Nuevos hallazgos de invertebrados en el Jurásico de la Argentina

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Nuevos hallazgos de invertebrados
en el Jurásico de la Argentina
Gallego, Oscar F.1 - Rinaldi, Silvia A.1 - Martins Neto, Rafael G.2
1. Paleontología - Facultad de Cs. Exactas y Naturales y Agrimensura - UNNE.
Av. Libertad 5450 - (3400) Corrientes - Argentina.
Area Paleontología - Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL) - CONICET.
Ruta 5 Km. 2,5 - C.C. 128 - (3400) Corrientes - Argentina.
Tel./Fax: +54 (03783) 454417 - E-mail: ofgallego@hotmail.com
2. Sociedade Brasileira de Paleoartropodologia - SBPr / PPGEO-UNISINOS.
Rua Arnaldo Vitaliano 150, apto 81 - 14091-220 - Ribeirão Preto - SP - Brasil.
E-mail: martinsneto@terra.com.br
ANTECEDENTES
El periodo jurásico (desde aprox. 140 a 205 millones de años atrás) es un importante momento en la historia de nuestro
planeta. Este muestra los pasos iniciales en el desmembramiento del supercontinente Pangea, evento que dispuso una
nueva distribución de los océanos y continentes. Este nuevo ordenamiento produjo un fuerte impacto en las condiciones
climáticas de los continentes junto con la aparición de nuevas barreras geográficas que influyeron sustancialmente en la
evolución de la biota durante este periodo de tiempo. El Jurásico muestra dramáticos cambios en los ecosistemas y una
mayor diversificación de muchos grupos importantes de animales y plantas. El conocimiento de la biota jurásica
resulta fundamental para permitirnos comprender la evolución e impacto que produjo este suceso en la historia de
nuestro planeta.
Las sedimentitas continentales jurásicas de la Argentina afloran principalmente en la Patagonia Argentina, en el Macizo
del Deseado y Gran Bajo de San Julián (Provincia de Santa Cruz) y en el Chubut extraandino (en la provincia
homónima). La presencia de invertebrados en estas sedimentitas se conoce desde principios de siglo, los autores que
trataron el tema ya fueron ampliamente citados por Gallego y Rinaldi (2001a); pero es a partir de los aportes de Tasch y
Volkheimer (1970), Vallati (1986) y Gallego (1994) que se comienza a tener una dimensión exacta sobre la diversidad
de estas faunas. Además, de remarcar la importancia de nuestros yacimientos, ya que se conoce muy poco sobre este
período en todo el hemisferio sur.
Con excepción de los trabajos sobre conchóstracos y uno sobre moluscos-bivalvos (Morton y Herbst, 2002), no existen
otros donde se describan insectos u otros invertebrados continentales jurásicos. En varias contribuciones se cita su
presencia y sólo en dos se menciona en forma detallada los probables grupos de insectos y crustáceos presentes; ambas
de la Formación La Matilde (Jurásico Medio) en la provincia de Santa Cruz (Martins Neto y Gallego, 1994, 1999).
La abundancia de registros (referido al número de localidades fosilíferas) de esta fauna dentro de los escasos hallazgos
jurásicos del hemisferio sur, realza su importancia, ya que además se trata de uno de los más importantes de Sudamérica
(aunque se conocen faunas de Brasil; y otras pobremente estudiadas y menos numerosas de Venezuela, Colombia,
Uruguay, etc.). En el resto del hemisferio sur, con excepción de la abundante fauna de conchóstracos y de algunos
insectos de la Antártida, solo se conocen unos pocos registros en África e India. El objeto de esta contribución es dar a
conocer algunos hallazgos, todavía inéditos, referidos a insectos y conchóstracos.
MATERIALES Y METODOS
Los materiales en estudio se encuentran depositados en la Colección de Paleozoología de la Facultad de Ciencias
Exactas y Naturales y Agrimensura de la U.N.N.E. Estos provienen, como ya se mencionó anteriormente, de dos
grandes regiones de la Patagonia argentina: el Macizo del Deseado en la Provincia de Santa Cruz, donde se pueden
mencionar como áreas más representativas, el Gran Bajo de San Julián (donde se encuentran por lo menos siete
localidades fosilíferas) y Bahía Laura (con cinco localidades) y el Chubut Extraandino en la provincia homónima
(también con varias de localidades fosilíferas, Cañadón Lahuincó, Colan Conhué, Cerro Cóndor (Cañadón Miyanao,
Cañadón Los Loros) y Cerro Bayo, etc.). Tanto en el Gran Bajo de San Julián como en Bahía Laura, los niveles con
conchóstracos provienen de la Formación La Matilde (Jurásico Medio); por otra parte en el Chubut Extraandino los
estratos que portan la fauna de conchóstracos corresponden a la Formación Cañadón Asfalto (Jurásico Superior). Es
necesario destacar que, si bien, los materiales de varias de estas localidades (aproximadamente cinco de ellas) ya fueron
descriptos en trabajos anteriores (Tasch y Volkheimer, 1970; Vallati, 1986, Tasch, 1987 y Gallego, 1994) un buen
número de ellas son aún inéditas en cuanto a su contenido paleontológico, particularmente referido a los grupos de
"invertebrados" aquí tratados. Desde el punto de vista metodológico, en los estudios taxonómicos y análisis de las
faunas jurasicas de conchóstracos se sigue el esquema clasificatorio de Chen y Shen (1985).
DISCUSION DE LOS RESULTADOS
En Gallego y Rinaldi (2001a) se expresa que la fauna de conchóstracos jurásicos está compuesta por una especie de la
Familia Palaeolimnadiopseidae, cinco especies de la familia Euestheriidae y ocho especies de “lioestheridos” (sensu
Tasch, 1969) o pertenecientes a la Familia Fushunograptidae (sensu Chen y Shen, 1985). También que algunas de estas
especies (Cyzicus (Euestheria) taschi, C.E. sp. 1, C. (Lioestheria) patagoniensis y C. (L.) malacaraensis) son asignadas
provisionalmente por Shen (1994) y Gallego y Covacevich (1998) a la familia Eosestheriidae. En una revisión todavía
preliminar de la fauna de la Fm. Cañadón Asfalto (Chubut) se confirma esta asignación (provisional) para C. (E.) taschi.
Las propuestas de asignación de especies jurásico-cretácicas sudamericanas a la Familia Afrograptidae se vieron
modificadas, debido a la reciente revisión de la misma en Shen et al. (2002), donde se vuelve a la tradicional diagnosis
de Novozhilov (1957). Por lo tanto formas, como C. (E.) volkheimeri y otras especies (Cyzicus? codoensis, Migransia
ferrandoi, sólo por la presencia de cuentas o "beads" sobre sus líneas de crecimiento no pueden ser asignadas a la
Familia Afrograptidae. Entre los nuevos hallazgos, se presenta informalmente una nueva especie, Eosolimnadiopsis sp.
nov. perteneciente a la familia Palaeolimnadiopseidae y subfamilia Asiolimnadiopseinae (Gallego y Rinaldi, 2001b),
especie con afinidades laurásicas.
Los insectos hallados comprenden basicamente los órdenes Coleoptera y Heteroptera, los primeros en su mayoría
representados por sus élitros y los últimos por sus cuerpos, en grados variables de preservación. Hasta el momento, solo
se conocen dos fragmentos de alas, una atribuible al Orden Auchenorrhyncha y otra posiblemente al Orden Trichoptera.
Con excepción de algunos coleópteros del grupo Caraboidea (terrestres) y del fragmento de ala de Auchenorrhyncha,
todos los elementos son acuáticos. Dentro de los Heteroptera, por lo menos seis nuevas espécies y tres nuevos géneros
estan representados y entre los Coleoptera, se han registrado ocho nuevos generos y nueve especies nuevas. Debemos
resaltar que este material es inédito para todo el Hemisferio Sur y que consiste en el registro más abundante conocido
hasta el presente. En el estado actual del conocimiento, unos pocos especímes fueron descriptos para la Antártida,
Australia, India, Africa, Tailandia y Nueva Zelandia (el registro en Brasil y Chile es virtualmente desconocido) en
contraste con los cientos de especímenes descriptos para el Hemisferio Norte, sobretodo para Europa y Asia.
Se encuentran en estudio restos asignados a “capullos de tricópteros” procedentes de dos localidades jurásicas de la
Patagonia, y a las formaciones La Matilde (Jurásico Medio – Calloviano, Gran Bajo de San Julián, Santa Cruz) y
Cañadón Asfalto (Jurásico Superior, Cerro Cóndor, Chubut). En Paleontología, estos restos son estudiados por la
icnología, ya que no son restos del organismo sino de su actividad. Estos insectos cuyas larvas son acuáticas, se
caracterizan por construir una cápsulas protectoras de forma cilindro-cónica, adhiriendo a un seda por ellos elaborada
granos de arena, pequeños clastos, restos vegetales, fragmentos de valvas de ostrácodos y conchóstracos. Los capullos
estudiados presentan como elementos constructores principalmente fragmentos de valvas de conchóstracos, y
secundariamente restos vegetales y materia inorgánica. Provisoriamente se han asignado al ichnogénero Conchindusia
isp.. Este material constituye la segunda cita de capullos fósiles de tricópteros para la Argentina y la tercera para
Sudamérica. Es destacable que la edad jurásica media de los capullos de Santa Cruz los ubica junto con ejemplares de
Mongolia y Siberia, como el registro más antiguo para estas trazas fósiles. Los capullos construidos con valvas de
conchóstracos no registran análogos modernos y eran conocidos hasta el momento sólo del intervalo Jurásico SuperiorCretácico Inferior de Asia y Europa. Los capullos de tricópteros jurásicos y cretácicos tempranos conocidos provienen
mayormente de lagos relativamente extensos y poco profundos, de aguas cálidas y abundante materia orgánica (Genise
et al. 2002).
CONCLUSIONES
Entre los recientes hallazgos se destacan los “capullos de tricópteros”, fósiles que permitirán realizar nuevas inferencias
relacionadas a los paleoambientes que se desarrollaron en las respectivas áreas de procedencia. También, este hallazgo
se destaca desde el aspecto paleobiológico ya que se encuentran entre los capullos más antiguos identificados hasta el
momento.
La presencia de una especie que muestra estrechas relaciones con formas asiáticas, reafirma ideas previas y marca un
continuo en las relaciones entre Laurasia y Gondwana desde el Triásico hasta el Jurásico por lo menos para la Patagonia
Argentina (Gallego, 1998). Esto se ve sustentado por otros grupos taxonómicos como ostrácodos, carófitos y
palinomorfos donde se comparten especies entre el Aptiano-Albiano de Brasil y la Patagonia argentina (Musacchio et
al., 1996 y Musacchio, 2001). Según estos autores (Musacchio et al., 1996; Musacchio, 2001), estos microfósiles
evidencian varios cambios en las relaciones biogeográficas entre la Patagonia argentina, Brasil y el Hemisferio Norte,
debido a tres episodios sucesivos de aislamiento e intercambio faunístico desde el Jurásico Medio hasta el Cretácico
Inferior. Las faunas de conchóstracos jurásico-cretácicas de Argentina y Uruguay, no contradicen por el momento esta
hipótesis y por el contrario la refuerzan (Gallego, 2002).
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