción de fe de Pablo sería casi imposible intentar siquiera una
modificación en la comprensión tradicional del misterio de la Trinidad Santísima, de
la encarnación, de la redención y del legalismo autoritario de la Cristiandad.
Más aun, habría que advertirle a toda la exégesis moderna, que debe interpretar el
nuevo Testamento a la luz de esta definición, la cual se remonta al primer decenio
de las eclesías, a la conversión de Pablo, pues se trata de un himno prepaulino
citado por él. Lo lógico sería interpretar toda la teología de Pablo a la luz de este
texto fundacional, y así se ha hecho. El paradigma autoridad y obediencia queda
injertado nada menos que en la Santísima Trinidad. ¿Qué más podía desear la
mentalidad del imperio romano?
El primer esquema de la Lumen gentium empieza diciendo: «Unigenitus Dei
Filius ,...novus Adan voluntati Patris obsecutus et...electos sanctificat et gubernat
per se et per electos a se praepositos». El Hijo eterno de Dios obedeció al mandato
del Padre,... y puso superiores para mandar...porque Dios le dio todo poder en el
cielo y en la tierra.
Pero si ese texto tiene otra interpretación, de verdad convincente, se pone
cimiento sólido para una nueva comprensión de dichos paradigmas estelares de la
teología y la ética cristiana de la cristiandad. 39
HACIA UNA NUEVA COMPRENSIÓN DEL HIMNO DE FILIPENSES 2
*La experiencia de la eclesía para hacer cristología
Participante 2: Nuestra convicción es que no podemos interpretar el himno con la
cristología de la cristiandad y sus presupuestos metafísicos, teológicos y jurídicos.
Para una mejor comprensión del himno de Filipenses, 2,5-11, es necesario tener en
cuenta los siguientes aspectos
Lo que Pablo quiere expresar en Filipenses 2,5-11 está más claro en Filipenses
2,1-4. Lo que dice el himno da sentido a lo que vive la eclesía de Filipos. Los
sentimientos que tienen entre sí los filipenses coinciden con los sentimientos de
Jesús, y eso se entiende sin ninguna dificultad. La intención de Pablo no es hablar de
la naturaleza de Cristo y de sus condiciones divinas. Pablo parte de la evidencia de
que Jesús es una persona humana, modelo para los cristianos.
Pero para las preocupaciones de la cristiandad, con el principio de identidad
aislada y la eternidad de las esencias, nada más normal que asumir Filipenses 2,5-11
como un resumen cristológico impecable y normativo para siempre. 4 Esta
mentalidad ha continuado con los modernos, como puede verse en las traducciones
bíblicas y en los comentarios teológicos. Y, a la verdad que si ya hacia el año
cuarenta del primer siglo los paradigmas teológicos mencionados arriba estaban tan
claros, a la luz de ellos hay que entender todo el nuevo Testamento, como se hizo en
la cristiandad. La teología de la cristiandad estuvo formulada desde antes de Pablo.
Con razón antes del Vaticano II se defendía que la tradición es otra fuente de
revelación al lado de la Escritura. La teología de la cristiandad sería inspirada.
*Pablo, edificador de eclesías
Participante 3: Pablo no quiere hacer cristología sino construir eclesías de manera
sólida, porque para él edificar el cuerpo de Cristo es la verdadera cristología. En la
carta a los Filipenses se solaza Pablo ayudando a sus amigos de Filipos a edificar su
eclesía del hombre Jesús, Hijo querido del Padre. El primer error que se comete es,
pues, independizar el himno (vv. 5-11) de los versículos anteriores (1 a 5). Pablo
dice que al amarnos mutuamente en la eclesía estamos teniendo los mismos
sentimientos de Jesús Mesías el cual vivió en actitud de servicio de un hombre
respecto de otros hombres y mujeres. Si nos concentramos en la vivencia del
servicio mutuo en la comunidad, prolongamos la manera de vivir de Jesús en su vida
terrena como ser humano e Hijo del Padre. A esa naturaleza fundacional de la
eclesía acude Pablo.
Participante 4: La eclesía tiene una función esencial: ser exhortación mutua,
invitación de unos a otros, exigencia y estímulo mutuos, y también consuelo de unos
a otros. El llamado a cada uno (“klesis”), compartido con otros, constituye la
comunidad (“ek-klesía”), y ese llamado consolador sigue insistiendo en la
interacción comunitaria ("para-klesis")
*Eclesías o ágape
Participante 5: En los primeros tiempos, la eclesía o comunidad también se
llamaba “ágape“: amor fraternal. La comunidad no es una idea, un concepto, una
doctrina, un texto bíblico o un catecismo o una ceremonia religiosa o una sociedad
perfecta, o un pueblo o nación de autoridad y obediencia. Tampoco es un club o
institución educativa con alumnos. La comunidad no llega a ser vida sino por el
amor de todos los miembros hacia los otros. El cristianismo es amor mutuo de varios
convocados: agaph en Xristw
«Si viven el consuelo comunitario (paraclesis), con el estímulo del amor, si
tienen la comunión en el Espíritu, si tienen las entrañas de afecto y
compasiones, llénenme, por favor, de dicha siendo unánimes en la mentalización
y unidos por el mismo amor. No hagan nada por rivalidad entre ustedes o
vanagloria, y trátense los unos a los otros con humildad y consideren a los otros
como superiores. Que cada uno tenga como objetivo no el bien propio sino el
de los demás. Tengan la misma mentalidad y sentimientos que tuvo Cristo
Jesús.» A l hacer todo eso están haciendo lo que Jesús hizo.
Participante 6: La primera comunión en Cristo es el amor de las personas en la
eclesía de discípulos. La comunión se hace por la interacción interpersonal en el
grupo fraterno o eclesía. La comunión implica la mentalización inteligente, cuerpo,
acciones y actitudes, sentimientos, dinero y universo simbólico y cultural. La
comunión se expresa siempre en comunidad de algunos bienes. Todo se pone al
servicio de los hermanos. Por eso la eclesía es un nuevo ámbito universal, el cuerpo
de Cristo, el sacramento de salvación
Participante 4: El consuelo mutuo, el amor fraterno, la comunión son obras de
Cristo y del Espíritu en el grupo de personas. La obra por excelencia del Espíritu es
la construcción de la eclesía, y por eso él impulsa siempre a poner en común dones y
carismas y bienes de valor económico. La comunidad es de verdad Cristo, es su
presencia real eucarística, el pan de vida.
Participante 7: Pablo goza, inspirado, cuando los miembros de la comunidad se
dan muestras de afecto, de ternura, de delicadeza y benignidad. El afecto entrañable
y la tierna compasión son un signo de madurez en Cristo. Esas muestras de cariño
son santas, con la dignidad de los rituales litúrgicos. El beso santo no es rito
estereotipado ni norma de cortesía fosilizada.
Participante 8: El máximo gozo no está en que los filipenses entiendan,
comprendan, hagan una buena disertación sobre la condición divina y la naturaleza
humana o la substancia común a las tres divinas personas, o en que estén de acuerdo
con la teología oficial mediante prolijos estudios en universidades. La alegría
exuberante es la vida de unión de corazones y de comunión en la ternura santa. Con
la misma pasión con que nos instruimos en las cosas de la religión, y aun mayor,
debemos crecer en el amor a las personas y en la convivencia creadora. Pablo
descubre a Cristo a través de esta experiencia.
Animador: El ser humano consta en gran parte de pensamiento y de amor. Cada
hombre o mujer tiene su propia mentalidad y sus amores. El cristiano no es ese
mismo ser individual sino un nuevo ser colectivo, pues todos los participantes en la
eclesía deben constituir una nueva realidad unitaria, con un mismo pensar y un
mismo amor, y un mismo Espíritu. El testimonio del reino es colectivo.
Participante 1: Pablo no se propone como meta formar un buen cristiano sino crear
una nueva unidad, un hombre nuevo, plural. De los miembros de la comunidad
decide crear un solo cuerpo, un solo templo, un solo Espíritu, un solo pensar, un
mismo amor, en la pluralidad de las personas autónomas y libres.
Participante 2: San Pablo quiere que respetemos a los otros en su identidad y
riqueza natural, que también viene de Dios. Quiere el pluralismo y la variedad de
dones, la diferencia y la creatividad de cada uno, con sus culturas, expresiones y
lenguajes.
Participante 3: Para realizar el ideal de la pluralidad y la unidad, es necesario que
no hagamos las cosas por rivalidad. La rivalidad y la mímesis, la imitación de los
anhelos de los otros (Girard) crea la competencia y la violencia en la historia de la
humanidad. En nuestra cultura capitalista toda la educación y el universo cultural tiene
como resorte original la rivalidad y la competencia. 41
Participante 4: El orgullo y el egoísmo, en los adultos camuflado a veces con el
eufemismo de autoestima, clave de los psicólogos, es el principio de acción normal,
según el sentido común y la buena educación, y la ciencia. Pablo quiere darle un
vuelco a esa mentalidad para poder construir la comunidad.
Participante 5: He aquí el nuevo principio práctico: Asumir que los demás
miembros de la comunidad son mis superiores, con humildad sincera. Primero está
el hermano en la comunidad, y luego el yo. La nueva ley es el hermano. Cada uno
debe apreciarlo todo desde la perspectiva del hermano en la comunidad. Fil 2,4
Participante 6: En otras palabras, asumimos los intereses de los otros miembros de
la comunidad como propios. La unidad de este hombre nuevo comunitario llega
hasta el punto de que cada uno se responsabiliza por los intereses de los otros miembros
como si fueran los propios.
*El himno cristológico a la luz de la eclesía
Animador: Pablo confirma la necesidad de vivir en comunión fraterna por el
servicio mutuo en un hecho definitivo: así vivió Jesús en medio de los hombres y
mujeres. El es nuestro modelo de servicio amoroso, como ser humano que es, en
todo semejante a nosotros. Por eso Pablo dice con toda naturalidad: tengan los
mismos sentimientos de Cristo.
Participante 1: Esta sola decisión de Pablo hace inverosímil la traducción habitual:
«Siendo de condición divina, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, se vació, y no
consideró un robo el ser igual a Dios». Nunca el hombre puede pretender ser como
Dios. Poner como modelo a Dios en este contexto paulino judío disuena.
Empecemos por la filología y la gramática. En toda la tradición bíblica, Dios en sí
mismo, con su santidad, «Qadosh», es el aspecto trascendente, porque es la
divinidad propiamente dicha del Dios omnipotente, Dios de Israel y de todos los
pueblos.
Dios revela algo de sí, en la creación, y sobre todo en el hombre, que es su imagen.
Son aspectos de la gloria de Dios «Kabod: Doxa». Dios vuelto hacia sí mismo es
santidad; y Dios vuelto hacia fuera es gloria. No imitamos a Dios pero podemos
reflejar su gloria, su compasión. Dios revela su gloria mediante actos de poder,
pero también en otras muchas formas, como logos, imagen, «eikon o morfé», sofía,
sabiduría, logos o palabra, «pneuma» o espíritu. En el himno se dice que Jesús es
«morfe» o imagen de Dios, lo cual no tiene nada de chocante para la fe judía que es
monoteísta. Ninguna de estas realidades se puede considerar igual a Dios. Ser como
Dios es la tentación diabólica que la serpiente, en el paraíso, le susurra a la mujer:
«Serán como Dios».
Participante 2: El plan de Dios es que el hombre sea imagen de Dios, y que no
pretenda ser como Dios. La primera afirmación de este himno es de trascendental
importancia porque opone la figura de Jesús a la de Adán. Adán era imagen de Dios
pero pretendió ser como Dios, y desobedeció. Jesús, en cambio, es imagen de Dios
y no maquinó el robo de ser como Dios. Y así obedeció a su condición humana, y
es Hijo de Dios exaltado con un nombre sobre todo nombre. El ser «morfé o eikon»
de Dios corresponde no a Dios trascendente en sí sino a lo revelado de Dios ante los
hombres. Jesús es «morfé» de Dios, Dios para nosotros.
Lo que se propone Pablo es decirles a los cristianos qué sentimientos deben tener entre sí,
en la convivencia cotidiana. Si Jesús es «morfé» de Dios, los cristianos deben ser con él
también «syn-morfé,» conformes a la imagen de su Hijo. La intención de Pablo es parecida
a la de Romanos 8,29: sss «Conformes con la imagen
de su Hijo.» Como Jesús es imagen de Dios, también nosotros podemos serlo si tenemos los mismos
sentimientos de él con los hermanos. En Filipenses 3,21 se confirma la misma idea «El
cual transformará el cuerpo de nuestra humildad haciéndolo conforme «summorfon»: con
el cuerpo de su gloria. Y lo hará por medio del poder que tiene para someter a sí todas las
cosas.»
*Dios en sí no puede ser modelo que imitar
Participante 3: Es inverosímil que Pablo hubiera entendido el himno como lo
entendió la teología de la cristiandad, porque Pablo es monoteísta como buen judío,
y en esto no cedió: «Hay un solo Dios, y hay un solo Señor Jesús Mesías.» Para
Pablo, el que haya un solo Señor no pone en tela de juicio la fe esencial
monoteística.
Es inverosímil que Pablo diga a sus filipenses para que vivan una profunda comunión
humana: «imiten a Dios.» Eso es normal para el griego, como un Gregorio Niseno, o para
el gran moralista Musonio Rufo del imperio romano, pero no cabe en la mente de un buen
judío porque jamás puede pretender ser como Dios. No pueden aspirar a ser sino una
imagen de Dios, ser misericordiosos como el Padre.
«Imiten a Dios» es una buena motivación para un griego que desea con toda su
ansia ver a Dios y definir a Dios. Agustín suspira: «Deus et anima»; Santo Tomás de
Aquino vivía con la obsesión de Dios. El griego sabe que su alma es espiritual e
inmortal, como se decía ya en Píndaro, a la manera de Dios, al cual puede
asimilarse alejándose de lo material. Ser como Dios es la necesidad más urgente del
hombre habitante de su cuerpo de materia alejada de Dios.
Participante 4: Con razón a algunos traductores les incomoda declarar que el
modelo es Dios infinito, Hijo, que toma una decisión en la eternidad: «Tengan los
mismos sentimientos de Jesús mesías,» y recurren a circunloquios que evitan decir
que hay que imitar los sentimientos de Dios: “Tengan entre ustedes la mentalidad
que debe tenerse en Cristo Jesús». «Tengan unos con otros la manera de pensar propia de
quien está unido a Cristo Jesús»: Traducción de «Dios habla hoy».
Participante 5: La experiencia humana demuestra que muchos hombres no se
sienten animados cuando se les dice que imiten a Jesús, porque parten del
presupuesto de que Jesús es Dios, y nosotros simples mortales. Uno les dice a los
amigos: «sufra como Cristo el sufrimiento redentor»; y le responden, «pero él era
Dios». Y lo sienten ajeno. O disfrutan hasta llorar al ver películas sobre la pasión,
con derroche de sangre, porque en el fondo del alma saben que quien sufre es
Dios.
Participante 6: Los griegos, en cambio, piensan todo lo contrario. Dios es espíritu,
y el alma es espíritu, y por consiguiente solo el alma entra en sintonía con Dios.
En la cristiandad, discípula de los griegos, esta identificación con Dios no tenía
problema. Se nos enseñaba a ser como Dios, almas espirituales y angelicales. El
Padre Rodríguez empieza sus «Ejercicios de perfección y virtudes cristianas», o sus
comentadores, con la gran afirmación: «Todo ser es perfecto en la medida en que se
acerca a su fin; luego el hombre es más perfecto mientras mejor se divinice».
Es inverosímil que Pablo ponga como ejemplo al Verbo de Dios que decide
hacerse hombre, obedeciendo a Dios Padre. Algunos teólogos medievales
recordaban que cuando Dios determinó hacer al hombre se lo comunicó a los más
altos serafines, y ellos no quisieron aceptar que Dios hiciera una criatura tan dañina
como el hombre. Y le hicieron huelga, se rebelaron, y Dios los mandó al infierno.
Esa idea de crear al hombre no cupo en las mentes angelicales. Otros teólogos
decían que el origen de los demonios se debió a que Dios comunicó a la corte
celestial que su Hijo se iba a encarnar y a hacerse hombre, y esto desató la rebelión
de las inteligencias angelicales.42 Si los ángeles se rebelaron, con mayor razón un
judío.
Animador: Un judío no dice que imitemos al Dios trascendente y eterno, misterio
inescrutable, en su designio de hacerse hombre, sino que nos conformemos con ser
la imagen genuina querida por Dios al crear al hombre. En cambio un griego no
tiene problemas en ser como Dios, y su aspiración normal es ser como un ángel,
pues los enemigos del hombre son mundo, diablo y carne.
También para el hombre moderno la invitación a imitar a Dios es sospechosa
porque puede asumirse como invitación a la alienación, a no ser hombre sino ángel
de Dios. Y nos replican: «Déjame ser hombre o mujer.»
Participante 1: Cada ser humano tiene su cultura y su mentalidad. En la
comunidad rige una nueva manera de pensar, una mentalidad, un universo simbólico
común, que es el mismo que tuvo Jesús en su vida terrena. Es el evangelio
inculturado. (v.5)
*Solidaridad de Jesús con el cosmos
Participante 2: Jesús, en su vida terrena, es la imagen perfecta de Dios, la forma,
Morfé, de Dios, al ser compasión, benevolencia y servicio. Jesús se anonada
(«ekenosen») al hacerse servidor de los hermanos. Los discípulos lo entendieron
así: «Estoy en medio de ustedes como el que sirve» (Mc, sinópticos), «lavo los pies
a los míos» (Juan); «para la libertad nos ha liberado: para ser esclavos los unos de
los otros» Gal 3-3; «como Cristo, asumo las necesidades de mis hermanos». «Me
hago todo para todos» (Corintios 7,9)
Adán y Eva, animados por la serpiente de su propio egoísmo, quisieron ser como
Dios: Génesis 3,5.22. Cada uno tiene un monarca entronizado en su corazón. El
viejo Adán es egoísta y orgulloso; el nuevo Adán se humilla y renuncia a sus
propios derechos y honores en favor de los hermanos.
Recordemos una vez más: No interpretemos la vida de Jesús a la luz del Antiguo
Testamento sino, al contrario, comprendamos los textos del Primer Pacto a la luz de
su realización en el Nuevo Testamento. Así evitamos el peligro inminente de hacer
decir al Nuevo Testamento lo que dice el Antiguo. En este peligro hemos caído
demasiadas veces. Talvez porque hemos seguido la lógica de leer primero lo más
antiguo. La lógica de las eclesías era leer primero lo de Jesús y luego lo del Primer
Pacto.
Jesús posee la condición total del hombre en el paraíso, donde es creado hombre
para ser imagen de Dios. Dios quiere a Adán como su imagen, y Adán no obedece,
y pretende, instigado por la serpiente, cometer el robo de ser como Dios. Jesús
obedece a Dios al ser hombre, y tan hombre que muere. Y obedece a Dios al morir
en el máximo acto de libertad de un hombre, que es amar hasta dar la vida por sus
amigos. No practicó la obediencia convencional a la ley sino la nueva ley de amar
hasta darla vida por los amigos.
Participante 3: Así cada uno de los miembros de la comunidad tiene sus derechos,
sus privilegios, su autoestima, su cultura y prestigio, su carácter, sus títulos
honoríficos, sus diplomas y dignidades. En todo esto tiene la oportunidad de ser
imagen de Dios o dejarse llevar de la pretensión de ser como Dios.
Participante 4: Jesús, bien consciente de ser imagen de Dios, estaba entre los suyos
como el que sirve. Así, en la comunidad, ninguno debe exhibir sus títulos ni sus
intereses para imponerlos sobre los demás. (v. 6). Esto se llama la “kénosis“, el despojo,
el vaciamiento, el estar entre los discípulos como el que sirve. «Tomó nuestras
dolencias y cargó con nuestras enfermedades» (Mt 8,5-17)
Participante 5: Jesús obedeció a ser hombre en plenitud, incluyendo la muerte,
pero no pretendió "ser como Dios" y hacer valer su condición divina y ni siquiera la
condición de Mesías glorioso. Obedece a ser la imagen perfecta de Dios en el ser
humano por medio del servicio y la compasión; y así obedece a la nueva ley del
amor mutuo que rige como voluntad de Dios definitiva.
Formas de ser como Dios son los diversos mesianismos, hasta los más santos, que
quieren imponer el evangelio por la autoridad y la fuerza, o sueñan con implantar, en
colaboración con el poder político, un orden social cristiano.
Participante 6: El que es imagen de Dios se hace siervo o esclavo entre los discípulos.
Servir es la palabra clave de los sinópticos para definir a Jesús. Esta misma orden de imitar
al maestro la encontramos también en Juan: lavarse los pies entre los miembros de la
comunidad, como esclavos los unos de los otros. Jesús realiza lo intuido por Isaías en los
Cantos del Siervo del Señor (Isaías 52,13).
Participante 7: Jesús se humilla gozando con su condición de ser humano. No nos
invita a alienarnos sino a identificarnos con el ser humano solidario con el cosmos,
incluyendo la muerte. Se humilló al ser hombre desde el big-bang en todo el
proceso evolutivo de los seres humanos, al vivir como ser humano de la cultura
particular judía, pueblo poco significativo, y en condiciones ordinarias de la vida de
los pobres.
Jesús no prueba su divinidad ni pretende ser como Dios, porque ha venido por el
camino de la evolución como todos los hombres, a fin de enseñar a los hombres, no
a ser como Dios, sino a ser hombres de verdad, imagen de Dios. Para ello se
despoja de sus privilegios entre los hombres, para ser expresión y forma humana de la
bondad divina.
*Se hizo obediente hasta la muerte
Participante 8: Se hizo obediente. No obediente material a las órdenes del superior,
o a las órdenes de Dios en la Toráh según los judíos, o a una programación
especial pensada por Dios. No obediente a la manera de los musulmanes en el
divino Corán; sino hombre libre, que por la ley autónoma del amor da la vida por los
amigos.
Jesús sabe que Dios quiere que el hombre sea imagen de la bondad y compasión
divinas. Superados la ley y los preceptos, la voluntad de Dios es de amor y de
salvación para los hermanos, en la libertad.
Como la obediencia a una ley, judaica o romana, ya no salva por sí misma, Jesús
se entrega a la ley del amor y del servicio a los hermanos con toda su libertad. Su ley
son los hermanos. Es la imponente y asombrosa revelación de Gálatas y Romanos y de Juan, y de
todo el Nuevo Pacto. La voluntad de Dios ya no es la expresada en leyes y preceptos sino en la
vida de servicio amoroso de Jesús.
Animador:
Definir el sentido de la obediencia de Jesús es de extremada
importancia.
Participante 1 Al afirmar que Jesús se hizo obediente hasta la muerte y muerte de
cruz, la cristiandad concluyó con lógica aristotélica, luego el discípulo debe
obedecer a todas las leyes divinas y a toda autoridad legítima. El primer documento
de la Lumen gentium sostenía todo el edificio de la jerarquización total de la iglesia
en dos palabras: «Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, y creó
superiores en su Iglesia». Es la cristianización y sacralización de todos los
legalismos, la cual está a la base de la supervivencia de la misma cristiandad.
Participante 2. Jesús murió porque obedeció una sentencia divina: «Por mí,
Señor, inclinas tu cuello a la sentencia», dice la popular teología de semana santa.
Es mejor todavía, según la cristiandad, que esa sacralización de las leyes y de la
autoridad, que viene de Dios, se confirme con el voto de obediencia que hacen los
religiosos y todo el clero a superiores y obispos. Nadie podrá cuestionar esta base
de la estructura de la Iglesia ante el versículo inmortal de este himno: «Un Dios se
hizo obediente hasta la muerte y muerte de Cruz». Jesús lleva su fidelidad al amor
hasta sus últimas consecuencias, la muerte por obedecer. En lugar de defender sus
derechos hasta herir a los otros, muere, obedeciendo decretos divinos y humanos,
para que los demás tengan vida. Es el escándalo de la cruz. ¡Tú, discípulo del
crucificado, obedece como Él! Es la tarea cristiana. ¡Calla la boca, muchacha, que
hasta en el cielo hay jerarquías!.¿Qué pasará si decimos que Jesús, Hijo eterno de
Dios, fue obediente al Padre?
Pero esto es repetir el esquema de la alianza judía, cuyo eje es la obediencia a los
mandamientos de Dios.
*La redención por una víctima divina inmolada
Participante 3. Este himno es también la clave para comprender la redención como
satisfacción a la cólera divina justamente ofendida por el pecado de los hombres. En
el libro «Discípulos apasionados de Jesús, hoy, en la Iglesia», en las páginas 44-50
tenemos una síntesis de la doctrina de san Anselmo sobre la redención humana.
Jesús nos redime porque satisface como víctima obediente al Padre ofendido.
Y Jesús, víctima obediente en el altar de la cruz, está sustentando el misterio de la
Trinidad santísima, la concepción de la encarnación de un Dios que asume una
naturaleza humana, y el legalismo más exacerbado, que puede culminar en la obediencia criminal
e imbécil (Häring, «Libres y fieles en Cristo», introducción) del nacional socialismo.
*La exaltación Participante 4:
“Por eso Dios le dio el más alto honor
y el más excelente de todos los nombres,
para que, ante el nombre de Jesús
doblen todos las rodillas
en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra,
y todos reconozcan que Jesus mesías es Señor,
para gloria de Dios Padre”.
Aquí está expresada la fe de Pablo, que mantendrá siempre. Jesús es el nombre sobre todo
nombre, y es Señor de vivos y muertos. Así Pablo formula la fe apostólica en correcta
teología: Hay un solo Dios y Padre, y un solo Señor, el hombre Jesús el Mesías, nacido de
una mujer, salvador de todos, camino, verdad y vida, según Juan. Dios sobre exaltó a
Jesús Mesías por encima de todo, el cual está aquí en medio de nuestro grupo como el jefe,
la cabeza, la alegría y la dicha eterna. Adoremos, como Pablo, al único Dios, en
monoteísmo radical, pero doblemos la rodilla ante el hombre Jesús, encumbrado a la
derecha de Dios como Hijo amado suyo, el tú perfecto del Padre, y que es Dios como el
Padre, sin dejar de ser hombre. 43
Participante 5: Yahveh es el nombre de Dios para el Pueblo del Primer Pacto,
según la Biblia Hebrea. El sacro tetragrama, las cuatro consonantes del nombre
propio de Dios, YaHWeH. Al traducir la Biblia al griego no se utilizó el nombre
propio del Dios de Israel, para guardar el tercer mandamiento (según la Biblia), y se
lo reemplazó por „Kyrios‟, Adonai, Señor. YaHWeH es “Kyrios”. Por respeto a
Dios y a la tradición de nuestros hermanos los judíos, también nosotros evitemos
pronunciar el nombre propio de Dios.
Participante 6: La comunidad cristiana da este nombre de «Kyrios»“, Señor, con
todos los honores, a Jesús el hombre Crucificado, pero no lo identifica con Dios
Padre: por eso dice «para gloria de Dios Padre». Es Dios quien lo exaltó. El
monoteísmo queda intacto. Pero para Dios Jesús es Hijo querido, tú divino, hijo de
la mujer de Nazaret. La Iglesia comprendió más tarde que Jesús es Dios también
como el Padre, porque Dios Padre se expresó en toda la creación que culminó en
Jesús, el cual es la otra expresión del Padre, el tú de Dios, igual a él. En la tercera
parte de este libro examinaremos algunas precisiones del lenguaje para expresar la
divinidad de Jesús, según la fe católica.
Participante 7: Cantemos un himno de alabanza a Cristo exaltado a la derecha del
Padre.
*La vida de fe en la eclesía: amor intra divino
Animador: Cada miembro del grupo fraterno de Filipos debe amar y
comprometerse, y jugarse la vida el uno por el otro. Se hacen todo para todos. De
modo que la ley suprema de la eclesía es el don de los unos a los otros. He ahí
expresado el misterio de la divinidad de Jesús porque, ya que Jesús es Dios mi
donación al hermano es misterio intradivino de donación de Dios a Dios. Si Jesús es
Dios, mi vida de amor fraterno tiene todo su sentido porque de verdad es Dios Padre
quien se revela en el tu de mis amistades en la eclesía. En el amor fraterno vivimos
el misterio de la divinidad de Jesús. Así Dios no interviene de fuera, no es un
intruso o competidor del hombre, ni jamás nos aliena.
De esta forma el amor fraterno es la manera de superar el legalismo: Se aman
mutuamente y se dejan llevar de este a amor hasta dar la vida por los amigos en
Jesús, y así queda superado todo legalismo porque la ley que rige entre Dios Padre
y Jesús es la ley única del amor mutuo, y esa misma ley nos la revela Jesús, y es la
que se vive en la eclesía. Sin olvidar que el amor verdadero implica la superación de
los apegos.44
Así vivieron, en el primer siglo, en la época apostólica y
subapostólica, y en los tres siglos siguientes, las eclesías de amor mutuo. Y esa
misma experiencia se ha conservado siempre en las iglesias cristianas con diversas
modalidades históricas.
* Corresponsabilidad salvífica
Participante 1. «En consecuencia, mis queridos hermanos, así como ustedes me
han obedecido siempre, y no solo cuando he estado entre ustedes; obedézcanme más
ahora cuando estoy lejos.
Hagan efectiva su propia salvación con profunda
reverencia; pues Dios, según su bondadosa determinación, es quien hace nacer en
ustedes los buenos deseos y quien ayuda a llevarlos a cabo.» Filipenses 2,12-13
Participante 2: Tenemos la obligación, por la muerte de Cristo, de no tenerle miedo
a la muerte que sobreviene, a las incomprensiones y amarguras que debemos sufrir,
como Jesús que siguió su camino de amor mutuo, a sabiendas de que entraba en
conflicto con todos los egoísmos humanos, los legalismos y los ritualismos, los
cuales querrían aplastarlo.
Por eso la tarea es vivir en el amor fraterno, así muramos los unos por los otros.
Esta es la gran orden de Pablo. Y exige obediencia: Esta es la nueva obediencia
cristiana: No obedecer leyes al estilo judío o romano sino dar la vida por los
hermanos de la comunidad. Se habla de obediencia o ante el criterio de la ley y de
la justicia, o ante el nuevo criterio del amor y de la gratuidad misericordiosa del
Padre. Es peligrosísimo confundir estos dos tipos de obediencia.
Participando 3. Como miembros de la sociedad ya hemos aprendido a obedecer a
las leyes. Es lo normal de un hombre. Pero en la eclesía tenemos una orden muy
difícil, pero que debe cumplirse con temor y temblor, con profunda reverencia. Se
trata del mandamiento principal, del sacrificio del calvario en la eclesía, es la misa
de cada momento, que todo cristiano debe celebrar en sus relaciones con los
hermanos en la comunidad.
Participante 4: Realizar esta muerte continua no es obra humana. Para los hombres
es imposible, y solo Dios puede engendrar en cada uno este deseo y darle
cumplimiento. Es el sacrificio de Cristo, obra del Espíritu, realizado en cada uno y a
lo largo de la vida.
*Compartir la condición de hijos
Participante 5: «Háganlo todo sin murmuraciones ni discusiones, para que nadie
encuentre en ustedes culpa alguna, y sean hijos de Dios sin mancha». Filipenses
2,14. Hay que morir a cada momento al propio egoísmo. Hay que morir a sí mismo
para resucitar en el otro hermano de la comunidad, para ser hijos de Dios. .
*Misión por fascinación, lumbreras como Palabra de vida
Animador: “Para que nadie encuentre en ustedes pecado ni tacha alguna, y sean
hijos de Dios sin tacha, en medio de esta gente mala y perversa. Entre ellos brillan
ustedes como lumbreras en el mundo al mantener firme la Palabra de vida. Así,
cuando venga Cristo, yo podré sentirme orgulloso de ustedes, al saber que no he
corrido ni trabajado en vano» Filipenses 2,15-16.
Participante 1: El grupo cristiano de Filipos es una comunidad de contraste frente
al mundo circundante o sociedad civil. El pecado y la maldad caracterizan el entorno
social, compuesto de judíos cumplidores de la ley o paganos piadosos. Para los
cristianos esa sociedad está sumida en las tinieblas, y el grupo cristiano brilla como
una lumbrera en la oscuridad de los egoísmos, y como isla de paz en medio de las
violencias.
Participante 2: Esa lumbrera o testimonio de luz como grupo social en medio de la
sociedad civil es la Palabra de vida. Pablo no piensa que la palabra de vida está en la
Biblia, o en el Nuevo Testamento que no existía, o en unos escritos, o en el
catecismo, o en un sermón o ceremonia o en un kerigma o en la teología. La Palabra
de vida es la comunidad que vive en las relaciones interpersonales la muerte de
Cristo y su Resurrección: la muerte al egoísmo de cada uno y la resurrección del
amor fraterno en el Espíritu.
Participante 3: Esta es la nueva forma de la misión. La comunidad, por su vida
intensa de fraternidad, irradia su luz, y las personas quedan cuestionadas, impactadas
y fascinadas. Es el testimonio colectivo que invita a crear nuevas comunidades.
*Participación en el sacrificio de la eclesía.
Animador: “Y me gozo y sobreabundo en alegría con todos ustedes, si yo mismo
soy sacrificado en libación en el sacrificio de ustedes y en la liturgia de su vida de
fe. Alégrense ustedes y tomen parte en mi alegría” Filipenses 2,16-18.
Participante 1: La vida comunitaria como praxis del reino y expresión de la fe,
morir al pecado y vivir la vida nueva, es el sacrificio de Cristo y la liturgia de los
cristianos. El trabajo de Pablo es parte de este sacrificio y de esta liturgia del grupo
fraterno de Filipos.
Participante 2: Y esta entrega al servicio de la comunidad es palabra de vida y
sacrificio verdadero agradable a Dios, y por eso motivo de inmenso gozo. Trabajar
por la comunidad es concelebrar el sacrificio de la comunidad de amigos, y Pablo
hace esta concelebración a distancia, con los cristianos de las comunidades a las
cuales-permanece vinculado. Es lo que dice Pablo en Romanos 12.
Pongamos las cosas de esta manera simple: Tenemos dos tareas. por la primera
nos unirnos al sacrificio personal de Jesús, el cual se dedica a expresar la ternura y la
compasión del Padre. El que haga esto como servicio mutuo, tendrá de Dios vida
eterna. La primera tarea nos corresponde a nosotros como seres humanos unidos al
Mesías Jesús.
La tarea de la glorificación es de Dios. No tenemos la menor duda sobre la
fidelidad de Dios que cumplirá su tarea. Nuestro cometido es unirnos a la muerte de
Cristo, a su sacrificio personal de servicio a los hermanos, realizado por él desde
que entró en ese mundo (Hebreos), pero nosotros podemos fallar momento a
momento.
*Me hice todo para todos
Participante 3. Por eso es tan claro Pablo. Yo no me glorío sino en servir, me hice
todo para todos al ponerme a su servicio, lo cual conduce a la cruz de Cristo
crucificado. No hay otro camino, ni siquiera el confiar en el poder de Dios, porque
Dios no nos libra de nuestra tarea como no libró a Jesús. Y en Romanos 6 lo repite
con plena coherencia y nueva lógica: «si hemos muerto con Cristo, llevemos nueva vida, y
resucitaremos con él».
La fe cristiana es aceptar que Jesús nos asocia, por el servicio fraterno, a su vida de
servicio, hasta la muerte y vida eterna.
En cambio la fe judía cree en el poder de Dios y en su bondad para con su pueblo,
y espera la victoria sobre Senaquerib. o Nabucodonosor. Para un judío es muy fácil
creer en la resurrección de Cristo. Hay muchos rabinos judíos que no encuentran
dificultad en creer que Dios resucitó a Jesús, ya que es el más bello y maravilloso
de los judíos. Si arrebató a Elías en un carro de fuego, con mayor razón puede
resucitar a Jesús.
Para Pablo la fe cristiana no se identifica con la fe en el poder de Dios, que resucita
a Jesús. Lo difícil de creerle a Jesús es que, si nosotros damos la vida en servicio
mutuo hasta entregarla por los amigos, tendremos vida eterna.
*Nueva comprensión a la luz de Filipenses.
Animador: ¿Cómo podríamos formular de manera muy sencilla, según Pablo en
filipenses, algunos aspectos esenciales de nuestra fe?
*Trinidad santísima
Participante 1: Podemos aceptar la fe de los apóstoles como monoteísmo. Ni
Pablo ni los apóstoles, ni las comunidades, predominantemente judías, del primer
siglo, hallaron dificultad en reconocer a Jesús como muy querido del Padre, Hijo
único de Dios. No era un misterio inexplicable para la razón humana de gente
piadosa judía o pagana.
El Padre ante los cristianos reconoce su tu divino en Jesús de Nazaret nacido de
una mujer. Ese tu divino que es Jesús para el Padre, es Dios mismo que se
autorrevela, es Dios con nosotros. En los tres primeros siglos se expresa la fe
cristina diciendo que Dios se revela en Jesús y en el Espíritu, que son como las dos
manos de Dios. Eran esfuerzos por formular la fe en el Hijo de Dios, Jesús.
Si los apóstoles murieron antes del año 70, ellos no conocieron los relatos de
infancia que tenemos en los evangelios de Lucas y Mateo. Los textos sobre la
«encarnación» no entraban en la expresión y vivencia de la fe de los apóstoles. O
sea, que para entender el misterio cristiano no son esenciales. Lo originario y más
esencial es aceptar que Jesús es el Hijo querido de Dios como se confiesa en las
escenas del bautismo y de la transfiguración. Lo más esencial es lo que estaba
formulado en la fe de Pablo y de los demás apóstoles, sin lo que se formuló
posteriormente. Lo que creyeron y formularon los apóstoles de manera explícita es
lo más esencial de la fe cristiana.
Tanto los evangelios de la infancia como las apariciones del Resucitado forman
parte de la norma de la fe cristiana pero requieren una más profunda hermenéutica
para percibir su sentido salvífico.
*Encarnación
Participante 2: Jesús es un nacido de mujer, que tiene todas las genealogías como
las tenía Pablo, el cual se gloriaba de ser judío legítimo como el que más. Jesús era
para Pablo su paisano. Era miembro del pueblo de Abrahán, Isaac y Jacob. Jesús
procedía de la estirpe y de los cromosomas de David. (spérmatos David: Hechos
13) Nosotros como modernos podemos reafirmar la misma fe al decir que comparte
con nosotros toda la evolución a través de las células originales, los organismos, los
animales con cerebro, los mamíferos superiores, el homo erectus, el australopiteco, y
todos los que inundaron la tierra desde el centro de África. Comparte nuestro
genóma humano. Esta es parte esencial de la fe de las primeras se eclesías,
expresada hoy.
*Obediencia
Participante 3: Como Jesús, somos libres pero solo en el amor, libres para amar y
servir creativamente a cada momento, sin sometimiento a la ley. Gal-Rm
Jesús es imagen de Dios perfecta («Eikon o morfé»), y nunca pretendió, con
orgullo, cometer la rapiña («arpagmós») de ser como Dios. Y así fue totalmente
obediente al propósito de Dios de que el hombre dé la vida por sus amigos. Esa debe
ser también nuestra obediencia. Se entregó con absoluta libertad a realizarse como
ser humano, sirviendo a los hermanos y hermanas, dando la existencia por ellos,
derramando su sangre que es su vida divina, gota a gota, de manera libre, por los
otros. La obediencia consiste en amar creativamente, originalmente, en hacer
amigos, prójimos y hermanos, en construir eclesías, a cada momento en libre
espontaneidad, dando la vida por los amigos de comunidad. La Tradición Apostólica
de los tres primeros siglos afirma que Jesús cumplió la voluntad del Padre al convocar la
eclesía.
«¡Mucho cuidado con los perros, los que exigen obediencia a las leyes!.
¡Guárdense de los malos obreros! Guárdense de los que se mutilan, porque los
verdaderos circuncidados somos nosotros, los que adoramos con el Espíritu de
Dios y nos jactamos en Cristo Jesús y no confiamos en la carne» Filipenses 3,23.
Pablo supone que nadie tendrá más derecho que él para confiar en la carne judía y
en la ley de los fariseos, perseguidores de los discípulos. ¡Pero todo eso lo tengo por
basura, como desperdicio o estiércol!.
«Sean imitadores míos ), y miren cómo andan los que nos tienen por
modelo» (typos) Filipenses 3,16
*Nueva traducción. En la página 67 está la traducción corriente del himno.
Veamos ahora la traducción nueva:
El cual, en su existir como imagen, «morfé», de Dios,
no pretendió cometer el robo de ser como Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la imagen del siervo, y hecho semejante a los
hombres, y reconocido como un hombre cualquiera.
Se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el nombre sobre todo nombre; para que, al
nombre de Jesús, toda rodilla se doble en el cielo, sobre la tierra y en los
abismos, y toda lengua proclame que Jesús el mesías es Señor, para gloria de
Dios Padre.
Nótese que el nombre sobre todo nombres es el nombre de Jesús, el judío
connacional de Pablo.
2. CAPÍTULO 12 DE LA CARTA A LOS ROMANOS
EL SACRIFICIO LEGÍTIMO
DE LOS DISCÍPULOS DE JESÚS
*La carta a los romanos
La carta a los Romanos es una «summa teológica» de la fe de los apóstoles. Los
comentarios, con los primeros capítulos, empiezan definiendo la fe, la justificación,
la salvación, el bautismo, la gracia. Evoquemos a Marción, a Lutero, a Karl Barth,
a Stanislas Lyonnet. 45
Ya hemos anotado que cuando uno parte del vocabulario puede quedarse en el
mundo intermedio, virtual, donde se encuentran ideas, filosofías, verdades definidas,
ritos y celebraciones o virtudes. En cambio, para estudiar Flp 2, hemos partido de
unas experiencias polifacéticas. En la medida de lo posible, es sano partir de la
historia, de la realidad y de la vivencia originante para llegar a Jesús con sus discípulos o a
las primeras eclesías. En las eclesías tenemos la facultad de revivir el acontecimiento, por
la acción del mismo Espíritu, y así llegar a una comprensión exacta del contenido de los
textos. Es la final sintonía hermenéutica.
Por fortuna, el mismo Pablo tiene el acierto, que le agradecemos, de describirnos
con todo detalle la vivencia de la carta a los Romanos. Después de tratar sobre la fe,
la justificación y la redención, el bautismo, la ley, el Espíritu Santo, e incluso de la
vivencia del primer pacto en Israel, en los capítulos 9 a 11, Pablo describe con
amoroso esmero la vivencia de los grupos cristianos apostólicos. En contraposición
a los once capítulos primeros, Pablo describe, en los capítulos 12 a 16, con todas las
señales, la vivencia cristiana, que será la clave de comprensión. Analicemos, pues,
todos los rasgos vivenciales de la eclesía de amigos fieles y libres de Cristo en el
capítulo 12. Para definir la fe en abstracto como teología, experimentemos lo que es
la vivencia de la fe, la Palabra de Vida real.
Con inteligencia brillantísima, el Apóstol quiere describir la religión cristiana
frente a todas las demás religiones. Sabe que las celebraciones, fiestas, ritos y
sacrificios constituyen la vivencia religiosa en cada cultura o religión, y contrapone
a todas esas vivencias religiosas la dinámica comunitaria de amor entre los
hermanos de la eclesía. Y no duda en afirmar que esa experiencia interpersonal de
amistad, de afecto y de compromiso, es el verdadero sacrificio agradable a Dios,
que se celebra en unión con el sacrificio personal de Cristo. El mandamiento
general del discípulo es que debe imitar al Maestro. Este sacrificio legítimo es el que
deseamos celebrar en nuestras pequeñas comunidades.
Si comprendiéramos y viviéramos lo que Pablo describe en Romanos 12 a 16,
como clave hermenéutica, el sentido de los once primeros capítulos de la carta a los
romanos, que son tan complejos, se tornaría transparente y sencillo.
1. EL «HOMO RELIGIOSUS» 46
Animador: Antes de centrarnos en la eclesía, miremos, a vuelo de pájaro, la
evolución de la condición religiosa del hombre, el «homo religiosus». Las
religiones, por definición, prescriben cómo el hombre agrada a Dios y lo asegura
como aliado. La vivencia religiosa se expresa de muchas formas: cosmovisión,
templos, sacrificios, rituales, lugares y personas sagradas.
*Religiones místicas o de la naturaleza
Participante 1: Hay religiones que brotan de la conciencia humana y buscan la
unidad con la naturaleza, y son religiones místicas, de unión con el Todo que es
Dios. Así el «atman», o individuo, se une con el «Brahman»,
que es el Todo. Y estas tradiciones religiosas pueden contar con escrituras
sagradas fundacionales.
La salvación está en responder a Dios sentido y descubierto en la naturaleza, y en
buscar la identificación con él para superar el sufrimiento. El fin es identificarse con
el Todo divino. Encontramos esta vivencia religiosa en las religiones del Asia budismo, tao, shinto-, y las versiones occidentales de la Nueva Era.
Contemplemos, en un templo de Bangalore, esa señora que con profunda piedad
pasa horas y horas adorando la fuerza vital de un arbolito verde, o en los alrededores
de un templo de Tokio, los millares de papelitos atados a cercas y árboles, con las
oraciones de los fieles.
Y ahora oremos. Tomemos posición cómoda y relajada, y gastemos tiempo sin
prisa aspirando el aire y expirando poco a poco, y repasemos con la conciencia
todo nuestro cuerpo. En esa respiración estamos entrando en contacto con Dios, y
estamos orando.
Inclinémonos profundamente delante de Dios, identificado con todas las maravillas
y las energías de la naturaleza. No creemos en los milagros porque todo es milagro
de Dios. Si respiro ya estoy en oración porque me sintonizo con Dios. 47
*Religiones proféticas o reveladas, monoteístas
Participante 2: Otras religiones se dicen reveladas o proféticas, que tienen libros
sagrados donde consta la revelación de Dios, como la Biblia hebrea, el divino
Corán de los musulmanes, el Nuevo Testamento cristiano. Estas tienen profetas,
Abrahán, Moisés, Jesús, Mahoma La salvación está en obedecer lo que Dios
manda. 48
Entremos respetuosamente a una sinagoga, a una mezquita musulmana o a una
Iglesia romana o gótica. Compartamos los sacrificios que ofrecen todos los hombres
en las diversas religiones. En los templos de Hong Kong o Tailandia, en los lugares
sagrados, se colocan dones y mercados como ofrenda a Dios. Las calles de
Bangkok, desde las seis de la mañana, se van sembrando de monjes con su vestido
color zapote y reciben las ofrendas de los fieles. Se compran pájaros y en el templo
se les da libertad, en honor de Dios.
Participante 3: Una síntesis de la experiencia religiosa se encuentra en los dos
paradigmas fijos en la psicología profunda del ser humano. Hombres y mujeres
quieren estar bien con Dios y ganar su favor salvador, sobre todo si Dios se concibe
como un ser aparte, totalmente otro, que hizo el mundo como un artista realiza su
obra o el orfebre su reloj. Ante este Dios como una persona humana pero infinita,
nos decimos: Dios es benévolo conmigo y me salva, pero con condiciones.
1º Si lo halago y me lo gano con adoración, alabanza, acción de gracias,
peticiones y expiación, y en especial con los sacrificios y ritos, él me salva con su
poder.
2º. Si conozco la voluntad de Dios y tengo claros los mandamientos y los cumplo,
él me premiará. El me salva con sus preceptos.
2. LA RELIGIÓN DE ISRAEL
Participante 4: Rituales qué celebrar y preceptos qué cumplir son la vivencia
religiosa más universal. Pero la sistematización más completa y de una increíble
madurez, que sabemos guiada por el Espíritu de Dios, es la vivencia de Israel según
el primer pacto en la Biblia hebrea.
Llega un momento cuando los hombres se dan cuenta de que Dios no necesita
cosas de la tierra puesto que él es el creador de todo y le pertenecen todas las plantas
y todos los animales, y surge el convencimiento de que a Dios le agrada el corazón
del hombre, sus sentimientos,
sus actitudes frente a él como ser supremo.
Hagamos, por turno, en unión con Israel, algunos actos de religión. Con los dedos
de la mano recordemos los cinco aspectos de la oración judía.
1. Adoración: Por ejemplo, Salmos 95
2. Alabanza: Salmo 92 o 47
3. Acción de gracias: Salmo 65-68
4. Impetración: Salmo 91
5. Expiación por los pecados: Salmo 50 y 51
*Sacrificios del pueblo de Israel
Participante 5: El pueblo de Israel expresó su religión y su entrega a Dios
ofreciendo dones, diversos tipos de sacrificio: holocausto, si se quemaba la víctima,
o sacrificios de comunión, en los que se compartían las ofrendas en alegre comida.
Participante 6: Leemos en el libro del Éxodo
“Escogerán todos un cordero sin defecto, macho, de un año de nacido. En
lugar de un cordero podrán tomar también un cabrito. Lo guardarán hasta el
día catorce del mes. Luego todo el pueblo de Israel lo sacrificará al anochecer”
Ex 12, 5-6
Participante 7: Leemos en el libro de Judit
“Los sacerdotes... ofrecían el sacrificio perpetuo y clamaban al Señor con
todas sus fuerzas para que velara por todo Israel”.(4,14-15):
Participante 8: Los diezmos:
“Entreguen la décima parte de lo que tienen al tesoro del templo, para que haya alimentos
en mi casa. Traten después de probarme, les propone el Señor de los ejércitos, y verán que les
abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes la lluvia bendita.” (Malaquías 3,10)
Animador: También el pueblo de Israel llegó al convencimiento de que Dios no
pide cosas, no se deja comprar ni sobornar, sino que exige el corazón de los hombres
y mujeres: exige la alabanza, la adoración, la acción de gracias,
El salmo 51 reconoce:
“Los sacrificios no te satisfacen; si te ofreciera un holocausto no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu contrito, porque tu no desprecias un corazón
quebrantado y humillado”. (Sal 51,18-19)
En el mundo moderno nos encontramos también con agnósticos teístas. Ellos
descartan como irreales para el ser humano evolucionado las ceremonias y los ritos
y se contentan con la ley. Es lo que puede ser la moral kantiana del imperativo
categórico y del Dios como exigencia de la crítica de la razón práctica. Incluso
tengamos presentes a los ateos humanistas que luchan por el bien del hombre como
objetivo válido de la existencia humana.
*La religión como celebración
Hagamos el ejercicio de describir dos tipos de religión. Por parejas, el uno
presenta los dones y el otro habla.
Pareja 1ª: Presenta una bandeja con carne, plátanos, frutas, harinas o granos, y la
pone sobre el altar.
Dice: Dios, Padre omnipotente, te ofrecemos los frutos de la tierra, que tu
preparaste para nosotros. En adoración, alabanza y acción de gracias, te los
ofrecemos, de todo corazón. Tu nos das cada día los alimentos para sustentar
nuestra vida. Tú nos das el abrigo y el techo, las fiestas y el descanso. Es justo y
razonable que te devolvamos en acción de gracias lo que tu mismo nos has dado.
Pareja 2ª: Sin dones, ofrece lo que es.
Dice: ¡Dios santo! No te identificamos con las maravillas que vemos en el cosmos
inconmensurable y en la naturaleza cargada de sorpresas, pero tampoco te buscamos
fuera de nuestro mundo ni fuera de la naturaleza ni del genoma de la vida. Tú estás
de manera omnímoda en todo pero no impides a la creación ser autónoma.
No queremos definir y delimitar a Dios.
Oremos todos: Nos unimos a todos los hombres religiosos de todas las religiones, para
bendecirte y alabarte, oh Dios, creador y padre de todos. Te reconocemos en una semilla,
en un rayo, en la vía láctea, en el átomo o en una sonda espacial, y en el genoma de la vida.
3. LA RELIGIÓN DE LOS CRISTIANOS
*Sintonía con todas las religiones
Animador: Los cristianos tenemos una primera sintonía con todos los hombres
religiosos y con todas las religiones.
Nosotros, como cristianos, recorremos el camino religioso de todo ser humano, y
hacemos ofrendas a Dios.
Participante 1 Presentar unos billetes: Y se dice:
Los cristianos también deben dar dinero para el culto; diezmos para los gastos de
la Iglesia, limosnas y ofrendas para las obras de caridad.
Participante 2: Presentar unas estatuas. Y se dice:
Los cristianos ofrecemos también las acciones buenas y piadosas, y las obras de
religión: ceremonias, procesiones, cantos de alabanza con orquesta, celebraciones
rituales y liturgias.
Participante 3: Presentar oracionales o casetes.
*Sintonía con las religiones abrahámicas: religiones proféticas o reveladas
Los cristianos también ofrecen a Dios los sentimientos y las actitudes: de
adoración, de alabanza, de acción de gracias, de impetración y de expiación.
Participante 4: Sobre todo en la Eucaristía se resume toda esta vida religiosa. La
Eucaristía es la adoración, alabanza, acción de gracias, petición y expiación
perfecta.
*Sintonía con los que han dejado las nociones tradicionales de Dios y optan por una
humanidad mejor
Hoy hay muchos seres humanos que no están contentos con el teísmo y buscan el
Dios que de verdad existe en el universo simbólico de la evolución universal, puesta
al descubierto y analizada por la ciencia.
*La Sangre
Participante 5: La sangre es un elemento fundamental para llegar a Dios, porque,
como dice Génesis y Levítico: “La vida de toda criatura es su sangre”.(Génesis
9,4; Levítico 17, se repite dos veces en el v.14), y la vida pertenece a Dios; luego la
sangre nos lleva a Dios.
1. La sangre, como vida perteneciente a Dios, merece el máximo respeto. No se
puede beber (vv. 10-12.14), pues sería un crimen de lesa majestad divina, como
intento de apropiarse de la parte de la vitalidad de otro ser, la cual pertenece a Dios
solo.
“La vida de toda criatura, o el alma, de todo ser de carne, es su sangre en su alma o en su
vida. La vida de de toda criatura es su sangre, mientras está en vida” Levítico 17,14
2. La sangre no puede derramarse de ninguna manera, por su necesaria relación
con Dios. Toda muerte de ganado es un acto religioso, un sacrificio ofrecido a Dios (vv.57)..La sangre no puede ser derramada, y si se mata un animal para el sacrificio, la
inmolación no se hace sino en la proximidad del santuario
4. Cuando se mata un animal en la caza, impuro para el sacrificio, se derrama su
sangre ritualmente en la tierra y se cubre de polvo. La tradición sacerdotal aplicaba
estas prescripciones al pie de la letra en el Israel del desierto. El Deuteronomio, con
Israel disperso, distingue entre la muerte de los animales para el sacrificio y los otros
animales.
La sangre juega un papel importante en el rito de absolución. La tradición
sacerdotal trae como fundamento la decisión de Dios que ha reservado la sangre
para los ritos de perdón, con lo cual la sustrae a los usos profanos.
Participante 6: Hay dos opiniones sobre la función de la sangre en los sacrificio.
Unos dicen que lo esencial es la inmolación del animal, el cual, por sustitución,
toma el lugar del hombre culpable.
Para los otros, lo esencial es la puesta en
contacto de la sangre, o sea de la vida misma, con el altar o el propiciatorio; lo que
significa que ha sido restablecida la comunión vital entre Dios vivo y el hombre
que ha pecado. Esta segunda opinión es la que maneja el autor de la carta a los
Hebreos: Jesús lleva la sangre que es su existencia entregada en servicio a los
hermanos, desde el mundo profano hasta el santo de los santos y la pone en contacto
con el altar. La inmolación no es elemento esencial del acto mismo sacrificial.
4. LA OFRENDA PURA Y AGRADABLE A DIOS Y EL SACRIFICIO LEGÍTIMO DE LOS
FIELES
Animador: Pablo en el capítulo 12 de la carta a los romanos quiere explicarnos
cuál es el sacrificio legítimo de los cristianos. Las demás religiones tienen sus
sacrificios, ¿Cuál es el sacrificio de los cristianos?
«Los exhorto, pues, en nombre de la misericordia de Dios, a que se ofrezcan
ustedes mismos, en sus cuerpos, como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios:
este es el culto oficial».
Es la misma gran pregunta que se hace el autor de la carta a los hebreos y la
respuesta es equivalente y de extrema coherencia.
Participante 1: Ya en el Primer Pacto, como lo piden los profetas, el culto lógico
o razonable es el que no se reduce a acciones externas sino que implica a todo el
hombre en la entrega a Dios.(Os 6,6; 1Pd 2,2). En la eclesía de hermanos y amigos
en Cristo se da el paso final. La misericordia de Dios se va a expresar en el sacrificio
de la eclesía, por la entrega de unos a otros, sacrificio a Dios en el cuerpo visible de
Jesús Resucitado: Pablo está seguro de que la significación de Cristo y de la
existencia cristiana, que él ha expuesto en la carta a los romanos, se proclama como
culto público legal en la vivencia comunitaria de los discípulos.
Participante 2: La comunidad, vinculada por el amor sincero, es Cristo mismo, en
unidad inefable, y constituye el templo santo, el ámbito sagrado, el cuerpo de Cristo,
la vid y los sarmientos, según Juan.
Somos la hostia pura solo porque formamos una unidad en Cristo, y así nos hacemos el cuerpo
de Cristo, que se ofrece.
Participante 2: Pablo tiene la alegría de describir la vivencia de todo lo que ha
explicado en la comunidad cristiana o eclesía. Esta es la nueva alianza con Dios; en
cuanto constituimos una eclesía de amigos.
Pablo no insiste en ofrecer la víctima divina, como en los antiguos sacrificios. No relaciona el sacrificio
cristiano con el altar de la cruz, ni con la redención en el drama del Calvario.
Una vez más, queda claro que lo que nos reconcilia con Dios es la vida de amor de Jesús,
imitada por los discípulos, hasta dejarse crucificar por los enemigos del amor en Jesús. Es un
sacrificio personal de Jesús que él ha vivido a lo largo de toda su vida y que los discípulos deben
vivir en su vida cotidiana. El es nuestra cabeza gloriosa, espléndida, en el trono eterno;
y nosotros somos su cuerpo visible, terreno, que lucha por transformar la historia, y
por esa causa sufre persecuciones. El no puede sufrir, ni la muerte tiene dominio
sobre él. El murió una vez para siempre, y no puede volver a morir.
Participante 3: Para jugarse la vida por convocar a los hombres y mujeres al amor
mutuo y para soportar las cruces levantadas por los adversarios, Jesús necesita de
nuestro cuerpo, y así completa lo que le falta a la pasión. Solo con nosotros, su
cuerpo total y visible en el mundo, puede renovar la donación y entrega por amor,
como sacrificio, y no retroceder ante la muerte brutal.
Nos tomamos de la mano como intento de formar un solo cuerpo, hostia pura y
santa.
Participante 4: Cada uno hace un gesto personal de estima a uno o dos de los
hermanos.
Participante 5. Algunos que quieran, hacen una alabanza de alguno de los
presentes.
Participante 6: El que quiera agradezca a alguno de los participantes un servicio
real que haya recibido.
Participante 7. Sellemos nuestro compromiso de servicio con un gesto de ternura
y afecto cristiano.
Animador: En un sacrificio normal, del templo del universo o del templo de
Jerusalén, es fácil responder las siguientes preguntas: ¿Qué ofrecemos?...(algo
bueno) ¿Quién debe hacer la ofrenda?...(Un sacerdote legítimo) ¿A quién se dirige la
ofrenda?...(A Dios)
Ahora nos hacemos las mismas preguntas, pero respondemos según el texto que
acabamos de leer en Romanos 12. Cada uno busque las respuestas en dicho texto.
Animador: Veamos las normas de la liturgia cristiana:
*Ser comunidad de contraste
Participante 1. La norma ritual básica es ser comunidad de contraste: separada del
mundo civil, el cual se gobierna por el derecho y la ley, los diez mandamientos y
los códigos. Solo en un nuevo círculo de personas se puede crear una nueva
mentalidad de compasión divina mutua.
“No se adapten al mundo civil que los rodea, sino transfórmense por una
nueva mentalidad en la eclesía, que los capacite para discernir lo que es la
voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.” (Romanos 12,2)
Solo quien está en la comunidad eclesial tiene la sintonía con el Espíritu, y está
capacitado para percibir la voluntad de Dios. "La primera voluntad de Dios" es que
seamos una comunidad. La voluntad de Dios básica es construir la comunidad de
hermanos.
*Lucha contra la rivalidad
Participante 2: La siguiente norma suprema del ritual cristiano es luchar contra el egoísmo
y la autosuficiencia. El centro no es el yo sino el hermano de la comunidad. La autoestima
cede el paso a la estima del hermano. Primero Dios, después mis hermanos de eclesía, y
tercero yo. Mirarlo todo desde la perspectiva de los hermanos.
“Por una gracia especial que Dios me ha con-cedido, les advierto que es
esencial para la comunidad que ninguno de sus miembros piense de sí más de lo
que debe pensar; al contrario cada uno debe pensar de sí con moderación, de
acuerdo con los dones naturales que Dios le había dado al acoger la comunidad
de fe.” (Romanos 12,3)
*Ser miembros los unos de los otros
Participante 3: Otra norma suprema del ritual del sacrificio cristiano es "ser
miembros los unos de los otros, como un solo cuerpo, que es el cuerpo de Cristo, y que es
Cristo". “Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no
todos los miembros sirven para lo mismo, así también nosotros, aunque somos
muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y somos miembros los unos de los otros.”
(Romanos 12, 4-5)
Participante 4: Los dones naturales se convierten en carismas, por el Espíritu, al
ponernos en común en la comunidad. Las cualidades y riquezas de cada uno se
convierten en carismas del Espíritu cuando se entregan al servicio de los hermanos.
Por eso, el ideal cristiano no es ser un buen cristiano, solo y aislado. El Espíritu no
habita en cada cristiano que obra por su cuenta y riesgo; el Espíritu forma una
unidad de varios cristianos en el único cuerpo de Cristo. Romanos 12,6-8. El ideal
cristiano es ser una comunidad efectiva.
*El ágape o entrañable amor mutuo
Participante 5: La liturgia esencial se cumple solo cuando hay amor entrañable de
los unos a los otros. Entre los participantes de la comunidad, salúdense con el beso
santo. Trátense con dulzura y benignidad.
“Por la diligencia, sin pereza; por el espíritu, fervientes; por el Señor, en
servicio; por la esperanza, alegres; en las tribulaciones, aguantadores; en la
oración, perseverantes.”
*Hagan suyas las necesidades de cada uno
Un criterio práctico para la celebración del sacrificio legítimo de los fieles es:
"Hagan suyas las necesidades de los santos de la eclesía.” (Romanos 12,9-13)
Cada uno va a estar preocupado de continuo con las debilidades y carencias de los
hermanos de comunidad, como si fueran propias. Esta es rúbrica esencial para hacer
la celebración litúrgica del sacrificio redentor.
Presidente: Queda claro que los demás sacrificios implican la destrucción de
cosas o el sacar del uso humano, profano, lo que se ofrece a Dios, que es sagrado.
Esos sacrificios incluyen la muerte. En cambio el nuevo sacrificio es ponerse del
todo al servicio de los hermanos para emplear en ellos todo lo que uno tiene. Es el
sacrificio para dar vida y plenificar, no a Dios, sino a los hermanos. A través de los
hermanos, a Dios. Es dar la sangre que es la propia vida o existencia. Este tema de
sangre lo desarrolla el discípulo amado.
*Con los de fuera de la comunidad
Presidente: Con los de fuera de la comunidad, que es Cristo, el gran principio es
hacer el bien para vencer el mal, conquistándolos para la vida fraterna. Romanos
12,17-21
«No sean arrogantes ni hagan valer su ciencia para humillar a los otros.»
La vida de fe en la eclesía no se impone por poder ni decretos. Quedan excluidos
los anatematismos contra los que no quieren ser como nosotros. La eclesía no tiene
derecho a juzgar a los de fuera, y las comunidades no se pueden hacer por decreto
autoritario.
«No ejerzan la venganza por propia cuenta: déjenla a Dios. El tiene la
sabiduría para juzgar a cada uno». «No devuelvan mal con mal.»
«Hagan el bien al enemigo (que está fuera de la comunidad), para abrumarlo
con la bondad y hacerle enrojecer el rostro de vergüenza:» ponerle carbones
encendidos en la cabeza.»
Animador: Es deber del miembro de la comunidad el vencer el mal. El mal no es para
soportarlo. en un pacifismo a ultranza. No es solo para perdonarlo y dejarlo seguir, o para
huir de él o desviarse por un atajo. El mal es para vencerlo.
Fuera de la eclesía a veces se pretende imponer la verdad o el bien mediante al
fuerza. El evangelio nunca se impone. Ni guerra santa, ni inquisición, ni prepotencia ni el
poder del gobierno para evangelizar o para imponer la ley de la comunidad. No se puede vencer el
mal sino a fuerza de bien. Ni basta pedirle a Dios que él venza el mal. Somos nosotros los que
tenemos que hacer el bien para vencer el mal.
*Conclusión
Animador: Vamos a compartir algún alimento como signo de nuestra fraternidad
en Cristo. Todos somos Cristo, si de veras realizamos lo que hemos vivido en esta
liturgia. Así nuestra comunión es, de verdad, en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
Participante 1: ¡Dios santo! No te queremos buscar en las elucubraciones, en las
metafísicas, en las ideologías, en los primeros principios establecidos por los hombres en su
afán de apoderarse de tus obras. No queremos adorarte en las formulaciones metafísicas o
en las verdades que los hombres nos gozamos en verbalizar y en venerar, o en configurar en ritos y
ceremonias. Queremos recibirte en la realidad que tu mismo estás creando, con gozo de padre y de artista.
Tú te revelas por tus obras, pero no te identificas con ellas ya que eres gratuito para nosotros. No queremos
hacer ídolos de las ideas de los hombres, y por eso te buscamos en el mundo, en la realidad, pero te
reconocemos, por el amor, más allá de todo. Eres un tú dulcísimo que nos hablas a través de tus
obras, nos amas. Te experimentamos como Dios en el amor mutuo que nos tenemos.
Participante 2: ¡Dios santo! Queremos reconocerte en la historia que los hombres
han hecho buscando su propia plenitud. Tú estás actuando en el hombre que se hace
a sí mismo. Tú te has hecho presente en la historia particular de los hombres que te
han buscado con sinceridad.
Participante 3: No queremos buscarte como el totalmente otro, extraño y aducido al
mundo por las imágenes que el hombre se ha hecho, ni por las formulaciones ideológicas.
Te recibimos en la historia de los hombres y mujeres, te recibimos a través de los hombres
y mujeres que nos aman de verdad con tu amor. Para terminar nos podemos preguntar:
¿Todo esto que describe Pablo y se conoce como sacrificio espiritual de los fieles cómo
vivirlo en la Eucaristía dominical?
DIEZ ASPECTOS CARACTERÍSTICOS
DE LA PROPUESTA DE JESÚS REAL E HISTÓRICO
EN FILIPENSES 2-3 Y ROMANOS 12.
Ahora veamos cómo en Filipenses 2-3 y Romanos 12 se destacan los diez
aspectos esenciales del proyecto de Jesús real e histórico:
1 Jesús es un hombre
Filipenses 2. En la cristiandad se partía de Dios. “El cual, siendo persona divina,
se anonadó...”. Se parte del supuesto de que Pablo nos presenta como modelo a
Dios. Debemos imitar a Dios en nuestras comunidades. Ser espirituales como Dios
es de la esencia de la mentalidad griega. Pero pretender ser como Dios, imitar a
Dios, es para el judío el pecado, susurrado por el maligno a Eva: “Serán como
Dios”.
El hombre moderno dice que pretender ser como Dios es alienante, puesto que
para ser hombres en beatitud plena debemos dejar de ser humanos, imitar a Dios, ser
lo que no somos, para convertirnos en divinos, puesto que consideramos a Dios
como un ser distinto y alejado de nosotros. El es, se presupone, el trascendente, el
totalmente otro, persona infinita. En el punto de partida de nuestra fe estaría Dios
desconocido (“agnostos Theos”) que se nos revela desde fuera y nos invita a dejar
nuestra condición mortal para tener los mismos sentimientos de Dios, que se hizo
hombre. “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo que siendo Dios
se hizo hombre”. Dios es el modelo.
Jesús, en la línea de la fe apostólica, no es un Dios que viene de fuera sino un ser
humano que emerge en todo el proceso evolucionario, nacido de una mujer. El otro
credo que revela la fe apostólica inconmovible, y que es contemporáneo del nuestro
himno, es Romanos 1,3, “El evangelio de Dios, que había ya prometido por medio
de los profetas, en las Escrituras Sagradas, acerca de su Hijo, nacido del linaje de
David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de
Santidad, por su resurrección de entre los muertos, Jesús el mesías nuestro Señor,
por quien recibimos la gracia y el apostolado, para predicar la obediencia de la fe,
a gloria de su nombre.”
Nótese que la Vulgata corrige el sentido, y en lugar de “constituido” lee:
predestinado, con el fin de acomodar la formulación de la fe de los apóstoles a la
formulación dogmática posterior.
En Romanos 12 sigue presente lo de Pablo: Un hombre, nacido de una mujer. No
se habla de una víctima divina que se ofrece, ni del poder de Dios que vence en la
cruz o en la resurrección. Somos nosotros mismos, seres humanos unidos en Jesús
quienes nos ofrecemos. El punto de partida de todo el capítulo Romanos 12 son
seres humanos cohesionados en una eclesía como complacencia eterna del Padre.
2. Jesús es Hijo de Dios
Filipenses 2. Este hombre es Hijo de Dios. Es imagen de Dios (morfh tou qeou).
Dios hace al hombre a su imagen y semejanza, en cambio el maligno quiere que el
hombre sea como Dios. Jesús es el objeto de todas las complacencias del Padre
porque se ve en él, en el tu divino como realización divina total, en su condición de
hombre pleno. Es persona humana al ser la persona divina de Hijo de Dios.
Romanos 12. El sacrificio de personas humanas tiene todo su valor por la unión
con la persona de Jesús de Nazaret, y el sacrificio redentor lo ofrece la eclesía de
manera activa.
3. Jesús, hombre que se rodea de varones y mujeres
Filipenses 2. Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Jesús. Como él
expresó su compasión a los que amó y prefirió, así los cristianos en la eclesía. El
hombre es él y las personas que ama.
Romanos 12. No se ofrece cada uno como víctima por los pecados. La comunión
de un solo cuerpo formado por los miembros de la eclesía es lo que ofrecemos.
4. Jesús, hombre, ante quien se deciden libremente hombres y mujeres. No ante
las leyes y rituales
Filipenses 2. La nueva ley de la eclesía o reino de Dios es el amor mutuo. Queda
superado el legalismo o la decisión solo ante los mandamientos y los 613 preceptos
u otras leyes equivalentes de cualquier autoridad civil o religiosa. No hay
compromisos de rituales especiales. No se deban sino amor, amistad en Cristo.
Romanos 12. La gran decisión es ante el hermano: el es mi superior, y asumo las
necesidades de él, yo lo sirvo como esclavo. En la decisión libre se juegan las tres
cosas: 1ª la amistad con Jesús, 2ª la benevolencia del Padre y 3ª el tener vida eterna.
5. Jesús, hombre que exige a sus discípulos que lo imiten o lo sigan
Filipenses 2. Pablo, según este himno, está demostrando la unidad que hay entre
Jesús y sus discípulos y entre Jesús y la comunidad actual de Filipos. “Tengan los
mismos sentimientos” es la orden de imitar y seguir a Jesús. De ahí saca la
conclusión de la necesidad absoluta no negociable de comunión de personas en una
eclesía, hasta tener los mismos sentimientos de Jesús, que son de servicio mutuo.
También el discípulo debe dar la existencia, entregar lo que es y lo que tiene,
derramar la sangre que es la propia existencia, en favor de otros hermanos
escogidos, seleccionados, adquiridos como amigos y prójimos.
6. Jesús, hombre, a quien le creemos cuando lo imitamos.
Filipenses 2. La fe es la práctica del servicio mutuo, la praxis del Reino, el tener
los mismos sentimientos de Cristo los unos para con los otros en la eclesía. Pablo
parece arrodillarse ante los filipenses para suplicarles que sean unánimes como la
expresión de la fe en Jesús. No hay otra alternativa. Esa unanimidad es la práctica
de la fe.
Romanos 12. Solo quien vive en comunidad de contraste puede definir lo que es
verdadero, justo y agradable a Dios.
7. La práctica de Jesús desencadena conflictos en la historia humana, la cual se
guía por los originales principios de la rivalidad y los egoísmos, domesticados por
leyes y rituales.
Filipenses 2. Por obedecer al nuevo proyecto de amor mutuo, y desplazar la Toráh
divina y el templo, Jesús sufre la incomprensión, la persecución, la pasión y la
muerte, en manos de los enemigos y del poder de las tinieblas. El conflicto histórico
es de la esencia del proyecto de Jesús, “está escrito, debe sufrir”. Jesús obedece al
proyecto de amor, es compasión, es entrega, es servicio. Todo esto agrada
totalmente al Padre, el cual redime y salva y hace la nueva alianza. Pero esto
provoca reacciones violentas contra Jesús, en los que no lo aceptan a él ni la nueva
voluntad de Dios. De igual manera los egoístas se vuelven contra los justos y los
profetas (Ver Mc 12,1-12: los enviados a la viña) . Y lo asesinan.
El himno dice con toda claridad, “Por eso Dios lo exaltó..” Dios reacciona como
en Ex 3 contra los poderes injustos que infligen sufrimientos al justo y al profeta.
Romanos 12. Los de fuera no te entienden y te van a desaprobar. Pero tú debes
hacerlos enrojecer de vergüenza haciéndoles el bien en la medida de lo posible.
8. Jesús, hombre ante quien son juzgados los seres humanos
Filipenses 2. Este juicio de Dios sobre Jesús que obedece, sin retroceder, a la
voluntad de misericordia y compasión del Padre, y el juicio contra el mundo de
egoísmos y opresiones, y sufrimientos infligidos, es el criterio de juicio definitivo
para todos los hombres.
Romanos 12 Pablo suplica por la misericordia de Dios, como criterio de salvación,
a que se ofrezcan, como comunidad, en sacrificio. Esto es una revelación especial de
Dios.
9. Jesús, hombre que garantiza al discípulo, la vida eterna de parte del Padre
Filipenses 2. La exaltación de Jesús es garantía de la nuestra.
Romanos 12. En el trasfondo de todo el capítulo se lee la promesa de justificación
y salvación
10. Jesús, hombre que come con sus discípulos y nos hace felices.
Filipenses 2. Jesús exaltado acoge a todos los que doblen la rodilla ante él y se
sirvan mutuamente, siguiéndolo a él. Esta comunión se cumple en toda la vida
sacramental.
Romanos 12. Por toda la carta sabemos que si hemos muerto con Jesús el mesías
también reinaremos con él. El primer sacramento, del que se derivan todos los
demás, es la eclesía, cohesionada en Jesús Mesías, como cuerpo visible del
resucitado. A él nos unimos por el bautismo. Hoy seguimos viviendo la fe en la
eclesía en la Eucaristía y los demás sacramentos.
3 EL SACRIFICIO PERSONAL DE JESÚS,
EN LOS ESCRITOS DE PABLO
Para comprender el proyecto de Jesús real e histórico es indispensable aclarar cuál
es el sacrificio de Cristo, que nos redime, nos salva y es la nueva alianza. La
confusión procede que hay dos maneras de entender el sacrificio de Jesús. 49
1ª. La primera, según san Anselmo y la teología de la cristiandad, define primero
el sacrificio, según la ciencia antropológica de la época y el Antiguo Testamento, y
aplica la definición al sacrificio de Jesús. Enumeremos solo unas tesis esenciales.
La redención es un asunto que se cumple entre el Dios justiciero y airado por los pecados, y
el Hijo eterno de Dios que acepta hacerse hombre para morir en la cruz y redimirnos. El
hombre no puede salvarse y necesita un salvador divino que viene de fuera del hombre.
Antes de san Anselmo se hablaba del rescate, realizado por Cristo en la cruz gloriosa, de
las almas que estaban bajo el poder del Dragón infernal. También se hablaba del pago por
el rescate.
El sacrificio es la inmolación o destrucción de una víctima, algo muy apreciado
por el hombre, para complacer a Dios. La inmolación incluye el dolor y el
sufrimiento. Por consiguiente, a Dios le agrada el sufrimiento y la sangre derramada
en el dolor físico.
2. La segunda manera de comprender el sacrificio de Cristo parte del Nuevo
Testamento y habla de la total sintonía de Jesús con el amor del Padre y con su
voluntad de compasión y de salvación para el hombre. Dios ya no se guía por la
justicia que se expresa en la ley y en el cumplimiento de la misma, y en el castigo de
las transgresiones. La voluntad del Padre es de gracia amorosa y de perdón general
para los hombres. El hombre necesita sintonizarse con la voluntad amorosa del
Padre en Jesús, que entrega el cuerpo y la sangre, o la vida por los hermanos, en
servicio cotidiano. Esta entrega existencial de Jesús a lo largo de toda su vida es el
sacrificio personal que agrada al Padre.50
Ambas maneras de comprender el sacrificio de Cristo se defienden con textos
bíblicos Leamos unos textos difíciles de comprender, que se pueden explicar con
la mentalidad del Primer Pacto y de San Anselmo sobre el sacrificio para satisfacer a
la justicia divina o en sentido del sacrificio personal de Jesús. Así descubrimos
con Pablo un nuevo universo simbólico para comprender mejor la redención, para
purificar la imagen de Jesús y del Padre de nuestro Señor. Tomamos un texto de
Pablo y lo comprendemos como explicación del sacrificio de Cristo en la cruz a la
manera anselmiana, o como aclaración del sacrificio personal de Cristo a lo largo de
toda su vida.
1. EL SIGNIFICADO DEL SUFRIMIENTO: ¿ES REDENTOR EL SUFRIMIENTO? EL
SENTIDO DE LA MUERTE Y DE LA CRUZ
«Quiero tomar conciencia de mi solidaridad con los sufrimientos de Cristo,
reproduciendo en mí su muerte, para alcanzar, como sea, la resurrección de
entre los muertos.» Filipenses 3
A la luz del esquema anselmiano convencional concluyo que mi deber es sufrir y
morir como Cristo para agradar a Dios. Repásese el resumen transcrito en página anterior. 51
Pero según la mentalidad de Pablo, Jesús Mesías sufre la pasión y la muerte como
un justo perseguido o un profeta asesinado, porque son los enemigos los que
tramaron los sufrimientos contra Jesús. Pablo mismo tiene su experiencia personal
del sufrimiento, y con sus propias palabras les da sentido. La autobiografía de Pablo
es autobiografía de sus eclesías. 52
*Pablo experimenta la cruz de Cristo en las persecuciones que los enemigos
maquinan contra él.
El proyecto de Jesús se pone en ejecución en un pro-ceso histórico real y
conflictivo, por el juego de intereses violentos y de egoísmos, expresión del pecado.
«Pero este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que esa fuerza
extraordinaria es de Dios, y no viene de nosotros. Nos aprietan por todos los lados, pero
no nos aplastan...paseamos continuamente en nuestro cuerpo el suplicio («nékrosis:
s») de Cristo, para que también la vida de Jesús se trasparente en nuestro cuerpo;
es decir que a nosotros, que tenemos vida, de continuo nos entregan a la muerte por causa
de Jesús, para que también la vida de Jesús se trasparente en nuestra carne mortal. Así la
muerte actúa en nosotros y la vida en ustedes» (2Cor 4,7-12).
El sufrimiento es sello de lo humano y de lo conflictivo de la historia,
protagonizada en adelante por el proyecto de Jesús, que es nuestro tesoro. Se trata de
transformar la historia con el protagonismo de Cristo, no de sacralizar el dolor. Pero
el tesoro es de Dios y no permanecería incólume en nuestras solas manos. Estamos
en medio del mundo como eclesía de contraste, oveja en medio de lobos. Si unos
nos siguen y se fascinan con la eclesía, otros nos detestan.
La «nékrosis,» no la mortificación que uno se busca como víctima voluntaria, sino
el suplicio que el pecado impuso sobre Cristo, la soportamos también nosotros como
nuevos protagonistas. Jesús sufre como el profeta o el justo, la oposición de los
hombres y los suplicios lacerantes. Esto mismo sufre Pablo, la «nekrosis» de Jesús.
Si quieres ser mi discípulo entrega tu vida, y acepta los sufrimientos que te
impondrán. «Toma tu cruz,» la que nos imponen los adversarios del proyecto mío,
tómala como yo y sígueme, para que tus hermanos tengan la vida y disfruten de
alegría plena en una auténtica comunidad. 53
El sufrimiento en sí no es salvífico pues es impuesto por los malos como el faraón;
lo que es salvífico es el amor de Jesús y de sus discípulos, que entregan la vida por
implantar el amor en el mundo, y no retroceden ante los suplicios que levantan los
egoístas. No debo buscar, ni para mí ni para mis hermanos, el sufrimiento, sino la
vivencia total de la amistad y la plena alegría que sólo Cristo otorga con su
propuesta. El sufrimiento vendrá, como la cruz de Cristo, por cuenta de los
egoístas. «Los envío como corderos en medio de lobos.» (Lucas 10,3). Lo que yo
debo proponerme es continuar la vida de entrega de Jesús con fuerza vital y salvadora. Dar la vida
para vivificar a los hermanos y llenarlos de gozo mesiánico.
Estamos lejos del sentido tradicional de este pasaje, que se traía para darle sentido
a nuestras mortificaciones: «Llevo en mi cuerpo la mortificación de Jesucristo.» Y
hasta nos dábamos disciplina o nos poníamos piedritas en los zapatos o cilicios
puntiagudos, o soportábamos las enfermedades con ese principio. Podríamos
escribir un libro sobre los sufrimientos que creó la imaginación teológica
desbordada de los santos y penitentes, durante quince siglos, para identificarse con
la cruz de Cristo.
El trabajo como castigo, el dolor y el sufrimiento y hasta los dolores de parto eran sentencia
divina para Cristo y para el hombre, que no podía evadirse, y satisfacción para Dios. En el
fondo estábamos convencidos de que al Padre le fascinaba ver sufrir a Jesús y vernos sufrir
a nosotros, y así lo amansábamos y lo tornábamos benévolo y propicio. Y mientras más
dolor, en Jesús, en la Dolorosa o en nosotros, mayor satisfacción para Dios y redención
nuestra. 54
En cambio, de acuerdo con el sacrificio personal, lo que agrada a Dios, nos redime
y salva, es la vida de entrega y de servicio de Jesús por amor a los hermanos, que
se prolonga en la existencia cristiana o praxis del reino. Dios se complace en la vida
de amor mutuo de la eclesía, como tuvo su complacencia en la vida de entrega de
Jesús por sus hermanos. Jesús debió sufrir la oposición de los egoístas y legalistas
obedientes, como algo necesario en la condición humana. Pablo ha debido sufrir lo
mismo.
Dios no se complace en ver sufrir a su Hijo o en ver sufrir a Pablo, por el dolor en
sí. Lo que agrada a Dios y nos redime no es el sufrimiento y el dolor, producidos por
los poderosos como la esclavitud de los judíos bajo el faraón. Todo lo contrario, el
propósito de Dios es liberar a su pueblo de los sufrimientos y esclavitudes. Lo que
agrada al Padre, lo que nos libera y nos salva, es la vida de Jesús que reúne a sus
discípulos para la comunión de amigos. De tal manera que el sacrificio de Jesús es la
acogida total del amor del Padre en su vida de hombre terreno, y la traducción de esa
experiencia para sus hermanos los hombres y mujeres.
Reproduzco la muerte de Jesús al entregar mi vida en servicio a mis hermanos,
como Jesús lo hizo, y tengo la certeza de recuperar, por obra de Dios, mi existencia
entregada. Al servir yo a mis hermanos entro en solidaridad con la vida de servicio
de Jesús y con su muerte. 55
Algunas comunidades, en los primeros años, forjaron la expresión: «Si quieres
ser discípulo mío, toma tu cruz y sígueme», acepta que te persigan. Tomar cada uno
su cruz en pos de Jesús es servir como Jesús sirvió a los hermanos, arrostrando
todas las oposiciones normales de los egoístas y legalistas, gráficamente
representadas en la cruz. Pablo se apropió este lenguaje de la cruz.56
En asumir el servicio a los hermanos de la comunidad y en atraer a los que no
están en la eclesía, reside la potencia de Dios, el poder salvífico, y todo se simboliza
con la cruz y la muerte propias de un ser humano.
«Por eso lo ignoro todo con ustedes excepto a Jesús mesías, y este
crucificado». (1Cor 2,2-5).
Pablo reprueba que se predique la resurrección solo como un triunfo de Dios que
causa la salvación como un don de lo alto por decisión del Todopoderoso. Soy yo
quien debo dar mi vida por mis hermanos, hacerme todo para todos, a sabiendas de
que esa actitud me va a acarrear sufrimientos. Esa es mi tarea de discípulo. La tarea
que le toca a Dios es resucitarme con su poder. Lo que a mí me urge para la
salvación es entregarme con Jesús. Los sufrimientos
tienen valor como
consecuencia de la entrega evangélica.
2. SOLIDARIDAD HUMANA CON JESÚS
Si descartamos el sufrimiento o la mactación de la víctima inmolada como el
sacrificio redentor, entendido a la manera del sistema de justicia divina de las
demás religiones y del el Primer Pacto, debemos explicar el sacrificio de Jesús
como su sacrificio personal.
«Lo mismo que el delito (transgresión-desobediencia) de uno solo resultó en la
condena de todos los hombres, así el acto de fidelidad (obediencia al nuevo
sistema de amor) de uno solo resultó en el indulto (justicia) y la vida para todos
los hombres» (Romanos 5,18).
Tenemos dos interpretaciones para explicar la solidaridad con Adán. La primera se
compagina muy bien con la teoría de san Anselmo sobre la redención. Adán pecó, y
todos los hombres somos condenados por ese acto personal de Adán. Uno peca, y
toda la humanidad es castigada. Todos los hombres somos pasivos en el pecado
original, y Adán es activo: El pecó y nosotros sufrimos las consecuencias. 58
Segunda interpretación: Adán pecó, y todos los hombres lo acompañan con los
pecados de cada uno. Todos son pecadores activos bajo su propia responsabilidad,
pero a semejanza de Adán.
Tenemos también dos interpretaciones para explicar la eficacia del sacrificio de
Jesús. Primera: Jesús ofreció su sacrificio en el altar de la cruz. Por ese sacrificio,
como sacerdote y víctima satisfactoria, todos los hombres reciben la salvación. Solo
él puede salvar y redimir porque solo él es Dios y puede tener méritos infinitos que
alcancen para salvar a toda la humanidad. Jesús es activo, y los hombres son
pasivos en la salvación.
Segunda interpretación. Jesús llevó una vida de entrega a los hermanos, como
gracia y amor del Padre y amor y servicio de los hombres, como nueva ley y nueva
obediencia. Los discípulos lo acompañan mediante la vida de fe en la comunidad
de amor de hermanos.
La primera forma de entender el pecado, con Adán activo pecador, y el resto de los
hombres pecadores pasivos, fue la oficial en la cristiandad, con el apoyo
incontrovertible de la Vulgata latina, texto normativo de la teología.«In quo omnes
peccaverunt»: en el cual, Adán, todos pecaron» Romanos 5,12. De igual modo, la
cristiandad afirmó: Cristo nos redimió con su sacrificio en la cruz y su sangre
derramada, y nosotros recibimos agradecidos esa redención por pura gracia, a través
de la Iglesia.
La segunda interpretación es la moderna y está fundada en una mejor comprensión
del griego, lengua original de Pablo: «Puesto que todos pecaron».
Jesús, ser humano de verdad, y por ser hombre de nuestra misma carne y sangre,
desde que puede, se pone en total sintonía con el Padre misericordioso y entrega su
existencia por amor a los hermanos, y se convierte en objeto de todas las
complacencias divinas. Es el Hijo querido de Dios, según las escenas del bautismo
y la transfiguración y de su entrada en el mundo según Hebreos (He 1,1-5 Aquí
estoy para hacer tu voluntad). Ahí acontece la redención, la salvación y la nueva
alianza.
La voluntad del Padre es que Jesús asocie a sus discípulos, en solidaridad inefable,
y les comunique su condición de Hijo. Y Jesús los asocia para derramar toda la
compasión del Padre sobre los hombres, a fin de complacerlo a cabalidad. De esta
forma todos los hombres se pueden salvar, porque Jesús como Hijo ofrece a todos su
condición de Hijo.
Como Jesús fue condenado a muerte por los enemigos, los cristianos también han
de sufrir persecuciones por la vida de fe, la cual se verifica en el amor fraterno.
Los cristianos constituyen un solo cuerpo con Jesús y son asociados activos al
sacrificio personal de Jesús.
La vida de servicio de Jesús en medio de sus discípulos y la entrega de la
existencia, que realiza libremente, repercute en todos los hombres, que se le
adhieren haciendo lo mismo que él. Jesús entregó la vida en servicio momento a
momento hasta que lo asesinaron como profeta perseguido. En la eclesía fraterna
debe darse la misma entrega, y la consecuencia son las incomprensiones y las
persecuciones. La base de toda esta argumentación de Pablo es que como en Adán,
también en Jesús, se trata de un hombre, no de un ser superior o un ángel, que viene
a salvarnos como desde fuera. Un hombre, Adán: otro hombre, Jesús mesías. En
cambio la base de la tesis tradicional es que el hombre no se puede salvar y necesita
la intervención directa de Dios en persona, el cual viene de fuera, con méritos
infinitos. Como todo el teísmo opone Dios y hombre.
En esa entrega diaria de Jesús empieza una nueva humanidad. «Uno murió por
todos; con eso todos y cada uno ha muerto.» (2Co 5,14) La vida de compasión, de
amor y de servicio culmina y se resume en la muerte de Jesús, y con esta empieza
una nueva humanidad en la libertad del amor, y así somos una nueva creatura.
«¿Han olvidado que a todos nosotros, al bautizarnos vinculándonos al mesías
Jesús, nos bautizaron vinculándonos a su muerte? Luego aquella inmersión que
nos vinculaba a su muerte nos sepultó con él, para que, así como Cristo fue
resucitado de la muerte por el poder del Padre, también nosotros empecemos
una vida nueva.» Romanos 6,3-4)
Ser bautizados es responder como debían responder los discípulos: «el que quiera
ganar su vida la perderá amando a sus hermanos, pero se la devolverán.» Al morir
con Cristo por la ida de servicio, en el bautismo, tenemos que empezar una vida
nueva. Vivir la dinámica comunitaria es morir con Cristo y resucitar en una vida nueva.
La solidaridad en Adán se da porque somos humanos, por la carne y la sangre.
¿Cómo se hace la solidaridad con Jesús que ama y sirve y ofrece el sacrificio
personal que complace del todo al Padre? Por el ingreso efectivo, consciente y libre,
a la comunidad de amigos y hermanos, que dan la vida unos por otros. Es una nueva
solidaridad, en la conciencia y la libertad, como práctica de la vida cristiana o
praxis del Reino..
No es ser insertados en un Cristo místico y divino, venido del cielo. Es pertenecer
todos los unidos por el bautismo al mismo Jesús real e histórico, que puso en marcha
el reino en la tierra como dinámica comunitaria de servicio mutuo, como estar y
compartir en la eclesía. Si nos solidarizamos con Jesús en el servicio mutuo en la
eclesía, compartiendo la muerte de Cristo, tenemos la nueva vida desde ahora como
la tuvo él. Cristo resucita y nosotros llevamos una vida nueva.
«Si hemos quedado incorporados a él por una muerte semejante a la suya,
ciertamente también lo estaremos por una resurrección semejante a la suya.
Teniendo presente que el hombre que éramos antes (viejo) fue crucificado con él
para que se destruyese el hombre pecador y así no seamos ya esclavos del
pecado; porque cuando uno muere, el pecado pierde todo derecho sobre él. Pues
lo mismo: considérense ustedes como muertos al pecado y vivos para Dios
mediante Cristo Jesús.» (Romanos 6,5-11)
El bautismo es la base de la vida comunitaria. Por el bautismo se inicia la vida
sacramental como experiencia permanente de unidad en el Jesús real e histórico pero
vivo y resucitado.
El discípulo es justificado por su solidaridad con Jesús que muere en el servicio
fraterno. Sería un error pensar que es una simple declaración judicial. No es porque
hay una víctima que sustituyó al pecador frente a los decretos justicieros de Dios.
No. Se trata de una vivificación.
«Luego aquella inmersión que nos vinculaba a su muerte nos sepultó con él, para que, así
como Cristo fue resucitado de la muerte por el poder del Padre, también nosotros
empezáramos una vida nueva.» (Romanos 6,3-4)
«Ahora bien, creemos que, por haber muerto con Cristo, también viviremos
con él, ya que Cristo, una vez resucitado, ya no muere más; y la muerte ya no
tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para
siempre; en cambio su vivir es un vivir para Dios. Pues lo mismo ustedes
(miembros de la eclesía) ténganse por muertos al pecado (de ley y transgresiones
punibles) y vivientes para Dios en () el Mesías Jesús.» Romanos 6,5-11
Los que se apoyan en la observancia de la ley están bajo la maldición (Gálatas
3,10), los cuales obedecen a Dios a la manera de los que cumplen los mandamientos
o se someten a la autoridad de los hombres.
Por el servicio a los hermanos morimos al pecado y vivimos para Dios. Vivir en
servicio mutuo, en ágape fraterno, es estar incorporados con Cristo
«El morir de Cristo fue un morir al pecado y su vivir un vivir para Dios».
Vivir en el amor mutuo es la vida para Dios y el ejercicio de morir al pecado.
«Cristo, al vincularnos nosotros a él, nos ha liberado, nos ha rescatado. Nos
ha hecho libres de la ley» (Romanos 6,18.20.22) Esto no se puede entender con
la definición de rescate según el diccionario.
«Al entrar en solidaridad con Jesús vivo, en la dinámica comunitaria eclesial,
entramos en la libertad de los hijos de Dios: como el Hijo se entrega, nosotros
nos entregamos para la libertad». (Gal 5,1.13): «Para ser libres hemos sido
liberados.»
Al vivir para el amor fraterno se llega a la forma de libertad que es accesible al
hombre como criatura limitada. Solo en el amor ante otros nos sentimos libres los
seres humanos. Somos libres si somos esclavos los unos de los otros en el amor de
Jesús. Al entregar la vida o la existencia por los amigos, participamos también de la
exaltación asegurada por el Padre:
«Lo mismo que hemos llevado en nuestro ser la imagen del terreno, llevaremos también la
imagen del celeste.» (1Cr 15,49) «Porque hemos sido predestinados a ser conformes a la
imagen de su Hijo.» sss(Romanos 8,29).
Si Cristo nos salva por un sacrificio que él realizó delante de Dios como Hijo
eterno de Dios, se justifican los siguientes estribillos piadosos: «recemos por la
conversión de los pecadores, recemos por las misiones, recemos por el incremento
de la Iglesia, demos ofrendas para las misiones». Como ni Jesús ni Pablo tienen esa
teoría, ellos no se pueden contentar con dichos esquemas religiosos. Ellos repiten:
«si quieres ser discípulo mío, entrega tu vida por tus hermanos; si quieres llegar a
la vida eterna, ve y hazte un prójimo, un amigo, un hermano, invierte tu dinero y tu
existencia en ese empeño, sé un buen samaritano; si quieres ganar a alguno para el
evangelio, no escatimes nada de lo tuyo, entrégalo todo, hazte todo para él».
No se percibe en este lenguaje de Jesús y de Pablo nada de la increíble pasividad e
irresponsabilidad de nuestros cristianos, fomentada con buena música por cierta
teología convencional y cierta piedad tradicional.
¿Qué tal que Jesús o Pablo se hubieran dedicado, en un lugar sosegado, a orar por
la conversión de los pecadores y por el incremento de sus eclesías?
A la realidad del evangelio o proyecto de Jesús corresponde el método para
comunicar el evangelio. Lo dice Pablo de manera clarísima: edifico la iglesia,
evangelizo, al ser buena noticia para un hombre o una mujer,
«Me hice todo para todos para construir la eclesía como evangelio. Todo lo
hago por el evangelio para hacerme copartícipe de él». 1Cor 9,23 y ver
Filipenses 3,9
*Nueva familia, nueva solidaridad
Pablo empieza sus eclesías bautizando algunas familias enteras, y tiene la certeza
de que solo en una comunidad de contraste, separada, se puede saber lo que es
verdadero, noble y justo y agradable a Dios.
«Apártense del mundo, pongan casa aparte, y transfórmense (metamorfousqe)
con una nueva mentalidad para discernir cuál es la voluntad de Dios, lo bueno,
lo que agrada, lo perfecto». (Romanos 12,2)
El monopolio del discernimiento ético específica-mente cristiano lo tiene la
eclesía. El criterio final no está ni en las leyes del estado, ni en las normas sagradas,
ni en la tabla de las virtudes domésticas.
*Criterio de plausibilidad
Por lo mismo, Pablo cuenta con que habrá conflictos entre los miembros de las
familias cuando pretenden formar las eclesías. Si la vida nueva de amor fue
rechazada por los enemigos en Jesús; en nosotros también lo será. Pero Pablo trata
de mantener la paz al máximo, la plausibilidad de la eclesía ante las familias
paganas o judías. Pero en caso de conflicto su radicalismo lo lleva a proponer lo
que llamamos «privilegio paulino», el rompimiento del vínculo matrimonial en
favor de la construcción de la eclesía. .
3. CAMBIO GENERAL DE MENTALIDAD, O METÁNOIA
Pablo, como Jesús, es consciente de que predicar este morir en el servicio, tanto
del Crucificado (Gal 3,1) como de los discípulos incorporados a él por el bautismo,
implica cambios radicales en la mentalidad judía y en la religión de sentido común.
Es una locura y causa vergüenza a una mentalidad formada en la alianza judía.
Repasemos los cambios que Jesús presentó cuando estaba en al tierra y veamos con
algunos textos cómo los captó Pablo.
«Gálatas tontos, ¿quién los ha embrujado?, después que ante sus ojos les
presentaron a Cristo, y este crucificado?» (Gal 3,1)
No han sido salvados por la obediencia a unas leyes de Dios reveladas a Moisés,
ni por el cumplimiento de rituales y prácticas sacrificiales de las religiones, ni por
nuevas normas definidas por Jesús, sino por la nueva obediencia al amor mutuo en
la eclesía de Jesús, que es la práctica comunitaria de los cristianos.
La fe que nos salva es el servicio y el amor mutuos que se viven en la eclesía. Por
eso Pablo dice que Jesús nos salvó haciéndose él maldición (de la ley Gal 3,10-13)
ya que maldito el que es colgado de la cruz. Los que buscan la justicia por la
obediencia a la ley son malditos también porque siempre van a resultar pecadores
merecedores del castigo. La única salvación segura es la de Jesús en la vida fraterna,
la cual es la vida de fe que obra por el amor fraterno o ágape.
Este vocabulario de cruz no fue recogido ni siquiera por Ignacio de Antioquía,
porque era repugnante. Ya la tradición sinóptica decía: «El que se avergüence de mí,
yo me avergonzaré de él.» En los tres primeros siglos este vocabulario no se usaba en la
celebración eucarística. (Volumen 27)
*Las leyes como preceptos que salvan.
Según la estructura de la alianza, Dios revela su poder y su gloria en favor de su
pueblo. Lo ha liberado y lo sigue alimentando en la tierra que mana leche y miel.
Con esto, Dios tiene derecho de imponer preceptos que el hombre debe obedecer. Si
obedece tendrá bendición y prosperidad. Si desobedece, sufrirá maldición y castigo.
El hecho tozudo es que ninguno cumple toda la ley. Todos son pecadores y
transgresores y, en consecuencia, merecen juicio condenatorio o maldición, y no
bendición. Están separados de la gracia y de la alianza.
Pablo nació como cristiano con una impresión aterradora para él: El iba camino de
Damasco con una lista de personas dignas de prisión según la ley, que traían la
desgracia para el pueblo. Pero he ahí la gran sorpresa de su vida. Jesús se le
aparece, aunque él no lo ve, pero le dice: Esa gente despreciable que tú persigues,
esa gente, vergüenza para un judío inteligente, esa gente soy yo, a quien tu
persigues.
Pablo cambia el yugo de la ley y asume el del amor y se hace todo para todos, a
fin de ganar a algunos para la eclesía o evangelio, y pronto lo vemos preocupado
por todas las eclesías. Eso es llevar la cruz y la muerte en el propio cuerpo (2Cor
4,10 cf 6,4-10; Gal 6,17)
*La basura del mundo, el despreciado, para continuar la pasión: corredentores
«Somos basura del mundo (peripsema) desecho de la humanidad, y eso hasta el
día de hoy,» 1Cor 4,13) pero a semejanza de Cristo. Los egoístas y los satisfechos
con la ley siguen infligiendo sufrimientos al discípulo y, en este, es Cristo mismo
el que continúa sufriendo y muriendo. Como Pablo, el discípulo se hace todo para
todos, y así es correndentor, y será despreciado y sufrirá la cruz del Redentor.
«Ahora me alegro de sufrir por (uper) ustedes, en favor de ustedes, pues voy
completando en mi carne mortal lo que le falta a las penalidades de Cristo por
() su cuerpo que es la eclesía, de la que fui hecho servidor (diakonos) según
la administración de Dios, que me fue dada para llevar a su plenitud en ustedes
la palabra de Dios, el misterio escondido desde el comienzo pero ahora
manifestado, cuando quiso dar a conocer las riquezas de la gloria..» (Col 1,2429).
Jesús de Nazaret sigue viviendo a través de las penalidades del discípulo y apóstol.
El cuerpo de Cristo es la eclesía, y los unos dan la vida con gozo por los otros, para
continuar el amor de Jesús. Pablo hizo suyo el destino de Cristo. Captó aquella
palabra: «El que quiera seguirme que tome su cruz», que entregue su vida, que de la
existencia para el bien de los hermanos, para atraer a todos los hombres. Y esté
seguro de sufrir persecuciones como las mías.
*La imagen de Dios justo, que premia y castiga, que condena y exige reparación.
Cuando Pablo salió de Jerusalén para Damasco, con la lista de los que debía
encarcelar, ardía en celo por una imagen de Dios vengador y justiciero que castiga
las transgresiones a la ley. La Toráh es la luz del mundo, y quien se salva se salva
por ella, al cumplir los preceptos salvíficos.
Pablo no ve a Jesús pero lo escucha vivo y le cree a él. Y lo primero que se le
desmorona es la imagen del Dios judío, y acepta la imagen del dulcísimo Padre de
Jesús. Y no se adhiere a Jesús ubicado por la voz que escucha en el arrobamiento
místico y contemplativo que lo deja prendido del cielo. No, Pablo debe ir a descubrir
a Jesús solo al compartir en la eclesía con hermanos y hermanas que dan la vida los
unos por los otros. Pablo destruye la imagen del Dios judío y allí mismo encuentra
al Dios nuevo de Jesús.
*La religión, sistema para mantener el favor de Dios
Los valores judíos que tenían capacidad salvífica se transforman en basura, para
Pablo, cuando descubre el amor que se entrega a los hermanos por Cristo y, con él,
en la eclesía. Es difícil imaginar el drama existencial del paso de un judío como
Pablo a la eclesía en su dinámica comunitaria, a causa del nuevo valor teológico que
se da al amor de hermanos. Es un Dios nuevo el que se asoma a través de Jesús. En
el lugar de la ley se pone el hermano.
«Todo eso que era para mí ganancia o valor salvífico lo tuve por pérdida al
lado de lo grande que es haber conocido personalmente a Cristo Jesús mi
Señor. Por él perdí todo aquello y lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo
e incorporarme a él.» (Filipenses 3,7ss)
Y se incorpora a Jesús al vivir la nueva vida de la comunidad. Los valores de la
religión judía se sustituyen por el amor entre discípulos
«Vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20).
Aquí el servicio de Jesús a lo largo de toda su vida se expresa con otra palabra
más densa: el amor entre los hermanos. Entregarse es expresión máxima del amor y
del servicio de Jesús al discípulo. Como en la cena, Jesús nos dice que nos ama, que
ese amor lo lleva a la muerte tramada por los impíos, y que quiere seguir
reuniéndose con nosotros en el reino, en la eclesía, a fin de comer juntos su cuerpo
que se entrega.
Aquí tenemos la tremenda densidad de la palabra «¡Sígueme a mí!,» de los
sinópticos. No te invito como profeta a cumplir la ley revelada de Dios; te invito a
seguirme a mí, ser humano y amigo. .
Vivo en la fe del Hijo de Dios. Le creo a Jesús, ser humano, que me consta que es
Hijo querido de Dios; y que me puede hacer hijo. En la fórmula «Me amó y se
entregó por mí,» está implicada toda la vida de Jesús, servicio amoroso a sus
discípulos y a todos los hombres, hasta romper todas las estructuras de opresión y de
dominio. No muere por mí, en sentido de una víctima que me sustituya, sino como
una persona que ama a otra, que soy yo, y me sirve hasta asociarme a su condición
de Hijo amado, la cual me exige el ejercicio máximo de la libertad al morir por mis
hermanos.
*La gloria de Dios, manifestada por obras de poder; ahora se muestra en la vida
de servicio
Dios se ha manifestado a través de las maravillas y poderes, victorias y
abundancia, las cuales son diversas manifestaciones de su gloria. . Tal ha sido la
experiencia de Pablo como buen judío. Ahora, en Jesús el Mesías, Dios ha revelado
su poder en la vida de servicio y amor tanto de Jesús como de los hermanos, que se
entregan los unos por los otros en unión con él. En esa misma humildad,
vergonzosa para los hombres, se hace patente la gloria de Dios. (Sobre la gloria ver
PJtm volumen 27)
*Solo un hombre puede cambiar la situación y condenar el pecado
«Porque Dios no tiene favoritismos. Los que pecaban sin estar bajo la ley
perecerán sin que intervenga la ley; los que pecaban bajo la ley, por la ley serán
juzgados.» (Romanos 2,12)
«Pero ahora...la justicia de Dios se ha
manifestado.» Romanos 3,21)
Dos cosas están ante Pablo: el pecado y la justicia de Dios, la transgresión y el
castigo correspondiente. Para que haya justicia de Dios debe condenarse el pecado.
El pecador debe ser condenado para que haya justificación, o rehabilitación, con tal
que esta palabra se aplique solo al pecador y no al justo a quien se le reconoce su
justicia y es rehabilitado. 59
Para esta justificación, «Dios envió a su propio Hijo en una condición como la
nuestra () pecadora, para el asunto del pecado, y en su carne
mortal condenó el pecado.» (Romanos 8,3) «Al que no tenía nada que ver con
el pecado, (por ser hombre dado en servicio a los hermanos) Dios lo cargó por
nosotros con el pecado (porque es hombre como nosotros y judío sometido a la
ley), para que nosotros, por su medio, obtuviéramos la justificación (o
rehabilitación) de Dios (al asociarnos a su acto de servicio en la eclesía).» (2Cr
5,21)
Jesús, al hacer y convocar hermanos, cumple el designio de Dios
Dios ve en Jesús al hombre pecador, pero Jesús hace lo que Dios quiere al servir y
amar a los hermanos. Así Dios realiza en Jesús, su Hijo, su propio modo de ser, la
compasión divina en carne humana de verdad. Entonces Dios realiza la comunión
consigo de los hombres adheridos a su Hijo. El acto de fidelidad de Jesús al amar a
los suyos y a todos los hombres redunda en bien de todos. Es la obediencia nueva
de Jesús y salvación para todos.
Esperar la salvación de la ley es confiar en sí mismos. Gloriarse en el judaísmo es
gloriarse en el yo de cumplidor y justo. «Pero yo no me glorío sino en la cruz de
Cristo». El mundo me cobra la osadía de denunciar la ineficacia de la ley para
salvar, y me crucifica, pero yo crucifico el mundo declarando su condena. Y yo soy
la nueva criatura. No me siento incómodo, dice Pablo; yo llevo en mi cuerpo las marcas, los
estigmas, de Jesús (Final Gal).
«Los que son de Cristo Jesús han crucificado sus pasiones y sus deseos. Si el Espíritu nos
da vida, sigamos también los pasos del Espíritu». ( Gálatas 5,24-25)
4. DAR LA VIDA, ENTREGAR LA EXISTENCIA POR LOS HERMANOS
El gran cambio de paradigmas o metánoia se expresa de modo claro: no estoy
sometido a la ley, pero debo dar, por amor y servicio, mi vida por mis hermanos. O
al revés: Debo entregar la existencia por amor a los hermanos, para ser liberado de las esclavitudes
a las potencias.
En las religiones el hombre es servidor o esclavo de potencias. El estado normal del
hombre es ser esclavo de los poderes con vestido religioso. También la religión judía, como
la musulmana, hace esclavos de la ley (Romanos 3,9; 6,15).
Pablo imagina dos esclavitudes: las religiones que hacen esclavos de los poderes
superiores, y la esclavitud de Jesús. Vivir la esclavitud de Jesús es un modo de
hablar pedagógico para principiantes, porque en realidad es un ejercicio de la
libertad en el amor, por parte de Jesús y sus discípulos. Es la libertad del Hijo de
Dios y de los hijos. Jesús con su vida de servicio nos libera de la esclavitud y el
servicio a las potencias y poderes.
«Ahora, en cambio, liberados del pecado y entrados al servicio de Dios,
ustedes van ganando una consagración que lleva a la vida eterna. Porque el
pecado paga con muerte, mientras Dios regala vida eterna en Jesús Señor
nuestro.» (ekklesia:  ). 60
La vida de egoísmo, o de pretensión de ser como Dios, o de cumplimiento de la ley
para no transgredirla, es la vida de pecado, que conduce a la muerte. Se pasa de la
tutela de la ley, a la libertad del Hijo de Dios y de los hijos en el Hijo. Esa es la
adultez de la fe.
Pablo nos invita a ser libres, y esto, sin duda, nos place. Pero ¿dónde está la
libertad?. Es natural que pensemos de inmediato en Dios. Así proclamamos
desenfadadamente: yo no me arrodillo sino ante Dios. Mi columna no se dobla ante
ningún poder humano: solo ante Dios, para adorar, «Cui servire regnare est»: A
quien servir es reinar. De modo que ser libres se puede entender como volver a la
obediencia a Dios que nos manifiesta su voluntad. Nada más puesto en razón.
Pero la posición de Jesús no es esa. Somos libres al entregar nuestra existencia por
amor a nuestros hermanos de comunidad. Somos libres si nos hacemos todo para
todos en la comunidad, al ser esclavos los unos de los otros, y de los de fuera para
atraerlos a construir el evangelio.
*Rescatados y redimidos.
Por la inserción activa y libre en la vida de la eclesía,  por el servicio
mutuo, somos rescatados, redimidos, liberados, arrancados de la situación de
pecado por un acto de poder de Dios. (Leer Romanos 6,16-23). Jesús asocia
consigo al discípulo, que acoge el llamado, y el poder de Dios incorpora al
discípulo en el Hijo, y es salvo.
*Perder la vida para guardarla, en los sinópticos
Vivir con Cristo es aprender a dar la vida en servicio. Creer en la resurrección no es
propiamente creer que Cristo resucitó, como creer que Elías fue arrebatado al cielo. Creer
en la resurrección como cristiano es aceptar la vida de servicio mutuo como sacrificio
personal, con la certeza de que si servimos con Cristo, con la amenaza aceptada de la muerte,
tendremos como él la vida definitiva.
En realidad, creo, vivo la fe cuando acepto amar y servir e invertir mi existencia
en favor del amor en el mundo, aunque los demás me persigan a muerte. Y esto se
practica en el bautismo. Por amor y servicio mutuo en Jesús somos reconciliados
con Dios, y el bautismo nos asimila al misterio pascual convirtiéndonos en nueva
criatura.
«Con Cristo quedé crucificado y ya no vivo yo, Cristo vive en mí; y mi vivir
humano de ahora es un vivir de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó
por mí» (Gálatas 2,19-20)
*Jesús, imagen de Dios, nosotros imagen también
Según una tesis conocida en el mundo helenista, los seres salvados tienen una
existencia conforme a la de su salvador, son asimilados a su redentor, del que se
hacen parientes hasta en su configuración.
«Lo mismo que hemos llevado la imagen (eikon) del terreno, llevaremos
también la imagen del celeste.» (1Cr 15,49) «Hemos sido predestinados a ser
conformes a la imagen de su Hijo.» (Romanos 8, 29)() 61
Recordemos que en Filipenses 2,5 Jesús es «morfé» de Dios. Nos conformamos
con Cristo y nos reconciliamos con Dios y los hermanos en Cristo.
«Y todo eso es obra de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos
encomendó el servicio (diakonian) de la reconciliación; quiero decir que Dios
estaba reconciliando el mundo consigo por Cristo, cancelando la deuda de los
delitos humanos y poniendo en nuestras manos el mensaje ( de la
reconciliación.» (2Cor 5,18-19)
*Sirviendo y amando a los hermanos de eclesía nos abrazamos con Cristo para
siempre
Todas las expresiones negativas, de lo que hay que superar o excluir, dejan el
espacio completo a la expresión positiva que lo resume todo y es definitiva:
«¿Quién podrá privarnos del amor de Cristo?...Porque estoy convencido de que ni la
muerte ni la vida, ni ángeles ni soberanías, ni lo presente ni lo futuro, ni poderes, ni
alturas, ni abismos, ni ninguna otra criatura podrá privarnos de ese amor de Dios, presente
en Cristo Jesús, Señor nuestro.»
(Romanos 8,35.38-39). 62
Ese hombre que es Jesús «ha Mashíaj», un tu para mí, ser humano, es mi Señor y
me asoció consigo, y lo seguiré, aunque se levanten todas las cruces.
5. EL SACRIFICIO DE CRISTO Y DE LOS CRISTIANOS
*¿Qué significa «Cristo murió por nosotros»?
El universo simbólico de las religiones pone en el centro el sacrificio de la víctima
expiatoria, como acto puntual con capacidad mágica de producir la salvación de los
fieles. Muchos cristianos entienden estas palabras «Cristo murió por nosotros» con esa mentalidad
y ponen el origen de todo en un decreto del Dios justo que exigió a su Hijo la muerte como
víctima divina por nuestros pecados.
Eso es pensar la obra de Cristo según los ritos de las religiones y del Primer Pacto.
Es comprender lo nuevo a la luz de lo viejo, e interpretar el sacrificio de Cristo
como otro sacrificio con la legalidad que Jesús desmontó con toda su vida de amor
fraterno. Eso es comprender la obra original de Jesús como nueva alianza con los
criterios de las religiones creadas por los hombres.
«Murió por mí» es el acto culminante de la actitud de servicio y de entrega que
Jesús quiso vivir libremente con sus discípulos y los seguidores. Me amó y se puso a
mi servicio. Y por promover como experiencia salvífica el encuentro de personas en
amistad organizada, en medio de una historia conflictiva, desencadenó las
reacciones de los devotos del Dios de la ley y de los castigos. Y por descalificar la
ley y los sacrificios vigentes para implantar este nuevo sacrificio, lo mataron. Jesús
invalidó la teoría sacrificial vigente.
«Uno murió por todos; con eso todos y cada uno han muerto.» (2Cor 5,15)
Parece la teoría sacrificial: como un cordero o una víctima, Jesús muere por los
pecadores. Para Pablo Jesús muere a la ley y las transgresiones jurídicas, y nosotros
también morimos a ese sistema si nos adherimos a él. Con Jesús la legalidad
salvífica queda abolida y se instaura una nueva humanidad por la solidaridad de los
discípulos con la muerte en servicio de Jesús. Con esa muerte de quien es justo y
sin pecado, y que complace al Padre, se condena o suprime el pecado. A esa
muerte se unen los que quieren morir libremente con él, sin evadir la carne para que
el alma vuele al cielo, sino luchando en favor de los hermanos en la eclesía
compuesta de personas de carne y hueso, en los conflictos de la libertad en la
historia.
*La cruz erigida por la maldad humana. El lenguaje sacrificial para explicar a
Cristo
Como Jesús actúa en un mundo pecador, este se vuelve por su propia naturaleza
contra Jesús, y le prepara la cruz ignominiosa tanto a él como a los suyos. Tenemos
en Pablo tres pasajes que utilizan el lenguaje sacrificial y que han sido la base para
la teología sacrificial de la redención: los dos siguientes y el de la eucaristía, que
veremos más adelante.
1. «Cristo, nuestra pascua, ha sido inmolado,» (1Cor 5,7). No es que Jesús sea el
mejor cordero, sino que ha abolido los corderos y todos los sacrificios, y los ha
reemplazado. Jesús que se entrega en el servicio y nos asocia a su donación o
sacrificio personal de toda la vida, nos ha liberado, como en la salida de Egipto y en
la pascua se da la liberación a los judíos. Y por esa entrega los pecadores le infligen
la muerte.
Al optar por el servicio mutuo en unión con el Mesías somos arrancados a la
esclavitud de la ley, y a la muerte, y somos asociados a la vida eterna de Jesús. Y
muertos a la ley y al pecado, vivimos en pascua por nuestra opción por el amor en
Jesús. Jesús realiza de manera nueva e insospechada lo que intentaban, sin
conseguirlo, los corderos degollados. Por eso es el verdadero cordero.
2. «Todos pecaron y están privados de la presencia de Dios; pero
graciosamente van siendo justificados (rehabilitados) por la generosidad de
Dios, mediante el rescate ( s) presente en Cristo Jesús; Dios nos
lo ha puesto delante como lugar donde, por medio de la fe, se expían
() los pecados por su propia sangre.» (Romanos 3,23-25) 63
La redención no se realiza ni por los viejos ritos con víctimas mejores, ni
mediante nuevos ritos creados por Jesús, ni siquiera mediante las leyes «naturales»
cumplidas por los paganos, sino mediante la existencia de servicio de Jesús en la
vida terrena y de sus discípulos en las eclesías. Jesús no elimina los ritos antiguos
para establecer otros nuevos. Sustituye el antiguo culto por la propia sangre
derramada, es decir, la vida de entrega, de servicio y donación de Jesús y de las
eclesías, a fin de transformar la historia. Esta no se deja como va.
No hay cosas, ni oraciones, ni devociones, ni acciones o ritos, que produzcan
automáticamente la comunión con Dios y la reconciliación. Todo queda sustituido
por el amor mutuo de Jesús con los discípulos y de los miembros de las eclesías. Por
lo mismo pierden su valor salvífico absoluto las personas sagradas, las cosas
sagradas, los actos sagrados, las devociones santas. Tanto la ley como la religión y
las instituciones sagradas pierden su carácter salvífico radical, aunque conservan un
valor relativo de manifestación parcial de la voluntad de Dios. Jesús nos deja la
eucaristía como experiencia de fraternidad y de entrega oblativa.
*¿Qué pasa cuando trabajo por mis hermanos?
«Estoy incorporado a Cristo, es decir a la eclesía, quiero así tomar conciencia de su persona, de la
potencia de su resurrección, y de la solidaridad con sus sufrimientos (que me causan los
opositores), reproduciendo en mí su muerte, para ver de alcanzar como sea la resurrección
de entre los muertos.» (Filipenses 3,10-11). «Y compartir sus sufrimientos es señal de que
compartiremos también su gloria.» (Romanos 8,17) «Por eso estoy contento de mis
debilidades, ultrajes e infortunios, persecuciones y angustias por Cristo; pues cuando soy
débil, entonces soy fuerte.» (2Cor 12,10) Pablo comparte la cruz cuando soporta las
contradicciones y conflictos con legalistas religiosos.
6 EL ESPÍRITU SANTO
*La libertad plena en el amor mutuo en la eclesía y
Hemos sido liberados del sistema de la ley, no para pecar sino para amar, que es el
nuevo «sistema»: Sírvanse mutuamente en la libertad. Caminar en el Espíritu es no
centrarse en sí, en la carne, en el egoísmo que pretende salvarse a sí mismo, y ser
como Dios.
Amarse a sí mismo es cumplir todas las leyes como voluntad de Dios definitiva. Amarse
mutuamente como nueva ley general es dejar los deseos de la carne egoísta que se salva por la ley, y vivir
en el Espíritu, en la eclesía. Se trata de vivir en la libertad del Espíritu pero en los conflictos históricos, en la
carne, en la realidad humana compleja. La mortificación de Jesús no tiene nada que ver con el
odio a sí mismo, o al propio cuerpo, y menos el odio a la sexualidad.
*La obra del Espíritu en la eclesía gozosa.
«Al poseer el mismo Espíritu nos resucitará a ellos y a nosotros. Y todo esto por ustedes, de
suerte que al extenderse la gracia a más y más gente, multiplique la acción de gracias para
gloria de Dios.» (2Cor 4,13-1)
El sacrificio, el dolor y la muerte solo por los otros, por la comunidad política, por
la patria o por el partido (Garaudy), o por la nación no es lo propio del cristiano,
porque el que se mete de redentor, sin Cristo, muere crucificado. ¿Qué me he
ganado con ser buena durante tantos años? La entrega de la existencia como fuerza
del Espíritu construye la comunión de personas libres y autónomas. Y en esa
comunión se da la vida eterna, se va gestando la gloria manifestada de Dios.
«Las penalidades momentáneas, las luchas por crear la comunión en el amor,
producen un peso desmesurado de gloria». (2Cor 4,16-18)
«Yo doy mi vida con Jesús, sufro la nékrosis y la muerte (s), mi
hermano recibe la vida de Jesús, pero yo recuperaré con creces la mía».
*Las bendiciones divinas, el dinero o la ley o la religión, como seguridades de
los humanos.
Las cosas, personas y acciones que simbolizan la presencia de Dios, la ley y el
dinero, expresión concreta de la prosperidad divina, son reemplazadas por el amor
que circula entre los hermanos en la eclesía. En Cristo Jesús, al cual nos asociamos
por el servicio mutuo, hemos sido bendecidos con toda clase de bendiciones. En la
eclesía todos aceptamos hasta la muerte con Cristo al servirnos unos a otros y al
poner en común las capacidades y el dinero de todos. Es la obra maestra del
Espíritu de Jesús.
Como Cristo murió o sirvió toda la vida por el Espíritu eterno (Hebreos 9,14); los
participantes en la eclesía, al poner todo lo que son y tienen al servicio de todos, se
transforman en carismas del Espíritu. Por eso el Espíritu es la gran promesa del
Padre. .
«Y esto para que por medio de Cristo Jesús la bendición de Abrahán
alcanzase a los paganos, y por la fe recibiéramos el Espíritu prometido.» (Gal
3,14). «La ley del Espíritu de la vida () en Cristo Jesús, la eclesía, te liberó
de la ley del pecado y de la muerte.» (Romanos 8,2)
Jesús no impone nuevas leyes animadas por el Espíritu, como leyes salvíficas,
pues Cristo no murió en la cruz por el antiguo régimen de justicia divina que pone
leyes y exige reparación a la transgresión. Jesús reemplaza ese régimen, por el del
amor mutuo, de donación de la existencia de cada uno por los hermanos de
comunidad, en unión con él, y en la libertad de opción. Esta vida de amor mutuo es
la obra del Espíritu santo en la eclesía. El Espíritu derramado en los corazones de
los discípulos ha sustituido la letra de la ley como salvífica y la deja vigente solo
como una manifestación parcial de la voluntad de Dios. Por consiguiente, Cristo ha
puesto fin al régimen de la ley, y ha inaugurado el régimen nuevo y definitivo del
Espíritu comunitario 64
Pero así como Jesús es hombre de verdad, con personalidad humana completa, en
nada cercenado, sino ser humano en evolución, así también el Espíritu Santo se
expresa en el hecho histórico de una persona de la eclesía que toma lo suyo y lo
entrega al hermano, usa sus capacidades y dones y los pone al servicio de la eclesía.
Los dones de cada uno para los otros son carismas del Espíritu. La decisión de servir
de Jesús, el Hijo querido, la activa el Espíritu en los discípulos por el intercambio
de dones.
La acción del Padre, del Hijo y del Espíritu nunca se ejerce de manera inmediata
sobre los miembros de la eclesía, sino siempre de manera mediata. El actuar de
Dios es siempre mediado. Nada viene del cielo por contacto directo de Dios con
cada persona. Tanto la eclesía, cual hombre nuevo, como cada persona participante, es
sacramento de la acción del Padre, del Hijo y del Espíritu.
De tal forma que la acción propia del Espíritu es el volverse de cada uno sobre los
demás para expresar la ternura y compasión del Padre y el servicio y entrega del
Hijo. Por eso la vida en el Espíritu es la vida de comunión de hermanos y toda la
dinámica comunitaria.
*Aceptación y acogida de lo terreno y carnal: mentalidad griega y mentalidad
hebrea
En la cultura grecolatina llamamos vida espiritual lo propio del alma que es
espiritual, por oposición a la carne que es material y opuesta a Dios. El alma
espiritual es la que congenia con Dios que es Espíritu puro. Nuestra tarea es
alejarnos de lo material para acercarnos a lo espiritual y puro. Y con esta mentalidad
solemos leer el Nuevo Testamento, con resultados lamentables. Ese camino parece
lógico, según Aristóteles.
La vida espiritual debe llevarnos a dejar todo apego humano hasta no vivir sino
para dedicarse a «conocer, amar y servir a Dios en esta vida, y verle y gozarle en el
cielo», ya sin nada que ver con la carne. Por eso se mezcló el tema de la resurrección
con la inmortalidad del alma definida por los griegos.
Jesús, por su parte, no quiso seguir el camino de los griegos y gnósticos, y prefirió
salvarnos en la carne, en solidaridad cósmica. El compartió nuestra condición
carnal, la carne de pecado, (Col 2,2), y como ser humano, en la carne pecadora, se
entregó al servir a los hermanos, y condenó el pecado en la misma carne (Romanos
8,3).65
El cristiano ha crucificado la carne, haciéndose servidor de los hermanos, y ha
triunfado en el combate. Eso lo consigue mediante el Espíritu de Jesús que se le ha
comunicado en la eclesía.
La vida espiritual o la obra del Espíritu es hacer el bien a los hermanos hasta dar
la vida por ellos en la carne, con todos los sentidos bien despiertos.
*Buscar lo de arriba
Lo que hay del cielo en la tierra, lo que hay de arriba desde abajo, es la eclesía de
hermanos. Por eso:
«Busquen primero el reino de Dios, que lo demás se les dará por añadidura.». «Si han
resucitado con Cristo, busquen lo de arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios;
tengan la mente puesta arriba, no en las cosas de la tierra; porque ya murieron, y su vida
está oculta con Cristo en Dios, en el seno de la eclesía de Dios; cuando se manifieste Cristo,
que es la vida de ustedes, con él se manifestarán también ustedes en gloria.» Col 3,1-4)
Notemos cómo se intercambian las imágenes temporales y espaciales: Lo futuro es
lo mismo que lo de arriba. Pero lo de arriba ya está en la eclesía y lo futuro ya lo
vivimos ahora. En la teoría de la relatividad también se dice que las cosas tienen,
además de la tres dimensiones, una cuarta que es el tiempo; por eso el espacio-tiempo.
*El Espíritu en la materia: verdad de la lógica griega y verdad del Espíritu
Dos cosas: Solo mediante el Espíritu podemos dar sentido a las observancias
externas, y, por otra parte, Cristo, en la eclesía, manifiesta la plenitud de la ley como
voluntad revelada de Dios en el amor mutuo.
Desde san Basilio, se asocia demasiado el Espíritu Santo con la verdad al estilo
griego, asunto de razón, de inteligencia y sabiduría; con la práctica de las virtudes
como cualidades de las personas que se deben cultivar y practicar, hasta conseguir el
equilibrio que pone la virtud en el medio; y con la divinización de cada hombre,
cuya pasión es ver a Dios. Esto ha llevado a aplicar la visión individualista, que se
ha tenido de Jesucristo, también al Espíritu Santo.
*Las dos moradas o ámbitos de pertenencia
«Esto implica que mi morada terrenal se desmorona, y entramos en una
morada eterna no construida por manos humanas, es decir, la eclesía, Cristo. La
eclesía es ya un cuerpo de gloria visible para los de dentro.» (2Cor 5,1-10)
Deseamos que el cielo sea una continuidad con una vida nueva en la tierra, como
arras del Espíritu. La eclesía es una anticipación de la morada celeste, preludio y
garantía de la morada futura, nuestra habitación definitiva.
7. La Eucaristía (1Cor 10,16-22),
«Yo recibí esta tradición que viene del Señor y que a mi vez les trasmití.»
Este dato es precioso porque se trata de un gesto que nos pone en contacto directo con Jesús
mismo. Pablo no destaca el valor de algo definido por las comunidades sino definido por Jesús
mismo. La Eucaristía brota del corazón mismo de Jesús con absoluta autenticidad, y por eso es
central para comprender la propuesta de Jesús real e histórico.
«Que el Señor Jesús, en la noche en que fue entre-gado, tomó pan, hizo la acción de gracias,
lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes.»
Como en las comidas, pronunció la acción de gracias, lo que nos relaciona con
todas las comidas íntimas de Jesús con los suyos. Jesús entrenó a sus discípulos y
discípulas a comer juntos. La experiencia de comer es símbolo y sacramento central de la
religión de Jesús y de su proyecto.
Nos han quedado claras tres cosas esenciales a la propuesta de Jesús:1º Jesús es un
ser humano, 2ª Jesús es Hijo de Dios y la 3ª es que el discípulo debe hacer lo que
hace el maestro, llámese solidaridad con él, imitación, seguimiento o conformidad.
Y esto se realiza y simboliza en la comida eucarística. La eucaristía está en
continuidad con todas las comidas de seres humanos que se aman. Repartió la
«matzá» con las manos. Es en esencia una experiencia de compartir y de comunión
de personas.
El pan es mi carne o mi cuerpo, que se entrega en favor de ustedes. «Esto soy yo que doy
mi existencia y la entrego por ustedes.» La esencia del proyecto de Jesús es dar la
existencia, entregarse. Jesús está expresando el eje de su propuesta a los hombres. Eso está
proclamando Jesús y lo va a seguir demostrando hasta la muerte que se acerca.
Jesús habla en presente: mi cuerpo que se entrega, mi sangre que se derrama. No,
que se derramará en la cruz. Hay traductores como el protestante que se siente obligado a
acomodar este presente con la teoría sacrificial de San Anselmo, y explica: «es un presente
llamado incoativo». Y en la liturgia, desde los primeros siglos, se cambió por el futuro: se
entregará: «tradetur», pues se quería relacionar la eucaristía con la muerte en cruz.
Cristo ve, según esta tradición, en este símbolo como si su cuerpo estuviera ya
pendiendo de la cruz como víctima que se ofrece a favor de nosotros. El futuro es para
acomodar las palabras de Jesús a la práctica litúrgica que ve la redención en la cruz.
Pero Jesús real e histórico no piensa en los rituales de víctimas satisfactorias, y se
concentra en el sacrificio personal que ha estado ofreciendo desde que dijo en el
primer momento «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad».
Jesús usa el
presente, si se quiere progresivo, que incluye toda su vida de servicio y de amor a
los suyos. Esta es mi carne que se ha estado dando por ustedes desde el primer
momento. Jesús habla en presente porque se ha estado entregando en sacrificio
personal durante toda la vida, y no sigue la teoría sacrificial de una víctima que
derrama su sangre en la cruz. Jesús real e histórico ni siquiera sabe si le van a sacar
sangre en la cruz o si lo van a apedrear como a los profetas.
Es verdad que el futuro, que pone la redención y el sacrificio en la cruz, se usó en
la Iglesia desde los primeros siglos, mucho antes de san Anselmo, como se lee en la
Tradición Apostólica, pero con el sentido del Pantocrator que triunfa en la cruz. (Ver volumen
27 de PJtm).
«Lo mismo hizo con la copa después de cenar»
La nueva alianza se sella con la sangre de Cristo al ser entregado su cuerpo «por
vosotros». No «en lugar de», ni como víctima expiatoria por los pecados, sino en
cuanto restableció la alianza por su entrega personal para la comunión de hermanos,
en la nueva obediencia al Padre. También usa el presente porque ha estado
entregando la vida, vertiendo la sangre, sin contar con la sangre brutalmente y
criminalmente derramada y arrancada por los verdugos. Sobre la eucaristía ver el
PJtm. volumen 27.
«Hagan esto en memoria mía».
Jesús dijo a sus discípulos: si ustedes me siguen, hagan lo mismo que yo, que
vuelco mi compasión sobre otros hombres, y soy la plena complacencia del Padre.
Como el Padre está complacido, se ha realizado la Nueva y eterna alianza de Jesús
hombre con Dios y de los discípulos que se le asocian por el amor. Al hacer lo
mismo que el Hijo querido de Dios, tenemos vida eterna con él y estamos
redimidos, liberados, salvados.
Hay dos tradiciones en la Escritura, una de la cuales no contiene la orden de
repetir. Por eso no sabemos si Jesus dio orden de repetir la ceremonia, pues no se
concibe que se hubiera eliminado la orden si hubiera existido en los relatos más
antiguos. Pero de lo que si estamos seguros es que Jesús a lo largo de toda su vida
estuvo repitiendo que el discípulo debe hacer lo mismo que el maestro, entregarse
en memoria o en seguimiento de Jesús. Los que participamos en la eucaristía
prolongamos la acción de Jesús terreno, antes de su muerte en la cruz, el sacrificio
personal de toda su vida, y participamos de su cuerpo físico y real. .
«Continúen proclamando (kataggellete). la muerte del Señor» v. 29
Así como somos bautizados en la muerte, y debemos compartir la entrega de Jesús
por el servicio mutuo; también estamos anunciando el amor y servicio de Jesús y su
muerte, cuando comemos el cuerpo que se entrega y bebemos la sangre que se
derrama.
«Por tanto quien come o beba sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia
condenación».
Debemos ser muy coherentes y cuidar la salvación con temor y temblor. Se suele
hablar de reverenciar el pan consagrado y distinguirlo del pan ordinario. Pero
Pablo habla enseguida de no introducir divisiones en la eclesía por la comida.
Seamos celosos de la comunión de los hermanos y no digamos palabras que
comprometan la unidad de la edificación. 66 El primer dogma es la comunión
fraterna, y la primera herejía es el cisma el romper la comunión.
DIEZ ASPECTOS DE LA PROPUESTA DE JESÚS EN PABLo
También Pablo refleja los diez aspectos que descubrimos en la propuesta de Jesús real e
histórico. Repasémoslos como ejercicio pedagógico de asimilación.
1. Jesús, ser humano
La fe de Pablo parte de la aceptación de Jesús como ser humano, nacido de una
mujer, descendiente de David según la carne. (Romanos 1,2-3, ex spermatos David
Hechos 13). El sufrimiento y la muerte, de que tanto habla Pablo en Jesús, es el
sello de lo humano. La muerte y el sufrimiento es parte del misterio del hombre, y
Dios nos salva ahí, en la carne. En cuanto es un misterio reservado a Dios, el
hombre no puede pretender resolver el problema de la muerte, porque sería
pretender ser como Dios. Pero en cuanto es un misterio del hombre, inscrito en la
misma creación, puede enseñorearse de él y vencerlo. El sufrimiento y la muerte
son para vencerlos, a fin de restituir el hombre a toda su belleza y felicidad. .
2 Jesús, Hijo de Dios
Jesús es «constituido» Señor por la nueva vida que recibió después de su muerte.
Jesús Mesías, profeta y justo, adquiere alcance universal en todo lo que hace, y
Dios lo confirma. (Romanos 1,2-3), aunque lo ha tenido desde el principio en su
solidaridad con el cosmos y la historia.
Los lenguajes para dar significado a la muerte de Cristo son muy variados:
Liberación de la esclavitud del pecado, justificación-rehabilitación, reconciliación
con Dios, nuevo nacimiento, incorporación. Se habla también de presentación de
ofrendas a Dios para aplacarlo, como se presentaban seres humanos, animales,
vegetales a las deidades. Ahora se ofrece una víctima divina. Estos lenguajes no son
la realidad en sí, aunque deben tomarse en serio.
3. Jesús, hombre que se rodea de varones y mujeres: hace amigos y amigas
La solidaridad de Jesús con los que se le asocian tiene como condición esencial
que él sea un ser humano; solo así se puede comparar la solidaridad de Jesús con los
suyos con la solidaridad de Adán con todos los hombres. Un solo hombre, Adán; un
solo hombre, Jesús. Romanos 5.
4. Jesús, hombre, ante quien se deciden libremente hombres y mujeres. No ante
sistemas de leyes y normas rituales para obtener salvación.
Todos tenemos que decidirnos ante Jesús: «Me amó y se entregó por mí»; yo
también debo amar a mis hermanos y hacerme todo para todos. Pablo es el que
mejor nos explica el paso del régimen de la ley al régimen del amor. En todas las
cartas toca este tema esencial. Mi decisión no es ante Dios sino ante Jesús.
5. Jesús es el hombre que vuelca su compasión y su servicio sobre otros hombres
Me hice todo para todos, dice Pablo, entregué mi existencia. La muerte de Jesús es
la consecuencia, por la condición humana, de la vida de servicio de Jesús y tiene el
mismo valor de toda su vida de entrega. Pero no es medio puntual de salvación
como si bastara para producir efectos especiales, como si hubiera sido deseada como
tal por Jesús o por Dios para poder salvar a los hombres. Por eso no deben tomarse
a la letra lenguajes como estos: Cristo se entregó a la muerte; el Padre lo entregó a la
muerte.
6. Hombre que exige a sus discípulos que lo imiten o lo sigan, como creer en él La
fe es la práctica del servicio mutuo, la praxis del Reino.
La fe cristiana consiste en aceptar la vida de servicio a la manera de Jesús, con la
certeza de vida eterna o resurrección. Esto implica renunciar a los criterios
legalistas, jurídicos, económicos
y religiosos. Todo lo cual provoca las
persecuciones y la muerte. El discípulo es invitado a la comunión con Dios en Jesús
por la vida según el Espíritu de amor. Al dar la vida por los hermanos, se edifica la
eclesía, y al entregar la existencia por los hermanos para formar la comunidad, es
necesario aceptar la muerte y el sufrimiento.
La vida de discípulos consiste, por tanto, en compartir la entrega de la existencia
que hizo Jesús en la vida cotidiana, y en escoger los amigos, los prójimos y los
hermanos para convivir con ellos en el ágape fraterno, y difundir en todas la
culturas esta misma experiencia.
Esa es la formulación adecuada de la fe cristiana, para Pablo, y es la experiencia
de fe y amor que triunfa sobre la muerte. La fe cristiana no consiste en admitir
ciertas verdades ni en practicar ciertas leyes sino en un encuentro con Dios en Jesús
hecho comunidad o eclesía. Dios me puede librar del mal que me aplasta, si yo
empiezo esta vida nueva.
Jesús, al exigirnos dar la existencia por los hermanos en la eclesía, nos está
pidiendo que venzamos las fuerzas del sufrimiento y de la muerte, en la medida de
nuestras posibilidades, en favor de nuestros hermanos. Decirle al hermano: «te amo, te
sirvo, te lavo los pies» es declararle: «no quiero que mueras, no quiero que sufras sino para
crecer.»
7. La práctica de Jesús desencadena conflictos en la historia humana que se guía
por los originales principios de la rivalidad y los egoísmos. Se yergue la amenaza
de la cruz erigida por los adversarios.
Por la solidaridad con Adán, el hombre es pecador activo y ha roto la alianza y se
halla en la esclavitud. El mismo tiene la tarea de realizarse en el conflicto. Es
necesario vencer el pecado, condenarlo y destruirlo, para el triunfo del hombre. Esta
derrota del pecado exige una transformación radical para entrar en el Reino de Dios.
El pecado lleva asociado el sufrimiento y la muerte y, en consecuencia, el sufrimiento y la
muerte, en cuanto relacionados con el pecado, deben ser condenados y vencidos.
La Biblia no explica el sufrimiento pero ve en él un castigo y maldición por el
pecado, según el esquema de la alianza, o también un instrumento de educación.
Pablo exclama: «¿Dónde está, muerte, tu victoria?» Se pregunta si la muerte y el
sufrimiento han sido vencidos, pero si lo han sido, ¿por qué continúan?. El
sufrimiento o es castigo del pecado o es una prueba de la fidelidad del miembro del
pueblo de Dios.
Pero esas explicaciones del sufrimiento por la Biblia son insuficientes, pues nos
sigue desconcertando la pregunta: ¿el justo por qué sufre?. Job, como justo, no
sabe y se inclina ante el misterio de Dios. El siervo de Yahvéh, por el contrario,
carga con el pecado de todos. También nosotros, como Jesús y como los discípulos,
debemos asumir el sufrimiento que nos viene por la oposición de los egoístas a la
propuesta de Jesús, y ser misioneros como corderos en medio de lobos.
Nosotros barruntamos una respuesta al sufrimiento: La humanidad avanza por la
evolución dolorosa hacia la comunión de los hombres, y las huellas de la lucha sin
tregua contra los poderes de la muerte quedan en el sufrimiento. Cristo está con
nosotros dirigiendo el combate. Es la esperanza de los hombres.
8. Hombre ante quien son juzgados los seres humanos
Jesús es constituido juez de vivos y muertos.
9. Hombre que garantiza del Padre la vida eterna.
Dios quiere triunfar con su proyecto que es de amor y de salvación, mediante la
realización total del ser humano en el mar infinito de Dios. .
Jesús suprime el sufrimiento en el ámbito de la comunidad de hermanos y amigos,
como vivencia actual de la resurrección de Jesús sacramentado en la vida fraterna,
hasta la plenitud de la alegría, pero queda el sufrimiento por el choque de este
sistema nuevo con el antiguo sistema de leyes, transgresiones y castigos, el cual
pretende aplastar al Maestro y al discípulo. .
10. Hombre que come con sus discípulos y nos hace felices.
La Eucaristía actualiza la muerte de Cristo en la muerte de los unos por los otros
en la eclesía. Los sacramentos no pueden ser, de esa forma, actos mágicos
desconectados de la propia existencia de servicio.
4 DIEZ TEXTOS DECISIVOS PARA COMPRENDER
LA PROPUESTA DE JESÚS REAL E HISTÓRICO
1. El prólogo del evangelio de san Juan
2. Primera carta de Juan
3. Hebreos
4. Efesios-Colosenses
5. El Buen Pastor
6. La parábola del buen samaritano
7. El discurso del pan de vida
8. Las parábolas del Reino
9. Las bienaventuranzas
10. La oración.
1. El prólogo de san Juan.
El Verbo se hizo carne
El prólogo de Juan (vv 1-18) parece haber sido escrito en dos tiempos. Un himno a
Cristo celebrado como el logos divino o revelación de Dios. El redactor amplió el
himno con algunos temas muy reflexionados en su comunidad. El logos es la
palabra, el conocimiento, la ciencia y la filosofía, la expresión más bella y completa
del los seres humanos. Este himno al Logos hace recordar la liturgia de Éfeso en
Col 1,15; 1Tm 3,16; Hebreos. La exaltación de Jesús es garantía de la nuestra. 1,34
Todas las manifestaciones de Dios, o diversos logos, se sintetizan en Jesús de
Nazaret, como ser humano y novedad total. Traducimos por «Verbo», masculino.
1. Al comienzo existía el Verbo, y el Verbo estaba frente a Dios, y el Verbo era Dios.
2. El estaba, al comienzo, con Dios
todo existió por él
y nada de lo que existió se hizo sin él.
4. En él estaba la vida
y la vida era la luz de los hombres.
5. Y la luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la comprendieron.
9. El Verbo era la verdadera luz que viniendo a este mundo, ilumina a todo hombre.
10. El estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por él,
y el mundo no lo reconoció
11. Vino a lo propio,
y los suyos no lo acogieron.
12. Pero a los que lo recibieron, los que creen en su nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de
Dios.
13. los cuales no nacieron ni de la sangre ni del deseo de la carne, ni del deseo del hombre, sino de
Dios.
14. Y el Verbo se hizo carne,
y puso su Morada entre nosotros.
Y hemos contemplado su gloria,
gloria que recibe del Padre como hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15. Juan da testimonio de él y clama:
«Ese es el que yo dije:
El que viene detrás de mí, se ha puesto delante de mí,
porque existía antes que yo».
16. Pues de su plenitud todos hemos recibido,
y gracia por gracia.
17. Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad por medio de
Jesús mesías.
18. A Dios nadie lo ha visto jamás:
el Hijo único,
que está en el seno del Padre,
él lo ha contado.
v. 1. Al comienzo existía el Verbo, y el Verbo estaba frente a Dios, y el Verbo era
Dios.
No se refiere, como el Génesis (Génesis 1,1.3.6), al comienzo del mundo, en la
creación, sino al principio absoluto cuando está el Dios trascendente y único. Dios
no necesita de la creación para ser Dios, pero tiene la decisión de comunicarse,
de decirse, de expresarse de forma análoga a la de los humanos, mediante la Palabra
o Verbo. Dios es voluntad de pronunciarse, de crear gratuitamente, no por
necesidad. Aristóteles y tantos otros, como los llamados panteístas, consideran el
mundo como necesario para Dios.
En ese principio todo lo que Dios quería comunicar se encierra en el Verbo o
Palabra de Dios, que no es Dios en sí sino comunicación de Dios. Lo que Dios
quiere comunicar está en Dios y es Dios. Logos es griego; Verbo es latín y Palabra
castellano. Todo lo que Dios quiere comunicar, el mundo, los seres humanos, es el
Verbo de Dios, pero ahora todo lo que Dios quiere decir se expresa en el Verbo que
es Cristo. No busquemos otro teólogo fuera de Jesús. Lo que piensa Aristóteles
sobre la causa primera, o Agustín o Tomás de Aquino, o cualquier pensador queda
desvalorizado ante Jesús que es el Verbo de Dios. El Verbo único y definitivo de
Dios, el teólogo confiable del todo es Jesús, el mesías de Israel.
Hay que notar este vocabulario que puede ayudarnos hoy para reformular la
teología.. Juan no habla del Hijo eterno sino del Verbo que existe desde el
comienzo, pero que ahora es Jesús el Hijo. Evita decir que el Hijo exista desde
siempre. Es ahora, en Jesús, cuando reconocemos al Verbo de Dios en Jesús. Por la
eternidad es Dios, pero Dios, al salir de sí, dijo todas las obras o palabras y
finalmente una única palabra, el logos, que es Jesús.
Dios no se puede ver, y no lo podemos analizar, definir o contemplar. Verlo sería
la muerte para los seres huma-nos. Por eso nadie puede ser como Dios. Juan no
quiere desvelar esa trascendencia divina, y no se atreve a definir la vida de la
Santísima Trinidad, lo que se hizo más tarde, pero sabe que a partir de Jesús como Hijo
de Dios, todo lo que Dios quiere revelar está en Jesús. Todo lo que Dios quiere
comunicar es Jesús el mesías.
*Lo trascendente, indescifrable
Los libros de la sabiduría meditan sobre la forma como Dios se revela en toda la
naturaleza (Pr 8,23-36; Sabiduría 7,22-8,1), en la historia, en la vida sabia y correcta
de los hombres y mujeres. Esa revelación de Dios se muestra de muchas formas
lingüísticas: «morfé, eikon», imagen, sabiduría, «sofía, logos».
Estas expresiones quedan englobadas en la gloria de Dios Padre, «doxa». La
comunidad del discípulo amado, guardián de teologías judías, conserva el más
estricto monoteísmo, y esto debe guardarse para el diálogo con los judíos y los
musulmanes.
La comunidad del discípulo amado prefiere hablar del Verbo de Dios, el logos,
porque Dios decide expresarse, salir fuera de sí. En Dios, Juan no dice que haya un
hijo en el principio. Sería un antropomorfismo excesivo, más aun, inadmisible para
un judío que rechaza esposas e hijos de Dios. Y los modernos sabemos que la
realidad de la noción de hijo supone la reproducción sexuada en los mamíferos
superiores y en los primates, después de quince mil millones de años de la
¿creación?. Ni con toda la imaginación teológica de que hemos hecho gala, nadie
se ha atrevido a hablar de hijos en los ángeles.
Con todo, nuestra fe cristiana nos invita a adorar la Santísima Trinidad. Con la
filosofía moderna, compren-demos que Dios personal no puede ser persona si no es
relación interpersonal y comunión. En ese sentido la Trinidad Santísima está en
Dios eterno. La voluntad de comunicación de Dios trascendente nace de la
naturaleza misma de él, y por eso debe hablarse del Verbo eterno porque sabemos
que el bien es difusivo, quiere comunicarse («Bonum est diffusivum sui»)
No sabemos quién es Dios en sí; lo que nosotros sabemos es cómo se revela Dios,
pero Dios en sí queda siempre vedado para nosotros («agnostos»). Nadie lo puede
definir porque no lo puede ver. Solo intuimos que debe ser comunión, y es lo que
intentamos balbucir cuando hablamos de la Santísima Trinidad antes de la creación
y de Jesús de Nazaret. . .
*La comunicación de Dios
Dios tiene dos caras. La santidad («qadosh») que podemos identificar con la
trascendencia, la cara oculta y divina de Dios que nadie puede ver. Y la gloria
(«kabod: doxa») que es Dios pero revelado y vuelto hacia afuera. Esa es la faz de
Dios que podemos ver porque se destina a nuestro bien y a nuestra salvación. En
este orden de la creación y de la revelación de Dios tenemos numerosas expresiones
lingüísticas que mencionamos, como imagen, logos o verbo, palabra, eikon o morfe,
sofía, imagen y semejanza, gloria.
Lo que sabemos de Dios es el Verbo que se nos revela, la imagen que vemos en
los seres humanos, la forma de Dios, y Jesús es la revelación suprema de Dios, que
no será superada.
2. El estaba, al comienzo, con Dios
todo existió por él
y nada de lo que existió se hizo sin él.
Por supuesto que cuanto fue creado por Dios lo fue por su Verbo. Si todo fue
creado por él, se concluye, con lenguaje más riguroso, que todo fue creado de la
nada, «ex nihilo» o mejor «a níhilo». La materia también es creada, de modo que se
niega todo dualismo metafísico, y se rechaza buena parte de la metafísica griega y
todo espiritualismo que opone materia y espíritu, y sitúa la salvación en lo
espiritual. Por lo mismo se excluye todo gnosticismo. Se relativiza el mundo
intermedio de las metafísicas, y gnosticismos. Nada viene de fuera de Dios, y todo
está dentro del proyecto de salvación.
4. En él estaba la vida
y la vida era la luz de los hombres.
Esta revelación de Dios que es el Verbo es también la vida, no solo los átomos
sino todas las células, y la cultura y todo el desarrollo posible de los hombres, y la
salvación total. Dios no se vale de otros seres, como ángeles, que no estén
comprendidos en el Verbo, para comunicarse con nosotros y salvarnos. El logos, el
verbo, como la comunicación de Dios es, por fuerza, la luz única que muestra el
camino hacia la beatitud. Esto es indiscutible y evidente: la comunicación que Dios
hace es la luz del mundo, porque Dios solo busca el bien de sus hijos. Para los
judíos la Torá es la voluntad de Dios que ilumina a todos los hombres. Para
nosotros Jesús es la luz del mundo, no ya la Torah.
5. Y la luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la comprendieron.
La Torá era la luz del mundo. Ahora la luz es Jesús y su propuesta. Unos acogen
con pasión la luz, pero lo hacen en la libertad. Jesús no se impone como una ley de
Dios inexorable. El antagonismo de luz y tinieblas es inherente a la existencia del
mundo, pero ahora es la oposición del nuevo camino de Jesús respecto de todos los
demás caminos religiosos. Los hombres deben comprender, aceptar y acoger
libremente la luz o revelación de Dios que desde ahora es Jesús, ser humano nacido
de una mujer, de Nazaret. En él reciben al Verbo.
La novedad del amor de Jesús siempre entrará en debate con los principios
egoístas, de rivalidad y de mímesis, de ley y de religión, de los seres humanos en su
proceso evolutivo. Las tinieblas se oponen a la vida y a la luz que son el Verbo de
Dios. Puede verse aquí el rechazo por parte de los hombres tanto de las
iluminaciones fuera de Israel como contra la revelación en el pueblo de Dios. La
opción es libre porque es ante un hombre. Y ante los hombres se puede discutir y
optar libremente.
9. El Verbo era la verdadera luz que, viniendo a este mundo, ilumina a todo
hombre.
10. El estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por él, y el mundo no lo
reconoció
El mundo es el universo según los griegos, pero para Juan es también el mundo de
los hombres opuestos al Verbo. El mundo es el objeto del amor de Dios (3,16), pero algunos
hombres se organizan para rechazar a Jesús. 8, 12-31.
11. Vino a lo propio,
y los suyos no lo acogieron.
Lo que Dios ha querido manifestar de sí a los hombres lo resume Juan en el Logos,
Verbo o Palabra, en el comienzo es Dios. Pero a partir de la existencia terrena de
Jesús todo ha recibido un vuelco radical. Dios quiere tener hijos, a la manera
humana en el Hijo Unigénito y en él resume todo lo que quiere decir a los hombres.
Así comprendemos que el Verbo se encarnó, o sea, que Jesús es todo lo que Dios
quiere decir los hombres. .
También en Filipenses. 2,5-11, el himno utilizado por Pablo, se supone que así
como Dios tiene el Logos, tiene también la morfé o imagen reveladora, la «Morfé»
de Dios, la revelación de Dios y su expresión exhaustiva. «Existiendo como morfe o
imagen de Dios, se anonadó siendo siervo de sus hermanos.» En Jesús está la
revelación del amor de Dios a los hombres.
La carta a los Hebreos dice lo mismo: «Dios ha hablado de muchas maneras,
(«multifariam multisque modis,») como las mencionadas antes: logos, morfé, eikon,
creaturas todas. Pero ahora habla en el Hijo, Jesús de Nazaret. Antes no. Notemos
que ni Pablo ni Juan hacen intervenir otros seres, ni tampoco el demonio, como
personajes claves en el plan de Dios. La carta a los hebreos menciona los ángeles,
pero para excluirlos. No le habló a ningún ángel. (He 1,5) ni a ningún ser
extraterrestre.
Estas tres corrientes importantes del Nuevo Testamento que se propusieron hablar
de la revelación antes del nacimiento de Jesús, evitan hablar del hijo eterno, y
emplean otras expresiones como logos, morfé, palabra o imagen, o palabras.
12. Pero a los que lo recibieron, los que creen en su nombre, les dio el poder de
llegar a ser hijos de Dios;
13. los cuales no nacieron ni de la sangre ni del deseo de la carne, ni del deseo
del hombre
Las personas que se abren al Verbo de Dios, Jesús, pueden llegar a ser Hijos de
Dios, por puro don y regalo suyo. Dios piensa en el Hijo que va a tener pero porque
piensa en muchos hijos. En nosotros los seres humanos. A partir de la voluntad
divina de hacer hijos como los seres humanos, primates evolucionados, no ya
nacidos de la carne ni de la sangre sino de Dios, nace Jesús, como Verbo definitivo
de Dios.
El logos, el Verbo, la revelación de Dios y Dios mismo, se hace carne, persona
humana. Algunas versiones latinas y siríacas y algunas citas de padres leen el texto
en singular. Se trataría del nacimiento virginal de Jesús. Pero los manuscritos que
tienen el plural son de más peso y traen el sentido original: es la comunidad cristiana
la que nace del Espíritu virginalmente.
14. Y el Verbo se hizo carne,
y puso su Morada entre nosotros.
El Verbo, la revelación de Dios, se concentra solo en Jesús, con toda su debilidad
humana, que culmina en la muerte. No se admite ningún dualismo. Dios no se
revela más en el poder, la fuerza y lo sagrado, a la manera divina, sino en la
debilidad, a la manera de los seres humanos. Habitó o puso su morada es una
alusión a la tienda, lugar de la presencia divina 1,51; 2,20; 4,23-24; Ex 25,8, a la
«shekiná», la presencia de Dios y la gloria de Dios. Dios estaba presente en la
naturaleza de manera temible, o en las batallas, o en el templo de Jerusalén donde
había que satisfacerlo con sacrificios cruentos e incruentos; o con el cumplimiento
exigente de la ley judía. En cambio, ahora, apareció la humanidad y benignidad de
Dios.
Y hemos contemplado su gloria,
gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
La gloria de Dios es la manifestación de Dios, sobre todo mediante obras de
poder: Es la otra cara de la santidad divina. No es Dios en sí sino Dios para nosotros,
Dios de los hombres. Las diversas actividades de Jesús manifiestan la gloria de
Dios. Con la presencia de Jesús, humano en medio de los humanos, el Verbo de
Dios es Jesús, el Hijo de Dios, todo lo que el Padre nos comunica.
El contenido de la gloria de Dios no es fácil percibir-lo para los que estamos en
nuestra cultura. Según nuestra estructura de pensamiento, partimos del presupuesto
de que nosotros somos los que damos gloria a Dios cuando le tributamos adoración,
alabanza, acción de gracias. Estamos convencidos de que Dios necesita de nuestras
glorificaciones, y por eso cantamos de continuo «Gloria al Padre, al Hijo y al
Espíritu santo.» «Todo para mayor gloria de Dios;» «ad maiorem Dei gloriam.»
Estamos auto convencidos de que nosotros somos los que damos gloria a Dios.
En cambio, para los judíos como Jesús y los apóstoles, Dios se hace perceptible
para nosotros por su gloria. La gloria es la manifestación o revelación de Dios, ya
que él es gloria que se revela y se da. .El Padre muestra su gloria, glorifica a Jesús o
nos glorifica a nosotros. Nos hace su gloria más espléndida. En Israel la manifestaba
en actos de poder. Esta visión judía es la de san Ireneo que acuñó la famosa frase:
«El hombre es la gloria de Dios.» Por eso Dios es el que derrama su gloria sobre
nosotros.
Algo parecido sucede con la palabra bendición. Nosotros lo bendecimos todo. Y
muchos fieles parten del presupuesto quizá implícito de que las cosas están bajo el poder del
mal. O bien, nosotros los seres humanos bendecimos a Dios, y nos olvidamos por un
momento de que Dios es la fuente de toda bendición. En cambio, para el judío
como Jesús y los apóstoles, Dios posee todas las bendiciones, y primero él es el
bendito y nos bendice. Y entonces decimos: bendito eres: bendito tú.
15. Juan da testimonio de él y clama:
«Ese es del que yo dije:
El que viene detrás de mí, se ha puesto delante de mí, porque existía antes que
yo».
16. Pues de su plenitud todos hemos recibido,
y gracia por gracia.
Todos los medios de comunicación de Dios con nosotros se resumen en este
hombre Jesús de Nazaret. Jesús como Hijo del hombre, al final, resume toda la
creación, es nuestra salvación, sin excluir nada. No se pueden introducir seres
separados de Jesús, como ángeles o demonios, ni viene otra luz, de los sabios, o de
las energías de la naturaleza. Jesús es la fuente total de revelación y de salvación.
Por eso todos recibimos de su plenitud: La comunidad de discípulos, al amarse
mutuamente, disfruta de mayores dones y gracias, y de la total alegría: es la gloria
de Dios.
17. Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad por medio
de Jesús mesías.
Gracia y verdad son amor y fidelidad, amor fiel de Dios que viene hacia nosotros
para expresarnos su amor. Jesús mismo y su amor son la verdad y la gracia de Dios.
18. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único,
que está en el seno del Padre, él lo ha contado.
Si a Dios no se puede ver, tampoco se puede contemplar ni definir. El judío tiene
el deseo natural de no ver a Dios, porque esa experiencia trae la muerte. El ser
humano es incapaz de conocer a Dios y llegar a él. En cambio podemos ver a Jesús
y escucharlo, y todo lo que podemos saber de Dios lo vemos en Jesús y se lo
escuchamos a él, y a él solo. .
«La ley fue dada por Moisés, y la gracia por Jesús.» No se niega el Antiguo
Testamento pero se recalca la progresiva comunicación de Dios hasta llegar a su
plenitud, que es de amor y ternura, en Jesús. Este texto de la comunidad del
discípulo amado podría entenderse a la luz de la doctrina de Pablo sobre la ley.
2. 1Jn. El prólogo de san Juan
y la comunidad de discípulos
Todo lo que dice el prólogo del cuarto evangelio lo vivimos en las comunidades de
discípulos. Basta que leamos de nuevo el comienzo de la primera carta de Juan.
Lo que experimentamos desde el comienzo
lo que hemos oído,
lo que hemos visto con nuestros ojos,
lo que contemplamos,
y tocaron nuestras manos
del Verbo de vida,
porque la vida se manifestó
y nosotros vimos,
y damos testimonio
y nosotros les anunciamos la vida eterna, que estaba frente al Padre y se
manifestó a nosotros, lo que hemos visto y oído se lo anunciamos a ustedes
también, a fin de que también ustedes estén en comunión con nosotros. Y
nuestra comunión es comunión con el Padre, y con su Hijo Jesús mesías.
Y les escribimos esto
para que nuestra alegría sea completa.
Hacia el año ciento se nos describe la experiencia en las comunidades del
discípulo amado como la vivencia del Dios, trascendente e invisible, que quiere
revelarse y conversar con los seres humanos. Todas las manifestaciones de Dios sofía, morfé, eikon, imagen, logos, conocimiento o ciencia- se resumen en el Verbo.
En el principio existía el Verbo o todas las revelaciones o salidas de Dios fuera de
sí.
En un segundo momento toda la revelación de Dios se realiza en el Hijo de Dios,
Jesús mesías de Israel. El Verbo se hizo carne, Jesús de Nazaret .
Pero empieza una nueva era, vivimos un nuevo comienzo, todo lo que Dios quiere revelar
se encuentra en la experiencia de comunión fraterna, en el grupo de amigos de Jesús. Los
presbíteros recuerdan el comienzo de su iniciación en la eclesía cristiana. En el comienzo
experimentamos, con la iniciación cristiana, el Verbo de vida.
La comunión de unos con otros en Cristo contiene todo lo que Dios ha revelado.
El nuevo comienzo fue la experiencia primera de los discípulos, cuando
al
compartir entre si, sentían a Cristo en el amor fraterno.
Lo que era al comienzo el Verbo eterno como expresión de Dios, lo es ahora el
Verbo de vida que se vive en la comunión de los hermanos, y lo que es el Hijo único
que complace al Padre lo es ahora el Verbo de vida que es la eclesía o comunidad.
Esta nueva expresión del Verbo de vida es una teología de los cinco sentidos. Lo
que hemos visto y oído, lo que hemos tocado con las manos, lo que hemos
contemplado y hasta lo que hemos gustado y comido en fraternidad amorosa, toda
nuestra dinámica comunitaria, es la Palabra de vida, la manifestación de la gloria de
Dios. También la teología de los cinco sentidos, y no de la metafísica, es la que
viven los judíos brindando con cuatro copas en el Séder y recordando: «He visto la
aflicción, he oído el clamor, siento el sufrimiento de mi pueblo. Y aquí estoy para
librar» (Ex 3). Guardar esta palabra de vida, este Verbo divino que es la eclesía, es
llegar a Dios.
3. La carta a los hebreos
«Después de haber hablado, repetidas veces y de muchas maneras, hace
tiempos, a los padres, Dios, en el período final en que estamos, nos ha hablado
en un Hijo, al cual ha establecido como heredero de todo, y por el cual ha
creado el mundo.»
«Ese Hijo es resplandor de la gloria y expresión de su ser, y él soporta el
universo por la potencia de su palabra. Y después de haber realizado la
purificación de los pecados, se ha sentado a la derecha de la majestad en las
alturas, y ha llegado a ser tan superior a los ángeles que ha heredado un nombre
muy diferente del de ellos. Pues ¿a cuál de los ángeles le dijo jamás: tu eres mi
Hijo, yo te he engendrado hoy?» He 1,1-5
Encontramos aquí de nuevo la idea de que Dios ha empleado muchas maneras para
manifestarse, y que solo ahora, en esta etapa final, en la intervención divina
definitiva, ha hablado por un Hijo. Antes se excluye el hijo. Pero a este Hijo, el del
eón final, Dios lo ha constituido heredero universal. En este Hijo se cumplen a
cabalidad todas las promesas contenidas en todos los modos de revelación de Dios
utilizados antes.
El nombre significa la dignidad de la persona. En Qumrán, en la Regla de la
Guerra 17,6, se expresa la esperanza de que Dios realice la liberación por los
ángeles. Jesús no es un ser de otro mundo ni es un ángel o un hijo de Dios celestial.
Esto queda expresamente descartado. Por eso el desconcierto y la admiración de la
comunidad de la carta a los hebreos, muy judía, y no sale de su asombro ante el
hecho de que Jesús de Nazaret esté por encima de todos los seres visibles o
invisibles. Un ser humano, no un ser superior y angelical, queda aquí elevado a la
máxima dignidad en Dios, es el Hijo.
*Hermano de los hombres
«El santificador y los santificados tienen todos el mismo origen, y por eso no se
avergüenza de llamarlos hermanos: Jesús y nosotros somos hermanos, pues
tenemos idéntica condición humana.» (He 2,11)
Los hijos tienen en común la carne y la sangre. No vino a librar a los ángeles sino
a los hombres y por eso debía ser en todo semejante a los hermanos, a fin de ser el
gran sacerdote, sin ser de la tribu de Leví, misericordioso y al mismo tiempo capaz
de limpiar los pecados del pueblo. (He 2,16-18). Somos los compañeros de Cristo
porque somos hermanos de carne y sangre. 3,14. El autor de la carta quedaría
desautorizado y tendría que comenzar a redactarla de nuevo si un Padre de Nicea le
dice que Dios no le habló a un ángel pero sí a alguien superior a un ángel, el Hijo eterno de
Dios.
4. Colosenses>Efesios
«Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesus mesías, el que nos ha
bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en el cielo. Nos ha
escogido en él, antes de la fundación del mundo, para que seamos santos e
inmaculados bajo su mirada, en el amor. Hemos sido predestinados a ser para
él hijos adoptivos por Jesús mesías. Así lo ha querido su benevolencia, para
alabanza de su gloria o de la gracia con que nos ha colmado en su amado. Por
su sangre hemos sido liberados en él, y en él nuestras faltas han sido
perdonadas según la riqueza de su gracia.»
Pablo dice que la eclesía fue predestinada desde antes de la creación para ser santa
e inmaculada, y de ahí no concluimos que la comunidad exista desde toda la
eternidad. Lo mismo se dice de Jesús querido por Dios desde toda la eternidad. Y se dirá, después,
de María la Inmaculada.
Pablo parte de un hecho a la vista: Un grupo de personas que constituyen una
eclesía. Esas personas son santas e inmaculadas por el ágape y los dones espirituales
que actúan en ellas y las impulsan a llevar vida intensa de comunión y fraternidad.
Leamos, palabra por palabra, el himno con que empieza la carta a los colosenses, y
enseguida la de efesios, con ese hecho comunitario ante nuestros ojos. No los
leamos pensando en unos individuos santos.
Insistamos en el monoteísmo absoluto de Pablo: «Para que El Dios (o Theos),
de nuestro Señor Jesús el Mesías, el Padre de la gloria, les dé a ustedes el
espíritu de la sabiduría y de la revelación en su conocimiento, iluminando los
ojos de sus corazones, para saber cuál es la esperanza de la vocación de
ustedes, la riqueza de la gloria de su herencia en los santos...ejercida en Cristo
al levantarlo de los muertos y sentarlo a su diestra en el cielo, por encima de
todo principado y autoridad y poder y señorío y sobre todo nombre no solo en
este siglo sino en el venidero.»
5. Yo soy el buen pastor
Una imagen central en la iconografía de la Iglesia occidental sobre Jesús es la del
buen pastor.
Pero la imagen se ha interpretado casi siempre para ilustrar el servicio pastoral de
obispos y sacerdotes. Los que cumplen la misión de pastores son los líderes
religiosos cristianos. Esta imagen era clave desde finales del tercer milenio antes de
Cristo para designar a los reyes y para comprender el régimen de la autoridad
sagrada y prepotente y de la obediencia y sumisión borreguil de las ovejas. Aquí se
ubica un malentendido como pecado original de la imagen. Entre los protestantes se
habla mucho de pastores, y entre los católicos se habla de sacerdotes y obispos pero
ambos merecen el título de pastor, como si en el trasfondo estuviera viva la imagen
rectora de la autoridad religiosa -potestad de regir, de enseñar y de santificar- y
de la obediencia de los fieles. Como si Jesús hubiera pensado en una institución
religiosa con líderes o pastores con autoridad a la que debían obedecer los súbditos
con la misma obediencia con que el Hijo eterno obedeció los decretos del Padre,
hasta la muerte, con misma obediencia a la ley.
Por este motivo es casi inevitable que, al hablar del buen pastor, de inmediato nos
imaginemos a los que ejercen la autoridad, y a quienes las ovejas les deben sumisión
y pleitesía.
Según esta mentalidad, Jesús, con la alegoría del buen pastor, nos está diciendo
que él quiso un pueblo de Dios guiado por pastores con derecho a la veneración y la
sumisión de los fieles. Se parte del presupuesto de que Jesús fundó su iglesia con la
estructura, necesaria en toda institución, de la autoridad de unos y la obediencia de
los otros. Como si Jesús hubiera pensado en la Iglesia como sociedad perfecta, como
el nuevo Israel, pero con una jerarquía más santa. Esta mentalidad fulge
deslumbrante en la teología oficial al comenzar el Concilio Vaticano II, en las
primeras redacciones de la Lumen Gentium. Lo que equivale a pensar que Jesús no
cambió ese paradigma del sentido común vigente en el judaísmo y que dejó intacto
el paradigma judío de la ley; con la diferencia de que ahora los pastores son buenos.
.
Figurar la autoridad de los reyes con la imagen de pastor es algo que ya se
encuentra al comienzo del segundo milenio en la literatura mesopotámica. Se diría
que, desde el comienzo de la cultura, aparece la imagen del pastor como
representación del mando y la autoridad y de la sumisión y la obediencia de las
ovejas. El rey es el pastor de su pueblo. Y de hecho el buen pastor de Juan 10, en el
contexto original político-religioso indisociable, puede referirse a los líderes
políticos que se aprovechan de las ovejas. Esto está confirmado por Ezequiel y
Jeremías que hablan de los pastores de Israel.
Pero con Jesús nos sosegamos felices. El texto del buen pastor, Juan 10, es muy
antiguo y puede remontarse a Jesús real e histórico. En el «Seminario Jesús» este
pasaje se pinta de negro como si fuera una elaboración de la comunidad, y en
efecto la Iglesia pronto utilizó esta imagen como símbolo de la actividad pastoral de
los líderes eclesiásticos con autoridad divina para mandar.
Pero precisamente esto es lo que no aparece en el texto, que por su tremenda
originalidad, se remonta a Jesús: «Yo soy el buen pastor, que da la vida por las
ovejas.» En lugar de la autoridad se coloca el servicio hasta la muerte por las ovejas.
La imagen simboliza lo contrario de lo que simboliza en todos los demás pasajes
bíblicos o extra bíblicos sobre el pastor y las ovejas. En lugar de simbolizar el poder
simboliza la entrega y el servicio hasta la muerte. La parábola de la oveja perdida
está también en el evangelio de Tomas (107), en el cual la que se pierde es la más
grande de las ovejas. De todas maneras quiere resaltar la compasión del pastor.
Israel cantaba en el salmo 23 a Dios como pastor. Jesús dice que él, ser humano, es
el pastor, y luego dice que las ovejas escuchan su voz y hacen lo que hace el pastor;
dan la vida por las ovejas. Este es el sentido central en el contexto de las
comunidades del discípulo amado, en los noventa.
Tenemos dos parábolas: la puerta (Juan 10,1-5) y el pastor (10,7-10). Para
comprender la imagen, sigamos el proceso con estos pasos:
1. En la cultura mesopotámica se comparaba el rey con un pastor
2. Dios es mi pastor: Salmo 23; Isaías 40,11; Jeremías 31,9
3. El rey mesiánico: Salmo 78; Ezequiel 37
4. Los responsables de Israel: Ezequiel 34; Jeremías 23,1-8
Ya hemos notado que no nos parece afortunado el método de definir la imagen
antes de Jesús, para luego ubicar a Jesús en ella. Esto hemos hecho con imágenes
centrales de la fe como cordero de Dios, víctima, amor y obediencia, mandamiento,
Israel de Dios- y hemos oscurecido la fe.
Si analizamos los textos anteriores concluimos que el pastor está asociado al
poder y a la autoridad, y luego escuchamos a Jesús decir: yo soy el buen pastor, nos
apresuramos a concluir que Jesús es una autoridad en la Iglesia, pero es una
autoridad mejor, y va a establecer unos buenos superiores responsables. No es como
los malos pastores o autoridades aprovechadas sino una autoridad buena, generosa,
amable, que se preocupa por las ovejas. Con esta premisa, la conclusión general es
que Jesús fundó la Iglesia con una estructura clara de autoridad y obediencia, de
jerarquía y sumisión, de mando de los pastores y sumisión de las ovejas. Sería una
parábola sobre el buen uso de la autoridad en la Iglesia, al mismo tiempo que una
sacralización de las estructuras de poder, parecidas a las del imperio romano. La
parábola es una invitación apremiante a los responsables de la Iglesia a que
gobiernen a sus ovejas como buenos pastores.
Tendríamos en esta parábola o alegoría un nuevo planteamiento de la propuesta de
Jesús: Jesús quiere enseñarnos a ejercer la autoridad en el reino de Dios. Es el aval
para dejar intacto el paradigma de la autoridad y la sumisión obediente propio del
judaísmo, pero mejorando la imagen de la autoridad. No tendría sentido todo lo que
Pablo escribió sobre la ley. y la liberación de ella.
*La parábola de la puerta
Por la noche las ovejas están en el corral cercado con un muro, bajo la protección
de un guardián. Este tiene la misión y la cumple; pero hay otros que entran
irregularmente en el aprisco, que son los doctores de la ley, los judíos o fariseos,
que están presentes desde 9,3 y que son protagonistas de la vida de las Iglesias por el
año ochenta, tiempo de la redacción del texto.
Existen dos categorías de hombres: los que escuchan al pastor y lo siguen, los
creyentes verdaderos de Jesús. Y los que no aceptan al pastor, los judíos que siguen
en obediencia a la ley, con el esquema de autoridad y obediencia. El que está seguro
de la ley como la voluntad de Dios definitiva no pertenece a Jesús. (ver 1,17; 20,16)
La parábola, para Juan, es la palabra misteriosa o símbolo oscuro del modo de
revelación propio de Jesús terreno. No podrá ser entendida (v. 6) sino después de la
revelación final, la elevación de Jesús y el don del Espíritu. En la tradición judía
era común el tema de la puerta para entrar en las realidades divinas.
Los ladrones y bandidos no son los profetas del Antiguo Testamento ni los reyes
autoritarios, sino los hombres que en el mundo judío o griego, pretendían por si
mismos dar la salvación por el conocimiento de las cosas divinas, como si fueran
autoridades religiosas.
El tema de la puerta que da acceso a las realidades divinas es común en la
literatura judía (Génesis 28,17Sal 78,23; Henoch 72,75. En los sinópticos Mt 7,1314. Para Juan es Jesús mismo el que nos da acceso a los dones divinos en la
comunidad de amigos. El que entra por él se salvará. El Cristo nos salva de la
muerte y de todo lo que tiende a destruirnos. Los otros destruyen, Jesús quiere traer
la alegría de los bienes del Padre, la vida plena.
Y sigue la segunda parábola: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por
sus ovejas. Como en Mc 10,45 dar la vida se debe traducir mejor Dar la existencia,
el alma «psijen», para obtener la vida ( Mc 10,45 parece derivarse de Is 53,12.
Esa expresión que sin duda se remonta a Jesús, se halla en Juan 6,51: 10,15; 11,5052; 18,14).En esta frase reconocemos de inmediato la propuesta original de Jesús
real e histórico: el discípulo, la oveja, da la existencia por los hermanos. Debe ser el
buen pastor como Jesús.
El ladrón pretende para el provecho personal los bienes de las ovejas. En cambio,
Jesús vuelca sus preocupaciones sobre sus ovejas, y no las descuida. La ley para el
pastor Jesús son las ovejas; la ley para el discípulo son los hermanos de la eclesía.
Como mi Padre me conoce, al amarme, y como yo doy mi vida en bien de mis
ovejas, mis discípulos deben conocerlas, por el amor, y escuchar mi voz. Conocer
es compenetrarse por amor, como Adán conoció a Eva.
Así el buen Pastor nos da la existencia para que nosotros hagamos lo mismo y
demos la existencia a nuestros hermanos, para tener vida eterna.
«Tengo otras ovejas que no son de este rebaño». Este rebaño o comunidad debe
estar abierto a muchos otros. De todos los rebaños se hará un solo rebaño y un solo
pastor, por el amor mutuo que los unirá. Los enviados hacen resonar la voz del
pastor en otros hombres que se unirán por la voz de los enviados. La unión
universal de todos es la aspiración de cada eclesía. La unión de todos los hombres,
judíos y paganos, es la misión de Jesús como buen pastor.
El dar la vida incluye los conflictos que se deben soportar de parte de los
egoístas, las retaliaciones y las amena-zas y cruces que levantan los que no le creen
a Jesús y le enarbolan cruces, y lo asesinan. Se hará un solo rebaño cuando todos
demos la vida unos por otros, porque la clave, para el ecumenismo y el diálogo
interreligioso, es el amor mutuo y no la doctrina o la disciplina o la autoridad
jurídica de unos sobre otros. «Estas palabras provocaron la división entre los
judíos. Unos dicen: un demonio no puede abrir los ojos a un ciego. Otros dicen:
está poseído por el demonio.» 67
6. Parábola del buen samaritano Lucas 10,25-34
Leamos la parábola, y notemos la gran pregunta: ¿Qué debo hacer para obtener
vida eterna, para llegar a Dios?. La respuesta de Jesús culmina en la definición de
prójimo. El prójimo no existe, no está ahí: ¿Quién se hizo prójimo del que cayó en
manos de los bandidos? Ve tú, y haz otro tanto. Hazte un prójimo.
El camino para ir a Dios es hacerse un prójimo. Las comunidades entendieron que hacer un
prójimo es vivir la dinámica comunitaria intensificando la vida de prójimos.
Jesús nos desconcierta al indicarnos el camino para ir a Dios por otra parte, por
los caminos del hombre, al que hay que hacer prójimo. El camino para ir a Dios no
es Dios definido por nosotros sino el prójimo, el amigo y el hermano que hay que
edificar. El doctor de la ley busca el camino para ir a Dios mirando hacia arriba, pero Jesús le
señala hacia abajo, hacia un hombre semidestruido... para crearlo de nuevo por amor
mutuo, el soplo del Espíritu.
En cambio, conducida por el neoplatonismo, la cristiandad, ya desde el siglo tercero, da
una respuesta totalmente lógica. Para buscar a Dios es necesario no equivocarse de camino
e ir hacia Dios que es espiritual, y restaurar la imagen de Dios. Para ello es necesario
recorrer las tres vías, una después de otra: vía de la purificación, la vía de la iluminación y
la vía de la unión con Dios. Culminar en la vida contemplativa. No podemos renunciar a la
lógica: el camino para ir a Dios es lo espiritual que corresponde a la naturaleza divina.
Jesús es el buen samaritano que bajó de la Jerusalén celestial y encontró al hombre azotado
por los demonios y bandidos, y lo rescató de la variabilidad de Jericó, la Luna, y llevarlo a
Jerusalén.
Para los padres la purificación obrada por el buen samaritano es la ruptura con
unos modos de vida incompatibles con la llamada evangélica. Dejar de centrarse en
sí, como dueño, para ser discípulos y ser de Dios. La iluminación que es una nueva
mentalidad, nueva coherencia de vida, la interiorización para seguir los caminos de
Dios. Y la contemplación y unión con Dios, o vida mística de apertura ordinaria a
Dios cercano. A ella tiende el amor más intenso de las almas santas. 68
Con esta mentalidad es imposible comprender el mensaje de la parábola del buen
samaritano, y la despojamos de su fuerza teológica y la convertimos en una exhortación a
hacer obras de misericordia al estilo judío . Todo se simboliza en el hospital del buen
samaritano.
7. El que come mi carne y bebe mi sangre:
La Eucaristía, sacramento de la Propuesta de Jesús.
Fascina cuanto nos comunica el capítulo sexto del evangelio de Juan, sobre la
multiplicación de los panes y sobre el pan de vida. Nos contentamos con dos
consideraciones sobre el sentido del pan de vida y la sangre, y la relación del sermón
joáneo con la institución de la eucaristía. 69
*¿Cuál es el pan de vida?
6,32 «Pues sí, les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; porque el
pan de Dios es el que baja del cielo y va dando vida al mundo» Entonces le
dijeron. «Señor, danos siempre pan de ese»
El discurso del pan de vida se ha interpretado en sentido espiritual: el pan de vida
es la fe en Jesús.. Así pensaron Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio, y
después los reformadores y hasta Cayetano. En cambio, Gregorio de Nisa, Cirilo de
Alejandría y el de Jerusalén consideran el pan de vida como la Eucaristía. San
Agustín ve en la carne la inmolación de Cristo en la cruz para la salvación.
Pero desde nuestro punto de vista deberíamos superar la oposición entre ambas
posiciones, teniendo en cuenta diversas consideraciones como el hecho de que Juan
no narra la institución de la Eucaristía pero ubica ahí el lavatorio de los pies como
servicio mutuo. y sustituye el discurso sobre la celebración eucarística en el
cenáculo con el discurso del pan de vida.
Tratemos de integrar ambas dimensiones. Aceptar a Jesús, creerle a él como ser
humano real e histórico, acogerlo a él con todo su mensaje y su ejemplo, y
alimentarse de él. El discípulo debe dar la existencia como Jesús, para conseguir
vida eterna. Comer la carne de Jesús, carne que se entrega por los hermanos, es
creerle que debemos entregar nuestra existencia por amor y servicio. Hacer lo que él
hace es repetir la entrega por parte del discípulo. Esto es lo que dice el discurso del
pan de vida y lo que exigen las palabras de Jesús en la eucaristía en la última cena.
Jesús nos invita a crecer en la comprensión: ya tienen el agua que Dios les da,
pero yo les traigo el agua que salta hasta la vida eterna, Han comido el pan de la
multiplicación milagrosa; han comido el maná que sacia el hambre, pero yo les doy
el pan de vida. Pero el pan soy yo con mi propuesta de amor y servicio, de donación
y de entrega. Hay que aceptar a Jesús, con su propuesta, como pan de vida, que se
come en la Eucaristía. Comemos a Jesús completo, con su propuesta y sus
compromisos con los discípulos, con su nuevo modo de ser hombre ante Dios, con
su entrega de la existencia, con la sangre derramada en servicio. Ver el sentido de la sangre
en página 105
Este lenguaje estaba bien preparado en el Primer Pacto: Amos 8,1 «Miren que
llegan días, oráculo del Señor, en que enviaré hambre al país; no hambre de pan ni
sed de agua, sino de oír la palabra del Señor». Y Proverbios 9.5 «Vengan a comer
de mi pan y a beber el vino que he mezclado». «Lo alimentaré con pan de sensatez
y le daré a beber agua de prudencia.» (Eclesiastés 15,3) Además las descripciones
del banquete mesiánico (Isaías 65,11-13; 55,1.10-11). Jesús es el pan de vida para
todos los que lo acogen como mesías. La misma pascua judía es como una
anticipación del banquete mesiánico puesto que en el séder se deja un silla vacía
para el mesías.
Queda así claro que hemos de interpretar la eucaristía no de una manera
exclusivamente sacramental, de una manera física y casi materialista, como se
entendió en ciertas corrientes de la Edad Media, sino en relación con todo el
significado de Jesús y de su propuesta. Y viceversa, hemos de acoger el significado
sacramental de Jesús que nos comunica todo su sentido, su doctrina y su nueva
forma de realización humana, hecha sacramento en la Eucaristía. O unir la tradición
de testamento y de existencia entregada con la tradición de la celebración
sacramental.
En la escena de la samaritana y en el c. 7 en la fiesta de los tabernáculos se hace
presente el tema del agua. Pan, maná, agua, vino, carne y sangre. Es Jesús todo con
sus propuestas en nombre del Padre, con todo su significado, pero asociado con los
discípulos en una comunidad física y sacramental, en un solo cuerpo con presencia
real y física. .
*Las consecuencias pastorales son infinitas.
Si independizamos la Eucaristía del pan de vida podemos llegar a concentrarnos en
el sacramento como presencia real y transubstanciación, tratar el sacramento como
una persona, pasar horas ante él y conversar con él como con Dios y proyectar en él
todas las alabanzas y peticiones y oraciones, y darse el lujo de no leer nada de la
vida terrena de Jesús. Es un Dios sacramentado. Así podemos tener mucha devoción
al Santísimo y no interesarnos en conocer a Jesús real e histórico ni en luchar por la
justicia social. Se concentra toda la atención en Dios que está en una hostia
redondita y blanquita, como se acostumbra cantar en algunos grupos.
El mismo Jesús al decir «esto es mi cuerpo, que se entrega y mi sangre que se
derrama», «que exige la entrega de los que comen, y la sangre o existencia de los
que beben: hagan esto para hacerme presente, en memoria mía,» está asociando la
Eucaristía con el pan de vida, y al mismo tiempo está diciendo que la eucaristía es
el sacramento también de la acogida de la propuesta de Jesús en toda nuestra vida:
es la comida divina de los compromisos de amistad. .
Y en especial está diciendo que sólo es válido el sacramento si construye
comunidad: «Ecclesia de Eucaris-tia», «Sacramentum charitatis», como acaban de
decir los dos últimos papas.
Todo esto nos indica que el contenido central del discurso del pan de vida se
remonta a Jesús real e histórico, y no es una creación literaria original de la
comunidad del discípulo amado. Y nótese que en los sinópticos están ya los
elementos esenciales del discurso en Juan. En el «Seminario Jesús» se atribuye al
evangelista todo el discurso. Pero sin duda la idea central se remonta a Jesús.
Leer con todo cuidado Juan 6,35-59. Acojamos la propuesta de Jesús real e
histórico y recibamos el sacramento de esa propuesta, actual para nosotros hoy en la
santa Misa. . .
En hebreo o arameo no existe la palabra equivalente a cuerpo. Juan usa carne en el
discurso del pan de vida. La tradición de Antioquía, conservada por san Ignacio,
habla de carne refiriéndose a la Eucaristía, de modo que concluimos que Jesús dijo:
«Esta es mi carne». Lo mismo san Justino, de modo que Juan nos trasmite del modo
más exacto la palabra utilizada por Jesús real e histórico en este momento
culminante para toda la historia de la Iglesia. Aunque en griego la palabra soma no
solo significa cuerpo material sino incluso cadáver.
El pan de vida es Jesús mismo con su contenido y fuerza de salvación. Y Jesús se
hace realidad en el sacramento que es la carne de Cristo y su sangre.
8. Las parábolas del reino
Todo lo revelado de Dios solo es posible conocerlo en Jesús. Toda la teología
esencial la aprendió la comunidad de discípulos a través de Jesús.
Sobre las parábolas se han manejado opiniones contrarias: Unos dicen que con las
parábolas del reino estamos en la roca más sólida de la enseñanza de Jesús mismo:
serían casi ipsissima verba Jesu. . Otros notan que más de la mitad de las parábolas
que trae Lucas son exclusivas suyas. También la mitad de las parábolas de Mateo
son exclusivas. Y Marcos, el más antiguo, no trae sino unas pocas. De modo que no
contamos con la esperada unanimidad para garantizar que las parábolas son de
Jesús mismo todas.
Además las parábolas sufrieron un proceso evolutivo durante el cual asumieron
nuevos significados, sobre todo cuando la parusía se consideró postergada.
Podría pensarse que las parábolas no representan el núcleo más antiguo de la
predicación de Jesús al pueblo sino conversaciones de Jesús con los judíos
aburguesados que se sentaban a comer con Jesús y tenían sus sesiones de sobremesa.
Jesús predica en parábolas a los que están fuera y no entienden los secretos del
Reino. A los discípulos les explicaba todo en privado (Mc 4,34).
De tal manera que el sentido esencial de las parábolas se remonta a Jesús, que
explica el reino del amor del Padre, como decisión amorosa que impregna la vida
del mismo Jesús. Esta actitud debe motivar de continuo el discípulo a entregarse del
todo a la manifestación del reino del amor. Jesús maneja el presupuesto de que
muchos judíos no lo van a entender ni aceptar y que, al contrario, lo van a perseguir.
Lo más importante para comprender las parábolas es definir el sentido de reino. Pero
para saber qué es el reino no basta un libro, es ta la confusión que reina sobre la materia. ¿Cómo
podemos entender la predicación de Jesús si no sabemos qué es el reino, tema
central de la misma? Es mejor que aceptemos que Jesús predica el reino y lo pone
en marcha, de manera social, visible y analizable, al convocar a su alrededor unos
discípulos y discípulas como grupo de amistad. Jesús y sus discípulos son el reino.
9. Bienaventuranzas
y el mandamiento del amor mutuo
«Bienaventurados los pobres», en la Quelle, es una invitación a todos los judíos a
recibir la propuesta de Jesús, que ya no es para los justos y los agradables a Dios por
el cumplimiento de la ley sino para los que quieran ingresar al reino gratuito de la
benignidad de Dios.
La versión de Lucas insiste en invitar a los pobres, no bendecidos por ley, a la
nueva beatitud de los discípulos de Jesús, que luego formarán la comunidad cristiana
donde habrá quién se preocupe por ellos, porque los que disponen de bienes son
amenazados con ayes si no comparten. En la comunidad los ricos son de continuo
amenazados para que pongan en común, al servicio de los más pobres, los dones con
que Dios los bendice. Los ricos deben dar la existencia en sus bienes. Los pobres
reales son bienaventurados, no porque sean pobres, sino porque van a dejar de serlo
al entrar en la eclesía.
La versión de Mateo al decir «bienaventurados los pobres en el Espíritu,»
asociados en la comunidad, afirma que todos son pobres porque viven en el
dinamismo del Espíritu comunitario.
El punto central de las bienaventuranzas es, pues, el cambio de situación para
todos los que ingresan a la eclesía. Tanto el rico como el pobre cambian de actitud. La
primera bienaventuranza, fundamental, es la de los pobres.
El otro punto central corresponde a la otra bienaventuranza esencial: Habrá
conflicto para todo el que ingresa al seguimiento de Jesús en la eclesía:
«Bienaventurados los que sufren persecución por vivir en la justicia superior de los
discípulos». Son dos puntos esenciales de la propuesta de Jesús. Esa persecución es
la cruz de Cristo.
Confirmemos esta posición tan clara y original de Jesús con dos dichos que dan la
tónica a todo el Sermón de la montaña. «Sean perfectos como su Padre celestial: es
perfecto,» según Lucas: «Sean «misericordiosos como el Padre celestial es
misericordioso.» La tarea del discípulo es manifestar la misericordia y la compasión
del Padre, como Jesús. Al levantarnos todos los días sintonicémonos con
la
misericordia del Padre para derramarla en nuestros hermanos. Vivir esa sintonía con
el Padre era la oración de la mañana que hacía Jesús.
El otro dicho del Sermón del monte, que orienta nuestra conducta diaria, es el
siguiente: «Busquen primero el Reino de Dios, que lo demás se les dará por
añadidura.» Construir el reino es intensificar la dinámica comunitaria de los
hermanos. Si la comunidad marcha y se edifica de continuo, lo demás está
asegurado. Hagamos hermanos, edifiquemos prójimos, formemos amigos para la
eclesía, y todo lo demás acontecerá por obra del Espíritu Santo que actúa en cada
uno para dar. 70
10. Oración
Los discípulos sabían orar según la mentalidad religiosa de Israel, con adoración,
alabanza, acción de gracias, peticiones y expiaciones, pero al escuchar la propuesta
de Jesús llegaron a convencerse de que ya no sabían orar, y el Señor les resumió la
oración en el padrenuestro. El padrenuestro es la oración nueva, de acuerdo con la
propuesta de Jesús real e histórico. En «Discípulos que dan la vida por los amigos,
1,» está explicado el padre nuestro como oración exclusiva de la comunidad cristiana.
«Danos hoy nuestro pan del mañana,» combina los temas del maná y de la
Eucaristía. En este contexto de la propuesta de Jesús real e histórico, la conclusión
es que la oración es la comunión continua con Dios, Padre amoroso que quiere que
cada cristiano sea la expresión de la benignidad y misericordia del Padre.
Pero no con el Dios imaginado a la manera teísta sino a la luz de la ciencia
moderna y de la experiencia de Jesús. Un primera dimensión de Dios, la más fácil,
es que Dios está en cada gen, en cada cromosoma de todos los seres humanos y de
todo ser vivo, y que está en cada átomo, o gas, o en el hidrógeno que llena el
universo o materia visible y en la materia y energía oscuras que son la mayor parte
del universo. Y necesitamos recorrer, en un rayo de luz unos quince mil millones
de años luz, a fin de hacernos una primera idea de Dios. Estar en toda esa materia
como un pez en el agua y hacerlo consciente-mente y descubrir ese tu dulcísimo de
Padre, es vivir en continua oración, con el fin de comunicar algo de esa infinita
bondad a nuestros hermanos. Jesús comparte con nosotros el helio y el hidrógeno
del universo
Por eso la oración explícita continua debe ser: Señor que yo sintonice contigo para
ser imagen tuya, que logre comunicar tu fuerza y tu misericordiosa compasión en
Jesús tu Hijo amado a mis hermanos de comunidad, y a muchos hombres y mujeres.
71
DE LOS DIEZ TEXTOS QUE HEMOS RECORDADO
Ante estos textos repasemos los diez aspectos de la propuesta de Jesús
1 Jesús, un hombre
En todos los textos el punto de partida es la relación interpersonal con un ser
humano judío. Según Juan, antes de Jesús las comunicaciones de Dios se llaman el
logos, el verbo de Dios, no se habla de hijo sino a partir de la existencia de Jesús. .
En Hebreos, solo al final Dios habla en un hombre, el Hijo. Es muy desconcertante
para unos teólogos la posición del autor: La argumentación para defender a Jesús
como hombre hermano nuestro, salvador definitivo, es que “Dios no le dijo a un
ángel: tú eres mi hijo.” El autor proclama asombrado: sólo a un hombre le dijo
Dios: “Tu eres mi hijo.” De la afirmación de Jesús hombre y no ángel parte toda la
argumentación del autor del sermón a los hebreos. ¿Qué tal que le hubieran
respondido los teólogos medievales, “No le dijo a un ángel, pero lo dijo a otra
persona del cielo nada menos que el Hijo de Dios”. Ante esa evidencia hubiera
tenido que darle un vuelco total a su tratado, de impresionante belleza y contenido, y
testimonio rotundo de la fe apostólica
La fe católica opta por la fe del autor de la carta a los hebreos y, en el Concilio
de Calcedonia, quiere atenerse al pensamiento de Hebreos. “Jesús, hombre en todo
semejante a nosotros, excepto en el pecado.”
En el siglo segundo y tercero, como lo atestigua san Ireneo, se mantiene el más
claro monoteísmo pero con la Trinidad claramente revelada en Jesús y en la acción
del Espíritu Santo. Adoran la Trinidad pero revelada y expresada a partir del Hijo de
Dios, Jesús de Nazaret.
El prólogo de Juan tiene la misma estructura mental profunda. Jesús, humano, es
en adelante el único logos de Dios. Este punto de partida en el ser humano está
presente en todos los demás textos.
2. Jesús, Hijo de Dios
El Hijo Jesús de Nazaret es la revelación total de Dios, y ningún ser fuera de Él
interviene en la salvación del hombre, y todo lo que Dios quiere revelar lo revela en Jesús.
El logos, que es todo lo que Dios ha revelado, ahora lo resume solo en el Hijo,
según Juan. No interviene ningún ángel ni ser superior: solo Jesús por encima de
todo, según Hebreos. Colosenses-Efesios hablan de recapitular todo en un ser
humano que se llama Jesús. El Verbo de vida es la comunidad de discípulos que se aman,
según 1 Juan (año 90-100)
Todos los textos parten del mismo presupuesto.
3. Jesús, hombre que se rodea de varones y mujeres
Este aspecto tiene gran relieve en 1Jn. De un solo golpe ve a los hijos y al Hijo,
engendrados no de la carne ni de la sangre sino de Dios. Se refiere tanto al Hijo
como a sus hermanos. El nacimiento virginal es de los discípulos.
En He este aspecto es de absoluta necesidad. A ningún ser celeste, ni siquiera a un
ángel, le dice “Hijo mío eres tú”, porque de esto depende que sea hermano nuestro,
de la misma carne y sangre.
Según Colosenses-Efesios somos predestinados, desde antes de la creación del mundo,
para ser santos e inmaculados, como Jesús y (como María). Es esencial. En Jesús, por ser
hombre como nosotros, hemos sido bendecidos. La gloria y la Bendición nos vienen a
todos del cielo en Jesús.
4. Jesús, hombre, ante quien se deciden libremente hombres y mujeres. No ante
las leyes y rituales
Juan 1: El conflicto, escoger entre la ley o el amor de Jesús, es inherente al
crecimiento progresivo desde la palabra hasta Cristo resucitado. Por eso se exige la
decisión de cada uno frente a Jesús.
Hebreos. Aceptar la fe es aceptar los procedimientos de Jesús.
Efesios. Hemos sido predestinados conjuntamente con Jesús para ser santos e
inmaculados.
1Jn.Todos los textos exigen la toma de decisiones de los discípulos. La opción de
vida es de cada momento. .
5. Jesús, hombre que exige a sus discípulos que lo imiten o lo sigan
En todos los textos está implícita la orden de imitar a Jesús. Y con ella la
posibilidad de no responder y refugiarse en el propio egoísmo. Juan 1. Vino a los
suyos y los suyos no lo recibieron. Tuvo que crear un nuevo grupo de los suyos,
que se decidan por él. Hebreos. Arrepentimiento de las obras muertas (6,1)
6. Jesús, hombre, a quien le creemos cuando lo imitamos. La fe es la práctica del
servicio mutuo, la praxis del Reino.
Juan 1: Solo quienes nacen de Dios, no de la carne y de la sangre, nacen como
Jesús, del Espíritu en donación, entrega y generosidad. Todos los textos son
invitación a la metanoia y a vivir la fe en la eclesía. Nunca la fe es aceptar unas
verdades.
7. Los conflictos
La práctica de Jesús desencadena conflictos en la historia humana, la cual se guía
por los originales principios de la rivalidad y los intereses egoístas, la ley y la religión.
Todos los autores saben que la historia humana, en la familia, la tribu, la nación, se
guía por leyes y por rituales aprobados y ordenados por Dios. Esta estructura
normal de la historia humana se pone en crisis dolorosa ante el nuevo proyecto de
Jesús. Esta posición de Jesús se traduce en sus conflictos con la ley, con el templo,
con la familia, con las instituciones y con todas las estructuras edificadas sobre la
autoridad y la obediencia.
Todos los textos son invitación al cambio y a la lucha diaria por la fidelidad al
amor fraterno o ágape.
8. Jesús, hombre ante quien son juzgados los seres humanos
Juan.: El logos es todo lo que Dios dijo antes de Jesús. Ahora todo lo que Dios
quiere decir lo dice su Hijo, que está en el seno del Padre. Luego no tenemos que
responder ante otras palabras sino ante lo que Dios dice en el Hijo
Hebreos.: Todo lo dijo en el Hijo, hermano nuestro
9. Jesús, hombre que garantiza del Padre la vida eterna al discípulo
Juan 1. Hemos visto su gloria. Lo mismo en todos los textos, la promesa de vida
eterna está explícita o implícita.
10. Hombre que come con sus discípulos y nos hace felices. Contacto
sacramental y personal
Juan 1: El come mi carne y mi sangre.
Hebreos.: Nuestra carne y sangre comunes con Jesús
Efesios.: Los santos. En todos los textos está explícito el misterio de la eclesía, la
cual está integrada en la Iglesia universal y católica. Y esta unión es visible o
sacramental.
Jesús se compromete, con sus amigos y amigas humanos, a reunirse con ellos en
el reino cuando él llegue a ser asesinado, y han de comer juntos en el Reino. El no
faltará a la cita de los amigos y hermanos. Jesús lo garantiza porque el Padre está
con él.
Este compromiso, que se lo ha explicado a los discípulos, y lo ha vivido delante de
ellos, lo clarifica, lo simboliza y lo sella en la última comida semi pascual que él
prepara con minucioso cariño. Así pone en marcha las eclesías como sacramentos de
salvación integradas en el sacramento universal de salvación, y en los sacramentos
de la Iglesia.
NOTAS
33. Artículo «Kénose», del P. Paul Henry, en el «Supplément au Dictionnaire de la
Bible», . R.P. Martin, Carmen Christi, Philipians II 5-11 in recent interpretations and in
the setting of early christian worship, Cambrige: University press, 1967. En estos libros
hay rica bibliografía. Rudolf Schnakenburg, Cristología del Nuevo Testamento, en
Mysterium Salutis, III, El acontecimiento Cristo, 1980. Pág. 186-314. En especial sobre
el Himno de Filipenses 2,6-11, pg 251s.
34. Texto de san Máximo sobre la imposibilidad de comprender con la razón humana el
misterio de la encarnación. «¿Cómo el Verbo, que existe personal y substancialmente en
el Padre, puede al mismo tiempo existir personal y substancialmente en la carne? ¿Cómo,
siendo todo él Dios por naturaleza, se hizo hombre todo él por naturaleza, y esto sin
mengua alguna ni de la naturaleza divina, según la cual es Dios, ni de la nuestra, según
la cual es hombre? Únicamente la fe puede captar estos misterios, esta fe que es el
fundamento y la base de todo aquello que excede la experiencia y el conocimiento
natural» «De los Capítulos distribuidos en cinco centurias. Centuria primera» , 1,8-13;
PG. 90 1182-1186. En cambio ningún autor del Nuevo Testamento considera que haya
dificultad grave para la inteligencia humana en reconocer que Jesús, esa maravilla de
persona, sea de verdad Hijo de Dios y salvador.
35. Sobre este tema ver Xavier Tilliette, El Cristo de la filosofía. Prolegómenos a una
cristología filosófica. Bilbao: Desclée de Brwver, 1994, con bibliografía.
36. Schelling en la «Filosofía de la revelación» brinda una teología de la «kenosis». «El
hombre Jesús nació pura y simplemente del acto de exinanición. Schelling no exige una
preexistencia eterna del Hijo y la «morfé» de Dios no es de la divinidad esencial. Ver
Tilliette, pg. 181. Sobre Kierkegaard, ver Tilliette pg 175 a 179.
37. Sobre la teoría de san Anselmo ver: «Discípulos de Jesús apasionados, hoy, en la
Iglesia», Pg 42ss..
38. Hacer del amor una obediencia tiene el buen efecto de liberarlo de los apegos, a fin
de que el amor no sea apego y dependencia. Ver Walter Riso:: ¿Amar o depender? Bogotá:
Norma, 2003. Pero convertir el amor en obediencia causa estragos en la religión cristiana.
porque es aproximarse demasiado al judaísmo o al islamismo.
39. La traducción de la Vulgata Latina se ha conservado en las traducciones modernas,
explicitando atrevidamente el sentido de «forma Dei». Y sobre ella se ha hecho la
reflexión teológica. Ver Mysterium Salutis.
40. Este texto sería como un meteorito, que nadie podría explicar razonablemente antes
del año 70, caído en medio de una cristología muy distinta, la propia de la fe apostólica.
41. Algunas explicaciones sobre Girard se encuentran en el volumen 14
42. Sobre la mentalidad griega ver «Discípulos de Jesús apasionados hoy en la Iglesia».
Pág. 52-70
43. En la tercera parte de este libro precisaremos más en detalle el vocabulario teológico.
44. En el sentido que explica el libro ya citado de Walter Riso «¿Amar o depender?»
Bogotá: Norma, 2003.
45. Sobre Marción ver Vol 24, «La comunidad, proyecto de Pablo en Corinto», pág.
289. Lutero explica la Carta a los Romanos en 1517, Karl Barth la explica en 1920 y el
Padre Lyonnet en 1950-63.
46. El «Homo Religiosus», ver Volumen 14.
47. Las religiones: una corta nota en la primera parte de este libro.
48. Sobre las religiones proféticas ver también «Discípulos que dan la vida por los
amigos, 1 La convocación» páginas 53-58
49. Sobre la teoría de san Anselmo ver nota 37
50. Para esta segunda manera de entender el sacrificio personal de Cristo hay sólidas
bases en Stnislas Lyonnet «Ëtudes sur l‟Ëpître aux Romains» Roma: Pontificio Instituto
bíblico, 1990. Como es obvio en este asunto entran en juego elementos esenciales de la fe
cristiana que han sido muy estudiados en nuestro tiempo. Otro libro que sintetiza los datos
bíblicos en este tema es de Xavier LéonDufour «Face à la mort Jésus et Paul, Paris:
Ëditions du Seuil. 1979. Hay traducción, Jesús y Pablo ante la muerte, Madrid:
Cristiandad, 1982.
51. Una primera aproximación panorámica en el volumen 12 c. 5.
52. La segunda a los Corintios es muy autobiográfica.
53. El cristianismo se ha presentado como religión del sufrimiento, el cual place a Dios,
y debe ser asumido con alegría como la cruz gozosa de Cristo. De modo que así se ha
entendido el amor a la cruz y la teología de la cruz. Dios ama el sufrimiento y se complace
en él, y tiene misericordia de nosotros, y nosotros le presentamos el sufrimiento de Jesús
para que Dios nos atienda. Si Dios ama el sufrimiento, y Jesús también, se sigue que
nosotros también debemos amarlo. Y, en consecuencia, debemos aceptar el sufrimiento de
tantos hombres y mujeres que sufren. Por eso, como los santos, debemos amar sufriendo y
sufrir amando. De ahí se sigue que los buenos cristianos ven sin inmutarse el sufrimiento de
todos los pobres. Y cuando mucho, oran en las misas dominicales para que Dios se
compadezca de los pobres, o ayudan para un mercado de los pobres.
54. Oración insignia de la Edad Media, la salve, acepta la lógica de la teología: el
cristiano debe estar gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. El dolor y el sufrimiento
es lo más normal en un destierro donde no está Jesús, el cual está sentado a la derecha del
Padre en el trono del cielo, y no ha de venir sino al fin del mundo a juzgar, y mientras tanto
solo está en cada hostia consagrada. Los santos más admirados fueron los que más
sufrieron.
55. Ver Léon-Dufour l.c.
56. Para una mejor pastoral del reino de Dios, conviene hacer el ejercicio práctico de
predicar la cruz de Cristo, de promover las devociones centradas en la pasión, en el dolor,
en la sangre de Cristo. Una tarea concreta podría ser preparar la predicación de semana
santa con ideas claras sobre la cruz de Cristo, el crucifijo, el corazón traspasado de María,
y la adoración de la cruz.
57. La predicación kerigmática tiene el peligro de anunciar unilateralmente el poder
resucitador del Padre, o de Jesús-Dios con su propia virtud y poder. El paradigma de fondo
es muy parecido al del Antiguo Testamento del Dios victorioso y salvador.
58. Stanislas Lyonnet, Le sens d’ («in quo») en Romanos 5,12 et l‟éxègese des
Pères Grecs, en «Ëtudes sur l‟Ëpître aux Romains» Roma: Pontificio Instituto bíblico,
1990
59. Stanislas Lyonnet, La justification par la foi selon Rom 3,27-4,8, en «Ëtudes sur
l‟Ëpître aux Romains» Roma: Pontificio Instituto bíblico, 1990.
60. Stanislas Lyonnet, L‟ histoire de salut selón chapitre VII de l‟Épitre aux romains, en
«Ëtudes sur l‟Ëpître aux Romains» Roma: Pontificio Instituto bíblico, 1990
61. Stanislas Lyonnet, Dieu n‟a pas épargné son propre Fils mais l`a livré» Rm 8,32, en
Études sur l`´epitre aux romains. Roma: Pontificio Instituto Biblico, 1990
62. Stanislas Lyonnet, L‟amour efficax de Christ (Rom 8,35.37-39), en «Ëtudes sur
l‟Ëpître aux Romains» Roma: Pontificio Instituto bíblico, 1990
63. Stanislas Lyonnet, La justification par la foi selon Rom 3,27-48, en «Ëtudes sur
l‟Ëpître aux Romains» Roma: Pontificio Instituto bíblico, 1990
64. Stanislas Lyonnet, La charité plénitude de la loi (Rom 13,8-10, en «Ëtudes sur
l‟Ëpître aux Romains» Roma: Pontificio Instituto bíblico, 1990
65. Stanislas Lyonnet, Rom 1,9 et la terminoliogie cultuelle du N.T. «Dieu à qui je rend
un culte spirituelle., en «Ëtudes sur l‟Ëpître aux Romains» Roma: Pontificio Instituto
bíblico, 1990. Ver los libros y muchos artículos sobre la carta a los hebreos de Albert
Vanhoye.
66. Stanislas Lyonnet, Rom 8,2-4 à la lumière de Jéremie 31 et Ezéchiel 35-39, en «Ëtudes sur l‟Ëpître
aux Romains» Roma: Pontificio Instituto bíblico, 1990
67. Ver Beutler, Johannes, El mensaje del discurso del Buen Pastor. Se apoya en los
estudios de O.Kiefer Die Hirtenrede. Analyse und Deutung von Joh 10,1-18 Stuttgart: SBS
23, 1967, y de Beate Kowalski, Die Hirtenrede (Joh 10,1-18 in Kontext des
Johannesevangeliums Stuttgarta: SBB 31, 1996. Lo más característico del pastor es que da
la vida por las ovejas, y estas deben seguir al pastor y dar también la vida. Encontramos de
nuevo la condición esencial del discípulo. Y esto causa división entre los oyentes. (ver
7,43 y 9,16; 11,45s; 12,9-11.17-19. Como lo demostró muy bien J.Louis Martyn, History
and Theology in the Four Gospel», Nueva York, 1968, debemos tener delante los dos
contextos: el de Jesús y el del año 90 con sus conflictos y peligros de división de las
comunidades. El camino definitivo para evitar toda división sería el que el cristiano de la
vida por las ovejas. No se recurre al poder. En Juan 21 la situación es distinta. Pero
tampoco ahí el Pastor deja a Pedro el dominio sobre las ovejas que siguen siendo del pastor:
apacienta mis ovejas. La fuerza de la unidad sigue siendo el amor que lleva dar la vida por
las ovejas. Pablo al comienzo de la primera carta a los corintios sigue el mismo criterio: Ni
Pablo ni Apolo ni Pedro, sino Jesús que ama y da la vida es la fuente de la unidad. Los
jefes como autoridades que exigen o que sugieren obediencia son la causa de las divisiones.
Yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Pablo...
69. Ver Raymond E. Brown, El Evangelio según Juan, I-XII, Introducción, Traducción y
notas. Madrid: Cristiandad, 1979.
70. Ver J..Dupont, Les Béatitudes
71. Sobre el sentido del padrenuestro puede verse Discípulos que dan la vida por los
amigos, Unidad 25, tanto la explicación del padrenuestro como la oración de la mañana, la
cual se basa en el padre nuestro .
TERCERA PARTE
JESÚS REAL E HISTÓRICO PARA HOMBRES Y
MUJERES
DEL TERCER MILENIO
Significado pastoral, en le tercer milenio, de la Propuesta de Jesús real e histórico
Diez aspectos en la propuesta de Jesús real e histórico
1. ·Jesús, ser humano
2. Jesús Hijo de Dios
3. Relación con otros seres humanos
4. Decisión libre ante Jesús como ser humano
5. Dar la existencia por los hermanos
6. La fe en Jesús como cumplimiento del mandato de imitación y seguimiento
7. El conflicto con los valores salvíficos
8. El criterio del juicio divino
9. Vida eterna: exaltación, resurrección y ascensión
10. Comida eucarística y vida sacramental
SIGNIFICADO PASTORAL, EN EL TERCER MILENIO,
DE LA PROPUESTA DE JESÚS REAL E HISTÓRICO
*La fe apostólica antes del kerigma
Los discípulos aceptan a Jesús de Nazaret en su tiempo y en sus circunstancias,
como una persona humana excepcional y amiga sincera, que los impacta con nuevas
ideas y experiencias de Dios. Le creen a Jesús que les dice «Si entregan la
existencia por amor en servicio a los hermanos de eclesía tendrán vida eterna.»
Ellos le creen a Jesús, aceptan entregar la existencia en servicio como Jesús y están
seguros de la promesa en nombre del Padre. Así nace la fe de los apóstoles, con el Jesús
terreno, mucho antes del llamado kerigma de la resurrección. 72
Muerto Jesús, esa misma experiencia continúa en las eclesías o grupos de amigos
de Jesús, como pequeño rebaño (Lucas 12,32), las cuales se diseminan por todo el
imperio romano, a través de las relaciones interpersonales de los discípulos y
discípulas. Y ese contacto con Jesús histórico llega así hasta nosotros. Y nuestra
pastoral consiste en acercar a los hombres de nuestra época a la experiencia de
amistad con él y de seguridad salvífica en él. Al comenzar el tercer milenio
también nosotros nos estamos esforzando por vivir la fe de los apóstoles que es la fe
cristiana de la Iglesia católica. 73
El objetivo de este libro es destacar aspectos claves de la fe de los apóstoles, para
vivir la experiencia de Dios, sentirlo, experimentarlo y conversar con él como
manantial indescifrable del ser y fascinación total de la vida, a la manera de las
eclesías de discípulos de los primeros siglos. Así podremos seducir a nuestros
contemporáneos, a la manera de Jesús real e histórico.
Y nuestra mayor satisfacción al comenzar el tercer milenio es que Jesús real e
histórico, como lo comprendieron los discípulos, se nos hace accesible y nos guía en
esta época de cambios no coyunturales sino estructurales. 74
*Cambios estructurales, como en el siglo V
En efecto, desde mediados del siglo XX, vivimos cambios revolucionarios no
vistos en la Iglesia desde la época de los padres griegos y latinos del siglo V: En la
historia se dan tres tipos de cambio: 1º Los cambios normales de la historia fáctica y
efímera, 2º El cambio coyuntural y 3º El cambio estructural, que es duradero y secular
porque afecta los ejes mismos de la cultura y los esquemas generales de pensamiento y de
conducta. Estos ejes cambian difícilmente. Se ha calculado que cuando acontece una
revolución cultural general, se vuelve a recuperar el 80% de las viejas estructuras rechazadas. Las
estructuras de fondo se recuperan en las revoluciones más radicales.
El horizonte interpretativo de una época, el cambio de modelos hermenéuticos, o el
horizonte experiencial de un momento histórico se situarían en el segundo eje, el
coyuntural.75
En la primera parte de este libro mencionamos algunos paradigmas generales de la
teología y cristología que han ido cambiando y que han creado un pensamiento de
verdad nuevo, el cual cabalga entre el segundo y tercer milenio, y supera los cambios
coyunturales. Son cambios estructurales.
Sociólogos, historiadores de la cultura, antropólogos y economistas analizan los
grandes cambios de fin de milenio, con la globalización o el fenómeno infinito de la
internet. Nosotros nos concentramos en los cambios en teología, al interior de la
Iglesia, como consecuencia de las grandes opciones del Concilio Vaticano II.
En la segunda parte ya estudiamos algunos textos que apoyan dichos cambios. En
esta tercera parte queremos hablar con el hombre moderno y sacar algunas
consecuencias pastorales. Seguimos nuestra pedagogía de diez aspectos de la
propuesta de Jesús. .
LOS DIEZ ASPECTOS
DE LA PROPUESTA DE JESÚS REAL E HISTÓRICO, MEDITADOS CON EL HOMBRE
MODERNO
1. JESÚS, UN HOMBRE.
*Un hombre o un aparecido del cielo
La fe apostólica nace en el encuentro normal de personas humanas, de Jesús con
los discípulos. Pedro, o María Magdalena, o Nicodemo, se encontraron con Jesús
real e histórico, y luego creyeron que se encontraban con Dios salvador. La persona
de un hombre les hizo omitir el mundo intermedio de mitos, ideologías, metafísicas
y gnosticismos. Hoy hablamos con Jesús como estamos compartiendo en nuestro
grupo de reflexión. Al encontrarme con Jesús me encuentro con mi salvador. Ni
Caifás ni el discípulo amado vieron a Jesús como un aparecido del cielo o como
contenido de un mito, un misterio gnóstico, o un cielo de ideas metafísicas. Por la fe
aceptamos a un hombre como nuestro salvador. 76
En cambio, ¿con quién me encuentro hoy? La imagen convencional de Jesús tiene
más o menos estas características:
«Jesús es Dios venido del cielo, nacido de una virgen, el mesías prometido,
que vino a morir por nuestros pecados en la cruz, que hizo milagros para
probar su divinidad, que resucitó corporalmente, que subió a los cielos y está
sentado a la diestra de Dios Padre, y vendrá a juzgar a los seres humanos; y
enviará al cielo a los buenos y a los malos al infierno. Es el Jesús en cuanto
Dios resucitado que adquirió su señorío de gloria, y permanece exaltado,
poderoso y salvador en la Iglesia para la experiencia cristiana a lo largo de las edades.
Es Dios.»
Es la imagen de Jesús de la mayoría de católicos y protestantes, y con esta imagen
leen el Nuevo Testamento.
Con este lenguaje es imposible para la mente humana aceptar que Jesús sea
hombre de verdad, hermano de carne y sangre. Y la cristiandad recurrió al concepto
de fe como aceptación voluntaria de lo que es imposible de aceptar para la razón
humana. Pero lo grave es que el Jesús dogmático no puede ser contemporáneo mío;
es un personaje misterioso del pasado que terminó su vida terrena, y ya está en el
cielo. . Nos dio ejemplo de vida, pero muchos modernos lo oyen entre
desesperanzados e indiferentes porque, dicen, él era Dios, y yo soy solo un hombre,
y no quiero cambiar de «naturaleza». 77
*Jesús no es una réplica de hombre como humanidad creada por Dios para el
Verbo.
En cambio, si Jesús es de verdad persona humana, los hombres del tercer milenio,
en nuestra realidad y autonomía de personas humanas, estamos ante él como ante un
tu, sin más intermediaciones que los discípulos. No estamos ante un engaño: «es
hombre, pero no es hombre sino Dios.» Tanto los discípulos como nosotros nos
arriesgamos a creerle a Jesús, persona humana. Ni los discípulos ni nosotros le
respondemos a un ángel o a una aparición del Ser superior que invade nuestro
ámbito, como Moisés ante la zarza ardiente.
*El lenguaje. No al mundo intermedio de los mitos, de la metafísica, de la
ilustración, de la religión.
María, José y los discípulos, para hablar con Jesús, empleaban el lenguaje
común de los hombres. No usaron ni el lenguaje divino ni el de los ángeles ni el
lenguaje del mundo intermedio, mítico, metafísico, gnóstico, religioso. Hablaban
como se habla con otro hombre. Hoy, también nosotros utilizamos el lenguaje de los
hombres para describir y comprender un mensaje de Dios (Vaticano. II, «Dei
Verbum»).
Ni Jesús ni nosotros intentamos crear un mundo de abstracciones para elaborar
una metafísica, de universales y de identidades aisladas o individuales, que
sustituya las realidades particulares. Jesús no buscó la verdad absoluta que estuviera
por encima de todo lo singular. Tampoco elaboró un ideal de religión y de ritos, ni
un mundo sacramental a priori como lugar sacro del encuentro con Dios. Con Jesús
mismo, tomamos la decisión dramática de renunciar a elaborar un mundo intermedio
para encontrarnos con los seres extra mundanos, buenos y malos, y con Dios.
Si renunciamos a construir un mundo intermedio de verdades y de religión
sagrada, donde acontecen las historias de los mitos, de los dioses, de los santos y de
los ángeles, no necesitamos un lenguaje sacro, el cual se habla en aquel mundo
intermedio. Usamos el lenguaje del hombre moderno que conoce la ciencia y
valora la historia de conciencia y libertad y crea símbolos.
Con Jesús real e histórico necesitamos el estudio de la cristología del Nuevo
Testamento, sobre todo de los sinópticos, con el fin de hacer una nueva lectura de
los textos. Nuestra lectura tradicional parte de un presupuesto: Jesús es Dios, que
necesita lo sagrado para comunicarse, y vemos actuar a Dios en el Jesús del Nuevo
Testamento. Hagamos la misma lectura pero con el otro presupuesto: Jesús es un
hombre de verdad. Nos puede servir para esta relectura «La introducción a la
cristología del Nuevo Testamento,» de Raymon Brown.78
*Jesús, de verdad hombre, pero en Dios. Panenteísmo Historia de salvación en
Jesús, historia normal
La historia que vivió Jesús con su grupo de reflexión, como toda historia, es obra
propia de seres humanos, y no se atribuye hoy a seres supra mundanos, buenos o
malos, como se pensaba antes. Toda la historia es hecha por hombres y todo
lenguaje es histórico, elaborado por hombres y mujeres. Todo lenguaje ha sido
creado solo por los hombres en un proceso de doscientos mil años. Ningún dios, ni
el Dios único, ha hablado con sus palabras o su lenguaje divino. Los musulmanes
creen que el sagrado Corán es en estricto sentido palabra directa de Dios. Pero algún
islamista ya dice que, aunque es verdad absoluta la fe musulmana, dicha palabra, al
llegar al profeta ya tuvo una especie de traducción. 80
*Mundo estático, mundo en evolución
Las generaciones que nos precedieron, para expresar la fe cristiana, crearon en la
Biblia, la liturgia, el catecismo y las expresiones artísticas, un mundo intermedio
religioso a partir de la experiencia humana de un cosmos estático, fijo, creación
directa de Dios en siete días. Todos eran creacionistas y decían Dios «creó el agua y
la puso a correr cantarina,» y se horrorizaban cuando les decían que eran biznietos
del chimpancé.
Hoy el mundo es nuevo, lo hemos estrenado en el último siglo con la evolución
desde el big-bang, el cual estudian nuestros niños, con todas las ciencias, desde
infinitos ángulos. Debemos recrear el mundo intermedio para expresar nuestra fe
hoy, mediante una hermenéutica de la Biblia, de la liturgia, de la teología, de los
catecismos. Solo así podremos ofrecerle todo el amor de Cristo a nuestros hermanos
del tercer milenio, secularizados, que no aceptan lo sagrado en la vieja forma. 81
Si Dios creó una humanidad propia para Jesús, no comprometida con todo el
proceso de la evolución desde los gases, los quantos, la electricidad, el hidrógeno, el
helio y el yodo, el oxígeno, las células, los mamíferos superiores, los primates, las
tribus diseminadas por el mundo a partir de África central, entonces Jesús no es
hombre, no es hermano nuestro de carne y sangre. Jesús sería solo un réplica de
hombre. 82
*Concilio Vaticano II en la «Dei Verbum»
El Concilio Vaticano II fue una invitación radical a repensar la fe cristiana sin el
mundo intermedio cuando dice con toda claridad: «Dios se revela por sus obras,
por lo que ha hecho. Se revela en la historia y se revela en lenguaje humano». Estas
tres revolucionarias definiciones del Vaticano II son consecuencia de la fe cristiana
que sabe que, en Jesús, Dios habló como hablan los hombres. En Jesús habla un
hombre de verdad, y habla con los actos, y habla en lenguaje humano condicionado.
Son tres definiciones deslumbrantes que nos guían. 83
*Lenguaje humano en la formulación de la esencia de la fe. Una experiencia de
lenguaje no sacro.
Intentemos degustar el lenguaje humano en las formulaciones esenciales de la fe
cristiana. Como ejemplo, examinemos las siguientes afirmaciones:
1ª «Jesús conversó con los hombres y mujeres,» y todos, Pilatos o Caifás, Pedro o
María, «creyeron» o aceptaron el hecho de que Jesús hablaba como hombre. Unos
eran sus amigos y le creyeron. Otros lo rechazaron.
2ª «Jesús murió.» Pilatos, Anás y Caifás, Pedro, María Magdalena «creyeron» el
hecho histórico de la muerte de Jesús, como todos los seres humanos.
3ª «Enterraron al difunto Jesús.» Herodes, María, José de Arimatea «creyeron» y
aceptaron que el cadáver de Jesús fue depositado en el sepulcro, como los difuntos.
4ª «Dios Resucitó a Jesús.» Unos rabinos judíos me decían un día que ellos no
tenían dificultad en creer en la resurrección de Jesús, porque Dios es poderoso y
bueno, y así como arrebató al cielo, a un profeta, en un carro de fuego, sin duda
también se llevó al cielo a Jesús, el más bello y justo de los judíos.
Los hechos «creídos» por los enemigos de Jesús son los mismos que «creemos los
cristianos», como hechos históricos. Incluso la resurrección de Jesús puede ser un
hecho normal para un judío que reconoce la total devoción de Jesús a Dios, el cual
premia y castiga. Aquí el hecho de la vida y de la muerte de Jesús recibe una
interpretación religiosa judía. Es confesión del poder absoluto de Dios.
5ª «Según las Escrituras». El cristiano cree las mismas realidades pero les da una
interpretación asombrosa: en la muerte y resurrección de Jesús culmina todo el
proyecto de Dios que se empezó a manifestar en las Escrituras, desde Abrahán. La
salvación prometida por Dios se realiza definitivamente en Jesús muerto y
resucitado.
6ª «Murió por nuestros pecados...para nuestra salvación.» Incluso la fe judía,
que acepta a Jesús muerto y resucitado, no es la fe cristiana. La frase tan común
sobre todo en la teología kerigmática: «La fe cristiana consiste en afirmar que
Cristo murió y que Dios lo resucitó» no es exacta. La fe cristiana propiamente está
en afirmar que la muerte y resurrección de Jesús no fue algo que lo afectó a él
porque es Dios o porque es Hijo de Dios o porque es muy santo. Nosotros ni somos
Dios, ni somos hijos de Dios como Jesús ni somos muy santos. Si Jesús es Dios, es
normal que resucite por su propia virtud y poder; si es Hijo de Dios es justo que
Dios lo resucite. Pero nosotros somos una realidad distinta y pecadora.
Por eso la misma expresión «Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe» no
expresa la idea completa, porque Dios pudo resucitar a Jesús como se llevó a Elías
para el cielo, en acto de poder. Si la fe cristiana se contenta con eso sigue vana
nuestra fe. Jesús Dios es lo normal que se vaya para el cielo. Si él vino a invitarnos a
cumplir la voluntad de Dios y a darnos ejemplo de vida, seguimos en nuestros
pecados, luchando por cumplir la voluntad de Dios a fin de obtener la salvación
divina, por los preceptos. Y Jesús es un profeta más que vino a revelarnos la
voluntad de Dios , como los anteriores hombres de Dios.
Lo que nos transporta de alegría pascual en todas las eclesías cristianas, a través de
la historia, y lo que celebramos en las liturgias católicas y protestantes es que
nosotros, hoy, aquí y ahora, y todos los hombres y mujeres, podemos participar de
esa muerte y resurrección de Jesús y gozar de su felicidad. Pablo destaca esta
misma lógica en 1Cor 15, con tres afirmaciones escalonadas en la nueva lógica de la
fe cristiana:
1ª Si los muertos cristianos no resucitan, como dicen algunos, 2ª Entonces Cristo
tampoco ha resucitado, 3ª Y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe.
El punto crucial para Pablo es: si nosotros, unidos a la muerte y resurrección de
Jesús mesías, no resucitamos, Cristo no ha resucitado y vana es nuestra fe.
Esta fe nace de creerle a un hombre, Jesús, y de confiar en él hasta tener la
absoluta certeza de que, pase lo pase, él está con Dios, el que de verdad existe, y que
los discípulos, actuales y futuros, podemos participar de su suerte si compartimos su
vida de servicio y donación gratuita. Esta fe del tiempo de Jesús real e histórico
puede formularse de otras muchas maneras, y así se ha hecho, y los grandes
problemas de los discípulos de Jesús, como nosotros,
y de la pastoral, son
problemas de lenguaje que son de extremada importancia y de consecuencias
gravísimas.
*Problemas de lenguaje, bajo nuestra responsabilidad de discípulos
La colonización-evangelización de América se hizo con la catequesis cristiana y al
mismo tiempo con el libro de Josué que iluminaba a los conquistadores, los cuales
se investían de ropajes y privilegios divinos con delegaciones sagradas para
sojuzgar y dominar.
Otro caso: con una lectura bíblica, cien millones de católicos en América, en el
postconcilio, se han pasado a grupos cristianos libres. El esfuerzo ecuménico, que
deseaba atraer a los protestantes a la obediencia del Papa para hacer un solo rebaño
y un solo pastor, ha producido como resultado que cien millones de católicos de
América se han apartado de la obediencia del papa para engrosar los grupos
cristianos más libres.
Otro hecho, los protestantes, con la Biblia, atraían multitudes a sus iglesias hasta
dividir la cristiandad; ahora, por la interpretación fundamentalista, la misma Biblia
ahuyenta de sus templos a las personas enteradas en la ciencia.
Tanto los protestantes como los católicos necesitamos volver a Jesús real e
histórico, alrededor del cual nos vamos a unir en eclesías apostólicas, en comunión
de amor.
2. JESÚS, HIJO DE DIOS
El Dios de Jesús
Nos asedia una ambición desmedida: hablar con Jesús real e histórico sobre Dios.
Queremos intentarlo como grupo de reflexión, con respeto infinito ante el Dios vivo
que de verdad existe y es el Padre de Jesús. Hablaremos de cuatro puntos: Dios en
discusión, 1º El teísmo, 2º El panteísmo 3º. El Padre de Jesús, 4º. Las tareas de
Dios en nosotros. No tratamos a fondo los temas sino en líneas muy generales.
Dios en discusión como tema de los fieles
Como católicos de América Latina crecimos sin dudas sobre Dios y con la
convicción de que todo estaba claro acerca de Dios. «Es un ser infinitamente bueno,
sabio, justo, poderoso principio y fin de todo lo que existe.» En la liturgia, en las
oraciones piadosas, en el lenguaje cotidiano teníamos todo definido. «No se cae una
hoja del árbol sin la voluntad de Dios.» Solo la Iglesia católica tiene las respuestas
sobre Dios, y solo en ella nos salvamos. Y cualquier pregunta la responde el padre
de la parroquia. Pero, hoy, hasta nuestras certezas sobre Dios se ponen en duda.
*Muchas imágenes de Dios, muchos nombres, un solo Dios
El Concilio Vaticano II, en su «Declaración sobre las relaciones con las religiones no
cristianas,» se propone
«No rechazar nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero,» y
«considerar con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y
doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que la Iglesia profesa y
enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella verdad que ilumina a
todos los hombres.» 84
El diálogo interreligioso ya no es asunto de los Pontificios Consejos para el
diálogo interreligioso o para la unidad de los cristianos o ecumenismo. En Estados
Unidos más del 50% conoce personas que son judías, un 30% conoce personas que
son musulmanas, y un 20% personas que son budistas. En esa nación hay seis
millones de musulmanes; .casi lo mismo que presbiterianos, y tantos musulmanes
como judíos. Hay cuatro millones de budistas, un millón de hindúes y unos
trescientos mil sikhs.
Nuestros esquemas religiosos se formaron cuando todos estábamos convencidos de
que la única manera de salvarnos era ser católico: «Fuera de la Iglesia no hay
salvación.» A los otros no les queda otro camino que el infierno. Ahora el diálogo y
amistad con personas de otros credos hace cambiar de opinión a la mayoría. Los
grupos cristianos libres en América latina han sacado de la disciplina de la Iglesia
católica una cuarta parte, unos cien millones. Por eso la pequeñas comunidades se
pueden convertir en ámbitos de diálogo de diversas iglesias cristianas, e, incluso,
con las otras religiones. 85
En Francia existe «La amistad judeo-cristiana de Francia,» y también grupos de
barrio que reúnen a cristianos y musulmanes. Y existe la Fraternidad de Abrahán,
que pone en contacto las religiones abrahámicas. A este nivel de amistad humana
puede salir a flote lo más bello y profundo de las diversas religiones. Son
conocidas las hermanas de Sión, y las celebraciones de pascua judía por grupos
cristianos. En las grandes ciudades con facilidad el tema religioso se debate entre
personas muy católicas y de arraigadas tradiciones absolutistas.
En este contexto de pluralismo religioso podemos comprender mejor la propuesta
de Jesús. Es indispensable que religiosamente nos ubiquemos en el contexto de las
religiones porque debemos respetar a las otras personas que creen de formas
distintas. Y porque no puede haber paz en el mundo si no hay respeto y diálogo
entre las religiones de la tierra. 86
*Panorama de actitudes religiosas: dos extremos
Tienen comprensión absolutista de la religión los que dicen que la propia religión
es la única verdadera. Fuera de ella no hay salvación porque se funda en la infalible
revelación de Dios contenida en el Nuevo Testamento, en la Biblia hebrea o en el
sagrado Corán.
El otro extremo es la comprensión reduccionista. Dicen que la religión es
invención humana. La religión procede de nuestra ignorancia sobre la verdadera
realidad de las cosas, o es fruto de la ciencia primitiva, o es la respuesta a fuertes
necesidades psicológicas, protección contra las fuerzas adversas y la muerte, o
refuerzo para el orden social. Según estos reduccionistas, todas las religiones son
verdaderas porque representan realmente al hombre que se proyecta en ellas; o
ninguna es verdadera porque todas son fruto de la imaginación y capacidad
simbólica de los seres humanos.
Parecería que solo hay estas dos opciones: la absolutización de la propia religión,
sobre todo del cristianismo para los protestantes y evangélicos, y, más en especial,
del catolicismo, y la reducción de la religión a producto de los hombres necesitados.
El modo de preguntar sobre Dios sugiere diversa respuesta. Media humanidad
teísta indaga por un ser, uno entre todos los seres; y se pregunta ¿de quién
hablamos?, para responder: «de Dios», de una persona, y no de las criaturas. Lo
llamamos teísmo. La otra mitad de seres humanos pregunta ¿de qué hablamos?, y
responde: del Todo, que es Dios. Lo llamamos panteísmo.
1. El Teísmo
*Somos teístas absolutistas y no tenemos nada que discutir sobre Dios.
Confesamos a Dios como creador, el gran arquitecto del mundo, el Dios relojero, o
el totalmente otro, y, a la vez, el más íntimo, el totalmente cercano, «Intimior intimo
meo» Más íntimo a mí que yo mismo. Todo esto quiere decir que la acción
trascendente y creadora de Dios ha de expresarse de alguna manera en nuestro
mundo. Y se expresa pensando a Dios como un hombre pero infinito. Nos vemos
retratados en «la creación» de Miguel Ángel, y en la Ascensión del Señor, con el cielo
azul de fondo. .
El teísmo sobrenatural imagina a Dios como una persona sin límite en
conocimientos, sabiduría, poder y justicia. Hace un tiempo esta persona que está en
el cielo hizo el mundo como una gran máquina o reloj y lo dejó funcionando. No se
pueden confundir el creador y la creatura, la causa primera incausada y las causas
segundas, dónde actúa Dios y dónde actúa el hombre, lo trascendente y lo inmanente.
El 95% de los norteamericanos cree en Dios; el 35% de los ingleses y de algunos
del norte de Europea, el 98% de los latinoamericanos. Supongamos ya superado el
politeísmo implícito cuando hablamos del Dios de los musulmanes (Al-lá), el de
los judíos (Yhvh), el de los cristianos (Padre de Jesús), como si fueran distintos.
*Problemas con la imagen teísta de Dios 87
Este Dios puede y debe intervenir en su creación con actos de poder, y para
escuchar las oraciones. Intervino en la historia de Israel, y su máxima intervención
fue en Jesús mesías. El teísmo sobrenatural piensa a Dios como una persona, y hasta
elabora imágenes de la Santísima Trinidad como tres personas humanas.
La modernidad y en especial la ilustración demostraron muchos inconvenientes
para aceptar la existencia de un Dios así definido. ¿Por qué a unos escucha y a
otros no, por qué permite tantos males pudiendo intervenir, si es tan bueno? Si Dios
interviene para escuchar las oraciones de los fieles ¿por qué no intervino para
detener el mal llamado holocausto (shoa), los ataques terroristas, o el tsunami del
sudeste asiático que mató a trescientos mil? ¿Dónde estaba o qué andaba haciendo?
¿Por qué interviene por unos ricos y no por otros tan pobres?
Estas preguntas provocaron el ateísmo que se volvió muy común, pero que
muchas veces no era contra el Dios que de verdad existe sino la negación de la
existencia de ese Dios definido en esa forma de teísmo sobrenatural.
El teísmo sobrenatural entiende de modo literal y fundamentalista los textos de la
Biblia sobre su acción en el mundo. El Dios personal y el teísmo sobrenatural se
conciben lo mismo. En cambio, en la nueva visión de Dios debemos reconocerlo
como personal pero de manera insondable, no como una persona humana. El es un
tu para mí pero yo no puedo determinar lo que debe hacer según mi comprensión de
persona humana y de la acción suya en el mundo. Este Dios personal se ha
formulado frente al politeísmo, y al panteísmo, el cual ha sido muy conocido.
2 El panteísmo
Lao-Tsé llamó a lo sagrado Tao (pronunciar Dau) dijo «El Tao que se puede
nombrar no es el Tao eterno. Si tu nombras lo sagrado, lo estás distinguiendo
del resto de la realidad y así no estás hablando de él. Lo sagrado, el Tao, está
más allá de toda realidad.»
El panteísmo, según nosotros, no distingue entre creador y criatura y considera el
mundo como cuerpo de Dios, pero supone que Dios no puede vivir sin el cuerpo;
Dios necesitaría, de alguna manera, de las criaturas para la definición de su ser
divino. Es que considera la creación como si fuera el cuerpo de Dios, y así como
nosotros no podemos existir sin ser cuerpo, Dios no puede existir sin su cuerpo que
es el mundo. Mencionemos aquí a los estoicos, Spinoza, Einstein. Y Dios no
interviene con milagros sino que todo es milagro de Dios, como dicen los budistas.
La creación ya no es gracia y don de Dios. Dios no sería libre para darse. La
esencia del panteísmo es la negación de la gratuidad, del radical carácter de gracia
que tienen las criaturas. Por eso hay frases que pueden tener significación panteísta
o cristiana panenteísta, como «somos «aliquid Dei, o sumus Dei,» somos algo de
Dios, o somos de Dios».
3 El Dios Abba de Jesús, panenteísmo
Nosotros podemos decir que somos panenteístas, o teístas del tercer milenio,
Todo-en-Dios: «pan-en-teos:» En él vivimos, nos movemos y existimos. . . Este
Dios está en todo, desde un átomo de mi computador, en cada una de las células de
mi cuerpo, y en todos los seres inanimados o vivos, y hasta en la última de las
galaxias. Pero este Dios no actúa inmediatamente en el mundo sino siempre
mediante las realidades del mundo y también mediante las personas libres. Ese Dios
es personal. Me ama y lo amo, y toda lo creado es gracia suya. 88
*Trascendencia e inmanencia: Santidad y Gloria.
Una realidad es la esencia trascendente de Dios, que puede existir sin el mundo, y
es el que de verdad existe en sí, y otra realidad es la inmanencia arrolladora de Dios
en las criaturas, que son gracia y revelación suya. El hombre intuye quién es Dios al
experimentarlo en su actuación en el mundo pero, al mismo tiempo, comprueba
que lo que ve o se revela de Dios no es Dios. Dios puede existir sin este mundo.
Puede existir sin todo lo que decimos que ha creado Dios. El mundo descubre a
Dios, pero en la misma medida lo encubre. Si decimos que Dios es todo, debemos
afirmar que nada de lo que existe, además de Dios, es Dios. Si la criatura es libre
donación de Dios, podría ser o no ser, dejando intacto a Dios. Por eso nos vela a
Dios en sí.
En terminología bíblica podemos intuir en la santidad de Dios su trascendencia, y
en su gloria la inmanencia. Su santidad es un fuego devorador, en el cual no
podemos entrar sin morir. Es la teología negativa, del «agnostos theos». Pero la
inmanencia creadora, que nosotros podemos ver y sentir, es la gloria de Dios. El
mundo es una referencia o una revelación de cómo actúa Dios fuera de sí,
libremente, como regalo.
Como todo tiene su causa, el universo, ser contingente, tuvo que ser creado por el ser
necesario no causado. Aristóteles y muchos filósofos griegos no eran partidarios de la idea
de la creación, porque ella daría pie a las intervenciones divinas. Kant en su «Crítica de la razón
pura» dice que hay iguales argumentos para defender la idea de la creación y para sostener
la existencia eterna del mundo. 89
Mi relación con el mundo es de una manera si creo que el mundo es como el
cuerpo de Dios, con el cual forma una unidad necesaria, y me integro al todo, sin
sufrimiento, en el nirvana; pero tengo con el mundo una relación muy distinta si
asumo que el mundo es gracia y don para mí. Pero teístas y panteístas podemos
aprender los unos de los otros, y encontrarnos con Dios en el panenteísmo. A esto
nos mueve el deseo de comunicar el amor de Jesús a las culturas asiáticas.
*El Padre de Jesús, nueva e insuperable revelación
La arrobadora novedad que nos trae Jesús a teístas y panteístas es una nueva
manera de pensar sobre Dios, de relacionarnos con él y de vivir en él. Él es Abba,
Padre. En Jesús real e histórico podemos dialogar occidente con oriente, EuropaAmérica con Asia.
Si Jesús como ser humano es el camino hacia la verdad y la vida o sea hacia Dios,
y si es el único logos de Dios, tenemos la obligación de revisar las imágenes que las
culturas y religiones se han creado de Dios, para modificarlas o destruirlas como
ídolos, a fin de seguir a Jesús con su imagen fresca del Padre.
4 En búsqueda del Dios que existe: las tareas de Dios en nosotros
*Afirmaciones generales para buscar a través de las imágenes de Dios al Dios
que de verdad existe
A la luz del proyecto de Jesús y de las orientaciones del Concilio Vaticano II, se
pueden mantener las siguientes afirmaciones:
1. Toda la revelación o las maneras de explicar a Dios se hacen en lenguaje
humano. Así el mundo es sacramento de Dios, y Jesús de Nazaret, como ser
humano, es lenguaje de Dios. Todo lo que sabemos de Dios, por conocimiento o
por revelación, es humano.
2. Las religiones son expresión de una experiencia de Dios, llámese Tao,
Brahman, Alláh, Ala (en maltés), el sacro tetragrama, el Padre de nuestro Señor
Jesucristo. Dios es el Espíritu que todo lo envuelve, y lo configura de manera
omnímoda. William James, el teórico de las religiones, habla de «Lo de más, The
More,» que hay en todo lo visible. 90
3. La experiencia de Dios la expresan las religiones mediante «Le croyable
disponible,» lo creíble disponible, según la expresión de Paul Ricoeur. Las
religiones se originan y se enriquecen dentro de culturas y formas religiosas
determinadas y particulares. Lo Sagrado tiene arquetipos (Jung), que se expresan de
diversas formas en todas las religiones. Las religiones son comunidades de prácticas
religiosas y de celebraciones. La antropología religiosa se ocupa de todo esto.
4. Las religiones se constituyen también por tradiciones de sabiduría Como dice
Huston Smith el mejor conocedor de las religiones; expresan un camino de
realización humana: «The way.» Tao es también El Camino Como lo sagrado que
configura las religiones, también la sabiduría de todas es admirable y semejante,
como puede leerse en «Los cuatro libros de Confucio».
5. Las religiones son tradiciones estéticas, en arquitectura, música, pintura,
poesía, literatura, liturgia y rituales. Son cultivadoras de la belleza como mediadora
de lo real y de Dios.
6.
Las religiones son comunidades de transformación con sus proyectos de
bienestar. Las religiones se convierten en militancia política, como se ha visto en
los tres últimos milenios que conocemos; pero por los fanatismos e integrismos,
habrá que conseguir que los estados patrocinen al «homo religiosus» como
dimensión necesaria del ser humano, pero que dejen libertad de conciencia, de
religión y de culto.
La «Gaudium et Spes» dice: «El pueblo de Dios, movido por la fe , que le impulsa
a creer que quien lo conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo,
procura discernir en los acontecimientos, experiencias y deseos, de los cuales
participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la
presencia o de los planes de Dios». (GS 11). Por eso el cristiano puede colaborar
con todos los hombres de buena voluntad, de cualquier religión o ateo humanista,
con los cuales utiliza un lenguaje secular. «Los valores, por proceder de la
inteligencia que Dios ha dado al hombre, poseen una bondad extraordinaria.» (Art.
11)
7. «Los moralistas que se inclinaban hacia el rigorismo siempre habían pensado
que el hombre era moralmente culpable ante Dios si ignoraba algunas
implicaciones de la ley moral. En cambio el Concilio dice: No rara vez, sin
embargo, ocurre que yerre la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello
suponga la pérdida de la dignidad.»(GS 16) Esta afirmación nos ayuda a evitar
juicios severos contra nuestro prójimo. 91
*Dos extremos: Jesús dice: «sígueme a mí;» pero «Dios quiere la salvación de
todos los hombres.»
Son dos verdades para conciliar 1ª La revelación plena y completa del misterio
salvífico de Dios es Jesús. Por eso Jesús dice sin vacilar, «Sígueme a mí.» Esta
verdad se formula como la unicidad y universalidad de la obra redentora y
salvadora de Cristo. Y la salvación se entiende como ir al cielo o poseer la visión
de Dios.
Esta afirmación puede entenderse así: «fuera de la Iglesia católica (católicos) o
fuera del cristianismo (protestantes) no hay salvación,» y entonces sería una
negación de la segunda afirmación. Y se habla de Cristomonismo y de
eclesiocentrismo. ¿Cómo entender los textos: «Yo soy el camino, la verdad y la
vida.» Jn 14,6; Hechos 4,12: solo en Cristo hay salvación?.
2ª Dios es el creador de todos los hombres y es imposible que su relación con los
hombres y mujeres creados por él en acto de amor no sea para la
salvación.(Sabiduría 11,22ss) Así se entiende la afirmación bíblica: «Dios quiere la
salvación de todos los hombres», en toda religión. Es una perspectiva teocéntrica,
que compromete la mediación salvífica universal de Jesucristo y la obra misionera
de la Iglesia al poner el cristianismo al mismo nivel de las otras religiones. 92
¿Teocentrismo: Dios quiere salvar a todos->Cristo-centrismo: solo los que se unen a Cristo se
salvan->Eclesio-centrismo: fuera de la Iglesia católica no hay salvación?
La propuesta de Jesús real e histórico nos puede aportar excelentes elementos para
mantener las dos afirmaciones que todavía no vemos claro cómo se compaginan.
*¿Cómo definir la salvación: ver a Dios?
Tenemos, pues, dos alternativas. Hay personas que dicen: Dios es Padre bueno y
lleva al cielo a todos los hombres. Otros, en cambio, afirman: Jesucristo es el único
salvador, y la Iglesia es el sacramento universal de salvación. Los que no están en
ella se condenan. Ahora bien salvarse es ir al cielo y ver a Dios.
Talvez un paso que no hemos dado para tratar de iluminar estas verdades es
analizar qué es «ver a Dios». En el teísmo no hay alternativa: o vemos a Dios como
una persona o no lo vemos. Los griegos definen con claridad en qué consiste la
salvación: el hombre es alma espiritual y cuerpo, y el alma está destinada a ver a
Dios. El catecismo no tenía reato en decir que estamos destinados a ver a Dios, sin
explicar que al Infinito no lo puede «ver,» aunque veamos algo de él. Ver es
poseer.
Pero con la imagen que Jesús tiene del Padre y con la visión moderna de Dios, el
ver a Dios puede tener una gama inmensa de significaciones y encubrir realidades
múltiples. Jesús nos habló de vida eterna, pero sin precisar más, y no nos dio gusto
ni a los griegos ni a nosotros. El prometió a sus discípulos vida eterna en la
presencia de Dios, pero nunca nos explicó qué es ver a Dios, infinito y que no puede
abarcarse. Y por la ciencia sabemos que Dios está tan vivo aquí en mí teclear del
computador lo mismo que a quince mil millones de años luz en todos los átomos y
células. ¿Qué significa ver a Dios? Y ves este sacramento de Dios en el mundo,
pero a Dios no lo has visto porque es mucho más.
Contemplar esa infinita «extensión» de la revelación de Dios en quince mil
millones de años luz y otra multitud de dimensiones agudiza la conciencia de
nuestra incapacidad para conocer qué significa que un hindú se salve, o que un
pecador de toda la vida «se confiese de sus pecados y se salve». No conocemos la
infinitud de vida que hay en Dios y la insondable multiplicidad que hay en el Dios
uno y trino que de verdad existe, y que se revela. ¿Qué significa ver a Dios o qué
significaría para cada uno ver a Dios, si nadie puede abarcar a Dios todo entero?
Ese misterio insondable de la infinitud y pluralidad de Dios uno debemos
respetarlo con humildad. Es parte de nuestra fe en la vida eterna prometida.
El segundo punto trascendental es que Jesús no presentó la fe en él como una
condición puesta por Dios para entrar en el cielo y evitar el infierno, bajo la
amenaza del premio o el castigo. Al hacer esto Jesús nos hubiera invitado a una
segunda edición del judaísmo. A los que nos acercamos a él nos habla de la
urgencia dramática de seguirlo a él, pero nos pide que no juzguemos a los demás. A
él, unos lo siguen, y son libres, y otros lo persiguen, y son libres. No saben lo que
hacen.
Jesús real e histórico nos da dos pistas muy precisas: 1ª No nos dice nada claro
sobre la salvación ni sobre la gama infinita de salvaciones o realizaciones posibles
del hombre en Dios. 2ª El garantiza la salvación plena a sus discípulos, pero les prohíbe
disponer de los demás: No juzguen, no condenen, no castiguen, es su orden perentoria.
Den la vida por los hermanos; pero a los demás no los obliguen, no les hagan daño,
sean plausibles para ellos. Fascinen. Es lo que dice Pablo en nombre de Jesús
(Romanos 12). 93
*Problema de la gracia y de los privilegios
Jesús siempre ofrece la vida eterna como gracia de Dios misericordioso, como
compasión y benevolencia divina. El discípulo de Jesús tiene privilegios inauditos
pero todos no de ley sino de gracia y de amor generoso y creador del Padre. Es una oferta
amorosa como buena noticia de salvación, si imitamos a Jesús. y seguimos su
camino.
Pero los privilegios divinos tienen tremendos problemas, como se ve en las
religiones que se creen privilegiadas de Dios con una revelación exclusiva. El padre
que privilegia a un hijo, los divide a todos. Los privilegios generan envidias: ¡lo
malo de las roscas privilegiadas es no estar en ellas!. Los privilegios del discípulo de
Jesús convertidos en privilegios divinos tienen el mismo peligro en los conflictos
históricos. Es muy difícil manejar los privilegios del amor de Jesús para con
hombres concretos. Los «boanerges», hijos del trueno, asumieron los privilegios
con Jesús como privilegios de Dios y querían hacer caer un rayo de divina cólera
sobre los enemigos.
Mientras tomemos como base el esquema de autoridad y obediencia, de la
ortodoxia y la heterodoxia, de la ley y la transgresión, se hace casi imposible un
diálogo respetuoso con otras religiones. Jesús como ser huma-no no impuso su
amistad sino que nos dejó ser libres. Los hombres deben acoger el evangelio en un
acto de libertad, no ante las verdades supremas del poderoso, sino ante los hombres
discípulos de Jesús.
Talvez no sea posible originar un diálogo fecundo con las religiones, como lo
evidencia el postconcilio, sino a la manera de Jesús real e histórico o a la manera de
los discípulos y apóstoles. Ni Jesús ni sus discípulos cuestionaron el teocentrismo
de los judíos, e hicieron una oferta que se aceptaba libremente, sin los rigores de la
ley divina o del infierno de por medio. Ni los monoteístas judíos, parecidos a los
monoteístas musulmanes de hoy, ni los politeístas o panteístas, tuvieron argumentos
insalvables para aceptar la presencia arrolladora de Dios en la persona de Jesús en
las eclesía de hermanos. Es sabio ponerse a la escuela de Jesús real e histórico
para el diálogo con las religiones o con los otros cristianos.
*Examen de conciencia
¿Cómo pueden ser solo los católicos los únicos a quienes Dios ama para
salvarlos?. ¿Qué dirían los protestantes buenos y rectos? ¿Si solo los cristianos se
pueden salvar, qué dirían los budistas buenos y rectos? ¿Si yo hubiera nacido
musulmán o budista qué pensaría?
Dios es amado en todas las grandes religiones, y, por eso, el estudiar las
semejanzas de las demás religiones con el cristianismo, no puede ser una amenaza
para el cristianismo sino motivo de celebración y de comunión humana.
*Universalidad de la propuesta de Jesús
El proyecto de Jesús es para todos los hombres. Jesús estaba convencido de que su
proyecto sería aceptable a cualquier ser humano sensible al amor mutuo y a la
amistad. Ese convencimiento le dio optimismo hasta el último momento y lo animó
a aceptar la pasión y la muerte. Y repite: «los demás van a reconocer que ustedes
son discípulos míos si se aman los unos a los otros.» Así nos explicamos su
insistencia en el amor mutuo, como se insistía en las comunidades del discípulo
amigo de Jesús y en las de Pablo, y en todas.
Y esto no fue un sueño utópico de Jesús. La previsión de Jesús se cumplió y se
practicó durante decenios antes de ponerse por escrito. La fe apostólica fue acogida
con entusiasmo por miles de monoteístas judíos. Los judíos eran mayoría en
centenares de comunidades en los primeros decenios, ya que hacia el año cincuenta
estuvieron a punto de imponer la circuncisión.
Y es clamoroso el éxito obtenido por la presentación del proyecto de Jesús entre
los fieles de toda clase de cultos y religiones que pululaban en el imperio romano.
La propuesta de Jesús real e histórico era bien acogida por gentes de todas las
religiones y culturas que después llamamos politeístas o panteístas. .
5 La Santísima Trinidad: Jesús con el Padre y el Espíritu Santo
Para explicarnos la fe cristiana sobre la presencia total de Dios en Jesús, las
eclesías llegaron al misterio de la Santísima Trinidad. ¿Cómo nos aproxima la
Iglesia hacia este misterio insondable de Dios?
.Jesús es el Verbo de Dios o la nueva y definitiva expresión divina, después de todas las
obras e historias y después de todas las palabras proféticas (Prólogo de Juan y Hebreos).
Por eso se entiende que Jesús no entre en relación con el Verbo eterno y que nunca
aparezca hablando con él. Tampoco se pone en diálogo con el Espíritu Santo. Jesús
como hombre no habla ni con el Espíritu Santo ni con el Verbo. Todo lo que
sabemos del Padre y del Espíritu nos lo comunica Jesús en condición de ser
humano, capaz de ser camino a la verdad y a la vida divina. Y puesto que Jesús es
un hombre, podemos hablar del Padre y del otro Paráclito, a partir de la experiencia
de relaciones humanas en la eclesía. 94
Al mismo tiempo, Jesús experimenta a sí mismo como Hijo de las complacencias del Padre, y actúa
como ser humano desbordado por la compasión de Dios. Y es el único revelador del Padre
porque Dios no llamó a ningún ángel como su Hijo, según el autor de la carta a los hebreos.
Jesús como hombre es el único revelador del Padre y el único camino hacia él.
*Otros caminos para conocer al Padre. Estado de la formulación en el Nuevo
Testamento
En contra de esto, la serpiente desde el paraíso le susurra a la mujer y al hombre
que «serán como Dios» y podrán definir a Dios y ver a Dios. Y nos hemos dejado
llevar del susurro satánico, y hemos buscado otras maneras de llegar al
conocimiento de Dios, bajo la guía de Grecia y Roma, y le hemos creído más a la
metafísica que a Jesús, el único exégeta del Padre.
Estamos ante un hecho: fuera del Nuevo Testamento, no hay otra revelación; y la
tradición, según el Vaticano II, ya no es otra fuente de revelación sino la
continuación de la misma fuente primaria que es la fe apostólica.
Ahora bien, la revelación neotestamentaria no avanzó en explicaciones sobre la
vida anterior del Salvador. Ni él la explicó a los apóstoles. Se supone que Jesús
olvidó decirnos lo fundamental sobre su presentación personal. ¿Quién fue su Padre,
cómo lo concibió su madre, dónde estuvo por toda la eternidad antes de nacer como
hombre, o con qué personas convivía?
Los apóstoles y comunidades de la época subapostólica del año setenta al ciento, y
las de los tres primeros siglos, con testimonios como el de san Ireneo, se
concentraron, en la redención y la salvación obrada por Jesús real e histórico. Por
dar un ejemplo, en el siglo segundo se pensaba que Dios es uno, y tiene dos brazos
que actúan en el mundo, el Hijo y el Espíritu Santo. Y con esa formulación hicieron
la maravilla nunca repetida al llevar el evangelio como eclesías a toda Europa y
parte de Asia y África. Vivían la Trinidad, no la definían.
En cambio, la teología de la cristiandad parece demasiado concentrada en los
antecedentes de Jesús, en el cielo, antes de hacerse hombre. Y en la práctica pastoral
dedica un gran período del año, para muchos el más relevante, a lo que llamamos el
misterio de la encarnación del Verbo, explicado con buena metafísica.
Y la redención la explica a partir de la muerte, del triunfo de Dios en la cruz del
pantocrator o del propósito de redimir con la víctima en el calvario según el «Cur
Deus homo», Por qué Dios se hace hombre 95
*Punto de partida: El Verbo eterno como persona, hijo del Padre Dios, o Jesús
real e histórico
Si partimos de la segunda persona de la Santísima Trinidad, de inmediato nos
encontramos con misterios incomprensibles: no entendemos cómo un Dios puede
actuar como hombre. Pero ni Jesús real e histórico ni las eclesías apostólicas
partieron de esa manera.(Ver nota34)
Estas tomaron como punto de partida a Jesús de Nazaret, y así nos ayudan a
comprender, suficientemente para ser razonables, el misterio de la Santísima
Trinidad.. Y no solo lo entendemos sino que lo vivimos. Ni Pablo ni Juan tuvieron
problemas siendo ellos monoteístas.
En la experiencia humana de fascinación o atracción amorosa y de respuesta
consciente y generosa de donación, vive Jesús el misterio de la Trinidad santísima .
Y Jesús nos envía a ser amigos, a ser hijos de Dios con él, para que vivamos el
misterio de la Trinidad santísima en nuestras relaciones interpersonales en el seno de
la eclesía. Por eso las otras personas fueron para Jesús mediaciones de su
experiencia de Dios.
*La fe apostólica y la Trinidad
La dificultad es que los evangelios no hablan de personas en Dios, ni tampoco de
substancia y naturaleza, y la iglesia de la cristiandad recurrió a conceptos muy
discutibles. En la cultura, y en filosofía en particular, el concepto de persona es uno
de los más discutidos. Si no sabemos qué es una persona humana ni desciframos el
misterio del amor ¿cómo vamos definir las tres personas en Dios?.
*La personas en Dios
Todos sabemos la fórmula dogmática corriente: «El Padre es Dios, el Hijo es Dios,
el Espíritu Santo es Dios, pero no son tres dioses sino un solo Dios.»
Persona dice algo elemental: ser persona implica relación interpersonal. Sin afirmar al otro
no me afirmo a mí mismo. Todos los grandes pensadores que analizan el concepto de
persona llegan a una solución semejante: el otro me hace, me nombra como persona, y lo
soy. Los seres humanos existimos como personas, y estas gozan de tres características: 1ª
substantia completa 2ª «per se subsistens, existe por sí misma,» 3ª «separatim ab aliis,»
individua. 96
La cristiandad formula la Trinidad con la base del teísmo y el individualismo, y define a
.Dios como el creador de todo, personas y cosas. Por otra parte, la cristiandad no
pensaba en la intersubjetividad, e insinuaba más bien lo contrario: persona es «divisum ab
alio,» «Rationalis naturae individua substantia.»97 En cambio Ricardo de san Victor la
define: «Intellectualis naturae incommunicabilis existentia.»
Como ni Jesús real e histórico ni el Nuevo Testamento explicaron esto, las
eclesías tuvieron que recurrir a la cultura común de Grecia y Roma, con el lenguaje
metafísico, para explicar la vida de Jesús y de Dios antes de la encarnación del
Verbo. Y no convencieron.
Todo el trabajo patrístico y escolástico sobre la persona concluye con la
convicción de que ese concepto no es apto para entender ni la Trinidad ni la
encarnación. Y se ha llegado a cierta claridad sobre el concepto de persona
humana, pero no sobre las personas de la Trinidad ni sobre la persona de Jesús.
Tanto el teísmo como el individualismo griego fracasan para explicar la Trinidad
santísima. Ni siquiera explican el origen de la persona humana, pues Boecio dice
cómo una naturaleza llega a ser persona pero no cómo es persona una persona.
«Unde habeat esse.»97Ricardo añade el concepto de interrelacionabilidad y Rústico
el concepto de totalidad 98
*El monoteísmo, necesario para el diálogo misionero
Es que predomina la convicción, hoy más urgente, de que debemos mantener el
monoteísmo. Este tema es trascendental para llevar el amor de Jesús a más de mil
quinientos millones de monoteístas. El mismo santo Tomás se siente incómodo con
estos problemas de las personas en la Trinidad, y llegó a decir que las personas en la
Trinidad no son distintas en cuanto persona sino solo en cuanto relaciones,
antitéticas por su origen.99 El santo quiere defender el monoteísmo contra toda forma
de triteismo, y para ello se ve obligado a decir que la definición de persona humana
no se puede aplicar a Dios. Dice el doctor Angélico que no habría sino una libertad
y una conciencia en Dios; luego las personas solo pueden ser distintas por ser
relaciones. Como gran teólogo es respetuoso del misterio insondable de Dios. .
Podrían darse tres personas pero un solo corazón y una sola alma. en Dios. Los
cristianos reaccionaban contra un «Deus inmutabilis,» que no pasa «de potencia a
acto». A Dios también lo concebimos como persona, pero aceptamos que no es
persona sino es interpersonal, de tal manera que el dinamismo intradivino es la
interacción de las personas divinas como relaciones. Pero Dios es absolutamente
incomprensible e insondable, de modo que no podemos decidir que sea él solo tres
personas. Jesús nos habla del Padre y del Espíritu Santo, y así se comunica y se nos
da a conocer Dios a nosotros los cristianos, no como cuaternidad a la manera de
algunas culturas sino como Trinidad.
*La ilustración. Fichte: Dios no es persona si no es interpersonal
En 1798 Fichte argumenta que no se puede concebir a Dios como persona sin
contradicción interna. No hay persona sin interlocutor. Dios solo es un absurdo. Y no existe.
Es uno de los fundamentos del ateísmo de Feuerbach.
Hegel reacciona. La persona exige una respectividad pero no necesariamente fuera de sí.
La esencia de la persona implica que el propio yo se exteriorice en una respectividad para
encontrarse a sí mismo en el otro, bien en la cosa que elabora y crea o bien en el tu
engendrado por el amor. Una persona se encuentra a sí misma en la medida en que se ha
abandonado y entregado al otro. Se elimina la oposición tu y yo y se elimina la finitud. La
Trinidad es la única y suprema realización del ser persona. Dios es tres personas en el
sentido total y pleno. 100
*La eclesía
Ser Trinidad, un solo corazón y una sola alma, es lo que intentamos en la eclesía
de hermanos y amigos que dan la existencia por los otros, como donación del
propio yo, pero para tener la vida eterna del yo. Es la manera de formular la
propuesta de Jesús real e histórico. Dar la existencia como Jesús por los hermanos,
o dársela a él, es el camino de la autorrealización en el amor fraterno. La donación
absoluta del Padre a Jesús precede a la autoconciencia de Jesús y es lo que
llamamos el Verbo de Dios. Dios que se da a Jesús.
*Jesús persona humana al ser persona divina
Como ser humano, Jesús se identifica con el Hijo, el segundo en la Trinidad, y
ejerce una autoconciencia humana. No se concibe que dos personas humanas sean
una sola substancia. En cambio lo divino y lo humano no se suman como dos cosas,
y por eso la misma realidad puede ser Dios y hombre. Lo que es Jesús depende
totalmente de Dios, y la relación constitutiva con Dios está ya en el núcleo óntico o
persona de toda criatura.
Así, en Jesús se da identificación hipostática entre el Hijo de Dios y el modo del
ser personal humano de Jesús. El hombre Jesús es una relación filial, constitutiva,
con el Padre. Así Jesús es distinto del Padre y del Espíritu pero no del Hijo. En Él la
única conciencia divina y la libertad absoluta, tal como se viven de forma filial en el
seno de la divinidad, en perfecta unidad con el Padre, se humaniza, extrañándose,
en un centro consciente de actos humanos y en una libertad humana situada. Con
estos datos se alcanza a entender que la personalidad humana de Jesús esté fuera de
su humanidad. 101 Por eso no se puede decir que Jesús es persona humana sin añadir
que es la persona del Hijo de Dios o del Verbo de Dios.
Como el antiguo lenguaje teológico oponía Dios y hombre, no concebía la
cristiandad que una persona humana fuera divina. El principio de identidad obliga a
definir si es hombre o es Dios. En cambio hoy vemos claro que no hay oposición
entre Dios y hombre porque se trata de dos órdenes distintos. Lo divino y lo humano no se
excluyen porque no son del mismo orden.
Por eso se puede decir que el Verbo se hizo persona humana sin dualidad entre el
hombre Jesús y el Verbo de Dios. No se puede admitir una contraposición entre Jesús
hombre y el Hijo de Dios. Por eso en el lenguaje teológico se habla de unión hipostática o
identificación hipostática (Schillebeeckx).
Por eso Dios no comienza a ser «trinitario» con la encarnación de Jesucristo. Un
Dios solo que no sea relación de personas, no se entiende, como ya lo
comprendimos. Pero, por otra parte, solo a partir del hombre Jesús tiene sentido
hablar de tres personas en Dios. Nosotros como seres humanos y como historia
general, de la cual forma parte Jesús, tenemos un significado en la vida de Dios
mismo Dios no es «impasible:» nos lo enseña la misma Biblia. Superado el teísmo,
con nuestra nueva imagen de Dios es mucho más fácil razonar sobre el contenido del
misterio de la Trinidad. Santísima.
3. RELACIÓN CON OTROS: SOLIDARIDAD CON OTROS HERMANOS EN EL REINO
DE DIOS.
*Las relaciones de Jesús, los suyos.
Jesús nunca dialoga con el Verbo o Logos. Él mismo es el Logos o Verbo del
Padre. El diálogo de Jesús como ser humano es con el Padre, y como ser humano
es la Palabra o comunicación de Dios. Moisés proclama la ley o Toráh, Mahoma el
sagrado Corán, pero el Padre nos entrega su Hijo humano como palabra divina total.
Ahora bien, el hombre no es persona sin la relación. Jesús no es persona humana
sin sus relaciones. la propuesta de Jesús no es efectiva sin la respuesta de los
discípulos. El discípulo se hace en la vocación, y el Mesías se realiza al comunicarse
con seres humanos, en especial con los discípulos.
Jesús, que es el logos total del Padre, necesita también la respuesta de los
discípulos. Estos dicen sí a la presencia de Dios en la persona de Jesús, y esta
comprensión y respuesta, y el afecto hacia Jesús, es parte integrante de la fe de las
eclesías cristianas. Pero la respuesta es libre, no presionada por el poder de Dios, y
muchas personas tomarán postura libremente en contra de él.
Esta experiencia universal de comunión de personas es de extremada importancia
para nosotros y para la cristología. Cada uno de nosotros es él y sus relaciones.
Jesús es él y sus relaciones, y «los suyos». Sin sus discípulos, Jesús no sería
significativo para la humanidad. La aceptación amorosa de sus discípulos y
discípulas es de la esencia de la fe cristiana. He ahí el origen de las eclesías. Jesús
mesías es incomprensible sin sus discípulos libres que lo aceptan, es decir, sin sus
eclesías.
La apertura al otro ser humano entra en la constitución del yo humano y del yo cristiano de
cada uno, y del yo de Jesús. La sola apertura hacia el otro es ya trascenderse a sí mismo, y
es el camino para trascender hacia Dios. Por eso el otro es una revelación de Dios, o es
Dios que viene hacia mí. Este diálogo adquiere así entidad divina y es revelatorio de Dios.
El ser humano es persona porque se relaciona con otras personas. Quien acepta a Jesús
acoge al Padre que se ve en el fondo de Jesús como el tú divino.
*Las relaciones interpersonales en la eclesía
En nuestra pequeña comunidad podemos hablar así: tu haces presente a Dios y yo
hago presente a Dios, y mutuamente lo percibimos. Dios nos está creando al mismo
tiempo a nosotros, y lo hace modificando a los unos mediante los otros. Somos
mediadores de la creación.
Y por eso, el hombre solo llega a ser realmente persona cristiana cuando se
entrega. Así Jesús da un valor salvífico a la relación con los demás hombres. El
se relaciona y ofrece una amistad y una convivencia a otras personas, hombres y
mujeres, de tal forma que ellos hacen parte de su proyecto de vida.
*La conversión al otro como otro 102
Esta aceptación de los hermanos es en esencia la metánoia exigida por el Maestro y
amigo. Por eso la liberación no es autodeterminación frente a Dios o frente a unas leyes o
frente a la propia conciencia. La conversión proclamada por los profetas o por Juan
Bautista era un arrepentimiento de los pecados y de las transgresiones cometidas contra la
ley de Dios. Por el contrario, la autodeterminación exigida por Jesús es ante otros
hermanos y hermanas, y nos lleva a dar la vida por los amigos. Es una determinación
espontánea de amor de amistad y de total autonomía y gratuidad. Y por lo mismo, de
libertad.
Este es un modo de hablar que puede llegar al hombre moderno, sin necesidad del
lenguaje religioso y sagrado. La trascendencia del yo en el otro, y en Jesús, y en «El
Demás «The More» que es Dios puede producir un lenguaje profano y secular pero
intradivino al mismo tiempo. No son indispensables los lenguajes de la religiosidad
del mundo intermedio. En Jesús el encuentro es directo, de hombre a hombre o
mujer.
Con esta base concluimos que los relatos de vocación, «sígueme,» contienen dos
revoluciones asombrosas: 1ª El judío sigue la Torá, con sus mandamientos y 613
preceptos; ahora se trata de seguir a un hombre que está delante: la ley es mi
hermano; 2ª Seguir a Jesús es comprometerse con un grupo de personas.
*Teologías y cristologías populares contrarias
Impide esta posición de total responsabilidad ante los hermanos la imagen
tradicional de la vida cristiana. En primer lugar, al considerar a Jesús como Dios
que se reviste de carne, nos ponemos siempre delante de Dios como el valor
supremo enfrentado a todos los demás seres, y proponemos un Dios competidor del
hombre. «Maldito el hombre que confía en otro hombre» (Jeremías)
En varias devociones como la del Sagrado Corazón decimos «en Vos confío»
porque Dios es el amigo que nunca falla. Sí, fuimos creados con razón para
conocer, amar y servir a Dios; y ofendes a Dios o lo complaces. Haz el bien sin
mirar a quien, sin que tu mano izquierda sepa lo que hace tu derecha; no te inquiete
quién está contigo o quién está contra ti. 103
En segundo lugar, nos lleva lejos de la propuesta de Jesús el individualismo
arraigado en nuestra cultura, sobre todo a partir de la modernidad. El valor
supremo es la persona humana, con sus derechos inviolables, en particular de la
propiedad privada. Este individualismo echa sus raíces en la mentalidad griega que
quiso definir la persona como lo incomunicable: «individua persona rationalis
naturae.» El énfasis de la definición de persona está en la individualidad e
independencia respecto de todo lo demás.
En tercer lugar destáquese la unión de la cristiandad con los poderes dominantes.
Si se quiere construir una nación cristiana como ideal para las autoridades civiles y
eclesiásticas, con las dos sociedades mancomunadas, los discípulos de Jesús no
podrán empeñarse, sin conflicto político, en la justicia social y en la atención a los
más débiles. Serán llamados subversivos.
Otra razón es que los cristianos entran en las iglesias como en una institución de
normas y de reglas para salvarse. Los fieles, como alumnos de una institución, van a
estar pendientes de creer los dogmas, de cumplir los mandamientos, de recibir los
sacramentos y de cumplir con las oraciones. No queda mucho tiempo y espacio para
asumir como ley al hermano. El es, quizá, un instrumento para ganar méritos por las
obras de misericordia.
Una quinta razón es que nosotros contraponemos dos atributos divinos, la justicia y la
misericordia. Suponemos que la justicia obliga a Dios a castigar los pecados, y la
misericordia lo enternece de compasión.. De ahí la teoría sacrificial.
Pero lo opuesto a la justicia de Dios no es la misericordia sino la injusticia de los
hombres poderosos o faraones. Recordemos las cuatro copas de la cena pascual
judía «He visto la injusticia contra mi pueblo y vengo a salvarlo.» La misericordia
no viene a perdonarme mis pecados, sino más bien a liberarme de la injusticia de
los hombres perversos y prepotentes. Si yo me uno a la compasión y misericordia de
Dios debo declarar la guerra a las injusticias de los hombres contra mis hermanos,
pero con la mediación de la eclesía. 104
*La compasión de Dios liberadora en los conflictos
Los primeros cristianos agarraron el toro por los cuernos cuando dijeron que
«radix omnium malorum avaritia», la raíz de los males es el egoísmo de cada uno, y
de los faraones. Roma: «Radix Omnium Malorum Avaritia». Los cristianos del
apocalipsis no intentaron un acuerdo con Roma, la gran prostituta, para gobernar
juntos.
Hoy la teología de la liberación denuncia las injusticias de los poderes
establecidos. Pero damos una estadística que no se refiere América Latina sino a
Estados Unidos. El crecimiento de la riqueza nacional poseída por el uno por ciento
de la población de EE.UU. crece dramática-mente. La creciente concentración de
riqueza en tan pocas manos amenaza la democracia americana. 105 Entre 1970 y
1990 el porcentaje de riqueza poseído por el uno por ciento más rico se dobló, pasó
de 21% a 40%. Durante el mismo período la situación económica de la mayoría se
empeoró. Aquí caben todos los análisis que se han venido haciendo desde Medellín
(1968) hasta Aparecida (2007).
4. DECISIÓN LIBRE ANTE
ECLESÍA.
JESÚS COMO SER HUMANO: LA LIBERTAD EN LA
*La obediencia a la ley divina o libertad del amor humano
El musulmán, el judío, el hombre religioso no se siente libre para obedecer a Dios,
o no. Todos saben que deben someterse a Dios. El hombre es un ser que obedece, dice el
rabino; el islam es el sumiso, el miembro de la cristiandad. proclama que el obediente cantará
victoria, y no se equivoca.
Los relatos de vocación, «sígueme», contienen dos revoluciones asombrosas: 1ª El
judío sigue la Torá, con sus mandamientos y 613 preceptos; ahora se trata de seguir
a un hombre que está delante: la ley es Jesús, la ley es mi hermano; 2ª Seguir a
Jesús es comprometerse con un grupo de personas, la eclesía.
En el apartado anterior partimos de la misma afirmación hacia la lucha por el
servicio en favor de los demás. En este pasamos hacia la formación de las eclesías
como experiencia de comunión y de amor mutuo y libre.
Jesús interpela en la amistad y en la libertad a sus discípulos. Y ellos se sienten
libres para responder si o no. Optan libremente por un hombre que los motiva o fascina. De
modo que Jesús, por ser humano y no divino, ante los discípulos, permite la realización
total del hombre en la libertad.
Y esto indica que la libertad solo es posible en la amistad humana de Jesús y sus discípulos.
El amor mutuo de Jesús con sus discípulos permite la libertad en la opción. Así se entiende
el lenguaje de Pablo: Cristo nos ha liberado para la libertad porque ya el criterio final no es
la ley y las transgresiones y las penas, sino el amor mutuo entre seres humanos, que nos
impulsa a hacernos esclavos los unos de los otros (Gal 3,9-14). Yo soy de verdad libre solo
ante otro ser humano como yo. Y Jesús me solicita que me decida ante un hombre, el
prójimo que debo edificar.
*La definición del discípulo
De ahí que «ser hombre para los demás» puede ser la definición del hombre que
quiere ser libre. El otro lo necesita para ser él mismo y llegar a su identidad
personal. De hecho, la conciencia de que los hombres pueden ser unos para otros
una «carga» o una «bendición» es una realidad cultural, humanamente comprobable.
Hay toda una filosofía del El Otro.
Pero Jesús da un paso adelante y nos invita a dar la vida por los amigos. Ya no es
«el ser para los demás» sino el ser los unos para los otros, mutuamente, en la
eclesía de discípulos. Jesús añade un elemento imprescindible, que conduce a la
eclesía, y es «el amor mutuo, de los unos a los otros» El hombre necesita la eclesía
para definirse a sí mismo como hombre situado en medio de los conflictos y
deseoso de ser libre.
Por eso el ideal de la pastoral, de la catequesis y de los catecismos no debería ser
el formar un buen cristiano, sino dar el paso a construir comunidades efectivas de
personas comprometidas entre sí. Según la imagen de Dios que estamos
proponiendo, es Dios el que en mí está solícito de mis hermanos. Y por eso nuestro
amor mutuo es divino. Y así Dios se revela como trino en nosotros.
Aquí cabe casi todo lo que hemos propuesto en los dos volúmenes sobre la
propuesta de Jesús real histórico.
Para Jesús de verdad lo que cuenta es mi corazón como metáfora de toda la vida
pero en acto de entrega a unos hermanos y prójimos, y sólo cuando estoy seguro de
ellos tengo la alegría perfecta.
«No teman, pequeño rebaño, porque el Padre les ha dado el Reino. Vendan lo que
tienen y «den limosna:» compártanlo todo en la comunidad». Lucas 12,32ss. El
reino es la eclesía como pequeño rebaño: ahí todo se hace común por la fuerza del
Espíritu.
5. DAR LA EXISTENCIA POR LOS HERMANOS
*Mc 10,45: servicio. Derramar la sangre y beberla
El primer volumen de la Propuesta de Jesús ha versado sobre este tema como la
esencia del proyecto de Jesús. Y en el presente volumen hemos analizado aspectos
decisivos del mismo camino. Recordemos Mc 10,45 que dice con absoluta claridad
que el sacrificio redentor es la vida de servicio de Jesús. Jesús ama y sirve, y es esa
actitud la que nos reconcilia con Dios porque lo satisface en totalidad. Tal es el
sacrificio personal de Jesús.
Una formulación que está en varias tradiciones evangélicas es «beber las sangre
y derramar la sangre». Con facilidad confundimos el sentido de la sangre. Dar la
sangre y beber la sangre se entiende a veces como la sangre que los enemigos le
sacaron a Jesús, la sangre derramada por la víctima divina en el altar de la cruz para
satisfacer y amansar a Dios, el cual se complace en el sufrimiento y en la sangre.
Pero Pedro les dice a los judíos: «Ustedes lo asesina-ron colgándolo de un
madero», y les reclama a los enemigos de Jesús por la sangre del justo
criminalmente derramada Dios no se complace en la acción de los verdugos ni en
los crímenes de Anás o Caifás, de Pilatos o Herodes. La sangre que le arrancan los
verdugos, con látigos, espinas o clavos, no es complacencia para el Padre.
En cambio para la tradición bíblica la sangre es la vida y pertenece a Dios, y por
eso no se puede comer; debe ofrecerse a Dios derramándola. Como la propia sangre
es la existencia de cada ser humano, Jesús y el discípulo dan la vida o entregan la
existencia en el servicio a los hermanos. Jesús da la vida al servir a sus hermanos, y
esa sangre la bebe el discípulo para entregar también su propia existencia en servicio
mutuo. 106
6. LA FE EN JESÚS COMO CUMPLIMIENTO DEL MANDATO DE IMITACIÓN Y
SEGUIMIENTO
Jesús hombre exige a sus discípulos que lo imiten o lo sigan a él, lo cual es creer
en él La fe es la práctica del servicio mutuo, la praxis del Reino. Le fe cristiana
empieza al creerle a un hombre, Yeshúa..
*Dar la existencia como entrega mutua: La eclesía
La entrega mutua de la existencia conduce a la «communio,» con Dios, vivida en
las formas de solidaridad comunitaria histórica en las eclesías. Este amor y esta
solicitud están condicionados por la historia y la geografía, y las circunstancias
culturales cambiantes.
La fe cristiana no consiste en un conjunto de verdades necesarias para la salvación y que
están formuladas en los símbolos. de la fe o credos. El catecismo se presentaba como
conjunto de verdades que debemos saber y creer para salvarnos.
Las primeras eclesías no sabían formular, según una sana teología, las verdades necesarias para
la salvación, pero sabían que debían poner lo que tenían al servicio de los hermanos y que debían
ser un solo corazón y una sola alma. Y lo eran.
*No la ciudad de Dios
Por otra parte no hay evasión a sueños mesiánicos de solidaridad universal, o de
civilización del amor, o de orbe católico, de discípulos, que jamás se traducen en
realidad. El sueño mesiánico de los discípulos de Jesús no se hizo realidad, el
sueño de la cristiandad no fue eficaz, como tampoco el sueño de cierta teología de la
liberación, o el sueño de la civilización del amor, o el sueño que de continuo
alimentamos de implantar la libertad, la fraternidad y la igualdad con fórmulas
políticas. Ni Constantino o Teodosio, ni en ninguna época se han realizado esos
sueños del orbe cristiano. Lo que no fracasa es el proyecto de Jesús de formar
muchísimas eclesías o comunidades, que se han dado en la Iglesia a través de los siglos, a pesar
de todos los conflictos y oposiciones.
Al multiplicarse por doquier en los primeros siglos, en el ámbito del imperio
romano, las eclesías de hermanos transformaron la historia. El cambio en la situación
económica de todos los participantes en la eclesía es fruto natural y necesario. Por eso la entrega
tiene repercusiones políticas y económicas. El amor cristiano o ágape, vivido en
eclesía, es revolucionario y transformador de las estructuras sociales; y así su
influjo es ilimitado y universal a través de situaciones limitadas pero abiertas al
infinito. Es el amor del Padre que se desborda sobre los necesitados.
*La fe: creerle a Jesús
A la luz de este «creerle a Jesús» y cumplir el mandato de seguirlo e imitarlo podemos
renovar nuestro concepto de fe. Por ejemplo, qué significa: «El que cree en Jesús tiene
vida eterna» Juan 3,16. Para muchos creer es aceptar las formulaciones correctas, los
dogmas definidos o el kerigma de la muerte y resurrección. O aceptar lo que no vemos. La
fe nos da seguridad sobre lo que Dios nos ha revelado. La fe aparece así como asunto de
asentimientos, de aceptar unas verdades formuladas. Es algo de la inteligencia como es la
razón y por eso se habla de «fides et ratio»: fe y razón: verdades de fe y verdades de razón.
También se entiende la fe como un confiar en Dios como el niño que aprende a
nadar confiando en relajarse y flotar sobre el agua. Esta podría ser la fe del Antiguo
Testamento, la del primer mandamiento: amar a Dios sobre todas las cosas. A la luz
de Jesús real e histórico habrá que repasar todo el credo como formulación de la fe.
*La eclesía como comunidad de contraste
Como mesías terreno Jesús fracasó, pero su propuesta no era mesiánica. En Jesús
angustiado e inerme en la cruz Dios, al callar, revela el fracaso histórico de Jesús,
*La orden de imitar
En cambio, Jesús implanta el modelo de su grupo de discípulos y discípulas. Y esta fórmula
ha tenido éxito hasta hoy, y lo seguirá teniendo. Jesús opta por el camino del amor mutuo,
por la compasión de unos hacia otros. Y nosotros le creemos a él cuando lo seguimos en su
propuesta. Es tan fundamental la orden al discípulo de hacer lo que el maestro hace, «hagan
esto en conmemoración mía,» que podría decirse que nuestra cristología es de imitación, o
de seguimiento, o de asimilación con Jesús.
No basta una cristología del profeta que denuncia y anuncia; ni del maestro que muestra un
camino ético, ni de la víctima que expía por los pecados, ni del juez en la parusía.
Necesitamos la cristología de la solidaridad, la imitación, el seguimiento, la conformidad e
identificación de vida y acción.
Tampoco basta el buscar el amor al otro. Un pensador y filósofo judío, Emanuel.
Lévinas, habla del irresistible poder del «prójimo indefenso» que no pierde la
confianza. Y esto está demostrando que ética y religión, aunque relacionadas, no
pueden identificarse sin más.107 Jesús da un paso adelante y nos dice que es
necesaria la mediación de la eclesía, la cual implica el dar la vida por unos amigos.
* Mediadores de salvación
Las criaturas, y sólo ellas, son mediaciones de la presencia de Dios, pero por el
mismo hecho están confesando que no son Dios. Por tanto, el mundo es sacramento
de Dios porque no es divino. En consecuencia, creerle a Jesús que la libertad que él
nos ofrece es ser esclavos los unos de los otros, no puede aceptarse sino como fe
donada por el Espíritu. Y eso propiamente es el objeto de la fe cristiana. Esta idea
deberá ser tenida en cuenta cuando se plantee la cuestión de la singularidad de la
revelación divina, que se ha consumado en Jesucristo. El sacrificio personal de Jesús
que abarca toda su vida debe continuar en el sacrificio personal de amor, servicio y
entrega de los discípulos. Continuamos la celebración del sacrificio personal de
Jesús.
Pero la donación de Dios es por amor, como lo dice el Deuteronomio. La
donación de unos a otros se convierte en experiencia mediata de la inmediatez de
Dios, y es la máxima sensación y formulación de Dios,. Vivir en esta sensación a
cada momento es la oración continua que se prolongará en la vida eterna.
*Jesús y su Espíritu, fuerza irresistible a dar la vida por los hermanos
¿Por qué no se busca la misma inspiración en otras figuras de nuestra historia universal?
Ni Lao-tsé, ni Confucio, ni Buda, ni Moisés, ni Mahoma nos han mostrado este camino de
dar la existencia, ser pan que se entrega o sangre que se derrama, como servicio de los
hermanos. Pero Jesús lo realizó primero, y nos ha puesto este reto de imitarlo a él, y en
consecuencia, nadie puede prescindir de él.
Esta entrega de la existencia en el ámbito de la amistad en la eclesía es lo que
podemos llamar la praxis del reino de Dios. Por lo mismo el mensaje o kerigma es
el hecho llamado evangelio, o reino, o eclesía, o misterio revelado de Dios. Es un
hecho histórico y no solo una verdad para creer con firme fe y asentimiento.
Fuera de este ámbito de la comunión de personas, las prácticas religiosas y de
catolicismo popular van perdiendo eficacia e interés, y desencadenan todos los
problemas que mencionamos en la primera parte, y que llevan a la secularización y
de ahí al secularismo. Por eso necesitamos discípulos de Jesús que lo sigan a él, en
comunión de personas y en relaciones interpersonales, para que el mundo crea que
Dios se ha hecho presente en medio de los seres humanos.
7. LOS CONFLICTOS POR LA PROPUESTA DE JESÚS. ¿POR QUÉ MURIÓ CRISTO?
A la pregunta ¿por qué murió Cristo? muchísimos de nuestros fieles responden:
Cristo murió por nuestros pecados, para obtenernos el perdón de los pecados,
redimirnos y salvarnos.
He aquí algunas respuestas en el Nuevo Testamento.
La primera: las autoridades religiosas y civiles mataron a Jesús por sus opciones
radicales. Hechos 2,36
La segunda: los seres humanos están bajo los poderes que mandan en autoridades
y en otras fuerzas sociales. Los poderes lo mataron. Col 2,15.
La tercera: la muerte de Cristo es la revelación del camino de muerte de los
cristianos para vivir la resurrección. Gal 2,19-20
Cuarta: la muerte es la revelación de todo el amor de Dios por nosotros. Juan 3,16
Quinta: «Cristo obedeció al Dios justo hasta la muerte y muerte de cruz.» Murió
por nuestros pecados. Es la interpretación que ha predominado en la cristiandad
Tiene algunos apoyos verbales en el Nuevo Testamento, pero su apoyo esencial
está en el Antiguo Testamento y en la teología posterior.
*A Cristo lo mataron los enemigos: los poderes humanos
Es natural al mensaje de Jesús el conflicto con los egoísmos de los hombres,
amparados por la ley, las instituciones y las religiones. Como la propuesta de Jesús
no es mesiánica, renuncia a ser parte del proceso normal de la civilización que
busca siempre mejores condiciones de vida, y, por el contrario, entra en conflicto
con los procesos sociales normales.
Ni Jesús ni Pablo ni Juan ni ningún escritor del Nuevo Testamento, ni siquiera el
autor del Apocalipsis invitan a las eclesías a hacer un pacto para crear una nueva
sociedad civil, en Grecia o en Asia Menor, a fin de construir una sociedad del amor,
una nación cristiana, una sociedad de paz, de igualdad, de armonía y de equidad económica. Esa tarea no entra en su horizonte de fe. Jesús opta por el conflicto, pero no como otra
fuerza más pode-rosa. .
*El conflicto de Jesús en la Comunidad de contraste
Se distribuyen bienes y se crea una nueva sociedad, pero solo al interior de las
eclesías de discípulos. La colecta es en favor de las eclesías. La opción es por una
eclesía en contraste con la sociedad civil, la cual se rige por leyes e instituciones,
como el judaísmo. El régimen de le eclesía es distinto, es de gratuidad, de
compasión y de servicio mutuo en la libertad.
*Los justos y los profetas son perseguidos
En el juego de poderes en disputa, el justo es perseguido, según la experiencia de muchas
culturas y, en particular, del Antiguo Testamento. Otro tanto se dice del profeta. Jesús
mismo lo dijo a Jerusalén: «¡Que matas a los profetas, y apedreas a los que a ti son
enviados!»
Jesús no se inventa una teoría nueva sobre este punto, y saca la consecuencia de
que también a él lo perseguirán y lo matarán, quizá lo apedrearán, como se ve en los
anuncios de la pasión en los sinópticos.
Jesús, con su muerte, no logra instaurar una nación santa, y este fracaso histórico
desautoriza la propuesta moderna de una total emancipación por autoestima y auto
liberación y por procesos socioeconómicos inexorables, hacia un comunitarismo que
va del alfa a la omega. Al contrario, la muerte de Cristo comenzó a instaurar el
reino del amor del Padre pero en las relaciones interpersonales en las eclesías como
acto de libertad y no de sumisión a una ley. Ante la inminencia de su muerte, Jesús
mantuvo su oferta de salvación de parte de Dios.
Así queda demostrado que el fracaso histórico es elemento necesario del plan
global de Dios. «Está escrito que debía padecer.» Pero la cruz de los egoístas y
legalistas fracasa doblemente. La actitud de acogida de la cruz por parte de Jesús es
el aspecto de la cruz que llena de complacencias al Padre, y es el sacrificio de la
nueva alianza.
Así Jesús acepta el conflicto terrible que los hombres desencadenan contra su propuesta, y
triunfa con ella. Pedro les dice a los judíos, y en ellos a los romanos, a los saduceos, a los
herodianos, a Anás y Caifás: «ustedes lo mataron colgándolo de un madero.» El poder de
las tinieblas ha hecho el mal, que no cuenta con la aprobación del Padre.
*Dos aspectos en la pasión, en la cruz y en la muerte
De modo que la muerte de Cristo tiene dos aspectos: el uno es la decisión y la
praxis que lleva a Jesús a entregar su vida en servicio cotidiano por los hermanos.
Es la experiencia del Abba, y la experiencia del amor generoso con los hermanos.
Y el negativo como obra del poder de las tinieblas, lo opuesto a la voluntad de Dios.
Es que el nuevo modo de vida no se implanta en el mundo sin conflicto. Jesús se
entregó a la causa del Padre con su reino de amor y a la causa del hombre que es ese
mismo reino de amor fraterno. Es lo que hemos llamado sacrificio personal de
Cristo. Pero esa entrega desencadena las fuerzas opositoras o satánicas, de donde
emerge el asesinato de Jesús como justo y como profeta.
*El sacrificio satisfactorio de la víctima divina
Esta explicación de la muerte de Cristo en los conflictos de la historia es de
crucial importancia en la cristología de hoy, para toda la acción pastoral y para la
vivencia diaria de la Eucaristía y de la vida de ágape de la eclesía.
En efecto, se difundió por toda la Iglesia la teoría de la satisfacción, según san
Anselmo, que le da otro valor a la sangre de Cristo. Jesús es una víctima divina en la
cruz, que derrama su sangre por nosotros y satisface por nuestras culpas. De ahí se
ha concluido que Jesús sufrió tanto por nuestros pecados, y que la sangre derramada
es la complacencia del Padre, y esa sangre nos baña y nos purifica, porque es lo que
agrada al Padre. Según esta sustitución penal, el hombre se ve condenado por la
justicia trascendente de Dios a una obediencia ciega y a una estéril culpabilidad.
Dios exige el sacrificio de un Jesús inocente para redimir a la humanidad de su
culpa contra Dios. Ver nuestros comentarios a Filipenses, Hebreos, Juan. 108
En lugar del sacrificio de una víctima, a la manera de las víctimas expiatorias y
amansadoras de Dios, según las religiones, Jesús ofrece el sacrificio personal,
desde que entra en este mundo (He) y lo lleva a cabo como nuevo sacerdote a lo
largo de sus días con el ritual de la compasión, el amor y el servicio real. El no era
sacerdote.
*La existencia de Jesús real e histórico: Dios revelado, como oposición al pecado
Jesús para nosotros es la historia humana de Dios y la salvación definitiva. Jesús
es apasionadamente acogido por algunas personas, pero también apasionadamente
rechazado. Revela y vela a Dios.
Entrar en amistad con él es realizar la conversión llamada metánoia o cambio
general de religión. En la amistad con Jesús se acerca Dios al amigo. El que se deja
fascinar por él es feliz para siempre; el que lo rechaza se refugia en el Dios legalista
o violento y castigador de las transgresiones culpables. .
Pero la revelación divina incluye con la compasión y la oferta de Jesús también la
amorosa respuesta del discípulo. Por eso es arriesgado para el hombre moderno,
sensible a esta progresiva creación del ser humano, el precisar hasta dónde va el
misterio divino de Jesús, porque en ese misterio está incluida nuestra propia historia
personal. Para nuestra, fe Jesús expresa el misterio divino, y es Dios con nosotros,
y somos parte del misterio.
*El sufrimiento y la muerte de Jesús y el pecado
El misterio de Dios hecho servicio mutuo en Jesús, culmina en la muerte. Ya
hemos distinguido en la misma muerte de Jesús los dos aspectos: la muerte querida
e impuesta por los enemigos, por Herodes, Pilatos, los herodianos, los saduceos. Esa
muerte no es la voluntad de Dios. La pasión y la muerte de Jesús son obra del poder
de las tinieblas, son un mal, porque Dios no quiere que un inocente sea crucificado.
En cambio la muerte que Jesús acoge desde que entra a este mundo para hacer la
voluntad compasiva de Dios, la sangre que derrama como servicio mutuo, la
muerte no rechazada sino aceptada por Jesús es el amor hecho servicio.
Este es el programa salvífico como misterio de Dios en la Iglesia para todo el
mundo. La fraternidad exclusiva de la eclesía está al servicio de la fraternidad
universal. La iglesia es un sacramento de la unidad de todo el género humano, como
triunfo sobre el pecado.
Así en la cruz de Cristo se revela y se vela el misterio del sufrimiento humano,
atribuido al pecado. Distingamos tres tipos de sufrimiento. 1º Los sufrimientos
infligidos a Jesús por sus enemigos que desean eliminarlo porque ha cambiado los
planes egoístas de los hombres y de sus instituciones. 2º El sufrimiento propio de la
condición de la criatura, la cual evoluciona hacia adelante, en crisis continua de
crecimiento, y en parto doloroso siempre renovado. 3º el sufrimiento en cuanto es
aceptado por Jesús como el precio que paga el profeta por su total compromiso con
la liberación humana.
*El pecado 109
Para el cristiano el tema del pecado es esencial, lo mismo que la confesión de los
pecados y el pedir perdón. Hace un tiempo nuestro lenguaje cristiano estaba
dominado por la omnipresencia del Diablo; y ahora permanece la omnipresencia del
pecado. Cristo vino a liberarnos del pecado. Murió por nuestros pecados, los cuales
no podían ser perdonados sino por la muerte de Cristo en la cruz. Así
comprendemos el credo: «Nació de santa María virgen y padeció bajo el poder ..».
No se dice nada de lo que hizo el Jesús real e histórico. Dios creó el mundo, pero el
pecado original lo arruinó.
En cambio un budista decía: «Ustedes los católicos deben ser gente muy mala pues
siempre están confesando sus pecados».
¿Es conveniente esta omnipresencia del pecado en el lenguaje de los cristianos?
El pecado es una desobediencia a las leyes de Dios. Lo malo es la desobediencia, la
de Adán y la de todos. Los pecados son las transgresiones a la ley de Dios. También
llamamos pecado la raíz de las acciones malas, que es la soberbia, el orgullo, la
«hybris o la epitymía».
De modo que la palabra pecado se entiende en el universo simbólico del Dios que
se revela en la ley y que juzga por la ley, da sentencia y condena. Cuando se prepara
a los niños para la primera confesión se les enseña a hacer «el examen conciencia,
contrición de corazón, confesión de boca y satisfacción de obra.» El católico se
acostumbra a confesar los pecados uno por uno. Hasta el punto que el sacramento
del perdón y de la gracia se convierte en la confesión de los pecados. Eso es lo que
corre por cuenta del pecador. Así el pecado se inscribe en el sistema del Antiguo
Testamento, de ley, de transgresión, de castigo, y solicitud de perdón. En resumen el
pecado es una transgresión a la voluntad de Dios expresada en la ley.
Sin duda el pecado sigue siendo transgresión, soberbia, y orgullo, separación del sumo
bien, infidelidad y desamor. Por el pecado nosotros, según la Biblia, padecemos ceguera,
destierro, esclavitud bajo poderosos corazones cerrados, hambre y sed o también nos
sentimos perdidos. Cada una de estas palabras o imágenes merece un estudio. La petición
del fiel israelita es: «perdón, Señor, porque he pecado contra tí, o contra tu ley, que es tu
voluntad.»
En este contexto entendemos la tradicional concepción de que Cristo murió por nuestros
pecados como transgresiones a la ley, es decir que nuestros pecados personales son los
responsables de la muerte de Jesús o que sus sufrimientos son los que nosotros nos
merecíamos. También este contexto veterotestamentario, aplicado hoy, lleva a entender el
pecado de manera individualista, ante Dios.
Con los paradigmas del Antiguo Testamento nos quedan dificultades: No me convence que
yo deba pedir perdón por mi ceguera, por mi destierro. Al menos esto nos indica que la
palabra pecado no es la exacta para designar todo lo que anda mal en nosotros con
respecto a Dios. Nuestros problemas con Dios no se reducen a las transgresiones, si hemos sido
liberados de la ley.
*El pecado en el sistema de la gratuidad
¿Cómo renovar la comprensión del pecado si cambiamos de criterio, y en lugar de la ley
se pone el hermano y el prójimo? Pablo, excelso en la comprensión de la liberación de la
ley para el cristiano, nos da pistas. Por ejemplo al final de la carta a los Gálatas, después
de probar que la ley no obliga a los cristianos, y que la libertad consiste en ser esclavos los
unos de los otros, y que esta es una nueva creación, dice: : «Los que siguen esta norma
() avanzarán unidos, y sobre ellos la paz y la misericordia». Se requeriría un
nuevo «derecho canónico» paulino y joánico para cada eclesía. «Ámense los unos a los
otros» con el mismo amor que les he dado». Si la ley nueva es el hermano, según Juan y
Pablo, y no hay mayor amor que dar la vida por los amigos, todo el problema del pecado
queda replanteado y debe estudiarse de nuevo. Lo que anda mal con Dios no es solo el pecado
como transgresión sino nuestra falta de sintonía con su compasión. Debemos escribir la ética de la eclesía, el
nuevo canon.
8. EL CRITERIO DE JUICIO DIVINO
El juez debe juzgar de acuerdo con la ley. La Tora es el criterio de juicio para los
judíos y para toda la humanidad. Esto es normal entre judíos, musulmanes o
cristianos. Si los mandamientos son salvíficos al cumplirlos, nos condenan cuando
los transgredimos. Si Jesús es juez para controlar el cumplimiento de la voluntad de
Dios en la ley, debe juzgar de acuerdo con la ley.
A partir de Jesús, su propuesta de entrega en servicio y esclavitud mutua se
convierte en el nuevo criterio de juicio. Por este motivo, Juan llega a decir que en
lugar de todos los preceptos de la Torah, tenemos el nuevo mandamiento del amor
mutuo o amistad en Cristo como criterio definitivo. Jesús afirma que el hijo del
hombre con su Propuesta de ser humano real e histórico, es el nuevo criterio. Y se
sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel (Lucas 22, 28-30)
Según Pablo, viene el fin, cuando el mesías, una vez haya destruido las leyes de
toda autoridad y de todo poder, entregue el reino a su Padre Dios, porque Cristo
debe reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo
a destruir es la muerte. Así Dios lo será todo en todos. 1Cor 15,24-26.28
Lo que permanece, por encima de la fe y la esperanza, es el ágape divino con que
nos amamos unos a otros en la eclesía, y sobre el cual seremos juzgados. 1Cor
13,12-13.. Y Jesús es constituido juez de vivos y muertos. Este horizonte nuevo
nos reafirma en la necesidad de formular la que podríamos llamar la moral de las
pequeñas comunidades o eclesías, o la ética de la amistad en el grupo fraterno. .
9. LA VIDA ETERNA: EXALTACIÓN, RESURRECCIÓN, ASCENSIÓN
Para aclarar el contenido de la fe cristiana en la resurrección o exaltación de Jesús
vamos a oponer dos tendencias: 1ª La resurrección es un kerigma en el seno de la
comunidad, 2ª Cristo resucitó físicamente, y si no resucitó como un cadáver
reanimado vana es nuestra fe.
*1ª. La resurrección es un kerigma
Desde 1941 Bultmann lanzó su manifiesto sobre la hermenéutica para desmitizar el
Nuevo Testamento. Y desde entonces muchos insisten tanto en el kerigma de la
resurrección que se desvaloriza la realidad de la resurrección y se reduce al anuncio
de Cristo resucitado, y ante este kerigma el hombre acepta con fe la verdad que
Dios ofrece como salvífica. Y se identifica la resurrección, en numerosas
publicaciones protestantes y en algunas católicas, con la renovación de la vida y la
fe pascual cristiana de los discípulos tras la muerte de su maestro. En virtud de esta
renovación pascual, los discípulos habrían transmitido a otros la «causa de Jesús».
Pero esta interpretación, especialmente en R. Bultmann y en W. Marxsen, no nos
dice si Jesús resucitó personal-mente y sigue viviendo más allá del sepulcro,
presente entre nosotros de una forma nueva, y si realiza por su propia virtud esa
renovación de vida en los apóstoles. Parecerían decir que la resurrección no afectó
la persona misma de Jesús, sino que aconteció en los discípulos creyentes, y sería
como una expresión simbólica de la nueva vida de los discípulos, si bien en virtud
de la inspiración proveniente del Jesús terreno. 110
*2ª Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra
Esta teología kerigmática va en contra, con razón, de una especie de objetivismo
empirista que permitiría entender la resurrección de Jesús al margen del acto de fe,
como si Jesús revivificado se hubiera presentado para que todos creyeran en lo
evidente. Pero al poner el énfasis en la experiencia de los apóstoles a partir de la
resurrección, dejan a un lado la experiencia auténtica de fe vivida por los discípulos
en la vida terrena de Jesús, y desvalorizan al Jesús real e histórico, y hasta al mismo
Jesús resucitado.
En efecto, entre católicos y protestantes la resurrección se ha visto como el gran
milagro realizado por Dios, que prueba la divinidad de Jesús. Dios resucitó a Jesús
y lo glorificó, y está sentado a la derecha del Padre.. No se ve ahí la relación con
nosotros. Lo que se espera es que nosotros aceptemos una verdad. Según el
objetivismo empírico, así el sepulcro vacío como las apariciones constituyen para
creyentes y no creyentes una verdadera demostración espectacular de la resurrección
de Jesús.
Cada vez se hace más popular la procesión del domingo de resurrección con una
estatua del Resucitado. Ese es el acto catequístico que está diciendo que el cadáver
de Cristo se reanimó, y si no fue así vana es nuestra fe ¡como dice san Pablo!. Los
discípulos no necesitaron creer en la exaltación de Jesús, les bastaba mirar al
Resucitado. Y saca uno la conclusión evidente de que los judíos y los paganos al
ver a Jesús resucitado en cuerpo y alma se convirtieron ¡a la fe cristiana!
Ninguna de estas dos tesis trasmite la fe apostólica. Para acercarnos a la fe de los
apóstoles destaquemos los siguientes aspectos esenciales.
1º. La fe apostólica no nació con el kerigma de la resurrección
Jesús real e histórico afirmó que quien da su vida, como él, tiene garantía de vida
eterna. Los discípulos le creyeron a Jesús. En este creerle a Jesús está la fe
cristiana. Creerle a Jesús es aceptar la asociación con la vida de servicio de Jesús,
para luego participar con él de la vida eterna. Por eso la fe cristiana nace en el contacto
con Jesús real e histórico y no a partir de la manifestación del poder del Dios en la Resurrección.
Las eclesías no nacen a partir de la manifestación del poder de Dios que resucita los
muertos y que es capaz de hacer milagros y ostentaciones de poder. Creer en el
poder soberano de Dios, que vivifica huesos secos, ya era la fe de los judíos durante
siglos.
La comunidad cristiana nace cuando Jesús real e histórico convoca sus discípulos y
les enseña a servirse unos a otros en amor fraterno. Y les garantiza vida eterna. Ya
están creyendo en la muerte y vida eterna de Jesús. Esta fe se confirmará a partir de
la resurrección.
Con esto quedan claras dos cosas fundamentales para un acercamiento a Jesús hoy,
según la cristología neotestamentaria: 1ª El contacto de los discípulos con Jesús
terreno real e histórico, en humana amistad, es esencial a la fe de los apóstoles.
Ellos no empezaron a creer como cristianos a partir del despliegue de poder
demostrado en la Resurrección. 2ª La Iglesia no nació a partir del kerigma de Jesús
muerto y resucitado. Los discípulos creyeron en la vida de Jesús como agradable a
Dios, y como sacrificio personal de amor y de servicio entre lo hermanos, y creyeron
en la complacencia del Padre sobre Jesús y sobre los discípulos que lo imitaban. Y
creyeron, en consecuencia, en el triunfo con Dios para Jesús y sus discípulos, antes
de haber «presenciado» la manifestación de poder de la resurrección. . Este es el
misterio pascual vivido y asimilado en la vida terrena de Jesús con sus discípulos.
*Fe pascual antes de la muerte de Jesús
La convicción de fe en la resurrección continúa la convicción de fe, que los discípulos
tenían frente a Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, que cumple lo que promete. Los discípulos no habían
visto al resucitado pero le creían lo que Él afirmaba.
Lo mismo pasa con nuestra vida cristiana: No comprobamos con milagros las
intervenciones de Dios, y con todo creemos; no vemos, ni él nos comprueba con
prodigios, pero le seguimos creyendo a Jesús. De ahí que la vida cristiana no sea
«avalada» visiblemente por los hechos históricos. ¡Feliz el que cree sin haber visto!
Jesús dio la vida en servicio a sus hermanos y confió recibir del Padre vida eterna; el
cristiano se atreve a con-fiar que recibirá más allá de la muerte su propia persona, la
justificación de su vida y la rehabilitación, porque como Jesús da la vida en servicio por sus
hermanos en la eclesía.
Una auténtica comunidad de hermanos garantiza la continuidad del amor de
amistad, del ágape, que perdura más allá de la fe y de la esperanza.. Así, esta
reconciliación consigo, con los hermanos, con la Iglesia universal y católica, realiza
también la reconciliación con la historia y con el cosmos.
*La fe en la vida eterna de Jesús y los que se entregan como él, fuerza
transformadora de la historia
Como comprende que Dios libera de los sufrimientos y opresiones, el cristiano
encuentra gozo, por la compasión del Padre, en ayudar a liberar a sus hermanos de
los sufrimientos y esclavitudes. Si Dios no se complace en el sufrimiento, debemos
luchar contra el sufrimiento y el dolor, para dar a los hermanos la plena alegría.
Como Jesús, tampoco el cristiano presenta otras credenciales de legitimación que su
praxis concreta del reino de Dios en esta nuestra historia humana.
Así en la vida cotidiana de relaciones interpersonales, en el amor fraterno, en el
servicio mutuo, se da la experiencia pascual en Cristo resucitado, y la reunión de los
discípulos que constituyen las eclesías. Es la prolongación de la convivencia de los
discípulos con Jesús real e histórico. 111
Existe una relación indisoluble entre la resurrección personal de Jesús y la
experiencia que todos podemos tener de ser su cuerpo visible y actuante en el
mundo, mediante la vida nueva de amor y solidaridad. .
De ninguna manera puede aceptarse la idea de que Jesús resucitó sólo «en el
kerigma» o «en nuestra experiencia de fe». Los discípulos estaban seguros de que
Jesús estaba vivo, y por eso creían que también ellos resucitarían con él, según les
aseguró.
2º.La resurrección de Jesús es real, y no significación, pero se expresa en
muchos símbolos significativos
La resurrección de Jesús no es pura «manifestación de lo que ocurrió en su
muerte», sino un hecho real y nuevo y distinto de su pasión y de su muerte. Pero
como se trata de un misterio insondable y divino los lenguajes son variados para
expresarlo: vida eterna, exaltación, ascensión, resurrección, glorificación.
Por eso decimos con todo derecho: Jesús nos afirma que la muerte no es el fin de la
comunión con Dios ni tampoco el fin de la comunión con las personas que nos
aman. En su muerte, Jesús es sostenido por Dios, y la muerte queda vencida. Y así,
también para nosotros, se abre un nuevo ámbito de vida, más allá de la muerte: la
comunión de vida con Dios y con los hermanos en Jesús, la cual no puede ser rota ni
por el dolor ni por la muerte.
Jesús es gloria de Dios, logos de Dios, gozo de Dios, espíritu de Dios. Las
apariciones del Resucitado son expresiones diversas de la vivencia de la
resurrección. La imaginación de los discípulos tiene derecho a figurar a Jesús
resucitado a la manera del Jesús real e histórico, y en las apariciones muestra la
tremenda y vibrante validez actual de Jesús histórico y resucitado.
3º.La resurrección es un sí a la creación y a las promesas y fuerza de transformación del
cosmos y de la historia
Con Jesús, Dios dice su sí a la creación y al Primer Pacto. Pero cuando Israel
rechaza a Jesús, Dios establece el Nuevo Pacto mediante el sacrificio personal y la
Resurrección, y esta es al mismo tiempo el comienzo de la Nueva Creación. Así,
Jesús de Nazaret es a la vez el cumplimiento del Primer Pacto con sus promesas e
inicio de la creación definitiva y escatológica.
El dolor y sufrimiento no están en Dios sino en la revelación o manifestación de
Dios en las criaturas. Dios no se complace en el sufrimiento como los dioses a
quienes hay que ofrecer e inmolar víctimas para aplacarlos y amansarlos. La
complacencia total del Padre está en el Hijo que asocia a los hombres para amarse
unos a otros y dar la vida por los amigos.
Jesús se identifica con su Padre en este amor y llega a aceptar la muerte antes
que traicionar esta voluntad del Padre. Ahí está lo divino del dolor y de la muerte
inmerecida, la muerte del justo o del profeta. El Padre, ahí en la pasión, está
identificado con Jesús. Así Jesús vive hasta el extremo su condición humana y está
en comunión total con el Padre y con nosotros.
La nueva alianza, la complacencia inefable del Padre, está en el amor y servicio
de Jesús y en la correspondencia de los amigos que se dejan fascinar. Una teología
teórica y racional no comprende el misterio de la cruz. Solo el amor interpersonal
de los hermanos puede ayudar a entender en la fe el significado de la muerte de
Jesús como servicio a los hermanos para que tengan vida. .
Por eso muchos no podemos entender la cruz como un convenio entre Dios y Dios,
Dios justiciero y Dios misericordioso, como se lee en muchos textos de la tradición
pero tampoco en el sentido de J. Moltmann, en «El Dios crucificado». 112
4º. La fuerza del Espíritu hacia la evolución plena
Ya lo hemos repetido, toda la historia de salvación la percibe el pueblo judío en el
séder pascual y toma cuatro copas de vino para celebrar las cuatro frases del Ex 3:
«He visto la opresión de mi pueblo, he oído su clamor, he notado su aflicción y
vengo a liberarlo». La cruz y el dolor son esclavitudes que Dios no quiere. Dios
quiere llenarnos de su gloria y de su alegría, pero nos invita a que expresemos a los
hermanos la compasión divina liberadora. La gloria de Dios no va contra la dicha
del hombre. Esto es lo que nos dice Jesús. La alegría y el gozo de Dios que
nosotros trasmitimos, en la condición evolutiva del ser humano, nos lleva a
enfrentarnos con las imágenes de Dios, al servicio de religiones y leyes.
Es claro que en todo hombre hay algo de divino y algo de criatura limitada, e
incluso algo de anti divino. Pero Dios ratifica en Jesús, en acto libre, como don, la
condi-ción humana, que no es necesaria para Dios, Y ahí nos salva.
Este sí de Dios pasa a través de mi fe en el kerigma como lo vivieron los
discípulos con Jesús, que fue: «si doy la vida en servicio a los hermanos, aunque
me maten los egoístas de la religión y de la ley, tengo asegurada la vida eterna.»
Por eso el kerigma original es invitación a un proceso de metánoia, de cambio
general de los paradigmas religiosos de la vida piadosa cotidiana.
5º. La fe cristiana no consiste en creer que Cristo resucitó
Al comenzar 1Cor 15, Pablo dice: «Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe,»
pero esta frase se malinterpreta si no se la coloca en el contexto. La preocupación de
Pablo en directo no es la resurrección de Jesús. Un judío no tiene problema en que
Dios resucite a un justo y santo. El desconcierto de Pablo, lo que conmociona y
escandaliza la fe apostólica, es lo que andan diciendo ciertos miembros de la eclesía
de Corinto: que algunos muertos cristianos no resucitan. El problema no es Jesús, es
la comunidad cristiana asociada a él en la vida y en la resurrección. Para Pablo no
basta decir que Cristo resucitó. Lo propio de la fe cristiana es afirmar que los
muertos cristianos resucitan con Cristo. Si ellos no resucitan es porque Cristo no
resucitó y, si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe.
6º Las apariciones celebran y valorizan definitivamente la vida terrena de Jesús
real e histórico
Los relatos de las apariciones son posteriores a la constitución esencial de la fe de
los apóstoles hacia el año 70. Basta anotar que por esta fecha se publica el
evangelio de Marcos, que no contiene relatos de apariciones. (Hasta Mc 16,8, sin el
final añadido después). 113
Los relatos de las apariciones figuran la vida actual de Jesús en la eclesía, a la
manera de su vida terrena. El mismo lo había hecho cuando dijo que Dios «se
levantará de la mesa y les irá sirviendo uno a uno en el cielo».
Dichos relatos nos insisten, a su vez, en la conexión íntima entre la resurrección
de Jesús y la experiencia cristiana pascual o praxis de la fe, la cual incluye poner en
común bienes como signo de amistad eficaz, expresada en el modelo de las
«apariciones.»
Hemos descrito el kerigma como experiencia pascual de servicio mutuo, hasta la
muerte, y de seguridad de un nuevo mundo de gracia de Dios, el cual implica el
cambio general de paradigmas religiosos o metánoia. Por eso es inseparable la
nueva vida de los creyentes y la certeza de la presencia del mismo Jesús real e
histórico bien imaginado en las apariciones. Si no hay la nueva comunidad o eclesía
donde se acepta la propuesta de Jesús real e histórico, presente en la eclesía, es
porque Cristo no ha resucitado: ambas dimensiones son inseparables. Esto es tan
real que Pablo llamó la eclesía cristiana «cuerpo de Cristo resucitado.» Y nos
advirtió que la relación entre el cadáver yerto y el reanimado es la de una semilla
insignificante y un árbol majestuoso.
Pero lo que le sucedió a Jesús resucitado tiene que ser tan real como la vida nueva
que nos sucede a los cristianos. Y tanto la resurrección personal de Jesús como la
vida nueva forman parte del acto de fe cristiana. .Esta unión indisoluble entre la
resurrección personal de Jesús y la praxis cristiana la experimentamos como fuerza
salvífica de la Resurrección de Jesús.
Esta experiencia cristiana pascual o de fe es obra del Espíritu de Cristo, pero no
por arte de magia, sino por caminos humanos, mundanos e históricos, accesibles al
análisis humano bajo un determinado punto de vista. Y esta obra del Espíritu es la
Iglesia.
7. La resurrección y la salvación como ver a Dios
Nos queda una pregunta: ¿Es ésta la única salvación, o todo o nada, o ver a Dios o
el infierno?
Unos discurren así: El reino de Dios es el cielo, incluso sabemos quién tiene las
llaves para controlar la entrada. Allá está Jesús sentado a la derecha del Padre. El
objetivo de la vida es ganarse el cielo.
Segundo. Si yo planteo las cosas así para mi proyecto de vida cristiana, mi
preocupación esencial será: ¿qué debo hacer para conseguir el cielo? Mi religión
será una religión de mandamientos, de autoridad y de obediencia. Si se trata de
entrar en el cielo, es evidente que unos califican y otros no. Porque si hay cielo hay
infierno, puesto que Dios es justo en grado sumo. Por consiguiente en la tierra
existe un grupo que se salva y otros que no.
Tercera consecuencia: este mundo no interesa si el reino nuestro está en el cielo,
más allá de la muerte.
Un elemento decisivo es la creencia o la fe metafísica de los griegos en la
inmortalidad del alma. Yo no tengo que creer ni en la inmortalidad del alma ni en la
vida eterna, puesto que es algo inherente a mi condición de alma espiritual. Si el
alma es inmortal, lo que interesa es que las almas sean felices por toda la eternidad,
y en este mundo la tarea es liberarse de la materia y ser cada día más espirituales
Esta fe metafísica se combinó con la promesa de Jesús en la vida eterna y se
formaron los grandes paradigmas sobre el Dios inmortal y las almas inmortales.
En la propuesta de Jesús real e histórico el énfasis está en este mundo, en el reino
del Padre en la tierra. En primer lugar es un hecho que toda la historia de Israel se
orienta a este mundo. No hay salmos para pedir una buena muerte. En cambio la
cristiandad nos enseñó a vivir la vida como una preparación para la muerte. La
primera mención de la otra vida, en Daniel, se da hacia el año 165. De ahí se
concluye que podemos tomar a Dios muy en serio sin necesidad de esperar vivir
después de la muerte. Además la Biblia habla de continuo de la salvación, luego la
salvación no consistía en ir al cielo.
En la persecución hubo judíos que se dejaron matar antes que transgredir las leyes.
¿Cómo es posible que los más leales a Dios fueran asesinados? Dios no puede dejarse
vencer, y les da una vida después de la muerte.
Lo central en la propuesta de Jesús no es: «les muestro el camino para ir al cielo.»
El punto central y eje de toda la propuesta es: «te realizas con vida para siempre si
das tu existencia por tus hermanos, aquí en la tierra.» Eso es lo que a tí te
corresponde como discípulo. Dios te dará vida eterna. (Pablo 1Cor 15,51-52.54; Flp
1,21-23) Pero eso es tarea de Dios. La tuya es imitar a Jesús y estar en tu eclesía
como el que sirve.
*Pecado-salvación-arrepentimiento: pasividad de los cristianos
La increíble pasividad de los buenos cristianos en parte se debe al siguiente
paradigma central de la cristiandad. El pecado es una transgresión a las leyes de
Dios, la cual exige un castigo o inhabilidad para entrar en el cielo y salvarse. Esta
situación se reversa con el arrepentimiento y la confesión de los pecados. Por eso
para modificar la situación por el pecado nos arrepentimos y, si somos católicos, nos
confesamos, y Dios es bueno y misericordioso porque Cristo murió para a satisfacer
por nuestros pecados. Y así el método salvífico de arrepentimiento cristiano o del
sacramento de la confesión, nos tranquiliza en lo que Jesús-Dios hizo en la cruz.
Es que el esquema teológico que integra el arrepentimiento-confesión encaja
correctamente en el esquema de la alianza de Moisés. Por eso el Nuevo Testamento
se vio obligado aquí a acuñar otra palabra para decir arrepentimiento o conversión,
y es «metánoia» o cambio general de paradigmas. Con esta ideología del Primer
Pacto se desvirtúa la fuerza transformadora de la historia, que es inherente a la fe
cristiana
*El más allá
En cuanto a detalles nada sabemos de lo que nos espera en el más allá. Lo único
que sabemos y que creemos es que el amor de amistad en la eclesía de Cristo es
eterno, no termina como pueden terminar la fe y la esperanza. Lo que sigue
contando, para cada instante, es nuestra vida de fe que se verifica en el amor de
hermanos en Jesús, la fe que obra por el amor fraterno.
! 0. LA COMIDA EUCARÍSTICA SACRAMENTAL EN EL REINO
*Ultimas comidas de Jesús
Al leer los capítulos 35-40 del Éxodo, uno se convence de que como toda la ley
depende de Moisés, y a él se atribuyen las leyes creadas en los siglos siguientes,
de igual modo, las leyes rituales vienen de Moisés. El mediador de la alianza copia
el modelo del cielo, y toda la legislación ritual de Israel copia el modelo de Moisés.
Así como Jesús declara obsoleta toda la ley de Moisés, así declara obsoleto todo el
antiguo culto, y crea una nueva celebración del nuevo pacto. Jesús les asegura a los
discípulos que comerán en el reino juntos, después de su muerte, como lo hemos
estudiado en el primer volumen. Comer con el Resucitado es vivir en comunión con
Dios, con Jesús y con los discípulos, en un mismo acto cultural. Esta realidad de la
comida en común con Jesús en el reino, como el sacramento de la obra de Cristo, es
el sacramento de la fe cristiana, la Eucaristía.
*Las comidas del Resucitado con sus discípulos
La comida en el reino con Dios es sacramento de la reconciliación total con el
Padre en el Hijo muy amado y en el Espíritu de amor fraterno. Ese comer es estar en
el gozo de Dios. Es el amén de Dios al cosmos, a la persona de Jesucristo, a su
mensaje y a su praxis. Es una afirma-cien de fe en Jesús que vive. Pero es
continuación de la misma fe que los discípulos estaban practicando desde antes de la
muerte de Jesús, porque ellos le creyeron a él sus promesas de vida eterna. Dios, al
resucitar a Jesús, demuestra que él estuvo a diario con él a lo largo de su vida y
hasta en el abandono de su muerte de cruz, cuando el Padre guardó silencio
poniendo a prueba la fe de Jesús.
*Ahí tenemos todos los elementos de los sacramentos.
La Eucaristía es una realidad visible, sensible y controlable por los sentidos, pero
en la fe interpreta y da sentido a la realidad histórica de los participantes. La
aceptación de la presencia de Jesús, ya resucitado, en la realidad visible en la
eclesía, constituye el sacramento.
Si se discriminan varios sacramentos, todos tendrán relación con el sacramento originante
que es la eclesía de discípulos, la cual ve la presencia y la acción de Jesús a través de
signos históricos de nuestro mundo, las relaciones interpersonales en la eclesía. . Es
decisiva la íntima relación entre el Jesús resucitado y la experiencia de fe de las eclesías
apostólicas, expresada en los sacramentos.
Y es igualmente decisiva la identidad de Jesús resucitado y de la experiencia de la
fe de los discípulos con el Jesús real e histórico, con el cual empezó la fe cristiana.
114
*Las apariciones.
En esa misma línea, podemos considerar los sacramentos como prolongación de
las apariciones de Jesús Resucitado. No hay duda que la experiencia de los
discípulos que conocieron a Jesús real e histórico es única e irrepetible, pero, con
todo, la estructura de la experiencia de ellos no difiere sustancialmente de la nuestra
hoy. Como ellos, nosotros no creemos porque hemos visto.
Ellos han visto unas realidades, Jesús y sus acciones, que pertenecen a este mundo,
y en ellas reconocieron la presencia del Hijo querido del Padre. De la misma manera
nosotros en realidades visibles y analizables, en las comunidades cristianas,
acogemos la acción salvadora de Jesús como Hijo predilecto del Padre, que nos
invita a ser también hijos. La Iglesia es el sacramento primordial.
Decir «Dios resucitó a Jesús de entre los muertos» es para todos los cristianos la
descripción de una experiencia inmediata de la realidad, lo que le aconteció a Jesús
personalmente, y no una interpretación secundaria o construcción ideológica
separable del hecho ex peri-mentado por él. Esta experiencia de los apóstoles se
convierte en experiencia nuestra gracias a la mediación de la comunidad viva que
es la Iglesia.
Experimentamos y sentimos a Dios en la acción amo-rosa de Jesús que fascinó a
los discípulos y discípulas, y que está vivo y presente en nuestra eclesía de amigos y
hermanos que nos aman y nos consuelan; y nos comunican la ternura de Dios. La
comunidad y los hermanos se transfiguran en sacramento de la presencia y de la acción de
Jesús.
Esto se funda en la definición del Concilio Vaticano II sobre la revelación de Dios
en las cosas reales del universo y en la historia, y en el lenguaje humano, pero
acogida por seres humanos en la fe en Dios y en su acción salvífica. Y en la base de
esta fe están las relaciones interpersonales con el Jesús real e histórico, nuestro
Salvador, fe que se puede expresar en diversos lenguajes creados en las religiones.
*La inmortalidad
Las elucubraciones sobre la inmortalidad del alma como vida eterna debida a su
condición espiritual y al dogma del divino Platón, pueden perjudicar la comprensión
de lo que Jesús nos revela, que nuestra salvación, autonomía de libertad y dicha
plena dependen de la gracia y compasión de Dios Padre.
¿Cómo compaginar lo que dicen los griegos y toda la filosofía perenne sobre la
inmortalidad del alma con lo que dice Jesús sobre la gratuidad de la salvación y de
la resurrección? La muerte física es una derrota para nosotros, pero la vida total es la
victoria que Dios nos da en Jesús.
EPÍLOGO
JESÚS REAL E HISTÓRICO INSPIRA UN NUEVO LENGUAJE.
EL LENGUAJE, TAREA PARA LA PASTORAL
1. LENGUAJE SOBRE DIOS
EN LA EXPERIENCIA Y SENSACIÓN DE DIOS
Una de las grandes tareas pastorales del comienzo del tercer milenio es la
adaptación del lenguaje de la fe apostólica a la nueva cultura de la evolución y del
tiempo-espacio relativos, a fin de poder llegar con el amor de Cristo al hombre
moderno de la ciencia y de la informática globalizada por la internet. 115
Lo absoluto para nosotros es que el Padre ama y salva, que Jesús se hace servidor
nuestro, y que nosotros, sus discípulos en eclesía, queremos dar la vida por nuestros
hermanos. El lenguaje no es lo absoluto.
1. Dios en sí y revelación o gloria de Dios, en múltiples lenguajes
Para hablar sobre Dios trascendente, como lo hizo Jesús también, nos valemos de
las realidades de este mundo tal como las comprendemos los seres humanos y las
verbalizamos, y por eso son tan variados nuestros lenguajes sobre el Dios revelado.
Y los discípulos, al escribir el Nuevo Testamento, no se atuvieron ni siquiera al
lenguaje de Jesús como algo absoluto. Jesús habló de reino; los discípulos, de
eclesías. La palabra esencial de la predicación de Jesús no se absolutizó.
Sobre Jesús mismo, parte y habitante de nuestro cosmos, hemos encontrado en la
historia varias cristologías, cada una de las cuales expresa dimensiones de lo
revelado en Jesús. Si hay tanta distancia entre los lenguajes cristológicos y Jesús
real e histórico, mayor es la distancia entre el Dios trascendente, que de verdad
existe, y el inmanente con la variedad de lenguajes religiosos que pretenden
explicarlo. No olvidemos que para nosotros el único «toó-logos», el logos de Dios,
es Jesús de Nazaret. A él están sometidos todos los teólogos.
*La fe ve la acción de Dios más allá de los lenguajes, en la realidad y en los
hechos. «Fides non terminatur ad ennuntiabile sed ad rem» Sto. Tomás.
En la historia normal, que llamábamos profana por oposición a la sagrada, la
inmanencia de Dios no es un elemento más o añadido, en el conjunto de factores
que constituyen el hecho histórico. La acción de Dios no es otro factor añadido a la
historia en cuanto acción de hombres libres. Al hablar como cristianos y al tomar a
Jesús como criterio, desvelamos a Dios, que está ahí inmanente pero en otro orden, a
través de las actitudes y dimensiones religiosas humanas, y del modo de ser de
Jesús. Dios mismo, el que de verdad existe, se revela en nuestra misma historia de
libertad.
*Historia de salvación
Basándonos en el principio antrópico, reconocido por los científicos en la
evolución sin referencia al plan divino, nosotros, con Jesús y con la práctica de fe,
afirmamos que Dios tiene un cuidado especial del hombre y la historia. Así la fe
supera la explicación de los sabios por el azar, o también por el «Intelligent design»
de la campaña fundamentalista. 116
Más aún, al contar con la conciencia y libertad, esa acción especial de Dios se
hace presencia dulcísima, acerca-miento, invitación al encuentro, vocación,
revelación y contacto en Jesús, Hijo de Dios. Por eso es el mundo secular quien
puede brindar el lenguaje a la eclesía para dar las respuestas cristianas al hombre
que interroga.
Como creyentes llamamos historia de salvación esta acción especial de Dios en la
historia real, narrada con todos los simbolismos lingüísticos y culturales. Esta acción
salvífica aunque trascendente, es también inmanente, y no «intervención» extraña
en la historia.
*Todos dan lo que no tienen si se unen 117
La evolución nos demuestra mejor cómo la acción divina, que es creadora, no es
una intervención... La metafísica antigua exigía una intervención porque «nadie da
lo que no tiene.» En cambio la ciencia moderna dice: Todo da lo que no tiene, si se
une. De ahí la evolución general del universo y de la vida, que incluye el proceso
en el cual la interactuación es la nueva forma de creación. Allí se incluye la
libertad, la donación libre y gratuita, trascendente y, a la vez, inmanente a nuestra
historia. Es la misma historia llamada «profana», pero en su aspecto «total» de «ser
de Dios».
Como se da discontinuidad en la evolución entre los animales y el hombre, por las
mutaciones, debidas al azar según la ciencia, se da también una continua novedad,
un superarse indeficiente. Se diría que es un contrariar a cada segundo el principio
que presidió nuestro universo mental creacionista, de que «nadie da lo que no tiene»,
porque ahora todos dan lo que no tienen si se unen. No hay nada aislado. El mismo
átomo no es átomo sino un sistema complejo de relaciones.
De semejante modo, se comprueba una discontinuidad entre la historia de los hombres y la
historia nueva de salvación. Cada etapa es como una metáfora o sacramento eficaz, que
contiene de hecho la realidad futura, como el Primer Pacto es metáfora o tipo del Nuevo.
Dios planta de continuo huellas de su acción siguiente, hasta llegar a la salvación de los
hombres en la historia real y en la vida eterna.
*Signos de los tiempos: releer GS nº 11 y siguientes
Todas las huellas de Dios y de la salvación en el cosmos y en la historia se
sintetizan en Jesús de Nazaret. Las huellas son ambiguas pero suficientes, como lo
comprueba la acogida y el rechazo de Jesús por sus contemporáneos y por millones
de seres humanos. (Ver Juan 1 y Hebreos).
Por eso la fe es un acto de libertad y no imposición de la autoridad soberana de
Dios ni de la razón. Por eso no es una injerencia o intervención de Dios desde fuera
de la historia y de la creación, pero sí un don del todo gratuito. No hay intervención
de Dios porque él no obra ni inmediata ni directamente. Su acción es siempre
mediada o indirecta, a través de los elementos del mundo y de la acción liberadora
de los hombres. La historia es de liberación y salvación. 118
*Dios crea a través de los seres humanos
Dios muestra su iniciativa salvífica con experiencias, interpretaciones y
acontecimientos históricos sorprendentes .y «discontinuos», «signos» de la actividad
liberadora de Dios en favor del hombre, pero siempre a través del mundo y sus
energías y sobre todo a través de otros seres humanos. Son semillas de futuro,
signos de los tiempos o son milagros, sanaciones, liberaciones, exorcismos, diversos
lenguajes para expresar la inmanencia de Dios.
Solo cuando los interpretamos, al experimentarlos y expresarlos en palabras o
símbolos, son para nosotros signos de la acción salvífica de Dios en una historia
hecha por los hombres. Esa interpretación de cada momento es nuestra oración
continua y nuestra ansia de comunicar la compasión del Padre a los seres humanos.
La iglesia nos ayuda a leer y acoger los signos o huellas de Dios. El Nuevo
Testamento nos repite que en las eclesías experimentamos la gloria de Dios.
2. Dos aspectos totales: «De Dios» y «sí mismo». Dios y el hombre nunca
competidores.
Con estos nuevos ojos miremos las cosas, como un automóvil, u observémonos
nosotros mismos. No busquemos a Dios en un sitio excelso ni extenso como una
persona, sino en el sacramento de Dios que es el mundo. Si Dios no estuviera
presente, ese automóvil no estaría allí; si yo no tuviera un padre y una madre; si no
fuera yo de otro, «de Dios», «yo» no estaría aquí. Así el hombre es primero «de
Dios», primero se siente de Dios, de otro en sí mismo, y solo luego es «él
mismo».
Dios es inmanente por trascendencia, es decir, todo cuanto el hombre tiene de
positivo es realmente suyo, pero en cuanto recibido de Dios.
¡No es Dios quien viene en ayuda nuestra; somos nosotros los que tratamos de
sintonizarnos con Dios, y le ayudamos con nuestra libertad a la realización de
nuestras acciones! De ahí que no podamos considerar a Dios y al hombre como dos
personas yuxtapuestas. Dios no es un ser más entre los seres: un ser infinito, pero
uno más entre todos los seres. El hombre debe su ser solo a Dios. «Ser hombre» es,
por esencia, un modo de «ser de Dios.» Por «ser de Dios» el hombre es él mismo.
Los dos «aspectos» -ser uno mismo y ser de Dios- no son «aspectos» parciales,
sino totales de una única realidad, de forma que lo uno no añade nada nuevo a lo que
ya es. Si acepto el ser yo mismo, pero no acepto ser de Dios, me estoy negando a
mí mismo.
Por eso no podemos hablar de «dos componentes» ni tampoco de «dos
naturalezas»; «persona humana» y «ser de Dios». De ahí lo inverosímil de pensar a Dios
como un ser o persona infinita en cualidades, que vive en el cielo, más allá de las
estrellas, o pretender encerrarlo en imágenes de nuestra creación. 119 De ahí que no sea
indispensable construir un mundo intermedio, hecho a la medida de una cultura determinada,
para encontrarnos con Dios.
3. La presencia, la cercanía, la experiencia y la sensación de Dios.
Todas estas consideraciones tienen como objetivo adecuar nuestro lenguaje para
una mejor oración y para renovar la pastoral. Nos vamos a realizar con mayor
plenitud y gozo si mantenemos conciencia de la cercanía de Dios, si lo
experimentamos de continuo en todo cuanto existe y si lo sentimos, para sintonizar
con él. De esta manera nos esforzaremos en revelarlo, en comunicar su compasión y
en fascinar, como Jesús, por la entrega creadora a los hermanos. El pleno gozo
consistirá en ser creadores de nuestros prójimos por el impulso divino que nos
mueve. Dios crea las personas a través de nosotros. Y a su vez, agradecemos la acción
creadora de los hermanos.
*El mundo en evolución de la ciencia moderna
El mundo anterior concebido como una gran casa de tres pisos, el de arriba para
Dios, el intermedio para el hombre y el de abajo para los demonios y los muertos,
formó en nosotros la imagen del Dios del teísmo como un ser entre todos los seres,
a la manera que el hacedor de una obra de arte es independiente de su creación
artística y está fuera de ella. .El teísmo considera esencial oponer creador y criatura,
Dios y mundo, Dios y hombre, naturaleza divina y naturaleza humana.
En cambio, la evolución y la ciencia nos ayudan a experimentar y sentir a Dios que
está creando en un proceso evolutivo general, en acto creador inabarcable e
inconmensurable. La metafísica estática, y de identidades aisladas, queda
desvalorizada de modo radical, como también la ilustración.
Ese crecimiento de nuestro ser en el universo en expansión evolutiva evidencia a
Dios como manantial indescifrable del ser y fascinación total de la vida. No hay
oposición entre creador y criatura porque son dos modos distintos de ser y de
actuar, y por eso no se oponen ni puede decirse que el uno intervenga en el otro.
Dios está en todo, lo cual expresamos con la palabra panenteísmo.
Hagamos el ejercicio diario de soñar con las dimensiones de Dios, de su expresión
cósmica, en quince mil millones de años luz, mientras nosotros solo alcanzamos a
ver unos segundos a la velocidad de la luz. Sumer-vámonos en el misterio
científico de la cuarta dimensión del espacio-tiempo, en el misterio del universo en
expansión, en el misterio del límite del universo, el ser y la nada, en el misterio de
la materia oscura y de la energía oscura que constituyen la inmensa mayoría de la
materia del universo. En cada quanto y en cada átomo, en cada célula de cada ser
vivo, ahí está Dios empeñado en la creación. Esas son las dimensiones de Dios, de
su revelación.
Dios está en todo, en cada átomo, célula, cromosoma, neurona, de cada hombre de
los seis mil millones de seres humanos, de cada animal, de cada piedra o átomo de
las galaxias que se desplazan a velocidades de locura y en el corazón de las estrellas
en infiernos de millones de grados. Es un nuevo teísmo más de acuerdo con la
ciencia moderna evolutiva y una nueva relación de inmanencia y trascendencia.
En cambio, un Dios tan lejano, en el cielo más allá del universo y ausente de los
hombres, con facilidad se toma como no existente.
.*Lenguaje de fe y de liberación
Como para el lenguaje de la fe una criatura es más de Dios que de sí misma, pues
recibe el propio ser de la trascendencia de Dios, la misma realidad en que vivimos y que
nosotros mismos somos es un misterio insondable, el misterio del Dios que se desborda en sus
criaturas. Con la mentalidad griega se nos educó con el gran principio de que «los
enemigos del hombre son el mundo, el demonio y la carne,» con la visión de Jesús y
la moderna, preferimos decir: «El mundo es sacramento de Dios». 120
*Lenguaje de la liturgia y de la catequesis
El lenguaje de nuestra liturgia, de la teología, de la catequesis y de la oración fue
elaborado en el pasado cuando habitábamos la casa vieja del mito, de la metafísica
y del Dios relojero.
Antes contemplábamos el universo y lo escuchábamos cantar la gloria de Dios;
ahora interactuamos con el cosmos, con el oxígeno que se elabora en el seno de las
estrellas y lo respiramos plácidos. Y no solo contemplamos la evolución de la vida
desde la primera célula hasta la inefable belleza de hombres y mujeres, sino que
somos protagonistas en la creación del hombre.
Interactuamos con Dios
omnipresente en cada ser humano. Yo al escribir este libro y al tu leerlo nos estamos
creando mutuamente.
Por lo mismo, en el proceso de liberación de las aliena-cines y condicionamientos
corporales, psíquicos, sociales y económicos se da la salvación de Dios. La teología
evolutiva debe ser también de liberación.
Esta lectura que hacemos del cosmos como inter-actuación con Dios, debemos
repetirla con Jesús: Jesús, «ek spérmatos» de David, es solidario con la primera
célula y con los primates y con el chimpancé y con Lucy, la afarensis de hace tres
millones y medio de años, y con Caín y Abel y con Abrahán y con Saúl y con
David. En Jesús real e histórico, interpretado por asistencia divina especial en el
Nuevo Testamento, se aclara el sentido de la existencia humana. La alegría plena
del hombre está en abrazarse a Jesús como amigo y hermano, de carne y sangre, y
Dios vivo...y así sentir al creador creando.
Esta nueva lectura del universo la podemos hacer ante la Eucaristía como presencia
de Jesús en las realidades físicas de este mundo. El pan consagrado no cambia de
átomos. Y también podemos hacer la misma lectura teniendo como centro a María.
Así podemos reinterpretar todas las glorias de María, cantadas por una pléyade
interminable de santos enamorados de María. Sin darse cuenta estaban enamorados
de la realidad de este mundo en toda su belleza entronizada en una mujer, María.
*Una oración más respetuosa
Sin duda el panenteísmo cuestiona las fórmulas de muchas oraciones, expresadas
en lenguaje teístico, pero la esencia de nuestra relación amorosa con Dios queda
intacta, eso sí, más respetuosa, como la oración de Jesús. El panteísmo considera la
creación como si fuera el cuerpo de Dios, a nuestra manera, puesto que no
podemos existir sin ser cuerpo. Por el contrario, para nosotros, en el panenteísmo, la
creación es gracia y don de Dios.
Las imágenes de Dios no existen ya que son imágenes, pero el Dios que de verdad
existe está más allá de todas sus imágenes. El Dios que de verdad existe es el
manantial indescifrable del ser. Es el fundamento del ser, «The Ground of being»,
como dice Paul Tillich, con Barth uno de los dos más grandes teólogos protestantes
del siglo pasado: Dios no es el que puede ser o no ser, Dios no es aquel cuya
existencia debemos probar.
*Resumen
Esta otra forma de pensar sobre Dios, distinta del teísmo y del panteísmo, muy
presente en la Biblia, y que es la propia de Jesús real e histórico, se ha expresado
mejor en nuestro tiempo, frente al ateísmo de la modernidad. Esta forma se llama
panenteísmo.
Karen Armstrong escribió «A history of God» para probar que tanto el teísmo
sobrenatural como el panenteísmo han coexistido en las religiones abrahámicas, judaísmo,
cristianismo e islamismo, desde el comienzo de cada una. Dios está en todo, como lo dicen
los salmos o como lo dice el tercer Isaías (Is 66,6-14) «los consolaré como una madre a un
niño,» por citar algún texto, o Pablo, «en él nos movemos y existimos..» (Hech 17,28).
*Dios no interviene
Si Dios está ahí, en todo, de manera omnímoda y con causalidad omnímoda, si
Dios es el Espíritu de infinita compasión, la relación Dios-mundo se entiende de
manera nueva. Como Dios, en cuanto creador, no está fuera del mundo; y tampoco
interviene, precisamente porque ya está, él impulsa intenciones y interacción divina,
que deja intacta la libertad de los seres conscientes y libres. La acción de Dios
siempre es mediata, nunca inmediata.
El panenteísmo rechaza el lenguaje de intervención de Dios, porque este lenguaje
pretende explicar algo que nunca ha explicado ¿Por qué Dios interviene en un caso
y no en el otro? «Te agradezco, Dios mío porque has intervenido para darme casa,
carro y viajes»; ¿Por qué no interviene para dar a media humanidad siquiera el
alimento indispensable?
Es mejor reconocer con humildad que lo que pretendemos explicar con
intervencionismo de Dios no se puede explicar. Es mejor ser respetuosos, y no
cometer el pecado de ser como Dios ni pretender definirlo.
2. EL LENGUAJE SOBRE JESÚS
EN EL AMOR FRATERNO
1. El mundo real del hombre y de Dios, y no el mundo intermedio, creado por el
hombre. Lenguaje científico y fe cristiana
Concluímos que el lenguaje científico versa sobre la misma realidad que nuestro
lenguaje religioso o nuestro acto de fe. Al hablar de Jesús real e histórico, estamos
hablando de Dios. Hablamos de Jesús tanto en lenguaje histórico como en lenguaje
de fe, aunque ambos lenguajes se refieran a una sola realidad. Jesús es enteramente
hombre y, en cuanto tal, la suprema manifestación histórica de la acción salvífica de
Dios. Sólo en el hombre histórico Jesús puede la fe experimentar la acción salvífica
definitiva de Dios en toda su trascendencia. Jesús de Nazaret es la acción
escatológica del Dios que salva, y en él hallamos una historia humana, expresión
de la misma «historia de Dios con nosotros.»
Por eso no absolutizamos un mundo intermedio de cultura y lenguajes, aunque sea
necesaria nuestra creación lingüística, instrumento imprescindible de la acción
comunicativa. En el Jesús real e histórico nos encontramos con los hombres y
mujeres del tercer milenio, sin necesidad de imponer culturas antiguas, y sin crear
con ellos un nuevo lenguaje de la fe, como mundo intermedio religioso de nuevo
ensayado.
Estas convicciones son la base de la auténtica inculturación de la fe. En el mismo
mundo secular y no religioso, nos encontramos con Dios. Es válido, para compartir
la fe, usar el lenguaje antiguo explicado, o crear uno nuevo según nuestra cultura
para la debida socialización, o utilizar un lenguaje secular.
2. Objetivo de la pastoral: comunicar el amor de Jesús a los hombres de hoy
Del mismo hombre, Jesús de Nazaret, se dice que es verdadero hombre en la
historia y, precisamente como tal, acción salvífica definitiva de Dios. ¿Cómo hay que
considerar en definitiva estos dos «aspectos» totales, ser hombre y ser salvación de Dios?
Tal es el problema cristológico.
¿Cómo comunicar el amor de Jesús a los hombres científicos? Si el mundo y la
historia son para nosotros campo de la acción divina, el lenguaje científico y
cultural, que trata de las cosas y la historia, tiene que ver con el lenguaje de la fe,
que trata de lo mismo en otra dimensión total. Ambos hablan de la misma realidad
de nuestro mundo y nuestra historia. Por tanto, la naturaleza y la historia representan
la base y el contenido de la exposición científica e histórica, y al mismo tiempo son
la base y el contenido del lenguaje de fe y de la reflexión teológica.
En otras palabras, el sentido profundo, o el simbolismo poético, de cuanto se dice
en lenguaje «profano,» científico, literario, o secular sobre la naturaleza y la
historia, tiene importancia religiosa para Dios y nuestra relación con él. Esta
relevancia es la que expresa el lenguaje de la fe.121
El lenguaje de la fe no añade a lo que ya se ha dicho en lenguaje no religioso otra
realidad, solo enuncia y tematiza el carácter no divino o contingente de una realidad
dada. Pone en evidencia que la realidad descrita posee otra dimensión que es divina.
. Por eso nuestra teología es cósmica y evolutiva como Jesús, nuestro Theó-logos.
Si nuestro único teólogo es cósmico y evolutivo nuestra teología tiene que ser
genético-transcultural. Todo esto está avalado por el concilio Vaticano II que dice
«Dios se revela por las obras y las cosas, por la historia, y en lenguaje humano y no
super humano.»
*Oración cristiana y cósmica
Jesús, ser humano de inteligencia brillante, quiso decirnos su propia experiencia
humana de Dios como padre, lo cual nos hace saltar de alegría. En lo secular de la
historia de Jesús está Dios escuchándonos. Así Jesús, dichoso de vivir en Dios y
deseoso de sintonizar con Él, quiso trasmitirnos al Padre Dios. Por eso abrazarnos a
Jesús es abrazarnos al Padre.
Por eso nuestro libro de oración o de encuentro con Dios no son solamente los
libros de devoción o de liturgia, ni sólo la Biblia, ni sólo el hombre sino los
instrumentos de la astrofísica, el telescopio y el microscopio y todas las reacciones
químicas, el programa de teatro, el cine, la televisión, el libro de ciencias, de
geografía o de matemáticas, el noticiero o la prensa y hasta los shows de televisión
y la internet.
Debemos comenzar a ayudar a nuestros niños a encontrarse con Dios, y con Jesús,
en el lenguaje de todas las asignaturas que estudian en cada grado. La catequesis
para el futuro tiene aquí una tarea inmensa, pues en cada grado se debería elaborar
una exposición de la fe de acuerdo con el lenguaje que se utiliza en las diversas
asignaturas y actividades escolares de cada grado. Sería otra manera de renovar el
lenguaje cristiano para comunicar el amor de Jesús.
3. Verdad o realidad absoluta de la fe cristiana
Es claro que partimos de un hecho real: Jesús tuvo al Abba como realidad
auténtica sobre la tierra, no como mito, ilusión o creencia. Y nuestro abrazo libre y
amoroso con Él no depende de razones teóricas humanas, es el regalo del Padre en
el Hijo.
El Jesús real e histórico es de la esencia de nuestra fe. Si lo que decimos de Jesús
es válido solo porque es Dios, todo nuestro lenguaje se queda sin piso.
Sin embargo, esta fe necesita, para que sea humana, motivos racionales, para que
nuestra confianza en Jesús no sea irresponsable desde el punto de vista moral. En el
origen de nuestra confianza en Jesús no están razones absolutas y necesarias sino la
confianza que llevó a los discípulos y discípulas libres a creerle a Jesús real e
histórico, de manera razonable como nos creemos entre hombres y mujeres. Nuestro
encuentro con Jesús no es encuentro con el absoluto a quien hay que obedecer
perentoriamente; es un encuentro en la libertad y en la amistad entre personas
normales. Otros lo rechazan.
Jesús nos revela que ese Dios, que desborda su bondad sobre las criaturas, es un
Padre lleno de ternura y compasión, las cuales se expresan en la vida de servicio del
mismo Jesús: «Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve.» Y nosotros
sirviéndonos mutuamente, en la comunidad, revelamos la misma benevolencia del
Padre. Seguimos siendo una revelación divina pero secular, histórica, profana, de
libertad. Y en esa entrega sentimos a Dios que se da en nosotros como Padre.
*La verdadera divinidad de Jesús. La causa del hombre
El hombre moderno necesita esta revelación de nuestro amor, que él está dispuesto
a acoger como la revelación de Jesús Hijo de la compasión del Padre. Esta es la
divinidad de Jesús que el hombre moderno necesita, porque Dios es amor. No tanto
la defensa de la divinidad de Cristo como definición dogmática que se impone a la
manera teísta, como alguien extraño a nuestra naturaleza, infinitamente otro, o
como enunciado de verdades universales. El defender la divinidad de Jesús a la
manera de la metafísica griega, dentro del mundo intermedio del teísmo, puede ser
una batalla perdida de antemano en un mundo que quiere prescindir de Dios, y no
encuentra ninguna causa digna a no ser la del hombre.
Pero, ¡asombrémonos! Jesús es el compromiso absoluto de Dios, total y exclusivo,
con la causa del hombre. Jesús no da la vida por las verdades de Dios, ni por la
defensa de su propia divinidad ni mucho menos por los mandatos divinos, por la
obediencia a unas leyes de Dios, por no comer carne de cerdo, ni por una institución
nueva creada por él. En cambio dice: «No hay mejor amor que dar la vida por los
amigos».
*Metafísica, religión y derecho, para hablar de Dios.
Este encuentro de hombres y mujeres modernos con Dios en la eclesía de amor nos
permite calificar los lenguajes sobre Dios, los cuales nos llevan a crear imágenes
provisorias de Dios. Como ejercicio, analicemos los tres tipos principales de
lenguajes que se han utilizado para definir y ver a Dios, los lenguajes de la
metafísica, de la religión y del derecho.
Ha prestado grandes servicio a la teología el lenguaje metafísico de sustancia,
naturaleza, persona, esencia y accidente, los principios de identidad y de causalidad
suficiente, la lógica y los universales.
En segundo lugar el lenguaje sagrado del «homo religiosus» tradicional, el cual
contempla a Dios vencedor en batallas, airado por los pecados de los hombres y que
se aplaca con oraciones, ofrendas y sacrificios cruentos y dolorosos, y venga el
pecado creando un infierno que, en buena lógica, tiene que ser mucho más grande
que el cielo. Este tema es bastante debatido entre niños católicos en Antioquia: y
casi todos opinan que el infierno es más grande que el cielo.
Se aplica a Dios también el lenguaje del derecho y la justicia. Dios tiene que ser
justo; si no castigara no sería Dios. Por eso el Padre da una orden al Hijo, y el Hijo
obedece para ser víctima en favor de los seres humanos, y en su lugar. En buena
lógica se elaboró toda la teoría de la ley, de la Torah, y de los preceptos salvíficos,
para explicar a Dios y la redención.
Y estos lenguajes se hicieron inteligibles y aceptables cuando se distinguió entre
la Trinidad trascendente y la Trinidad económica.
Cuando nos dejamos llevar de estos lenguajes humanos o ideologías de los sabios,
hasta cierto punto olvidamos que el único revelador del Padre es su Hijo querido.
Solo si Jesús es divino y expresa a Dios podemos explotar de júbilo y decir: vale la
pena dar la vida por los amigos, y hacerse todo para todos, para atraer a algunos a la
vida de eclesía salvífica. Eso es aceptar la muerte y resurrección de Jesús y
proclamar el kerigma de salvación en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amarse
mutuamente es amarse en Dios y es un acto teológico. Pero eso es desvalorizar los
lenguajes metafísicos, religiosos y jurídicos.
Los temas teológicos sobre Dios y la Trinidad se pueden convertir en ideología,
metafísicas o gnosis si no los experimentamos en las relaciones interpersonales en
la eclesía de amigos y hermanos, como praxis del reino de Dios, implantado por
Jesús, camino, verdad y vida. .
4. Jesús real e histórico revela pero oculta a Dios: «agnostos Theos»: Dios
desconocido
Jesús revela a Dios, pero también lo oculta. El misterio de la Trinidad vivido por
Jesús y vivido por nosotros en la eclesía de hermanos es el misterio de Dios que nos
ha sido revelado por Jesús. Con todo, Dios sigue en su inescrutable trascendencia.
Los avances sobre el lenguaje han sido inmensos en los últimos tiempos. La
teología antigua desconocía la teoría moderna de los símbolos, y el hecho universal
de la evolución y el proceso que llevó hasta la reproducción sexuada que posibilita
hablar de Padre y madre y de hijo. Se presuponía que ese lenguaje era real desde el
comienzo ya que el mundo ha sido siempre igual, y que el concepto llega a la
realidad, «pertingit ad rem.» Por eso la teología pensó que desde el comienzo se
podía hablar de Dios como Padre o Varón con un Hijo.
Todo lo que hemos dicho hasta ahora sobre el lenguaje quiere ayudarnos a
sustituir el teísmo por una nueva imagen de Dios. Los tres tipos de lenguaje
mencionados no son aptos para describir a Dios en sí, en su trascendencia
indescifrable en el nuevo mundo de la ciencia moderna. Con esta decisión
superamos tanto el empirismo como el fideísmo.
Si seguimos con el teísmo tendríamos que entrar a dilucidar temas muy difíciles
que han embargado toda la teología por siglos. Por ejemplo el misterio de la
Trinidad santísima y la preexistencia de Jesús.
3. EL LENGUAJE SOBRE LA TRINIDAD SANTA
EN LA ECLESÍA
1. ¿Cómo revela Jesús al Padre?
Jesús de Nazaret tiene plena conciencia de ser Hijo de Dios. El es un tu para el
Padre, según las escenas del bautismo y de la transfiguración.
Por esta presencia del Padre, Jesús sabe que su misión es reflejar la compasión
divina. Cada mañana se dice: «Hoy debo revelar al Padre misericordioso a través
de mi conducta y de mis palabras.» Su autonomía de hombre obra así con plena
libertad en el amor. Todo esto se revela en la palabra Abba, con que Jesús llama a
Dios, palabra que es clave de su teología. Esa relación amorosa es la base y fuente
de la predicación del reino y de la convocación de los discípulos para la convivencia
amorosa como práctica del reino.
El modo finito y de creatura de ser uno mismo, como más de Dios que de uno
mismo, es la huella de la realidad de Dios en nuestra misma existencia. De ahí nace,
al mismo tiempo, el precepto para el hombre de nunca pretender ser como Dios.
2. Nuestra relación personal con Dios. Nuestro encuentro de personas en Dios
Al ser hombre y ser de Dios en solidaridad con el cosmos y con la evolución total,
Jesús experimenta el fundamento de todas las religiones, y las acompaña a todas
ellas en el proceso de creación. Además, puesto que Dios ama la persona humana
por sí misma y ella está en la persona de Dios, Jesús también se propone ser profeta
en el ritmo evolutivo y en el juego de los conflictos históricos. Jesús dice al
discípulo y a nosotros: tú estás como persona en Dios y yo estoy como persona en
Dios. La persona de Dios está en mí y entra en relación amorosa, de tal forma que
nuestra unión es unión de personas. . En latín se diría: unión hipostática. Pero la fe
nos dice que Jesús es persona divina, y, en cambio, la persona humana, por ser
criatura, no es Dios ni puede aspirar a ser como Dios. 122
*Los monoteístas, destinatarios del evangelio
Los judíos, musulmanes y muchos cristianos, inconmovibles en su monoteísmo,
rehúsan llamar a Jesús Dios igual al Padre. Jesús era monoteísta judío, y los
cristianos somos monoteístas. Y en los primeros siglos
no hubo dificultades insuperables mientras las eclesías como vivencia de la
Trinidad se multiplicaban asombrosamente. Los fieles participantes vivían,
experimentaban y sentían el misterio de Dios Trino en su propia eclesía de amor.
Con la implantación en las eclesías del universo simbólico grecolatino, la
cristiandad entró en problemas y batallas religiosas que han durado siglos, y no
terminan. Dios nos pone la tarea, a nosotros, discípulos del tercer milenio, de
examinar esta cuestión y buscar soluciones en comunión en la Iglesia.
Ese Dios, cuyas dimensiones reveladas no caben en ninguna inteligencia, es
personal. Nuestra relación con Dios es una relación interpersonal y corresponde a
nuestra «capacitas ad unionem hispostaticam», ( III q.6,a.4,ad 3), de la que habla
santo Tomás.123 Solo la libertad amorosa de Dios limita nuestras posibilidades.
Jesús experimentó a Dios como Padre amoroso que se daba a él y llenaba su
capacidad de recibir. Y los Apóstoles nos trasmitieron esta fe diciendo que Jesús es
Hijo amado, objeto de las complacencias del Padre, y que el Único Espíritu para los miembros de
la eclesía los constituye en un solo cuerpo. .
Pero el judío de la Biblia hebrea no aspira a ver a Dios sino a vivir bien en esta
tierra en servicio de Dios. Y media humanidad en Asia tampoco aspira a ver a
Dios sino a integrarse en las energías de la naturaleza y no sufrir, talvez en un
nirvana.
Todo mundo, inserto en la historia humana, llama a Jesús persona humana, pero
nosotros por la fe sabemos que el constitutivo del hombre en Jesús es su condición
de Hijo de Dios. Jesús es Hijo de Dios, es decir que como persona humana Jesús se
constituye por su relación amorosa con el Padre Dios.
*Persona humana y lenguaje humano
Nuestra relación con el Padre Dios, lejos de impedirnos ser verdaderos hombres o
mujeres, nos impulsa a nuestra máxima realización como humanos libres. Del
mismo modo, Jesús no deja de ser persona humana autónoma y real ante los demás
seres humanos al ser Hijo personal del Padre Dios
El hombre «como ser de Dios» no está constituido por dos componentes, la
divinidad y la humanidad. Es una tota-lida con dos aspectos totales. Así en Jesús la
humanidad y la divinidad no son dos componentes sino dos aspectos totales: la
verdadera humanidad en la que se realiza el ser de Dios. En Jesús se realiza el ser
del Padre. Por eso Jesús nunca aparece hablando con el Verbo, porque él es el
Verbo. Todos los que se encontraron con Jesús sabían que hablaban con una persona
humana. Pedro, María Magdalena, José de Arimatea, Pilatos o Caifás hablaron con
una persona humana. Nadie es hombre si no es persona humana, aunque las
relaciones lo lleven a ser casi un animal (Ver Vol. 14: Dos niños educados por una
manada de micos)
*Dios hecho hombre u hombre hecho Dios
Tienen razón los apóstoles que pensaron que Jesús es un ser humano y por eso una
persona humana. Y tienen razón los padres de Nicea y de Éfeso que proclamaron a
Jesús como Dios, y a María como Madre Dios. Pero en el lenguaje de la nueva
habitación cósmica ambos lenguajes son ilegítimos porque suponen que Dios y el
hombre son competidores y se oponen entre sí. Por eso Pablo evitó decir que Jesús
es Dios, porque podía ser muy mal entendido y alejar de la fe cristiana a judíos y
paganos.
*En el teísmo
Unos aceptan a Jesús como Dios, segunda persona de la Trinidad santa, que se
reviste de carne humana, y sigue actuando a lo largo de la vida como Dios a través
de acciones humanas. Como si Dios hiciera una réplica de hombre para darlo como
naturaleza humana a la persona del Verbo. En la vida terrena Jesús prueba que no
es hombre sino Dios por medio de los milagros y de la resurrección. Así decían los
catecismos de la cristiandad.
Si permanecemos atados al teísmo y al lenguaje convencional nos encontramos
con cuestiones insolubles para la mente humana. Si una cosa es el Creador y otra la
criatura a distancia infinita, si los hombres somos nosotros y Dios está en el cielo,
hoy ya desplazado por la ciencia a quince mil millones de años luz, como el Hacedor
del mundo, nos tenemos que hacer las preguntas insolubles de siempre.
3. La preexistencia de Jesús
Es normal que la cristiandad haya querido resolver esta pregunta. ¿Desde cuándo
existe Jesús, nuestro Salvador? Lo que de verdad existe y tiene valor permanente,
debe existir desde siempre. Las ideas, y las almas son eternas e inmortales. Más
aun, este paradigma es transcultural: los judíos dicen que la Torá es una de las siete
cosas que existen antes de la creación del mundo (Torá o Sabiduría, Penitencia,
Edén, la Gehena, el Trono de la gloria, el Santuario celeste y el nombre del Mesías.
(Strack-Billerbeck I p. 974). Lo mismo los musulmanes saben que «las tablas
celestes» son eternas y de ellas Mohammed transcribió el Corán (Sura 85,21-22). Y
el Evangelio de Tomás dice: «Jesús dijo: Felicitaciones a aquel que llegó a ser
antes de llegar a ser» Nº. 19. Solo lo que es eterno e inmutable, como el sagrado
Corán, tiene validez absoluta. La experiencia religiosa debe ser definitiva. Lo que
está sometido al tiempo es inestable. Lo eterno no está sometido al tiempo. Por eso
la inmortalidad del alma, dogma de Platón.
Es también el tema esencial de la gnosis: conocer «al hombre esencial» y, a la luz
de aquella existencia anterior, reconocer la actual en su autenticidad. La tarea del
hombre es conocer, luego reconocer, para obrar la perfección, la divinización y la
redención del hombre. (Corpus Hermeticum 1,15; 1,19; 3,14M3, 10; 3,22; 4,4). En
fin, es perfecto lo que salió al comienzo de las manos de Dios.
Las Actas de Tomás, apócrifo, dice: La pregunta esencial del ser humano es saber
«quién era yo, quién y cómo soy ahora, a fin de que pueda volver a ser ahora lo
que con anterioridad era».
En este contexto cultural general nada de raro que los cristianos establecieran para
Jesús la condición de Hijo eterno de Dios.
Los cristianos se pusieron de acuerdo desde el comienzo en que la creación no
preexiste, no es eterna. Por eso hay cosas que pueden preexistir pero solo como
proyecto de Dios. En cambio, Jesús es Mesías gestado en la historia de Israel. Esta
es la fe cristiana absoluta. Pero desde el siglo segundo la gran pregunta era: ¿Cómo
preexiste Jesús?, ¿como plan de Dios o como realidad física? La respuesta en el
Nuevo Testamento es masivamente de una existencia en Dios indefinida, pero hay
unos contadísimos textos que insinúan una preexistencia definible y analizable por
los filósofos. 124
*El misterio del Dios que es hombre
Con el teísmo que opone Creador y criatura y los distancia infinitamente, nuestra
madre la Iglesia, en la cultura del imperio romano, no vio otra manera de defender la
divinidad de Jesús que afirmar que es Dios igual al Padre desde toda la eternidad,
como hijo engendrado, no creado, de Dios. Y esto contra la razón humana que sabe
que no conoce a Dios. ni puede verlo. Ya san Justino a mediados del siglo II, tiempo
de gnosticismo y de definiciones frente a los judíos, dice
«Dice el judío Trifón: «A mí me parece contradictorio y absolutamente imposible de
demostrar el discurso cristiano. Porque decir que ese vuestro Cristo preexiste como Dios
antes de los siglos, y que luego se dignó nacer hecho hombre, y no es hombre que venga de
hombres, no solo me parece un absurdo sino incluso una locura» «Yo (Justino) le
respondí: sé que mi discurso parece absurdo...sobre todo a los judíos... pero aunque no se
pueda demostrar que el Hijo del Hacedor del universo pre-existe como Dios, y que ha
nacido de una virgen,...queda cierto que es el Mesías. Seguiría siendo Mesías aunque fuera un
hombre constituido Cristo.
Esta reflexión de Justino parece la de los teólogos actuales. Para los origenistas
preexiste no solo el Verbo sino el Cristo, es decir, la humanidad, porque el alma de
Jesús preexistía y un cuerpo celeste que preexistiendo nació de María. (De Princip
2,6,3-4,6).
El Padre Benoit, nuestro maestro estimadísimo, dice que Jesús, antes de
sumergirse en nuestro tiempo, existía entero, hombre y Dios, en un tiempo
soberanamente real, distinto del nuestro pero tampoco igual a la pura eternidad de
Dios. (Pierre Benoit R.B. (1970) 5-29). A esa conclusión llega analizando los
textos de Juan y Pablo: Jesús entero y no solo el Verbo, el personaje concreto,
existe desde el comienzo del mundo.
Con los presupuestos del teísmo, la fe en la preexistencia era la única manera de
afirmar la divinidad de Jesús en una cultura y mentalidad que cree en Dios teísta, y
opone la trascendencia y la inmanencia, al Hacedor y la creatura, y que todo lo
considera estático: esencias eternas, almas preexistentes e inmortales.
4. Palabra de Dios, palaba inmutable y eterna.
El ontologismo de occidente creía poder definir las cosas de Dios porque pensaba
en la revelación como palabra directa de Dios. Y el logos interior agarra la realidad.
Es el «ontologismo impenitente» de Bastide o «la mala conciencia» de que habla Paul
Ricoeur. Pero hemos pasado de lo sólido e inmutable a lo líquido y relativo.
El monoteísta, hacia el año 160, piensa que creer en la preexistencia de Jesús
como Dios es absurdo. Justino dice que él no es capaz de demostrar tampoco esa
formulación, pero que debe creer la fe de los apóstoles. No se concibe que sea Dios
si no es coeterno con el Padre en la forma de Cristo.
Esto indica, al menos, que la tremenda expansión misionera de las eclesías se hizo
sin necesidad de definir la situación de Jesús antes de hacerse hombre. Las eclesías
cristianas tuvieron un crecimiento espectacular nunca más visto, sin esas
definiciones. Lo importante era la propuesta de Jesús real e histórico. Después se
define y se impone como dogma que hay que obedecer, y pronto se frena la
expansión misionera de las eclesías entre todos los monoteístas. Es lo que se ha
comprobado por desgracia. Se rompió el diálogo misionero con los judíos hasta
hoy, y con los musulmanes monoteístas no se ha iniciado.
*Desenmascarar la pretensión pecaminosa de occidente
Hoy tenemos varios cambios radicales: 1º Nuevo concepto de relación Dioshombre, creador-creatura, inmanencia-trascendencia. 2º
Las palabras que
pensábamos directamente de Dios son palabras humanas (DV). Nada es estático ni
siquiera lo revelado de Dios. Dios en sí no lo conocemos, pero todo lo que Dios ha
querido revelar al hombre lo hace a través del mundo evolutivo y en expansión o de
creación siempre activa, y, por fin, a través de Jesús nacido de una mujer de Nazaret.
5. Defender la divinidad de Jesús
Tenemos derecho a superar las fórmulas antiguas y a afirmar, con otros lenguajes,
la divinidad de Jesús, irrenunciable. Desaparecido el concepto antiguo de creación,
debemos preguntarnos de nuevo qué significa «desde antes de la creación.» Pero
ante todo debemos apasionarnos por remover los obstáculos que nos impiden llevar
el amor de Jesús a todos los hombres monoteístas y a los panteístas. Jesús y los
discípulos ofrecieron su amistad a monoteístas, panteístas y politeístas, y estos
acogieron esa amistad, convertida en experiencia de Dios.
Le damos infinitas gracias a la Iglesia que en este contexto estático y teísta
preservó la fe en Jesús como verdadero Dios, a pesar de que como dice san Justino,
san Máximo y ahora el catecismo francés en 1947, es un absurdo, pero hay que
creerlo como dogma de fe. .
Las especulaciones para defender la divinidad de Jesús, en los primeros siglos,
fueron tremendamente peligrosas para la fe cristiana porque casi todas terminan
negando la humanidad verdadera de Jesús, y haciéndolo independiente de los
hombres, poniéndolo del todo de parte de Dios. Pero San Ireneo, con Tertuliano, fue
campeón de la ortodoxia al defender la verdadera humanidad de Jesús, reafirmada
después por el concilio ecuménico de Calcedonia.
Hoy tenemos una conciencia más aguda de la necesidad de la humanidad de Jesús
para la misión entre los monoteístas, los secularizados y los ateos. Por ejemplo,
para ciertos ateos la única causa que vale la pena es la del hombre; y para un
evolucionista la persona que no sea solidaria con toda la evolución no es persona humana;
y, si Dios la crea, es una réplica de hombre pero no hombre.
6. Ni Dios hecho Hombre ni Hombre hecho Dios
Al contrario, algunos textos bíblicos, en lugar de la preexistencia, dicen que Jesús
es una persona humana que fue constituida Dios, que la persona humana es
asumida en una persona divina, el Logos. Jesús es persona humana como todos los
hombres, y esta persona es asumida por el logos divino en un momento dado, por
ejemplo, en la resurrección, o en el bautismo.
Estas formulaciones, aunque están en la Biblia, son inadecuadas para nosotros hoy
porque distorsionan la comprensión de la encarnación. La afirmación unilateral de
la divinidad y sostener que una persona humana fue asumida por Dios son dos
formulaciones de la realidad asombrosa que es Jesús real e histórico. Es inevitable
que sobre la misma realidad se produzcan diversos lenguajes, puesto que la realidad
está más allá, pero estas formulaciones son inadecuadas para la fe de la Iglesia.
*Formulación integradora
Para el lenguaje normal o «profano», Jesús es persona humana, pero, para el
lenguaje de la fe, el hombre Jesús de Nazaret es persona en su relación de Hijo del
Padre, Abba... En su misma humanidad Jesús es constituido Hijo de Dios.
En el lenguaje profano decimos que todo hombre es o debe ser persona humana.
Pero en el lenguaje de fe decimos que tal persona es totalmente de Dios. Si toda
persona humana es de Dios por su relación constitutiva con Dios, Jesús, en cuanto
hombre, es persona por el hecho de ser Hijo de Dios Padre. Jesús no carece de
persona sino que es persona humana por ser Hijo de Dios unigénito.
Jesús es persona al ser Hijo de Dios. Su personalidad humana no es distinta de su
«ser del Padre», de ser Hijo del Padre. Ese «ser del Padre y para él» es lo
constitutivo de Jesús.
Toda la tradición cristiana está convencida de que para tener seguridad de
salvación es absolutamente indispensable que Jesús sea divino, sea Hijo de Dios. Sin
esta realidad de verdad divina, que es Jesús real e histórico que nos promete vida
eterna, no tenemos seguridad de salvación, pues solo Dios en persona puede
asegurarnos la salvación definitiva o escatológica. Tal es el corazón de la fe
cristiana.
Lo mismo afirma la Iglesia con la fórmula: Dios nos salva en la historia, la cual es
exclusiva del ser humano, y la cual se da en Jesús real e histórico. Dios se revela y salva
en la realidad, en lo que hace, en el cosmos, al crear y conservar el universo ofrece un
testimonio perenne de sí mismo. El mundo es un sacramento de Dios. Todo esto se funda
en el Concilio Vaticano II, según el cual Dios se revela no con un lenguaje celestial ni de
ángeles ni de seres divinos, sino en el lenguaje normal de los seres humanos. Y además nos
afirmó la justa autonomía de las realidades terrenas y de sus culturas o lenguajes.
Pero para el hombre de hoy estamos empeñados en defender a Jesús como hombre
de verdad y punto de partida no negociable de la fe apostólica. Esto lo hemos
puesto como primera convicción de la fe de los apóstoles en el Jesús real e histórico.
Y esta es la respuesta adecuada a los tremendos interrogantes sobre las debilidades
del cristianismo hoy.
El católico que cree en la eucaristía piense que la hostia consagrada tiene los
mismos átomos según la química que el pan común. El ser el cuerpo de Cristo no le
impide tener los mismos átomos de otro pan.
4. AUTOEVALUACIÓN DEL LENGUAJE PASTORAL
1. ¿Por qué el cristianismo no es buena noticia? Cambiar el lenguaje para el
hombre de hoy.
Desde el comienzo de este libro nos estamos preguntando: ¿Por qué el cristianismo dejó
de ser acogido con entusiasmo hace muchos siglos? ¿Por qué ni los monoteístas, judíos o
musulmanes, ni los cultores de religiones indoeuropeas, o las llamadas panteístas,
parecidas a las del imperio romano, ya no se entusiasman con el cristianismo? ¿Por qué en
América y Las Filipinas fue indispensable la conquista violenta para la evangelización?
¿Será que no es buena noticia para el ser humano la imposición de un ser divino que
prescribe una multitud de leyes de toda clase y normas culturales, las cuales destruyen lo
elaborado por los hombres? ¿Será que los hombres se sienten alienados so pretexto de ser
como ángeles?
Más aun, se podría avanzar esta otra pregunta ¿Por qué, en lugar de atraer, el
cristianismo ha producido en occidente el inmenso fenómeno de la secularización y
secularismo, y del ateísmo práctico? En otras palabras: ¿Por qué la semilla del
proyecto de Jesús sembrada por la fe apostólica en todas las ciudades paganas e
incrédulas del imperio romano no produce fascinación ni en Tokio, ni en Teherán o
Bagdad, ni en Calcuta o Mumbay, ni en Beijing o Taipéi, ni en Bangkok o Yakarta,
ni en Moscú o Vladivostok, ni siquiera en Chicago, Medellín o Roma?
Una respuesta le echa la culpa a la humanidad que siempre ha sido rebelde a la
palabra de Dios y a la predicación de la Iglesia. Y como será cada vez más rebelde al
evangelio, el único camino es el del profeta que proclama la verdad, sin
relativismos, a pesar de todo, y el resto lo deja al Espíritu Santo.
Esta manera de responder ha llevado a que la pastoral continúe lo mismo. Por eso
la Iglesia va creciendo por aumento biológico poblacional y no por la fascinación de
las eclesías de personas críticas y maduras del tercer milenio, que se aman en Jesús.
Por su parte, los musulmanes son más de mil quinientos millones, y ya superan a
los católicos, y siguen creciendo.
No puede planificarse un cambio sin una sincera autoevaluación. Para empezarla
quizá una intuición podría convertirse en hipótesis de trabajo. ¿No será que una
cosa es el proyecto de Jesús real e histórico expresado en la fe de los apóstoles, y
que fue fascinante varios siglos, y otra cosa es la comprensión por parte de la
cristiandad? Esta hipótesis es apenas pista de investigación.
Es conveniente, antes de avanzar, atreverse a escuchar las objeciones de la
humanidad contra el cristianismo. En el libro Discípulos de Jesús apasionados, hoy,
en la Iglesia, capítulo tres, se exponen algunas objeciones contra la cristiandad. .
2. Nuestros propósitos
Nuestro gran propósito es un Dios de los hombres por el amor de hermanos,
hombres y mujeres libres
*Propósito del Antiguo Testamento. Dios como amor
Con cuatro copas de vino brindan los judíos en la fiesta de pascua o séder, cada
año, para celebrar las cuatro afirmaciones de Dios que condensan su propósito en la
historia de Israel. «1ª He visto la miseria de mi pueblo en Egipto, 2ª he escuchado
su clamor ante los golpes de los capataces; 3ª si, conozco sus sufrimientos por la
esclavitud. 4ª Y he descendido para librar a mi pueblo de la esclavitud de Egipto y
llevarlo a una tierra que mana leche y miel». Es claro que Dios no se complace en
el sufrimiento, que es provocado injustamente por poderosos como el faraón. Se
complace en liberar del sufrimiento, y no se propone otra cosa que el bien total de su
pueblo.
*Propósito de Jesús y de sus eclesías
Jesús inserta en esta escena histórica y celebrativa de la pascua judía su propia
misión redentora, que consiste en proponer a todos el reino de Dios como
experiencia de eclesía y de comunión de personas, para felicidad de todos. «Para
que su alegría sea plena.» Jn 17. Dios nos sigue liberando a través del compromiso
de amor mutuo de los que comen la Eucaristía juntos con el Resucitado.
Lo único necesario y la mejor parte, escogida por María, que deseamos para los
hermanos, es incitarlos a la humanización en la interacción comunitaria y en un
amor entrañable. Dios se da totalmente a los hombres a través de los hombres y
mujeres, y a través de Jesús hombre como nosotros, pero que es Dios.
Jesús personifica la causa de Dios en cuanto causa del hombre. La causa del
hombre es la causa de Dios, el reino de Dios y el reino del hombre. Al renovar el
universo teológico consideramos la causa del hombre asumida por Dios en Jesús
como la lucha por la causa de Dios entre los hombres. Dios ha querido hablar como
hombre, y ser de verdad hombre, para que podamos encontrarlo en nuestra propia
autonomía histórica.
*Jesús dentro de la historia como crítico con nosotros
Esa forma humana de Dios nos impulsa a la crítica de las imágenes de Dios que
nos hemos hecho los hombres a lo largo de la historia, y de los ídolos que seguimos
labrando. Solo si aceptamos las críticas de Jesús hombre, tendremos una visión del Dios
vivo, de su Padre, Abba. Dios quiere ser hombre para empeñarse en una crítica con
nosotros.
*Nuestras cristologías marginan al Jesús profético y promotor del un reino en este
mundo
Nuestras cristologías populares nos invitan a marginar a Jesús de la historia, con el
fin, no confesado, de evadir su crítica histórica, y poderlo colocar como icono del
Pantocrator, para adorarlo como Dios; o como crucifijo, imagen del cordero
inmolado.
En el primer milenio erigimos el Pantocrator, poder de Dios; en el segundo, la
víctima expiatoria que nos salvó por su inmolación en la cruz mediante el
sufrimiento salvífico, y en el tercero vamos adelante con el kerigma existencial.
Tres formas de alejarnos del Jesús crítico de la historia.
*Maneras de evitar a Jesús incómodo en la historia
Estas tres imágenes cristológicas, pantocrator, crucifijo, kerigma, han satisfecho
entrañablemente a los humanos de la cultura grecolatina, pero las tres sacan a Jesús
de la evolución histórica y transformadora. Eliminamos la fuerza crítica de Jesús
real e histórico, y con las cristologías añadimos una ideología más a nuestro mundo
intermedio cultural de simbolización. Se diría que lo que importa es acallar a Jesús
como profeta, lo cual es de gran interés para los poderes de este mundo como los
estados, pero también para los poderes religiosos.
Ponemos la lucha contra el sufrimiento del hombre en manos de Dios que es
poderoso y triunfa en la cruz, y exige una fe en el vacío. O la ponemos en manos de
Cristo que, en lugar de liberarnos del sufrimiento, nos enseña, desde la cruz que
obsesiona nuestras miradas, a sufrir resignados para gloria de Dios. O hacemos de
la muerte en sí un kerigma salvífico.
Divinizar unilateralmente a Jesús, ponerlo exclusivamente al lado de Dios, es
eliminar de nuestra historia a un hombre incómodo, y reducir a silencio la profecía
de un hombre capaz de vencer los egoísmos del mundo (Schillebeeckx).
Así neutralizamos la lucha revolucionaria de Jesús para cambiar la historia y
darnos una tierra de amor que mana la leche y la miel de las eclesías. Y así tenemos
este mundo tan injusto después de quince siglos de cristiandad celosísima de
defender el dogma de la divinidad de Jesús, y a pesar de la buena voluntad sin
límites de millones y millones de cristianos santos.
Insistamos en la pregunta: ¿por qué en los continentes cristianos no logramos un
mundo más justo, por obra de la fe en Jesús; y en Asia no hemos logrado
identificarnos con la causa del hombre?
*Jesús y sus eclesías hoy al frente de la batalla
Las eclesías son las que deben hacer presente a Jesús mediante la entrega a la
causa del hombre y al amor de hombres concretos, como se hizo en los primeros
siglos con ímpetu y libertad incontenibles.
Pero hay que lamentar que a veces, desde hace siglos, las eclesías dilapidan su
tiempo en definir normas, rituales y ortodoxias, e invierten toneladas de dinero en
universidades, seminarios y reuniones para doctrinas y programas correctamente
formulados. En nuestro grupo de discípulos reflexivos, nos volvemos a hacer la
misma pregunta. ¿Cuál fue la opción de Jesús y sus discípulos en la misma
coyuntura?
Jesús quiere ocuparse de todos los hombres mediante la tradición de sus discípulos
Las eclesías de los primeros siglos se consideraban como la praxis del reino
implantado en la tierra por Jesús. Y con esta clave leían el Nuevo Testamento, y
también el Antiguo. Hasta el siglo cuarto se habla de las eclesías en el amor y
servicio mutuo, y todas ellas, en su variedad asombrosa, constituían la única iglesia
de Cristo, amante de la iglesia de Roma..
La pluralidad y el abigarrado colorido cultural eran la característica de las eclesías
en la unidad de un mismo amor en Cristo. Era un epinicio de la comunión dulcísima
en la pluralidad cultural riquísima de lo diferente. Las eclesías de Alejandría, de
Antioquía, de Jerusalén, de Éfeso o de Roma se admiraban y se amaban mutuamente
en el ágape divino. La unidad forzada por dogmas, leyes y ritos vino después.
*Propósito de nuestro grupo de reflexión teológica
En las eclesías sigue actuando Cristo de manera más plena y profética y nos está
exigiendo cada día la metánoia o cambio de nuestro universo de sentido y de
acción. En la eclesía acontece el misterio de Cristo en su máxima eficacia porque ahí
se da el misterio personal de confiar totalmente en el otro que es hermano. Esa es la
sanación de la soledad del hombre moderno.
Los filósofos de la persona, los psicólogos, explican algo del misterio de la
relación interpersonal, pero solo en la eclesía de Cristo se vive la entrega amorosa
de todos y la aceptación de la muerte por amor a los amigos. La auténtica cristología
solo es posible y comprensible en la praxis del ágape de personas en interacción,
pero en comunión con la Iglesia universal de Cristo.
La única fuente adecuada de conocimiento de Dios es Jesús de Nazaret como ser humano
auténtico. Ahora bien el ser humano es esencialmente proceso y evolución, luego la
revelación de Dios es procesual, genética y evolutiva. Como cada hombre, Jesús se hace
por sus amistades.
*Propósito de nuestro libro
La propuesta de Jesús es de una persona humana, según los primeros apóstoles,
pero, al mismo tiempo es la propuesta de Dios que quiere salvarnos en nuestra
historia. En este libro hemos querido volver a compartir con un grupo de amigos esa
propuesta humana y divina que nos salva, hoy, en el tercer milenio.
Este libro quiere dar un impulso hacia la plena alegría de los discípulos en las eclesías de
salvación en la Iglesia universal.
*Concilio Vaticano II
Concluyamos con esta afirmación del concilio Vaticano II en la Gaudium et Spes.
«Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una
sola, es decir, divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece
a todos la posibilidad de que, en forma conocida por Dios, se asocien a este
misterio pascual.» (GS 22),
Y en el nº 38 nos dice: «El es quien nos revela que Dios es amor, a la vez que nos
enseña que la ley fundamental de la perfección humana y por tanto de la
transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor.»
El Concilio fue el propósito de toda la Iglesia católica de ofrecer a la humanidad
de hoy, «aggiornamento», el evangelio de Jesús con sus contenidos esenciales,
expuestos de modo positivo, con el fin de provocar la aceptación gozosa de
hombres y mujeres en los albores del tercer milenio. Por eso es nuestro mejor guía
para comprender la Propuesta de Jesús real e histórico, para los hombres y mujeres
de nuestra época. Y este libro se pone al servicio de este ideal del Concilio Vaticano
II.
Notas
72. Este es el tema del primer volumen de La propuesta de Jesús real e histórico. (Vol
25)
73. La norma suprema de la fe cristiana es una, no dos: la Sagrada Escritura unida a la
tradición. «Dei Verbum» del Concilio Vaticano II. Esta definición dogmática debería tener
repercusiones radicales para resolver los problemas de nuestro tiempo. Un ejemplo: La
norma de fe sobre Jesucristo en nuestra pastoral es: Jesús es Dios. Es Dios hecho hombre.
En cambio se acerca más Walter Kasper a la fe de los Apóstoles cuando dice: «Jesús es el
Cristo representa el resumen de la fe cristiana. Es decir: Jesús de Nazaret, único,
insustituible, es simultáneamente el Cristo enviado por Dios, o sea, el mesías ungido por el
Espíritu, la salvación del mundo, la plenitud escatológica de la historia». Jesús el Cristo,
Salamanca: Sígueme, 1976, Pág. 14. La consecuencia es que los seres humanos se pueden
salvar en la historia, en su autonomía, sin necesidad de alienarse para ser espíritus o ángeles
contemplativos. Cristo es nuestro liberador con nosotros en nuestra historia y no en un
mito. En Jesús Dios no es nuestro competidor ni el legislador externo sino nuestro aliado y
amigo.
74. El fruto maduro de cien años de estudios bíblicos científicos nos dan como resultado
el poder acercarnos, por primera vez de manera crítica, a una nueva imagen del Jesús real e
histórico.
75. Sobre los cambios estructurales ver Schillebeeckx, «Jesús, La historia de un
Viviente», Madrid: Cristiandad, 1981. Perspectiva coyuntural y ritmo asincrónico en los
cambios culturales Pg. 541 y siguientes. Cita allí su propio artículo en Concilium 83
(1973) 399-423; y Dios futuro del hombre, Salamanca, 1973, pg. 37-39:
76. Este encuentro interpersonal es tan evidente y sencillo que puede ser analizado con
personas sin educación superior. Y puede ser el punto de partida de toda una teología
inteligible para nuestro pueblo y al mismo tiempo tan moderna como la de Rahner,
Schillebeecks, o Schoonenberg. El aspecto filosófico y de lenguaje puede estudiarse en
estos tres autores: Schillebeeckx, «Jesús, La historia de un Viviente», Madrid:
Cristiandad, 1981, en Karl Rahner, Curso fundamental sobre la fe, Introducción al
concepto de cristianismo, Barcelona: Herder, 1979, y en Piet Schoonenberg, Un Dios de
los hombres, Barcelona: Herder, 1972. Añadimos los autores de «Mysterium Salutis». Lo
que explico se lo debo, en buena parte, a estos magníficos maestros.
77. Más adelante en el párrafo 6 avanzaremos algunas ideas sobre la fe como
seguimiento y aceptación de la propuesta de Jesús real e histórico por los primeros
discípulos.
78. Raymon E. Browun, Introducción a la Cristología del Nuevo Testamento.
Salamanca: Sígueme, 2001.
79. Recordemos que al tratar del panenteísmo queremos decir que todo está en Dios. Es
un teísmo para el hombre actual.
80. El sagrado Corán. En cambio la Iglesia, guiada por el Espíritu en el Concilio
Vaticano II, superó esa concepción base del fundamentalismo.
81. Este es el tema del volumen 13: El mundo, sacramento de Dios.
82. Esto es indispensable para comprender el «Benedictus», como cristología de
solidaridad cósmica, y la anunciación y el «Angelus» como interpretación de esa
solidaridad cósmica con lenguaje mítico y simbólico o religioso.
83. Este es tema del volumen 19 al estudiar la Constitución dogmática «Dei Verbum»
84. Declaración «Nostra Aetate»
85. Si hay cien millones de católicos que se pasaron ya a los grupos cristianos libres,
concluimos que quizá otro tanto está en riesgo de hacerlo y, en consecuencia, es claro que
a la mitad de la población católica de América le interesa existencialmente el tema del
ecumenismo.
86. Este tema del diálogo entre las religiones es de crucial importancia para la
humanidad del futuro. Hans Küng está empeñado en promover este diálogo entre todas las
religiones. Una síntesis en su libro «Hacia una ética mundial. Declaración del
Parlamento de las religiones del mundo. Editores Hans Küng y Karl-Josef Kuschel,
Madrid: Trotta, 1994.
87. Está planeado un libro sobre el problema de Dios que titulamos En búsqueda del
Dios que de verdad existe. Vol 20
88. Se debe tomar en serio lo que piensan tantos seres humanos. El confucianismo y el
taoísmo datan del siglo sexto antes de Cristo y cuentan con 225 millones de adeptos. Tiene
los tres senderos, del confucianismo, el taoísmo o daoísmo y el budismo, que llegó a China
en el siglo anterior a Jesús. Cinco principios: respeto por todos, amor a la familia,
generosidad mutua entre amigos, aceptación de extranjeros, y lealtad al estado. O cinco
mandamientos: respeto a la vida, a los bienes, al matrimonio, a la verdad y a la recta razón:
no emborracharse. El dragón es el símbolo del agua (yang) energía activa y poder celestial.
El yin es la energía pasiva. Todas las religiones, excepto el budismo, incluyen la idea de
que las fuerzas vitales impregnan el cosmos. La principal es el «chi» o «qi», la energía de
la que todo está hecho. El sintoísmo se centra en los «kami» o espíritus, tiene 110 millones
de adeptos. Se integran con el budismo. Esta nota invita a los lectores a informarse con
gran simpatía sobre las demás religiones, fruto maduro de la inteligencia que Dios ha
puesto en el hombre.
89. Stephen W. Hawking, Historia del tiempo, Del big-bang a los agujeros negros,
Bogotá: Editorial Crítica, Grijalbo, 1988. Pg. 24ss
90 Wiliam James. Ver Marcus J. Borg, The Heart of Christianity, HarperSanFrancisco,
of HarperCollins Publishers, 2003. Being christian en an Age of Pluralism, pg 208ss. Los
cuatro libros de Confucio, Bogotá: Intermedio, 2004.
91. Bernardo Häring, Dinamismo de la Iglesia en un mundo nuevo, Madrid: San Pablo,
1969. pg 43,
92. Esta segunda puede incluirse entre las afirmaciones reductoras y desviacionistas, la
cual según un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, CDF, pone en
peligro la doctrina sobre Cristo. (Documento sobre el libro del Padre Roger Haight,
Jesucristo, símbolo de Dios).
93 La eclesía de los cristianos debe ser plausible para la sociedad civil. Es una ley que
san Pablo defiende en las relaciones con el imperio romano. El cristiano no se conforma
con el modo de vida de los de fuera pero en lugar de combatirlos, los atrae y fascina con el
nuevo modo de vida. Así la comunidad es de contraste, pero plausible. Sobre la inserción
de las eclesías en el entorno socioeconómico y político ver un buen libro para iniciarse en
el método sociológico: Margaret Y. Macdonald, Las comunidades paulinas, Salamanca:
Sígueme, 1994
94. Ver antes, en la segunda parte, los textos: Prólogo de san Juan, Hebreos, EfesiosColosenses.
95. San Anselmo tiene además la «Meditatio redemptionis humanae» donde expone su
teoría sacrificial. Tenemos un resumen en el libro Discípulos de Jesús apasionados, hoy, en
la Iglesia, pag. 42 y siguientes.
96. Sobre el concepto de persona. La persona, la hipóstasis, la consistencia de Jesús es su
relación con el Padre para la salvación de los hombres. Esa es la identidad de Jesús de
Nazaret. Jesús es una persona, un tu, para el Padre, y el Padre es un tu para Jesús. Y es un
tú para el Otro Paráclito, el que vive en la comunidad o eclesía. Pero esta revelación es
humana toda ella, y por eso es inmanente y «económica»; no hay razón para distinguir
entre Trinidad económica e inmanente.
97. Boetio (Opuscula sacra trct. 5. Pl 196, 1343. «Reperta personae est igitur definitio:
persona est naturae rationalis individua substantia». Rústico: «Intellectualis naturae
incommunicabilis existentia». (PL 196944-945. En cambio el pensamiento actual llega a
otras conclusiones. Los escolásticos aceptaban que Jesús debería ser persona humana, pero
el dogma impedía afirmarlo. Ellos quizá defendían la unidad de lo que es uno, para hacer la
unidad hay que buscar una identidad para todos; nosotros, en cambio, comprendemos
mejor la unidad de lo diverso. Comprendemos mejor la unidad de la comunidad de
personas distintas que llegan a ser un solo corazón y una sola alma al ser distintas. La
pequeña comunidad es un reflejo y una experiencia de la Trinidad. Según P.F. Strawson,
Individuals. An essay in descriptive metaphysics, Londres, 1959), una persona no puede
afirmarse sin afirmar al otro como otra persona. Sin afirmar al otro no puedo hacerme una
idea de lo que yo soy. Los medievales decían algo parecido al negarlo. Divisum ab alio.
Supone el alius, el otro. Los modernos insisten en la persona en sí como centro activo
consciente dotado de una conciencia y una libertad irreductibles. En este sentido no habría
personas en Dios sino relaciones, según Santo Tomás. Pero podríamos pensar que si hay
personas en Dios, pero son un solo corazón y una sola alma. Lo milagroso y divino es la
unidad de los diferentes. No la unión de lo uno sino de lo diverso, lo plural.
W.Pannenberg evita estas dificultades en su libro Fundamentos de Cristología. El Dios
inmutable no se revela así, y por ello se busca la dinámica de Dios en una sola naturaleza
en tres personas, pero que no se definen como los hombres; la teología del proceso habla
de una naturaleza consecuente, y el palamismo distingue entre naturaleza, «ousía», y
energías divinas. De Schilebeecksx
98 La definición de Boecio no tiene validez alguna en teología ni para la Trinidad
santísima ni para Cristo. (PL 67, 1195-1196 y 1238-1241
99. Tomás de Aquino usa el concepto de persona de Boecio para los humanos, el de
Ricardo y el de Rústico para la Trinidad. (In Sent. d.26, q. 2, a. 2, ad. 2; De potentia q. 9 a.
5 ad 2; Contra gent IV 14).
100. Fichte: Dios no es persona, porque esta incluye en sí la idea de finitud puesto que
implica relación con otro. Y Hegel responde que la persona sí implica relación con otro,
pero no como limitación del propio yo sino como plenitud del yo: el propio yo se
exterioriza.
101. Para todos estos temas ver los autores citados en la nota 5, en especial
E.Schillebeeckxs, Jesús, La historia de un Viviente, pg. 612ss.
102 Es muy importante relacionar estas afirmaciones con todo el proyecto de esta
colección. Se trata de una humanización contra la divinización prematura, pero la
humanización no va en contra de la relación con Dios como manantial indescifrable del ser
y fascinación total de la vida humana. Véase sobre todo esto las primeras páginas del vol.
12.
103. Es el espíritu de La imitación de Cristo, pan espiritual cotidiano de los cristianos
fervorosos de los siglos pasados.
104. Aludimos al sistema de San Anselmo que fascinó a toda la teología de la
cristiandad, como solución del conflicto entre la justicia y la misericordia de Dios.
105. Kevin Phillips, «Wealth and Democracy»: A Political History of the American
Rich, New York: Ramdon House, 2002. Phillips se identifica a sí mismo como
republicano. Para ayudarnos a tomar conciencia sobre los efectos del sistema económico
contra los obreros pobres de América del Norte nos ayuda Barbará Ehrenreich, Nickel
and Dimed, New York: Henry Holt, 2001. Estos libros los recomienda Marcus J. Borg en
The Heart of Christianity.
106. Este cambio en el sentido de la sangre es de grandes consecuencias en la piedad
popular. La piedad popular, la teología convencional y las películas sobre la pasión toman
la sangre como la de una víctima que es sacrificada sangrientamente para complacer a Dios.
Ver página 105
107. Sobre Derrida y Jean Luc Marion ver una idea general en Vol 12, pg. 120 y
siguientes. E. Lévinas, Totalité et infini (La Haya 1961), El irresistible poder del «prójimo
indefenso» que no pierde la confianza. Donde se ve que ética y religión no se identifican, y
que en este contexto se hace muy inteligible la propuesta de Jesús. . .
108. Ver resumen de san Anselmo en vol 12, pg. 42ss.
109. Ver Marciano Vidal, Moral social, Moral de actitudes, III, Madrid: Perpetuo
Socorro, 1988.
110. Sobre Bultmann ver Vol 12, pg 123ss.
111. El verdadero kerigma de la muerte y resurrección es el que se vive en la eclesía por
el servicio de todos hasta sufrir la muerte por vivir el evangelio del amor mutuo, y así
obtener la garantía de la resurrección. Por eso en las primeras eclesías la preocupación era
poner los bienes en común cada semana, y el domingo en la Eucaristía tenía lugar la
entrega mutua de la existencia. Ese es el kerigma de la muerte y resurrección, que Pablo
explica en la carta a los romanos.
112
Moltmann ve la cruz como un acontecimiento entre Dios y Dios, un drama en
Dios. J. Moltmann, El Dios crucificado (Salamanca 1975). Lo que se opone a la bondad
de Dios no es la justicia divina sino la maldad y la injusticia de los hombres que dominan
sobre otros y los oprimen. Esos malos son los que levantan la cruz para Cristo: es obra de lo
anti divino. Jesús lo vence por el amor mutuo y nosotros lo vencemos por nuestra entrega
mutua total en la eclesía. No existe el más mínimo conflicto entre la gloria y felicidad de
Dios y la gloria y felicidad nuestra en la eclesía.
113. Sobre las apariciones, solo avanzamos una perspectiva. El primer intento de
mostrar cómo continúa Jesús real e histórico vivo y actuante en medio de sus discípulos
son las novedades que vemos claramente en los escritos posteriores al año 65 o 70. Jesús
real e histórico vive en su comunidad pascual. Las apariciones son la expresión de esa
vivencia: Jesús sigue actuando en las eclesías, cultivando la amistad y realizando la
salvación, y las mismas eclesías se expresan en diversos lenguajes y perspectivas en los
relatos de las apariciones. Un segundo intento de expresar lo mismo, la presencia de Jesús
en medio de la comunidad con su acción salvífica, son los sacramentos, una práctica que se
desarrolló a lo largo de la cristiandad y cuya formulación culminó en el Concilio de Trento.
El reto pastoral es que los sacramentos los vivamos como relación nuestra en la eclesía con
el Jesús real e histórico, como se vivieron las apariciones. . 114. Los sacramentos expresan
un modo de la acción de Cristo resucitado en la eclesía. En la eclesía se insertan los
sacramentos como presencia de Jesús real e histórico y no como ritos sagrados que se
convierten con facilidad en mágicos. Para empezar un estudio de la eclesiología, ver
Heinrich Schlier, Eclesiología del Nuevo Testamento. La Iglesia, acontecimiento salvífico
en la comunidad cristiana, Mysteriun Salutis, IV, Tomo I, Madrid: Cristiandad, 1984, Pag
107-224. Se recomienda la lectura del libro del Padre X. Léon-Dufour, La Fracción del
pan. Culto y existencia en el Nuevo Testamento. Madrid: Cristiandad, 1983
115. Sobre la renovación del lenguaje pastoral de la Navidad y de la Semana santa, a la
luz de esta nueva visión cristológica, sería conveniente un estudio a fondo.
116. Historia de salvación: Darlap, A. Teología fundamental de la historia de salvación,
en Mysterium Salutis, pg. 49 a 202. Puede considerarse este estudio de Darlap como un
profundo comentario a la Dei Verbum.
117. Nadie da lo que no tiene: es una síntesis de la metafísica y de la filosofía perenne.
Todos damos lo que no tenemos... cuando nos unimos, es la síntesis de la filosofía y de la
teología evolutiva.
118. Ver un comentario muy sencillo pero muy autorizado a la Gaudium et Spes, de
Bernardo Häring: Dinamismo de la Iglesia en el mundo nuevo, México, D.F.: San Pablo,
1969
119. Ver Schillebeeckx, Jesús, historia de un Viviente pg. 572. En el mismo sentido
Rahner, y Schoonnenberg, Un Dios de los hombres , Barcelona: Herder,1972
120. El mundo sacramento de Dios Volumen 13, en preparación. Sobre la necesidad
permanente de lo religioso es interesante la afirmación de J. Habermas: «El olvido de las
grandes tradiciones religiosas conduce casi invariablemente a la ruina de los estratos
fundamentales de la garantía de la identidad». (Philosophisch-politische Profile, Francfurt,
1971) 35
121. .Schillebeeckx, Jesús, La historia de un Viviente, Madrid: Cristiandad, 1981. pg.
572
122. Ver el Catecismo de la Iglesia católica, deseo de ver a Dios, nº 27 y siguientes.
123. Ver Olegario G. de Gardedal, Jesús de Nazaret, Aproximación a la cristología,
Madrid: BAC, 1979, pg 421
124. Las objeciones contra la cristiandad, en vol 12, capt 3º La modernidad. Una
cristología que no reacciona ante tantos hechos de violencia para imponer la fe en Jesús
debe estar mal interpretada. El hecho es que una cristología ortodoxa de Jesús Dios puede
prestarse para enfrentar a los hombres entre sí. Jon Sobrino, en su libro Jesucristo
liberador, Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret, Madrid: Trotta, 1997, contiene
un arsenal inmenso de aportes para comprender el punto de partida de la fe cristiana en
Jesús real e histórico, como base necesaria para la teología de la liberación. Habrá que
tener cuidado para evitar los mesianismos en los cuales fracasó voluntariamente Jesús y
no tan voluntariamente las iglesias posteriores, y para definir mejor las eclesías, unidas
todas en el ágape, como la realización de la obra de Jesús, en contraste frente la sociedad
civil según la fe de los apóstoles, y no en «joint venture» para cambiar las estructuras.
125. A..N. Whitehead y Ch. Hartshorne son los filósofos de la religión que están a la base
de la filosofía y teología del proceso. En esta se destaca N Pittinger. Como en Hegel,
algo intramundano-espiritual.
Para el tema general leer: Hans Urs von Balthasar,
Encuentro de Dios y el hombre: yo y tú. Dios como principio y fundamento de la historia
de salvación, en Mysterium Salutis. Historia de salvación antes de Cristo.
Madrid:
Cristiandad, Vol I, 1977. Pg. 29 a 53.
Karl Rahner, El Dios Trino como principio y fundamento trascendente de la historia de
salvación, Mysterium Salutis, Vol. II, Pg 269-292
Rudolf Schnakenburg, Cristología del Nuevo Testamento, en Mysterium salutis, III, El
acontecimiento Cristo, 1980. Pág. 186-314. En especial sobre el Himno de Filipenses 2,611, pg 251s.
Raymond Brown, Introducción a la Cristología del Nuevo Testamento, Salamanca:
Sígueme, 2001
Postscriptum
Joseph Ratzinger
Benedicto XVI
Jesús de Nazareth
La fe cristiana parte de Jesús real e histórico
Benedicto XVI acaba de publicar, 2007, el libro «Jesús de Nazaret», movido por el
propósito indeclinable, como base de la fe cristiana, de encontrarse con Jesús de Nazaret y
entrar en amistad con él. El Santo Padre, gigante de la teología, como un divino indicador
me confirma en mi orientación rectora para dar mi existencia y derramar mi sangre por los
amigos y discípulos de Jesús.
He aquí algunas de sus afirmaciones en la introducción:
«Como resultado común de todas estas tentativas, (de acceder a Jesús real e histórico, en el siglo
XIX) ha quedado la impresión de que, en cualquier caso, sabemos pocas cosas ciertas sobre Jesús,
y que ha sido sólo la fe en su divinidad la que ha plasmado posteriormente su imagen. Entretanto,
esta impresión ha calado hondamente en la conciencia general de la cristiandad. Semejante
situación es dramática para la fe, pues deja incierto su auténtico punto de referencia: la íntima
amistad con Jesús, de la que todo depende; corre el riesgo de moverse en el vacío».
«...Hay que decir, ante todo, que el método histórico —precisamente por la naturaleza intrínseca
de la teología y de la fe— es y sigue siendo una dimensión del trabajo exegético a la que no se
puede renunciar. En efecto, para la fe bíblica es fundamental referirse a hechos históricos reales.
Ella no cuenta leyendas como símbolos de verdades que van más allá de la historia, sino que se
basa en la historia ocurrida sobre la faz de esta tierra. El factum historicum no es para ella una
clave simbólica que se puede sustituir, sino un fundamento constitutivo; «et incarnatus est»: con
estas palabras profesamos la entrada efectiva de Dios en la historia real.
Si dejamos de lado esta historia, la fe cristiana como tal queda eliminada y transformada en otra
religión. Así pues, si la historia, lo fáctico, forma parte esencial de la fe cristiana en este sentido,
ésta debe afrontar el método histórico. La fe misma lo exige».
El Santo Padre ha seguido en especial al gran exégeta católico de habla alemana, quizás el más
importante de la segunda mitad del siglo XX, Rudolf Schnackenburg, el cual ha escrito su última
gran obra: «Die Person Jesu Christi im Spiegel der vier Evangelien», La persona de Jesucristo
reflejada en los cuatro evangelios.
Episcopado latinoamericano
Y del Caribe
Documento final de Aparecida
Comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia
171. Todos los miembros de la comunidad parroquial son responsables de la evangelización de
los hombres y mujeres en cada ambiente. El Espíritu Santo, que actúa en Jesucristo, es también
enviado a todos en cuanto miembros de la comunidad, porque su acción no se limita al ámbito
individual, sino que abre siempre a las comunidades a la tarea misionera, así como ocurrió en
Pentecostés (cf. Hch 2, 1-13).
172. La renovación de las parroquias, al inicio del tercer milenio, exige reformular sus
estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que
sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión.
Desde la parroquia, hay que anunciar lo que Jesucristo «hizo y enseñó» (Hch 1,1) mientras estuvo
con nosotros. Su Persona y su obra son la buena noticia de salvación anunciada por los ministros y
testigos de la Palabra que el Espíritu suscita e inspira. La Palabra acogida es salvífica y
reveladora del misterio de Dios y de su voluntad. Toda parroquia está llamada a ser el espacio
donde se recibe y acoge la Palabra, se celebra y se expresa en la adoración del Cuerpo de Cristo,
y, así, es la fuente dinámica del discipulado misionero. Su propia renovación exige que se deje
iluminar siempre de nuevo por la Palabra viva y eficaz.
Comunidades eclesiales de base y pequeñas comunidades
178. En la experiencia eclesial de algunas iglesias de América Latina y de El Caribe, las
Comunidades Eclesiales de Base han sido escuelas que han ayudado a formar cristianos
comprometidos con su fe, discípulos y misioneros del Señor, como testimonia la entrega generosa,
hasta derramar su sangre, de tantos miembros suyos. Ellas recogen la experiencia de las primeras
comunidades, como están descritas en los Hechos de los Apóstoles (cf. Hch 2,42-47). Medellín
reconoció en ellas una célula inicial de estructuración eclesial y foco de fe y evangelización.
Puebla constató que las pequeñas comunidades, sobre todo las comunidades eclesiales de base,
permitieron al pueblo acceder a un conocimiento mayor de la Palabra de Dios, al compro-miso
social en nombre del Evangelio, al surgimiento de nuevos servicios laicales y a la educación de la
fe de los adultos, sin embargo, también constató «que no han faltado miembros de comunidad o
comunidades enteras que, atraídas por instituciones puramente laicas o radicalizadas
ideológicamente, fueron perdiendo el sentido eclesial».
179. Las comunidades eclesiales de base, en el seguimiento misionero de Jesús, tienen la
Palabra de Dios como fuente de su espiritualidad y la orientación de sus Pastores como guía que
asegura la comunión eclesial. Despliegan su compromiso evangelizador y misionero entre los más
sencillos y alejados, y son expresión visible de la opción preferencial por los pobres. Son fuente y
semilla de variados servicios y ministerios a favor de la vida en la sociedad y en la Iglesia.
Manteniéndose en comunión con su obispo e insertándose al proyecto de pastoral diocesana, las
CEBs se convierten en un signo de vitalidad en la Iglesia particular. Actuando así, juntamente con
los grupos parroquiales, asociaciones y movimientos eclesiales, pueden contribuir a revitalizar las
parroquias haciendo de las mismas una comunidad de comunidades. En su esfuerzo de
corresponder a los desafíos de los tiempos actuales, las comunidades eclesiales de base cuidarán
de no alterar el tesoro precioso de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia.
180. Como respuesta a las exigencias de la evangelización, junto con las comunidades
eclesiales de base, hay otras válidas formas de pequeñas comunidades, e incluso redes de
comunidades, de movimientos, grupos de vida, de oración y de reflexión de la Palabra de Dios.
Todas las comunidades y grupos eclesiales darán fruto en la medida en que la Eucaristía sea el
centro de su vida y la Palabra de Dios sea faro de su camino y su actuación en la única Iglesia de
Cristo.
Pequeñas comunidades eclesiales
307. Se constata que, en los últimos años, ha ido creciendo la espiritualidad de comunión y que,
con diversas metodologías, se han hecho no pocos esfuerzos por llevar a los laicos a integrarse en
pequeñas comunidades eclesiales, que van mostrando abundantes frutos. Para la Nueva
Evangelización y para llegar a que los bautizados vivan como auténticos discípulos y misioneros de
Cristo, tenemos un medio privilegiado en las pequeñas comunidades eclesiales.
308. Ellas son un ámbito propicio para escuchar la Palabra de Dios, para vivir la fraternidad,
para animar en la oración, para profundizar procesos de formación en la fe y para fortalecer el
exigente compromiso de ser apóstoles en la sociedad de hoy. Ellas son lugares de experiencia
cristiana y evangelización que, en medio de la situación cultural que nos afecta, secularizada y
hostil a la Iglesia, se hacen todavía mucho más necesarias.
309. Si se quieren pequeñas comunidades vivas y dinámicas, es necesario suscitar en ellas una
espiritualidad sólida, basada en la Palabra de Dios, que las mantenga en plena comunión de vida e
ideales con la Iglesia local y, en particular, con la comunidad parroquial. Así la parroquia, por
otra parte, como desde hace años nos lo hemos propuesto en América Latina, llegará a ser
«comunidad de comunidades»
310. Señalamos que es preciso reanimar los procesos de formación de pequeñas comunidades
en el Continente, pues en ellas tenemos una fuente segura de vocaciones al sacerdocio, a la vida
religiosa, y a la vida laical con especial dedicación al apostolado. A través de las pequeñas
comunidades, también se podría llegar a los alejados, a los indiferentes y a los que alimentan
descontento o resentimientos frente a la Iglesia.
311. Los nuevos movimientos y comunidades son un don del Espíritu Santo para la iglesia. En
ellos, los fíeles encuentran la posibilidad de formarse cristianamente, crecer y comprometerse
apostólicamente hasta ser verdaderos discípulos misioneros. Así ejercitan el derecho natural y
bautismal de libre asociación, como lo señaló el Concilio Vaticano II, y lo confirma el Código de
Derecho Canónico.
Estos dos tesoros de la fe, Jesús real e histórico,
Santo Padre, y la praxis del Reino en las eclesías,
latinoamericano y El Caribe, nos ponen en comunión
los apóstoles, con la práctica de las eclesías en los
reafirmado sin ambages por el
reafirmada por el Episcopado
con lo más genuino de la fe de
tres primeros siglos, y con lo
mejor de las comunidades eclesiales a lo largo de quince siglos de cristiandad. Estos
dos tesoros son la fe de los apóstoles y su continuación fiel en la tradición viva de
las eclesías unidas en la Iglesia de Jesús.
Este libro es una palabra abierta al diálogo fraterno entre los seguidores de Jesús
en eclesías dinámicas y optimistas.
ALGUNOS LIBROS DE LA MISMA COLECCIÓN
LA PROPUESTA DE JESÚS REAL E HISTÓRICO, 1
Para entrar en la madurez humana en Cristo es saludable que el cristiano, católico o protestante,
se haga estas preguntas: Entre todas las cosas que me propone mi iglesia católica o protestante,
¿cuáles fueron las convicciones no negociables de Jesús? ¿Qué exigió Jesús a sus discípulos que le
creyeran a él? ¿Cuál es el punto de partida de los discípulos en el proceso de creerle a Jesús? El
presente libre le hace estas preguntas a Jesús real e histórico en directo.
DISCÍPULOS DE JESÚS APASIONADOS, HOY, EN LA IGLESIA
El libro es una reflexión sobre la comunidad como principio neo testamentario, teológico y
pastoral, para la renovación de la Iglesia. Aspira a ayudar a pensar, sentir y gustar a Dios y hacer
teología en la experiencia del amor de hermanos y amigos en Jesús. Así nos enamoramos de Dios y
nos hacemos discípulos apasionados de Jesús, hoy, en la Iglesia. Queremos una teología muy
cercana a todos los fieles, muy centrada en el ser humano, varón o mujer, en el amor mutuo, que
construye comunidad. De modo especial, el libro quiere aportar elementos para la renovación de la
parroquia como red de comunidades.
LA COMUNIDAD, PROYECTO DE PABLO EN CORINTO
Exégesis de la 1Cor. en clave de eclesía
DISCÍPULOS QUE DAN LA VIDA POR LOS AMIGOS,
1. La convocación; 2, Eclesía-Koinonía; 3, Servicios y ministerios; 4, Concilio
Vaticano II.
Es una serie de cuatro volúmenes para guiar las comunidades, paso a paso, en el estudio bíblico y
teológico y en la dinámica comunitaria, en más de cien sesiones.
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