Vol6n1pag11-18 - Federación de Asociaciones de Matronas de

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Formación continuada
ABSTRACT
Las funciones de la
matrona en el
mundo antiguo
y medieval. Una
mirada desde la
Historia
Title: Midwife’s functions in ancient and medieval times:
a view from History.
Professions change constantly over the centuries as a
result of the evolution of society itself and the attitude of
its professionals, and midwifery fully confirms these
assertions. Thus, the study and recounting of its history
enables us to understand many of the circumstances
that have come together to shape the profession as we
know it today and to realize that its future depends not
only on external circumstances, but particularly on the
courage and determination of the midwives themselves.
This article points out the major functions that have
constituted the work of the midwife since the 15th
century. The authors hope that the following pages help
to make known one of the loveliest stories every told:
that of midwifery.
Manuel Jesús García Martínez1,
Antonio Claret García Martínez2
Directores de Híades. Revista de Historia de la
Enfermería. 1Matrona. Unidad Docente Matrona
«Virgen del Rocío». Sevilla. 2Doctor en Historia.
Universidad de Huelva.
RESUMEN
Las profesiones experimentan transformaciones
constantes a lo largo de los siglos, resultado de la
evolución de la sociedad misma y de la actitud de sus
profesionales. La profesión de matrona participa
plenamente de estas afirmaciones, de ahí que la
investigación y difusión de su historia nos permita
comprender muchas de las circunstancias que
han coadyuvado a conformar la profesión como hoy la
conocemos y a tomar conciencia de que el destino de
ella depende no sólo de las circunstancias externas a la
profesión, sino muy especialmente del coraje y empuje
de las propias matronas. En este artículo se señalan las
funciones fundamentales que han sido una constante en
el trabajo de la matrona hasta el siglo XV. Sirvan estas
páginas que siguen para contribuir a difundir una de las
más bellas historias jamás contada: la profesión de
matrona.
Palabras clave: matrona, historia de la matrona,
funciones de la matrona
Keywords: midwife, history, functions
García M, García AC. Las funciones de la matrona en el mundo
antiguo y medieval. Una mirada desde la Historia. Matronas
Profesión 2005; 6(1): 11-18.
INTRODUCCIÓN. LA HISTORIA DE LA MATRONA,
UNA ASIGNATURA PENDIENTE
Al igual que la enfermería, la profesión de matrona se
halla actualmente en un momento histórico; se avecinan
cambios importantes, cambios que van a afectar a lo
más profundo de su propia estructura, tanto a nivel
profesional como curricular y disciplinario. La inminente
entrada de España en el Espacio Europeo de Educación
Superior (espacio diseñado en distintas reuniones que
han ido marcando sus directrices fundamentales, como
la Declaración de Bolonia de 19 de junio de 1999), con la
creación de títulos de Grado y Posgrado (en España se
están desarrollando a través de dos Reales Decretos, el
55/2005 y el 56/2005, ambos de 21 de enero del
presente año –BOE núm. 21–), va a suponer todo un
reto para la propia profesión, planteándose, entre otros
temas, el dilema de continuar siendo una especialidad
de Enfermería o una carrera autónoma, al igual que
sucediera en la década de los noventa con otras
especialidades (Fisioterapia, Podología). Si importante
para la matrona fue el año 1992, en que aparece
nuevamente la Especialidad de Enfermería ObstétricoGinecológica (Matrona) –BOE de 2 de junio de 1992–,
nos atrevemos a afirmar que no menos lo van a ser los
dos próximos años para la configuración de la profesión.
Historia reciente que avanza hacia un prometedor futuro.
El prestigio y reconocimiento social de una profesión
pasa, ineludiblemente, por el reconocimiento de su
historia, de su pasado: desde cuándo existe como tal,
cuáles fueron sus precedentes, qué funciones y tareas
ha desempeñado la matrona a lo largo de la Historia.
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Una historia antigua y una historia joven a la vez.
Se hace necesario, pues, que un profesional íntegro,
parafraseando al sabio profesor y humanista Laín
Entralgo, conozca la historia de su profesión, pues ello le
va a aportar, entre otras cosas:
• Integridad de su saber.
• Clarificar el contexto en que se halla.
• Conocer las condiciones en las que la matrona
progresó o vaciló a lo largo de su historia.
• Comprender el pasado para conocer el presente y
proyectar el futuro.
• Enriquecer su patrimonio científico con las
enseñanzas de los que les precedieron.
• Crear una identidad profesional.
El objetivo central de este trabajo es realizar un breve
viaje por el tiempo y señalar las funciones
fundamentales que han sido una constante en el trabajo
de la matrona hasta el siglo XV.
El conocimiento y difusión de la historia de la matrona
deben estar presentes entre los temas de reflexión y
preocupación del colectivo; de ahí que, desde estas
páginas, hagamos una apuesta por el desarrollo de
dichos aspectos. En este sentido, el hecho de no
incluir en su momento asignaturas de historia de la
matrona en los planes de estudio de la actual
Especialidad de Enfermería Obstétrico-Ginecológica
(Matrona) constituyó un error en el que no debemos
caer en la elaboración de los futuros planes.
Consciente de ello, la Unidad Docente de Matrona
«Virgen del Rocío» (Sevilla) implantó desde el principio
de su puesta en marcha un módulo de 30 horas sobre
este tema. Asimismo, la Escuela de Enfermería
«Virgen del Rocío» ha impartido como materia de libre
configuración la asignatura «Aproximación a la
Historia de la Matrona en España» durante varios
cursos académicos. Nos consta que otras Unidades
Docentes de Matrona del país han apostado
igualmente por la enseñanza de la evolución histórica
de la matrona.
Sería muy beneficioso para la propia profesión que
nuestros representantes académicos no cayeran en
tan lamentable olvido y concedieran a la historia de la
profesión de matrona el hueco que por derecho,
antigüedad y méritos propios merece ocupar en los
nuevos planes de estudio. Es justo reconocer, no
obstante lo referido, el interés creciente por la
divulgación del tema histórico en publicaciones
periódicas (Matronas Profesión, Híades, Cultura de los
Cuidados, Index, Rol, Metas, Enfermería Facultativa...),
asociaciones e instituciones.
Ante los momentos tan decisivos que estamos
viviendo en temas de educación, reforma de la
Universidad y creación de un nuevo espacio europeo
de educación superior, ahora más que nunca las
matronas deben tomar las riendas de su propia
profesión y marcar el rumbo que ha de seguir en el
futuro, no olvidando nunca el hermoso pasado que
tienen tras de sí.
Asientos para parir (Grecia-Italia y antiguo Egipto)
MATERIAL Y MÉTODOS. FUENTES PARA EL
ESTUDIO DE LA HISTORIA DE LA MATRONA
El conocimiento del trabajo, de las funciones que la
matrona –obstetrix, partera, comadrona, comadre de
parir, madrina, llevadora, enfermera obstétrica... que con
éstos y otros nombres se ha denominado a esta
profesional– ha realizado a lo largo de la historia se
obtiene a partir de fuentes de información
documentales. Sin pretender extendernos sobre el tema,
pues escaparía a nuestro objetivo, diremos que por
documento se entiende, en palabras de la profesora
Nuria Amat1, «[...] todo conocimiento fijado
materialmente sobre un soporte y que puede ser
utilizado para consulta, estudio o trabajo. El documento
es una herramienta indispensable para transmitir
conocimientos, ideas y dar testimonio de los hechos,
permite la comunicación humana, es un importante
medio de formación y docencia, y puede materializar
todos los conocimientos humanos, constituyendo así
El conocimiento y difusión
de la historia de la matrona
deben estar presentes entre
los temas de reflexión y
preocupación del colectivo
una memoria colectiva». Por fuentes históricas, en
sentido amplio, afirma el profesor Manuel Riu, se
entiende «todos aquellos instrumentos, escritos, objetos,
restos y testimonios directos o indirectos que utiliza el
historiador para conocer los tiempos pasados y escribir
su historia»2.
Sobre estas fuentes descansa, pues, el trabajo del
historiador de la matrona, permitiéndole conocer qué
funciones y tareas ha desempeñado en una u otra época
histórica, qué problemas y conflictos con otros
profesionales ha encontrado en su desarrollo, qué grado
de autonomía profesional alcanzó en un determinado
momento, entre otros temas.
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Los documentos y obras consultados para la realización
de este trabajo se especifican a lo largo del texto. Sus
contenidos son variados: religioso (Evangelios Apócrifos
y la Biblia), docente (tratados y manuales docentes
ideados para la formación de la matrona), legislativos
(leyes y decretos que intentan regular el trabajo de la
matrona a lo largo de los siglos) y administrativos
(contratos de trabajo... que especifican las tareas a
desarrollar por la partera). De estos textos haremos una
somera selección que permita tener una imagen lo más
cercana a la realidad del trabajo cotidiano de estas
mujeres en los periodos estudiados, haciéndose especial
referencia a aquellas tareas o funciones que, como la
religiosa (administración del sacramento del bautismo),
o asistencial (por ejemplo, práctica de la operación de
cesárea) han dejado de llevarse a cabo en nuestros días.
LAS FUNCIONES DE LA MATRONA.
UNAS PINCELADAS HISTÓRICAS
En la actualidad, se reconocen a la matrona cuatro
funciones básicas: asistencial, la más desarrollada, sin
duda; docente, administración-gestión e investigación.
Al tratarse de una carrera de grado medio, el
reconocimiento académico de la función de
investigación se reduce con frecuencia a una presencia
testimonial (como es el caso de la Matrona, que en sus
planes de estudio incluye una materia sobre
investigación de 70 horas, que ha limitado
frecuentemente su desarrollo). A pesar de ello, estamos
asistiendo a un creciente interés por la investigación en
diversas áreas de la profesión y la difusión de sus
resultados.
Una ojeada a nuestra historia revela que la función
asistencial comprendía, en prácticamente todos los
periodos estudiados, la atención no sólo al parto sino al
embarazo y puerperio, adquiriendo la visita puerperal una
gran relevancia para el control y seguimiento de la recién
parida. Además, la matrona o partera ha desarrollado
una labor en la que, hoy en día, se insiste mucho:
educación para la salud, que comprende desde consejos
y divulgación de conocimientos para la prevención de
posibles enfermedades –«propias de la mujer»–, hasta
orientaciones para la interrupción del embarazo.
Seguidamente, se perfilan las funciones reconocidas a la
matrona en la Antigüedad y Edad Media, periodos a los
que circunscribimos el presente trabajo.
El trabajo de la matrona en la Antigüedad
De las referencias al trabajo de la matrona en la
Antigüedad vamos a reproducir cuatro textos, dos de
ellos bíblicos, más conocidos, y otros dos contenidos en
los denominados Evangelios apócrifos3, sumamente
interesantes, pues se contemplan en ellos aspectos de
las funciones asistenciales y docentes de la partera.
A modo de curiosidad científica quisiéramos resaltar que
el término griego «mayéutica» (maieutiké, partera,
El Nacimiento de la Virgen. Escena de parto en la Europa
renacentista
perteneciente al parto) fue puesto por el filósofo
Sócrates (469-399 a. de C.) a su método, ideado para
descubrir la verdad. Se trataba de un procedimiento
pedagógico que coadyuvaba al alumbramiento de las
ideas y venía a ser lo que pudiéramos llamar la
«obstetricia del espíritu». Se inspiró en el trabajo de su
madre, que era una afamada partera de su época, una
mayéutica.
Las matronas o parteras hebreas tenían un elevado
reconocimiento social. La necesidad de sus servicios en
la corte y entre las damas aristocráticas les hacía
frecuentar las casas y palacios y el trato con altas
dignidades y mandatarios. En la Biblia se nos describe el
parto gemelar de Tamar (hacia el año 1700 a. de C.)4. La
lectura atenta del texto evidencia, juntamente con
aspectos de la función asistencial de la partera, otros de
carácter juridicolegal de reconocimiento del primogénito,
hecho de gran trascendencia a lo largo de toda la
Historia:
«Cuando le llegó el tiempo de su alumbramiento,
tenía en su seno dos mellizos. Y al darlos a luz, uno
de ellos sacó una mano; la partera se la tomó y le
ató en ella un hilo escarlata, diciendo: Éste salió
primero. Pero como él retirase la mano, fue su
hermano el que salió. Dijo ella: ¡Vaya brecha que te
has abierto!, y le llamó Peres [significa
“adelantado”]. Salió después su hermano, el que
tenía en la mano el hilo escarlata, y le llamó Zéraj
[significa “elevarse, brillar o adelantarse”]» (Génesis,
XXXVIII; 27-30)5.
La Historia recoge el nombre de dos famosas parteras
hebreas, Sifrá y Puá, que vivieron hacia el año 1600 a.
de C. Fueron requeridas por el Faraón para que dieran
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muerte a los recién nacidos varones, dejando con vida a
las niñas. En el texto6 aparece la expresión: «[...] fijaos
bien en las dos piedras [...]», haciendo referencia ello a
una de las formas de parir de las mujeres de la época,
apoyando las rodillas entre dos piedras (posición
genuflexa o en cuclillas):
«Además, el rey de Egipto habló a las parteras de las
hebreas, una de las cuales se llamaba Sifrá y la otra
Puá, y les dijo: Cuando asistáis a las mujeres
hebreas que dan a luz, fijaos bien en las dos piedras;
si es hijo, matadlo; si es hija, que viva. Pero las
parteras temían a Dios y no hacían según les había
ordenado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida
también a los niños. El rey de Egipto mandó llamar a
las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho eso de
dejar con vida a los niños? Respondieron las
parteras al Faraón: No se parecen las hebreas a las
mujeres egipcias. Están llenas de vida y dan a luz
antes que llegue a ellas la partera. Dios favoreció a
las parteras. Y el pueblo seguía creciendo y
fortaleciéndose» (Éxodo, I; 15-22)7.
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A los recién nacidos se les cortaba el cordón y, tras
darles un baño, se acostaban en un lecho de ladrillos.
La lactancia materna duraba tres años, tras lo cual se
alimentaba al niño con leche de vaca.
Los dos siguientes textos se han extraídos de
los Evangelios apócrifos8. El primero de ellos, denominado
Evangelio del Pseudo Mateo, se incluye dentro de los
apócrifos de la natividad, que tienen una finalidad
teológica: defender el honor de María, particularmente en
lo que se refiere a su concepción y parto virginales.
En la cita que se reproduce en primer lugar aparece el
nombre de dos parteras, Zelomí y Salomé. Zelomí, la
primera que entró en la cueva para atender a la Virgen
María, le practica un tacto vaginal para comprobar su
estado, tras el nacimiento del niño:
«[...] mandó el ángel parar la caballería, porque el
tiempo de dar a luz se había echado ya encima [...].
Hacía un rato que José se había marchado en busca
de comadronas. Mas, cuando llegó a la cueva, ya
había alumbrado María al infante. Y dijo a ésta: “Aquí
te traigo dos parteras: Zelomí y Salomé. Pero se han
quedado a la puerta de la cueva, no atreviéndose a
entrar por el excesivo resplandor que la inunda”.
Oyendo estas palabras María, se sonrió, mas José le
dijo: “No te sonrías. Sé más bien prudente, no sea
que luego vayas a necesitar algún remedio”. Y
mandó que una de ellas entrara dentro. Entró Zelomí
y dijo a María: “Permíteme que te palpe”. Y cuando
se lo hubo permitido María [...]» (Evangelio del
Pseudo Mateo, cap. XIII; 1-3)9.
El siguiente texto, extraído del Liber de Infantia Salvatoris,
que se incluye en el conjunto de los denominados
Apócrifos de la Infancia, tiene la pretensión de llenar las
Operación de cesárea realizada por matronas
lagunas que los evangelios canónicos y los mismos
apócrifos de la Natividad dejaron en torno a la
adolescencia de Cristo. En lo que se refiere al trabajo de
la comadrona, José reconoce su necesidad para el
momento del parto de María y, por ello, envía a su hijo
Simeón a buscarla. Este curioso texto puede orientarnos
sobre la función docente de la partera, pues se reconoce
el trabajo de una joven, quizás aprendiendo el oficio, que
porta un taburete para asistir a la parturienta,
adelantándose a su maestra. Ésta, cuando llega a la
cueva, explora a María:
«[En el establo] Díjole José [a su hijo Simeón]: “Yo no
me retiraré de su lado; mas tú, como joven que eres,
vete ligero, entra en la ciudad y busca a una
comadrona para que venga junto a la doncella, pues
una partera es de gran ayuda para la mujer que está
en trance de alumbrar[...]”. Y en esto, he aquí que
viene una muchacha con el taburete que utilizaba
para asistir a las parturientas. Ésta se paró. Al verla,
se llenaron de admiración y José le dijo: “Hija, ¿a
dónde vas con este taburete?” La muchacha
respondió en estos términos: “Me ha mandado aquí
mi maestra [...]. Ella viene detrás”. José echó una
mirada y, al verla venir, fue a su encuentro y cambió
con ella un saludo.
[Dentro de la cueva]. Y José le dijo: “Pasa y asiste a
María”. Dijo José a ésta [María]: “Mira, te he traído
a la comadrona Zaquel [...]. Después de que ésta
consintió en ser examinada por espacio de algunas
horas, exclamó la comadrona y dijo a grandes voces:
“Misericordia, Señor y Dios grande, pues jamás se
ha oído, ni se ha visto, ni ha podido caber en
sospecha (humana) que unos pechos estén
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henchidos de leche y que a la vez un niño recién
nacido esté denunciando la virginidad de su
madre [...]”»10.
Por tanto, en un acontecimiento histórico tan relevante
como es el nacimiento de Jesús se halla presente una
comadrona. En siglos posteriores, en el periodo
medieval, distintos artistas reflejarán en sus pinturas
este hecho trascendental, hallándose presente las
parteras realizando algún tipo de trabajo: lavando al
niño, atendiendo a la Virgen...
El trabajo de la matrona en la Edad Media
Tradicionalmente, desde la Antigüedad, las mujeres se
asistían unas a otras en los partos y, posiblemente, las
diferencias en destreza y la experiencia acumulada
fueron los motivos para que se eligieran algunas de ellas
con preferencia a las demás (división social y sexual del
trabajo). Estas mujeres se formaban acompañando a
otra mujer de más edad y experiencia que venía
cumpliendo con tal menester. Los conocimientos así
adquiridos se transmitían de generación en generación,
normalmente de madres a hijas o a cualquier otro
familiar. De ello tenemos constancia documental.
En el periodo medieval, en relación con el trabajo de la
matrona en España, hay que señalar que las Cortes de
Valladolid, en 1258, dictaban ordenanzas para prevenir
Desde la Antigüedad, las
mujeres se asistían unas a
otras en los partos y,
posiblemente, las diferencias
en destreza y la experiencia
acumulada fueron los motivos
para que se eligieran algunas
de ellas con preferencia a las
demás
las mezclas de razas y prohibían, a judías y moras,
atender madres o hijos cristianos, y a éstas criar niños
de padres israelitas o sarracenos11. En ese mismo siglo
XIII, el rey Alfonso X el Sabio recoge en sus Siete
Partidas (II Partida, Ley III) que la matrona debería
ocuparse de la atención de la madre durante la
gestación y de la atención al niño, enumerando las
cualidades que debía reunir la partera, denominada
obstetrix, y una buena nodriza, tema éste que ha
preocupado siempre a las familias que no podían criar a
sus hijos o, simplemente, no deseaban amamantarlos
por diversas razones. Dos siglos después, en 1434, las
Cortes de Zamora, así como en las Ordenanzas de
Madrigal, año 1448, se dan cartas de aprobación a
parteras para que pudieran ejercer libremente. La
historia nos habla de matronas notables, como la que
asistió, en 1452, al nacimiento de Fernando II de
Aragón, el Rey Católico, llamada «la Herradera», que
gozaban de gran prestigio social. Por último, en 1498,
los Reyes Católicos promulgaron una Pragmática que
regulaba el ejercicio profesional de las matronas a cargo
del Tribunal del Real Protomedicato. En esta pragmática
se obligaba a las parteras a pasar examen, norma que
fue abolida en el siguiente siglo por el monarca Felipe II
y de nuevo impuesta dos siglos después, concretamente
en 1750, como podremos comprobar más adelante.
De esta época –inicios del siglo XVI– data el siguiente
documento12, localizado en el Archivo Municipal de Jerez
de la Frontera, cuyo contenido viene a refrendar la
obligatoriedad de pasar examen de la matrona, como se
ha comentado anteriormente. Se trata de un escrito de
un grupo de matronas «e otras mugeres que curan de
enfermedades secretas de otras mugeres» que ejercían
en Jerez y sus alrededores, dirigido a los doctores que
debían examinarlas en la ciudad de Sevilla, por lo
que tenían que desplazarse hasta allí. Dado que
tenían que atender a embarazadas y parturientas, y les
resultaba imposible viajar hasta la capital hispalense,
solicitan sean examinadas en su propia localidad, Jerez:
«1500, Marzo, 18.
Leose en el dicho cabildo una petición que
presentaron las parteras e otras mugeres que curan
de enfermedades secretas de otras mugeres,
vezinos desta çibdad, por lo qual en feto fazen saber
a esta çibdad que por parte de çiertos dotores de
sus altezas son çitadas y mandadas paresçer
antellos en la çibdad de Seuilla en çierto término e
so çiertas penas para les esaminar en sus ofiçios, lo
qual dis que nunca fue ni se usó en esta çibdad, y
demás desta que ay algunas dellas que son viejas y
otras enfermas, y otros pobres y otras que están al
presente ocupadas con mugeres prençipa-les desta
çibdad y con otras de menor condiçión, y están
preñadas para parir y sy allá agora oviesen de yr,
que las preñadas podrían resçebir algund peligro, en
feto piden que la çibdad escriua a los dichos dotores
los plega por lo ya dicho enbiar a esta çibdad una
buena persona para que aquí las esamine e nombre
[roto] çibdad tal persona para que aquí las aya de
esaminar porque non aya [roto] resçebir fatiga e
costas en lo qual resçeberán merçed.
Visto por los dichos señores lo contenido en la dicha
petiçión ma[roto] que las dichas mugeres parteras y
las otras contenidas en la [roto] petiçión busquen
una buena persona que por ellas ayan de yr a la
[roto] çibdad de Seuilla a los dichos dotores a las
lleuar [roto] la carta que esta çibdad les escriuise
sobre este caso en forma [roto] tenido en su petiçión
porque es cosa justa que las dichas [roto] sean
esaminadas por los dichos dotores o por la persona
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que para ello diputaren, segund el cargo e ofiçio que
tienen donde [roto] quiere y es neçesario que aya
esamen la qual carta se fiso en orden [roto] se dio a
las dichas mugeres para que se enbíe a los dichos
do[roto] las quales mugeres dixeron que ellas tenían
acordado que Pedro Días de Vargas, syndico
procurador desta çibdad que lleua la carta dellas
sobre este caso a los dichos dotores.» (Archivo
Municipal de Jerez de la Frontera (Cádiz). Actas
Capitulares. Años 1500-1505, f. 20r).
¿Qué funciones llevaba a cabo la matrona en la Edad
Media? De manera sucinta, y sobre la base de los
documentos y textos manejados, podemos agruparlas
del siguiente modo:
• Función asistencial.
• Función juridicolegal.
• Función docente.
• Función religiosa.
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Función asistencial
Al igual que sucede en la actualidad, era la más
ampliamente desarrollada. Las más frecuentes eran:
– Asistencia a la embarazada, parto y puerperio.
– Cuidados al niño recién nacido (baño, alimentación...).
– Asistencia a enfermedades propias de la mujer
(hemorragias uterinas, prolapso uterino...).
– Consejos sobre medidas anticoncepcionales
(cocimientos de hierbas, preparados medicinales
variados, etc.).
– Como resultado de sus conocimientos, podían ser
solicitadas para prácticas abortivas. Ello le traería serios
enfrentamientos con la Iglesia.
– Realización de la operación cesárea para la extracción
del feto.
Esta última, la práctica de la operación cesárea, pasaría
a manos de los profesionales de la medicina, los
cirujanos comadrones, a partir del siglo XVI. Los siglos
XVI y XVII serían claves para la consolidación del trabajo
de la matrona, pues, a partir de entonces, la matrona se
encargaría de realizar los partos eutócicos, sin
complicaciones, y los médicos-cirujanos los que
requerían atención quirúrgica.
Los tratados de obstetricia medievales, escritos todos
ellos por médicos, recogen la actividad asistencial de la
partera o matrona. Uno de ellos, titulado Lilio de
Medicina, escrito por Bernardo de Gordonio13, dedica un
capítulo a las "enfermedades propias de la mujer",
donde aparecen referencias al trabajo de la matrona,
señalando algunas características que debía poseer ésta
(«dedos largos»...). De este tratado son las dos
siguientes citas:
Capítulo XIII. «Del descendimiento de la matriz. [...] al
principio provoquen su vómito y tenga dieta caliente
y seca [...]. Después, unte la partera su mano con
aceite de almáciga y si la matriz aparece por fuera,
póngala en su lugar [...]»14.
Portada de la obra del Dr. Juan Alonso y de los Ruyzes de Fontecha
titulada Diez Previlegios para mugeres preñadas, 1606
Capítulo XVI. «Cuando se acerca el parto debe
bañarse la mujer en tina en que haya malvas,
malvavisco, violetas, manzanilla y corona de rey [...].
Escojan una partera que tenga las manos delgadas,
los dedos largos para que dilaten la boca de la
matriz suavemente y cuando rompe aguas hiéndanla
suavemente con las uñas y metan este pesario que
hace ligero el parto sin peligro de aborto» (Bernardo
de Gordonio, Lilio de Medicina)15.
Función juridicolegal
La partera, en estos siglos, actuaba con capacidad
pericial y su palabra era válida ante la Ley con carácter
testificial. Diversos testimonios escritos, de carácter
legal, dan fe del testimonio de la partera en el momento
del parto. Ello era especialmente importante a la hora de
resolver pleitos en los que estaban en juego herencias,
derechos de primogenitura, etc. El siguiente texto de
Alfonso X el Sabio incide en este punto, prohibiendo la
presencia de mujeres preñadas en la sala de partos16:
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«*Otrosí dezimos, que sintiendo la muger en sí
misma tales señales, porque entendiesse que era
cerca el parto, déuelo aun fazer saber a los parientes
otra vez, que la embien a catar, e guardar, si
quisieren. E cuando fuere cuytada por razón del
parto, non deue estar en aquella casa, do ella está,
ome ninguno; mas pueden estar y fasta diez
mugeres buenas, que sean libres, e fasta seys
siruientas, que non sea ninguna dellas preñadas, e
de dos otras mugeres sabidoras, que sean usadas
de ayudar a la mujer» (Alfonso X el Sabio. Las Siete
Partidas. Tercera Partida, Ley XVII).
Esa labor pericial de la partera, actuando como testigo
en los juicios, sería refrendada posteriormente en el
siglo XVI por el monarca Carlos V en su Constitutio
criminalis carolina (1533)17. En ella se establece que:
«La opinión de médicos, cirujanos y comadronas
tenga un valor decisivo en las cuestiones referentes
a sus respectivas profesiones, siempre que fueran
llamadas a declarar ante los tribunales de justicia».
Función docente
El aprendizaje del oficio se hacía directamente junto a
una partera experta y veterana. El oficio de partera se
ejercía habitualmente por tradición familiar o por
relaciones de proximidad. Es frecuente encontrar a
varias generaciones de parteras (madre, hija y nieta), o a
parientes próximos (sobrinas) que aprenden el oficio
desde joven junto a sus familiares ya veteranas, y que
comienzan a sustituirlas paulatinamente, conforme van
adquiriendo formación y destreza, hasta independizarse
por completo.
Desde la Antigüedad, se ha transmitido esta forma de
aprendizaje maestra/alumna. La aprendiz adquiría la
práctica acompañando a su maestra en los partos,
realizando la función de ayudante o auxiliar. Según la
época, la partera debía o no ser examinada por el
Protomedicato, como se ha referido en líneas
precedentes. Recordemos que hasta el siglo XVIII, en
nuestro país, los estudios de matrona no tenían
vinculación alguna con las facultades de medicina.
Función religiosa
Una de las funciones que han caído en el olvido en
nuestro tiempo ha sido la religiosa. No obstante, hay
testimonios escritos en diversos manuales para la
formación de matronas hasta bien avanzado el siglo XX
en donde se recoge esta función.
Consistía en administrar el denominado baptismo sub
conditione –bautismo condicionado– en aquellos casos
de niños asfícticos o deprimidos, tras un parto difícil, o
cuando se preveía la muerte del feto intraútero. Este
bautismo condicionado debía ser confirmado
posteriormente por el cura de la localidad en caso de
que el niño sobreviviese. Disponemos de diversos
testimonios escritos del siglo XVII y posteriores en los
que el sacerdote reprende a la matrona por no
administrar correctamente este sacramento, encargando
al cura de la localidad le enseñase la forma correcta de
hacerlo. El siguiente texto es de San Vicente Ferrer18,
quien alude, precisamente, a la importancia de
administrar el bautismo de urgencia por la partera
(madrina) o sacerdote (prevere):
«*Sexto, quan alguna malastruga de madrina o
prevere, que no la bategen com deuen, que deuen
dir: “Yo te bateyg en nom del Pare e del Fill e del
Sant Spirit, amén”. E no dir: “Yo't bateix en nom del
Pare e de Madona santa Maria e de sent Nicolau”,
etc., que no roman bategada, e via a infern, ella e los
ministres». (Sermón predicado por San Vicente
Ferrer).
[Traducción: «Sexto, cuando alguna descuidada
partera o sacerdote no bautizan a la criatura como
deben, pues deben decir: “Yo te bautizo en nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amén”, y no
que dicen: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y
de la Virgen María y de San Nicolás, etc.”, y así no
reciben el bautismo y van al infierno, la criatura y los
ministros»].
La literatura medieval nos ha transmitido abundantes
testimonios de mujeres que ejercían el arte de partear
junto con prácticas condenadas por la Iglesia (la
hechicería y la magia), las cuales condujeron a no pocas
de ellas a la hoguera. Sirvan de ejemplos La Celestina y
Libro del Buen Amor19, 20. De estas obras son los
siguientes textos:
«Así era tu madre, que Dios haya, la prima de
nuestro oficio, y por tal era de todo el mundo
conocida y querida, así de caballeros como de
clérigos, casados, viejos, mozos y niños. ¿Pues
mozas y doncellas? Así rogaban a Dios por su vida
como de sus mismos padres. Con todos tenía que
hacer, con todos hablaba. Si salíamos por la calle,
cuantos topábamos eran sus ahijados. Que fue su
principal oficio partera diez y seis años». (De la obra
de Fernando de Rojas La Celestina).
«Toma vieja que tenga oficio de herbolera, que va de
casa en casa sirviendo de partera, con polvos, con
afeites y con su alcoholera, mal de ojo hará a la
moza, causará ceguera». (De la obra del Arcipreste
de Hita Libro de Buen Amor).
Mujeres, en definitiva, que ejercieron su trabajo
profundamente marcadas por el contexto social y
cultural que les tocó vivir y realizaron sus labores en
marcos frecuentemente cercanos a la superstición, la
hechicería, la magia y los conocimientos científicos fruto
de su propia experiencia de años de oficio y del legado
recibido de otras con las que, a lo largo de sus vidas,
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tuvieron contacto. Ellas se encargarían de proporcionar
esos cuidados especializados a aquellas mujeres que
tenían cerrada la medicina oficial por falta de recursos
económicos, condicionamientos geográficos, culturales y
otras circunstancias.
CONCLUSIONES
©
18
• El oficio de partera o matrona ha sido ejercido en
exclusividad por la mujer hasta la finalización del periodo
medieval.
• La Historia nos muestra que, desde la Antigüedad y la
Edad Media, la matrona ha venido realizando las
funciones asistencial, juridicolegal, docente y religiosa.
Iba implícita en su trabajo diario la de investigación,
pues debería ir solventando cuantos problemas se les
iba presentando. La asistencial comprendía la atención
al embarazo, parto y puerperio, la educación sanitaria en
temas relativos al proceso reproductivo de la mujer,
consejos para la anticoncepción, cuidados al recién
nacido y la realización de la operación cesárea, entre
otras.
• Los libros que hacían referencia al trabajo de la
matrona en el periodo antiguo y medieval estaban
escritos por médicos, que tenían una formación
universitaria.
• Se constata una doble realidad en la profesión: la de
aquella matrona de buena posición social, reputada y
bien formada, no sólo en su oficio, sino con una cultura
amplia, y la de aquella otra que entre los oficios que
ejercía se encontraba el de partera (hechicera,
alcahueta, etc.).
• Desde finales de la Edad Media, las autoridades han
intentado regular el ejercicio profesional de la matrona.
Fueron los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, los
que obligaron a las matronas a pasar examen para
poder ejercer el oficio.
BIBLIOGRAFÍA
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de la información. Madrid: Ediciones Pirámide, 1987; 9.
2. Riu M. Textos comentados de época medieval. Barcelona: Editorial
Teide, S.A., 1979.
3. Santos Otero A. Los evangelios apócrifos. Madrid: Biblioteca de
Autores Cristianos, 1991; 1.
4. La Biblia. Barcelona: Editorial Herder, S. A. Círculo de Lectores,
1975; 39-40.
5. Ibídem, p. 40.
6. Ibídem, p. 53.
7. Ibídem, p. 53.
8. Obra citada. Los evangelios apócrifos, p. 200-201.
9. Ibídem, p. 257-258.
10. García Martínez MJ, García Martínez AC. Fechas claves para la
historia de las matronas en España. Híades 1999; 5-6: 246.
11. García Martínez AC, García Martínez MJ, Valle Racero JI. La
imagen de la matrona en la Baja Edad Media. Híades 1996/97; 34:79.
12. Archivo Municipal de Jeréz de la Frontera (Cádiz). Actas
Capitulares, años 1500-1505; folio 20r.
13. Gordonio B, Lilio de Medicina. Estudio y edición de Brian Dutton y
M.ª Nieves Sánchez. Colección Fuentes de la Medicina Española,
bajo la dirección de M.ª Teresa Herrera. Madrid: Editorial Arco/Libros,
S.A. Vol. II, 1990.
14. Ibídem, pp. 77-78.
15. Ibídem, p. 1514.
16. Las Siete Partidas del Sabio Rey Don Alfonso X, glosadas por el
Licenciado Gregorio López, del Consejo Real de Indias de S. M. Tomo
III. En la oficina de D. León Amarita. Madrid, 1830. Tercera Partida,
Ley XVII.
17. Citada García Martínez MJ, et al. Fechas claves para la historia
de las matronas en España. En Híades. Revista de Historia de la
Enfermería, n.º 5-6. Alcalá de Guadaíra (Sevilla), 1999, p. 247.
18. San Vicente Ferrer, Sermones. Edición a cargo de Gret Schib,
vol. V. Barcelona: Editorial Barcino, 1984; 250.
19. Rojas F de. La Celestina. Edición de Bruno Mario Damiani.
Madrid: Ediciones Cátedra, S.A., n.º 4., 1979, p. 157.
20. Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor. Colección Odres Nuevos.
Versión de María Brey Mariño. Madrid: Editorial Castalia, 1982; 9.
Ilustraciones
Las ilustraciones que acompañan al trabajo han sido extraídas de las
obras:
– Sánchez Arcas R. El parto a través de los tiempos (contribución al
estudio iconográfico de la parturición). Madrid: Laboratorios Vekar,
S.A., 1955.
– De los Ruyzes de Fontecha, Juan Alonso, Diez privilegios para
mugeres preñadas. Alcalá de Henares, Imprenta Luys Martynez
Grande. Año 1606. Biblioteca Nacional de Madrid.
Correspondencia
Manuel Jesús García Martínez
hiades@arrakis.es
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