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SANTILLANA
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Hablar de Carlos
Alonso González (así
se llama) es hacerlo
de una de las leyendas
vivas del madridismo:
17 temporadas, 643
partidos oficiales,
290 goles y 56 veces
internacional.
MARCO RUIZ /
S
antanderino, goleador,
diecinueve años y en busca de la gloria”. Con ese enunciado presentaba el AS Color del 10
de agosto de 1971 a Carlos Alonso Santillana, más conocido unos
años después como “la mejor cabeza de Europa”, cogiendo el testigo del Zarra de los años 50, del
que también se decía ser “la mejor cabeza de Europa después de
Churchill”.
Aquel chaval llegado de provincias, de la cántabra población
de Santillana del Mar, con su media melena a lo Beatle, terminó
convirtiéndose en uno de los delanteros más impor tantes de la
historia del club blanco. Fueron
17 temporadas metiendo goles,
de todos los colores, con el Madrid, en los 70 y 80, la mayoría de
ellos de espléndidos cabezazos,
la suerte que mejor dominó. “Soy
delantero centro nato, no centrocampista”, se esforzaba en explicar a su llegada aquel gran desconocido, quizás preocupado por
ocupar el puesto de ariete que en
aquellos años estaba bacante en
el Madrid.
En 1971, el entonces redactor de AS Color, Chema,
entrevistaba a un jovencísimo Santillana, que afirmaba
llegar dispuesto a ganarse
el puesto de 9 en el Madrid.
IRRUMPE EL MITO
DE LA MEJOR
CABEZA DEL MUNDO
Hablamos con el propio Carlos
Alonso Santillana para saber de
dónde salía aquel chico que llegó
a la capital con 18 años para enfundarse la camiseta del Madrid.
“Dicen mis paisanos sobre Santillana del Mar que es la villa de
las tres mentiras. Ni es santa, ni
es llana, ni tiene mar… Pero es el
pueblo medieval mejor conservado y más bonito de España”. Hijo
de un Guadia Civil, Adolfo Alonso
Canal, y de Angelines González,
los apellidos de sus progenitores
se perdieron para el mundo del
fútbol por el archiconocido Santillana: “Ya lo siento por ellos.
El apodo viene de cuando me fui
con Juan Antonio, ‘El Platanito’, al
Satélite de Barreda a jugar. Aquel
entrenador, Agustín Cuétara, nos
llamaba por el nombre del pueblo
para identificarnos. ‘A ver, el de
Santillana’, decía. Y el de Santillana era yo… Y luego seguí así en
el Rayo Cantabria y el Racing. Y
yo encantado de que me llamaran
así, porque, al fin y al cabo, era el
nombre de mi pueblo”.
Bien pudo Carlos Alonso cambiar su destino en sus primeros
años de infancia en su natal Santillana del Mar. Nuestro protagonista fue monaguillo antes que
futbolista. Lo fue primero en La
Colegiata, donde ayudaba todos
los días por dos pesetas semanales, y luego en el convento de
clausura de las monjas clarisas
franciscanas, que, por un permiso concedido por el Papa, daban
clases a los niños de la localidad.
“Recuerdo a las monjas con mucho cariño. Ellas se alegraron de
que triunfara en el fútbol. Pero la
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verdad es que intentaban convencerme con 12 años de que me
preparara para ser misionero en
Filipinas”. De haber sido así, no
habría jugado 643 par tidos oficiales con el Madrid ni marcado
290 goles, siendo 56 veces internacional.
Pero volvemos al presente, o
al menos al presente de aquel AS
Color de agosto de 1971 que ahora rememoramos por boca del propio futbolista, aquellos primeros
días como madridista. “Mi presentación fue un 2 de agosto a la
siete de la tarde. Pero recuerdo
mejor aún cuando llegamos por
primera vez al Bernabéu Aguilar,
Corral y yo, porque nos ficharon
a los tres desde el Racing. Primero nos enseñaron el campo, luego la sala de trofeos y después
la sala de juntas para firmar. Yo
“Me enteré de que había
firmado por el Real Madrid
porque me llamó el entrenador
del Racing, Fernández Mora”
5
me enteré de que había fichado
por el Madrid porque me llamó
Fernández Mora, que era el entrenador que teníamos en el Racing,
y me dijo: ‘Oye Carlos, has fichado por el Real Madrid’. Yo estaba haciendo PREU, metido en los
exámenes de julio, y ni me había
reunido con nadie ni hablado de
nada. Lo único que pasó es que
había sido máximo goleador junto
con Manolín Cuesta en Segunda,
y había leído en el periódico que
el Espanyol me quería. Pero nunca me imaginé eso… Me acuerdo
como si fuera ahora. Yo estaba en
mi habitación estudiando y vino la
señora del hostal donde estaba y
me dijo: ‘Te llaman por teléfono’.
Y era Fernández Mora”.
Era otro fútbol. Uno muy diferente al de ahora, en el que los
jugadores no eran dueños de sus
propios destinos. “Fíjese como
era el fútbol. Los jugadores no teníamos ni voz ni voto. Por eso luego vino lo que vino, las huelgas
de los años ochenta para quitar
los derechos de retención, unos
movimientos de los que tanto se
han beneficiado los futbolistas de
ahora”.
UNA IMAGEN
REPETIDA. Ver
instantáneas
de Santillana
volando, casi
en sentido
literal,
conectando
de forma
ortodoxa el
balón con el
cabeza era
algo habitual
en la prensa.
Hecha la reivindicación, volvemos a aquel primer contacto veraniego de Santillana con el Madrid.
“Para mí fue un acontecimiento.
Tenía 18 años. Y la primera vez
que entré en el vestuario de la
Ciudad Deportiva estaba Antonio
Calderón, que era el gerente, y
nos fue presentando uno por uno
a los demás jugadores. Imagínese allí, con gente como Amancio,
Velázquez, Zoco. Fue muy emocionante. Y me dijeron, ‘éste es tu
sitio y tu taquilla’. Tenía a la derecha a Amancio y a la izquierda
a Velázquez. ¡Casi nada! Yo estaba allí calladito y casi le hablaba
a la gente de usted. Y el que más
rompía el hielo era Zoco: ‘¿Qué
pasa por el Sardinero?’, me decía
siempre. Me costó un poquito de
tiempo adaptarme y que me respetaran, porque yo era un chavalín de provincias”. Y recogiendo el
guante que lanza sobre la inocencia del recién llegado, intentamos
repescar de sus recuerdos alguna posible novatada. “No recuerdo novatada alguna, pero me tuve
que ganar entrar en el círculo. Era
un vestuario que estaba cargado
de jerarquías. No era como aho-
ra, que todos parecen ser iguales.
Allí los que mandaban de verdad
eran los capitanes, y no mandaban de palabra, sino de hechos…
Si Amancio decía ‘esta tarde nos
vamos de cañas’, para allá que
íbamos todos. Hasta los solteros
y los jóvenes”.
Es fácil imaginar cómo era la
vida para él en la bulliciosa capital
de la época, tan diferente a aquella Santillana del Mar donde ni siquiera había campo de fútbol y los
chavales tenían que correr 14 kilómetros para encontrar un campo. “La directiva me buscó sitio
en un hostal de Madrid, el Santa
Isabel, donde había muchos jugadores metidos, también de la cantera. Y Corral, que llegó conmigo,
era sobrino de la dueña del sitio.
Estaba un poco lejos de la Ciudad
Deportiva, pero pasamos buenos
momentos allí. Había mucha vidilla, estábamos mezclados con estudiantes universitarios. ¡Y no vea
el control que teníamos allí de la
señora Pilar! Aquello era como el
control antidoping… La veíamos
como la madre superiora. Ya murió la pobre, pero yo sigo teniendo mucho contacto con su hija,
CON CABEZA
Y CARÁCTER.
Carlos Alonso
Santillana se
hizo acreedor
de su fichaje
por el Real
Madrid a
base de goles
en el Racing.
Fue pichichi
de Segunda
con Manolín
Cuesta.
Marisa, que se casó con un chico, Pedro, que estaba allí alojado
mientras estudiaba ingeniería de
caminos… Y mire qué casualidad
que uno de los hijos de ese matrimonio es Kiko Catalán, el presidente del Levante”.
Fueron sus cualidades, que
luego fue puliendo y mejorando
en el propio Madrid, como sucedió
con otros muchos jugadores (caso
de Gento, también cántabro), las
que llevaron a Santiago Bernabéu
a ficharle. Le planteamos a Santillana un ejercicio de análisis. ¿De
dónde sacó los fundamentos para
ser tan excelso cabeceador?. “No
de la niñez, desde luego. Poníamos cuatro piedras y jugábamos
en la calle. No pisé un campo de
fútbol hasta los 14 años. En infantiles, cuando fui a jugar a Barreda. Y yo nunca me destaqué por ir
bien de cabeza. En mi familia nadie había jugado al fútbol antes.
Es una condición natural que fue
surgiendo en mí, porque yo nunca
sobresalí en eso. Es más, empecé a jugar en el centro del campo.
No era un rematador. Yo jugaba
con el ocho. Y la primera vez que
fui a la Selección, con Santamaría, debuté en París contra Francia jugando con el ocho. Cuando
empecé a desarrollar el remate,
con el pie y el de cabeza, fue en el
Racing. Allí teníamos a Aguilar de
extremo, que entraba y centraba
muy bien, y tenía que aprovechar-
“No pisé un campo de fútbol
hasta los 14 años, cuando fui a
jugar a Barreda, y no destaqué
por el remate de cabeza”
6
me de eso. Y Fernández de Mora,
el técnico, estaba todo el día haciéndome rematar sus centros. Él
me enseñó los movimientos del
delantero centro”.
En aquellos años 70 la plantilla
inicial del Madrid solía estar sobrecargada de jugadores. De ahí
salían descar tes, cesiones… Y
ya entrada la temporada, los partidos de los jueves servían a los
suplentes para dar a sus carreras
una oportunidad. Era una prueba
por la que muchos pasaron. “¡Claro que sé lo que eran los partidos
de los jueves! Pero mire, llegué en
un momento clave. Tuve la suerte
de que no había delantero centro.
El ariete era Grosso, que Dios lo
tenga en su gloria. Y él en realidad
era centrocampista. Entonces resulta que jugábamos como se juega ahora, sin un delantero centro
“Tuve suerte, porque el Madrid
no tenía delantero centro puro
y Miguel Muñoz me puso a
jugar desde el principio”
7
puro. Llegaba Amancio por banda,
Pirri se incorporaba desde atrás…
Y en esas llegué yo. El puesto estaba libre. Bueno, estaba Planelles, Rafa Marañón… Gente que
podía jugar ahí sin las condiciones
específicas de delantero centro. Y
Miguel Muñoz, que era el entrenador, vio que el equipo adolecía de
eso, y, desde que llegué, me puso
a jugar. Sí, tuve suerte”.
No muchos pueden hablar de
esa facilidad, ni tampoco la que
tuvo para lucir el dorsal nueve:
“Debuté aún con 19 años, en
agosto, contra un equipo francés
de Primera, y luego nos fuimos a
los trofeos de verano y me quedé como titular para empezar la
Liga. Y, además, con el nueve,
porque Grosso, que era el que
llevaba el nueve, pasó a tener el
ocho o el seis. Y antes de Grosso
el que llevó el nueve era Di Stéfano. Así que yo me puse aquella
camiseta acojonado. Y me acuerdo que Amancio y Pirri me decían:
‘¡Vamos, chaval, ya puedes espabilar y morirte a correr que llevas
el nueve de Di Stéfano!’. Eso para
quitarme presión, sabes… (bromea). Luego estuve 17 tempora-
PESADILLA EN
LOS DERBIS.
En el Atlético,
sobre todo
sus defensas
(en la imagen
Arteche y
Marcelino) y
los porteros,
han sufrido
los remates de
Santillana:
13 goles en 27
derbis de Liga.
das en el Madrid, 14 como titular
y las otras tres como suplente de
Hugo Sánchez. Aquel último tramo lo asumí bien. Primero coincidí con Butragueño. Di Stéfano me
quitó del equipo y empezó a colocar un poco más al Buitre, y hubo
polémica, no se crea, porque la
gente se cansa de ver siempre al
mismo después de 14 años. Pero
el Buitre y yo no teníamos nada
que ver y éramos compatibles,
como luego se demostró cuando
estuvimos jugando cinco años juntos. Y luego realmente el que vino
como delantero centro fue Hugo,
que era más joven y con mucho
ímpetu. Yo, en esa transición, lo
que intenté era ayudar al equipo.
Asumí mi rol y aporté mi experiencia, en el vestuario, y tuve la fortuna, además, de que, cuando salía a jugar desde el banquillo, hice
goles importantes. Como ante el
Borussia, el Inter, el Derby County… Pasamos eliminatorias importantes, y eso me motivó para seguir, aunque sabía que al partido
siguiente no jugaría, pese a que
me entrenaba como un fiera”.
No habría espacio para narrar
en estas páginas las múltiples
proezas que Santillana protagonizó sobre un campo de fútbol,
después de 17 años de exitosa
carrera. Nos ceñimos, pues, a los
detalles de su llegada al Madrid,
que de eso versa el ar tículo de
aquel AS Color del 71. ¿Quiénes
eran sus mejores amigos en el
vestuario? “Tuve muchos en 17
años. Pero mejor hablar de los
primeros. Cuando llegamos, los
solteros teníamos muy buena relación. Rafa Marañón, Juan Verdú,
Eduardo, que era un argentino que
llegó. Nos juntábamos para ir a
los locales de moda, aquellas míticas discotecas: ‘Cerebro’, ‘Novísimo’, ‘Sunset’, ‘New Sunset’… Y
sí que entonces ya se notaba que
los del Madrid teníamos tirón con
las niñas (risas). Éramos más o
menos bien parecidos, famosos…
Las cosas han cambiado mucho,
pero entonces también éramos
admirados e iban las niñas a los
entrenamientos con las carpetitas
y las fotos”.
Santillana no tardó mucho en
darse cuenta de que estaba tocando el cielo. Titular en el todopoderoso Madrid nada más llegar,
con el nueve a la espalda, recono-
QUERIDO POR
BERNABÉU.
Santillana
afirma que
siempre tuvo
una relación
muy especial
con don
Santiago, el
presidente.
De hecho, le
dobló la ficha
al poco de
llegar.
cido en la sociedad madrileña…
¿Y con dinero en el bolsillo? “Quinientas mil pesetas al año de contrato, eso es lo que firmé al llegar,
más el sueldo al mes, que eran
unas 27.000. Esos éramos los
solteros, los casados ganaban
más (vuelve a bromear). Pero yo
nunca gané esas 500.000 pesetas. Le cuento una anécdota muy
buena. Un día llegó el presidente
y, delante del gerente y de mí, dijo:
‘Don Antonio, ¿cuánto gana este
chico? Pues lo que gane es poco.
Así que ya sabe usted lo que tiene
que hacer’. Yo me quedé de piedra. Me dije, ‘mira el presidente lo
que ha dicho en mi primer año en
el equipo. Esto marcha fenomenal’. Y me doblaron la ficha. Así
que mi primer año ya gané un millón de pesetas de ficha”.
¿Acaso era Santillana el ojito
derecho de don Santiago? “Yo tenía una relación muy especial con
él. Siempre que me veía me decía tres cosas. La primera, que
como estaba yo. La segunda, que
como estaba mi familia. Y para la
tercera se ponía muy serio: ‘¡Hay
que ser humildes Carlos, hay que
ser humildes!’. No sé por qué le
caía tan bien. Puede que me viera
como un chiquillo que llegaba del
pueblo con ganas de comerse el
mundo. No lo sé. Nunca era duro
conmigo. Ni siquiera se atrevió a
decirme que me cor tara el pelo
como hizo con otros. Pero me lanzaba indirectas. Un día me llegó
a decir: ‘Oye Carlos, y a ti esos
sudores que te bajan por los pelos hasta la cara, ¿no te molestan para ver la pelota?’. Yo me
partía de risa: ‘De verdad que no,
don Santiago, de verdad que no,
que yo mismo me voy recortando
el flequillito’. En el fondo me veía
como un niño imberbe y me protegía”. Eso es lo que, después
de tantos años, sigue pensando
Carlos Alberto Santillana. Pero la
verdad es otra. Don Santiago Bernabéu siempre tuvo gran ojo para
reconocer a los cracks.
“Tenía una relación especial
con Bernabéu, y no sé por qué,
quizás me veía como un niño
imberbe y me protegía”
14
15
DE ZAMORA A CASILLAS EN LA BARRA DE
En 1971,
el famoso
barman
narraba en
las páginas
de AS Color
sus peripecias como
deportista.
CHICOTE
DANIEL SÁNCHEZ
En 1931, Perico Chicote abría en la Gran Vía
de Madrid el que sería punto de encuentro de
deportistas, intelectuales, científicos, actores,
toreros y cantantes. En la actualidad, su estilo y
su razón de ser permanecen inalterables.
16
MUSEO.
Perico Chicote
llegó a
reunir en su
colección de
botellas de
licor y cerveza
más de 18.000
ejemplares.
La colección
se exhibía en
el sótano del
local.
ALBERTO PIMENTEL /
E
n 1971, año en que nacieron figuras de nuestro deporte como Pep Guardiola, el Chava Jiménez (DEP), Pedro Martínez
de la Rosa o Arantxa Sánchez Vicario, AS Color recogía en sus páginas una entrevista en la que Perico Chicote se sentía deportista,
a pesar de que su mayor práctica
atlética fue subirse a una bicicleta
para repartir telegramas a la edad
de once años.
Sin embargo, el barman, que
se hizo famoso por su especial
habilidad para idear cócteles,
siempre estuvo muy vinculado
al mundo del depor te, aunque
lo cierto es que más que por su
práctica, por su amistad con los
depor tistas, puesto que su Museo Chicote, fundado en la Gran
Vía madrileña en 1931, era un bar
de referencia para el famoseo, no
sólo en España, ya que su encanto traspasaba nuestras fronteras.
Tan insigne camarero escuchó de
labios del papa Pablo VI la frase
“ya había oído hablar de usted
antes” cuando fueron presentados. Chicote conoció a 47 Jefes
de Estado. Mil anécdotas se pueden contar del hombre que por primera vez dijo “Tararí que te vi” y
que decidió probar a mezclar vino
con sifón.
17
Entre la clientela del singular
barman figuraron personajes de la
talla de Ava Gadner, Frank Sinatra, Grace Kelly, Bette Davis, Sofía
Loren, Hemimgway, Gary Cooper,
Cantinflas, Liz Taylor, Errol Flynn,
Orson Welles, Tyrone Power, James Stewar t, Gina Lollobrigida,
Gregory Peck…
Intelectuales, científicos, escritores, actores, músicos o políticos
de todo el mundo se dieron cita en
Chicote. Hasta Eisenhower acudió
a conocer sus cócteles. La Policía
del Régimen no acudía nunca al
local, puesto que Franco estaba
encantado con la labor que hacía
de promoción de España.
Por la barra de Chicote pasaron ciclistas, boxeadores, futbolistas… Miguel Muñoz, Santamaría,
Rial, Di Stéfano, Puskas, Joseíto
o Sapor ta... Son innumerables
las figuras del deporte que eran
asiduos del bar. Con Ricardo Zamora le unió tal amistad que fue
padrino de su boda y del bautizo
de su hijo Ricardo. Era aficionado
a todos los deportes, aunque sintió una especial devoción por el
gimnasta Joaquín Blume, que falleció a los 26 años en accidente
de aviación.
Tras la muer te de Chicote,
en 1977, Museo Chicote no cerró. De hecho, el local ha estado
abierto ininterrumpidamente des-
de su inauguración hasta hoy, incluso en los meses más cruentos
de la Guerra Civil.
Museo Chicote pasó por las
manos del inefable Ruiz Mateos
antes de recalar en el Grupo Gran
Vida Siglo XXI, del empresario Tomás Gutiérrez, que lo regenta en
la actualidad.
Museo Chicote pretende mantener inamovible su esencia.
Alexis Rojas, relaciones públicas
del local, señala que se ha pretendido crear “un lugar donde se puede encontrar una amplia variedad
de bebidas y licores y una extensa
mezcla de gentes; entre los clientes puede haber desde un joven
de 20 años a un ejecutivo encorbatado de 60 o una drag queen”.
El local, que jugó un papel destacado como punto de encuentro
en la movida madrileña, sigue
siendo una referencia en la noche de la capital.
Iker Casillas, Míchel (el entrenador del Sevilla), Guti o Pedro
Delgado son algunas de las ca-
FAMOSOS.
Chicote
era gran
aficionado al
fútbol. Entre
los muchos
jugadores
que
frecuentaban
el bar se
encontraba
Alfredo
Di Stéfano.
Cuando le presentaron al
papa Pablo VI, el pontífice le
confesó: “Yo ya había oído
hablar de usted antes”
RECEPCIONES.
Franco no fue
sino uno de
los 47 jefes de
Estado a los
que Chicote
saludó a lo
largo de su
vida. Todos
querían
conocer
al famoso
barman.
ras famosas del deporte que han
sido vistas en la sala. Hoy Chicote sigue siendo el local preferido
por cantantes, toreros, actores…
Por su cercanía de los principales
teatros y cines de la capital, no es
inusual encontrarse al equipo entero tras un estreno.
La colección de botellas.
Una de las grandes atracciones
del local era la colección de botellas que Chicote exhibía en el sótano. Logró reunir más de 18.000
envases, fundamentalmente de
licor y cer veza, entre las que se
puede encontrar desde un vino de
Napoleón hasta un recipiente llevado a la luna por Armstrong. Era
tal el apego que Chicote tenía por
su colección que sólo se desprendió de una botella, la que le regaló
a Alexander Fleming. Un periódico
italiano recogió el titular ‘El Velázquez de los cócteles dice ‘no’ a la
Loren’, en referencia a la negativa
de Chicote al insistente interés de
la actriz por hacerse con un recipiente de porcelana en el que ella
salía modelada.
Las botellas estuvieron en paradero desconocido desde que un
empresario naviero las comprara
por 40 millones de pesetas tras
la expropiación de Rumasa. Todo
apunta a que ahora están en manos de un prestigioso hostele-
ro de Madrid, que tiene previsto
montar una exposición en breve.
La importancia del Museo Chicote en la sociedad española del
siglo XX no pasó inadvertida en la
creación musical. “…Servía Perico Chicote copas de vino español…”. En los primeros años de
nuestra democracia, Joaquín Sabina ya hablaba del más famoso
barman del mundo en su canción
Adivina, adivinanza, una divertida
sátira sobre la muerte de Franco.
No es la última vez que el cantautor recurre a la figura de Chicote
al escribir sus canciones. Así, en
el retrato de la España de la posguerra que hace en De Purisíma y
Oro (1998) se puede escuchar “…
reclinada en la barra de Chicote,
la bien pagá derrite con su escote…”. En el chotis Madrid, Madrid
de Agustín Lara también aparece
el genial camarero: “…En Chicote
un agasajo postinero con la crema
de la intelectualidad…”.
Chicote, que nació en la madrileña calle del Limón en 1899, ha
pasado a la historia como uno de
los personajes más castizos y singulares. Afable e involucrado en
los problemas de sus trabajadores, tenía como máxima en la vida
que cualquier cosa se podía conseguir con unos zapatos bien limpios. Y él siempre dio buen lustre
a su calzado.
CULTURA. Hasta el mismísimo
Salvador Dalí se incluyó en el
círculo de amistades de Chicote.
REPLICADO. Perico Chicote posa
junto a dos bustos esculpidos que
se pueden ver en el bar.
28
29
EL TRISTE FINAL DE LA PISTA
DE ATLETISMO DE MADRID
AS Color
sacaba una
fotos inéditas de unas
instalaciones
en Madrid (si
se pueden
llamar así)
en las que
se iban a
dilucidar dos
plusmarcas
nacionales:
lanzamiento
de peso y
martillo.
30
31
CAÍA EDWIN
MOSES.
Corría el año
1987, en el
estadio de
Vallehermoso,
cuando
el gran
campeón
perdía por vez
primera en
los 400 metros
vallas ante su
compatriota
Danny Harris.
En Vallehermoso
han corrido
estrellas como Carl
Lewis, Merlene
Ottey o Edwin
Moses, pero en
1987 cerraba sus
puertas. En 2008
se presupuestó
un proyecto
para reformarlo
que nunca vio
la luz. Hoy luce
un gran socavón
de 12 metros de
profundidad.
NUEVO
PROYECTO.
Está dividido
en dos
fases. La
primera fue
adjudicada
por el
Ayuntamiento
en 2011
para la
construcción
de un centro
deportivo,
para 2013. la
segunda no
tiene proyecto
a la vista.
FÉLIX LINARES /
E
stadio Vallehermoso, corría el año
1987, Edwin Moses dejaba de ser un atleta imbatible. El culpable, su
compatriota Danny Harris. Ironías del destino,
el gran Moses caía por vez
primera en los 400 metros
vallas tras nueve años,
nueve meses y nueve días
de dominio absoluto en la prueba. Cuentan los que estaban allí
que Harris viajó a Madrid sin saber que se enfrentaba al campeón
olímpico de Montreal y Los Angeles y que, al enterarse de quién
era su rival, pronunció estas palabras: “No sabía que me enfrentaba a Moses, de haberlo sabido os
pido el doble de dinero. De todas
formas, voy a ganarle”.
Un cuarto de siglo después de
tan histórica hazaña, Madrid carece de unas instalaciones a la
altura del vetusto Vallehermoso.
El fracaso olímpico, la burbuja in-
EL CARTEL DE
DESPEDIDA.
Así se
anunciaba
el fin de las
instalaciones
de
Vallehermoso,
tras 46 años
de existencia.
mobiliaria, la especulación y
la ausencia de apoyo al atletismo han privado a la capital
de España de unas instalaciones únicas que funcionaban
a la perfección. Un socavón
de 12 metros de profundidad
luce en Vallehermoso donde
antes volaban estrellas de la
talla de Carl Lewis, Merlene
Ottey o el citado Moses.
En julio de 2007, el Ayuntamiento bajó el telón del estadio
con vistas a construir un nuevo Vallehermoso más moderno y equipado. El 15 de octubre de 2008,
ABC publicaba cómo “los arquitectos del proyecto de reforma
contemplaban la actuación de las
máquinas de derribo con la mente
puesta en el futuro”. Este proyecto iba a ser llevado a cabo por el
estudio Cano Lasso, ganador del
proyecto en concurso, pero nunca
vio la luz. Curiosamente, uno de
sus arquitectos, Alfonso Cano,
había sido olímpico en la disciplina de salto de pértiga en Los Angeles 84.
El Ayuntamiento de Madrid dividió el terreno en dos fases, tras
el fracaso en la construcción del
nuevo estadio. La primera fase
fue adjudicada en julio de 2011 a
una Unión Temporal de Empresas
(UTE), liderada por la organización
dedicada a la gestión depor tiva
Ingespor t, para la construcción
de un centro deportivo, que verá
la luz en 2013. El nuevo proyecto
—del estudio ABM arquitectos—
contará con piscina, gimnasio,
pistas de pádel, de baloncesto,
de tenis, spa, 45 plazas de aparcamiento, zona de esgrima; pero
por ninguna par te tendrá pista
de atletismo. El centro deportivo
será de gestión privada y tiene
la concesión del consistorio para
los próximos 40 años, fecha en la
que volverá a pertenecer al Ayuntamiento. La segunda fase está reservada para un hipotético estadio
de atletismo que sustituya al antiguo, pero no hay ningún proyecto a
la vista. ABM arquitectos justifica
la no inclusión de una pista debido
a “falta de rentabilidad”.
La situación actual del atletismo madrileño no es la misma que
en 2007. Guillermo Ferrero es director técnico y entrenador de la
Agrupación Deportiva Marathon,
una de las asociaciones con más
tradición en España. De ella derivaba la escuela Marea, ubicada en
Vallehermoso. Ferrero habla de la
falta de apoyo al atleta en la capital: “La pérdida de Vallehermoso
supone un hándicap. Al no existir un estadio en condiciones, las
pruebas se celebran en diferentes
localidades de la Comunidad. Centralizar las pruebas en un lugar era
más sencillo para los deportistas,
ahora supone un esfuerzo mayor
en los desplazamientos que cuando existía el estadio. Esto provoca que haya menos practicantes,
menos entrenadores…”. Ferrero
augura un gris futuro para el atletismo capitalino: “No hay ninguna
instalación en Madrid donde se
pueda lanzar peso, disco, jabalina o martillo, la única pista que
tenemos está en Moratalaz, muy
lejos de lo que era Vallehermoso,
y es difícil que la situación cambie a corto y medio plazo. La Peineta carece de pista de atletismo
por las obras del nuevo estadio
del Atlético de Madrid. Este año
el campeonato de España juvenil
tuvo lugar en Aranjuez, ya que su
estadio cuenta con las condiciones suficientes; en Moratalaz no
las hay. Una pista de atletismo no
es rentable para una empresa”,
concluye.
Madrid 2016 era el sueño de todos los que aman el deporte, pero
por el camino se ha quedado Vallehermoso, un templo donde los
más grandes dejaron su huella.
Hoy por hoy ningún atleta de la talla de Moses puede correr en la capital de España. Hasta cuando…
Guillermo Ferrero: “La pérdida
de Vallehermoso es un
hándicap, pero una pista de
atletismo no es rentable”
32
33
RIP
LA TUMBA DEL
ATLETISMO
MADRILEÑO.
Esto es lo que
queda de las
instalaciones
de
Vallehermoso:
un socavón de
12 metros de
profundidad.
Parece que
cayó un
meteorito.
42
43
SURFSPAIN
MADE IN
En 1971,
Gonzalo de
la Vega analizaba para
AS Color el
fenómeno
surf en
España, que
había llegado
a nuestras
costas unos
pocos años
antes.
Hace aproximadamente medio
siglo que los primeros surfistas
españoles se lanzaron a surcar
las olas sobre sus tablas,
muchas veces autofabricadas.
Hoy contamos con más de
17.000 federados y algunos
‘surfers’ que parecen preparados
para dar el salto al WTC,
el primer circuito profesional.
MARIO PEÑA /
A
principios de los 60, algo
se movía entre la juventud
española. El país se abría al extranjero, del que llegaban influencias variopintas en forma de cine,
música, revistas... Allá por 1962,
hace casi la friolera de 50 años,
un vinilo cayó en manos de un joven asturiano, de nombre Félix
Cueto. El disco en cuestión era el
Surfin’ Safari de los ya míticos estandartes de la música sur f, los
Beach Boys. En su por tada, los
cuatro muchachos californianos
sostienen una tabla montados en
un jeep amarillo. Es probable que
no fuera la primera vez que viera
una, pero sí que parece que fue
lo que le empujó, definitivamente,
en el verano de 1963, a echarse
al mar a intentar montar las olas
del Cantábrico, y así convertirse
en uno de los pioneros del sur f
patrio. ¿Fue Félix el primer surfista español? En Cantabria afirman
que no, que tal honor le corresponde a Jesús Fiochi, que, según
algunos, sur feó el 10 de marzo
de 1963, unos meses antes que
Cueto, aunque no hay ningún respaldo gráfico de este hecho, y hay
otras versiones que contradicen
esta afirmación, siendo la fecha
más probable del inicio del sur f
cántabro en torno a marzo de
1965. En Cádiz también afirman
que se sur feaba ya a finales de
los 50 y que había españoles entre los surfistas de Tarifa, sobre
todo, aunque tampoco hay evidencias de ello. Incluso cuenta
la leyenda que el cónsul español
en Hawai hasta 1912, Ignacio de
Arana, trajo a su vuelta una tabla
de surf de madera (así como un libro sobre la materia), que bien po-
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EL INICIO,
EN
IMÁGENES
No sabemos si
fue el primer
surfer patrio,
pero sí sabemos
que fue el primero en fotografiar
el proceso. Arriba, Félix Cueto
con su tabla,
hecha por él
mismo. En la segunda fotografía,
probándola en
la piscina para
asegurarse de
su fiabilidad. En
las siguientes,
ya en la Playa
de Salinas, el
asturiano se
convierte en uno
de los pioneros
del surf ‘made
in Spain’.
PIONEROS...
En la primera
foto, Jesús
Fionchi, el
tercero por
la izquierda,
junto a otros
surfistas en
la playa de
Liencres, en
1968. Abajo
a la derecha,
José Luis
Elejoste surfea
en los 80.
dría haber usado en alguna playa
del País Vasco entre su regreso y
1919, año de su muerte. En realidad, no sabemos quién fue el primer español en subirse a una tabla, aunque a Félix Cueto le queda
el honor de ser el primero del que
se tienen pruebas fotográficas.
Así como él fue el primer asturiano, más o menos en las mismas
fechas, jóvenes de otras par tes
de la geografía española se lanzaban a la mar con intención de
subirse, literalmente, a la cresta
de la ola. De hecho, ésta es una
de las peculiaridades del surf en
nuestro país, que no se inició en
una zona concreta, como había
pasado en muchos países desde que salió de Hawai, su cuna,
En nuestro país surgieron,
más o menos en las mismas
fechas, surfistas en Asturias,
Cantabria, País Vasco...
a principios del siglo XX. De allí
pasó a California, en la parte continental de los EE UU, y de allí se
propagó en dirección a Gran Bretaña (dos focos principales: Newquay y Jersey), Australia, Sudáfrica, Perú (un único foco: Lima),
Francia (Biarritz)...
En nuestro país, en cambio,
surgieron espontáneamente y,
más o menos en las mismas fechas, surfistas en Asturias, Cantabria y País Vasco. Poco tiempo
después, en Canarias, Cádiz, Málaga o Galicia, en algunos casos,
con tablas hechas por ellos mismos, en otros, traídas desde Francia o compradas a sur fers que,
bien por pertenecer a las bases
americanas instaladas en nuestro país poco antes, bien por el
‘boom’ turístico que se originó
por aquella época, habían venido
a nuestras costas. En Asturias,
el ya citado Félix Cueto y Amador
Rodríguez; en Euskadi, José Luis
Elejoste, Carlos Pradera e Iñaki
Arteche; en Cantabria, Jesús Fiochi. Todos ellos jóvenes ávidos
de aventuras que, en la mayoría
de las ocasiones, no estaban al
tanto de los movimientos de sus
colegas surferos de otras partes
del país.
Fue en la costa cantábrica, en
Zarautz, donde se celebraron los
primeros campeonatos de España, desde 1969 a 1973. También
fue en el nor te donde surgieron
las primeras escuelas y la idea de
crear una Federación nacional. Así
surgió, en ese 1969, la Sección
Nacional de Surf (SNS), que, aunque nunca logró ser una federación independiente (per teneció
primero a la Federación de Esquí
Acuático y luego a Delegación Nacional de Educación Física), sí que
le corresponde el honor de ser la
primera estructura federativa del
sur f en España, manteniéndose
en activo hasta su desaparición
en 1985. Formada, al principio,
por una docena de clubes pertenecientes a la zona del Cantábrico, al poco tiempo la procedencia
se diversificó, apareciendo más
clubes en Cádiz, Las Palmas o
Y ESTRELLAS.
Arriba, a la
izquierda.,
Gony
Zubizarreta,
en el Reef
Hawaiian
Pro en 2010.
Abajo, a la
derecha, Aritz
Aranburu, en
el Billabong
Pro Teahupoo
en 2009, en la
Polinesia.
Málaga, a principios de la década
de los 70. En apenas un lustro,
los surfistas españoles pasaron
de ser pocas decenas en 1965 a
unos 200 en 1970, y a principios
de los 80 ya se surfeaba por todas las costas del país.
La desaparición de la SNS no
significó, ni mucho menos, el fin
del surf en España. Actualmente,
la Federación Española de Sur f
(fundada en 1997 y heredera de
la citada SNS) cuenta con unos
14.000 federados. La FESur f integra a las distintas Federaciones
regionales (Asturias, Galicia, Cantabria y Canarias), pero no a la Federación Vasca (más de 3.000),
formada en 1989 y que decidió
mantenerse independiente. Pre-
“Mundaka es una ola mágica”,
asegura Aritz Aranburu, único
surfer español que ha llegado
a competir con la élite mundial
cisamente a ésta per tenece Aritz Aranburu, que es por ahora el
primer y único representante del
sur f español en haber conseguido competir en el primer circuito
profesional, el World Tour (WTC),
siendo el quinto europeo en conseguirlo y llegando a batir al mítico Kelly Slater, nueve veces campeón del mundo. El gallego Gony
Zubizarreta (campeón del mundo
júnior ISA en 2002) , el canario Jonathan González o el también vasco Hodei Collazo aspiran a seguir
los pasos de Aritz y competir pronto en el circuito principal.
Además de buenos surfistas,
en nuestras costas también hay
excelentes olas: la localidad de
Mundaka (Vizcaya) acogió durante una década, hasta 2009, el Billabong Mundaka Challenge, prueba puntuable para el circuito WTC
y conocida por ser una de las mejores y más pintorescas olas izquierdas de todo el circuito. Después de un par de años de parón,
el surf de primer nivel internacional estuvo a punto de volver esta
primavera, pero no pudo ser al no
poder asegurar olas de la altura
requerida (de 6 a 8 pies, entre 1,8
y 2,4 metros). A pesar de este pequeño traspiés, los organizadores están seguros de poder organizar el evento el próximo año.
Aritz Aranburu ha confesado a AS
que “Mundaka es una ola mágica,
probablemente mi favorita. Siempre que rompe, intento estar allí.
De hecho, he llegado a modificar
viajes para sur fearla”. Con respecto a la cancelación, se mostró
comprensivo: “Todo el mundo se
quedó un poco triste después de
que Mundaka desapareciese del
calendario del WTC. La verdad es
que no coincidió ninguno de esos
días que los surfistas llamamos
‘épicos’: con buenos fondos, buenas olas y buen viento. Entiendo
que no se celebrase, porque todos queremos que, el día que la
barra esté perfecta, todo el mundo pueda ver Mundaka en su esplendor. Creo que es una especie
de reivindicación de todos los que
adoramos Mundaka”.
LOS CHICOS
DE LA PLAYA.
Arriba, a la
derecha, la
portada del
‘Surfin’ Safari’
de los Beach
Boys. A la
izquierda,
Mundaka.
Abajo, unos
surfistas
esperan
las olas en
Barcelona.
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DEL NÚMERO 12
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