Déficit hidrológico en la agricultura del sur-oeste de Córdoba. Posibilidades de adaptación a partir del uso de riego. Wehbe Mónica B y Diego S Tello Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Río Cuarto mwehbe@eco.unrc.edu.ar Ruta Nacional Nº36 km 601 Código Postal 5800 – Río Cuarto- Córdoba Teléfono: 54 358 4676 560 Resumen La problemática en torno a la escasez del recurso agua es cada vez más percibido por la sociedad y los conflictos en torno a su uso se reproducen desde las escalas locales a la global. De hecho, se han definido hasta el momento, nueve variables que podrían afectar la resiliencia a escala planetaria. Específicamente, el cambio climático, el cambio en el uso del suelo y el uso del agua dulce son variables, que aunque definidas para diferentes escalas espaciales, determinan la resiliencia de sistemas socio-ecológicos específicos, dada su elevado grado de interdependencia. En este contexto y en función de la creciente demanda de productos agrícolas como de las recurrentes pérdidas ocasionadas por las sequías en su producción es que va extendiéndose el uso del riego. Sin embargo, la demanda de agua dulce crece para diferentes usos, y advierte sobre la necesidad de un manejo del recurso que exceda y, a la vez, no desconozca los requerimientos de la producción agrícola. Este es el caso de la producción agrícola del Sur de Córdoba, donde se perciben, por una parte, un significativo cambio en el uso del suelo, y, por otra, una creciente aunque lenta expansión en el uso del riego en cultivos extensivos. En este trabajo se aborda como caso de estudio la disponibilidad y uso del agua en la cuenca del río Cuarto, Córdoba, con el objetivo de plantear la problemática y delinear los principales requerimientos para su manejo en el caso que se amplíe la difusión del riego como mecanismo de adaptación a las sequías. Sustentado en la metodología de la resiliencia de los sistemas socio-ecológicos, se procede a enumerar las diferentes etapas de la trayectoria histórica del sistema, la identificación de la variable que podría estar definiendo su resiliencia, la posibilidad y causas de reducción en la oferta hídrica, los potenciales conflictos entre diferentes usuarios del recurso, así como sugerir opciones para su manejo. Se trata de un estudio descriptivo que bien puede ser aplicado a diferentes contextos, siempre que se consideren como sistemas complejos y dinámicos. Los resultados apuntan a la necesidad de un manejo del recurso agua teniendo en cuenta no solo sus usos alternativos sino también las escalas temporales, espaciales y jurisdiccionales que determinan su disponibilidad y manejo. Código del eje temático: 2 Eje temático: Problemáticas ambientales en el ámbito rural. Déficit hidrológico en la agricultura del Sur-oeste de Córdoba. Posibilidades de adaptación a partir del uso de riego. M B Wehbe y D S Tello Fac.de Ciencias Económicas, U N de Río Cuarto 1. Introducción La problemática ambiental, en general, y la disponibilidad y manejo del recurso del agua dulce, en particular, es cada vez más percibido por la sociedad (MA, 2005). Específicamente, en regiones semiáridas con alta variabilidad climática, el problema de la disponibilidad del agua dulce de calidad para satisfacer las diferentes actividades humanas adquiere cada vez mayor importancia a medida que aumenta su demanda. Este crecimiento en la demanda por el recurso agua es consecuencia del propio crecimiento poblacional, el crecimiento de la producción de bienes y servicios, urbanos, industriales y agropecuarios. Por su parte, la provisión a dicha demanda depende, además, de factores financieros y tecnológicos, de la disponibilidad del recurso y su variabilidad en diferentes escalas temporales (e.g. variaciones en las precipitaciones intra e inter anuales y cíclicas que pueden producir situaciones de sequía) y espaciales. En este último caso importan no solo el patrón de precipitaciones en un área determinada, sino también el manejo que se hace del ecosistema y que terminará afectando al ciclo del agua. La combinación de ambos factores, demanda y oferta, hacen del recurso agua uno que representa distintos desafíos y variedad en su percepción, en función del ambiente particular donde se analice y de las actividades o servicios que dependen de él y por lo tanto requiere de opciones de manejo apropiadas a cada realidad. Si bien se trata de procesos de la escala global, su mayor impacto y, por lo tanto, su necesidad de manejo están asociados a escalas espaciales más reducidas. A escala global, del stock total de agua del planeta solo el 2,53% es agua dulce, de la cual gran parte está en forma de hielo en los glaciares continentales, la Antártida y Groenlandia. Sin embargo, del total disponible, el hombre solo utiliza en la actualidad un 10 %, la cual en su mayor parte es un recurso renovable. Esto indicaría que, en términos absolutos, la escasez de dicho recurso no es posible (Gleick y Palaniappan, 2010). El problema radica en que su distribución es muy desigual a escala espacial y temporal, al igual que su consumo. Es por ello que existen zonas donde, sea por cuestiones de oferta como de demanda, dicho recurso se torna escaso como en las zonas más áridas y semiáridas del planeta, o en aquellas con altas tasas de crecimiento poblacional y económico en las cuales no solo se incrementa el uso del agua sino que se afectan los ecosistemas de los cuales depende el ciclo hidrológico. Adicionalmente, las elevadas tasas de desnutrición y el crecimiento poblacional presionan al alza en los precios de los alimentos, contribuyendo con la expansión de la producción agrícola. Del uso total de agua dulce, un 70 % se destina al riego agrícola en la actualidad y su tasa de crecimiento es mayor a la del crecimiento de la población. La agricultura compite por su uso con el de la industria (20 %) y el uso municipal (10 %) (Falkenmark y Rockström, 2004). Solo un 20 % de la superficie cultivada a escala mundial utiliza riego suplementario, proveyendo un 40 % del total de alimentos producidos (FAO, 2002). El resto de la producción de alimentos descansa en el aprovechamiento de las precipitaciones y humedad del suelo, constituyendo asimismo una importante fuente de consumo de agua. A futuro, satisfacer la creciente demanda de alimentos significará una mayor presión para la utilización de agua dulce para su producción y, por lo tanto, una creciente competencia con otros usos. En particular, la región del Sur de Córdoba (Argentina) puede ser considerada como un sistema socio-ecológico de base económica agrícola, caracterizado por la presencia de tres cuencas hidrográficas principales: la del Río Quinto, la del Río Carcarañá y la de los Arroyos Menores (Cantero et al., 1998), con un régimen de precipitaciones y temperaturas correspondiente a un hidroclima semiáridosubhúmedo. La ubicación de los conglomerados urbanos a lo largo de los ríos y la conformación económica productiva de base agropecuaria, la cual reemplazó la cubierta natural del suelo, sugiere que la dinámica de este sistema a lo largo del tiempo ha estado definida por el régimen de precipitaciones, la evolución demográfica, las actividades productivas y el consecuente cambio en el uso del suelo (IDR, 1996). Pero, a excepción de falta de precipitaciones sobre un área y por un periodo de tiempo, no se ha percibido aún una crisis ambiental, devenida de la escasez de agua dulce, que modifique sustancialmente la estructura y el funcionamiento de la misma, lo cual hubiese requerido de un manejo específico de la problemática. La agricultura de secano tampoco ha constituido un problema desde la demanda, aunque se ve perjudicada recurrentemente por la presencia de sequías agronómicas. Esto justificaría la existencia de una legislación nacional y provincial que, de manera general, regula el manejo del recurso agua, y no, de experiencias concretas a escala local. Tampoco existen una variedad de opciones para el manejo del riesgo sequía en la principal actividad de la región, el mercado de seguros es prácticamente inexistente y solo queda apelar, en casos extremos, al mecanismo de de Emergencia Agropecuaria (Wehbe et al., 2008). Sin embargo, los impactos esperados debido al cambio climático o un retorno al régimen de menores promedios anuales de precipitaciones, tal como ocurrió en la primera mitad del siglo XX (Viglizzo y Frank, 2006), a la vez del crecimiento de la ganadería y de cultivos de cosecha, y la posibilidad de reducir las pérdidas por variación en los rendimientos a partir de la incorporación masiva de riego suplementario, podrían constituir disturbios que alteren la estructura y funcionamiento del sistema, requiriendo, como en otras partes del mundo, de una gestión integrada del recurso agua a escala local. El objetivo de este trabajo consiste en plantear los potenciales conflictos entre la disponibilidad y uso del agua en sus diversas escalas y niveles, aplicando el marco analítico de la resiliencia de los sistemas socio-ecológicos en el caso específico de la subcuenca del Río Cuarto en el Sur-Oeste de la Pcia. de Córdoba, Arg. Como en el resto de la región, esta área se caracteriza por una marcada amplitud intra e inter anual de las precipitaciones, una creciente competencia por usos alternativos del agua dulce y la necesidad de un mayor conocimiento en relación al ciclo hidrológico, para evitar a futuro una crisis que ponga en peligro la resiliencia del sistema. Por lo tanto es nuestra intención aportar al estudio de la problemática desde la perspectiva del manejo del recurso para el mejor aprovechamiento humano junto al mantenimiento de las funciones del agua como reguladora de los ecosistemas. 2. La Resiliencia de los Sistemas Socio-Ecológicos y la problemática del agua La resiliencia de los sistemas socio-ecológicos (SSE) se define como la capacidad de un sistema de experimentar shocks mientras retiene esencialmente las mismas funciones, estructura, retroalimentaciones y, por lo tanto, su identidad. Esta estructura y funciones de los sistemas cambian a lo largo del tiempo como resultado de dinámicas internas e influencias externas en una sucesión de fases: crecimiento, conservación, liberación –o crisis- y reorganización. Estas dos últimas fases aparecen como consecuencia de un disturbio. Un sistema, entonces, es resiliente cuando su ‘estado’ de partida no difiere significativamente del de llegada, luego de haber atravesado las cuatro fases del ciclo adaptativo (Walker et al., 2006). El ‘estado’ de un sistema en un momento dado puede ser definido por el valor de las variables que constituyen el SSE. La interacción del conjunto de estas variables clave determina la dinámica del sistema y deben ser las de interés directo de los tomadores de decisiones, quiénes frecuentemente se enfocan en las variables rápidas. Sin embargo, las variables pueden operar a diferentes escalas: tasas lentas o rápidas en el tiempo y pequeñas o grandes en el espacio. En un ecosistema, las variables que controlan al sistema tienden a cambiar a tasa muy lenta o a cambiar muy poco, mientras que en un sistema social, las variables clave pueden cambiar muy rápidamente (e.g. tecnología), o lentamente (e.g. cultura). Es por ello que un SSE necesita de un manejo apropiado que permita mantener aquella interacción de variables que le dan estabilidad (ibid; Cash et al., 2006). El ciclo del agua dulce es considerado uno de los ciclos bio-geo-químicos más importantes que determinan la resiliencia del sistema Tierra. Los restantes son el ciclo del nitrógeno, el del fósforo y el del carbono. Estos ciclos está interconectados, en el sentido que el desequilibrio de uno de ellos puede causar un colapso en la totalidad del sistema, pero además se relacionan directamente con los sistemas de circulación físicos (el sistema clima, el de la estratosfera y el de los océanos) y con las características propias de la Tierra: biodiversidad y suelos. Así se define al conjunto como determinantes de la resiliencia a escala planetaria, en expresa referencia a aquellos procesos más “lentos” que actúan como sumideros y fuentes de carbono y que regulan los flujos de agua, nutrientes y minerales (Rockström et al., 2009). Por todo ello, la disponibilidad y uso del agua dulce es un tema cada vez más preocupante, fundamentalmente por su complejidad e interrelaciones. En las regiones de la Tierra donde el promedio de precipitaciones es escaso y donde las temperaturas son mayores, la escasez de agua dulce está relacionada con su oferta, aunque no exclusivamente. La FAO sostiene que el concepto de escasez de agua dulce tiene dos lecturas. Primero, en términos absolutos, depende del ciclo del agua en una zona particular, sea agua superficial o subterránea disponible para el ser humano. Pero además, esta escasez tiene su componente relativo y dinámico. Es relativo en tanto depende de la disponibilidad de agua dulce de calidad respecto de la demanda, del acceso de los distintos usuarios y de la falta de infraestructura adecuada. El dinamismo lo impone la creciente demanda o las posibilidades de respuestas adaptativas (FAO, 2010). En todo caso, la variación en la disponibilidad intra e interanual del recurso, cambios en el uso del suelo que afecten el ciclo del agua y el cambio climático harán que su disponibilidad, uso y acceso efectivo resulten cada vez más onerosos (ver “peak water” en Gleick y Palaniappan, 2010) en muchas regiones del mundo. En zonas áridas o semiáridas, donde la posibilidad de realizar agricultura de secano puede, al mismo tiempo, disponerse del recurso agua para el desarrollo de la población, sus núcleos urbanos, un cierto nivel industrial y continuar proveyendo a la existencia de un ciclo hidrológico que permita al sistema mantenerse en aquel estado “deseado”. Sin embargo, cuando el recurso de agua dulce es escaso en términos de su disponibilidad, la presión por el lado de la demanda agudizará la escasez relativa. En un sistema socio-ecológico con estas características el ciclo del agua constituye una, sino la más importante, de las variables “lentas” que pueden brindar estabilidad o resiliencia al sistema frente a perturbaciones externas. El ciclo del agua es en la actualidad uno de los ciclos más afectados por el hombre y sus actividades, y resulta asimismo el origen de una de las mayores amenazas para la resiliencia de los SSE debido a: 1) la pérdida de humedad de los suelos por la degradación y deforestación, que afecta a la producción de biomasa (e.g. alimentos) y el secuestro de carbono; 2) el uso de y cambio en los volúmenes de escorrentía que afecta a la oferta de agua para uso humano y para el mantenimiento de los ecosistemas acuáticos; y 3) los impactos sobre la regulación del clima, debido a la disminución en los flujos de vapor que reduce el patrón de precipitaciones a escala local y regional (Rockström et al., 2009). De esta manera se requerirían de un 90% de flujos de agua verde (i.e. humedad contenida en suelos y plantas) para sostener los servicios ecosistémicos críticos (e.g. agricultura de secano) y entre un 20 y un 50% del promedio anual de flujos de agua azul (i.e. ríos, lagos, humedales y acuíferos) para sostener el funcionamiento de los ecosistemas acuáticos (Falkenmark y Rockström, 2004). Como se indicó al principio de esta sección, la resiliencia del SSE frente a diversas perturbaciones dependerá de su ‘adaptabilidad’ o manejo y del reconocimiento de las diferentes escalas en que transcurren los procesos sociales y los ecológicos. Esto es, la capacidad de los actores de un sistema de manejar esta resiliencia requiere de innovación, acuerdos respecto de qué hacer, y una combinación de opciones en términos de acceso al capital natural, recursos financieros e infraestructura. También es necesario un sistema de governance que cree las condiciones para establecer reglas, instituciones informales y una acción colectiva tendiente a su consecución (Biggs et al., 2010). Pero fundamentalmente será necesario reconocer que muchos de los problemas que enfrentan las sociedades modernas para manejar los recursos naturales (permitir la resiliencia de los SSE) tienen lugar debido a la incongruencia entre las escalas en que se define el manejo y las escalas de los procesos ecológicos que son o tratan de ser manejados. Las incongruencias entre escalas de manejo ocurren cuando la escala de variación ecológica y la escala de la organización social sobre la que recae la responsabilidad del manejo están alineadas de tal forma que una o más funciones del SSE son interrumpidas, u ocurren ineficiencias o se pierden algunos de los componentes del sistema (Cumming et al., 2006). Esta situación conduce a una pérdida de resiliencia del sistema haciéndolo más vulnerable a un disturbio. El problema de las incongruencias entre escalas, no solo deviene de sus múltiples dimensiones (i.e. espacial, temporal, jurisdiccional, de proyecto, institucional de redes, de conocimiento, entre otros) sino que cada escala presenta, además, distintos niveles. A modo de ejemplo, la escala jurisdiccional, generalmente asociada a formas de manejo sectoriales y centralizadas, contiene unidades políticas (niveles) que van desde localidades, departamentos, provincias, nación… Es decir, al igual que un SSE se encuentra ‘anidado’ en jerarquías superiores, su manejo eficiente implica conocer cada escala y sus niveles, así como las interacciones entre dichas escalas y niveles (Cash et al., 2006). Específicamente en el caso del recurso agua se requiere considerar no solo el recurso individualmente sino el conjunto del SSE que depende de él, como el uso de la tierra y otros recursos relacionados. El equilibrio de todas estas variables dependerán de un manejo integrado de la cuenca y así se definirán las posibilidades de satisfacer la creciente demanda por su uso y/o la mayor o menor escasez derivada de las propias condiciones climatológicas (Hoff, 2010). El enfoque de la resiliencia de los SSE permite identificar las variables lentas que dan estructura y definen las funciones en dicho sistema, evaluar los umbrales de aquellas variables y ofrecer respuestas de manejo que impidan al sistema caer en un estado no deseable. El ciclo hidrológico junto a determinantes socioeconómicos confiere características particulares, a escala subnacional o local, en cuanto a disponibilidad, acceso y dinámica del agua dulce necesaria tanto para el desarrollo humano como para el propio funcionamiento de los ecosistemas. Es por ello que este trabajo se centra principalmente, en un enfoque de sistemas socio-ecológicos para el mejor aprovechamiento de dicho recurso, especialmente en lo que implica su uso agrícola y sus posibilidades de manejo tal que permitan ambos, el uso del recurso para el desarrollo humano sin comprometer la base del ecosistema donde este desarrollo tiene lugar. Específicamente, nos concentraremos en la definición del sistema, la determinación de la/s variable/s lenta/s y las opciones y contradicciones presentes en el manejo del recurso agua, siguiendo la metodología propuesta por la Resilience Alliance (Resilience-Alliance, 2007), en una escala de análisis considerada apropiada en términos del ciclo hidrológico, que es aquella asociada a una divisoria de aguas y una particular cuenca hidrológica (Falkenmark y Rockström, 2004). 3. El caso de estudio: la cuenca hidrológica del río Cuarto El primer paso en un análisis de resiliencia de los sistemas socio-ecológicos consiste en definir, aunque sea arbitrariamente, los límites de dicho sistema (Resilience-Alliance, 2007). Si se considera como área de estudio a la región del Sur de Córdoba, es probable que se necesite definir un sistema bastante amplio que incluya varios departamentos de la provincia y seguramente alguno/s de otras provincias limítrofes. Esto es, los límites jurisdiccionales en general no coinciden con los límites de un ecosistema particular y en el caso específico de un análisis de agua dulce en esta área de estudio incluiría además, el análisis de más de una cuenca hidrológica. A los efectos de este trabajo, que pretende ser más descriptivo que analítico, se podría limitar a definir como el sistema socio-ecológico de estudio al área que comprende solamente la sub-cuenca hidrológica del río Cuarto, perteneciente a la cuenca del río Carcarañá (en adelante y por razones de simplificación, cuenca del río Cuarto) y solo se considerarán cuestiones asociadas a volúmenes y no calidad del recurso. La cuenca del río Cuarto se origina en las sierras de Comechingones donde afloran rocas de basamento ígneo-metamórfico, con una pendiente importante (cuenca alta). Está formada por los ríos: Piedra Blanca, Las Cañitas, Las Tapias, La Invernada y Alpa Corral-Río Seco. A partir de la confluencia del Río Seco con el Cuarto, el cauce es único sin afluentes hasta los “Bajos del Saladillo”. En la llanura el material aflorante es de origen eólico y fluvial (cuenca baja). La superficie total del sistema así definido es de 249.600 has., con 78.000 has de sierras. La longitud total de cursos involucrados es de 550 km. La cuenca es fundamentalmente activa en la estación lluviosa (primavera-verano). En la cuenca media y baja, su área circundante está aplicada al uso agropecuario. En la cuenca alta (área serrana), la vegetación natural está definida en pisos, que en altura crecientes son el “pastizal serrano”, “romerillos”, “bosque serrano degradado” y “montes arbustivos de espinillos”, aunque está modificada en gran parte por la actividad ganadera, y la forestación con especímenes exóticos (Cantero et al., 1998). La dinámica de este sistema a lo largo del tiempo ha estado definida por el régimen de precipitaciones, el uso del suelo, y la evolución demográfica y de las actividades productivas. Específicamente en cuanto a la clasificación climática de la región del Sur de Córdoba, ésta es la de un área templada semiárida-sub-húmeda, presentando una amplia variación estacional y eventos climáticos extremos. Las condiciones de temperatura y precipitaciones, son dos de las variables que condicionan el régimen hidrológico en la cuenca del río Cuarto. El promedio de precipitaciones durante el año es de 700 mm y la mayoría ocurre entre los meses de septiembre a marzo. La variación inter-anual puede producir situaciones de sequía de diferente frecuencia y severidad. Este régimen de precipitaciones afecta el balance de humedad en los suelos, la recarga del agua subterránea y, por supuesto, al sistema hidrográfico superficial. La variación inter anual está asociada con el fenómeno del Niño, el cual refiere a las interacciones atmosféricas y oceánicas en el Pacífico tropical y afecta los patrones de variabilidad en las precipitaciones caracterizado por dos eventos: uno cálido, asociado en nuestra región con una mayor probabilidad de lluvias por arriba del promedio; y uno frío, cuya señal es mucho mayor y causa una muy significativa reducción en las precipitaciones (Gay y otros, 2006). En este contexto, la producción de cultivos de cosecha en la región estudiada se ha visto afectada por condiciones de sequía de distinta duración y severidad. En un análisis realizado para el período 1976/2010, se han detectado 11 situaciones de sequía (caracterizadas a partir del índice estandarizado de precipitaciones, ISP), las cuales impusieron pérdidas de rendimientos en los principales cultivos del departamento Río Cuarto. Dichas pérdidas fluctuaron entre 59% y 13%, en el caso del cultivo de soja y entre 79% y 9% en maíz. Se ha calculado que el riesgo de sequía en los últimos 15 años ha sido de 7,5% y ,5%, respectivamente. Esto significa que cada 13 años se pierde una campaña entera de soja y cada 10 años, una de maíz, manifestando serios problemas frente a la pérdida de capacidad de diversificación que representa la agriculturización y profundización de la monocultura de soja. Un mecanismo para el manejo de dicho riesgo y que aún no se ha extendido en la región lo constituye el uso del riego suplementario (Wehbe et al., 2011). En lo que sigue se analizan las posibilidades y restricciones para la expansión del riego suplementario en la cuenca del río Cuarto. 3.1 La cuenca del río Cuarto como sistema socio-ecológico En este estudio simplificado se considera como variable clave, esto es la variable que define la resiliencia del sistema, al ciclo hidrológico en la cuenca del río Cuarto. La resiliencia de este sistema dependerá, entonces, del impacto que pueda causar un disturbio (e.g. disminución del régimen de precipitaciones) que afecten dicho ciclo. Podría así definirse un umbral de precipitaciones por debajo del cual se produciría una crisis que conduzca al sistema a un “estado” diferente del actual y que pudiera resultar en un estado “no deseado”. A continuación se describe sucintamente la evolución del sistema en los últimos cien años, para lo cual se recurre a una breve descripción del horizonte temporal, que incluye variables asociadas a la demanda y a la oferta de agua en la cuenca, identificando disturbios provenientes tanto del contexto político-institucional como del contexto natural. La distribución primaria de los asentamientos humanos post coloniales se asocia a la presencia de fortines utilizados en la Campaña al Desierto, los cuales fueron ubicados en función a la disponibilidad de agua superficial. Con el advenimiento de la actividad ganadera y luego la agricultura de secano se consolida un sistema socioeconómico, de características urbano-rural, que depende fuertemente del medio físico. En esta articulación, la disponibilidad y el manejo del recurso agua han provisto al sistema de una estructura y funciones que le son propias. En esta evolución podemos distinguir diferentes etapas definidas, en primer lugar por el contexto político-económico nacional, y, además, por las características locales de aquellos procesos. De hecho el ambiente natural local condiciona aquella evolución en virtud de la relación sociedad-ecosistema, conformando un particular sistema socio-ecológico y viceversa. Línea histórica de eventos en la región del sur de Córdoba 1era. expansión agrícola (Revolución Verde) Mecanización del Agro Afianzamiento Ganadera y expansión actividad agrícola 1880 1900 Migración rural-urbana Fuerte Crecimiento Poblacional 1920 1940 2da. expansión agrícola 1960 Crisis económica m undial y Crisis Ecológica local 1980 2000 Plan de Convertibilidad Colonización del sur de Córdoba 3era. expansión agrícola (Sojización) Inicio de la Conquista del Desierto Crisis económica nacionalDevaluación Ciclo Climático Seco // Ciclo Climático Húmedo Entre 1880 y 1930 (Modelo Agro-exportador), la región del Sur de Córdoba se abre a un proceso de colonización tras la finalización de “la Conquista del Desierto” (1910). A partir de allí, la población se duplica1 ante la llegada de inmigrantes y el desarrollo de colonias públicas y privadas. La expansión del ferrocarril constituye uno de los factores clave en dicho proceso (Rural, 2010), y la principal actividad agropecuaria, que hasta entonces había sido la producción de mulas para la provisión al Alto Perú y luego al ejército en la campaña contra el indio, pasó a incorporar la actividad ganadera extensiva, con pasturas naturales. La ecología de la región le permitió constituirse en una de las zonas con mayor actividad ganadera2 y en menor medida la actividad agrícola3 a partir de la producción principalmente de trigo (Agrotecnia, 1948). Sin embargo, dos importantes disturbios afectaron de manera considerable a la región. Por un lado, la crisis económica global de la década de 1930, impactó sobre las exportaciones de ganado y trigo, y la consecuente caída de sus precios internacionales (SRRC, 2010). Pero también, factores climáticos adversos, como la disminución del régimen de precipitaciones promedio y el aumento de vientos, sumado a una tecnología de cultivo rudimentaria generó una crisis ecológica que afectó al conjunto de las actividades socio-económicas (Viglizzo y Frank, 2006). 1 Entre censos nacionales de población 1914/47 Entre 1908 a 1937 el departamento de Río Cuarto pasó de 360.000 a 536.000 bovinos. El ganado ovino de 295.000 a 314.000 cabezas. 3 Entre 1908 y 1937 el departamento de Río Cuarto pasó de 165.229 a 624.750 has sembradas. 2 A partir de la década de 1930 y hasta mediados de la de 1970 (Modelo de Sustitución de Importaciones) la fuerte migración interna hacia los centros urbanos, constituyó en un elemento adicional que afectó a la actividad agropecuaria de la región. La población del departamento Río Cuarto comenzó a estabilizarse y la tasa de crecimiento de la población disminuyó considerablemente4. El proceso de industrialización trajo consigo una mayor tecnificación (mecanización de las tareas) en el agro y un mayor uso de los suelos, caracterizados siempre por una agricultura de secano (Da Veiga, 2005). A partir de la década de 1960 y hasta finales de la década de los 1980 (Desarrollismo y Apertura del Mercado) la región, si bien continuó siendo predominantemente ganadera, se expandieron los cultivos de cosecha5, los cuales desplazaron a la actividad ganadera hacia zonas menos aptas. Así creció la necesidad del desmonte y el sobrepastoreo (a medida que la actividad se desplazó al Oeste) afectando al ambiente natural y causando pérdidas de ecosistemas (sobre todo en la cuenca media del río Cuarto)6. Por su parte, el crecimiento poblacional no fue muy marcado, pero comienza un período de importantes migraciones desde el espacio rural al urbano. Mientras que para el Censo Nacional de Población de 1970, la población urbana del Departamento constituía el 76% del total, para el de 1980 la población urbana alcanza el 82%. Durante este periodo, aquel proceso de agriculturización, característico de toda la Región Pampeana, se ve favorecido y estimulado por un incremento en el régimen de precipitaciones que desplaza las isohietas hacia el Oeste. Barros et al, comparando los promedios de precipitaciones entre los períodos 1950-1969 y 19801999, observa este corrimiento en el conjunto de las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Córdoba, y reconoce una tendencia positiva en las precipitaciones que comienza a principios de la década de 1960 (Barros, 2008). Según el autor, este nuevo ciclo más húmedo en la región pampeana permitió la expansión agrícola, especialmente en las provincias de Córdoba y La Pampa durante la década de 1970. Quedó así atrás un largo período seco, caracterizado en la región del sur de Córdoba por una actividad primaria basada principalmente en ganadería extensiva realizada en pastos naturales y cultivos de forrajeras. A partir de marzo de 1991 (Convertibilidad), la región de estudio sufrió un significativo desplazamiento de los cultivos hacia la zona pedemontana, el desmonte y el corrimiento de la actividad ganadera hacia la zona serrana o cuenca alta del río Cuarto. La estrategia de combinación de actividades de la agricultura de tipo familiar muta a una de monocultivo y de arriendo de las tierras a terceros bajo contratos de muy corto plazo. Todo ello favorece a un proceso de degradación de suelos bajo la influencia de la erosión hídrica y eólica y los incendios característicos de la región. Si se compara la campaña 2002/03 y 2005/2006 en el Departamento de Río Cuarto no se producen variaciones en la superficie sembrada (aproximadamente 760.000 ha), sino un cambio en el uso del suelo, aumenta el cultivo de soja por sobre el resto de cultivos. El desplazamiento de la ganadería contribuye a una disminución de la superficie de bosques y/o montes espontáneos del orden de unas 26.000 has. según 4 Según Censos Nacional de Población entre 1947 y 1970 la población del Departamento crece en sólo un 34% a diferencia del período 1914 a 1947 el donde el crecimiento fue del 94%. 5 El crecimiento de superficie sembrada, entre las campañas 1960/61 y 1979/80 en el Departamento, fue de casi un 40% principalmente del cultivo maíz. 6 El CNA ´69 presenta que la superficie de bosque y/o montes espontáneos era de casi 170.000 mientras que el CNA ´88 de un poco más de 41.000 ha el CNA 2002 (en comparación a los datos provistos en el censo de 1988) (INDEC, 2010). Con la devaluación del tipo de cambio en 2002, la mejora en la rentabilidad económica del sector incentivó el uso de riego suplementario en la región (Martellotto et al., 2005) generando una mayor presión sobre el uso de agua. La evolución de este SSE deviene entonces de una serie de disturbios provenientes de los dominios ambiental, económico y social del sistema de referencia, impulsados por cambios en el nivel nacional o mundial, pero que no han constituido, hasta ahora, cambios radicales en la estructura y funcionamiento del sistema (Walker et al., 2006), que pueda ser considerado como un cambio de ‘estado’ del mismo. Sin embargo, un disturbio ambiental hoy latente podría ser la causa de un cambio más radical en el sistema. Dada la variable que se ha definido como determinante de la resiliencia de este sistema, una disminución en el patrón o régimen de precipitaciones en la cuenca pudiera resultar en un disturbio que afecte sustancialmente la disponibilidad de agua dulce y así a la provisión para la población urbana como para las posibilidades de expandir el uso de riego suplementario en la actividad agrícola. Además el regreso a un período más seco, pudiera representar un proceso de desertificación provocado por menores precipitaciones y mayores temperaturas, sobre todo en la cuenca media y alta, junto a la pérdida de cobertura vegetal (Barros, 2008), que retroalimentaría al disturbio original conduciendo al sistema a un estado no deseable. Si bien, algunos autores atribuyen al cambio climático (CC) la presencia del actual ciclo húmedo, la mayor evidencia respecto de que el clima está cambiando en la región del Sur de Córdoba se percibe a través del incremento de la variabilidad climática y presencia de extremos climáticos, medida en función de las variables temperatura y precipitaciones. Ambas variables afectan directamente el ciclo del agua en la cuenca del río Cuarto. Los cambios observados muestran una disminución de las temperaturas máximas en primavera y verano y un aumento de las temperaturas mínimas en todas las estaciones. Mientras que, los cambios en las precipitaciones evidencian un consistente incremento especialmente verano y otoño. Sin embargo, y a pesar del incremento de precipitaciones, coexisten variaciones intra e inter estacionales, que causan déficit o excesos de precipitaciones. Los escenarios de CC7, analizados para esta región, muestran la posibilidad de incrementos en las precipitaciones de verano y otoño, especialmente sobre el mes de abril, y disminuciones en las mismas durante los meses de invierno. Los escenarios de CC también indican mayores temperaturas (Gay y otros, 2006). La potencialidad de un disturbio asociado a una reducción de las precipitaciones promedio deviene de, por una parte, y como se explicó anteriormente, del posible restablecimiento de un ciclo seco, el cual podría afectar principalmente la zona oeste de la Región Pampeana argentina. Esto resultaría en un disturbio de ‘presión’8 con una disminución gradual pero persistente en el régimen de precipitaciones, afectando la disponibilidad de agua dulce para diferentes usos en toda la cuenca. O bien podría tratarse de un disturbio de ‘pulso’9. Esto es, si el ciclo 7 Escenarios de CC fueron construidos para Río Cuarto, 2020 y 2050 usando el Modelo para la Evaluación de CC inducido por emisiones de gases de efecto invernadero y un generador de escenarios (MAGICC/SCENGEN model, version 4.1). Fueron utilizadas las salidas de tres modelos de circulación global: EH4TR98, GFDLTR90 y HAD3TR00, bajo los escenarios de emisiones A2 y B2 (IPCC, WGIII, 2000; Nakicenovic, et al, 2000, Citado en Gay et al. 2006). 8 Un disturbio de presión se refiere a un evento que perdura en el tiempo (Resilience Alliance, 2007). 9 Un disturbio de pulso se refiere a eventos que tienen lugar una vez y luego puede pasar cierto tiempo para que ocurran nuevamente (Resilience Alliance, 2007). húmedo actual es resultado del CC a escala global es de esperar que dicha situación no cambie, sin embargo, una de las consecuencias más esperadas del cambio climático es el aumento en la frecuencia y magnitud de los fenómenos climáticos extremos, por ejemplo, la sequía (IPCC-WG2, 2007). En cualquiera de los casos, se podría esperar una sustancial disminución en la disponibilidad de agua en la cuenca del río Cuarto, intensificada por la interacción con otras variables tales como el cambio en el uso del suelo, especialmente en la cuenca media y alta del río y el creciente uso de riego suplementario en los cultivos de cosecha o para alimentación del ganado. 3.2 El manejo de la cuenca del río Cuarto Como se indicara en la sección 2, la mayoría de los problemas que afectan la resiliencia de un SSE devienen fundamentalmente de las incongruencias o inadaptación de las escalas en que se manejan los subsistemas socio-económicos con las escalas en que ocurren o evolucionan los ecosistemas de los cuales dependen. En este sentido, las incongruencias en la escala temporal son las más evidentes. La tasa de uso de los servicios ecosistémicos resultado de la satisfacción de las necesidades humanas, ya sean cuestiones sociales (en este caso particular, podría ser equidad en el acceso) o económicas (nuevos cambios en el uso del suelo que afectan el ciclo del agua: expansión de cultivos de cosecha e incorporación masiva de riego suplementario), difiere de la escala temporal en que dichos recursos se generan. Esto es, la escala temporal del subsistema socio-económico es una de corto a mediano plazo, mientras la escala temporal en que evolucionan los ecosistemas es una de largo a muy largo plazo (variaciones en el régimen hidrológico, capacidad de recarga y niveles de los acuíferos). El efecto de la sequía sobre los acuíferos merece una atención especial. Cuando estos sistemas se ven afectados, tanto la recarga y los niveles como la descarga de los acuíferos disminuye (Mishra y Singh, 2010). Esta situación afectará, en la región, a sus potenciales usuarios, especialmente el uso municipal de varias ciudades en la cuenca baja. Por su parte, una reducción del caudal de agua superficial tendrá impacto sobre los humedales existentes antes de la confluencia del río Cuarto con el río Tercero, al igual que sobre el volumen necesario para mantener la calidad del agua. El manejo del agua es igualmente problemático en años de abundancia de precipitaciones. Sobre todo la cuenca baja del río Cuarto es susceptible a inundaciones tanto en zonas urbanas como rurales. Por su parte, la escala espacial, define, particularmente, el grado de uso y variedad de usuarios, en este caso, del recurso agua dulce. Más aun, está generalmente asociada a la escala jurisdiccional con la que se interviene al SSE, sea desde el punto de vista de la política pública o de acciones privadas, Esta escala puede resultar menor o mayor que aquella que define los procesos ecológicos involucrados con el ciclo del agua. A modo de ejemplo, la necesidad de proveer de mayor cantidad de agua a una localidad, resulta en una acción concreta o localizada, como una mayor extracción de agua, que afecta el flujo en las localidades río abajo o el stock y flujo de agua subterránea. Si bien no toda el agua utilizada es efectivamente consumida, ya que parte vuelve a alimentar al ciclo hidrológico, lo hace en otras condiciones inferiores en términos de calidad. Particularmente conocidos son los diferentes mecanismos ensayados en diversas partes del mundo tendientes a ‘controlar’ el uso del agua para riego superficial o la distribución doméstica en las ciudades. El uso de instrumentos tales como, cuotas o precios, está generalmente acotados a regiones y usuarios específicos y no contempla necesariamente el impacto de dichos instrumentos sobre la multiplicidad de usuarios del recurso en la totalidad de la cuenca. O, contrariamente, la existencia de mecanismos tales como una legislación nacional o provincial que no alcanza para resolver conflictos específicos de una zona o usuarios en particular. De esta manera, no son los instrumentos específicos los que pueden afectar la resiliencia de un sistema socio-ecológico, sino el impacto que éstos puedan generar en relación a la escala necesaria para asegurar la disponibilidad del recurso tanto para uso humano como para satisfacer los requerimientos del funcionamiento del propio ecosistema (Biggs et al., 2010; Falkenmark y Rockström, 2004). En un artículo de Formento y Ferrazzino se analizan los aspectos legislativo/jurisdiccionales del agua como recurso natural en Argentina y para provincias específicas. Allí, las autoras describen cómo la legislación nacional en torno al recurso agua, está constituido por aquellas normas del derecho público o privado, que resultan del Código Civil, pero que no constituyen un capítulo específico respecto de este recurso en particular. Así, el tratamiento del agua queda fuera del tema ambiental y su tratamiento no tiene relación con el resto de recursos naturales. También señalan en dicho trabajo, que existen importantes disposiciones en el derecho administrativo, en los códigos provinciales o en las normas municipales. Asimismo destacan el hecho que la Constitución Nacional confiere a las provincias, bajo el sistema federativo, el dominio originario de los recursos naturales y por lo tanto su autonomía para disponer de ellos (Formento y Ferrazzino, 2003). Por lo tanto, cada provincia legisla en virtud de aquél derecho otorgado. La provincia de Córdoba dispone de un Código de Aguas desde 1974 (Ley 5589) que establece en primer lugar la inalienabilidad de su dominio público así como el uso privado y las actividades de control y vigilancia. La Autoridad de Aplicación fue hasta diciembre de 2010 la Dirección Provincial de Hidráulica, quién debería manejar el sistema de reservas, vedas, declaración de agotamiento, limitaciones, estímulos, concesiones, permisos, prioridades y turnos y la regulación de uso de aguas privadas. El Derecho al uso común ha determinado prioridades para su uso: uso doméstico, municipal, industrial, agrícola ganadero, energético, recreativo y minero en ese orden (Córdoba, 2010; Formento y Ferrazzino, 2003). Las modificaciones posteriores que hacen exclusivamente al uso y consumo refieren al uso de las aguas y defensa contra sus efectos nocivos (Córdoba, 2010). Estas normas establecen criterios para proteger y mejorar las organizaciones ecológicas y la calidad de los recursos hídricos provinciales, clasificación de las aguas, elaboración de normas de calidad para cada masa de agua y niveles máximos de emisión permitidos, y adopción de medidas para mejorar o restaurar las condiciones de las aguas. Las modificaciones más recientes (2006) refieren al tema calidad o cánones de uso para generación eléctrica (Córdoba, 2010). En 2010 se crea un ente autárquico, la Administración Provincial de Recursos Hídricos (APRHI), la cual ejercerá, en nombre del Estado Provincial, la titularidad de los recursos hídricos provinciales, fijando tanto las políticas hídricas a seguir como las relativas al saneamiento, regulando la obtención, escurrimiento, infiltración, uso y conservación del recurso, sin perjuicio de las potestades y competencias que la Constitución Provincial y la legislación vigente le atribuyen a las comunidades regionales, municipios y comunas (Ley 9867). Sin embargo, no existen acciones concretas que anticipen un manejo del recurso frente a la posibilidad de una menor disponibilidad del mismo. Por ello se requiere del diseño de estrategias para su manejo frente a un potencial disturbio que ponga en peligro la resiliencia del sistema. Si bien existe una iniciativa para la conformación de Consorcios de Regantes en la provincia de Córdoba que data del año 1981, no fue sino hasta el año 2005 que se crea el primero de estos Consorcios. A través de ellos, la autoridad de Aplicación delega entre otras funciones: aprobar proyectos de extracción de agua subterránea, cobrar a título oneroso el canon correspondiente y controlar la instalación de caudalímetros, además de llevar un registro de usuarios y respectivas perforaciones para un seguimiento del impacto producido sobre sus explotaciones, entre otros (DIPAS, 2004). Hasta el momento se ha zonificado al territorio provincial en dos, respondiendo aproximadamente al criterio de divisoria de aguas y departamentos, pero no consideran el criterio de cuenca hidrológica. Así mismo, en julio del año 1996, se promueve la integración y fomento para la creación y funcionamiento de Comités de Cuenca en toda la Provincia (Ley 8.548). Los consorcios de regantes, ya mencionados, y la Creación de los Comité de Cuenca podrían representar un primer paso en la atención del recurso de forma más integral, aunque aún no existe un Comité de estas características en el caso de la cuenca del río Cuarto. No obstante, la sola presencia de los Comités de Cuenca no asegurará la adaptabilidad frente a singulares circunstancias. Especialmente aquellas derivadas de los impactos del cambio climático, los cuales son difícil de prever y, por lo tanto, la característica de adaptabilidad será crucial (Engle y Lemos, 2010). Dado que estas formas de manejo son nuevas, no es posible testear su performance sobre eventos pasados, y deberán contar con una amplia variedad de opciones para su óptimo desenvolvimiento. Será de especial utilidad el continuo monitoreo de los resultados de su actuación así como la acción conjunta con otras instituciones y actores involucrados (e.g. consorcios de regantes, autoridades provinciales, municipales, entre otros). 4. Conclusiones La disponibilidad de cuencas hidrológicas (aguas superficiales y acuíferos) sumado a la escasa utilización del riego suplementario, hacen de este último un mecanismo de adaptación agrícola en la región Sur de Córdoba, la cual podría resultar en una estrategia apropiada para reducir los impactos de la variabilidad climática actual y los extremos climáticos a futuro, asegurando tanto la estabilidad de los ingresos del sector agropecuario como la producción agregada de alimentos. Sin embargo, deberá considerarse la expansión del riego suplementario (agua azul) junto a la eficientización de los procesos productivos (uso de agua verde) dentro del conjunto de requerimientos del SSE. En un reciente artículo de Biggs et al, se alerta sobre la necesidad de cambiar la perspectiva respecto de las instituciones (procesos, reglas y estructuras) para el manejo de un SSE. Esto requiere considerar enfoques más adaptativos, integrados y colaborativos que permitan al sistema evolucionar en una trayectoria `deseable´ (Biggs et al., 2010). Por lo tanto, serán necesarios al mismo tiempo, una serie de mecanismos que hagan de aquella estrategia una sustentable en el tiempo y compatible con los requerimientos del recurso agua en sus diferentes usos alternativos y equilibrio de los ecosistemas del cual depende. Los resultados del trabajo, entonces, apuntan a mostrar la problemática del recurso agua en el Sur de la provincia de Córdoba desde al menos tres escalas en que los sistemas socio-ecológicos están inmersos. La escala temporal, es aquella que estaría determinando la disponibilidad del recurso. En este sentido, la variabilidad intra e inter anual en los patrones de precipitaciones en la región estudiada, la cual y al mismo tiempo puede verse afectada por los impactos del cambio climático, pudiera estar determinando no solo la disponibilidad del recurso, sino también los niveles de percepción de la sociedad respecto del problema. La escala espacial, es aquella que estaría determinando el uso del recurso agua en relación al conjunto de variables que definen al SSE, como el uso del suelo agrícola y su interacción con la demanda urbana y de los ecosistemas en el conjunto de la cuenca. Específicamente, a mayor escala, el conjunto de usuarios se multiplica, la competencia se intensifica y los impactos y realimentaciones a partir de las respuestas del ambiente natural se complejizan. La escala jurisdiccional afectaría negativamente el manejo del recurso en tanto las diferentes jurisdicciones desde las que se aborde el problema no sean concurrentes con los requerimientos ecológicos. En general, estas tres escalas confluyen en las posibilidades de hacer un uso sustentable del recurso agua dulce en el caso analizado. El agua provee múltiples beneficios a la sociedad, al punto que se reconoce la necesidad de contar con dicho recurso para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (MA, 2005), para lo cual será oportuno contar con un manejo apropiado del recurso, identificando las problemáticas actuales, sus orígenes y desafíos a futuros, sea desde su cantidad o desde su calidad. Si bien se considera un avance haber utilizado este enfoque para el conocimiento del funcionamiento de la cuenca analizada, esta investigación permitió detectar que no es existe la suficiente información como para desarrollar todo el potencial de este abordaje metodológico a los fines de lograr un manejo adecuado que permita en un futuro un SSE resiliente a disturbios proveniente de contextos externos (e.g. reducción de las precipitaciones) como interno (e.g. uso del riego suplementario en la agricultura). 5. Referencias