Subido por Cimark Peter Rocabado Montenegro

El Poder de Creer Correctamente - Prince, Joseph

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Este libro está dedicado con amor a mi hija y amiga Jessica Shayna
Prince.
Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
—Proverbios 31:29
INTRODUCCIÓN
Durante las dos últimas décadas, he tenido el privilegio de ministrar a
personas preciosas provenientes de todos los ámbitos de la vida. He
tenido el honor de conocer a personas en mi congregación y en
conferencias por todo el mundo y escuchar sus historias. Puedo verlos
con los ojos de la mente incluso mientras escribo.
Algunos de ellos rebosaban con la exuberancia que produjo el ser
liberados de condenación. Otros se aguantaban lágrimas de
agradecimiento al acordarse de adicciones que en otro tiempo les
apresaban con vergüenza y la imposibilidad de hacer nada positivo con
sus vidas. En cuanto a quienes no llegué a conocer en persona, sus
cartas y correos electrónicos me contaban sus historias. Historias de
liberación de una vida de ansiedad y depresión. Historias de ser
rescatados de la prisión del temor. Historias de abandonar hábitos
destructivos.
Estoy profundamente emocionado y humillado por el hecho de que
Dios haya usado mis mensajes, libros y programas de televisión para
ayudar de alguna manera a estas personas increíbles a navegar hacia la
libertad.
Pero no todas las historias que he llegado a conocer han tenido
un final feliz. Al menos todavía no.
Como pastor, también me he encontrado con muchas personas que
siguen luchando hoy. Algunos están atados por serias inseguridades,
atrapados por trastornos alimenticios, o atenazados por constantes
temores y recurrentes ataques de pánico. Otros han quedado cautivos
durante años de la depresión crónica, luchando con pensamientos
suicidas que les despojan de su capacidad para funcionar en sus vidas
cotidianas. También están los que han caído en un ciclo destructivo de
adicción, algunos al alcohol y otros a la nicotina, las drogas o la
pornografía. Y tristemente, algunas de esas personas siguen aún
intentando desesperadamente salir de debajo de la carga de más de una
de las cosas que he mencionado.
Todos anhelan la libertad y lo han intentado todo, incluso
tratamientos psicológicos y psiquiátricos. Han intentado ejercer su
propia fuerza de voluntad lo mejor que han podido, sólo para darse
cuenta de que están más enredados en sus adicciones e inseguridad que
antes. Muchos están secos económicamente por consultar a psiquiatra
tras psiquiatra, doctor tras doctor, consejero tras consejero, gastando
miles de dólares cada mes por sus consultas. Han tomado todo tipo de
antidepresivos y medicamentos antipsicóticos, además de intentar
arreglos rápidos de todo tipo. Y no están mejor.
Escuchar historias de este tipo siempre me parte el corazón, y
recuerdo preguntarme a mí mismo: ¿Cuál es la
diferencia entre los que han experimentado su libertad y los que siguen
atrapados y atados por emociones y adiciones tóxicas?
Creo que la respuesta es sencilla pero poderosa: sus creencias.
Creer correctamente siempre produce vivir correctamente.
Cuando usted cree correctamente, vive correctamente.
Verá que las personas luchan por controlar sus conductas y acciones
porque no tienen control sobre sus emociones y sentimientos. No tienen
control sobre sus emociones y sentimientos porque no tienen control
sobre sus pensamientos. Y no tienen control sobre sus pensamientos
porque no están controlando lo que creen.
Dicho de forma simple, si usted cree mal, luchará con malos
pensamientos. Esos malos pensamientos producirán emociones
dañinas que conducirán a sentimientos tóxicos de culpa, vergüenza,
condenación y temor. Y esos malos sentimientos finalmente
producirán malas conductas, acciones y dolorosas adicciones.
Lo que usted cree es vital. Y creer erróneamente es el gatillo que le
lanza a un camino hacia la derrota. Es lo que le mantiene atrapado y le
hace profundizar cada vez más en una cautividad paralizante.
La buena noticia es que hay salida de este círculo vicioso de derrota.
El poder de creer correctamente le enseñará las verdades poderosas
de la Palabra de Dios para creer en su amor por usted. Le mostrará que
Dios está con usted y no contra usted. Abrirá sus ojos para ver que Él
está de su lado, preparándole para el éxito y propulsándole hacia su
victoria con su amor y tierna misericordia.
En este libro, aprenderá lo que realmente ve Dios cuando le mira
como su hijo amado, lo que significa ser completamente perdonado, y
cómo tener una confiada expectativa de bien para su futuro y destino en
Cristo.
Leerá muchos testimonios asombrosos de personas de todo Estados
Unidos y del mundo entero. Sus vidas fueron tocadas y transformadas
cuando tuvieron un encuentro con la persona de Jesús y permitieron
que su mente fuera renovada con las creencias correctas acerca de su
verdadera identidad en Cristo.
Para acelerar su experiencia de aprendizaje, he condensado la
esencia del poder de creer correctamente en siete factores simples pero
prácticos que usted puede empezar a aplicar cada día en su vida. Estos
factores son principios bíblicos fáciles y muy eficaces que calibrarán su
mente para desarrollar hábitos positivos para creer correctamente. Los
siete factores clave son:
Crea en el amor de Dios por usted
Aprenda a ver lo que Dios
ve
Reciba el perdón completo
de Dios
Gane la batalla por su mente Sea libre de ocuparse en el
yo
Tenga una confiada expectativa de bien Encuentre
descanso en el amor del Padre
Querido amigo, si usted está batallando con algunos de los asuntos
que he mencionado antes, creo con todo mi corazón que a medida que
aparte algo
de tiempo para leer este libro, encontrará inspiración, esperanza y
ánimo para ser libre de la tenaza incapacitante de todo lo que le ha
detenido. Estoy convencido de que encontrará la libertad y el poder que
necesita para vivir su vida al máximo.
Dios tenía planeado que usted viviera con un gozo desbordante, paz
que sobrepasa todo entendimiento y una confianza inquebrantable en lo
que Él ha hecho por usted. Es la hora de salir de la vida de derrota y
entrar en una vida llena de victoria, seguridad y éxito. Olvídese de tratar
meramente los síntomas: la culpa, los temores y las adicciones. ¡Vamos
a por la raíz! Si puede cambiar lo que cree, ¡podrá cambiar su vida! Este
es el poder de creer correctamente.
PARTE UNO
CREA EN
EL AMOR
DE DIOS
POR
USTED
CAPÍTULO 1
LO QUE USTED CREE ES PODEROSO
Lo que usted cree es poderoso. Si puede cambiar lo que cree, ¡puede
cambiar su vida! He conocido a muchas personas preciosas que siguen
luchando por controlar sus conductas y acciones. No importa lo mucho
que lo intenten y cuánto esfuerzo, tiempo y recursos pongan en el
empeño, como un boxeador maltratado terminan regresando a su
esquina, con sus cuerpos derrotados, la moral por los suelos y la
confianza destruida, atrapados de nuevo en la culpa, el temor y las
adicciones que simplemente se niegan a irse.
Después suena la campana para el siguiente asalto. La lucha
continúa, y sueltan todo lo que tienen contra su adversario. Izquierda,
derecha. Izquierda, derecha. Parece que están progresando; pero
entonces su contrincante comienza a soltar golpes a la cabeza, y cada
golpe está cargado de un juicio venenoso de condenación:
¿Quién te crees que eres?
¿Se te han olvidado todos los errores que has cometido?
Las cosas nunca mejorarán.
Deberías aceptar tu suerte.
No va a funcionar, ¡volverás a fracasar!
Nadie te ama. Estás completamente solo.
He visto cómo el enemigo ha usado esas tácticas engañosas
montones de veces. También he visto a demasiadas personas intentando
salir de debajo de la sombra de su pasado o ser libres de sus adicciones,
sólo para terminar sucumbiendo a esas mentiras acerca de ellos mismos,
de su identidad y su destino.
Ese es el poder de creer equivocadamente.
Creer equivocadamente encierra a las personas en una prisión.
Aunque no
hay grilletes físicos, creer equivocadamente hace que los prisioneros se
comporten como si estuvieran encarcelados en una prisión de máxima
seguridad. Marchan inexorablemente a sus frías y húmedas celdas de
adicciones. Se dan el lujo de que les lleven a mazmorras de conductas
destructivas. Se han convencido a sí mismos de que nunca soñarán con
un lugar mejor, creyendo que no tienen otra opción que vivir en
desesperación, frustración y derrota.
Creer correctamente, por el contrario, es una luz que ilumina el
camino hacia la libertad de esta prisión.
Creer equivocadamente encierra a las personas en una
prisión. Creer
correctamente es una luz que ilumina el camino hacia la
libertad de esta prisión.
Dios quiere iluminar su camino
Ahora bien, antes de que catalogue este libro como otro libro que afirma
que todo se arreglará por sí mismo si se piensa en positivo, espere un
momento. Esto no se trata de psicología humana. Se trata de creer
correctamente sobre la base de una relación muy personal e íntima con
un Salvador amoroso y fundamentado en su Palabra que da vida e
iluminación. El salmista lo dice de este modo: “Lámpara es a mis pies
tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmos 119:105). La versión The
Message dice: “Por tus palabras puedo ver por donde voy, vierten un
rayo de luz en mi camino oscuro” (traducción del inglés).
Amigo, Dios quiere verter un rayo de luz en su camino hoy. Sea cual
sea su lucha en la actualidad, a pesar de lo descomunales que parezcan
sus desafíos, cuando comience a creer correctamente, ¡las cosas van a
comenzar a cambiar para bien!
Las victorias por las que ha peleado durante años pueden producirse
en un instante sobrenatural. Lo sé porque he aconsejado y he orado por
muchas personas que me han contado cómo sus años de adicción al
tabaco, al alcohol o a la pornografía se desvanecieron cuando
permitieron que Jesús entrase en sus situaciones. Se despertaron una
mañana, y el deseo de esas cosas ¡había desaparecido!
Si somos sinceros, todos tenemos alguna medida de creencias
equivocadas en nuestra vida. Si no lo cree, lo único que tiene que hacer
es preguntarse: “¿Me he sentido a menudo ansioso, preocupado o
temeroso de que me pueda ocurrir lo peor a mí o a alguno de mis seres
queridos?”. Querido amigo, esas emociones negativas y agotadoras son
meramente banderas rojas que indican lo que verdaderamente creemos
acerca de nosotros mismos, de nuestras vidas y de Dios.
Cuando estamos temerosos y preocupados todo el tiempo, vivimos
como si no creyéramos que tenemos un Pastor fuerte y capaz que es
bueno con nosotros, que sólo nos guía a lugares buenos, que nos protege
y cuida tiernamente. Por tanto, si preocuparse o tener miedo le paree
ser su estado natural, lo que tiene que hacer es seguir oyendo y
aprendiendo lo mucho que Dios le ama y lo precioso que usted es para
Él. Cuanto más firmemente crea esto, cuanto más interiorice esta
verdad, más cambiará sus pensamientos y sentimientos y menos caerá
presa de emociones y conductas dañinas.
En varios grados, todos tenemos creencias erróneas en nuestro
corazón que tienen que ser expuestas a la verdad de la Palabra de
Dios. Por eso necesitamos al Salvador. Nuestras creencias erróneas
sólo pueden ser derribadas cuando son expuestas ante la gracia de
Él y la verdad de su Palabra.
Conocer la verdad que le hace libre
La premisa de este libro está basada en el versículo tan frecuentemente
citado que dice: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”
(Juan 8:32). Este es un versículo que se ha usado extensamente, incluso
en literatura secular. Pero ¿qué significa realmente? ¿Cuál es la verdad
que nos hace libres?
Es sencial reconocer que Jesús les dijo esto a los judíos de su tiempo.
Ellos eran personas que desde pequeños crecieron estudiando y
aprendiendo la ley. Sin embargo, esas personas, de modo muy parecido
a nosotros hoy, seguían luchando con temores, ansiedades,
enfermedades y todo tipo de opresión, ataduras y adicciones.
Entonces, ¿cuál es esta verdad de la que Jesús estaba hablando, esta
verdad que si sus oyentes conocían, les haría libres de todas esas cosas
destructivas? Bueno, claramente no puede ser la ley porque esas
personas ya conocían muy bien la ley. Ya estaban cumpliendo la ley lo
mejor que podían y, sin embargo, no podían encontrar libertad en la ley.
La libertad, querido amigo, sólo se puede encontrar en la gracia de Él.
Cuando crea de manera correcta en su gracia y su amor por usted, los
grilletes del temor, la culpa y las adicciones se soltarán.
Gracia: el antídoto para la mente envenenada
La gracia es la verdad que Jesús vino a darnos. Su Palabra proclama
que “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).
En el griego original, “gracia y verdad” se consideran una misma
cosa porque el verbo siguiente “vinieron”, se usa en singular. Gracia y
verdad son la misma cosa. Gracia es la verdad que tiene el poder para
liberarle del temor, la culpa y todas las adicciones”. “Y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
Es la verdad de la gracia y no de la
ley lo que le da la verdadera libertad. La verdad de la ley sólo le ata. De
hecho, la atadura religiosa es una de las ataduras más incapacitantes con
las que una persona se puede cargar. La atadura religiosa mantiene al
individuo en constante temor, culpabilidad y ansiedad.
La buena noticia es que la gracia vino para liberarle de la maldición
de la ley. La gracia no es una doctrina o un tema teológico. Cuando
Jesús habla acerca de la gracia, está hablando de sí mismo. La gracia es
una persona. La gracia es Jesús mismo. “Pues la ley por medio de
Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio
de Jesucristo” (Juan 1:17). La verdad que tiene el poder para abrir la
puerta de su prisión de par en par es su gracia. ¡Su gracia es el antídoto
que contrarresta cualquier veneno en su mente! Cuando usted gusta el
amor de Jesús y saborea su bondad y tierna misericordia, toda creencia
errónea comienza a disolverse en la gloria de su amor.
Cuando usted gusta el amor de Jesús y saborea su
bondad y tierna misericordia, toda creencia errónea
comienza a disolverse.
He visto ocurrir eso una y otra vez, dondequiera que voy
proclamando sin disculparme el evangelio sin adulterar de la gracia y
el incesante amor de nuestro Señor Jesús. Cuando una persona
comienza a calibrar su creencia de tal forma que recibe con alegría el
sobreabundante, excesivo y abrumador amor de Dios, las mentalidades
o fortalezas destructivas comienzan a desmoronarse. Y en un instante
sobrenatural, experimenta liberación de hábitos destructivos, temores y
ataduras. No puede usted procesar su gracia de manera lógica en su
mente, ¡la tiene que experimentar en su corazón!
Amigo, su libertad se encuentra en
creer correctamente en el amor de Él, su gracia y su favor en su vida.
Cuando usted crea correctamente en su gracia, comenzará a vivir
correctamente. Creer correctamente siempre produce vivir
correctamente.
La gracia de Dios arranca las creencias erróneas
Conocí a una señora en una conferencia donde estaba hablando.
Desearía que usted mismo hubiera podido ver a Kate. Era una joven
segura y atractiva, con un rostro radiante y resplandeciente. Por eso no
podía creerlo cuando me contó que había sido liberada de más de cuatro
años de adicción al alcohol.
Había sido una persona con ambición empresarial, pero el estrés del
trabajo y la carga de mantener su éxito y su imagen le llevaron a
consumir al menos un litro de alcohol al día como una vía de escape.
En poco tiempo, el hecho de tener que mantener unas intensas
demandas en su trabajo se convirtió en una lucha constante. Unido a la
presión autoimpuesta de mantener su apariencia de éxito intacta, esta
lucha le llevó a una gran depresión.
Una cosa condujo a otra, y en poco tiempo, además de ser adicta al
alcohol, Kate comenzó a ser dependiente de un coctel de fuertes
antidepresivos, tranquilizantes y pastillas para dormir. Ella compartía
que había intentado por todos los medios dejar de beber. Visitó
psiquiatras y psicólogos, e incluso asistió fielmente a grupos de apoyo
para alcohólicos. A través de esas interminables citas y reuniones
experimentó lo que ella llama “unos cuantos episodios de
recuperación”, pero sólo duraban varios días como máximo.
Un día, el esposo de Kate decidió llevarla de vacaciones. Esto le
produjo incluso mayor ansiedad porque no sabía cómo iba a mantener
en secreto su “ingesta” de alcohol mientras viajaba con su esposo.
Ahora bien, había intentado una y otra vez dejar de beber y estaba
bastante familiarizada con cómo los síntomas del síndrome de
abstinencia le habían derrotado cada vez. Sus manos temblaban y se
movían tan incontrolablemente que no podía ni tan siquiera sostener
una cuchara para alimentarse. Se sentía mareada y comenzaba a sentir
un sudor frío y vomitaba constantemente, y no era capaz de tragar
ningún alimento.
Todos esos síntomas desaparecían con un trago o dos, así que salía
a escondidas para comprar alcohol cuando se supone que debía estar en
el gimnasio, y tragaba licor fuerte en secreto cuando su esposo estaba
trabajando.
Para el resto del mundo, Kate parecía tener todo resuelto. Pero ella
lo sabía. Sabía que estaba atrapada en la prisión del alcoholismo y que
no había forma de salir de ese círculo vicioso de derrota.
Así que después de intentar varias veces vencer su adicción sin
éxito, Kate estaba a punto de tirar la toalla. Pero Dios tenía otros planes.
Él le guió a uno de los líderes de mi iglesia que le enseñó a sumergirse
en la Palabra y seguir orando en el Espíritu. A medida que siguió
escuchando mis mensajes acerca de la gracia de Dios, Dios comenzó a
arrancar las creencias erróneas que se habían instalado en su mente y a
reemplazarlas por creencias correctas.
Cuando le llegó el momento de salir de vacaciones, aunque estaba
llena de inquietud y casi se retira del viaje en el último minuto, decidió
ir. Le pidió al Señor que le ayudara a poner sus ojos en Él en vez de
intentar vencer los síntomas del síndrome de abstinencia. Estaba
decidida a disfrutar su tiempo con su esposo y darle gracias a Jesús por
cada bendición, por muy pequeña que fuese.
Kate me dijo que durante todo el viaje estuvo descansando, orando
en el Espíritu, y escuchando continuamente mis mensajes en su iPod.
Para su asombro, no sufrió ningún síntoma. ¿Y sabe qué? Hace más de
dos años de ese viaje, y desde entonces no ha vuelto a probar ni una
gota de alcohol. ¡Aleluya!
Admitió que aunque el pensamiento de tomar un trago lo tiene de
vez en cuando, cree que Dios le ha dado la fuerza para resistir la
tentación. Y por su gracia, ¡sabe que nunca más volverá a sucumbir ante
la botella!
Querido amigo, en un instante sobrenatural, cuatro largos y
peligrosos años de adicción al alcohol desaparecieron para Kate. Ella
no lo sabía entonces, pero Dios le estaba liberando de su adicción (y
mucho más) llenándole con el Espíritu cuando ella apartó su mirada del
problema y fijó sus ojos en Jesús. También compartió cómo había
descubierto recientemente que la respuesta a su problema con la bebida
había estado en la Palabra de Dios todo el tiempo: “No os embriaguéis
con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”
(Efesios 5:18).
Yo aplaudo a esta joven por tener el valor de compartir su poderosa
historia conmigo. Oro para que su testimonio le anime, le inspire y le
dé esperanza.
Un encuentro con Jesús puede liberarle
espiritualmente
Quizá se esté preguntando: “¿Cómo puede ser? ¿Cómo pueden
desaparecer así cuatro años de adicción al alcohol? ¿Cómo puede
perder su fuerza un deseo tan poderoso en tan poco tiempo?”.
La respuesta es simple aunque poderosa.
Kate permitió que el amor de Dios invadiera su mente al escuchar
los mensajes de gracia en su iPod que estaban llenos de Jesús y su amor.
Cuando usted permite que el amor de Dios sature su mente, no importa
qué creencias equivocadas, temores o adicciones le estén manteniendo
atado. Su gracia comenzará a romperlas. Eso es lo que ocurre cuando
usted tiene un encuentro con su buen Salvador. Todo aquel que
encuentra a Jesús nunca se queda igual. Él vino para liberar a los
cautivos.
Escuche lo que dice Jesús: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha
enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los
cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”
(Lucas 4:18).
Amigo, quiero decirle que cualquiera que sea su opresión, Jesús vino
para liberarle. Podría ser una enfermedad física debilitante, o como
Kate, a quien conocí en la conferencia, quizá esté enredado en una
adicción que le ha mantenido preso durante años.
Cualquiera que sea su opresión, Jesús vino para
liberarle.
Cualquiera que sea su condición, al margen de cuánto tiempo haya
estado usted atado, dos años, diez años o treinta años, sepa esto: Dios
puede liberarle en un instante sobrenatural. Aquel que creó el tiempo
no está sujeto al tiempo. Aquel que en una fracción de segundo cambió
el agua en el mejor de los vinos puede saltarse un proceso natural y
acelerar su liberación de cualquier atadura.
Conozco a muchas personas que lucharon con adicciones durante
décadas, pero cuando tuvieron un encuentro sobrenatural con Jesús,
sencillamente se despertaron una mañana y vieron que eran libres, sin
ninguna de esas urgencias o deseos tan conocidos de practicar su
comportamiento negativo. Frank, que vive en el estado de Maryland,
me escribió y compartió cómo fue liberado de la drogadicción. Le
habían dicho que “una vez adicto, siempre adicto”, y se lo había
creído.
Pero cuando conoció la verdad acerca del amor y la gracia
transformadora de Jesús mediante una de mis enseñanzas, eso destruyó
las cadenas que le ataban. Me dijo: “Podría haber saltado a través del
tejado cuando descubrí que ¡lo único que tenía que hacer era aceptar la
obra terminada de Jesús y su gracia! Después de treinta años de
drogadicción, pensaba que no había esperanza para mí. Pero gloria a
Jesús, ahora estoy libre de las drogas, y estoy en una buena iglesia que
predica la gracia con mi esposa, que también ha sido liberada de su
drogadicción”.
Querido amigo, ¡ese es el poder de creer correctamente!
La verdad de Dios desencadena su liberación
En el instante en que Kate y Frank comenzaron a oír y creer las cosas
correctas acerca de Dios, eso desencadenó su liberación de una forma
acelerada. Conocer la verdad fue el catalizador. Compare esto con
aquellos que se enfocan en vivir correctamente sin prestar atención al
hecho de creer correctamente. Tristemente, sólo experimentan mejoras
transitorias hasta donde les alcanza su fuerza de voluntad, autocontrol
o hasta donde persiste la disciplina. Pero los que se enfocan en la verdad
de Dios y la creen, experimentan una libertad duradera sin esfuerzo
alguno. Jesús ciertamente no estaba bromeando o exagerando cuando
dijo que conocer la verdad le hace libre.
Jesús tiene la verdad que usted necesita, la que ha estado buscando.
Él es el camino, la verdad, y la vida (véase Juan 14:6). En amor, entregó
voluntariamente su vida en la cruz para liberarle. De eso se trata este
libro, de transformar lo que usted cree mediante el poder de su amor
sacrificial y sus verdades eternas. Me he esforzado para que estas
verdades sean lo más accesibles y claras posibles para usted. Mientras
lee las palabras, versículos e historias de personas reales que han
sido liberadas simplemente creyendo estas verdades acerca de Dios y
lo que Él dice acerca de ellos, oro para que usted encuentre la gracia de
Dios como nunca antes. Y al meditar en estas verdades, estoy seguro de
que caminará en libertad antes de lo que cree. ¡Su liberación está a
mano!
Con Dios siempre hay esperanza
Querido lector, no sé cuál es su dolor hoy, y no sé exactamente con qué
está luchando. Tan sólo quiero que sepa que Dios le ama. No importa
cuántos errores haya cometido en su vida, no importa cuánta oscuridad,
cuánta desesperación y lo imposibles que parezcan sus circunstancias,
porque tengo un mensaje para usted: No está todo perdido. ¡No tire la
toalla!
Quizá está luchando con algún pensamiento oscuro en este instante.
Quizá incluso pensamientos de suicidio se le han pasado por su mente.
Bueno, le puedo decir que no está todo perdido. Hay esperanza. Hay
ayuda. Dios le ama mucho. Él quiere verter un rayo de luz en su camino
hoy, así como lo hizo con Kate que estuvo atada al alcohol durante
cuatro años. Los errores de su pasado no tienen que determinar su
futuro. Dios puede darle un nuevo comienzo, un inicio fresco, ¡y hacer
que todo obre para su bien!
Los errores de su pasado no tienen que determinar su
futuro.
Pastor Prince, usted no lo entiende. ¿Cómo puedo esperar que Dios
me ayude si no soy una persona “religiosa”?
¡Pues ya somos dos!
No hay ni un sólo hueso religioso en mi cuerpo. No estoy aquí para
hablarle de una religión. Estoy aquí para mostrarle a un Dios que está
vivo, que se interesa, que respira, que ama, que en muchas formas ha
sido mal representado y mal entendido. Hay mucha creencia errónea
acerca de quién es Dios.
Presentando al verdadero Dios
Quiero que deje a un lado todo lo que pueda haber creído acerca de
Dios, todo lo que pueda haber oído acerca de Él o lo que pueda haber
visto. Permítame, mediante este libro, presentarle al verdadero Jesús,
porque es aquí donde comienza todo. No el Jesús religioso del que
pueda haber oído desde que era pequeño, sino el verdadero Jesús que
caminó por las calles polvorientas de Jerusalén y por las aguas
enfurecidas del mar de Galilea.
Él fue hacia quien los enfermos, los pobres, los pecadores, los
desechados y los marginados gravitaban
instintivamente, y con quien se sentían cómodos. Él era Dios en la
carne, y manifestaba el amor tangible de Dios. En su presencia, quienes
eran imperfectos no sentían temor de Él ni sentían juicio o condenación
de su parte. Algo muy distinto a lo que a muchos de nosotros se nos ha
enseñado acerca de Dios.
Jesús se reservó sus palabras más duras sólo para los que eran
perfectos en su propia opinión. Si lee con atención todos los relatos
bíblicos de Jesús, realmente Él no se llevaba bien los religiosos de su
tiempo, que eran conocidos como los fariseos. Ellos merodeaban a su
alrededor, con su nariz elevada al aire y con una actitud de yo soy más
santo que nadie. Aunque nunca lo admitían, eran extremadamente
arrogantes y cruelmente críticos.
Los fariseos eran críticos, criticones, legalistas, pretenciosos,
intolerantes y, la gran mayoría de ellos, ignorantes. Proclamaban a los
cuatro vientos su devoción a Dios; sin embargo, cuando estaban delante
de la presencia de Dios, estaban demasiado ensimismados como para
reconocerle. Dios estaba con ellos en carne, pero no le adoraron, sino
que le despreciaron y en muchas ocasiones incluso planearon matarle.
Desgraciadamente, ¡sus
“descendientes” siguen aún a nuestro alrededor hoy día! Quizá usted se
haya encontrado con ellos y haya sentido el calor de su desdén,
condenación y juicio.
Pero el Dios del que ellos hablan no es el Dios a quien yo
personalmente conozco. Usted no tiene que ser “religioso” para tener
acceso al Dios que yo conozco. De hecho, cuanto menos “religioso” sea
usted, mejor. Así que le pido que deseche toda idea, concepto e imagen
que pueda tener de un Jesús “religioso”. El verdadero Jesús no vino
para traer una nueva religión. No vino para ser servido. No, sino que
vino para servir, y vaya que sirvió.
Usted no tiene que ser
“religioso” para tener acceso
a Dios.
El verdadero Jesús creó el universo con una orden y orquestó las
rutas de cada planeta para que ninguno colisionara. Tenía todo derecho
a demandar servicio de aquellos a quienes creó, pero en cambio Él vino
a servir. Se inclinó y con sus propias manos lavó los pies sucios y
mugrientos de sus discípulos. Esas mismas manos después serían
atravesadas con clavos en la cruz, y con su propia sangre lavaría la
suciedad y mugre de todos nuestros pecados llevándolos sobre su
propio cuerpo. ¡Qué distinto es esto al Dios condenador, juicioso y
crítico que muchos han intentado mostrar!
Crea en un Dios de gracia
Muchos creen hoy en un Dios
“religioso”. Creen que Dios está contra ellos cuando no dan la talla, que
está enojado con ellos cuando fracasan, que la comunión con Él no es
posible cuando cometen errores. Creen que Dios está perpetuamente
insatisfecho con ellos, esperando impacientemente ser aplacado. Se
imaginan un Dios que está constantemente juzgándoles por sus
debilidades, moviendo su cabeza con total decepción por su
mediocridad o sus fracasos interminables. Creen que no son lo
suficientemente buenos para Dios y que nunca lo serán.
No es de extrañar que en vez de correr hacia la única solución
verdadera, corran en dirección opuesta cuando están heridos. Por eso
hay un gran engaño, una creencia errónea y muy poderosa acerca de
Dios que ha atrapado a muchos en el círculo vicioso de condenación,
culpa, temor, derrota y adicción.
Querido amigo, el Dios que yo conozco es un Dios de gracia infinita.
Le repugna lo “religioso”, pero es misericordioso y no se resiste ante
quienes están heridos.
No importa por lo que esté pasando ahora mismo, qué adicción le
pueda estar atando, creer correctamente puede liberarle y le liberará.
Comience a creer esta verdad poderosa:
Dios es un Dios de gracia y perdón. Él le ama mucho, y no le echa
en cara sus errores.
Comience a creer en su amor por usted, y toda su vida será
transformada. Creer correctamente lleva a vivir correctamente. Si
puede cambiar lo que cree, ¡puede cambiar su vida!
Si puede cambiar lo que cree, ¡puede cambiar su vida!
CAPÍTULO 2
EL DIOS QUE BUSCA A
LOS QUE SE APARTAN
Ella esperó pacientemente hasta ver el horizonte claro. No quería
encontrarse con ninguna de las demás mujeres que le habían dejado
dolorosamente claro que su presencia les era repulsiva. No podía seguir
aguantando la crítica, los comentarios sarcásticos y las miradas de
menosprecio. Hacía varias semanas mientras se acercaba al pozo para
sacar agua, las otras mujeres, totalmente conscientes de que ella podía
oírlas, comenzaron a advertirse unas a otras mantener a sus esposos
alejados de ella.
“¡Es una seductora!”, había murmurado un de ellas en voz alta.
“¿Saben que ha tenido cinco maridos de otras aldeas?”.
Otra mujer se metió en la conversación: “Y el hombre con el que
vive ahora no es su esposo”.
Alimentando mutuamente las inseguridades, comenzaron a hacer
todo tipo de acusaciones infundadas sobre ella.
“¡Es una mujer fácil!”.
“Te roba el marido en un instante”.
“¡No se fíen de sus inocentes ojos de cierva y su sonrisa seductora!”.
Las jugosas variaciones de su destreza “robando esposos” pronto se
extendieron por toda la aldea donde ella vivía como si fueran una plaga
de langostas, devorando cada pedacito que aún le quedaba de dignidad.
Se había convertido rápidamente en una marginada en la aldea.
Nadie se atrevía a ser su amiga. Desde que llegó allí, lo había intentado
todo para ocultar su pasado. Sin embargo, una vez se difundieron las
noticias, nadie se preocupó por conocer su versión de la historia. La
encasillaron como la mujer con un pasado turbio. El veredicto ya estaba
dictado: ¡era una quitamaridos!
¿Qué más faltaba por saberse?
Habían pasado semanas desde que había hablado con alguien. Locas
historias acerca de por qué había tenido cinco maridos se extendieron
de manera viral por la aldea. Para aislarse y evitar más contacto con las
demás mujeres, había ideado un sistema. Como todas las mujeres iban
al pozo a buscar agua con el frescor de la mañana, ella haría su visita
diaria al pozo cuando el sol estuviera en su máximo esplendor. Prefería
sufrir el sofocante calor del sol
de mediodía que el calor de su menosprecio y mofa. Cada día desde
entonces, había acudido calladamente al pozo, sin encontrarse con
nadie, y de nuevo se volvía a perder en la inexistencia después de
conseguir su agua.
Sin saberlo ella, ese día, mientras esperaba pacientemente a que el
sol alcanzara su zenit, el Sol de justicia ya estaba junto al pozo
esperándola.
Un Salvador que se acerca a los imperfectos
Puede leer la historia de esta mujer en el Evangelio de Juan (véase Juan
4:1-42). Cuando lea su historia o cualquier otra historia de la Biblia, le
animo a activar su imaginación, no para cambiar el significado de los
relatos bíblicos, sino para sacar la esencia de los detalles y las perlas
que Dios tiene para su beneficio. Métase en la narrativa. Estos
personajes no son parte de una historia de ficción. Son personas reales,
con desafíos reales ¡y un Salvador muy real! No hay detalles
insignificantes en la Biblia. Nos cuenta específicamente que era cerca
del mediodía cuando Jesús estaba en el pozo esperando a la mujer.
También nos dice que Jesús viajaba de Judea a Galilea y que “tenía que
pasar por Samaria” (Juan 4:4, NTV, énfasis del autor). La versión Reina
Valera 1960 dice que “le era necesario pasar por Samaria”.
Tenía. Le era necesario. Palabras que hablan no sólo de una
necesidad, sino que subrayan una firme resolución e incluso urgencia.
Los discípulos de Jesús debieron de sorprenderse cuando Él dijo que
le era necesario pasar por Samaria. Nunca habían tomado esa ruta antes
hacia Galilea. Los judíos de ese tiempo tenían la costumbre de evitar
cualquier contacto con los samaritanos, a quienes veían como
espiritualmente inferiores. Los discípulos de Jesús no sabían que Él
había programado deliberadamente una cita divina con la mujer en el
pozo.
Sabemos por el relato que se encuentra en el capítulo 4 de Juan que
esta mujer excluida y solitaria tuvo una conversación transformadora
con Jesús en el pozo. Pero no se equivoque pensando que fue ella
quien buscó a Jesús para hablar con Él. Fue el Salvador quien fue en
pos de aquella a la que los demás apartaban. ¿Sabe que Él sigue
haciendo eso hoy día?
¿Tiene usted un pasado del que se avergüenza? ¿Está batallando
para vencer algo que sabe que le está destruyendo? ¿Se siente solo
y como si nadie entendiese el dolor que está experimentando?
Quiero que sepa que Jesús no ha cambiado. Como lo fue para la
mujer samaritana, el amoroso Salvador sigue siendo hoy su ayuda en
tiempos de necesidad (véase Salmos 46:1). Él conoce el sufrimiento, la
vergüenza y las luchas que usted está teniendo. E incluso si por lo que
está pasando es consecuencia de malas decisiones en la vida y errores
que ha cometido, Él no le abandona ni se olvida de usted. No, ¡y mil
veces no! Él se desvía de su camino, como hizo por esta mujer en
Samaria, para tener una cita personal con usted, para restaurarle y
rescatarle. El hecho de que esté leyendo esto ahora mismo es una
confirmación de que Jesús lo está alcanzando con su amor, gracia y
perdón. Querido amigo, ¡así es Jesús!
Jesús lo está alcanzando con su amor, gracia y perdón.
Él acude a usted en medio de su tormenta
El amoroso Salvador acude a usted en su momento de necesidad.
Cuando sus discípulos estaban en el mar, atrapados en una turbulenta
tempestad y zarandeados por las olas, ¿quién acudió a ellos en su
momento más difícil? Fue Jesús. Jesús llegó con estilo, caminando
sobre las enfurecidas olas.
¿Qué le dice esto? Que Él está por encima de las tormentas. Él
camina por encima, Él es mayor que toda adversidad y oposición que
pudiera usted estar experimentando ahora, ¡y viene a rescatarle!
Con las olas alzadas bajo sus pies, sus primeras palabras a sus
discípulos fueron: “No tengan miedo. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!”
(Mateo 14:27,
NTV).
Esas palabras debieron de ser de mucho consuelo para los discípulos
que estaban exhaustos y temblando de miedo. Las tormentas son buenas
para provocar eso en usted. Le superan. Ola tras ola de incesante golpeo
que le tumba en el suelo hasta que no sabe ni dónde está. Hasta que
cada pizca de energía se ha consumido y usted se siente muy débil,
abandonado y solo.
Pero no se deje llevar por esos sentimientos y emociones negativos,
amigo mío. Viva sobre la base de la verdad de la Palabra de Dios, la
cual le anima así: “Así que sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni
sientas pánico… porque el Señor tu Dios, él mismo irá delante de ti. No
te fallará ni te abandonará” (Deuteronomio 31:6, NTV). Nuestro Dios es
un Dios personal y amoroso que está con usted en su barco. Él sabe qué
tormentas le aguardan y cómo llevarle a la victoria cada vez. ¡Él no
puede fallarle!
Nuestro Dios es un Dios personal y amoroso que sabe qué
tormentas le aguardan y cómo llevarle a la victoria
cada vez.
El buen Pastor va delante de usted
Jenny, una señora de mi iglesia, compartió que estaba jugando al golf
un día de vacaciones con su esposo en una zona montañosa. Esa mañana
mientras estaban junto al primer golpe, había un ligero rocío voladizo
sobre el hermoso y sereno campo de golf. Ella había estado meditando
en que el Señor era su pastor en el Salmo 23, y se sintió muy querida
por Él al interiorizar el pintoresco paisaje pastoral y el aire fresco y
cristalino de la montaña. Se imaginó siendo guiada por el buen pastor,
Jesús, quien le hacía descansar en delicados pastos verdes y le llevaba
junto a aguas de reposo.
Aunque Jenny nunca había jugado en ese campo, terminó haciendo
su mejor recorrido de golf. ¿Cómo sucedió? Fue porque les había
acompañado un caddie
con experiencia, y ella se había beneficiado de cada trocito de
observación y consejo que le había ofrecido. Ella no jugaba con mucha
asiduidad y había estado un poco nerviosa por los desafíos que
enfrentaría, pero el caddie le había infundido seguridad, diciéndole:
“No se preocupe, tengo treinta años de experiencia en este recorrido.
He completado todo este recorrido, y estoy familiarizado con cada
obstáculo y peligro que le espera. Le mostraré lo que evitar y dónde
mirar”. Y al prestar atención a su guía, su bola de golf cayó en buenos
lugares, ¡y ella hizo el mejor recorrido de golf de su vida!
Amigo, usted tiene mucho más que un caddie con experiencia en su
vida. Tiene a Aquel que creó el universo como el pastor de su vida. Este
pastor ha estado en su futuro. Él conoce cada obstáculo y cada peligro
que le espera, y ha trazado para usted un camino que está lleno de su
favor. E incluso cuando cometa un error o dé un giro equivocado en su
vida, Él estará ahí con usted para ayudarle y rescatarle. Mire lo que
dice el salmista:
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal
alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me
infundirán aliento.
—Salmos 23:4
La puerta de esperanza en su valle de dificultad
Observe en este versículo que no fue el buen pastor el que guió al
salmista por el valle de dificultad, como dice el salmista: “Aunque ande
en valle de sombra de muerte…”. No obstante, la Biblia es muy clara
al decir que aunque su dificultad se deba a su propia terquedad, Dios
sigue estando con usted. Él nunca le ha dejado, y nunca lo hará. Él
nunca se olvidará de usted. Usted es precioso para Él. ¿Se imagina vivir
la vida con ese tipo de confianza, seguridad y paz? ¡Entonces crea con
certeza que Dios nunca le abandonará dejándole en la estacada!
De hecho, la Biblia dice que Dios cambiará el valle de Acor por
puerta de esperanza (Oseas 2:15). En hebreo,
“Acor” significa “dificultad”.1 Así que incluso si se encuentra en el
valle de la dificultad, no quedará ahí por mucho tiempo. Caminará y
saldrá de él y no acampará allí. Dios está abriendo una puerta de
esperanza en su vida hoy para que salga de su oscuridad hacia su luz
maravillosa (véase 1 Pedro 2:9). Las cosas mejorarán. Los logros que
ha estado esperando están de camino. Pase por la puerta de esperanza y
salga del valle de dificultad hoy. ¡Jesús es su puerta de esperanza! Crea
en su amor por usted y permítale guiarle hacia la libertad.
¡Jesús es su puerta de esperanza! Crea en su amor
por usted y permítale guiarle hacia la libertad.
Algunas personas creen que cuando fallan, Dios les deja y sólo
regresa cuando logran hacerlo todo bien. Creen que deben limpiar sus
vidas y vencer todas sus luchas por sí mismos antes de poder acudir a
la presencia de Dios. Bueno, tengo una sencilla pregunta para ellos: ¿Se
lava usted antes de darse un baño? ¡Claro que no!
Dios quiere que acudamos a Él tal y como somos, con todas nuestras
debilidades, idiosincrasias, creencias erróneas, traumas y todas nuestras
ataduras, temores y adicciones. ¡Él es el baño! Así que no intente
limpiarse antes de acudir a Él. Ante la presencia de su amor, gozo y
gracia, encontrará restauración, sanidad y perdón. Él arreglará su vida
y le transformará desde dentro hacia fuera. Ahora mismo, Él está
extendiendo su mano de gracia, amor y ayuda hacia usted. No es algo
vergonzoso acudir a Jesús tal como usted es. ¡Aquel que le conoce
perfectamente le ama perfectamente!
Para conocer la verdad, vaya a la fuente
Pero pastor Prince, ¿no está Dios decepcionado y enojado conmigo
por todos mis errores, fallos y pecados? Me da mucha vergüenza acudir
a Él. Siento que debería arreglar todo el lío de mi vida antes de poder
regresar a la iglesia, leer la Biblia y orar.
Entiendo cómo se siente. Y puedo decirle que no está solo en esos
sentimientos. Muchos creyentes a los que he aconsejado personalmente
se sienten exactamente igual. Pero la manera más eficaz de tratar
nuestros problemas y creencias erróneas es acudir a Dios y encontrar la
verdad en su Palabra. Para creer correctamente, antes tenemos que
descubrir cuáles son las “creencias correctas”, basadas en el sólido
fundamento de la Palabra de Dios. No podemos basar nuestras
creencias en sentimientos,
circunstancias, conjeturas humanas o lo que podamos haber oído decir
a alguien acerca de Dios. ¡Tenemos que ir a la fuente!
Para creer correctamente, antes tenemos que descubrir
cuáles son las “creencias correctas”, basadas en el sólido
fundamento de la Palabra de Dios.
Si oyó el rumor de que alguien a quien usted conoce estaba
diciendo cosas horribles y negativas de usted, no lo crea de inmediato.
Vaya primero a la fuente. Pregunte a esa persona si eso es lo que
realmente ha dicho o si es lo que quiso decir. Muchas personas
permiten que amistades y relaciones preciosas se rompan porque creen
los rumores. Se amargan, enojan y decepcionan sin tan siquiera
verificar con la persona si él o ella realmente dijeron esas cosas tan
feas.
Del mismo modo, en el mundo en que vivimos hay todo tipo de
creencias erróneas que se han dicho acerca de Dios: “Dios está enojado
contigo”. “Él está decepcionado contigo”. “Dios está permitiendo que
todas estas cosas negativas te ocurran porque te está castigando por tus
errores del pasado”.
¡Por favor, NO se crea todos esos chismes sin fundamento acerca
de Dios! Tales impresiones acerca de Dios han dañado la relación con
Él de muchas personas, y viven con una perspectiva distorsionada de
quién es Dios en realidad. En vez de recibir su amor, gracia y perdón,
se vuelven temerosos, distantes y miedosos de Él. En vez de permitir
que Jesús entre en sus situaciones, viven su vida huyendo, evitándole
y escondiéndose de Él. Vamos, honremos a Dios y vayamos a la fuente.
Así, ¿qué dice la Biblia, la propia Palabra de Dios, acerca de Él?
Permítame darle una cita de uno de mis salmos favoritos de David:
Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y
grande en misericordia… No ha hecho con nosotros
conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado
conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los
cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre
los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente,
hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
—Salmos 103:8, 10-12
¿Acaso no es un salmo precioso? No se sienta excluido por la frase
“sobre los que le temen”. Jesús definió la palabra “temor” como
“adoración” (véase Deuteronomio 6:13 y Mateo 4:10). Por tanto, “los
que le temen” habla de aquellos que veneran y honran a Dios en sus
vidas. No es la práctica de tener miedo de Dios. Todo el contexto
de este pasaje tiene que ver con quién y qué es Dios realmente:
misericordioso y clemente. Y le animo con todo mi corazón a
memorizar el versículo 10 si puede: “No ha hecho con nosotros
conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros
pecados”.
Dios abunda en misericordia hacia usted
Regresemos a nuestra pregunta anterior: ¿Está Dios decepcionado y
enojado con usted por sus fallos, errores y pecados? ¡No! Lea de nuevo
los versículos anteriores. El punto aquí es que, como hijo de Dios, todos
sus fallos, errores y pecados ya han sido juzgados y castigados ¡sobre
el cuerpo de Jesús en la cruz! Por eso Dios ya no está enojado con usted
por sus pecados y no le trata conforme a sus iniquidades. No, gracias a
la cruz, Él trata con usted conforme a su abundante misericordia y
gracia.
Sólo por si no lo entendió del todo,
el salmo dice repetidamente que Dios es misericordioso. Nos dice:
“Misericordioso y clemente es Jehová”, y continúa, casi de inmediato,
volviendo a decir que es “grande en misericordia”. Otras versiones
dicen que es abundante en misericordia. Me gusta la palabra abundante.
Habla de abundancia, exceso y derroche. Su misericordia hacia usted y
hacia mí es abundante. ¡Él abunda en misericordia hacia nosotros!
Amigo, Dios ha agotado su ira hacia todos sus pecados en la cruz.
La cruz es un acto de su amor. Si alguna vez ha cuestionado o ha dudado
del amor de Dios por usted, dirija su mirada hacia la cruz. Si Dios
quisiera tratar con nosotros y castigarnos según nuestros pecados, no
habría enviado a su Hijo a ser azotado, golpeado y crucificado, ¡pero lo
hizo! Estas son las buenas noticias del evangelio de gracia. Dios envió
a su Hijo unigénito y precioso para redimirnos de la paga y el castigo
del pecado.
Ahora, ¿se imagina lo lejos que está el este del oeste? No puede
pensar sólo en términos de las fronteras geográficas de la tierra. Dios es
el Creador del universo. Así que permítame volver a preguntarle: ¿sabe
lo lejos que está el este del oeste? ¿Lo entiende? La mente humana no
puede ni imaginar la distancia entre el este y el oeste. Hay fronteras en
el cosmos y galaxias más allá de la nuestra que nuestros telescopios más
avanzados no pueden ver. Dios piensa en términos infinitos que
nuestras mentes finitas no pueden comprender. Y este Dios del universo
infinito declara en el salmo: “cuanto está lejos el oriente del occidente,
hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.
Usted comienza a creer correctamente cuando
empieza a creer en el amor de Él por usted.
Razonemos juntos. ¿Cómo puede
Dios estar aún juzgándole y castigándole por sus transgresiones si Él
mismo las ha quitado? Puedo oír las cadenas de sus creencias erróneas
acerca de Dios cayéndose al suelo mientras lee esto. Esto es lo que yo
llamo el poder de creer correctamente. Usted comienza a creer
correctamente cuando empieza a creer en el amor de Él por usted. La
verdad es que no podemos ir más lejos si no comenzamos primero a
creer que Dios está con usted y no contra usted. El primer factor para
creer correctamente es establecerse en su gracia, anclarse en su amor y
estar seguro en su clemencia hacia usted.
De autoconciencia a conciencia del Salvador
Regresemos a la historia de la mujer de Samaria, aquella a quien Jesús
visitó deliberadamente. Esta mujer tenía un pasado del que estaba
terriblemente avergonzada, razón por la cual iba a mediodía al pozo a
sacar el agua. No quería encontrarse con nadie. Lo que no sabía era que
Jesús estaba allí y quería tener un encuentro con ella. Él no había ido
hasta allí para avergonzarla, juzgarla o mofarse de ella. Lea el relato en
Juan capítulo 4 por usted mismo. Jesús la atrajo con su amor, gracia y
compasión. Ella nunca se sintió expuesta o
incómoda en su presencia.
Cuando ella dijo que no tenía marido, Jesús no le acusó ni humilló.
En cambio, sabiendo que ella tenía autoconciencia y estaba insegura
acerca de su trasfondo, Él la felicitó dos veces al decir: “Bien has dicho:
No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes
no es tu marido; esto has dicho con verdad” (Juan 4:17-18, énfasis del
autor). ¡Jesús emparedó lo que ya sabía acerca de ella entre dos
cumplidos! Jesús debió de hablar con ella con tanta compasión y amor
en sus ojos, y sin juicio alguno ni sarcasmo en su voz, que hizo que esta
mujer bajara sus defensas y se abriera con Él.
Cuando se fue de allí, esta mujer consciente de sí misma que antes
temía encontrarse con gente estaba tan llena del amor y la aceptación
de Jesús que se convirtió en una evangelista de Jesús y de la gracia de
Él (para las mismas personas a las que antes temía ver), y la Biblia
cuenta que “muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en
él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo
todo lo que he hecho” (Juan 4:39).
Del mismo modo, amigo, Jesús no tiene intención de avergonzarle.
Él está ahí para encontrarse con usted justo donde usted se encuentra.
Él sabe todo lo que usted ha hecho y le ama con amor eterno. Permita
que su amor le cambie y transforme desde su interior, así como lo hizo
con la mujer en el pozo.
Quizá al igual que la mujer samaritana, usted sepa lo que es buscar
amor en todos los lugares erróneos. Hoy Jesús le ofrece verdadera
intimidad que satisface por completo cada acuciante necesidad. Él le
ofrece un hondo sentimiento de descanso que sólo puede encontrarse
en su amor perfecto e incondicional. Quizá haya tenido un pasado que
le ha encarcelado en la vergüenza y la aversión a usted mismo. Quizá
haya permitido que cosas que ha hecho le convenzan de que nunca
conseguirá que Dios le ame o acepte. Si usted siempre ha conocido u
oído acerca de un Dios crítico, un Dios que se acuerda de cada error
que ha cometido para echárselo en cara, entonces le desafío a encontrar
al verdadero Salvador que ya le ha perdonado y que
le invita a descubrir, probar y experimentar su amor infalible.
¡Todo puede cambiar para bien cuando comience a creer
correctamente en su amor por usted y aprenda a recurrir a él!
No importa lo feo que sea el lío en que esté sumida su vida. Si abre
su corazón a Jesús y permite que su amor le sane, Él puede cambiar la
trayectoria de su vida y darle un nuevo comienzo y un futuro
prometedor. ¡Todo puede cambiar para bien cuando comience a creer
correctamente en su amor por usted y aprenda a recurrir a él!
Dios se agrada cuando usted recurre a su amor
¿Sabe que Jesús tiene un gran gozo cuando usted recurre a su amor?
Mire cómo terminó el encuentro de la mujer samaritana con Jesús.
Cuando los discípulos dejaron a Jesús en el pozo para ir a comprar
comida, Él estaba cansado del viaje. Cuando ellos regresaron, se
sorprendieron de encontrarle renovado, y se preguntaban si alguien le
habría llevado algo de comer. Jesús respondió diciendo: “Yo tengo una
comida que comer, que vosotros no sabéis” (Juan 4:32).
¿A qué comida se refería Jesús aquí?
No había comido ni bebido nada. Lo único que había hecho era
ministrar a la mujer de Samaria. En otras palabras, Jesús encontró
alimento, fortaleza y gozo cuando ministró su amor a la mujer. Mire,
cuando usted extrae de los hombres, se quedan vacíos y débiles.
Pero con Jesús ocurre lo contrario. Cuando usted extrae de Él, ¡Él se
queda fortalecido, renovado y rejuvenecido! Jesús quiere que sepamos
que Él encuentra un gran gozo y placer cuando recurrimos a su amor
por nosotros.
Cuando la mujer samaritana le preguntó a Jesús por qué (un judío)
le pedía a ella (una mujer samaritana) de beber, esto es lo que Él le dijo:
“Si tan sólo supieras el regalo que Dios tiene para ti y con quién estás
hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva… Cualquiera que
beba de esta agua pronto volverá a tener sed, pero todos los que beban
del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un
manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna”
(Juan
4:10, 13-14, NTV).
Jesús le dice a usted hoy lo mismo: Si tan sólo supieras quién es el
que acude a ti en tus momentos más oscuros y débiles. Si tan sólo
supieras cuál es este don de Dios que nunca te dejará ni te abandonará,
que ha ido delante de ti y que acude a ti en medio de tus tormentas.
Si tan sólo supieras quién es Aquel que se acerca a ti cuando has fallado
y que no te echa en cara tus errores del pasado o tus fracasos actuales.
Amado, si tan sólo usted conociera este don de Dios que ofrece el
agua viva de su amor incondicional e interminable y bebe de este amor,
nunca volverá a tener sed. No necesitará buscar amor o aceptación en
donde no se debe ni tendrá temor y dolor en su corazón acerca del futuro
y su vida descarrilada. Puede despertarse con una nueva expectativa de
bien cada día. Jesús estaba invitando a la mujer a pedirle esa agua viva
de su amor. ¿Hará eso usted hoy? ¡Su vida nunca será la misma cuando
experimente personalmente su amor!
¡Su vida nunca será la misma cuando experimente
personalmente su amor!
CAPÍTULO 3
“¡CRISTO ME AMA! BIEN LO SÉ”
Escuché una historia de un ministro de
Oregón a quien le asignaron dar consejería en una institución mental
estatal. Su primera tarea fue en una celda acolchada que tenía pacientes
dementes, semidesnudos. El hedor de excremento humano llenaba la
sala. Ni siquiera pudo hablar con los pacientes, y mucho menos darles
consejería; las únicas respuestas que obtuvo fueron gruñidos, gemidos
y risas demoniacas.
Entonces el Espíritu Santo le dirigió a sentarse en medio de la sala
y cantar durante toda una hora el famoso himno infantil que dice:
“Cristo me ama, bien lo sé; su Palabra me hace ver, que los niños son
de aquel, quien es nuestro amigo fiel”. Nada ocurrió al final de ese
primer día, pero él persistió. Durante semanas se sentaba y cantaba la
misma melodía, cada vez con mayor convicción. “Sí, Cristo me ama.
Sí, Cristo me ama. Sí, Cristo me ama. La Biblia dice así”.
Con el paso de los días, los
pacientes comenzaron a cantar con él uno a uno. Sorprendentemente, al
final del primer mes, treinta y seis de los pacientes gravemente
enfermos fueron trasladados desde el ala de alta dependencia a otra ala
donde cuidaban de sí mismos. En un año, todos menos dos fueron dados
de alta de la
institución mental.1
Estas sencillas palabras, “Cristo me ama, bien lo sé”, se escribieron
por primera vez como parte de un poema de Anna Bartlett Warner, una
escritora estadounidense nacida en 1827 en Long Island, Nueva York.
En 1862, el prolífico compositor de himnos William Batchelder
Bradbury puso las palabras a la melodía que hoy tan bien conocemos y
añadió el coro: “Sí, Cristo me ama”. La popularidad del himno se
extendió rápidamente por toda América y hasta cada continente del
mundo. Se ha traducido a muchos idiomas, y se convirtió rápidamente
en uno de los himnos más populares y queridos de todos los tiempos.
La continua popularidad del himno reside en su elegancia sucinta al
desvelar el corazón de Jesús. Nos atrae a reconocer que no importa los
retos, fracasos y fechorías con las que uno pudiera estar lidiando, el
amor de Jesús permanece constante.
No importa los retos, fracasos y fechorías con las que
uno pudiera estar
lidiando, el amor de Jesús permanece constante.
“Cristo me ama, bien lo sé”.
¿Cómo es posible?
“La Biblia dice así”.
Tan sencillo y a la vez tan poderoso.
Lo sintamos o no, el constante amor de Jesús por nosotros descansa
en la verdad y sobre el cimiento de su Palabra invariable. Proclama que
su amor por usted y por mí está basado total y completamente en Él. En
sus promesas, su obra y su gracia.
El amor de Dios por usted es incondicional
¿Cree que Dios le ama hoy? No importa cuántos errores haya cometido
en su vida, estoy aquí para decirle que sin ninguna duda Dios le ama.
Le ama con un amor eterno. Ahora mismo, independientemente de los
retos que pueda estar atravesando, quiero animarle a verse caminando
bajo un cielo abierto, rodeado del favor inmerecido de Él. Espere cosas
buenas en su futuro. Crea en su amor por usted. Crea con todo su
corazón que usted es la niña de sus ojos y el deleite de su corazón. Crea
que tiene un gran favor ante Él, ¡que ha sido grandemente bendecido y
profundamente amado!
El amor de Dios por usted es incondicional. Es un amor muy puro,
impoluto y maravilloso. No tiene nada que ver con su desempeño, y
todo que ver con quién es usted a ojos de Dios: su amado. El énfasis del
antiguo pacto de la ley se trataba de su amor por Dios, mientras que el
énfasis del nuevo pacto de la gracia está en el amor de Dios por usted.
La suma total de la ley bajo el antiguo pacto es: “Y amarás a Jehová tu
Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”
(Deuteronomio 6:5, véase también Mateo 22:37, 40).
Seamos sinceros aquí. ¿Alguna vez ha conocido a alguien que pueda
amar a Dios así? Claro que no. Incluso David, a quien la Biblia describe
como un hombre conforme al corazón de Dios, no amó a Dios con todo
su corazón, toda su alma, toda su mente y todas sus fuerzas. Es
humanamente imposible. La ley estaba diseñada para mostrarnos que
no somos capaces de amar a Dios perfectamente.
Sabiendo que el hombre no era capaz de cumplir el mandamiento de
Dios de amarle con todo su corazón, toda su alma, toda su mente y todas
sus fuerzas, ¿sabe lo que hizo Dios? Demostró que sólo Él podía
amarnos con todo su corazón, toda su alma, toda su mente y todas sus
fuerzas cuando envió a su amado Hijo Jesucristo a redimirnos de todos
nuestros pecados con su propia sangre. Por eso el nuevo pacto se trata
enteramente del amor de Dios por usted y no de su amor por Él. Bajo
la gracia, Dios no quiere que usted centre sus pensamientos en:
“¿Realmente amo a Dios?”. Ese no es el enfoque del nuevo pacto. Bajo
la gracia, Dios quiere que se enfoque en el amor de Él por usted. Por
tanto, las preguntas que debería hacerse son:
“¿Sé cuánto me ama Dios hoy?”
“¿Realmente creo que Dios me ama en este mismo instante?”
Tiene que recordarse a sí mismo del amor de Dios especialmente
cuando acaba de fallar. ¿Cree que Él le ama cuando ha cometido un
error? Aquí es donde está la verdadera prueba. Después de fallar, es
cuando lo que realmente cree acerca del amor de Dios por usted es
probado. ¿Realmente cree que su amor por usted es
verdaderamente incondicional? ¿O el amor incondicional de Dios se ha
convertido meramente en un tópico que ya no es real para usted? Veo
esto continuamente. Oigo a personas decir: “¡El amor de Dios es
incondicional!”. Pero en el momento en que fallan, de repente el amor
que antes decían que era incondicional se convierte en un amor que
depende de su conducta.
Muchos creen que Dios les ama cuando hacen las cosas bien, pero
deja de amarles en cuanto hacen algo mal. ¡Voy a hacer pedazos esa
creencia errónea con la verdad de la Palabra de Dios!
Aunque nuestro amor por Dios puede fluctuar, su amor por nosotros
siempre es constante. Su amor por nosotros está basado en quién es Él
y no en lo que nosotros hacemos. Me encanta lo seguro y enfático que
es el apóstol Pablo cuando dice: “Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro”
(Romanos 8:38-39). En la Nueva
Versión Internacional, dice: “Pues estoy convencido…”.
Aunque nuestro amor por
Dios puede fluctuar, su amor por nosotros siempre es
constante. Su amor por nosotros está basado en quién es Él y
no en lo que nosotros hacemos.
¿Está usted seguro y convencido como lo estaba el apóstol Pablo de
que como hijo de Dios, nada, ni siquiera sus pecados, fallos y errores,
pueden separarle del amor de Dios? No se deje llevar por lo que siente,
piensa o incluso le han enseñado. La Palabra de Dios proclama en
términos ciertos que nada puede separarle de su amor. Nada, significa
¡nada! Su amor por usted no depende de su inmaculada conducta. Él le
ama incluso en sus errores. ¡Por eso se llama gracia! Es el favor
inmerecido, gratuito, no ganado de Dios. Si usted puede merecer la
gracia de Dios, entonces deja de ser gracia.
Poder para vencer cada fracaso
La verdad es que si usted es capaz de recibir el amor de Él de una
manera fresca siempre que cometa un error, tendrá el poder de vencer
ese error en su vida. Imaginemos una situación en la que acaba de
perder los nervios con su esposa por una situación familiar. En su
frustración y enojo, quizá dijo algunas palabras hirientes que sabe que
no debería haber dicho, y como resultado se produjo un acalorado
intercambio de palabras duras y desagradables. Se produce una guerra
fría en el hogar, y sus hijos corren buscando refugio.
Ahora usted se siente terriblemente culpable por lo que comenzó, y su
conciencia le condena:
¿Cómo puedes hablarle así a tu esposa?
¿Qué tipo de creyente eres? ¡Qué ejemplo tan terrible estás
dándoles a tus hijos!
Cuanto más habita usted en la culpa, peor se vuelve y más enojado
se siente con su esposa: por su culpa ahora se siente tan terrible y
culpable. Por causa de ella, usted cree que ahora ha sido apartado del
amor de Dios. Cree, de forma totalmente errónea, que Él está enojado
con usted porque usted se enojó con su esposa. ¿Por qué? Porque quizá
sabe acerca del amor incondicional de Dios en su mente, pero realmente
no cree en su corazón que su amor por usted es totalmente
incondicional.
Querido amigo, si tan sólo pudiera ver la verdad de que aún en su
enojo, Dios sigue amándole de manera perfecta. Si pudiera ver que la
sangre de su Hijo ya ha lavado el pecado de su vida. Si pudiera entender
el hecho de que incluso con toda su fealdad, Él le sigue viendo como
alguien justo y le llama su amado. Lo cierto es que si en verdad supiera
la forma tan maravillosa en que ha sido perdonado, y la forma tan
incondicional en que es usted amado, le resultaría muy difícil seguir
enojado con su esposa y no ponerle fin a la guerra fría. De hecho,
ocurrirá lo contrario.
Cuando se alimente del hermoso amor del Señor y su abundante
perdón incluso cuando sienta que menos lo merece, terminará haciendo
lo que sea necesario para reconciliarse con su esposa. No sólo eso, sino
que cualquier cosa que le decepcione se convierte también en algo
infinitamente menor cuando permite que su corazón reciba el abrazo de
la grandeza del amor de Dios. No es de extrañar que la Palabra diga:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y
se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25, énfasis del autor). Usted
no puede amar a su esposa a menos que primero haya experimentado el
amor incondicional de Cristo en su propia vida.
Del mismo modo, la Biblia exhorta a las esposas a que “estén sujetas
a sus propios maridos, como al Señor” (Efesios 5:22, énfasis del autor).
¿No le encanta lo práctica que es la Biblia? Podemos enojarnos
fácilmente con las cosas más pequeñas que surgen en las pequeñas
cosas de la actividad diaria doméstica. Y cuando creemos y nos
sometemos al amor de Dios, es cuando permitimos que su amor
disuelva nuestras vanas frustraciones por las batallas que en verdad no
merece la pena luchar, y encontramos la fuerza para amar, someternos
y vivir en paz con nuestro cónyuge.
¿Se da cuenta? Nuestros contratiempos son como una gota de agua
en el vasto océano azul o un grano de arena en un inmenso desierto
cuando los comparamos con el amor de Dios. Su amor consume todo
su enojo, frustraciones, decepciones y dolor. Su perdón envuelve todos
sus pecados, fracasos y errores. Su gracia le da la victoria y el poder
para vencer todo pecado, atadura y adicción. Por eso creer
correctamente en el amor incondicional de Dios por usted es tan vital
para su relación con Él.
Su amor consume todo su enojo, frustraciones,
decepciones y dolor. Su
perdón envuelve todos sus pecados, fracasos y errores.
Completa e irrevocablemente perdonado
Amado, usted está completa e irrevocablemente perdonado. Debido a
su amor por usted, Jesús ya llevó el castigo de sus pecados. Por eso
puede recibir de nuevo el amor de Dios aún cuando falla y cada vez que
falle. Él le ha perdonado. ¡Es la hora de que usted también se perdone!
No crea ni por un instante que Él quiere que usted siga sintiendo
culpabilidad cuando falla. La verdad es que cuanto más culpabilidad
sienta, más estará predispuesto a cometer ese pecado.
Desgraciadamente, hay algunas personas religiosas que creen que
cuando la gente falla o cae en pecado, uno tiene que hacerles sentir muy
mal con ellos mismos y cubrirles de culpa y condenación hasta que se
arrepientan de su error.
Pero esta enseñanza es errónea. De hecho, cuanto más se queden las
personas en la culpa y la condenación, más continuarán en su pecado.
No tiene que enseñar a las personas a sentirse condenadas y culpables.
Su conciencia les condena siempre que fallan. Pero hay buenas noticias:
Dios ha provisto una respuesta para la conciencia que persistentemente
reclama el pago de todas nuestras transgresiones. Él envió a su Hijo
para rescatarnos con su propio cuerpo y sangre.
Puede recibir de nuevo el amor de Dios aún cuando falla
y cada vez que falle.
Hoy, cuando su conciencia le condene y pida justicia cuando
fracase, véase limpio, lavado y justificado por la sangre de Jesús. Active
su fe para verse justo a ojos de Dios por la preciosa sangre de Jesucristo.
La conciencia, que reclama un castigo cada vez que usted falla, ha sido
acallada por la sangre del Cordero de Dios, quien fue castigado y
juzgado en lugar de usted. Cada vez que su conciencia le condene,
saque y enséñele el recibo de su pago: ¡la cruz de Jesús! Siga viendo
sus pecados lavados por su preciosa sangre. La culpa y la condenación
se detienen donde ha sido derramada la sangre de Jesús.
Por eso cuando falle, no se revuelque en culpabilidad y condenación.
Eso sólo le llevará por una resbaladiza espiral descendente hacia la
derrota, la depresión y la destrucción. Jesús no murió en la cruz para
que el culpable fuera más culpable. No murió en la cruz para darle más
enfermedades al enfermo. No murió en la cruz para que el mundo
condenado fuera más condenado. ¡Absolutamente no! Jesús no se
sacrificó en la cruz para justificar a los perfectos y piadosos.
Dios justifica a los impíos
La Palabra de Dios nos exhorta claramente a dejar a un lado nuestros
propios esfuerzos por ser justificados y creer en Aquel “que justifica
al impío” (Romanos 4:5). Asegúrese de entender bien esto. ¿A quién
justifica Dios?
¿Murió Dios para justificar al justo o al impío? Querido amigo, Él
vino para justificar al impío: a todos aquellos que han fallado, los que
se han quedado cortos, los que han cometido errores y han pecado. ¿Ha
fallado usted? ¿Ha cometido errores? ¿Se ha quedado corto?
Estupendo, porque eso significa que usted ¡es apto para que Él le
justifique! ¿No le aporta esta verdad esperanza y fe a su corazón?
La culpa y la condenación se detienen donde ha sido
derramada la sangre de Jesús.
Anímese por saber esto hoy: sus fallos le hacen apto para recibir el
amor, el perdón y la justificación de Jesús. Jesús no vino para salvar a
los perfectos (a sus propios ojos); Él vino para salvar y redimir a los
que son imperfectos e impíos. Y cuando crea simplemente que
Jesús justifica al impío, su fe “le es contada por justicia” (Romanos 4:5).
Esto significa que en el momento en que cree correctamente, Jesús le
hace justo con su sangre. Qué fundamento tan seguro es este comparado
con tener una justicia que depende de que usted actúe correctamente.
¡Qué salvador tenemos en Cristo!
Amado, recuerde esto la próxima vez que falle: Jesús no murió para
que el culpable fuera aún más culpable. Murió para liberar al culpable
del tormento de la culpa, para sanar a los enfermos y para hacer justos
para siempre a los que han sido condenados. Este es el evangelio. Y no
nos disculpemos ni nos avergoncemos del evangelio, ¡porque es poder
de Dios para salvación a todo aquel que cree (véase Romanos 1:16)!
Jesús murió para liberar al culpable del tormento de la
culpa, para sanar a los
enfermos y para hacer justos para siempre a los que han
sido condenados. Este es el evangelio.
Jesús ama al pecador
¿Cree en un Dios que justifica al impío? ¿Ha estado escuchando el
verdadero evangelio de su asombrosa gracia? ¿O ha estado alimentando
su mente con conjeturas humanas basadas en traiciones e ideas de
hombres acerca de Dios que no proceden de su Palabra? Lea los
Evangelios. Los corruptos recaudadores de impuestos, las prostitutas,
los malhablados pescadores, los cojos, los ciegos y los enfermos que
encontraron el amor de Jesús fueron todos ellos perdonados,
transformados, liberados y sanados. Él nunca hizo sentir a ninguno de
ellos más culpable, más avergonzado y más condenado de como sabía
que ya se sentían.
Tenemos el relato de una mujer en la
Biblia a quien se describe como una “pecadora” (Lucas 7:37). Muchos
creen que era una prostituta. Cuando acudió a Jesús, que estaba
comiendo en casa de Simón el fariseo, Jesús permitió que ella se
acercase a Él y le adorase con una vasija de alabastro llena de perfume.
El amoroso Salvador sabía quién era, pero no la expulsó de su
presencia, la humilló o condenó por sus pecados. Tampoco le dijo
fríamente que arreglara su vida antes de atreverse a volver a presentarse
ante su santa presencia.
El Jesús de la Biblia tuvo compasión
de ella y supo lo culpable y profundamente condenada que ya se sentía.
Al acercarse a Jesús, se derrumbó en su presencia y comenzó a llorar.
Con amor, lavó los pies de Jesús con sus lágrimas y los enjugó con su
cabello. Reverentemente besó sus pies y los ungió con el precioso
perfume que había llevado. Se dice que ese perfume le habría costado
el salario de todo un año, pero sin dudarlo un instante, lo vertió sobre
los pies de Jesús y le adoró.
Al ver eso, el fariseo se llenó de indignación. Se dijo para sí: “Si este
fuera el verdadero Jesús, sabría que esta mujer es una gran pecadora.
¿Cómo puede permitirle acercarse a Él, y mucho menos tocarle?”
(véase Lucas 7:39). Se disgustó por lo que estaba viendo en su propia
sala. (Tristemente, los cristianos legalistas de hoy día se parecen mucho
a este fariseo).
Aunque Jesús dio la bienvenida a esta pecadora y le permitió
adorarle y tocar sus pies, los fariseos religiosos no tuvieron ni una pizca
de compasión por esta mujer que lloraba incesantemente, abrumada por
el amor y el perdón de Jesús hacia ella. Su vergüenza y sus lágrimas no
significaron nada para él. En cuanto a él, esa mujer merecía ser
condenada; y si él hubiera podido hacerlo, ni tan siquiera le habría
permitido entrar en su casa.
Se puede ver en este relato bíblico que Jesús es la antítesis de
cualquier persona o cosa religiosa. Su corazón rebosa de amor y
compasión por los que han fallado. Esto no era un secreto. Todo aquel
que se encontró a Jesús y le escuchó, supo de este amor. Esta palabra
se extendió por toda Jerusalén y Galilea, razón por la cual los pecadores
iban a buscarle en lugar de evitarle y alejarse de Él.
Los creyentes que han sido comprados con la sangre de
Jesucristo deberían ser valientes, confiados y osados para
hablar con Dios acerca de sus fallos.
¿No es triste que hoy haya creyentes que han fallado y se están
alejando y escondiendo de Dios cuando los pecadores de los tiempos
de Jesús tenían la confianza de buscarle para recibir perdón,
restauración, sanidad y liberación? ¿No cree que algo anda mal aquí?
Los creyentes que han sido comprados con la sangre de Jesucristo
deberían ser, de entre todas las personas, valientes, confiados y osados
para hablar con Dios acerca de sus fallos, y acordarse de que siguen
siendo justos en Cristo aún cuando han fallado.
Se le ha perdonado mucho
Sigamos con la historia (véase Lucas 7:40-46). Jesús, al percibir los
pensamientos de Simón el fariseo, le hizo una pregunta: “Imagina que
había un acreedor que tenía dos deudores. Uno le debía un millón de
dólares, y el otro le debía cien dólares. El acreedor perdonó a ambos.
Ahora, ¿cuál de los dos crees que amará más al acreedor?”.
Incrédulo ante la simplicidad de la pregunta, Simón respondió:
“¡Supongo que al que más se le ha perdonado!”.
Entonces Jesús dijo: “Tienes toda la razón. Yo entré en tu hogar, y
no me diste agua para mis pies. Esta mujer ha lavado mis pies con sus
lágrimas y los ha secado con su cabello. No me diste un beso, y esta
mujer no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite,
y esta mujer ha ungido mis pies con un perfume precioso y costoso”.
Ahora preste atención a lo que dijo Jesús después: “Por lo cual te
digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho;
mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama” (Lucas 7:47). Lo que
Jesús estaba diciendo es que los que conocen y creen lo mucho que Dios
les ama y cuánto les ha perdonado, terminarán amando mucho a Dios.
Dicho de manera simple, a los que les han perdonado mucho, aman
mucho.
A los que les han perdonado poco, aman poco. Por eso el énfasis del
nuevo pacto no se trata de su amor por Dios, sino del amor de Dios por
usted. Si sabe lo mucho que Dios le ama y que ha perdonado todos sus
pecados, terminará amando a Dios: al que se le ha perdonado mucho,
¡ama mucho!
Si sabe lo mucho que Dios le ama y que ha perdonado
todos sus pecados, terminará amando a Dios: al que se le
ha perdonado mucho, ¡ama mucho!
¿Ve lo que estoy diciendo? Su amor por Dios en el nuevo pacto nace
de una relación auténtica y genuina con Él. No es una servil muestra
que nace del temor al castigo o la obligación religiosa. Bajo la gracia,
podemos amar a Dios porque Él nos amó primero. Por eso las personas
bajo la gracia se convierten en las personas más santas que jamás
conocerá. No son santos por temor al castigo o por su compromiso a
dos frías tablas de piedra. ¡Su santidad fluye de su relación de amor con
Jesús! Han experimentado su amor incondicional por ellos de una
forma íntima y personal. El amor les transforma. Sólo quieren vivir
vidas que glorifiquen y honren el nombre de Jesús. Lo que la ley no
pudo hacer para transformar al pueblo de Dios desde dentro hacia fuera,
Dios lo hizo enviando a su propio Hijo, Jesucristo.
Amigo, a todos nos han perdonado mucho. El problema es que
muchos no saben y no creen esto. Deje de esforzarse por ser justo. Deje
de intentar vencer sus propios fallos, errores, adicciones y ataduras. Sea
como la mujer con el frasco de alabastro con un perfume precioso.
Cuando falle, no se aleje y se esconda. Acuda a la amorosa presencia
de Él. Jesús ya conoce la culpa y la condenación que le están
atormentando. Vaya con valentía y confianza como lo hizo esta mujer.
Siéntase libre de llorar en su dulce presencia y simplemente adórele.
Derrame todo lo que haya en su corazón ante Él. No se preocupe, pues
Él no depositará más culpa, vergüenza, juicio y condenación sobre
usted. Él le mostrará sus manos traspasadas y le recordará la cruz. Le
dirá: “Tus pecados ya han sido perdonados. Yo ya he pagado el precio
por tus pecados en el Calvario. Descansa en mi perdón y mi amor por
ti”.
Recibí una carta de un hombre, al que llamaré Patrick, que había
batallado con adicciones sexuales durante más de diez años. Sabía que
estaba mal, pero no podía liberarse de esas adicciones a pesar de haberlo
intentado muchas veces. Su conciencia no dejaba de enviarle
recordatorios de sus pecados cada vez que intentaba leer la Palabra. Eso
alimentó su creencia de que no era lo suficientemente bueno para Dios
y que Dios no quería nada con él debido a sus adicciones.
Este hombre había vivido en este ámbito de autotortura día tras día.
Entonces un día leyó uno de mis libros, Destinados para reinar. A
través del libro, llegó a descubrir y creer en la obra consumada de Jesús
en la cruz. Él dijo: “Decidí descansar en la obra consumada de Jesús,
su perdón, su victoria, su gracia y su amor, y la pornografía y la
masturbación ahora no tienen ni poder ni dominio sobre mí.
Verdaderamente es asombroso, especialmente porque había intentado
durante más de diez años conseguir la victoria, y lo único que tuve que
hacer fue conocer la verdad y descansar en la obra consumada de Jesús.
¡A Dios sea toda la gloria!”.
Yo no sé con qué culpa pueda estar usted luchando hoy, pero Dios
sí lo sabe. No tiene que seguir viviendo bajo los dictados de su
conciencia, la cual le condena cada vez que no da en el blanco. Vea la
sangre de Jesús limpiando su corazón, y sea libre de la prisión de
culpabilidad para experimentar la victoria como este precioso hermano.
Abandónese al amor de Él
Mi querido lector, el amor de Dios no es un concepto teológico. El amor
es una emoción. Dios nos creó a su imagen con emociones, y una de las
mejores maneras de experimentar su amor es simplemente
abandonándose a Él y adorándole. La Biblia nos dice que “los que
tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de
pecado” (Hebreos 10:2). Cuando usted
ya no tiene un sentimiento de condenación, cuando cree que la sangre
de Él ha limpiado sus pecados, se convierte en un adorador cautivado
con su amor.
Le animo a llenar su corazón con salmos, himnos y cantos
espirituales que estén llenos del amor y la gracia de
Dios. Cuando su corazón esté lleno de Jesús, las creencias erróneas
comenzarán a ser reemplazadas por creencias correctas. Las adicciones
destructivas serán reemplazadas por nuevos hábitos positivos. El temor,
la vergüenza y la culpa comenzarán a disolverse en el calor del perfecto
amor de Él por usted. Su amor no es un ejercicio intelectual. Se tiene
que experimentar.
El salmista clama: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el
hombre que confía en él” (Salmos 34:8). ¿Confía usted en el amor de
Dios por usted? Dios quiere que usted no sólo tenga un conocimiento
mental de su amor, sino que también crea y guste su amor por usted.
No puede quedarse sólo en su mente o en el ámbito cerebral de la
lógica; lo tiene que experimentar en su corazón.
No importa cuántos errores haya cometido, ¡Él no se
ha cansado de usted!
Hoy, crea con todo su corazón que Dios le ama. Él está de su lado.
No importa cuántos errores haya cometido, ¡Él no se ha cansado de
usted! El primer factor clave para creer correctamente es creer en su
amor incondicional por usted. Eche todos sus errores a los pies de Él.
Siéntase libre para llorar en su amorosa presencia. Comience a ver sus
temores, culpa, disfunciones y trastornos desvanecerse a medida que se
abandona a su amor, y adórele con estas simples palabras:
Cristo me ama, bien lo sé, su Palabra me hace ver, que los
niños son de aquel, quien es nuestro amigo fiel.
Sí, Cristo me ama.
Sí, Cristo me ama.
Sí, Cristo me ama. La Biblia dice así.
PARTE DOS
APRENDA
A VER LO
QUE DIOS
VE
CAPÍTULO 4
PONGA LAS PELÍCULAS
MENTALES CORRECTAS
Aún
recuerdo lo que ocurrió cuando visité a una señora de mi
congregación en el hospital. Heather había sufrido una embolia que le
había dejado la parte izquierda de su cuerpo completamente paralizada.
Mientras oraba por ella, levantó su mano derecha en un gesto de
oración. De manera sorprendente, su mano izquierda imitó esa acción,
aunque más lentamente, pero fue algo que no había podido hacer debido
a su embolia. Por la gracia de Dios, estaba comenzando a experimentar
sanidad en su cuerpo, volviendo a tener sensaciones de nuevo en su
brazo izquierdo.
Unos instantes después, no obstante, mientras yacía en la sala de
cuidados intensivos, intubada y conectada a un equipamiento médico
incesantemente sonoro, su brazo izquierdo comenzó a temblar con
fuerza.
“No se preocupe por orar porque algo suceda”, le aseguré a Heather.
Sonriéndole, le hice un gesto a uno de mis pastores que estaba allí
conmigo, y le dije a ella: “Deje que nosotros oremos por usted”.
Después, dando golpecitos con mi dedo índice sobre mi sien, le dije:
“Pero observe sus movimientos mentales. Asegúrese de poner los
movimientos correctos en su mente”.
¿A qué me refería con eso? Le estaba diciendo que viera lo que Dios
ve e ignorase todos los sonidos, olores e imágenes que sus sentidos
naturales estaban recibiendo en el entorno del hospital. Le estaba
animando a llenar su mente con imágenes mentales de ella misma
siendo sanada, fortalecida y recibiendo el amor de su familia en casa.
No quería que siguiera viendo todos los peores casos posibles en su
mente.
Después le dije: “Es necesario un pensamiento para sanar otro
pensamiento”.
Fue una palabra que había recibido en mi espíritu para ella. Por
alguna razón, sentí que el enemigo había tenido éxito al plantar un
pensamiento erróneo o imagen mental en su mente, y que eso había que
arrancarlo y reemplazarlo con los pensamientos, imágenes y creencias
correctas que están basadas en la invariable Palabra de Dios. Poco
después de nuestro encuentro, Heather fue dada de alta del hospital y
su condición mejoró.
Aprender a ver lo que Dios
ve es un factor poderoso para
creer correctamente.
Conlleva reemplazar sus
creencias erróneas por
creencias correctas basadas
en la Palabra de Dios.
Aprenda a ver como Dios ve
Aprender a ver lo que Dios ve es un factor poderoso para creer
correctamente. Conlleva reemplazar sus creencias erróneas por
creencias correctas basadas en la Palabra de Dios. Cuando Jesús vio al
hombre de la mano seca, no sólo vio la mano seca, sino que vio que
había más que gracia suficiente para que esa mano quedara totalmente
sana. Jesús le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. El hombre así lo
hizo, y su mano fue completamente sanada y restaurada como su otra
mano (véase Marcos 3:1-5).
Ahora bien, usted no le dice
“extiende tu mano” a alguien cuya mano está obviamente seca y lisiada
a menos que vea de otra forma. Jesús ve distinto a usted y yo. Por eso
tenemos que regresar a la Palabra de Dios y aprender a ver lo que Él ve.
Cuando Jesús ve una enfermedad, carencia o alguien atrapado en temor,
culpa, adicción y pecado, Él no sólo ve el problema, sino que ve la
sanidad, gracia y poder de Dios sobreabundante en esa área de
debilidad.
Usted también puede cambiar lo que cree viendo más allá de lo que
ven sus ojos naturales. Intente ver lo que Dios ve. En su área de
carencia, lucha o desafío, vea su sobreabundante gracia alrededor de
toda su situación actual. Jesús le dice hoy: “Bástate mi gracia; porque
mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Entréguele
al Señor Jesús todas sus debilidades, fracasos y errores y vea cómo Él
transforma sus debilidades en fortalezas.
En su área de carencia, lucha o desafío, vea su
sobreabundante gracia alrededor de toda su situación
actual.
Lo que usted cree es poderoso, por
lo cual ¿actúa en base a lo que usted ve o a lo que Dios ve? Quizá no
pueda impedir que los pensamientos negativos se crucen por su mente
o las emociones impropias como el temor atenacen su corazón, pero
definitivamente sí puede anclar sus pensamientos y emociones en la
inconmovible Palabra de Dios. Ciertamente puede asegurarse de creer
correctamente con respecto a lo que Dios dice acerca de usted en su
Palabra, la cual contiene sus promesas preciosas para usted. Cuanto más
aprenda y crea correctamente acerca del amor de Él y lo que dice su
Palabra acerca de su situación y su vida, más alineará sus pensamientos
con los pensamientos de Dios acerca de usted. Comenzará a desarrollar
pensamientos de paz y no de mal, pensamientos de esperanza y de un
futuro brillante (véase Jeremías 29:11).
El apóstol Pablo dice: “No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…”
(Romanos 12:2). Como puede ver, Dios no quiere que pensemos como
piensa el mundo, o que veamos como el mundo ve, y seamos atados por
todo tipo de temores, preocupaciones y hábitos poco saludables. Él
quiere que renovemos nuestra mente. ¿Cómo? Creyendo y meditando
en las verdades reales que se encuentran solamente en su Palabra,
para que podamos experimentar transformación y sanidad en
cada aspecto de nuestra vida.
La palabra “renovar” es la palabra griega anakainosis, que el
diccionario griego Thayer define como
“saneamiento, renovación, un cambio completo para bien”.1 Me gusta
la palabra “renovación”. Ciertamente nuestra mente necesita una
revisión total a través de la Palabra de Cristo.
¿Quién es su decorador de interiores?
Si va a revisar y renovar su mente, ¿a quién va a contratar como su
decorador de interiores? No deje que los periódicos matinales, amigos
negativos, o canales de televisión sean su decorador de interiores. ¡No
se conforme a este mundo!
Muchos estamos enredados con la información, las ideas y los
pensamientos de este mundo. Vivimos en una era donde tenemos fácil
acceso a cantidades enormes de información y conocimiento. ¿Necesita
saber algo en un santiamén? Tan sólo haga una búsqueda en Google en
su teléfono. No obstante, esta acumulación masiva de conocimiento no
nos ha hecho más felices o más libres. La gente está más conectada que
nunca, pero nunca se ha sentido tan sola, aislada y distante.
Tenga cuidado también de no dejar que el diablo sea su decorador
de interiores para su mente. Puede imaginárselo escogiendo las cortinas
más sombrías, los tapizados más tristes y el mobiliario más espantoso
para adornar las diferentes salas de su mente. La paleta de colores para
sus paredes y techos se seleccionaría en base a su Pantone favorito de
tonos grises sombríos hasta los negros depresivos.
Su misión es que sus pensamientos estén rodeados de oscuridad,
pesimismo y derrota. Si es usted derrotado en su mente, entonces para
él, la batalla ya está ganada.
No se enrolle en el temor
Cuando andaba haciendo la compra cierto día con mi esposa, un hombre
se acercó a mí y se presentó. Compartió conmigo que había estado
escuchando mis mensajes por muchos años y que había estado
asistiendo a nuestra iglesia regularmente. Derek era un exitoso hombre
de negocios. Su empresa iba a paso ligero, se estaban abriendo muchas
oportunidades y todas las cifras de sus ventas tendían al alza.
Pero no siempre fue así.
En los primeros tiempos, el estrés de llevar una empresa nueva le
consumía. Derek me dijo que durante esos días, como era su costumbre
y rutina, compraba el periódico en la mañana y leía un artículo acerca
de cómo alguien de su género y edad había muerto repentinamente de
un ataque al corazón. No podía explicarlo, pero desde el momento en
que leía el artículo del periódico, era como si el aire de su sala
comenzara a agotarse, y empezaba a experimentar dificultades
respiratorias. El temor había comenzado a enrollarse alrededor de su
corazón como una pitón.
La constricción es un método documentado usado por varias
especies de serpientes para matar gradualmente a su presa. Se ha
realizado una investigación muy interesante sobre cómo algunas
constrictoras matan a sus presas. Contrariamente a la opinión popular,
la serpiente no aplasta y rompe los huesos de sus víctimas para
matarlas, sino que más bien una serpiente constrictor como una boa o
una pitón matan a su presa asfixiándola. Usa la inercia de su ataque
para enrollarse alrededor del cuerpo de su víctima. Luego aprieta (cada
vez que su víctima exhala) y aprieta hasta que su víctima ya no puede
respirar más.2
Sin embargo, mientras estudiaban por qué algunas presas mueren
más rápido que lo que aguantarían si fueran asfixiadas, algunos
investigadores han lanzado la hipótesis de que la presión de la
constricción produce un aumento de presión en la cavidad corporal de
la presa que es mayor que lo que puede resistir el corazón, dando como
resultado un paro cardiaco. Aunque la investigación de esta teoría aún
está abierta, es científicamente demostrable que ciertas serpientes
pueden ejercer presión suficiente como para que esto sea posible. Por
ejemplo, una anaconda verde tiene una fuerza de constricción de
6 kg/cm2, ¡lo cual equivale efectivamente a una fuerza total de 4.000
kg!3
¿De qué forma es relevante todo esto para nuestro estudio del poder
de creer correctamente?
Nuestro adversario es una vieja serpiente muy astuta. Sería para
nosotros prudente entender su estrategia contra nosotros, para que,
como dice la Biblia, “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre
nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11).
Sus métodos no han cambiado, y aunque no tiene un poder verdadero
porque Jesús le ha desarmado en la cruz (véase Colosenses 2:15), sabe
que puede usar los pensamientos negativos para infundir temor en
nuestro corazón.
Establezca su corazón en el amor de Dios
La Palabra de Dios también establece una correlación directa entre el
temor y las enfermedades del corazón. Al describir los acontecimientos
de los últimos tiempos, Jesús dijo que el temor haría que el corazón de
los hombres fallara. Sin embargo, anima a los creyentes: “no os
alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero…”
(Lucas 21:9), afirmando su firme control sobre todo lo que ocurrirá en
el futuro. Asegurándonos por qué no hay necesidad de tener miedo, Él
añade: “erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención
está cerca” (Lucas 21:28).
Sólo una revelación de su perfecto amor puede echar fuera
todo temor.
Dios quiere que nuestro corazón esté en paz, que tenga descanso. Su
Palabra nos dice: “La paz en el corazón da salud al cuerpo” (Proverbios
14:30, NTV). La paz se produce cuando nuestros corazones y mentes
están anclados en su amor y no en el temor. Y sólo una revelación de
su perfecto amor puede echar fuera todo temor. Usaré diferentes
versiones de la Biblia durante el trascurso de este libro, pero le animo
enfáticamente a memorizar este versículo. Será una fuente de gran
consuelo espiritual, físico y mental para usted durante toda su vida:
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa
fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De
donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
—1 Juan 4:18-19
Observe cómo la Palabra de Dios dice con total rotundidad que el
temor conlleva castigo.
Querido amigo, Dios no es su castigador; el diablo lo es. Dios no es
el autor del temor; el enemigo lo es. El temor y la seguridad no pueden
coexistir. ¿Realmente puede usted amar a alguien al que teme? Claro
que no. El temor siempre lleva a la inseguridad. Así que Dios no quiere
que usted le tema. De hecho, Jesús nos definió el temor de Dios como
la adoración de Dios, no el temor que lleva implícita la idea de recibir
el castigo de un Dios enojado. (Hablo más de la definición de Jesús
acerca del temor del Señor en el capítulo 15). La verdad es que Dios
quiere que usted reciba su perfecto amor, total aceptación y gracia
abundante. Si ha recibido alguna enseñanza que contradiga esto, tan
sólo recuerde que en el amor no hay temor. Y Dios es amor (véase 1
Juan 4:8, 16). El temor es la estrategia del enemigo, no de Dios. El
diablo usa el temor para castigarle y manipular sus pensamientos, igual
que hizo con el hombre al que yo había conocido.
El temor es la estrategia del enemigo, no de Dios.
Cómo entra el temor
Derek había estado leyendo inocentemente el periódico matutino, y en
un instante, el temor golpeó como una pitón y ejecutó su presión sobre
el corazón.
Comenzó con dificultad para respirar, y después el pobre hombre
comenzó a experimentar todo tipo de imaginaciones malvadas. En el
ojo de su mente, Derek podía verse entrando a solas en el trastero de su
casa para hacerse con algunas cosas (algo que frecuentemente solía
hacer), pero tenía imágenes mentales de él mismo haciéndose daño en
el proceso, sin que nadie supiera jamás que necesitaba asistencia
médica.
Todos los días, Derek sentía la presión constrictora del temor
atenazando su corazón. Comenzó a obsesionarse con que se haría daño
y moriría hasta el punto de tener temor a ir solo a ningún sitio.
No hace falta decir que entró en una espiral descendente a medida
que su opresión mental empeoraba. Imágenes de sí mismo haciéndose
daño se proyectaban una y otra vez en su mente como una película de
terror en cámara lenta, y sufría graves crisis de ataques de ansiedad
paralizantes.
Cuando su dificultad para respirar aumentó, Derek fue a un hospital,
convencido de estar gravemente enfermo. Pero tras numerosas
pruebas, el doctor le dijo: “Usted no tiene un problema de corazón.
Tiene un problema de ansiedad. Por favor, deje su cama a alguien
que realmente tenga un problema de corazón”. Anteriormente un
individuo fuerte y saludable, Derek había sucumbido bajo la presión
de la constricción de la serpiente.
Encienda la luz de las palabras de Dios
Afortunadamente, un voluntario que sirve como ujier los domingos en
nuestra iglesia invitó a Derek a asistir a una de nuestras reuniones de
grupos de cuidado. Derek compartió conmigo que el líder del grupo de
cuidado le animó a leer la Palabra de Dios cada mañana y orar en el
Espíritu durante treinta minutos cada día mientras conducía su
automóvil hasta su trabajo.
“Escuchaba sus mensajes una y otra vez en mi automóvil”, dijo
Derek mientras compartía su testimonio. “En uno de sus mensajes, dijo
que nos enfocásemos en la Palabra de Dios y no en nuestros problemas.
Y eso es exactamente lo que hice. Comencé a apartarme de esos
pensamientos oscuros y a permitir que la luz de las palabras de Jesús
entrara en mi situación”.
Amigo, ¿cree usted que los pensamientos de Dios son mayores que
los pensamientos del maligno? ¿Cree que su luz es mayor que cualquier
oscuridad? Imagínese entrar en una sala que está en oscuridad total.
Cuando usted enciende el interruptor de la luz, ¿acaso la oscuridad
consume la luz, o es la luz la que repele la oscuridad?
Para este precioso hermano, su cambio comenzó cuando encendió
la luz de la Palabra de Dios y permitió que esta brillase sobre él y su
situación. Entendió que tenía miedo a estar a solas debido a su creencia
irracional de que por alguna razón se lastimaría y moriría. Y comenzó
a darse cuenta de que era una clara mentira del fondo del infierno.
Compartió que uno de sus versículos favoritos que le dio tanto valor
como consuelo durante esa etapa oscura fue el Señor diciéndole: “No
te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). Declaraba este versículo
cada vez que tenía temor, y luego se decía a sí mismo: “El Señor es mi
ayudador; no temeré” (Hebreos 13:6).
Equipado con la Palabra de Dios,
Derek comenzó a poner las películas mentales correctas en su mente.
Cada vez que atacaba la ansiedad y cada vez que comenzaban a surgir
en su mente malas imaginaciones, blandía estos versículos como un
arma contra la arremetida del ataque de la serpiente. Una y otra vez,
proclamaba: “No te desampararé, ni te dejaré. El Señor es mi ayudador;
no temeré”.
Cuanto más decía eso, más comenzaba a aflojarse y debilitarse la
presión de la serpiente. Se dio cuenta de que podía respirar de nuevo
sin dificultad y su corazón ya no se sentía comprimido. Fortalecido por
la Palabra, comenzó a ver al Señor con él siempre.
Comenzó a verse lleno de salud y protegido de todo mal mientras
avanzaba cada día. Derek fue completamente sanado y liberado de
todos sus temores cuando comenzó a reemplazar las películas mentales
incorrectas que había estado reproduciendo en su mente por las
correctas.
¿Qué películas mentales está usted reproduciendo en su cabeza hoy?
¿Son pensamientos de derrota y desesperación, o pensamientos de
victoria y favor? La fe es simplemente decir lo que Dios dice acerca de
usted y ver lo que Dios ve en usted y su situación.
Reemplace pensamientos negativos por los
pensamientos de Dios
¿Se acuerda de lo que compartí antes acerca de cómo se necesita un
pensamiento para sanar otro pensamiento? A diferencia del mundo, que
enseña que debe vaciar su mente para alcanzar la paz, la manera de Dios
es llenar su mente de pensamientos nuevos, poderosos y redentores.
El apóstol Pablo nos dice: “Y ahora, amados hermanos, una cosa
más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo
honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo
lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza”
(Filipenses 4:8, NTV). Así que no se trata tan sólo de intentar eliminar
malos pensamientos con su fuerza de voluntad. Se necesita un
pensamiento que reemplace a otro pensamiento. Se necesita una
creencia correcta que reemplace una creencia errónea. Necesita la
verdad de Dios para reemplazar las mentiras del enemigo que le han
mantenido atado.
Se necesita una creencia correcta que reemplace una
creencia errónea. Necesita la verdad de Dios para
reemplazar las mentiras del enemigo que le han
mantenido atado.
Querido amigo, si un pensamiento malo o negativo está alojado en
su mente hoy y no es capaz de sacárselo de ahí, ¡deje de intentarlo!
Quizá está tumbado en la cama de un hospital y no puede dejar de
pensar que le va a ocurrir lo peor. Está intentando no pensar eso, pero
no ve fruto. Bien, ¡déjelo! Deje de intentar borrarlo de su mente. Eso
no funciona. Lo que tiene que hacer es reemplazar ese pensamiento
destructivo por un pensamiento que provenga de Dios. Esa es la única
manera de tratar un mal pensamiento y comenzar el proceso de sanidad.
Comience a meditar en verdades como: “Ciertamente Jesús ha llevado
mis enfermedades y dolencias. El castigo de mi paz fue sobre Él, y por
su llaga he sido sanado. Me proveerá de larga vida” (véase Isaías 53:45 y Salmos 91:16). Ponga películas mentales de usted mismo
mejorando, siendo dado de alta del hospital, divirtiéndose con sus hijos,
¡o yéndose de vacaciones!
Mantenga sus pensamientos en Jesús
Usted necesita la verdad de la Palabra de Dios para arrancar una
creencia errónea. Métase en la Palabra, y métase en los pensamientos
de Él. Si ve que su mente intenta caer en pensamientos ansiosos por las
cosas más pequeñas, memorice y cite este versículo: “Tú guardarás en
completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha
confiado” (Isaías 26:3).
Usted necesita la verdad de la Palabra de Dios para
arrancar una creencia errónea.
Siempre que me siento estresado o preocupado por algo, me aparto
del ajetreo de la vida y simplemente medito en las promesas de Dios. A
veces me gusta conducir a un parque tranquilo, y mientras suena una
música tranquila en mi automóvil, me alimento de su Palabra mientras
la declaro, permitiendo que penetre en mi espíritu: “La Palabra de Dios
declara: ‘Tú guardarás en completa paz, a aquel cuyo pensamiento está
en ti’”. Y le digo al Señor: “Sí, Señor, eres tú quien me guarda en
completa paz. La paz completa viene de ti. Sólo tengo que descansar en
tu gracia y mantener mi mente en ti. No necesito pensar qué hacer con
este desafío. Al confiar en ti y mantener mi mente en ti, tú me guiarás
y dirigirás. Mi confianza no está en mi propia fuerza, sino en ti y sólo
en ti, Jesús”.
¿Qué consigo con eso? En vez de permitir que el estrés y la
preocupación se adueñen de mí, estoy entrenando mi corazón para ver
cómo ve Dios mis desafíos. Cuanto más grande sea Dios en mi corazón,
más pequeños serán mis desafíos. De hecho, muchas veces cuando me
relajo y mantengo mi mente
en el Señor, su paz y sabiduría comienzan a fluir en mí, y el desafío que
antes me preocupaba tanto se vuelve diminuto e intrascendente en la
presencia del Dios Todopoderoso.
¿Está usted ante una circunstancia insuperable hoy? Vea lo que Dios
ve, y permita que su paz expulse su ansiedad. Deje que la sabiduría de
Él dirija sus pensamientos.
¿Qué clase de tierra hay en su corazón?
La clave para ver lo que Dios ve es basar sus creencias en su Palabra
segura e inconmovible. Desgraciadamente, no todo el mundo cree en lo
que dice la Palabra de Dios sobre ellos. Jesús comparte esto en la
parábola del sembrador (véase Mateo 13:3-9, 18-23).
En esta parábola, un sembrador sembró semillas que cayeron en
cuatro tipos distintos de terreno. El sembrador aquí es una imagen de
alguien que comparte la Palabra de Dios El terreno es una imagen de
cómo el oyente recibe la Palabra. Observará en esta parábola que el
sembrador no controla el tipo de terreno en el que caen las semillas.
Usted y yo tenemos que decidir por nosotros mismos cómo recibe
nuestro corazón la Palabra de Dios. ¿Queremos ver lo que Dios ve, o
decidimos en cambio ver las cosas a nuestra manera?
La parábola comienza con las semillas de la Palabra de Dios que
caen junto al camino. Esto significa que incluso antes de que la Palabra
pueda profundizar en el corazón del oyente, el enemigo la roba
mediante su propia duda e incredulidad. Por ejemplo, quizá usted está
leyendo este libro ahora mismo y piensa: “Dios nunca podrá amarme.
He cometido muchos errores vergonzosos. Nunca podré liberarme de
mis adicciones. Esta es mi vida, y nada puede cambiar eso”. Si este es
su caso, sólo quiero animarle a que esté abierto y receptivo a la
sobreabundante gracia de Dios mientras lee detalladamente lo que está
escrito en este libro. Abra su corazón, y permita que el amor de Él le
llene y le sane. Permita que restaure su fe. Dios nunca le hará daño. Él
nunca le obligará a que se haga todo como Él quiere. Usted tiene que
decidir si dejar que sus palabras de vida entren en su corazón, se
arraiguen y le establezcan en su gracia, o permitir que sus palabras
caigan junto al camino.
Siga escuchando acerca de la bondad de Dios
La parábola después sigue hablando acerca del terreno pedregoso. Esto
habla de los oyentes que escuchan la Palabra de Dios y la reciben con
alegría, pensando: “Vaya, Dios me perdona y acepta tal y como soy.
¡Eso es maravilloso!”. Sin embargo, no tienen el fundamento de la
gracia para sostener la Palabra en su corazón. En el momento en que su
conciencia les condena con culpabilidad, se olvidan de todo lo que han
aprendido acerca del amor incondicional de Dios hacia ellos y regresan
rápidamente al círculo de derrota y condenación.
Por eso es tan importante seguir escuchando mensajes que estén
llenos de lo que Jesús ha hecho por usted en la cruz y llenar su corazón
con sus nuevas verdades del pacto. “La palabra de Cristo more en
abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en
toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con
salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3:16).
Cuando usted permite que las palabras de Jesús moren
abundantemente en usted en toda sabiduría, las semillas de su verdad,
su amor y su perdón germinarán y echarán raíces en su corazón.
Cuando llegue la adversidad, su creencia en Dios no será arrancada
fácilmente ni el enemigo la robará. Cuando llegue la voz de
condenación, su corazón estará fortalecido con la verdad de Dios,
acuartelado por su gracia y armado con la eterna sangre de Jesús. Será
un creyente contra quien “ninguna arma forjada… prosperará, y
condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio”
(Isaías 54:27). La culpa y la condenación no podrán penetrar en su
corazón cuando sea consciente de su justa identidad en Cristo. Cuando
sean expuestas las mentiras acerca de usted a la luz de la verdad de
Dios, se quedarán obsoletas y no podrán más atormentar su mente.
La culpa y la condenación no podrán penetrar en su
corazón cuando sea
consciente de su justa identidad en Cristo.
Priorice la Palabra antes que ir en pos de lo
material
El siguiente terreno, el terreno de espinos, habla de las personas que
oyen la Palabra de Dios, pero en vez de creerla, su corazón se llena con
los afanes de este mundo. Para ellos, las verdades de Dios no son
prácticas. Es tan sólo una jerga espiritual, y están más interesados en
cómo hacer más dinero y en otras cosas materiales transitorias. Como
resultado, llevan un estilo de vida extremadamente estresado,
preocupándose por el dinero y sin ver nunca la manifestación de buenos
frutos en su vida.
¿Sabe que hay muchas personas en el mundo que tienen mucho
dinero, pero en realidad son pobres cuando se trata de poseer lo que
realmente importa? Me gustaría decirlo de esta manera: hay muchas
personas “pobres” que tienen mucho dinero. Usted puede comprar
pastillas para dormir con dinero, pero no puede comprar un dulce sueño.
No puede comprar la paz para su mente, el perdón para su corazón y la
salud para su cuerpo. No haga de los placeres de este mundo y de hacer
más dinero sus únicas metas en la vida y termine viviendo en constante
estrés, temor y ansiedad. La Biblia dice: “Porque ¿qué aprovechará al
hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).
Jesús le ama, y Él puede quitar todo espino de ansiedad en su corazón
si se lo permite. Descanse en Jesús, su proveedor. Él es el pastor de su
alma, y en Él no hay carencia alguna (véase Salmos 23:1).
Decida ser buena tierra
La última tierra en la parábola es de lo que se trata este libro. Esta tierra
habla de personas que creen en el poder de creer correctamente,
personas cuyo corazón está abierto, receptivo y listo para recibir todo
lo que Dios tiene para ellas. Habla de personas que están listas para
permitir que su Palabra eche raíces en sus vidas.
Mientras lee este libro, quiero animarle a verse como una tierra
buena y fértil. No deje que la preciosa Palabra de Dios caiga junto al
camino debido a la incredulidad. No sea el terreno pedregoso que cede
fácilmente cuando llega la oposición. A su vez, tampoco permita que
las promesas de Él para su vida se vean ahogadas por los afanes de este
mundo. Sea una buena tierra: un corazón receptivo que está anclado en
la gracia de Dios. A medida que se
alimenta de su Palabra y ve lo que Él ve, ¡seguro que conseguirá su
treinta, sesenta, y ciento por uno en todas las áreas de su vida!
CAPÍTULO 5
VÉASE COMO DIOS LE
VE
Mi equipo recibió un correo electrónico muy alentador de Ron, uno
de nuestros asociados ministeriales clave. Ron compartió que tenía un
buen amigo llamado Tyler, compañero de la universidad, y al que
consideraba su mejor amigo. Tyler provenía de una buena familia
cristiana, era bueno en los deportes y estaba viviendo el “sueño
americano”.
Sin embargo, después de la universidad, Tyler comenzó a salir con
quien no le convenía en el trabajo y se metió en un problema serio de
drogas y alcohol, lo cual a su vez le condujo a una serie de errores
devastadores. En un periodo de veinticuatro meses, Tyler había perdido
todo lo que consideraba precioso en su vida. Avergonzado y miserable,
Tyler abandonó la iglesia y casi abandona también la vida, a Dios y la
gracia. Pero Dios, en su gracia, aún estaba acercándose a Tyler (a través
de Ron), como Ron contaba bien en su correo:
Una noche, mientras corría por un parque y escuchaba un
mensaje del pastor Prince, sentí que Dios me animaba a
enviarle a Tyler un mensaje de texto. Sentí que Dios quería
que le preguntase a Tyler: “¿Qué ve Dios cuando te
mira?”. Así que mientras trotaba, escribí exactamente esas
palabras. Después de un largo rato, recibí su respuesta con
otro mensaje:
Tyler: “¿Estás en serio?”.
Ron: “Sí”.
Tyler: “Bueno… Estoy seguro que nada bueno”.
Ron: “Jesús”.
Tyler: “¿Qué quieres decir?”.
Ron: “Quiero decir que cuando Dios te mira, ¡ve a Jesús!”.
Treinta minutos después, recibí este mensaje:
Tyler: “Gracias, amigo, no tienes idea de cuánto
necesitaba oír eso”.
¿Bendeciría su corazón saber que el texto que Ron le envió a Tyler
es el mismo mensaje que Dios quiere que usted reciba hoy? Creo que
al igual que Tyler, cientos de miles de creyentes pasan por la vida
creyendo que el amor de Dios hacia ellos depende de sus acciones.
Muchos creen sinceramente que Dios se avergüenza de ellos por sus
errores y fracasos. O bien no han oído o se les ha olvidado que Jesús no
sólo pagó por nuestros pecados, sino que también llevó nuestra
vergüenza. En algún lugar durante el camino hemos perdido de vista
que la gracia de Dios “sobreabunda” (Romanos 5:20). ¡Hemos
subestimado la medida de su gracia!
Jesús no sólo pagó por nuestros pecados, sino que
también llevó nuestra
vergüenza.
¿Qué es lo que realmente cree?
Mi amigo Ron estaba escuchando uno de mis mensajes acerca de
nuestra identidad de justicia en Cristo cuando sintió que el Señor le
guiaba a enviar a su amigo Tyler esa pregunta para hacerle pensar:
“¿Qué ve Dios cuando te mira?”. Creo que es una gran pregunta, y si
usted tuviera que responder esta pregunta sinceramente hoy, revelaría
lo que realmente cree en su corazón acerca de Dios.
La mayoría de las personas, cuando las cosas les van bien, creen que
Dios está contento con su comportamiento y conducta. Sin embargo,
creen que todo cambia cuando fallan y cometen errores. Podrían ser
cosas como perder los nervios en la carretera, visitar una página web
que no deben, o decir palabras hirientes a un ser querido. En el
momento del error, creen que cuando Dios les mira, no ve nada bueno.
Creen que está enojado y decepcionado con ellos y quiere castigarles
por sus errores.
¿Qué esperanza queda en la creencia de que cuando hace las cosas
bien usted es bendecido, pero cuando falla es maldecido? Así era
exactamente como funcionaba el antiguo pacto de la ley. El antiguo
pacto era un sistema imperfecto.
Observe cómo en el libro de Hebreos, Dios mismo encontró fallos en
ese pacto y quiso reemplazarlo: “Porque si aquel primero hubiera sido
sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el
segundo… He aquí vienen
días, dice el Señor, en que
estableceré… un nuevo pacto” (Hebreos 8:7-8).
¿Ha oído acerca del nuevo pacto de la gracia?
Amigo, estoy aquí para anunciarle que Dios ya ha hecho un nuevo
pacto. El nuevo pacto que Él ha instituido es el pacto de la gracia que
usted y yo disfrutamos hoy. Es un pacto en el cual Él declara: “Porque
seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados
y de sus iniquidades” (Hebreos 8:12). ¡Aleluya!
Dios puede ser misericordioso con todas sus injusticias y no
acordarse más de sus pecados porque ya se ha efectuado el pago total
por sus pecados en el cuerpo de Jesús en la cruz. Por tanto, cuando Dios
le mira hoy, Él no le juzga, estima y mide según sus imperfecciones. Él
le ve en el Amado, le ve en Cristo, y Él ve la sangre que su querido Hijo
Jesús derramó por usted.
Cuando Dios le mira hoy, ve a Jesús. Por eso, sus pensamientos
hacia usted son pensamientos de bien, perdón, bendición y favor. Jesús
pagó un precio muy alto en la cruz para que usted pueda vivir
completamente aceptado e incondicionalmente amado por Dios.
Conocer y saber esto marcará la diferencia en cómo viva su vida, sin
importar lo que tenga que afrontar.
Pero pastor Prince, ¡yo no merezco este amor de Dios!
¡Tiene toda la razón! Si fuera por lo que merecemos hoy, todos
nosotros (yo incluido) mereceríamos ser castigados por nuestros
pecados. ¿Sabe que el castigo por el pecado no es simplemente una
palmada en la mano? Esto no es algo que podamos endulzar: la paga
del pecado es muerte (véase Romanos
6:23). En otras palabras, si usted y yo recibiéramos lo que merecemos,
el castigo que merecemos por nuestros pecados es la muerte. E incluso
así, nuestra muerte nunca podría pagar adecuadamente nuestros
pecados, porque nuestra sangre no es una sangre inmaculada, sin
pecado. Por eso me gusta recordar a la gente que desea ser justificada
por su propia justicia, que eso sencillamente es imposible. Todos
nosotros tenemos una deuda que jamás podremos pagar.
La buena noticia es que Jesús llevó la sentencia de muerte por
nosotros en la cruz. ¿Merecía Él ser crucificado en la cruz? ¡Claro que
no! Él escogió la cruz para que su sangre inocente y sin pecado pudiera
limpiarnos de todos nuestros pecados. La cruz permanece, para toda la
eternidad, como una declaración del amor eterno de Jesús por nosotros.
En la cruz, Jesús fue suspendido entre el cielo y la tierra como el
sacrificio por nuestros pecados. Él llevó cada castigo que nosotros
merecíamos. Él absorbió cada sanción que la ley demandaba por
nuestros pecados.
La cruz permanece, para toda la eternidad, como una
declaración del amor eterno de Jesús por nosotros.
Tan sólo crea
¿Sabe por qué Jesús escogió la cruz? Juan 3:14-15 nos da la respuesta:
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que
el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Él fue a la cruz para que todo aquel que cree en Él, pueda recibir el
regalo de la vida eterna.
Todo aquel que cree. Eso es lo único que tiene que hacer para entrar
en la herencia que se compró para usted con la sangre del Hijo de Dios.
Creer en ÉL. Creer en Jesús. Creer en lo que Él ha hecho por usted en
la cruz. Creer que todos sus pecados le han sido imputados a Él y que
toda su justicia le ha sido imputada a usted. Creer en el intercambio
divino. Creer en su amor. Creer que todos sus pecados han sido llevados
en la cruz y que por medio de Jesús usted ha recibido los regalos de la
justicia y la vida eterna.
Hay mucho que extraer de Juan 3:15. Vuelva a leer este versículo.
Dígame:
¿quién es apto para la salvación? La Palabra de Dios no dice: “Todo
aquel que le obedece perfectamente”. No dice:
“Todo aquel que nunca falla”. Y tampoco dice: “Todo aquel que cumple
todos sus mandamientos”. Simplemente dice: “Todo aquel que cree en
Él”. Todo aquel que cree en Él no perecerá sino que tiene vida eterna.
La única acción que se requiere de usted ¡es creer!
Pastor Prince, ¿cómo es posible que tan sólo creer en Jesús pueda
hacerme justo? Debe de haber algo más que deba hacer para ganarme
y merecer el amor de Dios por mí.
No lo descarte tan sólo porque suene simple, y no subestime el poder
de creer correctamente. Cuando usted cree correctamente, cuando cree
que es justo por medio de Jesús, terminará produciendo los frutos de
justicia. El apóstol Pablo hace referencia a los “frutos de justicia” en
Filipenses 1:11, y especifica que son “por medio de Jesucristo”. Cuando
usted fija sus ojos en Jesús y solamente en Jesús como la fuente de su
justicia y perdón, termina produciendo los frutos de justicia, santidad y
carácter moral.
Sin duda, la Biblia nos dice que cuando no vemos o se nos olvida
que hemos sido limpiados de nuestros pecados, es cuando terminamos
careciendo de dominio propio, bondad y amor fraternal (véase 2 Pedro
1:5-9). ¿Puede ver cómo cuando cree correctamente, termina viviendo
correctamente? Así, ¡haga de Jesús, su perdón y su amor, el centro de
cada área de su vida!
¡Haga de Jesús, su perdón
y su amor, el centro de cada
área de su vida!
Levantando a Jesús en alto
El renombrado líder de alabanza y compositor ganador de un premio
Grammy, Israel Houghton, es un buen amigo mío. Después de oír mi
mensaje en una conferencia acerca de hacer a Jesús el centro de nuestra
vida, me dijo que recibió la inspiración para escribir la canción “Jesús
en el centro”, la cual escribió juntamente con Adam Ranney y Micah
Massey. Esta canción se ha convertido en un himno que cantan los
cristianos por todo el mundo. Siempre que me encuentro con Israel,
bromea diciéndome que está considerando seriamente darme un
cheque por las regalías, ya que cada vez que me oye predicar acerca de
Jesús, recibe inspiración para una nueva canción. Bueno, Israel, si estás
leyendo esto, aún no he recibido nada en mi buzón de correo, amigo.
Claro está, ¡sólo estoy bromeando! Estoy verdaderamente
agradecido de que cada vez más el nombre de Jesús sea levantado por
todo el mundo. De hecho, en uno de mis viajes a Israel, me encontré
con Adam Ranney. Me estuvo contando cómo le había impactado mi
ministerio porque Cristo siempre recibe el lugar central. Todo esto
realmente me anima mucho, porque hace más de dos décadas recibí el
mandato del Padre de llevar a la iglesia de regreso a su Hijo.
Es triste, pero hay algunas iglesias en las que oirá sólo acerca de
cómo debe comportarse usted, pero no oirá el nombre de Jesús. No oye
acerca de la cruz, y no oye acerca de que usted ha sido hecho justo en
Cristo. No oye cómo Dios le ve en Cristo hoy. Por eso estoy tan
emocionado y bendecido al saber que el glorioso nombre del Señor
Jesús está siendo levantado y exaltado cada vez más por todo el mundo.
¡Para eso vivo!
La gente me llama un predicador de la gracia, y tienen razón. Pero
por encima de todo, ¡mi pasión es tan sólo ser alguien que señala a la
gente a Jesús!
Sé que cuando la belleza, la perfección y el amor de Jesús sean
revelados en las vidas de las personas, sus vidas serán transformadas, y
no volverán a ser nunca los mismos. Los libros de autoayuda le dicen
lo que usted debe hacer. Mis mensajes y libros son acerca de Jesús
ayudándole, señalándole a usted a Jesús ¡y lo que Él ha hecho por usted!
No importa cuántas veces haya fallado. Cuando usted pone a Jesús
como el centro de su vida, Dios hará que sus bendiciones, favor y gracia
fluyan a su situación. Esa adicción con la que ha estado batallando
dejará de ser. Esa pesada carga de culpa y condenación que ha estado
llevando consigo durante años desaparecerá de sus hombros. Ese
trastorno alimenticio, esa amargura y ese temor paralizante ¡serán todos
ellos consumidos en la persona de Jesús!
Escudado en Cristo
Cuando comience a ver lo que Dios ve, su vida nunca volverá a ser la
misma. Esto ya lo he dicho antes, pero merece la pena repetirlo: cuando
usted se hizo creyente, ¡Dios dejó de verle como usted es! Cuando Él
le mira hoy, ve a Jesús. Ahora usted está en Cristo. Cuando enseño esto
en mi iglesia, me gusta ilustrarlo así: Tomo un bolígrafo común y
corriente, lo coloco en medio de mi Biblia, y cierro la Biblia.
“¿Pueden ver ahora el bolígrafo?”, pregunto a mi congregación,
levantando mi Biblia. No, no pueden. Lo único que pueden ver es la
Biblia. El bolígrafo ahora está totalmente escondido y escudado por las
páginas de la Biblia.
De igual modo, cuando usted acepta a Jesús, es escudado en Cristo.
Cuando Dios le mira hoy, Él no le ve con todos sus defectos e
imperfecciones. ¡Él sólo ve a su querido Hijo Jesús! Su Palabra dice:
“para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en
el Amado” (Efesios 1:6). Eso se refiere a usted, amigo. Por la abundante
gracia de Dios, su favor inmerecido, ¡usted es aceptado y aprobado en
Jesús, el Amado!
Lo que esto significa es que Dios ya no le evalúa o juzga sobre la
base de sus propios méritos. Ya no se trata de lo que usted ha hecho o
no ha hecho. Su amor por usted no depende de sus acciones; depende
de Jesús. Sin importar los errores que haya cometido, Él le ve lavado
en la sangre de su amado Hijo.
Como usted está en Cristo, tener un futuro bendecido no depende de
lo mucho que se esfuerce por ser perfecto o lo mucho que trabaje por
cambiarse a sí mismo. Depende de la persona de Jesús. No se trata de
si usted merece ser bendecido, favorecido y victorioso. La pregunta es:
¿merece Jesús ser bendecido, favorecido y victorioso?
La Biblia proclama: “pues como él es, así somos nosotros en este
mundo”
(1 Juan 4:17). ¿Merece Jesús ser bendecido, favorecido y victorioso?
¡Entonces usted también! Eso es lo que significa estar en Cristo Jesús.
Significa que hoy, Dios le evalúa y le ve sobre la base de la perfección
de Jesucristo. La justicia de Jesús es su justicia. De hecho, la Biblia
explica que gracias a que Jesús, quien no conoció pecado, fue hecho
pecado por nosotros, ahora nosotros somos la justicia de Dios en Cristo
(véase 2 Corintios 5:21).
¿Merece Jesús ser bendecido, favorecido y
victorioso? ¡Entonces usted también! Eso es lo que
significa estar en Cristo
Jesús.
Su justicia es un regalo
“Justicia” es un término legal. Significa tener un estatus correcto ante
Dios. El Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo
Testamento exhaustivo de Vine define justicia como “el don de gracia
de Dios a los hombres por el cual todos los que creen en el Señor
Jesucristo son introducidos a la correcta relación con Dios”.1 En otras
palabras, su estatus correcto ante Dios está basado en el estatus correcto
de Jesús ante Dios.
Hoy, usted es tan justo como Jesús porque su justicia proviene de
Él. Él la compró para usted en la cruz. Cuando usted le recibió como su
Señor y
Salvador, Él retiró toda injusticia de una vez y para siempre y le dio su
regalo de la justicia. Esta justicia es algo que nunca se puede obtener o
lograr mediante su bien hacer; sólo se puede recibir creyendo
correctamente en Jesús.
Y ¿sabe lo que ocurre cuando usted recibe este regalo de la justicia?
La Biblia declara que “mucho más reinarán en vida por uno solo,
Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la
justicia” (Romanos 5:17). Escuche bien; cuando usted reina, no lo
hacen sus adicciones. Cuando usted reina, no reinan las enfermedades.
Cuando usted reina, el temor, la depresión y todo obstáculo que le
está impidiendo vivir su vida al máximo serán derribados y
eliminados.
Creer correctamente en cuanto a su estatus
correcto en Cristo
Hay mucha enseñanza hoy día sobre actuar correctamente, pero la
respuesta se encuentra en creer correctamente acerca de su estatus
correcto en Cristo. Por eso es tan importante que usted recuerde esto:
su justicia (su estatus correcto) ante Dios es un regalo.
Muchas personas batallan hoy día porque están intentando ganarse
un estatus correcto ante Dios mediante su obediencia, esfuerzos y
habilidades. Con sinceridad de corazón, creen que haciendo más buenas
obras, siendo más obedientes, dejando más cosas por
Jesús, orando y sirviendo más a Dios, Dios les bendecirá. Por favor,
escúchenme bien ahí fuera. Yo estoy a favor de hacer todas esas cosas,
pero si cree que esas cosas le ayudarán a ganarse la justicia, entonces
es cuando se convierten en un problema.
Por muy bueno que todo lo anterior suene, cuando las personas
fallen en obedecer (cosa que les ocurrirá), cuando fallen en dejar más
cosas por
Jesús (les ocurrirá) y cuando no oren lo
“suficiente”, lean la Biblia lo
“suficiente” y sirvan en la iglesia lo
“suficiente”, comenzarán a descalificarse consciente o
inconscientemente como candidatos para recibir el amor, la presencia y
las bendiciones de Dios. Y ¿quién determina qué es lo “suficiente”? El
acusador de los hermanos aprovechará cada oportunidad que tenga para
condenar a los creyentes por no hacer nunca lo “suficiente”. Cuando
eso ocurra, comenzarán a caer en la trampa
de la culpa, la inferioridad, la condenación y la vergüenza.
El estatus correcto ante Dios no se puede merecer; es un
regalo de Él, basado en su favor inmerecido.
Ese es el problema. Cuando alguien basa su relación con Dios en sus
propios méritos, siempre se queda cortos. Esa es la manera antigua:
haga lo correcto, y Dios le bendecirá; haga lo incorrecto, y será
maldecido. Desgraciadamente, el hombre no tiene la capacidad de
merecer la bendición de Dios a través de sus acciones. Incluso bajo el
antiguo pacto, nadie fue bendecido por obedecer a Dios de manera
perfecta. Fueron bendecidos por la justicia temporal que recibían
mediante la sangre de becerros y cabritos. La sangre de esos sacrificios
animales era meramente una sombra de la sangre que Jesús finalmente
derramaría en la cruz para comprarnos el regalo de la justicia eterna.
¿Se da cuenta? Antes y ahora, el estatus correcto ante Dios no se puede
merecer; es un regalo de Él, basado en su favor inmerecido.
Ver la obra consumada produce las bendiciones de
Dios
El equipo que se encarga de mi ministerio de televisión recibió un
correo electrónico de una preciosa señora de Texas. Nancy descubrió
mi ministerio vía televisión, y comenzó a tener realmente una
revelación personal de la bondad de Dios y de lo justa que ella era
mediante la obra terminada de Cristo. Escribiéndome acerca de cómo
la gracia de Dios no sólo ha impactado su vida sino también las vidas
de toda su familia, nos compartía así:
Cuando le vi por primera vez en televisión hace cinco años,
me mostré bastante escéptica. Sin embargo, usted tenía
algo diferente. Supe en mi espíritu que usted estaba
enseñando el verdadero evangelio. Así que comencé a ver
sus sermones cada día, a veces dos veces al día. Cuanto
más veía, más reconocía la sabiduría de Dios en usted, y
más quería tener una relación con Dios y Jesús.
En ese entonces, estaba en horas bajas en mi vida y
estaba a punto de poner fin a mi matrimonio. Incluso me
estaba cuestionando mi fe y a Dios. No me daba cuenta de
lo mucho que había mantenido a Dios metido en una caja,
recurriendo a Él sólo en ciertas áreas de mi vida porque
pensaba que me estaba juzgando.
Cuando finalmente escuché la verdad del evangelio,
¡corrí con él! Nunca volveré a mirar atrás porque usted me
ha enseñado la verdadera libertad que Jesús murió para
darme. ¡Gloria a Dios! Una vez quitado el velo, me di
cuenta de lo justa que soy, y Dios comenzó a bendecirme
abundantemente.
Mi matrimonio ha dado un giro total y cada vez se está
fortaleciendo más. Hacemos doce años de casados, y le doy
gracias a Dios por las cuatro hijas hermosas y saludables
con las que me ha bendecido. Dios también ha ascendido a
mi esposo en su trabajo y ha recibido un aumento de sueldo.
Además, Dios recientemente nos ha subido de nivel
llevándonos a un barrio increíble, e incluso nos ha abierto
puertas para una escuela particular subvencionada para
dos de mis hijas. Él nos ha dado mucho favor, ¡ya que al
menos hay quinientas personas en la lista de espera para
esa escuela!
Y eso no es todo. Hace como un año, cuando le estaba
viendo enseñar en Israel, le dije al Señor calladamente en
mi corazón: “Señor, quiero ir a Israel. No sé cómo lo podré
hacer, pero lo quiero”. Nunca volví a pensar en ese viaje
hasta principios de abril de este año, cuando Dios me
regaló un viaje gratis a Israel y me abrió las puertas para
ir.
Mi Padre celestial me ha enseñado que soy su hija y que
Él está dispuesto a cuidar de todas mis necesidades durante
el resto de mi vida. ¡No hice nada para merecerlo! Mi luz
está brillando, y todos quieren saber de qué se trata.
No se imagina lo mucho que anima mi corazón escuchar historias
reales de personas como Nancy y saber cómo Jesús ha transformado
sus vidas y su caminar con Él. Estoy muy agradecido por personas
como ella, que se toman la molestia de escribirnos y compartir cómo la
revelación del perdón de Dios y su regalo de justicia les ha liberado
para creer y recibir su provisión para cada necesidad.
Recibimos correos cada día de personas de todo el mundo, que
comparten con nosotros cómo escuchar acerca del amor y la gracia de
Dios mediante nuestros programas de televisión, libros y recursos de
multimedia ha revolucionado por completo sus vidas y les ha devuelto
la esperanza para un futuro mejor. Y nos encanta oírles porque de eso
se trata; ¡transformación de vida en las preciosas personas que Jesús
murió para redimir!
Vea lo que realmente ocurrió en la cruz
Una vez, el Señor me mostró una visión de lo que ocurrió en la cruz. Vi
cómo todos los pecados de toda la raza humana (mentiras, engaño,
envidia, amargura, adulterio, adicción, ataduras, asesinatos) y todas las
consecuencias del pecado (temor, enfermedad, culpa, dolencia y
condenación) revolotearon alrededor de Jesús como un torbellino de
espíritus y demonios, riéndose viciosamente, mofándose y
atormentándole. Jesús era como una especie de imán para todos los
pecados, y por voluntad propia aceptó todo este pecado en su propio
cuerpo.
Usted y yo nunca podremos imaginar el insoportable dolor que
corrió por el cuerpo de Jesús en la cruz. Todo cáncer maligno, cada
tumor, cada enfermedad y cada dolencia también recayó sobre Él al
mismo tiempo. Aquel que no conoció pecado tomó sobre sí mismo el
peso descomunal de los pecados más oscuros y repugnantes de todos
los hombres. Él los tomó sobre sí.
La Palabra dice: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias” (Mateo 8:17). “Mismo”: un pronombre singular
reflexivo que significa la exclusión de usted y yo. Como Él mismo ha
tomado todo el castigo, juicio y condenación de todos los pecados,
usted y yo estamos excluidos de todo castigo, juicio y condenación por
todos los pecados cuando le recibimos como nuestro Salvador.
Pero la historia no termina ahí. Jesús no murió en la cruz en mitad
de recibir sobre sí todos los pecados de la humanidad. Él lo tomó todo
y lo aceptó todo sobre su cuerpo. Después el fuego del juicio de Dios
fue desatado sobre su precioso Hijo, y sólo cuando todos y cada uno de
los pecados habían sido castigados, fue cuando Jesús gritó:
“¡CONSUMADO ES!”, momentos antes de dar su último aliento
(véase Juan 19:30). ¿Puede verlo? Jesús aguantó en la cruz hasta que
todos y cada uno de los pecados que usted haya cometido y cometerá
jamás fue castigado sobre su propio cuerpo. Por eso llamamos a lo que
Jesús logró en la cruz una “obra consumada”.
Ver como Dios ve
Ahora bien, ¿cuál es su parte hoy? Su parte es creer con su corazón y
confesar con su boca que Jesucristo es el Señor de su vida y que todos
sus pecados han sido pagados en la cruz. Si cree que todos sus pecados
han sido perdonados, el pecado ya no tendrá poder sobre usted. No tiene
que andar por ahí con una “montaña de pecado” sobre sus hombros,
porque esta “montaña de pecado” se depositó sobre los hombros de
otro: Jesús. Él mismo ya ha pagado el precio por sus pecados, ¡así que
deje de condenarse!
Hoy, cuando se mira al espejo, ¿qué
ve? ¿Se ve atrapado en todos sus fallos, errores y pecados? ¿O ve lo que
Dios ve?
Jesús mismo ya ha pagado el precio por sus pecados,
¡así que deje de condenarse!
Querido amigo, cuando Dios le mira hoy, Él ve a Jesús. Use los ojos
de la fe y crea que, así como es Jesús, usted también lo es. Ante los ojos
de Dios, usted es justo, está favorecido, bendecido y sanado. Usted es
libre de todo pecado, todo remordimiento de culpabilidad, toda forma
de condenación ¡y toda atadura de adicción!
CAPÍTULO 6
USTED
ESTÁ
BENDECIDO
IRREVERSIBLEMENTE
Como un francotirador, Balaam subió la montaña buscando el mejor
sitio para disparar una maldición incapacitante al pueblo de Dios. Le
había contratado el mafioso Balac, que cada vez se sentía más
intimidado por los hijos de Israel que estaban invadiendo sus territorios.
Balac había sido testigo de lo que Israel había hecho a otra familia de
mafiosos: los amorreos. No quería sorpresas, así que estaba preparando
un golpe preventivo para defender el honor de su familia y proteger su
legado en las llanuras de Moab a cualquier costo.
Balaam tenía reputación de ser un asesino a sueldo muy fiable. Se
decía que a quien Balaam bendecía era bendecido, y al que maldecía
quedaba maldito. Armado con este conocimiento, Balac había
solicitado los servicios profesionales de este hombre para expulsar al
enemigo, Israel, de su territorio.
Pero cuando Balaam y Balac estaban de pie en un lugar alto oteando
el campamento de los hijos de Israel, se produjo un fenómeno muy
extraño. Cuando Balaam abrió su boca para maldecir, ¡terminó
bendiciendo al pueblo de Israel! Nervioso y enojado, Balac gritó: “¿Qué
me has hecho? Te he traído para que maldigas a mis enemigos, y he
aquí has proferido bendiciones” (Números 23:11).
Ansioso por ver a sus enemigos maldecidos y fuera de su territorio,
Balac llevó a Balaam a otro lugar alto y demandó que volviera a cargar
e intentara una vez más disparar maldiciones contra Israel. De nuevo,
en vez de maldiciones fluyeron bendiciones de la boca de Balaam.
Ahora escuche con atención lo que dijo Balaam, porque Dios había
dicho que Él pondría sus palabras en la boca de Balaam (véase Números
22:35): “He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no
podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto
perversidad en Israel. Jehová su Dios está con él, y júbilo de rey en él”
(Números 23:20-21).
En Cristo, usted está irreversiblemente bendecido
Estas palabras son preciosas, y revelan cómo nos ve Dios a usted y a
mí. ¿Sabe que cuando Dios le bendice, nadie (ni profeta, mago o
demonio), puede revertirlo? ¡Usted está irreversiblemente bendecido!
¡No puede ser maldecido! Ninguna maldición generacional ni ninguna
otra maldición pueden venir sobre usted porque Dios ya le ha
bendecido. Eso incluye ser redimido de la maldición de la ley como
describe Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que
es colgado en un madero)”.
Cuando Dios le bendice, nadie puede revertirlo.
Cuando sus enemigos digan cosas negativas sobre usted por envidia,
celos y temor, o si hay personas que están difundiendo feas mentiras
acerca de usted para asesinar su carácter, sepa esto: el Señor es su
defensor. Es Dios quien da influencia a las palabras, y Él puede hacer
que sus palabras caigan al suelo. Incluso puede, como acabamos de leer,
convertir sus maldiciones en bendiciones. Usted no tiene que
aturullarse, agitarse y enojarse. Tan sólo sepa que el Señor está de su
lado y que si Él le ha bendecido, nadie puede revertirlo. ¡Amén!
Quiero que esta creencia correcta profundice bien en su interior: en
Cristo Jesús, usted está irreversiblemente bendecido. A pesar de lo
difíciles que puedan parecer sus circunstancias ahora mismo, ponga una
sonrisa en su rostro y brío en sus pasos. A quien el Señor ha bendecido,
¡nadie puede maldecir! Dios le ayudará a cruzar por esta tormenta. Las
cosas van a cambiar para su bien. Usted no tiene que vivir
decepcionado, desanimado o angustiado. Como ve en el relato bíblico
de Balaam, si Dios está
de su lado, ¿quién puede estar contra usted?
Crea que Dios le cuida
Hay otra verdad que quiero que vea en la historia de Balaam. Observe
que los hijos de Israel no hicieron nada para defenderse contra Balac.
De hecho, eran totalmente inconscientes de cómo Dios les estaba
cuidando, y a pesar de ello Él les defendió.
Del mismo modo, usted puede descansar sabiendo que Dios es su
defensor. El salmista nos recuerda: “He aquí, no se adormecerá ni
dormirá el que guarda a Israel. Jehová es tu guardador; Jehová es tu
sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de
noche. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová
guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre” (Salmos
121:4-8).
¡Qué promesa! Dios cuida de usted y de sus seres queridos, y Él
nunca descansa. Usted está protegido de todo peligro en cada momento
del día.
Sepa qué es lo que Dios no ve
Permítame darle incluso más razones para gozarse mientras
aprendemos a ver lo que Dios ve. Regresemos a las palabras que Dios
puso en la boca de Balaam: “No ha notado iniquidad en
Jacob, ni ha visto perversidad en Israel” (Números 23:21).
Detengámonos por un momento. ¿Había iniquidad en Israel? (Cuando
Dios usó la palabra “Jacob” aquí, se estaba refiriendo a todos los hijos
de Israel). ¿Había algún pecado en Israel? ¿O todas las personas del
campamento eran perfectas?
Si hiciésemos un zoom del
campamento de Israel desde la cima del monte, probablemente oiría
todo tipo de murmuraciones y quejas contra Moisés y su liderazgo.
Seguramente habría algunos a quienes les costaba trabajo controlar su
temperamento, y quizá había alguno que otro que deseaba tener el burro
del vecino. No es difícil imaginarse que una variedad tan grande de
imperfecciones, pecados, iniquidades y maldades estaría presente en el
campamento. Pero la pregunta es: ¿lo veía Dios?
Vuelva a leer Números 23:21. Observe que Dios no dijo que no
hubiera pecado o iniquidad en su pueblo. Simplemente dijo que Él no
lo veía. De igual forma, Él no está diciendo que no haya pecado en
usted.
Lo que Dios dice es: “Yo no lo veo”.
Espere un segundo, ¿cómo puede un Dios inflexiblemente santo no
ver pecado en mí?
Querido amigo, es porque esos mismos ojos santos vieron todos sus
pecados castigados en el cuerpo de Jesucristo. Sus pecados fueron
castigados a la no existencia.
En el campamento israelita, aunque había iniquidades, pecados y
maldades, Dios no veía ninguno de ellos porque la sangre de los
becerros y cabritos, la cual ellos ofrecían al Señor diariamente, cubría
a los hijos de Israel. Cuánto más cierto será para nosotros hoy, que
hemos sido lavados para siempre con la sangre del Cordero de Dios,
Jesucristo, nuestro hermoso Salvador.
Bajo el antiguo pacto, los israelitas disfrutaban de una cobertura
temporal mediante los sacrificios animales, pero para nosotros, la
expiación y el pago de todos nuestros pecados que hizo
Jesucristo es eterno. Por eso Dios no ve el pecado y la iniquidad en
usted así como tampoco ha visto maldad en usted. Cuando Dios le mira
hoy, Él le ve como un hijo o hija querido, justo, perdonado, sanado,
favorecido, bendecido y aceptado, gracias a la cruz de Jesús.
Ahora, ¿se ve usted como Dios le ve?
Cuando Dios le mira hoy,
Él le ve como un hijo o hija
querido, justo, perdonado,
sanado, favorecido,
bendecido
y
aceptado,
gracias a la cruz de Jesús.
Perfeccionado en Cristo
Creo que nos cuesta creer esto porque nos conocemos muy bien, o
mejor, demasiado bien. Somos muy conscientes de cada pequeño
defecto en nuestra estructura física y emocional. Sabemos, recordamos
y reproducimos en nuestra mente los pecados, errores y fracasos que
hemos cometido. Los errores que cometimos hace diez o veinte años
aún están frescos en nuestra mente como si los hubiéramos cometido
ayer.
Una vez vi una entrevista que hicieron en televisión a unas mujeres
que, cuando les preguntaron cuáles eran sus mejores rasgos, les costó
mucho dar una respuesta. Sin embargo, cuando les pidieron que
nombraran los rasgos que menos les gustaban de ellas mismas, dijeron
unánimemente: “¿Por dónde comienzo?”, y comenzaron a hablar de
cada parte de ellas mismas: su cabello, su nariz, sus orejas. Incluso
encontraron cosas que no les gustaban en sus hombros.
Nuestra propensión a enfocarnos en los defectos no termina en
nuestro aspecto físico. ¿Se ha dado cuenta de cómo nuestra atención se
dirige incluso a defectos diminutos en cualquier cosa que miramos?
Imagínese estar delante de una gran pizarra blanca. En vez de ver la
gran superficie blanca y limpia, tendemos a encontrar y centrarnos en
el puntito negro que hay en la esquina izquierda de debajo de la pizarra
si allí hubiera uno. Nuestra mente natural tiene tendencia a aferrarse a
lo negativo e imperfecto. Por consiguiente, tendemos a enfocarnos y
condenarnos incluso por los defectos más pequeños en lugar de
enfocarnos en cómo Dios nos ve en realidad: perfectos en Cristo.
Jesús, la fuente de nuestra fe
Por eso se necesita la fe para creer que Dios le ve justo. Se necesita la
fe para creer que Él no le ve en sus pecados, que no observa el pecado
o la iniquidad en usted. Es necesaria la fe para creer que es cierto lo que
Él dice cuando dice: “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca
más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:12).
Se necesita la fe para creer que Dios no se acordará de sus fracasos y
errores.
Pero pastor Prince, mis pecados me miran a la cara. ¿Cómo puedo
tener fe para creer que Dios no los ve?
Querido amigo, la clave para la fe se encuentra mirando a la fuente
de la fe: Jesús. Como dice la Biblia, “puestos los ojos en Jesús, el autor
y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Su fe para creer se encuentra
en Jesús. Otra versión en inglés dice que debemos apartar la vista de
todo lo que nos distrae para ver a Jesús, que es el líder y la fuente de
nuestra fe, que es el primer incentivo de nuestra creencia, y también el
finalizador que la lleva a la madurez y perfección (traducción de la
Amplified Bible).
La clave para la fe se encuentra mirando a la fuente de
la fe: Jesús.
En otras palabras, desvíe sus ojos de sus propias faltas,
imperfecciones, fallos y errores, y tan sólo fije sus ojos en Jesús. Cuanto
más vea a Jesús y su obra consumada, más fe surgirá en su corazón para
creer que todos sus pecados realmente han sido perdonados. Puede
hacer borrón y cuenta nueva y tener un nuevo comienzo en Cristo. Lo
viejo ha pasado, ¡ha llegado lo nuevo!
El poder de contemplar a Jesús
Quizá esté pensando para usted: “Pero eso suena muy poco práctico.
¿Cómo puede cambiar mi vida sólo fijando mis ojos en Jesús?”.
Bueno, no parecía poco práctico cuando Pedro fijó sus ojos en Jesús.
¡Caminó sobre las aguas! Sólo cuando
apartó su mirada hacia las olas embravecidas fue cuando comenzó a
hundirse.
De igual forma, cuando fijamos nuestros ojos en Jesús y le hacemos
el centro de nuestra vida, seremos transformados de manera
sobrenatural y caminaremos sobre las agitadas aguas de la culpa y la
condenación. Sin embargo, cuando apartamos nuestros ojos de Jesús y
comenzamos a mirar de nuevo a las olas de nuestros fracasos, errores y
pecados, al igual que Pedro comenzaremos a hundirnos en la enfurecida
tempestad de culpa y condenación. Pero incluso cuando eso ocurre,
anímese porque Jesús estará ahí para sacarle y rescatarle, tal y como lo
hizo con Pedro.
Creo que Jesús está haciendo eso en su vida ahora mismo. ¿Hay algo
que haya hecho en el pasado que parezca que no puede librarse de ello,
que es como si tuviera pesos en sus pies que no le dejan elevarse? Hoy
es el día para su cambio. Aprenda a ver lo que Dios ve fijando sus ojos
en Jesús.
Tiene que entender que lo que usted ve o cómo otros le ven no es
tan importante como la forma en que Dios le ve. Muchas personas
piensan que Dios les ve en sus pecados y que sólo está esperando a
abalanzarse sobre ellos para castigarles. Esta creencia errónea produce
una forma de vivir errónea. Si usted ve así a Dios, no podrá hacer otra
cosa que estar en constante temor, inseguridad y ansiedad por sus
pecados pasados. Hoy, tome la decisión de dirigir sus ojos a Jesús,
porque Él ya le ha hecho justo con su sangre.
Lo que usted ve o cómo otros le ven no es tan
importante como la forma en que Dios le ve.
De hecho, cuanto más contemple a Jesús, más será transformado de
gloria en gloria. La Biblia nos dice que “nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados
de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”
(2 Corintios 3:18). Fijar sus ojos en Jesús es la mayor santidad. Muchos
piensan que tienen que hacer algo más para ser más santos, aceptados
y amados por Dios. La verdad es que cuando usted contempla a Jesús
más y ve su amor, su perdón, su gracia abundante y su regalo de justicia
que Él ha comprado para usted con su propia sangre, será transformado
sobrenaturalmente.
La santidad es un subproducto de ver a Jesús en su gracia. Cuando
usted ve a Jesús y recibe su amor y gracia cada día, su corazón se
transforma interiormente. Esto no es una modificación externa de su
conducta. Esto es un cambio real sostenido por un corazón tocado por
su gracia y por una conciencia emancipada que está libre para siempre
de culpa. Es entonces cuando la adicción comienza a caerse de su vida.
Es entonces cuando el temor comienza a disolverse en el perfecto amor
de Él, y esa condenación que surge de sus errores del pasado queda
limpia con su sangre preciosa. ¡Qué vida! Esta es la vida que Dios
quiere que usted experimente. ¿Puede verlo? ¿Puede ver lo que Él ve?
La santidad es un
subproducto de ver a Jesús en
su gracia.
Usted es precioso a los ojos de Él
Quiero mostrarle otro aspecto de cómo Dios le ve hoy a través de una
hermosa verdad escondida en el pectoral del sumo sacerdote de Israel.
La Biblia nos da información muy detallada acerca de lo que vestía el
sumo sacerdote en los días del antiguo Israel, y no hay detalles
irrelevantes en la Biblia. Hoy, Jesús es nuestro Sumo Sacerdote, y
cuando examinamos el pectoral, podemos ver algo poderoso acerca de
la forma en que el Señor ve a su pueblo.
Observe la ilustración siguiente en la que hay doce piedras en el
pectoral del sumo sacerdote. Los nombres de las doce tribus de Israel
estaban grabados en cada una de las piedras. Por ejemplo, “Judá” está
grabado en la piedra sardio que hay en la primera fila, y “Gad” está
grabado en el diamante que hay en la segunda fila.
El sumo sacerdote de Israel: Los nombres de las doce
tribus de Israel están grabados sobre doce piedras
preciosas que hay en su pectoral.
Estas doce piedras representan el
pueblo de Dios hoy. Observe cómo Dios
dibuja a su pueblo, usted y yo, como
piedras preciosas. No usó piedras
comunes y piedrecitas que hay en
abundancia
en
Israel.
Escogió
deliberadamente gemas preciosas muy
costosas, raras y preciosas como zafiro,
topacio, esmeralda, ametista, diamante,
ónice y jaspe para representarnos a usted
y a mí (véase Éxodo 39:9-14). También,
de todos los vestidos que se ponía el
sumo sacerdote, el pectoral es el más
cercano al corazón. Esto habla de lo
mucho que el Señor nos valora a
usted y a mí y su deseo de tenernos cerca
de su corazón. Ante sus ojos, usted es
muy costoso, precioso y amado. Si
alguna vez le han dicho que Dios le ve
como un pecador sucio y podrido, ¡sepa
que eso es una mentira del infierno!
También me gustaría llamar su
atención al hecho de que los nombres de
las tribus de Israel no sólo se escribieron
en las gemas. La Biblia nos dice que
fueron grabadas (véase Éxodo 39:14).
Esto significa que una vez que usted se
hace creyente en Jesús, su nombre queda
grabado para siempre en su libro de la
vida. Si su nombre sólo se escribiese,
podría pensar que podría ser fácil
borrarlo o tacharlo. Pero la verdad es que
Jesús ha grabado su nombre en una
piedra preciosa, y la tiene cerca de su
corazón.
¿Se puede tachar su nombre de su
lugar en el corazón de Dios? Tan sólo
mire lo que Jesús promete para los que
son nacidos de nuevo: “El que venciere
será vestido de vestiduras blancas; y no
borraré su nombre del libro de la vida, y
confesaré su nombre delante de mi
Padre, y delante de sus ángeles”
(Apocalipsis 3:5). Amado, mediante
Cristo Jesús usted es un vencedor, y en
Cristo Jesús, usted está eternamente
seguro. Descanse en la seguridad de que
su nombre no será borrado del libro de la
vida. Permanecerá grabado sobre piedra
y cerca del corazón de Dios para toda la
eternidad.
Por medio de Cristo usted es
un vencedor
Ahora bien, ¿cómo se convierte en un “al
que venciere”? No permita que nadie
tuerza este versículo para poner el peso
sobre usted. Muchas creencias erróneas
nacen de las enseñanzas centradas en el
hombre que se enfocan en lo que el
hombre tiene que hacer, o en este caso,
lo que el hombre tiene que vencer por él
mismo mediante sus propias obras.
Asegúrese de creer enseñanzas centradas
en Cristo que se enfocan en lo que Jesús
ha hecho y sigue haciendo en su vida.
Deje que la Escritura interprete la
Escritura cuando tenga duda. En este
caso, unos pocos capítulos después,
Apocalipsis 12:10-11 nos dice,
“porque ha sido lanzado fuera el
acusador de nuestros hermanos, el
que los acusaba delante de nuestro
Dios día y noche. Y ellos le han
vencido por medio de la sangre del
Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos”.
¿Cómo vence usted al diablo, que
viene para acusarle y condenarle por sus
errores? Por la sangre del Cordero que le
lava de toda injusticia, y por la palabra
de su testimonio de que Jesucristo es su
Señor y Salvador. El cielo y la salvación
eterna no tienen nada que ver con sus
esfuerzos propios.
Se trata de creer en Jesús y en todo lo que
Él ha hecho por usted en la cruz. Nadie
va al cielo por su propia justicia. TODOS
somos aptos ¡únicamente por la sangre
del Cordero!
El cielo y la salvación
eterna no tienen nada que ver
con sus esfuerzos propios. Se
trata de creer en Jesús y en
todo lo que Él ha hecho por
usted en la cruz.
Siempre que su conciencia culpable o
el acusador de los hermanos, el diablo, le
condene por sus errores, acuérdese de
este hermoso retrato que Dios dibuja de
nosotros en su Palabra. Vea y crea en su
corazón que usted es, como las gemas
del pectoral del sumo sacerdote, precioso
a sus ojos y cercano a su corazón. No se
trata de cómo se ve usted, de cómo le ve
su cónyuge, o de cómo le ven sus
familiares, amigos y compañeros del
trabajo. Lo más importante es aprender
primero a ver como Dios le ve.
Las gemas brillan bajo la luz
Quizá durante años se ha visto como
alguien débil, alguien que sucumbe
fácilmente ante la culpa, los ataques de
ansiedad o las adicciones. Hoy es el día
de apartar sus ojos de usted mismo y de
sus debilidades. Aprenda a ver lo que
Dios ve. Él le ve en Cristo Jesús,
mediante las lentes de la cruz y mediante
la preciosa sangre que fue derramada por
su redención. Deshágase de todas las
creencias erróneas y véase como una
gema preciosa, profundamente querida y
cercana al corazón de Dios.
Permítame preguntarle esto: Cuando
se da cuenta de lo valioso y precioso
que es a los ojos de Él, ¿le hace eso
querer irse a pecar o a seguir viviendo
en pecado?
¡Claro que no!
Por el contario, sus pensamientos
serán más del tipo: “Oye, así no es como
se comporta un creyente que es precioso
para el Señor. Un diamante precioso no
está hecho para estar en el lodo, la
porquería y la suciedad del pecado. No
es propio de un diamante. El lugar
debido del diamante es cerca del corazón
de Dios, donde brilla y reluce”. Conocer
su verdadera identidad en Cristo, justa y
preciosa para Dios, le elevará de su
adicción, atadura y pecado. Le hace
querer caminar y vivir la vida elevada
como hijo del Rey. La vida santa, el buen
carácter y la
verdadera moralidad nacen de ver cómo
Dios le ve hoy. Si se ve como un pecador
sucio y podrido, la creencia errónea le
mantendrá
atado,
y
terminará
comportándose como un pecador sucio y
podrido. Escribí este libro para decirle
¡que no es usted! Dios le ve en Cristo.
Cuando Él le mira, ve la cruz, y por
medio de la cruz usted es hermoso. Por
tanto, no tenga miedo a la verdad y la luz
de Dios.
Dios le ve en Cristo.
Cuando Él le mira, ve la cruz,
y por medio de la cruz usted es
hermoso.
¿Sabe lo que sucede con las piedras
preciosas cuando se ponen bajo la luz?
Brillan e irradian belleza. La verdad es
que la luz es la mejor amiga de las gemas
porque saca las mejores cualidades de las
piedras preciosas. Del mismo modo,
mientras usted lee esto ahora, ¿sabe que
la luz de la gracia y la verdad de Dios
está brillando sobre usted? No está ahí
para condenarle, sino para hacer que
usted brille radiantemente y sacar sus
mejores cualidades. Es una luz que
muestra la perfección de la obra de Jesús
haciéndole completamente limpio. No es
una luz de la que asustarse. La gracia
saca lo mejor de usted porque la gracia
siempre produce santidad. Cuanto más
reciba el amor y la gracia de Dios, y vea
como Él le ve, más saldrá de las áreas de
derrota y brillará de manera gloriosa para
Jesús como las gemas preciosas del
pectoral del sumo sacerdote.
Se trata de la cruz
Hay un secreto asombroso escondido en
la historia de Balaam. ¿Sabe lo que vio
Balaam desde la cima del monte cuando
estaba intentando maldecir al pueblo de
Dios? Vio esto:
El campamento israelita que Balaam vio formaba una
imagen de la cruz de Jesús.
¿Qué ve? ¡Así es! ¡Es la cruz de
Jesús!
La Biblia da detalles muy concretos
de cómo las doce tribus de Israel debían
acampar y el número de personas en
cada tribu (véase Números 2:2-32).
Leemos que el campamento de Judá
(compuesto por las tribus de Judá, Isacar
y Zabulón) en el lado oriental del
campamento es el más grande de todos
ellos, y se puede ver en la ilustración que
forma la extensión más larga de la parte
inferior de la cruz. Le dije que no hay
detalles insignificantes en la Biblia, que
todo señala a la persona de Jesús. ¿No es
increíble? ¡Me encanta cuando se revela
la cruz de Jesús!
Esto significa que cuando Balaam
estaba intentando maldecir al pueblo de
Dios, llegó a ver un destello de cómo
Dios ve a su pueblo: mediante la cruz,
mediante el sacrificio de su Hijo. Por
supuesto, Balaam no entendía el
significado de la cruz, ni tampoco los
hijos de Israel en ese tiempo.
Pero usted y yo sí.
Querido amigo, cuando Dios le mira
hoy, Él ve el precio que su amado Hijo
pagó en la cruz para rescatarle de todos
sus pecados. Él le ve en Cristo. Ante sus
ojos, usted es perdonado, justo, precioso,
hermoso, valioso y cercano a su corazón.
¡Es el tiempo de verse como Dios le ve!
PARTE TRES
RECIBA
EL
PERDÓN
COMPLETO
DE DIOS
CAPÍTULO 7
RECIBA SU PERDÓN Y
REINE
Incluso
después de estar activo en el
ministerio durante más de dos décadas,
todavía me sorprende cuando veo lo
duras que son las personas con ellas
mismas. Creo que esto puede deberse a
sus creencias erróneas acerca de Dios.
Cuando usted cree erróneamente que
Dios es duro con usted por sus fallos,
inevitablemente será duro con la gente
que le rodea, y lo más importante,
terminará siendo realmente duro con
usted mismo.
Las personas que se tratan a sí
mismas con dureza no se pueden
perdonar los errores que han cometido
en el pasado. Tristemente, terminan
castigándose, lo sepan o no. Algunos
terminan cortándose y dañándose
físicamente. Algunos se dan atracones
de comida o caen en el abuso de
sustancias. Otros se dejan llevar por sus
apetitos sexuales y se descontrolan,
hiriéndose no sólo a sí mismos sino
también a sus seres queridos, todo
porque responden a un instinto de
castigarse, aunque sea de manera
inconsciente.
Es un círculo vicioso de derrota.
Cuanto más difícil les resulta
perdonarse, más daño se hacen con todo
tipo de conductas y más terminan atados
por varias adicciones destructivas. Esto
lleva a incluso más culpa, lo cual a
cambio les lleva a castigarse aún más, y
el círculo continúa.
Entregue sus fallos a Jesús
Por eso creo que la raíz principal de
muchos hábitos pecaminosos, temores y
adicciones puede remontarse a la
condenación. Quiero hablarle hoy acerca
de buscar la condenación como la raíz
para ayudarle a recibir el perdón de Dios
en esas áreas para que pueda salir de su
círculo de derrota y entrar en un nuevo
círculo de victoria.
¿Está viviendo hoy con algo de culpa
y condenación que aún no ha resuelto?
Tengo buenas noticias para usted.
Cuando entiende que el corazón de Dios
no está en condenar sino en perdonar, ¡su
vida entera puede dar un giro para su
gloria! Yo he sido testigo personalmente
de muchas vidas transformadas cuando
han dado un paso pequeño de fe para
creer en su gracia y recibir su perdón en
sus vidas.
Cuando entiende que el
corazón de Dios no está en
condenar sino en perdonar,
¡su vida entera puede dar un
giro para su gloria!
En vez de castigarse por sus errores y
descalificase a sí mismos, esas personas
comenzaron a corregir sus creencias y a
recibir el perdón de Dios viendo a Jesús
llevar su castigo. Comenzaron a ver al
Salvador haciéndoles aptos para recibir
cada bendición de Dios para sus
matrimonios, familias y carreras.
Ahora quiero animarle a entregar al
Señor la culpa y la condenación
acumuladas por los errores que haya
podido cometer durante los años.
¿Quisiera usted hacer esta oración
conmigo?
Señor Jesús, no quiero vivir
así más tiempo. Hoy suelto
en tus manos de amor mis
fracasos, pecados y errores.
Y recibo tu perdón en este
instante en mi corazón.
Gracias por tu preciosa
sangre que me lava y me
hace más blanco que la
nieve. En este instante estoy
firme sobre tu justicia, favor,
gozo y paz. En el nombre de
Jesús. ¡Amén!
Es una oración sencilla pero
poderosa. Le animo a hacer esta oración
cada vez que falle y sienta culpa y
condenación en su corazón. Deje de
castigarse: su respuesta se encuentra en
la cruz de Jesús. Le prometo que cuando
acuda a Jesús y se acuerde de lo
perdonado y justo que es en Cristo cada
vez que no dé la talla, comenzará a vivir
como la persona perdonada y justa que
Jesús le ha hecho.
Dios le ama perfectamente
Dios es un Dios de perdón. Él le conoce
perfectamente y aun así le ama
perfectamente. Somos esclavos de la
idea de que si alguien ve nuestros
defectos, dejará de amarnos. Bueno,
aunque puede que sea cierto en las
relaciones humanas, Dios no es así.
Dios
ve
todas
nuestras
imperfecciones, defectos y errores en
Jesús en la cruz. Nuestros pecados y
fealdad no le aleja de nosotros. De
hecho, para Él son ocasiones para
demostrar su gracia y perdón mediante la
sangre de su Hijo, que ha quitado todos
nuestros pecados de manera eficaz en el
Calvario.
Dios conoce sus
debilidades mejor que usted, y
Él le ama igual.
Así que no se avergüence de sus
defectos, errores e imperfecciones. Dios
conoce sus debilidades mejor que usted,
y Él le ama igual. Su Palabra nos
recuerda que Jesús no es alguien “que no
pueda compadecerse de nuestras
debilidades”. Antes bien, Jesús fue
tentado en todo, aunque no pecó
(Hebreos 4:15). Él entiende cada
tentación y cada prueba que usted sufra.
Él no está decepcionado con usted, y no
está esperando a que usted viva y cumpla
perfectamente una lista de cosas que
hacer y no hacer para perdonarle y
amarle. La Biblia dice: “Mas Dios
muestra su amor para con nosotros, en
que siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros. Pues mucho más, estando
ya justificados en su sangre, por él
seremos salvos de la ira” (Romanos 5:89).
¿Ha visto eso? ¿Cuándo le amó
Jesús?
Correcto, cuando usted aún era un
pecador. Incluso antes de que usted le
conociera, cuando aún estaba en pecado,
Él ya le amaba. ¡Cuánto más hoy, que ha
sido limpiado por la sangre de Jesús y
justificado! Habiendo recibido la justicia
de Jesús, usted es justo para siempre.
Incluso cuando caiga en pecado, sus
pecados no le vuelven a hacer un
pecador.
Cuando no da la talla, usted sigue
siendo la justicia de Dios. Esto se debe a
que su justicia viene de Jesús. Del mismo
modo que una hermosa mariposa no
puede volver a transformarse en gusano,
una vez que ha sido hecho justo por la
sangre de Jesús, usted no puede volver a
convertirse en un pecador. ¡Conocer su
identidad de justicia en Él le da el poder
para vencer todo pecado, toda adicción y
todo mal hábito!
¡Conocer su identidad de
justicia en Él le da el poder
para vencer todo pecado, toda
adicción y todo mal hábito!
Usted es justo en Cristo
La creencia errónea que tienen muchos
creyentes es que se vuelven a convertir
en pecadores siempre que fallan. Así que
viven su vida cristiana con inseguridad y
condenación. A veces piensan que son
justos, a veces piensan que son
pecadores. Creen equivocadamente que
su justicia depende de cómo se
comporten ese día. Esto les lleva a una
grave crisis de identidad. No es de
extrañar que no vean los beneficios que
Jesús ya compró para ellos en la cruz.
Amigo, encuentre su identidad justa
en Jesús. Los creyentes nacidos de nuevo
que han sido lavados por la sangre de
Jesús no disfrutan viviendo en pecado,
así como a las ovejas no les gusta
revolcarse en el barro. Ahora, cuando
una oveja se cae en el lodo, ¿sigue siendo
una oveja? ¡Por supuesto que sí! No se
convierte de repente en un cerdo al que
le gusta el barro. La oveja quizá esté en
el barro, pero no está cómoda en ese
barro, odia el barro y está impaciente por
lavarse para quitarse el barro.
Estoy escribiendo a personas que
están buscando genuinamente una salida
para sus temores, culpabilidad, ataduras,
adicciones y hábitos. Estoy escribiendo
para ovejas que odian vivir en temor,
odian estar atadas a la culpa y odian estar
atrapadas en adicciones y hábitos que
saben que les están destruyendo, pero
que no saben cómo encontrar libertad. Y
estoy aquí para decirles esto: la gracia de
Dios es la respuesta. La gracia no es una
licencia para pecar; ¡es la respuesta para
vencer el pecado!
La gracia no es una
licencia para pecar; ¡es la
respuesta para vencer el
pecado!
¿Qué ocurre con esa persona que
conozco que dice ser cristiana pero
vive como el diablo?
No nos corresponde el juzgar quién
es creyente y quién no. Hay personas
que profesan ser “creyentes”, pero no
hay evidencia en sus vidas de que lo
sean. Sólo porque una persona vaya a la
iglesia no significa que esa persona sea
creyente, así como ir a McDonald’s no
nos hace ser hamburguesas, ¡ni el hecho
de entrar en un garaje nos convierte
automáticamente en un automóvil!
La buena noticia es que, aunque no
podemos juzgar si alguien es o no
verdaderamente un creyente nacido de
nuevo, sin duda puede saber si usted ha
nacido de nuevo.
Tan sólo pregúntese esto: ¿Cree
usted en su corazón que Jesucristo es su
Señor y Salvador? Si su respuesta es sí,
entonces es un creyente nacido de nuevo
justificado por la sangre de Jesús, y
puede tener la seguridad eterna de que el
cielo es su hogar.
Usted es salvo y hecho justo por
gracia mediante la fe. Como creyente,
seguirá cometiendo errores, seguirá
fallando y seguirá siendo tentado. De vez
en cuando caerá en pecado, pero el hecho
de haber pecado no le hace ser de nuevo
un pecador. Usted ha sido comprado y
redimido por la sangre de Jesús, y en
Cristo, sigue siendo la justicia de Dios
incluso cuando caiga. ¿Por qué? Porque
su justicia no es el resultado de su
correcta actuación, sino el resultado de
su correcta creencia. Es un regalo de
Dios, no algo que usted puede ganar
mediante la obediencia, el bien hacer y
la perfección intachable. Por eso puede
tener seguridad eterna, ¡sabiendo que es
salvo por medio de Jesús y no por sus
propias obras!
En la cruz, Jesús le redimió de todos
sus pecados. Pero ¿sabe que Jesús no le
redimió de no ser tentado jamás y volver
a pecar? ¿No me cree? Dígame un
creyente que usted conozca hoy en este
planeta que nunca sea tentado y que
nunca peque.
No tengo más que decir.
¿Lo ve? Si somos salvos y
justificados hoy por nuestras propias
obras y buena actuación, ¿qué esperanza
tenemos? Gloria a Dios que nuestra
inconmovible esperanza de salvación se
encuentra en Jesús y sólo en Jesús.
El poder para vencer el
pecado
Desgraciadamente, en muchos lugares
hoy lo único que se escucha es más
enseñanza sobre actuar correctamente,
actuar correctamente y más actuar
correctamente. Pero creo que lo que
necesitamos es más enseñanza acerca de
creer
correctamente.
Lo
que
necesitamos hacer es seguir señalando a
la gente a Jesús, a su gracia, a su obra
consumada y a su perdón. No tengo duda
entonces de que si creen correctamente,
vivirán correctamente. Se convertirán en
personas cuya esperanza no está en la
justicia que ellos mismos puedan
producir, sino en el regalo de la justicia
de Jesucristo y en lo que Jesús puede
producir en ellos.
Puedo hablarle de miles de creyentes
que están experimentando la victoria
sobre la tentación, sobre la culpa, sobre
la adicción y sobre el pecado. Mi equipo
ministerial ha recibido correos y cartas
tanto de mi congregación como de
creyentes de todo el mundo que
recibieron victorias sobre el pecado
cuando encontraron su identidad de
justicia en Jesús.
Estos son creyentes que saben que no
son justificados por sus propias obras,
sino justificados por la sangre de Jesús.
Son creyentes bajo la gracia, donde el
pecado no tiene poder en sus vidas.
Cuando acuden bajo la gracia,
comienzan a experimentar en su vida
Romanos 6:14, que dice: “Porque el
pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley, sino bajo la
gracia”. Son creyentes que, cuando son
tentados en su mente a pecar, ya están
recibiendo el perdón de Dios en su
corazón; por tanto, detienen el pecado en
su inicio antes incluso de que el
pensamiento pecaminoso pueda madurar
hasta convertirse en una acción
pecaminosa.
Permítame compartir con usted un
testimonio que recibí de Lucas. Este
precioso hermano compartió esto:
Aunque me crié en un hogar
cristiano con unos padres
totalmente dedicados a
Jesús, caí en el abuso de
drogas. Intentaba asistir a la
iglesia, pero escuchar los
sermones me hacía sentir
que no podía confesar mis
pecados
lo
suficiente,
arrepentirme lo suficiente y
odiar mis pecados lo
suficiente como para recibir
el perdón de Dios.
Entonces un día un buen
amigo mío me dio un
ejemplar de su libro,
Destinados para reinar. El
libro sacudió mi mundo
espiritual. Vi que el pecado
no era el asunto a tratar. El
asunto era no entender la
gracia de mi maravilloso
Señor y Salvador. Cuando vi
la obra consumada de Jesús,
me di cuenta de que Dios no
está ahí arriba con una gran
vara esperando que yo meta
la
pata
para
poder
golpearme con ella.
Al seguir leyendo su libro
y
alimentándome
del
evangelio de la gracia, ¡fui
liberado de una adicción de
cinco años en tan sólo cinco
días! Y sé que fue todo
mediante la dulce, dulce
gracia de Jesús siendo
revelada en mi vida.
Gracias, pastor Prince,
por su libro, recursos y
sermones. Quiero conocer
más a este Dios de gracia, y
quiero que mi familia
también le conozca como un
Dios de gracia y no como un
Dios de la ley que condena a
sus hijos. ¡Nunca había
conocido a un Dios amoroso
como lo conozco ahora!
¿Se da cuenta de lo poderoso que
puede ser vivir consciente del perdón de
Jesús? El pecado no tiene dominio sobre
su vida cuando está usted bajo la gracia.
El pecado no puede arraigarse en su vida
cuando está establecido sobre el perdón
de Dios. Recibir su perdón le lanza a un
ciclo de victoria sobre el pecado,
mientras
que
quienes
reciben
condenación por cada mal pensamiento
de su mente entran en un círculo
interminable de derrota. ¿Ve la
diferencia?
El perdón se recibe, no se
consigue
No hay absolutamente nada que usted
pueda hacer para ganarse el perdón de
Dios. El perdón se recibe, no se
consigue. Si está usted intentando
ganarse su propio perdón y pensando que
Dios está constantemente enojado con
usted, estoy aquí para decirle que ese no
es el corazón de Dios. Eso es religión
cristiana. La religión cristiana es una
cinta para correr interminable basada en
nuestros propios esfuerzos por intentar
ganar el perdón de Dios, la aprobación
de Dios y la aceptación de Dios. ¿Ha
estado usted ahí? Si este es su caso,
escuche estas palabras de Jesús:
“¿Están cansados?
¿Agotados? ¿Quemados de
la religión? Vengan a mí.
Vengan conmigo y volverán
a recobrar su vida. Les
mostraré cómo tener un
verdadero
descanso.
Caminen conmigo y trabajen
conmigo, observen cómo yo
lo hago. Aprendan los ritmos
no forzados de la gracia. No
pondré sobre ustedes ningún
peso ni nada que les apriete.
Acompáñenme y aprenderán
a vivir con libertad y
ligereza”.
—Mateo 11:28-30,
(traducido de la Biblia en inglés,
The Message).
“Los ritmos no forzados de la
gracia”. Me gusta esa frase. Quiere decir
que hay descanso y disfrute cuando
camina en la gracia de Él. Esto es
contrario al esfuerzo y la presión que
conlleva el autoesfuerzo. Hay descanso
cuando sabe que no hay nada que pueda
hacer para ganarse el perdón de Dios.
Abandone su propia justicia, lo cual la
Biblia describe como “trapo de
inmundicia” (Isaías 64:6), y con sus
brazos y su corazón abiertos, ¡reciba el
perdón de Dios!
Hay descanso cuando sabe
que no hay nada que pueda
hacer para ganarse el perdón
de Dios.
La clave para salir del círculo de
pecado y derrota es recibir y dejar de
flagelarse. Recibir y dejar de castigarse
porque sus pecados ya han sido echados
sobre el cuerpo de otro, cuyo nombre es
Jesús, nuestro hermoso Señor y
Salvador. No es extraño que al evangelio
se le llame buenas nuevas.
Obligación o relación
Cuando usted entienda la gracia y el
perdón de Dios, entenderá la diferencia
entre obligación y relación. Bajo el
nuevo pacto de la gracia, la motivación
para vivir correctamente ha cambiado.
Bajo la ley, vivir correctamente se lleva
a cabo por obligación religiosa. Bajo la
gracia, todo lo que hacemos hoy nace de
una motivación interna que fluye
directamente de una relación de amor
con Jesús.
Querido amigo, Dios no es legalista.
Él no quiere que usted lea su Palabra sólo
porque Él lo dijo. Él quiere que usted
experimente su amor y pase tiempo en su
Palabra porque usted quiera disfrutar de
su dulce presencia. La acción externa
puede ser la misma: dos personas pueden
leer la Biblia. Sin embargo, uno puede
hacerlo por obligación religiosa,
mientras que el otro está internamente
motivado por el amor de Dios. Uno lo
hace para intentar ganar el perdón y la
aceptación de Dios; el otro lo hace
porque sabe que ha sido perdonado. Uno
lo hace por legalismo; el otro lo hace por
una relación. La realidad es que cuando
usted no lee la Biblia, no debería sentirse
culpable; debería sentirse hambriento.
Bajo la gracia, todo lo que
hacemos hoy nace de una
motivación interna que fluye
directamente de una relación de
amor con Jesús.
Recientemente, estuve comiendo con
un ministro itinerante que me preguntó:
“¿Es legalista que los pastores pidan a
los esposos en sus congregaciones que
amen a sus esposas y enseñen a las
esposas a someterse a sus maridos?”.
Pude ver por su manera de decirlo que
esperaba que yo le dijera: “Claro que no
es legalista”. Así que se quedó atónito
con mi respuesta cuando le dije: “¡Sí, sí
lo es!”, y cuando añadí: “La Biblia no
nos dice que hagamos eso”.
Le expliqué que, como ministros,
tenemos que enseñar todo el versículo,
que en verdad dice: “Las casadas estén
sujetas a sus propios maridos, como al
Señor” y “Maridos, amad a vuestras
mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”
(Efesios 5:22, 25, énfasis del autor). El
énfasis está en el amor de Jesús por
nosotros. Todo lo que hacemos hoy bajo
el nuevo pacto de la gracia brota de
nuestra relación de amor con Jesús. Su
amor tiene que funcionar primero en
nosotros.
Como ve, es un asunto de
motivación. ¿Le gustaría que su esposo
le dijera: “Dios dice que tengo que
amarte y que deberíamos hablar más, así
que salgamos hoy a cenar”? Después él
pone un cronómetro en su teléfono y
dice: “De acuerdo, señora, su tiempo
comienza ahora”. Ninguna mujer que se
respete a sí misma aceptaría eso, ¿no es
así? Usted lo que quiere es que su esposo
le lleve a cenar no porque tenga que
hacerlo, sino por que quiere hacerlo.
Por eso mismo la Palabra de Dios no
solamente exhorta a los esposos a amar a
sus esposas y ahí termina todo. Sigue
enseñando a los esposos cómo hacerlo;
el poder para amar viene cuando los
esposos experimentan primero cómo
Jesús les amó y se entregó por ellos.
Transformados por su amor
Hombres, cuando ustedes se alimentan
del amor de Jesús, su tanque de gasolina
del amor por su esposa y sus hijos nunca
se vaciará. Piense en el amor de Él.
Cierre sus ojos y vea a su Salvador
dándolo todo en la cruz por usted.
Cuando se llena del amor de Él en su
corazón, su esposa se convierte en la
beneficiaria más directa de ese amor
desbordante de Jesús. Un hombre que
experimenta el amor de Jesús, ¡ama! Un
hombre que experimenta el perdón de
Jesús, ¡perdona! Tenemos el poder de
amar y perdonar, porque Él nos amó y
perdonó primero.
Tenemos el poder de amar
y perdonar, porque Él nos
amó y perdonó primero.
Así es como somos transformados a
su imagen. ¿Quiere ser más paciente?
Medite en lo paciente que ha sido Jesús
con usted durante todos estos años.
¿Desea ser más perdonador hacia su
esposa?
Entonces
satúrese
con
pensamientos del perdón de Él por cada
fallo que usted tenga. Piense en cómo Él
estuvo ahí para levantarle cada vez que
usted titubeó, sin juzgarle ni condenarle,
solo amándole. “Porque siete veces cae
el justo, y vuelve a levantarse”
(Proverbios 24:16).
Así es, mi hermano, aunque usted
haya caído, Jesús le ve como un hombre
justo, vestido con su propia túnica de
justicia, y nada va a dejarle con su
cabeza abajo. Quizá piense que todo se
ha terminado, pero no es así. Dios aún no
ha terminado con usted. Sus planes y
propósitos para su vida aún no se han
cumplido. Su amor por usted nunca ha
flaqueado.
Todas sus imperfecciones han
sucumbido ante el perfecto amor de
Dios. Seguro que ha cometido errores,
pero no es demasiado tarde para recibir
el perdón, el ánimo y la fortaleza de Él
para hacer lo correcto: volver a su
esposa, buscar su perdón y confiar en
que el Señor volverá a encender su amor
el uno por el otro y llevará sanidad y
restauración a su matrimonio. Su
respuesta se encuentra en la persona de
Jesús. Él le enmendará y hará que todo
obre para bien y para su gloria. Reciba su
perdón y permítale guiarle.
Su respuesta se encuentra
en la persona de Jesús. Él le
enmendará y hará que todo
obre para bien y para su
gloria.
La gracia supera la ley
Cuando usted centre su corazón y su vida
en Jesús y su perdón, superará incluso lo
que la ley demanda de usted. La ley dice:
“No codiciarás”, pero no puede
mandarle ser generoso. Sólo la gracia le
hace ser generoso. La ley dice: “No
matarás”, pero no puede poner amor y
perdón en su corazón por alguien que le
ha hecho algo malo. Sólo el amor y el
perdón de Jesús puede hacer eso en su
corazón y transformarle para amar y
perdonar a sus enemigos y a quienes le
han ofendido. La ley dice: “No
cometerás adulterio”, pero no puede
poner pasión, amor y perdón en su
corazón por su esposa. ¡Sólo Jesús puede
hacerlo!
En todos los aspectos, cuando usted
está bajo la gracia, no sólo cumplirá los
mandamientos de la ley, ¡sino que
terminará de manera inconsciente y sin
esfuerzo superando todas las demandas
de la ley! Eso es a lo que Dios se refiere
cuando dice acerca del nuevo pacto:
“Pondré mis leyes en la mente de ellos,
y sobre su corazón las escribiré; y seré a
ellos por Dios, y ellos me serán a mí por
pueblo” (Hebreos 8:10). Estas leyes que
Dios escribe en nuestra mente y nuestro
corazón no son los Diez Mandamientos.
Superan a los Diez Mandamientos.
Pertenecen a la ley regia del amor que
fluye del corazón de Jesús y llena nuestra
mente y corazón.
Verdaderamente, “el cumplimiento de la
ley es el amor” (Romanos 13:10).
¿Con qué está llenando su corazón
hoy, con condenación o con el perdón de
Dios? Amado, le animo a recibir su
perdón y a dejar de castigarse. Es la
clave no sólo para romper el círculo de
pecado y derrota en su vida, sino para
tener una vida llena de amor, paz,
esperanza y victoria.
Recuerde, al que mucho se le ha
perdonado, ama mucho, y el que ha
recibido más amor ¡es el que más ama!
Al que mucho se le ha
perdonado, ama mucho, y el
que ha recibido más amor ¡es el
que más ama!
CAPÍTULO 8
GRACIA NUEVA PARA
CADA FALTA
No hace mucho iba conduciendo para
almorzar con Wendy, y por alguna
razón, cada vez que ella hacía un
comentario pasajero, me daba cuenta de
que me enojaba de inmediato con ella o
hacía un comentario provocativo
innecesario. Cada respuesta mía tenía
una mala intención, y como se puede
imaginar, el trayecto en el automóvil
pronto cayó en el más hondo silencio.
Después durante la almuerzo, siendo una
mujer paciente como lo es mi esposa, me
preguntó: “Cariño, ¿hay alguna razón
por la que estás tan irascible hoy?”.
¿Ha tenido usted uno de esos días en
los que su esposa tiene que hacerle una
pregunta parecida? Bueno, ese fue uno
de esos días para mí. En caso de que no
lo sepa, los ministros de Dios no
“discutimos” con nuestras esposas; ¡sólo
tenemos “conversaciones intensas”!
Estoy bromeando. Claro que hay
desacuerdos de vez en cuando en la casa
de los Prince. Sin lugar a dudas no es la
norma, pero de vez en cuando se
producen, especialmente cuando Wendy
no es capaz de apreciar mi “sabiduría”.
¿Puedo ser honesto con usted? ¿Puedo
ser vulnerable con usted y hablarle de
mis debilidades?
Mire, las personas a veces se acercan
a mí por la calle cuando voy en tejanos,
una camiseta playera y una gorra de
béisbol. Cuando de repente me
reconocen, se quedan atónitos, y
exclaman: “Pastor Prince, ¡está usted
muy distinto de como aparece en las
portadas de sus libros!”. Bueno, por
supuesto que estoy muy distinto.
¿Sinceramente cree que voy por ahí
llevando un traje de tres piezas o un
esmoquin a diario?
Relájese. Tan sólo estoy bromeando
y metiéndome con cómo a algunos
ministros les gusta dar la imagen de ser
siempre santos y perfectos, con cada
pelo de su cabello en su sitio, su
apariencia
y
conducta
siempre
inmaculadas. Yo no soy así. Me gusta ser
abierto, auténtico y transparente. Me
gusta ser la misma persona arriba y abajo
de la plataforma. Ya sea que esté de pie
tras el púlpito o tomando café con usted,
soy el mismo. Me encanta la Palabra, me
encanta la gente y me encanta señalarles
a Jesús a las personas imperfectas. Y yo
soy el primero en esa lista de personas
imperfectas. Incluso mientras escribo
este libro, me estoy predicando a mí
mismo también de la Palabra de Dios.
Ahora, regresando a mi historia
acerca de ese almuerzo con mi esposa y
por qué yo estaba tan irascible ese día,
permítame decir, para que conste, que
por lo general suelo ser una buena
compañía, así que lo que ocurrió ese día
no encajaba conmigo. Por supuesto,
como en todas las cosas, mi esposa fue la
“beneficiaria” directa de ese arrebato de
irritabilidad. Y aunque no estaba del
todo calmado en mi mente, mi respuesta
a la pregunta de mi esposa ese día fue
realmente buena, si yo tuviera que
definirla.
Le dije: “Cariño, no sé lo que me
pasa, pero si me vuelve a pasar, por favor
dímelo, ¿de acuerdo?”. Y sólo en caso de
que se hubiera hecho las raras ilusiones
de pensar que soy un buen esposo,
permítame decirle también que no es así
como respondo siempre. No quisiera
entrar en los detalles, ya que tenemos
asuntos más importantes que tratar en
este capítulo, pero sabe a lo que me
refiero.
Mi hermano, cuando se trata de
aprender a amar a nuestra esposa y ser
más atento, cariñoso y amable, ninguno
lo hemos conseguido aún. Como
cualquiera de ustedes, maridos, yo
también estoy aprendiendo y creciendo.
Gloria a Jesús por su gracia abundante,
¡y por el don de la no condenación!
¿Podría estar entrando la
culpa?
La pregunta de Wendy: “Cariño, ¿hay
alguna razón por la que estás tan
irascible hoy?”, me hizo reflexionar en la
causa de mi mal genio con ella ese día.
¿Podría ser el cansancio? Pensé si había
descansado bien la noche anterior. Había
dormido bien. Incluso me las había
arreglado para dormir más horas de lo
que normalmente duermo.
Entonces me acordé. Ese mismo día,
unas horas antes, tuve un pequeño
encuentro con un familiar. No fue nada
serio, pero había estado pensando en mi
tono de voz e incluso en la elección de
mis palabras. No había dicho nada
impropio, pero aún así, había comenzado
a juzgarme, pensando:
“Quizá debía haberlo dejado pasar.
Quizá no debería haber dicho eso. A fin
de cuentas, es un familiar”.
Esos eran los pensamientos que
volaban por mi cabeza. Estaba
justificando mis acciones y mis palabras
en mi mente, pero a la vez, también
estaba comenzando inconscientemente a
sentirme culpable. Entonces, después
ese mismo día, estaba en el teléfono
corrigiendo a alguien de mi equipo que
había cometido un error bastante serio.
Mientras colgaba el teléfono, pensé para
mí: “¿He sido demasiado duro?”.
Fue después de este incidente cuando
llevé a mi esposa a almorzar, y usted ya
sabe lo que ocurrió cuando estaba con
ella. Lo único que hizo Wendy fue hablar
de cosas sin importancia. Ella no era el
familiar, ni tampoco era la persona a la
que había corregido por teléfono. Era
una espectadora inocente (y si puedo
añadirlo, hermosa) en el lugar
equivocado en el momento equivocado.
¿Entiende lo que quiero decir?
Me di cuenta entonces de que estaba
tan irascible porque me estaba sintiendo
culpable. No hice algo necesariamente
malo, pero permití que esa pequeña
culpa entrara en mi corazón e
inconscientemente permití que entrara
también la condenación. Amigo, cuando
camina bajo una nube de juicio, puede
convertirse en una persona bastante
desagradable con la que estar. Créame,
sé de lo que estoy hablando. Le doy
gracias a Dios que cuando Wendy me
hizo esa pregunta, Él me dio el momento
de claridad en el que pude ver la
condición de mi corazón.
Gracias a Dios por una esposa con
discernimiento y perceptiva que no se
tomó mis comentarios de forma
personal, y supo que debía de pasarme
algo. Por eso le dije que me lo dijera la
próxima vez que observase ese
comportamiento en mí, porque aunque
uno sea autor de libros acerca de la
gracia y el perdón de Dios, puede haber
momentos en que la condenación se
infiltra en el corazón y uno ni tan
siquiera se da cuenta. Durante todo el día
se puede sentir terrible, y todas sus
respuestas tienen veneno. Esa no es la
vida abundante, y ¿sabe cuál es la
solución de todo? La solución pasa por
tener un sentimiento constante del
perdón de Dios sobre su vida. En vez de
tomar y albergar toda la culpa, la
condenación y el juicio, tenemos que
estar seguros en nuestro perdón perfecto
en Jesús.
Hay una cualidad redentora en ser
consciente de perdón, en contraposición
con ser consciente de sus fallos, pecados
y errores. Cuando usted es consciente de
perdón y ve sus fallos en la cruz de Jesús,
recibe poder para romper su irritabilidad,
impaciencia y mal humor con los demás.
¡Usted recibe poder para romper sus
trastornos alimenticios, adicciones y
ansiedades! Cuando se da cuenta de que
no merecemos el perdón y la gracia de
Dios y, sin embargo, Él nos la da
igualmente, esta revelación nos cambia
desde adentro. Disuelve los nudos de ira
e impaciencia que se han acumulado en
nosotros por años y nos libera para
disfrutar del amor de Dios y para
mostrárselo a otros.
Cuando se da cuenta de
que no merecemos el perdón y
la gracia de Dios y, sin
embargo, Él nos la da
igualmente, esta revelación
nos cambia desde adentro.
La gracia no es meramente
fortalecimiento
La clave, por tanto, es recibir su gracia
como un favor inmerecido y creer que
ese mismo favor inmerecido es lo que le
transforma. Hay una enseñanza
circulando por ahí que dice que la gracia
se define como “fortalecimiento divino”.
Tenga cuidado de no definir la gracia
como un mero fortalecimiento, pues eso
es diluir y reducir lo que verdaderamente
es la gracia.
La gracia produce un fortalecimiento
divino, pero en sí misma, la esencia de la
gracia es su favor inmerecido, gratuito y
no ganado. ¿Cuándo está usted en el
estado en que menos se merece algo?
Cuando ha fallado. Favor inmerecido
significa que cuando ha fallado y está en
su estado menos merecedor, usted puede
recibir el favor, las bendiciones, el amor
y la aceptación perfecta de Jesús en su
vida. Déjeme decirle que cuando usted
entiende y recibe la gracia como el favor
inmerecido de Dios, no sólo es
fortalecido, sino que también será
sanado, y cambiará desde dentro hacia
fuera.
Así que tenga cuidado con lo que oye
y cree acerca de la gracia. La gracia de
Dios no es una transacción para que
usted haga más y desempeñe más
(porque ha recibido más poder). No, es
un encuentro de corazón genuino con un
Salvador que le ama más de que puede
imaginar. No se trata de lo que usted
tiene que hacer, sino de lo que Jesús ha
hecho.
El verdadero peligro al definir la
gracia como sólo un fortalecimiento
divino es que podemos de manera
inconsciente darle la vuelta a la gracia, y
en vez de verla como la obra de Dios en
nuestra vida, hacemos de ella nuestra
obra. De estar centrado en lo que Jesús
ha hecho, la definición errónea de gracia
como “fortalecimiento” lo cambia a
tratarse de lo que usted debe hacer y
cómo usted debe actuar ahora que ha
recibido esta gracia, este
“fortalecimiento divino”. ¿Puede ver
esto? Con una definición así de la gracia,
la responsabilidad de vivir la vida de
Cristo vuelve a caer de lleno sobre sus
hombros.
Amigo, asegúrese de que lo que cree
en su corazón siempre le apunte de
nuevo a Jesús y sólo a Jesús, y no a usted
mismo. Recuerde: se trata todo de la obra
de Él, de su hacer, de su desempeño y su
amor en nuestras vidas. Nunca se trata de
usted. No se deje engatusar por aquellos
que se alejan de la impoluta definición
de la gracia como el favor inmerecido de
Dios y terminan haciendo que todo se
trate de usted y de lo que usted tiene que
hacer. Eso no es gracia. La gracia es obra
de Dios, desde el comienzo hasta el final.
La gracia es obra de Dios,
desde el comienzo hasta el
final.
Deje que la Biblia defina la
gracia por usted
¿Sabía que cuando lee la versión de la
Amplified Bible (Biblia Amplificada)
hay un paréntesis junto a la palabra
“gracia” cada vez que esta aparece, y lo
que queda entre paréntesis define la
gracia como el favor inmerecido,
gratuito, no ganado de Dios? Por
ejemplo, en Juan 1:17 dice que aunque
la ley fue dada mediante Moisés, la
gracia (favor inmerecido, gratuito, no
ganado y bendición espiritual) y la
verdad vinieron por medio de
Jesucristo. En otro versículo, Romanos
5:17, dice que los que reciben la
desbordante gracia (favor inmerecido)
de Dios y el don gratuito de la justicia,
poniéndoles así en un buen estatus con
Él, reinan como reyes en vida mediante
Jesucristo Hombre (el Mesías, el
Ungido).
Así, cada vez que oye la palabra
“gracia”, piensa en el favor inmerecido
de Jesús. No permita que otra persona
cambie la pureza de la gracia de Dios en
su vida. Le citarán definiciones de gracia
de varios diccionarios, pero al final, esas
son definiciones de hombres. Yo no sé
usted, pero yo quiero la definición de
gracia que da la Biblia. Las definiciones
de gracia del hombre nunca se
compararán a las de Dios. Es mejor dejar
que la Escritura interprete la Escritura.
Ahora bien, ¿cómo define gracia la
Biblia? Pablo, el apóstol más grande de
gracia, lo describe de forma muy clara en
Romanos 11:6: “Y si por gracia, ya no es
por obras; de otra manera la gracia ya no
es gracia. Y si por obras, ya no es gracia;
de otra manera la obra ya no es obra”.
¿Love? En la gracia no hay lugar para
las obras humanas, puro y simple. Para
los que enseñan que gracia significa
“fortalecimiento”, tienden a orientarlo
hacia las obras del hombre y el
desempeño del hombre. Eso no es gracia
verdadera. Recuerde que el verdadero
fortalecimiento divino viene de Jesús, no
de usted.
La Nueva Traducción Viviente narra
Romanos 11:6 de este modo: “y como es
mediante la bondad de Dios, entonces no
es por medio de buenas acciones. Pues,
en ese caso, la gracia de Dios no sería lo
que realmente es: gratuita e inmerecida”.
Me encanta esto: ¡su gracia es gratuita e
inmerecida! Cuando usted experimenta
este favor y amor gratuito e inmerecido
de Dios, no tiene que preocuparse por
sus acciones. Su amor y favor
inmerecido dentro de usted eliminarán
todo el pensamiento erróneo y creencia
errónea, y producirá usted buenas obras;
producirá resultados.
Producirá verdaderos frutos de justicia
que son duraderos, sostenibles y
perdurables.
El favor inmerecido de Dios
produce un cambio sin
esfuerzo
Me gustaría que se imaginase un árbol
fuerte y frondoso. Un árbol fuerte y
frondoso no se preocupa por dar frutos o
deshacerse de las hojas secas que hay en
él. Mientras el árbol reciba la cantidad
correcta de sol, agua y nutrientes, tendrá
una savia saludable fluyendo por él que
contiene todos los nutrientes apropiados
y que naturalmente elimina todas las
hojas secas. Y mientras su vida interior,
su savia saludable, siga fluyendo,
seguirán saliendo hojas nuevas en ese
árbol y crecerán y florecerán buenos
frutos de forma natural en todas sus
ramas.
Querido amigo, cuando comience a
recibir el sol del favor de Dios y a tomar
el agua de su Palabra, cuando comience
a alimentarse con el perdón de Jesús en
su vida y su estatus de justicia en Cristo,
las hojas secas de culpa, temor,
adicciones y todo tipo de trastorno
comenzarán a ser eliminadas al recibir la
nueva vida de Jesús dentro de usted. La
transformación que
experimentará, cuando no está basada en
su propia disciplina y autocontrol, será
verdaderamente sin esfuerzo. Ya no se
trata de: “¿Cómo venceré este problema
de la ira?”, o “¿Cómo acabaré con esta
adicción al tabaco?”, o “¿Cómo puedo
quitarme este hábito de reaccionar
desmedidamente cuando estoy estresado
e inseguro?”. En cambio se convertirá
en: “¿Cómo vencerá Jesús en mí este
problema de la ira, esta adicción al
tabaco o este hábito de reaccionar
desmedidamente?”.
Los frutos de su éxito serán sin
esfuerzo. Uno a uno, las adicciones,
trastornos y emociones negativas
comenzarán a caerse de su vida como
hojas secas, y nuevas hojas (nuevos
pensamientos y actitudes positivas),
nuevas flores (nuevos deseos y sueños) y
nuevo fruto (nuevas conductas y hábitos)
comenzarán a florecer en su vida.
Cuando comience a
recibir el sol del favor de
Dios y a alimentarse con el
perdón de Jesús y su estatus de
justicia en Cristo, las
hojas secas de culpa, temor,
adicciones y todo tipo de
trastorno comenzarán a ser
eliminadas al recibir la nueva
vida de Jesús dentro de usted.
Jesús dijo: “Permaneced en mí, y yo
en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no
permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer” (Juan 15:4-5). Quiero
animarle a habitar en la gracia de Él: su
favor inmerecido, gratuito y no ganado
para su vida.
Su libro de cuentas está
limpio
Es muy importante que usted entienda,
crea y habite en la verdad del favor
inmerecido de Dios y su perdón en su
vida, incluso cuando su conducta no sea
perfecta. ¿Por qué? Porque le libera
para disfrutar de su relación con Dios,
para disfrutar pasando tiempo con Él y
para esperar bien de Él. Le libera para
disfrutar de paz y descanso todos los
días, buenas relaciones con otros y una
vida de plenitud. Le libera para esperar
confiadamente un futuro brillante.
Imagine por un momento que es una
persona de negocios. Debido a algunas
malas decisiones y algunas cosas que
escapan a su control, su empresa entra en
una grave deuda. Por ello, usted ha
desarrollado el hábito de evitar el libro
de cuentas de su empresa. Sabe que
cuando lo abra, lo único que va a
encontrar son números rojos, y ese color
rojo es un recordatorio a voces de cuánto
debe y lo insana que es la situación en la
que ha caído su empresa. No puede dejar
de pensar en el libro de cuentas, pero
cuanto más piensa en él, más se llena de
temor.
Del mismo modo, si usted sigue
viviendo y pensando que todavía existen
deudas entre usted y Dios en su cuenta
con Él, no podrá respirar con facilidad.
Se llenará de pensamientos de cómo
pagar sus deudas. De hecho, tan sólo con
pensar en el rojo de su libro de cuentas le
hace tener miedo de acudir a Él o esperar
su ayuda para algo.
Pero supongamos que un buen amigo
que le ama se entera de la deuda de su
empresa, y por voluntad propia y de su
propio bolsillo, paga toda su deuda. Lo
hace porque, como buen amigo suyo, no
quiere que usted siga llevando esa carga
tan pesada de deuda. Además, como él
sabe que usted no puede pagar esa deuda,
no quiere que ni tan siquiera intente
devolverle el dinero.
Ahora (después de haber asimilado
esta increíble noticia), usted ya no tiene
miedo de su libro de cuentas. Puede
respirar con facilidad nuevamente.
Puede deshacerse de su angustia y reírse
y volver a mirar hacia delante en la vida.
Usted ya no tiene miedo sólo al pensar
en su libro de cuentas. De hecho, está
bastante contento de mirar su libro de
cuentas porque le dice que ahora está
libre de deudas y lo bueno que es su
benefactor.
Del mismo modo, cuando usted
entiende que ha sido completamente
perdonado, ya no tendrá miedo ni estará
a la defensiva cuando sean expuestas sus
faltas y defectos. En cambio, encontrará
su seguridad, paz y confianza en el amor
del Señor hacia usted. Usted ha sido
perfectamente perdonado y justo
mediante la obra consumada de Jesús.
Querido amigo, esto es lo que Jesús
ha hecho por usted, y mucho más.
Siendo quien es, el Hijo de Dios, Él es
un pago más que suficiente para sus
pecados. Y Él no sólo le limpió de toda
su vida de pecados, sino que también le
dio su propia justicia y favor. ¿Por qué?
Para que pueda ser libre para disfrutar de
estar con Dios y recibir todas sus
bendiciones, sin volver a tener más
conciencia de deuda en su camino. El
grado en el que puede vivir la vida con
una confiada expectativa de bien
depende del grado en el que usted habite
en esta verdad de que sus pecados han
sido perdonados en la cruz y que no hay
nada en rojo en su libro de cuentas.
El grado en el que puede
vivir la vida con una confiada
expectativa de bien depende
del grado en el que usted
habite en esta verdad de que
sus pecados han sido
perdonados en la cruz.
No obstante, de vez en cuando y
debido a la fuerza del hábito, quizá se
despierte temeroso de que ha vuelto a
tener deudas. Pero lo único que tiene que
hacer es abrir su libro de cuentas y
mirarlo. Le mostrará lo libre de deudas
que realmente está, a pesar de lo que
usted sienta. De forma similar, si llegara
a experimentar días en que dude de que
Dios le ha perdonado, lo único que tiene
que hacer es abrir la Palabra de Dios y
ver en ella que el precio ha sido pagado
en su totalidad, el juicio ejecutado y todo
atisbo de condenación ya infligido sobre
el cuerpo de Cristo.
Gracia nueva para cada falta
¿Puedo darle una tarea hoy? Cada vez
que falle, ya sea que pierda los nervios
con su esposa o vuelva a caer en una
adicción que está intentando dejar,
quiero desafiarle a que piense en el
perdón y no en el pecado. Acuda a la
presencia de Dios cada vez que falle y
diga:
Amado Dios, gracias porque
incluso ahora, tu perdón y tu
amor
perfecto
están
corriendo a través de mí
gracias a la obra consumada
de tu Hijo en mi vida. Quita
todo sentimiento persistente
de
fealdad,
culpa
y
condenación en mí. Creo con
todo mi corazón que ahora
mismo cuando me miras, me
ves en Cristo Jesús. Estoy
vestido con su túnica de
justicia, favor y bendiciones.
Gracias por tu abundancia
de gracia y tu regalo de
justicia en mi vida. A través
de Jesús, reinaré en esta vida
sobre cada pecado, adicción
y fallo.
Querido amigo, cada vez que falle,
hay gracia nueva de Jesús para
rescatarle. Cada vez que no dé la talla,
confiese su justicia en Jesús por fe. Sé
que probablemente no se sentirá
especialmente justo, y esa es la razón por
la que debe decirlo en fe.
Cada vez que falle, hay
gracia nueva de Jesús para
rescatarle.
He recibido muchos testimonios de
victorias de personas de todo el mundo
que, incluso al sucumbir a sus
adicciones, han confesado: “Incluso
ahora mismo, soy la justicia de Dios en
Cristo”, y finalmente encontraron la
libertad de su atadura. Podría ser una
adicción al tabaco, o al alcohol, o a la
pornografía. Michael, un hermano de
Australia, compartió felizmente: “Acabo
de dejar de fumar siguiendo lo que usted
enseña en sus libros y DVD (acerca de
pensar y confesar mi justicia en Cristo)
siempre que era tentado a fumar.
También he sido liberado de veinte años
de abuso de drogas y alcohol y soy libre
de pensamientos paranoicos. No pude
deshacerme de ellos con mis propios
esfuerzos, pero he podido a través de
Cristo”.
Cuanto más confesaron estas
personas y se vieron como justos en
Jesús, incluso en medio de sus fallos,
más fueron capaces de ver su verdadera
identidad en Cristo. Las hojas secas
comenzaron a caerse, y llegaron a un
punto en el que dejaron de desear fumar
otro cigarrillo, beber otro trago de
alcohol, o visitar otra página web
pornográfica. Hojas nuevas, flores
nuevas y frutos nuevos surgieron de
manera inconsciente y sin esfuerzo en
sus vidas. La gracia puso fin a la
esterilidad y el tormento del invierno y
dio la entrada a una primavera perpetua
en ellos.
Amado, si usted está lidiando con
algo ahora mismo, deje de esforzarse y
comience a recibir. Comience a recibir la
abundancia del favor inmerecido del
Señor. Comience a recibir el regalo
gratuito de su justicia. Comience a
recibir el poder limpiador de su perdón.
No hay nada que usted pueda hacer salvo
empaparse de todo esto y permitir que el
poder de su resurrección expulse todo
síntoma de muerte y decadencia en sus
circunstancias y en su vida. Jesús le dice
hoy: “pronto saldrá a luz; ¿no la
conoceréis? Otra vez abriré camino en el
desierto, y ríos en la soledad” (Isaías
43:19).
Si usted está lidiando con
algo ahora mismo, deje de
esforzarse y
recibir.
comience
a
Deje de permitir que el enemigo
acumule condenación sobre usted en
todas las áreas donde no ha dado la talla.
Usted está en Cristo, totalmente
aceptado, irrevocablemente perdonado y
totalmente amado. Crea esto y reciba su
perdón y amor para vencer todo pecado.
El tiempo de su regocijo está aquí,
¡porque su Salvador ha venido para
salvarle!
CAPÍTULO 9
EXPERIMENTE LIBERTAD
DE LA CONDENACIÓN
Ella
había luchado frenéticamente
cuando de repente los hombres del
templo le tiraron de su cama y la
arrastraron hasta la calle. Pero ella no
encajaba con la turba que le había
atrapado, y sus pies descalzos ahora
luchaban por mantenerse sobre el suelo
mientras le empujaban rudamente en
todas direcciones. Un temor frío
zumbaba atronadoramente en su
corazón, casi ahogando los gritos de
desprecio que la gente lanzaba en las
calles debido a la conmoción.
Ella había pecado, y sabía lo que
venía después. Hacía unos meses, ella
misma había visto a una mujer
intentando acurrucarse mientras, una tras
otra, grandes piedras eran arrojadas
violentamente hacia ella a manos de la
desdeñosa turba que se juntó para
ejecutar la justicia de Dios. Ella aún
recuerda cómo tuvo que tragarse la bilis
que llegaba a su garganta al ver el cuerpo
machacado de la sangrienta mujer
después de que sus ejecutores finalmente
se dispersaran. Nunca se imaginó que
ella un día sufriría la misma suerte.
Nunca había pensado cometer adulterio.
Sabía que era un error verse con él a
solas. Fue un error terrible, y ahora era
demasiado tarde. Según la Ley de
Moisés, la pena capital era el precio por
el adulterio. No había escape.
Arrastrada hasta el recinto del templo
como una muñeca de trapo, apenas podía
reconocer la fragancia de los sacrificios
que se estaban ofreciendo en el altar de
bronce. Aunque no entendía la
importancia, el olor siempre le había
dado consuelo al ser una niña criada en
Jerusalén. Fragmentos de su padre
diciéndole que Dios derramaría sus
bendiciones sobre su familia mientras
ascendía el olor del sacrificio hasta el
cielo pasaban por su mente, justo antes
de que la turba de fariseos religiosos la
detuvieran de forma abrupta y la
arrojaran ante los pies de un hombre al
que llamaban Maestro.
Sabía que su juicio había comenzado,
que este hombre debía de ser su jefe
ejecutor, el juez religioso que
oficialmente le sentenciaría a muerte
antes de arrastrarle a las afueras de la
ciudad para ser apedreada. Temblando
incontrolablemente, inclinó su cabeza e
intentó cubrir sus ojos con su cabello lo
mejor que pudo para no ver así a la
clamorosa multitud que se había reunido
a su alrededor esperando su sentencia.
Entonces sus despiadados acusadores
lanzaron
el
primer
bombardeo:
“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida
en el acto mismo de adulterio. Y en la ley
nos mandó Moisés apedrear a tales
mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” (Juan
8:4-5).
Anticipando
aún
más
humillación, se preparó para las palabras
condenatorias de juicio que estaba
segura oiría de boca del maestro.
Pero no escuchó nada salvo un
silencio ensordecedor. Fue como si el
maestro no hubiera escuchado los cargos
acusatorios leídos contra ella. Entonces,
con el rabillo del ojo, vio al maestro
agachándose y escribiendo con su dedo
en la arena. Los fariseos, preparados con
piedras en sus manos y furiosos por este
retraso, demandaron: “¿Qué dices,
maestro? ¿Le apedreamos?”.
El maestro se levantó ante ellos, y
ella oyó una voz tan reverberante de
majestad que su respiración se quedó en
su garganta. Articulando cada palabra
con una mezcla perfecta de autoridad y
compasión, Él declaró: “El que de
vosotros esté sin pecado sea el primero
en arrojar la piedra contra ella” (Juan
8:7). Y luego se agachó de nuevo en el
suelo y siguió escribiendo como si los
líderes de la sinagoga ni siquiera
estuvieran ahí.
Sus palabras apabullaron a la mujer.
¿Quién era este maestro? ¿Por qué la
defendía, siendo una mujer pecadora y
adúltera? ¿Era este el hombre de la
pequeña aldea de Nazaret del que todo el
mundo hablaba? ¿El hombre que sana a
los ciegos y hace caminar a los cojos?
¿El hombre de quien dicen que odia el
legalismo y ama a los pecadores? ¿Es
este el hombre? ¿Quién es este hombre?
A medida que estas preguntas daban
vueltas en su asustada mente, ella
escuchó el sonido de su salvación.
Pom.
Pom.
Pom.
Las piedras que debían haberla
magullado hasta la muerte caían
impotentes al suelo. Una a una, las
sandalias de los que la arrastraron hasta
el templo se daban la vuelta y se
alejaban. Las multitudes que se habían
congregado también comenzaron a
dispersarse, ya que estaba claro que no
habría espectáculo en ese lugar.
Tras algunos momentos, lo único que
podía ver eran las sandalias del maestro.
Él levantó la cabeza de la mujer, y ella
vio su rostro por primera vez. Era un
rostro de compasión y amor. Un rostro
que resplandecía con aceptación y
confianza. Ella dejó que sus lágrimas
contenidas fluyeran mientras Él le
preguntaba: “Mujer, ¿dónde están los
que te acusaban?
¿Ninguno te condenó?” (Juan 8:10).
Durante toda esta prueba tan difícil,
nadie había hablado con ella. Ella no le
había importado a nadie. Lo único que
había importado era que ella había hecho
algo y eso le aseguraba su muerte. Pero
ahora sus acusadores se habían ido, y el
hombre que le había rescatado estaba
hablando con ella y mirándole como si
ella importase.
Con agradecimiento, dijo exhalando:
“¡Ninguno, Señor!”. Ella sabía sin lugar
a duda que este maestro no era un
maestro común y corriente. Por eso se
dirigió a Él como “Señor” y no como
“maestro” como los fariseos hacían. Él
era el Jesús del que todos hablaban.
Entonces oyó las palabras que nunca
olvidaría durante el resto de su vida: “Ni
yo te condeno; vete, y no peques más”
(Juan 8:11). Mientras iba de regreso a
casa, repetía para sí estas palabras una y
otra vez: “Ni yo te condeno; vete, y no
peques más”. Él había salvado su vida, y
sabía que nunca volvería a ser la misma.
El
poder
condenación
de
la
no
Jesús demostró algo muy importante en
el relato de la mujer sorprendida en
adulterio. ¿Qué hace posible que alguien
tenga poder para vencer el pecado? La
amenaza de la ley obviamente no detuvo
a la mujer de cometer adulterio. Pero
recibir la aceptación de Jesús, sabiendo
que aunque merecía ser apedreada hasta
la muerte, Él no le condenó, eso le dio el
poder para “ir y no pecar más”.
Demos un paso atrás para examinar
lo que hizo Jesús. Jesús salvó a la mujer
justamente. Él no dijo: “No le apedreen.
Tengan misericordia de ella”. Lo que Él
dijo fue: “El que esté libre de pecado,
que tire la primera piedra”. Y por
decisión propia, los fariseos y la turba
religiosa se fueron uno a uno.
Observe que después de eso, Jesús no
preguntó a la mujer: “¿Por qué
pecaste?”. No, lo que le preguntó fue:
“¿Dónde están los que te acusaban?
¿Ninguno te condenó?”. Parece como si
Jesús estuviera más preocupado por la
condenación del pecado que por el
pecado mismo. Él se aseguró de que ella
se fuera sin sentir la condenación y la
culpa. No invirtamos el orden de Dios.
Cuando Dios dice que algo va primero,
debe ir primero. Lo que Dios pone
primero, el hombre no puede ponerlo lo
último. Dios dice que la “no
condenación” va primero, y después
usted puede llegar al “vete y no peques
más”.
La religión cristiana lo hace al revés.
Decimos: “Vete y no peques más
primero, entonces no te condenaremos”.
Lo que tenemos que entender es que
cuando no hay condenación, la gente se
siente capaz de vivir vidas victoriosas,
vidas que glorifican a Jesús. De ahí viene
nuestro fortalecimiento. La gracia
produce un fortalecimiento sin esfuerzo
mediante la revelación de la no
condenación.
Es
inmerecido
y
totalmente gratuito. Pero podemos
recibirlo, este don de la no condenación,
porque Jesús pagó por ello en la cruz.
Cuando
no
hay
condenación, la gente se
siente capaz de vivir vidas
victoriosas.
A decir verdad, ninguno podíamos
haber arrojado la primera piedra a esa
mujer. Todos hemos pecado y hemos
sido destituidos. Nuestra confianza hoy
no está en nuestra capacidad para
cumplir perfectamente las leyes de Dios,
sino en el único, Jesucristo, que es el
cumplimiento de la ley misma. En
Cristo, todos estamos en el mismo lugar.
Si un hermano o hermana se enreda en
pecado, nuestra tarea no es juzgarles,
sino restaurarles señalándoles el perdón
y el regalo de la no condenación que se
encuentra en Jesús.
La única persona que no tiene pecado
y podría haber ejecutado el castigo
judicial sobre la mujer era Jesús. Solo Él
estaba calificado para arrojar la primera
piedra, y no lo hizo. Jesús estaba en la
carne para representar lo que había en el
corazón de Dios. No era juicio. Su
corazón se revela en su gracia y su
perdón. Me gusta decirlo así hablando de
describir lo que ocurrió mientras los
fariseos esperaban para apedrear a la
mujer: los fariseos lo hubieran hecho si
hubieran podido, pero no pudieron. Jesús
podía si hubiera querido, pero no lo hizo.
¡Ese es nuestro Jesús!
La ley no puede condenarle
hoy
Es interesante el hecho de que la Biblia
guarde silencio en cuanto a lo que Jesús
escribió en el suelo con su dedo. Pero
creo que cuando se agachó, estaba
escribiendo la ley de Moisés. He estado
en Jerusalén muchas veces. Durante una
de mis visitas hace muchos años al
recinto del templo donde Jesús se habría
encontrado con esta mujer, el Señor
abrió mis ojos para ver que el suelo del
recinto del templo estaba hecho de
piedra dura. Eso significa que Jesús no
estaba escribiendo sobre tierra. Estaba
escribiendo con su dedo sobre piedra.
Cuando Jesús escribió con su dedo sobre el suelo,
estaba escribiendo sobre piedra, no sobre tierra.
Después, en un destello, vi que Jesús
estaba escribiendo la ley sobre piedra.
En verdad les estaba diciendo a los
fariseos: “¿Ustedes presumen de
enseñarme a mí sobre la ley de Moisés?
Yo soy el que escribió la ley”. Jesús
escribió dos veces sobre el suelo con su
dedo, completando así la tipología, ya
que sabemos que Dios escribió los Diez
Mandamientos con su dedo dos veces. El
primer
conjunto
de los
Diez
Mandamientos lo destruyó Moisés
cuando vio que los israelitas adoraban al
becerro de oro a los pies del monte Sinaí.
Después Dios escribió otro conjunto
sobre piedras y se lo dio a Moisés para
que lo pusiera bajo el propiciatorio en el
arca del pacto. Nunca había oído a nadie
predicar esto antes; fue una revelación
fresca directamente del cielo. ¡Me
encanta cuando el Señor abre mis ojos
para ver su gracia!
¿Sabe por qué es tan emocionante
saber lo que Jesús escribió en el suelo ese
día? Es tan importante porque nos
enseña que el autor mismo de la perfecta
ley de Dios no usa la ley para juzgarnos
y condenarnos hoy. Y no se debe a que
Dios simplemente decidiera tener
misericordia de nosotros. ¡No! Es
porque Jesús mismo cumplió todos los
requisitos de justicia de la ley por
nosotros y tomó sobre sí toda maldición
y castigo por nuestros pecados en su
propio cuerpo en la cruz. Somos
perdonados porque Él fue juzgado.
¡Somos aceptados porque Él fue
condenado!
Somos perdonados porque
Él fue juzgado.
aceptados porque
condenado!
¡Somos
Él fue
El perdón y la sanidad van de
la mano
Hay otra razón por la que podemos
gozarnos en el conocimiento de que
Jesús ha llevado el castigo que nos
correspondía: el perdón y la sanidad van
de la mano. La Biblia dice que Él que
nunca quebrantó ni una sola ley de Dios
“… herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo
de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga
fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).
¿Ve cómo la sanidad y el precio de
nuestro perdón están íntimamente
mezclados en la Palabra de Dios?
Muchos actualmente se esfuerzan por
sanarse de sus enfermedades, dolencias,
trastornos mentales y adicciones.
Quiero anunciarle hoy que nuestra parte
es recibir el perdón de Jesús y creer que
somos perdonados cada día. Cuando
más conscientes seamos de perdón, más
fácilmente experimentaremos sanidad y
libertad de toda enfermedad del cuerpo,
opresión mental y hábito destructivo.
Uno de mis salmos favoritos dice así:
“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga
todo mi ser su santo nombre. Bendice,
alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno
de sus beneficios. El es quien perdona
todas tus iniquidades, El que sana todas
tus dolencias” (Salmos 103:1-3).
¿Entonces qué va primero? La
conciencia de que todos sus pecados han
sido perdonados precede a la sanidad de
todas sus dolencias.
Y la palabra operativa aquí es todas.
Algunos nos sentimos cómodos
recibiendo perdón parcial en ciertas
áreas de nuestra vida, pero rehusamos
permitir que el perdón de Dios toque
algunas áreas oscuras: áreas de las que
no conseguimos deshacernos y por las
que no podemos perdonarnos. Sean
cuales sean esos errores, le animo a
permitirle a Jesús que perdone todos sus
pecados, y reciba sanidad para todas sus
enfermedades. Amigo, suelte el pasado.
Suelte los errores. Permítase ser libre, y
aprenda a perdonarse recibiendo con un
corazón abierto el perdón total y
completo de Jesús.
Además
Jesús
reforzó
esta
correlación entre el perdón y la sanidad
en su encuentro con el hombre paralítico.
Era obvio que la mayor necesidad de este
hombre era ser sanado en su cuerpo.
Deseando su sanidad, sus cuatro amigos
incluso habían quitado las baldosas del
techo y le bajaron en una camilla para
ponerle delante de Jesús. Pero ¿cuál fue
la primera frase de Jesús para él? Jesús
dijo: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te
son perdonados”, antes de sanarle
diciendo: “Levántate, toma tu cama, y
vete a tu casa” (Mateo 9:2, 6). Jesús
sabía que el hombre necesitaba recibir el
perdón de todos sus pecados antes de que
su cuerpo pudiera experimentar una
sanidad total.
Su respuesta se encuentra en
recibir una revelación
nueva de lo mucho que ha
sido perdonado en Cristo, y
creer que ya no está bajo
condenación.
¿Qué es lo que le paraliza a usted
hoy? ¿El temor? ¿Una adicción a los
antidepresivos? ¿Ataques de ansiedad?
¿Quizá es alguna enfermedad de su
cuerpo? Sea cual sea su desafío, su
respuesta se encuentra en recibir una
revelación nueva de lo mucho que ha
sido perdonado en Cristo, y creer que ya
no está bajo condenación (véase
Romanos 8:1).
El poder transformador de
creer en el evangelio
Quiero compartir con usted un
maravilloso reporte de alabanza de Pat,
que vive en Ohio, quien me escribió este
correo:
Se han producido cambios
increíbles en mi vida desde
que me alimenté de las
verdades que usted enseñó.
Ahora tengo un gozo y
aprecio por la vida que no
había tenido desde que era
adolescente
(y
tengo
cincuenta años). Tengo una
paz permanente que se
manifiesta en cada área de
mi vida, desde ser padre a
mis finanzas y pasando por
mi salud.
Inicialmente,
cuando
comencé a escucharle, no
creía lo que enseñaba con
respecto a la santidad, la
plenitud de las bendiciones y
la justicia por la fe en la obra
consumada
de
Cristo.
Cuando me enfermé y quedé
confinado a una cama, seguí
viéndole, ya que no podía
hacer nada. Usted apoyaba
sus
enseñanzas
con
versículos y evidencia del
Antiguo
Testamento.
Comencé a entender que lo
que usted enseñaba era
cierto. Comencé a leer los
Evangelios y las Epístolas
con una mente iluminada, y
pude ver claramente que
usted estaba presentando el
evangelio.
Cuando acepté estas
verdades, mi estado físico
comenzó a cambiar. Había
sufrido de la espina dorsal y
un disco dañado, y no tenía
cura. Los especialistas de
columna
rehusaban
operarme a menos que
llegara a un estado en el que
parte de mi cuerpo quedara
paralizado, que suele ser el
proceso normal. Llevaba
con muchos dolores y
físicamente
incapacitado
más de dos años.
Desde que comencé a
alimentarme
de
sus
enseñanzas, he recuperado
el uso de mi cuerpo, y la
mayor parte de ese dolor que
antes era insoportable ha
cesado.
Ahora
puedo
relajarme y estar seguro y
confiar en la disposición y
disponibilidad del poder y la
gracia de Dios para
sanarme. Esto llegó como
resultado
de
una
fe
aumentada, la eliminación
de la condenación, un
entendimiento de la Santa
Cena
y
una
mayor
conciencia del amor de Dios
por mí.
También he sido liberado
de un hábito de diez años de
fumar tabaco. Solía fumar
sólo por la noche justamente
antes de ir a la cama para
calmar mis nervios. Intenté
durante años romper el
hábito pero no pude.
Siempre me sentía muy
culpable de tener esta
debilidad. Pero cuando me
di cuenta de que Dios no me
echaba en cara mi debilidad
y
que
me
aceptaba
incondicionalmente y me
bendeciría, solté toda la
preocupación y lucha por mi
hábito.
Comencé
a
experimentar
paz
y
descanso.
Unos meses después,
pude dejar de fumar. Es
como si el hábito hubiera
desaparecido sin esfuerzo
de mi vida, como si se me
hubiera caído. Sé que fue
el Espíritu de Dios
obrando en mí para
perfeccionarme y darme
el poder para no volver a
desear los cigarrillos.
Verdaderamente mi vida
ha sido transformada. El
evangelio es lo que este
mundo ansía tener y tanto
necesita. He sido creyente
durante más de veinticinco
años y nunca lo había oído
presentado como usted lo
enseña. Gracias por todo.
Siga despertando al mundo
al amor y la gracia de Dios,
así como a la esperanza de
salvación, bendición y gloria
¡en Cristo Jesús!
Sólo reciba
Querido lector, usted también puede
experimentar esta victoria. Es momento
de dejar de herirse a usted mismo. Jesús
fue herido por todos sus pecados. Es
momento de dejar de flagelarse. Jesús ha
llevado todos sus golpes en la cruz. Es
momento de dejar de cortarse y
castigarse porque Jesús ha recibido todos
los cortes y el castigo por usted. Es
momento de dejar de preguntarse si ha
hecho suficiente para ganarse el perdón
y la aceptación de Dios. Su perdón y
gracia son inmerecidos, no se pueden
conseguir; sólo se pueden recibir.
¿Alguna vez le ha regalado a un ser
querido un presente por Navidad o por su
cumpleaños? Lo único que usted quiere
es que lo reciba y lo disfrute. Así es
exactamente como Dios quiere que usted
reciba su amor y su regalo de la no
condenación hoy.
Deje de preguntarse si ha
hecho suficiente para ganarse
el perdón y la aceptación de
Dios. Su perdón y gracia son
inmerecidos, no se pueden
conseguir; sólo se pueden
recibir.
Mire hoy a la cruz y diga:
Gracias, Jesús, por amarme.
Hoy recibo tu perdón total
en mi vida, y me perdono por
todos mis pecados, errores y
fallos. Los suelto todos en tus
manos de amor. Declaro que
en ti, soy completamente
perdonado, libre, aceptado,
favorecido, justo, bendecido
y sanado de toda enfermedad
y dolencia. ¡Amén!
Cuanto más permita que la catarata
del perdón y el favor inmerecido de Dios
caiga sobre usted así cada día, más
recibirá su salud para su cuerpo y
bienestar para su mente.
Independientemente de lo que haya
ocurrido en el pasado, y a pesar de lo que
pudiera estar viviendo ahora, le animo a
recordar y creer que Dios le ama y le ha
perdonado. Ahora comience a disfrutar
de su amor y deje que su gracia actúe en
usted y para usted, para llevarle a un
lugar de mayor salud, fortaleza
emocional, paz y disfrute en la vida.
PARTE CUATRO
GANE LA
BATALLA
POR SU
MENTE
CAPÍTULO 10
GANE LA BATALLA POR
SU MENTE
Confío en que haya estado disfrutando
de este viaje de descubrir el poder de
creer correctamente. Hemos visto lo vital
que es creer en el amor de Dios por usted
y hemos hablado de la importancia de
ver lo que Él ve. También hemos
explorado el impacto de ser conscientes
de perdón contrariamente a ser
perpetuamente
conscientes
de
culpabilidad.
Ahora que está a medio camino en la
lectura de este libro, quiero que sea
consciente de que a medida que
comience a practicar algunas de las
claves de las que hemos estado
hablando,
experimentará
algunas
batallas en su mente que desafiarán sus
creencias. Tome aliento al saber que no
tiene que tener temor a esas batallas. Le
mostraré en los capítulos siguientes
cómo ganar la batalla por su mente
mediante creer correctamente. Amigo, la
batalla no está fuera (en sus
circunstancias externas), está en el
interior. Se pelea y se gana en el campo
de batalla de sus creencias y sus
pensamientos.
Las creencias y los pensamientos
erróneos le mantendrán derrotado.
Las creencias y los pensamientos
correctos le lanzarán hacia su victoria.
Por eso Jesús dijo: “y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres” (Juan
8:32). La verdad situada en su mesa para
tomar café no le hace libre. La verdad
ubicada cómodamente en su librería no
le hace libre. Puede que tenga un
ejemplar de la Santa Biblia descansando
tranquilamente en su impresionante
librería de caoba hecha a mano, pero no
le hará libre.
Las creencias y los
pensamientos erróneos le
mantendrán derrotado. Las
creencias y los pensamientos
correctos le lanzarán hacia su
victoria.
Es la verdad que usted conoce y cree
la que tiene la capacidad de hacerle libre.
De eso se trata este libro. Se trata de
impartirle verdades de la Palabra de Dios
para que den forma a sus creencias.
Cuanto más esté en consonancia su
creencia con la verdad de la Palabra de
Dios, más
experimentará la libertad, la gracia, el
favor, el perdón y las bendiciones de Él.
Hay muchas personas que realmente
viven en derrota y atadura en la
actualidad aunque puede que no sean
conscientes de que están viviendo atadas
a nada. En ciertos aspectos han llegado a
acostumbrarse a sus ataduras. Permita
que explique un poco más esto. ¿Hay
áreas con respecto a las cuales se siente
ahora temeroso y ansioso? Precisamente
las áreas sobre las que se siente temeroso
y ansioso indican la presencia de
creencias erróneas en su vida de las que
Dios quiere que sea usted libre. Sustituya
esas creencias erróneas por creencias
correctas basadas en la Palabra de Dios,
y erradicará esos temores y ansiedades.
Creer correctamente es la llave que abre
los tesoros de Dios en su vida. Mire, la
gracia, el favor, las bendiciones y el
perdón siempre han estado ahí, pero
cuando usted comienza a creer
correctamente, comienza a tener acceso
a la plenitud del amor de Dios y su obra
terminada en el Calvario. Cada beneficio
de la obra terminada ya es de usted; ya le
pertenece. Jesús ya ha pagado el precio.
El obstáculo que hay entonces entre
usted y su victoria es el de sus creencias
equivocadas. La batalla tiene que ver con
sus creencias, y por eso cuando usted
comience a creer correctamente, entrará
a su victoria.
Es la verdad que usted
conoce y cree la que tiene la
capacidad de hacerle libre.
La estrategia del enemigo
El enemigo sabe que se puede controlar
sus pensamientos, puede manipular sus
emociones y sentimientos. Por ejemplo,
si puede hacer que usted entretenga
pensamientos de culpa, fracaso y
derrota, comenzará a sentirse mal con
usted mismo, físicamente débil e incluso
deprimido.
Nuestras emociones son banderas
que nos indican cuáles son nuestros
pensamientos. Gracias a Dios por las
emociones, pues nos dicen si algo va
terriblemente
mal
en
nuestros
pensamientos. Muchos de nosotros no
somos conscientes de cuando nuestros
pensamientos se deslizan por una
resbaladiza pendiente de temor, duda,
pesimismo y ansiedad. Sin embargo,
Dios nos ha diseñado de tal manera que
podemos
reconocer
rápidamente
nuestros pensamientos por medio de
nuestras emociones. Pruebe lo siguiente:
siempre que comience a sentir
emociones negativas como temor,
preocupación, culpa y enojo, haga una
pausa y pregúntese: “¿En qué estoy
pensando?”.
Sus emociones seguirán rápidamente
la estela de sus pensamientos. Si sus
pensamientos son negativos, usted
producirá de manera natural emociones
negativas. Por el contrario, si sus
pensamientos son positivos en Cristo,
producirá emociones positivas.
Por eso se libra una batalla por su
mente. El diablo quiere mantener sus
pensamientos negativos para así poder
mantenerle derrotado; él es un maestro
de los juegos mentales, y no juega
limpio. Cuando tentó por primera vez a
Adán y Eva en el huerto, les hizo dudar
de los motivos de Dios mintiéndoles e
insinuando
que
Dios
estaba
deliberadamente reteniendo algo bueno
de ellos. Hizo que Dios pareciera tacaño,
cuando en realidad Dios les estaba
protegiendo. La estrategia del diablo no
ha cambiado; sigue utilizando mentiras,
acusaciones, culpa y condenación para
atrapar a los creyentes hoy día y hacerles
dudar del perfecto amor de Dios, de su
perdón y de su sobreabundante gracia.
Hace muchos años, cuando yo era
bastante novato en el ministerio,
juntamente con otro pastor oré por una
señora que estaba oprimida por el diablo.
Ella no era creyente. Mientras orábamos
por ella, de repente la mujer gruñó
amenazante con una profunda voz
masculina: “¡Quiero su mente!”. ¡Vaya!
Era la primera vez que yo había orado
por una persona poseída por un demonio,
¡y el demonio realmente respondió! Lo
recuerdo vívidamente hasta la fecha.
Bueno, oramos por ella y echamos fuera
al demonio de ella.
Hay una batalla por su
mente, y la ganamos mediante
el
poder
de
creer
correctamente.
Ahora bien, por favor no se preocupe,
porque como creyente en Jesús, usted
nunca puede ser poseído por el diablo. Él
puede oprimirle mentalmente, pero
nunca puede poseerle. Compartí mi
experiencia con aquella mujer para
revelarle la estrategia del enemigo. ¡Él
quiere su mente! Quiere que su mente se
mantenga negativa, oprimida, deprimida
y pesimista; quiere que usted
permanezca en la creencia equivocada,
sabiendo que mientras continúe usted
creyendo
erróneamente,
seguirá
viviendo erróneamente. Hay una batalla
por su mente, y la ganamos mediante el
poder de creer correctamente.
Jesús es mayor
Es importante que sea usted establecido
en esta verdad. No tiene que temer al
diablo porque “mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo” (1
Juan 4:4). Jesús, que está en usted, es
mayor que el diablo en este mundo. A
pesar de cuáles sean las malvadas
prácticas del enemigo, él no prevalecerá
contra usted en esta batalla. El diablo es
un enemigo derrotado. Mayor es Aquel
que está en usted que todos los
pensamientos negativos que el enemigo
pueda lanzarle. Mayor es Aquel que está
en usted que los sentimientos de
culpabilidad e incapacidad. Mayor es
Aquel que está en usted que toda
acusación que sea lanzada contra usted.
Permanezca
firme
en
esta
declaración: “Ninguna arma forjada
contra ti prosperará, y condenarás toda
lengua que se levante contra ti en juicio”
(Isaías 54:17). ¡Vaya! Ninguna arma
forjada contra usted prosperará. La
Biblia no dice que no experimentará
ningún desafío o no tendrá que
enfrentarse a algún ataque. Pero sí
promete que cuando lleguen las pruebas,
puede tener confianza en la certeza de
que no prosperarán contra usted.
¿Sabe por qué puede estar firme en
esta promesa hoy día? En el mismo
versículo, Dios pasa a declarar: “Esta es
la herencia de los siervos de Jehová, y su
salvación de mí vendrá” (Isaías 54:17).
Esta protección es su herencia. Dios no
le protege debido a sus buenas obras; ¡le
protege porque la justicia de usted viene
del Señor mismo!
Notemos que el arma forjada contra
usted podría haber sido ya forjada, lo
cual significa que puede que un arma ya
haya sido concebida, preparada y
dirigida hacia usted. No tenga miedo.
Cualquiera que pueda ser ese desafío o
arma, sepa sin ninguna sombra de duda
que no prevalecerá contra usted. Esta es
la promesa de Dios para usted hoy:
ninguna arma forjada contra usted
prosperará. No debido a que su
conducta sea perfecta, sino debido a que
su posición en Cristo es perfecta. Su
victoria está firmemente asegurada
mediante la obra terminada de Jesús, que
es su herencia en Cristo.
Derribando fortalezas
Cuando medita en las promesas de la
Biblia que proclaman la verdad de Dios
sobre su vida, ya está comenzando a
ganar la batalla por su mente. No es
ninguna coincidencia que Jesús fuese
crucificado en el Gólgota, que en
realidad significa “Lugar de la calavera”
(Mateo 27:33). Su victoria tiene que
comenzar primero en su mente. La
Palabra de Dios nos dice:
Pues aunque andamos en la
carne, no militamos según la
carne; porque las armas de
nuestra milicia no son
carnales, sino poderosas en
Dios para la destrucción de
fortalezas.
—2 Corintios 10:3-4
Esta batalla por su mente no se libra
externamente. Nuestras armas no son
físicas o tangibles; nuestras armas en
esta batalla no son cabezas nucleares,
ametralladoras o granadas. Nuestras
armas son las armas de creer
correctamente, y poderosas en Dios para
la destrucción de fortalezas que nos han
mantenido atados. Las fortalezas no
pueden ser destruidas con armas físicas;
sólo pueden ser totalmente derribadas
mediante creer correctamente en la
verdad de la Palabra de Dios.
Las fortalezas no pueden ser
destruidas con armas físicas;
sólo pueden ser
totalmente derribadas
mediante creer correctamente
en la verdad de la Palabra de
Dios.
El diablo solamente puede sembrar
pensamientos equivocados en su mente,
¡pero no puede controlar lo que usted
cree! Cuando usted comience a creer
correctamente,
toda
mentira
y
pensamiento erróneo se fundirán como si
fueran mantequilla en un día caluroso y
soleado.
Las
mentiras
pueden
encarcelarle y derrotarle solamente hasta
el grado en que usted no permita que la
verdad de Dios entre en su situación para
liberarle. Escuche atentamente lo que
dijo Jesús: “Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos; y conoceréis la verdad, y
la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).
Lo que esto significa es que de cualquier
fortaleza en la que esté usted atrapado
hoy, ¡la verdad de Jesús le hará libre!
Las fortalezas son pensamientos
equivocados y mentiras que han sido
perpetuados en su mente durante
semanas, meses o incluso años. Esas
creencias equivocadas que están
atrincheradas le hacen vivir atado a
adicciones y en un estado de temor,
culpa, ansiedad o depresión crónica.
La Palabra de Dios nos dice en
términos muy claros que la guerra
espiritual tiene lugar en nuestras mentes,
y es ganada cuando nosotros destruimos
“fortalezas, derribando argumentos y
toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y llevando
cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:45).
Hay una batalla por su mente, y el lugar
donde el enemigo lanza sus ataques
contra usted es en sus pensamientos y su
imaginación. Yo creo que cuando usted
es consciente de que hay una guerra por
su mente, y que se produce entre
creencias equivocadas y creencias
correctas, ¡ya ha ganado la mitad de la
batalla!
Hay una batalla por su
mente, y el lugar donde el
enemigo lanza sus ataques
contra usted es en sus
pensamientos y su
imaginación.
Ancle su identidad en Cristo
La Biblia deja claro que hay tal cosa
como una guerra espiritual en nuestra
mente, y es vital que usted como
creyente entienda esto. De otro modo,
creerá que cada pensamiento que se
cruza por su mente proviene únicamente
de usted mismo. Entonces comenzará a
creer esas mentiras, sin saber que el
enemigo ha plantado esas mentiras para
confundirle.
Hace varios años, prediqué un
mensaje sobre cómo el diablo utiliza a
veces el pronombre o los verbos en
primera
persona
para
plantar
pensamientos en nuestras cabezas para
engañarnos. Por ejemplo, él no dice:
“Tienes un trastorno alimenticio”, o
“Tienes una adicción en esta área”. El
diablo utiliza la primera persona para
sembrar pensamientos como los
siguientes en su mente: “Tengo un
trastorno alimenticio”, o “Soy adicto a la
pornografía”, o “Soy un pervertido”.
¿Observa lo insidiosa y astuta que es la
serpiente? Le hace creer que usted está
pensando esos pensamientos de derrota.
Él quiere que crea que eso es usted.
Al escuchar ese mensaje, un hombre
que había estado atrapado en una
adicción destructiva por muchos años
me escribió una carta. Walter compartió
que esta estrategia del diablo al utilizar
la primera persona siguió resonando en
su interior después de haber escuchado
mi mensaje. Se fue a su casa después de
la iglesia, se encerró en su cuarto y por
primera vez declaró en voz alta: “¡No
soy un adicto!”. Sencillamente decidió
rechazar esa malvada mentalidad en el
nombre de Jesús, y después me dijo lo
siguiente: “En aquel preciso momento,
sentí que algo poderoso sucedió en mi
interior. No sé cómo describirlo. Fue
como si la vida se volviese espectacular
debido al amor de Dios, y no podía
contener el sentimiento”.
Después de hacer esa confesión en
voz alta, dijo: “Mi adicción se detuvo.
Perdí todo el interés, y ni siquiera me
siento un poco tentado. Todos los malos
deseos se han ido, y lo mejor de todo es
que sé que amo a Jesús más que nunca
antes y no puedo vivir sin Él. Soy
renovado, soy renacido. Sé que todo está
en control de Él, y soy bendecido y
perdonado”.
¡Vaya! Qué tremendo testimonio del
poder y la bondad de Dios en la vida de
este hermano. Con sólo una declaración,
él destruyó la fortaleza mental bajo la
cual el diablo le había situado por
muchos años. Ese es verdaderamente el
poder de creer correctamente. Si usted
puede cambiar lo que cree, puede
cambiar su vida, al igual que hizo este
hermano.
¿Hay mentiras acerca de su identidad
en las que usted cree actualmente?
Destruya el poder de esas mentiras
declarando su identidad en Cristo. Diga
en voz alta: “Soy un hijo de Dios. Soy
sanado, perdonado, justo y santo en
Cristo Jesús”. En lugar de creer las
mentiras del diablo cuando él utilice la
estrategia de la primera persona contra
usted, declare su verdadera identidad en
Jesús.
Lleve
cautivo
pensamiento
todo
Desgraciadamente, sin que muchos
creyentes se den cuenta hoy día, el
enemigo
ha
lanzado
campañas
maliciosas de desinformación que les
han esclavizado de modo efectivo por
años a la baja autoestima, el odio a sí
mismos, la culpabilidad, trastornos
alimenticios, perversiones, temores
infundados y todo tipo de estrafalarios
hábitos y adicciones. Y por eso estoy
escribiendo este libro: para sacar a la luz
las mentiras del enemigo y ayudarle a
ver con claridad meridiana las tácticas
engañosas y manipuladoras del enemigo.
Esas mentiras se derrumbarán como un
castillo de naipes en el instante en que
usted vea su verdadera identidad en
Cristo.
Las armas de esta guerra espiritual no
son naturales y físicas. Sus armas se
encuentran en la verdad de la Palabra de
Dios, y son poderosas y tienen la
capacidad de derrocar y destruir toda
fortaleza que haya sido edificada
mediante la desinformación y la creencia
equivocada. Y el modo en que podemos
destruir esas fortalezas en nuestra mente
es “llevando cautivo todo pensamiento a
la obediencia a Cristo” (2 Corintios
10:5).
Cuando yo era un joven creyente, me
enseñaron que era mi responsabilidad
llevar cada uno de mis pensamientos a
la obediencia a Cristo. Lo intenté y
batallé con eso por muchos años, y
terminé con mayor opresión mental,
estrés y culpa que cuando había
comenzado. Nadie puede llevar cada
pensamiento que se cruza por su mente
a obedecer perfectamente a Cristo.
Un día Dios abrió mis ojos para ver
lo que Él estaba diciendo realmente en
ese versículo. Me dijo: “Hijo, mantén tu
enfoque y tus pensamientos siempre en
la obediencia de Cristo, y esa será una
potente arma para destruir las fortalezas
del diablo en tu mente”. Cuando me dijo
eso, sentí que de repente se encendió la
luz en mi cabeza.
Si la manera de destruir fortalezas
mentales depende de que sea usted capaz
de capturar
perfectamente
todo
pensamiento que se cruce por su mente y
hacer que sea perfectamente obediente a
Cristo, entonces eso es una receta para
un fracaso seguro. Las enseñanzas
legalistas siempre sitúan la demanda en
el hombre. Las enseñanzas sobre la
gracia siempre demuestran que la
provisión viene de Dios. La ley se enfoca
en lo que el hombre tiene que hacer, y la
gracia se enfoca en lo que Jesús ha hecho
y sigue haciendo en nuestras vidas.
Puede usted aplicar este principio para
probar cualquier enseñanza que haya
recibido.
Entonces ¿qué significa llevar
cautivo todo pensamiento a la
obediencia de Cristo? Veamos lo que
dice la Palabra de Dios sobre la
obediencia de Cristo, y permitamos que
la Escritura interprete la Escritura. La
Palabra nos dice: “Porque así como por
la desobediencia de un hombre los
muchos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno, los
muchos serán constituidos justos”
(Romanos 5:19). Lo que esto significa es
que mediante la desobediencia de un
hombre (de Adán), todos fuimos hechos
pecadores; pero mediante la obediencia
de Jesucristo (de un Hombre) en la cruz,
todos fuimos hechos justos para siempre
en el momento en que creímos en Él.
Dios quiere que usted se enfoque en la
obediencia de Jesús y no en la
desobediencia
de
Adán.
La
desobediencia de Adán hace que sea
usted consciente de pecado y de juicio,
mientras que la obediencia de Jesús en la
cruz, ¡hace que usted sea consciente de
perdón y de justicia!
¿Significa eso que no hay ninguna
obediencia por nuestra parte? ¡En
absoluto! Cuanto más crea usted que su
justicia viene de la obediencia de Jesús y
no mediante sus propios esfuerzos, más
vivirá una vida de obediencia
inconscientemente. Las personas dicen
que quienes predican la gracia no
predican sobre la obediencia. Lo que en
realidad no entienden es que bajo el viejo
pacto de la ley, la obediencia era la raíz
de todas las bendiciones de Dios; pero
bajo el nuevo pacto de la gracia, Dios
primero nos bendice, y la obediencia es
el fruto.
Cuanto más crea usted que su
justicia viene de la
obediencia de Jesús y no
mediante sus propios
esfuerzos, más vivirá una vida
de
obediencia
inconscientemente.
Nuestra obediencia hoy día bajo el
nuevo pacto comienza con decidir creer
que somos hechos justos por la
obediencia de Cristo en la cruz. No es
esa obediencia legalista a la ley que
muchas personas están intentando hacer
regresar a la Iglesia. El apóstol Pablo
describe nuestra obediencia como
obediencia “a la fe” (Romanos 16:26):
creer correctamente acerca de lo que
Jesús ha hecho para hacernos justos. Y
cuando creamos correctamente así,
descubriremos que su gracia nos motiva
y nos capacita para creer y vivir
correctamente.
Todos hemos escuchado muchos
sermones sobre vivir correctamente,
pero ¿sabe qué? Oigo a pastores
lamentarse de que sigue habiendo poca
manera de vivir correctamente entre las
bancas de la iglesia. Mi creencia
personal es que no se debe a que los
creyentes quieran ser malos; no viven del
modo en que deberían hacerlo porque
sus sistemas de creencias en realidad no
han cambiado. La Palabra de Dios nos
dice: “Mas el justo por la fe vivirá”
(Romanos 1:17). Podemos decirlo de la
siguiente manera: el justo vivirá por
creer correctamente. Cuando usted tiene
creencias correctas, libera el poder de
Dios para vivir correctamente. Cuando
usted cree el evangelio, el verdadero
evangelio que dice que es usted justo por
la obediencia de Jesús (véase Romanos
5:19), tendrá un modo de vivir correcto.
Los resultados correctos seguirán.
Amigo, cuando se trata de
obediencia, sin duda ha habido un
cambio debido a la cruz de Jesús. Bajo el
viejo pacto de la ley, usted tenía que
obedecer antes de que Dios le bendijese.
Pero bajo la gracia, Dios le bendice
primero, y después la obediencia es el
fruto. Cuanto más crea correctamente
que ha sido hecho justo y bendecido
mediante la obediencia de Cristo, más
verá el fruto de la obediencia en su vida.
¡Vaya! ¡Gloria a Jesús por su
maravillosa gracia!
El enemigo no juega limpio
El enemigo solamente puede hacer
incursiones en su vida cuando le señala
exitosamente a su obediencia o la falta
de ella para determinar cuál es su
posición delante de Dios. Él utilizará
desinformación para hacerle sentir
despreciable y sucio, aunque en Cristo
usted ya es completamente justo. No
olvide que el diablo no juega limpio.
A lo largo de los años, he observado
que otra de las estrategias del enemigo
implica que él siembra un mal
pensamiento en su mente, y después
rápidamente le da la vuelta para
condenarle precisamente por ese
pensamiento que él plantó. Le dirá:
“¿Qué tipo de persona sucia y
desgraciada eres tú? ¿Cómo puedes
pensar ese pensamiento? ¡Eres
asqueroso!”. Él le acusará, le condenará
y le menospreciará, y seguirá señalando
áreas en las que usted ha fallado.
Incluso cuando usted hace las cosas
bien, nunca es suficiente. Si leyó un
capítulo de la Biblia, él le señalará a otra
persona que leyó dos capítulos. Él
siempre encuentra faltas. Si cometió
usted un error, él seguirá repitiéndole su
desobediencia. Si el diablo puede tener
éxito en hacer que usted se enfoque en su
obediencia o su falta de ella en lugar de
enfocarse en la obediencia de Jesús,
tendrá éxito en todos sus juegos mentales
con usted. Por eso cuando usted se
enfoca en su desobediencia en sus
pensamientos, será desalentado, abatido
y oprimido.
Por tanto, ¿cómo debería responder
cuando pensamientos negativos o
incluso malvados se cruzan por su
mente? Antes de nada, necesita saber
que esos pensamientos no son de usted;
el verdadero yo es nacido de nuevo en
Cristo Jesús, ¡un creyente de nueva
creación! Cuando lleguen malos
pensamientos, enfóquese en su
verdadera identidad y en quién es usted
realmente en Cristo pensando en la cruz
de Jesús. Enfóquese en la perfecta
obediencia de Él, y el modo en que su
obediencia en el Calvario le hace a
usted justo, sano, favorecido y
completo. Eso es lo que significa llevar
todo pensamiento cautivo
obediencia de Cristo.
a
la
Enfóquese en la obediencia
de Jesús
Scott, un hermano de Florida, escribió a
mi equipo para compartir este
testimonio tan alentador:
Nací y me crié en la iglesia y
he sido cristiano toda la
vida. Sin embargo, batallaba
para seguir la ley, ya que eso
era lo que me habían
enseñado, y siempre tenía
temor de defraudar a Dios.
Cuanto más intentaba ser
un “buen cristiano”, ¡más
culpable
me
sentía!
Batallaba con la pornografía
y miraba páginas web para
adultos dos veces al día.
Aparte de destruir mi
computadora,
había
intentado todo lo que hay
bajo el sol para romper ese
hábito, pero siempre había
peleado una batalla perdida.
Como resultado, abandoné
la iglesia por completo
porque me sentía culpable,
avergonzado e indigno.
Un día, mi tía me presentó
las enseñanzas del pastor
Prince. Su mensaje no era
sobre la ley, sino que estaba
lleno del ingrediente que
faltaba: ¡Jesucristo! Todo lo
que el pastor Prince
enseñaba resonaba en mi
interior como si fuera una
nota musical perfectamente
afinada. Por gracia, mi
relación con Cristo ha sido
transformada, y ya no llevo
esa inimaginable carga de
culpa y vergüenza. En
cambio, ¡me siento alegre
todo el tiempo! No puedo
dejar de hablar a mis amigos
sobre el modo en
que eso ha transformado el
cristianismo para mí.
Milagrosamente, desde que
mi enfoque ha estado en
Jesús y no en mi batalla, ¡no
he mirado ningún material
pornográfico! Siempre que
batallo con la lujuria ahora,
mantengo mis ojos fijos en el
perdón incondicional de
Jesús y siento gozo en lugar
de culpabilidad. Jesús me ha
limpiado de mi adicción, ¡y
estoy asombrado!
Gracias, pastor Prince,
por traer nueva vida y gozo a
mi caminar con el Señor.
¡Me siento transformado,
gozoso, bendecido y mucho
más! ¡Gloria a Dios!
Al leer esta carta, ¡me sentí
especialmente movido cuando Scott
compartió que el ingrediente que faltaba
es Jesucristo! Cuando él comenzó a creer
correctamente sobre Jesús, cuando
comenzó a enfocarse en la obediencia de
Jesús y no en su propia obediencia,
¡experimentó su tremenda victoria!
Amigo, hay una batalla real por su
mente. Muchas personas sucumben a
ella casi inmediatamente cuando tienen
un pensamiento pecaminoso, y entonces
comienzan a sentirse culpables y
condenadas por tener esos pensamientos
pecaminosos. Los pensamientos son
desencadenantes de sus emociones. El
enemigo sabe que si puede llegar a
hacerle creer esos pensamientos
equivocados de derrota, ansiedad,
avaricia, envidia y lujuria, entonces
puede empujar sus emociones hacia
sentimientos de culpa, temor y
condenación. Cuando usted sucumbe a
esas emociones autodestructivas y
tóxicas, él puede llevarle aún más lejos y
tentarle para que actúe según esos
pensamientos pecaminosos.
Los pensamientos son
desencadenantes
emociones.
de
sus
Es mi oración hoy que sea usted
capaz de ver que mediante el poder de
creer
correctamente,
puede
victoriosamente salir de ese círculo
vicioso de derrota. La próxima vez que
tenga pensamientos negativos, agárrese
a usted mismo y mire hacia la obediencia
de Cristo. Vea la cruz. Vea a Jesús.
Véale lavando su mente con su sangre
preciosa.
Amado, su nueva identidad justa se
encuentra en Jesucristo. Y tal como Él
es, ¡así es usted en este mundo!
CAPÍTULO 11
VICTORIA SOBRE LOS
JUEGOS MENTALES DEL
ENEMIGO
Hace
varios años antes de que mi
ministerio televisivo comenzara a emitir
en Estados Unidos, recibí una carta de
Max, del personal de la Marina de los
Estados Unidos, que había pasado por
Singapur
y
había
tenido
un
transformador encuentro con el
evangelio de la gracia. Contenía una
hermosa historia que mejor se relata con
sus propias palabras:
Pastor Prince, ha sido mi
deseo escribirle durante
algún
tiempo
para
compartir lo que Dios ha
hecho en mi vida
mediante mi experiencia
en Singapur. No puedo
decirle lo agradecido que
estoy a Dios porque
milagrosamente
me
guiase a su iglesia.
Asisto a la academia
naval estadounidense, y
seré
comisionado
en
cuatro meses como oficial
en los Cuerpos de la
Marina estadounidense.
He sido cristiano durante
unos tres años, pero hace
más de un año me
encontraba en una gran
atadura. Al igual que
usted, estaba convencido
de que había cometido el
pecado
imperdonable.
Para mí, la gracia era una
cosa mala. Sabía que me
merecía ir al infierno bajo
el Antiguo Testamento, y
debido a que Jesús había
venido y yo seguía
pecando,
sentía
que
merecía aún más el
infierno. Por tanto, en mi
corazón deseaba que Jesús
nunca hubiera venido.
Para resumir la historia,
llegué a desesperarme.
Estaba dispuesto a hacer
cualquier
cosa
para
encontrar paz con Dios.
Desgraciadamente, no
entendía que enfocarme en
hacer más para Dios
solamente me apartaba
cada vez más de la paz que
tan
desesperadamente
deseaba. Poco después,
me volví muy crítico. Me
separé de mis amigos
cristianos,
e
incluso
convencí a algunos de
ellos de que estaban en el
camino hacia el infierno
conmigo.
No
puedo
decirle la desesperanza y
la angustia que sentí aquel
año. En una anotación en
el diario la noche del día
18 de abril de 2001,
escribí: “Qué no pagaría
para que alguien me
mostrase el camino al
Señor, no una religión
sino al Dios vivo”. Poco
sabía yo en aquel
momento que Dios estaba
preparando mi corazón,
porque quince páginas
después en el mismo
diario, escribí palabras de
esperanza y gozo.
Bien, el final de mi
primer año se acercaba, y
recibí órdenes de subirme a
un submarino con destino a
Tailandia. El día antes de
irme, me dijeron que ya no
iríamos a Tailandia sino a
Singapur. Los primeros
cuatro días después de mi
llegada a Singapur fueron
empleados
en
hacer
turismo. Una noche salí
con todos los oficiales a un
bar.
El
bar
era
especialmente
desagradable, y me fui
temprano con un amigo.
En el camino de regreso al
hotel,
oré
al
Señor
desesperadamente
para
poder tener comunión. Le
dije adiós a mi amigo y seguí
caminando por la ajetreada
calle. Entonces, para mi
sorpresa, escuché a un
hombre
preguntarme:
“¿Está
buscando
una
iglesia?”. Desde luego le
dije que sí a aquel hombre,
que resultó ser un miembro
de su iglesia. Él me dio el
número de teléfono de su
casa y las indicaciones para
llegar a la iglesia. Me dijo
que había una reunión de
estudio bíblico al día
siguiente. Sólo hablamos
durante un minuto antes de
que nos despidiéramos.
Estoy
agradecido
porque me las arreglé
para asistir a la reunión de
estudio bíblico del viernes
en la noche. Yo seguía
siendo muy crítico y lo
cuestionaba todo, pero el
mensaje que escuché no se
parecía a nada de lo que
había oído anteriormente.
Entonces el domingo asistí
al servicio en su iglesia
otra vez, e incluso compré
trece de sus cintas. Como
dije anteriormente, estaba
dispuesto
a
probar
cualquier
cosa
para
encontrar a Dios, aunque
en realidad no creía que
aquellas cintas fueran a
tener un impacto en mí. Me
fui aquel día en el
submarino, y escuché
Ganando la batalla de su
mente unas ocho veces
seguidas.
Mi vida no ha vuelto a
ser igual. Escuché las otras
cintas y obtuve mi primer
destello de la gracia de
Dios. Cuando regresé a los
Estados Unidos después de
sólo tres semanas en el
submarino, mi mamá pudo
ver un inmenso cambio en
mi
actitud.
Donde
anteriormente
había
depresión, ahora había
gozo. Donde antes había
una actitud crítica, ahora
había
amor.
Cuando
regresé a la academia en
agosto, regalé esas cintas a
los amigos a quienes había
convencido de que se irían
al infierno conmigo. La
siguiente vez que los vi,
¡ellos estaban llenos de
gozo!
Es mi esperanza y mi
deseo que este correo
electrónico le aliente. Oro
para que algún día Dios
pueda usarme para llevar
este mensaje de Él a las
iglesias de América y los
cuerpos de la Marina.
Agradezco
cualquier
oración que pudiera hacer
usted por mí. Oro para que
algún día pueda visitar de
nuevo Singapur y su
iglesia. Sé que los Marines
han de ser duros, pero mi
deseo de reunirme con
usted y su iglesia es tan
grande que casi hace que a
veces se me salten las
lágrimas. Espero con
ilusión escuchar nuevas
cintas algún día. Que la
gracia y la paz de Dios
estén con usted y con su
familia.
La historia de Max no termina aquí.
Curiosamente, dos años después de
recibir su correo electrónico, uno de los
oficiales navales a los que él había
regalado mis cintas nos escribió para
contarnos cómo su propia vida también
había sido sorprendentemente cambiada
por los mensajes. Cuando Robby nos
contó su historia, mencionó a Max: dos
años después de su viaje a Singapur,
había llegado a ser un oficial muy
respetado en la formación de pilotos de
reactores y un hombre que destacaba
entre sus iguales. El amor y la gracia de
Dios que le habían liberado también le
transformaron en alguien que (en
palabras de Robby) “tenía tanto del amor
y el gozo de Dios en él que las personas
querían estar cerca de él”.
¡Qué increíble testimonio de la gracia
de Dios! Recuerdo haber sido muy
alentado por lo que el Señor había hecho
por Max cuando recibí por primera vez
su correo electrónico hace unos doce
años. En aquel entonces en 2002, Dios
estaba comenzando a mostrarme que el
evangelio de la gracia necesitaba salir de
las cuatro paredes de nuestra iglesia local
en Singapur. Y unos cinco años después,
Dios abrió las puertas para nosotros, y
comenzamos nuestra primera emisión de
televisión en Estados Unidos en abril de
2007.
Actualmente
estamos
retransmitiendo en más de doscientos
países en más de sesenta redes de
televisión en todo el mundo, y
alcanzamos a millones de personas con
el evangelio de la gracia. ¡Ahora hay una
revolución de gracia barriendo todo el
planeta!
Cada día se ponen en contacto con
nosotros preciosas personas como Max,
que escriben para compartir cómo sus
vidas han sido totalmente transformadas
cuando
comenzaron
a
creer
correctamente en la persona de Jesús.
Siempre que Wendy y yo leemos los
correos electrónicos y las cartas que
recibimos del equipo ministerial, nos
sentimos profundamente humillados y
agradecidos a Jesús por todo lo que Él ha
hecho y sigue haciendo en esas vidas.
Creo con todo mi corazón que usted
es el siguiente en la línea. Cualquiera que
sea su necesidad—un avance, milagro,
sanidad, restauración o liberación—, eso
está a la vuelta de la esquina. Puede que
incluso no sea usted consciente de ello,
pero Dios ya ha comenzado una obra en
usted y sin duda la completará en su
vida.
Cualquiera que sea su
necesidad—un avance,
milagro,
sanidad,
restauración
o
liberación—, eso está a la
vuelta de la esquina.
Hay muchas verdades poderosas en
Ganando la batalla de su mente, el
mensaje que Max escuchó ocho veces
seguidas cuando estaba en el submarino.
Realmente me gustaría bendecirle con
este mensaje. Los libros son poderosos,
pero hay algo especial en escuchar la
Palabra predicada. Si está usted
interesado, por favor visite la página web
josephprince.com/power para bajarse el
mensaje en audio gratuito. Creo que este
recurso le ayudará a recibir una nueva
impartición para ganar la batalla por su
mente.
Los juegos
enemigo
mentales
del
Al diablo le encanta jugar a juegos
mentales. Cuando yo era un creyente
joven e impresionable, me enseñaron
erróneamente que un cristiano podía
cometer lo que ha llegado a conocerse
como “el pecado imperdonable” cuando
blasfema contra el Espíritu Santo. Tan
sólo el pensamiento de que yo pudiera
cometer este pecado me situaba bajo una
severa opresión. Ese único pensamiento
abría todo tipo de terribles experiencias
en mi vida.
Yo estaba realmente preocupado por
haber cometido el pecado imperdonable
y tener una entrada directamente para el
infierno. Cuanto más intentaba no
hacerlo, más tenía todo tipo de
pensamientos blasfemos sobre el
Espíritu Santo cuando oraba, e incluso
cuando adoraba sinceramente a Dios.
Era una experiencia terrible, con el
diablo implacablemente oprimiendo y
atacando mi mente con todo tipo de
pensamientos malvados.
Por tanto, ¿qué es “el pecado
imperdonable”?
El
pecado
imperdonable
es
simplemente el pecado de un no creyente
que continuamente rechaza a Jesús como
su Salvador. Al no aceptar el don
gratuito de salvación de Dios, esa
persona está diciendo: “Yo no necesito a
Jesús. Bien puedo salvarme a mí
mismo”. Eso era lo que estaban haciendo
los santurrones fariseos en tiempos de
Jesús, justamente delante de su
presencia. A pesar de todos los increíbles
milagros de gracia que Él realizó en el
poder del Espíritu Santo, ellos
tercamente se negaron a creer que Él era
el Mesías. ¡Incluso tuvieron la audacia
de decir que su poder y autoridad
provenían de un espíritu malo (véase
Mateo 12:24)!
Amigo, es por tanto imposible que
usted como creyente cometa este pecado,
porque ya ha recibido a Jesús como su
Salvador.
Además,
no
hay
absolutamente ningún pecado del que su
sangre no le haya limpiado ya. Cada uno
de sus pecados ha sido perdonado
mediante la obra terminada de Él en la
cruz. Es una obra inmaculada. Jesús no
pasó por alto ni un solo pecado.
Por eso el apóstol Pablo, que escribió
dos terceras partes del Nuevo
Testamento, nunca mencionó el “pecado
imperdonable” en ninguna de sus
Epístolas a las iglesias. ¿No cree usted
que si los cristianos pudieran cometer
este pecado y perder su salvación, Pablo
lo habría mencionado al menos una vez?
Desgraciadamente, nadie me enseñó
sobre la gracia de Dios entonces, y yo
viví bajo esa oscura nube de opresión
mental durante más de un año. Puede
imaginar eso: ¡tan sólo un pensamiento
me mantuvo en atadura por tanto tiempo!
Y fue mediante aquella experiencia
traumática como aprendí acerca de los
juegos mentales del diablo.
Cómo compartí en el capítulo
anterior, el diablo sabe cómo utilizar el
pronombre personal para engañar. En
lugar de decirme claramente: “Has
cometido el pecado imperdonable”, yo
seguía oyendo en mi mente: “He
cometido el pecado imperdonable”. Y
debido a que creía erróneamente que un
creyente podía cometer este pecado,
eso reforzaba las mentiras del diablo en
mi cabeza. Constantemente tenía
pensamientos como: “He blasfemado
contra el Espíritu Santo”, “He
cometido el pecado para el cual no hay
perdón”, y “He fallado y he defraudado
a Dios”. El enemigo siempre dejaba
caer la primera persona, aunque todo
ese tiempo era él quien estaba
plantando esas imaginaciones erróneas
y poniendo aquellos pensamientos
blasfemos en mi cabeza.
Cuando yo estaba orando a Dios,
llegaban esos pensamientos erróneos y a
veces vulgares, y mi respuesta entonces
normalmente era: “¡Oh Dios mío! ¿Qué
pasa conmigo? Soy cristiano; ¡no
debería estar teniendo este tipo de
pensamientos!”. En otras ocasiones, el
diablo me golpeaba en la cabeza con
acusaciones como: “¿Cómo puedes tener
esos pensamientos?”, o “¿Qué tipo de
persona enferma eres?”, o “¿Cómo
puedes tener esos pensamientos tan
desagradables contra esa persona y
seguir llamándote cristiano?”.
¿Ha experimentado usted eso? El
enemigo es un experto en lanzar
pensamientos a su mente y después
retirarse y regresar a usted como un
legalista para golpearle en la cabeza
precisamente
con
los
mismos
pensamientos que él puso en su cabeza.
Ganar la batalla
La clave para ganar la batalla por su
mente es aprender a separarse usted
mismo de los pensamientos malvados
plantados por el enemigo. ¡Esos
pensamientos no son de usted! No es
usted responsable de esos pensamientos
más de lo que es responsable de
cualquier blasfemia pronunciada por
alguien que resulte estar en su presencia.
La clave para ganar la
batalla por su mente es
aprender a separarse usted
mismo de los pensamientos
malvados plantados por el
enemigo.
De la misma manera, siempre que el
diablo siembre pensamientos erróneos
en su mente, lo que tiene que hacer es
saber que esos pensamientos malvados o
impuros no provienen de usted.
Descártelos con una firme creencia en su
corazón de que los pensamientos no son
de usted. Crea sin ninguna sombra de
duda que es usted la justicia de Dios, y
tan sólo ignore esos pensamientos como
ignoraría a una persona que esté diciendo
blasfemias en su presencia. No dé
ningún peso a esos pensamientos.
Mi opresión mental duró un año
porque yo siempre sentía que tenía que
hacer algo al respecto. ¿Ha estado usted
en esa situación, donde sentía que usted
tenía que hacer algo? Bien, yo me sentía
responsable de esos pensamientos en mi
cabeza, y en el momento que creía que
esos horribles pensamientos eran míos,
el diablo me tenía justamente donde
quería que yo estuviese: derrotado,
culpable y sintiéndome condenado. Toda
importante atadura comienza en la
mente.
La Palabra de Dios nos dice:
“resistid al diablo, y huirá de vosotros”
(Santiago 4:7). ¿Sabe cuál es la mayor
forma de resistencia? ¡Es sencillamente
ignorar los pensamientos del diablo!
Las mujeres entienden muy bien esto.
Ellas saben que la mejor manera de
resistir a un hombre es sencillamente
ignorarle. Imagine a una mujer que pasa
al lado de una obra donde todos los
obreros comienzan a decirle cosas. Una
mujer tranquila sencillamente seguirá
caminando e ignorando sus palabras.
Ella es más inteligente como para
responder a esos hombres gritándoles
que dejen de hacerlo.
En cuanto a mí, cuando estaba
atrapado en la opresión mental reprendía
al diablo cada vez que un mal
pensamiento flotaba por mi mente.
Como
podrá
imaginar,
terminé
reprendiendo al diablo todo el tiempo. Al
final del día, ¡estaba más centrado y era
más consciente del diablo que de Dios!
Dios no quiere que usted sea consciente
del diablo; quiere que sea consciente de
Jesús. Usted gana la batalla por su mente
ignorando al enemigo. No sienta que
tiene que hacer algo con respecto a esos
pensamientos. Cuando el diablo le
sugiera cosas a su mente, tan sólo
ignórelo. La guerra espiritual no tiene
que ser combativa; puede ser tranquila,
pacífica, sencilla y fácil. Se trata de ver
la obra terminada de Jesús.
Usted gana la batalla por
su mente ignorando al
enemigo.
La respuesta es sencilla
Muchos años después de mi experiencia
con la opresión mental, de hecho
después de estar ya predicando el
evangelio de la gracia, me encontré con
la autobiografía de John Bunyan.
Cuando la leí, descubrí que él—este
predicador inglés tan respetado del siglo
XVII que escribió el exitoso libro El
progreso del Peregrino—había pasado
por una experiencia muy parecida con el
tormento mental, en la que también
descubrió que su mente estaba
constantemente
inundada
de
pensamientos blasfemos contra Dios.
En esa autobiografía, Gracia
abundante, Bunyan compartía que
durante aquel terrible período “todo mi
consuelo me fue arrebatado; entonces la
oscuridad se apoderó de mí; después de
lo cual, oleadas de blasfemias contra
Dios, contra Cristo y contra las
Escrituras, recayeron sobre mi espíritu,
para mi gran confusión y asombro… con
frecuencia descubrí que mi mente de
repente se inclinaba a maldecir o jurar, o
a declarar alguna cosa terrible contra
Dios, o contra Cristo su Hijo, o de las
Escrituras”.1
Cuando
leí
aquello,
quedé
sorprendido pero también muy alentado
porque alguien como John Bunyan
hubiera pasado por lo mismo que yo.
Pero incluso más importante para mí
fue el modo en que la libertad y la
victoria finalmente llegaron a él. Un día
mientras Bunyan estaba atravesando un
campo, aún con pensamientos y
temores de no estar en posición correcta
delante de Dios, “de repente”, dijo él,
“esta frase llegó a mi alma: ‘Tu justicia
está en el cielo’”. Siguió diciendo:
“Entonces vi, con los ojos de mi alma, a
Jesucristo a la diestra de Dios; allí, digo,
estaba mi justicia; de modo que
dondequiera que yo estuviera, o en lo
que estuviera haciendo, Dios no podía
decir de mí: ‘él quiere mi justicia’
porque eso estaba delante de Él.
Además, también vi que no era mi
buena disposición de corazón lo que
hacía que mi justicia fuese mejor, ni
tampoco mi mala disposición lo que
hacía que mi justicia fuese peor; porque
mi justicia era Jesucristo mismo, ‘el
mismo ayer, y hoy, y para siempre’”.2
¿Cómo gana usted esta batalla por su
mente? Amigo, la respuesta se encuentra
en la persona de Jesús. Él es su justicia.
Su justicia es una persona. Él está en el
cielo y nunca puede ser apartado, a pesar
de lo que usted haya hecho o no haya
hecho. Su justicia es Jesucristo mismo,¡
y Él es el mismo ayer, y hoy, y por los
siglos (véase Hebreos 13:8)!
Por tanto, no sea engañado por más
tiempo. El apóstol Pablo dice: “Pero
temo que como la serpiente con su
astucia engañó a Eva, vuestros sentidos
sean de alguna manera extraviados de la
sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios
11:3). El evangelio es sencillo. Se trata
de Jesús; no se trata de usted. Cristo es
nuestra justicia. Cristo es nuestra
obediencia.
Cristo
es
nuestra
santificación.
Cristo
es
nuestra
justificación. Gloríese en Cristo, y
solamente en Cristo. El enemigo
intentará hacer que todo se trate de usted.
Manténgalo sencillo.
Contrariamente a Eva, no sea engañado
por su astucia. Ignórelo y sencillamente
enfóquese en la simplicidad que está en
Cristo.
Cambie su mente
La palabra “arrepentimiento” en el
Nuevo Testamento es la palabra griega
metanoia, que simplemente significa “un
cambio de mente”.3 Meta significa
“cambio” y noia se refiere a su mente.
Hay personas religiosas que tienen la
idea de que el arrepentimiento significa
revolcarse en la suciedad y condenarse a
sí mismos hasta que sientan que se han
ganado lo suficientemente el perdón de
Dios mediante su contrición.
Mi pregunta es: ¿cuán condenados y
tristes necesitan estar antes de haberse
“arrepentido” genuinamente? Y después
de que se hayan “arrepentido”, si
vuelven a fracasar en la misma área,
¿significa que en realidad no se
“arrepintieron” por completo la primera
vez? Ni por un momento dudo de la
sinceridad de las personas que creen en
el “arrepentimiento” de este modo. Sin
embargo, usted puede ser sincero en su
intención pero aún así estar sinceramente
equivocado cuando el arrepentimiento
no está basado en la creencia correcta
que conduce a una transformación
interior del corazón.
El creer correctamente es lo
que produce verdadero
arrepentimiento (cambio de
mente) y, por tanto, una
transformación genuina.
Lo que estoy diciendo es que usted
puede golpear su pecho entristecido,
derramar cenizas sobre su cabeza, llorar
sin parar delante del altar, y aun así
regresar a su casa sin haber sido
cambiado. La tristeza no se equipara a la
transformación. El creer correctamente
es lo que produce verdadero
arrepentimiento (cambio de mente) y,
por tanto, una transformación genuina.
Es imposible arrepentirse
verdaderamente a la manera de la Biblia
(experimentar a Jesús, su amor, su gracia
y su poder y permitir que Él cambie su
mente y su sistema de creencias) y seguir
siendo el mismo.
¿Puede ver cómo las enseñanzas
centradas en el hombre sobre la
contrición y el arrepentimiento pueden
sonar muy bien, pero en realidad atrapan
a las personas en un ciclo permanente de
derrota e hipocresía? Permita que le
diga lo siguiente: si usted es un creyente
nacido de nuevo y cometió un error o
fracaso, nadie necesita enseñarle a
sentirse entristecido. Como una nueva
creación en Cristo, usted ya aborrece el
pecado y la ofensa. Eso veja su alma, y
hay un clamor por obtener libertad. Lo
cierto es que usted está buscando una
manera de salir de su atadura. El
arrepentimiento que necesita, el cambio
de mente que necesita, es saber que Dios
ya le ha perdonado. Deje de condenarse
a usted mismo y camine en la identidad
justa de Él hacia nuevos niveles de
victoria sobre el pecado.
Ahora que entiende lo que es el
arrepentimiento bíblico, apliquemos eso
a ganar la batalla por su mente. Cuando
lleguen a su cabeza pensamientos
equivocados, el arrepentimiento o
cambio de mente que usted necesita es
saber que esos pensamientos no le
pertenecen. Arrepentirse en esta
situación no se trata de flagelarse por
esos pensamientos. Yo solía hacer eso, y
solamente me dejaba más oprimido y
derrotado. No, no les dé espacio para
desarrollarse, ignorándolos mientras
sigue estando establecido y seguro en su
identidad en Cristo. Llene su mente de
los pensamientos de Él, de su Palabra
viva, su paz, su gozo y su amor.
Y por eso cada vez que usted escucha
predicaciones o lee libros que están
centrados en Jesús y no centrados en el
hombre, se produce arrepentimiento.
Los mensajes y recursos ungidos y llenos
de Jesús le hacen libre del pensamiento
erróneo, y calibran sus creencias y sus
pensamientos de modo que puedan estar
en consonancia con la Palabra de Dios.
Y a estas alturas debería usted saber que
creer
correctamente
y
pensar
correctamente
siempre
producen
resultados correctos en su vida.
Creer correctamente y
pensar correctamente siempre
producen resultados correctos
en su vida.
Cómo evalúa
pensamientos
Dios
sus
Hemos hablado del pectoral del sumo
sacerdote y cómo el Señor nos describe
como piedras preciosas cerca de su
corazón en el capítulo 6. Aquí, quiero
revelarle el significado de otro objeto
que viste el sumo sacerdote: la lámina de
oro que rodea su frente.
El sumo sacerdote lleva una lámina de oro con las
palabras: “Santidad al Señor” en su frente.
Puede leer sobre esta lámina de oro
en Éxodo 28:36, 38: “Harás además una
lámina de oro fino, y grabarás en ella
como grabadura de sello, SANTIDAD A
JEHOVÁ… Y estará sobre la frente de
Aarón, y llevará Aarón las faltas
cometidas en todas las cosas santas… y
sobre su frente estará continuamente,
para que obtengan gracia delante de
Jehová”.
En el Antiguo Testamento, Aarón fue
el primer sumo sacerdote de Israel. El
sumo sacerdote de Israel es una imagen
de nuestro Señor Jesucristo, que es
nuestro Sumo Sacerdote permanente en
la actualidad. Dios dio instrucciones de
que esa lámina de oro de la mitra, que
tiene las palabras hebreas Kadosh Le
Yahweh grabadas en ella, siempre debía
estar sobre la frente del sumo sacerdote.
El grabado significa “santidad al Señor”,
y el sumo sacerdote tenía que llevarlo
sobre su frente siempre para que todo
Israel fuese aceptado delante de Dios. Lo
que esto significa es que incluso cuando
Israel fracasaba en sus pensamientos,
seguían siendo aceptados por Dios
porque Él juzgaba a la nación de Israel
basándose en su sumo sacerdote. Si el
sumo sacerdote era aceptado, toda la
nación era aceptada. Hoy día tenemos un
perfecto Sumo Sacerdote en Cristo. No
son nuestros pensamientos los que nos
califican para ser aceptados por Dios.
Bajo el nuevo pacto de la gracia, Dios ya
no le juzga basándose en sus propios
pensamientos; Dios le juzga basándose
en su Hijo. Si Él es justo, Dios le ve a
usted como justo. Si Él es bendito, Dios
le ve a usted como bendito. Si Él está
bajo el claro favor de Dios, Dios le ve a
usted bajo su claro favor. Si los
pensamientos de Él son siempre
perfectos y llenos de santidad al Señor,
¡Dios ve los pensamientos de usted como
perfectos en Cristo!
Mire, no hay detalles insignificantes
en la Biblia. Ahora bien, no crea que
Jesús va vestido como el sumo sacerdote
del Antiguo Testamento en los cielos
hoy día. Las vestiduras, el pectoral y la
mitra son tan sólo ayudas visuales que
Dios describe en la Biblia para
mostrarnos lo que es intrínsecamente
verdad sobre nuestro Señor Jesús y
nuestra perfección en Él.
Ahora, cuando el diablo llegue para
atormentar su mente, señálele a Jesús.
Los pensamientos de Jesús son siempre
santos. Recuerde que la lámina de oro
rodea siempre la frente de su Sumo
Sacerdote, y los pensamientos de Él
están siempre llenos de santidad a Dios.
Leamos otra vez Éxodo 28:38: “y sobre
su frente estará continuamente, para que
obtengan gracia delante de Jehová”. Por
tanto, incluso cuando sus pensamientos
no sean siempre perfectos, sepa que los
pensamientos de Jesús son siempre
perfectos. Y debido a su perfección es
que usted es siempre aceptado en Él
delante de Dios. Dios nunca le rechazará
porque
sus
pensamientos
sean
imperfectos. Él mira a Jesús, y mientras
los pensamientos de Él sean santos, ¡es
usted aceptado!
Cuando el diablo llegue
para atormentar su mente,
señálele a Jesús.
Amado, ¡qué gran seguridad tenemos
en Cristo! Nuestros pensamientos
pueden divagar, pero los pensamientos
de Él son siempre perfectos. Crea que es
usted siempre aceptado y aprobado a
causa de Jesús. Eso es lo que significa
llevar cautivo todo pensamiento a la
perfecta obediencia de Cristo (véase 2
Corintios 10:5), ¡y en Cristo usted
siempre ganará la batalla por su mente!
CAPÍTULO 12
CUIDADO CON EL LEÓN
RUGIENTE
Una
de las mayores batallas que las
personas afrontan en la batalla por sus
mentes es la creencia equivocada en que
Dios está enojado con ellas. El diablo
sabe que si puede hacerle creer que Dios
está enojado con usted, puede
mantenerle atrapado en temor, derrota y
atadura.
Quiero poner al descubierto esta
mentira del diablo y mostrarle por la
Palabra de Dios que Dios no está
enojado con usted. ¡Él está loco por
usted! Dios le ama apasionadamente, y
quiere que esté plenamente seguro y
confiado en su amor por usted.
Para ser victorioso en la batalla por su
mente, es importante que crea con todo
su corazón que Dios está a favor de usted
y no contra usted. Cuando utiliza el arma
de creer correctamente para prevalecer
contra las maquinaciones del diablo, la
Biblia lo denomina fortalecerse en el
Señor:
Por lo demás, hermanos
míos, fortaleceos en el
Señor, y en el poder de su
fuerza. Vestíos de toda la
armadura de Dios, para
que podáis estar firmes
contra las asechanzas del
diablo.
Porque
no
tenemos lucha contra
sangre y carne, sino
contra
principados,
contra potestades, contra
los gobernadores de las
tinieblas de este siglo,
contra
huestes
espirituales de maldad en
las regiones celestes.
—Efesios 6:10-12
Dios quiere que usted esté edificado,
establecido y fuerte en su amor y su
gracia por usted. Crea en su amor y
póngase toda la armadura de Dios para
que pueda estar firme contra las
asechanzas del enemigo.
La armadura de Dios se trata
de creer correctamente
Cuando yo era un joven creyente,
siempre que escuchaba sobre “ponerse
toda la armadura de Dios”, me
imaginaba a Bruce Wayne poniéndose la
armadura y los instrumentos de su
Batitraje. Clic. Él asegura su cinturón.
Clic. Se abrocha su capa. Clic. Se pone
su máscara. Debido a todos los libros que
había leído, incluso solía recorrer
mentalmente todos los movimientos de
ponerme en la “armadura de Dios” cada
mañana, imaginándome a mí mismo
poniéndome mi casco, mi coraza y todas
las otras partes de la armadura antes de
salir de la casa. Si no lo hacía así,
realmente me sentía espiritualmente
desnudo y, créame, ese no es un buen
sentimiento que tener.
Pero la armadura de Dios no es eso.
¡La armadura de Dios se trata de creer
correctamente! La batalla es por su
mente, y creer correctamente es lo que le
mantiene protegido y seguro del asalto
del enemigo contra su mente en forma de
mentiras, pensamientos negativos e
imaginaciones malvadas.
Cómo ponerse la armadura
de Dios
Recorramos toda la armadura de Dios
(véase Efesios 6:10-12), y observemos
que creer correctamente en todo lo que
Jesús ha hecho siempre nos conducirá a
la victoria.
Comencemos con el cinturón de la
verdad. Cuando el diablo llegue con sus
mentiras acerca de usted, cíñase el
cinturón de la verdad. El diablo no puede
engañarle si está usted
establecido en lo que la Palabra de Dios
dice acerca de usted. Solamente puede
hacer incursiones en su mente cuando
usted no sabe o está inseguro de lo que la
Palabra de Dios dice. Por eso aliento a
las personas a que estudien por sí
mismas la Palabra de Dios y escuchen
mensajes que estén llenos de la gracia y
la verdad de Dios. Llene su mente y
corazón de verdad, y seguramente
derrotará al enemigo.
El diablo no puede
engañarle si está usted
establecido en lo que la
Palabra de Dios dice acerca de
usted.
En segundo lugar, ya sabemos que el
diablo intentará atacarle con todo tipo de
acusaciones
y
pensamientos
condenatorios para hacerle sentir
culpable y mal con usted mismo. Por eso
cuando está establecido en el regalo de la
justicia, sus ataques contra usted no
prevalecerán. Todos los dardos de fuego
de acusaciones del diablo son ineficaces
contra la coraza de justicia que guarda su
corazón de todo temor, culpa y
condenación.
Y cuando él llegue contra usted con
pensamientos de temor, duda y
confusión,
manténgase
firme
y
defiéndase con el escudo de la fe. En
tiempos del apóstol Pablo, un escudo se
refería al tipo de inmenso escudo que los
romanos utilizaban. Por tanto, no se
imagine un diminuto y pequeño escudo.
¡Este escudo es tan grande como una
puerta! Vea su fe como un poderoso
escudo e imagínese esto: mientras
mantenga levantado el escudo de la fe, es
usted intocable. A pesar de cuántos
dardos de fuego pueda lanzar el diablo
contra usted, TODOS ellos serán
apagados. Demasiados cristianos están
tomando el escudo de la duda y
apagando las bendiciones de Dios en
cambio. No permita que eso le suceda a
usted; afronte su futuro con valentía con
el poderoso escudo de la fe.
Ahora bien, el enemigo también
llegará para intentar robarle el gozo que
usted tiene debido al evangelio de la paz,
el cual se describe aquí como calzado.
Pero cuando él llegue, el Dios de paz
ciertamente aplastará a Satanás bajo los
pies de usted.
Otra área que al diablo le gusta atacar
en su mente es el área de su salvación.
Cuando se encuentre bajo ataque,
asegúrese de tener puesto el casco de la
salvación. La palabra “salvación”
proviene de una hermosa palabra griega:
soteria. Ahora bien, no cometa el error
de entender la salvación tan sólo como el
regalo de la vida eterna. Sin duda alguna
incluye la vida eterna, pero la palabra
soteria realmente significa mucho más.
Es una palabra global que significa
liberación
(de
sus
enemigos,
enfermedades, depresión, temores y todo
mal), preservación, seguridad y
salvación.1 Por tanto, póngase el casco
de la salvación meditando en Jesús, y sea
lleno de la santidad de Dios, su
protección y su sensatez. Permita que la
soteria de Él proteja su mente contra las
mentiras del enemigo.
En último lugar, también ha sido
usted equipado con la espada del
Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Blanda la espada del Espíritu orando en
el Espíritu y declarando la palabra de
Dios a su situación. Declare sus
promesas y la verdad de su gracia sobre
usted mismo y sus circunstancias para
guardar su corazón contra pensamientos
de desesperanza y temor.
Amigo, del mismo modo en que la
batalla por su mente no es física, toda la
armadura de Dios tampoco es una
armadura física. Más bien, tiene todo que
ver con lo que usted cree en Cristo.
Cuando cree correctamente, no hay nada
que el diablo pueda hacer con usted.
Cada estrategia malvada que él tenga
contra usted ciertamente fracasará. Por
tanto, fortalézcase en el amor del Señor
por usted, y crea que Dios está a su favor
y no contra usted. La verdad de Él, su
justicia, su fe, su evangelio, su salvación,
su Palabra y su Espíritu son todas ellas
armas de creer correctamente para
protegerle contra todos los ataques del
diablo.
Fortalézcase en el amor del
Señor por usted, y crea que
Dios está a su favor y no
contra usted.
Ser “indevorable” delante
del león rugiente
El diablo no quiere que se fortalezca en
el amor de Dios por usted. En cambio,
quiere que cuestione el amor de Dios por
usted. Para lograr eso, una de sus
estrategias clave es intentar hacerle
pensar que Dios está enojado con usted.
La Palabra de Dios nos dice que el
diablo anda como león rugiente,
buscando a quien pueda devorar. Le doy
gracias a Dios porque dice que él “anda
alrededor buscando a quien devorar” (1
Pedro 5:8). Eso significa que no puede
devorar a cualquiera; debe buscar a
aquellos a quienes pueda devorar.
Algunos de nosotros somos
“indevorables”. Puede que no exista tal
palabra, pero sin duda describe un lugar
estupendo donde estar cuando el
enemigo está al acecho buscando a su
próxima víctima.
Quiero enseñarle cómo puede usted
llegar a ser “indevorable” para el diablo.
El secreto se encuentra en el versículo
anterior, 1 Pedro 5:7: “echando toda
vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene
cuidado de vosotros”. ¿Puede verlo? El
secreto para ser “indevorable” es estar
tranquilo y no abatido por ansiedades y
preocupaciones. Es reírse mucho,
disfrutar de su vida y no preocuparse por
el mañana.
Para la mente legalista, eso suena
terriblemente
irresponsable.
Sin
embargo, en la mente de Dios, la mayor
responsabilidad que usted tiene es
regocijarse siempre en el Señor ¡y no
preocuparse por sus errores del pasado,
sus circunstancias presentes y sus
desafíos futuros! ¿Por qué? Se debe a lo
que la gracia de Dios ya ha hecho por
usted. Y se debe a que Aquel que tiene el
poder sobre la muerte está cuidando de
usted en este mismo instante.
La mayor responsabilidad
que usted tiene es regocijarse
siempre en el Señor ¡y no
preocuparse por sus errores
del pasado, sus circunstancias
presentes y sus desafíos
futuros!
Si quiere ver victoria sobre los
ataques del enemigo, entonces aprenda a
relajarse, a soltar y a dejar todo
pensamiento opresivo, preocupación y
cuidado en las manos amorosas de Jesús.
Crea con todo su corazón que Él cuida de
usted y que no está solo en este viaje.
Tiene un constante compañero en Jesús
en esta gran aventura llamada vida.
Creo que es interesante observar que
la Biblia nos dice que el diablo anda
como león rugiente (véase 1 Pedro 5:8).
En otras palabras, él llega a usted como
un león, lo cual significa que no es un
león verdadero; tan sólo se disfraza
como si lo fuera. ¿Por qué escoge
adoptar la forma de un “león rugiente”?
Esa era una pregunta en la que medité en
mi corazón por mucho tiempo. Entonces,
hace muchos años, justamente antes de ir
a Israel con un grupo de líderes a finales
del año 2002, Dios abrió mis ojos
utilizando otro pasaje de la Escritura. Él
me mostró por qué el diablo finge ser un
león rugiente, y me ayudó a ver el tipo de
temor que el diablo intenta causar a
nuestras vidas. Yo nunca había
escuchado a nadie predicar sobre ello,
así que fue una revelación nueva que
recibí de parte de Dios.
El diablo imita la ira del
Rey
La Escritura que Dios utilizó para
responder mi pregunta fue Proverbios
19:12 (NVI): “Rugido de león es la ira del
rey; su favor es como rocío sobre el
pasto”. Esto es lo que yo llamo permitir
que la Biblia interprete la Biblia. Dice en
1 Pedro 5:8 que el diablo anda como un
león rugiente, y Proverbios 19:12 es un
pasaje paralelo que revela por qué el
diablo escoge hacer eso.
Cuando se trata de interpretación de
la Biblia, no es tan importante saber lo
que dijo este maestro de la Biblia o aquel
profesor, o incluso lo que dice el autor de
este libro. La Biblia es su mejor
comentario, así que permitamos que la
Biblia misma explique y revele el
corazón que Dios tiene hacia usted.
Ahora bien, ¿quién es “el rey” en
Proverbios 19:12? El rey aquí es nuestro
Señor Jesús. Él es el verdadero Rey de
reyes (véase Apocalipsis 17:14, 19:16).
Antes de explicar esto en mayor
profundidad, permita que antes
establezca que usted no es el objeto de su
ira. Cuando el rey está enojado, lo está
con la injusticia, con el diablo y con lo
que él está haciendo en su vida.
Cuando Jesús mira a una persona que
está llena de enfermedad, Él se enoja con
la enfermedad pero ama a la persona.
Dios ama al pecador, pero aborrece el
pecado. Si hay alguien a quien usted
quiere que tiene cáncer, usted aborrece el
cáncer pero ama a esa persona. Dios
aborrece el divorcio, pero ama a quienes
se divorcian. Dios aborrece la
borrachera, pero ama a las personas
borrachas. Dios aborrece el pecado, pero
ama al pecador.
Dios aborrece el pecado debido a lo
que les hace a los objetos de su amor. El
pecado destruye vidas; hace naufragar
matrimonios, separa a las personas y
evita que los hijos de Dios vivan sus
vidas al máximo. Jesús ama a las
personas, y por eso pagó el precio
supremo en la cruz y una vez para
siempre nos redimió del poder del
pecado. En Cristo, ¡no tiene que vivir en
la esclavitud del pecado!
Por tanto, tengamos claro lo siguiente
al cien por ciento: la ira de Dios está
dirigida contra cualquier cosa malvada
que busque destruirnos. Su enojo y su ira
no están dirigidos hacia nosotros, que
somos sus hijos. Su ira hacia todos
nuestros pecados ha sido completamente
satisfecha en la cruz.
Pero el diablo llega a usted disfrazado
de león, imitando al Rey. Quiere darle la
impresión de que Dios está enojado con
usted, aunque Él no lo está.
Seamos claros en otra cosa: hay
solamente un verdadero león, y ese es
el León de Judá: Jesucristo (véase
Apocalipsis 5:5), el Rey de reyes. El
diablo anda como un león rugiente
porque finge ser Jesús e intenta
intimidarle por medio de la
impresión de que Dios está enojado
con usted. ¡El diablo es un impostor!
Quiere hacerle sentir separado y
aislado de Jesús; quiere que usted
piense que Jesús está diciendo: “No
me agrado de ti. En realidad estoy
defraudado contigo. ¿Cómo pudiste
cometer tal error?”. Amigo, cuando
se
encuentre
pensando
esos
pensamientos, debe saber que esa
voz no es Jesús. Jesús no habla así.
Temor y amor no pueden
coexistir
Desgraciadamente, muchos creyentes
sinceros y con buenas intenciones caen
en la trampa del diablo, y terminan con
la creencia errónea en que Dios está
defraudado y enojado con ellos. Debido
a eso, comienzan a sentirse como
hipócritas; dejan de asistir a la iglesia,
dejan de leer la Biblia, dejan de escuchar
sermones y dejan de hablar a Dios en
oración; no porque sean malas personas,
sino porque son realmente personas
sinceras y responsables que creen que
Dios está verdaderamente enojado con
ellas.
Aman al Señor, pero debido a esta
creencia equivocada en que Él está
enojado con ellos, comienzan a dar
pasos premeditados para evitar a Dios.
Cuando eso sucede, ¿sabe quién ha
tenido éxito? El diablo, que anda como
león rugiente.
También hay algunos creyentes que
puede que ni siquiera sepan que el diablo
les ha estado rugiendo. Realmente creen
que han errado el blanco de las
expectativas de Dios y le han hecho
enojar. Viven en un constante estado de
intentar aplacar y agradar a ese Dios
enojado. En lugar de disfrutar de una
relación dulce e íntima con Jesús, sienten
que tienen que caminar siempre de
puntillas cuando se trata de su andar con
el Señor.
Si usted ha tenido tales pensamientos
sobre Dios anteriormente, me gustaría
compartir con usted este principio tan
importante. Subráyelo aquí o escríbalo
en algún otro lugar:
Temor y amor no pueden
coexistir en una relación
sana. Inseguridad y amor
no pueden coexistir en
una
relación
verdaderamente íntima.
Tomemos, por ejemplo, nuestra
relación con nuestros hijos. En sus tratos
con sus hijos, sin duda habrá corrección
y guianza, pero usted nunca quiere que
sus hijos le tengan temor o se sientan
inseguros acerca de su amor por ellos y
su aceptación. Temor e inseguridad sólo
conducirán al odio. Si sus hijos le temen,
crecerán odiándole. Ahora bien, sin
ninguna duda, no es ese el tipo de
relación que Dios quiere tener con usted
y yo, que somos sus hijos.
Entonces, en nuestra relación con Él,
¿de qué quiere nuestro amoroso Padre
celestial que seamos conscientes?
Leamos el resto de Proverbios 19:12
(NVI): “su favor es como rocío sobre el
pasto”. Dios quiere que usted, su hijo
amado, viva con una fuerte conciencia
de su favor, su aceptación, y que su
amor le cubre como el rocío sobre el
pasto. Debido a que Jesús ha llevado el
juicio por todos los pecados de usted,
puede vivir la vida cada día sin ser
consciente de juicio sino consciente de
favor.
Dios quiere que usted, su
hijo amado, viva con una
fuerte conciencia de su
favor, su aceptación y su
amor.
El correcto temor del Señor
Puedo oírle preguntar: “Pero ¿qué
entonces sobre el temor del Señor? ¿Qué
de Ananías y Safira en la Biblia?”.
Esas son estupendas preguntas,
amigo.
He respondido la primera pregunta en
mi libro Favor inmerecido.2 También
hablo de ello en el capítulo 15. Baste
aquí con decir que el “temor del Señor”
en el nuevo pacto de la gracia se trata de
honrar, adorar y reverenciar a Dios como
Dios en nuestras vidas. “Temor” aquí no
se refiere a estar aterrado o tener miedo
y sentirse amenazado por Dios. Hágase
la pregunta: ¿qué comprensión de Dios
resuena en su espíritu? ¿Un Jesús
amoroso que lo entregó todo por usted, o
un Dios enojado que busca cada
oportunidad para juzgarle, condenarle y
castigarle? El Espíritu Santo en usted le
señalará a un Dios de amor, mientras que
el diablo fingirá manifestar la ira del Rey
y buscará cada oportunidad para rugirle
a usted.
En cuanto a Ananías y Safira,
descanse en la seguridad de que ellos no
eran creyentes. Eran timadores que
llegaron a la iglesia primitiva para
intentar engañar económicamente al
pueblo de Dios. Como un buen pastor, el
Señor protege a sus ovejas de los lobos
que llegan para molestar y trasquilar a
sus ovejas. La historia de Ananías y
Safira no debería hacerle sentirse
temeroso de Dios, sino más bien darle
confianza en que Él cuida de usted y le
protege de quienes quieren infringir
daño. Es una historia de la protección de
Dios, y no del enojo de Dios con su
pueblo.3 Si cree que Dios le castigará o
le hará caer muerto como a Ananías y
Safira, entonces el diablo le ha rugido.
Durante décadas y décadas, Dios ha
sido representado por el diablo como un
Dios enojado y, desgraciadamente,
muchos maestros de la Biblia le han
ayudado inconscientemente a pintar una
imagen de un Dios que está lleno de ira.
Esta descripción de Dios es un error.
Ahora estamos bajo el nuevo pacto, y no
podrá usted encontrar un solo versículo
en el Nuevo Testamento que diga que
Dios está enojado con los creyentes
debido a sus pecados. Tendría que acudir
al Antiguo Testamento para encontrar
versículos que hablen de la ira de Dios
ante los pecados de su pueblo.
Que Dios no esté enojado con usted,
¿significa que no hay lugar para la
corrección de Dios en nuestras vidas?
¿Hay corrección y sabia guianza que
provienen de la Palabra de Dios en el
nuevo pacto de la gracia? Claro que sí.
Pero en cuanto a la ira de Dios hacia
usted y sus pecados, todo ha quedado
zanjado en la cruz. Le garantizo que
cuando usted se acerca a la dulce
presencia de Jesús con todos sus
desafíos, fracasos y luchas, Él no le
rugirá. Él le sanará con su amor y le
situará en una trayectoria de libertad de
todos sus temores, culpabilidad y
adicciones. ¡Jesús es el fin de todas sus
luchas!
¡Jesús es el fin de todas sus
luchas!
Por qué Dios no está enojado
con usted
Debido a que el perfecto amor de Dios es
la respuesta para vencer las luchas en su
vida, el diablo hace todo lo que
puede para alejarle y aislarle de ese
amor. Él sabe que usted evitará a Dios si
cree que Dios está enojado con usted, al
igual que evitaría a alguien con quien
tiene una deuda. Mientras la deuda esté
sobre su conciencia, nunca se sentirá
relajado y tranquilo cuando su acreedor
esté cerca.
Lo hermoso sobre Jesús es que Él no
sólo pagó la deuda de pecados de toda su
vida, sino que también la pagó con
creces. Contrariamente a los sumos
sacerdotes del Antiguo Testamento, Él
no ofreció las sangre de toros y machos
cabríos para pagar por los pecados de
usted. Este Sumo Sacerdote pagó por los
pecados de usted con su propia sangre
perfecta y sin pecado. ¡Dios no se mostró
suave con el pecado bajo la gracia! De
ninguna manera. Él ofreció a su único
Hijo, Jesús, que es un pago totalmente
abundante por los pecados de usted.
Es como si usted tuviera una deuda de
un millón de dólares, pero Jesús pagó mil
millones de dólares para saldar esa
deuda. La verdad es que si usted supiera
quién es Jesús y el valor del Hijo de
Dios, sabría que su pago en la cruz valió
más que mil millones. Es un pago que ha
borrado los pecados de toda su vida:
pasados, presentes y futuros, ¡una vez
para siempre! Ya no hay un abismo de
pecado que le separa a usted de Dios.
La cruz manchada de sangre ha
establecido el puente.
Ya no hay un abismo de
pecado que le separa a usted
de Dios. La cruz manchada de
sangre ha establecido el
puente.
Crea que Dios no
enojado con usted
está
El capítulo 53 de Isaías en el Antiguo
Testamento habla de lo que Jesús logró
en el Calvario; su obra en la cruz fue tan
eficaz que Dios dice en el siguiente
capítulo:
Porque esto me será
como en los días de Noé,
cuando juré que nunca
más las aguas de Noé
pasarían sobre la tierra;
así he jurado que no me
enojaré contra ti, ni te
reñiré.
Porque
los
montes se moverán, y los
collados temblarán, pero
no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto
de
mi
paz
se
quebrantará,
dijo
Jehová, el que tiene
misericordia de ti.
—Isaías 54:9-10
Amado, es momento de que deje de
escuchar el rugido del león y comience a
ver a Dios como su Padre celestial que le
ama con amor incondicional y que nunca
le dejará ni le abandonará, pase lo que
pase.
Recibí esta carta de Lorraine, que
vive en Louisiana. Dejaré que hable por
sí misma mientras usted se inunda del
modo en que una persona puede ser
completamente cambiada al creer las
cosas correctas sobre nuestro Padre
celestial. Lo único que yo puedo decir es:
¡Aleluya!
He sido una cristiana
nacida del nuevo por
veintidós años desde que
entregué mi vida a Jesús
en
la
universidad.
Actualmente,
a
los
cuarenta y cuatro años
de edad, tengo un
maravilloso esposo y una
hermosa hija de un año y
medio. ¡Me encanta mi
vida!
Por tanto tiempo como
puedo recordar, siempre
he amado a Jesús, pero
había vivido toda mi vida
sintiéndome
culpable
porque creía que Dios
estaba siempre enojado
conmigo. Siempre había
sentido que no era capaz
de hacer suficiente “bien”
o
suficientes
“cosas
buenas”. Después de
entregar mi vida a Cristo,
ese sentimiento de no ser
lo bastante buena en
realidad empeoró porque
sentía
una
mayor
responsabilidad de estar a
la altura de una norma
más elevada para tener
una buena relación con
Dios. Siempre me estaba
arrepintiendo,
siempre
sintiendo
que
había
fallado y que lo mejor que
hacía nunca era suficiente.
Estoy en el proceso de
leer Destinados para
reinar, y solamente estoy
en el capítulo 9. Tengo que
leer este libro muy, muy
lentamente para poder
digerir su contenido. No
puedo decirle el modo en
que mi vida ha cambiado
desde que comencé a leer
su libro.
No fue hasta que
comencé a leerlo cuando
me sentí aliviada del peso
de no ser lo bastante buena.
Ha
conmovido
los
fundamentos mismos de mi
mundo y ha disuelto la
inseguridad que he tenido
acerca de Jesús y de su
amor por mí.
Cuarenta y cuatro años
de mi existencia y mi
mentalidad
previamente
dolorosas se han IDO. Soy
CAMBIADA para siempre.
Soy perdonada. No puedo
seguir con el resto de este
libro sin detenerme para
dar gracias al Señor por
usted y por darle el mensaje
de la gracia para difundirlo
por todo el mundo.
¡No le encanta que cuando llega el
creer correctamente, años de una
existencia y mentalidad dolorosas son
apartados y se produce un cambio
permanente y liberador!
De eso se trata, amigo. Ganar la
batalla por su mente se trata de su
libertad en Cristo Jesús, su Señor y
Salvador. Fortalézcase en su amor por
usted. Póngase la armadura de Dios, y no
permita que ninguna creencia errónea le
robe una vida de gran gozo y gran paz.
Recuerde: Dios no está enojado con
usted, Él está loco por usted.
Dios no está enojado con
usted, Él está loco por usted.
PARTE CINCO
SEA
LIBRE DE
OCUPARSE
EN EL YO
CAPÍTULO 13
SEA LIBRE DE
OCUPARSE EN EL YO
A
medida que nos adentramos más
profundamente en el poder de creer
correctamente, quiero mostrarle maneras
prácticas en las que puede ser usted
transformado por la renovación de su
mente. Creer correctamente se trata de
renovar su mente y desarraigar las
creencias erróneas que dan forma a su
pensamiento y su conducta. Por eso la
Palabra de Dios dice: “No os conforméis
a este siglo, sino transformaos por medio
de
la
renovación
de
vuestro
entendimiento, para que comprobéis
cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Me gusta el modo en que lo expresa la
Nueva Traducción Viviente: “No imiten
las conductas ni las costumbres de este
mundo, más bien dejen que Dios los
transforme en personas nuevas al
cambiarles la manera de pensar”.
Dejen que Dios los
transforme en personas nuevas
al cambiarles la manera de
pensar.
Está claro que si deseamos disfrutar
libertad en lugar de atadura, gozo en
lugar de temor y paz en lugar de
ansiedad, entonces necesitamos permitir
que Dios nos transforme cambiando el
modo en que pensamos para que
nuestras mentes sean renovadas
mediante
el
poder
de
creer
correctamente.
No se trata de modificación de la
conducta, lo cual es solamente externo.
Estamos hablando de ser transformados
por el Señor desde dentro hacia fuera. La
modificación de la conducta es sostenida
por su propia disciplina, esfuerzos y
fuerza de voluntad. Funciona solamente
mientras usted siga trabajando. Estamos
hablando sobre un cambio que proviene
de una transformación interior del
corazón sostenida por el poder y el amor
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Su poder y su gracia obran mejor cuando
dejamos de esforzarnos y dependemos
totalmente de Él.
Renueve su mente: ocúpese
en Cristo
Dios quiere cambiar nuestro modo de
pensar cambiando nuestros
pensamientos de la ocupación en el yo a
la ocupación en Cristo. Nuestra
tendencia humana es estar enfocados en
nosotros mismos; en otras palabras,
somos propensos a la excesiva
introspección y fácilmente susceptibles a
llegar a ocuparnos en nosotros mismos
en lugar de ocuparnos en Jesús.
Con mucha frecuencia, ni siquiera
somos conscientes de que estamos
ocupados en el yo. Esto podría estar
sucediéndole en este momento. ¿No cree
que tienda a estar ocupado en usted
mismo? Muy bien, siempre que mire una
fotografía en la que haya un grupo de
personas, usted mismo incluido, ¿a quién
busca usted primero? ¿A su suegra?
Claro que no. Se busca a usted mismo.
Nos guste o no, hasta cierto grado
todos estamos ocupados en el yo. Desde
luego, buscarse usted mismo en primer
lugar en una fotografía de grupo no es un
asunto serio; la mayoría de nosotros
hacemos eso. El problema se produce
cuando nuestros pensamientos están
centrados en el yo y preocupados con el
“yo”, “yo” y más “yo”, mientras que
Cristo está notablemente ausente de
nuestros pensamientos.
¿ He hecho lo suficiente?
¿Qué pasa conmigo?
¡ Tengo tantas debilidades y
defectos!
Creo que en muchos de nuestros
mayores dolores, luchas y angustias
surgen de estar centrados en el “yo”.
Estar ocupado en el yo es la razón de
muchos de nuestros fracasos y derrotas.
Cuando las personas se ocupan en
exceso en el yo, se vuelven
obsesionadas,
oprimidas
e
inevitablemente deprimidas. La única
manera en que podemos ser liberados de
la ocupación en el yo es estar ocupados
en Cristo. Necesitamos estar ocupados
en Aquel que es mayor que nosotros y
digno de toda nuestra alabanza y
adoración.
La única manera en que
podemos ser liberados de la
ocupación en el yo es estar
ocupados en Cristo.
Por eso Dios nos dio la Biblia. No es
un libro de reglas de cosas que debemos
y no debemos hacer. Fue dado para
revelar la belleza del Hombre
glorificado, Jesucristo, de modo que
cuando nuestros corazones estén
totalmente absortos y ocupados en Él,
encontremos paz, libertad y descanso
para nuestras almas cansadas.
Jesús dice: “Vengan a mí todos
ustedes que están cansados y agobiados,
y yo les daré descanso” (Mateo 11:28,
NVI). Notemos que Él no dice: vengan a
mí todos ustedes que han examinado su
corazón”. Lo único que dice es: “Vengan
a mí… y yo les daré descanso”. No tiene
usted que ser perfecto para acudir a
Jesús. Él quiere que vaya a Él tal como
usted es: con todas sus ataduras,
adicciones y fracasos, y Él le dará
descanso de toda su confusión.
Él le dará descanso de toda
su confusión.
Cuando usted está ocupado en Cristo,
cada vez será menos tocado por las cosas
que mantienen cautivo al mundo. En
realidad ya no importa lo que esa
persona diga sobre usted o lo que
aquella otra persona piense de usted. Ya
no es usted un esclavo de la aprobación
y la buena opinión de los demás cuando
está establecido y seguro en la
aprobación y la buena opinión del Dios
todopoderoso, el Creador del universo.
El problema de
ocupado en el yo
estar
¿Está su mente constantemente llena de
pensamientos de cómo ha fracasado,
cómo ha fallado y lo indigno que es
usted? Eso es sintomático de alguien que
está claramente ocupado en el yo.
Pensamientos como esos hacen que una
persona desarrolle un complejo de
inferioridad. Comienza a sentir que no es
tan bueno como el hermano de allí o la
hermana de allá. Constantemente se
menosprecia, pensando: “¿Por qué soy
tal fracaso? Ni siquiera puedo controlar
mis propios pensamientos. ¿Qué me
pasa? ¿Por qué me siento siempre tan
abatido y deprimido todo el tiempo?”.
Las personas que sufren así siempre
están listas para condenarse a sí mismas.
Sus mentes están nubladas con
negatividad y pesimismo. Por ejemplo,
cuando ven a algunos de sus amigos
hablando y riéndose, piensan para sí:
“Deben de estar murmurando y
burlándose de mí por el error que
cometí la semana pasada”. En realidad,
sus amigos solamente estaban hablando
de una película divertida que habían
visto el fin de semana. Sin embargo,
debido a que esas personas
generalmente albergan pensamientos de
inferioridad,
proyectan
sus
pensamientos
de
inferioridad
e
inseguridad a cada situación en la que se
encuentran. Eso a su vez afecta
negativamente a sus amistades y las
relaciones con las personas que les
rodean.
Ocuparse en el yo no sólo levanta su
fea cabeza en forma de un complejo de
inferioridad;
también
puede
manifestarse en el otro extremo del
péndulo como un complejo de
superioridad. Hay personas que creen
que siempre son mejores que todos los
demás. Son dolorosamente arrogantes, y
creen que sus perspectivas y opiniones
son siempre correctas. ¿Conoce usted a
alguien así? Bueno, eso también es
ocuparse en el yo. Ya sea que se sienta
superior o inferior, su enfoque sigue
estando en usted mismo, y al final eso le
causa un gran dolor, angustia y
sufrimiento.
Mientras nuestra mente no esté
ocupada en Cristo, todos nosotros
podemos sentirnos inferiores a veces, y
otras veces sentirnos orgullosos,
arrogantes y superiores. Solamente en
Cristo experimentará una verdadera
transformación y no caminará ni en
orgullo ni en falsa humildad, pues ambos
extremos son el producto de nuestra
carne humana. Cuando estamos
ocupados en el yo, nuestra carne es
fortalecida y es fea. No es sorprendente
que el apóstol Pablo diga: “Y yo sé que
en mí, esto es, en mi carne, no mora el
bien” (Romanos 7:18).
La buena noticia es que cuando está
usted ocupado en Cristo, la carne en
usted se vuelve irrelevante y comienza
usted a manifestar todos los hermosos y
saludables atributos de Jesús de manera
inconsciente. El fruto del Espíritu, como
amor, gozo, paz y bondad, fluyen por
medio de usted sin esfuerzo cuando su
mente es renovada y está ocupada en la
persona de Jesús.
Hay algunas personas religiosas que
se sienten muy incómodas cuando utilizo
el término “sin esfuerzo”. “¿Qué quiere
decir con que no hay esfuerzo?”,
argumentan. Mi respuesta es sencilla: un
árbol sano da fruto bueno sin ningún
esfuerzo, presión ni estrés. Cuando usted
está plantado en el terreno fértil de la
Palabra de Dios y de su gracia, el fruto
de justicia se manifestará sin esfuerzo a
causa de su relación con Él. ¡Es una
inevitabilidad! No puede usted tocar la
gracia de Él y no volverse santo más de
lo que puede tocar el agua y no mojarse.
Cuando usted está plantado
en el terreno fértil de la
Palabra de Dios y de su
gracia, el fruto de justicia se
manifestará sin esfuerzo a
causa de su relación con Él.
Transformación
sobrenatural
Cuando nuestra mente está ocupada en
Jesús, no tenemos que intentar ser
humildes. En la presencia del SiervoRey,
nuestros
corazones
se
vuelven
transformados sobrenaturalmente, y
llevaremos el corazón de siervo de Él. En
otras palabras, cuando usted está con
Jesús, todo lo que Él es se le pegará. Sus
pensamientos y sus palabras estarán
llenos de la fragancia de la dulce
presencia y la gracia de Él. Toda su
inferioridad y sus inseguridades se
fundirán en el maravilloso amor que Él
tiene por usted. Son necesarias personas
que estén verdaderamente seguras en
Cristo para ser capaces de inclinarse y
servir a otros con una genuina humildad.
De modo similar, cuando es usted
valiente y osado en Cristo y en su amor
por usted, no se manifiesta como orgullo
y arrogancia carnales, sino más bien
como completa dependencia del Dios
todopoderoso. Piense en cómo el joven
David salió a la carga en el valle de Ela
y desafió al gigante Goliat, mientras que
el resto de los hombres bien entrenados
y maduros del ejército de Israel se
acobardaron con temor. ¿Fue eso
sencillamente
una
muestra
de
bravuconería juvenil, o una dependencia
genuina de Dios?
Para el ojo inexperto, David podría
haber parecido un pequeño mocoso
imprudente, especialmente porque el
perdedor de esa batalla cuerpo a cuerpo
haría esclava del enemigo a toda su
nación. El destino de toda la nación de
Israel estaba en juego. Pero sabemos de
dónde provienen esas agallas cuando las
siguientes palabras valientes de un mero
adolescente resonaron por todo el valle:
“Tú vienes contra mí con espada, lanza y
jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre
del Señor Todopoderoso, el
Dios de los ejércitos de Israel, a los que
has desafiado” (1 Samuel 17:45, NVI).
Por estas palabras podemos decir que el
joven David claramente estaba ocupado
en el Señor de los ejércitos y no en sí
mismo o en sus capacidades.
Cuando sus pensamientos están
ocupados en el Señor, ¡usted se
convierte en un derribador de gigantes!
¿Hay gigantes en su vida en este
momento que necesiten ser derrotados?
Al igual que el joven David, ocupe su
mente en el Señor, y Dios le llenará de
la valentía y la audacia para vencer
todas sus adversidades. Escuche las
palabras de David en el Salmo 18:29:
“Contigo desbarataré ejércitos, y con
mi Dios asaltaré muros”. Permita que
estas palabras de fe y de valentía sean
establecidas en su corazón. Con Dios
de su lado, ¡nada es imposible!
Cuando sus pensamientos
están ocupados en el Señor,
¡usted se convierte en un
derribador de gigantes!
Mantenga sus ojos en Jesús
El ocuparse en Cristo le hace valiente
pero no superior, humilde pero no
inferior. ¿No es eso muy semejante a
Nuestro Señor Jesucristo? Aquí, por
tanto, está la clave para estar ocupado en
Cristo:
Por tanto, nosotros todos,
mirando
a
cara
descubierta como en un
espejo la gloria del
Señor,
somos
transformados de gloria
en gloria en la misma
imagen, como por el
Espíritu del Señor.
—2 Corintios 3:18
Cuanto más tiene su mente, sus
pensamientos y los ojos de su corazón
fijos en Jesús, más es usted transformado
a su imagen de gloria en gloria.
El ocuparse en Cristo le
hace valiente pero no superior,
humilde pero no inferior.
¡Deje de mirarse a usted mismo! Deje
de meditar en pensamientos negativos
sobre usted mismo y sentirse mal. Aparte
los ojos de usted, y mire a Jesús. Su
libertad de todo temor, ataque de
ansiedad, atadura y adicción se
encuentra en la persona de Jesús.
En los capítulos anteriores hablamos
de cómo ganar la batalla por su mente.
Aunque la guerra espiritual es real y hay
un diablo que está ahí para acusarle y
condenarle en su mente, también quiero
que sepa que no todo mal pensamiento
que usted tiene proviene del diablo.
Los cristianos carismáticos se
destacan por lo siguiente: culpan de todo
al diablo. Se dan un golpe en el pie con
la pata de la cama cuando se levantan en
la mañana y creen que es guerra
espiritual. ¡Vamos!
Hay guerra espiritual, pero ejercite el
discernimiento piadoso y no crea que
todo mal pensamiento en su mente
proviene del diablo. Él es un enemigo
derrotado, y no tiene tanto poder e
influencia sobre nuestras vidas. Lo que
quiero decir es lo siguiente: aunque es
necesario entender que hay una batalla
por su mente y no ser ignorantes de los
juegos mentales del diablo, el diablo
nunca debería ser nuestro enfoque
principal.
Nuestro enfoque principal y central
es Jesús, y solamente Jesús. Dios no
quiere que estemos ocupados en el
diablo o estemos ocupados en nosotros
mismos y nuestra carne. Quiere que
ocupemos nuestra mente en Jesús. Jesús
es la respuesta a todo nuestro dolor,
angustia y luchas.
Entender la carne
La carne en nosotros puede producir
todo un abanico de emociones y
pensamientos, desde derrota, celos,
avaricia y lujuria hasta enojo,
inferioridad, condenación y arrogancia.
Mientras estemos en este cuerpo físico,
la carne está activa en nosotros.
Pero podemos regocijarnos porque
cuando Jesús murió en la cruz, la
Palabra de Dios nos dice que Él
“condenó al pecado en la carne”. Todos
los pensamientos negativos y emociones
tóxicas de la carne ya han sido juzgados
y castigados en la cruz. Ahora podemos
experimentar victoria sobre la carne
mediante el poder de la cruz.
Puede leer todo sobre la batalla del
apóstol Pablo con la carne en Romanos
7:18-19: “Y yo sé que en mí, esto es, en
mi carne, no mora el bien; porque el
querer el bien está en mí, pero no el
hacerlo. Porque no hago el bien que
quiero, sino el mal que no quiero, eso
hago” (énfasis del autor).
¿Observó cuántas veces las palabras
“mi” y “mí” se mencionan solamente en
los dos versículos anteriores? Estoy
seguro de que muchos de ustedes pueden
identificarse aquí con el apóstol Pablo en
su batalla con la carne. Es una lucha que
todos libramos cuando estamos
ocupados en nosotros mismos y
haciendo guerra con la carne que está
dentro de nosotros. Es una vida de
vejación,
angustia,
derrota
y
desesperación.
No es ahí donde Dios quiere que
usted viva, amigo. Un creyente no vive
en el capítulo 7 de Romanos. Por medio
de Cristo Jesús, deberíamos estar
viviendo en el capítulo 8 de Romanos.
Sigamos leyendo y descubramos cómo
fue libre Pablo de esta esclavitud del yo.
Tan sólo unos versículos más
adelante, Pablo clama: “¡Miserable de
mí! ¿quién me librará de este cuerpo de
muerte?” (Romanos 7:24). La respuesta,
amigo mío, se encuentra en una persona,
y Pablo nos dice que esa persona es
Jesús: “Gracias doy a Dios, por
Jesucristo Señor nuestro” (Romanos
7:25).
Solamente nuestro hermoso
Salvador, Jesucristo, puede librarnos de
la carne; y en Cristo podemos pasar al
primer versículo del capítulo 8 de
Romanos, que proclama: “Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús”. Es ahí donde
debiéramos vivir como creyentes del
nuevo pacto. No en el dominio de la
constante lucha y desesperación, sino en
el dominio de la no condenación y la
victoria.
Cada vez que un mal pensamiento, una
imaginación malvada o una tentación
llegue a su mente, véase usted mismo en
Cristo, en quien no hay absolutamente
ninguna condenación. Me encanta el
capítulo 8 de Romanos, porque
comienza con ninguna condenación en
Cristo y termina con ninguna separación
del amor de Cristo:
¿Quién nos separará del
amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia,
o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o
espada?… Antes, en
todas estas cosas somos
más que vencedores por
medio de aquel que nos
amó. Por lo cual estoy
seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo,
ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar
del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús Señor
nuestro.
—Romanos 8:35, 37-39
Nada podrá separarle del amor de
Cristo. Por eso Dios no quiere que usted
viva bajo una nube de culpabilidad y
condenación. Él ya le ha hecho más que
vencedor en Cristo. La victoria ya ha
sido ganada en la cruz. Ocuparse en el yo
como se demuestra en el capítulo 7 de
Romanos evitará que disfrute usted de la
vida que Dios le ha dado. Le hará ser
perpetuamente consciente de que no ha
llegado a la altura y dónde ha errado el
blanco.
Nada podrá separarle del
amor de Cristo.
Libertad de la condenación
¿Ha conocido a personas que están
siempre oprimidas y deprimidas?
Pueden estar en Hawai rodeadas de
palmeras, olas que vienen y van y la
puesta de sol más hermosa, y seguir
perdidos en sus propios pensamientos
depresivos.
Si eso le describe usted, quiero que
sepa que Dios quiere hacerle libre de
esa dolorosa existencia. Cuando su
corazón y su mente están llenos de
Jesús, la carne no tiene poder alguno
sobre usted. Malos pensamientos,
deseos y emociones puede que intenten
acusarle, pero cuando su corazón y su
mente están ocupados en Jesús, esos
pensamientos y emociones carnales no
tienen ningún poder sobre usted, y se
escurren como si fuesen agua sobre los
lomos de un pato.
Ni siquiera se sentirá culpable y
condenado por tener esos pensamientos,
sentimientos y emociones porque sabe
que, en Cristo, la carne no es usted. Jesús
es su nueva identidad, y no la carne.
Permita que le dé un pasaje para
respaldar eso. La Palabra de Dios
proclama: “Pero los que son de Cristo
han crucificado la carne con sus pasiones
y deseos” (Gálatas 5:24).
La carne no es su identidad porque ha
sido crucificada con Cristo en la cruz. Es
usted una nueva creación en Jesús; lo
viejo ha pasado y todo ha sido hecho
nuevo (véase 2 Corintios 5:17).
Siempre que los viejos deseos y
pensamientos intenten colarse en su
conciencia, no los entretenga. Mire a
Jesús y vea todas esas cosas crucificadas
en la cruz. Reciba de nuevo el regalo de
la no condenación.
Contemple al Cordero de
Dios
Le aliento a comenzar cada nuevo día
con este pensamiento: “Dios me ama y
entregó a su único Hijo por mí. Jesús está
a mi lado hoy. Soy salvo, sanado,
favorecido y aceptado en Cristo el
Amado”.
Comience su día ocupando su mente
en Jesús. Durante un periodo de mi vida,
antes incluso de levantarme de la cama,
me repetía para mí una y otra vez: “Soy
la justicia de Dios en Cristo”. Algunas
mañanas lo decía más de cincuenta
veces. No quería que fuesen solamente
palabras en mi cabeza; quería que fuese
una revelación que latiera en mi corazón.
Quería tener una inconmovible creencia
en que Dios está a favor de mí y conmigo
incluso antes de levantarme de la cama.
Puedo decirle por experiencia de primera
mano que cuando usted ocupa su mente
en Jesús, ¡toda lucha, temor y atadura en
los que esté enredado perderá su poder
sobre usted!
Comience su día ocupando
su mente en Jesús.
Hay una hermosa imagen de Jesús
escondida en el Antiguo Testamento.
Dios sabía que bajo el antiguo pacto de
la ley era imposible para los hijos de
Israel ser perfeccionados por la ley. Por
tanto, proporcionó una salida. Dios les
dijo que si pecaban, deberían llevar un
cordero que no tuviera mancha ni
defecto al sacerdote. Ahora bien, cuando
una persona que ha pecado lleva un
cordero al sacerdote, el sacerdote no
examina a la persona para ver si es
perfecta (sin pecado); el sacerdote ya
sabe que esa persona está allí porque ha
pecado; por tanto, el sacerdote examina
el cordero.
Si el cordero no tiene defecto, es
perfecto, la persona que ha pecado pone
sus manos sobre el cordero en un acto de
transferencia de sus pecados al animal
inocente. Al mismo tiempo, la inocencia
y la perfección del cordero son
transferidos a la persona. Entonces el
animal es sacrificado, y la persona se va
con su conciencia limpia y su deuda de
pecado perdonada. Camina bajo un cielo
abierto del favor y la bendición de Dios.
¿Puede ver a Jesús en esta práctica
del Antiguo Testamento que Dios
instituyó bajo la ley?
El cordero sin tacha, perfecto, es una
imagen del perfecto Cordero de Dios,
Jesucristo mismo, que quita los pecados
del mundo. El sacerdote es una imagen
de Dios. Él no le examina a usted
buscando sus pecados; en cambio,
examina a Jesús, y debido a que Jesús es
gloriosamente perfecto, usted puede
vivir hoy con su conciencia limpia y su
deuda de pecado perdonada. Puede
caminar bajo un cielo abierto y esperar el
favor y las bendiciones de Dios en su
vida. Qué hermosa imagen de la
abundante y extravagante gracia de Dios.
Ahora bien, si Dios no le examina
hoy, ¿por qué sigue luchando al ocuparse
en
usted
mismo
y
examinar
implacablemente
sus
propios
pensamientos, emociones, fracasos y
defectos? Créame: cuanto más se
examine a usted mismo, más
imperfecciones, defectos y tachas
encontrará. ¡Aparte los ojos de usted
mismo y detenga la introspección! Mire
a Jesús, el Cordero de Dios, y vea su
perfección como la perfección de usted.
Vea la inocencia de Él como su
inocencia, la justicia de Él como su
justicia. Ocúpese en Él, y sea
transformado desde dentro hacia fuera.
CAPÍTULO 14
JESÚS, SÉ EL CENTRO
DE TODO
Cuando los dos discípulos comenzaron
su viaje de siete millas (11 kilómetros)
de Jerusalén hasta una aldea llamada
Emaús, hablaban con pesadez en sus
corazones acerca de los acontecimientos
que se habían producido durante los
últimos tres días. Entristecidos y
asombrados, hablaban de cómo Jesús, a
quien estimaban mucho, había sido
agarrado por los líderes religiosos,
condenado a muerte y crucificado.
Mientras iban dialogando de esos
acontecimientos, el Jesús resucitado se
unió a ellos en su caminata hacia Emaús,
pero evitó que ellos reconocieran quién
era Él. Al ver sus rostros nublados por la
tristeza y la aprensión, les preguntó:
“¿De qué hablaban tan intensamente
mientras caminaban? ¿Y por qué están
tan tristes?”.
Cleofás, uno de los discípulos, no
creía que aquel extranjero estuviera
haciendo esa pregunta tan poco
informada, y respondió: “¿Has estado
viviendo en una cueva? Debes de ser la
única persona en Jerusalén que no sabe
de las terribles cosas que acaban de
suceder”.
Cleofás entonces comenzó a relatar
los acontecimientos que finalmente
condujeron a la crucifixión de Jesús.
Con desilusión en su voz, Cleofás
expresó que ellos habían esperado que
Jesús sería quien redimiría a Israel.
También relató la curiosa historia que
había oído de las mujeres que fueron al
sepulcro en la mañana temprano y lo
encontraron vacío. Incluso repitió sus
descabelladas afirmaciones de que
habían tenido una visión de ángeles que
les proclamaron que Jesús estaba vivo.
Jesús, al oír la incredulidad de
Cleofás, les corrigió suavemente a él y al
otro discípulo: “¡Oh insensatos, y tardos
de corazón para creer todo lo que los
profetas han dicho!” (Lucas 2:25). Al ver
su reacción de sorpresa, siguió
diciéndoles: “¿Acaso no profetizaron
claramente que el Mesías tendría que
sufrir todas esas cosas antes de entrar en
su gloria?” (Lucas 24:26, NTV). Jesús se
estaba refiriendo a las muchas profecías
de la Biblia e imágenes en las Escrituras
que predecían la cruz: que el Mesías
sufriría y pagaría un inmenso precio por
los pecados y las transgresiones del
hombre.
Al ser testigo de primera mano de la
creencia errónea de los dos discípulos,
Jesús “comenzando desde Moisés, y
siguiendo por todos los profetas, les
declaraba en todas las Escrituras lo que
de él decían” (Lucas 24:27) mientras
seguían el viaje de siete millas juntos
hacia Emaús.
Encuentro extraordinario
Me encanta el modo en que el Espíritu
Santo elaboradamente registra para
nosotros esta reunión que Jesús tuvo con
los dos discípulos en el camino a Emaús.
Estar con ellos debió de haber sido muy
importante para Él, ya que su encuentro
tuvo lugar el mismo día de su
resurrección. Este fue también el primer
registro que se hace de Él enseñando de
las Escrituras después de haber
conquistado el sepulcro.
Por tanto, no fue una reunión común,
y Dios ha escondido muchas piedras
preciosas en esta historia para nosotros.
La Biblia nos dice: “Gloria de Dios es
ocultar un asunto, y gloria de los reyes el
investigarlo” (Proverbios 25:2, NVI). Por
tanto, profundicemos en este relato del
viaje a Emaús y oigamos las primeras
palabras del Cristo resucitado.
Ocupe sus pensamientos en
Jesús
Ya hemos establecido lo doloroso que
puede ser ocuparse en el yo, y que
solamente podemos ser liberados del yo
cuando nos ocupamos en Cristo.
Mediante esta historia quiero mostrarle
de manera práctica cómo ocupar sus
pensamientos en su amoroso Salvador al
verle en la Palabra de Dios.
En primer lugar, notemos que los
discípulos estaban encerrados en su
propio
entendimiento
de
los
acontecimientos
que
se
habían
producido y en sus pensamientos acerca
de la redención de Israel; como
resultado, estaban abatidos, defraudados
y deprimidos. Eso es lo que sucede
cuando la verdad sobre Jesús está
ausente de nuestras mentes.
Los discípulos habían esperado que
Jesús sería quien redimiría a Israel. Para
ellos, Jesús era simplemente un medio
hacia un fin. Estaban más consumidos
por la redención de Israel que por el
Redentor mismo. ¡No es sorprendente
que estuviesen deprimidos! Jesús nunca
puede ser simplemente un medio hacia
un fin, a pesar de lo noble que pueda ser
ese fin. Necesitamos estar ocupados en
Él y permitir que todo gire en torno a Él
a medida que Él ocupa el lugar central en
nuestras vidas.
Si se siente temeroso, ansioso o
deprimido en este momento, haga
una comprobación rápida. ¿Qué hay
en su mente? ¿En qué está ocupado su
corazón?
¿Están
llenos
sus
pensamientos de fe en Jesús, el Pastor
de su vida, o están llenos de
aprensiones con respecto al futuro,
temores acerca de su situación actual
y excesiva introspección?
¿Están llenos sus
pensamientos de fe en Jesús, el
Pastor de su vida, o están
llenos de aprensiones con
respecto al futuro, temores
acerca de su situación actual y
excesiva introspección?
Los discípulos estaban abatidos
porque no creían en lo que la Palabra de
Dios había profetizado sobre el
sufrimiento y la resurrección de Jesús. Si
hubieran creído y entendido que los
acontecimientos de los últimos tres días
estaban todos ellos orquestados por Dios
y que la cruz era su grandioso plan de
redención para salvar a todos los
hombres, se estarían regocijando con fe,
amor y esperanza. Tendrían una gran
anticipación de su reunión con el Cristo
resucitado en lugar de estar tan
desalentados y mirando hacia ellos
mismos. Pero debido a sus creencias
erróneas, se habían desilusionado y
estaban mentalmente derrotados.
No es sorprendente que Jesús les
dijera: “¡Oh insensatos, y tardos de
corazón para creer todo lo que los
profetas han dicho!” (Lucas 24:25).
Antes de continuar, permítame destacar
que la palabra “insensatos” aquí es la
palabra griega anoetos, que significa
“sin entendimiento y poco sabio”.1
Como contraste, cuando Jesús reprendió
a los fariseos llamándoles insensatos en
Mateo 23:17, la palabra griega utilizada
aquí es moros, que significa “torpe o
estúpido”.2 Este es un término mucho
más duro que Él reservó para los fariseos
religiosos. Jesús no utilizó términos tan
duros para describir a sus discípulos o a
quienes estaban arruinados.
Por tanto, Él estaba corrigiendo
suavemente a los discípulos y
diciendo: “Oh, sin entendimiento y
poco sabios, que son lentos de
corazón para creer…”. Creo que es
importante que entendamos que
Jesús dijo esas palabras con un tono
amoroso, porque también nos está
diciendo esas mismas palabras a
nosotros hoy día. Él nos recuerda
suavemente que nosotros (sus
discípulos) tenemos tendencia hacia
esos dos mismos desafíos: no
entender su Palabra y ser lentos para
creerla.
Cuidado con el celo sin
conocimiento
Hay creyentes en la actualidad que no
saben o no entienden lo que la Palabra de
Dios realmente dice. E incluso en
ocasiones en que sí saben lo que dice su
Palabra, son lentos de corazón para
creer.
Amigo, Jesús no quiere que seamos
ignorantes acerca de su Palabra y seamos
derrotados por nuestra falta de
conocimiento. La razón de que
estudiemos la Palabra de Dios no es
meramente para acumular conocimiento
de la Biblia y hechos históricos. Es para
tener una constante revelación de Jesús.
¿Y cómo hacemos eso? Podemos
comenzar pidiéndoselo al Espíritu Santo.
Muchas veces cuando estudio la Palabra,
hago esta sencilla oración:
“Espíritu Santo, abre mis ojos para ver a
Jesús en la Palabra hoy”. De eso se trata
todo: ver a Jesús.
La razón de que estudiemos la
Palabra de Dios no es
meramente para acumular
conocimiento de la Biblia y
hechos históricos. Es para
tener una constante revelación
de Jesús.
Hay personas que leen la Palabra y,
en lugar de ver a Jesús, todo se convierte
en ley para ellos y se vuelven duros,
legalistas y farisaicos. Pablo describe
este fenómeno en el libro de Romanos:
“muestran celo por Dios, pero su celo no
se basa en el conocimiento”
(Romanos 10:2, NVI). ¿A qué
conocimiento se refiere el apóstol? Lea
los
siguientes
versículos:
“No
conociendo la justicia que proviene de
Dios, y procurando establecer la suya
propia, no se sometieron a la justicia de
Dios. De hecho, Cristo es el fin de la ley,
para que todo el que cree reciba la
justicia” (Romanos 10:3-4, NVI).
En otras palabras, leen la Palabra sin
ver a Jesús en ella y se vuelven celosos
de la ley. Terminan sin saberlo buscando
hacerse a sí mismos justos por la ley. El
legalismo es muy sutil e insidioso.
Muchos legalistas no se dan cuenta de
que están atrapados en el legalismo;
nunca admitirían que son legalistas, y
puede
que
incluso
prediquen
fuertemente contra el legalismo.
También hay personas que atacan el
evangelio de la gracia porque están
cegados por su celo de la ley y que el
hombre necesita mejorarse a sí mismo
mediante la conducta recta. Creo
verdaderamente que muchos de ellos son
genuinos y sinceros; sin embargo, están
sinceramente equivocados.
Crecer en el conocimiento de
la gracia de Dios
Necesita usted saber sin ninguna sombra
de duda que la ley nunca puede hacerle
justo. Jesús es el final de la ley. Usted es
hecho justo cuando cree correctamente
en la persona de Jesús y en su justicia.
Eso es lo que quiero decir con el poder
de creer correctamente.
El apóstol Pablo es la mejor persona
en escribir acerca de esto porque él era el
fariseo de fariseos, el legalista de
legalistas. Hubo una época en su vida en
que no sabía que estaba atado al
legalismo. No olvidemos que cuando
Pablo seguía siendo conocido como
Saulo, no era celoso del pecado; era
celoso de la ley de Dios. De hecho, era
su pasión por la ley de Dios lo que le
hacía perseguir a la iglesia primitiva,
encarcelar a muchos y consentir la
matanza de cristianos. Solamente dejó de
hacer todo eso cuando el propio Jesús
resucitado comenzó a abrir sus ojos a la
verdad en el camino de Damasco (véase
Hechos 9:1-8). Tome un momento para
leer el dramático encuentro que Saulo
tuvo con Jesús:
Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?
Él dijo: ¿Quién eres, Señor?
Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien
tú persigues; dura cosa te
es dar coces contra el
aguijón.
Amigo, cuando otros se pongan en
contra de usted por lo que cree sobre la
gracia de Dios, no sienta que tiene que
argumentar con ellos e intentar
convencerlos. Ámelos y ore para que
Dios abra sus ojos para que vean a Jesús.
La ley es un velo que les ciega; sin
embargo, cuando el velo es apartado,
como cuando los ojos de Pablo fueron
abiertos a la verdad sobre Jesús, no hay
vuelta atrás. Tan sólo vea lo que le
sucedió a Pablo: se convirtió en el
apóstol de la gracia de Dios, y su celo ya
no era sin conocimiento.
Por tanto, no tome esos ataques de
modo personal. Las personas de gracia
tienen un espíritu de misericordia.
Quienes le persiguen por creer en la
gracia de Dios tendrán que encontrarse
con Jesús cuando Él les pregunte: “¿Por
qué me persigues?”. La gracia, después
de todo, no es una enseñanza; es una
Persona. Si ellos escogen atacar la
gracia, están atacando a la persona de
Jesús. Por eso le recomiendo
encarecidamente que les ame y les
mantenga en oración. Recuerde, y vale
la pena repetirlo, que las personas de
gracia tienen
un espíritu de
misericordia.
Sea rápido para creer
En muchos lugares hay creyentes que
sigue pensando que Dios está enojado
con ellos siempre que caen.
Simplemente no tienen una revelación
del evangelio de la gracia y de lo que
significa el amor incondicional de Dios.
Como los dos discípulos en el camino de
Emaús, tales creyentes no tienen
discernimiento y son poco sabios.
También hay creyentes que conocen
sobre el evangelio de la gracia y que
incluso saben que Dios les ama
incondicionalmente; sin embargo, ese
conocimiento está solamente en su
cabeza. Cuando caen, incluso aunque
tienen el conocimiento de la gracia, aun
así siguen teniendo temor a acercarse
con valentía al trono de gracia de Dios
para recibir misericordia, favor, sanidad
y restauración.
¿Cuál es el problema en esta ocasión?
Eso es: son lentos de corazón para creer
la promesa de Dios de gracia abundante
y el regalo de la justicia para reinar en
esta vida. Conocer las verdades de Dios
y el evangelio de la gracia de manera
intelectual no es suficiente. Tiene usted
que ser rápido en creer todo lo que Jesús
ha logrado en la cruz por usted,
especialmente cuando está batallando
con el temor, la culpa y el fracaso. Dios
no quiere que esté usted derrotado
debido a una falta de conocimiento de su
gracia. Al mismo tiempo, quiere que sea
rápido en creer en sus promesas para
usted.
Dios no quiere que esté
usted derrotado debido a una
falta de conocimiento de su
gracia. Al mismo tiempo,
quiere que sea rápido en creer
en sus promesas para usted.
Ya ha aprendido muchas cosas sobre
el amor de Dios por usted en este libro.
Si quiere ver el poder de creer
correctamente operando en cada
dimensión de su vida, le desafío a creer
en la gracia de Él, su amor, su justicia,
su perdón y su obra terminada. Le
prometo que será usted transformado
más allá de lo que pueda imaginar si se
atreve a confiar en el amor de Él por
usted. ¡Su amor nunca falla!
Encienda su corazón
Quiero
mostrarle
otro
aspecto
interesante de la historia de Emaús. La
palabra “Emaús” significa “baños
calientes”,3 y yo he realizado esa
caminata a Emaús con algunos de mis
pastores. Desde luego, no recorrimos las
siete millas (11 kilómetros); nos bajamos
del autobús turístico aproximadamente a
una milla (1,5 kilómetros) de Emaús
porque soy misericordioso con mis
pastores.
Después de todo, ellos no son tan
“fuertes” y tan “jóvenes” como yo. Tan
sólo estoy bromeando.
En un tono más serio, cuando lo
piensa, siete millas es una larga
distancia. De hecho, si lee la historia
completa, los discípulos no sólo
recorrieron siete millas. El mismo día,
caminaron de regreso a Jerusalén desde
Emaús, lo cual hace un total de 14 millas,
o 22,5 kilómetros. ¿Cuándo fue la última
vez que caminó usted 14 millas en el
mismo día?
¿Cómo fue que los discípulos no
estaban
cansados
o
agotados,
especialmente dado su ánimo inicial
cuando emprendieron su viaje? Algo
debió de haber sucedido a los cuerpos de
los discípulos mientras caminaban con
Jesús. Sus cuerpos físicos fueron
avivados, fortalecidos y vigorizados. Su
juventud sin duda alguna fue renovada,
pues la Palabra de Dios promete: “los
que confían en el Señor renovarán sus
fuerzas; volarán como las águilas:
correrán y no se fatigarán, caminarán y
no se cansarán” (Isaías 40:31, NVI).
¿Qué sucedió en el camino? ¿Qué
causó que los cuerpos de los discípulos
experimentasen tal oleada de energía y
vida? Escuchemos cómo describieron
los discípulos el uno al otro lo que habían
sentido mientras caminaban con Jesús:
“¿No ardía nuestro corazón en nosotros,
mientras nos hablaba en el camino, y
cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas
24:32).
¡Ahí está la clave! Cuando las
Escrituras le son abiertas y las cosas
concernientes a Jesús son reveladas, ¡su
corazón será encendido y arderá en su
interior como sucedió con aquellos dos
discípulos! No olvide lo que Jesús hizo
cuando oyó su creencia equivocada y su
conversación
de
derrota:
“Y
comenzando desde Moisés, y siguiendo
por todos los profetas, les declaraba en
todas las Escrituras lo que de él decían”
(Lucas 24:27, énfasis del autor).
En otras palabras, comenzando por
los cinco primeros libros de Moisés
(Génesis, Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio,
conocidos
colectivamente como la Torá), Jesús
explicó todas las cosas concernientes a
Él mismo. Entonces siguió revelándose a
Él mismo en los libros de los profetas,
libros como Samuel, Reyes, Isaías y
Jeremías.
¡Vaya! ¡Qué viaje debió de haber
sido aquel! No es sorprendente que los
corazones de los discípulos fueran
avivados y ardieran en su interior. Como
el nombre de la aldea a la que viajaban,
sus corazones fueron sumergidos
continuamente en un baño caliente
mientras Jesús abría sus ojos para que le
vieran a Él en todas las Escrituras.
¿Qué está mirando?
El primer día de su resurrección, Jesús
estableció un precedente para nosotros
sobre cómo debiéramos leer y estudiar la
Biblia hoy día. Él no quiere que
acudamos a la Palabra para buscar lo que
necesitamos hacer y después irnos con
un puñado de leyes. ¡Claro que no! Jesús
quiere que abramos las Escrituras para
verle a ÉL. Véale en todo, desde Génesis
hasta Apocalipsis. Cuanto más le vea a
Él, más libre será de todas las formas de
ocupación en el yo, y será transformado
de gloria en gloria.
Jesús
quiere
que
abramos las Escrituras para
verle a ÉL.
Cuanto más le vea a Él, más
libre será de todas las formas
de ocupación en el yo.
Cuando se mira a usted mismo, sus
debilidades, fracasos, errores, e incluso
fortalezas y buenas obras, no hay una
esperanza, gozo o paz duraderos. El
apóstol Pablo consideró todos sus logros
como “basura” (Filipenses 3:8), mientras
que el profeta Isaías afirma que
“todos nuestros actos de justicia son
como trapos de inmundicia” (Isaías
64:6, NVI).
Jesús nos muestra que el modo de
llegar a estar completamente ocupados y
consumidos en Él es alejarnos de
nuestros propios pensamientos oscuros y
conversaciones deprimentes y abrir las
Escrituras para verle a Él. Esté ocupado
en Jesús, llene sus pensamientos de su
bondad, y sature su corazón del amor de
Él.
Abra la Biblia y vea a Jesús en los
tipos y las sombras en el Antiguo
Testamento. Cada sacrificio, cada fiesta
e incluso el tabernáculo y los sacerdotes
señalan a Jesús. En el Nuevo
Testamento, vea a Jesús amando y
perdonando a quienes el mundo
despreciaba, como la mujer agarrada en
adulterio. Véale sanando a los ciegos, los
paralíticos, y todos aquellos que estaban
oprimidos por enfermedades. Vea a
Jesús multiplicando la provisión para
aquellos a quienes le faltaba. Le prometo
que su corazón arderá, su cuerpo será
renovado y su mente estará llena de la
paz de Él, su gozo y su sensatez. Le
prometo que pecado, adicciones, malos
hábitos, temor, culpabilidad, ansiedad,
depresión y condenación caerán de su
vida cuando usted esté absorto y
ocupado en la persona de Jesús.
Sencillamente esas cosas no pueden
coexistir en su vida cuando está ocupado
en Cristo y no en usted mismo.
Adicciones,
temor,
culpabilidad, no pueden
coexistir en su vida cuando
está ocupado en Cristo y no en
usted mismo.
Abra las Escrituras para ver
a Cristo
Hace muchos años cuando yo estaba
estudiando la historia de Emaús, le
pregunté al Señor por qué decidió velar
los ojos de los dos discípulos para que
no pudieran reconocerle. Le pregunté:
“¿No habría sido mejor que ellos te
vieran con tus manos marcadas por los
clavos?”. Razonaba conmigo mismo
que aquellos clavos debieron de haber
sido inmensos, y posiblemente se
pudiera ver la luz atravesar aquellas
heridas. Quizá habría sido mejor si
Jesús hubiera caminado por las
ajetreadas calles de Jerusalén, hubiera
levantado sus manos y gritado:
“¡Oigan! ¡Todos ustedes, vean esto!”.
Pero Jesús no hizo eso. Él sabía que
hacer eso no produciría verdadera fe. Él
me reveló que era más importante que
los discípulos le vieran en la Palabra que
le vieran en persona. Vaya, esas palabras
produjeron mucha esperanza y aliento en
mi corazón. Si la fe de los discípulos
estuviera basada en que habían visto a
Jesús físicamente en la carne, entonces
¿qué esperanza tenemos nosotros hoy
día? Jesús a propósito veló sus ojos para
que ellos le viesen primero en las
Escrituras. Eso nos sitúa a usted y a mí
en el mismo nivel y con igual
oportunidad que los dos discípulos.
Jesús quiere que todos le veamos en la
Palabra.
La Palabra de Dios nos dice: “Así que
la fe es por el oír, y el oír, por la palabra
de Dios” (Romanos 10:17). Eso significa
que cuanto más oiga usted a Jesús
revelado y explicado en las Escrituras,
más fe será impartida a su corazón para
creer todo lo que la
Palabra de Dios dice sobre usted.
¿Podría ser que la razón de que muchos
creyentes sigan viviendo en derrota hoy
día es que Jesús no les ha sido revelado
en las Escrituras?
Parece haber una hambruna espiritual
en el mundo actualmente, una escasez de
enseñanza y predicación que revele a la
persona de Jesús de manera que haga que
los corazones de las personas ardan
como si estuvieran en un baño caliente.
En cambio, lo que frecuentemente
escuchamos es enseñanza sobre hacer el
bien y más hacer el bien. Mi pregunta
es: ¿es eso el evangelio? ¿Está siendo
revelado Jesús?
El evangelio se trata de Jesús; no se
trata de hacer el bien. Creer
correctamente sobre Jesús es lo que
marca una diferencia en las vidas de las
personas. El apóstol Pablo dice: “Porque
no me avergüenzo del evangelio, porque
es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree; al judío primeramente, y
también al griego. Porque en el
evangelio la justicia de Dios se revela
por fe y para fe, como está escrito: Mas
el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:1617).
El verdadero evangelio de
Jesucristo siempre produce
piedad, santidad, moralidad,
carácter, provisión, salud,
sabiduría, amor, paz, gozo, y
muchas más cosas.
El evangelio es el evangelio de
Cristo, y todo se trata de Jesús. No es el
evangelio de moralidad y carácter, y
definitivamente no es el evangelio de
dinero y prosperidad. Pero ¿sabe lo que
hace el evangelio? Produce todas esas
cosas. El verdadero evangelio de
Jesucristo siempre produce piedad,
santidad, moralidad, carácter, provisión,
salud, sabiduría, amor, paz, gozo, y
muchas más cosas. Todas ellas fluyen
del evangelio de Jesucristo.
Ese es el evangelio del que no me
avergüenzo. Por eso, lo que hago cada
domingo, y en todo lugar donde hablo, es
predicar mensajes que revelan a Jesús.
Sé que cuando Él está en el centro en las
vidas de las personas, sus temores, culpa
y adicciones ya no estarán en el centro.
Cuando la justicia de Dios (no su propia
justicia) es revelada, vivirán de fe en fe.
Vivirán de un nivel de creer
correctamente al siguiente nivel de creer
correctamente, y desde un nivel de
victorias al siguiente nivel de victorias.
Romanos 1:17 dice que el justo vivirá
por la fe. No dice que el justo vivirá por
sus propias obras. La esencia de la fe
cristiana está fundada en este versículo.
Fue este versículo el que lanzó la
Reforma. Martín Lutero recibió la
revelación de que un creyente es
justificado por la fe y no por las obras de
la ley.
En otras palabras, el justo vivirá
creyendo correctamente en todo lo que
Jesús ha logrado por él en el Calvario y
no por sus propios logros. De hecho, la
fe se trata de creer que usted es justo
mediante la obra terminada de Jesús. La
centralidad del evangelio está basada en
creer correctamente, no en hacer
correctamente. La verdad es que cuando
usted cree correctamente, terminará
viviendo
correctamente.
Creer
correctamente siempre conduce a vivir
correctamente.
Cuando usted cree correctamente que
su justicia viene de Jesús, la Palabra de
Dios dice: “El camino de los justos es
como la primera luz del amanecer, que
brilla cada vez más hasta que el día
alcanza todo su esplendor” (Proverbios
4:18, NTV).
Sabemos que solamente Jesús es
perfectamente justo y recto. ¿Qué
esperanza tenemos usted y yo si el brillo
de nuestros caminos está basado en
nuestra propia justicia? Pero debido a
que hemos sido hechos justos mediante
la obra terminada de Él, Dios garantiza
que nuestros caminos brillarán cada vez
más a medida que somos transformados
de gloria en gloria.
En Cristo, su futuro está bendecido;
está lleno del favor de Él y lleno de todas
las
puertas
correctas
abiertas,
oportunidades y ascensos. En Él, puede
usted esperar bien, victoria, favor y
éxito. Tome consuelo hoy sabiendo que
sus mejores victorias no han quedado a
sus espaldas, sino que están por delante
de usted. Jesús le está llevando a un lugar
tan bueno que está por encima de lo que
usted pueda llegar a pedir, pensar o
imaginar.
En Cristo, su futuro está
bendecido; está lleno del
favor de Él y lleno de todas
las
puertas correctas abiertas,
oportunidades y ascensos.
Cómo ver a Jesús en el
mundo
La Biblia desde Génesis hasta
Apocalipsis señala a la persona de Jesús.
Cuando Jesús caminaba con los dos
discípulos, estoy seguro de que habría
acampado en el capítulo 22 de Génesis.
Es ahí donde Dios le dijo a Abraham que
ofreciera a su hijo, su único hijo, el hijo
a quien amaba.
Piense en esta historia por un
momento. Es una historia de un hijo que
lleva la leña hasta el monte Moriah de
camino a ser sacrificado. Muchas
personas no entienden esta historia. ¿Por
qué pediría Dios que el hijo de Abraham
fuese sacrificado? Todo el pasaje en el
capítulo 22 de Génesis es realmente la
historia del evangelio. Dios mismo
enviaría a su Hijo, su único Hijo, el Hijo
a quien amaba. Su Hijo llevaría una
pesada cruz de madera por el mismo
monte; pero Él recorrería todo el camino
hacia la cumbre más elevada, conocida
como monte Calvario, y se sacrificaría
como pago por los pecados de toda la
humanidad.
¡Es una hermosa imagen de Jesús!
¿Puede verla?
Ahora imagine estar en la posición de
Abraham: usted va subiendo por el
monte con su hijo, Isaac. Cuando llega al
lugar del sacrificio, su hijo se dirige
hacia usted con sus grandes y hermosos
ojos y le pregunta inocentemente: “Papá,
veo el fuego y veo la leña, pero ¿dónde
está el cordero?”.
Estoy seguro de que esa pregunta
debió de haber partido el corazón a
Abraham. Reteniendo sus emociones,
miró a los ojos al muchacho y le dijo:
“Hijo, Dios se proveerá de cordero”.
Abraham dijo esas palabras por la fe, y
fue una palabra profética de lo que Dios
haría.
Y justamente cuando Abraham
estaba a punto de sacrificar a su hijo,
Dios dijo: “Detén tu mano y mira”.
Abraham miró a sus espaldas y vio a un
cordero enredado en un zarzal por sus
cuernos (véase Génesis 22:12-13). Creo
que cuando Abraham se giró y miró, no
solamente vio el cordero enredado en un
zarzal, sino que también vio una visión
profética del verdadero Cordero de Dios,
Jesucristo, con una corona de espinos
(no muy distinta al zarzal donde estaban
enredados los cuernos del cordero)
rodeando su frente. Vio al Cordero
sujeto con rudos clavos a la cruz.
¿Cómo sé eso? Porque Jesús les dijo
a los fariseos: “Abraham se gozó de que
había de ver mi día”. Y ellos se burlaron
de Él, diciendo: “Aún no tienes
cincuenta años, ¿y has visto a
Abraham?”. Él respondió enfáticamente:
“Antes que Abraham fuese, yo soy”
(véase Juan 8:56-58).
¿De qué se regocijó Abraham? Aquel
día en el monte Moriah, Abraham vio
una imagen profética de Jesús en la cruz,
¡y se regocijo de ver su día! Vio que Dios
ciertamente se proveería a sí mismo
como el Cordero sacrificial, de modo
que llamó al lugar Yehovah Yireh
(Jehová-jiré), que significa “Jehová se
ocupará (de ello)” o “el Señor proveerá”
(Génesis 22:14). Dios vio nuestra
desesperada necesidad de una ofrenda, y
proveyó a su propio Hijo amado como el
sacrificio por todos los hombres.
Dios le dijo a Abraham: “Ahora sé
que temes a Dios, porque ni siquiera te
has negado a darme a tu único hijo”
(véase Génesis 22:12). ¿Sabe por qué le
dijo eso? Para que hoy en día podamos
creer y decir con seguridad en nuestros
corazones: “Amado Dios, ahora sé que
me amas porque no has rehusado a tu
Hijo, tu único Hijo, el Hijo a quien amas
tanto, sino que lo entregaste en la cruz
por mí”.
Sumérjase en su amor y su
gracia
Amigo, nunca sabrá lo mucho que Dios
le ama a menos que entienda lo mucho
que Dios amaba a Jesús, y sin embargo,
le entregó para rescatarle. Dios no tenía
que enviar a su Hijo a sufrir la cruz, pero
decidió hacerlo debido su infinito amor
por usted.
Nunca sabrá lo mucho que
Dios le ama a menos que
entienda lo mucho que Dios
amaba a Jesús, y sin embargo,
le entregó para rescatarle.
No olvide que, en el caso de
Abraham, Dios evitó que sacrificase a
Isaac. En el caso de Jesús, nadie detuvo
el sacrificio. Nadie evitó el sufrimiento a
Dios. Nadie alivió el dolor del Padre.
Fue un pesado sacrificio hecho con un
corazón de amor.
Toda la historia de Abraham
ofreciendo a Isaac se trata de la
inmensidad del amor de Dios por
nosotros. La historia nos revela la
angustia, el dolor y el sufrimiento que
Dios mismo atravesó. Como el Padre,
ofreció a su propio Hijo amado y
precioso, Jesucristo, para redimirnos de
nuestros pecados. Dios no trata del
pecado a la ligera. La única manera de
salvarnos fue permitir que el castigo por
el pecado recayera completamente sobre
su propio Hijo. Jesús es el “cordero” que
se permitió a sí mismo quedar enredado
en un “zarzal” como el pago por todas
nuestras transgresiones.
Cuando vea a Jesús revelado en las
Escrituras, cuando vea su amor,
sufrimiento y sacrificio revelados en las
Escrituras de este modo, su corazón
arderá con la calidez de su amor, como
los corazones de los dos discípulos que
le oyeron explicar por las Escrituras
todas las cosas referentes a Él mismo. De
modo inconsciente, el desaliento, las
preocupaciones y todas sus aprensiones
se fundirán a medida que el amor
incondicional de Él encienda esperanza
y fe en su corazón.
Dios quiere que usted esté ocupado
en Jesús, que sea libre de ocuparse en el
yo, mediante ver a su Hijo en la Palabra.
Llene su mente del amor y el poder de
Él, y su corazón encontrará descanso en
su abundante amor por usted. Oro para
que experimente su propio viaje por el
camino de Emaús a medida que abre las
Escrituras y permite que su Palabra bañe
su corazón en la calidez de su bondadosa
gracia y su misericordia.
¡Verdaderamente todo se trata de Jesús!
CAPÍTULO 15
ADORE CON LAS
PALABRAS DE DAVID
Al seguir aprendiendo cómo podemos
ser libres de ocuparnos en el yo, permita
que comparta el viaje realizado por una
señora, Bárbara, de Texas, que descubrió
que Jesús era la respuesta a sus luchas.
Apreciado pastor Prince,
Fui salva cuando era niña,
pero a causa de pecados,
cometidos por mí y contra
mí, nunca me sentí digna.
Ataques
de
ansiedad,
migrañas y otros síntomas
físicos
siguieron
inundándome durante años,
empeorando cada vez más.
Recientemente llegué a tocar
fondo cuando las mentiras
del acusador me hicieron
pasar de tener temor cada
vez que salía de mi casa, a
tener ataques de ansiedad
incluso cuando estaba en mi
propio
hogar.
Me
despertaba en medio de la
noche teniendo esos ataques.
Sabía que algo tenía que
cambiar, pero no sabía
dónde comenzar.
Batallé contra tomar las
medicinas que los médicos
me recetaban. Oraba y hacía
que mi madre orase, pero
algo faltaba. Yo estaba
decidida a ponerme bien, y
por eso compré libros de
autoayuda, incluso un libro
“cristiano”. Creía que Dios
estaba dispuesto a sanarme y
que Jesús murió por mi
sanidad, pero que yo tenía
que “hacer mi parte” si
quería que mi sanidad se
manifestara. Leí el libro
“cristiano” para ser libre,
para
recibir
sanidad
espiritual, mental y física,
pero solamente me hizo
revivir y recordar todo mi
pasado, y me situó en un
mayor tormento mental.
El acusador comenzó a
atacarme incluso más. Me
sentía peor que nunca
mientras él me atormentaba
con cosas que habían
sucedido hacía veinte años o
más. Realmente pensé que
estaba probando lo que el
infierno podría ser, al estar
atormentada día y noche.
Incluso creía que eso era lo
que yo tenía que soportar
para recibir mi sanidad.
Mediante
mis
propios
esfuerzos fallidos, trabajaba
muy duro para obtener
redención, intentando ser
buena y hacer el bien
durante los últimos años.
Pero
mis
esfuerzos
funcionaban
solamente
durante pequeños períodos
de tiempo antes de que la
ansiedad y el temor
regresaran con venganza.
Pero gracias a Dios
porque tengo una madre que
ora, y conseguí sus libros y
enseñanzas y recibí la
revelación de la gracia y el
regalo de la justicia. Los
anteriores
recursos
requerían
mis
propios
esfuerzos, lo cual sólo hizo
que las cosas empeorasen,
pero
sinceramente, me
llevaron hasta mi propio
límite.
Mediante la verdad de sus
mensajes y libros sobre la
gracia y la persona de Jesús,
soy sana. He dejado de
mirarme a mí misma y
comencé a mirarle a Él.
Cada día, bebo de las aguas
vivas de Jesús. Día tras día,
soy más semejante a Él
porque “tal como Él es, así
soy yo en este mundo”.
Le doy gracias a Dios por
las revelaciones que he
recibido y sigo recibiendo
mediante su ministerio. Por
primera vez, entiendo lo que
realmente significa ser la
justicia de Dios por medio de
Cristo Jesús y entiendo
el verdadero poder de la
sangre de Jesús y su obra
terminada en la cruz.
Estoy emocionada por
tener una verdadera relación
con mi Papá celestial.
Espero vivir el resto de mi
vida disfrutando de las
bendiciones
de
Dios
mediante
su
favor
inmerecido. Yo pedí sanidad,
¡pero Él me ha dado mucho
más!
¡Toda la gloria y la alabanza
para Jesús! ¿No es sorprendente
ver lo que sucede cuando las
personas sencillamente apartan sus
ojos de sí mismas y se ocupan en
Jesús?
Me encanta cómo Bárbara describe el
modo en que ella practica la presencia de
Jesús diariamente en su vida: “He dejado
de mirarme a mí misma y comencé a
mirarle a Él. Cada día, bebo de las aguas
vivas de Jesús. Día tras día, soy más
semejante a Él porque ‘tal como Él es,
así soy yo en este mundo’”.
Lo único que ella hizo fue apartar la
mirada de sí misma y mirar a Jesús. Y a
medida que bebió diariamente de sus
aguas vivas, descubrió que era cada vez
más semejante a Él: sana, estable y
sensata en mente y cuerpo.
El desafío de una semana
¿Puedo desafiarle a comenzar a hacer lo
que hizo Bárbara? Cada vez que se
sienta
derrotado,
practique
ser
consciente de Jesús en su vida. A pesar
de lo que esté sintiendo, véale a Él
amándole,
estando
con
usted,
sosteniendo su mano y guiándole fuera
del temor, el dolor, la duda y la
adversidad. No sea lento de corazón
para creer; sea rápido en creer que Jesús
está con usted.
Sea rápido en creer que
Jesús está con usted.
Antes de abandonar y decidir que las
cosas nunca van a cambiar en su vida,
tengo una tarea para usted. ¿Querría
practicar la presencia de Jesús tan sólo
por una semana? Eso es todo lo que le
pido: una semana de su tiempo. A lo
largo de esa semana, en el momento en
que tenga pensamientos de fracaso,
culpa, temor, ansiedad y derrota,
¡inmediatamente ocupe su mente en
pensamientos positivos de su Salvador
Jesucristo! La palabra clave aquí es
inmediatamente. Se trata de ser rápido en
creer, ¡de modo que necesita suceder
rápidamente! Inmediatamente, vea a
Jesús en su situación. Inmediatamente,
ocupe su mente en pensamientos del
amor de Él, su paz, su amorosa mano
sobre su vida y su obra terminada.
Al final de esta semana, escríbame a
praise@josephprince.com y comparta
conmigo lo que haya experimentado.
Sinceramente espero que acepte este
desafío, y espero con ilusión tener
noticias de usted.
Cómo estar
Jesús
ocupado en
¿Ha observado que cuando está
experimentando dolor en su cuerpo, es
muy difícil pensar en alguna otra cosa?
Por ejemplo, si tiene un fuerte dolor de
muelas, no estará pensando en los niños
que se mueren de hambre en el mundo y
en sus necesidades. No, estará usted
absorto en el dolor de su propia boca y
ninguna otra cosa realmente importa. El
dolor es lo único que usted siente, y es lo
único en que puede pensar.
Del mismo modo, cuando estamos
pasando por un tiempo difícil o tratando
una pesada carga de estrés, ansiedad,
temor o condenación, es muy desafiante
realizar el cambio de estar ocupado en el
yo a estar ocupado en Cristo, porque
estamos preocupados por nuestros
propios problemas. Al igual que el fuerte
dolor de muelas, nuestros problemas son
lo único en que podemos pensar.
Ocuparse en el yo es como eso. Es
doloroso, y mantiene su atención en el
yo.
Por tanto, ¿cómo hacemos el cambio
de paradigma de estar ocupados en
nuestros propios problemas y en
nosotros mismos a estar ocupados en
Jesús?
Para responder esa pregunta,
permítame mostrarle el modo en que
David se alentaba a sí mismo en el Señor
cuando se sentía temeroso, ansioso o
deprimido. Aprendamos de alguien a
quien Dios describe como “un hombre
conforme a mi corazón”
(Hechos 13:22, NVI). La Palabra de Dios
nos revela que siempre que David tenía
problemas, adoraba al Señor con
hermosos salmos, himnos y alabanzas.
En lugar de revolcarse en su propia
derrota e ir a tientas en la oscuridad,
David levantaba su mirada a los cielos y
elevaba su VOZ al Rey de reyes. En sus
últimos años, cuando
Absalón, su propio hijo, intentó usurpar
el trono, David podría haber decidido
vengarse enviando a sus leales tropas
contra Absalón. Sin embargo, no tuvo las
agallas de luchar contra su propio hijo, y
en lugar de batallar con Absalón, a quien
amaba mucho, David huyó de Absalón
con lágrimas en sus ojos y un corazón
partido. Imagine lo abatido que David
debió de haberse sentido, traicionado por
su propia carne y sangre.
Pero en lugar de quedar abrumado
por las circunstancias atrozmente
dolorosas que le rodeaban, David miró al
Señor y le adoró con estas palabras
eternas mientras ascendía al monte de los
Olivos: “Mas tú, Jehová, eres escudo
alrededor de mí; mi gloria, y el que
levanta mi cabeza. Con mi voz clamé a
Jehová, y él me respondió desde su
monte santo” (Salmos 3:3-4).
¿No es maravilloso saber que cuando
clamamos al Señor en adoración, Él nos
oye? Cuando David adoró al Señor, Dios
dio la vuelta a su circunstancia para su
bien. Dios permitió que una persona en
el campamento de Absalón le diera un
buen consejo, y como resultado, el golpe
de estado de Absalón fracasó.
Adore a Jesús en su valle de
problemas
Le digo que independientemente de
cuáles sean sus problemas en este
momento, aprenda a adorar a Jesús en su
valle de problemas y alabe su amoroso
nombre. Véale a Él como su escudo.
Véale como su gloria y quien levanta su
cabeza. Sea consumido con Jesús, y Él
dará la vuelta a sus circunstancias para
su bien. Permita que su corazón
encuentre descanso y paz en la seguridad
de su amor.
Aprenda a adorar a Jesús
en su valle de problemas.
Algunas personas piensan que
cuando adoran a Dios, le están dando
algo a Él. Por el contrario, yo creo que
cuando le adoramos y le alabamos, Él
nos da a nosotros, impartiendo su vida,
su sabiduría y su poder a nuestras vidas.
Nuestras mentes están siendo renovadas,
y creo que nuestra juventud y nuestro
cuerpo físico también son renovados en
la dulce presencia de Él.
Piense en ello por un momento. Dios
no necesita que le adoremos y le
alabemos. Él tiene todo un ejército de
ángeles que pueden cantarle y adorarle
veinticuatro horas al día, siete días por
semana. Y contrariamente a usted y yo,
¡esos ángeles no se cansan y nunca
desafinan! Dios no es un melómano, que
demanda de nosotros adoración y
alabanza. ¡Claro que no! Le adore usted
o no, Él sigue siendo Dios.
La adoración, entonces, es una
respuesta por nuestra parte a su amor por
nosotros. No tenemos que hacerlo, pero
cuando experimentamos su amor y su
gracia en nuestras vidas, queremos
hacerlo. Es una respuesta que nace de
una revelación en nuestro corazón de lo
grande, y lo asombroso, lo majestuoso y
lo amoroso que verdaderamente es
nuestro Señor y Salvador. Cuando le
adoramos y nos perdemos totalmente en
su magnífico amor por nosotros, algo
nos sucede. Somos cambiados y
transformados para siempre en su
presencia. Todo temor, preocupación y
ansiedad se alejan cuando Jesús es
exaltado en nuestra adoración.
Cuando le adoramos y nos
perdemos totalmente en su
magnífico amor por nosotros,
somos cambiados y
transformados para siempre
en su presencia.
El poder de la adoración
Nuestro equipo ministerial recibió esta
carta de Emma en Alemania, y creo que
le ayudará a ver lo que la adoración
puede hacer por usted:
Tengo sesenta y dos años.
Siempre que el diablo intenta
atacarme con síntomas de
una enfermedad, escucho sus
álbumes de adoración y
adoro a Jesús, mi Señor, mi
Salvador y mi Redentor.
También participo con
frecuencia de la Santa
Comunión a la vez que
escucho los cantos de
adoración. Después de
algunos minutos, ¡todos los
síntomas desaparecen!
Después de experimentar
esos milagros, comencé a
llevar
los
cantos
de
adoración a la residencia
para ancianos en la que
trabajo. En esa residencia,
había algunos ancianos que
gritaban durante toda la
noche. Ninguna medicina
podía ayudarles, y se les
podía oír gritar desde las
8:00 de la tarde hasta las
6:00 de la mañana. Yo
trabajo en el turno de noche,
y una noche puse el
reproductor de CD en el
corredor de sus habitaciones
y puse su CD de adoración
Un Toque de Su Presencia.
Esa noche, ninguno de
aquellos ancianos gritó.
Todos estuvieron tranquilos
y durmieron pacíficamente
durante toda la noche.
También había una señora
en la residencia que sufría de
esquizofrenia. Una noche
estaba muy inquieta y no
dejaba de hablar en voz alta
para
sí
misma.
Su
compañera, una señora con
demencia, cantaba de modo
estridente. Agarré mi iPod y
les puse los cantos de Un
Toque de Su Presencia.
Después de tres minutos, las
dos mujeres se durmieron
profundamente.
Mis dos colegas que
estaban conmigo quedaron
asombrados por lo que
acababan de ver, y pidieron
tener un reproductor de CD
en la habitación de las
mujeres para que las otras
señoras
pudieran
en
escuchar los cantos de
adoración. Hasta la fecha,
esos pacientes ancianos ya
no gritan hasta quedarse
dormidos en la noche.
Con respecto a mí, he
estado
escuchando
los
cantos de adoración en mi
iPod durante mi descanso en
el trabajo, y cada vez la
gloria de Dios desciende
sobre esa residencia para los
ancianos y bendice a esas
personas. ¡Toda la gloria
para Jesús!
Me encanta este testimonio.
¡Realmente muestra lo poderosa que
puede ser la adoración!
El CD que Emma mencionó proviene
de una colección de adoración, Un
Toque de Su Presencia (volúmenes 1 y
2). No es una grabación común de
cantos. Los cantos fueron compilados de
reuniones en vivo y son todos ellos
cantos de adoración espontánea que
salieron de mi espíritu durante períodos
íntimos
de
adoración,
cuando
simplemente nos ocupamos de la
persona de Jesús. Yo canté lo que Dios
estaba poniendo en mi corazón, y Él
manifestó su amorosa presencia. Es
entonces cuando los dones del Espíritu
obraron y se produjeron sanidades entre
las personas que había en la
congregación.
En la popular página web de música
digital, iTunes, que presenta esta
colección, una persona compartió que
poner los cantos de Un Toque de Su
Presencia mientras adoraba al Señor o
mientras estaba tumbado en la cama
daba entrada a la dulce presencia del
Señor. Esos momentos han sido tan
fundamentales para edificarle y
afirmarle, que esa persona lo ha
convertido en parte de su rutina diaria.
Otro hermano describió que esta
música de adoración le liberó de mucho
temor y problemas de sueño crónicos.
Cada noche durante algunos años, un
temor paralizador e irracional le
despertaba
de
su
sueño
aproximadamente cada treinta minutos y
le dejaba con un temor aún mayor. A
pesar de orar para recibir paz, ese pobre
hombre descubrió que no podía irse a
dormir con las luces apagadas.
Un día mientras ponía los cantos en
su cuarto, de repente sintió la presencia
tangible de la calma y la paz del Señor.
Y mientras escuchaba la música, por
primera vez en mucho tiempo durmió
como un niño. ¡Estaba tan contento que
lo único que pudo hacer fue dar las
gracias al Señor y llorar! Él escucha el
álbum todas las noches ahora, e incluso
lo ha descargado a su iPod en su auto.
Quería compartir con usted estos
testimonios porque creo que algunos de
ustedes quieren adorar a Dios, pero
puede que no sepan dónde comenzar
cuando están en su casa. Si eso le
describe usted, entonces comience
obteniendo música cristiana ungida que
puede llenar su cuarto de la presencia del
Señor. Permita que la música
sencillamente caiga sobre usted como
ríos de agua viva. Permita que la
presencia del Señor quite todo temor y
toda ansiedad; permita que su amor
elimine las preocupaciones que le
cargan. Permita que Jesús sea exaltado y
glorificado, ¡y véale cambiar todas las
cosas para su bien!
Aprenda del dulce salmista
Mucho antes de que el enemigo pueda
robar su victoria, le roba su canto; antes
de que pueda robarle su gozo, le roba su
alabanza. Antes de que se dé usted
cuenta, comienza a volverse crítico,
pesimista, malhumorado y deprimido.
No le permita hacer eso. Deje que las
alabanzas estén continuamente en sus
labios, y será siempre consciente de la
presencia del Señor, de su favor, su
bondad y sus bendiciones en su vida.
¿No sabe qué cantar? No hay nadie
mejor de quien podamos aprender que el
dulce salmista de Israel: David. Después
de David hubo rey llamado Ezequías,
que hizo precisamente eso.
Eche un vistazo a cómo describe la
Biblia a este rey en 2 Reyes 18:5, 7: “En
Jehová Dios de Israel puso su esperanza;
ni después ni antes de él hubo otro como
él entre todos los reyes de Judá… Y
Jehová estaba con él; y adondequiera que
salía, prosperaba”.
El rey Ezequías llevó el avivamiento
a su pueblo y restauró la alabanza y la
adoración en la casa de Dios. También
devolvió la soberanía a su nación
después de que su padre, el rey Acaz,
hundiese al reino en la adoración pagana
y pusiera a la nación bajo la maldición
(véase 2 Reyes 16:18-19).
En 2 Crónicas 29:25-26, 30 se
registra que Ezequías “puso también
levitas en la casa de Jehová con
címbalos, salterios y arpas, conforme al
mandamiento de David… Y los levitas
estaban con los instrumentos de David…
Entonces el rey Ezequías y los príncipes
dijeron a los levitas que alabasen a
Jehová con las palabras de David…”.
¿No se alegra de que Dios nos diera
el libro de Salmos en la Biblia para que
al igual que el rey Ezequías, podamos
adorar al Señor con las palabras de
David? David escribió un gran número
de los salmos, y Dios es revelado de
manera especial cuando cantamos con
las palabras de David. Él dio a David un
don especial para escribir cantos que
revelan su amor y su corazón.
Ciertamente, no podemos mejorar las
palabras que David escribió, así que
unámonos a David para exaltar el
nombre del Señor, y permitamos que Él
se convierta en nuestra roca y fortaleza
cuando nos sintamos acosados por los
problemas de la vida. Exaltemos al
Señor y veamos cómo Él nos libera.
Sigámosle y permitamos que Él sea
nuestro pastor. Permitamos que nos lleve
a descansar en verdes valles y nos guíe
junto a aguas de reposo.
Cómo definió Jesús el temor
de Dios
Algo sucede cuando usted canta con las
palabras de David. Sus temores
comenzarán a fundirse. No puede usted
salir de su temor con su propia
psicología. Quizá incluso mientras está
leyendo esto ahora, su mente se ve
acosada por temor acerca de su futuro, o
temor a la carencia, o a perder su
juventud. Quizá tenga miedo a alguna
enfermedad, a perder a sus seres
queridos, o a alguna dolencia. Quizá esté
atormentado diariamente por el temor al
rechazo. Amigo, el único temor que Dios
quiere que usted tenga es un santo temor
del Señor, el cual Jesús mismo define
como la adoración de Dios.
Cuando el diablo tentó a Jesús en el
desierto, le dijo: “Todo esto te daré
[todos los reinos del mundo y su gloria],
si postrado me adorares”. Jesús, citando
del libro de Deuteronomio, respondió:
“Vete, Satanás, porque escrito está: Al
Señor tu Dios adorarás, y a él sólo
servirás” (Mateo 4:9-10).
Ahora
bien,
si
hace
una
comprobación rápida de lo que Jesús citó
en el libro de Deuteronomio, realmente
dice: “A Jehová tu Dios temerás…”
(Deuteronomio 6:13). Por tanto, Jesús
definió el “temor” de Dios como la
“adoración” de Dios. En otras palabras,
el único “temor” que debería usted tener
en su vida es la adoración de Dios.
Adórele a Él, y todos sus temores se
desvanecerán a la luz de su gloria y su
gracia.
Adórele a Él, y todos sus
temores se desvanecerán a la
luz de su gloria y su gracia.
El salmo del Pastor
El salmo más citado de la Biblia, el
Salmo 23, fue escrito por David. Puede
que esté usted familiarizado con estas
palabras que Dios ha preservado en su
Palabra para que aprendamos acerca de
su amor y su bondad hacia nosotros:
“Jehová es mi pastor; nada me faltará”
(v. 1). El Salmo 23 es un salmo
asombroso para que lo memorice y
medite en él cada vez que enfrente un
desafío.
Un hermano de Maryland, en Estados
Unidos, me escribió para compartirme
que fue sanado de un dolor crónico en su
hombro meditando en el Salmo 23. John
había leído uno de mis devocionales
diarios sobre la meditación en la Palabra
de Dios, donde demostraba cómo
hacerlo con el Salmo 23. Mientras iba de
camino del trabajo a su casa ese día, John
comenzó a meditar en “El SEÑOR es mi
pastor, nada me falta” (NVI). Se enfocó
en la bondad del Señor en que desea ser
nuestro
pastor,
y
cómo
Él
verdaderamente provee todas nuestras
necesidades. John vio al Señor
protegiéndole en la carretera, sanándole
de su dolor y dándole favor en su trabajo.
Al momento que llegó a su casa,
descubrió que su dolor, el cual le había
molestado por dos años y limitado de sus
movimientos,
¡se
había
ido
completamente!
Amigo, yo quiero que sepa que el
poder para sanarle donde usted esté se
encuentra en la Palabra de Dios. ¡Hay
poder sanador en los salmos! No son
solamente cantos escritos para llenar
páginas en su Biblia. Algo sucede a su
cuerpo físico y sus circunstancias
externas cuando usted memoriza, medita
y adora con las palabras de David.
Salmo 34: Decida bendecir al
Señor
Otro hermoso salmo es el Salmo 34, que
fue escrito por David en la cueva de
Adulam.
Me
resulta
realmente
interesante que David escribiera uno de
los salmos más poderosos durante uno de
los períodos más desafiantes de su vida.
La introducción al salmo en algunas
traducciones de la Biblia describe el
Salmo 34 como: “Salmo de David,
acerca de cuando se hizo pasar por loco
frente a Abimelec, quien lo echó de su
presencia”.
No es necesario imaginar mucho para
ver que ese fue uno de los puntos más
bajos en la vida de David. David estaba
huyendo del rey Saúl y buscó refugio en
el rey de Gat (a quien se hace referencia
como “Abimelec” en la introducción al
salmo). ¿Recuerda a Gat? Goliat, el
gigante que había aterrorizado a los hijos
de Israel, era de Gat. ¡Y ahora David
estaba en un estado tal de confusión que
buscaba refugio en el rey de Goliat!
¡Cómo han caído los poderosos!
Cuando David estaba en Gat, los
siervos del rey de Gat le reconocieron y
dijeron: “¿No es éste David el rey de la
tierra?”. Probablemente le reconocieron
como quien había vencido a su campeón
Goliat y había cortado su cabeza.
Después de todo, fue una importante
derrota que no se borraría fácilmente de
sus memorias. Por tanto, le recordaron a
su rey: “¿no es éste de quien cantaban en
las danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus
miles, y David a sus diez miles?” (1
Samuel 21:11).
Cuando David oyó sus palabras, el
temor se apoderó de su corazón y tuvo
mucho miedo a lo que el rey de Gat
pudiera hacerle. La Biblia nos dice: “Y
cambió su manera de comportarse
delante de ellos, y se fingió loco entre
ellos, y escribía en las portadas de las
puertas, y dejaba correr la saliva por su
barba” (1 Samuel 21:13). ¿Puede
imaginar el estado mental en que estaba
David? ¡El campeón de Israel ahora se
revolcaba en el suelo con saliva por toda
su barba!
Enojado porque sus siervos le
hubieran llevado a un “loco” delante de
él, el rey de Gat expulsó a David.
Entonces, en el siguiente versículo en la
Biblia registra para nosotros: “Yéndose
luego David de allí, huyó a la cueva de
Adulam” (1 Samuel 22:1).
Ahora que entiende el contexto,
puede apreciar las palabras que fueron
escritas desde las profundidades de esa
cueva. Después de un episodio tan
enloquecedor, David pudo haberse
ocultado en la cueva y haberse
revolcado en la autocompasión y la
condenación, pero en cambio entonó
estas palabras:
Bendeciré a Jehová en todo
tiempo; su alabanza estará
de continuo en mi boca. En
Jehová se gloriará mi alma;
lo oirán los mansos, y se
alegrarán. Engrandeced a
Jehová conmigo, y exaltemos
a una su nombre. Busqué a
Jehová, y él me oyó, y me
libró de todos mis temores.
—Salmos 34:1-4
En su momento más oscuro, David
decidió no ser derrotado por sus
circunstancias; en cambio, decidió
bendecir al Señor y dejar que las
alabanzas del Señor estuvieran
continuamente en su boca. ¿Tenía
temor?
¡Claro que sí! Por eso se estaba
ocultando en una cueva. Sin embargo, a
pesar de su temor a que el rey Saúl le
capturase o que el rey de Gat le matase
para vengar a Goliat, buscó al Señor en
adoración, y Dios en su fidelidad le libró
de todos sus temores.
De un ejército AED
guerreros sin temor
a
Amigo, quiero que vea que David entró
en la cueva con desesperación, pero algo
sucedió cuando David adoró al Señor. Y
no sólo le transformó a él, sino que
también transformó a todos los hombres
que estaban reunidos con él. La Biblia
nos dice que cuando David estaba en la
cueva, “se juntaron con él todos los
afligidos, y todo el que estaba
endeudado, y todos los que se hallaban
en amargura de espíritu, y fue hecho jefe
de ellos; y tuvo consigo como
cuatrocientos hombres.” (1 Samuel
22:2).
Yo lo denomino ejército AED porque
todo aquel que estaba angustiado,
endeudado o descontento se reunió con
David. Y en el salmo, David alentó a
todos aquellos cuatrocientos hombres a
cantar en voz alta en la cueva y
engrandecer al Señor con él (Salmos
34:3). Cuando lo hicieron, sus caras se
alumbraron y “no fueron avergonzados”
(Salmos 34:5).
Por tanto, aquellos hombres no
siguieron siendo un ejército AED.
Fueron transformados de gloria en gloria
y llegaron a ser conocidos como los
poderosos de David. Puede leer acerca
de sus grandes hazañas en 2 Samuel
23:8-39. Se convirtieron en guerreros
sin temor, derribadores de gigantes por
derecho propio, y hombres fieles que
sirvieron a David todos los días de sus
vidas.
De la misma manera hoy día, cuando
usted decide adorar al Señor en medio de
sus pruebas, no puede evitar ser
transformado. Puede que comience
angustiado, endeudado o descontento;
pero su historia no termina ahí. Mientras
mantenga sus ojos en el Rey de reyes.
¡Él le exaltará y hará que llegue a ser
usted poderoso!
Mantenga sus ojos en el
Rey de reyes. ¡Él le
exaltará y hará que llegue
a ser usted
poderoso!
Del temor a la fe
Veamos con mayor detalle lo que le
sucedió a David. En el Salmo 34
escribió: “Este pobre clamó”
(obviamente refiriéndose a sí mismo), “y
le oyó Jehová, y lo libró de todas sus
angustias” (v. 6). David se estaba
ocultando de sus enemigos, pero cuando
adoró, vemos un cambio en su ánimo.
Comenzó aterrado, pero vemos que
siguió cambiando sus pensamientos
alejándolos de él mismo y de sus propios
temores. Vemos que siguió practicando
el poder de creer correctamente al
declarar en su salmo que el Señor le
había oído y le había librado. Al final,
dejó de verse a él mismo solo y acosado.
En cambio, declaró con valentía: “El
ángel de Jehová acampa alrededor de los
que le temen, y los defiende” (v. 7).
En otras palabras, cuando David
adoró al Señor, ya no tuvo miedo de sus
enemigos. El ángel del Señor se volvió
más real para el que el rey Saúl o el rey
de Gat. Y David, que acababa de
escapar al fingir locura y rebajarse
delante del pueblo de Gat, ahora podía
jactarse en el Señor y proclamar lo
siguiente con confianza: el ángel del
Señor acampa y rodea a quienes le
adoran, y sin duda los liberará.
¿Cree usted eso ahora? No importa si
siente temor, si está en angustia,
endeudado o descontento. Crea
correctamente. Crea que cuando usted
busque al Señor en adoración como
hicieron David y sus hombres, el Señor
ciertamente le oirá y le liberará de todos
sus problemas. La adoración es una de
las maneras más fáciles y, a la vez, más
poderosas de ser libres de ocuparnos en
el yo. Aleje la mirada de los síntomas
dolorosos o las circunstancias temerosas
que le estén molestando, y adore a Jesús.
Esté ocupado en Él, y todo obrará para
su bien.
La adoración es una de
las maneras más fáciles y, a la
vez, más poderosas de ser
libres de ocuparnos en el yo.
¿Me haría un favor? Me gustaría que
visitara la página
josephprince.com/power, donde he
incluido un video de adoración en el que
dirijo a mi iglesia cantando las palabras
de David en el Salmo 34. No es algo que
pueda lograr en un libro, pero quiero
demostrarle mediante el video cómo la
adoración es una de las maneras más
rápidas de enfocarse en Jesús y
sobreponerse a sus sentimientos de
derrota.
Estoy creyendo que a medida que
adoramos al Señor, usted será
completamente libre de cualquier
problema o área de derrota en la que esté
batallando hoy. Pongámonos de acuerdo
en que su cuerpo será sanado, que todos
sus temores desaparecerán, y que todas
sus adicciones se irán en el poderoso
nombre de Jesús.
Exalte al Señor conmigo, adoremos a
Jesús con las palabras de David, ¡y
experimente su bondad y su liberación!
PARTE SEIS
TENGA
UNA
CONFIADA
EXPECTATIVA
DE BIEN
CAPÍTULO 16
LA BATALLA ES
SEÑOR
DEL
Cuando los saqueadores ejércitos de
Moab, Amón y el monte Seir
descendieron sobre Jerusalén, Josafat, el
rey de Judá, declaró el estado de
emergencia y convocó a toda Judá a
buscar ayuda del Señor. Todos los
hombres de Judá, con sus esposas y sus
pequeños, llegaron delante de la casa
del Señor con expresiones sombrías,
esperando ansiosamente oír de parte de
su rey. Sabían que sus enemigos les
sobrepasaban en número con mucha
diferencia, y el temor a perder todo lo
que tenían ahora abatía sus espíritus.
Algunas de las mujeres lloraban
incontroladamente, teniendo temor por
las vidas de sus esposos en la cercana
batalla. Los niños que había con ellos,
que nunca habían visto a sus padres y
sus familiares tan temerosos y abatidos,
tan sólo esperaban con una tranquilidad
poco característica a que el rey hablase.
¿Ha estado en una situación como
esta, en la que sus circunstancias
parecen
ser
totalmente
desesperanzadoras? ¿Donde se sintió
inmovilizado y abrumado por los
desafíos que le rodeaban, sin ninguna
salida o ni siquiera un alivio
temporal a la vista?
Eso es exactamente lo que le sucedió
a la pequeña tribu de Judá cuando se
vieron rodeados por todos los frentes por
tres potentes y sangrientos ejércitos que
avanzaban con rapidez hacia ellos (véase
2 Crónicas 20:1-4). Con sus enemigos
deseosos sin piedad alguna de
aniquilarlos a ellos y a todos los
habitantes de Jerusalén, era una situación
desoladora y sin esperanza, y parecía que
estaban destinados a un trágico final.
Esperanza para momentos
sin esperanza
Puede que haya períodos en nuestras
vidas en los que parezca que nuestros
desafíos nos llegan desde todas las
direcciones simultáneamente, y nos
vemos completamente inundados por un
problema tras otro. Quizá la presión de
un desafío económico condujo a grietas
en su matrimonio, al igual que el
desarrollo de una enfermedad y una
pesada opresión mental. Bajo el peso
acumulado de todo lo que llega usted a
la misma vez, se siente como si toda su
vida estuviera en una espiral fuera de
control y se estuviera desmoronando.
Día tras día, sus circunstancias parecen
estar deteriorándose con rapidez a pesar
de sus mejores esfuerzos por salvar las
cosas.
En momentos tan desesperados, ¿qué
hace usted cuando sinceramente no sabe
qué hacer?
Creo que la respuesta puede
encontrarse en el relato que hace la
Biblia de la batalla de Josafat. Hay
muchas perlas de sabiduría preciosas y
prácticas ahí de las que usted y yo
podemos beneficiarnos, especialmente
cuando se trata de afrontar una gran
presión y sentirse paralizado por la
escala de las adversidades que nos
rodean.
Vencer el temor
Quiero dirigir su atención al hecho de
que cuando Josafat fue informado de que
una gran multitud salía contra él, tuvo
miedo. Eso es: ¡la primera reacción de
Josafat fue el temor! No sé de usted,
¡pero eso me da esperanza! Estoy muy
contento de que la Palabra de Dios no
censure detalles poco glamurosos. Nos
da un retrato auténtico de quién era
Josafat. Él no era un valiente rey
guerrero que siempre estaba lleno de fe
y gozaba de una dosis desproporcionada
de osada valentía, siempre listo para
derribar a sus enemigos. No, era un
hombre común; era como nosotros.
Cuando se enteró de las malas noticias
acerca de sus enemigos, hizo lo que
usted y yo habríamos hecho: sintió
pánico.
Pero lo que hizo destacar a Josafat fue
que incluso cuando tenía temor, lo
primero que hizo fue que “decidió
consultar al Señor” (2 Crónicas 20:3,
NVI). Eso es algo que usted y yo
necesitamos aprender a hacer siempre
que sintamos temor. En vez de caer en
espiral cada vez más profundamente en
el abismo de la autoderrota, sepa que
cuando se sienta abrumado por sus
circunstancias, ese es el momento en que
necesita decidir consultar al Señor. Sin
duda, no es el momento de alejarse de
Dios y de sentirse amargado, enojado,
frustrado y defraudado con Él. Dios no
es el autor de sus problemas; es el autor
y consumador de su fe, su victoria y su
éxito.
Dios no es el autor de sus
problemas; es el autor y
consumador de su fe, su
victoria y su éxito.
Josafat nos muestra que está bien
sentir temor. Todos experimentamos
oleadas de temor de vez en cuando, y
Dios no le condena cuando siente usted
temor. Pero cuando reciba un informe
médico negativo o malas noticias acerca
de su familia o su negocio, decida buscar
al Señor. ¡Jesús es su respuesta! Su
perfecto amor por usted echará fuera
todo temor.
Tener verdadera esperanza
bíblica
Cuando Josafat hubo reunido a todo Judá
en torno a él, se puso delante del pueblo
en la casa del Señor y oró: “Jehová Dios
de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en
los cielos, y tienes dominio sobre todos
los reinos de las naciones? ¿No está en tu
mano tal fuerza y poder, que no hay
quien te resista?” (2 Crónicas 20:6).
¿Qué ve en las palabras de la oración
de Josafat? En lugar de declarar sus
temores al Señor y lamentarse de lo
superada que estaba su pequeña tribu por
los enemigos, Josafat centró su oración y
sus pensamientos en lo grande y
poderoso que verdaderamente es su
Dios. Proclamó con valentía que nadie
puede resistir al Señor. Nadie, ¡ni
siquiera los poderosos guerreros de
Moab, Amón y el monte Seir! En una
situación sin esperanza, Josafat esperó
en el Señor.
¡Yo llamo a eso esperanza bíblica!
Esperanza es una hermosa palabra en la
Biblia. Esperanza en el Nuevo
Testamento es la palabra griega elpis,
que se define como una “favorable y
confiada expectativa” o “la feliz
anticipación del bien”.1 Eso significa que
cuando usted espera en el Señor, hay un
gozo en su aspecto (dicho con sencillez,
una sonrisa en su cara). Hay una
confiada seguridad en su corazón de que,
a pesar de lo sombrías que parezcan ser
las circunstancias, aún no ha terminado.
Esperanza en el Señor,
una confiada seguridad en su
corazón de que, a pesar de lo
sombrías que parezcan ser
las circunstancias, aún no
ha terminado.
Dígalo en voz alta en este momento:
“¡Aún no ha terminado!”.
Dios está obrando en un segundo
plano por usted, y está dando la vuelta a
la situación para su bien (véase Romanos
8:28). Él está preparando una mesa
delante de usted en presencia de sus
enemigos (véase Salmos 23:5). Todos
sus abundantes recursos celestiales, su
poder, su sanidad, su restauración, su
liberación, su provisión, su favor, su
ayuda, su consuelo y su amor están con
usted y están de su lado, esperando a ser
desatados sobre usted. El Señor su Dios
abrirá las ventanas de los cielos sobre su
vida y derramará para usted tal bendición
¡que no habrá espacio suficiente para
recibirla! Cuando toda nuestra esperanza
está en
Él, podemos contar con sus promesas
hacia nosotros. Él reprenderá al
devorador por nosotros y no permitirá
que el enemigo tome lo que nos
pertenece legítimamente.
Desgraciadamente,
la
palabra
“esperanza” tal como se usa en nuestra
lengua moderna es completamente
diferente y a veces incluso opuesta a la
manera en que la Biblia la define.
Cuando nosotros utilizamos la palabra
“esperanza” hoy día, decimos cosas
como: “Espero conseguir el empleo”, y
“Espero que no llueva mañana”. Nuestro
uso de la palabra denota incertidumbre,
duda y ambivalencia. Muchas veces
incluso usamos la palabra “esperanza”
en sentido negativo, como si
esperásemos lo peor. Por ejemplo,
podríamos decir: “Espero que el informe
médico no vaya a ser malo”, con tonos
llenos de temor, aprensión e inseguridad.
Eso no es esperanza bíblica.
Esperanza
desilusiona
que
no
La Palabra de Dios declara: “Y esa
esperanza no acabará en desilusión. Pues
sabemos con cuánta ternura nos ama
Dios” (Romanos 5:5, NTV). En la Nueva
Versión Internacional dice: “Y esta
esperanza no nos defrauda, porque Dios
ha derramado su amor en nuestro
corazón por el Espíritu Santo que nos ha
dado”. Podemos tener verdadera
esperanza—una expectativa de bien
segura, gozosa y confiada—¡cuando
creemos correctamente lo mucho que
Dios nos ama! Existe una correlación
directa y proporcionada entre esperanza
y creer correctamente en el amor de Dios
por usted. La esperanza surge en su
corazón cuando usted cree que Dios le
ama. Puede tener una confiada
expectativa de bien, porque tiene un
Dios bueno que nunca le dejará en la
estacada.
Puede tener una confiada
expectativa de bien, porque
tiene un Dios bueno que
nunca le dejará en la
estacada.
A pesar de lo adversas que puedan
parecer sus circunstancias en este
momento, ponga su confianza en el
Señor. El hombre puede defraudarnos y
fallarnos, pero Dios nunca falla. El
Salmo 118:8-9 lo expresa para nosotros
cuando dice: “Mejor es confiar en
Jehová que confiar en el hombre. Mejor
es confiar en Jehová que confiar en
príncipes”. Tan sólo mire los resultados
cuando lo hacemos: a pesar de ser
atacado por todos los frentes, el salmista
es capaz de declarar con valentía: “Todas
las naciones me rodearon; mas en el
nombre de Jehová yo las destruiré”
(Salmos 118:10).
¿Quiere saber por qué el salmista
pudo poner su confianza en el Señor en
lugar de en el hombre? El secreto se
revela en el modo en que este salmo
comienza y termina. El primer
versículo comienza con un enfático:
“Den gracias al Señor, porque él es
bueno; su gran amor perdura para
siempre”, y el salmo termina con una
frase idéntica: “Den gracias al Señor,
porque él es bueno; su gran amor
perdura para siempre” (v. 29,
NVI).
Amigo, espere en el Señor porque Él
es bueno, ¡y su amor perdura para
siempre! A pesar de lo difícil, imposible
o apremiante que pueda ser su situación
actual, puede tener una expectativa de
bien positiva, optimista y confiada. Y se
debe a que usted sabe y cree que su Dios
es bueno y que su amor por usted
perdura para toda la eternidad. ¡Es usted
la niña de sus ojos! Esta esperanza nunca
defrauda, lo cual significa que sus
mayores victorias están por delante de
usted.
Espere en el Señor porque
Él es bueno, ¡y su amor
perdura para siempre!
Estar quieto
Después de que Josafat decidiera buscar
al Señor y hubiera orado delante de toda
la asamblea de Judá, el espíritu del Señor
vino sobre Jahaziel y él declaró las
palabras del Señor:
¡Escuchen habitantes de
Judá y de Jerusalén!
¡Escuche, rey Josafat! Esto
dice el Señor: ¡No tengan
miedo! No se desalienten por
este poderoso ejército,
porque la batalla no es de
ustedes sino de Dios… Sin
embargo, ustedes ni siquiera
tendrán que luchar. Tomen
sus
posiciones;
luego
quédense quietos y observen
la victoria del Señor. Él está
con ustedes, pueblo de Judá
y de Jerusalén. No tengan
miedo ni se desalienten.
¡Salgan mañana contra
ellos, porque el Señor está
con ustedes!
—2 Crónicas 20:15, 17
Al oír esas palabras de esperanza,
todo Judá se humilló delante del Señor,
postrándose delante de Él y adorándole.
Hoy día el Señor le está diciendo las
mismas palabras a usted en su situación.
¡Espere en Él porque Él le ama! No tiene
que vivir con temor y desaliento cuando
sabe que la batalla no es de usted, sino
del Señor. Esté quieto y vea la salvación
del Señor. La batalla es de Él, y usted no
tendrá que luchar en ella.
¿Qué hace usted cuando no sabe qué
hacer? Lo mejor que puede hacer es
estar quieto.
Esté quieto y vea la salvación del
Señor en su situación.
Pero, pastor Prince, si me quedo
quieto, ¡nada sucederá!
Amigo, estar quieto no es inactividad
o no hacer nada. Es una postura de
esperanza, que implica mantener su
esperanza anclada en la persona de
Jesús y tener una segura y confiada
expectativa de bien. Cuando los
saqueadores ejércitos del faraón iban a la
carga hacia los hijos de Israel, decididos
a aniquilarlos, Moisés simplemente
declaró a los aterrados israelitas: “No
tengan miedo. Sólo quédense quietos y
observen cómo el Señor los rescatará
hoy” (Éxodo 14:13, NTV). La palabra
hebrea para rescate o salvación es
yeshua, que es realmente el nombre de
Jesús. Por tanto, la salvación es la
persona de Jesús, y Él está con usted.
Cuando esté atrapado en una
situación sin esperanza, aprenda a tomar
posiciones: quédese quieto y vea el
poder salvador de la obra de Jesús por
usted. Él nunca le dejará ni le
abandonará (véase Hebreos 13:5). Y
cuando se centre usted mismo, sus
pensamientos, sus creencias y sus
esperanzas en Él, Él le guiará con
respecto a qué hacer, al igual que guió a
Josafat hacia una triunfante victoria
sobre sus enemigos.
Crea en el Señor
Vamos a llegar al punto culminante de la
historia. ¿Está preparado para leer sobre
la batalla de Josafat?
La Biblia nos dice: “Y cuando se
levantaron por la mañana, salieron al
desierto de Tecoa. Y mientras ellos
salían, Josafat, estando en pie, dijo:
Oídme, Judá y moradores de Jerusalén.
Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis
seguros; creed a sus profetas, y seréis
prosperados” (2 Crónicas 20:20).
Quiero alentarle a memorizar este
sencillo y poderoso versículo. Yo lo
denomino la visión 20/20 porque este
versículo se encuentra en el capítulo 20,
versículo 20. Tener visión 20/20 es tener
lo que los oftalmólogos consideran una
agudeza visual sana. Eso significa que
usted no sufre miopía y puede ver con
claridad cuando está a una distancia de
20 pies del esquema visual.
Si desea tener agudeza visual
espiritual y una visión 20/20 del bien que
Dios tiene para usted en su futuro,
entonces crea en el Señor y las palabras
de sus profetas (los pastores y
predicadores a quienes Dios ha puesto en
su vida). Ese es el poder de creer
correctamente. No sea miope y se quede
enredado en sus actuales desafíos,
corriendo de un lado a otro como si fuera
una gallina descabezada, intentando
resolver sus problemas con sus propias
fuerzas. Dios no quiere que viva en un
estado perpetuo de incertidumbre,
ansiedad, estrés y temor.
Crea en el Señor su Dios, y será
establecido.
Crea en sus profetas, y será
prosperado.
Crea que las batallas que está usted
peleando son del Señor.
Crea que las batallas que
está usted peleando son del
Señor.
Cuando
cree
correctamente,
experimentará verdadera esperanza
bíblica y comenzará a vivir con una
certera,
gozosa
y
confiada
expectativa de bien a pesar de cuáles
sean sus circunstancias.
Muchos batallan porque no creen en
el Señor. No creen en su Palabra, y no
creen en sus profetas. ¡Su crisis es una
crisis de creencia! Por eso es tan esencial
entender
el
poder
de
creer
correctamente. Creer correctamente
siempre producirá vivir correctamente.
Si usted puede cambiar lo que cree, sin
duda puede cambiar su vida y comenzar
a vivir con esperanza, gozo y confianza.
La inusual estrategia militar
de Josafat
Antes de que el ejército de Judá
marchase al campo de batalla, Josafat
consultó con el pueblo. Entonces hizo
algo muy inusual. ¡Nombró adoradores
que cantasen alabanzas al Señor para que
fueran delante del ejército! Esa fue una
estrategia militar muy peculiar, por
decirlo suavemente. Pregunte a
cualquier experto en guerra. Ninguno le
aconsejaría que enviase a sus músicos al
campo de batalla, y mucho menos que
los posicionara precisamente delante; a
menos que tuviera un deseo de muerte
para ellos.
Por lo poco que sé sobre guerra
militar, es necesario enviar primero a las
fuerzas de élite, como sus comandos o
Seals de la Marina, para recopilar
inteligencia o golpear objetivos clave. Y
se supone que ellos operan en modo
sigilo para obtener ventaja táctica contra
el enemigo. Un grupo de adoradores
alabando a Dios con toda la fuerza de su
voz y delatando su posición delante del
enemigo suena más a una misión suicida
que a una buena estrategia militar.
Pero recordemos que esta no fue una
batalla común. La batalla era del Señor,
y la Palabra registra para nosotros que en
el momento en que “comenzaron a
entonar cantos de alabanza, Jehová puso
contra los hijos de Amón, de Moab y del
monte de Seir, las emboscadas de ellos
mismos que venían contra Judá, y se
mataron los unos a los otros” (2 Crónicas
20:22).
Dios causó confusión entre los
campamentos de los enemigos, y en
lugar de salir contra Judá, los soldados
de Amón y Moab formaron una alianza
para matar y destruir a los habitantes del
monte Seir. Entonces, cuando los
hubieron aniquilado por completo, se
volvieron el uno contra el otro y
comenzaron a destruirse mutuamente
hasta que todos resultaron muertos
(véase 2 Crónicas 20:23).
Mientras tanto, cuando sus enemigos
se destruían el uno al otro, los adoradores
de Judá alababan a Dios, inconscientes
de lo que estaba sucediendo entre sus
enemigos. Por tanto, cuando llegaron al
lugar con vistas al campo de batalla, se
prepararon para un ataque general por
parte de las fuerzas combinadas de tres
enemigos diferentes.
Imagine sus caras cuando la escena
de cuerpos muertos de sus potenciales
ejecutores esparcidos por todo el valle
les dio la bienvenida. La destrucción de
sus enemigos fue tan completa que la
Biblia
registra:
“ninguno
había
escapado” (2 Crónicas 20:24).
Alabe al Señor porque Él es
bueno
Judá no utilizó ni una sola espada aquel
día, pero la batalla fue ganada. De
hecho, fue ganada antes de que las
tropas de Judá ni siquiera llegasen al
escenario.
¿Observó cuándo comenzó el Señor
a poner emboscadas contra sus
enemigos?
Fue
cuando
ellos
comenzaron a cantar alabanzas a Dios.
Cuando oigo esta historia que se enseña
desde el púlpito, el énfasis normalmente
se pone en que la alabanza derrota a
nuestros enemigos. Esa es una enseñanza
estupenda, pero hoy quiero llevarle un
paso más allá. Quiero mostrarle que las
palabras de alabanza utilizadas aquí son
igual de importantes, si no incluso más
importantes. Usted puede alabar al Señor
por diferentes cosas, pero en períodos en
que las presiones, los desafíos y los
problemas lleguen a usted desde todos
los frentes, ¿qué hace cuando no sabe
qué hacer? En momentos de gran
adversidad, ¿cómo mantiene una
confiada expectativa de bien y sigue
esperando en el Señor?
Debería usted saber ya que una de
mis frases favoritas es: “No hay detalles
insignificantes en la Biblia”. Dios
deliberadamente registra para nosotros
las palabras que el pueblo de Judá utilizó
para alabarle cuando marchaban a la
batalla. Y por eso sabemos que estaban
cantando: “Glorificad a Jehová, porque
su misericordia es para siempre”
(2 Crónicas 20:21). ¿Le resulta familiar?
Hablamos sobre esto anteriormente en
este capítulo cuando estudiamos el modo
en que comienza y termina el Salmo 118
con esa misma frase. Pero esta frase no
sólo aparece en el libro de Salmos. De
hecho, esta tan cercana al corazón de
Dios que se presenta de modo muy
destacado en muchos momentos clave en
la historia de Israel.
Por ejemplo, la Biblia describe que el
mismo día en que David finalmente llevó
el arca del pacto de regreso a Jerusalén,
entregó un salmo en manos de Asaf que
contenía esta frase: “Aclamad a Jehová,
porque él es bueno; porque su
misericordia es eterna” (véase 1
Crónicas 16:7, 34). Entonces, el día de la
dedicación del templo que Salomón, el
hijo de David, construyó para Dios, la
Biblia también destaca que todos los
hijos de Israel adoraron y alabaron al
Señor, diciendo: “Porque él es bueno, y
su misericordia es para siempre” (2
Crónicas 7:3). De nuevo, oímos esta
poderosa frase.
Amigo, creo que es obvio que hay
algo muy especial en estas dos sencillas
líneas de alabanza. Creo que Dios quiere
que meditemos en Él y le alabemos con
estas sencillas palabras incluso cuando
nos sintamos abatidos, abrumados o
temerosos. En momentos como esos, aún
podemos alabarle porque Él es bueno, y
su misericordia es para siempre. ¿Cree
eso hoy? Alábele con esas palabras hasta
que lo crea en su corazón, y le prometo
que surgirá esperanza desde el interior de
su corazón.
Muchos batallan en este momento
porque no creen que Dios sea bueno y
que su amor perdure para siempre. La
palabra para “amor” aquí es la palabra
hebrea tan potente, hesed, que habla de
la gracia de Dios, su misericordia y su
bondad.2 A pesar de cuántas veces haya
usted caído o haya errado el blanco, e
incluso si los problemas que le rodean
son consecuencia de sus propias
acciones, ¿querrá dirigirse hoy hacia el
Señor y alabarle por su bondad y su
hesed (su gracia)?
Yo he experimentado su bondad y su
hesed (su gracia) de ese modo en mí
mismo. Hace algunos años cuando
estaba atravesando un período desafiante
en mi vida, Dios me dio una melodía
celestial, y estas palabras surgieron de
mi espíritu: “¡Alaba al Señor porque Él
es bueno, y su amor perdura para
siempre. Alaba al Señor porque Él es
bueno, y su misericordia perdura para
siempre”. Era una melodía muy pura,
sencilla y poco complicada, y yo la
cantaba una y otra vez hasta que todos
mis
temores,
ansiedades
y
preocupaciones desaparecieron y me
sentí completamente libre.
Alabe al Señor porque Él
es bueno, porque su hesed
(gracia, amor, misericordia
y bondad) en su vida perdura
para siempre.
Alabe al Señor porque Él es bueno,
porque su hesed (gracia, amor,
misericordia y bondad) en su vida
perdura para siempre. Adórele con
estas palabras, y a medida que le alabe,
Él pondrá emboscadas a todos sus
enemigos,
problemas,
temores,
desafíos y adicciones. Cuando llegue
usted a su campo de batalla, creo que
sus enemigos habrán caído todos. Ni
uno solo de sus adversarios escapará
porque el Señor mismo pelea las
batallas de usted.
El valle de la bendición
¿Sabe cómo termina la historia de la
batalla de Josafat? Josafat y sus hombres
pasaron tres días enteros reuniendo el
botín de guerra que habían encontrado
entre los cuerpos muertos de sus
enemigos.
Recuperaron
“muchas
riquezas… alhajas preciosas” (2
Crónicas 20:25). El cuarto día, se
reunieron con todo el botín en el valle de
Beraca, y adoraron y dieron gracias al
Señor allí (2 Crónicas 20:26). Qué
adecuado es entonces que llamaran a ese
valle “Beraca”, que significa
“bendición”.3
Después de eso, la Biblia nos dice
que “regresaron a Jerusalén llenos de
gozo porque el Señor los había librado
de sus enemigos” (2 Crónicas 20:27,
NVI). Dios había convertido su temor en
regocijo, su tristeza en alegría y sus
problemas en bendiciones.
Eso es lo que sucede cuando
esperamos en el Señor. Alábele porque
Él es bueno y su hesed (su gracia)
perdura para siempre. Puede tener una
confiada expectativa de bien porque su
Dios es un Dios bueno. Al igual que el
pueblo de Judá, que significa “alabanza”
en hebreo (véase Génesis 29:35), no
tendrá usted que luchar, porque la batalla
es del Señor. ¡Aleluya!
CAPÍTULO 17
A DIOS LE ENCANTA
QUE USTED PIDA EN
GRANDE
Quiero
comenzar este capítulo
planteándole este desafío: ¡pida a Dios
grandes cosas! ¿Qué desea ver en su
vida, en su familia, su salud, sus
finanzas y su carrera? ¡Pida a Dios esas
cosas! Jesús dijo que el enemigo viene
para robar, matar y destruir, pero que Él
vino para que pudiera usted tener vida,
y tenerla en abundancia (véase Juan
10:10). Jesús vino para que usted
pudiera vivir una vida que esté marcada
no por la carencia sino por la
abundancia; no por la desesperación
sino por la plenitud de su amor, su gozo
y su paz.
¿Desea verse a usted mismo viviendo
libre de temor, culpa y adicciones?
Entonces pida al Dios de la gracia y la
vida abundantes.
¿Desea ver su cuerpo fuerte y sano y
su juventud renovada como la del águila
(véase Salmos 103:5)? Pida al Dios que
es bueno.
¿Desea ver su matrimonio, a sus hijos
y a sus seres queridos bendecidos en
todos los aspectos? Pida al Dios cuyo
amor por usted perdura para siempre.
¿Desea una carrera o un negocio por
el que pueda estar apasionado y en el que
pueda ejercitar todos los dones que Dios
ha puesto en su vida? Pida al Dios que es
más que suficiente.
Tome un momento y no se apresure
con esto. ¿Qué le pediría a Dios si
supiera sin ninguna sombra de duda que
Él es bueno y que su amor por usted
perdura para siempre?
¿Qué le pediría a Dios si
supiera sin ninguna sombra
de duda que Él es bueno y que
su amor por usted perdura para
siempre?
¿Qué pediría?
Me gustaría que hiciera algo en este
momento. ¿Quiere dejar a un lado por un
momento este libro y agarrar su diario?
Me gustaría que escribiese lo que le
pediría a Dios si supiera que Él oye sus
oraciones. ¿Cuáles son sus sueños,
esperanzas y aspiraciones? ¿Qué le
gustaría ver suceder en su vida? ¿Con
qué está batallando en este momento?
¿En qué área de su vida le gustaría ver
el poder de Dios obrar? Escríbalo.
Escríbalo todo. Escriba lo que usted
quiere ver suceder con esperanza bíblica
en su corazón de que Él le oye y
proveerá. Escriba con una expectativa
de bien certera, gozosa, positiva y
confiada.
No sólo le pida a Dios cosas
pequeñas. ¡Pídale cosas grandes! Por
ejemplo, no le pida simplemente un
empleo; pídale una posición de
influencia. No le pida sólo que restaure
su salud; pídale una vida larga y sana
llena de muchos días buenos. Extienda
su fe para creer en la bondad de Dios. Él
se agrada cuando nuestra fe es grande.
Dios no se ofende cuando le pedimos
cosas grandes.
¿Quiere hacer eso en este momento?
Tan sólo tome unos instantes y escriba
sus peticiones a Dios; Dios, que es
grande y más poderoso de lo que
podamos nunca imaginar. Dios, que
situó sus planetas en sus lugares y
declaró orden en el mundo. Dios, que
dirigió a su pueblo en una columna de
nube durante el día y una columna de
fuego en la noche. Dios, que hizo llover
maná del cielo y sacó agua de una roca
seca. Dios, que ayudó a Judá a vencer a
sus enemigos sin ni siquiera tener que
sacar una sola espada. Dios, que
convirtió agua en el vino de mayor
calidad. Dios, que hizo caminar al
paralítico, ver al ciego y oír al sordo.
Dios, que multiplicó cinco panes y dos
pequeños peces para alimentar a cinco
mil hombres. Dios, que reprendió el
viento y convirtió una feroz tormenta en
una gran calma. Dios, que resucitó
muertos y conquistó el sepulcro.
Pida lo que necesite de Dios, ¡quien
LE ama con amor eterno!
Dios no se ofende cuando le
pedimos cosas grandes.
A Dios le encanta que usted le
pida
Hubo un hombre en la Biblia con el
nombre de Jabes. Su nombre era bastante
desafortunado; significa
“tristeza”1 porque su madre le dio a luz
en dolor (1 Crónicas 4:9). ¡Vaya nombre
que llevar! Pero Jabes clamó a Dios:
“¡Oh, si me dieras bendición, y
ensancharas mi territorio, y si tu mano
estuviera conmigo, y me libraras de mal,
para que no me dañe!” (1 Crónicas 4:10).
Me he encontrado con algunos
predicadores que afirmaban que los
creyentes no deberían hacer oraciones
“egoístas” para ser ellos mismos
bendecidos. La adoración de Jabes
probablemente
encajaría
en
su
definición de una “oración egoísta”, pues
se trataba de pedirle a Dios que le
bendijese, extendiese su territorio,
estuviese con él y le protegiese. Pero
¿sabía que Dios no reprendió a Jabes por
pedirle esas bendiciones? Sin ninguna
fanfarria, la Biblia en el mismo versículo
simplemente registra: “Y le otorgó Dios
lo que pidió”. De hecho, la Biblia
también dice que “Jabes fue más ilustre
que sus hermanos” (1 Crónicas 4:9)
porque pidió a Dios lo que necesitaba
contrariamente a pelear por ello.
Eso fue todo. Ningún drama,
ninguna larga lista de lo que Jabes tenía
que hacer o no hacer. Es realmente así
de sencillo. ¡Dios oyó su oración y le
concedió su petición! Ninguna
reprensión, ningunas instrucciones,
nada de: “Jabes, si quieres que te
bendiga, antes debes hacer esto”. No,
Dios honró la fe de ese hombre y
convirtió su tristeza en alegría y su
dolor en bendiciones; ¡todo porque él
tenía una confianza inconmovible en lo
bueno que Dios es y pidió en grande!
Amigo, tenga una buena opinión de
Dios. Él no va tras de usted para hacerle
caer. Él le ama y desea desatar su favor
en cada área de su vida. Le encanta
cuando usted clama a Él, y prometió que
le respondería cuando lo haga. Tan sólo
véale declarándole Jeremías 33:3:
“Clama a mí, y yo te responderé, y te
enseñaré cosas grandes y ocultas que tú
no conoces”.
Tenga una buena opinión
de Dios. Él no va tras de
usted para hacerle caer. Él
le ama y desea desatar su
favor en cada área de su
vida.
¿Podría ser que no estemos viendo
muchas victorias porque hemos hecho de
pedir a Dios grandes cosas un tabú con
nuestra retórica religiosa y legalista?
¿Podría ser que no estemos viendo
muchas bendiciones porque no hemos
estado pidiendo a Dios y buscándole con
una confiada expectativa de bien?
Permítame mostrarle lo que Jesús
dijo sobre pedir a Dios:
Pedid, y se os dará; buscad,
y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. Porque todo aquel
que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama,
se le abrirá. ¿Qué hombre
hay de vosotros, que si su
hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un
pescado, le dará una
serpiente? Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar
buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos
dará buenas cosas a los que
le pidan?
—Mateo 7:7-11
Amigo, a su Padre celestial le causa
gran gozo cuando usted le pide; Él se
agrada en bendecirle a usted al igual que
a su familia (véase Lucas 12:32). Deje de
estar retenido por creencias erróneas
sobre Dios, ¡y comience a pedirle
cualquier cosa que esté en su corazón
hoy!
Deje de estar retenido por
creencias erróneas sobre
Dios, ¡y comience a
pedirle cualquier cosa que
esté en su corazón hoy!
Dios honra nuestra fe
Josué, el sucesor de Moisés que guió a
los hijos de Israel a la tierra prometida,
era alguien que se atrevió a pedir en
grande. Cuando Josué se vio inmerso en
el fragor de la batalla con sus enemigos
y el sol estaba a punto de ponerse, clamó:
“Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el
valle de Ajalón” (Josué 10:12). La Biblia
pasa a decir: “Y el sol se detuvo y la luna
se paró, hasta que la
gente se hubo vengado de sus
enemigos… porque Jehová peleaba por
Israel” (Josué 10:13-14).
Me encanta esta historia. Cuando mis
líderes y yo estábamos en las llanuras
donde tuvo lugar esta batalla, pudimos
ver el sol sobre Gabaón y la luna sobre el
valle de Ajalón al otro lado. Tanto el sol
como la luna podían verse al mismo
tiempo desde esa ubicación. Al estar allí,
podía imaginarme a Josué en medio de la
batalla, elevando su voz y señalando al
sol a un lado diciéndole que se detuviera
y después girándose hacia la luna para
darle la misma orden. Josué le estaba
pidiendo a Dios más luz del día porque
el ímpetu de la batalla iba en ventaja de
ellos. Quería derrotar por completo a sus
enemigos y no darles tiempo para
reagruparse.
Si piensa en lo que Josué pidió, ¡fue
a la vez una petición audaz e imprecisa!
Si hubiera estado atento durante sus
clases de ciencia en la escuela, sabría que
la tierra orbita alrededor del sol, ¡y no el
sol alrededor de la tierra! Por tanto,
técnicamente, cuando Josué ordenó al
sol y a la luna que se detuviesen, Dios
hizo que la tierra fuese la que se
detuviera. La petición de Josué fue
científicamente imprecisa, pero a pesar
de eso, ¡Dios honró la osada petición de
Josué! Él entendió que lo que Josué
necesitaba era más luz del día, e hizo que
eso sucediera.
¿No es alentador saber que Dios no
corrigió a Josué y le hizo escribir notas
sobre cómo funciona en realidad el
sistema solar que Él creó? Me produce
un gran aliento saber que incluso cuando
nuestras confesiones de fe puede que no
siempre sean perfectas, aun así Dios
honra nuestra esperanza y nuestra fe en
Él. Le encanta cuando le pedimos cosas
grandes. Amigo, usted puede pedirle,
sabiendo que la batalla verdaderamente
le pertenece al Señor, y que Él peleará
por usted del modo en que peleó por
Israel, porque usted es su hijo del pacto.
Una historia de la bondad de
Dios
Hemos leído la Palabra de Dios y hemos
visto que Él honró a quienes tuvieron
una expectativa de bien positiva y
confiada y se atrevieron a pedirle
grandes cosas en sus vidas. Jabes clamó
al Señor para que le bendijese, y Dios lo
hizo. En el fragor de la batalla, Josué
pidió que el sol se detuviera, y aunque su
comprensión
era
científicamente
errónea, Dios respondió su oración.
¿Está usted preparado para esperar en el
Señor, para tener una buena opinión de
Él y para tener una confiada expectativa
de bien para su vida y su futuro?
Permítame alentarlo aún más con la
extraordinaria historia de una señora que
actualmente es reconocida como una de
las empresarias más destacadas del
mundo. Esta señora tuvo un difícil
comienzo en la vida. Contrariamente a la
mayoría de bebés que son recibidos con
las sonrisas y los abrazos de sus
amorosos padres cuando dan la
bienvenida a su mayor alegría al mundo,
sus padres biológicos la abandonaron
cuando ella nació.
Afortunadamente,
una
viuda
analfabeta a la que ella se refiere con
afecto como su “abuela” la adoptó.
Juntamente con otros cuatro huérfanos,
fue criada en una diminuta cabaña hecha
a mano con tejado de zinc y sin tener
agua potable ni electricidad en una
pequeña aldea en Perak, Malasia.
Sólo con nueve años de edad,
comenzó a trabajar para ayudar a poder
llegar a fin de mes. Mientras otros niños
reían y jugaban después de la escuela,
ella se agachaba en una empresa llena de
polvo, manejando tiras rígidas de
junquillo para convertirlas en bolsos.
Sus tiernos dedos con frecuencia se
hacían cortes y sangraban a causa de ese
arduo trabajo, pero ella no tenía elección,
pues solamente le pagaban los bolsos
que estuvieran tejidos adecuadamente y
con fuerza.
Los 15 centavos malasios (un poco
menos de una moneda de cinco
centavos estadounidenses) que le
pagaban por cada bolso pueden haber
sido una suma insignificante, pero
significaban que su familia no tendría
que pasarse sin comida. Y ese fue
simplemente uno de los muchos
empleos que realizó a fin de poder
ganarse la vida a duras penas. Ella
aún recuerda la alegría que sintió
cuando recibió un billete de cinco
dólares por primera vez. Antes de
entregar ese billete tan difícilmente
ganado a su abuela para los gastos de
la casa, lo había planchado hasta que
estuvo perfectamente liso, y lo había
metido en su libro de texto para poder
mirarlo durante todo el día mientras
estaba en la escuela.
Cuando las cosas parecen no
tener esperanza
Al haber sido abandonada al nacer y
dados los escasos medios de su abuela
adoptiva, parecía según todos los
razonamientos humanos que ella estaba
destinada a quedar atrapada en un ciclo
de pobreza. Por tanto, ¿cómo dio la
vuelta Dios a su situación ante tales
circunstancias desesperanzadoras?
Al compartir este testimonio, quiero
alentarle a ver que no es cómo o con qué
comienza usted. Puede que haya nacido
bajo circunstancias muy desafiantes, o
quizá sus padres estén separados, o
incluso puede que haya sufrido abuso
cuando era pequeño. Amigo, estoy aquí
para decirle que con Dios en su vida, ¡no
es el final del camino! Puede usted tener
esperanza y esperar el bien incluso
cuando las cosas en su vida parezcan no
tener esperanza.
Aunque fue muy desafiante poder
llegar a fin de mes, esta señora
compartió conmigo que incluso cuando
era niña siempre sintió que había un
Dios en algún lugar, un Dios que
cuidaba de ella, le protegía y le
bendecía. Ella relataba que cuando era
pequeña solía “hablar” a ese Dios, e
incluso le escribía en un pequeño diario
que tenía. También recordaba hacer una
oración sencilla e inocente a ese Dios
desconocido, diciendo: “Si eres el Dios
verdadero, por favor ven y búscame para
que yo pueda llegar a conocerte”.
En la actualidad, cuando ella mira
atrás está llena de gratitud hacia el Señor,
a quien declara que la conocía incluso
cuando estaba en el vientre de su madre.
Ella sabe que es Dios quien llevó a las
personas correctas a su camino y la
protegió del peligro en tantas ocasiones
incluso antes de que ella llegase a
conocerle.
Cuando le escuché compartir todo
eso, recordé la promesa en la Biblia que
dice que Dios es un padre del huérfano
(véase Salmos 68:5). Sus propios padres
biológicos puede que la abandonasen al
nacer, pero su Padre en el cielo tenía un
plan increíble para ella. Del mismo
modo, Él tiene un plan increíble para su
vida. Aférrese a su promesa registrada en
su Palabra para usted:
Pues yo sé los planes que
tengo para ustedes—dice el
Señor—. Son planes para lo
bueno y no para lo malo,
para darles un futuro y una
esperanza.
—Jeremías 29:11, NTV
Ella terminó con tan buenos
resultados en la escuela, que su
vicedirector le alentó a continuar sus
estudios en Singapur, ya que las
oportunidades en su ciudad natal eran
comparativamente limitadas. Con la
bendición de su abuela y solamente 10
dólares malasios en su bolsillo, se dirigió
a Singapur.
A pesar de tener que aceptar varios
empleos para sostenerse a ella y también
a su abuela, siguió desarrollándose en
sus empresas académicas, estudió en una
universidad local superior y se graduó
con honores en química. Entonces llegó
a un trabajo bien pagado en una empresa
multinacional. Pero después de tres años
y medio, decidió aventurarse a edificar
su propia empresa en 1989.
En el año 2000, Dios honró la oración
que ella había hecho cuando era niña
cuando una amiga le invitó a la iglesia
New Creation en Singapur. Al haber
oído diferentes cosas acerca de Dios a lo
largo de los años, ella recuerda la
libertad que experimentó cuando
aprendió por primera vez mediante mi
predicación sobre la gracia que Dios le
amaba mucho más de lo que ella podría
amarle jamás a Él.
Ella dejó de ver a Dios como alguien
distante, y en cambio tuvo un encuentro
personal con el Dios que ella sabía que
le había estado cuidando durante todos
aquellos años. Compartió conmigo que
cuando tuvo un encuentro con el amor de
Jesús, comenzó fielmente a asistir a cada
reunión de los domingos a pesar de las
largas filas en las que tenía que esperar
para entrar a nuestro auditorio. Poco
tiempo después, sintió que el Señor le
dirigía a hacer que su negocio fuese
público para seguir siendo competitivo.
Acudió a un banco para pedir su ayuda
para asegurar el intento de su empresa de
realizar una oferta pública de acciones
(OPA). El gerente del banco a quien ella
había presentado su plan de negocio lo
rechazó y le explicó que no era el
momento correcto para intentar una
OPA, pues el sentimiento en el mercado
estaba bajo y el índice Dow Jones había
estado descendiendo con mucha fuerza.
Cuando se despedían, el gerente del
banco dijo: “Si el Dow Jones comienza a
subir hoy, puede regresar mañana y
podemos volver a hablar”.
Ella me dijo que cuando salió del
banco, recordó un mensaje que yo había
predicado sobre ser valiente y pedirle a
Dios grandes cosas. Dijo: “Usted nos
dijo que no insultáramos a Dios pidiendo
solamente cosas pequeñas. Dijo: ‘Pidan
a Dios grandes cosas, elógienle y tengan
una expectativa de bien positiva y
confiada’”. Así que se fue a casa y antes
de irse a la cama, decidió dar un paso de
fe y pedirle a
Dios que hiciera algo grande por ella.
Creyó que Él podía mover el mercado a
favor de ella e hizo una sencilla oración:
“Dios, tú eres todopoderoso. Sin duda
puedes
influenciar
el
mercado
estadounidense y hacer que el índice
Dow Jones suba en el nombre de Jesús”.
Ahora bien, Singapur tiene una
diferencia horaria de doce horas de
adelanto con respecto a Nueva York, de
modo que el mercado abre cuando es de
noche en Singapur. Aproximadamente a
las 4:00 de la mañana, esta señora sintió
el impulso de salir de la cama y
comprobar cómo iba el Dow Jones… ¡y
descubrió que había sobrepasado la
tendencia a la baja y estaba comenzando
a subir! En el espacio de sólo cuatro
horas, el Dow Jones había aumentado en
un sorprendente 18 por ciento debido a
un inesperado anuncio de en aquel
entonces presidente de la Reserva
Federal, Alan Greenspan.
El poder de tener una
confiada expectativa de bien
Pastor Prince, ¿puede hacer Dios
cosas como esa?
Claro que puede. Dios lo hizo por
esta señora, ¿cierto? ¡Ese es el poder de
creer correctamente!
Cualquier cosa es posible
para quienes creen en Dios y
tienen una confiada
expectativa de bien.
Cualquier cosa es posible para
quienes creen en Dios y tienen una
confiada expectativa de bien. Ella tuvo la
valentía de pedirle a Dios que le
bendijera y cambiase las circunstancias
para ella, tal como hizo Jabes, y Dios le
concedió su petición. Pida a Dios
grandes cosas en su vida y espere el bien.
Él es un Dios bueno.
Esta señora tenía una buena opinión
de Dios. De hecho, compartió que uno de
los versículos de la Biblia que la
sostuvieron una y otra vez era Juan
10:10, que dice: “yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”.
Incluso cuando su negocio se
enfrentaba a desafíos, ella declaraba que
su abundante Dios supliría; estaba firme
en la promesa de que ella era la justicia
de Dios en Cristo y que cualquier cosa
que hiciera sería abundantemente
bendecida. Cuando los tiempos eran
difíciles y la economía estaba
atravesando un difícil período de
recesión, ella mantenía una confiada
expectativa de bien y miraba al Dios que
es bueno y que vino para darnos vida
abundante.
Lo que quiero que usted vea es que
no todo en esta vida será muy fácil en el
momento en que empieza a esperar en
Dios. Jesús dijo: “En este mundo
afrontarán aflicciones, pero ¡anímense!
Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33,
NVI).
Habrá problemas, desafíos y cosas
difíciles que tratar en este mundo; pero
puede usted descansar en Jesús, cobrar
ánimo en Él, seguir esperando en Él y
saber sin ninguna sombra de duda que Él
le ayudará en todas sus adversidades. ¡Él
ya ha vencido al mundo! Por parte de
usted, decida tener buen ánimo,
regocijarse siempre en el Señor y seguir
teniendo una confiada expectativa de
bien.
Al día siguiente, ella fue a la oficina
del gerente del banco y le mostró la
increíble subida que había registrado el
Dow Jones en un solo día. El gerente del
banco razonó que aquello podría ser
simplemente una subida temporal, y
enumeró otras condiciones que ella tenía
que cumplir. Impasible y sabiendo que
su Dios sin duda la bendeciría,
rápidamente llamó a sus anteriores
compañeros de clase y sus profesores
para reunir apoyo, y fue capaz de
presentar al gerente del banco una larga
lista
de
inversores
que
se
comprometieron aquel mismo día.
Finalmente se ganó al gerente del
banco, impresionado de que ella pudiera
reunir un apoyo e interés tan tremendos
en una sola tarde. Desde luego, ¡él no
entendía que aquello era el favor del
Señor en acción! El banco procedió a
hacer un firme compromiso de asegurar
la OPA y ayudarle a hacer que su
empresa fuese pública.
Precisamente en el momento en que
ella lanzó la OPA de la empresa, el
gobierno de Singapur lanzó una
iniciativa para destacar la importancia de
reciclar aguas residuales y convertirlas
en agua potable, y dio la noticia de una
gran oferta para construir la primera
planta de reciclaje y tratamiento de aguas
residuales.
Los noticieros eran un hervidero por
el valor y la importancia estratégica del
agua para la nación de Singapur. Nadie
podría haber orquestado aquello. Ella no
tenía ni idea de que el agua—
precisamente su industria—sería el
centro de todas las conversaciones
precisamente el año en que ella hizo
público su negocio cuando siguió el
impulso del Señor para hacerlo. No sabía
absolutamente nada sobre este proyecto,
y simplemente mantenía sus ojos fijos en
Jesús. Pero Dios estaba trabajando en un
segundo plano. Sin embargo, las
personas comenzaron a especular con
que ella debió de haber sabido todo ese
tiempo acerca de aquella gran oferta del
gobierno, y el interés con respecto a la
OPA de su empresa siguió aumentando.
Con toda la publicidad y la emoción
con respecto al agua, la OPA de su
empresa se convirtió en un éxito
sensacional y fue asegurada siete veces.
Su empresa, Hyflux, se convirtió en la
primera empresa de tratamiento de aguas
en estar en el listado de la Bolsa de
Singapur.
Ella compartió conmigo muchos
otros increíbles testimonios del modo en
que el Señor siguió abriendo puertas de
favor y bendiciones para ella en China,
India y Oriente Medio después de que su
empresa fuese pública. Cuando ella
envió ofertas para proyectos de
infraestructura
millonarios
para
construir plantas de tratamiento de aguas
o algunas de las mayores instalaciones
en el mundo para desalar agua del mar,
ella era como el pequeño David entre los
Goliat en la industria; sin embargo, llegó
hasta lo más alto, y muchas veces le
otorgaron los proyectos. Eso, amigo, se
llama el favor de Dios. Su favor es
innegable en su vida, y ella sigue siendo
consciente del Dios bueno que la cuida,
a pesar de lo difícil, adverso y desafiante
que el clima de negocios pueda ser.
En el año 2011, Olivia Lum, en un
campo competitivo con cerca de
cincuenta de los mayores empresarios
de todo el mundo, recibió el prestigioso
galardón Ernst & Young World
Entrepreneur of the Year en Monte
Carlo. En su discurso de aceptación, ella
dio gracias a su Señor Jesucristo. Sin
saberlo ella en aquel momento, fue la
primera mujer en ser reconocida con ese
honor en la prestigiosa historia de once
años de ese premio.
¿Cómo pasa una joven que fue
abandonada al nacer de tejer bolsos de
junquillo por cinco centavos a tener una
empresa multimillonaria y pública?
Amigo, ese es el poder de creer
correctamente. La historia de Olivia es
una historia sorprendente, que habla de
la bondad, el favor, la gracia y el poder
de nuestro Dios.
Oro para que sea usted alentado a ver
que nada es imposible cuando cree
correctamente en la persona de Jesús y
en su amor y su bondad. Pida a Dios
grandes cosas. Él le ama, y tiene un
historial de hacer mucho más
abundantemente de lo que podamos
pedir, pensar o incluso imaginar (véase
Efesios 3:20).
Dios le ama, y tiene
un historial de hacer
mucho más
abundantemente de lo que
podamos pedir, pensar o
incluso imaginar.
CAPÍTULO 18
ENCUENTRE
ESPERANZA CUANDO
TODO
PARECE
SIN
ESPERANZA
Ella había escuchado muchas historias
maravillosas del carpintero de la
pequeña ciudad de Nazaret. Ahora Él
caminaba por toda Galilea enseñando
acerca de un Dios a quien
afectuosamente se refería como su
“Padre”. Cómo enseñaba sobre el amor
de este Padre-Dios. Qué milagros eran
realizados por sus manos. Cómo sanaba
a todo el que se acercaba a Él.
Los ciegos dejaban su presencia
teniendo vista. Los paralíticos, saltando.
Los leprosos, sanos. Quienes estaban
cautivos por demonios, completamente
libres.
Se contaban relatos de testigos
oculares que habían estado con este
Hombre, y se hacía con gráficos detalles:
cómo sus ojos y su voz tenían tal calidez,
ternura y humildad que incluso los
despreciados
recaudadores
de
impuestos,
impuros
leprosos,
menospreciados
criminales
y
despreciadas prostitutas—de hecho,
todos los que normalmente se ocultaban
entre las sombras—se aventuraban a
seguirle dondequiera que Él iba.
Al igual que ellos, ella sabía lo que
era ser una marginada. Sabía lo que era
recibir dura reprensión y condenación
siempre que estaba en público, en
particular de parte de quienes enseñaban
de modo legalista sobre Dios y sus leyes.
Pero los otros marginados parecían estar
todos de acuerdo en que ese carpinteromaestro era diferente. Ella observaba el
modo en que sus caras resplandecían
siempre que hablaban de ese Hombre.
Recordaba que uno de ellos había
exclamado: “Él habla sobre un Dios que
cuida incluso de las aves y las flores, un
Dios que nos ama tan intensamente que
incluso lleva la cuenta del número de los
cabellos que hay en nuestra cabeza”. Ella
veía que sus ojos resplandecían cuando
compartían con emoción que Él les había
hecho sentirse humanos otra vez. Y
escuchaba con una extraña calidez en su
corazón cuando ellos hablaban de que la
dignidad, la afirmación y la gracia que Él
les ofrecía había transformado sus
creencias sobre Dios y había cambiado
sus vidas para siempre.
¿Quién era ese Hombre, a quien ellos
llamaban amigo de pecadores?
Ella devoraba una historia tras otra,
ya que también era una marginada como
ellos. Durante doce largos años, había
estado sufriendo hemorragias que habían
causado estragos en su cuerpo, le habían
dejado en la bancarrota económica y le
habían prohibido en gran medida
cualquier relación social con su propia
comunidad. Y aunque ella había gastado
todo su dinero para visitar a todos los
médicos desde Jerusalén hasta Galilea,
su estado seguía deteriorándose.
Pero todo lo que ella oía sobre ese
Hombre le avivaba y le llenaba de algo
que anteriormente había sido ajeno para
ella: esperanza. Por primera vez en
muchos años, se sintió confianza acerca
de su futuro. Sabía que, al fin, las cosas
iban a cambiar para bien.
Cuando oyó que ese Hombre, Jesús,
iba a pasar por su calle en ruta hacia la
casa de Jairo para orar por su hija, su
corazón dio un brinco. Después de más
de una década de ser expulsada cada vez
que intentaba aparecer en público, había
llegado a tener un temor genuino a las
multitudes. Pero se dijo para sí: “Si tan
sólo tocara su túnica, quedaré sana”
(Marcos 5:28, NTV).
Ese pensamiento reafirmaba cada
paso que ella daba en busca de Jesús
hasta que finalmente le vio en medio de
una multitud que le rodeaba. Ella se
abrió paso desde detrás, negándose a ser
detenida por esa masa de personas.
Estiró su brazo hacia Él, y sintió que sus
dedos tocaban el borde de sus vestiduras.
Y se produjo un milagro. En el
momento en que las puntas de sus dedos
hicieron contacto con las microfibras de
la túnica de oración de lino de Él,
inmediatamente poder llenó su cuerpo.
La incesante hemorragia que había sido
su constante compañera cesó al instante,
y ella quedó completamente sana.
¿Qué está oyendo
sobre Jesús?
usted
Quizá, como esta mujer (cuya historia
puede leer en Marcos 5:25-34), se esté
enfrentando
a
una
situación
imposiblemente desesperanzada en su
vida. Quizá esté batallando con una
enfermedad debilitante, una situación
matrimonial, una crisis económica o un
prolongado desafío. En lo natural, el
futuro se ve sombrío y no parece haber
razón alguna para tener esperanza. Si eso
le describe a usted, quiero alentarle a
creer que también usted puede
experimentar el tipo de victoria que esta
mujer experimentó.
Imagine: durante doce largos años,
ella había visto desesperanzadamente
que su situación iba de mal en peor a
pesar de todo lo que intentaba. La
mayoría de nosotros habríamos lanzado
la toalla y habríamos abandonado la
esperanza.
¿Cómo encontró esperanza esta
mujer en medio de sus circunstancias sin
esperanza?
¿Cuál fue el punto de inflexión para
ella? ¿Qué le dio la valentía para volver
a esperar?
Yo creo que el secreto de su fe puede
encontrarse en las cinco primeras
palabras de este versículo: “Ella había
oído de Jesús, así que se le acercó por
detrás entre la multitud y tocó su túnica”
(Marcos 5:27, NTV).
Lo único que la Palabra de Dios
registra para nosotros es que “ella había
oído de Jesús”.
¿Qué cree usted que ella oyó de
Jesús?
Esa es una pregunta importante,
porque lo que ella hubiera oído de ese
Jesús le impartió un audaz sentimiento
de esperanza bíblica y de confianza. Y
eso le otorgó valentía y tenacidad para
arriesgarlo todo para solamente tocar el
borde de su vestidura. Ella conocía bien
las leyes religiosas con respecto a las
personas impuras como ella misma, y
había luchado contra el pensamiento de
que si fuese reconocida o la
descubriesen, se vería sujeta a la
humillación pública y muy posiblemente
a la violencia.
Por tanto, para aventurarse y abrirse
camino entre la multitud para llegar a
Jesús, claramente no tenía ninguna
duda en su corazón de que sería
completamente sanada en el momento en
que tocase el borde de su vestidura.
Ahora bien, recordemos que ella no
estaba esperando ser sanada de un
resfriado común o de un dolor de cabeza;
creía que sería completamente sanada de
una enfermedad que le había acosado
durante doce años, una enfermedad que
cada médico al que había visitado había
declarado incurable.
La Biblia no entra en detalles acerca
de lo que ella oyó de Jesús, pero yo le
propongo que debió de haber oído
historia tras historia sobre cómo Jesús
sanaba a los enfermos dondequiera que
iba, que no despreciaba incluso a los
leprosos impuros que acudían a Él, y lo
bueno y misericordioso que era con
quienes estaban arruinados. Lo que ella
oyó de Jesús produjo esperanza; produjo
en ella una positiva y confiada
expectativa de bien, lo cual podemos ver
en lo que ella declaró: “Si tan sólo tocara
su túnica, quedaré sana”. Esta esperanza
entonces dio como resultado una fe que
no requería esfuerzo.
La fe tal como se define en la Palabra
de Dios es “la confianza de que en
verdad sucederá lo que esperamos”
(Hebreos 11:1, NTV). En otras palabras,
la esperanza que ella tenía en la bondad
de Jesús se convirtió en fe, y esa fe le dio
la valentía para proseguir entre la
multitud y recibir su sanidad de parte de
Jesús.
No puede usted creer
correctamente a menos que
esté oyendo correctamente.
Oír correctamente produce
creer correctamente
El oír desempeña un importante papel en
creer correctamente. No puede usted
creer correctamente a menos que esté
oyendo correctamente. ¡Vaya, eso fue
bueno! No quiero que se pierda usted
eso. No puede usted creer
correctamente a menos que esté oyendo
correctamente. Creo que la mujer que
tenía el problema de las hemorragias
comenzó a creer correctamente cuando
comenzó a oír correctamente. La Palabra
de Dios nos dice que “Así que la fe viene
por oír, es decir, por oír la Buena Noticia
acerca de Cristo” (Romanos 10:17, NTV).
Lo que usted oye acerca de Dios es
vital. Si está creyendo a Dios para
obtener una victoria en su vida, preste
atención a lo que está escuchando. ¿Está
escuchando mensajes que están llenos de
las buenas nuevas de Jesús? Después de
escuchar esos mensajes (o leer esos
recursos), ¿está usted lleno del pesado
sentimiento de lo que necesita hacer?
¿O está lleno del sentimiento
capacitador de quién es Jesús en su vida
y de todo lo que Él ha hecho por usted
en la cruz?
Lo que usted oye acerca de
Dios es vital.
Esta mujer ciertamente no oyó sobre
la ley. La ley le habría quitado toda su
esperanza y su fe; la ley le habría
expuesto y le habría señalado lo impura,
indigna y descalificada que estaba. Si
ella hubiera oído que Jesús no era
distinto a los religiosos fariseos de su
época, no habría habido manera en que
hubiera tenido una positiva expectativa
de bien, y mucho menos habría tenido las
agallas para abrirse camino entre la
multitud para tocar a Jesús. Basándose
en la ley, una persona impura estaría
jugando con un deseo de muerte tan sólo
por mezclarse con el resto de la sociedad,
y mucho más al tocar las vestiduras de
una persona limpia.
Bajo la ley, cuando lo impuro toca lo
limpio, lo limpio se vuelve impuro. Bajo
la gracia, cuando lo impuro toca lo
limpio (Jesús), ¡lo impuro se vuelve
limpio! Esta mujer no contaminó a Jesús
con su impureza cuando extendió su
brazo y tocó sus vestiduras. Tampoco lo
hizo el leproso, a quien Jesús tocó
después de haber predicado el Sermón
del Monte (véase Mateo 8:3). Por el
contrario, los dos fueron infectados de la
sanidad de Jesús. Los dos fueron
totalmente sanados. ¡Oh, la belleza y las
profundidades de la sorprendente gracia
de Dios!
¿Qué ha estado oyendo usted de
Jesús? ¿Está oyendo sobre un Jesús duro,
legalista y religioso que es demandante,
áspero y poco perdonador? ¿O está
oyendo las verdaderas buenas nuevas de
su amor, su gracia y sus misericordias
hacia usted?
¿Está oyendo sobre un
Jesús duro, legalista y
religioso que es demandante,
áspero y poco perdonador?
¿O
está
oyendo
las
verdaderas buenas nuevas de
su amor, su gracia y sus
misericordias hacia usted?
El verdadero evangelio de la gracia
siempre le imparte esperanza y fe para
creer en Jesús. Porque cuando usted oye
correctamente sobre quién es Jesús en
realidad, sabrá que Él no le mira para
avergonzarle y para señalarle toda su
impureza, sus adicciones y sus pecados.
No, Él le ve como alguien precioso,
como alguien a quien Él ama
personalmente,
íntimamente
e
infinitamente. Él le ve como alguien por
quien sufrió y murió en la cruz. Cuando
usted cree esto y ve su amor, su gracia y
su bondad hacia usted, eso edificará
esperanza en su corazón. Por tanto, ¡siga
oyendo una y otra vez las buenas nuevas
de Jesús!
A pesar de cuánto tiempo haya estado
usted batallando o cuánto tiempo haya
pasado desde que vio algún resultado,
quiero alentarle a que llene sus oídos,
ojos y mente con las buenas nuevas de
Jesús. Créame, cuando usted inclina su
oído hacia mensajes que tratan sobre su
gracia, inevitablemente comenzará a
tener una positiva y confiada expectativa
de bien. Cuando su corazón está lleno de
esperanza al oír todas las increíbles
historias de Jesús, al igual que la mujer,
usted estirará su brazo en fe. Amado,
¡estire su brazo y reciba su milagro y su
libertad de su amoroso Salvador!
El
poder
de
oír
correctamente sobre Jesús
No hace mucho, recibí un correo
electrónico de George, que vive en
California. Compartía que le habían
diagnosticado síndrome de Evans, una
enfermedad rara autoinmune en la que
los anticuerpos de la persona atacan a sus
propios glóbulos rojos y plaquetas. En
cierto momento, tuvieron que llevar a
este hermano a emergencias porque
estaba en riesgo de hemorragia
espontánea. El número de plaquetas de
su
cuerpo
había
descendido
dramáticamente hasta sólo 4.000/mcL.
El rango normal para una persona sana
está entre 150.000 y 400.000/mcL.1 Lo
siguiente es lo que él escribió:
Los médicos me
administraron transfusiones
de productos de sangre y me
pusieron una dieta muy alta
de
esteroides.
Los
esteroides, a los cuales
reaccioné terriblemente, me
hicieron estar tan deprimido
en cierto momento que
incluso tuve que decirle a mi
esposa que ocultase las
pistolas que había en nuestra
casa porque no podía sacar
de mi mente el terrible
pensamiento de utilizarlas
conmigo mismo.
Debido a tomar los
esteroides, no podía pensar
ni
siquiera
mantener
conversaciones normales.
Lloraba
constantemente.
Nuestros tres hijos no sabían
qué pensar de lo que le
estaba sucediendo a su papá.
Era muy difícil para nuestra
familia.
En
realidad
comencé a decirles a
personas que Dios me estaba
castigando por cosas que
había hecho.
Cada vez que recibía una
transfusión y los médicos
aumentaban mi dosis de
esteroides, mis plaquetas
subían hasta el rango
normal, pero no duraba
mucho tiempo. Mi sistema
inmunitario seguía atacando
y destruyendo mis plaquetas
independientemente
del
tratamiento que estuviera
tomando. Constantemente
me
sacaban
sangre,
constantemente
comprobaban el conteo de
plaquetas, constantemente
era consciente de todos los
síntomas que Evans estaba
causando y de los efectos
secundarios
de
los
esteroides.
Entonces,
en
algún
momento en mitad de todo
eso, el Espíritu Santo me
condujo a su ministerio
televisivo. Por la gracia de
Dios, terminé encontrando
un canal que nunca había
visto, y vi la “cápsula de
gracia”. La señora que se
puso al teléfono me dijo que
serían necesarias de una a
tres semanas para que
llegase, pero ¿sabe qué?
¡Llego en dos días! Llegó
precisamente antes de que
mi esposa y yo tuviéramos
que hacer otro viaje al
hospital, que estaba a una
distancia de tres horas.
Y deje que le diga que su
cápsula de gracia fue un
regalo de Dios. Mediante sus
enseñanzas, Papá Dios me
demostró su amor. Pasé de
sentirme condenado, como si
Dios
me
estuviese
castigando, a contemplar la
obra terminada de Jesús en
la cruz. Él milagrosamente
quitó todas las ataduras en
mi vida: los cigarrillos, la
pornografía, la marihuana,
todo lo que había sido una
lucha.
Tuve dolores de espalda y
reflujo ácido durante años,
pero al escuchar sus
sermones una y otra vez y
oírlos constantemente—en
casa o en el hospital, y
durante toda la noche—, el
dolor y el reflujo ácido se
fueron. Ahora han pasado
meses, y GLORIA A JESÚS,
¡sigo sin tener reflujo ácido
ni dolor de espalda!
Hace tres meses, me
extirparon el bazo con la
esperanza de que el
síndrome
de
Evans
desapareciese, o al menos se
suavizase; pero incluso
después de la operación, mis
plaquetas bajaron otra vez.
Las únicas dos opciones
para el tratamiento que eran
más severas en nuestras
mentes, siendo una de ellas
la quimioterapia. En ese
momento
había
estado
escuchando la cápsula de
gracia durante un mes, y
finalmente decidí entregar a
Dios el síndrome de Evans.
Dejé de realizar conteos de
sangre, dejé de dar peso a
todos mis síntomas y
comencé a dar gracias al
Señor por mi sanidad
completa.
Ahora Jesús me ha
restaurado todo mejor de lo
que estaba antes. Me ha
dado más fuerza, más
energía y mucho más amor.
Yo creía que entendía el
amor anteriormente, pero
ahora sé lo que es el
verdadero amor debido al
amor de mi Padre y al amor
de Jesús por mí. No me han
realizado un conteo en
meses. Mi esposa y yo
tomamos la Comunión cada
día. Le damos gracias a
Jesús cada día por sanarnos
con las llagas que Él soportó
por nosotros.
El Señor nos está usando a
mi esposa y a mí para llegar
a otros, y el Espíritu Santo
está
haciendo
cosas
sorprendentes mediante sus
materiales y la drástica
transformación que los
demás ven en mí sin un solo
esfuerzo por mi parte,
porque Jesús lo ha hecho
todo por mí. ¡Toda gloria
sea a Él!
¡Vaya! ¡Toda la gloria sea a Jesús!
No puedo expresar lo emocionado que
estaba cuando leí sobre el increíble viaje
de George. A pesar de lo sombría y
desesperanzada que sea su situación,
quiero alentarle a que encuentre su
camino de salida para todos sus
problemas escuchando, como hizo este
hermano. No puede usted alejar todos
sus problemas mediante la
preocupación, pero creo que ciertamente
puede alejarlos escuchando.
George escuchó de modo radical.
Siguió escuchando y escuchando
mensajes que hablaban de Jesús hasta
que se puso mejor. ¡La fe ciertamente
viene por el oír, y el oír las buenas
nuevas de Cristo!
La lucha para oír
Puede que se pregunte lo que es la
cápsula de gracia. Es un reproductor de
MP3 precargado con más de setenta
horas de mensajes que yo había
seleccionado previamente de mi
biblioteca de mensajes. Cada mensaje
está lleno de la persona de Jesús y de su
gracia. Creo que las innovaciones en
tecnología, sean los reproductores MP3,
teléfonos
inteligentes,
descargas
digitales o podcast, son todos ellos
herramientas que podemos utilizar para
formar el hábito de oír sobre Jesús y la
sorprendente gracia de Dios. Hoy día
hay mucho que podemos hacer en
nuestros aparatos celulares. Pero aunque
es estupendo jugar a juegos, escuchar
música o leer las noticias en esos
aparatos tan buenos, quiero alentarle a
hacer de escuchar las buenas nuevas de
Jesús una prioridad diaria.
Hacer de escuchar las
buenas nuevas de Jesús una
prioridad diaria.
Escuche: sé que hay una lucha que
implica muchas cosas que claman por
nuestra atención en el momento en que
abrimos nuestros ojos. Siempre hay una
llamada telefónica que necesitamos
hacer, un correo electrónico al que
necesitamos responder, algún lugar
donde necesitamos estar, y alguna otra
cosa que necesitamos hacer. Antes de
que nos demos cuenta, el día ha
terminado y no hemos oído nada sobre
Jesús. La Biblia sigue estando en el
estante, las aplicaciones de la Biblia en
nuestros teléfonos siguen sin estar
abiertas, y nos preguntamos por qué al
final del día nos sentimos vacíos,
estresados, preocupados, temerosos y
deprimidos.
Amigo, Jesús es el pan de vida y el
agua viva. A pesar de lo ocupados que
estemos, es prudente no descuidar el
alimentarlos de su Persona. Sé que en lo
natural esto puede sonar simplista.
Puede que se pregunte: “¿Cómo
simplemente el escuchar sobre Jesús
puede cambiar cosas en mi vida y mis
circunstancias?”. La verdad es que las
cosas de Dios en realidad no son
complicadas. Tan sólo piense en la mujer
que sufrió de hemorragias durante doce
años. Simplemente oír sobre Jesús y su
gracia infundió tanta esperanza, tanta fe
y tanta valentía que fue capaz de recibir
la sanidad por la que había comenzado a
creer. No subestime el poder de oír sobre
Jesús tan sólo porque suene sencillo.
No subestime el poder de
oír sobre Jesús tan sólo
porque suene sencillo.
Redimir
perdido
todo
el
tiempo
Hay un hermoso versículo en los salmos
que dice: “Enséñanos de tal modo a
contar nuestros días, que traigamos al
corazón sabiduría” (Salmos 90:12).
¿Quiere conocer el secreto de contar
nuestros días y no permitir que un solo
día de su vida se desperdicie? La clave
se encuentra dos versículos después,
donde dice: “De mañana sácianos de tu
misericordia” (Salmos 90:14). La
palabra “misericordia” aquí es la palabra
hebrea hesed, que significa la gracia de
Dios.2 Dios nos está diciendo que
estemos satisfechos cada día con su
gracia.
Eso significa que antes de que usted
haga nada—leer el periódico, comprobar
sus correos electrónicos, comenzar a
realizar cosas de su lista de quehaceres,
o incluso tomarse su café en la
mañana—, comience el día con Jesús y
esté satisfecho con su gracia. Puede leer
un devocional sobre la gracia de Dios,
alimentarse del amor del Padre, meditar
en su gracia, escuchar un mensaje que
hable sobre Jesús, y abrir su carta de
amor, su Palabra, para usted. Comience
su día estando satisfecho con su gracia.
Antes de que usted haga
nada, comience su día
estando satisfecho con
gracia.
su
Pero, pastor Prince, ¿cuánto tiempo
paso haciendo eso? ¡No sabe usted lo
locas que se ponen las cosas en la
mañana! ¿Cuánto debo leer, escuchar u
orar?
Amigo, la clave es no ser legalista al
respecto. Si la mañana no funciona bien
para usted, entonces encuentre otro
momento que vaya mejor con su horario.
Podría ser durante su descanso para el
almuerzo o antes de irse a la cama. El
principio clave aquí es estar satisfecho
diariamente con la gracia de Él.
Aliméntese de Él hasta que su corazón
esté lleno y satisfecho de su gracia.
Algunos días podría ser más tiempo y
otros días podría ser menos tiempo. En
realidad no se trata de la duración, sino
de su nivel de satisfacción.
Hay días en que mi corazón está
angustiado, y tan sólo estar en la
presencia del Señor y pensar en su amor
por mí llena mi corazón con
inexplicable paz y gozo. En momentos
como esos, son necesarios solamente
unos segundos para que mi corazón esté
satisfecho con su gracia. Otros días,
siento que el Señor quiere mostrarme
algo en su Palabra, y termino
estudiándola durante mucho tiempo
antes de sentir alivio. Eso significa que
usted y yo no podemos ser legalistas en
cuanto a nuestra relación con Dios. Dios
no quiere que tengamos rituales rígidos
con Él. En el nuevo pacto, Él está más
interesado en tener una relación con
nosotros. Por tanto, disfrute de su
presencia cada día; es así como usted
redime el tiempo que ha perdido y nunca
desperdicia un día más en atadura,
temor, culpa o adicción.
El salmista dice: “Porque mejor es un
día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería antes estar a la puerta de la
casa de mi Dios, que habitar en las
moradas de maldad” (Salmos 84:10). En
otras palabras, un día en la presencia de
Dios satisfecho por su gracia es mejor
que mil pasados en otro lugar.
Por piense en esto por un momento.
Hay 365 días en un año, de modo que mil
días son casi tres años de su vida. Lo que
esto significa es que independientemente
de cuánto tiempo crea usted que ha
perdido al estar en esclavitud al temor o
al estar atrapado en una adicción, Dios
puede redimir esos días para usted
mediante su gracia. Un día en la gracia
de Dios equivale a mil días de esforzarse
por usted mismo. Comience cada día,
por tanto, satisfecho en su gracia, y Dios
le restaurará todos los años que la
langosta ha comido y le ha robado (véase
Joel 2:25).
Un día en la gracia de
Dios equivale a mil días
de esforzarse por usted
mismo.
Tenga una expectativa de bien
gozosa, positiva y confiada, porque hay
muchos días buenos por delante de
usted: días de bendición, días de favor y
días de gran gracia. Venza cada creencia
equivocada
sumergiéndose
y
escuchando sobre las buenas nuevas de
Jesús. La esperanza llegará a raudales
cuando todo a su alrededor parezca no
tener esperanza. Cuando usted oiga
correctamente, ¡comenzará a creer
correctamente!
PARTE SIETE
ENCUENTRE
DESCANSO
EN EL
AMOR
DEL
PADRE
CAPÍTULO 19
RECIBA EL AMOR DEL
PADRE POR USTED
Se sentaba en el porche delantero de la
casa cada día, oteando el horizonte en
busca de cualquier señal de movimiento.
Lo hacía con fidelidad, incluso cuando
los días se iban convirtiendo
dolorosamente en semanas y después en
meses. Cuando sus amigos pasaban por
allí para persuadirle de que abandonase
y siguiese adelante, él sencillamente
sonreía, les indicaba que siguiesen y
persistía inquebrantable. Manteniendo
su mirada en las colinas circundantes,
esperaba
implacablemente
y
pacientemente el regreso de su hijo.
Mientras esperaba, repetía en su mente
una y otra vez lo que haría en el
momento en que viera a su hijo. Y cada
día, mientras miraba firmemente por los
campos, se preguntaba si ese día sería el
día.
Una tarde, la familiar silueta de una
solitaria figura apareció en la distancia.
Reconociendo a su hijo, puso en práctica
sin vacilación lo que había hecho mil
veces antes en su mente: se apartó su
túnica, dejó a un lado toda dignidad y
corrió hacia su hijo con todas sus
fuerzas. Podía sentir que su corazón latía
con fuerza y sus pulmones se contraían y
se expandían mientras sus pies
intentaban correr rápidamente por el
campo. Las lágrimas corrían por sus
mejillas a medida que la silueta de su
hijo era más grande con cada paso que
daba. Y antes de que pudieran
intercambiarse ninguna palabra, él había
dado un salto, abrazando al joven y
colmándole de besos.
Esa inesperada y gozosa recepción
por parte del padre abrumó al joven. Él
había esperado ser deshonrado, e incluso
había preparado un discurso para decirle
a su padre que le hiciera como uno de sus
jornaleros. ¿Cómo podría haber sabido
que su padre tenía preparado un plan?
Sin esperar a escuchar el discurso
preparado de su hijo, su padre ordenó a
sus sirvientes que sacaran la mejor túnica
para él, pusieran un anillo en su dedo y
sandalias en sus pies. El joven pensó que
había perdido el derecho a ser llamado
hijo debido a las malas decisiones que
había tomado y que habían dado como
resultado vergüenza y pérdida para la
familia. Pero su padre dejó claro que no
era así, e incluso organizó una fiesta para
celebrar el regreso a casa de su querido
hijo.
Revelación del corazón del
padre
Qué historia tan sorprendente y
conmovedora. Jesús compartió esta
parábola, y creo que es una de las
parábolas más hermosas en la Biblia. Es
una parábola que Jesús utilizó para
revelarnos de forma maestra el
verdadero corazón de nuestro amoroso y
misericordioso Padre celestial.
Comentaristas de la Biblia llaman a
esta parábola la del hijo pródigo, pero el
verdadero héroe de esta historia no es el
hijo, sino el padre. Esta es la historia
sobre el padre y su amor por sus dos
hijos. Puede que ya haya escuchado
sobre esta parábola cientos de veces,
pero quiero que la leamos de nuevo para
ver cómo esta parábola saca a la luz las
creencias equivocadas que muchos
creyentes hoy día siguen teniendo hacia
su Padre celestial.
Considere lo siguiente por un
momento: ¿cuál es su opinión de Dios,
especialmente cuando ha cometido un
error? ¿Le ve como un juez
todopoderoso, distante e insensible que
está enojado siempre que usted fracasa y
que constantemente tiene que ser
apaciguado? ¿O le conoce como su Papá,
su Abba Padre a quien puede acudir en
cualquier momento, incluso cuando ha
errado el blanco?
Mientras estaba estudiando la
Palabra, el Señor me reveló que muchos
creyentes han llegado a un lugar donde
han olvidado a su Padre celestial. Han
olvidado acerca de su amor, su gracia y
su bondad; se relacionan con Dios de
manera judicial y transaccional.
Hoy día, muchos creyentes acuden
delante de Él con aprensión e inquietud,
presentándole sus fracasos y alejándose
rápidamente antes de que reciban el
castigo y la condenación que ellos creen
que se merecen legítimamente de parte
de Él. Le perciben exclusivamente como
un Dios de santidad, juicio y justicia, con
su rostro rígido y serio, sus poderosos
brazos cruzados como
muestra
de
insatisfacción
y
desaprobación. Ven a un Dios que se
desagrada fácilmente, es rápido para la
ira, está perpetuamente defraudado con
ellos y espera con impaciencia ser
aplacado.
Una creencia errónea de
quién realmente Dios es ha
conducido a muchos al
temor, la culpabilidad, la
depresión y la inseguridad.
Una creencia errónea de quién
realmente Dios es ha conducido a
muchos al temor, la culpabilidad, la
depresión y la inseguridad. Y por eso es
tan vital que veamos el corazón del
Padre tal como Jesús lo revela en esta
parábola atemporal.
No hace mucho tiempo, Lydia, una
hermana de Sudáfrica, me escribió. Creo
que muchos de ustedes serían capaces de
identificarse con lo que ella compartió
sobre sus luchas con respecto a Dios
como su Padre:
Apreciado pastor Prince:
Crecí con una autoestima
muy baja, al haber sido
catalogada como la niña
difícil en mi familia. Fui un
bebé no esperado, y mis
padres ya tenía otro hijo:
una niña, así que en realidad
querían tener un niño.
Quedaron
defraudados
cuando resultó que yo era
una niña, e incluso pensaron
en entregarme a un miembro
de mi familia paterna que no
tenía hijos.
Mi papá viene de una
familia muy fría y estricta, y
tiene muy mal humor, así que
me crié sintiendo de modo
natural temor de él, y
siempre sentía que tenía que
caminar de puntillas
cuando él estaba cerca. Mi
mamá también se crió en un
hogar donde no había
recibido amor. Mi padre y mi
madre son perfeccionistas
extremos y muy organizados.
Además de eso, nos criaron
con disciplina militar y sin
ninguna compasión. Era tu
propia culpa si resultabas
herido: tú lo producías sobre
ti mismo.
Por eso, nunca pude
relacionarme con Dios como
un Padre. Era imposible
acercarse a Dios, y le veía
sentado con un rayo
preparado para lanzármelo
cuando yo no fuera lo
bastante buena, no orase lo
suficiente o no fuese lo
bastante obediente. Tenía la
impresión de que Dios
solamente se agradaba de mí
cuando obedecía a la ley. Al
ser
yo
misma
una
perfeccionista, sentía que
nunca cumplía con sus
expectativas, y siempre
estaba bajo condenación.
Desde que me encontré
con sus recursos de
enseñanza, el velo en mi vida
ha sido rasgado. Por
primera vez, soy libre. Ya no
camino bajo la pesada carga
de la condenación. Aprendí
que Dios nos amó primero y
que ahora puedo tener una
relación de amor con mi
Padre celestial y con Jesús.
He
experimentado
victoria sobre el temor y el
pecado que me mantuvieron
cautiva durante años; no al
intentar ser obediente, sino
sencillamente al aprender
que mis pecados ya han sido
perdonados en la cruz. Y no,
no peco más ahora. En
realidad estoy venciendo
más y pecando menos, y
tengo un corazón agradecido
por lo que Cristo ha hecho en
la cruz.
¿Siente usted lo mismo que sentía
Lydia con respecto a Dios?
¿Siente como si nunca fuese lo
bastante bueno, nunca pudiese hacer lo
suficiente ni ser lo bastante obediente
para que Dios le ame y le acepte?
¿Siente que siempre está viviendo
bajo una perpetua condenación?
Quizá no pueda relacionarse con
Dios como un Padre amoroso porque
nunca ha experimentado el amor de su
padre terrenal o porque su propio padre
le hirió terriblemente.
Amigo, oro que a medida que
estudiamos la Palabra de Dios juntos,
usted experimente de modo sobrenatural
el íntimo amor de su Padre celestial de
una manera profunda y personal como
nunca antes. Oro para que esta
experiencia le sane, le renueve, le
restaure y le transforme de manera
espectacular, porque su amor por usted
no es nada menos que espectacular.
Vea el perfecto amor del
Padre
Hay un vacío en nuestros corazones que
solamente puede ser lleno por el amor
del Padre. Por tanto, deje de intentar
encontrar amor y aprobación en todos
los lugares equivocados y deje de estar
enredado por todo tipo de temores,
inseguridades y adicciones. Creo que si
usted permite que el Padre entre en su
corazón hoy y le llene con su perfecto
amor, encontrará el gozo, la confianza,
la satisfacción y la libertad que ha
estado buscando en la vida.
Permite que el Padre entre
en su corazón hoy y le llene
con su perfecto amor.
La preciosa Palabra de Dios declara:
“En el amor no hay temor, sino que el
perfecto amor echa fuera el temor;
porque el temor lleva en sí castigo. De
donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor. Nosotros le
amamos a él, porque él nos amó
primero” (1 Juan 4:18-19).
Hoy día, bajo el nuevo pacto de su
increíble gracia, nuestro Padre celestial
no busca juzgarle por sus errores porque
Él ya ha juzgado cada uno de sus
errores, fracasos y pecado en el cuerpo
de su propio Hijo Jesucristo. El nombre
que Jesús vino a revelar en el nuevo
pacto de la gracia es “Padre”. En la
actualidad, Dios quiere acercarse a usted
como un Padre amoroso.
¿Conoce su corazón de amor hacia
usted?
¿Sabe que fue idea de Él enviar a
Jesús para ser castigado en la cruz por
usted?
Lea el famoso pasaje en la Biblia y
personalícelo para así poder ver el
corazón de Dios por usted: “Porque de
tal manera le amó Dios a usted, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que usted
que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenarle a usted,
sino para que usted sea salvo por él”
(Juan 3:16-17). Sepa sin ninguna sombra
de duda hoy que su Padre le ama a usted
y envió a su hijo para salvarle.
Entiendo
que
no
estamos
subestimando la obra de Jesús en la cruz
cuando hablamos sobre el Padre y su
amor por usted. La verdad es que Jesús
vino para revelarle el amor del Padre.
Dios le amó tanto, que envió a su único
Hijo para pagar el elevado precio en la
cruz para limpiarle de todos sus pecados.
¿Sabe que Dios ama mucho a Jesús?
Jesús es el querido Hijo de Dios, la niña
de sus ojos. Ahora bien, si su Padre
celestial no rehusó a su precioso Hijo,
Jesucristo, y le sacrificó por usted,
¿cuánto cree que le ama Él a usted? No
puede comenzar a comprender la
intensidad y la magnitud del amor de su
Padre por usted hasta que entienda lo
mucho que el Padre ama a Jesús, porque
Él entregó a Jesús para rescatarle.
Espero que esté comenzando a
experimentar y ver por usted mismo lo
muy amado que es por el Padre y lo
precioso que es usted para Él. No le
tenga temor; vea su corazón lleno de
amor revelado mediante la cruz del
Calvario.
Dios quiere acercarse a
usted como un Padre
amoroso. Vea su corazón
lleno de amor revelado
mediante la cruz del
Calvario.
No importa lo que usted haya
hecho
Pero, pastor Prince, usted no entiende
mi pasado y todos los errores que he
cometido.
Tiene usted toda la razón. Así es.
Pero su Padre celestial sí que lo sabe,
y Él le conoce perfectamente y le ama
perfectamente.
Al comienzo de la parábola del hijo
pródigo, el hijo menor acudió a su padre
y demandó su parte de su herencia. En la
cultura judía, eso era igual a que el joven
le dijese a su padre que se “cayese
muerto”. Efectivamente le estaba
diciendo: “Dame la parte de mi herencia
ahora mismo. No puedo esperar a que te
mueras”. Fue una bofetada en la cara de
su padre. El joven humilló y deshonró
por completo a su padre al hacer una
petición tan insolente.
Necesitamos entender esto, porque si
no somos capaces de entender hasta qué
punto este joven rechazó por completo a
su padre y escogió su propio camino, no
podemos apreciar el ámbito del amor y
la misericordia de su padre al volver a
recibirle en su casa con su hijo. De la
misma manera hoy, si no entendemos lo
mucho que hemos rechazado al Padre
mediante nuestros pecados, no podemos
entender plenamente, apreciar y
responder a la inmensa gracia que Él
nos muestra al perdonarnos por
completo. Quienes piensan que han
pecado poco y por tanto se les ha
perdonado poco, aman poco. Pero
quienes saben que se les ha perdonado
mucho, aman mucho (véase Lucas 7:47).
Recuerde quién contó esta parábola:
nuestro redentor Jesús, y Él tiene
conocimiento de primera mano del
corazón de amor del Padre.
Regresando a la historia, por
demanda del hijo menor, el padre dividió
entre sus dos hijos lo que les pertenecía.
Sabemos que el hijo menor entonces
gastó toda su herencia en una vida
desenfrenada y, cuando una grave
hambruna se produjo en la tierra, se
quedó sin dinero y fue reducido a
alimentar cerdos en una granja.
Está registrado para nosotros que
estaba tan empobrecido que incluso la
comida que les daba a los cerdos le
parecía apetitosa. Escuchemos lo que él
dice cuando está en su punto más bajo:
“¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre
tienen abundancia de pan, y yo aquí
perezco de hambre! Me levantaré e iré a
mi padre, y le diré: Padre, he pecado
contra el cielo y contra ti. Ya no soy
digno de ser llamado tu hijo; hazme
como a uno de tus jornaleros” (Lucas
15:17-19).
A pesar de su agenda oculta
Permita que le haga una pregunta.
Basándose en lo que acaba de leer, ¿fue
el amor del hijo por su padre lo que le
hizo regresar a su casa?
¿Piensa por un momento que él se
sentía verdaderamente contrito? ¿O que
incluso le importaba haber roto el
corazón a su padre?
¡Yo no lo creo! Él estaba claramente
motivado por su estómago. ¡Quería
regresar a su casa porque recordaba que
incluso los sirvientes en la casa de su
padre tenían más alimento que él! Las
palabras que había planeado decirle a su
padre—“He pecado contra el cielo y
contra ti”—era lo que él pensaba que
sería la retórica religiosa y dramática
correcta para asegurarse que se le
permitirían algunos beneficios por
regresar a su casa. Usted y yo sabemos
que él no sentía un remordimiento
genuino. Lo que estamos oyendo es que
su estómago es el que habla, no su
corazón. Por tanto, no fue el
arrepentimiento lo que le condujo a su
casa; fue su estómago y quizá incluso su
sentimiento de orgullo de que se merecía
al menos lo que los sirvientes de su padre
estaban obteniendo.
Cuando yo era pequeño, oía a
personas enseñar acerca de cómo el hijo
se arrepintió y decidió regresar a la casa
de su padre. Lo cierto es que aquí no
hubo ningún arrepentimiento. El joven
comenzó su camino de regreso a casa
porque estaba muerto de hambre; e
incluso se preparó para la actuación de
decir palabras como: “Ya no soy digno
de ser llamado tu hijo; hazme como a
uno de tus jornaleros”, con la única
intención de llenar su estómago, ya que
había razonado: “Cuántos jornaleros en
casa de mi padre tienen abundancia de
pan”.
Él nunca expresó ningún amor por el
padre ni dijo que extrañaba la presencia
y el amor de su padre. Es importante que
notemos esto, porque Dios quiere que
sepamos que incluso cuando nuestras
motivaciones son equivocadas, incluso
cuando tenemos una agenda oculta
(normalmente egoísta) y nuestras
intenciones no sean completamente
puras, aun así Él corre a nosotros en
nuestro momento de necesidad, al igual
que el padre corrió hasta el joven y le
mostró su favor inmerecido y que él no
se había ganado.
¡Oh, cuán inescrutables son las
profundidades de su amor y su gracia
hacia nosotros! Nunca se tratará de
nuestro amor por Dios; siempre se tratará
del magnífico amor de Él por nosotros.
La Biblia deja claro lo siguiente: “En
esto consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en
propiciación por nuestros pecados” (1
Juan 4:10). El héroe en esta parábola es
el padre. Se trata del perfecto amor del
padre por su hijo imperfecto.
Nunca se tratará de
nuestro amor por Dios;
siempre se tratará del
magnífico amor de Él por
nosotros.
Algunas personas creen que la
comunión con Dios solamente puede ser
restaurada cuando usted se siente
perfectamente contrito y ha confesado
perfectamente todos sus pecados.
Piensan que debe disculparse ante Dios
antes de que Él pueda ser aplacado. Por
favor, entienda que no tengo nada en
contra de decir “lo siento” a Dios o
confesar nuestros pecados. Lo único que
digo es que no somos tan importantes
como nosotros mismos nos creemos. El
padre fue el iniciador. Antes de que el
hijo ni siquiera tuviera pensamientos de
regresar a su casa, el padre ya le
extrañaba, ya le estaba buscando, y ya le
había perdonado. Antes de que el hijo
pudiera pronunciar una sola palabra de
su disculpa ensayada, el padre ya había
corrido a él, le había abrazado y le
había dado la bienvenida a casa.
Se trata del amor de Él
Nosotros no somos los héroes en esta
historia. Nunca se tratará de nuestras
disculpas a Dios, nuestro
arrepentimiento, nuestros actos, nuestro
amor, nuestras confesiones o nuestra
obediencia. En nosotros mismos y por
nosotros mismos, nuestras acciones,
incluso las mejores, están llenas de
imperfecciones y motivos impuros. Para
quienes creen que uno debe disculparse
antes de que la comunión con Dios
pueda ser restaurada, esta parábola
sacudirá su teología.
Lea la parábola por usted mismo en
Lucas 15:11-32. Observe que el hijo
nunca llegó a terminar el discurso que
había preparado. Lo intentó, pero se vio
completamente abrumado por la gozosa
respuesta de su padre a su regreso. A
pesar de lo impuras que eran sus
intenciones o motivaciones para regresar
a su casa, el padre le colmó de favor
inmerecido y que él no se había ganado.
El verdadero
arrepentimiento viene por su
bondad.
Se trata del corazón de misericordia,
perdón y amor del Padre. Nuestro Padre
Dios se traga todas nuestras
imperfecciones, y el verdadero
arrepentimiento viene por su bondad.
Nuestro Padre es el héroe, y no
nosotros. ¡Hagamos que todo se trate de
Él y no de nosotros!
¿Digo “lo siento” a Dios y confieso
mis pecados cuando he errado el blanco
y he fallado? Claro que lo hago. Pero lo
hago no para ser perdonado porque sé
que ya soy perdonado mediante la obra
terminada de Jesús. La confesión sale de
mi corazón porque he experimentado su
bondad y su gracia y porque sé que,
como su hijo, soy para siempre justo
mediante la sangre de Jesús. Surge de ser
consciente de justicia, no de ser
consciente de pecado; de ser consciente
de perdón, no de ser consciente de juicio.
Hay una inmensa diferencia.
Mire, se puede insistir en la
necesidad de decir “lo siento” antes de
poder ser perdonados, pero todos
sabemos que podemos decir “lo siento”
de labios para afuera y sin embargo, en
lo profundo de nuestros corazones, no
hay verdadero arrepentimiento. Es como
el niño en la escuela que, junto a su
compañero, tiene que ir a ver al director
debido a su mala conducta. Al decirle
que se siente, él se sienta, pero susurra a
su amigo: “¡Por dentro estoy de pie!”. Es
como el relato de Judas, quien traicionó
a Jesús. Está registrado para nosotros
que él “arrepentido… diciendo: Yo he
pecado entregando sangre inocente… Y
arrojando las piezas de plata en el
templo…” (Mateo 27:3-5). Pero no hubo
verdadero arrepentimiento, pues fue
solamente externo. Sabemos esto porque
la palabra “arrepentido” aquí es la
palabra griega metamelomai, que
expresa el deseo de poder deshacer lo
que se ha hecho, pero no va acompañado
de un cambio de
corazón efectivo.1
Por eso no estamos interesados en lo
exterior. Vayamos a lo profundo, a la
esencia de nuestra relación con Dios, y
experimentemos realmente su amor
cuando hemos fallado. Si entiende usted
esto, comenzará a experimentar nuevas
dimensiones en su caminar de amor con
el Padre. Entenderá que su Papá Dios se
trata de relación y no de protocolo
religioso. A Él sencillamente le encanta
estar con usted. Bajo la gracia, Él no
demanda perfección por parte de usted;
Él le suple perfección mediante la obra
terminada de su Hijo Jesucristo. Por
tanto, a pesar de cuántos errores haya
cometido, no tenga miedo de Él. Él le
ama. ¡Su Padre corre hacia usted para
darle un abrazo!
Dios se trata de relación y
no de protocolo religioso.
Dios no quiere jornaleros
La creencia equivocada del hijo menor
era que quería regresar y ganarse su
propio sustento como un jornalero. No
quería recibir la provisión de su padre
por gracia o por favor inmerecido. En su
propio orgullo engreído, quería trabajar
como un jornalero y ganarse su propia
comida en la casa de su padre con el resto
de los jornaleros. El padre, desde luego,
no aceptó nada de eso.
Usted no puede merecerse por sus
propios esfuerzos el favor y las
bendiciones de Dios. Solamente pueden
recibirse como regalos mediante la
gracia de Él. Él no le quiere usted como
su jornalero. Su identidad es la de un
hijo: hijo de Dios. Él tiene un ejército de
ángeles celestiales como sus sirvientes.
Lo que Él desea es relacionarse con
usted. En lugar de tenerle miedo y pensar
que debe usted caminar de puntillas en
su presencia, Él quiere que se acerque
con valentía a su presencia.
Su Padre quiere que usted sepa que,
como su hijo amado, lavado por la
sangre de Jesús, puede acercarse
confiadamente al trono de la gracia en
cualquier momento para obtener
misericordia y hallar gracia para
ayudarle en su momento de necesidad
(Hebreos 4:16). Para un hijo de Dios
bajo el nuevo pacto, no es un trono de
juicio; es un trono de gracia.
Su identidad es la de un
hijo: hijo de Dios. Lo que Él
desea es relacionarse con
usted.
¿Cree usted en su gracia?
¿Cree que la sangre de Jesús ha
lavado todos sus pecados?
¿Cree que su Padre celestial le ama?
Entonces, acérquese confiadamente a
su presencia siempre que falle. Acuda tal
como usted es para recibir misericordia
y hallar gracia. Él ha prometido en su
Palabra que le ayudará en su momento
de necesidad. ¿Cuál es su necesidad
hoy? Hable con su Padre al respecto.
¿Qué luchas, temores y adicciones le
abruman hoy día? Ponga todo ello
delante de su Padre celestial y permita
que Él le ayude.
Amigo, usted ya no es esclavo del
pecado; es un hijo de Dios. La Palabra
dice: “Pues no habéis recibido el espíritu
de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el
espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos
8:15). La palabra “adopción” se traduce
más precisamente como “condición de
hijo”.2 Por medio de Jesús, usted ha
recibido el espíritu de condición de hijo
mediante el cual clama “Abba, Padre”.
¿Observó que el Espíritu Santo no quiso
traducir la palabra “Abba”? Se mantiene
la palabra aramea Abba. ¿Sabe por qué?
Es porque, para los judíos, Abba es la
manera más íntima en que uno puede
dirigirse a su padre.
Clame “¡Abba, Padre!”
Me encanta cuando estoy en Israel y oigo
a niños pequeños corriendo de un lado a
otro en parques, gritando:
“¡Abba! ¡Abba!” y saltando para abrazar
a su papá. Es una imagen hermosa. En
los brazos de Abba, el niño está seguro,
protegido y amado. Ningún enemigo
puede arrebatar a un niño de los fuertes
brazos de su Abba. Esa es la imagen que
Dios quiere que tengamos cuando
oremos a Él y le llamemos “Abba”.
Desde luego, usted puede llamarle
“Papá” o “Papi”, o cualquier término que
le ayude a ver a Dios como un padre
amoroso y cálido.
A menos que pueda verle como su
Abba Padre, seguirá teniendo un
“espíritu de esclavitud para estar otra vez
en temor” (Romanos 8:15). Este espíritu
de esclavitud se refiere al temor de Dios
en el Antiguo Testamento. Es un servil
temor al juicio y el castigo que le lleva a
la esclavitud y le hace tener miedo de
Dios. Pero Dios no quiere que usted le
tenga temor. ¡Él quiere que tenga un
espíritu de condición de hijo!
Demasiados creyentes viven con un
espíritu de orfandad. Si tiene usted todo
tipo de temores, culpabilidad y
preocupaciones en este momento, ¡lo
que necesita es una buena dosis del amor
del Padre celestial!
Si tiene usted todo tipo de
temores, culpabilidad y
preocupaciones en este
momento, ¡lo que necesita es
una buena dosis del amor del
Padre celestial!
Algo sorprendente sucede en su
espíritu cuando usted ve a Dios como su
Padre. Si mi hija Jessica tiene una
pesadilla, lo único que tiene que hacer es
gritar: “¡Papá!”, ¡y papá está ahí! Y si
hay un monstruo debajo de su cama, ¡ese
monstruo va a ser despedazado por papá!
Jessica no tiene que decir: “Oh padre,
que vives y habitas en el cuarto de al
lado, te ruego que vengas a mí en este
momento de peligro, para que puedas
rescatarme de esta pesadilla”.
Lo único que tiene que hacer es gritar:
“¡Papá!”, y yo estoy allí.
De modo similar, en sus momentos
de debilidad no tiene que acercarse a
Dios con oraciones perfectas. Tan sólo
grite: “¡Papá!”, ¡y su Padre celestial
corre hacia usted! No acude usted
delante de un juez; acude delante de su
Padre, su Papá Dios, que le abraza y le
ama tal como usted es.
Tome tiempo para acercarse hoy a su
Abba Padre. Crea que Él le ama
incondicionalmente hoy. Véalo dándole
la bienvenida con una sonrisa en su cara
y con los brazos extendidos. Corra hacia
su abrazo, deléitese en su amor perfecto
por usted, y permita que funda toda
preocupación, temor e inseguridad.
Cuando usted cree y recibe el amor de su
Padre, ¡pondrá en su corazón paz y
fortaleza inconmovibles!
Cuando usted cree y
recibe el amor de su Padre,
¡pondrá en su corazón paz y
fortaleza inconmovibles!
CAPÍTULO 20
SEA TRANSFORMADO
POR EL
PADRE
AMOR
DEL
Cuando prediqué una serie de mensajes
sobre el amor del Padre en mi iglesia, un
joven, junto con varios otros, pasó al
frente después de uno de los servicios
para recibir a Jesús como su Señor y
Salvador. No pude evitar notar que
había cicatrices y costras de sangre
reseca en la cara de ese hombre. Pensé
que quizá estuviera sufriendo algún tipo
de enfermedad médica, y por eso le dije
a mi pastor de jóvenes que hablase con
él en la sala para visitantes después del
servicio.
En la sala, el joven se quitó su
chaqueta y reveló un cuerpo cubierto de
tatuajes. Compartió que tenía cortes en
su cara porque había estado involucrado
en muchas peleas de pandillas y también
había entrado y salido de la cárcel
numerosas veces. Entonces miró
directamente al pastor de jóvenes y le
preguntó seriamente: “¿Puede Dios
perdonarme por todos los errores que he
cometido?”.
El pastor de jóvenes le afirmó,
diciendo: “En el momento en que pasaste
al frente para recibir a Jesús en tu vida,
tu Padre celestial te perdonó todos tus
pecados y te hizo su hijo. En este
momento, eso es lo que eres: su hijo
amado”.
Más adelante aquel día el pastor de
jóvenes recibió un mensaje de texto de
este joven que expresaba lo que había
sentido después de haberse ido: “No sé
cómo explicarle esto. Ahora estoy
experimentando una paz en mi corazón
que nunca antes he sentido”.
Amigo, eso es lo que sucede cuando
la carga de la culpa, el pecado y la
condenación es quitada de sus hombros
y puesta sobre Jesús. Cuando usted abre
su corazón al amor incondicional del
Padre, experimentará una paz que
sobrepasa todo entendimiento.
La justicia es un regalo
gratuito
A pesar de cuantas veces haya fracasado,
cuántos errores haya cometido y lo
terribles que crea usted que son sus
pecados, el poder y la sangre limpiadora
de su Salvador, Jesucristo, es mayor que
todos ellos.
Dios le hizo esta promesa en su Palabra:
“Aunque sus pecados sean como la
escarlata, yo los haré tan blancos como
la nieve. Aunque sean rojos como el
carmesí, yo los haré tan blancos como la
lana” (Isaías 1:18, NTV). Ese es el poder
de la cruz en su vida. En el momento en
que cree en Cristo, todos sus pecados son
limpiados una vez para siempre, y es
hecho usted más blanco que la nieve.
¿Ha visto cómo la nieve resplandece
bajo la luz del sol? Así es como su Padre
celestial le ve en este momento, vestido
con el resplandeciente manto de justicia.
Pero, pastor Prince, ¿qué he hecho
para merecer este manto de justicia?
Bueno, ha oído la parábola del hijo
pródigo. Permítanme preguntarle: ¿qué
hizo el hijo para merecer el abrazo del
padre? ¿Qué hizo él para merecer la
mejor túnica que el padre ordenó que sus
jornaleros le llevasen?
Absolutamente nada.
El “mejor manto” es una imagen del
manto de justicia que su Padre celestial
le dio cuando usted recibió a Jesús.
Este manto de justicia es un regalo
gratuito. No puede usted ganarlo,
trabajar por él ni merecerlo. Por eso,
todo lo que oímos sobre lo que el padre
hizo para dar la bienvenida a casa a su
hijo es una imagen de la sorprendente
e incondicional gracia de nuestro Padre
celestial.
Nuestra parte es tan sólo creer en su
bondad y recibir sinceramente la
abundancia de gracia y el regalo de la
justicia de parte de Él para reinar
victoriosamente sobre cada área de
derrota en nuestras vidas.
Reciba y reine
Lo cierto es que no hay ningún otro
modo de reinar en vida aparte de creer y
recibir. Ya que la aceptación del Padre,
su gracia y el regalo de la justicia no
pueden ser ganados, el único modo de
tenerlos es humillándose usted mismo
delante de Él y diciendo: “Querido Papá
Dios, sé que no he hecho nada para
merecer tu amor y tus bendiciones en mi
vida. Gracias por darme una gracia tan
inmerecida. Recibo humildemente la
abundancia de tu gracia y tu precioso
regalo de la justicia”.
No hay ningún otro modo
de reinar en vida aparte de
creer y recibir.
¿Qué cree usted que requiere más
humildad: trabajar por su propia justicia
y ganársela, o recibir la justicia como un
regalo de Dios? Le digo que los
creyentes que intentan ganarse la
aprobación de Dios, su aceptación y sus
bendiciones mediante su servicio, sus
oraciones y sus buenas obras,
inadvertidamente caen en el orgullo.
En la parábola del hijo pródigo, el
hijo menor quería regresar a su casa y
decirle a su padre: “Hazme como uno de
tus
jornaleros”.
Aunque
estaba
totalmente arruinado, aun así quería
mantener su orgullo y ganarse su propio
mantenimiento como jornalero en lugar
de humillarse delante de su padre. Desde
luego, sabemos que aunque él creía
erróneamente y seguía estando enredado
en el ensimismamiento, el padre derramó
sobre él abundancia de gracia y el don de
la justicia, y le recibió en su casa con una
gran celebración.
La mentalidad del hermano
mayor
En cuanto al hermano mayor en la
parábola, se enfureció mucho cuando
escuchó que el regreso a casa de su
pecador hermano desvergonzado era la
razón de que hubiera música y danzas en
la casa de su padre. Su propio orgullo se
llevó lo mejor de él, y se negó a entrar en
la casa porque sentía que
contrariamente a él, su hermano no había
hecho nada para merecer tal honor.
El hermano mayor le dijo a su padre:
“He aquí, tantos años te sirvo, no
habiéndote desobedecido jamás, y nunca
me has dado ni un cabrito para gozarme
con mis amigos. Pero cuando vino este
tu hijo, que ha consumido tus bienes con
rameras, has hecho matar para él el
becerro gordo” (Lucas 15:29-30, énfasis
del autor).
Notemos que el hermano mayor
estaba enredado en lo que él había hecho
para “merecer” el becerro engordado que
mataron para su hermano. Su respuesta
también reveló lo que él creía sobre su
padre. Se relacionaba con su padre como
si su padre fuese un duro capataz. En
lugar de sencillamente disfrutar de su
posición como un hijo, estaba ocupado
sirviendo a su padre, ocupado intentando
ganarse su aprobación por medio de sus
obras.
El hermano mayor creía que
necesitaba ganarse las bendiciones del
padre, y en su mente, él había rendido
mucho mejor que su deshonroso y
rebelde hermano menor. Por tanto, sentía
que se merecía más recompensas de su
padre y, por tanto, estaba indignado
porque pensaba que a su hermano le
estaban dando más. De hecho, la Biblia
registra que el padre había dividido entre
ellos su riqueza. Según la costumbre
judía, el hijo mayor siempre obtenía una
doble porción, ¡de modo que el hermano
mayor ya había recibido mucho más!
Claramente, él no entendió en
absoluto lo que significa ser un hijo. Sus
ojos no estaban en la bondad de su padre,
sino en sus propias obras. No había
relación alguna con su padre. Tenía una
mentalidad
servil
y
trataba
persistentemente agradar a su padre con
su servicio y por el cuidado que se
tomaba para no transgredir ninguna de
las órdenes de su padre. Nunca entendió
el corazón del padre. En palabras
sencillas, nunca entendió la gracia.
¿Relación de amor
transacción de negocios?
o
Desgraciadamente,
hay
muchos
creyentes hoy día que son como el
hermano mayor. En lugar de recibir el
perfecto amor del Padre y su aceptación
por la gracia, quieren ser capaces de
decir que se han ganado sus bendiciones.
¿Cree que eso causa gozo y alegría al
corazón del Padre?
Imagínese usted que quisiera hacer
un regalo especial a su hijo como
expresión de su gran amor, y su hijo le
dijera: “No, quiero trabajar por ello.
Quiero ganármelo yo mismo”.
¿Cómo se sentiría si su hijo prefiriera
ganarse su amor y sus bendiciones
mediante sus propios esfuerzos en lugar
de recibirlas? Ciertamente, hay
momentos en que un hijo puede
“trabajar” por algo como recompensa;
puede ser recompensado por ir bien en la
escuela o mantener ordenado su cuarto;
pero no estoy hablando de recompensas.
Algo anda muy retorcido si su hijo no
puede recibir un regalo de usted sin
intentar ganárselo; significa que su
relación con él refleja una transacción de
negocios.
Tristemente, así es exactamente
cómo se comportan algunos creyentes en
la actualidad. Tienen una mentalidad de
hermano mayor cuando se relacionan
con Dios. No quieren recibir nada de Él
por la gracia. Como el hermano mayor
en la parábola, quieren trabajar por ello,
y su relación con Dios se vuelve como
una transacción y un negocio. En lugar
de disfrutar una relación de amor entre
un Padre y su hijo, quieren regresar al
modo en que era bajo el viejo pacto de la
ley. Bajo el viejo pacto, si usted se
comportaba correctamente, entonces
Dios le bendecía; y si se comportaba
erróneamente, era maldecido.
Es realmente bastante triste, porque
inevitablemente terminarán estando
resentidos y ofendidos con Dios cuando
ven a sus hermanos que “no lo merecen”
recibiendo bendición mediante la
abundante gracia del Padre. Al igual que
el hermano mayor, terminan enojados
con Dios y diciéndole: “He aquí que
todos estos años te he estado sirviendo;
nunca quebranté tus órdenes en ningún
momento, y sin embargo nunca me
diste…”.
Los creyentes que aún viven bajo este
velo de la ley son como el hermano
mayor. Oyen la música y las danzas, y no
lo entienden; oyen sobre la sorprendente
gracia de su Padre, y no pueden
comprenderla. Leen historias de vidas
transformadas por la gracia, y no pueden
aceptarlo. Para ellos, Dios se trata de
guardar mandamientos, servir y
obedecer. Las recompensas deberían
distribuirse cuando se hace el bien,
mientras que el justo castigo debería
ejecutarse sobre todos aquellos que
hayan transgredido.
Si eso lo describe usted, oro para que
este velo de la ley sea quitado y que usted
experimente la gracia del Padre de
manera profunda y personal.
Todo lo que es de Dios ya es
de usted
¿Sabe lo que el padre, que había
abandonado la fiesta para encontrarse
con su hijo mayor, dijo como respuesta a
la queja de su hijo? “Hijo, tú siempre
estás conmigo, y todas mis cosas son
tuyas” (Lucas 15:31).
Amigo, que no se trata de su amor por
Dios; se trata del amor del Padre por
usted. Él es siempre el iniciador.
Siempre se ha tratado sobre el amor de
Él por usted. No viva la vida enojado,
furioso, sintiéndose culpable y frustrado.
Entre en la casa del Padre y encuentre
reposo para su alma. No se trata de sus
propios esfuerzos. Su Padre quiere que
usted sepa que TODO lo que Él tiene ya
es suyo; no por sus obras perfectas, sino
porque usted es su hijo mediante la obra
completa de Jesús.
Su Padre quiere que usted
sepa que TODO lo que Él
tiene ya es suyo; no por sus
obras perfectas, sino porque
usted es su hijo mediante la
obra completa de Jesús.
Romanos 8:32 declara: “El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no
nos dará también con él todas las
cosas?”. Papá Dios ya le ha dado con
Jesús todas las cosas. Jesús es su
aceptación; Él es su justicia, su santidad,
su provisión y su sabiduría. Cualquiera
que sea su necesidad en su vida, su Padre
ya le ha dado por medio de Jesús.
Por tanto, regrese a casa y reciba su
abrazo. Regrese a casa y reciba la gracia.
¡Regrese y únase a la música y la danza!
El poder transformador del
amor del Padre
Es interesante notar que en la parábola
del hijo pródigo, ambos hermanos
querían
ganarse
su
propio
mantenimiento. Creo que eso nos
demuestra que nuestra propensión carnal
a querer merecer bendiciones de Dios es
mucho mayor que nuestra capacidad de
recibir de Él. Generalmente somos más
inclinados a querer merecer su amor, su
aceptación, su aprobación y sus
bendiciones que a recibirlos mediante su
favor inmerecido.
Verdaderamente es necesaria una
revelación de la gracia para ver el amor
del Padre y para recibir de Él. Y la
Palabra nos dice que solamente al recibir
de nuestro Padre su gracia y su justicia
es como podemos reinar en esta vida.
Quizá sea esa la razón por la que no
vemos más creyentes reinando en vida.
La clave radica en el modo en que
perciben a su Padre celestial.
El poder para reinar en
vida gira en torno a lo que
usted crea sobre Dios.
¿Es Él un duro y rígido capataz para
usted o un Padre amoroso y generoso?
¿Le permitirá que le vista con su justicia
y que mediante su amorosa gracia ponga
un anillo en su dedo y sandalias en sus
pies? ¿O luchará usted para ganarse su
propia justicia, merecer su propia
provisión y ganarse sus propias
posesiones mediante sus propias obras?
El poder para reinar en vida gira en torno
a lo que usted crea sobre Dios.
Pastor Prince, ¿está usted diciendo
que todo es solamente por gracia y que
podemos vivir de cualquier manera que
queramos
sin
tener
ninguna
consideración por Dios? ¿Está usted
diciendo que no tenemos que servirle?
Bueno, pregúntese esto: cuando
alguien tiene un encuentro genuino con
el amor del Padre, su favor y sus
bendiciones de una manera que es
totalmente inmerecida, ¿cómo cree usted
que esa persona vivirá?
Tome unos momentos para ponerse
en el lugar del hijo menor: ha malgastado
usted la riqueza de su padre. Se ha
quedado sin dinero y sin comida, de
modo que decide regresar a casa porque
sabe que incluso los sirvientes de su
padre tienen abundancia de alimentos
para comer. Pero cuando llega usted a su
casa, en lugar de reprensión y
condenación por parte de su padre y
tener que rogarle que le haga como uno
de sus jornaleros, él le ofrece una
abundante recepción llena de abrazos y
besos.
Hace tan sólo un par de días estaba
usted muriéndose de hambre e incluso
deseando la comida para los cerdos; pero
ahora que está vestido con el manto
nuevo y limpio; lleva el anillo de su
padre, que le autoriza a realizar pagos en
nombre de él. Y como si esto no fuera
suficiente, su padre ha invitado a todos
los vecinos, ha matado a un becerro
engordado y están realizando una
barbacoa de bienvenida con música y
danzas en honor a usted.
Imagine que le ha sucedido todo eso;
acaba usted de experimentar el cálido
abrazo y el perdón de su padre. Ahora
bien, ¿hace eso que usted quiera
rebelarse otra vez contra su padre
yéndose de casa y regresando a la granja
de los cerdos, que quiera revolcarse en el
barro y alimentarse de cosas que nunca
le darán satisfacción? ¡Claro que no!
Existe un gran malentendido en que
los creyentes que batallan con el pecado
y lo satisfacen, y que aún están
enamorados del mundo, lo hacen porque
no aman lo suficiente a Dios. Eso es lo
que oímos de muchos predicadores que
les dicen a los creyentes que amen más a
Dios, pensando que si las personas aman
más a Dios, amarán menos el pecado y al
mundo.
Pero un día Dios abrió mis ojos a la
verdadera razón por la cual los creyentes
siguen estando enredados en el pecado y
el mundo. Nunca he oído a nadie
predicar esto, así que es algo nuevo
recibido del cielo. El apóstol Juan nos
dice: “Si alguno ama al mundo, el amor
del Padre no está en él” (1 Juan
2:15). Observemos que es el amor del
Padre, no el amor por el Padre. Por tanto,
las personas que aman al mundo y están
atrapadas por caminos mundanos son en
realidad personas que no conocen o no
creen en sus corazones el amor del Padre
por ellos.
Desgraciadamente,
oímos
los
mensajes que hablan sobre nuestro amor
por el Padre: “¡Tienen que amar más a
Dios! ¡Tienen que amar más a Dios!”.
Pero lo que realmente necesitamos es
más predicación de que todo se trata del
amor del Padre. Nunca será sobre
nuestro amor por Él, sino del amor de Él
por nosotros.
Si usted ha gustado y
saboreado la gracia de su
Padre celestial, no querrá vivir
en el desierto del
pecado nunca más.
Amado, cuando las personas llegan a
conocer verdaderamente y creer en el
amor del Padre por ellas y lo tienen
ardiendo en sus corazones, ya no querrán
salir y vivir como el diablo. Hay algo
poderosamente transformador en la
gracia. Si usted ha gustado y saboreado
la gracia de su Padre celestial, no querrá
vivir en el desierto del pecado nunca
más.
Vivir de gracia en gracia
Sigamos hablando del hijo menor.
Recibir perdón y gracia de su padre,
¿significa que él nunca volverá a fallar?
Claro que no. Pero cada vez que falle,
sabe ahora que no tiene que huir y
ocultarse con culpabilidad y temor,
porque conoce el corazón de su padre.
Eso es lo que significa vivir de gracia en
gracia; incluso si usted tropieza, es un
tropiezo que le eleva. Eso usted
consciente del hecho de que hay nueva
gracia cada día, en una medida
sobreabundante para tragarse todos sus
fracasos. Esta es la bondad de Dios que
le conduce al arrepentimiento (Romanos
2:4).
Algunas personas creen que el
arrepentimiento debe implicar llorar
hasta que los ojos se ven enrojecidos.
He visto a personas hacer eso, pero
regresan a casa y sus vidas no son
cambiadas. Por el contrario, he visto
genuino
arrepentimiento
cuando
personas tienen un encuentro con la
gracia de Dios al escuchar un mensaje o
leer un libro como este, y no hay ningún
dramatismo en ello; pero cuando
regresan a su familia, uno se da cuenta
de que algo en ellos ha cambiado a
medida que pasan los días. Sus
pensamientos y sus creencias han
cambiado.
A su tiempo, eso produce un cambio
completo en su estilo de vida, conductas,
actitudes y acciones a medida que siguen
creciendo en gracia.
Adicciones comienzan a perder su poder
sobre sus vidas; temores, dudas e
inseguridades comienzan a disolverse, y
ellos comienzan a experimentar favor y
éxito en sus relaciones, carreras y
ministerios. En lugar de envidiar la
comida de los cerdos, ahora festejan en
la mesa de abundancia del Padre. En
lugar de vivir derrotados en pecado,
ahora viven en la victoria del amor de su
Padre. Eso es lo que produce creer
correctamente en el amor del Padre.
Recibí un asombroso testimonio de
Nathan, de veinticinco años y de
Nueva York, que compartió sobre la
victoria que experimentó cuando tuvo
un encuentro con el amor del Padre
por él. Contaba que desde los catorce
años de edad su vida había girado en
torno a las drogas, la pornografía, el
sexo y la violencia de pandillas. Al
crecer en tal ambiente, nunca tuvo
una oportunidad de ver un modo de
vida diferente; nunca disfrutó de una
niñez adecuada y nunca experimentó
amor y aceptación de sus familiares,
que le consideraban nada más que una
“máquina de guerra”. Sin ninguna
figura paterna en su vida excepto un
hombre con quien su madre se casó y
que le golpeaba regularmente desde
que tenía tres años, Nathan batallaba
con su identidad, sus adicciones y su
enojo.
Pero su punto crucial llegó cuando
aprendió que su Papá Dios le ama. Él
escribió:
Oí uno de sus sermones
sobre ser el amado de Dios.
Yo nunca había oído a
alguien hablar sobre Jesús
como alguien que murió por
mis pecados porque me
amaba mucho. Pensé que no
había manera alguna de que
nadie muriese por mí si
supiera lo que yo había
hecho. Pero el amor que
sentí mientras escuchaba fue
algo que nunca antes había
experimentado.
Tenía que saber más, y
por eso compré su libro
Destinados para reinar, y las
palabras del Señor por
medio de su libro cambiaron
mi vida… He dejado todo
mal hábito, todo, en mi
pasado y me he entregado al
Señor Jesucristo. Cada día
me parece nuevo, y ahora
veo la vida bajo una luz
diferente. Sé que tengo un
Padre en el cielo que me ama
y me acepta. Sé que Él oye
mis oraciones y no será lento
para responderlas.
Estoy muy contento de que Nathan
tuviera una revelación de que a pesar de
sus fracasos, su Papá Dios nunca ha
dejado de amarle. Y finalmente al
descansar en el amor de su Papá, ha sido
hecho libre no sólo de sus adicciones,
sino también del enojo y las dudas de sí
mismo que le habían mantenido atado
durante casi la mitad de su vida.
De la misma manera, oro para que
usted tenga una revelación de que en este
momento es amado por el Padre y está
cerca de su corazón. De que Él siempre
escucha sus oraciones y es más que
capaz y está dispuesto de sacarle de cada
pozo oscuro y situarle en su amor y su
luz.
En la parábola del hijo pródigo, los
dos hijos estaban lejos de su padre,
incluso
el
hijo
mayor,
que
técnicamente estaba en su casa con él.
¿Ha experimentado usted el amor de
su Padre?
En este momento quiero que haga
algo: cierre sus ojos y simplemente diga
“Papá”.
Esa es una oración. De hecho, es la
oración más profunda y más íntima que
puede usted hacer.
Clame a su Papá Dios,
porque Él le ama y se interesa
por usted.
Clame a su Papá Dios, porque Él le
ama y se interesa por usted. Nunca hizo
usted nada para hacer que Él se
enamorase de usted. Y amado, no hay
nada que usted pueda hacer, nada que
podría haber hecho, que le apartará
jamás de su amor por usted.
Ya amado, ya calificado
Quiero que sepa que, como hijo de Dios,
no necesita usted calificarse para obtener
su amor de ninguna manera. Ya es usted
su amado. Puede que sienta que está muy
lejos de Él, pero su Padre le ve. Le ha
estado observando y esperando a que
regrese usted a casa, listo para salir
corriendo hacia usted para abrazarle.
Quiere derramar su amor abundante y
sus besos sobre usted, una y otra vez.
No necesita ganarse el amor de su
Papá. TODO lo que Él tiene ya es de
usted. Él no le pide que le sirva a fin de
ganarse sus bendiciones. TODO lo que
Él tiene ya le ha sido dado de manera
gratuita e incondicional.
Jesús dijo: “Mirad las aves del cielo,
que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho
más que ellas?” (Mateo 6:26). Amigo,
deje de esforzarse. Es usted un hijo de
Dios. Es de más valor que muchas aves,
y su Papá incluso tiene contados los
cabellos de su cabeza (véase Lucas
12:7).
Él entregó a su único Hijo para morir
una muerte atroz en la cruz a cambio de
la oportunidad de que usted pudiera un
día aceptar su amor.
Así que acérquese. Acuda al Padre.
Acuda con todos sus fracasos, con todo
su quebrantamiento, con todas sus
incapacidades.
Acuda tal como es. A medida que
usted entiende que es el objeto de su
amor, oro para que cualquier cosa
negativa o destructiva sea apartada de su
vida y pueda experimentar victoria tras
victoria como nunca antes.
CAPÍTULO 21
ENCUENTRE DESCANSO
EN EL AMOR DEL PADRE
En este último capítulo de nuestro viaje
para descubrir el poder de creer
correctamente, quiero hacerle una
pregunta sencilla y a la vez crítica.
Incluso si se olvida de todo lo demás
que ha leído en este libro (desde luego,
¡oro que no sea así!), memorice esta
verdad que estoy a punto de decirle.
Aliméntese de ella, y permita que eche
raíces en su espíritu y se convierta en un
ancla en su vida. Le prometo que nunca
más volverá a ser el mismo.
¿Está preparado? Aquí está:
Como hijo de Dios, a pesar
de lo que suceda en su vida,
su Padre celestial le ama y
nada de lo que usted haga
podrá cambiar nunca eso.
¿Creerá eso hoy?
Ya sea que esté pasando por buenos
momentos o afrontando momentos de
desafío, necesita saber que su Abba le
ama. No hay nada que usted pueda hacer
jamás para que Él le ame más, y no hay
nada que pueda hacer jamás para que Él
le ame menos.
No hay nada que usted
pueda hacer jamás para que
Él le ame más, y no hay nada
que pueda hacer jamás para
que Él le ame menos.
Incluso, o quizá especialmente,
cuando siente que ha fracasado, sepa
que siempre será la niña de los ojos de
Él. Siempre.
Dios le ama con amor eterno (véase
Jeremías 31:3). Un amor que es el mismo
ayer, hoy y para siempre. Sienta a su
Papá Dios rodeándole en su abrazo en
este momento. Está usted seguro. Es
usted
profundamente
amado
y
completamente aceptado. Él le amó
antes de que usted ni siquiera le
conociera. Su amor por usted no tiene
nada que ver con algo de lo que usted
haya hecho por Él. Y por eso puede estar
seguro en el conocimiento de que nada
de lo que usted haga afectará el amor
firme e incondicional de Él por usted.
No hay nada que usted tenga que
demostrar; tan sólo necesita descansar.
Descanse y reciba el amor de su Abba
por usted. Deje que su vida se establezca
y se arraigue en un amor tan perfecto que
ningún desafío o adversidad será capaz
de derribarle. Si cree que ha estropeado
las cosas, ahora es el momento de que
acuda a su Padre. En sus amorosos
brazos encontrará esperanza, seguridad y
refugio de cualquier tormenta.
Me encanta como lo expresa el
apóstol Pablo: “¿Quién nos separará del
amor de Cristo? ¿Tribulación, o
angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada?… Antes,
en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos
amó. Por lo cual estoy seguro de que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro”
(Romanos 8:35, 37-39).
Amado, nada ni nadie pueden
separarle jamás del amor de su Padre.
¿No le encanta ese completo sentimiento
de seguridad en el fundamento
inconmovible de la promesa de Dios
para usted? No hay advertencias ni
descargo de responsabilidades cuando se
trata del amor de su Padre celestial. La
Biblia afirma claramente que nada podrá
separarle del amor de su Padre celestial.
Es una declaración absoluta y una
promesa. “Nada” significa nada. Como
creyente, eso significa que incluso sus
errores, fracasos y pecados no pueden
separarle del amor de su Padre.
¡Aleluya!
De hecho, es el amor del Padre por
usted el que le da la capacidad de vencer
cada error, fracaso y pecado en su vida.
La Biblia lo expresa de este modo:
“Porque el pecado no se enseñoreará de
vosotros; pues no estáis
bajo la ley, sino bajo la gracia”
(Romanos 6:14). Lo que esto significa es
que cuanto más experimenta el amor y la
gracia de su Padre celestial, más se
enamora de Él y se desenamora del
pecado.
Es el amor del Padre por
usted el que le da la
capacidad de vencer
cada error, fracaso y
pecado en su vida.
Como muchos de los testimonios que
hemos leído a lo largo de este libro,
descubrirá que adicciones destructivas
pierden su poder sobre su vida. Me gusta
el modo en que la Nueva Traducción
Viviente traduce Romanos 6:14: “El
pecado ya no es más su amo, porque
ustedes ya no viven bajo las exigencias
de la ley. En cambio, viven en la libertad
de la gracia de Dios”. ¿No es hermoso?
Hoy, está usted viviendo bajo la libertad
de la sorprendente gracia de Dios: el
favor de Él inmerecido y que no puede
alcanzarse en su vida. La gracia le da
libertad. Libertad de la carencia, del
temor, de las adicciones, del tormento de
la culpa, ¡y de toda maldición y todo
pecado!
Conocer su valor marca una
diferencia
¿Sabía que el enemigo no tiene poder
sobre personas que saben que su Padre
les ama? Si Adán y Eva hubieran creído
en el amor de Dios por ellos, el diablo no
habría tenido éxito al tentarlos.
Desgraciadamente, ellos decidieron
creer la mentira que la serpiente había
plantado al retratar a Dios como tacaño
y egoísta, como si Él estuviera
reteniendo de ellos algo bueno.
Por eso quiero que usted se ancle
firme en el amor del Padre. Entonces
será usted inconmovible; no tendrá
deseo alguno de tocar ciertas cosas, de ir
a ciertos lugares o de relacionarse con
ciertas personas. Se mantendrá alejado
de influencias negativas porque confía
en el corazón de su Padre y cree que Él
solamente quiere lo que es mejor para
usted. Usted descansa, sabiendo que Él
le está observando para protegerle y
guardarle del daño.
Ánclese firme en el amor
del Padre. Entonces será
usted inconmovible.
He visto que los niños que están
seguros en el amor de su padre son
capaces de decir no a todo tipo de
tentaciones. Eso se debe a que el vacío
en sus vidas ya está lleno, y no tienen que
hacer cosas para ganarse la aprobación
de sus amigos cuando pueden encontrar
absoluta seguridad, identidad y
aprobación en el amor de sus padres por
ellos y, sobre todo, en el amor de su
Padre celestial por ellos.
Del mismo modo, cuando confiamos
en el amor de nuestro Padre celestial por
nosotros, tendremos la capacidad de
decir no a las tentaciones. Cuando tiene
asentada una revelación de lo valioso,
precioso y justo que es usted en Cristo,
se vuelve cada vez más fácil decir no al
pecado.
Permítame ilustrarlo. Si lleva puesta
una camisa hermosa y muy blanca,
¿querría jugar en el barro? ¡Claro que
no! ¿Por qué? Porque es usted consciente
de que su camisa resplandecientemente
blanca y el barro no van unidos. De
manera similar, cuando usted reconoce
su identidad de justicia en Cristo,
¿querría revolcarse en el barro y la
suciedad del pecado? Lo cierto es que
cuanto más consciente de justicia sea y
más consciente de lo valioso y precioso
que es usted en Cristo, más sabrá que su
identidad de justicia en Cristo y el
pecado no van juntos; y más
experimentará el poder de decir no a la
tentación.
Usted es amado y tiene
complacencia
Cuando Jesús fue bautizado en el río
Jordán, la Palabra de Dios registra que
cuando salía de las aguas “y he aquí los
cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu
de Dios que descendía como paloma, y
venía sobre él. Y hubo una voz de los
cielos, que decía: Este es mi Hijo amado,
en quien tengo complacencia” (Mateo
3:16-17).
Me encanta el modo en que la Biblia
describe que los cielos le fueron abiertos
a Jesús. Creo que siempre que
Jesús es predicado, los cielos se abren a
Él. Eso significa que cuando oímos
mensajes que hablan sobre Jesús,
realmente estamos bajo un cielo abierto,
y todas las bendiciones, favor y bondad
de Dios caen sobre nosotros.
Después del bautismo de Jesús, el
Espíritu le condujo al desierto, y el
diablo llegó para tentarle diciendo: “Si
eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan” (Mateo 4:3).
Hace muchos años cuando estudiaba
eso, el Señor abrió mis ojos y me mostró
que el diablo sutilmente había dejado
fuera la palabra “amado”. Solamente
momentos antes, Dios Padre acababa de
afirmar a Jesús como su Hijo amado en
el río Jordán. Sin embargo, cuando el
diablo llegó para tentar a Jesús, eliminó
la palabra “amado” y sencillamente dijo:
“Si eres Hijo de Dios…”.
El Señor me reveló que si a usted le
recuerdan que es el amado del Padre,
¡nunca podrá ser tentado exitosamente!
Incluso el diablo lo sabía, y por eso
eliminó la palabra “amado” cuando
habló a Jesús. Ahora bien, ¡esa es una
poderosa verdad!
Por tanto, cada vez que sea usted
tentado, tan sólo recuérdese a sí mismo:
“Soy el hijo amado de Dios, y mi Padre
me ama”. Ninguna tentación puede
triunfar sobre usted cuando descansa
seguramente en el amor de su Padre.
Ninguna tentación puede
triunfar sobre usted cuando
descansa seguramente en el
amor de su Padre.
Quiero decir unas rápidas palabras a
todos los padres que están leyendo esto:
la aprobación del padre es lo que dará al
hijo la capacidad de sobresalir. Por tanto,
cuando usted declare palabras de
aprobación y afirmación a sus hijos,
realmente les está capacitando para el
éxito. Ellos afrontarán cada tentación de
frente y serán victoriosos en la vida.
Observemos la respuesta de Jesús.
Él no tenía que demostrarle al diablo que
era el Hijo de Dios. Seguro en su
identidad como el Hijo amado de Dios,
sencillamente respondió: “Escrito está:
No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios”
(Mateo 4.4).
Cuando estaba estudiando este
versículo, el Señor me dijo: “Estudia las
palabras que proceden de la boca de
Dios. Son las palabras de las que quiero
que mi pueblo viva”.
¿Recuerda qué palabras había dicho
el Padre en el río Jordán? Eso es. Él
dijo:
“Este es mi Hijo amado, en
quien tengo complacencia”.
¡Quiero alentarle a personalizar
esto y meditar en ello cada día!
Así es como el Padre le ve a
usted hoy. Él le ve en Cristo, y
en Cristo es usted su hijo
precioso y amado, en el cual Él
tiene complacencia. Ponga su
mano sobre su corazón y
escuche a su Padre celestial
decirle estas palabras:
“Tú eres mi Hijo amado, en
quien tengo complacencia”.
¿Creería eso con todo su corazón
hoy?
Si está batallando para vencer un
trastorno o adicción, cierre sus ojos y
escuche a su Padre decirle: “Tú eres mi
hijo amado, en quien tengo
complacencia”. Cada vez que se sienta
temeroso, cada vez que esté consumido
por la preocupación, el enojo o la
depresión, escuche a su Padre decirle:
“Tú eres mi hijo amado, en quien tengo
complacencia”.
Sí, en medio de cualquier fracaso que
pueda estar experimentando, es usted su
hijo amado, y Él se complace con usted
porque está usted en Cristo.
Siga escuchándolo y repitiéndolo
hasta que encuentre reposo, paz y gozo
inundando su corazón. Si siente ganas de
llorar en presencia de Él, lloré. Él sabe lo
que usted está pasando y entiende, de un
modo que ninguna otra persona puede
hacerlo, el dolor, la herida, el
sufrimiento y la pérdida que está usted
experimentando.
Usted es acepto en el Amado
¡Pero pastor Prince, yo no he hecho
nada para conseguir agradar a Dios!
Tampoco lo hizo Jesús. Dios llamó a
Jesús su amado y dijo que tenía
complacencia en Él antes de que Él ni
siquiera realizara un solo milagro o acto
de servicio para Él. Mire, su Padre se
complace en Jesús no debido a lo que Él
haya hecho, sino debido a quién es Él.
¿Ha entendido eso? Si no, por favor
vuelva a leer la última frase.
Jesús no tuvo que hacer nada ni
lograr nada antes de ser considerado
amado y agradable ante el Padre. La
buena noticia para usted y para mí hoy es
que nuestro Padre celestial nos ha hecho
“aceptos en el Amado”, y “en quien
tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados según las riquezas de
su gracia” (Efesios 1:6-7).
Esto es cierto para cualquier creyente
de Jesús. En el momento en que usted le
recibió en su vida, Dios Padre le hizo
acepto en el Amado.
Sabemos que la palabra “Amado”
aquí se refiere a Jesús. Por tanto, ¿por
qué no dijo Dios “acepto en Jesucristo”?
Se debe a que Dios quiere que usted
sea consciente de que ahora es parte de
la familia y es amado para Él del mismo
modo en que lo es Jesús. Además, la
palabra “acepto” en el original griego es
una palabra mucho más rica en
significado de lo que puede expresar la
traducción en español. Es la palabra
charitoo, y significa “muy favorecido”.1
Esta palabra se utiliza sólo otra vez en la
Biblia, cuando el ángel Gabriel se
apareció a María y le dijo: “¡Salve, muy
favorecida! El Señor es contigo; bendita
tú entre las mujeres” (Lucas 1:28).
Por tanto, usted y yo no sólo somos
aceptados en el Amado, que ya es
fantástico, sino que somos más
precisamente muy favorecidos en el
Amado: Jesucristo. De hecho, el erudito
griego Thayer dice que charitoo también
significa que estamos rodeados de
favor.2 Por eso en mi iglesia nos gusta
proclamar y declarar que somos muy
favorecidos, grandemente benditos y
profundamente amados. Es una potente
declaración y un importante recordatorio
de que usted no está solo y abandonado
a su suerte en la vida. Tiene un Padre en
el cielo que le ama, le favorece, le
protege y cuida de usted y de todos sus
seres queridos.
Tiene un Padre en el cielo
que le ama, le favorece, le
protege y cuida de usted y de
todos sus seres queridos.
Su
amor
diferencia
marca
una
Me encanta este sincero comentario que
recibimos de Gina, que vive en
Maryland. Escuche cómo ella ha sido
transformada por el amor del Padre:
Apreciado pastor Prince:
He sido cristiana por
treinta y cuatro años. Desde
que descubrí sus enseñanzas,
siento como si hubiera sido
liberada de treinta y cuatro
años de estar en una cárcel
de legalismo cristiano,
reglas y listas de cosas que
tenía que hacer para
conseguir que Dios me
ayudara y me bendijera.
Antes de oír el evangelio
de la gracia no adulterado,
prácticamente
había
renunciado a mi vida como
cristiana.
Sí,
seguía
creyendo que iría al cielo,
pero raspando. Ni siquiera
oraba ya, porque sentía que
tenía tantos problemas que
probablemente no estaría
orando bien, así que de todos
modos
¿por
qué
molestarme? Aborrecía leer
la Biblia porque para mí era
sólo un recordatorio de
todas las cosas que yo estaba
haciendo mal y de todas las
cosas que tenía que hacer si
quería la ayuda de Dios.
Pero ahora parece que
nunca tengo suficiente de la
Palabra de Dios porque la
veo como una carta de amor
de Dios en lugar de un libro
de reglas que yo no puedo
cumplir. Tampoco me canso
de escuchar los sermones
que obtengo de usted, y
siento como si me hubieran
dado alimento sano y
nutritivo después de haber
pasado treinta y cuatro años
comiendo comida basura.
Escucho sus sermones una y
otra vez. Me encuentro
pasando cada vez más
tiempo en la Palabra porque
es
FINALMENTE
verdaderamente BUENAS
NOTICIAS lo que oigo.
Quiero saber más acerca de
quién es Dios.
Por primera vez en mi
vida, mis hijos, que tienen
unos veinte años, también
están EMOCIONADOS en
cuanto a Dios. Todos
estamos leyendo Destinados
para reinar y escuchamos
constantemente enseñanzas
de
su
ministerio.
Recientemente
estaba
pensando sobre el Dios a
quien ahora conozco como
mi Abba Padre, y me sentía
abrumada por su amor por
mí. Comencé a decir: “Te
amo”. De repente, me di
cuenta de que no hay
palabras para expresar
adecuadamente el amor que
siento por Él ahora. Esas dos
pequeñas
palabras
sencillamente no pueden
expresarlo. A veces siento
como si mi corazón fuese a
explotar debido al amor que
siento por Él ahora, ¡porque
finalmente creo que Él siente
lo mismo con respecto a mí!
Adicionalmente, cosas que
he estado intentando dejar
durante DÉCADAS ahora
están
comenzando
a
desvanecerse a medida que
descanso en Dios, sabiendo
que Él me seguirá amando a
pesar de todo. Quién iba a
saber que NO intentar “ser
buena”
produciría
un
cambio de corazón y después
también me cambiaría en el
exterior. No puedo creer que
todo esto haya estado a mi
disposición todo el tiempo.
Estoy tan feliz ahora que
ni
siquiera
puedo
describirlo. Sí, sigo teniendo
mi parte de desafíos, pero las
cosas se ven muy distintas
cuando uno sabe que Dios no
sólo PUEDE manejarlo, sino
que también lo MANEJARÁ
cuando uno descansa y le
permite que sea el Papá que
Él quiere ser.
No puedo agradecerle
demasiado su ministerio y su
obediencia a Dios para
llevarnos esta Palabra
transformadora a sus hijos.
He sido cambiada para
siempre, y le hablo a todo el
mundo sobre el evangelio de
la gracia que usted predica.
Dios es maravilloso, y
espero con ilusión los
próximos setenta años de mi
vida caminando en su gracia
y compartiéndola con su
pueblo.
¿No le encanta leer sobre vidas que
son cambiadas y transformadas cuando
tienen un encuentro con el amor del
Padre? Me encanta lo que Gina
compartió sobre que ahora conoce a Dios
como su Abba Padre. ¿No es
sorprendente que se pueda haber sido
cristiano por más de tres décadas y aún
no haber tenido la oportunidad de tener
un encuentro con el amor del Padre? Me
siento muy agradecido y humillado
porque Dios me haya dado el honor y el
privilegio de revelar al Padre a esta
preciosa señora y a su familia. Oro para
que usted también experimente lo que
ella ha experimentado. En su carta, ella
literalmente rebosa de amor y gozo, y me
alegra el corazón ver a su familia tocada
también por nuestro amoroso Padre
celestial.
Crea en el amor del Padre por usted.
Vea su gracia. Acuda confiadamente a su
trono de gracia y reciba ayuda en su
momento de necesidad. En su carta de
oración, Gina compartió que había cosas
que ella había estado intentando dejar
durante DÉCADAS pero no podía. Sin
embargo, en el momento en que
comenzó a encontrar seguridad en el
amor de nuestro Abba Padre por ella y
tuvo la revelación de que Dios iba a
seguir amándola a pesar de todo,
comenzó una transformación sin
esfuerzo desde su interior, y esas cosas
comenzaron a desvanecerse.
Crea en el amor del Padre
por usted y reciba ayuda en
su momento de necesidad.
Cuando usted ve y cree que el amor
del Padre está brillando sobre su vida, la
oscuridad se desvanece. La depresión se
desvanece. Los trastornos alimenticios
se desvanecen. Los pensamientos de
suicidio se desvanecen. Los temores se
desvanecen. Adicciones destructivas se
desvanecen. Cuanto más se sitúa usted
bajo la gracia de Él, menos dominio
tendrá el pecado sobre su vida. La
tentación no tendrá poder sobre usted
cuando está saturado del amor del Padre,
de su aprobación, favor y aceptación.
Toda esta libertad puede ser de usted
cuando verdaderamente cree que:
Usted es su hijo amado en
quien
Él
tiene
complacencia.
Esta es mi oración por usted, amigo.
Oro para que usted comience a
comprender y creer lo ancho, lo largo, lo
profundo y lo alto del amor
incondicional de su Padre por usted.
Descanse en el amor del Padre por usted
y no en su amor por Él. Y que pueda
experimentar victoria sobre todo temor,
todo sentimiento de culpa y toda
adicción en su vida.
PALABRAS FINALES
Querido lector, gracias por haber hecho
este viaje conmigo en El poder de creer
correctamente. Ha sido usted un
compañero de viaje maravilloso y atento,
y oro que haya sido bendecido por las
verdades compartidas en este libro.
Aunque se hace mucho énfasis en
vivir
correctamente
y
hacer
correctamente, confío en que esté
comenzando a ver que la respuesta se
encuentra
realmente
en
creer
correctamente. Si puede usted cambiar lo
que cree, puede cambiar su vida.
Creer
correctamente
siempre
conduce a vivir correctamente.
Cuando usted crea correctamente,
terminará viviendo correctamente y
haciendo correctamente.
Mediante la lectura de este libro,
confío en que haya descubierto que creer
correctamente en realidad se trata de la
persona de Jesús. Cuando usted cree en
Él—en su amor por usted, su gracia
hacia usted y el poder de su obra
terminada en su vida—, Él le
transformará desde dentro hacia fuera. Y
sabemos que el verdadero cambio y las
victorias solamente llegan desde dentro
hacia fuera.
Le aliento a conseguir un ejemplar de
Destinados para reinar y Favor
inmerecido, y seguir estableciéndose en
creer correctamente. El poder de creer
correctamente está edificado sobre el
fundamento de esos dos libros, y hay
muchas verdades que encontrará en estos
libros y que anclarán su fe y le
impulsarán hacia adelante en creer
correctamente.
También me gustaría escuchar de
usted si ha sido bendecido e impactado
por este libro. Por favor escriba a:
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Hasta entonces, sepa que mi amor y
mis oraciones están con usted y con su
familia.
En la amorosa gracia de Él,
Joseph Prince
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buena fe y editados sólo por cuestiones
de brevedad y fluidez. Los nombres han
sido cambiados para proteger la
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Destinados para reinar
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la adversidad, la mediocridad y los
hábitos destructivos que le están
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Favor inmerecido
¡Dios desea que prosperes en cada área
de tu vida! Y con su presencia en tu vida
lo podrás lograr. Su gracia o favor
inmerecido puede abrir las puertas de
oportunidades y colocarte en el lugar
correcto en el momento correcto para
sus bendiciones. Aun si careces de las
cualificaciones necesarias, su favor
inmerecido puede impulsarte hacia
adelante.
100 días de favor
No tiene que depender de su propia
fuerza para alcanzar el éxito. ¡Sumérjase
en el inmerecido favor de Dios y cambie
su vida para siempre! 100 días de favor
le enseña cómo vivir consciente del
favor de Dios en todo lo que hace.
Promesas de provisión
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refresque mientras se sumerge en las
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Repleto de pequeñas gotas de sabiduría
práctica e inspiraciones extraídas de la
Palabra de Dios, este libro ampliará su
revelación de la gracia de Dios y la vida
abundante que tiene a través de su obra
culminada. Medite en sus promesas e
incremente su capacidad para recibir de
su Padre celestial.
Promesas de sanidad
Promesas de sanidad le lleva al mismo
corazón de nuestro Señor Jesús y le
muestra, página por página, su
compasión y disposición para sanarle.
Mediante las Escrituras, aprenda que no
se trata de qué usted debe hacer para ser
sano, sino de descansar en la gracia de
nuestro Señor quien ha hecho todo para
que sea sano. ¡Anímese y comience a
caminar en una medida mayor de
sanidad hoy!
ORACIÓN DE SALVACIÓN
Si quisiera recibir todo lo que Jesús ha
hecho por usted y hacerle su Señor y
Salvador, por favor haga esta oración:
Señor Jesús, gracias por
amarme y morir por mí en la
cruz. Tu preciosa sangre me
limpia de todo pecado. Tú
eres mi Señor y Salvador,
ahora y para siempre. Creo
que resucitaste de la muerte
y que estás vivo hoy. Debido
a tu obra terminada, ahora
soy un hijo de Dios amado y
el cielo es mi hogar. Gracias
por darme vida eterna y
llenar mi corazón de tu paz y
gozo. Amén.
Nos gustaría escuchar de
usted
Si ha hecho la oración de salvación o
tiene un testimonio para compartir
después de leer este libro, por favor
envíenos un correo electrónico a
praise@josephprince.com.
NOTAS
CAPÍTULO 2 El Dios que busca a los
que se apartan
1. OT: 5911, The Online Bible
Thayer’s Greek Lexicon and Brown,
Driver, & Briggs Hebrew Lexicon.
Copyright © 1993, Woodside Bible
Fellowship, Ontario, Canada. Licencia
del Institute for Creation Research.
CAPÍTULO 3 “¡Cristo me ama! Bien
lo sé”
1. Cornwall, Judson y Michael
Reid. Whose Love Is It Anyway? Closter,
New Jersey: Sharon Publications, 1991.
pp. 58–59.
CAPÍTULO 4 Ponga las películas
mentales correctas
1.
NT: 342, Thayer’s Greek
Lexicon, Electronic Database. Copyright
© 2000, 2003, 2006 by Biblesoft, Inc.
Todos los derechos reservados.
2.
Yong, Ed. “Snakes Know
When to Stop Squeezing Because They
Sense the Heartbeat of Their Prey”.
Discover Magazine. 17 de enero de
2012.
Descargado el 18 de enero de 2013, de
http://blogs.discovermagazine.com/notro
c
know-when-to-stop-squeezingbecausethey-sense-the-heartbeats-oftheirprey/#.UPin5Oh8Nyg.
3.
Hardy, David L. “A
Reevaluation of Suffocation as the
Cause of Death during Constriction by
Snakes”.
Herpetological Review, 1994. p.
229:45–47.
CAPÍTULO 5 Véase como Dios le ve
1. NT: 1343, Diccionario
Expositivo de palabras del Antiguo y
Nuevo Testamento Exhaustivo de
Vine.
Copyright © 1999, Editorial Caribe.
CAPÍTULO 11 Victoria sobre los
juegos mentales del enemigo
1.
Descargado el 3 de mayo de
2013, de
www.biblestudytools.com/classics/03
bunyan-grace-abounding-to-the-chiefofsinners/grace-abounding-to-thechiefsinners.html.
2.
2013, de
Descargado el 3 de mayo de
www.biblestudytools.com/classics/buny
a
grace-abounding-to-the-chiefofsinners/grace-abounding
-to-thechiefsinners.html?p=2.
3.
NT: 3341, Thayer’s Greek
Lexicon, Electronic Database. Copyright
© 2000, 2003, 2006 por Biblesoft, Inc.
Todos los derechos reservados.
CAPÍTULO 12 Cuidado con el león
rugiente
1.
NT: 4991, Thayer’s Greek
Lexicon, Electronic Database. Copyright
© 2000, 2003, 2006 por Biblesoft, Inc.
Todos los derechos reservados.
2.
Prince,
Joseph.
Favor
inmerecido. Lake Mary, Florida: Casa
Creación, 2010. p. 200.
3.
The Truth about Ananias and
Sapphira, 28 de noviembre de 2010,
mensaje en CD por Joseph Prince. Para
más
información,
visite
JosephPrince.com.
CAPÍTULO 14 Jesús, sé el centro de
todo
1. NT: 453, Thayer’s Greek
Lexicon, PC Study Bible formatted
Electronic Database. Copyright © 2006
por Biblesoft, Inc. Todos los derechos
reservados.
2. NT: 3474, Biblesoft’s New
Exhaustive Strong’s Numbers and
Concordance
with
Expanded
GreekHebrew Dictionary. Copyright ©
1994, 2003, 2006 por Biblesoft, Inc. e
International Bible Translators, Inc.
3.
Descargado el 6 de mayo
de
2013, de
www.blueletterbible.org/lang/lexicon/le
x Strongs=G1695&t=KJV.
4. OT: 3070, Biblesoft’s New
Exhaustive Strong’s Numbers and
Concordance
with
Expanded
GreekHebrew Dictionary. Copyright ©
1994, 2003, 2006 by Biblesoft, Inc. and
International Bible Translators, Inc.
CAPÍTULO 16 La batalla es del
Señor
1. NT: 1680, Diccionario
Expositivo de palabras del Antiguo y
Nuevo Testamento Exhaustivo de
Vine.
Copyright © 1999, Editorial Caribe.
2. Ibíd. OT: 2617.
3. OT: 1294, The Online
Bible
Thayer’s Greek Lexicon and Brown,
Driver, & Briggs Hebrew Lexicon.
Copyright © 1993, Woodside Bible
Fellowship, Ontario, Canada. Licencia de
Institute for Creation Research.
CAPÍTULO 17 A Dios le encanta que
usted pida en grande
1. OT: 3258, The Online Bible
Thayer’s Greek Lexicon and Brown,
Driver, & Briggs Hebrew Lexicon.
Copyright © 1993, Woodside Bible
Fellowship, Ontario, Canada. Licencia de
Institute for Creation Research.
CAPÍTULO 18 Encuentre esperanza
cuando todo parece sin esperanza
1.
Descargado el 3 de mayo
de 2013, de
www.nlm.nih.gov/medlineplus/ency/arti
c
2.
OT: 2617, Diccionario
Expositivo de palabras del Antiguo y
Nuevo Testamento Exhaustivo de
Vine. Copyright © 1999, Editorial
Caribe.
CAPÍTULO 19 Reciba el amor del
Padre por usted
1.
2013, de
Descargado el 5 de abril de
www.blueletterbible.org/lang/trench/sect
sectionID=69&lexicon=true&
strongs=G3338.
2.
NT: 5206, Diccionario
Expositivo de palabras del Antiguo y
Nuevo Testamento Exhaustivo de
Vine. Copyright © 1999, Editorial
Caribe.
CAPÍTULO 21 Encuentre descanso en
el amor del Padre
1. NT: 5487, Biblesoft’s
New Exhaustive Strong’s Numbers
and
Concordance
with
Expanded
GreekHebrew Dictionary. Copyright ©
1994, 2003, 2006 by Biblesoft, Inc. and
International Bible Translators, Inc.
2. NT: 5487, Thayer’s
Greek
Lexicon, Electronic Database. Copyright
© 2000, 2003, 2006 by Biblesoft, Inc.
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Índice
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Página del título
Bienvenida
Dedicación
Prefacio
Introducción
PARTE UNO
Crea en el amor de Dios por usted
Capítulo 1: Lo que usted cree es
poderoso
Capítulo 2: El Dios que busca a los que
se apartan
Capítulo 3: “¡Cristo me ama! Bien lo sé”
PARTE DOS
Aprenda a ver lo que Dios ve
Capítulo 4: Ponga las películas mentales
correctas
Capítulo 5: Véase como Dios le ve
Capítulo 6: Usted está irreversiblemente
bendecido
PARTE TRES
Reciba el perdón completo de Dios
Capítulo 7: Reciba su perdón y reine
Capítulo 8: Gracia nueva para cada falta
Capítulo 9: Experimente libertad de la
condenación
PARTE CUATRO
Gane la batalla por su mente
Capítulo 10: Gane la batalla por su mente
Capítulo 11: Victoria sobre los juegos
mentales del enemigo
Capítulo 12: Cuidado con el león
rugiente
PARTE CINCO
Sea libre de ocuparse en el yo
Capítulo 13: Sea libre de ocuparse en el
yo
Capítulo 14: Jesús, sé el centro de todo
Capítulo 15: Adore con las palabras de
David
PARTE SEIS
Tenga una confiada expectativa de bien
Capítulo 16: La batalla es del Señor
Capítulo 17: A Dios le encanta que usted
pida en grande
Capítulo 18: Encuentre esperanza
cuando todo parece sin esperanza
PARTE SIETE
Encuentre descanso en el amor del
Padre
Capítulo 19: Reciba el amor del Padre
por usted
Capítulo 20: Sea transformado por el
amor del Padre
Capítulo 21: Encuentre descanso en el
amor del Padre
Palabras finales
Permanezca conectado con Joseph
Agradecimiento Especial
Oración de Salvación
Notas
Newsletters
Copyright
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Copyright © 2013 por Joseph Prince
Cover design and photography by 22
Media Pte Ltd.
Ilustraciones copyright © 2013 por 22
Media Pte Ltd.
Edición en español copyright © 2013
por Casa Creación/Hachette Book
Group, Inc.
Cover copyright © 2013 by Hachette
Book Group, Inc.
Todos los derechos reservados. Salvo los
permisos del U.S. Copyright Act de 1976,
ninguna parte de esta publicación ser
reproducida, distribuida, o transmitida en
cualquier forma o por cualquier manera,
ni ser almacenada en cualquier sistema de
recuperación de datos, sin el permiso
escrito de la casa editorial.
A menos que se exprese lo contrario, el
texto bíblico ha sido tomado de la
versión Reina-Valera © 1960
Sociedades Bíblicas en América Latina;
© renovado 1988 Sociedades Bíblicas
Unidas. Utilizado con permiso.
El texto bíblico indicado con NVI ha sido
tomado de la versión La Santa Biblia,
Nueva Versión Internacional®
NVI ®, Copyright © 1999 por Bíblica,
Inc.® Usado con permiso. Todos los
derechos reservados mundialmente.
El texto bíblico indicado con NVI ha
sido tomado de la Santa Biblia, Nueva
Traducción Viviente, © Tyndale House
Foundation, 2010. Usado con permiso
de Tyndale House Publishers, Inc., 351
Executive Dr., Carol Stream, IL 60188,
Estados Unidos de América. Todos los
derechos reservados.
Unless otherwise noted, all Scripture
quotations are taken from the New King
James Version of the Bible. Copyright ©
1982 by Thomas Nelson, Inc. Used by
permission. All rights reserved.
Scripture quotations marked amp are
taken from the Amplified Bible.
Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964,
1965, 1987 by The Lockman
Foundation. Used by permission.
(www.lockman.org)
Scripture quotations marked kjv are
taken from the King James Version of
the Bible.
Scripture quotations marked nasb are
taken from the New American
Standard Bible. Copyright © 1960,
1962, 1963,
1968, 1971, 1972, 1973, 1975, 1977,
1995 by The Lockman Foundation. Used
by permission. (www.lockman.org)
Scripture quotations marked niv are taken
from the Holy Bible, New
International Version. Copyright ©
1973, 1978, 1984, 2011 by Biblica, Inc.
Used by permission of Zondervan. All
rights reserved worldwide.
(www.zondervan.com)
Scripture quotations marked nlt are taken
from the Holy Bible, New Living
Translation. Copyright © 1996, 2004,
2007 by Tyndale House Foundation.
Used by permission of Tyndale
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