Defendemos un país donde la vida campesina

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Ilustración: Derzu Campos
Obra: Miles Away, 2009
Técnica : Acrílico y tinta sobre lienzo
Revista de la Universidad Iberoamericana Puebla
Otoño-invierno de 2011
Número 2
Directorio
Directorio
Rector
David Fernández Dávalos, sj
Comisión Editorial
Aurora Berlanga Álvarez, Marco Antonio Bran
Flores, Oscar Arturo Castro Soto, Marcos Ricardo
Escárcega Méndez, Ana Lidya Flores Marín,
Pablo Guinsberg Plouganou, Marcela Ibarra
Mateos, Emma Morales García de Alba, José
Sánchez Carbó, Francisco Valverde Díaz
de León
Universidad Iberoamericana Puebla
Director General Académico
Marco Antonio Bran Flores, sj
Director General del Medio
Universitario
Noé Agustín Castillo Alarcón
Director General de Desarrollo
Institucional
Xavier Recio Oviedo
Director General de Administración
y Finanzas
Jesús Bernardo Rosas Pozos
Rúbricas número 2, otoño-invierno de 2011,
revista semestral de la Universidad Iberoamericana Puebla, con domicilio en Blvd. del
Niño Poblano 2901, Unidad Territorial Atlixcáyotl,
CP 72430, Puebla, Pue., con certificado de
reserva de derechos al uso exclusivo número
04-2011-021410194000-102 y certificado de
licitud y contenido número 15290, expedido
por la Comisión Calificadora de Publicaciones
y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación, fue impresa en Litografía AstroColor,
S.A. de C.V., 29 Sur 2714, Col. Santa Cruz los
Ángeles, CP 72400, Puebla, Pue. Tiraje de 500
ejemplares distribuidos por la Universidad
Iberoamericana Puebla. Toda colaboración
o correspondencia deberá dirigirse al correo
electrónico:
ricardo.escarcega@iberopuebla.edu.mx y
libros@iberopuebla.edu.mx
Rúbricas
Director
Francisco Valverde Díaz de León
Coordinador temático de
este número
Miguel Santiago Reyes Hernández
Edición y corrección
Marcos Ricardo
Escárcega Méndez, coordinador,
Susana Plouganou
Diseño de retícula y diagramación
Ana Cepeda - Pedro Bouret
Diseño de portada
Ana Cepeda - Pedro Bouret
P
resentación
···
El hombre, a través de la historia, ha demostrado su capacidad para lograr lo inimaginable. Su trascendencia
en el mundo ha confirmado la esencia mística del ser humano. En sí, la humanidad continúa buscando
una reconciliación consigo misma, un intento de equilibrio entre su extraordinaria capacidad de crear
y su indescriptible poder de destrucción. Mientras tenemos ejemplos invaluables del potencial humano
en el arte o en el amor, nos topamos siempre, desde que el hombre es hombre, con su oscura contraparte
en las guerras, en el odio, en la concentración de riqueza en unos cuantos y en la generación de
la pobreza.
Este número de Rúbricas tiene como propósito ahondar en el tema de la pobreza, en uno de los marcos
que, aparte de nuestra mexicanidad, nos unen más identitariamente: América Latina. Bajo la precisa pluma
de los autores Julio Boltvinik, Nora Lustig, Isidro Soloaga, Esteban Nina Baltazar, Mauricio de Maria
y Campos, Oscar D. Soto Badillo y Miguel S. Reyes Hernández, este ejemplar se aventura en
un intento, muy bien logrado, de entender una parte imprescindible de la realidad de nuestra
tierra americana.
Los rigurosos estudios que componen las investigaciones van desde la intención de armonizar una
nueva metodología para el estudio de la pobreza en nuestro subcontinente, pasando por análisis de
políticas públicas o salarios, hasta concreciones teóricas sobre el concepto de pobreza y su corrosiva
vigencia en América Latina.
En esta edición de Rúbricas, varios artículos son resultado de trabajos de investigación de la Red
de Homólogos de Pobreza de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en
América Latina (ausjal), cuyo funcionamiento, integración y existencia se explican en el interior de
la revista.
Miguel S. Reyes
Director del Departamento de Ciencias Sociales,
Universidad Iberoamericana Puebla
Puebla, México, 29 de febrero de 2012
Índice
pág.
10
Estructura de riesgos sociales y políticas
públicas en nueve países de América
Latina
Observatorio latinoamericano de
Pobreza, ausjal
pág.
111
Regeneración de los espacios
públicos a través de proyectos
culturales
Carolina Martínez de la Peña
Presentación
5
Palabras de bienvenida al Seminario Latinoamericano
de Pobreza y Política social
David Fernández Dávalos, sj
7
Estructura de riesgos sociales y políticas públicas
en nueve países de América Latina
Seminario Lat. de Pobreza y Política Social, ausjal
Observatorio Latinoamericano de Pobreza, ausjal
10
Dos metodologías y dos visiones de la evolución
de la pobreza en México, 2008-2010
Julio Boltvinik
28
Pobreza, desigualdad y objetivos de desarrollo del
milenio en América Latina y el Caribe
Nora Lustig
34
Hacia una nueva política social para
América Latina
Isidro Soloaga
48
Efecto del gasto público social en la distribución del
ingreso en Colombia
Esteban Nina Baltazar
56
Los desafíos del crecimiento, la equidad y la
inclusión social de América Latina en el nuevo
entorno mundial.
Mauricio de Maria y Campos
64
Los salarios mínimos y la pobreza en México
Miguel S. Reyes, Rosalío Valseca R., Miguel López,
Eduardo Bermejo y Jorge Abascal
76
11
15
Programa Integral Urbano Social:
¿Nuevo urbanismo?
Francisco Valverde D. de L.
84
Puebla: relaciones asimétricas
y desigualdad en la apropiación
social del espacio
Oscar D. Soto Badillo
89
¿Una “Ciudad Rural” en San Miguel
Tenextatiloyan? La mirada distorsionada
del progreso que se mueve entre el
ninguneo y el olvido de los campesinos
y las campesinas
Judith Chaffe Hopper
Benjamín Berlanga Gallardo
99
Guillermo Velázquez y los leones de la
Sierra de Xichú
Comunicado a la opinión pública
105
Regeneración de los espacios públicos
a través de proyectos culturales
Carolina Martínez de la Peña
111
La peste
Natalia Trigo
115
Nunca la toqué
Martha Isabel Arreola Santillana
116
La imago mexicana en la obra de
José Lezama Lima, Javier Hernández
Quezada
Noé Castillo Alarcón
117
PALABRAS DE BIENVENIDA AL
SEMINARIO LATINOAMERICANO
DE POBREZA Y POLÍTICA SOCIAL
David Fernández Dávalos
Rector de la Universidad Iberoamericana Puebla
Distinguidos miembros de la mesa de honor:
Apreciados investigadores y académicos que nos visitan de otras latitudes,
queridos miembros de nuestra comunidad universitaria,
amigas y amigos todos
Antes que nada quiero darles la más cordial de las bienvenidas a nombre de nuestra Universidad
y del mío propio. Esperamos que su estancia en esta hermosa y cálida ciudad sea igualmente
productiva y placentera.
Es razón de ser de ausjal y de nuestro Sistema Universitario Jesuita en México formar profesionales
de alta calidad académica, pero también con conciencia sobre los principales problemas de
su entorno y con el compromiso de aportar en la transformación de éste. Igualmente, nuestras
universidades pretenden construir y obtener conocimiento sobre la realidad, que sea útil para
transformar esa misma realidad, que sirva como insumo para la toma de decisiones. Desde luego,
debería ser objetivo de cualquier universidad pensar qué sucede en la realidad de nuestros países;
decir una palabra informada y crítica que aliente a la sociedad a caminar por el sendero de la
justicia, de la democracia, de la equidad, del respeto a la naturaleza, del desarrollo sustentable,
de la ética, del estado de derecho, en fin, de la consecución de condiciones suficientes para que
la vida de la gente sea buena y digna.
A la luz de esta inspiración e identidad, ausjal ha definido el tema de la pobreza como una
de sus líneas prioritarias de investigación y acción social. ¿Por qué?
Porque la pobreza –contrario a todo lo que se nos ha ofrecido– es un problema creciente,
que se presenta con intensidad variada y bajo múltiples formas en el entorno latinoamericano y
constituye un problema crítico de nuestra época a escala mundial. Un problema que se presenta
con diversos rostros: en el incremento de la mendicidad infantil; en el empleo precario; en las
condiciones de vida insostenibles para las familias pobres urbanas y rurales; en la reducción
de posibilidades de acceso a créditos y a servicios básicos de salud, educación y vivienda para
segmentos cada vez mayores de la población, pero cuya complejidad es necesario desentrañar
por medio de la investigación, de difundir a los alumnos a través de la docencia y la reflexión, y
hacer extensivo ese conocimiento a la sociedad a través de la proyección social.
Al profundizar en las causas de la pobreza y los diversos factores que la agudizan, nuestras
universidades enfrentan un problema real donde el conocimiento y la reflexión resultan insuficientes
si no se acompañan del diseño de acciones bien definidas y de proyectos consistentes en los
cuales las capacidades de los universitarios se pongan al servicio de quienes padecen la pobreza,
y que tomen en cuenta las salidas o soluciones que los pobres mismos advierten. Por esto, el objetivo
final del Programa ausjal de Pobreza es proponer alternativas para combatir este flagelo en
el Subcontinente.
Con la realización del seminario que ahora nos convoca, ausjal busca contribuir al conocimiento
del problema de la pobreza, tomando en cuenta todos sus rostros y anchuras; sus heterogeneidades
en nuestros países y su multidimensionalidad. A ello está enfocado el programa académico de
este encuentro.
En el fondo, con el Programa de Pobreza y con este Seminario nuestras universidades pretenden
llamar la atención de los distintos actores sociales y aportar información sólida para hacer ver
que el camino elegido por quienes conducen a la mayoría de nuestros países no es el que desarrolla
y dignifica a sus habitantes; para volver a decir que es urgente una amplia discusión sobre la
pertinencia social del modelo de desarrollo y de las políticas por las que se ha optado; para
llamar a todos los sectores a ofrecer sus puntos de vista y sus propuestas; para hacer general y
consistente la convicción de que para decidir el rumbo de Latinoamérica y su futuro tenemos
que lograr incluir la opinión y los intereses de todos.
En su momento, nuestras universidades se pronunciaron contra el modelo socioeconómico a
que fueron sometidos nuestros países desde principios de la década de los ochenta; desde entonces
advertimos sobre los peligros que este modelo “neoliberal” entrañaba. Sin embargo, quienes
tomaron las decisiones de lo que habría de suceder, desoyeron ésta y otras advertencias afines.
Desgraciadamente, para todos es claro que hoy, por fin, se ha convertido en realidad lo que
tanto temíamos. Ni los países ni su gente han logrado condiciones dignas de desarrollo; cualquier
evaluación seria de la situación concluye en que no vamos por buen camino y en que lo que se
ha perdido en las últimas dos décadas es más que lo que se ha ganado. La trayectoria seguida por
la mayoría de los países latinoamericanos y el futuro inmediato que ésta anuncia no nos deja
tranquilos. No podemos ni queremos permanecer en silencio.
Por otro lado, desde la perspectiva académica, esta contribución de las universidades jesuitas
aspira a robustecer el proceso de la investigación y de la discusión rigurosa con terminal socialmente
útil, tanto en cada país específico como en el Subcontinente latinoamericano. Los trabajos que
se expondrán aquí condensan el esfuerzo de los investigadores de nuestras universidades y de
otros prestigiados académicos latinoamericanos. Queremos que se discutan sus principales hallazgos
en este recinto y afuera, en el ágora política.
Tenemos la certeza de que esta modesta contribución también servirá para fortalecer el proceso de
la investigación sobre el tema así como para alentar la formación de más redes entre investigadores
que aborden los problemas derivados de la pobreza desde diferentes perspectivas y disciplinas en
las universidades de América Latina.
Por último, queremos expresar nuestra profunda convicción de que con este esfuerzo interinstitucional
alentaremos el interés de los gobiernos nacionales y locales, de los organismos públicos y privados,
para sumar esfuerzos frente al enorme reto de entender la complejidad con que la pobreza se origina
y nos afecta, y de actuar en consecuencia para desarrollar alternativas consistentes frente a este
lacerante problema.
Bienvenidos, bienvenidas. Mis mejores deseos para todos ustedes.
Muchas gracias.
Este texto fue leído en la inauguración del Seminario Latinoamericano de Pobreza y Política Social, el cual tuvo lugar
los días 8 y 9 de junio de 2011, en la Universidad Iberoamericana Puebla. Por la importancia de los temas tratados y
de las reflexiones que se derivaron, se acordó invitar a algunos de los especialistas en la materia a enviar sus colaboraciones,
las cuales se publican en este número de Rúbricas, donde además aparecen las habituales secciones: Rúbricas académicas,
Rúbricas éticas, Cultura y Reseñas (N. del E.)
Ilustración: Georgia Grigoriadon
Obra: “After 5 PM”
Técnica : mixta
Fotografía: @KvNx_GB
12
Otoño - Invierno 2011
Presentación
E
l Seminario Latinoamericano de Pobreza y Política
Social fue un espacio en el cual se culminaron y
expusieron las actividades de investigación realizadas por
integrantes de la Red de Homólogos de Pobreza, perteneciente a la Asociación de Universidades Confiadas a
la Compañía de Jesús en América Latina (ausjal) entre
2008 y 2010, en el marco del Observatorio Latinoamericano
de Pobreza. El Seminario tuvo lugar en la Universidad
Iberoamericana de Puebla, en México, los días miércoles 8
y jueves 9 de junio de 2011.
El resultado de los trabajos realizados por los investigadores
integrantes de la Red se encauza, principalmente, bajo los
siguientes rubros:
a) La estructura de las heterogeneidades sociales en
diferentes países de América Latina
b) Los riesgos sociales que han resultado o están intrínsecamente vinculados con tales heterogeneidades
c) La correspondencia de las políticas sociales que
se han aplicado en cada país para el tratamiento
de los riesgos sociales identificados.
Esta investigación fue realizada por varias universidades de
ausjal en convenio con la Fundación Konrad Adenauer, la
cual financió parte de las tareas ejecutadas. La culminación de
este proceso de investigación incluyó la publicación impresa
de los principales resultados obtenidos y su presentación
pública en diferentes foros académicos y políticos con
el fin de socializar tales resultados entre la comunidad
académica, los organismos internacionales, las instituciones político-administrativas y gubernamentales de los
países analizados y organizaciones de la sociedad civil. El
Seminario Latinoamericano de Pobreza y Política Social
fue, indudablemente, un foro de alta importancia en este
trabajo de difusión de las conclusiones obtenidas durante
la investigación.
Entre las universidades de ausjal que contribuyeron en
el desarrollo de estos trabajos y que asignaron investigadores
para este proyecto estuvieron las siguientes:
1. Universidad Católica de Córdoba (ucc), Argentina
2. Universidade do Vale do Rio dos Sinos (unisinos), Brasil
3. Universidad Alberto Hurtado (uah), Chile
4. Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia
5. Pontificia Universidad Católica del Ecuador
(puce), Ecuador
6. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Occidente (iteso), México
7. Universidad Iberoamericana (uia Cd. de México),
México
8. Universidad Iberoamericana León (uia León), México
9. Universidad Iberoamericana Puebla (uia Puebla),
México
10. Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó, República
Dominicana
11. Universidad del Pacífico, Perú
12. Universidad Católica del Uruguay (ucu), Uruguay
13. Universidad Católica Andrés Bello (ucab), Venezuela
14. Universidad Católica del Táchira (ucat), Venezuela
Durante el Seminario, los participantes analizaron temas
relacionados con las heterogeneidades sociales, la pobreza,
la desigualdad social y las políticas sociales diseñadas para
su tratamiento, en el entendimiento común de reflexionar
a profundidad para contribuir a promover la aplicación de
políticas sociales más eficaces y eficientes.
Además, en el marco del Seminario se presentaron los
principales resultados de los nueve informes de caso nacional
(Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, República
Dominicana, Uruguay y Venezuela) desarrollados por los
investigadores de la Red de Homólogos de Pobreza de ausjal.
Para debatir la investigación y sus resultados se invitó a
expertos del Banco Mundial, el bid (que no asistió), la cepal,
el pnud, unpfa, el Gobierno federal de México, el Gobierno
13
local de Puebla y otros expertos académicos, políticos y ciudadanos con el propósito de que, con sus comentarios, críticas
y discusión, se enriqueciera la investigación y se mejorara la
capacidad de incidencia de los trabajos realizados en el diseño
de las políticas sociales de los países de la región.
En este contexto, el Seminario Latinoamericano de
Pobreza y Política Social socializó los resultados alcanzados
entre académicos, políticos, investigadores y representantes
de la sociedad civil y política.
Los especialistas en temas de pobreza y desigualdad en
América Latina participantes fueron:
1. Dra. Nora Lustig (Samuel Z. Stone Professor of
Latin American Economics in the Department of
Economics at Tulane University)
2. Dr. Joao PedroAzevedo (Unidad de Pobreza para
América Latina del Banco Mundial)
3. Dr. Fernando Filgueira (representante auxiliar de
unfpa, Uruguay)
4. Juan Carlos Moreno Brid (director adjunto de la
Sede Subregional México de la cepal), quien asistió
en representación de Alicia Bárcena (secretaria
ejecutiva de cepal)
5. Dr. Luis Beccaria (director de la División de Estadística y Proyecciones Económicas de la cepal)
6. Dr. Juan Carlos Feres (jefe de la Unidad de Estadísticas Sociales de la División de Estadística y
Proyecciones Económicas de la cepal)
7. Ana Sojo (oficial de Asuntos Sociales de la División
de Desarrollo Social de la cepal, Santiago de Chile)
8. Dr. Simone Cecchini (oficial de Asuntos Sociales
de la División de Desarrollo Social, cepal)
9. Dr. Edgar Ramírez, como representante del Lic.
Heriberto Félix Guerra, titular de la Secretaría de
Desarrollo Social del Gobierno federal de México.
El funcionario además fungía entonces como director
general de Análisis y Prospectiva de la Secretaría de
Desarrollo Social del Gobierno federal.
10.Dr. Fernando Cortés (investigador y consejero
académico del coneval y profesor investigador de
El Colegio de México)
11. Dra. Graciela Teruel, asignada como representante del
Dr. Gonzalo Fernández Licona, secretario ejecutivo
del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (coneval) del Gobierno federal.
Además, la Dra. Teruel es integrante del Comité
Directivo de coneval y profesora de la Universidad
Iberoamericana Ciudad de México.
12. Dr. Alfredo Sarmiento Gómez (director de Economía y
Desarrollo de la Universidad de los Andes, Colombia)
13. Dr. Isidro Soloaga, profesor investigador y coordinador académico del cee, El Colegio de México
14. Dr. Rodolfo de la Torre, coordinador de la Oficina de
Investigación en Desarrollo Humano en México
del pnud
14
Otoño - Invierno 2011
15. Mtra. Miriam Arabian Couttolenc (titular de la
Secretaría de Desarrollo Social del gobierno del
estado de Puebla, México)
Además, por parte de ausjal, participaron los siguientes
panelistas:
1. Aloísio Ruschensky, unisinos
2. David Martínez, uia León
3. Esteban Nina, Javeriana de Bogotá
4. Francisca Gallegos, Universidad Alberto Hurtado
5. Iván Patiño, uia León
6. Mariana Naranjo, puce
7. Mauricio de Maria, uia Ciudad de México
8. Miguel Reyes, uia Puebla
9. Sergio Lijtenstein, Universidad Católica de Uruguay
10. Tito Lacruz, Universidad Católica Andrés Bello
de Venezuela
Conclusiones generales
Entre los temas que más permitieron el debate estuvieron
los relacionados con la metodología del documento y la
integración de los resultados. Al respecto, es necesario
señalar que los resultados obtenidos entre un país y otro,
así como para futuros ejercicios de análisis de la estructura
de heterogeneidades y riesgos sociales en un mismo país
no son comparables en términos estadísticos, pero sí
conceptuales. El ejercicio estadístico de análisis multivariado
(componentes principales no categóricos) para un país
capta un impacto relativo de cada dimensión respecto a las
demás y en ese momento en el tiempo, lo que hace que la
realización del mismo ejercicio para otro país en el mismo
periodo o para el mismo país, pero en otro tiempo, agrupen
los pesos de cada dimensión en relación con la realidad de
ese momento. Esta condición limita la investigación en los
planos de tiempo y espacio. Particularmente, en el caso del
primero, presenta un escenario estático de la arquitectura
de heterogeneidades sociales, haciendo incomparables los
resultados estadísticos de un momento de análisis con el
del periodo siguiente, pues lo que obtenemos no son las
características particulares de individuos, estratos o grupos
sociales, como convencionalmente se ha utilizado en las
investigaciones sociales, sino a través de conglomerados
sociales que se encuentran en condiciones de vida particulares (y, por tanto, similares), y que los hacen diferentes
de otros conglomerados existentes dentro de un mismo
momento histórico.
Por esto la comparabilidad se funda en la comprensión de
las heterogeneidades y riesgos sociales como una descripción de estructuras de inequidad social que en el tiempo
pueden o no haberse modificado. Es decir, las dimensiones
que dan lugar a la estructura de heterogeneidades en los
hogares generan fenómenos sociales distintos en sustancia
y no sólo estadísticamente. Por ejemplo, si producto de
su estructura social inequitativa, en México o Brasil se
generan fenómenos como la informalidad o la precariedad
laboral en un momento del tiempo específico, lo importante
sería notar si en otro momento y como producto de alguna
política pública la estructura de heterogeneidades y riesgos
sociales reproducen el fenómeno de la informalidad o
precariedad laboral o estamos en presencia de nuevos fenómenos derivados de la condición anterior. Lo mismo puede
aplicarse cuando se trata de comparar resultados entre países
en un mismo periodo.
Por tanto, la estructura de riesgos sociales no puede
derivarse sólo bajo una dinámica evolutiva (que suponga
que gradualmente se eliminará el riesgo) o constrictiva
(que parta de la existencia permanente del riesgo), sino
que debe sustentarse en las condiciones existentes en
momentos históricos específicos que permitan determinar
la efectividad de las políticas públicas aplicadas para atender
y resolver o aminorar el impacto de variables concretas en
las condiciones de heterogeneidad social.
En los últimos años, las políticas focalizadas de transferencias condicionadas se han presentado como emblema de la
política social en casi toda América Latina, dejando de lado o
promoviendo la anulación de políticas sociales de corte universal que atiendan de manera más adecuada esa estructura
de heterogeneidades-riesgos. Aunque se conoce la existencia
de estudios que muestran mejora en ciertas condiciones de
vida como la estatura o asistencia escolar, es innegable que esa
estrategia no tiene los mejores resultados para cuando se habla
no sólo de bienestar desde un enfoque individualista, sino del
bienestar y los derechos sociales de una nación.
Asimismo, la evidencia histórica muestra que la aplicación de una política social de focalización, en conjunto
con una política económica de liberalización económica,
si bien puede reducir de manera temporal la pobreza monetaria, no necesariamente tendrá un impacto permanente
sobre las condiciones de vida de estos hogares.
El punto es no enjuiciar de entrada tales políticas, sino
registrar el hecho irrefutable de la incapacidad de las mismas, bajo las condiciones actuales de su instrumentación,
para atender efectivamente y de forma integral los factores
que originan los riesgos sociales.
Finalmente, y de manera específica, es necesario señalar que, pese a que los funcionarios del Gobierno federal
de México conocen la publicación, y solicitaron acceso a
materiales complementarios del Seminario, con base en lo
antes expuesto no coinciden con las conclusiones del informe, las cuales concentran el foco de atención en los riesgos sociales. Por su parte, los representantes del Gobierno
federal (tanto de la Secretaría de Desarrollo Social como
de coneval) defienden una política social basada sólo en
las transferencias condicionadas, como Oportunidades, las
cuales corresponden a una estrategia de focalización que,
como se ha señalado antes, no ataca los riesgos sociales
vinculados a las heterogeneidades.
“En los últimos años,
las políticas
focalizadas de
transferencias
condicionadas
se han presentado como emblema
de la política social en casi toda
América Latina,
dejando de lado o promoviendo
la anulación de políticas sociales
de corte universal que atiendan de
manera más adecuada esa estructura
de heterogeneidades-riesgos.
”
15
Al comienzo del
milenio,
nuevo
los escenarios
esperados en América Latina
eran poco optimistas. Hoy, al
inicio de la segunda década
del siglo xxi, la perspectiva es
bastante más
positiva,
a
pesar de la crisis internacional
de 2 0 0 8-2009.
16
Otoño - Invierno 2011
El presente documento aparece como Resumen ejecutivo del Informe del Observatorio
Latinoamericano de Pobreza de ausjal 2010, el cual es resultado de la investigación e
iniciativa de la Red de Homólogos de Pobreza de la Asociación de Universidades
Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (ausjal): “Observatorio sobre
Pobreza de América Latina”. Para la elaboración de los casos nacionales se realizaron dos
componentes cuyos coordinadores fueron Tito Lacruz, de Venezuela (Heterogeneidades
Sociales) y David Martínez, de la uia-León (Riesgos Sociales).
A partir de abril de 2010, con los resultados de cada componente, fueron
elaborados bajo la coordinación de la Red de Homólogos de Pobreza de ausjal, a
cargo de Miguel S. Reyes, los nueve casos nacionales que dan cuenta de la estructura
de heterogeneidades sociales, riesgos sociales y políticas públicas en cada uno de
ellos: Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana,
Uruguay y Venezuela.1
El documento que se publica en este número fue elaborado por Mariana Naranjo
Bonilla de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, con aportes y retroalimentación
de los miembros de la Red, y que finalmente fueron incorporados por Miguel S. Reyes
Hernández de la uia Puebla.
Puede consultarse la publicación final de los resultados del Observatorio en la siguiente
liga: http://www.ausjal.org/tl_files/ausjal/images/contenido/Investigacion/Observatorio%20de%20la%20Pobreza%20DEF.pdf
L
os estudios de caso desarrollados dentro del marco de la investigación
conjunta de la Red de Homólogos de Pobreza de la Asociación de
Universidades confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina
(ausjal) describen las diferentes formas de vida de la población latinoamericana,
haciendo uso de metodologías factoriales sobre datos de índole social y
económica de las encuestas de hogares de los países de la región; en la mayoría
de los estudios se construyeron series de conglomerados de hogares –o de
clúster– en torno a las variables que en cada país eran las más pertinentes
para establecer dicha estratificación.
1 El trabajo de coordinación contó con los invaluables apoyos de los responsables de cada
caso nacional: Aloísio Ruschensky (Universidad do Vale do Rio dos Sinos de Brasil), Esteban
Nina (Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá de Colombia), Francisca Gallegos (Universidad
Alberto Hurtado de Chile), Mariana Naranjo (Pontificia Universidad Católica del Ecuador
de Ecuador), Mario Iván Patiño Rodríguez Malpica (de la Universidad Iberoamericana-León
en México), Mónica Muñoz-Najar (Universidad del Pacífico de Perú), Jenny Torres (Instituto
Filosófico Pedro Francisco Bonó de la República Dominicana), Sergio Lijtenstein (Universidad
Católica del Uruguay) y Tito Lacruz (Universidad Católica del Táchira de Venezuela), los cuales
mantuvieron un activo trabajo en el desarrollo de la investigación y en los resultados alcanzados.
17
Por tanto, más que un estudio de pobreza, el trabajo en su conjunto constituye un análisis de las formas
de segmentación o estratificación social de la población. Se trata entonces de establecer conglomerados
poblacionales cualitativamente representativos de las disparidades en las condiciones de vida de cada país,
que en definitiva representa un modo distinto de analizar la desigualdad presente a partir del análisis y
segmentación de las heterogeneidades que coexisten en una misma realidad nacional. Esto se realiza a través
de la creación de la estratificación social y su representación en ámbitos geosociales, que muestran el
nivel de desarrollo urbano-regional que finalmente constituye la estructura diferencial de las oportunidades
a las que las personas tienen acceso.
Si bien no es un estudio de pobreza en el que se establece una línea a partir de la cual se clasifican los
hogares en pobres y no pobres, dicha estratificación permite identificar tipos de hogares que se ordenan de
forma jerárquica de acuerdo con el grado de precariedad relativa o no de las variables asociadas con las
condiciones de vida en los ámbitos de: vivienda y servicios conexos, acceso al patrimonio físico, a la
educación, la inserción laboral y el nivel de ingreso.
Cabe destacar que los estudios de caso –que se presentan más adelante en extenso– contienen un análisis
de contexto económico y social en el que se inscriben los riesgos sociales de cada país, además de un amplio
análisis de las políticas sociales aplicadas en los nueve países investigados para enfrentar dichos riesgos; es
decir, los informes en extenso rebasan los aspectos que destacamos en este resumen ejecutivo, el cual enfatiza
muy brevemente sólo en los principales hallazgos relacionados con la estratificación, por ser el aporte más
novedoso del trabajo, y por razones de espacio, que no permiten recoger más ampliamente los diversos
aspectos tratados en la investigación conjunta.
Fotografía: Morguefile.com
18
Otoño - Invierno 2011
El contexto latinoamericano
Los resultados del estudio que se presentan en adelante
se inscriben en el contexto económico y social que a
continuación se expone.
Al comienzo del nuevo milenio, los escenarios esperados
en América Latina eran poco optimistas. Hoy, al inicio de la
segunda década del siglo xxi, la perspectiva es bastante más
positiva, a pesar de la crisis internacional de 2008-2009.
Además, gracias a una década de mejoría económica y social
en la región como un todo, y a la recuperación del dinamismo
en 2010, también el apoyo a la democracia ha crecido.
Los programas de combate a la pobreza, a la desnutrición,
a las carencias de salud y educación, en el marco de los
Objetivos del Milenio y de los propios programas nacionales
de gobierno de los países de la región, han tenido al menos
ligeros impactos positivos. Sin embargo, Latinoamérica
sigue enfrentando, hoy como ayer, una serie de viejos y
nuevos retos que pueden agravarse en la década que se inicia.
El crecimiento económico es frágil, y el ahorro interno y
la inversión son insuficientes para generar los empleos que
demanda una creciente población y la participación eficaz
en la sociedad mundial del conocimiento. Romper el círculo
vicioso de la pobreza exige un crecimiento sostenido a tasas de
6 o 7% anual durante toda la próxima década. El crecimiento
reciente de la región se ha debido a una mayor demanda
de materias primas agropecuarias, energéticas y minerales
por parte de China, India y otras naciones emergentes y las
consecuentes alzas en sus precios internacionales; no a una
mayor expansión o competitividad de las manufacturas y
servicios de mayor valor agregado y contenido tecnológico.
Tras de una mejora en los primeros ocho años de la
década, en 2009 la incidencia de la pobreza alcanzó todavía
a 33% de la población, incluido el 13.3% en condiciones de
pobreza extrema o indigencia. Esto significó 183 millones
de pobres y 74 millones de indigentes. Si bien la crisis no
afectó a la región tan severamente, como en ocasiones
pasadas, gracias a las políticas contracíclicas emprendidas
por la mayoría de los gobiernos de la región, el número de
pobres y de indigentes aumentó en 3 millones de personas.
América Latina y el Caribe sigue siendo la región más
desigual del planeta. Si bien en los últimos años se ha presentado una ligera tendencia hacia una menor concentración, en términos generales, los ingresos captados por los
cuatro deciles más pobres son, en promedio, menos de 15%
del ingreso total, mientras que el decil más rico capta alrededor
de un tercio del ingreso total de los países. No obstante,
igualdad social y dinamismo económico no están reñidos
entre sí y el gran desafío es encontrar las sinergias entre ambos.
1. El caso nacional de Brasil
El estudio constató las condiciones propias de áreas urbanas
segregadas, caracterizadas por tener elevada concentración
de personas en la misma condición socioeconómica. Los
rasgos que conforman la segregación de esta población
comprenden: 1) el valor del mercado inmobiliario, que
delimita el acceso o lo segmenta jerárquicamente; 2) el costo
elevado de la vivienda en proporción a la renta, que impacta
la disponibilidad de acceso al consumo; 3) los riesgos para
la salud, que todavía se suman e impactan la capacidad de
trabajo y rendimiento en el desarrollo de las capacidades
intelectuales; 4) la usual distancia en el acceso al mercado de
trabajo, como reflejo de un transporte colectivo deficitario;
y 5) el performance del déficit escolar, que es expresión de la
descalificación de los trabajadores para ingresar al mercado
de trabajo, el cual incluye ya elevados requisitos en cuanto
al manejo de nuevas tecnologías.
En Brasil, el déficit de vivienda –en las últimas dos décadas–
se calcula en aproximadamente 11 millones de viviendas.
En cuanto al beneficio del agua potable, la dinámica social
permite acceso a 98% de la población brasileña. El saneamiento
básico y la recolección de los residuos domésticos solamente
atienden cerca de 20% de los residuos domésticos líquidos,
destinados a la red recolectora específica y tratados de
forma adecuada.
La investigación evidencia las difíciles condiciones de
pobreza en que viven cerca de 40 millones de personas, y
refleja la complejidad de la realidad brasileña y el distanciamiento de la esfera gubernamental en el objetivo de superar
la pobreza a través de sus proyectos históricos y sus respectivas
políticas sociales.
El estudio también resalta la emergencia de la temática
de la pobreza como una cuestión social y las desigualdades
como una problemática relevante. En este sentido señala que
es sumamente importante investigar y analizar las fuentes de
generación de las brechas sociales y las formas de atención a
grupos heterogéneos.
2. El caso nacional de Colombia
El informe del estudio de caso de Colombia titulado
Desigualdad de oportunidades, vulnerabilidad y política social
presenta una caracterización de la estructura de riesgos y
las vulnerabilidades de la población colombiana que deben
tenerse en cuenta para analizar y evaluar los resultados
de políticas sociales de los gobiernos colombianos en la
última década.
Entre los principales hallazgos de la aplicación de la
metodología de análisis factorial, para medir las heterogeneidades al interior de la sociedad colombiana, se encuentra
la identificación de siete estratos o bloques intranacionales.
Como conclusión general del análisis factorial e identificación de heterogeneidades intranacionales aplicado para
Colombia, los autores afirman que aunque la cobertura de
los servicios sociales de educación, salud y servicios básicos
domiciliarios (saneamiento básico, alcantarillado y acueducto,
y energía eléctrica) ha avanzado en los últimos 20 años –a
partir de la nueva Constitución Política de 1991, por la que
el Estado Social de Derecho se volvió el garante de los
derechos sociales, económicos y culturales–, siguen existiendo
muchos municipios y ciudades pequeñas que no alcanzan a
19
disfrutar o beneficiarse de los servicios sociales gubernamentales
ni de las condiciones mínimas de vida digna y, por otro lado,
hay una desigualdad elevada entre los grupos sociales o bloques
intranacionales ricos y pobres.
El bloque o segmento de la sociedad con el mayor nivel de
condiciones de vida está integrado por los sectores ricos de las
principales ciudades de Colombia: Bogotá, Cali, Medellín,
Barranquilla y Bucaramanga, las cuales concentran 22%
de los hogares. En cambio, los tres bloques más pobres que
agrupan el mayor número de municipios y ciudades pequeñas
casi concentran 23% del total de hogares. Las diferencias
entre el bloque de mayor nivel de vida y el bloque de pobreza
extrema son claras: mientras las condiciones de vida promedio
de los municipios en extrema pobreza proyectadas en un
índice es de 22.3 sobre 100 en promedio, el de los municipios
más ricos llega a 91.3. En medio de estos bloques significativamente desiguales se encuentran tres bloques intermedios,
en los cuales hay un puntaje en el índice medio superior a
59 y menor a 86 sobre 100.
Los bloques con mayor nivel de vida, a los cuales se les
denomina bloques 7 y 6, están distribuidos en la ciudad
de Bogotá, también en las 23 ciudades con una población
superior a 100 mil habitantes. Esto equivale a la población que vive en las mejores áreas de las zonas urbanas
de las grandes urbes y de las ciudades intermedias, con
las mejores condiciones de vida, definidas por la calidad
de su vivienda –en su mayoría son apartamentos–, un
entorno de vivienda con una dotación o equipamiento de
infraestructura de servicios públicos y privados de la más
alta calidad; adicionalmente los miembros de estos hogares
cuentan con un nivel educativo de posgrado y con empleos
e ingresos altos.
Otros bloques predominantes en las zonas urbanas son
los bloques 5 y 4, aunque están igualmente distribuidos en
toda Colombia. En el extremo opuesto, los bloques 1 y 2,
con los menores niveles de vida o en mayor condición de
pobreza extrema, están ubicados predominantemente en las
zonas rurales dispersas de las regiones del Pacífico y Atlántico
colombiano, donde habitan poblaciones afro descendientes
e indígenas.
En relación con las características de la población hay
también diferencias importantes: en los 200 municipios de
las zonas rurales más pobres y dispersas, la mayoría de los
jefes de hogar son analfabetos o no concluyeron la educación
primaria. Esto contrasta con los grupos más ricos de las
cuatro ciudades más importantes de Colombia (Bogotá,
Cali, Medellín y Barranquilla). Igualmente hay diferencias
a nivel de vivienda; en cuanto al acceso a servicios públicos
la desigualdad es fuerte: los habitantes de los municipios de
los bloques 1 y 2, de pobreza extrema, no conocen o no
tienen acceso al acueducto, no alcanzan a tener ni siquiera
una letrina para la eliminación de excretas y cocinan con
leña; su vivienda es de materiales precarios y el indicador de
hacinamiento muestra que en este grupo de municipios es
común encontrar más de cinco personas por habitación.
20
Otoño - Invierno 2011
En cambio, en el bloque de mayor nivel de vida, la situación
es opuesta: se ha logrado una cobertura de 100% de los
servicios públicos de acueducto, alcantarillado y energía
eléctrica o gas para cocinar, y las viviendas están, en promedio,
construidas con materiales adecuados y de lujo.
Sintetizando, bajo este contexto de desigualdad de
condiciones de vida entre bloques intranacionales, en
Colombia las políticas sociales, encaminadas a promover el
desarrollo social y los derechos sociales, presentan resultados
insuficientes y exiguos, configurando grupos poblacionales
cada vez más pobres, excluidos, contravenidos en lo que
se refiere a la validación de sus derechos, limitados en sus
posibilidades socioeconómicas y en el acceso a servicios
sociales, desposeídos y desprotegidos, perpetuando así sus
condiciones de vulnerabilidad.
Esta situación es particularmente aguda para la población
en situación de desplazamiento forzado por el conflicto
armado interno. Para los grupos desplazados, la política
social, los programas y los proyectos desarrollados para
atender a la población en pobreza extrema y desempleo,
muestran sus limitaciones y la incapacidad del Estado para
atenderlos en forma adecuada, oportuna y suficiente, y el
incremento de los riesgos asociados con las crisis climáticas
e inundaciones agudiza el problema.
3. El caso nacional de Chile
Chile ha demostrado avances importantes en diferentes
aspectos del desarrollo; sin embargo, este diagnóstico se pone
en cuestionamiento cuando en el estudio aquí desarrollado
–con base en datos de corte longitudinal a través de las
encuestas Casen 1996, 2001 y 2006– se afirma que alrededor
de 40% de la población ha estado en algún momento bajo
de la línea de pobreza. También debido a que la desigualdad
se ha mantenido estable entre 1990 y 2009, dando como
resultado un coeficiente de Gini de 0.5, o un índice 10/10
que indica que el 10% más rico de la población gana
46 veces más que el 10% más pobre de la población
(Mideplan, 2010).
En consideración con estos elementos, el estudio de caso
chileno presenta una aproximación a un sistema de estratificación social a partir de las características observadas entre los
diferentes tipos de hogares presentes en Chile. Se identificaron
cinco tipos de hogares, el tipo de hogares con una menor
proporción corresponde a aquellos con una buena situación
en general (13%). Luego le siguen hogares con capital educativo (17%) y hogares con el trabajo como el activo generalizado
(18%). Ahora, es posible observar que la mitad restante de la
población se divide entre hogares con capital laboral del jefe
de hogar y aquellos con mala situación en general, correspondiéndoles 26% del total de los hogares a cada uno.
1. Hogares con capital educativo. Destacan por presentar un
alto nivel educacional tanto del jefe del hogar como de sus
padres, mientras que en relación con el empleo, la tenencia
de bienes, la materialidad y la conectividad de la vivienda se
mantienen en una posición intermedia.
Fotografía: Morguefile.com
En Chile “se afirma que alrededor de
momento bajo de la línea de pobreza”.
40% de la población ha estado en algún
21
2. Hogares con mala situación general.
Resalta en ellos el bajo nivel educacional
del jefe del hogar y de sus padres, y
también registra bajos valores en empleo
del jefe y de los integrantes del hogar,
así como en bienes y en materialidad de
la vivienda. En el único aspecto en que
este tipo de hogares se encuentra mejor
posicionado es en la conectividad a los
servicios básicos.
3. Hogares con capital laboral del jefe
del hogar. Se caracterizan por presentar
un alto puntaje en empleo del jefe de
hogar; sin embargo, tanto en el trabajo del
mismo como en el del resto del hogar
presenta valores disminuidos y también
menor que los otros grupos en cuanto
a bienes y materialidad de la vivienda.
Podría destacarse que estos hogares presentan un puntaje levemente mayor en
la conectividad a los servicios básicos.
4. Hogar con trabajo como activo generalizado. Este tipo de hogares destaca
por el alto puntaje en el empleo de los
miembros del hogar; sin embargo, en
cuanto a tenencia de bienes, empleo
y educación del jefe del hogar y de
sus padres se ubica en una posición
intermedia. Mientras que en cuanto
a materialidad y conectividad de la
vivienda, presentan valores bajos.
5. Hogar con buena situación general. Este
conglomerado se destaca por presentarse
con valores altos en cuanto al empleo del
jefe de hogar, tenencia de bienes y materialidad de la vivienda, a su vez presenta
considerables puntajes en educación del
jefe del hogar y de sus padres. Sin embargo, obtiene puntuaciones intermedias en
cuanto a características laborales del resto
de los integrantes del hogar y bajo nivel
en conectividad a los servicios básicos. De
todos modos, este grupo es el que a modo
general presenta la mejor situación.
Una de las principales conclusiones de
este caso refiere que la característica principal de la población chilena, más que su
pobreza, es su condición de vulnerabilidad
en el sentido propuesto por el enfoque
aveo. Esto es, por un lado, en términos
de una baja dotación de activos que les
impiden acceder a la estructura de oportunidades y, por otro lado, de un conjunto
de nuevas barreras del mercado que alejan
a los hogares de dicha estructura.
22
Otoño - Invierno 2011
4. El caso
nacional de Ecuador
Para el caso ecuatoriano, los resultados de
la aplicación de la técnica estadística
multivariante de análisis de conglomerados jerárquicos y correspondencias
múltiples identificaron seis tipos de
hogares:
1. Hogares tipo 1, en condiciones de alta
precariedad. A este tipo pertenecían 253
mil 728 hogares ecuatorianos (7.4%
del total de hogares encuestados:
3 millones 447 mil 092 personas). Se
caracterizaban por vivir con carencias
extremas: cerca de 80% de los jefes del
hogar no tenían ningún nivel de instrucción, variable altamente diferencial
con respecto al resto de los estratos.
Adicionalmente, 90% de los jefes del
hogar tenían una ocupación por cuenta
propia o eran jornaleros y participaban
principalmente en la agricultura. El
promedio de ingresos mensual de este
tipo de hogares era 118 dólares, y en su
mayoría se encontraban subempleados.
El origen de 54.7% de estos hogares era
mestizo y en 36.3% era indígena. Esta
variable no constituía un discriminante
de la tipología de hogares.
Estos resultados reflejan el nivel de
exclusión extremo en que vivían estos
hogares, pues han sido marginados de
los principales servicios que promueven
niveles mínimos de bienestar. Por tanto,
podríamos clasificar a este tipo como
de pobreza multidimensional severa.
2. Hogares tipo 2, en condiciones de precariedad media. A este tipo pertenecían
15.2% de los núcleos familiares de
Ecuador en 2008 (523 mil 325 hogares).
Este grupo presentaba dimensiones
graves de privación aunque en menor
magnitud que los hogares del tipo 1.
La mayor parte de los jefes de hogar de
este tipo tenía apenas educación primaria
(75%) y 14.6% de ellos no tenía ningún
nivel de instrucción.
Dentro de este estrato, los jefes de
hogar se ocupaban principalmente en
actividades agrícolas por cuenta propia
–más de 67% de los trabajadores– y
como jornaleros o peones asalariados.
El salario promedio era de 155 dólares
mensuales, equivalente a 1.3 veces el
salario promedio de los hogares tipo 1.
Por lo tanto, si bien los hogares tipo
2 se encontraban en mejor situación
que los hogares del tipo 1, todavía
mantenían importantes privaciones,
por tanto este estrato incluía a hogares
en situación de vulnerabilidad.
3. Hogares tipo 3, en condiciones de
precariedad. Este tipo estaba integrado
por 767 mil 785 hogares (22%) en 2008,
y presentaba un mayor nivel de desarrollo
personal que los del tipo 2. El 80% de los
jefes del hogar tenía instrucción primaria
y 20% secundaria.
Estos jefes del hogar trabajaban en
actividades por cuenta propia (38%),
como jornaleros u obreros privados (28%
y 25%, respectivamente) y participaban
en actividades agrícolas (32.5%), construcción (13.7%) y comercio (14%). En
este caso, los jefes del hogar representaban
mano de obra calificada y percibían
ingresos promedios de 202 mensuales.
4. Hogares tipo 4, en condiciones
aceptables. En 2008, en este tipo se
ubicaban 32% de las unidades familiares del país (1 millón 102 mil 970
hogares). La mitad de los jefes del hogar
(49%) tenía instrucción secundaria y
la otra mitad únicamente educación
primaria (47%). Esta variable marca la
diferencia frente al comportamiento de
los hogares tipo 2 y 3, en los cuales cerca
de 80% de los jefes del hogar sólo tenían
educación primaria; y con el tipo 1, en
el cual 80% de los jefes de hogar no
tenían ninguna instrucción.
Estos jefes de hogar se ocupaban
como empleados del sector privado y en
actividades por cuenta propia relacionadas principalmente con el comercio, la
manufactura, el transporte y otros; esta
variable también diferenciaba el comportamiento de los hogares tipo 1 y 2,
en los cuales la mayor parte de sus jefes
de hogar trabajaba en actividades agrícolas
por cuenta propia o como peones.
5. Hogares tipo 5, en condiciones de comodidad mínimas. Para 2008, 17% de los
hogares del país se ubicaban en esta
división (569 mil 608 familias). Más de
la mitad de los jefes del hogar registraba
educación superior (56%) y un porcentaje elevado (30.4%) reportó educación
secundaria; en los tipos anteriores,
los hogares con educación superior no
representaban ni 4%. Estos hogares
se ocupaban en su mayoría como empleados del sector privado (37.2%), en
actividades por cuenta propia (26%) o
eran patrones (22%).
En este estrato, los jefes de hogar participaban principalmente en los sectores de
comercio, manufactura y otros, pero no
en el sector de agricultura característico
de los hogares tipo 1, 2 y 3. Adicionalmente, el ingreso promedio de estos
jefes de hogar era de 840 mensuales. El
nivel de instrucción marca un comportamiento diferencial de este estrato frente
al resto de hogares, así como también la
categoría de ocupación y la rama de actividad en que se ocupa el jefe del hogar.
6. Hogares tipo 6, en condiciones óptimas
de habitabilidad. Este tipo de hogares
representaba 6.7% de las unidades familiares del país en 2008 (229 mil 676).
Este segmento de la población presentaba
los mejores comportamientos en las variables analizadas. Entre sus características
destacan que sus jefes de hogar tenían
mayoritariamente educación superior
(70%), y en su mayoría se dedicaban
a actividades de gobierno o administración pública (96%) y del sector privado
(3%). Vivían en casas o departamentos
con dotación completa de servicios, el
piso de la vivienda en este estrato es
de duela u otros materiales de calidad
superior, en general disponen de todos
los servicios y comodidades, y el ingreso
promedio de los jefes del hogar era de
871 dólares mensuales.
El comportamiento de las variables líderes o que marcan un comportamiento
diferente es similar a los descritos para los
hogares tipo 5; sin embargo, se registraron
diferencias sustanciales en la categoría de
ocupación y la rama de actividad de este
grupo frente a los del tipo 5 y los demás
hogares, pues los de este estrato trabajaban fundamentalmente en actividades
gubernamentales (96%).
Al examinar la tendencia de la estratificación de 2006 a 2008, encontramos
que las características de cada tipología
empeoraron en cuatro estratos y en los
dos estratos restantes se mantuvieron. Del
estudio se desprende que se mantenían
importantes desafíos para cerca de la
mitad de los hogares de Ecuador (45%).
Por otro lado, al determinar los ámbitos geosociales se identificaron seis
regiones: rural dispersa, rural, urbana
media, urbana menor, urbana mayor
y urbana, cuyos niveles de carencias o
bienestar estaban altamente relacionados
con el tipo y nivel de actividad económica y con el encadenamiento de dichas
actividades dentro de cada región. Al
respecto, el bloque regional 4 (El Oro)
constituyó una referencia en la que
el encadenamiento de las actividades
productivas ha permitido promover
mayor bienestar para la población.
La investigación realizada para
el caso ecuatoriano muestra que su
población enfrentaba dos riesgos fundamentales –entre otros– íntimamente
relacionados: i) el bajo nivel educativo,
y ii) la baja calidad del empleo (reflejado
en la categoría ocupacional según rama
de actividad). En este sentido, en 2009,
tenemos que 93.3% de la población había
completado la primaria; 51.3% la secundaria, y sólo 17.5% la educación superior;
además, entre 1995 y los primeros años
de este siglo se había observado cierto
estancamiento en las tasas de matriculación primaria y secundaria.
No obstante, al comparar 2006 con
2009, los indicadores de cobertura desagregados por autodeterminación étnica
indicaban que –a nivel general– la inequidad se ha reducido, pues los diferentes grupos étnicos –y de manera especial
los indígenas y afroecuatorianos– han
incrementado su tasa de matrícula de
educación básica.
Por su parte, los datos de subempleo
refuerzan el hallazgo en el sentido de resaltar este factor como un riesgo social
importante; los datos indicaban que una
proporción mayoritaria de la pea está
subempleada (58.1% en 2008), en el
sector rural el porcentaje es significativamente mayor pues alcanza 77%, lo cual
es indicativo de que, en general, no se ha
logrado mejorar la calidad del empleo.
5. El caso
nacional de México
Siguiendo la metodología del proyecto
ausjal, para el caso mexicano se construyó una serie de estratos de hogares,
agrupados en torno a cuatro tipos de
riesgos que permiten un mejor entendimiento de la situación social de los
grupos excluidos en México, desde un
enfoque universalista y ciudadano del Estado social. Los riesgos identificados son:
1. Riesgos de clase y etnia. Caracterizados
por la escasez de trabajo y las condiciones
de precariedad laboral, la pertenencia a
grupos indígenas, la segregación espacial
por zonas geográficas, la precariedad en
servicios de educación y salud, incluyendo la salud mental, la migración y
la brecha tecnológica.
2. Los riesgos de trayectoria vital y condición física. Incluyen la vulnerabilidad
infantil, la vulnerabilidad juvenil, la
vulnerabilidad de adultos mayores y
la vulnerabilidad por discapacidad.
3. Los riesgos transversales. Caracterizados
por las desigualdades de género, en
ingresos, decisiones políticas, salud sexual
y reproductiva, y violencia.
4. Los riegos globales. A ellos puede estar
expuesta toda la población del país,
caracterizados por la inseguridad, la violencia social, los riesgos socioambientales,
un marco jurídico desarticulado e inadecuado y la corrupción e impunidad
pública y privada.
Los cuatro grupos de riesgos de clase
se cruzan generando problemáticas
específicas, para diferentes hogares y
estratos, multiplicando las limitaciones
para superar la pobreza, de acuerdo con
las condiciones de vida de los hogares y
los individuos.
De las 35 variables consideradas
para la estratificación de las condiciones
de vida, ocho de ellas explican más de
una tercera parte de este impacto y 13
explican más de 50% de las heterogeneidades. Las heterogeneidades en las
condiciones de vida de los hogares de
México se explican fundamentalmente
por la pertenencia a los pueblos indígenas,
la tasa de dependencia y la segregación
espacial, la cual limita el acceso a centros
escolares y de salud.
El estudio de caso mexicano da cuenta
del aumento de las tasas de matriculación
y la disminución de la mortalidad infantil
que coexisten con graves problemas como
la desigualdad y la pobreza. Al menos
durante la última década, se ha mantenido casi intacta la estructura de riesgos
23
del país, que continúa anclando a la mayor parte de la población a una forma de vida precaria y sin posibilidades
de cambio, ya que los mecanismos de concentración de la riqueza no se han modificado.
Los riesgos de clase relacionados con la trayectoria vital y condición física no hacen más que reproducir y
potenciar las dificultades para que los hogares y los ciudadanos carezcan de posibilidades reales de ampliar
sus opciones de vida. En ese sentido, el esquema de política social, fundado en las transferencias monetarias condicionadas, ha mostrado no sólo ser ineficaz, sino que ha reproducido y potenciado los riesgos
sociales existentes o latentes en el país.
6. El caso nacional de Perú
La publicación del estudio de caso de Perú, si bien no responde a la metodología del Observatorio Latinoamericano de Pobreza, tiene un interés natural en cuanto a las condiciones de vulnerabilidad de ese país.
Los principales hallazgos del caso peruano se resumen en los siguientes aspectos:
1. En todos los indicadores, el área rural se encuentra en peores condiciones que el área urbana y la brecha
es amplia: el porcentaje de hogares cuyo jefe sólo ha completado la primaria es más del doble en zonas
rurales que en las urbanas, el subempleo por ingresos es tres veces mayor en las primeras y el porcentaje
que habita viviendas de piso de tierra es casi cinco veces mayor en el área rural que en el área urbana.
2. La zona que está en mejores condiciones es la ciudad capital, Lima Metropolitana; le siguen las regiones
de la costa (especialmente la costa sur) y con mayor rezago se encuentran las regiones de la sierra y la selva.
Las brechas resultan amplias cuando se comparan con Lima las distintas regiones, especialmente la sierra.
Luego de analizar la situación de los indicadores sociales tradicionales y las desiguales condiciones de
vida entre distintos grupos de la sociedad peruana, se bosqueja una estructura de los principales factores
de riesgo sociales para el Perú:
1. Desnutrición en la infancia, la cual se presenta como el riesgo que probablemente genera mayores costos
sociales y económicos por su gravedad.
2. Baja calidad en la educación básica, la cual indica que el incremento de la cobertura educativa no se ha
reflejado en la reducción de la pobreza, sino que más bien ha producido un deterioro en la movilidad social.
3. Bajo acceso a los servicios de salud (materna y en general), pues la atención recibida en el momento del
parto tiene un efecto importante sobre la reducción de la tasa de mortalidad materna.
4. Falta de empleo adecuado, pues un individuo subempleado no sólo gana menos de lo que le permitiría
cubrir una canasta básica de consumo, sino que en la mayoría de los casos se trata de empleados informales.
5. Falta de viviendas adecuadas, además de la falta de acceso a servicios públicos como alumbrado, desagüe y agua potable, así como también las viviendas no construidas con material
socialmente aceptable.
7. El caso nacional de Uruguay
Una primera mirada a los principales resultados del caso uruguayo sugiere que, en términos de condiciones
de vida, al interior de los clústeres se verificaron situaciones de diversidad significativas. No obstante, la
segmentación obtenida mediante los conglomerados presentó igualmente datos de interés que permiten
analizar la incidencia de los riesgos sociales.
Las diferencias en términos de edades de los(as) jefes(as) de hogar se asocian de modo inverso con los
niveles educativos alcanzados. Esto se refiere particularmente al clúster 2, que registró a jefes(as) de mayor
edad (más de 74 años en promedio). Este fenómeno es consistente con la expansión que en los últimos 30
años ha tenido el acceso a niveles secundarios y terciarios de educación, por lo que las generaciones más
jóvenes presentaron, en promedio, un mayor nivel educativo.
Lo mencionado anteriormente no impidió que el clúster 2 mostrara menor proporción de hogares en
situación de pobreza, lo que cabe asociar a su vez con el elevado grupo de jefes(as) jubilados(as) o pensionistas. Esto, junto con el fenómeno que mostró el dato sobre perceptores del total de integrantes del
hogar, explica la baja incidencia de la pobreza sobre este grupo (6.7%).
En un sentido inverso, el hecho de que la tasa de perceptores sobre el total de integrantes del hogar
del clúster 3 fuera la más baja, contribuyó a que fuera el que presentara mayor incidencia de pobreza
(29.7%), lo que significó que los hogares con jefes(as) más jóvenes fueran los que mostraran un mayor
tamaño promedio de integrantes (3.4 frente a un promedio general de 2.9). Esto contribuyó además
a una mayor presencia de menores, como por ejemplo en el clúster 3, que mostró un promedio
de 1.25, que dobla al general y multiplica por más de 10 veces el nivel promedio alcanzado por el
clúster 2 (0.11).
24
Otoño - Invierno 2011
Los diferentes clústeres se manifestaron no sólo en sus protecciones de ingreso y trabajo y en cómo se accedía a
bienes y servicios, sino que también se
diferenciaron en los comportamientos
reproductivos y en materia de emancipación y autonomía que presentaron
los jóvenes. En otras palabras, como ya
se ha planteado desde el Instituto de
Investigación sobre Integración, Pobreza
y Exclusión Social (ipes), aportaron en
forma diferencial a la reproducción
biológica y a la renovación generacional
del país. En este sentido resulta claro
que es el Uruguay vulnerado el que
carga con la reproducción biológica.
Como se observa en el documento
amplio, las mujeres en edad fecunda
postergan muy poco el inicio de la
reproducción y tienden a procrear un
número de hijos superior a los otros
estratos sociales del Uruguay.
En suma: mercado laboral, acceso
a bienes y servicios, fecundidad y
emancipación diferencian niveles de
vulnerabilidad en forma marcada y lo
hacen generando tres efectos negativos
para el bienestar agregado de un Uruguay
social que se pretende integrado, sustentable y funcional al desarrollo económico.
A modo de resumen, cabe señalar
que se ha producido en Uruguay un
creciente desacoplamiento entre la
cantidad, calidad y distribución del
riesgo social y la respuesta estatal
plasmada en su arquitectura de protección y bienestar social. Los riesgos
sociales en Uruguay muestran una
fuerte vinculación con las etapas del
ciclo vital. Esto ha llevado a un intento
de revertir este fenómeno; intento que
debe confrontar no sólo con los nuevos
riesgos sociales, sino con los corporativismos sectoriales existentes, que no
renuncian a mantener sus beneficios y
resisten la lógica universalista que guía
las reformas desde el Poder Ejecutivo.
A pesar de los esfuerzos que algunas
de las políticas implementadas realizan
al atacar la fuerte vulnerabilidad de
la infancia y el binomio madreshijos, la matriz de protección social
sigue mostrando un fuerte desbalance generacional. Asimismo, la
persistencia del acceso a servicios y
prestaciones a partir de la inserción
laboral formal del (la) jefe(a) de hogar,
mantiene en algunas de las reformas
la exclusión de beneficios de aquellos
sectores más vulnerables. Por otra
parte, el peso de la población de la
tercera edad y la amplia cobertura de
seguridad social en este sector, hace que
buena parte de los esfuerzos fiscales, así
como los mecanismos de incorporación
sucesiva de colectivos a las nuevas
prestaciones reproduzcan –cuando
no incrementan– el desbalance generacional del gasto público.
En el capítulo dedicado al caso
de Uruguay se analizan pormenorizadamente las características de las
reformas emprendidas, así como sus
alcances e insuficiencias.
8. El caso nacional de
República Dominicana
Único país del Caribe presente en la
investigación conjunta de ausjal, República Dominicana se caracteriza por un
retraso histórico en los procesos que han
sido comunes a los diversos países que
componen la región latinoamericana.
En el estudio se identificó la determinación de estratos sociales diversos,
inscritos en diferentes ámbitos geosociales que potencian o coartan las
capacidades de las personas y que
pueden marcar la diferencia entre el
tipo de vida que llevan las personas.
En República Dominicana, nacer en
un ámbito rural, lejano, de una provincia pequeña, sugiere de entrada
que el futuro de esa persona estará
asociado con no estudiar, trabajar
en ventas al por menor y vivir en el
riesgo extremo durante toda su existencia. Sin embargo, el nacer en la
capital potencia las posibilidades de
estudio, acceso a trabajos de mejor
calidad y a superar los riesgos con los
cuales se pudiese nacer.
Es un azar que el estudio pretende
contribuir a superar, a partir de la
potenciación de diseños que ayuden
a superar los riesgos propios del territorio, colocando a las familias en un
estado digno y robusto, libre de riesgo sin importar el ámbito en el que
se nace.
Los resultados de los ámbitos geosociales desnudan la existencia de espacios
geográficos prácticamente inexistentes
para las políticas públicas aplicadas en
República Dominicana. Así identificamos cuatro ámbitos o regiones con estas
características: 1) mediana, alejada, muy
rural; 2) remota, pequeña, rural baja;
3) pequeña, remota, rural baja; 4) rural
muy alta, alejada y pequeña. Todas
coinciden en que agrupan provincias
con poca población y alejadas de las
ciudades centrales.
Las provincias que se encuentran en
estos ámbitos corresponden a las tradicionalmente identificadas como las más
pobres. Sin embargo, la determinación de
los estratos promueve la existencia de una
situación de riesgo extremo en los cuatro
ámbitos, que coloca a las familias siempre
en un borde, fruto de los riesgos simultáneos que poseen.
El desarraigo, la invisibilidad, la carga
de estigmas que quiebran la concepción
de ciudadanía son riesgos que sufren los
dominicanos y que no son observados
en los análisis estadísticos, pero que
necesariamente deben ser parte del
diagnóstico que sirva de base a la implementación de políticas diferenciadas
a partir de los riesgos asociados con las
características específicas de los hogares
y a los que se encuentran presentes en
los territorios.
La presencia de tanta divergencia entre las posesiones materiales y en general
del disfrute de la vida, perfila a República Dominicana como un país productor
de inequidades y con una errada orientación en la implementación de políticas
públicas, que se han desarraigado de las
necesidades propias del territorio y han
olvidado aspectos culturales en los procesos de intervención.
La ubicación de los estratos robustos
se ubica en las ciudades centrales, que
concentran la inversión de los gobiernos, estableciendo una relación directa
entre cantidad de votos y cantidad de
inversión. Esta lógica ha primado durante los últimos 40 años, acorde con
lo establecido en la lógica desarrollada
en la implementación de las políticas
sociales, que se detallan en extenso en
el acápite correspondiente.
25
9. El caso
nacional de Venezuela
El caso venezolano es una muestra de la dificultad que se
presenta al analizar las condiciones deficitarias de vida y la
desigualdad a partir de indicadores unidimensionales como
la línea de pobreza. Venezuela, por su característica de
nación petrolera, presentó importantes logros en materia de
ingresos que se reflejan en el indicador de línea de pobreza
para el periodo 2004-2007. Esto no corresponde con mejoras
significativas en aspectos estructurales de las condiciones de
vida de la población, que se reflejan en otros indicadores
de pobreza como los de Necesidades Básicas Insatisfechas
(nbi), lo que hace previsible la poca sustentabilidad de las
mejoras alcanzadas en materia de ingresos, dado que éstas
no están basadas en un aumento de las capacidades y oportunidades, sino que responden en buena medida a un boom
petrolero, historia ya registrada y conocida en el país.
La pobreza de ingresos registrada en Venezuela muestra
cómo ésta aumenta considerablemente en épocas de contracción económica, pero su reducción se produce de forma
más lenta o gradual cuando se presentan los periodos de crecimiento o estabilidad económica, en relación directa con el
tema de los ingresos petroleros.
Haciendo uso de los datos de la Encuesta de Hogares, por
muestreo y mediante la aplicación de metodologías de análisis
multifactorial, se realizó una clasificación de los hogares de
acuerdo con variables asociadas con las condiciones de vida
en los ámbitos de vivienda y servicios conexos, patrimonio
físico, educación, inserción laboral, ingreso y características
de los hogares. Esta clasificación dio como resultado seis
tipos de hogares que se ordenaron de forma jerárquica de
acuerdo con el grado de precariedad relativa o no de las
variables analizadas. Las tipologías resultantes, al ser comparadas entre los ámbitos geosociales, aluden a que existían
diferencias significativas en las condiciones generales y de
desarrollo del entorno que condicionaban tanto la probabilidad de que un hogar, y en consecuencia sus miembros,
fuera pobre, así como sus capacidades y posibilidades para
superar dicha situación.
Este contraste, entre los tipos de hogar en términos de
sus condiciones diferenciales de vida y configuración por
ámbitos geosociales, pone nuevamente en relieve las profundas desigualdades existentes en el país, además de resaltar la
importancia del entorno en la conformación del mismo, determinado por las deficiencias y limitaciones existentes en el
nivel de consolidación de los servicios públicos, de infraestructura, salud, educación y de las condiciones sociales en
general. En términos más amplios, el entorno forma parte
de la estructura de oportunidades que permiten u obstaculizan las posibilidades de desarrollo de los individuos.
Hallazgos
comparativos y particulares
Tal y como podemos observar, aunque existen especificidades
en cada país por su estructura económica y social, así como
26
Otoño - Invierno 2011
por otro tipo de condicionantes propios de su desarrollo
histórico, hay factores comunes que en estos países han
generado disparidad de condiciones de vida entre los hogares
en situación de supervivencia y con múltiples carencias y
los hogares favorecidos por la dinámica de la formación
económico social del país. Características asociadas con
las condiciones estructurales de la vivienda (materiales
de construcción y tipo de vivienda), acceso a los servicios
(agua potable, drenaje, alcantarillado), escolaridad (promedio, del jefe del hogar y de las personas con más de 15
años), cobertura de servicios de salud (asegurados permanentes en el sistema de salud, número de consultorios y
de médicos), tipo de ocupación (asalariado, patrón o
empleado gubernamental) y posesión de ciertos activos
básicos del hogar (televisión, licuadora, lavadora, refrigerador o nevera) están presentes en gran parte de los resultados
de los casos nacionales abordados por el Observatorio. A
manera de ejemplo:
En México, Venezuela, Perú y Colombia las condiciones estructurales de la vivienda, el acceso a los servicios
conexos a ella y ciertos activos del hogar que indican un
cierto grado de acceso al desarrollo económico vía la
urbanización, son factores importantes en la generación de
divergencias en las condiciones de vida de los hogares. En
el estrato de hogares más rico en Colombia, “62% viven en
apartamentos y 37% en casas. Casi la totalidad, 98%, tiene como paredes bloque, ladrillo y madera pulida. Los pisos son 72% de baldosa, vinilo, tableta; 10% de alfombra
o tapete y 8% de material de mármol. El 99% tiene acceso
a redes de acueducto dentro de la vivienda, con servicio de
agua permanente las 24 horas de los siete días, lo mismo
en conexión del sanitario a redes de alcantarillado, varios
baños o sanitarios dentro de la vivienda. También, 98% de
los hogares cuentan con servicio de energía eléctrica”. En
el otro extremo, el del estrato de hogares en condiciones
de supervivencia:
...55% de estas viviendas tienen pisos de tierra o arena. Con paredes con madera burda y tablón, 39.9%.
No tienen acceso a energía eléctrica, 53%; tampoco
cuentan con redes de acueducto, 84%; y con la fuente
de agua fuera de la vivienda están 58%, los cuales utilizan el río, la quebrada, el nacimiento o el manantial.
No tienen acceso a redes de alcantarillado 99% de
los hogares, en 54% de los cuales el sanitario está por
fuera de la vivienda. El sitio de cocina está ubicado
en un patio o al aire libre en 30%, y el material para
cocinar predominantemente es leña, madera y carbón
de lecha en 94.4%.2
En Ecuador, Venezuela, México y Colombia, el nivel de
instrucción o educativo alcanzado por los jefes del hogar, así
como su ocupación son factores generadores de inequidades
2 Véase el caso nacional de Colombia.
3 Ídem.
4 Véase el caso nacional de Ecuador.
5 Según el caso nacional de Uruguay, “la evidencia señala que los
riesgos sociales en Uruguay han mostrado fuertes desplazamientos en
perjuicio de las personas de edades más jóvenes, los niños y las mujeres
jóvenes, especialmente aquellas con hijos”.
6 Según resultados del caso nacional de Colombia, “la vulnerabilidad de las mujeres, especialmente de las jefes de hogar, reside en
la inequidad que enfrentan en el mercado laboral (particularmente
En Ecuador,
Venezuela,
México
y
Colombia,
el nivel de instrucción
o educativo alcanzado
por los jefes del hogar,
así como su ocupación
son f a c t o r e s
generadores
de
inequidades
sociales.
Fotografía: Morguefile.com
sociales. Por ejemplo, en los hogares más pobres de
Ecuador, 80% de los jefes del hogar no tienen ninguna
instrucción; mientras que en el estrato de hogares más
rico, 65% cuentan con educación superior. Para el
caso de México, en los dos estratos de hogares más
pobres (47% de la población), más de la mitad de su
población mayor de 15 años no culminó la educación
básica (educación secundaria), en tanto esa cifra para
el estrato de hogares más alto, se ubica en cerca de
30% de su población (jefes de hogar mayores de 15
años). Adicionalmente, las personas que estudian alguna licenciatura o posgrado, están concentradas en 6%
de los hogares más ricos del país: 37% de los jefes de
hogar de este estrato cuentan con maestría o doctorado,
en tanto, ese porcentaje sólo es de 4% en el estrato
más bajo de los hogares. En Colombia, las personas que
viven en el estrato de hogares más pobre tienen como
jefe de hogar a alguien que es analfabeto y de primaria
incompleta, 42% y 45% respectivamente, mientras que
en el estrato más alto los jefes de hogar han superado
en 80% la secundaria completa, “37% están en el nivel
superior y 12% con posgrados (maestrías y doctorados).
El clima educacional o escolaridad promedio de estos
hogares en 54% es superior a 15 años de escolaridad”.3
Si este indicador educativo es cruzado con la ocupación
del jefe del hogar, se explica la divergencia en condiciones
de vida producto del acceso a la educación: en Ecuador, el
jefe de hogar del estrato más alto – que representa apenas
7% a nivel nacional –, con alto nivel educativo, se dedica
a actividades gubernamentales o es dueño de un negocio,
registra los mayores niveles de ingreso; mientras que los
jefes de los hogares más pobres, dedicados a actividades
de “cuenta propia” en el sector agrícola o como jornaleros, son quienes tienen el menor nivel de instrucción y
perciben los menores ingresos.4
De manera adicional, se encontraron situaciones o
factores particulares o específicos que dan lugar a las condiciones disimiles de vida de la población:
El caso nacional de Uruguay encontró que los hogares
con jefes de hogar más jóvenes son quienes además de
encontrarse con mayores niveles de pobreza monetaria,
son quienes –de acuerdo con sus condiciones estructurales
de vivienda, escolaridad y ocupación– se encuentran en
peores condiciones de vida.5
El caso nacional de Colombia encontró evidencia
de que son las mujeres jefas de hogar en sectores rurales
quienes ocupan ese espacio.6
27
En México, ese lugar lo ocupan los
hogares cuyos jefes son indígenas. En
ese sentido, la mayor parte de los jefes
de hogar indígenas están ubicados en el
47% de los hogares más pobres del país:
con menores niveles de escolaridad,
menor acceso a los servicios de salud y
viviendas sin servicios, entre otros; este
factor explica 5.5% de las heterogeneidades en las condiciones de vida.
Todas estas situaciones originaron
riesgos sociales: “toda situación o
acontecimiento que compromete la
capacidad de grupos y personas para
asegurar una vida autosustentada en
sociedad”.7 Ante esto, el trabajo del
Observatorio se orientó en un apartado de
cada caso nacional a considerar tanto
la dimensión económica de los riesgos
sociales –que no eran alcanzables del
todo mediante los datos de las encuestas de hogares– como la caracterización
general de las políticas sociales en función de si su diseño, cobertura, objetivos,
estrategias, etc., estaban centrados en
identificar y actuar en un sentido más
amplio que sólo el combate focalizado a
la pobreza, sino más bien en un sentido
integral de identificación de los factores
que producen las heterogeneidades
sociales. Esto, con el fin de considerar
el marco más general, pero también el
más integral, para analizar su funcionamiento y sus logros.
En general, los resultados derivados
de este accionar en política social no
han sido alentadores, pues si bien eventualmente puede observarse una leve
disminución en las condiciones de
pobreza de algunos estratos sociales,
con el devenir de nuevas condiciones
de crisis, el avance se convierte en franco retroceso. Ya hemos visto, incluso,
que en el caso de México esta política ni
siquiera ha permitido conservar la posición internacional que el país registraba
hasta hace algunos años, ahondando las
desigualdades sociales, las heterogeneilas menos calificadas), y en la inequidad en el acceso a oportunidades de acumulación de capital
humano del Estado, que se intensifica cuando se
suma su condición de ser mujeres cabeza de familia,
desplazadas, y en su participación en actividades
socioeconómicas en condiciones precarias de las
zonas rurales”.
7 Véase el caso nacional de México.
28
Otoño - Invierno 2011
dades en las condiciones de vida y la
exacerbación de riesgos sociales que
han colocado al país en una situación
de inestabilidad resultado del accionar
de los grupos de narcotraficantes que
se han beneficiado de la descomposición social en las zonas de mayor
marginación.8
Por otro lado, están los casos de
Ecuador y Venezuela que, además de
conservar en política social las directrices
establecidas por la política económica de
liberalización comercial, emprendieron
otras acciones orientadas a mejorar las
condiciones de vida de la población más
vulnerable. En Ecuador, con “la ejecución
de estas políticas se esperan importantes
progresos en materia de equidad social;
aunque después de tres años los resultados
están aún por reflejarse”. Por su parte, en
Venezuela la política social ha adoptado
a las misiones como su medio de ejecución; algunas misiones, “lo que hicieron
fue identificar los déficit de algunas funciones públicas y, en lugar de emprender
reformas burocráticas costosas económica y políticamente, pusieron en marcha
operativos masivos para la prestación de
estas funciones”; aunque éstas aparecen
directamente vinculadas a la Presidencia
del país.9
Brasil, por su parte, ha incrementado
significativamente su gasto social con las
repercusiones presupuestales y fiscales correspondientes.
A manera
de conclusión
Tomando como base los diferentes
casos nacionales y sus peculiaridades,
no podemos dejar de subrayar que en
8 En el caso de México, la política de focalización
de combate a la pobreza, que tiene como principal programa el denominado Oportunidades,
antes Progresa, ha recibido numerosas evaluaciones realizadas por organismos nacionales e
internacionales, así como instancias académicas,
que reconocen avances en indicadores como talla o
estatura de los niños y asistencia escolar, entre otras.
Este Observatorio, sin embargo, no consideró para
la revisión de literatura de su Caso Nacional, las
evaluaciones sobre un indicador, sino aquéllas que
buscaban la evaluación de una política social como
respuesta a los riesgos sociales derivados de las condiciones heterogéneas de vida de los hogares.
9 Véanse respectivamente los informes de los
casos nacionales de Venezuela y Ecuador.
América Latina las condiciones de deterioro económico y vulnerabilidad están
fuertemente asociadas con procesos
de precarización del empleo, y con la
necesidad de incrementar los años de
escolaridad en la población, la calidad
de la educación y la seguridad social que
ahora se ofrecen. Con todo, este binomio
no servirá de mucho mientras no se precisen políticas adecuadas para que mayor
y mejor escolaridad encuentren una ventana de oportunidad en la estructura de
empleo de cada uno de nuestros países.
En estos países, un elemento persistente ha sido la vinculación de otros
servicios –como salud, vivienda y pensiones, entre otros– con las condiciones
de empleo que básicamente dependían
de la política económica impulsada por
el Estado. De esta manera, las carencias
se agudizan en la medida en que la
estructura y las oportunidades de empleo
se restringen y precarizan.
A la par, la dotación de servicios
públicos e infraestructura y los incentivos
necesarios para promover inversiones
–que corren por cuenta del Estado–
podrían consolidar o potenciar las
oportunidades de las sociedades nacionales y particularmente de ciertas
regiones al interior de cada país; sin
embargo, el análisis de los diversos
casos nacionales pone en evidencia las
enormes desigualdades regionales que
existen al interior de nuestros países.
Los estudios de Colombia, Ecuador,
Perú, República Dominicana y Venezuela, entre otros, presentan de manera
muy clara estas asimetrías regionales,
así como las ventajas que tienen los
grandes conglomerados urbanos frente
a las poblaciones más distantes o regiones con predominio de población rural
o indígena y condiciones orográficas
más accidentadas.
Las diferencias de etnia, género y
edad son elementos apenas explorados
en algunos de los estudios, pero abren
una importante veta para profundizar
tanto en la estructura de riesgos de los
distintos países, como en el análisis de
las políticas específicas que los gobiernos
han establecido para la atención focalizada de estos segmentos de población con
altos índices de vulnerabilidad o rezago.
Fotografía: Morguefile.com
Finalmente, en lo relativo a los hallazgos sobre las políticas sociales de los países investigados, los estudios de caso
coinciden en señalar que las políticas aplicadas resultaron insuficientes para solucionar las causas estructurales de la
pobreza y la desigualdad que caracteriza a la mayoría de la población latinoamericana.
Se encontró como hallazgo común que hay un problema derivado del enfoque que le otorgan nuestros gobiernos
a la política social, a partir de modelos de protección asistencialistas ligados a prácticas clientelares que resultan insuficientes en la solución de las causas estructurales que determinan la vulnerabilidad y desigualdad que experimentan
nuestras sociedades.
Denominador común en nuestros países han sido los innumerables planes de desarrollo fallidos, los planes estratégicos
desarticulados, las incontables leyes aprobadas sin cumplirse, los cambios constantes de visión, la creación de comisiones,
la duplicación de instituciones del Estado que repiten sus acciones, entre otros intentos malogrados. Evidencias
tangibles todas ellas de que los países investigados –en estos últimos años– han jugado el rol de laboratorio retrasado de
las mal llamadas reformas estructurales:
han pesado más las acciones de corto plazo, de carácter asistencial,
que las políticas universales.
29
Fotografía: Clictr.com
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Otoño - Invierno 2011
Dos metodologías y dos visiones de la evolución
de la pobreza en México, 2008-2010
Julio Boltvinik
Doctor en ciencias sociales por el ciesas-Occidente. Profesor-Investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México con el grado más alto: S-II; miembro del sni desde 1993 (actualmente
nivel III); miembro de número de la Academia Mexicana de Economía Política y del Comité Científico de
crop (Comparative Research on Poverty) con sede en la Universidad de Bergen, Noruega; Consejero
Ciudadano del Consejo de Evaluación del Desarrollo Social del DF (Evalúa DF). Ha dedicado 30 años
a estudiar y a combatir la pobreza. Ha publicado numerosos libros, artículos y capítulos de libro, la
mayoría sobre pobreza. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Ciudadanizado (2001) y el premio a
la mejor tesis doctoral en antropología social del inah en 2006. Desde 1995 publica semanalmente en
La Jornada la columna Economía Moral.
1. Aumento de la pobreza en México y en el D.F. entre 2008 y 2010. En el
país aumentaron los pobres y la pobreza, en el D.F. sólo la pobreza
Según las enigh (Encuestas Nacionales de Ingresos y Gastos de los Hogares), entre 2008 y 2010
cayó el ingreso de los hogares confirmando el efecto esperado de la crisis. A nivel nacional, el
ingreso promedio por hogar disminuyó en 12.3%, mientras en el D.F. lo hizo en 8.11%. Como
se aprecia en la gráfica 1, tanto en el Distrito Federal como a nivel nacional bajó el ingreso promedio
por hogar de todos los deciles, pero las bajas son mucho menores en el D.F. (entre -2.2% y -10.8%)
que a nivel nacional (entre -6.7% y -17.8%).1 Esto, como veremos, se ve reflejado en la evolución
de la pobreza. La baja, sobre todo a nivel nacional, parece mayor de lo que es porque el ingreso
corriente del conjunto de todos los hogares cayó, a nivel nacional, en mucho menor medida: en
6.8% a nivel nacional. La explicación de esta aparente paradoja radica en que el número de
hogares en el país creció en 6.3%. Esto significa que de la caída del 12.3% del ingreso por hogar
más de la mitad se explica por el aumento del denominador: el número de hogares. Algo
muy similar ocurrió en el D.F., donde el número de hogares creció a la misma y sorprendente
velocidad del nivel nacional, a pesar de una población estancada. En el D.F., por tanto, de los
8.11 puntos de descenso porcentual de los ingresos del promedio de los hogares, 6.3 puntos se
explican por el aumento en el número de hogares, por lo cual la baja en el ingreso corriente del
conjunto de todos los hogares es del orden de 1.8 puntos.
La medición de la pobreza realizada en el Evalúa D.F., bajo mi coordinación, para valorar el
cambio 2008-2010 de la pobreza, tal como se mide con el Método de Medición Integrada de la
Pobreza (mmip), incorporó una importante innovación que toma en cuenta las economías de
escala en los hogares y que, por tanto, no utiliza una línea de pobreza igual para todos, expresada
en términos por persona o por adulto equivalente, como lo hace el coneval siguiendo la práctica
más común, sino que llega a una fórmula que debe ser calculada para cada hogar, según su
tamaño y su estructura por grupos de edad y sexo.
Los resultados se sintetizan en la gráfica 2. En ella se compara la evolución de la pobreza
en el D.F. con la del país en su conjunto y con la de las “metrópolis” (localidades mayores a
100 mil personas) sin el D.F. La gráfica muestra, además del cálculo agregado del mmip, los
componentes de nbi (Necesidades Básicas Insatisfechas), ingresos y tiempo. Como se aprecia,
la incidencia de la pobreza (H=q/n, donde q es el número de pobres y n es la población) a nivel
nacional pasó de 80.5% en 2008 a 82.8% en 2010, lo que en números absolutos significó pasar de
88.3 a 93.2 millones de pobres; en las metrópolis el aumento relativo en esta pobreza fue mayor
(4 puntos porcentuales: de 71.1% a 74.6%); en cambio, en el D.F. bajó levemente (de 67.3%
a 66.5%). Sin embargo, el D.F. no puede echar las campanas al vuelo, pues una cosa es la proporción
1 Los datos del D.F. incluidos en la gráfica 1 se derivan de la eigh-df.2010 (Encuesta de Ingresos y Gastos de los
Hogares del D.F. en 2010), cuyo levantamiento fue posible debido a que Evalúa D.F. pagó al inegi una sobremuestra
de la enigh nacional. Los cálculos de pobreza en el D.F. y en el país que más adelante se presentan fueron tomados del
boletín de prensa entregado en conferencia de prensa convocada por Evalúa DF.
31
de personas pobres o incidencia (H) y otra es la pobreza misma que
se mide correctamente al combinar H con la intensidad media
de la pobreza (I), para obtener HI. En el D.F., si bien no aumentó H, I (que es la distancia o brecha media que separa la
situación de los hogares pobres de las normas o umbrales de
pobreza) aumentó al pasar de 0.308 a 0.335, un incremento de
8%. Este aumento de la intensidad se manifiesta en el cambio
de la estructura interna de la pobreza: aumentó la pobreza extrema
(incluye aquellos que cumplen menos de 2/3 de las normas o
umbrales) de 30.3% a 34.5% y disminuyó la pobreza moderada
(que incluye a quienes cumplen entre 2/3 y menos del 100% de
las normas) de 37.1% a 32.0%. Es decir, en el D.F. si bien no
aumentaron los pobres, sí creció la pobreza.
2. La medición multidimensional de la pobreza
del coneval hace agua. Se pone en evidencia la
baja construida en algunas carencias sociales
Según el anexo estadístico de medición de pobreza multidimensional 2008-2010 del coneval (disponible en www.
coneval.gob.mx), que contrasta agudamente con la visión
de la evolución nacional de la pobreza en el mismo periodo
según el Evalúa DF, la pobreza multidimensional en el país
creció sólo 1.7 puntos porcentuales (a pesar de la gran
crisis), pasando de 44.5% a 46.2% de la población
nacional, y de 48.84 a 51.99 millones de personas (incremento
de 3.16 millones). La pobreza extrema multidimensional bajó
de 10.6% a 10.4%, pero aumentó levemente el número de
personas en esa condición: de 11.67 a 11.71 millones. La
pobreza multidimensional creció tanto en el medio rural
(de 62.4% a 64.9%; de 15.9 a 17.0 millones) como en
el urbano (de 39.1% a 40.5%; de 32.9 a 35.0 millones).
Nótese que creció más en términos relativos la pobreza
rural, 2.5 puntos contra 1.4 puntos la urbana. En cambio,
la pobreza extrema bajó en el medio rural (del 26.2% al
23.9%), pero subió en el urbano (de 5.9% a 6.3%). En
la metodología de medición adoptada por el coneval se
considera que una persona vive en condiciones de pobreza
si tiene una o más carencias sociales y (al mismo tiempo) su
ingreso es menor que la llamada línea de bienestar por persona.
Como dijo la doctora Araceli Damián en el programa de
TV Hora de Opinar, el 3 de agosto, una persona tiene que
pecar dos veces para ser considerada pecadora. La línea de
bienestar (lb, que incluye un componente alimentario y
uno no alimentario) es de 2 114 pesos por persona al mes
(alrededor de 70 pesos al día) en el medio urbano y de
1 329 pesos mensuales ($44 pesos diarios) en el rural (sólo
el 63% de la urbana).
Los requisitos para ser pobre extremo se parecen a los
que pone una oficina burocrática: hay que tener tres o más
Fuente: Cálculos propios con base en las bases de microdatos de las enigh 2008 y 2010. En ambos casos el procesamiento se llevó a cabo
como parte de mis tareas como Consejero Ciudadano del Evalúa DF y con el más amplio respaldo de la institución. Son cálculos oficiales
de la institución.
32
Otoño - Invierno 2011
carencias sociales (de un total posible
de 6) y (al mismo tiempo) tener un
ingreso menor a la línea de bienestar
mínimo (lbm, que sólo incluye el costo
de los alimentos crudos) y que es de
978 pesos al mes (32 pesos al día) en
el medio urbano y de 684 pesos mensuales (22.5 pesos diarios) en el rural.
Este concepto de pobreza extrema que
sólo identifica como tales al 10.4% de
la población, es inconsistente con otros
conceptos del propio coneval: pobreza
alimentaria (que representa el 18.8%
de la población en 2010), carencia de
acceso a la alimentación (24.9%), así
como con la población atendida por
el programa Oportunidades (21%). De
esta manera, el coneval redujo casi a la
mitad el nivel que el propio Gobierno
federal había manejado de pobreza
extrema, al exigir a las personas que
sean, al menos, cuatro veces pecadoras
para quedar clasificadas en esta categoría,
siempre y cuando una de ellas sea pecador
en ingresos. Si usted es seis veces pecador, pero siempre en carencias sociales
y tiene un ingreso maravilloso que le
permite (apenas) adquirir la magra
canasta de alimentos crudos, usted sólo
será pobre, pero no pobre extremo.
La gráfica 3 muestra cómo el criterio
de intersección adoptado por el coneval
reduce (milagrosamente) la población
que clasifica en pobreza extrema. Ahí se
aprecia que la población con tres o más
carencias sociales (26.6% de la total) en
2010, al combinarse con la población con
ingreso inferior a la línea de bienestar
mínimo (19.4%) producen el milagro
de reducir ambas dimensiones de carencias extremas a sólo 10.4%, menos de la
mitad del promedio simple de ambas.
La población nacional con ingreso
inferior a la lb aumentó, según el
coneval, en 3 puntos porcentuales (de
49.0% a 52.0%), aumento de casi
el doble del alza de 1.7 puntos de
la pobreza multidimensional, lo que
significa que, entre 2008 y 2010, 4.8
millones de personas cayeron debajo de
la lb. La población con ingresos inferiores a la lbm (antes pobreza alimentaria) creció de 16.7% a 19.4% (2.7
puntos), de 18.4 a 21.8 millones de
personas (3.4 millones de pecadores a
medias adicionales). Las carencias de
ingresos, tanto la que se mide comparando el ingreso por persona de los
hogares con la lb, como con la lbm que
incluye sólo alimentos crudos, aumentaron en similares proporciones en el
medio rural y el urbano: de 63.1% a
66% y de 32.8% a 35% en el medio
rural, y de 44.8% a 47.7% y de 11.9%
a 14.7% en el urbano, desmintiendo lo
que Felipe Calderón, su gabinete y el
coneval han dicho: que los programas
focalizados a la pobreza extrema protegieron a los más pobres que viven, sobre
todo, en el medio rural.
Las carencias sociales promedio que
padece la población pobre bajaron de
2.7 a 2.5; esto fue el resultado de la baja
en 5 de los 6 indicadores y del alza en
la carencia de acceso a la alimentación,
bajas de las cuales la más pronunciada
es la de salud que disminuye 9 puntos
porcentuales (de 40.8% a 31.8% de la
población nacional), contra menos de
3 puntos en las otras cuatro carencias
cuya incidencia también disminuye.
En agudo contraste, la carencia de
acceso alimentario aumentó en 4.1
puntos porcentuales. Este comportamiento fue similar en los medios rural y
urbano, destacando la espectacular caída
de la carencia en salud en el medio rural,
de 48.2% a 32.2%, que en sólo dos años
se abatió en una tercera parte, convirtiendo
el medio rural mexicano en envidia para
los de muchos países desarrollados. Puesto que la carencia de seguridad social
está ubicada en otro y muy diferente
nivel, y bajó mucho menos, de 86.2%
a 81.9%, se deduce que la caída espectacular en la carencia de salud rural se
explica sólo por la expansión del seguro
popular, que el coneval considera un
servicio que satisface las necesidades de
atención a la salud de la población, a
pesar de que las propias páginas electrónicas del Estado mexicano indican que
el Seguro Popular sólo incluye:
Consultas médicas en el centro de
salud, consultas de especialidad,
cirugía y atención hospitalaria, así
como medicamentos, estudios de
laboratorio y gabinete incluidos en
el Catálogo Universal de Servicios
Esenciales de Salud (causes). Actualmente el causes cubre el 90%
de la atención médica habitual, y el
66% de los principales procedimientos
diagnósticos y terapéuticos; ofrece
275 intervenciones y un total de
357 claves de medicamentos esenciales.
Cubrir dos terceras partes no de todos,
sino de los procedimientos principales,
lo que excluye los procedimientos más
caros, significa probablemente incluir
menos de la mitad del gasto en salud
que requeriría un servicio completo de
salud. Considerar esto como satisfacción
de la necesidad de atención a la salud,
como lo hace el coneval que iguala, en
su medición, el Seguro Popular con el
imss y el issste, significa construir
artificialmente la cobertura creciente de
la atención a la salud ya que por Ley,
la expansión del Seguro Popular era
una obligación del Gobierno federal,
y del Congreso, contribuyendo así,
de manera determinante a abatir los
niveles “medidos” de carencias sociales muy por arriba de su abatimiento
real. Algo similar hizo el coneval en
seguridad social (la segunda reducción
en importancia entre las carencias
sociales), donde consideró cobertura
de seguridad social cualquier transferencia monetaria a adultos mayores, sin
importar su monto, pervirtiendo así la
relación entre medición de la pobreza y
política social. Envía, con esto el siguiente
mensaje (redacción inventada) a los tres
órdenes de gobierno:
Atienda usted las vías de segunda
para ciudadanos de segunda abiertas
por el coneval y abatirá fácilmente
los niveles de pobreza en el área que
gobierna: seguro popular, transferencias monetarias de bajos montos
a adultos mayores, instalación de
pisos de cemento, de techos de
lámina o asbesto, y de llaves de agua
en el lote (aunque rara vez fluya por
ellas el líquido), y construcción de
viviendas de 30 m2 (casas de muñecas) en ubicaciones muy lejanas
de suelo barato.
33
Fuente: Elaboración propia con base en el Anexo Estadístico de
Medición de la Pobreza 2010 del coneval
3. Las enormes diferencias de las dos mediciones multidimensionales de pobreza oficiales en
el país se reflejan en sus resultados 2008-2010
Al comparar ambas mediciones reseñadas en las secciones
anteriores, resalta:
1. Ambas coinciden en que la población carenciada en el
país es superior en 2010 al 80% de la población total: 80.7%
según el Coneval (90.8 millones de personas) y 82.8% (93.2
millones) para el Evalúa DF. Sin embargo, las diferencias
empiezan a mostrarse en la manera en la que se subdividen esos
91 o 93 millones: para el Coneval sólo son pobres 52 millones, mientras los demás carenciados (38.8 millones) son sólo
vulnerables, término que nunca discute conceptualmente,
sino que sólo queda definido por el criterio empírico: son
vulnerables los que tienen una o más carencias sociales o
un ingreso inferior a la línea de bienestar (lb), mientras
son pobres los que se encuentran en ambas situaciones (en
cuyo caso aplica la conjunción y en vez de o). (En términos
matemáticos: unión e intersección de conjuntos.) La Ley
General de Desarrollo Social (lgds) ordena al coneval medir la pobreza, pero no le ordena medir la vulnerabilidad.
Para el Evalúa DF, en cambio, los 93.2 millones viven en
pobreza, pero distingue al interior de ella por su intensidad:
pobreza extrema (60.4 millones) y pobreza moderada (32.8
millones); la primera la subdivide en indigencia (la peor
situación: 35.7 millones) y pobreza intensa (24.8 millones).
La Ley de Desarrollo Social del D.F. ordena al Evalúa DF
que mida la pobreza.
34
Otoño - Invierno 2011
Entre 2008 y 2010, en medio de la crisis mundial más
severa desde la Gran Depresión, los resultados del Coneval
indican que mejoró la situación de la población nacional:
que aumentó la población no pobre y no vulnerable de 18%
a 19.3% del total nacional (aumento de 1.3 millones: de
19.7 a 21.8). La otra cara de esta moneda es que la población carenciada (suma de pobres más vulnerables) habría
disminuido de 82% a 80.7% (aunque habría crecido de 90
a 90.8 millones). En agudo contraste, para el Evalúa DF
la población pobre aumentó de 88.3 a 93.2 millones (de
80.5% a 82.8%) y la población no pobre bajó de 19.5% a
17.2% (de 21.4 a 19.4 millones). Mientras el Evalúa DF
estima que la proporción de carenciados (igual a pobres en
su caso) aumentó en 2.5 puntos porcentuales, el Coneval
estima que esta proporción (pobres más vulnerables en su
caso) disminuyó en 1.3 puntos porcentuales. Mientras
el Coneval afirma que la situación mejoró, el Evalúa
DF afirma que empeoró. ¿Cuál es más coherente para este
periodo de crisis mundial?
En la cuenta global 2008-2010 del Coneval (la unión
de los dos conjuntos) intervienen cinco cifras en cada año.
En primer lugar: a) la población con ingreso inferior a la lb
(que subió de 49% a 52%); b) la población con al menos
una carencia social (que bajó de 77.5% a 74.9%). Estos
dos son los conjuntos cuya intersección constituye, según
el Coneval, la pobreza. Nótese que la población carenciada
por ingresos aumenta en tres puntos porcentuales mientras
que la que tiene carencias sociales baja un poco menos: 2.6
puntos porcentuales. En segundo lugar: c) la intersección
entre ambos conjuntos, lo que el Coneval identifica (sin ninguna discusión conceptual) como la pobreza, subió de 44.5%
a 46.2% (1.7 puntos porcentuales). Las otras dos cifras
son las que quedan fuera de la intersección: d) la población
no pobre, pero vulnerable por carencias sociales, que bajó de
33% a 28.7% en el periodo, y e) la población no pobre,
pero vulnerable por ingresos, que subió de 4.5% a 5.8%. Al
manejar conjuntos, como se muestra en el cuadro 1 y en la
gráfica 4, si a la suma de los conjuntos se le resta la intersección se obtiene la unión de los mismos. Por esta razón,
la unión baja cuando suben la suma y la intersección pero
ésta sube más que aquélla. Eso es lo que ocurrió entre 2008
y 2010 según el Coneval , como lo muestra el cuadro: la
suma aumentó 0.4 puntos porcentuales, pero la intersección aumentó 1.7 puntos, lo que produce la paradoja que
la unión (la población pobre o vulnerable o las dos cosas),
disminuya. De las dos cifras que quedan fuera de la intersección aumenta la asociada con ingresos (1.3 puntos),
aunque baja mucho la asociada con carencias sociales (4.3
puntos porcentuales). Baja una sexta cifra, la suma de la
población vulnerable (que es parte de alguno de los dos
conjuntos, pero fuera de la intersección), de 37.5 a 34.5.
En síntesis, la población pobre sube 1.7 puntos porcentuales,
mientras la vulnerable baja 3 puntos (explicado en 143% por
la baja de la población vulnerable por carencias sociales, a su
vez explicada fundamentalmente por el milagro o trampa del
Seguro Popular, como lo expliqué en la sección anterior) y eso lleva a la baja de la población con alguna
carencia (pobre o vulnerable). En la medición del Evalúa DF, que adoptó el Método de Medición Integrada de la Pobreza (mmip) como método oficial, no se utilizan los criterios simplistas de intersección
o de unión para identificar los hogares en pobreza, sino que a cada hogar se le otorgan puntajes en
cada dimensión; puntajes que se combinan a través de un promedio ponderado cuyo resultado define
si el hogar es o no es pobre. En los cálculos del Evalúa DF, a diferencia de los del Coneval, la pobreza
por nbi (equivalente aproximado de las carencias sociales del Coneval) no bajó a nivel nacional entre
2008 y 2010 sino que se mantuvo en 66%, pero, en cambio, la pobreza de ingresos-tiempo subió de
74% a 78.5%. Al combinarse ambas dimensiones se obtiene el resultado del aumento de la pobreza
integrada de 80.3% a 82.9%.
Cuadro 1. Suma, intersección y unión de conjuntos en los cálculos del
Coneval,
2008-2010 (%)
Concepto/ año
2008
2010
2010 menos 2008
1.Población con una
o más carencias sociales
77.5
74.9
-2.6
2.Población debajo
de la línea de bienestar
49.0
52.0
+3.0
126.5
126.9
+0.4
4.Intersección de los 2 conjuntos
44.5
46.2
+1.7
5.Unión de los 2 conjuntos (= 3-4)
82.0
80.7
-1.3
3.Suma de los
2 conjuntos (= 1+2)
Fuente de cuadro y gráfica: Elaboración propia con base en cifras del Coneval, de su Anexo Estadístico Pobreza
2010, consultable en su página electrónica.
35
Pobreza, desigualdad y
objetivos de desarrollo
del milenio en América
L at i n a y e l C a r i b e
36
Otoño - Invierno 2011
Nora Lustig
Profesora del Departamento de Economía, del Centro de Estudios Latinoamericanos Roger Thayer
Stone y del Centro para Políticas e Investigación Interamericanas de la Universidad de Tulane, donde
detenta la cátedra Samuel Z. Stone Professor of Latin American Economics. La Dra. Lustig también es
Fellow no-residente del Center for Global Development y el Diálogo Interamericano en Washington,
DC. Para contactar a la autora: nlustig@tulane.edu. La autora agradece a Kimberly Covington su
excelente ayuda en la preparación de este artículo, el cual se basa en el documento del mismo título
preparado para la Cumbre de las Américas, Cartagena de Indias, Colombia, abril 2012.
Introducción
Tal como lo demuestran una serie de documentos oficiales y publicaciones académicas
recientes, la región en su conjunto ha experimentado una reducción significativa de la indigencia, la pobreza y la desigualdad en la distribución del ingreso durante la década pasada1
(gráfico 1). Asimismo, ha habido indudable progreso en materia de acceso a educación,
salud e infraestructura básica así como en los indicadores de nutrición y salud.2
Sin embargo, el grado de progreso es heterogéneo y hay países claramente rezagados, la
pobreza extrema continúa siendo excesivamente alta y la región es todavía la más desigual
del mundo, la mayoría de los niños y jóvenes latinoamericanos reciben una educación
de baja calidad y hay una alta proporción de jóvenes que no tienen acceso a educación
posprimaria, la mortalidad materna es excesivamente alta y ha habido poco progreso y,
finalmente, aun cuando el gasto público se ha vuelto más pro pobre, la redistribución por
la vía fiscal es baja.
En este artículo se dará cuenta de los avances y los retos. No se intentará hacer un análisis
exhaustivo de todo lo pendiente en la agenda social sino de poner énfasis en algunos
aspectos que requieren particular atención.3 En la sección I se analiza el progreso en
materia de pobreza, desigualdad, educación y salud tomando como parámetro las metas
de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La sección II se concentra en las deficiencias
más flagrantes de la agenda social. La sección III presenta recomendaciones para lidiar con
dichas deficiencias.
1 Véase, por ejemplo, cepal (2010a), cepal (2010b), Gasparini et al. (2009) y López-Calva y Lustig (2010).
2 Véase, por ejemplo, undp (2010), cepal (2010b).
3 Cabe hacer una advertencia desde el inicio. Aunque se ha tratado de incluir a la región del Caribe en este
análisis, lamentablemente la información disponible en los ejercicios comparativos internacionales es escasa
en extremo.
37
Fotografía: morguefile.com
I. Los avances
La reducción de la indigencia y la desigualdad implica que la región ha logrado
avances importantes en el cumplimiento del primer Objetivo de Desarrollo del
Milenio (odm). Los tres indicadores que fueron seleccionados por la comunidad
internacional para medir el avance en materia de reducción de la pobreza son:
proporción de población en extrema pobreza, coeficiente de la brecha de extrema
pobreza y la proporción del consumo4 nacional que recibe el 20% más pobre de la
población. En particular, el primer odm requiere reducir a la mitad la proporción
de la población en extrema pobreza entre 1990 y 2015. El cuadro 1 presenta los
tres indicadores del primer odm por país hasta 2008.5 La región en su conjunto
avanza a un ritmo adecuado. Los países para los cuales el grado de avance es mayor
a 72% (tiempo transcurrido a partir de 1990) el progreso ha sido suficiente.6 Es
decir, de mantenerse el ritmo observado en el pasado, lograrán el primer objetivo
para 2015.
En materia de educación, la región también ha registrado avances. El odm 2 se
refiere a la universalización de la educación primaria. En términos de acceso, esto
fue logrado por casi la totalidad de los países en la década de los noventa. En la mayoría de los países latinoamericanos, los jóvenes de 15 a 19 años habían concluido
la primaria en 2008 (gráfico 2). La excepción son los países más pobres de Centro
América. La paridad de género también avanzó mucho y en un buen número de
países la proporción de mujeres que concluyó la primaria en este grupo de edad
excede a la proporción de hombres. En países con fuerte presencia de grupos indígenas (originarios), sin embargo, la proporción sigue siendo mayor para los hombres. Respecto a la salud, el odm 4, la región ha hecho avances importantes en la
reducción de la mortalidad infantil y de menores de 5 años (cuadro 2). De hecho,
América Latina y el Caribe muestra la tasa de mortalidad infantil más baja de las
regiones en desarrollo y es donde la reducción de dicha tasa, a partir de 1990, ha
sido más rápida. Sin embargo, subsisten grandes disparidades entre países, tanto
en Latinoamérica como en el Caribe.
Sin duda, el resultado más novedoso que se ha presentado en la región latinoamericana es la caída de la concentración del ingreso (gráfico 1). Independientemente de la fuente o indicador utilizados, se encuentra que entre alrededor de
2000 y 2010, la desigualdad ha disminuido en 13 de los 17 países para los cuales
se tiene información en América Latina.7 La reducción de la desigualdad también
es palpable cuando se observa la proporción del consumo nacional que recibe el
20% de los hogares más pobres: entre 1990 y 2008, ésta ha aumentado en la mayoría de los países (cuadro 1). La caída de la desigualdad es notable porque ocurre
en la región más desigual del mundo y después de décadas en que la desigualdad
4 En América Latina la mayor parte de los países no cuentan con encuestas que miden el consumo
de manera regular. Por esto, la proporción que se presenta en el cuadro 1 se refiere principalmente al
ingreso y no al consumo.
5 Nótese que la cepal (2010b) utilizó líneas de pobreza extrema adecuadas a cada país y no la línea internacional típicamente utilizada en los ejercicios comparativos internacionales de 1.25 dólares diarios
medidos en paridad de poder de compra. La razón de utilizar las líneas nacionales es que para una gran
parte de la región la línea internacional de pobreza extrema es demasiado baja cuando se la compara
con las normas que los propios países establecen.
6 Se recuerda al lector que el primer odm requiere que la proporción de población en extrema pobreza
disminuya a la mitad entre 1990 y 2015.
7 Debido a la insuficiencia de información (tema que trataremos con mayor detalle más adelante), no
es posible hacer un análisis similar para la región del Caribe.
38
Otoño - Invierno 2011
había aumentado o, en el mejor de los
casos, se había mantenido sin cambios.
Ocurre también cuando la desigualdad
en otras partes del mundo desarrollado
y en desarrollo ha evolucionado hacia
una mayor concentración del ingreso.
Según los análisis disponibles, la
reducción de la concentración del ingreso está asociada a tres fenómenos.
Se debe, en parte, a la transición demográfica porque ésta ha resultado en una
disminución de la tasa de dependencia,
sobre todo en los hogares pobres. Sin
embargo, los dos factores preponderantes han sido la reducción de la brecha salarial entre trabajadores con alta
y baja calificación y el incremento y
mayor progresividad de las transferencias gubernamentales.8 La reducción
de la brecha salarial entre trabajadores
de diferentes niveles de calificación es
consecuencia, en parte, de la expansión
educativa que ha generado un cambio
importante en la composición de la población por nivel de escolaridad. En la
mayoría de los países, la proporción de
personas sin educación o primaria incompleta y con primaria completa ha
disminuido mientras que la proporción
con nivel, sobre todo, secundario y terciario ha aumentado. Es decir, a partir
de mediados de los noventa el gasto público se ha vuelto más “pro-pobre” tanto en lo que respecta a las transferencias
monetarias como a las transferencias en
especie (en particular, en educación
y salud).
En síntesis, la región en su conjunto
ha tenido muchas marcas de progreso
durante la última década, algunas
–como la reducción de la concentración
del ingreso– de carácter inusitado. Pero
subsisten muchos retos en materia de
desarrollo social. A continuación pondremos énfasis en los que requieren
especial atención.
8 Véase López-Calva y Lustig (2010) y cepal
(2010a).
II. Los retos
Como se menciona en la sección anterior, la desigualdad y
la pobreza han disminuido de manera considerable durante la
última década. La región en su conjunto y un buen número de países podrían cumplir el primer odm de continuar
el mismo ritmo de progreso hasta el año 2015 (de hecho,
algunos ya han logrado cumplirlo). Sin embargo, como se
observa en el cuadro 1, en 11 de los 17 países de los que
se cuenta con información para Latinoamérica, el ritmo
de reducción de la pobreza extrema (medida con líneas de pobreza nacionales) es insuficiente. De hecho, además, América
Latina y el Caribe presentan un exceso de pobreza: la
mayoría de los países tiene una proporción mayor de personas
en extrema pobreza de lo que corresponde a su nivel de
ingreso por habitante (gráfico 3). Es decir, aun cuando los
países cumplieran con el objetivo de reducir la pobreza
extrema a la mitad para 2015, los niveles de ésta serían
en lo general más altos de lo que corresponde al grado de
desarrollo de los países (medido por el ingreso o consumo
por habitante). Esto significa que, en realidad, América
Latina y el Caribe deberían reducir la pobreza extrema de
manera más rápida que lo establecido en el primer odm.
Amén del aumento de los ingresos privados de la
población más pobre, la pobreza extrema ha disminuido
gracias a la introducción de programas en gran escala de
transferencias gubernamentales. Estos programas en general
adoptan la forma de transferir dinero a los hogares pobres a
cambio de cumplir con ciertas co-responsabilidades como
sujetar a los niños a revisiones periódicas de salud y mantener su asistencia escolar. Los de mayor tamaño y más
conocidos son Bolsa Familia en Brasil y Oportunidades en
México que cubren alrededor de 11 y 5 millones de hogares
pobres, respectivamente, a un costo modesto equivalente a
menos de 0.5 por ciento del producto bruto interno del país.
Este tipo de programas pone énfasis en reducir la pobreza
y mejorar los niveles de educación, nutrición y escolaridad
de niños y mujeres de hogares pobres (sobre todo en zonas
rurales) con el fin de romper la transmisión intergeneracional de la pobreza e igualar oportunidades.9
Los resultados de evaluación del impacto de los programas
de transferencias condicionadas indican que éstos no sólo
reducen la pobreza sino que mejoran los indicadores de
asistencia escolar, nutrición y salud de los niños de las
familias beneficiarias (en el caso de la salud, también la
de otros miembros, especialmente las mujeres). Además de
las transferencias condicionadas, se han introducido transferencias dirigidas a la población pobre en tercera edad o
ampliado la cobertura del sistema de pensiones a sectores
previamente no cubiertos. Esto también ha contribuido a
la reducción de la pobreza extrema en la vejez. Sin embargo,
subsiste una alta proporción de personas que viven en la
9 Muchos estudios dan cuenta de que el problema de la región es que la
desigualdad de oportunidades es un factor tremendamente determinante
de la transmisión intergeneracional de la pobreza. Véase, por ejemplo,
undp (2010) y World Bank (2008).
indigencia que no reciben transferencias gubernamentales
de ningún tipo. Esto ocurre aún en los países con programas
en gran escala donde entre 30 y 50% de la población en
pobreza extrema no recibe transferencias. Los resultados
preliminares del proyecto “Compromiso con la equidad”
indican que esto no es tanto resultado de errores de exclusión
de los programas vigentes sino de huecos en el sistema de
protección y asistencia social en su conjunto.10 Además de que
parte de los excluidos son parte de la población objetivo
(niños y personas de la tercera edad en pobreza extrema,
sobre todo en zonas rurales), no existen programas para:
i) cierto tipo de eventos (por ejemplo, el aumento de precios
de los alimentos o el desempleo) y ii) cierto tipo de perfiles
(por ejemplo, hombres –y también mujeres– solteros,
jóvenes y en edad de trabajar), o cuando los hay, la escala es
muy pequeña.
Si bien la reducción de la desigualdad ha sido significativa y generalizada, las perspectivas pueden ser menos
alentadoras. En particular, hay razones para suponer que
la caída en la brecha salarial entre trabajadores calificados
y poco calificados ya no continúe disminuyendo e incluso
pueda volver a aumentar. Como se ha visto más arriba, la
expansión educativa ha sido un determinante muy importante de la reducción de la desigualdad en la distribución
de los ingresos.
Para que esta tendencia hacia la baja se consolide, una
condición necesaria es que continúe dicha expansión educativa
para aminorar cada vez más y a paso acelerado la desigualdad
de oportunidades que surge de la desigualdad del acceso a
educación entre grupos socioeconómicos y étnicos. En este
aspecto, la región presenta grandes desafíos. Por un lado, la
conclusión del ciclo primario no es aún universal. En cinco
de los siete países más pobres, el ritmo de progreso no es
suficiente para lograr la meta de universalización de la escuela
primaria en 2015. Peor aún, en la mayoría de los países el
acceso a nivel de secundaria básica (baja secundaria) y
secundaria superior (alta secundaria) es todavía bajo, sobre
todo para la población más pobre (gráfico 4). De hecho, un
problema muy serio lo representan los jóvenes entre 15 y 19
años de edad que no estudian ni trabajan (llamados “Nini”).
Se estima que este grupo representa alrededor de 9 millones
de personas en la región. Estos jóvenes son población en
muy alto riesgo de caer en embarazo precoz, drogadicción y
criminalidad.11
Por otra parte, si bien las transferencias condicionadas
en efectivo han contribuido a la reducción de la desigualdad
(en Brasil y México se estima que han contribuido con entre
10 y 20% de la disminución de la desigualdad), los sistemas
fiscales (de impuestos y transferencias directos e indirectos)
10 “Compromiso con la equidad” o ceq es un proyecto conjunto del
Diálogo Interamericano y la Universidad de Tulane. Al momento se está
desarrollando el análisis en nueve países latinoamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Uruguay. Para
una descripción de la metodología, véase Lustig (2011).
11 Véase, por ejemplo, Székely (2011).
39
redistribuyen relativamente poco (cuadro 3). Esto se debe,
en parte, a la falta de progresividad del sistema impositivo,
mismo que descansa desproporcionalmente en recaudación
a través de impuestos indirectos y relativamente poco en
impuestos directos a los ingresos y la riqueza de personas
físicas. También se debe a que, a pesar de que el gasto
público se tornó más pro-pobre, subsisten políticas y programas regresivos (que vuelven más desigual la distribución del
ingreso) o no suficientemente progresivos (la proporción de
beneficios que llega a la población no pobre es mayor que la
participación de ésta en la población total).
En materia de salud subsisten también fuertes desigualdades. La tasa de mortalidad infantil es significativamente
superior para la población pobre y para las minorías étnicas (gráfico 5). Uno de los datos más preocupantes en
cuanto a los odm de salud es el referido a la mortalidad
materna. El quinto odm establece que la mortalidad materna
debe reducirse en tres cuartas partes entre 1990 y 2015.
La situación es decepcionante. Por un lado, no existe
información para un gran número de países que permita
analizar la evolución a partir de 1990. Para los que hay
información a partir de 2000, se observa que en la
mayoría de los casos la tasa de mortalidad materna se
estancó o incluso aumentó (cuadro 4). Aunque varían
por país, las principales causas de mortalidad materna
son enfermedad hipertensiva durante el embarazo,
hemorragia durante el parto o puerperio y, en algunos
países, el aborto. Si bien en 27 de 36 países se ha logrado
que el 90% de los partos sean atendidos por personal
calificado, existen nueve en que no es así. Además, la
atención no necesariamente es de calidad. Por otra parte,
un porcentaje de las muertes ocurre en el puerperio (42
días después del parto) cuando el grado de atención
médica por personal calificado durante el parto no es
indicador de atención adecuada para prevenir las muertes
maternas. Al igual que ocurre con los indicadores de educación, la mortalidad materna es más alta en los hogares
y regiones más pobres de los países.
El cuadro 1 también refleja claramente otro tipo de
problema: la falta de información o las dudas respecto a su
calidad. El lector podrá observar que el cuadro no contiene
ni un solo dato para los 25 países oficialmente clasificados
como Caribe más Cuba y Haití, y para la República
Dominicana los datos son insuficientes. Por otra parte,
existe evidencia que los ingresos o el nivel de consumo
de la población de mayor riqueza están fuertemente subestimados. Los datos provenientes de encuestas, además,
en muchos casos no distinguen claramente si la información
sobre los ingresos es antes o después de impuestos y transferencias directas. En un gran número de países no se
recaba información sobre consumo lo cual dificulta
analizar la incidencia de impuestos indirectos como el
impuesto al valor agregado o iva y en un subconjunto
las encuestas no incluyen preguntas explícitas sobre las
transferencias gubernamentales.
40
Otoño - Invierno 2011
III. Las acciones a futuro
A partir del diagnóstico anterior, surgen las siguientes
recomendaciones prioritarias para la acción pública:
1. Implementar políticas para los excluidos de los sistemas
vigentes de protección social sobre todo para los indigentes que
no reciben beneficios actualmente, la población joven en riesgo
y los empobrecidos por choques adversos.
Como ya fue mencionado, los sistemas de protección y
asistencia social dejan fuera una alta proporción de hogares
en extrema pobreza de los sistemas de transferencias directas
u otros apoyos públicos. Esto ocurre, en general, por diseño.
En los países de ingreso por habitante bajo, la restricción
importante es la disponibilidad de recursos públicos. Pero
en los países de ingreso medio y, sobre todo, medio alto, la
restricción no es la disponibilidad de recursos y, cuando lo
es, se podría hacer un esfuerzo por recaudar más. En la
mayoría de los casos, sin embargo, los esquemas de protección
social no cuentan con los recursos suficientes para erradicar
la pobreza extrema porque una parte importante de éstos
se asigna a la población no pobre; los programas vigentes
no están diseñados para cubrir la totalidad de la población
en pobreza extrema y/o el monto transferido es demasiado bajo. Una parte se podría solucionar expandiendo los
programas de transferencias vigentes. La tecnología de las
transferencias condicionadas en efectivo ya es bien conocida
y existen mejores prácticas para poder difundir y ampliarlas.
Sin embargo, tanto para lidiar con los “nuevos pobres” a
causa de choques adversos como el incremento de precios de
los alimentos, como el caso de los jóvenes de 15 a 25 años
de edad –sobre todo, los solteros y los que no estudian ni
trabajan– los programas de transferencias vigentes no son
adecuados. No lo son porque tienen identificados a los pobres
“estructurales” y cuando hay una escalada de los precios
de los alimentos, por ejemplo, no tienen mecanismos
para incorporar a quienes ingresaron a las filas de los pobres
extremos (ni tampoco de retirar el beneficio cuando la situación
adversa termina). Además, como estos esquemas transfieren
efectivo principalmente a las mujeres (madres, en lo general) y
a los individuos en la tercera edad, no se traducen en apoyos
claros para los jóvenes que ya toman decisiones independientes. Todavía no se ha descubierto la mejor tecnología
para situaciones como la escalada de alimentos y apoyar a los
jóvenes en riesgo. Estas son áreas que requerirán de investigación y experimentación de manera sistemática.
2. Disminuir la desigualdad de oportunidades entre grupos
socioeconómicos, étnicos, de edades y de género, sobre todo en
materia de acceso a educación de calidad y hasta el nivel
secundario completo.
En varios países de la región, la universalización de la
escuela primaria aún no se ha logrado. Esto es corregible con
intervenciones por el lado de la oferta (disponibilidad de
escuelas y maestros en las zonas no atendidas) y la demanda
(con programas de transferencias condicionadas, por ejemplo). El reto más complejo lo representan: i) la baja calidad
educativa que resulta en un desempeño pobre en materia de
aprendizaje y ii) la universalización de la cobertura a nivel
secundario. Para lo primero, sería conveniente identificar
las mejores prácticas disponibles a nivel mundial y, sobre
todo, formas para lidiar con el sindicalismo magisterial
cuando éste es la principal causa del rezago (por cierto, en
muchos casos no lo es).12 Asimismo, deberá expandirse la
oferta de establecimientos y maestros y diseñar mecanismos
de apoyo por el lado de la demanda. En relación con la demanda, dado el costo de oportunidad de no participar en
el mercado laboral para continuar con la asistencia escolar
a nivel de (sobre todo) la secundaria superior, no es viable
desde el punto de vista fiscal plantearse una universalización
de transferencias en efectivo en la forma de becas para cubrir dicho costo. La solución va a requerir colaboración
del sector público con la iniciativa privada dedicada a los
negocios y filantrópica.
3. Poner en marcha intervenciones que reduzcan significativamente las muertes prevenibles, sobre todo la
mortalidad materna.
Como se ha mencionado, la región detenta niveles de
mortalidad materna altos y, sobre todo, es un indicador en
que ha habido poquísimo o nulo progreso. Además, es
un indicador mal medido. Por una parte, sería recomendable
establecer mecanismos de medición y monitoreo más precisos.13 En los países en que la causa es falta de personal
calificado en la atención a los partos, el énfasis debe ponerse en expandir la oferta y alcance de dicho personal. Sin
embargo, cuando los factores están asociados a una subestimación de los riesgos del parto y el puerperio incluso
dentro de los propios centros de salud (el llamado “triage”
pone a las mujeres a punto de dar a luz detrás de otros
casos a tratar), se requiere de mecanismos que modifiquen el
comportamiento del personal que está encargado de dar
servicios de salud y, para esto, la participación y vigilancia comunitaria pueden ser muy importantes. Asimismo,
como parte de la mortalidad materna está asociada al
aborto (ilegal en muchos países de la región), las campañas
sistemáticas de salud reproductiva, sobre todo para la
población joven, son esenciales.
4. Transformar la política fiscal (impuestos y transferencias) para
hacerla más redistributiva; sobre todo, utilizar el gasto público
para reducir la pobreza extrema al máximo, modificar los
sistemas de recaudación para gravar más la renta y la riqueza
de las personas físicas y eliminar el gasto que empeora la
distribución del ingreso.
Esperar que el mercado resuelva la pobreza extrema
puede llevar demasiado tiempo, sobre todo considerando que se está hablando de hogares que enfrentan
deficiencias nutricionales básicas. Por esto los países de
la región, sobre todo los de ingreso medio y medio alto
deberían proponerse la erradicación de la pobreza extrema (en lugar del odm que pide su reducción a la mitad).
Para erradicar la pobreza extrema de manera rápida no
hay más remedio que recurrir a las transferencias gubernamentales. Los esquemas de transferencias condicionadas
tienen la ventaja de que simultáneamente amplían la inversión en el capital humano (educación, nutrición y salud)
de los niños de hogares en pobreza extrema. Esto significa
que, potencialmente, cuando estos grupos ingresan a
la fuerza de trabajo podrán acceder a puestos de trabajo
más productivos y mejor remunerados. Las transferencias
en este caso no son meramente “asistencialistas”. Contribuyen a reducir la transmisión intergeneracional de la
pobreza y mejorar la eficiencia y productividad de manera
más amplia. Los países de ingreso medio y sobre todo de
medio alto tendrían recursos fiscales suficientes (ya sea a
través de una mayor recaudación y/o reasignación de gasto
fiscal dependiendo del caso) para proponerse la erradicación de la pobreza extrema. Sólo se requiere la voluntad
política. Asimismo, es bien sabido que los ingresos y la
riqueza de las personas físicas entre los grupos más ricos
(que además forman parte de la población más rica del
mundo y no sólo de la región) no son gravados a las tasas
que corresponden (ya sea por diseño legal o evasión). En
aras de crear mayor espacio fiscal y hacer más redistributivo y equitativo el sistema fiscal, se tienen que subir
las tasas impositivas para estos grupos así como poner
en marcha mecanismos que verdaderamente garanticen
su cumplimiento.
5. Mejorar considerablemente las bases de información utilizadas para evaluar el progreso y la efectividad de las políticas
públicas en materia de reducción de la pobreza, la desigualdad
y el desarrollo social en forma más amplia.
Contar con bases de información de alta calidad implica, entre otras cosas, que las encuestas de hogares sean
representativas por lo menos a nivel urbano y rural y para
diferentes grupos étnicos así como que incluyan claramente
los niveles de ingreso antes y después de impuestos y transferencias directas, midan la contribución de las transferencias
gubernamentales y estimen de manera satisfactoria el ingreso
de la población más rica. Además, para poder identificar
tanto el espacio fiscal disponible como las deficiencias
específicas de los sistemas de protección social vigentes sería
conveniente contar con diagnósticos comprensivos sobre el
alcance de la política fiscal y dichos sistemas. El instrumento
de diagnóstico desarrollado por el proyecto del Diálogo
Interamericano y la Universidad de Tulane “Compromiso con
la equidad” o ceq, por ejemplo, puede ayudar de manera
precisa a desarrollar las políticas e intervenciones y encontrar
los recursos para avanzar en las recomendaciones 1, 2 y 4.14
12 El preal, iniciativa latinoamericana auspiciada por el Diálogo Interamericano y cinde puede ser una fuente para conocer las mejores prácticas
en el ámbito regional.
13 Convendría determinar si el observatorio de mortalidad materna instalado en México en 2010 constituye una buena práctica.
14 Para mayores detalles, véase Lustig (2011).
41
Cuadro 1
América Latina y el Caribe: Evaluación del progreso hacia el logro de los objetivos de desarrollo del milenio[a]
Objetivo 1. Erradicar la extrema pobreza y el hambre
Meta 1.A Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos
ingresos sean inferiores a un dólar por día
País o territorio
América Latina y el Caribe[c]
América Latina[c]
Países con DH medio bajo y bajo[d]
Haití
Nicaragua
Guatemala
Bolivia
Honduras
Países con DH medio[e]
El Salvador
Paraguay
Indicador 1.1
Población en extrema
pobreza según líneas
nacionales[b]
Indicador 1.3 Proporción del consumo nacional que corresponde
al quintil más pobre de
población
Nivel
1990
Nivel
2008
Avance al
2008
Nivel
1990
Nivel
2008
Nivel
1990
Nivel
2008
22.5
22.5
48.4
12.9
12.9
35.7
85.3
85.3
52.7
8.6
8.6
21.0
4.4
4.4
13.0
3.2
3.2
2.6
3.5
3.5
3.1
51.4
41.8
39.5
60.9
29.6
27.7
35.0
33.8
29.3
32.4
47.1
21.1
18.2
30.8
68.5
59.8
35.9
45.3
57.8
68.6
24.0
24.3
18.5
9.7
31.5
7.7
9.1
3.6
12.3
11.3
4.5
23.9
6.8
8.1
5.7
2.1
2.7
3.2
2.3
4.1
3.4
5.2
3.5
2.8
4.3
1.9
3.9
3.4
5.0
8.8
8.8
3.2
2.9
República Dominicana
Ecuador
Países con DH medio alto[d]
Perú
Colombia
Brasil
Panamá
Venezuela
Países con DH alto[d]
Costa Rica
México
Indicador 1.2
Coeficiente de la
brecha de extrema
pobreza
22.6
26.2
21.0
25.0
26.1
23.4
16.2
14.4
10.7
10.1
18.7
14.2
13.2
12.6
22.9
7.3
13.5
9.9
5.9
5.5
11.2
91.6
74.0
99.2
24.5
137.6
33.3
62.5
88.8
91.1
80.2
9.2
8.8
10.1
13.8
9.7
5.2
5.0
3.5
4.8
5.9
4.7
4.1
4.0
8.3
3.3
1.6
3.5
2.0
2.2
3.2
4.8
2.9
3.0
2.0
2.1
3.1
4.3
4.1
4.3
3.9
4.4
3.9
4.0
2.9
2.6
4.6
5.2
4.2
4.4
4.0
3.4
8.2
13.0
3.5
5.8
3.7
-5.9
58.5
143.1
0.9
1.6
4.4
0.9
2.6
1.1
4.8
4.2
3.5
4.9
3.7
4.1
Cuba
Uruguay[e]
Argentina[e]
Chile
Anguila
Antigua y Barbuda
Antillas Neerlandesas
Aruba
Bahamas
Barbados
Belice[f]
Dominica
Granada
Guadalupe
Islas Caimán
Islas Turcas y Caicos
Islas Vírgenes Británicas
Islas Vírgenes de los Estados Unidos
Jamaica[f]
Martinica
Montserrat
42
Otoño - Invierno 2011
13.4
2.0
2.0
Cuadro 1 (continuación)
América Latina y el Caribe: Evaluación del progreso hacia el logro de los objetivos de desarrollo del milenio[a]
Indicador 1.1
Población en extrema
pobreza según líneas
nacionales[b]
País o territorio
Nivel
1990
Puerto Rico
Saint Kitts y Nevis
San Vicente y las Granadinas
Santa Lucía[f]
Surinam[f]
Trinidad y Tobago[f]
20.9
15.5
4.2
Nivel
2008
Indicador 1.2
Coeficiente de la
brecha de extrema
pobreza
Avance al
2008
Nivel
1990
Indicador 1.3 Proporción
del consumo nacional que
corresponde al quintil más
pobre de población
Nivel
2008
Nivel
1990
Nivel
2008
[a] El orden de los indicadores corresponde a la enumeración oficial y la ausencia de alguno de ellos se debe a la falta de información.
Salvo indicación en contrario las cifras son porcentajes.
[b] No se incluye el grado de avance para la República Dominicana debido a que no se dispone de datos para 1990.
[c] Promedios ponderados.
[d] Promedios simples.
[e] Las cifras para los indicadores 1.1, 1.2 y 1.3 corresponden a zonas urbanas.
[f] Corresponde a la proporción de población con ingresos inferiores a 1 dólar ppa por día. Datos disponibles en el sitio oficial de
las Naciones Unidas para los indicadores del Milenio: [en línea] http://mdgs.un.org/unsd/mdg/Default.aspx.
Nota: DH significa Desarrollo Humano.
Fuente: CEPAL (2010b), Anexo Estadístico, cuadro 2.
Cuadro 2
Cuadro 3
Regiones del mundo: evolución de la tasa de mortalidad
infantil (indicador 4.2 de los objetivos de desarrollo del
milenio), 1990-2009[a] (Por cada 1 000 nacidos vivos)
América Latina y Europa (países seleccionados): desigualdad del
ingreso antes y después del pago de impuestos y transferencias,
2008 (En porcentajes de variación del coeficiente de Gini)
América Latina
Argentina
-2.0
Brasil
-3.6
Chile
-4.2
Colombia
-7.0
México
-3.8
Perú
-2.0
América Latina (6 países)
-3.8
Europa
Austria
-34.2
Bélgica
-36.2
Dinamarca
-40.8
Finlandia
-34.7
Francia
-24.4
Alemania
-34.9
Grecia
-25.0
Irlanda
-35.8
Italia
-22.9
Luxemburgo
-41.5
Países Bajos
-33.3
Portugal
-24.0
España
-25.5
Suecia
-35.6
Reino Unido
-34.6
Unión Europea (15 países)
-32.6
Región geográfica
1990
2009
Evolución
entre
1990 y
2009
Mundo
63.2
46.0
-27.2
África
103.9
80.8
-22.2
Asia
61.4
39.9
-35.1
Europa
14.2
6.8
-52.1
América Latina
y el Caribe
42.7
20.6
-51.7
América del Norte
Oceanía
8.2
5.7
-31.1
31.1
21.9
-29.5
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(cepal), sobre la base de tabulaciones de las Naciones
Unidas, World Population Prospects, The 2008 Revision [en
línea] http://esa.org/unpp/.
[a] Corresponde a una interpolación lineal elaborada por
la fuente de las estimaciones de la probabilidad de morir
antes de cumplir 1 año de edad, para los quinquenios
1985-1990 y 1990-1995 (datos de 1990) y 2000-2005 y
2005-2010 (datos de 2009).
Fuente: CEPAL (2010b), cuadro VI.1.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) , sobre
la base de E. Goñi , H. López y L. Servén, “Fiscal resditribution and
income inequality in Latin America”, Policy Research Working Paper,
N° WPS 4487, Washington, D.C., Banco Mundial, enero de 2008.
Fuente: CEPAL (2010a), cuadro VII.3.
43
Cuadro 4
América Latina (países seleccionados): evaluación de la tendencia de la razón de mortalidad materna (indicador 5.1 de los objetivos
de desarrollo del milenio), 2001-2008 (Por cada 100 000 nacidos vivos)
País
Tendencia descendente
Paraguay
Colombia
México
Nicaragua
Venezuela (República
Bolivariana de)
Tendencia estable
Brasil
Cuba
Costa Rica
Chile
Tendencia ascendente
República Dominicana
Argentina
2000
2001
164
104.9
72.6
--
2002
2003
2004
2005
2006
128.5
78.7
61.8
86.5
2007
121.4
72.9
58.6
90.4
2008
159.7
98.6
70.8
87
182.1
84.4
59.9
95.6
174.1
77.8
62.6
82.8
153.5
78.7
60.9
87.3
127.3
70
55.6
76.5
-75.6
57.2
--
--
60.1
67.2
68
57.8
--
59.9
--
56.8
73.3
40.4
35.8
18.7
-35
70.9
33.9
31.4
- 69
43.5
75.9
41.1
38
16.7
82
46.1
73
39.5
32.9
13.4
63
43.6
76.1
38.5
30.5
17.3
75.3
40.1
74.7
51.4
36.3
19.8
91.7
39.2
77.2
49.4
39.3
18.1
80
47.8
-31.1
19.1
18.2
72.8
43.7
-46.5
-- 86.3
--
Fuente: CEPAL (2010b), cuadro VI.4.
Gráfico 1
América Latina:
Reducción de la pobreza y la desigualdad en la última década
(a) Desigualdad (Gini), desempleo, indigencia y pobreza
(b) Índice de Gini: cambio entre 2008 y 2002 por país
Fuente: cepal (2010a), gráfico VI.2; gráfico VI.1.
Nota: en (a) el Gini aparece multiplicado por 100 y las tasas de indigencia y pobreza son la proporción de individuos por debajo de la
línea de indigencia y pobreza estimada para cada país por la cepal expresados en porciento. Se recuerda al lector que el Gini es un
indicador que va de 0 a 1 (o 100 si está en porciento) y que cuanto más cercano a 0 (1 o 100) mayor igualdad (desigualdad). Abreviaturas
de los países: AR = Argentina; BO = Bolivia; BR = Brasil; CO = Colombia; CL = Chile; CR = Costa Rica; EC = Ecuador; GT = Guatemala;
HN = Honduras; MX = México; NI = Nicaragua; PA = Panamá; PY = Paraguay; SV = El Salvador; UY = Uruguay; VE = Venezuela.
44
Otoño - Invierno 2011
Gráfico 2
Logros en términos de acceso
a la educación en América Latina: circa 2008
(a) Jóvenes de 15 a 19 años de edad que culminaron la primaria
(b) Paridad de género en jóvenes de 15 a 19 años que culminaron primaria
Fuente:
CEPAL
(2010b), gráfico IV.3.
45
América
Latina y
el Caribe
Gráfico 3
Los países de América Latina y el Caribe muestran excesiva incidencia de la pobreza
y excesiva desigualdad
(a) Coeficiente de Gini y consumo por habitante
presentan un
exceso de
pobreza:
la mayoría de
los países tiene
una proporción
(b) Incidencia de la pobreza y consumo por habitante
mayor de
personas
en extrema
pobreza
de lo que corresponde
nivel
de ingreso
a su
por habitante.
46
Otoño - Invierno 2011
Fuente: bid (2011), gráficos A1 y A2.
Nota: El eje vertical del panel (a) presenta el coeficiente de Gini y del panel (b)
presenta la proporción de personas con ingreso inferior a los 2.50 dólares/día en
paridad de compra; los ejes horizontales de ambos países presentan el consumo por
habitante a partir de las encuestas de hogares. En todos los casos la información es
para alrededor del 2005 en poder de paridad de compra. El concepto de niveles
“excesivos” se refiere a que, tanto en términos de pobreza como de desigualdad,
prácticamente todos los países de la región están por encima de lo que predice su nivel de consumo por habitante, por encima de las líneas (curva en el caso de pobreza)
que ajustan la tendencia a nivel mundial.
Gráfico 4
América Latina (18 países): conclusión de los ciclos de baja y alta secundaria entre jóvenes de 20 a 24 años de edad, según Quintil de
ingresos per cápita del hogar y sexo, alrededor de 2006 (a) (En porcentajes y razones)
Panel (a)
Panel (b)
América Latina (18 países): jóvenes de 20 a 24 años que culminaron la educación secundaria, según nivel de ingreso per cápita y
sexo alrededor de 2008 (b) (En porcentajes y razones)
[a] Los totales regionales pueden diferir de
otros gráficos en la misma fuente dado que
en éste se utilizaron las coberturas geográficas más amplias disponibles. El eje del
lado derecho del gráfico representa la
razón del porcentaje de conclusión femenino y masculino, de forma que los valores
superiores a 1 indican un porcentaje de
conclusión mayor de las mujeres con relación a los hombres.
[b] Los datos sobre jóvenes indígenas y no
indígenas corresponden a ocho países.
Fuente: cepal (2010a), gráfico IV.14 y
(2010b), gráfico IV.10.
47
Gráfico 5
América Latina (10 países): tasa de mortalidad infantil, según país y pueblo indígena, lengua,
familia linguística o terrtorio, censos de 2000 (En porcentajes y razones)
Fuente: cepal (2010b), gráfico VI.8.
Referencias
Banco Interamericano de Desarrollo (2011), Estrategia de Política Social para la Equidad y la Productividad.
cepal (2010a), La hora de la igualdad, Naciones Unidas, mayo, Santiago, Chile.
cepal (2010b), Los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El progreso de América Latina y el Caribe hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Desafíos para lograrlos con igualdad, Naciones Unidas, agosto, Santiago, Chile.
Gasparini, Leonardo, Guillermo Cruces, Leopoldo Tornarolli and Mariana Marchioni. 2009, “A Turning Point?
Recent Developments on Inequality in Latin America and the Caribbean”, Working Paper no 81 (February),
cedlas. http://www.depeco.econo.unlp.edu.ar/cedlas/pdfs/doc_cedlas81.pdf
López-Calva, Luis F. and Nora Lustig (eds.) (2010), Declining Inequality in Latin America: a Decade of
Progress?, Brookings Institution Press and undp.
Lustig, Nora (2011), “Commitment to Equity (ceq): A Diagnostic and Ranking Tool of Latin American Governments’ Fiscal Policies. Background Document”, Inter-American Dialogue and Tulane University, working paper.
Székely, Miguel (2011), “Jóvenes que ni estudian ni trabajan: un riesgo para la cohesión social en América
Latina”, cieplan y Tecnológico de Monterrey, mimeo, junio.
undp (2010), “Acting on the Future: Breaking the Intergenerational Transmission of Inequality”, Regional
Human Development Report for Latin America and the Caribbean, United Nations Development Program,
Regional Bureau of Latin America and the Caribbean.
World Bank (2008), Regional Study. Measuring Inequality of Opportunity in Latin America and the Caribbean,
Latin America and the Caribbean Region.
48
Otoño - Invierno 2011
Fotografía: Óscar Hagerman
Exposición Casas Acariciadoras en la Galería de la Ibero Puebla, 2009
49
Isidro Soloaga
Profesor-investigador y coordinador de Posgrados en el Centro de Estudios Económicos
de El Colegio de México. Durante 2008-2010 fue coordinador académico y coautor principal
del Primer Informe Regional de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010
realizado por el pnud y que tuvo por título: “Actuar sobre el futuro: romper la transmisión
intergeneracional de la desigualdad”. Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva
responsabilidad del autor y no comprometen al pnud ni a El Colegio de México.
Si bien hablar de “América Latina” en general conlleva los riesgos típicos
de agregar situaciones nacionales que pueden ser muy diferentes, estudios
recientes nos hacen dirigir la mirada hacia la necesidad de un cambio en
la política social de la región. Habiendo formado parte de uno de ellos (el
Primer Informe Regional de Desarrollo Humano para América Latina y
el Caribe 2010, realizado por pnud, en el cual fungí como coautor principal y coordinador académico del mismo) me quedó clara la necesidad de
impulsar esta agenda de tal manera de lograr consensos para su ejecución.
Para esto, tomando como base los desarrollos y hallazgos del mencionado
Informe Regional de Desarrollo Humano (“el Informe Regional de pnud”,
de aquí en adelante) el propósito de este artículo es resaltar los principales
diagnósticos y propuestas de política allí contenidos.
Caractarísticas distintivas de la región latinoamericana
La región se caracteriza por: i) su alta desigualdad socioeconómica, ii) una
situación de economía política en la cual existe una baja capacidad/voluntad
de la mayoría de los gobiernos para cambiar el estado de las cosas y iii) por
la existencia de un error de diagnóstico sobre las causas de esta situación.
A continuación se presentan brevemente las características i) y ii),
en tanto que la discusión del error de diagnóstico se presenta en la
próxima sección.
Alta desigualdad socioeconómica. Esta característica de la región a su
vez tiene tres rasgos distintivos: i) sus altos niveles en relación con
la de otros países del mundo, ii) su alta persistencia a lo largo de
décadas (si no siglos), y iii) el contexto de baja movilidad social en
la que prevalece.
A pesar de los progresos en la disminución de la desigualdad
al menos hasta la crisis del 2008, la región aún presenta niveles
de desigualdad por arriba de los observados a principios de los
años ochenta.
Fotografía: Morguefile.com
50
Otoño - Invierno 2011
m á s
c e r c a n o
a
2 0 0 5 .
P o r c e n t a j e s
SEGURIDAD SOCIAL
A ñ o
OTROS
Gráfico 2 ALC (18 países). Progreso escolar intergeneracional.
BIENES Y SERVICIOS Y TRANSPORTES
Aunque se observó a partir de 2002 y al menos hasta la crisis de 2008 una tendencia a la reducción de la desigualdad en ingresos en 14 de los 17 países de los
cuales hay datos (Gasparini y Lustig, 2011), la característica de ser una de las regiones más desiguales del mundo ha sobrevivido a distintos periodos de crecimiento/
caídas en el pib per cápita y a muy diferentes regímenes políticos e intervenciones.
Ni las estrategias de desarrollo guiadas por el Estado de las décadas de los años
cincuenta y sesenta, ni las reformas liberales de mercado de los ochenta y noventa
han afectado estos rasgos de la desigualdad en América Latina y el Caribe (ALyC)
(Klasen y Nowak-Lehmann, 2009). Si bien en las últimas décadas existieron muchos
análisis que exploraron diversos aspectos de la pobreza, entre ellos los relativos a sus
causas y a la existencia de las denominadas trampas de pobreza, sólo recientemente
se intensificaron los estudios sobre la desigualdad. Con esto, se avanzó en el conocimiento de la medición de la desigualdad y de la presencia o ausencia de movilidad
social a niveles de análisis agregados. Aun así, algunos aspectos específicos de la desigualdad y de su transmisión intergeneracional son todavía poco conocidos. El Informe Regional de pnud es uno de los que se centró en analizar de manera específica
los canales a través de los cuales los bajos logros de bienestar son transmitidos de
generación en generación. Precisamente, la tercera característica de la desigualdad
en la región es la presencia de una alta correlación intergeneracional de los logros.
El gráfico siguiente es un excelente resumen de la prevalencia de una baja
movilidad social en los países de la región. En él se muestra la gran disparidad
en la probabilidad de tener acceso a escolaridad universitaria: si una persona proviene de un hogar en el cual alguno de los padres tiene un nivel de escolaridad
universitaria, la probabilidad de tener ese nivel es de 71.6%, mientras que ésta es
menor al 6% para aquellos jóvenes cuyos padres tienen una escolaridad de nivel
secundario o menor. Como reflejo del esfuerzo de política educativa en la región
en las últimas décadas, estas diferencias son menos marcadas para el caso de la
educación secundaria y mucho menos aún para la educación primaria.
SUBTOTAL DIRECTOS
Gasparini, L., G. Cruces, L. Tornarolli (2010), “Recent trends in income inequality in Latin
America”, Economía 10 (2), 147-201, Spring.
Una situación de economía política adversa a
provocar los cambios necesarios. Un elemento
clave que sirve para identificar cuál es el
equilibrio de economía política prevaleciente en un país es la política fiscal. Así,
en general basta con conocer la estructura
de impuestos y la del gasto público para
hacer un diagnóstico sobre la situación de
economía política prevaleciente. ¿Son los
impuestos progresivos o regresivos? ¿El
gasto es, en términos socioeconómicos,
igualador o desigualador? El siguiente cuadro 1 muestra la estructura impositiva de
países de América Latina en comparación
con otras regiones y países del mundo.
Claramente, sobresalen en la región tanto una baja recaudación impositiva (17%
para el promedio de 18 países) como su
concentración en impuestos indirectos
(a los bienes y servicios) y no a las rentas
y ganancias de capital. Es más, en varios
países (como México, por ejemplo) la
reformas fiscales en general pasan por discusiones sobre cuánto aumentar aún más
la recaudación vía impuestos indirectos,
los cuales por lo común son de naturaleza
neutra o regresiva.1
Cuadro 1: Comparación internacional de la Presión Tributaria, 2005
(como porcentaje del PIB)
OTROS DIRECTOS
1 9 8 0 - 2 0 0 8
PROPIEDAD
G i n i
RENTAS Y GANANCIAS DE CAPITAL
d e
TOTAL
c o e f i c i e n t e
ALC
17.0
3.8
0.8
0.2
4.8
9.4
0.5
2.3
OCDE
36.4
12.9
2.0
0.0
14.9
11.5
0.2
9.3
EU15
40.1
13.7
2.1
0.4
16.2
12.1
0.3 11.3
EUA
26.8
12.5
3.0
0.0
15.5
4.6
0.0
JAPÓN 26.4
8.5
2.6
0.0
11.1
5.3
0.1 10.0
REGIÓN O PAÍS
Gráfico 1: Indicadores de desigualdad en América Latina: promedio del
6.6
Fuente: Cetrángolo y Gómez-Sabaini
(2007) (Cuadro 5.1 del Informe Regional
de PNUD).
Fuente: CEPAL. Panorama Social de América Latina 2007 (Gráfico 1.2 del Informe Regional
de PNUD)
1 El Informe Regional del pnud también identifica factores importantes en relación con el gasto público y con la falla importante en el poder
regulatorio del Estado en mercados oligopólicos
(véase en particular el capítulo 5 del Informe).
51
Una nueva forma de análisis
El Informe del pnud presenta una manera integral de
analizar estos hechos característicos de la región. El análisis
parte de que, al considerar el desarrollo de los países, lo
importante es el desarrollo humano, entendido éste como la
expansión de las posibilidades que tienen las personas de
elegir entre distintos tipos de vida alternativos. Al hacer
hincapié en que los bienes son medios (y no fines) para la
consecución del bienestar de las personas, el enfoque se
aleja de otros que fueron prevalentes en la región y que,
habiendo privilegiando la expansión del pib per cápita de
una economía como el objetivo principal de la política
económica, de alguna manera condujeron a la situación
presente de la región con las características descriptas en
el apartado anterior.
La siguiente figura ayuda a entender el enfoque de análisis del desarrollo humano (véase figura 1). Mientras que
el enfoque en la cantidad de bienes se centra en el promedio
de bienes disponibles para una determinada sociedad (pib per
cápita, por ejemplo), el enfoque de desarrollo humano se
centra en considerar el acceso y disponibilidad de la población
a esos bienes y el proceso mediante el cual se produce el
acceso. Así, la parte izquierda de la figura muestra cómo
los factores individuales y socioeconómicos actúan como
una suerte de maquinaria que transforma los bienes disponibles en funcionamientos disponibles, entendiendo aquí como
funcionamientos a aquellos estados del ser y del hacer que
las personas consideran valiosos y que tienen razones para
valorar (vivir una vida larga y saludable, estar educado,
etc.). El conjunto de estos funcionamientos representa lo
que es conocido como las capacidades de las personas, o
capabilidades (en un neologismo quizá más cercano al
concepto de capabilities de A. Sen, 1998), concepto sin traducción directa al español que incluye tanto la capacidad
de las personas para realizar una determinada actividad
como la habilidad para realizarla.
Figura 1: Generación de Bienestar y Desigualdad
Fuente: Propia, con base en el informe Regional de Desarrollo
Humano para Latinoamérica y el Caribe 2010.
52
Otoño - Invierno 2011
La parte derecha de la figura 1 muestra que, partiendo de
una situación de desigualdad en el acceso y disponibilidad
a los bienes y servicios de una determinada sociedad, la ausencia de una política pública que compense esta situación,
potenciada por los elementos condicionantes tanto individuales como socioeconómicos y de contexto, no hace sino
reproducir (y a veces, reforzar) la desigualdades iniciales.
Entre los elementos condicionantes individuales se
encuentran los aspectos objetivos tales como, entre otros, los
niveles educativos de las personas, las condiciones socioeconómicas de los lugares donde se vive y el tipo de empleo, y
su correlato en los factores subjetivos, tales como el nivel de
empoderamiento (también conocido como agencia) de las
personas y las aspiraciones de éstas en lo que respecta a ellas
mismas y a la generación de sus hijos e hijas.
Mientras que el estudio de la relevancia de los factores
objetivos ha tenido gran desarrollo reciente en la economía
aplicada, el tratamiento de los factores subjetivos está mucho
menos presente en los análisis. En lo que sigue de esta nota,
se verá la importancia de tomar en cuenta estos factores
al momento de diseñar política pública desarrollando una
forma de enfocar la política pública que supere el error de
diagnóstico identificado más arriba.
La importancia de los factores que
no se ven
1. Aspiraciones y agencia
Tanto el marco de análisis de desarrollo humano como el
interés en la transmisión intergeneracional de la desigualdad
requieren analizar la importancia de los procesos que inciden
sobre los funcionamientos de las generaciones más jóvenes.
Estos procesos incluyen tanto la capacidad de las personas
en la generación de metas que ellas consideran valiosas, como la
capacidad efectiva que dichas personas tienen para poder actuar
sobre la realidad para alcanzar dichas metas.
La figura 2 muestra esquemáticamente dos situaciones
posibles. En la parte de arriba se presenta a una persona
que vive en una sociedad “conectada”, en la cual si bien su
situación socioeconómica relativa actual puede ser desfavorable (eje horizontal) tiene a su alrededor tanto personas
que están en peores (a su izquierda) como en mejores (a
su derecha) situaciones relativas. Esta persona genera sus
aspiraciones de vida (tanto para ella como para sus hijos) en
gran parte basándose en su entorno y en lo que es posible
alcanzar con un esfuerzo “razonable” (por ejemplo, ir de
A a B en el gráfico). Estas aspiraciones se miden en el eje
vertical. Como contraste, en la parte inferior de la figura 2
se presenta a una persona que vive en una sociedad estratificada o “desconectada” en la cual existen grandes brechas
entre las aspiraciones de los distintos grupos socioeconómicos: pasar de los niveles aspiracionales que están objetivamente al alcance de la persona tipo representada en el
gráfico (nivel A´) a los niveles aspiracionales de las personas
en el grupo socioeconómico que está a la derecha (nivel B´)
implicaría un nivel de esfuerzo prácticamente imposible de realizar. Al efecto de
clarificar este punto, podríamos volver al gráfico 2, el cual marca sintéticamente
cuáles son las reales probabilidades educacionales de la siguiente generación (eje
vertical en el gráfico 2), dependiendo del punto de partida (eje horizontal en el
gráfico 2). La figura 2 traduce esta realidad empírica en factores subyacentes de
difícil observación, aunque indudablemente juegan un importante papel.
Figura 2. Brecha de aspiraciones en sociedades conectadas
y
e n
s o c i e d a d e s
p o l a r i z a d a s
sociales de bajos niveles de escolaridad
y de ingresos, tanto en familiares, como
en amigos y colegas del trabajo (véase
gráfico 3). Las tres ciudades parecen
representar sociedades “desconectadas”
también en términos de estos indicadores de redes sociales.
Gráfico 3 : América Latina y el
Caribe (tres áreas geográficas).
Escolaridad de las redes de familiares,
amigos y colegas de madres/padres,
por nivel socioeconómico, 2009
(en %)
Gráfico 3a. Escolaridad de las redes de
familiares, amigos y colegas de madres/
padres entrevistados, por nivel socioeconómico, 2009.
Fuente: Altamirano, López Calva y Soloaga (2009b) (corresponde a la figura 4.1
en el Informe Regional del PNUD).
Aun entendiendo que es un desafío empírico importante aproximarse a factores como las aspiraciones y la agencia, se muestran a continuación algunos resultados
del análisis de la importancia que tienen estos factores en el desarrollo humano
para el contexto latinoamericano, con base en un conjunto de indicadores de
funcionamiento para alrededor de 4 000 hogares en las principales zonas metropolitanas de tres países de ALyC (Buenos Aires, Argentina; Managua, Nicaragua,
y México D.F., México). La información fue recabada por medio de tres encuestas
comparables entre sí, diseñadas específicamente para estos casos.2 Esto permitió
evaluar en qué medida las aspiraciones y la agencia de padres y madres influyen
sobre factores como los niveles de escolaridad de sus hijos e hijas, o el acceso
de éstos a ciertos servicios. De manera destacable, el análisis también permitió
conocer los principales factores correlacionados con las aspiraciones educativas
de dichas personas para sus hijas e hijos, así como la naturaleza de la transmisión
intergeneracional de las aspiraciones.
Si bien el análisis refleja relaciones intuitivamente esperables (por ejemplo, que
un bajo nivel relativo de aspiraciones y autonomía de los individuos se refleja en
pobres indicadores relativos de funcionamiento en los hijos), los datos recabados
permitieron cuantificar su importancia relativa para los tres casos analizados.
Los resultados muestran la existencia de una alta estratificación. En particular,
es evidente que un nivel socioeconómico (nse) bajo está correlacionado con redes
2 El cuestionario aplicado en México se presenta anexo a este informe. Cuestionarios similares
fueron aplicados en Argentina y Nicaragua. Todos los cuestionarios se encuentran en www.
lacregionalhdr2009.org
Nivel Primario*
Nivel Secundario
Fuente: elaboración propia con base en las
Encuestas sobre desigualdad Intergeneracional. PNUD.
* En el caso de la ciudad de Buenos Aires
considera aquellos que a lo sumo completaron la primaria (cualquiera de los dos
esquemas: 5 o 7 grados); en Managua se
consideran a quienes alcazaron el nivel
primaria (equivalente a 5 grados), en tanto
que en la ciudad de México se considera
a aquellos que culminaron la primaria (6
grados) o algún nivel previo.
53
Gráfico 3b. Escolaridad de las redes de familiares, amigos y colegas
de madres/padres entrevistados, por nivel socioeconómico, 2009
Un primer análisis simple de los datos de aspiraciones
educativas permite observar que la estratificación de las aspiraciones que tienen los padres para sus hijos e hijas parece
ser menor que la estratificación socioeconómica: en las tres
ciudades analizadas, al menos 6 de cada 10 padres/madres
aspiran, independientemente de su nivel socioeconómico
(nse), a un nivel universitario para sus hijos/hijas (ver gráfico
4). Esto reflejaría cierta movilidad educacional, por la cual el
esfuerzo en la expansión educativa en la región se mostró en
un aumento en los años de escolaridad promedio en tiempos
recientes.3 Sin embargo, se observa que en el nse bajo las
aspiraciones están concentradas en un nivel menor al
profesional, mientras que en el nse alto las aspiraciones se
concentran en el nivel de posgrado (véase gráfico 5). Esto
indica la presencia de una alta estratificación.
Gráfico 4 : Porcentaje de madres/padres que aspiran un nivel profesional para sus hijos, por nivel
socioeconómico
Fuente: elaboración propia con base en las Encuestas sobre desigualdad Intergeneracional. PNUD.
* En el caso de la Ciudad de Buenos Aires y de Managua se
considera aquellos que alcanzaron a lo más el nivel de secundaria,
en tanto que en la Ciudad de México se considera a quienes
alcanzaron la preparatoria o algún nivel previo.
** En las tres ciudades se considera aquellos que cursaron una
carrera técnica, una carrera profesional o un posgrado.
Gráfico 3c. Escolaridad de las redes de familiares, amigos y colegas
de madres/padres entrevistados, por nivel socioeconómico, 2009
Gráfico 5 :Porcentaje de madres / padres que
aspiran menos o más que un nivel profesional para
sus hijos, por nivel socioeconómico
Fuente: elaboración propia con base en las Encuestas sobre
desigualdad Intergeneracional, PNUD.
* Se consideran aquellos sin escolaridad o que cursaron la
primaria. Para la Ciudad de Buenos Aires la encuesta trata
indistintamente al esquema de 5 o 7 grados como primaria; en
Managua la primaria se refiere a completar 5 grados; mientras
que en la Ciudad de México se refiere a 6 grados.
** Integra el nivel profesional o posgrado.
54
Otoño - Invierno 2011
3 Estos resultados coinciden en general con otros estudios realizados para
países como Estados Unidos, Inglaterra y Australia (véase Vaisey, 2009 y
Strand y Winston, 2008, así como los estudios que éstos refieren).
Un análisis con herramientas econométricas (que permite analizar la influencia
de un factor en particular sobre una variable tomando en cuenta al mismo tiempo
el efecto simultáneo de otros factores) revela información crucial en términos
de aspiraciones educativas. Por un lado, resulta evidente la importante relación
entre las aspiraciones educativas que tienen los padres para los hijos, y los niveles
de escolaridad de dichos padres. Por otro lado, puede observarse también la influencia de la interacción social con personas de escolaridad alta (específicamente
familiares, amigos y colegas) sobre la aspiración a mayores niveles de escolaridad.
Para el caso de Buenos Aires, por ejemplo, el hecho de que el padre o madre tenga
escolaridad primaria o menor, incrementa en 29% la probabilidad de que él o ella
aspiren a un nivel de escolaridad relativamente bajo para su hijo o hija (menor al
nivel universitario). Por el contrario, contar con amigos y colegas con escolaridad
superior, aumenta en 11% y 12 %, respectivamente, la probabilidad de que se
aspire a un nivel de escolaridad universitario.
Gráfico 6. América Latina y el
Caribe (tres áreas geográficas).
Influencia intergeneracional de
las aspiraciones, 2009 (en %)
Cuadro 2 : Impacto de la escolaridad de los padres/madres y de las
redes en la formación de aspiraciones educativas para los hijos/hijas
Variable que
influencia a las
aspiraciones educativas para los
hijos (*)
Impacto porcentual sobre la
posibilidad de aspirar a un nivel
más bajo que licenciatura
para los hijos
Bs. As.
México D.F.
Managua
Padres con
escolaridad
primaria o menos
29
9
11
Amigos de los
padres con escolaridad primaria o
menos
16
11
12
16
22
9
Colegas de los
padres con escolaridad primaria o
menos
Padres con educación
superior
Familiares o amigos
de los padres con
educación superior
Colegas de los
padres con eduacion
superior
Impacto porcentual sobre la
posibilidad de aspirar a un nivel
licenciatura para los hijos
Bs. As.
México D.F.
Managua
23
3
8
11
5
10
12
9
6
Gráfico7. Correlaciones entre
distintos indicadores de agencia
de los padres/madres y el indicador de satisfacción con la vida de
sus hijos
(*) Efectos adicionales a aquellos derivados del Nivel Socioeconómico de las familias.
Fuente: Altamirano, López Calva y Soloaga (2009a).
El análisis muestra a su vez que las aspiraciones de los jóvenes se encuentran
fuertemente asociadas a las de sus progenitores. Tomando en cuenta la influencia
de otros factores familiares como la escolaridad de los padres o madres, la composición del hogar o la estructura de las redes sociales, destaca que, el hecho de
que los padres aspiren a determinado nivel de escolaridad para los hijos, aumenta
de manera significativa la probabilidad de que esos jóvenes también aspiren a esos
niveles. Este es un claro elemento de influencia intergeneracional que, al estar
estratificado socialmente (como lo reflejan las distancias entre las aspiraciones del
nse bajo y las aspiraciones del nse alto), tiende a reproducir las desigualdades (véase
gráfico 6). Un fenómeno similar se observa (considerando las limitaciones del
caso en la medición de este fenómeno) en la relación entre el nivel de libertad y
autonomía que muestran los padres y el indicador de satisfacción con la vida de
los hijos e hijas: a mayor libertad y autonomía de los primeros (a su vez asociados
a sus condiciones socioeconómicas), puede observarse una mayor satisfacción
con la vida de los segundos (véase gráfico7).
55
Capacidades cognitivas
entre dos generaciones4
Si bien está establecido que los condicionantes económicos
de los hogares en los que crecen los y las jóvenes influyen de manera importante en sus logros en términos de
escolaridad y, más tarde, en la forma en la que entran al
mercado laboral, la influencia de las habilidades cognitivas
de una generación sobre la otra resulta un tema de estudio
relativamente reciente, particularmente en ALyC.
Al considerar como base el indicador de habilidades
cognitivas medido por el llamado test de Raven, datos para
México muestran que, aun tomando en cuenta otros
condicionantes del hogar tales como el nivel de ingreso,
escolaridad del padre y de la madre, y si el joven vive en
una localidad rural, la influencia de las habilidades cognitivas de los adultos responsables es un factor determinante
de las habilidades cognitivas de los jóvenes.5 El análisis
muestra también que dicho factor es el más importante
dentro del conjunto de condicionantes incluidos: el hecho
de que la madre de un/una joven haya mostrado resultados en el test de Raven iguales o superiores a la media de
los resultados para los adultos de México, hace aumentar en alrededor de 20% la probabilidad de que el joven
muestre a su vez resultados en el test de Raven iguales o
superiores a la media de los resultados para los jóvenes de
su edad y sexo.
La influencia de las habilidades cognitivas del padre es de
similar magnitud a la de la madre, con lo cual, tomando en
cuenta otros factores importantes, un/una joven que vive
con un padre y una madre de habilidades cognitivas superiores al promedio, tiene el 40% mayor de probabilidades
de mostrar estos mismos resultados. El análisis destaca que,
mientras el impacto de las habilidades cognitivas del padre
está correlacionado con otros condicionantes para el desarrollo
de los jóvenes (nivel de ingreso y nivel de escolaridad del padre), las habilidades cognitivas de la madre mantienen una
importante influencia intergeneracional independientemente
de la existencia de esos otros determinantes.
Así, para el caso de las probabilidades de que los jóvenes
obtengan un Raven superior a la media, además de la
contribución directa del puntaje del Raven del padre y de
la madre, el hecho de que la madre tenga un nivel de
escolaridad de secundaria (comparado con que una madre
tenga un nivel menor al de primaria) aumenta en 11% adicional la probabilidad de un Raven alto en sus descendientes.
Mientras tanto, un nivel de escolaridad preparatoria de
la madre aumenta esa probabilidad en el 16% adicional,
comparado con lo que sucede en el caso de una madre con
4 Corresponde al Recuadro 4.1 del Informe Regional del pnud, el cual
está basado en: Altamirano, López Calva y Soloaga (2009a).
5 El test de Raven consiste en encontrar la pieza faltante en una serie de
figuras que se van mostrando al entrevistado. Para deducir la pieza que
falta se utilizan habilidades perceptuales, de observación y razonamiento
analógico, y no se necesita saber leer ni escribir.
56
Otoño - Invierno 2011
un nivel menor a primaria. Por el contrario, ninguna de las
variables de escolaridad del padre parecen tener un impacto
adicional sobre el Raven de sus hijos/as.
Finalmente, y asumiendo todos los demás factores de
influencia constantes, los jóvenes que crecen en un ambiente rural tienen una probabilidad 6% menor de obtener un
resultado en el test de Raven superior al promedio.
Queda clara entonces la importancia de estos factores
de dificil observación y medida para el desarrollo humano.
Esto muestra la necesidad de una política social con una visión
más amplia que, al diseñar y/o aplicar planes sociales, tome
en cuenta no sólo factores fácilmente observables (condiciones de la vivienda, escolaridad en el hogar, distancia a
mercados, composición del grupo familiar), sino que también se preocupe por entender los procesos a través de los
cuales las personas llegan a determinados comportamientos
en pos de, entre otros objetivos, niveles de escolaridad y tipos de
ocupación. Estos elementos incluyen tanto la formación de
aspiraciones como la capacidad de agencia de las personas.
Hacia sociedades más
conectadas con un cambio
en el enfoque de política social
Si bien la política social reciente de la región ha logrado
bajar de manera importante los niveles de pobreza y
disminuir en menor medida la desigualdad, aún queda un
largo camino por recorrer: la reducción de la desigualdad
se relaciona directamente con el combate a la pobreza, pero
el enfoque de desigualdad es mucho más profundo ya que
ataca a factores clave de inercias en la economía política
de las sociedades. Acortar las distancias que existen
en las estratificadas sociedades latinoamericanas hará
visibles y, sobre todo, alcanzables distintas alternativas de
vida a amplios sectores de la población. ¿Cómo romper
entonces la inercia de la trasnmisión intergeneracional de la
desigualdad? La propuesta es ir más allá de los planes que
sólo buscan reducir la pobreza e incorporar en los planes
públicos un enfoque distinto. La nueva lógica de la política
social debe contar con tres elementos. Por un lado, las
politicas públicas deben tener Alcance, es decir, deben llegar
a las personas, los hogares y las comunidades para quienes
fueron diseñadas. Por otro, para ser eficicaces, las intervenciones deben ser comprensivas, es decir, deben atacar
al conjunto de las restricciones que enfrentan las personas,
familias o comunidades, es decir, deben tener Amplitud. Por
último, las acciones públicas deben ser consistentes e incidir
sobre aquellos factores de dificil observación, pero que son
constitutivos de las libertades de proceso de las personas. Así,
incidiendo sobre las aspiraciones, las metas y la autonomía
de las personas, las intervenciones deben promover la apropiación de la política pública por parte de ellas, incidiendo en
que las personas sean sujetos y no receptoras pasivas de las
políticas de desarrollo. En el marco de este enfoque, tres
Al considerar como base
el indicador de habilidades
cognitivas medido por el
llamado test de Raven,
datos para Mé x i c o
muestran que, aun tomando
en cuenta otros
condicionantes
Fotografía: morguefile.com
elementos son cruciales para el diseño de la política pública. Primero, las intervenciones deben fundamentarse en una clara definición de las coaliciones políticas que
las hagan viables identificando los costos y beneficios. Segundo, las intervenciones
deben ser comprensivas y partir de un diagnóstico que identifique las áreas más relevantes a ser cubiertas por la política pública, saliendo de la zona de relativo confort para
aquellos que generaron las políticas de combate a la pobreza recientes. Por último, será
necesario fortalecer elementos que refuercen el ejercicio de la ciudadanía y el empoderamiento de las personas. Algunos ejemplos, aunque aún en estado embrionario,
existen de este tipo de políticas en la región (Chile Solidario, en Chile y Familias en
Acción, en Colombia, por ejemplo), los cuales buscan actuar tanto en el ámbito de
los hogares como en el entorno en el que éstos se desenvuelven. Nuevos programas
derivados del aprendizaje de estas y otras experiencias y, sobre todo, la capacidad de
pensar los problemas de manera comprensiva son, sin duda, elementos indispensables para la nueva agenda de política social en la región.
del hogar tales como el
niv el d e in g r e s o ,
escolaridad del padre
y d e la ma d r e, y si e l
joven vive en una localidad rural, la influencia de las habilidades
cognitivas de los adultos
responsables
es
un factor determinante
de las habilidades
cognitivas de los jóvenes.
Referencias
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Vaisey, Stephen (2009), “What People Want: Rethinking Poverty, Culture, and Educational Attainment”, Berkeley: Department of Sociology,
University of California.
57
Fotografía: http://www.lamaisonnumismatique.com/2011_500_Pesos_Colombia_rbol_de_Guacari-3092893.html
Esteban Nina Baltazar
Filósofo por la Universidad Mayor de San Simón, Bolivia. Magister en Economía por la
Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (pujb) y magister en Planificación del Desarrollo
Regional del cider por la Universidad de los Andes, Colombia. Diplomado en Gerencia Social Ignaciana otorgado por la cepal de la Compañía de Jesús y la Federación
Internacional de Fe y Alegría. Ha sido profesor y director del grupo de investigación de
Gobierno, Políticas Públicas y Pobreza (2008-2011) en la pujb. Además ha sido asesor
gubernamental del Departamento Nacional de Planeación, (dane) y consultor del pnud
Es director de la maestría en Política Social y profesor adscrito a la Facultad de Ciencias
Políticas y Relaciones Internacionales (pujb)
Introducción
La distribución de los ingresos es un tema de gran importancia en América
Latina, por las grandes diferencias en el nivel de ingresos entre los pobres y los no
pobres. Según muchas evidencias, Latinoamérica es la región con la distribución
de ingresos más desigual del mundo. En gran parte esto se debe a la mala distribución de capital: capital físico, capital financiero y, más que todo, capital humano.
Este último tema sugiere que las diferencias entre los niveles de educación y salud
en varios grupos de la población son notables.
Este documento presenta la evolución de la distribución del ingreso en Colombia
en las dos últimas décadas. La evidencia empírica muestra que se encuentra
entre los países que tienen los mayores índices de desigualdad en América Latina;
el ingreso está centrado en las manos de una proporción limitada de población.
Después de una presentación de la distribución del ingreso medido por el
coeficiente de Gini, este documento se enfoca hacia el análisis de los resultados
y efectos del gasto público en la reducción del coeficiente de Gini y hacia los
indicadores de pobreza.
1. Distribución del ingreso en Colombia
El presente análisis se propone mostrar la magnitud y la evolución de la distribución
del ingreso en Colombia y cómo algunos factores asociados permiten explicar
dicha magnitud.
Infortunadamente, a pesar del interés en el tema de la distribución del ingreso,
se cuenta con relativamente poca información municipal y regional sobre los
ingresos de las personas y hogares. Por lo general, las estimaciones sobre
distribución del ingreso no permiten mucha desagregación a nivel de los 32 departamentos y 1 100 municipios de Colombia. La fuente primaria de información
son las cifras oficiales a partir de las Encuestas de Hogares de las instituciones
públicas de estadísticas de Colombia, Departamento Administrativo Nacional de
Estadística (dane). Esta última como fuente de información solamente ofrece
estimaciones a nivel nacional, regional y sólo de 23 departamentos incluyendo el
Distrito Capital de Bogotá.
59
Medición de la desigualdad de ingresos
País
C.Gini
¿Cómo se mide la distribución de ingresos? Una de las medidas más comunes es
el coeficiente de Gini. Éste se basa en la distribución acumulada de los ingresos
(desde el individuo u hogar más pobre hasta el más rico en la economía).
La curva de Lorenz muestra la función de distribución acumulada del ingreso
con la población ordenada de manera ascendente por su ingreso. El coeficiente
de Gini mide el área entre la recta de equidistribución (distribución igualitaria) y la
curva de Lorenz (gráfico 1). Básicamente, un valor de 0 implica que los ingresos
están igualmente distribuidos y que el individuo más pobre tiene el mismo ingreso
que el más rico. En cambio, una distribución de 1 significa que todos los ingresos
de la economía se concentran en el individuo (hogar) más rico y el resto de los
individuos (hogares) no perciben ingresos.
R. Dominicana (2009)
0,574
Bolivia (2007)
0,565
Nicaragua (2005)
0,532
Chile (2009)
0,524
Panamá (2009)
0,523
México (2008)
0,515
Paraguay (2009)
0,512
Argentina (2009)
0,510
G r á f i c o 1 . La curva de Lorenz y el coeficiente de Gini
Costa Rica (2009)
0,501
Ecuador (2009)
0,500
El Salvador (2009)
0,478
Perú (2009)
0,469
Uruguay (2009)
0,433
Venezuela (2008)
0,412
Fuente: cepal (2011),
Panorama Social 2010.
Según el Informe de la cepal, Panorama Social de América Latina 2010, la
distribución del ingreso en los países de América Latina es conocida por estar
entre las más desiguales del mundo, característica que se ha mantenido durante
cuarenta años (pnud, 2010).
En la práctica, según las estimaciones del Banco Mundial, en el mundo el coeficiente de Gini varía entre 0,20 y 0,65. El cuadro 1 presenta datos de la cepal,
agencia de Naciones Unidas para América Latina, sobre la distribución del ingreso para
varios países, incluyendo Colombia. Aunque no necesariamente es información
del mismo año, tiene la ventaja de ser comparable con otros países para observar
la posición de Colombia en la región.
C u a d r o 1 . América Latina: coeficiente de Gini
País
C.Gini
Guatemala (2006)
0,585
Honduras (2007)
0,580
Colombia (2009)
0,578
Brasil (2009)
0,576
60
Otoño - Invierno 2011
Según las cifras de este cuadro se
puede ver que entre los países de América
Latina, Guatemala y Honduras tienen
las distribuciones de ingreso más desiguales: 0,585 y 0,58 respectivamente,
el tercer lugar del mismo grupo más
inequitativo, le corresponde a Colombia que tiene un coeficiente de Gini de
0,578, que junto con Brasil, índice de
0,5776, confirman que siguen siendo
el grupo de países más inequitativo en
la región latinoamericana. En el caso
de México, para el año 2008, tiene un
indicador de 0,515. En Uruguay y Venezuela, parece que los ingresos están
mejor distribuidos que en los demás
países, pero llama la atención el nivel
de Costa Rica que se parece más a
Ecuador. En Perú, la distribución de
ingresos también es preocupante.
En la evaluación de la desigualdad en
el ingreso, otra metodología que permite analizar el grado de concentración es
calcular la participación de los ingresos
de los más pobres en el ingreso total.
Además de presentar la estimación del
coeficiente de Gini, se estima la proporción del ingreso total del país distribuido
entre el 40% más pobre y el 10% más rico.
La brecha de ingresos se calcula del cociente entre el 25% más rico (Q5) y el 25% más
pobre (Q1): cuadro 2.
Para profundizar en el significado del Gini se presentan otros indicadores que
también reflejan la inequidad o la alta concentración de la riqueza en los países
de América Latina; el ingreso captado por el 40% más pobre (deciles 1 al 4) es en
promedio, menos de 14.5% del ingreso total, mientras que el 10% más rico (decil
10) capta aproximadamente un tercio del ingreso total (32.7%). De igual manera,
el ingreso captado por el 20% más rico (Quintil 5) de la población supera en 19.5
veces al del quintil más pobre (Quinti 1) en promedio para el grupo.
Cuadro 2. América Latina: participación en el ingreso
y
b r e c h a
e n t r e
r i co s
y
p o b r e s
Participación en el ingreso total del:
Países
40%
más pobre
10%
más rico
Brecha de ingreso
Honduras (2007)
10,0
37,0
32,5
Bolivia (2007)
11,2
35,5
31,5
Colombia (2009)
11,8
23,1
28,0
R. Dominicana (2009)
10,7
40,2
28,0
Brasil (2009)
13,2
41,0
23,9
Guatemala (2006)
12,8
22,0
23,9
Nicaragua (2005)
14,4
35,4
18,6
Paraguay (2008)
14,7
34,4
18,4
Panamá (2009)
14,8
31,4
18,2
Argentina (2009)
15,6
36,7
16,6
Costa Rica (2009)
14,3
33,0
16,5
México (2008)
16,0
34,5
16,0
Chile (2009)
14,4
38,4
15,9
Ecuador (2009)
15,9
32,6
15,4
Perú (2009)
15,9
29,2
13,7
El Salvador (2009)
16,6
31,4
13,1
Venezuela (2006)
17,4
27,3
12,3
Uruguay (2009)
21,8
26,1
9,1
Promedio LAC
14,5
32,7
19,5
Q5/Q1
Fuente: cepal (2011), Panorama Social 2010.
Según el indicador de brecha de ingreso del cuadro 2 los países con los niveles
más altos son Honduras, Bolivia, Colombia y República Dominicana donde los
hogares más ricos perciben aproximadamente 28 a 32 veces más ingresos que
los más pobres. En el caso de México, el 10% de hogares más ricos recibe en
promedio más de 16 veces lo que recibe el 40% de hogares más pobres.
61
2. . Evolución del coeficiente de Gini
para Colombia, 1990 - 2010
El análisis de la desigualdad de los ingresos en Colombia
tiene importancia tanto desde el punto de vista económico
como político, ya que ella contribuye no sólo a los altos
niveles de pobreza, sino también a incrementar las tensiones
sociales y políticas. Aunque son muchos los aspectos
que la generan, en esta sección sólo se hará referencia a
la desigualdad en la distribución de los ingresos de las
personas, sin tener en cuenta la desigualdad en la distribución
de activos o de otros bienes y servicios.
Por otro lado, dentro de un mismo país puede haber
diferencias entre la distribución de ingresos por regiones.
Este es el caso de Colombia; según estimaciones oficiales de
la Misión de Empalme de la Serie de Pobreza y Desempleo
(mesep), vinculada al Departamento Nacional de Planeación (dnp), el nivel nacional es igual a un Gini de 0,561, el
cual difiere frente a la diversidad de las regiones al interior
del país. El cuadro 3 presenta el coeficiente de Gini para
23 importantes departamentos (regiones subnacionales) de
Colombia para el año 2010.
Al observar la evolución del índice Gini desde 2002 a
2010 se afirma que la distribución del ingreso se ha concentrado persistentemente en los niveles altos, lo cual refleja
un deterioro generalizado a lo largo de los departamentos
(regiones subnacionales) de Colombia.
Cuadro 3. Departamentos de Colombia, evolución
del coeficiente de Gini, 2002-2010
Departamento 2002
Antioquia
2003
2004
2005
2008
2009
2010
0,579 0,589 0,572 0,554 0,580 0,560 0,561
Departamento 2002
2003
2004
2005
2008
2009
0,495 0,507 0,540 0,516 0,565 0,543 0,540
Risaralda
0,521 0,498 0,499 0,501 0,508 0,484 0,483
Santander
0,528 0,529 0,497 0,525 0,493 0,509 0,504
Sucre
0,501 0,492 0,493 0,472 0,537 0,518 0,537
0,487 0,512 0,519 0,490 0,501 0,523 0,494
Tolima
0,523 0,526 0,525 0,495 0,517 0,541 0,549
Valle del
Cauca
0,525 0,515 0,515 0,537 0,519 0,513 0,518
Fuente. Estimaciones de dnp (2010), mesep con base en
encuestas del dane.
Otra forma de visualizar la tendencia estructural de la
persistencia de la inequidad en la distribución del ingreso en
la sociedad colombiana, es mirar retrospectivamente 16 años.
En el cuadro 4, una serie de datos del índice Gini confirman
dicha persistencia. Tomaremos arbitrariamente como punto
de referencia que un índice Gini igual mayor a 0,5 es una
situación de aguda desigualdad socioeconómica, entonces se
puede señalar el número de departamento o porcentaje de
regiones subnacionales con un nivel alto de desigualdad. Para
el año 1994, diez de las 24 regiones están por encima del punto
de corte, destacando el Cauca con 0,615, le siguen Valle del
Cauca, Huila y Antioquia; en 1996 el 81%, es decir, 21 de las
24 regiones, en primer lugar el departamento de Nariño con
0,643, seguido de Caldas, Córdoba, Chocó y Boyacá. En
1997, nuevamente son 21 departamentos con elevado nivel,
encabezados por Nariño con 0,667, acompañado por Quindío,
Caldas, Chocó, Cauca y Boyacá. En 1998, el 60% de regiones
por encima del punto de corte, lideradas negativamente por
Chocó, Antioquia, Cauca, Bogotá y Nariño. Para 1999, el
grupo de mayor inequidad sube a 75% con 18 departamentos,
el primer lugar Cauca con un índice de Gini de 0,60, seguido
de Cesar, Chocó, Boyacá, Córdoba y Bogotá. En el año 2000
Colombia sigue presentando el 70% de regiones con Gini
alto, nuevamente Cauca ocupa el primer lugar con 0,596, al
lado están Cesar, Chocó, Boyacá y Córdoba. Finalmente, en
2001 se mantiene el 70% con 17 departamentos mostrando
inequidad, en el primer lugar Chocó con 0,592, seguido de
Boyacá, Córdoba, Quindío y Bogotá.
Atlántico
0,535 0,527 0,524 0,506 0,497 0,492 0,496
Bogotá
0,572 0,546 0,559 0,557 0,531 0,526 0,527
Bolívar
0,535 0,476 0,480 0,479 0,543 0,534 0,514
Boyacá
0,595 0,591 0,554 0,561 0,577 0,531 0,539
Caldas
0,504 0,518 0,521 0,504 0,545 0,542 0,534
Caquetá
0,531 0,510 0,487 0,531 0,484 0,487 0,451
Cauca
0,526 0,467 0,534 0,500 0,592 0,593 0,570
Cuadro 4 . Departamento de Colombia:
Cesar
0,471 0,430 0,491 0,456 0,545 0,551 0,517
evolución coeficiente de Gini, 1994-2001
Córdoba
0,555 0,550 0,528 0,538 0,527 0,560 0,554
Cundinamarca 0,482 0,454 0,477 0,490 0,462 0,460 0,460
Departamento 1994
1996
1997
1998
1999
2000
2001
Antioquia
0,551 0,533 0,557 0,600 0,520 0,522 0,530
Atlántico
0,445 0,484 0,501 0,530 0,520 0,525 0,530
Bogotá
0,416 0,508 0,519 0,559 0,560 0,564 0,561
Bolívar
0,464 0,518 0,547 0,486 0,550 0,549 0,483
Boyacá
0,494 0,588 0,592 0,491 0,570 0,565 0,587
0,510 0,497 0,476 0,490 0,501 0,495 0,502
Caldas
0,496 0,601 0,606 0,543 0,520 0,522 0,524
0,561 0,531 0,509 0,514 0,526 0,513 0,500
Caquetá
0,406 0,557 0,472 0,452 0,450 0,454 0,520
Chocó
0,571 0,564 0,561 0,578 0,625 0,569 0,578
Huila
0,541 0,527 0,513 0,511 0,578 0,584 0,572
La Guajira
0,476 0,504 0,485 0,470 0,593 0,570 0,615
Magdalena
0,498 0,453 0,457 0,464 0,559 0,526 0,545
Meta
Nariño
62
2010
Norte de
Santander
Quindío
Otoño - Invierno 2011
Departamento
1994
1996
1997
1998
1999
2000
2001
Cauca
0,615
0,571
0,596
0,599
0,600
0,596
0,527
Cesar
0,432
0,536
0,534
0,541
0,590
0,590
0,464
Córdoba
0,524
0,596
0,525
0,508
0,570
0,565
0,567
Cundinamarca
0,355
0,532
0,581
0,483
0,500
0,497
0,511
Chocó
0,530
0,593
0,599
0,611
0,590
0,588
0,592
Huila
0,554
0,549
0,543
0,540
0,510
0,507
0,554
La Guajira
0,501
0,532
0,534
0,482
0,480
0,476
0,414
Magdalena
0,454
0,541
0,514
0,476
0,490
0,492
0,467
Meta
0,459
0,441
0,433
0,438
0,490
0,493
0,505
Nariño
Norte
Santander
Quindío
0,493
0,643
0,667
0,545
0,550
0,554
0,527
0,418
0,540
0,506
0,528
0,490
0,487
0,438
0,473
0,574
0,611
0,510
0,520
0,521
0,562
Risaralda
0,532
0,514
0,496
0,485
0,490
0,486
0,494
Santander
0,544
0,520
0,542
0,504
0,550
0,555
0,500
Sucre
0,483
0,581
0,559
0,506
0,530
0,535
0,460
Tolima
0,503
0,538
0,544
0,517
0,510
0,508
0,519
Valle del
Cauca
0,590
0,485
0,501
0,527
0,520
0,523
0,514
Fuente: Misión Social dnp-pnud (2002), 10 años de Desarrollo Humano.
Adicionalmente, en el cuadro 5 están las cifras del coeficiente de Gini estimadas
por meep del dnp para las trece ciudades más importantes de Colombia en el periodo
2002-2010. Estas trece ciudades son capitales de departamento, son parcialmente
representativas de todo el sector urbano colombiano. En 2010, las grandes ciudades
con mayor nivel de desigualdad son Medellín con 0,538, le siguen Cali con 0,529 y
Bogotá 0,526. Los menores niveles se presentan en ciudades intermedias como
Villavicencio, Pereira y Bucaramanga: 0,466; 0456; 0,449 respectivamente.
C u a d r o 5 . Ciudades de Colombia: coeficiente de Gini 2010
Ciudad
2002
2003
2004
2005
2008
2009
2010
Barranquilla
0,528
0,539
0,533
0,513
0,499
0,486
0,497
Bucaramanga
0,484
0,481
0,454
0,478
0,431
0,453
0,449
Bogotá
0,572
0,546
0,559
0,557
0,530
0,526
0,526
Manizales
0,490
0,505
0,510
0,492
0,502
0,509
0,495
Medellín
0,547
0,557
0,541
0,522
0,542
0,534
0,538
Cali
0,534
0,509
0,514
0,540
0,518
0,499
0,529
Pasto
0,510
0,510
0,499
0,507
0,533
0,516
0,523
Villavicencio
0,472
0,457
0,460
0,470
0,479
0,473
0,466
Pereira
0,482
0,482
0,475
0,468
0,475
0,464
0,456
Cúcuta
0,479
0,502
0,507
0,457
0,457
0,498
0,479
Cartagena
0,483
0,472
0,471
0,451
0,468
0,493
0,488
Ibagué
0,476
0,484
0,497
0,486
0,469
0,488
0,495
Montería
0,518
0,517
0,490
0,509
0,492
0,528
0,526
Fuente. Estimaciones de dnp (2010), mesep, con base en encuestas del dane.
63
La evolución de la desigualdad vista por ciudades encuentra entre los casos
más críticos la ciudad de Medellín que ocupa el primer lugar en cuatro ocasiones:
los años 2003, 2008, 2009 y 2010, con 0,556; 0,542; 0,534 y 0,537 respectivamente.
Le sigue la ciudad capital Bogotá, la cual tiene el más alto Indice Gini en 2002,
2004 y 2005, con 0,571; 0,558 y 0,557 respectivamente. Entre los casos menos
críticos de ciudades que empeoraron su distribución del ingreso están Barranquilla,
Cali y Pasto. El resto de ciudades se encuentra por debajo de un coeficiente de
Gini inferior a 0,5 puntos.
3 . Metodología para medir el efecto del gasto
público social sobre la distribución del ingreso
La metodología para la estimación del efecto neto de la política fiscal es una
adaptación y combinación de dos metodologías: una utilizada por Kakwani (1976)
para el análisis redistributivo del impuesto y la otra de Vélez (1996) para estudiar
los efectos redistributivos de los subsidios del gasto público social. Para medir la
progresividad o regresividad de los subsidios o los gastos públicos sociales este
método utiliza la curva de Lorenz y la curva de concentración, que están asociadas
al coeficiente de Gini (G) y al coeficiente de concentración (Cs ): véase gráfico 2.
Para medir la desigualdad en la distribución de los subsidios se utiliza continuamente el concepto de Coeficiente de Concentración (Cs) asociado a la curva
de concentración del subsidio respectivo. Este coeficiente es muy similar al
coeficiente de Gini (G) asociado a la curva de Lorenz, construida a partir de la
distribución del ingreso. La curva de Lorenz muestra la función de distribución
acumulada del ingreso con la población ordenada de manera ascendente por su
ingreso. En cambio, la curva de concentración corresponde a la función de
distribución acumulada de los subsidios o gasto público social manteniendo
el ordenamiento inicial de la población de manera ascendente por su ingreso.
Gráfico 2. La curva de concentración y el coeficiente de concentración (Cs)
Así como una vez ordenados los hogares por su ingreso per cápita, la curva de
Lorenz nos informa el porcentaje de ingreso, L(p), que recibe la proporción p
de hogares más pobres, la curva de concentración nos muestra el porcentaje del
64
Otoño - Invierno 2011
subsidio, CC(p), que le corresponde al
p% de hogares más pobres. La curva de
Lorenz siempre debe estar por debajo
de la diagonal de la distribución igualitaria, la curva de concentración puede
estar por encima o por debajo de ella.
Así, en tanto el ingreso se distribuye de
forma más o menos desigual –nunca
progresivamente– y correspondiente,
el coeficiente Gini (G) toma valores
entre uno y cero, los subsidios pueden
distribuirse regresiva, igualitaria o
progresivamente y su coeficiente de
concentración (Cs) toma respectivamente valores positivos, nulos o negativos,
en el intervalo (-1,1). Igualmente, para
medir la progresividad relativa de un
subsidio con respecto a la distribución
del ingreso, se utiliza el coeficiente de
progresividad, Ps, que es igual a la diferencia entre el coeficiente de concentración
del subsidio, Cs, y el coeficiente Gini
de la distribución del ingreso, G. Este
coeficiente Ps será negativo cuando el
subsidio es relativamente progresivo y
positivo cuando el subsidio es regresivo
en relación con la distribución de ingresos.
Para medir el efecto del Gasto
Público Social o los subsidios sobre
la distribución del ingreso, se compara la
desigualdad de la distribución del ingreso
original con la de la distribución del
ingreso, más los subsidios por gps. Esto
es, se cotejan los coeficientes de Gini de
las dos distribuciones, Gini inicial (Go)
y Gini final (Gf) respectivamente y se
calcula su diferencia:
La primera estimación de la incidencia
del gasto público social en la distribución
del ingreso fue realizada por el economista
Carlos Vélez en 1992, quien tomó en
cuenta, por un lado, la magnitud total
de los subsidios de los servicios sociales
(educación, salud y seguridad social,
principalmente), de los recursos públicos
y, por otro lado, el índice de Gini de
0,442 para el total de hogares. En esa
época el valor total se aproximaba a la
suma significativa para el conjunto de
hogares de la economía colombiana
equivalente a 6,2% del pib y a 24,1% del
gasto público total.
En consecuencia, aplicando la metodología arriba
señalada, afirma que en 1992, el efecto del gasto público
social en la distribución del ingreso en Colombia fue
relativamente redistributivo. Cuando Vélez (1996) evalúa
el coeficiente de Gini del ingreso disponible de los hogares
adicionado a los subsidios recibidos del Gasto Público
Social (gps), estima que se reduce en 41 milésimas, de 0,442
a 0,400. Este efecto marginal en la equidad es función de
dos parámetros: la magnitud relativa del gasto social
medida por la participación de dichos subsidios dentro del
ingreso disponible de los hogares y la focalización o
progresividad en su suministro, medida por el coeficiente
de concentración (Cs).
Lasso (2006), citando al estudio de Vélez (1996),
señala que el coeficiente de Gini estimado es de 0,5496, y
un Coeficente de Concentración (Cs) con un valor de
0,1008, por lo tanto, la diferencia entre los coeficientes
de concentración e índice Gini es de -0,4488. Como este
último valor es negativo, significa que el total de los subsidios entregados a los hogares son relativamente progresivos respecto a la curva de Lorenz de distribución del ingreso.
Por otra parte, como el coeficiente de concentración
es positivo, el total de subsidios recibidos por los hogares es
positivo, implica que el total de subsidios recibidos por
los hogares es regresivo respecto de la diagonal de la
distribución del ingreso.
Según las estimaciones de Lasso (2006) para 2003, el
efecto marginal del gasto público social de los servicios
básicos sobre la distribución del ingreso representó una
disminución significativa de 45 milésimas en el coeficiente
de Gini, que pasó de 0,5496 a 0,5046. Según Vélez (1996),
este efecto sobre el Gini depende de la magnitud del
gasto social estimado como la participación de los subsidios totales y la focalización medida por el cambio en el
coeficiente igual a -0,4488.
Gráfico 3. Coeficiente de concentración y
coeficiente de Gini para 2003
Cuadro 6. Variación del coeficiente de Gini y
Coeficiente de Concentración (Cs)
Gini con
Estudio GPS (%PIB) Gini Inicial subsidios
Variación
Cs
Vélez
(1996)
6,2%
0,442
0,400
0,041
-0,109
Lasso
(2006)
13,6%
0,5496
0,5046
0,448
0,1008
Fuente: Vélez (1996) y Lasso (2006).
A modo de conclusión, de los estudios de Vélez y Lasso
se puede inferir que la distribución de los subsidios sociales
financiados por el gasto público social tiene un efecto levemente progresivo desde el punto de vista de los individuos
y hogares, es decir, la inversión pública colombiana tiende
hacia una redistribución igualitaria.
Adicionalmente, por el coeficiente de Gini a lo largo de
este periodo, medido en diferentes regiones subnacionales
(departamentos y ciudades), se observa que las variaciones
de dicho coeficiente son menores o pequeñísimas provocando leves efectos redistributivos positivos cuando se trata
de los subsidios sociales; este efecto sobre la distribución es
casi imperceptible.
Sin embargo, a pesar de los progresos en distribución
del ingreso durante las dos últimas décadas, en Colombia
sigue siendo inequitativa, se requiere de políticas sociales
de Estado que sistemáticamente busquen mayor equidad en
la asignación del gasto público social y de la política fiscal.
Bibliografía
Alesina, A. y D. Rodric (1994), “Distribution politics and economic
growth”, Quarterly Journal of Economics 109(2): 465-90.
Bénabu, R. (2000), “Unequal societies: Income distribution and the
social contract”, American Economic Review 90(1): 96-129.
cepal (2011), Panorama Social de América Latina 2010, Santiago
de Chile.
Kakwani, N. (1976), Measurement of Tax Progressivity: An Internacional
Comparison. Economic Journal: 71-80.
Lasso, F. (2006), Incidencia del gasto público social sobre la distribución
del ingreso y la reducción de la pobreza, merpd, Departamento Nacional
de Planeación.
Misión Social. dnp-pnud (2002), 10 años de Desarrollo Humano en
Colombia, Departamento Nacional de Planeación.
pnud (2010), Informe Mundial de Desarrollo Humano, Naciones Unidas,
Nueva York.
Vélez, C. (1996), Gasto Público Social y Desigualdad: Logros y Extravíos,
Bogotá, Colombia, Departamento Nacional de Planeación.
65
Mauricio de Maria y Campos
Director del Instituto de Investigaciones sobre Desarrollo Sustentable y Equidad social de
la Universidad Iberoamericana ciudad de México (uia). Estudió economía en la unam y
obtuvo su maestría en Desarrollo de la Universidad Sussex, gb. Fue subsecretario de
Fomento Industrial en la secofi, director general de la onudi en Viena y embajador
de México en Sudáfrica. Es autor de libros, ensayos y artículos en revistas especializadas
y articulista de El financiero.Como presidente del Capítulo Mexicano del Club de Roma
fue editor (con Georgina Sánchez) del informe “Los límites de la cohesión social en
México”. Coordina la representación de la uia cd. de México en el ceape-suj y participó
en el reciente informe sobre pobreza y políticas sociales de ausjal (cuyo resumen ejecutivo
se publica en este número de Rúbricas).
Fotografía: FreePixels.com
66
Otoño - Invierno 2011
La globalización desigual y América Latina
La globalización no ha operado hasta ahora con la misma amplitud e intensidad en todos los ámbitos. El grado de integración de mercados varía de forma
considerable, según su grado de liberalización y del papel que desempeñan los
Estados-nación y las grandes corporaciones internacionales. Es muy elevado el
grado de globalización de los flujos financieros, del crimen organizado, de los
mercados de información y entretenimiento, y de las aspiraciones de consumo; un
poco menor el del comercio y las inversiones, y muy reducido el de los mercados
laborales, a pesar del descenso de los costos de transporte de personas.
La globalización es una realidad innegable e inevitable, fuente de grandes beneficios y oportunidades en el terreno político, económico, social y cultural, al
permitir la difusión de la democracia, la integración de mercados y la amplia e
instantánea transmisión de información, opiniones y valores entre personas de
todo el mundo. Pero al mismo tiempo, los procesos de globalización con escasa
regulación, como han ocurrido hasta la fecha, presentan consecuencias indeseables y amenazan la cohesión de las sociedades, pues tiende a predominar la ley del
más fuerte, y las inequidades, a perpetuarse e incluso a acentuarse.
El problema se agrava ante la falta de estructuras institucionales gubernamentales internacionales apropiadas.
Como señaló el informe del Centro de estudios del futuro de la ocde (2000),
La sociedad creativa del siglo xxi, desde la distancia prevalece a menudo la imagen de
una sociedad mundial cada vez más uniforme. En casi todas las ciudades del mundo están presentes los mismos hoteles, restaurantes, películas, productos y marcas.
La homogeneización mundial no es sólo superficial. La esperanza de vida de las
sociedades, las tasas de fecundidad, los procesos de urbanización, las tecnologías
en uso, las formas de emplear el tiempo libre se aproximan más entre los países.
Como consecuencia de estos cambios pierde importancia la familia nuclear, se
fortalece el papel de la mujer en la economía y la sociedad, y se generalizan los patrones de comportamiento sexual y las aspiraciones democráticas y de derechos.
Pero esta aparente convergencia está marcada también por una creciente diversidad en las esferas económicas, sociales, tecnológicas y culturales. Las personas
nunca habían tenido tal cantidad de opciones de consumo de bienes y servicios.
Incluso en áreas tradicionalmente públicas, como educación, salud y seguridad, las alternativas se han incrementado de manera notable y su operación se ha descentralizado.
La integración de mercados y su mayor libertad y énfasis en la competitividad
promueve la eficiencia, pero no la equidad. El libre mercado no está necesariamente al servicio de la sociedad. Cuando el mercado va demasiado lejos y los gobiernos
descuidan sus efectos sociales y políticos, los impactos positivos de la globalización se difunden de manera desigual, y concentran el poder, la riqueza y el
bienestar en un grupo reducido de países y personas, en detrimento de los demás.
La desigualdad entre países ha aumentado de forma significativa en los
últimos 40 años.
Hoy, más de 80 países todavía tienen ingresos per cápita inferiores a los de
hace uno o dos decenios.
La brecha entre los ingresos y las aspiraciones de vida, fenómenos ambos que
acompañan a la globalización, crece día con día y se convierte ahora en uno de
los mayores factores de conflicto internacional. Se estima que 120 millones de
personas emigraron a los países desarrollados desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial y que en los últimos años esos flujos se han seguido acelerando, en particular hacia Estados Unidos, Canadá, Alemania, España y Australia. Al mismo
tiempo, las remesas de migrantes se han elevado con rapidez; para 14 países ya
significan ingresos de más de 1 000 millones de dólares al año, encabezados por
la India y México.
El informe de desarrollo humano
1998 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) pegó en
el blanco de otra grave paradoja al
dedicarse a las desigualdades internacionales en el consumo.
Su tesis básica fue que el mundo no
necesita consumir menos, sino de manera diferente, más equitativa; que más
de una cuarta parte de la población del
planeta no logra satisfacer sus necesidades fundamentales y que remediar este
problema podría requerir un volumen de
recursos relativamente modesto, si el
mundo se pusiera de acuerdo. Sin embargo, el reto es formidable y creciente
dada la incorporación al mercado y al
consumo de un número en rápido ascenso de habitantes en Asia, África y
Latinoamérica entre 2000 y 2010.
El informe examinó los factores
que explican el consumo en la “aldea
global”, sus enormes y crecientes
desequilibrios internacionales y sus
efectos sobre el ambiente, que castigan
en particular a los países pobres. El
diagnóstico ha cambiado un poco en la
última década, pero no demasiado.
Como se ha demostrado repetidamente en foros mundiales de la onu
y de organismos financieros internacionales, incluyendo las recientes
reuniones de Cambio Climático en
Cancún, (2010) y Durban (2011),
pero cada vez más en las calles del
Mundo –Túnez, Cairo, Madrid, Nueva York o Ciudad de México– hay un
descontento permanente respecto de
la globalización y la socialización de
los costos sociales derivados de un
sistema intrínsecamente injusto.
Sus efectos positivos se califican o
ponen en duda debido a las disparidades sociales en aumento y a la incapacidad de la comunidad internacional
de atender desafíos crecientes. Ocurre
una dicotomía cada vez mayor entre las
élites, las emergentes clases medias y
el resto de la población que amenaza
o fractura la cohesión social, durante muchos años base de estabilidad.
Hay poco diálogo entre estos grupos.
Las clases medias digitalizadas e, incluso,
los estratos de menores ingresos con
67
acceso a un celular dialogan cada vez más
en sus localidades, dentro de los países y a
través de las fronteras nacionales y se preguntan: “¿Y yo, en qué me beneficio de la
globalización y del libre mercado?”
La globalización es, en buena medida, la razón del resurgimiento de
las identidades culturales locales en
diferentes partes del mundo, afirmaba
Giddens a fines del siglo pasado. Esto
es cierto en particular en los países en
desarrollo, donde se sienten más los
efectos problemáticos de un libre
mercado internacional sin riendas que
corrijan sus fallas.
Reforma a los
principios, programas
y estructuras de
gobierno en la
esfera mundial para
promover la equidad y
la cohesión social
La entrada al nuevo milenio debió
constituir un incentivo para un salto
hacia adelante en la búsqueda de una
verdadera comunidad internacional. La
creación de la onu y la firma de la Declaración de los derechos humanos 60
años atrás significó un gran paso en esa
dirección, pero no ha sido suficiente
para lograr paz y desarrollo para todos
con equidad y cohesión social. No ha
sido posible acordar una nueva agenda para el desarrollo en medio de la
globalización, ni cumplir con los retos
de las cumbres de Río y Kyoto sobre
medio ambiente y cambio climático y
la Cumbre Social de Copenhague; sólo
se pudo replantear horizontes para alcanzar algunas metas sociales que hoy
tienen posibilidades de lograrse en un
grupo seleccionado de países en desarrollo, gracias a sus propios esfuerzos y
a la demanda creciente y las acciones
de cooperación de países emergentes,
no por la “ayuda al desarrollo” de países
ricos que –salvo honrosas excepciones
de países escandinavos y Holanda– han
desplomado su cooperación internacional para atender sus propias necesidades.
68
Otoño - Invierno 2011
Tampoco ha sido posible acordar reformas efectivas para democratizar la onu o
hacerla más eficaz.
El mundo necesita pactar un nuevo código de conducta universal, una ética
global, definida como una ética de corresponsabilidad planetaria que busque un
mínimo de valores que podamos compartir todas las sociedades, sin imposiciones
en la diversidad y multiculturalidad y con sus correspondientes responsabilidades
traducibles en normas exigibles. En años recientes se han realizado estudios y
encuentros muy diversos en esa dirección, que no logran cristalizar en acuerdos
internacionales.
Jacques Chirac, presidente de Francia, esbozó desde 1998 una serie de principios universales que debían regir la vida internacional, que aún son válidos:
1. Principio de corresponsabilidad: el multilateralismo frente a las decisiones unilaterales en asuntos globales
2. Principio de igualdad entre las personas y los países
3. Principio de solidaridad entre los hombres y las sociedades, en particular de los más ricos hacia los pobres y vulnerables
4. Respeto a los derechos individuales
5. Respeto a la diversidad de lenguas, culturas y valores
6. Principio de equidad intergeneracional: las generaciones presentes
son responsables de los recursos naturales y culturales para las generaciones futuras
7. Principio de complementariedad o subsidiariedad: las decisiones deben
adoptarse en el nivel local, nacional, regional o global según su naturaleza
y nivel de eficacia.
Estos principios se recogieron de manera general en la Declaración de los jefes
de estado y de gobierno en la Cumbre del Milenio. Transcurrida una década, con
avances y retrocesos en el mundo y en Latinoamérica, sigue haciendo falta las
condiciones y negociaciones para llevarlos a la práctica en la onu y en otros organismos
internacionales. Se ve difícil, pero hay que mantener vivas estas aspiraciones.
Una de las demandas más amplias e inclusivas para la gobernabilidad global es,
como sugirieron la Comisión Stiglitz en 2009 y la cepal en 2010, la articulación de
una nueva agenda global de desarrollo. Una opción en esa dirección es potenciar
el papel que hoy tiene el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas,
imprimiéndole a dicho órgano una jerarquía análoga a la que tiene la Asamblea
General o el Consejo de Seguridad. Esto permitiría lograr un mayor diálogo entre
los encargados de formular políticas, el mundo académico y los organismos internacionales y asegurar un sistema de representatividad amplio que incluya a todos
los continentes, y no sólo la representatividad restringida que hoy tiene el G-20.
(Comisión Stiglitz (2009): Report of the Commission of Experts of the President
of the United Nations General Assembly on Reforms of the International Monetary
and Financial System, onu. ny)
Llegó el momento de la recuperación del
crecimiento, la igualdad y la inclusión social en
América Latina
La caída del muro de Berlín y el colapso soviético anunciaron el fin de la Guerra
Fría y el nacimiento de un mundo unipolar bajo la hegemonía de Estados Unidos.
Algunos se atrevieron a hablar de “el fin de las ideologías”. Dicho cambio histórico rediseñó el conjunto de la arquitectura política y económica del planeta. Ocurrió,
además, en el marco de la consolidación de un nuevo paradigma productivo, en cuya
base estaba la aceleración del conocimiento científicotecnológico, una progresiva globalización de los mercados
y las comunicaciones, y una fe generalizada en el libre mercado instituida desde los años ochenta.
En Latinoamérica, el inicio de la década de los ochenta
estuvo marcado por la crisis de la deuda, que coincidió
con esta reorientación de la política y la economía, el nuevo
patrón de globalización y el predominio del proyecto de
sociedad basado en los mecanismos de mercado autorregulado y el mayor protagonismo de los agentes privados.
Coincidió con el sesgo hacia la desregulación de los
intercambios globales tanto financieros como comerciales
y la deslocalización productiva en función del costo de los
factores. En este marco se impulsaron en la región, entre
otras, dos tipos de medidas: unas tendientes a promover la
estabilidad a través de políticas públicas de ajuste y otras
que apuntaban a reducir el tamaño del Estado y su grado
de intervención en la economía.
Hoy nuestros Estados enfrentan un gran déficit de
políticas activas de promoción del desarrollo, regulación
económica, garantía del bienestar y provisión de bienes
públicos y búsqueda de la equidad y la inclusión social.
Está surgiendo un consenso creciente respecto a la necesidad de recuperación del rol fundamental que cabe al
Estado y las limitaciones de los mercados para estas tareas.
La actual crisis financiera, considerada la más profunda desde la Gran Depresión, marca el cierre de un ciclo
de crecimiento y bonanza e impulsa una nueva manera de
pensar el desarrollo. La crisis que estalló en 2008 no sólo
ha tenido un impacto económico significativo en el corto
plazo, sino que además ha generado un profundo debate
sobre el devenir de la lógica de acumulación económica, las
reglas de funcionamiento del sistema económico mundial,
el papel de las políticas públicas y el Estado en la dinámica
económica y social, y el rol de la sociedad civil organizada y
empoderada a través de la digitalización y las redes sociales.
En síntesis, la ecuación entre mercado, Estado y sociedad prevaleciente desde hace tres décadas se ha mostrado
incapaz de responder a los desafíos globales de hoy y de
mañana. El reto es: encontrar una nueva ecuación paradigmática de cara al futuro.
¿Por qué hacemos nuestro el valor de la igualdad en la
actual inflexión histórica? Porque creemos interpretar un
reclamo largamente sostenido y postergado en las sociedades latinoamericanas y caribeñas. En efecto, la desigualdad
recorre cinco siglos de discriminación racial, étnica y de
género, con ciudadanos de primera y segunda categoría y
la peor distribución del ingreso del mundo.
La igualdad de derechos brinda el marco normativo y
sirve de base a pactos sociales que se traducen en más
oportunidades para quienes menos tienen. Un orden
democrático en que la orientación del desarrollo plasme la
voluntad de la mayoría y haga posible la concurrencia de
todos los actores también responde al valor de la igualdad.
Igualdad social y dinamismo económico no están reñidos entre sí y el gran desafío es encontrar las sinergias entre
ambos. Lo que proponen ahora los organismos de la onu
–como el pnud y la cepal e, incluso, el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial– va en esta dirección: hay
que crecer distribuyendo el ingreso y distribuir para fortalecer los mercados internos y crecer. En el horizonte
estratégico del largo plazo, igualdad, crecimiento económico
y sostenibilidad ambiental tienen que ir de la mano.
En el ámbito político el Estado juega un rol protagónico
al cual no puede renunciar. Se trata de velar por más democracia y más igualdad, dos caras de la moneda de la política.
Respecto de la democracia, el Estado debe procurar
mejorar la calidad de la política en sus procedimientos, promover agendas estratégicas que reflejen la deliberación de
un amplio espectro de actores y velar para que la voluntad
popular se traduzca en pactos que provean legitimidad política y garanticen políticas en el mediano y largo plazo. En
materia de igualdad el Estado debe ocuparse de incrementar la participación de los sectores excluidos y vulnerables
en los beneficios del crecimiento. El ejercicio pleno de los
derechos y de una voz pública constituye el vínculo entre la
política y la igualdad social.
Es preciso contar con políticas de Estado que concurran
a dinamizar el crecimiento, promover la productividad, fomentar una mayor articulación territorial, impulsar mejores
condiciones de empleo y de institucionalidad laboral y proveer bienes públicos y protección social con clara vocación
universalista y redistributiva.
El tema del cambio climático, sin duda, será cada vez
más prominente en la agenda internacional e impondrá crecientes responsabilidades a los países. Esta agenda implica
modificaciones en las formas de producir y de consumir,
de generar y usar energía, con lo cual la huella de carbono resulta una variable principal en la competitividad de los
países. Supone también una dimensión ética, de solidaridad
intergeneracional, debido a las amenazas que se ciernen sobre el planeta si no se toman hoy las medidas apropiadas.
La visión de la ONU y la CEPAL y los
desafíos del mediano y largo plazo
El desarrollo enfrenta hoy, según la cepal (La Hora de la
Igualdad, 2010) desafíos e inflexiones que emergen del fragor de la coyuntura de la crisis. Esta situación sorprende a la
región en un escenario de integración que también plantea
nuevos elementos. Actualmente existe una mayor madurez
para reconocer que no hay modelos y recetas únicas que se
apliquen a todos los países por igual. La diversidad ha ganado espacio en cuanto a la manera de enfrentar los problemas y lo que nos une es, ante todo, el valor de la democracia
y el deseo de reinventar espacios propios de convergencia
en el ámbito político.
69
No obstante, cabe mencionar cuatro nuevas tendencias y desafíos:
• La primera es el cambio climático, que se relaciona estrechamente con una
larga historia de industrialización, con patrones productivos con gran emisión de
carbono y consumo de energías fósiles y, más aún, con un modo específico
de relación que entabla el ser humano con la naturaleza para procurar su
reproducción colectiva. Los efectos son profundos, sistémicos y, de no mediar
cambios decisivos y acuerdos globales al respecto, catastróficos.
El cambio climático impone límites, obliga a reorientar el paradigma productivo y los patrones de consumo, coloca a la solidaridad intergeneracional en el
centro de la agenda de la igualdad e, incluso, cuestiona nuestra relación con el mundo.
Dicho de otro modo, bajo la amenaza del cambio climático, el futuro de cada
persona está indisolublemente amarrado al futuro de todos.
Lamentablemente, no todos los países están realizando esfuerzos proporcionales a su impacto. eua, el mayor generador de bióxido de carbono y otros gases
de efecto invernadero no han querido reconocer su responsabilidad, ni actúan en
consecuencia. Europa occidental, en cambio, ha iniciado un proceso deliberado
para abatir los niveles actuales de contaminación y retornar a niveles equivalentes
a los de 1990. Otros grandes contaminadores, como China y la India, después de
resistirse inicialmente al cambio comienzan a reaccionar, pero están condicionando la dimensión de su esfuerzo a la respuesta estadounidense.
Para América Latina y el Caribe el cambio climático puede convertirse en una
nueva restricción al crecimiento económico o, si se aborda de manera oportuna e
integrada, en una oportunidad para la renovación y mejora de las infraestructuras,
el avance de los procesos productivos, la creación de modos de transporte más
eficientes y con menos emisiones, y la promoción del cambio paulatino hacia un
patrón de desarrollo con menor contenido de carbono.
• La segunda tendencia es el cambio tecnológico y la llamada sociedad red de la información
o del conocimiento.
• Una tercera tendencia es la transición demográfica por la que el peso relativo de distintos grupos de edad de la población cambiará en el correr de las próximas
décadas. Al respecto, se ha dicho que en América Latina y el Caribe, con diferencias importantes de un país a otro, existe un fenómeno de bono demográfico,
dado que la disminución de la población infantil y el envejecimiento todavía incipiente de la población adulta se traduce en una proporción mayor de población en
edad de trabajar con relación a la población en edad de dependencia. El beneficio
que significa el bono debe aprovecharse en las próximas décadas.
La transición demográfica lleva, por último, a replantearse el equilibrio en la
ecuación Estado-mercado-familia para resolver las necesidades de bienestar
y desarrollo de capacidades. A medida que cambia el peso de las edades, hay que
reevaluar la manera en que intervienen estos tres agentes para la provisión de
servicios, desembolsos monetarios y redes de apoyo.
• La cuarta tendencia es el cambio cultural. El mayor intercambio global crea mayor
conciencia de la diversidad de gustos, valores y creencias, pero también genera
profundas intolerancias culturales y religiosas, algunas de las cuales cristalizan en
formas virulentas que constituyen nuevas amenazas para la seguridad global. Tras
la caída del muro de Berlín crece el imaginario de la democracia como parte del
patrimonio cultural global, pero los conflictos interétnicos reviven los fantasmas
de la violencia colectiva.
El cambio cultural cuestiona las formas de organizar la sociedad. Por ejemplo, no se puede hacer políticas para jóvenes sin pensar en la radicalidad de los
cambios culturales que experimenta la juventud. El componente de género y de
cultura es cada vez más transversal a la hora de proponer políticas a favor de la
igualdad y reclama un difícil equilibrio entre igualdad de oportunidades y respeto
de las diferencias. La igualdad de derechos, que hemos hecho nuestro valor central,
constituye la piedra angular de la política, pues le da una vocación universalista
70
Otoño - Invierno 2011
que le permite absorber y conciliar
estos veloces cambios culturales que
vive el mundo.
De cara al futuro es preciso que el
nuevo paradigma del desarrollo dé lo
mejor de sí en aras de una globalización
que propicie una mayor conciencia
colectiva sobre los bienes públicos globales; que permita a grupos muy diversos
tener voz en el concierto abierto de la
gobernabilidad global, dando así más
vida a la democracia en el planeta; que
haga llegar a los sectores excluidos las
herramientas necesarias –incluyendo las de
la economía digital– para reducir las brechas en materia de capacidad, derechos
ciudadanos y acceso al bienestar; y que
se anticipe con políticas de largo plazo,
pero de urgente implementación, a los
escenarios que proyectan las tendencias,
tanto en materia climática como demográfica, tecnológica y cultural.
La situación actual
de América Latina
en las esferas
política, económica,
social, educativa
y tecnológica y su
inserción en el mundo
exige plantear nuevos
escenarios para
nuestras acciones
futuras
Hace una década, al comienzo del nuevo milenio, los escenarios esperados en
América Latina eran poco optimistas
o cuando menos mixtos. La década de
los noventa había traído avances en términos democráticos en el continente,
pero había dejado mucho que desear
en las esferas económica y social; una
década de luces y sombras –como decía
José Antonio Ocampo, entonces secretario ejecutivo de la Comisión Económica
para América Latina (cepal)– que llevaba
a desconfiar de manera casi generalizada en la democracia como sistema
para garantizar resultados económicos
y sociales.
El crecimiento económico
es frágil y el ahorro interno
y la inversión son insuficientes
para generar los empleos
que demanda una creciente
población.
Fotografía: Morguefile.com
Hoy la cepal, el Banco Mundial y otros organismos de
la onu y de la sociedad mundial ofrecen una perspectiva
bastante más optimista de América Latina, a pesar de la
crisis internacional de 2008-2009. Gracias a una década de
mejoría económica y social en la región como un todo y a
la recuperación del dinamismo en el periodo 2010-2011,
también el apoyo a la democracia ha crecido.
La situación presenta contrastes importantes de país
a país: con mayores niveles de crecimiento generación de
empleos y salarios reales y expectativas de bienestar en
países del Cono Sur como Perú, Chile, Ecuador, Panamá,
Uruguay y Brasil; y menores en Centroamérica, Caribe, y
particularmente México, que se han quedado rezagados
dada su estrecha vinculación a la economía estancada de
eua y que experimentan en las últimas fechas un menor
avance económico y social, mayores niveles de desempleo
y de salarios reales, el resurgimiento de la pobreza y el impacto del crimen organizado y la falta de seguridad.
Es difícil predecir el futuro cuando la crisis internacional
todavía no se supera y existen horizontes de estancamiento o muy bajo crecimiento, desempleo y problemas
financieros en el corto y mediano plazo en eua, Europa
y Japón, los tradicionales socios de Latinoamérica. Pero
el cambio en el mapa económico internacional –con el rápido crecimiento de China, India y Asia en lo general y la
gran demanda de materias primas y otros bienes latinoamericanos hacen prever en la década que comienza tasas
altas de expansión de la producción y los mercados de la
región y con ello de los empleos y el consumo de las clases
medias. Esta perspectiva torna a los latinoamericanos
más confiados en sus propias capacidades y más optimistas
respecto al futuro.
No hay duda también que los programas de combate
a la pobreza, a la desnutrición, a las carencias de salud y
educación, en el marco de los objetivos del Milenio y de
los propios programas nacionales de gobierno, han tenido
impactos positivos en la región Gracias al crecimiento económico y al fortalecimiento de la red de seguridad social,
la proporción de latinoamericanos en situación de pobreza
sólo creció marginalmente en 2009 en el momento más álgido
de la crisis internacional; recuperando sus niveles recientes
en 2010 y el primer semestre del 2011 (cepal).
Sin embargo, Latinoamérica sigue enfrentando, hoy
como ayer, una serie de viejos y nuevos retos que permanecen y adquieren nuevas modalidades y que pueden agravarse
en la década que se inicia.
71
• El crecimiento económico es frágil y el ahorro interno y la inversión son insuficientes para generar los empleos que demanda una
creciente población. Romper el círculo vicioso de la pobreza
exige un crecimiento sostenido a tasas de 7% anual durante
toda la próxima década. No hay mejor manera de generar
empleos y bienestar que creciendo. Requiere también una
disminución de las heterogeneidades estructurales hacia
dentro y hacia afuera que prevalecen y se agudizan debido a
los rezagos en la expansión, la productividad y el desarrollo
tecnológico de nuestros sectores agropecuario, industrial y
de comercio y servicios.
El crecimiento reciente de gran parte de la región se ha
debido a una mayor demanda de materias primas agropecuarias, energéticas y minerales por parte de China, India y otras
naciones emergentes y a las consecuentes alzas en sus precios
internacionales, y no a una mayor expansión de las manufacturas
y servicios de mayor valor agregado y contenido tecnológico. En la próxima década es indispensable seguir patrones
de crecimiento productivo más amplios y balanceados, con
mayores componentes de recursos humanos calificados e innovación local. Tarea fundamental: una renovada estrategia
de impulso prioritario a la educación y a la economía del conocimiento, vinculada a las necesidades sociales.
• Tras una mejora en los primeros ocho años de la década, en
2009 la incidencia de la pobreza alcanzó todavía al 33% de la
población, incluido el 13.3% en condiciones de pobreza extrema o
indigencia. Esto significó 183 millones de pobres y 74 millones de indigentes. Si bien la crisis no afectó a la región
tan severamente como en ocasiones pasadas gracias a las
políticas contra-cíclicas emprendidas por los gobiernos, el incremento de la pobreza extrema fue de 0.4%. Tanto el
número de pobres como de indigentes aumentaron en 3
millones de personas. América Latina sigue bien encaminada hacia el objetivo de desarrollo del milenio de reducir
a la mitad la pobreza entre 1990 y 2015. El porcentaje de
avance es de 82% cuando ha transcurrido el 72% del plazo
previsto; pero las cifras absolutas representan todavía un
reto gigantesco para nuestras sociedades.
• La reducción en la pobreza durante la década que concluye ha
sido posible gracias a una combinación de crecimiento económico y
distribución del ingreso. En particular, en los países donde la
pobreza se redujo en 7 puntos o más, la explicación reside
en una combinación de ambos efectos, con contribuciones
que van de 41 al 80% del efecto crecimiento y del 20 al 30%
en el efecto distribución. Los programas para el alivio de
la pobreza con base en transferencias condicionadas, tipo
Oportunidades de México y Bolsa, Familia y Hambre Cero
de Brasil, que se han generalizado con diversas modalidades
en la región, han jugado un importante papel complementario, pero la mejor medicina básica ha comprobado ser:
crecer distribuyendo.
• América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual
del planeta, característica que se ha mantenido en las últimas
cuatro décadas. Si bien en los últimos años se ha presentado una ligera tendencia hacia una menor concentración, en
72
Otoño - Invierno 2011
términos generales, los ingresos captados por los cuatro
deciles más pobres es, en promedio, menos del 15% del
ingreso total, mientras que el decil más rico capta alrededor de un tercio del ingreso total de los países.
• La llamada pobreza multidimensional –evaluación de las
calidades de vida conforme a un enfoque similar al de demandas
sociales insatisfechas– presenta, según cepal, elevados grados de riesgo y vulnerabilidad en la región, con dos o
más privaciones en diversas categorías (acceso al agua
potable y el saneamiento, vivienda, educación y salud) en
grupos amplios de la población en los países de mayor
pobreza monetaria, como Bolivia, Guatemala, Honduras
y Nicaragua. Aunque hay una tendencia en la mejora de
la calidad de vida, sin duda existe una brecha muy grande a superar, particularmente frente a las aspiraciones
crecientes de las nuevas generaciones globalizadas. El
estudio reciente de ausjal, en donde participaron 14 universidades de nueve países de América Latina (ninguna
de los cuatro países mencionados), muestra claramente la
severidad de esa heterogeneidad en el resto de la región y
la dimensión de los esfuerzos nacionales que se realizan
y se requieren para superarla.
• Los desafíos del ciclo de vida y de género son enormes. Entre
2002 y 2008 tuvo lugar en Latinoamérica una importante caída de la pobreza infantil. Sin embargo, la pobreza
sigue impactando proporcionalmente más a los niños y
a los adolescentes; a los jóvenes que se emancipan más
temprano, a las mujeres adolescentes que se embarazan y
a los ancianos.
Las decisiones reproductivas a una temprana edad están incidiendo en la pobreza de los jóvenes emancipados
del hogar que no encuentran trabajo suficiente y bien
remunerado y sobre la pobreza de las madres y de sus
hijos. Las consecuencias, según estudios recientes, tienden
a prolongarse a lo largo del tiempo y aun a perpetuarse.
Por otra parte, la falta o insuficiencia de pensiones para
los ancianos –prevaleciente en la mayor parte de los países
de la región– está conduciendo a elevados nivelas de pobreza entre los mayores de 60 años, particularmente en el
quintil más bajo de ingresos.
Esto evidencia la necesidad creciente de poner en marcha políticas y acciones que mejoren la situación de las
madres presentes y futuras y de sus hijos, particularmente entre los estratos más bajos de ingresos. Entre estos
instrumentos hay cinco que recomiendan los académicos
y los organismos internacionales: 1) la postergación del
inicio de la maternidad, 2) un mejor acceso a la planeación
familiar, 3) la permanencia de la mujer en el sector educativo, 4) el mejoramiento de la calidad de la educación y
5) la disponibilidad de instituciones de cuidado y atención
a los niños pequeños que hagan posible que las mujeres
estudien o trabajen. La asistencia de las mujeres menores
de 15 años a la escuela es de 95% en el quintil más rico,
pero en la mayoría de los países no llega al 75% en el quintil
más pobre. De forma similar, alrededor de los 29 años
la participación de las mujeres más ricas en el mercado de
trabajo suele ser de aproximadamente el 80%, mientras que la
de las mujeres del quintil más pobre no supera el 50%.
• La educación juega un papel crucial frente a la reproducción
intergeneracional de la pobreza, la desigualdad y la exclusión. La
educación constituye el factor por excelencia del cual
disponen los Estados para romper con el círculo vicioso
de la pobreza y desligar la cuna de los individuos de sus
logros en materia de bienestar a lo largo de sus vidas. Las
experiencias europea, de América del Norte y Asia así lo
demuestran. Sin embargo, América Latina no ha logrado
convertir a la educación en un vehículo efectivo de igualación de oportunidades y avances económico y social. El
progreso logrado por la región en los últimos decenios, en
términos de cobertura y acceso a los ciclos educativos, ha
desembocado en la estratificación de aprendizajes y calidades de educación.
a) Aunque el acceso al ciclo preescolar ha mejorado,
la situación en la región es heterogénea. Hay países que
cuentan con matrícula universal y otros cercanos al 30%.
Según diversas encuestas, existen desigualdades en edades tempranas por razones socioeconómicas (antes de los
3 años) y disparidades de acceso entre zonas urbanas y
rurales, sobre todo si son indígenas.
b) En cuanto a educación primaria el acceso por lo
general, es universal gracias a los programas de transferencias condicionadas, particularmente en el caso de las niñas;
pero hay coincidencia en que es necesario avanzar mucho
más en la calidad en los años finales del ciclo, en especial
en los grupos sociales más rezagados.
c) El acceso a la enseñanza secundaria y la permanencia de los estudiantes a lo largo del ciclo es bastante inferior que en la primaria y las diferencias entre países son
mayores: la tasa neta de asistencia es cercana al 88% en
promedio, pero hay países como México que aun rondan
en niveles del 70% –en comparación con el 97% en la primaria– a pesar de que constitucionalmente es obligatoria.
Existen altos niveles de deserción y gran heterogeneidad
en la calidad, sobre todo en zonas rurales.
d) En el nivel de alta secundaria o bachillerato, los
niveles de acceso son todavía menores, del 60% en promedio, ya que comienzan a ser atraídos al mercado de
trabajo, especialmente si enfrentan condiciones de adversidad económica y social o retos de formación de identidad.
Las disparidades en este nivel son más grandes entre países,
pero también en el interior de ellos, según el nivel de pobreza, el origen étnico y el estrato socioeconómico.
e) Por último, el acceso a la educación superior se
limita a un grupo muy pequeño de los jóvenes de Latinoamérica. Entre los 25 a 29 años de edad, sólo el 8.3%
de la población ha concluido una carrera universitaria o
equivalente, con una estratificación muy marcada según el
ingreso per cápita.
Los estudios muestran que en todos los niveles del ciclo
educativo, las condiciones socioeconómicas y la educación
formal alcanzada por los padres o jefes de hogar son determinantes en la permanencia de los estudiantes en la escuela
y en la calidad de los servicios que reciben; explican también
sus avances y su capacidad de integración. La ubicación de
sus domicilios dentro del área urbana o rural es factor de
desigualdad. En décadas recientes, la expansión de la oferta
hacia sectores antes excluidos se ha caracterizado por una
creciente segmentación de la oferta y un mayor papel de las
escuelas privadas.
De esta manera, la desigualdad estructural –que se reproduce desde la estructura productiva, los mercados y la
vida familiar– se conjuga con la desigualdad intergeneracional, ya que las brechas se refuerzan a lo largo del ciclo de
vida y de una generación a otra.
La cepal ha mostrado en forma contundente que, en las
condiciones actuales de los países de la región,
quienes no concluyen la educación secundaria completa quedan expuestos a un alto nivel de vulnerabilidad
social por cuanto los ingresos laborales que recibirán
[…] tenderán a ser bajos y tendrán un elevado riesgo de ser pobres y transformarse en los excluidos,
si tienen que desenvolverse (como sucede crecientemente) en mercados autorregulados, sin garantías
mínimas, ni derechos laborales.
• El reto multicultural y de la población indígena en América
Latina seguirá siendo importante. Hoy se reconoce que la
llamada identidad indígena es un concepto inexacto que esconde identidades étnicas primarias de un mundo cultural
complejo que no siempre es fácil de aprehender, categorizar
e interpretar –no obstante los convenios internacionales sobre el tema (oit)–, particularmente cuando se trata de hacer
mediciones y análisis socioeconómicos. La autoidentificación con base en la lengua y en compartir ciertas costumbres
y tradiciones puede llevar a conclusiones incorrectas y a políticas públicas mal focalizadas. Históricamente existe amplia
evidencia de que las políticas integracionistas propician aislamiento y en muchos casos la marginación de pueblos y
comunidades indígenas.
El enfoque de desarrollo humano, con énfasis en el desarrollo de capacidades, parecería contribuir a comprender
mejor cuál debe ser el fin último del desarrollo: la libertad de
mujeres y hombres concretos de determinar su destino individual y colectivo. Es claro también que en América Latina la
desigualdad de oportunidades con las que se enfrenta la población indígena –particularmente mujeres y personas de la
tercera edad– en el acceso a servicios de educación y salud, así
como la dificultad para insertarse en mercados laborales, con
empleos de calidad y bien remunerados, son significativas.
En México, el número absoluto de población indígena
es muy superior al del resto de los países latinoamericanos;
pero como porcentaje de la población total representó, en
el año 2000, según el pnud –con estimaciones comparables
entre países– apenas 6.5%. En países como Bolivia y Guatemala,
73
los indígenas representaron el 62% y 41% respectivamente. En algunos países
como Argentina y Uruguay el desafío es prácticamente inexistente. Las diferencias por condición indígena y sexo destacan las desigualdades que caracterizan a
estas poblaciones. Los años de educación promedio de las mujeres indígenas
son menores a 5 en una muestra de 11 países, frente a 6 de los hombres (pnud);
para México es de 4 años vs. 5 para los hombres. Esto contrasta con el hecho de
que en Panamá, Venezuela y Costa Rica, las mujeres no indígenas han alcanzado
años promedio de educación incluso superiores a los hombres. El acceso a la educación media y superior de los indígenas también presenta una brecha importante
respecto a la no indígena y esto impacta fuertemente la distribución del ingreso y
de las oportunidades sociales.
Como sabemos, los indicadores de educación tienen relación estrecha con los
indicadores de salud. No debe extrañar, entonces, que las tasas de mortalidad infantil en la región sean superiores en la población indígena que en la no indígena.
En todos los países existe también una brecha significativa en el acceso a infraestructura básica en la vivienda y a agua entubada, drenaje y electricidad. Si bien
esta situación mejoró en la última década, sobre todo en países como México, la
cobertura sigue siendo insuficiente y contrastante con la población no indígena.
Diversos factores como la densidad poblacional, su dispersión y las condiciones
orográficas en que habita la población indígena (pi) son importantes determinantes
de estas desigualdades, pero la problemática va más allá. Estudios recientes del
pnud sobre el desarrollo humano de los pueblos indígenas de México muestran
desigualdades persistentes que se vinculan con el gasto público. El 10% con
menor idh sólo recibe el 5.7% del gasto público en educación tratándose de la
(pi); de igual manera, el mismo grupo sólo se beneficia del 6.7% de las transferencias
gubernamentales que reciben los indígenas, mientras que el 10% de la pi con
mayor idh recibe el 31.7%.
Las reformas constitucionales que, en diversos países de la región, reconocen
a la población como diversa culturalmente y que promueven la igualdad de derechos y el respeto a la identidad han generado acciones de política pública que
están incorporando gradualmente la transversalización de la dimensión indígena
en todos los ámbitos de gobierno. Esto ha tenido, sin duda, un efecto positivo
sobre el bienestar de los pueblos indígenas, pero aún existe una tarea importante a
realizar, particularmente en lo que se refiere al ejercicio de sus derechos humanos
y culturales, así como en cuanto a una igualdad efectiva de oportunidades económicas y educativas.
En los próximos años habrá que realizar un esfuerzo especial para subsanar
esta situación tras de dos siglos de independencia. Las universidades jesuitas
pueden y deben contribuir de manera importante a avanzar en esa dirección. (En
México se está haciendo, por ejemplo, a través de iniciativas tales como la Universidad Ayuuk en la región mixe del sureste.)
• El dilema de las migraciones latinoamericanas. El número de emigrantes en el
mundo aumentó en alrededor de 110 millones en el último medio siglo. Una estimación del año 2005 de la onu calcula los acervos mundiales en 190 millones de
personas, dos tercios de los cuales se dirigieron hacia las economías desarrolladas;
en 1960 estas regiones eran destinatarias de 42% de los migrantes internacionales,
donde representan proporciones crecientes de la población total. Estados Unidos
ha sido el principal destino, pero se observa un flujo creciente hacia otros países
como Canadá, Australia y España.
La búsqueda de empleos, mejores salarios y superiores condiciones de vida,
en general, hoy son el principal motor, aunque subsisten flujos irregulares de
refugiados políticos.
Hacia mediados del siglo pasado, América Latina dejó de tener el atractivo tradicional para migrantes externos a la región; en cambio los flujos intrarregionales
y hacia el exterior cobraron mayor importancia. Según la celade, los emigrantes
74
Otoño - Invierno 2011
latinoamericanos llegaron a 21 millones
en 2000 y a casi 25 millones en 2005; en
2010 deben haberse aproximado a los
29 millones. Se estima que el total de
emigrantes es cuatro veces mayor que
el de inmigrantes. Excepción serían Argentina, Costa Rica, Venezuela, Belice
y algunas islas del Caribe. El 43% proviene de México y más de un millón de
Centroamérica y el Caribe.
Estados Unidos es el principal destino externo. Se estima que en 2004
residían ahí 18 millones de latinoamericanos, que representaban poco más
de la mitad de inmigrantes de ese país.
Esta población –heterogénea y en alta
proporción indocumentada– junto con
los latino-descendientes nacidos en
eua, conforman ya la primera minoría
étnica de ese país.
Sin embargo, a partir de 1990 los
emigrantes sudamericanos se han dirigido en proporciones crecientes a
España, Japón, Canadá, a otras naciones de la Unión Europea, a Australia
(chilenos) e Israel (argentinos). Cabe
destacar que en el caso de los que se
han dirigido a España, más de un tercio
han obtenido carta de naturalización.
Sin embargo, en los últimos cuatro
años el crecimiento de América Latina
y en particular de Brasil y, en menor
medida, Perú, han convertido a estos
países en un imán, especialmente para
europeos profesionales y técnicos calificados, que han visto aumentar bruscamente los niveles de desempleo en
sus países de origen; España y Portugal
principalmente.
En el caso de Brasil, tan sólo entre
2010 y 2011 el número de inmigrantes
creció 52%. En diciembre de 2010
había 961 mil 877 extranjeros viviendo
legalmente; hoy son 1 millón 466 mil.
Si se considera los inmigrantes indocumentados la cifra supera los 2 millones.
Según el Ministerio de Justicia de Brasil,
el mayor número de inmigrantes extrarregionales en el último año provino de
Portugal, 287mil 856, seguido de China,
35 mil 265.
Los migrantes intrarregionales se
estiman en tres millones de personas,
que se mueven principalmente entre
países fronterizos del Cono Sur,
Tras una mejora en los primeros ocho
años de la década, en 2009 la incidencia
de la pobreza alcanzó todavía al 33% de
la población, incluido el 13.3% en condiciones de pobreza extrema o indigencia
Fotografía: Morguefile.com
75
impactados por las facilidades del mercosur y la Comunidad
Andina de Naciones. En el último año el crecimiento brasileño, frente al estancamiento de eua y Europa, ha atraído más
inmigrantes de países vecinos como Bolivia (50 640 en 2011
vs. 35 092 en 2010), Argentina (42 163 vs. 39 232) y Paraguay
(17 604 vs. 11 229). El auge y los mejores salarios reales han
llevado también a que regresen 2 de los 4 millones de brasileños que vivían en eua, Japón, Portugal y Gran Bretaña
(Diario Reforma, México, p. 23 1ª sección; 21/11/2011).
De manera distinta habría que considerar a los
emigrantes de Centroamérica y de algunos países sudamericanos, que utilizan México fundamentalmente como país
de paso hacia eua, quienes experimentan frecuente abuso
a lo largo de su recorrido, y que han comenzado a detenerse en México y en sus propios países dada la menor
demanda norteamericana.
Uno de los rasgos de la emigración latinoamericana hoy
es la participación en ascenso de las mujeres, que ya representa mayoría en muchos casos. La reunificación familiar
ha perdido peso en relación con los motivos directamente
laborales. El servicio doméstico es el principal renglón de
inserción laboral en el caso de Europa; al que se asocia una
preocupación en algunos círculos respecto a victimización
por discriminación y violación de derechos humanos.
La parte mayoritaria de los flujos corresponde a personas
no calificadas. Sin embargo, desde hace décadas América
Latina experimenta pérdidas de personal calificado de educación media, superior y, cada vez más, con niveles de posgrado
en los que los estados latinoamericanos han hecho inversiones significativas de capital humano. Según celade, el número
de técnicos y profesionales ascendió ya a 300 mil en 1990,
a casi un millón en 2000 y podría haber alcanzado el millón
y medio en 2010.
Si bien la región ha sufrido pérdidas de habilidades, conocimientos y experiencia por emigración, no hay duda que esto
viene ocurriendo por falta de oportunidades de empleo y de
salarios adecuados y que la consecuencia son las crecientes
remesas, que en 2004 llegaron a un monto regional estimado
de 40 mil millones de dólares (bm, 2005), lo que representó un
tercio del total mundial. Por eso, la importancia de las recientes
tasas de crecimiento económico en el Cono Sur.
A finales de 2010 se estima que las remesas totales mundiales de migrantes sean de cerca de 440 mmd. México, el
principal receptor de Latinoamérica y tercero mundial –después de India y China– recibirá 22.5 mmd según el Banco
Mundial, un monto casi 20% menor a los 27 mmd de 2007,
pero aun así la segunda fuente de divisas. El volumen
hacia Centroamérica y el Caribe, sin tener la misma
importancia en términos absolutos, tiene un mayor impacto
macroeconómico sobre diversos países debido al menor
tamaño de su pib. Los efectos económicos y sociales
sobre las familias son difíciles de medir, pero un estudio
reciente de 11 países de la región muestra que son poco
significativos en el combate a la pobreza y en la generación
de inversiones productivas.
76
Otoño - Invierno 2011
La emigración involucra un complejo de riesgos y
oportunidades para las expectativas de desarrollo de
Latinoamérica. Ofrece una válvula de escape ante
la demanda insatisfecha de empleos y la inequidad de
oportunidades, pero implica pérdidas de capital humano
y social. Permite el mejoramiento personal de individuos y
familias, pero frecuentemente pone en jaque derechos humanos, con trágicas consecuencias cuando se trata de mujeres,
niños y personas indocumentadas y víctimas de trata.
• El reto de las disparidades territoriales y las segregaciones
urbanas en América Latina. Como muestra el reciente informe
de la cepal, La Hora de la Igualdad, las brechas económicas y sociales tienen sus mapas, es decir, se plasman en la
segmentación territorial y se alimentan de ellas. Las grandes disparidades internas y externas de productividad y
la segmentación territorial inhiben encadenamientos en
los países dados los problemas de infraestructura física
y social.
Un indicador es la brecha de pib per cápita entre la
región o entidad federativa más rica y la más pobre de
un país. En algunos países de América Latina, como
Brasil, Argentina y México esas disparidades llegan a
ser de ocho o 10 veces, mientras que en los países desarrollados de la ocde el indicador no supera las dos veces.
La misma situación se reproduce en el interior de las
entidades federativas.
En México y Centroamérica la distribución de población
con graves privaciones muestra una mayor dispersión,
pero también, como ocurre en el mundo andino y amazónico, las zonas más críticas tienden a situarse allí donde
hay una alta presencia de población indígena.
En las ciudades, sobre todo en las grandes, la heterogeneidad territorial adopta la forma de segregación
territorial intraurbana, donde se da un vínculo claro
entre heterogeneidad estructural y segmentación del
mercado laboral y la oferta educativa, dados los costos
del transporte y las dificultades de acceder a lugares y
redes. La segregación residencial implica que los dispares
grupos socioeconómicos de una ciudad tengan escasa o
nula convivencia, generando de facto un apartheid urbano,
donde existen zonas ricas con la mejor infraestructura física
y social y zonas marginadas. Esta es la base territorial
del círculo vicioso de reproducción de la pobreza y
la desigualdad.
Al Estado le corresponde un rol central en el combate
a la desigualdad territorial y social, la estructuración
de articulaciones entre territorios ricos y pobres y la
creación de fondos y programas de cohesión social, que
transfieran fondos y comprometan su uso para generar
sinergia en el ámbito productivo, el desarrollo de capacidades y la atención de carencias. La experiencia europea
es contundente. Su eficacia dependerá, sin embargo, de
la medida en que puedan forjarse alianzas o pactos de
cohesión entre los diversos agentes públicos, privados y
de la sociedad civil.
El gasto público social en Latinoamérica.
Tendencias generales y prociclidad
Consideraciones
finales
El esfuerzo que han emprendido los países de la región en los
últimos 20 años para incrementar los recursos de inversión
en la política social ha sido muy grande. El aumento ha sido
importante no sólo en términos absolutos sino relativos. El
crecimiento económico y la mayor captación de ingresos fiscales y divisas explican la tendencia a aumentar el gasto social
como porcentaje del gasto gubernamental. La crisis financiera
de 2008 no frenó estos esfuerzos. Salvo unos cuantos países
–México, por ejemplo– la mayoría emprendió políticas anticíclicas que permitieron mantener los niveles de empleo y reiniciar
en 2010 la recuperación del gasto social. Los renglones que
más atención reciben en términos de recursos públicos han
sido la seguridad, la atención social, la educación y la salud.
Las transferencias han tendido a canalizarse más a los
sectores que tienden a consumir más de lo que producen o
generan servicios: los niños, los jóvenes y los adultos mayores.
Llama la atención, sin embargo, el bajo nivel de consumo de
niños y jóvenes en la región y la baja inversión pública en su
beneficio. De hecho, el gasto público en adultos mayores es
similar en términos relativos al de países europeos, Japón y
Estados Unidos; pero sólo la mitad en cuanto a niños y jóvenes. Estos bajos flujos públicos se compensan, en parte, con
mayores transferencias familiares.
Se requiere, por consiguiente, una participación mucho
más activa de los gobiernos de América Latina –en coordinación con los sectores empresariales, sindicatos, universidades
y las organizaciones de la sociedad civil– para el desarrollo de
las capacidades, la prevención social y la protección frente a
riesgos de los niños y jóvenes y para superar el círculo
vicioso de la pobreza y la desigualad y la exclusión. Esto implica la incorporación de elementos contracíclicos a la política
macroeconómica y a los presupuestos económicos y sociales,
que hagan posible crear sistemas de apoyo, inserción y mantenimiento de jóvenes en la educación formal, las empresas, los
programas de capacitación y readiestramiento para el trabajo y
el autoempleo productivo.
Los planteamientos recientes de la cepal y el pnud, así
como de los organismos financieros internacionales
después de la crisis internacional de 2008-2009 son novedosos y pertinentes para la planeación estratégica de
mediano plazo de la región, en la medida que van más
allá de las tradicionales brechas entre estratos socioeconómicos y examinan, a partir de las cuentas nacionales
de transferencias, las brechas intergeneracionales y en el
tránsito intergeneracional.
Nos destacan, en resumen, que la alta concentración
de la pobreza en las primeras etapas de vida, el bajo nivel
de transferencias hacia la infancia y la juventud y la segmentación de logros y aprendizajes educativos explican,
en parte, la terquedad de la desigualdad en la región. Nos
dicen también que urge realizar reformas institucionales y
fiscales que aumenten los recursos públicos y los canalicen
mejor y con mayor transparencia y rendición de cuentas en
beneficio de las grandes mayorías, a partir de una mueva
visión intergeneracional, de largo plazo, dándole atención
particular a la reversión del círculo vicioso de la pobreza
multidimensional, al acceso y a la calidad de la educación
y a la superación de los retos sociales en el marco de una
globalización muy desigual.
Las instituciones de educación superior, públicas y
privadas, de América Latina, tienen un papel clave a desempeñar en los próximos años a través de sus programas
de docencia, investigación y vinculación con los mercados de
trabajo. Las universidades jesuitas, en lo particular, pueden y
deben desempeñar ese papel, agregando una formación ética
y de solidaridad social a través de sus programas de integración de la vida estudiantil con las acciones sociales,
especialmente en áreas prioritarias como la promoción
de los derechos humanos, el combate a la pobreza, la inequidad y la exclusión; la atención a la diversidad cultural
e indígena; y el desarrollo sustentable y la protección del
medio ambiente.
77
Fotografía: Morguefile.com
Miguel Santiago Reyes Hernández
Licenciado en Economía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
maestro en Economía por la Universidad de las Américas Puebla (udlap), realizó
estudios de doctorado en Economía en la udlap. Director del Departamento de
Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana de Puebla (uiap), director
del Observatorio de Salarios de la uiap, coordinador de la Red de Pobreza de
la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América
Latina (ausjal).
Rosalío Valseca Rojas
Licenciado en Economía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
maestro en Ciencias en Estrategias para el Desarrollo Agrícola Regional por el
Colegio de Postgraduados Campus Puebla, realizó Estudios de doctorado en
Desarrollo Regional en El Colegio de Tlaxcala, A. C. Laboralmente ha realizado
actividades de docencia, investigación y servicio. Investigador asociado del
Observatorio de Salarios de la uiap.
Miguel Alejandro López López
Licenciado en Economía por la Universidad Iberoamericana Puebla. Investigador
adjunto del Observatorio de Salarios de la uiap.
Eduardo Bermejo López
Realizó estudios de licenciatura en Economía en la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla. Investigador adjunto del Observatorio de Salarios
de la uiap.
Jorge Arturo Abascal Jiménez
Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana Puebla. Investigador adjunto del Observatorio de Salarios de la uiap. Asistente de la coordinación de
la Red de Pobreza de la ausjal.
78
Otoño - Invierno 2011
I . In t r od u c c i ón
México es uno de los países de América Latina en donde
el salario mínimo y salario promedio han crecido menos
en los últimos 30 años. Diversos estudios y análisis de
organismos internacionales1 ubican los salarios mínimos
en México muy por debajo de su nivel de desarrollo. Países
latinoamericanos con menor índice de desarrollo humano
como Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Perú y
República Dominicana, entre otros, tienen salarios mínimos
en poder de paridad de compra, mayores al salario mínimo
en nuestro país.
La pérdida de poder adquisitivo del salario mínimo
desde la década de los ochenta hasta el presente, el crecimiento lento, aunque permanente en los últimos años
de la productividad y los aumentos salariales establecidos
desde los pactos económicos de los ochenta a partir de la
inflación esperada, han dado lugar a niveles salariales muy
por debajo de su nivel de desarrollo. Aún más, la Constitución
Mexicana, en su Fracción vi, del Apartado A del Artículo
123, garantiza un nivel de vida mínimo y suficiente para
que un jefe de familia y los componentes de ésta tengan
una vida digna.2 Con la caída permanente del salario y del
nivel de vida, los trabajadores mexicanos reciben salarios
no acordes con su nivel de desarrollo, los cuales son insuficientes para satisfacer las necesidades normales en el orden
material, social y cultural de un jefe de familia.
El bienestar y nivel de vida de los trabajadores mexicanos está íntimamente ligado al salario real que perciben.
Es obvio que, desde esta perspectiva, el bienestar implica
el establecimiento de umbrales normativos mínimos, que
no son discutidos por su complejidad axiomática o estadística, sino que son aceptados a partir de las normas sociales
que las leyes establecen. Esta perspectiva del bienestar no
es exclusiva del Observatorio de Salario de la Universidad
Iberoamericana Puebla, sino que es compartida con la
planteada por el coneval (Consejo Nacional de Evaluación
de la Política Social) para la medición de la pobreza multidimensional, donde los umbrales de bienestar mínimos
considerados para diferentes dimensiones de la pobreza
son aquellos que la misma Constitución o leyes secundarias
contienen. El rezago educativo, por ejemplo, toma como
piso mínimo a la educación básica obligatoria que, según
la Constitución, es el nivel secundario. Todos aquellos que
no hayan culminado el nivel secundario a una edad
1 Véase, por ejemplo, el estudio de la oit (2006) al respecto y el más
reciente sobre el tema correspondiente a la ocde (2011).
2 Véase la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que
a la letra dice: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes
para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden
material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los
hijos. Los salarios mínimos profesionales se fijarán considerando, además,
las condiciones de las distintas actividades económicas” Apartado VI,
Artículo 123, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
(las cursivas son nuestras).
determinada3 estarán en situación de carencia educativa o
rezago educativo.4
En el caso de los salarios mínimos, estar hablando de
“mínimos” implica ya, de entrada, un piso por debajo del cual
no debe haber remuneraciones de ningún trabajo, a partir de
que ese umbral garantizaría mínimos en nivel de vida. La oit,
como organismo internacional, ha buscado que muchos países,
incluyendo los que llaman “más desarrollados”, incorporen en
su legislación general y/o laboral, el salario mínimo.
Entonces, el surgimiento de los salarios mínimos en el mundo
tiene su origen en esa lógica y, en ese sentido, la Constitución
mexicana fue una ley general de avanzada.
El bienestar, desde esa perspectiva normativa, implica el
cumplimiento de esas leyes generales, tanto para los aspectos
de la educación, salud y, por supuesto, los salarios. En este
último caso es obvio que, en los últimos años, la inconstitucionalidad de ese salario mínimo ha conducido a muchas
personas y hogares a condiciones de pobreza, donde los
mínimos de bienestar en la dimensión del ingreso no pueden
ser cubiertos por millones. Las investigaciones tradicionales
sobre pobreza y también sobre desigualdad no consideran
que esa pobreza monetaria o en la dimensión del ingreso se
encuentre estrechamente relacionada con los ingresos reales
que el trabajador percibe por su trabajo y que ese trabajo
no es remunerado de acuerdo con las leyes generales de su
país. Todas las estimaciones de pobreza por ingresos consideran, como una de las fuentes del ingreso total corriente,
los ingresos laborales. Sin embargo, dada la naturaleza normativa de los estudios de pobreza, éstos no se centran en
las causas, sino sólo en la medición de los mínimos
de bienestar de acuerdo con una concepción de bienestar
determinada. La vinculación de esos mínimos de bienestar con los mínimos salariales nominales según cuestiones
normativas (no axiomáticas para el caso mexicano) implica
la realización de un análisis que se dirige a identificar las
causas de la pobreza. Por tanto, si bien es cierto que las
estimaciones de pobreza por ingresos se realizan tomando
en cuenta el salario nominal de quien lo percibe, lo que se deja
de lado es que esas remuneraciones son tan bajas que dirigen a
millones a la pobreza porque, como en el caso de México, la
Constitución no se cumple. La vinculación de los mínimos
de bienestar que el coneval considera en ingresos, como los
mínimos de bienestar que la Constitución garantiza, no se
encuentran ni en la literatura sobre pobreza o salarios, ni en
la política pública.
El objetivo de este trabajo es la vinculación conceptual y
metodológica de esos mínimos, a partir de una concepción
del bienestar que ubica los umbrales mínimos para ingresos
monetarios por salarios, mediante lo que la Constitución
mexicana y sus leyes secundarias establecen.
3 coneval considera a las personas con 15 años y más. Véase Metodología
de cálculo de la pobreza multidimensional, coneval, 2010.
4 Veáse Metodología de medición multidimensional de coneval.
79
II. M arco de referencia
En primera instancia, para la medición de la pobreza hemos utilizado la Metodología de pobreza multidimensional del coneval (2008), institución encargada de
realizar la medición oficial de la pobreza en México. Esto con la finalidad de que,
cuando se realice el ejercicio de simulación de aumento salarial de acuerdo con la
Constitución, éste se haga considerando el cálculo oficial de la pobreza.
Utilizando como fuente de información la enigh-mcs describiremos a continuación, de manera sintetizada, cuáles fueron los principales pasos que realizó
coneval para calcular la pobreza, o bien, el número de personas que se
encuentran bajo las líneas de bienestar mínimo y bienestar. Cabe mencionar que
las líneas de bienestar establecidas por este Consejo, en la medición de pobreza
más reciente, son de $ 2,113.82 para las zonas urbanas y $ 1,328.51 para las zonas
rurales (coneval, 2010).
En primer lugar, es necesario delimitar la población objeto, la cual es la
totalidad de quienes habitan el hogar sin considerar huéspedes ni trabajadores
domésticos, por lo que en la base de
datos “población” ambos se eliminan
y se genera una nueva variable con el
número real de habitantes del hogar.
Posteriormente, es necesario considerar que no es lo mismo, en términos
de mínimos de bienestar, un adulto y
un adolescente, así como tampoco un
adolescente y un niño, por lo que se
introduce una metodología de escalas
de equivalencia. Para este ejercicio, el
coneval realizó la siguiente ponderación:
los niños que se encuentran entre 0 y 5
años equivalen a 0.7031 de un adulto,
los niños que tienen entre 6 y 13 años
equivalen a 0.7382 de un adulto, los
adolescentes de 14 a 19 años equivalen
a 0.7019 de un adulto y las personas
mayores de 19 años equivalen a 1, es
decir, son personas adultas. Ahora que
ya hemos generado el valor de cada persona en función de su edad, es necesario
multiplicarlo por el número de personas
de cada edad para poder conocer el número
de habitantes ponderado por hogar.
Después de haber encontrado el número de adultos equivalentes por hogar
es necesario generar los ingresos monetarios por habitante del hogar (ingreso
monetario corriente/número de habitantes del hogar), así como el ingreso
por salario que obtiene en promedio
cada uno de los habitantes del hogar
(ingreso salarial/número de habitantes
del hogar). Con los datos de ingresos
monetarios por habitante del hogar e
ingreso salarial por habitante del hogar,
podemos hacer un ordenamiento de
menor a mayor y situar a la población
que se encuentra por debajo de las líneas
de pobreza marcadas por coneval. Para
esto se generan los escalares con los
montos para la línea de bienestar mínimo
que es de $ 978.47 para zonas urbanas y
$ 683.82 para las zonas rurales, del
mismo modo se establecen los montos para la línea de bienestar situada
en $ 2,113.82 para zonas urbanas y
$ 1,328.51 para zonas rurales.7
5 Según coneval (2010: 20): “El itlp es un indicador que muestra trimestralmente la tendencia de la
proporción de personas que no puede adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo. Este
índice depende del desempeño del mercado laboral y la evolución de la línea de bienestar mínimo…”.
6 Utilizando como variable del mercado laboral a la masa salarial (salarios y empleo), Hernández y
Székely (2009) muestran evidencia de que los cambios en la pobreza por ingresos se comportan de
forma inversamente proporcional a los cambios en la masa salarial.
7 Los valores de las líneas de bienestar mínimo y
bienestar aquí presentadas son las que se utilizaron al momento del cálculo; éstas pueden variar
ya que se adecuan a la inflación del periodo de
consulta.
El marco de referencia utilizado por el Observatorio de Salarios de la Universidad
Iberoamericana Puebla es, para el caso de los salarios mínimos, la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos. En tanto, para los mínimos de bienestar
por ingresos se considera la línea de bienestar del coneval para identificar y obtener
el número de pobres por ingreso de México.
La vinculación entre ingresos laborales y pobreza por ingresos que realiza este
estudio toma en cuenta la alta correlación que entre ellos existe. De manera reciente, el coneval elaboró un Índice de Tendencia Laboral de la pobreza (itlp)5
que para su construcción tomó en cuenta “la evidencia existente de correlación
entre los ingresos laborales y los cambios en la pobreza medida por ingresos” (coneval,
2010: 17). La correlación entre el ingreso laboral, el cual representa 72% del
ingreso total, y la pobreza cuantificada con la metodología de ingresos anterior
a la metodología multidimensional, es de 98%. De manera específica, la pobreza
alimentaria y de patrimonio, desde 1992 hasta 2008, muestra una correlación
negativa de 98%, con el ingreso laboral; correlación de casi 100% entre salario
y pobreza, da lugar a la relación “espejo” de la que Hernández y Székely (2009)
muestran evidencia: el empleo y salario impactan directamente a la pobreza.6 La
evolución de los salarios y del empleo (masa salarial) tiene un efecto inversamente
proporcional sobre la pobreza. En un artículo sobre el crecimiento y la pobreza,
Lustig (2002) planteaba la estrecha vinculación entre crecer y tener menos pobres,
dado que mayor crecimiento implica mayores empleos. La condición para que
existan mayores salarios, en un entorno de mayor crecimiento económico, depende
de las leyes y reglas de la distribución que las condiciones sociales imponen.
Por tanto, si hay menor desempleo y las personas que tienen trabajo son mejor
remuneradas, la pobreza monetaria cae y viceversa. Por tanto, la comparación de
la evolución de los ingresos laborales con la línea de bienestar proporciona un
indicador de la evolución de pobreza monetaria.
III. Metodología
1 . Pobreza por ingresos
80
Otoño - Invierno 2011
Por último, se genera una variable dicotómica que tome
valores de 1 para las personas que se encuentran por debajo
de la línea de bienestar y de 0 para las que superan este
nivel (coneval, 2010). Las personas en pobreza monetaria
serán aquellas que no cuenten con el mínimo ingreso, según
su ámbito de residencia (véase cuadro 1).
C u a d r o 1 . U m b r a l e s d e p o b r e z a m o n e ta r i a :
M e t o d o l o g í a m u lt i d i m e n s i o n a l d e c o n e v a l
Bienestar
Bienestar mínimo
Pobreza
rural
Ingreso monetario
< $1 ,328.51
Ingreso monetario
< $683.82
Pobreza
urbana
Ingreso monetario
< $ 2,113.82
Ingreso monetario
< $978.47
2 . Simulación de salario mínimo
Desde la perspectiva del Observatorio de Salario de la
Universidad Iberoamericana Puebla, consideramos que un
aumento del salario mínimo a niveles que la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos estipula, marcaría un avance sustancial en el combate a la pobreza.
Según estudios del Observatorio de Salario (2012), el
salario mínimo de acuerdo con la Constitución, adecuado
al año 2012, debería ser de $9,143.67 pesos. Bajo este
supuesto, decidimos realizar una simulación considerando
los datos de pobreza por ingresos que obtiene coneval y
que en este trabajo fueron replicados. La simulación consiste en aumentar los ingresos reales de los jefes de hogar a
ese salario calculado según la Constitución, independientemente de si ahora perciben ingresos por salario o sólo
reciben transferencias gubernamentales. En este último
sentido, cabe hacer mención de dos aspectos: 1) que los
primeros dos deciles de la distribución no reciben ingresos
por salario; 2) que la desigualdad en la distribución del
ingreso en México se ha visto aminorada relativamente
desde 1998 hasta la fecha, producto de las transferencias
gubernamentales.8 Ahora bien, la simulación, por tanto,
implica, por supuesto, que todas esas personas que ahora
recibirán un salario de acuerdo con la Constitución, tendrán
trabajo y omitimos las posibilidades de que en el corto
plazo, bajo una estrategia económica de concentración y
centralización de la riqueza, con un mercado interno
deprimido, se presente una sustitución entre trabajo y
salario o entre horas laboradas y salario.
8 Los cálculos del coeficiente de Gini del Observatorio, publicados en el
artículo “Los salarios en México” (Reyes, 2011), indican una desigualdad
con altibajos, pero con tendencia a la baja. Por otro lado, Lustig, Esquivel
y Scott ubican como principal causa de la caída de la desigualdad en
México, la existencia de transferencias gubernamentales como ProgresaOportunidades.
La metodología que se sigue para la simulación es
la siguiente:
a) Se calcula el salario real por persona,
considerando los ingresos monetarios por
la vía del trabajo asalariado que proporciona
la enigh. Para obtener el ingreso salarial por
persona se suman en cada hogar los ingresos por trabajo asalariado mensuales
de sus integrantes y se divide esa suma
entre el número de integrantes del hogar,
obteniendo así el salario promedio para
cada uno de sus integrantes
b) Se calcula el ingreso salarial ideal por
persona, considerando el salario mínimo
de acuerdo con la Constitución mexicana.
Para obtener el ingreso salarial por persona se considera que en cada hogar sólo
existe un jefe de familia y que sus ingresos mínimos en materia salarial son los
obtenidos por el Observatorio de Salario,
esto es $ 9,143.67. Ese salario se divide
entre el número ideal de integrantes del
hogar, que según las condiciones sociales
medias de los hogares mexicanos es de 4,
obteniendo así el ingreso salarial promedio ideal de acuerdo con la Constitución
mexicana de los habitantes del hogar
c) Posterior al cálculo del salario real e
ideal por persona se obtiene la suma de
personas que tienen un ingreso laboral
inferior al salario mínimo según la Constitución, que es para nosotros, la línea
de bienestar mínimo para un trabajador
mexicano. Con los datos de salario ideal
promedio del hogar se realiza un ordenamiento de menor a mayor y se ubica a la
población que se encuentra por debajo de
la línea de bienestar mínimo para un trabajador mexicano. Por último, se genera
una variable dicotómica que tome valores
de 1 para las personas que se encuentran
por debajo de la línea de bienestar establecida y de 0 para las que superan este
nivel. Este cálculo se realiza independientemente de su ámbito de residencia, rural
o urbano, ya que el salario mínimo tal y
como está establecido en la Constitución,
hace a un lado esa consideración
d) Se calcula el número de personas que
han salido de la pobreza monetaria, a partir de las líneas de bienestar y bienestar
mínimas, producto del establecimiento de
un salario nominal mínimo de acuerdo con
la Constitución mexicana, que realizó el
Observatorio de Salario (véase cuadro 2).
81
Salario mínimo
< $2,285.92 versus
Ingreso monetario
< $1,328.51
Salario mínimo
< $2,285.92 versus
Ingreso monetario
< $683.82
Salario mínimo
de acuerdo
con la
Constitución.
Ámbito urbano
Salario mínimo
< $2,285.92 versus
Ingreso monetario
< $2,113.82
Salario mínimo
< $2,285.92 versus
Ingreso monetario
< $978.47
iv. Resultados
Los resultados para el cálculo de pobreza de ingresos,
conocida también como bienestar y bienestar mínimo y que
muestra el Anexo estadístico, indican que, dado que se trató de un ejercicio replicatorio, se obtuvo exactamente el
mismo resultado que el coneval: 58.5 millones de personas
por debajo de la línea de bienestar, equivalentes al 52% de
la población y 21.8 millones por debajo de la línea de bienestar mínimo, lo cual representa el 19.4% de la población.
Cabe señalar que estos indicadores aumentaron desde el
año 2008 ya que estos mismos datos se situaron en 49% y
16.3%, respectivamente (coneval, 2010).
Los resultados de la simulación, suponiendo que la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos en su Artículo 123
se cumpliera y un jefe de familia en México percibiera
esa remuneración nominal mínima calculada por el Observatorio de Salario de la Ibero Puebla, es que el 60.6% de las
personas que actualmente se encuentran por debajo de la
línea de bienestar saldrían de la pobreza monetaria. Esto
es, 35.5 millones de personas, equivalentes al 32.04% de
la población total que antes se encontraba por debajo de
la línea de bienestar, ahora se ubicaría por encima de ésta,
saliendo así, de una situación de pobreza monetaria total, y
situando ahora a la pobreza monetaria total en 19.96% del
total de la población. Entonces, de 58.5 millones de pobres
monetarios o bajo la línea de bienestar que existen actualmente, sólo quedarían en situación de pobreza poco más de
22 millones de pobres, fundamentalmente por el tamaño
promedio de los hogares donde viven estas personas, algunos de los cuales, en casos extremos, llegan a tener hasta
17 miembros. Además, con esa política pública, sólo 2.2
millones de personas (2.05%) de la población permanecerían en pobreza monetaria extrema (cuadro 3). En este
82
Otoño - Invierno 2011
Población en pobreza monetaria.
Línea de bienestar mínimo
Salario mínimo
de acuerdo
con la
Constitución.
Ámbito rural
C u a d r o 3 . Po b r e z a v e r s u s s a la r i o d e a c u e r d o
c o n
l a
C o n s t i t u c i ó n
% Población en pobreza monetaria.
Línea de bienestar mínimo
Bienestar mínimo
(coneval)
Población en pobreza monetaria.
Línea de bienestar
Bienestar
(coneval)
sentido, la conclusión es que la mejor política social de
un nuevo modelo de desarrollo, cuyo centro lo constituye
el bienestar y nivel de vida de las personas, es el aumento
del salario.
% de Población en pobreza monetaria.
Línea de bienestar
Cuadro 2. Umbrales de bienestar mínimo para los
trabajadores mexicanos según la Constitución
versus Umbrales de pobreza monetaria (coneval)
Con salario mínimo
nominal de 2012
($1,776)
52.0%
58. 5
millones
19.4%
21.8
millones
Con salario mínimo
de acuerdo con
la Constitución
($9,143)
19.9%
23
millones
2.05%
2.2
millones
Fuente: Elaboración propia, con base en la enigh, 2010.
v. Consideraciones
finales
El salario constituye, en la actualidad, la piedra angular
para el análisis de los estándares de vida de la mayoría
de la población trabajadora en el mundo y es tema central
para la resolución de los problemas estructurales de México.
El salario debe ser un tema nodal en la agenda de la nueva
economía para el país, donde el interés de la política pública y de los políticos se concentre en el bienestar general de
la población. Para esto, la política pública en materia salarial
de la nueva política de desarrollo en el país debe considerar:
a) el establecimiento del salario ideal de acuerdo con la Constitución, donde el umbral mínimo normativo tome en cuenta
las dimensiones que establece la Constitución mexicana9 y las
fuentes de bienestar que la literatura sobre mínimos de bienestar tiene en sus acepciones sociológicas y económicas;10 b) el
establecimiento de salario nominal que reduzca la brecha con
salario ideal según la Constitución, para lo cual México puede, adecuándolo a sus circunstancias, considerar el ejemplo
9 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su Fracción
VI del Apartado A del Artículo 123.
10 Julio Boltvinik, Satya R. Chakravarty, James E. Foster, David Gordon, Rubén Hernández Cid, Humberto Soto de la Rosa. Minor Mora
(coord.), Medición multidimensional de la pobreza en México, Centro de
Estudios Sociológicos, El Colegio de México, México, 2012.
El salario constituye, en
la actualidad, la piedra
angular para el análisis
de los estándares de vida
d e la m ayo r í a d e la
p o blación trabajadora
e n e l mu n d o y e s t e m a
central para la resolución
de los problemas
estructurales de México.
Fotografía: Morguefile.com
de Brasil, donde el salario debe fijarse considerando no sólo la inflación
esperada, sino la productividad; c) la
conformación de un nuevo pacto social
en materia salarial con los empresarios
a fin de comprometer a éstos para no
trasladar aumentos salariales a precios,
considerando que en los países de bajo
nivel de desarrollo tecnológico como
México, los aumentos en costos producto de aumentos salariales pueden
ser trasladados a aumentos en precios
con el fin de mantener los niveles de
rentabilidad; d) una política industrial
que desarrolle, de manera conjunta,
fuerza productiva más calificada y
producción de bienes de capital e intermedios de alto nivel tecnológico,
en un entorno de mayor equidad, permitiría la existencia de salarios más
altos. Sólo los aumentos permanentes
y sostenidos de la productividad social,
son el soporte de un crecimiento sostenido
del salario real.
Bibliografía
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (2010), Tendencias económicas y sociales
de corto plazo y el Índice de la tendencia laboral de la pobreza (itlp), México, 49 p.
______ (2008), Metodología de medición multidimensional de la pobreza en México, México, http://
www.coneval.gob.mx/contenido/med_pobreza/8803.pdf
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Texto vigente consultado en sitio web de la
cámara de diputados: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1.pdf Febrero 2012.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México (2010), Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos
de los Hogares.
http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/Proyectos/encuestas/hogares/regulares/enoe/Default.aspx
Esquivel, G., N. Lustig y J. Scott (2010). A Decade of Falling Inequality in Mexico: Market Forces or State
Action? United Nations Development Programme, eua, 56 p.
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applv8/data/labocts.html, varios años.
Hernández, R. (2011), Los salarios en México, Friedich Ebert Stiftung, México, 27 p.
Mora, M. (coord.), Medición multidimensional de la pobreza en México (2012), Centro de Estudios Sociológicos,
El Colegio de México, México.
Lustig, N., O. Arias y J. Rigolini (2002), Reducción de la pobreza y crecimiento económico: Doble causalidad,
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while boosting economic growth: Can it be done?, Economic Policy Reforms 012 Going for Growth,
eua, http://www.oecd.org/dataoecd/44/26/49421421.pdf
Salario mínimo Constitucional y Salario mínimo vigente (2011), Observatorio de Salario Justo, Campo
Estratégico de Acción en Pobreza y Exclusión, Universidad Iberoamericana Puebla, versión para
comentarios, Puebla, México.
83
84
Otoño - Invierno 2011
Fotografía: Daniela Bojórquez
“Secreto”
1er lugar Octava Bienal Puebla de los Ángeles
85
Francisco Valverde Díaz de León
Profesor Investigador de la Universidad Iberoamericana Puebla (uia p). Arquitecto (uia p), maestro
en Educación Humanista (uia p) y doctor en Ciudad Territorio y Patrimonio ( Universidad de Valladolid,
UV, España). Sus líneas de investigación se relacionan con los procesos de conformación de la
ciudad moderna a partir de un análisis socioespacial, así como la construcción y transformación
del espacio público. Es integrante de los Colegios de Arquitectos de la ciudad de México y
de Puebla y presidente de la Academia Nacional de Arquitectura Capítulo Puebla (2011-2013).
Miembro del consejo editorial de Ciudades, revista de la UV y del Colegio Técnico del Instituto
Universitario de Urbanística de la UV.
Fotografía: Morguefile.com
E
s difícil imaginar que una entidad de gobierno, como el municipal, deje
de desarrollar y poner en práctica un conjunto de planes y programas
que intervienen en el ámbito de lo urbano y que pretendidamente intentan
transformar la realidad del espacio de la ciudad.
Atendiendo a datos de diferentes fuentes de información y a observaciones
de campo es posible afirmar que una porción significativa de las colonias
que conforman el área urbana del municipio de Puebla, están en condiciones de
pobreza y marginación.
Una parte importante de estas colonias se localizaban en la periferia urbana.
Sabemos que, dado el proceso de expansión y dispersión al que ha respondido el
comportamiento del espacio urbano en el municipio de Puebla, como resultado de
la estrategia puesta en marcha en la década de los años sesenta de anexar territorios
de municipios aledaños al de la capital poblana y, contrario a lo planteado por aquel
decreto,1 el resultado ha sido alta marginación social y vulnerabilidad territorial.
Figura 1. Plano indicativo de los límites de municipios anexados con el
Decreto del H. Congreso del estado de Puebla del 6 de septiembre de 1962.
Por otra parte, el espacio central de la ciudad, para algunos el entendido como
“centro histórico”, padece de características similares a los barrios periféricos
debido, fundamentalmente, al abandono de aquel espacio como lugar de habitación
que conlleva problemáticas como la segregación social, terciarización con tendencia exclusiva en su uso, alta especulación inmobiliaria, infraestructura decadente y,
como consecuencia, deterioro físico espacial, vulnerabilidad y riesgo social.
Decreto del H. Congreso del estado de Puebla de 6 de septiembre de 1962. Fuente: Periódico Oficial del
Estado de Puebla, Archivo del H. Congreso del Estado de Puebla, martes 30 de octubre de 1962, tomo
clxxxix, número 351962.
1
87
Con todo esto, si nos aproximamos a una comprensión de la ciudad como
una totalidad compleja, el problema de empobrecimiento y deterioro no se acota
a la periferia o al espacio central, es un padecimiento del conjunto de la ciudad.
Un indicador de esto es el valor catastral que el propio municipio otorgaba al
conjunto de colonias en el año 2008. De un total de 818 colonias, en el año 2006
reconocidas, 324 son irregulares y de bajo valor catastral (entre $85 y $149 /m2)
y 337 (de $235 a $446 /m2), se califican como populares de nivel bajo, bueno y
alto, dependiendo de la calidad de los servicios municipales y de su accesibilidad
e interconectividad al conjunto urbano. Esto es, el 80.8% de las colonias del municipio de Puebla están dentro de estas dos grandes categorías: Asentamientos
Irregulares y Colonias Populares.
Podemos comprobar que estos barrios no son los mejor dotados de escuelas,
centros de salud, mercados, alumbrado, espacios públicos o parques y jardines.
La insuficiencia en el suministro de agua potable –sea por la cobertura de la red a
cada casa o dotación suficiente del líquido para un promedio de 3.8 a 4.1 habitantes por habitación2–, la no recuperación y tratamiento de las descargas de aguas
residuales, la falta de calles o andadores peatonales suficientemente habilitados
para ser circulados por personas o vehículos, caracterizan a estos lugares de
pobreza y exclusión.
Tabla 1. Zonificación catastral y valores unitarios de suelo urbano en el municipio
de Puebla, 2006
zona
catastral
1
clasificacion
valor vigente m2
total colonias
asentamientos irregulares
1.1
bajo
$ 85.00
249
1.2
bueno
$ 149.00
75
2
colonias populares
2.1
bajo
$ 235.00
104
2.2
bueno
$ 319.00
159
2.3
alto
$ 446.00
74
3
fraccionamientos y colonias
medias
3.1
bajo
$ 532.00
27
3.2
bueno
$ 639.00
18
3.3
alto
$ 745.00
23
$ 904.00
35
$ 1, 170.00
36
4
fraccionamientos y colonias
altas
4.1
bajo
4.2
bueno
5
zonas residenciales exclusivas
5.1
bajo
$ 1, 436.00
11
5.2
bueno
$ 1, 575.00
7
616
consejo municipal de catastro
Fuente: Consejo Consultivo de Catastro, 2008.
2 Fuente: inegi, Censo de Población y Vivienda 2010.
88
Otoño - Invierno 2011
Podemos observar que el territorio municipal ha padecido
un conjunto de intervenciones para fortalecer la centralidad
de lo que fuera el territorio del municipio de la capital del
estado antes de 1962, a cambio de una transformación radical en el uso de su suelo, densidad habitacional y edificada,
y deterioro ambiental. Más aún, parece que las condiciones
de habitabilidad están en proceso de deterioro acelerado a
partir de la descomposición social que es posible apreciar en
los últimos años ante las recurrentes crisis económicas que
ha venido soportando la mayoría de su población.
En esta línea y refiriéndonos a la problemática de seguridad que vive hoy nuestro país, observamos que ésta no se
reduce a un asunto policíaco, ni mucho menos militar, sino
de equidad en la distribución de los beneficios de los procesos
de urbanización de la cultura.
Al identificar una serie de barrios y colonias en estado
de pobreza y marginalidad,3 emplazados en la periferia y
en el espacio central de la ciudad, la Secretaría de Desarrollo
Social y Participación Ciudadana ha puesto en marcha un
esquema denominado Programa Integral Urbano Social.
Tiene como objetivo establecer programas y acciones de
tipo urbano/arquitectónico y social en sectores degradados
de la ciudad de Puebla que presentan índices de pobreza,
marginalidad, rezago social y educativo desde una visión sustentable. De esta manera pretende mejorar las condiciones
de la población a través de acciones encaminadas a la
superación de la pobreza urbana y social, así como la apropiación de acciones urbanas arquitectónicas a través de la
participación de la población beneficiada.
Lo interesante es el planteamiento de una estrategia que
involucra a los actores en el conjunto de acciones urbano
arquitectónicas que puedan emerger de diagnósticos que
parten del análisis de la realidad espacial de los barrios y
colonias, pero que están vinculados, precisamente a los beneficiarios de esas acciones.
Así, en el corto plazo se elabora una cartera de proyectos, de los cuales se derivan documentos ejecutivos que son
sometidos a la aprobación de asambleas de habitantes de
los barrios involucrados. En el mediano plazo se pretende
ejecutar las obras, promoviendo la organización social a través de comisiones de seguimiento de éstas y fortaleciendo
el trabajo comunitario, desde la discusión y decisión de la
priorización de las acciones, hasta la participación en la realización material de las obras.
Desde la perspectiva técnico/científica los estudios que
se realizan para el diagnóstico pretenden abordar la realidad
de las colonias a partir de aquellas variables en la planeación
que procuran atender un programa de necesidades espaciales a escala de lo que pudiéramos llamar microurbano,
3 Para determinar las zonas del programa se consideraron aspectos plasmados en indicadores que establece el Art. 33 de la Ley de Desarrollo
Social Estatal: 1. Ingreso corriente per cápita, 2. Rezago educativo promedio en el hogar, 3. Acceso a servicios de salud, 4. Acceso a la seguridad
social, 5. Calidad y espacios de la vivienda, 6. Acceso a los servicios básicos
de la vivienda, 7. Acceso a la alimentación. Fuente: Secretaría de Desarrollo
Social y Participación Ciudadana, Municipio de Puebla, 2011.
manzana por manzana, para hacer una aproximación más
certera en la intervención de la gestión pública y contando
con la colaboración de la comunidad que habita la colonia.
Esta es la parte innovadora del planteamiento ya que,
históricamente, estas intervenciones se han apegado a la
ciencia urbana tradicional. Es decir, a partir de una planificación centralizada, con lectura y expresión de la realidad
a partir de planos de dos dimensiones, señalando usos de
suelo, vialidades y densidades habitacionales y algún dato
más. Estos planes los hemos visto por años en nuestras
ciudades y poco se relacionan con la vida cotidiana de
sus habitantes y, menos aún, con una idea de futuro de
la ciudad que la mayoría tenemos. En breve: estas cartas
urbanas o planes se reducen a las actualizaciones de la dinámica constructiva de nuestras ciudades en plazos más
o menos regulares, es decir, aquello que cambió en los
últimos años, pero nunca a lo que deberá ser en el futuro.
Así, la verdadera planificación urbana se desarrolla en
las inmobiliarias, en los bancos y con la coordinación de
las oficinas de planeación urbana de los municipios que,
hay que decirlo, tienen poco margen de acción ante las
enormes presiones de inversionistas y de los gobiernos
estatales o federal.
En la búsqueda de alternativas, con los pius se vislumbra una iniciativa interesante, apenas incipiente, que parte
de la oficina de la Secretaría de Participación y Desarrollo
Social Municipal de Puebla y que, al parecer, pretende
desarrollar el ejercicio de una ciencia urbana diferenciada
de la tradicional. Es decir, desde la lectura e interpretación
colectiva de la realidad a partir de elementos físicos
(naturales y edificados), demográficos, económicos, sociales, culturales y, lo más interesante, en interacción con los
actores principalísimos: los habitantes del lugar.
Se ha organizado una aproximación para la atención
de barrio por barrio y colonia por colonia a partir de indicadores de pobreza urbana con la finalidad de generar
propuestas de intervención alineadas a un diagnóstico
científico/técnico y a las demandas de los habitantes.
Parece que no es más a partir de una carta urbana abstracta de la realidad y sujeta a los intereses político electorales
o económicos inmobiliarios. Es a nivel de un microurbanismo y en la participación que ofrece una vía posible para
humanizar nuestra ciudad.
Una de las variables que se incorporan al diagnóstico
es el análisis sobre el origen y desarrollo histórico
espacial de los barrios. Con la incorporación de esta
variable, es posible encontrar algunas pistas para la
construcción de identidad de estas colonias, tema absolutamente ignorado por los planes centralizados en las
cartas urbanas, pero que es un ingrediente de cohesión
social fundamental para sus habitantes. Es ahí donde la
participación de los actores sociales ha sido entusiasta y de
mayor colaboración al identificar narraciones inéditas
de lo acontecido en nuestra ciudad, que son historias
de vida de personas concretas.
89
Tres Cruces, San Pablo Xochimehuacán, San Francisco
Totimehuacán, Unión Antorchista, San Andrés Aziumatla,
Solidaridad, Santa Catarina, San Ramón, San Bernabé, La
Guadalupana, Tecola, Castillotla o la zona de mercados en
el espacio central de la ciudad; los barrios de San Antonio, Xanenetla, Alto Huitzilapan, Los Remedios, Carmen/
Santiago, Analco, Mercado Zapata; así como las unidades
habitacionales de Agua Santa, San Pedro, Unidad Solidaridad, Mateo de Regil, San Ramón 3ª y 4ª secciones, San
Aparicio, La Guadalupana y Clavijero, son los espacios
por estudiar y diseñar intervenciones urbano/arquitectónicas a partir de diagnósticos socioculturales.
Acorde con los informes estadísticos de inegi, el municipio de Puebla es el lugar de habitación de 1´539,819
habitantes. De ellos, 1´077,873 están ubicados en las Juntas
Auxiliares. Esto es, que el 70% de la población está en esos
territorios, urbanizados o en espera de que las promesas
de la ciudad sean una realidad, particularmente en los
ámbitos de salud, educación y vivienda digna. Mientras
esto sucede en la periferia, el centro es una zona de expulsión de población y abandono.4
El Programa tiene bases suficientes para aproximarse,
desde la base de la población de cada uno de esos barrios,
a una realidad complicada que no ha sido atendida por las
distintas gestiones municipales, estatales o federales.
Sin embargo, no todo es “miel sobre hojuelas”, hay
un buen trecho por mejorar en la metodología utilizada
tanto en el documento científico generado por los expertos, como en el trabajo desarrollado por los trabajadores
sociales. Por ejemplo, existe dificultad en identificar los
liderazgos auténticos con los que la autoridad municipal
puede dialogar y generar, con la ayuda de expertos, los
diagnósticos. Si bien algunos de estos líderes están ubicados no todos representan ampliamente a la población; hay
sesgos, preferencias y exclusión.
En las sesiones de presentación de la estrategia o
la exposición de propuestas, no todos los agentes participan con el interés que debieran, hay ausencias de
actores y omisiones de sistematización de los equipos
de trabajo científico.
Otra dificultad es la veracidad de los datos. A pesar
del magnífico trabajo que desarrolla el inegi en los distintos censos y bancos de información, al final de cuentas,
son conteos que se desarrollan en un tiempo y espacio
determinados y, por tanto, condicionados. Estas cifras, en
ocasiones, no coinciden con la dinámica de la metrópoli:
una ciudad de flujos.
La temporalidad para la ejecución de recursos y fondos federales o de la participación estatal exige forzar
tiempos para la toma de decisiones, interrumpiendo las
4 La revisión del municipio por Área Geoestadística Básica (ageb) destaca
en su distribución hacia el interior, específicamente en la zona centro,
reportes de disminución de población en el 2010 en términos relativos
que a finales del siglo xx. Esta característica expulsora es también propia
de las grandes ciudades.
90
Otoño - Invierno 2011
posibilidades de un diálogo más profundo con los ciudadanos y, en ocasiones, decidiendo artificialmente sobre
las opciones que se pudieran proponer. Sin embargo, el
esfuerzo, las mesas de diálogo, la integración de equipos
muestran un potencial para la planificación mucho más
incluyente y dinámica que la metodología tradicional que,
hasta la fecha, ha impuesto un modelo de ciudad insostenible desde lo territorial y social.
Desde la perspectiva de la gestión, la experiencia corre
enormes riesgos: convertirse en un instrumento con réditos
políticos para el propio secretario en el cargo, el diputado
distrital o el mismo presidente municipal. En este sentido
me refiero a que de pronto pareciera trasladarse el liderazgo
de las colonias populares a un personaje político o un funcionario municipal, con los consecuentes costos. Asimismo,
a los líderes de las colonias, que no son “perita en dulce”,
hacen crecer sus figuras personales que, en ocasiones, son
coyunturales o no representan a los habitantes, sino a sus
familias o agremiados.
Aun con eso, el resultado empieza a tener algunos visos
de satisfacción ciudadana. En este sentido, se están desarrollando anteproyectos que van desde el arreglo de un vado
para el acceso a la colonia, pasando por el mejoramiento
de la infraestructura hidráulica, la construcción de una cancha deportiva o hasta la edificación de un mercado para
consolidar algún centro de barrio. Por más pequeñas que
pudieran parecer algunas de estas acciones, son actuaciones
que intentan mejorar la vida cotidiana de los habitantes y los
beneficios son enormes para el esfuerzo de sobrevivencia
de miles de personas.
Los actores sociales son fundamentales. Los comités
ciudadanos conformados y promovidos para dar seguimiento a estos planes e intervenciones deberán asumir su
papel con autenticidad. De esto dependerá que se eviten
pervertidos desvíos en las finalidades de las actuaciones,
a veces ineludibles por la complejidad de la estructura
socioeconómica que prevalece en estos barrios, pero que
pueden hacer un enorme daño a esta iniciativa que, al parecer,
va por buen camino.
Finalmente, por más que en los próximos
informes del presidente municipal se mercantilice el conjunto de acciones que se
están desarrollando en las colonias y
barrios más pobres de la ciudad de Puebla a
través del programa, serán los habitantes
de éstos quienes, con el tiempo, nos darán
la respuesta si el Programa se aproxima a
la solución de los enormes rezagos urbanos y a la reducción de las diferencias
sociales que prevalecen en Puebla.
91
Oscar D. Soto Badillo
Académico en el Departamento de Humanidades de la Universidad Iberoamericana
Puebla, candidato a doctor en Ciudad, Territorio y Patrimonio, Universidad de Valladolid.
Un nuevo comportamiento urbano
Si bien, el crecimiento de las ciudades ha sido una constante a lo largo de la historia
moderna, en las décadas recientes, diversos estudios han llamado la atención sobre
la confluencia de dos procesos, que por vez primera se presentan de forma
simultánea: la mayor parte de la población mundial ya es urbana y, la mayoría de
las 36 ciudades de más de diez millones de habitantes del mundo están ubicadas
en países pobres.
Los escenarios dibujados advierten que la población urbana mundial podría
alcanzar los 5 200 millones en torno al año 2025. De ellos, alrededor de 4 000
vivirán en ciudades localizadas en países subdesarrollados. Para el año 2010, en
América Latina, poco menos de 469 millones de personas (79.63% aproximadamente de la población total) vivía en áreas urbanas (frente a 393 millones en
2000), lo que convierte al subcontinente en una de las regiones más urbanizadas
del mundo.1
Este acelerado proceso de urbanización tiene, además, una característica añadida: casi la mitad de la población urbana vive hacinada en condiciones precarias
en asentamientos denominados informales que ocupan, crecientemente, espacios
situados en los cada vez más extendidos contornos periféricos de las concentraciones
urbanas consolidadas.
Llama la atención, sin embargo, que este fenómeno se manifiesta hoy de manera
paradójica: a pesar de que las tasas de crecimiento demográfico en las ciudades
han venido disminuyendo en los últimos treinta años,2 se observa un incremento
en la expansión física de las áreas metropolitanas más importantes, ampliando
de este modo la espacialidad de la urbanización y por ende, su comportamiento
desagregado y difuso.
En México, 65% del desarrollo urbano del país se está produciendo en las
periferias de las ciudades grandes y medias, lo que, de acuerdo con diversos estudios,
genera desequilibrios territoriales, disparidades socioeconómicas, diversos impactos
ambientales y dificultades de integración socioespacial, tanto en el interior de los
núcleos urbanos, como en su ámbito territorial más amplio, al tiempo que se
observa un creciente despoblamiento de las áreas centrales.
Las problemáticas observadas muestran que las ciudades que articulan las áreas
metropolitanas, concebidas en las estrategias de planeación territorial, como polos
dinamizadores del desarrollo regional, se muestran frecuentemente como campos
de fuerza que absorben incansablemente los recursos de su entorno y arrojan sus
desechos en territorios periurbanos, sin que por esto mejoren de manera equitativa
las condiciones de bienestar de sus habitantes (Arellano y Roca, 2009; Covarrubias
y cols., 1995).
1 Para el año 2010, en África el porcentaje de población urbana es de 39.9%, en América del Norte
82.1%; en Asia 42.1%; en Europa 72.7% y en Oceanía 70.2%. En el caso de México se sitúa en el orden de 77.8%. United Nations, 2001, World Urbanization Prospects, The 2000 Revision (para 1925);
United Nations, 2002, World Urbanization Prospects. The 2001 Revision; United Nations (2009),
World Urbanization Prospects, The Revision 2009 (para 2010).
2 Considerando los quinquenios 1950-1955 y 2005-2010 respectivamente, las tasas fueron: África:
4.64/3.36; Asia: 3.93/2.28; Europa: 2.06/0.40; América Latina y el Caribe: 4.52/1.60; América del
Norte: 2.67/1.31; Oceanía: 2.89/1.28. En el caso de México en el primer periodo fue de 4.82 y en el
último de 1.38. Fuente: United Nations (2009), World Urbanization Prospects, The 2009 Revision.
92
Otoño - Invierno 2011
Las tendencias actuales del crecimiento urbano, manifestadas en la emergente morfología dispersa de las ciudades,
están ligadas a cambios cualitativos mucho más profundos,
que pueden situarse en la esfera de la erosión de los tradicionales vínculos articuladores de la economía, la política y la
cultura, sin que sea evidente la emergencia de nuevos arreglos
societales e institucionales capaces de reorganizarlos (Harvey,
2008,53; Santos, 1880; Idovina, 2006; Dematteis, 1998).
La constatación de tal complejidad, ha derivado en un
replanteamiento de los ejes de investigación sobre los procesos de integración social, en particular a partir de la década
de los noventa:
Por un lado, un eje que se interesa en el estudio de las consecuencias de lo que algunos autores han denominado una
nueva economía urbana, expresada en novedosas modalidades
de concentración territorial de las actividades económicas y
producción de suelo, nuevos dispositivos de articulación
local-global, nuevas formas de manifestación de la ciudad
como sitio de producción, etc. (Friedman, 1986; Borja y
Castells, 2002; Sassen, 1994, 1998; Fainstein, 1996).
Por otro, y que nos interesa de manera particular, un eje
que sitúa el análisis en torno a las nuevas formas de exclusión social en la ciudad, que algunos autores sugieren como
la emergencia de una nueva cuestión social urbana, producto
de un cambio cualitativo fundamental en la índole de
los problemas sociales urbanos. Tal exclusión, que define
las formas contemporáneas de la desigualdad, es entendida
como un conjunto de procesos, así como una trayectoria
social y personal, que derivan en un empobrecimiento de la
capacidad integradora de la sociedad y el ejercicio de la ciudadanía. Entre las mediaciones estructurales consideradas se
encuentran: los cambios en el mercado de trabajo, en la familia, en las relaciones sociales y en los niveles de cobertura
del Estado de Bienestar.3
Las dos caras de
la desigualdad y la exclusión
En términos de los procesos urbanos, las manifestaciones sociales
de ambas esferas se pueden sintetizar en dos grandes formas:
Por una parte, aquella que se expresa, de manera predominante, en un déficit de incorporación urbana en relación a la
integración socioeconómica, en el contexto de los arreglos que
condicionan la inserción de los habitantes en la estructura del
mercado que, en las dinámicas de la economía mexicana,
pueden explicarse a partir del eje subordinación/desposesión.
3 Se pueden reconocer siete dimensiones de la exclusión: económica, laboral,
formativa, socio/sanitaria, residencial, relacional y de participación, así
como cuatro ejes de desigualdad: el género, la edad, la raza/etnia y la clase
social, cuyas articulaciones condicionan la situación específica de cada
persona y cada grupo social. La diversidad de manifestaciones, que resulta
de las específicas relaciones entre tales dimensiones y ejes, da cuenta de las formas
concretas en las que se manifiesta la desigualdad y la exclusión como
forma extrema (Hernández Pedreño, 2008: 18-21).
Al respecto, Milton Santos, en referencia a las sociedades
subdesarrolladas, afirma que las fuerzas de la modernización, son en extremo selectivas, tanto en sus formas como
en sus efectos. El espacio de los países subdesarrollados está
marcado por enormes diferencias de renta en la sociedad,
las que se expresan a nivel regional por una tendencia a la
jerarquización de las actividades y a escala del lugar, por
la coexistencia de actividades de la misma naturaleza, pero
de diferente nivel. De ahí que el espacio social producido,
resulta en un ámbito inestable, discontinuo y multipolarizado, es decir, sometido y acosado entre una multiplicidad
de influencias y polarizaciones que resultan de diferentes
niveles de decisión (Santos, 1973: 108).
De este modo, el esfuerzo modernizador contribuye a
consolidar la constitución de dos grandes campos económico/sociales que se fueron gestando a lo largo de la historia
mexicana a partir del siglo xvi; ámbitos distintos, pero imbricados y mutuamente referentes en términos de la organización
económico/social de la ciudad. La diversificación industrial,
las intervenciones en materia de reestructuración urbana y la
configuración diferencial de los espacios de habitabilidad
producidos en la segunda mitad del siglo xx actualizan las
tendencias que conforman este campo de fuerza del que
resulta la organización contemporánea del espacio urbano:
Por una parte, el ámbito de la organización formal de la
ciudad conforme a la estricta especialización de sus funciones
que, de acuerdo con la planeación oficial debían ser desempeñadas por cada área (zonificación): residenciales, producción
industrial, servicios, comercio, etcétera; y también conforme
al establecimiento de determinados nichos económicos especializados. Esta zonificación respondió a las determinaciones
de un circuito económico dominante, resultado directo de
la modernización tecnológica.4 Las grandes inversiones
infraestructurales se producen en función de las demandas
de este circuito y de ese modo, imponen una particular
organización del espacio favorable a la acumulación.
Combinado con esta primera tendencia, una segunda
que obedece al desarrollo de un segundo circuito, formado
por actividades de pequeña dimensión, arraigadas a lo local,
y en las que los principios ordenadores no responden a los
criterios funcionales preestablecidos, sino a las relaciones
complejas cuyos hilos remiten a criterios de clase, ingreso,
jerarquía laboral e incluso de adscripción étnica; relaciones
que impondrían una segunda manera de organizar el espacio, sea en los lugares no intervenidos por el primer circuito
(de algún modo marginales respecto de éste) o en sus
intersticios (Santos, 1973: 108). Es curioso que cuando se
habla de la ciudad, suele nombrársela a partir de los resultados
del primer circuito. Del otro, que de múltiples modos es
producto y condición del primero, su otra cara, suele
decirse lo mismo, que es un freno al crecimiento económico,
o que está en la ciudad sin ser parte de ella.
4 Cuya característica es que sus relaciones se efectúan fuera de la ciudad
e incluso de la región, pero que subordinan la organización formal de la
ciudad a sus necesidades.
93
La visión parcial y reduccionista de la configuración económico/social de la ciudad se derivó de
lo que Milton Santos advierte como una serie de equívocos. Por una parte, las grandes industrias
exportadoras, pensadas como motores del desarrollo de la ciudad, no han sido necesariamente
complementarias con las redes económicas locales, como no sea en el marco del circuito cerrado
de sus proveedores.
Por esto, sus efectos secundarios en términos del desarrollo local se sitúan más en la esfera del
consumo que en la articulación con cadenas productivas locales o regionales. En contrapartida los
procesos económicos y sociales que se evidencian en el segundo circuito serían funcionales para la
explotación del trabajo en el polo dominante de la economía.
No sería casual, la terciarización creciente de todo el sistema urbano, por el hecho de que la
industria moderna (como la tradicional) ha sido incapaz de proveer un número suficiente de empleo y por ello de abatir la pobreza. Este terciario primitivo [del que es una expresión la llamada
economía informal], se constituye también como un terciario refugio para los excluidos de tal
modernización industrial (ibid.: 109). Los ordenamientos políticos fungen en varios sentidos
como garantes de la reproducción de este sistema de relaciones.
La perspectiva de la desigualdad de clase, que esta aproximación analítica evidencia, permite
destacar la incapacidad de acceder a los mínimos de bienestar que corresponden a las posibilidades
de satisfacción que ofrece la ciudad (vivienda digna, educación, salud, trabajo, etc.), que sufren
un conjunto de sujetos sociales por su lugar en la pirámide de integración socioeconómica, pero
también por la índole de las políticas públicas que, en el marco de determinadas relaciones de
poder, tienden a incrementar los déficit de inclusión al régimen de derechos, a través de diversas
formas de desposesión.
Tal cuestión es irreductible al mero problema de la pobreza económica, en tanto su explicación
requiere el abordaje de las diversas formas de gestión que los sujetos producen con base en el
marco de relaciones sociopolíticas y orientaciones culturales, mediadas en la esfera del Estado, del
mercado y de los círculos familiares y microsociales5 (Filgueira, 2001).
El acelerado debilitamiento de las instituciones de bienestar y la insistencia en la aplicación de
instrumentos de focalización, limitan la acción pública a sólo una cuarta parte de la población
excluida. Los altos niveles de exclusión derivados de estas políticas han obligado a las familias a
generar diversas estrategias de sobrevivencia, entre las que destacan el empleo precario, la ocupación
no autorizada del suelo urbano y rural periurbano y la migración nacional e internacional, que
hoy, más que desviaciones o excentricidades coyunturales, se convierten en constitutivos de la
estructura económica y social del país (Valencia, 2007).
Una segunda forma, se caracteriza por distintas modalidades de integración urbana sin integración social que remiten al concepto de segregación, es decir, el establecimiento de una distancia
espacial y social entre una parte y el resto. Tal cuestión supone una disposición diferencial de
la gestión individual y colectiva de las libertades urbanas,6 mediada por aspectos socioculturales
(Donzelot y Jaillet, 1997).
Esta segunda forma, particularmente compleja, remite a la tensión entre lo individual y lo
colectivo, entre lo público y lo privado, entre la coherencia y cohesión espacial y la integración
social y, se manifiesta en diversas formas de distanciamiento social, de producción de nuevas
categorías urbanas ligadas a la erosión de los tejidos sociales, al empobrecimiento de las condiciones
de sociabilidad (urbanidad), irreductibles por lo demás a las relaciones de clase. Las categorías
urbanas producidas resultan de la integración de las diversas manifestaciones identitarias, así
como de los dispositivos asociados a las formas de consumo del espacio y el tiempo, que definen
a la ciudad como un espacio heterogéneo y fragmentado y frecuentemente como yuxtapuesto y
estereotipado donde la realidad se oculta tras velos de ilusión (Lefebvre, 1974; Boltansky y Chiapello,
2002; Bauman, 2002 y 2005).
5 La forma dominante de enfrentamiento a los déficit de incorporación urbana, desde la perspectiva de las políticas públicas, ha supuesto la yuxtaposición de una limitada y decreciente estrategia centrada en la cohesión social de corte europeo,
basada en el Estado de Bienestar; y una de corte estadounidense, basada en el mercado y la propiedad.
6 Entendidas como “la posibilidad para todos y cada uno de disfrutar no sólo de la vivienda y del trabajo, de hallar respuesta no sólo para sus necesidades elementales en materia de educación, sanidad e intercambio, sino de gozar de cualquier
actividad cultural, recreativa y creadora al más alto nivel posible (Campos-Venuti, 1971: 8).
94
Otoño - Invierno 2011
Los fenómenos asociados a esta
perspectiva se pueden explicar a partir
del momento en que la organización
del espacio urbano no vuelve visible ni
inteligible el lugar de cada uno en relación
con el de todos, lo que se manifiesta en la
fragmentación de la sociedad. Los que
tienen más ignoran a los que tienen
menos y se reagrupan para vivir entre
ellos en zonas urbanas de alto costo social.
Se puede hablar de una segregación
activa, producto de la estigmatización
y rechazo por parte de los sectores
dominantes, aplicada a grupos étnicos,
minorías culturales y sectores pauperizados. Sin embargo, también de la
autosegregación y autoencierro de las
clases medias y altas, y cada vez más,
también en sectores de bajos ingresos,
en espacios protegidos, lo que representa una forma de repliegue frente a la
percepción de la inseguridad urbana,
que deviene en una urbanización mediada
por el miedo y la desconfianza. Se trata
en suma, de la ocurrencia de formas
emergentes de repliegue comunitario y
distanciamiento material y simbólico
como mecanismos de defensa frente a
la amenaza real o latente.
Tales comportamientos se justifican,
sea porque se corresponden de manera
natural a la sociedad abierta en red,
soporte estructural de la forma dominante de mundialización económica
(Castells, 1989; 2000); a un conjunto
de cambios culturales que tiene como
sujeto al individuo diferencialmente
desocializado (Bauman, 2002) y al
desarrollo mismo de la modernidad
que produce y multiplica las diferencias
(individuales y colectivas), en el marco
de dos tipos de lógicas: las lógicas de
reproducción y de resistencia, y las
lógicas de invención o de producción
de la diferencia, cuestión que se potencia
en una suerte de hipermodernidad
contemporánea7 (Wieviorka, 2003).
7 Los procesos de diferenciación, las distintas
expresiones de distanciamiento y los diversos
campos de antagonismo social, dice Wieviorka,
“no son la expresión de una crisis provisional,
un momento de retroceso de la modernidad
y del triunfo no menos provisional de las
tradiciones, sino la marca de una nueva era, en
la cual los procesos de fragmentación cultural,
de descomposición y recomposición de las
Puebla:
Exclusión y
apropiación del
espacio en la
ciudad dispersa
La articulación compleja de ambas
formas se manifiesta en los actuales
comportamientos urbanos que, en el
caso de Puebla, están mediados por
la índole de las relaciones de poder
constituidas históricamente y en las
que la integración urbana sólo parcialmente es resultado de la planeación
y la normatividad formal. La integración urbana, más que un derecho
se constituye, en la práctica, como
tema de negociación y como motivo de
confrontación, subsidiarios de la correlación de fuerzas en la relación de los
actores sociales.
La integración social resultante, es
decir, el tejido de relaciones a partir
de los cuales esos actores producen
y reproducen su historicidad, también es un proceso dominado por un
orden frecuentemente yuxtapuesto
y a veces subversivo de los arreglos
formales situados en la esfera del Estado y el mercado. En estos arreglos,
en contrapartida juegan un papel
de primer orden las adscripciones
primarias, lo mismo entre las élites
que en los sectores subordinados.
En el proceso de integración social,
la contradicción, la solidaridad y la
conflictividad devienen en relaciones explícitas a partir de las cuales
el espacio urbano se configura como
espacio de libertad y dominación, de
expropiación y resistencia.
identidades son procesos decisivos. Hay que
dejar de decir que nuestras sociedades pasan de la
tradición a la modernidad, lo que era el discurso
evolucionista por excelencia; hay que decir que
nuestras sociedades son cada vez más modernas
cuando viven tensiones crecientes entre la razón
y las identidades culturales que producen, y no
solamente que acogen o reproducen” (2003: 23).
Los exiliados
del Centro histórico
Siguiendo la tesis de Edward Soja
(2008), el conjunto de transformaciones
en la configuración espacial, como las
que sufrió la ciudad de Puebla en su
proceso de modernización, profundizó
la segregación social que la había caracterizado desde su propia fundación.
Tal proceso derivaría en una acentuada
diferenciación de los distintos espacios
geográficos no sólo en términos de su
dotación de servicios urbanos y de condiciones de acceso a la centralidad,
sino en la configuración de identidades sociales diferenciadas y a veces
confrontadas cuyos dispositivos serían
referentes para la disputa por el derecho
a la ciudad.
Por una parte, un sistema habitacional de los integrados a esta economía
formal, como los fraccionamientos
para el pequeño sector de clase media
alta y alta, las colonias populares para
los sectores medios (configurado por
un multiforme conjunto de fracciones
que guardaban entre sí grandes diferencias de ingresos y adscripciones en
la estructura del empleo) y las unidades
habitacionales para los trabajadores
(obreros y empleados públicos) que
participan del régimen de seguridad
social. En todos ellos, se fue consolidando un comportamiento favorable
a la suburbanización residencial que
supuso una gran inversión del prestigio de los lugares en la zonificación
concéntrica del espacio urbano (Soja,
2008: 128).
Por otra, la compleja trama de barrios
y colonias populares del Centro histórico
en los que se fue profundizando una
relación paradójica entre centralidad
espacial y exclusión social (Álvarez
Mora, 2006). Los planes oficiales no
proponen esfuerzos mayores para favorecer
la integración social de los lugares centrales, lo que ha configurado al centro
como el complejo espacio de los exiliados
simbólicos. En ese sentido operaron
(como hoy), las decisiones orientadas
a la producción del espacio periférico.
95
[…]
76% de las edificaciones se
destinan a vivienda […], de las cuales
87% está en régimen de alquiler.
96
Otoño - Invierno 2011
1985
1990
1995
2000
2005
2010
1980
Despoblamiento del Centro histórico (en miles)
1978
Sin embargo, la condición de precariedad de la mayoría
de los habitantes del área central, no sólo es resultado de
la inserción de los sujetos en la pirámide del ingreso sino
un proyecto socioespacial: exacerbar la relación pobreza/deterioro para asegurar la posibilidad de un cambio concertado
que ponga en marcha y materialice una renovación urbana
altamente rentable para los propietarios del patrimonio
inmobiliario (Álvarez Mora, 2008: 16).
De acuerdo con Alfonso Álvarez Mora, el Centro histórico es un “espacio de acogida”, donde se rentabiliza la pobreza,
donde se concentra a una población para que disponga de
una vivienda que, en realidad, ha dejado de serlo, habiendo
perdido, incluso, la posibilidad de alcanzar una mínima dignidad, ya que el precio que se paga por esa acogida, aparte del
alquiler exigido, es la ausencia de cualquier tipo de inversión
en viviendas y servicios y la renuncia al reconocimiento de
derechos. Justo esta falta de inversión pública y privada en
Año
[…] 76% de las edificaciones se destinan a vivienda
[…], de las cuales 87% está en régimen de alquiler.
El 68.6% de estas viviendas ocupa edificios construidos durante el siglo xx, mientras que el 31.4%
restante son edificios históricos que en su mayoría
datan de los siglos xvii y xviii. 32% de las viviendas
carecen de cocina, el 55.4% tiene baño integrado
y en el 44.6% restante no se identifica el cuarto
de baño (en algunos casos se trata de edificios donde
el sanitario es compartido) y el 27.4% de estos
inmuebles ni siquiera posee sanitario. 27.8% de las
viviendas carece de agua potable, 22.2% tiene problemas de drenaje; 19.6% no cuenta con ventilación
ni iluminación natural y 38.1% tiene problemas de
humedad (Montero, 2002).
los servicios necesarios para el habitar digno, es una condición
apropiada para acelerar, en un horizonte de mediano plazo,
los cambios urbanísticos que aseguren su reconversión en un lugar
desde el que se realicen, al máximo nivel, las rentas urbanas
que promete su localización central (ibid.).
Dada la irregularidad de la tenencia de los predios,8 que
remite a la condición prevaleciente en los asentamientos
populares periféricos; el carácter supuestamente oneroso de
la expropiación pública y la ausencia de políticas crediticias
eficientes, promueven el binomio pobreza-deterioro y
refuerzan la dinámica de tugurización y el despoblamiento
del centro histórico.
Como puede observarse en el gráfico siguiente, el abandono poblacional del Centro histórico se fue acelerando a
partir de la reestructuración urbana, iniciada en los años
cuarenta, al tiempo que la periferia incrementaba su peso
demográfico. Como afirma Álvarez Mora, el abandono de
habitantes se acompaña de la eliminación y desaparición por
siempre de aquellos equipamientos y servicios que han estado
vinculados estrechamente con la existencia de las viviendas,
de la residencia popular de modo que fuese imposible volver
a habitar el espacio residencial abandonado y reconvertido en
lugares terciarios (ibid.: 18-19).
Habitantes
La periferia de las élites y aun la de carácter popular es,
en buena medida, producto del empobrecimiento social
del centro.
Esta cuestión se manifiesta en la precariedad existente
en términos de dotación de servicios orientados a la habitabilidad de los sectores populares:
340 200 110
95
81
65
57
50
Fuente: Ayuntamiento de Puebla.
8 Muchas de las vecindades y propiedades, en especial en los barrios del
norte y del oriente de la ciudad, los más degradados, están intestadas tras
la muerte de sus propietarios.
Pero, la conducta pública hacia la condición del hábitat de los lugares centrales, favorable a
la especulación del suelo a expensas de la precarización urbana y social y a la franca expulsión de
sus habitantes de bajos ingresos, no sólo se alimenta de consideraciones económicas. La forma
cotidiana en la que se establecen de manera continuada las relaciones sociales, se fundamenta
en una representación de los pobres, que se ha conformado históricamente con base en una particular impronta racista, resultado de la combinación, encubridora, de la herencia colonial y la
ideología liberal.
Loic Wacquant (2001) se refiere a los moradores de zonas marginales de las grandes ciudades
(guetos en eua y cité en Francia) justamente como “exiliados” en un espacio degradado que los
descalifica colectivamente.
La configuración identitaria, construida de este modo, y asumida conflictivamente por dominados y
dominadores, supone la constitución de dispositivos (para usar términos de M. Foucault9) para legitimar
desigualdades y jerarquías y naturalizar las diferencias. Tales dispositivos conforman un minisistema en donde
la identidad del dominador y el dominado se vuelve simbiótica. Raza, cultura y clase se entrecruzan de manera
compleja en las estructuras sociales, mentales y en la psique de los individuos (Sánchez Díaz de Rivera, 2006:
207). Es en el marco de este complejo identitario donde se encuentran las justificaciones profundas del
olvido y la disposición a la exclusión.
Pero la intencionalidad determina la representación del espacio. Así, de la realidad cosificada en el discurso
dominante,10 se legitiman las grandes estrategias estatales: la conservación monumental del centro y el
olvido de los espacios de la vecindad depauperada; la modernización de los fragmentos urbanos privilegiados de la periferia conectados por las grandes avenidas y la desconexión de la periferia popular ligada
a la autoconstrucción del hábitat; la asignación de suelo para las realizaciones de la economía formal y la
negación del espacio para la producción y el intercambio popular.
En función de su integración a las distintas formas de producción urbana, pero sobre todo desde la
lectura estereotipada de sus significados, actualizan los viejos modos de relación social, que devienen
en determinados juicios de valor: desde la pueril idealización de la identidad urbana sustentada en su
patrimonio monumental, ligada a un fragmento de la ciudad, pasando por el fraccionamiento privado
como modelo de hábitat de calidad, hasta la franca estigmatización tanto de los habitantes de las áreas
depauperadas del Centro histórico como de los habitantes de las colonias precarias de la periferia. Estas
representaciones colectivas,
[…] al naturalizar las diferencias, naturalizan la desigualdad. De ahí que se conviertan
en discursos sociales (y por lo tanto de poder) donde los pobladores son ubicados en
lugares diferentes como portadores de roles distintos. A su vez, esos pobladores
interpretan esos lugares dentro de su propio proceso de subjetivación. A partir de ello,
participan de un mundo social y simbólico donde resuelven sus requerimientos de
sociabilidad e identidad individual (Pérez Ruiz, 1992).
Al referirse a la experiencia del barrio de San Antonio, una zona particularmente degradada situada en
el borde norte de la traza histórica, cuyas numerosas vecindades se encuentran en un grave deterioro y algunas en ruinas y abandonadas completamente,11 Silvano de la Llata (op. cit.), considera que la combinación
de precariedad de la calidad de vida y la estigmatización alimentada por la prescripción oficial, ha elaborado
un imaginario social de dicho barrio (junto con otras áreas aledañas) como un lugar exótico donde se practica un
9 Para quien el poder, recordemos, “es una vasta tecnología que atraviesa el conjunto de relaciones sociales; una maquinaria que
produce efectos de dominación a partir de un cierto tipo peculiar de estratégias y tácticas específicas. La práctica del poder en la
era moderna, se ha caracterizado, por un lado, por una legislación, un discurso, una organización basada en el derecho público,
articulado en el cuerpo social y el status de delegación de cada ciudadano” (Foucault, 1980: 144).
10 Discurso cuya producción no puede atribuirse sólo a los órganos del Estado o de los empresarios interesados, sino también
en buena medida a los intelectuales del fenómeno urbano (historiadores, arqueólogos, arquitectos, urbanistas). De acuerdo con
Wacquant: “Para producir esta extraña formación discursiva, [...] cuya función primordial es aislar y proteger a la sociedad ‘dominante’
[...] fue necesario, en primer lugar, que los mismos proponentes de la mitología de la infraclase se alejaran estudiadamente del gueto
a fin de ‘teorizarlo’ desde lejos y desde arriba, y solo a través del escudo tranquilizador del aparato burocrático de investigación”
(Wacquant, 2001: 51).
11 Gran parte de ellas están pobladas por familias que llegaron a habitar inmuebles también abandonados y que viven desde
generaciones en una realidad que se reproduce en muchos centros históricos en América Latina. En esta zona se concentra la mayor
cantidad de migrantes indígenas (oaxaqueños y chiapanecos) que se dedican al comercio callejero en el primer cuadro de la ciudad
(Álvarez Mora, ibid.).
97
sincretismo religioso vinculado con la
santería y la superstición (las imágenes
de Santa Bárbara y San Antonio han
estado vinculadas a un tipo de catolicismo más sincrético como a la santería
y brujería) y por su historia como albergue
de la antigua zona roja, como el espacio
donde sus habitantes son protagonistas
de graves manifestaciones de disolución social. Estas imágenes, formaron
en los ciudadanos un estigma que perdura
hasta hoy y que ha hecho difícil a los
sanantoñenses integrarse a la vida diaria
como ciudadanos comunes.
Aunque el caso de San Antonio
parece extremo respecto a la abigarrada
complejidad socioespacial del centro, es
cierto que algunos “atributos sociales” han
contribuido a la imagen estereotipada y
a determinadas formas de integración
social de sus habitantes. De este modo
se atribuyen a los comportamientos
“desviados” de los individuos, explicaciones que transforman condiciones
sociológicas en rasgos psicológicos,
funcionales para la estigmatización
y la represión y para oponer el orden
formal a las prácticas informales como
si de opuestos se tratara (Wacquant,
2001). Las conductas sociales que se
manifiestan en las áreas de precariedad
urbana resultan así, una exterioridad
respecto a la ciudad representada por
el pasado cristalizado del monumento,
la modernidad reflejada en sus edificios
modernos, en la legalidad representada
por las oficinas públicas, lo que favorece
evadir la responsabilidad pública de
los procesos sociales vinculados a la
marginalidad.
Los integrados
de la periferia
La complejidad social del centro se refleja de otro modo en los espacios de la
periferia, subsidiaria, en muchos sentidos, de las intervenciones o ausencias
en el área central. Los asentamientos
cada vez más periféricos, producidos a
partir de una inicial irregularidad en
la tenencia legal del suelo, albergaron
a un vasto y heterogéneo conglomera-
98
Otoño - Invierno 2011
do de trabajadores, tanto empleados de
empresas legalmente constituidas como
de diferentes expresiones de la economía
informal. Estos sujetos fueron llegando a
los sitios de colonización en el entorno
urbano, tanto de los espacios centrales
depauperados y saturados de viviendas
en alquiler, como de flujos migratorios,
que tenían como común denominador
su exclusión de los sistemas de prestaciones sociales formalmente instituidos.
La composición heterogénea y
compleja, que rechaza el estereotipo
de la marginalidad económica que
suele atribuirse a los conjuntos urbanos informales, puede ser ilustrada a
partir de las evidencias de un estudio
realizado en quince asentamientos
irregulares de la ciudad de Puebla.
En dicha encuesta, se identificó que
76% de sus habitantes eran poblanos,
de ellos, 51.2% originarios de la propia
ciudad de Puebla y 24.8% de otras
regiones del estado y el resto (24%)
procedía de otras entidades. En la
muestra predominó la población
joven (57.4% era menor de 23 años
de edad).
Respecto a su adscripción al empleo,
9% eran albañiles; 14.1% vendedores
ambulantes y comerciantes por cuenta
propia; 9.6% empleados en transporte
(taxistas, conductores de autobuses,
combis y camiones materialistas); 8%
obreros; 9.7% propietarios de talleres
(hojalatería, herrería, marmolería,
reparación de aparatos domésticos,
curtiduría de pieles, carpintería); 9.7%
eran profesionales; 5.6% empleados
de gobierno (policías, bomberos, militares); 4.5% empleados del comercio
formal; 5.3 empleados de empresas de
servicios; 3.7% artesanos; 3.6% empleados de talleres; 3.7% empleados de
servicios educativos; 2% empleados
administrativos en la industria; 6.4%
empleados en servicios médicos;
0.8% empleados en servicio doméstico;
1.2% empleados de hoteles y restaurantes;
4.1% jubilados; 4.7% eran operadores de limpia y grúas y agricultores;
y sólo 1.2% fueron desocupados. El
promedio del ingreso de los habitantes
encuestados se situó en 1.4 salarios
mínimos (Patiño, 2004: 142-143).
En la periferia, como en muchos
espacios del Centro histórico, se repite
el mismo patrón de precariedad en las
condiciones del hábitat. De acuerdo
con Varinia López (2004), alrededor de
35% de los asentamientos humanos de
la ciudad corresponden a urbanizaciones
precarias en áreas de la periferia de la
ciudad.
La vivienda precaria se encuentra
en su mayor parte en los asentamientos irregulares de la periferia norte, sur y oriente (pducp,
1999-2002). Se caracteriza por la
irregularidad de la tenencia de la
tierra, falta de servicios, encontrándose por debajo de los estándares mínimos de bienestar, está
construida con materiales de baja
calidad como lámina de cartón,
pedacería de madera, coexistiendo con adobe, block o tabicón.
La mayoría de las veces los moradores fueron ocupando los lotes
sin que existiera previamente un
alineamiento, ni delimitación de
los predios.
Es evidente, después de las consideraciones sobre la vivienda en el Centro
histórico, que esta caracterización fenomenológica de la habitación periférica
no permite su comprensión cabal, sobre
todo considerando las mediaciones
estructurales que trascienden la asignación
meramente espacial y material. Por
esto, más allá de la descripción de esa
materialidad, la autoconstrucción de
viviendas y de equipamientos básicos y
la dotación de servicios en estos espacios
de precariedad, no son sólo advertencia
y denuncia de la carencia, sino consigna
y programa de acción de quienes se
incluyen urbana y socialmente por la
fuerza de los hechos en una ciudad que
pretende excluirlos y negarlos.
En la realidad, la precariedad y la
segregación socioespacial son producto,
es cierto, por una parte, de un modelo
que se sostiene crecientemente en diversas expresiones de informalización
económica,12 por otra, del abandono del
12 Expresión con la que abarcamos no sólo lo que
estrictamente se denomina economía informal,
“La integración social se manifiesta en la prevalencia de viejos modos
de organización socioespacial que desafían el orden constituido.”
papel del Estado de su responsabilidad
social hacia la mayoría de la población,
lo que ha repercutido en el deterioro de
la calidad de vida urbana y, finalmente,
del deseo de integración, pero sobre
todo, de producción de sí mismos,
como sujetos amenazados material y/o
simbólicamente con la exclusión de la
ciudad. Una cuestión que es compartida lo mismo por los habitantes de las
periferias que del centro de la ciudad.
Por este deseo de integración, individual y colectivo, defensivo y propositivo a
la vez, la precariedad urbana se resuelve
y expresa en una suerte de constitución
de comunidades organizadas, donde
prevalecen, conflictivamente, principios
de colectividad, lógicas de soporte mutuo,
entre los que destacan la limitación de la
diferenciación e individualización, al
tiempo que la existencia de mecanismos
para solucionar el disenso y enfatizar el
sentido de cooperación necesario para
la sobrevivencia del grupo, en la que
juega un papel central la acumulación
de fuerzas para la negociación con el
Estado y con los propietarios del suelo.
En esta construcción social radica, en
gran medida, el éxito relativo de las organizaciones corporativas que promueven
las urbanizaciones populares informales.
sino las diversas prácticas empresariales y estatales
para negar derechos laborales consagrados
por la Ley (entre ellos, el de la vivienda) a los
trabajadores de las organizaciones económicas
formales.
Es con base en la conformación de
colectividades que aspiran, aun temporalmente, a la fuerza de la comunidad,
que “los pobres” se integran socialmente
a una ciudad que al tiempo de negarlos
y temerles, ensalza las manifestaciones
identitarias que manifiestan los sectores
de la élite.
La sociabilidad primaria que estas
organizaciones promueven, más allá
de la evaluación ética y política de su
desempeño, es un freno a la desafiliación
y condición de cobertura contra el riesgo
social en el caso de los sectores populares y, una condición de hegemonía
ideológica y económica de la élite en la
orientación del proyecto urbano.
Por esto, la situación de precariedad
urbana que se manifiesta en los asentamientos informales de carácter popular,
no está asociada tanto con la situación
legal de la tenencia del suelo, sino con la
relación de fuerza que pueden lograr en
la manifestación contestataria o en la
negociación con el gobierno municipal o estatal, lo que significa enfrentar
continuamente la disposición oficial de
canalizar protección legal, legitimaciones simbólicas y los escasos recursos
públicos a hacer prevalecer los intereses especulativos y a cualificar los
espacios de las élites económicas, en
un programa de ensanchamiento de
las desigualdades socioespaciales, cuyas
formas se actualizan en cada intervención pública y privada.
Pero también la integración social se
manifiesta en la prevalencia de viejos modos
de organización socioespacial que desafían
el orden constituido. Es el caso de las rutas
rituales de la festividad patronal de colonias y barrios, en la ocupación estacional
de calles y plazas, a través de las cuáles se
recupera el espacio público para la informalidad celebratoria que recuerda la fuerza
de la religiosidad como ámbito de integración. Es el caso también de los circuitos de
intercambio que propone el heterogéneo
universo de tianguis itinerantes y del comercio ambulante-establecido, al intervenir
y apropiarse de camellones, aceras y calles
enteras.13 O también, el espacio comunicativo del grafiti, que impone nuevos
códigos de lectura de los territorios urbanos.
Evidentemente, estas y otras formas de
apropiación del espacio desafían la asignación formal de las funciones socioespaciales
e implican, de algún modo, recuperaciones informales y temporales del espacio
urbano para quienes no tienen permiso y,
de ese modo, sugieren su recreación.
En todos los casos, su manifestación
cotidiana es la denuncia al fracaso de
la gestión estatal en materia de desarrollo
y, al mismo tiempo, la ostentación de
que el modelo de acumulación goza de
cabal salud.
13 Sólo en la zona del Centro histórico, en la década
de los ochenta se calculaba en poco más de 10 000
las personas dedicadas al comercio ambulante (@
consulta, 11 de noviembre de 2008). Para el año
2010 su número se calculó en 20 000, agrupados en
alrededor de 20 organizaciones civiles.
99
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100
Otoño - Invierno 2011
Judith Chaffe Hopper
cedes, Facultad de Economía de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla.
Benjamín Berlanga Gallardo
Centro de Estudios para el Desarrollo Rural,
cesder
Fotografía: Morguefile.com
La mirada distorsionada del progreso que se mueve entre el ninguneo y el
olvido de los campesinos y las campesinas
El gobierno del estado ha anunciado la construcción
de una “Ciudad Rural” en San Miguel Tenextatiloyan, municipio de Zautla, en la entrada a la sierra nororiental de
Puebla. Nosotros, los que firmamos este artículo, desde
hace casi treinta años trabajamos en la región y tenemos
algo que decir. Es nuestra responsabilidad decir aquello que
pensamos. Lo que pensamos es experiencia de vida y está
elaborado en esa cotidianidad compartida con los hombres
y mujeres de las comunidades, con los jóvenes y niños y
niñas de Zautla con quienes hemos participado en los proyectos de formación que impulsa el Centro de Estudios
para el Desarrollo Rural, desde la fundación misma de esta
organización de la sociedad civil. Este es nuestro punto de
vista, y más aún es una posición.
Consideramos que éste es un proyecto equivocado y
fallido, al igual que otros proyectos de ciudades rurales
en marcha en otros estados del país. Vemos con preocupación y con alarma creciente cómo, en los modos de su
aplicación, se muestra qué hace una mirada de la realidad
y de la propia investidura, cuando es mirada que se asume
portadora del desarrollo y del progreso (a ratos mirada
sorprendida porque otros no entienden la bondad de
su acción) y que, según se desarrollan los acontecimientos, resulta en lo local mirada autoritaria, en lo estatal
mirada no exenta de soberbia y autosuficiencia, y en lo
social amplio, mirada que no mira, que ignora qué está
pasando para construir representaciones imaginarias que
ningunean lo campesino. Nos alarma observar que, en su
doble condición de proyecto equivocado y fallido y de
proyecto aplicado de manera arbitraria, muestra qué está
sucediendo y qué va a suceder: cómo en nuestro país la
suerte de los campesinos y las campesinas se mueve entre
la negación y el olvido en el que como sociedad los colocamos, una situación por cierto, provechosa y funcional
en el sistema económico, en donde se reafirman en cada
momento formas de subordinación del trabajo campesino
a las necesidades de acumulación del capital, más allá de
las buenas intenciones de quienes se embarcan en este
tipo de aventuras de inclusión social que es reproductora
de la exclusión. Ninguneados y olvidados pero siempre
101
explotados y colocados en relación de
desventaja en los mercados: los campesinos y campesinas.
Un proyecto equivocado,
un proyecto fallido
El proyecto de las “ciudades rurales”,
y específicamente el de la ciudad rural
de San Miguel Tenextatiloyan, es un
programa de gobierno equivocado y fallido desde la perspectiva de vida digna
para los campesinos y las campesinas.
Se vende como ilusión inmediata de un
progreso que llevará trabajo, oportunidades de ingresos, vivienda, escuelas,
computadoras e Internet, academia de
música, servicios de salud, un centro de
investigación en cerámica, una empresa
de cerámica de alta temperatura, “una
honguera para venderle hongos a WalMart […] que ya hemos apalabrado su
participación”, invernaderos, muchos
invernaderos para producir a gran escala de manera intensiva y no a nivel tan
pequeño y precario, como ahora, en la
unidad familiar. Modernidad, pues, desarrollo y progreso (¿alguien puede oponerse a esto?). Sin embargo, este afán
por llevar el “progreso” tiene un rostro
que no se muestra: el afán de inclusión
social que es la ciudad rural (¡que mayor
modernidad que la de “hacer ciudad”!)
no mira al campesino como campesino en
la polifonía de sus modos de vida,
en la riqueza cultural que es local, en
las posibilidades que de dignidad tiene
la vida campesina. Reduce lo campesino al reconocimiento del campesino
como productor agropecuario desgraciadamente inviable, fallido, por decir lo
menos, ya sea porque “le tocó” un mal
lugar para producir, sea porque no hay
“ventajas comparativas” en su actividad
económica de las cuales echar mano
para insertarse en el mercado, o bien
porque acaso se ha negado a la modernización y vive en el atraso. Considerado
el campesino como productor inviable,
lo que queda es su condición de pobre,
un pobre necesitado de la política social
que lo saque de la postración.
Este marco de construcción y representación de la realidad que permea
la política pública y que está presen-
102
Otoño - Invierno 2011
te en el imaginario social, es en parte
producido y en parte productor del
proceso acelerado de “descampesinización”, que ocurre en el país desde hace
tres o cuatro décadas. En este proceso, los campesinos y las campesinas
han dejado de ser importantes como
productores. No sólo eso: dejaron de
ser necesarios como sujetos sociales representativos en el pacto social
que posibilitó durante varias décadas
la modernización del país. Para el gobierno han dejado de ser importantes
como “sostenedores” de la alimentación de los mexicanos, dejaron de ser
significativos en la conformación de
una cultura nacional y devinieron para
los demás, para el resto de la sociedad,
en pobres, solamente pobres. La “pobretización”, es decir, la clasificación
de la persona como pobre antes que su
reconocimiento como identidad social
específica, es la cara complementaria
de la descampesinización. Ninguneados en la multiplicidad de sus formas
de vida, en la riqueza de sus estrategias
de sobrevivencia, se los hundió como
campesinos recrudeciendo formas desventajosas de inserción en los mercados
de productos, de dinero y de trabajo
(actualizando formas de la “ley de San
Garabato”: compra caro y vende barato [Armando Bartra]); luego, se les
dio la puntilla con el Tratado de Libre
Comercio que los dejó desprotegidos y
devenidos en productores fallidos que
no “pueden competir” en un mercado
abierto. Y, ahora, desde el olvido que
los ha colocado al borde de la extinción
como grupo social, viene el intento de
salvamento a través de una política social que los ningunea en sus identidades
locales específicas, y trata de incluirlos
desde su condición socialmente producida de pobres.
Se trata de formas de rescate y de
reenganche en el imaginario del progreso. Ninguneados como campesinos,
se les quiere “salvar” e integrar como
pobres a los que hay que desarrollar,
dar oportunidades (trabajo, educación
y salud) para revertir su situación de
precariedad, su exclusión de los procesos
de modernización del país (¿alguien
puede oponerse a esto?). Pero los cam-
pesinos no han estado al margen: desde hace décadas las economías locales
campesinas se están rearticulando a la
economía regional, nacional y ahora a
la economía global, de un modo, si se
puede decir así, mucho más perverso
y negador de su condición social campesina. Por un lado, desplazados de los
mercados como productores son rearticulados a los circuitos económicos
como consumidores: el afán es ahora
su incorporación “salvaje” a los circuitos de consumo. Las comunidades
campesinas son “nichos de mercado”: productos chatarra, materiales
de construcción, bienes de consumo
suntuarios: televisiones de plasma, sistemas de televisión de paga, aparatos
de sonido; incorporación al mercado
de dinero mediante servicios bancarios
adecuados para los pobres, etc. Por
otro lado, reducida la posibilidad de
su incorporación en el mercado de trabajo, su destino sigue siendo destino
de mano de obra explotada: ahora del
“otro lado” como generadores de remesas. Asistimos a la multiplicación de
economías locales en el país que sostienen su dinamismo, su progreso, con las
remesas. El movimiento migratorio ni
siquiera es éxodo a una tierra prometida,
es fenómeno social de huida porque
aquí como campesino ya no hay nada
que hacer (12 millones de mexicanos
allá, ocho millones más de descendientes directos de esos mexicanos).
Y entonces, como dice atinadamente
Jean Robert, pareciera haber menos
pobreza, pero hay más miseria.
En esas estamos. Más allá de las
buenas intenciones, de las salvedades y
candados que se le quieran poner para
que no se “malogre” (como prometer,
para alejar el fantasma del consumismo, que “no habrá oxxo”… aunque el
oxxo ya está en San Miguel, apenas pasando la últimas curvas hacia los llanos
de Libres ¡faltaba más!) el proyecto de
la ciudad rural es uno de los modos que
configuran el proceso actual de descampesinización que ocurre en el país;
de modo natural, en tanto no se erige
como expresión de resistencia social
frente a las fuerzas que operan en su
desaparición como campesinos y no se
ordena operativamente en este sentido,
la ciudad rural de San Miguel no resultará algo más que lo que puede resultar:
otra vuelta de tuerca en el proceso
que ya se vive no sólo en San Miguel
sino en las comunidades del interior de
Zautla y de los municipios aledaños.
Porque ¿puede sostener el proyecto
de ciudad rural la vida campesina en
sus inagotables modos y posibilidades
como modo de vida bueno y posible?
No. No puede hacerlo. La ciudad rural
en San Miguel no alimentará la actualización de modos de vida propios,
porque no sabe mirar lo campesino ni
lo artesano en sus modos de vida locales como modos posibles y viables
si se trabaja en su actualización, sino
como problema de pobreza y de déficit
de atención a resolver. La ciudad rural
no abonará en posibilidades de defensa y actualización de las estrategias de
sobrevivencia en la relación con la naturaleza, porque está más interesada en
los modos de concentración y de urbanización necesarios para hacer más eficiente el acceso al desarrollo en forma
de servicios; tampoco ha de promover
el esfuerzo familiar y comunitario para
lograr niveles crecientes de seguridad
alimentaria, porque lo que propone es
concentrar población para dar opciones
de ingreso monetario en donde sí puede
haberlo, que no es la agricultura familiar
de autosubsistencia (una empresa de cerámica de alta temperatura, una honguera
para vender a Wal-Mart, producción intensiva en invernaderos).
Según se ha presentado públicamente la ciudad rural para San Miguel
–como espacio de concentración de la
población que permitirá dar a ésta servicios educativos, de salud, vivienda, etc,
ofrecer opciones de empleo mediante
la instalación de una (suponemos que
más de una) empresa alfarera, impulsar
la producción de hongos para el mercado nacional– atenta contra San Miguel
como pueblo y patrimonio histórico
alfarero campesino. A corto plazo, la
concentración de la población, la introducción de empresas de cerámica y la
producción agrícola intensiva generarán
controversia por los escasos recursos naturales y significarán una presión en un
ecosistema frágil: algunas de las mejores tierras agrícolas se disputarán para
la construcción de viviendas, habrá
disputa por los bancos de barro, por el
agua y el bosque. La llegada de población sin opciones productivas claras y
con el riesgo de que el Estado no pueda
sostener el ritmo de inversión que se requiere, puede generar desequilibrios en
las dinámicas de vida local y deteriorar
los modos de convivialidad comunitarios y significará una presión sobre las
formas de organización y comunicación comunitarias, indispensables para
la supervivencia rural.
Desde finales de la década de los
ochenta el proceso de reconversión
de los productores agrícolas hacia actividades no agropecuarias en la región
de Zautla, específicamente en pueblos
alfareros como San Miguel, se dio mediante programas del gobierno federal y
estatal y la intervención de organizaciones de la sociedad civil que auspiciaron y
apoyaron financieramente la actividad
alfarera, generando una reducción de
la actividad agrícola de subsistencia.
A la larga se ha generado una situación
de dependencia de la población hacia
el mercado urbano, sobre todo para la
alimentación y la adquisición de bienes,
en las condiciones de un mercado alfarero
frágil que se ve amenazado por la introducción indiscriminada de productos
importados, particularmente de China.
La pervivencia de las unidades
familiares de producción alfarera y la
reproducción de la vida comunitaria
han sido posibles por la capacidad y el
esfuerzo de los productores para poner
en juego estrategias en su relación con
los mercados de bienes utilitarios, extendiendo su presencia hacia muchos
lugares del país; estrategias para recomponer niveles de seguridad alimentaria,
como los tianguis en los que se da el
intercambio directo con productores de
básicos en la misma región en los mercados locales; estrategias de sobrevivencia
como la ida hacia el otro lado, para que los
suyos puedan “estar mejor”.
En estas condiciones, la ciudad rural
no abona en la vida campesina alfarera ni
en las personas, ni a nivel familiar y comunitario. La propuesta no es intento
de traer al presente lo propio, lo construido durante cientos de años, para
proyectar al futuro modos de identidad
como campesinos, como artesanos y
como pueblos nahuas, porque el reconocimiento de identidad en la que se
basa el proyecto está limitado al reconocimiento del otro en su condición de
ser pobre, carente de…, rezagado en
su incorporación al desarrollo. Por eso,
como señala la secretaria de la sedeso,
Myriam Arabian, “…se seguirá educando,
capacitando y perfeccionando las habilidades
de los habitantes”. ¿Cómo esta expresión
de la política pública del nuevo gobierno
del Estado considera a los campesinos
y campesinas?: como “habitantes” pobres, antes que campesinos; son ellos,
“habitantes” carentes de educación y
de capacitación para insertarse en la
modernidad, antes que sabidurías de
vida que saben sobrevivir en las condiciones más difíciles.
La ciudad rural no significará preservación de la naturaleza y promoción del
uso sustentable de los recursos naturales;
no va a defender la matriz civilizatoria de
lo campesino en la relación con la naturaleza y en los modos de convivialidad
basados en la reciprocidad; no generará
más comunalidad, una comunalidad
actualizada a partir de los usos y costumbres y de aquello que signifique más
humanidad, porque va a transformar
necesariamente las relaciones sociales
con el proceso de urbanización; no podrá
reivindicar para los jóvenes, los hijos y las
hijas de los campesinos, posibilidades de
dignidad como campesinos, apoyando y
alimentando una relación con la naturaleza que permita producción de vida digna,
mediante una exquisita combinación de
lo propio histórico con la incorporación
de elementos de “la última modernidad”,
porque su apuesta es de modernidad y
desarrollo: oportunidades de otro modo
de vida para los jóvenes que no sea el
modo de vida de “la pobreza campesina”, en donde lo campesino no sólo
aparece como sinónimo de pobreza,
sino en donde el concepto clasificatorio de “pobreza” termina por diluir lo
campesino, cargándose en esa operación
ordenadora de la realidad modos de vida,
cultura e historia.
103
Insistimos: el proyecto de la ciudad rural no considera
a sostener lo campesino/artesano como modo de vida viable,
porque no considera a los campesinos como campesinos,
ni a los alfareros como productores sino ante todo como
pobres, como ciudadanos pobres, a quienes “…hay que
ofrecer soluciones para viejos problemas como el rezago
y la pobreza”, como señala el gobernador del estado. A
los campesinos y campesinas hoy todo les juega en contra: el sistema económico (en donde no son necesarios
como productores), la política pública (que no los estima como campesinos sino como pobres simplemente,
o ciudadanos pobres en el mejor de los casos) y una parte
significativa de la sociedad (¿no es que los alimentos vienen
del supermercado y del campo las muchachas del servicio
doméstico y los “chalanes” de albañil?). Los campesinos
son tema del pasado, rémora de un país agrario que ya no
existe. Para salir de la pobreza, que es la condición de vida
en la que se les reconoce, hay que dotarlos de todos aquellos
satisfactores a los que tienen derecho como ciudadanos y
lograr el desarrollo (¿alguien puede negarse a esto?) Y para
hacer lo anterior de manera eficiente hay que congregarlos, agruparlos y vencer las tendencias a la dispersión
construyendo centros urbanos en donde se concentren los
servicios que los hacen menos pobres: vivienda, energía,
drenaje, Internet, tiendas, servicios modernos de salud,
trabajo, diversión (¿una escuela de música?, ¿quizá cines
y una tienda de renta de videos, juegos electrónicos más
actualizados, una tienda para esto y, por supuesto, las agencias
de telefonía celular necesarias?)
La tentación de la investidura como portadora
del desarrollo y del progreso: el ninguneo
del otro
El anuncio es el siguiente: es esto o es nada. Lo otro no
cabe. Si fallamos aquí mal asunto, porque aquí se juega
la posibilidad de muchas más ciudades rurales, han dicho
los que presentan el proyecto en sus visitas a Zautla para
“consultar” y promover la participación. Nuestro proyecto
es ambicioso, parecen decir: ¡llenemos a Puebla campesina del progreso de la ciudad rural! Habrá ciudad rural en
San Miguel Tenextatiloyan. No es pregunta, es afirmación,
programa de un gobierno incluyente. A pesar de la disposición manifestada públicamente de consultar y promover
la participación, la posibilidad de suspender realmente,
por un momento, la palabra propia y la acción enjundiosa que quiere y que tiene prisa de llevar el progreso, para
escuchar no sólo a los afectados directos, sino para escucharse y preguntarse si esto que se hace es un proyecto
de bondad que parte del reconocimiento del otro como
persona capaz de conversar, construir su propio futuro
deseado y decidir, no parece estar presente. Porque nos
dirán que no es un asunto ético, tampoco cultural, ni siquiera político; es simplemente un asunto de planificación
del desarrollo, de uso de una razón técnica instrumental
104
Otoño - Invierno 2011
eficiente y eficaz que resuelve la pobreza. Progreso pues, si
no ¿cómo avanzar?
Progreso contra atraso. Razón contra costumbre. He allí el
asunto en los modos de intervenir para transformar la realidad.
Como sociedad hemos anulado la vida campesina en las
imágenes de desarrollo y de progreso con las que habitamos la idea de nación. Aplicando una idea de Judith Butler
para explicar la producción de las vidas campesinas como
vidas no vividas, decimos que lo que sucede es que “si ciertas vidas no se califican como vidas o, desde el principio
no son concebidas como vidas dentro de ciertos marcos
epistemológicos, tales vidas nunca se considerarán vividas
ni perdidas en el sentido pleno de ambas palabras”. A menos que hagamos una construcción de esas vidas de otro
modo. Y hay un poco de esto. En el imaginario social actual
del progreso y del desarrollo los campesinos y campesinas
aparecen despojados de su diferencialidad, de lo ligado a sus
contextos y a sus formas específicas de vida, su bios, diría G.
Agamben, para ser construidos como zoe, como vidas en su
generalidad, que se encuentran en condición precaria, para
así decidir “proteger esa vida o asegurar las condiciones
para su persistencia y prosperidad” (como afirmaría Butler
respecto de las vidas que son construidas socialmente como
vidas precarias).
Es, sin duda, una lectura arbitraria de Butler y de Agamben, pero nos sirve de pretexto para mostrar imágenes que
parecen potentes y explicar lo que constatamos y vivimos
en nuestra relación con las y los campesinos e indígenas de
la región y de otras regiones del país. Ninguneados y olvidados como campesinos, reconstruidos como pobres en el
imaginario social predominante y en la política pública, los
campesinos intentan sobrevivir como saben hacerlo, como
lo han hecho siempre: desplegando estrategias de sobrevivencia física, social y cultural.
No otra cosa sino la expresión de esta capacidad social
de ninguneo, que es de olvido, es lo que vemos en el
proyecto de ciudad rural de San Miguel, que tiene pretensiones de política pública para las zonas rurales campesinas
en el estado de Puebla. No ponemos en duda las intenciones y la asunción de responsabilidad política que, en cuanto
a abatir la pobreza hace el gobierno del Estado al configurar
el proyecto de ciudad rural, como instalación ejemplar que
dará lugar a la réplica en otras regiones de Puebla. No es
nuestro afán, ni mucho menos. Pero no vamos a ignorar
qué pasa y dejar de señalar desde una mirada que va más allá
de las buenas intenciones lo que sostenemos: la ciudad rural
es expresión de un proceso de descampesinización acelerada, que está inscrito en nuevos modos de subordinación
del trabajo campesino al capital, en donde los campesinos
han dejado de ser importantes y necesarios como productores agropecuarios (nada más hasta que sean necesarios
otra vez). No se puede separar la aplicación del proyecto de
ciudad rural del contexto en el que se produce, porque es
un proceso que rebasa su aplicación específica en un territorio determinado: no basta con decir “aquí será diferente”
y “no se parece a lo de allá”, teniendo
a Chiapas como referencia, para que el
proyecto sea otra cosa que lo único que
puede ser: contribución a ese proceso
cada vez más acelerado de desaparición
de los campesinos como grupo social.
Y tampoco podemos dejar de notar,
ni mucho menos dejar de señalar con
claridad, las condiciones en las que se
está dando la aplicación del proyecto,
que no son sino condiciones de aplicación derivadas del ninguneo y del olvido
de la existencia campesina; y, lo más
grave, son condiciones que muestran
la repetición de formas manidas y desgastadas de relación entre ciudadanía y
poder público.
En el proyecto de ciudad rural de San Miguel existe –tanto en la
forma de concebirlo, en la manera de
anunciarlo, en los modos de buscar
ganar simpatía hacia él, por no decir
de venderlo, como en los mecanismos
para impulsarlo– un modo de actuar
marcado por la soberbia y la arrogancia, como resultado de una modalidad
de hacer las cosas que es de negación
y olvido del campesino como campesino, y una forma de actuar que privilegia
consideraciones de eficacia y eficiencia.
Se da por hecho que el proyecto es
bueno porque ha sido calculado con
técnica y razón; se presupone que no es
necesario presentar el proyecto de manera completa y exhaustiva porque su
dominio requiere de saberes especializados que no están al alcance de todos;
se considera que lo que hay que mostrar
es lo mostrable, aquello que suponga la
aceptación de la propuesta –como las
palabras de Esteban Moctezuma, de
Fundación Azteca, en el acto realizado
en San Miguel para presentar el proyecto; no tienen desperdicio: ¡que palabras
más “animosas y tiernas”, dirigidas
convincentemente a un público al que
se presupone que hay que hablarle así,
con sencillez, para que entienda!– porque explicado así, quién se va a negar a
los servicios, a las oportunidades de ingreso, a la vivienda, a las escuelas para
los hijos y las hijas. Se da por hecho que
el proyecto es lo que se necesita para
resolver el problema de la pobreza,
porque es resultado de la aplicación de
un saber especializado que sí sabe de
erradicación de la pobreza.
Decidido el proyecto de la ciudad
rural (¿quién lo decidió?, ¿con arreglo
a qué facultades para definir la vida
buena que los demás deben preferir, lo
hizo?, ¿por qué se decidió así, allí, por
ejemplo?, ¿cómo se decidió?), su aplicación ocurre como intervención en
la realidad para adecuar los procesos
comunitarios, la vida local, o al menos
una parte de ella, a la lógica de implementación necesaria para que el proyecto
resulte: no sólo consentimiento activo
de los afectados, sino alineación de los
actores locales y de su dinámica de relaciones para hacerlo posible. No puede
haber construcción colectiva de lo que
ya está elaborado, tampoco es posible
generar procesos de reflexión y producción compartida de conversaciones
para imaginar futuros deseados; lo que
queda, lo que se está dando es la presentación de un futuro, la ciudad rural,
como futuro que hay que desear.
Así, luego de los actos protocolarios
de consulta en los que se presentan autoridades de gobierno, se comisiona a
“cuadros” técnicos con nula capacidad
de decisión y un conocimiento parcial
del proyecto, muchos de ellos animosos
y dispuestos jóvenes denominados “enlaces”, para que expliquen la bondad del
proyecto y sus ventajas, para que hagan
la “consulta” en las comunidades e informen a sus superiores, para que ellos
informen que ya informaron, que ya
consultaron, que no se ha dejado de
informar a la población (y enumeren las
reuniones, las asambleas comunitarias,
las consultas públicas realizadas para afirmar con certeza que ha sido un proceso
participativo). En esto estamos ahora.
En lo que está sucediendo hay una triste
continuidad; lo de siempre: proclividad a
la desinformación; control del proyecto
por pocas personas, los técnicos especializados y de alguna manera algunos
cuadros políticos; desconocimiento generalizado de lo que se va hacer, de lo
que sigue; repetición de lo mismo en los
modos de “consultar” y de promover la
participación ciudadana. Son los modos
de siempre al diseñar, gestionar y administrar la política pública.
Porque, además, a nivel local la aplicación del proyecto está marcada por
un estilo que asoma como autoritario
por parte del presidente municipal.
Hay descontento porque hay desconcierto acerca de lo que está pasando y
por los modos y estilos de gobernar.
El desconcierto reaviva diferencias históricas entre San Miguel y las
comunidades del interior, la cabecera
municipal incluida. ¿Cuánto importa
esto en la estrategia de aplicación del
proyecto? La Presidencia municipal ya
ha hecho uso de la fuerza pública ante
quienes protestan y cuestionan, lo que es
inédito en Zautla, al menos desde hace
treinta años. No hay claridad del proyecto y se actúa desde el afán de control,
promoviendo a personas afines en los
cargos comunitarios. Esto ha generado
el conflicto actual.
Lo otro: las posibilidades de la
sensatez, pero también de la
resistencia social
¿De qué lado queda la sensatez como
valor político, como ejercicio de responsabilidad en la arena de lo público?
Probablemente nada va a cambiar en la
implementación del proyecto, pero no
podemos dejar de hacer la reflexión,
además de fijar con claridad nuestra
apuesta como personas que han acompañado a otras y a colectivos en sus
sueños y afanes por lograr una vida digna en las comunidades de Zautla: no se
está mostrando sensatez en la actuación
de los funcionarios públicos y la autoridad municipal. Esto hay que decirlo.
Porque esto se está haciendo mal.
Más allá de querer resolver el rezago
y la pobreza en la zona, esto se está
haciendo mal porque se ha decidido,
hasta hoy sin ninguna explicación, un
proyecto que va a lastimar de manera
fuerte la vida campesina de Zautla y de
municipios aledaños, pero además porque no se ha mostrado capacidad de
escucha. Porque escuchar no es lo que
se ha hecho. Han ido, están yendo a las
comunidades del municipio a decir qué
se ha decidido, qué se va a hacer y, si
acaso, se va a oír y saber qué estrategias
de alineación utilizar.
105
Fotografía: Morguefile.com
¿Qué defendemos quienes nos oponemos a la ciudad
rural en San Miguel y en cualquier otro lado?
.
Defendemos la posibilidad de un país en donde los
campesinos y las campesinas en sus inabarcables y
plurales modos de vida tengan lugar con posibilidades
de vida digna y buena
Defendemos un país que privilegie a sus productores
campesinos en una estrategia clara de seguridad y
soberanía alimentaria a nivel local, regional y nacional
Defendemos un país en donde la vida campesina,
incluyendo su expresión en el trabajo artesanal
sea reivindicación de modos sustentables de
relación con la naturaleza
Defendemos un país donde la vida campesina
(y alfarera) no sea castigo, mala suerte o destino
triste; un país sin pobreza, en donde los campesinos
no sean orillados y expulsados de sus comunidades
por el hambre, la miseria y la falta de oportunidades
Defendemos un país que reconoce la diversidad de
culturas locales, que las estimula e impulsa como
formas de vida buena.
.
.
.
.
Consideramos que desde esta representación imaginaria
del país –en la que los campesinos y campesinas tienen un
lugar no sólo como ciudadanos, sino ante todo como mexicanos que contribuyen activamente para alcanzar una sociedad
justa, democrática y sustentable– es posible definir políticas
públicas que den lugar a programas de gobierno en los niveles
local, regional y nacional, así como a la participación de la
sociedad civil organizada, para luchar por modos de vida
buenos como sociedad, que los incluya.
Porque más allá de ser un asunto de justicia, la participación
de los campesinos en las vida social (económica, política,
cultural) es necesaria e indispensable en la construcción del
106
Otoño - Invierno 2011
futuro de la humanidad. Estamos ante un cambio de
época, en las puertas de una crisis civilizatoria y, como
sostiene atinadamente Víctor Manuel Toledo, hoy el futuro
de la humanidad no se juega en las luchas entre izquierdas
y derechas, entre pobres y ricos, entre buenos y malos,
sino entre aquellos que reconocen que es urgente cambiar
las relaciones que como humanidad sostenemos con la
naturaleza, y aquellos que no lo ven, que quieren seguir
impulsando la imagen actual del desarrollo como modo
de vida buena. Y en ese cambio de época, en esta crisis, la
matriz civilizatoria campesina fundacional de humanidad
es, en sus modos múltiples de relación con la naturaleza y
de relaciones de comunalidad, una matriz necesaria para
sostener las posibilidades de vida en el planeta.
Sostenemos que son posibles otros modos de resolver
los problemas del rezago social y de la pobreza; otros
modos que no son negación y olvido de lo campesino.
Y estamos convencidos de que en el establecimiento de
estos otros modos está la exigencia que los campesinos
y campesinas, los y las indígenas, nos están haciendo a
toda la sociedad de reconocerlos como sujetos sociales
con capacidad de decir, de actuar, de contar, de prometer y
comprometerse, a partir de sus propios proyectos personales
y colectivos de vida buena.
Esta exigencia está cobrando forma en los procesos
de resistencia social que en el país impulsan de muchos
modos y en diferentes niveles, los campesinos y los
indígenas. Nosotros queremos ser parte de esa resistencia,
abonar en los intentos de prefigurar otros modos de vida
que no supongan la negación social de su condición de
sujetos, y luchar juntos por un país en que quepamos
todos y todas.
Zautla, Puebla,
mayo de 2011
Fotografía: Morguefile.com
Comunicado a la opinión pública, 21 de julio de 2011, Guanajuato, Gto.
Serranos como nos dicen,
rancheros ejidatarios,
viejos revolucionarios,
dignos por donde le aticen,
no nos gusta que nos pisen,
somos de esa gente impuesta
al comal y a lo que tuesta
la lumbre de buena leña.
Si quieren el santo y seña:
nos gustan los días de fiesta,
sones para zapatear,
y no nos piquen la cresta
porque les puede pesar.
El pasado 22 de junio, con motivo de la presentación del 39 Festival
Internacional Cervantino (fic), y ante el cuestionamiento de la corresponsal de la revista Proceso acerca del porqué en las últimas tres ediciones
Los Leones de la Sierra de Xichú no hemos participado, tanto la
directora de dicho Festival, Lidia Camacho, como Juan Alcocer, titular
del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, declararon que nuestra ausencia se debe a que no hemos respondido a las convocatorias
ni nos hemos inscrito en las audiciones previas que se realizan. Asimismo, todavía el miércoles 30 de junio, este último funcionario en un
desayuno con reporteros, aquí en la capital del estado, volvió a rechazar que estemos siendo objeto de algún bloqueo o censura, y según el
relato de una nota periodística afirmó lo siguiente: “Se publicó una
convocatoria, quienes respondieron a ella presentaron un proyecto y
fueron aceptados. Así de fácil… […] No hay que pensar mal respecto
a este asunto, porque no existen otros motivos, simple y sencillamente
ese grupo no respondió a la convocatoria”.
Debido a que dichas declaraciones tanto de Lidia Camacho como
de Juan Alcocer son falsas, por respeto a la tradición que representamos y a las personas que la aprecian y sustentan, hemos considerado
necesario dar a conocer una serie de hechos concretos y comprobados,
107
los cuales demuestran que la fiesta de
la palabra y la memoria que tuvo lugar
en la Alhóndiga a lo largo de 16 años,
gracias a la energía ancestral del Huapango Arribeño y de la poesía decimal
trovada e improvisada, en realidad fue
cancelada por razones de índole política y como un acto de censura en el
que no sólo intervino el director del
Instituto Estatal de la Cultura, sino
funcionarios del primer círculo del gobernador Juan Manuel Oliva. Y por sus
dichos, observamos que a ese atentado
contra la libertad de expresión ahora
también se ha sumado la directora del
fic, Lidia Camacho.
Las personas que para bien o para
mal, en los 30 años que llevo ejerciendo
mi destino huapanguero, se han interesado en nuestro trabajo tendrán su
propia y muy respetable opinión sobre
lo que hacemos, pero en lo que a mi
respecta y ateniéndome a los hechos,
nunca he sido un trovador o un juglar
cortesano y palaciego, y para mantener
nuestro diálogo con la gente que nos
aprecia tampoco hemos dependido de
los espacios institucionales ni de los
funcionarios de la cultura. Porque con
todo y que desde hace muchos años se
han diversificado los foros y espacios,
nuestro oficio artístico sigue permanentemente vinculado a las topadas,
a las fiestas de toda índole, y siempre
hemos afirmado que no son los viajes
al extranjero ni los grandes festivales lo
que nos da razón de ser como artistas,
sino nuestro desempeño ordinario y
cotidiano en el universo natural de la
tradición. Tampoco nos ha gustado hablar de más, y aun sabiendo –porque no
somos ingenuos– cuál fue la causa real
por la que se terminaron para nosotros
las invitaciones para tocar en la Alhóndiga, habíamos decidido no hacer ningún
pronunciamiento al respecto, pero ante
las mentiras que recientemente se han
divulgado es necesario que la opinión
pública conozca la verdad de las cosas.
En público y en privado hemos
valorado y reconocido que la participación en el fic, y en el espacio de la
Alhóndiga en particular, se constituyó en
una oportunidad privilegiada que nos
permitió darle pabilo a la creatividad y
108
Otoño - Invierno 2011
poder tener invitados de primer nivel.
Siempre fue muy estimulante el encuentro con ese público tan popular y
tan exigente que cada año nos acompañaba. Desde 1992 (con excepción del
año 2000) y hasta el 2008, realizamos
16 producciones especiales. Enuncio a
continuación el nombre de las mismas:
1992: “Fiestas y quebrantos”
1993: “Devociones, amores, híbridos y agravios”
1994: “Lo que sea, que suene el Son”
1995: “La Sierra Gorda que canta”
1996: “Umbrales”
1997: “Son porque Son”
1998: “Tradición y destino”
1999: “Por los tiempos que vendrán”
2001: “Tierra donde nací”
2002: “Por las mujeres”
2003: “Soy página de Internet y
memoria de mis viejos”
2004: “Con Cuba México y punto”
2005: “Dos tradiciones distintas y
un solo son verdadero”
2006: “Latinoamérica es una”
2007: “Como México sí hay dos”
2008: “Del rock a la palabra y de la
palabra al son”.
Durante esos dieciséis años tuvimos como invitados a exponentes
emblemáticos de la música tradicional
mexicana como don Juan Reynoso, Los
Camperos de Valles, Tata Gervasio, La
Negra Graciana, Mono Blanco, Bola
Suriana, también a guitarristas prodigiosos como Cleofás Villegas, Manuel
Guarneros, Delfor Sombra, Joaquín
Pantoja, Felipe Souza y Jorge García;
también pisaron la Alhóndiga mujeres
excepcionales como Hebe Rosell, Nina
Galindo, Lily Tamayo, Alicia Flores,
Lourdes Pérez. También fue posible
que llegaran a ese espacio algunos de
los más virtuosos payadores e improvisadores iberoamericanos como el cubano
Alexis Díaz Pimienta, el uruguayo José
Curbelo y los puertorriqueños Roberto
Silva, Isidro Fernández y Casiano Betancourt junto con la orquesta Mapeyé.
Y por supuesto, también en varios
momentos estuvo presente la fuerza
de hondas tradiciones serranas como la
de las mojigangas del Valle del Maíz,
las danzas concheras y chichimecas, o la
voz, la palabra y el talento de nuestros
más legendarios patriarcas de la música
y la poesía campesina como don Francisco Berrones, don Antonio García o
don Chebo Mendez. Igualmente, en las
últimas ediciones diseñamos espectáculos donde nuestra tradición dialogó con
la obra de artistas como Óscar Chávez,
Guillermo Briseño o Jaime López.
Han dicho los funcionarios mencionados que en los últimos tres años “no
hemos respondido a la convocatoria”.
No nos queda duda que mienten para
ocultar el trasfondo de este asunto,
pues durante los 16 años el mecanismo
para participar en ese foro siempre fue
el siguiente: en los primeros meses del
año recibíamos un oficio invitándonos
ex profeso a participar en la Alhóndiga,
y entonces nosotros nos disponíamos
a elaborar un proyecto que en el transcurso de las siguientes semanas íbamos
consensando presupuestalmente con el
Instituto Estatal de la Cultura, bajo la premisa compartida con ellos y con el fic de
propiciar en cada nueva edición un espectáculo de calidad artística, y por nuestra
parte siempre tratando de demostrar que:
La música de la sierra
no es cualesquier “musiquita”,
es corazón que palpita,
voz profunda de la tierra,
es alarido de guerra
y demostración de brío,
es caricia, sol de estío,
raíz –y a veces cartucho–
que vive desde hace mucho
en perenne desafío.
Los respectivos funcionarios culturales de esos años, tanto del estado
como de la federación, saben bien que
nosotros nunca hicimos cabildeo alguno
para que se nos incluyera en la programación. Nunca hemos tenido manager,
ni jamás ha sido nuestro estilo ni nuestra
práctica andar ofreciéndonos para que
nos incluyan en ese u otros foros. Tenemos muy clara la naturaleza de la
tradición que ejercemos así como los espacios naturales y comunitarios a los que
nos debemos. Pero además, ¿no es un
gesto de absoluta ignorancia insinuar que
si revivieran nuestros poetas-patriarcas, como don Francisco
Berrones o don Antonio García, tendríamos que llevarlos a
hacer casting para que pudieran volver a pisar la Alhóndiga?,
¿y en qué cabeza cabe que tendrían que haber hecho fila
Óscar Chávez, Jaime López o Guillermo Briseño de modo
que los burócratas se convencieran de que merecían estar
en ese foro? Si durante 16 años estuvimos presentes fue
porque, además de los valores intrínsecos de nuestra tradición, seguramente había entonces funcionarios que aunque
quizá no compartieran nuestras opiniones sobre algunos temas sociales, tenían la inteligencia y sensibilidad suficientes
para comprender que lo que acontecía anualmente en la Alhóndiga no era estrictamente un concierto “exitoso” de Los
Leones de la Sierra, sino un ritual colectivo alimentado de la
savia musical y poética del México más profundo y entrañable. Por todo lo anterior, el argumento esgrimido por Juan
Alcocer y Lidia Camacho de que no hemos respondido a
las convocatorias en los últimos tres años es absolutamente
falso, pues desde hace tres años ni invitaciones ni convocatorias han existido para nosotros.
Desde principios del gobierno de Juan Manuel Oliva
comenzamos a percibir la hostilidad hacia nuestro trabajo.
Podemos afirmar, por ejemplo, que una de las primeras crisis
que enfrentó Juan Alcocer, recién estrenado en sus funciones, tuvo lugar cuando Juana de la Cruz Martínez Andrade,
coordinadora general de Comunicación Social del gobierno
del estado, lo reprendió enérgicamente a las pocas horas de
nuestro concierto de octubre de 2006. Ahora bien, es cierto
que ya en este sexenio realizamos todavía tres producciones,
sin embargo el espectáculo del año 2006, “Latinoamérica es
una”, en realidad fue posible porque ya lo había dejado programado la administración anterior del Instituto. Asimismo,
y a partir de datos confirmados con funcionarios de entonces,
podemos aseverar que las siguientes dos invitaciones (la de
2007, en la que compartimos escenario con Óscar Chávez,
así como la de 2008, en que tuvimos como invitados a Jaime López y Guillermo Briseño) fueron sostenidas desde
la oficinas centrales del fic, no sin pocas dificultades con
quienes aquí en Guanajuato, desde el comienzo del sexenio
buscaban la manera de que quedáramos fuera de la programación. En esos tres últimos casos, aunque el Instituto
Estatal de la Cultura nos giró el oficio –porque ellos ineludiblemente tenían que ser el enlace operativo– en el mismo se
nos indicaba que la decisión de participar había sido tomada
por un “comité consultivo interinstitucional”.
El 23 de octubre de 2008 fue nuestro último concierto
en la Alhóndiga. En esa ocasión, acompañados por los rocanroleros Guillermo Briseño y Jaime López, y recurriendo
a recursos multimedia, además de muchas otras temáticas,
abordamos en algunas trovas las terribles realidades del país
(el tráfico de influencias de Mouriño, la tentativa de privatizar el
petróleo, la escalada del narcotráfico y del crimen organizado,
entre otros temas) y al momento de las tradicionales calaveras,
cuando llegó otra vez el turno de las rimas alusivas a Juan Manuel Oliva, el público le lanzó, por tercer año consecutivo, una
rechifla generalizada (igual que las hubo en su momento para
Medina Plascencia, Martín Huerta, Romero Hicks, Salinas,
Zedillo, Fox, etc.). Una reportera recogió esa noche una expresión de Guillermo Briseño, quien proféticamente señaló
que en el transcurso del espectáculo sentía que en cualquier
momento nos iban a bajar el switch.
Coincidentemente, a partir de aquella primera reprimenda a Juan Alcocer y sobre todo después de ese último
concierto nuestro (en el que seguramente “les colmamos
el plato”) y hasta hoy, no sólo fuimos desapareciendo de
las programaciones habituales que el Instituto Estatal de
la Cultura genera a través de su Dirección de Difusión
Artística, sino que igualmente, en los últimos cinco años
se cuentan con los dedos las ocasiones en las que los funcionarios de esa institución han otorgado apoyo a clubes
de paisanos emigrados en eua o a quienes en el estado
les solicitan financiar algún concierto nuestro en sus festividades. Tenemos confirmado que hay un argumento
con tufo lópezportillista que durante estos años ha prevalecido: “dicen que no nos contratan porque si queremos
hablar mal del gobierno pues que lo hagamos, pero en espacios en que no nos paguen con dinero del que manejan
las instituciones...”.
En esa afirmación y paranoia asoma no sólo la intolerancia, sino otra vez más la ignorancia, pues en la tradición
milenaria de la que provenimos, los poetas y juglares siempre
han sido cronistas del devenir histórico y críticos de quienes ejercen el poder para que no se endiosen y para que no
se les olvide cumplir lo que le prometen a la gente que
los encumbra. Pero además, quienes en verdad conocen
la obra de Los Leones de la Sierra saben que las temáticas
de nuestras composiciones abrevan en la multiplicidad de
dimensiones que tiene la vida y que nuestra propuesta
artística de ninguna manera se reduce a los contenidos que
critican y cuestionan a los gobernantes, a los partidos
políticos o a los poderes fácticos.
Pero que nadie se llame a engaño: ni nos estamos victimizando, ni le estamos mandando copia de este relato
a la cndh, ni estamos pretendiendo afirmar que somos
perseguidos políticos. Entendemos en su justa dimensión
lo que acontece, y tampoco es la primera ocasión en las
tres décadas que llevamos en el destino huapanguero que vivimos este tipo de situaciones, ni somos los únicos. En distintos
momentos y contextos hemos conocido bloqueos, asedios
caciquiles, malhumores, difamación y guerra sucia de alcaldes
y políticos pueblerinos de prácticamente todos los partidos.
** *
Algunas situaciones al principio hasta nos han parecido bromas, pero para sorpresa nuestra no ha sido así, como el año
pasado, cuando en el contexto de una invitación para tocar
en la ciudad de Irapuato, con motivo de las fiestas del Bicentenario, llegó a mi correo una comunicación firmada por la
maestra Felícitas Méndez Mata, quien en ese momento fungía
como secretaria técnica de la comisión municipal de esos
109
festejos, y posteriormente también pude saber que había sido diputada local suplente
–y algunos meses propietaria– por el Partido Acción Nacional en el periodo 2006-2009.
Decía su correo:
ESTIMADO SEÑOR GUILLERMO: POR ESTE MEDIO ME DIRIJO A USTED PARA
COMENTARLE QUE TENGO ENTENDIDO QUE USTED EN SUS PRESENTACIONES TRAE ALGUNA CANCIÓN QUE DESPRESTIGIA LA LABOR DE NUESTRO
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA FELIPE CALDERÓN, POR LO TANTO LE PIDO
DE FAVOR QUE LA EXCLUYA ESA Y ALGUNAS OTRAS QUE PUEDAN OFENDER A NUESTRO GOBIERNO TANTO MUNICIPAL, ESTATAL Y FEDERAL
ESTO SERÍA PARA LA PRESENTACIÓN QUE TENDREMOS EN IRAPUATO EL
DIA 30 DE JULIO DEL ACTUAL.
POR SUS ATENCIONES LE AGRADEZCO Y MIL GRACIAS.
FELÍCITAS MÉNDEZ MATA
** *
De inmediato hubo una enérgica respuesta nuestra y todo concluyó con un correo en
el que las autoridades de cultura de Irapuato se deslindaban puntualmente de los dichos
de la maestra Felícitas.
Otra “perla” digna de la columna “Por mi madre bohemios” del tan querido Carlos
Monsiváis es lo que sucedió en la cabecera municipal de Xichú el 4 de agosto del año
pasado: invitado a tocar en la plaza por un comité de la comunidad con motivo del
“día del párroco”, minutos antes de comenzar el señor cura me buscó en el escenario
para decirme que “coincidentemente” el señor gobernador estaba de visita y lo habían
invitado a la fiesta a comer junto con toda la feligresía, y debido a que el alcalde y él
mismo aprovecharían para solicitarle ciertas obras, me pedía evitara en mi canto cosas
que pudieran incomodarlo. Fue preciso contestarle, cortés, pero con firmeza, que yo
como trovador no aceptaba que nadie por ningún motivo me censurara, que así como
su ministerio merecía respeto, lo mismo pedía para el mío –que es el de la palabra– y
que la decisión de qué trovar me correspondía exclusivamente a mí. Luego de oír mi
respuesta observé cómo se dirigió en seguida a dialogar con una persona del equipo de
logística del gobernador que ya lo esperaba a pocos metros, y más tarde pude saber que
los enviados del gobierno del estado desde un día antes habían platicado este asunto
con el párroco, y condicionaron la presencia de Juan Manuel Oliva en la plaza a que
yo no cantara nada que eventualmente pudiera hacerlo sentir mal. Hilé fino esa tarde y
no dudo que en los archivos del cisen y en la memoria del gobernador algún recuerdo
perviva de los versos que trové.
Pero para concluir, y en referencia al asunto central que nos ocupa, quiero terminar
diciendo que convocamos a esta conferencia de prensa para ejercer nuestro derecho
de réplica y para dejar muy claro que si bien el fic y el Instituto Estatal de la Cultura de
Guanajuato están en libertad de invitar o excluir de sus programaciones a quien ellos
quieran, a lo que no tienen derecho es a mentir, ni por salir del paso, ni por desdén, ni
por quedar bien con el gobernador en turno, ni por ninguna razón.
Al público que por 16 años nos acompañó en la Alhóndiga le agradecemos su
generosidad y cariño, y a quienes por sus filias y fobias políticas terminaron con el
tradicional ritual colectivo que ahí sucedía y ahora nos emplazan engreídos a rastrear
y bajar de Internet sus convocatorias para que haga casting nuestra tradición milenaria
(que, por cierto, no se reduce a la propuesta de Los Leones de la Sierra) deben saber
que no nos quita el sueño ver bloqueado el acceso a su programación, aun cuando los
espacios institucionales que controlan, se sostienen y existen gracias al dinero público.
“600 artistas guanajuatenses participarán en el fic, todos de primera calidad –presumió en otra parte de su declaración Juan Alcocer– como la Orquesta Sinfónica de la
Universidad y el Ballet Folclórico…”. Al respecto, y a propósito de esos “criterios de
110
Otoño - Invierno 2011
calidad” que suelen determinar “el visto
bueno” de los “altos funcionarios de la
cultura”, nosotros orgullosos estamos de
que en nuestro “currículum” predomine
haber tocado en La Biznaga, El Capadero,
La Gotera, El Devisadero, Mangas Cuatas y
cientos de comunidades y pueblos de
nuestro país que hemos pisado en los últimos 30 años. Y es que si bien también
hemos estado en Londres, Nueva York,
Berlín, París, Lisboa, Caracas o Nairobi,
eso no nos significa más que haber tocado
y seguir haciéndolo con la misma entrega
y dignidad en bautizos o bodas humildes
en Las Negritas, Las Enramadas, El Revolcadero, o La Mesa del Tigre. Al contrario de
la mentalidad que suele prevalecer en las
instituciones, a nosotros nos engrandece
más el lodo que se nos pega en los zapatos para llegar a una topada en El Ranchito
de los Guzmán y los gritos rancheros de júbilo en el apogeo de zapatear un son o un
jarabe, que el reconocimiento en francés
del Festival L’imaginaire 2011 o una reseña en Le Monde, aun cuando también esas
vivencias y satisfacciones formen parte
de nuestro haber.
¿O es que la música tradicional mexicana tiene que aprender a “bailar de
puntitas” o a tocar por nota para que sea
digna de ser tomada en cuenta por los
“exquisitos” y clasistas criterios que casi
siempre subyacen en la selección de un
elenco artístico en las cúpulas de la burocracia cultural? ¿O tiene que venir algún
gringo o europeo a decir que el huapango
arribeño “¡is so cool!” para que se le reconozca valor cultural y artístico?
Más allá de la estrechez mental de
muchos gobernantes y funcionarios,
afortunadamente la genuina música
tradicional mexicana tiene y seguirá
teniendo vida propia mientras no pierda
el vínculo comunitario que la nutre. Y
así, haya apoyos institucionales o no, va
a continuar vigente y revitalizándose
para bien de todos, porque la música
tradicional de cada región de nuestro
país ha sido siempre, y hoy más que
nunca, un referente inextinguible de
memoria histórica, resistencia y vitalidad. O dicho de otra manera y por lo
que toca a nosotros, a nuestra tradición
y al país al que orgullosamente pertenecemos como artistas populares:
MÉXICO no sólo es
la rapacidad política
ni la falta de autocrítica,
ni el narco y la sordidez,
hay ímpetus que a su vez
alumbran la lontananza,
nutren la mágica danza,
y el poder de la intuición
pone a salvo el corazón
y reafirma la esperanza
.................
Son tiempos de incertidumbre
y no hay luces en el set
ni página de Internet
en que algún link se vislumbre.
Hay un tufo a óxido, a herrumbre,
pero el alma no se cansa
y haciendo punta de lanza
con acendrada pasión
pone a salvo el corazón
y reafirma la esperanza.
.................
Ya es hora de que amanezca,
ya es hora de remar fuerte
para impedir que la muerte
se aposente y prevalezca,
que la vida resplandezca
mientras germina y se afianza,
que no cese la labranza
de cuanto con decisión
pone a salvo el corazón
y reafirma la esperanza.
......................
La cábala es conjunción
de sabiduría y paciencia,
de lúcida inteligencia,
de inagotable intuición,
sembrada en la tradición
—que es mucho más que añoranza—
florece la vida, avanza,
y cada jarabe y son
pone a salvo el corazón
y reafirma la esperanza.
Guillermo Velázquez y Los Leones de la Sierra de Xichú, Guanajuato, Gto, 21 de julio de 2011.
111
Ilustración: Ana Luisa Galindo Rentería
Obra: Extracto de la obra “Silencio”
Técnica : mixta
Carolina Martínez de la Peña
la
Licenciada en Ciencias de la Comunicación con especialidad en producción audiovisual (Ibero, 2002), especialista
en montaje cinematográfico (eictv, Cuba, 2003), maestra en Gestión cultural (Universitat de Barcelona, 2009), experta
en planificación del desarrollo local (celadel, Argentina, 2011). Editora, productora y creativa. Coordinó las
Compañías Artísticas del ccu de la buap. Actualmente es coordinadora de Difusión Universitaria y de la GaleríaBienal en la Ibero Puebla.
cultura es un lugar de encuentro que permite
el diálogo con la diversidad, es, a su vez, un
espacio de búsquedas colectivas y la formulación de un proyecto para el grupo humano que la vive, y más aún cuando
el contexto donde se ejerce es una ciudad. Ahora más que
nunca se requiere educar y atender a la persona, al ciudadano, recuperar los espacios públicos (visibles e invisibles),
las manifestaciones propias, la riqueza cultural (tangible e
intangible) porque la calidad de una ciudad depende primordialmente de la calidad de los habitantes que residan
en ella y de su habilidad para desarrollar, crear, manifestar,
conocer, y apropiarse de lo que les es único y, por lo tanto,
les pertenece, su cultura.
Para abordar el tema realizaré primero una aproximación
a conceptos claves, como son ciudad, cultura, espacio y arte
público para después comprender la importante labor de la
gestión cultural al ayudar a la creación de proyectos culturales
en la ciudad y así reconocer cómo éstos pueden regenerar
positivamente espacios públicos dentro de ellas.
El término “ciudad” nos transporta a las expresiones
“urbs”, “polis” y “cívitas” de las antiguas civilizaciones griegas y romanas. Para los grandes filósofos de Atenas y de
Roma, la ciudad se concebía como la cima de la civilización
y del progreso cultural. La idea de ciudad los llevaba a
una conciencia colectiva de unidad, en la que los intereses
particulares quedaban supeditados por los comunitarios;
lo más importante de esta concepción era reconocer a la
ciudad como una empresa común donde existe un pacto
de ayuda mutua.
Esta conciencia los llevaba a formarse en el sentido de
pertenencia, y a mejorar sus condiciones de vida y así alcanzar un nivel superior de desarrollo contrapuesto a lo
que se vivía en el campo.
Actualmente las concepciones han cambiado. La
mayoría reconocemos a la ciudad como un área urbana
con alta densidad de población en la que predominan el
comercio, la industria y los servicios. En el imaginario
son, las áreas densamente pobladas y, paradójicamente,
los lugares donde se llega a invisibilizar al ciudadano o
sus habitantes cuando en realidad, la ciudad es el espacio
natural del ciudadano, que contiene el tiempo, el lugar
del patrimonio natural y cultural y las identidades personales y colectivas. Conocer y descubrir la ciudad en sus
dimensiones múltiples es conocerse a uno mismo y a los
demás, es asumirse como individuo con una identidad y
cultura propia.
113
Continuando con esta exploración conceptual, nos encontramos ahora con
el término “cultura”. La Conferencia Mundial sobre Política Cultural, realizada
en México en 1982, resulta ser el primer momento en donde se define la cultura
desde un aspecto más amplio y donde se reconoce como “el conjunto de rasgos
distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan una
sociedad o grupo social”. Esto engloba, además de las Artes y las Letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores,
las tradiciones y las creencias. Esta noción de cultura marca un hito en la visión
que se tenía de ella (como la alta cultura) porque tiene una mirada más holística,
por lo tanto más amplia, diversa, inclusiva y dinámica.
En otras palabras, nos encontramos ante un concepto distinto, donde la cultura es todo lo que hacemos, es todo lo aprendido a través de la socialización, es
el comportamiento que se refleja a través de las tradiciones, costumbres, idiosincrasia, etc. y que surge en la medida que las sociedades evolucionan; por lo tanto,
es una expresión cambiante, a la vez que es interdependiente, es un reflejo de la
estructura económica y permite a los individuos, miembros de una sociedad, se
distingan de los ajenos y, al mismo tiempo, se identifiquen con los propios, llevando de esa manera a la formación de una conciencia individual y social.
Resumiendo lo anterior, la cultura debe entenderse como ese lugar de encuentro con los otros y con nosotros mismos, con la diversidad. Es, a su vez, un
espacio de búsquedas colectivas y la plataforma de un proyecto futuro para los
grupos humanos.
Es así, como estos dos conceptos nos permiten entender con mayor facilidad
el concepto de cultura ciudadana, entendida como el conjunto de comportamientos,
valores, actitudes y percepciones que comparten los miembros de una sociedad
urbana; que determinan las formas y la calidad de la convivencia, e influyen sobre
el respeto del patrimonio común y facilitan o dificultan el reconocimiento de los
derechos y deberes ciudadanos. En el ámbito cultural, estos tres elementos: ciudad, cultura y cultura ciudadana convergen de manera fructífera por medio de la
gestión cultural.
Sin embargo, referirse a la Gestión Cultural (gc) en nuestro país es, en muchos
casos, manejarnos en el campo teórico, pues todavía no se percibe en lo cotidiano un ordenamiento sistemático de la actividad cultural (a pesar de los grandes
programas, consejos, institutos e instituciones culturales) y esto lo indica la observación de los distintos organismos públicos (municipales, estatales y federales)
y privados, encargados de la gestión cultural en México. Es necesario ejercer esta
profesión como un trabajo en red, interdisciplinario y sistematizado entre los distintos actores, artistas, ciudadanos y organismos culturales.
Para mí, una gestión cultural exitosa en una ciudad es aquella que trabaja para,
con y por los ciudadanos. La gc no puede calificarse de exitosa si no mira las
necesidades e intereses de la población y lo traduce en acciones de gc, que van
desde la Promoción Cultural, Dinamización Social, Formación y Desarrollo Cultural; la
protección, conservación y fomento del patrimonio, entre muchas otras.
La gestión cultural es una profesión con métodos y técnicas para potenciar el
gran muestrario cultural que nos ofrece cualquier ciudad, cualquier cultura, cualquier espacio físico, no solamente para la creación, gestión y desarrollo de eventos
culturales (de cualquier tipo), sino del imaginario colectivo que se gesta desde el
propio individuo, su familia, su barrio, su trabajo, empleo, desempleo, sus amigos,
sus alegrías, distracciones, tiempos libres, sus miedos, sus espacios, etcétera. No
podemos seguir obviando u olvidando la participación activa de la población
desde el proceso de gestación de los proyectos culturales.
Este modelo de gestión debe pensar que los ciudadanos también son creadores de su propia cultura y no meros observadores, espectadores o receptores de
lo artístico. No debe quedarse en la comodidad que genera centralizar lo cultural
a los artistas, productores y productos como únicos bienes culturales, sino que
114
Otoño - Invierno 2011
debe fomentar la creación, desarrollo,
ejecución e intervención de los propios
actores y en sus propios territorios.
Hoy las ciudades mexicanas son
más que grandes cifras de pobreza,
violencia y desigualdad social. Dentro
de sus propios laberintos multiculturales,
los ciudadanos y gobiernos generan
formas creativas para enfrentar los problemas y crean expresiones culturales
originales, únicas y muchas veces irrepetibles, que reflejan y representan su
mestizaje y diversidad de pensamientos
y modos de ser.
Los barrios y vecindarios, con
asombro de muchos, con el paso de
los años han retomado fuerza. Ahora,
como antes, son los lugares de la vida
social y generan en sus habitantes una
imagen de identidad.
Es en los barrios donde la cultura urbana juega un papel central para
construir y reconstruir mejores condiciones para la convivencia social; se
convierten en espacios públicos que
dinamizan y cohesionan con mayor facilidad a su población. Estos espacios
públicos no sólo cumplen funciones
urbanísticas, sino también socioculturales y políticas.
Para Juan Freire (Boletín de gestión
cultural, núm. 16: Arte público, 2008)
el espacio público es “cualquier tipo
de entorno, contexto, plataforma que
permite la relación abierta y multidireccional entre personas”. Por tanto,
un espacio público debe cumplir dos
requisitos: facilitar la comunicación
(por su propio diseño) y tener reglas de
gobierno que permitan un uso activo y
compartido de los diferentes usuarios.
Hoy son el lugar de la convivencia y de
la tolerancia, pero también del conflicto y
de la diferencia, e implican una condición
principal para la vida de los ciudadanos.
Es en el espacio público donde los valores, las lenguas, las culturas se encuentran,
conviven y relacionan.
Es así como el espacio público se
vuelve un lugar fundamental para la
convivencia, identidad, y cohesión
social, y donde el arte público y los
proyectos culturales juegan un papel
esencial en la formación de ciudadanía,
bienestar social y pertenencia.
Gracias a la creación y diseño de proyectos culturales (gubernamentales, privados, cívicos) y de grupos
sociales organizados que responden a la necesidad de
intervención y expropiación de los espacios públicos, se
logra trascender los límites del museo y de los centros
históricos para apropiarse de la ciudad como escenario
que no excluye, que amplifica la diversidad y que, de uno
u otro modo, alimenta la esencia del arte, esa capacidad
de crear con una finalidad estética y comunicativa para
expresar ideas y visiones de mundo.
En la actualidad, la regeneración de los espacios públicos
(independientemente de quién provoque y ejecute la regeneración) debería basarse en crear espacios inquietos, que
estimulen al ciudadano y que fomenten en ellos su participación y apropiación.
Sin embargo, la regeneración y reapropiación positiva en
los espacios públicos no es gratuita, y deberá cumplir con,
al menos, tres características:
1. El espacio deberá estar ligado al acto creador del artista o colectivo artístico (disciplinar o multidisciplinar)
2. Se debe entender y conocer la identidad del lugar
3. Hay que hacer partícipe a la población en donde se
encuentra inserto.
Deben reconocerse estos tres elementos ya que en las
últimas décadas se ha hecho costumbre entre los gobiernos municipales y los mismos artistas las intervenciones
en espacios públicos, sin ningún trabajo previo con la
población, y sin importar si son necesarios o pertinentes,
y sin medir las consecuencias.
El debate gubernamental, muchas veces no se interesa
por la calidad artística de la obra, sino por cuestiones más
pragmáticas y superficiales como el precio, la durabilidad, la
seguridad y especialmente su localización en el espacio urbano, preocupándose más por el contexto que el contenido.
Y para muchos artistas estos proyectos sólo sirven para
cumplir sus propios intereses o deseos, importándoles más
el contenido que el contexto. Por consiguiente resulta
urgente lograr un equilibrio, tomar decisiones más colaborativas, de modo que el uso del espacio corresponda a las
necesidades y deseo de la mayor parte de la ciudadanía.
Resulta inaplazable implicar a la población en el proceso
de gestación y gestión de los proyectos culturales porque el
proceso de democratización de la cultura no es tener múltiples espectadores, sino productores, creadores, artistas,
gestores, etcétera.
Lo ideal es que las intervenciones por medio de proyectos
culturales que transforman o inciden en el espacio público
busquen modificar la experiencia estética, comunicar una
idea o emociones y crear o reforzar una identidad positiva
en la comunidad. Deben ser un factor para el cambio social.
El arte y la cultura actuarán como agentes de cambio siempre y cuando sus promotores y creadores tomen conciencia y
responsabilidad sobre su papel. Se deben crear estrategias
que piensen en el impacto social y establecer procesos de
tomas de decisiones que aseguren la aceptación y, en la
medida de lo posible, la participación activa de los usuarios o vecinos.
Finalmente, para tener un acercamiento más real a lo
que planteo, haré referencia a dos proyectos culturales de
la ciudad de Puebla, no gubernamentales, los cuales se han
gestado y desarrollado con la participación de la comunidad en donde se llevan a cabo y han logrado generar
cohesión y apropiación del espacio público.
Ciudad mural
Ciudad mural es un proyecto cultural del “Colectivo
Tomate”, grupo independiente de arquitectos, artistas
y jóvenes creadores mexicanos que realizan proyectos
utilizando las artes para dar soluciones creativas a problemáticas complejas. El proyecto Puebla: ciudad mural se
ubica en el barrio de Xanenetla, donde a través del muralismo –como expresión del arte– se pretende provocar
cambios sociales en el barrio
El proyecto consta de una serie de 32 murales, realizados en fachadas de casas ubicadas en la calle 4 Norte, que
es la calle principal y de mayor extensión, la cual recorre
espacios importantes hasta llegar al atrio de la iglesia de
Santa Inés.
La población beneficiada del barrio es de aproximadamente 400 personas y hasta la segunda etapa del proyecto
han participado activamente 30 familias, con un promedio
de cinco integrantes por familia.
La gestión se hizo de manera directa con la comunidad, inicialmente hubo escepticismo, pero luego la gente
se apropió del proyecto y ningún mural está dañado, lo
cual significa que los están cuidando.
Para asumir el diseño de cada una de las fachadas
se conformaron equipos integrados por diversos artistas y un residente del barrio –integrante de la familia
responsable de la fachada–, además de un equipo
de apoyo.
Los objetivos principales del proyecto son:
• Reactivar la economía de Xanenetla por medio de
la promoción del lugar como un nuevo foco turístico
de la ciudad
• Promover la identidad de Xanenetla a través de murales representativos de su historia, gente, medio físico,
fiestas y costumbres
• Poner en valor el patrimonio cultural (edificado
y social), para los habitantes del barrio mismo y el
resto de la ciudad
• Revitalizar la cohesión social entre los habitantes
115
• Promover el arte y la cultura a través de la realización de un proyecto artístico multidisciplinario donde participan arquitectos, diseñadores, antropólogos, pintores y, principalmente, miembros de la comunidad
• Frenar la destrucción del patrimonio edificado y cultural, el cual es
considerado Patrimonio Histórico de la ciudad de Puebla
• Promover el valor y protección del barrio de Xanenetla
• Incentivar proyectos de estudio, promoción y restauración en el lugar
de la intervención.
El otro ejemplo al que haré referencia es Arquetopia. Se trata de una fundación que promueve el desarrollo y la transformación social por medio de programas educativos, artísticos y culturales con diversas comunidades. La organización es única en su tipo con un enfoque contemporáneo, multidisciplinario
e internacional.
Entre sus objetivos se encuentran:
• Promover el desarrollo humano
• Impulsar la participación libre de las personas en la vida cultural de la
comunidad y hacer accesibles las artes para el gozo y disfrute de los participantes
• Promover la participación organizada de la población en las acciones que
mejoren sus propias condiciones de subsistencia en beneficio de la comunidad
• Inspirar en todo momento la paz, la tolerancia y los derechos humanos,
la lucha contra la exclusión, el racismo y la eliminación de las desigualdades
entre el hombre y la mujer
• Contribuir al enriquecimiento de la identidad individual y colectiva.
Cuenta con el Programa de Arte Público, el cual genera proyectos que mejoren visualmente los espacios colectivos, al mismo tiempo que se cubran otras
necesidades urbanas como reducción de la violencia, promoción de desarrollo
económico y fomento de participación en la comunidad.
En este proceso la comunidad se involucra y los jóvenes se convierten en
los catalizadores, llevan a cabo el proceso transformador y aprenden no sólo
de arte sino de temas sociales y de la importancia de la participación activa en
comunidad. La importancia del arte público no es la decoración de espacios
al aire libre, sino la transformación de los mismos y el hacer accesible el arte
contemporáneo a los ciudadanos.
Uno de los proyectos más interesantes realizados por esta fundación es
“Between Oppositions”: Zapata desde una mirada contemporánea, proyecto
de arte público con el tema de Emiliano Zapata. Éste fue realizado en la Preparatoria Emiliano Zapata de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
El taller fue impartido en junio de 2010 por la maestra Bettany Collins.
“Between oppositions” es una instalación permanente, un pizarrón en forma de túnel que permite a los asistentes tomar una posición física y política
sobre los ideales de Zapata.
El montaje es el resultado de un intercambio cultural de cinco semanas de
trabajo en el que, a partir de la investigación y la creación de dos murales en
blanco y negro los participantes y la artista estudiaron la figura del caudillo
revolucionario y sus principales consignas, como “reforma, libertad, justicia y
ley” para presentarlo de forma contemporánea.
116
Otoño - Invierno 2011
Conclusiones
Finalmente y como última reflexión
debe plantearse: ¿qué debemos hacer
para construir una mejor ciudad?
El camino que ahora imagino y me
atrevería a sugerir es, sin lugar a dudas,
educar en y para la cultura ciudadana;
lo que resultaría en un cultivo de valores cívicos que lleve al niño, al joven, al
adulto, al anciano, al visitante, en fin, a
todos, a amar la ciudad, a tener sentido
de pertenencia, a irradiar mentalidad
comunitaria (olvidando sus propios
intereses), a sentir dolor por los atropellos
y abusos, a buscar desarrollo no entendido sólo en lo material sino ante todo en
lo personal.
Es necesario educar a la gente, porque
la calidad de una ciudad depende primordialmente de la calidad de las personas
que residen en ella y de su habilidad para
desarrollar y atraer talento, o sea, del
atractivo que represente vivir en ella. En
la ciudad las personas son la principal
riqueza. Se hace necesario crear estrategias para acercar al ciudadano a temas
claves como la cultura y la participación
ciudadana, contribuyendo a mejorar
notablemente el lugar en el que vive.
Debemos hacer de la ciudad un
escenario de educación y formación
colectiva. Preguntémonos, ¿qué puedo hacer yo por la ciudad? Todos nos
merecemos una mejor ciudad y ella
se merece mejores ciudadanos comprometidos con el progreso, la conciencia
colectiva, la unidad en medio de las
diversidades culturales, el trabajo
cultural colaborativo, el mejoramiento
de vida de las personas y el sentido
de pertenencia.
Recuperar la ciudad es redescubrir
que en ella vive gente.
Bibliografía
Bouzada, Xan (2005), “Cultura y desarrollo local:
la cultura como factor y como objetivo de
desarrollo local”, en Roche, Juan Antonio y
Oliver Narbona (eds.), Cultura y globalización,
Alicante: Publicaciones de U. de A.: 411-434, 2005.
Freire, Juan, Boletín de gestión cultural, núm. 16:
Arte público, 2008.
http://pueblaciudadmural.blogspot.com/p/elproyecto.html
http://www.arquetopia.org/
Natalia Trigo
5to. semestre de la licenciatura en Comunicación, de la Universidad Iberoamericana, Puebla.
Olía a orines de mico. “Así huelen todos los europeos, sobre todo en verano”, nos dijo mi padre. Es el olor a
civilización. Gabriel García Márquez
no
me enamoré de ti. Me
enamoré de tu olor.
De tu forma de hacerme retozar en la
cama exhalando una esencia púrpura.
Y la gente va a creer que no es cierto
sólo porque mi amor se limitó a ese
universo que no deja marcas tangibles
en la historia: El del olfato. Pero yo les
digo que es cierto.
Mi padre me dijo que para escoger a
los hombres, más me valía hacerlo por
su olor: “Nunca uno que huela a brasas
apagadas, ni a licor de ajenjo, ni a medicamentos. Los primeros te fallarán en la
cama, los segundos te saldrán golpeadores, y los terceros para qué te cuento.”
Papá despedía siempre un aroma a
hierba recién cortada. Pero cuando era
verano y la lluvia se nos metía hasta
por las grietas de los sueños, su olor
era mucho más intenso. Los inviernos,
sin embargo, su esencia se diluía un
poco, se hacía más seca, más cansada,
como la de los arroyos pequeños y los
árboles viejos.
Pero tú no entiendes los olores.
Aunque digas que los entiendes suficiente.
Los aromas carecen de moral. No hay olores buenos ni malos, sino personas malas y buenas para distinguir y clasificar. Y por eso cuando te conocí se te hizo tan
extraño que me atragantara tus hedores a puños, que escarbara en los pliegues de
tu cuerpo, que inhalara tan fácil tus miedos.
Recuerdo que una tarde te pregunté a qué olía el asfalto y me dijiste que a
piedra y a qué olía la ciudad y me dijiste que a nuevo. Tiempo más tarde entendí
que no existía nada más falso que eso, porque el asfalto en realidad huele a frío y
la ciudad en realidad huele a muerto.
Y es que todo tiene olor, aunque para ti nunca los haya; las tardes nubladas, tus
pantuflas viejas, el rechazo huele a añejo. Y si me preguntas los momentos forzados desprenden un hedor a postizo y tu abandono me apesta a engaño.
Mi vida es un olor pero tú no lo comprendes. Le doy una importancia extraordinaria a la pestilencia humana, porque los aromas son los que más dicen en las
personas que más silencian.
Y tú, con tu aroma a mantequilla derretida, y tu piel de ventisca en primavera,
con tus cabellos de canela y de jengibre y de raíces frescas. Y tus pies descalzos con
olor a tierra húmeda y tus manos que desprenden olor a especias.
Te respiré por dentro a herida nauseabunda, tu alma a pantano putrefacto, tu
corazón a desgracia completa. Y en lo áspero del pus y del vómito y la mierda, te
encontré infectado y pestilente.
Y traté de vivir con eso, pero ignorar el hedor me resultó del todo imposible. La
mantequilla rancia embarrada por todo el salón, la canela cubierta de moho. La tierra
de tus pies erosionada por el calor. Entonces te pedí que te fueras.
Sin embargo, el olor es persistente. Tu ausencia y tus manías impregnaron
mis almohadas, empañaron los cristales, apestaron mi ropa. Y ahora toda mi habitación emana un olor a enfermo. Tu partida se filtra por debajo de las puertas.
Habrá que lavarlo todo. Habrá que quemar los restos.
117
Martha Isabel Arreola Santillana
4to. semestre de la licenciatura en Comunicación, de la Universidad Iberoamericana, Puebla.
Mi
abuela Chela y yo éramos como uña y mugre. Cada vez que tenía
vacaciones, esperaba con ansias la visita a San Rafael. Todos los días
ponía el mayor empeño en idear una travesura más auténtica que la del día anterior para que mamá llegara a la conclusión de que necesitaba airearme. Entonces,
preparábamos las maletas que nos llevarían al pueblo de su niñez, y de la mía.
Jamás pude comprender por qué le decían pantera a la abuela Chela. “Es que a
ustedes ya les tocó bien blandita”, decían mis tíos, “hubieran visto cómo se traía
al abuelo, bien cortitito, a ustedes los nietos los consiente de más”, y sí era cierto.
Conmigo era casi tan dulce como sus buñuelos, mi segundo platillo favorito después del atún en escabeche, también de su autoría.
Quizá lo único que me gustaba de ella más que su sazón era su voz; no era precisamente una soprano, pero a mí me fascinaba el tono melancólico y casi agudo
con el que entonaba esas canciones que nosotros ya no conocemos. Cada vez que
la escuchaba era como viajar en el tiempo; parecía que en la voz se le amontonaban los años vividos, que eran muchos.
Su casa era toda luces y olores, uno podía incluso percibir el momento en el que el
dulce de piñón estaba a punto de turrón; sin embargo, había un cuarto en el que
los olores se disipaban para dar cabida a la pesadumbre y el ansia. Jamás supe por
qué, pero desde que yo iba de visita, hacía muchos años que estaba deshabitado
y hacía las veces de almacén. Una tarde mi abuela me pidió que la acompañara al
cuartito, como solíamos llamarlo.
Quería que le ayudara a espulgar las cajas amontonadas para donar objetos al
bazar navideño de los Romay. “Ándale Juanita, tú que tienes tus piernitas jóvenes”,
me dijo, y yo no pude negarme; me preocupaba que estuviera solita moviendo las
cajas. Baratijas y curiosidades salieron una tras otra de sus prisiones empolvadas.
Mi abuela y yo nos reíamos a carcajadas; yo imaginando para qué servirían
esas cosas tan extrañas y ella desmintiendo mis ocurrencias, hasta que encontré
la muñeca. Entonces me arremetió una sensación difícil de describir, fría, como
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Otoño - Invierno 2011
de advertencia. La solté de inmediato e
intenté ocultar mi cara de susto, pero
nada se le escapaba a la pantera.
“Ay niña, pero si es sólo un juguete
viejo, mira qué bonita, debería rescatarla, seguro se va a ver preciosa en la
vitrina del comedor.” La abuela giró una
perilla que yo no había notado y una melodía surgió tintineante. “Caro mi ben...
senza di te”, la escuché cantar a coro con
su misma voz de anciana que tanto me
gustaba, pero en sus ojos había cambiado algo.
Esa noche olvidó cantarme “Juan
Pestañas” al borde de la cama, como lo
hacía siempre, porque estaba demasiado ocupada bordándole una pecherita
a la maldita muñeca. Supe que nada
sería como antes. La abuela Chela
comenzó a apagarse poco a poco; lo
notamos cuando se le pasó el punto de
la mermelada. Parecía que la muñeca le
robaba vida por los ojos con cada emisión melodiosa de la tonadita italiana.
La pantera nos duró un año más.
Supongo que no es necesario que describa lo triste que estuve; hasta la fecha
no puedo oler la panela caliente sin
derramar lágrimas. Acabábamos de
enterrarla y aún estaba fresca la tierra
sobre su tumba cuando mi tía Rita me
dio la muñeca; “te la dejó a ti”, me dijo
como condenándome.
La acepté resignada; negarme hubiera sido una ofensa. La puse sobre
una repisa alta en mi habitación para
verla lo menos posible. No quería recordar la tonada insistente, me recorría
un escalofrío como gota de agua helada
cada vez que pensaba en esas notas, por
eso nunca la toqué, por eso no volví a
girar esa perilla, y la dejé ahí, intacta.
Una noche desperté sin preámbulos.
La oscuridad llenaba mi cuarto dejando muy poco espacio para la luz de la
luna. Entonces escuché una tonadita
necia desde el techo. No sonaba como
a Italia. “Buenas noches, hasta mañana,
que Juan Pestañas ya va a venir”, pensé.
“El diario de su
viaje fugaz
a México”
Fotografía: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/ab/
capilla_del _rosario_puebla_2.jpg, recuperada el 20 de Enero de 2011
La
imago
m e x i c a n a
en la obra de José Lezama Lima,
Javier Hernández Quezada. UIA , Puebla, 2011.
Una de las frases más citadas de José Lezama
Lima es la que aparece al inicio de La expresión
americana en la que asegura que “sólo lo
difícil es estimulante”, en esta ocasión debo
resignarme a engrosar la fila de quienes así lo
han hecho y, con ello, incurrir en el peligro
de convertirla en un lugar común; lo lamento,
pero es que no encuentro otra causa mejor
que el intoxicante estímulo de la dificultad
para explicarles por qué demonios Javier
Hernández Quezada se lanzó a acometer una
de las exploraciones más desafiantes e improbables que un crítico literario pueda concebir:
la que implica recorrer y desbrozar la abrumadora selva verbal que constituye la obra
de Lezama Lima para recuperar la imago que de
lo mexicano quedó cifrada allí.
Por si hay alguien ahí que no haya tenido el gusto –y el
susto– de internarse en esos territorios legendarios y
crean que exagero, sólo hace falta transcribir la expresión sintética que quizá mejor da cuenta de la naturaleza,
dimensiones y complejidad del proyecto literario de Lezama
Lima; la pronunció José Prats cuando definió a
Lezama como “el más arrogante y ambicioso escritor de
habla hispana desde Góngora”; ni más, ni menos.
El parentesco que por la vía de la desmesura establece
José Prats permite aludir al principal paralelismo que vincula a Don Luis con Lezama Lima: ambos inauguran en el
español un nuevo registro, una nueva dimensión expresiva,
resultante de su necesidad de inventar una lengua capaz de
dar cuenta de una realidad nueva y muy otra; una realidad
dislocada y excesiva; histórica pero también meta-histórica,
imposible de ser vertida en los viejos odres de la tradición,
tal vez porque al final nos daremos cuenta que esa realidad
es indecible… pero mientras tanto –como también recuerda Prats que decía Lezama– “no queda más que lanzar la
flecha” y eso es lo que importa, no dar en el blanco.
Ahora ya puedo completar la metáfora que ilustra la
“sencilla” tarea que realiza Javier Hernández Quezada en
el libro que aquí reseño: perseguir en su trayecto una flecha que lleva grabado el nombre de México a lo largo de
una selva espesísima.
El proyecto del autor, expuesto puntualmente en la
introducción, aborda cuatro momentos de la obra lezamiana: el “Coloquio con Juan Ramón Jiménez”, de 1936,
el homenaje a México contenido en el número 13 de la
119
revista Orígenes, de 1944 y la presencia que el arte mexicano tuvo en números
posteriores, el viaje a México efectuado por Lezama Lima en octubre de 1949 y
las formas que esa experiencia adquirió en Paradiso de 1966 y Oppiano Licario, publicada póstumamente en 1977; finalmente, Herández Quezada se detiene en la
lectura de lo mexicano en el ensayo La expresión americana de 1959.
Enseguida me referiré, por orden de aparición, a algunos de los aportes más
sobresalientes que nos entrega Javier Hernández Quezada para facilitarnos la
comprensión del proyecto literario de Lezama Lima y el papel eminente que
México juega en él.
I.
“El coloquio con Juan Ramón Jiménez”,
asegura Javier Hernández, es un texto inaugural del proyecto literario de Lezama
Lima y en él México juega un papel clave en pos de formular una obra sustentada
en la reivindicación del poder que el lenguaje poético posee para transformar la
realidad, para re-fundarla; no obstante, la conquista de ese poder despliega sus
implicaciones sobre todos los ámbitos de la vida; la experiencia y, más aún, la
creación poética es para Lezama, a un tiempo: un pathos, una mística, una ética y,
desde luego, un imperativo no exento de implicaciones sociales y políticas.
En palabras de Julio Ortega, Lezama Lima “nos enseña que la poesía es algo
superior a nuestras fuerzas, pero que esa demanda que ella hace sobre nosotros
es una pregunta para nosotros mismos que espera lo mejor de cada uno. Es una
literatura que va con la vida cotidiana y cultural latinoamericana”.
Es precisamente en ese registro socio-político al que antes aludí donde la indagación de Hernández Quezada sobre la presencia de México en el “Coloquio”
adquiere, para mi gusto, buena parte de su mayor interés.
El México del “Coloquio” está concebido para jugar un importante papel contrastivo frente a la sociedad cubana de finales de los años treinta y en especial de la
intelligentsia cubana, blanco que Lezama desea sacudir por el método de evidenciar
el vacío abismal de un mito faltante, el de un insularismo positivo, así como a través
de la propuesta de un horizonte otro; en palabras del propio Hernández Quezada: “los singulares planteamientos que Lezama Lima hace en el ‘Coloquio’ tienen
por objeto proponer una teleología insular, que subraye la importancia social de
la poesía y manifieste un programa moral, de alcances duraderos”. Por lo mismo
estamos frente a esa propuesta ética, con la cual el escritor organiza “una expresión”: aquella que precisa el valor del arte y descubre viabilidades futuras (…) el
“Coloquio” expresa el malestar de una generación que no encuentra soluciones de
ningún tipo; pero al mismo tiempo, justo cuando Lezama Lima arguye que el estudio de lo insular integra “el mito que […] falta”, sugiere la necesidad de concebir
un futuro distinto que recupere el “orgullo de la expresión”.
Con ese propósito en mente, Lezama en su diálogo con Juan Ramón Jiménez
configura a México como la encarnación del mito “continental”, que supone una
sensibilidad fuerte y clara que se acredita en expresiones que se van configurando
en el movimiento de la historia.
Así, frente al aletargamiento social y artístico cubano, a su aislamiento inoperante y su propensión por una tradición maniáticamente repetida en fórmulas
y formas, Lezama levanta como provocación ejemplar y prestigiosa la imagen
formidable de un México que encarna, según sus palabras: “la internación, la vida
hacia el centro, única manera de legitimarse”.
La imagen de México que Lezama construye en el “Coloquio” está apoyada
sobre dos pilares: la antropología de Frobenius y Spengler y la poesía de Alfonso
Reyes; de los primeros recupera la armazón conceptual respecto de la evolución
de las civilizaciones y en particular la caracterización que Spengler hace de la
cultura mexicana; y de Reyes toma las expresiones de una sensibilidad poética
120
Otoño - Invierno 2011
que reivindica su historia, su tradición,
sus altos vuelos y su pleno derecho a la
universalidad.
Lezama Lima –dice el autor– “resalta las características de la cultura
mexicana [como] una cultura superior,
impregnada de espíritu, cuya vitalidad
deja ver diferentes etapas y cuya mención resulta determinante”, principalmente en el momento de bosquejar
“el mito que […] falta”. Es necesario,
por tanto, entender que Lezama Lima
empalma los conceptos (…) sobre las
“culturas inferiores y [las] culturas superiores” con los de “cultura litoral” y
cultura “continental”, a fin de sugerir:
1) que Cuba es un país insular, pequeño, el cual tiene con otros el hecho
puramente contraproducente “de vivir
en medio de las grandes culturas sin
participar interiormente en ellas, y
2) que México es un país continental,
inmenso, en el que aparece una “tendencia fuerte y uniforme” que determina las
prácticas simbólicas.
De Alfonso Reyes toma dos textos, “Golfo de México” y “Visión de
Anáhuac”, para elaborar una lectura
de la poesía mexicana cuyos principales rasgos, “la estabilidad y la reserva”
hacen de ella una expresión que “jamás
de desubica o desarraiga” cuando da
cuenta de la realidad; pero también la
poesía de Reyes le sirve a Lezama Lima
para enderezar su crítica contra el negrismo cubano y, en particular contra la
poética de Nicolás Guillén, ante la que
encumbra la figura del mundo indígena
que traza Alfonso Reyes cuya finura,
discreción y talante aristocrático son
subrayados para censurar el carácter
rimbombante, populachero y oficialista
del negrismo poético cubano.
Para salir airoso en tal polémica Lezama Lima hace trampa pues, como
bien lo hace notar Hernández Quezada,
toma por una constante lo que es más
bien una excepción en las letras mexicanas del siglo pasado; primero presenta
como normal la presencia del indio
en la poesía cuando en realidad nunca
llegó a constituir una tradición poética
digna de nota, salvo de mala nota, pues
–como bien nos lo hizo ver Monsiváis–
el indio en las letras, como en la vida
social toda de México, es una presencia incómoda a la que se le ha negado
el ejercicio pleno y libre de derechos a
partir de dos estrategias de invisibilización: “poetizarlo” al nivel de la
sacralización para volverlo inalcanzable
o bien convertirlo en un personaje humorístico y a menudo ridículo a partir
de la exhibición de sus infructuosos
intentos por encajar en una sociedad
occidentalizada. Por ambas vías el resultado ha sido el mismo: la exclusión del
indio real de la vida real en nuestro país.
II.
En el segundo capítulo Javier Hernández
da cuenta, primero, de la im-
portancia que la revista Orígenes tiene
en el proyecto literario de Lezama y,
después, del papel que le asigna en él a
México y lo mexicano.
Concebida como un instrumento
de renovación de la cultura cubana,
Orígenes se convirtió en el centro
gravitacional de un conjunto de artistas que, bajo el indudable liderazgo de
Lezama, pretenden reivindicar la noción de un quehacer cultural renovador
capaz de fundar una nueva cubanidad;
cito: “la meta editorial de Orígenes es anteponer la dignidad de la “expresión”
(de la “fuerza creacional”) a la inmoralidad de la actitud simplista o simplificadora;
utópica y trascendental, su cometido
es transformar el paisaje habitual para
divulgar aquello que salva la integridad
nacional y la “dignidad de la patria” y
garantiza el perfeccionamiento de las
artes plásticas, la literatura, la investigación histórica y la etnografía”.
Al igual que el “Coloquio”, Orígenes
tiene también, pero de un modo más
evidente dado su carácter colectivo y
sus multiplicadas posibilidades de influencia en el espacio público, un propósito político que a lo largo de los 44
números que durante 12 años publicó
fue cumpliendo, convirtiéndose a decir
de Remedio Mataix en el “eje central
de una especie de revolución pacífica
donde la palabra y la pluma volverían
a desempeñar un papel fundamental en
pos de concretar ese estado ideal concebido como meta común”.
Tal proyecto supuso enunciar una
nueva estética definida por negación
respecto de los modos y formas culturales privilegiadas en la Cuba de las
proximidades del medio siglo xx, arraigadas en una concepción del arte que
escinde la vida y la cultura; además,
Orígenes propone un nuevo canon de
la literatura y las artes plásticas, canon
alejado de los nacionalismos y abierto
al futuro y a la universalidad.
Así, en la primavera de 1947, el
número 13 de Orígenes con su “Homenaje a México” viene a jugar un papel
estratégico en la tentativa lezamiana
de dinamitar con Orígenes el status quo
cultural cubano; lo dice Hernández Quezada cuando, tras recuperar las tesis de
Adriana Katzenpolsky, subraya que
[...] en una publicación como
[esa], en la que la difusión de
lo universal es prioritario, el
dar a conocer los textos de
autores no cubanos contribuye a mejorar las condiciones
culturales del espacio insular
[…] Volcada hacia el exterior,
Orígenes sintetiza las preocupaciones éticas de un escritor
metacubano. Cosmopolita, rescata lo mejor del ayer (de la
“tradición”) y se solidariza con
la cultura hispanoamericana,
inaugurando un espacio supranacional en el que algunos de
los escritores más importantes del siglo xx son publicados.
La cultura del México “continental”
que Lezama Lima presenta en ese número simboliza “lo singular, lo relevante, entre otras razones porque la diversidad de sus manifestaciones artísticas
comunican “la claridad y el decoro de la
expresión y de la sensibilidad” y ganan
con ello
[...] “la total estimación
de los otros pueblos de
América” […] “lo mexicano
como paradigma es un
todo modélico, referencial,
contrastivo, que debe ser
divulgado para que el cubano,
como los otros pueblos de América, estime las cualidades de
la sensibilidad y descubra el
modo en que sus creadores
retornan a una gran tradición
cuando ya en Europa se muestran los signos del debilitamiento y de la imposibilidad”.
Así, a cuenta de esas características
modélicas del arte mexicano desfilarán
por las páginas de Orígenes, en su número 13: Alfonso Reyes, Ermilo Abreu
Gómez, Alí Chumacero, Efraín Huerta, Clemente López Trujillo, Gilberto
Owen, Octavio Paz, Justino Fernández
y José Clemente Orozco; y en números
posteriores lo harán: José Revueltas,
Rufino Tamayo, José Luis Martínez y
Carlos Fuentes.
Hoy podemos advertir con mayor
claridad que la nómina de los mexicanos en Orígenes, aunque la reiteración de algunos nombres a lo largo
de los años exprese afinidades electivas muy claras –Alfonso Reyes en
especial–, no se circunscribió a una
sola escuela o capilla ideológica, sino
que pretendió dar muestra del amplio espectro creativo de mediados
del siglo xx en nuestro país, muestrario de
posibilidades que Javier Hernández
nos invita a leer como una continuación
de las reflexiones sobre la sensibilidad “continental” iniciadas por Lezama
en el “Coloquio”.
III.
Algo distinto ocurre
en el tercer capítulo
de este libro, dedicado a
la reconstrucción del viaje que Lezama
Lima realizara a México en octubre de
1949, periplo que Javier nos presenta
como un viaje doble: el viaje de Lezama hacia el encuentro consigo mismo,
al mismo tiempo que su incursión en
las entrañas de un país que previamente
ha idealizado.
121
Como preparación de su análisis del “Viaje mexicano”
de Lezama, Hernández Quezada nos ofrece una interesantísima y –como en todo el libro– espléndidamente
documentada disertación sobre el viaje y la literatura
de viajes que arranca con la sugerente afirmación de
Lorenzo Silva cuando asegura que “el escritor de viajes siempre va en pos de su propia constitución como
individuo, en términos de que participa del reconocimiento de que “todo es lucha, que la identidad es
transcurso, y que ser es destruirse y reconstruirse
innúmeras veces”.
De acuerdo con esa clave de lectura todo viaje comporta,
primero, la difícil aceptación de nuestra carencia, de la
incompletud o insuficiencia ontológica y existencial en
la que nos encontramos en nuestra vida doméstica y normal,
respecto de la cual hay que operar una ruptura para ir a la
búsqueda de ese más que nuestra querida cotidianeidad
nos niega. En palabras del autor: “el viaje de Lezama Lima
a México es una ruptura de la realidad; es un viaje literario
y extraliterario, que le permite tanto realizar una inspección profunda, poética, original, de semejante país, como
afrontar sus propios miedos”.
Y eso es lo que hace Lezama Lima durante aquellos
días de mediados de octubre del 49, en un breve viaje que
Javier Hernández Quezada sugiere entender tanto como
una profunda experiencia personal, que transformará
a Lezama y le dejará una huella duradera que se volverá
alusión recurrente cuando de hablar de la realidad latinoamericana se trate; y también como un poderoso material
creativo que rendirá frutos en tres obras posteriores: La
expresión americana, Paradiso y Oppiano Licario.
De aquel viaje no contamos con evidencias precisas
que permitan su puntual reconstrucción, por eso Javier
debe arriesgar hipotéticamente un itinerario verosímil; lo
hace en la nota a pie de página número 323 donde nos
cuenta que debió llegar primero a la Ciudad de México el
16 o el 17 de octubre, de donde se trasladó a Cuernavaca,
ciudad en la que estuvo apenas unas horas pues ya por la
tarde llegó a Taxco desde donde le escribió a su madre,
doña Rosa Lima; el 19 visitó la ciudad de Puebla, donde
permaneció sólo un intenso día pues el 20 de octubre ya
había vuelto al Distrito Federal donde se quedó dos o tres
días antes de volver a La Habana.
Por breve que nos parezca –una “escaramuza” la llamó
Eliseo Alberto– y ante el silencio del propio Lezama
respecto de los motivos de aquel viaje, hay que suponerlo
–propone José Prats– como el cumplimiento de un
sueño, sueño a tal grado imperioso que obligó a Lezama
a confrontar y vencer su “poco gusto (…) por salir de
La Habana”.
Y ¿qué encontró Lezama en México?... salvo la carta
que le envía a su madre, no hay otro documento donde
Lezama dé cuenta de su visita; no obstante, por lo escrito
después de esa fecha sobre este país, es posible decir con
José Prats y con Hernández Quezada que Lezama encontró
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Otoño - Invierno 2011
[...] “lo que quería encontrar: o sea, un universo
simbólico, emblemático y mitológico, que se adapta perfectamente a sus criterios literarios; un
espacio creativo, modélico e inusual (…) México
como realidad literaria implica así, la seducción
de la imago, el descubrimiento de ese dark crystal
que trastoca la percepción del yo”.
La mirada que Lezama posó sobre aquel México recuperó de manera privilegiada, como bien apunta el autor,
aquellos elementos trascendentales –entiéndase: no modernizados– de la realidad mexicana y pasó por alto todas
las transformaciones que más allá de los museos, de los
templos, monumentos y paisajes ocurrían en aquel país y
especialmente en aquel Distrito Federal, que es precisamente
el que sí retratará con genial agudeza José Emilio Pacheco en
Las batallas en el desierto.
De aquel México auto-confirmatorio Lezama desprenderá
una serie de imágenes que irán apareciendo en sus novelas
Paradiso y Oppiano Licario, en las que México adquiere connotaciones ambivalentes: en Paradiso es el lugar del caos,
de la máscara, de la violencia y de la muerte (a propósito
de lo cual, con mucha razón Hernández Quezada hace
notar los lazos de afinidad entre esa caracterización y la de
Octavio Paz en El laberinto de la soledad); mientras que en
Oppiano Licario lo mexicano aparece como símbolo de vitalidad, gozo, fertilidad creativa y, en suma, como el “paraíso
de la imagen”.
De ese modo Lezama prolongó a lo largo de casi tres
décadas la redacción de un diario de viaje adeudado: el
diario de su viaje fugaz a México que fue, a la vez, la continuación de un viaje largamente imaginado así como el sello
de fuego necesario para imprimir indeleblemente –como en
el poema de Kavafis– la idea de la Ítaca mexicana dentro del
alma del viajero inmóvil: José Lezama Lima.
IV.
Finalmente, el cuarto capítulo
está consagrado a perseguir el rastro de México en “La
expresión americana”, ensayo calificado por Julio Ortega
como “la teoría de la cultura nuestra en la que se inscribe la
obra de Lezama”.
Javier Hernández Quezada divide en seis secciones
su análisis tras una reflexión inicial sobre el pensamiento
creador y un prefacio de prefacios a “La expresión americana”, las primeras cinco exponen la progresión histórica
de la imago mexicana desde el mundo precolombino hasta
la época posrevolucionaria y la última es una breve y muy
lúcida meditación sobre el significado que Lezama atribuye
al “paisaje” mexicano.
No me detendré en una reseña minuciosa de cada una
de esas partes; sólo intentaré abarcar su sentido general
gracias a un par de citas; la primera donde, a propósito de
ese concepto clave de la teoría cultural de Lezama Lima,
el barroco americano, el autor logra resumir la peculiaridad y potencialidades del modo de proceder sociocultural latinoamericano, y
especialmente mexicano, a lo largo de su historia; dice:
En primer lugar, el barroco americano incluye la “tensión”, es decir esa marca combinatoria que, al alcanzar
la forma unitiva, activa el contrapunto y sus nexos. En
segundo lugar, incluye la categoría del “plutonismo”:
categoría cultural que, al ser un correlato de la tensión,
disuelve y unifica los fragmentos. Resumiendo: el barroco
americano, a diferencia del europeo, es el instalado original, ese “arte de la contraconquista” que se enreda y
centuplica (…) al indagar en los precedentes simbólicos
e involucrar discursos peculiares, muebles y utensilios
novedosos, estilos de vida e intereses diferentes, religiosidad y gastronomía híbridas que emanan una existencia
integral, fina y profunda.
Y la segunda cita, tomada de Saul Yurkievich, que es una suerte
de exégesis de la anterior, más la insinuación sobre la misión que sólo
América puede cumplir para bien de la cultura universal; dice así:
La pujanza integradora, la capacidad de anexar y amalgamar […] parece confirmar el auspicioso vaticinio de
Lezama. A semejanza de su obra de creación imaginaria,
Lezama Lima concibe a América como voracidad sincrética, como un gran estómago capaz de asimilar manjares
de cualquier origen, todo lo que incite su apetito: América
digesta, apta para participar en el festín de todas las culturas, la de la digestión universal, metamórfica, dotada
de la máxima potencia furtiva y asimilativa.
En el orbe americano, en su historia y en su misión, México juega
para Lezama un papel preeminente; es el espacio gnóstico por antonomasia donde tiene lugar (parafraseando a Carmen Berenguer) “lo
otro sagrado, lo invisible, lo irreal, la infinitud [que] busca su momentánea transparencia, el signo en la materia, o ya la posibilidad en
la infinitud”.
El libro de Javier Hernández Quezada termina con un ilustrativo anexo sobre el vínculo histórico que, no sólo por razones
geográficas, ha unido a Cuba y a México.
No quiero poner el punto final sin ponderar como se debe el aparato
crítico de este libro, cuya riqueza y amenidad significan mucho más
que el cumplimiento cabal de las responsabilidades intelectuales de
un investigador, pues en este caso el aparato crítico bien puede leerse
como una entidad autónoma que ejemplifica y rinde homenaje a uno
de los rasgos más característicos de la inteligencia y la obra de Lezama:
la avidez por el conocimiento y sus múltiples formas, el impulso
antropofágico que se lanza al gozoso festín de la cultura universal para
hacerla entrar al horno transmutativo del que han de nacer nuevas y, ojalá,
mejores realidades. Quede aquí constancia de mi reconocimiento y
gratitud a Javier Hernández Quezada también por ese “otro” libro.
Noé Castillo Alarcón, director general del Medio Universitario, de la
Universidad Iberoamericana, Puebla.
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· Cambio climático · Trata y tráfico de personas · Desigualdad
· Ciudades Habitables* · Energías renovables*
* próximamante
Rúbricas pretende generar diálogo, discusión entre quienes conformamos la comunidad universitaria, por
un lado, y con aquellos que nos miran con interés o, al menos, con curiosidad, por el otro.
Rúbricas pretende mostrar las ideas y alcances académicos de la comunidad universitaria, a fin
de obtener una necesaria retroalimentación. La perspectiva es plural, como plurales son las comunidades
universitarias, pero con la idea de generar, propiciar, circular pensamiento propio, desde nuestros propios
intereses y apuestas.
En Rúbricas tendrán especial cabida y particular relevancia las reflexiones que asuman la perspectiva
del Sur, entendida ésta como la búsqueda de conocimientos que otorguen visibilidad y credibilidad a las
prácticas cognitivas de los pueblos y de los grupos sociales victimizados, explotados y oprimidos.
En Rúbricas, el lector encontrará opiniones académicas fundamentadas en la teoría y práctica
docentes, y en la investigación y práctica social, sobre los temas de la vida nacional y mundial que atañen
a nuestro desarrollo socioambiental, socioeducativo y sociocultural.
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Otoño - Invierno 2011
Fotografía: Cristian Poveda +
Exposición “La vida loca” en la Galería de la Ibero Puebla
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