2010-10. Milenarios

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Nº 17
MILENARIoS
Historia y Misterio
Revista gratuita
Expediente
Toplitz
Camino del IV Reich
Ecos del pasado. Fantasmas y
Vampiros III Fortaleza
Real Felipe espíritus del
mundo II
www.revistamilenarios.com
Jefe Seattle
El Manifiesto
Expediente
Toplitz
Camino del
IV Reich
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La nueva novela de Eric Frani, El oro de Mefisto, vuelve a sacar
a la palestra un tema polémico y apasionante a partes iguales, e
incide sobre cuesones que llevan 65 años sobrevolando amenazantes las mentes de los más instruidos historiadores. ¿Pudo
Adolf Hitler sobrevivir al búnker? Y de ser así… ¿son ciertas las
hipótesis que sitúan al dictador en algún lugar de la Pampa Argenna? ¿Qué ocurrió con el oro saqueado durante años por las
tropas del Tercer Reich? En las líneas sucesivas descenderemos
al subsuelo de la historia para encontrarnos cara a cara con la
verdad acerca del hombre que marcó el desno de toda Europa.
Bienvenidos al búnker…
Los intensos ruidos de los bombarderos habían comenzado a
cesar en los úlmos días, si bien de vez en cuando los gruesos
muros del búnker aún se estremecían por efecto de algún que
otro eco sospechosamente cercano. Ahora las horas pasaban
lentas, entremezcladas con los sonidos del fuego de arllería
que el Ejército Rojo descargaba sin descanso en su connuo e
inclemente asalto final al seno del Reich. Las tropas de Zhukov y
Koniev habían emprendido su implacable avance a sangre y
fuego por las calles de Berlín, penetrando en la ciudad como un
cuchillo caliente sobre un bloque de mantequilla, abrasando con
sus lanzallamas a pie de calle a los cientos de fanácos que preferían la muerte antes que la rendición. Los cadáveres de los ancianos, niños, funcionarios, policías y escoltas de las SS que
formaban la débil resistencia de la capital cubrían avenidas, aceras y portales, tejiendo un macabro tapiz mortuorio que marca
el camino de los poderosos carros aliados.
“ La completa derrota del
imperio del Nacionalsocialismo
es cuesón de horas. ”
Menos de medio kilómetro por delante de las líneas soviécas
se encuentra su objevo final. Oculto a una profundidad de
quince metros, el hombre que había regido la suerte y desno
de media Europa durante los úlmos doce años saborea en silencio un plato de pasta con salsa acompañado de sus dos secretarias, Traudl Junge y Gerda Chrisan, y su cocinera, Fräulein
Manzialy.
Es un 30 de abril de 1945. La completa derrota del imperio del
Nacionalsocialismo es cuesón de horas. La figura de un Führer
que en su día se elevó temible y poderosa sobre los pueblos y
ciudades del viejo connente se arrastra ahora con paso fagoso
por las húmedas estancias del búnker que durante los úlmos
tres meses y medio se ha converdo en su desesperado bote
salvavidas. Durante este empo, el subsuelo de Berlín ha sido
su centro de operaciones, vociferando inverosímiles estrategias
con el fin de contener desesperadamente las feroces envesdas
de las tropas aliadas. Largos días y noches de planteamientos
que poco a poco fueron conviréndose en los delirios de un
hombre incapaz de asumir que la derrota era ya inevitable. Fuera
de sí, ordena a Steiner que penetre desde el norte, a Schoerner
que sorprenda a las filas soviécas por el Sur, a Wenk que avance
por el oeste dando media vuelta desde el Elba con su ejército
número 12, a Busse que rompa el cerco desde el Este… Pero es
demasiado tarde. La mayoría de estas tropas ya no existe o se
ha visto reducida a unas pocas decenas de efecvos dispersos.
Contrariamente a esta situación, en el frente soviéco, las bajas,
aunque numerosas, no constuyen un problema a tener en
cuenta. Según esmaciones alemanas, desde que diese comienzo la ofensiva del Oder, el 16 de abril de 1945, hasta el día
22 del mismo mes, cuando las tropas de Zhukov y Koniev enlazaron al oeste de Berlín, su balance de pérdidas rondaba los
100.000 hombres, 1.500 tanques y aproximadamente un millar
de aviones. Sin embargo, y a pesar de lo alarmante de estas cifras, llegado este momento la superioridad del Ejército Rojo es
tal que supera a los nazis 3 a 1 en hombres, 5 a 1 en tanques, 7
a 1 en arllería y 20 a 1 en fuerza aérea. Además, mientras que
el bombardeo de refinerías y estaciones petrolíferas ha ocasionado una grave escasez de carburante en las filas alemanas que
ha inulizado gran parte de la Luwaffe, los soviécos cuentan
con grandes reservas armamenscas y de combusble.
Macabro panorama, sin duda, que propicia toda clase de reacciones entre los más cercanos a Hitler. Unos le suplican que
huya, que abandone la ciudad y se guarezca en lugar seguro con
el fin de reconstruir, una vez terminada la conenda, un imperio
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“ El cianuro suministrado por
Ludwig Stumpfegger, el médico
personal del Führer, ha
actuado con suma rapidez. ”
en este momento agonizante. Otros, más soberbios, le sugieren
que se quede, que permanezca hasta el final en la ciudad y se
hunda como los hombres de honor con los restos de su quimera.
Pero la decisión está tomada.
Terminada la comida y en completo silencio, el Führer se dirige
a sus habitaciones. Tras dar estrictas indicaciones a su ayudante
Oo Günsche acerca de la cremación de su cuerpo y del de su
esposa, se despide serenamente de sus más allegados. Acto seguido, siempre según las versiones oficiales, se encierra en su
despacho privado. Son las 16:00 horas y un solitario disparo retumba bajo las calles de Berlín. Quince minutos más tarde, tal y
como marcaban sus instrucciones, Günsche entra en la sala. En
un extremo del sofá Hitler yace con un disparo en la sien. Eva
Braun se encuentra recostada en el lado opuesto con los ojos
abiertos. Su pistola permanece intacta sobre la mesa. No ha llegado a ser disparada, pues el cianuro suministrado por Ludwig
Stumpfegger, el médico personal del Führer, ha actuado con
suma rapidez.
Eva Braun
La leyenda del Führer fugivo
Como es normal, la historia ha abordado la muerte de Hitler
desde muchos y muy diversos puntos de vista. No son pocas las
de sobra conocidas teorías que aseguran que el Führer pudo escapar en el úlmo momento de Berlín y refugiarse en algún lugar
de Sudamérica donde habría pasado el resto de sus días eludiendo la juscia internacional. Si bien es cierto que tanto los
tesmonios de su secretaria, Frau Traudl Junge (en el libro Hasta
la úlma hora: la secretaria de Hitler cuenta su vida); como los
del historiador y biógrafo Joachim C. Fest; así como la biograa
del General Freytag von Loringhoven, quien entre los días 20 y
30 de abril de 1945 residió en el búnker de la Cancillería; coinciden en la versión del suicidio, no son pocos los tesgos que afirman haberse topado con extraños submarinos alemanes
emergiendo en medio de alguna bahía argenna o con misteriosos personajes de aspecto familiar rodeados de un sospechoso halo de misterio.
Si hacemos caso a estas teorías, deberemos, siempre desde un
punto de vista lo más asépco posible, tratar de atar los cabos
necesarios para otorgarlas un mayor o menor nivel de verosimilitud. Es aquí donde salen a nuestro encuentro una serie de es-
cenarios y tesmonios cuanto menos interesantes, todos ellos
relacionados directa o indirectamente con un macabro plan para
salvar los restos del Nacionalsocialismo del avance aliado con el
fin de, llegado el momento oportuno, tratar de instaurar un
cuarto Reich.
De nuevo nos situamos a finales de abril de 1945. La silueta de
una avioneta Fieseler Storch se dibuja levemente entre la bruma
que cubre una fría mañana primaveral en algún lugar no muy
lejos de Berlín. Minutos más tarde, con el aparato ya en erra,
dos figuras sorprendentemente reconocibles descienden cautelosas por la pequeña escalerilla metálica. Al pie de la misma, el
capitán Peter Baumgart, de la Luwaffe alemana, saluda con el
brazo derecho en alto a uno de los individuos quien, visiblemente tembloroso, le devuelve el gesto casi de manera fugaz.
La maquinaria está en marcha. Nada puede fallar. El Führer y su
esposa han emprendido una huída secreta a través de medio
mundo y es vital que todas las piezas del monumental engranaje
funcionen a la perfección.
Milenarios 25
Desde aquí la secreta comiva pondrá rumbo a Dinamarca, y
una vez allí, con la ayuda de Odessa, la organización secreta creada por anguos miembros de las SS para ayudar a los principales líderes nazis en sus fugas, se dirige al puerto noruego de
Krisandsand. Según la hipótesis más conspiranoica, en este
punto le está esperando un submarino cuya ruta a parr del 4
de mayo de 1945 es un hecho históricamente contrastable, el
U-977.
Oficialmente, el 13 de abril, el U-977 zarpa del puerto de Kiel, a
orillas del Bálco, rumbo a Noruega. El 2 de mayo parte del anteriormente mencionado puerto de Krisandsand, ignorando
dos días más tarde la orden de rendición por parte del gobierno
alemán que ponía fin a la guerra. A parr de este momento, la
nave pone rumbo oeste recalando en Alemania, España y, finalmente, Argenna. Se cree, de este modo, que el viaje pudo ser
aprovechado por Adolf Hitler y su esposa para trasladarse a Sudamérica y allí perderse para siempre en el connente junto con
otros anguos líderes del pardo nazi como Marn Bormann,
Heinrich Müller o Edward Roschmann.
“Muchos miembros del pardo
nacionalsocialista se dieron a la
fuga”.
1988 se realizan las pruebas de ADN sobre el supuesto cráneo
de Bormann y se confirma su autencidad, se observa al mismo
empo que está cubierto por una extraña erra de color rojizo.
En las actas posteriores redactadas por el perito alemán que
lleva a cabo los análisis se puede leer que, en desde su punto de
vista, este po de erra, que no existe en Europa, procede en
realidad de algún lugar cercano a Paraguay.
El tesoro de Toplitz
De hecho, cuando en 1999, el gobierno de Estados Unidos desclasifica los expedientes de Bormann, se descubre que el FBI
había seguido su pista y la de Adolf Hitler por Argenna hasta
1971. Pese a que el hallazgo del cadáver del primero no ene
lugar hasta 1972 en las proximidades del río Spree, en Berlín, se
cree que su cuerpo pudo ser repatriado en 1970 y enterrado en
el lugar en el que oficialmente debía haber muerto el 1 de mayo
de 1945. Al hilo de esto, hay que mencionar que, cuando en
Acertadas o no, estas hipótesis no dejan de entrelazarse unas
con otras dando lugar a una especie de historia paralela tan polémica para unos como atracva para otros. En cualquier caso,
lo que sí es cierto es que, bien por mediación de Odessa, bien
por el llamado “Pasillo Vacano”, o por alguna de las diversas
asociaciones de ayuda a nazis fugados cuya existencia está más
que documentada, muchos miembros del pardo nacionalsocialista se dieron a la fuga una vez finalizada la conenda y algunos, aún hoy, residen como ciudadanos corrientes en diversos
lugares del mundo.
Pero, si aceptamos sin reservas la versión oficial, ¿qué pasó entonces con la inmensa candad de oro y riquezas que durante
más de una década los nazis saquearon por toda Europa? ¿Qué
hay de cierto en la leyenda que sitúa su gran tesoro sumergido
a cientos de metros de profundidad en una fría laguna transalpina? No es de extrañar que en este caso, una vez más, la historia nos tenga reservada alguna que otra sorpresa…
En los Alpes austríacos, a 90 kilómetros de Salzburgo, se encuentra un lugar bauzado por los cazatesoros como el “basurero del
diablo”. No sin razón. El lago Toplitz, enclave al que nos referimos, fue ulizado por los nazis en múlples ocasiones como improvisado basurero secreto aprovechando sus gélidas aguas,
práccamente incompables con la vida, y sus más de 110 metros de profundidad. Tesmonios recogidos hasta la fecha, así
lo verifican. Es el caso del de Ida Weisenbacher, una granjera
austriaca que en una fría noche de abril de 1945, con sólo 21
años, recibió una inesperada visita en su propio domicilio. Tal y
como ella misma ha manifestado:
Nido del Águila Adolf
Hitler y Ante Pavelic
en Berchtesgaden
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“Eran aproximadamente las cinco de la mañana, aún estábamos
en la cama, cuando un fuerte golpe en la puerta hizo que me
desvaneciera de mi placido sueño. Me levanté inmediatamente
Hitler en la terraza del Berghof
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Eric Frani en el
refugio del Berghof
de Hitler
y tras abrir la puerta se me heló la sangre. Al otro lado un grupo
de oficiales alemanes me apremiaba para que preparara los carros y caballos que a buen seguro habían visto antes en los establos”.
“Un hombre, al que reconocí con el rango de comandante, me
ordenó que traspasáramos unas pesadas cajas de madera, señaladas y numeradas con pintura negra, desde los camiones a
los carros y que las lleváramos tan rápido como fuera posible al
lago Toplitzsee. Creo haber realizado tres viajes de cargamento
hasta el lago y cuando llegaba con la úlma carga vi algo que me
dejó desconcertada. Los soldados arrojaban a las profundidades
del lago todas y cada una de las cajas que con tanto esfuerzo habíamos llevado hasta allí. El comandante de las SS inmediatamente me alejó del lugar, pero pude ver cómo las cajas se
hundían en el agua produciendo una oleada de espuma y burbujas”.
“ El fin era sencillo: poner en
circulación ingentes candades
de dinero falsificado. ”
El contenido de estas cajas, aún a día de hoy sigue siendo un
misterio. Sin embargo, invesgaciones recientes cerfican el
hecho de que los nazis pudieron acudir en más de una ocasión
hasta este enclave a fin de hacer desaparecer algunos objetos
de valor en la época. El tesmonio de Adolf Burger, recogido
por la CBS en el año 2000, pone de manifiesto que en abril de
1945, los alemanes vereron una serie de “paquetes” al lago
con movo de la conocida como “Operación Krüger”.
El fin de esta operación era sencillo: poner en circulación ingentes candades de dinero falsificado de las principales potencias
aliadas con el fin de provocar una inflación que minase sus economías y, de paso, costease las ayudas para la guerra. Para ello,
bajo la dirección de Heinrich Himmler, se mandó agrupar a los
mejores grabadores, encuadernadores y copiadores judíos que
se encontraban retenidos en los campos de concentración; y
conducirlos a Berlín. Uno de estos maestros copiadores era, precisamente, Adolf Burger, cuyo relato subraya la autencidad de
este plan secreto:
“A principios de 1945 las copias de moneda Británica y Estadounidense se habían perfeccionado tanto que ya estábamos preparados para comenzar a imprimir los primeros millones diarios.
Sin embargo, el 25 de febrero de 1945 llego una orden de la Oficina Central de Seguridad del tercer Reich que nos obligaba a
desmantelar toda la maquinaria y a empaquetar los billetes falsificados. Al parecer los rusos estaban a 300km de Berlín”.
28 Milenarios
Bunker corresponsales
buscando evidencias de
la muerte de Hitler
“ Un espía alemán fue
interceptado en Edimburgo con
una gran candad de estos
billetes falsificados. ”
En efecto, el avance de los aliados había cercado la región y, por
orden de Himmler, la instalación fue demolida. Las prensas, troqueles y planchas fueron arrojados a las profundidades del lago
Toplitz, los archivos y el papel sobrante fueron destruidos y el
dinero embalado fue cargado en unos camiones con paradero
desconocido. Posteriormente, un espía alemán fue interceptado
en Edimburgo con una gran candad de estos billetes falsificados. Tras su confesión, el Banco de Inglaterra puso en circulación
una nueva rada de divisas de renovado diseño a fin de frenar
el descalabro que habría supuesto para su hacienda la puesta
en funcionamiento del plan de Hitler.
Es posible que enlazar los tesmonios aquí expuestos sea un
tanto aventurado, si bien, de tratarse de una casualidad, es innegable que las coincidencias son sorprendentes. En cualquier
caso, muchas invesgaciones fallidas en el lugar y algún que otro
buceador muerto en la búsqueda de las extrañas cajas, alimentan la ya de por sí controverda y románca leyenda del tesoro
sumergido.
La Historia de la humanidad está llena de ejemplos como los que
hemos visto en las líneas anteriores. No ya en lo referente a los
vergonzosos episodios ocurridos en Europa durante la primera
mitad del siglo XX, sino más bien en lo tocante a la infinita proliferación de verdades incontrastables que, en muchos casos,
más que esclarecer los acontecimientos, sirven para todo lo contrario. Es, quizá, el gran Everest de los historiadores. Esperemos
que el camino, aunque lento e incierto, les permita algún día llegar a pisar la cumbre.
“Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió, pero
ignoramos si es exactamente lo que sucedió.”
Enrique Jardiel Poncela h
David Marn
Director de La Novena Esfera
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