EL RÉGIMEN ESTUDIENTES DISCIPLINARIO UNIVERSITARIOS UNIVERSITARIOS EN PÚBLICOS Y PRIVADOS LOS DE Y LOS NO CENTROS ÍNDICE 1.- Introducción 2.-Ámbito Universitario: 2.1.- Antecedentes históricos: de la ley Claudio Moyano a la normativa actual. 2.2.-Clases y tipos de sanciones. 2.3.- Principios sancionadores, presunción de inocencia y caducidad del procedimiento. 2.4.- Órganos instructores y sancionadores. 2.5.- Universidades privadas: previsiones normativas sancionadoras y análisis jurisprudencial. 3.- Ámbito no universitario: 3.1.- Desarrollo normativo estatal desde la Constitución de 1978. 3.2.- Competencias autonómicas: análisis de la normativa en vigor en Castilla y León. Centros públicos, concertados y privados. 3.3.- Clases y tipos de infracciones. 3.4.- Clases y tipos de sanciones. 3.5. Autoridad pública del profesorado. 3.6.- El procedimiento sancionador y los recursos a la resolución. 3.7.- La inspección de educación y el procedimiento disciplinario. 4.- Conclusiones. 5.- Bibliografía. 1.-Introducción: El presente trabajo trata de un aspecto fundamental en las aulas de colegios, institutos y universidades españolas. Este carácter prioritario se lo otorga una realidad que es incuestionable y que conocemos muy bien todos los que nos hemos dedicado o nos dedicamos a la docencia: sin un buen clima de convivencia en el aula, no pude haber avance y, por lo tanto, no hay aprendizaje. La cuestión, parece una obviedad, nos debería llevar a preguntarnos cómo conseguir ese clima adecuado para que el fruto de la enseñanza se torne aprendizaje. No es una respuesta sencilla, depende en gran medida del enfoque ontológico en que basemos la realidad social, pero hay dos aspectos que sí parecen evidentes: se necesitan planes preventivos y también medidas pedagógicas correctivas. En la sociedad actual, de la información, informacional, en red, de riesgo, postmoderna, líquida...parece además que este aspecto tan importante, que tiene que ver con la disciplina, es más difícil que nunca de conseguir. Vivimos en un momento social en que la escuela y el resto de instituciones educativas han perdido el monopolio de la instrucción y de la educación, ahora hay muchas otras circunstancias que ejercen su influencia en el educando y alumnado, entre estas se encuentran las redes sociales. Además hoy en día todo se cuestiona por parte de todos. Así las pretensiones legítimas de los educadores son muchas veces puestas en tela de juicio, lo que supone en la práctica una pérdida de autoridad. Frente a esta cuestión hay autores del ámbito de la sociología como Ramón Flecha,2007, que defienden el diálogo horizontal entre los diferentes sectores de una comunidad educativa para llegar a acuerdos comprometidos. Pero de igual manera defienden también que se necesita un marco común. En un estado de derecho descentralizado como es el nuestro, el marco común es la Constitución y las normas que vienen a desarrollarlas, en forma de leyes, reglamentos, órdenes y resoluciones, tanto a nivel central como autonómico. Las Administraciones educativas han realizado un importante esfuerzo por mejorar la convivencia en los centros, pero siguen, según Latorre, 2017, considerando necesario el establecimiento de una normativa que establezca no solo medidas educativas, sino también sanciones ante los incumplimientos del alumnado. Para ello es necesario un régimen disciplinario, eficaz y eficiente, que contribuya a alcanzar los objetivos que el sistema propone para todo el alumnado. En la enseñanza universitaria, también es necesario una normativa clara y un régimen disciplinario que garantice con máxima eficacia el tratamiento de los comportamientos fraudulentos. Sin embargo, en la actualidad el marco normativo estatal presenta deficiencias, como la vigencia del Decreto del 8 de septiembre de 1954 o que la propuesta del borrador de Anteproyecto de Ley de Convivencia y Disciplina Académica de la enseñanza universitaria, no llegara a buen puerto. Por otra parte cabe también señalar la falta de formación en este ámbito disciplinario administrativo que, en general, tenemos los profesionales de la educación, dando lugar en ocasiones a formas de actuar que están fuera de la legalidad vigente. 2.-Ámbito universitario: 2.1.- Antecedentes históricos: de la ley Claudio Moyano a la normativa actual. El convulso siglo XIX español estuvo marcado por la inestabilidad de las condiciones económicas y políticas. Durante el reinado de Isabel II,1833-1868, fundamentalmente en la segunda etapa -desde que las Cortes declaran su mayoría de edad-, se alternaron en el gobierno los moderados y los progresistas. La denominada Ley Moyano, de 1857, es alumbrada en el periodo conocido como “Crisis del moderantismo” (1856-1868), pero sus raíces surgen en la confluencia de progresistas y moderados coincidiendo con las grandes líneas del sistema educativo liberal. Esta ley, de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857 se mantendrá en vigor más de cien años, su artífice Claudio Moyano, implantará definitivamente los grandes principios del moderantismo histórico: Gratuidad relativa para la enseñanza primaria, centralización, uniformidad, secularización y libertad de enseñanza limitada. La enseñanza universitaria se regula en la ley mediante la distinción de estudios de Facultad, de Enseñanzas Técnicas y de Enseñanzas Profesionales. En lo tocante al tema del régimen disciplinario de los estudiantes, la ley dedica el Capítulo III, de la Sección Cuarta, Título II, al régimen interior de los Establecimientos de enseñanza. (Recordemos que existían establecimientos públicos y privados, aunque la ley, reafirmando el principio del Plan Pidal del 1845, sólo da validez académica a los estudios realizados en los establecimientos públicos). El artículo 278 de la misma, habla de la Junta de Profesores, formada por los Catedráticos del establecimiento y presididos con los decanos y directores. En el artículo 280 dice que dichas Juntas tendrán el carácter de Consejos de disciplina, para conocer de las faltas académicas de los alumnos, cuya represión encomienden los reglamentos a esta clase de corporaciones.1 Durante el reinado de Alfonso XIII, en el llamado periodo constitucional, se aprobaron los Reales Decretos de 11 de enero de 1906 y de 3 de junio de 1909. El ministro de Instrucción Pública, Vicente Santamaría de Pareces, en la exposición del RD de 1906, habla del “inmediato remedio que exige el notorio relajamiento de la disciplina académica que se advierte en la enseñanza superior” y de que han de restablecerse las condiciones normales de vida de los Centros universitarios. Para ello apela a la restauración del espíritu corporativo de las Universidades Españolas y a la compenetración entre estudiantes y profesores. El RD hace una enumeración de las faltas cometidas contra la disciplina escolar, establece una escala de medios correctivos y las reglas de aplicación que deja en manos de la junta de profesores de la facultad.2 El periodo franquista supuso, fundamentalmente en los años posteriores a la guerra, una durísima represión para una gran parte de la población española, (exilio, fusilamientos, cárcel, etc.). En dichos años se lleva a cabo una fuerte depuración del profesorado de la universidad. “Se calcula que más de la tercera parte del escalafón de catedráticos fue depurado” (Blasco Gil, 2019). A partir de esta etapa, devienen los años de imposición de la doctrina ideológica del régimen -patria, religión e imperio-. Es en este marco donde nace la Ley de ordenación universitaria de 29 de julio de 1943. La ley supone, en aras de conseguir el control ideológico, una mayor sujeción sobre las universidades, profesores y alumnos. El gobierno de la universidad será ejercido por el Rector, el único órgano corporativo es el claustro universitario, pero su función es casi nula. Los órganos consultivos del rector serán la Junta de Gobierno y el Consejo de Distrito Universitario. El artículo 101 de la ley hace referencia al régimen de disciplina en las universidades que afectará separadamente al personal docente, a los escolares y al personal de bibliotecas, museos y medios didácticos análogos administrativo y subalterno. Las faltas de los escolares son clasificadas en individuales y colectivas, unas y otras en leves y graves. Serán sancionadas siempre con el visto bueno del Rector y previa comprobación por los profesores, Decano o directores y hay que dar cuenta de ellas al correspondiente Mando del Sindicato Español Universitario. Las faltas graves se 1 LEY Moyano, artículo 280. 2 Real Decreto aprobando el reglamento de disciplina escolar universitaria, Núm 27 Instrucción pública, II de Enero, pub.el 13. sancionarán previo expediente y con conocimiento de la Junta de Gobierno. La propuesta de sanción decidida por el Rector se elevará al Ministerio de Educación Nacional3. El Decreto de 8 de septiembre de 1954 que aprueba el reglamento de disciplina académica en las universidades es una norma que sigue en la actualidad vigente. En bastantes ocasiones se ha intentado su derogación total y sustitución por una nueva normativa, pero por razones de índole diversa, esto no ha sucedido hasta la fecha, aunque en estos días, el nuevo ministro de Universidades ha anunciado la derogación de dicho Decreto. Actualmente varias universidades, amparadas por el principio de autonomía que recoge la Carta Magna del 78, tienen sus propias medidas disciplinarias desarrolladas en estatutos y códigos de conducta, pero las bases legales de estos textos – cualquier sanción administrativa debe corresponderse a una infracción que esté recogida en la legislación vigente-, están en el citado Decreto de 1954. Para juicio de algunos autores como Pemá Gavín,1994, el Decreto del 54 estableció una normativa disciplinaria aceptable y encajable en el contexto jurídico y político de la época, e incluso el citado autor afirma que, aunque era riguroso en cuanto a las sanciones previstas, presentaba aspectos garantistas que, en su momento resultaban un avance, pero hoy resulta vetusto y obsoleto en no pocos puntos. El Decreto tipificaba las infracciones administrativas en faltas graves, menos graves y leves y de la mima manera correlacionaba las sanciones. En cuanto al procedimiento sancionador se refería sólo a la imposición de sanciones por infracciones graves y menos graves. En lo tocante a la autoridad competente para sancionar se distinguía también entre las sanciones por faltas graves, cuya autoridad sancionadora recaía en el Ministerio de Educación, y las sanciones por faltas menos graves y leves, cuya imposición era de la competencia del jefe del Centro, oída la Junta respectiva.4 En cuanto a la ley tardo franquista de 1970, la conocida como Ley Palasí, de corte tecnocrático, en lo referente al régimen disciplinario en las universidades no ofreció ninguna novedad respecto. En el período democrático la LRU, LO 11/1983, de 25 de agosto, de la reforma universitaria, deja en manos de cada universidad las normas para regular las 3 4 BOE, núm 212, de 31/07/1943. Decreto de 8 de septiembre de 1954, artículo 25. responsabilidades de los estudiantes. (Título IV, apartado 3, artículo 27). Derogada por la LOU, 2001 y su modificación de 2007, ésta tampoco se pronuncia sobre el régimen disciplinario de los estudiantes, trasladando a los estatutos y normas de organización de las propias universidades dichas cuestiones. El Real Decreto1791/2010, en su disposición adicional segunda, sobre el estatuto estudiantil universitario, da un plazo de un año para desarrollar en proyecto de ley reguladora de la potestad disciplinaria. Ley que con el cambio de gobierno no se puso en marcha. A la luz de este recorrido parece claro que, el régimen disciplinario de los estudiantes universitarios es una materia que, en la actualidad, está poco regulada o con una regulación legal muy antigua. Parece cierto según la literatura que hay al respecto, que la única base jurídica legal con que hoy se cuenta en este campo es el Decreto de 1954. Es fácil inferir que dicho decreto, que nació en un estado dictatorial tiene, en el contexto jurídico actual, bastantes dificultades, con prefectos que en la práctica son absolutamente inviables. 2.2.-Clases y tipos de sanciones: Para Pemán Gavin,1994, la tipificación de las infracciones en las que pueden incurrir los estudiantes que están presentes en el Art 5 del Reglamento del 54 y que se pueden considerar vigentes tras la entrada en vigor de la constitución son: Faltas graves: - La injuria, ofensa o insubordinación contra las autoridades académicas o contra los profesores. - La ofensa grave, de palabra u obra a compañero, funcionarios y personal dependiente del centro. - La suplantación de personalidad en actos de la vida docente y la falsificación de documentos. - La falta de probidad y las constitutivas de delito. - La reiteración de faltas menos graves. Menos graves: -Las palabras o hechos indecorosos o cualesquiera actos que perturben notablemente el orden que debe existir en los establecimientos de enseñanza, dentro o fuera de las aulas. - La resistencia, en todas sus formas, a las órdenes o acuerdos superiores. -La reiteración de faltas leves. Serán faltas leves cualesquiera otros hechos no comprendidos en los apartados anteriores y que puedan causar perturbación en el orden o disciplina académicos. Ante estas infracciones, el Decreto tiene previstas en el Art.6, las siguientes sanciones: De las graves: -Inhabilitación temporal o perpetua para cursar estudios en todos los centros docentes. -Expulsión temporal o perpetua de los centros comprendidos en el distrito universitario. -Expulsión temporal o perpetua del centro. De las menos graves: -Prohibición de examinarse de la totalidad o parte de la asignatura en la que se encuentre matriculado, en todas las convocatorias del curso académico, con la consiguiente pérdida de derechos de matrícula. -Prohibición de exámenes ordinarios en una o más asignaturas. -Pérdida parcial o total, definitiva o temporal de becas, plazas de colegios mayores u otros beneficios. De las leves: - Pérdida de matrícula en una o más asignaturas. - Privación, durante el curso o temporal, del derecho de asistencia a una o más clases determinadas. En la actualidad las universidades tienen potestad para elaborar los mecanismos de garantía y acometer la actividad reglamentaría, pero autores como Pemán Gavin ya anunciaban en 1994, la necesidad de una nueva norma básica que diera homogeneidad en materia de derechos y obligaciones del estudiante universitario. Tanto más ahora que han pasado otras dos décadas y seguimos sin dicho reglamento homogéneo. 2.3.- Principios sancionadores, presunción de inocencia y caducidad del procedimiento: La autonomía universitaria está recogida en el artículo 27 de la Constitución española de 1978: “Se reconoce la autonomía universitaria en los términos que la ley establezca”. Se trata de un derecho fundamental, tal y como lo ha establecido el Tribunal Constitucional en sendas Sentencias de 1989 y 1991. En ellas, el alto tribunal establece que este reconocimiento institucional impone límites al legislador ya que garantiza la libertad de cátedra, entendida como dimensión individual de la libertad académica, y la libertad de investigación. La titularidad de este derecho corresponde realmente a cada Universidad que lo ejerce a través de sus órganos. La Ley Orgánica 6/2001 establece que la autonomía universitaria en España se aplica en los campos estatutarios –aprobación de sus propios estatutos orgánicos–. En cuanto al Régimen júridico-formal de las Universidades, sigue en vigor la citada Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades, que como hemos visto deriva directamente de la Constitución, si bien es cierto que ha sufrido numerosas reformas en los últimos años (la más importante en 2007). Las leyes 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas y 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público, atañen a las universidades en tanto que estas son “sector público”. Ambas leyes incluyen en su ámbito de aplicación: “Las Universidades públicas se regirán por su normativa específica y supletoriamente por las previsiones de la presente Ley” (art. 2.c) tanto de la Ley 39 como de la Ley 40/2015). El capítulo III de la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público, está dedicado a los principios de la potestad sancionadora, a este respeto señala en su articulado: Principio de legalidad: La potestad sancionadora de las Administraciones Públicas se ejercerá cuando haya sido expresamente reconocida por una norma con rango de Ley. Sobre las entidades locales remite a lo dispuesto en el Título XI de la Ley 7/1985, de 2 de abril. Principio de irretroacatividad: Serán de aplicación las disposiciones sancionadoras vigentes en el momento de producirse los hechos que constituyan infracción administrativa. Principio de tipicidad: Sólo constituyen infracciones administrativas las vulneraciones del ordenamiento jurídico previstas como tales infracciones por una Ley, sin perjuicio de lo dispuesto para la Administración Local en el Título XI de la Ley 7/1985, de 2 de abril. Principio de proporcionalidad: En la determinación normativa del régimen sancionador, así como en la imposición de sanciones por las Administraciones Públicas se deberá observar la debida idoneidad y necesidad de la sanción a imponer y su adecuación a la gravedad del hecho constitutivo de la infracción. La graduación de la sanción considerará especialmente los siguientes criterios: - El grado de culpabilidad o la existencia de intencionalidad. - La continuidad o persistencia en la conducta infractora. - La naturaleza de los perjuicios causados. - La reincidencia. Respecto a la ponderación de las sanciones, según Arroyo Jiménez, 2009, es un método para la resolución de ciertas antinomias o contradicciones. Este autor pone como ejemplo de “ponderación de los derechos fundamentales en conflicto, de una parte, el derecho fundamental a la libertad religiosa, en su dimensión colectiva o comunitaria, de la Iglesia católica (art. 16.1 CE), en relación con el deber de neutralidad religiosa del Estado (art. 16.3 CE) y, de otra parte, los derechos fundamentales del recurrente en amparo a la libertad ideológica y religiosa (art. 16.1 CE), en relación con la libertad de expresión [art. 20.1 a) CE]» (STC 128/2007, de 4 de junio, FJ 12)” El principio de presunción de inocencia, aparece como derecho fundamental en el artículo 24.2 de la Constitución Española. Se trata de un derecho propio del ordenamiento penal, y que la jurisprudencia, por afinidad, hizo extensiva al administrativo sancionador. Dicho principio garantiza no sufrir sanción en el orden administrativo sancionador, sin previa actividad probatoria, un periodo de prueba que dé como resultado una prueba de carga. El nom bis in idem, procura impedir que un hecho que ha sido sancionado, sea utilizado nuevamente tanto para volver a juzgar como para volver a sancionar. En este caso no está consagrado expresamente en la Constitución, pero no es objeto de discusión su vigencia, tampoco en el ámbito administrativo al que se extrapola. La preinscripción de la sanción y la caducidad del procedimiento: Las infracciones y sanciones prescribirán según lo dispuesto en las leyes que las establezcan. Si éstas no fijan plazos de prescripción, las infracciones muy graves prescribirán a los tres años, las graves a los dos años y las leves a los seis meses; las sanciones impuestas por faltas muy graves prescribirán a los tres años, las impuestas por faltas graves a los dos años y las impuestas por faltas leves al año. El plazo de prescripción de las infracciones comenzará a contarse desde el día en que la infracción se hubiera cometido. En el caso de infracciones continuadas o permanentes, el plazo comenzará a correr desde que finalizó la conducta infractora. Interrumpirá la prescripción la iniciación, con conocimiento del interesado, de un procedimiento administrativo de naturaleza sancionadora, reiniciándose el plazo de prescripción si el expediente sancionador estuviera paralizado durante más de un mes por causa no imputable al presunto responsable. El plazo de prescripción de las sanciones comenzará a contarse desde el día siguiente a aquel en que sea ejecutable la resolución por la que se impone la sanción o haya transcurrido el plazo para recurrirla. Interrumpirá la prescripción la iniciación, con conocimiento del interesado, del procedimiento de ejecución, volviendo a transcurrir el plazo si aquél está paralizado durante más de un mes por causa no imputable al infractor. En el caso de desestimación presunta del recurso de alzada interpuesto contra la resolución por la que se impone la sanción, el plazo de prescripción de la sanción comenzará a contarse desde el día siguiente a aquel en que finalice el plazo legalmente previsto para la resolución de dicho recurso. 2.4.- Órganos instructores y sancionadores. Por lo que se refiere a la autoridad competente para sancionar, Según Pemán Gavín, 1994, las previsiones que al respecto se contienen en el Decreto de 8 de septiembre de 1954, deben entenderse modificadas en el vigente ordenamiento universitario. Sus artículos 23 y 24 distinguían a estos efectos entre las sanciones por faltas graves, que correspondían al Ministro de Educación, y sanciones por faltas menos graves y leves, cuya imposición era de la competencia del «Jefe de centro», oída la Junta respectiva. A juicio de Pemán Gavín, 1994, debe entenderse que es el Rector la autoridad competente para imponer sanciones disciplinarias a los estudiantes universitarios, como así también se deduce de los actuales reglamentos universitarios que tienen algunas universidades, como por ejemplo, La Universidad Rey Juan Carlos, que toma como referencia el Decreto de 1954, aunque con algunos matices. Según el reglamento de esta universidad, en las faltas menos graves, por fraude en las pruebas de evaluación, es el profesor de la asignatura el que tiene la competencia para adoptar la correspondiente medida sancionadora. Si el estudiante está en desacuerdo, puede reclamar ante «la Comisión de Reclamación del Centro». Parece, en este sentido, que la sanción se puede adoptar sin el correspondiente procedimiento administrativo, posibilidad que convierte esta prescripción en contraria a nuestro ordenamiento jurídico, por incumplir con las exigencias del derecho administrativo sancionador.5 Además, esta disposición tampoco cumple con la exigencia de la necesidad de estructurar el procedimiento sancionador en dos fases, con la consiguiente intervención de un órgano instructor y un órgano decisor. El rector, por tanto, es el órgano competente para iniciar y resolver el procedimiento, pero puede delegar la competencia en estas materias, aunque la imposición de la sanción únicamente le corresponde a él. Ahora bien, se establece la necesaria separación entre la fase instructora y sancionadora, que se debe encomendar a órganos distintos.6 2.5.- Universidades privadas: previsiones normativas sancionadoras y análisis jurisprudencial. 5 El artículo 63.1 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las administraciones expresa: “En ningún caso se podrá imponer una sanción sin que se haya tramitado el oportuno procedimiento”. 6 El artículo 63.1 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las administraciones expresa. “Los procedimientos de naturaleza sancionadora…establecerán la debida separación entre la fase instructora y la sancionadora, que se encomendarán a órganos distintos. La ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades, reconoce en su artículo 2, apartado segundo letra a), expresamente a las Universidades españolas la facultad de elaborar sus normas de régimen interno. Dicha capacidad, como ya hemos visto, forma parte de la denominada autonomía universitaria, principio constitucional recogido en el artículo 27 apartado 10 de la Constitución Española de 1978. Con base a esta normativa, las Universidades, también las privadas, pueden dictar catálogo de normas y sanciones, así como el procedimiento sancionador, pero unas y otras deben garantizar el derecho fundamental a la tutela efectiva, el derecho de defensa y la seguridad jurídica propias de un Estado de Derecho. Si en la práctica, la situación del régimen disciplinario en las universidades públicas españolas es compleja, debido como hemos visto a un soporte legislativo del año 57, parce ser todavía más indefinido en las Universidades privadas. Consideradas como una empresa, de no estar de acuerdo el alumno con la sanción que esta le imponga, no le queda más remedio que recurrir a la Ley de Consumidores y Usuarios en la que difícilmente puede encontrar una protección específica el derecho a la educación. 3.-Ámbito no universitario: 3.1.-Desarrollo normativo estatal desde la Constitución de 1978. Desde la promulgación del derecho a la educación en la CE, artículo 27, es general la crítica a la proliferación de leyes educativas en poco tiempo, teniendo en cuenta la Ley 14/1970, que estuvo vigente 20 años en democracia, se han desarrollado seis leyes orgánicas en el plazo de 35 años. La regulación del marco disciplinario a través de las leyes educativas no ha sido ajena a los cambios, a través de la normativa vamos a analizar los hitos más importantes que se han producido en esta materia, así como la evolución de algunos elementos. Ley orgánica 5/1980, de 19 de junio, por la que se regula el Estatuto de Centros Escolares. La LOECE fue la primera ley que reguló el derecho a la educación tras la aprobación de la CE. Esta ley estableció por primera vez una especie de Estatuto del alumnado en su título IV, recogiendo de forma genérica derechos y deberes. En relación con los derechos destaca el derecho del alumnado “a ser respetado en su dignidad y a no sufrir sanciones humillantes y en relación con los deberes el de “respeto a la dignidad del resto de los miembros de la comunidad educativa” y el de “respeto a las normas de convivencia generales y de cada centro”.7 Para la regulación del régimen disciplinario del alumnado indicaba que “sin perjuicio de que reglamentariamente se estableciera el citado régimen, dentro del marco de derechos y deberes de la Ley, se especificaría en el Estatuto o reglamento de régimen interior de cada centro”.8 La potestad para aprobar el reglamento de régimen interior, la tenía el Consejo de Dirección, órgano colegiado con representantes en equilibrio de fuerzas del profesorado y del resto de la comunidad educativa. También era el órgano competente para resolver las sanciones muy graves. Por otra parte, el reglamento de régimen interior era elaborado por el claustro junto con la asociación de padres. En relación con las sanciones se limitaba especialmente la expulsión del centro condicionándola a que en caso de permanencia del agresor se pudieran derivar consecuencias graves para otros alumnos o para él mismo, 7 8 LOECE, artículos 35, 36 y 37. LOECE, artículo 39 Ley orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora del derecho a la educación. La LODE estableció que la actividad educativa, orientada por los principios y declaraciones de la CE tendrá, entre otros fines, el pleno desarrollo de la personalidad del alumno y la formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales y en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia.9 Además se constituye como un deber básico del alumnado el estudio y el respeto a las normas de convivencia del centro docente.10 La LODE atribuyó al Consejo Escolar la potestad para aprobar el reglamento de régimen interior, la resolución de conflictos y en el caso de los centros concertados la imposición de sanciones cunado se trataba de asuntos de carácter grave. En cuanto al director su atribución consistía en ejecutar los acuerdos tomados por el consejo escolar. La ley orgánica 1/1990, de 3 de octubre, general del sistema educativo. La LOGSE no supuso grandes cambios en el marco del derecho disciplinario del alumnado, pero eleva la edad de escolarización obligatoria hasta los 16 años, hecho que supone que muchos alumnos difíciles que antes eran expulsados del sistema, haya que atenderlos, con las consecuencias que se pudieran dar también en materia de clima escolar y disciplina. La ley orgánica 9/1995, de 20 de noviembre, de la Participación, la Evaluación y Gobierno de los Centros Docentes. La LOPEG reguló los órganos de gobierno de los centros públicos, concediendo al consejo escolar la competencia de aprobar el RRI, así como la de resolver e imponer correcciones con “finalidad pedagógica” para conductas gravemente perjudiciales para la convivencia, según las normas que estableciera cada Administración educativa11. En tanto que al director de le concede la competencia de favorecer la convivencia y de imponer correcciones de acuerdo con criterios fijados por el consejo y según lo establecido por la Administración educativa12. Ley orgánica 10/2002, de 23 de diciembre, de Calidad Educativa. La LOCE incidió especialmente en el deber de estudio del alumnado, concretándolo en la obligación de participar en las actividades formativas, en seguir las directrices del 99 LODE. Artículo 2 LODE. Artículo 6 11 LOPEG. Artículo 11 12 LOPEG. Artículo 21. 10 profesorado, en asistir a las clases con puntualidad y en participar en la mejora de la convivencia y en la consecución de un clima adecuado de estudio, respetando el derecho de los compañeros a la educación.13 En cuanto a la figura del director en los centros públicos docentes, se establece entre sus competencias, las de resolver los conflictos e imponer todas las medidas disciplinarias.14 En los centros privados concertados de incorpora la facultad de resolver los asuntos de carácter grave en materia de disciplina.15 El consejo escolar, tanto para los centros públicos como privados, pierde las competencias relacionadas con la resolución de asuntos disciplinarios graves, aunque mantiene la competencia de aprobar el RRI.16 Ley orgánica 3/2006, de 3 de mayo, de educación. La LOE no modifica las competencias del consejo, pero incorpora la posibilidad de revisar las decisiones del director, en materia de medidas disciplinarias ante conductas graves, a instancia de padres o tutores, pero sin carácter vinculante. 17 También en los centros privados concertados incorpora esta premisa. Para el claustro de profesores de centros públicos, incorpora nuevas competencias, como, por ejemplo, el conocimiento de la resolución de los conflictos disciplinarios y de las sanciones impuestas, de velar por el cumplimiento de la normativa y proponer medidas e iniciativas cuyo objetivo fuera favorecer la convivencia en el centro. Estas competencias no aparecen para los centros privados concertados.18 Las competencias para el director de los centros públicos siguen siendo básicamente las mismas con la importante incorporación de garantizar la mediación en la resolución de los conflictos. No aparecen modificaciones para los centros privados concertados. Ley orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa. La LOMCE incorpora para los consejos escolares la posibilidad de proponer medidas e iniciativas que favorezcan la igualdad de trato, la prevención de la violencia de género y la no discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social19 13 LOCE. Artículo 2 LOCE. Artículo 79 15 LOCE. Disposición final. 1.3. Modifica el artículo 54 LODE 16 LOCE. Artículo 258 17 LOE. Artículo 127 18 LOE. Artículo 129 19 LOMCE. Artículo 127 14 Las competencias del director en los centros públicos docentes se ven modificadas en tanto que se añade la de aprobar los proyectos y las normas a los que se refiere el capítulo II del título V de la propia ley. Esta modificación supone la detracción de estas competencias al consejo escolar, lo que conllevó gran número de críticas al entender, parte de la comunidad educativa, que el aumento de la concentración de poder de decisión del director entorno a la convivencia del centro, iba en detrimento de la participación del resto de la comunidad educativa. En cuanto a los centros privados concertados, el consejo escolar pierde, al igual que en los centros públicos, la atribución de aprobar el reglamento de régimen interior, a partir de ahora solo tiene la competencia de ser informado y de proponer medidas e iniciativas que favorezcan la convivencia. 3.2.- Competencias autonómicas: análisis de la normativa en vigor en Castilla y León. Centros públicos, concertados y privados. Las comunidades autónomas han regulado el derecho disciplinario del alumnado, salvo en alguna excepción, a través de Decretos, produciendo a su vez una amplia relación de normas, habitualmente órdenes y resoluciones que directa o indirectamente afectan al régimen disciplinario del alumnado. En concreto, en la comunidad autónoma de Castilla y León, el régimen disciplinario del alumnado lo regula el Decreto 51/2007, de 17 de mayo, por el que se regulan los derechos y deberes de los alumnos y la participación y los compromisos de las familias en el proceso educativo, y se establecen las normas de convivencia y disciplina en los centros educativos de Castilla y León (BOCYL nº99 de 23 de mayo de 2007), en adelante D.51/2007 de Castilla y León. Este Decreto fue modificado parcialmente por el Decreto 23/2014, de 12 de junio, por el que se establece el marco de gobierno y autonomía de los centros sostenidos con fondos públicos que impartan enseñanzas no universitarias en la Comunidad de Castilla y León (BOCYL de 13 de junio de 2014). Otras normas que regulan aspectos relacionados con la convivencia son las siguientes: la Orden EDU/19212007, de 27 de noviembre, por el que se establecen las medidas y actuaciones para la promoción y mejora de la convivencia en los centros educativos de Castilla y León, la Resolución de 7 de mayo, 2007, de la Dirección General de Coordinación, Inspección y Programas Educativos, por la que se implanta la figura del coordinador de convivencia en los centros de Castilla y León a partir del curso 2007-2008. Por último, el observatorio para la convivencia que se regula por el decreto 52/2014, de 16 de octubre, por el que se crea y regula el Observatorio de la Comunidad de Castilla y León (BOCYL nº201, de 20de octubre 2014). Análisis del D.51/2007 de Castilla y León. El Título I, Capítulos II y III, del D. 51/2007 recoge derechos y los deberes de los alumnos. La garantía del respeto de esos derechos y el cumplimiento de los deberes es una de las claves para conseguir los objetivos del Decreto. La igualdad en el número de derechos y de deberes (cinco por cinco) pretende, inclusive en sus aspectos más formales, cumplir un criterio básico como es el equilibrio entre derechos y deberes. El Capítulo IV del Título I del Decreto está dedicado a la participación de las familias en el proceso educativo, haciendo especial énfasis en la necesidad de que madres y padres se impliquen en el proceso educativo de sus hijos para que este se desarrolle de forma adecuada y consiga los objetivos establecidos. La Comisión de Convivencia, existente dentro del Consejo Escolar y regulada en el artículo 20, tiene como finalidad garantizar la aplicación del contenido del Decreto, colaborando tanto en la planificación de medidas preventivas como en la resolución de conflictos. El artículo 23.1, del D. 51/2007, fija que en los centros públicos que impartan enseñanzas completas de educación infantil y primaria, educación secundaria obligatoria, bachillerato o formación profesional el director designará, entre los miembros del claustro, un coordinador de convivencia. El profesor coordinador de convivencia participará en la comisión de convivencia de los centros públicos. En el caso de que no haya sido elegido representante del profesorado, asistirá a sus reuniones con voz, pero sin voto. Sobre el RRI, el D.51/2007, en su artículo 28 señala que, en lo relativo a la convivencia, deberá: -Precisar el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de los deberes, regulados en el título I del decreto. - Establecer las normas de convivencia, que incluyan tanto los mecanismos favorecedores del ejercicio de los derechos y deberes de los alumnos, como las medidas preventivas y la concreción de conductas contrarias a las normas de convivencia en el centro, todo ello en el marco de lo dispuesto en el decreto. -Fijar las normas de organización y participación para la mejora de convivencia en el centro, entre ellas, las de la Comisión de Convivencia. -Establecer los procedimientos de actuación en el centro ante situaciones de conflicto y el sistema de registro de las actuaciones llevadas a cabo. -concretar el desarrollo de la mediación y los procesos de acuerdo reeducactivo para la resolución de conflictos, de acuerdo con lo establecido en el capítulo IV del título III del Decreto. En los centros privados concertados, que impartan las enseñanzas citadas anteriormente, de acuerdo con las funciones establecidas, los directores podrán designar, entre los profesores del centro, un coordinador de convivencia. Uno de los aspectos más interesantes de los tratados en el Decreto es el del concepto disciplina, dándole un sentido positivo y democrático. A partir de ello, se impone una revisión de las conductas perturbadoras de la convivencia en los centros, un ajuste de las actuaciones correctoras que sea necesario llevar a cabo para su gestión y, la incorporación de la participación de todos los miembros de la comunidad educativa. Los derechos y deberes de los alumnos en el D.51/2007 DERECHOS A una formación integral y a ser evaluado DEBERES De estudiar objetivamente A ser respetado, a la seguridad, libertad e De respetar a los demás, no agredir y no integridad discriminar. A participar en la vida del centro De participar en las actividades del centro A protección social De ciudadanía, de respetar los valores democráticos y de contribuir a mejorar la convivencia en el centro y de respetar las normas e instalaciones. Las conductas y las normas de convivencia en el D.51/2007 Las conductas contrarias a las normas de Conductas gravemente perjudiciales convivencia en el D.51/2007 para la convivencia en el centro 1.- Las manifestaciones expresadas contrarias a los 1.- Las faltas de respeto, indisciplina, acoso, valores y derechos democráticos. amenaza y agresión física. 2.- Las actuaciones de desconsideración, imposición 2.- Las vejaciones o humillaciones. de criterio, amenaza, insulto y falta de respeto. 3.- La suplantación de la personalidad. 3.- La falta de puntualidad o asistencia a clase. 4.- El deterioro grave o inadecuado del material y las 4.- La incorrección en la presencia. dependencias del centro. 5.-El incumplimiento del deber de estudio. 5.- Las actuaciones y las incitaciones a actuaciones 6.- El deterioro leve de las dependencias del centro. 7.- La utilización inadecuada de aparatos electrónicos. perjudiciales para la salud. 6.- La reiteración en as conductas contrarias a las normas de convivencia. 8.- Cualquier otra incorrección que altere el normal desarrollo de la actividad escolar. Criterios para establecer consecuencias según el D.51/2007 y actuaciones correctoras inmediatas. Criterios para establecer consecuencias Actuaciones correctoras inmediatas No podrán privar al alumno del ejercicio de su Amonestación pública o privada. derecho a la educación. Exigencia de petición pública o privada de No podrán menoscabar la integridad física o la disculpas. dignidad personal del alumno. Suspensión del derecho a permanecer en el lugar Tendrán carácter educativo. donde se esté llevando a cabo la actividad durante Guardarán la adecuada proporcionalidad. el tiempo que estime el profesor. La calificación de la conducta perturbadora del Realización de trabajos específicos en períodos de alumno y el desarrollo de las actuaciones recreo u horario no lectivo, con permanencia o no inmediatas determinará la adopción de medidas de en el centro. corrección o la apertura de procedimiento sancionador. Deberán tener en cuenta el nivel académico y la edad del alumno, así como las circunstancias personales, familiares o sociales. Acompañadas por actuaciones de ajuste curricular y de estrategias de trabajo. Facilitarán la implicación de los padres o tutores legales del alumno. Actuaciones correctoras con valoración posterior. D.51/2007 Conductas contrarias Conductas gravemente perjudiciales Amonestación escrita Realización de tareas, entre 6 y 15 días. Modificación temporal del horario lectivo, Suspensión del derecho a participar en las máximo 15 días. actividades extraescolares, entre 15 y 30 días. Realización de tareas que reparen el daño causado, Cambio de grupo del alumno, entre 16 días y la máximo 5 días. terminación del curso. Realización de tareas de apoyo a otros alumnos y Suspensión del derecho de asistencia a profesores por un máximo de 15 días lectivos. determinadas clases o a todas ellas, entre 5 y 30 días, sin pérdida del derecho a la evaluación continua. Suspensión del derecho a participar en las actividades extraescolares, máximo 15 días. Suspensión del derecho de asistir a determinadas clases, máximo 5 días, llevando a cabo las tareas académicas que se le encomienden. Los procedimientos para la aplicación de las normas, en el D.51/2007 El procedimiento general para los profesores ante las conductas contrarias a la convivencia de los alumnos, acciones inmediatas y con calificación posterior. El procedimiento de suspensión del derecho de asistir a determinadas clases o a todas ellas. El procedimiento de instrucción de expediente disciplinario. El procedimiento de mediación. El procedimiento de acuerdos reeducativos. Relación entre los procedimientos. El procedimiento sancionador quedará provisionalmente interrumpido cuando el centro tenga constancia expresa, mediante escrito dirigido al director, de acogerse a medidas de mediación. Artículo 42 o de acuerdos reeducativos. Artículo 45. Las medidas de mediación o de acuerdos reeducativos no se llevarán a cabo en el caso de conductas gravemente perjudiciales para la convivencia en las que ocurran causas agravantes de la responsabilidad que se menciona en el artículo 32.2 de este decreto. Artículo 41.2.c. Modificaciones del D.51/2007, modificado por el Decreto 23/2014 La Disposición Final Primera del Decreto 23/2014, de 12 de junio modifica el D.51/2007. Entre los principales aspectos que incorpora esta modificación se encuentran los siguientes: Se modifican algunos artículos, ajustando su contenido a la normativa LOMCE: Consejo Escolar. (artículo 19), Director y Equipo Directivo. (artículo 22) y Claustro de Profesores (artículo 21). Se incorpora el reconocimiento del profesorado de los centros sostenidos con fondos públicos como autoridad pública (artículo 26 bis). Los contenidos del Plan de Convivencia (PC, artículo 27) y del RRI (artículos 28 y 28 bis; el RRI deberá incluir las normas de convivencia y conducta como parte del Proyecto Educativo del Centro). La calificación de las conductas (artículo 29.1) que perturban la convivencia en el centro, incorporando nueva clasificación: leve, grave y muy grave Las actuaciones correctoras de las conductas (artículo 29) perturbadoras de la convivencia: Actuaciones inmediatas (artículos 35 y 36): la obligación para el profesorado de actuar inmediatamente (artículo 29.2.a) con las conductas del alumnado que perturban la convivencia en el centro, dada su condición de autoridad pública. Medidas posteriores: medidas de corrección leves (artículo 38). Procedimiento de acuerdo abreviado. Procedimiento sancionador (graves y muy graves) (artículos 49,50,51,52 y 53). 3.3.-Clases y tipos de infracciones. El RD 1543/1988 clasificaba las faltas en leves, graves y muy graves. Al ser derogado por el RD 732/1995, éste se convirtió en la primera norma reguladora del régimen disciplinario del alumnado que clasificó las infracciones en “conductas contrarias a las normas de convivencia” y en “conductas que perjudican gravemente la convivencia del centro”. En la actualidad las Administraciones educativas clasifican mayoritariamente las acciones del alumnado susceptibles de ser sancionadas siguiendo esta denominación. 3.3.1.-Conductas contrarias a la convivencia: Determinadas conductas son tipificadas por las diferentes Administraciones educativas atendiendo a su gravedad como: “conductas contrarias a las normas de convivencia”. Esta clasificación hace referencia a infracciones leves y graves, a diferencia de otras infracciones que se consideran muy graves. Para poder analizarlas mejor y siguiendo a Latorre,2017, vamos a clasificarlas en: infracciones contra el orden y la organización de la actividad del centro docente, infracciones contra la persona e infracciones contra la propiedad. Infracciones contra el orden y la organización de la actividad del centro docente: Las faltas injustificadas de puntualidad y las faltas injustificadas de asistencia. Los actos que perturban el desarrollo normal de las actividades del centro en general o en las clases. Las conductas que impiden o dificultan el ejercicio de la actividad docente en general. La incorrección en la presencia motivada por la falta de aseo personal o en la indumentaria.Se contempla que se tenga en consideración factores culturales o familiares. 20 La utilización de espacios, material y equipamiento del centro.Siempre que se usen sin autorización o para otros fines no educativos o distintos de los autorizados. La utilización o portar equipos, materiales o aparatos prohibidos. Con la excepción de la autorización por parte de la dirección. La falta del correcto traslado de la información. Mentir, no facilitar documentación a los padres o tutores, etc. Los actos contrarios al régimen disciplinario. Incumplimiento de sanciones o reiteración de infracciones. Infracciones contra las personas Se trata de acciones que afectan a la integridad física, psíquica o moral de otras personas: Incorrección o desconsideración hacia otros miembros de la comunidad. La provocación para cometer infracciones. Las manifestaciones expresas contrarias a la dignidad de las personas y a los derechos democráticos legalmente establecidos. La utilización incorrecta de las nuevas tecnologías. Infracciones contra los bienes materiales: Infracciones que afectan contra el patrimonio, bien de la titularidad del centro, pública o privada o contra el patrimonio de los miembros de la comunidad educativa: Causar daños en el centro o material de éste. Causar daño al material de los miembros de la comunidad educativa. Utilizar intencionadamente las pertenencias de compañeros o compañeras contra su voluntad. Perjudicar la limpieza de las instalaciones, equipamiento, materiales e inmediaciones del centro, así como de los autobuses de transporte escolar y de los lugares visitados con el centro. 20 D.51/2007 de Castilla y León. 3.3.2.-Conductas gravemente perjudiciales para la convivencia. Se dan cuando un alumno manifiesta un comportamiento o comportamientos no deseados que deterioran la convivencia social y educativa. Latorre, 2017, las clasifica para us análisis en tres tipos: contra el orden y la organización de la actividad del centro, contra los miembros de la comunidad educativa y contra la propiedad. Infracciones contra el orden y la organización de la actividad del centro. Actos graves de indisciplina general. La suplantación de la personalidad y falsificación. La utilización incorrecta de las nuevas metodologías. La puesta en peligro de los miembros de la comunidad educativa. La incitación al odio a la violencia. Los actos contrarios al régimen disciplinario. Infracciones contra los miembros de la comunidad educativa. Actos graves de ofensa, agresión física, moral, verbal, amenaza, injuria, información falsa, calumnias o coacciones. El acoso escolar. D.51/2007 de Castilla y León, al profesorado a a cualquier miembro de la comunidad educativa. Hoy en día hay una gran conciencia sobre fenómenos como el Bullyng y el Ciberbullyng, se tiende a la tolerancia 0 ante actos de este tipo. Infracciones contra la propiedad. Sustracción de material o documentos Daños graves causados en edificios, material, documentación del centro o en los bienes de otros miembros de la comunidad educativa. 3.4.- Clases y tipos de sanciones. Según Latorre, 2017, en el ámbito educativo, desde una perspectiva jurídica, podemos agrupar las estrategias disciplinarias en dos tipos: 1) Las consecuencias que no pueden ser consideradas sanciones sino medidas correctoras o educativas. 2) Las sanciones La LOE no hace distinción entre unas y otras, en cambio según Latorre, 2017, las Administraciones educativas sí utilizan diferentes denominaciones para las medias o sanciones que pueden ser aplicadas, como consecuencia de su conducta infractora, hacia el alumno. Según dicho análisis, para las infracciones no calificadas de graves, se utilizan consecuencias que tienen la siguiente terminología: medidas, medidas educativas, medidas corretoras, medidas de corrección, correcciones, medidas educativas de corrección o medidas educativas correctoras. Cantabria, La Rioja y El País Vasco, si utilizan en sus denominaciones el carácter sancionador para este tipo de infracciones. Para las infracciones graves o muy graves, las administraciones públicas siguen utilizando la terminología que hace referencia a “medidas” o “correcciones”, pero siete administraciones, (Andalucía, Castilla y León D.51/2007, Cantabria, Cataluña, La Rioja, Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana), utilizan nomenclatura que advierte del carácter sancionador de las medidas a imponer contra este tipo de infracciones. Atendiendo a estos matices y diferencias, Latorre, 2017, señala que en un centro docente se pueden distinguir dos tipos de estrategias diferenciadas para las sanciones o medidas correctoras: 1.- Medidas de policía o control: su fin son la prevención de comportamientos contrarios a la violencia, el mantenimiento del orden y la cesación de la acción prohibida. 2.-Medidas correctoras o educativas: su fin es la remoción o reposición de los efectos de la infracción. El objetivo es la corrección rápida que conductas que no perjudican de forma grave la convivencia. El fundamento de las mismas no es la comisión de una infracción administrativa o siéndolo son realizadas por alumnado que desde el punto de vista administrativo no tiene la condición de responsable. Ambas estrategias, la de control de carácter preventivo y las correctoras educativas, carecen, a juicio de García García, nombrado por Latorre, 2017, del carácter de medidas sancionadoras, por tanto no están sometidas a las garantías que rigen el régimen sancionador administrativo, de forma que la necesidad de instrucción de un expediente disciplinario no tiene ninguna razón de ser. Según la normativa vigente, LOE, artículo 132 f), es el director del centro quien tiene la competencia de imponer las sanciones que correspondan al alumnado, el profesorado sólo puede imponer aquellas medidas que no tengan carácter sancionador. Atendiendo a las anteriores cuestiones, Latorre, 2017, hace la siguiente clasificación sobre las medidas y las sanciones: Medias ante las conductas perjudiciales para la convivencia: ante infracciones no graves. a) Amonestaciones, privada, oral, pública y por escrito. b) Privación del tiempo de recreo. c) Cambio de espacios, cambio temporal de aula, de grupo o desarrollo de actividades escolares en un espacio distinto a su aula habitual. No se debe confundir con la expulsión del aula, sanción que está fuera de cobertura legal. d) Realización de tareas o acciones determinadas, trabajos extra de tipo académico, realización de tareas de apoyo a otros alumnos o profesores, etc. e) Modificación del horario de presencia en el centro. f) Suspensión del derecho de asistencia, a determinadas clases o al centro. g) Suspensión del derecho de participación en actividades y de utilización de determinadas dependencias y de los servicios escolares. Por ejemplo, la suspensión del derecho a participar en actividades extraescolares o complementarias del centro. h) Retirada de objetos, tales como el teléfono móvil u otros dispositivos electrónicos, así como de sustancias no permitidas. i) Calificación negativa del examen, prueba o ejercicio. Debido a haber copiado o facilitado que otros alumnos copien el ejercicio, control o examen. j) Reparación de los daños causados al material del centro o bien al de otros miembros de la comunidad educativa. Sanciones ante conductas gravemente perjudiciales para la convivencia: ante infracciones graves o muy graves. a) Cambio de grupo o clase del alumno. b) Realización de tareas educadoras en horario no lectivo. No puede ser impuesta si cuenta con la aceptación voluntaria del infractor. c) Suspensión del derecho a participar en determinadas actividades extraescolares o complementarias. d) Suspensión del derecho a la utilización del transporte escolar. La LOE establece la obligación de las Administraciones educativas de prestar gratuitamente el servicio de transporte escolar. Podría ocurrir que el alumno que es suspendido en la utilización del transporte no pudiera acudir al centro docente, lo que supondría una sanción añadida. Se plantea en los centros privados concertados, sin servicio obligatorio de transporte gratuito, sí durante los días en que no se hace uso del mismo por razón de sanción, se debe abonar su coste, aspecto que tiene que estar regulado en el contrato. e) Suspensión del derecho a la utilización del comedor escolar. Misma situación para los centros privados concertados que en el caso de la suspensión del transporte. f) Reparación económica de los daños materiales causados. No es una media, surgiendo dudas sobre su carácter ya que en una gran mayoría de casos no será el alumnado el que directamente la cumpla. g) Pérdida del derecho a la evaluación continua. La administración que la permite limita su utilización al alumnado mayor de dieciséis años. h) Suspensión del derecho de asistencia a determinadas clases. i) Suspensión del derecho de asistencia al centro. j) Inhabilitación para cursar estudios en el centro o cambio de centro. 3.5. Autoridad pública del profesorado. Con las modificaciones realizada por la LOMCE de la LOE, los miembros del equipo directivo y el profesorado de los centros docentes no universitarios son “considerados autoridad pública”. Según Latorre, 2017, la LOE no define un concepto de autoridad pública del profesorado, aunque s se establece sus consecuencias: en los procedimientos llevados a cabo para el establecimiento de medidas correctoras al alumnado, los hechos constatados tienen valor probatorio y presunción de veracidad iuris tantum, sin perjuicio de las pruebas que pueda aportar el alumnado.21 Según el autor, no debe confundirse la locución “condición de autoridad” con “agente de la autoridad”, ya que sólo la primera encaja con rigor en la presunción legal de certeza, mientras que el agente de la autoridad siempre obra por mando o delegación de un superior, quien ratifica o refrenda sus actos. 22 Algunas Administraciones Educativas regularon -antes de la entrada en vigor la reforma operada por la LOMCE- la autoridad pública del profesorado.23 En ninguna de sus 21 LOE.Artículo 124.3 Canals I Ametter, D, 2003 23 Las Administraciones educativas que han regulado la autoridad del profesorado son las siguientes: Cataluñ a, a través de la Ley 12/2009, de 10 de julio, de Educación (DOGC no 5422 de 16 de julio de 2009). Sólo para el director o directora; La Comunidad de Madrid, a través de la Ley 2/2010, de 15 de junio, de Autoridad del Profesor (BOCM no 154 de 29 de junio de 2010); La Comunidad Valenciana, a través de la Ley 15/2010, de 3 de diciembre, de la Generalitat, de Autoridad del Profesorado (DOCV no 64114 de 10 de diciembre de 2010); La Rioja, a través de la Ley 2/2011, de 1 de marzo, de autoridad del profesor y de la 22 normas se establece un concepto, aunque sí recogen las atribuciones que corresponden al profesorado en el desempeño de sus funciones. Del análisis de esta normativa que hace Latorre, se pueden extraer los siguientes derechos y atribuciones del profesorado: 1) El respeto de su identidad, integridad y dignidad, a recibir el trato adecuado y a ser reconocido y valorado por parte de todos los miembros de la comunidad educativa, fundamentalmente padres, alumnado y demás profesorado. 2) El desarrollo de su función docente en un ambiente de orden, disciplina y respeto a su dignidad y sus derechos, especialmente a la integridad física y moral. 3) La potestad y autonomía para tomar decisiones, según los principios de inmediatez, proporción y eficacia, de acuerdo con las normas de convivencia del centro y de acuerdo con lo que disponga la normativa vigente y respetando los derechos del alumnado, que le permitan mantener o restablecer un ambiente adecuado de estudio durante las clases, en las actividades complementarias y extraescolares, tanto dentro como fuera del recinto escolar. 4) La colaboración de los padres o representantes legales del alumnado, así́ como del propio alumnado para el cumplimiento de las normas de convivencia. 5) La protección jurídica adecuada a sus funciones docentes. 6) El apoyo por parte de la Administración educativa, que velará para que el profesorado reciba el trato, la consideración y el respeto que le corresponden conforme a la importancia social de la tarea que desempeña. Para ello se impulsarán programas y campañas de promoción y dignificación social del profesorado. 7) A participar y recibir la colaboración necesaria para la mejora de la convivencia escolar y de la educación integral del alumnado, que promoverá la Administración competente en materia de educación. 8) A recibir la formación profesional y el apoyo a su labor docente por parte de la Administración competente en materia de educación. convivencia en los centros educativos de la Comunidad Autónoma de La Rioja (BOR no 31 de 7 de marzo de 2011); Extremadura, a través de la Ley 4/2011, de 7 de marzo, de Educación de Extremadura (DOE no 47 de 9 de marzo de 2011); Castilla la Mancha, a través de la Ley 3/2012, de 10 de mayo, de autoridad del profesorado (DOCM no 99 de 21 de mayo de 2012); Galicia, a través de la Ley 4/2011, de 30 de junio, de convivencia y participación de la comunidad educativa (DOC no 136 de 15 de julio de 2011); Aragón, a través de la Ley 8/2012, de 13 de diciembre, de autoridad del profesorado en la Comunidad Autónoma de Aragón (BOA no 253 de 31 de enero de 2012); Asturias, a través de la Ley del Principado de Asturias 3/2013, de 28 de junio, de medidas de autoridad del profesorado (BOPA, no 231 de 4 de julio de 2013) y Castilla y León a través de la Ley 3/2014, de 16 de abril, de autoridad del profesorado (BOCL no 82 de 2 de mayo de 2014). 9) El reconocimiento de una posición preeminente en el ejercicio de sus funciones docentes, en cuyo desarrollo gozará de autonomiá dentro de los lim ́ ites fijados por la legislación y el marco del proyecto educativo. De la misma manera, este autor deduce del reconocimiento de la autoridad pública de las normativas autonómicas vigentes, las siguientes consecuencias para el profesorado, dentro de sus funciones docentes de gobierno y disciplinarias: 1) El incremento de su protección: la protección que le otorga el ordenamiento jurid́ ico por tener reconocida esta condición. 2) La presunción de veracidad: en el ejercicio de sus competencias correctoras o disciplinarias, los hechos constatados por el profesorado gozarán de presunción de veracidad o iuris tantum, sin perjuicio de las pruebas que en defensa de los derechos de los interesados sean aportadas por los mismos. Se exige que se realice por escrito, documentalmente, en el procedimiento instruido al efecto. En este sentido, el alumnado pudiera contar con pocas alternativas en caso de no estar de acuerdo con una acusación infundada por parte de algún profesor, por tanto, sería recomendable que entre las normas del centro docente se estableciera la posibilidad de que pudiera acudir a alguna instancia que le permitiera exponer su versión al respecto, sin crear un ambiente tenso ni que pueda recibir represalias por ello. 3) Asistencia jurid́ ica: la Administración educativa garantiza al profesorado la defensa jurid́ ica y la protección, en los procedimientos jurisdiccionales seguidos como consecuencia del ejercicio legit́ imo de sus funciones. Por otra parte, también se establece la cobertura de su responsabilidad civil, en relación con los hechos que se deriven de su ejercicio profesional y de las funciones que realicen dentro o fuera del recinto escolar. 4) Reparación del daño moral recibido: en caso de agresiónfiś ica o moral al profesorado por parte del alumnado, éste reparará el daño moral causado mediante la petición de excusas y el reconocimiento de la responsabilidad. Esta obligación no obsta para que se apliquen las medidas educativas correctoras o disciplinarias que correspondan. 5) Deber de colaboración: los centros podrán recabar la colaboración de los padres o los representantes legales del alumnado y de las Administraciones públicas para la aplicación de las normas que garanticen la convivencia en los centros docentes en relación con la información sobre las circunstancias personales, familiares o sociales que concurran en los alumnos, siempre que el derecho a la intimidad y demás derechos constitucionales queden garantizados. El incumplimiento del deber de colaboración a que se refiere el presente artículo por parte de quien sea requerido para ello por quien esté revestido de la condición de autoridad podrá ser sancionado de acuerdo con lo que al efecto disponga el ordenamiento jurid́ ico. Según Latorre, 2017, en los últimosaños se ha despertado el debate sobre si los profesionales de la enseñanzapública pueden ser considerados autoridad pública a efectos penales. Para el citado autor, larazón de este debate se encuentra en el intento de frenar la violencia contra el profesorado, por parte del alumnado y de sus representantes legales. La jurisprudencia, antes de la reforma de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal (BOE no 281 de 24 de noviembre de 1995), en adelante CP, ha corroborado esta interpretación en varias ocasiones. Antes de esta reforma también hubo resoluciones judiciales que negaron la condición de funcionario público a efectos penales, no contemplando la posibilidad de ser sujetos pasivos del delito de atentado al profesorado24 La reforma en el artić ulo 550 del CP por el artić ulo único.240 de la Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del CP (BOE no 77 de 31 de marzo de 2015), ha resuelto la cuestiónpar el profesorado de los centros públicos, al establecer que “en todo caso, se considerarán actos de atentado los cometidos contra los funcionarios docentes o sanitarios que se hallen en el ejercicio de las funciones propias de su cargo, o con ocasión de ellas”. El alumnado imputable penalmente podrá ser reo de atentado, en caso de que agrediera con intimidación grave o violencia, u opusiera resistencia grave al funcionario docente, cuando este profesorado se encuentre en el ejercicio sus funciones o con ocasión de las mismas. La pena prevista es de prisión de seis meses a tres años. A su vez, se le puede imponer la pena superior en grado cuando: hiciera uso de armas u otros objetos peligrosos; el acto violento sea potencialmente peligroso para la vida o pudiera causar lesiones graves, incluyendo el lanzamiento de objetos contundentes o liq́ uidos inflamables, el incendio o la utilización de explosivos; o se acometiera al funcionario docente haciendo uso de un vehículo a motor. 25 También se pena la provocación, la conspiración y la proposición del delito de atentado, castigándose con pena inferior en uno o dos grados26. A su vez, se castiga la perturbación grave de los actos públicos propios de un centro docente, con la pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis 24 Lorete Velasco,2011 CP. Artículo 551 26 CP.Artículo 553. 25 a 12 meses, pudiéndose imponer en estos casos también la pena de privación de acudir a los lugares o eventos de la misma naturaleza por un tiempo superior hasta de tres años a la pena de prisión impuesta. 27 Por último, se castiga a los que por imprudencia grave causen daños por cuantía superior a 400 euros en un centro docente con la pena de multa de tres a 18 meses, atendiendo a la importancia de estos daños.28 3.6.- El procedimiento sancionador. Las Administraciones Educativas establecen diferentes fórmulas de actuación. Suelen distinguir dos clases de procedimientos. (Latorre, 2017): 1) El procedimiento establecido frente a las infracciones leves y que se sustancian a través de la imposición de medidas educativas y correctoras. 2) El procedimiento establecido frente a infracciones graves y que se sustancia a través de la imposición de sanciones. Actuaciones en el procedimiento sancionador: -Actuación del profesorado para que cese la acción y la conservación del orden: La LOE establece que, dentro de su actividad cotidiana, los docentes han de fomentar con su actuación a mantener el orden. Según Latorre, los límites de esta actuación están hoy en día poco claros, tanto por arriba como por abajo. En cualquier caso no deben confundirse, a juicio de este autor, estas actuaciones, con la imposición tradicional de castigos que podrían ser motivo de denuncia en muchos casos ni tampoco hacer dejación de las funciones que tiene atribuidas en función de su autoridad. Sobre las actuaciones inmediatas que tienen el objetivo del cese de la conducta que perturba la convivencia, cualquier profesor del centro podrá llevar a cabo alguna de las siguientes actuaciones: - Amonestación pública o privada. -Exigencia de petición pública o privada de disculpas. -Suspensión del derecho a permanecer en el lugar donde se esté llevando a cabo la actividad durante el tiempo que estime el profesor. -Realización de trabajos específicos en períodos de recreo u horario no lectivo, con permanencia o no en el centro. 27 CP.Artículo 554. CP.Artículo 324. 28 De estas actuaciones inmediatas, informaráal tutor que, de acuerdo con la dirección determinarán la idoneidad de informar a las familias o representantes legales del alumno. El profesor ya no es competente para tomar otras medidas, que corresponde al director. Características del procedimiento para la imposición de medidas correctivas: La principal característica de estos procedimientos es la rapidez en la respuesta a la acción del alumnado. En relación al órgano competente para imponer las medidas, se contemplan varias posibilidades. Algunas administraciones educativas establecen que el órgano competente es el director, si bien deja la posibilidad de que, por medio de delegación de competencias, otros miembros del equipo (profesorado, profesor tutor o jefe de estudios) puedan imponerlas. Dicha delegación deberá quedar consignada en el RRI. El procedimiento para la corrección de estas acciones no contempla la tramitación de expediente disciplinario, aunque siempre se garantiza el trámite de audiencia con carácter previo a su imposición; en algunos casos, además se da la opción de ser escuchados los padres o representantes legales del alumno. También se establece para el alumno menor de edad la información por escrito a las familias de la sanción impuesta. De la corrección, a excepción de algunas sanciones de carácter leve, se exige que se deje constancia por escrito. Las correcciones son inmediatamente ejecutivas y ponen fin a la vía administrativa. Para los plazos de prescripción de las acciones y correcciones, las Administraciones Educativas muestran mucha variedad, el rango va desde los 15 días lectivos hasta los seis meses. En cuanto a la preinscripción de las medidas, el rango va desde los veinte días lectivos, hasta los seis meses. El procedimiento sancionador ante infracciones graves: No es posible la imposición de sanciones sin la tramitación de un procedimiento. Es una garantía que se establece en la CE. Dicho procedimiento administrativo es el conjunto de actuaciones, formalidades y trámites que debe observar la administración para dictar acuerdos y resoluciones. (Latorre, 2017). En el régimen disciplinario del alumnado, las Administraciones Educativas establecen un procedimiento generalmente llamado “expediente disciplinario”, aunque en algunos casos también establecen otros procedimientos alternativos simplificados. En virtud de sus competencias educativas cada Administración tiene el derecho de regular los citados procedimientos, pero el Derecho Administrativo sancionador está obligado a atenerse a los principios básicos del ordenamiento estatal por lo que no se pueden dar grandes divergencias entre Administraciones. - Incoación del expediente disciplinario: Corresponde al centro docente, en caso de infracciones graves o muy graves, activar las acciones conducentes a la investigación de los hechos, sus causas y sus antecedentes, con el objeto de determinar la identidad, establecer los hechos probados y en su caso imponer las sanciones que establezca la normativa vigente. (Latorre, 2017). El órgano competente para incoar y resolver el procedimiento es, tanto en centros de carácter público como privado, la dirección del centro la que tiene en exclusiva estas competencias. La incoación del procedimiento disciplinario debe ser consignada por escrito, indicando los aspectos siguientes: - Identidad del alumnado. - Hechos que se le imputan. - Lugar y momento exacto dónde se produjeron. - Nombramiento del instructor y en su caso secretario. - Medidas de carácter provisional acordadas. Hay que informar de la incoación a los alumnos y representantes legales si es menor de edad. El plazo para la incoación marcado por las distintas Administraciones varía desde los dos días hábiles, hasta los quince. -Órgano instructor: Con el objeto de garantizar la imparcialidad, el director debe nombrar de entre los profesores del centro docente, al instructor, que puede abstenerse o bien ser recusado por los representantes legales del alumno menor de edad, ajustándose a motivos establecidos. -Medidas provisionales: Estas medidas son una restricción de los derechos del presunto responsable y tienen por objeto proteger los derechos de los perjudicados o de los intereses públicos. Una vez iniciado el procedimiento o en cualquier momento de la instrucción, la dirección del centro cómo órgano encargado para resolver, por propia iniciativa o a propuesta del instructor, puede decidir el establecimiento de estas medidas, que deben tener las siguientes características: - Provisionalidad, anticipan las medidas que pueden ser adoptadas al finalizar el procedimiento sancionador. - Cautelares, tratan de asegurar la eficacia de la resolución. Las medidas provisionales adoptadas deben ser comunicadas al alumnado y si es menor de edad, a sus representantes legales. En cualquier momento anterior a la resolución las medidas tomadas pueden ser revocadas por el director. Siempre que sea posible, debe acordarse la compensación de las medidas adoptadas durante el procedimiento, con las sanciones establecidas por la resolución. -Pliego de cargos: En los procedimientos disciplinarios, el presunto infractor, en caso de menores, sus representantes legales, tienen derecho a ser informados de aquellos elementos básicos del procedimiento como: los hechos que se le imputan, identidad del instructor, la autoridad para imponer la sanción y la norma que le atribuye esta competencia. El plazo para que el instructor notifique el pliego de cargos va desde los dos días lectivos hasta los cuatro, dependiendo de las Administraciones Educativas. Tras la recepción del pliego, se abre plazo para que el alumno o representantes legales puedan alegar y proponer la práctica de pruebas. Este plazo va desde los dos días hábiles hasta los diez. -Trámites de alegaciones, de vista y de audiencia: El trámite de alegaciones es opcional para el interesado y la única obligación para la Administración es la de tener en cuenta dichas alegaciones a la hora de resolver. En cambio, el trámite de audiencia es obligatorio para la administración y voluntario para los interesados. -La práctica de pruebas: La presunción de inocencia implica para su destrucción la necesidad de una actividad probatoria, una prueba que no deje lugar a dudas razonables sobre la certeza de los hechos. El artículo 124.3 de la LOE establece que, en los procedimientos de adopción de medidas correctoras, aquellos hechos que han sido constatados por el profesorado y miembros del equipo directivo, tendrán valor probatorio y disfrutarán de la presunción de veracidad, sin perjuicio de las pruebas que, en defensa de los respectivos derechos o intereses, puedan señalar o aportar el alumnado. Las Administraciones Educativas establecen que el instructor puede practicar las pruebas que estime oportunas, (interrogación de las partes, prueba testifical, prueba pericial y prueba documental). -Propuesta de resolución: Terminada la instrucción, el instructor elabora la propuesta de resolución en la que se exige: los hechos que se imputan al alumno, la calificación de estos hechos en relación con las faltas, circunstancias atenuantes y agravantes y la sanción propuesta. La propuesta debe ser comunicada al alumno o a sus representantes legales, bien mediante notificación o bien convocándoles para una reunión al efecto. -La resolución del expediente: Es la dirección del centro el órgano competente para resolver el expediente disciplinario. Esta resolución debe ser motivada, no pudiendo aceptar hechos que no estuvieran considerados en el pliego de cargos y en la propuesta de resolución. Esta resolución debe contener los hechos que se imputan, las circunstancias, los fundamentos jurídicos, el contenido de la medida correctiva, la fecha de efecto y el órgano ante el que cabe recurso y plazo. -La ejecución de la resolución: La interposición de recurso administrativo o jurisdiccional puede producir efectos suspensivos sobre la ejecución. En el ámbito educativo,el órgano jurisdiccional, debe valorar para suspender o no la ejecución de la sanción, aspectos como el perjuicio par el alumnado y los perjuicios o beneficios que supondría una decisión u otra para la comunidad educativa y el interés general. (Latorre, 2017). -Los recursos a la resolución: Tan sólo la Comunidad Valenciana, establece establece que la resolución del procedimiento disciplinario por parte de la dirección del centro pone fin a la vía administrativa. El resto contempla la posibilidad de recurrir a través del recurso de alzada, cuya resolución pone fin a la vía administrativa. En algunos casos se establece la necesidad de realizar previamente una reclamación, como en el Principado de Asturias, siendo la resolución de esta reclamación la que podrá ser recurrida en alzada. Algunas comunidades imposibilitan al alumnado de la concertada, la posibilidad de este recurso, aunque lo sustituyen por la posibilidad de la interposición de una reclamación ante el órgano administrativo con las mismas consecuencias. (P.de Asturias). 3.7.- La inspección de educación y el procedimiento disciplinario. Algunas administraciones educativas obligan a la dirección de los centros docentes a comunicar al servicio de inspección de educación el inicio del procedimiento sancionador, así como a informar sobre su tramitación y resolución. Llega a establecer en algunos casos, que las comunicaciones se realicen de forma simultánea a las establecidas con padres o representantes legales.29 También se da la participación directa de la inspección en alguno de estos casos: Cuando algunas Administraciones Educativas para la sanción de cambio de centro exigen la resolución de la autoridad competente, previo informe de la inspección educativa Cuando para la resolución de los recursos frente a las sanciones establecidas en el centro docente, se solicita por parte de la autoridad competente informe de la inspección de educación. 4.- Conclusiones: El derecho a la educación, recogido en el artículo 27 de la Constitución española, no queda reducido a la instrucción o la transmisión de conocimientos, abarca en cambio un concepto mucho más amplio como es el del desarrollo integral del alumno. Este desarrollo tiene a su vez varias vertientes como la intelectual, física, la psicológica y también la ética, la moral y la social. Como apuntábamos en la introducción, un buen clima de convivencia es un elemento imprescindible para lograr el objetivo, que como vemos es el desarrollo íntegro de la personalidad humana. También apuntábamos que dicho clima se sustentaba en dos factores, por un lado actuaciones preventivas y por las otras acciones paliativas. En la actualidad, fundamentalmente en la educación básica, todos los centros, motivados por la administración, cuentan con protocolos de actuación y programas que promueven acciones favorecedoras de un buen clima de convivencia, pero por otro lado, se echa en falta una normativa disciplinaria más homogénea, fundamentalmente en el ámbito de las universidades. 29 D.51/2007 de Castilla y León, ente otras comunidades autónomas. El régimen disciplinario en los centros educativos, no puede, no debe ser un régimen carcelario de imposición de sanciones que no tengan relación con la educación, todo lo contrario, debe ser un instrumento más al servicio de esta. Un instrumento que ayude a la formación ética, moral y social del alumnado. En este sentido los principios de estos regímenes deben ser éticos y al mismo tiempo eficaces, compaginando las garantías del alumnado con la eficacia mediante sanciones que limitan el derecho a la educación, y desde luego, no parece un equilibrio sencillo. Es necesario por ello que en estos ámbitos dichos procesos sean precisos y atiendan a fórmulas estudiadas y contrastadas en la consecución de los fines. En la educación básica y bachillerato, las administraciones educativas regulan a través de reglamentos el régimen disciplinario de los alumnos y tan solo dos regulan mediante ley los aspectos esenciales del mismo. No obstante, la titularidad de los centros docentes de primaria y secundaria determina el régimen aplicable, mientras que en los públicos actúa el poder sancionador de la administración, en los concertados aunque asumen las condiciones, limitaciones y garantías que establece la Administración, según el Tribunal Constitucional, dichas limitaciones no son un obstáculo insalvable para que el poder de dirección de la titularidad promueva la disciplina ni exija respeto al carácter propio del mismo. En cuanto al ámbito universitario, parece que la administración no se ha tomado como asunto prioritario el régimen disciplinario del alumnado y la base reguladora del mismo es el decreto de 8 de septiembre de 1954. Las sucesivas leyes han ido dejando en manos de los centros la regulación de este régimen mediante reglamentos propios que se ajustan en cuanto a los principios sancionadores y procedimientos, a las leyes 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas y 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público. En cuanto a las Universidades privadas, la situación es más indefinida y pueden darse situaciones en las que el alumno de encuentre en situación de desamparo respecto a la protección de su derecho a la educación.