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aportaciones del psicoananlisis a la humanización

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PSICOANALISIS Y RED PÚBLICA DE SALUT MENTAL: UN DIÁLOGO
Primera Jornada.
50 ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PSICOANALISIS
11 de junio del 2010
María Jesús Larrauri
“Aportaciones del psicoanálisis a la humanización de la
asistencia en el Hospital de Día: del síntoma al vínculo”.
Suele definirse el hospital de día como un dispositivo asistencial
intermedio (entre la atención primaria ambulatoria y la hospitalización
total) que forma parte de las unidades de salud-mental infanto-juvenil y
cuya finalidad es proporcionar un tratamiento intensivo y global de los
trastornos mentales graves que aparecen
en la infancia y la
adolescencia.
El contexto de un Hospital de Día no tiene nada que ver con el
encuadre ni la técnica de una sesión psicoanalítica individual, no
obstante la actitud mental de los profesionales
que comparten el
psicoanálisis como ideología se le parece mucho.
La información que recibimos sobre los pacientes nos llega de muchas
fuentes: del derivante, de la familia, del colegio; en general, nos
presentan quejas por conductas o comportamientos que molestan a
los
demás; a veces, los más sensibles y `preparados describen
síntomas y formas de relación perturbadas que podrían encajar en
trastornos psiquiátricos descritos en los manuales de diagnóstico
oficial. La dinámica familiar además de disfuncional suele presentar
precariedad en distintos aspectos de su vida. Nosotros
recibimos
estas informaciones y además realizamos unas entrevistas iniciales
de acogida y evaluación pero, a pesar de ello, el conocimiento del
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funcionamiento mental y relacional del paciente y su familia es muy
parcial. También sabemos algo de su funcionamiento externo, cosa
que se reeditará de una forma directa e indirecta en su estancia en las
diferentes relaciones con los miembros del equipo, a través de una
transferencia múltiple.
Dado que el tiempo de estancia es limitado tenemos en cuenta la
estructura total de la personalidad y procuramos hacer participe al
paciente en el cambio que su estado precisa. Esto conlleva entender
con el paciente la relación de su mundo interno con el externo, a fin de
poder diferenciar que es lo que le corresponde a él y qué al entorno.
También en el trabajo con la familia ofrecemos la posibilidad de un
vínculo en el que se pueda compartir el pensar sobre las dificultades,
utilizando
técnicamente
nuestros
conocimientos
en
psicología
dinámica a fin de intentar lograr que los conflictos infantiles o los
trastornos de los padres puedan ser contenidos
y recuperen sus
capacidades como adultos a fin de ejercer sus funciones parentales.
Sea cual sea el trastorno, las relaciones intrafamiliares suelen
caracterizarse por la acción de continuas proyecciones masivas entre
sus miembros. Además, las encontramos en pleno conflicto y crisis,
ya que la entrada en la adolescencia del hijo ha tensionado las
relaciones y puesto de manifiesto las serias dificultades de
individuación y diferenciación de todos ellos.
El psicoanálisis se caracteriza por considerar al individuo en su
totalidad y no como un aglomerado de síntomas. Consideramos que
los síntomas son expresión de conflictos, malestar, sufrimiento y
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defensas para manejarse con todo ello También pensamos que la
constancia y estabilidad en las relaciones permite el desarrollo de la
identidad del sujeto y que ese desarrollo se da en un contexto social.
Detrás de los síntomas y trastornos que presentan nuestros pacientes
(adolescentes de 12 a 18 años) se dan
serias dificultades
para
establecer vínculos estables, confiados y contenedores, tanto a nivel
interno con sus objetos como a nivel externo en las relaciones con los
otros. Sus
relaciones suelen estar cargadas de desconfianza,
violencia, conflicto, incontinencia, desconexión, desvitalización, vacío.
Por tanto hemos organizado nuestro centro teniendo en cuenta que
estos adolescentes además de padecer un trastorno y presentar unos
síntomas necesitan de la oportunidad de tener un tiempo largo
compartido
para poder pensar acompañados en lo que les está
pasando.
El hospital es el espacio privilegiado para la elaboración y contención
de los conflictos que van con el paciente y que se han manifestado de
forma muy intensa antes de ingresar. Un lugar donde precisamente
llegan adolescentes que no han sido capaces de adaptarse a un ritmo
secuencial de actividades que exigen motivación, concentración y
tolerancia a las tensiones internas y externas, como es el instituto o el
mundo laboral.
Por tanto, a la hora de planificar fue preciso pensar en la articulación
de las actividades: fue preciso valorar en cómo pasar de una a otra
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sin que se convierta en una experiencia rígida, donde prima el hacer ó
someterse al orden del adulto, intentando dar cabida a los muchos
registros de los momentos emocionales de los chicos, a la
espontaneidad. Hemos de tener un encuadre continente y flexible a
los distintos momentos de los pacientes y también del equipo, a las
diferentes dinámicas que se van generando en función de las
necesidades individuales que no son contenidas en lo grupal.
La organización ha de poder prever y tolerar la aparición de muchos
momentos de aburrimiento, de ansiedades claustrofóbicas que
invaden al adolescente de forma masiva e intempestiva, conflictos
interrelacionales entre ellos y momentos de crisis de mayor gravedad,
a veces de carácter psicótico. Además, es preciso tener en cuenta que
las dinámicas que se dan en el grupo de adolescentes son muy
variadas y los cambios de una a otra se dan de forma muy rápida, lo
cual exige un alto grado de flexibilidad y aceptación de la situación por
parte del equipo.
Los conocimientos y aportes del psicoanálisis respecto a la vida
emocional de los grupos nos ha servido para crear sistemas de
protección del propio equipo y su salud mental.
Es fundamental la existencia de espacios de reunión para el equipo
con objetivos diferenciados y que ayuden a la diferenciación
e
integración de aspectos disociados del contacto entre nosotros, con
los pacientes y en la visión de la realidad. Así, pues, contamos con los
organizativos; los espacios de reflexión sobre los límites y alcances de
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nuestra intervención; los de intercambio e integración de las distintas
visiones interdisciplinares, análisis clínico y evolución de los casos. La
creación de espacios donde los miembros del equipo puedan ir
elaborando el impacto emocional que la identificación proyectiva, a
veces masiva, produce en nosotros y la diferenciación de los aspectos
comunicativos que ella contiene y que nos permite acceder a aspectos
del paciente y poder pensar mejor en sus necesidades.
La elaboración de ese impacto emocional permite
sentirse
acompañado y reforzados por el resto de compañeros con el fin de
mantener el interés por seguir pensando, elaborando las ansiedades
persecutorias y depresivas y posible culpa, y manteniendo la
esperanza.
En nuestro caso contamos con reuniones diarias donde
se atiende lo más inmediato; reuniones organizativas semanales y
supervisiones con diferentes profesionales externos al equipo. U Un
ejemplo.
En las reuniones del día a día se pueden observar aspectos parciales
de la realidad psíquica y relacional del paciente; también puede ser
que algún educador comente datos nuevos de la biografía que en ese
día ha escuchado al chico, ó el terapeuta comenta que en su consulta
han aparecido hechos de la vida presente del paciente y familia, que
pueden dar sentido a la conducta perturbadora del chico en esa misma
jornada. Igualmente puede ser que en la mañana haya habido serias
dificultades en la marcha de los talleres con conflictos de
oposicionismo y desafío, ó peleas, ó un paciente se haya retirado y
aislado expresando rechazo a las normas y pocas ganas de colaborar,
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Todo eso puede llevar a la vivencia y expresión de una
contratransferencia muy intensa y también más espontánea de algún
miembro del equipo, con lo que el resto del equipo ó quien en ese
momento sea capaz de darse cuenta de la situación intervendrá en un
esfuerzo de contención para postergar decisiones, ó dando un
significado emocional a la conducta del paciente que contenga en ese
momento y pueda evitar una contraactuación de sus propios conflictos
por parte de ese otro profesional (por contraidentificación) hasta que
podamos tener otro momento, en otra reunión, donde se pueda pensar
con mas tiempo y distancia.
La formación de los miembros del equipo que no son terapeutas no
proviene del psicoanálisis. Es a través del contacto diario entre los
miembros y de éstos con los pacientes y familiares, y del intercambio
de observaciones, vivencias, sentimientos, que poco a poco se va
compartiendo una sensibilidad en el trato, una manera de captar, de
observar el tipo de funcionamiento mental y el estilo relacional de cada
uno de los pacientes, una manera de responder, de empatizar con el
sufrimiento, de tolerar y entender las provocaciones y los rechazos, y
de llevar a cabo decisiones para la gestión del caso.
El trabajo de equipo es un trabajo de un permanente establecimiento
de lo posible, conteniendo y revisando los valores subjetivos y los
ideales de “lo que debería ser” en la mente de los profesionales para
intentar lo que puede ser.
Todo el tratamiento es necesariamente relacional. Incluye medidas
farmacológicas, sociales y educativas, pero conserva siempre el
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establecimiento de una relación y garantiza su continuidad durante el
tiempo necesario en gran parte de los casos.
Dado que el vínculo es una estructura inconsciente es preciso captar
el significado que tiene para cada uno de los pacientes: hay pacientes
que viven que vincularse es someterse al otro; para otros es ocupar un
lugar en la mente del otro, para otro es ocupar un lugar en el grupo;
también un lugar donde instalarse para crecer o para cronificarse… La
relación que se establece y la calidad del vínculo afectivo pasan por
atender al paciente en todas sus necesidades y entender las maneras
que él utiliza para comunicarlas. Hay pacientes que en momentos de
intensa regresión e invadidos por ansiedades muy primitivas con gran
sufrimiento se aíslan del grupo;
a veces buscan contacto
aparentemente de forma errática hasta que encuentran quien les
escucha y atiende; a veces buscan la relación con un miembro
exclusivo del equipo para sentirse contenidos y aliviados en su
angustia. Estos estados
son parte del proceso; ofrecemos la
posibilidad de un vínculo en que se pone en marcha un proceso
incierto donde los síntomas son la señal que marca un sufrimiento y
nos exige darnos tiempo para pensar junto con el paciente a fin de que
pueda tener un significado subjetivo que pueda integrar en la medida
que pueda. Otras veces es un moverse, un invadir personas y
espacios a fin de ocupar nuestra mente y tener lugar, sentir que son
alguien para alguien. En otros momentos las necesidades se muestran
a través de quejas de malestar somático, que requieren cuidados
físicos concretos, en una especie de demanda de maternaje.
El
trabajo de elaboración en equipo permite organizarnos para poder
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estar disponibles y dar cabida a todo ese abanico de demanda de
relación. Hemos de estar disponibles y diagnosticar en qué nivel se
está expresando la demanda y que respuesta exige: una atención
inmediata, ó, una escucha y un intento de organizar la mente del
paciente para que vuelva a la tarea asignada en ese momento en su
agenda diaria. La tendencia a la repetición de sus síntomas en la
relación con nosotros y la vivencia repetida de un buen trato, de una
mirada diferente a lo que hace o provoca, de una respuesta diferente a
lo que recibe en otros espacios, como el instituto o la familia, permite a
los pacientes salir de relaciones viciadas
y poder explorar otros
potenciales que existen en ellos. Al fin y al cabo si la evolución es
buena lo que hemos logrado es que el self del paciente haya sido
rescatado y recuperen capacidades yoicas perdidas, disociadas, o
desarrollar algunas que estaban inhibidas.
Nuestros pacientes aceptan límites, verbalizaciones e interpretaciones
sobre lo que están haciendo o lo que pueda significar sólo si sienten
que se les quiere como personas. Repetimos una y otra vez con ellos
la experiencia de combinar el cuidado con los límites, además de la
comprensión psicológica
y la transmisión de la necesidad de que
tengan un proyecto que les permita desarrollarse. Ellos van a probar
de múltiples maneras el deseo e interés real de los profesionales, van
a repetir en la relación transferencial sus conflictos y van a comprobar
una y otra vez si la relación es auténtica, si de verdad cuentan con
nuestra ayuda.
Practicamos una aplicación de la técnica
poco
interpretativa, dialogamos, preguntamos y somos muy cuidadosos en
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no introducir elementos que los pacientes no puedan asimilar y que
pudieran desorganizarlos.
Esto posibilitara que el equipo a partir de la observación del chico y
familia, de sus recursos y posibilidades, también de las del entorno,
pueda ir diseñando un proyecto terapéutico individualizado a cada
caso en que focalizará los aspectos fundamentales de intervención
con el fin de que el paciente cuando salga del HdD tenga un proyecto
vital adecuado a sus necesidades y posibilidades
No tengo demasiada información de qué resultados o cómo debe ser
el tratamiento
en hospitales de día donde el modelo teórico y
terapéutico no
es el nuestro. Tampoco conozco si hay
mucha
investigación sobre lo que pasa después del alta. Frecuentemente me
pregunto ¿qué habrán incorporado realmente?, ¿conseguirá o no
conseguirá continuar con su estabilidad aunque haya hechos externos
que lo dificulten?, lo cual daría cuenta de un self más fortalecido. De
todas formas, siempre se ofrece la posibilidad de un retorno si fuera
preciso, y más en los casos en que el pronóstico así pudiera
aconsejarlo. En general,
manifiestan sentirse sostenidos con la idea
de poder volver a pedir ayuda si fuera necesario.
Ya, a modo de resumen, quiero hacer énfasis en las ventajas de una
organización como la nuestra:
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- da tiempo suficiente a los pacientes y padres para poder vivenciar
qué es eso de relacionarse; de qué van las relaciones; la posibilidad
de cierto desarrollo del pensamiento donde existe el otro.
- El nivel de contención no solo alivia el sufrimiento si no que permite
evitar ingresos en hospitalización total; con el tiempo los ingresos en
UCA han llegado a ser muy poco frecuentes a pesar de que tenemos,
en algunos momentos, un 30 % de pacientes que padecen un
trastorno del registro psicótico, (algunos debutan con su primer brote a
los 12 años en el propio centro), junto con un alto nivel de pacientes
muy actuadores (trastornos
de conducta y trastornos de la
personalidad ) y muchos pacientes que desmentalizados y vacíos si
no tienen una contención y soporte externo se descompensarían
frecuentemente precisando más medicación, más atención psiquiátrica
y más ingresos a todo tiempo. En estos casos , orientamos en el
momento del alta a servicios educativos o prelaborales especializados
que puedan atender las necesidades especiales de esta población.
- Además se realiza trabajo de prevención de la cronificación ya que
no permitimos, en la medida de lo posible, la instalación en el
trastorno, trabajando también intensamente con las familias a fin de
que puedan hacer cambios en sus pautas educativas y relacionales
que retiren el refuerzo de los síntomas. Así mismo trabajamos con los
centros escolares responsables de la escolaridad de cada paciente
para compartir nuestra experiencia y poder explicar qué tipo de
relación ha funcionado y qué no funciona con cada uno de los
pacientes, con el fin de que las personas del centro escolar puedan
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empatizar y desarrollar habilidades para que el ahora alumno se
incorpore al ritmo académico .y no sea nuevamente expulsado o
segregado. De esta manera hacemos cierta divulgación de los aportes
del psicoanálisis a la salud mental y la comprensión de lo relacional en
otros ámbitos que no son los sanitarios.
Hasta aquí, he expuesto de la mejor manera que he sabido cómo
hemos aplicado lo que el psicoanálisis podía aportar a la organización
de un centro como el nuestro. Ahora quiero hacer un pequeño
comentario a la influencia que en mi ha tenido este tipo de tarea en mi
trabajo en la consulta privada. He de decir que, en mi caso, creo que
el psicoanálisis ha enriquecido más mi tarea en la pública, que la
experiencia de la pública en mi tarea privada, más allá de que yo soy
la misma persona y no sé medir hasta dónde mi identidad se modifica
con esa experiencia.
El trabajo con pacientes graves en la pública me ha planteado una
continua necesidad de encontrar nuevas maneras de hacer puentes
vinculares según la situación y el caso. Eso ha desarrollado, en mí,
mayor seguridad a la hora de improvisar cualquier manera que dentro
de la contención de mi setting interno sirva para mantener el vínculo
con mis pacientes por muy frágil que se presente. Esta actividad tiene
un correlato técnico.
Cuando comencé en la clínica privada creía que era preciso aprender
técnicas diferentes según la tipología de los pacientes y su estructura
psicopatológica; (neurosis, psicosis, trastornos de personalidad….)
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Actualmente,
y,
enriquecida
por
la
experiencia
en
diversas
instituciones públicas, creo que de lo que se trata es de encontrar la
técnica para cada paciente, de lograr un encuentro que posibilite el
crecimiento a través de la relación.
Muchas gracias por vuestra atención.
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