Subido por Goni Mirmon

Reumatología Clínica - JUAN CARLOS DURO PUJOL

Anuncio
Reumatología clínica
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 1
10/9/10 14:05:58
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 2
10/9/10 14:05:58
Reumatología clínica
ERRNVPHGLFRVRUJ
Juan Carlos Duró Pujol
Doctor en Medicina.
Especialista en Reumatología
y Medicina Interna.
Instituto Catalán de la Salud
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 3
10/9/10 14:05:59
© 2010 Elsevier España, S.L.
Travessera de Gràcia, 17-21 - 08021 Barcelona (España)
Fotocopiar es un delito (Art. 270 C.P.)
Para que existan libros es necesario el trabajo de un importante colectivo (autores, traductores, dibujantes, correctores, impresores, editores...).
El principal beneficiario de ese esfuerzo es el lector que aprovecha su contenido.
Quien fotocopia un libro, en las circunstancias previstas por la ley, delinque y contribuye a la «no» existencia de nuevas ediciones. Además, a corto plazo,
encarece el precio de las ya existentes.
Este libro está legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual. Cualquier uso fuera de los límites establecidos por la legislación vigente,
sin el consentimiento del editor, es ilegal. Esto se aplica en particular a la reproducción, fotocopia, traducción, grabación o cualquier otro sistema de
recuperación de almacenaje de información.
ISBN: 978-84-8086-645-3
Composición y compaginación: Fotoletra, S. A.
Advertencia
La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precauciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar la dosis recomendada, la vía y duración de la administración y las
contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del médico determinar las dosis y el tratamiento más indicado para cada paciente, en función de su experiencia y del
conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como
consecuencia del contenido de esta obra.
El Editor
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 4
10/9/10 14:05:59
A Elena,
a Diana,
a los estudiantes de todas las edades y al
Dr. Jaime Rotés Querol (q.p.d.),
gran maestro de la reumatología, que con su clarividencia
y espíritu docente guió mis pasos a lo largo de mi formación
como reumatólogo.
Ya con algunos años de perspectiva vemos con claridad
el efecto que el Dr. Rotés produjo en todos sus discípulos.
Las características de los reumatólogos formados por él
son inconfundibles.
Los que tuvimos dicho privilegio conocimos
su finura semiológica, su sano escepticismo, su observación
crítica y su creatividad.
El Dr. Rotés combinaba los atributos de científico con los
de clínico y docente excepcional. Con sus aportaciones como
clínico y científico provocó el interés y la atención para con
los enfermos reumáticos al mismo tiempo que formaba
a generaciones de reumatólogos de España y América Latina.
Por todo ello, creo justo que un libro escrito por uno
de sus discípulos esté dedicado al mejor reumatólogo
clínico español de todos los tiempos.
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 5
10/9/10 14:05:59
«Estudiar medicina sin libros es navegar sin carta de navegación,
mientras que estudiar sin pacientes es no salir ni siquiera a navegar.»
«Es asombroso que con tan poca lectura un médico pueda practicar la medicina,
pero no es asombroso lo mal que lo hace.»
Sir William Osler (1849-1919).
Introductor de la enseñanza de la medicina a la cabecera del enfermo.
«Cada cosa que los médicos sabemos hemos de procurar saberla lo más exacta
que nos sea dado, pero a conciencia de su posible valor provisional.
El vacío que queda entre la imperfección de la verdad que poseemos y la perfección
de la verdad que deseamos, hay que intentar rellenarlo con entusiasmo y buena fe y,
sobre todo, con una dosis de copiosísima modestia.»
«Porque todo lo que se os ocurra está ya escrito en los libros.»
Gregorio Marañón (1887-1960).
Médico y Humanista.
«He luchado y lucharé siempre contra la abominable costumbre que cada día
se extiende más de confiar al laboratorio y a las exploraciones complementarias
el diagnóstico de las enfermedades. Esta conducta implica un gasto con frecuencia
inútil en términos de tiempo y dinero, y lo que es más reprobable, la pérdida
de la única oportunidad de establecer el contacto humano indispensable para conocer
a la persona enferma.»
Pedro Farreras Valentí (1914-1968).
Internista-Hematólogo.
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 6
10/9/10 14:05:59
Índice
Prólogo
XV
Sección I
Introducción a la reumatología
1
1. Concepto y contenido
de la reumatología
3
Clasificación de las enfermedades reumáticas
Cuándo hay que enviar a un paciente
al reumatólogo. Las 10 reglas de oro
reumatológicas
2. Estructura del tejido conjuntivo
Células
Matriz extracelular
3
5
7
7
10
3. Fisiopatología articular
13
Tipos de articulaciones
13
4. Inflamación
Mediadores bioquímicos
Mediadores celulares
19
19
24
Sección II
Semiología reumatológica
27
5. Anamnesis
29
La historia clínica
El lugar
El tiempo
El clínico
Contacto inicial
Filiación
Enfermedad actual
Antecedentes familiares
Antecedentes personales
Anamnesis por sistemas
30
31
31
31
31
32
32
33
33
34
La historia clínica en presencia de estudiantes
La historia clínica orientada por problemas
El informe de alta
El consentimiento informado
La informatización de la historia clínica
La información al paciente
El clínico y los sistemas sanitarios
6. Exploración
34
34
36
36
36
37
37
39
A. Exploración reumatológica
39
Curso de la exploración
40
B. Exploración neurológica
78
Pares craneales
Motilidad
Fuerza muscular
Coordinación
Sensibilidad
78
82
85
86
87
7. Laboratorio
91
Velocidad de sedimentación globular
Proteína C reactiva
Ácido úrico
Antiestreptolisinas
Factores reumatoides
Anticuerpos antipéptidos citrulinados cíclicos
Crioglobulinas
Sistema del complemento
Anticuerpos antinucleares
Anticuerpos anti-ADN
Anticuerpos anti-Smith
y antirribonucleoproteína
Anticuerpos anti-Ro (SS-A) y anti-La (SS-B)
Anticuerpos antifosfolípido
Anticuerpos anticentrómero
Anticuerpos anti-Scl-70 (topoisomerasa)
Anticuerpos anticitoplasma del neutrófilo
Anticuerpos anti-Jo-1
Sistema HLA (Human Leukocyte Antigen)
Líquido articular
Biopsia sinovial
91
92
92
93
94
95
95
96
96
97
98
98
98
98
99
99
100
100
100
101
VII
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 7
10/9/10 14:05:59
8. Imagen
Radiología convencional
Tomografía
Tomografía computarizada
Resonancia magnética
Gammagrafía
Ecografía musculoesquelética
Artrografía
Densitometría
Capilaroscopia
Artroscopia
103
104
108
109
109
110
111
111
112
112
113
Sección III
Enfermedades adquiridas
del tejido conjuntivo
115
9. Artritis reumatoide
117
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Manifestaciones articulares
Manifestaciones extraarticulares
Síndrome de Felty
Complicaciones
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución
Pronóstico
Artritis reumatoide del anciano
Artritis reumatoide y embarazo
Tratamiento
Tratamiento médico
Tratamientos locales intraarticulares
Fármacos antirreumáticos modificadores
de la enfermedad
Tratamientos combinados
Artritis reumatoide y cirugía
Tratamiento ortopédico
10. Lupus eritematoso sistémico
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Subgrupos clínicos
Laboratorio
Diagnóstico
118
118
118
118
119
120
126
133
133
134
135
137
138
138
140
140
140
142
144
144
152
157
157
163
163
163
164
164
164
171
173
174
Evolución y pronóstico
Lupus eritematoso sistémico y embarazo
Tratamiento
11. Síndrome antifosfolipídico
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clasificación
Clínica
Laboratorio
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
12. Esclerodermia
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clasificación
Esclerodermia sistémica
Esclerodermias localizadas
Síndromes esclerodermiformes
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
174
174
175
179
179
179
179
179
180
182
182
182
183
187
187
187
187
188
188
188
192
192
193
193
193
193
194
13. Fenómeno de Raynaud
197
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Clasificación
Evolución y pronóstico
Tratamiento
197
197
197
197
198
198
199
199
199
199
14. Síndrome de Sjögren
203
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
203
203
203
204
204
205
206
VIII
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 8
10/9/10 14:06:00
Diagnóstico
Clasificación
Evolución y pronóstico
Tratamiento
206
207
207
207
15. Miopatías inflamatorias idiopáticas
211
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Estudio electromiográfico
Diagnóstico
Miopatías inflamatorias idiopáticas y cáncer
Evolución y pronóstico
Tratamiento
211
211
211
211
212
214
214
214
215
215
216
216
16. Síndromes indiferenciados
y síndromes de solapamiento
del tejido conjuntivo
Definición
Síndromes indiferenciados del tejido
conjuntivo
Síndromes de solapamiento del tejido
conjuntivo
17. Vasculitis
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clasificación
Arteritis de Takayasu
Arteritis de células gigantes
Polimialgia reumática
Vasculitis primaria del sistema nervioso
central
Poliarteritis nudosa
Poliarteritis microscópica
Enfermedad de Kawasaki
Granulomatosis de Wegener
Síndrome de Churg-Strauss
Síndrome de Schönlein-Henoch
Crioglobulinemia mixta esencial
Vasculitis por hipersensibilidad
Síndrome de Behçet
Tromboangeítis obliterante
Síndrome de Cogan
Policondritis recidivante
Síndromes seudovasculíticos
219
219
219
219
221
222
222
222
223
223
225
226
229
230
231
232
233
235
237
238
239
240
244
245
246
248
Sección IV
Enfermedades congénitas
del tejido conjuntivo
253
18. Osteogénesis imperfecta
255
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Clasificación
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
255
255
255
255
255
256
257
257
257
257
257
19. Síndrome de Marfan
259
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
259
259
259
259
259
260
260
260
260
261
20. Síndromes de Ehlers-Danlos
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clasificación
Clínica
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo clásico
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo laxitud
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo vascular
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo
cifoescoliótico
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo artrocalasia
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo
dermatosparaxis
Laboratorio
Diagnóstico
Pronóstico
Tratamiento
21. Síndrome de laxitud articular
Historia
Definición
263
263
263
263
263
264
264
264
264
265
265
265
266
266
266
266
267
267
267
IX
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 9
10/9/10 14:06:00
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
Laxitud en niños
Laxitud cultivada
Laxitud y deporte
Exploraciones complementarias
Diagnóstico
Pronóstico
Tratamiento
268
268
268
271
272
272
272
272
273
275
Sección V
Espondiloartritis
277
22. Espondiloartritis anquilosante
279
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Espondiloartritis anquilosante femenina
Espondiloartritis anquilosante familiar
Espondiloartritis asociadas
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Diagnóstico diferencial
Evolución y pronóstico
Tratamiento
23. Artritis psoriásica. Síndrome
SAPHO
A. Artritis psoriásica
279
279
279
280
281
284
284
284
284
285
286
286
287
287
295
295
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
295
295
296
296
296
298
298
298
299
299
B. Síndrome SAPHO
300
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
300
300
300
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Pronóstico
Tratamiento
24. Artritis reactivas. Artritis asociadas
con enfermedad inflamatoria
intestinal. Espondiloartritis
indiferenciadas
300
300
300
301
301
301
301
303
A. Artritis reactivas
303
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
303
303
303
304
304
305
305
305
305
306
B. Artritis asociadas
con enfermedad inflamatoria
intestinal
306
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
306
306
306
306
307
307
308
308
308
308
C. Espondiloartritis indiferenciadas
308
Sección VI
Artrosis
311
25. Artrosis
313
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
313
313
313
314
X
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 10
10/9/10 14:06:00
Clasificación
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
314
315
315
315
316
316
316
Sección VII
Infecciones osteoarticulares
327
26. Artritis infecciosas
329
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Infecciones protésicas
Tratamiento
329
329
329
332
332
333
334
334
334
334
335
27. Espondilodiscitis infecciosas
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
28. Osteomielitis
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clasificación
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
337
337
337
337
337
337
338
339
340
340
340
Sección VIII
Artritis microcristalinas
345
29. Gota
347
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
347
347
348
348
349
350
350
350
350
350
30. Condrocalcinosis
359
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clasificación
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
359
359
360
360
360
360
361
361
362
362
362
31. Enfermedad por depósito
de cristales de hidroxiapatita
365
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
365
365
365
365
366
366
366
367
367
Sección IX
Enfermedades óseas
369
32. Fisiopatología ósea
371
341
341
341
341
341
342
342
342
343
343
343
343
Introducción
Estructura anatómica de los huesos
Vascularización de los huesos
Constitución del tejido óseo
Composición del tejido óseo
371
371
372
372
373
XI
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 11
10/9/10 14:06:00
Morfogénesis de los huesos
Estructura del tejido óseo
Formación de los huesos
Crecimiento de los huesos
Remodelado óseo
Metabolismo del calcio
Metabolismo del fósforo
Metabolismo del magnesio
33. Osteoporosis
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clasificación
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tipos de osteoporosis
Tratamiento
34. Osteomalacia
373
374
374
374
375
375
377
377
379
379
379
379
380
380
382
382
382
382
382
383
385
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
385
385
385
385
385
386
386
387
387
387
35. Enfermedad de Paget
389
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
389
389
389
390
390
391
391
392
392
392
36. Osteodistrofia renal
395
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
395
395
395
396
Imagen
Laboratorio
Diagnóstico
Tratamiento
396
396
396
396
37. Osteonecrosis
397
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
38. Síndrome doloroso regional
complejo
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
39. Hiperostosis anquilosante
vertebral senil
397
397
397
397
399
399
399
399
399
401
401
401
401
401
402
402
402
402
402
405
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
405
405
405
405
405
406
406
406
406
406
40. Fracturas de estrés
407
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
407
407
407
407
408
408
408
408
XII
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 12
10/9/10 14:06:00
Sección X
Afecciones reumatológicas
de partes blandas
409
41. Afecciones reumatológicas
de partes blandas
411
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clasificación
Entesopatías
Tendinitis
Bursitis
Tenosinovitis
Tenosinovitis estenosantes
Neuropatías por atrapamiento
Miscelánea
Contracturas, calambres y agujetas
Síndrome miofascial
Fibromialgia frente a reumatismo psicógeno
Sección XI
Síndromes clínicos
42. Cervicalgia. Neuralgia
cervicobraquial. Medulopatía
de la cervicoartrosis
A. Cervicalgia
412
412
412
412
412
414
416
418
418
420
426
428
430
431
437
439
439
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
Cervicalgia simple
439
439
439
440
440
B. Neuralgia cervicobraquial
440
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Exploraciones complementarias
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
440
440
441
441
441
441
441
441
441
C. Medulopatía de la cervicoartrosis
443
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
443
443
443
Clínica
Imagen
Diagnóstico
Tratamiento
43. Lumbalgia. Ciática
A. Lumbalgia
443
443
444
444
445
445
Definición
Epidemiología
Diagnóstico
Laboratorio
Imagen
Clasificación
445
445
445
446
446
447
B. Ciática
448
Definición
Clasificación
448
448
Sección XII
Reumatología pediátrica
453
44. Artritis idiopática juvenil
455
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clasificación
Complicaciones
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Diagnóstico diferencial
Evolución y pronóstico
Tratamiento
Addendum
455
455
455
456
456
458
458
458
458
458
458
459
459
45. Enfermedad de Still del adulto
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Diagnóstico diferencial
Pronóstico
Tratamiento
461
461
461
461
461
461
462
462
462
462
463
463
XIII
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 13
10/9/10 14:06:00
Sección XIII
Oncología reumatológica
465
46. Tumores óseos. Metástasis óseas.
Poliartritis paraneoplásica. Síndrome
RS3 PE. Sinovitis vellonodular
pigmentada
467
A. Tumores óseos
467
Epidemiología
Clínica
Imagen
Biopsia
Clasificación
Tratamiento
467
468
468
469
469
469
B. Metástasis óseas
470
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Evolución y pronóstico
Tratamiento
470
471
471
471
471
472
472
C. Poliartritis paraneoplásica
472
D. Sinovitis vellonodular pigmentada
472
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clasificación
Clínica
472
472
472
472
473
473
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Pronóstico
Tratamiento
473
473
473
473
473
E. Síndrome RS3 PE
473
473
473
473
473
473
474
474
474
474
474
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Pronóstico
Tratamiento
Sección XIV
Miscelánea
475
47. Técnicas de infiltración
en reumatología
477
Indicaciones
Contraindicaciones
Complicaciones
Técnica
Material
Asepsia
Producto
Ritmo
Infiltraciones articulares
Infiltraciones periarticulares
478
478
478
478
478
479
479
479
479
485
XIV
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 14
10/9/10 14:06:00
Prólogo
Este libro pretende ser una ayuda para los estudiantes de
medicina, médicos de asistencia primaria, médicos residentes de todas las especialidades, especialmente de reumatología y, por qué no, para los estudiantes de todas las edades,
como figura en las dedicatorias.
Aspiramos a que el estudiante, con la lectura y estudio de
este libro, comprenda las bases de la reumatología clínica y,
por otra parte, a que los médicos, obligados continuamente a
actualizarse, puedan repasar en él lo que ya conocen, pero
puesto al día y, sobre todo, que les sirva para adquirir nuevos
conceptos que han ido surgiendo tras su escasa formación
reumatológica en la universidad.
Esta obra que, desde hace bastantes años, figuraba en la
lista de mis proyectos, trata fundamentalmente de revalorizar
la clínica, es decir, la anamnesis y la exploración física. Intenta estimular a los estudiantes a dedicar la máxima atención a
su aprendizaje, haciéndoles valorar algo fundamental: a interpretar radiografías, ecografías, resonancias magnéticas, etc.,
puede aprenderse siempre, pero la clínica se incorpora pronto
al espíritu del médico o no se incorpora nunca. El vicio de la
actitud es incorregible. La enseñanza de la clínica requiere
una sistemática que permita el razonamiento diagnóstico. Mi
intención es que este libro constituya un instrumento para que
el clínico entre en contacto por primera vez con un conocimiento estructurado de las enfermedades reumáticas, es decir, con la etiopatogenia, la clínica, el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento, especialmente con estos cuatro últimos
aspectos. Trato, en definitiva, de transmitir a los más jóvenes
unos consejos producto de una experiencia apasionada y perseverante.
La cuestión de por qué el contenido de esta obra ha sido
redactado por un solo autor obedece a la particular circunstancia de que los reumatólogos que concluimos la especialidad en la década de 1970 hemos tenido la oportunidad de
crecer y desarrollarnos al compás de los avances logrados
por la actual reumatología, cuyos progresos en los últimos
30 años han sido de tal grado que por su cuantía y valor
superan lo alcanzado en etapas pasadas. Limitémonos a
mencionar el descubrimiento del factor reumatoide y más
tarde del HLA-B27, hitos en la reumatología como marcadores de dos de las grandes enfermedades inflamatorias. La
pléyade de antiinflamatorios, desde la fenilbutazona y la indometacina a los actuales coxibs. La gota, azote de nuestros
antepasados, ha sido vencida. La fiebre reumática ha de-
saparecido prácticamente de los países avanzados. La enfermedad de Paget, antes intratable, ahora es controlada. La
osteoporosis cada vez se previene y se trata en mayor medida. La polimialgia reumática posee actualmente un tratamiento eficaz. Las enfermedades autoinmunes sistémicas
han dejado de ser letales como en otras épocas y cada día
tienen mejor pronóstico. Y estamos viviendo lo que podría
ser la aurora del triunfo sobre la enfermedad reumática más
paradigmática: la artritis reumatoide. El tratamiento está dejando de ser empírico y están apareciendo los tratamientos
biológicos, basados en su etiopatogenia.
La oportunidad de haber vivido este impresionante desarrollo de la reumatología nos ha permitido seguirla día a
día y abarcarla en lo fundamental, al haber crecido nuestro
conocimiento a su ritmo. Las generaciones que nos siguen
difícilmente podrán captar de novo durante los 10 años que
suelen dedicarse a la formación universitaria y de posgrado,
la ingente cantidad de conocimientos que a todos nos abruman y que han aparecido en los últimos lustros.
Las adquisiciones científicas básicas, las clínicas y los
avances terapéuticos se hacen más asequibles al que tiene la
oportunidad de seguirlos, en tanto se van fraguando; en
cambio es más difícil captarlos cuando, acumulados, forman un volumen de conocimientos cuya transmisión, como
saber intelectual, mediante textos, requiere laboriosas horas
de lectura. Hemos tenido esto en cuenta al redactar esta
obra, limitándonos a mencionar y describir los conocimientos más esenciales en reumatología que hemos matizado,
modificado y actualizado con una visión totalmente unipersonal.
En los últimos tiempos los tratados de reumatología son
redactados por equipos de autores, cada uno de los cuales se
ocupa de uno o de algunos pocos capítulos. El resultado son
las obras, ya clásicas, conocidas de todos los reumatólogos;
obras excelentes y muy valiosas por la riqueza de información que aportan, pero siempre algo deshilvanadas y desiguales. Son libros útiles para consultar un capítulo, pero a
pesar de los esfuerzos de sus ilustres editores, muestran una
heterogeneidad en su contenido que a veces desilusiona.
Ello dimana de las lógicas dificultades que existen para seleccionar y dar unidad a lo vertido por tantos colaboradores
procedentes de diferentes escuelas y dotados de estilos distintos. Un reumatólogo, cuyo bagaje es el aprendido en estos grandes tratados, está en condiciones de entender a meXV
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 15
10/9/10 14:06:00
nos de la mitad de los enfermos que acuden a la consulta
ambulatoria en nuestro medio.
Para que los conceptos queden bien claros y fijados es
necesario repetir e insistir, después de aclarar y describir.
Mi maestro en medicina interna, el profesor Soriano, decía
siempre «Repetir es aprender». «Repetitio est mater studiorum» sentenciaron los clásicos. A nada conduce la preocupación de algunos en evitar la repetición de conceptos.
Otro aspecto que debe destacarse es la sencillez. El mo­
do de decir las cosas de la ciencia en un estilo claro y sencillo que tenía nuestro admirado Marañón es ejemplar. «Hay
que estar dispuesto a sacrificar la brillantez, que oscurece
las ideas, repitiendo e insistiendo cuanto sea preciso», afirmaba, y conviene ser «ni brillante ni torpe, simplemente
claro y metódico, como la luz de la penumbra que no hiere
ni fascina y es la que verdaderamente alumbra».
El escritor científico pocas veces puede ser purista del
lenguaje. La evolución constante de las ciencias biomédicas
obliga en ocasiones a improvisar palabras sobre la marcha y
crear neologismos no siempre acertados y a veces, incluso,
a aceptar barbarismos de difícil traducción.
Lo imperdonable es que el escritor científico sea retórico y más «elocuente que pensante» o soberbio y no exponga
los conceptos con claridad. Esta claridad de la que nuestro
admirado Ortega y Gasset decía es la «cortesía del expositor» y para conseguirla en la descripción científica hay que
sacrificarlo todo menos la verdad. Hemos intentado en lo
posible seguir estas sugerencias.
Las tablas y los esquemas que hemos prodigado en este
libro consideramos que son indispensables por su expresividad y por el ahorro de palabras que implican. Lo malo es
que, a veces, bajo su aparente claridad, esconden nuestra
ignorancia, pero son necesarios.
La extensión que ha alcanzado el texto ha hecho necesaria la supresión de imágenes. Confieso que el sacrificio no
me ha sido demasiado penoso. Si analizamos nuestra conciencia de médicos nos es fácil llegar a la conclusión de que
lo más importante que los libros nos han enseñado nada tiene que ver con las imágenes.
Numerosas maniobras empleadas en reumatología se
conocen por el nombre del clínico que las describió por vez
primera. En muchos aspectos, supone una ventaja, porque
una etiqueta anatomopatológica a menudo resulta fastidiosa. Por otro lado, una colección de nombres propios puede
cansar al lector. Añadiendo notas a pie de página de carácter histórico no sólo se salva esta objeción sin alargar el
texto, sino que también se rinde culto a los que tanto lo
merecen. Si al lector no le interesan, puede pasarlas por
alto.
Hemos efectuado pocas citas de autores y referencias
bibliográficas. Este libro es un compendio dedicado a informar al clínico y al estudiante, pero no a formar eruditos.
Además, los médicos de hoy no debemos incurrir en la vieja costumbre de citar a muchos autores. El saber es cada día
más universal y con frecuencia ni los propios autores saben
a quién procede atribuir el mayor mérito. El lector ávido de
ampliar conocimientos y mejorar su erudición hallará empero, al final de cada capítulo, los artículos más recomendables, que más bibliografía contienen, y a partir de ellos podrá profundizar y extender más su cultura médica. Los
citados han sido, además, los más consultados por el autor.
Al final de los principales capítulos hemos incluido los códigos de la Clasificación Internacional de las Enfermedades
Reumáticas con la finalidad de ayudar al clínico a una mejor
clasificación de sus pacientes.
Ya sabemos que los «Prólogos» no siempre se leen y
que, cuando se leen, apenas influyen en el juicio del lector, que gusta y hace bien de atenerse a su propio criterio.
No obstante, era nuestra obligación explicar cómo y por qué
aparece este libro, que empezó a estructurarse hace varios
años y que, sin circunstancias imprevistas, pero llenas de
sentido, de la vida, tal vez nunca hubiera visto la luz.
Por último, damos las gracias a todo el equipo editorial
de Elsevier España y especialmente a la Sra. Sílvia Serra,
que nos procuró todo género de facilidades y no escatimó
esfuerzos para que este libro aparezca con la mayor prestancia y a un precio al alcance de médicos y estudiantes. Gracias a todos.
XVI
Duro Cap 00 (I-XVI).indd 16
10/9/10 14:06:01
Capítulo 1
Concepto y contenido
de la reumatología
Concepto y contenido de la reumatología
O
O
Clasificación de las enfermedades reumáticas
Cuándo hay que enviar a un paciente al reumatólogo.
Las 10 reglas de oro reumatológicas
La reumatología es una subespecialidad de la medicina interna que estudia las enfermedades del tejido conjuntivo y
todas aquellas afecciones médicas del sistema musculosquelético. El reumatólogo es un internista especializado en las
enfermedades médicas del aparato locomotor o enfermedades reumáticas, cuya manifestación habitualmente es el dolor y que los pacientes suelen conocer como «reuma» (que
en griego, signiÀca «líquido que Áuye»), al que consideran
una única enfermedad que escapa de su comprensión.
El «reuma», término muy popular, es de deÀnición imprecisa y para el profano la reumatología es una especialidad médica oscura y el trabajo de los reumatólogos, de difícil comprensión.
Algunos reumatólogos, no todos por desgracia, son internistas por vocación, convicción y necesidad. Internista no es
aquel que domina toda la medicina interna, situación utópica,
sino aquel que adopta una actitud integral ante el enfermo.
Somos internistas por vocación y convicción porque así
nos formó nuestro maestro en medicina interna, el profesor
Soriano1 y así entenderemos siempre la medicina. Somos
internistas por necesidad, porque es excepcional encontrar
1. Máximo Soriano Jiménez (1905-1978). Catedrático de Medicina. Universidad de Barcelona.
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
una enfermedad reumática exclusiva del aparato locomotor.
La reumatología, aÀrmaba el profesor Pedro-Pons2, es la especialidad más «internística» de todas las especialidades o,
en otras palabras, es la especialidad menos especializada de
todas las especialidades. La perspectiva con la que los internistas-reumatólogos abordamos la clínica diaria no es la de
un sector o parcela acotados, sino la de la totalidad del hombre enfermo y, casi siempre, conducidos por un síntoma
guía, el dolor, a través del cual procuramos llegar al conocimiento global del enfermo. Así pues, nos consideramos internistas-especialistas. a diferencia de los internistas generales o simplemente internistas.
Los reumatólogos se distinguen de los cirujanos ortopédicos, conocidos habitualmente como traumatólogos, porque estos últimos son los especialistas quirúrgicos del aparato locomotor, los que operan, mientras que el reumatólogo
es el especialista médico. El reumatólogo sería al cardiólogo lo que el traumatólogo al cirujano cardíaco.
CLASIFICACIÓN DE LAS
ENFERMEDADES REUMÁTICAS
Muchos son los criterios propuestos para clasiÀcar las enfermedades reumáticas. Empleamos la clasiÀcación del
American College of Rheumatology (ACR) porque es la
más aceptada internacionalmente, aunque según nuestro
criterio está obsoleta y necesita con urgencia una puesta al
día. Con Ànes didácticos hemos suprimido las subclasiÀcaciones de tercer y cuarto orden (tabla 1.1).
2. Agustín Pedro Pons (1898-1971). Catedrático de Medicina. Universidad de Barcelona.
3
4
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
Tabla 1.1. Clasificación de las enfermedades reumáticas
I.
Enfermedades difusas del tejido conjuntivo
A. Artritis reumatoide
B. Artritis juvenil
C. Lupus eritematoso
D. Esclerodermia
E. Fascitis difusa con eosinofilia o sin ella
F. Polimiositis
G. Vasculitis necrosante y otras formas
de vasculopatía
H. Síndrome de Sjögren
I. Síndromes de solapamiento
J. Otras
II.
Espondiloartritis
A. Espondartritis anquilosante
B. Síndrome de Reiter
C. Artritis psoriásica
D. Artritis asociadas con enfermedades inflamatorias
del intestino
III.
Artrosis (enfermedad degenerativa articular)
A. Primaria
B. Secundaria
IV.
Síndromes reumáticos asociados con agentes
infecciosos
A. Por mecanismo directo
B. Reactivas
V.
Enfermedades metabólicas y endocrinas asociadas
con reumatismos
A. Enfermedades por microcristales
B. Otras anomalías bioquímicas
C. Trastornos hereditarios
VI.
Neoplasias
A. Primarias
B. Secundarias
VII. Trastornos neurovasculares
A. Articulación de Charcot
B. Síndromes compresivos
C. Distrofia simpática refleja
D. Eritromelalgia
E. Enfermedad o síndrome de Raynaud
VIII. Alteraciones óseas y cartilaginosas
A. Osteoporosis
B. Osteomalacia
C. Osteoartropatía hipertrófica
D. Hiperostosis anquilosante
E. Enfermedad de Paget
F. Osteolisis o condrólisis
G. Osteonecrosis
H. Costocondritis (Títese)
I. Osteitis condensans ilii
J. Displasia congénita de cadera
K. Condromalacia rotuliana
L. Anomalías anatómicas o biomecánicas
IX.
Trastornos extraarticulares
A. Lesiones yuxtaarticulares
B. Alteraciones del disco intervertebral
C. Lumbalgia idiopática
D. Síndromes dolorosos misceláneos
X.
Miscelánea con manifestaciones articulares
A. Reumatismo palindrómico
B. Hidrastrosis intermitente
C. Reumatismos relacionados con fármacos
D. Reticulohistiocitosis multicéntrica
E. Sinovitis vellosonodular pigmentada
F. Sarcoidosis
G. Déficit de vitamina C
H. Enfermedad pancreática
I. Hepatitis crónica activa
Tabla 1.2. London Triage System
Categorías
Descripción
Ejemplos
A+
Pacientes que deben ser atendidos en 24 h.
Imperativo el contacto previo entre asistencia primaria
y hospital
Artritis infecciosa
Conectivopatía con afectación orgánica
Arteritis de células gigantes
A
Pacientes que deben ser atendidos antes de 2 semanas
Artritis de inicio
Comienzo de conectivopatía
PMR
Vasculitis
B
Pacientes que deben ser atendidos antes de 2 meses
Artritis diagnosticadas
Artritis por microcristales (casos seleccionados)
Artrosis con discapacidad
C
Pacientes que deben ser atendidos antes de 6 meses
Evaluación diagnóstica/terapéutica de cualquier artritis
Artrosis tributaria de valoración específica
D
Categoría reservada a pacientes con dolor no diagnosticado
Lumbalgia crónica. Reumatismos de partes blandas.
Diagnóstico de FM
FM: fibromialgia; PMR: polimialgia reumática.
Capítulo | 1 Concepto y contenido de la reumatología
Tabla 1.3. Cuándo remitir un paciente al reumatólogo
de asistencia primaria
1. Ante todo dolora originado en cualquier estructura del
aparato locomotor (huesos, articulaciones, músculos,
tendones, bolsas sinoviales, etc.).
2. Diagnóstico de cualquiera de las más de 200 enfermedades
reumáticas descritas.
3. Dificultad para controlar los síntomas y la evolución de
cualquier enfermedad reumática con o sin la presencia de
deformidades o incapacidades
4. Ante la presencia de cualquier complicación, ya sea debida
a la propia enfermedad o a los tratamientos empleados para
su control.
5. Ansiedad por parte del paciente o de sus familiares ante un
dolor no filiado de origen musculosquelético.
6. Solicitud por parte del enfermo del especialista idóneo.
a
En Cataluña, el reumatólogo es conocido como «el metge del dolor»
(«el médico del dolor»).
CUÁNDO HAY QUE ENVIAR
A UN PACIENTE AL REUMATÓLOGO.
LAS 10 REGLAS DE ORO
REUMATOLÓGICAS
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Los problemas reumatológicos son, tras las infecciones respiratorias de las vías altas, el segundo motivo de consulta en
asistencia primaria en nuestro medio. Los escasos conocimientos reumatológicos del médico de cabecera justiÀcan
este apartado, en el que, siguiendo el protocolo del London
Triage System, se exponen las diversas categorías para remitir a un paciente desde asistencia primaria al servicio de
reumatología hospitalario de referencia (tabla 1.2).
En la tabla 1.3 se exponen los motivos para remitir un
paciente desde asistencia primaria al reumatólogo de referencia (Graydon, 2008) y en la tabla 1.4, las «10 reglas de
oro» reumatológicas».
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Decker JL. American Rheumatism Association nomenclature and classiÀcation of arthritis and rheumatism. Arthritis Rheum 1983;26:102932.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Graydon SL, Thompson AE. Triage of referrals to an outpatient Rheumatology Clinic: Analysis of referral information and triage. J Rheumatol
2008;35:1378-83.
5
Tabla 1.4. Las 10 reglas de oro reumatológicas
1. En reumatología, el 90% de los enfermos son
diagnosticados en función de la clínica, es decir,
por la anamnesis y la exploración física; el 10% restante
no son diagnosticados.
2. Las exploraciones complementarias: radiografías,
tomografía computarizada, resonancia magnética,
electromiograma, entre otras, son precisamente
exploraciones complementarias, es decir, que
«complementan» el diagnóstico clínico.
3. En reumatología la solicitud de radiografías bilaterales es
siempre obligada.
4. Todo reumático al que no se le ha estudiado el líquido
articular es un paciente mal estudiado.
5. Unas ASLO elevadas no son diagnóstico de fiebre
reumática, al igual que un factor reumatoide positivo y un
HLA-B27 positivo no son diagnósticos de artritis
reumatoide ni de espondiloartritis anquilosante.
6. La mayoría de casos de ciática no son quirúrgicos, del
mismo modo que la mayoría de hombros dolorosos son de
causa extraarticular.
7. No existe correlación clínico-radiológica en la artrosis.
8. Un ataque agudo de gota nunca debe ser tratado con
alopurinol.
9. Ante un cuadro clínico de poliartralgias en una mujer
joven, una vez descartado el inicio de una artritis
reumatoide o de un lupues eritematoso sistémico debe
pensarse en el síndrome de laxitud articular antes que en
la fibromialgia.
10. Los AINE son como el vino, con los años sólo quedan los
buenos.
AINE: antiinflamatorios no esteroideos.
Capítulo 2
Estructura del tejido conjuntivo
Estructura del tejido conjuntivo
O
O
Células
– Fibroblastos
– Histiocitos o macrófagos
– Células plasmáticas
– Mastocitos (células cebadas)
– Células adiposas (adipocitos)
– Células pigmentarias
– Leucocitos mononucleares (agranulocitos):
monocitos y linfocitos
Matriz extracelular
– Colágenos
– Proteoglicanos
– Glucoproteínas
– Elastina
El tejido conjuntivo procede del mesénquima, tejido conjuntivo embrionario. Está formado por dos componentes:
las células, con una función defensiva, y la matriz extracelular, cuya función es el soporte celular.
CÉLULAS
FIBROBLASTOS
Los Àbroblastos son las células más numerosas. El nombre de
Àbroblasto obedece a la vieja idea que sostenía que generaban las Àbras colágenas a expensas de su propio citoplasma.
Son células aplanadas con forma estrellada y, de perÀl, tienen
aspecto fusiforme. Sus núcleos son grandes, homocromáticos
y con nucleólos prominentes. En el Àbroblasto joven el cito© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
plasma es abundante y basóÀlo, con abundantes mitocondrias. En cambio, en el Àbroblasto viejo, denominado ÀEURFLWR, el citoplasma es escaso y el núcleo, heterocromático.
Los Àbroblastos son particularmente activos durante la
reparación de las heridas y se multiplican para producir un
gran número de células incluidas en el tejido de granulación
vascular.
La calidad de los Àbroblastos se ve inÁuida por las hormonas esteroideas y la calidad de la dieta.
HISTIOCITOS O MACRÓFAGOS
Término introducido por Aschoff3 para designar aquellas
células que eran capaces de adsorber los colorantes coloidales electronegativos y acumularlos en vacuolas (FRORLGRSH[LD). Se caracterizan por poseer un núcleo más pequeño y
más heterocromático que los Àbroblastos. El citoplasma es
granuloso y débilmente basóÀlo, y se adapta al lugar en el
que reside. Los histiocitos pueden encontrarser adheridos a
las Àbras de la matriz extracelular, «histiocitos Àjos», o pueden ser móviles.
Están dotados de movimiento ameboide y de gran capacidad fagocitaria, de ahí que también se conozcan como
macrófagos; por ello, no es raro encontrar en su citoplasma
detritus celulares, bacterias o parásitos. Contienen numerosos liposomas que actúan en la hidrólisis de las partículas
fagocitadas. También pueden captar materiales inertes,
como pequeñas partículas de carbón o metales. Pueden fagocitar de manera selectiva partículas previamente recubiertas por anticuerpos (opsoninas).
3. Ludwig Aschoff (1866-1942). Patólogo alemán.
7
8
Durante su emigración por los tejidos desprenden pequeños fragmentos de su citoplasma, fenómeno que recibe
el nombre de FODVPRWRFLWRVLV
CÉLULAS PLASMÁTICAS
Santiago Ramón y Cajal4, en 1890, describió un nuevo tipo
celular hallado en un condiloma, dotado de citoplasma basóÀlo que se tiñe con el azul de metileno, al que dio el nombre de célula cianóÀla. Un año más tarde, Unna5 describió,
en el lupus eritematoso sistémico, elementos idénticos y los
denominó células plasmáticas.
Estas células están localizadas sobre todo entre las Àbras
de colágena en la vecindad de los vasos. Su característica
principal es la basoÀlia, se tiñe por el azul de metileno, propiedad a la que deben su nombre. Su núcleo es excéntrico y
su cromatina se dispone en forma de grumos, de ahí el nombre de núcleo «en rueda de carro», que por sí solo es suÀciente con frecuencia para su reconocimiento y poderla diferenciar de monocitos y linfocitos. Su basoÀlia se explica
por su riqueza en ARN. Determinadas alteraciones del medio generan en su citoplasma la presencia de gránulos homogéneos y acidóÀlos: los corpúsculos de Russell6.
MASTOCITOS (CÉLULAS CEBADAS)
Ehrlich7 describió en 1879 unas células situadas alrededor
de los vasos sanguíneos, debajo de las serosas (pleura, peritoneo y pericardio) y en general en las localizaciones en las
que las actividades metabólicas son intensas. Se hallan ausentes del sistema nervioso y de la médula ósea.
Los mastocitos son células redondeadas con numerosas
prolongaciones. La membrana es apenas perceptible. El núcleo está situado en el centro, es pequeño y se encuentra
rodeado de gránulos prominentes con un aparato de Golgi8
muy desarrollado. Los gránulos presentan una fuerte reacción positiva al ácido peryódico de Schiff9, colorante para
hidratos de carbono. Con el azul de metileno poseen una
fuerte reacción metacromática tomando un bello color rojo,
indicativo del rico contenido en mucopolisacáridos ácidos.
En los mastocitos existen tres sustancias activas: la histamina y la serotonina, que actúan en los procesos inÁamatorios, y la heparina, un mucopolisacárido ácido sulfatado
que impide la coagulación del plasma y probablemente de
las proteínas que, en pequeñas cantidades, pueden escaparse de los vasos sanguíneos.
4. Santiago Ramón y Cajal (1852-1934). Patólogo español. Premio Nobel
de Medicina.
5. Paul Unna (1850-1929). Dermatólogo alemán.
6. Paul Russell (1852-1940). Patólogo inglés.
7. Paul Ehrlich (1854-1915). Patólogo alemán.
8. Camilo Golgi (1844-1926). Patólogo italiano.
9. Hugo Schiff (1834-1915). Químico alemán.
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
Los mastocitos pueden romperse y liberar su contenido,
por un traumatismo directo mecánico o químico o después
del contacto con antígenos. La interacción de estos últimos
con el anticuerpo IgE presente en la membrana de los mastocitos puede dar origen a respuestas locales (urticaria) o
generales (shock anaÀláctico) debidas a la liberación de
importantes cantidades de histamina y serotonina a la circulación general. De este modo, los mastocitos están relacionados con muchos de los fenómenos que ocurren en las
reacciones inÁamatorias, alergias y estados de hipersensibilidad.
Los mastocitos son muy similares a los leucocitos basóÀlos. Se considera que el leucocito basóÀlo se convierte en
mastocito en situación extravascular.
CÉLULAS ADIPOSAS (ADIPOCITOS)
Se encuentran en el tejido celular subcutáneo y alrededor de
las vísceras, especialmente en el tejido adiposo. La célula
adiposa típica es semejante a una esfera de 50 micras de
diámetro, cuyo citoplasma está totalmente ocupado por una
gota de grasa muy refringente, compuesta de ácidos oleico,
palmítico y esteárico, que rechaza el núcleo hacia la periferia; éste posee una forma discoidea y se encuentra comprimido. La grasa se tiñe de negro con el tetróxido de osmio y
se colorea por el Sudán III.
Pueden encontrarse en el tejido conjuntivo aisladas o en
pequeños grupos. Los adipocitos pueden formarse también
a expensas de los Àbroblastos y de los histiocitos, que tienen
la propiedad de acumular grasa en su citoplasma, ya sea
directamente, fenómeno que recibe el nombre de DGLSRSH[LD o sintetizándola en su seno a expensas de ácidos grasos absorbidos.
La grasa de los adipocitos se disuelve por la acción del
alcohol, benceno, etc., sólo permanece el núcleo rodeado de
un espacio central vacío y la zona periférica del citoplasma,
de modo que la célula tiene el aspecto de «anillo de sello».
En los mamíferos en estado de hibernación, la gota de
grasa única de sus adipocitos se presenta en forma de gotas
de grasa ricas en lipocromos, que producen una tonalidad
más oscura (grasa parda). Estos depósitos de grasa están
relacionados con la producción de calor por mediación de
las mitocondrias.
La movilización de la grasa está bajo control nervioso,
hormonal y de la noradrenalina, liberada en las terminaciones nerviosas simpáticas del tejido adiposo.
CÉLULAS PIGMENTARIAS
Entre los elementos celulares del tejido conjuntivo se encuentran las células pigmentarias o cromatóforas, aun cuando sea discutido su origen, que se localiza según distintos
autores en los histiocitos adventicios o en las células epiteliales neuroectodérmicas.
Capítulo | 2 Estructura del tejido conjuntivo
Las células pigmentarias son células estrelladas con largas prolongaciones y numerosos gránulos de melanina de
color pardo amarillento en su citoplasma, que se tiñen de negro por el nitrato de plata.
Se encuentran especialmente en el iris, la coroides y la
capa basal de la piel, sobre todo en la etnia negra, aunque
por emigración pueden pasar a la dermis.
En organismos inferiores, como los camaleones, el número y la variedad de células pigmentarias son extraordinarios.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
LEUCOCITOS MONONUCLEARES
(AGRANULOCITOS): MONOCITOS
Y LINFOCITOS
En realidad, no se trata de elementos peculiares del tejido
conjuntivo, sino de elementos propios de la sangre, pero
que cabe encontrar en el tejido conjuntivo.
Los PRQRFLWRV son los leucocitos agranulocíticos más
voluminosos de la sangre. Su talla oscila entre las 10 y las
18 micras. Son poco numerosos, pues representan del 1 al
6% del total de leucocitos. Se caracterizan por poseer un
núcleo grande y reniforme. La cromatina se diferencia de la
de los linfocitos en que no se dispone en masas. Las mitocondrias son muy abundantes, lo que reÁeja su gran actividad metabólica. El citoplasma se caracteriza por su basoÀlia
difusa, pero menos importante que la de los linfocitos.
Los monolitos, junto con los histiocitos y los leucocitos
neutróÀlos, son los denominados macrófagos (véase Capítulo 4). Están dotados de activo movimiento ameboide y
son capaces de fagocitar hematíes, restos celulares, parásitos, etc. Contribuyen, por tanto, a los mecanismos de defensa orgánica y de eliminación de cuerpos extraños. En general, quedan detenidos y son destruidos en los capilares
pulmonares.
La diferenciación de la célula hematopoyética pluripotencial (célula troncal, VWHPFHOOen terminología anglosajona) origina un precursor mieloide y un precursor linfoide.
Este último da lugar a los OLQIRFLWRV células mononucleares
de forma esferoidal y de talla muy pequeña, de 5-7 micras
(linfocitos pequeños), aunque los hay que alcanzan de 1015 micras (linfocitos grandes), si bien existen numerosas
variantes entre dichos extremos como consecuencia de la
capacidad de los pequeños de transformarse en grandes.
La mayoría de linfocitos circulantes son pequeños, atraviesan los endotelios para entrar o salir del sistema vascular; por este motivo son muy frecuentes en los tejidos extravasculares, donde pueden emigrar con facilidad y pasar
incluso a secreciones del organismo, como la saliva.
El núcleo del linfocito es redondo y ocupa casi la totalidad de la célula. La cromatina se dispone en gruesos Àlamentos (núcleo leptocromático, del griego OHSWRV, Àlamento). El citoplasma es muy escaso, al igual que el número de
mitocondrias, lo que indica una actividad metabólica baja.
9
Sólo son numerosos en el tejido conjuntivo en circunstancias patológicas y suponen alrededor del 25% del total de
leucocitos. Se forman dentro y fuera de la médula ósea, por
lo que constituyen un sistema linfoide de amplia distribución.
Hasta hace poco tiempo se tenía a los linfocitos por células de poca importancia funcional; sin embargo, estas células
desempeñan una función vital en la defensa del organismo.
Son la piedra angular de la inmunología moderna.
Los linfocitos se originan a partir de la célula hematopoyética pluripotencial y posteriormente en el hígado y en el
bazo. Estas células primitivas «Àjan su residencia» en la médula ósea, que se convierte en el único lugar de producción
después del nacimiento. Originan a los linfocitos grandes
que, a su vez, se transforman en linfocitos pequeños. Algunos de éstos llegan al timo a través de la circulación sanguínea, son los linfocitos T (procesados por el timo). Éstos
pueden volver a la sangre y regresar a la médula ósea o dirigirse a los tejidos linfoides (amígdalas, bazo, ganglios linfáticos, etc.).
Los linfocitos B de la médula ósea pasan directamente
al torrente sanguíneo y de allí a los tejidos linfoides, sin
pasar por el timo. Reciben el nombre de linfocitos B porque
en los pájaros derivan de la bolsa de Fabricio10 para diferenciarlos de los linfocitos T, que son procesados por el timo.
Los linfocitos B y T tienen en común la existencia en su
membrana de receptores antigénicos, complejo molecular
formado por un heterodímero, cuya misión es reconocer a
los antígenos.
Se calcula que cada linfocito T transporta 30.000 unidades de receptores antigénicos en su membrana, de los cuales
existen dos tipos: el alfa-beta y el gamma-delta. Existe un
tercer tipo de células linfoides que carecen del mencionado
receptor y realizan funciones citotóxicas, son los linfocitos
agresores (célulasNLOOHU, en terminología anglosajona).
Los linfocitos T comprenden varios subtipos:
1. Los linfocitos T CD4, que constituyen el 65% de los
linfocitos T maduros. Su función es colaborar con el resto de elementos inmunocompetentes, de ahí el nombre
de linfocitos T colaboradores (linfocitos T KHOSHU, en
terminología anglosajona).
2. Los linfocitos T CD8 reciben esta denominación porque
presentan en su membrana el receptor CD8 que reconoce exclusivamente antígenos producidos por la propia
célula, y que constituyen el 30% aproximadamente de
los linfocitos T.
3. Los linfocitos T gamma-delta predominan antes del nacimiento, pero en la edad adulta suponen del 1 al 10%
aproximadamente del total. Se suelen localizar en los
10. Jerónimo Fabricio (1537-1619). Anatomista italiano, llamado también
)DEULFLRGH$FTXDSHQGHQWH.
10
epitelios y constituyen una primera línea de defensa rápida contra los agentes externos; su presencia permite
iniciar la respuesta inmunitaria y el agrupamiento de los
linfocitos T convencionales. Formarían la «infantería»
del sistema inmunitario.
4. Los linfocitos T memoria son linfocitos que, después de
una agresión, sobreviven y quedan en una situación
de memoria («tienen memoria») que asegura respuestas
más rápidas e intensas en posteriores contactos con el
antígeno agresor. Se localizan en los órganos linfoides,
predominan en el conducto torácico circulando de la sangre a la linfa y viceversa.
A pesar de que la lista de las actividades de los linfocitos
parece extremadamente compleja, cada vez es más evidente
que constituye un sistema único, integrado y de gran eÀcacia, y que cuando esta integración se rompe los efectos pueden ser trascendentales, como sucede en las enfermedades
autoinmunes sistémicas.
Los anticuerpos o inmunoglobulinas son proteínas con
un peso molecular de 150.000 a 950.000 Daltons. Cada
molécula de anticuerpo tiene forma de «Y» y está formado
por 4 cadenas polipeptídeas: dos largas (cadenas pesadas)
y dos cortas (cadenas ligeras). Un extremo de la molécula
(el fragmento F ab) posee una secuencia de aminoácidos
extremadamente variable y el otro extremo de la molécula
(el fragmento F c) se une a los receptores especíÀcos celulares.
En la actualidad se distinguen cinco clases de anticuerpos en el plasma sanguíneo:
1. La inmunoglobulina G (IgG), que forma la mayor parte
de los anticuerpos circulantes. Cruza la placenta y Àja el
complemento.
2. La inmunoglobulina A (IgA), que se encuentra en las
superÀcies de las mucosas, lugar por donde entran los
antígenos, sobre todo en la saliva (IgA secretora).
3. La inmunoglobulina M (IgM), que se forma precozmente en la respuesta inmunitaria y Àja fuertemente el complemento.
4. La inmunoglobulina E (IgE), situada en la superÀcie de
los mastocitos y de los basóÀlos, fundamental en los
procesos alérgicos.
5. La inmunoglobulina D (IgD), de signiÀcado incierto.
MATRIZ EXTRACELULAR
Existen dos clases de matriz extracelular: la matriz extracelular especializada, los basamentos membranosos y la matriz extracelular no especializada denominada estroma.
La matriz extracelular HVSHFLDOL]DGD los basamentos
membranosos, está constituida por tres tipos de macromoléculas: el colágeno tipo IV; un proteoglicano, el heparán sulfato y una glicoproteína, la laminina.
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
La matriz extracelular QRHVSHFLDOL]DGDo estroma está
constituida por cuatro tipos de macromoléculas: los colágenos tipos I, II y III; los proteoglicanos, dermatán sulfato,
condroitín sulfato, y queratán sulfato; una glucoproteína, la
Àbronectina y, en algunos tejidos, la elastina.
Las propiedades de la matriz extracelular dependen de
las moléculas que la forman, de su porcentaje y de las interacciones que establecen. Su función es el soporte celular.
COLÁGENOS
Son macromoléculas estructurales de triple hélice de la matriz extracelular. En la práctica son una gran familia de proteínas formada por 19 miembros, y son las proteínas más
abundantes del organismo.
Se distinguen cuatro tipos de colágenos:
1. Los colágenos Àbrilares: I, II, III, V y XI.
2. Los colágenos asociados a Àbras: IX, XII y XIV.
3. Los colágenos no asociados a Àbras: IV, VI, VII, VIII
y X.
4. Otros colágenos: XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII
y XIX.
En todos los colágenos la estructura común es una triple
hélice dextrógira, regular y rígida formada por tres cadenas
polipeptídicas denominadas cadenas alfa. La secuencia de
aminoácidos de las cadenas alfa es siempre la misma: glicocola-X-Y (donde X e Y son habitualmente prolina e hidroxiprolina). Por tanto, un tercio de los colágenos es glicocola,
el aminoácido más pequeño, ideal para acomodarse en el
interior de la triple hélice.
La síntesis de colágeno se inicia en el núcleo de la célula procesando el ARN mensajero. En los ribosomas se sintetizan las cadenas polipeptídicas con hidroxilación de la
prolina y glicosilación de la hidroxiprolina. A continuación
se alinean las cadenas polipeptídicas formándose la triple
hélice que tras ser empaquetada en el aparato de Golgi es
secretada al exterior de la célula.
PROTEOGLICANOS
Son macromoléculas formadas por un núcleo proteico unido mediante enlace covalente a cadenas de hidratos de carbono sulfatadas denominadas glucosaminoglicanos. Según
el hidrato de carbono presente se distinguen tres tipos de
glucosaminoglicanos:
1. Condroitín-sulfato y dermatán-sulfato.
2. Heparina y heparán-sulfato.
3. Queratán-sulfato.
Según la secuencia de los aminoácidos presentes en las
moléculas de proteoglicanos se distinguen cinco familias:
Capítulo | 2 Estructura del tejido conjuntivo
1. Proteoglicanos pequeños.
2. Proteoglicanos intracelulares.
3. Proteoglicanos extracelulares.
4. Proteoglicanos de membrana celular.
5. Proteoglicanos de basamentos membranosos.
Los proteoglicanos regulan la adhesión, la motilidad, la
proliferación y la diferenciación celulares.
GLUCOPROTEÍNAS
Las glucoproteínas constituyen el grupo más heterogéneo
de proteínas presentes en la matriz extracelular. Su función
es regular la adhesión de los componentes de la matriz extracelular según el tipo de receptor y su fuerza de unión. Los
principales componentes de este grupo son los colágenos
tipos I, IV, VI, el factor de Von Willebrand11, las Àbronectinas y las lamininas.
Las Àbronectinas son una familia de glucoproteínas
multifuncionales de distribución ubicua. Están formadas
por dos cadenas polipeptídicas de 220 y 250 kDa unidas por
dos puentes disulfuro. Las diferencias entre la Àbronectina
plasmática, sintetizada por los hepatocitos, y las Àbronectinas secretadas por otras células se deben a variaciones en el
procesamiento del ARN mensajero.
Las lamininas son también glucoproteínas multifuncionales, máximas responsables de la adhesión y el comportamiento celular. Están formadas por tres cadenas polipeptídicas (alfa, beta y gamma) unidas por puentes disulfuro
formando una cruz latina.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ELASTINA
La elastina es un sistema amorfo de largas cadenas polipeptídicas unidas mediante enlaces covalentes a intervalos irregulares. Su nombre se debe precisamente a la ausencia de
una estructura repetitiva al microscopio electrónico.
La composición de los aminoácidos de la elastina es característica: Un 40% de glicocola, un 13% de prolina y un
40% de aminoácidos hidrofóbicos. A diferencia del colágeno, no contiene hidroxilisina.
En su estructura se alternan zonas ricas en alanina y lisina (regiones de entrecruzamiento) y otras ricas en glicocola,
valina y prolina (regiones hidrofóbicas asociadas con la
11. Erik Adolf von Willebrand (1870-1949). Médico finlandés.
11
Tabla 2.1. Componentes del tejido conjuntivo
Células
Fibroblastos
Histiocitos
Células plasmáticas
Mastocitos (células cebadas)
Adipocitos
Células pigmentarias
Leucocitos mononucleares o agranulocitos: monocitos
y linfocitos
Matriz extracelular
Especializada o basamentos membranosos
Colágeno tipo IV
Heparán sulfato
Laminina
No especializada o estroma
Colágenos tipos I, II y III
Proteoglicanos
Dermatán sulfato
Condroitín sulfato
Queratán sulfato
Glucoproteínas
Colágenos tipos I, IV y VI
Factor von Willebrand
Fibronectinas
Lamininas
Elastina
elasticidad). La elastina es uno de los principales componentes de los tejidos elásticos y su gen está localizado en el
cromosoma 7.
Diversas enfermedades se asocian con alteraciones de la
molécula de elastina, desde su disminución (aterosclerosis,
enÀsema pulmonar, etc.), a su acumulación (esclerodermia)
o a su fragmentación, como ocurre en algunas enfermedades congénitas del tejido conjuntivo como el síndrome de
Marfan.
En la tabla 2.1 se expone un resumen de los componentes del tejido conjuntivo.
BIBLIOGRAFÍA
Gay S, Gay E. Estructura y función del tejido conjuntivo. En: Bennet JC,
Plum F, editores. Tratado de Medicina Interna de Cecil. México: McGraw-Hill, 1996;1667-72.
Capítulo 3
Fisiopatología articular
Fisiopatología articular
O
Tipos de articulaciones
– Cartílago articular
– Aparato de contención articular. Cápsula
y ligamentos
– Membrana sinovial
– Líquido sinovial
– Meniscos
– Discos intervertebrales
Una articulación está constituida por dos extremos óseos
revestidos de cartílago y unidos por un doble manguito sinovial y cápsulo-ligamentoso. La articulación no es una cavidad12 sino un hiato13 conjuntivo.
TIPOS DE ARTICULACIONES
Según el grado de movilidad, se distinguen tres tipos de articulaciones:
O
O
Diartrosis. Son articulaciones con gran movilidad. Las
extremidades óseas están recubiertas de cartílago y unidas mediante un aparato de contención cápsulo-ligamentoso revestido por la membrana sinovial. Ejemplo de articulaciones diartrodiales son las de los miembros, que
tomaremos como tipo en la descripción de este capítulo.
Sinartrosis. Son articulaciones Àjas, completamente inmóviles. Intervienen en el crecimiento de los huesos que
12. Cavidad: espacio hueco dentro de un cuerpo cualquiera.
13. Hiato: abertura.
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
O
las constituyen. Un ejemplo de ellas son las suturas craneales.
AnÀartrosis. Constituyen un tipo intermedio entre las
dos precedentes. Son articulaciones con ligera movilidad. Se dividen en dos grupos: anÀartrosis verdaderas o
típicas, que son las articulaciones de los discos intervertebrales y las anÀdiartrosis, articulaciones que estarían a
caballo entre las anÀartrosis verdaderas o típicas y las
diartrosis.
En la tabla 3.1 se expone la clasiÀcación de las articulaciones.
Con Ànes didácticos seguiremos el siguiente orden: 1) cartílago articular; 2) aparato de contención articular, formado
por cápsula y ligamentos; 3) membrana sinovial; 4) líquido
sinovial; 5) meniscos, y 6) discos intervertebrales.
CARTÍLAGO ARTICULAR
Los extremos articulares están revestidos por un cartílago
hialino unido al tejido óseo subyacente y que en la periferia
se continúa con la membrana sinovial, la cual se adhiere a
su alrededor sin que puedan precisarse los límites entre ambas formaciones.
El cartílago, además de regularizar los extremos óseos,
sirve, gracias a su elasticidad, de amortiguador de las presiones y choques, cuyo efecto se reparte en su superÀcie.
Las presiones que algunas articulaciones deben soportar en
virtud del peso corporal y de las contracciones musculares
pueden ser muy elevadas, de hasta 350 kg por cm2 en la
rodilla o de 1 kg por cm2 en la primera articulación metatarsofalángica.
Por esta acción amortiguadora se explica que el cartílago sea más espeso en las articulaciones de los miembros
inferiores, ya que deben soportar más peso.
13
14
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
Matriz cartilaginosa
Tabla 3.1. Clasificación de las articulaciones
Sinartrosis
Sinfibrosis o suturas
Escamosa (parietal con temporal)
Dentada (ambos parietales)
Esquindelesis (vómer con la cresta esfenoidal)
Armónica (ambos nasales)
Sincondrosis (esfenoides con occipital)
Sindesmosis (tibia con peroné)
Gomfosis (alvéolos dentarios)
Anfiartrosis
Verdaderas o típicas (discos intervertebrales)
Anfidiartrosis
Articulaciones sacroilíacas
Sínfisis púbica
Manubrio esternal
Diartrosis
De un eje
Trocleares, guínglimos o «en bisagra» (articulaciones
interfalángicas)
Trocoides o en pivote (articulación radiocubital superior)
Artrodias o planas (articulaciones del carpo)
Condíleas (articulación de la rodilla)
De dos ejes: encaje recíproco o «en silla» (articulación
trapecio-metacarpiana)
De tres ejes: enartrosis
Articulación escápulo-humeral
Articulación coxofemoral
Está constituida por la matriz Àbrilar, formada por Àbras
colágenas tipo II caracterizadas por su alto contenido en hidroxilisina y dispuestas en forma de «U» invertida formando un sistema de arcadas y la matriz interÀbrilar (un 80%
de agua y un 20% de proteoglicanos). El contenido de agua
del cartílago articular disminuye con la edad, y es máximo
en el recién nacido.
Al estudiar el cartílago se distinguen cuatro zonas:
O
O
O
Entre paréntesis se exponen ejemplos de los distintos tipos
de articulaciones.
O
La elasticidad del cartílago no es igual en toda su superÀcie. En las superÀcies convexas es homogénea; en las cóncavas es mayor en la periferia, zona que recibe más presiones, que en el centro.
Macroscópicamente, el cartílago es una superÀcie lisa,
brillante de color blanco-azulado, aceitoso al tacto, con un
espesor de 1 a 2 mm2 y que tiende a volverse amarillento
con la edad. Microscópicamente el cartílago está constituido por los condrocitos y la matriz cartilaginosa.
Condrocitos
Son células ovoideas que miden de 10 a 30 micras de diámetro de núcleo excéntrico y con un aparato de Golgi muy
desarrollado, escasa actividad mitótica y baja capacidad de
síntesis. Es la única célula del cartílago adulto y la responsable de mantener la matriz cartilaginosa en equilibrio. Sintetizan proteoglicanos y colágeno tipo II (localizado exclusivamente en el cartílago hialino, núcleo pulposo y humor
vítreo). Los condrocitos de individuos adultos tienen una
menor capacidad de proliferación que los condrocitos de los
individuos jóvenes. El condrocito es el arquitecto, el constructor, el reparador y, últimamente, el destructor del cartílago.
Zona I (zona superÀcial). Las Àbras colágenas de la
zona superÀcial, llamada así porque está en contacto
con la cavidad articular, son pequeñas y están densamente agrupadas, es la denominada capa de blindaje. La
concentración de colágeno tipo II es máxima en toda la
superÀcie en la que las Àbras colágenas y los condrocitos están dispuestos tangencialmente respecto a la superÀcie articular.
Zona II (zona intermedia). Las Àbras colágenas de la
zona intermedia están dispuestas de forma oblicua y son
más grandes que las Àbras de la capa superÀcial. Los
condrocitos se distribuyen al azar.
Zona III (zona profunda). Las Àbras colágenas de la
zona profunda son las de mayor tamaño. Están dispuestas perpendicularmente respecto a la superÀcie articular.
Perforan la zona limitante entre el hueso y el cartílago
calciÀcado, y al Ànal penetran en la capa ósea subcondral, donde se Àjan con Àrmeza.
Zona IV (zona calciÀcada). Es la zona en contacto directo con el hueso subcondral. En la zona calciÀcada los
condrocitos son escasos y la matriz intercelular está impregnada de sales de Ca.
En las preparaciones histológicas teñidas con hematoxilina-eosina, una línea irregular azulada delimita de forma
clara la zona III de la zona IV; es la denominada línea de
marea.
Esta disposición anatómica es la clave del fuerte anclaje
del cartílago respecto al hueso que recubre (Àg. 3.1) y explica el papel de tampón elástico amortiguador que ejerce el
cartílago, o sea, que una fuerza mecánica ejercida en un
punto se extiende de modo uniforme por todo él. Bajo la
acción de aquélla, el cartílago se deforma disminuyendo su
altura y aumentando transversalmente al igual que haría
bajo un peso una goma de borrar. El volumen total no cambia, sólo se produce un desplazamiento interno de los elementos del cartílago.
El cartílago no posee vasos sanguíneos ni linfáticos, no
se nutre de los vasos epiÀsarios, ya que la capa profunda
no se encuentra atravesada por vasos; constituye, por tanto,
una barrera infranqueable a la difusión nutricia. Su nutrición se realiza por medio del líquido sinovial. Así se explica
que un fragmento óseo caído en la articulación (cuerpo libre
Capítulo | 3 Fisiopatología articular
Capa de blindaje
(finas fibrillas
de colágeno
densamente agrupadas)
15
Superficie articular
Zona limitante
Capa ósea subcondral
Capa
de cartílago
calcificado
Figura 3.1. Estructura del cartílago.
o ratón articular), el cartílago, que ya no tiene ninguna conexión bañado en el líquido sinovial, continúe vivo y la proliferación conjuntiva recubra la superÀcie ósea. El cartílago
es insensible. El aparato cápsulo-sinovial es el órgano de la
sensibilidad articular. Tanto la cápsula como los ligamentos
y la membrana sinovial contienen abundantes terminaciones nerviosas. La punción articular provoca un dolor agudo
y lancinante que se difunde por toda la articulación y que no
puede ser localizado con precisión. El estímulo doloroso
cápsulo-ligamentoso provoca dolor, pero es menos agudo y
más localizado.
En una articulación se observan las siguientes expansiones nerviosas:
O
O
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
O
Corpúsculos paniciformes. Sirven para recoger las sensaciones de presión y asientan en el tejido periarticular,
membrana sinovial y capas externas del periostio. Pueden ser:
1. De Vater14-Pacini15 de gran tamaño, como los de la
piel.
2. De Golgi-Mazzoni16 en las inserciones tendinosas en
las articulaciones.
3. De Krause17 que son los habitualmente articulares.
Órganos de RufÀni18. Formaciones alargadas y sensibles
a las tracciones. Se encuentran en los ligamentos, cápsulas y capas internas del periostio.
Expansiones nerviosas libres. Se encuentran en todas
partes: membrana sinovial, cápsula y periostio. Son receptoras de la sensibilidad dolorosa.
Fibras nerviosas receptoras de la sensibilidad térmica.
La riqueza nerviosa es especialmente acusada en los ligamentos, sobre todo en las articulaciones digitales. El
cartílago articular posee un grado de vitalidad reducido.
Sus fenómenos biológicos se efectúan con lentitud. Ello
14. Abraham Vater (1684-1751). Anatomista alemán.
15. Filippo Pacini (1812-1883). Anatomista italiano.
16. Vittorio Mazzoni. Médico italiano contemporáneo.
17. Wilhelm Krause (1838-1910). Anatomisa alemán.
18. Angelo Ruffini (1864-1929). Anatomista italiano.
se debe, por un lado, a que los condrocitos poseen una
débil actividad biológica y, por otro, a que hay una gran
proporción de matriz extracelular en relación con el número de células. Debido a esta precaria actividad biológica, el cartílago posee un poder de reparación extraordinariamente débil. Una muesca en el cartílago continúa
inalterada sin repararse o lo hace muy lentamente, dato
de gran interés en la evolución de la artrosis. La regeneración necesita, como fenómeno primordial, la movilización celular y los condrocitos emparedados por la matriz extracelular no pueden desplazarse. Esta inercia del
cartílago frente a las lesiones es más acusada en el centro de las superÀcies articulares, donde las lesiones cartilaginosas son, de ordinario, deÀnitivas. Las muescas
pueden ser reparadas, aunque muy lentamente, por tejido conjuntivo procedente de la membrana sinovial que
después se transforma en Àbrocartílago (osteoÀto). Sobre la vida del cartílago, la función ejerce un papel muy
importante. Bajo la acción del rozamiento, el tejido conjuntivo puede transformarse en tejido cartilaginoso más
o menos perfecto. Es lo que ocurre entre dos extremidades óseas de una seudoartrosis o entre la cabeza femoral
acrílica y el acetábulo.
El cartílago es un tejido con una importante diferenciación estructural. Se degenera fácilmente y se regenera con
una gran diÀcultad. Las lesiones degenerativas aparecen a
todas las edades pero, como son irreparables, se van sumando y es en el anciano en quien se vuelven más acentuadas,
pero ello no indica que sean patrimonio exclusivo de la senilidad. Este envejecimiento se maniÀesta por alteraciones
bioquímicas que tienen una traducción microscópica y macroscópica y que repercuten funcionalmente sobre las propiedades mecánicas. Se observan los siguientes procesos
degenerativos:
1. Condromalacia o reblandecimiento. Parece deberse al
aumento del contenido acuoso; es posible que en ello
intervenga un incremento de acidez que acrecienta su
hidroÀlia. En los derrames articulares inÁamatorios au-
16
menta la acidez del cartílago, ya que se nutre de la sinovial y no posee vasos que compensen la acidez.
2. Fisuración. Las Àsuraciones múltiples conducen a un
aspecto Àbroso del cartílago. La Àsuración recae sobre
las Àbras colágenas. Los condrocitos apenas se ven afectados.
La superÀcie epiÀsaria queda denudada, lo que implica
la aparición de un tejido de granulación procedente de la
sinovial y la eburniÀcación del hueso. Aunque los músculos
y sus tendones intervienen, y a veces de un modo preponderante, en la contención de las articulaciones, el aparato de
contención especíÀco de éstas está constituido por la cápsula y los ligamentos.
La cápsula está formada por tejido conjuntivo muy
rico en Àbras colágenas. En algunos puntos aparece más
reforzado, constituyendo los ligamentos; éstos poseen una
gran solidez y Áexibilidad, pero poca elasticidad y de ahí
que estén fácilmente expuestos a roturas y desgarros, sustrato anatómico del esguince. El poder de reparación de la
cápsula y de los ligamentos es poco importante. En el
mantenimiento en contacto de las superÀcies articulares
interviene la presión atmosférica, como demostraron Weber19 y Dixon20. La extensión continua somete a la articulación a una presión negativa que, si persiste, trastorna la
nutrición de la membrana sinovial, de los cartílagos y de
las partes blandas vecinas, e incluso puede aparecer un derrame articular.
APARATO DE CONTENCIÓN ARTICULAR.
CÁPSULA Y LIGAMENTOS
La mayoría de las articulaciones diartrodiales están protegidas por la cápsula articular y los ligamentos que rodean a la
articulación. La cápsula que protege a la articulación del
hombro es la más laxa del organismo. Los ligamentos periarticulares son decisivos en la contención de la articulación, como acontece en la articulación de la rodilla, la mayor articulación del organismo.
MEMBRANA SINOVIAL
La membrana sinovial se encuentra tapizando la cara interna la cápsula en toda su extensión y la totalidad de la cavidad articular, excepto el cartílago hialino. En las inserciones
capsulares se reÁeja sobre el hueso y termina en los bordes
del cartílago, con el que se confunde, sin que pueda trazarse
una neta delimitación. Cuando la inserción capsular está lejos de los bordes cartilaginosos, se forman fondos de saco
sinoviales, gracias a los cuales se adapta a los movimientos
19. Ernst Weber (1795-1878). Fisiólogo alemán.
20. Allan St. Dixon. Reumatólogo inglés contemporáneo.
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
articulares. Si por el interior de una articulación transcurren
tendones, éstos se encuentran revestidos por la sinovial y
quedan, por tanto, extraarticulares.
La membrana sinovial está constituida por células, los
sinoviocitos y por tejido conjuntivo laxo pobre en Àbras colágenas. Por debajo del revestimiento celular se encuentra
un tejido conjuntivo que contiene vasos sanguíneos, vasos
linfáticos y terminaciones nerviosas.
En los puntos en los que la membrana sinovial no está
sometida a esfuerzos de tracción el tejido conjuntivo es pobre en Àbras colágenas. Por el contrario, en los puntos sometidos a esfuerzos de tracción el tejido conjuntivo es rico
en Àbras colágenas.
En las zonas de membrana sinovial más alejadas de la
cavidad articular, las células son escasas y las Àbras colágenas cada vez más abundantes, lo que veriÀca el paso de
membrana sinovial al aparato cápsulo-ligamentoso.
Mediante el empleo de microscopia electrónica se han
deÀnido dos tipos de sinoviocitos:
O
O
Sinoviocitos A. Situados preferentemente en las capas
superÀciales de la membrana sinovial con un núcleo con
cromatina muy densa, retículo endoplásmico escaso y
un aparato de Golgi muy desarrollado con numerosas
mitocondrias. Tienen capacidad macrofágica.
Sinoviocitos B. Situados en las capas profundas de la
membrana sinovial con un núcleo con escasa cromatina
y retículo endoplásmico muy desarrollado. Son los responsables de la síntesis de ácido hialurónico.
Es más que probable que haya un solo tipo de célula que
presenta distintos momentos funcionales, aunque la diferente morfología implica una función distinta: fagocitaria
en los sinoviocitos A y secretora de ácido hialurónico en los
sinoviocitos B.
La membrana sinovial ofrece una gran riqueza vascular;
en la superÀcie existe abundancia de capilares, siendo éstos
tan superÀciales que a veces quedan al descubierto en la
misma superÀcie sinovial. Esta disposición de los capilares
favorece el intercambio entre el plasma sanguíneo y el líquido sinovial, y explica también la relativa frecuencia de
los derrames articulares hemáticos. Los vasos profundos se
anastomosan con los vasos epiÀsarios, alrededor del cartílago a modo de corona.
La membrana sinovial es rica en vasos linfáticos que
constituyen una red de anchas mallas que no se abre a la
cavidad articular.
El revestimiento sinovial posee un gran poder de reparación, propio de su origen mesenquimatoso. Cuando se lesiona prolifera con gran rapidez. Si se extirpa quirúrgicamente, se regenera también con rapidez, lo que explica que
la sinovectomía efectuada con el Àn de obtener una supresión deÀnitiva de la sinovial sea, en ocasiones, una intervención ilusoria.
Capítulo | 3 Fisiopatología articular
La reparación de la membrana sinovial se acelera con la
movilización de la articulación. La inmovilización, por el
contrario, la retarda. La membrana sinovial tiene poca importancia en la contención articular pero, por ser ricamente
vascularizada, la posee en la nutrición: es el órgano de nutrición de la articulación. A través de su abundante plexo
capilar, el plasma se dializa y cae en la cavidad articular
formando parte del líquido sinovial y constituyendo el elemento nutritivo del cartílago.
La irrigación de la membrana sinovial está sujeta a alteraciones vasomotoras. Habitualmente las variaciones de
calibre de los vasos sinoviales son importantes puesto que
después del ejercicio aumenta de manera considerable la
circulación sinovial.
La membrana sinovial constituye una barrera que se
opone al progreso hasta la articulación de las infecciones
periarticulares. Tiene propiedades fagocitarias, incluye y reabsorbe partículas extrañas de la cavidad articular (gérmenes, sangre, cristales, etc.).
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
LÍQUIDO SINOVIAL
En la cavidad articular se encuentra un líquido incoloro o de
color amarillento con aspecto de clara de huevo cruda, de ahí
el nombre de sinovia, término acuñado por Paracelso21. Se encuentra en escasa cantidad, en una articulación de gran tamaño, como la rodilla, es de 1-4 ml.
El líquido sinovial, por su gran viscosidad, es un lubriÀcante excelente que facilita el deslizamiento de las superÀcies
cartilaginosas y retarda el calentamiento de la articulación y
la «usura» de los cartílagos. Además de este papel lubriÀcante, posee papel nutricio, ya que contiene los elementos indispensables para la nutrición del cartílago articular. El líquido
sinovial está compuesto por un dializado del plasma, muy
rico en ácido hialurónico, responsable de su viscosidad y secretado por los sinoviocitos B. El ácido hialurónico, además
de encontrarse en el líquido sinovial, se encuentra también en
el núcleo pulposo del disco intervertebral y en algunos estreptococos. Es uno de los componentes de la matriz extracelular del tejido conjuntivo en donde se encuentra mezclado
con otros polisacáridos. Posee un elevado peso molecular, lo
que explica su gran viscosidad. Ésta disminuye por la acción
de la hialuronidasa que actúa degradando el ácido hialurónico. En el líquido sinovial o en la membrana sinovial no se ha
podido demostrar la existencia de hialuronidasa. El contenido de ácido hialurónico varía en los diferentes estados patológicos. En las artropatías postraumáticas y en las artrosis
continúa siendo normal, de modo que el líquido sinovial conserva su viscosidad. En las artritis crónicas o infecciosas, el
ácido hialurónico se degrada, de modo que el líquido sinovial
lo contiene en menor proporción y se hace más Áuido.
21. Paracelso (1493-1541). Médico suizo.
17
El contenido de células del líquido sinovial es muy variable, entre 20 y 200 por ml, con un predominio de polimorfonucleares. No contiene hematíes ni plaquetas.
El análisis del líquido sinovial en reumatología es fundamental, al igual que lo es el estudio de un derrame pleural
o de un líquido ascítico. Todo paciente reumático al que no
se le analiza su líquido articular es un paciente mal estudiado.
La membrana sinovial es atravesada por los líquidos del
plasma y las sustancias disueltas, electrolitos y no electrolitos. Pero las proteínas, debido a su gran tamaño molecular,
no la atraviesan, de modo que el líquido sinovial es pobre en
proteínas y las que contiene son sobre todo albúminas, o
sea, las de pequeño tamaño molecular. No hay, en cambio,
globulinas. Los electrolitos se encuentran en el líquido articular en relación con el plasma de acuerdo con el equilibrio
de Donnan22 que tiende a igualar concentraciones. Los valores de diversas enzimas (transaminasas, lacticodeshidrogenasa, fosfatasa alcalina, etc.) son similares a las del suero.
El contenido lipídico es muy reducido.
La concentración de sustancias disueltas no electrolitos
es algo diferente de la del plasma. La glucosa se encuentra
en el líquido sinovial a un valor algo inferior al del plasma,
seguramente porque es empleada por el metabolismo del
cartílago articular y las células del líquido sinovial; de ahí
que cuanto más elevado sea el número de células en el líquido sinovial menor sea la tasa de glucosa de éste.
Las sustancias presentes en el líquido articular se absorben después de ser fagocitadas por los sinoviocitos. Cuando
la membrana sinovial se inÁama disminuye la capacidad de
absorción de sus linfáticos. Los movimientos facilitan el
paso a los linfáticos y a la sangre de las sustancias de la cavidad articular, lo que indica la necesidad de la inmovilización de las artritis, en especial las infecciosas.
La presión intraarticular en articulaciones sanas es infraatmosférica, lo que contribuye a la estabilidad de la articulación. Esta presión varía si hay un derrame. La presión intraarticular es decisiva para explicar los quistes poplíteos de
Baker y la presencia de erosiones o geodas.
MENISCOS
Los meniscos, constituidos por colágeno tipo I, se localizan
en articulaciones cuyas superÀcies son convexas, adoptando forma bicóncava. Se hallan fuertemente Àjados a la cápsula articular y carecen de vascularización e inervación. Se
encuentran en las rodillas, articulaciones temporomaxilares,
esternoclaviculares, acromioclaviculares y articulación radiocubital distal.
Sus funciones son mejorar la estabilidad articular, amortiguar los aumentos de presión y soportar carga.
22. Frederick Donnan (1870-1956). Químico inglés.
18
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
DISCOS INTERVERTEBRALES
Los discos intervertebrales se interponen en número de 23
entre los cuerpos vertebrales. Su aspecto es de lente biconvexa, Àjados por delante y por detrás por los ligamentos
vertebrales comunes anterior y posterior, respectivamente.
Están constituidos por:
O
O
Anillo Àbroso. Formado por haces de laminillas Àbrosas
dispuestas en espiral extendiéndose a los cuerpos vertebrales vecinos y uniéndose a los ligamentos vertebrales
comunes. No es uniforme en todo su diámetro, y es más
voluminoso en su porción anterior. Deriva del mesénquima, tejido conjuntivo embrionario.
La calciÀcación de la parte periférica del anillo Àbroso
es el sindesmoÀto característico de la espondiloartritis
anquilosante. No debe confundirse con la calciÀcación
de los ligamentos vertebrales comunes anterior y posterior, característico de la hiperostosis anquilosante vertebral senil.
Núcleo pulposo. Estructura gelatinosa formada por tejido conjuntivo laxo. Se encuentra rodeado por el anillo
Àbroso, de situación algo excéntrica, ya que se encuen-
O
tra situado más próximo a la parte posterior del disco.
Cuando el núcleo pulposo se desplaza al interior del anillo Àbroso se trata de una protrusión discal. Cuando el
núcleo pulposo se desplaza fuera de la columna se trata
de una hernia discal. Deriva de la notocorda.
Cartílago hialino. Cada disco intervertebral está limitado
por las placas de cartílago hialino fuertemente Àjadas a
las plataformas vertebrales. Sirven de anclaje a las Àbras
del anillo Àbroso. Los discos intervertebrales sólo poseen
vasos en la infancia y carecen de Àletes nerviosos.
BIBLIOGRAFÍA
Goldring MB. Chondrocytes. En: Harris ED, Budd RC, Firenstein GS, Genovese MC, Sergent JS, Ruddy S, et al (eds.). Kelley’s Textbook of
Rheumatology. Philadelphia: Elsevier & Saunders, 2005;95-100.
Kapandji IA. Cuadernos de Àsiología articular. Tomos 1, 2 y 3 (2.a ed.).
Barcelona: Tora-Masson, 1974.
Simkin PA. A biography of the chondrocyte. Ann Rheum Dis 2008;67:
1064-8.
Simon SR, Radin EL. Biomechanics of joints. En: Harris ED, Budd RC,
Firestein GS, Genovese MC, Sergent JS, Ruddy S, et al (eds.). Kelley’s
Textbook of Rheumatology. Philadelphia: Elsevier & Saunders,
2005;95-100.
Capítulo 4
Inflamación
Inflamación
O
O
Mediadores bioquímicos
– Aminas vasoactivas
– Quininas
– Sistema del complemento
– Prostaglandinas y leucotrienos
– Factor activador de las plaquetas
– Radicales del oxígeno
– Óxido nítrico
– Citocinas
– Proteinasas
Mediadores celulares
– Leucocitos polimorfonucleares (granulocitos)
– Monocitos (macrófagos)
– Plaquetas
3. Acumulación de leucocitos polimorfonucleares (eosinóÀlos, basóÀlos y neutróÀlos) y macrófagos (histiocitos y
monocitos) atraídos al foco inÁamatorio por quimiotaxis.
Estas tres fases traducen los signos clínicos de la inÁamación: calor, tumor, dolor y rubor.
Los mediadores de la inÁamación se dividen en dos grupos:
1. Mediadores bioquímicos.
2. Mediadores celulares.
Ambos grupos trabajan siempre de forma armónica e
integrada. Con Ànes didácticos se describen por separado.
MEDIADORES BIOQUÍMICOS
El organismo posee una serie de mecanismos de defensa que
le permiten hacer frente a cualquier agresión procedente del
medio ambiente. El primero de estos mecanismos es la barrera
natural constituida por la piel y mucosas. Si el agente invasor
logra atravesar estas barreras se produce una respuesta innata
que recibe el nombre de inÁamación, que se deÀne como un
conjunto de cambios dinámicos que ocurren en un tejido vivo
como respuesta a una agresión externa. Las tres fases que caracterizan al proceso inÁamatorio son las siguientes:
1. Aumento del riego sanguíneo en la zona afectada.
2. Aumento de la permeabilidad capilar como consecuencia de la retracción de las células endoteliales, lo que
permite que moléculas de gran tamaño atraviesen el endotelio y lleguen al sitio inÁamado.
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
AMINAS VASOACTIVAS
Tres aminas vasoactivas desempeñan un papel importante
en el proceso inÁamatorio: histamina, serotonina y adenosina.
La histamina, resultante de la decarboxilación de la histidina, es almacenada en los mastocitos y en menor grado en
los basóÀlos y plaquetas, siendo liberada cuando estas células son activadas por la IgE (reacción de hipersensibilidad
inmediata o tipo I) o ciertos factores del complemento. La
histamina es uno de los primeros mediadores en aparecer en
el foco inÁamatorio produciendo vasodilatación y aumento
de la permeabilidad de las vénulas poscapilares.
La serotonina, almacenada en las plaquetas, produce vasoconstricción, aumento de la permeabilidad capilar e incremento de la síntesis de colágeno por los Àbroblastos.
19
20
La adenosina, originada a partir del adenosín-trifosfato
(ATP), es liberada por los mastocitos, inhibe la agregación
plaquetaria y modula la activación de las células de la inÁamación.
QUININAS
Las quininas constituyen un sistema de proteínas formado
por el factor XII de la coagulación, la prekalicreína, el kininógeno y el factor XI que se encuentran en el plasma de
forma inactiva. Este sistema es activado cuando el factor
XII entra en contacto con superÀcies cargadas negativamente como colágeno, glucosaminoglicanos, cristales de
urato, etc., iniciándose una cascada de activación del resto
de proteínas mencionadas. El factor XII activado aumenta
la permeabilidad vascular y la bradiquinina resultante de la
activación del kininógeno causa vasodilatación, hipotensión
e incrementa también la permeabilidad vascular.
El sistema de las quininas se encuentra íntimamente relacionado con la cascada de la coagulación, puesto que la
activación del factor XII es el episodio inicial en ambos sistemas. La Àbrina, producto Ànal de la cascada de la coagulación, participa en la mayor parte de los procesos inÁamatorios.
SISTEMA DEL COMPLEMENTO
El sistema del complemento es una familia de más de 30
proteínas plasmáticas sintetizadas en su mayoría por los hepatocitos que se activan de forma escalonada y que pertenecen al grupo de las betaglobulinas. Su cantidad total oscila
alrededor de 3 g/l y constituyen el 15% del total de las globulinas. El sistema del complemento participa activamente
en la inÁamación, posee efectos bactericidas y regula la lesión tisular inducida por complejos inmunes. El nombre de
«complemento» se debe a Bordet23, puesto que las proteínas
que forman el sistema del complemento «complementan»
la acción del anticuerpo.
Cada una de las proteínas del sistema del complemento
se designa con la letra C seguida por un número según el
orden en que fueron descubiertas. Habitualmente se añade
la letra a si el fragmento es pequeño o la letra b si el fragmento es grande, a excepción del factor C2, en el que se
hace exactamente al contrario por razones históricas.
Las tres funciones Àsiológicas del sistema del complemento se detallan en la tabla 4.1.
Se conocen tres vías de activación del complemento;
son las denominadas vía clásica, que se activa por la presencia de complejos antígeno-anticuerpo; vía alternativa, que
se activa por la presencia de ciertos componentes de la
membrana celular de diversos microorganismos, y vía de
23. Jules Bordet (1870-1961). Bacteriólogo belga.
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
Tabla 4.1. Funciones fisiológicas del sistema
del complemento
Defiende al huésped contra la infección mediante:
La fagocitosis
La lisis celular
La opsonización
Relaciona la inmunidad innata con la adquirida:
Regulando la respuesta de los anticuerpos
Potenciando la «memoria» inmunológica
Controla la eliminación de:
Complejos antígeno-anticuerpo (inmunocomplejos)
Células apoptóticas
las lecitinas, que se activa por la unión de la lecitina a azúcares presentes en la superÀcie de microorganismos.
La vía clásica depende de la presencia de anticuerpos y
forma parte de la inmunidad adquirida o especíÀca.
La vía alternativa forma parte de la inmunidad innata o
inespecíÀca y es especialmente útil cuando no existe una
suÀciente cantidad de anticuerpos, como ocurre en el caso
de pacientes con inmunodeÀciencias.
El objetivo Ànal de las tres vías es la formación de una
enzima, la C3 convertasa, cuya función es activar el factor
C3, el más importante del sistema del complemento, con la
posterior activación del complejo C5-C9, denominado complejo de ataque a la membrana (MAC en terminología anglosajona), responsable de la destrucción de las membranas
celulares.
Los precursores enzimáticos de los componentes del
complemento se encuentran inactivos y unidos a la membrana celular. Cada uno de ellos es activado por el componente anterior y convierte al precursor en componente activo listo para activar al componente siguiente. De dicho
modo se forma la clásica cascada de activación; cada componente es capaz de activar varias moléculas del precursor
siguiente lo que da como resultado en cada paso la activación de mayor número de moléculas y la formación de una
cascada ampliÀcadora semejante a la de la coagulación.
La vía clásica de activación comienza con la unión de
C1 a un complejo antígeno-anticuerpo. No todas las inmunoglobulinas son capaces de activar C1; solamente pueden
hacerlo la IgM y la IgG. C1 circula unido en plasma al Ca y
se compone de tres subcomplementos: C1q, C1r y C1s.
El proceso comienza con la unión de C1q al fragmento
Fc de la inmunoglobulina, activándose C1r y C1s, que producen la activación completa del complejo y permiten continuar la cascada.
C4 es el sustrato natural de C1 y al unirse a C1s se fragmenta en dos péptidos: C4a y C4b. Este último es el péptido
de mayor tamaño y el que continuará la cascada uniéndose
a la membrana celular.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Capítulo | 4 Inflamación
En presencia de Mg, C4b se une a C2 y este último es
«clivado» por C1s que se encuentra en la vecindad, dividiendo a C2 en dos componentes: a y b.
El complejo C4b-C2a, denominado C3 convertasa, tiene
capacidad proteolítica y será el que actúe activando a C3.
C3 es una proteína que, una vez activada por C3 convertasa, se divide en dos péptidos: C3a y C3b.
C3a se une a los receptores de membrana de las plaquetas, de los mastocitos y de los leucocitos polimorfonucleares produciendo su degranulación y con ello el aumento de
la permeabilidad vascular.
C3b se une a la membrana celular en un sitio cercano a
C4b-C2a, formando la C5 convertasa encargada de activar
el complejo de ataque lítico C5-C9.
La activación de C5 genera dos péptidos: C5a y C5b.
C5a induce la liberación de histamina, aumenta la permeabilidad vascular y la adhesión de plaquetas y polimorfonucleares, incrementa la producción de radicales de oxígeno, induce la liberación de enzimas lisosómicas y favorece la
liberación de interleucina-1 por los macrófagos y factor de
necrosis tumoral alfa por los mastocitos.
C5b se Àja a la membrana celular y activa de forma sucesiva a C6, C7, C8 y C9. Este complejo se encuentra en la
membrana celular y la cada vez mayor activación de moléculas C9 provoca grietas en la membrana, permitiendo el
paso de moléculas al interior de la célula, lo que ocasiona su
lisis.
La activación constante del sistema del complemento
produciría una lesión tisular, razón por la cual el sistema
necesita mecanismos de control que regulen la cantidad y la
duración de moléculas activadas. Estos sistemas de control
están formados por proteínas presentes en el plasma y en la
superÀcie celular.
A diferencia de la vía clásica, la activación por la vía
alternativa no requiere la presencia del complejo antígenoanticuerpo. Se pone en marcha por los lipopolisacáridos
presentes en la pared bacteriana. En la activación de esta vía
participan cuatro factores: C3, el factor B, el factor D y la
properdina.
La cascada se inicia con la unión del C3b al factor B en
presencia de Mg; esta unión altera al factor B haciéndolo
susceptible de una proteólisis por parte del factor D, generando dos fragmentos: Ba y Bb que se unirán al C3b, el
equivalente de la C3 convertasa de la vía clásica.
Dado que el complejo C3b-Bb posee una vida media
corta, la properdina se une a él estabilizando el complejo y
permitiendo que éste retroalimente el sistema y active más
y más moléculas de C3. Al unirse a la properdina se forma
el complejo C3b-Bb-properdina que actúa como la C3 convertasa y activa todo el complejo de ataque lítico, igual que
sucede en la vía clásica.
La vía de las lecitinas se inicia cuando la lecitina se une
a microorganismos que poseen azúcares en su superÀcie,
ausentes habitualmente de las células eucariotas.
21
Tabla 4.2. Activadores de las tres vías
del complemento
Vía
Activadores
Clásica
Imunocomplejos, bacterias gramnegativas y virus
Alternativa
Bacterias, virus, hongos y células neoplásicas
Lecitinas
Microorganismos con azúcares en su superficie
La lecitina activa a dos proenzimas: MASP-1 y MASP-2;
esta última activa a C4 y C2 formándose la C3 convertasa,
la cual activa a C3 como las vías anteriores. Entre los activadores de esta vía se encuentra el virus de la inmunodeÀciencia humana (VIH) y las bacterias gramnegativas como
la Salmonella.
En la tabla 4.2 se exponen los activadores de las tres vías
del complemento.
PROSTAGLANDINAS Y LEUCOTRIENOS
Cuando el oxígeno reacciona con ácidos grasos insaturados
se generan los icosanoides24, mediadores bioquímicos denominados así porque derivan de ácidos grasos con 20 carbonos. En este grupo se incluyen los leucotrienos, las prostaglandinas y los tromboxanos.
El ácido graso insaturado más abundante del organismo
es el ácido araquidónico. El mecanismo de síntesis comienza con la liberación del ácido araquidónico, unido a los fosfolípidos de la membrana celular por acción de la fosfolipasa A2. Una vez liberado se producen dos vías diferentes de
síntesis: los leucotrienos, por un lado, y las prostaglandinas
y los tromboxanos, por otro. En el primer caso, las enzimas
responsables son las lipooxigenasas y, en el segundo, las
ciclooxigenasas.
La síntesis de leucotrienos comienza añadiendo oxígeno
al ácido araquidónico por la acción de las lipooxigenasas.
La más importante es la 5-lipooxigenasa, que origina el ácido hidroxi-peroxi-eicosa-tetra-enoico (HPETE), sustrato de
los leucotrienos con mayor actividad biológica en el proceso inÁamatorio. Por acción de la glutatión-tranferasa se producen los leucotrienos B4, C4, D4 y E4.
La ciclooxigenasa (COX) es la enzima encargada de
añadir moléculas de oxígeno al ácido araquidónico, formando la prostaglandina G2. Por acción de la hidroperoxidasa
(HOX) se libera el grupo peróxido y se genera la prostaglandina H2, precursor directo de todas las prostaglandinas
y tromboxanos.
Las prostaglandinas y los tromboxanos son rápidamente
sintetizados en respuesta a diferentes estímulos. No se acu-
24. Icosaedro: estructura geométrica de 20 caras.
22
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
Estimulo
Fosfolípidos de la membrana celular
Fosfolipasas
ÁCIDO ARAQUINÓDICO
Lipoxinas
Leucotrienos
Aspirina y AINE clásicos
Vasoconstricción
Activación de macrófagos/monocitos
COX 1
Gastroprotección
Inhibidores selectivos
de la COX 2
COX 2
Inflamación
Figura 4.1. Vías de metabolización del ácido araquidónico
mulan en las células sino que son liberadas al medio, donde
ejercen su acción y son rápidamente degradados a productos inactivos.
Actualmente se sabe que en la síntesis de prostaglandinas intervienen al menos dos ciclooxigenasas:
1. La COX-1 es la enzima que se expresa de forma natural
o constitutiva en diferentes tejidos (estómago, intestino,
riñón, oplaquetas) y es responsable de la mayor parte de
los efectos Àsiológicos de las prostaglandinas y de los
tromboxanos.
2. La COX-2, en cambio, se expresa por la acción de ciertas citocinas producidas durante la inÁamación y, por lo
tanto, su distribución en el organismo es más limitada
que la de la COX-1. Diferentes estudios han demostrado que la COX-2 sería la responsable de la síntesis de prostaglandinas que actúan como mediadores de la inÁamación y es actualmente un ámbito de investigación en la
búsqueda de antiinÁamatorios no esteroideos (AINE) que
inhiban su acción.
En la Àgura 4.1 se detallan las vías de metabolización
del ácido araquidónico.
FACTOR ACTIVADOR DE LAS PLAQUETAS
El factor activador de las plaquetas es un fosfolípido producido por los neutróÀlos, macrófagos y las propias plaquetas.
Además de activar a estas últimas, produce quimiotaxis,
contracción del músculo liso bronquial e intestinal y aumento de la permeabilidad vascular.
RADICALES DEL OXÍGENO
Durante la fagocitosis aumentan el consumo de oxígeno, la
glucogenólisis y la oxidación de la glucosa, lo que implica
Capítulo | 4 Inflamación
la producción de radicales libres del oxígeno que participan
de forma activa en la inÁamación.
La molécula de oxígeno posee dos electrones; añadir un
electrón con la participación del NADPH (nicotinamida dinucleótido fosfato) produce la formación de un ion superóxido que, por la acción de una dismutasa, se convierte en
peróxido de hidrógeno (H2O2).
En los gránulos de los neutróÀlos y de los monocitos se
encuentra una enzima denominada mieloperoxidasa que, en
presencia de cloro, transforma el H2O2 en ácido hipocloroso, con propiedades antimicrobianas y oxidantes.
Los pacientes que presentan un déÀcit congénito de
NADPH son incapaces de producir radicales del oxígeno
y tienen infecciones graves, a menudo letales, debido a la
incapacidad de los leucocitos polimorfonucleares de destruir los microorganismos fagocitados. Esto conÀrma la
importancia de los radicales del oxígeno como agentes
bactericidas.
23
misma célula, muchas de ellas comenzaron a ser denominadas por su efecto biológico, como «factores estimuladores
de colonias» o «factores de crecimiento», entre otras. La
biología molecular ha permitido conocer las características
de cada una de estas proteínas y sus funciones.
Las características de las citocinas son las siguientes: a)
bajo peso molecular; b) actúan a concentraciones muy bajas; c) actúan a través de receptores especíÀcos ubicados en
las células o a través de mensajeros; d) pueden unirse unas
con otras teniendo efectos aditivos, sinérgicos o antagónicos, y e) actúan a través de un mecanismo autocrino (sobre
la propia célula), paracrino (sobre una célula vecina) o yuxtacrino (mediante interacción celular).
Desde el punto de vista funcional, las citocinas se clasiÀcan en cuatro grupos:
O
ÓXIDO NÍTRICO
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
El óxido nítrico es sintetizado por la oxidación de la arginina por unas enzimas denominadas sintetasas del óxido nítrico, de las cuales existen tres formas diferentes, todas ellas
son Áavoproteínas y requieren NADPH como cofactor. Dos
de ellas se expresan en el endotelio vascular y en el cerebro,
son dependientes del calcio y se denominan constitutivas.
La otra enzima es inducible y se expresa en los tejidos tras
diversos estímulos.
La función del óxido nítrico es diferente en función de
qué sintetasa lo haya originado. El producido por las enzimas constitutivas posee acciones antiinÁamatorias y actúa
relajando el músculo liso vascular. Por el contrario, el producido por la enzima inducible produce vasodilatación,
edema y participa como mediador de los procesos de las
citocinas.
El óxido nítrico se comporta como radical libre de vida
media corta, 15 segundos, y en presencia de oxígeno es rápidamente metabolizado a nitritos o a nitratos. Las principales reacciones biológicas del óxido nítrico se producen con
el oxígeno y los metales iónicos.
CITOCINAS
Las citocinas son un grupo de proteínas y que actúan como
catalizadores de numerosos procesos biológicos. Cuando
fueron identiÀcadas por primera vez se sospechaba que eran
producidas por los leucocitos para actuar sobre otros leucocitos y fueron denominadas interleucinas. A medida que
avanzó su estudio se comprobó que algunas eran producidas por los monocitos y recibieron el nombre de monocinas,
mientras que las producidas por los linfocitos fueron llamadas linfocinas. Dado que un gran número de estas proteínas
ejercían efectos diferentes a pesar de ser producidas por la
O
O
O
Factores estimuladores de colonias. Dentro de este
grupo se incluyen el factor estimulador de granulocitos, el factor estimulador de macrófagos, el factor estimulador de monocitos, el factor estimulador de stem
cell (la célula hematopoyética pluripotencial, célula
troncal o stem cell en la terminología anglosajona) y la
interleucina-3. La principal función de este grupo es
actuar sobre las células del sistema hematopoyético.
Factores de crecimiento y diferenciación. Las principales citocinas de este grupo son el factor de crecimiento
derivado de las plaquetas, el factor de crecimiento epidérmico y el factor de crecimiento Àbroblástico.
Citocinas inmunorreguladoras. Están producidas en su
mayor parte por los linfocitos T. Participan en la activación, proliferación y diferenciación linfocitaria y entre
ellas se incluyen interferón gamma y las interleucinas 2,
4, 5, 7, 9, 10, 11, 12, 13 y 14.
Citocinas proinÁamatorias. Están producidas por los
monocitos. Son las principales mediadoras de la inÁamación y de la inmunidad humoral. En este grupo se
incluyen el factor de necrosis tumoral alfa, el interferón
alfa y beta y las interleucinas 1, 6 y 8.
En la tabla 4.3 se detalla la clasiÀcación funcional de las
citocinas; hay que tener en cuenta que los avances cientíÀcos en este terreno son constantes y que dicha tabla debe ser
tomada simplemente como guía.
PROTEINASAS
Son enzimas responsables de degradar la matriz extracelular durante el proceso inÁamatorio. La mayoría de ellas están presentes en los tejidos en forma de proenzimas y son
activadas por prostaglandinas, citocinas, hormonas, etc. La actividad de estas proteinasas es regulada por el tipo de colágeno presente en los tejidos y el grado de entrecruzamiento
de éste. Según el pH, se clasiÀcan en dos grupos: activas a
pH ácido y a pH neutro.
24
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
Tabla 4.3. Clasificación funcional de las citocinas
Factores estimuladores de colonias
Factor estimulador de granulocitos
Factor estimulador de macrófagos
Factor estimulador de monocitos
Factor estimulador de stem cell
Interleucinas
Factores de crecimiento y diferenciación
Factor de crecimiento derivado de las plaquetas
Factor de crecimiento epidérmico
Factor de crecimiento fibroblástico
Citocinas inmunoreguladoras
Interferón gamma
Interleucinas 2 y 4
Interleucinas 5 y 7
Interleucinas 9, 10, 11, 12, 13 y 14
Citocinas proinflamatorias
Factor de necrosis tumoral alfa
Interferón alfa
Interferón beta
Interleucinas 1, 6 y 8
MEDIADORES CELULARES
LEUCOCITOS POLIMORFONUCLEARES
(GRANULOCITOS)
Los leucocitos polimorfonucleares o granulocitos se producen en la médula ósea y representan del 60 al 70% del total
de glóbulos blancos. De acuerdo con la tinción que adquieren sus gránulos con los colorantes histológicos se dividen
en neutróÀlos, eosinóÀlos y basóÀlos. Estas células desempeñan un papel de suma importancia en la inÁamación y en
la defensa del huésped. Su principal función es la fagocitosis y la destrucción de los microorganismos.
Los neutróÀlos suponen el 90% de los leucocitos polimorfonucleares y contienen en su citoplasma dos tipos de
gránulos: los azuróÀlos, que contienen hidrolasas y mieloperoxidasas y los denominados gránulos especíÀcos, que
contienen lisozima y lactoferrina.
En la superÀcie celular del neutróÀlo existen receptores
para ciertos componentes del complemento como C3a y
C3b, así como receptores para la porción Fc de la IgG y de
la IgM.
Uno de los primeros acontecimientos de la inÁamación
es la adhesión de los neutróÀlos al endotelio vascular. Este
proceso se realiza mediante la activación de glucoproteínas
existentes en su superÀcie que interactúan con la pared endotelial. Se conocen dos grupos de estas glucoproteínas: las
selectinas, responsables de la adhesión primaria, fenómeno
transitorio e inestable que sirve para enlentecer el tráÀco
celular y las integrinas, responsables de la adhesión secun-
daria más Àrme y estable que la anterior y que producen
cambios en la morfología celular que permiten que la célula
quede Àjada al endotelio vascular para luego extravasarse a
los tejidos inÁamados. El nexo de unión que permite que las
integrinas se Àjen a la pared del endotelio es una molécula
de adhesión denominada ICAM-1.
La presencia de receptores para el complemento e inmunoglobulinas permiten que el neutróÀlo se una a bacterias
opsonizadas o complejos inmunitarios para fagocitarlos y
provocar su destrucción mediante enzimas proteolíticas.
Los eosinóÀlos suponen el 2-5% de los leucocitos. Su
principal función es la fagocitosis y la digestión celular.
Participan activamente en las infecciones por parásitos y,
además, son atraídos por productos liberados por los mastocitos y los linfocitos T.
Los basóÀlos representan el 0,2% de los leucocitos y
son indistinguibles en su estructura y función de los mastocitos (v. «Estructura del tejido conjuntivo»).
MONOCITOS (MACRÓFAGOS)
Los monocitos se originan en la médula ósea a partir de la
célula hematopoyética pluripotencial (célula troncal o stem
cell en la terminología anglosajona) que se transforma en
monocito progenitor, precursor del monoblasto. La división
del monoblasto dará lugar a dos promonocitos que se diferencian en monocitos. Esta diferenciación se realiza según
los estímulos recibidos.
El monocito es el leucocito de mayor tamaño (10-18
micras de diámetro). Su núcleo es excéntrico, ocupa la mitad de la célula y tiene forma arriñonada. El núcleo posee
uno o dos nucléolos rodeados de cromatina nuclear. El
citoplasma contiene pequeñas cantidades de retículo endoplásmico y ribosomas, y se caracteriza por sus Ànas prolongaciones.
Los monocitos diferenciados permanecen en la médula
ósea menos de 24 horas y pasan posteriormente a la circulación. Constituyen del 1 al 6% del total de leucocitos.
Cuando un monocito pasa a un tejido se denomina macrófago y ya no vuelve a la circulación. Para penetrar en los
tejidos se adhiere a los capilares con la ayuda de moléculas
de adhesión y mediante diapedesis atraviesan la unión de
dos células endoteliales. En el otro lado de los capilares se
diferencian en macrófagos. La vida de un monocito en sangre periférica es de 3 días, mientras que en los tejidos es de
3 meses.
Son residentes habituales en los tejidos y según su localización reciben distintos nombres: células de Kupffer25 en
el hígado, microglía en el cerebro, macrófagos alveolares
en el pulmón, macrófagos sinoviales en la articulación, osteoclastos en el hueso, células mesangiales en el riñón, his-
25. Karl W. Kupffer (1829-1902). Anatomista alemán.
Capítulo | 4 Inflamación
tiocitos en el tejido conjuntivo y células de Langerhans26 en
la dermis (tabla 4.4).
No se conoce exactamente qué factores determinan que
un monocito se ubique en un tejido especíÀco y no en otro.
Por un lado, los monocitos podrían abandonar la médula
ósea de forma dirigida con una señal predeterminada para
ubicarse en un tejido especíÀco. Por otro lado, los monocitos circulantes podrían unirse a moléculas de adhesión y
posteriormente penetrar en los tejidos respectivos.
Los macrófagos tienen la capacidad de secretar gran
cantidad de sustancias que van desde radicales libres de oxígeno hasta diferentes citocinas. Dado su gran número, distribución y propiedades desempeñan un papel relevante en
la inÁamación. Forman parte de la inmunidad especíÀca ya
que, junto con los linfocitos B, constituyen las células presentadoras de antígenos.
Los macrófagos poseen capacidad procoagulante mediante la producción de protrombina y factores V, VII, IX y
X, lo cual contribuye al depósito de Àbrina en las zonas inÁamadas. Segregan enzimas proteolíticas que interviene en
la degradación del cartílago y del hueso subcondral. Los monocitos y los macrófagos metabolizan el ácido araquidónico
produciendo prostaglandinas y leucotrienos y son, además,
una importante fuente de producción de óxido nítrico. Las
principales citocinas producidas por los macrófagos son la
interlerleucina-1, la interleucina-8, el factor de necrosis tumoral alfa, el factor de crecimiento derivado de las plaquetas, el interferón alfa y probablemente el interferón gamma.
La liberación de todos estos mediadores hacen de los
macrófagos uno de los pilares fundamentales en el proceso
inÁamatorio.
25
Tabla 4.4. Macrófagos tisulares
Tejido conjuntivo: histiocitos
Articulación: macrófagos sinoviales
Hígado: células de Kupffer
Cerebro: células de la microglía
Pulmón: macrófagos alveolares
Hueso: osteoclastos
Riñón: células mesangiales
Piel: células de Langerhans
Tabla 4.5. Elementos que intervienen en la inflamación
Mediadores bioquímicos
Aminas vasoactivas
Quininas
Sistema del complemento
Prostaglandinas y leucotrienos
Factor activador de plaquetas
Radicales de oxígeno
Óxido nítrico
Citocinas
Proteinasas
Mediadores celulares
Leucocitos polimorfonucleares (granulocitos)
Monocitos (macrófagos)
Plaquetas
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
PLAQUETAS
Las plaquetas proceden de los megacariocitos de la médula
ósea. Además de su conocido papel en la coagulación y cicatrización de las heridas, las plaquetas liberan mediadores
bioquímicos que les permiten participar en la respuesta inÁamatoria.
Las plaquetas presentan dos tipos de gránulos en su citoplasma: gránulos alfa y gránulos densos. Los gránulos alfa
contienen factor plaquetario 4, factor que favorece la activación y la adhesión de los leucocitos polimorfonucleares
en el sitio inÁamado.
Por otra parte, las plaquetas expresan proteínas en la superÀcie celular de la familia de las integrinas que actúan
sobre linfocitos, monocitos, neutróÀlos y eosinóÀlos, favoreciendo su reclutamiento para su posterior emigración a las
áreas en las que se produce la inÁamación.
Tanto los mediadores bioquímicos como los celulares
trabajan de forma armónica con el mismo objetivo: defen-
26. Paul Langerhans (1847-1888). Anatomista alemán.
der al organismo de una agresión extraña que permite eliminar el agente invasor sin secuelas para el huésped. La falta
de estos mecanismos de defensa o su alteración en personas
genéticamente susceptibles implica que estos elementos actúen de forma anárquica, lo que da como resultado una lesión tisular, como la observada en numerosas enfermedades
autoinmunes sistémicas.
En la tabla 4.5 se resumen los elementos que intervienen
en la inÁamación.
BIBLIOGRAFÍA
Abbas AK, Lichtman AH, Pober JS.Cellular and molecular immunology
(5.a ed.). Philadelphia: WB Saunders, 2005.
Dinarello CA, Moldawer LL. Pro-inÁammatory and anti-inÁammatory
cytokines in rheumatoid artritis. A primer for clinicians (3.a ed.). Philadelphia: Amgen, 2002.
Fitzgerald GA, Patrono C. The coxibs, selective inhibitors of cycloxygenase-2. N Engl J Med 2001;345:433-42.
Janeway CA, Travers P, Walport M, Shlomick MJ. Immunobiology: The
immune system in health and disease (6.a ed.). New York: Garland
Science, 2005.
26
Liles WC, Von Voorhis WC. Nomenclature and biologic signiÀcance of
cytokines involved in inÁammatiom and the host inmmune response.
J Infect Dis 1995;172:1573-80.
Lowenstein CJ, Dinerman JL, Snyder SH. Nitric oxide: a physiologic messenger. Ann Intern Med 1994;120:227-37.
Luster AD. Chemokines-chemotactic cytokines that mediate inÁammation.
N Engl J Med 1998;338:436-45.
Petesr-Golden M, Henderson Jr WR. Leukotrienes. N Engl J Med
2007;357:1841-54.
SECCIÓN | I Introducción a la reumatología
Walport MJ. Complement (First of two parts). N Engl J Med 2001;344:105866.
Walport MJ. Complement (Second of two parts). N Engl J Med 2001;344:
1140-4.
Zurier RB. Prostaglandins, leukotrienes and related compounds. En: Harris
ED, Budd RC, Firestein GS, Genovese MC, Sergent JS, Ruddy S, et al
(eds.). Kelley’s textbook of Rheumatology (7.a ed.). Philadelphia: Elsevier-Saunders, 2005;356-69.
Capítulo 5
Anamnesis
Anamnesis
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
La historia clínica
El lugar
El tiempo
El clínico
Contacto inicial
Filiación
Enfermedad actual
Antecedentes familiares
Antecedentes personales
– Antecedentes personales fisiológicos
– Antecedentes personales patológicos
Anamnesis por sistemas
La historia clínica en presencia de estudiantes
La historia clínica orientada por problemas
El informe de alta
El consentimiento informado
La informatización de la historia clínica
La información al paciente
El clínico y los sistemas sanitarios
Durante la anamnesis la primera condición que parece
superÁuo citar es que durante el tiempo que dedicamos al
enfermo hay que prestarle la suÀciente atención para escucharle y entenderle. Cuando el médico habla con su paciente debe estar cerciorándose de que le está entendiendo, lo
cual habitualmente es fácil, pero en ocasiones requiere mucha paciencia por parte del clínico. Si el enfermo se da
cuenta de que nuestra atención está ausente y ocupada en
otros menesteres, hojear papeles de la mesa, atender al teléfono o al ordenador o charlar con la enfermera, pierde la
conÀanza, el interés se retrae y no se llega a la empatía in© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
dispensable para que la relación médico-enfermo sea fructífera.
Nunca se insistirá bastante en la importancia de la relación personal e íntima entre el médico y el enfermo, puesto
que en un número elevado de casos tanto el diagnóstico
como el tratamiento dependen directamente de ella.
Otro dato que el clínico debe potenciar es su capacidad
de observación. Mirar atentamente es el más antiguo método de exploración y sigue siendo, junto con la anamnesis, el
más Àel. Una parte de nuestros enfermos vienen andando a
nosotros, otros los encontramos en la cama. Nuestra inspección, que habitualmente precede a la anamnesis, atiende a la
cara y, sobre todo, a los ojos, a la expresión, a la actitud
general (encorvada en un espondilítico o porótica), la postura y la manera de andar (¡cojera!). Un buen clínico tiene la
mirada despierta en su lugar de trabajo, en los transportes
públicos, en sus lugares de esparcimiento, etc. Sin poder de
observación nunca se alcanza el grado de buen clínico.
Es fundamental para el clínico disponer de la capacidad
de percibir o reconocer a través del tacto. Es básico que las
manos estén tibias y con las uñas bien cortadas. El calentamiento de las manos se consigue frotándolas entre sí o
aproximándolas a una fuente de calor. Se considera que se
encuentran en condiciones térmicas adecuadas cuando no
provocan sensación de frío en contacto con el cuello del
médico. Es clásico el consejo relativo a la palpación conforme ésta debe ser delicada sin que los dedos ejerzan una excesiva presión: «como acariciando el vello», en frase de
Pedro-Pons. Nada mejor para diagnosticar a un clínico que
ver cómo se acerca al abdomen del enfermo, cómo sitúa en
él sus manos, cómo maniobra palpando. Palpar bien un abdomen es un arte costoso de aprender. Según nuestra experiencia, lo peor que saben hacer los médicos es interrogar y
29
30
después palpar. Es fundamental no caer en la llamada «medicina de salón», muy en boga en algunos hospitales, en los
que el pase de visita se realiza alrededor de una mesa llena
de análisis y de exploraciones complementarias, que en
ocasiones ni aparecen, en un sobre lleno a reventar. El mejor clínico que el mundo anglosajón ha dado a la medicina,
William Osler, aÀrmaba: «Id a la cabecera del enfermo, sólo
allí se aprende medicina».
Otro de los principios que debe presidir la práctica clínica es dudar de todo. En realidad, el buen clínico comienza
a establecer el diagnóstico apenas entra en contacto con el
enfermo, puesto que su edad, su sexo y su apariencia externa ya producen en el buen observador una primera impresión, pero no es hasta el Ànal del proceso clínico cuando
llega el diagnóstico. ¡Cuántas veces hemos sospechado una
Àbromialgia cuando una mujer con aspecto deprimido entra
en la consulta!
Un principio de sentido común que debe presidir la actuación del clínico es la noción de frecuencia. Demuestra
muy poco sentido común el clínico que, ante un síndrome
anémico, lo primero que piensa es en una anemia megaloblástica. Sólo los grandes clínicos son capaces de reconocer
en su práctica entidades nosológicas que únicamente conocen por la bibliografía, sin haber tenido ocasión de observarlas con anterioridad.
Un buen clínico se caracteriza por conocer sus limitaciones. Son peligrosos para el paciente los médicos que
nunca dudan de nada y que siempre muestran una seguridad
absoluta con respecto a sus opiniones. En la tabla 5.1 se resumen las seis características del buen clínico.
LA HISTORIA CLÍNICA
El código deontológico deÀne la historia clínica como el
documento médico en el que quedan registrados todos los
actos médicos realizados con el paciente, que se elabora con
la Ànalidad de facilitar su asistencia.
El clínico que no realiza la historia clínica comete una
negligencia médica que, de ocasionar un daño al paciente,
da lugar a responsabilidades civiles y penales.
La historia clínica debe ser completada en menos de 24
horas después del ingreso y debe ser:
1. Completa. Ver los datos que debe contener la historia clínica y los apartados que la componen (tablas 5.2 y 5.3).
2. Ordenada.
3. Legible y comprensible. En la medida de lo posible las
siglas se evitarán con la excepción de las más habituales
como ECG, EEG, etc. Dejemos las siglas para las agrupaciones sindicales y los partidos políticos.
4. Respetuosa con el enfermo, los colegas y la institución.
5. RectiÀcada cuando sea necesario. No para ocultar una
mala praxis, sino con el objetivo de aclarar datos y completarla.
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Tabla 5.1. Características del buen clínico
Tiempo suficiente dedicado al enfermo
Capacidad de observación
Saber reconocer
Dudar de todo
Noción de frecuencia
Conocer sus limitaciones
Tabla 5.2. Datos que debe contener la historia clínica
Número de identificación de la historia clínica
Nombre y apellidos del enfermo
Fecha de nacimiento
Sexo
Residencia habitual completa: dirección, teléfono y código
postal
Fecha de asistencia y/o ingreso y motivo (en caso de asistencia
urgente debe consignarse también la hora)
Servicio/unidad, habitación y cama donde se encuentra
ingresado el enfermo
Facultativo responsable del paciente
Nombre, dirección y teléfono del médico de referencia
Procedencia del enfermo: domicilio, médico de cabecera,
hospital, etc.
Vía de ingreso: urgencias, programado
Antecedentes alérgicos y reacciones adversas. Transfusiones
previas
Nombre, dirección y teléfono de la persona que debe avisarse
en caso necesario
Indicación si procede de actuación judicial
Modificada de Lledó.
6. Veraz, ya que, de no serlo, el clínico incurre en un delito
de falsedad de documento público.
En el futuro, la historia clínica será compartida entre
los centros de asistencia primaria, los hospitales, los centros sociosanitarios y los centros de salud mental. Esto implicará adaptar los sistemas informáticos y digitalizar los
historiales y las pruebas diagnósticas. La información de
cada paciente Àgurará en una base de datos protegida para
garantizar la conÀdencialidad. Cada profesional dispondrá
de un código de identiÀcación personal para acceder a la
Capítulo | 5 Anamnesis
Tabla 5.3. Apartados que componen la historia clínica
Antecedentes familiares
Antecedentes personales: fisiológicos y patológicos
Enfermedad actual
Exploración física
Resultado de las exploraciones complementarias practicadas
31
Siempre nos llamó la atención que los despachos de los
gerentes de nuestros hospitales suelen ser amplios, bien
amueblados, insonorizados y confortables, mientras que
nuestra asistencia debemos hacerla en habitaciones pequeñas, ruidosas, sin aire acondicionado ni ventilación y, en
ocasiones, en los sótanos del hospital. No se les ha ocurrido
pensar que los clínicos nos pasamos la vida con enfermos
que tienen derecho a ser escuchados en un espacio digno
y que respete su intimidad.
Comentario de ingreso (orientación diagnóstica)
Prescripciones médicas
EL TIEMPO
Curso clínico
Un factor necesario para el diagnóstico correcto es el tiempo.
Una primera consulta exige un mínimo de 30-40 minutos y
una segunda consulta un mínimo de 15-20 minutos. Los gerentes de nuestros hospitales exigen cada vez más número de
visitas y con menos tiempo (cantidad, pero no calidad). Incluso se establecen unidades de corta estancia en las que se intenta batir el récord de diagnóstico rápido y si los pacientes
salen sin diagnóstico o con un diagnóstico erróneo, «otra vez
será». En muchos hospitales y, por orden del jefe de servicio,
ni siquiera atiende al enfermo siempre el mismo médico.
En el ámbito de la asistencia primaria todavía es peor.
La mayoría de médicos sólo disponen de 5 a 7 minutos para
atender al paciente.
Respecto al factor tiempo, es muy gráÀco el irónico comentario de aquel facultativo del Institut Català de la Salut:
«Hoy en 5 horas me han visto 35 enfermos».
Documentación de enfermería
Autorización de exploraciones especiales y/o intervención
quirúrgica
Hoja preoperatoria
Hoja de anestesia
Hoja de intervención
Informe de alta. Epicrisis
Hoja de autorización de trasplante
Hoja de autorización de autopsia si la hay y/o informe de su
resultado
Informe social
Informes médicos para la autoridad judicial
Alta voluntaria, si procede
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Modificada de Lledó.
información desde su consulta hospitalaria o extrahospitalaria.
La Ànalidad de la historia clínica compartida es permitir
el acceso de manera organizada a la información relevante
necesaria para prestar una asistencia sanitaria adecuada y de
calidad, respetando los diferentes modelos de historia clínica y los sistemas de información de cada organización sanitaria.
La historia clínica compartida facilitará que pacientes
atendidos en diversos centros no tengan que someterse a
exploraciones y procedimientos diagnósticos repetidos.
EL LUGAR
La habitación en la que se realiza la historia clínica debe ser
lo suÀcientemente amplia y luminosa, sin ruidos y con una
temperatura agradable que permita el diálogo cómodo entre
médico y enfermo. Es conveniente que el paciente se siente lo
más cerca del médico con las menores barreras arquitectónicas posibles. Una mesa circular es ideal para realizar la anamnesis, como hemos visto en algunos hospitales ingleses.
EL CLÍNICO
El aspecto del médico debe ser aseado. Las manos, y especialmente las uñas, deben estar escrupulosamente limpias.
Nada hay más ofensivo para el paciente que ser explorado
por unas manos sucias. La bata debe ser de un blanco inmaculado y el cabello, si es largo, debe estar limpio. Las colegas del sexo femenino deberían recoger su cabello, pues es
molesto para el enfermo mientras se ausculta el corazón,
por ejemplo, que las melenas caigan sobre su cara. Los zapatos del médico deben estar limpios. ¡Hemos visto en
nuestros hospitales colegas visitando con alpargatas!
El médico no debe fumar mientras realiza la anamnesis
y la exploración física, ni comentar con sus auxiliares o colegas contingencias no médicas. No hay nada más deprimente para el enfermo que comprobar que el médico no le
presta la debida atención en lo más le atañe. Aunque algunos de estos conceptos puedan parecer triviales, no olvidemos que la primera impresión que tiene el enfermo de nosotros es por nuestro aspecto.
CONTACTO INICIAL
Lo primero que haremos es presentarnos al paciente estrechando su mano para posteriormente sentarnos e iniciar el
32
diálogo preguntando quién lo trae al hospital o quién lo envía a la consulta. El diálogo debe transcurrir en un clima de
simpatía y conÀanza mutuas propicias a las conÀdencias.
Son fundamentales la empatía (capacidad del clínico de entenderse y sintonizar con el paciente y los problemas que
éste reÀere), la calidez (proximidad afectiva entre el clínico
y el paciente, que a diferencia de la empatía se expresa de
forma no verbal), el respeto (capacidad del clínico para
transmitir al paciente que su problema le atañe, respetando
su forma de pensar) y la concreción (capacidad del clínico
para delimitar los objetivos mutuos, logrando que la anamnesis se desarrolle en términos comprensibles para ambos)
(Borrell, 2004).
FILIACIÓN
Algunos colegas delegan la recogida de los datos de Àliación a sus auxiliares, craso error. En nuestra opinión es imperativo que el mismo médico tome los datos concernientes
al nombre y los apellidos, edad, sexo, profesión y estado
civil del paciente. El apellido, y a veces el nombre, pueden
indicar la procedencia geográÀca o la pertenencia a una etnia determinada. La edad declarada es inmediatamente
comparada con la apariencia del enfermo. El estado civil
puede ofrecer pistas de una eventual depresión exógena tras
una separación matrimonial. La profesión es un dato imprescindible, así como el tipo de trabajo, en qué posición lo
realiza, las horas que permanece de pie, etc. Permite descubrir eventuales pistas respecto a enfermedades profesionales y también para precisar si la ocupación le producen la
suÀciente satisfacción emocional y el adecuado rendimiento económico. En este punto de la anamnesis surge con frecuencia la primera pista de un síndrome depresivo habitual
en la Àbromialgia o en pacientes rentistas que buscan la invalidez. Las características de la vivienda, ¿hay ascensor,
número de escaleras? son, asimismo, datos de interés.
ENFERMEDAD ACTUAL
Es esencial que el enfermo pueda explicarse con libertad y
en su medio habitual de expresión. Muchos pacientes muestran su ansiedad si no pueden expresarse en su lengua materna. Aunque la consulta pueda ser motivada por varias
razones, siempre existe un motivo principal, habitualmente
el dolor en nuestra especialidad.
Una regla mnemotécnica útil para el síntoma dolor que
utilizamos desde nuestra etapa como MIR es el acrónimo
«ALICIA» (tabla 5.4).
Lo primero que preguntamos al enfermo es el motivo de
consulta: ¿qué le pasa?; en seguida trataremos de saber desde
cuándo y en qué orden ha ido presentándose, teniendo un interés especial en saber si lo ha hecho de manera brusca o se
ha instaurado progresivamente. Interesa a continuación preguntar sobre las causas a las que el enfermo atribuye su mal.
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Esta pregunta tiene menos importancia que las anteriores,
porque con frecuencia los enfermos nos dicen cosas inútiles.
Estas tres preguntas deben ser siempre intencionadas.
Despreciamos la anamnesis fría, aséptica e impersonal
como la realizada por el ordenador. La historia clínica es la
primera fase del proceso diagnóstico y jamás podrá ser sustituida por aquél. La realización de la historia clínica es algo
más complejo que una fría recogida de datos; es el establecimiento de la relación médico-enfermo, cuya calidad es
fundamental para la eÀcacia del acto médico.
Un buen clínico comienza a plantearse las primeras sospechas diagnósticas al iniciar la anamnesis y rápidamente
obtiene los datos esenciales de la enfermedad actual sin detalles superÁuos que con frecuencia caracterizan la anamnesis del inexperto.
Las preguntas deben hacerse con un orden lógico y con
llaneza de lenguaje, hay que preguntar, por ejemplo, por la
boca del estómago y no por el epigastrio. En vez de decir
«lo que usted siente, ¿es como punzadas?», diremos: «¿a
qué se parece el dolor que le aqueja?».
Algunos enfermos acuden a la consulta con una cuartilla
con notas que repasan continuamente (Maladie des petits
papiers de los clínicos franceses), para no olvidar detalles
que creen decisivos. A estos pacientes, sin brusquedades y
tras haberlos dejado hablar un rato, no mucho, es necesario
orientarles de inmediato en la anamnesis.
Aprender a interrogar a un enfermo es lo más difícil, por
algo es lo más útil de nuestra profesión. Uno, con el tiempo,
pregunta según sus conocimientos y su hábito. La diÀcultad
de la anamnesis deriva de razones por parte del médico y
del enfermo. Muchas veces hemos oído: «Es un enfermo
poco inteligente, no sabe explicarse, no se le saca nada en
limpio» y la causa no está en el enfermo, que a lo mejor se
explica de manera correcta, sino en el médico.
Algunos enfermos, principalmente los enfermos crónicos, habituales en nuestra especialidad, y los pacientes que
se creen más cultos tienden a sustituir los hechos por las
palabras y en lugar de conÀarnos sus molestias nos reÀeren
diagnósticos, por ejemplo, «tengo una Àbromialgia» o «tengo una artrosis».
Tabla 5.4. «ALICIA»
A: Aparición del dolor, agudo, subagudo o crónico
L: Localización del dolor (¿dónde le duele?)
I: Irradiación del dolor con su topografía precisa
C: Carácter del dolor: mecánico o inflamatorio
I: Intensidad del dolor (¿obliga a guardar cama, a tomar
medicación, a abandonar el trabajo?
A: Factores que Alivian o Agravan el dolor
Capítulo | 5 Anamnesis
Afortunadamente, en el enfermo sencillo o agudo rara
vez tropezamos con este obstáculo. Otros enemigos de la
anamnesis son los prejuicios y las ideas previas del paciente. Hay muchos enfermos que a lo largo de su vida han ido
adquiriendo convicciones sobre su organismo que no corresponden a la realidad. La falta de sinceridad, en ocasiones subconsciente, en otras por falta de conÀanza en el médico o por detalles de la vida del individuo que no se atreve
a revelar, son problemas añadidos a la anamnesis. Al igual
que la petulancia de algunos enfermos que responden a
nuestras preguntas con un aire alejado y soberbio, que describen sus síntomas con un patetismo exagerado por juzgar
que sus dolores no pueden ser como las demás personas, o
cómo describen sus síntomas, seguros de que nos brindan
un caso excepcional. Muchas veces nos dicen al Ànal: «Doctor, yo soy un caso difícil», por ejemplo.
En algunos casos, los datos que los familiares del enfermo puedan aportarnos tienen un valor excepcional, pero
con frecuencia son los enemigos del médico que hace la
anamnesis. A veces porque hablan mucho, otras veces porque corrigen todo lo que dice el enfermo motivando discusiones que nos distraen y acaban en una regañina entre marido y mujer o entre madre e hijo, al Ànal de la cual el
protagonista dice: «¿hablas tú o hablo yo?», «bueno, me callaré», «yo también me callo», «habla tú», etc.
En el medio rural, por la fortaleza de los lazos familiares
y en los pacientes de etnia gitana en quienes el sentido del
clan pesa tanto, es habitual que asistan con el enfermo los
parientes más próximos.
En reumatología, según Rotés, hay dos clases de acompañantes, habitualmente parejas de nuestras pacientes. El
marido L (liberado) que lee tranquilamente el periódico, de
ordinario deportivo, permaneciendo ajeno a la problemática
de su esposa mientras tomamos la historia clínica, y el
acompañante C (colaborador) que hace exactamente lo contrario. Este último es más problemático porque interÀere de
manera constante en la anamnesis, bloqueando el interrogatorio al «vivir» intensamente las quejas de la paciente.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ANTECEDENTES FAMILIARES
Es obligado preguntar si viven los progenitores y si presentan alguna enfermedad. En caso de que hayan fallecido, hay
que precisar la edad y la causa. Deben formularse las mismas preguntas respecto a los hermanos e hijos del paciente.
Asimismo, es preciso interrogar sobre alguna afección que
se haya dado con frecuencia inhabitual en los familiares
próximos o lejanos. De este modo se observan algunas afecciones frecuentes, como hipertensión arterial, diabetes, migraña, psoriasis, litiasis renal, nódulos de Heberden, laxitud
articular, espondiloartritis, etc. Por último, debe investigarse la posibilidad de que la convivencia con los familiares
haga más fácil la adquisición de una enfermedad contagiosa: tuberculosis, hepatitis vírica, etc. Los antecedentes fami-
33
liares de «reuma» son totalmente inútiles. Se expondrá el
árbol genealógico si procede.
ANTECEDENTES PERSONALES
Este capítulo de la anamnesis revela en ocasiones las claves
que conducen al diagnóstico de la enfermedad actual. Procede distinguir dos apartados: a) antecedentes personales
Àsiológicos, y b) antecedentes personales patológicos. Esta
división es, en ocasiones, artiÀcial.
ANTECEDENTES PERSONALES
FISIOLÓGICOS
Respecto a este punto, es imperativo preguntar a la mujer
por la menarquia, la historia menstrual y la historia respecto
a la procreación. También conviene precisar si ha sufrido
abortos, hijos, su número y su peso al nacer. Debe retenerse
que si se pregunta por el estado civil antes de por el número
de hijos podemos soslayar un embarazo oculto. En el caso de
parejas sin hijos, es preciso interrogar por la falta de descendencia. Así pueden surgir pistas acerca de enfermedades especíÀcas, por ejemplo, hipogonadismo (¡osteoporosis masculina!). Es prudente aprovechar este momento de la
anamnesis para investigar la adaptación psicoemocional al
matrimonio, así como las características de la vida sexual de
la pareja. Aquí cabe descubrir una primera pista de depresión, desavenencias o neurosis de ansiedad; la eyaculación
precoz y el coitus interruptus son factores que las facilitan.
Nunca se dejará de interrogar por los hábitos del paciente. El hábito tabáquico es relativamente fácil de cuantiÀcar
mediante la conocida fórmula de número de paquetes-año
(número de cigarrillos/día dividido por 20 y multiplicado
por el número de años que lleva el paciente fumando). Más
perspicaz deberá ser el clínico al investigar sobre el hábito
alcohólico. A la pregunta: «¿bebe usted alcohol?» no es rara
la respuesta: «lo normal», lo que obliga a especiÀcaciones
más detalladas. Algunas mujeres ocultan cuidadosamente
su hábito alcohólico. La absorción de alcohol es más rápida
durante el período premenstrual y reduce la tensión de éste,
por lo que el consumo de alcohol en estos períodos puede
verse incrementado de forma importante. Éste es un punto
que conviene explorar, por su posible contribución al desarrollo del alcoholismo femenino caracterizado por un hábito
de bebida solitario y clandestino cargado de sentimientos de
culpabilidad. Los agricultores no incluyen bajo el concepto
de alcohol ni el vino ni la cerveza, sino únicamente bebidas
alcohólicas de alta graduación: vermut, anís, coñac, güisqui, etc. En las personas jóvenes es prudente investigar por
la drogadicción y por la vida sexual. Debe recurrirse a la
terminología popular, «porro», «chocolate», etc. Las mujeres en la edad media de la vida debe ser interrogadas sobre
la dependencia a los analgésicos. Hay muchas que «se ponen en marcha cada mañana con una aspirina».
34
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
En caso de hepatitis, debe profundizarse en los antecedentes de transfusiones sanguíneas, sin olvidar las visitas al
dentista o la moda del piercing.
Con delicadeza es preciso adentrarse en las características sociales de la persona. Hay que interrogar sobre la educación que ha recibido, la integración en el ambiente social,
así como los viajes realizados a países exóticos donde se
adquieren procesos infecciosos excepcionales en nuestro
medio.
En la sociedad actual es importante preguntar por las
prácticas deportivas, y anotar siempre los tratamientos anteriores y la respuesta a éstos proporciona detalles de interés
diagnóstico o, cuando menos, sirve para no recetar de nuevo
lo que el enfermo tomó sin éxito.
O
ANTECEDENTES PERSONALES
PATOLÓGICOS
O
A la pregunta, «¿qué enfermedades ha padecido usted en su
vida?», los enfermos suelen referir las infantiles y las que
causaron impacto psicológico, por ejemplo, un infarto de
miocardio pero, con frecuencia, olvidan los accidentes, los
traumatismos y las intervenciones quirúrgicas. Por esta razón conviene formular preguntas especíÀcas acerca de este
grupo de antecedentes.
Es útil preguntar acerca de qué facultativo o qué institución atendió previamente al paciente.
Finalmente, en reumatología son importantes los tratamientos anteriores. El uso de medicinas no convencionales
es frecuente en los enfermos reumáticos; conocer si el paciente ha hecho acupuntura, magnetoterapia o sigue un tratamiento vegetariano es de interés para situar la personalidad del enfermo.
Es habitual que el paciente no recuerde la medicación
prescrita por anteriores facultativos ni que la traiga consigo.
O
ANAMNESIS POR SISTEMAS
Un error frecuente cometido por el clínico, agobiado por las
prisas de una consulta excesivamente numerosa o desmotivado por la insatisfacción de su ejercicio profesional, consiste en omitir el apartado que estamos considerando. Siquiera sea de modo somero, es absolutamente imprescindible
acabar el interrogatorio con una anamnesis por sistemas. De
lo contrario el paciente olvida con frecuencia referir algún
dato que pueda ser capital para su diagnóstico. No olvidemos, como aÀrmaba Jiménez-Díaz2 que los enfermos sólo
contestan a lo que se les pregunta.
A continuación se expone el esquema que seguimos desde hace años:
2. Carlos Jiménez Díaz (1898-1967). Catedrático de Medicina. Universidad Complutense.
O
O
O
O
O
O
O
Aparato respiratorio: tos, expectoración, sibilancias,
hemoptisis, dolor al respirar, etc.
Aparato cardiovascular: disnea, ortopnea, palpitaciones, dolor retrosternal, varices, claudicación intermitente, etc.
Aparato digestivo: apetito, náuseas, vómitos, úlcera
péptica, ritmo de las deposiciones, dolor abdominal, hematemesis, melenas, rectorragias, ictericia, etc.
Aparato urinario: disuria, polaquiuria, hematuria, cálculos, calibre y fuerza del chorro de la orina, incontinencia de orina, etc.
Aparato genital: antecedentes venéreos, potencia sexual,
leucorrea, dispareunia, etc.
Sistema nervioso: disestesias, paresias, parálisis, convulsiones, etc.
Ojos: agudeza visual, «ojo rojo», escasez de lágrimas,
¿usa gafas?
Oídos: capacidad auditiva, otorrea, zumbidos, vértigo, etc.
Piel: psoriasis, fragilidad de las uñas, alopecia, etc.
Psiquiatría: depresión, ansiedad, capacidad de concentración, etc.
La historia clínica no es completa si no se anota una referencia sobre el estado general del paciente. Debe precisarse si
existen síntomas constitucionales: astenia, anorexia, pérdida
de peso, Àebre con o sin escalofríos, sudoración, etc.
LA HISTORIA CLÍNICA EN PRESENCIA
DE ESTUDIANTES
En los hospitales universitarios es habitual que el clínico en
su consulta esté acompañado de estudiantes en período de
prácticas. Esta situación incomoda en ocasiones a los pacientes, especialmente en temas de la esfera afectiva familiar y durante la exploración clínica. Debe respetarse siempre la voluntad del paciente preservando su intimidad. Los
estudiantes deben abstenerse de hacer comentarios no médicos en presencia del paciente manteniendo una actitud de
máximo respeto. Por nuestra experiencia el número máximo de estudiantes en consulta debe ser de tres.
LA HISTORIA CLÍNICA ORIENTADA
POR PROBLEMAS
En un hospital moderno la historia clínica cumple al menos
cuatro funciones:
1. Deja constancia de la enfermedad del paciente y de la
actuación médica.
2. Es un instrumento para la enseñanza de los MIR y para
el aprendizaje continuo del propio médico.
3. Facilita la comunicación entre todo el personal que interviene en el cuidado del paciente: médicos, personal
de enfermería, etc.
Capítulo | 5 Anamnesis
4. Facilita el control de la calidad de la asistencia mediante
una auditoría fácil y objetiva.
Si bien es cierto que la historia clínica clásica debe tener
«mucho papel en blanco y pocas frases impresas», en palabras
de Jiménez-Díaz, si analizamos con sentido crítico las historias que manejamos habitualmente es fácil observar que la profusión desordenada de los datos y la repetición de la información impiden una correcta atención médica. La historia clínica
de algunos pacientes crónicos, como ocurre en pacientes con
artritis reumatoide, con múltiples ingresos, resulta voluminosa
y repetitiva, lo que va en detrimento de la información.
Hace más de 30 años Weed desarrolló un nuevo sistema
de historia clínica al que denominó «sistema orientado a los
problemas» (Problem Oriented System), de gran difusión
en los hospitales norteamericanos y que venimos utilizando
desde nuestra etapa como MIR.
En esencia, se trata de identiÀcar y enumerar todos y
cada uno de los problemas médicos, sociales, etc., del enfermo, a partir de la anamnesis, exploración física y posterior
comentario de ingreso, trazando a continuación un plan de
actuación para cada uno de estos problemas. De esta forma,
los objetivos del tratamiento de un determinado enfermo
quedan claramente establecidos desde un principio, reÁejando el proceso de atención médica, lo que facilita su cumplimiento y la evaluación del trabajo realizado. Este sistema
no garantiza la calidad de la asistencia, pero facilita la visión y el cuidado integral del paciente, y resulta de utilidad
para los siguientes Ànes:
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
1. Conseguir una asistencia integral, organizando de forma
eÀcaz el esfuerzo combinado de médicos, personal de
enfermería, etc.
2. Establecer una serie de reglas para la práctica clínica
como son: a) utilizar el tiempo de forma más eÀcaz; b)
facilitar los mecanismos correctores de la actuación médica; c) posibilitar la auditoría médica, y d) hacer que
los estudiantes y los MIR comprendan cuáles son las
metas y Ànes del cuidado médico, de tal forma que su
desarrollo venga determinado por las necesidades de los
pacientes y no por el interés de sus superiores.
La historia clínica comienza con una primera hoja con la
Àliación del paciente y el motivo de ingreso o consulta, es
decir, su enfermedad actual. A continuación Àguran los antecedentes familiares y personales, Àsiológicos y patológicos. La anamnesis se completa con un interrogatorio por
sistemas y aparatos.
Una vez obtenidos los datos esenciales de la historia clínica, anamnesis y exploración física, se elabora el comentario de ingreso que debe incluir: 1) objetivo esencial de la
hospitalización; 2) resumen de los antecedentes; 3) posibilidades diagnósticas, y 4) conducta que debe seguirse en
cuanto a exploraciones complementarias y tratamientos.
35
Siempre será Àrmado por médico responsable con su número de colegiado.
Del comentario de ingreso se elaborará la lista de problemas que será la herramienta de trabajo del curso evolutivo del paciente siguiendo la pauta: S) Subjetivo, O) Objetivo, E) Evaluación y P) Plan.
Se trata, en primer lugar, de obtener información que no
puede lograrse de otra manera (datos subjetivos); después
constatar lo que es directamente constatable (datos objetivos); analizar la información (evaluación), y planear de
acuerdo con lo decidido (plan).
El concepto de problema es muy amplio y abarca todo
aquello que preocupa al enfermo o a su médico. Según esta
deÀnición, deben enumerarse como tales los diagnósticos
establecidos, los síntomas, los signos o hallazgos de laboratorio anormales que no formen parte de un diagnóstico bien
establecido, los problemas sociales, etc. Conviene señalar
que, a pesar de que la deÀnición de problema es sencilla y
fácil de expresar, la mayoría de errores iniciales provienen
de una inadecuada identiÀcación de los problemas. Enunciar problemas puede ser un problema para el clínico si al
terminar de revisar los datos básicos se encuentra con una
lista demasiado larga de éstos. Por ejemplo, los problemas
cefalea, náuseas, vómitos y papiledema pueden convertirse,
razonablemente, en un síndrome de hipertensión endocraneal. Se recomienda que los problemas sean expresados en
su nivel máximo de deÀnición, lo que simpliÀca la tarea de
resolverlos.
Los problemas se dividen en activos o inactivos según
su vigencia y se enumeran de acuerdo con su importancia,
reservando el número 1 generalmente para el problema que
motivó el ingreso.
Una vez confeccionada la lista de problemas, todas las
notas de evolución y las órdenes médicas deben referirse a
cada problema en concreto, utilizando la numeración correspondiente.
La lista de problemas debe Àgurar al comienzo de la historia clínica, para que proporcione una información rápida
en un momento de urgencia e indique el estado en el que se
encuentra el estudio del paciente.
Las notas de evolución se realizan cada 48 horas y siempre que haya alguna novedad en la evolución clínica del
paciente. Vale la pena señalar que en el sistema orientado a
los problemas, las notas de enfermería Àguran en las mismas hojas que las notas médicas, indicando que los cuidados de enfermería y la atención médica son parte del mismo
sistema asistencial.
Es de una gran utilidad añadir a la historia clínica la biología acumulada, que permite tener una visión global de
todos los datos analíticos de los que se dispone.
La historia clínica orientada a los problemas no es un
formato de historia diferente sino un concepto de asistencia
global al enfermo. Las principales diÀcultades para su aplicación provienen de la tendencia a establecer diagnósticos
36
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
sin los suÀcientes criterios, a olvidar y a dejar sin solución
problemas no urgentes, a ignorar los problemas sociales o
familiares que tanto inÁuyen en nuestros pacientes y Ànalmente a la negativa del personal no médico a escribir en la
historia clínica del paciente. Su fracaso traduce la falta de
autodisciplina de los individuos que la utilizan.
Cuando se aplica correctamente, la historia clínica
orientada a los problemas es un excelente instrumento de
enseñanza porque obliga a describir con claridad lo que sabemos o ignoramos de un paciente relacionando cada actuación con necesidades concretas. Permite, en deÀnitiva, que
la atención médica se realice de forma clara, sucinta, pertinente y ordenada. En la Àgura 5.1 se detalla un ejemplo de
historia clínica orientada a los problemas.
EL INFORME DE ALTA
El informe de alta es el documento que prueba documentalmente la actuación médica generada por un paciente durante su estancia hospitalaria. Debe estar encabezado por el
nombre del hospital, la dirección completa de éste y el nombre del servicio o de la unidad de hospitalización con sus
números de teléfono, fax y correo electrónico.
Dispondrá de los siguientes apartados:
O
O
O
O
O
O
O
Filiación. Nombre completo del paciente, dirección particular, fecha de nacimiento, número de historia clínica,
médico de referencia, y fechas de ingreso y del alta hospitalaria.
Motivo de ingreso. Debe comprender el objetivo esencial de la hospitalización y el resumen de los antecedentes. Será la transcripción literal del comentario de ingreso.
Exploración.
Física. Incluirá sólo datos positivos. Son imperativos
peso, talla, temperatura, pulso, frecuencia respiratoria y
presión arterial.
Complementarias. Incluirá todas las exploraciones complementarias practicadas al paciente durante su ingreso,
con los resultados.
Curso evolutivo. Se realizará siguiendo la lista de problemas generados tras el comentario de ingreso.
Resumen diagnóstico. Se enumeran todos los diagnósticos citando en primer lugar el diagnóstico principal que
motiva el ingreso y a continuación los demás diagnósticos.
Tratamientos que deberán seguirse. Se citará en primer
lugar si procede realizar reposo, dieta, gimnasia, etc.
Los fármacos prescritos se citarán con su nombre genérico.
Controles que deberán seguirse. Se deberán citar el día
y la hora en los que el paciente debe acudir al dispensario y los posteriores controles que deberá realizar el médico remitente.
Número
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
Activo
Fecha
HTA
EPOC
Alergia a la
penicilina
1993
1998
1998
Litiasis biliar
Artralgías
Pleuritis
Proteinuria
LES
Paro laboral
Depresión
Alcoholismo
2001
2003
2003
2003
2004
2005
2005
2005
Inactivo
Fecha
Apendicectomía
Pielonefritis
Colecistectomía
#10
#10
#10
1999
2000
2002
EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva crónica;
HTA: hipertensión arterial; LES: lupus eritematoso sistémico.
Figura 5.1.
Ejemplo de historia clínica orientada a los problemas.
En la tabla 5.5 se detallan los apartados del informe de
alta.
Es conveniente, al dar el alta al paciente, realizar la epicrisis, ejercicio de autovaloración clínica muy útil, que incluye el diagnóstico Ànal principal, las particularidades clínicas y terapéuticas del caso y el modo de terminar.
EL CONSENTIMIENTO INFORMADO
Es un documento que garantiza al paciente su derecho de
autonomía y la decisión sobre su propio cuerpo. Debe estar
ubicado siempre en la historia clínica.
El consentimiento informado se redactará siempre que
se utilicen procedimientos invasivos que supongan riesgo o
inconvenientes para el paciente. En ningún caso incluirá
cláusulas de exoneración de responsabilidad.
La información al paciente debe expresarse de forma
asequible y comprensible, y ha de comprender los rasgos típicos, los personalizados y los efectos secundarios posibles.
LA INFORMATIZACIÓN
DE LA HISTORIA CLÍNICA
La informatización de la historia clínica agiliza el manejo
de datos (creación de bases de datos informatizados), permite la interrelación entre los distintos niveles asistenciales
(transmisión de datos analíticos, pruebas de imagen, etc.),
facilita la redacción de forma automatizada de informes estandarizados y potencia el valor probatorio judicial.
La informatización debe garantizar la privacidad de la
información y sólo será accesible al personal sanitario con
responsabilidades en la atención del paciente. Debe garantizar las mismas condiciones que la historia clínica conven-
Capítulo | 5 Anamnesis
Tabla 5.5. Apartados del informe de alta
Filiación
Motivo de ingreso
Exploración
Física
Complementarias
Curso evolutivo
Resumen diagnóstico
Tratamientos que deben seguirse
Controles que deben seguirse
cional: completa, precisa, actualizada, objetiva, protegida y
segura.
El objetivo Ànal de la informatización de la historia clínica es, en deÀnitiva, la mejora de la seguridad y de los actos médicos.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
LA INFORMACIÓN AL PACIENTE
Es indudable que el paciente puede modiÀcar su actitud
frente a la enfermedad si ha sido informado adecuadamente.
Por ejemplo, cuando a un enfermo que presenta un accidente isquémico cerebral se le informa sobre la posibilidad
de detener el proceso básico si lucha contra los factores de
riesgo (tabaquismo, obesidad, hipertensión arterial, dislipemia, etc.), con frecuencia atiende a los consejos médicos y
cambia sus hábitos.
La conÀanza del enfermo hacia el clínico depende de
numerosos factores. Uno de ellos es, más que el contenido,
la forma de proporcionar la información. Aquélla crecerá
cuando el clínico realiza su cometido con delicadeza y calor
humano, imprescindibles en una correcta relación médicoenfermo.
Estamos absolutamente en contra de informaciones frías
y crudas respecto a afecciones de pronóstico mortal, ya que
ello suele añadir a la enfermedad de base un sufrimiento
adicional. Si el clínico ha conseguido establecer una idónea
relación con su paciente, sabrá utilizar el tacto y la delicadeza necesarios para dosiÀcar y matizar la información, de
acuerdo con las características socioculturales del paciente.
Por otro lado, creemos imprescindible que, por lo menos, uno de los allegados conozca toda la verdad. No es raro
que algunos familiares, por ejemplo los hijos, asuman la
responsabilidad de ahorrar toda la información no sólo al
paciente, sino también al cónyuge, con el objetivo de preservar la estabilidad emocional de la persona más allegada.
En la relación médico-enfermo han desaparecido los esquemas paternalistas de antaño, en los cuales el médico decidía todos los tratamientos sin consultar con el paciente, ya
37
que se daba por supuesto que siempre elegía lo mejor para
su enfermo. Actualmente es aconsejable que, ante la eventualidad de varias alternativas terapéuticas, el médico las
comente con el paciente y sus familiares.
Por otro lado, el creciente número de demandas legales
hace que se vaya introduciendo en nuestro ambiente la denominada «medicina defensiva», caracterizada por el suministro de informaciones poco comprometedoras y la realización
de exploraciones complementarias no imprescindibles.
A nuestro juicio, los médicos no reciben durante su licenciatura preparación sobre cuestiones relacionadas con la
adecuada relación con el enfermo. En los modernos modelos educativos se insiste en la necesidad de que el futuro
médico adquiera un conjunto de habilidades sociales, necesarias para una simple técnica de conversación o para recoger adecuadamente una historia clínica, así como para suministrar correctamente una información clínica adversa,
etc.
El médico debe atender en su ejercicio al conjunto de
circunstancias socioculturales de su paciente y por supuesto, debe mostrar un gran respeto por las creencias religiosas
de esa persona.
Las quejas de los enfermos en la medicina pública no
suelen referirse al tipo de información recibida, sino a la
falta de información. Subsanar esta deÀciencia no es fácil,
ya que habría que modiÀcar profundamente las estructuras
de la medicina pública. En primer lugar, los facultativos deberían disponer de tiempo suÀciente para proporcionar la
información. En segundo lugar, deberían estar preparados
para transferirla de modo idóneo. Ambos aspectos son utópicos en las circunstancias actuales.
EL CLÍNICO Y LOS SISTEMAS
SANITARIOS
Cualquier intento de desvirtuar la Àgura del clínico en los
sistemas sanitarios actuales o futuros está destinado al fracaso. La excelencia de la actuación médica es la base de un
buen sistema sanitario.
Una historia clínica detallada (que jamás podrá efectuar
un ordenador), una exploración física exhaustiva (que jamás podrá ser sustituida por una máquina), el empleo de la
inteligencia humana en el proceso diagnóstico (que jamás
podrá ser igualada por la inteligencia artiÀcial), el calor humano durante el contacto con el paciente y la comprensión
para sus facetas psicosociales (que jamás podrá sustituir un
robot) son condiciones imprescindibles para garantizar la
calidad del acto médico y para que las personas atendidas se
sientan tratadas como tales.
BIBLIOGRAFÍA
Borrell F. Entrevista clínica. Manual de estrategias prácticas. Barcelona:
SemFyC Ediciones, 2004.
38
Criado MT. Aspectos médico-legales de la historia clínica. Med Clin
(Barc) 1999;112:24-8.
Colegio OÀcial de Médicos de Barcelona. Profesión: Documento del Consentimiento Informado 1999;1:33-9.
Colegio OÀcial de Médicos de Barcelona. Profesión: La informatización
de los datos personales, administrativos y médicos 1999;3:39-45.
Colegio OÀcial de Médicos de Barcelona. Cuadernos de la buena praxis.
Historia clínica, tecnologías de la información y derechos del paciente
2010;28:4-14.
García A, Nomdedeu M, García G, Gil V, González J, Grau JM. Calidad en
el informe de alta médica. Un estudio de revisión entre iguales («peer
review»). Educación Médica 1999;2:154-5.
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Lledó R, Jiménez C, Prat A, Urbano A, Grau J, Asenjo MA. Evaluación de
la calidad asistencial a través de la historia clínica. Todo Hospital
1993;9:61-5.
Sardá N, Vilà R, Mira M, Canela M, Jariod M, Masqué J. Análisis de la
cantidad y contenido del informe de alta hospitalaria.Med Clin (Barc)
1993;101:241-4.
Weed L. Medical records, medical education and patient care. The problem
oriented record as a basic tool. Chicago: Year Book Medical Publishers, Inc., 1970.
Capítulo 6
Exploración
A. Exploración reumatológica
O
Curso de la exploración
– Enfermo en posición de pie
– Enfermo en sedestación
– Enfermo en decúbito supino
– Enfermo en decúbito prono
B. Exploración neurológica
O
O
O
O
O
Pares craneales
– I par (nervio olfatorio)
– II par (nervio óptico)
– III, IV y VI pares (nervios motor ocular común,
patético y motor ocular externo)
– V par (nervio trigémino)
– VII par (nervio facial)
– VIII par (nervio auditivo)
– IX y X pares (nervios glosofaríngeo y vago)
– XI par (nervio espinal)
– XII par (nervio hipogloso)
Motilidad
– Reflejos profundos u osteoperiósticos
– Reflejos superficiales o cutáneos
Fuerza muscular
Coordinación
Sensibilidad
A. Exploración
reumatológica
Practicada la anamnesis debe procederse a la exploración clínica. Los datos que ésta proporciona deben completar los que
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
se han recogido en la historia clínica para constituir la base
del proceso diagnóstico. A pesar de los espectaculares avances tecnológicos, los fundamentos del ejercicio clínico siguen siendo un cuidadoso interrogatorio y una minuciosa
exploración clínica. Sin estas dos premisas la práctica clínica carece de sentido y se convierte en una búsqueda del
diagnóstico al azar, consistente en la petición de numerosas pruebas de laboratorio y exploraciones complementarias buscando el diagnóstico «en perdigonada», como aÀrma Rozman.
La exploración física realizada con los sentidos y dirigida
por la inteligencia es de un valor incalculable. El clínico que
durante su formación ha adquirido las enormes posibilidades
de los sentidos y se haya entrenado en utilizarlos de manera
sistemática está en condiciones, tras la anamnesis y la exploración física, de llegar a una hipótesis bastante segura.
AÀrmaba Farreras3: «Después de cinco lustros de práctica, el 70% de los diagnósticos suelen conseguirse a través
de la anamnesis, el 20% nos los ofrece la exploración clínica y sólo un 10% los suministran el laboratorio y las exploraciones complementarias».
En reumatología debe darse preferencia a la exploración
del aparato locomotor, pero nunca será completa si se obvia
el resto de aparatos y sistemas, especialmente la exploración neurológica. Toda exploración reumatológica, aÀrmaba
Rotés, no es completa si no se acompaña de una exploración
neurológica básica.
Para evitar deÀciencias en la exploración es imprescindible seguir un orden. El tipo de pauta exploratoria empleada es indiferente, pero debe seguirse siempre la misma, no
de un modo rutinario, pero sí sistemática y ordenadamente
empleando al máximo nuestras dotes de observación y ca-
3. Pedro Farreras Valentí (1916-1968). Catedrático de Medicina. Universidad de Barcelona.
39
40
pacidad de concentración. Decía Aristóteles4: «Somos aquello que hacemos repetidamente. La excelencia no es un acto,
sino un hábito».
Expondremos la pauta que venimos siguiendo desde
hace más de 30 años, que es la que aprendimos del Dr. Rotés y que permite, en poco tiempo, realizar una exploración
completa. La sistemática que vamos a describir se practicará en todos los enfermos, tanto en aquellos en cuya historia
se recoge una poliartritis, como en aquellos que acuden por
manifestaciones que puedan parecer triviales.
La sala de exploración será confortable, como hemos
comentado anteriormente, con una temperatura e iluminación adecuadas. La mesa de exploración, sillas, báscula y
demás muebles estarán dispuestos de tal forma que faciliten
una cómoda realización de todas las maniobras.
Es muy conveniente disponer de un ayudante: médico
residente, estudiante, profesional de enfermería, etc., con
cierto entrenamiento para anotar los datos de la exploración
durante la primera visita siguiendo los signos de Jansen5 (Àg.
6.1) y apuntándolos, en el caso de poliartritis, en el esquema
del cuerpo humano hecho con tampón de goma (Àg. 6.2).
Los datos exploratorios deben dictarse mientras se explora. No es buen sistema anotarlos después de haber Ànalizado la exploración, pues es muy posible que olvidemos alguno, además de la pérdida de tiempo que ello representa.
El enfermo debe desnudarse quedando en calzoncillos si
se trata de un hombre y en bragas si se trata de una mujer;
para ellas, disponemos de una bata ancha sin mangas y
abierta por detrás. Es obligado indicar al paciente que se
quite los calcetines o medias, así como los zapatos.
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
SEMIOLOGÍA ARTICULAR
Signos convencionales
Articulación libre.
Dolor a los movimientos extremos.
Dolor a la palpación y movilidad.
Rigidez y ligera limitación de la movilidad.
Limitación movilidad importante.
Deformación ósea.
Tumefacción intraarticular.
Proliferación sinovial.
Anquilosis ósea.
Crujidos.
Inflamación aguda.
Nòdulos. Tofos.
Nòdulos en tendones.
Inestabilidad articular.
Tenosinovitis.
Figura 6.1.
Signos de Jensen.
CURSO DE LA EXPLORACIÓN
La exploración reumatológica comienza con la anotación
del peso y de la talla. Los pacientes espondíliticos y osteoporóticos pierden altura con el paso de los años. Una pérdida inexplicable de peso puede ser el primer aviso de una
neoplasia oculta.
Después se examina al enfermo, sucesivamente y siempre en el mismo orden, en cuatro posiciones básicas: de pie,
sentado, en decúbito supino y en decúbito prono; en ellas
consideraremos distintos tiempos.
ENFERMO EN POSICIÓN DE PIE
De frente
Se procede a la inspección general del enfermo anotando la
constitución y su estado de nutrición. Se constatará la presencia de deformaciones torácicas y las posibles anomalías está-
4. Aristóteles (384-322 a.C.). Filósofo griego.
5. Carl Jansen (1864-1934). Reumatólogo danés.
Figura 6.2. Esquema del cuerpo humano para apuntar los signos de Jensen.
ticas y actitudes antiálgicas. Es la mejor forma de explorar las
cuatro enfermedades, que deben estudiarse siempre con el
enfermo de pie: pies planos, escoliosis, varices y hernias.
Los trastornos de la estática del pie son frecuentes y en
ocasiones son los responsables de dolores en los pies, tobillos, piernas y región lumbar. Es frecuente la asociación con
subedema maleolar. En las articulaciones del pie presentan,
además, manifestaciones de poliartritis que muchas veces
ocupan el primer plano dentro del cuadro clínico. Todo ello
ofrece una idea de la importancia que tiene en nuestra espe-
Capítulo | 6 Exploración
cialidad la exploración del pie, que jamás debe omitirse, ni
en los enfermos que acuden a la consulta por trastornos en
regiones corporales alejadas de él.
Examinamos al enfermo de pie, sobre un plano duro,
que será habitualmente una alfombra, descalzo con los pies
algo separados y manteniendo las rótulas bien centradas,
mirando al frente para evitar las rotaciones. Los datos elementales que deben observarse son los siguientes:
O
O
O
Altura del arco longitudinal interno. Para su valoración
es necesaria la educación de la vista. Insinuando los dedos debajo de dicho arco tendremos una noción táctil de
su altura que completa la impresión visual.
La disminución de altura del arco longitudinal se produce en el pie plano y ésta aumenta en el pie cavo. No
obstante, existe un margen de variabilidad individual.
Las cabezas de los metatarsianos forman el arco transversal anterior. En los casos de pie plano transverso, el
arco anterior aparece hundido y, en casos de pie plano
anterior, el ensanchamiento del antepié es tan evidente o
más que el hundimiento del arco transverso.
Dedos. En los dedos «en martillo», la articulación metatarsofalángica está en extensión, la interfalángica proximal en Áexión y la distal en extensión. En el vértice de la
interfalángica proximal se suele formar una callosidad
dolorosa, que afecta preferentemente al segundo dedo.
En el dedo gafo, las dos interfalángicas están en ligera
Áexión. El hallux valgus es la deformidad más frecuente
en nuestro medio; el primer metatarsiano está desviado en sentido medial y el dedo en sentido lateral, y en el
vértice de la deformidad suelen formarse callosidades o
una bursitis dolorosa que en ocasiones se infecta.
La exploración del pie reumatológico debe completarse
con el enfermo en la mesa de exploración.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
De espaldas
Apoyando las manos sobre los hombros observaremos si se
encuentran a la misma altura. La escápula alada suele observarse en niños y jóvenes de constitución asténica. Procederemos a comprobar si las crestas iliacas están también a la
misma altura; es una de las formas de detectar una extremidad inferior más corta; el 10% de la población tiene una
pierna más larga y hay que comprobar si contactan las costillas, dato frecuente en la osteoporosis senil. Alteraciones
de la piel como manchas color «café con leche», tumores
pedunculados del tipo de los neuroÀbromas, hipertricosis
(«barba de Fauno»6), entre otras, indican la presencia de una
afección ósea subyacente (Àg. 6.3).
6. Fauno. En mitología: semidiós de los campos y las selvas.
41
Manchas
“café con leche”
Neurofibroma
Barba de fauno
Figura 6.3. Alteraciones cutáneas en la columna indicativas de una afección subyacente.
Los músculos paravertebrales se atroÀan en la espondiloartritis anquilosante y se contracturan en las espondilodiscitis infecciosas. La atroÀa de los músculos del muslo es
sintomática de artropatía de cadera; localizada en los músculos de la cara anterior del muslo, es característica de la
artropatía de rodilla. La atroÀa de la pantorrilla puede aparecer en la radiculitis ciática S1.
En las cifosis es obligado precisar si son angulares, destrucción de un cuerpo vertebral, como ocurre en las espondilodiscitis, neoplasias o traumatismos, o armónicas, habituales en la osteoporosis. Un dato clínico que debe retenerse
es que una radiculitis ciática puede producir cifosis.
En la región lumbar poseen valor diagnóstico la desaparición de la lordosis (espondiloartritis, lesiones discales), la
hiperlordosis (causa frecuente de lumbalgia nocturna en
mujeres jóvenes) y la presencia de surcos costo-ilíacos, surcos tranverso-sacros o surcos longitudinales en las espondilolistesis.
Las incurvaciones laterales son de dos grandes tipos: las
actitudes antiálgicas con desviación del tronco hacia un
lado, el contrario de donde se encuentra la afección por hernia discal con ciática o sin ella («el enfermo huye de la ciática», decían los clásicos) y las escoliosis o incurvaciones
de la columna alrededor de su eje vertical (Àg. 6.4). En éstas
se describirán las curvas denominándolas por el lado de su
convexidad y por la vértebra de la curvatura.
Los movimientos de la columna lumbar se exploran por
el siguiente orden:
1. Flexión (Àg. 6.5). Indicaremos al paciente que doble el
tronco hacia adelante, relajando la musculatura dorsal y
sin doblar las rodillas. Para ello, los brazos y la cabeza
deben colgar hacia delante y abajo. Habitualmente con
las rodillas extendidas el tronco alcanza la horizontal,
pero un 20% de sujetos normales no llegan a tocar el
suelo con la punta de los dedos. Por el contrario, algún
espondilítico con la columna totalmente anquilosada
llega a tocarlo. La explicación radica en que en este movimiento participan en un 60% las caderas. Un enfermo
42
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
0º
Figura 6.4. Diferencias entre actitud escoliótica y escoliosis.
con limitación importante de la Áexión de la cadera presentará una limitación de la Áexión lumbar. Para paliar
esta causa de error, lo mejor es observar el comportamiento de la lordosis lumbar al realizar la Áexión. En los
sujetos normales la lordosis se transforma en una cifosis, describiendo la columna un arco de convexidad posterior. En los casos con limitación de la movilidad, si la
cifosis sólo se insinúa, lo anotamos con una aspa (X), si
no llega a insinuarse, dos aspas (XX) y si persiste la
lordosis, tres aspas (XXX). Los pacientes laxos suelen
tocar el suelo con la palma de la mano o los nudillos.
La popular prueba de Schober no la empleamos nunca por su escaso signiÀcado semiológico. Preferimos la
observación atenta por un clínico experto de cómo se
realiza el movimiento y en qué grado.
2. Extensión (Àg. 6.6). De difícil valoración, suele ser de
30°. Hay que advertir al paciente que no doble las rodillas hacia atrás.
3. InÁexiones (Àg. 6.7). Su limitación es fácilmente observable. Un motivo de error frecuente es que en ocasiones
la rigidez se encuentra limitada a las 2 o 3 últimas vértebras lumbares y la inÁexión se hace más arriba y da la
impresión de que no hay limitación de la movilidad.
Sólo la observación atenta de la región lumbar descubre
la rigidez de su parte inferior. En las inÁexiones laterales la línea o surco de las apóÀsis espinosas describe una
curva regular de unos 40-50°. En los laxos esta curva
está aumentada. La limitación la anotaremos como X/
Figura 6.5.
Flexión de la columna lumbar.
0°
30°
Figura 6.6.
Extensión de la columna lumbar.
Capítulo | 6 Exploración
43
Algunos pacientes presentan un mechón de pelo blanco
característico del síndrome de Waardenburg9: hipoacusia
congénita con iris heterocromático.
0°
40°
50°
Exploración de las articulaciones
temporomaxilares
La exploración de las articulaciones temporomaxilares se
realizará poniendo los dedos índices en el interior de los
conductos auditivos externos y solicitando al paciente que
realice movimientos de apertura, cierre y lateralidad (Àg.
6.8). Las palpaciones de las masas musculares del masetero,
temporal, pterigoideo interno y externo, palpando por arriba
del último molar del lado afectado (Àg. 6.9) y esternocleidomastoideo son necesarias para detectar espasmos musculares, especialmente en enfermos funcionales. Los laxos
presentan una mayor prevalencia del síndrome de dolordisfunción de la articulación temporomaxilar.
Exploración de la columna cervical
Figura 6.7. Inflexiones de la columna lumbar.
XX/XXX y el dolor con +/++/+++. En las inÁexiones no
participan las caderas, por lo que los espondilíticos presentan una limitación de la movilidad en las inÁexiones,
más precoz que en el movimiento de Áexión. En las
lumbalgias, con ciática o sin ella, sólo uno o dos de los
movimientos se encuentran limitados y en distinto grado, mientras que en los espondilíticos siempre están todos igual de afectados.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ENFERMO EN SEDESTACIÓN
El paciente se sienta en la camilla o en la cama con las piernas colgando.
Se inspecciona la piel de la cara, los ojos (pupilas midriáticas secuelas de iritis, síndrome de Bernard-Horner7, etc.),
conjuntivas, labios, dentadura, lengua (¡síndrome seco!),
mucosa bucal (úlceras en el síndrome de Reiter, aftas en la
enfermedad de Behçet), cuero cabelludo (psoriasis) y orejas
(tofos, psoriasis retroauricular, tubérculo de Darwin8).
7. Claude Bernard (1813-1878). Fisiólogo francés. Johan Horner (18311886). Oftalmólogo suizo.
8. Charles Darwin (1809-1882). Naturalista inglés. Engrosamiento en el
borde superior del hélix, considerado una reliquia simiesca ancestral. Según los criminalistas se encontraría muy desarrollado en los individuos con
instinto asesino.
Es la región de la columna vertebral más fácil de explorar.
En la Áexión la barbilla habitualmente llega a tocar la horquilla esternal. Si no la alcanza, el movimiento está limitado. El grado de limitación se mide en centímetros empleando la cinta métrica siempre presente en el bolsillo de
todo reumatólogo clínico que se precie. En la extensión, la
barbilla se separa de la horquilla esternal un mínimo de 18 cm
(Àg. 6.10).
Las rotaciones a derecha e izquierda se miden en grados.
Los valores normales son de 60° o más para cada lado (Àg.
6.11). La limitación predominante de las rotaciones indica
una afección atloido-axoidea (Àg. 6.12).
Las inÁexiones derecha e izquierda también se miden en
grados; es habitual que sean superiores a 30° (Àg. 6.13).
En la artrosis, la limitación depende del grado del proceso, pero suelen conservarse las rotaciones. El hallazgo de
cierta limitación no dolorosa de las rotaciones e inÁexiones,
testimonio de cervicoartrosis, es muy frecuente en la segunda mitad de la vida. A partir de los 45 años presentan cervicoartrosis el 60% de las mujeres y el 80% de los hombres.
Esto aumenta con la edad hasta ser prácticamente constante
a partir de los 70 años. En la gran mayoría de los casos la
cervicoartrosis es silente y en una pequeña parte de los pacientes se expresa por episodios de cervicalgia mecánica
breves y autolimitados. Es fundamental retener este dato
para no atribuir a la cervicoartrosis una trascendencia que
raramente tiene y considerarla la causa de trastornos como
cefalea, vértigos, etc.
La limitación de todos los movimientos cervicales sin
dolor en un sujeto de más de 60 años indica la existencia
9. Petrus Waardenburg. Oftalmólogo holandés contemporáneo.
44
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Figura 6.8. Exploración de la articulación témporo-maxilar.
Posición neutra
0°
Extensión
Figura 6.9. Articulación témporo-maxilar. Exploración de los músculos
adyacentes.
de una hiperostosis anquilosante vertebral senil y con dolor, una espondiloartritis. La presencia de cervicalgia
acompañada de cefalea, sensación vertiginosa, etc., con
movilidad cervical normal es habitual en enfermos funcionales.
Habrá que buscar siempre el dolor a la presión en las
fosetas suboccipitales La desaparición de la foseta suboccipital C2 es característica de la artritis reumatoide con luxación atloido-axoidea. La apóÀsis espinosa de C7 es la más
prominente.
Es el momento de buscar adenopatías occipito-nucales,
cervicales, submaxilares, supraclaviculares y axilares, constatando su localización, tamaño, consistencia, adherencia y
sensibilidad, así como el engrosamiento parotídeo.
Figura 6.10.
Flexión
Columna cervical. Flexoextensión.
Signo de Néri10
Maniobra radicular muy útil, tanto o más importante a nuestro criterio que la clásica maniobra de Làsegue, pero habitualmente ignorada. Estando el enfermo sentado en la camilla colocamos nuestra mano en la nuca y provocamos una
Áexión máxima de la cabeza y el cuello. Al ejecutar esta
maniobra se produce una tracción sobre la médula espinal y
sobre sus raíces. Si éstas se encuentran afectadas, el dolor
aparece a lo largo del territorio radicular correspondiente
(Àg. 6.14).
10. Vincenzo Néri (1882-1960). Neurólogo italiano, discípulo de Babinski
en París.
Capítulo | 6 Exploración
45
0°
0°
Rotación
derecha
90°
90°
0°
90°
Rotación
izquierda
90°
Figura 6.11.
90°
Figura 6.13.
Columna cervical. Inflexiones.
Figura 6.14.
Signo de Néri.
90°
Columna cervical. Rotaciones.
Atlas
Axis
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Signo de Nafziguer11
Figura 6.12. Columna cervical. Limitación de la articulación atloidoaxoidea.
Cuando la maniobra anterior resulte negativa debe realizarse de nuevo, pero previamente hay que extender la rodilla del lado afectado hasta el punto máximo que pueda alcanzarse sin producir dolor. De esta forma se estiran y Àjan
las raíces y se sensibiliza la maniobra de Néri: Néri reforzado (Àg. 6.15). Cuando, al realizar la maniobra de Néri, no
aparece dolor radicular sino únicamente dolor localizado en
la columna lumbar debemos llegar a la conclusión de que
existe algún proceso vertebral, no radicular.
La compresión de las venas yugulares de manera análoga a
como se hace en la maniobra de Queckenstedt12 hasta que la
cara se congestione produce una tensión del líquido cefalorraquídeo y a través de este mecanismo aparece el dolor
radicular (Àg. 6.16). Este signo es positivo en pocas ocasiones, pero cuando se presenta posee un gran valor.
Exploración de la columna dorsal
La región dorsal carece de movimientos de Áexión y extensión y son escasos los de inÁexión. En cambio, posee movi11. Howard Nafziger (1884-1961). Médico norteamericano.
12. Hans Queckenstedt. Clínico alemán del siglo XIX.
46
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Figura 6.15. Signo de Néri reforzado.
45°
0°
0°
45°
Figura 6.16. Signo de Nafziguer.
Figura 6.17.
mientos de rotación que son prácticamente exclusivos de
ella. Por tanto, la movilidad dorsal se limita a los movimientos de rotación.
Se explora con el paciente en la misma posición que se
emplea en la exploración de la columna cervical, pero se le
hacen colocar las manos en la nuca, enlazando los dedos de
ambas. Entonces se imprimen rotaciones a la derecha e izquierda. Habitualmente se alcanzan rotaciones de más de
45° (Àg. 6.17).
La exploración de la movilidad costal es un dato importante en la exploración dorsal. La limitación de los movimientos costales se observa por simple inspección o por la
medida de la cinta métrica aplicada alrededor del tórax en el
cuarto espacio intercostal, a la altura de los pezones. El aumento del perímetro torácico en la inspiración es igual o
superior a los 6 cm. Los pacientes psicógenos amplían menos la expansión torácica. Su medición es muy útil para valorar la afectación de las articulaciones condroesternales de
los pacientes espondilíticos.
La exploración de la columna dorsal se complementa
con las compresiones torácicas anteroposteriores y laterolaterales sobre ambos hemitórax.
Rotaciones dorsales.
Exploración del aparato respiratorio
La exploración del aparato respiratorio se inicia con la inspección del tórax. El clínico se coloca detrás del paciente y
observa el tórax oblicuamente desde arriba; posteriormente observa al enfermo de frente, lo que le permite distinguir
las siguientes anomalías torácicas:
Capítulo | 6 Exploración
Figura 6.18.
nares.
Exploración de la movilidad respiratoria. Vértices pulmo-
1. Pectus excavatum, denominado tórax «en embudo» por
tener una depresión en la parte media del esternón; el
llamado tórax «de zapatero» posee una depresión análoga, pero algo más baja debido a la presión sobre esta
parte inferior del tórax.
2. Pectus carinatum, llamado también tórax «en quilla» o
«pecho de pollo», es la «cifosis anterior» de los clásicos
porque cursa con un mayor diámetro antero-posterior, lo
que da como resultado un tórax estrecho y profundo que
le asemeja al tórax de los cuadrúpedos.
3. Tórax enÀsematoso, ancho y corto. La espalda es redonda con las costillas horizontalizadas. En su forma más
acentuada es casi cuadrado (tórax «en tonel»).
4. Tórax escoliótico con deformidades escolióticas.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
47
Tras la inspección procederemos a la exploración de la
movilidad respiratoria. La expansión de los vértices se explora colocándose el clínico detrás del paciente, coge los
hombros con sus manos colocadas a caballo sobre las clavículas y el trapecio, y le invita a respirar tranquilamente (Àg.
6.18). La movilidad de las bases se explora desde los planos
anterior (Àg 6.19) y posterior (Àg 6.20), y disponiendo las
manos como ilustran las Àguras.
Al hablar se originan en la glotis vibraciones que son
transmitidas por la vía aérea hasta el parénquima pulmonar,
el cual a su vez genera vibraciones que se propagan a través
de la pleura hasta la pared torácica donde se pueden percibir
por palpación mediante técnicas distintas, o bien colocando
suavemente la palma de la mano plana sobre el tórax (Àg.
6.21) o sólo colocando las yemas de los dedos, o bien con el
borde cubital de la mano colocado paralelamente a los espa-
Figura 6.19. Exploración de la movilidad respiratoria. Bases pulmonares (plano anterior).
Figura 6.20. Exploración de la movilidad respiratoria. Bases pulmonares (plano posterior).
48
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Figura 6.21. Palpación del aparato respiratorio.
cios intercostales en distintos puntos del tórax, comparando
la sensación táctil obtenida en distintos puntos simétricos.
Para ello haremos pronunciar una palabra determinada que
se preste a producir sonidos de tono grave como carretera o
33; preferimos la primera porque lo que se debe procurar no
es la abundancia de vibraciones, sino que el enfermo las
pronuncie con voz forzadamente grave.
La percusión es un método importante de exploración
torácica, pero para obtener datos Àables es preciso utilizar
una técnica precisa y una rigurosa metódica. El dedo plexímetro, dedo medio de la mano izquierda, se colocará paralelamente a las costillas, en los espacios intercostales y no
encima de las costillas, cuidando de que los demás dedos
no toquen la pared sino que se levantarán para que su contacto no amortigüe las vibraciones obtenidas. El dedo percutor será el dedo medio de la mano derecha doblado en
ángulo recto y con el que se percute rápidamente golpeando con su pulpejo sobre el dorso del dedo plexímetro, inmediatamente por detrás de la matriz ungueal. El movimiento percutor se hará especialmente con la Áexión
rápida de la muñeca (Àg. 6.22). El paciente debe permanecer sentado con las piernas colgando y en completa relajación muscular.
La auscultación correcta del tórax exige ciertos requisitos básicos:
1. Debe practicarse en una habitación con temperatura
confortable y aislada de ruidos.
2. El tórax debe estar desnudo.
3. Algunos autores han recomendado que para la auscultación se haga respirar al enfermo por la boca y otros indican que lo haga por la nariz. No existe ningún motivo
que justiÀque dichas recomendaciones. Es mejor que el
enfermo respire como sea su costumbre, recomendándole que lo haga tranquila y normalmente, sin esfuerzo alguno y con la mayor regularidad posible.
4. La auscultación pulmonar debe ser ordenada y completa. A partir del vértice, y en sentido descendente, comprende los planos anterior y posterior, así como el lateral
Figura 6.22.
Percusión del aparato respiratorio.
(¡neumonía del lóbulo medio!); de este modo evitaremos que alguna zona pulmonar escape al examen.
5. No debe Ànalizar jamás la auscultación torácica sin haber hecho toser al paciente. Toda auscultación sin este
requisito es semiológicamente inadmisible.
En nuestras facultades de medicina la semiología respiratoria no es lo suÀcientemente valorada, se ignoran los signos respiratorios y se pasa directamente a la realización de
pruebas complementarias. Un dato que debe tenerse en
cuenta son las considerables discrepancias entre los clínicos, lo que comporta una escasa Àabilidad de las observaciones clínicas en enfermedades respiratorias, puesto que la
concordancia interobservador no es muy elevada.
Poniendo el fonendoscopio sobre el tórax, se percibe un
ruido sincrónico con los movimientos respiratorios al que
se le denomina murmullo vesicular, el cual, en condiciones
normales, no debe ir acompañado de ningún otro ruido.
Las distintas enfermedades pulmonares pueden producir
modiÀcaciones del murmullo vesicular y en este caso puede
ser reemplazado por ruidos respiratorios sobreañadidos que
siempre tendrán carácter patológico. Estos ruidos pueden
ser soplos, roces pleurales, producidos en la pleura, o estertores producidos en el parénquima pulmonar.
Entre las variedades más importantes de soplos se distinguen los siguientes:
O
O
Soplo tubárico. Consiste en la percepción en las paredes
del tórax del ruido laringotraqueal que en los sujetos sanos oímos exclusivamente en la laringe y la tráquea. El
pulmón homogéneo y sin aire en su interior, como ocurre en las neumonías, es un excelente conductor de dicho ruido. Se imita pronunciando en voz baja las vocales a, e, o.
Soplo cavernoso. No es más que un soplo tubárico modiÀcado en su timbre e intensidad por la presencia en el
Capítulo | 6 Exploración
O
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
interior del parénquima pulmonar condensado de una
cavidad.
Soplo anfórico. Es habitualmente poco intenso y presenta resonancia metálica. En algunos casos sólo se percibe
en las respiraciones profundas o haciendo toser al enfermo. Se imita bien soplando sobre el cuello estrecho de
una ánfora. Se percibe en el neumotórax espontáneo y
en los derrames pleurales abundantes que comprimen el
pulmón contra el raquis.
Soplo pleural. Es un soplo tubárico modiÀcado en su
intensidad y características acústicas por la presencia,
entre el foco de condensación pulmonar y el oído del
que ausculta, de un derrame pleural. En la cara anterior
del tórax no se oyen. El sitio en el que se perciben más
claramente acostumbra ser la región donde el pulmón se
haya rechazado entre la columna vertebral y la escápula.
Cuando la cantidad de líquido es muy importante, habitualmente no se perciben ni soplo ni otro ruido respiratorio. Para que este soplo se produzca es necesaria una
condensación pulmonar capaz de producir un soplo tubárico, que al ser modiÀcado ha de ocasionar el pleural
y una cantidad suÀciente de líquido en la pleura para que
dicho fenómeno se veriÀque.
Las hojas pleurales normales, al deslizarse una sobre
otra, no producen ruido alguno, porque son superÀcies lisas
que resbalan suavemente y están lubricadas por una Ànísima capa de líquido Àsiológico que ocupa el espacio pleural,
pero cuando se hacen rugosas se producen los roces pleurales originados por el roce de las dos hojas pleurales, cuando
por un proceso inÁamatorio han perdido su lisura normal.
Se perciben en toda la respiración, pero son más notorios al
Ànal de la inspiración. No se modiÀcan con la tos y sí con la
presión del estetoscopio o en aquellas posiciones forzadas
del tronco que favorecen el contacto entre ambas hojas
pleurales. No se propagan y dan la sensación auditiva de
pisar nieve. El roce pleural típico se percibe en las partes
inferiores del pulmón, desde la cuarta vértebra dorsal hacia
abajo, precisamente en aquellas zonas en las que la excursión pulmonar es más amplia y el contacto pleural más íntimo.
Los estertores son ruidos respiratorios patológicos originados en el parénquima pulmonar y se dividen en continuos o discontinuos.
Los estertores continuos son los roncus y sibilantes; traducen la estenosis parcial del árbol traqueobronquial en alguna parte de su trayecto, sea por mucosidades espesas,
como en la fase inicial de la bronquitis, sea por espasmo de
la musculatura bronquial y edema de la mucosa como en el
caso del asma. Pueden ser de tonalidad aguda o grave, los
primeros, denominados sibilantes, se originan en los bronquios de pequeño tamaño. Los roncus se originan en los
bronquios grandes o en la tráquea. Cubren los dos tiempos
de la respiración, con ligero predominio espiratorio, son
49
continuos, se propagan a distancia y se modiÀcan con la
tos.
Los estertores discontinuos son los crepitantes y los
subcrepitantes.
Los estertores crepitantes se maniÀestan al oído como
una serie de ruidos de tono alto y de corta duración al Ànal
de la inspiración. Se han comparado con el frote de un mechón de cabellos cerca de la oreja. El valor semiológico de
los crepitantes es considerable. Indica la presencia de una
alveolitis Àbrino-leucocitaria. El alvéolo humedecido y colapsado por el proceso inÁamatorio que lo circunda se despega bruscamente al Ànal de la inspiración, generando el
estertor que nos ocupa.
Los estertores subcrepitantes se maniÀestan al oído
como una serie de ruidos de tono bajo y larga duración. Se
perciben durante toda la fase respiratoria, a diferencia del
estertor crepitante, sólo audible al Ànal de la inspiración. Se
modiÀcan con la tos. La mucosa bronquiolar tumefacta contiene exudados que obturan sus paredes, despegándose
cuando son atravesados por aire.
Las crepitaciones que se auscultan en la insuÀciencia
cardíaca, en el edema agudo de pulmón y en las bases pulmonares de nuestras enfermas osteoporóticas encamadas
son, en realidad, un grado intermedio entre crepitantes y
subcrepitantes.
Los estertores que se forman en una zona pulmonar rodeada de tejido sano y, por tanto, mal conductor, se perciben
como lejanos y apagados, son los estertores no consonantes. En cambio, los llamados consonantes, por producirse
en una zona rodeada de tejido condensado y por ello buen
conductor, son agudos y resonantes. La consonancia es signo de condensación pulmonar. En la tabla 6.1 se detallan los
ruidos pulmonares y en la tabla 6.2 sus características acústicas, localización y traducción.
Tabla 6.1. Ruidos pulmonares
Fisiológicos
Murmullo vesicular
Patológicos
Soplos
Soplo tubárico
Soplo cavernoso
Soplo anfórico
Soplo pleural
Roces pleurales (originados en la pleura)
Estertores (originados en el parénquima pulmonar)
Continuos
Roncus
Sibilantes
Discontinuos
Crepitantes
Subcrepitantes
50
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Tabla 6.2. Localización, características y traducción de los ruidos pulmonares
Español
Francés
Inglés
Características
Localización
Estertores crepitantes
Râles crepitans
Fine crakles
Discontinuos
Tono alto
Corta duración
Inspiratorios
No modificables con la tos
Alvéolos
Estertores subcrepitantes
Râles souscrepitans
Coarse crakles
Discontinuos
Tono bajo
Larga duración
Inspiratorios y espiratorios
Modificables con la tos
Bronquíolos
Roncus
Ronflants
Rhonchus
Continuos
Graves
Inspiratorios y espiratorios
Modificables con la tos
Bronquios grandes
Sibilantes
Sibilants
Wheezes
Continuos
Agudos
Inspiratorios y espiratorios
Modificables con la tos
Bronquios pequeños
Puño-percusión renal
Tras la exploración del aparato respiratorio y aprovechando
que estamos situados detrás del paciente, procederemos a la
puño-percusión renal bilateral.
Articulación
esternoclavicular
Articulación
acromioclavicular
Articulación
escapulohumeral
Exploración del hombro
En los movimientos del hombro participan cuatro articulaciones: 1) la articulación escapulohumeral; 2) la articulación
esternoclavicular; 3) la articulación acromioclavicular, y
4) la articulación escapulotorácica, denominada la cuarta
articulación del hombro, porque funcionalmente se comporta como tal (Àg. 6.23).
Estas cuatro articulaciones participan en muy diverso
grado en los distintos movimientos del hombro. En el movimiento de abducción, los primeros 90° corresponden a la
articulación escapulohumeral. A partir de los 90° se movilizan la articulación acromioclavicular, unos 20°, y la esternoclavicular. Entre los 30 y los 135° la articulación escapulotorácica participa de manera importante, unos 60°.
Los dolores a la abducción que aparecen después de que
el brazo alcance la horizontal deben sugerir al clínico la
existencia de un proceso patológico de la articulación acromioclavicular y, con menor frecuencia, de la articulación
esternoclavicular.
Para explorar la articulación del hombro el paciente permanece sentado en la camilla con el brazo colgando a lo
largo del tronco. Procederemos, en primer lugar, a la inspección del hombro por delante y por detrás, comparándolo
Articulación
escapulotorácica
Figura 6.23. Articulaciones del hombro.
siempre con el lado sano. La tumefacción visible en la cara
anterior prolongándose hacia la corredera bicipital indica la
presencia de sinovitis o de derrame. Es poco frecuente. Una
ligera tumefacción en la cara lateral del espacio acromiohumeral sugiere la existencia de una bursitis subacromial,
habitualmente por tendinitis cálcica. Aunque excepcional, debe mencionarse la tumefacción espectacular, tipo
«hombreras de jugador de rugby» norteamericano de la
amiloidosis. Deben buscarse las atroÀas musculares del supraespinoso y del infraespinoso que acompañan a las roturas de la sección correspondiente del manguito de los rotadores (Àg. 6.24).
La atroÀa del deltoides, cuando es masiva, origina el
hombro «en charretera», testimonio de una artritis crónica
Capítulo | 6 Exploración
Músculo redondo
menor
Músculo infraspinoso
Músculo supraspinoso
Músculo subescapular
Figura 6.24.
Manguito de los rotadores.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
grave. La hemos visto en artritis tuberculosas, como secuelas neurológicas en la siringomielia e incluso en fracturas
del cuello del húmero. La atroÀa de la mitad superior del
brazo con descenso del vientre del bíceps y equimosis en la
cara interna del brazo prueba la existencia de una rotura del
tendón bicipital.
La palpación debe realizarse con sumo cuidado y siempre comparando con el lado sano. La presión sobre la apóÀsis coracoides es siempre dolorosa; interpretar este dolor
como patológico es fuente de errores. En cambio, el dolor a
la presión sobre la interlínea acromioclavicular sí tiene valor; la patología de esta articulación es frecuente si se piensa
en ella. Al igual que la articulación temporomaxilar, se trata
de una articulación habitualmente ignorada.
Figura 6.25. Palpación de adenopatías axilares.
51
La tumefacción y el dolor a la presión sobre la articulación esternoclavicular pueden, en ocasiones, esclarecer el
origen de un dolor en el cuello referido al hombro.
La bolsa subacromial y el manguito de los rotadores son
inaccesibles a la palpación cuando el enfermo está con el
brazo colgando. Para palparlos habrá que colocar el brazo
en extensión forzada. El hallazgo de dolor en dicha localización es característico de las tendinitis cálcicas y se encuentra ausente en las tendinitis del supraespinoso y en las
roturas del manguito de los rotadores. La corredera bicipital
debe palparse cuidadosamente con el brazo en ligera rotación externa y con la palma de la mano mirando hacia delante. El hallazgo de un punto doloroso indica la presencia
de una tendinitis. Al igual que el hallazgo de un punto doloroso en el vértice de la axila sugiere la presencia de sinovitis. La exploración del hombro no será nunca completa sin
la búsqueda de adenopatías axilares (Àg. 6.25) que, en ocasiones, indican enfermedad sistémica.
La movilidad se explorará de tres maneras distintas: a)
movilidad activa; b) movilidad pasiva, y c) movilidad contrarresistencia.
Para explorar la movilidad activa del hombro nos situaremos detrás del enfermo y sujetaremos con los dedos la
punta de la escápula, mientras que con la otra mano realizaremos la abducción. Si la Àjación de la escápula es completa al llegar a los 90° nos encontraremos un tope, producido
por el enfrentamiento del troquiter con el arco acromioclavicular. Con la rotación externa del hombro que lleva el troquiter hacia atrás conseguiremos que éste pase por debajo
del arco acromioclavicular y se alcancen los 170-180° (Àg.
6.26). Es frecuente una limitación de la abducción en pacientes osteoporóticas con cifosis que limita el normal desplazamiento de la escápula sobre la parrilla costal.
52
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
180°
90°
Elevación
(flexión)
60°
Extensión
0°
Figura 6.27. Articulación del hombro. Flexoextensión.
0°
Rotación
externa
60°
90°
90°
Figura 6.26. Exploración de la movilidad del hombro.
Figura 6.28. Articulación del hombro. Rotación externa.
En la Áexión, el húmero se dirige hacia delante y hacia
arriba llegando a los 180°. En la extensión, el húmero se
dirige hacia atrás y hacia arriba, pudiendo alcanzar los 60°
(Àg. 6.27). La rotación externa se explora con el codo
Áexionado en ángulo recto, registrando el grado de desplazamiento hacia afuera del antebrazo. Habitualmente alcanza
los 60° (Àg. 6.28). Los laxos suelen alcanzar los 90°. La
abducción puede alcanzar los 180°. A este movimiento contribuyen la articulación escapulohumeral y la articulación
acromioclavicular. La rotación interna se explora llevando
la mano del paciente a la escápula contralateral. En la práctica tomamos como referencia el punto del dorso que puede
alcanzar la mano del paciente. Habitualmente puede llegar
hasta D7 (Àg. 6.29).
Tras la exploración de la movilidad activa podemos extraer las siguientes conclusiones: a) una movilidad activa
normal descarta la afectación sinovial o capsular; b) la presencia de un arco doloroso signiÀca lesión de alguna estructura subacromial: manguito de los rotadores, bolsa subacromial o tendón de la porción larga del bíceps. El arco
doloroso consiste en la aparición de dolor cuando la abducción alcanza los 80°, momento en el que el troquiter pasa
por debajo del acromion y que después desaparece cuando
ya se ha introducido debajo del reborde acromial. Las lesiones capsulares no determinan la existencia de un arco doloroso, y c) la aparición de dolor únicamente en los últimos
90° del movimiento debe sugerir al clínico la presencia de
una afección acromioclavicular.
Capítulo | 6 Exploración
53
Hombros
Derecho
Izquierdo
Abducción
Flexión
Extensión
Rotación externa
Rotación interna
C7
Figura 6.30.
O
O
O
S1
O
O
Diagrama del hombro.
Flexosupinación del codo (maniobra de Yergasson13).
Esta maniobra se realiza haciendo ejecutar estos movimientos al paciente, mientras sujetamos su mano con la
nuestra provocando resistencia. Es dolorosa en las lesiones del tendón de la porción larga del bíceps (Àg. 6.32).
Abducción. Si se produce dolor hay que sospechar una
lesión del supraespinoso.
Aducción. Para explorar este movimiento se coloca previamente el brazo en abducción. Actúan los músculos
redondos, pectoral mayor y dorsal ancho. Si el dolor se
localiza en la cara posterior del tórax el músculo lesionado será el dorsal ancho y si se sitúa en la cara anterior,
uno de los tres restantes.
Rotación externa. El dolor indica lesión del infraespinoso.
Rotación interna. Si se produce dolor debe pensarse en
una lesión del subescapular, pectoral mayor, dorsal ancho o redondo mayor. Todos ellos son aductores, pero el
subescapular es el aductor más débil. Por ello, si la
aducción contrarresistencia no provoca dolor, se pensará en que existe una lesión del subescapular.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6.29. Articulación del hombro. Rotación interna.
Si existe alguna limitación de la movilidad activa, procederemos a la exploración de la movilidad pasiva, situándonos detrás del paciente, sujetando el hombro con una
mano, mientras con la otra cogemos el codo Áexionado e
imprimimos al brazo cada uno de los movimientos descritos. Los resultados se anotan en el diagrama correspondiente (Àg. 6.30).
Una limitación global y dolorosa de todos los movimientos se observa en todas las artritis. En la capsulitis retráctil la Áexión está ligeramente conservada y el dolor es
escaso o ausente, siendo la rotación externa el movimiento
más limitado.
Las bursitis subacromiales pueden distinguirse de las
capsulitis porque limitan la abducción a unos 60°.
Cuando la movilidad es normal y la limitación escasa,
interesa explorar la movilidad contrarresistencia para descubrir lesiones de las estructuras músculo-tendinosas que
intervienen en los movimientos del hombro.
O
Flexión. El dolor indica la presencia de una lesión del músculo coracobraquial en su inserción superior (Àg. 6.31).
Al explorar la movilidad debemos comparar los movimientos activos con los pasivos. La pérdida de movimientos
activos con conservación de los pasivos se produce en las
roturas del manguito de los rotadores y en los procesos neurológicos con déÀcit motor.
Un método rápido y sencillo para comprobar la normalidad de los movimientos del hombro consiste en pedirle al
enfermo que realice tres movimientos: a) elevar los brazos
por encima de la cabeza hasta enfrentar las palmas de las
manos; b) unir las manos detrás de la nuca con los codos
separados, y c) unir las manos detrás de la región dorsolumbar (Àg. 6.33).
La exploración del hombro debe permitirnos responder
a una pregunta clave: ¿la causa del dolor reside en el hombro o es un dolor referido de estructuras vecinas? Si existe
dolor a la palpación o a la movilidad el origen del dolor se
encuentra en el hombro. Si la exploración del hombro es
normal, debe pensarse en un dolor referido cervical o torácico (cardíaco, pleural, hernia de hiato, entre otros).
13. Robert Yergasson (1885-1949). Traumatólogo norteamericano.
54
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Figura 6.31. Lesión del músculo córaco-braquial en su inserción superior.
Si la alteración está en el mismo hombro, será conveniente aclarar si se trata de una lesión de los tendones o
bolsas, una capsulitis retráctil o una artritis o artrosis del
hombro.
En las tendinitis y en las bursitis el dolor suele ser tanto
o más intenso que en los otros procesos. Es de gran intensidad en las tendinitis cálcicas, pero la movilidad pasiva está
limitada sólo en uno de los movimientos, en general la abducción, mientras que los demás se encuentran relativamente libres. En las capsulitis se limitan todos los movimientos
de forma proporcional. No existe relación entre el grado de
limitación y el dolor.
Sólo la clínica y la radiología permiten diagnosticar las
infrecuentes artritis o artrosis del hombro.
Maniobra de Spurling
La compresión sobre la cabeza, inclinándola sobre el lado
doloroso, provoca la aparición o la exacerbación del dolor, a
veces con disestesias. Es prácticamente la única maniobra
decisiva para el diagnóstico de neuralgias cervicobraquiales.
Son síntomas indicativoss que el enfermo duerma con el
brazo hacia arriba con el antebrazo Áexionado por encima
de la cabeza (relaja el plexo braquial). Cuando la afección
se encuentra en el hombro, el paciente duerme con el brazo
pegado al cuerpo y el antebrazo cruzado sobre él.
Otra dato útil para discernir entre el dolor de una neuralgia cervicobraquial y una tendinitis del hombro, consiste en
dejar el miembro superior colgando, con el tronco inclinado
hacia delante. En las tendinitis el dolor disminuye o desaparece y en las radiculitis aumenta.
Elongación del plexo braquial
Se lleva a cabo tirando el brazo extendido hacia abajo y
hacia atrás a la vez que con la otra mano inclinamos ligeramente la cabeza hacia el lado opuesto.
Es una maniobra muy útil para el diagnóstico de neuralgias cervicobraquiales.
Exploración del codo
La articulación del codo está formada por tres articulaciones: 1) la articulación humerocubital; 2) la articulación humerorradial, y 3) la articulación radiocubital superior. Estas
tres articulaciones sirven para dos tipos de movimientos: la
Áexoextensión y la pronosupinación del antebrazo.
El movimiento de Áexoextensión lo realizan las articula-
Capítulo | 6 Exploración
55
90°
150°
Flexión
0°
Extensión
10°
Figura 6.34. Articulación del codo. Flexoextensión.
Figura 6.32.
a
Maniobra de Yergasson.
b
c
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6.33. Método para comprobar la normalidad de los movimientos
del hombro.
ciones humerorradial y humerocubital. En la Áexión, el brazo llega hasta los 150°. En la extensión, el antebrazo queda
en línea recta con el brazo, excepto en los laxos, cuya hiperextensión puede ser superior a los 10° (Àg. 6.34). Una pérdida de 10-20° de Áexión es habitual en todos los pacientes
que han realizado un trabajo duro de brazos (agricultores,
trabajadores portuarios, entre otros). Suele ser el primer y
único signo de la artrosis.
Debe tenerse en cuenta el codo valgo Àsiológico que
permite al antebrazo separarse de forma ligera del cuerpo,
de modo que puedan transportarse más fácilmente los objetos cogidos por la mano (Àg. 6.35). Este ángulo (de 10° en
los hombres y de 20° en las mujeres) sólo se hace aparente
con la extensión completa del antebrazo y se debe a que la
Figura 6.35.
Codo valgo fisiológico.
superÀcie articular del húmero está situada oblicuamente.
Si el ángulo está disminuido, se dice que hay cubitus varus,
si el ángulo está aumentado, se conoce con el nombre de
cubitus valgus (Àg. 6.36). La importancia de esta última deformidad es que a menudo elonga el nervio cubital.
56
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
0°
Supinación
Pronación
Figura 6.37. Articulación del codo. Pronosupinación.
brazo, con lo que se apreciará que la cabeza del radio gira
por debajo del dedo índice.
En la parte posterior del codo es donde mejor se aprecia
la sinovitis al desaparecer los canales olecranianos interno y
externo. Por el canal olecraniano interno discurre el nervio
cubital, y su compresión produce disestesias en los dos últimos dedos. Su engrosamiento indica la existencia de lepra.
Figura 6.36.
Cúbito valgo.
El movimiento de pronosupinación es realizado por las
articulaciones humerorradial y la articulación radiocubital
superior. El recorrido normal de pronación a supinación es
aproximadamente de 150°. Para explorar la pronosupinación,
el codo debe estar Áexionado en ángulo recto (Àg. 6.37).
La cara anterior del codo carece de interés semiológico.
En cambio, la cara posterior es una zona de «peregrinación
reumatológica» obligada. Es una de las localizaciones más
frecuentes de la psoriasis y la más frecuente de los nódulos
reumatoides situados en la misma bolsa olecraniana o a lo
largo de la cara posterior del olécranon y del cúbito, sin olvidar que también aparecen allí los tofos gotosos. Una bursitis
olecraniana es una de las manifestaciones extraarticulares de
la gota, aunque existen también bursitis olecranianas infecciosas y microtraumáticas. La punción de la bolsa y el análisis del líquido sinovial son decisivos para el diagnóstico.
La palpación del codo nos permite comprobar el punto
doloroso a la presión de la epicondilitis, el de la epitrocleítis
y el de la propia línea articular. La cabeza del radio está situada más atrás de lo que pudiera pensarse. Para encontrarla, debe colocarse el pulpejo del dedo medio en el epicóndilo y a continuación poner el dedo índice a su lado, estando
el codo en ángulo recto. Después se prona y supina el ante-
Exploración de la muñeca, mano y dedos
Las estructuras óseas de la muñeca, mano y dedos están
constituidas por los extremos distales del cúbito y radio, los
huesos del carpo y los extremos proximales de los metacarpianos (Àg. 6.38).
Este conjunto forma las siguientes articulaciones: 1) radiocubital inferior; 2) radiocarpiana; 3) mediocarpiana, y 4)
carpometacarpiana.
Por las caras anterior y posterior de las estructuras óseas
de la muñeca discurren los tendones de los músculos Áexores y extensores de la mano y de los dedos. Los Áexores
ocupan la cara palmar y los extensores la cara dorsal y lateral. Los primeros discurren por el denominado túnel carpiano, cuyo techo es el ligamento anular anterior del carpo y el
suelo el canal carpiano.
Por el túnel carpiano discurren los tendones de los músculos Áexores (superÀciales y profundos) de los dedos y el
nervio mediano. En el borde cubital de la muñeca existe
otro canal, denominado canal de Guyon14 por el que circula
el nervio cubital.
Los tendones de los músculos extensores se deslizan por
las caras dorsal y lateral del radio. El abductor largo del
14. Félix Guyon (1831-1920). Clínico francés.
Capítulo | 6 Exploración
57
1
2
5
4
3
8
6
9
10
6
7
11
12
A
13
A
17
14
2
1
15
16
18
18
20
3
18
4
5
19
20
19
20
B
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6.38. Huesos de la mano. 1. Radio. 2. Cúbito. 3. Escafoides y su
tubérculo (4). 5. Semilunar. 6. Piramidal. 7. Pisiforme. 8. Trapecio. 9. Trapezoides. 10. Hueso grande. 11. Hueso ganchoso con su apófisis unciforme
(12). 13 al 17. Metacarpianos. 18. Primeras falanges. 19. Segundas falanges. 20. Terceras falanges.
pulgar y el extensor corto del mismo conÀguran la tabaquera anatómica.
La disposición de las vainas tendinosas de la mano es de
gran importancia semiológica. En la cara palmar existen cinco
vainas sinoviales independientes, tres de ellas corresponden a
los tendones Áexores del segundo, tercer y cuarto dedos, y van
desde la base de la tercera falange hasta la articulación metacarpofalángica del dedo correspondiente. Las sinoviales de
los tendones del pulgar y del meñique se inician en la base
de la tercera falange y se prolongan hacia arriba penetrando en
el túnel carpiano y terminan a dos traveses de dedo por encima
de éste, en la cara anterior del antebrazo.
La sinovial del pulgar envuelve su tendón Áexor mientras que la del meñique presenta un ensanchamiento en la
palma que engloba también los tendones del segundo, tercer
y cuarto dedos (Àg. 6.39).
Las sinoviales de los tendones extensores empiezan en
el antebrazo, pero se detienen en el carpo. Cada tendón posee su vaina propia. Esta disposición de la sinovial en el
dorso de la muñeca debe tenerse presente para no diagnosticar tenosinovitis del dorso de la mano o dedos, donde no
existen vainas sinoviales (Àg. 6.40).
B
Figura 6.39. Sinovial de la cara palmar de la mano. A) Sinoviales digitocarpianas: 1. Para el tendón del flexor largo propio del pulgar. 2. Para el tendón del flexor propio del meñique, que se extiende también por la cara palmar de los demás flexores. B) Sinoviales digitales: 3, 4 y 5. Para los tendones
de los flexores del índice, medio y anular. 6. Ligamento anular anterior.
La Áexión y la extensión de la muñeca se realizan conjuntamente, mediante las articulaciones radiocarpiana y
mediocarpiana. La amplitud normal es alrededor de 180°
(Àg. 6.41).
La limitación de la Áexión indica la existencia de una
afección de la articulación mediocarpiana, y radiocarpiana
si está limitada la extensión.
La pronación de la muñeca se produce al dirigir la palma
de la mano hacia atrás y la supinación al dirigirla hacia delante. Se producen gracias a las articulaciones radiocubital
superior (codo) e inferior (muñeca). La amplitud viene a ser
de unos 180°.
En la inspección de la muñeca pueden objetivarse distintas tumefacciones. Según su localización es posible deducir la estructura que se encuentra afectada:
1. La tumefacción en las articulaciones de la muñeca tiene
una disposición transversal desde una apóÀsis estiloides
58
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
90°
Extensión
0°
7
3
7
6
1
2
4
5
90°
Flexión
Figura 6.41. Articulación de la muñeca. Flexoextensión.
4. Las tumefacciones circunscritas a la cara dorsal, únicas
y de consistencia variable, constituyen los gangliones o
quistes sinoviales.
La palpación de la muñeca permite descubrir tumefacciones inaparentes por inspección y constatar la presencia
de dolor y de aumento del calor local.
La consistencia de la tumefacción es útil; así, una consistencia de gomaespuma indicará una sinovitis; cuando sea
renitente pensaremos en un derrame y cuando la consistencia sea dura en un ganglión.
La localización de los puntos dolorosos sirve para el
diagnóstico de diversos procesos localizados; entre los más
frecuentes destacan los siguientes:
Figura 6.40. Sinovial de la cara dorsal de la mano. 1. Abductor largo y extensor corto del pulgar. 2. Los dos radiales. 3. Extensor largo propio del pulgar.
4. Extensor común de los dedos y propio del índice. 5. Extensor propio del
meñique. 6. Cubital posterior. 7. Ligamento anular posterior de la muñeca.
a la otra y abarca tanto la cara dorsal como la palmar. Es
característica de las artritis.
2. La tumefacción que corresponde a las vainas sinoviales
dorsales o palmares es de disposición longitudinal. En la
cara dorsal se localizará por encima de la muñeca (ya
que no existe vaina sinovial por debajo ella) y en la cara
palmar estará situada por encima y por debajo de la muñeca, sufriendo una estrangulación en ésta por obra del
ligamento anular del carpo, que adopta la característica
forma «en reloj de arena». Estas tumefacciones son características de las tenosinovitis.
3. La tumefacción localizada en el borde radial, correspondiente a las vainas del abductor largo y extensor corto del
pulgar, puede ser alargada en la tenosinovitis o redondeada en la tenovaginitis estenosante de De Quervain.
1. El dolor a la presión sobre la cara lateral de la cabeza del
radio en la tenovaginitis de De Quervain.
2. El dolor a la presión sobre el escafoides en la tabaquera
anatómica.
3. El dolor en el semilunar. Proximal al tercer metacarpiano
se encuentra una depresión, en cuyo fondo se encuentran
el hueso grande por abajo y el semilunar por arriba.
4. El dolor en la articulación trapeciometacarpiana, en la
rizartrosis del pulgar.
El dolor difuso a la palpación de la articulación radiocarpiana o mediocarpiana o a la Áexoextrensión de la muñeca en ausencia de tumefacción indica la existencia de una
afectación articular de aquélla. Es la denominada muñeca
«abierta» en lenguaje coloquial.
En la cara palmar de la mano se aprecia la eminencia
tenar que alberga los músculos propios del pulgar (tabla
6.3). Es la zona que más abulta de esta región.
La eminencia hipotenar es menos aparente, está situada
en el borde cubital y contiene los músculos que se dirigen al
dedo meñique (tabla 6.4).
La cara dorsal muestra, al extender los dedos, el relieve
de los tendones extensores y, al Áexionarlos, el relieve de la
cabeza de los metacarpianos.
Capítulo | 6 Exploración
59
Tabla 6.3. Músculos de la eminencia tenar o propios
del pulgar
1. Abductor (Separador) corto del pulgar
IFD
2. Oponente del pulgar
3. Flexor corto el pulgar
15
30
0
60
45
90
75
4. Aductor del pulgar
13
5
0
12
105
Mnemotecnia: SOFA.
0
15
165
90
105
75
180
0
12
5
60
13
45
Tabla 6.4. Músculos de la eminencia hipotenar
o del meñique
1. Flexor corto del meñique
2. Oponente del meñique
IFP
3. Palmar Cutáneo
4. Abductor del meñique
12
0
15
165
90
75
60
0
180
105
15
1. En las artritis de los dedos, la articulación presenta una
tumefacción fusiforme con disminución o desaparición
de los pliegues de su dorso.
2. En las artrosis se aprecia un engrosamiento cuadrangular del dorso de la articulación afectada.
0
5
13
30
En la cara palmar de los dedos se sitúan los dos tendones
Áexores. En la primera falange, el tendón superÀcial forma
un ojal longitudinal por el que penetra el tendón del Áexor
profundo. En el pulgar sólo hay un Áexor.
En la cara dorsal, se perciben con los dedos Áexionados,
las cabezas de las falanges, menos redondeadas que los metacarpianos. En esta cara sólo existe un tendón extensor
para cada dedo. Todas las articulaciones de los dedos están
dispuestas para efectuar movimientos de Áexión (Àg. 6.42).
La exploración de la mano y de los dedos se realiza estando el paciente sentado.
La tumefacción se explora mirando la mano por el dorso, ya que la aponeurosis palmar superÀcial, dura y rígida,
forma una barrera que evita la expansión hacia la palma.
Las tumefacciones pueden ser difusas o localizadas. Las
primeras son secundarias a enfermedades sistémicas, a una
enfermedad localizada en una región distinta de la mano o no
son más que un signo acompañante de un proceso local. En el
primer caso no hay limitación de la movilidad de los dedos ni
apenas dolor. En cambio, cuando son signo de un proceso
local, además de la tumefacción hay dolor en las articulaciones afectadas, con limitación de la movilidad articular.
Las tumefacciones localizadas permiten conocer las estructuras lesionadas:
45
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Mnemotecnia: FOCA.
MCF
Figura 6.42.
Flexión de los dedos de la mano.
3. En las tenosinovitis digitales el dedo tiene un aspecto de
salchicha, y la tumefacción se sitúa a lo largo de toda la
cara palmar. El pellizco de la palma del dedo es difícil o,
por lo menos, distinto al de los otros dedos.
4. En las afecciones óseas, la tumefacción se localiza a lo
largo de la diáÀsis ósea del metacarpiano o de las falanges, habitualmente de forma asimétrica.
60
La distribución de las tumefacciones posee un gran interés
diagnóstico. Así, en la artritis reumatoide se ven afectadas con
frecuencia las articulaciones de las muñecas, segunda y tercera metacarpofalángicas y las interfalángicas proximales, mientras que en la artrosis es más habitual la afectación de las interfalángicas distales (nódulos de Hederden), interfalángicas
proximales (nódulos de Bouchard) y trapezometacarpianas.
La atroÀa muscular debe buscarse siempre. Tanto si es
localizada como difusa (participando todos los músculos de
la mano) se debe a enfermedades neurológicas o reumáticas
(artritis reumatoide, polimiositis, esclerodermia). Las atroÀas de origen reumático suelen ser de un grado inferior a las
de origen neurológico y son, de ordinario, una manifestación secundaria dentro de la enfermedad.
La atroÀa de la eminencia tenar se presenta en las lesiones del nervio mediano y la de la eminencia hipotenar en las
del nervio cubital.
Las articulaciones metacarpofalángicas se exploran en
sentido dorsopalmar y las interfalángicas pinzándolas entre
el índice y el pulgar, una a una, en sentido laterolateral.
En las artritis la consistencia de la tumefacción es esponjosa. En las artrosis es ósea.
No debe olvidarse nunca la movilidad activa, pasiva y
contrarresistencia. Si la movilidad activa se encuentra alterada y la pasiva es normal, siendo ambas indoloras, la causa
es neurológica o una rotura tendinosa. Si ambos tipos de
movilidad están alterados, la causa será siempre local.
Los movimientos contrarresistencia del pulgar se exploran
aparte, haciendo resistencia en la última falange del pulgar.
ENFERMO EN DECÚBITO SUPINO
En esta posición procederemos a la realización de las maniobras vertebrales o radiculares necesarias y a la exploración
de las caderas, sacroilíacas, rodillas, tobillos, pies, abdomen
y aparato circulatorio (central y periférico), sin olvidar la
exploración de las mamas.
Maniobra de Lasègue15
Con el enfermo en decúbito supino se eleva el miembro inferior con la rodilla en extensión (Àg. 6.43). Si aparecen dolor o
disestesias «en banda» la maniobra es positiva. Se considera
demostrativo de atrapamiento de una raíz ciática. Es conveniente anotar los grados del ángulo formado por la pierna y el
plano de la mesa de exploración cuando aparezca el dolor. El
clínico debe tener presente las falsas maniobras de Lasègue:
1. La amplitud de la elevación del miembro inferior varía
mucho de unos individuos a otros. En los laxos se alcan-
15. Charles Lasègue (1816-1883). Psiquiatra esloveno, llamado Lazarevic; afincado en París, afrancesó su apellido.
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
70°+
30-70°
0-30°
Figura 6.43.
Maniobra de Làsegue.
zan fácilmente los 90°. Por otra parte, es frecuente que
aparezca dolor por tracción de los músculos de la cara
posterior del muslo y de la pierna en sujetos normales
sin ciática. Para descartar este falso Lasègue, se practica
en primer lugar la maniobra en el lado sano y se anotan
los grados hasta los que puede llegarse sin que se produzca dolor muscular. La maniobra de Lasègue en el
lado enfermo sólo se valorará como positivo si el dolor
aparece antes del límite natural del movimiento que nos
ha mostrado el lado sano.
2. No basta que se produzca dolor al practicar la maniobra
de Lasègue. Para considerarlo positivo, se requiere que
el dolor producido sea radicular, «en banda» y no localizado en la región lumbar, nalga o cadera.
La popular maniobra de Bragard es, en nuestra experiencia, absolutamente inútil, por los falsos positivos.
Maniobra de Goldthwait16
Consiste en la elevación de la extremidad inferior con la
rodilla extendida, exactamente igual que la maniobra de Làsegue. La aparición de dolor lumbar bajo indica afectación
de la región lumbar. Se anota a cuántos grados aparece el
dolor y su intensidad (+, ++, +++) (Àg. 6.44).
Maniobra de Lewin
Se realiza con el enfermo con los brazos cruzados sobre el
tórax. Sujetamos los tobillos y le hacemos incorporarse de
16. Joel E. Goldthwait (1866-1961). Médico norteamericano.
Capítulo | 6 Exploración
61
120°
0°
Posición neutra
Figura 6.46.
Figura 6.44.
Exploración de la cadera. Flexión.
Maniobra de Goldthwaith.
90°
90°
0°
Figura 6.47.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6.45.
Exploración de la cadera. Abducción.
Maniobra de Lewin.
forma lenta hasta quedar sentado en la mesa (Lewin I). Después le invitamos a hacer descender el tronco hasta la posición inicial (Lewin II). La aparición de dolor lumbar en
cualquiera de las dos maniobras, o en ambas, indica la presencia de sufrimiento vertebral lumbar (Àg. 6.45).
Exploración de la cadera
Antes de realizar la exploración de la cadera es importante
la relajación del paciente. Se observará, en primer lugar, la
actitud, y se explorarán la Áexión (Àg. 6.46), la Áexoaducción (la rodilla debe atravesar la imaginaria línea media entre ambas caderas), la abducción (Àg. 6.47), la aducción
(Àg. 6.48) y la rotación externa (Àg. 6.49).
En caso de afectación de la rodilla, que diÀculta las maniobras anteriores, es muy útil comprobar la rotación exter-
0°
Figura 6.48.
Exploración de la cadera. Aducción.
62
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
20°
0°
0°
Figura 6.50.
Exploración de la cadera. Extensión.
0°
Externa
Externo
Interno
Figura 6.49. Exploración de la cadera. Rotación externa.
na del pie con la rodilla extendida. Si es de 90°, podemos
aÀrmar que la cadera no se encuentra afectada.
Un método burdo, pero útil, para revelar la afectación de
la cadera consiste en provocar dolor en la ingle al percutir el
talón del pie con la rodilla extendida.
Con el enfermo en decúbito prono se exploran la extensión (Àg. 6.50) y los rodamientos interno y externo con la
rodilla Áexionada en ángulo recto (Àg. 6.51).
Los movimientos que verse afectados más frecuente y
precozmente son los rodamientos y la Áexoaducción.
En ocasiones, a pesar de una buena relajación puede hallarse alguna limitación de la movilidad en dos circunstancias
ajenas a la articulación de la cadera: a) lesiones de las estructuras vecinas (¡fracturas de las ramas pubianas!), y b) síndrome lumbares localizados en L4-L5 (¡seudoespondilolistesis!).
En ambos casos nos encontraremos ante lo que el Dr. Rotés
denominó seudosíndrome de cadera, que sólo una exploración minuciosa clinicorradiológica logrará demostrar.
Existen tres bolsas serosas que pueden causar procesos
patológicos en la cadera (Àg. 6.52). La bolsa trocanteriana,
cuya inÁamación revelará una zona dolorosa a la presión
sobre el trocánter. En la práctica es difícil distinguir si el
dolor se debe a una bursitis o a una tendinitis. En esta última, a veces, el punto doloroso se sitúa más arriba del trocánter. En ambos casos, el dolor aumenta con la abducción
y la aducción contrarresistencia.
La bolsa isquioglútea puede inÁamarse, y producir dolor
y tumefacción. Es frecuente en las entesopatías de las espondiloartritis y en los pacientes que trabajan muchas horas
sentados.
El dolor y la tumefacción de la bolsa iliopectínea pueden ser percibidos en el tercio medio del ligamento ingui-
90°
Figura 6.51.
90°
Exploración de la cadera. Rodamientos.
nal, por fuera de la arteria femoral. Es característico que el
dolor aumente con la extensión y disminuya con la Áexión
de la cadera. El diagnóstico de esta bursitis es siempre difícil. En un 15% de casos la bolsa comunica con la articulación, lo que ofrece la posibilidad de que su inÁamación no
sea más que la manifestación de una artritis de cadera. No
debe olvidarse la presencia en esta zona de adenopatías,
hernias inguinales, abscesos del psoas o aneurismas de la
arteria femoral.
La exploración de la cadera debe incluir también la exploración de la marcha, el dolor a la presión sobre el triángulo de Scarpa17, la medición de la distancia intermaleolar y
la longitud de las extremidades inferiores con una cinta métrica, tomando como referencia por arriba la espina ilíaca
anterosuperior y por abajo el reborde del maléolo interno.
17. Antonio Scarpa (1747-1832). Anatomista italiano.
Capítulo | 6 Exploración
63
Ligamento inguinal
Arteria femoral
Bolsa iliopectínea
Figura 6.53.
Medición de la longitud de la extremidad inferior.
Cadera
Bolsa isquioglútea
Bolsa
trocanteriana
Figura 6.52. Bolsas serosas de la cadera.
La cinta métrica debe pasar por la cara anterior de la rótula
(Àg. 6.53).
Es muy útil disponer de un tampón de goma con todos
los movimientos de la cadera que nos permite seguir la evolución en cada visita (Àg. 6-54).
Derecha
Izquierda
Actitud
Flexión
Flexión-aducción
Abducción
Aducción
Rotación externa
Hiperextensión
Rodamiento interno
Rodamiento externo
Punto de Scarpa
Distancia intermaleolar
Figura 6.54.
Diagrama de la cadera.
Figura 6.55.
Punto sacroilíaco de Forestier-Jacqueline-Rotés.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Exploración de las articulaciones sacroilíacas
Las articulaciones sacroilíacas están dotadas de escasa movilidad (4° de promedio), que se pierde hacia los 50 años de
edad. Son articulaciones profundas, cubiertas en su parte
posterior por las crestas ilíacas y las espinas posterosuperior
y posteroinferior.
Su afectación puede sospecharse por el cuadro clínico
que produce dolor en el cuadrante superointerno de la nalga, eventualmente referido a la cara posterior del muslo
(¡falsa ciática!) y cojera (síndrome sacroilíaco), pero pueden producir cuadros semejantes los dolores lumbares bajos. Por ello es preciso realizar una exploración minuciosa
que demuestre si el dolor proviene o no de la articulación
sacroilíaca.
La palpación no es posible, excepto en un punto, el punto sacroilíaco de Forestier-Jacqueline-Rotés, situado inmediatamente por debajo de la espina ilíaca posterosuperior
(Àg. 6.55). En dicho punto, el pie de la articulación queda al
descubierto y el dedo puede detectar la presencia de dolor,
síntoma de una sinovitis. Habrá que buscarlo con sumo cui-
64
a
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
b
Figura 6.56 a y b. Exploración de las articulaciones sacroilíacas. Apertura y cierre.
Figura 6.57.
FABERE.
Exploración de las articulaciones sacroilíacas. Maniobra de
Figura 6.58.
Laguerre.
Exploración de las articulaciones sacroilíacas. Maniobra de
dado y comparando siempre con el lado simétrico. Es doloroso en todo tipo de sacroileítis y, en ocasiones, es el único
signo positivo.
Existen numerosas maniobras para movilizar las articulaciones sacroilíacas y comprobar si el cuadro doloroso
aparece o se exacerba con su movilización. Lo que intentamos es movilizar los ilíacos, provocando los pequeños movimientos que la articulación es capaz de realizar. Practicamos sistemáticamente las maniobras siguientes:
1. Maniobras de apertura y cierre de sacroilíacas.
a) Apertura: compresión de las espinas ilíacas anterosuperiores hacia fuera y abajo (Àg. 6.56a).
b) Cierre: sujetando con ambas manos la parte anterior
de las crestas ilíacas (Àg. 6.56b).
c) Maniobra de «F.AB.ER.E» (F: Flexion, AB: Abduction, ER: External rotation, E: Extension) o «del 4».
Se coloca el muslo en abducción y rotación externa
de manera que el tobillo descanse sobre la rodilla
opuesta, hasta que ambas extremidades dibujen un 4,
en el caso de que se explore la sacroilíaca derecha y
un 4 invertido si se trata de la izquierda. Mientras
que con una mano se sujeta el ilíaco del lado opuesto,
con la otra se ejerce presión sobre la rodilla Áexionada (Àg. 6.57).
d) Maniobra de Laguerre. Se lleva el muslo a la máxima
Áexión y abducción. Mientras que con una mano se
sujeta el ilíaco del lado opuesto, se ejerce presión sobre la rodilla Áexionada (Àg. 6.58).
2. Maniobras de cizalla.
e) HiperÁexión del muslo. Mientras con una mano
mantenemos sobre el plano de la mesa el muslo del
lado opuesto, ejerceremos presión en la rodilla Áexionada sobre el tronco.
f) Hiperextensión del muslo. Ésta se realiza con el enfermo en decúbito prono. Mientras con una mano sujetamos el sacro, con la otra sujetamos la cara anterior de
la rodilla Áexionada y forzamos la extensión.
Ninguna de estas maniobras presenta una total sensibilidad y especiÀcidad para detectar el dolor sacroilíaco. Para
la realización de muchas de ellas (c, d, e y f), precisamente
las más sensibles, es necesario que la cadera sea normal.
Las otras dos (a y b), más directas y especíÀcas, son menos
sensibles.
Si provocan dolor debe preguntarse al enfermo dónde lo
siente y sólo en el caso de que lo acuse en la articulación
sacroilíaca o maniÀeste un dolor profundo en la cara posterior del muslo pueden considerarse positivas. Únicamente
en los casos muy intensos todas las maniobras son positivas. Cuando dos o tres son positivas, el síndrome sacroilíaco queda conÀrmado. Si sólo es positiva una, pero es muy
evidente, la afectación sacroilíaca es altamente probable.
Capítulo | 6 Exploración
65
Maniobra de Rotés18
Esta maniobra distingue el dolor lumbar del sacroilíaco. El
enfermo está en actitud erecta, apoyándose en el suelo con
un solo pie. Se le invita a que Áexione la rodilla y la enderece de nuevo observando si esto provoca dolor. Luego se realiza lo mismo apoyándose en el otro pie. En los pacientes
con un proceso lumbar el dolor se experimentará indistintamente tanto al apoyar un pie como el otro. En las sacroileítis
sólo aparecerá al apoyarse sobre el lado afectado. A veces
no pueden realizarla por la imposibilidad de apoyarse en el
pie enfermo.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Exploración de la rodilla
La rodilla es la mayor articulación del organismo, la que
tiene una membrana sinovial más extensa y la que se ve
afectada con mayor frecuencia en las artritis.
Los cóndilos del fémur y los platillos tibiales se adaptan
gracias a la presencia de los meniscos y su estabilidad es
mantenida por los ligamentos laterales y por los ligamentos
cruzados. Estas estructuras se lesionan con frecuencia. Su
exploración corresponde a la traumatología, pero el reumatólogo clínico debe conocerlos para no confundirlos con las
primeras manifestaciones de una artritis.
En la inspección habrá que constatar, en primer lugar, el
estado del cuádriceps, músculo fundamental para la estabilidad de la rodilla, tanto para estar de pie como para andar.
Su atroÀa es muy signiÀcativa, pues acompaña a las artritis
de rodilla y a las lesiones de menisco. Es útil medir en cada
visita su perímetro a 5 y a 10 cm del polo superior de la rótula para objetivar la atroÀa muscular y anotarlo en la historia clínica (Àgs. 6.59 y 6-60).
El vasto interno es el responsable de los últimos 10° de
la extensión de la rodilla y su atroÀa, habitualmente precoz,
suele pasar inadvertida. Se descubre haciendo contraer el
cuádriceps y comparándolo con el simétrico también en
contracción. Hay que tener en cuenta que el muslo derecho
es, de ordinario, más grueso que el izquierdo (hasta 1,5 cm
en su perímetro). En la atroÀa del vasto interno se anda con
un ligero Áexus.
También es importante comprobar el aumento del calor
local, aplicando el dorso de la mano sobre ambas rodillas.
Habitualmente la temperatura de la rodilla es algo más fría
que la temperatura del muslo y pierna.
Existen cuatro tipos principales de alteraciones de la alineación entre muslo y pierna: a) el genu valgum o piernas
«en X»; b) el genu varum o piernas «en O»; c) el genu recurvatum o rodillas en hiperextensión, y d) el genu Áexus o
rodilla en Áexión. Los dos primeros predisponen a la artrosis de rodilla o son sus secuelas. El tercero se observa en la
18. Jaime Rotés Querol (1921-2008). El mejor reumatólogo clínico español de todos los tiempos.
Figura 6.59.
Medida del perímetro del cuádriceps.
Rodilla
Derecha
Izquierda
A 5 cm de la rótula
A 10 cm de la rótula
Figura 6.60.
Medida del perímetro del muslo.
laxitud articular. El último es siempre patológico (Àg.
6.61).
El movimiento de Áexión se explora colocando una
mano sobre la rodilla mientras que con la otra se Áexiona la
pierna (ángulo normal: 135°). Los laxos es habitual que presenten un hiperextensión y que contacten la nalga con el
talón (Àg. 6.62).
En las tumefacciones de la rodilla deberemos distinguir
entre las propias de las bolsas serosas y la de la sinovial articular. Entre las bursitis más importantes se encuentran la
prerrotuliana, en la que la tumefacción se encuentra bien
delimitada por el contorno de la rótula, la bursitis anserina
situada en la región anterointerna de la epíÀsis tibial y las
bursitis poplíteas formadas en las bolsas serosas que habitualmente comunican con la sinovial articular. Su prominencia se designa con el nombre de quiste poplíteo o de
Baker y prácticamente siempre es testimonio de la presencia de derrame articular. En los casos inÁamatorios, el quiste poplíteo puede ser gigante y extenderse hacia el tercio
superior de la pierna produciendo una prominencia en los
gemelos. En algún caso puede comprimir la circulación venosa y producir un edema de tobillo e incluso causar disestesias por compresión del ciático poplíteo externo. Los
66
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Hiperextensión
0°
Flexión
135°
a
b
c
d
90°
Figura 6.62.
Exploración de la rodilla. Flexoextensión.
Figura 6.63.
Palpación de la bolsa anserina.
Figura 6.61. Alteraciones de la alineación entre muslo y pierna.
quistes poplíteos deben diferenciarse de los aneurismas de
la arteria poplítea que pulsan a la palpación y de un neurinoma del ciático poplíteo externo que se distingue por producir al comprimirlo un dolor vivo a la presión junto con dolor
irradiado a la pierna y la comentada bursitis anserina, responsable de una tumefacción redondeada situada por debajo de la interlínea articular interna entre los músculos de la
pata de ganso (Àg. 6.63).
La sinovitis de rodilla se caracteriza por la prominencia
de la bolsa subcuadricipital que puede alcanzar varios centímetros por encima del borde superior de la rótula. Cuando
la tumefacción es escasa, se comprime con una mano la bolsa subcuadricipital, desplazando así el líquido sinovial ha-
cia la zona subrotuliana. Con el pulgar y el índice de la otra
mano situados en los surcos laterales que bordean la rótula,
puede determinarse la presencia de tumefacción, que será
siempre más aparente en el surco fémoro-rotuliano interno
(Àg. 6.64).
Para detectar la presencia de derrame articular se emplean
dos maniobras: 1) se coloca la mano de forma que el dedo
pulgar contacte con el borde medial de la rótula y los dedos
índice y medio en el borde lateral. Con la otra mano se imprimen presiones sobre la rótula. Si existe derrame, los dedos
colocados al lado de la rótula aprecian cierta tensión cada vez
Capítulo | 6 Exploración
67
a
b
Figura 6.64. Palpación de la tumefacción en la rodilla.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
c
que presionamos con la otra mano. Si el derrame es abundante estos dedos pueden ser desplazados (v. Àg. 6.64) y 2) la
denominada por el Dr. Rotés «signo de la oleada»: a) con
los dedos de una mano rechazamos en sentido proximal el líquido existente en la cara interna de la rodilla (Àg. 6.65a); b) con
el dorso de los dedos de la otra mano deslizados sobre el saco
subcuadricipital y el surco fémoro-rotuliano externo empujamos de nuevo el líquido en sentido distal (Àg. 6.65b); c) en la
cara interna aparece una «oleada» (Àg. 6.65c). Puede hallarse
una Ànísima «oleada» en la rodilla de personas sanas.
Además de las afecciones inÁamatorias, la rodilla es
asiento de alteraciones mecánicas que el reumatólogo clínico debe conocer perfectamente. En épocas pasadas, todas
las alteraciones mecánicas de la rodilla se englobaban bajo
la expresión de «desarreglos internos de la rodilla» (internal derangement). El trastorno o desarreglo interno de la
rodilla es una vieja acepción, un «cajón de sastre», que incluye, entre otras afecciones, los desgarros de los ligamentos laterales externos y la contusión del paquete adiposo
infrarrotuliano, ninguno de los cuales es intraarticular. Hay
Figura 6.65.
Signo de la «oleada».
que creer que, con la experiencia, el lector usará este término cada vez menos y, como resultado de un aumento de su
agudeza clínica, especiÀcará cada vez con más frecuencia
cuál de los trastornos internos de la rodilla existe en un caso
determinado. Los síndromes clínicos más frecuentes de la
rodilla son los siguientes:
O
O
Síndrome rotuliano. El enfermo localiza el dolor en la
cara anterior de la rodilla. Se caracteriza por dolor de
ritmo mecánico, especialmente al bajar escaleras y al
incorporarse de una silla baja. Las maniobras rotulianas
se detallan en la Àgura 6.66. Deberá comprobarse siempre solicitando la radiografía de ambas rodillas frente y
perÀl en carga y el desÀladero rotuliano a 60°.
Síndromes ligamentosos. Comprenden entorsis y roturas
de los ligamentos laterales interno y externo y de los li-
68
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Maniobras rotulianas
Derecho
Izquierdo
Desplazamiento
laterolateral
Dolor en la cara
interna rotuliana
Dolor en la cara
externa rotuliana
Percusión de la rótula
Contracción isométrica
del cuádriceps
Figura 6.66.
Maniobras rotulianas.
gamentos cruzados. El enfermo localiza bien el dolor en
el lado de la rodilla del ligamento afectado, pero se buscará el dolor a la presión en sus inserciones superior e
inferior. La aducción forzada de la rodilla producirá dolor en las lesiones del ligamento lateral externo. La abducción forzada será dolorosa en las lesiones del ligamento lateral interno (Àg. 6.67).
Los ligamentos cruzados se exploran con la rodilla en
Áexión de 90° y con el pie apoyado en el plano de la
Figura 6.67. Exploración de los ligamentos laterales de la rodilla.
O
camilla. Se abarca la meseta tibial con ambas manos,
teniendo los pulgares en la cara anterior y los restantes
dedos en el hueco poplíteo. Se desplaza la pierna hacia
atrás y adelante como si se intentara una luxación anterior o posterior de la rodilla («signo del cajón»). El desplazamiento anteroposterior de la tibia se encuentra frenado en condiciones normales por la tensión de los
ligamentos cruzados. El anterior limita el desplazamiento hacia delante y su rotura ocasiona el «signo del cajón» anterior (Àg. 6.68). El posterior limita el desplazamiento hacia atrás y su rotura origina el «signo del
cajón» posterior (Àg. 6.69).
Todas las maniobras ligamentosas deben ser bilaterales,
ya que sólo realizando una comparación respecto del
lado sano podemos determinar lo que es una laxitud
anormal.
Síndrome meniscal. En las lesiones del menisco interno,
el enfermo sitúa de manera correcta el dolor en la zona
del menisco lesionado, mientras que en las del menisco
externo puede haber imprecisiones.
El síndrome meniscal se caracteriza por síntomas funcionales dolor, derrame, limitación de la movilidad, etc., co-
Capítulo | 6 Exploración
munes a todos los traumatismos de la rodilla y síntomas
mecánicos que traducen la propia rotura del menisco,
como el bloqueo articular. Aparte de estos dos grupos de
síntomas que son propios del menisco deberán valorarse:
a) los antecedentes de un traumatismo, en especial indirecto, que a menudo no recuerda el paciente, y b) la aparición inmediata de dolor, limitación funcional y derrame.
El dolor más o menos intenso es agudo, pero de corta
duración. Puede ser difuso o localizado. En las roturas
del menisco externo suelen observarse irradiaciones a la
pantorrilla. A veces, se observa cierta limitación de los
movimientos, en especial de la extensión. El bloqueo ob-
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6.68. Exploración del ligamento cruzado anterior.
Figura 6.69. Exploración del ligamento cruzado posterior.
69
servado como primer síntoma es raro. Al igual que el
dolor, el derrame articular se observa constantemente
después del traumatismo, tanto si la rodilla se ha bloqueado como si no lo ha hecho. Cuando en un traumatismo de rodilla falta el derrame deberemos sospechar que
el menisco no se encuentra lesionado y que la localización de la lesión es extracapsular. La presencia de un derrame, por sí sola, no indica la existencia de una lesión de
menisco. La rotura de éste no suele dar lugar a hemartrosis, pues se produce en áreas de escasa o nula vascularización. Cuando exista hemartrosis, el clínico pensará
más bien en una rotura de los ligamentos cruzados.
70
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Como consecuencia de la aparición de un derrame se
observa inmediatamente una hipotonía reÁeja del aparato extensor que de forma rápida se acompaña de atroÀa,
que afecta sobre todo al vasto interno. No existe correlación entre el grado de atroÀa y la gravedad de la lesión
causal.
En los intervalos de bienestar entre los episodios agudos, a veces persiste un dolor al subir o bajar escaleras,
sobre todo al subir, al contrario de lo que ocurre en el
síndrome rotuliano, y es frecuente la denominada por
Cabot «claudicación de butaca», una sensación de cansancio, dolor o adormecimiento en la parte posterior de
la rodilla o pantorrilla, que notan los pacientes al cabo
de un rato de haberse acomodado en un asiento bajo
(butaca de cine o teatro) y que se alivia extendiendo la
pierna.
El bloqueo articular es el síntoma más habitual de una
rotura de menisco. Después de un movimiento de rotación, la rodilla queda bruscamente Àjada en semiÁexión
de 130 a 160°, sin que pueda extenderse. Desaparece
también de un modo rápido y espectacular, y se acompaña de un crujido audible. Cuando el bloqueo desaparece
de forma gradual, en varios días, debe ponerse en duda
su origen en el menisco. No hay que esperar al bloqueo
para hacer el diagnóstico de rotura de menisco, ya que
más de la mitad de los casos no lo presentan. Es un síntoma valioso, pero inconstante y tardío.
El paciente puede notar que la rodilla cede repentinamente; este fallo, junto con la «claudicación de butaca»,
pueden ser los únicos indicios de una rotura de menisco.
Las maniobras básicas que permiten el diagnóstico de
dicha rotura son las siguientes:
Maniobra de Apley19. Paciente en decúbito prono, rodilla en Áexión de 90° y pie en rotación interna para explorar el menisco interno o en rotación externa para
explorar el menisco externo («el talón mira el menisco
que se explora»). Se ejerce presión sobre el talón a la
vez que se imprime a la pierna un movimiento de
Áexión sobre el muslo. La presencia de dolor en la interlínea indica la existencia de una lesión de menisco
(Àg. 6.70).
Maniobra de McMurray20. Paciente en decúbito supino.
Flexionamos la pierna que debe explorarse teniendo un
dedo en la interlínea correspondiente al menisco que debe explorarse. Al llegar a la máxima Áexión se produce una rotación del talón señalando éste hacia dentro en
caso de lesión de menisco interna y hacia fuera en caso
de lesión de menisco externa, mientras que con el dedo de la interlínea podemos notar el resalte producido al
19. Alan Apley. Traumatólogo inglés contemporáneo.
20. Thomas McMurray (1887-1949). Catedrático de Ortopedia. Universidad de Liverpool.
atraparse el menisco entre las dos superÀcies articulares
(Àg. 6.71).
Maniobra combinada de Moragas21-Cabot22. Se explora
igual que la maniobra anterior llevando la rodilla de la
extensión a la Áexión y viceversa.
Maniobra de Steinmann I23. Con la rodilla Áexionada a
90° se invita al paciente a que extienda la rodilla, mientras se palpa la interlínea externa o interna.
Exploración del tobillo
La articulación del tobillo es de gran interés en traumatología, por la frecuencia de fracturas, luxaciones y entorsis,
pero las artritis también afectan a esta articulación. Destaca
la rareza de la artrosis de tobillo, a pesar de ser una articulación de apoyo.
El movimiento del tobillo es sobre todo de Áexión (habitualmente se denomina Áexión dorsal, alrededor de los
20°) y extensión (habitualmente denominada Áexión plantar, alrededor de los 50°) (Àg. 6.72).
Los dos únicos ligamentos del tobillo, perfectamente individualizados, son el ligamento lateral interno o deltoideo
y el ligamento lateral externo con sus tres haces: anterior,
medio y posterior (Àg. 6.73).
En el tobillo debemos diferenciar tres tipos de tumefacción: a) el edema de origen extraarticular, que habitualmente desaparece con el reposo nocturno y rebasa la sinovial del tobillo en sentido proximal y distal; b) la tendinosa,
superÀcial y lineal siguiendo la distribución de las vainas
tendinosas, y c) la articular, que predomina en la cara anterior del tobillo, porque la membrana sinovial es más extensa en dicha localización. La presencia de dolor a la presión
en la cara anterior de la interlínea ayuda a descubrir la sinovitis.
Exploración de los pies
Como hemos comentado, los trastornos mecánicos del pie se
exploran al inicio de la exploración con el paciente en bipedestación. Con el paciente en decúbito supino buscaremos la
presencia de tumefacción en la articulación interfalángica
del dedo gordo frecuente en la gota, en la artritis psoriásica y
en el síndrome de Reiter. La artritis metatarsofalángica localizada en el dedo gordo es habitual en la gota, siempre y
cuando tenga un curso autolimitado. Aunque con menos frecuencia también se observa en la condrocalcinosis, en la sarcoidosis y en la artritis psoriásica. En los casos de más de 15
días de evolución habrá que pensar en la artritis psoriásica o
incluso en un hallux rigidus inÁamado. En éste, es caracte21. Emilio Moragas (1890-1949). Introductor de la traumatología deportiva en España.
22. Joaquín Cabot (1915-1979). Traumatólogo español.
23. Fritz Steinmann (1872-1932). Traumatólogo suizo.
Capítulo | 6 Exploración
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6.70.
71
Maniobra de Apley.
20°
90°
0°
50°
90°
Figura 6.71.
Maniobra de McMurray.
Figura 6.72.
Exploración del tobillo. Flexoextensión.
72
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Posterior
Anterior
Medio
Figura 6.73. Ligamento lateral externo del tobillo.
rístico el hallazgo de un osteoÀto duro, transversal, en la cara
dorsal de la articulación. Otra causa de dolor agudo con inÁamación de la primera metatarsofalángica, habitualmente
ignorada, es la sesamoiditis. Se suele presentar en mujeres
que usan zapatos de tacón alto y en jugadoras de baloncesto
o de balonvolea. El dolor y la tumefacción se localizan netamente en la cara plantar de la articulación (Àg. 6.74). En la
radiografía se descubre la fragmentación de uno o de ambos
huesos sesamoideos.
Las artritis de las articulaciones metatarsofalángicas
constituye uno de los signos más frecuentes de la artritis
reumatoide. La palpación se realiza una por una, unos 2 cm
por debajo del pliegue interdigital (Àg. 6.75). Para ponerlas
de maniÀesto empleamos la maniobra de Poullousson: haciendo presión a modo de pinza con los dedos pulgar e índice, sobre los bordes interno y externo del antepié en las
articulaciones metatarsofalángicas, se despierta dolor si
existe artritis en alguna o varias de estas articulaciones.
Este signo es constante en la artritis reumatoide, pero no
especíÀco.
Deben palparse los metatarsianos en toda su longitud.
En ocasiones, un punto doloroso preciso con un engrosamiento óseo puede indicar la existencia de una fractura por
sobrecarga.
Para explorar la articulación subastragalina se sujeta el
talón con una mano y el pie con la otra, y se desplaza este
último hacia dentro y hacia fuera. La movilidad obtenida se
compara con la del lado opuesto. Si el movimiento está disminuido o abolido debe pensarse en una lesión de la articulación subastragalina (Àg. 6.76).
Para explorar la articulación mediotarsiana (articulación
de Chopart24) sujetamos el talón con una mano mientras con la
otra, formando una pinza entre el pulgar y el índice, sujetamos
el antepié abrazándolo en el tercio distal de los metatarsianos.
Con esta última mano imprimimos al antepié movimientos de
24. François Chopart (1743-1795). Cirujano francés.
Figura 6.74.
Localización del dolor en la sesamoiditis.
Figura 6.75.
Palpación de las articulaciones metatarsofalángicas.
Capítulo | 6 Exploración
73
10°
20°
0°
0°
Figura 6.76. Exploración de la articulación subastragalina.
pronosupinación. La ausencia de estos movimientos demuestra la afectación de la articulación mediotarsiana, frecuente en
la artritis reumatoide y en la gota (Àg. 6.77).
La palpación minuciosa del tendón de Aquiles (Àg.
6.78), de los puntos calcáneos interno y posterior (Àg. 6.79)
y de los espacios interdigitales para el diagnóstico del neurinoma de Morton (Àg. 6.80) puede ser de utilidad en los
casos en los que la inspección no revele ninguna tumefacción ni deformación.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Exploración del abdomen
Nada mejor para diagnosticar a un clínico que ver cómo se
acerca al abdomen del enfermo, cómo sitúa en él sus manos,
cómo maniobra palpando. Palpar bien un abdomen es un
arte costoso de aprender. Nuestra experiencia es que lo peor
que saben hacer los médicos es la anamnesis y después de
ella, la palpación abdominal.
El enfermo debe estar en posición horizontal, sin almohada y, si es necesario, con las piernas Áexionadas para lograr una completa relajación de la musculatura abdominal,
respirando tranquilamente y, a veces, si es necesario, distrayendo su atención. La respiración profunda, por relajar más
la musculatura abdominal, es indispensable para la palpación de los órganos profundos.
Supinación
0°
Pronación
Figura 6.77.
Exploración de la articulación mediotarsiana.
0°
74
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Morton
Figura 6.78. Exploración del tendón de Aquiles.
Figura 6.80.
Figura 6.79. Exploración de los puntos calcáneos.
El clínico se situará a la derecha del paciente y la mesa
de exploración será lo más baja posible. El enfermo será
abordado dulce y pacientemente. Viéndonos pacientes y
suaves y asegurándole constantemente que no se le va a
hacer daño y que nos advierta a la menor molestia nos ganamos su conÀanza. Antes de palpar debe descubrirse bien
el abdomen quitando todo lo que estorbe o ate. Palpar por
una ventanita abierta en la ropa es absolutamente inútil. La
palpación abdominal comenzará con la palpación superÀcial recorriendo de manera suave toda la superÀcie abdominal. Con la palpación superÀcial se evita la brusca contractura de la musculatura abdominal, para lo cual es
imprescindible que las manos estén calientes. El calentamiento de las manos se consigue frotándolas entre sí o
acercándolas a una fuente de calor. Se consideran térmicamente adecuadas cuando no provocan sensación de frío en
contacto con el cuello del médico. No se palpará jamás con
la punta de los dedos, sino siempre con la mano plana y
aumentando la presión poco a poco, principalmente durante la espiración, que es cuando más se relajan los músculos
de la pared abdominal.
Exploración del neurinoma de Morton.
Si el abdomen es doloroso, se colocará la mano tan suavemente que no produzca dolor. Posteriormente, se procurará distraer la atención del enfermo con preguntas respecto
al tiempo, ocupaciones, etc. Es útil comenzar la palpación
por las partes más alejadas y no dolorosas para evitar la
defensa muscular.
Tras la palpación general del abdomen se palparán las
distintas regiones abdominales para terminar con la palpación de órganos (hígado y bazo) y el hallazgo de puntos
dolorosos si los hubiere. No debe olvidarse la exploración
de los oriÀcios herniarios, aunque el paciente no presente
hernias visibles.
La percusión del abdomen se ejecuta en diagonal a partir del ombligo. En condiciones normales se objetiva un sonido claro, a excepción del hipocondrio derecho, en cuya
palpación existe matidez hepática y en el espacio de Traube25, que causa un sonido timpánico por la presencia de la
cámara gástrica. Patológicamente, la percusión nos sirve
para diferenciar si las tumoracionesse deben a sólidos, a líquidos o a gases.
La auscultación abdominal tiene dos objetivos: la apreciación del peristaltismo abdominal y la detección de soplos
en el área hepática.
El tacto rectal es una parte esencial de la exploración
física que el reumatólogo clínico debe dominar. Ante un pa-
25. Ludwig Traube (1818-1876). Clínico alemán.
Capítulo | 6 Exploración
ciente con historia de lumbalgia nocturna de ritmo inÁamatorio y con síndrome prostático, el tacto rectal es imperativo
para descartar una posible neoplasia de próstata, responsable de las probables metástasis óseas causantes de la lumbalgia. Una mnemotecnia muy útil para valorar el tacto rectal, que venimos utilizando desde nuestra época de MIR, se
expone en la tabla 6.5.
Exploración del aparato circulatorio
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
La auscultación del corazón debe realizarse de forma metódica con el paciente relajado, en decúbito supino, respirando normalmente y con el torso desnudo. Se lleva a cabo
mediante un fonendoscopio que consta de una membrana y
de una campana. Con la primera se perciben mejor los sonidos de alta frecuencia (soplos sistólicos, primer y segundo
ruidos, roces pericárdicos, etc.) y con la campana se identiÀcan los sonidos de baja frecuencia (soplos diastólicos y
tercer y cuarto ruidos). El estetoscopio debe tener las olivas
bien ajustadas, sin producir dolor. Los tubos han de tener un
diámetro interno pequeño, de mínima elasticidad y tan cortos como sea posible.
Hay que advertir que la respiración lenta con la boca
abierta reduce la intensidad de los ruidos cardíacos. En la
exploración física, la auscultación cardíaca es una de las
técnicas que requiere un mayor entrenamiento.
Los ruidos cardíacos, no tonos como se denominan erróneamente, se perciben de forma indistinta en toda la región
precordial. El primer ruido, que corresponde a la contracción de los ventrículos, es fácilmente reconocible por su
sincronismo con el pulso. Es más intenso y de más baja frecuencia que el segundo, y se percibe mejor en los focos de
la punta: mitral y tricuspídeo.
El segundo ruido, que es valvular, debido al cierre de las
válvulas sigmoideas aórticas y pulmonares, se percibe mejor en los focos de la base: pulmonar y aórtico.
La diástole es el tiempo más difícil de la auscultación
cardíaca, ya que los ruidos cardíacos y los soplos son menos
intensos en razón de la existencia de presiones más bajas en
las cavidades cardíacas durante la diástole. El estudio de la
diástole es capital en la auscultación cardíaca y exige silen-
75
cio absoluto. Debe tenerse en cuenta que toda alteración
diastólica es patológica.
Los focos de auscultación de las válvulas cardíacas (que
no corresponden a su proyección anatómica) son: a) foco
aórtico, situado en el segundo espacio intercostal derecho;
b) foco pulmonar, situado en el segundo espacio intercostal
izquierdo; c) foco mitral, situado en el quinto espacio intercostal izquierdo en la línea media clavicular, y d) foco tricuspídeo, situado en el quinto espacio intercostal en el borde paraesternal izquierdo (Àg. 6.81).
El decúbito lateral izquierdo (Àg. 6.82) es la posición de
elección para la auscultación de las anomalías de la válvula
mitral. No debe ser jamás olvidada. Resulta sorprendente la
claridad de la auscultación en esta posición.
Con el paciente sentado con el tronco inclinado hacia
delante y en apnea respiratoria (Àg. 6.83) se auscultan mejor
los roces pericárdicos y el soplo diastólico de la insuÀciencia aórtica.
La posición de pie (Àg. 6.84) comporta una disminución del retorno venoso hacia el corazón derecho y, por
tanto, una disminución del volumen ventricular y del volumen sistólico. En esta posición disminuyen los soplos funcionales de eyección frecuentes en la infancia, aumenta el
soplo de la miocardiopatía obstructiva, desaparece el desdoblamiento Àsiológico del segundo ruido y aumenta el
soplo diastólico del prolapso mitral, tan frecuente en los
laxos.
Ante todo ruido o soplo cardíaco debe valorarse: a) localización; b) intensidad, y c) frecuencia, alta o baja.
Tras la auscultación cardíaca procederemos a la palpación de los pulsos arteriales. La sistemática es muy simple
y su valoración todavía más. Basta con obtener una respuesta positiva o negativa del pulso correspondiente. Las arterias asequibles a la determinación del pulso se describen en
Arteria
carótida
Foco pulmonar
Foco aórtico
Área
aórtica
Tabla 6.5. Tacto rectal
3.er espacio
1. SEnsibilidad de la próstata
2. TAmaño de la próstata
3. CONsistencia de la próstata
Foco
tricúspide
4. LImites de la próstata
Área
mitral
Foco
mitral
5. MOvilidad de la próstata
Mnemotecnia: SE TAS CON LI MON.
Figura 6.81.
Focos de auscultación de las válvulas cardíacas.
76
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Figura 6.82. Auscultación cardíaca. Paciente en decúbito lateral izquierdo.
Figura 6.84. Auscultación cardíaca. Paciente de pie.
Arterias
Derecha
Izquierda
Temporal
1 Carótida
2 Humeral
3 Radial
4 Cubital
5 Femoral
6 Poplítea
7 Tibial posterior
8 Pedia
0: ausente; 1: filiforme; 2: disminuido; 3: normal; 4: hiperactivo.
Figura 6.83. Auscultación cardíaca. Paciente sentado.
la Àgura 6.85 y la posición correcta del clínico para palpar
los pulsos arteriales en la Àgura 6.86.
De la circulación troncular nos informan el pulso y la
oscilometría, de la circulación colateral, la temperatura
cutánea y de la circulación capilar el color de la piel (tabla 6.6).
Figura 6.85.
Pulsos arteriales.
Exploración de las mamas
La palpación de las mamas debe realizarse con la paciente
en decúbito supino. Es conveniente, para palpar la región
interna, que la paciente eleve el brazo sobre la cabeza, ya
que con ello se contrae el pectoral. En cambio, debe colo-
Capítulo | 6 Exploración
77
1
2
3
4
5
6
7
8
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6.86. Palpación de los pulsos arteriales.
carse el brazo a lo largo de su costado para facilitar la palpación de la región externa. Si se palpa una tumoración deben describirse tamaño, forma, consistencia y movilidad. Es
imperativo objetivar si existe retracción de alguna mama, si
tienen igual contorno (¡asimetrías!), si hay alteraciones de
los pezones, si existe dilatación venosa, si la piel está enrojecida o si hay edema cutáneo, todos ellos signos sospechosos de una neoplasia.
La palpación de la mama en fase premenstrual no es
aconsejable, ya que la ingurgitación propia del ciclo causa
errores. La búsqueda de adenopatías axilares y supraclavi-
culares es imperativa. Deben valorarse su tamaño, sensibilidad y consistencia, así como si se adhieren o no.
ENFERMO EN DECÚBITO PRONO
En esta posición se hace más patente la existencia de la cifosis dorsal. Se explora la existencia de dolor a la presión
sobre las apóÀsis espinosas, ejerciendo presión cuidadosa y
sucesivamente sobre cada una de ellas. Es una exploración
tan simple y elemental como decisiva. Es el método más
sensible para detectar y precisar la localización del dolor
78
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Tabla 6.6. Exploración de la circulación periférica
Circulación
Exploración
Troncular
Pulso y oscilometría
Colateral
Temperatura local
Capilar
Color de la piel
vertebral. Con él se descubren puntos dolorosos que escapan totalmente a la percusión de las espinosas con el talón
de la mano o con un martillo de reÁejos con el enfermo
sentado, como hemos visto en algunos hospitales ingleses.
Debe realizarse con la máxima atención y repetirla en los
casos dudosos, para solicitar las radiografías pertinentes. En
ocasiones, es el único dato exploratorio decisivo para localizar una fractura osteoporótica o una metástasis vertebral.
En la Àgura 6.87 se detallan las líneas de referencia para
localizar las apóÀsis espinosas.
Aprovechamos también el decúbito prono para completar las maniobras sacroilíacas: puntos sacroilíacos e hiperextensión del muslo sobre la pelvis, para completar la exploración de las caderas: hiperextensión y rodamientos, y
para explorar el tendón de Aquiles. En esta posición practicamos la maniobra de Ely, mal llamada Lasègue posterior,
positiva en las radiculitis ciáticas L4.
A veces será necesaria una exploración del sistema nervioso que todo reumatólogo clínico debe dominar y que
debe iniciarse siempre en función del trastorno que afecta al
paciente.
El orden que seguimos es el siguiente: 1) pares craneales; 2) motilidad; 3) fuerza muscular; 4) coordinación, y 5)
sensibilidad.
B. Exploración
neurológica
PARES CRANEALES
I PAR (NERVIO OLFATORIO)
El nervio olfatorio se explora generalmente mal o no se explora. Numerosos meningiomas olfatorios podrían diagnosticarse precozmente si se explorara de manera sistemática el
nervio olfatorio. Se explora haciendo que el paciente aspire
por cada fosa nasal por separado, ocluyendo la otra, una
sustancia no irritante como café o limón (Àg. 6.88).
7° v. cerv.
3° v. dorsal
7° v. dorsal
4° v. lumbar
Figura 6.87.
Líneas de referencia para localizar las apófisis espinosas.
II PAR (NERVIO ÓPTICO)
El nervio óptico se explora mediante los exámenes de la
agudeza visual, campo visual y fondo de ojo.
La valoración de la agudeza visual se realiza mediante
las pruebas especíÀcas para la visión cercana o lejana, pero
el clínico puede tener una valoración aproximada de la agudeza visual del paciente solicitando que lea el periódico a la
distancia habitual o que cuente los dedos de una mano a
la distancia de un metro.
Para la exploración del campo visual debe hacerse que el
paciente se siente enfrente, taparle un ojo y hacer que Àje
el otro en un objeto. Debe comprobarse cada campo visual
por separado, los cuatro cuadrantes de ambos ojos, utilizando un lápiz y compararlos con los del clínico que realiza la
exploración. Debe comenzarse por la periferia y mover el
objeto hacia dentro del campo visual (Àg. 6.89).
Si el paciente utiliza gafas, debe realizarse la exploración con las ellas puestas. Si la agudeza visual del paciente
es deÀciente hay que sustituir el lápiz por una mano.
El examen del fondo de ojo debe realizarse utilizando el
oftalmoscopio apropiado sin dilatar las pupilas, haciendo
que el paciente Àje la vista en un objeto distante. El clínico
debe corregir sus errores de refracción si los tiene. Esta ex-
Capítulo | 6 Exploración
79
ploración debería practicarse sistemáticamente a todos los
pacientes, con problemas neurológicos o sin ellos.
do. Durante la exploración puede observarse también la posición de los ojos, la ptosis palpebral y si existe nistagmo.
La motilidad ocular intrínseca se explora valorando el
tamaño de las pupilas y los reÁejos fotomotor, consensual,
de conjugación y de acomodación y convergencia.
Debe anotarse el tamaño en milímetros de ambas pupilas y valorar la asimetría. Ligeras asimetrías no tienen importancia, pero una anisocoria suele ser el primer signo de
lesión del III par.
La reacción pupilar a la luz deberá explorarse solicitando al paciente que mire la luz de la linterna, comprobando
la contracción de la pupila del ojo iluminado (reÁejo fotomotor) y del ojo contralateral (reÁejo consensual).
Debe explorarse la sincronía de ambos ojos haciendo
que el enfermo siga con la mirada una luz que se dirija arriba, abajo, a derecha e izquierda.
III, IV Y VI PARES (NERVIOS MOTOR
OCULAR COMÚN, PATÉTICO Y MOTOR
OCULAR EXTERNO)
Los pares craneales III (motor ocular común), IV (patético) y VI (motor ocular externo) son los responsables de la
motilidad ocular extrínseca e intrínseca y se exploran juntos.
Para explorar la motilidad extrínseca se solicita al paciente que dirija los ojos hacia las seis direcciones que se
detallan en la Àgura 6.90. Deben valorarse las posibles diplopías y la posición en que se producen, ya que este dato
puede indicar el músculo afectado y el par craneal lesiona-
Sustancia para la prueba
Recto
interno
Recto
externo
Recto inferior
Oblicuo menor
Oblicuo menor
Oblicuo mayor
Figura 6.90. Exploración de la motilidad extrínseca ocular.
Aductores
Abductores
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Recto superior
Exploración del campo visual.
Recto superior
Recto
interno
Recto
externo
Oblicuo mayor
Recto inferior
Abductores
Figura 6.89.
Figura 6.88. Exploración del nervio olfatorio.
80
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Reflejo
directo
Reflejo
indirecto
V1
Figura 6.91. Exploración de la acomodación y convergencia ocular.
El reÁejo de acomodación y convergencia se explora
observando la miosis pupilar bilateral y la convergencia de
ambos ojos cuando el paciente cambia la mirada de un objeto distante a uno próximo, por ejemplo, un lápiz a 10 cm
(Àg. 6.91).
V2
V PAR (NERVIO TRIGÉMINO)
V3
El V par o trigémino posee una función sensitiva y otra motora que deben explorarse por separado.
La exploración sensitiva del trigémino debe realizarse
valorando la sensibilidad de sus tres ramas faciales de abajo
a arriba y comparativamente a ambos lados (Àg. 6.92). No
debe olvidarse el reÁejo corneal que deberá explorarse con
una mecha de algodón, haciendo que el paciente mire lejos
y acercarse lateralmente para evitar el parpadeo como respuesta visual (Àg. 6.93).
Para explorar la función motora, el paciente deberá
apretar un objeto entre los dientes (maseteros) o abrir la
boca contrarresistencia (pterigoideos).
V2
VII PAR (NERVIO FACIAL)
El nervio facial se explora valorando posibles asimetrías de
la cara cuando el paciente habla o sonríe, ordenándole fruncir la frente, cerrar los ojos, enseñar los dientes y explorando el gusto de los dos tercios anteriores de la lengua, con los
ojos cerrados, con un cuentagotas con cada uno de los cuatro gustos: dulce, salado, amargo y ácido.
Debe recordarse que, debido a la inervación cruzada de
la porción superior de la cara, en las lesiones centrales del
nervio facial el paciente conserva el facial superior (frente y
ojos) y no el inferior (labios y mejilla).
En las lesiones periféricas del nervio facial se ven afectadas por igual las ramas superior e inferior (Àg. 6.94).
V2
V3
Figura 6.92.
O
VIII PAR (NERVIO AUDITIVO)
El VIII par tiene dos ramas, acústica y vestibular, que deben
explorarse por separado.
Para valorar la rama acústica se exploran la agudeza auditiva y la conducción aérea y ósea del sonido. La agudeza
auditiva es correcta si el paciente oye el tic-tac de un reloj
de pulsera. La conducción aérea y ósea del sonido se explora con un diapasón de 512 Hz y realizando las pruebas de
Rinne y Weber.
Ramas del nervio trigémino.
Prueba de Rinne26. Se coloca el diapasón vibrando sobre
la apóÀsis mastoides dirigiendo las ramas hacia atrás.
Cuando el paciente ya no oye el sonido, colocamos el
diapasón frente al conducto auditivo externo. Si todavía
oye las vibraciones, la conducción aérea es mejor que la
ósea. Esto es lo que sucede cuando la audición es normal
y entonces se dice que la prueba de Rinne es positiva.
Si el diapasón vibrante se oye mejor al aplicarlo en la
mastoides que cuando está situado delante del conducto
26. Heinrich Rinne (1819-1868). Otorrinolaringólogo alemán.
Capítulo | 6 Exploración
81
Reflejo corneal
Trocito de algodón
Figura 6.95.
Prueba de Rinne.
Figura 6.96.
Prueba de Weber.
Figura 6.93. Exploración del reflejo corneal.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6.94. Lesión periférica del nervio facial.
O
auditivo externo, se dice que la prueba de Rinne es negativa. Esta negatividad aparece cuando la transmisión a
través de los huesecillos del oído medio está alterada
(sordera de transmisión) (Àg. 6.95).
Prueba de Weber27. Se coloca el diapasón vibrante en el
centro de la bóveda craneal. Habitualmente el sonido se
percibe por igual en los dos oídos y si el paciente ocluye
un conducto auditivo con un dedo el sonido se oye más
fuerte en este lado.
27. Ernst Weber (1795-1878). Catedrático de Anatomía. Universidad de
Leipzig.
De modo semejante, en la sordera unilateral por afectación del oído medio el sonido se lateraliza hacia el lado
patológico. Si al hacer la prueba se lateraliza el sonido
hacia el lado sano, es signo de que la sordera es de percepción (lesión del nervio coclear) (Àg. 6.96).
82
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
La exploración de la rama vestibular se realiza valorando la existencia de nistagmo, oscilación involuntaria,
rítmica y conjugada de los globos oculares, haciendo
que el paciente mire en todas direcciones y observando cada ojo. Un nistagmo brusco, mínimo y no sostenido
puede ser Àsiológico cuando el ojo en aducción se desvía más allá del ángulo interno.
IX Y X PARES (NERVIOS GLOSOFARÍNGEO
Y VAGO)
Estos pares craneales se exploran de manera conjunta. El
paciente abre la boca para visualizar la faringe y comprobamos con un depresor si sus pilares se contraen de forma simultánea. Seguidamente se solicita al enfermo que diga «e»
y se observa la elevación simétrica de la úvula. Esto indica
normalidad de los pares IX y X. En caso de lesión, la úvula
se desvía hacia el lado sano. La afectación del X par produce parálisis de la faringe, habla nasal, voz ronca y diÀcultad
al tragar.
XI PAR (NERVIO ESPINAL)
Para explorar el nervio espinal realizamos dos maniobras:
1. El paciente gira la cabeza contra la mano del clínico,
mientras con la otra mano palpamos el músculo esternocleidomastoideo (Àg. 6.97).
2. El paciente eleva y encoge los hombros contrarresistencia (Àg. 6.98).
que exista un proceso patológico, la lengua se desvía hacia
el lado de la lesión.
MOTILIDAD
Distinguimos la motilidad: a) estática, o tono muscular, y b)
cinética, o los reÁejos profundos u osteoperiósticos y los
reÁejos superÀciales o cutáneos.
El tono muscular es el estado Àsiológico de contracción
de los músculos. Para su valoración es necesario que el paciente esté relajado y el médico posea la adecuada técnica y
experiencia. El clínico debe realizar la inspección, la palpación y los movimientos activos (motilidad activa) y los pasivos (motilidad pasiva) de las distintas articulaciones del
paciente y determinar el grado de resistencia.
Cuando el tono muscular está aumentado se habla de
hipertonía. En ella se distinguen la espasticidad y la rigidez.
Existe espasticidad cuando al iniciar el movimiento el
clínico nota la aparición de una resistencia que decrece rápidamente.
La rigidez consiste en un aumento de la resistencia a los
movimientos pasivos por contracción de los músculos
Áexores y extensores.
Cuando el músculo ofrece una resistencia menor de lo
normal a la movilización se habla de hipotonía.
La exploración de los reÁejos contribuye a precisar la
topografía de la lesión. A cada reÁejo corresponde un determinado nivel.
XII PAR (NERVIO HIPOGLOSO)
REFLEJOS PROFUNDOS
U OSTEOPERIÓSTICOS
El nervio hipogloso se explora solicitando al paciente que
saque la lengua y la mueva en todas direcciones. En caso de
Para la obtención de estos reÁejos hay que colocar al paciente en una posición idónea para su exploración y percutir
Figura 6.97.
Figura 6.98.
Exploración del XI par. Maniobra 1.
Exploración del XI par. Maniobra 2.
Capítulo | 6 Exploración
83
con el martillo de reÁejos sobre diferentes tendones. Exploraremos los siguientes reÁejos:
O
O
O
O
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 6.99. Exploración del reflejo bicipital.
Figura 6.100. Exploración del reflejo tricipital.
ReÁejo bicipital. Paciente sentado. Brazo del paciente semiÁexionado y supinado, y se sujeta el codo con
la mano. Se percute sobre el pulgar del clínico, colocado sobre el tendón del bíceps del paciente (nivel C5)
(Àg. 6.99).
ReÁejo tricipital. Paciente sentado. Brazo del paciente
semiÁexionado. Se percute el tendón del tríceps por encima del olécranon, con lo que se obtiene una extensión
del antebrazo (nivel C7) (Àg. 6.100).
ReÁejo estilorradial. Paciente sentado. Brazo del paciente semiÁexionado. Se percute sobre la apóÀsis estiloides del radio, obteniendo la contracción del supinador
largo con la subsiguiente Áexión del codo (nivel C6)
(Àg. 6.101).
ReÁejo cúbito-pronador. Paciente sentado. Brazo del paciente semiÁexionado. Se percute sobre la apóÀsis estiloides del cúbito, obteniendo una discreta pronación por
contracción del músculo pronador redondo. Este reÁejo
es débil y su abolición sólo es valorable si es unilateral
(nivel C8).
Figura 6.101.
Exploración del reflejo estilo-radial.
84
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Figura 6.102. Exploración del reflejo rotuliano.
O
O
ReÁejo rotuliano. Paciente sentado o en decúbito supino. Preferimos la primera posición. Se percute el tendón
rotuliano. Debe objetivarse la contracción del cuádriceps con extensión de la pierna (nivel L4) (Àg. 6.102).
Una maniobra de distracción útil para obtener una respuesta concluyente es que el paciente enganche sus manos con los dedos Áexionados y tire de ellas tanto como
pueda; es la denominada maniobra de Jendrassik28 (Àg.
6.103).
ReÁejo aquíleo. Paciente en decúbito prono. Rodillas en
Áexión de 90°. Se percute el tendón de Aquiles, con lo
que se obtienen una contracción del tríceps sural y una
Áexión plantar del pie (nivel S1). Si durante la exploración se realiza una Áexión dorsal del pie del paciente, se
facilita la maniobra. También puede explorarse con el
paciente en decúbito supino o arrodillado en el extremo
de la mesa de exploración (Àg. 6.104).
REFLEJOS SUPERFICIALES O CUTÁNEOS
O
O
ReÁejo corneal. Paciente en decúbito supino. Se roza
lentamente la parte lateral de la córnea con una torunda
de algodón y se comprueba la oclusión de los párpados.
ReÁejos cutáneo-abdominales. Paciente en decúbito supino. Se pasa la punta de la aguja por la zona lateral del
abdomen. En condiciones normales se observa la contracción de la pared abdominal con desplazamiento del
ombligo hacia el lado examinado.
Una manera útil de recordar los reÁejos profundos que
deben explorarse es poniendo un sujeto boca abajo y empezar a contar por los pies, del 1 al 8 (Àg. 6.105).
28. Erno Jendrassik (1858-1921). Clínico húngaro.
Figura 6.103.
Maniobra de Jendrassic.
Capítulo | 6 Exploración
85
Figura 6.104. Exploración del reflejo aquíleo.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
ReÁejo cutáneo-plantar. El reÁejo superÀcial más importante de la exploración neurológica. Paciente en decúbito supino. Se explora pasando lentamente la punta
de la aguja o de un objeto puntiagudo por la parte externa del pie de atrás adelante (Àg. 6.106). En condiciones
normales se observa una Áexión de todos los dedos del
pie. La inversión del reÁejo da lugar a la aparición
del signo de Babinski29: extensión del dedo gordo con
eventual abducción de los demás.
FUERZA MUSCULAR
De entrada debe realizarse una valoración global de las cuatro extremidades para detectar si existe cierto grado de debilidad muscular. En caso de hallar una pérdida de fuerza,
hay que dilucidar si ésta es proximal o distal. Este dato es
29. Joseph Babinski (1857-1932). Neurólogo polaco, afincado en París.
decisivo para orientar al clínico hacia una etiología miopática o neuropática, respectivamente.
En el caso de que se sospeche una debilidad muscular de
etiología neuropática, habrá que considerar si se debe a una
lesión de la primera motoneurona (falta de fuerza al efectuar los movimientos) o de la segunda motoneurona (paresia de uno o más músculos).
En la extremidad superior se valorarán la abducción del
brazo (deltoides), la Áexión y extensión del codo (bíceps y
tríceps), la Áexión y extensión de las muñecas (Áexores
y extensores) y la prensión de los dedos.
En la extremidad inferior se valorarán la Áexión del muslo
(psoas ilíaco), la Áexión y extensión de las rodillas (cuádriceps
e isquiotibiales), y la Áexión plantar y dorsal de los tobillos.
En reumatología es difícil valorar la fuerza muscular a
causa del dolor. Sólo si el déÀcit es desproporcionado a la
intensidad del dolor podrá hablarse de una verdadera disminución de la fuerza muscular. En la práctica, la debilidad
muscular es superponible a la atroÀa muscular.
86
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
S1,2
L3,4
C5
Figura 6.106.
Exploración del reflejo cutáneo-plantar.
Figura 6.107.
Prueba de Romberg.
C6
C7
C8
Figura 6.105. Reflejos profundos.
COORDINACIÓN
La coordinación es una actividad reÁeja mediante la cual
los movimientos voluntarios se realizan de forma unida, armónica y precisa. La falta de coordinación se denomina
ataxia. La coordinación estática se explora mediante la
prueba de Romberg y la dinámica mediante la prueba dedonariz en las extremidades superiores y la prueba talón-rodilla en las extremidades inferiores.
O
O
Prueba de Romberg30. Paciente de pie con los talones
juntos y los ojos cerrados. Un sujeto normal apenas se
mueve. El clínico debe situarse cerca del paciente sin
tocarlo para cogerlo si cae. Los pacientes con una afección cerebelosa pierden el equilibrio tanto con los ojos
abiertos como con los ojos cerrados (Àg. 6.107).
Prueba dedo-nariz. Paciente sentado. Se le solicita que,
previa extensión del brazo, toque su nariz con la punta
del dedo índice, con más o menos rapidez. La maniobra
se realizará con ambas extremidades y con los ojos cerrados y abiertos (Àg. 6.108). Una variante de dicha maniobra es que el paciente toque de manera alternativa su
O
30. Moritz Romberg (1795-1873). Clínico alemán.
nariz y el dedo del clínico colocado a aproximadamente
50 cm (Àg. 6.109). El movimiento debe ser seguro y preciso. Las desviaciones laterales y pasarse en el cálculo
de la distancia son anormales.
Prueba talón-rodilla. Paciente en decúbito supino. Se le
solicita que coloque el talón sobre la rodilla de la otra
Capítulo | 6 Exploración
87
Figura 6.108. Prueba dedo-nariz.
Figura 6.110.
Prueba talón-rodilla.
Figura 6.111.
Exploración de la sensibilidad dolorosa.
Figura 6.109. Variante de la prueba dedo-nariz.
extremidad, haciéndolo resbalar hacia abajo, sobre la
cresta tibial. Esta maniobra se realiza con los ojos abiertos y cerrados y en ambas extremidades. El movimiento
ha de ser seguro y exacto. Las desviaciones laterales son
anormales (Àg. 6.110).
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
SENSIBILIDAD
La exploración de la sensibilidad es difícil y requiere una
gran experiencia clínica. Deben valorarse las diferencias
entre ambos hemicuerpos y entre las extremidades superiores e inferiores. No existe un método objetivo para su exploración. InÁuyen la sinceridad, la atención del paciente y su
nivel intelectual.
Deben explorarse los dos tipos de sensibilidad, la superÀcial y la profunda.
La sensibilidad superÀcial comprende la sensibilidad
dolorosa, táctil y térmica.
La sensibilidad dolorosa se explora tocando la piel del
paciente con la punta de la aguja, de forma ligera y suave,
hasta que el enfermo reÀera la aparición de dolor. ¡Sin hacer
correr la sangre! (Àg. 6.111).
La sensibilidad táctil se explora tocando la piel del paciente con la cabeza de la aguja o con un papel (Àg. 6.112)
88
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Figura 6.112. Exploración de la sensibilidad táctil.
Figura 6.113. Exploración de la sensibilidad a la posición o artrocinética.
que se hará recorrer por toda la superÀcie cutánea. Debe
indicar si nota o no el roce.
La sensibilidad térmica se explora con ayuda de dos tubos de ensayo, uno con agua fría y otro con agua caliente (no
tan caliente como para quemar), que se colocan alternativamente sobre la superÀcie cutánea. Como malos sustitutos
pueden utilizarse el metal frío del diapasón o el calor de un
dedo del clínico. Se preguntará al paciente, que estará con
los ojos cerrados, si puede distinguir lo caliente de lo frío.
La sensibilidad profunda comprende las sensibilidades a la
presión, a los pesos, a la posición y la sensibilidad vibratoria.
La sensibilidad a la presión se explora haciendo presionando con un dedo en distintas zonas de las cuatro extremidades.
La sensibilidad a los pesos se explora colocando diversos objetos de distinto peso en ambas manos.
Figura 6.114. Prominencias óseas para explorar la sensibilidad vibratoria o palestesia.
La sensibilidad a la posición, llamada también artrocinética, se explora moviendo un dedo de la mano y del pie,
arriba y abajo. El paciente, con los ojos cerrados, informa al
clínico sobre en qué dirección se sitúa el dedo (Àg. 6.113).
La sensibilidad vibratoria o palestesia31 se explora con
la ayuda de un diapasón de 128 Hz; después de hacerlo vibrar se coloca encima de varias prominencias óseas (Àg.
6.114). En circunstancias normales, el paciente percibe la
vibración a modo de cosquilleo (Àg. 6.115).
31. Palestesia (del griego, pallein, sacudir).
Capítulo | 6 Exploración
89
Tabla 6.8. Curso de la exploración reumatológica
Peso y talla
Enfermo de pie
De frente: actitud, constitución, estado de nutrición y pies
De espaldas: deformidades esqueléticas. Columna lumbar
Enfermo sentado
Maniobras vertebrales y radiculares
Articulaciones témporo-maxilares
Columna cervical
Columna dorsal: rotaciones y compresiones torácicas.
Expansión torácica
Aparato respiratorio
Puño-percusión renal
Hombros
Codos
Muñecas
Articulaciones metacarpofalángicas
Articulaciones interfalángicas proximales
Articulaciones interfalángicas distales
Figura 6.115. Exploración de la sensibilidad vibratoria o palestesia.
Tabla 6.7. Exploración neurológica
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Pares craneales
Nervio olfatorio
Nervio óptico
Nervio motor ocular común y motor ocular externo
Nervio trigémino
Nervio facial
Nervio auditivo
Nervios glosofaríngeo y vago
Nervio espinal
Nervio hipogloso
Motilidad
Estática: tono muscular
Cinética
Reflejos
Profundos (osteoperiósticos): bicipital, tricipital,
estilorradial, rotuliano y aquíleo
Superficiales (cutáneos): corneal, cutáneo-abdominales
y cutáneo-plantar
Fuerza muscular: extremidades superiores e inferiores
Coordinación
Estática: prueba de Romberg
Dinámica
Extremidades superiores (dedo-nariz)
Extremidades inferiores (talón-rodilla)
Sensibilidad
Superficial: térmica, dolorosa y táctil
Profunda: presión, pesos, posición y vibratoria
Enfermo en decúbito supino
Maniobras vertebrales y radiculares (plano anterior)
Caderas (plano anterior)
Articulaciones sacroilíacas (plano anterior)
Rodillas
Tobillos
Articulaciones subastragalinas
Articulaciones mediotarsianas
Articulaciones metatarsofalángicas e interfalángicas
Abdomen
Aparato circulatorio central (auscultación cardíaca)
y periférico (pulsos)
Mamas
Enfermo en decúbito prono
Maniobras vertebrales y radiculares (plano posterior)
Caderas (plano posterior)
Articulaciones sacroilíacas (plano posterior)
Palpación de las apófisis espinosas
Toma de la presión arterial
Exploración neurológica (si procede)
En la tabla 6.7 se expone la exploración neurológica y
en la tabla 6.8, el curso de la exploración reumatológica.
Es perfectamente comprensible que cada clínico encuentre su propio método de exploración física, adaptado a
sus circunstancias, pero lo importante es que no renuncie
jamás a esta imprescindible fuente de información de cara
al proceso diagnóstico.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Epstein O, Perkin GD, De Bono DP, Cookson J. Clinical examination (1.a
ed.). London: Mosby, 1992.
Hoppenfeld S. Physical examination of the spine and extremites (1.a ed.).
Norwalk (Connecticut): Appleton-Century-Crofts, 1976.
90
Jiménez-Díaz C. El médico explorando a su enfermo (1.a ed.). Madrid:
Paz-Montalvo, 1972.
Polley HF, Hunder GG. Physical examination of the joints (2.a ed.). Philadelphia: .WB Saunders Company, 1978.
Rotés J, Lience, E, Roig D. Semiología de los reumatismos (1.a ed.). Barcelona: Espaxs, 1965.
Rozman C. Semiología y métodos de exploración en Medicina (1.a ed.).
Barcelona: Salvat, 1986.
Russe OA, Gerhardt JJ. International SFTR Method of measuring and recording joint motion (1.a ed.). Bern: Hans Huber Publishers, 1975.
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Surós J. Semiología médica y técnica exploratoria (5.a ed.). Barcelona: Salvat, 1972.
Testut L, Latarjet A. Anatomía humana. Tomo I. Barcelona: Salvat, 1975.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Díez JL, Cienfuegos M, Suárez E. Ruidos adventicios respiratorios: factores de confusión. Med Clin (Barc) 1997;109:632-4.
Duró JC. Exploración del miembro superior. Jano. Medicina y Humanidades 1984;601:41-52.
Capítulo 7
Laboratorio
Laboratorio
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Velocidad de sedimentación globular
Proteína C reactiva
Ácido úrico
Antiestreptolisinas
Factores reumatoides
Anticuerpos antipéptidos citrulinados cíclicos (anti-PCC)
Crioglobulinas
Sistema del complemento
Anticuerpos antinucleares
Anticuerpos anti-ADN
Anticuerpos anti-Smith y antirribonucleoproteína
Anticuerpos anti-Ro (SS-A) y anti-La (SS-B)
Anticuerpos antifosfolípido
Anticuerpos anticentrómero
Anticuerpos anti-Scl-70 (topoisomerasa)
Anticuerpos anticitoplasma del neutrófilo
Anticuerpos anti-Jo-1
Sistema HLA (Human Leukocyte Antigen)
– Antígenos de clase I
– Antígenos de clase II
Líquido articular
Biopsia sinovial
Dos premisas deben presidir la solicitud de pruebas de laboratorio en los enfermos reumáticos: a) las pruebas de laboratorio deben estar siempre supeditadas a una cuidadosa
anamnesis y a una minuciosa exploración física; sin ellas la
práctica clínica se convierte en una búsqueda del diagnóstico al azar, «en perdigonada», como aÀrma el Prof. Roz© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
man32, y b) sólo deben solicitarse aquellas pruebas que de
antemano sabemos que serán de utilidad para conÀrmar o
desechar el diagnóstico, por razones económicas y, obviamente, por interés del enfermo.
Los exámenes de laboratorio aportan en ocasiones una
mayor precisión diagnóstica y pronóstica y una vez establecido el diagnóstico son útiles para la evolución, el pronóstico y la monitorización el proceso. En la tabla 7.1 se exponen las funciones del laboratorio.
VELOCIDAD DE SEDIMENTACIÓN
GLOBULAR
La velocidad de sedimentación globular (VSG) es una técnica simple, rápida y económica de realizar. Después del hemograma es la prueba más solicitada por los clínicos. La prueba
mide la distancia en la que los hematíes, por inÁuencia de la
gravedad, caen después de permanecer una hora en una pipeta vertical de sangre total antocoagulada. La presencia de una
VSG normal es útil para descartar procesos inÁamatorios activos y constituye una medida no especíÀca de la existencia
de inÁamación. Se utiliza también para seguir la actividad de
un proceso inÁamatorio o la respuesta al tratamiento.
La VSG es la cenicienta de las técnicas de laboratorio, y
por ser tan antigua y simple algunos colegas la desprecian
en aras de la proteína C reactiva (PCR) sin considerar sus
utilidades reales.
El valor normal de la VSG en los hombres de menos de
50 años se encuentra comprendido entre 1 y 15 mm/h y en
32. Ciril Rozman. Catedrático emérito de Medicina. Universidad de Barcelona.
91
92
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Tabla 7.1. Función del laboratorio
Hipótesis diagnóstica
basada en la historia
clínica y la exploración
física
Diagnóstico establecido
basado en la historia clínica,
exploración física y pruebas
de laboratorio
o
y/o
Laboratorio
Diagnóstico establecido
Evolución y pronóstico
Mayor precisión diagnóstica
y pronóstica.
Monitorización
los de más de 50 años entre 1 y 20 mm/h. En las mujeres, los
valores de referencia se sitúan entre 1 y 20 mm/h. La edad
afecta a la VSG, aumenta 1 mm cada 5 años. Un sistema
práctico para detectar un posible proceso patológico en
adultos es dividir por dos la edad en el hombre y la edad
más 10 dividido por dos en la mujer (tabla 7.2).
La existencia de una VSG superior a 100 mm/h se asocia
con infecciones (endocarditis, abscesos, osteomielitis, tuberculosis, entre otras), polimialgia reumática, vasculitis sistémicas y con aumentos de las proteínas plasmáticas (linfomas,
mieloma, macroglobulinemia de Waldenström, etc.).
Alteraciones cuantitativas (policitemia) y cualitativas
(anisocitosis, poiquilocitosis, esferocitosis, etc.) de los hematíes interÀeren en su capacidad de agregación y pueden
producir una VSG falsamente disminuida.
Enfermedades autoinmunes sistémicas, neoplasias e infecciones pueden causar elevaciones de la VSG moderadas
(30-50 mm/h).
La VSG está falsamente aumentada en casos de anemia
o en presencia de incrementos de la concentración de anticoagulantes. Es característico su aumento en los últimos
meses del embarazo y ocasionalmente en mujeres que toman anticonceptivos.
PROTEÍNA C REACTIVA
Esta proteína debe su nombre a la capacidad de precipitar
el polisacárido somático C del neumococo en presencia de
iones calcio.
Su estructura es de cinco polipéptidos no glucosilados,
formando un pentágono simétrico. En el hombre existe
otra proteína plasmática con idéntica estructura, es el componente P de la amiloidosis. Debido a su estructura molecular idéntica, ambas proteínas son conocidas como pentaxinas.
Su capacidad para unirse a los fosfolípidos de las membranas de células lesionadas indica que posee una importante función en la reparación tisular. Además, activa el sistema del complemento a través de la vía clásica y estimula a
los macrófagos. Se sintetiza en el hepatocito y es inducida
por citocinas, especialmente por la interleucina-6.
Tabla 7.2. Valores de referencia de la velocidad
de sedimentación glomerular
Adultos < 50 años
Hombres: 1-15 mm/h
Mujeres: 1-10 mm/h
Adultos > 50 años
Hombres: 1-20 mm/h
Mujeres: 1-20 mm/h
Niños
1-15 mm/h
Sistema práctico de detección de patología en adultos
Hombres: edad/2
Mujeres: edad + 10/2
Se detecta en concentraciones mínimas en el suero de
individuos sanos, y aumenta rápidamente tras cualquier
reacción inÁamatoria a las pocas horas de su inicio. Cuando
el proceso inÁamatorio cesa, sus valores también lo hacen
rápidamente. Al igual que la VSG es una prueba totalmente
inespecíÀca. Es conocida su elevación en pacientes lúpicos
con infección intercurrente y su correlación con la presencia
de arteriosclerosis en pacientes con artritis reumatoide.
Su determinación por nefelometría permite una cuantiÀcación adecuada para el diagnóstico o monitorización de un
proceso inÁamatorio. Utilizando esta técnica sus valores
normales oscilan entre 0,02 y 8 mg/l.
A diferencia de la VSG, técnica más económica y asequible, no sufre modiÀcaciones a causa del sexo, la edad, la
forma y tamaño de los hematíes, la concentración de proteínas plasmáticas, etc.
ÁCIDO ÚRICO
Cuando nos referimos a ácido úrico, uricemia o cristales de
ácido úrico, estamos aludiendo, en realidad, al urato monosódico. Éste, presente en el suero y en los tofos gotosos, se
convierte en ácido úrico en medio ácido, hecho que ocurre
sólo en los túbulos renales.
El urato monosódico es el producto Ànal del metabolismo de las purinas. Es eliminado básicamente por el riñón y
en un mínima parte por el tubo digestivo.
Los valores normales de ácido úrico dependen del método de determinación empleado en los diversos laboratorios.
Es esencial solicitar la uricemia siempre en el mismo laboratorio y asegurarse de que éste trabaja cuidadosamente. En
los centros hospitalarios se suele emplear el autoanalizador.
Se consideran normales valores inferiores a 7 mg/dl en el
hombre y de 6 mg/dl en la mujer, por ser mejores excretoras. La presencia de hiperuricemia es un factor de riesgo
para el desarrollo de gota, de tal modo que ante un cuadro
típico de gota el hallazgo de una hiperuricemia y la demos-
Capítulo | 7 Laboratorio
tración de cristales de urato monosódico, prácticamente es
una conÀrmación del diagnóstico. Su determinación se realizará ante toda sospecha clínica de gota y para monitorizar
la respuesta al tratamiento con hipouricemiantes.
La hiperuricemia es frecuente, la presenta aproximadamente un 12% de la población masculina. Es el hallazgo
biológico característico de la gota, aunque sólo un 25% de
hiperuricémicos la desarrollan. No es infrecuente que un
episodio agudo de gota tenga lugar con uricemias normales.
En ocasiones al iniciar el tratamiento con alopurinol o uricosúricos se produce un descenso brusco del ácido úrico
que, en cierto modo, desencadena la artritis gotosa. Por tanto, una uricemia normal no excluye el diagnóstico de gota.
El hallazgo de una hiperuricemia asintomática, no asociada con gota, litiasis renal o insuÀciencia renal, no precisa
tratamiento. En estos individuos debe investigarse la presencia de hipertensión, en especial si es tratada con diuréticos, alcohol, diabetes, hipertrigliceridemia, etc., así como la
función renal. La hiperuricemia puede deberse a múltiples
causas, diuréticos, defectos enzimáticos, hemopatías, tumores, etc.
La uricosuria de 24 horas en personas sanas y en gotosos
hipoexcretores de ácido úrico es inferior a 600 mg/24 horas.
Estos pacientes pueden ser tratados con uricosúricos, siempre que no presenten litiasis renal. Los pacientes con una
excreción renal superior a 600 mg/24 horas deben ser tratados con alopurinol.
La hipouricemia es rara. Suele ser secundaria a una excreción renal aumentada de ácido úrico por trastornos del
túbulo renal, fármacos, neoplasias, etc.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ANTIESTREPTOLISINAS
Las estreptolisinas (ASLO) son hemolisinas producidas por
el estreptococo betahemolítico de los grupos A, C y G que
incluyen a la mayoría de estreptococos patógenos para el
hombre. Entre estas hemolisinas se han reconocido dos tipos: la estreptolisina O, oxigenolábil, y la estreptolisisna S,
oxigenorresistente.
En la especie humana, la estreptolisina O se comporta
como un antígeno capaz de generar anticuerpos denominados antiestreptolisinas. La estreptolisina S no es antigénica
y, por tanto, no genera anticuerpos.
La sencilla titulación de las ASLO unida a la alta sensibilidad (el 85% de pacientes que presentan una infección
estreptocócica desarrollan estos anticuerpos) y especiÀcidad (los falsos positivos son mínimos) ha motivado que esta
determinación se haya generalizado como prueba de infección estreptocócica.
La técnica de detección consiste en impedir la hemólisis
que produciría una unidad de estreptolisina con una serie de
diluciones de suero problema. El grado máximo ofrecerá el
título de ASLO existente en el suero. Las unidades obtenidas expresan únicamente el grado máximo de dilución.
93
Las cifras de ASLO varían según la edad del paciente, la
epidemiología estreptocócica y la enfermedad de base. Por
todo ello se hace indispensable la determinación seriada un
mínimo de tres ocasiones y con intervalos de 15 días.
En la Àebre reumática, las ASLO constituyen únicamente el estigma de la infección estreptocócica previa. En esta
enfermedad se encuentra una tasa de ASLO por encima del
límite considerado como normal (250 U Todd) en el 85% de
enfermos.
El problema radica en identiÀcar erróneamente el concepto de Àebre reumática con ASLO elevadas y con este dato
de laboratorio, único y aislado, diagnosticar una Àebre reumática. El paciente será así sometido innecesariamente a un
tratamiento prolongado con penicilina, que provocará a menudo la incertidumbre de la familia porque el niño presenta
«reuma en la sangre». Así pues, una cifra elevada de ASLO
no signiÀca necesariamente que el paciente tenga Àebre reumática. Un tercio de niños sanos de más de 6 años tienen cifras de ASLO superiores a 200 U Todd. Es, por tanto, un parámetro indicativo de infección estreptocócica previa.
Otro concepto que debe retenerse es que una cifra elevada de ASLO no indica persistencia de la actividad de la enfermedad. Son las manifestaciones clínicas y la normalización de la VSG y la PCR las que permiten considerar que el
enfermo está curado, ya que las ASLO pueden continuar
estando elevadas de 6 meses a un año después de haber cesado el brote.
En las amigdalitis que preceden a la Àebre reumática, las
ASLO se elevan al Ànal de la primera semana a partir del
comienzo de las anginas, alcanzando valores por encima de
lo normal en la segunda semana, de tal modo que cuando
aparecen las manifestaciones clínicas de la Àebre reumática
las cifras de ASLO se encuentran casi siempre elevadas. La
tasa máxima se obtiene, de ordinario, antes de las 6 semanas
del inicio de la infección. La elevación progresiva de las
ASLO apoya siempre el diagnóstico, pero no existe relación
entre un título elevado de ASLO y la gravedad de la Àebre
reumática.
En una amigdalitis, a mayor título de ASLO más posibilidades de presentar Àebre reumática. La curva de ASLO no
se modiÀca con el tratamiento. En la corea las ASLO se
encuentran elevadas al comienzo de la enfermedad, y disminuyen posteriormente en sucesivas determinaciones.
Para el diagnóstico de Àebre reumática es precisa la presencia de ASLO elevadas en determinaciones seriadas, más
dos criterios mayores o dos menores y uno mayor de los
criterios de Jones.
Cuando una amigdalitis o faringitis no va seguida de Àebre reumática, la elevación de las ASLO es menor que en
los casos en los que ocurre, volviendo las tasas a los límites
normales en un tiempo más corto, de menos de 6 meses.
El eritema nudoso, síndrome multicausal, obedece en
ocasiones a una etiología estreptocócica, por lo que es obligado solicitar determinaciones seriadas de ASLO.
94
En ocasiones, el suero de pacientes portadores de hepatopatías crónicas, síndrome nefrótico, dislipemias, leucosis, mieloma, tuberculosis o incluso en sueros hemolizados
o cuando ha habido contaminación bacteriana pueden objetivarse ASLO elevadas. La explicación de la existencia de
ASLO elevadas viene dada por la presencia en el suero
de inhibidores inespecíÀcos de la estreptolisina O.
Las ASLO atraviesan la barrera placentaria, por ello el
título en los recién nacidos es igual al de la madre los primeros 6 meses de vida. A partir de los 6 meses y hasta los 3
años, la tasa de ASLO suele ser inferior a 50 U Todd. De los
3 a los 15 años se va elevando lenta pero progresivamente.
Debido a la alta incidencia y prevalencia de infecciones estreptocócicas a esta edad (el 30% de individuos sanos presentan cifras superiores a 200 U Todd) se admiten como
valores normales cifras de hasta 300 U Todd.
Es curiosa la evidencia diaria de que a pesar de que las
ASLO sólo tienen valor para el diagnóstico de la excepcional Àebre reumática, su petición haya alcanzado una sorprendente popularidad y la encontramos no sólo en los niños con poliartritis febriles, sino también en adultos y en
octogenarios con cualquier tipo de dolor. Si tomáramos
como índice de ignorancia médica las peticiones no razonadas e indiscriminadas de ASLO caeríamos en el mayor de
los pesimismos.
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Actualmente se preÀeren técnicas nefelometría y de
ELISA (enzime linked immunoabsorbent sandwich assay).
Ambas se correlacionan bien con las clásicas pruebas de
aglutinación. La detección del FR por nefelometría (positivo a partir de 30 U/l) es cada vez más frecuente por su automatización y porque proporciona resultados en unidades
internacionales, comparables entre distintos centros. La técnica de ELISA es más sensible, pero es más cara y no está
todavía estandarizada.
Los FR son uno de los criterios para el diagnóstico de la
artritis reumatoide y los presentan el 80% de los pacientes,
pero no son especíÀcos, puesto que su negatividad no descarta la existencia de la enfermedad. Pueden aparecer hasta
2 años después del comienzo de la enfermedad y pueden
desaparecer a lo largo de su evolución.
Pacientes con valores elevados de FR presentan mayor
riesgo de vasculitis, nódulos subcutáneos, artritis erosiva,
menor capacidad funcional y, en deÀnitiva, peor pronóstico.
El FR se detecta en un 5% de adultos sanos, en entre un
3 y un 25% de individuos de más de 75 años y en pacientes
con enfermedades reumáticas distintas a la artritis reumatoide, como el síndrome de Sjögren (50% de casos) o el lupus eritematoso sistémico (30% de casos) (tabla 7.3).
FACTORES REUMATOIDES
Los factores reumatoides (FR) son anticuerpos dirigidos
contra el fragmento Fc de la inmunoglobulina IgG, aunque
el FR detectado habitualmente en la clínica diaria es IgM
pueden detectarse también anticuerpos IgG e IgA. Se sintetizan en la membrana sinovial y su unión a los antígenos
activa el sistema del complemento, lo que favorece la lisis
celular y la fagocitosis de bacterias y parásitos.
El FR IgM es pentavalente, es decir, puede ligarse a 5
antígenos diferentes. Esta cualidad se aprovecha para su detección por la prueba de aglutinación de partículas de látex
recubiertas de IgG humana y por la prueba de Waaler33-Rose34, en la que se emplean hematíes de carnero recubiertos
con IgG de conejo.
Mediante estas pruebas, que solamente detectan el FR
IgM, se consideran positivos títulos superiores a 1/32 con
el método de Waaler-Rose y a 1/64 en la prueba del látex.
El empleo de distintos sustratos en ambas pruebas explica
que los títulos obtenidos mediante la prueba del látex sean
superiores a los obtenidos mediante la prueba de WaalerRose.
La prueba del látex es más sensible, pero menos especíÀca que la prueba de Waaler-Rose.
Tabla 7.3. Enfermedades con factor reumatoide
positivo
33. Eric Waaler (1903-1974). Reumatólogo noruego.
34. Harry M. Rose (1906-1989). Infectólogo nortemericano.
Tomada de Shmerling. Entre paréntesis se expone la frecuencia.
Enfermedades autoinmunes sistémicas
Artritis reumatoide (50-90%)
Lupus eritematoso sistémico (15-35%)
Esclerosis sistémica progresiva (20-30%)
Polimiositis/Dermatomiositis (5-10%)
Enfermedad mixta del tejido conjuntivo (50-60%)
Síndrome de Sjögren (75-95%)
Enfermedades infecciosas
Endocarditis lenta (25-50%)
Tuberculosis (8%)
Sífilis secundaria (13%)
Parasitarias: esquistosomiasis, leishmaniosis, etc. (20-90%)
Lepra lepromatosa (5-55%)
Víricas: hepatitis B y C, rubéola, gripe, etc. (15-65%)
Enfermedades pulmonares
Fibrosis pulmonar (10-50%)
Asbestosis (30%)
Silicosis (30-50%)
Miscelánea
Sarcoidosis (3-30%)
Cirrosis biliar primaria (45-70%)
Neoplasias: colon, leucosis, etc. (5-25%)
Crioglobilinemia (40-100%)
Tras inmunizaciones múltiples (10-15%)
Capítulo | 7 Laboratorio
ANTICUERPOS ANTIPÉPTIDOS
CITRULINADOS CÍCLICOS (ANTI-PCC)
Los anticuerpos antipéptidos citrulinados cíclicos (antiPCC) son anticuerpos contra proteínas citrulinadas detectados mediante técnicas de ELISA en pacientes con artritis
reumatoide.
Las proteínas citrulinadas se llaman así porque contienen citrulina, aminoácido sintetizado a partir de la arginina,
mediante la acción del enzima peptidil arginina deiminasa
(PAD) que transforma un residuo básico de arginina en un
residuo neutro de citrulina. La actividad enzimática de la
PAD está regulada por los estrógenos (¡elevada prevalencia
de artritis reumatoide en la población femenina!). La sensibilidad de la técnica oscila entre el 50 y el 75% en la artritis
reumatoide, con una especiÀcidad de alrededor del 97%.
La positividad de los anti-PCC conlleva que el paciente
tenga una probabilidad del 83% de presentar una artritis
reumatoide. Su negatividad implica una probabilidad del
79% de no tener la enfermedad. Su presencia se correlaciona, además, con el epítopo compartido, secuencia de aminoácidos idénticos presentes en el antígeno HLA-DR4 (v.
«Etiopatogenia de la artritis reumatoide»).
La presencia de anti-PCC permite realizar un diagnóstico especíÀco de artritis reumatoide en aquellos pacientes
con poliartritis recientes, lo cual implica que pueda iniciarse
un tratamiento rápido para evitar futuras complicaciones
durante el desarrollo de la enfermedad. Además, podrían
señalar a un grupo de pacientes con peor pronóstico y mayor probabilidad de progresión radiológica.
La importancia diagnóstica de estos anticuerpos justiÀca que muchos autores propongan su inclusión como criterio diagnóstico de artritis reumatoide en la clasiÀcación del
ACR. Su determinación debería formar parte de cualquier
laboratorio especializado.
En la tabla 7.4 se exponen la sensibilidad y la especiÀcidad de los anti-PCC y en la tabla 7.5, su frecuencia en controles y en otras enfermedades distintas de la artritis reumatoide.
95
trado a 4 °C. Si existen crioglobulinas aparece un precipitado que debe ser leído diariamente durante 7 días. Este crioprecipitado se redisuelve si se expone de nuevo a 37 °C.
Pueden producirse falsos negativos si el suero del paciente
no es procesado correctamente, y b) análisis inmunoelectroforético del crioprecipitado para determinar el tipo de inmunoglobulina y si es de carácter monoclonal o no lo es.
Clásicamente, y en función del tipo de inmunoglobulina
del crioprecipitado, se clasiÀcan en crioglobulinemia única
o tipo I y crioglobulinemia mixta, que engloba los tipos II y
III. El componente IgM de las crioglobulinas mixtas (de
origen monoclonal en el tipo II y policlonal en el tipo III)
posee actividad como FR. En la tabla 7.6 se detallan la clasiÀcación y las características de las crioglobulinemias.
Las crioglobulinas están presentes en enfermedades infecciosas (endocarditis, tuberculosis, brucelosis, síÀlis, mononucleosis, lepra, entre otras), hepáticas (cirrosis, hepatoma), hematológicas (mieloma, linfoma, enfermedad de
Waldenström, etc.) y autoinmunes (artritis reumatoide, lupus, síndrome de Sjögren, esclerodermia, entre otras).
La presencia de crioglobulinemia en pacientes con síndrome de Sjögren primario se asocia con una mayor probabilidad de desarrollar síndromes mieloproliferativos.
A pesar del descubrimiento del virus de la hepatitis C,
principal agente etiológico de la crioglobulinemia mixta,
todavía existen alrededor de un 10% de pacientes con crioglobulinemia mixta en quienes no se encuentra una causa
conocida, por lo que aún resulta adecuado emplear el término «esencial» en estos pacientes.
Tabla 7.4. Sensibilidad y especificidad
de los anticuerpos antipéptidos citrulinados cíclicos
en la artritis reumatoide
Artritis reumatoide
Sensibilidad
Especificidad
Diagnosticada
70-80%
95-98%
De menos de 6 meses
45-65%
95-98%
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CRIOGLOBULINAS
Las crioglobulinas son inmunoglobulinas que precipitan de
manera reversible a temperaturas inferiores a 37 °C y cuya
presencia en la sangre, crioglobulinemia, no siempre se asocia a la presencia de síntomas. Se utiliza la expresión «síndrome crioglobulinémico» cuando los pacientes con crioglobulinemia presentan manifestaciones clínicas, habitualmente
una vasculitis sistémica que implica a vasos de mediano y
pequeño calibre de la piel, riñón y sistema nervioso. La sintomatología clínica varía en función del tipo de crioglobulina y del volumen del crioprecipitado.
El estudio de una crioglobulinemia comprende dos etapas: a) observación del crioprecipitado. El suero problema
se centrífuga a 37 °C y se somete en un tubo cónico milime-
Tabla 7.5. Frecuencia de los anticuerpos antipéptidos
citrulinados cíclicos en la artritis reumatoide
Entidad
Frecuencia (%)
Controles sanos
< 1%
Infecciones
1%
Artritis psoriásica
8-10%
Artritis juvenil
2-13%
Otras conectivopatías
5-7%
96
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
SISTEMA DEL COMPLEMENTO
El sistema del complemento es una familia de más de 30
proteínas plasmáticas sintetizadas en su mayoría por los hepatocitos que se activan de forma escalonada y que pertenecen al grupo de las betaglobulinas. Su cantidad total oscila
alrededor de 3 g/l y constituyen el 15% del total de las globulinas. Participan activamente en la inÁamación, tienen
efectos bactericidas y regulan el daño tisular inducido por
inmunocomplejos.
Se conocen tres vías de activación del complemento, denominadas: a) vía clásica, que se activa en presencia de complejos antígeno-anticuerpo; b) vía alternativa, que se activa
por la presencia de ciertos componentes de la membrana celular de diversos microorganismos, y c) vía de las lecitinas,
que se activa por la unión de la lecitina a azúcares presentes
en la superÀcie de microorganismos.
Los valores de complemento pueden estudiarse en el
plasma mediante inmunodifusión radial, para determinar los
valores de C3 (0,86-1,84 g/l) y C4 (0,20-0,58 g/l) y mediante
métodos biológicos para determinar el CH50 (63-145 U/ml).
La solicitud de las concentraciones plasmáticas de complemento es obligada ante la sospecha de angioedema hereditario, enfermedad por inmunocomplejos, afectación renal
en el LES o como seguimiento de la actividad clínica de
esta última enfermedad.
Todas las enfermedades inÁamatorias cursan con elevación del complemento, dato totalmente inespecíÀco. La hipocomplementemia es también inespecíÀca, sólo indica enfermedad por depósito de inmunocomplejos.
ANTICUERPOS ANTINUCLEARES
Los anticuerpos antinucleares (AAN) son anticuerpos circulantes contra antígenos nucleares presentes en diversas
enfermedades autoinmunes sistémicas y en un 10% de individuos sanos, aunque esta frecuencia aumenta con la edad.
El 18% de las personas mayores de 60 años pueden presentar títulos bajos sin que ello tenga ningún signiÀcado clínico. Los anticuerpos antinucleares (AAN) positivos en la
infancia orientan hacia una dermatomiositis/polimiositis;
en mujeres entre 20-40 años hacia el LES y en mujeres entre
40-60 años, hacia el síndrome de Sjögren o la esclerodermia. En la tabla 7.7 se expone la sensibilidad de los AAN en
diversas enfermedades.
Su detección mediante inmunoÁuorescencia indirecta,
técnica sencilla, sensible, reproducible, pero de escasa especiÀcidad, identiÀca cuatro patrones:
O
O
O
O
Homogéneo. Produce una tinción uniforme y difusa de
todos los núcleos. Es el patrón más común.
Periférico. Es similar al patrón homogéneo, pero con
una tinción más intensa en la zona externa de los núcleos.
Moteado. Se caracteriza por la aparición de motas que
aparecen con los anticuerpos anti-Smith (anti-Sm), antirribonucleoproteína (anti-RNP), Ro (SS-A) y La (SS-B).
Todos ellos denominados anticuerpos anti-ENA (extractable nuclear antigen). Son útiles ante la sospecha clínica
de LES (anti-Sm), subtipos de éste (anti-Sm, anti-RNP),
lupus neonatal: Ro (SS-A) o síndrome de Sjögren: Ro
(SS-A) y La (SS-B).
Nucleolar. Produce una tinción de varios gránulos correspondientes a los nucleólos. Se detecta en pacientes
con esclerodermia o en síndromes de solapamiento (Àg.
7.1).
Los AAN son útiles ante la sospecha clínica de enfermedad autoinmune sistémica, especialmente lupues eritematoso sistémico, LES inducido por fármacos, síndrome de Sjö-
Tabla 7.6. Clasificación y características de las crioglobulinemias
Crioglobulinemia
Tipo I
Tipo II
Composición de la inmunoglobulina
Única: IgG o IgM
Mixta: IgG e IgM
Etiología
Enfermedades hematológicas
Infección por el virus de la hepatitis C
Patogenia
Hiperviscosidad
Depósitos de IC y C
Patología
Inespecífica
Vasculitis leucocitoclástica
Glomerulonefritis
Clínica
Cutánea, neurológica y síndromes
de hiperviscosidad
Cutánea, neurológica, reumatológica,
renal y hepática
Actividad FR
No
Sí
Cantidad
1-5 g/dl
0,5-0,005 g/dl
IC: inmunocomplejos circulantes; C: complemento; FR: factor reumatoide.
Capítulo | 7 Laboratorio
97
gren o enfermedad mixta del tejido conjuntivo. Un dato que
debe tenerse en cuenta es que el 85% de pacientes con AAN
positivos no presentan LES. Los diferentes patrones no se
correlacionan con la actividad clínica y su sensibilidad y su
especiÀcidad son bajas.
La presencia de títulos altos de AAN (> 1:80) justiÀca la
solicitud de los anticuerpos anti-ADN y los anticuerpos
anti-ENA. Su positividad no es diagnóstica, pero obliga al
clínico a realizar un control semestral del paciente. La pre-
sencia de títulos bajos de AAN (> 1:80) sin síntomas, justiÀca un control anual.
Los pacientes con AAN negativos es altamente improbable que presenten LES, síndrome de Sjögren, esclerodermia o enfermedad mixta del tejido conjuntivo.
En la tabla 7.7 se detalla la sensibilidad de los AAN en
distintas enfermedades.
ANTICUERPOS ANTI-ADN
Son inmunoglobulinas capaces de reaccionar contra el ADN
celular, de los que se han descrito cuatro tipos distintos:
1. Anticuerpos contra el ADN de cadena simple (ADN-ss).
2. Anticuerpos contra el ADN de cadena doble (ADN-ds).
3. Anticuepos contra el ADN simple y doble (anti-ADN
nativo).
4. Anticuerpos contra el ADN-Z.
Membrana celular
Núcleo
Patrón homogéneo (difuso)
Patrón de contorno
(periférico)
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Patrón moteado
Patrón nucleolar
Figura 7.1. Patrones de los anticuerpos antinucleares.
La frecuencia del anti-ADN nativo en el LES es del 8095% y del 15-20% en el LES inactivo. Su sensibilidad es
del 70% y su especiÀcidad del 95%. Se detectan mediante
inmunoÁuorescencia.
Los valores de anti-ADN nativo se correlacionan con el
grado de actividad clínica e implican mayor afectación re-
Tabla 7.7. Sensibilidad de los anticuerpos
antinucleares en diversas enfermedades
Enfermedades reumáticas autoinmunes sistémicas
Artritis reumatoide: 52%
Vasculitis reumatoide: 30-50%
Lupus eritematoso sistémico: 95-100%
Lupus inducido por fármacos (procainamida, hidralacina):
100%
Lupus discoide: 15%
Esclerodermia: 60-80%
Polimiositis/Dermatomiositis: 61%
Enfermedad mixta del tejido conjuntivo: 100%
Síndrome de Sjögren: 40-70%
Artritis crónica juvenil (forma oligoarticular): 71%
Enfermedades autoinmunes sistémicas no reumáticas
Tiroiditis de Hashimoto: 46%
Enfermedad de Graves: 50%
Hepatitis autoinmune: 100%
Colangitis primaria autoinmune: 100%
Hipertensión pulmonar primaria: 40%
Otras
Endocarditis bacteriana subaguda
Mononucleosis infecciosa
Tuberculosis
Síndromes mieloproliferativos
Familiares de primer grado de pacientes afectados
por cualquier enfermedad autoinmune
Adultos sanos ancianos
98
nal y del sistema nervioso central. Su presencia es indicativa de gravedad clínica y es predictiva de episodios de exacerbación del LES.
Los pacientes con artritis reumatoide que siguen tratamientos biológicos pueden presentar AAN y anti-ADN positivos.
ANTICUERPOS ANTI-SMITH
Y ANTIRRIBONUCLEOPROTEÍNA
Habitualmente se detectan por inmunoanálisis. Los anticuerpos anti-Smith (anti-Sm) se encuentran entre un 10 y un 40%
de los pacientes con LES y muy raramente en otras enfermedades. Su determinación es particularmente útil cuando no
se detectan anticuerpos anti-ADN. Dada su baja sensibilidad, su negatividad no excluye el diagnóstico de LES.
Los anticuerpos antirribonucleoproteína (anti-RNP) se
encuentran entre el 40 y el 60% de pacientes con LES, pero
no son especíÀcos de esta enfermedad, sí en cambio de la
enfermedad mixta del tejido conjuntivo. Pueden detectarse
títulos bajos de anti-RNP en la artritis reumatoide y en la
esclerodermia.
Ninguno de los dos se correlaciona con la actividad clínica.
ANTICUERPOS ANTI-Ro (SS-A)
Y ANTI-La (SS-B)
Se detectan habitualmente por inmunoanálisis. Los anticuerpos anti-Ro (SS-A) y anti-La (SS-B) se detectan en una
alta frecuencia en pacientes con síndrome de Sjögren, LES
(40-50% de casos) y en adultos sanos (0,1-0,5% de casos).
Los anticuerpos anti-Ro (SS-A) se encuentran aproximadamente en el 50% de pacientes con LES. Se asocian con
fotosensibilidad, lupus cutáneo subagudo, vasculitis cutánea (púrpura palpable), Àbrosis pulmonar intersticial, lupus
neonatal y bloqueo cardíaco congénito.
Los anticuerpos anti-Ro (SS-A) se encuentran en aproximadamente el 75% de los pacientes con síndrome de Sjögren.
La presencia de valores altos se asocia con citopenias, hipergammaglobulinemia, crioglobulinemia, factor reumatoide y
manifestaciones extraglandulares, como adenopatías, miositis, afectación neurológica, púrpura y vasculitis. Están presentes entre un 10 y un 15% en los pacientes con síndrome de
Sjögren asociado con artritis reumatoide.
Los anticuerpos anti-La (SS-B) se relacionan con una
mayor afectación articular y cutánea, así como con la presencia de parotidomegalia, fenómeno de Raynaud y alteraciones tiroideas. Están presentes en el 10-20% de pacientes
afectados de LES.
Los anticuerpos anti-La (SS-B) se asocian casi siempre a la
presencia de anticuerpos anti-Ro (SS-A), pero no al contrario.
Las indicaciones para solicitar los anticuerpos anti-Ro
(SS-A) y anti-La (SS-B) son las siguientes: a) mujer emba-
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
razada diagnosticada de LES o mujer con dicha enfermedad
que desea tener hijos; b) mujer con hijos con bloqueo cardíaco congénito o miocarditis; c) pacientes con historia de
fotosensibilidad cutánea; d) pacientes con sospecha clínica
de LES y con AAN negativos, y e) pacientes con xeroftalmia, xerostomía e hipertroÀa parotídea.
En la tabla 7.8 se exponen la sensibilidad y la especiÀcidad de los distintos AAN.
ANTICUERPOS ANTIFOSFOLÍPIDO
Los anticuerpos antifosfolípido (AAF) son inmunoglobulinas dirigidas contra complejos fosfolípidos-proteína. Se determinan mediante: a) ELISA, utilizando como antígeno un
fosfolípido, la cardiolipina, que objetiva anticuerpos anticardiolipina (isotipos IgG e IgM); b) técnicas coagulométricas como tiempo de cefalina, tiempo de tromboplastina y
tiempo del veneno de víbora, que objetiva el anticoagulante
lúpico. Debe realizarse siempre su determinación antes de
iniciar el tratamiento anticoagulante y c) ELISA, que determina la presencia de anticuerpos anti-beta-2-glicoproteína.
Su positividad incrementa el riesgo de trombosis.
El síndrome antifosfolípido aparece en un 25% de los
pacientes con LES y en otras enfermedades autoinmunes
sistémicas y en pacientes que no cumplen los criterios diagnósticos de dichas enfermedades, es el denominado síndrome antifosfolípido primario.
ANTICUERPOS ANTICENTRÓMERO
Los pacientes afectados de esclerodermia presentan tres tipos de anticuerpos: AAN, anticuerpos anti-Scl 70 en la forma difusa y anticuerpos anticentrómero (AAC) en la forma
localizada (síndrome CREST). Estos dos últimos son mutuamente excluyentes.
Los AAC son anticuerpos dirigidos contra distintas proteínas del centrómero, expresión utilizada para describir el
punto de unión del cromosoma durante la mitosis. Se detectan mediante inmunoÁuorescencia indirecta, aunque también pueden detectarse por ELISA. Esta última técnica es
más sensible, pero menos especíÀca. Los AAC son extremadamente especíÀcos. Su presencia está prácticamente limitada a pacientes con síndrome CREST y a pacientes con fenómeno de Raynaud. Cuantas más manifestaciones clínicas
presenta el paciente con síndrome CREST, mayor es la probabilidad de encontrar AAC en su suero. Persisten durante
largo tiempo y pueden preceder al desarrollo del síndrome
CREST. La manifestación clínica que más se correlaciona
con la presencia de AAC es el fenómeno de Raynaud.
La detección de AAC es de utilidad clínica para: a) establecer el pronóstico en un paciente con esclerodermia, ya
que su presencia indicará una afectación limitada y, por tanto, de mejor pronóstico, y b) para diferenciar a pacientes
con fenómeno de Raynaud primario o secundario.
Capítulo | 7 Laboratorio
99
Tabla 7.8. Sensibilidad y especificidad de los distintos anticuerpos antinucleares
ADN-ds
ADN-ss
Sm
RNP
Ro
La
70%
95%
80%
25-30%
Moderada
45%
99%
40
87-94%
15%
LES inducido
Sensibilidad
Especificidad
1-5%
80%
50%
1%
Baja
Baja
Artritis reumatoide
Sensibilidad
Especificidad
1%
Moderada
Moderada
1%
47%
Baja
Baja
ESP
Sensibilidad
Especificidad
< 1%
< 1%
20%
PM/DM
Sensibilidad
Especificidad
< 1%
Síndrome de Sjögren
Sensibilidad
Especificidad
1,5%
LES
Sensibilidad
Especificidad
Baja
< 1%
Baja
Baja
Moderada
Moderada
1-5%
5-60%
8-70%
87%
14-60%
94%
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Sensibilidad: probabilidad de presentar una prueba positiva estando enfermo; especificidad: probabilidad de presentar una prueba negativa estando sano;
ADN-ds: ADN desnaturalizado (cadena única o monocatenario); ADN-ss: ADNA nativo (cadena doble o bicatenario); LES: lupus eritematoso sistémico;
ESP: espondiloartritis; PM/DM: polimiositis/dermatomiositis.
ANTICUERPOS ANTI-Scl 70
(TOPOISOMERASA)
inmunoÁuorescencia indirecta permite observar dos patrones:
Los anticuerpos anti-Scl 70 o antitopoisomerasa van dirigidos contra la topoisomerasa I, una enzima que relaja el enrollamiento helicoidal durante la replicación del ADN. Los
anticuerpos anti-Scl 70 aparecen en entre un 15 y un 20% de
pacientes con esclerodermia y se suelen determinar por inmunodifusión, aunque el método más sensible es el ELISA
y se consideran marcadores de la esclerosis sistémica progresiva, dada su baja prevalencia en otras enfermedades
autoinmunes sistémicas. Su detección en pacientes con fenómeno de Raynaud primario puede predecir el desarrollo
posterior de una esclerosis sistémica progresiva. Es más frecuente en pacientes con afectación cutánea difusa, Àbrosis
pulmonar y afectación cardíaca. Junto con los AAC constituyen un dato de laboratorio válido para subclasiÀcar la esclerodermia en limitada o difusa. La presencia de anticuerpos anti-Scl 70 excluye la presencia de AAC.
1. ANCA citoplasmáticos (ANCAc), que consiste en una
Áuorescencia Àna y brillante en el citoplasma celular.
2. ANCA perinucleares (ANCAp) que se caracterizan por
una tinción alrededor del núcleo.
ANTICUERPOS ANTICITOPLASMA
DEL NEUTRÓFILO
Los anticuerpos anticitoplasma de neutróÀlo (ANCA) son
anticuerpos IgG dirigidos contra antígenos situados en los
gránulos azuróÀlos de los neutróÀlos. Su determinación por
Los ANCA citoplasmáticos se asocian en un 90% de los
casos con la granulomatosis de Wegener. En esta enfermedad la positividad de estos anticuerpos se correlaciona con
la actividad clínica. Su aumento puede preceder a un brote
clínico en un período de tiempo de unos 60 días, lo que
permite instaurar un tratamiento inmunosupresor en pacientes asintomáticos.
Los ANCA perinucleares se asocian con las glomerulonefritis necrosantes idiopáticas rápidamente progresivas
(45-70% de casos) y con la poliangeitis microscópica (5080% de casos).
Además de su utilidad para el diagnóstico, estos anticuerpos estarían implicados en la etiopatogenia de estas entidades. Cuando acontece un fenómeno inÁamatorio, los
leucocitos polimorfonucleares estimulados por productos
bacterianos o diferentes citocinas se transforman en leucocitos polimorfonucleares activados. Como resultado de esta
activación se produce una liberación extracelular de enzi-
100
mas lisosómicas, entre las que destacan la proteinasa 3 y la
mieloperoxidasa que rápidamente se desplazan a la membrana celular, donde son reconocidas y Àjadas por los
ANCA. El 90% de los sueros que contienen ANCAc reconocen a la proteinasa 3 y el 70% de los sueros que contienen
ANCAp reconocen a la mieloperoxidasa.
Deben solicitarse en toda sospecha clínica de vasculitis
sistémica, para su posterior seguimiento y en todo paciente
en estado crítico con insuÀciencia renal aguda, hemorragia
alveolar masiva o mononeuritis múltiple.
ANTICUERPOS ANTI-Jo-1
En alrededor del 30% de casos de polimiositis existe afectación pulmonar, desde neumonía intersticial y Àbrosis
pulmonar hasta bronquiolitis obliterante y lesión alveolar difusa. Este subgrupo que asocia miositis, en ocasiones subclínica, oligoartritis seronegativa no erosiva, fenómeno de Raynaud y «manos de mecánico» (presencia de hiperqueratosis
en la cara palmar y lateral de los dedos que ocasionan rugosidades y Àsuraciones irregulares de aspecto sucio) se presenta
en mujeres de mediana edad y se conoce con el nombre de
síndrome antisintetasa, ya que en el suero de estos pacientes
se detecta el anticuerpo antisintetasa, anti-Jo-1.
Existe una correlación entre la presencia de estos anticuerpos y la miopatía inÁamatoria idiopática.
En la dermatomiositis asociada con la neoplasia y la
miositis por cuerpos de inclusión no se detectan. El clínico
debería solicitarlos siempre ante toda Àbrosis pulmonar.
La «estrella de David»35 puede ser útil para resumir los
AAN más utilizados en la clínica (Àg. 7.2).
SISTEMA HLA (HUMAN LEUKOCYTE
ANTIGEN)
Con el Àn de ser reconocidas, las células de nuestro organismo poseen en su membrana unas glucoproteínas, especíÀcas para cada individuo, codiÀcadas por genes localizados
en el brazo corto del cromosoma 6 y que constituyen el denominado sistema mayor de histocompatibilidad o HLA
(Human Leukocyte Antigen) pues se detectaron por vez primera en la superÀcie de los leucocitos.
Hasta la fecha se han reconocido seis locus (lugares que
ocupan los genes en los cromosomas) que codiÀcan dos
grupos de antígenos:
ANTÍGENOS DE CLASE I
Son el HLA-A, HLA-B y HLA-C. Formados por dos cadenas polipeptídeas unidas por enlaces no covalentes, una ca-
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
LES
(DNA/Sm)
EMTC
(RNP)
Sjögren
(Ro/La)
Anticuerpos
antinucleares
(AAN)
PM/DM
(Jo – 1)
Síndrome
antifosfolípido
(AAC, AL,
Anti beta 2 glicoproteína)
Esclerodermia
(Sistémica (Scl – 70)
Localizada (centrómero)
Figura 7.2. Anticuerpos antinucleares más utilizados en la clínica.
EMTC: enfermedad mixta de tejido conjuntivo.
dena pesada, denominada alfa donde reside el polimorÀsmo
y una cadena ligera, de estructura idéntica a la beta-2-microglobulina. Están presentes en la membrana celular de
todas las células del organismo y en las plaquetas.
ANTÍGENOS DE CLASE II
Son el HLA-DP, HLA-DQ y HLA-DR. Formados también por
dos cadenas polipeptídeas, unidas por enlaces no covalentes,
una cadena pesada y una ligera, donde reside el polimorÀsmo.
Están presentes en los linfocitos B, monocitos y macrófagos.
Los antígenos endógenos, sintetizados en la célula, se
unen a moléculas HLA de clase I y los antígenos exógenos,
captados por la célula, se unen a moléculas HLA de clase II.
La función principal del sistema HLA es presentar antígenos al linfocito T. Los linfocitos T (CD8) reconocen antígenos unidos a moléculas de clase I y los linfocitos T (CD4)
reconocen antígenos unidos a moléculas de clase II.
La interacción entre el sistema HLA y el linfocito T es
un acontecimiento crítico para la iniciación de la respuesta
inmunológica. Cuando el sistema inmunológico fracasa en
la distinción entre lo propio y lo extraño, la respuesta inmulológica se dirige a constituyentes del propio individuo, originando las enfermedades autoinmunes sistémicas.
La tipiÀcación del HLA es útil para: a) el estudio de su
asociación con enfermedades, HLA-B27 con espondiloartritis, especialmente con la espondiloartritis anquilosante;
b) ante una oligopoliartritis periférica asimétrica seronegativa; c) en pacientes con uveítis de repetición; d) en trasplante
de órganos, y e) en la investigación de la paternidad.
LÍQUIDO ARTICULAR
35. David (h.1010-h.970). Rey de Israel. Poeta y profeta. Sus salmos son
de gran belleza.
El examen del líquido articular es una exploración complementaria decisiva para el diagnóstico en reumatología,
Capítulo | 7 Laboratorio
101
al igual que el análisis de un derrame pleural en un paciente con una enfermedad pleuropulmonar o el análisis de un
líquido ascítico en un paciente con una enfermedad hepática.
Un enfermo reumático con un derrame articular no está
correctamente explorado si no se ha procedido al análisis de
su líquido articular.
El análisis del líquido articular permite: a) distinguir si
un líquido es o no inÁamatorio y su grado de inÁamación;
b) la demostración de cristales de urato o de pirofosfato,
no sólo en los episodios de artritis aguda, sino también en
los períodos intercríticos, y c) el examen bacteriológico,
obligado ante toda sospecha de artritis infecciosa. En la
tabla 7.9 se exponen los distintos tipos de líquido sinovial.
La artrocentesis es una técnica simple y sólo requiere
unos conocimientos anatómicos básicos. Su aprendizaje debería exigirse en la formación básica de todo internista general y de los médicos de familia.
El líquido sinovial normal es claro, viscoso, acelular y
estéril. Su estudio debe incluir:
O
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
Aspecto. Es un dato que no debe despreciarse. Los líquidos no inÁamatorios de las artrosis o desarreglos internos de la rodilla son claros o amarillo citrino. Permiten
leer la letra impresa a través del tubo que los contiene.
Un líquido turbio indica la existencia de una artritis infecciosa, pero también son turbios y no se ve la letra
impresa a través del tubo que los contiene, los líquidos
de las artritis microcristalinas y de los reumatismos inÁamatorios. La turbidez se debe a la gran cantidad de
leucocitos polimorfonucleares. Un líquido hemorrágico
que sale de manera discontinua y se coagula suele ser
traumático. Si no se coagula corresponde a una hemartrosis.
Examen citológico. Su estudio sistemático se limita al
recuento celular y a determinar la proporción de leucocitos polimorfonucleares. Se depositará en un tubo con
una gota de heparina sódica.
O
O
IdentiÀcación de cristales. Se recogerá el líquido en un
tubo de ensayo sin heparina. Con el microscopio de luz
polarizada y un compensador rojo de primer orden pueden identiÀcarse los cristales de urato (patognomónicos
de gota) y los de pirofosfato cálcico (patognomónicos de
condrocalcinosis). Los cristales de urato son aciculares
y birrefringentes, de modo que al observarlos a 400× en
un microscopio de luz polarizada con los Àltros cruzados brillan en el campo oscuro. Los cristales de pirofosfato se observan mejor a 1.000×, habitualmente son
intracelulares y paralelepípedos. Una vez obtenido el líquido articular es conveniente no esperar y observar los
cristales de inmediato. Cuando el diagnóstico clínico de
artritis microcristalina es evidente, pero no se encuentran
cristales en le líquido articular, es conveniente centrifugar el líquido sinovial y buscarlos en el sedimento junto
a las células. Esta técnica es muy útil en la gota.
Examen bacteriológico. Es decisivo para el diagnóstico
de una artritis infecciosa. La artrocentesis debe ser rigurosamente aséptica (desinfectar la piel durante 10 minutos con povidona yodada). Debe recogerse el líquido en
tubos estériles. No es mala técnica utilizar la misma jeringa de extracción, reponiendo el capuchón de la aguja.
Otra condición importante, en especial en el caso del
gonococo, es el transporte rápido al laboratorio. Se harán dos tipos de exámenes: a) tinción de Gram y tinción
de Ziehl-Nielsen para la búsqueda del bacilo de Koch, y
b) cultivo según la infección que se sospeche para gérmenes aerobios, anaerobios, Löwenstein, Saboureaud,
etc., previo contacto con el bacteriólogo.
BIOPSIA SINOVIAL
Numerosas enfermedades sistémicas presentan manifestaciones reumáticas. En ocasiones, después de una anamnesis minuciosa, una exploración física exhaustiva y el análisis del líquido articular no es posible el diagnóstico. Es en
este momento cuando la biopsia sinovial, mediante artroscopia o artrotomía, puede ser muy útil.
Tabla 7.9. Tipos y características de los distintos líquidos articulares
Normal
Mecánico
Inflamatorio
Infeccioso
Hemorrágico
Volumen (ml)
< 3,5
> 3,5
> 3,5
> 3,5
Variable
Color
Claro
Amarillo
Amarillo
Amarillo
Rojo
Leucocitos
< 200
200-2.000
2.000-5.000
> 50.000
200-2.000
PMN (%)
< 25
< 25
> 50
> 75
50-75
Cultivo
Negativo
Negativo
Negativo
Positivo
Negativo
PMN: leucocitos polimorfonucleares.
102
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Tabla 7.10. Utilidad de la biopsia sinovial
en reumatología
Enfermedes sistémicas
Infecciones
Sarcoidosis
Reticulohistiocitosis multicéntrica
Necrosis pancreática
Síndrome CACP (Campodactilia, Artropatía, Coxa vara,
Pericarditis)
Enfermedades metabólicas
Ocronosis
Hemocromatosis
Amiloidosis
Escorbuto
Hemofilia
Neoplasias
Sinovitis vellonodular pigmentada
Metástasis
Osteocondromatosis
Fibromatosis
Osteoartropatía hipertrofiante néumica
En la tabla 7.10 se exponen algunos ejemplos en los que
la biopsia sinovial puede ser de utilidad para el diagnóstico
de enfermedes sistémicas.
BIBLIOGRAFÍA
Ahmad Y, Bruce I. Connective diseases and the role of the general practitioner. Rheum Dis Pract 2000;3:1-4.
Bridgen M. The erythrocyte sedimentation rate: still a helpful test when
used judiciously. Postgrad Med 1998;103:257-74.
Cambridge G. Anti-neutrophil cytoplasmic antibodies. Topical Rev
1998;13:1.
Cantaert T, De Rycke, Bongartz T, Matteson EL, Tak PP, Nicholas AP, et
al. Citrullinated proteins in rheumatoid arthritis. Arthritis & Rheum
2006;54:3381-9.
Duró JC. Utilización del laboratorio. Los factores reumatoides. El test de
látex y la prueba de Waaler-Rose. Med Integr 1981;2:386-8.
Duró JC. Utilización del laboratorio. Las antiestreptolisinas. Med Integr
1981;2:512-4.
González Gay MA, González Juanatey C, Piñeiro A, García Porrúa C, Testa A, Llorca J. High-grade C reactive protein elevation correlates with
accelerated atherogenesis in patients with rheumatoid arthritis. J
Rheumatol 2005;32:1219-23.
Kratz A, Ferraro M, Sluss PM, Lewandrowski KB. Laboratory reference
values. N Engl J Med 2004;351:1548-63.
Kallenberg CGM, Brower E, Weening JW, Cohen Tervaert JW. Antineutrophil cytoplasmic antibodies: current diagnostic and pathophysiological potential. Kidney Int 1993;46:1-15.
Maddison PJ. Rheumatic diseases associated with antinuclear antibodies.
Topical Reviews 2001;6:1-6.
Maddison PJ, Huey P. Rheumatic diseases. Serological aids to early diagnosis. Topical Reviews 2006;8:1-8.
Pascual E, Batlle E, Martínez A, Rosas J, Vela P. Synovial fuid analysis for
diagnosis of intercritical gout. Ann Intern Med 1999;131:756-9.
Peppys MB. C reactive protein: the role of an ancient protein in modern
rheumatology. Clin Exp Rheum 1983;1:3-7.
Ramos M, Font J. Crioglobulinemia mixta. ¿Esencial? Med Clin (Barc)
1999;113:577-8.
Reichlin M. Measurement and clinical signiÀcance of antinuclear antibodies. Up ToDate. October 2008.
Shmerling RH, Delbanco TL. The reumatoid factor: an analysis of clinical
utility. Am J Med 1991;91:528-34.
Stone KB, Oddis CV, Fertig N, Katsumata Y, Lucas M, Vogt M, et al. Anti
Jo-1 antibody levels correlate with disease activity in idiopathic inÁamatory myopathy. Arthritis Rheum 2007;56:3125-31.
Sox HC, Liang MH. The erythrocyte sedimentation rate. Ann Intern Med
1986;104:515-23.
Spencer-Green G, Alter D, Welch HG. Test performance in systemis sclerosis: Anti-centromere and anti Scl-70 antibodies. Am J Med
1997;103:242-8.
Tiwari JL, Terasaki PI.HLA and disease association. New York: Springer
Verlag, 1985.
Turesson C, Jacobsson LTH, Sturfelt G, Matteson EL, Mathsson L, Rónnelid J. Rheumatoid factor and antibodies to cyclic citrullinated peptides
are associated with severe extra-articular manifestations in rheumatoid arthritis. Ann Rheum Dis 2007;66:59-64.
Weiner ES, Earnshaw WC, Senecal JL, Johnson P, RothÀeld NF. Clinical
associations of anticentromere antibodies and antibodies to topoisomerase I. Study of 355 patients. Arthritis Rheum 1988;31:378-85.
Westwood OMR, Nelson PN, Hay FC. Rheumatoid factors: what’s new?
Rheumatology 2006;45:379-85.
Zendman AJW, Van Venrooij WJ, Pruijn GJM. Use and signiÀcance of anti
CCP autoantibodies in rheumatoid arthritis. Rheumatology (Oxford)
2006;45:20-5.
Capítulo 8
Imagen
Imagen
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Radiología convencional
– Lectura de una radiografía ósea
– Lectura de una radiografía de tórax
Tomografía
Tomografía computarizada
Resonancia magnética
Gammagrafía
Ecografía musculoesquelética
Artrografía
Densitometría
Capilaroscopia
Artroscopia
«En medicina la tecnología es abrumadora y, a veces,
los médicos jóvenes ven un paciente y les resulta
un cuerpo extraño»36
Las habilidades tradicionales del clínico basadas en una
anamnesis rigurosa y una exploración física exhaustiva para
diagnosticar enfermedades parecen reducirse a causa de la
pujanza de las nuevas técnicas de imagen.
Desde que en 1895 Röntgen37 descubrió accidentalmente los rayos X, el crecimiento de las técnicas de diagnóstico
por la imagen no cesa. Los ultrasonidos en la II Guerra
36. Valentín Fuster. Cardiólogo español contemporáneo.
37. Wilhelm Konrad Röntgen (1845-1923). Físico alemán. Premio Nobel
de Física en 1901.
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
mundial, la tomografía computarizada (TC) en la década de
1980, la resonancia magnética (RM) en la de 1990 y actualmente la tomografía por emisión de positrones, fusión de
dos técnicas distintas, manipulación de trazadores biológicos radiactivos para ser introducidos en el organismo y
creación de instrumentos para detectarlos, convirtiendo sus
señales en imágenes tomográÀcas.
A pesar de su aparición en oleadas las nuevas tecnologías raramente sustituyen a las anteriores, sino que en muchos casos suponen un eslabón más de una cadena cada vez
más larga, por lo menos hasta que el tiempo coloque a cada
una en el lugar que le corresponde.
Una situación real es el hecho de que la aparición de
nuevas técnicas de imagen comporta, de forma paralela, un
aumento de las intervenciones terapéuticas. Es lo que algunos denominan la «cascada» clínica. Un mayor número de
exploraciones complementarias muestra más anomalías y
ello comporta más diagnósticos y más intervencionismo, lo
cual conduce a una espiral incontrolable con importantes
riesgos para nuestros pacientes.
Nunca nos cansaremos de repetir que las exploraciones
complementarias son, como indica su nombre, complementarias y nunca sustituirán a la clínica. No hacerlo así, como
aÀrmaba nuestro maestro el Dr. Rotés, es poner el carro delante de los bueyes.
Otro dato a tener en cuenta son los falsos positivos o los
falsos negativos y, por tanto, más ansiedad para el paciente
y más pruebas de conÀrmación.
Las técnicas de imagen de las que se dispone en la actualidad se resumen en la tabla 8.1. Algunos radiólogos
consideran que los primeros 100 años de las técnicas de
imagen han sido estructurales y que los próximos 100 años
serán funcionales.
103
104
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Tabla 8.1. Técnicas de imagen
Estructurales
Funcionales
Radiología convencional
Radiología con medios de contraste
Tomografías
Termografía
TC
Estudios con isótopos
Ecografía
Ecografía
RM
RM
RM: resonancia magnética; TC: tomografía computarzizada.
RADIOLOGÍA CONVENCIONAL
En las afecciones del aparato locomotor pocas veces se establece un diagnóstico sin haber practicado alguna radiografía. La imagen radiológica permite aÀrmar o rechazar
muchos diagnósticos indicados por la clínica y, además,
puede poner de maniÀesto procesos no sospechados anteriormente.
Con demasiada frecuencia, algunos colegas omiten el
examen clínico en espera de que una radiografía proporcione el diagnóstico. Para evitar este proceder es indispensable
tener conciencia de las limitaciones de la radiología, que
detallamos a continuación.
En muchos procesos el período de latencia radiológica
es largo, de meses e incluso años. Esto puede suceder en las
artrosis, espondiloartropatías, etc. Una radiografía normal
no descarta la existencia de enfermedades articulares. Por
ejemplo, mientras en la cadera los signos radiológicos de
artritis se maniÀestan precozmente, en la rodilla pueden ser
tardíos. De modo que en una radiografía normal de cadera,
son pocas las posibilidades de que exista artritis. En cambio, ante una radiografía normal de rodilla hay que ser precavido antes de descartar una artritis.
La solicitud de una radiografía debe estar siempre justiÀcada por la orientación clínica, si no, se corre el riesgo de
radiograÀar zonas del organismo que no corresponden al
lugar de la lesión, como hemos visto en ocasiones al radiograÀar una pierna en un paciente con ciática. Si se realiza un
examen clínico meticuloso, podrá precisarse, casi siempre,
la zona en la que se localiza la lesión. No se solicitará nunca
una radiografía sin haber practicado previamente una exploración física del paciente.
Las imágenes radiológicas son características en una pequeña parte de los casos. En general las radiografías nos
sitúan dentro de un grupo de enfermedades, pero en ocasiones hay que recurrir a otras exploraciones para precisar el
diagnóstico. La radiografía revela una alteración estructural
bien deÀnida, como una artrosis, una anomalía congénita,
etc., pero a priori no podemos aÀrmar que estas alteracio-
nes sean la causa de los síntomas del paciente. Los signos
radiológicos carecen de valor si se consideran de forma aislada, sólo si se relacionan con la clínica adquieren su signiÀcado.
Es imprescindible, para que un examen radiológico sea
suÀciente, solicitar una radiografía de frente y una de perÀl,
tanto si se trata de articulaciones periféricas como de la columna vertebral. Deben, pues, radiograÀarse no sólo la articulación enferma, sino también la sana del lado contrario.
Un dato que debe tenerse en cuenta es que las radiografías sean de buena calidad, con centrado y penetración adecuadas. Las radiografías defectuosas son fuente de errores
diagnósticos.
Otro dato a tener en cuenta es la costumbre de los radiólogos de elaborar dictámenes muy minuciosos. El clínico
debe valorar si lo que aporta la imagen tiene o no tiene signiÀcación patológica. Existe el riesgo de valorar como patológicas simples variantes de la normalidad.
La radiología convencional continúa siendo la exploración complementaria básica en reumatología y debe preceder siempre a cualquier otra técnica de imagen.
Las técnicas de imagen que deben solicitarse para atender a un paciente son muy numerosas, pero el sentido común y el elevado coste de muchas de ellas aconsejan evitar
su uso y practicar sólo las que condicionen el diagnóstico y
el tratamiento. Los reumatólogos clínicos asistimos con frecuencia a pacientes que, por una afección banal, acuden a
consulta con múltiples radiografías, tomografías computarizadas (TC), resonancias magnéticas (RM), etc., situación
inaceptable sin síntomas que justiÀquen su realización.
Las causas principales de exploraciones innecesarias
son las siguientes:
O
Repetición de radiografías solicitadas previamente. En
el un futuro la digitalización de las imágenes y su almacenamiento en archivos electrónicos las hará disponibles para todo el personal sanitario, evitando duplicidades, radiación y desplazamientos innecesarios para el
paciente, aumentando la calidad del servicio, la eÀciencia y la rentabilidad de los aparatos. Cuando diversos
clínicos de distintas especialidades y en diferentes lugares puedan ver al mismo tiempo la misma imagen, se
creará una sensación de equipo que no existe si la comunicación es telefónica o mediante correo electrónico,
dado que estos dos últimos no dan pie a la interacción.
El principal inconveniente es su coste económico, tres
veces superior a la radiología convencional. La aceptación de esta tecnología es inmediata y debe ser potente
y Áexible con la adecuada disponibilidad de las redes de
comunicación, puesto que si falla no tenemos nada y los
informáticos nunca tienen prisa. Creemos que una vez
implantada no hay vuelta atrás, al igual que las cámaras
fotográÀcas digitales han sustituido a las cámaras convencionales y en el futuro nadie encontrará a faltar el
Capítulo | 8 Imagen
105
papel. En la tabla 8.2 se resumen las ventajas y las desventajas de la radiología digital respecto a la radiología
convencional.
Solicitud de exploraciones que no cambiarán nuestra
actitud. Por ejemplo, solicitar radiografías en pacientes
ancianos con signos de artrosis, irrelevantes de cara al
tratamiento. El clínico debería plantearse, antes de solicitar una exploración que no aporta nada, si realmente es
necesaria.
Solicitar exploraciones con demasiada frecuencia. Por
ejemplo, solicitar una radiografía de tórax para controlar
una condensación neumónica en un paciente con buen
curso clínico antes de dar tiempo a su resolución radiológica. No debemos olvidar que las exposiciones por
radiodiagnóstico son la principal causa de exposición
de radiación artiÀcial. Las dosis de irradiación acumuladas aumentan con la edad, y son más altas en la mujer
que en el hombre. La TC y los estudios con isótopos
radiactivos acumulan más del 75% de las dosis de irradiación (Fazel, 2009). Ni las más pequeñas dosis de irradiación son inocuas. Cada individuo ha de ser sometido a la
menor cantidad de radiación posible. En la tabla 8.3 se
expone la tabla con las dosis efectivas características en
radiodiagnóstico.
Solicitar pruebas inadecuadas. Ejemplos de ello son solicitar una pielografía en lugar de una ecografía o una
radiografía simple de abdomen para visualizar siluetas
renales ante una uropatía obstructiva por litiasis o solicitar una radiografía de pelvis en lugar de una gammgrafía
en un niño para descartar la enfermedad de Perthes.
O
O
O
Tabla 8.2. Ventajas y desventajas de la radiología
digital respecto a la radiología convencional
Ventajas
Mejora la calidad de la imagen
Reduce la dosis de irradiación
Permite interpretar la imagen a tiempo real desde distintos
lugares, lo que favorece la comunicación entre
profesionales (segunda opinión)
Mejora la interpretación de la imagen por el uso de técnicas
de procesamiento (magnificar, zoom, etc.)
Incrementa la actividad, al reducir el tiempo de exploración
Reduce del número de exploraciones
Desaparecen las placas y los líquidos de revelado
Nuevas funciones de los profesionales con cambio de
responsabilidades
Optimiza los costes
Reduce las necesidades de almacenamiento
Desventajas
Incrementa las dosis de irradiación del paciente, para
obtener imágenes de superior calidad, pudiendo pasar
desapercibida por los profesionales
Necesidad de formación y aprendizaje por parte de los
profesionales con incorporación de nuevos perfiles y
redefinición de funciones
Dificultad para comparar imágenes antiguas con las digitales
La inversión que debe realizarse es tres veces superior a la de
la radiología convencional
Elevado coste de mantenimiento
Fenómeno del personal fantasma (ghospering)
Ghospering: práctica cada vez más habitual de utilizar
personal no acreditado para informar de estudios de
imagen, que posteriormente son firmados sin revisarlos
por radiólogos que disponen de la titulación adecuada.
Tabla 8.3. Tabla de equivalencias
Dosis efectiva (mSv)
N.o equivalente de radiografías
de tórax
Período de radiación naturala
Radiografías óseas
< 0,01
< 0,5
< 1,5 días
Radiografías de cráneo
0,07
3,5
11 días
Radiografías de tórax PA
0,02
1
3 días
Radiografías de columna dorsal
0,7
35
4 meses
Radiografías de columna lumbar
1,3
65
7 meses
Radiografías de pelvis AP
0,7
35
4 meses
Radiografías de abdomen
1
50
6 meses
TC craneal
2,3
115
1 año
TC torácica
8
400
3,6 años
TC abdominal
10
400
4,5 años
Gammagrafía ósea
4
300
2,7 años
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Procedimientos diagnósticos
a
Tomamos como referencia la media de la radiación de fondo en el Reino Unido (2,2 mSv por año).
106
O
O
O
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
No suministrar al radiólogo la información necesaria.
Ante un dolor torácico, la técnica que debe seguirse no
es la misma si se trata de una fractura costal, una metástasis o un neumotórax. Un defecto de los clínicos es no
proporcionar a los radiólogos la información necesaria.
Exceso de exploraciones complementarias. Algunos colegas consideran que el acto médico no es completo si
no se solicitan análisis y radiografías. Aquí se incluirían
las exploraciones solicitadas en la denominada «medicina defensiva».
Solicitar exploraciones radiológicas invasivas sin informar previamente al paciente. Es necesario en estos casos el consentimiento informado.
Tabla 8.4. Lectura de una radiografía ósea
Forma de los huesos
Análisis del hueso cortical
Análisis del hueso trabecular (arquitectura ósea)
Superficies articulares
Análisis del espacio articular
Partes blandas
Tabla 8.5. Alteraciones radiológicas generales
LECTURA DE UNA RADIOGRAFÍA ÓSEA
Obtenida la radiografía correcta, ¡siempre bilateral!, es necesario que el reumatólogo clínico sepa interpretarla, comparándola siempre con la del lado sano. El informe del radiólogo sólo debe ser leído después de haber interpretado la
radiografía. El método de lectura que seguimos es el siguiente: a) forma de los huesos; b) análisis del hueso cortical; c) análisis del hueso trabecular (arquitectura ósea);
d) superÀcies articulares; e) análisis del espacio articular, y
f) partes blandas (tabla 8.4).
A pesar de que la lectura de una radiografía tiende, con
el tiempo y la experiencia, a hacerse un acto automático, es
necesaria una sistemática empleando el tiempo necesario y
repitiendo la lectura si procede. No es raro descubrir un dato
nuevo que había pasado desapercibido en la primera lectura.
La interpretación adecuada de una radiografía ósea está
relacionada con los conocimientos anatómicos y Àsiológicos de las afecciones osteoarticulares y con la ¡clínica!
La articulación reacciona de una manera limitada ante
los diferentes procesos patológicos: alineación, hueso, espacio articular y partes blandas. En la tabla 8.5 se indican
las alteraciones de las estructuras mencionadas y en la tabla
8.6, los siete patrones radiológicos más comunes en reumatología.
Los signos radiológicos, tanto del patrón mecánico
como del patrón inÁamatorio, se puntúan del 0 al 4 según su
gravedad. 0: inexistente, 1: dudoso, 2: mínimo, 3: moderado y 4: grave.
LECTURA DE UNA RADIOGRAFÍA
DE TÓRAX
La lectura de una radiografía de tórax la incluimos en este
texto porque todo reumatólogo clínico debe estar familiarizado con su lectura. Ante todo, debemos valorar el grado de
penetración. Debe ser tal que no se perciba nunca la columna vertebral a través de la sombra cardíaca. Debe estar bien
centrada en la línea media esternal, en cuyo caso la ilumina-
Alineación
Flexión, extensión, varo, valgo, luxación, subluxación,
deformidades características («cuello de cisne», «en ojal»,
etc.)
Hueso
Alteraciones de la densidad (osteopenia, osteosclerosis),
alteraciones de la cortical (erosiones, osteofitos),
alteraciones del hueso subcondral (esclerosis, erosiones,
quistes o geodas)
Espacio articular
Aumento o disminución. Calcificaciones
Partes blandas
Aumento de su espesor por presencia de líquido sinovial,
sinovitis, masas y calcificaciones
ción se extiende de manera uniforme por los dos campos
pulmonares del vértice a la base. Debe distinguirse bien el
parénquima pulmonar, de lo contrario o es demasiado penetrante o se ha movido el enfermo en el acto de practicarla,
en ambos casos debe rechazarse.
Para su lectura seguimos el siguiente método:
O
Campos extrapulmonares. Se tendrán en cuenta las
sombras producidas por los órganos superÀciales. En la
mujer, las mamas dan lugar a dos líneas curvas simétricas a cada lado de la línea media. El borde externo del
pectoral mayor es muchas veces también visible. En el
cuello pueden verse ganglios calciÀcados. En el vértice
puede observarse una sombra paralela al borde interno
de la segunda costilla, debida a la pleura parietal que
contornea dicha costilla. Puede también observarse una
sombra paralela al borde superior de la clavícula, debida
al reborde cutáneo que rodea dicho hueso. A veces en el
vértice izquierdo se observa la sombra de la arteria subclavia que rodea el vértice pulmonar y, en ocasiones, la
sombra del esternocleidomastoideo atraviesa el vértice
pulmonar. La claridad apical puede también verse atra-
Capítulo | 8 Imagen
Tabla 8.6. Los siete patrones radiológicos
en reumatología
1. Patrón mecánico (artrosis)
Disminución del espacio articular o discal
Esclerosis subcondral
Presencia de osteofitos
Quistes o geodas
2. Patrón inflamatorio agudo (artritis agudas)
Tumefacción de partes blandas
Osteoporosis yuxtaepifisaria
3. Patrón inflamatorio crónico (artritis crónicas)
Tumefacción de partes blandas
Osteoporosis yuxtaarticular
Pinzamiento de la interlínea
Erosiones
Quistes o geodas sin halo escleroso
Periostitis o calcificaciones de las entesisa (espondiloartritis)
4. Patrón de las artritis microcristalinas
Tumefacción asimétrica de partes blandas (gota)
Disminución del espacio articular (gota y CC)
Erosiones o geodas con halo escleroso (gota)
Calcificaciones de los cartílagos hialinos y fibrosos (CC)
Calcificaciones tendinosas (tendinitis cálcicas)
Patrón mecánico (artrosis) (gota y CC)
5. Patrón de las artritis infecciosas (axiales o periféricas)
Disminución del espacio articular
Osteoporosis
Erosiones subcondrales
6. Patrón inflamatorio vertebral (espondiloartritis)
Sindesmofitos
Cuadratura vertebral
Afectación de las articulaciones sacroilíacas
Afectación de las articulaciones interapofisarias posteriores
7. Patrón de osteoporosis vertebral
Osteopenia
Estriación vertical predominante
Disminución de la cortical
Ensanchamiento discal por disminución de la altura vertebral
Alteraciones vertebrales por fracturas (cuneiforme, «en
galleta», etc.)
a
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Entesitis: lesión focal, primaria, inflamatoria, destructiva y no específica
de la unión de los ligamentos con los huesos. CC: condrocalcinosis.
O
vesada por una costilla cervical o por una cisura pulmonar supernumeraria (lóbulo ácigos). En los hombros no
es raro visualizar calciÀcaciones asintomáticas del tendón del supraespinoso.
Campos pulmonares.
Marco óseo. Debemos observar la simetría de ambos
lados. Producen retracción del hemitórax correspondiente, la atelectasia, las Àbrosis pulmonares y los engrosamientos pleurales. Hay que observar el grado de
osiÀcación de los cartílagos costales, el reborde y la posición de las costillas, así como la distancia entre ellas.
107
La osiÀcación del primer cartílago costal se ve a menudo en el enÀsema.
Hilios. A cada lado de la sombra media se extiende la
sombra hiliar formada casi exclusivamente por las arterias pulmonares. Sin embargo, dicha sombra no sólo
está constituida por las ramas de la arteria pulmonar,
sino también por las venas pulmonares, los grandes
bronquios, los linfáticos, los ganglios y el tejido conjuntivo intersticial.
Los bronquios normales no son visibles a los rayos X,
sólo en los puntos cercanos al hilio y cuando siguen una
dirección paralela a los rayos aparecen transversalmente
como un círculo perfecto. Es muy habitual en las regiones yuxtahiliares la imagen «en gemelos» constituida
por dos círculos unidos, uno claro formado por un bronquio visto transversalmente y otro oscuro, que es el vaso
satélite que le acompaña cortado de través. La sombra
hiliar izquierda es un poco más alta que la derecha.
En el adulto normal, la sombra del hilio la constituyen,
además, sombras ganglionares más o menos calciÀcadas. Muchas veces resulta difícil aÀrmar cuándo la sombra hiliar, al aumentar de volumen, rebasa los límites de
la normalidad.
El aumento de la sombra hiliar puede deberse a: a) aumento del volumen de los órganos mediastínicos que la
componen, por engrosamiento ganglionar inÁamatorio,
por la existencia de un aneurisma aórtico o de la pulmonar, por engrosamiento auricular, por neoplasia bronquial o, más rara vez, por la existencia de un tumor o un
quiste del mediastino; b) mayor densiÀcación del pulmón o de la pleura de la región yuxtahiliar, habitualmente por inÀltración del parénquima pulmonar, y c) mayor
repleción por estasis de los vasos hiliares. Es habitual en
todas las formas de insuÀciencia cardíaca con estasis
en la pequeña circulación (estenosis mitral), cardíacos
derechos, etc.
Vértices. Radiológicamente la región de los vértices corresponde a la porción pulmonar que sobresale por encima de la clavícula. Su exploración es importantísima
porque en ella se localizan frecuentemente lesiones importantes (tuberculosis, tumor de Pancoast, entre otras).
En las radiografías de frente, el área clara del vértice es
muy reducida, por lo que si se quieren apreciar más detalles debe solicitarse una TC torácica.
Bases. Ambos diafragmas deben presentar su línea convexa perfectamente lisa. No obstante, se observan con
frecuencia ondulaciones regulares sin signiÀcado patológico. La elevación anormal de ambos diafragmas se
encuentra en casos de gran distensión abdominal por ascitis o meteorismo. La elevación unilateral derecha debe
hacernos pensar en una hepatomegalia, absceso subfrénico o quiste hidatídico hepático. La elevación unilateral izquierda en una esplenomegalia o hernia diafragmática. La parálisis del frénico da lugar a una gran elevación
108
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
de la cúpula diafragmática, al igual que las atelectasias
extensas.
Se observa un descenso exagerado del diafragma en los
pacientes asténicos, en el neumotórax a tensión, en los derrames pleurales, en el asma y en el enÀsema. En este
último caso puede también presentarse aplanado.
Región infraclavicular. Es la región situada entre la clavícula y la región hiliar, a la que se debe prestar especial
atención al examinar una radiografía.
En ella se sitúan con gran predilección importantes lesiones iniciales de una tuberculosis pulmonar.
Parénquima pulmonar. El engrosamiento del parénquima pulmonar puede deberse a una Àbrosis pulmonar o a la congestión de los vasos sanguíneos, que puede ser activa o pasiva. La congestión pasiva por estasis
vascular del pulmón cardíaco se distingue porque es
simétrica y generalizada a ambos pulmones y se acompaña de un engrosamiento hiliar simétrico y uniforme.
Generalmente la sombra cardíaca está aumentada de
volumen.
La congestión activa o inÁamatoria se localiza en una
determinada región y produce, además del engrosamiento de la trama del pulmón afectado, un velo que opaciÀca la claridad normal del tejido pulmonar.
Sombra cardíaca. El borde derecho de la silueta cardíaca está compuesto por dos arcos que son, de arriba abajo, la vena cava superior y la aurícula derecha. El borde
izquierdo está integrado por tres arcos, el cayado aórtico, el tronco de la arteria pulmonar y el ventrículo izquierdo.
TOMOGRAFÍA
Desde la introducción de la TC y la RM, técnicas de imagen
más reÀnadas y habitualmente superiores, la tomografía ha
perdido terreno en la medicina actual y actualmente es una
técnica alternativa y en desuso. La tomografía es una técnica de imagen que utiliza el borramiento selectivo de estructuras para maximizar la visualización de áreas musculoesqueléticas focales. La posición idónea del paciente durante
la tomografía se determina a partir de la radiografía simple.
El paciente se coloca en la posición que proporcione el mayor rendimiento.
La proyección anteroposterior es útil para visualizar las
articulaciones esternoclaviculares, el sacro y las articulaciones sacroilíacas. La proyección oblicua resulta de utilidad para visualizar las articulaciones costovertebrales y
las articulaciones interapoÀsarias, y las proyecciones anteroposterior y oblicua, para visualizar las articulaciones
occipitoatlantoidea, atlontoaxoidea, temporomaxilares y subastragalina. En la tabla 8.9 se detallan algunas de las indicaciones de la tomografía.
Tabla 8.7. Lectura de una radiografía de tórax
Características técnicas
Grado de penetración, ¿centrada?, visualización de la trama
pulmonar
Campos extrapulmonares
En el corazón normal, la relación entre su tamaño y el
del tórax (índice cardiotorácico) debe ser inferior a 0,5. El
índice cardiotorácico se obtiene dividiendo el diámetro
tranverso del corazón por el diámetro del tórax.
En la tabla 8.7 se expone la sistemática de lectura de una
radiografía de tórax y en la tabla 8.8, los puntos de referencia relacionados con la columna dorsal.
Campos pulmonares
Marco óseo
Hilios
Vértices
Región infraclavicular
Parénquima pulmonar
Sombra cardíaca. Índice cardiotorácico
Tabla 8.8. Puntos de referencia relacionados con la columna dorsal
Vértebras dorsales
Cara anterior
Cara posterior
De D1 a D3
Vértice del lóbulo superior
Ramas ascendentes de los bronquios
Tráquea
Esófago
Arco aórtico
De D4 a D7
Vértice del lóbulo inferior
Base anterior de los pulmones
Bifurcación de la tráquea
Aurículas
Aorta
Esófago
De D8 a D11
Bases pulmonares
Ramas descendentes de los bronquios
Ventrículos, esófago y estómago llegan hasta D9
Capítulo | 8 Imagen
Tabla 8.9. Indicaciones de la tomografía
Visualización de estructuras musculoesqueléticas no accesibles
mediante otras técnicas
Detección de fracturas en mesetas tibiales, huesos carpianos
y vértebras
Visualización de defectos osteocondrales
Visualización de islotes óseos intraarticulares y periarticulares
Visualización de secuestros óseos en la osteomielitis crónica
Evaluación de neoplasias óseas
TOMOGRAFÍA COMPUTARIZADA
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
(Bremer, 2007)
La TC es, junto con la RM y la tomografía por emisión de
positrones (PET), uno de los medios diagnósticos por imagen de «alta tecnología». Con ella se obtienen imágenes de
tipo tomográÀco en un plano axial del cuerpo humano que
son procesadas por un ordenador. Los equipos actuales presentan dos ventajas: rapidez y permitir la reconstrucción de
las imágenes en cualquier sentido del espacio. La imagen
radiológica de la TC es digital, lo que condiciona una pérdida de información en los detalles Ànos, pero permite
cuantiÀcar la información. Es una exploración cara y que
produce altas dosis de radiación. A pesar de ello cada año
aumentan las solicitudes de TC en EE.UU. en un 10%
(Smith 2010). Siempre que se pueda debe sustituirse por la
ecografía o la RM, esta última cada vez con precios más
competitivos. Sólo en EE.UU. se calcula que más de un
tercio de TC no se necesitan.
Su importancia en reumatología es extraordinaria, en
los casos de: a) estenosis del canal raquídeo congénito o
adquirido por artrosis de las articulaciones interapoÀsarias
posteriores, hipertroÀa ligamentosa, etc.; b) tumores y/o
metástasis óseas; c) infección ósea (osteomielitis, artritis
infecciosas); d) fracturas; e) en sacroileítis dudosas, tan
difíciles o imposibles de aclarar por la radiografía convencional, la TC puede ser de gran ayuda; f) hernias discales,
aunque se impone una reÁexión crítica sobre el valor diagnóstico de las protrusiones discales, tan frecuentes en los
cortes de una TC. La sobrevaloración de estas protrusiones discales crea una gran confusión. En nuestra opinión,
la TC sólo estaría indicada en las radiculitis rebeldes con
indicación quirúrgica y en las radiculitis sin diagnóstico
evidente. La mayoría de dolores lumbares no son subsidiarios de la práctica de una TC, y g) valoración postoperatoria, en los casos de recidiva de hernia discal, Àbrosis foraminal, entre otros.
En la tabla 8.10 se exponen las indicaciones y las contraindicaciones de la TC en reumatología.
109
Tabla 8.10. Indicaciones y contraindicaciones
de la tomografía computarizada
Indicaciones
Estenosis de canal raquídeo
Tumores y/o metástasis óseas
Infección ósea (osteomielitis, artritis infecciosas)
Hernias discales
Sacroileítis
Fracturas
Valoración postoperatoria
Contraindicaciones
Absolutas
Embarazo
Alergia al contraste yodado
Insuficiencia renal
Mieloma
Relativas
Antecedentes de reacción alérgica leve al contraste
yodado
Antecedentes de alergia farmacológica o a alimentos
Tratamiento con fármacos nefrotóxicos, furosemida,
antiarrítmicos, digital o betabloqueantes
Asma bronquial
Hipertiroidismo
Miastenia grave
Feocromocitoma
Niños menores de un año
Lactancia
Factores predisponentes a una nefropatía por contraste
(diabetes, hipertensión arterial, policitemia,
deshidratación, hiperuricemia, edad avanzada, etc.)
RESONANCIA MAGNÉTICA
La RM es una de las técnicas de diagnóstico por imagen que
está experimentando una mayor difusión en estos últimos
años. Permite obtener imágenes de forma incruenta, sin
emitir radiaciones ionizantes y se ha convertido en la técnica de imagen de elección para el diagnóstico de numerosos
trastornos óseos, articulares y de partes blandas. Puede diferenciar estructuras anatómicas con una mayor deÀnición
que cualquier otra técnica de imagen. Es una técnica que
precisa de la colaboración del paciente, puesto que, el tiempo de exploración es largo, superior a una hora.
La RM permite disponer de imágenes en cualquier plano y desde cualquier ángulo, tiene una gran resolución de
contraste de los tejidos blandos, aporta datos Àsiológicos y
permite el análisis de los tejidos. Informa sobre la anatomía
de los vasos sanguíneos y de las estructuras intraarticulares
y periarticulares.
Las imágenes se obtienen aplicando un campo magnético estático, gradientes magnéticos y pulsos de radiofrecuencia. Se utilizan distintas secuencias y la valoración conjunta
de todas ellas permite determinar con notable precisión la
naturaleza de los tejidos que deben examinarse.
110
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
La utilización de agentes de contraste como el gadolinio
permite establecer el diagnóstico diferencial entre una hernia discal recidivada o una adherencia postoperatoria.
Las indicaciones de la TC y de la RM en algunas ocasiones se superponen; el clínico deberá optar siempre por la
más rentable para conÀrmar el diagnóstico clínico, la más
inocua para el paciente y la que ofrezca mayor rentabilidad
coste-beneÀcio.
En la tabla 8.11 se exponen las indicaciones y las contraindicaciones de la RM.
GAMMAGRAFÍA
La gammagrafía consiste en inyectar por vía intravenosa
una sustancia radiactiva (radiofármaco), que se distribuye
por el organismo por diferentes mecanismos, según el trazado utilizado y, mediante un contador de destellos, se determina su localización en diferentes órganos. A diferencia de
otras técnicas de imagen, la gammagrafía no sólo representa
estructuras anatómicas, sino también imágenes funcionales
y con expresión metabólica.
En los procesos patológicos reumatológicos se emplean
los enumerados en la tabla 8.12.
En una gammagrafía ósea normal se visualizan el lugar
de la punción, las siluetas renales y la vejiga urinaria debido
a la eliminación del radiofármaco; el esternón y los omóplatos por ser más activos que las costillas; las metáÀsis fértiles
aparecen hipercaptantes en sujetos en período de crecimiento; existe una hipercaptación periarticular en las grandes
articulaciones y en las articulaciones sacroilíacas, y la representación esquelética siempre es simétrica.
La imagen patológica más característica es la hipercaptación focal o difusa en las zonas afectadas por aumento del
Áujo sanguíneo o por incremento de la actividad osteoblástica. Las imágenes hipoactivas aparecen en las lesiones que
cursan con interrupción del Áujo sanguíneo y en las lesiones
osteolíticas con poca reacción osteoblástica (mieloma).
Las imágenes que proporciona la gammagrafía son inespecíÀcas, pero su presencia, extensión y localización, cote-
Tabla 8.11. Indicaciones y contraindicaciones
de la resonancia magnética
Indicaciones
Patología de la articulación temporomaxilar (siempre
bilateral y en una sola exploración)
Patología de columna vertebral: congénita, tumoral,
radiculopatías cervicales, dorsales y lumbares (por encima
de L3), radiculitis con TC negativa, estenosis del canal
raquídeo, patología infecciosa (espondilodiscitis),
valoración postoperatoria (con gadolinio)
Tumores óseos y de partes blandas
Patología del hombro: manguito de los rotadores
Patología del codo: lesiones osteocondrales, capsulares o
sinoviales
Patología de la muñeca y de la mano: ONC, lesiones
fibrocartilaginosas, capsulares o sinoviales
Patología de la cadera: ONC, Perthes, osteoporosis transitoria
Patología de la rodilla: ONC, condromalacia, patología del
menisco y ligamentosa
Patología del tobillo y del pie: ONC, Morton, lesiones
ligamentosas
Contraindicaciones
Absolutas
Marcapasos, desfibriladores, implantes cocleares, clips
vasculares no compatibles con RM, cuerpos extraños
metálicos
Embarazo
Relativas
Fiebre > 38 °C
Obesidad mórbida (> 130 kg)
Claustrofobia
Prótesis cardíacas no compatibles con RM
Lactancia
ONC: osteonecrosis; RM: resonancia magnética.
jadas con la clínica, son de gran valor para el diagnóstico
topográÀco de alteraciones óseas, distroÀas simpático-reÁejas y extensión y distribución de las infecciones osteoarticulares o sinovitis inÁamatorias.
La gammagrafía ósea no presenta prácticamente ningún
efecto secundario. La dosis de radiación es similar a la de
Tabla 8.12. Radiofármacos más utilizados en reumatología
Exploración
Radiofármaco
Mecanismo
Gammagrafía ósea
Compuestos fosfonados
marcados con 99Tc
Primera fase (1 min) refleja el flujo sanguíneo
Segunda fase (5 min) refleja el pool sanguíneo
Tercera fase (2-4 horas) se incorpora a los cristales de hidroxiapatita
Gammagrafía con Ga
Citrato de 67Ga
El 67Ga se acumula en los focos inflamatorios y sépticos
Gammagafía con leucocitos
marcados
Leucocitos marcados
con 111In o 99Tc
Los leucocitos marcados se acumulan en los focos sépticos
Gammagrafía con IgG marcada
IgG humana marcada
con 111In o 99Tc
La IgG se acumula en lesiones infecciosas e inflamatorias
Capítulo | 8 Imagen
111
Tabla 8.13. Indicaciones de la gammagrafía ósea
Tabla 8.14. Indicaciones de la ecografía
Tumores óseos benignos o malignos. Metástasis óseas
Tejido
Indicaciones
Distrofia simpático-refleja
Piel
Detección de edema subcutáneo,
abscesos, calcificaciones, nódulos,
tumores, cuerpos extraños, etc.
Grosor de la piel en la ESP. Fascitis
Osteonecrosis
Hueso
Demostración de erosiones
Enfermedad de Paget
Cartílago
Defectos del cartílago
Artrosis
Calcificaciones
Membrana sinovial
Diagnóstico de sinovitis
Derrame articular
los estudios radiológicos. Las únicas contraindicaciones
son el embarazo y la lactancia.
En la tabla 8.13 se exponen las indicaciones de la gammagrafía ósea.
Diagnóstico de derrame en la
articulación, vainas tendinosas
y bolsas
Diferenciación de quistes de masas
sólidas Rotura de quistes
Bolsas serosas
Diagnóstico de bursitis
Aspiración e infiltración
ECOGRAFÍA MUSCULOESQUELÉTICA
Tendones/
Ligamentos
Diagnóstico de tendinitis, rotura
tendinosa, tenosinovitis y entesitisa
Músculos
Tumor
Absceso
Calcificación
Vasos
Morfología vascular
Vasculitis de vaso grande y mediano
Arteritis de la temporal
Fenómeno de Raynaud
Nervios
Morfología del nervio
STC
Glándulas salivales
Tamaño y morfología
Síndrome de Sjögren
Infecciones osteoarticulares
Fracturas de estrés
Osteodistrofia renal
Hiperparatiroidismo
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
(Kane, 2004)
La ecografía es una técnica de imagen no invasiva, cada vez
más utilizada por su seguridad, Àabilidad, rapidez, nula
agresividad y bajo coste. Es la única técnica dinámica en
reumatología que, en manos de un examinador experto, es
muy rentable, pero que nunca debe sustituir a la exploración
clínica. Aspectos críticos que deben tenerse en cuenta serían
los siguientes: los costes de equipamiento, la falta de entrenamiento adecuado del examinador y las posibles fricciones
entre radiólogos y reumatólogos.
En comparación con la TC y la RM, el papel de la ecografía es limitado; sin embargo, es una técnica que aporta información signiÀcativa en un número cada vez mayor de situaciones clínicas y que implica menos riesgos, coste y tiempo
que las exploraciones radiológicas o gammagráÀcas.
En nuestra opinión, la ecografía debería ser tema de formación obligada para todo MIR. El reumatólogo, por sus
conocimientos anatómicos, es el especialista idóneo para
utilizar la ecografía.
Su técnica se fundamenta en la emisión de ultrasonidos,
ondas sonoras de mayor frecuencia que las audibles por el
oído humano. Los ultrasonidos son emitidos por un transductor lineal, de alta frecuencia (5-15 MHz) que contiene
cristales piezoeléctricos que poseen la propiedad al vibrar
de transformar la energía eléctrica en ondas sonoras.
El transductor actúa simultáneamente como emisor y
receptor de ultrasonidos, transformando la energía eléctrica
en sonido y al revés; junto con el procesador y la pantalla
constituyen el ecógrafo.
El aire entre el transductor y la piel del paciente no
transmite el sonido, por lo que es obligado aplicar un gel
especíÀco que facilita y mejora las imágenes.
ESP: esclerosis sistémica progresiva; STC: síndrome del túnel carpiano.
a
Lesión focal, primaria, inflamatoria, destructiva y no específica
de la unión de los ligamentos con los huesos.
Actualmente la mayoría de servicios de reumatología
disponen de un ecógrafo propio.
En la tabla 8.14 se exponen las indicaciones de la ecografía.
ARTROGRAFÍA
La opaciÀcación con contraste de las cavidades articulares
(artrografía) se ha empleado estos últimos años con mucha
menos frecuencia, debido a la utilización de la RM y a la
cada vez más útil ecografía; sin embargo, todavía tiene algunas aplicaciones clínicas. La artrografía es un procedimiento seguro y bien tolerado, que las pocas veces en las
que la hemos empleado no ha provocado reacciones de hipersensibilidad al contraste yodado.
112
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
Tabla 8.15. Indicaciones de la artrografía
Hombro
Presencia y extensión de sinovitis
Roturas del manguito de los rotadores
Capsulitis retráctil
Anomalías del tendón bicipital
Codo
Presencia y extensión de sinovitis
Cuerpos óseos y cartilaginosos intraarticulares
Masas de partes blandas
Muñeca
Presencia y extensión de sinovitis
Lesiones de la cápsula articular, ligamento triangular y
ligamentos interóseos
Masas de partes blandas
Cadera
Presencia y extensión de sinovitis
Displasias de cadera
Masas de partes blandas
Osteomielitis y artritis infecciosas
Sinovitis vellonodular pigmentada
Rodilla
Presencia y extensión de sinovitis
Meniscopatías (menisco discoideo, quistes meniscales)
Lesiones ligamentosas
Condromalacia rotuliana
Cuerpos óseos y cartilaginosos intraarticulares
Sinovitis vellonodular pigmentada
Osteocondromatosis sinovial
Tobillo
Cuerpos óseos y cartilaginosos intraarticulares
Lesiones ligamentosas
La inyección de un medio de contraste en la cavidad
articular constituye un método útil para el examen de la
anatomía interna de la sinovial y de las bolsas serosas normales o patológicas que comunican con ella. En la tabla
8.15 se exponen algunas indicaciones de la artrografía.
DENSITOMETRÍA (Ferrer, 2009)
La cuantiÀcación de la masa ósea es un dato decisivo para
el diagnóstico y seguimiento de los pacientes con osteoporosis. Aunque la radiología convencional es imprescindible
para el diagnóstico de las fracturas, es poco sensible para
valorar los grados de osteopenia.
La prueba de referencia para la predicción de fracturas
osteoporóticas es la densitometría radiológica de doble
energía (DXA) en el esqueleto central, con la que se evalúan de forma conjunta el hueso cortical y el hueso trabecular de forma inocua y rápida, con un tiempo de exposición
comprendido entre 3 y 7 minutos. La dosis de radiación es
mínima, 22 veces inferior a la de una radiografía de tórax.
Presenta dos inconvenientes: la necesidad de tener un espa-
Tabla 8.16. Categorías diagnósticas propuestas
por la Organización Mundial de la Salud
Normalidad
Densidad mineral ósea superior a –1 DE de la T-score
Osteopenia
Densidad mineral ósea entre –1 y –2,5 DE de la T-score
Osteoporosis
Densidad mineral ósea inferior a –2,5 DE de la T-score
Osteoporosis establecida
Densidad mineral ósea inferior a –2,5 DE de la T-score
más la presencia de fracturas espontáneas o causadas
por un traumatismo mínimo
cio físico adecuado y el coste elevado del aparato, y una
única contraindicación, el embarazo, por utilizar una fuente
de radiación.
La técnica consiste en medir la atenuación o absorción que
sufre el haz de fotones al atravesar el hueso, siendo ésta proporcional a la masa ósea (a más absorción, más masa ósea).
La evidencia cientíÀca existente es insuÀciente para recomendar el uso de técnicas periféricas (ultrasonidos, etc.).
Los resultados que proporciona la densitometría se establecen respecto a grupos poblacionales y se expresan como
número de desviaciones estándar (DE) respecto a los valores
medios de la población entre 20 y 40 años del mismo sexo
(T-score) o respecto a los valores medios de la población de
referencia de su misma edad y sexo (Z-score). El umbral
de fractura es el punto de corte que captura a la mayoría de
pacientes con fracturas osteoporóticas. Los puntos de corte
propuestos por la OMS se detallan en la tabla 8.16.
No existe suÀciente número y tipo de factores de riesgo
que deben combinarse para establecer el grado de riesgo, pero
se recomienda solicitar una densitometría ósea cuando un individuo presente dos o más factores de riesgo elevado, cuatro
o más factores de riesgo moderado, uno o más factores de
riesgo elevado más dos o más factores de riesgo moderado.
En la tabla 8.17 se enumeran los factores de riesgo de
fractura relacionados con la disminución de la masa ósea.
Se realizará una densitometría de control cada 2 años,
excepto en circunstancias especiales (tratamientos crónicos
con corticoides, pacientes sometidos a trasplantes, etc.) en
las que se realizará cada 6-12 meses.
CAPILAROSCOPIA (Angelis, 2009
y Maricq, 1980)
La capilaroscopia es una técnica sencilla, económica, incruenta, sin contraindicaciones ni efectos secundarios, que
permite visualizar in vivo la microcirculación superÀcial en
el reborde periungueal de las manos y los pies, así como
en la conjuntiva ocular.
Capítulo | 8 Imagen
113
Tabla 8.17. Factores de riesgo para solicitar una densitometía ósea
Riesgo elevado
Edad > 70 años
IMC < 20-25 kg/m
Pérdida de peso
2a
b
c
Riesgo moderado
Sin riesgo
Sexo femenino
Consumo de café
Tabaquismo
Consumo de té
Nula exposición solar
Menopausia
d
Sedentarismo
Menopausia yatrógena
Nuliparidad
Corticoides orales
Menarquia tardía > 15 años
Menopausia precoz < 45 años
Período fértil < 30 años
Diuréticos tiacídicos
Antiepilépticos
Ausencia de lactancia
Ingestión de aguas fluoradas
Hiperparatiroidismo
Hiperparatiroidismo
Diabetes mellitus tipo 1
Diabetes mellitus tipo 2
Anorexia nerviosa
Hipertiroidismo
Anemia perniciosa
Consumo de Ca < 500 mg
Fractura osteoporótica previa
Antecedentes familiares de fractura osteoporóticae
Artritis reumatoide
o peso inferior a 40 kg; bsuperior al 10%; cno realizar actividades físicas de forma regular; dpor ooforectomía bilateral, radioterapia, citostáticos o bloqueo
hormonal; efractura de cadera en familiares de primer grado.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
a
El material necesario es un microscopio óptico, una
fuente de luz fría externa para evitar la vasodilatación y la
sudoración, una mira milimetrada para el recuento del número, longitud y diámetro de los capilares y una cámara
fotográÀca adaptada al microscopio para recoger la información obtenida.
El estudio se realiza colocando de uno en uno los cuatro
últimos dedos de una mano sobre la platina del microscopio. Previamente se deposita una gota de aceite de inmersión (de cedro o de paraÀna) en el reborde periungueal para
poder visualizar las estructuras capilares.
El estudio capilaroscópico incluye las anomalías cuantitativas y cualitativas de los capilares, las anomalías de los
espacios pericapilares y las del Áujo sanguíneo.
Actualmente es un examen obligado ante todo fenómeno de Raynaud, puesto que los hallazgos capilaroscópicos
pueden preceder hasta 10 años a la aparición de una esclerodermia. En el síndrome de Sjögren, una capilaroscopia
normal orienta hacia la existencia de un síndrome de Sjögren primario.
En la tabla 8.18 se detallan las indicaciones más habituales de la capilaroscopia.
ARTROSCOPIA (Kane, 2002)
La exploración de las articulaciones mediante artroscopios
pequeños (19-27 mm) y de alta resolución permite al reumatólogo la visualización amplia de la cavidad articular con
Tabla 8.18. Indicaciones de la capilaroscopia
Acrosíndromes vasculares
Fenómeno de Raynaud
Acrocianosis
Livedo reticularis
Enfermedades autoinmunes sistémicas
Esclerosis sistémica progresiva
Enfermedad mixta del tejido conjuntivo/síndromes
de solapamiento
Síndrome de Sjögren
exploración dinámica de cada elemento: explorar el cartílago articular en las artrosis, la membrana sinovial en las artritis, extraer cuerpos libres, practicar sinovectomías, y proceder al lavado y desbridamiento articular. La cicatriz es
mínima y el postoperatorio es rápido. La artroscopia es el
método más invasivo para un diagnóstico y uno de sus inconvenientes son la frecuencia de las distroÀas simpáticoreÁejas rotulianas.
A pesar de las múltiples posibilidades que ofrece la artroscopia, su implantación en los servicios de reumatología
resulta anecdótica. El artroscopio debería ser al reumatólogo lo que el Àbroscopio es al gastroenterólogo o el broncoscopio al neumólogo.
El artroscopio es un tubo metálico cilíndrico provisto de
un sistema de lentes que lleva incorporadas en su parte
114
proximal una fuente de luz y una videocámara que ampliÀca las imágenes y las transmite a un monitor de televisión.
Las imágenes se graban en DVD para su ulterior estudio.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Eisenberg JM, Schwartz JS, McCaslin FC, Kaufman R, Glick H, Kroch E.
Substituting diagnostic services. New test only partly replace older
ones. JAMA 1989;262:1196-1200.
Fazel R, Krumholz HM, Wang Y, Ross JS, Chen J, Ting HH, et al. Exposure to low dose ionizing radiation from medical imaging procedures. N
Engl J Med 2009;361:849-57.
Isenberg DA, Renton P. Imaging in Rheumatology. Oxford: Oxford University Press, 2003.
Resnick D, Kransdorf MJ. Huesos y articulaciones en imágenes radiológicas. Barcelona: Elsevier-Saunders, 2006.
Royal College of Radiologists.Making the best use of a department of clinical radiology. Guidelines for doctors (5.a ed.). London: Royal College of Radiologists, 2000.
Smith-Bindman R. Is computed tomography safe? N Engl J Med 2010;363:
1-4.
Thrall JH. Reinventing radiology in the digital age: Part I. The all digital
department. Radiology 2005;236:382-5.
World Health Organization. Assessment of fracture risk and its application
to screening for postmenopausal osteoporosis. WHO technical report
series 843. Gèneve: WHO, 1994.
SECCIÓN | II Semiología reumatológica
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Angelis R, Grassi W, Cutolo M. A growing need for capillaroscopy in
Rheumatology. Arthritis & Rheum (Arthritis Care & Research)
2009;61:405-10.
Brenner DJ, Hall EJ. Computed tomography. An increasing source of radiation exposure. N Engl J Med 2007;357:2277-84.
Ferrer A, Estrada MD, Borrás A, Espallargues M. Guía para la indicación
de la densitometría ósea en la valoración del riesgo de fractura y en
el control evolutivo de la osteoporosis. Med Clin (Barc) 2009;132:
428-36.
Kane D, Balint PV, Sturrock R, Grassi W. Musculoskeletal ultrasound. A
state of the art review in rheumatology. Part I: Current controversies
and issues in the development of musculoskeletal ultrasound in rheumatology. Rheumatology 2004;43:823-8.
Kane D, Grassi W, Sturrock R, Balint PV. Musculoskeletal ultrasound. A
state of the art review in rheumatolgy. Part II: Clinical indications for
musculoskeletal ultrasound in rheumatology. Rheumatology 2004;43:
829-38.
Kane D, Veale DJ, Fitgerald O, Reece R. Survey of arthroscopy performance by rheumatologists. Rheumatology 2002;41:2010-5.
Maricq HR, Le Roy ER, D’Angelo WA, Medsger Jr. TA, Rodnan GP,
Sharp GC, et al. Diagnostic potential of in vivo capillary microscopy
in scleroderma and related disorders. Arthritis Rheum 1980;23:
183-9.
Capítulo 9
Artritis reumatoide
Artritis reumatoide
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Manifestaciones articulares
– Articulaciones temporomaxilares
– Columna cervical
– Articulación cricoaritenoidea
– Hombros
– Codos
– Muñecas y manos
– Caderas
– Rodillas
– Tobillos y pies
– Otras localizaciones
Manifestaciones extraarticulares
– Síndrome constitucional
– Nódulos
– Vasculitis
– Afectación pulmonar
– Afectación cardiovascular
– Afectación ocular
– Afectación neurológica
– Afectación ósea
– Afectación endocrinológica
– Afectación renal
– Afectación digestiva
– Artritis reumatoide y cáncer
Síndrome de Felty
Complicaciones
– Amiloidosis
– Artritis infecciosa
Laboratorio
– Reactantes de fase aguda
– Alteraciones hematológicas
– Factor reumatoide
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
– Anticuerpos antipéptidos citrulinados cíclicos
– Anticuerpos antinucleares
– Líquido sinovial
Imagen
– Muñeca
– Mano
– Antepié
– Retropié
– Rodilla
– Cadera
– Codo
– Hombro
– Columna cervical
Diagnóstico
Evolución
Pronóstico
Artritis reumatoide del anciano
Artritis reumatoide y embarazo
Tratamiento
– Programa básico
Tratamiento médico
– Antiinflamatorios no esteroideos
– Corticoides sistémicos
– Corticoides locales
Tratamientos locales intraarticulares
Fármacos antirreumáticos modificadores
de la enfermedad
– Fármacos antirreumáticos modificadores
de la enfermedad no biológicos
Tratamientos combinados
– Fármacos antirreumáticos modificadores
de la enfermedad biológicos
– Efectos secundarios de los fármacos antirreumáticos
modificadores de la enfermedad biológicos
Artritis reumatoide y cirugía
Tratamiento ortopédico
117
118
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
To sleep is to be still and to be still is to stiffen.
So begins the morning charade of getting going.
Dragging to the bath-hot: what bliss! With luck you
manage those stairs to breakfast. The day moves on,
you move much better, but just right back to bedtime
and the whole cycle repeats itself.
I doubt whether most medical colleagues have the
remotest idea of the subtlety of this torturing prince.1
«El sueño es la inmovilidad y la inmovilidad
es la rigidez. Comienza el ritual diario de la puesta
en marcha. Me arrastro hasta la bañera con agua caliente,
¡qué dicha! Con suerte alcanzo las escaleras
para desayunar. El día va transcurriendo, me muevo
mucho mejor, pero justo en el momento de acostarse
el ciclo se repite.
Dudo que la mayoría de mis colegas tengan la más
remota idea de la Ànura de este príncipe torturador».
DEFINICIÓN
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune
sistémica crónica caracterizada por: a) síndrome constitucional en forma de astenia, inapetencia, discreta pérdida de
peso y febrícula; b) síndrome articular, habitualmente en
forma de poliartritis crónica simétrica y aditiva, de las pequeñas articulaciones de las manos y de los pies y c) síndrome extraarticular (v. apartados correspondientes).
EPIDEMIOLOGÍA
La incidencia anual de la AR en España es de 8,3 casos/
100.000 habitantes: 11,3 casos/100.000 en mujeres y 5,2
casos/100.000 en hombres (Carbonell, 2008). Su incidencia
máxima se produce entre los 30 y los 50 años (en el 80% de
pacientes). En el sexo femenino es tres veces más frecuente.
La prevalencia en España es del 0,5%, aumenta con la edad
en ambos sexos y es similar en todo el mundo, pues no existe predilección racial. Estudios familiares han demostrado
una predisposición genética. Los familiares de los pacientes
afectados de AR tienen un riesgo entre cinco y 10 veces
superior de presentar la enfermedad que la población general. La AR es la enfermedad reumática crónica atendida con
mayor frecuencia en los servicios de reumatología hospitalarios y en las nuestra consulta privada. Nuestra impresión
como clínicos es que está disminuyendo, sin embargo, estudios recientes demuestran un incremento de la enfermedad,
lo que indica la importancia de los factores ambientales
(Myasoedova, 2010).
1. Kent P. Br Med J 1978;2:1067-8. Reumatólogo inglés contemporáneo
afectado de artritis reumatoide.
Existe una correlación inversa entre el consumo de alcohol y el riesgo de presentar AR (Källberg, 2009) y una correlación directa entre el tabaquismo y el riesgo de presentar
dicha enfermedad (Silman, 1996), especialmente si el paciente es un hombre fumador y con factor reumatoide positivo
(Sugiyama, 2010). Es más frecuente que se inicie en invierno
que en verano (Patberg, 2004). El comienzo en los primeros
6 meses después de un parto sucede con una frecuencia superior a lo que sería una simple coincidencia (Häupl, 2008).
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la artritis reumatoide se desconoce.
Unos factores desencadenantes, presuntamente infecciosos
(Mycoplasma, virus de Epstein-Barr, citomegalovirus, parvovirus, etc.), inician una reacción inmunológica en un individuo genéticamente predispuesto. Existe una susceptibilidad genética a presentar la enfermedad objetivada por la
tendencia a la agregación familiar, la elevada concordancia para la AR de gemelos monocigóticos y la presencia de
los distintos subtipos del antígeno de histocompatibilidad
HLA-DR4, que contienen una secuencia de aminoácidos
idénticos para todos ellos. Esta secuencia o epítopo compartido sería la responsable de la susceptibilidad del huésped a presentar la enfermedad. Recientemente se ha descubierto que la susceptibilidad para presentar la enfermedad
se localiza en el brazo largo del cromosoma 2.
Se desconocen las causas por las cuales la activación de
los Àbroblastos, macrófagos y linfocitos T CD4+ presentes
en la membrana sinovial producen citocinas proinÁamatorias, especialmente factor de necrosis tumoral alfa (TNFalfa) e interleucinas (IL-1, IL-6, IL-15 y la IL-18), que desempeñan un papel decisivo en la aparición de la sinovitis.
Estas citocinas son las responsables de controlar la secreción de múltiples citocinas proinÁamatorias, de inducir la
síntesis y secreción de mediadores inÁamatorios como las
metaloproteasas, prostaglandinas y óxido nítrico y de conducir a la destrucción del cartílago articular (Àg. 9.1).
ANATOMÍA PATOLÓGICA
El nódulo reumatoide es el hallazgo característico, aunque
no exclusivo de la AR; patrones histológicos idénticos pueden darse en el granuloma anular, en la necrobiosis lipídica
del diabético y de forma idiopática en algunos niños. Aparecen en un 20% de los casos y se localizan en las zonas de
roce (olécranon, maleólos, sacro, etc.).
La histología de un nódulo reumatoide se caracteriza por
tres zonas distintas: a) área central de necrosis Àbrinoide.
Bajo la inÁuencia de ciertas noxas el tejido conjuntivo pierde su normal apetencia por la fucsina ácida y el azul de anilina, y se tiñe de manera semejante a como lo hace la Àbrina,
de ahí el nombre de necrosis Àbrinoide; b) Àbroblastos dispuestos en sentido radial, alrededor del área central, a modo
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
119
Infiltrado celular
periférico
(linfocitos
y células
plasmáticas)
Factores desencadenantes
(¿Bacterias, virus?)
Susceptibilidad genética
(HLA-DRA4, epítopo compartido)
Actividad crónica de fibroblastos,
macrófagos y linfocitos T CD4+
de la membrana sinovial
Producción de TNF-alfa,
IL-1, IL-6, IL-15, IL-18
Área central
de necrosis
fibrinoide
Secreción de citocinas
proinflamatorias
Digestión enzimática del
cartílago (metaloproteasas)
Fibroblastos en
sentido radial
“células epitelioides”
Neovascularización
Resorción ósea
(transformación de monocitos
en osteoclastos)
Figura 9.2.
Estructura de un nódulo reumatoide.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 9.1. Etiopatogenia de la artritis reumatoide.
de empalizada, de manera semejante a como habitualmente
se depositan las células epiteliales, de ahí, el nombre de células epitelioides, y c) inÀltrado celular periférico compuesto por células plasmáticas y linfocitos (Àg. 9.2).
La sinovitis es la principal alteración de la enfermedad; se
caracteriza por un crecimiento de los vasos sanguíneos a causa de un desequilibrio entre los factores activadores e inhibidores de la angiogénesis (aparición de nuevos vasos sanguíneos a partir de vasos preexistentes). La membrana sinovial
inÁamada de la AR es hipóxica y la hipoxia también induce
angiogénesis. Los nuevos vasos sanguíneos neoformados
permiten la llegada de más leucocitos que segregan citocinas
estimulando con ello la hipertroÀa (aumento del volumen de
las células) y la hiperplasia (aumento del volumen y del número de células) de las células de la membrana sinovial. Los
fármacos empleados actualmente en el tratamiento de la AR
poseen efectos antiangiogénicos que explican parte de su eÀcacia. La presencia en la membrana sinovial de neogénesis
linfoidea predice una peor respuesta terapéutica que revierte
con el empleo de anti-TNF (Cañete, 2009).
Macroscópicamente la membrana sinovial aparece aumentada de tamaño, congestionada y edematosa, y adopta
el aspecto de una membrana aterciopelada con abundantes
pliegues y vellosidades. La extensión de la proliferación sinovial sobre el cartílago, al que cubre como un manto, se
denomina pannus2, que rompe la cortical en la zona de la
unión cartílago sinovial y erosiona el hueso subcondral. Estas erosiones aumentan y se hacen quísticas por la acción de
«bombeo» del líquido articular a través de la cortical rota.
Estas alteraciones óseas, unidas a la pérdida del cartílago,
conducen a la destrucción de las superÀcies articulares.
Microscópicamente la membrana sinovial en fases iniciales está muy vascularizada y destaca la hiperplasia de los
2. Pannus (latín): paño.
sinoviocitos, dispuestos hasta en tres capas celulares, cuando lo normal es una y la inÀltración de macrófagos, células
plasmáticas y linfocitos T y B, agrupados, alrededor de los
vasos con aspecto de folículos linfoides con centros claros
germinales, similares a los que se observan en las placas de
Peyer de la mucosa intestinal o en los ganglios linfáticos.
Los linfocitos T constituyen el 50% del total de las células sinoviales, con un claro predominio de los linfocitos
CD4+. Las células plasmáticas y los linfocitos B constituyen una pequeña proporción de las células sinoviales (5%),
pero de gran importancia al contribuir a la formación de
factor reumatoide. Los macrófagos sinoviales constituyen
alrededor del 20% de las células de la membrana sinovial y
producen un exceso de citocinas TNF-alfa e IL-1. Ambas
citocinas contribuyen a la degradación de la matriz extracelular, a la destrucción cartilaginosa y a la resorción ósea mediante la producción de prostaglandinas y de metaloproteasas, que activan los osteoclastos e inhiben la síntesis de
proteoglicanos por los condrocitos y de colágeno tipo II.
También estimulan la producción de otras citocinas que amplían la respuesta inÁamatoria y, probablemente, la perpetúan (Stevens, 1991; Firenstein, 1994).
CLÍNICA
El inicio de la AR viene precedido con frecuencia de febrícula, astenia, inapetencia y discreta pérdida de peso. La Àebre
está presente en los casos de inicio agudo y cuando hay complicaciones sistémicas como vasculitis o serositis. No es raro
que en momentos cercanos a la eclosión de la enfermedad se
hayan producido situaciones de estrés físico o psíquico.
En la mayoría de los casos la enfermedad se inicia de forma gradual; los pródromos aparecen semanas o meses antes de
las manifestaciones articulares. Es raro que el inicio sea brusco. Precisar el momento del inicio de la AR es muy importante, puesto que permite establecer su tiempo de evolución.
La afectación articular cursa con dolor, tumefacción y
rigidez articular. Al inicio el dolor aparece a la palpación
120
o a la movilización, pero cuando la inÁamación es intensa
persiste en reposo. La piel que cubre la articulación está
más caliente y la atroÀa muscular periarticular es precoz y
puede llegar a ser intensa.
El síntoma más característico de la AR es la rigidez dolorosa matutina que presenta el paciente cuando se despierta y
que va desapareciendo a lo largo del día con la actividad. Su
duración es uno de los mejores parámetros clínicos de la actividad del proceso; debe ser superior a los 30 minutos. Se
debe a la extravasación del plasma en el espacio intersticial a
causa de la vasodilatación producida por las citocinas proinÁamatorias. La tumefacción es consecuencia de la extravasación del plasma del espacio intravascular a la cavidad articular. Obviamente, la rigidez matutina se produce en cualquier
artritis, incluso pacientes con una poliartrosis de las manos o
un síndrome del túnel carpiano pueden presentar cierto grado
de rigidez, pero nunca superior a los 30 minutos.
Las articulaciones más comúnmente afectadas son las
metacarpofalángicas (MCF), en especial la segunda y la tercera, las interfalángicas proximales (IFP) y las cuatro últimas
metatarsofalángicas (MTF); siguen, en orden decreciente,
muñecas, rodillas, tarso, codos, caderas, hombros, columna
cervical y articulaciones temporomaxilares. Es frecuente la
tenosinovitis de los tendones Áexores de las manos, en cerca de la mitad de los casos, y de los pies. Un dato curioso de
la enfermedad es la simetría de la afectación articular y el
empeoramiento con la humedad.
El patrón de afectación inicial suele ser poliarticular,
con la característica de irse añadiendo de forma progresiva
nuevas articulaciones afectadas sin que mejoren las previamente inÁamadas. No es infrecuente que el inicio sea monoarticular y continúe así durante un período más o menos
prolongado de tiempo hasta que se inicia el patrón aditivo
característico.
Más raro es el inicio en forma de artritis episódicas de
corta duración, monoarticulares u oligoarticulares, con períodos de remisión completa y presencia de tumefacción de
los tejidos blandos periarticulares y aparición de lesiones
eritematosas no pruriginosas y dolorosas, es el denominado
reumatismo palindrómico3. La afectación precoz de la muñeca o de las articulaciones interfalángicas y la presencia de
factor reumatoide y anticuerpos anticitrulina son factores
predictores de AR, como acontece en un tercio de los casos.
La mitad de los pacientes continúa con un reumatismo palindrómico. En una reducida parte de los pacientes (4%) es
la forma de presentación de un lupus eritematoso sistémico
o de la enfermedad de Whipple (González-López, 1999). El
riesgo de presentar una artritis crónica persiste durante 10
años (Koskinen, 2009).
Una forma peculiar de AR es la arthritis robustus que se
presenta en hombres que realizan trabajos pesados y cursa
3. Palin (griego): otra vez.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
con escaso dolor, gran tumefacción articular y nódulos subcutáneos voluminosos (De Haas, 1974).
Ante toda artritis de inicio, es decir, de más de 6 semanas de evolución y de menos de un año, el clínico, tras una
historia clínica minuciosa y una exploración física exhaustiva, se solicitará una prueba de velocidad de sedimentación
globular con hemograma completo, proteína C reactiva, factor reumatoide, anticuerpos anticitrulina, anticuerpos antinucleares, HLA-B27 y serología del parvovirus B19 (IgM).
Deben realizarse también radiografías de ambas manos (palma-placa), de ambos pies (planta-placa), sacroilíacas y de
las articulaciones afectadas.
Hay que objetivar mediante la realización de una resonancia magnética una tenosinovitis de los tendones Áexores
de las manos, junto con la positividad del factor reumatoide
y de los anticuerpos anticitrulina implica un alto valor predictivo de AR precoz (Eshed, 2009).
Recientemente, se ha propuesto un modelo predictivo,
práctico y económico para pacientes con artritis indiferenciada
de comienzo reciente, con el cual se estima la probabilidad de
desarrollar una AR (Van der Helm-Van Mil, 2007) (tabla 9.1).
En la tabla 9.2 se resumen las posibles formas de comienzo de una AR.
Con Ànes didácticos, expondremos por separado las manifestaciones articulares y extraarticulares.
MANIFESTACIONES ARTICULARES
ARTICULACIONES TEMPOROMAXILARES
Por lo menos en la mitad de los pacientes con AR existen
manifestaciones clínicas de la articulación temporomaxilar.
El dolor aparece con los movimientos de la mandíbula y en
la exploración se objetiva dolor a la presión sobre la articulación.
COLUMNA CERVICAL
Es el único segmento vertebral afectado habitualmente en la
AR. Más del 25% de los pacientes con de más de 5 años de
evolución de la enfermedad presentan manifestaciones en la
columna cervical. Numerosos casos son asintomáticos a pesar
de que las alteraciones radiológicas son muy evidentes. Su importancia estriba en la posibilidad de que se lesione secundariamente la médula espinal, circunstancia rarísima. El tratamiento
intensivo con fármacos antirreumáticos modiÀcadores de la
enfermedad (FAME) retrasa su aparición (Kauppi, 2009).
Las alteraciones se presentan en dos localizaciones: a) en
la articulación atloido-axoidea, y b) en las articulaciones que
se encuentran por debajo de la segunda vértebra cervical.
La articulación atloido-axoidea (C1-C2) posee sinovial
entre la odontoides y el arco anterior del atlas y entre la ella
y el ligamento transversal del atlas. La sinovitis erosiona el
ligamento transversal, lo que hace que el cráneo y el atlas se
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
121
Tabla 9.1. Modelo predictivo de Van del Hel-Van Mil
Edad multiplicado por 0,02
Sexo femenino: 1 punto
Poliartritis de aparición insidiosa
Patrón de afectación articular
Artritis de las articulaciones de las extremidades superiores
e inferiores: 1,5 puntos
Artritis de las pequeñas articulaciones de las manos
y de los pies: 0,5 puntos
Artritis de las articulaciones de las extremidades superiores:
1 punto
Artritis simétrica: 0,5 puntos
Poliartritis de aparición aguda
Rigidez matutina valorada por el paciente mediante escala
analógica visual
De 26 a 90 mm: 1 punto
Más de 90 mm: 2 puntos
Número de articulaciones dolorosas
De 4 a 10 articulaciones: 0,5 puntos
Más de 11 articulaciones: 1 punto
Número de articulaciones tumefactas
De 4 a 10 articulaciones: 0,5 puntos
Más de 11 articulaciones: 1 punto
PCR
De 5 a 50 mg/l: 0,5 puntos
Más de 51 mg/l: 1 punto
Factor reumatoide positivo: 1 punto
Anticuerpos anticitrulina positivos: 2 puntos
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tabla 9.2. Formas de comienzo de la artritis
reumatoide
Puntos de corte
Progresión
a artritis
reumatoide (%)
No progresión
a artritis
reumatoide (%)
Menos de 6 puntos
Entre 6 y 8 puntos
Más de 8 puntos
Más de 11 puntos
9
48
84
100
91
52
16
0
luxen hacia adelante cuando el paciente Áexiona la cabeza.
La prevalencia de la luxación atloido-axoidea es del 40%.
Otras posibles alteraciones son la erosión de la odontoides
o su ascenso a través del agujero occipital y la afectación de
las articulaciones formadas por las masas laterales del atlas
con la segunda vértebra cervical (Neva, 2003).
Clínicamente, el paciente reÀere dolor suboccipital irradiado al vértex que aumenta con el traqueteo. En la exploración se observa una limitación importante de las rotaciones
cervicales. Las inÁexiones laterales se ven más alteradas en
las afecciones vertebrales por debajo del axis. Los movimientos de Áexión y extensión del cuello son los menos
afectados. La aparición de manifestaciones neurológicas
mielocompresivas o radiculares se expresan en forma de: a)
dolor irradiado a la región occipital, hombros y brazos con
parestesias que empeora con los movimientos cervicales; b)
insuÀciencia vértebro-basilar con nistagmo, vértigo y ataxia,
Monoartritis, habitualmente de rodilla
Tenosinovitis, habitualmente de los tendones flexores
Rigidez dolorosa matutina de las manos
Síndrome del túnel del carpiano
Reumatismo palindrómico
y c) tetraparesia espástica progresiva con hipoestesia en
manos y trastornos de esfínteres. La compresión medular
predomina en hombres seropositivos. La presencia de erosiones en las articulaciones periféricas es un buen predictor
de la luxación atloido-axoidea. Los afortunadamente pocos
casos que progresan constituyen uno de los cuadros clínicos más graves de la AR. El reumatólogo clínico debe estar
especialmente atento a su inicio y prevención practicando
sistemáticamente a todo paciente afectado de AR de más de
5 años de evolución una radiografía de perÀl con Áexión
máxima de la columna cervical (la separación normal entre
el cuerpo del atlas y la odontoides del axis debe ser inferior
a 4 mm), una radiografía transbucal para visualizar C1-C2 y
una RM de la columna cervical, puesto que existe una excelente correlación entre las manifestaciones neurológicas y
las imágenes obtenidas por RM (Narváez, 2008).
Por debajo de C2, la afectación se traduce por dolor de
características mecánicas con limitación de la movilidad
cervical. La sinovitis se localiza en las articulaciones uncovertebrales y en las articulaciones interapoÀsarias posteriores con radiología característica: pinzamientos discales
múltiples sin osteoÀtosis. La presencia de subluxaciones
con espondilolístesis puede dar lugar en potencia a compresiones medulares. En la Àgura 9.3 se exponen los distintos
tipos de subluxación atloido-axoidea.
En las tablas 9.3 y 9.4 se exponen la evaluación del dolor y de la afectación neurológica en la columna cervical en
la AR (Pellici, 1981).
ARTICULACIÓN CRICOARITENOIDEA
La articulación cricoaritenoidea es una diartrosis y puede
verse afectada en ocasiones por la AR. Clínicamente, esto
se traduce por sensación de plenitud en la garganta, ronquera y disnea.
En el examen laringoscópico, los pliegues aritenoideos
pueden estar inÁamados y edematosos y ser causa de estridor laríngeo con pérdida de la abducción de las cuerdas vocales. La anquilosis bilateral de la articulación puede produ-
122
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 9.3. Evaluación del dolor cervical en la artritis
reumatoide
(a)
Estadio 0
Asintomático
Estadio I
Dolor intermitente que cede con analgésicos
Estadio II
Dolor intermitente que cede de forma incompleta
con analgésicos
Necesidad de utilizar collarín cervical
Estadio III
Dolor permanente que no cede con analgésicos
Tabla 9.4. Evaluación de la afectación neurológica
(b)
Clase I
Asintomático
Clase II
Debilidad muscular subjetiva con disestesias
e hiperreflexia
Clase IIIA
Debilidad muscular objetiva y/o síndrome
cordonal posterior
Clase IIIB
Déficit neurológico grave
(c)
(d)
Figura 9.3. Tipos de subluxación atloido-axoidea. (a) Subluxación atloido-axoidea anterior. (b) Subluxación atloido-axoidea posterior, requiere
la coexistencia de fractura de la odontoides o su ausencia por erosiones
múltiples. (c) Subluxación vertical o ascendente (impresión basilar), habitualmente asociada a compresión medular por emigración de la odontoides
a través del foramen magnum del occipital (impactación craneal). (d) Subluxaciones laterales. Todas estas subluxaciones pueden coexistir con inestabilidad por debajo de C2.
cir disnea y muerte por obstrucción laríngea, a no ser que se
practique una traqueotomía de urgencia. La artritis de esta
articulación, se encuentra con frecuencia, ¡si se busca!
Es imperativo tratar con rapidez las infecciones respiratorias de vías altas en todos los pacientes con AR.
HOMBROS
La afectación clínica del hombro es frecuente. Se maniÀesta
por dolor y limitación de la movilidad que provoca debilidad
y atroÀa del deltoides. El hombro se ve afectado no sólo por
la sinovitis gleno-humeral, sino también por la bursitis sub-
acromial, la rotura del manguito de los rotadores, la de la
porción larga del bíceps y la artritis esternoclavicular y acromioclavicular. Tras 15 años de evolución, el 60% de los pacientes presentan afectación de la articulación acromioclavicular con presencia habitual de erosiones en el margen inferior
de la articulación. Todas estas lesiones contribuyen al deterioro de la articulación del hombro (Lehtinen, 1999, 2000).
El pronóstico funcional es malo, por la limitación de la
movilidad. En los casos de bursitis o tendinitis, la inÀltración local con un esteroide depósito y anestésico local logra
resultados espectaculares.
CODOS
La sinovitis del codo se inicia por la ocupación de los surcos
olecranianos. La tumefacción se aprecia especialmente entre la cabeza del cúbito y el olécranon. El codo adopta una
actitud en Áexión y se instaura de forma progresiva una limitación de la Áexoextensión que, en los casos avanzados,
produce un grave trastorno funcional, puesto que el paciente no se alcanza ni la cara ni el trasero. A los 15 años de
evolución, más de la mitad de los pacientes presentan afectación del codo con presencia de erosiones en la cabeza del
radio, el epicóndilo y el olécranon (Lehtinen, 2001).
MUÑECAS Y MANOS
Las deformidades que se observan en la muñeca y en la mano
de una AR son secundarias a la artritis. Con Ànes didácticos
distinguimos las sinovitis de los tendones y la artritis:
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
Sinovitis de los tendones extensores
de la muñeca
En la muñeca la sinovitis de los extensores es muy frecuente
y fácil de diagnosticar debido a su localización subcutánea.
La sinovitis en dicha localización es relativamente bien tolerada por el enfermo por dos razones: a) los tendones extensores, a diferencia de los Áexores, requieren un menor recorrido y una menor fuerza de tracción para realizar la extensión
de los dedos, y b) los tendones extensores únicamente realizan la extensión de las articulaciones MCF, ya que la extensión de las articulaciones IFP e interfalángica distal (IFD) se
realiza por contracción de la musculatura intrínseca.
La complicación más grave de una sinovitis de los tendones extensores es la rotura tendinosa por causas inÁamatorias (sinovitis) o mecánicas (fricción del tendón contra
prominencias óseas).
Las roturas tendinosas más frecuentes son las de los extensores del cuarto y quinto dedos. El extensor del meñique
es el que se rompe con mayor facilidad, ya que transcurre
individualmente por el quinto compartimento extensor, pero
su rotura pasa desapercibida al poderse realizar la extensión
del dedo con el extensor común.
Raramente se producirán roturas de todos los tendones
extensores de los dedos. Cuando ocurran, el clínico pensará en una lesión por compresión del nervio interóseo posterior en la región proximal del antebrazo. El nervio interóseo
posterior es la rama motora del nervio radial que inerva a la
musculatura extensora de los dedos.
El extensor largo del pulgar tambien se rompe con cierta
frecuencia, aunque su diagnóstico puede pasar desapercibido. La manera de explorarlo es solicitando al enfermo que
levante el pulgar del plano de la mesa, mientras se mantiene
la palma de la mano apoyada sobre ésta. Su rotura es muy
incapacitante desde el punto de vista funcional y requiere
una pronta reparación quirúrgica.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Sinovitis de los tendones flexores
de la muñeca
123
cabría suponer. El diagnóstico se realiza al apreciarse un
engrosamiento en toda la longitud de la cara anterior del
dedo, principalmente en localización proximal. El enfermo
reÀere dolor y diÀcultad para Áexionar las articulaciones
interfalángicas.
La deformidad «en cuello de cisne» se deÀne como una
hiperextensión de la articulación IFP con una hiperÁexión
secundaria de la IFD. La hiperextensión de la articulación
IFP relaja al aparato extensor distal y permite que la articulación IFD se Áexione más de lo normal, por la tracción del
tendón profundo (Àg. 9.4).
Los tendones Áexores de los dedos pueden romperse en
el interior del túnel carpiano por fricción con los huesos del
carpo deformados. Lógicamente no serán los tendones superÀciales por estar alejados de las superÀcies óseas, sino
los profundos y, en particular, el Áexor largo del pulgar.
En los dedos, las roturas tendinosas se producen por sinovitis. El Áexor superÀcial se rompe con mayor frecuencia
que el profundo, ya que su grosor disminuye al dividirse en
dos bandeletas y estar rodeado por mayor tejido sinovial. Su
rotura pasa habitualmente desapercibida, por cuanto se
mantiene la Áexión con el Áexor profundo.
Las roturas de los tendones Áexores de los dedos se
diagnostican como se expone a continuación. Se solicita al
enfermo que Áexione los dedos y se observa si puede Áexionar las falanges distales. Si la falange distal se Áexiona, signiÀca que el Áexor profundo está intacto. Deben explorarse
todas las articulaciones IFP e IFD independientemente; es
habitual que presenten una tumefacción fusiforme simétrica
y dolorosa a la palpación látero-lateral.
Las roturas tendinosas se producen con más frecuencia
en los casos de gran proliferación sinovial y en los que no
responden a los fármacos inductores de remisión.
Artritis
Las casi 30 articulaciones de la mano pueden verse afectadas, pero con mayor frecuencia lo serán las de la muñeca y
las MCF. La sinovitis ocasiona dolor, pérdida de fuerza,
Las roturas de los tendones Áexores de la muñeca son menos frecuentes, y se han hallado en el Áexor propio del pulgar y en el Áexor propio del índice.
La hipertroÀa sinovial en el interior del túnel carpiano
producirá una compresión del nervio mediano con su característica sintomatología. De todos modos, en las AR, la presentación de un síndrome del túnel carpiano es mucho menos frecuente de lo que cabría esperar. Ello se explica por la
capacidad de adaptación del túnel carpiano.
1
2
4
Sinovitis de los tendones flexores
de los dedos
La sinovitis de los tendones Áexores de los dedos es más
frecuente y con mayores repercusiones clínicas de lo que
3
1. Aumento de la tracción de los extrínsecos.
2. Aumento de la tracción de los intrínsecos.
3. Adherencias del extensor a nivel de la IFP.
4. Rotura del flexor superficial.
Figura 9.4.
Deformidad «en cuello de cisne».
124
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
atroÀa muscular y osteoporosis por desuso. Con el transcurso del tiempo la sinovitis destruye el cartílago, las estructuras cápsulo-ligamentosas y los tendones extensores.
5
1
2
4
3
Artritis de la muñeca
Es muy frecuente la artritis de la articulación radio-cubital
inferior, que se maniÀesta inicialmente por dolor al realizar
la supinación y, en menor grado, la pronación del antebrazo
y presencia de tumefacción dolorosa en el borde cubital. Es
característica la hipertroÀa sinovial en su cara dorsal y/o
palmar.
Cuando está afectada la muñeca, los metacarpianos
siempre se desvían hacia el lado cubital, es la deformidad
más habitual de la AR, lo cual es una posición antiálgica
que se observa en cualquier otro tipo de sinovitis, sea traumática o infecciosa.
1. Rotura de la bandeleta mediana del extensor.
2. Desplazamiento de las bandeletas laterales.
3. Retracción progresiva del ligamento retinacular.
4. Hiperextensión de F3.
5. Retracción de las bridas de la placa palmar de la IFP.
Figura 9.5.
Deformidad «en ojal».
4
Artritis de las articulaciones
metacarpofalángicas
Las articulaciones MCF presentan una tumefacción dorsal
de tacto esponjoso con dolor a la palpación. La compresión
anteroposterior de las MCF es dolorosa. La frecuencia con
la que se ven afectadas las MCF sigue este orden: segunda,
tercera, primera, cuarta y quinta.
Artritis de las articulaciones interfalángicas
proximales
Las articulaciones IFP se encuentran estabilizadas lateralmente por dos gruesos ligamentos colaterales. La Áexión
articular corre a cargo de los Áexores superÀciales y profundos. La extensión la realizan la bandeleta central y las bandeletas laterales que se unen en la segunda falange para insertarse en la tercera falange.
La sinovitis de la articulación IFP tiende a expanderse
hacia el dorso, que es el lugar en el que encontrará menor
resistencia para su desarrollo, ocasionando una elongación
progresiva de la bandeleta central y posteriormente de las
bandeletas laterales. Todo ello produce una hiperextensión
de la articulación IFD con Áexión de la IFP. Es la clásica deformidad «en ojal» que, por deÀnición, es una lesión del aparato extensor (Àg. 9.5).
En las IFP, el orden de afectación es: tercera, segunda,
cuarta, quinta y primera, y hay una preferencia por el lado
derecho.
Artritis de las articulaciones interfalángicas
distales
La sinovitis en esta localización es mucho menos frecuente;
cuando ocurre se ve afectado el tendón extensor distal, con
pérdida de la extensión articular. Esta deformidad en Áexión
de la articulación IFD es conocida como dedo «en martillo»
(Àg. 9.6).
1
3
2
1. Rotura de la inserción terminal del sistema extensor.
2. Flexión de F3.
3. Retracción de las bridas de la placa palmar.
4. hiperextensión de la IFP (accesoria)
Figura 9.6.
Deformidad «en martillo».
Alteraciones del pulgar
El pulgar puede deformarse por artritis o por roturas tendinosas. Posee tres articulaciones: trapecio-metacarpiana,
MCF e IFP.
La sinovitis de la articulación trapeciometacarpiana destruye los tendones provocando una subluxación radial del
metacarpiano sobre el trapecio.
La sinovitis de la articulación MCF produce una pérdida
progresiva de la extensión articular o deterioro de los ligamentos colaterales provocando inestabilidad lateral de la
articulación.
La articulación interfalángica del pulgar se ve afectada
en raras ocasiones, pero siempre con mayor frecuencia que
el resto de las demás articulaciones IFD. La deformidad «en
martillo» es rara, lo habitual es la presencia de inestabilidades laterales.
En casos graves, el aspecto de la mano es muy característico. Los dedos están acortados y las falanges adoptan posturas caprichosas con abundantes pliegues en la piel. Las articulaciones poseen una movilidad anormal y los dedos se
alargan cuando se estiran por su punta como un telescopio.
En la tabla 9.5 se resumen las alteraciones de la mano
reumatoide.
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
Tabla 9.5. Alteraciones de la mano reumatoide
En la muñeca
Sinovitis
De los tendones extensores con/sin rotura
De los tendones flexores
Síndrome del túnel carpiano
Artritis
Articulación radio-cubital inferior
Articulación trapecio-metacarpiana
En los dedos
Sinovitis
De los tendones flexores: deformidad «en cuello de cisne»
Artritis
Articulaciones MCF: desviación cubital
Articulaciones IFP: deformidad «en ojal»
Articulaciones IFD: dedos «en martillo»
Alteraciones del pulgar
Por artritis
MCF: metacarpofalángicas; IFP: interfalángicas proximales; IFD:
interfalángicas distales.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CADERAS
Las caderas se ven afectadas con menor frecuencia que las
rodillas y las articulaciones de las manos y de los pies, pero
es una afectación muy incapacitante y que agrava el pronóstico. La afectación de la cadera es poco frecuente (5%),
pero a medida que avanza el proceso alcanza una prevalencia del 50%. Es más frecuente en los casos seropositivos y
con nódulos. Clínicamente se maniÀesta por dolor inguinal
referido a la región pertrocantérea, muslo y cara interna de
la rodilla con cojera. A menudo es bilateral. En la exploración se detecta una limitación dolorosa de la abducción y de
los rodamientos internos. Con el tiempo la cadera tiende a
adoptar una actitud en Áexión y rotación externa funcionalmente desastrosa, ya que impide la deambulación y condena al enfermo a una vida sedentaria.
Radiológicamente se observan un pinzamiento de la interlínea articular, erosiones y la migración de la cabeza femoral hacia arriba y adentro, dato característico. Es imperativo explorar las caderas en cada visita de control de un
paciente con AR.
RODILLAS
De las grandes articulaciones es la que se ve afectada con
más frecuencia. Al inicio de la enfermedad, un 30% de pacientes tienen las rodillas afectadas. Es una de las causas
principales de incapacidad en la AR. La sinovitis persistente
produce inestabilidad ligamentosa y predispone al hundimiento de las plataformas tibiales con inseguridad para la
marcha. Si se añade dolor, caminar se convierte en algo
prácticamente imposible. Constituye un grave trastorno
125
funcional cuando aparecen algunas de las siguientes complicaciones: a) deformidad «en Áexo», que se ve favorecida
por la colocación de una almohada debajo de las rodillas
para aliviar el dolor de reposo y por no practicar una simple
tabla de gimnasia diaria; b) deformidad «en valgo», difícil
de prevenir y característica de las artropatías destructivas de
rodillas, y c) deformidad «en varo», en enfermos con afectación artrósica previa.
Una complicación de la sinovitis de rodilla es el quiste
poplíteo o quiste de Baker4, presente en el 30% de las AR,
que se forma en las bolsas serosas de los músculos semimembranoso y gastrocnemio, con frecuencia comunicantes.
El líquido articular pasa a las bolsas serosas por un mecanismo valvular que impide su retorno a la articulación. Se
presenta como una tumefacción en el lado medial del hueco
poplíteo, habitualmente asintomática, pero que puede: a)
ocasionar diÀcultades en el retorno venoso con edema de la
pierna; b) crecer por debajo de los gemelos, y c) romperse
súbita o lentamente, provocando una inÁamación de los tejidos blandos con un cuadro seudotromboÁebítico con dolor, eritema, edema que alcanza el tobillo e incluso Àebre.
La ecografía o la RM son útiles para conÀrmar su diagnóstico. Es obligado realizar el diagnóstico diferencial con la
tromboÁebitis, puesto que esta última se trata con anticoagulantes y la rotura del quiste poplíteo con reposo, vendaje
compresivo y administración de antiinÁamatorios no esteroideos (AINE).
TOBILLOS Y PIES
La articulación tibio-peroneo-astragalina no suele verse
afectada al inicio de la AR. Cuando se presenta, se objetivan
dolor y tumefacción en toda la interlínea y en las regiones
inframaleolar y retromaleolar, interna y externa. Es de mal
pronóstico. La afectación de la articulación subastragalina
se maniÀesta por dolor a la marcha, tumefacción en el seno
del tarso y limitación de la pronosupinación. Con el tiempo
produce la desviación «en valgo» del talón que sobrecarga
la primera y la segunda articulaciones MTF, lo que favorece la presencia de un hallux valgus y repercute desfavorablemente sobre la rodilla y la cadera. La articulación mediotarsiana se continúa, de hecho, con la subastragalina y
participa de las alteraciones descritas. La afectación de la
articulación astrágalo-escafoidea produce una desviación
de la cabeza del astrágalo hacia adentro y abajo, lo que
agrava todavía más el valgo de talón.
La afectación de las articulaciones subastragalina y mediotarsiana pueden hacer muy difícil la deambulación.
La sinovitis de las articulaciones MTF se presenta en el
20% de los casos al inicio de la enfermedad y no es visible
a la exploración, debido a su situación profunda. Es fre-
4. William Baker (1839-1896). Médico inglés.
126
cuente que los dolores se confundan con una metatarsalgia
mecánica y que el paciente aÀrme con frecuencia: «Doctor,
tengo el armario lleno de plantillas».
La afectación de las MTF tiende a: a) ensanchar el antepié; b) desviar hacia el lado medial el primer metatarsiano
compensado con la desviación lateral del dedo gordo (hallux valgus); c) deformar los cuatro últimos dedos («en martillo»), y d) luxar las cabezas de los metatarsianos hacia la
cara palmar con desplazamiento del cojinete Àbroadiposo,
formándose callosidades dolorosas que pueden ulcerarse.
El dolor a la deambulación es característico y en la exploración se objetiva dolor a la palpación dorso-plantar de
las MTF y a la compresión látero-lateral del antepié.
OTRAS LOCALIZACIONES
Las manifestaciones clínicas en la articulación manubrioesternal son raras, aunque la sinovitis es frecuente. La destrucción articular puede provocar subluxación con hundimiento del manubrio esternal.
La articulación esternoclavicular se ve afectada con gran
frecuencia, pero sus manifestaciones clínicas son mínimas:
discreta tumefacción con escaso dolor a la presión. La afectación de estas articulaciones no suelen plantear problemas
terapéuticos.
MANIFESTACIONES
EXTRAARTICULARES
Aunque la AR es principalmente una enfermedad articular,
existen con frecuencia manifestaciones extraarticulares, especialmente cardiovasculares y vasculitis que determinan, en
ocasiones, un peor pronóstico y una mayor mortalidad que la
propia incapacidad funcional articular (Turesson, 1999).
SÍNDROME CONSTITUCIONAL
Ya se han mencionado los síntomas constitucionales en la
deÀción, como la astenia que aparece o aumenta en el transcurso del día, inapetencia, discreta pérdida de peso y Àebre.
Todos ellos son frecuentes al inicio de la enfermedad, en los
brotes importantes o en los casos graves con complicaciones sistémicas.
Con el progreso de la enfermedad se generaliza la amiotroÀa con debilidad muscular, rheumatoid cachexia en la
terminología anglosajona (Summers, 2008) y, en los casos
muy graves, se produce un curioso temblor que se ha interpretado como provocado por la fatiga muscular.
NÓDULOS
Macroscópicamente, los nódulos reumatoides son masas
ovales indoloras que aparecen en zonas expuestas a presiones o a fricciones: pleura, pericardio, válvulas cardíacas,
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
cuerdas vocales, esclerótica, duramadre, parénquina pulmonar, etc. Es raro que se presenten al inicio de la enfermedad,
lo habitual es que lo hagan al cabo de meses o años. Si se
buscan de forma sistemática se hallan en entre el 20 y el
60% de los casos, especialmente en pacientes con enfermedad grave y FR positivo. Las localizaciones más características son las zonas de extensión del antebrazo, rodillas,
maleólos, cráneo (región occipital), escápulas, apóÀsis espinosas vertebrales, sacro y tendones, sobre todo el tendón
de Aquiles y los tendones Áexores de las manos, donde pueden dar lugar a un dedo «en resorte». Es raro que se ulceren
o se infecten. El diagnóstico diferencial debe realizarse con
los quistes sebáceos, xantomas, tofos y el carcinoma de células basales.
En ocasiones, la introducción de un fármaco modiÀcador de la enfermedad (FAME) como metotrexato, leÁunomida o etanercept desencadena su aparición brusca. Este
cuadro clínico se conoce con el nombre de nodulosis reumatoide.
Microscópicamente, un nódulo reumatoide se caracteriza por tres áreas distintas: a) área central de necrosis Àbrinoide; b) Àbroblastos dispuestos en sentido radial, alrededor
de la zona central, a modo de empalizada, de manera semejante a como se depositan las células epiteliales, de ahí el
nombre de células epitelioides, y c) inÀltrado celular periférico compuesto por células plasmáticas y linfocitos (v.
«Anatomía patológica»).
VASCULITIS
La vasculitis de la AR suele afectar a arterias de pequeño y
mediano calibre. Los vasos más comúnmente afectados son
las arterias cerebrales, coronarias y mesentéricas. Es más
frecuente en hombres y en pacientes con más de 10 años de
evolución. Su incidencia es del 3,5%, pero está disminuyendo gracias a los nuevos tratamientos. Afectaría a uno de
cada 9 hombres y a una de cada 38 mujeres.
Son factores predisponentes la positividad del HLADRB1, valores bajos de C4, la presencia de nódulos subcutáneos y el tabaquismo. La vasculitis se asocia con un peor
pronóstico y con una mayor mortalidad por comorbilidad
cardiovascular e infecciones graves, entendiendo por infecciones graves todas las que requieren ingreso hospitalario y
antibióticos intravenosos. Su tratamiento es empírico, con
dosis altas de esteroides y ciclofosfamida. El papel de los
anti-TNF no está claro (Turesson, 2009).
El signo clínico más frecuente es la presencia de microinfartos en los pulpejos de los dedos o en los bordes periungueales, que traducen zonas de isquemia local de las arterias
digitales. En ocasiones, pueden evolucionar hacia la gangrena.
La arteritis necrosante de pequeño vaso se maniÀesta
habitualmente en forma de púrpura palpable de predominio
en las extremidades inferiores.
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
Otras manifestaciones debidas a la vasculitis son el fénomeno de Raynaud, neuropatía periférica, mononeuritis
múltiple, inicialmente asimétrica, y úlceras crónicas en las
piernas.
Un dato que debe tenerse en cuenta es que no todas las
úlceras en las piernas en una AR son de origen vasculítico.
Existen otras causas como las úlceras por presión (¡roce de
los zapatos!), las úlceras de la insuÀciencia venosa (con varices o sin ellas), las úlceras venosas infectadas o las úlceras
arteriales de los pacientes hipertensos o diabéticos.
En la tabla 9.6 se expone el diagnóstico diferencial de
las úlceras de las extremidades inferiores.
AFECTACIÓN PULMONAR
La afectación pulmonar en la AR es poco frecuente. Con
Ànes didácticos separamos la afectación pleural de la afectación del parénquima pulmonar.
Afectación pleural
La pleuritis reumatoidea suele ser bilateral y asintomática, y
es más frecuente en hombres con FR positivo. Se descubre
habitualmente al practicar una radiografía de tórax. Su prevalencia es inferior al 5%. En la tabla 9.7 se exponen las
características del derrame pleural en la AR.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Afectación del parénquima
Los nódulos reumatoideos subpleurales suelen ser asintomáticos y pueden ser únicos o múltiples. Se presentan, de
ordinario, en hombres con AR seropositiva, y son raros en
mujeres. No están relacionados con la evolución de la artritis, pueden aparecer y desaparecer y persistir durante años
sin modiÀcarse. Coexisten habitualmente con derrame pleural. La presencia de nódulos reumatoideos en AR fue descrita al principioe en mineros de carbón (síndrome de Caplan5), aunque después se ha objetivado su presencia en
individuos en contacto laboral con asbesto, yeso o sílice
(¡cerámica!).
En la radiografía de tórax se observan inÀltrados pulmonares múltiples cuyo diámetro varía entre 0,5 y 5 cm, se
distribuyen habitualmente en la periferia y en el tercio superior de ambos campos pulmonares y en algunos casos
pueden cavitarse o romperse, dando lugar a un neumotórax. Histológicamente estos nódulos poseen las tres zonas
características del nódulo reumatoideo. La presencia de un
nódulo reumatoideo pulmonar solitario plantea importantes diÀcultades diagnósticas. En la tabla 9.8 se describen
las enfermedades que cursan con nódulos pulmonares cavitados.
5. Anthony Caplan (1923-1991). Médico inglés.
127
Tabla 9.6. Diagnóstico diferencial de las úlceras
en extremidades inferiores
Enfermedades vasculares
Enfermedades arteriales
Enfermedades venosas con estasis
Linfedema
Criglobulinemia
Embolia grasa
Tromboangeítis obliterante (enfermedad de Buerger)
Enfermedades del tejido conjuntivo
Artritis reumatoide
Síndrome antifosfolipídico
Granulomatosis de Wegener
Enfermedades hematológicas
Coagulación intravascular diseminada
Trombocitopenia inducida por heparina
Necrosis cutánea inducida por warfarina
Policitemia vera
Trombocitopenia esencial
Infecciones
Osteomielitis
Tuberculosis
Micosis (Crytococcus neoformans, Coccidiodes immiitis)
Fascitis necrosante por estreptococo del grupo A, Clostridium
Miscelánea
Úlceras neuropáticas
Tratamiento con hidroxiurea
Necrosis lipídica diabética
Pioderma gangrenoso
Síndrome de Sweet
Eritema nudoso
Carcinoma escamoso
Calcifilaxis
Tabla 9.7. Características del derrame pleural
en la artritis reumatoide
Aspecto lechoso o seudoquiloso
Exudado: proteínas > 4 g/l
Células: linfocitos > PMN
Glucosa baja
LDH elevada
ADA elevada
Presencia de macrófagos, histiocitos y cristales de colesterol.
PMN: polimorfonucleares; LDH: lactodehidrogenasa; ADA:
adenosindeaminasa.
Hasta hace pocos años cuando un paciente con AR presentaba una enfermedad pulmonar intersticial difusa se establecía el diagnóstico obsoleto de «Àbrosis pulmonar» (el
intersticio pulmonar es el espacio situado entre las membra-
128
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 9.8. Diagnóstico diferencial de los nódulos
pulmonares cavitados
Infecciones
Bacterias (micobacterias, Nocardia, Actinomyces, etc.)
Abscesos piógenos (estafilococo, Klebsiella, Haemophilus,
estreptococo)
Hongos (Aspergillus, criptococo, Hystoplasma, coccidiosis,
Blastomyces)
Parásitos (equinococo, Toxoplasma, Entamoeba, etc.)
Enfermedades autoinmunes sistémicas
LES, granulomatosis de Wegener
Sarcoidosis
Neoplasias
Benignas: adenoma bronquial, teratoma
Malignas: carcinoma pulmonar, linfoma, metástasis
de adenocarcinoma o de sarcoma)
Anomalías congénitas
Quiste broncogénico
Alteraciones mecánicas
Obstrucción (tumor, cuerpo extraño, etc.)
Bullas infectadas (EPOC, irradiación)
Enfermedades vasculares
Tromboembolia pulmonar, embolia séptica
LES: lupus eritematoso sistémico; EPOC: enfermedad pulmonar
obstructiva crónica.
nas basales endotelial y epitelial). En la actualidad, la nueva
clasiÀcación de las enfermedades pulmonares intersticiales
difusas permite aÀnar el diagnóstico (American Thoracic
Society, 2002). La enfermedad pulmonar intersticial difusa
puede preceder a la aparición de la AR en entre un 10 y un
25% de los casos. Es una complicación de mal pronóstico,
ya que el 50% de los pacientes fallecen a los 3-5 años del
diagnóstico.
Su prevalencia e incidencia en la AR dependen de los
métodos empleados en su detección, de los criterios diagnósticos utilizados y de los estudios poblacionales (tabla
9.9).
Los síntomas clínicos más frecuentes son la tos seca y la
disnea de esfuerzo progresiva. En la radiografía de tórax se
observan opacidades reticulares asociadas o no a imágenes
«en panal de abejas» de distribución basal y bilateral. En un
10% de los casos la radiografía de tórax puede ser normal.
La tomografía computarizada (TC) de alta resolución es
imperativa en los casos con radiografía normal.Se observa
un patrón reticular simétrico y subpleural con bronquiectasias, engrosamientos septales e imágenes «en panal de abejas» en ambas bases. Permite establecer el diagnóstico sin
necesidad de realizar la biopsia pulmonar.
En un 15% de los casos las alteraciones funcionales respiratorias (patrón restrictivo, disminución de los volúmenes
Tabla 9.9. Métodos utilizados para el diagnóstico
de las enfermedades pulmonares intersticiales difusas
en la artritis reumatoide
Métodos
Sensibilidad
Especificidad
Clínica
Baja
Nula
Radiografía de tórax
Baja
Nula
TACAR
Alta (80%)
Alta (90%)
Funcionalismo pulmonar
Alta
Nula
Biopsia pulmonar
Muy alta
Muy alta
TACAR: tomografía axial computarizada de alta resolución.
pulmonares y disminución de la capacidad de transferencia
del monóxido de carbono), constituyen la primera manifestación de la enfermedad pulmonar intersticial difusa
(Xaubet, 2004; Nanninni, 2008).
En la tabla 9.10 se detalla la clasiÀcación actual de las
enfermedades intersticiales difusas del pulmón.
La hipertensión pulmonar clínica en la AR es rara; con
el empleo sistemático del eco-Doppler se detecta en el 6%
de los pacientes.
Varios fármacos utilizados en el tratamiento de la AR
pueden provocar manifestaciones pulmonares (tabla 9.11).
AFECTACIÓN CARDIOVASCULAR
La afectación cardíaca más frecuente en la AR es la pericarditis. Suele presentarse durante las exacerbaciones articulares en pacientes de ambos sexos con FR positivo. Suele ser
asintómatica o descubrirse por la presencia de un roce pericárdico o tras la práctica sistemática de un ecocardiograma.
Utilizando esta técnica se detectan hasta en el 50% de los
casos. Este porcentaje aumenta tras la autopsia. El derrame
pericárdico es un exudado y suele coexistir con un derrame pleural. Es excepcional el taponamiento cardíaco.
La afectación miocárdica por miocarditis, amiloidosis o
inducida por cloroquina o hidroxicloroquina también se ha
descrito.
Los nódulos reumatoideos se detectan en los estudios
autópsicos y se han encontrado en el miocardio y en las
válvulas cardíacas, especialmente en las válvulas aórtica y
mitral, dando lugar a insuÀciencia valvular.
El aumento de la prevalencia de la mortalidad cardiovascular en la AR es consecuencia de la arteriosclerosis acelerada, relacionada con la lesión de la pared endotelial a causa de
la inÁamación crónica e independiente de los seis factores
de riesgo cardiovascular (González-Gay, 2005). La inÁamación en la AR se ha comparado con la de la arteriosclerosis:
activación de monocitos, linfocitos B y T, células endoteliales
y aumento de la producción de proteína C reactiva (PCR).
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
129
Tabla 9.10. Enfermedades pulmonares intersticiales
difusas
Primarias (60% de casos)
Fibrosis pulmonar idiopática + +
Neumonía intersticial descamativa (?)
Neumonía intersticial inespecífica +
Neumonía intersticial aguda (síndrome del distress
respiratorio agudo) +
Neumonía intersticial linfocítica (variante de la hiperplasia
pulmonar linfoide) +
Neumonía organizada + +
Bronquiolitis respiratoria (exclusiva de fumadores
con o sin AR)
Secundarias (35% de casos)
Asociadas con enfermedades hereditarias (neurofibromatosis)
Asociadas con enfermedades inflamatorias intestinales
Asociadas con enfermedades autoinmunes sistémicas
(AR, LES, síndrome de Sjögren, etc.)
Asociadas con fármacos (AINE, sales de oro, penicilamina,
ciclofosfamida, metotrexato, sulfasalazina, clorambucilo,
inhibidores-TNF)
Asociadas con radioterapia
Neumoconiosis
Neumonitis por hipersensibilidad: alveolitis alérgicas
extrínsecas
Primarias o secundarias a enfermedades no bien definidas
(5% de casos)
Amiloidosis
Sarcoidosis
Proteinosis alveolar
Microlitiasis alveolar
Eosinofilias pulmonares
Histiocitosis X
+ +: frecuente en la AR; +: poco frecuente en la AR; (?): incidencia
incierta.
AR: artritis reumatoide; LES: lupus eritematoso sistémico;
AINE: antiinflamatorios no esteroideos; TNF: factor de necrosis tumoral.
Los pacientes tratados con hidroxicloroquina tendrían
un menor riesgo cardiovascular. En cambio, los pacientes
con FR positivo tratados con corticoides o los tratados con
metotrexato, ciclosporina o inhibidores de la COX-2 presentarían un mayor riesgo de acontecimientos cardiovasculares.
Detectar de forma precoz mediante técnicas no invasivas (Beltrán, 2005; González-Juanatey, 2009) la arteriosclerosis subclínica, tratar los factores de riesgo cardiovascular
y un control estricto de la inÁamación articular son premisas fundamentales para evitar y/o para reducir la morbimortalidad cardiovascular en la AR.
La mortalidad cardiovascular en la AR está aumentada
en un 50% (Aviña, 2008).
En la tabla 9.12 se detallan los seis factores de riesgo
cardiovascular (en negrita) y entre paréntesis, las estrategias
que el reumatólogo clínico debe utilizar para controlarlos.
AFECTACIÓN OCULAR
Alrededor de un 25% de los pacientes con AR presentan
afectación ocular en el curso de la enfermedad. La afectación ocular más frecuente en la AR es la queratoconjuntivitis seca debida a un síndrome de Sjögren asociado, presente
en un 20% de pacientes con AR (v. Capítulo 14).
La epiescleritis, inÁamación de la capa superÀcial de la
esclerótica, produce malestar ocular, lagrimeo y fotofobia y,
en ocasiones, puede pasar desapercibida. Habitualmente es
autolimitada, se resuelve sin dejar secuelas, aunque con frecuencia presenta recidivas.
La escleritis, inÁamación de la capa profunda de la esclerótica, es la complicación ocular más grave, puesto que
puede producir ceguera. Por fortuna es poco frecuente y habitualmente anterior. La escleritis posterior es muy rara en
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tabla 9.11. Manifestaciones pulmonares secundarias al uso de fármacos en la artritis reumatoide
Fármaco
AINE
MTX-leflunomida
Sulfasalazina
Anti-TNF
Clínica
Tos, disnea, fiebre, erupción
cutánea, edema pulmonar
Tos, disnea, fiebre
Tos, disnea, fiebre
Disnea, fiebre
Laboratorio
BVSG
Eosinofilia
Neutrofilia
Eosinofilia
Eosinofilia
?PaO2
?PaO2
Radiología
Infiltrado intersticial
Infiltrado intersticial
Derrame pleural
Pulmón «en panal»
Condensación alveolar
Infiltrados
reticulonodulares
Opacidades pulmonares
Pulmón «en panal»
Patrón restrictivo
?DLCO
Patrón obstructivo
o restrictivo
Patrón restrictivo
?DLCO
Funcionalismo
pulmonar
Lavado
broncoalveolar
Eosinófilos
Células gigantes
Eosinófilos
Linfocitos
AINE: antiinflamatorios no esteroideos; MTX: metotrexato; PaO2: presión arterial de O2; DLCO: capacidad de difusión pulmonar con CO.
130
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 9.12. Los seis factores de riesgo cardiovascular
en la artritis reumatoide
2 Factores físicos
Peso: obesidad (conseguir un IMC < 25 kg/m2)
Presión: HTA (conseguir una PA < 130/80 mmHg con IECA)
2 Factores químicos
Glucemia elevada: diabetes (mantener glucemias normales)
Colesterol elevado: hipercolesterolinemia (LDL < 100 mg/dl
con estatinas)
2 Preguntas
¿Fuma?: tabaquismo (suspender el hábito tabáquico)
¿Hace ejercicio?: vida sedentaria (30 minutos de ejercicio
3 días por semana)
IMC: índice de masa corporal; HTA: hipertensión arterial;
IECA: inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina;
LDL: colesterol de baja densidad; PA: presión arterial.
la AR. Clínicamente se maniÀesta en forma de enrojecimiento que suele localizarse en la mitad superior del globo
ocular con dolor intenso, en ocasiones nocturno, que se irradia a las regiones vecinas con lagrimeo y fotofobia. En el
60% de los casos es bilateral. Se presenta en forma de placas únicas, adyacentes a la córnea o alrededor de ésta, lo
que traduce el edema de la esclerótica que, al desaparecer,
deja traslucir la coroides. La esclerótica queda adelgazada y
tiene un tinte violáceo. La forma más grave de escleritis es
la escleritis necrosante, en la que se asocia la afectación
corneal con la presencia de úlceras. En estos casos, la visión
se encuentra seriamente afectada. Las complicaciones más
habituales de la escleritis son las citadas úlceras corneales,
las cataratas, la ceguera y el glaucoma secundario. Es imprescindible, por tanto, controlar siempre la tensión ocular.
Con frecuencia se asocia con vasculitis, nódulos subcutáneos y títulos altos de FR. Para algunos autores, la aparición
de una escleritis en una AR bien controlada es un signo de
alarma de que se ha producido una exacerbación articular.
La escleromalacia perforans también es rara, pero más
frecuente. La presencia de un nódulo reumatoideo en la esclerótica, escleritis nodular, en forma de tumoración amarillenta e indolora situada en general en la mitad superior del
ojo, destruye de manera progresiva la esclerótica y deja al
descubierto la coroides subyacente, lo cual facilita la perforación ocular. Suele presentarse en pacientes de más de 15 años
de evolución de la enfermedad. En la tabla 9.13 se resumen
los diversos subtipos de escleritis. En la tabla 9.14 se expone
el diagnóstico diferencial entre la epiescleritis y la escleritis.
En la tabla 9.15 se recoge el diagnóstico diferencial de las
escleritis. En la tabla 9.16 se exponen las enfermedades sistémicas asociadas con la escleritis y en la tabla 9.17 se realiza
el diagnóstico diferencial entre la escleritis y la conjutivitis.
La afectación corneal en la AR se presenta como: a)
complicación de una queratoconjuntivitis seca; b) complica-
Tabla 9.13. Tipos de escleritis
Anterior
Difusa
Nodular
Necrosante
Escleromalacia perforans
Posterior
Tabla 9.14. Diagnóstico diferencial entre
la epiescleritis y la escleritis
Epiescleritis
Escleritis
Malestar ocular
Dolor
Autolimitada
Persistente
Esclerótica blanquecina o rosada
Esclerótica violácea
Ausencia de la coroides
subyacente
Presencia de la coroides
subyacente
Sin complicaciones
Con complicaciones
No asociada con enfermedades
sistémicas
Asociada con
enfermedades sistémicas
Tabla 9.15. Diagnóstico diferencial de las escleritis
Blefaritis
Queratoconjuntivitis seca
Epiescleritis
Conjuntivitis: bacteriana, vírica, alérgica
Uveítis anterior
ción de una escleritis: queratitis esclerosante; c) ulceración
pericorneal periférica, debida a una vasculitis de la estroma
corneal y del limbo corneal (unión de la córnea con la conjuntiva ocular); es la llamada córnea en «lentes de contacto»
(corneal melt en la terminología anglosajona). Puede ser
unilateral o bilateral y está considerada una manifestación
ocular de vasculitis sistémica, por lo que precisa un tratamiento precoz y agresivo; d) queratólisis, complicación rara
caracterizada por un adelgazamiento de la córnea, y e) queratitis esclerosante como complicación de una escleritis.
El síndrome de Brown6 consiste en una diplopía intermitente con la mirada dirigida hacia arriba y adentro debida a
6. Peter Brown (1901-1981). Oftalmólogo estadounidense.
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
131
Tabla 9.16. Enfermedades asociadas a escleritis
Enfermedades autoinmunes sistémicas
AR
LES
Policondritis recidivante
Vasculitis: PAN, granulomatosis de Wegener, Cogan,
Takayasu, arteritis de la arteria temporal
Infecciones
Bacterias
Micobacterias
Virus: varicela zóster, herpes simple, hepatitis C
Espiroquetas: Treponema pallidum, Borrelia burgdorferi
Hongos
Parásitos
Miscelánea
Espondiloartritis
Enfermedades inflamatorias intestinales
Sarcoidosis
Posterior a traumatismo
Posterior a cirugía ocular
Inducida por fármacos: ¡pamidronato!
Tabla 9.18. Manifestaciones oculares de la artritis
reumatoide
Síndrome de Sjögren
Epiescleritis
Escleritis
Afectación corneal por
Queratoconjuntivitis seca
Escleritis: queratitis esclerosante
Ulceración pericorneal periférica (córnea «en lentes
de contacto»)
Queratólisis
Síndrome de Brown
aparición de parestesias y a la aparición brusca de déÀcits
neurológicos (caída de la mano o del pie). Aparte de los
síntomas ya descritos en la columna cervical, debe distinguirse entre las neuropatías periféricas y las neuropatías por
atrapamiento.
AR: artritis reumatoide; LES: lupus eritematoso sistémico;
PAN: panarteritis nudosa.
Neuropatías periféricas
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tabla 9.17. Diagnóstico diferencial entre la escleritis
y la conjuntivitis
Clínica
Escleritis
Conjuntivitis
Dolor ocular
Sí
No
Secreción ocular
No
Sí
«Ojo rojo»
No
Sí
Congestión vascular
Alrededor
de la córnea
En la periferia
ocular
Exudado en cámara
anterior
Sí
No
una tenosinovitis estenosante del tendón del músculo oblicuo superior.
Las complicaciones oculares descritas (tabla 9.18), que
afectan a un 25% de los pacientes con AR, necesitan de los
cuidados de un oftalmólogo y el reumatólogo clínico nunca
debe intentar su tratamiento sin la ayuda del especialista
(Hernández-García, 1997).
En casos avanzados puede observarse una neuropatía sensitiva distal en las extremidades inferiores o una neuropatía
sensitivo-motora en el contexto de una mononeuritis múltiple por vasculitis.
Neuropatías por atrapamiento de los nervios
Entre estas neuropatías, las más frecuentes son las siguientes: a) nervio mediano, en el túnel carpiano, la más frecuente; b) cubital, en el canal de Guyon o en la cara posteromedial del codo; c) rama interósea posterior del nervio radial
aprisionada en el supinador largo. Es de difícil diagnóstico,
puesto que no se acompaña de trastornos sensitivos y sólo
se maniÀesta por la imposibilidad de extender los dedos,
sobre todo el pulgar; d) ciático poplíteo externo comprimido por los quistes poplíteos; e) femoral; f) perineal, y g) tibial posterior en el túnel tarsiano.
La miopatía inÁamatoria en la AR es rara; cuando se
presenta suele ser inducida por esteroides (Miró, 1996).
El riesgo de presentar herpes zóster es mayor en los pacientes con AR tratados con esteroides y fármacos inductores de remisión (Duró, 1982; Smitten, 2007).
En la tabla 9.19 se resumen las manifestaciones neurológicas de la AR.
AFECTACIÓN NEUROLÓGICA
La afectación neurológica no es rara en la AR, pero su diagnóstico es difícil debido a la frecuente superposición de las
manifestaciones articulares. El clínico debe estar atento a la
AFECTACIÓN ÓSEA
En la AR se observa una disminución de la masa ósea que
afecta al hueso cortical y al hueso trabecular. La osteoporo-
132
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 9.19. Manifestaciones neurológicas de la artritis
reumatoide
Tabla 9.20. Mecanismos de fractura y fracturas
habituales en la artritis reumatoide
Manifestaciones en la columna cervical
Parestesias en extremidades superiores
Insuficiencia vertebrobasilar
Tetraparesia espástica
Mecanismo de fractura
Fracturas
Sinovitis con erosiones
Apófisis odontoides, cúbito distal,
escafoides carpiano
Neuropatías periféricas
Por vasculitis
Por compresión de los nervios
Mediano
Cubital
Radial
Ciático poplíteo externo
Femoral
Peroneal
Tibial posterior
Miopatía
Nódulos reumatoides en la duramadre
Herpes zóster
Erosión mecánica
Costillas, cuello humeral
Quistes intraóseos
Cúbito proximal, cuello femoral,
metáfisis fémoro-tibiales cercanas
a la rodilla
Deformidad ósea
Acetábulo
Osteoporosis
Vertebrales, pelvis, peroné
Osteonecrosis
Cabeza femoral, vértebras
Osteomielitis
Variable
sis, ya sea localizada (yuxtaarticular) o generalizada, es de
origen multifactorial: edad (mujeres posmenopáusicas), actividad de la enfermedad, déÀcit nutricional (¡masa corporal!), capacidad funcional (¡inmovilización!) y corticoterapia a dosis altas (Peris, 1997; Van Staa, 2006).
Los pacientes ancianos o las mujeres posmenopáusicas
con AR presentan una alta prevalencia de hipovitaminosis
D. La administración semanal de 3 mg de vitamina D puede
ser necesaria para alcanzar unos valores adecuados (Leventis, 2008).
La fractura vertebral es muy frecuente en la AR. y la
aparición de dolor agudo por fracturas por sobrecarga no es
rara. En la tabla 9.20 se exponen los mecanismos de fractura y las fracturas más frecuentes en la AR.
La práctica de una radiografía, siempre ¡bilateral!, y, sobre todo, de una gammagrafía ósea es decisiva para su diagnóstico. A todo paciente con AR con o sin tratamiento con
corticoides es necesario practicarle una densitometría ósea
cada 2 años.
AFECTACIÓN ENDOCRINOLÓGICA
El hipotiroidismo es tres veces más frecuente en las mujeres
con AR que en la población general y es un factor acelerador de la arteriosclerosis en los pacientes con AR (Raterman, 2008).
AFECTACIÓN RENAL
Las manifestaciones renales en la AR se deben a la propia
enfermedad (amiloidosis, glomerulonefritis, vasculitis o síndrome de Sjögren) o a los tratamientos utilizados (analgésicos, AINE o FAME, entre otros).
La proteinuria y no la creatinina es el marcador biológico más útil para detectar la presencia de nefropatía en una
AR. Debe solicitarse sistemáticamente ante todo control
analítico en la AR.
La glomerulonefritis mesangial por depósitos de IgA e
IgM se correlaciona con títulos altos de FR y suele manifestarse clínicamente en forma de hematuria con o sin proteinuria (Korpela, 1997; Francisco, 1998; Niederstadt, 1999).
AFECTACIÓN DIGESTIVA
La xerostomía, como manifestación del síndrome de Sjögren, es quizá la manifestación más común de la AR en el
aparato gastrointestinal. Existe también una mayor prevalencia de periodontitis con pérdida de piezas dentarias (Pablo, 2008).
La mayoría de manifestaciones gastrointestinales (hemorragias digestivas en forma de hematemesis o melenas,
úlceras, etc.) se deben a los tratamientos utilizados (AINE),
aunque en la actualidad asistimos a una disminución de la
incidencia de úlceras gastrointestinales y sus complicaciones por el empleo sistemático de inhibidores de la bomba de
protones (Oteen, 2008).
La vasculitis reumatoide y la amiloidosis secundaria
pueden afectar también al aparato digestivo. Los tratamientos utilizados en la AR pueden ocasionar un aumento de las
transaminasas y/o colostasis con bilirrubina normal.
ARTRITIS REUMATOIDE Y CÁNCER
El riesgo de cáncer de pulmón y de neoplasias hematopoyéticas (leucocitosis y linfoma no hodgkiniano) es superior en
la AR en comparación con la población general (Khurana,
2008). La gravedad de la enfermedad se asocia con un mayor riesgo de desarrollo de linfoma. Se ha relacionado el
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
uso de anti-TNF con una mayor frecuencia de cáncer cutáneo, no melanoma. El 26% de neoplasias aparecen dentro
de las primeras 12 semanas de haber iniciado el tratamiento
con anti-TNF (Nannini, 2009). El aumento del número de
leucocitos en sangre periférica y la disminución de las cifras
de hemoglobina pueden ser útiles para identiÀcar a los pacientes con riesgo de cáncer (Abasolo, 2008).
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
SÍNDROME DE FELTY
En 1924, Felty7 describió la asociación de AR seropositiva
con esplenomegalia y granulocitopenia inferior a 2.000/ml.
Aunque es necesaria la tríada completa para su diagnóstico,
puede que sólo estén presentes dos de las manifestaciones
durante un período de semanas o años antes de la aparición
de la tercera. Dado que la granulocitopenia suele descubrirse casualmente en una analítica de rutina, la exploración
física es decisiva para el diagnóstico.
Es excepcional que la esplenomegalia y la granulocitopenia precedan a la artritis. Lo habitual es que la duración
de la artritis antes del diagnóstico de síndrome de Felty sea de
más de 10 años.
Debido a que en los pacientes con AR puede aparecer
esplenomegalia con leucopenia, el clínico deberá incluir, en
el diagnóstico diferencial, linfomas, reacciones a fármacos,
síndromes mieloproliferativos, cirrosis hepática con hipertensión portal, tuberculosis y sarcoidosis, entre otras.
La verdadera prevalencia del síndrome de Felty se desconoce, probablemente sea inferior al 1% de los pacientes
con AR. Suele diagnosticarse entre la quinta y la séptima
décadas de la vida. El 70% de pacientes son del sexo femenino. Es raro en sujetos de raza negra (Duró, 1983).
Las manifestaciones clínico-biológicas más frecuentes
del síndrome de Felty se exponen en la tabla 9.21.
En la actualidad no se dispone de un tratamiento efectivo para el síndrome de Felty, aunque desde hace más de 50
años se ha empleado la esplenectomía. Las indicaciones
para este procedimiento no están plenamente establecidas.
Algunos autores han propuesto la esplenectomía en todos
los pacientes con una granulocitopenia inferior a 500/ml.
Tras la intervención mejoran la anemia, la granulocitopenia
y la plaquetopenia. Incluso se han descrito remisiones espectaculares de la artritis y de las úlceras cutáneas en las
piernas. Sin embargo, debe reservarse para cuando las medidas conservadoras han fracasado.
En la actualidad se emplean las sales de oro, los corticoides de forma intermitente a dosis altas y los factores estimulantes de colonias de granulocitos (Hellmich, 1999;
Almoallim, 2005).
En la tabla 9.22 se resumen las manifestaciones extraarticulares de la AR.
7. Augustus R. Felty (1895-1964). Médico estadounidense.
133
Tabla 9.21. Manifestaciones clínico-biológicas
del síndrome de Felty
Clínicas
Nódulos reumatoides (70%)
Notable e inexplicable pérdida de peso (60%)
Infecciones habitualmente cutáneas y de vías urinarias
por estafilococos, estreptococos o gramnegativos (60%)
Síndrome de Sjögren (50%)
Adenopatías (35%)
Vasculitis (30%)
Úlceras cutáneas en las piernas (25%)
Hepatopatía: hiperplasia nodular regenerativa (25%)
Neuropatías (20%)
Serositis: pleuritis (20%)
Pigmentación parda en las regiones pretibiales (17%)
Epiescleritis (12%)
Síndrome de Raynaud (10%)
Biológicas
VSG elevada
Anemia leve o moderada normocítica, normocrómica con
reticulocitosis
Granulocitopenia absoluta y relativa inferior a 2.000/ml
Plaquetopenia que raramente produce púrpura (38%)
Factor reumatoide positivo (98%)
Anticuerpos antinucleares positivos (60%)
VSG: velocidad de sedimentación globular.
Tabla 9.22. Manifestaciones extra-articulares
de la artritis reumatoide
Síndrome constitucional
Nódulos reumatoides
Vasculitis
Afectación pleuropulmonar
Afectación cardiovascular/arteriosclerosis
Afectación ocular
Afectación neurológica
Afectación ósea
Afectación endocrinológica
Afectación renal
Afectación digestiva
Síndrome de Felty
COMPLICACIONES
AMILOIDOSIS
La prevalencia de amiloidosis en la AR es del 14% de los
pacientes; de éstos, el 25% de pacientes están asintomáti-
134
cos. En las autopsias de pacientes con AR se observa amiloidosis en el 20% de los casos. Suele presentarse cuando la
actividad de la enfermedad es muy larga y se maniÀesta por
una proteinuria intermitente con o sin hematuria que puede
evolucionar hacia un síndrome nefrótico con eventual insuÀciencia renal. El clínico sospechará la amiloidosis ante un
aumento inexplicable de la fosfatasa alcalina. El diagnóstico se efectúa mediante la biopsia de las mucosas rectal y/o
gingival y especialmente de la grasa subcutánea abdominal,
método sensible e inocuo. Cuanto más extensos son los depósitos de grasa abdominal subcutánea mayor es el riesgo
de desarrollar amiloidosis.
En ocasiones un síndrome diarreico secundario a un síndrome de malabsorción por afectación del tubo digestivo,
una insuÀciencia cardíaca rebelde al tratamiento por una
miocardiopatía amiloidea, una hipotensión ortostática o la
presencia de una colostasis hepática harán sospechar al clínico la existencia de esta complicación.
Los pacientes con AR y amiloidosis presentan una afectación articular más grave con mayor número de erosiones
y una VSG más acelerada, con mayor tendencia a la trombocitosis (Fiter, 1999; Gómez-Casanovas, 2001).
ARTRITIS INFECCIOSA
La artritis infecciosa es rara, pero posible, especialmente en
pacientes sometidos a corticoterapia prolongada, ya sea por
vía oral o por vía intraarticular (Lacaille, 2008). Deberá
descartarse en todos los casos de excerbación monoarticular. El análisis inmediato del líquido articular resulta decisivo para el diagnóstico (Smitten, 2008).
En la tabla 9.23 se exponen las características radiológicas de la artritis infecciosa como complicación de una
AR.
LABORATORIO
REACTANTES DE FASE AGUDA
Las dos pruebas básicas para el seguimiento biológico de la
enfermedad son la VSG y la PCR. Ambas están aceleradas
en las fases de actividad de la enfermedad y constituyen una
guía útil para el seguimiento del proceso y la respuesta al
tratamiento.
Actualmente más del 30% de pacientes con AR presentan una VSG, una PCR y un FR normales, en fases iniciales
de la enfermedad, situación conÀrmada tanto en Europa
como en EE.UU. (Sokka, 2009).
ALTERACIONES HEMATOLÓGICAS
Entre las alteraciones hematológicas se encuentra la anemia normocítica normocrómica, habitual en los procesos
inÁamatorios crónicos. Está presente en el 30% de los pa-
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 9.23. Características radiológicas de la artritis
infecciosa en la artritis reumatoide
Distribución monoarticular
Predilección por la articulación de la rodilla
Cambios radiológicos asimétricos
Aumento progresivo de partes blandas y del derrame articular
Erosiones mal definidas y de progresión rápida
cientes. Se relaciona con la actividad de la enfermedad,
no suele causar síntomas y se debe al secuestro del hierro
en el sistema retículo-histiocitario. Cursa con sideremia y
transferrina bajas y no responde a la administración de
hierro por vía oral. Cuando la actividad de la enfermedad
disminuye, la anemia y la ferropenia se corrigen. La presencia de una anemia hipocroma y microcítica obliga al
clinico a descartar una hemorragia digestiva por consumo
de AINE.
Cuando la enfermedad se encuentra en una fase muy activa puede producirse una leucocitosis e incluso una trombocitosis relacionada con la actividad del proceso, sobre
todo si hay vasculitis. La presencia de eosinoÀlia es habitual si existen manifestaciones sistémicas.
FACTOR REUMATOIDE
El FR está presente en el 75% de los casos. Suele ser positivo desde el comienzo de la enfermedad en la mitad aproximadamente de los casos, en otros casos puede aparecer en el
segundo e incluso en el tercer año de evolución, hasta alcanzar el porcentaje señalado anteriormente. Es un error considerar al FR como patognomónico de la enfermedad, puesto
que está presente en el 5% de individuos sanos y aparece en
el curso de otras enfermedades crónicas. En general, existe
una buena correlación entre un título elevado de FR, la gravedad de la artritis y la tendencia a presentar manifestaciones extraarticulares.
ANTICUERPOS ANTIPÉPTIDOS
CITRULINADOS CÍCLICOS
La especiÀcidad de los anticuerpos antipéptidos citrulinados cíclicos (anti-PCC) en la AR es del 97%. La positividad
de estos anticuerpos hace que el paciente tenga una probabilidad del 87% de presentar una AR. Su negatividad implica una probabilidad del 79% de no tener la enfermedad. La
presencia de estos anticuerpos, junto con la determinación
del FR, la PCR y/o el número de articulaciones tumefactas,
permite predecir el diagnóstico de AR 2 años antes de su
comienzo en pacientes con artritis de inicio.
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
ANTICUERPOS ANTINUCLEARES
Estos anticuerpos se detectan en un 12% de pacientes, en
especial en pacientes afectados de síndrome de Sjögren secundario.
LÍQUIDO SINOVIAL
En los casos bien establecidos el interés por el líquido sinovial es relativo. Presenta las características de los líquidos
inÁamatorios: turbio, viscosidad disminuida y una celularidad que oscila entre 5.000 y 50.000 células/ml con predominio de leucocitos polimorfonucleares.
135
rante el primer año de evolución, sino que aparecen a medida que la enfermedad avanza.
No existe correlación entre las alteraciones clínicas, radiológicas y anatomopatológicas.
Ante la radiografía de una posible AR, el clínico debe
buscar la presencia de los signos radiológicos que se detallan en la tabla 9.25.
Con la denominación de lesiones corticales preerosivas
englobamos las alteraciones de la cortical que preceden a la
aparición de una rotura evidente (erosión). Para su demostración es necesaria una buena técnica, y es deseable el uso de
una película radiológica especial, llamada placa industrial.
La alteración mínima inicial es el adelgazamiento de la corti-
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
IMAGEN
No existe una lesión radiológica única que sea especíÀca y
diagnóstica de AR. Sin embargo, la presencia de varias alteraciones, su localización en áreas determinadas y su evolución constituyen un apoyo razonable para el diagnóstico.
Las imágenes radiológicas expresan de una forma mínima y caricaturesca las alteraciones que se producen en la
articulación afectada. El conocimiento de la patología macroscópica de la AR es esencial para su interpretación correcta.
La lesión fundamental de la AR es la sinovitis, donde
quiera que se encuentre: articulaciones, vainas tendinosas o
bolsas serosas. El edema de la membrana sinovial se traduce clínicamente por aumento del calor local y tumefacción,
y radiológicamente por un engrosamiento de las partes
blandas y osteoporosis del hueso subyacente. A estas alteraciones puede añadirse un aumento del espacio articular
cuando existe derrame en la articulación.
A medida que la inÁamación avanza, se forma un tejido
de granulación, el pannus articular, que erosiona la superÀcie del cartílago, rompe la cortical ósea en la zona de unión
cartílago-sinovial y penetra en el hueso subcondral invadiéndolo.
La pérdida del cartílago, la acción invasora del pannus y
el mecanismo de bombeo del líquido articular a través de
las Àsuras corticales propician la aparición de nuevas lesiones que acaban destruyendo la articulación. Todas estas alteraciones macroscópicas se traducen radiológicamente por
el pinzamiento de la interlínea articular, la aparición de erosiones y/o quistes óseos (geodas) y la desestructuración articular (tabla 9.24).
Cualquier articulación sinovial puede verse afectada en
la AR, pero su tradución radiológica dependerá del volumen
óseo y del tiempo de evolución.
La predilección de la enfermedad por las pequeñas articulaciones (con poco volumen óseo) de las muñecas, manos
y pies es la causa de que en estas zonas se aprecien las alteraciones radiológicas en fases muy tempranas. La mayoría
de casos (80%) no muestran alteraciones radiológicas du-
Tabla 9.24. Correlación patológica-radiológica
en la artritis reumatoide
Alteraciones patológicas
Alteraciones radiológicas
Sinovitis
Tumefacción de partes blandas
Inmovilización e hiperemia
Osteoporosis yuxtaarticular
Destrucción articular
por el pannus
Pinzamiento de la interlínea
Destrucción ósea
por el pannus
Erosiones y/o quistes óseos
(geodas)
Tabla 9.25. Secuencia de los signos radiológicos
en la artritis reumatoide
Alteraciones de las partes blandas debidas a
Distensión de la cápsula articular por derrame
Edema de las partes blandas que rodean a la articulación
Engrosamiento sinovial
Osteoporosis yuxtaarticular
Lesiones corticales preerosivas
Adelgazamiento de la cortical
Desaparición total o parcial de la cortical
Pérdida del patrón trabecular
Erosiones
Representan la pérdida de continuidad de la cortical.
Las geodas o quistes se consideran erosiones
Alteraciones de la interlínea
Ensanchamiento, muy infrecuente, sólo al inicio
Disminución
Desaparición
Deformidades
Desviación cubital, subluxaciones, anquilosis, etc.
Alteraciones degenerativas secundarias
Presencia de esclerosis subcondral con formación
de osteofitos debido a la incongruencia articular
136
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
cal que puede progresar hacia: a) pérdida de pequeños fragmentos de la cortical sin destrucción de las trabéculas óseas,
o b) pérdida localizada de trabéculas óseas. Ambas alteraciones se aprecian mejor utilizando una lupa. La RM en fases
iniciales de la enfermedad es decisiva para detectar el edema
óseo y las lesiones preerosivas (McQuen, 2008).
MUÑECA
Las erosiones precoces de la muñeca aparecen en la estiloides cubital. Las erosiones de la estiloides radial son menos
frecuentes y más tardías, debido a que el volumen óseo es
mayor. Además de las estiloides, pueden aparecer erosiones
en el escafoides, semilunar y articulación trapecio-metacarpiana. Otro hallazgo que debe señalarse es el estrechamiento de las articulaciones radiocarpiana e intercarpiana.
Las deformidades más frecuentes son la subluxación de
la articulación radiocubital y la anquilosis de los huesos del
carpo.
MANO
Las articulaciones de la mano se ven afectadas con gran
frecuencia y en fases tempranas, y sus imágenes suponen
una gran ayuda diagnóstica. La localización más común de
las lesiones preerosivas y erosivas es el borde radial de las
cabezas metacarpianas y los cóndilos proximales de las falanges. Suelen estrecharse las interlíneas articulares, aunque este pinzamiento debe evaluarse con cautela, puesto que
la posición puede falsear la imagen.
En algún caso aislado la radiografía oblicua de la mano
(perÀl «en abanico») permite observar mejor la presencia
de erosiones.
La presencia de alteraciones degenerativas en las articulaciones MCF cuando el proceso inÁamatorio ha desaparecido recibe el nombre de AR «quemada».
ANTEPIÉ
Las erosiones precoces de la AR aparecen en la cara medial
del primer al cuarto metatarsiano, en la cara medial y lateral del quinto metatarsiano y en la cara medial de la falange
proximal del dedo gordo (Àg. 9.7).
RETROPIÉ
Las lesiones erosivas aparecen en la cara posterior del calcáneo, en la zona de inserción del tendón de Aquiles y en su
cara plantar. No es raro observar el pinzamiento de las articulaciones astrágalo-escafoidea, calcáneo-astragalina y calcáneo-cuboidea (tarsitis) con osteoporosis generalizada.
La ocupación del triángulo de grasa anterior al tendón
de Aquiles tiene valor para el diagnóstico de tendinitis aquiliana.
Figura 9.7. Localización habitual de las erosiones en el pie en los pacientes con artritis reumatoide.
RODILLA
En la rodilla las erosiones deben buscarse en los cóndilos
femorales y sobre todo en los márgenes de las plataformas
tibiales. El estrechamiento uniforme de la interlínea femorotibial es de gran importancia.
En los casos de larga evolución o en aquellos en los que
la enfermedad se inicia a edades avanzadas, las alteraciones
degenerativas añadidas suelen ser la regla.
Las deformidades más habituales son Àjación de la rótula al fémur, subluxación medial del fémur, hundimiento de
las plataformas tibiales y ÁH[XV de rodilla.
CADERA
La incidencia de la afección de la cadera en la AR aumenta
con los años de evolución de la enfermedad, llegando, según algunos autores, al 50% de casos, siempre que el período de evolución haya sido lo suÀcientemente prolongado.
Al igual que en la rodilla la afección unilateral o bilateral de
cadera ensombrece el pronóstico.
Las lesiones se localizan en el borde superior de la cabeza femoral y en la parte opuesta del acetábulo. Cursan con
pinzamiento global, especialmente polar interno.
La lesión puede evolucionar hacia la destrucción de la
cabeza femoral con alteraciones acetabulares, con o sin
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
necrosis aséptica añadida (¡no siempre por corticoides!) o
hacia la protrusión medial intensa (pelvis de Otto). En la
tabla 9.26 se exponen las principales causas de pelvis de
Otto.
CODO
En el codo, las lesiones radiológicas consisten en erosiones
situadas en los cóndilos humerales y en el olécranon. Éstas,
y el pinzamiento de la interlínea con destrucción posterior
de la articulación, constituyen la mayoría de alteraciones en
esta región.
Las deformidades más habituales son la subluxación de
la cabeza del radio, la anquilosis y la pérdida completa de la
estructura articular.
HOMBRO
Las erosiones se localizan en el acromion, clavícula e inserción capsular del cuello humeral. El pinzamiento de la articulación glenohumeral es frecuente, así como la alteración
de la interlínea acromioclavicular.
Las deformidades más habituales son la elevación de la
cabeza humeral y la rotura de la articulación acromioclavicular.
COLUMNA CERVICAL
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
La columna cervical suele verse afectada tardíamente en el
curso de la enfermedad. Las alteraciones radiológicas más
importantes deben buscarse mediante la radiografía de columna cervical (anteroposterior-perÀl), la radiografía de
columna cervical en Áexión máxima y la radiografía de columna cervical transbucal. Cuando proceda se solicitará una
RM cervical (tabla 9.27).
La AR puede afectar a otras articulaciones, pero en
ellas las lesiones son poco frecuentes o no plantean problemas diagnósticos, como sucede en las articulaciones
temporomaxilares, esternoclaviculares, tobillos, etc. (Fletcher, 1952).
137
Otras técnicas de imagen como la ultrasonografía de alta
resolución con Doppler y la RM proporcionan una valoración más real de la remisión de la AR que la clínica.
Algunos autores preconizan el uso de la RM para conÀrmar el diagnóstico de sospecha de AR precoz como exploración complementaria más rentable que la solicitud de anticuerpos anticitrulina (Narváez, 2008).
DIAGNÓSTICO
Los criterios diagnósticos de la AR se ilustran en la tabla
9.28. Se precisan cuatro o más criterios para su diagnóstico.
Tabla 9.27. Alteraciones radiológicas de la columna
cervical en la artritis reumatoide
En la articulación atloido-axoidea
Subluxación anterior del atlas sobre el axis (muy frecuente)
Subluxación posterior del atlas sobre el axis
Subluxación vertical del axis
Erosión o rotura de la odontoides
Subluxación lateral del cuello por afección asimétrica
de las masas laterales del atlas y del axis
Alteraciones por debajo de la segunda vértebra cervical
Pinzamientos discales múltiples sin osteofitos
Erosiones de las plataformas vertebrales
o de las articulaciones interapofisarias
Subluxaciones
Tabla 9.28. Criterios diagnósticos de artritis
reumatoide propuestos por el American College
of Rheumatology (ACR)
1. Rigidez matutina de ambas manos de, al menos,
1 h de duración
2. Artritis de tres o más áreasa simultáneas, objetivadas
por un médico
3. Artritis de las articulaciones de la mano que afecte al menos
una de las siguientes áreas: carpo, metacarpofalángicas
(MCF) e interfalángicas proximales (IFP)
4. Artritis simétrica
Tabla 9.26. Causas de pelvis de Otto
Traumáticas
No traumáticas
Artritis reumatoide
Espondiloartritis anquilosante
Coxartrosis (patrón de emigración medial)
Coxitis infecciosa
Osteomalacia
Radioterapia
Enfermedad de Paget
5. Presencia de nódulos reumatoides, objetivados
por un médico
6. Presencia de factor reumatoide
7. Radiografías de ambas manos palma-placa que demuestren
la presencia de osteoporosis yuxtaarticular y erosiones
a
Se admiten 14 áreas articulares simétricas: carpos, MCF, IFP, codos,
rodillas, tobillos y articulaciones metatarsofalángicas. Los cuatro
primeros criterios deben mantenerse al menos durante 6 semanas.
Se acepta el diagnóstico de artritis reumatoide si se cumplen cuatro
de los siete criterios.
138
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Ninguno de ellos de forma aislada permite el diagnóstico,
puesto que pueden presentarse en otras entidades.
El número de articulaciones tumefactas, combinado con
la determinación del FR, la PCR y los anticuerpos antiPCC, es altamente especíÀco de AR con una precisión del
futuro desarrollo de una AR de hasta 2 años antes.
EVOLUCIÓN
La AR es una enfermedad crónica de curso progresivo. En
realidad es difícil, si no imposible, predecir el curso que
seguirá una AR en un paciente concreto (Martínez, 2000).
La creencia de que este proceso lleva inevitablemente a una
invalidez es una falacia. Los períodos evolutivos de la AR
se detallan en la tabla 9.29.
La AR presenta remisiones durante el embarazo. Después del parto la artritis recidiva.
Todo paciente con AR debe ser controlado clínica y biológicamente de forma ambulatoria cada 3 meses. En cada
visita debe ser explorado de forma sistemática como si se
tratara de una primera visita. El control biológico debe incluir VSG, PCR, hemograma completo, anticuerpos antinucleares (AAN), FR, perÀl lipídico, función renal y hepática,
y sedimento de orina con proteinuria.
Cada año se practicarán una radiografía de tórax y unas
radiografías de ambas manos (palma-placa) y ambos pies
(planta-placa), así como de las articulaciones con limitación
de la movilidad. Si la paciente es una mujer posmenopáusica y sigue tratamiento con corticoides, es necesario practicar una densitometría ósea cada 2 años.
La valoración de la capacidad funcional se realiza mediante el cuestionario Health Assessment Questionnaire
(HAQ), que consta de 20 preguntas agrupadas en ocho categorías, a las que se aplica una puntuación según el grado de
diÀcultad para su realización (Àg. 9.8).
El ACR utiliza unos criterios de mejoría que se exponen
en la tabla 9.30.
El control evolutivo ambulatorio de un paciente con AR
se detalla en la tabla 9.31.
Tabla 9.29. Períodos evolutivos de la artritis
reumatoide
Período etiopatogénico
Predisposición genética: HLA-DR4 y/o epítopo compartido
Factores ambientales: ¿agente infeccioso?
Período preclínico
Autoinmunidad: anticuerpos antipéptidos citrulinados
cíclicos, factor reumatoide
Período clínico
Fase de inicio: formas de comienzo
Fase de estado
Fase de secuelas
PRONÓSTICO
El pronóstico es mejor, en general, en el hombre que en la
mujer, pero, por el contrario, algunos de los casos más invalidantes y graves se dan en hombres. El índice de mortalidad de los pacientes con AR es el doble del de la población
Tabla 9.30. Criterios de mejoría del American College
of Rheumatology 20a
Corresponde a una mejoría del 20% a partir de los criterios
siguientes:
1. Disminución del 20% del número de articulaciones
dolorosas (sobre 78 articulaciones)
2. Disminución del 20% del número de articulaciones
tumefactas (sobre 76 articulaciones)
3. Una mejoría del 20% de tres de los siguientes parámetros
Valoración global de la enfermedad por parte del médico (EAV)
Valoración global de la enfermedad por parte del enfermo
(EAV)
Valoración del dolor (EAV)
Capacidad funcional (cuestionario HAQ)
Un reactante de fase aguda: VSG o PCR
a
Los criterios ACR 50 y ACR 70 representan una mejoría respecto a la
puntuación de 50 o 70% a partir de los criterios utilizados para el ACR 20.
EAV: escala analógica visual. Se puntúa de 0 a 100, siendo 0
enfermedad inactiva o ausencia de dolor, y 100, máxima actividad del
proceso o dolor muy importante.
Se valorará una reducción con respecto a la visita anterior del 20, del 50
o del 70% para el ACR 20, 50 o 70.
VSG: velocidad de sedimentación globular; PCR: proteína C reactiva;
ACR: American College of Rheumatology.
Tabla 9.31. Control evolutivo en la artritis reumatoide
Valoración de la actividad clínica
EAV de la valoración global por parte del enfermo
EAV de la valoración global por parte del reumatólogo
EAV del dolor por parte del enfermo
Rigidez matutina medida en minutos
Recuento del número de articulaciones dolorosas y
tumefactas (índice del ACR de 68 articulaciones)
Valoración de la actividad biológica
VSG, PCR, hemograma completo (¡trombocitosis!)
Valoración de la actividad radiológica
Radiografías de ambas manos (palma-placa) y de ambos pies
(planta-placa)
Radiografías de las articulaciones con limitación
de la movilidad
Radiografía de tórax posteroanterior
Densitometría ósea cada 2 años si hay tratamiento
con corticoides
Valoración de la capacidad funcional: cuestionario HAQ
EAV: escala analógica visual; VSG: velocidad de sedimentación;
PCR: proteína C reactiva.
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
Durante la última semana,
ha sido usted capaz de. . .
1
¿Vestirse, incluyendo abrocharse los botones
y atarse los cordones de los zapatos?
2
¿Enjabonarse la cabeza?
3
¿Levantarse de una silla sin brazos?
4
¿Acostarse y levantarse de la cama?
5
¿Cortar un filete de carne?
6
¿Abrir un cartón de leche nuevo?
7
¿Servirse la bebida?
8
¿Caminar fuera de casa por un terreno llano?
9
¿Subir 5 escalones?
10
¿Lavarse y secarse todo el cuerpo?
11
¿Sentarse y levantarse del váter?
12
¿Ducharse?
13
¿Coger un paquete de azúcar de un kilo de una
estantería colocada encima de la cabeza?
14
¿Agacharse y recoger ropa del suelo?
15
¿Abrir la puerta de un coche?
16
¿Abrir tarros cerrados que ya antes habían sido abiertos?
17
¿Abrir y cerrar grifos?
18
¿Hacer la compra y los recados?
19
¿Entrar y salir del coche?
20
¿Barrer o lavar los platos?
139
Sin
dificultad
Con alguna
dificultad
Con mucha
dificultad
Incapaz
de hacerlo
Subraye para qué actividades necesita la ayuda de otra persona:
Vestirse, asearse, levantarse, comer, caminar, pasear, abrir y cerrar objetos, recados, tareas de casa, alcanzar objetos,
higiene personal.
Subraye si utiliza alguno de estos utensilios habitualmente:
Cubiertos de mango ancho, asiento o barra especial para el baño, abridor para tarros previamente abiertos, bastón, muletas,
andador o silla de ruedas, asiento alto en el váter.
Versión española del Health Assessment Questionnaire (HAQ) traducida y adaptada por J. Esteve, E. Batlle, A. Reig y grupo
para la adaptación del HAQ a la población española.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 9.8.
Cuestionario Health Assessment Questionnaire (HAQ).
general, lo que representa un acortamiento de la esperanza
de vida comprendido entre 5 y 10 años (Pincus, 1986).
En general, las causas de muerte son las mismas que en
la población general, aunque se han descrito una mayor incidencia de infecciones, neoplasias de estirpe linfoide y enfermedades cardiovasculares (el doble de la población general). Los pacientes con AR tratados con corticoides
durante más de 10 años tienen peor pronóstico que los que
no han recibido corticoides durante el mismo período de
tiempo (Sihvonen, 2006). El aumento de la mortalidad se
relaciona con la presencia de factores de riesgo cardiovascular (habitualmente los pacientes con AR no reciben una
óptima prevención primaria ni secundaria), la presencia de
amiloidosis y el mayor número de infecciones.
La AR es la causa más común de discapacidad potencialmente tratable en el mundo occidental. En este contexto
conviene destacar los conceptos de deÀciencia, discapacidad y minusvalía (tabla 9.32).
En la tabla 9.33 se exponen las variables de mal pronóstico en la AR relacionadas con el paciente, la enfermedad y
el tratamiento.
Clásicamente, tras 10 años de evolución cabe esperar, de
modo amplio y general, los siguientes estados funcionales:
a) un 45% de casos presenta actividad persistente con exacerbaciones que producen deformidades progresivas de grado variable; b) un 25% de casos en remisión, pero con secuelas moderadas o ligeras; c) un 20% de casos en remisión,
sin secuelas signiÀcativas, y d) un 10% de casos con enfermedad grave que da lugar a una incapacidad total con permanencia en cama o en silla de ruedas. Sin embargo, con los
nuevos tratamientos biológicos de la AR esta evolución clásica está cambiando.
140
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 9.32. Concepto de deficiencia, discapacidad
y minusvalía
Deficiencia
(impairment)
Alteración del estado de salud de un
individuo (valorado por medios clínicos)
Discapacidad
(dissability)
Diferencia entre lo que un individuo puede
hacer y lo que necesita o quiere hacer
(valorado en términos no médicos)
Minusvalía
(handicap)
Deficiencia que limita sustancialmente una o
más actividades de la vida, incluido el trabajo
En la práctica el individuo necesita
«dispositivos de asistencia» para funcionar
normalmente
Tabla 9.33. Variables de mal pronóstico en la artritis
reumatoidea
Relacionadas con el paciente
Sexo femenino
Bajo nivel sociocultural y académico
Menor edad al inicio de la enfermedad
Comorbilidad cardiovascular
Presencia del HLA-DR4 y/o epítopo compartido
Relacionadas con la enfermedad
Comienzo insidioso y simétrico
Actividad persistente (número de articulaciones inflamadas)
de más de un año sin remisiones clínicas
Actividad biológica: VSG y PCR persistentemente elevadas
Títulos altos de factor reumatoide en el primer año
Aparición precoz de erosiones radiológicas
Presencia precoz de nódulos reumatoides
Afectación precoz de caderas y rodillas
Aparición de manifestaciones extraarticulares
Cuestionario HAQ elevado al inicio de la enfermedad
Relacionadas con el tratamiento
Tratamiento prolongado (más de 10 años) con corticoides
Contraindicación de tratamiento con metotrexato
o necesidad de suspenderlo
a
No existe unanimidad en cuanto a muchas de las variables descritas.
VSG: velocidad de sedimentación globular; PCR: proteína C reactiva.
ARTRITIS REUMATOIDE DEL ANCIANO
La AR del anciano es la que aparece a partir de los 60 años.
Se caracteriza por su aparición aguda con manifestaciones
sistémicas y afectación predominante de la cintura escapular (¡hombros!). Es de evolución lenta, erosiva y con el mismo o peor pronóstico que la AR del adulto joven. Los reactantes de fase aguda suelen estar muy elevados.
La eÀcacia y la toxicidad de los fármacos empleados no
presentan diferencias con los utilizados en el adulto joven.
Se tendrá especial cuidado en el uso de los AINE (Van
Schaardenburg, 1994; Olivé, 2003).
La AR del anciano se divide en tres tipos: a) AR seropositiva, indistinguible de la AR del adulto joven; b) AR con
síndrome de Sjögren, en realidad un síndrome de Sjögren
con artritis, y c) AR seronegativa de inicio similar a la polimialgia reumática o al síndrome RS3PE (Healey, 1986).
ARTRITIS REUMATOIDE Y EMBARAZO
Desde hace más de 50 años se conoce que la AR mejora
durante el embarazo, ya desde el primer trimestre. Ello permite suspender la medicación tóxica para el feto y tratar los
síntomas con AINE e hidroxicloroquina. Esta mejoría suele
comenzar el primer trimestre. Sin embargo, en el 90% de
los casos se experimenta una agudización posparto. Tras
éste, cuando la enfermedad rebrota, pueden utilizarse corticoides a dosis de 12-20 mg/día de prednisolona, sin suspender la lactancia. La medicación habitual puede reintroducirse al Ànalizar este período (Nelson, 1997).
TRATAMIENTO
Es fundamental que el reumatólogo que trate a estos pacientes tenga presentes dos premisas: a) la AR es una enfermedad crónica, y b) no se dispone hasta el momento de tratamiento curativo, puesto que su etiopatogenia se desconoce.
El inicio de la enfermedad es un momento decisivo para
el paciente, pues le es difícil aceptar que está afectado de
una enfermedad crónica, dolorosa y potencialmente incapacitante. El paciente sufre un gran impacto psicológico y la
empatía del clínico es fundamental para contribuir a que el
enfermo conviva con su enfermedad. Para conseguirlo, deberá adaptar su conducta a la personalidad del enfermo, así
como ofrecer y conseguir el máximo de comprensión.
AÀrmaba Sir William Osler: «Es más importante saber
qué clase de persona sufre una enfermedad que qué clase de
enfermedad sufre una persona».
Con los matices que la personalidad del enfermo imponga, tendremos que ser sinceros desde el principio. En la actualidad no podemos ofrecerle la curación, pero sí debemos
informarle de que el curso de la enfermedad es muy variable y que con los tratamientos biológicos actuales se consiguen remisiones en un buen número de casos, lo que posibilita tener una vida prácticamente normal. La invalidez no
alcanza ni al 20% de los casos.
No es necesario decírselo todo de entrada, pero la información proporcionada ha de estar siempre en la misma línea y de acuerdo con la realidad.
En el enfermo que ya tiene asumida la enfermedad, debemos hacer que mantenga la esperanza de una remisión, gracias
a la medicación actual y a las que en el futuro se sucederán.
Lo que jamás debe hacerse, por desgracia demasiado
frecuente, es «pronosticar» la silla de ruedas. Situación intolerable e inadmisible, no sólo porque no es cierto (esto
sucede en menos del 5% de pacientes), sino porque consti-
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
tuye una agresión psicológica brutal para el enfermo que le
puede marcar el resto de su vida.
En algunos casos aparece una depresión tributaria de
tratamiento antidepresivo, muy útil para controlar los trastornos del sueño.
Lo ideal es que el tratamiento de la AR sea un esfuerzo
mancomunado entre el reumatólogo, el Àsioterapeuta y el
ortopeda. Los objetivos terapéuticos en la AR son los siguientes: a) suprimir la inÁamación articular; b) preservar
la función articular; c) evitar lesiones estructurales articulares y las alteraciones y deformidades articulares, y d) enseñar al paciente a convivir con la enfermedad e intentar normalizar su esperanza de vida.
Estos objetivos deben cumplirse con la premisa de lograr el máximo control posible de la enfermedad con el mínimo de riesgos.
Las medidas para conseguirlo se agrupan en tres apartados: programa básico, tratamiento médico y tratamiento ortopédico.
PROGRAMA BÁSICO
El programa básico consiste en un conjunto de medidas de
eÀcacia cierta, decisivas para el curso a largo plazo de la
enfermedad, que, si bien no son curativas, proporcionan el
máximo de beneÀcios sin riesgo para los pacientes. Estas
medidas deben aplicarse sistemáticamente a todo paciente
con AR. El plan básico consta de los siguientes apartados:
a) reposo; b) dieta; c) ejercicios, y d) férulas.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Reposo
El reposo es una medida decisiva en el tratamiento de la AR.
Los enfermos que pueden dejar el trabajo físico y que son
capaces de comprender el beneÀcio que les pueda aportar,
presentan mejor curso clínico. En líneas generales consiste en
un reposo relativo de unas 8-10 horas diarias, con una pequeña siesta a mediodía. No obstante, la AR es una enfermedad
crónica que tiende a producir limitación de la movilidad articular, atroÀa muscular y osteoporosis, por lo que no es conveniente someter al enfermo a un reposo absoluto en la cama,
en el sofá o en el sillón, a pesar de que persistan signos de
actividad, sino que convendrá un reposo dosiÀcado.
El reposo absoluto en cama será necesario en un mínimo
de casos y tendrá siempre un carácter temporal. Se prescribirá
en: a) casos con brotes subagudos que evolucionan rápida y
progresivamente a pesar del tratamiento; b) casos con gran
afectación del estado general; c) casos con afectación visceral
grave (pericarditis, vasculitis, neumopatía, entre otras); d) casos con alteraciones destructivas importantes de las articulaciones de los miembros inferiores que se agravan con la deambulación (caderas, rodillas, tobillos, úlceras tórpidas en las
piernas), y e) al iniciar el tratamiento de la AR puede ser beneÀcioso mantener al enfermo en cama durante algunos días,
141
mientras se planean las medidas terapéuticas adecuadas. El
ingreso hospitalario durante 5 días puede ser muy adecuado.
Es fundamental que el paciente con AR mantenga siempre
sus articulaciones en extensión. Para ello deberá disponer de
una cama lo suÀcientemente como alta para que pueda levantarse con facilidad sin forzar las rodillas y plana, con una tabla
dura debajo del colchón o con un somier rígido; los actuales
canapés son excelentes. La almohada será de lana, pluma o
miraguano, que permita una depresión central. La cabeza y el
cuello, aprovechando el hoyo de la almohada, deben mantenerse en posición neutra, evitando la actitud en Áexión.
Las rodillas se mantendrán en la máxima extensión posible. Las almohadas debajo de las rodillas alivian el dolor,
pero deben prohibirse, puesto que producen contracturas
irreversibles.
Los pies deben verse libres del peso de la ropa de la
cama, mediante un arco de alambre y apoyarse por su cara
plantar en una madera. En la Àgura 9.9 se expone la postura
de una paciente con AR en una cama corriente.
Tomar un baño de agua caliente por la mañana, al despertar, es de gran ayuda para acortar el tiempo de rigidez
matutina.
Dieta
La alimentación debe ser abundante, sin limitaciones cuantitativas y cualitativas, lo único que se ha de procurar es
evitar la obesidad.
Es aconsejable disminuir la ingesta de grasas saturadas
y aumentar el consumo de pescado azul y de vegetales ricos
en ácidos grasos poliinsaturados.
Ejercicios
Se debe animar al enfermo que cada día movilice las articulaciones afectadas de forma activa y sin cargar peso. Esta
norma es válida para todos los pacientes hagan o no reposo
absoluto. La movilización de las articulaciones es un complemento excelente del reposo.
Los ejercicios activos son aconsejables tres veces al día
en los enfermos encamados y dos veces al día en los casos en
Figura 9.9.
Posición de un paciente con artritis reumatoide en la cama.
142
los que el paciente no guarda reposo. El beneÀcio de los ejercicios es extraordinario, puesto que evitan la pérdida de movimiento, la atroÀa muscular y la osteoporosis. Los ejercicios
pasivos, a cargo de un Àsioterapeuta que conozca la AR, situación por desgracia poco frecuente en nuestro medio, son
necesarios en los casos graves o en los que es imprescindible
aumentar la movilidad de una articulación determinada.
Todos los ejercicios deben hacerse sobre cama plana (tabla
debajo del colchón), dos veces al día, lentamente y a fondo,
llegando a las posiciones extremas que el dolor permita. Cada
movimiento se realiza 10 veces al principio, aumentando progresivamente hasta 20 veces. Si los ejercicios incrementan
el dolor el mismo día o al día siguiente, deben disminuirse el
número de movimientos y reemprenderlos luego con menos
intensidad. Los dolores pasajeros que aparecen durante los
ejercicios no deben ser un motivo para suprimirlos.
En la tabla 9.34 se exponen los ejercicios de gimnasia
adecuados para los pacientes con AR.
Ortesis
Cuando la afectación de los pies es importante se recomiendan los zapatos tipo Dixon u Oxford, que por sus características, ausencia de costuras y plantilla interna de plastazote
son ideales para reducir el dolor.
En el supuesto de rechazar el calzado propuesto, se recomiedan zapatos de características parecidas, amplios en su
parte delantera (horma ancha), de piel Áexible y con refuerzo de los contrafuertes del tobillo. Es conveniente añadir
plantillas blandas de material sintético con o sin barra de
apoyo retrocapital.
Férulas
Las férulas tienen como Ànalidad mantener las articulaciones,
habitualmente muñeca, mano, rodilla y tobillo, en reposo, con
el mínimo dolor y, de este modo, contribuir a la remisión de la
sinovitis. Están indicadas en los casos en los que, a pesar del
tratamiento, el dolor es importante, la sinovitis es persistente
o cuando se inician deformidades en Áexión y desviación cubital. En la muñeca y en las manos es aconsejable llevarlas día
y noche. En las rodillas y en los tobillos, sólo durante la noche. Se quitarán dos veces al día para realizar los ejercicios.
Las férulas deben cumplir tres condiciones: a) deben
mantener la posición funcional de la articulación; b) el material utilizado para su fabricación debe ser ligero, duradero
y resistente al agua, y c) su aplicación debe ser fácil; lo ideal
es que pueda aplicarla el mismo paciente.
TRATAMIENTO MÉDICO
ANTIINFLAMATORIOS NO ESTEROIDEOS
Solemos seguir la pauta de que el paciente se administre por
vía rectal 100 mg de indometacina antes de acostarse, con lo
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
que se evita el dolor nocturno y mejora notablemente la rigidez matutina. Si es necesario se añade una cápsula de 25
mg después del desayuno y del almuerzo. Otra pauta es administrar 25 mg cada 6 horas.
Otros antiinlamatorios no esteriodeos (AINE), como naproxeno, diclofenaco o ibuprofeno, entre otros, poseen una
acción inferior a la indometacina y los empleamos cuando
ésta es mal tolerada o como medicación alternativa. El
Tabla 9.34. Ejercicios para la artritis reumatoide
Región cervical
Elevar los hombros todo lo posible. Hacerlos descender
Brazos al frente con los codos semiflexionados en forma
de «L». Codos hacia atrás sin perder la posición en «L»
Hombros
Separar el brazo lateralmente todo lo posible, ayudándose
con los dedos, que trepan por la pared
Elevar ambos brazos al frente todo lo posible, deslizando
las manos por la pared
Apoyando el brazo sano sobre la mesa y adelantando el pie
contrario, realizar con el otro brazo movimientos hacia
delante y hacia atrás, hacia fuera y dentro y de rotación.
Codos
Flexionar el codo intentando tocar el hombro con los dedos.
Extender
Muñecas
Flexionarlas hacia delante y hacia atrás
Flexionarlas hacia dentro y hacia fuera
Rotación de la mano a la altura de la muñeca
Dedos de las manos
Separar los dedos todo lo posible. Juntarlos
Tocar el pulgar con el pulpejo de todos los dedos
Cerrar la mano. Extender los dedos todo lo posible
Caderas
Echado sobre la espalda, piernas extendidas. Flexionar la
cadera y la rodilla, llevando esta última lo más cerca
posible del pecho. Extender
Echado sobre la espalda, rodillas semiflexionadas, apoyando
la planta del pie sobre el plano de la cama. Llevar las
rodillas hacia dentro y fuera, sin mover el pie de su
posición
Rodillas
Sentado sobre el borde de la cama. Piernas colgando.
Flexionar y extender la rodilla al máximo
Tobillos
Flexión y extensión del pie
Llevar la planta del pie hacia dentro y hacia fuera
Rotación del pie a la altura del tobillo
Pies
Colocar una toalla en el suelo y apoyar los dedos encima.
Intentar coger la toalla con los dedos del pie durante 5
minutos
Dedos de los pies
Flexionarlos. Extenderlos
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
AINE más tóxico es el piroxicam y los menos tóxicos el
ibuprofeno, el diclofenaco y el naproxeno.
Los inhibidores selectivos de la COX-2 reducen en un
50% el riesgo de complicaciones gastrointestinales, pero su
empleo se asocia con un incremento del riesgo cardiovascular, aunque en la realidad este incremento se asocia a todos
los AINE.
La gastroprotección es necesaria en todo paciente de
más de 60 años, tratado con anticoagulantes y/o corticoides
y con antecedentes de hernia de hiato o historia ulcerosa
antigua o reciente. Dosis elevadas de AINE y el uso concomitante de varios de ellos, situación que debe evitarse siempre, con la excepción de la administración de ácido acetilsalicílico a dosis cardiovasculares, aumentan todavía más el
riesgo (tabla 9.35).
Se ha indicado la necesidad de erradicar Helicobacter
pylori en pacientes que toman AINE (Lanas, 2006) y su uso
está contraindicado en el embarazo por el riesgo de cierre
temprano del ductus arteriovenoso.
CORTICOIDES SISTÉMICOS
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
El tratamiento de la AR se ha beneÀciado mucho del poder
antiinÁamatorio de los corticoides.
Con el empleo antes del desayuno de 4 mg de prednisolona o de 5 mg de prednisona (dada su vida media corta, de alrededor de 8 horas), se evita el efecto supresor sobre el eje
hipotálamo-hipoÀsario. A estas dosis los efectos secundarios
son mínimos y según nuestra experiencia es posible usar la
corticoterapia de forma indeÀnida. En los casos de AR muy
activa o con manifestaciones sistémicas o extraarticulares
puede ser imprescindible utilizarlos a dosis más altas, pero
siempre durante un período de tiempo lo más corto posible.
La corticoterapia a dosis altas aumenta el riesgo de hipertensión y diabetes y, en consecuencia, el riesgo de infarto de miocardio (Wolfe, 2008).
Los efectos secundarios más comunes de los corticoides
se detallan en la tabla 9.36.
Tabla 9.35. Indicaciones de gastroprotección
Edad > 60 años
Dosis elevadas de AINE
Toma simultánea de AINE + AAS
Toma simultánea de corticoides
Toma simultánea de anticoagulantes
Antecedentes previos o recientes de úlcera péptica y/o hernia
de hiato con/sin reflujo
AINE: antiinflamatorios no esteroideos; AAS: ácido acetilsalicílico.
143
CORTICOIDES LOCALES
Las inyecciones intraarticulares de corticoides se emplean
para suprimir la inÁamación local, su acción es transitoria,
oscila entre varios días y pocas semanas. Se utilizan en caso
de afectación predominante de rodillas, hombros, etc.
Su uso repetido daña la articulación, al producir una artropatía destructiva con inestabilidad articular, por lo que
inÀltramos como máximo tres veces al año y con un intervalo mínimo de 6 semanas entre una inÀltración y la siguiente. El corticoide de elección es el hexacetónido de
triamcinolona (Hexatrione), no comercializado en España.
La dosis para una articulación de gran tamaño es de 40-50
Tabla 9.36. Efectos secundarios de los corticoides
Musculosqueléticos
Osteoporosis con o sin fracturas vertebrales
Osteonecrosis aséptica
Miopatía
Gastrointestinales
Úlcera péptica
Pancreatitis
Esteatosis hepática
Oftalmológicos
Catarata subcapsular posterior
Glaucoma
Cardiovasculares
Hipertensión arterial
Insuficiencia cardíaca congestiva
Endocrinometabólicos
Obesidad troncular (cara «de luna llena»), aumento de la
grasa supraclavicular y cervical posterior («giba de
búfalo»)
Trastornos menstruales
Hirsutismo
Retraso del crecimiento
Hiperglucemia. Cetoacidosis diabética. Coma hiperosmolar
Hiperlipoproteinemia
Retención hidrosalina. Hipopotasemia. Alcalosis metabólica
Insuficiencia suprarrenal secundaria
Neuropsiquiátricos
Hipertensión intracraneal benigna (seudotumor cerebral)
Convulsiones
Psicosis
Dermatológicos
Eritema facial, piel delgada, púrpura petequial o equimótica,
estrías violáceas, acné, dificultad en la cicatrización de las
heridas
Paniculitis (al suspenderlos)
Inmunológicos
Susceptibilidad a las infecciones
Supresión de la sensibilidad retardada
Respuesta inflamatoria disminuida
144
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
mg de prednisona o equivalente. Entre los efectos secundarios se observa una posible exacerbación local dolorosa (en
el 2% de casos), habitualmente en las 2 horas posteriores a
la inyección, que se controla con la aplicación local de hielo, la sensación de debilidad o pesadez en la extremidad
inyectada, ambas pasajeras o la atroÀa cutánea con despigmentación. La complicación más grave es la infección secundaria, por lo que la asepsia debe ser rigurosa.
nismo de acción no está totalmente establecido. Se introdujo en la terapéutica en 1935.
TRATAMIENTOS LOCALES
INTRAARTICULARES
O
La sinoviortesis, utilizando Y90 para las grandes articulaciones o E169 para las pequeñas, es un método simple y eÀcaz
que permite obtener una remisión de sinovitis crónicas
cuando la articulación que debe inyectarse es la única afectada. No necesita anestesia ni hospitalización.
El ytrio-90, emisor puro de rayos beta, además de disminuir el espesor de la membrana sinovial, posee la ventaja de
tener un mayor poder de penetración.
Vale la pena aplicarlos antes de plantearse la sinovectomía quirúrgica.
O
O
O
O
O
FÁRMACOS ANTIRREUMÁTICOS
MODIFICADORES
DE LA ENFERMEDAD
Los fármacos antirreumáticos modiÀcadores de la enfermedad (FAME) son fármacos capaces de detener la evolución
de la AR y de controlar, e incluso hacer desaparecer, la inÁamación articular. Su instauración de forma precoz es
decisiva para evitar el desarrollo de lesiones articulares irreversibles (el 40% de las AR de menos de 6 meses de evolución ya presentan erosiones) y se aplicarán tan pronto como
el diagnóstico de AR esté razonablemente establecido o cumpla los criterios del ACR.
«Il faut traiter avant que ce met en route le cicle infernal
de la maladie» (Es necesario tratar precozmente, antes de
que se ponga en marcha el ciclo infernal de la enfermedad),
predicaba Forestier8 hace medio siglo.
Los FAME se clasiÀcan en biológicos y no biológicos.
FÁRMACOS ANTIRREUMÁTICOS
MODIFICADORES DE LA ENFERMEDAD
NO BIOLÓGICOS
Aurotiomalato sódico
El aurotiomalato sódico es oro de administración intramuscular. ModiÀca la respuesta inmune en la AR, pero su meca8. Jacques Forestier (1900-1982). Reumatólogo francés. Introductor de
las sales de oro en la AR. Maestro del Dr. Rotés.
O
Analítica previa al tratamiento. Hemograma completo,
sedimento de orina, funcionalismo renal y hepático.
Monitorización. Clínica y biológica cada 2 meses. Antes
de cada inyección el paciente deberá comprobar la presencia de proteinuria mediante las correspondientes tiras reactivas.
Administración. Intramuscualr profunda seguida de un
masaje enérgico en la zona inyectada, para evitar el fenómeno de las «nalgas empedradas».
Dosis. Se administra a dosis de 25 mg semanales durante 2 semanas (dosis inicial, con la Ànalidad de detectar
intolerancias). A continuación se administran 50 mg semanales durante 20 semanas. Si no hay mejoría clínica
ni biológica, el tratamiento debe suspenderse. Si se produce una remisión clínica y biológica a partir de la administración de 1 g de aurotiomalato sódico, se pasará a
una inyección cada 2 semanas (4 inyecciones) y después
cada 3 semanas de forma indeÀnida.
Tiempo de respuesta. Alrededor de los 3 meses.
Precauciones y contraindicaciones. Está contraindicado
en pacientes con lupus eritematoso sistémico (LES) o
con insuÀciencias renal o hepática.
Efectos secundarios.
Cutáneos (70% de casos). Erupción eritematosa descamativa discreta, pero muy pruriginosa, entre los pliegues
de los dedos y zonas de fricción (dermatitis áurica). Pigmentación cutánea irreversible de coloración gris azulada, habitualmente en la frente, que aparece tras tratamientos prolongados (crisiasis). Son más susceptibles
las mujeres rubias y de piel blanca.
Hematológicos. Neutropenia, trombocitopenia (en el
1-3% de casos), eosinoÀlia, y raramente anemia aplásica
(< 0,5% de casos).
Renales. La proteinuria superior a 300 mg/24 h se produciría en el 6% de los casos, raramente progresa a síndrome nefrótico. La presencia de éste o de insuÀciencia
renal en un paciente con AR de años de evolución con o
sin tratamiento con sales de oro obliga a descartar la presencia de una amiloidosis renal.
Gastrointestinales. Náuseas, alteraciones reversibles del
gusto (sabor «metálico»), glositis, úlceras bucales o estomatitis.
Otros. Reacciones nitritoides (en el 5% de los casos); son
de naturaleza vasomotora y suelen aparecer de forma
ocasional los primeros 20 minutos después de la inyección. Consisten en una sensación de debilidad, sudores,
rubicundez facial y, excepcionalmente, hipotensión.
La hepatitis colestásica es rara y suele aparecer al inicio
del tratamiento. La enterocolitis hemorrágica aguda,
con una mortalidad del 50%, suele aparecer también al
inicio del tratamiento y en mujeres de mediana edad
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
O
(Duró, 1995). También pueden producirse neumonitis
por sales de oro (Blanch, 1988), neuropatía periférica o
síndrome de Guillain-Barré.
Embarazo y lactancia. Contraindicadas en ambos casos.
Los efectos secundarios de las sales de oro constituyen el
gran argumento contra su empleo. No obstante, sólo la mitad
son de gravedad. Si se reconocen precozmente y no se rebasan
los 50 mg semanales la mortalidad de la crisoterapia es del
0,4%. Sorprendentemente, después de la aparición de efectos
secundarios graves, el paciente suele entrar en remisión.
Como reumatólogos clínicos, formados en el Servicio de
reumatología del Hospital Clínico de Barcelona, donde la
crisoterapia ha sido utilizada durante muchos años, no encontramos razones objetivas para que las sales de oro no
ocupen su lugar en el tratamiento de la AR. Continúan siendo
un espléndido tratamiento en todos los casos, en particular si
se respetan las contraindicaciones: insuÀciencia renal, enfermedades hepáticas y antecedentes hematológicos. Son el
tratamiento de elección del reumatismo palindrómico, en
el que incluso superan la eÀcacia de la hidroxicloroquina.
Por desgracia, el oro ha sido retirado de la farmacopea
española y los pacientes deben recurrir a la medicación de
uso compasivo (Myocrisin SanoÀ Aventis) que contiene
idéntico principio activo.
Hidroxicloroquina
La hidroxicloroquina es un antipalúdico9 efectivo en el tratamiento de la AR con anticuerpos antinucleares positivos (el
15% de las AR), de la AR del anciano, del LES (Ruiz-Irastorza, 2010), del reumatismo palindrómico, del síndrome de
Sjögren y de la artrosis erosiva. Por su efecto antitrombótico,
es útil también en el síndrome antifosfolipídico. Tendría, además, efecto hipolipemiante (Jiménez-Palop, 2006) e hipoglicémico con la consiguiente disminución del riesgo cardiovascular (Penn, 2010). Se introdujo en la terapéutica en 1951. En
la tabla 9.37 se describen sus mecanismos de acción.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
O
O
Analítica previa al tratamiento. Funcionalismo renal
completo con sedimento de orina, funcionalismo hepático y exploración oftalmológica que debe incluir: exploración de la agudeza visual, estudio corneal con lámpara
de hendidura, fondo de ojo con pupilas dilatadas, estudio funcional con campimetría y prueba de color de Ishimara con la cuadrícula de Amsler.
Monitorización. Clínica y biológica cada 3 meses. Exploración oftalmológica anual.
Administración. Oral. Después de las comidas con un
vaso de agua. La toma del fármaco con un zumo de na-
9. El italianismo «malaria» está desplazando al término español, paludismo (del latín palus, pantano, por ser una infección propia de las zonas palustres). En español, lo correcto es antipalúdicos, no antimaláricos.
145
ranja evita el mal gusto de boca tras la administración
del comprimido.
Dosis. La dosis es de 200 mg/día por vía oral. La dosis
ideal es de 3-5 mg/kg/día. En la tabla 9.38 se exponen
las dosis indicadas en función del peso del paciente.
Tiempo de respuesta. Alrededor de los 3 meses.
Precauciones y contraindicaciones. Está contraindicada
en pacientes con retinopatía, o con insuÀciencias renal o
hepática.
Interacciones farmacológicas. Los antiácidos disminuyen su absorción. La cimetidina la aumenta. Interacciona con la fenilbutazona y los antiepilépticos.
O
O
O
O
Tabla 9.37. Mecanismos de acción de los antipalúdicos
Disminuyen los reactantes de fase aguda
Regulan la apoptosis
Inhiben la liberación de citocinas: IL-1, IL-6 y TNF-alfa
Inhiben la actividad de los linfocitos T
Bloquean el procesamiento y presentación del antígeno
Inhiben la actividad de la fosfolipasa
Bloquean los radicales superóxidos (actividad antioxidante)
IL: interleucina; TNF: factor de necrosis tumoral.
Tabla 9.38. Dosis de hidroxicloroquina según pesoa
57-61 kg
200 mg un día por semana (domingo), 400 mg/día los 6 días
restantes
53-56 kg
200 mg 2 días por semana (sábado y domingo), 400 mg/día
los 5 días restantes
49-52 kg
200 mg 3 días por semana (lunes, miércoles y viernes), 400
mg/día los 4 días restantes
44-48 kg
400 mg 3 días por semana (lunes, miércoles y viernes), 200
mg/día los 4 días restantes
40-43 kg
400 mg 2 días por semana (sábado y domingo), 200 mg/día
los 5 días restantes
36-39 kg
400 mg un día por semana (domingo), 200 mg/día los 6 días
restantes
31-35 kg
200 mg/día
a
Canadian Consensus 2000.
146
O
O
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Efectos secundarios.
Cutáneos (3% de casos). Erupción macular eritematosa pruriginosa al inicio del tratamiento. En los enfermos con artritis psoriásica, la psoriasis puede exacerbarse. No debe utilizarse si hay antecedentes de
eritrodermia. Hiperpigmentación grisáceo-parduzca en
las zonas expuestas a la luz solar, en especial en la cara
anterior de ambas piernas, habitual en los tratamientos
a largo plazo.
Gastrointestinales (10% de casos). Náuseas, vómitos,
diarrea y dolor cólico abdominal.
Renales. Hematuria. Proteinuria que raramente progresa
a síndrome nefrótico.
Oculares. Las lesiones oculares son las más conocidas y
peligrosas. Distinguimos dos tipos de lesiones: a) los depósitos corneales y los de los cuerpos ciliares, y b) los
depósitos retinianos, graves e irreversibles una vez instaurados.
Los depósitos corneales son de naturaleza benigna, en el
50% de los casos son asintomáticos y suelen aparecer
precozmente (a las 2 o 3 semanas del tratamiento), son
reversibles y no dejan secuelas. No contraindican la
continuación del tratamiento. El glaucoma puede causar
síntomas similares, por lo que debe realizarse el diagnóstico diferencial correspondiente.
La afectación de los cuerpos ciliares por hidroxicloroquina se maniÀesta por un defecto del poder de acomodación (diÀcultad al pasar del enfoque de un objeto cercano a uno lejano y viceversa). Basta disminuir la dosis
para que los síntomas remitan.
La afectación retiniana se maniÀesta por diÀcultad para
leer (se escapan letras y palabras), visión borrosa, escotomas en el centro o en la periferia del campo visual,
centelleos y fotofobia. El examen del fondo de ojo
muestra, en los casos extremos, el agujero negro denominado «ojo de buey».
La exposición a la luz solar es un factor agravante, por
lo que se aconseja llevar gafas de sol.
Un inconveniente muy importante es que numerosos oftalmólogos no están familiarizados con la retinopatía
por antipalúdicos y no practican correctamente las exploraciones correspondientes y en cuanto tienen la menor duda aconsejan la suspensión del tratamiento.
Musculares. La acumulación del fármaco en el interior
de las vacuolas de las microÀbrillas del músculo estriado puede producir dos cuadros clínicos: a) miopatía
proximal con neuropatía períférica o sin ella, que cursa
con aumento especialmente de las LDH y que responde
muy bien al suspender el fármaco (Casado, 2006), y b)
miocardiopatía con trastornos de la conducción y bloqueos cardíacos (Cervera, 2001).
Embarazo y lactancia. No está contraindicada ni en el
embarazo ni en la lactancia.
Los antipalúdicos han sido la medicación que hemos
aplicado sistemáticamente cuando hemos tenido que retirar
las sales de oro por intolerancia.
Como aÀrma Wallace10: «Los antipalúdicos tienen más
de 300 años de edad y como el buen vino han envejecido de
forma excelente».
D-Penicilamina
La observación de que la penicilamina reducía los enlaces
disulfuro del factor reumatoide, produciendo la disolución
de la IgM en unidades monoméricas, fue el punto de partida
para su empleo en la AR; inhibe, además, la función de los
linfocitos T.
Se utiliza el isómero D (dextra) porque es menos tóxico
que el isómero L (levo). Es efectiva en alrededor de dos
tercios de los casos de AR y produce efectos secundarios en
un tercio de los pacientes. Fue introducida para la terapéutica en 1960.
Es muy activa en los casos que cursan con vasculitis,
nódulos subcutáneos o pulmón reumatoide. Al unirse a ciertos metales es útil como quelante del cobre en la enfermedad de Wilson y constituye un tratamiento efectivo para la
cistinuria.
Su empleo en la actualidad es excepcional.
O
O
O
O
O
O
O
Analítica previa al tratamiento. Hemograma completo,
funcionalismo renal con ionograma y sedimento de orina.
Monitorización. Hemograma completo con recuento de
plaquetas cada 15 días los primeros 6 meses. Posteriormente, cada 3 meses.
Administración. Se administra 2 horas antes de la comida principal con el estómago vacío, puesto que su absorción disminuye en presencia de alimentos, antiácidos,
Fe y Ca.
Dosis. La dosis de penicilamina no es una dosis Àja y
debe buscarse por tanteo la dosis óptima para cada enfermo e incluso para un mismo enfermo en distintas fases de su evolución.
Se inicia el tratamiento con dosis de 125 mg/día. Si a los
2 meses se produce una mejoría, se mantiene esta dosis;
si no hay mejoría se añaden 125 mg y se esperan 2 meses más. Si no se produce una mejoría se continúa
aumentando hasta 500 mg/día. Con este método se ajusta la dosis para cada enfermo y se disminuye la frecuencia de los efectos secundarios.
Tiempo de respuesta. De 2 a 3 meses.
Precauciones y contraindicaciones. Contraindicada en
el LES y en la miastenia grave.
Efectos secundarios. La mayoría de los efectos secundarios aparecen los primeros 18 meses del tratamiento.
10. Daniel J. Wallace. Reumatólogo norteamericano contemporáneo.
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
O
Gastrointestinales. Son los más frecuentes. Anorexia,
náuseas, vómitos y disgeusia o hipogeusia (alteración o
disminución del sentido del gusto), que la presentan un
10% de los pacientes.
Hematológicos. Son los más graves. Un 5% de casos
presentan anemia aplásica, leucopenia o plaquetopenia.
Renales. La proteinuria está presente en el 7% de los
casos y su máxima incidencia se produce entre los 6 y
los 9 meses de tratamiento.
Cutáneos. Las manifestaciones cutáneas pueden ser precoces o tardías. Se presentan en el 8% de casos. Las
precoces suelen ser lesiones transitorias maculopapulares o urticariformes que se tratan con antihistamínicos o
corticoides locales.
Las manifestaciones tardías aparecen a los 4-5 meses y
son graves, incluyen el pénÀgo vulgar y la elastosis serpinginosa. Obligan a suspender el tratamiento.
Autoinmunes. LES, miastenia, polimiositis y síndrome
de Goodpasture.
Embarazo y lactancia. Contraindicada en ambos casos.
147
O
Sulfasalazina
Fue sintetizada en 1930 a raíz de la supuesta etiología estreptocócica de la AR. La sulfasalazina es un conjugado del
ácido 5-aminosalicílico (5-ASA) y sulfapiridina. Una vez
absorbida, el 5-ASA permanece en el colon donde ejerce su
acción en el caso de enfermedad inÁamatoria intestinal; la
sulfapiridina, en cambio, se absorbe en el colon. Su vida
media es de 6 horas en los acetiladores rápidos y de 12 horas en los acetiladores lentos. Introducida en terapéutica en
1970. Es el único FAME que puede ser mantenido durante
el embarazo y la lactancia (Weinblatt, 1999). Es muy popular en los países anglosajones, pero mucho menos en España posiblemente por la ausencia de comprimidos recubiertos en nuestro medio.
O
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
O
O
O
O
Analítica previa al tratamiento. Hemograma completo y
funcionalismo hepático.
Monitorización. Clinica y biológica cada 2 semanas los
primeros 3 meses, luego cada 6 semanas.
Administración. El tratamiento se inicia con un comprimido al día, de forma preferente con cubierta intestinal
y se aumenta un comprimido cada semana hasta llegar a
los 4 comprimidos/día (2 g/día). Esta dosis puede aumentarse a 3 g/día en los casos con respuesta clínicobiológica insuÀciente o disminuir a 1,5 g/día en los casos con acciones secundarias leves. Si no se produce una
mejoría a los 4 meses de su administración se retira.
Dosis. Se administra a las dosis de 2 g/día (2 comprimidos cada 12 h) durante o después de las comidas.
Tiempo de respuesta. Seis semanas.
Precauciones y contraindicaciones. Está contraindicada
en pacientes alérgicos a los salicilatos, sulfamidas y con
O
déÀcit de 6-glucosa-fosfato-deshidrogenasa por el riesgo de hemólisis. No debe emplearse en niños. Interacciona con antibióticos, Fe, Ca, colestiramina, folatos,
digoxina y barbitúricos.
Efectos secundarios.
Gastrointestinales. Son los más frecuentes (15% de casos) y la principal causa para suspender el tratamiento.
Consisten en náuseas, vómitos y dolor abdominal.
Neurológicos. Cefalea, neuropatía periférica reversible.
Hematológicos. Agranulocitosis de aparición aguda,
poco frecuente (en el 2% de los casos) y que suele aparecer antes de los 3 meses. A dosis superiores a 2 g/día
tiene efecto hemolítico y antifólico. Se ha descrito algún
caso de anemia megaloblástica (< 1%).
Cutáneos. Son las reacciones adversas más frecuentes
tras las gastrointestinales. Son erupción pruriginosa maculopapulosa, fotosensibilidad y edema facial.
Otros. Coloración anaranjada de la orina, elevaciones
transitorias de las transaminasas, neumonitis por hipersensibilidad de aparición aguda con eosinoÀlia y oligospermia reversible presente en el 75% de los casos a los
2 meses del trtamiento.
Muy raro, pero grave, es el denominado síndrome
DRESS caracterizado por Àebre, erupción cutánea pruriginosa, hepatosplenomegalia, adenopatías, linfocitosis, eosinoÀlia e hipertransaminasemia.
Embarazo y lactancia. La dosis de sulfasalazina durante
el embarazo no debe superar los 2 g/día. Es conveniente administrar ácido fólico antes y durante la gestación.
La lactancia puede llevarse a cabo en recién nacidos a
término sanos.
Azatioprina
La 6-mercaptopurina fue el primer agente citostático análogo de las purinas que se utilizó en el tratamiento de la AR.
Con la esperanza de reducir su toxicidad se introdujo su
precursor: la azatioprina.
Ésta interÀere la síntesis de ácidos nucleicos, inhibe la
inmunidad celular y humoral, disminuye la síntesis de inmunoglobulina y anticuerpos y posee, además, acción antiinÁamatoria relacionada con la inhibición de los monocitos (Gaffney, 1998). Se introdujo para la terapéutica en
1970.
O
O
O
Analítica previa al tratamiento. Hemograma completo,
función renal y hepática.
Monitorización. Hemograma semanal durante las primeras 6 semanas, y a las 2 y 4 semanas de aumentar la
dosis. Posteriormente debe realizarse un hemograma
mensual. Funcionalismo hepático mensual hasta conseguir la dosis estable.
Administración. Oral, inmediatamente después de las
comidas para evitar las náuseas.
148
O
O
O
O
O
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Dosis. Se administra a dosis de 1 mg/kg/día, y a las 6
semanas, 2 mg/kg/día. La absorción es excelente. Su
vida media plasmática es de 60-90 minutos. El 50% de
la dosis administrada se excreta por el riñón al cabo
de 24 horas.
Tiempo de respuesta. Aproximadamente 2-3 meses.
Precauciones y contraindicaciones. En su metabolización participa la xantinooxidasa. El uso simultáneo de
alopurinol obliga a reducir su dosis un 25% de la inicial.
Las vacunas antigripal y neumocócica son obligadas
para evitar infecciones intercurrentes. Precaución con el
uso simultáneo de rifampicina y acenocumarol (Sintrom).
Efectos secundarios.
Hematológicos. Anemia, leucopenia reversible (en el
20% de los casos), plaquetopenia (en el 5% de los casos), macrocitosis.
Hepáticos. Alteración de las transaminasas (en el 5% de
los casos).
Gastrointestinales (60% de casos). Náuseas, inapetencia y diarrea (en el 1% de los casos).
Cutáneos. Urticaria, úlceras orales, alopecia.
Otros. Artromialgias, pancreatitis, infecciones oportunistas (en el 10% de los casos). Riesgo menor de inducción de neoplasias, especialmente sarcomas y trastornos
linfoproliferativos.
Embarazo y lactancia. Es el inmunosupresor de elección durante la gestación, siempre que no se superen los
2 mg/kg/día. Fármaco contraindicado en la lactancia. La
correlación eÀcacia-toxicidad justiÀca su inclusión como
opción terapéutica en la AR.
Auranofin
Es el trietil porÀna de oro que contiene un 29% de oro metal. Administrado por vía oral se absorbe el 25% de la dosis
administrada. Se une a los hematíes en una mayor proporción que el oro parenteral, aunque su retención en el organismo es mucho menor. Su mecanismo de acción se desconoce (Kean, 1997). Fue introducido para la terapéutica en
1980. Nuestra experiencia con el fármaco es mínima (Duró,
1987).
O
O
O
O
Analítica previa al tratamiento. Hemograma completo,
funcionalismos hepático y renal completos.
Monitorización. Hemograma y sedimento de orina mensuales. En cada visita el paciente debe ser interrogado
acerca de la presencia de úlceras bucales o de erupciones cutáneas.
Administración. Vía oral. Tomar los comprimidos durante o inmediatamente después de las comidas con agua.
Dosis. La dosis que debe administrarse es de 3 mg dos
veces al día. Si después de 4-6 meses no hay respuesta
debe aumentarse a 3 mg cada 8 horas.
O
O
O
O
Tiempo de respuesta. El tiempo de respuesta se encuentra comprendido entre 4 y 6 meses.
Precauciones y contraindicaciones. Está contraindicado
en el LES y en pacientes con nefropatía o hepatopatía.
Efectos secundarios.
Hematológicos. Neutropenia, eosinoÀlia, trombocitopenia. Raramente anemia aplásica.
Renales. Hematuria, proteinuria que raramente progresa
a síndrome nefrótico.
Cutáneos. Erupción cutánea pruriginosa, dermatitis
exfoliativa, fotosensibilidad.
Gastrointestinales. Alteraciones reversibles del gusto,
úlceras bucales, náuseas y diarreas, el efecto secundario
más frecuente que obliga a reducir la dosis o a retirar
deÀnitivamente el fármaco en el 5% de los casos.
Otros. Colostasis hepática, Àbrosis pulmonar.
Embarazo y lactancia. Fármaco contraindicado en ambos casos.
Ciclofosfamida
La ciclofosfamida es un agente alquilante derivado de las
mostazas nitrogenadas e introducida por Jiménez-Díaz en
1951 como terapéutica en la AR. Inhibe selectivamente los
linfocitos T colaboradores (linfocitos T helper en la terminología anglosajona) y reduce la actividad de los linfocitos
T y B. Se absorbe por vía oral. Su vida media plasmática es
de 7 horas. El 60% se elimina por el riñón en forma de acroleína, responsable de su toxicidad vesical. Pequeñas cantidades de ciclofosfamida aparecen en las heces, saliva, sudor, aire espirado, leche materna, líquido sinovial y líquido
cefalorraquídeo (LCR). La hemos empleado en la artritis de
cadera en la AR que no respondía a otros FAME. Se sigue
empleando en el tratamiento del LES y de las vasculitis por
su utilidad (Gaffney, 1998). Se introdujo para el tratamiento
de la AR en 1960.
O
O
O
O
O
O
Analítica previa al tratamiento. Hemograma completo.
Sedimento de orina. Radiografía de tórax.
Monitorización. Hemograma y sedimento de orina cada
mes durante los primeros 3 meses y después cada 3 meses. En cada visita el paciente debe ser interrogado acerca de la presencia de hematuria.
Administración. Se administra por vía oral. Hay que tomar
el comprimido con 2 vasos de agua. Dado que la diálisis
elimina el 75% del fármaco, los pacientes con insuÀciencia renal crónica deben tomarla después del tratamiento.
Dosis. Las dosis son de 50 mg/día.
Tiempo de respuesta. El tiempo de respuesta es de 4 meses. La eÀcacia se mantiene durante 25 meses.
Precauciones y contraindicaciones. La ciclofosfamida
es oncogénica y teratogénica.
La neoplasia vesical es nueve veces más frecuente en
los pacientes tratados con ciclofosfamida que en la po-
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
O
O
blación general. Induce la presencia de neoplasias hematológicas (leucosis, linfomas) y de cáncer cutáneo. El
efecto tóxico de la ciclofosfamida se potencia con el
alopurinol. Está contraindicada en hepatopatías graves y
en pacientes con antecedentes de neoplasias.
Efectos secundarios.
Hematológicos. Leucopenia reversible y dependiente de
las dosis. Una cifra inferior a 4.000/μl obliga a suspender el tratamiento. Alcanza el máximo 7-15 días después
de una dosis única. La anemia aplásica es rara.
Genitourinarios. Cistitis hemorrágica (en el 20% de los
casos), debida a la toxicidad de su metabolito, la acroleína, que puede remitir al suspender el fármaco. El tratamiento con mercapto-etano-sulfonato (MESNA), que se
une a la acroleína, puede disminuir la aparición de cistitis. En los casos en los que remite la hemorragia se han
descrito Àbrosis de la vejiga urinaria o el desarrollo de
un carcinoma vesical (Monach, 2010).
La supresión gonadal es casi constante y produce amenorrea en las mujeres y oligospermia o azoospermia en
los hombres, que pueden recuperarse al cesar el tratamiento.
Otros. Alopecia reversible, Àbrosis pulmonar, infecciones (herpes zóster, infecciones urinarias, abscesos, etc.),
hipogammaglobulinemia y malestar epigástrico con
náuseas y vómitos que pueden minimizarse administrando un antiemético antes de la toma del fármaco.
Embarazo y lactancia. Está contraindicada en ambos
casos.
149
O
O
O
O
Metotrexato
El metotrexato (MTX) es un antagonista del ácido fólico
que bloquea la enzima dehidrofolato reductasa, inhibiendo
la síntesis de ADN (Genestier, 2000). Fue introducido en la
terapéutica en 1980. Es la piedra angular del tratamiento de
esta enfermedad y posiblemente el fármaco más estudiado
del mundo (Visser, 2009). Es un excelente FAME, pero no
la panacea (Kremer, 2008).
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
O
O
Analítica previa al tratamiento. Hemograma, función
hepática completa con serologías de la hepatitis B y C,
albúmina, funcionalismo renal y radiografía de tórax.
Monitorización. Hemograma quincenal hasta 6 semanas
después de alcanzar la dosis estable. Funcionalismo hepático y albúmina cada mes. La determinación de los
poliglutamatos, metabolitos activos del MTX, puede ser
útil para conocer si el paciente responde parcialmente o
no responde al tratamiento. Esto permitiría una «escalada» segura de la dosis o cambiar a otro FAME, en el
caso de que no hubiera respuesta terapéutica.
Administración. Oral o subcutánea (inyectables de 7,5,
10, 15, 20 y 25 mg) en nalgas, muslos y abdomen, siempre fuera del área periumbilical.
Dosis. La dosis que debe administrarse es de 7,5 mg (3
comprimidos de 2,5 mg) semanales durante el primer
mes. Si al mes persiste la artritis se aumenta a 15 mg
semanales. Si al mes todavía continúa la artritis se incrementa a 20 mg. Si tras 2 meses con una dosis de 20 mg
semanales no hay respuesta, hay que sustituir el tratamiento. Algunos pacientes llegan a tolerar la dosis máxima de 25-30 mg/semanales (Visser, 2009). Debe tomarse preferentemente antes de la cena para evitar los
síntomas que aparecen de ordinario el día de la toma,
como astenia, diÀcultades para concentrarse o cefalea,
entre otros.
Tiempo de respuesta. De 6 semanas a 3 meses.
Precauciones y contraindicaciones. En pacientes de
edad avanzada y con insuÀciencia renal, deben utilizarse las mínimas dosis posibles, puesto que el 80% se elimina por el riñón. Al día siguiente de la toma de metotrexato el paciente debe tomar 5-10 mg de ácido fólico
por vía oral para minimizar sus efectos secundarios
(Whittle, 2004). La concentración plasmática de MTX
se incrementa si se administra con penicilinas, trimetoprim (sola o con sulfametoxazol), retinoides, probenecid y salicilatos. Los AINE pueden disminuir su excreción. Debe evitarse el consumo de alcohol (pueden
autorizarse 3 vasos de vino o un par de cervezas a la
semana). Se recomienda la vacunación antigripal y antineumocócica.
Está contraindicado en pacientes con anemia, leucopenia o plaquetopenia.
Efectos secundarios.
Hematológicos. Macrocitosis, neutropenia y plaquetopenia, especialmente en pacientes con hipoalbuminemia. La anemia aplásica es rara. La toxicidad medular es
dependiente de la dosis y responde a la administración
de folatos.
Hepáticos. Fibrosis y cirrosis hepática. La dislipemia, la
obesidad y no llevar a cabo una suplementación con ácido fólico son factores de riesgo para desarrollar una enfermedad hepática (Kent, 2004). El alcoholismo y la
enfermedad hepática previa son también factores que
deben tenerse en cuenta. La hipertransaminasemia se
presenta en el 14-35% de los pacientes, en especial a
dosis superiores a 10 mg/día y si se administra conjuntamente con leÁunomida (Curtis, 2010). En la tabla 9.39
se exponen las recomendaciones del American College
of Rheumatology (ACR) para monitorizar la toxicidad
hepática por MTX (Kremer, 1994).
Pulmonares. Neumonitis por hipersensibilidad (en el
4% de los casos), que puede presentarse en cualquier
momento del tratamiento, aunque es mucho más frecuente en el primer año.
Clínicamente cursa con taquipnea, tos seca, disnea de
esfuerzo progresiva, Àebre y presencia de crepitantes
pulmonares. Su presencia obliga a suspender el fármaco
150
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 9.39. Monitorización de la toxicidad hepática
por metotrexato
Tabla 9.40. Criterios diagnósticos de neumonitis
por metotrexato
Antes del tratamiento
Analítica: hemograma completo, creatinina, albúmina,
funcionalismo hepático completo y serologías de las
hepatitis B y C
Biopsia hepática sólo en los pacientes con
Antecedentes de alcoholismo crónico
Hipertransaminasemia persistente
Enfermedad hepática crónica por el virus de las hepatitis
BoC
Criterios mayores
Cultivo de esputo y hemocultivos negativos
Infiltrados radiológicos alveolares o intersticiales
Neumonitis por hipersensibilidad en ausencia de organismos
patógenos
Criterios menores
Tos seca
Disnea de menos de 8 semanas de evolución
Leucocitos < 15.000 μl
Saturación basal de O2 < 90%
Durante el tratamiento
Solicitar transaminasas y albúmina cada mes
DLCO < 70% del teórico
DLCO: capacidad de difusión pulmonar con CO.
Indicaciones de la biopsia hepática
Cinco determinaciones elevadas de transaminasas sobre
nueve realizadas los últimos 12 meses
Hipoalbuminemia
Actitud en función del resultado de la biopsia hepática
Afectación hepática de clases I, II o IIIAa, proseguir MTX
Afectación hepática de clases IIIB o IVa, suspender MTX
O
Suspender MTX en pacientes con
Hipertransaminasemia persistente
Rechazan la biopsia hepática
a
Clasificación de Roenigk.
MTX: metotrexato.
Embarazo y lactancia. Contraindicado durante el embarazo. Es imperativo, además, realizar una anticoncepción eÀcaz. Si hay un embarazo durante el tratamiento
con MTX es necesario administrar ácido folínico durante el primer trimestre. Si se plantea un embarazo el fármaco debe suspenderse 4 meses antes de la concepción.
Está contraindicado en la lactancia.
Utilizado en monoterapia y a dosis bajas, su seguridad
global, a los 2 años de iniciado el tratamiento, es excelente
(Salliot, 2009).
e iniciar tratamiento con corticoides sistémicos a altas
dosis y antibióticos. La mortalidad es del 20%. Son factores de riesgo para presentar esta complicación: edad
avanzada, diabetes, creatinina alta, hipoalbuminenia,
afectación previa del intersticio pulmonar, presencia de
manifestaciones extraarticulares y uso previo de sales
de oro, penicilamina y salazopirina (Mateo, 2005). Para
su diagnóstico se utilizan los criterios de Alarcón (Alarcón, 1997) (tabla 9.40).
El diagnóstico diferencial entre neumonitis por MTX y
enfermedad pulmonar intersticial difusa en la AR puede
ser difícil. La afectación intersticial suele ser de curso
más crónico e insidioso.
Gastrointestinales. Náuseas, vómitos, dolor abdominal
y diarreas.
Cutaneomucosos. Erupciones, urticaria, prurito, úlceras
orales, alopecia.
Renales. En caso de enfermedad renal, la dosiÀcación de
creatinina es imperativa. La necrosis tubular aguda es rara.
Otros. Recientemente se ha descrito una mayor incidencia de linfoma no hodgkiniano, melanona y cáncer de
pulmón en pacientes tratados con MTX (Buchbinder,
2008).
El riesgo de infecciones se encuentra aumentado, y la
mayoría son infecciones respiratorias y urinarias, herpes
zóster y celulitis.
Ciclosporina
La ciclosporina es un potente inmunosupresor utilizado en
la prevención del rechazo después del trasplante de órganos, en la psoriasis y en la AR. Inhibe de manera selectiva
la transcripción de interleuquina-2 (IL-2) en los linfocitos T
y la formación de osteoclastos (Cush, 1999). Se introdujo
en terapéutica en 1990.
O
O
O
O
O
O
Analítica previa al tratamiento. Hemograma completo.
Funcionalismo renal con ionograma y ácido úrico. Funcionalismo hepático. PerÀl lipídico. Imperativo antes
del tratamiento haber comprobado una presión arterial
normal un mínimo de dos ocasiones.
Monitorización. Funcionalismo renal y control de la
presión arterial cada mes durante los primeros 3 meses.
Hemograma completo y funcionalismo hepático cada 3
meses. PerÀl lipídico cada 6 meses.
Administración. Oral, con un vaso de agua. La toma de
fruta o de un zumo de frutas una hora antes y una hora
después de las tomas aumenta su absorción.
Dosis. Se administra a dosis de 3-5 mg/kg/día.
Tiempo de respuesta. El tiempo de respuesta oscila entre
3 y 6 meses.
Precauciones y contraindicaciones. La ciclosporina está
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
O
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
contraindicada en pacientes con alteraciones del funcionalismo renal, en hipertensos, en pacientes con inmunodeÀciencias primaria o secundaria y en infecciones no
controladas.
La rifampicina, fenitoína, fenobarbital y carbamazepina
aceleran su metabolismo. A la inversa ocurre con el ketoconazol, antifúngicos del grupo azólico, bloqueantes
de los canales de Ca (nifedipino, nicardipino, diltiazem
o verapamilo), anticonceptivos orales y eritromicina,
que disminuyen su metabolismo por lo que aumenta el
riesgo de nefrotoxicidad. Los aminoglicósidos y la anfotericina B incrementan la nefrotoxicidad de la ciclosporina. El uso combinado de un AINE, especialmente
diclofenaco o indometacina y ciclosporina, obliga a monotorizar la función hepática.
Los pacientes con tratamiento con ciclosporina pueden
recibir las vacunas pertinentes.
Efectos secundarios.
Renales. La afectación renal es dependiente de la dosis.
El riesgo se reduce empleando la dosis más baja posible.
Cardiovasculares. La hipertensión requiere tratamiento
hipotensor o reducir la dosis. El tratamiento de elección
de la hipertensión inducida por ciclosporina son los antagonistas del calcio.
Cutaneomucosos. HipertroÀa gingival, hipertricosis y
erupciones cutáneas.
Hematológicos. Anemia.
Gastrointestinales. Náuseas, vómitos, dolor abdominal,
pancreatitis, diarreas.
Hepáticos. Alteración de las transaminasas.
Sistema nervioso central. Cefalea, temblor, parestesias,
convulsiones, estado confusional, enfermedad neurológica.
Otros. Hiperuricemia, hiperlipidemia, hiperpotasemia,
hipomagnesemia, dismenorrea, amenorrea y ginecomastia, en especial con la toma simultánea de espirolactona.
Los pacientes en tratamiento con ciclosporina presentan
un riesgo mayor de cáncer de piel, de linfomas y de tumores sólidos.
Embarazo y lactancia. Puede mantenerse durante el embarazo a la menor dosis posible. Se ha descrito una mayor incidencia de preeclampsia, partos prematuros y recién nacidos de bajo peso en mujeres sometidas a
trasplantes. Es imperativo monitorizar las concentraciones del fármaco con un estricto control de la presión arterial y de la función renal.
La lactancia podría ser segura. Se dejará a la elección de
la madre.
Leflunomida
La leÁunomida es un derivado isoxazol que actúa regulando
la proliferación de linfocitos T a través de la inhibición de la
151
síntesis de novo de las pirimidinas, mediante la unión reversible a la enzima dihidro-orotato-deshidrogenasa. Fue introducida en terapéutica en 1998.
O
O
O
O
O
O
O
Analítica previa al tratamiento. Hemograma completo,
función hepática, función renal y toma de la presión arterial.
Monitorización. Hemograma semanal las primeras 6 semanas, luego cada 8 semanas. Función hepática y control de la presión arterial mensual los primeros 6 meses
y después cada 8 semanas.
Administración. Oral. Los comprimidos deben tomarse
con un vaso de agua. Los alimentos no interÀeren en su
absorción. Tras su administración oral es convertida rápidamente al metabolito activo, cuya vida media es de
15 días, debido a su alto nivel de unión a las proteínas
plasmáticas y a la circulación enterohepática. En caso
de efectos secundarios, los valores plasmáticos pueden
reducirse de forma rápida administrando colestiramina
o carbón activado (v. «Precauciones y contraindicaciones»).
Dosis. Se administra a dosis de 20 mg/día durante 3 meses, sin necesidad de una dosis inicial de 100 mg/día
durante los primeros 3 días. En caso de intolerancia o de
efectos secundarios puede disminuirse la dosis a 10 mg/
día.
Tiempo de respuesta. De 4-6 semanas.
Precauciones y contraindicaciones. Es recomendable
no utilizarla con otros FAME, aunque cada vez más se
emplea asociada con MTX (Kremer, 1999). Es una alternativa a éste último cuando no pueda utilizarse, combinada con un anti-TNF (Finckh, 2009). La leÁunomida
no debe administrarse en pacientes que han presentado
neumonitis por MTX y debe ser empleada con precaución en pacientes con enfermedad pulmonar intersticial
(Chikura, 2009).
Inhibe el metabolismo de la fenitoína, tolbutamida y
warfarina. Dada su vida media larga, los pacientes no
deben procrear hasta 2 años después de abandonar el
fármaco. Aumenta la susceptibilidad a las infecciones,
por lo que éstas deben tratarse precozmente. Los pacientes con antecedentes de tuberculosis tienen riesgo de
reactivación. Las vacunas convencionales están contraindicadas. En caso de reacciones indeseables el lavado
del fármaco se realiza con el empleo de 8 g de colestiramina tres veces al dia, alternando con 50 g de polvo de
carbón activado cuatro veces al día durante 11 días.
La leÁunomida está contraindicada en pacientes con enfermedades hepáticas, insuÀciencia renal, hipoproteinemia e infecciones graves (sida).
Efectos secundarios.
Cutaneomucosos. Eccema, urticaria, úlceras orales y
alopecia (en el 10% de los casos), reversible al reducir la
dosis o suspender el tratamiento. Reacciones alérgicas.
152
O
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
El shock anaÀláctico es raro. El síndrome de StevensJohnson y la necrólisis epidérmica tóxica obliga a suspender el tratamiento.
Hematológicos. Anemia, leucopenia, eosinoÀlia, plaquetopenia. Raramente granulocitosis.
Gastrointestinales. Alteraciones del gusto, náuseas
(9%), vómitos, anorexia, dolor abdominal (6%) y diarrea autolimitada (17%).
Hepáticos. Aumento de las transaminasas. Los pacientes deben suprimir el consumo de alcohol.
Sistema nervioso central. Cefalea, vértigo, parestesias y
ansiedad.
Musculosqueléticos. Tenosinovitis con eventual rotura
del tendón.
Cardiovasculares. Hipertensión arterial (en el 10% de
los pacientes).
Otros. Infecciones respiratorias (15%). Riesgo de caquexia en enfermos ancianos.
Embarazo y lactancia. Contraindicada en el embarazo.
Se recomienda instaurar medidas anticonceptivas antes
de iniciar el tratamiento tanto en la mujer como en el
hombre. El fármaco se detecta en sangre hasta 2 años
después de su suspensión. Si se plantea un embarazo
debe realizarse el lavado del farmaco. La lactancia está
contraindicada.
TRATAMIENTOS COMBINADOS
Los tratamientos combinados se establecen, en particular,
alrededor del MTX. Los tratamientos dobles, MTX-hidroxicloroquina y MTX-sulfasalazina, los que más utilizamos,
son superiores a las monoterapias con cualquiera de estos
fármacos. El tratamiento con 3 fármacos no parece tener
mayor toxicidad y está dando excelentes resultados e incluso llevando a remisiones. En la tabla 9.41 se exponen los
principales tratamientos combinados.
FÁRMACOS ANTIRREUMÁTICOS
MODIFICADORES DE LA ENFERMEDAD
BIOLÓGICOS
Los FAME biológicos, llamados así porque se sintetizan a
partir de organismos vivos, son un grupo de fármacos antagonistas de determinadas citocinas que intervienen en la
etiopatogenia de la AR. Una de ellas es el TNF (Tumor
Necrosis Factor en la terminología anglosajona), citocina
liberada por macrófagos, monocitos y linfocitos T. Sus funciones biológicas son múltiples: activación de los macrófagos, síntesis de citocinas proinÁamatorias, activación de
los linfocitos T y B e inhibición de los linfocitos T colaboradores. El gen que lo codiÀca se encuentra en el cromosoma 6.
Su liberación se produce tras estímulos físicos, químicos, inmunológicos o infecciosos (bacterias, virus o parási-
Tabla 9.41. Tratamientos combinados en la artritis
reumatoide
HCQ + sulfasalazina
MTX + HCQ + sulfasalazina
MTX + HCQ
MTX + sulfasalazina
MTX + leflunomida
MTX + ciclosporina
MTX + biológicos
MTX: metotrexato; HCQ: hidroxicloroquina.
tos). Se detecta en la sangre a los 30 minutos de haber recibido el estímulo. Se encuentra en forma soluble (en el
plasma) o insoluble (unido a la membrana celular). Su acción biológica la realiza a través de dos receptores: TNFreceptor p55 y TNF-receptor p75.
En la actualidad hay 3 fármacos anti-TNF: etanercept,
inÁiximab y adalimumab y un antagonista del receptor de
la interleucina-1: anakinra.
Los antagonistas del TNF se diferencian entre sí por su
perÀl biológico y por su forma de administración.
Son candidatos a ser tratados con FAME biológicos todos aquellos pacientes que no han entrado en remisión con,
al menos, 2 FAME no biológicos solos o combinados, siempre que uno de ellos sea el MTX o en quienes estos fármacos hayan tenido que ser suspendidos por toxicidad o por
intolerancia.
Los pacientes tratados correctamente con FAME no biológicos que no han entrado en remisión deben iniciar tratamiento con un FAME biológico más MTX.
Los pacientes que no han sido tratados correctamente
con un FAME no biológico deben reiniciar el tratamiento con un FAME no biológico.
En el caso de que un paciente con AR entre en remisión
con un FAME concreto, debe proseguirse con el FAME que
indujo la remisión (Rodríguez-Valverde, 2006).
Actualmente se considera que debe administrarse un
FAME biológico después de haber intentado el tratamiento
con MTX mediante una pauta de escalada rápida.
Los cambios entre FAME biológicos estarían justiÀcados por la falta de respuesta a los 4 meses de iniciado
el tratamiento (un 40% de pacientes con AR no responden al tratamiento con anti-TNF), por la presencia de
efectos secundarios relacionados con su administración,
por preferencias del paciente o por problemas de abastecimiento. Lo ideal ante esta situación es recurrir a otro
FAME biológico o no biológico, con distinto mecanismo
de acción.
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
153
El uso de estudios genéticos: genómicos (análisis de la
expresión de los genes) y proteómicos (análisis de la expresión de las proteínas) permitirá clasiÀcar a los pacientes en
subgrupos con mayores posibilidades de responder a un tratamiento determinado.
Está justiÀcado no eternizarse con los FAME no biológicos, pero no estamos convencidos de que estén justiÀcadas las prisas con las que llevaríamos a casi todos los enfermos a caer en el «embudo» de los FAME biológicos. Su
elevado coste y el desconocimiento de sus efectos secundarios a largo plazo obligan a ser prudentes y a evitar su uso
indiscriminado. Además, la experiencia ha demostrado que
estos fármacos no consiguen inducir la remisión clínica en
la mitad de los pacientes con AR.
Ante la avalancha de futuros FAME biológicos, el reumatólogo clínico debe estar familiarizado con tres conceptos básicos: eÀcacia, efectividad y eÀciencia (tabla 9.42).
Los FAME biológicos han abierto una autopista sin Àn y
con unos peajes económicos monstruosos. No debemos olvidar que en ocasiones las autopistas se colapsan y otras
carreteras secundarias nos pueden ayudar a recorrer el mismo camino. No obstante, la nueva era del tratamiento de la
AR ha comenzado.
En la tabla 9.43 se expone el coste económico (IVA incluido) de los FAME biológicos más utilizados para el tratamiento de la AR, calculado para un período de 2 años.
Tabla 9.42. Eficacia, efectividad y eficiencia
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
O
O
O
Métodos de estudio
Eficacia
¿Puede funcionar?
Ensayos clínicos
controlados
Efectividad
¿Funciona?
Estudios pragmáticos
Eficiencia
¿Compensa
económicamente?
Evaluación económica
Etanercept
25 mg dos veces por semana: 29.545 ` (4.915.874 ptas.)
Infliximab
Fase de inducción: tres dosis de 200 mg: 3.825 `
(636.426 ptas.)
Fase de mantenimiento: 200 mg/8 semanas (12 dosis):
15.302 ` (2.546.038 ptas.)
Infliximab:
Fase de inducción: tres dosis de 400 mg: 7.651 `
(1.273.019 ptas.)
Fase de mantenimiento: 400 mg/6 semanas (16 dosis):
40.805 ` (6.789.380 ptas.)
Adalimumab
40 mg cada 2 semanas: 29.505 ` (4.909.218 ptas.)
El etanercept es una proteína de fusión dimérica (2 receptores) resultado de la unión del receptor p75 del TNF y del
receptor Fc de la IgG humana. Inhibe la unión del TNF a
sus receptores celulares, bloqueando su actividad proinÁamatoria. Es una proteína quimérica (no existe en la naturaleza) producida por ingeniería genética en células ováricas
del hámster chino. Tiene una semivida de 4 días.
Indicaciones. AR rebelde al tratamiento con FAME no
biológicos, artritis psoriásica, espondiloartritis anquilosante, artritis juvenil (forma poliarticular) y psoriasis
cutánea.
Monitorización. Evaluar la respuesta terapéutica a los 4
meses.
Administración. Subcutánea. Se absorbe lentamente y
alcanza su concentración máxima a las 48 horas, con
una biodisponibilidad del 76%. Se desconoce dónde se
metaboliza. Se excreta por la orina. Tiene una semivida
de 5 días. Puede ser conveniente administrar un antipirético (paracetamol) y un antihistamínico (difenhidramina) antes de iniciar el tratamiento.
Dosis. Se administran 25 mg dos veces por semana o
una única dosis semanal de 50 mg.
Tiempo de respuesta. Se encuentra comprendido entre
uno y 28 días.
Pregunta a la que
debe responder
Tabla 9.43. Coste económico de los fármacos
antirreumáticos modificadores de la enfermedad
biológicos más utilizados en la artritis reumatoide
Etanercept
O
Concepto
Adalimumab
40 mg. semanales: 59.005 ` (9.817.605 ptas.)
Anakinra
100 mg/día: 26.159 ` (4.352.491 ptas.)
Infliximab
Es un anticuerpo monoclonal quimérico (no existe en la naturaleza): un 75% humano y un 25% murino, que se une y
neutraliza las formas soluble e insoluble del TNF. Tiene una
semivida de 8-10 días.
O
O
O
O
Indicaciones. AR rebelde al tratamiento con FAME no
biológicos, espondiloartritis anquilosante.
Monitorización. Evaluar respuesta terapéutica a los 4
meses.
Administración. Se administra por vía intravenosa lenta
(2 horas). Puede ser conveniente administrar un antipirético (paracetamol) y un antihistamínico (difenhidramina) antes de iniciar el tratamiento.
Dosis. Las dosis son de 3 mg/kg las semanas 0, 2 y 6
(fase de inducción). Después, cada 8 semanas (fase de
154
O
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
mantenimiento). La farmacocinética del producto tiene
una gran variación individual, por ello puede incrementarse la dosis hasta 5 mg/kg o disminuir la frecuencia de
las infusiones (cada 6 semanas). Su empleo se asocia
con un aumento del colesterol total y del colesterol HDL
(Vis, 2005).
Tiempo de respuesta. Se encuentra comprendido entre 7
y 14 días.
Antígeno
CD 80-86
Adalimumab
Es un anticuerpo monoclonal humano del tipo IgG, especíÀco frente al TNF, que se Àja tanto a su forma insoluble
como soluble. Su semivida es de 10-20 días (Navarro,
2006).
O
O
O
O
O
Indicaciones. AR rebelde al tratamiento con FAME no
biológicos.
Monitorización. Evaluar la respuesta terapéutica a los 4
meses.
Administración. Autoadministración subcutánea mediante jeringa ergonómica precargada. Puede ser conveniente administrar un antipirético (paracetamol) y un
antihistamínico (difenhidramina) antes de iniciar el tratamiento.
Dosis. Se administran 40 mg cada 2 semanas y puede
incrementarse a 40 mg semanales.
Tiempo de respuesta. Entre las 2 semanas y los 3 meses.
Anakinra
Es un antagonista de la IL-1 que actúa uniéndose de forma
competitiva a los receptores de la IL-1 neutralizando su actividad biológica. Su semivida es de 4-6 horas. Se elimina
por vía renal.
O
O
O
O
O
Señal
SEÑAL 1 del directa
antígeno
Indicaciones. AR rebelde al tratamiento con FAME no
biológicos y enfermedad de Still.
Monitorización. Recuento de plaquetas cada mes los
primeros 3 meses, después cada 4 meses. Evaluar la respuesta terapéutica a los 4 meses.
Administración. Subcutánea. Su biodisponibilidad es
del 95%, alcanzando su concentración máxima a las 5
horas. Se excreta por la orina. Su semivida de eliminación es aproximadamente de 6 horas. Puede ser conveniente administrar un antipirético (paracetamol) y un
antihistaminico (difenhidramina) antes de iniciar el tratamiento.
Dosis. La dosis de 100 mg/día debe ser ajustada en personas de edad avanzada, insuÀciencia renal o hepática.
A dosis superiores el riesgo de infecciones graves es
mayor (Mertens, 2009; Salliot 2009).
Tiempo de respuesta. Comprendido entre 7 y 21 días.
SEÑAL 2
CD 28
Linfocito T
activado
Figura 9.10.
Mecanismo de acción.
Abatacept
El linfocito T necesita dos señales para ser estimulado: una
señal directa del antígeno y una otra señal resultado de la
interacción entre un receptor presente en el antígeno denominado CD80/86 y un receptor presente en el linfocito llamado CD28 (Àg. 9.10).
El abatacept es una proteína diseñada para competir
contra estos receptores bloqueando la estimulación de los
linfocitos T y, por tanto, la disminución de las citocinas proinÁamatorias. Su semivida es de 8 a 25 días (Genovese,
2005).
O
O
O
Indicaciones. AR rebelde al tratamiento con FAME no
biológicos.
Monitorización. Evaluar la respuesta terapéutica a los 4
meses.
Administración. Se administra por vía intravenosa. Puede ser conveniente administrar un antipirético (paraceta-
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
O
O
mol) y un antihistamínico (difenhidramina) antes de
iniciar el tratamiento.
La asociación de abatacept y anti-TNF no incrementa la
eÀcacia y aumenta el riesgo de efectos adversos, por lo
que no deben utilizarse simultáneamente. Se ha objetivado un pequeño incremento de cáncer de pulmón en
los ensayos clínicos con abatacept.
Dosis. Las dosis son de 10 mg/kg. Deben repetirse a las
2 y 4 semanas y posteriormente cada 4 semanas.
Tiempo de respuesta. El tiempo de respuesta es de 15
días.
Rituximab
El CD-20 es un antígeno presente en la superÀcie de los
linfocitos B implicado en su crecimiento y diferenciación.
En la AR el número de linfocitos B está alterado y es posible que, tras su depleción, se restaure su equilibrio con los
linfocitos T. El rituximab es una proteína quimérica (no
existe en la naturaleza) desarrollada por ingeniería genética que bloquea el antígeno CD-20 y reduce de forma selectiva el número de linfocitos B circulantes. Como consecuencia de la disminución de los linfocitos B, disminuye
la inÁamación sinovial y la destrucción del cartílago articular.
Su semivida es de 3 a 4 días (Smolen, 2007).
O
O
O
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
O
Indicaciones. AR rebelde al tratamiento con FAME no
biológicos.
Monitorización. Antes del tratamiento deben solicitarse
los valores de inmunoglobulinas y una radiografía de
tórax. Hay que evaluar la respuesta terapéutica a los 4
meses.
Administración. Se administra por vía intravenosa. Puede ser conveniente administrar un antipirético (paracetamol) y un antihistamínico (difenhidramina) antes de
iniciar el tratamiento.
Dosis. Un ciclo de dos infusiones intravenosas de 1.000
mg separadas entre sí 2 semanas. Previamente a la infusión deben administrarse 100 mg intravenosos de metilprednisolona o equivalente.
Tiempo de respuesta. El tiempod e respuesta es de 3-40
semanas.
Tocilizumab
El tocilizumab es un anticuerpo que inhibe al receptor de la
IL-6.
O
O
Indicaciones. AR rebelde al tratamiento con FAME biológicos o no biológicos.
Analítica previa al tratamiento. Hemograma completo
con recuento de plaquetas, transaminasas y perÀl lipídico.
155
O
O
O
O
O
Monitorización. Control de transaminasas cada 4-8 semanas, los primeros 6 meses y posteriormente cada 12
semanas. Hemograma completo con recuento de plaquetas y perÀl lipídico cada 4-8 semanas.
Administración. Endovenosa.
Dosis. Se administran dosis de 8 mg/kg hasta un máximo de 480 mg semanales, cada 4 semanas. No es necesario ajustar las dosis en pacientes ancianos y pacientes
con enfermedades hepáticas.
Tiempo de respuesta. De 2 a 24 semanas.
Precauciones y contraindicaciones. Está contraindicado
en pacientes con diverticulosis intestinal o con antecedentes de diverticulitis. Dada la alta concentración
de Na del producto es necesario restringir el consumo de
sal.
Otros
Entre ellos se encuentran el tocilizumab, superior al MTX
como monoterapia (Jones, 2010), el golimumab, el primer
anti-TNF mensual administrado por vía subcutánea, el certolizumab pegol, etc.
EFECTOS SECUNDARIOS
DE LOS FÁRMACOS ANTIRREUMÁTICOS
MODIFICADORES DE LA ENFERMEDAD
BIOLÓGICOS
Alrededor de un 20% de pacientes tratados con FAME biológicos presentan reacciones relacionadas con su administración, que obligan a interrumpir el tratamiento en más de
la mitad de los casos. En el 5% de casos el paciente requiere
ser hospitalizado. Más del 20% de las reacciones ocurren
después de 15 meses de tratamiento, incluso aparecen después de 5 años. Las reacciones adversas tardías más frecuentes son Àebre, malestar general, mialgias y erupciones
cutáneas (Pérez-Zafrilla, 2008). En general, tras casi un año
de tratamiento con FAME biológicos y utilizando las dosis
recomendadas no hay un incremento de efectos secundarios
graves (Leombruno, 2009).
Sus principales efectos secundarios se exponen a continuación.
Autoinmunes
Un 60% de pacientes presentan anticuerpos antinucleares,
aunque la presencia de LES es rara (Ramos, 2007).
Cardiovasculares
La insuÀciencia cardíaca de grados III/IV contraindica el
tratamiento. Se tendrá especial precaución con los pacientes
con insuÀciencia cardíaca de grados I-II; su empeoramiento
obliga a suspender el tratamiento.
156
Congénitos
Aunque no existe la suÀciente evidencia cientíÀca es aconsejable suspender el tratamiento durante el embarazo y la
lactancia.
Dermatológicos
La incidencia de psoriasis está aumentada, en especial en
los pacientes tratados con adalimumab. Su presencia no
obliga a suspender el tratamiento, pero sí a tratar la psoriasis
de forma enérgica y a considerar, si no hay mejoria, el cambio a otro FAME biológico (Collamer, 2008; Harrison,
2009). En un 8% de los casos se presentan trastornos de la
piel y del tejido subcutáneo (Carmona, 2009).
Hematológicos
Se han descrito pancitopenias durante su empleo. El tratamiento debe suspenderse en caso de que aparezcan. El empleo de anti-TNF se asocia a una neutropenia signiÀcativa
que puede llegar hasta el 19% de casos. Ello implica la práctica de hemogramas periódicos (Hastings, 2010).
Hepáticos
Deben utilizarse con precaución en pacientes portadores del
virus de la hepatitis B, puesto que se han descrito casos de
reactivación de la infección vírica y de insuÀciencia hepática no conocida antes de iniciar el tratamiento. El aumento
de las transaminasas cinco veces el límite superior de la
normalidad obliga a suspender el tratamiento.
Infecciones bacterianas
La presencia de una infección activa local o sistémica es
una contraindicación absoluta. Las infecciones más frecuentes son las respiratorias, cutáneas, gastrointestinales y
osteoarticulares, especialmente las causadas por organismos intracelulares. El riesgo de infección aumenta con el
uso de corticoides e inmunosupresores. Cuando aparezcan
deben tratarse enérgicamente. Aparecen en el 39% de pacientes (Carmona, 2009).
Infección tuberculosa
Debe excluirse la existencia de tuberculosis activa o contacto reciente con enfermos tuberculosos e investigar la posibilidad de tuberculosis latente. Para ello se precticará una radiografía de tórax (posteroanterior-perÀl izquierdo) para
valorar lesiones residuales de tuberculosis y la prueba de la
tuberculina (PPD). Si el PPD es positivo (induración > 5
mm a las 48-72 h) se considera que tiene una tuberculosis
latente. Si se observa una induración inferior a 5 mm debe
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
realizarse un nuevo PPD a las 2 semanas. Si a las 48-72
horas de esta segunda prueba la induración es mayor de 5
mm se considera igualmente que el paciente presenta una
tuberculosis latente. El tratamiento en estos casos será isoniacida a dosis de 300 mg/día, con suplementos de vitamina
B6 durante 9 meses. En caso de intolerancia a la isoniacida,
se recomienda administrar rifampicina, a dosis de 600 mg/
día durante 4 meses, etambutol a dosis de 15 mg/kg/día,
más pirazinamida a dosis de 15 mg/kg/día o Áuorquinolona
a dosis de 500 mg/día de 6 a 12 meses.
Infecciones oportunistas
Los pacientes que reciben tratamientos biológicos están sometidos al riesgo de adquirir infecciones fúngicas o de que
se reactive en ellos una enfermedad micótica en estado latente. Las infecciones fúngicas más prevalentes son la candidiasis, la aspergilosis y la histoplasmosis; esta última es
endémica en Ecuador, dato a tener en cuenta ante el aumento de la población inmigrada en España.
La presencia de Àebre con escalofríos, astenia, anorexia
y adelgazamiento con tos, disnea e inÀltrados pulmonares
debe poner al clínico en guardia e iniciar tratamiento antifúngico a la espera de los resultados de laboratorio.
A pesar de la elevada morbimortalidad ocasionada por
las infecciones fúngicas, no hay una estrategia uniforme
para diagnosticar la infección micótica latente ni tampoco
un esquema de proÀlaxis antifúngica.
No se dispone de recomendaciones concretas de proÀlaxis frente a estas micosis, pero en el caso de riesgo elevado
por los antecedentes epidemiológicos, la radiografía de tórax
y las pruebas serológicas especíÀcas de cada hongo, algunos
expertos recomiendan la administración preventiva de azoles durante el tiempo en el que se administren los tratamientos biológicos. Si el paciente presentó previamente algunas
de estas micosis y se trataron de forma correcta, debe descartarse la presencia de infección activa y proceder a la administración de proÀlaxis con el antifúngico adecuado.
Vacunas
Son recomendables la vacunación antigripal y neumocócica
antes de iniciar el tratamiento. En los casos de artritis crónica juvenil (forma poliarticular) tratados con etanercept las
vacunas antisarampión, antirrubéola y antiparotiditis son
también eÀcaces (Borte, 2009). Las vacunas con gérmenes
o virus atenuados: bacilo de Calmette-Guérin (BCG), herpes, Àebre amarilla, etc., no se recomiendan.
Neoplasias
Se ha descrito un mayor riesgo de neoplasias sólidas y de
procesos linfoproliferativos (Mariette, 2002), pero los datos
son contradictorios. Los antecedentes de neoplasia los últi-
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
mos 10 años contraindican el tratamiento con FAME biológicos. Sin embargo, estudios recientes demuestran que durante los primeros 6 años de tratamiento con anti-TNF, el
riesgo de cáncer no está aumentado (Askling, 2009).
Se ha descrito, curiosamente, una disminución del riesgo de cáncer de mama y colorrectal, así como un aumento
de melanoma y de cánceres cutáneos distintos al melanoma
(Wolfe, 2007).
157
Tabla 9.44. Actitud terapéutica en pacientes con
artritis reumatoide ante una intervención quirúrgica
Fármacos
Actitud
AINE
Suspender el tratamiento 5 días antes
de la intervención
Reintroducción rápida en el
postoperatorio si hay riesgo
de osificaciones yuxtaarticulares
Neumológicos
Glucocorticoides
V. tabla 9.45
Deberá tenerse especial precaución con los pacientes fumadores diagnosticados de enfermedad pulmonar obstructiva
crónica (EPOC), por el mayor riesgo de cáncer de pulmón.
Se han descrito casos aislados enfermedad pulmonar intersticial grave y de sarcoidosis pulmonar.
Hidroxicloroquina
Proseguir tratamiento
Sulfasalazina
Suspenderla el día de la intervención
Metotrexato
Proseguir tratamiento
Leflunomida
Proseguir tratamiento
Anti-TNF
Suspender el tratamiento 4 semanas
antes de la intervención
Reintroducir tras la cicatrización
Anakinra
Suspender 5 días antes de la intervención
Reintroducir tras la cicatrización
Rituximab
Suspender el tratamiento hasta
la normalización de la tasa
de linfocitos B Reintroducir
tras la cicatrización
Abatacept
Suspender 4 semanas antes
de la intervención
Neurológicos
Se han descrito casos de polineuritis y de síndrome de Guillain-Barré. Deben evitarse en pacientes con antecedentes de
dichos procesos. Los síntomas más frecuentes son las parestesias (en el 65% de los pacientes) y las alteraciones visuales.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Reacciones locales
Las reacciones tras la infusión son el segundo efecto adverso
más frecuente. Su incidencia se sitúa alrededor de un 15%
(Carmona, 2009). Se han descrito casos de enfermedad desmielinizante, neuritis óptica, esclerosis múltiple cutáneas:
eritema pruriginoso, urticaria (en el 2% de los casos), lesiones ampollosas o liquenoides, etc., o cardiopulmonares: disnea, taquicardia, hipotensión, entre otras.
No existen datos que avalen la superioridad de un fármaco sobre otro, faltan estudios comparativos entre FAME
biológicos, motivo por el cual la elección dependerá del criterio médico y de las circunstancias particulares de cada
paciente: antecedentes médicos (riesgo de infecciones, insuÀciencia cardíaca, enfermedad desmielinizante, etc.), comodidad de la administración, horario laboral, disponibilidad de hospital de día y personal de enfermería, costes
directos o indirectos, etc.
Embarazo y lactancia
Estos fármacos están contraindicados en ambos casos hasta
que no se disponga de estudios controlados.
ARTRITIS REUMATOIDE Y CIRUGÍA
Uno de cada 4 pacientes con AR será sometido a lo largo de
su evolución a alguna intervencion quirúrgica; por ello, es
conveniente que el reumatólogo conozca la actitud terapéutica que debe seguirse con los fármacos más comúnmente
Reintroducir tras la cicatrización
AINE: antiinflamatorios no esteroideos; TNF: factor de necrosis tumoral.
utilizados en el tratamiento de la enfermedad ante una intervención quirúrgica (Allard, 2008) (tablas 9.44 y 9.45). El
uso de anti-TNF es un factor de riesgo para el desarrollo de
infecciones locales y trombosis venosa profunda en los pacientes con AR que deben ser sometidos a cirugía ortopédica (Kawakami, 2010).
TRATAMIENTO ORTOPÉDICO
La cirugía ortopédica es uno de los pilares del tratamiento
de la AR. Las prótesis de cadera y rodilla han supuesto un
avance importante en el tratamiento de la enfermedad. La
elección del tipo de intervención y el momento de efectuarla es una decisión conjunta entre el reumatólogo y el ortopeda. Distinguimos dos tipos de intervenciones:
1. Intervenciones en fases precoces de la enfermedad: sinovectomías. La sinovectomía quirúrgica a cielo abierto
o mediante artroscopia se ha aplicado con frecuencia en
la AR con la intención de frenar la inÁamación sinovial
y la consiguiente destrucción articular. Sería útil en dos
situaciones: a) sinovitis importante circunscrita a una o
158
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 9.46. Tratamiento de la artritis reumatoide
Tabla 9.45. Pauta de glucocorticoides durante
una intervención quirúrgica
Programa básico
Reposo
Dieta
Ejercicios
Férulas
48 h antes de la intervención
Seguir con la corticoterapia que el paciente recibe
habitualmente
+
10 mg/8 h de prednisona o equivalente por vía i.m.
24 h antes de la intervención
Seguir con la corticoterapia que el paciente recibe
habitualmente
+
10 mg/8 h de prednisona o equivalente por vía i.m.
El día de la intervención
Seguir con la corticoterapia que el paciente recibe
habitualmente
+
10 mg/8 h de prednisona o equivalente por vía i.m.
+
Dosis única adicional de 40 mg de prednisona o equivalente
2 h antes de la intervención
24 h después de la intervención
Seguir con el tratamiento con corticoides que el paciente
recibe habitualmente
+
10 mg/8 h de prednisona o equivalente por vía i.m.
48 h después de la intervención
Seguir con el tratamiento con corticoides que el paciente
recibe habitualmente
+
10 mg/8 h de prednisona o equivalente por vía i.m.
Tratamiento ortopédico
Empatía médico/enfermo
Reposo
Dieta
Fisioterapia/férulas
Corticoides
Tratamiento
intraarticular
AINE
Hidroxicloroquina
Metotrexato
Tratamiento
ortopédico
Biológicos
Suplentes: FAME no biológicos, omeprazol, bisfosfonatos, calcio,
vitamina D, estatinas, hipotensores
Entrenador: reumatólogo
Ayudantes: fisioterapeutas y ortopedas
Masajista: médico de familia
Figura 9.11.
Tratamiento médico
Antiinflamatorios no esteroideos
Corticoides sistémicos y/o locales
Tratamientos intraarticulares
Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad
(FAME)
FAME no biológicos
Aurotiomalato sódico
Hidroxicloroquina
D-Penicilamina
Sulfasalazina
Azatioprina
Auranofin
Metotrexato
Ciclosporina
Leflunomida
FAME biológicos
Etanercept
Inflimimab
Adalimumab
Anakinra
Abatacept
Rituximab
El «equipo» terapéutico de la artritis reumatoide.
dos articulaciones, y b) en los casos con quistes de Baker
gigantes por las molestias que producen.
2. Intervenciones en fases tardías de la enfermedad: a) tenosinovectomías por rotura de los tendones extensores
de la muñeca y de la mano a cargo de un ortopeda inte-
resado en la AR y mejor si es especialista en cirugía de
la mano; b) artrodesis, en especial de las pequeñas articulaciones de la muñeca y del tarso, y c) artroplastias de
cadera y de rodilla.
En la tabla 9.46 se resume el tratamiento de la AR.
En la Àgura 9.11 se expone, a modo de resumen, el
«equipo nacional» terapéutico de la AR. La táctica al utilizar es el «4-2-3-1» por ser, en el mundo del fútbol, la más
abierta a posibles cambios, en vistas a futuros «Àchajes»
para que se adapten cuanto antes al «equipo».
CÓDIGOS CIE-10
M05
Artritis reumatoide seropositiva.
M06
Otras artritis reumatoides.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Firenstein GS, Panayi GS, Wolheim FA. Rheumatoid arthritis (2.a ed.).
Oxford: Oxford University Press, 2006.
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
Furst DE, Keystone EC, Fleischmann R, Mease P, Breedveld FC, Smolen
JS, et al. Updated consensus statement on biological agents for the
treatment of rheumatic diseases 2009. Ann Rheum Dis 2009;69(Supl
1):2-29.
Gaujoux-Viala C, Smolen JS, Landewé R, Dougados M, Kvien TK, Martin
E, et al. Current evidence for the management of RA with synthetic
disease modifying antirheumatic drugs: A systematic literature review
informing the EULAR recommendations for the management of RA.
Ann Rheum Dis 2010;69:1004-9.
Gorter SL, Bijlsma JW, Cutolo M, Gómez-Reino J, Kouloumas M, Smolen
JS, et al. Current evidence for the management of RA with glucocorticoids: A systematic literature review informing the EULAR recommendations for the management of RA. Ann Rheum Dis 2010;69:1010-4.
Guidelines for the management of rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum
2002;46:328-46.
Knevel R, Schoels M, Huizinga TWJ, Aletaha D, Burmester GR, Combe
B, et al. Current evidence for a strategic approach to the management
of RA with disease modifying antirheumatic drugs: A systematic literature review informing the EULAR recommendations for the management of RA. Ann Rheum Dis 2010;69:987-94.
Nam JL, Winthrop KL, Van Vollenhoven RF, Pavelka K, Valesini G, Henson EMA, et al. Current evidence for the management of RA with
biological disease modifying antirheumatic drugs: A systematic literature review informing the EULAR recommendations for the management of RA. Ann Rheum Dis 2010;69:976-86.
Olsen NJ, Stein CM. New drugs for rheumatoid arthritis. N Engl J Med
2004;350:2167-79.
Smolen JS, Landewé R, Breedveld FC, Dougados M, Emery P, GaujouxViala C, et al. EULAR recommendations for the management of RA
with synthetic and biological disease modifying antirheumatic drugs.
Ann Rheum Dis 2010;69:964-75.
Tornero J, Sanmartí R, Rodríguez-Valverde V, Martín E, Marenco JL,
González-Álvaro I, et al. Actualización del documento de consenso de
la SER, sobre el uso de terapias biológicas en la artritis reumatoide.
Reumatol Clin 2010;6:23-6.
Visser K, Katchamart W, Loza E, Martínez-López JA, Salliot C, Trudeau
J, et al. Multinational evidence based recommendations for the use of
methotrexate in rheumatic disorders with a focus on rheuamtoid arthritis: Integrating systematic literature research and expert opinion of
a broad international panel of rheumatologist in the 3E initiative. Ann
Rheum Dis 2009;68:1086-93.
Visser K, Van der Heijide D. Optimal dosage and route administration of
methotrexate in rheumatoid arthritis: A systematic review of the literature. Ann Rheum Dis 2009;68:1094-99.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Abasolo L, Júdez E, Descalzo MA, González-Álvaro I, Jover JA, Carmona
L. Cancer in rheumatoid arthritis: ocurrence, mortality and associated
factors in a South European population. Semin Arthritis Rheum 2008;
37:388-97.
Alarcón GS, Kremer JM, Macaluso M, Weinblatt ME, Cannon GW, Palmer WR, et al. Risk factors for methotrexate induced lung injury in
patients with rheumatoid arhritis. Ann Intern Med 1997;127:356-64.
Allard A, Lemaire V. Conduite à tenir devant une intervention chirurgicale
dans la polyarthritie rhumatoïde. L’Actualité Rhumatologique 2008;
437-47.
Almoallim H, Klinkhoff A. Longterm outcome of treatment of Felty’s syndrome with intramuscular gold: Case reports and recommendations
for management. J Rheumatol 2005;32:20-6.
American Thoracic Society/European Respiratory Society. International
multidisciplinary consensus classiÀcation of idiopathic intersticial
pneumonias: General principles and recommendations. Am J Respir
Crit Care Med 2002;165:277-84.
159
Askling J, Van Vollenhoven RF, Granath F, Raaschou P, Fored CM, Baecklund EB, et al. Cancer risk in patients with rheumatoid arthritis treated with anti-tumor necrosis factor therapies. Arthritis Rheum 2009;60:
3180-9.
Aviña JA, Choi HK, Sadatsafavi M, Etminan M, Esdaile JM, Lacaille D.
Risk of cardiovascular mortality in patients with rheumatoid arthritis:
A metaanalysis of observational studies. Arthritis Care & Research
2008;59:1690-7.
Beltrán J. Aterosclerosis subclínica en la artritis reumatoide. Técnicas no
invasivas de detección. Semin Fund Esp Reumatol 2005;6:64-71.
Blanch J, Benito P, Duró JC, Faus S, Arán X, Broquetas J. Neunonitis por
sales de oro en un paciente afecto de enfermedad de Behçet. Rev Esp
Reumatol 1988;15:12-4.
Borte S, Liebert UG, Borte M, Sack U. EfÀcacy of measles, mumps and
rubella revaccination in children with juvenile idiopatic arthritis treated with methotrexate and etanercept. Rheumatology 2009;48:144-8.
Buchbinder R, Barber M, Heuzenroeder L, Wluka AE, Giles G, Hall S, et
al. Incidence of melanoma and other malignancies among rheumatoid
arthritis patients treated with methotrexate. Arthritis Care Research
2008;59:794-9.
Canadian Consensus conference on hydroxychloroquine. J Reumatol
2000;27:2919-21.
Cañete JD, Celis R, Moll C, Izquierdo I, Marsal S, Sanmartí R, et al. Clinical signiÀcance of sinovial lymphoid neogenesis and its reversal
after anti-tumor necrosis factor therapy in rheumatoid arthritis. Ann
Rheum Dis 2009;68:751-6.
Carbonell J, Cobo T, Balsa A, Descalzo MA, Carmona L. The incidence of
rheumatoid arthritis in Spain: results from a nationwide primare care
registry. Rheumatology 2008;47:1088-92.
Carmona L, Gómez-Reino JJ, Rodríguez-Valverde V, Montero D, Pascual
E, Martín-Mola E. Effectiveness of recommendations to prevent reactivation of latent tuberculosis in patients treated with tumor necrosis
factor antagonists. Arthritis Rheum 2005;52:1766-72.
Carmona L. Actualización de Biobadaser. Reumatol Clin 2009;5(Supl
1):66-70.
Casado E, Gratacós J, Tolosa C, Martínez JM, Ojanguren I, Ariza A, et al.
Antimalarial myopathy: an underdiagnosed complication? Prospective longitudinal study of 119 patients. Ann Rheum Dis 2006;65:38590.
Cervera A, Espinosa G, Font J, Ingelmo M. Cardiac toxicity secondary to
long term treatment with chloroquine. Ann Rheum Dis 2001;60:301.
Chikura B, Lane S, Dawson JK.Clinical expression of leÁunomida-induced pneumonitis. Rheumatology 2009;48:1065-8.
Collamer AN, Guerrero KT, Henning JS, Battafarano DF. Psoriatic skin
lesions induced by TNF therapy: A literature review and potential mechanisms of action. Arthritis Care & Research 2008;59:996-1001.
Curtis JR, Beukelman T, Onofrei A, Cassell S, Greenberg JD, Kavanaugh
A, et al. Elevated liver enzyme tests among patients with rheumatoid
arthritis or psoriatic arthritis treated with methotrexate and/or leÁunomide.Ann Rheum Dis 2010;69:43-7.
Cush JJ, Tugwell P, Weinblatt M, Yocum D. US Consensus Guidelines for
the use of cyclosporin A in rheumatoid arthritis. J Rheumatol
1999;26:1176-86.
De Haas WHD, De Boer W, Griftionen F, Oostenelst P. Rheumatoid arthritis of the robust reaction type. Ann Rheum Dis 1974;31:81-90.
Duró JC, Rotés J, Estrada P. Herpes zóster y sales de oro. ¿Coincidencia o
complicación? Rev Esp Reumatol 1982;9:156.
Duró JC. Síndrome de Felty. En: Rotes Querol J (ed.). Reumatología Clínica. Barcelona: Espaxs, 1983; 96.
Duró JC, Estrada P. Abdomen agudo quirúrgico inducido por auranoÀn.
Rev Clin Esp 1987;181:82.
Duró JC, Andreu M. Gold induced colitis. J Rheumatol 1995;22:572-3.
Eshed I, Feist E, Althoff CE, Hamm B, Konen E, Burmester GR, et al. Tenosynovitis of the Áexor tendons of the hand detected by MRI: An early
indicator of rheumatoid arthritis. Rheumatology 2009;48:887-91.
160
Esteve J, Batlle E, Reig A. Grupo para la adaptación del HAQ a la población española. Spanish version of the health assessment questionnaire
(HAQ): Reliability, validity and transcultural equivalency. J Rheumatol 1993;20:2116-22.
Finckh A, Dehler S, Gabay C. The effectiveness of leÁunomida as a cotherapy of TNF inhibitors in rheumatoid arthritis: A population-based
study. Ann Rheum Dis 2009;68:33-9.
Firestein GS. Rheumatoid synovitis and pannus. En: Klippel JH, Dieppe
PA (eds.). Rheumatology (2.a ed.). London: Mosby, 1994;12.
Fiter J, Nolla JM, Gómez-Vaquero C, Valverde J, Roig D. Amiloidosis secundaria a la artritis reumatoide. Estudio clínico de una serie de 29
casos. Ann Med Intern (Madrid) 1999;16:615-9.
Fletcher DE, Rowley KA. The radiological features on rheumatoid arthritis. Br J Radiol 1952;25:282-95.
Francisco FM. La afectación renal en la artritis reumatoide. Rev Esp Reumatol 1998;25:23-37.
Furst DE, Keystone EC, Kirkham B, Fleischmann R, Mease P, Breedveld
FC, et al. Updated consensus statement on bilogical agents for the
treatment of rheumatic diseases. Ann Rheum Dis 2008;67(Suppl
III):iii2-iii25.
Gaffney K, Scott DGI. Azathioprine and cyclophosamide in the treatment
of rheumatoid artritis. Br J Rheumatol 1998;37:824-36.
Gartlehner G, Hansen RA, Jonas BL, Thieda P, Lohr KN. The comparative
efÀcacy and safety of biologics for the treatment of rheumatoid arthritis: A systematic review and metaanalysis. J Rheumatol 2006;33:23982408.
Genovese MC, Becker JC, Schiff M, Luggen M, Sherrer Y, Kremer J, et al.
Abatacept for rheumatoid arthritis refractory to tumor necrosis factor
inhibition. N Engl J Med 2005;353:1114-23.
Gómez-Casanovas E, Sanmartí R, Solé M, Cañete JD, Muñoz-Gómez J.
The clinical signiÀcance of amyloid fat deposits in rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum 2001;44:66-72.
González-Gay MA, González-Juanatey C, Martín J. Rheumatoid arthritis:
A disease associated with accelerated atherogenesis. Semin Arthritis
Rheum 2005;35:8-17.
González-Juanatey C, Llorca J, Martín J, González-Gay MA. Carotid intimamedia hickss predicts the development of cardiovascular events in patients with rheumatoid arthritis. Semin Arthritis Rheum 2009;38:366-71.
González-López L, Gámez JI, Jhangi GS, Ramos C, Rusell AS, Suárez
ME. Prognostic factors for the development of rheumatoid arthritis
and other connective tissue diseases in patients with palindromic rheumatism. J Rheumatol 1999;26:540-5.
Harrison MJ, Dixon WG, Watson KD, King Y, Hyrich KL, Symmons
DPM. Rates of new onset psoriasis in patients with rheumatoid arthritis receiving anti TNF therapy: Results from the British Society for
Rheumatology Biologics Register. Ann Rheum Dis 2009;68:209-15.
Hastings R, Ding T, Butt S, Gadsby K, Zhang W, Moots RJ, et al. Neutropenia in patients receiving anti-tumor necrosis factor therapy. Arthritis
Rheum 2010;62:764-9.
Häupl T, Ostensen M, Grützkau A, Radbruch A, Burmester GR, Villiger
PM. Reactivation of rheumatoid arthritis after pregnancy. Arthritis
Rheum 2008;58:2981-92.
Healey LA. Rheumatoid arthritis in the elderly. Clin Rheum Dis 1986;12:
173-9.
Hellmich B, Schnabel A, Gross WL.Treatment of severe neutropenia due
to Felty’s syndrome or systemic lupus erythematosus with granulocyte
colony stimulating factor. Seminars Arthritis Rheum 1999;29:82-99.
Hernández-García C, Collado P, Fernández Gutiérrez B. Manifestaciones
oculares de la artritis reumatoide. Rev Esp Reumatol 1997;24:190-5.
Jiménez-Díaz C. Treatment of dysreaction diseases with nitrogen mustards. Ann Rheum Dis 1951;10:144-52.
Jiménez-Palop M. Antipalúdicos: Actualización de su uso en enfermedades reumáticas. Reumatol Clin 2006;2:190-201.
Jones G, Sebba A, Gu J, Lowenstein MB, Calvo A, Gómez-Reino JJ, et al.
Comparison of tocilizumab monotherapy versus methotrexate mono-
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
therapy in patients with moderate to severe rheumatoid arthritis: The
AMBITION study. Ann Rheum Dis 2010;69:88-96.
Källberg H, Jacobsen S, Bengtsson C, Pedersen M, Padyukov L, Garred P,
et al. Alcohol consumption is associated with decreased risk of rheumatoid arthritis: results from two Scandinavian case-control studies.
Ann Rheum Dis 2009;68:222-7.
Kauppi MJ, Neva MH, Laiho K, Kautiainen H, Luukkainen R, Karjalainen
A, et al. Rheumatoid atlantoaxial subluxation can be prevented by intensive use of traditional disease modifying antirheumatic drugs. J
Rheumatol 2009;36:273-8.
Kawakami K, Ikari K, Kawamura K, Tsukahara S, Iwamoto T, Yano K, et
al. Complications and features after joint surgery in rheumatoid arthritis patients treated with tumor necrosis factor-alfa blockers: perioperative interruption of tumor necrosis factor-alfa blockers decreases complications? Rheumatology 2010;49:341-7.
Kean WF, Hart L, Buchanan WW. AuranoÀn. Br J Rheumatol 1997;36:
560-72.
Kent PD, Luthra HS, Michet CJ Jr. Risk factors for methotrexate induced
abnormal laboratory monitoring results in patients with rheumatoid
arthritis. J Rheumatol 2004;31:1727-31.
Khurana R, Wolf R, Berney S, Caldito G, Hayat S, Berney SM. Risk development of lung cancer is increased in patients with rheumatoid arthritis:
A large case control study in US veterans. J Rheumatol 2008;35:1704-8.
Kitahara K, Kawai S. Cyclosporine and tacrolimus for the treament of
rheumatoid arthritis. Curr Opin Rheumatol 2007;19: 238-45.
Korpela M, Mustonen J, Teppo AM, Helin H, Pasternack A. Mesangial
glomerulonephritis as an extra-articular manifestation of rheumatoid
arthritis. Br J Reumatol 1997;36:1189-95.
Koskinen E, Hannonen P, Sokka T. Palindromic rheumatism: Lomg-term
outcomes of 60 patients diagnosed in 1967-84. J Rheumatol 2009;36:
1873-5.
Kremer JM, Alarcón GS, Lightfoot RW, Wilkens RF, Furst DE, Williams
HJ, et al. Methotrexate for rheumatoid arthritis: Guidelines for monitoring liver toxicity. Arthritis Rheum 1994;37:316-28.
Kremer JM. Methotrexate and leÁunomida: Biochemical basis for combination therapy in the treatment of rheumatoid arthritis. Semin Arthritis
Rheum 1999;29:14-26.
Kremer JM. Methotrexate treatment of rheumatic diseases: Can we do better? Arthritis Rheum 2008;58:3279-82.
Lacaille D, Guh DP, Abrahamowicz M, Anis AH, Esdaile JM. Use of nonbiologic disease modifying antirheumatic drugs and risk of infection
in patients with rheumatoid arthritis. Arthritis Care & Research
2008;59:1074-81.
Lanas A, Hunt R. Prevention of antiinÁamatory drug-induced gastrointestinal damage: beneÀts and risks of therapeutics strategies. Ann Med
2006;38:415-28.
Lehtinen JT, Kaarela K, Belt EA, Kautiainen HJ, Kauppi MJ, Lehto MUK.
Incidence of acromioclavicular joint involvement in rheumatoid arthritis: A 15 year end point study. J Rheumatol 1999;26:1239-41.
Lehtinen JT, Kaarela K, Belt EA, Kautiainen HJ, Kauppi MJ, Lehto MUK.
Incidence of glenohumeral joint involvement in seropositive rheumatoid arthritis. A 15 year end point study. J Rheumatol 2000;27:34750.
Lehtinen JT, Kaarela K, Ikävalko M, Kauppi MJ, Belt EA, Kuusela PP, et
al. Incidence of elbow involvement in rheumatoid arthritis. A 15 year
end point study. J Rheumatol 2001;28:70-4.
Leombruno JP, Einarson TR, Keystone EC. The safety of anti-tumor necrosis factor treatments in rheumatoid arthritis: Meta and exposure
adjusted pooled analyses of serious adverse events. Ann Rheum Dis
2009;68:1136-45.
Leventis P, Patel S. Clinical aspects of vitamin D in the management of
rheumatoid arthritis. Rheumatology 2008;47:1617-21.
Maddison P, Kiely P, Kirkham B, Lawson T, Moots R, Proudfoot D, et al.
LeÁunomide in rheumatoid arthritis: Recommendations through a
process of consensus. Rheumatology 2005;44:280-6.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Capítulo | 9 Artritis reumatoide
Mariette X, Tubach F, Bagheri H, Bardet M, Berthelot JM, Gaudin P, et al.
Lymphoma in patients treated with anti-TNF: Results of the 3 year
prospective French RATIO registry. Ann Rheum Dis 2010;69:400-8.
Martínez A, Batlle E, Pascual E. Curso y evolución de la artritis reumatoide. Factores pronóstico. Semin Fund Esp Reumatol 2000;1:65-70.
Mateo L. Toxicidad pulmonar inducida por metotrexato. Semin Fund Esp
Reumatol 2005;6:176-82.
McQuen FM. The use of MRI in early RA: Rheumatology 2008;47:159799.
Mertens M, Singh JA. Anakinra for rheumatoid arthritis: A systematic review. J Rheumatol 2009;36:1118-25.
Miró O, Pedrol E, Casademont J, García-Carrasco M, Sanmartí R, Cebrián
M, et al. Muscle involvement in rheumatoid arthritis: Clinico-pathological study of 21 symptomatic cases. Semin Arthritis Rheum
1996;25:421-8.
Monach PA, Arnold LM, Merkel PA. Incidence and prevention of bladder
toxicity from cyclophsphamide in the treatment of rheumatic diseases.
Arthritis Rheum 2010;62:9-21.
Nannini C, Ryu JH, Matteson EL. Lung disease in rheumatoid arthritis.
Curr Opin Rheumatol 2008;20:340-6.
Nannini C, Cantini F, Niccoli L, Cassara E, Saklvarani C, Olivieri I, et al.
Single-center series and systematic review of randomized controlled
trials of malignancies in patients with rheumatoid artritis, psoriatic
artritis and ankylosing spondylitis receiving anti-TNF therapy: Is there a need for more comprehensive screening procedures? Arthritis
Care & Research 2009;61:801-12.
Narváez J, Sirvent E, Narváez JA, Bas J, Gómez-Vaquero C, Reina D, et
al. Usefulness of MRI of the hand versus anticyclic citrullinated peptide antibody testing to conÀrm the diagnosis of clinically suspected
early rheumatoid arthritis in the absence of rheumatoid factor and radiogaphic erosiones. Semin Arthritis Rheum 2008;38:101-9.
Narváez JA, Narváez J, Serrallonga M, De Lama E, De Albert M, Mast R,
et al. Cervical spine involvement in rheumatoid arthritis: Correlation
between neurological manifestations and magnetic resonance imagung Àndings. Rheumatology 2008;47:1814-9.
Navarro F, Ariza R, Hernández-Cruz B, Villanueva I. Adalimumab for
treating rheumatoid arthritis. J Rheumatol 2006;33:1075-81.
Nelson JL, Ostensen M. Pregnancy and rheumatoid arthritis. Rheum Dis
Clin North Am 1997;23:195-212.
Neva MH, Isomäki P, Hannonen P, Kauppi M, Krishnan E, Sokka T. Early
and extensive erosiveness in peripheral joints predicts atlantoaxial subluxations in patients with rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum
2003;48:1808-13.
Niederstadt C, Happ T, Tatsis E, Schnabel A, Steinhoff J. Glomerular and
tubular proteinuria as markers of nephropathy in rheumatoid arthritis.
Rheumatology 1999;38:28-33.
Olivé A. Artritis reumatoide del anciano. Rev Esp Reumatol 2003;30:6670.
Pablo P, Dietrich T, McAlindon E. Association of periodontal disease and
tooth loss with rheumatoid arthritis in the US population. J Rheumatol
2008;35:70-6.
Patberg WR, Rasker JJ. Weather effects in rheumatoid arthritis: From controversy to consensus. A review. J Rheumatol 2004;31:1327-34.
Pellici P, Ranawat C, Tsairis P, Bryan W. A prospective study of the progression of rheumatoid arthritis of the cervical spine. J Bone Joint
Surg 1981;63:342-50.
Pérez-Pampin E, Gómez-Reino JJ. EÀcacia y seguridad de los tratamientos
antagonistas del factor de necrosis tumoral en la artritis reumatoide.
Med Clin (Barc) 2008;130:179-87.
Pérez-Zafrilla B, Descalzo MA, Carmona L y grupo de estudios BIOBADASER. Reacciones adversas relacionadas con la administración de
inhibidores del TNF. Análisis de un registro de terapias biológicas.
Reumatol Clin 2008;4:90-5.
Peris P. ¿Es la osteoporosis una manifestación extraarticular de la artritis
reumatoide? Rev Esp Reumatol 1997;24:79-81.
161
Pincus T, Callahan LF. Taking mortality in rheumatoid arthritis seriously
predictive markers, socioeconomic status and comorbidity. J Rheumatol 1986;13:841-5.
Ramos M, Brito P, Muñoz S, Soria N, Galiana D, Bertolaccini L, et al.
Autoimmune diseases induced by TNF targetered therapies: analysis
of 233 cases. Medicine (Baltimore) 2007;86:242-51.
Raterman HG, Van Halm VP, Voskuyl AE, Simsek S, Dijkmans BAC, Nurmohamed MT. Rheumatoid arthritis is associated with a high prevalence of hypothyroidism that ampliÀes its cardiovascular risk. Ann
Rheum Dis 2008;67:229-32.
Remmers EF, Plenge RM, Lee AT, Graham RR, Hom G, Behrens TW, et al.
STAT4 and the risk of rheumatoid arthritis and systemic lupus erythematosus. N Engl J Med 2007;357:977-86.
Rodríguez-Valverde V, Cáliz R, Álvaro-Gracia JM, Marenco JL, Mulero J,
Tornero J, et al. III Actualización del Consenso de la SER sobre terapia biológica en la artritis reumatoide. Reumatol Clin 2006;Supl.
2:S52-S59.
Ruiz-Irastorza G, Ramos M, Brito P, Khamashta M. Clinical efÀcacy and
side effects of antimalarials in systemic lupus erythematosus: A systematic review. Ann Rheum Dis 2010;69.20-8.
Saag KG, Teng GG, Patkar NM, Anuntiyo J, Finney C, Curtis JR, et al.
American College of Rheumatology 2008 recommendations, for the
use of nonbiologic and biologic disease modifyng antirheumatic
drugs in rheumatoid arthritis. Arthritis Care & Research 2008;59:76284.
Salliot C, Van der Heijde D. Long term safety of methotrexate in patients
with rheumatoid arthritis: A systematic literature research. Ann Rheum
Dis 2009;68:1100-4.
Salliot C, Dougados M, Gossec L. Risk of serious infections during rituximab, abatacept and anakinra treatments for rheumatoid arthritis: Meta-analyses of randomised placebo-controlled trials. Ann Rheum Dis
2009;68:25-32.
Sihvonen S, Korpela M, Mustonen J, Huhtala H, Karstila K, Pasternack A.
Mortality in patients with rheumatoid arthritis treated with low dose
oral glucocorticoids. A population based cohort study. J Rheumatol
2006;33:1740-6.
Silman AJ, Newman J, MacGregor AJ. Cigarette smoking increases the
risk of rheumatoid arthritis. Result from a nation-wide study of disease discordant twins. Arthritis Rheum 1996;39:732-5.
Smitten AL, Choi HK, Hochberg MC, Suissa S, Simon TA, Testa MA, et
al. The risk of herpes zoster in patients with rheumatoid arthritis in the
United States and the United Kingdom. Arthtitis Care & Research
2007;57:1431-8.
Smitten AL, Choi HK, Hochberg MC, Suissa S, Simon TA, Testa MA, et
al. The risk of hospitalized infection in patients with rheumatoid
arthritis.J Rheumatol 2008;35:387-93.
Smolen JS, Keystone EC, Emery P, Breedveld FC, Betteridge N, Burmester GR, Dougados M, et al. Consensus statement on the use of rituximab in patients with rheumatoid arthritis. Ann Rheum Dis 2007;66:14350.
Sokka T, Pincus T. Erythrocyte sedimentation rate, C-reactive protein or
rheumatoid factor are normal at presentation in 35%-45% of patients
with rheumatoid arthritis seen between 1980 and 2004: Analyses from
Finland and the United States. J Rheumatol 2009;36:1387-90.
Steen KSS, Nurmohamed MT, Visman I, Heijerman M, Boers M, Dijkmans BAC, et al. Decreasing incidence of symptomatic gastrointestinal ulcers and ulcer complications in patients with rheumatoid arthritis. Ann Rheum Dis 2008;67:256-9.
Stevens CR, Blake DR, Merry P, Revell PA, Levick JR.A comparative study by morphometry of the microvasculature in normal and rheumatoid
synovium. Arthritis Rheum 1991;34:1508-13.
Sugiyama D, Nishimura K,Tamaki K, Tsuji G, Nakazawa T, Morinobu A,
et al. Impact of smoking as a risk factor for developing rheumatoid
arhritis: A meta-analysis ob observational studies. Ann Rheum Dis
2010;69:70-81.
162
Summers GD, Deighton CM, Rennie MJ, Booth AH. Rheumatoid cachexia: a clinical perspective. Rheumatology 2008;47:1124-31.
Turesson C, Jacobson L, Bergström U. Extra-articular rheumatoid arthritis:
prevalence and mortality. Rheumatology 1999;38:668-74.
Turesson C, Matteson EL. Vasculitis in rheumatoid arthritis. Curr Opin
Rheumatol 2009;21:35-40.
Van der Helm-Van Mil AH, Le Cessie S, Van Dongen H, Breedveld F, Toes
REM, Huizinga TW. A prediction rule for disease outcome in patients
with recent-onset undifferentiated arthritis. How to guide individual
treatment decisions. Arthritis Rheum 2007;56:43-50.
Van Doornum S, McColl G, Wicks IP. Accelerated atherosclerosis. An extraarticular feature of rheumatoid arthritis? Arthritis Rheum 2002;46:862-73.
Van Schaardenburg D, Breedveld C. Elderly onset rheumatoid arthritis.
Semin Arthritis Rheum 1994;23:367-78.
Van Staa TP, Geusens P, Bijlsma JWJ, Leufkens HGM, Cooper C. Clinical
assessment of the long term risk of fracture in patients with rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum 2006;54:3104-12.
Vis M, Nurmohamed MT, Wolbink G, Voskuyl A, De Koning M, Van de
Stadt RJ, et al. Short term effects of inÁiximab on the lipid proÀle in
patients with rheumatoid arthritis. J Rheumatol 2005;32:252-5.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Weinblatt ME, Reda D, Henderson W, Giobbie-Hurder A, Williams D,
Diani A, et al. Sulfasalazine treatment for rheumatoid arthritis: A metaanalysis of 15 randomize trials. J Rheumatol 1999;26:2123-30.
Whittle SL, Hughes RA. Folate supplementation and methotrexate
treatment in rheumatoid arthritis: A review. Rheumatology 2004;43:
267-71.
Wolfe F, Michaud K. Biologic treatment of rheumatoid arhritis and the risk
of malignancy. Arthritis & Rheum 2007;56:2886-95.
Wolfe F, Michaud K. The risk of myocardial infarction and pharmacologic
and non pharmacologic myocardial infarction predictors in rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum 2008;58:2612-21.
Xaubet A, Molina M. Nueva clasiÀcación de la patología del intersticio
pulmonar: aplicaciones en reumatología. Sem Fund Esp Reumatol
2004;5:141-9.
Yamane T, Hashiramoto A, Tanaka T, et al. Easy and accurate diagnosis of
rheumatoid arthritis using anti-cyclic citrullinated peptide 2 antibody
swollen joint count and C reactive protein/rheumatoid factor. J Rheumatol 2008;35:414-22.
Capítulo 10
Lupus eritematoso sistémico
A la memoria de Josep Font11
Lupus eritematoso sistémico
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
– Síndrome constitucional
– Afectación articular
– Afectación cutánea
– Afectación neuropsiquiátrica
– Afectación renal
– Afectación pleuropulmonar
– Afectación cardiovascular
– Afectación oftalmológica
– Afectación digestiva
– Otras manifestaciones
Subgrupos clínicos
– Lupus eritematoso sistémico inducido por fármacos
– Lupus neonatal
– Lupus eritematoso sistémico de inicio en la infancia
– Lupus eritematoso sistémico de inicio tardío
– Lupus eritematoso sistémico masculino
– Lupus eritematoso sistémico sin anticuerpos
antinucleares
– Lupus eritematoso sistémico cutáneo subagudo
– Lupus eritematoso sistémico inducido por antifactor
de necrosis tumoral
– Lupus eritematoso sistémico con anticuerpos
antifosfolípido
Laboratorio
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Lupus eritematoso sistémico y embarazo
Tratamiento
– Régimen de vida
– Tratamiento farmacológico
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
DEFINICIÓN
El lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad
autoinmune sistémica crónica caracterizada por la afectación multiórganica debida a una alteración de la respuesta
inmunológica con producción de anticuerpos dirigidos contra antígenos celulares. Más que una enfermedad es un síndrome, dada la gran variedad de patrones de expresión que
presenta y porque no hay órgano, aparato o sistema que pueda considerarse libre de esta enfermedad.
El LES es el propotipo de enfermedad autoinmune sistémica crónica.
EPIDEMIOLOGÍA
Su incidencia es de 7 casos por cada 100.000 habitantes/año
y su prevalencia de un caso por cada 2.000. En el sudeste
asiático sobrepasa en frecuencia a la artritis reumatoide
(AR). El incremento de su incidencia en estos últimos años
se debe al descenso del 40% de la capa de ozono de la atmósfera (el LES se caracteriza por su sensibilidad a los rayos ultravioleta) y a la aparición de nuevas pruebas inmunológicas.
Se presenta con mayor frecuencia en las mujeres (relación: 10/1). Aparece generalmente en los años fértiles, sobre todo al Ànal de la segunda y al inicio de la tercera déca-
11. Josep Font (1953-2006). Excelente clínico y compañero del Hospital
Clínic de Barcelona, estudioso de las enfermedades autoinmunes sistémicas.
163
164
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
das de la vida. Un 10% de casos comienzan a partir de los
50 años y en un 15% de casos la enfermedad aparece antes
de la pubertad.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia del LES es multifactorial. Se han implicado cuatro factores: genéticos, hormonales, ambientales e
inmunológicos que, asociados de forma variable, provocan
una alteración del sistema inmunológico con la consiguiente producción de anticuerpos.
O
O
O
Factores genéticos. Se ha observado una asociación con
el HLA-DR3 y se ha demostrado que un déÀcit de C2
predispone al LES. Un 7% de los pacientes tienen familiares con la enfermedad o con otras enfermedades autoinmunes sistémicas.
Los estudios realizados en gemelos demuestran que en
los homocigotos la frecuencia del LES es del 60%,
mientras que en los heterocigotos es similar a la de otros
miembros de la familia.
Factores hormonales. Los estrógenos desempeñan un
papel importante por varias razones: a) mayor incidencia femenina; b) disminución del predominio femenino
antes de la menarquia y en la menopausia, etapas en las
que no existen valores elevados de estrógenos; c) agudización de la enfermedad en el puerperio o tras la administración de anticonceptivos; d) alta incidencia de LES
en pacientes con síndrome de Klinefelter (genotipo
XXY), y e) en modelos animales, la administración de
estrógenos acelera la enfermedad en las hembras, mientras que la testosterona retrasa el desarrollo de la enfermedad. Los hombres con LES presentan cifras elevadas
de estrógenos y bajas de andrógenos.
Factores ambientales.
Rayos ultravioleta. La mayoría de pacientes afectados
de LES tienen fotosensibilidad, lo que indica la participación de los rayos ultravioleta en su etiopatogenia.
Además, un 30% de pacientes tienen anticuerpos contra
el ADN irradiado con rayos ultravioleta. Virus. Se ha
demostrado que ciertos virus ocasionan en el animal de
experimentación glomerulonefritis por inmunocomplejos e inducen la síntesis de anticuerpos antinucleares.
Fármacos. Múltiples fármacos pueden originar un síndrome similar al LES por un mecanismo que se desconoce. Se supone que se debe a una alteración entre el
fármaco y el ADN que modiÀcaría sus características
y lo convertiría en antigénico. Inmunológicos. La predisposición genética a la estimulación excesiva de los
linfocitos B, y su posterior proliferación y diferenciación, da lugar a la produción de anticuerpos, en especial
contra los linfocitos T inmaduros y, a anticuerpos antinucleares, responsables de las lesiones titulares (tabla
10.1).
Tabla 10.1. Etiopatogenia del lupus eritematoso
sistémico
Factores
genéticos
Factores
hormonales
Factores
ambientales
HLA-DR3
Déficit de C2
Estrógenos
Rayos ultravioleta
Virus
Fármacos
Estimulación excesiva de linfocitos B
Diferenciación y proliferación de linfocitos B
Producción de anticuerpos: linfocitotóxicos, AAN, etc.
Depósitos tisulares
Clínica
AAN: anticuerpos antinucleares; LES: lupus eritematoso sistémico.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
No existe ninguna lesión anatomopatológica característica.
El dato histológico más llamativo es la necrosis Àbrinoide.
Bajo la inÁuencia de ciertos estímulos el tejido conjuntivo
pierde su normal apetencia por la fucsina ácida y el azul de
anilina, tiñéndose de manera semejante a como lo hace la
Àbrina, de ahí el nombre de degeneración Àbrinoide, depósitos Àbrinoides o necrosis Àbrinoide.
Los depósitos Àbrinoides formados por gammaglobulinas, Àbrina, Àbrinógeno y complemento son comunes en las
arterias de pequeño calibre, alrededor de las Àbras colágenas y en las tres serosas (pleura, pericardio y peritoneo).
Otro hallazgo característico son los cuerpos de hematoxilina que se deÀnen como masas rectangulares basóÀlas
presentes en los tejidos inÁamados y que son el equivalente
tisular de las células LE. En la tabla 10.2 se resumen las
alteraciones anatomopatológicas del LES.
CLÍNICA
SÍNDROME CONSTITUCIONAL
La Àebre está presente en más del 80% de los casos, en ocasiones con escalofríos; asimismo, puede existir febrícula.
La presencia de Àebre en un paciente con LES obliga a descartar la existencia de una infección; no deberá aumentarse
la dosis de esteroides hasta tener la seguridad de que dicha
infección no existe. Alrededor del 60% de los pacientes presentan astenia, anorexia y pérdida de peso, que se atribuyen
a la Àebre, a la anemia, a las artromialgias, etc.
AFECTACIÓN ARTICULAR
Las manifestaciones articulares están presentes en más del
90% de casos. Son las manifestaciones clínicas más fre-
Capítulo | 10 Lupus eritematoso sistémico
Tabla 10.2. Alteraciones anatomopatológicas del lupus
eritematoso sistémico
Generales
Necrosis fibrinoide
Cuerpos hematoxilínicos (células LE tisulares)
Depósitos de inmunocomplejos en las membranas basales
Locales
Cutáneas: cicatrización y depósito de inmunocomplejos en
la unión dermoepidérmica
Renales: necrosis fibrinoide en arterias de pequeño calibre,
glomerulonefritis focal o difusa y depósitos de
inmunocomplejos
SNC: microinfartos y depósitos de inmunocomplejos en los
plexos coroideos
Cardíacas: pericarditis, miocarditis y endocarditis de
Libman-Sacks
Vasculares: arteritis y capilaritis
Articulares: depósito de material fibrinoide
Pulmonares: depósito de material fibrinoide, atelectasias,
derrame pleural, neumonitis, sinequias, etc.
Bazo: engrosamiento «en piel de cebolla»
Oculares: cuerpos citoides
LES: lupus eritematoso sistémico; SNC: sistema nervioso central.
cuentes. Prácticamente todos los pacientes presentan artromialgias. La artritis puede adoptar tres patrones:
O
O
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
Poliartritis aguda. Es rara; el componente inÁamatorio
es importante y suele cursar acompañado de mialgias.
En ocasiones adopta el carácter de reumatismo palindrómico.
Poliartritis subaguda. Las manifestaciones articulares
no presentan ninguna característica especial. La inÁamación se maniÀesta por dolor y tumefacción. Estos hallazgos pueden ser fugaces y recogerse únicamente en la
anamnesis.
Poliartritis crónica. Sin deformidades ni alteraciones
radiológicas o simulando una AR con afectación simétrica de pequeñas articulaciones con tumefacción e incluso nódulos subcutáneos (en el 5% de los casos). La
deformidad en forma de desviación cubital o contracturas en Áexión la presentan entre el 10 y el 40% de pacientes, simulando un reumatismo Àbroso de Jacoud12.
Las erosiones subcondrales son excepcionales.
La osteonecrosis aséptica, a menudo asintomática, de
las cabezas femorales o humerales, detectable precozmente
mediante gammagrafía o resonancia magnética (RM), es
posible en el curso del LES sin tratamiento con corticoides,
pero viene favorecida por este último, en especial en las
12. Segismond Jaccoud (1830-1912). Médico francés.
165
caderas y si se ha seguido tratamiento esteroideo durante
mucho tiempo. La miopatía lúpica está presente en alrededor del 5% de los pacientes con afectación característica de
la cintura pelviana, aunque puede verser afectada la musculatura de la cintura escapular. En ocasiones es difícil diferenciar la miopatía del LES de la producida por corticoides
o antipalúdicos. El dolor a la palpación de las masas musculares con elevaciones enzimáticas es frecuente en la miopatía lúpica y poco frecuente en la miopatía esteroidea. Cuando aparece debe ser tratada enérgicamente (Garton, 1997).
Las pacientes con LES presentan una mayor hipermovilidad que la población control. La asociación de LES y laxitud articular aumenta con la edad (Gumá, 2003).
Al evitar la luz solar la hipovitaminosis D es frecuente
en los pacientes con LES; esto no guarda relación con la
gravedad de la enfermedad, pero sí con la astenia que habitualmente presentan estos pacientes. El tratamiento con hidroxicloroquina previene el déÀcit vitamínico (Ruiz-Irastorza, 2008).
AFECTACIÓN CUTÁNEA
Las manifestaciones cutáneas son muy variadas. Prácticamente abarcan toda la patología dermatológica. Constituyen la segunda manifestación más importante tras las manifestaciones musculoesqueléticas. Su reconocimiento precoz
facilita el diagnóstico y orienta hacia un posible pronóstico.
Se clasiÀcan en especíÀcas e inespecíÀcas.
Las lesiones cutáneas especíÀcas permiten por sí mismas el diagnóstico de LES, independientemente de la presencia o no de los criterios del American College of Rheumatology (ACR). La clasiÀcación es la siguiente:
O
O
Lupus eritematoso cutáneo agudo. Cursa con exantema
generalizado y/o eritema facial en alas de mariposa o
«en vespertilio»13, con presencia de máculas o pápulas
eritematosas fugaces con bordes vesiculosos o necróticos sobre la nariz y las mejillas que respetan el surco
nasogeniano y que acompañan habitualmente a las manifestaciones sistémicas.
Lupus eritematoso cutáneo subagudo. Cursa con la presencia de máculas o pápulas eritematosas, en forma de
brotes tras una exposición solar, que afectan a cara, cuello, escote, espalda, zonas de extensión de brazos y antebrazos y dorso de las manos. Adopta dos tipos morfológicos:
Forma anular. Lesiones redondeadas de centro claro
que tienden al crecimiento periférico y a la curación
central.
Forma pápulo-escamosa o psoriasiforme en forma de
lesiones eritemato-descamativas. Ambas lesiones pue-
13. Vespertilio (del latín, murciélago).
166
O
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
den persistir semanas o meses, especialmente en primavera o verano. No dejan cicatriz, pero sí hipopigmentación transitoria. El 40% de los casos cursan con
afectación sistémica.
En ocasiones, las lesiones cutáneas son semejantes al
eritema multiforme o la reación inÁamatoria es de tal
intensidad que produce ampollas indistinguibles de la
necrólisis epidérmica tóxica.
El lupus neonatal puede presentarse en forma de lesiones cutáneas eritemato-descamativas de evolución anular o en forma de livedo reticularis que aparecen durante
las primeras semanas de vida o tras las primeras exposiciones solares. Estos casos se resuelven de manera espontánea a los 6-8 meses dejando hipopigmentación o
telangiectasias, sin cicatriz. La curación ocurre simultáneamente a la desaparición de los anticuerpos maternos
del suero de los recién nacidos. La participación de los
anticuerpos anti-Ro y anti-La en la patogenia de las lesiones del lupus neonatal es evidente dada la presencia
de anticuerpos maternos transmitidos por vía placentaria. La remisión de las lesiones coincidiendo con la eliminación de los anticuerpos maternos lo conÀrma (v.
«Subgrupos clínicos»).
Lupus eritematoso cutáneo crónico. Se presenta en forma de placas eritematosas descamativas o hiperqueratósicas de tamaño variable y bien delimitadas, que tienden
al crecimiento periférico y a la cronicidad, dejando cicatrices atróÀcas. Pueden ser únicas o múltiples. Se localizan en las mejillas, zonas laterales del cuello o zonas
temporales del cuero cabelludo, dejando alopecia permanente. Las lesiones pueden localizarse también en las
zonas de extensión de brazos y antebrazos y en el dorso
de manos y/o pies. Es el denominado lupus discoide localizado. Es posible la afectación de las mucosas oral,
ocular, nasal o genital en forma de placas blanquecinas
bien delimitadas que pueden ulcerarse. Cuando las lesiones se localizan en el tronco y en las extremidades
reciben el nombre de lupus discoide generalizado. Esta
forma clínica es más frecuente en hombres y cursa habitualmente con leucopenia, trombocitopenia y anticuerpos antinucleares (AAN). En el 10% de los casos hay
afectación sistémica.
La paniculitis lúpica es la inÁamación del panículo adiposo que se caracteriza por la presencia de nódulos subcutáneos, dolorosos, de varios centímetros de diámetro, localizados en nalgas, muslos, mejillas y zonas de extensión de
los brazos, de evolución crónica y con tendencia a dejar cicatrices. Raramente se ulceran. Está presente en un 5-10%
de casos.
Las lesiones cutáneas inespecíÀcas no permiten el diagnóstico de la enfermedad, ya que pueden encontrarse en
otros procesos, aunque son muy frecuentes en el LES. Destacan las siguientes:
1. La vasculitis (afectación de capilares y vénulas poscapilares de la dermis) que cursa con la presencia de telangiectasias periungueales y lesiones purpúricas que se
localizan en los pulpejos de los dedos, palmas de las
manos, plantas de los pies e incluso en pabellones auriculares. Es excepcional la afectación sistémica.
Los pacientes pueden presentar también vasculitis leucocitoclástica en forma de pápulas purpúricas en las extremidades que, de ordinario, se acompañan de manifestaciones sistémicas. En esta entidad debe incluirse la
urticaria-vasculitis (en el 8% de los pacientes), que cursa con lesiones urticariformes en lugar de con pápulas
purpúricas. Cuando la vasculitis afecta a las arteriolas,
las pápulas purpúricas tienen más tendencia a la necrosis, es la denominada vasculitis necrosante.
2. El síndrome de Raynaud está presente en el 20% de los
casos.
3. Las tromboÁebitis superÀciales o profundas están presentes en el síndrome antifosfolipídico secundario al
LES (v. Capítulo 14).
4. La alopecia está presente en el 50% de casos. Es transitoria, reversible y de predominio en zonas temporales y
vértex.
Otras manifestaciones cutáneas relacionadas con el LES
son las siguientes:
1. LES ampolloso, frecuente en pacientes de raza negra,
caracterizado por la presencia de una erupción vesículoampollosa generalizada de localización subepidérmica y
de predominio en el plano anterior de tórax. Las ampollas pueden ser grandes como en el pénÀgo ampolloso o
pequeñas como en la dermatitis herpetiforme. Responde
bien al tratamiento con sulfonas.
2. La mucinosis, depósito de mucina entre los haces de colágeno de la dermis, es frecuente en el LES; aunque se
han descrito tres variedades distintas, en realidad serían
diferentes expresiones clínicas de un mismo proceso. En
todos los casos responden bien al tratamiento con cloroquina. Se distinguen las siguientes:
a) Mucinosis pápulo-nodular de Gold, frecuente en mujeres y que se maniÀesta en forma de pápulas o nódulos
subcutáneos localizados habitualmente en el escote, la
espalda y las superÀcies de extensión de los brazos.
b) Lupus tumidus, que se caracteriza por la presencia de
placas edemato-eritematosas en zonas de la piel expuestas al sol que se curan sin dejar cicatriz.
c) Mucinosis eritematosa reticular, que se caracteriza por
la presencia de lesiones eritematosas asintomáticas en
forma de placas de aspecto reticulado que se localizan
en el escote y en la parte superior de la espalda.
3. La anetodermia (fragmentación y desaparición de las
Àbras elásticas en zonas localizadas de la dermis) puede
aparecer sobre piel sana (anetodermia primaria) o como
Capítulo | 10 Lupus eritematoso sistémico
secuela postinÁamatoria de lesiones cutáneas especíÀcas (acné, lepra, síÀlis secundaria, sarcoidosis, etc.). Se
maniÀesta en forma de áreas localizadas de piel blanda
de un centímetro de diámetro en la espalda y áreas de
extensión de los brazos.
4. La dermatosis pustulosa de las Áexuras se caracteriza
por la presencia de lesiones eritematosas exudativas en
pliegues (axilas, ingles, submamario, etc.), ombligo, pabellones auriculares y cuero cabelludo. Es parecida al
eccema sobreinfectado, pero no se aislan gérmes ni responde a tratamientos tópicos, sólo al tratamiento sistémico con corticoides.
En la tabla 10.3 se resumen las manifestaciones cutáneas del LES.
AFECTACIÓN NEUROPSIQUIÁTRICA
Las manifestaciones neuropsiquiátricas están presentes en
alrededor del 60% de casos, son de extrema gravedad y
Tabla 10.3. Manifestaciones cutáneas del lupus
eritematoso sistémico
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Específicas
Lupus eritematoso cutáneo agudo
Exantema generalizado
Eritema facial «en vespertilio»
Lupus eritematoso cutáneo subagudo
Lesiones anulares
Lesiones pápulo-escamosas psoriasiformes
Lesiones semejantes al eritema multiforme o necrólisis
epidérmica tóxica
Lupus neonatal
Lupus eritematoso cutáneo crónico
Lupus discoide localizado
Lupus discoide generalizado
Paniculitis
167
constituyen una de las principales causas de muerte precoz.
Un 28% de los pacientes con LES presentan, a lo largo
de la evolución de la enfermedad, algún episodio neuropsiquiátrico (Hanly, 2007).
En 1999, el ACR deÀnió 19 síndromes clínicos neuropsiquiátricos en el LES (tabla 10.4). La manifestación neurológica primordial son las convulsiones (en el 15% de los
casos). El pequeño mal es raro. Las manifestaciones centrales deÀcitarias incluyen hemiplejía, paraplejía y parálisis
transitorias de los nervios craneales, de ordinario los III, IV
y VI. También se han citado ataxia de origen cerebeloso,
corea y meningitis aséptica.
La mielitis está presente en el 1-2% de pacientes y su
prevalencia es 1.000 veces más frecuente que en la población
general. Actualmente se distinguen dos subtipos clínicos de
mielitis: la mielitis de la sustancia gris (hiporreÁexia y Áacidez) y la mielitis de la sustancia blanca (hiperreÁexia y espasticidad). La leucoencefalopatía multifocal progresiva es mucho más frecuente en el LES que en las otras enfermedades
autoinmunes sistémicas (Molloy, 2009).
La presencia de Àebre y retención urinaria suele ser pródromo de una paraplejía irreversible (Birnbaum, 2009).
La afectación neurológica periférica es rara, pero algunos pacientes pueden presentarla, generalmente sensitivomotora.
La solicitud de anticuerpos antifosfolípido, la punción
lumbar si existe Àebre, el EEG y la RM convencional y la
Tabla 10.4. Manifestaciones neuropsiquiátricas
en el lupus eritematoso sistémico
Enfermedades relacionadas
LES ampolloso
Mucinosis
Mucinosis pápulo-nodular de Gold
Lupus tumidus
Mucinosis eritematosa reticular
Anetodermia
Dermatosis pustulosa de las flexuras
Sistema nervioso central
Meningitis aséptica
Enfermedad cerebrovascular
Enfermedades desmielinizantes
Cefalea
Alteraciones motoras
Mielopatía
Convulsiones
Sistema nervioso periférico
Mononeuritis
Polineuritis
Plexopatía
Neuropatía autonómica
Neuropatía craneal
Miastenia grave
Síndrome de Guillain-Barré
Psiquiátricas
Síndrome confusional agudo
Trastornos de ansiedad
Disfunción cognitiva
Alteraciones del humor
Psicosis
LES: lupus eritematoso sistémico; SAF: síndrome antifosfolipídico.
LES: lupus eritematoso sistémico.
Inespecíficas
Vasculitis
Vasculitis leucocitoclástica
Urticaria-vasculitis
Vasculitis necrosante
Síndrome de Raynaud
SAF secundario
Alopecia
168
RM espectroscópica que cuantiÀca los metabolitos del tejido cerebral son las exploraciones complementarias de elección en el caso de que existan manifestaciones neurológicas.
Las manifestaciones psiquiátricas suelen estar presentes
en entre un 10 y un 15% de casos. Pueden ser agudas o crónicas, varían de un enfermo a otro e incluso en un mismo
enfermo en el curso de la evolución de la enfermedad. Estados esquizoides, depresivos, etc., pueden alternarse con episodios maníacos o de confusión mental. Conviene señalar el
componente histérico y/o la inestabilidad emocional de las
pacientes afectadas de LES.
AFECTACIÓN RENAL
La afectación renal se observa en el 30-50% de los pacientes y en general suele presentarse en los primeros años de
evolución. Es una de las principales causas de morbilidad
y mortalidad en el LES. De todos modos, el 75% de pacientes, a los 10 años de evolución, no presentan enfermedad renal. Los parámetros más Àables para detectar la actividad renal son la clínica, la presencia de proteinuria y la
determinación del complemento y del ADN, de tal manera
que:
Complemento normal + ADN normal = tranquilidad.
Complemento normal + ADN elevado = actitud expectante.
Complemento bajo + ADN normal = actitud expectante.
Complemento bajo + ADN elevado = ¡peligro!
La positividad del factor reumatoide en el LES es un
factor protector, actuaría como «barrendero», llevándose el
complemento y el ADN.
La biopsia renal se practicará ante la menor sospecha de
enfermedad renal y es obligada cuando: a) la creatinina sea
superior a 1,5 mg/dl en dos o más ocasiones; b) la proteinuria sea superior a 250 mg/24 h en dos o más ocasiones; c)
ante la presencia de hematuria o cilindros granulosos en el
sedimento de orina, tras haber descartado infección urinaria, y d) ante el deterioro rápido de la función renal: aumento de la creatinina superior a 1 mg/dl/mes, en un intervalo
de 2 meses e incremento de la proteinuria de más de 2 g/24
horas en dos determinaciones consecutivas.
Las contraindicaciones de la biopsia renal se detallan en
la tabla 10.5.
No debe olvidarse que las lesiones tubulares e intersticiales, descritas en el 50% de pacientes, son tan frecuentes
como las glomerulares y que en la actualidad ha mejorado
el pronóstico de la insuÀciencia renal gracias a los corticoides, inmunosupresores y a la hemodiálisis. El paciente sometido a un trasplante y con LES tendría un peor pronóstico
que el que no presenta LES.
La nefropatía lúpica supone en patología humana el mejor ejemplo de nefropatía por inmunocomplejos.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 10.5. Contraindicaciones de la biopsia renal
Pacientes monorrenos
Embarazo
Infección urinaria activa
Tumor renal
Poliquistosis renal
Hidronefrosis
Alteraciones de la coagulación sanguínea
Insuficiencia renal
Hipertensión arterial no controlada
En la tabla 10.6 se expone la clasiÀcación de la nefropatía lúpica de la International Society of Nephrology y de la
Renal Pathology Society y en la tabla 10.7, la gradación de
la actividad-cronicidad de las lesiones anatomopatológicas
renales.
AFECTACIÓN PLEUROPULMONAR
Aproximadamente la mitad de los pacientes presentan
afectación pulmonar. El derrame pleural es el hallazgo
más frecuente (en el 40% de los casos); de ordinario, se
trata de un exudado unilateral o bilateral con glucosa normal. La evolución espontánea tiende a la resolución y la
respuesta al tratamiento es buena. La presencia de derrame
pleural no debe hacer olvidar la posibilidad de que exista
una infección tuberculosa o vírica intercurrente o una neoplasia.
La afectación pulmonar de inicio es excepcional. La
frecuencia de neumopatía varía entre el 20 y el 70% según
las series. Radiológicamente se encuentran condensaciones hiliofugales o inÀltrados micronodulares o macronodulares de predominio basal cambiantes y con tendencia a
la bilateralización. Habitualmente estas lesiones pueden
evolucionar hacia un patrón intersticial con diafragmas
elevados y poco móviles. Este último hallazgo, junto con
la presencia de atelectasias, estaría presente en alrededor
del 18% de pacientes y es conocido como «neumonitis lúpica».
En caso de afectación pleuropulmonar debe practicarse
una tomografía computarizada (TC) torácica de alta resolución (TACAR) que nos informa de la actividad inÁamatoria
del parénquima pulmonar o del grado de Àbrosis y un funcionalismo pulmonar completo que en ocasiones muestra
un patrón restrictivo con disminución de la difusión pulmonar, que se cree debida a una alteración de la musculatura
diafragmática. En la tabla 10.8 se resumen las manifestaciones pleuropulmonares del LES.
Capítulo | 10 Lupus eritematoso sistémico
169
Tabla 10.6. Clasificación de la nefropatía lúpica
Tipo
M/O
IF
I. Nefropatía mesangial mínima
Glomérulos normales
Depósitos inmunitarios mesangiales
II. Nefropatía mesangial
proliferativa
Hipercelularidad mesangial
Depósitos inmunitarios mesangiales con o sin
depósitos subepiteliales o subendoepiteliales
por IF
III. GMN focal
Activa o inactiva, global o segmentaria,
endocapilar o extracapilar que afecta a menos
del 50% de los glomérulos
Depósitos inmunitarios subendoteliales focales
con o sin alteraciones mesangiales
IV. GMN difusa
Se subclasifica en 6 subtipos
Activa o inactiva, global o segmentaria,
endocapilar o extracapilar que afecta a más
del 50% de los glomérulos
Depósitos inmunitarios subendoteliales difusos
con o sin alteraciones mesangiales
IV(a). GMN difusa activa
segmentaria
Lesiones difusas activas con proliferación
segmentaria
IV(b). GMN difusa activa global
Lesiones difusas activas con proliferación global
IV(c). GMN difusa activa
y crónica segmentaria
Lesiones difusas activas y crónicas con
proliferación segmentaria y esclerosis
IV(d). GMN difusa activa
y crónica global
Lesiones difusas activas y crónicas con
proliferación global y esclerosis
IV(e). GMN difusa crónica
segmentaria
Lesiones difusas crónicas inactivas con esclerosis
segmentaria
IV(f). GMN difusa crónica
global
Lesiones difusas crónicas inactivas con esclerosis
global
V. GMN membranosa
Depósitos inmunitarios subepiteliales globales
segmentarios con o sin alteraciones
mesangiales por M/O
VI. GMN con esclerosis
Esclerosis superior al 90% de los glomérulos
Depósitos inmunitarios subepiteliales globales
o segmentarioas con o sin alteraciones
mesangiales por IF
GMN: glomerulonefritis; M/O: microscopia óptica; IF: inmunofluorescencia.
Las lesiones agudas son reversibles, las crónicas, irreversibles.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tabla 10.7. Gradación de la actividad-cronicidad
de las lesiones anatomopatológicas renales
Índices
Índice de actividad
(intervalo de
0-24 puntos)
Índice de cronicidad
(intervalo de
0-12 puntos)
Lesiones
glomerulares
Proliferación celular
Necrosis fibrinoide
Trombos hialinos
Semilunas celulares
Infiltración
leucocitaria
Glomérulos
esclerosados
Semilunas fibrosas
Lesiones
túbulointersticiales
Infiltración por
mononucleares
Atrofia tubular
Fibrosis intersticial
Los índices están compuestos por las puntuaciones de las lesiones
individuales en cada categoría de actividad o cronicidad. Las lesiones
individuales reciben una puntuación de 0 a 3 puntos (ausente, leve,
moderada y grave). La necrosis fibrinoide y las semilunas celulares se
valoran con 2 puntos.
AFECTACIÓN CARDIOVASCULAR
Clínicamente las manifestaciones cardiovasculares se maniÀestan en forma de insuÀciencia cardíaca congestiva, infarto de miocardio, angina de pecho, enfermedad cerebrovascular y enfermedad isquémica periférica. Actualmente
la enfermedad cardiovascular es la principal causa de
muerte en estos pacientes, con una mortalidad del 40%. El
LES es, por sí mismo, un factor de riesgo para el desarrollo
de enfermedad cardiovascular, siendo al igual que en la
AR, el estado inÁamatorio crónico fundamental en la aparición de la arteriosclerosis. Es obligado, por tanto, el estricto control de los seis factores de riesgo cardiovascular
(Jiménez, 2002).
Las manifestaciones puramente cardíacas aparecen en el
40% de los pacientes. El ECG y el ecocardiograma son obligados para descartar lesiones valvulares.
La cardiomegalia presente en un tercio de los casos puede deberse a:
170
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 10.8. Manifestaciones pleuropulmonares
del lupus eritematoso sistémico
Dolor pleural
o pleuritis
Frecuente con o sin roce o derrame
pleural
Derrame pleural
Exudado, unilateral o bilateral
Neumonía
Rara. Cursa con fiebre, tos seca,
hipoxia, infiltrados pulmonares,
cultivos negativos y mortalidad alta
Infarto y/o embolismo
pulmonar
Frecuentes en presencia de AAF +
Hipertensión
pulmonar
Cursa con disnea de esfuerzo
inicial de aparición solapada
con astenia y edema pulmonar
Neumopatía
intersticial
Cursa con disnea de esfuerzo
inicial, tos seca y dolor pleural
Hemorragia alveolar
difusa
Rara. Mal pronóstico.
Cursa con AAF +
Linfoadenopatías
Cervicales o axilares, se correlacionan
con la actividad clínica
Pulmón «encogido»
Origen incierto, ¿alteración
diafragmática? Frecuente en el
LES de larga evolución
Bronquiolitis
obliterante
con neumonía
organizada
Diagnóstico difícil, biopsia pulmonar
pulmonar imperativa, responde
a los corticoides
Infección
Por alteración del sistema
inmunológico o por la
medicación inmunosupresora
Neoplasias
Pulmonar; el linfoma es más frecuente
en los pacientes con lupus
AAF: anticuerpos antifosfolípido; LES: lupus eritematoso
sistémico.
Pericarditis. El derrame pericárdico (presente en el 80%
de los casos sometidos a autopsias) se diagnostica poco en
vida, pero se encuentra presente en 3 de cada 4 casos de
derrame pleural. El roce pericárdico, la amplitud disminuida del latido cardíaco, una cardiomegalia radiológica y los
hallazgos del ECG constituyen las bases del diagnóstico. En
éste se observa la presencia de derrame pericárdico en el
60% de los pacientes. El líquido pericárdico suele ser un
exudado en ocasiones hemorrágico y muy sensible a los
corticoides, que se traduce histológicamente por una pericarditis Àbrinosa. La tamponada cardíaca es rara.
Miocarditis de expresión clínica excepcional. Debe sospecharse ante una cardiomegalia inexplicable, ante un ECG
con alteraciones de la conducción o ante una taquicardia
desproporcionada en relación con la temperatura.
Endocarditis, descrita por Libman14 y Sacks15. Habitualmente es un hallazgo de la autopsia. Se trata de pequeñas
vegetaciones asépticas, ovaladas, verrugosas y friables de
material amorfo, situadas, de ordinario, en las cuerdas tendinosas y en las superÀcies expuestas al Áujo sanguíneo de
las válvulas mitral y tricúspide, con escasa traducción clínica y ausencia de repercusiones hemodinámicas.
El hallazgo de un soplo sistólico en el LES no es excepcional, pero en general suele deberse a Àebre, anemia o taquicardia.
El fenómeno de Raynaud está presente en alrededor del
20% de los casos. La obliteración arterial es un accidente
evolutivo raro y grave. La trombosis y la tromboÁebitis suelen aparecer en el contexto de un síndrome antifosfolipídico.
AFECTACIÓN OFTALMOLÓGICA
Las manifestaciones oculares del LES pueden ser un indicador de actividad de la enfermedad. El dolor ocular por escleritis y la disminución de la agudeza visual por retinopatía
son síntomas que obligan a la consulta urgente con el oftalmólogo.
El examen del fondo de ojo pone de maniÀesto en uno
de cada 4 casos la presencia de exudados algodonosos
(cuerpos citoides desde el punto de vista anatomopatológico) que no son especíÀcos de LES. La conjuntivitis y la
epiescleritis están presentes en alrededor del 15% de casos
y aparecen comúnmente en los pacientes con extensa afectación cutánea (Sivaraj, 2007).
La práctica de un test de Schirmer y una tinción con rosa
de Bengala son obligadas dada la alta prevalencia de LES
con síndrome de Sjögren. La positividad de los anticuerpos
antifosfolípido puede ser causa de afectación vascular retiniana. La exploración oftalmológica anual es imperativa en
todos los pacientes tratados con hidroxicloroquina.
En la tabla 10.9 se resumen las causas de pérdida de visión en los pacientes con LES.
AFECTACIÓN DIGESTIVA
Entre las manifestaciones gastrointestinales del LES se incluyen úlceras bucales, disfagia, anorexia, náuseas, vómitos, hemorragia y dolor abdominal, la manifestación más
frecuente. No es rara la presencia de úlceras en el intestino
con posible perforación, sobre todo en períodos de actividad de la enfermedad (Sultan, 1999).
La cirrosis hepática con encefalopatía hepática e hipertensión portal es rara en el LES, a menos que existan hígado
graso o hepatitis vírica previas (Chowdhary, 2008).
14. Emanuel Libman (1872-1946). Médico norteamericano.
15. Benjamin Sacks (1896-1979). Médico norteamericano.
Capítulo | 10 Lupus eritematoso sistémico
171
Tabla 10.9. Causas de pérdida de visión en el lupus
eritematoso sistémico
Tabla 10.10. Presentación clínica del lupus
eritematoso sistémico
Cristalino
Catarata secundaria habitualmente
al tratamiento con corticoides
Clínica
Al inicio
(%)
Durante la
enfermedad (%)
Humor vítreo
Hemorragia vítrea por retinopatía
proliferativa
Astenia
50
74-100
Fiebre
36
40-80
Retina
Oclusión de la arteria central
de la retina, exudados retinianos,
oclusión venosa retiniana,
maculopatía secundaria a
antipalúdicos
Pérdida de peso
21
44-60
Artralgias/artritis
62-67
83-95
Afectación cutánea
73
80-91
16-38
34-73
18
38-44
Afectación del sistema
nervioso central
12-21
25-75
Afectación pulmonar
2-12
24-98
Afectación cardíaca
15
20-46
Linfoadenopatías
7-16
21-50
Hepatoesplenomegalia
2-5
7-25
Coroides
Coroiditis lúpica
Afectación renal
Neurooftalmológicas
Infartos corticales, neuritis óptica,
neuropatía óptica isquémica
Afectación gastrointestinal
La prevalencia del virus de la hepatitis C en el LES alta.
Los pacientes con LES portadores del virus C presentan menos
manifestaciones cutáneas y mayor afectación hepática con mayor hipocomplementenia y crioglobulinemia (Ramos, 2000).
OTRAS MANIFESTACIONES
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
En el LES el riesgo de desarrollar una neoplasia está aumentado en un 20%, especialmente hematológicas (linfomas). El incremento del riesgo de desarrollar un linfoma de
Hodgkin es mayor que en la población general (Sultan,
2000; Bernatsky, 2007).
La presencia de anosmia se correlaciona en los pacientes con LES con enfermedad activa y afectación del sistema
nervioso central (SNC) (Shoenfeld, 2009).
La presencia de adenopatías es del 7 al 16% y de hepatoesplenomegalia, del 2 al 5%.
En la tabla 10.10 se resume la clínica de presentación
del LES al inicio y a lo largo de la enfermedad.
Un buen clínico sospecha un LES ante las siguientes
manifestaciones clínicas en una mujer joven:
1. Presencia de Àebre, su aparición o su recrudecimiento
tras una exposición solar.
2. Poliartritis no clasiÀcada con manifestaciones psiquiátricas.
3. Presencia de artralgias y erupción cutánea.
4. Cualquier signo/síntoma neurológico, incluidas las
convulsiones.
5. Fenómeno de Reynaud con úlceras bucales indoloras.
6. Abortos de repetición.
7. Pleuritis no Àliada.
8. Fotosensibilidad.
9. Astenia o depresión, antes que la ¡Àbromialgia!
10. Leucopenia con/sin trombocitopenia.
11. Proteinuria inexplicable.
SUBGRUPOS CLÍNICOS
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
INDUCIDO POR FÁRMACOS
Se estima que entre un 5 y un 10% de casos de LES son inducidos por fármacos. La prevalencia estimada de LES farmacológico es de 0,5-2,5 por 100.000 habitantes, pero podría ser
superior dado que muchos casos pasan desapercibidos.
El LES farmacológico afecta por igual a ambos sexos.
Generalmente se presenta en forma de artromialgias y serositis (pleuritis o pericarditis) que se acompañan de Àebre,
erupción cutánea maculopapular y hepatoesplenomegalia.
El eritema malar, las lesiones discoides, la fotosensibilidad
y la alopecia son poco frecuentes. El fenómeno de Raynaud,
la nefropatía y la afectación del SNC son excepcionales.
Biológicamente la velocidad de sedimentación globular
(VSG) se encuentra acelerada y se objetiva pancitopenia
leve con prueba de Coobs positiva. Los AAN son positivos,
pero los anticuerpos anti-ADN y anti-ENA (anti-Ro y antiLa) son negativos.
El diagnóstico de LES farmacológico requiere: a) la administración continua de un fármaco durante un mes como
mínimo; b) clínica compatible; c) AAN positivos; d) ausencia de sintomatología clínica y de AAN con anterioridad a
la toma del fármaco, y e) la recuperación después de haberlo retirado en menos de un año.
Los fármacos implicados son numerosos. Clásicamente
se clasiÀcan en tres grupos. El primer grupo incluye a aque-
172
llos fármacos cuya relación causal se considera deÀnida,
porque se ha demostrado la asociación en estudios controlados. El segundo grupo incluye a aquellos fármacos cuya
asociación procede de estudios no controlados en los que se
considera probable la asociación. El tercer grupo incluye a
aquellos fármacos descritos en casos aislados, cuya relación
causal es posible (tabla 10.11).
El mecanismo por el cual algunos fármacos inducen
LES no está claro. Para algunos fármacos se ha propuesto
una acción directa relacionada con su propio mecanismo de
acción y para otros un mecanismo indirecto a través de la
producción de metabolitos reactivos.
Se ha sugerido, además, la existencia de factores predisponentes de base genética que determinan el fenotipo acetilador del paciente, que sería más frecuente el LES inducido
en los acetiladores lentos, en quienes la eliminación del fármaco es más lenta y se incrementa la probabilidad de formación de metabolitos reactivos.
Otro mecanismo de acción implicaría la inhibición de la
metilación del ADN, situación que produciría un ADN más
inmunogénico (Bannwarth, 2007).
LUPUS NEONATAL
Es un subgrupo clínico que se caracteriza por la aparición
transitoria de alteraciones hematológicas, visceromegalias
y lesiones cutáneas similares a las del lupus eritematoso
cutáneo subagudo en recién nacidos del sexo femenino.
Aunque habitualmente es autolimitado puede verse afectado el tejido de conducción cardíaco y provocar diversos
grados de bloqueo auriculoventricular. No suele existir enfermedad renal ni afectación del SNC. Las madres de estos niños presentan LES y son portadoras de anticuerpos
anti-Ro (SSA) o anti-La (SSB). Cabe destacar, no obstante, que la mayoría de pacientes con anticuerpos anti-Ro
tienen hijos sin ningún tipo de alteración. Esta afección es
consecuencia del paso transplacentario de anticuerpos maternos contra antígenos celulares del tipo Ro (SSA) y/o La
(SSB), y se ha demostrado la presencia de estos antígenos
en el miocardio del feto. Las lesiones cutáneas desaparecen a los 6-8 meses de edad, coincidiendo con la eliminación de los anticuerpos maternos. No obstante, existe una
mayor incidencia de LES en estos pacientes en la edad
adulta.
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
DE INICIO EN LA INFANCIA
Un 8% de pacientes desarrollan la enfermedad antes de los
14 años; de ello, el 9% son hombres. En este grupo la relación mujeres/hombres no es tan pronunciada como en
los adultos (7:1 en la infancia por 10:1 en la edad adulta)
y son más frecuentes, como formas de presentación al inicio, la nefropatía, la Àebre y la presencia de lindoadenopa-
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 10.11. Fármacos implicados en el lupus
eritematosos sistémico farmacológico
Relación causal definida
Clorpromazina
Hidralacina
Isoniacida
Metildopa
Minociclina
Procainamida
Quinidina
Relación causal probable
Betabloqueantes
Carbamacepina
Estatinas
Etanercept
Etosuximida
Fenitoína
Fluorouracilo
Diuréticos tiacídicos
Infliximab
Interferón
Metamizol
Penicilamina
Primidona
Propiltiouracilo
Terbinafina
Tiamazol
Valproato
Zonisamida
Relación causal posible
Estrógenos y contraceptivos orales
Antifúngicos imidazólicos
Antagonistas del calcio
Amiodarona
Clobazam
Clozapina
Deferiprona
Fenilbutazona
Griseofulvina
IECA
Litio
Penicilina
Rifampicina
Sales de oro
Sulfamidas
Sulfasalacina
IECA: inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina.
tías, junto con trombocitopenia y anemia hemolítica,
mientras que las manifestaciones neurológicas como la
corea y la erupción malar aparecen más tarde a lo largo de
su evolución.
Un aspecto que debe destacarse es el retraso diagnóstico, debido a la ausencia de manifestaciones iniciales más
típicas de la enfermedad como el eritema malar o la artritis
(Font, 1998).
Capítulo | 10 Lupus eritematoso sistémico
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
DE INICIO TARDÍO
El LES de inicio tardío (después de los 50-60 años de edad)
engloba al 10-15% de los pacientes. No existe una preponderancia tan importante del sexo femenino (relación mujeres/
hombres de 5:1) y la incidencia de manifestaciones habituales
como el eritema «en vespertilio», fotosensibilidad, artritis y
nefropatía son menores. Por el contrario, el síndrome seco y la
miositis son más frecuentes, lo que le asemeja más al síndrome de Sjögren o a la polimiagia reumática. Las anomalías serológicas no son tan evidentes como en los demás grupos y es
menor la frecuencia de hipocomplementemia y la positividad
de los AAN. La expresión clínica y serológica más atenuada
en los pacientes mayores podría reÁejar una senectud del sistema inmunitario. Debido a que habitualmente no se piensa en
la posibilidad de un LES en un anciano y a la diferente presentación clínica, el diagnóstico suele demorarse (Font, 1991).
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
MASCULINO
El LES masculino engloba al 12% de los pacientes. En los
hombres existe una mayor incidencia de lupus discoide y de
serositis (pleuritis y pericarditis) como manifestaciones iniciales, mientras que durante la evolución de la enfermedad
son menos frecuentes la artritis y la erupción malar. La incidencia de enfermedad renal, manifestaciones neurológicas,
vasculitis y trombocitopenia es similar entre mujeres y
hombres; por el contrario, no existen diferencias serológicas entre ambos sexos. Al igual que en el LES de inicio
tardío, la demora diagnóstica es habitual (Font, 1992).
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
SIN ANTICUERPOS ANTINUCLEARES
El perÀl inmunológico también inÁuye en la expresión clínica del LES; aunque la presencia de AAN es una de las características de la enfermedad, en un 5% de los pacientes con
LES no se detectan estos anticuerpos en ningún momento de
su evolución. Estos pacientes presentan con mayor frecuencia LES cutáneo subagudo y LES cutáneo crónico.
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
CUTÁNEO SUBAGUDO
El LES cutáneo subagudo es un síndrome de solapamiento,
cuya manifestación principal son las lesiones cutáneas seguidas de manifestaciones sistémicas como artritis, pericarditis,
síndrome de Sjögren, etc. Los recién nacidos de madres con
este síndrome suelen presentar bloqueo auriculoventricular y
más de la mitad presentan un LES deÀnido en la edad adulta.
Su marcador serológico son los anticuerpos anti-Ro(SS-A),
presentes en el 60-70% de los casos.
173
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
INDUCIDO POR ANTIFACTOR
DE NECROSIS TUMORAL
El LES inducido por antifactor de necrosis tumoral (antiTNF) es raro; a diferencia del LES inducido por fármacos
cursa fundamentalmente con afectación del SNC, cutánea y
renal (Williams, 2009).
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
CON ANTICUERPOS ANTIFOSFOLÍPIDO
Véase el Capítulo 11.
LABORATORIO
O
O
O
Reactantes de fase aguda. La VSG está acelerada en las
fases de actividad de la enfermedad y constituye una
guía útil para el seguimiento del proceso y la respuesta
al tratamiento. La proteína C reactiva es normal, sólo
aumentaría en los casos de infección sobreañadida.
Alteraciones hematológicas. Anemia normocítica normocrómica habitual de los procesos inÁamatorios crónicos, leucopenia, linfopenia y trombocitopenia. La
hipergammaglobulinemia policlonal no es rara. El alargamiento del tiempo parcial de tromboplastina y la presencia de un test falsamente positivo para la síÀlis (en el
25% de los casos) deben hacer sospechar al clínico la
existencia de anticuerpos antifosfolípido.
Alteraciones inmunológicas. Los AAN se detectan en el
95% de los casos. Su negatividad obliga a dudar del
diagnóstico. El ADN bicatenario o nativo se detecta en
el 80% de casos y es un marcador de nefropatía y de
actividad de la enfermedad. Los anticuerpos anti-Sm (en
el 25% de los casos) son altamente especíÀcos de LES.
La positividad de los anticuerpos anti-RNP se relaciona
con un mejor pronóstico y la posibilidad de presentar
una enfermedad mixta del tejido conjuntivo. Los anticuerpos anti-Ro (SS-A) y anti-La (SS-B) suelen ser positivos en el LES con síndrome de Sjögren.
Los autoanticuerpos están presentes habitualmente muchos años antes del diagnóstico de LES. Su aparición
tiende a seguir un curso predecible, con una acumulación progresiva mientras los pacientes continúan todavía asintomáticos (Arbuckle, 2003).
La disminución de los componentes del complemento
C3, C4 y CH50 se correlaciona con la actividad de la
enfermedad, en especial con la presencia de nefropatía.
El factor reumatoide está presente en el 40% de casos,
pero no los anticuerpos péptidos citrulinados cíclicos,
especíÀcos de la artritis reumatoide (AR). Es habitual la
presencia de inmunocomplejos circulantes.
La determinación de las células LE, que algunos clínicos tienen prisa por «jubilar» sería útil en tres situacio-
174
O
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
nes: a) sospecha clínica de LES con AAN negativos; b)
pacientes que cumplen tres criterios del ACR, y c) pacientes con pleuritis en la que su determinación en el líquido pleural sería decisiva para el diagnóstico (Font,
1998).
Alteraciones del sedimento urinario. El estudio del sedimento de orina es decisivo para objetivar la presencia de
nefropatía. La proteinuria, la hematuria y la presencia
de cilindros celulares compuestos por hematíes o hemoglobina, de tipo granular, tubular o mixto, demuestran la
afectación renal.
DIAGNÓSTICO
Para diagnosticar a un paciente de LES, debe presentar en
cualquier momento de la evolución de la enfermedad cuatro
o más de los criterios propuestos por el ACR en 1997. Su
especiÀcidad y su sensibilidad son del 96% (tabla 10.12).
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
El retraso diagnóstico y en el inicio del tratamiento, así
como las complicaciones inherentes a éste son factores de
mal pronóstico en esta enfermedad. Un aspecto que en el
futuro permitirá aumentar la supervivencia de estos pacientes radica en mejorar las pautas de administración de los
fármacos que empleamos, además de la introducción de
nuevos fármacos más efectivos y menos tóxicos. Es necesario, además, prevenir la arteriosclerosis precoz y los fenómenos trombóticos (Cervera, 2003).
La afectación neuropsiquiátrica y la nefropatía son las
principales causas de muerte, junto con las infecciones
(Chambers, 2009) y las complicaciones vasculares debidas
a la arteriosclerosis precoz. La coexistencia de un síndrome
antifosfolípido posee un impacto negativo en la supervivencia de los enfermos con lupus. Actualmente la supervivencia de los pacientes con LES a los 10 años de evolución
de la enfermedad es del 90%.
El reto para los próximos años es mejorar la calidad de
vida de los pacientes y reducir su mortalidad, dado que hoy
día es tres-cuatro veces superior a la esperable en una población de edad y sexo similares.
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
Y EMBARAZO
Es aconsejable que las pacientes con LES no se queden embarazadas en períodos de actividad de la enfermedad, puesto que el embarazo aumenta la actividad lúpica: 2 de cada 3
pacientes presentan una reagudización leve o moderada, habitualmente articular o cutánea, durante el embarazo o en
las 8 semanas posteriores al parto.
La morbimortalidad fetal es alta (con un 40% de pérdidas fetales) en los casos que presentan nefropatía lúpica du-
Tabla 10.12. Criterios de clasificación del lupus
eritematoso sistémico
Exantema malar
Eritema fijo plano o elevado sobre las eminencias malares
que respeta los surcos nasogenianos
Lupus discoide
Placas eritematosas elevadas con escamas queratósicas
adherentes y tapones foliculares con eventual presencia de
cicatrices atróficas en lesiones antiguas
Fotosensibilidad
Erupción cutánea como reacción anómala a la luz solar,
obtenida por anamnesis o exploración física
Úlceras indoloras
Orales o nasofaríngeas objetivadas por un médico
Artritis
No erosiva en dos o más articulaciones periféricas
Serositis
Pleuritis: presencia de dolor pleurítico, roce pleural o
derrame pleural
Pericarditis: presencia de roce pericárdico, derrame
pericárdico y ECG compatible
Afectación renal
Proteinuria > 500 mg/24 h o superior a 3 cruces si no se
cuantifica, o cilindros celulares compuestos por hematíes
o hemoglobina, de tipo granular, tubular o mixto
Afectación neurológica
Convulsiones o psicosis que no pueden ser explicadas por
otras causas
Afectación hematológica
Anemia hemolítica, leucopenia inferior a 4.000 en, al
menos, dos determinaciones
Linfopenia inferior a 1.500 en, al menos, dos
determinaciones
Trombopenia inferior a 100.000 en ausencia de fármacos
Alteraciones inmunológicas
Anti-ADN nativo a títulos positivos o anti-Sm positivos o
anticuerpos antifosfolípido positivos: anticardiolipina,
anticoagulante lúpico y/o serología luética falsamente
positiva durante 6 meses, confirmada mediante la
inmovilización de Treponema pallidum o la absorción del
anticuerpo treponémico por inmunofluorescencia
Anticuerpos antinucleares
Positivos en cualquier momento de la enfermedad en
ausencia de fármacos inductores de LES
LES: lupus eritematoso sistémico.
rante la gestación. La nefropatía lúpica previa no contraindica el embarazo.
Discriminar un brote de nefritis lúpica de una preeclampsia es difícil, puesto que no existe prueba diagnóstica
alguna. La presencia de cilindros en el sedimento urinario,
títulos altos de anti-ADN, valores bajos de C3 y C4 y ausen-
Capítulo | 10 Lupus eritematoso sistémico
cia de hipertensión orientan hacia el diagnóstico de nefritis
lúpica.
Los anticonceptivos orales no aumentan el riesgo de
brotes cuando la enfermedad se encuentra estabilizada (Petri, 2005).
En la tabla 10.13 se exponen las medicaciones que pueden utilizarse y las que no pueden emplearse durante el embarazo.
TRATAMIENTO
RÉGIMEN DE VIDA
De entrada, se informará al paciente de que es portador de
una enfermedad crónica que evoluciona a brotes (un 40%
de los casos de LES presentan una remisión espontánea),
con una buena respuesta a la medicación. Con ello lograremos dos objetivos: ganarnos su conÀanza y anular su angustia. Se le avisará del peligro que presupone el abandono de
la medicación, en especial parar de forma brusca la administración del tratamiento con corticoides.
Se indicará reposo absoluto en cama en los brotes de la
enfermedad; fuera de éstos, y según la situación clínica, se
prolongará el descanso nocturno (alrededor de 10 horas) y
se propondrá un pequeño descanso al mediodía, de una-2
horas.
La dieta debe ser equilibrada, de acuerdo con el perÀl
metabólico del paciente. Están indicadas las estatinas para
mantener un colesterol LDL inferior a 100 mg/dl. La hipertensión arterial se controla con inhibidores de la enzima
conversiva de la angiotensina (IECA) y/o antagonistas de
los receptores de la angiotensina (ARA II).
Debe suspenderse el hábito tabáquico y prestar especial
atención a todas aquellas situaciones que pueden reactivar
la enfermedad, como el embarazo, las intervenciones quirúrgicas o las infecciones, y deben mantenerse las vacunaciones habituales.
175
Durante las fases de actividad se evitará la exposición a
los rayos ultravioleta, ya sea de forma directa o indirecta
(agua, arena, nieve, aparatos de bronceado o tubos Áuorescentes). Hay que evitar la exposición solar entre las 12 y las
16 horas. De todos modos, si el paciente gusta de la vida al
aire libre no se le privará de dicha situación, aconsejándole
que use sombrero o gorra, camisas de manga larga y cremas
de protección solar, con un factor de protección superior a
30. Las cremas se han de aplicar una hora antes de la exposición solar y después del baño o de una sudoración profusa.
Es aconsejable el uso de gafas oscuras en los pacientes en
tratamiento con hidroxicloroquina. Deben evitarse en lo posible los anticonceptivos, el tratamiento hormonal sustitutivo y las medicaciones responsables de fotosensibilidad (tabla 10.14).
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
Afectación cutánea
Debe realizarse la aplicación tópica dos veces al día de triamcinolona, excepto en la cara, donde se aplicarán preparados
de cortisona con el Àn de evitar lesiones atróÀcas.
Si a las 2 semanas no hay respuesta, se asociará hidroxicloroquina. En caso de mala respuesta a las pautas anteriores hay que añadir prednisona a dosis de 0,5 mg/kg/día.
Una alternativa a las pautas anteriores es la talidomida a
dosis de 25-50 mg/día, fármaco no comercializado en España, que obliga a adoptar las precauciones que se detallan en
la tabla 10.15.
En caso de vasculitis, debe administrarse prednisona a
dosis de 1 mg/kg/día.
Tabla 10.14. Fármacos que producen fotosensibilidad
AINE: aspirina, piroxicam
Cardiovasculares: nifedipino, metildopa, amiodarona
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Diuréticos: hidroclorotiacida, furosemida
Tabla 10.13. Lupus eritematoso sistémico y embarazo.
Medicación
Antidiabéticos: sulfonilureas
Antimicrobianos: doxiciclina, griseofulvina, ácido nalidíxico,
quinolonas, trimetoprima/sulfametoxazol, sulfasalazina
Medicación que SÍ
puede utilizarse
Medicación que NO
puede utilizarse
Preparados polivitamínicos
Ciclofosfamida
Dosis bajas de aspirina
Micofenolato de mofetilo
Hidroxicloroquina
Metotrexato
Ansiolíticos/antipsicóticos: benzodiacepinas, haloperidol,
fenotiazinas
Prednisona < 20 mg/día
Leflunomida
Oftalmológicos: pilocarpina, fluoresceína
Azatioprina
a
Condrodisplasia punctata.
Warfarina
a
Antineoplásicos: 5-fluorouracilo, metotrexato, vinblastina
Antidepresivos: amitriptilina, imipramina, nortriptilina
Otros: sales de oro, psoralenos
AINE: antiinflamatorios no esteroideos.
176
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 10.15. Tratamiento con talidomida
Medicación de uso compasivo (uso hospitalario)
Tabla 10.16. Medidas a seguir en el tratamiento
del lupus eritematoso sistémico
Consentimiento informado
Usar las menores dosis posibles de corticoides y a días alternos
Prueba de embarazo previa al tratamiento
Utilización de AINE, hidroxicloroquina, metotrexato y
azatioprina que permiten el «ahorro» de corticoides
Contracepción eficaz y real. El preservativo es imperativo,
puesto que la talidomida se elimina por el semen
Iniciar el tratamiento a dosis bajas
Efectos secundarios mayores: teratogenicidad y polineuritis
sensitivomotora, que obliga a practicar un EMG cada 6
meses y suspender el fármaco, en caso de polineuritis
Efectos secundarios menores: estreñimiento, amenorrea,
aumento de peso y sedación
EMG: electromiograma.
Afectación reumatológica
La indometacina a dosis de 100-150 mg/día es, según nuestro
criterio, el AINE de elección, para controlar la afectación articular y la Àebre, junto con la hidroxicloroquina. Si transcurridas 2 semanas no hay respuesta, asociamos 5 mg de prednisona
o 4 mg de prednisolona. Si la afectación articular es persistente
hay que añadir metotrexato a dosis de 7,5-15 mg semanales.
La proÀlaxis de la osteoporosis con calcio (1 g/día) y
vitamina D (400-800 U/24 h) es obligada en los pacientes
con tratamiento esteroideo.
En el caso de miositis, debe administrarse prednisona a
dosis de 0,5 mg/día hasta conseguir mantener las enzimas
musculares dentro de la normalidad.
Uso sistemático de omeprazol cuando se utilizan AINE y de
calcio, vitamina D y bisfofonatos cuando se prescriban
corticoides
Vigilancia activa ante la aparición de infecciones,
especialmente tuberculosis e infecciones oportunistas
Control estricto de la HTA con hipotensores y de la dislipemia
con atorvastatina Cuanto menor es la actividad clínica, más
bajo es el perfil lipídico
Empleo de pautas reducidas de ciclofosfamida para el
tratamiento de la nefropatía lúpica
Utilización de agonistas sintéticos de la hormona liberadora de
gonadotropina en las mujeres jóvenes que requieren
ciclofosfamida
Uso de gammaglobulinas intravenosas como alternativa a dosis
altas de corticoides o citostáticos intravenosos en las
situaciones de riesgo vital
AINE: antiinflamatorios no esteroideos; HTA: hipertensión arterial.
Afectación hematológica
En caso de anemia hemolítica o trombocitopenia, debe administrarse 1 mg/kg/día de prednisona durante 3 semanas;
si no hay respuesta, hay que iniciar bolos de prednisolona,
danazol o rituximab, y plantearse una esplenectomía.
Afectación neurológica
En este caso debe administrarse prednisolona en forma de
bolo (en 15 s como mínimo) y posteriormente asociar 1 mg/
kg/día de prednisona. En caso de necesitar dosis altas de
corticoides hay que añadir bolos de ciclofosfamida.
Afectación psiquiátrica
Debe realizarse el tratamiento psiquiátrico especíÀco.
Afectación pulmonar
Hay que administrar AINE; si no hay respuesta, a las 72
horas debe añadirse prednisona a dosis de 1 mg/kg/día, junto con salmeterol o formoterol. Pueden ser necesarios los
bolos de prednisolona y ciclofosfamida.
Afectación cardíaca
En caso de miocarditis, debe administrarse prednisona a dosis de 1 mg/kg/día.
Afectación renal
El tratamiento de la nefropatía lúpica depende del patrón
morfológico observado en la anatomía patológica. Se compone de una primera fase inducción de la remisión y de una
segunda fase de mantenimiento de ésta. La nefropatía lúpica se encuentra en remisión cuando la proteinuria se reduce
por debajo de 1 g/día y se normalizan la función renal, el
sedimento de orina, el complemento y el anti-ADN.
El tratamiento inmunodepresor incluye prednisona a dosis de 1 mg/kg/día, micofenolato de mofetilo (2 g/día), bolos de ciclofosfamida (750 mg/m2), ciclosporina, azatioprina, rituximab e inmunoglobulinas intravenosas.
Algunos autores consideran que el micofenolato de mofetilo es más eÀcaz que la ciclofosfamida intravenosa en la
inducción de la remisión de la nefritis lúpica (Ginzler,
2005). En el caso de insuÀciencia renal crónica terminal,
deben programarse hemodiálisis y trasplante renal.
Recientemente, al igual que ocurre con la AR, se están
introduciendo en el LES los tratamientos biológicos, en es-
Capítulo | 10 Lupus eritematoso sistémico
177
Tabla 10.17. Resumen de los tratamientos en el lupus eritematosos sistémico
Fármacos
Indicación
Toxicidad
AINE
Artritis, serositis
Digestiva
Hidroxicloroquina
Artritis, afectación cutánea, prevención de brotes
Retinopatía, náuseas, erupción cutánea
Corticoides
Tratamiento estándar.
Afectación de órganos
Osteoporosis, infecciones, etc.
Talidomida
Afectación cutánea que no responde a otros tratamientos
Teratógena. Polineuritis sensitivomotora
Dapsona
Afectación cutánea
Anemia, erupción cutánea, hepatopatía
Ciclofosfamida
Afectación de órganos
Infertilidad, hemorragia vesical
Azatioprina
Afectación de órganos
Infección, hepatopatía
Metotrexato
Artritis que no responde a AINE o corticoides
Hepatotoxicidad
Ciclosporina
Afectación de órganos
Nefrotoxicidad, HTA
AINE: antiinflamatorios no esteroideos; HTA: hipertensión arterial.
pecial el rituximab para la afectación del SNC (Espinosa,
2007), aunque se han descrito casos de leucoencefalopatía
multifocal progresiva grave tras su administración.
Las medidas terapéuticas que el clínico debería tener
presentes en el tratamiento del LES se exponen en las tablas
10.16 y 10.17.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CÓDIGOS CIE-10
M32/32.1
LES/LES con afectación sistémica u orgánica
M32.0
LES inducido por fármacos
I39
Endocarditis de Libman-Sacks
I32.8
Pericarditis lúpica
J99.1
Afectación pleuropulmonar en el LES
N08
Afectación glomerular en el LESN16
Afectación túbulo-intersticial en el LES
M32.8
Otras formas de LES
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
American College of Rheumatology. Nomenclature and case deÀnitions
for neuropsychiatric lupus syndromes. Arthritis Rheum 1999;42:599608.
American College of Rheumatology. Response criteria for proliferative
and membranous renal disease in systemic lupus erythematosus. Clinical Trials. Arthritis Rheum 2006;54:421-32.
Bertsias G, Ioannidis JPA, Boletis J, Bombardieri S, Cervera R, Dostal C,
et al. EULAR recommendations for the management of systemic lu-
pus erythematosus. Report of a task force of the EULAR standing
committee for international clinical studies including therapeutics.
Ann Rheum Dis 2008;67:195-205.
Cervera R, Khamashta MA, Font J, Sebastiani GD, Gil A, Lavilla P, et al.
Systemic lupus erythematosus: Clinical and immunological patterns
of disease expression in a cohort of 1,000 patients. Medicine (Baltimore) 1993;72:113-24.
Cervera R, Font J. Perspectivas terapéuticas en el lupus eritematoso sistémico. Med Clin (Barc) 2004;123:540-2.
Duró JC. Lupus eritematoso sistémico. En: Rotés J (ed.). Reumatología
Cliníca. Barcelona: Espaxs, 1983; 98-107.
Espinosa G, Cervera R. Papel de los fármacos biológicos en el tratamiento
de las enfermedades autoinmunes. Med Clin (Barc) 2007;128:
456-7.
Lupus. Special issue. Old treatment-New treatment. Lupus 2001;10:135248.
Rahman A, Isenberg DA. Systemic lupus erythematosus. N Engl J Med
2008;358:929-39.
Wallace DJ, Hahn BH. Dubois’s lupus erythematosus (7.a ed.). Baltimore:
Lippincott Williams & Wilkins, 2007.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Arbuckle MR, McClain MT, Rubertone MV, ScoÀeld RH, Dennis GJ, James JA, Harley JB. Development of autoantibodies before the clinical
onset of systemic lupus erythematosus. N Eng J Med 2003;349:152633.
Balow JE. Clinical presentation and monitoring of lupus nephritis. Lupus
2005;14:25-30.
Bannwarth B. Drug induced musculoskeletal disorders. Drug Saf
2007;30:27-46.
Bernatsky S, Ramsey R, Isenberg DA, Rahman A, Dooley MA, Sibley J, et
al. Hodgkin lymphoma in systemic lupus erythematosus. Rheumatology 2007;46:830-2.
Birnbaum J, Petri M, Thompson R, Izbuda K, Kerr D. Distinct subtypes of
mielitis in systemic lupus erythemtosus. Artrhritis Rheum 2009;60:
3378-87.
Chambers SA, Allen E, Rahman A, Isenberg D. Damage and mortality in a
group of British patients with systemic lupus erythematosus followed
up for over 10 years. Rheumatology 2009;48:673-5.
178
Chowdhary V, CRowson CS, Poterucha JJ, Moder KG. Liver involvement
in systemic lupus erythematosus: Case review of 40 patients. J Rheumatol 2008;35:2159-64.
Duró JC. Lupus eritematoso sistémico. En: Rotés J (ed.). Reumatología
Clínica (1.a ed.). Barcelona: Espaxs, 1983; 98-107.
Font J, Pallarés L, Cervera R, et al. Systemic lupus erythamtosus in the
elderly: Clinical and immunological characteristics. Ann Rheum Dis
1991;50:702-5.
Font J, Cervera R, Navarro M, Pallarés L, López-Soto A, Vivancos J, et al.
Systemis lupus erythematosus in men: clinical and immunological
characteristics. Ann Rheum Dis 1992;51:1050-52.
Font J, Cervera R, Espinosa G, Pallarés L, Ramos M, Jiménez S, et al. SLE
in childhood: analysis of clinical and immunological Àndings in 34
patients and comparison with SLE characteristics in adults. Ann
Rheum Dis 1998; 57: 456-59.
Font J, Cervera R. Cincuenta años de células LE: ¿Es la hora de su jubilación? Med Clin (Barc) 1998;111:737-8.
Garton MJ, Isenberg DA. Clinical features of lupus myositis versus idiophatic myositis: a review of 30 cases. Br J Rheumatol 1997;36:1067-74.
Ginzler EM, Dooley MA, Aranow C, Kim MY, Buyon J, Merrill JT, et al.
Mycophenolate mofetil or intravenous cyclophosphamide for lupus
nephritis. N Engl J Med 2005;353:2219-28.
Gumá M, Olivé A, Roca J, Forcada J, Duró JC, Holgado S, et al. Association of systemic lupus erythematosus and hypermobility. Ann Rhem
Dis 2002;61:1024-6.
Hanly JG, Urowitz MB, Sánchez-Guerrero J, Bae SC, Gordon C, Wallace
DJ, et al. Neuropsychiatric events at the time of diagnosis of systemic
lupus erythematosus. Arthritis Rheum 2007;56:265-73.
Jennekens FGI, Kater L.The central nervous system in systemic lupus
erythematosus. Part I. Clinical syndromes: a literature investigation.
Rheumatology 2002;41:605-18.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Jennekens FGI, Kater L.The central nervous system in systemic lupus
erythematosus. Part II. Pathogenetic mechanisms of clinical syndromes: A literature investigation. Rheumatology 2002;41:619-30.
Jiménez S, Font J, Ingelmo M. Lupus eritematoso sistémico y enfermedad
cardiovascular. Med Clin (Barc) 2002;119:699-706.
Molloy ES, Calabrese LH. Progressive multifocal leukoencephalopathy.
Arthritis Rheum 2009;60:3761-5.
Petri M, Kim MY, Kalunian KC, Grosman J, Hahn B, Sammaritano LR, et
al.Combined oral contraceptives in women with systemic lupus
erythematosus. N Engl J Med 2005;353:2550-8.
Ramos M, Font J, García-Carrasco M, Cervera R, Jiménez S, Trejo O, et
al. Hepatitis C virus infection mimicking systemic lupus erythematosus. Arthritis Rheum 2000;43:2801-6.
Ruiz-Irastorza G, Egurbide MV, Olivares N, Martínez-Berriotxoa, Aguirre C. Vitamin D deÀciency in systemic lupus erythematosus: prevalence, predictors and clinical consequences. Rheumatology 2008;47:
920-3.
Shoenfeld N, Agmon N, Flitman I, Paran D, Porat B, Kivity S, et al. The
sense of smell in systemic lupus erythematosus. Arthritis Rheum
2009;60:1484-7.
Sivaraj RR, Durrani OM, Denniston AK, Murray PI, Gordon C. Ocular
manifestations of systemic lupus erythemtosus. Rheumatology 2007;
46:1757-62.
Sultan SM, Ioannou Y, Isenberg DA. A review of gastrointestinal manifestations of systemic lupus erythematosus. Rheumatology 1999;38:91732.
Sultan SM, Ioannou Y, Isenberg DA. Is there an association of malignancy
with systemic lupus erythematosus? An analysis of 276 patients under
long-term review. Rheumatology 2000;39:1147-52.
Williams EL, Gadola S, Edwards CJ. Anti-TNF induced lupus. Rheumatology 2009;48:716-20.
Capítulo 11
Síndrome antifosfolipídico
Síndrome antifosfolipídico
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clasificación
Clínica
– Manifestaciones vasculares
– Manifestaciones obstétricas
– Manifestaciones hematológicas
– Manifestaciones neurológicas
– Manifestaciones cutáneas
– Manifestaciones digestivas
– Manifestaciones cardíacas
– Manifestaciones reumatológicas
– Manifestaciones renales
Laboratorio
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
DEFINICIÓN
El síndrome antifosfolípidico (SAF) o síndrome de Hughes16, es una enfermedad autoinmune sistémica crónica caracterizada por un estado de hipercoagulabilidad con episodios de trombosis arteriales o venosas y pérdidas fetales
recurrentes en presencia de anticuerpos antifosfolípidos
(AAF).
16. Graham R.V. Hughes. Reumatólogo inglés contemporáneo.
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
EPIDEMIOLOGÍA
La incidencia del SAF es de 5 casos nuevos por 100.000
habitantes y año, y su prevalencia de unos 40 casos por
100.000 habitantes. Es más frecuente en mujeres (80%),
con una relación 5:1. Puede aparecer en cualquier edad,
pero es más habitual entre los 20 y los 40 años. No obstante,
muchos casos permanecen todavía sin diagnosticar. Se calcula que 1 de cada 2.500 españoles padece SAF.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la enfermedad se desconoce. Se cree
que los AAF producen los fenómenos trombóticos al interaccionar con los fosfolípidos unidos a las proteínas existentes en las membranas de las plaquetas y de las células
endoteliales. El descubrimiento durante la pasada década de
que los AAF requerían para esta unión la presencia de cofactores proteicos para desarrollar su acción, llevó al descubrimiento de varias proteínas que efectuaban dicha función.
Entre ellas se encuentra la beta-2-glucoproteína, proteína
que contiene fosfolípidos en su estructura y que posee una
potente acción anticoagulante. Esta proteína es un inhibidor
de la agregación plaquetaria y de la vía intrínseca de la coagulación sanguínea (Font, 2002). Recientemente se ha involucrado su posible origen infeccioso (Blank, 2004).
CLASIFICACIÓN
El SAF puede ser primario o secundario a otra enfermedad
autoinmune sistémica, habitualmente el lupus eritematoso sistémico (LES), donde aparece hasta en un 25% de pacientes.
En la tabla 11.1 se expone la clasiÀcación del SAF y en la tabla 11.2, los criterios de sospecha del SAF asociado a LES.
179
180
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 11.1. Clasificación del síndrome antifosfolípidico
Primario
Seropositivo: AAF positivos
Seronegativo: AAF negativos (Hughes, 2003)
Secundario
Asociado al LES
AAF: anticuerpos antifosfolípido; LES: lupus eritematoso sistémico; SAF:
síndrome antifosfolípidico.
CLÍNICA
MANIFESTACIONES VASCULARES
Los fenómenos trombóticos más frecuentes son las trombosis venosas profundas en las extremidades inferiores que a
menudo se complican con tromboembolias pulmonares
(¡síndrome de la clase turista: tromboembolismo pulmonar
tras viajes transoceánicos!) e hipertensión pulmonar.
Siguen en frecuencia las trombosis arteriales cerebrales
que se maniÀestan en forma de accidentes vasculocerebral
agudos o recidivantes. En realidad, pueden aparecer trombosis en cualquier territorio vascular. Histológicamente no
hay evidencia de inÀltrado inÁamatorio, ya que la oclusión
vascular no se debe a vasculitis.
MANIFESTACIONES OBSTÉTRICAS
El 55% de las pacientes con SAF presentan pérdidas fetales. A
diferencia de las pérdidas fetales que se presentan en la población general, que suelen producirse durante el primer trimestre,
en el SAF un 30% se producen en el segundo o en el tercer
trimestres y un 40% a posteriori. Se atribuyen a trombosis de
los vasos placentarios o fetales. Recibe el nombre de aborto la
pérdida fetal antes de la semana 12 y llamamos muerte fetal a
la pérdida fetal a partir de la semana 12. En la tabla 11.3 se
detallan los términos obstétricos que el clínico debe conocer.
Tabla 11.2. Criterios de sospecha de síndrome
antifosfolípidico asociado con lupus eritematoso
sistémico
Criterios clínicos
Artritis
Eritema malar «en vespertilio»
Lesiones cutáneas discoides
Úlceras orales o faríngeas, excepto ulceración del septo
nasal
Pleuritis en ausencia de tromboembolismo pulmonar
o insuficiencia cardíaca
Pericarditis en ausencia de uremia o de infarto de miocardio
Criterios biológicos
Proteinuria persistente (> 0,5 g/día) debida a
glomerulonefritis por inmunocomplejos confirmada
por biopsia renal
Linfopenia < 1.000/μl
Anticuerpos antinucleares > 1/320
Anticuerpos anti-ADN
Anticuerpos anti-ENA
Fármacos inductores de LES
LES: lupus eritematosos sistémico; ENA: antígenos nucleares extraíbles.
Tabla 11.3. Términos obstétricos
Período preembrionario: desde la concepción hasta la cuarta
semana
Período embrionario: de la quinta a la novena semanas
(organogénesis)
Período fetal: a partir de la décima semana (crecimiento fetal
y diferenciación)
Aborto: antes de la semana 12 (inclusive)
Muerte fetal: a partir de la semana 12
Parto a término: a partir de la semana 37 (inclusive)
Parto pretérmino: antes de la semana 37
Primer trimestre: hasta la semana 13
MANIFESTACIONES HEMATOLÓGICAS
Segundo trimestre: de la semana 14 a la 27
Las alteraciones hematológicas más frecuentes asociadas a
los AAF son la trombocitopenia y la anemia hemolítica autoinmune. La prevalencia de la trombocitopenia en el SAF
es superior al 20% y habitualmente no requiere tratamiento.
En ocasiones puede ser la manifestación inicial del síndrome. Algunos pacientes con SAF presentan una anemia hemolítica microangiopática recidivante con presencia de esquistocitos en sangre periférica.
Tercer trimestre: desde la semana 28
MANIFESTACIONES NEUROLÓGICAS
La cefalea, migrañosa o no migrañosa, es el síntoma más
frecuente en los pacientes con SAF. La disfunción cogniti-
Puerperio: 8 semanas posteriores al parto
va varía entre la demencia multiinfarto y los déÀcits cognitivos aislados, en forma de pérdidas esporádicas de memoria. Ante todo individuo joven con deterioro cognitivo
es obligado solicitar AAF, tomografía computarizada (TC)
y resonancia magnética (RM) craneal. La epilepsia de probable origen isquémico y rebelde al tratamiento obliga al
clínico a solicitar los AAF (un 15% de epilépticos presentan AAF).
Capítulo | 11 Síndrome antifosfolipídico
La isquemia cerebral es la manifestación trombótica arterial más frecuente en el SAF y la segunda manifestación
clínica más frecuente en el SAF primario tras la trombosis
venosa profunda. El territorio cerebral afectado habitualmente es el de la arteria cerebral media. La aparición de un
AVC en una persona joven (un 20% de AVC en pacientes
menores de 45 años tendrían esta etiología) obliga a descartar un SAF. Los émbolos cardíacos también pueden ser causa de isquemia cerebral; un tercio de los pacientes con SAF
presentan un ecocardiograma anormal.
La existencia de corea se ha descrito tanto en el SAF
primario como en el secundario y los pacientes con LES y
mielitis transversa presentan una mayor prevalencia de
AAF.
Los síntomas producidos por el SAF pueden ser similares a los de una esclerosis múltiple; por ello, la determinación de AAF debería ser obligada en todos los pacientes con
posible esclerosis múltiple. La historia de trombosis y pérdidas fetales, la localización anómala de lesiones en la RM
craneal y la respuesta al tratamiento anticoagulante son datos a favor de la existencia de un SAF.
Hipertensión intracraneal idiopática, conocida como
seudotumor cerebri, es la expresión utilizada para designar
un aumento de la presión intracraneal no debida a lesiones
ocupantes de espacio, obstrucciones del líquido cefalorraquídeo (LCR) o anomalías estructurales. El término «idiopático» implica la exclusión de la trombosis del seno cavernoso. Se asocia con AAF y puede ser el primer síntoma de
SAF.
Diversos autores han descrito la neuritis óptica, la sordera neurosensorial y el síndrome de Guillain-Barré como
manifestaciones neurológicas del SAF.
En resumen, la presencia de síntomas neurológicos atípicos o rebeldes al tratamiento, asociados con enfermedades autoinmunes sistémicas obliga al clínico a sospechar
un SAF, especialmente en individuos jóvenes (Sanna,
2003).
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
MANIFESTACIONES CUTÁNEAS
Las manifestaciones cutáneas suelen ser la primera manifestación clínica en el SAF. La livedo reticularis es la manifestación cutánea más frecuente; se caracteriza por la aparición de un veteado amoratado que dibuja una red de mallas
más o menos amplias, en cuyo interior la piel tiene un color
normal. Se presenta por lo general en la cara anterior de
piernas y brazos. Se distinguen cuatro tipos: Àsiológica, primaria, idiopática y la inducida por amantadina, antivírico
sintético empleado en el tratamiento de la enfermedad de
Parkinson.
La livedo reticularis ÀVLROyJLFD denominada cutis marmorata cuando es desencadenada por el frío, suele ser transitoria. La livedo reticularis primaria presenta un curso
Áuctuante y está relacionada con la temperatura. La livedo
181
reticularis idiopática es persistente y suele tratarse, en la
mayoría de los pacientes, del primer síntoma, que precede
en años a la aparición de un SAF.
Otras manifestaciones cutáneas son úlceras, lesiones
seudovasculíticas y anetodermia (fragmentación y posterior
desaparición de las Àbras elásticas, en la dermis).
La livedo racemosa es una variedad de livedo reticularis, que adquiere el aspecto de círculos rotos e irregulares
y es de localización más generalizada, en extremidades y
tronco. Es un signo típico del síndrome de Sneddon (arteriopatía no inÁamatoria, hiperplasia de la íntima, de vasos
cerebrales de mediano calibre en mujeres jóvenes), pero
puede aparecer en el LES, en el SAF y en otras entidades.
En la bibliografía médica ambos términos se usan indistintamente.
En la tabla 11.4 se describen las causas más frecuentes
de livedo reticularis.
MANIFESTACIONES DIGESTIVAS
Las manifestaciones digestivas del SAF son infrecuentes.
Se han descrito trombosis de la vena porta y trombosis de
las venas suprahepáticas (actualmente el SAF se considera
una de las causas más frecuentes del síndrome de Budd-
Tabla 11.4. Causas más frecuentes de livedo reticularis
Enfermedades autoinmunes sistémicas
Vasculitis de vasos de mediano calibre: poliarteritis nudosa,
vasculitis asociada con ANCA, crioglobulinemia
SAF
LES
Hemopatías
Anemia perniciosa
Síndrome de Sneddon
Mieloma múltiple
Criofibrinogenemia
Policitemia vera
Trombocitopenia esencial
Cardiopatías
Mixoma auricular
Embolia séptica
Embolia por colesterol
Neoplasias
Hipernefroma
Linfoma
Micosis fungoide
Endocrinopatías
Síndrome carcinoide
Hipotiroidismo
Feocromocitoma
ANCA: anticuerpos anticitoplasma del neutrófilo; SAF: síndrome
antifosfolipídico; LES: lupus eritematoso sistémico.
182
Chiari) e isquemia intestinal. También se han descrito infartos hepáticos e hiperplasia nodular regenerativa, y lesiones
esplénicas, pancreáticas y suprarrenales; en la actualidad el
SAF es una de las causas más frecuentes de enfermedad de
Addison.
MANIFESTACIONES CARDÍACAS
Las manifestaciones cardíacas del SAF incluyen trombosis
arteriales, infarto agudo de miocardio (IAM) (en entre un 5 y
un 15% de pacientes jóvenes con IAM se detectan AAF),
formación de trombos intracardíacos, lesiones valvulares en
forma de engrosamiento de las valvas y vegetaciones (endocarditis trombótica no bacteriana de Libman-Sacks) que suelen provocar estenosis o insuÀciencia valvular, habitualmente
mitral (prevalencia del 30%), disfunción ventricular e hipertensión pulmonar (en el 3% de casos). Habitualmente las lesiones valvulares no tienen repercusión hemodinámica.
MANIFESTACIONES REUMATOLÓGICAS
Las artralgias son la manifestación reumatológica más frecuente en el SAF, seguidas de la osteonecrosis, especialmente en pacientes no tratados con corticoides. La presencia
de artritis es un dato clínico de sospecha de SAF asociado
con LES.
MANIFESTACIONES RENALES
La afectación renal en el SAF es un hallazgo frecuente. Todas las estructuras vasculares renales pueden verse afectadas. Clínicamente esta afectación se maniÀesta en forma
de proteinuria, hematuria, hipertensión arterial maligna,
síndrome nefrótico e insuÀciencia renal. La nefropatía del
SAF se caracteriza por trombosis de la arteria o de la vena
renal, trombosis de los capilares glomerulares, microangiopatía trombótica e insuÀciencia renal terminal. Por desgracia, el riesgo de trombosis renal en enfermos sometidos a un
trasplante es muy alto.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
2. Enzimoinmunoanálisis (ELISA) empleando cardiolipina como antígeno. Este método es el más estandarizado
para detectar AAF y permite la caracterización de los
isotipos IgG e IgM, así como la cuantiÀcación de sus
títulos. El isotipo IgG es el que se asocia con más frecuencia con la aparición de trombosis.
3. $QWLFRDJXODQWHO~SLFR que mide la capacidad funcional
que tienen los AAF para prolongar in vitro los tiempos
de coagulación. Se determina mediante pruebas coagulométricas. A partir de un plasma pobre en plaquetas se
realizan las siguientes pruebas coagulométricas: tiempo
de cefalina, tiempo de inhibición de la tromboplastina y
tiempo del veneno de víbora de Russell. En caso de alargamiento de alguna de ellas, se intenta su corrección con
plasma normal o añadiendo fosfolípidos. La determinación del anticoagulante lúpico debe realizarse antes del
tratamiento anticoagulante, ya que éste interÀere en las
pruebas coagulométricas.
4. $QWLFXHUSRV EHWDJOXFRSURWHtQD Se determinan por
técnica de ELISA. La beta-2-glucoproteína está considerada un anticoagulante natural, ya que inhibe la activación de la vía intrínseca de la coagulación, la conversión
de protrombina en trombina y la agregación plaquetaria.
Debe solicitarse siempre en dos situaciones:
a) En pacientes con anticuerpos anticardiolipina y anticoagulante lúpico positivos sin historia de trombosis,
ya que la presencia de estos anticuerpos incrementa
el riesgo trombótico.
b) En pacientes con sospecha de SAF y con anticuerpos
anticardiolipina y anticoagulante lúpico negativos.
Ante la sospecha clínica del SAF es imperativo determinar simultáneamente los anticuerpos anticardiolipina, el anticoagulante lúpico y los anticuerpos beta-2-glucoproteína.
En la tabla 11.5 se exponen las diversas situaciones en las
que el clínico debe sospechar un SAF y en la tabla 11.6,
las enfermedades en las que se han detectado AAF.
DIAGNÓSTICO
LABORATORIO
El diagnóstico se basa en el cumplimiento de una serie de
criterios clínicos y biológicos (tabla 11.7).
Los marcadores serológicos del SAF son los AAF. Éstos
son inmunoglobulinas de la clase IgG, IgM o IgA dirigidos
contra complejos proteína-fosfolípidos de la membrana celular. Se detectan mediante:
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
1. 3UXHEDVUHDJtQLFDV por una serología luética falsamente positiva. La reacción de Wasserman y su derivado, la
prueba VDRL, contienen una mezcla de colesterol, lecitina y cardiolipina como antígeno, por lo que algunos
pacientes con AAF pueden presentar una serología luética falsamente positiva. Esta determinación hoy día no
se utiliza por su escasa sensibilidad.
El SAF tiene un alto riesgo de trombosis de repetición, episodios de isquemia cerebral transitoria, trombosis venosas profundas y embolismo pulmonar que disminuyen con la anticoagulación prolongada. El aborto y los partos prematuros son
las complicaciones obstétricas más frecuentes, aunque el tratamiento durante el embarazo con ácido acetilsalicílico asociado
con heparina reduce el índice de pérdidas fetales. Las principales causas de muerte en estos pacientes son las infecciones bacterianas, el infarto de miocardio y los AVC (Cervera, 2009).
Capítulo | 11 Síndrome antifosfolipídico
183
Tabla 11.5. Sospecha clínica de un síndrome
antifosfolipídico
Tabla 11.6. Enfermedades en las que se han detectado
anticuerpos antifosfolípido
Pacientes con fenómenos trombóticos arteriales o venosos
indicativos de trombofilia
Antecedentes familiares de fenómenos trombóticos
Trombosis arterial o venosa en un paciente menor
de 50 años
Trombosis arterial en paciente mayor de 50 años sin factores
de riesgo vascular
Trombosis arterial o venosa recurrente y sin causa
desencadenante clara
Trombosis arterial y venosa combinadas
Cualquier trombosis, excepto la venosa en extremidades
inferiores
Enfermedades autoinmunes
LES
LES inducido por fármacos
Enfermedad mixta del tejido conjuntivo
Dermatomiositis
Vasculits
Síndrome de Sjögren
Anemia hemolítica autoinmune
Púrpura trombótica trombocitopénica
Púrpura trombocitopénica idiopática
Tiroiditis de Hashimoto
Miastenia grave
Pacientes con dos o más abortos o un aborto y un fenómeno
trombótico o una muerte fetal
Enfermedades infecciosas
Tuberculosis
Sífilis
Lepra
Mononucleosis infecciosa
Enfermedad de Lyme
Rickettsiosis
Sida
Pacientes con las siguientes complicaciones durante
la gestación
Retraso del crecimiento uterino
Desprendimiento prematuro de placenta
Cuadros de eclampsia o preeclampsia
Hematoma retrocoriónico
Pacientes con trombocitopenia (< 100.000 μl), excepto
la secundaria a hiperesplenismo
Pacientes con algunas de las siguientes manifestaciones clínicas
Livedo reticularis
Endocarditis trombótica no bacteriana (engrosamiento
o vegetaciones de las válvulas cardíacas)
Anemia hemolítica autoinmune
Deterioro cognitivo
HTA maligna
Trastorno neurológico no filiado
Úlceras cutáneas trombóticas
Pacientes con LES
Neoplasias
Mieloma múltiple
Enfermedad de Hodgkin
Carcinomas (colon, cérvix, próstata)
Miscelánea
Diabetes mellitus
Síndrome de Sneddon
Enfermedad de Von Willebrand
Síndrome de Guillain-Barré
Embarazo y esterilidad
Individuos aparentemente sanos
LES: lupus eritematoso sistémico; sida: síndrome de inmunodeficiencia
adquirida.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
HTA: hipertensión arterial; LES: lupus eritematoso sistémico.
Algunos pacientes desarrollan un cuadro trombótico
multisistémico muy grave con afectación pulmonar, insuÀciencia cardíaca, insuÀciencia renal y afectación neurológica con una mortalidad superior al 50% que ha recibido el
nombre de SAF catastróÀco o síndrome de Asherson17 (Cervera, 2009). El 1% de pacientes con SAF presentan un SAF
catastróÀco.
En la tabla 11.8 se exponen los criterios de clasiÀcación
del SAF catastróÀco (Piette, 2003).
TRATAMIENTO
A todos los pacientes portadores asintomáticos de AAF se
les deben controlar los seis factores de riesgo vascular (obesidad, hipertensión arterial [HTA], diabetes, dislipemia, ta-
17. Ronald A. Asherson (1934-2008). Reumatólogo sudafricano.
baquismo y sedentarismo) y no tratarlos a no ser que tengan
un LES. En estos casos la hidroxicloroquina sería el tratamiento de elección.
Si los pacientes han presentado episodios de trombosis
en los últimos 5 años, está indicada la anticoagulación oral
con acenocumarol. Si la trombosis tuvo lugar más de 5 años
antes, la decisión de descoagular se tomará de forma individualizada en función de la edad y de las características del
paciente. En el caso de trombosis arteriales o venosas el INR
(international normalized ratio) debe ser superior a tres.
Dada la recurrencia y la mortalidad potencial de los
AVC, se aconseja la administración de heparina en los episodios agudos y de dicumarínicos durante períodos prolongados.
En todos los casos la descoagulación oral prolongada es
el tratamiento de elección.
El embarazo en una paciente portadora de AAF debe ser
considerado de alto riesgo, por lo que se recomiendan 100
184
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 11.7. Criterios diagnósticos del síndrome
antifosfolipídico
Tabla 11.8. Criterios de clasificación del síndrome
antifosfolipídico catastrófico
Criterios clínicos
1. Manifestaciones trombóticas:
Uno o más episodios de trombosis arterial, venosa
o de pequeño vaso en cualquier órgano o tejido, confirmada
mediante estudios de imagen o histológicos, excepto la
trombosis venosa superficial. Debe descartarse la presencia
de vasculitis
2. Manifestaciones obstétricas:
a. Una o más muertes idiopáticas de un feto
morfológicamente normal confirmado por examen
directo o ecografía a partir de las 10 semanas
de gestación
b. Uno o más nacimientos prematuros de un neonato
normal, a partir de las 34 semanas de gestación, debidos
a preeclamsia, eclampsia o insuficiencia placentaria
c. Tres o más abortos consecutivos antes de las 10 semanas
de gestación, excluidas anomalías anatómicas maternas
y alteraciones hormonales o cromosómicas paternas
o maternas
1. Evidencia clínica de trombosis en tres o más órganos,
sistemas o tejidos, confirmada mediante técnicas de imagen
Criterios biológicos
1. Anticuerpos anticardiolipina IgG y/o IgM, presentes
en sangre en dos o más ocasiones, separadas un mínimo de
12 semanas, determinados mediante ELISA para anticuerpos
anticardiolipina dependientes de la beta-2-glucoproteína
2. Anticoagulante lúpico presente en sangre en dos o más
ocasiones, separadas un mínimo de 12 semanas, según
normas de la Sociedad Internacional de Trombosis
y Hemostasia
a. Alargamiento de las pruebas de coagulación
dependientes de fosfolípidos demostrada mediante
pruebas de cribado (tiempo de protrombina, tiempo de
tromboplastina, tiempo de caolín, tiempo de Rusell, etc.)
b. No corrección de la prolongación del tiempo
de coagulación en las pruebas de cribado al añadirle
plasma pobre en plaquetas
c. Acortamiento de la prolongación del tiempo
de coagulación en las pruebas de cribado al añadirle
fosfolípidos
d. Exclusión de otras coagulopatías
3. Anticuerpos antibeta-2-glucoproteína. IgG y/o IgM,
presentes en sangre en dos o más ocasiones, separadas
un mínimo de 12 semanas, determinados mediante ELISA.
La clasificación definitiva se establece en presencia de de un criterio
clínico y otro biológico. Debe evitarse clasificar el síndrome
antifosfolipídico si entre el episodio clínico y el biológico han
transcurrido menos de 12 semanas o más de 5 años.
mg/día de ácido acetilsalicílico antes de la concepción y durante el embarazo. Algunos autores recomiendan desde un
inicio heparina de bajo peso molecular. En las mujeres con
antecedentes de trombosis la pauta más recomendable es
administrar ácido acetilsalicílico y heparina de bajo peso
molecular. El acenocumarol y la heparina son compatibles
con la lactancia.
En el SAF catastróÀco, además de la anticoagulación, se
administran corticoides, ciclofosfamida y plasmaféresis.
2. Desarrollo de las manifestaciones clínicas de forma
simultánea o en menos de una semana
3. Confirmación anatomopatológica de la oclusión
de los vasos de pequeño calibre en, al menos, un órgano,
por la presencia de trombosis
4. Presencia de AAF detectados en dos o más ocasiones,
separados al menos 12 semanas
La afección renal se define por un incremento del 50% de la creatinina,
presión arterial > 180/100 mmHg y proteinuria superior a 500 mg/24 h.
AAF: anticuerpos antifosfolípido.
CÓDIGOS CIE-10
D68.8
Defectos de la coagulación presencia del «inhibidor del
LES»
O00.0
Abortos espontáneos
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Asherson RA, Cervera R, De Groot PG, et al. Catastrophic antiphospholipid syndrome registry project group. Catastrophic antiphospholipid
syndrome: International consensus statement on classiÀcation criteria
and treatment guidelines. Lupus 2003;12:530-4.
Cervera R, Piette JC, Font J, Khamashta MA, Shoenfeld Y, Camps MT, et
al. Antiphospholipid syndrome: Clinical and immunological manifestations and patterns of disease expression in a cohort of 1,000 patients.
Arthritis Rheum 2002;46:1019-27.
Cervera R, Font J, Gómez-Puerta JA, et al.Validation of the preliminary
criteria for the classiÀcation of catastrophic antiphspholipid síndrome.
Ann Rheum Dis 2005;1205-09.
Cervera R, Khamashta MA, Shoenfeld Y, Camps MT, Jacobsen S, Kiss E,
et al. Morbidity and mortality in the antiphospholipid syndrome during a 5 year period: A multicentre prospective study of 1000 patientes. Ann Rheum Dis 2009;68:1428-32.
Cervera R, Bucciarelli S, Plasin MA, Gómez-Puerta JA, Plaza J, Pons G,
et al. Catastrophic antiphospholipid syndrome (CAPS): Descriptive
analysis of a series of 280 patients from the «CAPS registry». J Autoimmun 2009;32: 240-5.
Cervera R. Estrategias terapéuticas en el síndrome antifosfolipídico. Reumatol Clin 2010;6:37-42.
Khamashta MA (ed.). Antiphospholipid (Hughes) syndrome. Rheum Dis
Clin North Am 2006;32:3.
Lockshin MD, Sammaritano LR, Schwartzman S. Validation of the Sapporo criteria for antiphospholipid syndrome. Arthritis Rheum 2000;43:
440-3.
Miyakis S, Lockshin MD, Atsumi T, Branch DW, Brey RL, Cervera R, et
al. Summary of the international consensus statement on an update of
the preliminary classiÀcation criteria for antiphospholipid syndrome. J
Thromb Haemost 2006;4:295-306.
Capítulo | 11 Síndrome antifosfolipídico
Piette JC, Cervera R, Levy RA, Nasonov EL, Triplett D, Shoenfeld Y.The
catastrophic antiphospholipid syndrome (Asherson syndrome). Ann
Med Intern 2003;154:195-6.
Ruiz-Irastorza G, Martínez-Berriotxoa A, Egurbide MV. Síndrome antifosfolípido en el siglo XXI. Med Clin (Barc) 2009;133:390-6.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Blank M, Asherson RA, Cervera R, Shoenfeld Y. Antiphospholipid syndrome infectious origin. J Clin Immunol 2004;24:12-23.
185
Font J, Espinosa G, Tassies D, Pino M, Khamashta MA, Gallart T, et al.
Effects of beta 2 glycoprotein I and monoclonal antibodies in platelet
interaction with subendotelium under Áow conditions. Arthritis Rheum
2002;46:3283-9.
Hughes GRV, Khamashta MA.Seronegative antiphospholipid syndrome.
Ann Rheum Dis 2003;62:1127.
Sanna G, Bertolaccini ML, Cuadrado MJ, Khamashta MA, Hughes GRV.
Central nervous system involvement in the antiphospholipid (Hughes)
syndrome. Rheumatology 2003;42:200-13.
Capítulo 12
Esclerodermia
Esclerodermia
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clasificación
Esclerodermia sistémica
– Manifestaciones constitucionales
– Manifestaciones vasculares
– Manifestaciones cutáneas
– Manifestaciones reumatológicas
– Manifestaciones digestivas
– Manifestaciones pulmonares
– Manifestaciones renales
– Manifestaciones cardíacas
– Manifestaciones neurológicas
– Otras manifestaciones
Esclerodermias localizadas
Síndromes esclerodermiformes
– Inducidos por sustancias químicas
– Escleredema
– Escleromixedema
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
– Tratamiento de las manifestaciones cutáneas
– Tratamiento de las manifestaciones reumatológicas
– Tratamiento de las manifestaciones pulmonares
– Tratamiento de las manifestaciones digestivas
– Tratamiento de las manifestaciones renales
– Tratamiento de las manifestaciones cardíacas
DEFINICIÓN
La esclerodermia es una enfermedad autoinmune sistémica crónica caracterizada por cambios atróÀcos y Àbróticos de la piel, arterias digitales, membrana sinovial y órganos internos (aparato gastrointestinal, pulmón, corazón
y riñón).
EPIDEMIOLOGÍA
La prevalencia de la esclerodermia se sitúa entre 50 y 300
casos por millón de habitantes, y su incidencia entre 4 y
12 casos nuevos por millón de habitantes/año. La raza negra
es especialmente susceptible. El predominio femenino oscila entre 14:1 y 3:1. La edad media de comienzo es alrededor
de los 40 años (ChifÁot, 2008).
ETIOPATOGENIA
La etiología de la enfermedad se desconoce. La interacción
entre factores ambientales (infecciosos o no infecciosos) en
un individuo genéticamente predispuesto (presencia de los
antígenos HLA-DR1, 3 y 5) provoca una lesión generalizada del endotelio vascular, con proliferación de la íntima. Su
existencia se demuestra por la presencia en el suero de valores altos de factor de Von Willebrand.
La lesión vascular induce la formación de anticuerpos
(inmunidad humoral) y la liberación de mediadores celulares, a través de la inmunidad celular que estimulan la proliferación de Àbroblastos, lo que conduce a la síntesis y al
depósito de colágeno, con posterior lesiones titulares.
En la tabla 12.1 se resume la etiopatogenia de la esclerodermia.
187
188
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 12.1. Etiopatogenia de la esclerodermia
Tabla 12.2. Clasificación de la esclerodermia
Factores ambientales
(infecciosos o no infecciosos)
Sistémica
Preesclerodermia
Esclerodermia sistémica con afectación cutánea difusa
Esclerodermia sistémica con afectación cutánea limitada
Síndrome CREST
Esclerodermia sistémica sine esclerodermia
Susceptibilidad genética
(HLA-D1, 3 y 5)
Lesión del endotelio vascular
Inmunidad humoral
(anticuerpos)
Inmunidad celular
(citocinas)
Liberación de mediadores celulares
Proliferación de fibroblastos
Síntesis y depósito de colágeno
Lesión tisular
ANATOMÍA PATOLÓGICA
En la piel existe una acumulación de glucosaminoglicanos,
Àbronecina y de colágenos de los tipos I y III, y en el ámbito vascular, hiperplasia de la íntima con Àbrosis de la adventicia.
En la membrana sinovial se objetiva un inÀltrado perivascular de linfocitos y células plasmáticas con depósitos
de Àbrina en la superÀcie sinovial, responsables de la característica crepitación correosa.
En el esófago distal hay una muscular atróÀca y en los
pulmones existe una Àbrosis difusa intersticial, alveolar y
peribronquial de predominio basal. La proliferación de la
íntima de las arteriolas pulmonares con hipertroÀa de la media y Àbrosis perivascular son las responsables de la hipertensión pulmonar.
La Àbrosis miocárdica está presente en el 80% de las
autopsias. Un 30% de los casos presentan necrosis miocárdica, originada por un mecanismo de isquemia/perfusión, lo
que indica la existencia de un mecanismo vasoespástico (fenómeno de Raynaud coronario). En el pericardio y en los
tejidos de conducción pueden observarse también lesiones
Àbróticas.
La proliferación de la íntima en las arterias renales es
causa de hipertensión arterial maligna.
CLASIFICACIÓN
La esclerodermia se clasiÀca en sistémica o limitada en función de la existencia o no de afectación orgánica. Es probable que ambas formas representen a dos extremos opuestos
de un mismo proceso.
Una variedad de la esclerodermia sistémica con afectación cutánea limitada es el síndrome CREST, acrónimo de
C de calcinosis, R de Raynaud, E de afectación esofágica, S
de esclerodactilia y T de telangiectasias.
La esclerodermia sistémica sine esclerodermia cursa con
afectación orgánica sin afectación cutánea. El diagnóstico de
Localizada
Morfea
En placas
Guttata
Generalizada
Esclerodermia lineal
Fascitis eosinofílica
Síndromes esclerodermiformes
Inducidos por sustancias químicas: cloruro de polivinilo,
pentazocina, bleomicina, tricloroetileno, aceite tóxico,
triptófano, sílice, gadolinio, etc.
Escleredema
Escleromixedema
preesclerodermia se reserva para los pacientes con fenómeno de Raynaud, patrón lento en la capilaroscopia y anticuerpos anticentrómero positivos. La clasiÀcación incluye, además, los síndromes esclerodermiformes (tabla 12.2).
En la tabla 12.3 se exponen las diferencias entre los tres
tipos de esclerodermias sistémicas.
ESCLERODERMIA SISTÉMICA
MANIFESTACIONES CONSTITUCIONALES
La astenia es habitual y la pérdida de peso, frecuente. La
presencia de Àebre obliga a descartar la presencia de una
infección intercurrente.
MANIFESTACIONES VASCULARES
La afectación de las arterias digitales origina el fenómeno
de Raynaud que consiste en ataques episódicos vasoespásticos con palidez/cianosis de los dedos de ambas manos y
también de los pies, seguidos de hiperemia por reperfusión.
Es habitual que se desencadenen por el frío o el estrés emocional. Se presenta en el 75% de esclerodermias difusas y
en el 100% de esclerodermias limitadas. Pueden originar
infartos de los pulpejos de los dedos con ulceraciones y
gangrena, secundarios a isquemia digital.
La ausencia de fenómeno de Raynaud obliga a dudar del
diagnóstico de esclerodermia.
Las alteraciones de la microcirculación son la causa de
la presencia de telangiectasias que aparecen en la cara y en
las palmas de las manos y dedos, especialmente en los pacientes con la forma limitada.
Capítulo | 12 Esclerodermia
189
O
Tabla 12.3. Tipos de esclerodermias sistémicas
Esclerodermia sistémica con afectación cutánea difusa
Fenómeno de Raynaud de menos de un año de evolución
Afectación cutánea de tronco, brazos y abdomen,
rápidamente progresiva
Afectación visceral precoz y grave (pulmonar, renal,
gastrointestinal, miocárdica)
Artritis y crepitaciones tendinosas
Anticuerpos anti-Scl-70 (en el 25% de los casos)
Capilaroscopia: dilatación con desaparición de las asas
capilares
Supervivencia: alrededor del 50%
Esclerodermia sistémica con afectación cutánea limitada
Fenómeno de Raynaud de varios años de evolución
Afectación cutánea en la cara y zonas acras estable o
lentamente progresiva
Afectación orgánica tardía (hipertensión pulmonar en el 10%
de los pacientes)
Anticuerpos anticentrómero (en el 70-80% de los casos)
Capilaroscopia: dilatación sin desaparición de las asas
capilares
Supervivencia: alrededor del 70%
Esclerodermia sistémica sine esclerodermia
Esclerodermia sistémica sin afectación cutánea o mínima
tumefacción en los dedos
Afectación orgánica (frecuente enfermedad pulmonar
intersticial)
Fenómeno de Raynaud
Anticuerpos antinucleares
Las alteraciones vasculares pueden afectar a vasos de
mediano calibre, como las arterias renales, pulmonares o
coronarias.
Ante la presencia de graves manifestaciones vasculares,
es obligado el estudio neurorradiológico cerebral para descartar la afectación vascular cerebral (Terrier, 2009).
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
MANIFESTACIONES CUTÁNEAS
Aparece prácticamente en el 100% de los pacientes. El endurecimiento de la piel en las zonas proximales de las articulaciones metacarpofalángicas o acrosclerosis es deÀnitivo para el diagnóstico.
En los pacientes con la forma limitada la afectación cutánea se inicia en los dedos de las manos y de los pies y evoluciona con los años a la cara, al cuello y a los antebrazos.
En los pacientes con la forma difusa la afectación cutánea progresa rápidamente desde las manos y los pies al
tronco, los muslos, las piernas y los antebrazos.
Es característico que las lesiones cutáneas evolucionen
en tres fases:
O
Fase edematosa. La piel está tensa, con edema difuso e
indoloro de las manos. Cursa con artralgias y no es rara
la presencia de un síndrome del túnel carpiano.
O
Fase indurativa. El edema inicial es sustituído por el
engrosamiento de la dermis que hace que la piel quede
adherida a estructuras profundas y desaparezcan los
pliegues cutáneos, lo que diÀculta la apertura de la boca
y la extensión de los dedos, que se aÀlan progresivamente. La piel se vuelve lisa y brillante por adelgazamiento de la epidermis, y se pierden el vello y la sudoración. Pueden aparecer vitíligo o hiperpigmentación o la
combinación de ambas enfermedades, lo que conÀere a
la piel un aspecto moteado.
Fase atróÀca. El engrosamiento dérmico desaparece y
la epidermis se vuelve atróÀca.
Cuando las lesiones se encuentran en el tronco, los brazos y los antebrazos, la piel se torna brillante y anacarada, y resulta difícil pellizcarla. En la cara desaparecen
los pliegues Àsiológicos, la nariz se vuelve pequeña y
aÀlada y los párpados inferiores se atroÀan y endurecen,
lo que diÀculta el cierre de los ojos. Se reduce la apertura bucal (microstomía) y aparecen los característicos
pliegues radiales peribucales. La presencia de bridas endurecidas al realizar la extensión del cuello recibe el
nombre de «signo del cuello».
La calcinosis se debe al depósito de calcio subcutáneo
sobre las prominencias óseas, especialmente en las falanges
de los dedos de las manos. La piel acaba ulcerándose dando
salida a un material blanco y espeso similar a la pasta dentífrica. La causa se desconoce.
Los pacientes que presentan prurito presentan una mayor afectación cutánea, digestiva, pulmonar, fenómeno de
Raynaud y úlceras cutáneas (Razykov, 2009).
MANIFESTACIONES REUMATOLÓGICAS
Alrededor del 40% de los pacientes presentan precozmente
artralgias en grandes y pequeñas articulaciones. La artriti,
es poco frecuente, pero cuando aparece suele ser simétrica
y afecta principalmente a las pequeñas articulaciones de las
manos, muñecas, codos y rodillas (Misra, 1995). Las radiografías de las manos pueden mostrar una desaparición de
los penachos de las falanges terminales (osteólisis) y la calciÀcación de las partes blandas (calcinosis).
A medida que la enfermedad progresa, la rigidez articular aumenta debido al engrosamiento y tirantez de la piel,
pero también a la artritis, lo que provoca las características
contracturas en Áexión (Avouac, 2006).
Se ha descrito un tipo especial de crepitación correosa,
que se advierte al palpar la rótula durante los movimientos de
la rodilla. Esta crepitación se debe a la fricción entre las superÀcies coriáceas de la bolsa subcuadricipital. Clínicamente
la afectación tendinosa se maniÀesta por ruidos y crepitaciones coriáceas similares a las que se presentan en las rodillas.
Las localizaciones electivas de este fenómeno son las vainas
tendinosas de los músculos Áexores y extensores por encima
190
de la muñeca y las vainas tendinosas, situadas por encima del
tobillo, en especial la del tibial anterior.
Es raro que existan síntomas clínicos de afectación muscular. La debilidad muscular se debe a la atroÀa por desuso
secundaria a la afectación articular y cutánea.
El síndrome del túnel carpiano aparece en el 60% de los
pacientes con la forma difusa y en el 10% de los pacientes
con la forma limitada.
MANIFESTACIONES DIGESTIVAS
Están presentes entre el 75-90% de los pacientes, aunque
sólo es sintomática en dos tercios de los casos. Pueden verse
afectadas todas las localizaciones del tracto digestivo. En la
boca, la microstomía y la retracción del frenillo de la lengua
pueden diÀcultar la masticación.
Un signo radiológico conocido es el ensanchamiento de
la membrana periodontal, que se traduce por un aumento
de la zona radiotransparente que hay alrededor de las raíces de los molares (signo de Blackburn).
El esófago es el segmento del tracto digestivo más alterado; el 80% de enfermos presentan alteraciones esofágicas.
Es la afectación clínica más frecuente en la esclerodermia.
El síntoma más temprano es la disfagia a los sólidos. La
esofagitis por reÁujo puede dar lugar a ardores epigástricos
y pirosis y asociarse con úlcera péptica y hernia de hiato. La
estenosis del tercio distal del esófago puede producir regurgitación de los alimentos. Es raro que una hematemesis, a
partir de ulceraciones del tercio distal del esófago, sea lo
bastante intensa como para precisar una endoscopia de urgencia.
La afectación motora del tercio distal del esófago se
debe a la atroÀa de la musculatura lisa del esófago. La manometría esofágica muestra un enlentecimiento del peristaltismo esofágico o su desaparición. La falta de ondas peristálticas produce una retención del bolo alimentario que ha
de descender por el esófago, merced a la gravedad. Cuando
la afectación esofágica es intensa puede ser imposible tragar en posición supina.
Puede producirse una dilatación gástrica y la atonía duodenal da lugar a una rigidez del marco del duodeno junto
con pérdida de los pliegues. Clínicamente se maniÀesta por
anorexia, plenitud posprandial, náuseas y vómitos.
La afectación del intestino grueso (en el 30% de los casos)
y delgado (en el 40% de los casos) causa diversos cuadros
clínicos. Además de la sensación de plenitud y distensión abdominal, con dolores cólicos abdominales intermitentes, los
pacientes pueden presentar de forma alternante estreñimiento
y diarrea. En algunos casos puede haber esteatorrea.
Una complicación infrecuente, pero importante, es la
pneumatosis intestinalis debida a la entrada de aire a la pared del intestino delgado secundaria a la atroÀa de la capa
muscular y de la mucosa intestinal. Su rotura puede ocasionar un neumoperitoneo.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
La atroÀa de la musculatura de la pared intestinal produce malabsorción por sobrecrecimiento bacteriano y posterior malnutrición.
El examen radiológico del intestino delgado pone de
maniÀesto una imagen llamativa de dilatación. Cuando la
papilla de bario penetra en el asa intestinal, ésta puede distenderse alcanzando un tamaño dos o tres veces superior al
normal. Estas imágenes se deben a la falta de peristaltismo
y se aprecian muy bien en el duodeno y parte superior del
yeyuno.
En el colon pueden observarse tres alteraciones radiológicas: dilatación, rigidez y seudodivertículos de boca ancha,
en especial en el colon transverso o descendente. Estos divertículos pueden retener la papilla de bario después que el
paciente haya evacuado el intestino. Se distinguen de los
divertículos de la diverticulosis intestinal por tamaño de las
bocas, en la diverticulosis son de boca estrecha.
Las telangiectasias pueden estar presentes en cualquier
tramo del tracto digestivo y pueden producir pérdidas hemáticas suÀcientes para que el paciente presente una anemia signiÀcativa (Forbes, 2008).
La cirrosis biliar primaria acontece en el 17% de casos y
se han descrito casos de hiperplasia nodular hepática.
La presencia de prurito está relacionada con las manifestaciones digestivas.
MANIFESTACIONES PULMONARES
Las manifestaciones pulmonares son frecuentes en la esclerodermia (en el 70% de los casos); ocupan el segundo lugar
tras las manifestaciones digestivas. Actualmente son la
principal causa de muerte.
La disnea de esfuerzo es el síntoma más común. Los
enfermos pueden presentar también tos con escasa expectoración, hemoptisis y dolor pleurítico. Lo más frecuente es
auscultar estertores crepitantes en la mitad inferior de ambos campos pulmonares.
El tejido intersticial pulmonar es el asiento del proceso
Àbroso. La Àbrosis puede dar lugar a una limitación de la
expansión torácica, a un aumento de la frecuencia respiratoria y más tarde a la aparición de una hipertensión pulmonar.
La hipertensión pulmonar puede ser discreta al inicio y
pasar indvertida o ser lo bastante intensa como para dominar el cuadro clínico y causar la muerte del paciente. Su
incidencia es de 0,61 casos por 100 pacientes/año (Hachulla, 2009). En el ECG se observan dilatación auricular derecha e hipertroÀa ventricular izquierda. El diagnóstico de
hipertensión pulmonar es hemodinámico: presión en la arteria pulmonar en reposo mayor de 25 mmHg o mayor de 30
mmHg durante el ejercicio.
En la tabla 12.4 se expone la clasiÀcación funcional de
los pacientes con hipertensión pulmonar según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Capítulo | 12 Esclerodermia
Tabla 12.4. Clasificación funcional de los pacientes
con hipertensión pulmonar
Clase I: sin limitación de la actividad física
Clase II: limitación ligera de la actividad física
191
alta resolución de restos del timo en pacientes con esclerodermia (Oksel, 2009).
Se pensará en la esclerodermia en todo paciente que presente fenómeno de Raynaud e hipertensión pulmonar y ante
toda radiografía de tórax con patrón intersticial bibasal en
una mujer joven.
Clase III: limitación importante de la actividad física
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Clase IV: limitación absoluta de la actividad física
o insuficiencia ventricular derecha
La hipertensión pulmonar puede deberse al reemplazamiento del lecho vascular pulmonar por la Àbrosis, hecho
poco frecuente, o puede estar causada por hipoxemia debida
a la alteración de difusión del oxígeno o por lesión de las
arterias pulmonares. Clínicamente cursa con disnea intensa
y rápidamente progresiva en ausencia de afectación parenquimatosa; esta última posibilidad es más frecuente en las
formas limitadas (el 13-15% de los casos).
Una capacidad de difusión del CO (DLCO) menor del
50% se asocia con una supervivencia a los 2 años del 40%,
mientras que una DLCO mayor del 50% se asocia con una
superviviencia del 95%.
La hipertensión pulmonar se detecta precozmente mediante ecocardiograma 2D Doppler, ya que el grado de insuÀciencia tricuspídea se correlaciona con la presión de la arteria pulmonar. Esta exploración debería ser obligada en
todas las esclerodermias de larga evolución.
Pueden objetivarse dos imágenes radiológicas. El hallazgo más precoz es un patrón reticular o micronodular en
las bases pulmonares que respeta hilios y vértices. Es raro
que sea unilateral, pero cuando sucede el pulmón derecho
se ve afectado con más frecuencia que el izquierdo.
La segunda imagen son sombras quísticas en áreas
subpleural, basal y paravertebral. Estas imágenes dan lugar
a la imagen de pulmón «en panal». Cuando estos quistes
aumentan de tamaño pueden romperse dando lugar a un
neumotórax espontáneo.
Los bronquios distales pueden presentar cambios de tipo
bronquiectásico, debidos a la distorsión de los bronquios
por el proceso Àbrótico. En los casos en los que la radiografía de tórax es normal, la tomografía computarizada (TC)
torácica de alta resolución es decisiva, puesto que en más
del 40% de casos con radiografía de tórax normal se objetiva una afección intersticial.
El funcionalismo pulmonar pone de maniÀesto un patrón funcional restrictivo y un descenso de la DLCO, la
prueba más sensible de deterioro de la función pulmonar.
En el lavado broncoalveolar se observa una acumulación de linfocitos y macrófagos que se correlaciona con la
gravedad de la afectación pulmonar.
Existe una correlación inversa entre la presencia de Àbrosis pulmonar y el hallazgo radiólogico mediante TC de
MANIFESTACIONES RENALES
Más de la mitad de pacientes presentan alteraciones del
funcionalismo renal en forma de proteinuria intermitente
con alteraciones del sedimento urinario o disminución del
Àltrado glomerular. La nefropatía en forma de insuÀciencia renal rápidamente progresiva con hipertensión arterial
grave, que puede manifestarse como edema agudo de pulmón, retinopatía y encefalopatía hipertensivas acontece en
el 5-10% de los pacientes, en la forma difusa. No es raro
que se acompañe de anemia hemolítica microangiopática
con esquistocitos, trombocitopenia y valores altos de renina plasmática. Es habitual que las crisis renales se presenten en los meses de invierno coincidiendo con el frío, lo
que indica un fenómeno de Raynaud renal. Son factores que favorecen la aparición de crisis renales la afectación difusa de la piel, la raza negra, los diuréticos y los
corticoides.
La mortalidad de la afectación renal a los 5 años es del
30-40% (Denton, 2009).
MANIFESTACIONES CARDÍACAS
La afectación cardíaca en la esclerodermia es más frecuente
(en el 15-35% de los casos) en la forma difusa (Kahan,
2009) y puede manifestarse en el pericardio, en el miocardio (Allanore, 2008) y en el sistema de conducción, aunque
en la mayoría de pacientes la afectación es subclínica (Candell, 1996).
La pericarditis es un hallazgo frecuente en las series autópsicas, pero clínicamente sólo es evidente en el 10-15%
de los casos.
La miocarditis es, con frecuencia, asintomática, pero
puede ser la responsable de insuÀciencia cardíaca congestiva rebelde al tratamiento (en el 10% de los enfermos). El
ecocardiograma-Doppler (Meune, 2008) y la gammagrafía
de perfusión con talio son las pruebas más sensibles para
su detección. La Àbrosis miocárdica, el vasoespasmo coronario y la afectación de los vasos coronarios serían la causa
de la presencia de infartos.
La afectación Àbrótica del tejido de conducción puede producir arritmias ventriculares, detectables en el 50% de
los pacientes afectados de la forma difusa.
El cor pulmonale crónico aparece tardíamente y es consecuencia de la afectación pulmonar, ya sea por Àbrosis intersticial o por hipertensión pulmonar.
192
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
MANIFESTACIONES NEUROLÓGICAS
La afectación del sistem nervioso central (SNC) es rara, en
cambio la afectación del sistema nervioso periférico es más
frecuente, en forma de síndrome del túnel carpiano, mononeuritis y polineuritis sensitivo-motora.
O
O
OTRAS MANIFESTACIONES
La astenia está presente en la mayoría de enfermos, independientemente de las manifestaciones clínicas (Thombs, 2009).
Un 20% de pacientes presentan síndrome de Sjögren y se
han descrito casos de hipotiroidismo por sustitución Àbrosa
del tiroides. La incidencia de neoplasia en la esclerodermia
no está aumentada respecto a la población control, excepto
la hepática (Chatterje, 2005). Sin embargo, hay autores que
demuestran una mayor incidencia de carcionoma lingual
y de neoplasia de esófago y orofaríngea (Derk, 2005, 2006).
La prevalencia de disfunción eréctil en los pacientes con
esclerodermia es del 81% (Walker, 2009).
En la tabla 12.5 se resumen las principales manifestaciones de la esclerodermia difusa y de la esclerodermia limitada.
ESCLERODERMIAS LOCALIZADAS
Bajo la denominación de esclerodermias localizadas (EL)
englobamos la afectación de piel, tejido graso subcutáneo y
músculo. Es un proceso poco frecuente que se presenta con
mayor frecuencia en la infancia y predomina en el sexo femenino. Se distinguen cinco variedades:
O
Morfea en placas. Se caracteriza por la presencia de placas de piel induradas de color blanco porcelana limitadas por un halo violáceo, cuyo tamaño es un índice de
actividad de la enfermedad.
Tabla 12.5. Manifestaciones de la esclerodermia difusa
y limitada (en porcentaje)
Manifestaciones
Esclerodermia
limitada
Esclerodermia
difusa
Fenómeno de Raynaud
95%
80%
Reflujo gastroesofágico
75%
90%
Fibrosis pulmonar
30%
30%
Cardiopatía
< 5%
10%
Hipertensión pulmonar
15%
5%
Nefropatía
< 5%
20%
Telangiectasias
90%
64%
Calcinosis
42%
17%
O
O
Morfea guttata. Se caracteriza por la presencia de máculas blanquecinas con tendencia a conÁuir formando placas de mayor tamaño, sin el halo violáceo característico
de la morfea en placas. En ocasiones el diagnóstico diferencial con el liquen puede ser difícil.
Morfea generalizada. Es la morfea en placas, pero diseminada al tronco y a las extremidades, respetando siempre la cara.
Esclerodermia lineal. Se caracteriza por la presencia de
lesiones induradas de morfología lineal y de trayecto
metamérico en la cara y en las extremidades. La atroÀa
cutánea puede producir lesiones desÀgurantes como la
hemiatroÀa facial.
Fascitis eosinofílica. Cursa con la presencia de placas
induradas con aspecto de piel de naranja en los brazos y
las piernas (en el 80% de los casos), de aparición brusca,
en hombres jóvenes tras realizar ejercicio físico inhabitual. La lesión se localiza en el tejido adiposo subcutáneo y en la fascia profunda.
Cursa con velocidad de sedimentación globular (VSG)
elevada, eosinoÀlia periférica (80-90%), no relacionada
con la gravedad de la afectación cutánea e hipergammaglobulinemia. Las manifestaciones viscerales son mínimas. Se ha descrito asociada con anemia aplástica,
leucemias, enfermedad de Hodgkin y linfoadenopatía
angioinmunoblástica. El curso es benigno, excepto en
los casos asociados a hemopatías.
La biopsia cutánea es imperativa para el diagnóstico y ha
de incluir el tejido celular subcutáneo y la fascia muscular.
Las manifestaciones extracutáneas de las EL son poco
frecuentes, pero cuando las lesiones son extensas en superÀcie y profundidad pueden acompañarse de manifestaciones viscerales.
Las formas inÁamatorias y muy extensas se tratan con
antiinÁamatorios no esteroideos (AINE), corticoides orales
e hidroxicloroquina. Desde el hallazgo reciente de anticuerpos anti-Borrelia burgdorferi en el suero de estos pacientes
se recomienda el tratamiento precoz con 600.000-1.200.000
U/día de penicilina.
SÍNDROMES ESCLERODERMIFORMES
INDUCIDOS POR SUSTANCIAS QUÍMICAS
La exposición a diversas sustancias químicas (tabla 12.2) es
responsable de la existencia de cuadros esclerodermiformes. Destacamos el síndrome por aceite tóxico que apareció en España en 1981 por el consumo de aceite de colza
desnaturalizado, vendido ilegalmente para el consumo doméstico y que afectó a 20.000 personas y la ingesta de cápsulas de triptófano contaminadas que originó en 1989 en
EE.UU. un cuadro clínico que en pocos meses evolucionó
hacia una esclerodermia.
Capítulo | 12 Esclerodermia
ESCLEREDEMA
Se distinguen dos formas:
O
O
Forma aguda. Aparición aguda y progresiva de edema
indurado en la cara, cuello, parte superior del tronco y
extremidades superiores habitualmente tras un cuadro
de infección respiratoria, que regresa en 12-18 meses
sin dejar secuelas. Al contrario de la esclerodermia, respeta las manos. La administración de antibióticos puede
ser efectiva en algunos casos. La biopsia cutánea pone
de maniÀesto un excesivo depósito de colágeno con predominio de las Àbras largas, a diferencia de la esclerodermia en la que predominan las Àbras cortas.
Forma crónica. Tiene las mismas características que la
anterior, pero un curso crónico y asociada, de ordinario,
con la diabetes mellitus con complicaciones. No suele
responder a los antidiabéticos orales, a la D-penicilamina ni al metotrexato.
ESCLEROMIXEDEMA
También se denomina liquen mixedematoso o mucinosis papular. Se caracteriza por la presencia de pápulas liquenoides
que conÁuyen formando placas, originando un engrosamiento de la piel con acentuación de los pliegues cutáneos, característica clínica diferencial con la esclerodermia. Afecta a la
cara («facies leonina»), cuello, tronco y parte superior de las
extremidades. Suele asociarse con una gammapatía monoclonal o con el mieloma múltiple, y las lesiones regresan tras
tratamiento con melfalán.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
LABORATORIO
La VSG suele ser acelerada. Algunos pacientes presentan
anemia normocítica hipocroma. La anemia hemolítica microangiopática con esquistocitos es más frecuente en los
pacientes con nefropatía. La presencia de eosinoÀlia hará
sospechar la existencia de fascitis eosinofílica. La mitad de
los pacientes presentan hipergammaglobulinemia de estirpe
IgG. Alrededor de un 25% de casos presentan un factor reumatoide con títulos inferiores a los hallados en la artritis
reumatoide (AR). En el suero de estos pacientes se detectan
anticuerpos antinucleares (AAN) positivos entre el 40 y el
90% de los casos, de ordinario de patrón moteado, aunque
el nucleolar es más especíÀco.
Los anticuerpos anti-Scl 70 se detectan en el 20-25% de
los pacientes con la forma difusa. Los anticuerpos anticentrómero se encuentran en el 70-80% de los pacientes afectados por las formas limitadas.
IMAGEN
Las radiografías de las manos pueden mostrar una desaparición de los penachos de las falanges distales y una calciÀca-
193
ción de las partes blandas. Los cambios iniciales se ven mejor solicitando una radiografía de perÀl «en abanico».
La capilaroscopia periungueal objetiva en los pacientes
con esclerodermia dos patrones de alteración capilar que
permiten predecir con antelación el tipo (limitada o difusa)
antes de que aparezca la clínica. Dichos patrones son los
siguientes:
O
O
Patrón lento, con dilatación de las asas capilares en sus
tres porciones: arterial, capilar y venular sin desaparición de los capilares.
Patrón rápido, con desaparición de las asas capilares de
forma difusa o en áreas vecinas a las zonas de dilatación.
Un paciente con fenómeno de Raynaud, patrón lento en
la capilaroscopia y positividad de los anticuerpos anticentrómero tiene un elevado riesgo de presentar esclerodermia,
es la llamada preesclerodermia (v. «ClasiÀcación»).
DIAGNÓSTICO
En 1980 el Amercan College of Rheumatology (ACR) publicó los criterios diagnósticos de la esclerodermia con una sensibilidad del 97% y una especiÀcidad del 98% (tabla 12.6).
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
La evolución de la enfermedad es muy variable, por lo que
es difícil emitir un pronóstico. Tras 15 años de evolución
viven el 50% de los pacientes afectados por las formas difusas, mientras que en las formas limitadas el porcentaje de
pacientes asciende al 70%. Son factores de mal pronóstico
la hipertensión pulmonar (McLaughlin, 2009) y las afectaciones renal y cardíaca.
La Àbrosis intersticial y la hipertensión pulmonar son, en
la actualidad, las principales causas de muerte en la esclerodermia (Steen, 2007). La incidencia de neoplasias ginecológicas y cutáneas es superior a la de la población general
(Muñoz-Ortego, 2010).
En general, la esclerodermia no afecta al curso del embarazo, ni éste altera la evolución de la enfermedad.
Tabla 12.6. Criterios diagnósticos del American
College of Rheumatology (ACR) para la esclerodermia
sistémica
Criterio mayor: esclerosis cutánea proximal (acrosclerosis)
Criterios menores
Esclerodactilia
Cicatrices puntiformes en los pulpejos de los dedos
Fibrosis pulmonar bibasal
Se requieren un criterio mayor o la combinación de dos menores.
194
TRATAMIENTO
No hay tratamiento especíÀco. Como toda enfermedad crónica al paciente y a sus familiares más allegados se le informará debidamente sobre la enfermedad y lo que cabe esperar de los tratamientos adecuados. El apoyo psicológico es
necesario debido a la ansiedad o depresión que a menudo
presentan estos pacientes.
TRATAMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES
CUTÁNEAS
Una buena hidratación es básica. El empleo frecuente de
jabones y el uso diario de cremas de alto contenido en lanolina, glicerina, urea y aloe vera es muy recomendable. La
higiene cutánea y ungueal es fundamental. Debe tenerse
mucha atención cuando se realizan la manicura y la pedicura por el riesgo de infección. El masaje diario de la piel es
muy eÀcaz. Un gel de baño a base de avena es muy apropiado para el prurito que en ocasiones presentan los pacientes
en fases iniciales de la enfermedad, junto con hidroxicina a
dosis de 25 mg/8 h.
En la fase inÁamatoria es muy útil la prednisona a dosis
de 0,5 mg/kg/día o la prednisolona a dosis de 4 mg/kg/día.
La colquicina a dosis de 1 mg/día y el diltiazem a dosis
de 60 mg/8 h son eÀcaces para la calcinosis.
El fenómeno de Raynaud obliga a evitar situaciones de
estrés y a suspender el consumo de tabaco y de alcohol. Se
evitará el frío (no salir al exterior sin protección, no sumergir las manos en agua fría y mantener siempre la vivienda
uniformemente cálida). El uso de guantes y calcetines de
lana es fundamental, al igual que el empleo de cuberterías
con mango de madera en vez de metálicos.
Los vasodilatadores de elección si no hay trastornos
esofágicos son el nifedipino a dosis de 10 mg/8 h en preparados de liberación normal o a dosis de 20 mg/12 h o de 30
mg/24 h en preparados de liberación prolongada.
Si existen alteraciones esofágicas el diltiazem a dosis de
60 mg/8 h y la doxazosina a dosis 4 mg/día son los fármacos
de elección.
Si no hay respuesta a los tratamientos previos, pueden
administrarse el bosentan a dosis de 62,5 mg/12 h durante 4
semanas o el alprostadil, 40 —g disueltos en 250 ml de suero
glucosado a pasar en 2 horas cada 12 horas el primer día y
seguir con 60 —g hasta completar un total de 21 días o el
iloprost a dosis de 0,5-2 ng/kg/min en perfusión continua
de uno a 5 días. La simpactomía es el método quirúrgico de
elección.
TRATAMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES
REUMATOLÓGICAS
El tratamiento recomendado es reposo articular, gimnasia
de manos y la administración de indometacina a dosis de 25
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
mg/6 h. Si no hay mejoría, se administran 10 mg/día de
prednisona u 8 mg/día de prednisolona. Si hay miopatía, se
administra prednisona a dosis de 0,5 mg/kg/día.
TRATAMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES
PULMONARES
Deben llevarse a cabo rehabilitación respiratoria, oxigenoterapia domiciliaria y administrar 1 mg/kg/día de prednisona, reduciendo progresivamente la dosis y manteniéndola
durante un año junto con ciclofosfamida a dosis de 750 mg/
m2 de superÀcie corporal/mensual durante 6 meses y posteriormente hasta un año. El tratamiento durante un año con
ciclofosfamida por vía oral mejora la disnea, las manifestaciones cutáneas, la función pulmonar y la calidad de vida
(Tashkin, 2006).
En el caso de hipertensión pulmonar se restringirá al
máximo el empleo de diuréticos (por el riesgo de desencadenar crisis renales). Deben administrarse anticoagulación y
digoxina en el caso de que haya una insuÀciencia cardíaca.
TRATAMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES
DIGESTIVAS
La higiene bucal es esencial. La revisión odontológica periódica es obligada.
Hay que elevar la cabecera de la cama y no acostarse
hasta 2-3 horas después de haber cenado.
La toma de medicación se hará siempre de pie y con
agua. Se administrarán omeprazol a dosis de 20 mg/día;
metoclopramida, una cucharada sopera cada 8 horas, 20 minutos antes de las comidas o cleborida, un comprimido cada
8 horas. La cisaprida está contraindicada; su combinación
con el diltiazem favorece la aparición de arritmias. El sucralfato a dosis de 1g 20 minutos antes de las comidas es
una alternativa útil.
El estreñimiento debe tratarse con laxantes estimulantes.
Para el sobrecrecimiento bacteriano es útil la administración
de norÁoxacino a dosis de 400 mg/12 h durante 14 días.
TRATAMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES
RENALES
Se iniciará tratamiento con inhibidores de la enzima conversiva de la angiotensina (IECA) y antagonistas de los receptores de la angiotensina (ARA) II, pero los IECA son
superiores; hasta la fecha no hay evidencia de que su uso
proÀláctico sea efectivo (Penn, 2008). Si no hay respuesta
se añadirá un antagonista del calcio. Debe tenerse mucha
precaución si se emplean betabloqueantes en pacientes con
fenómeno de Raynaud. Se restringirá el uso de diuréticos
por el riesgo de desencadenar crisis renales. Si no hay mejoría, el paciente debe ser ingresado y tratado con nitroprusiato en perfusión.
Capítulo | 12 Esclerodermia
TRATAMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES
CARDÍACAS
Debe realizarse el tratamiento convencional de la insuÀciencia cardíaca. Se restringirá al máximo el empleo de diuréticos. En el caso de afectación miocárdica o pericarditis,
se administra prednisona a dosis de 1 mg/kg/día. En ocasiones puede ser necesaria la pericardiocentesis.
Mención especial merece la D-penicilamina, que interÀere la formación de colágeno y que parece efectiva, siempre que se emplee en fases iniciales de la enfermedad y durante largo tiempo (promedio 2 años). El trasplante de
médula ósea está en fase experimental.
CÓDIGOS CIE-10
M34
Esclerosis sistémica
M34.1
Síndrome CREST
M34.2
Esclerosis sistémica inducida por fármacos o productos químicos
J99.1
Esclerosis sistémica con afectación pulmonar
G73.7
Esclerosis sistémica con miopatía
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
ChifÁot H, Fautrel B, Sordet C, Chatelus E, Sibilia J. Incidence and prevalence of systemic sclerosis: A systematic literature review. Semin Arthritis Rheum 2008;37:223-35.
Denton CP. Systemic sclerosis: clinical features and management. Medicine 2006;34:480-8.
Duró JC. Esclerosis sistémica progresiva. En: Rotés J (ed.). Reumatología
clínica. Barcelona: Espaxs, 1983; 108-13.
Gabrielli A, Avvedimento EV, Krieg T. Scleroderma. N Engl J Med
2009;360:1989-2003.
Kowal-Bielecka O, Landewé R, Avouac J, Chwiesko S, Miniati I, Czirjak
L, et al. EULAR recommendations for the treatment of systemic sclerosis: a report from the EULAR scleroderma trials and research group
(EUSTAR). Ann Rheum Dis 2009;68:620-8.
LeRoy EC, Black C, Fleischmajer R, Jablonska R, Krieg T, Medsger TA,
et al. Scleroderma (systemic sclerosis): classiÀcation subsets and pathogenesis. J Rheumatol 1988;15:202-5.
Masi AT, Rodnan GP, Medsger TA Jr., et al. Preliminary criteria for classiÀcation of systemic sclerosis (scleroderma). Arthritis Rheum1980;23:
581-90.
Steen VD. Autoantibodies in systemic sclerosis. Semin Arthritis Rheum
2005;35:35-42.
Wigley FM (ed.). Scleroderma. Rheum Dis Clin North Am 2008;34(1).
195
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Allanore Y, Meune C, Kahan A. Systemic sclerosis and cardiac dysfunction: Envolving concepts and diagnostic methodologies. Curr
Opin Rheumatol 2008;20:697-702.
Avouac J, Guerini H, Wipff J, Assous N, Chevrot, Kahan A, et al. Radiological hand involvement in systemic sclerosis. Ann Reum Dis
2006;65:1088-92.
Candell J, Armadans L, Simeón CP, et al.Comprehensive noninvasive assessment of cardiac involvement in limited systemic sclerosis. Arthritis Rheum 1996;39:1138-45.
Chatterjee S, Dombi GW, Severson RK, Mayes MD. Risk of malignancy
in scleroderma. Arthritis Rheum 2005;52:2415-24.
Denton CP, Lapadula G, Mouthon L, Müller-Ladner U.Renal complications and scleroderma renal crisis. Rheumatology 2009;8:iii32-iii35.
Derk CT, Rasheed M, Spiegel JR, Jiménez SA. Increased incidence of carcinoma of the tongue in patients with systemic sclerosis. J Rheumatol
2005;32:637-41.
Derk CT, Rasheed M, Artlett CM, Jiménez SA. A cohort study of cancer
incidence in systemic sclerosis. J Rheumatol 2006;33:1113-6.
Forbes A, Marie I. Gastrointestinal complications: the most frequent internal
complications of systemic sclerosis. Rheumatology 2008;48:iii36-iii39.
Hachulla E, Groote P, Gressin V, Sibilia J, Diot E, Capentier P, et al. The
three year incidence of pulmonary hypertension associated with systemic sclerosis in a multicenter nationwide longitudinal study in France.
Arthritis Rheum 2009;60:1831-9.
Kahan A, Coghlan McLaughlin V. Cardiac complications of systemic sclerosis. Rheumatology 2009;48:iii45-iii48.
McLaughlin V, Humbert M, Coghlan G, Nash P, Steen V. Pulmonry arterial
hypertension: the most devastating vascular complication of systemic
sclerosis. Rheumatology 2009;48:iii25-iii31.
Meune C, Avouac J, Wahbi, Cabanes L, Wipff J, Mouthon L, et al. Cardiac
involvement in systemic sclerosis assessed by tissue-Doppler echocardiography during routine care. Arthritis Rheum 2008;58:1803-9.
Misra R, Darton K, Jewkes RF, Black CM, Maini RN. Arthritis in scleroderma. Br J Rheumatol 1995;34:831-7.
Muñoz-Ortego J, Piscanu S, Bittermann V, Pros A, Benito P. Incidencia de
neoplasias en la esclerosis sistémica: Descripción de una cohorte del
Hospital del Mar. XXXVI Congreso Nacional de la SER. Tarragona.
Oksel F, Tarhan F, Bayraktaroglu, Savas R, Yargucu F, Keser G. Radiological incomplete thymus involution in systemic sclerosis. Rheumatology 2009;48:800-3.
Penn H, Denton CP. Diagnosis, management and prevention of scleroderma renal disease. Curr Opin Rheumatol 2008;20:692-6.
Razykov I, Thombs BD, Hudson M, Bassel M, Baron M, et al. Prevalence
and clinical correlates of pruritus in patients with systemic sclerosis.
Arthritis Care & Research 2009;61:1765-70.
Steen VD, Medsger TA.Changes in causes of death in systemic sclerosis,
1972-2002. Ann Rheum Dis 2007;66:940-4.
Tashkin DP, Elashoff R, Clements PJ, Goldin J, Roth MD, Furst DE, et al.
Cyclophosphamide versus placebo in scleroderma lung disease. N
Engl J Med 2006;354:2655-66.
Terrier B, Charbonneau F, Touzé E, Berezne A, Pagnoux C, Silvera S, et al.
Cerebral vasculopathy is associated with severe vascular manifestations in systemic sclerosis. J Rheumatol 2009;36:1486-94.
Thombs BD, Hudson M, Bassel M, Taillefer SS, Baron M, et al. Sociodemographic disease and symptom correlates of fatigue in systemic eclerosis: Evidence from a sample of 659 Canadian scleroderma research
group registry patients. Arthritis Care & Research 2009;61:966-73.
Walker UA, Tyndall A, Ruszat R. Erectile dysfunction in systemic sclerosis. Ann Rheum Dis 2009;68:1083-5.
Capítulo 13
Fenómeno de Raynaud
Fenómeno de Raynaud
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Clasificación
Evolución y pronóstico
Tratamiento
– Medidas generales
– Tratamiento farmacológico
– Tratamiento quirúrgico
ETIOPATOGENIA
Es probable que el FR se deba a un desequilibrio entre factores vasculares, neurógenos y humorales que regulan el
ÁXMRVDQJXtQHRPHGLDQWHXQHTXLOLEULRDUPyQLFRHQWUHVLVtemas vasoconstrictores y vasodilatadores.
O
O
DEFINICIÓN
El fenómeno de Raynaud18 (FR) es un vasoespasmo paUR[tVWLFR GH ODV DUWHULDV GLJLWDOHV \ DUWHULRODV SUHFDSLODUHV
GHVHQFDGHQDGRSRUHOIUtRRVLWXDFLRQHVGHHVWUpV
EPIDEMIOLOGÍA
La prevalencia del FR es de un 3% en hombres y de un 5%
HQPXMHUHVFRQYDULDFLRQHVJHRJUiÀFDVGHELGDVDGLIHUHQcias climáticas, siendo más prevalente en invierno o en amELHQWHVIUtRV 5LHUD0DULFT En el litoral mediterráneo español la prevalencia es de
XQHQPXMHUHV\GHXQHQKRPEUHV 5RPiQ 0DXULFH5D\QDXG 0pGLFRIUDQFpV
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
O
Factores vasculares. En el FR primario la alteración
vascular se debe a una alteración del endotelio. Las céOXODVHQGRWHOLDOHVQRVHUtDQFDSDFHVGHUHVSRQGHUDHVWtPXORVYDVRGLODWDGRUHVFRPRHOy[LGRQtWULFRRODSURVWDciclina.
En el FR secundario la alteración estructural del vaso, la
SUROLIHUDFLyQGHODtQWLPD\ODÀEURVLVGHODPHGLD\DGYHQWLFLDVHUtDQGHFLVLYDVFRPRIDFWRUHWLROyJLFR
Factores neurógenos. La alteración de los sistemas simpático y parasimpático produce la disminución de péptidos vasodilatadores cuyo resultado es la vasoconstricción.
Factores humorales. La hiperactividad plaquetaria, la
KLSRÀEULQyOLVLVODKLSHUYLVFRVLGDGVDQJXtQHDODDFWLYDción leucocitaria, entre otros, son factores humorales
que deben tenerse presentes. El aumento del factor de
Von Willebrand y la liberación de vasoconstrictores
FRPRHOWURPER[DQRVHUtDQIDFWRUHVIDYRUHFHGRUHV
Se ha observado una mayor agregación familiar y una
mayor concordancia entre gemelos homocigotos (38%)
si se comparan con heterocigotos (18%).
CLÍNICA
El vasoespasmo se localiza de forma simétrica en los dedos
de las manos y de los pies, aunque también puede afectar a
RWUDV]RQDVDFUDVFRPRODQDUL]ODVRUHMDVODOHQJXDRORV
197
198
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
pezones. El FR es una afección de predominio femenino
que suele observarse entre la pubertad y la menopausia.
/DFULVLVSDUR[tVWLFDGHYDVRHVSDVPRSXHGHDSDUHFHU a)
HVSRQWiQHDPHQWHb)SURYRFDGDSRUHOIUtRHQHVSHFLDOORV
FDPELRVEUXVFRVGHWHPSHUDWXUD\HOFRQWDFWRFRQDJXDIUtD
&DGDHQIHUPRWLHQHXQDWHPSHUDWXUDFUtWLFDWDQWRPiVHOHYDGDFXDQWRPD\RUHVODJUDYHGDGGHOFDVRSRUGHEDMRGHOD
FXDOVHSUHVHQWDODFULVLV(OFRQWDFWRGHODJXDIUtDFRQXQD
sola mano puede desencadenar la crisis en las dos, y c) por
VLWXDFLRQHVGHHVWUpV/RVHVWtPXORVSVtTXLFRVSURYRFDQHO
DFFHVRVyORFXDQGRODVPDQRVHVWiQ\DIUtDV
La crisis habitual del FR evoluciona en tres fases que se
van sucediendo, aunque alguna pueda faltar o ser inaparente.
O
O
O
Fase de palidez. Se inicia con una isquemia por vasoespasmo que recae sobre las arteriolas y capilares. Los
GHGRVDIHFWDGRVHVWiQIUtRVHLQVHQVLEOHV\SUHVHQWDQXQ
color blanco céreo. Suele aparecer en los cuatro últimos
GHGRVGHRUGLQDULRHOSXOJDUHVUHVSHWDGR(VWRVHGHEH
a que el tronco común de las colaterales del pulgar es la
prolongación de la humeral y de la radial, por lo que
la sangre tiende a ir en esta dirección. En cambio, en el
pie, el dedo gordo es el peor irrigado, pues la sangre de
la tibial posterior se continúa con la plantar externa. La
SODQWDULQWHUQDHVPX\ÀQD\UHFLEHSRFDVDQJUH'HDKt
que en los trastornos isquémicos del pie, el dedo gordo
suele el primero en verse afectado. Esta fase puede durar
desde unos minutos a media hora.
Fase cianótica. $OFRORUEODQFRGHODSULPHUDIDVHVXFHde un color azulado, cianótico, a veces casi negro por
desoxigenación local de la hemoglobina provocada
por la lentitud circulatoria. En esta fase el enfermo nota
sensación de acorchamiento en los dedos. Cuando predomina esta fase existe una alta probabilidad de estar
frente a un FR secundario a una enfermedad autoinmune
sistémica.
Fase de hiperemia. Cuando cede el vasoespasmo apareFHQ HQURMHFLPLHQWR \ FDORU SRU UHSHUIXVLyQ YDVFXODU
(VWDIDVHGXUDKDELWXDOPHQWHXQRVPLQXWRV
Las crisis pueden durar varias horas y presentarse hasta
YHFHVSRUGtD(OWDEDFRDXPHQWDODJUDYHGDGGHODV
crisis.
En las formas recientes se restablece entre las crisis un
régimen circulatorio normal, pero en las formas recidivantes sólo se obtiene una circulación normal con temperaturas elevadas, lo que explica que los pacientes presenten molestias a la temperatura ambiental ordinaria, lo cual
les obliga a protegerse con guantes incluso en tiempo caluroso.
En las formas recidivantes no se observa una completa
UHVROXFLyQHVWRVXFHGHFXDQGRHQHOLQWHUYDORQRVHSURSRUFLRQDFDORUVXÀFLHQWHSHUVLVWLHQGRXQHVWDGRGHFLDQRVLV\
HQURMHFLPLHQWRSRUHVWDVLVSHUPDQHQWH$SDUHFHQHQWRQFHV
WUDVWRUQRVWUyÀFRVFRPRUHVXOWDGRGHODDQR[LDFUyQLFDeVtos ya suelen presentarse en toda isquemia que dure más de
6 horas.
/RV WUDVWRUQRV WUyÀFRV VRQ PiV IUHFXHQWHV \ SUHFRFHV
cuando las crisis vasoconstrictoras se acompañan de cianosis. En las crisis vasoconstrictoras que se acompañan de vasodilatación activa, ésta se opone en cierta medida a los
trastornos nutritivos tisulares provocados por la vasoconstricción.
La piel, por la repetición de las crisis, se pigmenta y se
KDFHVHFDHVFDPRVDGXUDWHQVDOLVD\EULOODQWH$FDEDFRQ
DVSHFWRHVFOHURGpUPLFR$YHFHVVHXOFHUD\DSDUHFHGRORU
intenso.
/RVWUDVWRUQRVXQJXHDOHVFRQVWLWX\HQODH[SUHVLyQPtQLPDGHORVWUDVWRUQRVWUyÀFRV3XHGHQREVHUYDUVHXxDVIUiJLles acanaladas longitudinal o transversalmente o con retardo
GHOFUHFLPLHQWR3RUGHEDMRGHOUHERUGHXQJXHDOHVKDELWXDO
HOHVSHVDPLHQWRFyUQHRGHOSXOSHMR KLSHUTXHUDWRVLVVXEXQJXHDO /RVGHGRVVHDWURÀDQ\DÀODQ
En las formas recidivantes puede aparecer gangrena
de localización digital que se localiza en la mitad distal de
la tercera falange, aunque a veces se extiende a todo el
dedo.
La osteólisis se traduce por la reabsorción de la extremidad distal de la tercera falange.
Cada vez más se considera al FR un trastorno vasoespástico generalizado, puesto que no es raro en estos pacienWHVODSUHVHQFLDGHPLJUDxDDQJLQDGH3ULQ]PHWDORLQIDUWRV
cerebrales recidivantes.
LABORATORIO
/DVROLFLWXGGHORVDQWLFXHUSRVDQWLQXFOHDUHV $$1 HVREOLJDGDDQWHWRGR)5VRQSRVLWLYRVHQODPD\RUtDGHHQIHUPRV
diagnosticados de enfermedades autoinmunes sistémicas,
en especial en la esclerodermia y la enfermedasd mixta del
WHMLGR FRQMXQWLYR HQWLGDGHV TXH FRQ PD\RU IUHFXHQFLD VH
asocian con el FR.
IMAGEN
La capilaroscopia es una prueba decisiva para diferenciar
un FR primario o secundario. Una capilaroscopia normal
orienta a que el paciente tiene un FR primario. En cambio,
XQDFDSLODURVFRSLDDQRUPDOLGHQWLÀFDDXQJUXSRGHSDFLHQtes con alta probabilidad de tener un FR secundario.
/DFRPELQDFLyQGH$$1SRVLWLYRV HVSHFLDOPHQWHDQWLFXHUSRVDQWLFHQWUyPHURRDQWL6FO \XQDFDSLODURVFRSLD
DQRUPDOLGHQWLÀFDDXQJUXSRGHSDFLHQWHVFRQDOWDSUREDELlidad de presentar una enfermedad autoinmune sistémica.
3RUFRQWUDODQHJDWLYLGDGGHORV$$1\XQDFDSLODURVFRSLD
normal prácticamente descarta la enfermedad autoinmune
sistémica.
Capítulo | 13 Fenómeno de Raynaud
DIAGNÓSTICO
La distinción entre FR primario y secundario es fundaPHQWDOGDGRTXHHOSURQyVWLFR\HOWUDWDPLHQWRGLÀHUHQHQWUHDPERV8QGHSDFLHQWHVFRQ)5SULPDULRGHVDUUROODUiQXQDHQIHUPHGDGDXWRLQPXQLDWULDVLVWpPLFD3RUHOOR
HVQHFHVDULRXQPtQLPRGHDxRVGHVHJXLPLHQWRDQWHVGHO
GLDJQyVWLFRGHÀQLWLYR
Los criterios para diagnosticar a un paciente con FR priPDULRVHGHWDOODQHQODWDEOD
(OGLDJQyVWLFRGHO)5HVFOtQLFR\VyORUHTXLHUHODUHVSXHVWD
DÀUPDWLYDDWUHVSUHJXQWDV
a) ¢VXV GHGRV VRQ HVSHFLDOPHQWH VHQVLEOHV DO IUtR" b)
¢FDPELDQGHFRORUFXDQGRORVH[SRQHDOIUtR"\c) ¿se vuelYHQEODQFRVRD]XOHV"
El FR debe distinguirse de la acrocianosis, cianosis y
frialdad permanente e indolora de los miembros localizada
de preferencia en las manos. Es frecuente en el sexo femenino, especialmente en la pubertad. Existe hiperhidrosis en
las palmas y en las plantas, en tanto que el dorso permanece
VHFR/DPDQRVXGRURVDGHODDFURFLDQRVLVHVWtSLFD\SURGXce la sensación, al estrecharla, de que se aprisiona un sapo.
La eritromelalgia, de observación poco frecuente, se
presenta en ambos sexos, de ordinario en pacientes de edad
PHGLDQDRDYDQ]DGDVHPDQLÀHVWDSRUGRORUFRQHQURMHFLmiento e hipertermia, habitualmente en las extremidades
inferiores.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
CLASIFICACIÓN
TRATAMIENTO
(O65VHFODVLÀFDHQSULPDULRFXDQGRQRVHLGHQWLÀFDQLQJXQDFDXVD HQHOGHORVFDVRV \VHFXQGDULR HQHO
de los casos) cuando subyace una causa, habitualmente una
enfermedad autoinmune sistémica, en especial la esclerodeULPD R OD HQIHUPHGDG PL[WD GHO WHMLGR FRQMXQWLYR WDEOD
13.1).
Tabla 13.1. Clasificación del fenómeno de Raynaud
Primario (80% de los casos): enfermedad de Raynaud
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
199
Secundario (20% de los casos)
Enfermedades autoinmunes sistémicas: esclerodermia (90%),
enfermedad mixta del tejido conjuntivo (85%), síndrome
de Sjögren (33%), LES (25%), polimiositis/dermatomiositis
(29%), AR (12%)
Hemopatías: policitemia vera, leucosis, linfomas, mieloma,
macroglobulinemia
Neoplasias: pulmón, ovario
Endocrinopatías: feocromocitoma, hipotiroidismo, síndrome
carcinoide
Enfermedades vasculares: vasculitis, arteriosclerosis,
crioglobulinemia (10%), tromboangeítis obliterante (50%),
síndrome del desfiladero torácico
Infecciones: hepatitis B y C, parvovirus B19, Helicobacter
pylori, citomegalovirus
Fármacos: bleomicina, cisplatino, vinblastina, ciclosporina,
betabloqueantes, interferón, clonidina, anfetamina,
cocaína, cloruro de polivinilo, nicotina, sulfasalacina,
bromocriptina
Traumatismos: martillo neumático, máquinas pulidoras
Miscelánea: síndrome del túnel carpiano (60%), síndrome
regional complejo
LES: lupus eritematoso sistémico; AR: artritis reumatoide.
8QGHSDFLHQWHVFRQ)5SULPDULRUHÀHUHQHOLQLFLRGHO
)5DSDUWLUGHORVDxRV(QHVWRVFDVRVODVFULVLVVXHOHQ
ser benignas y llegan a desaparecer en más de un tercio de
FDVRV6LQHPEDUJRHOVHJXLPLHQWRFOtQLFRHVREOLJDGR8QD
YH]DODxRGHEHQVROLFLWDUVHORV$$1\XQDFDSLODURVFRSLD
en todos los pacientes con FR primario, puesto que más del
GHSDFLHQWHVFRQ$$1SRVLWLYRV\FDSLODURVFRSLDDQRUmal presentarán una esclerodermia.
El tratamiento del FR va encaminado a reducir el número, la
intensidad y la duración de los episodios de vasoespasmo.
Es fundamental antes de iniciar el tratamiento conocer si se
trata de un FR primario o secundario.
MEDIDAS GENERALES
$QWHWRGRGHEHVXSULPLUVHHOWDEDFR6LHOSDFLHQWHHMHUFH
una profesión en la que pueda haber excitación mecánica
PiTXLQDV QHXPiWLFDV R FRQWDFWR FRQ DJXD IUtD GHEHUi
abandonarla y cambiarla por otra.
6HHYLWDUiODDFFLyQGHOIUtRVREUHODVH[WUHPLGDGHVSDUDOR
cual se procurará conservar el calor natural mediante el uso de
Tabla 13.2. Criterios para diagnosticar a un paciente
como afectado de fenómeno de Raynaud primario
Episodios de vasoespasmo paroxístico desencadenados
por cambios bruscos de temperatura, frío o estrés
Afectación simétrica de ambas manos
Ausencia de necrosis o gangrena digital
Ausencia por historia clínica y exploración física de cualquier
causa de FR secundario
VSG normal
AAN negativos
Capilaroscopia normal
FR: fenómeno de Raynaud; VSG: velocidad de sedimentación globular;
AAN: anticuerpos antinucleares.
200
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
guantes y calcetines de lana. Una manta eléctrica puede ser
muy útil. El aire acondicionado debe proscribirse. El paciente
debe siempre lavarse con agua caliente. Tomará uno o dos baxRVFDOLHQWHVDOGtDGHPLQXWRVGHGXUDFLyQFRQDJXDD
ƒ&3XGHVHUFRQYHQLHQWHHOFDPELRGHFOLPD\SDVDUXQDV
YDFDFLRQHVRFRUWDVWHPSRUDGDVHQiUHDVRSDtVHVFiOLGRV
(O HMHUFLFLR ItVLFR SXHGH VHU ~WLO SDUD PDQWHQHU OD SLHO
caliente. Las cremas hidratantes y la aplicación de vasodilaWDGRUHVORFDOHVFRPRODQLWURJOLFHULQDWySLFDDOHQIRUPD
de crema son, asimismo, útiles.
Se evitarán las situaciones de estrés, especialmente la
ansiedad.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
El tratamiento vasodilatador está indicado cuando aparecen
VtQWRPDVTXHLQWHUÀHUHQODDFWLYLGDGFRWLGLDQDGHOSDFLHQWH
En general, los vasodilatadores son más efectivos en pacientes con FR primario que secundario. Los empleados
PiVKDELWXDOPHQWHVRQORVVLJXLHQWHV
Antagonistas de los canales del calcio
Son los fármacos de primera elección. El nifedipino a dosis
GHPJGtDHODPORGLSLQRDGRVLVGHPJGtDRHO
GLOWLD]HPDGRVLVGHPJKRUDVUHGXFHQHQXQODV
crisis del FR primario, especialmente los dos primeros. Un
15% de pacientes presentan efectos secundarios en forma
de taquicardia, edema, cefalea, vértigo, estreñimiento o hipotensión ortostática.
Antagonistas alfaadrenérgicos
La doxazosina es un buen sustituto de los antagonistas de los
FDQDOHVGHOFDOFLRDXQDGRVLVPi[LPDGHPJGtD6XVHIHFtos secundarios más frecuentes son hipotensión postural, vértigo y palpitaciones, especialmente tras las primeras dosis.
TXHFRQÀUPDQVXHÀFDFLDVRQHVFDVRV6XVHIHFWRVVHFXQGDULRVPiVIUHFXHQWHVVRQQiXVHDVFHIDOHDWDTXLFDUGLDVtQcope, angina, erupción cutánea e impotencia.
/D SHQWR[LÀOLQD RWUR IiUPDFR YDVRDFWLYR D GRVLV GH
PJKRUDVHVWDPELpQXQDWHUDSLDSRSXODUSHURQRKD\
HVWXGLRVFRQWUDVWDGRVTXHDYDOHQVXHÀFDFLD6XVHIHFWRVVHcundarios más frecuentes son náuseas y vómitos.
Antagonistas del receptor de la endotelina
La endotelina es uno de los péptidos vasoconstrictores más
potentes que existen. El bosentan es un antagonista de los
UHFHSWRUHV GH OD HQGRWHOLQD (V HÀFD] D GRVLV LQLFLDOHV GH
PJKRUDVTXHSXHGHQDXPHQWDUVHDODVVHPDQDVD
PJKRUDVVLQRDSDUHFHQHIHFWRVVHFXQGDULRV
Inhibidores de la fosfodiesterasa
/DDGPLQLVWUDFLyQGHVLOGHQDÀORDGRLVGHPJKRUDV
DXPHQWD KDVWD FXDWUR YHFHV HO ÁXMR FDSLODU (O WDGDODÀOR
6FKLRSX \HOYDUGHQDÀORWLHQHQSUREDEOHPHQWHXQD
HÀFDFLDVLPLODU
Análogos de las prostaglandinas
La prostaciclina y la prostaglandina son potentes vasodilatadores que, además de inhibir la agregación plaquetaria, poVHHQHIHFWRÀEULQROtWLFR6XVGRVDQiORJRVXWLOL]DGRVVRQa)
alprostadilDPSROODV —J HQPOGHVXHURJOXFRVDGR
DSDVDUHQKRUDVFDGDKRUDVHOSULPHUGtD\VHJXLUFRQ
—JKRUDVKDVWDFRPSOHWDUXQWRWDOGHGtDV$GPLQLVWUDGRSUHIHUHQWHPHQWHSRUYtDFHQWUDO\b) iloprost; a dosis de
DQJNJPLQHQSHUIXVLyQFRQWLQXDGHDGtDV
En ambos casos es imperativo un estricto control de la
IUHFXHQFLDFDUGtDFD\GHODSUHVLyQDUWHULDO6RQGHXVRH[clusivo hospitalario.
Xilocaína y bupivacaína
Inhibidores del sistema renina-angiotensina
/DÁXR[HWLQDDGRVLVGHPJGtDKDGHPRVWUDGRVHU
HÀFD]6XVHIHFWRVVHFXQGDULRVPiVIUHFXHQWHVVRQQiXVHDV
vómitos, insomnio y taquicardia.
La administración de cualquiera de estas dos sustancias en
la base de los dedos afectados puede conseguir una simpaWHFWRPtDTXtPLFDPHMRUDQGRHOGRORU\FDXVDQGRXQDYDVRdilatación.
En general, los fármacos utilizados en la actualidad permiten disminuir la frecuencia, la duración y la intensidad de
las crisis, además de favorecer la cicatrización de las úlceUDVGLJLWDOHVDXQTXHODPD\RUtDQRHVWiQH[HQWRVGHHIHFWRV
secundarios.
En la tabla 13.3 se resumen los fármacos empleados más
habitualmente en el tratamiento del FR.
Vasodilatadores
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
/DQLWURJOLFHULQDWySLFDDODSOLFDGDHQIRUPDGHFUHPD
XQDYH]DOGtDHVXQWUDWDPLHQWRPX\SRSXODUSHURORVGDWRV
'HEH UHVHUYDUVH SDUD ODV IRUPDV PiV LQFDSDFLWDQWHV UHEHOGHV DO WUDWDPLHQWR IDUPDFROyJLFR /D VLPSDWHFWRPtD
Son una buena alternativa a los dos grupos anteriores. El
ORVDUWDQDGRVLVGHPJGtDHVVXSHULRUDOSODFHER
Sus efectos secundarios más frecuentes son cefalea, vértigo,
astenia y diarrea.
Inhibidores de la recaptación de serotonina
Capítulo | 13 Fenómeno de Raynaud
Tabla 13.3. Tratamiento farmacológico del fenómeno
de Raynaud
Antagonistas de los canales del calcio: nifedipino, amlodipino,
diltiazem
Antagonistas alfa adrenérgicos: doxazosina
Inhibidores del sistema renina-angiotensina: losartan
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina:
fluoxetina
Vasodilatadores: nitroglicerina tópica, pentoxifilina
Antagonistas del receptor de la endotelina: bosentan
Inhibidores de la fosfodiesterasa: sildenafilo
Análogos de las prostaglandinas: alprostadil, iloprost
Xilocaína/Bupivacaína
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
selectiva de las arterias digitales y la revascularización
SUHFR] PHGLDQWH PLFURFLUXJtD UHYDVFXODUL]DGRUD GH OD
mano son las técnicas de elección, especialmente esta úlWLPD$PEDVQRHVWiQH[HQWDVGHULHVJRVQLGHUHFXUUHQcias. En ocasiones debe recurrirse a la amputación quirúrgica.
201
CÓDIGOS CIE-10
,
6tQGURPHGH5D\QDXG
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
%ORFN-$6HTXHLUR:5D\QDXG·VSKHQRPHQRQ/DQFHW
)LHVVLQJHU-1+RXVVHW(/HSKpQRPqQHGH5D\QDXG/D5HYXHGX3UDFWLFLHQ
7RORVD & 6LPHyQ &3 *DEDUUy / (O IHQyPHQR GH 5D\QDXG 0HG &OLQ
%DUF :LJOH\)05D\QDXG·VSKHQRPHQRQ1(QJO-0HG
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
%ULWR36LVy$5DPRV01XHYDVSHUVSHFWLYDVHQHOWUDWDPLHQWRGHOIHQyPHQRGH5D\QDXG0HG&OLQ %DUF 0DULFT+5&DUSHQWLHU3+:HLQULFK0&.HLO-(3DOHVK<%LUR&HWDO
*HRJUDSKLFYDULDWLRQLQWKHSUHYDOHQFHRI5D\QDXG·VSKHQRPHQRQD
UHJLRQFRPSDULVRQ-5KHXPDWRO
5LHUD *9LODUGHOO 09DTXp 0 )RQROORVD9 %HUPHMR % 3UHYDOHQFH RI
5D\QDXG·VSKHQRPHQRQLQDKHDOWK\6SDQLVKSRSXODWLRQ-5KHXPDWRO
5RPiQ-*RQ]iOYH]-/)HUQiQGH]&*UDxD-7RUUHV0-3UHYDOHQFHRI
5D\QDXG·VSKHQRPHQRQLQJHQHUDOSUDFWLFHLQWKHHDVWRI6SDLQ&OLQ
5KHXP
6FKLRSX(+VX9,PSHQV$-5RWKPDQ-$0F&ORVNH\'$:LOVRQ-:
HW DO 5DQGRPL]HG SODFHER FRQWUROOHG FURVVRYHU WULDO RI WDGDODÀO LQ
5D\QDXG·VSKHQRPHQRQVHFRQGDU\WRV\VWHPLFVFOHURVLV-5KHXPDWRO
Capítulo 14
Síndrome de Sjögren
Síndrome de Sjögren
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
– Manifestaciones glandulares
– Manifestaciones extraglandulares
– Otras manifestaciones
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Clasificación
Evolución y pronóstico
Tratamiento
– Tratamiento de las manifestaciones glandulares
– Tratamiento de las manifestaciones extraglandulares
DEFINICIÓN
El síndrome de Sjögren19 (SS) es una enfermedad autoinmune
sistémica crónica caracterizada por manifestaciones glandulares, en las glándulas lagrimales y salivales, y manifestaciones
extraglandulares con riesgo de presentar linfoma.
EPIDEMIOLOGÍA
El SS afecta predominantemente al sexo femenino en una
proporción de 10:1, de ordinario entre los 40 y los 60 años.
La prevalencia oscila entre el 0,1 y el 1% de la población
general. Su prevalencia en la artritis reumatoide (AR) es del
7%, en la esclerodermia y en el lupus eritematosos sistémico (LES) del 20-30% y en los pacientes con enfermedad
mixta del tejido conjuntivo es superior al 40%.
El SS es posiblemente la enfermedad autoinmune sistémica crónica más atípica y más frecuente en nuestro medio, pero su heterogeneidad tanto en las manifestaciones
clínicas iniciales como en su evolución llevan a su infradiagnóstico.
Por otra parte, su variada sintomatología glandular y extraglandular conlleva, en ocasiones, diÀcultades diagnósticas para el clínico.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia del SS se desconoce. Existe una predisposición genética a presentar la enfermedad que viene dada
por una mayor prevalencia de los antígenos de histocompatibilidad HLA-B8, HLA-DR3 y HLA-DRw52.
El proceso se inicia en el tejido glandular (lagrimal y
salival), probablemente desencadenado por virus, que de
forma directa o indirecta a través de reacciones cruzadas
con moléculas propias (mimetismo molecular), originan
una inÀltración glandular de linfocitos T CD4 (45-55%) y
linfocitos T CD8 (10-20%) con producción local de citocinas, que perpetuarían la respuesta inÁamatoria en las glándulas afectadas.
Los linfocitos T activados dan lugar a una hiperestimulación de linfocitos B con posterior formación de anticuerpos (Ramos, 2005).
19. Henrik Sjögren (1899-1986). Oftalmólogo sueco.
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
203
204
ANATOMÍA PATOLÓGICA
En las glándulas afectadas existe una inÀltración linfocitaria focal. Cuando ésta aumenta la inÀltración es linfomonocitaria y de células plasmáticas. En fases más avanzadas
aparecen hiperplasia y atroÀa acinar.
En localizaciones extraglandulares, la inÀltración linfocitaria suele ser intersticial difusa.
CLÍNICA
MANIFESTACIONES GLANDULARES
El SS suele iniciarse con sequedad ocular y bucal, presente
en más del 90% de los pacientes.
Diariamente el organismo produce alrededor de 600 ml
de saliva; en el SS la secreción salival es escasa, seca y adherente y se encuentra extremadamente disminuida por la
atroÀa glandular.
La sequedad bucal (xerostomía) se maniÀesta por disfagia que obliga al paciente a tomar frecuentes sorbos de agua
para ayudar a la deglución. Existen también diÀcultades
para la masticación, sobre todo por la mañana. La lengua
está seca, roja, depapilada y los labios secos y con presencia
de Àsuras (ragades). La caries es frecuente, pero el sentido
del gusto no se ve alterado. Se ha señalado la caída prematura de los dientes como consecuencia de la falta de secreción salival. La hipertroÀa parotídea, presente en el 15% de
los pacientes, motiva, en ocasiones, el diagnóstico erróneo
de parotiditis. La parotiditis bacteriana y la litiasis salival
son excepcionales. En la tabla 14.1 se exponen las principales causas de hipofunción salival.
La sequedad ocular (xeroftalmía) se maniÀesta de ordinario con sensación de cuerpo extraño ocular o sensación de
«arenilla», ardor conjuntival y fotofobia. La conjuntiva aparece congestiva y la mirada pierde su brillo.
Entre otras manifestaciones se incluyen la sequedad de
la piel, que pierde su untuosidad normal, y la sequedad vaginal, causa de dispareunia.
MANIFESTACIONES EXTRAGLANDULARES
Síndrome constitucional
Un 70% de casos presentan astenia (Ng, 2010) y la Àebre,
habitualmente en forma de febrícula, está presente en el 4%
de los casos.
Manifestaciones musculoesqueléticas
La afectación articular en forma de artralgias, oligoartritis o
poliartritis de las pequeñas articulaciones de las manos se
observa en el 45% de los casos (Faus, 1991 y Fauchais, 2010).
La afectación articular es especialmente relevante en los pacientes con anticuerpos anticitrulina positivos (Mohammed,
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 14.1. Causas de hipofunción salival
Intermitente
Fármacos (p. ej., antihistamínicos)
Infecciones víricas (p. ej., parotiditis)
Deshidratación (p. ej., diabetes)
Psicógenas (p. ej., ansiedad)
Permanente
Secundaria a fármacos
Antidepresivos (p. ej., amitriptilina)
Neurolépticos (p. ej., litio, fenotiazinas)
Parasimpaticolíticos (p. ej., antiparkinsonianos)
Hipotensores (p. ej., clonidina, betabloqueantes,
diuréticos)
Secundaria a enfermedades
Síndrome de Sjögren
Sarcoidosis
Infección por el virus de la hepatitis C
o de la inmunodeficiencia humana
Amiloidosis primaria o secundaria
Radioterapia de la cabeza o del cuello
Depresión crónica
Enfermedad del injerto contra el huésped
Enfermedades del sistema nervioso central
2009). La afectación muscular está presente en el 4% de los
casos, con pobre correlación clínico-patológica.
Manifestaciones hematológicas
La anemia está presente en un 20% de los enfermos, seguida de la leucopenia en un 16% de los casos y de la trombocitopenia en un 13%. Un 15% de pacientes presentan una
gammapatía monoclonal y un 14%, esplenomegalia.
Manifestaciones cutáneas
Un 16% de pacientes presentan vasculitis; la vasculitis leucocitoclástica es la más frecuente; habitualmente se presenta en forma de púrpura palpable, asociada con crioglobulinemia y con lesiones cutáneas anulares, relacionadas con la
presencia de anticuerpos anti-Ro.
Los pacientes que presentan vasculis desarrollan con mayor frecuencia linfoma de células B. El fenómeno de Raynaud está presente en cerca del 20% de los casos de SS primario y en más de la mitad de los pacientes constituye la
primera manifestación clínica. Los pacientes con fenómeno
de Raynaud tendrían más manifestaciones extraglandulares y
mayor positividad de anticuerpos (García-Carrasco, 2002).
Manifestaciones digestivas
Las manifestaciones digestivas son poco frecuentes; entre ellas
destacan la disfagia a los sólidos y la gastritis crónica. Algunos
pacientes presentan episodios recurrentes de pancreatitis.
Capítulo | 14 Síndrome de Sjögren
La alteración hepática más frecuente en nuestro medio
es la ocasionada por la coexistencia con la infección crónica
por el virus de la hepatitis C, con una prevalencia del 13%
(Ramos, 2001, 2006). En la tabla 14.2 se exponen los criterios que deben alertar al clínico acerca de la posibilidad de
la existencia de una infección crónica por el virus C en los
pacientes con SS primario (Ramos, 2008).
205
En la tabla 14.4 se exponen las manifestaciones clínicas
de sequedad de mucosas que deben hacer sospechar al clínico que se encuentra ante un paciente con SS.
LABORATORIO
La velocidad de sedimentación globular (VSG) está elevada
en la mayoría de los pacientes. Más de un 30% de casos
Manifestaciones pleuropulmonares
Las manifestaciones pulmonares están presentes en el 16%
de los pacientes y se detallan en la tabla 14.3.
Manifestaciones renales
La afectación renal más frecuente es la lesión de los túbulos
renales (acidosis tubular renal distal) y la glomerulonefritis.
Manifestaciones neurológicas
El espectro de las manifestaciones neurológicas del SS es
muy amplio, desde formas asintomáticas, con hallazgo exclusivo de lesiones desmielinizantes en la sustancia blanca,
hasta formas con afectación focal o difusa del cerebro o de
la médula espinal o epilepsia (Ramírez, 2009).
Su prevalencia oscila entre un 5 y un 10%. Uno de cada
5 pacientes con SS primario presenta afectación neurológica. La neuropatía periférica con EMG normal es la afectación más frecuente del sistema nervioso perférico. La afectación de pares craneales (neuralgia del trigémino) y la
isquemia de pequeño vaso son poco frecuentes.
Tabla 14.3. Manifestaciones pulmonares del síndrome
de Sjögren
Vías aéreas altas
Sequedad de la mucosa nasal
Sinusitis de repetición
Epistaxis
Vías aéreas bajas
Sequedad de la mucosa traqueo-bronquial
EPOC
Bronquiolitis obliterante
Bronquiectasias
Parénquima pulmonar
Neumonía intersticial linfocítica
Fibrosis pulmonar
Amiloidosis
Alveolitis
Linfoma
Hipertensión pulmonar
Pleura
Pleuritis con/sin derrame
EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
OTRAS MANIFESTACIONES
Pueden producirse hipotiroidismo clínico o subclínico, sordera neurosensorial, etc. No es rara la coexistencia de SS
con tiroiditis autoinmune o cirrosis biliar primaria.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tabla 14.2. Criterios de sospecha de infección crónica
por virus C en el síndrome de Sjögren primario
Criterios epidemiológicos
Sexo masculino
Síndrome de Sjögren de inicio tardío
Criterios clínicos
Vasculitis cutánea
Neuropatía periférica
Afectación hepática (clínica o biológica)
Linfoma o carcinoma hepatocelular
Criterios inmunológicos
Factor reumatoide
Crioglobulinemia
Hipocomplementemia
Ro/La negativos
Tabla 14.4. Manifestaciones clínicas de sequedad
de mucosas indicativas de síndrome de Sjögren
Afectación ocular
Sensación de sequedad ocular, de cuerpo extraño, quemazón
o «arenilla», visión borrosa, fotofobia, intolerancia a los
lentes de contacto
Afectación oral
Sensación de sequedad bucal, necesidad de beber líquidos
con frecuencia, disfagia, disfonía, fisuras labiales, caries
dental, parotidomegalia
Afectación pulmonar
Sensación de sequedad nasal, tos seca irritativa, epistaxis
Afectación digestiva
Irritación faríngea, disfagia
Afectación cutánea
Sensación de piel seca, cabello frágil sin brillo, alopecia
Afectación ginecológica
Sequedad y/o prurito vaginal, dispareunia
206
presentan una anemia normocítica, normocrómica. La leucopenia está presente en un 20% y la trombocitopenia en un
10% de los pacientes.
La neutropenia es un hallazgo relevante, dada su asociación con los anticuerpos anti-Ro y anti-La positivos, con
otras citopenias y con un mayor riesgo de infeccciones graves (Brito, 2009).
La prevalencia de la hipergammaglobulinemia alcanza
el 70% de casos. El hallazgo de una gammapatía monoclonal obliga a descartar la crioglobulinemia y a realizar un
seguimiento clínico exhaustivo (Ramos, 2002).
Los anticuerpos antinucleares (AAN) son positivos en
más del 80% de los casos, especialmente los anti-Ro y antiLa. En pacientes con AAN elevados y anti-Ro y anti-La negativos se produce una mayor afectación pulmonar y fenómeno de Raynaud (García-Carrasco, 2002).
El factor reumatoide (FR) es positivo en alrededor del
50% de los casos. Su positividad se correlaciona con mayor
afectación articular, vasculitis cutánea y positividad de los
anticuerpos anti-Ro y anti-La.
Los anticuerpos anti-Ro y anti-La se detectan entre el 30
y el 70% de casos. Su positividad se asocia con más manifestaciones extraglandulares, especialmente cutáneas, con
más alteraciones analíticas y con el desarrollo de bloqueo
cardíaco congénito en hijos de mujeres portadoras de anticuerpos anti-Ro.
La prevalencia de crioglobulinemia en el SS es del 16%.
Su positividad se correlaciona con la presencia de vasculitis
leucocitoclástica, hipocomplementemia, virus de la hepatitis C y el riesgo de desarrollar linfoma (Ramos, 1998).
La hipocomplementemia se detecta en un 12% de los
casos. Se observa un descenso del CH50 a expensas del C4,
siendo raro el descenso del C3. La presencia de crioglobulinemia comporta mayor riesgo de linfoma y peor pronóstico
(Ramos, 2005).
Los pacientes con SS tienen una mayor prevalencia de
diabetes, dislipemia e hiperuricemia (Ramos, 2007).
IMAGEN
Con la prueba de Schirmer20 y la tinción con rosa de Bengala puede ponerse en evidencia la disminución de la secreción lagrimal (xeroftalmía).
Prueba de Schirmer. Se aplica en el ángulo interno del
ojo, cerca de la carúncula lagrimal, una tira de papel de Àltro de 5 mm de ancho por 35 mm de largo. En el individuo
normal se humedecen, en 1-3 minutos, unos 20 mm de longitud. En el paciente con SS la secreción es nula o, por lo
menos, no sobrepasa los 5 mm.
La tinción con rosa de Bengala consiste en aplicar en la
córnea una gota del colorante rosa de Bengala al 1%, tras lo
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
cual se observa, mediante lámpara de hendidura, su captación por las células conjuntivales.
Para el diagnóstico de la xerostomía se practica la gammagrafía parotídea con 99Tc que valora su captación y eliminación. En función de ambas características se clasiÀca
en cuatro grados, y se consideran patológicos los grados 3
y 4.
La pauta de exploraciones complementarias que debe
practicarse sería, por este orden: a) prueba de Schirmer; b)
tinción con rosa de Bengala; c) gammagrafía parotídea, y d)
biopsia labial que debe valorarse de forma individual, dadas
las molestias que ocasiona al paciente.
DIAGNÓSTICO
Los criterios utilizados para el diagnóstico se detallan en la
tabla 14.5. Se requiere la presencia de cuatro de los seis
criterios, con la inclusión obligada del criterio inmunológico y del histológico.
El diagnóstico diferencial debe realizarse con la amiloidosis, la sarcoidosis y los procesos linfoproliferativos.
Los pacientes con infecciones crónicas por el virus de las
Tabla 14.5. Criterios para el diagnóstico de síndrome
de Sjögren
Síntomas orales (una respuesta positiva)
Sensación de boca seca durante un período superior
a 3 meses
Necesidad constante de beber líquidos
Parotidomegalia recurrente
Signos orales (una prueba positiva)
Gammagrafía parotídea de grados 3-4
Flujo salival sin estimular de 1,5 ml o menos en 15 minutos
Sialografía patológica
Síntomas oculares (una respuesta positiva)
Sensación de ojos secos durante un período superior
a 3 meses
Utilizar lágrimas artificiales más de tres veces al día
Sensación de «arenilla» ocular recurrente
Signos oculares (una prueba positiva)
Prueba de Schirmer inferior a 5 mm a los 5 minutos
Puntuación de cuatro o más en la tinción con rosa
de Bengala
Laboratorio (una prueba positiva)
Anticuerpos antinucleares > 1/80
Factor reumatoide
Anti-Ro y anti-La
Anatomía patológica
Biopsia labial de grados 3-4
Para el diagnóstico de síndrome de Sjögren se requieren cuatro de los
seis criterios, que incluyan necesariamente los criterios 5 o 6. Si se
cumplen tres criterios es un síndrome de Sjögren probable.
20. Rudolf Schirmer (1831-1896). Oftalmólogo alemán.
Capítulo | 14 Síndrome de Sjögren
hepatitis B o C pueden presentar un cuadro clínico similar
al del SS.
CLASIFICACIÓN
El SS se clasiÀca en primario cuando no se asocia con ninguna enfermedad autoinmune sistémica o secundario cuando se asocia con una enfermedad autoinmune sistémica,
especialmente la AR y el LES. El SS secundario al LES
aparece con más frecuencia en mujeres mayores de raza
blanca con más fotosensibilidad, úlceras orales, fenómeno
de Raynaud y mayor positividad de los anticuerpos anti-Ro
y anti-La. Por el contrario presentan menos afectación renal y menor positividad de los anticuerpos anti-DNA y antiRNP (Baer, 2010).
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
La evolución es impredecible, si bien la mayoría de enfermos
sigue un curso estable. A los 15 años de evolución, la supervivencia es de más del 80%. Los factores pronósticos relacionados con una peor evolución son la presencia en el momento
del diagnóstico de hipertroÀa parotídea, vasculitis, hipocomplementemia y crioglobulinemia (Brito, 2007, 2008).
El SS asociado con hepatitis C que desarrolla linfoma
presenta, desde el punto de vista clínico, una mayor prevalencia de hipertroÀa parotídea y de vasculitis, y desde el
punto de vista biológico, hay una mayor presencia de FR
positivo y crioglobulinemia mixta tipo II (Ramos, 2007).
Las principales causas de mortalidad son el linfoma de
células B, con un riesgo entre 10 y 44 veces superior al
de la población general, las cardiovasculares y las neoplasias no hematológicas.
Los pacientes que desarrollan linfoma presentan más
vasculitis, afectación pulmonar, plaquetopenia e hipocomplementemia.
207
ojo, un mínimo de cuatro veces al día. Durante el descanso
nocturno deben utilizarse compresas húmedas y aplicar ungüentos con gafas de natación herméticas si procede, para
evitar la evaporación lagrimal nocturna.
Deben emplearse cremas protectoras labiales dos veces
al día.
Es aconsejable el uso de gafas de sol de gran tamaño con
protectores laterales. Las cremas de protección solar deben
ser, como mínimo, del factor 15.
Con la Ànalidad de mantener las vías nasales permeables se aconseja la realización de lavados de las fosas nasales con suero Àsiológico con aplicación posterior de pomada hidratante, dos veces al día. El empleo de cremas
hidratantes después de la ducha matutina y al acostarse es
muy útil. Se aconsejan los jabones de avena.
En las mujeres con sequedad vaginal son útiles los lubriÀcantes sin antiséptico. La consulta ginecológica anual es
obligada.
Uno de los problemas asociados con la sequedad es la
aparición de candidiasis. En la tabla 14.6 se exponen las
pautas de tratamiento.
El clorhidrato de pilocarpina a dosis de 2,5 mg cada
8 horas las primeras 2 semanas, aumentando 2,5 mg cada 2
semanas en función de la tolerancia hasta alcanzar una dosis
de 15 mg/día, produce una mejoría del 77% de la xerostomía y de un 62% de la xeroftalmía (Brito, 2006). Está contraindicado en pacientes con iritis o glaucoma. En caso de
efectos secundarios debe utilizarse atropina intravenosa.
TRATAMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES
EXTRAGLANDULARES
Manifestaciones musculoesqueléticas
Deben pautarse reposo, paracetamol a dosis de 1 g/6-8 horas e indometacina a dosis de 25 mg/6 horas, durante un
TRATAMIENTO
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
TRATAMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES
GLANDULARES
Los síntomas de sequedad suelen seguir una evolución
crónica y Áuctuante. Se aconseja abandonar el hábito tabáquico, ingerir líquidos abundantes, mínimo 3 litros diarios,
fríos y moderadamente ácidos, como zumos de frutas, especialmente cítricos. Deben ingerirse caramelos ácidos de
limón o de menta sin azúcar. Hay que limpiar de forma
enérgica de los dientes después de cada comida con productos Áuorados; es aconsejable realizar un control odontológico cada 6 meses.
Deben evitarse los locales cerrados con humo o con
temperaturas elevadas, y el ambiente debe humidiÀcarse.
Hay que emplear lágrimas artiÀciales, 2 gotas en cada
Tabla 14.6. Pautas de tratamiento de la candidiasis
en pacientes con síndrome de Sjögren
Fármaco y presentación
Dosis y recomendaciones
Nistatina tabletas
(100.000 U/tableta)
2-4 tabletas/día. Disolverlas
lentamente (15 minutos)
en la boca con sorbitos de agua.
Contiene lactosa
Clotrimazol tabletas
(100 mg/tableta)
1/2 tableta dos veces al día.
Idénticas recomendaciones que
para la nistatina. Usar en caso
de falta de respuesta de ésta
Nistatina crema
(100.000 U/g)
Aplicar localmente
La duración del tratamiento es de 4 semanas.
208
máximo de 7-10 días. En caso de falta de respuesta hay
que añadir prednisona (5 mg/día) o prednisolona (4 mg/
dia). Si el paciente no mejora puede añadirse hidroxicloroquina a las mismas dosis empleadas en el tratamiento
del LES (v. tabla 9.39) y si persiste la falta de mejoría
añadir metotexato a dosis de 7,5-15 mg/semana con ácido
folínico.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
CÓDIGOS CIE-10
M35.0
Síndrome de Sjögren
H19.3
Queratoconjuntivitis y queratitis
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Manifestaciones pulmonares
En caso de sequedad de las vías respiratorias altas, debe
administrarse acetilcisteína a dosis de 600 mg/8 horas. Si se
ha producido una afectación parenquimatosa, debe administrarse prednisona a dosis de 1 mg/kg/día. Valorar la administración de ciclofosfamida.
Manifestaciones hepáticas
En el caso de hepatitis crónica activa por virus C, iniciar
tratamiento con interferón y ribavirina.
Manifestaciones endocrinológicas
El hipotiroidismo es la manifestación endocrinológica más
frecuente. Debe realizarse tratamiento sustitutivo con tiroxina a dosis de 50 mg/día hasta normalizar la hormona
estimulante de la tiroides (TSH).
Manifestaciones dermatológicas
El tratamiento de la vasculitis es el reposo. En casos graves, hay que administrar prednisona a dosis de 1 mg/kg/
día. Para el tratamiento del fenómeno de Raynaud, véase el
Capítulo 13.
Manifestaciones neurológicas
En casos de mononeuritis o polineuritis, debe administrarse
prednisona a dosis de 0,5-1 mg/kg/día en función de los hallazgos electromiográÀcos. En función de la gravedad, hay
que administrar ciclofosfamida (750 mg/m2) al mes durante
6 meses y valorar si se continúa el tratamiento según la evolución; deben administrarse inmunoglobulinas intravenosas
a dosis de 400 mg/kg/día o recambio plasmático en pacientes con crioglobulinemia.
El tratamiento sintomático con carbamacepina a dosis
de 200-400 mg/día o gabapentina a dosis de 300 mg/día
suele ser eÀcaz.
Los fármacos antifactor de necrosis tumoral (anti-TNF)
no deben ser una opción terapéutica habitual para los pacientes con SS. Un fármaco prometedor es el rituximab,
pero posee importantes efectos secundarios (Ramos, 2004,
2007).
Brito P, Ramos M, Bové A, Sentís J, Font J. Predicting adverse outcomes
in primary Sjögren’s syndrome: identiÀcation of prognostic factors.
Rheumatology 2007;46:1359-62.
Brito P, Ramos M. Evolución y pronóstico del paciente con síndrome de
Sjögren primario. Med Clin (Barc) 2008;130:109-15.
García-Carrasco M, Ramos M, Rosas J, et al. Primary Sjögren syndrome:
clinical and immunologic disease patterns in a cohort of 400 patients.
Medicine (Baltimore) 2002;81:270-80.
Ramos M, Cervera R, García-Carrasco M, Miret C, Muñoz FJ, Espinosa
G, et al. Síndrome de Sjögren primario: Estudio clínico e inmunológico de 80 pacientes. Med Clin (Barc) 1997;108:652-7.
Ramos M, Brito P, Nardi N, Aguiló S, Font J. Síndrome de Sjögren. Diagnóstico y tratamiento. Sem Fund Esp Reumatol 2004;5:205-16.
Ramos M, Tzioufas Font J. Síndrome de Sjögren. Nuevas perspectivas terapéutias. Med Clin (Barc) 2005;124:111-5.
Ramos M, Tzioufas AG, Font J. Primary Sjögren’s syndrome: new clinical
and therapeutic concepts. Ann Rheum Dis 2005;64:347-54.
Ramos M, Brito P. Emerging biological therapies in primary Sjögren’s
syndrome. Rheumatology 2007;46:1389-96.
Ramos M, Solans R, Rosas J, Camps MT, Gil A, del Pino J, et al. Primary
Sjögren syndrome in Spain. Clinical and immunological expression in
1010 patients. Medicine 2008;87:210-9.
Vitali C, Bombardieri S, Jonsson R, Moutsoupoulos HM, Alexander EL,
Carsons SE, et al. ClassiÀcation criteria for Sjögren’s syndrome: a revised version of the European criteria proposed by the American-European consensus group. Ann Rhem Dis 2002; 61:554-8.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Baer AN, Maynard JW, Shaikh F, Magder LS, Petri M. Secondary Sjögren
syndrome in systemic lupus erythematosus deÀnes a distinct disease
subset. J Rheumatol 2010;37:1143-9.
Brito P, Ramos M, Nardi N, Font J. Resultados del tratamiento con pilocarpina oral en 100 pacientes con síndrome de Sjögren. Med Clin (Barc)
2006;126:637.
Brito P, Soria N, Muñoz S, Bové A, Akasbi M, Belenguer R, et al. Prevalence and clinical relevance of autoinmune neutropenia in patients
with primary Sjögren’s syndrome. Semin Arthritis Rheum 2009;38:
389-95.
Fauchais AL, Ouattara B, Gondran G, Lalloue F, Petit D, Ly K, et al. Articular manifestations in primary Sjögren’s syndrome: Clinical signiÀcance and prognosis of 188 patients. Rheumatology 2010;49:116472.
Faus S, Benito P, Blanch J, Gutiérrez J, Martínez Pardo S, Duró JC, et al.
Hands radiological in primary Sjogren’s syndrome, Sjögren syndrome
secondary to rheumatoid arthritis and rheumatoid arthritis without
Sjögren’s syndrome. Clin Exp Rheumatol 1991;9:323-4.
García-Carrasco M, Sisó A, Ramos M, Rosas J, De la Red G, Gil V, et al.
Raynaud’s phenomenon in primary Sjögren’s syndrome. Prevalence
and clinical characteristics in a serie of 320 patients. J Rheumatol
2002;29:726-30.
Mohammed K, Pope J, Le Riche N, Brintell W, Cairns E, Coles R, et al.
Association of severe inÁammatory polyarthritis in primary Sjögren
Capítulo | 14 Síndrome de Sjögren
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
syndrome: Clinical, serologic and HLA analysis. J Rheumatol 2009;36:
1937-42.
Ng WF, Bowman SJ. Primary Sjögren’s syndrome: too dry and too tired.
Rheumatology 2010;49:844-53.
Ramírez M, Ramos M, Graus F. Afección del sistema nervioso central en
el síndrome de Sjögren primario. Med Clin (Barc) 2009;133:349-59.
Ramos M, Cervera R, Yagüe J, García-Carrasco M, Trejo O, Jiménez S, et
al. Cryoglobulinemia in primary Sjögren’s syndrome: Prevalence and
clinical characteristics in a serie of 115 patients. Semin Artritis Rheum
1998;28:200-5.
Ramos M, García-Carrasco M, Cervera R, Rosas J, Trejo O, De la Red G
et al. Hepatitis C virus infecton mimicking primary Sjögren syndrome.
Medicine (Baltimore) 2001;80:1-8.
Ramos M, García-Carrasco M, Cervera R, Font J, Ingelmo M. SigniÀcado
clínico de las alteraciones analíticas en el síndrome de Sjögren. Rev
Esp Reumatol 2002;29:343-55.
Ramos M, López-Guillermo A, Brito P, Cervera R, Font J for the SS-HCV
study group. Treatment of B cell lymphoma with rituximab in 2 patients with Sjögren’s syndrome associated with hepatitis C virus infection. Lupus 2004;13:969-71.
209
Ramos M, Font J. Primary Sjögren’s syndrome: Current and emergent aetiopathogenic concepts. Rheumatology 2005;44:1354-67.
Ramos M, Brito P, Yagüe J, Akasbi M, Bautista R, Ruano M, et al. Hypocomplementaemia as an immunological marker of morbidity and mortality in patients with primary Sjögren’s syndrome. Rheumatology
2005;44:89-94.
Ramos M, Sánchez-Tapias JM, Parés A, Forns X, Brito P, Nardi N, et al.
Characterization and differentiation of autoimmune versus viral liver
involvement in patients with Sjögren’s syndrome. J Rheumatol
2006;33:1593-9.
Ramos M, Civita L, Vita S, Solans R, Luppi M, Medina F, et al. Characterization of B cell lymphoma in patients with Sjögren syndrome and
hepatitis C virus infection. Arthritis Care Research 2007;57:161-70.
Ramos M, Brito P, Sisó A, Vargas A, Ros E, Bové A, et al. High prevalence
of serum metabolic alterations in primary Sjögren’s syndrome: InÁuence on clinical and immunological expression. J Rheumatol 2007;
34:754-61.
Ramos M, Muñoz S, Brito P. Virus de la hepatitis C y síndrome de Sjögren.
¿Desencadenante o imitador? Rheum Dis Clin North Am 2008;34:86984.
Capítulo 15
Miopatías inflamatorias
idiopáticas
Miopatías inflamatorias idiopáticas
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
– Manifestaciones musculoesqueléticas
– Manifestaciones cutáneas
– Manifestaciones digestivas
– Manifestaciones pulmonares
– Manifestaciones cardíacas
– Manifestaciones constitucionales
Laboratorio
Imagen
Estudio electromiográfico
Diagnóstico
Miopatías inflamatorias idiopáticas y cáncer
Evolución y pronóstico
Tratamiento
DEFINICIÓN
Las miopatías inÁamatorias idiopáticas (MII) son un grupo
de enfermedades autoinmunes sistémicas crónicas que se
caracterizan por: a) debilidad simétrica y progresiva de la
musculatura proximal, que respeta la musculatura facial; b)
elevación de enzimas musculares, en particular la creatinfosfoquinasa (CK); c) patrón miopático en el electromiograma (EMG), y d) presencia de inÀltrado inÁamatorio con
necrosis en la biopsia muscular.
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
EPIDEMIOLOGÍA
La incidencia de las MII es de 5 casos por millón de habitantes y su prevalencia de 60 casos por millón. En España,
la tasa de incidencia total del conjunto de dermatomiositis y
polimiositis es de 8,9 nuevos casos por millón de habitantes
y año, la de polimiositis es de 3,9 y la de dermatomiositis de
4,9. La incidencia de ambas enfermedades es signiÀcativamente superior en mujeres (Vargas, 2007).
Existe una distribución bimodal, en cuanto a la edad de
aparición, con un pico entre los 10 y los 14 años y otro entre
los 45 y los 65 años.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de las MII se desconoce. Se inicia el proceso en el endotelio capilar. Determinados anticuerpos frente a
las células endoteliales activan la cascada del complemento,
ya sea por la vía clásica o por la vía alternativa, especialmente la fracción C3, que tras activaciones repetidas forma el
complejo C5b-9 (complejo de ataque de membrana). Los depósitos de complemento necrosan las células endoteliales, lo
que implica inÁamación perivascular, isquemia tisular y destrucción de las células musculares.
Las citocinas que se liberan tras la activación del complemento permiten la posterior presencia de macrófagos y
de linfocitos T.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La biopsia muscular es decisiva para el diagnóstico. Con la
Ànalidad de conseguir una mayor rentabilidad diagnóstica,
la resonancia magnética (RM) es muy útil para seleccionar la
211
212
musculatura afectada, de ordinario los grupos musculares
proximales o los músculos de las cinturas escapular o pelviana. Dado que la lesión histológica es segmentaria, deben
practicarse biopsias de dos grupos musculares, realizando
cortes seriados transversales y longitudinales. Deben evitarse
los músculos utilizados para la práctica de EMG o de inyecciones intramusculares, para evitar los falsos positivos. Es
imprescindible procesar la biopsia en congelación para poder
llevar a cabo estudios histoquímicos e inmunohistoquímicos.
A pesar de todo en un 10% de los casos la biopsia es normal.
La lesión histológica se caracteriza por necrosis segmentaria de las Àbras musculares, inÀltrado inÁamatorio del
endomisio (tejido conjuntivo laxo que se encuentra entre las
Àbras de los haces musculares, rico en Àbras de reticulina),
compuesto por macrófagos, linfocitos y células plasmáticas, localizado en áreas perivasculares rodeando los fascículos musculares.
Los vasos sanguíneos intramusculares presentan hiperplasia de las células endoteliales con obstrucción capilar.
Las Àbras musculares se necrosan a consecuencia de los microinfartos en el seno del músculo. En fases más avanzadas
se objetiva degeneración vacuolar de las Àbras musculares
con basoÀlia y fagocitosis.
Realizar una nueva biopsia del músculo estaría indicado
en tres situaciones:
1. CK persistentemente elevadas, a pesar del tratamiento
correcto ¡tratar al paciente no a los valores de la CK!
2. Persistencia o empeoramiento de la clínica muscular
con o sin cambios en los valores de CK.
3. Clínica indicativa de miositis por cuerpos de inclusión
(MCI).
Las alteraciones histológicas de la biopsia cutánea dependen del estado evolutivo de la enfermedad. En las lesiones agudas los cambios recuerdan a los del lupus eritematoso sistémico (LES): degeneración de la membrana basal
con inÀltrado inÁamatorio de predominio linfocitario.
En las lesiones crónicas los cambios son parecidos a los
de la esclerodermia: atroÀa de la epidermis con esclerosis de
la dermis y engrosamiento de las paredes vasculares.
CLÍNICA
El comienzo de la enfermedad es muy variable. Algunos pacientes presentan manifestaciones musculares sin lesiones
cutáneas (polimiositis). En otros casos sólo están presentes
las manifestaciones cutáneas (dermatomiositis amiopáticas).
Este término debe entenderse como una manifestación precoz de la enfermedad y no como una entidad distinta, puesto
que en más de la mitad de los casos las lesiones cutáneas
preceden a la miopatía.
El diagnóstico de polimiositis se considera hoy día un
diagnóstico de exclusión, ya que deben descartarse otros
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
diagnósticos alternativos (tabla 15.1) y especialmente las
miopatías tóxicas (Walsh, 2005) (tabla 15.2).
MANIFESTACIONES
MUSCULOESQUELÉTICAS
La debilidad muscular progresiva y simétrica de instauración lenta es la forma más común de comienzo. Habitualmente los grupos musculares proximales de las extremidades inferiores (en especial los abductores) son los primeros
en resultar afectados. El enfermo tiene diÀcultad para incorporarse y la marcha se hace difícil, sido imposible en ocasiones subir escaleras. Los músculos no son dolorosos a la
Tabla 15.1. Diagnóstico diferencial de las miopatías
inflamatorias idiopáticas
Endocrinológicas: hipotiroidismo, enfermedad de Cushing
Tóxicas: véase tabla 15.2
Metabólicas: enfermedad de McArdle, enfermedad de Pompe,
deficiencias enzimáticas
Neurológicas: miastenia grave, esclerosis lateral amiotrófica,
atrofia muscular espinal, enfermedad de Parkinson
Distrofias musculares
Alteraciones electrolíticas: hipocalcemia, hipofosfatemia,
hipopotasemia, hiponatremia, hipernatremia
Infecciones: virus (Coxsackie, Epstein-Barr, VIH), bacterias
(Lyme), fúngicas, parasitarias (triquinosis, toxoplasmosis)
Miscelánea: meningioma, amiloidosis, síndrome
de Munchausen
VIH: virus de la inmunodeficiencia humana.
Tabla 15.2. Miopatías tóxicas
Necrosantes: alcohol, hipolipemiantes (estatinas, fibratos),
ciclosporina, labetolol, cocaína, heroína, anfetaminas,
meperidina, pentazocina
Anfifílicas: amiodarona, hidroxicloroquina
Antimicrotubulares: colquicina, vincristina
Mitocondriales: zidovudina
Inflamatorias: triptófano, penicilamina, cimetidina, L-dopa,
fenitoína, interferón, hidroxiurea
Hipopotasémicas: diuréticos, laxantes, amfotericina,
corticoides, alcohol
Desconocidas: sepsis, omeprazol, finasterida, emetina (jarabe
de ipecacuana)
Capítulo | 15 Miopatías inflamatorias idiopáticas
presión. Los reÁejos osteotendinosos están disminuídos y la
sensibilidad se conserva.
La afectación asimétrica y temprana del cuádriceps y de
los músculos Áexores de las manos obliga al clínico a sospechar una MCI, rara en el cuenca mediterránera y más frecuente en los países anglosajones. En la tabla 15.3 se detallan los criterios para su diagnóstico.
Cuando la debilidad muscular afecta a las extremidades
superiores los grupos musculares Áexores suelen ser los primeros en resultar afectados. El paciente no puede elevar los
brazos o levantar la cabeza de la almohada por debilidad
de los músculos Áexores del cuello. En fases tardías puede
existir afectación de los músculos respiratorios y faríngeos,
que se traduce en disfagia y voz nasal.
En la mitad de los casos la debilidad muscular se asocia
con mialgias, pero no es un síntoma predominante de la enfermedad. A este respecto el clínico debe tener claros cuatro
conceptos (tabla 15.4).
En fases avanzadas de la enfermedad aparecen contracturas musculares con calcinosis de los músculos atroÀados.
Tabla 15.3. Criterios diagnósticos de la miositis
por cuerpos de inclusión
Clínicos
Inicio después de los 30 años
Más de 6 meses de duración
Debilidad muscular proximal y distal, con afectación
de los músculos flexores de los dedos, muñecas
y cuádriceps
Biológicos
Valores de CK elevados, aunque pueden ser normales
MG: patrón miopático o mixto
Biopsia muscular: fibras musculares vacuoladas, depósito
de amiloide, invasión mononuclear de fibras no necróticas
y túbulo-filamentos en la M/E
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CK: creatinfosfoquinasa; M/E: microscopia electrónica.
Definida: clínica más histología característica con todos los hallazgos.
Probable: criterios clínicos y biológicos indicativos más histología
característica, pero incompleta.
Posible: clínica indicativa más histología característica, pero incompleta.
Tabla 15.4. Los cuatro conceptos básicos en patología
muscular
Mialgia: dolor muscular sin elevación de la CK
Miopatía: cualquier afección muscular
Miositis: síntomas musculares con CK elevada
Rabdomiólisis: síntomas musculares con CK elevada,
diez veces superiores a las cifras normales con creatinina
y mioglobinuria elevadas
CK: creatinfosfoquinasa.
213
Esto último es un rasgo característico de las fases tardías de
la enfermedad y suele objetivarse en los tejidos subcutáneos
que rodean a los músculos proximales. Aparece, por regla
general, a los 3-5 años de evolución y se deposita en forma
de grandes láminas (calcinosis universalis) a diferencia de
la esclerodermia en la que los depósitos son pequeños y periféricos (calcinosis circumscripta). Los niños son muy susceptibles a presentar esta complicación (el 50% de los casos) que, sorprendentemente, comporta un buen pronóstico
en lo que respecta a la supervivencia.
Entre un tercio y la mitad de los casos presentan manifestaciones articulares que en algunos casos pueden preceder a la aparición de la enfermedad. Tienen predilección por
las pequeñas articulaciones de las manos, muñecas y rodillas, simulando en ocasiones una artritis reumatoide (AR).
Suelen ser transitorias y en ocasiones pasar inadvertidas,
debido a la afectación muscular. Se ha descrito erosiones.
La artritis responde muy bien a los corticoides. Los pacientes con artritis presentan frecuentemente una afectación
pulmonar asociada. Las artralgias están presentes en el 30%
de los pacientes.
MANIFESTACIONES CUTÁNEAS
El eritema «en heliotropo»21 es un signo patognomónico, de
coloración rojo-violáceo, cuya intensidad puede variar en
horas, se localiza en los párpados y zona periorbicular y ocasionalmente se extiende a regiones frontales o malares. Está
presente en el 60% de los casos. Cuando está localizado sólo
en los párpados puede escapar al clínico más sagaz.
Las pápulas de Gottron22 son la manifestación más especíÀca de la dermatomiositis, y se observan en el 70% de
los pacientes. Se trata de pápulas violáceas localizadas sobre las articulaciones metacarpofalángicas e interfalángicas,
en las rodillas y en los codos. Con el tiempo se vuelven
brillantes y descamativas.
La presencia de eritema difuso en áreas expuestas al sol,
cara, cuello, plano posterior del tórax (eritema «en chal» o
«en capelina») y raíz de las extremidades, presente en el
30% de pacientes, es otra manifestación frecuente, pero menos especíÀca. En ocasiones es tan inaparente que puede
pasar desapercibido. Puede desarrolarse en otras localizaciones como la cara anterior del tórax (dibujando una «V»),
codos, rodillas o áreas maleolares.
Otros signos característicos son los infartos hemorrágicos periungueales, que suelen ser dolorosos, y las dilataciones irregulares de los capilares del lecho ungueal, visibles
por capilaroscopia y frecuentes en paciente con artritis, fenómeno de Raynaud y afectación pulmonar.
21. Llamado así porque ha sido comparado con la tonalidad de la flor de
la valeriana.
22. Heinrich Gottron (1890-1974). Dermatólogo alemán.
214
Otra manifestación clínica muy característica son las denominadas «manos de mecánico»: presencia de hiperqueratosis de las caras laterales y palmares de los dedos, con Àsuras y rugosidades de aspecto sucio. Obviamente, se impone
descartar el componente laboral o traumático antes del diagnóstico.
Un 10% de los pacientes presentan fenómeno de Raynaud.
MANIFESTACIONES DIGESTIVAS
Los problemas digestivos más frecuentes son la comentada
disfagia, debida a la debilidad de los músculos elevador y
constrictor superior de la faringe y a la hipotonía esofágica,
al igual que en la esclerodermia. Está presente en el 50% de
los casos y es un síntoma de mal pronóstico.
Las formas juveniles cursan con vasculitis intestinal y
eventual perforación de víscera hueca, excepcional en
adultos.
MANIFESTACIONES PULMONARES
Es la afectación visceral más frecuente (en el 20% de los
casos). Habitualmente se trata de neumopatías intersticiales, pero también se han descrito casos de alveolitis difusa
de mal pronóstico (Selva, 2005). La incidencia de neumopatía intersticial en pacientes portadores del anticuerpo anti
Jo-1 es del 90% (Richards, 2009).
El «síndrome antisintetasa» se caracteriza por la presencia
de neumopatía intersticial, artritis, miositis, fenómeno de Raynaud y «manos de mecánico». Es frecuente en mujeres de
edad media y a menudo la clínica articular y pulmonar en
forma de tos seca y disnea preceden a la afectación muscular.
En el 50% de los casos se detectan en el suero anticuerpos
antisintetasa, entre los cuales el más frecuente es el anti Jo-1.
MANIFESTACIONES CARDÍACAS
Las manifestaciones cardíacas son poco frecuentes, pero
cuando se presentan, habitualmente en forma de miocarditis, son de mal pronóstico, ya que pueden evolucionar hacia
miocardiopatía dilatada e insuÀciencia cardíaca.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
len ser normales, a excepción de las alteraciones biológicas
en los pacientes con neoplasias. La mitad de los casos presentan hipergammaglobulinemia policlonal.
La determinación de la CK es la prueba más útil por su
especiÀcidad, ya que es la que reÁeja con mayor precisión
la actividad de la enfermedad. Aunque en general los valores de CK se correlacionan con la actividad clínica, en un
20% de los casos pueden ser normales. La determinación de
aldolasa sérica, de la láctico-deshidrogenasa (LDH) e incluso de las transaminasas también puede ser útil.
En la tabla 15.5 se exponen las causas más frecuentes de
elevación de la CK no atribuibles a afecciones musculares.
Los anticuerpos antinucleares (AAN) son positivos en
el 50% de los casos y el factor reumatoide está presente
en el 8% de los enfermos. Los anticuerpos anti-ADN son siempre negativos. Los anticuerpos que poseen una mayor utilidad diagnóstica son los anti-Jo-1, anticuerpos antisintetasa
que deÀnen a un subgrupo de pacientes con poliartritis, miositis, neumopatía intersticial, fenómeno de Raynaud y «manos de mecánico» (síndrome antisintetasa). Los anticuerpos anti-Jo-1 se detectan en el 75% de los casos de MII con
afectación pulmonar y sólo en el 3% de los pacientes con miositis sin afectación pulmonar.
IMAGEN
La RM es una técnica muy útil para seleccionar la musculatura afectada y para evaluar la respuesta al tratamiento en
pacientes escogidos.
ESTUDIO ELECTROMIOGRÁFICO
El EMG detecta alteraciones cuando los músculos estudiados se encuentran afectados por el proceso. Se observa el
Tabla 15.5. Causas más frecuentes de elevación
de enzimas musculares no atribuibles a afecciones
musculares
Error de laboratorio
Inyecciones intramusculares recientes
MANIFESTACIONES CONSTITUCIONALES
Compresiones prolongadas
Las manifestaciones constitucionales como Àebre, astenia y
anorexia son poco frecuentes. Ante toda pérdida de peso
inexplicable el clínico sospechará una miopatía.
Cirugía reciente
LABORATORIO
La velocidad de sedimentación globular (VSG) suele estar
elevada, a pesar de que pueden encontrarse cifras normales,
incluso en fases activas. El resto de la datos biológicos sue-
Estados de hipertonía muscular mantenida
Convulsiones
Hipertermia/hipotermia
Necrosis tisular: cerebral (AVC), hepática (hepatitis), prostática
(infecciones o tumores)
AVC: accidente vascular cerebral.
Capítulo | 15 Miopatías inflamatorias idiopáticas
habitual patrón miopático: a) ausencia de actividad en reposo; b) trazado muy rico durante una contracción muscular,
aunque ésta sea de intensidad débil; c) potenciales de breve
duración, en una proporción superior al 30%; d) potenciales
de baja amplitud, inferior a 400 μV, y e) potenciales polifásicos abundantes. La presencia de un patrón neuropático en
las fases iniciales de la enfermedad obliga al clínico a sospechar una dermatomiositis asociada con neoplasia.
DIAGNÓSTICO
La clasiÀcación clásica (Bohan, 1975) sigue siendo de utilidad
en la práctica clínica por su simplicidad (tabla 15.6), pero tiene
el inconveniente de no incluir la MCI desconocida entonces.
Ésta es la menos inÁamatoria de las miopatías inÁamatorias,
por su falta de respuesta al tratamiento inmunosupresor y porque hay una forma familiar y hereditaria de probable origen
degenerativo, indistinguible morfológicamente de la forma esporádica. Por ello actualmente disponemos de nuevas propuestas de clasiÀcación que la incluyen (tabla 15.7).
Los criterios diagnósticos clásicos son los que se han
venido empleando hasta ahora (tabla 15.8), pero en la actualidad los más utilizados son los de Dalakas (Dakalas, 2003)
(tabla 15.9).
Los únicos parámetros de valor incontestable son las lesiones cutáneas patognomónicas y los hallazgos de la biopsia muscular. Ni la elevación de las CK ni la positividad del
EMG son imprescindibles para el diagnóstico.
Para el diagnóstico histológico de polimiositis se debe
exigir la presencia de necrosis e inÁamación y, para el diagnóstico histológico de la MCI, la presencia de Àbras anguladas agrupadas, cuerpos intracitoplasmáticos y vacuolas ribeteadas por un halo basóÀlo, cuyo contenido se tiñe con el
rojo Congo, denotando su naturaleza Àbrilar amiloide.
215
MIOPATÍAS INFLAMATORIAS
IDIOPÁTICAS Y CÁNCER
Diversos estudios epidemiológicos establecen una estrecha relación entre dermatomiositis y cáncer (Sigurgeirsson, 1992; Zantos, 1994; Maoz, 1998; Hill, 2001). Alrededor de un 30% de casos de dermatomiositis se asocian con
Tabla 15.7. Clasificación de las miopatías inflamatorias
idiopáticas según Mastaglia
Dermatomiositis
De inicio juvenil
De inicio en la edad adulta
Polimiositis
Eosinofílica
Granulomatosa
Mediada por linfocitos T
Síndromes de solapamiento
Con polimiositis
Con dermatomiositis
Con miositis por cuerpos de inclusión
Polimiositis/Dermatomiositis asociada con neoplasia
Miositis por cuerpos de inclusión
Otras
Focal: miositis orbitaria, miositis nodular, etc.
Difusa: miofascitis macrofágica, miopatía necrosante, etc.
Tabla 15.8. Criterios clasificatorios de las miopatías
inflamatorias idiopáticas según Bohan y Peter
1. Clínicos: pérdida de fuerza proximal y simétrica
Tabla 15.6. Clasificación de las miopatías inflamatorias
idiopáticas según Bohan y Peter
2. Histológicos: necrosis, fagocitosis, regeneración, atrofia
perifascicular e infiltrado inflamatorio en la biopsia
muscular
3. Enzimáticos: CK elevada
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Grupo I
M primaria idiopática
Grupo II
M primaria idiopática
4. Electromiográficos
a) Unidades motoras polifásicas cortas y pequeñas
b) Fibrilaciones, ondas positivas e irritabilidad
c) Descargas repetitivas de alta frecuencia
Grupo III
M o DM asociada con neoplasia
5. Cutáneos: eritema «en heliotropo», pápulas de Gottron y
lesiones eritematosas en cuello, escote, codos y rodillas
Grupo IV
M o DM infantil con vasculitis
Polimiositis
Definitiva: los cuatro primeros criterios
Probable: tres criterios del 1 al 4
Posible: dos criterios del 1 al 4
Grupo V
M o DM asociada con enfermedades autoinmunes
sistémicas: AR, LES, esclerodermia, enfermedad mixta
del tejido conjuntivo
PM: polimiositis; DM: dermatomiositis; AR: artritis reumatoide;
LES: lupus eritematoso sistémico.
Dermatomiositis
Definitiva: criterio 5 + tres criterios del 1 al 4
Probable: criterio 5 + dos criterios del 1 al 4
Posible: criterio 5 + un criterio del 1 al 4
216
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 15.9. Criterios diagnósticos de las miopatías inflamatorias idiopáticas según Dalakas
Criterios
PM definitiva
PM probable
DM definitiva
DM probable
DM amiopática
definitiva
Debilidad muscular
Sí
Sí
Sí
Sí
No
EMG
Miopatía
Miopatía
Miopatía
Miopatía
Miopatía o no
específica
CK
Elevadas
Elevadas
Elevadas
o normales
Elevadas
Elevadas
o normales
Biopsia muscular
Inflamación con
complejos CD8 y
CMH-1 sin vacuolas
Inflamación con complejos
CMH-1, sin complejos
CD8 ni vacuolas
*
*
Miopatía
subclínica
Erupción y calcinosis
Ausentes
Ausentes
Presentes
No detectados
Presentes
*
Infiltrados perifasciculares, perimisiales, o perivasculares con atrofia perifascicular.
cáncer, de ordinario adenocarcinomas que suelen diagnosticarse un año antes de la presentación de la miopatía; esto
ocurre especialmente en las llamadas dermatomiositis
amiopáticas y en las asociadas con enfermedad pulmonar
intersticial.
Las neoplasias más frecuentes son las de mama, ovario,
útero y colon en mujeres y pulmón, próstata y colon en
hombres.
En la práctica diaria una historia clínica minuciosa, una
exploración física exhaustiva, un perÀl biológico básico que
incluya marcadores tumorales de ovario, mama y próstata y
estudios de imagen que incluyan mamografía y tomografía
computarizada (TC) torácica y abdominal son suÀcientes
para descartar la posible neoplasia.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
La morbimortalidad de las MII es considerable. Las complicaciones infecciosas son frecuentes en las fases agudas
de la enfermedad, especialmente la neumonía por aspiración y la sepsis de origen urinario (Grau, 1999). La supervivencia global es del 86% el primer año, del 80% el segundo año, del 71% en el quinto año y del 57% en el
décimo año. Son factores de mal pronóstico la edad avanzada, las recaídas clínicas, la presencia de neoplasia, la
VSG elevada y los efectos secundarios de los fármacos
utilizados, presentes hasta en el 40% de los casos (Miró,
1999).
Los pacientes con neumopatía intersticial con anticuerpos anti-Jo-1 tienen mejor pronóstico que los que presentan
neumopatía intersticial sin anticuerpos anti-Jo-1. Estos últimos desarrollan una lesión alveolar difusa de peor pronóstico.
Obviamente, los pacientes con dermatomiositis asociada con neoplasia tienen un peor pronóstico. La mortalidad
global se sitúa alrededor del 10% (Bronner, 2006).
TRATAMIENTO
El tratamiento pretende recuperar la función muscular y
mejorar las manifestaciones extramusculares.
El reposo en cama se aconsejará sólo en la fase aguda
para rápidamente iniciar ejercicios musculares y rehabilitación. Se aconseja una dieta baja en sal e hidratos de carbono, e hiperproteica para evitar los efectos deletéreos de la
inmovilidad y de los corticoides sobre el músculo. Para
contrarrestar el efecto mineralocorticoide se aconseja la
toma de suplementos de potasio, calcio y vitamina D.
Se aconsejará la fotoprotección en todos los casos y si
persisten las lesiones cutáneas se utilizará hidroxicloroquina a las mismas dosis que las empleadas en el tratamiento
de la AR. Para el tratamiento de la calcinosis son útiles el
risendronato, la colquicina y el diltiazem.
Aunque la clínica y los valores de la CK suelen ir paralelos el clínico no debe obsesionarse en normalizar las CK;
lo que marca la pauta, como siempre, es la clínica.
Los distintos tratamientos propuestos están constituidos
por corticoides, la primera opción terapéutica, inmunodepresores e inmunomoduladores.
O
O
Paso 1. La pauta escalonada de corticoides se inicia con
prednisona a dosis de 1 mg/kg/día en dosis única matinal durante 4 semanas. En caso de mejoría o efectos colaterales hay que disminuir la dosis paulatinamente. Los
bolos de 1 g/día durante 3-5 días deben reservarse en
casos de afectación pulmonar o miocárdica.
Paso 2. En caso de falta de respuesta debe valorarse
la asociación de prednisona con azatioprina a dosis
de 100-150 mg/día, repartidas en dos dosis diarias o de
prednisona con metotrexato a dosis de 25-30 mg/semana.
La elección entre azatioprina y metotrexato depende de
la experiencia del clínico.
Capítulo | 15 Miopatías inflamatorias idiopáticas
O
O
O
Paso 3. En caso de falta de respuesta, transcurridos 3
meses, hay que administrar inmunoglobulinas intravenosas: 1-2 g/kg/mes, un mínimo de 3 meses. En los casos asociados con neoplasia, es una excelente alternativa
junto con la quimioterapia. (Dalakas, 1993).
Paso 4. En caso de falta de respuesta a los tratamientos
anteriores:
Ciclosporina: 3 mg/kg/día (dosis máxima: 5 mg/kg/día)
hasta conseguir una ciclosporinemia de 100-250 ng/ml.
Tacrólimus: 0,075-0,01 mg/kg/día en dos dosis orales
diarias, hasta alcanzar niveles plasmáticos de 5-20 ng/
ml.
Micofenolato de mofetilo: 1-3 g/día, repartidos en dos
dosis diarias.
Ciclofosfamida: 0,5-1 g/m2/mes, seis bolos mensules,
uno cada 5 días, especialmente en caso de afectación
pulmonar.
Paso 5. En casos rebeldes a los tratamientos anteriores,
puede planterase el tratamiento con antagonistas del
TNF (etanercept, inÁiximab o adalimumab) a las mismas dosis utilizadas en el tratamiento de la AR.
CÓDIGOS CIE-10
M33.1
Dermatomiositis
M33.2
Polimiositis
M36.0
Dermatopolimiositis secundaria a neoplasia
M33.9
Dermatopolimiositis
M60.8
Otras miositis
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Bohan WMH, Sturrock RD. Idiopathic inÁamatory myopathies. Topical
Reviews 2004;2:1-8.
Bohan A, Peter JB. Polymiositis and dermatomyositis (Àrst of two parts).
N Engl J Med 1975;292:344-7.
Bohan A, Peter JB. Polymiositis and dermatomyositis (second of two
parts). N Engl J Med 1975;292:403-7.
Bohan A, Peter JB, Bowman RL, Pearson CM. Computer-assisted analysis
of 153 patients with polymyositis and dermatomyositis. Medicine
(Baltimore) 1977;56:255-86.
217
Bronner IM, Van der Meulen MFG, De Visser M, Kalmijn S, Van Venrooij
WJ, Voskuyi AE. Long-term outcome in polymiositis and dermatomyositis. Ann Rheum Dis 2006;65:1456-61.
Choy EHS, Isenberg DA.Treatment of dermatomyositis and polymyositis.
Rheumatology 2002;41:7-13.
Dalakas MV. Polymiositis, dermatomyitis and inclusion body myositis. N
Engl J Med 1991;325:1487-98.
Dalakas MC, Hohlfeld R. Polymiositis and dermatomyositis. Lancet
2003;362:971-82.
Duró JC. Polimiositis. Dermatomiositis. En: Rotés J (ed.). Reumatología
clínica. Barcelona: Espaxs, 1983; 114-9.
Grau JM, Laguno M, Miró O, Casademont J, Urbano A. Mortality rates,
complications and relapses in idiopathic inÁammatory myopathies.
Neuromuscular Disorders 1999;9:477-8.
Mastaglia FL, Phillips BA. Idiopathic inÁammatory myopathies: epidemiology, classiÀcation and diagnostic criteria. Rheum Dis Clin North
Am 2002;28:723-41.
Miller FW (ed.). Idiopathic inÁamatory myopathies. Rheum Dis Clin North
Am 2002;28(4).
Vargas H, Selva A, Campins M, Hermosilla E, Grau JM, Martínez-Gómez
X, et al. Polimiositis y dermatomiositis: incidencia en España (19972004). Med Clin (Barc) 2007;129:721-4.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Dalakas MC, Illa I, Dambrosia JM, Soueidan SA, Stein DP, Otero C, et al.
A controlled trial of high dose intravenous immune globuline infusions as a treatment for dermatomyositis. N Engl J Med 1993;329:19932000.
Hill CL, Zhang Y, Sigurgeirsson B, Pukkala E, Mellemkjaer L, Airio A, et
al. Frequency of speciÀc cancer es in dermatomyositis and polymyositis: A population based study. Lancet 2001;357:96-100.
Maoz CR, Langevitz P, Livneh A, Blumstein Z, Sadeh M, Bank I, et al.
Hihg incidence of malignancies in patients with dermatomyositis and
polymyositis: An 11 year analysis. Semin Arthritis Rheum 1998;27:
319-24.
Miró O, Laguno M, Alonso JR, Casademont J, Herrero C, Selva A, et al.
Evolución de las MII: complicaciones, supervivencia y factores pronósticos. Med Clin (Barc) 1999;112:521-6.
Richards TJ, Eggebeen A, Gibson K, Yousem S, Fuhrman C, Gochuico
BR, et al. Characterization and peripheral blood biomarker assessment
of anti Jo-1 antibody positive intersticial lung disease. Arthritis Rheum
2009;60:2183-92.
Selva A, Labrador M, Muñoz X, Majó J, Solans R. Polymyositis/Dermatomyositis associated lung disease: Analysis of a series of 81 patients.
Lupus 2005;14:534-42.
Sigurgeirsson B, Lindelöf B, Edhag O, Allander E. Risk of cancer in patients with dermatomyositis or polymyositis. A population based study. N Engl J Med 1992;326:363-7.
Walsh RJ, Amato AA. Toxic myopathies. Neurol Clin 2005;23:397-428.
Zantos D, Zhang Y, Felson D.The overall and temporal association of cancer with polymiositis and dermatomyositis. J Rheumatol 1994;21:185561.
Capítulo 16
Síndromes indiferenciados
y síndromes de solapamiento
del tejido conjuntivo
Síndromes indiferenciados y síndromes
de solapamiento del tejido conjuntivo
O
O
O
Definición
Síndromes indiferenciados del tejido conjuntivo
– Síndrome similar al lupus
Síndromes de solapamiento del tejido conjuntivo
– Lupus eritematoso sistémico y artritis reumatoide
– Enfermedad mixta del tejido conjuntivo
DEFINICIÓN
El concepto de síndrome indiferenciado del tejido conjuntivo (SITC) se utiliza en clínica para describir a aquellos
pacientes que no reúnen los criterios suÀcientes para el
diagnóstico de una enfermedad autoinmune sistémica concreta. De todos modos, el 25% de casos a los 5 años de
evolución acaban con un diagnóstico deÀnido.
El concepto síndrome de solapamiento del tejido conjuntivo (SSTC) se emplea en clínica para describir a aquellos pacientes en quienes se solapan criterios de dos o más
enfermedades autoinmunes sistémicas.
Alrededor de un 25% de los pacientes con enfermedades
autoinmunes sistémicas presentan SITC o SSTC.
SÍNDROMES INDIFERENCIADOS
DEL TEJIDO CONJUNTIVO
El concepto SITC se introdujo en clínica para clasiÀcar a
aquellos pacientes con una enfermedad oligosintomática
del tejido conjuntivo, caracterizada por la presencia de ar© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
tromialgias, artritis, edema difuso de manos, fenómeno de
Raynaud y en ocasiones acrosclerosis. Un 20% de los pacientes evolucionan hacia los 2-3 años a una enfermedad
autoinmune sistémica.
Dada su inespeciÀcidad clínica, el diagnóstico diferencial es imprescindible para el correcto diagnóstico.
SÍNDROME SIMILAR AL LUPUS
El concepto síndrome similar al lupus (lupus-like syndrome) fue introducido por Hughes para clasiÀcar a aquellos
pacientes que presentan manifestaciones del lupus eritematoso sistémico (LES) como fotosensibilidad, artritis, eritema malar, linfopenia, anticuerpos antinucleares (AAN),
etc., pero que no reúnen los criterios suÀcientes propuestos
por el American College of Rheumatology (ACR) para el
diagnóstico. Más de la mitad de los casos desarrollan a lo
largo de su evolución otras manifestaciones que permiten el
diagnóstico deÀnitivo. Se trataría, en deÀnitiva, de un «probable» LES.
SÍNDROMES DE SOLAPAMIENTO
DEL TEJIDO CONJUNTIVO
Este grupo incluiría a aquellos pacientes que presentan de
forma simultánea o consecutiva manifestaciones clínicas o
serológicas de dos o más enfermedades autoinmunes sistémicas.
Los procesos más frecuentes son la asociación de síndrome de Sjögren con otra enfermedad autoinmune sistémica, el síndrome antifosfolipídico (SAF) secundario a LES
(capítulo 11), dermatomiositis y LES, artritis reumatoide
(AR) y esclerosis sistémica o polimiositis y esclerosis sisté219
220
mica. Destacamos aparte la AR y el LES, así como la enfermedad mixta del tejido conjuntivo.
LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO
Y ARTRITIS REUMATOIDE
Alrededor de un 15% de pacientes con AR seguidos durante
25 años presentan cuatro o más criterios de LES; se trata del
denominado síndrome «rhupus». La presencia de criterios
de LES en la AR se correlaciona con una mayor mortalidad,
especialmente si dos de los cuatro criterios son la plaquetopenia y la proteinuria (Icen, 2009).
El clínico dispone de tres marcadores serológicos presentes en el síndrome «rhupus», pero no en el LES: a) anticuerpos anticitrulina; b) epítoto compartido, y c) proteína C
reactiva que se correlaciona con la actividad de la AR
(Amezcua, 2009).
ENFERMEDAD MIXTA DEL TEJIDO
CONJUNTIVO
Sharp23, en 1972, describió a un grupo de pacientes con un
síndrome de solapamiento entre el LES, la esclerodermia y
la polimiositis, caracterizado por edema de las manos, fenómeno de Raynaud precoz y persistente, artritis simétrica
erosiva (en el 80% de los casos), miositis (en el 50% de los
casos) y acrosclerosis junto con la presencia de anticuerpos
antirribonucleoproteína (anti-RNP).
En realidad estos pacientes pueden tener otras manifestaciones clínicas como pleuritis, hipertensión pulmonar,
miocarditis, pericarditis, insuÀciencia cardíaca congestiva,
glomerulonefritis (en el 50% de los casos) y manifestaciones neuropsiquiátricas (en el 55% de los casos).
El 80% son mujeres entre la cuarta y la quinta décadas
de la vida.
La velocidad de sedimentación globular (VSG) está casi
siempre elevada y un 75% de pacientes presentan anemia
normocítica normocrómica e hipergammaglobulinemia. Se
objetivan AAN y factor reumatoide (FR) positivos en el
25% de casos. El marcador biológico característico son los
anticuerpos anti-RNP.
Un tercio de pacientes presentan un curso benigno y entran en remisión, otro tercio tendría un curso agresivo, debido a la hipertensión pulmonar y Ànalmente el tercio restante
presentaría una respuesta parcial al tratamiento.
Es curioso que estos pacientes presentan a lo largo de su
evolución una disminución gradual de la hipergammaglobulinemia y de los anticuerpos anti-RNP.
Algunos evolucionan con los años hacia una esclerosis
sistémica progresiva o más raramente hacia un LES.
23. Gordon Sharp. Reumatólogo norteamericano contemporáneo.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 16.1. Criterios diagnósticos de enfermedad
mixta del tejido conjuntivo
Clínicos
Edema difuso de las manos
Fenómeno de Raynaud
Artritis
Miositis
Acrosclerosis
Biológicos
Título positivo de anticuerpos anti-RNP > 1.600
Diagnóstico: cumplir el criterio biológico más tres criterios clínicos.
El edema difuso de manos, el fenómeno de Raynaud y la acrosclerosis
requieren, además, uno de los otros dos.
RPN: antirribonucleoproteína.
La enfermedad mixta del tejido conjuntivo es el síndrome de solapamiento por antonomasia.
En la tabla 16.1 se recogen los criterios propuestos por
Alarcón.
CÓDIGOS CIE-10
M35.1
Otros síndromes de solapamiento
M35.8
Otras afecciones sistémicas especíÀcas del tejido conjuntivo
M35.9
Otras afecciones sistémicas inespecíÀcas del tejido conjuntivo
BIBLIOGRAFÍA
Alarcón D, Cardiel MH. Comparison between 3 diagnostic criteria for
mixed connective tissue disease. Study of 593 patients. J Rheumatol
1989;16:328-34.
Amezcua LM. Overlap between systemic lupus erythematosus and rheumatoid arthritis: Is it real or just an illusion? J Rheumatol 2009;36:4-6.
Duró JC. Enfermedad mixta del tejido conjuntivo. En: Rotés J (ed.). Reumatología Clínica. Barcelona: Espaxs, 1983; 119-21.
Grosman JM, Furst DE (eds.). Mixed connective tissue disease. Rheum
Dis Clin North Am 2005;31(3).
Icen M, Nicola PJ, Maradit-Kremers H, Crowson CS, Therneau TM, Matteson EL, et al. Systemic lupus erythematosus features in rheumatoid arthritis and their effect on overall mortality. J Rheumatol 2009;36:50-7.
Mosca M, Tani C, Neri C, Baldini C, Bombardieri S. Undifferentiated connective tissue diseases (UCTD). Autoimmun Rev 2006;6:1-4.
Sharp GC, Irwin WS, Tan EM, Gould RG, Holman HR. Mixed connective
tissue disease: an apparently distinct rheumatic disease syndrome associated with a speciÀc antibody to an extractable nuclear antigen
(ENA). Am J Med 1972;52:148-59.
Capítulo 17
Vasculitis
Vasculitis
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clasificación
Arteritis de Takayasu
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Laboratorio
– Imagen
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Arteritis de células gigantes
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Laboratorio
– Diagnóstico
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Polimialgia reumática
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Diagnóstico
– Laboratorio
– Imagen
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Vasculitis primaria del sistema
nervioso central
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Laboratorio
– Imagen
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Poliarteritis nudosa
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
O
O
O
O
O
O
– Clínica
– Laboratorio
– Imagen
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Poliarteritis microscópica
Enfermedad de Kawasaki
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Diagnóstico
– Laboratorio
– Imagen
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Granulomatosis de Wegener
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Exploraciones complementarias
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Síndrome de Churg-Strauss
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Exploraciones complementarias
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Síndrome de Schönlein-Henoch
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Laboratorio
– Exploraciones complementarias
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Crioglobulinemia mixta esencial
– Definición
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Exploraciones complementarias
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
O
O
O
O
O
O
Vasculitis por hipersensibilidad
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Exploraciones complementarias
– Diagnóstico
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Síndrome de Behçet
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Laboratorio
– Diagnóstico
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Tromboangeítis obliterante
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Laboratorio
– Imagen
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Síndrome de Cogan
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Laboratorio
– Exploraciones complementarias
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Policondritis recidivante
– Definición
– Epidemiología
– Etiopatogenia
– Anatomía patológica
– Clínica
– Laboratorio
– Exploraciones complementarias
– Diagnóstico
– Evolución y pronóstico
– Tratamiento
Síndromes seudovasculíticos
221
222
DEFINICIÓN
Las vasculitis engloban a un grupo de enfermedades cuyo
denominador común es un proceso inÁamatorio y con frecuencia necrótico de los vasos sanguíneos. Vasos de diversos tipos (arterias, venas, capilares), tamaños (grandes, medianos y pequeños) y localizaciones pueden verse afectados.
La consecuencia clínica más relevante es la isquemia de los
tejidos.
EPIDEMIOLOGÍA
Las vasculitis son enfermedades poco frecuentes que se
producen a todas las edades, desde la enfermedad de Kawasaki y la púrpura de Schönlein-Henoch en la infancia hasta
la arteritis de células gigantes en individuos de más de 65
años. En España, la incidencia anual de vasculitis primaria
se estima de 115 casos por millón de habitantes y la de las
vasculitis secundarias en 26 casos por millón de habitantes.
En el norte de España la incidencia de vasculitis primarias sistémicas aumenta con la edad, y es más frecuente la
poliangeítis microscópica que la granulomatosis de Wegener (González-Gay, 2003).
ETIOPATOGENIA
Cinco son los factores involucrados:
1. Predisposición genética. Los individuos portadores
del HLA-DRB1*04 poseen un riesgo relativo incrementado de presentar arteritis de la arteria temporal y
los portadores del HLA-B51, de desarrollar síndrome
de Behçet.
2. Hormonas sexuales. La enfermedad de Takayasu afecta
preferentemente a mujeres en edad fértil y se ha demostrado que en las células endoteliales existen receptores
estrogénicos (Kim-Schulze, 1996) y que, además, los estrógenos promueven la neovascularización, situación que
favorece el desarrollo de inÀltrados inÁamatorios (Morales, 1995).
3. Agentes desencadenantes.
a) Infecciosos. Se han descrito vasculitis en enfermedades bacterianas (tuberculosis, síÀlis, etc.), víricas (el
virus de la hepatitis B se detecta en un 30% de vasculitis y el virus de la hepatitis C en más del 90% de
crioglobulinemias mixtas; también se han descrito
vasculitis en pacientes portadores del virus de la inmunodeÀciencia humana [VIH], parvovirus, virus
varicela zóster y citomegalovirus), micóticas (aspergilosis, candidiasis, etc.).
b) Fármacos. En un porcentaje no despreciable de vasculitis se recoge el antecedente de ingestión de fármacos.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
4. Mecanismos que producen lesión vascular.
a) Complejos inmunitarios. La presencia de complejos
inmunitarios activaría la cascada del complemento,
atrayendo a los leucocitos neutróÀlos que destruirían
la pared vascular a través de sus enzimas lisosómicas.
b) Anticuerpos anticitoplasma del neutróÀlo (ANCA).
Los ANCA son anticuerpos IgG dirigidos contra antígenos situados en los gránulos de los neutróÀlos. Su
determinación mediante inmunoÁuorescencia indirecta sobre neutróÀlos Àjados en etanol permite observar dos patrones:
O
Patrón citoplasmático (ANCAc), que consiste en
una Áuorescencia Àna y brillante en el citoplasma
celular. Los ANCAc se asocian en un 90% de casos con la granulomatosis de Wegener. En esta
vasculitis su positividad se correlaciona con la actividad clínica. Su aumento puede preceder a un
brote clínico en un período de tiempo de unos 60
días, lo que permite instaurar un tratamiento inmunosupresor en pacientes asintomáticos.
O
Patrón perinuclear (ANCAp), que se caracteriza
por una tinción alrededor del núcleo.
Los ANCAp se asocian con las glomerulonefritis
necrosantes idiopáticas rápidamente progresivas
(en el 45-70% de los casos) y con la poliangeítis
microscópica.
Cuando se produce un fenómeno inÁamatorio, los
leucocitos polimorfonucleares estimulados por productos bacterianos o diferentes citocinas se activan.
Como resultado de esta activación se produce una
liberación extracelular de enzimas lisosómicas, entre
las que destacan la proteinasa-3 y la mieloperoxidasa que rápidamente se desplazan a la membrana celular donde son reconocidas y Àjadas por los ANCA.
El 90% de sueros que contienen ANCAc reconocen
a la proteinasa-3 y el 70% de los sueros que contienen ANCAp reconocen a la mieloperoxidasa.
Cuando un individuo produce ANCA, la unión de
éstos a la proteinasa-3 y a la mieloperoxidasa estimula la producción de radicales superóxido, la degradación de los neutróÀlos, la producción de óxido
nítrico, la actividad quimiotáctica y la adhesión de
los neutróÀlos al endotelio vascular.
c) Anticuerpos anticélula endotelial. Se han detectado
anticuerpos anticélula endotelial en el suero de pacientes con vasculitis. La mayoría de estos anticuerpos son capaces de Àjar el complemento y de lesionar
la célula endotelial. Su concentración se correlaciona
con la actividad clínica.
d) Respuesta de los linfocitos T. En algunas vasculitis
se ha demostrado la presencia de macrófagos y linfocitos T en el inÀltrado inÁamatorio, lo que indica
que desempeñarían un papel importante en el desarrollo de la lesión vascular.
Capítulo | 17 Vasculitis
223
5. Respuesta de la célula endotelial. Cuando los leucocitos activados inÀltran la pared vascular, el vaso reacciona ampliÀcando el proceso inÁamatorio y ocluyendo su
luz con la consiguiente isquemia.
La presencia de inÀltrados inÁamatorios en la pared del
vaso es consecuencia de las interrelaciones entre los leucocitos, el endotelio vascular y la matriz extracelular, a
través de los receptores situados en las membranas de
los leucocitos y de las células endoteliales.
En las vasculitis de vasos de gran calibre, los vasos neoformados constituyen nuevos focos a través de los cuales los leucocitos pueden inÀltrar la pared vascular.
Las células endoteliales tienen gran capacidad para producir citocinas, especialmente la IL-1 y IL-6, factores estimuladores de colonias y citocinas quimiotácticas (IL-8)
que contribuyen a perpetuar el proceso inÁamatorio.
La oclusión vascular se debe a la proliferación de las
células de la íntima y al depósito de proteínas de la matriz extracelular.
CLASIFICACIÓN
Una de las mayores diÀcultades con las que a lo largo de los
años ha tropezado el clínico para la comprensión de las vasculitis han sido las clasiÀcaciones complejas, siempre cambiantes y a menudo contradictorias. En el presente capítulo
seguiremos la clasiÀcación según el tamaño de los vasos,
por ser, a nuestro criterio, la más didáctica y la menos compleja (tabla 17.1).
Las vasculitis de los vasos de gran tamaño afectan a vasos de un calibre superior a las 150 μ y nunca presentan
manifestaciones cutáneas.
Las vasculitis de los vasos de mediano tamaño afectan a
vasos de un calibre comprendido entre 50 y 150 μ, y se caracterizan por la presencia de cuatro lesiones cutáneas: livedo reticularis, nódulos cutáneos, úlceras cutáneas e isquemia digital.
Las vasculitis de los vasos de pequeño tamaño afectan a
vasos de un calibre inferior a 50 μ y se caracterizan por la
presencia de púrpura palpable, púrpura no palpable, lesiones purpúricas con lesión ulcerosa central, pústulas, vesículas, eritema multiforme y eritema migrans.
Cuando la lesión es un nódulo debe biopsiarse su centro;
cuando la lesión es una úlcera debe biopsiarse la periferia
y cuando la lesión es livedo reticularis, deben tomarse cuatro muestras como mínimo.
En el futuro, la resonancia magnética (RM) y especialmente la tomografía por emisión de positrones (PET), pueden ser dos técnicas de imagen de gran ayuda para precisar
no sólo las alteraciones parietales y luminales en las vasculitis de los vasos de mediano y gran calibre sino también para
monitorizar los cambios anteriores y posteriores al tratamiento y conseguir una clasiÀcación más precisa (Luna, 2009).
ARTERITIS DE TAKAYASU
DEFINICIÓN
La arteritis de Takayasu24 (AT) es una vasculitis de vasos de gran calibre, habitualmente de la aorta y de sus ramas
principales.
24. Mikito Takayasu (1860-1938). Médico japonés.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tabla 17.1. Clasificación de las vasculitis
Vasculitis
Primarias
Secundarias
Vasos de gran calibre
Arteritis de Takayasu
Arteritis de células gigantes
Vasculitis aislada del SNC
Infecciones (sífilis, tuberculosis, etc.)
Vasos de mediano calibre
Poliarteritis nudosa
Enfermedad de Kawasaki
Infecciones (hepatitis B)
Vasos de mediano y de pequeño calibre
Granulomatosis de Wegenera
Síndrome de Churg-Straussa
Poliangeitis microscópicaa
AR, LES, síndrome de Sjögren, fármacos
e infecciones (VIH)
Vasos de pequeño calibre
Púrpura de Schönlein-Henoch
Crioglobulinemia mixta esencial
Vasculitis por hipersensibilidad
Fármacos e infecciones (hepatitis B y C)
a
Vasculitis asociadas a los ANCA.
SNC: sistema nervioso central; AR: artritis reumatoide; VIH: virus de la inmunodeficiencia humana; LES: lupus eritematoso sistémico; ANCA: anticuerpos
anticitoplasma de neutrófilos.
Vasos de gran calibre: arteria aorta y sus ramas principales, incluyendo los vasos de la cabeza, del cuello y de las cuatro extremidades.
Vasos de mediano calibre: arterias viscerales: hepáticas, renales, coronarias, mesentéricas, etc.
Vasos de pequeño calibre: arteriolas, vénulas y capilares.
224
EPIDEMIOLOGÍA
Es una enfermedad infrecuente en Occidente. Predomina en
mujeres asiáticas (en el 85% de los casos), habitualmente
durante la segunda y la tercera décadas de la vida. La prevalencia en mujeres japonesas es de un caso por cada 3.000
estudios autópsicos.
Su incidencia anual en la raza blanca es de 0,3 por millón de habitantesy su prevalencia de 4,7 casos por millón
de habitantes (Watts, 2009).
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la AT se desconoce. Se ha asociado
con infecciones, pero nunca se ha identiÀcado ningún germen. La presencia de anticuerpos anticélula endotelial indica la presencia de un mecanismo autoinmune, pero sin
ninguna evidencia. Se ha relacionado con la presencia de
los antígenos de histocompatibilidad HLA-B52 y HLADR4, pero los datos de los que se dispone no son concluyentes.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La AT es una vasculitis granulomatosa que afecta a grandes
vasos. Se objetiva un engrosamiento de la adventicia con
inÀltración linfomonocitaria y granulomas, Àbrosis de la
media e hiperplasia de la íntima.
CLÍNICA
La clínica suele manifestarse de forma insidiosa, siendo habitual el retraso diagnóstico con una media de 15 meses. La
mayoría de pacientes presentan una sintomatología inespecíÀca, excepto la ausencia o asimetría de pulsos periféricos
que debe hacer sospechar al clínico el comienzo de la enfermedad. La aparición de un accidente vascular cerebral
(AVC) con velocidad de sedimentación globular (VSG) y
proteína C reactiva (PCR) elevadas en una mujer joven es
otro dato clínico de sospecha.
La claudicación intermitente de extremidades y las alteraciones visuales en forma de escotomas, diplopía o visión
borrosa, entre otras, son, asimismo, frecuentes.
Las estenosis (en el 93% de los casos) y las oclusiones
vasculares (en el 57% de los casos), junto con las dilataciones vasculares (en el 16% de los casos) y los aneurismas
arteriales (en el 7% de los casos), son las manifestaciones
vasculares más frecuentes (Vanoli, 2005).
Un 30% de los pacientes presentan hipertensión arterial
y en un 50% de los casos se objetivan manifestaciones sistémicas en forma de febrícula, artromialgias, astenia y pérdida de peso.
En la tabla 17.2 se exponen los criterios del American
College of Rheumatology (ACR) para su diagnóstico.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 17.2. Arteritis de Takayasu. Criterios
del American College of Rheumtalogy
1. Edad < 40 años
2. Claudicación de una o más extremidades, especialmente
las superiores
3. Disminución del pulso en una o dos arterias humerales
4. Diferencia superior a 10mmHg en la presión arterial
sistólica entre ambos brazos
5. Soplos sobre una o ambas arterias subclavias o en la aorta
abdominal
6. Anomalías segmentarias en la arteriografía no debidas
a displasia fibromuscular, arteriosclerosis o ambas
La presencia de tres o más criterios tiene una sensibilidad del 90,5%
y una especificidad del 97,8%.
LABORATORIO
Un 60% de los pacientes presentan anemia con VSG y PCR
elevadas. El perÀl inmunológico (factor reumatoide [FR],
anticuerpos antinucleares [AAN], antígenos nucleares extraíbles [ENA], anti-ADN, anticuerpos anticardiolipina,
etc.) es negativo.
IMAGEN
Clásicamente, el diagnóstico se establece por arteriografía
convencional que demuestra las alteraciones vasculares; sin
embargo, la angiorresonancia magnética, el eco-Doppler y
la PET la están desplazando porque son técnicas menos
agresivas y porque permiten valorar la pared de los vasos
afectados (Andrews, 2007).
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
Más del 70% de los pacientes entran en remisión con el uso
de corticoides, pero en algunos deben añadirse inmunosupresores para mantenerla. El 90% de los casos presentan
recidivas y la mortalidad se sitúa alrededor del 3%.
TRATAMIENTO
El tratamiento inicial es 1 mg/kg/día de prednisona (dosis
máxima de 80 mg/día). La Ànalidad terapéutica es mantener
el paciente en remisión a los 6 meses de iniciado el tratamiento con una dosis de 10 mg/día. Se aconseja el empleo
simultáneo de metotrexato o azatioprina, según la experiencia del clínico. El estricto control de la presión arterial es
básico para minimizar las complicaciones vasculares.
Las recidivas se tratan aumentando las dosis de corticoides y optimizando el uso de inmunosupresores.
Capítulo | 17 Vasculitis
En casos rebeldes al tratamiento, el empleo de inÁiximab o de micofenolato de mofetilo puede ser una buena
alternativa.
Las estenosis vasculares deben ser tratadas quirúrgicamente. El riesgo de restenosis se sitúa alrededor del 25%.
La AT no contraindica el embarazo, siempre que la paciente esté clínicamente estable y la presión arterial debidamente controlada (Gasch, 2009).
En todos los casos se llevará a cabo tratamiento proÀláctico de la osteoporosis con calcio, vitamina D y bisfosfonatos.
ARTERITIS DE CÉLULAS GIGANTES
DEFINICIÓN
La arteritis de células gigantes (ACG) o enfermedad de
Horton25 es una vasculitis granulomatosa que afecta a vasos
de mediano y gran calibre, fundamentalmente los troncos
supraaórticos y de éstos las arterias temporales, vertebrales
y oftálmicas en individuos de más de 50 años.
EPIDEMIOLOGÍA
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
La ACG es la vasculitis más frecuente en los países occidentales. Se presenta habitualmente en individuos de raza
blanca mayores de 60 años. Su máxima incidencia ocurre
en la octava década de la vida y es dos veces más frecuente en mujeres. La incidencia anual de la ACG en los países
anglosajones es de 17-24 casos nuevos por 100.000 habitantes/año, con una prevalencia del 1% en pacientes mayores de 80 años. En España, la incidencia es de 6 casos
por 100.000 habitantes/año. En Lugo, durante el período
1981-1998, la tasa de incidencia media anual fue de 10,2
casos por 100.000 habitantes en una población superior a
los 50 años. En los últimos años se ha observado un aumento de su incidencia en distintos países en forma de picos y de forma cíclica, lo que indica un posible mecanismo
infeccioso como causa desencadenante (González-Gay,
2009).
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la enfermedad se desconoce. Su predominio en la raza blanca y la tendencia a presentarse en individuos de la misma familia indican una predisposición
genética (se ha señalado una mayor prevalencia del HLADRB1*04). Los datos de los que se dispone hasta el momento indican que los inÀltrados inÁamatorios se producen
a consecuencia de una respuesta antigénica especíÀca, pero
se desconoce el antígeno responsable. Es posible que, en
25. Bayard T. Horton (1895-1980). Médico norteamericano.
225
poblaciones geneticamente predispuestas, factores ambientales presuntamente infecciosos pongan en marcha el proceso.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La biopsia de la arteria temporal es imperativa para el diagnóstico. Desde el punto de vista histológico, se objetivan la
rotura de la lámina elástica interna y la presencia de un inÀltrado inÁamatorio crónico formado por macrófagos, linfocitos CD4 y, en más de la mitad de los casos, por células
gigantes multinucleadas. La presencia del inÀltrado inÁamatorio condiciona un engrosamiento de la íntima con posterior oclusión de la luz vascular, lo que favorece la aparición de las manifestaciones clínicas.
CLÍNICA
La cefalea bitemporal de instauración reciente o de características distintas a las habituales es el síntoma más común.
Está presente en más del 80% de casos. Con frecuencia se
acompaña de algias faciales y en el cuero cabelludo. Es frecuente la claudicación mandibular.
En la exploración las arterias temporales se encuentran
engrosadas, con un pulso disminuído o ausente y son dolorosas a la palpación.
La ceguera, presente entre un 5-15% de los casos, se
debe a una neuritis óptica isquémica anterior, por afectación de las arterias ciliares posteriores y, en menor medida,
por la oclusión de la arteria central de la retina. Puede ser de
aparición brusca, unilateral o bilateral, precedida en alrededor de la mitad de los casos de amaurosis fugaz. Es más raro
encontrar diplopía por afectación de la musculatura ocular
extrínseca. Un 15% de los pacientes presentan defectos visuales permanentes (González-Gay, 2000).
Un 10% de los casos tienen manifestaciones vasculares
cerebrales por afectación vertebral o carotídea. La frecuencia de AVC en el territorio vertebrobasilar en pacientes con
ACG es mayor que la encontrada en la población de su misma edad sin esta enfermedad y su frecuencia es similar a la
observada en el territorio carotídeo. El dolor a la palpación
carotídea se asocia con un mayor riesgo de manifestaciones
isquémicas. Más raramente se han descrito cardiopatía isquémica por lesión coronaria, claudicación intermitente de
las extremidades por afectación de las arterias periféricas
de los miembros o necrosis de la lengua por oclusión de la
arteria lingual. Un 20% de los pacientes desarrollan aneurismas de la aorta torácica (García-Martínez, 2008).
Tambien pueden producirse pérdida de la audición y
disfunción vestibular.
La mayoría de enfermos presentan un síndrome constitucional en forma de astenia, anorexia y adelgazamiento.
Un 9% de los pacientes con síndrome constitucional y VSG
superior a 80 mm tienen una ACG silente. La depresión y la
226
Àebre en forma de febrícula o síndrome febril prolongado
están presentes en más de la mitad de los casos.
La presencia de Àebre implica una mayor respuesta
inÁamatoria y menos manifestaciones isquémicas (González-Gay, 2004). La ACG es un diagnóstico que debe considerarse ante todo anciano con Àebre de origen desconocido.
Un 50% de los pacientes presentan una polimialgia reumática, como veremos en el siguiente apartado.
LABORATORIO
La VSG y la PCR están elevadas en más del 95% de casos. La presencia de una VSG comprendida entre 70 y 100 mm/
hora se asocia con un mayor riesgo de complicaciones oculares (López-Díaz, 2008). Sin embargo, existen formas atípicas de ACG con VSG inferior a 50 mm, lo que no descarta el diagnóstico de ACG.
Es común la presencia de anemia por bloqueo medular y
trombocitosis. Un 10% de los pacientes presentan colostasis hepática, con fosfatasa alcalina y gamma-glutamiltranspeptidasa (gamma-GT) elevadas.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico deÀnitivo se establece con la biopsia de la
arteria temporal que debe cumplir los siguientes requisitos:
a) debe realizarse lo más precozmente posible y antes de la
corticoterapia, puesto que los corticoides modiÀcan los hallazgos histológicos; b) se practicará en el lado con más síntomas, y c) la longitud arterial mínima que debe someterse a biopsia es de 2,5 cm, puesto que tras Àjarla en formol se
encoge 1 cm.
Si la sospecha de ACG es fundada y la biopsia de la arteria temporal es negativa, debe considerarse la biopsia de
la arteria temporal contralateral. La negatividad de una segunda biopsia no excluye el diagnóstico, pero las posibilidades diagnósticas aumentan en un 10%. La ausencia de
alteraciones histológicas no descarta el diagnóstico puesto
que las lesiones son segmentarias.
Las ACG con biopsia positiva son más graves y con más
casos de ceguera y de complicaciones isquémicas.
En la tabla 17.3 se exponen los criterios del ACR para su
diagnóstico.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
En la ACG las recidivas son frecuentes. La clínica y la monitorización de la VSG y de la PCR son las medidas más
útiles para el seguimiento del proceso. Las recidivas se controlan modiÀcando las dosis de prednisona. Aproximadamente el 50% de los pacientes pueden abandonar el tratatamiento a los 2-3 años, pero el resto requieren dosis mínimas
de corticoides de forma indeÀnida.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 17.3. Arteritis de células gigantes. Criterios
del American College of Rheumatology
1. Edad > 50 años
2. Cefalea de aparición reciente o de características distintas
a las habituales
3. Dolor a la palpación o disminución de los pulsos
de las arterias temporales VSG > 50 mm/hora
4. Biopsia de la arteria temporal: infiltrado de células
mononucleares o inflamación granulomatosa con células
gigantes multinucleadas
La presencia de tres o más criterios tiene una sensibilidad del 82%
y una especificidad del 86%.
VSG: velocidad de sedimentación globular.
La presencia de episodios previos de amaurosis es el
factor más importante para el desarrollo de ceguera.
El pronóstico y la mortalidad a largo plazo es baja, pero
un pequeño porcentaje de pacientes presentan complicaciones vasculares: AVC, infarto agudo de miocardio (IAM) o
rotura de aneurisma de la aorta torácica.
TRATAMIENTO
El tratamiento de la ACG sin afectación ocular es la administración de prednisona a dosis de 1 mg/kg/día en una única dosis matutina. Esta dosis se reduce a las 4 semanas según la clínica, la VSG y la PCR a razón de 10 mg semanales,
hasta conseguir mantener la enfermedad en remisión a las
mínimas dosis posibles. Se recomienda asociar 100 mg/día
de ácido acetilsalicílico para prevenir las complicaciones
isquémicas cerebrales (Nesher, 2004).
El tratamiento de la ACG con afectación ocular implica
el tratamiento inmediato, antes de las 24-48 horas, con metilprednisolona en perfusión intravenosa rápida a la dosis de
1 g diario en 250 ml de suero glucosado al 5% a pasar en 4-6
horas durante 3-5 días. Posteriormente debe proseguirse
con prednisona a dosis de 1 mg/kg/día.
Cuando el tratamiento con corticoides suponga un problema para el paciente, se debe considerar el uso de inmunosupresores. En todos los casos se realizará tratamiento
proÀláctico de la osteoporosis con calcio, vitamina D y bisfosfonatos.
POLIMIALGIA REUMÁTICA
DEFINICIÓN
Se trata de un síndrome clínico caracterizado por dolor y
rigidez matutina en los músculos proximales del cuello y de
las cinturas escapular y pelviana.
Capítulo | 17 Vasculitis
EPIDEMIOLOGÍA
La etiopatogenia de la PMR se desconoce. Su asociación
con el HLA-DRB1 explica su mayor incidencia en individuos de raza blanca, especialmente de los países escandinavos.
La rigidez muscular dolorosa matutina es lo que incapacita al paciente para asearse, peinarse, vestirse, etc.
Este cuadro doloroso e invalidante se acompaña de un
síndrome constitucional en forma de astenia, anorexia, adelgazamiento y Àebre que oscila entre 37 y 38,5 °C, e incluso
depresión. Lo primero que sorprende al clínico en el momento de la exploración es la parquedad de los hallazgos.
Los hombros son dolorosos y presentan una limitación de la
movilidad comparable a lo que sucede en la capsulitis retráctil. Las caderas pueden mostrar una discreta limitación
de la movilidad, pero lo habitual es que la exploración provoque dolor a la movilización, sin que exista una verdadera
limitación. Cuando se ve afectada la región cervical, la limitación es llamativa.
Un 50% de pacientes con PMR presentan ACG y un
30% tienen una oligoartrtis que afecta sobre todo a las muñecas, a las rodillas y a las articulaciones metacarpofalángicas (MCF).
ANATOMÍA PATOLÓGICA
DIAGNÓSTICO
Los datos de la anatomía patológica son inespecíÀcos. Los
sustratos morfológicos de la PMR son una sinovitis y una
bursitis que afectan a las articulaciones proximales (Falsetti, 2002; Salvarani, 2008). En la biopsia sinovial se observa
un inÀltrado celular con predominio de macrófagos y linfocitos CD4.
El diagnóstico es clínico. El diagnóstico diferencial es de
gran importancia dado que el diagnóstico deÀnitivo de PMR
no puede realizarse si no se excluyen otras entidadades (tabla 17.4).
El dolor y la rigidez de la PMR persisten, por lo menos,
un mes, a diferencia de lo que sucede con los procesos víricos. La gran elevación de la VSG plantea la posibilidad de
que se trate de una infeción, de una neoplasia o de un mieloma. Un tratamiento de prueba con esteroides durante una
semana puede evitar a estos pacientes la búsqueda cara y
desagradable de estos procesos.
En las tablas 17.5 (criterios de Bird), 17.6 (criterios de
Jones), 17.7 (criterios de Chuang) y 17.8 (criteriosde Healey) se exponen los distintos criterios utilizados para su
diagnóstico.
La polimialgia reumática (PMR) afecta generalmente a individuos de más de 50 años (edad media 70 años), sobre
todo mujeres. Su incidencia es de 50-77 casos por 100.000
habitantes/año y su prevalencia del 1-3,5% en individuos
mayores de 65 años. La PMR es mucho más común que la
ACG.
Alrededor de un 17% de los pacientes con PMR presentan ACG y alrededor de un 33% de los pacientes con ACG
presentan PMR.
ETIOPATOGENIA
CLÍNICA
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
227
El comienzo suele ser más agudo que gradual, pero puede
ser tan agudo que el paciente acuda al médico el mismo día
de la presentación de los síntomas. Puede advertir malestar
general, febrícula, sudoración nocturna, anorexia y pérdida
de peso, pero los síntomas destacados son casi siempre dolor y rigidez en el cuello, los hombros y los muslos.
El médico de cabecera se encuentra en una situación privilegiada para advertir que algo anda mal. Al conocer bien
a su paciente puede anticipar, mucho antes que su colega
hospitalario, que el paciente está enfermo y que no es simplemente una persona quejumbrosa. El dolor en los hombros y en los muslos en una persona que gozaba de buena
salud y que no solía «molestar» a su médico, la pérdida inesperada de apetito y de peso y la hipertermia moderada
pueden ser los primeros síntomas que despierten la sospecha.
El dolor y la rigidez muscular son los datos clínicos capitales. Se localizan en la cintura escapular y afectan a ambos hombros a la vez o a uno después del otro. Más tarde se
ve afectada la cintura pélvica, aunque suele hacerlo de forma menos intensa.
El dolor de los hombros es de ritmo inÁamatorio, aumenta a la movilización y mejora parcialmente a lo largo
del día.
Tabla 17.4. Polimialgia reumática. Diagnóstico
diferencial
Enfermedades reumáticas: AR de comienzo tardío, capsulitis
retráctil, LES, DM, FM
Enfermedades infecciosas: virasis, endocarditis bacteriana
Neoplasias:
Hematológicas: mieloma múltiple
Tumores sólidos: estómago, próstata, colon, útero, ovario,
riñón
Miscelánea: amiloidosis, enfermedad de Parkinson,
hipertiroidismo, hipotiroidismo, osteomalacia,
hiperparatiroidismo
AR: artritis reumatoide; LES: lupus eritematoso sistémico;
DM: dermatomiositis; FM: fibromialgia.
228
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 17.5. Polimialgia reumática. Criterios de Bird
(1979)
Tabla 17.7. Polimialgia reumática. Criterios de Chuang
(1982)
1. Edad superior a los 65 años
1. Edad superior a los 50 años
2. Dolor y/o rigidez simétrica en ambos hombros
2. Dolor al menos durante un mes en dos de las siguientes
áreas:
Región cervical
Cintura escapular: hombros y zonas proximales
de los brazos
Cintura pelviana: cadera y zonas proximales de los muslos
3. Rigidez matutina de más de una hora de duración
4. Depresión o pérdida de peso
5. Configuración completa del cuadro clínico en menos
de 2 semanas
6. VSG > 40 mm/hora
La presencia de tres o más criterios tiene una sensibilidad del 92%
y una especificidad del 80%.
VSG: velocidad de sedimentación globular.
3. VSG > 40 mm/hora
4. Respuesta favorable en 7 días o menos a dosis inferiores
a 20 mg de prednisona
5. Exclusión de procesos infecciosos, tumorales o metabólicos,
excepto la ACG
Para el diagnóstico deben cumplirse todos los criterios.
VSG: velocidad de sedimentación globular; ACG: arteritis de células
gigantes.
Tabla 17.6. Polimialgia reumática. Criterios de Jones
(1981)
1. Dolor en cinturas escapular o pelviana
2. Presencia de rigidez matutina
3. Configuración completa del cuadro clínico en menos
de 2 meses
4. VSG > 30 mm/hora o PCR > 6 mg/l
5. Respuesta espectacular a los corticoides
Para el diagnóstico deben cumplirse todos los criterios.
VSG: velocidad de sedimentación globular: PCR: proteína C reactiva.
Tabla 17.8. Polimialgia reumática. Criterios de Healey
(1984)
1. Edad superior a los 50 años
2. Dolor al menos durante un mes en dos de las siguientes
áreas:
Región cervical
Cintura escapular
Cintura pelviana
3. Rigidez matutina superior a una hora
4. VSG > 40 mm/hora
LABORATORIO
Las alteraciones analíticas son similares a las observadas en
la ACG. La VSG y la PCR están elevadas. Suele existir una
anemia normocítica, normocrómica por bloqueo del hierro
medular.
5. Rápida respuesta a dosis inferiores a 20 mg/día
de prednisona
6. Ausencia de otras enfermedades de sintomatología parecida
Para el diagnóstico deben cumplirse todos los criterios.
VSG: velocidad de sedimentación globular.
IMAGEN
El examen radiológico conÀrma la ausencia de alteraciones
reveladoras de afectación articular. Se observan las alteraciones degenerativas propias de este grupo de enfermos.
La PET puede ser útil para localizar la sinovitis en pacientes con ACG o con PMR.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
Las recaídas son frecuentes, especialmente si se administran
dosis inferiores a 4 mg/día de prednisolona o si la disminución de la dosis de corticoides se realiza de forma rápida.
La supervivencia de los pacientes con PMR es similar a
la esperada entre personas de su misma edad.
TRATAMIENTO
La respuesta al tratamiento con prednisolona es espectacular y rápida, generalmente en menos de 72 horas. Esta respuesta es tan invariable que si no aparece en el curso de la
primera semana el diagnóstico debe ponerse en duda.
En la práctica tratamos a los casos de PMR sin ningún
signo de arteritis con dosis de 8-12 mg/día de prednisolona,
con descenso de la dosis a partir del momento de la normalización de los reactantes de fase aguda (VSG y PCR). La
retirada debe ser lentísima, de un cuarto de comprimido (1
mg) cada mes, restableciendo la dosis anterior si se presenta
una recaída. Esto nos ha llevado a remisiones persistentes
Capítulo | 17 Vasculitis
en 2-3 años. En otros casos no hemos podido retirar el último miligramo a pesar del paso de los años. Son una minoría
los pacientes en quienes pueden retirarse los corticoides
a los 2 años.
A pesar del riesgo de la administración de los corticoides en pacientes de edad avanzada, las cantidades indicadas
son bien toleradas y raramente producen efectos secundarios.
En todos los casos se realiza tratamiento proÀláctico de
la osteoporosis con calcio, vitamina D y bisfosfonatos.
VASCULITIS PRIMARIA DEL SISTEMA
NERVIOSO CENTRAL
El clínico sospechará la existencia de una vasculitis primaria del SNC ante los siguientes hechos:
1. Historia reciente o recidivante de déÀcit neurológico
inexplicable por otras causas.
2. Angiografía cerebral patológica.
3. Demostración histológica de vasculitis cerebral por
biopsia.
El diagnóstico de vasculitis primaria del SNC comporta
un amplio diagnóstico diferencial con el resto de vasculitis,
enfermedades autoinmunes sistémicas, infecciones, arteriosclerosis, neoplasias, tóxicos o sarcoidosis.
DEFINICIÓN
LABORATORIO
La vasculitis primaria del sistema nervioso central (SNC) es
una vasculitis limitada a los vasos del SNC y de la médula
espinal.
Los reactantes de fase aguda (VSG y PCR) raramente están
elevados y el perÀl inmnológico suele ser negativo.
El 88% de pacientes presentan un líquido cefalorraquídeo (LCR) patológico, con pleocitosis y proteínas elevadas.
EPIDEMIOLOGÍA
Es una enfermedad rara, más frecuente en mujeres (3:2),
con una incidencia anual de 2,4 casos por millón de habitantes, cuyo pico de máxima incidencia se sitúa alrededor de
los 47 años.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la enfermedad se desconoce.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La lesión fundamental es una vasculitis granulomatosa segmentaria transmural con o sin necrosis Àbrinoide de los vasos de las leptomeninges.
CLÍNICA
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
229
La clínica, habitualmente de aparición subaguda, se maniÀesta en forma de cefaleas (en el 63% de los casos), alteraciones cognitivas (en el 50% de los casos), episodios de isquemia cerebral transitoria (en el 28% de los casos) o de
AVC (en el 40% de los casos).
Las alteraciones visuales (en el 40% de los casos) se
presentan en forma de diplopía (en el 16% de los casos),
alteraciones del campo visual (en el 21% de los casos), disminución de la agudeza visual (en el 11% de los casos) y
edema de papila (en el 5% de los casos).
La afectación de la médula espinal suele iniciarse en
forma de mielopatía sensitivo-motora.
Los síntomas constitucionales son excepcionales, excepto la Àebre que está presente en el 9% de los casos. Un
25% de pacientes presentan náuseas y vómitos.
IMAGEN
La angiografía es la exploración más especíÀca y útil; en ella
se observan alteraciones en ambos hemisferios cerebrales en
el 90% de los casos, en forma de dilataciones o estenosis segmentarias. La afectación de los vasos de pequeño calibre es
más frecuente que la de los vasos de gran calibre. La afectación aislada de vasos de gran calibre es excepcional.
La RM es patológica en el 97% de los casos. La mitad de
los pacientes presentan infartos cerebrales, a menudo bilaterales en el córtex. Las hemorragias intracraneales son poco
frecuentes, se producen en menos del 10% de los casos.
La angio-RM pone de maniÀesto alteraciones de los vasos de gran y pequeño calibre.
El EEG es inespecíÀco; en él se observan cambios epileptógenos con presencia de ondas delta.
La biopsia cerebral es deÀnitiva para el diagnóstico y es
positiva en dos tercios de los casos.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
La vasculitis primaria del SNC se asocia con un incremento
de la mortalidad comparada con la población general. Son
datos de mal pronóstico la presencia de déÀcits neurológicos, la afectación de vasos de gran calibre y la presencia de
infartos cerebrales. El infarto cerebral es la causa más frecuente de muerte en estos pacientes.
TRATAMIENTO
Los corticoides, con dosis de 1 mg/kg/día de prednisona
(dosis máxima 80 mg/día), son el tratamiento de elección.
230
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
En casos graves debe plantarse el tratamiento con 1 g/día de
metilprednisolona, en inyección intravenosa rápida durante
3 días o con ciclofosfamida oral o intravenosa.
En todos los casos se realizará tratamiento proÀláctico de la osteoporosis con calcio, vitamina D y bisfosfonatos.
Manifestaciones musculoesqueléticas
POLIARTERITIS NUDOSA
La afectación del sistema nervioso periférico, en forma de
mononeuritis múltiple o polineuritis sensitivo-motora de aparición aguda, es una forma cómún de presentación del cuadro (en el 83% de los casos).
La afectación del SNC es menos frecuente (en el 25% de
los casos). Los síntomas más habituales son cefalea, crisis
comiciales, cuadros confusionales y trastornos psiquiátricos. Los AVC en forma de infarto, hemorragia o isquemia
son también frecuentes. La afectación de los pares craneales
se observa en menos del 5% de los casos.
La afectación de la arteria central de la retina puede dar
lugar a hemorragias o exudados en el fondo de ojo que, en
el caso de afectación macular, producen pérdida de visión.
DEFINICIÓN
La poliarteritis nudosa (PAN) es una vasculitis segmentaria
necrosante de las zonas de bifurcación de las arterias de mediano y pequeño calibre, sin glomerulonefritis.
EPIDEMIOLOGÍA
La PAN es una enfermedad rara, con una incidencia de
8-30 casos por millón de habitantes. Actualmente la PAN
asociada con el virus de la hepatitis B supone menos del
10% de los casos, debido al aumento de las vacunaciones
y al cribado para detectar a los portadores del virus de la
hepatitis B.
Predomina en hombres de edades comprendidas entre
los 40 y los 60 años en una proporción de 2:1. No existe
predominio racial.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la PAN se desconoce. Se considera una
enfermedad mediada por inmunocomplejos. En áreas endémicas, la PAN se asocia al virus de la hepatitis B en el 95%
de los casos y es habitual que aparezca alrededor de un año
después de la infección vírica.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La lesión fundamental es una vasculitis segmentaria necrosante de las zonas de bifurcación de las arterias de mediano
y pequeño calibre. La inÁamación se caracteriza por una
necrosis Àbrinoide y un inÀltrado celular con predominio de
macrófagos y linfocitos. Un hallazgo histológico característico es la presencia simultánea de lesiones en diferentes estadios evolutivos.
CLÍNICA
Síndrome constitucional
La astenia, la anorexia y la rápida pérdida de peso, en ocasiones superior a los 20 kg en 4-6 semanas, son habituales
en la mayoría de enfermos. La Àebre está presente en el
70% de los casos. Ante toda Àebre de origen desconocido la
sospecha de PAN es obligada.
Las artromialgias son frecuentes y la poliartritis no erosiva,
cuando aparece, suele afectar a grandes articulaciones de
las extremidades inferiores (en el 40% de los casos).
Manifestaciones neurológicas
Manifestaciones cutáneas
Las manifestaciones cutáneas presentes en más del 40% de
los pacientes consisten fundamentalmente en livedo reticularis o en púrpura palpable (tabla 17.9). Los pacientes también pueden presentar nódulos cutáneos dolorosos o ulceras
cutáneas de predominio en las extremidades inferiores.
Manifestaciones gastrointestinales
Un 40% de los pacientes presentan manifestaciones gastrointestinales en forma de dolor abdominal debido a la isquemia mesentérica por vasculitis. Otras manifestaciones son
náuseas, vómitos, estreñimiento, hematemesis o melenas,
colecistitis alitiásica o pancreatitis aguda.
La afectación hepática es más frecuente en los casos de
PAN asociada con los virus de las hepatitis B o C.
Tabla 17.9. Causas de púrpura
Palpable
Vasculitis
Infecciones (endocarditis bacteriana subaguda,
meningococemia, infección gonocócica diseminada)
No palpable:
Cutáneas: traumatismo, púrpura solar, púrpura esteroidea
Coagulopatías: coagulación intravascular diseminada,
trombocitopenia, alteraciones de los factores
de la coagulación.
Fragilidad vascular: síndromes de Ehlers-Danlos, amiloidosis,
escobuto
Embolia grasa
Capítulo | 17 Vasculitis
Manifestaciones renales
La principal causa de afección renal en la PAN es la vasculitis
de las arterias renales. Un 70% de los enfermos presentan manifestaciones renales, habitualmente en forma de proteinuria,
hematuria o cilindros. Ante un dolor lumbar de aparición aguda en una PAN, el clínico pensará antes en un infarto renal o en
una rotura de aneurisma más que en un problema raquídeo.
Manifestaciones cardiovasculares
La hipertensión arterial (HTA) consecuencia de la afectación vascular está presente en más del 30% de los pacientes.
La afectación coronaria se traduce en forma de cardiopatía
isquémica y arritmias con o sin insuÀciencia cardíaca.
Manifestaciones del aparato reproductor
masculino
La orquitis, la orquioepididimitis y la prostatitis son frecuentes, especialmente la primera, que aparece en un 30%
de los casos.
La PAN, junto con el hipernefroma, son los grandes «simuladores» en medicina interna. En la tabla 17.10 se exponen los criterios diagnósticos del ACR.
231
neutróÀla sin eosinoÀlia y la hipergammaglobulinemia son
habituales. La presencia de alteraciones hepáticas sugiere la
infección por el virus de las hepatitis B o C.
IMAGEN
Las angiografías del tronco celíaco y de las arterias renales
son decisivas para el diagnóstico, ya que muestran la estenosis vascular y la presencia de microaneurismas hasta en el
70% de los casos.
Las biopsias superÀciales (piel, músculo, etc.) y las profundas (riñón, hígado, etc.) se practicarán sólo en el caso de
que sean estrictamente necesarias. Una biopsia negativa no
descarta la existencia de una vasculitis.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
Gracias a los corticoides y a la ciclofosfamida la supervivencia actual de los pacientes con PAN a los 5 años del
diagnóstico es del 80%. Son factores de mal pronóstico la
edad superior a los 65 años y la presencia de manifestaciones viscerales, cardíacas, renales, del SNC y digestivas, especialmente estas últimas.
Las infecciones intercurrentes y los accidentes vasculares suelen ser las causas de muerte. Las recidivas después
del tratamiento son raras.
LABORATORIO
La VSG y la PCR suelen estar elevadas. Se objetiva una
anemia crónica normocítica, normocrómica. La leucitosis
Tabla 17.10. Poliarteritis nudosa. Criterios
del American College of Rheumatology
1. Pérdida de peso > 4 kg desde el comienzo
de la enfermedad
2. Livedo reticularis
3. Dolor o inflamación testicular
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
4. Debilidad muscular, mialgias o inflamación muscular
5. Mono o polineuritis
6. Presión arterial diastólica > 90 mmHg
7. Elevación del nitrógeno ureico (> 40 mg/dl)
o de la creatinina (> 1,5 mg/dl)
8. Presencia del antígeno de superficie o de anticuerpos
frente al virus de la hepatitis B
9. Arteriografía patológica (trombosis o microaneurismas)
10. Presencia de neutrófilos en la biopsia de los vasos
de mediano o pequeño calibre
La presencia de tres o más criterios tiene una sensibilidad del 82,2%
y una especificidad del 86,6%.
TRATAMIENTO
El tratamiento diÀere si la PAN se asocia o no con los virus de
las hepatitis B o C y si existen o no marcadores de replicación
viral. En el caso de PAN asociada con el virus C es fundamental evidenciar la presencia o la ausencia de cirrosis hepática.
El empleo de agentes antivirales en la PAN asociada con
virus hepatotropos, combinados con corticoides, muestra
mejores resultados terapéuticos que el tratamiento aislado
con corticoides.
La prednisona administrada a dosis de 1 mg/kg/día por
vía oral (dosis única matutina) es la pauta habitual. Una vez
conseguida la respuesta terapéutica, puede pasarse a días
alternos disminuyendo paulatinamente la dosis.
En casos de afectación visceral se asocia ciclofosfamida, en inyección intravenosa rápida mensual de 750 mg/m2.
Administrada por vía oral tiene mayores efectos secundarios, debido a una mayor dosis acumulada. Tambien puede
administrarse 1 g/24 horas de prednisolona en inyección intravenosa rápida durante 3 días.
En todos los casos se realizará tratamiento proÀláctico
de la osteoporosis con calcio, vitamina D y bisfosfonatos.
POLIARTERITIS MICROSCÓPICA
La poliarteritis microscópica, llamada actualmente poliangeítis microscópica, se caracteriza por vasculitis de vasos de
232
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
pequeño calibre, glomerulonefritis necrosante, afectación
pulmonar (capilaritis pulmonar) y anticuerpos anticitoplasma del neutróÀlo (ANCA) positivos. Su diferencia con la
PAN clásica vendría dada por la presencia o por la ausencia
de afectación de vasos de pequeño calibre (Jayne, 2008).
O
ENFERMEDAD DE KAWASAKI
DEFINICIÓN
La enfermedad de Kawasaki26 (EK) es una vasculitis difusa
necrosante de las arterias de mediano y pequeño calibre.
EPIDEMIOLOGÍA
La EK tiene una distribución mundial, pero es más prevalente en Japón y en el Extremo Oriente. La incidencia anual
en Japón es de 150 casos por 100.000 niños menores de 4
años. En el 50% de los casos la enfermedad se inicia antes
de los 2 años de edad. El comienzo a partir de los 10 años y
en lactantes menores de 3 meses es excepcional. En el Reino Unido la incidencia en la población de origen asiático es
de 14,6 casos por 100.000 habitantes y en la población autóctona, de 4,6 casos por 100.000 habitantes.
La EK es más frecuente en niños que en niñas, con predominio en los meses de primavera e invierno. En España
no hay datos, pero muy posiblemente sea una enfermedad
infradiagnosticada.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la enfermedad se desconoce. Se sospecha una etiología infeccciosa, pero nunca se ha encontrado
el germen. Las similitudes con la escarlatina y el síndrome
del shock tóxico indican que la EK sería causada por una
toxina bacteriana, un superantígeno que estimularía la respuesta inmunitaria, pero no existen evidencias.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La vasculitis afecta preferentemente a los vasos coronarios
con edema e inÀltración linfomonocitaria del endotelio y de
la capa media. Posteriormente, las arterias se dilatan con
formación de trombos que ocluyen la luz del vaso. Se observan aneurismas coronarios en las primeras 4 semanas y estenosis a partir de las 6 semanas.
CLÍNICA
O
Primera etapa. Duración aproximada, 2 semanas. Se caracteriza por la presencia de Àebre intermitente de hasta
26. Tomisaku Kawasaki. Pediatra japonés contemporáneo.
O
40 °C con dos o tres picos diarios con gran afectación
del estado general que no responde al paracetamol ni a
los antiinÁamatorios no esteroideos (AINE).
Segunda etapa. Duración aproximada, 4 semanas. Se
caracteriza por la desaparición de la Àebre y aparición
de:
1. Exantema polimorfo, trocular y en la superÀcie de
extensión de los miembros, con dos formas habituales de presentación: urticariforme o máculo-papular,
más acentuado en el área perineal.
2. Conjuntivitis bilateral no exudativa.
3. Alteraciones de la mucosa bucal: a) enrojecimiento
labial, con labios secos, agrietados y sangrantes; b)
lengua aframbuesada, y c) enantema.
4. Alteraciones de las manos y de los pies: eritema palmo-plantar con edema de manos y pies que se acompaña de descamación subungueal que llega habitualmente hasta la segunda falange, más evidente en la
tercera etapa.
5. Adenopatía cervical única no supurada que aparece
y desaparece, y que presentan el 50% de los pacientes.
6. Otras: artralgias (en el 50% de los casos) y artritis (en
el 30% de los casos) en forma de oligoartritis inicial
de grandes articulaciones, con líquido articular inÁamatorio y poliartritis de grandes y pequeñas articulaciones en fases más tardías. La insuÀciencia mitral
es frecuente y la valvulopatía cardíaca aparece en el
1% de los casos. Un 13% de los pacientes presentan
pericarditis. En esta fase aparece la afectación de las
arterias coronarias.
Es característico que los niños permanezcan somnolientos, pero se irritan fácilmente cuando se les molesta (¿meningitis aséptica?) y vuelven a su estado
somnoliento una vez se les deja.
Tercera etapa. Duración aproximada, 6 semanas. Se caracteriza por la normalidad clínica y biológica con lesiones coronarias presentes en el 25% de los enfermos no
tratados y en el 4% de los tratados.
El clínico debe sospechar una EK ante los siguientes escenarios: a) cualquier exantema polimorfo febril atípico
que curse con leucocitosis y neutroÀlia; b) escarlatina con
conjuntivitis, y c) sarampión sin tos.
DIAGNÓSTICO
Los criterios diagnósticos se detallan en la tabla 17.11.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial debe realizarse fundamentalmente con: a) sarampión; b) escarlatina; c) exantema medicamentoso; d) síndrome del shock tóxico; e) síndrome de la
Capítulo | 17 Vasculitis
233
FIEBRE durante 5 días como mínimo, más cuatro
de los siguientes criterios:
edad pediátrica pueden presentar episodios de angina o de
IAM en la edad adulta por estenosis residual de las arterias
coronarias. La EK es actualmente la primera causa de cardiopatía adquirida en los países desarrollados (Sève,
2005).
1. Exantema polimorfo en el tronco y en las superficies
de extensión de los miembros.
TRATAMIENTO
Tabla 17.11. Criterios diagnósticos de la enfermedad
de Kawasaki
2. Conjuntivitis bilateral no exudativa
O
3. Alteraciones bucales:
Enantema faríngeo, lengua «aframbuesada» y labios rojos,
secos y agrietados.
4. Alteraciones en las manos y pies:
En la fase aguda: eritema o edema indurado palmo-plantar
En la fase de convalecencia: descamación subungueal
5. Adenopatía cervical no supurada (> 1,5 cm)
Se aceptan menos de cautro criterios si hay lesiones coronarias.
piel escaldada estaÀlocócica; f) necrólisis epidérmica tóxica; g) síndrome de Stevens-Johnson; h) urticaria, e i) artritis
idiopática juvenil.
GRANULOMATOSIS DE WEGENER
LABORATORIO
DEFINICIÓN
La VSG y la PCR están elevadas. En las etapas 1 y 2 hay
leucocitosis con desviación a la izquierda y una discreta
anemia normocítica y normocrómica. Las transaminasas están elevadas en el 40% de los casos.
Es habitual que las plaquetas aumenten a partir del quinto día de la enfermedad y alcancen su máximo entre los días
10 y 20 de iniciado el proceso.
La granulomatosis de Wegener27 (GW) es una vasculitis
necrosante granulomatosa que afecta a vasos de mediano
y pequeño calibre, fundamentalmente pulmonares y renales.
IMAGEN
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
Fase aguda. Reposo en cama. Hidratación. Ácido acetilsalicílico a dosis de 50-60 mg/kg/día. Gammaglobulina intravenosa a dosis de 2 g/kg administrada en 12
horas; su empleo precoz reduce la aparición de aneurismas.
Fase de convalecencia. Ácido acetilsalicílico a dosis de
3-5 mg/kg/día durante 2 meses, hasta que la cifra de plaquetas y la ecografía son normales. Los pacientes con
lesiones coronarias permanentes deben seguir proÀlaxis
de forma indeÀnida.
Sólo se recomienda el empleo de corticoides si no hay
respuesta después de una segunda dosis de gammaglobulina.
En el ECG se observa un patrón de pequeño voltaje con PR
largo y un QT prolongado. El ecocardiograma muestra
aneurismas de las arterias coronarias en un 15% de los casos. La angiografía debe reservarse para aquellos pacientes
con importante afectación vascular, puesto que los casos con
aneurismas gigantes tienen un elevado riesgo de desarrollar
cardiopatía isquémica.
EPIDEMIOLOGÍA
En Europa la incidencia es de 10 casos por millón de habitantes/año y la prevalencia de 190 casos por millón de habitantes. El pico de máxima incidencia se sitúa entre los 65
y 74 años, con un ligero predominio en hombres de raza
blanca y en verano (Mahr, 2006).
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la GW se desconoce. Se sospecha que
un factor desencadenante ambiental (¿infeccioso?) interactúa con un individuo genéticamente predispuesto.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
El pronóstico en general es bueno; las recidivas se presentan sólo en el 3% de los casos. La mortalidad es muy baja,
del 0,2%, debida fundamentalmente a IAM. El 50% de los
aneurismas regresan a los 2 años.
Es necesario realizar un ecocardiograma de control cada
6-8 semanas para documentar la regresión de los aneurismas.
Un dato clínico que debe tenerse en cuenta es que
aquellos pacientes que han presentado la enfermedad en la
ANATOMÍA PATOLÓGICA
En la biopsia de los órganos afectos se observa una vasculitis más necrosante que granulomatosa de los vasos de mediano y pequeño calibre con la característica lesión necrosante, segmentaria y focal en el riñón.
27. Friederic Wegener (1907-1988). Anatomopatólogo alemán.
234
CLÍNICA
Síndrome constitucional
La astenia, la anorexia, la pérdida de peso y la febrícula son
habituales al inicio de la enfermedad.
Manifestaciones otorrinolaringológicas
La presentación nasal de la GW, que afecta a más del 90% de
los pacientes, cursa con rinorrea, obstrucción nasal y formación de costras en las fosas nasales que producen dolor, úlceras
(tabla 17.12) e hipoosmia, y cuya localización más frecuente
es el área de Kiesselbach28, donde pueden llegar a producir
necrosis del cartílago septal. Esta presentación clínica es similar a la que se observa en pacientes adictos a la cocaína. No es
raro que las lesiones sean infectadas por Staphylococcus aureus. Un 25% de pacientes presentan estenosis subglótica.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 17.12. Diagnóstico diferencial de las úlceras
nasales
Infecciosas
Tuberculosis
Lepra
Sífilis terciaria
Histoplasmosis
Leishmaniasis
Coccidiomicosis
Neoplasias
Linfoma
Carcinoma escamoso
Otras
Granulomatosis de Wegener
Policondritis recidivante
Sarcoidosis
Abuso de cocaína
Manifestaciones pulmonares
Las manifestaciones clínicas más frecuentes son tos, disnea
y hemoptisis. Se observan inÀltrados pulmonares en el 65%
de los pacientes. En más de la mitad de los casos aparecen
nódulos pulmonares múltiples, bilaterales y de predominio
en los campos pulmonares inferiores.
Manifestaciones renales
La proteinuria con hematuria y eventual presencia de cilindros hemáticos son los hallazgos habituales en el sedimento
de orina, presentes en el 80% de pacientes durante los primeros 2 años de evolución.
Manifestaciones reumatológicas
Las artralgias están presentes en el 70% de los pacientes y
la poliartritis simétrica, cuando aparece, predomina en las
extremidades inferiores.
Manifestaciones neurológicas
Un 15% de pacientes presentan mononeuritis o polineuritis. Un 8% presentan afectación del SNC que incluye fundamentalmente lesión de los pares craneales.
Los criterios diagnósticos del ACR se detallan en la tabla 17.13.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
La VSG y la PCR se encuentran elevadas. Se objetiva anemia normocítica, normocrómica con leucocitosis neutrofílica sin eosinoÀlia y trombocitosis. La hipergammaglobulinemia y las alteraciones de la función renal, cuando existe
neuropatía, son habituales. Los ANCA de patrón citoplasmático son el marcador con mayor sensibilidad y especiÀcidad diagnóstica (en el 90% de los casos).
La biopsia abierta de pulmón es la técnica diagnóstica
más rentable (con un 90% de positividades).
Manifestaciones oculares
Las manifestaciones oculares, presentes en el 60% de los
casos, incluyen iritis, escleritis, retinitis y dacriocistitis. La
presencia de proptosis es indicativa de la presencia de una
masa retroorbitaria.
Manifestaciones cutáneas
Un 50% de pacientes presentan lesiones cutáneas, siendo la
púrpura palpable en las extremidades inferiores la manifestación cutánea más frecuente.
28. Walter Kiesselbach (1839-1902). Otorrinolaringólogo alemán.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
Sin tratamiento la mortalidad de los pacientes con GW al
año es del 80% y a los 2 años, del 90%. Con tratamiento, la
mortalidad a los 5 años es del 18%. Son factores de mal
pronóstico la edad superior a los 65 años y la presencia de
nefropatía o hemorragia pulmonar. Un 50% de pacientes
presentan recidivas a los 5 años.
TRATAMIENTO
El tratamiento de elección son los corticoides y la ciclofosfamida. La prednisona a dosis de 1 mg/kg/día y la ciclo-
Capítulo | 17 Vasculitis
Tabla 17.13. Granulomatosis de Wegener. Criterios
del American College of Rheumatology
1. Criterio clínico: úlceras dolorosas o indoloras en la mucosa
oral o secreción nasal purulenta o hemática
2. Criterio biológico: microhematuria (> 5 hematíes
por campo) o presencia de cilindros hemáticos
3. Criterio radiológico: infiltrados, nódulos o cavidades
pulmonares no migratorios ni fugaces
4. Criterio histológico: inflamación granulomatosa dentro
de la pared de una arteria, perivascular o extravascular
de una arteria o arteriola
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
La presencia de dos o más criterios proporciona una sensibilidad
del 88,2% y una especificidad del 92%.
fosfamida en inyección intravenosa rápida a dosis de 1 g/m2/
mes o por vía oral a dosis de 2 mg/kg/día. La ciclofosfamida
en inyección intravenosa rápida es igual de efectiva que la
vía oral, pero con menos efectos secundarios, aunque las
recidivas son más frecuentes.
En caso de afectación limitada, es decir, sin afectación
grave de ningún órgano, a la prednisona se le añade metotrexato a dosis de 20-25 mg/semana.
En caso de afectación vital, se utilizan la prednisona en
inyección intravenosa rápida a dosis de 1g durante 3-5 días
y la ciclofosfamida en inyección intravenosa rápida a dosis
de 1 g/m2/mes.
El mantenimiento de la remisión se consigue con prednisona, inyección intravenosa rápida mensual de ciclofosfamida, ciclofosfamida por vía oral o metotrexato. El 77% de
las remisiones ocurren los primeros 3 meses y el 16% entre
los 3 y los 6 meses.
Actualmente existe la tendencia a sustituir la ciclofosfamida por la azatioprina para mantener la remisión completa,
puesto que el riesgo acumulado de presentar neoplasias es
muy alto en los pacientes tratados con ciclofosfamida
(Faurschou, 2008).
Si no hay respuesta a los tratamientos indicados puede
ensayarse el rituximab a dosis de 375 mg/m2/semanales durante 4 semanas. El etanercept no es efectivo para mantener
en remisión en estos pacientes (GW Etanercept Trial Research Group, 2005).
Para prevenir la infección por Pneumocystis jiroveci todos los pacientes deben recibir cotrimoxazol a dosis de 960
mg/día (Charlier, 2009).
La estenosis subglótica responde a la dilatación endoscópica previa inyección local de un corticoide de depósito.
Recientemente se ha ensayado el doxi-pergualin (0,5
mg/kg/día), un inmunosupresor autorizado en Japón para
evitar el rechazo tras el trasplante renal, pero no comercializado todavía en Europa. Estaría indicado en aquellos ca-
235
sos rebeldes al tratamiento y permitiría reducir las dosis de
prednisona.
En todos los casos se hará tratamiento proÀláctico de la
osteoporosis con calcio, vitamina D y bisfosfonatos.
SÍNDROME DE CHURG-STRAUSS
DEFINICIÓN
El síndrome de Churg29-Strauss30 (CS) es una vasculitis necrosante sistémica que afecta a vasos de mediano y pequeño
calibre en individuos con asma y eosinoÀlia.
EPIDEMIOLOGÍA
Su incidencia en Europa es de 2,7 casos por millón de habitantes/año con un predominio en hombres de raza blanca.
En Lugo, entre 1988 y 2001 fue de 1,3 casos por millón de
habitantes. El pico de máxima incidencia se sitúa entre los
65-74 años.
ETIOPATOGENIA
Su etiopatogenia se desconoce. Parece existir cierta predisposición genética, en relación con el antígeno de histocompatibilidad HLA-DRB4. La mayoría de pacientes tiene
historia de alergia. Los eosinóÀlos y los productos de degradación de los neutróÀlos son los responsables de las lesiones tisulares.
El síndrome de CS ha sido relacionado con el uso de
inhibidores de los leucotrienos, a través de dos posibles mecanismos: a) por ser responsables directos de la presencia
de vasculitis, o b) porque su empleo en pacientes asmáticos
implica la retirada de los corticoides y la aparición de la
clínica.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La vasculitis necrosante granulomatosa o no granulomatosa
afecta a los vasos de mediano y pequeño calibre. Los granulomas vasculares o extravasculares están constituidos por
eosinóÀlos rodeados de células epiteliales y células gigantes multinucleadas.
CLÍNICA
Síndrome constitucional
La Àebre y la pérdida de peso están presentes en la mayoría
de enfermos.
29. Jacob Churg (1910-1992). Anatomopatólogo estadounidense.
30. Lotte Strauss (1913-1996). Anatomopatólogo estadounidense.
236
Manifestaciones pulmonares
La afección de vías respiratorias superiores está presente en
el 60% de los casos. El asma es prácticamente universal.
Existe una correlación directa entre la gravedad del asma y
la eosinoÀlia periférica. El 70% de pacientes presentan inÀltrados pulmonares segmentarios, fugaces o persistentes y
un 20%, derrame pleural con eosinóÀlos.
El clínico sospechará un síndrome de CS ante todo paciente con asma rebelde al tratamiento que necesite la administración de corticoides orales.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 17.14. Síndrome de Churg-Strauss. Criterios
del American College of Rheumatology
1. Asma
2. Eosinofilia > 10%
3. Mononeuritis o polineuritis debida a vasculitis sistémica
4. Infiltrados pulmonares fugaces atribuibles a vasculitis
sistémica
5. Dolor agudo o crónico en los senos paranasales
con opacificación radiológica
Manifestaciones cardíacas
6. Eosinófilos extravasculares en una biopsia de una arteria,
arteriola o vénula
Están presentes sólo en el 20% de los casos, pero son las
responsables del fallecimiento de la mayoría de estos pacientes. La insuÀciencia cardíaca congestiva rebelde al tratamiento, secundaria a una miocardiopatía restrictiva, es la
manifestación más habitual, seguida del IAM por vasculitis
coronaria.
La presencia de cuatro o más criterios proporciona una sensibilidad
del 85% y una especificidad del 99,7%.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
Manifestaciones cutáneas
Las lesiones cutáneas están presentes en más de la mitad de
los casos. Son característicos los nódulos en el cuero cabelludo y en los codos debidos a granulomas extravasculares.
La púrpura palpable en extremidades inferiores es, asimismo, frecuente.
Manifestaciones neurológicas
Están presentes en el 76% de los casos, y la mononeuritis
múltiple y la polineuritis sensitivo-motora son las más habituales.
Existe un aumento de los reactantes de fase aguda (VSG y
PCR). Es habitual encontrar una anemia normocítica y normocrómica, pero lo más característico es la importante eosinoÀlia durante la fase aguda de la enfermedad con aumento
de la IgE. Los ANCA son positivos en el 60% de los pacientes. Su positividad es más común en los pacientes con nefropatía y su negatividad en los pacientes con cardiopatía.
No existe correlación entre la actividad de la enfermedad y
los títulos de ANCA.
La biopsia cutánea, pulmonar o de cualquier otro órgano
se recomienda para conÀrmar el diagnóstico.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
Manifestaciones renales
La glomerulonefritis está presente en el 50% de casos y es,
cuando se presenta, de menor gravedad que en otras vasculitis.
Manifestaciones digestivas
El dolor abdominal, la diarrea, las enterorragias y la obstrucción intestinal por la formación de granulomas intraluminales están presentes en el 20-60% de los pacientes. La
vasculitis mesentérica es la responsable de la perforación
intestinal.
Manifestaciones reumatológicas
Las artralgias son habituales. Un 40% de los pacientes presentan una artritis no erosiva.
En la tabla 17.14 se detallan los criterios diagnósticos
del síndrome de CS.
Gracias a los corticoides la superviviencia de los pacientes
con esta enfermedad al año del diagnóstico es del 83% y a
los 5 años del 90%. La rápida progresión de asma a vasculitis, la afectación cardíaca y la digestiva son de mal pronóstico. Un 25% de pacientes presentan recidivas.
TRATAMIENTO
La rinitis alérgica se tratará con corticoides tópicos intranasales. La prednisona a dosis de 1 mg/kg/día en dosis única
matutina es el tratamiento tradicional. En situaciones agudas la inyección intravenosa rápida de 1g de prednisona durante 3 días es una alternativa útil. En casos rebeldes al tratamiento la ciclofosfamida en inyección intravenosa rápida
o por vía oral es otra alternativa.
El uso de azatioprina (2 mg/kg/día) o de micofenolato
de mofetilo (2 g/día) son otras pautas a tener en cuenta para
casos que no responden al tratamiento inicial, al igual que el
rituximab (375 mg/m2 durante 4 semanas).
Capítulo | 17 Vasculitis
En todos los casos, se realizará proÀlaxis de la osteoporosis con calcio, vitamina D y bisfosfonatos.
SÍNDROME DE SCHÖNLEIN-HENOCH
DEFINICIÓN
El síndrome de Schönlein31-Henoch32 (SH) es una vasculitis
de vasos de pequeño calibre que afecta exclusivamente a
niños y adolescentes.
EPIDEMIOLOGÍA
La incidencia anual es de 135-180 casos por millón de
habitantes en niños de edades comprendidas entre 0 y 14
años. Es rara en adultos (> 16 años), con una incidencia
de 13 casos por millón de habitantes. El pico de máxima
incidencia se encuentra en los 5-7 años. Es más frecuente
en niños europeos y orientales que en niños afroamericanos.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la enfermedad se desconoce. Se ha implicado a agentes infecciosos, pero sin ninguna evidencia.
La incidencia estacional es otro factor que debe tenerse en
cuenta, pero no existen datos concluyentes. Se considera
una vasculitis de vasos de pequeño calibre debida a inmunocomplejos circulantes que contienen IgA.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
Se observan depósitos de IgA en los glomérulos renales y
en la pared de los vasos de pequeño calibre. En la biopsia
cutánea hay vasculitis de los capilares y de las vénulas poscapilares con depósitos de IgA.
En los riñones, la lesión inicial es una glomerulonefritis
proliferativa focal o difusa, indistinguible de la nefropatía
por IgA.
237
Manifestaciones digestivas
Dolor abdominal en relación con las comidas indicativo de
isquemia mesentérica, que en ocasiones simula un abdomen
agudo quirúrgico, náuseas, vómitos y melenas.
Manifestaciones reumatológicas
Las poliartralgias, presentes en más del 80% de casos, se
acompañan en ocasiones de una oligoartritis de predominio
en las extremidades inferiores.
Manifestaciones renales
Estudiados los casos desde el inicio de la enfermedad, la
prevalencia de la afectación renal es del 75%. La proteinuria (en el 70% de los casos), la hematuria macroscópica o
microscópica (en el 60% de los casos), el síndrome nefrótico (en el 40% de los casos) y la insuÀciencia renal progresiva (en el 25% de los casos), a menudo con HTA, son las
manifestaciones renales más habituales.
Los criterios diagnósticos del ACR se detallan en la tabla 17.15.
LABORATORIO
La mayoria de niños no precisa de muchas pruebas analíticas, exceptuando una analítica general básica básica y una
función renal completa. La anemia sólo aparece en los casos de hemorragia digestiva.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
En la biopsia renal se observan lesiones mesangiales o glomerulonefritis proliferativa focal o segmentaria, que en casos más graves es difusa. En una minoría de casos se observa proliferación extracapilar. Está indicada en aquellos
casos con proteinuria y hematuria de más de un año de evolución.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CLÍNICA
No es raro que el cuadro clínico se vea precedido por una
infección respiratoria de vías altas.
Tabla 17.15. Síndrome de Schönlein-Henoch. Criterios
del American College of Rheumatology
1. Edad de inicio < 20 años
Manifestaciones cutáneas
Púrpura petequial no trombocitopénica frecuente en la parte
posterior de muslos y piernas.
2. Púrpura palpable no trombocitopénica en más de una zona
cutánea
3. Dolor abdominal posprandial con enterorragias o melenas
4. Presencia de granulocitos en las paredes de las arteriolas
poscapilares o vénulas
31. Johann Schönlein (1793-1864). Médico alemán.
32. Edouard Henoch (1820-1910). Pediatra alemán.
La presencia de dos o más criterios proporciona una sensibilidad
del 87,1% y una especificidad del 87,7%.
238
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La mayoría de pacientes tienen un buen pronóstico, puesto
que la enfermedad suele autolimitarse en 2-3 semanas, pero
un 40% de los casos presentan recidivas. El pronóstico viene determinado por la afectación renal. En estos casos es
imperativo el control de la presión arterial. La insuÀciencia
renal crónica aparece en menos del 5% de los casos y suele
manifestarse en forma de síndrome nefrótico e hipertensión
arterial.
La lesión histológica más característica es la glomerulonefritis membrano-proliferativa difusa con trombos intracapilares que contienen precipitados de crioglobulinas.
TRATAMIENTO
Muchos pacientes no requieren tratamiento especíÀco. El
papel de los corticoides es controvertido. La corticoterapia
precoz no altera la historia natural de la enfermedad. En
principio debe reservarse para los pacientes con artralgias
que no ceden con AINE y para los pacientes con dolor abdominal recidivante. El tratamiento agresivo con corticoides e inmunosupresores (ciclofosfamida, azatioprina) sólo
está justiÀcado en los casos de intensa proliferación extracapilar.
CLÍNICA
Las manifestaciones clínicas de la crioglobulinemia se deben a la oclusión vascular por los crioprecipitados y a la
vasculitis por inmunocomplejos, formados por crioglobulinas.
Manifestaciones constitucionales
La astenia, la pérdida de peso y la Àebre están presentes en
el 90-100% de los casos.
Manifestaciones cutáneas
La púrpura palpable, junto con el fenómeno de Raynaud, las
úlceras cutáneas y la acrocianosis, son las manifestaciones
cutáneas más frecuentes.
CRIOGLOBULINEMIA MIXTA
ESENCIAL
Manifestaciones neurológicas
DEFINICIÓN
Entre un 40 y un 70% de los casos presentan una neuropatía
periférica simétrica o asimétrica, motora o sensitivo-motora, de ordinario de aparición subaguda.
La crioglobulinemia mixta esencial (CME) es una vasculitis
de vasos de mediano y pequeño calibre, asociada con la presencia de crioglobulinas en el suero.
ETIOPATOGENIA
La CME se asocia en el 90% de casos con el virus de la
hepatitis C, principal agente etiológico de la crioglobulinemia mixta, pero todavía existen alrededor de un 10% de pacientes con crioglobulinemia mixta en los que no se encuentra una causa conocida, por lo que aún es lícito emplear el
término «esencial» en estos pacientes.
Las crioglobulinas son inmunoglobulinas que se precipitan de manera reversible a temperaturas inferiores a 37 °C
y cuya presencia en sangre, crioglobulinemia, no siempre se
asocia con la existencia de clínica.
Clásicamente, y en función del tipo de inmunoglobulina
del crioprecipitado, se clasiÀcan en crioglobulinemia única
o tipo I y crioglobulinemia mixta que engloba a los tipos II
y III. El mecanismo de formación de los crioprecipitados se
desconoce.
El componente IgM de las crioglobulinemias mixtas tiene dos orígenes, monoclonal en el tipo II y policlonal en el
tipo III. Es la crioglobulinemia tipo II la responsable de la
vasculitis que implica a vasos de mediano y pequeño calibre
de la piel, riñón y sistema nervioso.
Manifestaciones renales
En un 40-80% de los casos existe una glomerulonefritis
membrano-proliferativa difusa.
Manifestaciones reumatológicas
Las artralgias y las artritis son frecuentes, al igual que la
debilidad muscular.
La tríada de Meltzer33 (púrpura palpable, artralgias y debilidad muscular) está presente en más del 40% de los casos.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
La VSG y la PCR suelen estar elevadas. La leucocitosis es
común. Las fracciones C3 y C4 del complemento suelen
estar disminuidas en el 90% de los casos, dato biológico de
interés para distinguir a las vasculitis asociadas a ANCA, en
las que el complemento es normal. En un 70% de casos se
detecta un FR positivo.
33. Samuel Meltzer (1851-1920). Médico norteamericano.
Capítulo | 17 Vasculitis
239
La remisión de la enfermedad exige utilizar durante largos
períodos de tiempo el tratamiento antiviral; a pesar de ello
no son raras las recidivas.
Las causas secundarias más frecuentes son farmacológicas, infecciosas, paraneoplásicas y enfermedades autoinmunes sistémicas.
La etiología farmacológica es la más frecuente y la primera que el clínico debe tener presente. Clásicamente las
VH secundarias a fármacos aparecen entre los 7 y 21 días
que siguen al inicio del tratamiento. Los fármacos más comúnmente implicados son penicilina, sulfamidas, tiacidas,
alopurinol, fenitoína y quinolonas, entre otros.
TRATAMIENTO
ANATOMÍA PATOLÓGICA
El tratamiento de la CME debe individualizarse en cada paciente y depende de la etiología y del tipo de manifestación
clínica y de su gravedad.
Los pilares del tratamiento son los corticoides, los inmunosupresores, el recambio plasmático y el tratamiento
antiviral (interferón, ribavirina) en los casos asociados con
el virus de la hepatitis C para su erradicación.
Las manifestaciones reumatológicas se tratan con reposo, paracetamol a dosis de 1 g/4-6 horas, AINE, prednisona
a dosis de 1 mg/kg/día y metotrexato.
Las manifestaciones cutáneas se tratan con medidas
posturales y corticoides a las dosis indicadas.
Las manifestaciones renales y neurológicas responden a
los corticoides, micofenolato de mofetil y rituximab. La
carbamacepina es un fármaco excelente para conseguir la
analgesia.
En los casos de afectación vasculítica grave, los corticoides
en inyección intravenosa rápida, la ciclofosfamida y el recambio plasmático son básicos para situaciones de riesgo vital.
Se objetiva un inÀltrado inÁamatorio formado por neutróÀlos en las vénulas poscapilares. El endotelio vascular está
edematoso, con necrosis de la pared y extravasación de hematíes, responsables de la púrpura palpable.
Es característica la presencia de fragmentos nucleares
(«polvo nuclear») en los granulocitos, de ahí el nombre de
vasculitis leucocitoclástica, como también se conoce a estas vasculitis.
La biosia es decisiva para conÀrmar el diagnóstico; en
ella se observa la presencia de crioglobulinas, especialmente en la biopsia renal.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
VASCULITIS POR HIPERSENSIBILIDAD
CLÍNICA
La púrpura simétrica y palpable en zonas declives o sometidas a presión (extremidades inferiores en pacientes ambulatorios y nalgas en pacientes encamados) es el dato clínico
más característico. Se presenta en forma de brotes únicos o
recurrentes. Otras manifestaciones son la livedo reticularis,
las vesículas hemorrágicas, las úlceras y las lesiones urticariformes, en ocasiones acompañadas de edema. La púrpura
suele durar entre 2 y 4 semanas, dejando una zona hiperpigmentada. En la mitad de los casos hay un síndrome constitucional, en forma de astenia, inapetencia, artromialgias y
febrícula.
DEFINICIÓN
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
El concepto vasculitis por hipersensibilidad (VH) se aplica
a las vasculitis que afectan a vasos de pequeño calibre (arteriolas, capilares y vénulas poscapilares) con clínica predominantemente cutánea.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
La biopsia cutánea es decisiva para el diagnóstico, pero si se
practica pasadas las 48 horas de la aparición de las lesiones
es posible que no se objetive la leucocitoclasia, característica histológica fundamental.
EPIDEMIOLOGÍA
Las VH son la forma más común de vasculitis, afectan a individuos de cualquier edad y predominan en el sexo femenino.
ETIOPATOGENIA
El depósito de inmunocomplejos en los vasos afectados activa la cascada del complemento, cuyo producto Ànal estimula la liberación de las enzimas proteolíticas de los neutróÀlos con posterior lesión de la pared de los vasos.
Las causas pueden ser primarias (en el 60% de los casos) o secundarias (en el 40% de los casos).
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de las VH consta de tres etapas: a) estudio
histológico (biopsia cutánea); b) estudio etiológico, y c) estudio clínico completo no agresivo, para descartar otras vasculitis o enfermedades autoinmunes sistémicas.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
La mayoría de pacientes presentan remisiones espontáneas
y sólo requieren tratamiento sintomático. Las recidivas pueden durar meses o años.
240
TRATAMIENTO
Los objetivos del tratamiento son eliminar el agente causal
y tratar, si existe, la enfermedad de base.
SÍNDROME DE BEHÇET
DEFINICIÓN
El síndrome de Behçet34 (SB) es una vasculitis que afecta a
arterias y venas de cualquier tamaño, con aftosis bucogenital y manifestaciones sistémicas.
EPIDEMIOLOGÍA
La máxima prevalencia del SB se observa en la Turquía
asiática (23 casos/10.000 habitantes). En las áreas rurales
turcas su frecuencia llega a ser de un caso por cada 250 habitantes; curiosamente, en la Turquía europea su prevalencia es más baja.
Su prevalencia en Japón es también alta, de 10 casos/
10.000 habitantes; en cambio en la población japonesa emigrada a Hawaii la prevalencia es mucho menor.
En Asia y en el norte de África la prevalencia es de 2,1420 casos/100.000 habitantes y en Europa occidental de
0,3-7,5 casos/100.000 habitantes. La incidencia en EE.UU.
es de 0,38 casos/100.000 habitantes y la prevalencia de 5,2
casos/100.000 habitantes (Calamia, 2009).
En los inmigrantes de origen africano o asiático, residentes en las capitales europeas, existe una mayor prevalencia del SB comparados con la población autóctona. En los
suburbios de París es de 7,1 casos por 100.000 habitantes
(Mahr, 2008). Es también común en todo el litoral mediterráneo y en los países de la antigua ruta de la seda (Àg. 17.1)
y es raro en negros africanos.
En Lugo, su incidencia es mayor de la esperada, 0,66
casos/100.000 habitantes (González-Gay. 2000) y en La
Coruña su prevalencia es de 5,6 casos/100.000 habitantes,
con una incidencia anual de 0,53 casos/100.000 habitantes para el sexo masculino y de 0,32 casos/100.000 habitantes para el sexo femenino (Eiroa, 1991).
Predomina en el sexo masculino (4:1) y afecta fundamentalmente a adultos jóvenes (20-30 años), pero la enfermedad es más grave en los hombres. Su inicio antes de la
pubertad y después de los 60 años (cuando las concentraciones de andrógenos son más bajas) es excepcional.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la enfermedad se desconoce. La hipótesis más verosímil es la implicación de un agente externo,
probablemente infeccioso, que actúa de estímulo provocan34. Hulusi Behçet (1889-1948). Dermatólogo turco.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
do una respuesta inÁamatoria anómala en pacientes genéticamente predispuestos.
A favor de esta hipótesis, cabe mencionar que el HLAB51 es de tres a cuatro veces más frecuente que en la población general. En los turcos residentes en Berlín llega a ser
50 veces más frecuente que en la población autóctona alemana (Yazici, 2008).
Inmunológicamente, existe una respuesta aberrante de
los linfocitos T con aumento de los linfocitos T helper y
de las citocinas proinÁamatorias, IL-8 e interferón gamma.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La lesión histológica característica es en forma de vasculitis
inespecíÀca con un inÀltrado perivascular compuesto por
linfocitos y células mononucleares. Las úlceras muestran un
inÀltrado linfomonocitico de la dermis con erosiones en la
epidermis.
CLÍNICA
La expresividad clínica de la enfermedad varía según su
distribución geográÀca. En las fases iniciales los síntomas
son inespecíÀcos y es necesario un alto índice de sospecha
para el diagnóstico precoz.
Úlceras o aftas35 orales
Constituyen, de ordinario, la primera manifestación de la
enfermedad y la más característica y frecuente (en el 100%
de los casos). Se trata de úlceras recurrentes, dolorosas, únicas o múltiples, de bordes bien deÀnidos, rodeadas de un
halo eritematoso y con un fondo amarillento. Habitualmente regresan en 2 semanas sin dejar cicatriz. La ulceración
aftosa recurrente es una condición sine qua non del SB y
puede preceder al inicio de las manifestaciones sistémicas
en años. Las localizaciones más comunes son la lengua, los
labios, las encías y la mucosa bucal.
Pueden diÀcultar la masticación, el habla y ser causa de
disfagia, odinofagia, halitosis y otalgia referida.
Úlceras o aftas genitales
Se observan en el 80% de los casos. Su aspecto es similar al
de las úlceras bucales, pero suelen dejar cicatriz. En el hombre su localización más frecuente es en el escroto y en la
mujer en la vulva y en la vagina. En esta última localización
pueden pasar desapercibidas y ser causa de dispareunia. Las
35. Afta (del griego «quemadura»): úlcera pequeña rodeada de un halo
eritematoso con exudado grisáceo.
La úlcera es una lesión dermatológica elemental que cursa con pérdida de
sustancia. Puede ser primaria o secundaria a la rotura de una ampolla o
vesícula.
Capítulo | 17 Vasculitis
241
Constantinopla
(Estambul)
Astracán
Tashkent Bishek Kucha
Hami
Bujara
Ansi
Karashar
Erzurum
Jiayuquan
Alepo
Samarcanda
Merv
Dunhuang
Deir
Teherán
Atenas Konya
Wuwei
Kabul Gilgit Khotan
es Zor
Qarqán
Palmira
Meched
Peshawar
Lanzhou
Damasco
Herat
Islamabad
Isfahán
Acre
Bagdad
Chang’am
Amritsar
Alejandría
Kerman
El Cairo
Shiraz
Bam
Agra
Benarés
Berenice
Calcuta
Tiflis
Un enclave estratégico entre oriente y occidente
Situada en medio del desierto de Dasht-e Lut, la ciudad de Bam fue un oasis cercano
a las rutas de la seda (en el gráfico) y de las caravanas de camellos que unían Oriente
y Occidente en viajes que duraban hasta tres años. El comercio, que le dio esplendor,
provocó su ocaso las mercancías cambiaron de rutas y de medios de transporte.
Figura 17.1.
Ruta de la seda.
Tabla 17.16. Diagnóstico diferencial de las úlceras
(aftas) bucales recurrentes
Tabla 17.17. Clasificación de las úlceras (aftas) según
su morfología
Primarias
Estomatitis aftosa recurrente
Síndrome FAPA (Fever, Aphthous stomatitis, Pharyngitis,
Adenitis)
Menores (80%)
De uno a cinco elementos
Tamaño inferior a 1 cm
Curación SIN cicatriz
Secundarias
Infecciones: virus del herpes, VIH
Enfermedades reumáticas: síndrome de Behçet, artritis
reactivas (síndrome de Reiter), síndrome de Sweet
Enfermedades cutáneas: eritema multiforme
Enfermedades hematológicas: leucemias, neutropenia cíclica
Enfermedades gastrointestinales: enteropatía por gluten,
colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn
Fármacos: AINE, betabloqueantes, alendronato, nicorandil
Mayores (10%)
De uno a cinco elementos
Tamaño superior a 1 cm
Curación CON cicatriz residual
Herpetiformes (10%)
De 10 a 100 elementos
Tamaño entre 1 y 3 mm
Curación CON cicatriz residual
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
VIH: virus de la inmunodeficiencia humana; AINE: antiinflamatorios no
esteroideos.
recurrencias son menos frecuentes que cuando se localizan
en la boca.
En la tabla 17.16 se expone el diagnóstico diferencial de
las úlceras orales recidivantes y en la tabla 17.17 su clasiÀcación según su morfología.
Manifestaciones mucocutáneas
La afectación cutánea es frecuente (en el 75% de los casos).
La seudofoliculitis y las pústulas son características y más frecuentes en los hombres, mientras que el eritema nudoso predomina en mujeres y aparece en un 30-40% de pacientes. Sin
embargo, la manifestación cutánea más característica es el fenómeno de la patergia, debido a la hiperreactividad cutánea.
Se pone de maniÀesto efectuando una punción intradérmica de 0,1-0,2 ml de suero Àsiológico con una aguja estéril 21G
de una pulgada (0,8 mm × 25 mm) en la cara anterior del antebrazo. El resultado es positivo si a las 48 horas aparece una
pápula de 2 mm de diámetro que luego se convierte en pústula.
Si bien es especíÀca del SB, no es patognomónica, puesto que
puede también puede evidenciarse en el síndrome de Sweet,
en el pioderma gangrenosum y en los pacientes afectados de
leucemia mieloide crónica tratados con interferón alfa.
Este fenómeno se debe a un incremento de la actividad
quimiotáctica de los leucocitos polimorfonucleares acumulados en las capas superÀciales de la epidermis.
242
Su especiÀcidad es del 90%, por lo que se incluye en los
criterios diagnósticos del SB. La prevalencia de este fenómeno se correlaciona con la prevalencia de la enfermedad
(Pimienta, 2009).
Manifestaciones oculares
Estas manifestaciones aparecen en el 50% de los pacientes
durante su evolución y constituyen la primera manifestación de la enfermedad en el 10% de los casos.
La afectación del segmento anterior del ojo (uveítis anterior) o del segmento posterior (uveítis posterior) o ambas
es la manifestación ocular más característica, especialmente
la uveítis posterior aislada. La vasculitis retiniana con oclusión vascular y la neuritis óptica son causa de ceguera, que
aparece en el 25% de los pacientes.
Otras manifestaciones oculares son el hipopion (presencia de una secreción purulenta en la cámara anterior del
ojo), la conjuntivitis, la escleritis o epiescleritis, la hemorragia vítrea y el edema de papila.
Manifestaciones reumatológicas
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
sustancia blanca periventricular y ganglios basales. La
vasculitis cerebral es causa de AVC en forma de aneurismas, trombosis o hemorragia subaracnoidea. La EB es la
vasculitis en la que los fenómenos trombóticos son más
frecuentes.
La afectación no parenquimatosa incluye la trombosis
de los senos de la duramadre y la meningitis aséptica.
La afectación parenquimatosa suele ser recidivante y es
más grave que la no parenquimatosa.
El LCR suele ser normal, pero puede existir una hiperproteinorraquia con IgG alta y pleocitosis a expensas de
linfocitos y polimorfonucleares.
La RM, la tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT) y los potenciales provocados36 son las
exploraciones más útiles para detectar lesiones subclínicas
en pacientes oligosintomáticos o asintomáticos.
Tanto las manifestaciones vasculares como las neurológicas pueden aparecer de forma tardía, hasta 10 años después del comienzo de la enfermedad.
Manifestaciones digestivas
Están presentes en más de la mitad de los casos y, de ordinario, en forma de oligoartritis asimétrica seronegativa no
erosiva y recidivante, de predominio en las extremidades
inferiores, aunque pueden también verse afectados los codos y las muñecas. Las artralgias son también frecuentes.
La monoartritis es rara.
Las manifestaciones digestivas (en el 20% de los casos)
son semejantes a las observadas en la colitis ulcerosa y en
la enfermedad de Crohn: enterorragias, náuseas, vómitos,
dolor abdominal, entre otras, y son más frecuentes en mujeres (Ricart, 2006). La presencia de úlceras en la región
ileocecal puede provocar hemorragias y/o perforación intestinal.
Manifestaciones vasculares
Manifestaciones renales
Un 30% de los casos presentan manifestaciones vasculares,
habitualmente venosas en forma de tromboÁebitis superÀciales y, en menor frecuencia, trombosis del sistema venoso
profundo y/o de los grandes troncos venosos: venas cavas o
suprahepáticas, provocando un síndrome de Budd-Chiari
(Marsal, 1997).
La afectación arterial es poco frecuente (en el 15% de
los casos); cuando aparece es en forma de aneurismas
(1-5%), de ordinario pulmonares. El clínico sospechará el
aneurisma pulmonar en presencia de hemoptisis, disnea y
dolor torácico.
La amiloidosis (tipo AA) es la complicación más frecuente
en el SB, aunque también se han descrito glomerulonefritis
y enfermedad vascular renal (Akpolat, 2008).
La asociación de EB y policondritis recidivante se conoce con el acrónimo MAGIC (Mouth And Genital ulcers with
InÁamed Cartilage).
Manifestaciones neurológicas
Están presentes en el 10-20% de los pacientes, en su mayoría hombres, y pueden afectar a cualquier estructura del
SNC. Las manifestaciones clínicas habituales son un síndrome piramidal bilateral, hemiparesias, hipertensión endocraneal y deterioro cognitivo con alteraciones de la personalidad y de la conducta.
La afectación parenquimatosa es la más frecuente (en
el 80% de los casos) con compromiso del tronco cerebral,
LABORATORIO
Los hallazgos de laboratorio son inespecíÀcos.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de SB se basa en unos criterios consensuados
por el grupo internacional de la EB (tabla 17.18).
36. Los potenciales eléctricos que se originan en el cerebro como respuesta al estímulo de un órgano sensorial o sus nervios aferentes no son «potenciales evocados» sino potenciales provocados, por oposición a los potenciales espontáneos. En inglés «evoke» es provocar. En español evocar
es traer a la memoria.
Capítulo | 17 Vasculitis
243
Tabla 17.18. Criterios diagnósticos del síndrome
de Behçet
Úlceras orales recidivantes objetivadas por el médico o el
paciente un mínimo de tres ocasiones los últimos 12 meses
+
Dos de los siguientes criterios:
1. Úlceras genitales recidivantes objetivadas por el médico
o el paciente
diÀculte la alimentación pueden administrarse 0,25-0,50
mg a dosis decrecientes.
En el caso de falta de respuesta a los tratamientos anteriores pueden emplearse la talidomida a dosis de 50 mg/día
durante un mes, luego disminuir la dosis a 50 mg/día tres
veces por semana, dapsona a dosis de 100 mg/día o azatioprina a dosis de 2 mg/kg/día.
Las úlceras rectales o colónicas responden a los enemas
de corticoides y a la prednisona a dosis de 0,5-1 mg/kg/día.
2. Lesiones oculares objetivadas por el oftalmólogo
3. Lesiones cutáneas objetivadas por el médico: eritema
nudoso, lesiones pápulo-pustulosas o seudofoliculitis
o nódulos acneiformes en adolescentes no tratados
con corticoides
4. Fénomeno de la patergia positivo, leído a las 48 h
por el médico, en ausencia de otra explicación clínica
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
El SB se caracteriza por remisiones y recidivas. En los pacientes de la cuenca mediterránea la mortalidad a los 20
años es del 14% y se debe, fundamentalmente, a la afectación vascular y del SNC. La afectación parenquimatosa del
SNC y la presencia de hiperproteinorraquia y pleocitosis en
el LCR son factores de mal pronóstico. El 20% de los pacientes con afectación neurológica fallecen antes de los 7
años de evolución (Sakane, 1999).
El SB es más grave en el sexo masculino y la mortalidad
tiende a disminuir con el paso del tiempo.
El embarazo no presupone ningún riesgo añadido (Marsal, 1997).
TRATAMIENTO
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
El tratamiento del SB depende del tipo de manifestación
clínica y de su gravedad. La mayoría de pacientes sólo necesitan tratamiento sintomático.
Tratamiento de las aftas bucogenitales
La higiene bucal es fundamental. Son útiles la solución
acuosa de lidocaína, el cimiento de llantén al que se puede
añadir lidocaína, los corticoides tópicos en forma de cremas
o los colutorios orales que contengan hidrocortisona y nistatina. Los enjuagues orales con sucralfato en suspensión
durante 2 minutos después de cada cepillado dental son, asimismo, muy útiles, al igual que los aerosoles de ácido hialurónico.
La colquicina a dosis de 0,5 mg o la pentoxiÀlina a dosis
de 400 mg cada 8-12 horas son útiles como tratamiento proÀláctico de los brotes y en el caso de que la aftosis bucal
Tratamiento de las manifestaciones cutáneas
Las manifestaciones cutáneas responden a la colquicina, a
la dapsona y a la prednisona a dosis de 0,25-0,50 mg/día.
Tratamiento de las manifestaciones oculares
En la uveítis anterior los esteroides tópicos junto con los ciclopléjicos y los midriáticos son el tratamiento de elección.
En el caso de falta de respuesta, se utilizan los esteroides
depot en inyección intravítrea, los corticoides sistémicos, el
metotrexato a dosis de 7,5 mg/semana o la sulfasalazina hasta un máximo de 3 mg/día.
En la uveítis posterior la prednisona a dosis de 1 mg/kg/
día o la ciclosporina a dosis de 3-5 mg/kg/día son el tratamiento de elección. En caso de efectos secundarios, se administran tacrolimus a dosis de 0,05-0,20 mg/kg/día, azatioprina a dosis de 2,5 mg/kg/día, metotrexato a las dosis habituales
o micofenolato mofetil a dosis de 1 g dos veces al día.
Si a pesar de todo no es posible controlar los brotes de
uveítis, pueden añadirse los siguientes fármacos: inÁiximab
a dosis de 5-10 mg/kg/día las semanas 0, 2, 6 y 10 manteniendo el metotrexato o ciclofosfamida a dosis de 1-3 mg/
kg/día, clorambucilo a dosis de 2 mg/día o interferón alfa-2.
El adalimumab es una opción eÀcaz y segura en pacientes
con uveítis y SB (Díaz-Lagares, 2010).
Tratamiento de las manifestaciones
reumatológicas
Pueden administrarse indometacina a dosis de 25 mg/6 horas o colquicina a dosis de 0,5 mg/día. En casos de artritis
grave puede añadirse prednisona a dosis de 0,5 mg/kg/día,
metotrexato, azatioprina o talidomida. El inÁiximab y el interferón son dos alternativas útiles.
Tratamiento de las manifestaciones
neurológicas
El tratamiento es con prednisona a dosis de 1 mg/kg/día o 1
g de prednisolona diario durante 5 días para proseguir luego
con prednisona a las dosis propuestas. Si no hay mejoría en
72 horas, el clorambucilo, la ciclofosfamida o el inÁiximab
son alternativas válidas.
244
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tratamiento de las manifestaciones
vasculares
O
En las tromboÁebitis superÀciales pueden administrarse
AINE (diclofenaco, naproxeno o ibuprofeno), colquicina y
pentoxiÀlina.
En las trombosis venosas profundas, el tratamiento se
llevará a cabo con heparina de bajo peso molecular y posteriormente con acenocumarol, siempre con prednisona a dosis de 1 mg/kg/día. En casos graves puede añadirse ciclofosfamida en perfusión intravenosa.
Las trombosis arteriales se tratan con corticoides sistémicos o ciclofosfamida en perfusión intravenosa mensual.
La cirugía está indicada para el tratamiento de los aneurismas arteriales.
O
tes que ocluyen la luz del vaso. Estos hallazgos son de
elevada especiÀcidad.
Fase subaguda. Organización del trombo a cargo de Àbroblastos, sin inÀltrado inÁamatorio de la pared vascular.
Fase crónica. Fibrosis de la pared del vaso con recanalización del trombo. Estos hallazgos son de baja especiÀcidad. La ausencia de necrosis Àbrinoide y la falta de
afectación de la pared del vaso es lo que distingue a la
TO de la arteriosclerosis.
CLÍNICA
La tromboangeítis obliterante (TO) o enfermedad de Buerger37 es una vasculitis de vasos de mediano y pequeño calibre, que afecta a zonas distales de los miembros, asociada
con tromboÁebitis migratoria.
La manifestación vascular más frecuente es la isquemia distal de las extremidades inferiores, evidenciada por dolor en
reposo, claudicación intermitente, úlceras isquémicas digitales (en el 40-75% de los casos) o gangrena, con ausencia
o disminución de pulsos. Un 50% de los pacientes presentan fenómeno de Raynad y un 40%, tromboÁebitis migratoria superÀcial.
La isquemia distal de las extremidades inferiores o una
tromboÁebitis migratoria superÀcial en un hombre joven y
fumador debe alertar al clínico acerca del diagnóstico de
TO.
EPIDEMIOLOGÍA
LABORATORIO
Su prevalencia es de 7-50 casos por 100.000 habitantes. En
Europa y EE.UU. es la responsable del 5% de las enfermedades arteriales. En Japón llega a ser del 16%. La enfermedad es casi exclusiva del sexo masculino en una proporción
de 10:1. La edad de inicio suele ser antes de los 40 años.
No existe ninguna prueba especíÀca de laboratorio.
TROMBOANGEÍTIS OBLITERANTE
DEFINICIÓN
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la enfermedad se desconoce. Se invoca
un posible componente genético, dada su alta prevalencia
en judíos Ashkenazíes, pero no se ha demostrado ninguna
asociación con el HLA. El tabaquismo es un factor decisivo; el 95% de pacientes son fumadores.
IMAGEN
La arteriografía pone de maniÀesto la oclusión precoz, distal
y bilateral, de ambas extremidades inferiores. La afectación
proximal (ilíaca, femoral) o de extremidades superiores es
muy rara y cuando aparece (en el 10% de los casos), el proceso está muy avanzado.
La oclusión de las principales arterias condiciona el desarrollo de la circulación colateral, dato de valor pronóstico.
La angiografía por sustracción digital con administración intravenosa del contraste es de gran utilidad.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La TO es una trombosis inÁamatoria segmentaria oclusiva
no ateromatosa.
O
Fase aguda. Proliferación de la íntima con formación de
trombos constituidos por linfocitos CD4, escasos neutróÀlos, con fenómenos de cariorrexis38 y células gigan-
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
El curso de la enfermedad es recidivante con largos períodos de remisión. La expectativa de vida a los 25 años del
diagnóstico es del 85%. El pronóstico viene determinado
por el cese del hábito tabáquico. La no suspensión del tabaquismo aumenta hasta tres veces el riesgo de amputación.
TRATAMIENTO
37. León Buerger (1879-1943). Médico norteamericano.
38. Cariorrexis: rotura del núcleo celular con desintegración de la cromatina en gránulos amorfos que se expulsan de la célula.
La suspensión del hábito tabáquico es imperativa. El control de los seis factores de riesgo vascular y el ejercicio re-
Capítulo | 17 Vasculitis
gular son fundamentales. Se evitarán la exposición al frío y
el uso de vasoconstrictores y de calzado inadecuado.
Los AINE para el dolor y los vasodilatadores como el
nifedipino o el diltiazem pueden ser útiles en casos seleccionados. El ácido acetilsalicílico o, en caso de intolerancia
gástrica, la ticlodipina, son útiles como antiagregantes.
La perfusión intravenosa de ileoprost durante 28 días
reduce la sintomatología clínica en un 85% de los casos.
El ácido acetilsalicílico más placebo, utilizados durante el
mismo tiempo, mejoraban la clínica sólo en un 17% de los
casos. A los 6 meses de evolución el porcentaje de amputaciones en el grupo tratado con ileoprost fue del 6%, mientras que en el grupo tratado con ácido acetilsalicílico y placebo fue del 8% (Fiessinger, 1990).
La simpatectomía se reserva para casos graves y rebeldes al tratamiento médico.
SÍNDROME DE COGAN
CLÍNICA
El clínico sospechará la presencia de un SC ante todo adulto
joven con manifestaciones inÁamatorias oculares y disfunción vestibular.
Manifestaciones oculares
La forma de presentación más frecuente es la ocular (en el
50% de los casos). La queratitis intersticial se maniÀesta en
forma de fotofobia, inyección conjuntival y dolor ocular. La
sensación de cuerpo extraño intraocular, la visión borrosa y
la diplopía con defectos del campo visual son, asimismo,
frecuentes. Otras manifestaciones son: conjuntivitis (en el
35% de los casos), iridociclitis (en el 30% de los casos) y
escleritis y/o epiescleritis (en el 30% de los casos).
Manifestaciones auditivas
El síndrome de Cogan39 (SC) es una enfermedad inÁamatoria, de base autoinmune que se caracteriza por la afectación
ocular y auditiva. En ocasiones se asocia con vasculitis de
vasos de gran o mediano calibre.
Las manifestaciones auditivas suelen ser la primera manifestación de la enfermedad en el 30% de los casos. El vértigo
periférico de instauración aguda con tinnitus, hipoacusia, náuseas y vómitos puede simular un vértigo de Menière. La afectación vestibular condiciona una hipoacusia neurosensorial en
un 95% de los casos y nistagmo en un 30% de los casos.
EPIDEMIOLOGÍA
Manifestaciones vasculares
Se presenta habitualmente en adultos jóvenes alrededor de
los 20 años. La incidencia y la prevalencia se desconocen y
no existe predominio de sexos.
Los síntomas de vasculitis dependerán del territorio y del
tamaño de los vasos afectados. Cualquier vaso puede verse
afectado. La aortitis con insuÀciencia aórtica está presente
en el 10% de los casos.
DEFINICIÓN
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la enfermedad se desconoce, aunque se
ha descrito en un 40% de los casos una infección de vías
respiratorias altas por Chlamydia spp. Se sospecha que un
factor ambiental desencadenaría el proceso en un individuo
genéticamente predispuesto.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
245
En la biopsia corneal se observa un inÀltrado linfoplasmocitario en las capas profundas de la córnea con fenómenos
de neovascularización.
En los vasos sanguíneos, las lesiones son similares a las
que se observan en la ACG, es decir, rotura de la lámina
elástica interna con presencia de un inÀltrado inÁamatorio
compuesto por macrófagos, linfocitos CD4 y células gigantes multinucleadas.
39. David Cogan (1908-1993). Oftalmólogo norteamericano.
Manifestaciones neurológicas
Aunque raras, la encefalitis, la meningitis y las convulsiones no son excepcionales.
Manifestaciones constitucionales
Entre las manifestaciones constitucionales se encuentran
Àebre, malestar general y pérdida de peso.
Manifestaciones digestivas
El SC puede asociarse con la colitis ulcerosa y con la enfermedad de Crohn.
LABORATORIO
Los reactantes de fase aguda (VSG, PCR) suelen estar elevados. No es rara la presencia de leucocitosis con linfopenia
relativa. Es obligado solicitar la serología luética que debe
ser negativa por deÀnición.
246
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
ETIOPATOGENIA
El examen con lámpara de hendidura es obligado para examinar la córnea y la cámara anterior ocular y así poder demostrar los clásicos inÀltrados corneales granulomatosos
con neovascularización secundaria. La angiografía con
Áuoresceína puede ser útil para objetivar una vasculitis retiniana o una coriorretinitis.
La audiometría, la electronistagmografía y las pruebas vestibulares ponen de maniÀesto una sordera neurosensorial, presente en el 95% de los pacientes, y la disfunción vestibular.
El ecocardiograma muestra en un 10% de los casos una
insuÀciencia aórtica subclínica.
La etiopatogenia de la enfermedad se desconoce. La susceptibilidad de presentar una PR se asocia con la presencia
del HLA-DR4. En un 40% de los pacientes se detectan en
suero anticuerpos contra el colágeno tipo II, lo que indica
una base inmunológica.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
Después de la fase inicial de semanas o meses de duración,
la enfermedad progresa lenta e ineroxablemente. La ceguera aparece en un 5% de los casos y la sordera en más de la
mitad de los pacientes.
La afectación de vasos de gran calibre es de mal pronóstico.
TRATAMIENTO
El tratamiento de elección es la prednisona a dosis de 1 mg/
kg/día, manteniéndola durante 4 semanas. En general, se
recomienda detener el tratamiento con corticoides a los 3
meses.
En caso de presentación aguda, puede administrarse 1g/
día de prednisolona en perfusión intravenosavenosa rápida,
asociada con ciclofosfamida.
En la fase crónica con pérdida visual y/o auditiva permanente no es necesario el tratamiento con corticoides o
inmunosupresores. Es conveniente valorar la colocación de
un implante coclear.
Habitualmente es necesario el tratamiento tópico ocular
con atropina y corticoides.
POLICONDRITIS RECIDIVANTE
DEFINICIÓN
La policondritis recidivante (PR) es una enfermedad sistémica de probable base autoinmune que se caracteriza por
episodios recurrentes de inÁamación del tejido cartilaginoso articular y extraarticular.
EPIDEMIOLOGÍA
Afecta a ambos sexos por igual y no presenta predisposición familiar. Su incidencia de 3,5 casos/1.000.000 habitantes, con un pico de máxima incidencia alrededor de los 50
años. No se ha descrito ningún predominio racial.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
El cartílago se encuentra invadido por un inÀltrado celular
compuesto inicialmente por neutróÀlos y posteriormente
por células mononucleadas. Como consecuencia, aquél
pierde su basoÀlia y metacromasia, presenta una degeneración y es sustituido por tejido Àbroso que raramente se calciÀca.
CLÍNICA
Manifestaciones otorrinolaringológicas
La condritis auricular bilateral suele ser la forma de presentación más frecuente de la enfermedad (en el 85% de los
casos). Afecta al hélix, antehélix y trago. La condritis nasal
se maniÀesta por dolor e inÁamación, con rinorrea y epistaxis.
La afectación coclear se maniÀesta en forma de hipoacusia neurosensorial y la afectación vestibular, por tinnitus o
síndrome vertiginoso periférico. En ambos casos se debe a
la vasculitis de la arteria auditiva interna.
Manifestaciones reumatológicas
Las manifestaciones reumatológicas son la segunda manifestación más frecuente de la enfermedad (en el 65% de los
casos), y pueden preceder en años a otras manifestaciones
de la PR. Todas las articulaciones diartrodiales y anÀdiartrodiales (v. Capítulo 3), pueden verse afectadas. La oligoartritis episódica (días/semanas de duración) y asimétrica
es la manifestación más frecuente y suele afectar a rodillas,
articulaciones MCF e interfalángica proximal (IFP). Otras articulaciones afectadas son codos, tobillos y metatarsofalángica (MTF).
Manifestaciones neumológicas
Las manifestaciones respiratorias aparecen en más de la mitad de los pacientes y se asocian con un mal pronóstico.
Clínicamente se maniÀestan por tos seca con estridor, indicativa de estenosis traqueal, ronquera, disfonía y disnea. La
estenosis subglótica y la estenosis traqueobronquial pueden
ser, en ocasiones, indicación para la realización de una traqueostomía. La afectación parenquimatosa es rara y la neumonía, la complicación más frecuente.
Capítulo | 17 Vasculitis
Manifestaciones cardiológicas
Las manifestaciones cardiológicas son poco frecuentes
pero, por el contrario, son causa de una elevada morbimortalidad. La insuÀciencia aórtica aparece en el 7% de casos
por dilatación del anillo valvular y la insuÀciencia mitral en
el 3% de casos. Un 10% de los pacientes presentan aneurismas de la aorta ascendente. La aortitis puede ser clínicamente silente y debe ser siempre investigada.
Manifestaciones oftalmológicas
Se presentan en más de la mitad de los pacientes, habitualmente en forma de escleritis, epiescleritis, uveítis, coroiditis, queratitis o neuritis óptica, entre otras. La consecuencia
más grave es la amaurosis.
Manifestaciones neurológicas
Suelen aparecer durante la evolución de la enfermedad. La
afectación de los pares craneales segundo, sexto, séptimo y
octavo suelen ser la manifestación neurológica más frecuente, además de la aparición de polineuritis, mielitis
transversa, encefalitis, etc.
Manifestaciones nefrológicas
Se han descrito casos de glomerulonefritis necrosante secundaria a vasculitis renal, en general en pacientes de edad
avanzada y con gran afectación articular.
Manifestaciones dermatológicas
Un 20% de los pacientes presentan manifestaciones dermatológicas inespecíÀcas que a menudo preceden a las manifestaciones cartilaginosas.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Síndrome constitucional
Se maniÀesta en forma de astenia, anorexia, pérdida de peso
y Àebre de origen desconocido.
La PR se asocia en un 30% de los casos con otras enfermedades (tabla 17.19).
LABORATORIO
Los datos de laboratorio son inespecíÀcos. La VSG y la
PCR suelen aumentar durante los brotes. Un 60% de los
pacientes presentan una anemia crónica con leucocitosis y
trombocitosis.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
Las pruebas funcionales respiratorias son imperativas en todos los casos, y muestran un patrón obstructivo irreversible.
247
La radiografía de tórax, la TC torácica de alta resolución, la RM y el ecocardiograma para detectar una afectación valvular o aneurismas son exploraciones complementarias obligadas.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico es clínico. En la tabla 17.20 se exponen los
criterios para su diagnóstico y en la tabla 17.21 el diagnóstico diferencial entre los procesos inÁamatorios que afectan
a los ojos, a las orejas y a la nariz.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
La PR es una enfermedad progresiva recidivante. Muchos
pacienes desarrollan sordera o ceguera. A los 8 años de evolución, la mortalidad es del 6%. Las principales causas de
muerte son las infecciones pulmonares, las vasculitis, los
aneurismas y las lesiones valvulares.
Tabla 17.19. Policondritis recidivante. Enfermedades
asociadas
Enfermedades autoinmunes sistémicas
AR, LES, esclerodemia, síndrome de Sjögren, enfermedad
mixta del tejido conjuntivo, vasculitis, etc.
Espondiloartropatías
EA, artritis psoriásica, síndrome de Reiter, etc.
Enfermedades hematológicas
Síndromes mielodisplásicos, enfermedad de Hodgkin,
mieloma, etc.
Enfermedades endocrinológicas
Hipotiroidismo (en el 15% de los casos), diabetes, etc.
AR: artritis reumatoide; LES: lupus eritematoso sistémico;
EA: espondiloartritis anquilosante.
Tabla 17.20. Policondritis recidivante. Criterios
diagnósticos
1. Criterios mayores
Condritis auricular
Condritis nasal
Condritis laringotraqueal
2. Criterios menores
Inflamación ocular (conjuntivitis, escleritis, uveítis, etc.)
Hipoacusia
Disfunción vestibular
Artritis seronegativa
La presencia de dos criterios mayores o uno mayor y dos menores
proporciona el diagnóstico.
248
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Tabla 17.21. Procesos inflamatorios que afectan
a los ojos, las orejas y la nariz
Tabla 17.22. Síndromes seudovasculíticos que afectan
a vasos de gran calibre
Ojos
Policondritis recidivante
Granulomatosis de Wegener
Sarcoidosis
Infecciones
LES
Síndrome de Behçet
Espondiloartritis
Infecciones
Agudas: endocarditis bacteriana subaguda, aneurismas
micóticos asociados con sepsis
Crónicas: tuberculosis, lepra, sífilis, VIH
Orejas
Policondritis recidivante
Infecciones
Traumatismos
Picaduras de insectos
Quemaduras solares
Congelación
Enfermedades hereditarias
Síndrome de Marfan, neurofibromatosis, síndromes
de Ehlers-Danlos (tipos IV y VI), síndrome de Loeys-Dietz,
seudoxantoma elástico
Nariz
Policondritis recidivante
Granulomatosis de Wegener
Sarcoidosis
Sífilis
Lepra
LES: lupus eritematoso sistémico.
La deformidad nasal, la artritis, la vasculitis y la presencia de anemia son indicadores de mal pronóstico.
TRATAMIENTO
El tratamiento depende de la intensidad de la inÁamación y
del órgano afectado. La prednisona a las dosis de 0,5 mg/kg/
día asociada con colquicina a dosis de 1 mg/12 horas es el
tratamiento de elección en caso de condritis nasal o auricular. En caso de falta de respuesta puede aumentarse la dosis
de prednisona a 1 mg/kg/día y añadir inmunosupresores. El
metotrexato y la ciclosporina son los de elección.
En pacientes tributarios de intervención quirúrgica, la
presión positiva sobre la vía aérea (CPAP) es muy efectiva.
Los pacientes sometidos a la colocación de prótesis valvulares deben ser tratados con corticoides e inmunosupresores
para evitar la dehiscencia de sutura secundaria a la inÁamación
del anillo valvular o de los puntos de inserción de los injertos.
Recientemente se han ensayado con resultados prometedores el inÁiximab (Richez, 2004), anti-TNF (Carter, 2005)
y anakinra (Vounotrypidis, 2006).
SÍNDROMES SEUDOVASCULÍTICOS
Los síndromes seudovasculíticos engloban a un grupo heterogéneo de entidades que por sus características clínicas,
biológicas y anatomopatológicas pueden ser confundidas
con una vasculitis.
Arteriosclerosis
Enfermedades congénitas
Coartación de aorta, disección aórtica
Miscelánea
Displasia fibromuscular, después de la radioterapia,
aneurisma aórtico
VIH: virus de la inmunodeficiencia humana.
Tabla 17.23. Síndromes seudovasculíticos asociados
con vasos de mediano calibre
Infecciones
Víricas: virus del herpes, VIH, virus de la hepatitis B, virus
de la hepatitis C
No víricas: Neisseria meningitidis, Rickettsiae, endocarditis
bacteriana subaguda, aneurismas micóticos
Arteriosclerosis
Neoplasias
Leucemias, linfoma, carcinomas metastásicos
Enfermedades hereditarias
Neurofibromatosis, síndrome de Grange, síndrome
de Ehlers-Danlos
Displasia fibromuscular
Estados de hipercoagulabilidad
Síndrome antifosfolipídico, púrpura trombótica
trombocitopénica, calcifilaxis
VIH: virus de la inmunodeficiencia humana.
El diagnóstico es fundamental para evitar tratamientos
con corticoides e inmunosupresores, habituales en las vasculitis e inefectivos en la mayoría de estos síndromes.
En la tabla 17.22 se exponen los principales síndromes
seudovasculíticos que afectan a vasos de gran calibre y en la
tabla 17.23 los que afectan a vasos de mediano calibre.
CÓDIGOS CIE-10
M31.4
Arteritis de Takayasu
Capítulo | 17 Vasculitis
M31.5
Arteritis de células gigantes con polimialgia reumática
M31.6
Otras arteritis de células gigantes
M35.5
Polimialgia reumática
M30.0
Poliarteritis nudosa
M30.3
Enfermedad de Kawasaki
M31.3
Granulomatosis de Wegener
M30.1
Vasculitis de Churg-Strauss
M31.7
Poliarteritis microscópica
D69.0
Púrpura alérgica de Schönlein-Henoch
D89.1
Crioglobulinemia
173.1
Tromboangeítis obliterante
M94.1
Policondritis recidivante
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Cid MC. Mecanismos patogénicos de las vasculitis sistémicas. Nuevos
conceptos. Med Clin (Barc) 1998;110:587-9.
Cid MC, Font C, Coll B, Grau JM. Large vessel vasculitides. Curr Opin
Rheumatol 1998;10:18-22.
Duró JC. Vasculitis. En: Rotés J (ed.). Reumatología clínica. Barcelona:
Espaxs, 1983; 122-31.
González-Gay MA, García-Porrúa C, Guerrero J, Rodríguez-Lledó P,
Llorca J. The epidemiology of the primary systemic vasculitides in
northwest Spain: Implications of the Chapell Hill consensus conference deÀnitions. Arthritis Care & Research 2003;49:388-93.
Gross WL, Trabandt A, Reinhold-Keller E. Diagnosis and evaluation of
vasculitis. Rheumatology 2000;39:245-52.
Jennete JC, Falk RJ, Andrassy K, Bacon PA, Ghurg J, Gross WL, et al.
Nomenclature of systemic vasculitides. Proposal of an International
Consensus Conference. Arthritis Rheum 1994;37:187-92.
Jennette JC, Falk RJ. Small vessel vasculitis. N Engl J Med 1997;337:151223.
Jennette JC, Falk RJ. Nosology of primary vasculitis. Curr Opin Rheumatol 2007;19:10-6.
Kim-Schulze S, McGowan KA, Hubchak SC, Cid MC, Martin MB, Kleinman HK, et al. Expression of an estrogen receptor by human coronary
artery and umbilical vein endothelial cells. Circulation 1996;94:1402-7.
Lapraik C, Watts R, Bacon P, Carruthers D, Chakrayarty K, D’Cruz D, et
al. BSR and BHPR guidelines for the management of adults with
ANCA associated vasculitis. Rheumatology 2007;46:1615-6.
Luna A, Rodríguez-Jiménez I, Ramón E. Técnicas de imagen en la evaluación de las manifestaciones sistemáticas de las vasculitis. Reumatol
Clin 2009;5:178-82.
Morales D, McGowan KA, Grant DS, Maheshwari S, Barthiya D, Cid MC,
et al. Estrogen promotes angiogenic activity in human umbilical vein
endothelial cells in vitro and in a murine model. Circulation 1995;91:
755-63.
249
Mukhtyar C, Guillevin L, Cid MC, Dasgupta B, De Groot K, Gross W, et
al. EULAR recommendations for the management of primary small
and medium vasculitis. Ann Rheum Dis 2009;68:310-7.
Mukhtyar C, Guillevin L, Cid MC, Dasgupta B, De Groot K, Gross W, et
al. EULAR recommendations for the management of large vessel vasculitis. Ann Rheum Dis 2009;68:318-23.
Scott DGI, Watts RA. ClassiÀcation and epidemiology of systemic vasculitis. Br J Rheumatol 1994;33:897-900.
Seo P, Stone JH. Large vessel vasculitis. Arthritis Care & Research
2004;51:128-39.
Seo P, Luqman RA, Flossman O, Hellmich B, Herlyn K, Hoffman GS, et
al.The future of damage assessment in vasculitis. J Rheumatol 2007;
34:1357-71.
Stone JH (ed.). Vasculitis. Rheum Dis Clin North Am 2007;33(4).
Villa-Forte A. EULAR/European vasculitis study group recommendations for
the management of vasculitis. Curr Opin Rheumatol 2010;22:49-53.
Watts RA, Scott DGI. Epidemiology of the vasculitides. Curr Opin Rheumatol 2003;15:11-6.
Watts RA, Scott DGI. Primary systemic vasculitis.Topical Reviews 2003;
2:1-8.
Weyand CM, Goronzy JJ. Medium and large vessel vasculitis. N Engl J
Med 2003;349:160-9.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Arteritis de Takakasu
Andrews J, Mason JC. Takayasu’s arteritis. Recent advances in imaging
offer promise. Rheumatology 2007;46:6-15.
Arend WA, Michel BA, Bloch DA, Hunder GG, Calabrese LH, Dworth SM,
et al. The American College of Rheumatology 1990 criteria for the classiÀcation of Takayasu arteritis. Arthritis Rheum 1990;33:1129-34.
Gasch O, Vidaller A, Pujol R. Takayasu arteritis and pregnancy from the
point of view of the internist. J Rheumatol 2009;36:1554-5.
Vanoli M, Daina E, Salvarani C, Sabbadini MG, Rossi C, Bacchiani G, et
al. Takayasu’s arteritis: A study of 104 italian patients. Arthritis Care
& Research 2005;53:100-7.
Watts R, Al-Taiar A, Mooney J, Scott D, MacGregor A.The epidemiology
of Takayasu arteritis in the UK. Rheumatology 2009;48:1008-11.
Arteritis de células gigantes
Cid MC, García-Martínez A, Lozano E, Espígol G, Hernández-Rodríguez
J. Managing giant cell arteritis. Five clnical conundrums. Rheum Clin
Dis North Am 2007;33:819-34.
García-Martínez A, Hernández-Rodríguez J, Arguis P, Paredes P, Segarra
M Lozano E, et al. Development of aortic aneurysm/dilatation during
the follow-up of patients with giant cell arteritis: A cross-sectional
screening of Àfty-four prospectively followed patients. Arthritis Care
& Research 2008;59:422-30.
González-Gay MA, García-Porrúa C, Llorca J, Hajeer AH, Brañas F, Dababneh A, et al. Visual manifestations of giant cell arteritis: Trends and clinical spectrum in 161 patients. Medicine (Baltimore) 2000;79:283-92.
González-Gay MA, García-Porrúa C, Rivas MJ, Rodríguez-Ledo P, Llorca
J. Epidemiology of biopsy proven giant cell arteritis in northwestern
Spain: trend over an 18 year period. Ann Rheum Dis 2001;60:367-71.
González-Gay MA, García-Porrúa C, Amor JC, Llorca J. Fever in biopsy
proven giant cell arteritis: Clinical implications in a deÀned population. Arthritis Care & Research 2004;51:652-5.
González-Gay MA. The diagnosis and management of patients with giant
cell arteritis. J Rheumatol 2005; 32:1186-8.
González-Gay MA, Barros S, López-Díaz MJ, García-Porrúa C, SánchezAndrade A, Llorca J. Giant cell arteritis. Disease patterns of clinical
250
presentation in a series of 240 patients. Medicine (Baltimore) 2005;84:
269-76.
González-Gay MA, López-Díaz MJ, Barros S, García-Porrúa C, SánchezAndrade A, Paz J et al. Giant cell arteritis. Laboratory tests at the time
of diagnosis in a series of 240 patients. Medicine (Baltimore) 2005;84:
277-90.
González-Gay MA, Vázquez-Rodríguez TR, López-Díaz MJ, Miranda JA,
González-Juanatey C, Martín J, et al. Epidemiology of giant cell arteritis and polymyalgia reumatica. Arthritis Care & Research 2009;61:
1454-61.
Hunder GG, Bloch DA, Michel BA.The American College of Rheumatology 1990 criteria for the classiÀcation of giant cell arteritis.Arthritis
Rheum 1990;33:1122-8.
Kermani TA, Schäfer VS, Crowson CS, Hunder GG, Ytterberg SR, Matteson EL, et al. Cancer preceding giant cell arteritis. Arthritis Rheum
2010;62:1763-9.
López-Díaz MJ, Llorca J, González-Juanatey C, Peña JL, Martín J, González-Gay C. The erythrocyte sedimentation rate is associated with development of visual complications in biopsy-proven giant cell arteritis. Semin Arthritis Rheum 2008;38:116-23.
Nesher G, Berkun Y, Mates M, Baras M, Rubinow A, Sonnenblick M.
Low-dose aspirin and prevention of cranial ischemic complications in
giant cell arteritis. Arthritis Rheum 2004;50:1332-7.
Polimialgia reumática
Bird HA, Esselinckx W, Dixon AS, Mowat AG, Wood PHN. An evaluation
of criteria for polymyalgia rheumatica. Ann Rheum Dis 1979;38:434-9.
Chuang TY, Hunder GG, Ilstrup DM, Kurland LT. Polymyalgia rheumatica: A 10 year epidemiologic and clinical study. Ann Intern Med
1982;97:672-80.
Falsetti P, Frediani B, Storri L, Bisogno S, Baldi F, Campanella V, et al.
Evidence for synovitis in active polymialgia rheumatica: Sonographic
study in a large series of patients. J Rheumatol 2002;29:123-30.
Healey LA. Long term follow-up of polymyalgia rheumatic: Evidence for
synovitis. Semin Arthritis Rheum 1984;13:322-8.
Jones JG, Hazlemn BL. Pronosis and management of polymyalgia rheumatic. Ann Rheum Dis 1981;40:1-5.
Leeb BF, Bird HA, Nesher G, Andel L, Hueber W, Logar D et al. EULAR
response criteria for polymyalgia rheumatica: Results of an initiative
of the European collaborating polymyalgia group. Ann Rhem Dis
2003;62:11-94.
Salvarani C, Cantini F, Boiardi L, Hunder GG. Polymyalgia rheumatic and
giant cell arteritis. N Engl J Med 2002;347:261-71.
Salvarani C, Barozzi L, Cantini F, Niccoli L, Boiardi L, Valentino M, et al.
Cervical interspinous bursitis in active polymialgia rheumatica. Ann
Rheum Dis 2008; 67:758-61.
Vasculitis primaria del sistema nervioso
central
Néel A, Pagnoux C. Primary angitis of the central nervous system. Clin
Exp Rheumatol 2009;27(Suppl. 52):S95-S107.
Poliarteritis nudosa
Guillevin L, Mahr A, Callard P, Godmer P, Pagnoux C, Leray E, et al.
Hepatitis B virus associated plyarteritis nodosa: Clinial characteristics, outcome and impact of tratment of 115 patients. Medicine (Baltimore) 2005;84:313-22.
Lightfoot RW Jr, Michel BA, Bloch DA, Hunder GG, ZvaiÁer NJ, McShane DJ, et al. The American College of Rheumatology 1990 criteria, for
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
the classiÀcation of polyarteritis nodosa. Arthritis Rheum 1990;33:
1088-93.
Segelmark M, Selga D.The challenge of managing patients with polyarteritis nodosa. Curr Opin Rheumatol 2007;19:33-8.
Poliarteritis microscópica
Jayne D. Challenges in the management of microscopic polyangiitis: Past,
present and future. Curr Opin Rheumatol 2008;20:3-9.
Enfermedad de Kawasaki
Burns JC, Glodé MP. Kawasaki syndrome. Lancet 2004;364:5-44.
Castillo F. Enfermedad de Kawasaki. Semin Fund Esp Reumatol 2006;7:7083. Diagnostic Guidelines for Kawasaki disease. Circulation 2001;103:
335-6.
Diagnostic Guidelines for Kawasaki disease. Circulation 2001;103:335-6.
Rauch AM, Hurwitz ES. Centers for disease control (CDC) case deÀnition
for Kawasaki syndrome. Pediatr Infect Dis 1985;4:702-3.
Sève P, Stankovic K, Smail A, Durand DV, Marchand G, Broussolle C.
Adult Kawasaki disease: Report of two cases and literature review.
Semin Arthritis Rheum 2005;34:785-92.
Simonini G, Rosé CD, Vierucci A, Falcini F, Athreya BH. Diagnosis in
Kawasaki syndrome: The need for a new clinical tool. Rheumatology
2005;44:959-61.
Granulomatosis de Wegener
Charlier C, Henegar C, Launay O, Pagnoux C, Berezné A, Bienvenue B, et
al. Risk factors for major infections in Wegener granulomatosis:
Analysis of 113 patients. Ann Rheum Dis 2009;68:658-63.
Erickson VR, Hwang PH. Wegener’s granulomatosis: Current trends in
diagnosis and management. Curr Opin Otolaryngol Head Neck Surg
2007;15:170-6.
Faurschou M, Sorensen IJ, Mellemkjaer L, Loft AGR, Thomsen BS, Tvede
N, et al. Malignancies in Wegener’s granulomatosis: Incidence and
relation to cyclosphsphamide therapy in a cohort of 293 patients. J
Rheumatol 2008;35:100-5.
Hoffman GS, Kerr GS, Leavitt RY, Hallahan CW, Lebovics RS, Travis
WD, et al. Wegener granulomatosis: An analysis of 158 patients. Ann
J Med 1992;116:488-98.
Leavitt RY, Fauci AS, Bloch DA, et al. The American College of Rheumatology 1990 criteria for the classiÀcation of Wegener’s granulomatosis. Arthritis Rheum 1990;33:1101-7.
Mahr A, Artigues N, Coste J, Aouba A, Pagnoux C, Guillevin L, et al.
Seasonal variations in onset of Wegener’s granulomatosis: Increased
in summer? J Rheumatol 2006;33:1615-22.
Reinhold-Keller E, Beuge N, Latza U, et al. An interdisciplinary apoach to
the care of patients with Wegener’s granulomatosis: Long-term outcome in 155 patients. Arthritis Rheum 2000;43:1021-32.
Seo P. Wegener’s granulomatosis: Managing more than inÁammation.
Curr Opin Rheumatol 2008;20:10-6.
Wegener’s Granulomatosis Etanercept Trial Research Group. Etanercept
plus standard therapy for Wegener’s granulomatosis. N Engl J Med
2005;352:351-61.
Síndrome de Churg-Strauss
Masi AT, Hunder GG, Lie JT, Michel BA, Bloch DA, Arend WP, et al. The
American College of Rheumatology 1990, criteria for the classiÀcation
of Churg-Strauss syndrome. Arthritis Rheum 1990;33:1094-1100.
Pagnoux C, Guilpain P, Guillevin L. Churg-Strauss syndrome. Curr Opin
Rheumatol 2007;19:25-32.
Capítulo | 17 Vasculitis
Síndrome de Schönlein-Henoch
Mills JA, Michel BA, Bloch DA, Calabrese LH, Hunder GG, Arend WP, et
al. The ACR 1990 criteria for the classiÀcation of of Henoch-Schönlein purpura.Arthritis Rheum 1990;33:1114-21.
Saulsbury FT. Henoch-Schönlein purpura in children: Report of 100 cases
and review of the literature. Medicine (Baltimore) 1999;8:395-409.
Crioglobulinemia mixta esencial
Trejo O, Ramos M, García-Carrasco M, Yagüe J, Jiménez S, De la Red G,
et al. Cryoglobulinemia: Study of etiologic factors and clinical and
immunologic features in 443 patients from single center. Medicine
(Baltimore) 2001;80:252-62.
Vasculitis por hipersensibilidad
Xu LY, Esparza EM, Anadkat MJ, Crone KG, Brasington RD. Cutaneous
manifestations of vasculits. Semin Artrhritis Rheum 2009;38:348-60.
Wiik A. Drug induced vasculitis. Curr Opin Rheumatol 2008;20:35-9.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Síndrome de Behçet
Akpolat T, Dilek M, Aksu K, Keser G, Toprak Ö, Cirit M, et al. Renal
Behçet’s disease: An update. Semin Arthritis Rheum 2008;38:241-8.
Al-Araji A, Kidd DP. Neuro-Behçet’s disease: Epidemiology, clinical characteristics and management. Lancet Neurol 2009;8:192-204.
Barnes CG, Yazici H. Behçet’s syndrome. Rheumatology 1999;38:117176.
Barnes CG. Treatment of Behçet’s syndrome. Rheumatology 2006;45:
245-7.
Calamia K, Wilson FC, Icen M, Crowson CS, Gabriel SE, Kremers HM.
Epidemiology and clinical characteristics of Behçet’s disease in the
US: A population based study. Arthritis Care & Research 2009;61:
600-4.
Dejaco C, Duftner C, Calamia K, Scirmer M. 13th international conference
on Behçet’s disease. J Rheumatol 2009;36:1312-7.
Díaz-Lagares C, Belenguer R, Ramos M. Revisión sistemática del uso del
adalimumab en enfermedades autoinmunes. EÀcacia y seguridad en
54 pacientes. Reumatol Clin 2010;6:121-7.
Eiroa P, Sánchez J, Rosales M. Estudio epidemiológico de la enfermedad
de Behçet en el área sanitaria de La Coruña. Rev Esp Reumatol
1991;18:285-7.
González-Gay MA, García-Porrúa C, Brañas F, López-Lázaro L, Olivieri
I. Epidemiologic and clinical aspects of Behçet’s disease in a deÀned
area or northwestern Spain 1988-1997. J Rheumatol 2000;27:703-7.
Graña J, Sánchez-Meizoso MO, Freire M, Galdo F. Enfermedad de Behçet.
Sem Fun Esp Reumatol 2000;1:83-102.
Graña J. Aspectos clínicos novedosos en la enfermedad de Behçet. Reumatol Clin 2008;4(Supl):S50-5.
Mahr A, Belarbi L, Wechsler B, Jeanneret D, Dhote R, Fain O, et al. Population based prevalence study on Behçet’s disease. Arthritis Rheum
2008;58:3951-9.
Hatemi G, Silman A, Bang D, Bodaghi B, Chamberlain AM, Gul A, et al.
EULAR recommendations for the management of Behçet disease.
Ann Rheum Dis 2008;67:1656-62.
Hatemi G, Silman A, Bang D, Bodaghi B, Chamberlain AM, Gul A, et al.
Management of Behcet disease: A systematic literature review for the
European League Against Rheumatism evidence based recommendations for the management of Behçet disease. Ann Rheum Dis
2009;68:1528-34.
International Study Group for Behçet’s disease. Criteria for diagnosis of
Behçet’s disease. Lancet 1990;335:1078-80.
251
Kaklamani VG, Vaiopoulos G, Kaklamanis PG. Behçet’s disease. Semin
Arthritis Rheum 1998;27:197-215.
Kural-Sehayi E, Fresko I, Seyahi N, et al. The longn-term mortality and
morbidity of Behçet syndrome: A 2 decade outcome Surrey of 387
patients followed at a dedicated center. Medicine (Baltimore) 2003;
82:60-76.
Marsal S, Falgá C, Simeon P, Vilardell M, Bosch JA. Behçet’s disease and
pregnancy relationship study. Br J Rheumatol 1997;36:234-8.
Mat C, Yurdakuk S, Uysal S, Gogus F, Ozyazgan Y, Uysal O, et al. A double-blind trial of depot corticosteroids in Behçet’s syndrome. Rheumatology 2007;45:348-52.
Melikoglu M, Fresko I, Mat C, Ozyazgan Y, Gogus F, Yurdakul S, et al.
Short term trial of etanercept in Behçet’s disease: A double blind placebo controlled study. J Rheumatol 2005;32:98-105.
Pimienta M, Olivé A. El fenómeno de la patergia. Sem Fun Esp Reumatol
2009;10:87-90.
Pipitone N, Olivieri I, Cantini F, Triolo G, Salvarani C. New approaches in
the treatment of Adamantiades-Behçet’s disease. Curr Opin Rheumatol 2006;18:3-9.
Reynols N. Vasculitis in Behçet’s syndrome: Evidence based review. Curr
Opin Rheumatol 2008;20:347-53.
Ricart JM, Todolí J, Vilata JJ, Calvo J, Román J, Santaolaria M, et al. Enfermedad de Behçet: estudio de 74 pacientes. Med Clin (Barc)
2006;127:496-9.
Sakane T, Takeno M, Suzuki N, Inaba G. Behçet’s disease. N Engl J Med
1999;341:1284-91.
SÀkakis PP, Markomichelakis N, Alpsoy E, Assaad-Khalil S, Bodaghi B,
Gul A, et al. Anti-TNF therapy in the management of Behçet’s disease-review and basis for recommendations. Rheumatology 2007;46:73641.
Yazici H, Yurdakul S, Hamuryudan V. Behçet disease. Curr Opin Rheumatol 2001;13:18-22.
Yazici H, Seyahi E, Yurdakul S. Behçet’s syndrome is not so rare: Why do
we need top know? Arthritis Rheum 2008;58:3640-3.
Enfermedad de Buerger
Fiessinger JN, Schaffer M. Trial of iloprost versus aspirin treatment for
critical limb ischaemia of thromboangiitis obliterans: The TAO study.
Lancet 1990;335:555-7.
Olin JW. Thromboangiitis obliterans (Buerger’s disease). N Engl J Med
2000;343:864-9.
Olin JW, Shih A. Thromboangiitis obliterans (Buerger’s disease). Curr
Opin Rheumatol 2006;18:18-24.
Puéchal X, Fiessinger JN. Thromboangiitis obliteran sor Buerger’s disease: Challenges for the rheumatologist. Rheumatology 2007;46:
192-9.
Síndrome de Cogan
Grasland A, Pouchot J, Hachulla E, Blétry O, Papo T, Vinceneux P, et al.
Typical and atypical Cogan’s syndrome: 32 cases and review of the
literature. Rheumatology 2004;43:1007-15.
Mazlumzadeh M, Matteson EL. Cogan’s syndrome: An audiovestibular,
ocular and systemic autimmune disease. Rheum Dis Clin North Am
2007;33:855-74.
Policondritis recidivante
Cabezas JA, Benito S, López-Martín JA, Elena A. Policondritis recidivante. Sem Fund Esp Reumatol 2001;2:201-14.
Carter JD. Treatment of polychondritis with a TNF antagonist. J Rheumatol 2005;32:1413.
252
Kent PD, Michet Jr CJ, Lutthra HS. Relapsing polychondritis. Curr Opin
Rheumatol 2004;16:56-61.
Letko E, ZaÀrakis P, Baltatzis S, Voudouri A, Livir-Rallatos C, Foster CS.
Relapsing polychondritis: A clinical review. Semin Arthritis Rheum
2002;31:384-95.
McAdam LP, O’Hanlan MA, Bluestone R, Pearson CM. Relapsing polychondritis: Prospective study of 23 patients and review o the literature.
Medicine (Baltimore) 1976;55:193-215.
Michet Jr CJ, McKeena CH, Luthra HS, O’Fallon WM. Relapsing polychondritis. Survival and predictive role of early disease manifestations. Ann Intern Med 1986;104:74-8.
Pérez-Gudiño AC, Lugo GE, Vargas AS, Irazoque F, Andrade L, Medrano
G, et al. Policondritis recidivante: Análisis de 11 pacientes. Reumatol
Clin 2007;3:166-70.
Richez C, Dumoulin C, Coutuly X, Schaverbeke T. Succesful treatment of
relapsing polychondritis with inÁiximab. Clin Exp Rheumatol
2004;22:629-31.
SECCIÓN | III Enfermedades adquiridas del tejido conjuntivo
Vounotrypidis P, Sakellariou GT, Zisopoulos D, Berberidis C. Refractory
relapsing polychondritis: Rapid and sustained response in the treatment
with an IL-1 receptor antagonist (anakinra). Rheumatology 2006;45:
491-2.
Zeuner M, Straub RH, Rauh G, Albert ED, Schölmerich J, Lang B. Relapsing polychondritis: Clinical and immunogenetic analysis of 62 patients. J Rheumatol 1997;24:96-101.
Seudovasculitis
Molloy ES, Langford CA.Vasculitis mimics.Curr Opin Rheumatol 2008;
20:29-34.
Olivé A. Síndromes pseudovasculíticos. Med Clin (Barc) 2003;120:
272-7.
Capítulo 18
Osteogénesis imperfecta
Osteogénesis imperfecta
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
Clasificación
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
DEFINICIÓN
La osteogénesis imperfecta (OI) es una enfermedad congénita del tejido conjuntivo caracterizada por una fragilidad
ósea secundaria a una disminución de la masa ósea.
EPIDEMIOLOGÍA
La OI es la enfermedad congénita más frecuente del tejido conjuntivo. Su prevalencia en la población general es de 1-5 casos
por 100.000 habitantes. Afecta a todas las razas. Su incidencia
en Europa y EE.UU. se estima en un caso por cada 20.000 nacimientos. En España no se han recogido datos al respecto.
ETIOPATOGENIA
El defecto molecular se asocia con una mutación genética
en uno de los dos genes (COL1A1 o COL1A2) del colágeno
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
tipo I (principal componente de la matriz extracelular del
tejido conjuntivo), responsables de codiÀcar las cadenas
alfa. Ello implica un menor número de cadenas pro-alfa o la
presencia de cadenas pro-alfa anómalas. El resultado es un
hueso insuÀcientemente mineralizado, con el consiguiente
riesgo de fractura.
En más de la mitad de los casos puede demostrarse el
defecto genético incubando Àbroblastos cutáneos con aminoácidos radiactivos y analizando las cadenas pro-alfa, según el peso molecular, mediante electroforesis en gel de
poliacrilamida. De todos modos, las técnicas genéticas para
el diagnóstico de OI continúan siendo caras, laboriosas y no
se dispone de ellas con facilidad.
Se transmite de forma autosómica dominante, aunque
en un 20% de los pacientes no se detectan antecedentes familiares (mutaciones de novo).
ANATOMÍA PATOLÓGICA
El microscopio electrónico ha revelado la presencia de osteocitos grandes, débilmente mineralizados y morfológicamente
anormales con presencia de «lagunas» en su citoplasma, rodeadas de Àbras de colágeno y rellenas de estructuras Àlamentosas con apariencia de proteoglicanos (Sarathchandra, 1996).
CLÍNICA
El espectro clínico oscila desde las formas leves con pocas
fracturas y una movilidad normal, hasta la forma letal con
múltiples fracturas intrauterinas y muerte en el período perinatal.
La historia familiar de fracturas espontáneas o tras traumatismos mínimos y la tasa de fracturas (número de fractu255
256
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
ras/año) son datos decisivos para la sospecha clínica de OI,
lo cual, por desgracia, se pasa por alto con demasiada frecuencia. Se distinguen siete tipos de OI:
O
O
O
Tipo I. El tipo I es la forma más leve y más común. Su
incidencia es de un caso por cada 20.000 nacimientos.
Se divide en dos subtipos: Ia y Ib, dependiendo de si
existe o no dentinogénesis imperfecta.
En la dentinogénesis imperfecta los dientes presentan
una coloración amarillenta debido al escaso depósito de
dentina. Las cavidades pulpares y los conductos radiculares están obliterados. Por dicho motivo, el paciente no
siente dolor cuando acude al odontólogo. El esmalte se
fractura debido al soporte defectuoso de la dentina. Las
caries son poco frecuentes y los dientes son blandos y se
desgastan hasta el borde gingival. Las anomalías de la
dentición están presentes en uno de cada 3 casos.
Las fracturas suelen aparecer cuando el niño comienza a
caminar y suelen disminuir tras la pubertad. La piel es
Àna y transparente y es habitual que los pacientes presenten hematomas frecuentes y escleróticas azules por
visualización de la coroides subyacente, debido al adelgazamiento de las Àbras colágenas. Con frecuencia la
parte de la esclerótica que linda con la córnea es de color
más blanco, lo que constituye el denominado «anillo de
Saturno».
Puede existir sordera, que aparece habitualmente en la
segunda década de la vida y que afecta al 50% de los
pacientes. El oído medio está mal desarrollado, con persistencia de cartílago en áreas que deberían estar osiÀcadas. La sordera habitualmente es de conducción por
otosclerosis y anquilosis del estribo. La membrana del
tímpano puede ser también azul, como expresión de su
delgadez extrema.
Debe sospecharse la OI ante todo individuo con sordera
y fragilidad ósea, especialmente si hay varios miembros
afectados en la misma familia.
Los retrasos de crecimiento, las deformidades óseas y la
dentinogénesis imperfecta son poco frecuentes.
Tipo II. El tipo II es la forma más grave. La muerte ocurre en el útero durante el parto, habitualmente prematuro, o semanas después de éste. Su incidencia es de un
caso por cada 60.000 nacimientos. Es habitual que los
niños nazcan con las caderas en abducción y las rodillas
Áexionadas. En la radiografía ósea se observan fracturas
intrauterinas. El cráneo se encuentra desmineralizado,
con todas las fontanelas abiertas. Los pocos enfermos
que sobreviven al parto fallecen a los pocos meses a
causa de insuÀciencia respiratoria o de neumonías.
Tipo III. El tipo III es una forma intermedia que empeora con la edad. Su incidencia es de un caso por cada
20.000 nacimientos. Los huesos son extremadamente
frágiles y es habitual que el paciente tenga múltiples
fracturas a lo largo de su vida. El retraso de crecimiento
O
y la escoliosis son prácticamente constantes. Esta forma
es compatible con la vida, pero de ordinario estos pacientes presentan insuÀciencia respiratoria y cor pulmonale y fallecen por causas respiratorias.
Tipo IV. El tipo IV es una forma más bien moderada de
OI. Su incidencia es de un caso por cada 20.000 nacimientos. El diagnóstico suele hacerse al empezar a caminar o al inicio de la edad escolar. Las escleróticas son
azules durante la lactancia y blancas en la edad adulta.
Estos niños tienen numerosas fracturas que disminuyen
después de la pubertad. La mayoría son de talla pequeña
y responden al tratamiento con hormona de crecimiento.
Suelen presentar platibasia1 y escoliosis. Esta forma de
OI es compatible con una vida prácticamente normal.
Recientemente se han descrito los tipos V (Glorieux,
2000), VI (Glorieux, 2002) y VII (Ward, 2002), que no presentan alteraciones del colágeno tipo I.
En todos los tipos la fragilidad ósea puede ser tan importante que limite la actividad diaria o tan leve que el paciente
no sea consciente de sufrir incapacidad alguna. Las fracturas
se producen habitualmente por microtraumatismos mínimos.
El aspecto externo del paciente con OI puede ser sugeridor; los adultos suelen ser bajos a causa del acortamiento de
las extremidades inferiores originado por las múltiples microfracturas de los extremos epiÀsarios. La cara del paciente
es triangular por las desproporcionadas medidas craneales,
la frente es amplia y las regiones temporales, prominentes,
con una relativa macrocefalia. Todos tiene la laxitud articular y un tórax «en tonel» con pectus excavatum.
La rareza de la enfermedad, junto con signos sutiles de
una OI leve, puede provocar que algunos casos se pasen por
alto y sean diagnosticados erróneamente de osteoporosis
posmenopáusica. Sin embargo, la OI es una causa poco frecuente de fracturas en la práctica clínica diaria.
La mayoría de niños con OI presentan una inteligencia
por encima de la media.
CLASIFICACIÓN
La OI se clasiÀca en cuatro tipos (I, II, III y IV), a los que
recientemente se han añadido tres más, los tipos V, VI y VII,
localizado este último en el cromosoma 3p22-24.1, de transmisión autosómica recesiva. Los tres últimos tipos no presentan alteraciones del colágeno tipo I.
En la tabla 18.1se exponen los tipos de OI asociados con
mutaciones del colágeno y en la tabla 18.2, los tipos de OI
no asociados con mutaciones del colágeno.
1. Platibasia , también dominada impresión basilar. Anomalía del desarrollo óseo en la que la porción inferior del occipital parece empujada hacia
arriba por la columna vertebral. Cursa con un aumento de la anchura de la
base del cráneo.
Capítulo | 18 Osteogénesis imperfecta
257
Tabla 18.1. Tipos de osteogénesis imperfecta asociados con mutaciones del colágeno
Tipos
Herencia
Fragilidad ósea
Escleróticas azules
Dentinogénesis imperfecta
Sordera
Ia
AD
Leve
Sí
No
Sí (50%)
Ib
AD
Leve
Sí
Sí
Sí (50%)
II
Extrema
No
Sí
Sí
III
AD/AR
Grave
Sí, pero se aclaran con la edad
Sí
Sí
IV
AD
Variable
No
Sí
Sí
AD: autosómica dominante; AR: autosómica recesiva.
Tabla 18.2. Tipos de osteogénesis imperfecta
no asociados con mutaciones del colágeno
Tipos
Herencia
Características
V
¿
Fenotípicamente idéntico al tipo IV.
Histología característica. Callos óseos
hipertróficos, osificación de la
membrana interósea del antebrazo
y bandas metafisarias muy densas
VI
¿
Fenotípicamente idéntico al tipo IV.
Histología característica. Elevación
de la fosfatasa alcalina
VII
AR
Fenotípicamente idéntico al tipo IV.
Ligado al cromosoma 3p22-24.1.
Rizomielia. Descrito en una comunidad
al norte de Quebec (Canadá)
AR: autosómica recesiva.
LABORATORIO
La bioquímica ósea es normal, excepto por un incremento
en la excreción urinaria de calcio en la mitad de los casos.
Parece que la hipercalciuria reÁeja la magnitud de la gravedad de la enfermedad.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
IMAGEN
Los pacientes con OI leve presentan, de ordinario, una radiografía ósea normal.
En el tipo I los hallazgos radiológicos varían desde la
normalidad hasta la osteopenia radiológica, pasando por alteraciones como vértebras bicóncavas o presencia de callos
en las zonas de fractura. Radiológicamente, el cráneo tiene
forma de hongo en la proyección lateral, con la bóveda craneal poco osiÀcada y aspecto moteado, debido a los numerosos huesos wormianos2. Los huesos afectados tienen la cor2. Olaus Worm (1583-1654). Anatomista danés. Pequeños huesos irregulares situados entre las suturas craneales.
tical delgada con ensanchamiento epiÀsario y los fémures
presentan el aspecto característico «en cayado de pastor».
En el tipo II los lactantes afectados presentan múltiples
fracturas en los huesos largos que dan lugar a un aspecto de
acordeón. También se observan costillas delgadas y «arrosariadas», con fracturas múltiples y fracturas por compresión de los cuerpos vertebrales.
En el tipo III algunos pacientes presentan cambios quísticos metaÀsarios y epiÀsarios, descritos como «palomitas
de maíz».
La densitometría es una técnica muy útil y la mayoría de
pacientes presentan unos valores densitométricos bajos.
DIAGNÓSTICO
La evaluación clínica exhaustiva por un médico experto es
el procedimiento adecuado para el diagnóstico de OI.
El diagnóstico también puede establecerse mediante
ecografía, que permite detectar a fetos afectados alrededor
de la semana 16 de gestación y mediante la demostración de
la síntesis de cadenas pro-alfa anormales o de la secuencia
del ADN en las vellosidades coriónicas obtenidas por biopsia entre las semanas 8 y la 12 de gestación.
Cuando el diagnóstico clínico es dudoso, las pruebas genéticas, las investigaciones bioquímicas del colágeno y la
densitometría ósea ayudarán a llegar al diagnóstico.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
La OI tipo II es letal; el resto de tipos son compatibles con
una vida normal, excepto el tipo III, con deformidades óseas
progresivas y problemas respiratorios. La expectativa de
vida en las formas más discretas de OI parece ser normal.
TRATAMIENTO
A los padres de los niños con OI, se les recomienda «mantenerlos entre algodones». Esta recomendación es errónea,
pues mientras que la actividad puede causar fracturas, la
inmovilización provoca una mayor pérdida de masa ósea,
258
hecho que, unido al problema de base, incrementa la tendencia a sufrir posteriores fracturas. La natación es el deporte idóneo en todos los casos, puesto que el peligro de
sufrir alguna fractura en el agua es mínimo. La rehabililatación y la terapéutica física son fundamentales con el Àn de
potenciar la fuerza muscular y secundariamente evitar la
aparición de fracturas.
Las fracturas deben ser tratadas precozmente y de forma
convencional por ortopedas que conozcan la OI. Es fundamental corregir las deformidades para conseguir que el paciente camine correctamente. Sin embargo, aun con el tratamiento más cuidadoso pueden producirse deformidades. Se
han utilizado varias formas de Àjación intramedular, mediante el uso de varillas no extensibles (varillas de Rush) o varillas extensibles (varillas de Fassier-Duval o varillas de Bailey-Duval). Estas últimas tienen la ventaja de que «crecen»
conforme lo hace el niño, pero la desventaja de ser delicadas
y de que su implantación requiere una intervención más profunda. Además, pueden infectarse y hay un número apreciable de niños en quienes las varillas fallan al extenderse. Las
varillas extensibles están contraindicadas en niños que no estén en crecimiento. Las varillas cerradas intramedulares son
útiles para la prevención de fracturas en niños pequeños.
La sordera responde bien a la estapedectomía.
El calcio y la vitamina D son útiles en todos los casos. La
mitad de los pacientes afectados de OI tipo IV responden a la
hormona del crecimiento. Los bisfosfonatos se reservan para
aquellos pacientes con OI clínicamente moderada o grave. Se
han utilizado el alendronato y el pamidronato intravenoso a
dosis de 1,5-3 mg cada 4 horas durante 3 días consecutivos,
cada 4 meses (Glorieux, 1998; Rauch, 2007).
Los bisfonatos intravenosos pautados de forma cíclica
producen un aumento de la mineralización ósea con presencia de líneas metaÀsarias horizontales correspondientes a
cada tratamiento realizado, son las denominadas «líneas de
cebra» (Al Muderis, 2007).
Mediante técnicas de selección genética y el trasplante
de células mesenquimales3 en la semana 32 de gestación se
han conseguido que los recién nacidos tengan la cantidad
suÀciente de colágeno que evite que presenten fracturas.
3. Mesénquima: tejido conjuntivo embrionario.
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
CÓDIGOS CIE-10
Q78.0
Osteogénesis imperfecta
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Duró JC. Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo. En: Blanco FJ,
Carreira P, Martín E, Mulero J, Olivé A, Tornero J (eds.). Manual SER
de las enfermedades reumáticas (4.a ed.). Madrid: Médica Panamericana, 2004;80:439-44.
Duró JC. Enfermedades hereditarias del tejido conjuntivo. En: Rozman C
(ed.). Tratado de Medicina Interna Farreras-Rozman (16.a ed.). Madrid; Elsevier, 2008;123:1055-7.
Tsipouras P. Osteogenesis imperfecta. En: Beighton P (ed.). McKusick’s
Heritable disorders of connective tissue (5.a ed.). St. Louis: Mosby,
1993;8:281-307.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Al Muderis M, Azzopardi T, Cundy Z. Zebra lines of pamidronato therapy
in chidren. J Bone Joint Surg 2007;89A:1511-6.
Glorieux FH, Bishop NJ, Plotkin H, Chabot G, Lanoue G, Travers R. Cyclic administration of pamidronate in children with severe osteogenesis imperfecta. N Engl J Med 1998;339:947-52.
Glorieux FH, Rauch F, Plotkin H, Ward LM, Travers R, Roughley PJ, et al.
Type V Osteogenesis imperfecta: A new form of brittle bone disease. J
Bone Miner Res 2000;15:1650-8.
Glorieux FH, Ward LM, Rauch F, Lalic L, Roughley PJ, Travers R. Osteogenesis imperfecta type VI: A form of brittle bone disease with mineralizaion defect. J Bone Miner Res 2002;17:30-8.
Rauch F, Glorieux FH. Osteogenesis imperfecta. Lancet 2004;363:137785.
Rauch F, Cornibert S, Cheung M, Glorieux FH. Long bone changes after
pamidronate discontinuation in children and adolescents with osteogenesis imperfecta. Bone 2007;40:821-7.
Sarathchandra P, Pope FM, Ali SY. An ultrastructural and immunogold
localization study of proteoglycans associated with the osteocytes of
fetal bone in osteogenesis imperfecta. Calcif Tissue Int 1996;58:43542.
Sillence DO, Senn A, Danks DM. Genetic heterogeneity in osteogenesis
imperfecta. J Med Genet 1979;16:101-16.
Ward LM, Rauch F, Travers R, Chabot G, Azouz EM, Lalic L, et al. Osteogenesis imperfecta type VII: An autosomal recessive form of brittle
bone disease. Bone 2002;31:12-8.
Capítulo 19
Síndrome de Marfan
Síndrome de Marfan
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Anatomía patológica
Clínica
– Manifestaciones reumatológicas
– Manifestaciones neurológicas
– Manifestaciones cardiovasculares
– Manifestaciones oftalmológicas
– Otras manifestaciones
Laboratorio
Imagen
Diagnóstico
Evolución y pronóstico
Tratamiento
EPIDEMIOLOGÍA
La incidencia del SM es de un caso por cada 20.000 habitantes y su prevalencia estimada es de un caso por 5.000
habitantes. Afecta a todas las razas y a ambos sexos por
igual. El SM fue la primera enfermedad congénita del tejido
conjuntivo descrita.
ETIOPATOGENIA
El SM se debe a una mutación del gen que codiÀca la Àbrilina-1. Esta mutación, adquirida después del nacimiento,
aumentaría la actividad del TGF-beta (transforming growth
factor). En las válvulas cardíacas de pacientes afectados de
SM se ha encontrado un aumento de la actividad de dicho
factor. Se transmite de forma autosómica dominante, aunque el 25% de los casos obedecen a nuevas mutaciones.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
DEFINICIÓN
El síndrome de Marfan4 (SM) es una enfermedad congénita
del tejido conjuntivo, debida a una mutación de un gen del
brazo largo del cromosoma 15 que codiÀca una glucoproteína de 350 kDa, la Àbrilina-1, compuesta por 2.871 aminoácidos y principal componente de las microÀbrillas extracelulares, presentes en los vasos de gran calibre, periostio,
piel y ligamento suspensorio del cristalino.
4. Antoine B. Marfan (1858-1942). Pediatra francés.
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
La afectación aórtica se produce por alteración de la túnica
media, debida a la degeneración de las Àbras elásticas. El
esfuerzo hemodinámico aórtico condiciona la aparición
temprana de lesiones necróticas quísticas.
CLÍNICA
MANIFESTACIONES REUMATOLÓGICAS
Los pacientes son muy altos, con una importante atroÀa muscular y del tejido graso subcutáneo. Presentan aracnodactilia5,
5. Aracnodactilia: dedos «en araña».
259
260
longitud exagerada de los dedos de las manos y de los pies, y
dolicostenomelia, longitud excesiva de los miembros. La relación entre el segmento superior (de la cabeza a la sínÀsis
púbica) y el segmento inferior (de la sínÀsis púbica a los pies)
del cuerpo es dos veces superior a la normalidad, al igual que
la braza, que suele ser superior a la talla. Es característico
que el pulgar aplicado a través de la palma sobrepase el borde
cubital de la mano (signo de Steinberg) y cuando se abraza
una muñeca con la otra mano, el pulgar y el meñique se superponen (signo de Walker-Murdoch).
La escoliosis dorsal, habitualmente de convexidad derecha, superior de ordinario a los 20°, suele aparecer alrededor de los 7 años, es progresiva y cursa con desaparición de
la cifosis dorsal y dorso plano. Es de peor pronóstico que la
escoliosis idiopática.
La espondilolistesis lumbar es más frecuente que en la
población general (en el 6% de los casos). La protrusión
acetabular está presente en el 40% de los casos, pero raramente es causa de coxartrosis.
El pectus carinatum o excavatum, la dolicocefalia, la
micrognatia, el enoftalmos y la hipoplasia malar conÀeren
al paciente afectado de SM un aspecto característico. El
examen de la cavidad bucal muestra paladar ojival y superposición de las piezas dentarias. La laxitud articular es habitual y responsable de artralgias, entorsis frecuentes de tobillos, pie plano valgo e inestabilidad articular del hombro
y de la rodilla. La osteopenia es más frecuente en los hombres que en las mujeres.
El clínico debe sospechar un SM ante todo paciente extremadamente alto con luxación del cristalino y aneurisma
aórtico.
MANIFESTACIONES NEUROLÓGICAS
La radiografía simple de columna lumbar pone de maniÀesto en el 40% de los casos la ectasia dural lumbosacra, pero
si se utiliza la resonancia magnética (RM) se objetiva en
más del 90% de los casos.
MANIFESTACIONES
CARDIOVASCULARES
La debilidad de la capa media aórtica origina dilatación de
la aorta ascendente y es causa de insuÀciencia aórtica, disección y rotura.
Un 25% de los pacientes presentan insuÀciencia de la
válvula mitral secundaria a prolapso valvular que debe ser
superior a 2 mm con ecocardiograma en modo M.
MANIFESTACIONES OFTALMOLÓGICAS
La luxación del cristalino se objetiva con lámpara de hendidura, previa dilatación pupilar, en el 60% de los pacientes.
Puede ser unilateral o bilateral, superior o inferior, pero de
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
ordinario es bilateral y ascendente. La iridocinesis y la presencia de córnea plana se relacionan con la luxación del
cristalino. El globo ocular está alargado en sentido longitudinal (la longitud normal del globo ocular de un adulto es
inferior a 23,5 mm) y es causa de miopía y de desprendimiento de retina. No es rara la presencia de cataratas y de
glaucoma de ángulo abierto.
OTRAS MANIFESTACIONES
La fácil fatigabilidad de los pacientes con SM puede explicarse por el déÀcit de Àbrilina-1. La escoliosis puede ser
motivo de insuÀciencia respiratoria con patrón espirométrico restrictivo. No es rara la presencia de bronquiectasias,
neumotórax y bullas apicales.
LABORATORIO
La analítica sistemática suele ser normal.
IMAGEN
En las radiografías óseas se observa habitualmente una osteopenia y la densitometría ósea pone de maniÀesto valores densitométricos de osteoporosis. La práctica de electrocardiogramas (ECG) y ecocardiogramas es necesaria
para el control y el seguimiento de las manifestaciones
cardíacas.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico del SM se basa en los criterios de Gante. En
relación con los criterios reumatológicos se exigen dos criterios mayores o uno mayor y dos menores. En el ámbito
oftalmológico se exigen un mínimo de dos criterios menores. En relación con los criterios cardiovasculares se exigen
el criterio mayor o cualquiera de los menores. En los ámbitos neumológico y dermatológico se exige cualquier criterio
menor. Neurológica y genéticamente debe estar presente el
criterio mayor (tabla 19.1).
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
El seguimiento oftalmológico y cardiológico anual es necesario en todos los casos. El control ortopédico de la escoliosis se realizará cada 6 meses.
La afectación cardíaca condiciona el pronóstico. La esperanza de vida está reducida entre un 30 y un 40% a causa
de las manifestaciones cardíacas, pero la práctica sistemática de ECG y de ecocardiogramas anuales ha reducido notablemente la mortalidad, que se sitúa en la actualidad alrededor de los 60 años.
El embarazo presupone un riesgo añadido en el caso de
afectación aórtica.
Capítulo | 19 Síndrome de Marfan
Tabla 19.1. Síndrome de Marfan. Criterios de Gante
1. Criterios reumatológicos
Criterios mayores
Pectus carinatum
Pectus excavatum tributario de cirugía
Relación entre el segmento superior y el inferior
del cuerpo o de la braza sobre la talla superior a 1,05
Signos de Steinberg y de Walker-Murdoch
Escoliosis > 20° o espondilolistesis
Hiperextensión de los codos > 170°
Pies planos
Protrusión acetabular
Criterios menores
Pectus excavatum no tributario de cirugía
Laxitud articular
Paladar ojival con superposición de las piezas dentarias
Facies característica (dolicocefalia, micrognatia,
hipoplasia malar, enoftalmos)
2. Criterios oftalmológicos
Criterio mayor
Luxación del cristalino
Criterios menores
Córnea plana
Globo ocular alargado en sentido longitudinal (por ecografía)
Iris hipoplásico o hipoplasia del músculo ciliar
3. Criterios cardiovasculares
Criterios mayores
Dilatación de la aorta ascendente con o sin insuficiencia
aórtica que afecte a los senos de Valsalva
Disección de la aorta ascendente
Criterios menores
Prolapso de la válvula mitral con o sin insuficiencia mitral
Dilatación de la arteria pulmonar sin estenosis valvular
antes de los 40 años
Calcificación del anillo mitral antes de los 40 años
Dilatación o disección de la aorta abdominal antes
de los 50 años
4. Criterios neumológicos
Criterios mayores
Ninguno
Criterios menores
Neumotórax espontáneo o bullas apicales (por radiografía
de tórax)
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
5. Criterios dermatológicos
Criterios mayores
Ninguno
Criterios menores
Estrías cutáneas (excluyendo las del embarazo
y las secundarias a curas de adelgazamiento) o hernias
inguinales recidivantes
6. Criterios neurológicos
Criterio mayor
Ectasia dural lumbosacra (por TC o RM)
Criterios menores
Ninguno
7. Criterios genéticos
Criterios mayores
Un familiar directo afectado por el síndrome
Presencia de una mutación genética responsable del síndrome
Presencia de un marcador genético familiar hereditario
asociado al síndrome
Criterios menores
Ninguno
TC: tomografía computarizada; RM: resonancia magnética.
261
TRATAMIENTO
No existe tratamiento. Se informará al paciente de las características del proceso, poniendo especial énfasis en las manifestaciones cardíacas y oculares, especialmente del riesgo
de desprendimiento de retina. Se evitarán los deportes de
contacto. La natación es el deporte ideal.
El principal objetivo terapéutico es tratar el aneurisma
de aorta. El uso de betabloqueantes y losartán (Brooke,
2008) pueden prevenir la dilatación aórtica. La presión arterial debe mantenerse siempre dentro de los límites bajos de
la normalidad. Las prótesis valvulares mitral o aórtica han
dado resultados satisfactorios. La cirugía cardíaca es obligada cuando el diámetro del anillo aórtico es superior a los
5 cm.
La escoliosis debe ser intervenida si supera los 45°. Actualmente se está ensayando el uso de antifactor de necrosis
tumoral (anti-TNF).
CÓDIGOS CIE-10
Q87.4
Síndrome de Marfan
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Duró JC. Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo. En: Blanco FJ,
Carreira P, Martín E, Mulero J, Olivé A, Tornero J (eds.). Manual SER
de las enfermedades reumáticas (4.a ed.). Madrid: Médica Panamericana, 2004;80:439-44.
Duró JC. Enfermedades hereditarias del tejido conjuntivo. En: Rozman C
(ed.). Tratado de Medicina Interna Farreras-Rozman (16.a ed.). Madrid: Elsevier, 2008;123:1055-7.
Godfrey M. The Marfan syndome. En: Beighton P (ed.). McKusick’s. Heritable disorders of connective tissue (15.a ed.). St. Louis: Mosby,
1993;3:51-122.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Brooke BS, Habashi JP, Juge DP, Patel N, Loeys B, Dietz III HC. Angiotensin II blockade and aortic root dilatation in Marfan’s syndrome. N
Engl J Med 2008;358:2787-95.
De Paepe A, Devereux RB, Dietz HC, Hennekam RCM, Pyeritz RE. Revised diagnostic criteria for the Marfan syndrome. Am J Med Gen
1996;62:417-26.
Moura B, Le Parc JM. Syndrome de Marfan. En: Khan MF, Bardin T,
Meyer O, Orcel P, Lioté F (eds.). L’Actualité rhumatologique. Paris:
Elsevier, 2006;197-211.
Capítulo 20
Síndromes de Ehlers-Danlos
Síndromes de Ehlers-Danlos
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clasificación
Clínica
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo clásico
– Etiopatogenia
– Herencia
– Criterios mayores
– Criterios menores
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo laxitud
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo vascular
– Etiopatogenia
– Herencia
– Criterios mayores
– Criterios menores
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo cifoescoliótico
– Etiopatogenia
– Herencia
– Criterios mayores
– Criterios menores
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo artrocalasia
– Etiopatogenia
– Herencia
– Criterios mayores
– Criterios menores
Síndrome de Ehlers-Danlos tipo dermatosparaxis
– Etiopatogenia
– Herencia
– Criterios mayores
– Criterios menores
Laboratorio
Diagnóstico
Pronóstico
Tratamiento
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
DEFINICIÓN
Los síndromes de Ehlers6-Danlos7 (SED) son un grupo
heterogéneo de enfermedades congénitas del tejido conjuntivo, debidas a defectos de los colágenos tipo I, III y V, y
caracterizadas por la presencia de laxitud articular y alteraciones cutáneas.
EPIDEMIOLOGÍA
La prevalencia de los SED es de un caso por cada 5.000
nacimientos y su incidencia de un caso por cada 20.000 nacimientos. La incidencia de la forma más grave, el tipo vascular, es de un caso por cada 100.000 nacimientos.
ETIOPATOGENIA
En relación con la etiopatogenia de estos síndromes, véanse
los distintos tipos de SED. Cada hijo de un paciente con
SED tiene un 50% de posibilidades de heredar la mutación
y otro 50% tienen una mutación de novo.
CLASIFICACIÓN
Con la Ànalidad de establecer la historia natural, el consejo
genético, los criterios diagnósticos y los posibles tratamientos de los SED, en 1997 se reunieron en Villefranche-surMer (Francia), un comité de expertos que propusieron clasiÀcar los SED en seis tipos. La clasiÀcación está basada en
6. Edvard Ehlers (1863-1937). Dermatólogo danés.
7. Henri Danlos (1844-1912). Dermatólogo francés.
263
264
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
Tabla 20.1. Síndromes de Ehlers-Danlos. Clasificación
Tipos
Herencia
SED tipo clásico (antes tipos I y II)
Autosómica dominante
SED tipo laxitud (antes tipo III)
Autosómica dominante
SED tipo vascular (antes tipo IV)
Autosómica dominante
SED tipo cifoescoliosis (antes tipo VI)
Autosómica recesiva
SED tipo artrocalasia (antes tipo VIIA
y tipo VII B)
Autosómica dominante
SED tipo dermatosparaxis
(antes tipo VIIC)
Autosómica recesiva
SED: síndromes de Ehlers-Danlos.
la clínica y en las observaciones bioquímicas y moleculares
de las que se dispone (tabla 20.1).
Para cada tipo se deÀnen criterios mayores y menores.
Un criterio mayor tiene una especiÀcidad diagnóstica elevada. Es necesaria la presencia de uno o más criterios diagnósticos mayores para el diagnóstico. Uno o más criterios
diagnósticos menores contribuyen al diagnóstico y su presencia, sin que haya criterios mayores, indica la existencia
de cualquiera de los SED.
CLÍNICA
La laxitud articular se valora utilizando los criterios de
Beighton que tienen la ventaja de ser sencillos y de que pueden aplicarse con rapidez y facilidad (v. Capítulo 21).
La hiperextensibilidad de la piel se examina estirando ésta
hasta que se note resistencia. Debe examinarse en una zona
neutral, es decir, en un área en la que no existan cicatrices y
en la que la piel no esté sometida a tracciones mecánicas. La
cara anterior del antebrazo es la localización idónea.
Los hematomas espontáneos son frecuentes y su recurrencia debe hacer sospechar al clínico la existencia del síndrome. Las pruebas de coagulación son normales.
La piel posee un aspecto y un tacto característicos, que
varían desde una delgadez extrema hasta el aspecto de una
gamuza mojada. La cicatrización de las heridas es lenta y
tórpida. La fragilidad de los tejidos se maniÀesta en forma
de cicatrices atróÀcas en áreas de roce o de presión (codos o
rodillas, entre otras).
SÍNDROME DE EHLERS-DANLOS
TIPO CLÁSICO
taciones son las responsables de las anomalías estructurales
de las Àbras colágenas, observadas en el microscopio electrónico.
HERENCIA
La herencia en este tipo de SED es autosómica dominante.
CRITERIOS MAYORES
Los criterios mayores son laxitud articular, hiperextensibilidad de la piel y cicatrices atróÀcas.
CRITERIOS MENORES
Los criterios menores son historia familiar positiva, piel
suave y aterciopelada, equimosis espontáneas, seudotumores moluscoides8, complicaciones de la laxitud articular (pie
plano, esguinces, luxaciones, subluxaciones, etc.), manifestaciones de fragilidad de los tejidos (hernia de hiato, prolapso rectal, entre otras), complicaciones posquirúrgicas (eventraciones, dehiscencia de suturas, etc.), hipotonía muscular
con retraso del desarrollo motor y presencia en un tercio de
casos de nódulos de grasa subcutáneos del tamaño de un
grano de arroz, no adheridos a planos profundos, que aparecen sobre las prominencias óseas de los brazos y de las piernas y que eventualmente pueden calciÀcarse.
SÍNDROME DE EHLERS-DANLOS
TIPO LAXITUD
Véase el Capítulo 21.
SÍNDROME DE EHLERS-DANLOS
TIPO VASCULAR
ETIOPATOGENIA
El SED tipo III se debe a una alteración de la estructura de
la cadena pro-alfa del colágeno tipo III.
HERENCIA
La herencia de este tipo de SED es autosómica dominante.
CRITERIOS MAYORES
Los criterios mayores son aspecto facial característico, piel
Àna y transparente en la cara y en las extremidades por disminución del tejido adiposo subcutáneo, equimosis exten-
ETIOPATOGENIA
Un 30% de los pacientes con SED tipo I tienen una mutación identiÀcable en el gen del colágeno tipo V. Estas mu-
8. Seudotumores moluscoides: lesiones proliferativas carnosas en las cicatrices cutáneas.
Capítulo | 20 Síndromes de Ehlers-Danlos
sas y roturas intestinales, uterinas y arteriales, habitualmente en la tercera o en la cuarta décadas de la vida y causa de
muerte súbita.
CRITERIOS MENORES
Los criterios menores son historia familiar positiva, acrogeria9, laxitud articular en las articulaciones interfalángicas de
los dedos, roturas musculares o tendinosas, pie zambo equinovaro, atroÀa gingival, neumotórax, aparición precoz de
varices y fístulas arteriovenosas.
La presencia de dos o más criterios mayores es indicativa del diagnóstico.
SÍNDROME DE EHLERS-DANLOS
TIPO CIFOESCOLIÓTICO
ETIOPATOGENIA
El SED tipo IV se debe a un déÀcit de la enzima lisil-hidroxilasa, responsable de las diversas modiÀcaciones del
colágeno.
HERENCIA
y pro-alfa 2 del colágeno tipo I. Esta mutación es debida a
un salto del exón 610.
El resultado es la formación de Àbras colágenas estructuralmente anómalas.
HERENCIA
La herencia de este tipo de SED es autosómica dominante.
CRITERIOS MAYORES
Los criterios mayores son laxitud articular con presencia de
luxaciones recidivantes y constante luxación congénita bilateral de cadera.
CRITERIOS MENORES
Los criterios menores son hiperextensibilidad de la piel, fragilidad de los tejidos con presencia de cicatrices atróÀcas,
hematomas frecuentes, hipotonía muscular, cifoescoliosis y
osteopenia radiológica.
SÍNDROME DE EHLERS-DANLOS
TIPO DERMATOSPARAXIS
La herencia de este tipo de SED es autosómica recesiva.
ETIOPATOGENIA
CRITERIOS MAYORES
El SED tipo VI se debe a un déÀcit del procolágeno tipo I
N-terminal peptidasa causado por una mutación de los alelos11 correspondientes.
La denominación de dermatosparaxis obedece a que se
ha encontrado el mismo defecto bioquímico en ovejas, cabras, etc.
Los criterios mayores son laxitud articular, hipotonía congénita responsable de retraso motor con diÀcultades para caminar durante la segunda o la tercera décadas de la vida, cifoescoliosis progresiva y fragilidad de la esclerótica con eventual
rotura del globo ocular tras un mínimo traumatismo.
CRITERIOS MENORES
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
265
Los criterios menores son historia familiar positiva, hábito
marfanoide, fragilidad cutánea con cicatrices atróÀcas,
equimosis frecuentes, roturas arteriales, microcórnea y osteopenia radiológica.
La presencia de tres criterios mayores es indicativa del
diagnóstico.
SÍNDROME DE EHLERS-DANLOS
TIPO ARTROCALASIA
ETIOPATOGENIA
El SED tipo V es causado por una mutación en el proceso de
formación del péptido N-terminal de las cadenas pro-alfa 1
9. Acrogeria: senilidad prematura de la piel de las manos y de los pies.
HERENCIA
La herencia de este tipo de SED es autosómica recesiva.
CRITERIOS MAYORES
El criterio mayor es una gran fragilidad cutánea con piel
excesiva.
CRITERIOS MENORES
Los criterios menores de este tipo de SED textura cutánea
suave, hematomas frecuentes, rotura prematura de las membranas fetales y hernias inguinales o umbilicales.
10. Exón: secuencia codificadora de un gen.
11. Alelo: cualquier forma de un gen que ocupa un locus cromosómico
concreto. El ser humano posee dos alelos procedentes de cada uno de los
cromosomas del par homólogo.
266
LABORATORIO
Las pruebas de laboratorio en el SED tipo III se basan en
demostrar la estructura anormal del colágeno tipo III, producido por los Àbroblastos.
Las pruebas de laboratorio utilizadas para el diagnóstico
del SED tipo IV son la determinación de la lisil-piridinolina
y de la hidroxilisil-piridinolina en orina por su alta sensibilidad y especiÀcidad, así como la determinación de la hidroxilisina cutánea.
El defecto bioquímico del SED tipo V se determina mediante electroforesis de las cadenas pro-alfa 1 y pro-alfa 2,
obtenidas del colágeno de la dermis o mediante cultivo de
Àbroblastos cutáneos.
La conÀrmación bioquímica del SED tipo VI se basa en
la demostración, mediante electroforesis, de las cadenas
pro-alfa 1 y pro-alfa 2 del colágeno tipo I obtenidas de Àbroblastos o extraídas de la dermis en presencia de inhibidores de la proteasa. La determinación de la actividad de la
N-proteinasa se emplea únicamente con Ànes de investigación.
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
Las heridas cutáneas deben ser tratadas con mucho cuidado, sin tensión y con puntos profundos. Éstos deben dejarse en la piel el doble de tiempo que en las personas sin
SED, con Àjación adicional con tiras adhesivas.
Las luxaciones recurrentes son tributarias de cirugía ortopédica. Los anestesistas deberían tener siempre presente
la eventual luxación mandibular en estos pacientes. La cirugía vascular es difícil por la extrema friabilidad de los vasos.
Los pacientes con SED poseen una relativa resistencia a
los anestésicos locales. Deben evitarse los deportes de contacto. El empleo de coderas y rodilleras es muy útil. La natación, en piscinas de agua caliente en invierno y de agua
templada en verano, es el deporte de elección.
El embarazo es un riesgo añadido tanto para la madre
como para el recién nacido. La rotura prematura de membranas si el feto está afectado y la prematuridad son frecuentes. Debido a la hipotonía, la presentación de nalgas es
más frecuente y si el bebé está afectado puede presentar
luxación congénita de cadera. Después del parto las mujeres
afectadas pueden presentar extensión de la episiotomía y
rotura del periné si se ha utilizado fórceps.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico se establece a partir de los antecedentes familiares, la exploración física y las pruebas de laboratorio
pertinentes.
CÓDIGOS CIE-10
Síndromes de Ehlers-Danlos
Q79.6
PRONÓSTICO
El pronóstico depende del tipo. En general los SED se asocian con una expectativa de vida normal, excepto el tipo
SED III (tipo vascular), el de peor pronóstico a causa de las
roturas arteriales, intestinales o uterinas.
TRATAMIENTO
No existe tratamiento especíÀco. El paciente debe ser advertido de que es portador de una enfermedad congénita del
tejido conjuntivo. La intervención médica está limitada al
asesoramiento, a las medidas proÀlácticas y al tratamiento
sintomático.
Es conveniente no utilizar alfombras y evitar los suelos
resbaladizos.
El reposo, la Àsioterapia y las inÀltraciones locales son
útiles para paliar numerosos síntomas. Los corticoides inhiben la síntesis de Àbroblastos cutáneos, por tanto, la prudencia es la regla en cuanto a la práctica de inÀltraciones (tres
al año como máximo).
Los analgésicos locales y los antiinÁamatorios no esteroideos (AINE) pautados durante cortos períodos de tiempo
son, asimismo, útiles.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Beigton P. The Ehlers-Danlos syndromes. En: Beighton P (ed.). McKusick’s
Heritable disorders of connective tissue (5.a ed.). St. Louis: Mosby,
1993;6:189-238.
Beighton P, De Paepe A, Steinmann B, Tsipouras P, Wenstrup RJ. EhlersDanlos syndromes: Revised nosology. Villefranche 1997. Am J Med
Gen 1998;77: 31-7.
Duró JC. Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo. En: Blanco FJ,
Carreira P, Martín E, Mulero J, Olivé A, Tornero J (eds.). Manual SER
de las enfermedades reumáticas (4.a ed.). Madrid: Médica Panamericana, 2004;80:439-44.
Duró JC. Enfermedades hereditarias del tejido conjuntivo. En: Rozman C
(ed.). Tratado de Medicina Interna Farreras-Rozman (16.a ed.). Madrid: Elsevier, 2008;123:1055-7.
Pyeritz RE. Ehlers-Danlos syndrome. N Engl J Med 2000;342:730-2.
Pyeritz RE. Ehlers-Danlos syndromes. En: Goldman L, Bennet JC (ed.).
Cecil textbook of medicine (21.a ed.). Philadelphia: W.B. Saunders,
2000;1:1119-20.
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
Oderich GS, Panneton JM, Bower TC, et al. The spectrum, management
and clinical outcome of Ehlers-Danlos syndrome type IV: A 30 year
experience. J Vasc Surg 2005;42:98-106.
Capítulo 21
Síndrome de laxitud articular
Síndrome de laxitud articular
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Historia
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
Clínica
– Manifestaciones articulares
– Manifestaciones extraarticulares
– Manifestaciones psiquiátricas
– Otras manifestaciones
Laxitud en niños
Laxitud cultivada
Laxitud y deporte
Exploraciones complementarias
Diagnóstico
Pronóstico
Tratamiento
HISTORIA
(Q5RWpV\$UJDQ\SUHVHQWDURQHQODV3ULPHUDV-RUQDGDV5HXPDWROyJLFDV(VSDxRODVFHOHEUDGDVHQ0iODJDXQD
FRPXQLFDFLyQ HQ OD TXH VH HVWXGLDED SRU SULPHUD YH] OD
OD[LWXG DUWLFXODU /$ JHQHUDOL]DGD DLVODGD FRPR SRVLEOH
IDFWRUGHDOWHUDFLRQHVGHODSDUDWRORFRPRWRU/RVUHVXOWDGRV
GHODFRPXQLFDFLyQLQGLFDEDQTXHOD/$SRGtDVHUXQIDFWRU
HWLROyJLFRHQHOSLHSODQRHQHOJHQXYDOJRHQODVPHQLV
FRSDWtDV GH URGLOOD HQ ODV OX[DFLRQHV R VXEOX[DFLRQHV GH
ODUyWXODKRPEUR\FDGHUDHQORVWUDVWRUQRVHVWiWLFRVGHOD
FROXPQDYHUWHEUDO HVFROLRVLVRKLSHUORUGRVLV HQODVSROLDUWUDOJLDV \ D ODUJR SOD]R HQ OD SROLDUWURVLV /RV UHVXOWDGRV
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
ÀQDOHVGHOHVWXGLRIXHURQSXEOLFDGRVXQDxRGHVSXpV 5RWpV SHURWDQWRODFRPXQLFDFLyQFRPRHODUWtFXORSDVDURQWRWDOPHQWHGHVDSHUFLELGRV
'LH] DxRV PiV WDUGH DXWRUHV EULWiQLFRV .LUN ©UHGHVFXEUtDQªHOVtQGURPH\GHVGHHQWRQFHVOD/$SDVyD
VHUREMHWRGHODDWHQFLyQJHQHUDO
'HWRGDVODVHQIHUPHGDGHVFRQJpQLWDVGHOWHMLGRFRQMXQWLYROD/$HVODPHQRVHVSHFWDFXODUSHURODPiVLPSRUWDQWHGHVGHHOSXQWRGHYLVWDFOtQLFRSRUHOJUDQQ~PHURGH
DOWHUDFLRQHV D TXH SXHGH GDU OXJDU 'XUy DEFINICIÓN
/D/$HVXQDKLSHUPRYLOLGDGFRQJpQLWDGHODVDUWLFXODFLRQHVJHQHUDORUHJLRQDOGHELGDDXQDPD\RUGLVWHQVLELOLGDG
GHORVOLJDPHQWRVSURGXFLGDSRUXQWUDVWRUQRHQODFRPSRVLFLyQELRTXtPLFDGHODVÀEUDVFROiJHQDV
/RVWpUPLQRVOD[LWXGHKLSHUPRYLOLGDGDUWLFXODUKDQVLGR
HPSOHDGRV SDUD GHVFULELU HO PLVPR WUDVWRUQR DUWLFXODU 1R
REVWDQWHQRVRQWRWDOPHQWHVXSHUSRQLEOHV3HQVDPRVTXHOD
KLSHUPRYLOLGDG HV FRQVHFXHQFLD GH OD OD[LWXG (O WpUPL
QRKLSHUPRYLOLGDGKDELWXDOHQODOLWHUDWXUDEULWiQLFDHVHQ
QXHVWUD RSLQLyQ LQFRUUHFWR 3UHIHULPRV HO GH /$ SXHVWR
TXHODKLSHUPRYLOLGDGVHREVHUYDWDPELpQHQDOJXQRVSURFHVRVTXHFXUVDQFRQGHVWUXFFLyQHSLÀVDULDGHODVDUWLFXODFLRQHVFRPRODVDUWURSDWtDVQHXURSiWLFDV WDEHVGLDEHWHVHQWUH RWUDV HQ DOJXQDV IRUPDV PXWLODQWHV GH DUWURSDWtDV
FUyQLFDVHLQFOXVRHQGLVSODVLDVyVHDV 'XUy (QUHVXPHQODGHÀQLFLyQVHUtDODVLJXLHQWH
/D[LWXGDUWLFXODU0DQLIHVWDFLRQHVFOtQLFDV 6tQGURPHGHOD[LWXGDUWLFXODU
267
268
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
EPIDEMIOLOGÍA
/D/$HVXQDHQWLGDGGHVFRQRFLGDSDUDHOLQWHUQLVWDJHQHUDO
\SDUDHOPpGLFRGHIDPLOLD\SRUWDQWRLQIUDGLDJQRVWLFDGD
DSHVDUGHTXHVXSUHYDOHQFLDHQDVLVWHQFLDSULPDULDHVGHO
\HQODVFRQVXOWDVH[WHUQDVGHUHXPDWRORJtDKRVSLWDODULDVGHO *XPi (QODSREODFLyQUXUDOXQ
GHODVSHUVRQDVGHHGDGHVFRPSUHQGLGDVHQWUH\DxRV
XQ GH PXMHUHV \ XQ GH KRPEUHV SUHVHQWDQ /$
*DJR 6X SUHYDOHQFLD HQ HO PXQGR ODERUDO HV GHO
/LHQFH (QXQDSREODFLyQHVFRODUGH3DOPDGH
0DOORUFDHOGHORVQLxRV\HOGHODVQLxDVHUDQ
OD[RV 9HUG (VPiVIUHFXHQWHHQPXMHUHV \HQ
ODUD]DQHJUD\FXULRVDPHQWHSUHGRPLQDHQHOODGRFRUSRUDO
QRGRPLQDQWH /DUVVRQ /D /$ HV KDELWXDO HQ OD LQIDQFLD \ GLVPLQX\H FRQ OD
HGDGVXKDOOD]JRHQODYHMH]QRHVH[FHSFLRQDO(QORVKRPEUHVOD/$FRPLHQ]DDGHFOLQDUHQODGpFDGDGHORVDxRV
\HQODVPXMHUHVHQODGpFDGDGHORVDxRVVLHQGRHOJUXSR
GHHGDGFRPSUHQGLGRHQWUHORV\ORVDxRVHQHOTXHOD
FOtQLFDHVPiVPDQLÀHVWD(QWUHORVLQGLYLGXRVGHXQDPLVPDIDPLOLDODVPXMHUHVVHHQFXHQWUDQDIHFWDGDVFRQPD\RU
IUHFXHQFLD\PiVLQWHQVDPHQWHTXHORVKRPEUHV
6LORVFOtQLFRVEXVFDUDQORVFULWHULRVGH/$FXDQGRH[SORUDQDVXVSDFLHQWHVVHUtDGLDJQRVWLFDGDPiVIUHFXHQWHPHQWH
ETIOPATOGENIA
6HSDUWHGHODEDVHGHTXHODKLSHUPRYLOLGDGHVFRQVHFXHQFLDGHXQDPD\RUOD[LWXG/RVFRQRFLPLHQWRVDFWXDOHVSHUPLWHQUHODFLRQDUODGLVWHQVLELOLGDGGHORVOLJDPHQWRVFRQODV
ÀEUDVTXHORVIRUPDQ(VWDVÀEUDVVRQGHGRVWLSRVFROiJHQDV\HOiVWLFDV/DVÀEUDVUHWLFXODUHVPHQRVDEXQGDQWHV\
QRSDUHFHQGHVHPSHxDUXQSDSHOLPSRUWDQWHHQODHWLRSDWRJHQLD
/DVÀEUDVHOiVWLFDVVRQPX\GLVWHQVLEOHVXQDÀEUDHOiVWLFDVRPHWLGDDWHQVLyQDOFDQ]DHOGHVXORQJLWXG
HQUHSRVR8QDYH]FHVDODGLVWHQVLyQODÀEUDHOiVWLFDYXHOYH UiSLGDPHQWH D VX ORQJLWXG SULPLWLYD 6H FRPSRUWDQ DO
LJXDO TXH ODV JRPDV HOiVWLFDV TXH XWLOL]iEDPRV GH QLxRV
SDUDKDFHUXQWLUDFKLQDV
/DV ÀEUDV FROiJHQDV VH FDUDFWHUL]DQ SRU SUHVHQWDU XQD
JUDQUHVLVWHQFLDDODWUDFFLyQ8QKD]GHÀEUDVFROiJHQDVGH
FPGHJURVRUSXHGHUHVLVWLUXQDWUDFFLyQGHNJVLQ
GLVWHQGHUVH6RPHWLGDVDWUDFFLRQHVPi[LPDVKDVWDHOOtPLWH
GHVXURWXUDVyORVHFRQVLJXHTXHDXPHQWHQVXORQJLWXGHQ
XQ
/DVÀEUDVFROiJHQDVHVWiQGLVSXHVWDVHQORVOLJDPHQWRV
HQKDFHVPiVRPHQRVRQGXODGRV(VWDGLVSRVLFLyQODSLHUGHQEDMRODWUDFFLyQ\WRPDQXQDGLVSRVLFLyQORQJLWXGLQDO
/DGLVWHQVLELOLGDGGHXQOLJDPHQWRYHQGUtDGDGDSRUHOSDVR
GHXQDGLVSRVLFLyQRQGXODGDDXQDGLVSRVLFLyQORQJLWXGL
QDOGHODVÀEUDVFROiJHQDV
$FWXDOPHQWHVHDFHSWDTXHODGLVWHQVLELOLGDGGHXQOLJDPHQWR QR GHSHQGH GH OD FDQWLGDG GH ÀEUDV FROiJHQDV TXH
FRQWLHQHVLQRGHVXVFDUDFWHUtVWLFDVELRTXtPLFDV(VUD]RQDEOHSHQVDUTXHOD/$SXHGHGHEHUVHDODGLVPLQXFLyQGHORV
GREOHV HQODFHV HQWUH ODV PROpFXODV GH FROiJHQR R D DOJ~Q
WUDVWRUQRHQ]LPiWLFRTXHDOWHUHODIRUPDFLyQGHDOJXQRGH
ORVDPLQRiFLGRVGHVXPROpFXOD
(OPLFURVFRSLRHOHFWUyQLFRKDSXHVWRGHPDQLÀHVWRXQD
GLVPLQXFLyQGHODVÀEUDVFROiJHQDVJUXHVDV\XQDXPHQWR
GHHODVWLQD\GHÀEUDVFROiJHQDVÀQDV &KLOG 5HFLHQWHPHQWHVHKDLGHQWLÀFDGRXQDGXSOLFDFLyQHQHO
FURPRVRPDGHQRPLQDGD'83TXHVHDVRFLDGHIRUPDVLJQLÀFDWLYDFRQOD[LWXGDUWLFXODUIDPLOLDUIRELDVRFLDO
SiQLFR\DJRUDIRELD *UDWDFyV 6HWUDQVPLWHGHIRUPDDXWRVyPLFDGRPLQDQWH %HLJKWRQ
CLÍNICA
'HVGHHOSXQWRGHYLVWDFOtQLFRFUHHPRVTXHOD/$HVXQD
IRUPD ©IUXVWUHª GH XQD HQIHUPHGDG FRQJpQLWD GHO WHMLGR
FRQMXQWLYR \ VHJ~Q QXHVWUR FULWHULR FRQVLGHUDUtDPRV D OD
/$FXDQGRHVPX\DFHQWXDGDFRPRXQVtQGURPHGH(KOHUV
'DQORV WLSR OD[LWXG (Q HVWH FDVR OD FOtQLFD VH VXSHUSRQH
KDELWXDOPHQWHFRQODGHVXV©IDPLOLDUHVªPiVGLUHFWRVRVWHRJpQHVLVLPSHUIHFWDVtQGURPHGH0DUIDQ\VtQGURPHVGH
(KOHUV'DQORV6LQHPEDUJRH[LVWHQIRUPDVPiVGLVFUHWDV
TXHRFXUUHQHQLQGLYLGXRVFX\DVDUWLFXODFLRQHVWLHQHQXQD
DPSOLWXG GH PRYLPLHQWRV PD\RU TXH HO UHVWR SHUR FRQ
XQDVLQWRPDWRORJtDFOtQLFDPHQRV©ÁRULGDª
8QGDWRTXHGHEHWHQHUVHHQFXHQWDHVTXHOD/$QRWLHQH
SRUTXpDIHFWDUDWRGDVODVDUWLFXODFLRQHV6LOD/$DIHFWDD
XQDVRODDUWLFXODFLyQ\KD\GRORUHLQHVWDELOLGDGDUWLFXODUHO
GLDJQyVWLFRVLJXHVLHQGRGH/$
(QQXHVWUDH[SHULHQFLDOD/$FRQIUHFXHQFLDVHHQFXHQWUDORFDOL]DGD\H[LVWHQWRGRVORVJUDGRVLQWHUPHGLRVHQWUH
ORV FDVRV FRQ XQD DUWLFXODFLyQ OD[D \ OD /$ JHQHUDOL]DGD
3DUD OD PD\RUtD GH ORV DGXOWRV FRQ /$ ORV VtQWRPDV FRPLHQ]DQHQODLQIDQFLDRHQODDGROHVFHQFLDSHURORVPpGLFRVQRORVVDEHQUHFRQRFHU([LVWHQSRFDVHQWLGDGHVUHXPiWLFDVFRQXQHVSHFWURFOtQLFRWDQDPSOLR
/DVPDQLIHVWDFLRQHVFOtQLFDVGHOD/$VHDJUXSDQHQDUWLFXODUHV\H[WUDDUWLFXODUHV
MANIFESTACIONES ARTICULARES
Pies planos
(OSLHSODQRHVGHFXDWURDFLQFRYHFHVPiVIUHFXHQWHHQORV
OD[RVTXHHQORVQROD[RV$QWHXQRVSLHVSODQRVGHEHQLQYHVWLJDUVHVLHPSUHORVFULWHULRVGH/$(QORVSLHVHVIUHFXHQWHTXHODDSDULFLyQGHXQDDUWURVLVPHWDWDUVRIDOiQJLFD
GHOSULPHUGHGRQRVSULYHGHODFRPSUREDFLyQGHOiQJXOR
PHWDWDUVRIDOiQJLFR(QHVWRVFDVRVODSURQRVXSLQDFLyQGHO
Capítulo | 21 Síndrome de laxitud articular
DQWHSLpVXMHWDQGRHOWDOyQSXHGHWRGDYtDGHPRVWUDUODH[LVWHQFLDGHOD[LWXGDUWLFXODU
7HQHPRVODLPSUHVLyQGHTXHORVSLHVSODQRVOD[RVHQ
ORVQLxRVVHEHQHÀFLDQPHQRVGHODVSODQWLOODV\PiVGHXQD
EXHQDJLPQDVLDGHORVSLHVDOFRQWUDULRGHORTXHRFXUUHHQ
HODGXOWRHQTXLHQHOXVRGHXQDVSODQWLOODVVHPLUUtJLGDVUHVXOWDGHFLVLYRSDUDPHMRUDUORVVtQWRPDV
Genu valgo
(OJHQXrecurvatum\HOJHQXYDOJRRSLHUQDV©HQ;ªHVPiV
IUHFXHQWHHQORVOD[RVDPHQXGRDFRPSDxDGRGHSLHSODQR
OD[R (Q ORV DGXOWRV TXH SUHVHQWDQ HVWRV WUDVWRUQRV GHEH
EXVFDUVHVLVWHPiWLFDPHQWHOD/$(QFDPELRHOJHQXYDUR
RSLHUQDV©HQ2ªHVPHQRVIUHFXHQWH
Escoliosis
(VKDELWXDOTXHOD/$QRVHWHQJDHQFXHQWDFRPRFDXVDGH
HVFROLRVLV (Q ORV QLxRV \ HQ ORV MyYHQHV FRQ HVFROLRVLV
DWHQGLGRVSRUHOUHXPDWyORJRKHPRVSRGLGRREVHUYDUXQD
JUDQ IUHFXHQFLD GH /$ ,QFOXVR GHVSXpV GH ORV DxRV
HGDGHQODTXHODHVSRQGLORDUWURVLVVXHOHDxDGLUVHDODHVFROLRVLV GLVPLQX\HQGR OD PRYLOLGDG GH OD FROXPQD VH HQFXHQWUDQ HQ QXPHURVRV HVFROLyWLFRV XQD KLSHUPRYLOLGDG
YHUWHEUDO\VREUHWRGRXQDLPSUHVLRQDQWH/$SHULIpULFD(Q
QXHVWUDH[SHULHQFLDODVHVFROLRVLVSRU/$VRQIUHFXHQWHV\
JHQHUDOPHQWH EHQLJQDV ('XUy (Q HVWRV FDVRV ORV
FRQVHMRVSRVWXUDOHV\ODJLPQDVLDGHHQGXUHFLPLHQWRPXVFXODUVRQGHFLVLYRV/DKLSHUORUGRVLVHQODVPXMHUHVOD[DV
HV PX\ IUHFXHQWH \ FDXVD GH OXPEDOJLD £QRFWXUQD(loose
back syndromeHQODWHUPLQRORJtDDQJORVDMRQD (QODSREODFLyQ OD[D OD HVSRQGLOROLVWHVLV VH FRUUHODFLRQD FRQ ORV
SLHVSODQRV %LUG © ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Entoris de tobillos
(VWHDQWHFHGHQWHHVWiSUHVHQWHHQODPLWDGGHORVSDFLHQWHV
FRQOD[LWXGDUWLFXODUPLHQWUDVTXHVHUHFRJHVRODPHQWHHQ
XQ GH VXMHWRV QRUPDOHV$QWH XQD HQWRUVLV GH WRELOOR
KD\TXHSHQVDUHQWUHVSRVLELOLGDGHV a)URWXUDSDUFLDORWRWDO
GH ORV OLJDPHQWRV ODWHUDOHV GHO WRELOOR b) HVJXLQFH R c)
E~VTXHGDVLVWHPiWLFDGHORVFULWHULRVGH/$TXHUHYHODQOD
SUHGLVSRVLFLyQ FRQJpQLWD D ODV HQWRUVLV (Q HVWRV FDVRV HO
XVRGH]DSDWRVFRQWDFyQDQFKRORPiVEDMRSRVLEOH\OD
JLPQDVLDGHSLHV\WRELOORVVRQODVROXFLyQ
Luxaciones o subluxaciones recidivantes
$XQTXHSRUVXHUWHVRQSRFRIUHFXHQWHVFRQVWLWX\HQXQDGH
ODVPDQLIHVWDFLRQHVPiVHVSHFWDFXODUHVGHOD/$/DOX[D (VJXLQFHWUDXPDWLVPRDUWLFXODUFHUUDGRLQGLUHFWR
269
FLyQUHFLGLYDQWHGHOKRPEURSRU/$HVSRFRRQDGDGRORURVD\HOHQIHUPRQRFRQVXOWDSRUHOOR
(QFDPELRVtTXHHVGRORURVD\SXHGHFUHDUSUREOHPDV
ODOX[DFLyQUHFLGLYDQWHGHUyWXODFRQEORTXHRGHODURGLOOD
1RHVUDURTXHVLJDQDHVWHHSLVRGLREURWHVGHKLGUDUWURVLV\
ORVHQIHUPRVVHDQVRPHWLGRVDPHQLVFHFWRPtDVLQDSURSLDGDV (Q HVWRV FDVRV XQ IXHUWH YHQGDMH GH FRQWHQFLyQ \ OD
JLPQDVLDGHFXiGULFHSVVRQEiVLFRV(QHOFDVRGHUHTXHULU
XQDLQWHUYHQFLyQTXLU~UJLFDKDEUiTXHHVWXGLDUODFRQVWLWXFLyQ GHO GHVÀODGHUR IpPRURURWXOLDQR SDUD YHU KDVWD TXp
SXQWR OD OX[DFLyQ UHFLGLYDQWH URWXOLDQD VH GHEH D OD /$ R
ELHQDXQGHIHFWRPRUIROyJLFRGHOGHVÀODGHUR/DVUDGLRJUDItDVGHDPEDVURGLOODVDQWHURSRVWHULRUSHUÀOHQFDUJD\GHO
GHVÀODGHURURWXOLDQRHVWiQGDUDƒƒ\ƒVRQLPSHUDWLYDV
7DPELpQVRQIUHFXHQWHVHQORVJUDQGHVOD[RVODVOX[DFLRQHVGHODDFURPLRFODYLFXODU\GHOFRGR$OJXQRVDXWRUHV
UHODFLRQDQOD/$FRQODOX[DFLyQFRQJpQLWDGHFDGHUD .LUN
Tortícolis espontáneos
8QGHOD[RVVXIUHQWRUWtFROLVHVSRQWiQHRVEDVWDQWHFDUDFWHUtVWLFRV/RKDELWXDOHVTXHDSDUH]FDQGHPDQHUDEUXVFDSRUODPDxDQDDOGHVSHUWDU6HFDUDFWHUL]DQSRUXQGRORU
PX\LQWHQVRTXHSXHGHSUHGRPLQDUVREUHXQRGHORVODGRV
GHO FXHOOR FRQ LQFOLQDFLyQ GH OD FDEH]D \ FXHOOR KDFLD DO
ODGRRSXHVWR(VWDDFWLWXGDQWLiOJLFDGHODFDEH]DHVÀMD\
QRSXHGHFRUUHJLUVHFRQODH[SORUDFLyQPDQXDO/DFOtQLFD
SXHGHVHUHVSHFWDFXODUHQHVSHFLDOFXDQGRVHSURGXFHHQ
ORVQLxRV(OGLDJQyVWLFRHVPX\IiFLOFXDQGRVHFRQRFHHO
FXDGUR
/DVWUDFFLRQHVFHUYLFDOHVPiVRPHQRVFRQWLQXDVSURGXFHQXQDUHPLVLyQHVSHFWDFXODUGHOFXDGUR(OHPSOHRGHDOPRKDGDVGHODQDRGHPLUDJXDQRFRQXQKXHFRHQHOFHQWUR
GHPDQHUDTXHODFDEH]D\HOFXHOORHVWpQHQSRVLFLyQFRUUHFWD\HVWDEOHGXUDQWHODQRFKHDVtFRPRXQDVLPSOHJLPQDVLD
SDUDHOGHVDUUROORGHODPXVFXODWXUDFHUYLFDOFRQVWLWX\HQOD
PHMRUSURÀOD[LVSDUDSUHYHQLUQXHYRVDWDTXHV
Meniscopatías
/DVOHVLRQHVGHPHQLVFR\RGHOLJDPHQWRVVRQRFKRYHFHV
PiV IUHFXHQWHV HQWUH ORV MXJDGRUHV GH I~WERO DPHULFDQR
OD[RVTXHHQWUHORVQROD[RV(QQXHVWURPHGLRODVOHVLRQHV
GHPHQLVFRVRQWUHVYHFHVPiVIUHFXHQWHVHQORVOD[RV %DOLXV Poliartralgias
6RQTXL]iODPDQLIHVWDFLyQFOtQLFDGHPD\RULQWHUpVSDUDHO
UHXPDWyORJR/DVSROLDUWUDOJLDVGHORVOD[RVSUHVHQWDQDOJXQRVUDVJRVSHFXOLDUHVTXHSHUPLWHQUHFRQRFHUODV$SDUHFHQ
GXUDQWH OD LQIDQFLD \ OD DGROHVFHQFLD \ SHUVLVWHQ GXUDQWH
270
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
ODUJRVDxRV(QVXHYROXFLyQQRVHSUHVHQWDQEURWHVDJXGRV
VLQRVyORH[DFHUEDFLRQHVTXHFRLQFLGHQFRQODIDWLJD(OGRORUSUHGRPLQDHQODVDUWLFXODFLRQHVGHORVPLHPEURVLQIHULRUHV DXQTXH WDPELpQ SXHGHQ REVHUYDUVH HQ ODV GH ORV
PLHPEURVVXSHULRUHV6XDSDULFLyQHVWiUHODFLRQDGDFRQHO
VREUHXVRGHODDUWLFXODFLyQVLHQGRPiVPDQLÀHVWRGHVSXpV
GHOHMHUFLFLRTXHGXUDQWHpVWH/DKXPHGDGHVDPHQXGRHV
DOXGLGD SRU HVWRV HQIHUPRV FRPR IDFWRU GHWHUPLQDQWH 1R
REOLJDQDOLQGLYLGXRDJXDUGDUFDPD\QRFXUVDQFRQÀHEUH
YHORFLGDGGHVHGLPHQWDFLyQJOREXODU 96* QLSURWHtQD&
UHDFWLYD HOHYDGDV (VWRV ~OWLPRV GDWRV SXHGHQ VHU ~WLOHV
SXHVWRTXHPXFKRVGHHVWRVSDFLHQWHVDFXGHQDOUHXPDWyORJRFRQHOGLDJQyVWLFRJURWHVFRGH©UHXPDªKDQVLGRFDWDORJDGRVFRPR©UHXPiWLFRVFUyQLFRVªRORTXHHVSHRUHWLTXHWDGRV FRPR DIHFWDGRV GH ÀEURPLDOJLD SRU LJQRUDQFLD GHO
FOtQLFRVREUHODH[LVWHQFLDGHOVtQGURPHGH/$(VVDELGR
TXHORVSDFLHQWHVDIHFWDGRVGH/$SUHVHQWDQXQDPD\RUSUHYDOHQFLDGHDIHFFLRQHVUHXPDWROyJLFDVGHSDUWHVEODQGDV\
ODSOXULSDWRORJtDGHHVWRVSDFLHQWHV WHQGLQLWLVGHOVXSUDHVSLQRVRHSLFRQGLOLWLVWURFDQWHULWLVVtQGURPHGHOW~QHOFDUSLDQRWHQGLQLWLVGHODSDWDGHJDQVRHWF OOHYDDOIiFLOGLDJQyVWLFRGHÀEURPLDOJLD
(OFXDGURSXHGHQRVyOROLPLWDUVHDODVDUWUDOJLDVVLQR
TXHWDPELpQSXHGHQREVHUYDUVHGHUUDPHVDUWLFXODUHVHQODV
URGLOODV\HQORVWRELOORV(OGHUUDPHDUWLFXODUHQODVURGLOODV
HVPX\PROHVWR\DSDUHFHFRQHOXVRQRUPDOGHODURGLOODVLQ
HVIXHU]RVH[WUDRUGLQDULRV(OOtTXLGRDUWLFXODUHVGHFDUDFWHUtVWLFDVPHFiQLFDV
2WURFRPSRQHQWHGHODVDUWUDOJLDVGHOOD[RVRQORVGRORUHVYHUWHEUDOHVORFDOL]DGRVGHRUGLQDULRHQODFROXPQDFHUYLFDO\OXPEDU(VWH~OWLPRDSDUHFHKDELWXDOPHQWHHQPXMHUHVMyYHQHVKLSHUORUGyWLFDV
0XFKRVSDFLHQWHVOD[RVVRQ©GLDJQRVWLFDGRVªGHGRORU
FUyQLFRFXDQGRHQUHDOLGDGODGHPRVWUDFLyQGHTXHWLHQHQ
XQD /$ HYLWDUtD PXFKDV DFWXDFLRQHV PpGLFDV LQMXVWLÀFDGDV
Síndrome sacroilíaco en el tercer trimestre
del embarazo
'XUDQWHHOHPEDUD]RH[LVWHXQSHTXHxRDXQTXHVLJQLÀFDWLYRLQFUHPHQWRGH/$ %HLJKWRQ 1RHVUDURTXHHQ
ORV~OWLPRVPHVHVGHOHPEDUD]R\HQHOPRPHQWRHQHOTXH
OD SHOYLV HV VRPHWLGD D FLHUWD GLVWHQVLyQ PRYLPLHQWRV GH
QXWDFLyQ\FRQWUDQXWDFLyQ ÀJ DSDUH]FDXQVtQGURPH
GRORURVRGHQHWDORFDOL]DFLyQVDFURLOtDFDFRQGRORUUHIHULGR
D OD FDUD SRVWHULRU GHO PXVOR \ D YHFHV FODXGLFDFLyQ GHO
PLHPEURLQIHULRU+DELWXDOPHQWHSXHGHFRQIXQGLUVHHQXQ
H[DPHQVXSHUÀFLDOFRQXQDUDGLFXOLWLVFLiWLFD/DH[SORUDFLyQ DGHFXDGD SHUPLWH GHPRVWUDU HO RULJHQ VDFURLOtDFR GH
ORV GRORUHV DVt FRPR OD DXVHQFLD GH VtQWRPDV UDGLFXODUHV
REMHWLYRV(VSRVLEOHTXHODFDSDFLGDGGHGLVWHQVLyQGHORV
OLJDPHQWRVVDFURLOtDFRVDXPHQWHHQORV~OWLPRVPHVHVGHO
HPEDUD]RHQUHODFLyQFRQORVFDPELRVKRUPRQDOHVDXQTXH
b
a
b
a
Figura 21.1. D 0RYLPLHQWRVGHQXWDFLyQ\E PRYLPLHQWRVGHFRQWUDQXWDFLyQ
QRVHKDSRGLGRHVWDEOHFHUFRQVHJXULGDGVLVRQSURGXFL
GRVSRUODFRQFHQWUDFLyQDEVROXWDGHSURJHVWHURQDRHVWUyJHQRVSRUODVHFUHFLyQGHUHOD[LQDRLQFOXVRSRUDOWHUDFLRQHV
HQHOPHWDEROLVPRPDWHUQRGHOFRUWLVRO\FRQLQGHSHQGHQFLD
GHXQD/$SUHYLD
(OUHSRVRHQFDPDXQDRUWHVLVOXPEDU\SDUDFHWDPROD
GRVLVFRQYHQFLRQDOHVVRQVXÀFLHQWHVSDUDPLWLJDUHOSUREOHPD/RVGRORUHVGHVDSDUHFHQWUDVHOSDUWR
Disfunción témporo-maxilar
/DGLVIXQFLyQWpPSRURPD[LODUVHGHEHDOGHVSOD]DPLHQWR
GHOPHQLVFRLQWUDDUWLFXODU\HVFDXVDGHGRORUGHFUXMLGRV
DUWLFXODUHV\GHGLÀFXOWDGHVSDUDODPDVWLFDFLyQ %HDPRQWH
Afecciones reumatológicas de partes blandas
/DVDIHFFLRQHVUHXPDWROyJLFDVGHSDUWHVEODQGDVFRPREXUVLWLVWHQGLQLWLVFDSVXOLWDVRW~QHOFDUSLDQRHQWUHRWUDVSUHVHQWDQXQDPD\RUSUHYDOHQFLDHQORVOD[RV\VRQXQPRWLYR
IUHFXHQWHGHFRQVXOWD %XOEHQD'XUy Artrosis precoz
/D/$HVXQIDFWRUIDYRUHFHGRUGHODFRQGURPDODFLDURWXOLDQD $O5DZL \FDXVDSUHPDWXUDGHDUWURVLV\GHGHSyVLWRVGHSLURIRVIDWRFiOFLFR %LUG Capítulo | 21 Síndrome de laxitud articular
MANIFESTACIONES EXTRAARTICULARES
Equimosis subcutáneas
/DVHTXLPRVLVVXEFXWiQHDVHVSRQWiQHDVRWUDVWUDXPDWLVPRV
PtQLPRVODVKDOODPRVHQFHUFDGHODPLWDGGHQXHVWURVSDFLHQWHVOD[RV
Hernias
/DVKHUQLDVLQJXLQDOXPELOLFDOGHKLDWRRGHFXDOTXLHURWUD
ORFDOL]DFLyQVRQPiVIUHFXHQWHVHQORVOD[RVTXHHQODSREODFLyQFRQWURO $O5DZL Prolapso genital
(QQXHVWURPHGLRODSUHYDOHQFLDGHSURODSVRJHQLWDOHVVXSHULRUHQOD[RVTXHHQHOJUXSRFRQWURO 'XUy 271
OTRAS MANIFESTACIONES
2WUDVPDQLIHVWDFLRQHVQRDUWLFXODUHVGHOD/$GHVFULWDVVRQ
ODSUHVHQFLDGHSLHOÀQD\IUiJLOPLRStD\XQDIDFLHVFDUDFWHUtVWLFDFRQSOLHJXHVGHORVSiUSDGRVHQJURVDGRV\RFDtGRV
\VXUFRVQDVRJHQLDQRVSURQXQFLDGRV &KLOG $OWHUDFLRQHV GHO VLVWHPD QHUYLRVR DXWyQRPR FRPR OD
KLSRWHQVLyQRUWRVWiWLFDFRQRVLQFXDGURVVLQFRSDOHV\VtQGURPHGHWDTXLFDUGLDSRVWXUDORUWRVWiWLFDKDQVLGRWDPELpQ
GHVFULWRVHQORVVXMHWRVOD[RV *D]LW /DVSHUVRQDVFRQHOVtQGURPHGH/$SUHVHQWDQXQDWHQGHQFLD VXSHULRU D SUHVHQWDU XQD KiELWR FRUSRUDO DVWpQLFR
%XOEHQD /D/$VHKDGHVFULWRWDPELpQHQFDVRVGH
HQIHUPHGDGHVDGTXLULGDVGHOWHMLGRFRQMXQWLYR *XPi \HQPXMHUHVDOFRKyOLFDVHVSHFLDOPHQWHHQODVSHTXHxDVDUWLFXODFLRQHVGHODVPDQRV &DUOVVRQ (QODWDEODVHUHVXPHQODVPDQLIHVWDFLRQHVFOtQLFDV
GHOD/$
LAXITUD EN NIÑOS
Prolapso mitral
(OSURODSVRPLWUDOHVHOGHVSOD]DPLHQWRGHXQDRGRVYDOYDVGHODYiOYXODPLWUDOHQHOLQWHULRUGHODDXUtFXODL]TXLHUGDGXUDQWHODVtVWROH(VODFDXVDPiVIUHFXHQWHGHLQVXÀFLHQFLDPLWUDOHQHOPXQGRRFFLGHQWDO\VXSUHYDOHQFLDVH
VLW~DDOUHGHGRUGHO 9HUPD /RVVXMHWRVOD[RVWLHQHQXQDPD\RULQFLGHQFLDGHSURODSVRGHODYiOYXODPLWUDO 2QGUDVLN GDWRTXHKHPRVSRGLGRFRQÀUPDUHQQXHVWUDVHULH 'XUy %XOEH
QD 'XUy HQODTXHHOGHVXMHWRVOD[RV
SUHVHQWDEDQSURODSVRPLWUDOIUHQWHDQLQJ~QFRQWURO$OJXQRVDXWRUHVRSLQDQTXHODSUHYDOHQFLDGHSURODSVRPLWUDOHQ
OD/$QRHVPD\RUTXHHQORVHVWXGLRVJHQHUDOHVGHVDOXG
HQODSREODFLyQ 0LVUD © ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
MANIFESTACIONES PSIQUIÁTRICAS
5RWpVKDEtDREVHUYDGR\VHxDODGRUHSHWLGDPHQWHHOQRWDEOH
JUDGR GH WHQVLyQ QHUYLRVD TXH SUHVHQWDEDQ ORV SDFLHQWHV
OD[RVTXHDFXGtDQDVXFRQVXOWD 5RWpV /RVGLDJQyVWLFRVGHWUDVWRUQRSRUDQJXVWLDDJRUDIRELD
\ IRELD VLPSOH VH SURGXFHQ GH IRUPD VLJQLÀFDWLYDPHQWH
PD\RUHQORVOD[RVTXHHQORVFRQWUROHV8QGHORV
VXMHWRV OD[RV WLHQHQ DOJ~Q WUDVWRUQR GH DQVLHGDG SRU HO
GH ORV FRQWUROHV /RV SDFLHQWHV OD[RV SRVHHQ XQD
SUREDELOLGDGDMXVWDGDSRUHGDG\VH[RXQDVYHFHVPD\RU GH SUHVHQWDU WUDVWRUQRV GH DQVLHGDG FLQFR YHFHV
PD\RUGHWHQHUDJRUDIRELD\VLHWHYHFHVPD\RUGHSUHVHQWDUWUDVWRUQRVGHSiQLFR$ODLQYHUVDHOGHORVFDVRV
GH DQVLHGDG VRQ VXMHWRV OD[RV %XOEHQD 'XUy
%XOEHQD0DUWtQ6DQWRV (VFXULRVDOD
SXOVLyQSRUHOGXOFHGHORVVXMHWRVOD[RVFRQWUDVWRUQRVGH
DQVLHGDG
(OUHWUDVRGLDJQyVWLFRGH/$HQQLxRVLPSOLFDXQPDOFRQWUROGHOGRORU\XQDDOWHUDFLyQGHODYLGDIDPLOLDU\HVFRODU
LQFOXVR HYLWDQ ODV FODVHV GH JLPQDVLD \ WLHQHQ SUREOHPDV
SDUDFRJHUXQOiSL]RXQEROtJUDIRPX\ÀQRV/D/$HQORV
QLxRVDQWHVGHODSXEHUWDGVHGLVWULEX\HSRULJXDOHQWUHDPERVVH[RV 'XUy 'HVSXpVGHORVDxRVVHKDFHPiV
IUHFXHQWHHQQLxDV/DVPDQLIHVWDFLRQHVPiVIUHFXHQWHVVRQ
ODVDUWUDOJLDV HQHOGHORVFDVRV \ODVDUWLFXODFLRQHV
PiV KDELWXDOPHQWH DIHFWDGDV VRQ URGLOODV FRGRV
Tabla 21.1. Manifestaciones clínicas de la laxitud
articular
Articulares
Pies plano
Genu valgo
Escoliosis
Entorsis de tobillos
Luxaciones o subluxaciones recidivantes
Tortícolis espontáneos
Meniscopatías
Poliartralgias
Síndrome sacroilíaco en el tercer trimestre del embarazo
Disfunción temporo-maxilar
Afecciones reumatológicas de partes blandas
Artrosis precoz
Extraarticulares
Equimosis espontáneas
Hernias
Prolapso genital
Prolapso mitral
Psiquiátricas
Otras
272
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
PXxHFDV PHWDFDUSRIDOiQJLFDV 0&) \WRELOORV /DHGDGPHGLDHQODTXHHPSLH]DQDFDPLQDUORVQLxRV
OD[RVVHVLW~DDOUHGHGRUGHORVPHVHV\XQGHORV
FDVRVWLHQHQXQDPDUFKDDQyPDOD(OGRORUOXPEDUHVWiSUHVHQWHHQHOGHORVFDVRV/RVHVJXLQFHV HQHOGHORV
FDVRV \ ODV OX[DFLRQHV \ VXEOX[DFLRQHV DUWLFXODUHV HQ HO
GHORVFDVRV VRQDVLPLVPRIUHFXHQWHV\XQSUHVHQWDQKHPDWRPDVGHUHSHWLFLyQ0iVGHODPLWDGGHORVSDFLHQWHVWLHQHQXQDIUDQFDOLPLWDFLyQSDUDODVDFWLYLGDGHVItVLFDV\XQWLHQHSUREOHPDVGHVHJXLPLHQWRGHOFXUVR
HVFRODUDFDXVDGHORVVtQWRPDV $GLE 1RHVUDURTXHOD/$HQQLxRVVLPXOHDXQDDUWULWLVFUyQLFDMXYHQLO 'XUy LAXITUD CULTIVADA
(QODVSHUVRQDVTXHSUDFWLFDQJLPQDVLDREDOOHWVHHQFXHQWUD
FRQPiVIUHFXHQFLD/$VLHQGRODVSROLDUWUDOJLDV\ORVSUREOHPDVWHQGLQRVRVORVPiVKDELWXDOHV %ULJVV $XQTXHHVHYLGHQWHTXHORVHMHUFLFLRVDGHFXDGRVSXHGHQDXPHQWDUODPRYLOLGDGGHXQDDUWLFXODFLyQQRHVVHJXURTXHHVWR
H[SOLTXHSRUVtVRORODKLSHUPRYLOLGDGGHDOJXQRVGHHVWRV
VXMHWRVSXHVWRHQORVTXHSUDFWLFDQHOEDOOHW\IXHU]DQGHWHUPLQDGDV DUWLFXODFLRQHV HV IUHFXHQWH KDOODU WDPELpQ KLSHUPRYLOLGDGHQODVDUWLFXODFLRQHVTXHQRKDQVLGRVRPHWLGDVD
HQWUHQDPLHQWR (V PX\ SUREDEOH TXH H[LVWD XQD VHOHFFLyQ
SRUDSWLWXG\TXHORVOD[RVVHGHGLTXHQFRQSUHIHUHQFLDD
FLHUWDVSURIHVLRQHV(OORHVPX\HYLGHQWHHQORVFRQWRUVLRQLVWDV FLUFHQVHV 1R SXHGH VHU FRQWRUVLRQLVWD XQD SHUVRQD
TXHQRVHDOD[D3RVWHULRUPHQWHHOHQWUHQDPLHQWRDXPHQWDUiODPRYLOLGDG .OHPS LAXITUD Y DEPORTE
/DSUHYDOHQFLDGH/$HQORVGHSRUWLVWDVVHVLW~DHQDOUHGHGRUGHO/RVGHSRUWLVWDVFRQ/$SUHVHQWDQPiVDOWHUDFLRQHVGHODSDUDWRORFRPRWRU/DVREUHFDUJDGHSRUWLYDUHSHUFXWHVREUHODVHVWUXFWXUDVDUWLFXODUHVHVSRUGLFKRPRWLYR
TXHORVMyYHQHVFRQ/$GHEHQHYLWDUODSUiFWLFDGHGHSRUWHV
HQ ORV TXH LQWHUYHQJDQ ODV DUWLFXODFLRQHV DIHFWDGDV /RV
OD[RVTXHSUDFWLFDQHOVDOWRGHDOWXUDRODVFDUUHUDVGHYDOODV
SUHVHQWDQDUWUDOJLDVKDELWXDOPHQWHHQODVURGLOODV\PiVHVSHFLDOPHQWHHQODFRUUHVSRQGLHQWHDOSLHGHEDVWLGD&RPR
QRUPDV GH SUHYHQFLyQ DFRQVHMDUtDPRV a) HVWLPXODU ORV
HMHUFLFLRVHQFDPLQDGRVDSURSRUFLRQDUDODVDUWLFXODFLRQHV
XQVyOLGRVRVWHQLPLHQWRPXVFXODUSHURFRQODVSUHFDXFLRQHVGHELGDVSXHVWRTXHDODXPHQWDUODSRWHQFLDVHGLVPLQX\HODYHORFLGDG\XQDPXVFXODFLyQPDOUHJXODGDSXHGHVHU
FDXVDGHHQWHVRSDWtDVb)HIHFWXDUGHIRUPDVLVWHPiWLFDHMHUFLFLRVGHHVWDELOL]DFLyQYHUWHEUDOc)FRQWURODUHOSLHSODQR
PHGLDQWHHMHUFLFLRVJLPQiVWLFRVGHVWLQDGRVDOPDQWHQLPLHQWRGHODEyYHGDSODQWDUHOHPSOHRGHSODQWLOODVFXDQGRVHDQ
QHFHVDULDV\HOXVRGHOFDO]DGRDGHFXDGRd)HYLWDUORVHMHU-
FLFLRVFRQSHVDVRGHSRUWHVTXHREOLJXHQDODUHDOL]DFLyQGH
HMHUFLFLRVFRQFDUJD\e)HYLWDUORVHMHUFLFLRVTXHFRPSRUWHQODUHDOL]DFLyQGHPRYLPLHQWRVGHPi[LPDH[FXUVLyQDUWLFXODUHQHVSHFLDOVLVHUHDOL]DQFRQFDUJD*HQHUDOPHQWH
ORVGHSRUWLVWDVDEXVDQGHORVHMHUFLFLRVGHÁH[LyQPi[LPD
GHODVURGLOODVGXUDQWHORVHQWUHQDPLHQWRVGHSRWHQFLD\HVWH
H[FHVRHVFDXVDGHVXIULPLHQWRDUWLFXODULQFOXVRHQORVVXMHWRVQROD[RV
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
/DVSUXHEDVGHODERUDWRULRVRQQRUPDOHV/RVHVWXGLRVGH
LPDJHQQRDSRUWDQGDWRVVLJQLÀFDWLYRV+DELWXDOPHQWHORV
SDFLHQWHVVRQVRPHWLGRVDXQDVHULHGHH[SORUDFLRQHVFRPSOHPHQWDULDVLQQHFHVDULDV WRPRJUDItDFRPSXWDUL]DGD>7&@
UHVRQDQFLD PDJQpWLFD >50@ JDPPDJUDItDV HFRJUDItDV
HWF (O HFRFDUGLRJUDPD HV REOLJDGR FXDQGR VH VRVSHFKD HO
SURODSVRGHODYiOYXODPLWUDO
DIAGNÓSTICO
/D/$HVXQVtQGURPHFX\RGLDJQyVWLFRHVFOtQLFR\VHUHDOL]DPHGLDQWHXQRVFULWHULRVFOtQLFRVGHÀQLGRV/RVGLVWLQWRV
FULWHULRVHPSOHDGRVVRQEDVWDQWHVLPSOHV\UHTXLHUHQSRFRV
PLQXWRVSDUDVHUFRPSUREDGRV 'XUy /RVFULWHULRVGH%HLJKWRQ WDEOD VRQORVPiVSRSXODUHVSHURQRIXHURQGLVHxDGRVSDUDHOGLDJQyVWLFRGH/$
VLQR SDUD HVWXGLRV HSLGHPLROyJLFRV %HLJKWRQ 3UHVHQWDQGRVLQFRQYHQLHQWHVa)PLGHQXQDPXHVWUDGHDUWLFXODFLRQHVFRQFUHWDV\QRWLHQHQHQFXHQWDOD/$HQRWUDVDUWLFXODFLRQHV\b)QRYDORUDQODVPDQLIHVWDFLRQHVH[WUDDUWLFXODUHV
ÀJ /RV FULWHULRV GH 5RWpV WDEOD VRQ ORV ~QLFRV TXH
HVWDEOHFHQXQRVFULWHULRVGHPHGLGDGLVWLQWRVSDUDPHQRUHV
\PD\RUHVGHDxRV
3RUQXHVWUDSDUWHHVWXGLDPRVODÀDELOLGDG\ODYDOLGH]
GHORVGLVWLQWRVFULWHULRVGH/$HQXQDPXHVWUDGHSDFLHQWHV
Tabla 21.2. Laxitud articular. Criterios de Beighton
1. Dorsiflexión pasiva del quinto dedo que sobrepasa los 90°
2. Aposición pasiva del pulgar a la cara flexora del antebrazo
3. Hiperextensión activa de los codos que sobrepase los 10°
4. Hiperextensión de rodillas que sobrepase los 10°
5. Flexión del tronco hacia delante con las rodillas
en extensión, de modo que las palmas de las manos
se apoyen en el suelo
Los cuatro primeros criterios puntúan un punto por cada lado. El criterio
5 puntúa un punto. Máxima puntuación: 9 puntos. Diagnóstico
de laxitud articular: cuatro o más puntos.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Capítulo | 21 Síndrome de laxitud articular
273
Figura 21.2. &ULWHULRVGHOD[LWXGDUWLFXODUVHJ~Q%HLJKWRQ
UHXPDWROyJLFRV DWHQGLGRV DPEXODWRULDPHQWH 'XUy %XOEHQD &RPR UHVXOWDGR GH HVWH HVWXGLR SURSXVLPRVXQDDPSOLDFLyQGHORVFULWHULRVGH%HLJKWRQTXHUHVXOWDURQDGHFXDGRVSDUWLFXODUPHQWHSDUDODGHWHFFLyQGHOD/$
HQKRPEUHV WDEOD /RV ~OWLPRV FULWHULRV SURSXHVWRV VRQ ORV GH %ULJKWRQ
*UDKDPH FRQODLQWHQFLyQGHGHÀQLUPHMRUHOVtQGURPH\SRGHULQFOXLUODVGLIHUHQFLDVGH/$HQWUHKRPEUHV
\PXMHUHVHQSHUVRQDVMyYHQHVRPD\RUHVHWFTXHLQFOX-
\HQ WDPELpQ PDQLIHVWDFLRQHV H[WUDDUWLFXODUHV \ TXH HVWiQ
SHQGLHQWHVGHVHUYDOLGDGRV WDEOD $H[FHSFLyQGHORVFULWHULRVGH5RWpVORV GHPiVFULWHULRVVyORVRQDSOLFDEOHVDODSREODFLyQDGXOWD DxRV PRONÓSTICO
/DVSHUVRQDVDIHFWDGDVGH/$WLHQHQXQDHVSHUDQ]DGHYLGD
LJXDODODGHODSREODFLyQJHQHUDO
274
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
Tabla 21.3. Laxitud articular. Criterios de Rotés
Criterios
Antes de los 15 años
Después de los 15 años
Ángulo metacarpofalángico
> 100°
> 90°
Aposición pasiva del pulgar a la cara flexora del antebrazo
contacta
paralelo
Hiperextensión del codo
> 10°
> 5°
Rotación externa del hombro
> 90°
> 85°
C. cervical (rotaciones)
> 90°
> 85°
C. cervical (inflexiones)
> 50°
> 45°
Ángulo metatarsofalángico
> 100°
> 90°
Hiperextensión de las rodillas
> 5°
> 5°
Abducción simultánea de caderas
> 95°
> 90°
Tocar el suelo estando de pie sin flexionar las rodillas
Con la palma de la mano
Con el puño cerrado
Hipermovilidad lumbar valorada subjetivamente
Presente por inspección
Presente por inspección
Diagnóstico de laxitud articular: presencia de seis o más criterios.
Tabla 21.4. Laxitud articular. Criterios del Hospital
del Mar
Equimosis espontáneas o al más mínimo traumatismo
Extremidades superiores
1. Aposición pasiva del pulgar a la cara flexora del antebrazo
2. Ángulo metacarpofalángico > 90°
3. Hiperextensión de los codos que sobrepase los 10°
4. Rotación externa del hombro > 85°
Extremidades inferiores:
1. Abducción simultánea de caderas > 85°
2. Hipermovilidad de la rótula
3. Hiperextensión de las rodillas que sobrepasen los 10°
4. Hipermovilidad de los tobillos
5. Ángulo metatarsofalángico > 90°
Puntuación: un punto para cada ítem valorado en el lado no dominante.
Máxima puntuación: 10 puntos.
Diagnóstico de laxitud articular:
Hombres: cuatro o más puntos, mujeres: cinco o más puntos.
/RVSDFLHQWHVFRQ/$GHVWDFDQHQORVGHSRUWHV\HQODV
DUWHV/RVQLxRV\QLxDVOD[RVGHEHQVHURULHQWDGRVKDFLDOD
SUiFWLFDGHJLPQDVLDUtWPLFDEDOOHWRDFUREDFLD/RVSLDQLVWDVYLROLQLVWDV\ÁDXWLVWDVFRQ/$HQVXVGHGRV\PXxHFDV
SUHVHQWDQPHQRVGRORUTXHVXVFROHJDVQROD[RV /DUVVRQ
/D/$GLVPLQX\HFRQODHGDG(QODFOtQLFDGLVWLQJXLPRV
WUHVSHUtRGRVKDVWDODSXEHUWDGGHODSXEHUWDGKDVWDORV
DxRV\GHVSXpVGHORVDxRV+DVWDODSXEHUWDGODPRYLOLGDGDUWLFXODUHVPi[LPD'HVSXpVGHDSUR[LPDGDPHQWHORV
DxRVODPRYLOLGDGDUWLFXODUGLVPLQX\HDOJR8QDQXHYD
Tabla 21.5. Laxitud articular. Criterios de Brighton
Criterios mayores
1. Puntuación de Beighton superior a 4 puntos
2. Artralgias de más de 3 meses de duración en más
de 4 articulaciones
Criterios menores
1. Puntuación de Beighton entre 1 y 3 puntos
2. Artralgias de más de 3 meses de duración entre una y tres
articulaciones o lumbalgia superior a 3 meses
o espondilolisis o espondilolistesis
3. Luxaciones articulares en más de una articulación o en una
articulación en más de una ocasión
4. Más de tres afecciones reumatológicas de partes blandas
(tendinitis, epicondilitis, bursitis, etc.)
5. Hábito marfanoide (aracnodactilia, dolicostenoelia, signo
de Steinberg, signo de Walter-Murdoch)
6. Alteraciones cutáneas (cicatrices finas, hiperextensibilidad
cutánea, etc.)
7. Alteraciones oculares (miopía, párpados caídos, etc.)
8. Prolapso rectal/uterino. Varices
Diagnóstico de laxitud articular:
Dos criterios mayores o un criterio mayor y dos menores o cuatro
criterios menores o dos criterios menores y un familiar de primer grado
afectado de laxitud articular.
GLVPLQXFLyQVHUHJLVWUDDSDUWLUGHORVDxRVDXQTXHSXHGHQ HQFRQWUDUVH VXMHWRV FRQ OD[LWXG LQWHQVD KDVWD HGDGHV
PX\DYDQ]DGDV
/D/$VXSRQHXQDYHQWDMDHQODVSHUVRQDVPD\RUHV\D
TXHOHVSHUPLWHGLVIUXWDUGHXQDWHUFHUDHGDGPiVDFWLYD\
SURYHFKRVD
Capítulo | 21 Síndrome de laxitud articular
TRATAMIENTO
CÓDIGOS CIE-10
(OWUDWDPLHQWRSDVDSRUWUHVSXQWRVEiVLFRV
0
6tQGURPHGHOD[LWXGDUWLFXODU
1. Establecer el diagnóstico correcto.(VIXQGDPHQWDOHVWDEOHFHUHOGLDJQyVWLFRFRUUHFWRH[SOLFiQGROHDOSDFLHQWHFRQXQOHQJXDMHVHQFLOORHOFRQFHSWRGH/$3DUDPXFKRVSDFLHQWHVHVWDDVHYHUDFLyQOHVDOLYLD\DFHSWDQGH
PHMRUJUDGRVXVPROHVWLDV(VWRHYLWDODSUiFWLFDH[SORUDFLRQHVLQQHFHVDULDV\WUDWDPLHQWRVLQDSURSLDGRV
2. Informar al paciente.6HLQIRUPDUiDOSDFLHQWHGHTXHQR
HV SRUWDGRU GH QLQJXQD HQIHUPHGDG UHXPiWLFD FUyQLFD
LQÁDPDWRULD LQYDOLGDQWH &DGD SDFLHQWH QHFHVLWDUi XQ
WUDWDPLHQWR HVSHFtÀFR DMXVWDGR D ODV FDUDFWHUtVWLFDV GH
VXVSUREOHPDV+D\TXHFUHHUODVTXHMDVGRORURVDVGHO
SDFLHQWH FRQ OD[LWXG /D IDOWD GH VLJQRV REMHWLYRV H[FHSWRODSUHVHQFLDGHORVFULWHULRVOOHYDDYHFHVDOGLDJQyVWLFRHUUyQHRGHÀEURPLDOJLD(VFRQYHQLHQWHDFRQVHMDUDORVSDFLHQWHVDTXHUHDOLFHQHVWXGLRVVXSHULRUHVR
WUDEDMRVVHGHQWDULRV
3. Tratar lo tratable./RVSDFLHQWHVOD[RVVRQVXVFHSWLEOHV
GHSUHVHQWDUDIHFFLRQHVUHXPDWROyJLFDVGHSDUWHVEODQGDV\IUDFWXUDVSRUVREUHFDUJDFRQPD\RUIUHFXHQFLDTXH
ODSREODFLyQJHQHUDO
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
275
/DÀVLRWHUDSLDHVODSLHGUDDQJXODUGHOWUDWDPLHQWR8QD
EXHQDSRVWXUDHVSHFLDOPHQWHHQHOWUDEDMRHVIXQGDPHQWDO
\ ORV HMHUFLFLRV DHUyELFRV \ GH UHVLVWHQFLD PXVFXODU VRQ
VLHPSUHQHFHVDULRV/RVHVWLUDPLHQWRVD\XGDQDPDQWHQHUOD
DPSOLWXGGHORVPRYLPLHQWRVDOLJXDOTXHORVHMHUFLFLRVGH
FRRUGLQDFLyQ TXH WDPELpQ D\XGDQ D VLQFURQL]DU ORV PRYLPLHQWRVGHODVH[WUHPLGDGHVHQUHODFLyQFRQHOWURQFRUHGXFLHQGRHOULHVJRGHOX[DFLRQHV\GHVXEOX[DFLRQHV
(V QHFHVDULR GLVWULEXLU HO HVIXHU]R XQLIRUPHPHQWH GXUDQWHHOGtD\QRHVWDUPiVGHPLQXWRVKDFLHQGRODPLVPD
DFWLYLGDG
/RVOD[RVGHEHQHYLWDUODREHVLGDG\DTXHHOFROiJHQR
HOiVWLFRHVPiVGpELO\VRSRUWDPHQRVHOSHVR
/RV DQDOJpVLFRV \ ORV DQWLLQÁDPDWRULRV QR HVWHURLGHRV
$,1( VRQ~WLOHVDFRUWRSOD]RSHURSRFRHIHFWLYRVDODUJR
SOD]R
(QQXHVWUDH[SHULHQFLDODFLUXJtDHVGHFHSFLRQDQWHHPSHRUDODVFRVDVHVSHFLDOPHQWHFRPRRFXUUHDPHQXGRVLHO
RUWRSHGDQRHVFRQVFLHQWHGHOSUREOHPDGHEDVH/DFLUXJtD
VHHYLWDUiHQORSRVLEOH\VyORGHEHUtDHPSOHDUVHGHVSXpVGH
FRQVLGHUDUFXLGDGRVDPHQWHORVULHVJRV\EHQHÀFLRVHQFDVR
FRQWUDULRQRVHOOHYDUiDFDERFRQp[LWR
/RVSDFLHQWHVFRQ/$QRUHVSRQGHQGHIRUPDDGHFXDGD
D ODV LQ\HFFLRQHV DQHVWpVLFDV GH OLGRFDtQD DGPLQLVWUDGDV
SRUHMHPSORHQODVLQÀOWUDFLRQHV £VHHYLWDUiQORVSUHSDUDGRV depot HQ ODV H[WUDFFLRQHV GHQWDOHV HQ OD DQHVWHVLD
SHULGXUDOHLQFOXVRHQIRUPDGHSDUFKHVLQWUDGpUPLFRV\VX
SURSLRFHSFLyQVXSHUFHSFLyQGHODSRVLFLyQ\GHOHTXLOLEULR
GHORVP~VFXORVVHHQFXHQWUDHVWiDOWHUDGD
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
%HLJKWRQ3*UDKDPH5%LUG+$ HGV +\SHUPRELOLW\RIMRLQWV DHG /RQGRQ6SULQJHU9HUODJ
'XUy -& /D[LWXG DUWLFXODU $VSHFWRV FOtQLFRV \ SVLFRSDWROyJLFRV 7HVLV
GRFWRUDO%DUFHORQD8QLYHUVLGDGGH%DUFHORQD
'XUy-&(QIHUPHGDGHVFRQJpQLWDVGHOWHMLGRFRQMXQWLYR(Q%ODQFR)-
&DUUHLUD30DUWtQ(0XOHUR-2OLYp$7RUQHUR- HGV 0DQXDO6(5
GHODVHQIHUPHGDGHVUHXPiWLFDV DHG 0DGULG0pGLFD3DQDPHULFDQD
'XUy-&(QIHUPHGDGHVKHUHGLWDULDVGHOWHMLGRFRQMXQWLYR(Q5R]PDQ&
HG 7UDWDGR GH 0HGLFLQD ,QWHUQD )DUUHUDV5R]PDQ D HG 0DGULG(OVHYLHU
5RWpV -$UJDQ\$ /D OD[LWXG DUWLFXODU FRPR IDFWRU GH DOWHUDFLRQHV GHO
DSDUDWRORFRPRWRU5HY(VS5HXPDW(QI2VWHR$UWLFXODUHV
5RWpV-*UDQDGRV-5LEDV50LWMj-0XxR]*yPH]-(OVtQGURPHGH
OD[LWXGDUWLFXODU0HG&OLQ %DUF BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
$GLE1'DYLHV.*UDKDPH5:RR30XUUD\.--RLQWK\SHUPRELOLW\
V\QGURPHLQFKLOGKRRG$QRWVREHQLJQPXOWLV\VWHPGLVRUGHU"5KHXPDWRORJ\
$O5DZL=61HVVDQ+-RLQWK\SHUPRELOLW\LQSDWLHQWVZLWKFKRQGURPDODFLDSDWHOODH%U-5KHXPDWRO
$O5DZL=6$O'XEDLNHO.<$O6LNDÀ+-RLQWPRELOLW\LQSHRSOHZLWK
KLDWXVKHUQLD5KHXPDWRORJ\
%DOLXV 5 /D[LWXG DUWLFXODU \ VHOHFFLyQ GHSRUWLYD 0DUDWKRQ %HDPRQWH03'XUy-&3UHYDOHQFLDGHOD[LWXGDUWLFXODUHQPXMHUHVFRQ
GLVIXQFLyQWpPSRURPD[LODU5HY(VS5HXPDWRO
%HLJKWRQ 3 6RORPRQ / 6RVNROQH &/$UWLFXODU PRELOLW\ LQ DQ$IULFDQ
SRSXODWLRQ$QQ5KHXP'LV
%LUG+$7ULEH&5%DFRQ3$-RLQWK\SHUPRELOLW\OHDGLQJWRRVWHRDUWKURVLVDQGFKRQGURFDOFLQRVLV$QQ5KHXP'LV
%LUG+$(DVWPRQG&-+XGVRQ$:ULJKW9,VJHQHUDOL]HGMRLQWOD[LW\D
IDFWRULQVSRQG\OROLVWKHVLV"6FDQG-5KHXPDWRO
%ULJJV-0F&RUPDFN0+DNLP$-*UDKDPH5,QMXU\DQGMRLQWK\SHUPRELOLW\V\QGURPHLQEDOOHWGDQFHUV$\HDUIROORZXS5KHXPDWRORJ\
%XOEHQD$ 'XUy -& 0DWHR$ 3RUWD 0 9DOOHMR - -RLQW K\SHUPRELOLW\
V\QGURPHDQGDQ[LHW\GLVRUGHUV/DQFHW
%XOEHQD$'XUy-&0DWHR$9DOOHMR-$JRUDIRELD\OD[LWXGDUWLFXODU
'RVVLHUVGH3VLTXLDWUtD %ROHWtQGHOD6RFLHGDG&DWDODQDGH3VLTXLDWUtD %XOEHQD$'XUy-&3RUWD0)DXV69DOOHVFDU50DUWtQ6DQWRV5&OLQLFDODVVHVVPHQWRIK\SHUPRELOLW\RIMRLQWV$VHPEOLQJFULWHULD-5KHPDWRO
%XOEHQD$'XUy-&+\SHUPRELOLW\V\QGURPH7KHPLVVLQJEHWZHHQPLWUDO YDOYH SURODSVHG DQG DQ[LHW\ GLVRUGHUV &OLQ 1HXURSKDUPDFRO
%XOEHQD$'XUy-&3RUWD00DUWtQ6DQWRV50DWHR$0ROLQD/HWDO
$Q[LHW\ GLVRUGHUV LQ WKH MRLQW K\SHUPRELOLW\ V\QGURPH 3V\FKLDWULF
5HVHDUFK
%XOEHQD$'XUy-&3RUWD00DUWtQ6DQWRV5*DJR-+LSHUOD[LWXGDUWLFXODUJHQHUDOL]DGD\OHVLRQHVP~VFXOROLJDPHQWRVDV5HY(VS5HXPDWRO
276
SECCIÓN | IV Enfermedades congénitas del tejido conjuntivo
%XOEHQD$0DUWtQ6DQWRV53RUWD0'XUy-&*DJR-6DQJRUULQ-HWDO
6RPDWRW\SHLQSDQLFSDWLHQWV$Q[LHW\
&DUOVVRQ&5XQGJUHQ$+\SHUPRELOLW\RIWKHMRLQWVLQZRPHQDOFRKROLFV
-6WXGLHV$OFRKRO
&KLOG$+ -RLQW K\SHUPRELOLW\ V\QGURPH ,QKHULWHG GLVRUGHU RI FROODJHQ
V\QWKHVLV-5KHXPDWRO
'XUy-&%XOEHQD$/D[LWXGDUWLFXODU1XHYDVSHUVSHFWLYDV5HY(VS5HXPDWRO
'XUy-&&DQGHOO-0ROLQD/3RQV63UHYDOHQFLDGHSURODSVRGHODYiOYXOD PLWUDO HQ XQD SREODFLyQ DIHFWDGD GH OD[LWXG DUWLFXODU 5HY (VS
5HXPDWRO
'XUy-&/D[LWXGDUWLFXODUVLPXODQGRXQDDUWULWLVFUyQLFDMXYHQLO$Q(VS
3HG
'XUy -& 0DQLIHVWDFLRQHV UHXPDWROyJLFDV HQ FDVRV FRQVHFXWLYRV GH
OD[LWXGDUWLFXODU5HY(VS5HXPDWRO>DEVWUDFW@
'XUy-&%RQHW00RQWIRUW-6tQGURPHWULFRUULQRIDOiQJLFRWLSR,\OD[LWXGDUWLFXODU5HY(VS5HXPDWRO
'XUy-&9HJD(3UHYDOHQFHRIDUWLFXODUK\SHUPRELOLW\LQVFKRROFKLOGUHQ
$RQHGLVWULFWVWXG\LQ%DUFHORQD5KHXPDWRORJ\
'XUy-&&ROO0(VFDODGD)3UHYDOHQFLDGHOD[LWXGDUWLFXODUHQXQDPXHVWUDLQIDQWLOGHSDFLHQWHVHVFROLyWLFRV$QiOLVLVGHFDVRVFRQVHFXWLYRV5HY(VS5HXPDWRO
'XUy -& &ULWHULRV SDUD HO GLDJQyVWLFR GH OD[LWXG DUWLFXODU &ULWHULR SDUD
HPSOHDUORVFULWHULRV6HP)XQ(VS5HXPDWRO
'XUy -& )LJXHUDV '- 'HO 9DO -/ &RUUHODFLyQ HQWUH OD[LWXG DUWLFXODU \
SURODSVRJHQLWDO5HXPDWRO&OLQ
*DJR-(VWXGLRGHSUHYDOHQFLDV\GHODDVRFLDFLyQHQWUHOD[LWXGDUWLFXODU\
WUDVWRUQRV SRU DQVLHGDG HQ SREODFLyQ JHQHUDO UXUDO 7HVLV GRFWRUDO
%DUFHORQD8QLYHUVLGDG$XWyQRPD
*D]LW<1DKLU$0-DFRE**UDKDPH5'\VDXWRQRPLDLQWKHK\SHUPRELOLW\V\QGURPH$P-0HG
*UDKDPH5%LUG+$&KLOG$'RODQ$/(GZDUGV)RZOHU$)HUUHOO:
HWDO7KHUHYLVHG %ULJKWRQ FULWHULDIRUWKHGLDJQRVLVRIEHQLJQ
MRLQWK\SHUPRELOLW\V\QGURPH-5KHXPDWRO
*UDWDFyV01DGDO00DUWtQ6DQWRV53XMDQD0$*DJR-3HUDO%HWDO
$SRO\PRUSKLFJHQRPLFGXSOLFDWLRQRQKXPDQFKURPRVRPHLVD
VXVFHSWLELOW\ IDFWRU IRU SDQLF DQG SKRELF GLVRUGHUV &HOO *XPi02OLYp$+ROJDGR6&DVDGR(5RFD-)RUFDGD-HWDO8QDHVWLPDFLyQGHODOD[LWXGDUWLFXODUHQODFRQVXOWDH[WHUQD5HY(VS5HXPDWRO
*XPi02OLYp$)RUFDGD-'XUy-&5RFD-+ROJDGR6HWDO+\SHUPRELOLW\LQV\VWHPLFOXSXVHU\WKHPDWRVXV$QQ5KHXP'LV
.LUN -$ $QVHOO % %\ZDWHUV (*/ 7KH K\SHUPRELOLW\ V\QGURPH $QQ
5KHXP'LV
.OHPS3&KDOWRQ'$UWLFXODUPRELOLW\LQEDOOHWGDQFHUV$P-6SRUWV0HG
/DUVVRQ/*%DXP-0XGKRONDU*6+\SHUPRELOLW\)HDWXUHVDQGGLIIHUHQWLDOLQFLGHQFHEHWZHHQWKHVH[HV$UWKULWLV5KHXP
/DUVVRQ/*%DXP-0XGKRONDU*6.ROOLD*'%HQHÀWVDQGGLVDGYDQWDJHV RI MRLQW K\SHUPRELOLW\ DPRQJ PXVLFLDQV 1 (QJO - 0HG
/LHQFH(3DOHW-/DOD[LWXGDUWLFXODUHQODSREODFLyQJHQHUDO,9-RUQDGDV
(VSDxRODVGH5HXPDWRORJtD9DOHQFLD6FLHQWLD
0DUWtQ6DQWRV5%XOEHQD$3RUWD0*DJR-0ROLQD/'XUy-&$VVRFLDWLRQEHWZHHQWKHMRLQWK\SHUPRELOLW\V\QGURPHDQGSDQLFGLVRUGHUV
$P-3V\FKLDWU\
0LVUD0%5\DQ3$WNLQVRQ3HWDO([WUDDUWLFXODUIHDWXUHVRIEHQLJQMRLQWK\SHUPRELOLW\V\QGURPH%U-5KHXPDWRO
2QGUDVLN05\EDU,5XV9%RVDN9-RLQWK\SHUPRELOLW\LQSULPDU\PLWUDOYDOYHSURODSVHGSDWLHQWV&OLQ5KHXPDWRO
9HUG60DV-$UEROHGD/+LSHUPRYLOLGDGDUWLFXODUHQHVFRODUHVGH3DOPD$Q(VS3HGLDWU
9HUPD 6 0HVDQD7* 0LWUDO YDOYH UHSDLU IRU PLWUDO SURODSVH 1 (QJO -
0HG
Capítulo 22
Espondiloartritis anquilosante
Espondiloartritis anquilosante
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
Definición
Epidemiología
Etiopatogenia
– Factores genéticos
– Factores ambientales
Anatomía patológica
Clínica
– Manifestaciones articulares
– Manifestaciones extraarticulares
Espondiloartritis anquilosante femenina
Espondiloartritis anquilosante familiar
Espondiloartritis asociadas
Laboratorio
Imagen
– Pelvis
– Columna vertebral
– Articulaciones periféricas
Diagnóstico
Diagnóstico diferencial
Evolución y pronóstico
Tratamiento
– Supresión de la inflamación
– Mantenimiento de la movilidad
culaciones sacroilíacas es su manifestación más constante y
característica.
EPIDEMIOLOGÍA
La EA es una enfermedad reumática de claro predominio
masculino en una proporción de 3:1. Su prevalencia varía
según la frecuencia del HLA-B27 en la población estudiada. La prevalencia de espondiloartritis entre la población
portadora del HLA-B27 oscila entre el 3 y el 7%, y su
prevalencia estimada es de 6 casos por cada 1.000 habitantes.
La EA suele iniciarse entre los 20 y los 30 años. La media de edad de comienzo de la enfermedad es de 26 años. Es
rara antes de los 9 años o después de los 50. Los pacientes
que inician la enfermedad a partir de esta edad presentan
mayor afectación axial y periférica, más afectación de la
columna cervical, menor frecuencia de iritis y mayor afectación cardíaca.
ETIOPATOGENIA
La etiopatogenia de la EA se desconoce. Existen una predisposición genética y unos factores ambientales capaces de
iniciar su puesta en marcha.
DEFINICIÓN
La espondiloartritis anquilosante (EA) es una enfermedad
reumática inÁamatoria crónica, autolimitada a medio o a
largo plazo y caracterizada por sinovitis, entesitis y tendencia a la deformidad y/o anquilosis. Se localiza en el esqueleto axial (pelvis, columna y tórax); la afección de las arti© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
FACTORES GENÉTICOS
La presentación de la EA es consecuencia de una predisposición genética, determinada por la presencia del antígeno
HLA-B27 y su relación con la enfermedad que viene condicionada por los siguientes puntos:
279
280
1. En la raza blanca más del 95% de pacientes con EA son
HLA-B27 positivos. En las demás razas la asociación
EA/HLA-B27 no es tan estrecha.
2. No existe correlación con otros antígenos HLA.
3. Un individuo HLA-B27 positivo presenta un riesgo 100
veces superior que uno HLA-B27 negativo de desarrollar la enfermedad. Este riesgo es aún mayor si hay un
familiar afectado.
4. El HLA-B27 es el principal gen de susceptibilidad de
la enfermedad; sin embargo, otros genes podrían intervenir en el desarrollo de los casos HLA-B27 negativos.
5. El antígeno HLA-B27 es heterogéneo y se han descrito
diferentes subtipos. La predisposición a presentar la enfermedad puede depender de determinado subtipo.
6. La presentación familiar de la EA sólo se produce en
presencia del antígeno HLA-B27.
En la raza blanca más del 95% de los pacientes con EA
son HLA-B27 positivos y la frecuencia de este antígeno en
la población general es del 7%. Sin embargo, menos del 5%
de los sujetos HLA-B27 positivos desarrolla la enfermedad
y aumenta hasta el 20% si existe un familiar afectado. Se
han propuesto cuatro teorías para explicar cuál es la razón
por la que el HLA-B27 causa espondiloartritis:
1. El HLA-B27 se uniría a determinados péptidos del linfocito T con la puesta en marcha de la respuesta inmunológica.
2. Una disposición anómala de la molécula del HLA-B27
y su posterior acumulación en el retículo endoplasmático celular iniciaría una respuesta proinÁamatoria.
3. Los sujetos portadores del HLA-B27 tendrían un déÀcit
selectivo para la eliminación intracelular de microorganismos potencialmente artritogénicos.
4. El HLA-B27 posee cierto mimetismo molecular con
una secuencia de aminoácidos de proteínas bacterianas
(como en el caso de Klebsiella pneumoniae); la infección por éste u otros gérmenes produciría una reacción
cruzada con el HLA-B27.
FACTORES AMBIENTALES
Varios hechos subrayan la existencia de factores exógenos o
ambientales.
1. Ser portador del antígeno HLA-B27 no basta para desarrollar la enfermedad, ya que la mayoría de individuos
HLA-B27 positivos no la presentan.
2. En gemelos univitelinos portadores del HLA-B27 sólo
algo más de la mitad desarrollan la enfermedad.
3. La relación entre diversas infecciones genitourinarias,
como el síndrome de Reiter, estrechamente asociado
con el HLA-B27 y con potencial evolución a EA.
SECCIÓN | V Espondiloartritis
4. El curso clínico con evolución a brotes, con exacerbaciones y remisiones, indica un estímulo antigénico intermitente.
Estos factores exógenos o ambientales podrían estar representados por microorganismos del género Enterobacteriaceae, entre ellos Klebsiella pneumoniae como posible
agente etiológico de la enfermedad. Así, los pacientes con
EA en fase de actividad presentan una alta frecuencia de
coprocultivos positivos a Klebsiella y anticuerpos IgA antiKlebsiella. No obstante, no existen datos concluyentes al
respecto.
ANATOMÍA PATOLOLÓGICA
Las articulaciones del esqueleto axial son el blanco del proceso inÁamatorio en la EA. Pueden verse afectadas todas
las articulaciones, excepto las sinartrosis.
En la EA se considera a la entesitis1 como la lesión más
característica.
En una primera fase se produciría una inÁamación con
inÀltración de células mononucleares en la zona de inserción entre el ligamento y el hueso; éste se erosionaría y se
produciría una proliferación Àbroblástica con formación de
cicatrices Àbrosas. Posteriormente, se repararía la lesión por
un proceso de metaplasia2 cartilaginosa con posterior osiÀcación que, además, de rellenar la erosión, invadiría la cápsula o ligamento produciendo la anquilosis.
En el disco intervertebral, la osiÀcación de las Àbras
más externas del anillo Àbroso sería la responsable de la
formación del sindesmoÀto característico (Àg. 22.1).
Las articulaciones sacroilíacas son la localización más
precoz y característica de la EA. En fases tempranas se produce un proceso inÁamatorio con formación de un tejido de
granulación que se localiza en el área subcondral con osteítis subyacente y ausencia de pannus.
La inÁamación puede localizarse de forma primaria en
el Àbrocartílago, produciéndose una verdadera condritis
con osteítis subyacente del hueso subcondral, que conduce
Ànalmente a la osiÀcación y sinostosis (fusión ósea).
La sinovitis es la lesión fundamental en las articulaciones periféricas. Es una sinovitis crónica similar a la observada en la artritis reumatoide. Algunos autores consideran
que la sinovitis de la EA es secundaria a la entesisitis. La
periostitis no es rara y la evolución a la anquilosis es mucho
más frecuente. Las articulaciones más frecuentemente afectadas son las de las extremidades inferiores (rodillas, tobi-
1. Entesitis: lesión focal, primaria, inflamatoria, destructiva y no específica de la unión de los ligamentos con los huesos. El término entesis es original de Niepel; en 1966 lo describió para designar la zona de inserción de
un ligamento o tendón al hueso.
2. Metaplasia: producción por las células de una especie determinada, de
tejido distinto del que producen normalmente.
Capítulo | 22 Espondiloartritis anquilosante
Figura 22.1.
quilosante.
281
Formación de un sindesmofito en la espondiloartritis an-
llos y metatarsofalángicas) y sobre todo las rizomiélicas
(hombros y caderas).
CLÍNICA
O
MANIFESTACIONES ARTICULARES
Fase de inicio
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
O
Síndrome vertebral. La afectación de la columna vertebral en el primer mes de la enfermedad es casi tan frecuente como el síndrome sacroilíaco. En el curso de la
evolución dentro de los primeros 5 años la aparición de
sintomatología vertebral es casi la regla.
Puede localizarse en cualquier segmento de la columna vertebral, pero generalmente es la región lumbar
la primera que se ve afectada. El enfermo padece de forma insidiosa dolor lumbar, que aparece después de largos períodos de reposo y sobre todo de madrugada, obligándole a abandonar la cama. No es rara la exacerbación
del dolor con la tos o los estornudos. Es característica la
rigidez vertebral matutina que desaparece a lo largo del
día. El dolor lumbar no guarda relación con los esfuerzos. Puede ser continuo, diario y alternante con períodos
de remisión o exacerbación. Un 10% de los enfermos
presentan lumbalgia mecánica.
Excepcionalmente puede aparecer dolor dorsal como
síntoma de inicio. Su sintomatología clínica es superponible a la del dolor lumbar. El dolor puede valorarse mejor que la rigidez, dado que la exploración de la movilidad en esta zona es difícil de objetivar.
Es excepcional que el dolor cervical sea la primera
manifestación aislada de la enfermedad y raro que haya
afectación el primer año de comienzo.
Síndrome sacroilíaco. Es una de las formas clásicas de
presentación de la EA y se maniÀesta en la mitad de los
pacientes. Aparece dolor en el cuadrante superointerno
de la nalga, referido a la cara posterior del muslo hasta
la rodilla («falsa ciática»). Con frecuencia el dolor es
bilateral y es característico que salte de una a otra sacroilíaca (sacroileítis «a báscula») y que se exacerbe de
madrugada. Puede aumentar con la tos y los estornudos
y provocar cojera.
O
Es raro que el enfermo lo note en la cara interna o
externa del muslo. En alguna ocasión llega al hueco poplíteo, pero jamás afecta al tobillo o al pie y nunca se
acompaña de parestesias.
El dolor es profundo y sordo, y de intensidad variable, entre moderado y lancinante. Es característico el
recrudecimiento matutino hacia las 4 a 5 de la madrugada, lo que suele despertar al enfermo y obligarle a levantarse, con lo que cede algo su intensidad. Tanto el dolor
como la cojera pueden ser intermitentes, pudiendo aparecer crisis de una o dos semanas de duración o bien
presentar molestias continuas con empeoramientos ocasionales. El síndrome sacroilíaco está presente en el
70% de casos los primeros 5 años de evolución.
Síndrome torácico. Se consideran como manifestaciones torácicas de la EA los dolores que se presentan en la
parrilla costal, una vez descartados los dolores irradiados de la columna dorsal. Se deben a la afectación de las
articulaciones condroesternales, condrocostales o de la articulación manubrio-esternal. El paciente aqueja, en general, dolorimiento difuso en la cara anterior del tórax.
El dolor se incrementa con la respiración profunda y,
sobre todo, con la tos y los estornudos. Esta peculiaridad
del dolor torácico es altamente indicativa de EA en sujetos jóvenes sin antecedentes traumáticos. Es habitual
confundirlo con dolores de otras etiologías. La medida
de la expansión torácica es muy útil para valorar las articulaciones afectadas y se realiza por un método muy
simple: se aplica una cinta métrica alrededor del tórax
en un plano horizontal que pase por encima de los pezones y se anota la diferencia en centímetros entre la inspiración y la espiración máximas. A esta cifra se la denomina amplitud respiratoria. Se considera que la amplitud
respiratoria está disminuida cuando es inferior a 6 cm.
No obstante, deben tenerse en cuenta cinco datos:
1. La variación de la amplitud respiratoria es muy grande.
2. La amplitud respiratoria es mayor en el hombre que
en la mujer (2 cm).
3. En ambos sexos los promedios son más elevados en
la segunda, tercera y cuarta décadas y luego descienden hasta alcanzar el mínimo en la octava década.
4. En la Àbromialgia la amplitud respiratoria está siempre por debajo del promedio.
5. Es prácticamente imposible establecer una amplitud
respiratoria mínima normal, tan sólo podemos consignar que para el hombre cifras inferiores a 4 cm y
para las mujeres cifras inferiores a 3 cm son excepcionales en las personas consideradas como normales.
Síndrome periférico. Este apartado es de máximo interés
puesto que el médico de familia y el internista general
no piensan en el diagnóstico de EA cuando se encuentran ante un paciente que presenta artritis periférica. La
282
SECCIÓN | V Espondiloartritis
importancia de su conocimiento viene subrayada por su
alta frecuencia. El 20% de los casos presentan artritis
periférica dentro del primer mes de enfermedad y el
50% en el transcurso de los primeros 5 años.
Un tercio de los pacientes o más de la mitad si se
incluyen las articulaciones rizomiélicas (hombros y caderas) presentan artritis periférica. Se presenta habitualmente en los primeros años de la enfermedad y puede anteceder al dolor vertebral en un período de tiempo
extraordinariamente variable (de uno a 20 años). La
afección periférica, habitualmente en forma de brotes,
es oligoarticular, asimétrica y de predominio en las extremidades inferiores, con rara afectación de las articulaciones interfalángicas distales. Las articulaciones más
afectadas son, por este orden, rodillas, caderas, tobillos,
pies, muñecas y hombros (Lambert, 2004). La talalgia
por tendinitis aquiliana o fascitis plantar es característica. En un 25% de casos la artritis periférica es persistente.
esta fase para desplazarse hacia delante, el paciente necesita
aumentar su campo visual, por lo que inclina el tronco hacia
atrás, mediante una ligera Áexión de las rodillas, separando
las piernas como si quisiera ensanchar su base de sustentación. En términos fotográÀcos diríamos que aumenta «el
gran angular» (Àgs. 22.3a y b).
En este período pueden presentarse brotes articulares
periféricos o verse secuelas de artritis periféricas de la fase
de comienzo, especialmente en la cadera, que tiende a ser
bilateral y la presentan un 38% de pacientes. La afectación
de la cadera puede dejar secuelas en Áexión o anquilosis si
ha sido tratada erróneamente con inmovilización. La detección precoz de esta secuela es decisiva para la futura capacidad funcional del enfermo a Àn de preservar la movilidad
y prevenir las actitudes viciosas.
A pesar de estas manifestaciones clínicas articulares, el
retraso diagnóstico en nuestro medio es de más de 7 años.
Fase de estado
En la fase de estado, la limitación de la columna lumbar es
neta y permanente. La medición de la distancia dedos-suelo es útil para seguir la progresión de la limitación lumbar.
En esta fase, la musculatura paravertebral se atroÀa y desaparece la lordosis lumbar.
Con el paso del tiempo, el dolor de ritmo inÁamatorio va
cediendo para dar paso, en ocasiones, a un dolor de tipo
mecánico como consecuencia del desarrollo de una afección discal (espondilodiscitis de la EA).
A lo largo de los años, el proceso presenta una tendencia
topográÀca ascendente, invade la región dorsal y el tórax, se
establece una cifosis dorsal armónica a gran arco y punto de
partida bajo, con proyección de la cabeza y del tronco hacia
delante. El enfermo, colocado de espaldas a una pared con
las rodillas en extensión, queda con el occipucio a distancia
de ésta («Áecha de Forestier») (Àg. 22.2). Su medición permite la valoración de la cifosis (Áechas pequeñas hasta 10
cm, medianas hasta 20 cm y grandes más de 20 cm) y seguir
su progresión.
La afectación de las articulaciones costovertebrales disminuye la amplitud de movimientos de la caja torácica, por
lo que el paciente efectúa una respiración de tipo abdominal. El tórax se deforma aplanándose de delante a atrás (tórax «en tabla de planchar»).
La progresión de la enfermedad a la región cervical provoca largos períodos de dolor, pérdida progresiva de la movilidad y aparición de una deformación del cuello y la cabeza hacia delante, con ligera inclinación hacia un lado y una
pequeña rotación de la cabeza hacia el lado contrario. En
Figura 22.2.
Signo de la flecha de Forestier.
Capítulo | 22 Espondiloartritis anquilosante
283
a
b
Figura 22.3. Actitud de un paciente con espondiloartritis anquilosante.
MANIFESTACIONES EXTRAARTICULARES
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Afectación ocular
Un 25% de pacientes desarrolla uno o más episodios de iritis aguda (uveítis anterior aguda no granulomatosa) en el
curso de la enfermedad, que suelen ser unilaterales y que se
curan en días o en semanas. Clásicamente cursa con dolor,
enrojecimiento ocular, fotofobia y visión borrosa. La recurrencia no es rara. Una pequeña proporción de pacientes
desarrolla sinequias entre el iris y el cristalino con glaucoma secundario y pérdida de la visión. La iritis aparece independientemente del cuadro articular o incluso puede precederlo. Es más frecuente en los casos con artritis periférica y
afectación axial grave. Casi todos los pacientes con EA e
iritis son HLA-B27 positivos. Un alto porcentaje de pacientes con el HLA-B27 positivo presentan episodios recurrentes
de iritis sin manifestaciones clínicas de EA, pero con entesopatías comparables a las que se observan en los pacientes
con EA (Muñoz-Fernández, 2009). En ocasiones puede ser
la única manifestación de la enfermedad en pacientes portadores de dicho antígeno. En el 41% de los casos es la manifestación inicial de las espondiloartritis (Fernández-Melón, 2004).
Afectación cardíaca
A lo largo de la evolución de la EA puede producirse la inÁamación de la raíz aórtica que ocasionará diferentes grados de insuÀciencia valvular, con distinta repercusión hemodinámica. Aunque en estudios autópsicos la aortitis está
presente en un 20% de los casos, en la clínica se maniÀesta
en pocos casos. Suele presentarse en pacientes con enfer-
medad evolucionada: en un 3,5% de los casos a los 15 años
de evolución y en un 10% de los casos a los 30 años de
evolución, y es más frecuente en pacientes con artropatía
periférica.
Afectación pulmonar
La fusión de las articulaciones costovertebrales puede conducir a la reducción de los movimientos de la caja torácica
y a alteraciones ventilatorias de tipo restrictivo con disminución de la capacidad pulmonar. Por tanto, debe instruirse
al paciente en la práctica de gimnasia respiratoria y en que
evite el tabaquismo.
En fases evolucionadas de la enfermedad puede producirse una Àbrosis pulmonar en ambos lóbulos superiores
con formación de cavidades que habitualmente se confunden con tuberculosis. La invasión por Aspergillus fumigatus
no es rara.
Afectación neurológica
Pueden observarse síndromes mielocompresivos secundarios a fracturas cervicales postraumáticas, por ser estos
enfermos portadores de una columna cervical rígida. En
fases avanzadas puede presentarse un síndrome de la cola
de caballo, de aparición insidiosa, con algias en las extremidades inferiores, trastornos de la sensibilidad, abolición
de reÁejos e incontinencia urinaria o fecal (Faus, 1991).
Un canal medular más ancho de lo normal traduce habitualmente un trastorno neurológico subyacente (Tyrrell,
1994). En la tomografía computarizada (TC) se detectan
erosiones en la cara intrarraquídea del arco vertebral pos-
284
terior y en la resonancia magnética (RM), divertículos
aracnoideos.
Afectación renal
No parece existir una afección renal especíÀca de la EA,
pero si se busca está presente en el 37% de los pacientes
(Vilar, 1997). Los pacientes pueden presentar una nefropatía como consecuencia de la nefrotoxicidad por antiinÁamatorios no esteroideos (AINE) o amiloidosis renal.
Amiloidosis
La EA puede complicarse con amiloidosis. Su prevalencia
oscila entre el 2 y el 8% de los pacientes. Habitualmente
asintomática, suele ser un hallazgo casual al practicar biopsias renales o de grasa subcutánea. No obstante, puede llevar a la insuÀciencia renal. Suele presentarse en pacientes
de larga evolución con artropatía periférica y de curso progresivo (Gratacós, 1997; Singh, 2007).
Osteoporosis
Los pacientes con EA tienen un mayor riesgo de presentar
fracturas vertebrales. El riesgo se incrementa con el tiempo
de evolución de la enfermedad y con la presencia de enfermedad inÁamatoria intestinal. Las fracturas acontecen sin traumatismo o tras un traumatismo mínimo, con frecuentes complicaciones neurológicas (Gratacós, 1999; Ghozlani, 2009;
Vosse, 2009).
ESPONDILOARTRITIS ANQUILOSANTE
FEMENINA
La EA en la mujer adopta formas más atípicas que en el
hombre. La evolución suele ser menos agresiva y con mínima tendencia a la anquilosis. La afectación cervical y periférica es más frecuente que en el hombre y la progresión de
las lesiones en la columna es más lenta (Lee, 2007; 2008).
La enfermedad no suele exacerbarse durante el embarazo o
en el posparto. La iritis se produce con la mitad de frecuencia que en los hombres. En la tabla 22.1 se exponen las diferencias entre la EA masculina y femenina.
ESPONDILOARTRITIS ANQUILOSANTE
FAMILIAR
Los pacientes con EA familiar presentan manifestaciones
clínicas a una edad más temprana con predominio del sexo
femenino. La enfermedad es más activa con más uveítis,
mayor presencia del HLA-B27 y peor respuesta a los AINE
(Almodóvar, 2010).
SECCIÓN | V Espondiloartritis
Tabla 22.1. Diferencias entre la espondiloartritis
anquilosante masculina y femenina
Espondiloartritis
Masculina
Femenina
Retraso diagnóstico
3 años
10 años
Progresión
+++
+
Gravedad
+++
+
Artritis periférica en la fase de inicio
+
++
Artritis periférica en la fase de estado
+
+++
Manifestaciones en la columna
cervical
+
++
Osteítis pubis
+
+++
Anquilosis vertebral
++
+
HLA-B27
90%
90%
ESPONDILOARTRITIS ASOCIADAS
Un pequeño porcentaje de pacientes desarrolla una EA en el
contexto una artritis psoriásica, una enfermedad inÁamatoria intestinal (colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn) o una
artritis reactiva.
En la artritis psoriásica, la frecuencia de sacroileítis es
del 20% y habitualmente es asintomática. Sólo un 5% de los
pacientes evoluciona hacia una EA. Es posible que existan
dos patrones de EA psoriásica: uno indiferenciable de la EA
primaria y otro que se caracteriza por su inicio tardío, con
artritis periférica y afectación cervical, respetando el resto
de la columna y lesiones radiológicas asimétricas con sindesmoÀtosis no marginal. Este hecho también ocurre en las
EA asociadas con las artritis reactivas.
En las enfermedades inÁamatorias intestinales la frecuencia de sacroileítis es del 15%. Sólo un 4% de los pacientes evoluciona hacia una EA. No existe correlación entre la actividad de la enfermedad intestinal y la EA; ésta
puede precederla en un tercio de los casos.
En las artritis reactivas, hasta un 25% de los pacientes
tienen una sacroileítis radiológica al inicio del proceso; no
obstante, sólo un 15% desarrollará una EA, preferentemente los portadores del HLA-B27.
LABORATORIO
La velocidad de sedimentación globular (VSG) y la proteína C reactiva (PCR) se encuentran elevadas en el 75%
de los pacientes, independientemente de la fase evolutiva de la enfermedad. La hipergammaglobulinemia, a expensas sobre todo de la IgA, no es rara. Las fosfatasas
alcalinas de origen hepático pueden estar discretamente
Capítulo | 22 Espondiloartritis anquilosante
elevadas. En nuestro medio, el 96% de las EA son HLAB27 positivas.
IMAGEN
En la EA las alteraciones radiológicas se localizan en la pelvis,
en la columna vertebral y en las articulaciones periféricas.
PELVIS
La lesión radiológica más precoz y característica es la sacroileítis bilateral y simétrica, aunque inicialmente puede
ser unilateral en el 10% de los casos. Puede tardar en aparecer hasta 3 años. Se distinguen tres fases:
O
O
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
O
Fase 1. Las erosiones subcondrales producen un ensanchamiento arrosariado de la interlínea articular con esclerosis reactiva de predominio en el borde ilíaco. Una
alteración precoz característica es la desaparición de la
línea densa del hueso subcondral también en el borde
ilíaco.
Fase 2. El hueso reactivo invade la interlínea que aparece más estrecha, desapareciendo al mismo tiempo la esclerosis reactiva.
Fase 3. La anquilosis sacroilíaca hace desaparecer la interlínea articular, para ello se necesitan un mínimo de 5
años de evolución.
La diÀcultad de lectura de las articulaciones sacroilíacas
justiÀca el uso de la TC (Geijer, 2007) y de la RM (Maksymowych, 2009) para detectar lesiones dudosas o todavía no
visibles en la radiografía simple y para valorar la entesopatía, el edema óseo y la respuesta al tratamiento.
En la pelvis puede observarse también una sinÀsitis del
pubis y en las ramas inferiores del isquion y del pubis, proliferaciones periósticas (barbelé en la terminología francesa
o whiskering en la terminología anglosajona).
La lectura de las alteraciones radiológicas de las articulaciones sacroilíacas se realiza valorando el grado de borrosidad de los márgenes articulares y la presencia de pinzamiento, erosiones y esclerosis. Se valoran cuatro grados: 0,
normal; 1, dudoso; 2, sacroileítis mínima; 3, sacroileítis
moderada, y 4, anquilosis ósea.
COLUMNA VERTEBRAL
En la columna vertebral se objetivan lesiones en el contorno
de los cuerpos vertebrales, articulaciones interapoÀsarias
posteriores y costovertebrales.
La lesión característica es la erosión de los extremos anteriores de las plataformas vertebrales, por entesitis en la
inserción del anillo Àbroso discal en el cuerpo vertebral,
con esclerosis reactiva secundaria. La cara anterior del cuerpo vertebral queda borrada por las erosiones, adquiriendo la
285
vértebra un aspecto cuadrado (squaring en la terminología
anglosajona). Cuando la lesión avanza, el borde anterior de
la vértebra presenta un aspecto abombado (vértebra «en tonel»). Ambas lesiones son muy características de la EA y
útiles como muestra del progreso de la enfermedad. Con el
tiempo, la osiÀcación invade las Àbras más extensas del anillo Àbroso, formándose un puente entre dos vértebras: es el
denominado sindesmoÀto, inicialmente de aspecto algo nudoso y posteriormente de aspecto laminar.
Al inicio, los sindesmoÀtos aparecen en la zona de transición dorsolumbar y posteriormente a lo largo de toda la
columna, adaptando un contorno ondulado (columna «en
caña de bambú»).
En algunos casos, la erosión de las inserciones del anillo
discal se extiende a las plataformas vertebrales, dando lugar
a una imagen de discitis con altura del disco conservada o
incluso aumentada. Tiene dos orígenes: inÁamatorio o postraumático; este último se acompaña de una línea de fractura en las articulaciones interapoÀsarias posteriores de la
vértebra superior y predomina en la región dorsal baja y
lumbar (Gumá, 2003). No debe confundirse con la espondilodiscitis infecciosa. La discitis de la EA está rodeada de
esclerosis y la infecciosa de osteoporosis.
La artritis interapoÀsaria posterior es una lesión característica, pero inútil para el diagnóstico precoz. En la región
cervical, la fusión de las articulaciones interapoÀsarias posteriores es habitualmente la primera lesión visible en la EA.
En fases avanzadas la fusión de las interapoÀsarias posteriores se extiende a lo largo de la columna y se asocia con
la osiÀcación del ligamento interespinoso, dando lugar a la
imagen habitual en tres raíles.
A excepción de la sacroileítis, prácticamente constante,
las alteraciones de la columna dependen del tiempo de evolución de la enfermedad.
La osteopenia es habitual y la EA es una causa de osteoporosis secundaria.
ARTICULACIONES PERIFÉRICAS
La articulación más afectada es la cadera. En la imagen radiológica se observan emigración axial del cuello femoral,
pinzamiento concéntrico de la articulación y osteoÀtos. La
anquilosis es rara si el paciente no ha estado inmovilizado.
Incluso después de la cirugía la anquilosis es frecuente.
En las extremidades inferiores las imágenes radiológicas diÀeren de la artritis reumatoide en su asimetría, poca
porosis, mayor periostitis y tendencia a la anquilosis, especialmente en el tarso, con escasas subluxaciones y deformidades residuales. Las erosiones pueden aparecer en cualquier articulación, sobre todo en las metatarsofalángicas. La
calcaneítis es frecuente.
Actualmente la RM es decisiva para la visualización de
las lesiones estructurales de la EA (Report Canada-Denmark, 2009).
286
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de la EA es clínico y radiológico. Una historia clínica detallada y una exploración física exhaustiva son
básicas para establecer el diagnóstico de sospecha, que deberá ser conÀrmado mediante técnicas de imagen.
La sacroileítis bilateral es el dato clave para el diagnóstico y está presente en la práctica totalidad de los enfermos. El
HLA-B27 no tiene valor diagnóstico, pero es especialmente
útil en fases iniciales de la enfermedad cuando la historia clínica es atípica o la sacroileítis no es evidente.
Los criterios diagnósticos utilizados son los de Nueva
York, modiÀcados en 1984, muy poco sensibles para el
diagnóstico precoz y para los numerosos casos benignos
(tabla 22.2). Los criterios de Amor han alcanzado gran éxito, pero no sirven para averiguar de qué espondiloartropatía
se trata (tabla 22.3).
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El 80% de la población experimenta dolor lumbar en algún
momento de su vida, pero sólo un pequeño número de lumbalgias se debe a una EA, aunque esta proporción se incrementa notablemente si se analizan sólo hombres en la tercera década de la vida. Las características de la lumbalgia de
la EA se detallan en la tabla 22.4.
El conocimiento del síndrome sacroilíaco es fundamental. Muchos enfermos han sido diagnosticados erróneamente de ciática por presentar un síndrome sacroilíaco con dolor
referido a la cara posterior del muslo. Una «ciática bilateral» en especial «a báscula» en un hombre joven debe hacer
sospechar la existencia de una EA.
Un síndrome sacroilíaco de instauración aguda y unilateral obliga a descartar una sacroileíti
Descargar