La voz de los silencios Capítulo II Madrid 1982 Sofía se había criado en un pequeño pueblo al interior. Su casa estaba rodeada de árboles y pequeñas plantas que ella adoraba recoger y analizar. Nunca fue una persona con muchas cualidades sociales, de ahí que muchos de sus profesores lanzasen la opción de un posible problema. Cuando todos los niños sabían ya hablar a la perfección, ella aún no decía ni mamá. Sin embargo, sus dos grandes ojos marrones se comunicaban con soltura con aquellos que quisiesen escucharlos. Era todo pasión. Buscaba los gestos y las posturas, las analizaba y de ellas sacaba una conclusión que las palabras nunca daban. Escaseaban sus palabras, pero siempre sabía cómo se encontraba una persona, sólo con mirarla. En su casa escaseaban las palabras. Su madre era una reconocida escritora de novelas rosas, las cuales Sofía aún no tenía opción a poder leer. Su padre era el gran silencio de su madre. Sabía lo justo de él, y con el tiempo aprendió a no preguntar más. A veces olvidaba su nombre, y pocas veces había visto su cara. Su madre guardaba una fotografía de él, con un poblado bigote, unas cejas muy juntas y una gran sonrisa. Sofía, cuando su madre no se enteraba, iba a aquel cajón y miraba su foto con detenimiento. Se sabía cada una de sus arruguitas, su sonrisa le decía más que cualquier otra palabra jamás escuchada. Era él, sin duda, su padre. Londres 2007 En su pequeño despacho en una calle perdida a las afueras de Londres, Sofía había montado su negocio. El hijo de su jefe en la 1 La voz de los silencios cafetería en la que tantos buenos momentos había pasado era el amo de un edificio lleno de pequeñas oficinas. Sofía le comentó su idea, le mostró su página y este, al momento, decidió cederle ese diminuto rincón que para ella era un mundo. No perdía la esperanza, y aunque había pasado ya un mes entero en ese lugar sin un sólo caso, no perdía la esperanza. Por fin, un 14 de febrero retumbó la puerta. El corazón de Sofía se sobresaltó. De nuevo alguien aporreó la puerta, al compás de los latidos de su corazón. - ¿Quién es?- preguntó al fin tímidamente. - Mr Williams, señorita. ¿Puedo pasar?- dijo una voz con mucha fuerza. - Por supuesto- acertó a responder mientras se dirigía a la puerta para abrir. Antes de poder ayudar a ese desconocido a abrir la puerta, este ya estaba en el interior de la sala ocupando el poco espacio que allí quedaba libre. Se presentó con un apretón de manos y Sofía rápidamente lo invito a sentarse y hablar. Williams tendría sobre 60 años. Era un hombre muy atractivo, todo un Lord. Vestía un traje que enmarcaba su cuerpo a la perfección. Su camisa bien planchada y sus zapatos a juego con el maravillosa traje de finas telas. Su porte era tan grande que Sofía jamás hubiese imaginado que pasaba de los 60 de no haber sido por la información que leyó a posteriori. 2 La voz de los silencios Ella escuchaba sus palabras mientras miraba sus bonitos ojos oscuros, su pelo rizado y oscuro la fascinaba notablemente, pero lo que más le gustaba era el color de su piel. Oscura y con unas notables arrugas propias de la edad que le daban un atractivo añadido Mr. Williams tenía una voz ronca que dormía sus sentidos, escuchaba y sentía como sus músculos se relajaban. Podía pasar horas y horas escuchándolo - Mire señorita, yo sólo quiero que nadie se entere. Usted encárguese de que todo sea fortuito. Le he dejado toda la información que he podido reunir. Sólo hace un par de semanas que conozco toda la historia, y ni tan siquiera sé si puede ser real. Usted busque toda la verdad, corrobore la información, si es cierto haga lo que he leído en su página y yo le pagaré está suma de dinero, creo que suficiente para su despegue- dijo acercándole un papel con muchos números-. Pero recuerde yo no quiero que me informe, yo no quiero saber el proceso. Tan sólo deseo que me dé una respuesta afirmativa como sabe o una negativa por carta. No tengo fuerzas para saber más de lo que ya sé. No quiero ni debo, me ha costado mucho llegar a donde hoy estoy. ¿Ha quedado claro?- y está vez su voz sonó más amenazante que encandiladora- Lo ha dejado usted clarísimo. No tengo ni una duda. Márchese tranquilo y espero que todo quede resuelto lo más pronto posible. - Muchas gracias señorita, entiendo que es su primer caso, pero el brillo de sus ojos me dice que puede conseguir más de lo que nadie nunca ha conseguido. Mucha suerte y ojalá todo termine como yo deseo. 3 La voz de los silencios - Yo también lo deseo señor- sentenció Sofía estrechando su mano con fuerza como queriendo decir que iba a hacer todo lo posible-. Muchas gracias por confiar en mí. El señor Williams guiñó un ojo y marcho de aquella sala tan rápido como había entrado. Sofía se apoyo contra la puerta y admiró aquel pequeño sobre que contenía lo que podía ser un sueño cumplido. Rápidamente se sentó en su silla y comenzó a trazar un plan. 4